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,UNIVERSIDAD DE HISTORIA DOCUMENTAL DE MIS Capítulo XII: El año de 1921 Primera parte N OTA ADICIONAL AL CAPÍTULO x: A propósito de Las aventuras de Pán- , filo que publiqué en 1920 -Iibríto que está a punto de reeditarse en los cua- dernos de La Flecha, N9 1, bajo los aus- picios del Colegio ele México-- Artemio de \ alle-Arizpe acaba de señalarme este pasaje de "Azorín" : "La más extraordinaria película de fanta- ,ia que conozco se titula Las aventn'ras de f'anfila, Su autor es" , Lope de Vega, No se ,ohresalte el lector, Se trata del cuento de espantos que Lope narra en lil púegrina rn ,ní patria" Hay \Ina edición separada, :no- r1cl'lla -con curiosas ilustraciones- de la que ha cuidado Alfonso Reyes" ," (El Ci1le y 1'1 .lIlOlltellto, "Cine de fantasía", Madrid, Bi- ¡.lioteca Nueva, 1953), "Awrín" se extiende después en consi- deraciones sobre lo que debe durar una película de fantasía, 1, E.'t;j)1icac-ioncs previas En México había asumido la presiden- cia el general Obregón, Como para com- pensarme del largo abandono, el 21 enero le 1921 fui ascendido a Primer Se- ,cretario de nuestra Legación en España, 1'oco después. don Juan Sánchez Azcona regresó a México, Le na imposible per- manecer en Madrid como Flnbaiador, al frente de una Legación (ni siquiera E/1/.- 1miada) no reconocido regularmente. Tampcco pudo trasladarse a Viena, como a proyectarse, por su decidida acti- tud de francófilo durante la guerra de 1914-1918. Aún no cicatrizaban las heri- das, Acompañé a don Juan hasta Santander, donde embarcó para México, y aproveché la ocasión para visitar la Biblioteca Me- néndez y Pela yo, que .de," toniar bajo su cuida40 Miguel Artigas. Pedí 'a éste que si encontraba allí, como ú'a se- g:uro, ciertos'documentos y cartas gongo- rinos de que yo tel)ía noticia, no dejara de comunicármelo. para al instante regresar y continuar'" mis investigaciones sobre '.'nuestro don Luis". Artigas, en efecto, dio con algunos papeles de Góngora,'pel:o ,prefirió hacer algo mejor, que fueescri- bir él mísmo la biografía y estudio sobr'e Góngor;¡, (1925), libro muy bien venido :Y que fue premiaelo por la Academia Es- :pañola. N o ei'a hombre de intuidones cri- ticas ni ele sensibilidad poética, pero si un erpelito a earta cabal. que dominaba sus :métodos y sus disciplinas. De aquí el vu- lar de 'su obra. , Volví, pues, u Madrid y me hice cargo de nuestra Legacióil. Ya he contado antes tjúe doil Elist'o Arredando m6 había de. \uelto lJ1i El l111íful'llll' de Se- -g:lÍl1di> Secrt'\ario ql1en)e 'nlaítdé ;haceí' d 'añade 1914(L'c Pavillo'/'t 'de )', además, que'· ;daba l11ut¡1 por el ascenso, pues ya 'las sígniasno correspondían a mi 'nuevo gra- do. 'Aún JlO aprendía yo la suprema ele- gancia el\'! qpe 119S h;:\bí;:\ déldo ejemplQdOll LIBROS Por Alfomo ,REYES Alfonso Reyes, en el antiguo I\niforme de Primer Secretario 13ernardo cle Cólugan, ministro ele España en México durante los últimos años de llodirio Diaz, que tlSÓ toda su carrera el uniforme de agregado con que la comen- zó. Luis Urbina, sucesor cle Nervo en tiempos de Arreciando, me vendió enton- ces su preciosa capa italiana y su uni for- me, que fue fácilmente adaptado .1 mis medidas. Nuestra frecuentación eril cons- tante, y nuestra amistad nunca se alteró. Véase el precioso soneto con el cual me envió un gato para mi hijo (29 de sep- tiembre de 1921), en mi "Recordación de Urbina", (Pasado inmedia,to) yen Corte- sía, págs. 37-38. J ean Camp tradujo al francés 'este soneto en su antología La Guirlande Espagnole, México, 1947. Es todavía más expresivo el soneto en me dice: "Hermano, muchas gracias", el" 25 ele enero <k 1924 ( Cortesía, págs. 42- 43). Don Jüan Sánchez Azcon'a me había dicho, como despedida: "No dar un paso para la reanudación del trato diplomático entre ambos países". No lo entendía yd así, y al instante me dirigí por carta al Ingeniero don Alberto J. Pan¡) secretúlo de Relaciones Exteriores, recordándole que yo llevaba años de y¡vír en España, que conoCÍa ala gente y que podría, a ser necesario. procurar el reconocimiento (Id gobi('rno l11ex1l'ano po,: parte llto1 Mi- tic Estauo pañol. Mi carta se 'cruzó COIl UI1 mensaje ciírado etl don Albe¡·to me encargaba precisamenfe 'que así lo hiciera, "ácudieildo a medios que yo considerara dignos y oportunos". El 'ministro de Estado, el marqués de Lema, escuchaba los consejos ele su sue- gro don Joaquín Sánchez de Toca. Me dirigí a éste; le expliqué cómo la interrup- ción de relaciones había sido, casi, ,efecto de un azar y más bien provocada por la violenta salida de don Eliseo Arredóndo. Eran aún los terribles tiempos en que los españoles residentes en México sufrían. como los mexicanos mismos, las conse- cuencias de la revolución. porque automá- ticamente se mezclaban en nuestros asun- tos. No me costó ningún trabajo hacerlo convenir en que las muchas y g'raves cues- tiones entre los dos países sólo podían estudiarse y concertarse después de resta- hlecer la conversación de los gobiernos. Me ofreció hablar con su yerno. Lema me mandó llamar a los pocos días, y todavía tuvo la largueza de aceptar que España diera el primer paso. pues aceptó sin ti- tubear mi proposición. "Lo mejor -le había dicho yo- es que el gobierno es- paT;ol piela al mexicano el aqrément para un ministro de ESl)aña, puest,) que aouella Legación está acéfala y clausurada." A mediados de abril, 1921, se ataron nueva- mente los lazos, y México lo comunicó así a sus agentes el dla 18. Yo había sido desil!nauo Encargado de N eg'ocios ad.-int, de México en España el 10 de febrero de 1921. y conservé esa ca- tegoría hasta ag-osto del pr-Jpio año -pa- réntesis del ministro Alessio Robles en (IUe reasumí las funciones de Primer Se- cretario-. para lIuevamente empuñar la jefatura de la misión a la salida de éste. enero de 1922, y sólo uejarla en 1924'. euanuo fui llamado a México, vencido el levantamiento de De la Huerta. Los asuntos eran arduos. Nadie se sen- tía con ánimos para afrontar aquellos blemas, que desbordaban por todas partel' los límites del derecho 'internacional, po; lo mismo que los españoles de México son medio mexicanos, y pronto rpexicanos todo. Así se explica tal vez que haya Y9 tenido el honor de cor:.servar por tanto tiempo la representación de México en España, aun en calidad de interino. El mismo Miguel Alessio Robles consideró siempre como transitoria su comiSión, 'y así se lo hizo saber desde la primera en- trevista, con perfecta sinceridad, al mi- nistro de Estado: a la sazón, González Hontoria, hombre más duro que Lema. ' A este período corresponde el folldo de mi Archivo llamado Nlomentos de ·Es- palia: memorias políticas, 1920-1923 (Mé. xico, 1947). que se cierra con el advenl. miento del Directorio Militar (Primo de Rivera). Durante todo mi desempeño en aquella mislc>n, me ayudó muy eflcazmen, te' nuestro Cónsul General en don Manllel Otálora, de quien guardo In l1ll'jor memoria. lJesde l'1 31 de l'l1ero me .\nul1ciaba (je'. 'naro Estrada S\I pl'óxilllO viaje a Eur$a, ;¿qin'o Delegado';ae Secretaria 4e dustria y Comercio 'la Feria de Milán. Pero sólo -lIegaríaa:MÜán por el marzo, y a Madrid, en mayo sigú'iente. A comienzos de julio se hallaba ya en
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,UNIVERSIDAD DE ~X1CO

