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EL LIRISMO INDIGENA EN LAS NOVELAS DE JOSE MARIA ARGUEDAS
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| 1 / ^ A A A / '
irtmenlt Director j>f t|ie Department of Foreign Languages
^ 7 fcr~4~^LA - " 7 7 ~ c n ^ J j }
Dean os the Graduate School
Centur.i6n, Cesar E., £l Tiri'smo iridige'na en las novelas , ,^T4.
de Jose Maria Arguedas. Master of Arts (Spanish), May, 1973,
116 pp., bibliography, 57 titles.
El objeto de esta tesis es demostrar que en las novelas
de Jose Maria Arguedas se encuentra un lirismo indigena, afec-
tivo y poetico, que lo diferencia y separa de los cl&sicos
escritores indigenistas hispanoamericanos. Esatraves del
estudio de tres novelas muy representativas que se trata de
lograr esta demostraciSn. Para ello es esencial el estudio
inicial de su vida, con los detalles muy particulares de c6mo
un joven bianco se crio entre los indios, aprendiendo sus
costumbres y lenguaje y form§ndose psicologicamente como un
indio. El amor y conocimiento de todo lo indigena fue el
resultado de esta formaci6n y el motivo y base de toda la obra
de Arguedas.
A travSs del estudio particular de cada novela, se ha ido
haciendo hincapie en aquellos pasajes que presentan pinturas
vividas del paisaje andino, junto con aquellos que muestran el
lenguaje inventado por Arguedas para expresar, a traves de un
castellano rudimentario, la idiosincrasia del indigena, ani-
mista y magica, de intimo contacto personal con la naturaleza
que lo rodea. Se han transcrito, asimismo, diversas canciones
indigenas, en las que siempre se encontraran carinosas-alusiones
a la naturaleza, la cual se manifiesta al indigena en una len-
gua y toho incomprensibles para el bianco.
Las novelas han sido ordenadas cronol6gicamente, empezando
por Yawar fiesta (1935), siguiendo con Los rios profundos (1958),
y terminando el eStudio con Todas las sarigres (1964). Esta cla-
sificacion sirve para mostrar mils claramente los cambios, pro-
gresos y variedades de la narrativa del autor a traves de un
perxodo de treinta anos. A1 mismo tiempo se pueden observar
ciertas caracterlsticas temiticas que permanecen invariables,
en especial su poesxa y afecto al mundo indlgena.
En el estudio de la primera novela, se presenta el proceso
de desarrollo del sistema ling\ilstico inventado por Arguedas
para que los indios se expresaran en castellano. El autor uti-
liza varias veces terminos quechuas que necesitan ser traducidos.
Mas tarde irS desapareciendo esta tendencia. En esta novela,
como en todas las demSs, resulta clara la intenci6n de Arguedas
de presentar siempre al indio como a un heroe colectivo, sin
individualidades ni personalismos.
La segunda novela estudiada presenta al lector un documento
autobiografico de la adolescencia del autor, La prosa se trans-
forma en una sentida elegia a la naturaleza, una naturaleza que
forma todo un mundo mSgico donde el joven protagonista corre a
refugiarse del mundo exterior que rehuye constantemente. En
esta novela las descripciones de la naturaleza animada e inani-
mada son muy profundas y personales. Se presenta en ella un
cosmos meigico y animista, lleno de recuerdos, en el que vive
el protagonista. La evocaciSn lirica de esos recuerdos, esta
mezclada con voces y duendes misteriosos que salen de la tierra.
Por fin, en la ultima novela, se presenta un complejo
tema de pasiones personales y colectivas en medio de una
sociedad en constantes cambios estructurales. Se nota en
ella que los pasajes llricos y descriptivos del paisaje son
mas escasos. Esto se debe a que el tema de la obra se de-
sarrolla en un ambiente sumamente violento, en el que la
naturaleza es testigo presencial del drama. Esta violencia
tematica se encuentra no solo en Todas las sangres, sino en
las tres novelas, contrastando ella con la claridad y pureza
del paisaje andino que el autor pinta magistralmente como un
fiel reflejo del alma indigena. Pero este reflejo no es tan
s6lo del indio sino del mismo autor, ya que sus raices indi*
genas lo hacen indio en todo el sentido de la palabra.
EL LIRISMO INDIGENA EN LAS NOVELAS DE JOSE MARIA ARGUEDAS
THESIS
Presented to the Graduate Council of the
North Texas State University in Partial
Fulfillment of the Requirements
For the Degree of
MASTER OF ARTS
By
C§sar E. Centuri6n, B.A.
Denton, Texas
INDICE
Capitulo
I. INTRODUCCION . . . .
I I . VIDA Y OBRAS DE JOSE MARIA ARGUEDAS
III. YAWAR FIESTA.
IV- LOS RIPS FROPUNDOS,
V. TODAS LAS SANGRES ,
P&gina
1
14
35
59
82
VI. CONCLUSIONES 107
BIBLIOGRAFIA . . . . . . . . . . . . . . . 113
CAPITULO I
INTRODUCTION
Desde que los espanoles llegaron a America y entraron en
contacto con el indio, este se convirtiS en tema principalisimo
de la naciente literatura hispanoamericana. Las cartas de
Colon y Cortes primero, y los relatos de los cronistas despuis,
estan llenos de preocupacion por el indio como ente literario
y social. Fray Bartolome de las Casas, llamado el ap6stol de
los indios, y Garcilaso de la Vega el Inca, son figuras muy
principales entre los muchos escritores que durante esa epoca
se interesaron en el indio literaria y socialmente.
Pero dista mucho entre el indio de las descripciones
simplemente epistolares de los cronistas y el indio idealizado
y exotico, muchas veces al extremo, que se encuentra en los
escritores romanticos del siglo XIX. Era la epoca del auge
nacionalista en los nacientes paises recien independizados
de Espana. Los valores nacionales y aut6ctonos cobraban un
inusitado vigor y fuerza, y muchos escritores se encontraban
empenados en crear una literatura tipicamente hispanoamericana,
reconstruyendo el pasado precolombino de America. El indio
pasaba a ser as! la heroica vxctima de la crueldad espanola
durante la conquista. Asi sucede en novelas como Guatimozln
(1846), de Gertrudis Gomez de Avellaneda, y Los mgrtires del
Anahuac (1870), de Eligio Ancona, las cuales reflejan un espiritu
i
de renuncia a la herencia espancla y una glorificacion de lo
indigena. Esta corriente romclntica tiene su culminacion en
Cumanda £ tJn drama entre salvajes (1871), del ecuatoriano Juan
Le6n Mera, "sin duda, la obra clasica del 1indianismo'. . . 11.
La idealizaci6n y el exotismo llegan a su maxima expresi6n en
esta obra. En efecto, Cumanda es blanca, no india, lo cual
hace carecer completamente a la obra de verosimilitud, ya que
ella es la heroina, raptada cuando nina por una tribu salvaje
y criada entre los indios. No s61o los personajes, sino la
naturaleza misma esta completamente idealizada.
Es en el ano de 1889 cuando la peruana Clorinda Matto de
Turner inicia un vuelco completo en la literatura hispano-
americana en lo referente al indio con su obra Aves sin nido.
En efecto, esta novela es el primer grito de protesta contra
siglos de abominante explotaci6n y servilismo que sufria el
indigena desde la epoca de la Conquista. El tono es fuerte
y vibrante. La critica a la sociedad contemporSnea, a autori-
dades civiles y religiosas, es franca y sin tapujos. Refirien-
dose al indio dice la autora en el proemio de su obra:
Amo con amor de ternura a la raza indigena, por lo mismo que he observado de cerca sus cos-tumbres, encantadoras por su sencillez, y la abyecciSn a que someten esa raza aquellos man-dones de villorrio,que si varian de nombre, no degeneran siquiera del epiteto de tiranos. No otra cosa son, en lo general, los curas, gober-nadores, caciques y alcaldes. . . . En el pais
i Luis Alberto Sanchez, Proceso y contenido de la novela
existen hermanos que sufren, explotados en la noche de la ignorancia, martirizados en esas tinieblas que piden luz. . . . 2
Escritores posteriores reconocen en Aves sin nido la
precursora de todo un movimiento literario exultante de pro-
testa social y reivindicaci6n para la raza indigena. La
idealizaci6n anterior cedia el paso ante un realismo, natura-
lista muchas veces, que predicaba en contra de todo lo hispSnico,
y que produjo obras de indudable valor literario, escritas por
hombres que, aunque no fuesen indios ni especialistas en etno-
logia, vibraban afectivamente con el indigena. Hubo defectos
y extremos en este movimiento, pero en general cumplio su come-
tido de despertar una conciencia social hacia el indio. Ya
entrando en el siglo XX, escritores como Gregorio L6pez y
Fuentes, Alcides Arguedas, Ciro Alegria, Jose Maria Arguedas
y Jorge Icaza destacan de entre los muchos que presentaron al
indigena como tema de sus obras, mejor dicho, como heroe de
las mismas.
De entre estos autores mencionados, Jose Maria Arguedas
ocupa un lugar muy importante por su personalisimo enfoque del
indio. Ciro Alegria, su contempor&neo y compatriota peruano,
parecia haber alcanzado la cuspide en este movimiento pro-indio
con su premiada novela El mundo es ancho ajeno (1941) , obra
considerada una y otra vez por los criticos como grandiosa,
traducida a varios idiomas y reeditada muchas veces. Esta era,
2 Clorinda Matto de Turner, Aves sin nido (New York, 1968),
pp. 1-2.
en la fecha de su publicacion, el mejor e j emplar de una
narrativa peruana que sierapre habia sido rica en temas indi-
genas. Los cuentistas principales de la corriente peruana
indigenista son Enrique Lopez Albtijar, autor de Cuentos
andinos (1920), y Ventura Garcia Calderon autor de La yen-
ganza del condor (1924). Pero ambos adolecian de defectos
que reflejaban su desconocimiento del indio. "Garcia CalderSn
era--que duda cabe--un narrador elegante y hfibil, de enfatico
colorido, pero sus indios son deplorables".3 Y este enfoque
del indio sigue siendo deplorable en L6pez Albujar tambien.
"L°s Cuentos andinos son un impresionante catSlogo de deprava-
ciones y furores homicidas del indio, al que Lopez Albujar,
funcionario del poder judicial en distintos lugares del Peru,
s6lo parece haber visto en el banquillo de los acusados".4
Este ver al indio desde un <ingulo extemporcineo, esta falta de
conocimiento interior del alma indigena no se encuentra en
Jose Maria Arguedas, quien debido a sus raices indias5 puede
hablar del tema con conocimiento de causa.
En efecto, ese personallsimo enfoque del indio, anterior-
mente citado, hace de Jos§ Maria Arguedas un escritor que se
3 Jose Miguel Oviedo, Narradores peruanos (Caracas. 1968).
p. 11. 4 Mario Vargas Llosa, "Tres notas sobre Arguedas", Nueva
novela latinoamericana. editado por Jorge Lafforgue, (Buenos Aires, 1969), p. 30.
^SEn efecto, Arguedas era de raza blanca, pero de nino vivio con los indios de la comunidad de Uteco, aprendiendo el quechua con ellos.
aparta del grupo de narradores que escriben sobre el indio.
Es la penetracion psicologica en el tratamiento del indio lo
que se destaca en Arguedas segun acota el critico Luis Alberto
SSnchez. "Arguedas es, a mi juicio el mas penetrante de los
conocedores de la vida del indio del sur-Perd".^ Sus propias
experiencias son sus mejores fuentes de conocimiento. "A
diferencia de sus predecesores, Arguedas no habla de los in-
dios de oidas, no tiene de ellos una informaci6n precaria:
los conoce desde adentro y es l6gico, pues, culturalmente
7
hablando, ha sido un indio".
Si hubiera que caracterizar en una palabra a este escri-
tor, habria que decir que la palabra clave es conocimiento,
conocimiento del indio, de su mentalidad, de su medio ambiente
y de su idioma. Y esta es la gran diferencia entre Arguedas
y los otros escritores hispanoamericanos que enfocarori al
indio de una u otra forma durante este siglo. Toda la obra
arguediana estS enclavada dentro de un patr6n comun de cono-
cimiento del cosmos indigena. "The short narratives . . .
are characterized, as are his novels, by a unique understanding
of Quechua mentality and tradition that distinguishes them g
from other Indianist fiction".
^Sanchez, op. cit., p. 551.
7 Vargas Llosa, op. cit., p. 36.
0
Earl M. Aldrich, The Modern Short Story in Peru, (Madison, 1966), p. 128.
6
Pero el valor e importancia de Jose Maria Arguedas no
estriba solamente en lo dicho, sino que adem£s, dio a la
literatura hispanoamericana una contribuci6n personal, quizi
mas valiosa que la anterior. Esta consiste en la creaci6n de
todo un sistema lingiiistico originalisimo para poder expresar
el verdadero lenguaje de los indios. Desde el principio de su
carrera literaria, cuando la ignorancia y el desvirtuamiento
de la realidad indigena que le rodeaban lo decidio aescribir,
se enfrent6 a un problema clave de la literatura indigena:
como presentar al lector de habla hispana con verosimilitud
al indigena que no habla espanol. Su experimentaci6n empez6
cuando escribiS, en 1935, su primera coleccion de relatos bajo
el titulo de Agua. Escribi6 en castellano, en el mejor que
habia aprendido en Lima. Pero no se sinti6 contento, ya que
los indios de los relatos se expresaban con un castellano que
parecia traicionar la realidad y falsearla por completo.
Mas un inconveniente aturdidor existia para realizar el ardiente anhelo. iComo describir esas aldeas, pueblos y campos; en que idioma narrar su apacible y a la vez inquietante vida? iEn cas-tellano? iDespuis de haberlo aprendido, amado y vivido a traves del dulce y palpitante quechua? Fue aquSl un trance al parecer insoluble.®
Pacientemente reelaboro Agua, buscando un castellano
basado en el quechua. Este es, por supuesto, una ficci6n,
ya que los indios hablan en quechua. Pero ese lenguaje
Jose Maria Arguedas, "La novela y el problema de la expresi6n literaria en el Peru", Yawar fiesta (Santiago, 1968), p. 14.
especial va a descubrir el mundo indigena; va a permitir ver
c6mo es ese mundo hasta entonces inescrutable, c6mo ve el indio
al bianco y a la naturaleza.
For the first time we begin fully to realize that though we may have previously been supplied with rare insights of the Indians' attitude towards their tradition and present day reality, we have never before shared so completely their inner thoughts and their vision of the white man, the village, the landscape, the animals, and other Indians.10
Los escritores anteriores a Arguedas sabian que los indios
no hablaban espafiol. Pero ninguno conocia el quechua lo sufi-
ciente como para intentar escribir en ese idioma, traducir al
. espafiol, o menos crear, como lo hizo Arguedas, todo un sistema
basado en la sintaxis quechua usando palabras en espanol. No
se trataba de remedar la forma de hablar rudimentaria de los
indios cuando se expr&san en espanol, sino de crear un lenguaje
que expresase la mentalidad indigena, tan diversa a la del
bianco. "For the bilingual Arguedas it was impossible to con-
vey;the essence of the Indian in either traditional Spanish or
in dialect concocted for picturesque effects. Indeed his la- .
borious search for a valid style of speech inserts a unique
11
tone in his writing".
El lenguaje arguediano paso por pulimentos continuos que
empezaron con Agua en 1935, siguiendo el proceso en su primera
"^Aldrich, 0£. cit., p. 130. 11 Phyllis Rodriguez Peralta, "The Literary Progression
of Jose Maria Arguedas", Hispania, LV (May, 1972), 231.
8
novela Yawar fiesta en 1941. En ambos casos los logros en
este aspecto linguistico van concretandose. En 1954 Arguedas
publico una colecciSn de cuentos: Diamantes y_ pedernales.
Su segunda novela, Los rios profundos, aparece en 1958,
senalando la culminaci6n y perfeccionamiento de la forma y
lenguaje de su obra. En 1961 Arguedas se aparta de la sierra
para narrar un episodio carcelario personal en su tercera
novela, El_ sexto. Pero es en 1964 cuando con su cuarta y pe-
nult ima novela, Todas las sangres, vuelve a su verdadero tema
y ambiente, al presentar un cuadro de la lucha cultural indio-
blanco en la sierra. En 1967 se publicaron varios de sus
cuentos bajo el titulo de Amor mundo £ todos los cuentos de
Jose Maria Arguedas. Por fin, en 1971, aparece su obra p6s-
tuma M zorro de arriba el zorro de abajo, novela de am-
biente costeno otra vez, salpicada del hondo pesimismo que
torturaba a Arguedas en sus ultimos momentos y que le habia
llevado a suicidarse endiciembre de 1969.
La mayorla de crlticos han destacado como caracterlsticas
fundamentales en la obra de Jose Maria Arguedas cualidades
liricas, poeticas y afectivas. "El fuerte de Arguedas sigue
residiendo en el hondo impulso evocativo, en la acendrada
ternura, en el lirismo con que penetra en el mundo andino:
12
hombre y paisaje". La infancia de Arguedas, transcurrida
entre los indios de una comunidad en la hacienda Viceca, es
ia fuente de esas evocaciones. Su amor inmenso por el indio
12 Jorge Lafforgue, nota del editor en Mario Vargas Llosa,
op. cit., p. 37.
y todo lo indigena, hacen que de su pluma destile carino cuando
describe una paisaje, cuando habla de un animalito, de una planta
o de una fruta. Por eso es que existe una gran relacion entre
ese lenguaje, creacion de Arguedas, y aquellas cualidades liri-
cas antes mencionadas. El uno expresa a las otras. A1 hablar
los indios en sus obras, "las frases de estos tienen una musi-
calidad particular, una subterranea ternura que procede de la
abundancia de diminutivos y vocativos, de su ritmo jadeante y
13
quejumbroso, de su expresionismo poetico".
El indio tiene una mentalidad poetica y panteista; por
eso la naturaleza es magica para el y le habla en un lenguaje
que el bianco no entiende. Esa poesia indigena es la que
Arguedas nos presenta en sus obras a traves de expresiones
llenas de afectividad. "La dimensiSn mitica que subyace en
su obra, muestra en Arguedas la presencia viva de aquella tra-
dicion indigena, que la poesia nos devuelve. No en vano
Arguedas trabaj6 desde una perspectiva poetica para conectar
el mundo quechua y el idioma espanol".1^ Extrano caso de
compenetraci6n incondicional y profundidad de conocimiento el
de Arguedas. Considerarse indio, pensar y sentir como uno de
ellos, y echarse a cuestas la inmensa tarea de comunicar todo
ese mundo al hombre bianco.
13Ibid., p. 42.
^"^Julio Ortega, "Jose Maria Arguedas", Revista Ibero-'am eric ana, LXX (enero-marzo, 1970), 80.
10
Arguedas se muestra profundamente lirico, lntima-mente sensible al paisaje, a la ternura del alma indigena. El canto de las cuculies, la visi6n de una flor silvestre, el espect&culo de una majada avanzando entre los dorados pastizales, la prema-tura pasi6n de un nino mestizo por una campesina de rosadas mejillas, le transportan liricamente y le hacen vibrar de pies a cabeza. . . . Arguedas colecciona amorosamente cuanto afecta a la idio-sincrasia y el habitat indigenas. En su prosa, el rio, la flor, la piedra, adquieren categorias de m£gicas deidades.*5
El lirismo visto de este modo, es el que debe entenderse
como tema de estudio en esta tesis, ya que no se trata aqui
de poesia lirica sino de toda esa carga afectiva y poStica,
tierna y personal, ya aludida. El lirismo de Arguedas es un
"lirismo indigena" en dos sentidos: en cuanto el conocimiento
de esos indios que viven, sienten y hablan a travSs de su obra,
y en cuanto que el mismo autor tiene que ser considerado como
un indio en la m&s profunda acepci6n de la palabra, debido a
sus hondas raices indigenas ya citadas.
De las novelas de Arguedas se han escogido tres para este
trabajo: Yawar fiesta, Los rlos profundos y Todas las sangres.
Estas tres novelas son las m^s representativas de su peculiar .
conocimiento y tratamiento del indigena, y llenan perfectamente
las caracteristicas formales de su obra narrativa. Se sitdan
en la sierra, centro hist6rico de la cultura indigena y centro
tambien de la civilizaci6n incaica. Sus dos novelas de ambiente
costefio, El̂ sexto y El zorro de arriba el zorro de abajo, pre-
sentan a un indigena desenraizado, fuera de su tierra, sometido
"^Augusto Tamayo Vargas, Literatura peruana, Tomo II (Lima, 1967), p. 1111.
11
a los influjos de las grandes urbes, meStizandose y malogr&n-
dose en esos ambientes promiscuos de los barrios marginales e
industriales.
Yawar fiesta, Arguedas muestra el choque de dos cul-
turas: por un lado la comunidad india, y por otro el bianco
con su cultura materializada que no le deja ver la belleza de
la naturaleza. Quiere 61 presentar el contraste entre estos
dos raundos tan distintos. Los mistis (los blancos) son sordos
y ciegos ante el paisaje, que grita su realidad a traves de
plantas, cerros y animales, pero los puquios (los indios) cap-
tan toda esta grandeza de la naturaleza.
Desde las cumbres bajan cuatro rios y pasan cerca del pueblo; en las cascadas, el agua blanca grita, pero los mistis no oyen. En las lomadas, en las pampas, en las cumbres, con el viento bajito, flores amarillas bailan, pero los mistis casi no ven. En el amanecer, sobre el cielo frio, tras del filo de las montaxias, aparece el sol; entonces las tuyas y las torcazas cantan, sacudiendo sus alitas; las ove-jas y los potros corretean en el pasto, mientras los mistis duermen, o miran, calculando la carne de los novillos. A1 atardecer, el taita Inti [el sol3 dora el cielo, dora la tierra, pero ellos es-tornudan, espuelean a los caballos en los caminos, o toman cafe, toman pisco caliente. Pero en el corazdn de los puquios estS llorando y riendo la quebrada, en sus ojos el cielo y el sol estSn vi-viendo; en su adentro esta cantando la quebrada, con su voz de la manana, del mediodia, de la tarde, del oscurecer.^6
El tono eminentemente autobiografico de Los rlos profundos
convierte a la novela en algo muy personal para Arguedas. Su
memoria describe casi fotogrSficamente lugares, cosas y situa-
ciones. Este estado de anoranza y solicitaciSn tenaz del pasado,
^Jose Maria Arguedas, Yawar fiesta (Santiago, 1968), p. 24.
