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Territorio, Analisis Territorial y Arqueologia Paisaje

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    ISSN: 0213-2052

    TERRITORIO, ANLISIS TERRITORIAL YARQUEOLOGA DEL PAISAJETerritory, territorial analysis and Ladscape Archaeology

    ALMUDENA OREJASDepartamento de Historia Antigua y Arqueologa. C.E.H.-C.S.I.C.1

    RESUMEN: La aproximacin de A. Orejas al paisaje, dentro de una nacienteArqueologa del Paisaje, propone la necesidad de establecer unas directrices de trabajo fundamentales desde la consideracin del paisaje como sntesis tanto espacialcomo de relaciones sociales. Desde este punto de vista se hace posible emprendersu estudio desde el anlisis morfolgico espacial y, a partir de l y mediante mtodos y tcnicas de carcter interdisciplinar, aproximarnos al estudio de las sociedades que generaron dicho paisaje. No obstante considera que se trata de un enfoqueen construccin, en el que las aportaciones recientes son esenciales y en el queesbozan algunos peligros como el riesgo de caer en reduccionismos.ABSTRACT: A. Orejas puts forward the need of establishing lines of work considering landscape as a synthesis of its spatial meaning and the social relations thatconfigurate it. From this point of view it is possible to undertake ist study starting

    from the morphological spatial analysis and using milti-disciplinar methods and techniques that will come near to the study of societies that generate the lanscape.Nevertheless, the author consideres that this new approach is only at its beginingsand although recents contributions have been esential to its development there issome risk of simplifying.

    1. Parte de la comunicacin presentada en el Congreso ha sido incorporada a un trabajo posterior, publicado en el volumen 68 de 1995 de la revista Archivo Espaol de Arqueologa, bajo el ttulo"Arqueologa del paisaje: de la reflexin a la planificacin", pp. 215-24. Ediciones Universidad de Salamanca Stvd. hist., Ha antig. 13-14, 1995-96, pp. 61-68

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    1. LOS ESTUDIOS SOBRE TERRITORIO Y PAISAJE EN ARQUEO LOGA

    Creo que puede resultar til proponer una aproximacin general, esquemtica y sinttica a los estudios sobre territorio y paisaje en Arqueologa, renunciandoa la exhaustividad y a la proliferacin de citas en favor de algunas ideas globales.Pese a su juventud, la Arqueologa del paisaje (realmente no podemos empezar aconsiderarla como tal hasta la dcada de los ochenta) arrastra ya un lastre importante: muchos "adeptos" y, sobre todo, muchos ttulos que con frecuencia esconden trabajos que nada tienen que ver con el contenido. No obstante, en trminosgenerales nos ha permitido, como mnimo, ampliar miras y escalas de investigacin, aunque no deba ser este nuestro nico objetivo.La Arqueologa del paisaje (englobando aqu los estudios genricamentedenominados territoriales) es una lnea de investigacin que admite mltiples acercamientos - incluidos los que aportan otras disciplinas- pero que exige que logremo s uno s mnimos punto s de acuerdo po r un lado, y de debate po r otro. Es evidente que hay tambin un componente "de moda" en esta proliferacin deestudios, sin embargo este inters (como hemos comentado ya en alguna ocasin)se entiende fcilmente si tenemos en cuenta las lneas de avance del pensamiento cientfico, de nuestra sociedad, los problemas medioambientales, de recursos,de obras pblicas o de planificaciones territoriales.Las propuestas esbozadas en estas pginas se derivan de toda una serie detrabajos concretos, conversaciones y programas de investigacin elaborados dentro del proyecto Zona Arqueolgica de Las Mdulas (desarrollado en el Departamento de Historia Antigua y Arqueologa del Centro de Estudios Histricos delC.S.I.C.) y por ello en buena medida no hago sino recoger un trabajo fundamentalmente de equipo 2. La Arqueologa del paisaje no es slo mirar ms all del yacimiento o del texto literario, supo ne integrar, interpretar y comp rend er en u n doblesentido: la lectura (o las lecturas) que nosotros hacemos hoy de un paisaje delpasado y la (o las) que de l hicieron las comunidades que lo construyeron.Dentro de nuestro proyecto com probam os qu e el estudio del paso del m undoprerrom ano al rom ano y los dos primeros siglos de presencia roman a ofrecen u nexcelente pano rama para ser abo rdad o d esde la Arqueologa del paisaje. Las transformaciones que tuvieron lugar no slo han de leerse en trminos de aparicin denuevos estatutos, fundacin de ciudades o cambios en la onomstica, sino tambin en la alteracin de las relaciones entre las distintas comunidades y en interior de las mismas y en la forma de ocupar, explotar y contemplar su espacio.Es evidente la dificultad. Esta propuesta exige no slo un construccin terica (una conceptualizacin), sino el planteamiento de una metodologa y la puesta a punto de las herramientas de trabajo necesarias. Los avances en diversas dis-