HISTORIA DOCUMENTAL DE MISCapítulo XII: El año de 1921

Primera parte

NOTA ADICIONAL AL CAPÍTULO x: Apropósito de Las aventuras de Pán­

, filo que publiqué en 1920 -Iibrítoque está a punto de reeditarse en los cua­dernos de La Flecha, N9 1, bajo los aus­picios del Colegio ele México-- Artemiode \ alle-Arizpe acaba de señalarme estepasaje de "Azorín" :

"La más extraordinaria película de fanta­,ia que conozco se titula Las aventn'ras def'anfila, Su autor es" , Lope de Vega, No se,ohresalte el lector, Se trata del cuento deespantos que Lope narra en lil púegrinarn ,ní patria" Hay \Ina edición separada, :no­r1cl'lla -con curiosas ilustraciones- de la queha cuidado Alfonso Reyes" ," (El Ci1le y 1'1.lIlOlltellto, "Cine de fantasía", Madrid, Bi­¡.lioteca Nueva, 1953),

"Awrín" se extiende después en consi­deraciones sobre lo que debe durar unapelícula de fantasía,

1, E.'t;j)1icac-ioncs previas

En México había asumido la presiden­cia el general Obregón, Como para com­pensarme del largo abandono, el 21 d~

enero le 1921 fui ascendido a Primer Se­,cretario de nuestra Legación en España,1'oco después. don Juan Sánchez Azconaregresó a México, Le na imposible per­manecer en Madrid como Flnbaiador, alfrente de una Legación (ni siquiera E/1/.­1miada) no reconocido regularmente.Tampcco pudo trasladarse a Viena, comolle~ó a proyectarse, por su decidida acti­tud de francófilo durante la guerra de1914-1918. Aún no cicatrizaban las heri­das,

Acompañé a don Juan hasta Santander,donde embarcó para México, y aprovechéla ocasión para visitar la Biblioteca Me­néndez y Pelayo, que acab~ba .de," toniarbajo su cuida40 Miguel Artigas. Pedí 'aéste que si encontraba allí, como ú'a se­g:uro, ciertos' documentos y cartas gongo­rinos de que yo tel)ía noticia, no dejara decomunicármelo. para al instante regresary continuar'" mis investigaciones sobre'.'nuestro don Luis". Artigas, en efecto,dio con algunos papeles de Góngora,'pel:o,prefirió hacer algo mejor, que fueescri­bir él mísmo la biografía y estudio sobr'eGóngor;¡, (1925), libro muy bien venido:Y que fue premiaelo por la Academia Es­:pañola. N o ei'a hombre de intuidones cri­ticas ni ele sensibilidad poética, pero si unerpelito a earta cabal. que dominaba sus:métodos y sus disciplinas. De aquí el vu­lar de 'su obra.

, Volví, pues, u Madrid y me hice cargode nuestra Legacióil. Ya he contado antestjúe doil Elist'o Arredando m6 había de.