12
determina tambien ciertas caracteristicas formales: el lirismo
17
acendrado de la escritura y su tono poetico y reminiscente.
Pero no es solamente en descripciones del paisaje que Arguedas
demuestra su amor por la naturaleza serrana, agreste y bella,
sino cuando transcribe, en quechua y en espanol, la letra de
canciones de los indios, seres musicales por naturaleza.
iAy picaflor!, ya no horades tanto la flor, alas de esmeralda. No seas cruel baja a la orilla del rio, alas de esmeralda, y mirame llorando junto al agua roja, mirame llorando. Baja y mirame picaflor dorado, toda mi tristeza, flor del campo herida, flor de los rios
que abandonaste.18
Es en Todas las sangres donde Arguedas presenta la cul-
minacion de esa batalla de dos culturas que empezo con Agua
y continuo a traves de Yawar fiesta y Los rios profundos.
Todas las sangres ha sido leida con interes por gente de muchos
paises, porque estS alimentada con dolorosa poesia de universa-19
lidad. En ella Arguedas introduce la figura de un indio
acriollado, digno y astuto, que conoce las mafias del bianco,
Una vez mas en esta novela, Arguedas contintfa su labor de pre-
sentar al indigena y la naturaleza que lo rodea y le habla, 17 Vargas Llosa, op. cit., p. 47. 18
L
19
*Jo.se Maria Arguedas, Los rios profundos (Santiago, 1969) p. 64.
Tamavo Vareas. od. cit.. d. 1116
13
como cuando describe a un indio que llega a un paraje poblado
de diversos tipos de arboles.
Hacia calor ya cuando el varayo'k llego a la zona de los arboles; no eran grandes, pero abundaban: molles cabezones y olorosos lucumos, cedros culti-vados y canto de paloma, sobre todo, de calandrias; de la tuya negro-amarilla que limpia el pecho de toda angustia o la ahonda mortalmente, cuando se pone a cantar para el mundo desde la m&s alta rama de los l&cumos y de los pisonayes. La sangre siente abrigo, como un sueno dulce en el fondo de estas quebradas, cerca del ruido de los grandes rios, que reciben el agua de todas las nieves, manantiales y lluvias, y corren como caballos blancos o se aquie-tan como sirenas, segun la inclinacion o el remanso del lecho. Corren entre paredes de abismos sonoros, que no apagan sino que hacen brillar el canto de las aves y el tierno lenguaje de los insectos.20
20 Jose Maria Arguedas, Todas las sangres (Buenos Aires,
1964), p. 180.
CAPITULO II
VIDA Y OBRAS DE JOSE MARIA ARGUEDAS
Resulta imposible tratar de comprender la obra literaria
de un escritor como Arguedas sin tener en consideraci6n su
vida. Y esto es verdad porque Arguedas es un escritor de los
llamados "responsables", y que se basa siempre en experiencias
personales e intimas. Su particular vision interior del indio,
diflcilmente superable, y la creacion de un lenguaje especial
a base del quechua para que el indigena se exprese en sus obras,
no son meras abstracciones nacidas de su imaginaci6n, sino pro-
ductos de vivencias profundas que, especialmente durante su
nifiez, se grabaron como con fuego en el alma del escritor. Lu-
gares, situaciones y aconteceres desfilan en el alma del narra-
dor; salen del archivo de su memoria y van a plastificarse en
imagenes, saltando a la vida a traves de sus personages.
Jose Maria Arguedas naci6 el 18 de enero de 1911'*' en
Andahuaylas, capital de la provincia del mismo nombre, del
departamento de Apurimac. Este se encuentra situado en la
sierra central del Peru, y es uno de los centros mas densos
de poblaci6n indigena. Cuando solo tenia tres anos, Arguedas
perdid a su madre, Victoria Altamirano, quien era natural de
Andahuaylas. Su muerte habxa ocurrido en el pueblo de San
i Jose Maria Arguedas, "Jose Maria Arguedas", Historia £
antologla del cuento j. 13. novela en Hispanoamerica^ editado por Angel Flores, (New York, 1959J7 p. 503.
15
Miguel, donde el padre de Arguedas, Victor Manuel Arguedas, se
encontraba ejerciendo la funcion de juez. Este era abogado, y
m^s tarde ejerceria el cargo de fiscal en Andahuaylas, volvi&n-
dose a casar en 1915 con una viuda rica, senora principal en
San Juan de Lucanas. Arguedas recuerda con tristeza, mejor
dicho, con horror, a su madrastra, quien nunca lo quiso y
aprovechaba toda ausencia del padre para tratar al pequeno Jose
Maria como a un criado. Tareas como salir a cortar la alfalfa
en la madrugada y regar los campos en el frio de la noche, eran
algo usual. El comia con los "lacayos" en la cocina y dormia
2
en un rincon en una batea. Pero Jose Maria era rebelde y,
cansado de aguantar los malos tratos de su madrastra, huy6 a
buscar refugio en la casa de un tlo lejano, dueno de la hacien-
da Viceca. Alii, puesto que el tlo tampoco querla molestarse
por el, Sste lo dej6 vivir con los indios de la comunidad de
Uteco, quienes trabajaban y vivian en la hacienda. Este hecho
es el m&s importante en la ninez de Arguedas, ya que va a ser
la fuente de una inmensa experiencia personal. Va a ser algo
mas que un simple aprendizaje del idioma quechua. Los cantos,
costumbres, magia y colorido del indigena se van a transmutar
en el alma de Jose Maria. Por entonces, su padre se habia
convertido, debido a la fluctuante polltica peruana, en un reo
de la justicia. Viajaba de pueblo en pueblo y vivia poco menos
que como un nomada. Arguedas permaneci6 viviendo con los indios
2 Cesar Levano, Arguedas: Un sentimiento tr^gico de la
vida (Lima, 1969), p. 47.
16
hasta que cumplio los doce anos, y su padre lo llev6 con el
a viajar por los pueblos de la sierra. Este es otro hecho que
le prest6 a Arguedas una vivencia importantisima, ya que pudo
ver el estado de los indios de distintas regiones y comunidades.
La instruction de Arguedas habia empezado en San Juan de
Lucanas. En Puquio curso hasta el segundo ano de primaria.
Los siguientes tres anos, en los que completo sus estudios
elementales, los cursd en un colegio de Abancay. Aun en un am-
biente netamente quechua, la instrucci6n se hacia, o se debla
hacer, en espanol. Pero el hecho era que, muchas veces, el
maestro rural tenia que explicar la leccion en quechua, ya que
la mayoria de sus alumnos no hablaba el espanol. Apenas, cuan-
do a los catorce anos Arguedas ingresS a la escuela secundaria,
se podria decir que empez6 a intensificarse en el estudio de
esta lengua. A1 viajar con su padre iba cambiando de colegio.
Curso dos anos en lea para terminar sus estudios secundarios
en Huancayo. Pero cuando, corao se ha dicho, empez6 su instruc-
ci6n secundaria a los catorce anos, lo hizo en un colegio de
religiosos de esta ciudad. JosS Maria se iba a sentir extrano
en ese colegio. Su mentalidad era la de un indio y se sentia
mayor y mas maduro que los ninos de su clase. Nunca se enten-
di6 con el cura director ni con sus companeros. Le llamaban 3
el "loco", igual que al protagonista de Los rios profundos,
novela claramente autobiografica en la que, sin faltar a la
verdad, se puede cambiar el nombre del protagonista, el niflo
3 Levano, 0£ . cit., p. 36.
17
Ernesto, con el de Arguedas cuando nino. A los catorce anos
Arguedas descubrio en una biblioteca de la hacienda Huaripata
en Abancay un volumen de Los miserables de Victor Hugo, una ^ 4
revelacion para el adolescente. El joven Arguedas a esta edad
ya es un defensor de los indios. A los quince alios deja una
noche cartelones de protesta contra los abusos de que eran ob-
jeto los indios en el pueblo de Pampas. En Sicuani da clases
gratuitas de castellano a los indios.^
Como ya se ha establecido, Arguedas escribi6 siempre a
partir de experiencias. Pero debido a su idiosincrasia neta-
mente india siempre rehuyo dar mayores detalles directos sobre
su vida. Mas cuando escribla algo, inevitablemente, de un modo
directo o indirecto, trataba el tema de sus propias experien-
cias. No es s61o en Los rios profundos, sino en sus cuentos
como "Agua" y "Warma Kuyay" (amor de nino), que el Arguedas
nino, colegial, o adolescente va a estar presente a travSs de
Ernesto, el nombre que el autor escogio para identificarse a
si mismo, nombre que bien podria ser considerado como un seud6-
nimo. Esta etapa de Arguedas como adolescente, con sus cientos
de kil6metros recorridos a caballo con su padre, se detuvo subi-
tamente a los dos anos para caer en un internado religioso, que
seria para el como una cSrcel.
La crftica que Arguedas va a hacer en Los rlos profundos a
los religiosos de un colegio de internos por su manera de tratar
4Ibid., p. 35.
^Vargas Llosa, op. cit., p. 38.
18
y subyugaralos indios es la misma critica que hacia en la
realidad a esos mismos sacerdotes cat61icos, que nunca enten-
dieron a ese Jose Maria cabizbajo y solitario que rehuia el
trato y la comparila de los ninos blancos y corria a jugar con
los indios, conversando con ellos en quechua, y tratando siem-
pre de mostrarles que debajo de esa piel de bianco habia un
corazSn completa e incondicionalmente indigena. No solamente
episodios como el de Pampas y las clases gratuitas a los in-
dios identificaron al joven Arguedas con estos. Todas y cada
una de sus obras intelectuales posteriores fueron un tributo
al indigena. Recuerdese que Arguedas estudio como pocos la
mfisica, folklore y costumbres indigenas. Pero este estudio
naci6 de la con1:emplaci6n personal, desde que era un nino, de
la vida de los indios.
La madurez del joven Arguedas se muestra en su diario con-
tacto con sus condiscipulos en el colegio de Huancayo. Llamaba
6
la atencion su aire meditabundo y solitario. Sus inclinaciones
literarias le llevan a escribir en revistas juveniles de Huan-
cayo como Aivtorxha e Inti, donde en 1928 escribe articulos sobre
"La deshumanizacion del arte" y "El presente y el pasado del 7
Indio". En esta epoca vivid alejado de su padre, y termin6
su secundaria como alumno libre porque tenia que trabajar para
automantenerse. ^Levano, ££. cit., p. 36.
^Ibid.
19
En 1929, a la edad de dieciocho anos Jose Maria viaj6 a
Lima, con lo que se abre otro periodo de su vida. La capital
fue un duro contacto, mds bien un choque para el joven provin-
ciano que atin no dominaba el castellano. Dos anos viviS en
Lima antes de ingresar, en 1931, a la Universidad de San Marcos,
En ese mismo ano moria su padre en Puquio. Pero en 1932, el
gobierno del general SSnchez Cerro clausuraba la universidad
y Arguedas entro entonces a trabajar como empleado de la Ad-
ministracion de Correos de Lima. Decididamente intelectual,
Arguedas habia ingresado en el circulo literario sanmarquino
de la Facultad de Letras, y colaboraba con un grupo de jovenes
escritores en el periodico Palabra, del cual fue mas tarde
director. La realidad literaria del Peru le choc6 sobremanera,
y la desvirtuaci6n de la realidad indfgena le hizo concebir la
idea de escribir para demostrar que la india no era una raza
8
atrasada e inferior. No confiaba en su capacidad de escritor, mas
el deber que sentia de comunicar la verdadera realidad indigena
venci6 su timidez, y en 1935 dio a luz dos narraciones cortas
que aparecieron en los numeros de abril y mayo del semanario
limeno La Calle. Aunque no han sido incluidos posteriormente
en ninguna antologia del autor, estos cuentos, "Los comuneros
de A'kola" y "Los comuneros de Utej-Pampa", anuncian el inicio
de su carrera literaria. Son como el preludio de Agua.9 una
coleccion de tres cuentos publicada en el mismo ano de 1935. g Jose Maria Arguedas § Ruth Stephen, The Singing Moun-
taineers (Austin, 1957), p. 30. 9 Levano, 0£. cit., p. 36.
20
Los primeros en juzgar literariamente la coleccion fueron sus
propios companeros del ambiente literario e intelectual. Crl-
ticos como Valccircel, Tamayo Vargas y Tauro del Pino, recono-
cieron talento en el joven escritor de veintitres anos. Pero
el primer descontento fue el mismo. No le convencia el lenguaje
de los indios en los cuentos. Su lucha por lograr una mUs real
expresion de la realidad indlgena a traves de un lenguaje m&s
veridico habla empezado, y s6lo despues de seis meses de pae
ciente trabajo considers a la obra lista para ser publicada.
"Seis meses despues, abri las paginas del primer relato de Agua.
Ya no habla queja. lEse era el mundo!"*® RecuSrdese que 1935
era el mismo afio de la publicacion de La serpiente de oro de
Ciro Alegria. Pero para muchos crlticos de entonces, estos
tres cuentos de Arguedas superaban la obra de Alegria. Y esto
era por el enfoque interior de la realidad indigena, algo nuevo
y desconocido basta entonces en la narrativa hispanoamericana.
El indio estaba escribiendo su propia obra. No era una pro-
testa mas sino la esencia misma dialectal y conceptual del
indlgena.**
La experiencia profunda de la ninez estaba transcrita en
Agua. En la hacienda Viceca Arguedas fue testigo de luchas
entre los gamonales. La hacienda tenia varios duefios "que se
12
disputaban el agua y algunas zonas indivizas en forma feroz".
Hay que insistir en el hecho de que Arguedas habla contraido
"^Arguedas, "La novela y el problema", p. 16.
11 Tamayo Vargas, op. cit., p. 1109.
12 Flores. on. cit.. r>. snv
21
un compromiso consigo mismo como escritor y como ser humano.
El tenia que denunciar la realidad del indigena. Toda esa
infancia transcurrida entre los indios, toda su adolescencia
pasada a caballo, a traves de cientos de kilometros en la puna
y la sierra, era una realidad que no podia permanecer encerrada
dentro de el unicamente. Tenia que comunicarla. El medio se-
ria la expresi6n literaria y mas tarde sus investigaciones como
folklor61ogo y etnologo. Arguedas escribi6 Agua con odio, con
el arrebato de un odio puro brotado de la contemplacidn de la
13
injusticia. La circulacion de Agua en el Peru fue muy escasa,
pero fue acogida muy bien en el extranjero. La Revista Ameri-
cana de Buenos Aires le confiri6 un segundo premio en un con-
curso internacional auspiciado por ella. La revista soviStica
Literatura Internacional la public6 en ruso, chino, alem&n, 14
ingles yfrances. Esto sucedla en 1936, a un ano de la publi-
cacion del libro.
La importancia de Agua no quedo en un simple comentario
de la crltica en 1935. Posteriormente, estos cuentos han sido
incluidos en antologias del cuento peruano e hispanoamericano.
El espiritu rebelde de Arguedas le hacia ser un actor de
los hechos que acontecian, Nunca podria ser un triste testigo 13 Levano, op. cit., p. 49.
14Ibid., p. 37.
15 "Agua" est& incluido en la obra citada de Angel Flores,
y "Warma Kuyay" en la antologia del cuento peruano, Narradores peruanos de Jose Miguel Oviedo, (Caracas, 1968).
22
de los acontecimientos como el mismo diria mas tarde.^ Asi,
el gobierno del dictador Sanchez Cerro reabrio la Universidad
de San Marcos en 1935 y Arguedas continu6 sus estudios de Letras
en la Seccion de Literatura. En 1937, cuando el nazismo ale-
mcin y el fascismo italiano estaban en su epoca de mayor propa-
ganda internacional, lleg6 al Peru el general italiano Camarotta,
jefe de la policia de Mussolini, para reorganizar a sus cofrades
17
peruanos. En su programa de actividades figuraba una visita
a la Universidad de San Marcos, tan tradicional por su activi-
dad politica estudiantil. Pero resulto que al llegar a la
universidad, un grupo de estudiantes se abalanzo sobre el gene-
ral y levantandolo en vilo lo arrojo a la pileta. Los lideres,
entre los que se encontraba Arguedas, fueron detenidos. Las
razones que dieron los estudiantes para justificar su acto, fue-
ron de que este era en protesta contra los bombardeos de la 18
aviaci6n italiana a ciudades de la Republica Espanola. Cabe
anotar que el entonces dictador Oscar Benavides habia negado
la visa de ingreso al pais a los escritores de dicha reptiblica.
El resultado del episodio fue que Arguedas y otros catorce es-
tudiantes pasaron un ano en la carcel. Esta experiencia serla
la base de su novela El sexto (1961). Por fin, en junio de
1938 se le dej6 en libertad. Este ano concluy6 sus truncos
estudios de Letras en la universidad. "^Arguedas, "Carta al Rector de la Universidad Agraria",
en El zorro de arriba y el zorro de abajo (Buenos Aires, 1971), p. 293.
17 ^ Levano, 0£. cit., p. 33.
1 8 .
23
Como todo joven recien graduado, el siguiente paso era con-
seguir trabajo. En febrero de 1939 fue nombrado profesor de
castellano y geografia del colegio Mateo Pumacahua en Sicuani,
provincia del Cusco. En junio de ese mismo ano contrajo matri-
monio con Celia Bustamante Vernal en Sicuani. Aunque mils tarde
se divorciaria de ella, 61 mismo expres6 su agradecimiento hacia
esta mujer, especialmente durante la gpoca en la que estuvo pre-
so por el episodio en la universidad. "En junio de 1939 me
case con Celia Bustamante Vernal, a quien debo haber sobrevi-
vido en el hospital, sala de presos, donde estuve en medio de.
dos tuberculosos hemotoicos. Los cuidados de mi novia me sal-
19
varon". Arguedas continuo ensenando en Sicuani hasta 1941,
con un intervalo en 1940 cuando viaj6 con su esposa a Mexico.
Ya en 1938 habia publicado su primera obra como folklor6logo,
Canto Kechwa, con un ensayo sobre la capacidad de cre&ci6n ar-
tistica del pueblo indio y mestizo. Cabe anotar que Arguedas
destac6 como investigador del pasado y folklore indigenas,
teniendo en su haber muchas publicaciones al respecto, asi ;
como traducciones del quechua al espanol e ingles, recopila-
ciones de cantos, fiestas, y tradiciones indigenas.
Mientras trabajaba como profesor en Sicuani, escribi6
su primera novela, Yawar fiesta (fiesta de sangre), que seria
publicada en 1941 y corregida por el autor en 1958. En esta
obra el proceso de creaci6n del lenguaje arguediano continua 19 Flores, op. cit., p. 503.
24
y se perfecciona. Pero no habia sido facil. "Yawar fiesta
estcl comprendido aun en el estilo de Agua. Cinco afios luche
por desgarrar los quechuismos y convertir al castellano lite*
20
rario en el instrumento finico".
Al igual que sucedi6 con Agua el exito de Yawar fiesta
fue mSs grande en el extranjero que en el Peru. Era el raismo
ano de la publicacion de El mundo es ancho ajeno de Ciro
Alegria y, a pesar de la diferencia de las dos obras en cuanto
a volumen y acabado formal, habia criticos que se inclinaban 21
por la de Arguedas. No cabia duda de que habia hecho im-
pacto profundo la novisima visi6n del cosmos indigena que este
habia descubierto al mundo.
En 1942, Arguedas fue llamado a Lima para formar parte de
la comisi6n de reforma de la educaci6n secundaria. Ese mismo
ano empez6 a trabajar en la Secci6n de Folklore y Artes Popu-
lares del Ministerio de Educacion Ptiblica, puesto que ocuparia
hasta 1956. En 1943 enfermS gravemente a causa del exceso de
trabajo. Fue entonces que su capacidad de trabajo se redujo
a su tercera parte, agravandose en 1944, cuando una dolencia
psiquica contraida en la infancia reapareci6, neutraliz&ndolo 22
casi cinco anos para escribir. Desde entonces su capacidad
de lector se redujo tambien. Un silencio en su producci6n 20 Arguedas, "La novela y el problema", p. 16.
21 Levano, op. cit., p. 38.
22 Arguedas, "Primer diario", en E_1 zorro de arriba £ el
zorro de abajo, p. 11.
25
literaria sobrevino, roto solamente por publicaciones de tipo
recopilativo y folkldrico. Mientras tanto residia en Lima
como profesor en el nivel de segunda ensenanza.
Pero a pesar de sus dolencias, en 1946 decidio regresar
a la universidad y terminar sus estudios de antropologia, 16
que logr6 en 1948. En 1946 tambiSn, trabajando en el Ministerio
de Educaci6n, recopil6 gran cantidad de musica y literatura
folkl6rica. En 1950 y 1951 viaj6 con su esposa a La Paz, Boli-
23
via, y a Chile, viajes breves como el mismo acota. En estos
dos anos dict6 el curso de "Problemas de la cultura peruana"
en el Instituto Pedagdgico Nacional de Varones.
Diamantes pedernales es el titulo de una coleccion de
cuentos que venian a ser la resurrecci6n literaria de Arguedas
en 1954. Esta colecci6n incluia los tres cuentos de Agua, mds
dos nuevos: "Orovilca" y "Diamantes y pedernales". En 1955 el
diario mejicano El Nacional, convoco un concurso latinoameri-
cano del cuento, obteniendo Arguedas el primer premio con su
cuento "La muerte de los Arango". Parecia que el atormentado
escritor habla reencontrado sus pasos. En esta obra se senalan
hitos de ese novelar en que el mestizo que hay en Arguedas co-
bra su singular caracter con la observacion minuciosa y el 24
lenguaje desnudo pero lirico que se encuentra en II.
23 Levano, op. cit., p. 540.
24 Tamayo Vargas, o£. cit., p. 1112.
9 6
En 1956 entr6 a trabajar en el Museo de la Cultura Peruana.
Mas tarde, en 1958, se publicS su obra cumbre: Los rios pro-
fundos. En ella tiene su culminaci6n el proceso de creaci6n
del lenguaje arguediano. El mismo Arguedas dice: "Creo que en
^ 2 S la novela Los rios profundos este proceso ha concluido". En
1962 esta obra gano el premio Novela Iberoamericana auspiciado
por la fundaciSn William Faulkner. Los rios profundos ha sido
la obra de Arguedas mas extensamente tratada por la critica
internacional. "Es una obra de riqueza artistica acaso ini-
7 ft gualada en Hispanoamerica". Se ha dicho de 61 que es el
27 mejor libro de Arguedas, el de prosa m^s bella, que son
palidos los adjetivos para mostrar toda la grandeza de la
2 8
obra. Es ella su obra cumbre, esencialmente porque es el
termino de una busqueda, de un proceso y de un devenir del
autor. Arguedas muestra en esta novela su madurez como escri-
tor; se hace mas universal. Ya no depende tanto de los que-29
chuismos sino que va al tema mismo de la vida. El paisaje
y su descripcion poetica alcanza su mayor esplendor. Los
rios profundos ha sido traducida a varios idiomas, entre ellos 25 Arguedas, "La novela y el problema", p. 17.