    2. Dicho proyecto, junto al de la Tabula Imperii Romani pertenecen a la lnea de investigacinEstructura social y territorio. Los investigadores en ellos integrados son: F.-J. Snchez-Palencia, M. D.Fern ndez-P osse, J. Fern nd ez Ma nzano , D. Plcido, A. Cepas y A. Orejas. Ediciones Universidad de Salamanca Stvd. hist., H a antig. 13-14, 1995-96, pp. 61-68

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    ciplinas y tcnicas van contribuyendo, por otro lado, a hacer ms slida la Arqueologa del paisaje.2. ALGUNOS PUNTOS DE PARTIDA.

    Tres son los aspectos que proponemos como reflexiones iniciales:1. Ser conscientes de a qu nos referimos cuando empleamos los vocablospaisaje y territorio, es decir de la dimensin netamente cultural de uno y otro ysus matices. Podramos decir que desde nuestro punto de vista un paisaje deja deser natural en cuanto el hombre hace cualquier intervencin en l, aunque esaintervencin sea exclusivamente mental (simbolizacin, sacralizacin...). No olvidem os q ue estudiamos procesos y hec hos sociales, no espaciales. Dentro de ellos,lo espacial -integrado en el paisaje- es una dimensin de la sociedad muy significativa y con elementos claramente legibles si contamos con las claves adecuadas.2. La necesidad de desprendernos del peso de lo monumental y lo singularal investigar en trminos de paisaje, e integrar dichos elementos en su lugar adecuado sin supravalorarlos.3. Entender el paisaje en un sentido relacional, no con una intencin descriptiva, reconstructiva o "pictrica". El paisaje transmite la actividad humana material y mental, y como tal podemos estudiarlo y se convierte en objeto de estudiohistrico.3. EL PAPEL DE LA MORFOLOGA Y SU INTEGRACIN.

    El apartado anterior nos lleva inmediatamente a referirnos a uno de los campos de la Arqueologa del paisaje que mayor crecimiento ha experimentado pordistintos motivos en los que no entraremos ahora. Es evidente que un buen conocimiento de la morfologa es esencial. El anlisis morfolgico es una inmejorablebase, siempre y cuando los presupuestos sean correctos, las fuentes adecuadas ysepamos qu buscamos.Fue en la dcada de los treinta cuando la morfologa del paisaje agrario empez a pre ocu par a los historiadores (au nq ue casi exclusivamente a partir de la EdadMedia). Los camp os se han ido ampliando y el apoyo en otras ciencias y mto dos de trabajo es clave (prospecciones, tratamiento de imgenes...). Lo esencial esno olvidar que la morfologa no es autnoma, no es independiente de los usos,de los gustos, de las formas de propiedad, de la articulacin social... Lo difcil esponer en marcha los mecanismos para superar este nivel de informacin; es decir,una metodologa.Uno de los ejemplos ms claros lo encontramos en las investigaciones sobrelos catastros romanos, que ha ocupado parte de este Congreso. Los trabajos eneste terreno son, efectivamente, m uy desiguales, provocand o co n ello cierto escepticismo entre historiadores de la Antigedad y arquelogos. Algunos de los puntos claves para superar esta situacin se pueden resumir en tres aspectos: Ediciones Universidad de Salamanca Stvd. hist., H a antig. 13-14, 1995-96, pp. 61-68