\uelto lJ1i -e~[Jadíll. El l111íful'llll' de Se­-g:lÍl1di> Secrt'\ario ql1en)e 'nlaítdé ;haceí'':e,nl:'~rís d 'añade 1914(L'c Pavillo'/'t 'de?új~a'!t): ~abí~\¡cnvejeci~o )', además, que'·;daba l11ut¡1 por el ascenso, pues ya 'las in~sígniasno correspondían a mi 'nuevo gra­do. 'Aún JlO aprendía yo la suprema ele­gancia el\'! qpe 119S h;:\bí;:\ déldo ejemplQdOll

LIBROSPor Alfomo ,REYES

Alfonso Reyes, en el antiguo I\ni forme dePrimer Secretario

13ernardo cle Cólugan, ministro ele Españaen México durante los últimos años dellodirio Diaz, que tlSÓ toda su carrera eluniforme de agregado con que la comen­zó. Luis Urbina, sucesor cle Nervo entiempos de Arreciando, me vendió enton­ces su preciosa capa italiana y su uni for­me, que fue fácilmente adaptado .1 mismedidas. Nuestra frecuentación eril cons­tante, y nuestra amistad nunca se alteró.Véase el precioso soneto con el cual meenvió un gato para mi hijo (29 de sep­tiembre de 1921), en mi "Recordación deUrbina", (Pasado inmedia,to) yen Corte­sía, págs. 37-38. J ean Camp tradujo alfrancés 'este soneto en su antología LaGuirlande Espagnole, México, 1947. Estodavía más expresivo el soneto en q~~

me dice: "Hermano, muchas gracias", el"25 ele enero <k 1924 ( Cortesía, págs. 42­43).

Don Jüan Sánchez Azcon'a me habíadicho, como despedida: "No dar un pasopara la reanudación del trato diplomáticoentre ambos países". No lo entendía ydasí, y al instante me dirigí por carta alIngeniero don Alberto J. Pan¡) secretúlode Relaciones Exteriores, recordándoleque yo llevaba años de y¡vír en España,que conoCÍa ala gente y que podría, aser necesario. procurar el reconocimiento(Id gobi('rno l11ex1l'ano po,: parte llto1 Mi­'ni~terio tic Estauo ~'. pañol. Mi carta se'cruzó COIl UI1 mensaje ciírado etl qtt,~ donAlbe¡·to me encargaba precisamenfe 'queasí lo hiciera, "ácudieildo a lo~ medios queyo considerara dignos y oportunos".

El 'ministro de Estado, el marqués deLema, escuchaba los consejos ele su sue-

gro don Joaquín Sánchez de Toca. Medirigí a éste; le expliqué cómo la interrup­ción de relaciones había sido, casi, ,efectode un azar y más bien provocada por laviolenta salida de don Eliseo Arredóndo.Eran aún los terribles tiempos en que losespañoles residentes en México sufrían.como los mexicanos mismos, las conse­cuencias de la revolución. porque automá­ticamente se mezclaban en nuestros asun­tos. No me costó ningún trabajo hacerloconvenir en que las muchas y g'raves cues­tiones entre los dos países sólo podíanestudiarse y concertarse después de resta­hlecer la conversación de los gobiernos.Me ofreció hablar con su yerno. Lema memandó llamar a los pocos días, y todavíatuvo la largueza de aceptar que Españadiera el primer paso. pues aceptó sin ti­tubear mi proposición. "Lo mejor -lehabía dicho yo- es que el gobierno es­paT;ol piela al mexicano el aqrément paraun ministro de ESl)aña, puest,) que aouellaLegación está acéfala y clausurada." Amediados de abril, 1921, se ataron nueva­mente los lazos, y México lo comunicóasí a sus agentes el dla 18.

Yo había sido desil!nauo Encargado deNeg'ocios ad.-int, de México en España el10 de febrero de 1921. y conservé esa ca­tegoría hasta ag-osto del pr-Jpio año -pa­réntesis del ministro Alessio Robles en(IUe reasumí las funciones de Primer Se­cretario-. para lIuevamente empuñar lajefatura de la misión a la salida de éste.enero de 1922, y sólo uejarla en 1924'.euanuo fui llamado a México, vencido ellevantamiento de De la Huerta.

Los asuntos eran arduos. Nadie se sen­tía con ánimos para afrontar aquellos pro~

blemas, que desbordaban por todas partel'los límites del derecho 'internacional, po;lo mismo que los españoles de México sonmedio mexicanos, y pronto rpexicanos d~l

todo. Así se explica tal vez que haya Y9tenido el honor de cor:.servar por tantotiempo la representación de México enEspaña, aun en calidad de interino. Elmismo Miguel Alessio Robles considerósiempre como transitoria su comiSión, 'yasí se lo hizo saber desde la primera en­trevista, con perfecta sinceridad, al mi­nistro de Estado: a la sazón, GonzálezHontoria, hombre mu~ho más duro queLema. '

A este período corresponde el folldode mi Archivo llamado Nlomentos de ·Es­palia: memorias políticas, 1920-1923 (Mé.xico, 1947). que se cierra con el advenl.miento del Directorio Militar (Primo deRivera). Durante todo mi desempeño enaquella mislc>n, me ayudó muy eflcazmen,te' nuestro Cónsul General en Barc,~lona.

don Manllel Otálora, de quien guardo Inl1ll'jor memoria.

lJesde l'1 31 de l'l1ero me .\nul1ciaba (je'.'naro Estrada S\I pl'óxilllO viaje a Eur$a,;¿qin'o Delegado';ae ~->Ia Secretaria 4e ~Iti·dustria y Comercio ~ 'la Feria de Milán.Pero sólo -lIegaríaa:MÜán por el m~s\demarzo, y a Madrid, en mayo sigú'iente.A comienzos de julio se hallaba ya en

Londres, donde el día 6 embarcaba conrllmbo a México.

Entretanto, Manuel Toussaint habíallegado a la Villa y Corte (12 de abril),y juntos él, .Artemio de Valle-Arizpe yyo emprendimos esa peregrinación a Si­güenza para admi rar la estatua yacentedel Doncel (que alli dicen siempre "elGuerrero"). 1\1anuel Toussaint publ icómás tarde sns Viajes alucinados por Es­paila (México, Cultura, 1924), donckaveriguó con toda precisión que nos en­contrábamos en Sigilenza el g de mavode 1921; qne él andaba ya en Santan<íerel 22 del siguiente agosto; el 25, porLngo; y los liJaS 26, 21 Y 28, por Santia­go de Compostela.