2 6 Fernando Alegria, Breve historia de la novela hispano-
americana (Mexico, 1966), p. 273. 27 Vargas Llosa, op. cit., p. 43.
2 8 Andres Sorel, "La nueva novela latinoamericana. II. Costa
Rica y Peru", Cuadernos Hispanoamericanos, LXVII (diciembre, 1966), 723.
29 Tamayo Vargas, op. cit., p. 1113.
27
al ruso, frances, ingles y aleman. Esta obra, por otro lado,
le ha valido a Arguedas ser comparado con los "monstruos,f de
la literatura hispanoamericana actual como Agustin Yanez, Alejo
Carpentier, Julio Cortazar, Carlos Fuentes, y el peruano Mario
Vargas Llosa, entre otros.
En 1963 Arguedas viajo a Espaila, donde vivio un ano pre-
parando su tesis doctoral que titulo Las Comunidades de Espafia
y_ del Peru. El propio autor comenta su tesis, que fue pu-
blicada posteriormente en 1968 . "Es una buena cronica; tiene
algo de novela y estS salpicada de cierto matiz academico,
30
perdonable y hasta amenamente pedantesco y temeroso a la vez".
En 1962 asistio en Berlin Oeste al Primer Coloquio de Escri-
tores Iberoamericanos y Alemanes. Expreso en aquella oportuni-
dad que los escritores latinoamericanos tenian un compromiso
con sus respectivos palses, compromiso y deber de denunciar y
revelar las injusticias que en ellos se cometen contra millones j 31 de personas.
En 1964 fue director de la Casa de la Cultura del Peru y
del Museo de la Repfiblica. Es en este ano que aparece su
tercera novela, Todas las sangres. Esta es una obra ambicio-
sa, la mas extensa de todas las publicadas por el autor, aunque
no es tan famosa como Los rios profundos. Aborda el tema del
Peru feudal, haciendose m&s regionalista en ciertos aspectos,
32 y culmin&ndose en ella la misi6n social de Arguedas. No se
30 Ortega, o£. cit., p. 82.
31 Levano, op. cit., p. 23.
32_ . . _
28
trata en ella solaraente de luchas de comunidades indias contra
los explotadores blancos sino de luchas interiores que cada
personaje sostiene consigo mismo; la auscultaci6n psicologica
es profunda y fuerte. Blancos, indios y mestizos son presen-
tados a traves de sus propios pensamientos y mon61ogos inte-
riores. Se diria que Arguedas emplea en esta novela t§cnicas
mas modernas de la narraci6n, aunque prevalece la poesia y el
afecto, verdadero "plato fuerte" de toda la obra arguediana.
Se suele hablar en el caso de grandes hombres del momento
de apogeo en su vida, de la cumbre de su carrera y tambi§n del
ocaso y decadencia. En el caso de Arguedas, su mejor epoca
fue de 1955 a 1964. El ano glorioso fue 1958 al publicarse
Los rios profundos; en los anos inmediatamente posteriores
gan6 un s6lido prestigio literario culminado por el Premio
Novela Iberoamericana. Pero a partir de 1965, Arguedas vio
que aquellos nombres nuevos en la literatura latinoamericana
eran un reto para su vocacion de escritor. Tenia que producir
nuevas obras para seguir compitiendo con escritores como Cort§-
zar, Rulfo, Garcia M&rquez, y otros que recien aparecian en lo
que seria llamada la "corriente de la nueva novela latinoame-
ricana". Nuevas tecnicas narrativas, universalidad y un
"nuevo regionalismo", m&s universal y amplio, menos partidista,
serlan algunas de las notas caracteristicas de dicho movimiento.
Arguedas comprendia que flotaban vientos de cambio. Y no se
resignaba a ver y no actuar. No queria convertirse "en un
29
enfermo inepto, en un testigo lamentable de los acontecimien-
33
tos". En abril de 1966 enfermo gravemente. Por entonces,
aparte de sus responsabilidades como profesor universitario,
seguia trabajando como etnologo y folklorologo. Pero su capa-
cidad de escritor parecia perdida. Fue en este ano que intento
suicidarse por primera vez, y desde entonces esta idea lo iba
a perseguir hasta convertirse en una obsesi6n terrible. A
traves de su diario se leen las impresiones de un fallido sui-
cida. "Se pelean en uno sensualmente, poeticamente, el anhelo
de vivir y el de morir. Porque quien esta como yo es mejor
que muera".34
La idea se hacia fija. "Yo si no escribo y publico me
35
pego un tiro". Parecia todo muy claro. La decision estaba
tomada; o se recobraba y volvia a su tarea de escritor y de-
nunciante, o se quitaba la vida, no como una soluciSn f&cil,
sino como lo que el entendia un deber para consigo mismo. No
soportaba vivir sin pelear, sin hacer algo por aquellos seres T f.
explotados convertidos en bueyes de trabajo.
Recuperandose un poco, paso por un periodo de renovada
producciSn literaria y cambios personales. En 1967 se dio a
la publicaci6n una recopilacion de cuentos suyos, figurando
algunos nuevos, entre los que destaco "La agonia de Rasu-f3iti". 33
Arguedas, "Primer diario", p. 11.
34Ibid., p. 12.
35Ibid., p. 21.
36Ibid., p. 14.
30
El titulo de la coleccion era, Amor mundo todos los cuentos
de Jose Maria Arguedas. No se tienen noticias de cuando £ue su
divorcio de Celia Bustamante, pero lo cierto es que en 1967 se
caso con Sibila Arredondo. En 1968 viajo a la Habana, habiendo
regresado muy bien impresionado de los logros del socialismo
cubano. Posteriormente viviria en Chimbote, Lima y Santiago
de Chile. Por indicaci6n de sus medicos, viajaba y trataba de
escribir. Por entonces, y hasta su ultimo momento, ensenaba
en la Universidad Agraria, dirigiendo alii el Departamento de
Etnologia. Antes habia ensenado en las universidades de San
Marcos y de Educaci6n.
Gracias a aquella orden facultativa de escribir su diario,
se ha logrado recoger de su propia pluma todo ese proceso de
fugaces momentos de optimismo y de un constante acercamiento
al suicidio. En 1968, en su diario del diez de mayo, en San-
tiago de Chile, escribia: "Y ahora estoy otra vez a las puertas
37
del suicidio". Era otro periodo de gran desaliento, porque
estaba tratando de escribir una novela. Esta seria su Ultima
obra. Pero lo desesperaba su ineptitud. Asl, en momentos en
que no le salia nada del cerebro, cuando era incapaz de conti-
nuar con su libro, se ponia a escribir su diario. En el
aparecen mezclados recuerdos de su ninez y de viajes al extran-
jero juntamente con pensamientos suicidas y comentarios sobre
aquellos escritores latinoamericanos que empezaban a triunfar 37Ibid., p. 11.
31
cuando el decaia. Dice comprender a algunos, y no poder hacerlo
con otros. El provinciano Juan Rtilfo es quiza lo mis proximo a
el. Gabriel Garcia Marquez le recuerda a una vieja del Cusco
que narraba cuentos de animales. Estos cuentos Arguedas los
encontraba parecidos en tema y estilo a Cien anos de soledad,
novela de Garcia M&rquez.
Estos comentarios acerca de los escritores latinoamericanos,
eran algo que aparecia repetidamente en el diario de Arguedas.
Una y otra vez dice que no entiende a Cort&zar, que a Carpentier
lo ve muy superior. Y no es que Arguedas fuera un acomplejado,
sino que, simplemente, era muy distinto a algunos de estos es-
critores, mucho mas sentimental y aferrado a su vocacion, a
aqu6lla que tom5 en 1935 cuando se decidio a escribir para de-
nunciar la verdad de la realidad indigena. Desde entonces
nunca se habia apartado de su tarea. Ahora, al leer y conoceraa
los "nuevos!*, . veia con angustia que el viejo ideal del escri-
tor por vocacion y deber habia sido suplantado por el concepto
del escritor por profesi6n. Es interesante notar que Arguedas,
en su epoca productiva, se consideraba un hombre feliz, y la
idea de perder esa felicidad le hacia pensar en el suicidio
como una soluci6n. Fue feliz mientras pudo escribir. Perdida
esta aptitud no queria seguir viviendo mds tiempo. Otra vez
se hace fija la idea del suicidio en todo lo que escribe,
especialmente en su tiltima obra El zorro de arriba £ el̂ zorro
de abajo.
32
El suicidio de Arguedas fue algo sumamente premeditado y
estudiado. El tenia miedo a fallar y quedar baldado para toda
su vida. Por eso se habia decidido por la pistola o revolver.
Debido a lo dificil de obtener uno en el Perti, compro uno pequeno,
calibre veintid6s, en Chile. Luego siguieron meses de prepa-
raci6n; primero la preparaci6n del animo, autosugestion&ndose
y convenciendose de que estaba acabado como escritor. Pero
habia luchado contra la muerte a traves de la novela que estaba
escribiendo. En su diario del veinte de agosto de 1969 se de-
clara vencido ya. "Yo tenia pocos y debiles aliados, inseguros;
38
los de ella [la muerte]| han vencido". A partir de entonces,
se dedicaria, con increible seguridad y calraa, a preparar todo.
Envio su novela recien terminada a su amigo y editor Gonzalo
Losada en Buenos Aires. Le pedla que la publicara si le pare-
cia suficientemente buena. En ella habia insertado el diario
coraentado. Pedla al editor que si no era en su opini6n bueno
el relato, dejase que su viuda lo ofreciese a cualquier editor
39
peruano. Ya se daba por muertoya su esposa por viuda. Es
desesperante la calma y el orden con que prepar6 su muerte.
Este pcirrafo de la carta a Losada habia de su decisi6n e ideas. Yo no voy a sobrevivir al libro. Como estoy seguro que mis facultades y armas de creador, profesor, estudioso e incitador, se han debilitado hasta que-dar casi nulas y s6lo me quedan las que me relegarian a la condici6n de espectador pasivo e impotente de
38Ibid., p. 283.
39Ibid., p. 290.
33
la formidable lucha que la humanidad esta li-brando en el Pert! y en to das partes, no me seria posible tolerar ese destino, 0 actor, como he sido desde que ingrese a la escuela secundaria hace cuarentitres anos, o n a d a . 4 0
Los ultimos dias se dedico a buscar la oportunidad ade-
cuada. EscribiS una carta al Rector de la Universidad Agraria
y a los alumnos de ella. En dicha carta expresa su deseo de
que se vele su cadiver en la universidad. Declara que no puede
justificar por m&s tiempo su vida y se disculpa con un triste
e ironico tono por haber elegido ese sitio para "pasar a la
cesantia".^ Pide que un indio violinist^ intimo amigo suyo,
toque en su entierro y que un alumno y un profesor hablen en
el. Su calma y lucidez va hasta pedir en un nota que le paguen
a su esposa lo que resta de su haber de ese mes. Esper6 que
4 2
pasaran los dias de matrxcula para no perturbar el orden.
Busc6 un momento en que estaba solo, y el veintiocho de no-
viembre de 1969, frente a un espejo, para no errar el tiro, se
disparo un tiro en la sien. Pero por ironia del destino, no
muri6 de inmediato, sino cuatro dias despues, el dos de di-
ciembre. Habia caido el tel6n del ultimo acto del drama de
un hombre atormentado hasta la muerte.
Su ultima novela, El_ zorro de arriba el̂ zorro de abajo,
fue publicada por Losada en 1971. En ella figuran extractos
de su diario, incluido el ultimo. En la Gltima pagina est£
40t, • , Ibid.
41Ibid., p. 295.
42 Ibid.
34
transcrito el discurso de Arguedas cuando, en 1968, recibi6
el premio Inca Garcilaso de la Vega por su labor como escritot,
etnologo y folklorologo. El indio violinista Maximo Dami&n
Huamani, que acompano el cortejo funebre de Arguedas y toco
en el funeral, cuenta que cinco dias antes del suicidio habian
estado en una fiesta de provincianos, donde Arguedas habia
bailado su ultimo huayno. El indio dice que Arguedas solia
llevar al padre de Huamani a comer al elegante hotel Bolivar,
y le decia que hablara fuerte en quechua para que todos los
43 oyesen. Arguedas habia sido indio hasta el fin.
43 Ortega, 0£. cit., p. 85.
CAPITULO III
YAWAR FIESTA
El titulo de la novela significa "fiesta de sangre", y se
refiere a una singular fiesta que, hasta hace pocos anos, era
tradicional en muchos pueblos de la sierra del Peril. Se cele-
braba el veintiocho de julio, dia del aniversario de la indepen-
dencia nacional. Posteriormente, el gobierno prohibiS dicha
fiesta por lo sangrienta que era. En efecto, se trataba de
capturar un toro bravo y llevarlo a la plaza principal del.
pueblo, donde los hombres hacian gala de su valor hostigando
al animal, el que, furioso por los golpes que le propinaban,
mataba siempre algunos indios. Pero el climax de la fiesta
era la muerte del toro, no con el estoque del matador, sino
con cartuchos de dinamita. La "incultura" de los indios era
criticada duramente por las autoridades, en su mayor1a blancos
y costenos, que no comprendian que los indigenas encontrasen
gusto en dejarse destrozar por un toro bravo y morir tan
estupidamente.
La acci6n de la novela empieza cuando se acercan las fies-
tas patrias. Los indios quieren tener su yawar fiesta como
todos los anos. El relato se desarrolla en el pueblo de Puquio,
situado en el departamento de Ayacucho, en la sierra central
del Peru, pueblo que Arguedas conoci6 cuando nino. El autor
36
empieza por describir el pueblo y sus contrastes. Este pueblo
esta dividido en dos partes muy definidas. Una es la parte
central, de calles bien trazadas, donde viven los vecinos prin-
cipales, que son en su totalidad blancos. "El giron Bolivar
es la residencia de los principales; alii viven todo el ano.
En el giron Bolivar est&n las casas de los vecinos; alii estcin
las cantinas donde se emborrachan; all! esta el billar, la bo-
tica, las tiendas de comercio". El partidarismo de Arguedas
se acentua cuando insiste en presentar los vicios y defectos
de los blancos. "En esa calle corretean, rabian y engordan los
mistis [los blancos}, desde que nacen hasta que mueren". La
otra parte del pueblo es la que estci ocupada en su totalidad
por los indios. Existe un gran contraste entre los girones con
alumbrado publico y jardines del centro del pueblo y esta sec-
cion india, donde no existen calles y la pobreza y abandono es
total. Pero el narrador, a pesar del contraste citado, confiesa
que prefiere estos pueblos de la sierra a los de la costa, ya
que desde la distancia, a traves de las interminables curvas de
la carretera, se puede ver de lejos el pueblo serrano, que ace-
lera el corazon del viajero ante la proximidad del hogar.
iVer a nuestro pueblo desde una abra, desde una cumbre donde hay saywas Qnontlculos m&gicos]] de piedra, y tocar en quena o charango, o en rondln un huayno £canci6n indigena} de llegada! Ver a nuestro pueblo desde arriba, mirar su torre blanca
"̂Jose Maria Arguedas, Yawar fiesta (Santiago, 1968), p. 19.
37
de cal y canto, mirar el techo rojo de las casas? sobre la ladera, en la loma o en la quebrada, lo$ techos donde brillan anchas rayas de cal; mirar en el cielo del pueblo, volando, a los Icillincho^ {jcernicalosU y a los gavilanes negros, a veces al condor que tiende sus alas grandes en el viento; oir el canto de los gallos y el ladrido de los perros que cuidan los corrales. Y sentarse en l£ cumbre un rato para cantar de alegria. Eso no pueden hacer los que viven en los pueblos de la costa.^
Despues de describir el pueblo de Puquio, el narrador acota
que los visitantes se refieren a el como "pueblo indio", ya que
la mayoria de los habitantes son indigenas. Pero la divisiSn
del pueblo no es puramente de dos &reas perfectamente: definidas,
sino que esta divisi6n sugiere otra de tipo racial, ^o se trata
solamente de los blancos e indios, sino que un terceri personaje
es introducido en el relato por el narrador. Se trata del mes-
tizo, sirviente del bianco y un ser despreciado por el indio.
Este mestizo es a veces una mezcla de bianco e indio, pero tam-
bien se llama mestizo al indio que se ha acriollado al salir de
su pueblo y viajar a la costa. Este indio ha adquirido costum-
bres costenas, y al regresar a su pueblo no quiere vivir m&s
como indio, y asi, se convierte en imitador del blancp, en su
criado y adulon. "A estos mestizos que siguen como pprros a
los principales, los comuneros les llaman 'k'anras' £lasquerososQ»
. 4 y quiza no hay en el hablar indio palabra m£s sucia";.
3Ibid., p. 18.
^Ibid., p. 24.
X 8
Despues de presentar el cuadro fisico y racial del pueblo,
Arguedas da una mirada retrospectiva al pasado del mismo. En
la antigiiedad, que se remonta a la epoca de la colonia, el
pueblo habia sido rico en minas y los blancos no se habian pre-
ocupado de la agricultura. Con el fracaso de las minas, istos
pusieron sus ojos en los campos que pertenecian a las comuni-
dades indias. A base de ardides que pasaban por legales, los
blancos se habian apoderado sistem&ticamente de las tierras de
los indios. Se inventaban titulos de propiedad, se compraban
a las autoridades, y en poco tiempo, los indios se quedaron
sin tierras y empezaron a trabajar para los blancos. "Pero el
agua no soltaron los ayllusCcomunidades indigenas3" ̂ En
efecto, el agua era el unico control que ejercian todavia los
indios. Aun los vecinos mis poderosos tenian que ir donde los
varayoTk (alcaldes indios) para pedir que les diesen agua para
sus sembrios. Pero a pesar de las amenazas y hasta de los gol-
pes que les daban, los indios no cedian.
Los ardides del bianco logran su fruto al despojar al
indio de su ganado mediante el sistema de apresar los animales
de los indigenas, llevarlos a pastar a tierras de algun bianco,
y acusar al indio de ladron cuando va a recobrar lo que es suyo,
La tristeza pasiva del indio ante la injusticia esta presfen-
tada mediante aquella faceta tan indigena, la musica, que es
para el indio la esencia misma de su existencia. El indio
canta cuando esta triste y cuando est& contento. Mientras
5Ibid., p. 21.
39
estci en la c&rcel injustamente, canta entre ISgrimas:
Sapay rikukuni Que solo me veo, mana piynillayok', sin nadie ni nadie puna waita jhina como flor de la puna llaki llantullayok'. no tengo sino mi sombra triste. Tek'o pinkulluypas Mi pinkullo, con nervios apretado, chakanas rikukun ahora esta ronco, nunaypa kirinta la herida de mi alma, k'apark'achask'ampi. de tanto haber llorado. tmatak' kausayniy, iQue es pues esta vidat maytatak' ripusak' Donde voy a ir, maytak' tayta mamay sin padre ni madre, g illiusi tukukapun! itodo se ha acabado!
El despojo es sistem&tico y total. Los indios de las punas bajan
a convertirse en sirvientes de los principales, ya que han per-
dido todo su ganado. Arguedas aprovecha para mostrar toda la
afecci6n del indio por sus animales al describir una escena de
despojo arbitrario de los padrillos y sementales por los blancos.
Los mak'tillos (ninos pequenos) no pueden dormir y se alborotan
cuando se enteran que se van a llevar a los animales. Les hablan,
y cuando ya se los llevan, la familia entera sale a despedirlos,
porque para ellos son seres queridos. Les cantan acompan&ndose
con sus diversos tipos de flautas y quenas.
Cantaban a gritos los punarunas Cindios de las punas]; mientras los arreadores rodeaban, a zurriago limpio, al allk'a, al pillko, QjadrillosJ , e iban alejSndose de la estancia. Vacallay vaca/turullay turu. . . . El pinkullo silbaba con fuerza en la puna, la cuerda de la tinya roncaba sobre el cuero; en las hondonadas, en los rocales, sobre las lagunas de la puna, la voz de los comuneros, del pinkullo y de la tinya, lamian el ischu, iban al cielo, regaban su amargo en toda la puna.7
^Ibid., p. 28.
7Ibid., p. 31.
40
Pero todo ese despojo ha pasado ya a la historia. Ahora,
alios despues, otro asunto ocupa la mente y la atencion de los
habitantes de Puquio. Se acerca el turupuklTay (corrida de
toros). La rivalidad de las cuatro comunidades indigenas es
tradicional y se considera ganador al ayllu que deje mas muertos
en la corrida; se trata de dejar muchas viudas en la corrida
del veintiocho de julio. Los blancos se contagian de la excita-
ci6n, mientras las trompetas, hechas con cuernos de toro, anun-
cian a traves de los cerros la cercanla de la fiesta. Estas O
son las "wakawak'ras, trompetas de la tierra". El rumor cre-
ciente es de que un ayllu va a pedirle a don Julian, un vecino
principal, que ceda un toro bravo que posee y que vaga, salvaje
y suelto, en los pastos de las alturas. Los indios le han puesto
al toro por nombre Misitu, y existe una leyenda m&gica sobre su
origen. Los comuneros que piden el toro son del ayllu de K'ayau,
y cuando don JuliSn acepta darles el animal, advirtiendoles que
este es salvaje y que va a matar a m&s de un indio, los comuneros
contestan despreciativamente, refiriendose al toro: "Allk'o
[perro] no mas para comunero k'ayau!" La noticia sigue cre-
ciendo, mientras los blancos comentan si los indios, que en.otra
epoca han hecho una carretera de casi 300 kil6metros en veintiocho
dias, serein capaces de traer al toro, considerado como un fiera.
Los indios se reunen y deciden nombrar una comisi6n para
traer al toro hasta la plaza del pueblo. Todos quieren ir de
8Ibid., p. 32.
^Ibid., p. 36.
41
comision, mientras los demas ayllus se resignan a esperar a
que los de K'ayau traigan al toro, para poder mostrar su valor
al menos en la corrida enfrentandose a la fiera. Pero no hay
solamente corrida de toros para las fiestas patrias. Adem&s
de ella, el pueblo entero, blancos, indios y mestizos, goza
con el espectaculo del tankayllu (danzante). "Cuando el
tankayllu salia a bailar, se juntaba la gente de los cuatro
ayllus; y cuando entraba al gir6n Bolivar, tocando sus ti-
jeras, las ninas y los mistis salian a los balcones".^ Este
danzante viste trajes de vivos colores, y es famoso por su
maestria en el baile; blancos e indios. gustan de su espectHculo.