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    Arqueologa. Parten de considerar que el hombre es un ser que acta con una"racionalidad limitada", fundamentalmente por procesos cognitivos (aprendizaje,percepcin), y de que todo ello es observable mediante su conducta, incluyendola conducta espacial. Surgen de aqu algunos puntos de vista propuestos por his-toridores y arquelogos: la imagen, por ejemplo un "mapa mental", como una vade comunicacin de doble direccin entre las actitudes mentales y materiales(tanto individuales como colectivas), de forma que la imagen se construye filtrando datos de la realidad, pero a su vez incide - a veces de forma muy evidente -en las intervenciones y planificaciones, tal y como ha expresado en esta mismasesin D. Plcido a propsito del papel de los mitos geogrficos antiguos.A partir de los setenta en las ciencias sociales surgen propuestas radicales yhumanistas (con sus diferentes vertientes fenomenolgicas, existencialistas, idealistas), antipositivistas y antirreduccionistas, que aportan conceptos y expresiones deindudable xito y tarda incorporacin a la Arqueologa y a la Historia: es el caso dela oposicin espacio construido/ vivido, o del espacio/ lugar4. Pese a su diversidadson todas ellas visiones antropocntricas y por ello van a imprimir una nueva orientacin. Si aadimos a todo ello el peso de la Ecologa, las desigualdades espaciales(que traducen desigualdades econmicas y sociales), la nueva consideracin denuestros propios paisajes e incluso el precio del espacio, resulta casi natural quetambin nuestra visin como arquelogos e historiadores est cambiando.Dentro del terreno ms concreto de la Arqueologa, procesualismo y post-procesualismo han ido enriqueciendo las posibilidades de conocimiento de lospaisajes antiguos, desde el impacto que supuso la Arqueologa Espacial hasta laincorporacin de elementos simblicos e imaginarios y buscando un equilibrioentre explicar y comprender (es decir, interpretar). Progresivamente los arquelogos vamos dejando de ser meros importadores de ideas y enfoques nacidos en elseno de la Geografa o de la Antropologa y empezamos a emanciparnos, sin porello considerarnos autosuficientes.Uno de nuestros mayores riesgos es, sin duda, caer en anacronismos, un problema en buena medida heredado del procesualismo, de la modelizacin queincorporaba a estudios sobre el mundo prehistrico, antiguo o medieval variablescontemporneas (aplicadas a la organizacin de redes urbanas, de mercados, jerarquas administrativas...). Con esto no se pretende insinuar que haya que evitar elpresente - todo lo contrario-, pero s hay distinguirlo.4 . LA ARQUEOLOGA DEL PAISAJE: UNA PERSPECTIVA COMPARTIDA.

    El papel social y la nocin misma de Patrimonio en sentido global (sin entrarahora en los problemas que genera la coordinacin entre el patrimonio natural y4. D. LEY, Geograp hy without Man. A Hum anistic Critique, Oxford, 1980; TUAN, Y. R, Topophilia.A Study of Environm ent Perception. Attitudes an d Values, Nueva York, 1974 y del mismo autor Spaceand place. The perspectives of experience, Londres, 1979.

    Edicione s Universida d de Salamanca Stvd. hist., H a antig. 13-14, 1995-96, pp. 61-68

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    el cultural) estn cambiando permanentemente. Basta con revisar la abundantedocumentacin del Consejo de Europa o de la UNESCO5 sobre estos temas, lacons titucin de comits de expe rtos y las m edid as (legislativas, de gestin, etc.)tomadas a todos los niveles de la administracin.El paisaje, en los trminos que hemos adoptado, nos interesa a muchas disciplinas y sectores de la sociedad (a historiadores, gegrafos, gelogos, edaflogos, bilogos, eclogos, constructores...). En ocasiones las colaboraciones danlugar a estudios globales e integradores, en otros casos a visiones sectoriales. Indudablemente el resultado es el debate (cuando no el conflicto) y la apertura de nuevas vas de trabajo. Muy relacionado con este tema est el trabajo directo conespecialistas de otras reas y la incorporacin de formas y herramientas de trabajo pues tas en marcha e n otras disciplinas y que estn siendo capitales en la construccin de la Arqueologa del paisaje.