Por cieno que, a propósito de Sigüen­za, el libro de Manuel 'loussaint trae unrecuerdo de las travesuras que nos ha­cían los chiquillos. Yo tampoco las heolvidado. Ya San Agustín habla de la

. ferocidad de los niños. Aunque despuesse corrijan muchos, muchos nacen cri­minales natos. Nada me da más miedoqne la irres¡;onsabilidad, la agresividad,la insolencia, la crueldad de los niños queno nos conocen y que nos hablan deignal a igual, sin asomo de simpatía, opeor aún, como si fuéramos unos mue­bles, menos que unos perros. En la Ca­tedral de Sigüenza, los bribones mucha­chos sencillamente nos encerraron y nonos dejaban salir a tomar el tren. Lesrogábamos que nos pusieran en libertady nos gritaban desde la calle:

-No, fastídiense ustedes. A nosotrosno nos importa. ¿ N o han oído ustedes de­cir: "Sigüenza, poca vergüenza"?

A comienzos de mayo de 1921 yo mehabía mudado a la casa N9 56 de Serrano,cuarto acto de mi drama madrileño, a

Genaro Estrada, cuando llegó de Italiaa España

que me refiero en et cap. IV de esta His­toria documental. Además del propio Ma­nuel Toussaint y de José MQreno Villa,me ayudó con la mudanza y el arreglode mis libros Palma Gnillén, que tam­bién apareció entonces por Madrid y a<juien desde entonces siento a mi lado.

Genaro Estrada se fUe a París, en com­pañía de Manuel Toussaint. Obtuve unalicencia de 8 días y fui a reunirme conellos: j tantos años sin ver a Francia!Creo que esto sucedió a fines de junio.

Al acercarse el verano, Artemio y yonos fuimos a San Sebastián para espe­rar allá a Miguel Alessio Robles. Apenasllegado éste, Rafael Alducin, que tam-

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bién estaba en San Sebastián con su fa­milia, me confió un peno ísimo encargo,que fue el dar cnenta a Miguel de lamuerte violenta de su hermano José enMéxico. Miguel se desazonó a tal puntoqne quiso volverse al instante y l'enunciaral cargo. Logramos tranqu il iza rlo entretodos. Y, al acabar el veraneo oficial, pre-

. sentó en Madrid sns credenciales de Mi­nistro.

.Alg~tien puolicó en un diario de.1VJéxi­ca la. ,falsa noticia. verdaderamente ri­dícula, q.e que le habían pedido a Miguelque dijera en fI-ancés sn corta alocuciónpara presentar credenci'aks, por ser elfrancés la lengua diplomática (nunca lofue entre Hispanoamérica y España. na­turalmente), pero que él había reclamadogallardamente el <1erC'cho de hablar enlengna C'spañola.

Artemio había si<1o yá antC'riormenteincorporado a la Leg-aciún con su antiguogrado de Segundo Secretario y había de­jado la Comisión Histórica presidida pordon Francisco A. ele lcaza. Artemio y yoacompañábamos muy de cerca a Miguel.Aunque éste había pasado ya por Espai:aaños atrás, sólo ahora se iba familiari­zando con el ambiente.

Durante su corta permanencia en laLegación, Miguel reunió en Madrid unaasaniblea de cónsules mexicanos, de quefue secretario Agustín Loera y Chávez,recién nombrado Cónsul de México enSevilla (diciembre de 1921). En estaocasión me fue dable conocer personal­mente a aquellos funcionarios y apreciarsu índole y sus aptitudes, lo que me se­ría muy útil más tarde, en vista de lascircunstancias posteriores creadas por ellevantamiento acontecido en las postri­merías del gobierno ,de Obregón.

En uso de mis vacaciones, fui con mimujer a Italia llevando la representación

Alberto J. Pani, por Diego River<l M. Ale~~io Rohle~, R. AlrllICill y A. Reye~. en S<ln Seh;¡~liáll

Emhaiada de lln día

Por Tomás SEGOVIA

UNiVERsibAD bEMEXico

ACTITUDES

GiuseppeUngaretti

T A NTO se ha hablado de '~esencialidacl"

a propósito de Ungaretti, que es di­fícil sustráerse, -cuando de él se

trata, a la evocación de una de las frasesmás repetidas en poesía moderna: aquellaque resume el rasgo más característico deesta poesía en el intento de reducirla ?

sus elementos cscncia1es: la imagen' y Idmetá fora. Casi todas las escuelas de ·'van··guardia" coincidieron, efectivamente, ,':1

este punto por lo menos: en la importan­cia exagerada que dieron a la imagen, ala analogía, a la metáfora, a la compara·ción. Es, incluso, frecuente oír todaV1Jpor ahí deséripcione!, d~ la poesía tan in­creíblemente simplificadas, que llegan asuponer que ésta consiste en el acerca­miento, mediante la comparación .0 ana­logía, de dos realidad~s aparentementealejadas. Responsable de tales simpli fica­ciones es en gran parte el surrealismo, omejor dicho el señor Breton (que tal ,,'ezno es exactamente lo mismo, a pesar detodo) .

Así~ la mejor poesía será aquella queacerque o compare realidades más dispa­res. Lasi como' decir la más disparatada.Un esquematismo tan extremo es realmen­te tranquilizador. Asigna al poeta una ta­rea bien determinada y fija,'un verdaderooficio, ltna artesanía: el poeta se dedicaráa encadenar imágenes, a unir conceptosmediante la palabra como) o preferible-omente· sin esa palabra siquiera, para quela proximidad sea más estrecha, y la ilu­sión de identificación más completa.