Los vecinos principales comentan la fiesta con el nuevo sub-
prefecto, mientras este, que es de la costa, no llega a apro-
barla. Pero entonces llega una circular del gobierno prohibiendo
la corrida por considerarla salvaje y peligrosa y pidiendo al
subprefecto que se encargue de organizar una corrida a la es-
panola, con un diestro contratado en Lima para el efecto. Los
vecinos principales, al recibir la noticia de boca del subpre-
fecto, se muestran desconcertados en un principio, pero para
pretender que ellos no son como los indios, salvajes e incul-
tos, se hacen eco de la circular del gobierno,apoyando la
decision del subprefecto de impedir la corrida al estilo in-
digena.
El capitulo que se titula "La Circular" es el que trata
sobre el tenia; y es nada mas que un pretexto que usa Arguedas
10Ibid., p. 40.
42
para presentar la hipocresxa del bianco y el concepto que este
tiene del indio. Cuando los vecinos est&n caminando con el sub-
prefecto, expresan su desden hacia los indios: -iEstos pueblos
son una porquerla! Con raz6n nos ganaron los chilenos. Aguaitan
como guanacos--dijo el subprefecto. . . . iVerdad, Senor Subpre-
11
fecto! Bien hicieron los yankis en exterminar a los pielrojas".
Los indios se enteran de que no va a haber corrida, y tratan de
averiguar mas por medio de los vecinos. El pueblo entra en con-
moci6n, y el mismo vicario sale a la plaza para tratar de calmar
el alboroto de los indios. Ya para entonces, las trompetas si-
guen volviendo efervescente el ambiente del veintiocho de julio
que se avecina,, Como en otros capitulos, Arguedas hace un con-
traste final, cuando, despues de decir simplemente que la noche
llega al barrio de los mistis, describe las trompetas hablando
y llorando, mientras en el barrio indio cae el crepfisdulo. "En
la plaza de K'ayau, de Pichk'achuri gritaban los sapos. Todo
el ayllu estaba m&s oscuro. Y de alii cantaban las wakawak'-
ras, a rato lloraban fuerte; salia el canto como del corazSn
de la plaza, parece de dentro de la capilla, y llegaba hasta 12
el rlo grande".
La naturaleza multiforme aparece en todas las descrip-
ciones de Arguedas. En la recien citada, como en otras muchas,
rlos, cerros y pequenos animales, son descritos con carino por 11Ibid., p. SO.
12Ibid., p. 54.
43
el autor, quien se va a referir siempre con sumo afecto a
todo aquello que es el habitat y la morada ambiental del in-
digena. Arguedas ha querido presentar desde el comienzo de
esta novela un claro y fuerte contraste entre las mentalidades
del indio y del bianco. Para el indio la naturaleza tiene un
mensaje magico de belleza, ternura y colorido que el bianco
materialista no puede captar. "En el amanecer, sobre el cielo
frio, tras del filo de las montanas aparece el sol; entonces
las tuyas y las torcazas cantan, sacudiendo sus alitas; las
ovejas ylos potros corretean en el pasto, mientras los mistis
1
[los blancos] duermen. . . El autor se va a mostrar insupe-
rable en las descripciones de la naturaleza, poeticas y sentidas.
El uso de diminutivos se va a hacer constante, expresando m&s
hondamente el afecto del narrador por lo indigena.
Arguedas quiere presentar en la persona del subprefecto
a aquellos hombres que tratan de comprender a los indios y no
pueden, ya que tienen una mentalidad que no les permite ver
mSs alii de su concepto materialista de las cosas, pr&ctico
y pragmStico, tan propio del hombre bianco. Para este sub-
prefecto, los indios no son sino unos seres atrasados, in-
feriores e incultos, que no pueden comprender que no hay nin-
gun sport en arriesgar sus vidas en esa forma frente a una
fiera. Este subprefecto es tambien la representaci6n de
13Ibid., p. 24.
44
tantos blancos que aceptan im puesto en algun pueblo de la I;
sierra nada mfis que por la remuneraci6n econSmica, pero odian
todo lo que les rodea y ansian salir de alll.
El silencio del pueblo, y el insistente sonar de las
trompetas, sin descanso, afectan los nervios de los blancos,
especialmente del subprefecto, ya que es nuevo en el pueblo. El cielo estaba ya menos oscuro; aparecieron,
como sombras, los cerros que rodean al pueblo; la torre de piedra blanca, la iglesia y la Municipali-dad se vieron mas claro en la plaza. Pero el cielo parecia mas hondo, m&s frio. Seguian ladrando los perros, desde los cuatro ayllus, El subprefecto sinti6 como que su cuerpo se hinchara, como que su pecho quisiera crecer hasta llenar el vacio del cielo y el silencio del pueblo.
Siguiendo su definido proposito de ensalzar al indigena,
Arguedas presenta a continuaci6n una visi6n retrospectiva
situada en Puquio en abril de 192__, En toda la novela no hace
menci6n especlfica de anos, pero se sabe, por indicaci6n del
autor, que los sucesos de Yawar fiesta tienen lugar en los
anos treinta. Este episodio retrospectivo narra los hechos
que acaecieron cuando los indios se decidieron a construir una
carretera de mSs de trescientos kil6metros, con sus propias
manos y utilizando herramientas primitivas. El tes6n del
indigena y su seguridad de veneer todo con la union es el tema
de esta parte de la novela. Dicha decisi6n parti6 de la noti-
cia de que en otro pueblo se pensaba hacer lo mismo. Los
indios se habian alborotado, y bajo la admonicion y consenti-
miento del cura, habianse puesto a la obra. Se trataba de
45
unir, cruzando la cordillera, el pueblo de Puquio, con el de
Nazca, situado en el departamento de lea, aun en parte alta,
pero a corta distancia del mar. Parecia una empresa imposible,
pero no para los indios, IJajayllas! iPuquios abriendo
calle en cerro grande, como manteca no miis!"**' Los vecinos
eran simples espectadores del esfuerzo comunal, y aunque querian
pretender que eran los que dirigian los trabajos, en realidad
no hacxan nada. Cuando los cientos de indios estaban reunidos
en la plaza central, listos para la marcha, daban gritos de vi-
vas, que Arguedas transcribe, en ese castellano indfgena de
cambios de vocales por influencia del quechua. "--iQue veva
Locanas!* - I Que veva!--iQue veva carritera!I que veva! I Que
X 6
veva bandira piruana! iQue veva!" Como se ver5 al comparar
esta novela con las otras dos incluidas en este trabajo, Argue-
das va a preferir posteriormente evitar remedar la forma de
hablar el castellano de los indios, y va a insistir en expre-
siones faciles de entender, aunpara el lector internacional,
basadas en oraciones y frases en castellano, pero construidas
segun la sintaxis quechua.
Los indios, reunidos en la plaza mayor, sumaban cerca de
diez mil. En grupos compactos, demostraban a los vecinos prin*
cipales, que ellos eran los actores verdaderos de aquella ardua
obra de titanes, cual era construir la carretera. Los indios
*^Ibid., p. 65.
16Ibid,, p. 66.
46
empezaron el camino corrigiendo los pianos del vicario segun
lo que a ellos les parecia m£s conveniente, A1 anochecer se
juntaban a la orilla del camino en construcci6n y cantaban
tonadas indias, acompanados de sus variadisimos instrumentos,
Tomaban algun aguardiente donado por los mistis, pero con medida,
por mandato de los alcaldes indios. Mientras tanto, la natura-
leza era muda testigo de la hazana.
Las estrellitas brillaban tristes en el cielo, a veces las nubes resbalaban cruzando todo el hori-zonte de la quebrada, y como jugando, tapaban y descubrian a los luceros. La luna salia tarde, por el lado de Kondorsenk'a, y aclaraba las nubes y la quebrada. Poco a poco, mientras la luna entraba al cielo, los comuneros se callaban; se echaban sobre el suelo,junto a las fOgatas, para dormir. Cuando acababa el canto de los ayllus, se oia, claro, en todos los cerros el canto de los pukupuku [pSjaro nocturno cantor]; el sonido del rio subia desde el fondo de la quebrada.17
Arguedas, en todas sus descripciones, parece estar viendo la
naturaleza que describe. Es de notar la insistencia en los
diminutivos, tan propios del quechua, que contribuyen al calor
afectivo de la descripci6n.
Los camiones que venian de Lima, habian ingresado a Puquio
por esa carretera, y por ella los primeros serranos llegaron
a la capital. Fue el comienzo del exodo. Desde entonces, un
fen6meno sociol6gico se presents con caracteres cada dia m£s
alarmantes. Miles de indios se fueron a las ciudades de la
costa. Los campos se despoblaron, y las grandes ciudades se
llenaron de indigenas. "La Universidad, las escuelas de toda
17Ibid., p. 67.
47
clase, los ministerios, las casas comerciales, las f&bricas,
18
todas las empresas, se llenaron de serranos"." Estos indios
se buscaban en sus dias de descanso y se reunian, agrupandose
en clubes deportivos y culturales. Hoy en dia existen miles
de estas agrupaciones en Lima y otras grandes ciudades.
La vision retrospectiva le ha servido a Arguedas, no solo
para presentar el valor de la iniciativa de los indigenas, sino
para llegar al punto de presentar en la historia a un nuevo
personaje: al indio acriollado, que vive en Lima, miembro de
ese club de indios, pero hasta cierto punto ya mestizo en mu-
chos aspectos. El presidente de esta instituci6n fue el que
recibi6 la carta del alcalde de Puquio pidiendole contratar un
torero para la corrida. Estos indios, siendo de tendencias
pollticas izquierdistas, veian con agrado la suspensi6n del
yawar fiesta, ya que para ellos era esta fiesta un espectlculo
degradante en que los indios eran vlctimas del deseo de sangre
de los blancos. R&pidamente se preparan para ir a Puquio con
el torero a quien contratan de inmediato. Mientras tanto, los
indios de Puquio se disponian a ir a coger al Misitu, crefin-
dose un paralelo entre este hecho, fruto de un esfuerzo comunal,
y la hazana pasada de la carretera. Para Arguedas, el hSroe
es el pueblo indigena en ambos casos; no existen h§roes indivi-
duals, y el comunero actua siempre en funcion del ayllu, o
sea de la comunidad indigena.
18Ibid., p. 71.
48
El indigena vive en un mundo poblado de duendes y magia.
La naturaleza cobra vida a traves de fibulas y leyendas, en
las que los actores principales son animales, cerros, rios y "
quebradas. Los espiritus habitan en las montanas nevadas y
hablan a los indios. Asi, la leyenda popular habia tejido toda
una historia magica sobre el Misitu, nacido "sin padre ni madre".
Los indios contaban que "una noche, . . . habia caido tormenta
sobre la laguna; que todos los rayos habian golpeado el agua;
. . . que el agua de la laguna habia hervido alto, hasta hacer
desaparecer las islas chicas; y que el sonido de la lluvia habia
19
llegado a todas las estancias de K'onani". Se le atribuia
al toro un genesis producido por la fuerza de los rayos al caer
al agua. Durante la tormenta Sstos hablan engendrado al Misitu,
el que habia aparecido al amanecer surgiendo del lago. Quizd
Arguedas quiso establecer una similitud con la leyenda de Manco
Ccipac y Mama Ocllo, fundadores del imperio incaico, quienes,
segun la leyenda, salieron del lago Titicaca. Al amanecer, con la luz de la aurora, cuando estaba calmando la tormenta, cuando las nubes se estaban yendo del cielo de Torkok'ocha e iban poniendose blancas con la luz del amanecer; ese rato, dicen, se hizo remolino en el centro del lago junto a la isla grande, y que de enmedio del remolino apareci6 el Misitu, bramando y sacudiendo su cabeza. Que to-dos los patos de las islas volaron en tropa, haciendo bulla con sus alas, y se fueron lejos, tras de los cerros nevados. Moviendo toda el agua nad6 el Misitu hasta la orilla. Y cuando aparecio el sol, dicen, corria en la puna, buscando los k'enwales de Negro-mayo, donde hizo su q u e r e n c i a . 2 0
I9Ibid., p. 77.
2°Ibid.
49
Como se ve, en esta descripcion se mezclan la magia y el
colorido de la puna. Basta leer con atencion para notar la
cantidad de elementos de la naturaleza que Arguedas ha incluido
en ella. Se pueden separar dichos elementos en grupos. Por un
lado estan los fen6menos celestes, descritos bajo terminos como
amanecer, aurora, tormenta, cielo, nubes y sol. Aparte se puede
agrupar a los terminos cerros, lago, remolino, agua, isla, nieve
y k1efiwales (pastos). Por ultimo, aparecen los animales, no
s6lo el protagonista de la leyenda, el Misitu, sino los patos,
testigos del acto m&gico. Esta descripci6n, pues, es rica en
elementos de la naturaleza, matizados a travls de adjetivos que
prestan mayor realce a la misma.
El elemento magico y misterioso contintia en esta parte de
la novela. Se tejian conjeturas por parte de los blancos sobre
a cu&ntos indios iba a matar el toro. Estas conjeturas estaban
basadas en la psicologia pragm^tica y positivista del bianco.
Se calculaba la fiereza del toro y el hecho de que era salvaje
y montaraz. Pero las conjeturas de los indigenas, si bien to-
caban el mismo tema, estaban basadas en rumores, en quejidos
inexplicables que partian del valle donde estaba el toro.
"Pero esa noche, desde que oscureciS bien, hasta cerca del
amanecer, se oyo un grito triste, que llegaba como desde el
centro del cielo. No se oia claro, no se entendia nada. Pero
era un canto extrafio, a veces como de hombre, grueso y lento,
21 a ratos delgadito y m&s triste, como de criatura". Los indios
23Ibid.. p. 78.
50
se alarmaban y acorbardaban ante el lamento. Un vaquero de don
Julian comenta. "--Taytakuna--les dijo--, iest£n oyendo? Alma
de Misitu est! andando en los cerros. Esta llorando por la
sangre de comisionados que va matar. iQuien serli pues taytal
22
iGuantu sera!" Don Julian trata de organizar una partida
para salir al encuentro del toro y traerlo al pueblo. Pero
los mayordomos se asustan y no consiguen capturar al animal.
Don Julian se molesta por la huida de sus acobardados sirvien-
tes, mientras los indios esperan pacientemente el resultado de
la expediciSn. Arguedas ha dado una pincelada ripida al fraca-
so de la intentona de los mestizos de don Julian, con la inten-
ci6n de contrastar luego el triunfo que van a conseguir los
comuneros al capturar a la fiera. El caballo del mayordomo ha
sido abaleado por el propio don Julian en su c61era al ver huir
a los mestizos. Arguedas gusta contrastar, no s61o a los indios
con los blancos y mestizos, sino acciones violentas con descrip-
ciones placidas del paisaje. El Fermin [el mayordomo] estaba tirado en medio del canchon; en las manos tenia todavia la sangre de su caballo. Mientras, los perros de las estancias se alborotaban para comerse el caballo del mayordomo; los mels grandes estaban empezando ya, lamiendo la sangre de la herida.
La nieve de las cumbres reverberaba con el sol; la luz del mediodia brillaba en las lagunas, sobre las piedras lisas de los rocales, en la flor y en las espinas de los sok'ompuros que crecen entre los pajonales.23
22Ibid., p. 79.
23Ibid., p. 83.
SI
Los indios del ayllu de JC'onani no querian que los del
ay1lu de K'ayau capturasen al Misitu, porque estaban encarina-
dos con el animal que era para ellos como un semidiSs, un
espiritu de las montanas, un auki. Le temian y respetaban, y
habian tejido leyendas y terribles historias para mantener a
los indios de los otros ayllus lejos del animal. Los k'ofianis
van a hacer una ofrenda al Ak'chi, dios que mora en las cumbres,
para que proteja al Misitu y no lo deje caer en manos de los
k'ayaus. Esta vez, Arguedas logra una perfecta transcripci6n
de la plegaria quechua de los indios. Aparece en el texto en
castellano, en ese castellano indigena tan lleno de gerundios
y diminutivos y tan falto de preposiciones y articulos.
--Taytay, jatun Auki, taytay Ak'chi: tus criaturas, ahista, juntos, toditos, en tu lado, donde comienzas en la tierra. EstS llorando por ti, jatun tayta, con llorar te estln pidien-do para que cuides al Misitu, para que le dejes, tranquilo, en su k'enwal de Negromayo. K'ayau, dice esta rabiando en la quebrada, va venir, dice, para llevar tu Misitu, de tu pertenencia, de tu puna. No vas a querer, tayta. . . .24
Los vecinos principales acuerdan con el subprefecto y el
cura hacer construir una plaza pequena para la corrida. El
unico que se rie del subprefecto es el orgulloso don Julian.
Nadie cree que los indios puedan traer al toro, pero en caso
de que lo hagan, deciden no dejar que estos toreen al Misitu
al estilo indio. Dicen que la circular del gobierno ser§. res-
petada. Todo este capitulo no es sino una insistencia en la
hipocresia del bianco, adulon y sujeto a conveniencias.
24Tbid., p. 84.
52
Los indios se deciden por fin a ir en Msqueda del Misitu,
La comisi6n, encabezada por los alcaldes indlgenas, h a M a em^
pezado por presentar una ofrenda aT auki o espfritu protector
de la montaiia. Este le habia hablado al alcalde que hizo la
ofrenda, acept&ndola y prometiendole que lograrian capturar
al toro. Una vez m<is, Arguedas presenta esa estrecha comuni-
cacidn entre el indio y sus dioses y espiritus protectOres de
la montana. El ayllu entero decide finalmente ir a capturar *
al Misitu, "En el barrio; en K'ayau, las mujeres y las cria-
turas lloraban. Vacio, silencio, se qued6 el ayllu".25 Los
blancos calculaban que por lo menos seiscientos indios iban
a caza del toro. No hay hombres, no hay individualidades.
E s e l a y l l u entero, unido y compacto. Es la raza india la que
inicia la marcha en el frio de la noche hacia los pastos de la
puna. Los indios k'ofianis se asustan ante el hecho, pero nada
pueden hacer para impedirlo. La descripciSn de la marcha de
los indios en la manana fria estcl matizada por Arguedas con una
de sus acostumbradas descripciones del paisaje. "Ya el sol
estaba alto, reverberaba alegre en la nieve del tayta Ak'chi:
y la sombra del cerro alcanzaba lejos, en la pampa. Estaba
tranquilo el aire, las k'eullas y los lek'les revoloteaban 7 fi
gritando en el cielo". Cada ayllu tiene su espiritu protec-
tor, pero entre estos aukis Cespxritus de las montafias) hay
jerarquias. Asf lo expresan los comuneros de K'ayau cuando
25lbid., p. 101
26Tbld.
53
los indios de K'onani les salen al encuentro para tratar de
disuadirlos de su intento. "--Jantun auki molestart tayta Al-
calde. iAcaso? Misitu es su criatura, su animal.--jNu taytitul
Auki K'arwarasu [nombre de la montana] mandando. . . . Tayta
27
K'arwarasu es mando". El alcalde de K'ayau explica que otro
toro va a aparecer en el lago, merced al poder del otro auki,
y que ese toro ser& el protector de los k'onanis.
Como se puede apreciar, los indios se mueven en una esfera
semiirreal en la que se puede traspasar, facilmente y con toda
naturalidad, los niveles de la realidad para entrar en un mundo
panteista y m&gico, que s61o habla para ellos y que es extrano
en absoluto para el bianco y mestizo. Despues de aclarar la
situacion con los k'onanis, surge un pasaje de hondo sentimiento,
cuando los indios marchan mientras las mujeres de todos los
caserios se reunen cantando la despedida al Misitu. Arguedas,
como siempre que transcribe un canto quechua, respeta el texto
en este idioma, pero traduce al lado en espanol. lAy Misitu, iAy Misitu, ripunkichu; te vas a ir; ay warmikuna ay lloraremos wak'aykusan! las mujeres! [Ay Yanamayu, jAy Yanamayu, sapachallayki solito quidark'okundil te vas a quedar! iAy K'ofiani pampa, iAy pampa de K'onani, sapachallayki, solito, sapachallaykis solitito 28 quidark'okunkit te vas a quedarI
27Ibid., p. 102.
28r, - , Ibid.
54
N6tese el tono afectivo de los diminutivos--solito, y el doble
diminutivo soTitlto> *-que da tin toque mas profundo de intimidad
y ternura. La despedida sigue en medio de cantos, mientras los
indios toman aguardiente. A1 anochecer, hombres y mujeres del
ayllu de los k'onanis yacian tirados en el suelo, borrachos y
dormidos. MSs tafde, "cerca ya de la aurora, cuando los pa-
jaritos de la puna saltaban tanteando entre el pajonal, y en
el cielo, oscuro todavia, iban apag&ndose los luceros, los
29
k'ofianis bajaron despacio al fondo del Negromayo". Desde
alii veian a los k'ayau ir al encuentro del toro.
El episodio de la captura del toro raya en descripciones
naturalistas, como cuando el animal cornea aunindio que se
habla parado en medio del campo para atraerlo. "El Misitu
tropez6 con el cuerpo del layk'a; venia derecho a los Urboles;
pis6 el lazo de llama que estaba amarrado a la cintura del brujo,
tropezS y abri6 de una vez el cuerpo del layk'a, que cay6 sobre 30
el ischu, rajado de la barriga hasta la entrepierna". Los
indios no se arredran ante el hecho, y lazan al toro, sujetan-
dolo, y aprestlmdose a regresar triunfantes al pueblo con %1.
Ahora el temido animal es s61o un "Misitucha", o sea un torito,
ya que el sufijo quechua cha es un diminutivo. El m6todo
de "arrastre" es el usado por los indios para llevar al toro
al pueblo. No lo llevan en una carreta, sino "amarrau como a 29Ibid., p. 103.
30Tbld., p. 104.
55
31
pierro". Grupos compactos de iridios porfian por tener el
honor de arrastrar al objeto de una leyenda de anos, leyenda
que terminaba paxa dar paso a otra, a la deT ayllu entero que
seria recordado por generaciones en su entrada triunfal al
pueblo con el toro.