    Una de las colaboraciones ms fructferas est teniendo lugar entre edaflogos y arquelogos. El estudio de los suelos y de los paleosuelos plantea un dobleinters: por un lado en la formacin de algunos de ellos han tenido un claro pro-tegonismo las alteraciones antrpicas y han experimentado degradaciones a consecuencia de la actividad humana. Por otro lado resulta importante conocer sunaturaleza y su potencialidad agraria, para establecer sus posibles relaciones conla distribucin y evolucin del poblamiento humano.Algunos trabajos recientes (P. Poupet 1994 o parte de las colaboraciones enel volumen coordinado por J. Guilaine en 1991) demuestran claramente las cotasalcanzables en este sentido. Lo habitual es que nos apoyemos en simplificacionesdel tipo suelos pesados/ suelos ligeros y que recurramos a clasificaciones que, enm uchas ocasione s, no llegamos a ente nde r o estn diseadas para otros usos . Conuna autntica colaboracin y un trabajo de campo coordinado la labor del arquelogo se ve notablemente enriquecida cuando es capaz no slo de leer un mapade suelos o ver la significacin de sus perfiles, sino adems de establecer algunasreferencias sobre el terreno. Lo mismo ocurre con el edaflogo que llega a leerprocesos de alteracin provocados por las actividades humanas. El suelo (y noslo los paleosuelos) en s se convierte en un resto arqueolgico.Prcticamente para terminar no quiero dejar de esbozar algunos aspectos relacionados con las fuentes de informacin y las tcnicas, herramientas y documentos incorporados recientemente a nuestra investigacin. En primer lugar creo queya est suficientemente claro que no es necesario adoptar una postura iconoclasta respecto a interpretaciones anteriores, respecto a lo que en ocasiones peyorativamente se denomina Arqueologa o Historia tradicional, sino una actitud de des-mitificacin y de integracin. Creo que la cuestin est en evitar hacer del origende la informacin un criterio de jerarquizacin a la hora de evaluar su credibilidad, basado en que lo ms explcito es ms fiable. Desde este punto de vista se

    5. As por ejemplo, los documentos del Comit intergubernamental para la proteccin del patrimonio m undial cultural y natural de la UNESCO o la Convencin europea para la proteccin de patrimonio arqueolgico (Malta, 1992). Ediciones Universidad de Salamanca Stvd. hist., Ha antig. 13-14, 1995-96, pp. 61-68

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    dara siempre prioridad a lo escrito y, a la hora de estudiar el registro arqueolgico, a los datos de excavacin sobre los de prospeccin. Adems, en ltimo casoy como se ha demostrado ya en diversas ocasiones, rara vez las distintas fuentesson realmente contradictorias si se realiza una buena lectura de las mismas.Por otro lado, los documentos nuevos (al menos en la Arqueologa) y tcnicas de trabajo (teledeteccin, tratamiento informtico de datos e imgenes, etc.),nos hacen asomarnos a un mundo que con frecuencia da la sensacin de ser inabarcable (entre otras cosas por su rpida evolucin) y, sobre todo, nos hace correrel riesgo de convertirnos en tcnicos especializados, perdiendo la perspectivageneral: esto nos obliga a hacer un esfuerzo por reinstrumentalizar esos tiles detrabajo, por otra parte garantes de una buena parte de los avances.La incorporacin de imgenes de satlite, de bases de datos potentes, de nuevos sistemas de prospeccin y de recogida de datos ms precisos no implica quela Arqueologa del paisaje sea una arqueologa sin excavacin, pero es tambinevidente que la forma de planificarla y realizarla cambia en el marco de esta perspectiva, sobre todo restando (no eliminando) protagonismo al anlisis objetual(entendiendo por objeto desde una pieza hasta todo un yacimiento).La Arque ologa del paisaje y la Arqueo loga habitualm ente llamada am biental o medioambiental estn estrechamente ligadas, aunque no deben confundirse.Los datos sobre el clima, la evolucin de las lneas de costa, los procesos sedimentarios y erosivos recientes, las formaciones vegetales (naturales, cultivadas,degradadas...) y la fauna son evidentemente informaciones de primer orden a lahora de estudiar los paisajes antiguos pero su suma no da como resultado, comoya hemos dicho, el paisaje. Todava muchos anlisis paleoambientales se presentan como simples telones de fondo de las comunidades humanas y, en otros casos,como un sistema natural con un funcionamiento ajeno al sistema cultural.Todo ello nos proporciona las bases para acometer tareas en esta lnea. Losdebates conceptuales y metodolgicos y la evaluacin de las diferentes tcnicasslo podrn evolucionar al irse contrastando en proyectos de investigacin, difusin y planificacin del "patrimonio paisajstico". Algunos trabajos empiezan ya aintentar conectar estos dos niveles, no slo en estudios desarrollados en reas concretas, sino tambin al tratar de hacer un esfuerzo por determinar criterios de evaluacin y clasificacin.

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