Pero esto deja totalmente inexplicadopor qué una imagen no equivale nuncaa otra, aunque sea igualmente "comprimi­da", por qué unas series de imágenes'podrían "gustarnos" (por decirlo así)más que otras, y por qué habría inclusola menor necesidad de hacer otras seriesuna vez hecha una, si ésta es satisfactoria.Lo cual nos demuestra que la poesía noconsiste en eso, sino que cuando 1nás se~irve de ello. El gran disparate· de estapostura, a mi juicio, fue imaginar queporque ciertos elementos eran o parecíanesenciales, había que prescindir de losotros. Es exactam~l1te como si al cuerpohumano decidiéramos suprimirle sus ele­mentos no esenciales. Este ejemplo esapenas metafórico, porque si la poesíaes, como yo creo, "vida inmediatoa" (queha dicho Eltnrd), "ida que se expresa dela m'lnera más directa posible, vida quehabla coma se hablaría a sí nlisma, enton­ces redt1,::irla es lamputarla.. Dejemos delado e'1 problema de decidir (¿ con quécriter'io ?) cuáles son los elementos másesenciales del cuerpo vivo o de la poesíaviva; aun suponíendo que hubiéramos yadilucidado esto de manera más o menosaceptable, sigue pareciendo ·dudoso que

. los demás elementos sean por ello 'super-

y en "Rümbos cruzados" (T.as vísperasde Espaíía).

lVfiguel también tuvo todavía ocasiónde asomarse a Italia, aunque no recuerdoen qué momento, y, antes de su retornoa México. de presentar credenciales comoEmbajador, nom bracio exc1usi vamente pa­ra agradecer la Embajada especial deEspaña a las fiestas del Centenario dem¡estra Independencia. Por cierto queen el Ministerio de Estado español leshabía costado algún trabajo entender esode que cada dos lustros festejáramos elmismo suceso; pues, como se recordará,en 1910, bajo Porfirio Diaz, se había Con­memorado el Centenario de la "iniciación"de la lucha, y ahora, en 192 1, se conme­moró el de la "consumación". El' asunto seprestaba a confusiones, il0 sólo en el ex­tranjero: un funcionario y hombre polí­tico muy conocido, designado en Méxicopara pronunciar un discurso oficial en es­ta ocasión, fue muy censurado, y no sé sitambién cesado en su cargo, porque secreyó en libertad, puesto que se celebra­ban los acontecimientos de 1821, de hacerun elogio de Iturbide, lo que no entraba enlas intenciones del gobierno.

Asamblea de Cónsules Mexicanos en España

de la Universidad de México al Congre­so Sociológico inaugurado en Turín el9 de octubre y organizado por Cossentini,cQn quien desde antes me había relacio­nado por correspondencia Achille Pel1iz­zari durante su paso por España (1918).Era mi primer visita a tierra italiana.(La segunda será a fines de 1924.) Sólopude disfrutar rápidamente de Génova,Turín, Florencia y Venecia, y regresé aMadrid llamado telegráficamente porMiguel.. Para este viaje decidimos usar la línea

París-Lyon-Méditerranée. Fuimos de Ma­drid a Burdeos, y allí t~legrafié al jefede estación de Lyon-Brotteaux para lasreservaciones del coche-cama hasta Italia.El, que sabía a medias el español, metomó por el Rey de España, que andabatal vez de picos pardos por el mediodíade Francia: nos reservó.tll1 vagón entero,

.y a las altas horas de la madrugada nosencontramos a todo el personal de laestación formado en fila paré\ recibimosdignamente. No es la única confusiónocasionada por mi nombre: Lo he con­tado en un artículo -"j Al diablo con lahomonimia !"- no recogido aún en li\;>ro,

DOCUMENTALUNIVERSIDAD DE MEXICO

MISDE

"guardaba piadosa'llle1lte esas cadas"

E) De Nervo. Continúo cuidando, parala Biblioteca Nueva de Ruiz Castillo, lasObras completas de Amado Nervo. En1920 habían aparecido los primeros die­cisiete volúmenes; este año de 1921, apa­recieron del tomo XVIII al xxv.

Desde 1920, al pí-imer aniversario de lamuerte de Nervo, un grupo de jóvenesde Hispanoamérica y de España -la ter­tulia del café Platerías- tenía preparadoun homenaje poético en recuerdo de nues­tro poeta, pero sólo se publicó en 1921.Es una breve colección que hoy puedetentar la curiosidad de Andrés Henestro­sa y otros aficionados a las rarezas de labibliografía mexicana o simili-mexicana:Platería a N ervo, Madrid, J. Pueyo,1921, 89 36 pp. e índice. Tras las "pala­bras iniciales", aparecen'poesías de MaríaLuisa Ross, Antonio Mediz Bolio, Alfon­so Reyes (fragmento del poema a la muer­te de N ervo), José María Quiroga Pla,H. Esquivel Medina, Raúl Carrancá Tru­jillo, FedericG Carlos Sáinz de Robles,Joaquín Fernández Suñol, Manuel Galán,Guillermo y Francisco Rello (conjunta­mente) y Caravia Hevia.