Pero en el pueblo corren irientos encontrados. Los indios
residentes en Lima han llegado con el torero, y hostigan al
subprefecto para que encarcele a don Julian, pues, dicen que
es peligroso y puede sublevar a los indios. La "autoridad" se
deja influenciar y encarcela al principal, hecho que enardece
m&s los ya caldeados &nimos. La noticia corre, y los indios
no se resisten a creer que les ha sido vedado su yawar fiesta
con dinamita como estoque para el Misitu. Mientras tanto, ya
de noche, "en el cielo limpio, negro y hondo, brillaban libres
las estrellas; pareclan oir el canto de los grillos, . . . y
el sonido del riachuelo que bajaba del cerro, llorando en si-32
lencio". El toro es encerrado en el corral preparado para
el efecto en la plaza construida para la corrida.
Arguedas ha ido preparando, a trav^s de toda la novela,
el desenlace del drama. Todo ha sido un paulatino crecer de
la tensi6n que va a conducir a los acontecimientos del vein-
tiocho de julio. Los indios de todos los pueblos cercanos y
aun lejanos, llegaban por miles para espectar la corrida.
Todos sabian de la prohibicidn, pero confiaban en que algo 31Tbld., p. 106.
52lbid., p. 115.
56
sucediera y pudiesen mostrar su valor como todos los anos. Los
vecinos principales, ya en sus sitios reservados en la plaza,
no podlan ser indiferentes al acontecimiento. El subprefecto
y todas las autoridades se agrupaban en la ya atestada placita,
hasta que £ue necesario que los guardias cerrasen las puertas,
dejando afuera a cientos de desconsolados indios que lloraban
por no poder ver la corrida. Esta se inicia con la entrada
del contratado torero. Pero el toro, salvaje y manoso, empieza
a ir al cuerpo, asustando al diestro, quien, arrojando el capote
sobre la cabeza del animal, se refugia en la barrera. Esto era
una desilusiSn para los blancos y un escandalo para los indios.
iNu carago!- - iMaula carago! -- jK' anra! -- iAtatau [interjection
33
de ascoj carago! jMaric6n, caragoI" Llenan de insultos al
torero y los propios vecinos piden que entren los indios a torear,
iQue entre el 'Honrao', carajo!",34 gritaba el propio alcalde
del pueblo. Los vecinos mentaban los nombres de los capeadores
indios. Estos saltaron al ruedo y uno de ellos se enfrent6 al
toro, que lo sigui6 sin atender a nadie mSs, ya que queria cor-
nearlo. Por fin lo alcanzQ al indio, "le encontro la ingle, 3 5
le clav6 hondo su asta izquierda". Los otros indios distraian
al toro mientras uno le tiraba su poncho a la cabeza. Un al-
calde indio le alcanz6 un cartucho de dinamita y lo coloc6 33Ibid., p. 135.
34 T V. , Ibia^
35Ibid., p. 136.
57
debajo del toro. "Un dinamitazo estallo en ese instante,
cerca del toro. . . . El Misitu caminaba a pasos coil el pecho
destrozado; parecia ciego. El 'honrao1 Rojas corrio hacia el.
--jMuere, pues, muerete, sallka! [salvaje] --le gritaba, abrien-7 f .
do los brazosV.
El alcalde murmura una frase final al oido del subprefecto,
frase muy significativa, ya que indica el proceso de "aindia-miento" del bianco que vive en la sierra. "--£Ve usted, seflor
subprefecto? Estas son nuestras corridas. iEl yawar punchay
37 verdadero! . .
Arguedas ha analizado en esta novela el espiritu del cam-
pesino, exacerbado por la violencia de la fiesta taurina, ames-
tizada en algunos pueblos serranos con caracteristicas dramiti-
38
cas. Existe un contraste muy claro entre el clima de violencia
que impera en la novela y las continuas y sentidas descripciones
del paisaje, en las que entran, practicamente, todos los elemen-
tos de la naturaleza, animados e inanimados. Arguedas se muestra
en esta obra sumamente lirico, intimamente sensible al paisaje.
El canto de los pajarillos, la visi6n de las flores silvestres - 39
y la contemplacion de los montes lo transportan liricamente.
Si bien hay algunas palabras en quechua en el texto que nece-
sitarian de notas al margen con la traduccion castellana, estas
no son tan numerosas que desorienten al lector y le impidan seguir
36x, . j Ibid.
3 7 T-l • J Ibid.
38 Tamayo Vargas, op. cit., p. 1111.
39.. . .
58
el contexto de la historia. En esta novela Arguedas ha logrado
diferenciar claramente al lector cuando hablan los indios y
cuSndo los blancos. Las frases de los indios "tienen una mu->
sicalidad particular, una subterr&nea ternura que procede de
la abundancia de diminutives y de vocativos, de su ritmo ja-
deante y quejumbroso, de su expresionismo poetico".^ Se
logra una visi6n del indio en diversos estratos: el indio
ante otros indios, ante los mestizos y ante el bianco. Las
descripciones del paisaje sirven como decorado del drama de
la fiesta sangrienta.
Finalmente, se puede anadir que Arguedas ha logrado un
drama violento y fuerte en que el heroe es el comunero indio,
sin nombre ni apellido, enfrentado al avance de la civiliza-
ci6n. El personaje central es siempre colectivo.^* El autor,
refiriendose a si misuio en tercera persona, expresa su propia
opini6n sobre Y'aVar fiesta:
El autor paso parte de su infancia y adolescen-cia en Puquio, escenario de la novela. Cuando vi-sito los cuatro 'ayllos-comunidades'.que forman el pueblo de Puquio, dieciocho anos despues de publi-cada la obra, qued6 deslumbradamente feliz de en-contrar como en Yawar fiesta los indios, los mes-tizos, los terratenientes y "sus tensas relaciones, y el maj estuoso, bravio, quebradisimo y tierno paisaje estaban descritos en la obra como si hubieran sido interpretados, cantados en el onomatopeyico que-chua que contiene eri sus silabas casi la esencia material de las cosas y el.modo como en esas materias el hombre se ha derramado para siempre.43
*°Vargas Llosa,' 'op.' fit. f p. 42.
^Tbld., p. 45,
42 Jos6 Maria Arguedas, "Nota preliminar" en Yawar' fiesta,
CAPITULO IV
LOS RIPS PROFUNDOS
Si Yawar fiesta ha sido la historia de una comunidad india
enfrentada al gamonal y al hacendado bianco, enmarcada en un
paisaje poetico y lirico, Los rios profundos es la historia de
un joven que vive en un limbo, entre el mundo de los blancos,
que el no quiere aceptar, y el de los indios, que, aunque an-
hela compartir, le es imposible volver a alcanzar. Como ya se
ha indicado, esta novela es una clara autobiografia del autor.
El protagonista de catorce alios, el joven Ernesto, es el propio
Arguedas, narrando ese pasaje de su vida en que estuvo interno
en un colegio religioso de Abancay. Al evocar ese pasado, la
novela cae dentro de la categoria de relato veridico de un tes-
tigo presencial. El autor no ha pretendido cambiar nombres de
pueblos ni de personas, con excepcion del nombre del protago-
nista. Desde este punto de vista de testigo es que hay que
analizar esta obra, en la que va a existir un contraste claro
y marcado entre el mundo real que rodea a Ernesto, y el mundo
de recuerdos, nost&lgico y melanc61ico al que el se empena en
volver, como a un refugio, aisl&ndose y esforz&ndose en aden-fe
trarse en ese cosmos magico en el que habia vivido entre los
miembros de una comunidad indigena. "Este estado de anoranza
60
y solicitaciSn tenaz del pasado, determina . . . el lirismo
acendrado de la escritura[y]su tono poetico y reminiscen-1
te "
• * * I
A1 comenzar la obra, Ernesto ha llegado al Cusco con su
padre, un abogado de provincias, y van a hablar con "el viejo",
im tio de Ernesto, avaro y malo, que nunca se ha llevado bien
con sus parientes. Mientras su padre va a buscar al viejo,
Ernesto sale a visitar los muros incaicos, base de casas es-
panolas y construcciones posteriores a la colonia. Es enton-
ces que se establece la primera relacion y estrecho vinculo
entre el joven y el pasado, que se va a convertir en constante
a traves de toda la obra. El punto de vista del narrador, que
siempre habla en primera persona, es personalisimo. "Era esta-
tico el muro, pero hervia por todas sus lineas y la superficie era cambiante, como la de los rios en el verano, que tienen una cima asi, hacia el centro del caudal, que es la zona temible,
2
la mis poderosa". N6tese el tono del testigo ocular, que afir-
ma algo no "de oidas", sino a traves de una experiencia. Pero
esta experiencia estH relacionada con un concepto mSgico del
mundo. El padre se acerca y Ernesto le dice: "--Papa, . . . 3
Cada piedra habla. Esperemos un instante". El padre, aunque
siente carino por los muros, testigos de un pasado glorioso, Mario Vargas Llosa, "EnsonaciSn y magia en Jos§ Maria
Arguedas" , en 31,os rios profundos» p. 10.
2 Jose Maria Arguedas, Los rios profundos (Santiago, 1969),
p. 23.
5Ibid., p. 24.
61
no comparte el concepto animista de su hijo. Pero Ernesto
insiste: "Este muro puede caminar; podrxa elevarse a los cie-
los o avanzar hacia el fin del mundo 7 volver".4 El paseo por
la ciudad del Cusco continua, y Ernesto va encontrando cada
vez mSs cosas que "viven" dentro de Sste, su particular mundo
mSgico. "En la penumbra, las serpientes esculpidas sobre la
puerta del palacio de Huayna Capac caminaban. . . . Nos siguie-
ron, vibrando, hasta la casa".5
Ernesto aclara al lector su edad y, ademlls, el car&cter
melanc61ico de su vida hasta el momento presenter "Yo tenia .
catorce anos; habia pasado mi ninez en una casa ajena, vigilado
siempre por crueles personas. . . . Despues, cuando mi padre
me rescat6 y vague con el por los pueblos, encontre que en to-
das partes la gente sufria".^ La presentaci6n de Ernesto al
viejo no es muy agradable. Cuando salen hacia la iglesia, el
joven expresa un deseo que refleja su antipatia hacia su tio.
"Yo esper^ que apareciera un 'huayronk'o' y le escupiera sangre
en la frente, porque estos insectos voladores son mensajeros
del demonio o de la maldici6n de los santos".
El padre de Ernesto decide dejar el Cusco e ir a Abancay.
El viaje es a caballo. Al atardecer llegan al rio Apurimac, O
cuyo nombre significa "dips que habla". "El sonido del Apuri-
mac alcanza las cumbres, difusamente, desde el abismo, como
4Ibid. 5Ibid., p. 29. 6Ibid., p. 31.
7Tbid., p. 35. 8Ibid., p. 38.
62
9
un rumor del espacio". Arguedas, personificado en Ernesto,
da una de sus ya acostumbradas descripciones, esta vez del
rio Apurimac, en ese tono tan personal, casi fotogr&fico. El r£o corre entre bosques negruzcos y mantos
de canaverales que solo crecen en las tierras que-mantes. Los canaverales reptan las escarpadas laderas o aparecen suspendidos en los precipicios. El aire transparente de la altura va tornSndose denso hacia el fondo del valle. El viajero entra a la quebrada bruscamente. La voz del rio y la hondura del abismo polvoriento, el juego de la nieve lejana y las rocas que brillan como espejos, despiertan en su memoria los primitivos recuerdos, los mas antiguos suenos.10
En el segundo capitulo, Ernesto vuelve al pasado, una vez
mts, para hablar sobre algunos de los muchos pueblos que ha
visitado con su padre en dos anos de constantes correrias por
la sierra. "En los pueblos, a cierta hora, las aves se dirigen
visiblemente a lugares ya conocidos. A los pedregales, a las
11
huertas, a los arbustos que crecen en la orilla de las aguadas".
Ernesto hace referencia a las costumbres de diversos tipos de
pajaros. Tuyas, gorriones, jilgueros y t6rtolas desfilan en su
memoria. "Los loros grandes son viajeros. Los loros pequenos 12
prefieren los cactos, los Etrboles de espino". Con tristeza,
se acuerda de un pueblo en el que los habitantes, grandes y
chicos, eran muy crueles con las aves. Los soldados de la
guarnicion en ese pueblo, Yauyos, se entrenaban matando loros. Los nifios recogian los muertos y hacian sartas de veinte y
9Ibid., p. 39. 10Ibid. 11lbid., p. 41.
12 Ibid.
63
treinta. Ernesto se desesperaba ante la pasividad de los loros,
"iPor que no se movia la bandada? iPor que no levantaban el
vuelo al oir la explosion de los balazos y al ver caer tantos
13
heridos?" La crueldad del hombre con los animales, y con
la naturaleza en general, era algo que Ernesto nunca iba a com-
prender. El viaje hacia Abancay continua en ese ambiente de
reminiscencias del pasado. Poesla y magia se mezclan en la
descripcion que Ernesto hace de la apariciSn de una estrella
en el amanecer andino. Bruscamente, del abra en que nace el torrente, sali6 una luz que nos iluminS por la espalda. Era una estrella mas luminosa y helada que la luna. Cuando cay6 la luz en la quebrada, las hojas de los lambras brillaron como la nieve; los cirboles y las yerbas parecian tempanos rigidos; el aire mismo adquirio una especie de solida transparencia. , . . Con luz descono-cida la estrella siguio creciendo . . . .14
Arguedas se preocupa en esta novela por explicar terminos
quechuas que en su traducci6n al espanol denotan el car&cter
onomatopeyico del idioma indigena. El autor, especialista en
quechua, no podia dejar pasar la ocasi6n de presentar comen-
tarios sentidos y afectivos sobre nombres de rlos, flores y
animales, que a veces tienen mas de un significado, muchas ve-
ces relacionado con esa concepci6n m&gica que el indigena tiene
de la naturaleza.
Cuando Ernesto esta contemplando los muros del Cusco, re-
cuerda algunas canciones quechuas que repetian una frase
13Ibid., p. 45.
14Ibid., p. 47.
64
constante: '"Yawar mayu', rio de sangre; 'yawar unu?, agua
sangrienta; 'puk-tik' yawar k'ocha', lago de sangre que hierve;
'yawar wek'e1, lagrimas de sangre. iAcaso no podria decirse
'yawar rumi', piedra de sangre o, 'puk-tik' yawar rumi', piedra
de sangre hirviente?""^ Mas tarde el narrador comenta, a
base de otros terminos quechuas, el vuelo de las aves y el nom-
bre de una flor. "Se llama aman'k'ay a una flor silvestre, de
corola amarilla, y awankay al balanceo de las grandes aves.
Awankay es volar planeando, mirando la profundidad".
El padre de Ernesto decide que su hijo se quede en Abancay,
interno en un colegio de religiosos, mientras el trata de encon-
trar una posic:L6n estable en algun pueblo vecino, ya que Abancay
era muy mal lugar para un abogado, debido a su estructura feudal
basada en una sola hacienda, Patibamba, y en un solo dueno de
todo. Por fin el padre se marcha a Chalhuanca, y Ernesto se
queda solo en el colegio, en medio de extranos, incomprendido
e incapaz de comprender. El sabe que va a tener que luchar solo.
"Yo exploraria palmo a palmo el gran valle y el pueblo; recibiria
la corriente poderosa y triste que golpea a los ninos, cuando
deben enfrentarse solos a un mundo cargado de monstruos y de
fuego, y de grandes rios que cantan con la musica m&s hermosa
17 al chocar contra las piedras y las islas".
15Ibid., p. 23.
16Ibid., p. 49.
"^Ibid.. p. 55.
65
Sobreviene entonces una descripci6n de la hacienda Pati-
bamba, verdadero feudo que rodea a Abancay; todo el valle per-
tenece a la hacienda. Ernesto aprovecha cada salida del colegio
para explorar el pueblo y tratar de establecer algun contacto
con los indios de la hacienda. Pero estos, al verlo bianco,
aunque el les habla en quechua, desconfian y le cierran las
puertas. -Jampuyki raamaya [Vengo donde ti madrecitaj --llame
desde algunas puertas. --jManan! iAma rimawaychu! [jNo quierol
18
iNo me hables!'| --me contestaron". Esto desespera a Ernesto
y decide fugarse, pero el respeto a la decision de su padre se
lo impide. Una vez mSs, solo y considerado un loco por el padre
director, Ernesto recurre a su mundo de recuerdos como un es-
cape. Recuerda la despedida que le dieron en el ayllu cuando
su padre vino a buscarlo para llevarlo consigo a viajar. Er-
nesto tenia doce anos, y toda la comunidad indlgena se reuni6
para cantarle el harahui (canci6n triste) de despedida:
iNo te olvides, mi pequeno, no te olvidesI Cerro bianco, hazlo volver; agua de la montana, manantial de la pampa que nunca muera de sed. Halcon, c&rgalo en tus alas y hazlo volver. Inmensa nieve, padre de la nieve, no lo hieras en el camino. Mai viento, no lo toques. Lluvia de tormenta, no lo alcances. iNo, precipicio, atroz precipicio,
66
no lo sorprendas'. iHijo mlo, has de volver, has de volver!19
Como se puede apreciar en la letra de esta cancion,el indigena
se dirige a la naturaleza como a alguien conocido y con quien
tiene un estrecho vinculo. Es una plegaria que se dirige
a los espiritus protectores que moran en cerros, pampas y hal-
cones, plegaria de aplaque para los que podrian hacerle algfin
mal.
En sus correrias por Abancay,Ernesto descubre un barrio
del que gusta porque en el se reunen los musicos y guitarris-
tas para entonar huaynos y canciones de la sierra, que trans-
portan afectivamente a los concurrentes, en especial a Ernesto.
"Cuando cantaban con sus voces delgaditas, otro paisaje pre-
sentiamos; el ruido de las hojas grandes, el brillo de las
cascadas que saltan entre arbustos y flores blancas de cactus,
la lluvia pesada y tranquila que gotea sobre los campos de cafia;
las quebradas en que arden las flores del pisonay, llenas de
20
hormigas rojas y de insectos voraces". Es en este punto que
Ernesto introduce a varios de sus companeros de escuela. Entre
ellos habla dos, el "Afiuco" y Lleras, de los que Ernesto se va
a ocupar en particular. El primero era traicionero y adul6n.
El otro, Lleras, era el mat6n del colegio, temido por todos
debido a su fuerza fisica. Ernesto era el mayor de su clase,
^̂ T'b'id., p. 59.
20lbid., p. 64.
67
ya que a los catorce anos apenas empezaba la escuela secundaria,
que se supone se debe empezar en el Peru a los doce. Pero mSs
que mayor en afios, la manera de sex de Ernesto era lo que lo
distanciaba de los demas. El contemplaba a todos y los anali-
zaba.
La vida de Ernesto estaba dividida en dos niveles defini-
dos. lino era el real, el colegio, el internado, y el otro era
el mundo de sus recuerdos, al que saltaba constantemente. Los
dias domingos eran sus dias meis felices. Entonces, huia del
colegio y bajaba por el valle hacia la profundidaddel rio.
Los recuerdos tristes de Ernesto,de su vida de interno, son
suavizados cuando recuerda tambien sus solitarios paseos al
+ 21 rio. "LLegaba a el cuando mas abrumado y doliente me sentia".
El rio era como el b^lsamo para los dolores morales de Ernesto.
Despues del paseo, "durante muchos dias despuSs me sentia solo,
firmemente aislado. Debia ser como el gran rio; cruzar la
tierra, cortar las rocas; pasar, indetenible y tranquilo, entre
los bosques y montanas; y entrar al mar, acompanado por un
2 2
gran pueblo de aves que cantarian desde la altura".
El capitulo sexto del libro, que Arguedas titula "Zum«
bayllu", tendria que ser transcrito y citado casi en su totali-
dad, por su gran riqueza lirica. En el, Arguedas muestra su
intimo conocimiento de todos los matices de la lengua indigena.
Haciendo una digresi6n lingliistica, empieza por explicar
21Ibid., p. 81.
2 2lb id., p. 82.
68
el sufijo quechua yllu, que es una onomatopeya. "' Yllu? repre-
senta en una de sus formas la musica que producen las pequenas
alas en vuelo; musica que surge del movimiento de objetos
23
leves". El autor, en boca de Ernesto, da al lector una roa-
ravillosa y magica explicaci6n sobre los terminos yllu e ylla,
explicaci6n que se llena de calor afectivo y de un tono testi-
monial muy hondo. 'Ilia' nombra a cierta especie de luz y a los mons-truos que nacieron heridos por los rayos de la luna. 'Ilia' es un nino de dos cabezas o un becerro que nace decapitado; o un penasco gigante, todo negro y lucido, cuya superficie apareciera cruzada por una vena ancha de roca blanca, de opaca luz. . . . To-dos los 'illas' causan el bien o el mal, pero siempre en grado sumo.24
La onomatopeya del quechua establece una relaci6n entre el
sonido que producen ciertos animales y el nombre que los
indios le dan, imitando dicho sonido. Otras veces la rela-
ci6n es con el color del animal, que sugiere el nombre. Ar-
guedas, despues de explicar el sufijo yllu, pasa a hablar del
tankayllu, "t&bano zumbador e inofensivo que vuela en el campo 2 5
libando flores". El tankayllu es buscado por los ninos,
quienes lo cazan y comen la miel que el insecto lleva en su
aguij6n. Este, al volar, produce un zumbido caracteristico,
que da origen a su nombre. "No, no es un ser malvado; los ninos
que beben su miel sienten en el corazon, durante toda la vida,
25Ibid., p. 83.
2 4 . , Ibid.
25T,.. j Ibid.
69
como el roce de un tibio aliento que los protege contra el
rencor y la melancolla, Pero los indios no consideran al
tankayllu una criatura de Dios como todos los insectos comunes;
26
temen que sea un reprobo". Una vez mis aparece ese concepto
indigena panteista y animista, que da a la naturaleza un valor
que el bianco no puede encontrar.
Arguedas se solaza escribiendo acerca de otros terminos
quechuas que guardan relaci6n con la terminaciSn yllu. "Pin-
kuyllu es el nombre de la quena gigante que tocan los indios 27
del sur durante las fiestas comunales". Este capitulo, que
parece no tener conexidn con la historia de Ernesto, enlaza
perfectamente con esta, ya que despues de explicar que la ter-
minacion yllu se refiere a la musica que produce algo, el
narrador vuelve al colegio para contar sobre el primer zum-
bayllu que lleg6 alii. Este zumbayllu no es otra cosa que un
trompo que los ninos bailan, enroll&ndole un cordel y lanz£n-
dolo al suelo mientras sostienen el cordel en la mano. Si el
trompo es hueco y con orificios, produce un zumbido que varia
segtin el material de que estci hecho. Pero este juguete va a
cobrar vida en la mente de Ernesto y tambien en las de sus
pequenos companeros. Todos los ninos se alborotan cuando uno
de ellos va a bailar el zumbayllu. Ernesto siente una ola de
recuerdos relacionados con tarikayllus y pinkuyllus. El trompo 26Ibid., p. 84.
2 7 T w • A Ibid.
70
baila y Ernesto vuelve a su mundo de recuerdos. "El canto del
'zumbayllu' se internaba en el oido, avivaba en la memoria la
imagen de los rios, de los arboles negros que cuelgan en las
28
paredes de los abismos". Antero,. el nino que habia traido el
trompo al colegio, le obsequia uno a Ernesto, mientras regala
otros a varios amigos. Ernesto empieza una timida amistad con
Antero, quien tambien encuentra vida en el juguete. Antero le
ofrece un trompo especial a Ernesto. "Esta noche te hare un
'zumbayllu' especial. Tengo un 'winku' ftieformidad de los ob-
jetos que deblan ser redondos] , cholo. Los 'winkus' cantan 29
distinto. Tienen alma".
Distintos episodios se suscitan, en los que se ve envuelto
Ernesto al ser desafiado a una pelea por uno de los alumnos.
Ernesto se encomienda al espiritu de la montana, al Apu o
dios protector de la que el considera su aldea nativa. Estas
aventuras escolares se ven rebajadas a un segundo plan, al
acaecer un hecho que da a Ernesto la oportunidad de definir
ante todo el mundo cui.1 es su posicion en la sociedad, es decir,
al lado de los indios. Las mujeres del pueblo se encuentran
alborotadas, ya que hay una gran carestla de sal, mientras los
hacendados almacenan este precioso elemento. Las cholas deci-
den asaltar los dep6sitos de sal e ir a repartirlo entre los
necesitados. Ernesto las acompana en su aventura, sintiendose 28lbid., p. 88.
29lbid., p. 92.
71
parte del reclamo y parte activa del grupo. Las mujeres cantan
alegremente mientras van por las calles con las mulas cargadas
de sal. "Oh arbol de Pati/de Patibamba/nadie sabia que tu
30
corazon era de oro/. . .". Pero el reclamo tiene eco negativo
en los vecinos del pueblo, quienes califican a las indias de
ladronas y organizan a sus gamonales para recobrar la sal. Esta
es recuperada finalmente, y la cabecilla, la Felipa, es encar-
celada junto con otras. El pueblo empieza entonces a improvisar
cantos alusivos a la actuaciSn de los gendarmes en la captura
de las indias. Ernesto entra en una cantina donde los indios
cantan un huayno gracioso y le invitan a tomar, pero luego se
olvidan de el y siguen en el jolgorio. La reflexiSn de Ernesto
se hace presente una vez mas en forma de sxmil. Yo quede fuera del circulo, mirSndolos, como
quien contempla pasar la creciente de esos rlos andinos de regimen imprevisible; tan secos, tan pedregosos, tan humildes y vacios durante alios, y en algun verano entoldado, al precipitarse las nu-bes, se hinchan de un agua salpicante, y se hacen profundos; detienen al transetinte, despiertan en su corazon y su mente meditaciones y temores des-conocidos31
Es extraordinaria la forma como Ernesto logra escapar del
mundo real hacia ese cosmos lleno de paisaje y recuerdos que lo
aislan como un escudo inexpugnable. Hasta la idea de ir con
Antero a conocer a una nina del pueblo le trae recuerdos de su
aldea nativa, cuando veia bajar por un riachuelo barcos de papel
50lbid.t p. 118.
51Ibid., p. 124.
72
que los nifios haclan. El imaginaba que en uno de ellos iba la
32
nina de sus suenos, curiosamente blanca y rubia. Antero
estci muy ilusionado con Salvinia, una nina del pueblo, y para
el los ojos de esta son maravillosos. Habla con Ernesto sobre
cu&l es el color de los ojos de su amada. "Algun dia te llevare
a la hacienda de mi padre. . . . Yo te voy a mostrar un remanso
que hay entre precipicios amarillos. El barranco se refleja en
el remanso. iEse es el color, hermano! El amarillo del preci-
picio con el verde del agua tranquila, en ese remanso del Pacha-
chaca. Los patitos del rio y un. pajarito que merodea en las 33
orillas tienen las alas de ese color". Como se ve, no es s61o
Ernesto el portador de ese mensaje c&lido y afectivo de Argue-
das, sino que otros personajes, indios y aun mestizos, logran
en la novela captar ese mundo magico indigena, carinoso y porti-
co.
A1 padre director no le gusta nada la aventura de Ernesto
de haberse ido con las indias a robar la sal. Le recrimina su
proceder y lo manda castigado a su cuarto. Los alumnos est&n
alborotados, porque se rumorea que el gobierno va a enviar tropa
para hacer un escarmiento entre los insurrectos. Antero com-
parte plenamente el mundo mSgico de Ernesto. AdemSs, el amigo
del solitario Ernesto es un eximio zumbayllero. Hace trompos
muy perfectos que tiene diversas caracteristicas. El TayK'a 32Ibid., p. 125.
35Ibid.t p. 127.
73
es brujo y puede bailar donde sea. Y asi parece probarlo
Antero al hacer bailar al trompo en medio de piedras. Su
zumbido varia de tonos que son interpretados como un lenguaje
especial por Ernesto y Antero. Un episodio complica mils el
clima de violencia ya reinante, cuando Lleras le da un golpe
a un hermano negro que era miembro de la orden religiosa. Este
le devuelve el golpe y lo obliga a ir de rodillas por el patio.
Todos los alumnos toman partido al lado del hermano, menos el
Anuco que apoya al Lleras. Hay otro desafio, esta vez entre
el elegante del colegio, Valle, y un indio apodado "Chipro".
Pelean y Valle se sienta, derrotado, cerca a los excusados.
Arguedas aprovecha para contrastar entre la violencia de la
pelea y la belleza de la naturaleza cuando dice que al otro
lado del muro, "habia una flor amarilla, que alcanzaba el sol,
34
que se filtraba por el techo".
El clima de violencia crece en el pueblo. La tropa llega
por fin, y se trata de encontrar motivos para abalear a los
indios. Pero no llega a haber matanza, y la tropa se queda
acantonada en Abancay. Los externos del colegio se habian ido
a sus casas, y los internos vivian escuchando chismes continua-
mente sobre el estado de las cosas. Ernesto quiere mSs que
nunca dejar el colegio y reunirse con su padre. Piensa que
necesita enviarle un mensaje, pero no va a ser una carta ni
un telegrama, sino un llamado a traves de la musica de un ron-
din. Ernesto, viviendo siempre dentro de su mundo de ensuefios y
34Ibid., p. 147.
74
magia, considera natural que este mensaje pueda cruzar las
Cordilleras y llegar a su padre. Sus companeros Romero y
Palacios lo ayudan, uno tocando el rondin y el otro dirigiendo
los ritos m&gicos. "Iria la musica por los bosques ralos que
bajan al Pachachaca. Pasaria el puente, escalaria por los
abismos. Y ya en lo alto seria :mts facil; en la nieve cobraria
fuerza, repercutiria, para volar con los vientos, entre las
lagunas de las estepas y la paja que en el gran silencio trans-
35
mite todos los sonidos". Se contaba entonces que las cholas
habian huido; los guardias las habian seguido a caballo hasta
el puente, pero las indias tenian fusiles y esto complicaba la
situacion. Ernesto quiere unirse al grupo de indias, encabeza-
das por la Felipa, que resisten a los guardias. Antero insiste
en que Ernesto lo acompafie a ver a su enamorada y a la amiga de
esta, que flirteaba con Ernesto. En la alameda las calandrias
cantaban, y Ernesto describe a esta ave de pequeno cuerpo ama-"2 f.
rillo, de alas negras y que canta cambiando de tonadas. Pero
la reflexiSn final de Ernesto es m&s importante, ya que revela
el concepto m&gico que 6ste tiene de su propio ser. "MientraS
oia su canto, que es, seguramente, la materia de que estoy hecho,
la difusa regi6n de donde me arrancaron para lanzarme entre los 37
hombres, vimos aparecer en la alameda a las dos ninas". Estas
35Xbid., p. 161.
36Tbid., p. 172.
37 ^7 Ibid.
75
palabras revelan, a traves de las del personaje, la manera de
ser tan especial del autor. Ese Arguedas, tachado de "loco"
por sus companeros, no se considero jamais uno de tantos hombres.
Su compenetraci6n con la naturaleza le hacia sentirse parte de
ella, apartado del mimdo real y material de hombre comun.
Los soldados permanecen en el pueblo, mientras los oficia-
les se lucen ante las mujeres. La plaza central se ha llenado
de gente, y Ernesto y sus amigos buscan a las chicas. Pero
ellas estlin deslumbradas por los uniformes, y se dejan corte-
jar por los hijos de los oficiales. Antero se molesta y reta
a pelear al hijo del comandante. Ernesto rehuye el grupo y
se va a buscar a un arpista famoso que ha llegado para oirle
tocar. Lo encuentra en una cantina y se le une. Sobreviene
entonces una gran cantidad de huaynos cantados por el arpista.
Estos son, una vez mSs, un claro exponente del sentimiento in-
dlgena que se hace cancion y poesia.
En la pampa de Utari, mariposa manchada, no llores todavia, aun estoy vivo, he de volver a ti, he de volver. Cuando yo me rauera, cuando yo desaparezca te vestiras de luto,
aprender^s a llorar.38
Las canciones son tristes, y el arpista hace llorar el
corazon de los concurrentes con sus rasgueos del arpa. Ernesto
gusta de la musica, pero siente hondamente su significado
38Ibid., p. 194.
76
nost&lgico y evocador. Reflexiona y piensa:
iPor que, en los rios profundos, en estos abismos de rocas, de arbustos y sol, el tono de las can-ciones era dulce, siendo bravio el torrente poderoso de las aguas, teniendo los precipicios ese semblante aterrador? Quiza porque en esas rocas, flores pe-quenas, tiernisimas, juegan con el aire, y porque la corriente atronadora del gran rio va entre flores y enredaderas donde los pajaros son alegres y dichosos, mas que en ninguna otra region del mundo.39
Ciertamente que estas reflexiones son muy profundas para un
joven de catorce anos; ellas son el testimonio del autor y
prueban la madurez de Arguedas y su aislamiento que dichas re-
flexiones le otorgaban. Esos rios profundos donde las aves son
dichosas representan el mundo ideal de Ernesto, adondeel qui-
siera ir a vivir. Los huaynos se suceden, mientras el estable-
cimiento se sigue llenando de gente. "jOh mi jilguero,/jilguero
manoso./Tti robas en mis campos de habas! . . .",^®canta el ar-
pista. Pero el tono triste cambia a un huayno de burla contra
los soldados que han perseguido sin exito a la Felipa. Hay
soldados en la cantina, y aunque no gustan mucho de la tonadilla,
se quedan en sus sillas. Mas entonces, otro soldado entra a la
cantina y se lleva preso al arpista por cantar la coplilla in-
famante. Ernesto regresa al pueblo y va al parque central.
Como en otras oportunidades, el joven se siente atraido por la
naturaleza que vive a su alrededor. Le llaman la atenciSn los
grillos con alas, que el no habia visto nunca. Se conduele de
39lbid., p. 196.
40 ibid., p. 199,
77
que la gente los pise. Se dedica, tiernamente, a salvar a
todos los que puede, apartandolos del camino.
Entraban riesgosamente en las habitaciones iluminadas. Y la gente, corao en la costa,los mataba, aplastandolos, sin tener en cuenta su dulcisima voz, su inofensiva y graciosa figura. A un mensajero, a un visitante venido de la superficie encantada de la tierra, lo mataban, pudiendo echarlos a volar, despues de sentir en las manos la palpitacion de su pequenisimo y frio cuerpecillo.41
La entrada de las militares en Abancay trae muchos cambios
en la vida de Ernesto. El colegio ha adquirido nuevos alumnos
al ingresar a el los hijos de los militares. Gerardo, el hijo
del nuevo comandante, se ha hecho amigo de Antero, y Ernesto ya
no se junta con el. Ernesto es puro como los campos que anora;
no puede comprender que Antero se este corrompiendo, ni la corrup-
ci6n lujuriosa de los mayores del colegio. Ni entiende,por que
las ninas se ven tan atraidas por los militares. Muchas lloran
cuando estos se van, y Ernesto se pregunta si es por amor, o
porque han sido deshonradas. La decepci6n de £ste llega al
extremo de querer devolverle a Antero el trompo que le regalara.
Su amigo no lo acepta, y Ernesto se ve acorralado, ya que ha in-
sultado al hijo del comandante. La idea de huir del colegio
cobra m&s fuerza.
Por entonces, otro acontecimiento llega a causar un distur-
bio total. Se rumorea que una peste ha hecho presa de los
habitantes de un pueblo cercano. Una demente que vivla en el
41Ibid., p. 208.
78
colegio contrae la fiebre y muere. Se han encontrado casos
ya en Abancay, y los padres del colegio deciden cerrarlo por
un tiempo. Ernesto convence al padre director para que lo
deje viajar solo en busca de su padre. Pero el director a&n
no lo quiere dejar partir, ya que la demente habia muerto llena
de piojos, que eran uno de los sintomas de la enfermedad. Los
piojos de la muerta habian pasado a Ernesto cuando este la habia
ido a ver a su cuarto, llevado de la conmiseracidn que sentla
hacia ella. Aunque Ernesto no se contagia, estS. asustado y se
pasa la noche en vela. Una vez m^s, su consuelo est& en la
naturaleza. "[Un)ruisenor le dio alegria a mi coraz6n casi de-
42
tenido". Por fin, el padre director accede a dejarlo ir,
pero a la hacienda de su tio Manuel, el viejo avaro a quien
habia conocido en el Cusco. Al principio Ernesto no quiere ir,
pero cuando se entera que el viejo tiene colonos, o sea cientos
de indios que trabajan para el, eambia de idea ya que piensa
vivir con ellos. Parte, pero al llegar al puente, encuentra a
los gendarmes que tratan de contener al gentio del pueblo in-
fecto, que intenta llegar hasta Abancay para que el padre direc-
tor celebre una misa de stfplica. Ernesto decide, entonces,
regresar a dar el aviso al padre director. Asi lo hace y este
le dice que se quede para ayudarle en la misa cuando lleguen
los indios. La novela termina cuando, al amanecer, Ernesto
decide marcharse, pensando que quiz§ vea a la fiebre flotando 42Ibid., p. 234.
79
en el rio, alej&ndose hacia la selva, destruida por los gritos
de los indios.
Como se ha podido apreciar, esta novela, narrada en pri-
mera persona continuamente, es un mundo magico y de ensueno
para Ernesto. Este vive en el pasado, y se empena en permane-
cer en el. Las fuentes que Arguedas ha utilizado son las de
su propia experiencia. Estas fuentes son admisibles, ya que
el lector acepta al narrador como a un ser impartial y veraz.
"Es un narrador artero, consciente, experimentado y convincen-
44 te". Ernesto se encuentra en una posicion social marginal.
Expulsado de la sociedad, la examina en su totalidad desde
45 afuera. Es la increible capacidad de reflexion y la memoria
gr&fica de Arguedas la que hace posible esta novela.
En una novela tan visiblemente autobiogr&fica, se puede decir que Arguedas ha transplantado de manera simb6lica a la narraci6n su propia tentativa. Ese nino que el autor evoca y extrae del pasado, en fun-ci6n de una experiencia anterior de su vida, est& representado en una actitud identica: viviendo tam-bien del pasado. Como en esas cajas chinas que encierran, cada una, una caja m5s pequena, en Los rlos profundos, la materia que da origen al libro es la memoria del autor,46
Arguedas ha logrado presentar al indio como un ser que no
es est&tico sino que vive en una sociedad ante la cual tiene
que expresarse. Si bien en Yawar fiesta las descripciones de
45lbid., p. 261.
44 Sara Castro Klaren, "Las fuentes del narrador en Los
rlos profuridos", Cuadernos Americanos, CLXXIV (marzo-abril, 1971), UT7 • !
45T, - , Ibid.
46 Varrra c T 1 * ̂
80
los paisajes eran mcLs frecuentes,. en esta novela el narrador
describe amorosamente esos paisajes. extraldos del pasado, de
su memoria. "Siempre que describe flores, insectos, piedras,
riachuelos, el lenguaje de Arguedas adquiere su temperatura
mejor, su ritmo mSs logrado, el vocabulario pierde toda su
aspereza, reune los vocablos mSs delicados y fr&giles, . . . se
47
musicaliza. .
En esta novela, el animismo y el mundo m&gico estSn mas
acentuados que en Yawar fiesta. "El mundo de Ernesto es un 48
mundo sensible, y por tanto mitico, m&gico". En el se mueve
y desenvuelve. Pero esos magicos recuerdos son poeticos y sen-
tidos. Su mundo es una elegia constante a la naturaleza. La
extrana luminosidad de la novela y esa densidad lirica y evo-
cativa que contiene probablemente se expliquen por su tentativa 49
de reordenacion de lo aparentemente ordenado.
Cabria insistir en el mundo magico del indigena, presen-
tado e interpretado por Arguedas. Parece "coio si el idioma
espanol suyo viniera poblado de vocablos fantasmas, de ligeros
duendes, que, al tocar las palabras despertaran toda clase de
m&gicas reverberaciones".^ Este mundo migico es algo natural
e incuestionable para Ernesto y aun para varios de sus compalieros
indios. Pero es pura patrana para el bianco. 47lbid., p. p. 13. 48Juan Carlos Curutchet, "Jose Maria Arguedas, peruano
universal", Cuadernos h i spa no am_e r icanos, CCXXVIII (diciembre, 1968), 752.
49lbid., p. 753.
81
Arguedas no ha dejado el clima de violencia en esta novela.
Este es presentado a traves de la sublevacion de las mujeres y
del pueblo entero que se enfrenta a los guardias para venir a
Abancay a rogar a Dios que cese la peste. Hay otro clima de
violencia constante que es el colegio, con las peleas de los
alumnos, y sobre todo con los asaltos sexiiales a la demente
del colegio. Pero el mayor contraste est& entre esta violencia
y el mundo al que huye Ernesto, al pasado y a la introversiSn.
La raz6n por la que esta novela ha sido tan alabada y
comentada por los criticos es que convence al lector, quien
llega a confiar en la sinceridad del narrador adolescente, aun
cuando habla de otros a los que no puede conocer en su interior
sino por conjeturas. Pero el lector, ben£volamente, acepta
esas conjeturas como acepta la madurez de un joven de catorce
anos que ha tenido tan dura y triste infancia; acepta, tambien,
su mundo magico, y comparte su ternura por todo lo indigena y
por la naturaleza.
CAPITUL'O V
TODAS LAS SANGRES
Esta novela, la mas extensa escrita por Arguedas, presenta
un drama sumamente humano enmarcado en el majestuoso paisaje
andino. El tema de Todas las sarig'res, violento y pasional, se
va a ir desarrollando en medio de descripciones de flores, aves
y montanas m&gicas. Arguedas fue evolucionando en su narrativa,
la cual se hizo m&s compleja. Del tema de una fiesta y la lu-
cha de una comunidad en Yawar fiesta, pas6 a un relato personal
y evocativo en Los rios profuridos. Pero esta tercera novela
que se va a estudiar presenta un tema muy complejo, en el que
se mezclan problemas y conflictos personales de los personajes
con los problemas sociales de un Peru en proceso de radicales
cambios estructurales.
La acci6n se inicia cuando el viejo hacendado don Andres
Aragon de Peralta, borracho y enloquecido, se sube a una torre
de la iglesia del pueblo de San Pedro. En ese momento sus hi-
jos, Bruno y Fermin, salian-de la iglesia del pueblo con todo
el vecindario, ya que se celebraba una fiesta. El viejo empieza
a apostrofar a todos, especialmente a sus hijos, tachandolos de
malditos y degenerados. Acusa a Fermin de ambicioso y de haber-
lo convertido a el, su padre, en borracho para quedarse con sus
inmensos bienes. A Bruno lo acusa de lujurioso y degenerado;
luego anuncia que se va a suicidar. Todos piensan que se va a
83
lanzar de la torre, pero finalmente se baja. Los hijos se
reconcilian con este hecho, ya que hacia tiempo que ni siquiera
se dirigian la palabra.
Don Andres regresa a su casa y se prepara para morir. Se
dispone a toraar un veneno, mientras Anto, su criado personal,
espera por orden del seiior.
Cuando el criado se dirigia a la puerta del dormitorio, se escucho con gran claridad el canto de un gorri6n. Por las roturas del cielo raso, se filtro el canto a la penumbra. Volvio a cantar el papagayo, y llev6 al dormitorio del anciano el hcl-lito feliz del campo, la imagen de las pequenas casas del pueblo y de los bosques ralos donde las flores de lc'antu ardian a esa hora.l
Anto tenia el encargo del senor don Andres de pedirle perd6n
en su nombre a su esposa, alcoholizada tambien, que yacia
borracha en la otra habitaci6n. Despues de cumplir su encargo,
el criado se sienta en el poyo del corredor. Arguedas, al
igual que va a hacer en otros pasajes importantes de la novela,
presenta una descripci6n del paisaje que va a ser un constante
personaje y testigo del drama a desarrollarse. "El viento de
agosto sacudia los arbustos. Sobre lo amarillo de las yerbas
muertas y lo negruzco de los pequenos cirboles resecos, las flores
de los k'antus resplandecian en lo alto de la montana. Es la
unica flor de invierno; abre sus campanillas que tienen no s61o
2 el color sino el brillo de la sangre. . .
*Jose Maria Arguedas, Todas las sangres (Buenos Aires, 1964), p. 16.
2 Ibid., p. 18.
84
Despues de la muerte de don Andres, sus hijos caminan del
brazo por la calle mientras el pueblo entero se asombra de ver
a los "cain", como los llamaban, reconciliados. Estos primero
se recriminan rriutuamente sus faltas, pero se perdonan y se
prometen ayudar uno al otro. En ese mismo momento, simbolica-
mente, "los gavilanes que volaban lentamente sobre el aire del
pueblo recibian tambien en su cuerpo negro todo el sol, y se
3
movian en silencio bajo el sol profundo del cielo".