F) De Jorge 1saacs. Publiqué en LaPluma, el mes de junio con una carta aCipriano Rivas Cherif -que dirigía aque­lla revista junto con Manuel Azaña-,tres misivas de Jorge Isaacs aJusto Sie­rra, obsequio que me hizo en México LuisG. U rbina cuando, en las postrimerías delporfiriato, se disolvió la antigua Secreta­ría de Instrucción Pública y sobrevino el"Ministerio del do de pecho", como dijoFrancisco Bulnes. Yo guardaba piadosa­mente esas cartas; las he publicado enLos dos caminos (ver Ob. completas, ta­mo IV), y hoy desearía que se leyeran ca-

obsesionaba, pues palpita por ahí en otroversos ("Lluvias de julio", [bid., pp. 48-9:"Enciéndese la lámpara al apagarse el sol")y en otro pasaje de "la lámpara solitaria"escrito por 1917. ("Monólogo del autor"

. El su:icida.) ,

... (Hay) un poema de mi prehistoria Ba­maclo "Himno para encender la lámpara".No pude menos cle volver al tema en Madrid,año de 1921 ("Al encender lit lámpara",Ob. poét., pp. 74-6). Se ve que la iclea me

consagrados como cunas del arte. Allí,como en un barco dedicado al naufragioy a la hecatombe, junté unos versillos dela mano izquierda que ni siquiera quiserecoger en Cortesía y que pongo en bocade "Antonio Ramos": cosas que se caensolas de la pluma. Los poemas sobre Ve­necia y Florencia, menos efímeros a misojos, fueron publicados primeramente enPausa y luego en la Obra poéttica. Ambos

The Complea! Angler, en el Cantábrico

Por Alfonso REYES

LIBROS

acaban respectivamente en un vuelvo dela atención que, por fácil asociación deideas, salta de Venecia a Toledo, y deFlorencia a Sevilla. En igual tema caetambién el apunte núm. 11 de los "Rum­bos cruzados", donde hablo de las "se­gundas capitales", a las que sobró finuray faltó rudeza para alzarse con el señoríopolítico.

D) De la vida íntim.a. Quiero referir­me aquí a unos cuantos poemas ele 1921,además de los que ya mencioné como ecosdel viaje a Italia o al Cantábrico, y ade­más de algunas posibles páginas de Mi­11~t1a, (juego poético hecho a ratos per­dIdos y a lo largo de varios años, a cuyosfragmentos no puede asignarse ya fechaprecisa). El primero de esos poemas, "Ami hijo" -que tenía nueve años-, nonecesita explicación. El segundo, "Al en­cender la lámpara", me lleva a transcri­bir aquí un pasaje de mis memorias to­davía inéditas:

2. Ecos

Cap. XII. El año de 1921

A) El asce'nso diplomático. José Mo­reno Villa en Madrid (Hermes, enero de1921) y Armando Donoso en Chile (ElMermrio, Santiago, 8-II-1921), comenta­ron el caso, recordando mis anteriores lu­chas y mis labores literarias en general.Moreno Villa se refirió con especial sim­patía a mi prólogo para el tomito de Lopede ;Vega que publicó la Casa Calleja en1919. .

.B) Del Cantábrico. El cambio en lasconeÍiciones de mi vida me permitió porprimera vez escapar a los bochornososveranos de Madrid, cuando no había másremedio que recluirse en casa todo el día,cerrando las ventanas y abriendo las puer­tas que comunicaban los cuartos t1110S conotros, casi o sin el "casi" en paños me­nores, y asomarse de noche a los espec­táculos al aire libre, para esperar aquellahora exquisita sobre la cual he escrito:

... Cuanclo llega el otoño, tocios regresamosdel norte. Traemos todavía en los ojos laluz cle Francia, las imágenes de la playa vas­congada. .. ("Un paseo entre libros", Ob.completas, IV, p. 368.)

Estas imágenes de la tierra vasconga­da inspiran varias de mis páginas en prosay en verso, de 1921 en adelante, y andanen Las vísperas de Espaíia, en Cortesía,en la Obra poética, y esparcidas en lasSimpatías y diferencias, sobre todo en laúltima serie (Reloj de sol). "Deva, la delfácil recuerdo" (ver Ob. compl., II, p.177-9) era mi cuartel general. Y toda­vía años más tarde le consagré esa diva­gación (¿ ensayo, poema, anecdotario?)que llamé -acaso con un mal chiste­Los s'iete sobre Deva (1942) ,pace Esqui­lo. De 1921 es el poema "La pipa del Can­tábrico", primero e inolvidable contactocon l?s pueblos de pescadores: Lequeitio,Motnco ... "Muy de mi gusto" -me di­jo Carlos Pellicer en París cuando cono­ció este poema.

C) pe Italia. Los ecos del rápido viajea Itaha, en verso y en prosa, han deb~lscarse en "Rumbos cruzados'l (Lasvlsperas de Espcpiía, tomo II de las Ob.c?mpl.) , y también en mi libro Obra poé­hca. Las notas de "Rumbos cruzados"evitan de propósito el aire convencionaly aun "monumental" que suelen asumirlos relatos de los viajeros por los países

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(Continuación)

HISTORIA

... En esta hora de la media noche, la sierradel G\!adarrama ha lanzado hasta Madrid unode esos resuellos largos, frescos, que hacencantar a los árboles y callar a los hombres.("Huésped~s", Ob. completas, IV, p. 294.)

-Madrid, en verano, sin familia y condinero. " i Baden-Baden! - dijo ciertoconocido político; pero no era mi caso. Ysi antes había yo hablado, con una quejadisimulada entr~ líneas, de "las víctimasdel estío madrileño" (Ob. completas, IV,p. 21) -pues sépase que, por entonces,hasta los mendigos tomaban el tren y ve­raneaban en Santander o en San Sebas­tián, como siguiendo al Rey y a su corte­ahora ya podía yo darme el gusto de es­cribir orgullosamente:

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UNIVERSIDAD DE MEXICO

mo proemio a mis breves y muy posterio­res apuntes sobre la M a·ría de Jorge1saacs. Estos apuntes fueron escritos enBuenos Aires, febrero de 1937; apare­ciel-on primeramente en el Rela·tor (Cali,Colombia, abril del propio año) ; pasarondespués al libro A lápiz, y merecieron sertenidos en cuenta por algún crítico de losEstados Unidos. El fragmento tuvo suerte('n la lengua inglesa. En el SuplementoLiterario de The Times (Londres, 12 dejunio de 1948), a propósito de la publi­cación de A lápiz, se dice:

... One of the best of them is that onMaría, the novel by the Colombian writer,Jorge Isaacs. It is a brief ancI telling rev­aluation of a work which many critics disl1l­iss as an insipid, lachrymose romantic me­lodrama. In the acute sensibility of Isaacsand in his dolorous sensuality, Señor Reyessees something that transcende literary ro­manticism. They reflect, he says, a vision oflhe world "as a valley oí slender knives",a vision corresponding to adolescence, or atleast to the experience of many adolescents.