Don Andres habia dejado expresa voluntad de que todo lo
que quedaba en su casa fuese repartido entre los indios. Ya
hacia tiempo que Fermin le habia quitado a su padre las rainas
y las haciendas, alegando que su alcoholismo le impedia adminis-
trarlas bien; Bruno, por su parte, se habia quedado con las casas
y otras haciendas. Pero los dos hermanos deciden que la volun-
tad de su padre sea respetada. Primero Hainan al cura del
pueblo, hombre de vida licenciosa tambien, para que se ocupe
de los servicios religiosos ftinebres. Mientras tanto, todo el
pueblo se habia enterado de la muerte del gran senor, y las
mujeres indias despedian al viejo como a un indio, cantSndole
un triste harawi (canci6n indxgena de despedida). Tu perrito, sobre las nieves, entre las piedras, por el podrido puente de tu destino te guiar& bien lay huay, padrecito mlol No los barrancos, no el rio, no la tormenta
3 T t • J
85
han de perderte. Tu perrito, con la sangre de mi coraz6n, con el fuego de sus ojos, ha de ver el camino. Te guiara, iay, huay, triste anciano, ^
el triste viejo de este pueblo!
Todo el pueblo va al entierro, y el cura no puede oponerse a
los ritos religiosos en memoria de un suicida, ya que no existia
la autopsia. AdemSs, nadie estaba presente en el momento de la
muerte con excepci6n de Anto, quien no hablaria nunca en contra
de su patron. Aparece entre los que asisten al funeral Rendon
Willka, un indio que habia vivido ocho anos en Lima. Este per-
sonaje es importantisimo, ya que Arguedas lo va a presentar
como un simbolo del nuevo indio, astuto e inteligente, sabio y
fuerte. Va a ser el cabecilla de los comuneros y los va a guiar
como un verdadero lider.
El pueblo de San pedro, que habia sido muy rico en minas,
se habia empobrecido a raiz del cierre de estas por el agota-
miento del mineral. Entonces,los vecinos blancos se habian de-
dicado a la agricultura, es decir, a hacer que los indios tra-
bajasen para ellos las tierras de las haciendas. Pero el indio,
naturalmente, no era dueno de nada y pertenecia en cuerpo y alma
a los hacendados. "Cuando las minas de San Pedro se agotaron,
los sefiores que usaban vajilla y hasta bacines de plata, se vieron
en la necesidad de dedicarse exclusivamente a la agricultura y
a la ganaderia." Desde el tiempo de los espanoles, las inmensas
86
tierras habian pertenecido primero a la corona espariola, y
luego, con la independencia, a los descendientes de los en-
comenderos espanoles. La situacion del indio, lejos de mejorar
empeor6, y con la tScita venia de sucesivos gobernantes, los
hacendados llegaron a tener en los indios, o colonos, sir-
vientes vitalicios y gratuitos. Estaba muy arraigada la idea
de que los indigenas eran una "propiedad" que Dios les habia
dado a los blancos. Esta "propiedad" conllevaba tambien una
responsabilidad, la de cuidar a los indios paternalmente como
seres inferiores e incapaces. Asx lo entendian todos los blan-
cos, en especial Bruno, por lo que habia decidido tomar sus
precauciones con sus indios. En efecto, despues del discurso
de su padre, el hacendado habia cambiado completamente, De
degenerado sexual y lujurioso se habia convertido en un ser
purificado y sin ambiciones personales. Toda su intencion y
fuerza estaban concentradas en proteger de la corrupci6n a sus
indios. Y para ello no va a vacilar en matar al que atente
contra ellos. Este personaje estt fuertemente caracterizado
por Arguedas. Don Bruno es un ser atormentado y algo demente.
Se cree un iluminado de Dios, y su idea fija es cuidar la pureza
de sus indios. No esta interesado en el poder, la gloria ni el
dinero. Es el opuesto de su hermano Fermin, quien es ambicioso
y sin escrupulos. Este desea el poder y el dinero, y para ello
no vacila en utilizar a todo el mundo, en especial a los indios,
quienes son para 61 una valiosa herramienta de trabajo que no
87
se puede despreciar, y que, raSs bien, se debe utilizar en
provecho propio.
Arguedas vuelve a una escena retrospectiva al narrar el
episodic de la flagelaci6n de Rendon Willka, ocho anos atrSs,
cuando este habia intentado aprender a leer con los nifios de
la escuela. Habia habido una pelea y el indio habia sido azo-
tado por defender a un pequerio. Rendon se va del pueblo, y
es despedido por los demSs indios con una tonada que tiene un
sabor y tono de venganza futura.
No has de olvidar, hijo mio, jamas has de olvidarte: vas en busca de la sangre, fortalecido; como el gavilan que todo lo mira y cuyo vuelo nadie a l c a n z a . 6
Este Rend6n es el que ahora ha vuelto, alfabetizado y
conocedor de las mafias del bianco. Pertenece a la hacienda de
Bruno y es a §1 precisamente a quien el hacendado encomienda el
cuidado de sus colonos en la mina de su hermano Fermin, ya que
le ha prometido a 6ste cederle 500 indios para que colaboren a
acelerar los trabajos de explotaci6n para llegar a la veta madre de
plata. Bruno no quiere que sus indios se mezclen con los mes-
tizos y demas indios "corrompidos" de la mina. Va a aislarlos,
y para hablarles de ello envia a su capataz para que los retina.
El indio recorre a caballo los caserxos convocando a cabildo.
Toda la noche cabalga, y el amanecer lo sorprende cerca de un
gran nevado. "El sol acababa de salir; no resplandecia en la
^Ibid., p. 64.
38
nieve perpetua del gran nevado; era como una luz que brotara
de la materia de la montana, de su hielo aun suave a esa hora.
Sobre el filo de sus tres cumbres, jugaba una luz rosada. . .
Bruno les anuncia a sus indios que van a ir a trabajar a la mina,
y les ordena que se mantengan apartados de los demas. Les dice
tambien que Rendon va a ser su jefe. Las aves, con sus cantos,
tienen mensajes de aprobaci6n o desagrado ante los actos de
los hombres. Bruno, quien ha vivido mucho tiempo en la sierra,
cree interpreter desfavorablemente el canto de una calandria.
"La solitaria calandria vol6 del pisonay; la luz del nevado son-
reia en sus plumas amarillas y negras que aleteaban en el
aire. . . . Con su canto, . . . lloraban las m&s pequenas flores
y el torrente del rio, . . . atento a todos los ruidos de la
„ 8 tierra".
Fermin tiene una conversacion con Cabrejos, un ingeniero
que trabaja para el al mismo tiempo que en secreto es espxa de
un consorcio extranjero llamado Wisther-Bozart. Este consorcio
intenta apoderarse de la mina de Fermin a base de bloquearle
todo posible credito comercial para la explotaci6n de la misma.
Pretende de esta manera obligarlo a venderles la mina a cam-
bio de un misero diez por ciento de las ganancias. Pero el
minero esta enterado del doble juego de su empleado y lo permite
para sacarle algun provecho. Cabrejos sigue su juego de espla,
y trata de sonsacar a Rendon acerca de los planes de Fermin.
^Tbid., p. 35.
^Ibid., p. 41.
89
Pero halla que el indio es mas listo que el, y Rendon termina
interrogando al propio Cabrejos. Entonces este decide asustar
a los indios de la mina, para lo cual urde un plan terrorista.
Compra a un indio y lo convence para que entre a la mina y emita
ruidos parecidos a una serpiente que los indios Hainan Amaru,
para que estos se asusten y ya no quieran trabajar. Esta de-
tenci6n de la explotacion daria mSs tiempo al consorcio para
lograr sus prop6sitos. El indio que va a entrar en la mina se
despide esa noche de una muchacha del pueblo a quien amaba en
secreto. Su despedida es un canto triste y esperanzado.
Estoy cantando en tu puerta, lirio y eucalipto: quiza mi llanto fuerce tu acero; sangre estoy llorando lirio y eucalipto; quizS mi sombra, dando vueltas, rendida, quizS Asunta, te convenza: mas que las flores, g m&s que la vida eres td.
El plan de Cabrejos falla cuando los indios no se asustan,
y la muerte inutil del indio, sepultado por la dinamita en la
mina, s61o sirve para que Fermin se convenza de que el ingeniero
juega a partida doble. Decide utilizar a Cabrejos un poco mils,
pero le hace ver al mismo tiempo que lo considera el unico cau-
sante de todo. Arguedas presenta en estos dos personajes la
personificacifin del cinismo y la hipocresia de los hombres sin
escrupulos.
^Tbid., p. 126.
90
Poco despues de estos incidentes, los vecinos blancos del
pueblo se reunen para discutir la posible venta de sus tierras
a Fermin. Hay diver's as opiniones, y algunos quieren vender las
al consorcio. Hay una joven que se opone a lo ultimo, ya que
ha sido advertida por Rendon. Arguedas presenta, a traves de
la nota de este, un castellano de indio, lleno de gerundios
y falto de articulos. "Inginiero Cabrejos matando inocente
maestro Gregorio, queriendo para gringos maizal Esmeralda.
Inginiero engafiando don Ricardo, don Fabricio. Don Ambrosio
Branes vendido ya. Defiende pueblo vecinos valiente virgen-
cita nina Asunta".
Fermin estS casado con una mujer blanca de la alta socie-
dad de Lima. Se llama Matilde, y representa en la novela a
esas mujeres que viven en la sierra porque alii estcin sus es-
posos, los hacendados, pero que no conocen a los indios, aunque,
a veces, se sorprendan admir^ndolos por sus cualidades para
ellas completamente desconocidas. Otras veces estas mujeres
s61o ansian irse a la capital. Matilde evita estar presente
en las discusiones de su marido y sale a pasear, encontrSndose
con Rend6n, quien tiene palabras galantes para ella que la sor-
prenden gratamente, ya que no crexa que un indio fuese capaz
de expresarse asi. "Eres flor achank'aray. No conoces
senora. . . . Crece junto a la nieve, pues, en lo alto. El
ojo del hombre no le mancha, ni ojo de pajarito siquiera, pero
10Ibid., p. 151.
91
11
con el viento tiembla, sufre". Mas tarde, los indios del
caserio homenajean a la senora bailando y cantando para ella.
Bruno ha enviado a un mayordomo para que busque a Rend6n
y este le explique lo sucedido en la mina. Una vez mSs,
Arguedas presenta al paisaje como testigo mudo e imparcial de
lo que esta aconteciendo. No quiere establecer una relacion
entre lo que sucede y la naturaleza como en otras oportunida-
des, sino, simplemente, recordar al lector que esta se mantiene
constantemente como observadora y a veces como actriz del drama
que se desarrolla. Hacia calor ya cuando el varayok' lleg6 a la zona de los arboles; no eran grandes, pero abundaban: molles cabezones y olorosos lucumos, cedros cul-tivados y canto de paloma, sobre todo, de calan-drias; de la tuya negro amarilla que limpia el pecho de toda angustia o la ahonda mortalmente cuando se pone a cantar para el mundo desde la mas alta rama de los lucumos y los pisonayes. La sangre siente abrigo, como un sueno dulce en el fondo de estas quebradas, cerca del ruido de los rios grandes, que reciben el agua de todas las nieves, manantiales y lluvias, y corren como caballos blancos o se aquietan como sirenas, se-gun la inclinacion o el remanso del lecho. Corren entre paredes de abismos sonoros, que no apagan, sino que hacen brillar el canto de las aves y el tierno lenguaje de los insectos.12
RendSn reafirma ante Bruno su teoria de la muerte del indio de
la mina, debida a un plan de Cabrejos, y el hacendado renueva
su confianza en el como capataz de sus indios.
Entretanto, los vecinos se quejan de que unos indios de
una comunidad libre estcin comerciando con los de Bruno. De
13Tbid., p. 168.
12Ibid., p. 180.
92
estos vecinos el que mSs se queja es un tal Cisneros, quien
es en esta novela todo un simbolo. El es indio y representa
a todos los indios que han prosperado a base de argucias y que
desean ser tratados como senores.
Odia a los Arag6n porque no posee el senorio de estos ni
su educacion. Desprecia a todos y trata en todo momento de
figurar y atropellar a los demas. Explota a los indios sin
piedad y es muy cruel. Arguedas utiliza el canto de un puku-
puku (pajaro nocturno), cuyo canto es muy triste, para estable-
cer un paralelo con el sufrimiento de esos indios explotados
que sufren en los Andes peruanos:
Cuando por la noche salen a cantar estos puku-pukus, sus nidos se van como helando, mientras ellos emiten esa voz tristisima con la que el colono esclavo y todo hombre sufriente se compara en centenares de huaynos, porque el puku-puku ca,nta de hora en hora, como un pendulo que midiera y ahondara la desolaci6n, alii en el lugar donde es mayor que en ningun otto sitio del mundo: la estepa y las cumbres de los Andes peruanos, donde llegan, a la luz nocturna, palpitando, la superficie de los rios y de los lagos de sangre . . . que guardan desde la primera l&grima humana hasta la ultima, y el llanto de los c6ndores que fueron aban-donados por sus parejas.13
Cuando muere la madre de los Aragon, Cabrejos convence a
los vecinos para que no asistan al entierro, puesto que, segun
dice, los hermanos no tienen ya ningun poder que justifique tal
cortesia. Bruno y Fermin, para humillar a los vecinos, deciden
enterrar a su madre a la usanza india, y entregan el cuerpo a
la comunidad de indios de sus haciendas. Ya en el pante6n,
Bruno encarga a dos indios que canten el mismo harawi de despedida
13Ibid., pp. 209-210.
93
siempre cantado por los indios a sus muertos. "Gusano negro/
adonde vas,/ tan lentamente,/ en silencio,/ sin cansarte,/ bajo
14
el fuego. . Mientras los hermanos salen del panteon, una
vez mas las aves revolotean observando lo que acontece a los
humanos. Frecuentemente Arguedas presenta en esta novela a las
aves como testigos del drama que se desarrolla bajo ellas. Los
hermanos "subian la cuesta; el sol crepuscular doraba todas las
cosas, aun el cuerpo negro de los gavilanes, cuyas plumas bri-
llaban en el cielo, doraba las ramas secas de los arbustos,
que asi, agonizantes,se encendian a esa hora, como si la luz 15
que brotara de ellas no fuera del sol. . El deseo de los
hermanos de humillar a los vecinos se muestra claramente; estos
se alborotan y escandalizan cuando el sacrist&n de la iglesia,
subido en la torre, anuncia en quechua: La gran senora dona Rosario Iturbide de Arag6n
de Peralta, que en paz descansa bajo la tierra, ha sido entregada por sus hijos a la comunidad de La-huaymarca. Ella, como las campanas lo han anunciado, es ya muerta india, no gran senora. Los indios estcln bebiendo en este momento la copa de la despedida. Nin-gun vecino podra arrodillarse ante su tumba. Que un lirio brote de ella y suba hasta los cielos.16
El viejo don Andres le habla cedido, verbalmente, a su
sirviente Anto parte del maizal "La Esmeralda". Fermin quiere
quitarselo y darle otro, pero el indio no acepta. El hacendado
trata de intimidarlo pero no logra nada. Mas bien, admirado
por el temple del indigena, le dice que se quede con las tierras,
14lbid., p. 217.
15Ibid., p. 219.
16Ibid.. d. 221.
94
Arguedas presenta, a traves de las ideas del minero Fermin,
las de muchos capitalistas peruanos, que no creen que el indio
sea igual a ellos, pero que quieren aprovechar el tes6n y
constancia en el trabajo del indigena. Tienen estos senores
un patriotismo muy particular; luchan contra la dominaci6n
economica extranjera, pero abogando por un estrecho control
del indigena, el cual sigue siendo para ellos un instrumento
de enriquecimiento y no un ser humano. Fermin expresa, conver-
sando con un amigo, las tradicionales ideas de la superioridad
blanca:
Este pais merece ser grande, puede serlo. Unica-mente el capitalismo lo conseguirS; necesitamos la satisfaccion de nuestras ambiciones y no ser nada mts que gusanos que engordan al monstruo ex-tranjero. Ese monstruo debe respetar nuestras am-biciones a cambio de que nosotros respetemos las de el. Ahora no toma ni quiere tomarnos en cuenta como a socios sino como a sirvientes, como a pongos. El Peru da verguenza: indios idolatras; analfabetos, de ternura salvaje y despreciable, gente que habla una lengua que no sirve para expresar el raciocinio sino unicamente el llanto o el amor inferior. . . . Dios cre6 al hombre desigual en facultades, Eso no tiene remedio. Hay que respetar y perfeccionar la obra de Dios. La desigualdad como motor de lucha y de ascenso. . . .17
Fermin despide a Cabrejos, ya que 6ste no le sirve mts
y es demasiado negativo para la mina. El minero piensa en la
forma de conseguir dinero para evitar perder la mina. Doble-
gando su orgullo de gran sefior va a pedirle un prestamo a
Cisneros, el indio hacendado, quien no encuentra mejor ocasi6n
que esta para vengarse de el negandole su ayuda. Posterior-
mente tratara de vengarse de Bruno tambien cuando Sste visita
17 T-U4 A oxa
95
a los vecinos de Paraybamba, sus protegidos, quienes los reci-
ben, entre temerosos y alegres. Una joven le obsequia un ramo
de hierbas "que tenian un perfume etereo, suavisimo, que trans-
18
mitia, sin embargo, la esencia de la tierra". El hacendado
convoca a cabildo y reune a los viejos para que desentierren
las varas de mando y elijan, alii mismo, a sus autoridades.
Habia entre los indios varios espias de Cisneros que impedian
la union de los demas y actuaban como mandones a base de vio-
lencia y amenazas. Estos indios son encarcelados por las nuevas
autoridades, y Bruno arenga al pueblo a no dejarse intimidar
por Cisneros. Este llega en ese momento, y porque no es salu-
dado como gran senor azota al alcalde recien elegido quien
decide castrarlo en castigo. Cisneros, hombre cruel en extremo,
llora desconsoladamente cuando matan a su mula con dinamita.
Los indios cantan ironicamente al verlo llorar: "Nos dicen que
su madre llorara/ por este hombre de corazon helado./ jOh madre! ]q
no entristezcas; tu no fuiste quien hel6 su corazon. . .".
Bruno intercede por Cisneros, y en vez de ser castrado se le
humilla abandon&ndolo desnudo en el monte. Este hecho va a
ser la causa de la tragedia por venir.
Por fin las excavaciones de la mina llegan a culminar
cuando los obreros descubren el manto de plata. Hay excitacion
general, y Fermln proyecta organizar una celebracion. Pero ya
se rumorea que la mina es en realidad del consorcio, que el 18Ibid., p. 260.
^Ibid., p . 280 .
96
minero sdlo va a recibir una migaja de los millones, y los
trabajadores tan solo centavos. El clima de violencia sigue
creciendo cuando Bruno es llamado donde el subprefecto para
responder a una denuncia de Cisneros levantada contra $1 por
el episodio de Paraybamba. Pero el subprefecto no se atreve
a detener a Bruno; mientras tanto su hermano Fermin se enfrenta
al juez de la provincia, quien ya ha sido comprado tambien
por Cabrejos. Fermin va a Lima para pelear el asunto de la
mina, pero alii se convence de que el consorcio ha comprado
desde el presidente hasta los ministros, senadores y dem&s
autoridades politicas, ademSs de a todos los abogados de la
regi6n de San Pedro.
Detr£s del tema, Arguedas estci presentando un cuadro del
Peru feudal en pleno siglo XX, en el que autoridades, abogados
y jueces se venden al mejor postor y sirven a los poderosos.
Es un cuadro verdaderamente patetico de corrupcion administra-
tiva y gubernamental. El Arguedas que llora al comp&s de la
desgracia de los indios peruanos llora tambien por el subde-
sarrollo de su patria, otrora grande, y luego vendida por sus
mismos gobernantes. Pero esta protesta del autor no es un gesto
melodramatico, sino un documento real y convincente de los muchos
que se podrlan citar sobre la tragedia de este pais.
A raxz de la denuncia del vengativo indio Cisneros, se ha
destacado un grupo de policias para acabar con los "sediciosos"
que alborotan la region. El autor, con claras intenciones dra-
maticas, pinta. a los guardias como individuos que desprecian
97
al indio 7 que quieren matar unos cuantos aunque no encuentren
motivos. Van a la hacienda de Paraybamba para intimidarlos pero
estos los ignoran, mientras siguen cantando y trabajando en el
campo. "La golondrina agita sus alas/pero no tanto como td,/
mozo hombre./ El pez, aguja de plata, cruza el agua/ en el lago
20
y en el rio,/ pero no tanto como tu/ mozo hombre". Los guardias
tenian orden de capturar al indio que habia dinamitado la mula
de Cisneros. Este se entrega sin resistencia, evitando una
matanza y aconsejado por el astuto Rend6n, el cual le dice que
cuando lo lleven a Lima aprenda a leer y a escribir, que obser-
ve a los politicos, pero que no los siga. "En la c£rcel se
aprende mucho. Alii hay escuela. Hay que oir a los politicos.
El mundo es grande. Pero no hay que seguir lo que dicen los
politicos: segun nuestra conciencia hay que aprender lo que en-
21
senan". Los alcaldes indios son apresados tambiSn por la
acusacion de Cisneros. Cuando estos llegan al pueblo hay un
incidente en el que una mestiza muere de un balazo y un tenien-
te de la policia pierde un ojo. Hay discusiones entre Bruno y
el juez que no llegan a mayores consecuencias, ya que, a pesar
de todo, los Arag6n seguian siendo los senores de la regi6n.
Pero Cisneros no cesa en sus reclamos, y mSs tropa va a ser
enviada, al exagerar los diarios de la capital el incidente.
La situacion se iba planteando cada vez m&s critica para
los vecinos blancos de San Pedro. Estos, empobrecidos ya, iban
a tener que ponerse a trabajar los campos ellos mismos, o mudarse 20Ibid., p. 306.
98
a la costa. La ironia del hecho es que los vecinos nunca les
habian pagado a los indios por su trabajo, y ahora se quejaban
de que fueran atraidos por la miiia. En Lima, los grandes del
consorcio comentaban el exito de Cabrejos, abogando por crear
un poco m<ls de violencia en San Pedro para que esto favoreciese
los propositos de la compania de desprestigiar y arruinar a los
Arag6n. La violencia crece, y por largas paginas de la novela
Arguedas olvida el mundo magico y poetico del paisaje andino,
ya que la accion se desarrolla en Lima, ciudad de eternas nubes
grises que deprimen el alma de quien estli acostumbrado a ver
el sol todos los dias. Fermin, al convencerse de que est& lu-
chando por una causa perdida, se decide a hacer la lucha a su
modo al "monstruo" extranjero. Quiere transformar la atrasada
regi6n de San Pedro, y tiene grandes planes que confia a un amigo
en Lima.