G) El candor del P. Brown, obra deChesterton que me fue muy grato traducirpara Calleja, se proyectaba desde 1919(ver cap. IX de esta Historia documen­tal), aún estaba en pruebas por enero de1921, y al fin apareció este mismo año.Yo creo que salió con buen pie, porquedespués ha arrastrado hasta la lengua es­pañola las otras series del "Padre Brown"(en traducciones ajenas), aquel paradó­jico invcstigador "detectivesco" cuyo se­creto consistía en imaginar que él era eldelincuente. Todos podemos hacerlo -ex­plicaba- puesto que en el corazón huma­110 hay sitio igualmente para los ángelesy. para los demonios. Y, después de todo,¿ no conocíamos ya el cuento del tonto delpl.leblo que encontró el caballo perdido?"¿ Cómo te las arreglaste ?", le pregunta­ban. "Muy sencillo" -decía el tonto delpueblo-. "Me pregunté adónde me iríava a meter si fuera caballo."- H) En el cap. JII de esta Historia do­oml.ental anticipé ya algunas noticias so­brc la revista Indice que publicábamosJuan Ramón Jiménez y yo y de que sa­lieron tres números en 1921, y el cuarto

José Bergamín- "se estrenó en lndice"

Manuelita Reyes en San Marcos

M. Villa- "dio con el término diferencia"

y último en 1922. Al año siguiente, inau­guramos la Biblioteca Indice, que tambiénhe recordado antes y en la que sc estre­naron algunos jóvenes. La frecuentaciónde Chesterton me llevó entonces a publi­car en esta revista algunas páginas quehan pasado al libro Gmta colnpaiiía(1948), algo retocadas naturalmente:"Chesterton y la historia inglesa."

1) Seguramente lo más débil de misCuestiones gOllgorinas (1927) es el ensa­yo final: "Un romance dc atribución du­dosa." Creo h:lberlo redactado en el Jñoque nos ocupa. 1921, más bien para ponerorden entre mis papeles sobrantes. Nuncase publicó separadamente, a diferencia delos demás artículos del volumen. Tal vezel instinto o el demonio socrático me de­cía al oído que era preferible disimularloentre otros ensayos.

3. Simpatías y diferencias

Este año aparecieron las dos primerasseries de Simpatías y diferencias (31 deenero y 31 de marzo). En México (1945),bajo la dirección de Antonio Castro Leal,

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e incorporadas con las tres ~. des poste­riores, se hizo una segunda edición de lasSi11l./,atías :\1 difercJlcias {'Il dos tomos(n úms. 22 y 23 de la Colección de Es­critol-es Mexicanos, Editorial Porrúa).Después he recogido el conjunto en eltomo 1\' de mis Obras completas (1956),donde explico los nue\·os ordcnamientos,supresiones y adicion<'s al material pri­mitivo.

Por ahora sólo me referiré a las dosprimeras series, que según ya lo he dichoantes proceden de mi página de "Geogra­fía e Historia" en El Sol, de Madrid, añosde 1918-1920. El título general de lasseries fue objeto de algunas dudas: mcresultaba violento emplear el término "an­tipatías"', y muy pedante el helenismo"dispatías". Lo discutía yo con MorenoVilla, cuando éste dio con el término dis­creta: "diferencias".

A estas dos primeras sel-ies consagró"Andrenio" (E. Gómez de Baquero) lasiguientes líneas:

... El plano oblicuo (cuentos y diálogos),El ca:::ador (ensayos y divagaciones) y SÚIl­patías :.v diferellcias (dos volúmenes) '" Esteúltimo libro me parece el más maduro y he­cho de los citados volúmenes y el de com­posición más clara, quizá por ser el más ?~­jetivo, el menos lírico, ya que es de narraClOny critica, o bien acaso por ser el m.ás m?der­no' lo qne, tratándose de nn escritor JovenCOl~10 Reyes, snpone una depuración, u.na d.e­cautación del estilo. calmada la ItlSplraClOnde las primeras chnlliciones mozas y el im­petu designal de Jos ensayos primerizos (LaLpoca, Madrid! 3 de diciembre de !93!' .ar~tículo reprodncldo 111 extenso en las} agl1lil.1

sobre A. R., T, Monterrey, !9S5, p. 15).

La diferencia de tono que "Andrerio"ha advertido entre estos libros es obvia;pero la explica, además de las razpnespor él alegadas, el hecho de que en losotros libros yo escribía pal-a mi gusto, ylos artículos de Simpatías :\1 diferenc'iastienen siempre muy en cuenta al lectordel periód ico. De moclo que puedo c1eci r,como en mi po('ma Florencia (1921):

... y cediendo a mis gustos, daba gustoa otros mil:

si eu el retablo pintaba para todos,debajo -en el gradilla-- pintaba para mí.

Pero, meses antes que "Andrenio", lafiel amistad de Carlos González Peñahabía señalado ya, con su acostumbradabenevolencia, la aparición de estos volú­menes (El Universal, México, 26 de ~11a­

yo) : " ... Agilidad, ~utileza d~ ~;nsam~el!­to, limpieza y gracIa de_estIlo , escnbIanuestro fraternal campanero.

Aunque en las notas al tomo lV de misObras completas dejo ya ciertas Indica­ciones, encaminadas sobre todo a com­pletar las referencias con alguno~ datosposteriores u olvidados, no veo mejor oca­sión que la presente para ofrecer los c~­

mentarios que se mc ocurren sobre mispropios artículos, por insignifica~tes quesean (los artículos y los comentanos, queno quede lugar a duda). Nada es peor,menos higiénico, que guardarse esta pe­lusilla, estas limaduras y rebabas. i Afuc­ra con todo!