Tengo todavia una gran hacienda de vieja alfalfa, sembrada hace treinta afios. La modernizar§. Lle-vare ganado fino. Comprare otras haciendas. Si Bruno me vendiera la suya podria criar unas cuatro o cinco mil cabezas de ganado fino. . . . Yo podria cubrir de alfalfa y de pastos selectos unas diez mil fanegadas de esa hacienda en poco tiempo. Sembrarfa trigo, del mejor, en otras mil fanegadas, e instala-ria un gran molino hidrjaulico. 22
Mientras tanto, varios vecinos del pueblo, residentes en Lima,
organizan una reuniSn para comentar los sucesos acaecidos en
San Pedro. Los que se reunen son en su mayorla mujeres, pero
los tent&culos de la gran compania llegan hasta alii, y todos
los sampedrinos son arrestados "por perturbar el orden y por
comunistas".
99
Ls destrucci6n de San Pedro se avecina. La compania se
dispone a expropiar el fundo "La Esmeralda", donde Anto ha pro-
metido morir antes que ser desalojado. La expropiacidn va a
ser acompanada. por la toma de posesiSn del suministro de agua
del pueblo. La compania va a controlar el agua de riego de
las haciendas. Acci6n y autor vuelven a la sierra, cuando los
indios contemplan, junto con los vecinos, el paso de la maqui-
naria pesada de la compania minera. Los camiones desfilaban
cargados por la plaza de armas, mientras en ella,
los arbolitos jugaban con el aire, deshojados por los ninos, con sus brazos heridos o delgados en esa inmensa plaza que merecia un eucalipto senorial o una £ila de sauces. El cielo limpio hacxa resaltar el vuelo de varios gavilanes que bajaban hasta la cupula de la torre y volvian a subir, como si bus-caran algo y nada encontraran. La montana sagrada de los indios, el 'Apukintu', ya rala de flores de kantuta en sus faldas, aparecia moteada de espacios negros, de vacios donde la yerba habia sido aniqui-lada. . . .23
Los vecinos del pueblo se retinen con los alcaldes indios
y establecen una alianza y pacto, por los cuales piensan morir
antes que entregar sus tierras a. la compania. Envian al alcalde
del pueblo a notificar esto al nuevo subprefecto, Llerena, que
se acerca con la tropa. Este subprefecto, un personaje impor-
tante enlanovela, es unex-convicto y hampon profesional y sin
escrupulos, nombrado de propdsito para "controlar" la situaci6n
de la regi6n. La tropa llega al pueblo y un viejo indefenso
muere por orden de Llerena. Todo el pueblo, indios y blancos,
25Ibid., p. 369.
100
se enfrenta a la tropa. Arguedas crea un paralelo entre el
momento de suma violencia que se vive y la violencia que se
suscita en el cielo del pueblo cuando un c6ndor, que vuela
majestuosamente con sus grandes alas extendidas, es atacado
por varios gavilanes.
Los pocos gavilanes rodearon al c6ndor y em-pezaron a acosarlo. Se lanzaban contra el gigante y lo picoteaban. El dio unas vueltas a poca altura, tranquilo, 'sin rabia', arrastrando su gran sombra sobre la tierra, y fue elevSndose despues. Movi6 la cabeza para mirar a todas partes. Los gavilanes se quedaron en la gran altura, no pudieron alcan-zarlo y volvieron al pueblo, filudos pero enpequene-cidos.24
Esta falta de "rabia" va a ser indicada continuamente por el
autor como un slmbolo de la actitud del indio, de pasiones
controladas, que contrasta con la manera de ser del bianco, desen-
frenado y sin dominio de si mismo.
Los vecinos deciden quemar la iglesia del pueblo e irse
lejos, desbandados. Mientras tanto, Cabrejos ha sido asesinado
y Bruno comparece ante el nuevo juez acusado de soliviantar a
los indios y de comunista disfrazado de catSlico acerrimo. Al
llegar Bruno al pueblo, contempla la iglesia quemada. Rend6n
lo acompafia, e indio y senor lloran a su modo. La desolaciSn
es completa en la plaza, pero Bruno inicia la resurrecciSn del
pueblo cuando ordena a Rend6n que haga sonar las campanas de
la derruida iglesia. En ese mismo instante "los negros muros
del templo se animaron, los caldos arbustos del centro de la
24Tbid., p. 380.
101
plaza empezaron a moverse. Un golpe fortisimo de la campana
pequena penetr6; corao un rayo en la conciencia del hacendado,
le cubrio de oro. El ya negro Apukintu tom6 contacto con el
sol".25
Cisneros decide entrevistarse con el mievo subprefecto
para tramar mayores atropellos; discuten y el indio hacendado
insulta a la autoridad. Pero el nuevo ingeniero de la mina,
Velasco, ordena el arresto del hamp6n Llerena por orden del
gobierno. A1 mismo tiempo, los vecinos reunidos con Bruno
deciden quedarse en el pueblo y reconstruir la iglesia. Los
indios de la vecindad se han desbandado y han huido, llegando
a un pequeno pueblito, donde cantan en una capillita:
Dios santo, santo, santo: la culebra con veneno, sin veneno, te adora, el pez del rlo juega como luz, el gusano se arrastra tranquilo, el picaflor temblando arde, la paja de la helada pampa llora, Dios santo, santo, santo; por Ti vienen.26
En esta parte de la novela Arguedas presenta uno de los m&s
bellos harawis indigenas, una canci6n que muestra la desolaci6n
y tristeza de estos indios desbandados ysin hogar:
iAdonde vas paloma ciega, adonde vas si ya es de noche? Pon tus frxos pies en mi pecho, tu alas descansa, sobre el latido del corazSn. Bebe mi sangre paloma ciega, bebe mis lagrimas. El hielo de tus pies se har& fuego, tu cansancio acabarli.
25lbid., p. 409.
102
Volaras dulce, tranquila, por montes y lagos mirando. Tus ojos ciegos en mi mano quedarSn. Mis ojos llevaras en los tuyos; yo quedare a oscuras, a tientas siguiendo tu vida. ~7 Nunca mcis feliz que en la luz.
Mientras algunos indios van regresando al pueblo, Bruno
se entrevista con un ingeniero que ha renunciado al consorcio
y quiere ayudar a los indios. Este es un joven de apellido
ilustre que representa para Arguedas esas excepciones que a
veces se encuentran de gente acomodada que renuncia a todo por
servir un ideal.
La destrucci6n sistem&tica de la regi6n continua, y la ten-
si6n aumenta cuando los buld6zers se acercan a las tierras de
Anto, quien se niega a salir y a vender. Se queda alii y mata
a un capataz. Se da la orden de arrasar la casa, pero Anto vuela
las maquinas y a si mismo con dinamita. Por otro lado, Bruno,
convertido en Sngel vengador y justiciero, va donde un vecino
cruel explotador de los indios y, sin ningfin miramiento, lo
enjuicia y sentencia sumariamente y alii mismo lo mata de un
balazo. Luego se dirige donde su hermano Fermin e intenta hacer
lo mismo, pero s61o lo hiere en las piernas. Cuando el atormen-
tado y demente Bruno regresa de su misi6n vengativa, va repi-
tiendo mentalmente una oracifin que le habia escuchado a un indio.
Senor: dame tu cuerpo, Senor, un poco de agua para mi sed, un trozo de pan para mi hambre; un rayo de los Angeles para mi conciencia pecadora, para
27lbid., p. 422.
103
iluminar la lobreguez del camino. Soy triste, soy miserable, soy indigno Senor. . . . Perdon -o para tu huerfano, perd6n, perdSn, perddn. , . .
Fermin es llevado a Lima para ser operado, y Bruno es en-
carcelado por matar al vecino. Mientras tanto, llega mSs tropa
que tiene por consigna "acabar con los insurrectos". Se busca
a Rend6n Willka, sindicado como el cabecilla. Se intenta dar
un escarmiento con una cl&sica matanza de indios, pero Rend6n
les ordena a estos que no hagan nada y que se dispongan a morir
en el sitio de trabajo asignado a cada cual. "Todas las sangres"
seran derramadas antes que entregar las tierras y doblegarse
ante las arbitrarias disposiciones del gobierno. Arguedas ha
pluralizado la palabra sangre para denotar, atin mds, la forma
de ese castellano influenciado por el quechua. En efecto, esta
lengua tiende a la pluralizaci6n, y aunque en castellano se dice
"toda la sangre", el autor ha escogido la pluralidad quechua
para el titulo de la novela, lo cual no es algo fortuito sino
intencional.
Vicenta, la mestiza conviviente de Bruno, ha tenido un Mjo,
y teme por su vida cuando lleguen los guardias. Rend6n, nombrado
por Bruno como protector de su mujer e hijo y albacea de todos
sus bienes, le dice a esta que se vaya a algun pueblo lejano a
esconderse, y que esto sea un absoluto secreto. La mestiza
lanza un sollozo de despedida a la hacienda donde habla vivido.
--jPisonay!--dijo conteniendo las lagrimas--. Arbol de mi hacienda, Srbol de mi esposo, que ahora est& tranquilo en la carcel; irbol de mi hijo, ctrbol de
104
de mi. iTu lloras sangre, cada ano1 Llamear&s por siempre en mi memoria, bajo mi pecho, en las corrientes de mis venas. Arbol de Dios y del rio grande: cuida a Rendon Willka.29
Los guardias venian decididos a matar. Primero encuentran
a los hombres trabajando y no logran asustarlos con disparos al
aire. Entonces deciden matar a una india y a su hijo para ame-
drentar a Rend6n. La naturaleza llora ante el asesinato. "Las
flores del pisonay fueron arrastradas por el viento. Y todos
vieron que eran opacas y sedosas junto al color de la sangre,
de esa mujer con hijos. El &rbol cabece6 con el viento; y el,
si, agitcindose, solo, en el patio inmenso, lloro largo rato.
Todos lo vieron hacer caer sus flores calientes sobre el empe-
30
drado y despacharlas, rodando, hacia los dos muertos".
El oficial se apresta a hacer fusilar a Rend6n, quien ya
ha nombrado a su sucesor en esa lucha que los indios han enta-
blado con la estructura de la sociedad. Rend6n, "sin rabia",
tiene unas ultimas palabras que son como un resumen del es-
piritu del indio nuevo que Arguedas presenta en esta novela,
un indio digno, que no se va a humillar ni a rebajar por mis , tiempo ante nadie.
--iCapit&n! jSenor ca.pit&n! --dijo en quechua Rendon Willka--Aqul, ahora, en estos pueblos y ha-ciendas, los grandes arboles no mcLs lloran. Los fusiles no van a apagar al sol, ni secar los rios, ni menos quitar la vida a todos los indios. Siga fusilando. Nosotros no tenemos armas de f&brica, que no valen. Nuestro coraz6n est§ de fuego. . . . El pisonay llora; derramar& sus flores por la eter-nidad de la eternidad, creciendo. Ahora de pena,
29Ibid., p. 466.
105
manana de alegria. El fusil de fabrica es sordo, es como palo; no entiende. Somos hombres que ya hemos de vivir eternamente. Si quieres, si te provoca, dame la muertecita, la pequena muerte, capit£n.31
En el mismo momenta que Rend6n era fusilado, se "escucho un
sonido de grandes torrentes que sacudian el subsuelo, como que
32
si las montanas empezaran a caminar". Y este ruido m&gico,
subterr&neo, que era un simbolo de cambios, revoluciones y
efervescencia politica en todo el pais, era escuchado por todos
los actores, de uno y otro bando, del sangriento drama que aca-
baba de culminar.
En esta novela, Arguedas ha abarcado un tema muy complejo
e importante. El Peru feudal que tiene que cambiar hacia un
pais progresista esta pintado fielmente, si bien el indio es,
una vez m&s, el heroe de la novela. "Los poemas quechuas y las
oraciones puestas en boca de Bruno . . . hacen de la novela una
obra de gran literatura, donde la prosa y la poesia se confunden 33
en un mundo de sufrimiento y de combate, de sangre y muerte. .
Se puede observar que Arguedas se ha sumido en una trama vio-
lenta de luchas personales y colectivas que ha hecho dificil,
aun para el mismo, conservar la misma intensidad poetica que
logr6 en las otras novelas estudiadas. "In spite of some meta-
physical concerns, Arguedas, in this novel, recalls older
treatments of the theme as opposed to the animistic, magic ones 51Ibid.
52Ibid.
33 Tamayo Vargas, op. cit., p. 1115.
106
of some of his earlier novels" . Pero no es que Arguedas haya
olvidado en esta novela la poesra del paisaje andino, ya que
este es, continuamente, testigo del drama sangriento. Lo que
sucede en realidad es que la violencia de los acontecimientos
no deja que esa naturaleza aparezca claramente. Si bien el
narrador est& siempre presentando su punto de vista en tercera
persona, este logra una pintura muy clara y vivida de sus per-
sonajes a traves de ditlogos y monologos interiores.
Arguedas, desde que escribiS Agua, se lanz6 a una raisi6n
social de denuncia que culminaria en Todas las sangres: "Todas
35
las sangres is the completion of Arguedas' social mission".
Pero esta plenitud de su proposito ha necesitado de algun sacri-
ficio lirico por parte del autor. El ha buscado en esta ultima
novela soluciones a la tragedia de su patria. "To emphasize
his intent, Arguedas suppresses the intimate, nostalgic air
of past works. The novel is explicit and penetrating. . . . A
beautiful melody is universally inspiring, even if only the
musician grasps the beauty in the mechanics of the orchestra-•7 £
tion". A pesar, pues, de la carga humana y pasional de esta
novela, esta exploraciSn poetica no es un rezago romlintico ni
37 una posici6n anacronicamente indigenista. Se puede decir que
toda la obra de Arguedas es "una antropologxa poetica que se
38 resuelve en poesia".
"^Kessel Schwartz, "Themes, Trends, and Textures: The 1960's and the Spanish American Novel", Hispariia, LV (December, 1972), 823.
7 r 7
Rodriguez Peralta, op. cit., p. 227. Ibid., p. 228.
CAPITULO VI
CONCLUSIONES
Las conclusiones que se pueden sacar de esta tesis podrian
dividirse en generales y particulares. Las generales pueden
deducirse de la lectura general del trabajo, y las particulares
de cada novela estudiada. La primera conclusidn general se
refiere al tltulo de la tesis. Se pretendia probar que en las
novelas de Arguedas se encuentra un lirismo indigena que est£
expresado a traves de canciones de los indios como los harawis
y los huaynosTambien se afirmaba que dicho lirismo se referia
no solo a los indios sino al propio Arguedas, lo cual se ha com-
probado asimismo a traves de las multiples y sentidas descrip-
ciones del paisaje que este ofrece al lector en sus obras. La
letra de dichas canciones indigenas revela la poesia que inunda
el alma de esta raza, y a traves de las descripciones de la
naturaleza, Arguedas logra su dificil cometido de expresarse
liricamente en prosa.
Pero se trataba de presentar, asimismo, otro importantisimo
logro de Arguedas. Este era la invenci6n de un sistema lingliis-
tico para lograr un mayor impacto realista y veraz cuando sus
personajes indios se expresaban en sus novelas. A traves de
la lectura de las citas en estas tres novelas estudiadas, el
lector puede observar el proceso que Arguedas siguio en una
108
busqueda constante de perfeccionamiento de su creaciSn linguis-
tica. Desde los. vacilantes pasos de Agua- en 1935, hasta su
culminaciSn en 1958 con su obra cumbre' Los' rlos profuridos, este
lenguaje pas6 por pulimentos y perfeccionamientos continuos.
Yawar fiesta esta comprendido en este proceso. El mismo autor
dice: "Yawar fiesta esta comprendido aun en el estilo de Agua.
Cinco afios luche por desgarrar los quechuismos y convertir al
castellano literario en el instrumento unico".^ Y luego afir-
mar& que "en la novela Los rios profundos este proceso ha con-
2
cluido". En Todas las sangres este lenguaje ya habr<i llegado
a su madurez, y el autor lo usara constantemente en boca de los
indios en sus di&logos y argumentos verbales en lo que serli un
complicado y violento devenir de sucesos en una trama ambiciosa
y de clara y manifiesta intenci6n socializante.
Despues de conocer obra y autor a traves de esta tesis,
se puede hablar de un topico que han tratado crlticos literarios
que, de una u otra manera, se han ocupado de Arguedas. En efecto,
estos criticos han sido muchas veces demasiado rlpidos y super-
ficiales para catalogar al autor. La tendencia general ha sido
la de considerarlo como un indigenista m<ls. Otros han visto
en el una idealizacion del indio que los ha llevado a incluirlo
entre los indianistas. No ha faltado quien haya creido que
el sentimiento que se encuentra en la obra arguediana lo pone
a este en el grupo de los rom^nticos. Pero lo cierto es que
"'"Arguedas, "La novela y el problema", p. 16.
2Ibid., p. 17.
109
resulta demasiado arbitrario tratar de clasificar a un escritor
en algfin grupo o escuela literaria solaraente porque hay que
hacerlo de acuerdo a la "tradici6n" de los criticos e histo-
riadores literarios. Arguedas resulta un caso unico quizi,
ya que su realismo, el descarnado naturalismo y violencia de
sus temas y descripciones y la mesura de su protesta social que
nunca adquiere car&cter y tono propagandisticos, lo descartan
de toda posible clasificacion dentro de cualquiera de las es-
cuelas antes mencionadas. El estS solo en su posiciSn de
interprete del mundo indigena, como solo est& siempre el per-
sonaje que el cre6, Ernesto, el joven a traves del cual Arguedas
salto a la vida en sus cuentos y novelas. No solamente no ha
habido ningun escritor que haya igualado a Arguedas en el len-
guaje que cre6, sino que nadie como el ha logrado pintar tan
£iel y bellamente al indigena y la naturaleza en la cual vive.
Refiriendose a cada novela en particular, las conclusiones
que de ellas se deducen son diversas, como es diversa la epoca
en que fueron escritas. Yawar fiesta presenta al indio como
un todo. "Casi no hay nombres de indios en Yawar fiesta. Se
relata la historia de varias hazanas de los cuatro barrios de
Puquio; se intenta exhibir el alma de la comunidad, lo Ificido
y lo oscuro de su ser. . Esta comunidad lucha contra el
bianco, que no es un degenerado brutal al estilo indigenista,
sino un ser que no comprende a los indxgenas, y que, m&s bien,
5Ibid., p. 12.
I
110
de tanto vivir con ellos se ha vuelto algo indio. Esto se ve
en la actitud del alcalde bianco al final de la novela cuando
le dice al subprefecto: "--iVe usted, senor subprefecto?, estas
son nuestras c o r r i d a s " N o dice sus corridas sino nuestras,
ya que el como los demas blancos se siente indio en muchos as-
pectos. Esta actitud del bianco es extrana a los escritores
indigenistas, quienes de prop6sito presentan un bianco malo
ciento por ciento. Una prueba del proceso de desarrollo del
lenguaje arguediario se encuentra en la cantidad de quechuismos
incorporados por el autor al texto de Yawar fiesta. En esa epoca,
a Arguedas le parecia que no podia prescindir de las palabras
en quechua. La mayoria de ellas tiene una traduccion o una
nota al pie, pero dificultan algo la fluidez de la lectura,
razon por la cual el autor va a ir omitiendolas poco a poco en
sus posteriores relatos.
Los rlos profundos ha logrado el exito obtenido debido
a que es un documento veridico y personal que impacta por su
sencillez y calor humano. La primera conclusi6n que se puede
sacar del estudio de esta novela es que ella presenta fielmente
al Arguedas de catorce anos en el internado religioso. Es f§cil
deducir que la obra es autobiogrdfica completamente, pero la
profundidad de las reflexiones de Ernesto, el protagonista
adolescente, es explicable ya que el que realmente se formula
dichas reflexiones es el propio Arguedas, rememorando ese epi-
sodio de su vida muchos anos atr&s. Otra deducci6n que se
^Arguedas, Yawar fiesta, p. 136.
n:
rescata de esta obra es el caracter retraido de Arguedas, por
el cual buscaba aislarse a traves de su protagonista en un
drama que por su calor humano ha merecido traspasar las fron-
teras nacionales y hacerse universal, siendo considerada
untnimemente como una obra literaria grandiosa y muy completa.
Realmente, son pHlidos los adjetivos para mostrar toda la grandeza de esta novela, la gran novela del indio latinoamericano: indios que son seres de carne y hueso, no mitos, seres encarni-zados en unas coordenadas-coyunturas socio-sico-l6gicas que les explican, les dan validez, realismo. El indio no es algo estatico, el indio vive en una determinada sociedad, y para expresar sus problemas, Arguedas traduce su propio idioma al castellano, con-servando del quechua todos sus valores, procurando respetar la belleza potencial de este lenguaje des-conocido para nosotros, traducirlo y ofrecerlo de forma admirable en una novela que es para mi una _ de las mejores de la literatura de nuestros dlas,
Sobre Todas las sangres hay que decir, a manera de conclu-
si6n, que Arguedas quiso presentar un tema complejo en el que ,
debido a su violencia, no iba a haber cabida muchas veces para
descripciones liricas del paisaje. Sin embargo, ese lirismo
esti palpitante en las aves, cerros y rios que son testigos
del drama. Ellos van a estar presentes siempre, indirecta pero
constantemente, viendo y juzgando los actos de los personajes.
Ya que Arguedas se calificaba a si mismo como un denunciante
de la realidad indigena,^ tenia una mision social que cumplir
7
hasta el fin. Su culminaci6n fue Todas las sangres. Pero
^Sorel, op. cit., p. 723.
^Arguedas, "Epilogo", eri EI zorro de arriba yel zorro de abajo, p. 290.
7 Rodriguez Peralta, op. cit., p. 227.
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para poder hacerlo tuvo que sacrificar su deseo de poetizar y
cantar a la naturaleza. El etn6logo y folklorologo era tambien
un profundo antrop6logo; por eso se ha dicho que "la obra de
8
Arguedas es una antropologia profunda que se resuelve en poesia".
La conclusi6n final es que Arguedas ha presentado en estas
novelas estudiadas al indio andino en un retrato fiel, expre-
sivo y realista. Ha hecho que el indio hable en ese lenguaje
especial, producto del bilingiiismo, y exprese su alma poetica
y sencilla a traves de sus canciones, transcurriendo todas esas
historias narradas en un ambiente pintado por Arguedas con amor,
con conocimiento profundo y con anoranza.
8 Ortega, op. cit., p. 79.
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