Primera serie (Páginas del Jueves)."Visiones del Japón." Al margen de unensayo de E. Hovelaque -y salvo la citafinal de Lope, de que mucho me ufan.o---;-,me dejé llevar todavía por aquellas .Ima­aenes sobre el Imperio del Sol NaCIente~ que nos tenían habituad~s Percival 1-:0­well Lafcadio Hearn, Basll Chamberlam.Más' tarde. hubiera preferido las profun-

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das interpretaciones de Ruth Fulton Be­nedict en The Chrisanthem,urn and theSword 1946,

"El museo privado dc un escritor." Alfinal de estc artículo, yo exhortaba a"Azorín" a darnos un día su libro de re­cortes, de pasajes marcados con rayas delápiz al margen de los libros. Lo cierto esque él incorpora fácilmente todo ello enla elaboración de sus artículos -lo quees sin duda preferible y que, por suerte,los años no le han pesado para ir reco­giendo cuidadosamente todos los rasgosde su pluma, todos por algún conceptoprecioso.

"Desde la ventana del laboratorio." Re­firiéndome a un libro del coronel Nas­mith -médico militar de Toronto- vhablando de la guerra N9 I, yo escribíahacia 1919 lo que después de la GuerraN9 JI ha venido a ser más vettdadero:

... En la historia, esta guerra ha de apare­cer como la guerra científica, Las memoriasde los hombres de ciencia serán tan indispen­sables para comprenderla como los informesdel comandante.

Tal es el sentido de todo el artículo. Yno me refiero, ya se entiende, a las re­flexiones u observaciones científicas quese ofrecen al margen de los combates ycomo en los entreactos (recuérdese las"campañas" de Goethe), sino a la cienciaimplícita en la guerra misma.

"De Shakespeare, considerado comofantasma." Puesto que acabo de recordara Goethe, diré que el punto a que esteartículo se refiere -sincronismo O con­cordancia, como dice Lefranc, entre laobra shakespiriana y la vida del actorWilliam Shakespeare, si es que existental sincronismo o concordancia- se re·­duce a la relación entre la Dichtung y la:Wahrheit, entre la poesía y la verdaden la obra de un hombre; por lo cual, enmi ejemplar ~'de fatiga", he escrito alpie de este artículo: "Referencia al en­sayo La vida y la obra (Tres puntos dee.regética literar'ia, Jornadas del Colegiode México, N9 38, 1945, pp. 19 Y ss.).La cita de Croce sobre cómo la poesíaadmite interpretaciones históricas, perocon ayuda de aquella historia que le es in­trínseca y propia, y no de la historia ex­traña aunque sea contemporánea y envuel­va la vida del autor, me lleva a recordarcierta revista que pasaba por mis manoscuando, en Madrid, preparaba yo con 50­lalinde la bibliografía para la Revista deFilología Espmiola y me reia de ciertosinacabables artículos dedicados a dar no­ticias sobre "monjas palentinas parientesde Miguel de Cervantes", cuyo eruditorecopilador creía contribuir así al mejorentendimiento del Quijote; en lo que yopensaba sin duda cuando, explicando lapostura de Croce, escribí esta frase: "¡ ay,en nuestra crítica cervantina, qué faltanos haría una prédica semejante !" Lo queme lleva de la mano al problema del so­neto "No me mueve, mi Dios, para que­rerte", sobre el cual me interrogaba hacetiempo el arzobispo Martínez, y a quienenvié el artículo de Marcel Bataillon pu­blicado en la Nueva Revista de FilologíaHispánica -El Colegio de México, 1950,IV, pp. 254 a 269-, que, con la mayordeferencia para las investigaciones de donAlberto Ma. Carreña, termina así:

Antonio Espina- "en la Biblioteca. Tndice"

B. Palencia- "sus dibujos en la Biblioteca"

... Quédese el famoso soneto en su anónimo,con tal que entendamos bien 10 que significa.Es un momento de la espiritualidad "cristo­céntrica", un eslabón aviliano de la cadenaque une la escuela italiana de los spiritlla[.iy del Beneficio 'éle Cristo con la escuela delPuro Amor que florecen en la Francia deLuis XIII. Es anónimo adrede, pero sin se­gunda intención ...

En cuanto a los demás artículos de laprimera serie no se me ofrece ningún co­mentario especial, como no sea el llamarla atención sobre las noticias y apéndicesal tomo IV de mis Obras completas, pp.7, 10 y 88, donde explico los cambios in­troducidos en esta edición final.. Segunda serie. 1. Crítica. 11. HistoriaMenDr.

Una sola observación, que en parte re­pite lo que dije en el capítulo IV: "El cineliterario", escrito en 1920 (Ob. comple­tas, IV, p. 107) puede, por analogía de te­ma, agruparse con las páginas relativas alcine (Ibid" pp. 199-236), con las" Tatassobre el cine" y "Un drama para el cine"que constan en el Tren de ondas, con

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el comentario "México en el Cine" (Alápiz, 1947, p. 86) y con "Los cuentos deRojas González en el Cine", articulito quehasta hoy sólo ha aparecido en un progra­ma para la exhibición de Raíces, pero quese incorporará en algún futuro volumen.A veces se me ha ocurrido pensar que lasprimeras páginas de mi ensayo sobre"Góngora y La, gloria de Niquea" (Cues­tiones gongorinas, pp. 12-13) dan la basepara un "escenario" relativo al Conde deVillamediana, y así lo digo en los apuntesde "Fósforo" (Ob. compl. IV, p. 223).Ya he copiado, al comenzar este capítulo,la opinión de "Azorín" sobre una posiblepelícula de fantasía fundada en Lope deVega ("Las aventuras de Pánfi~o", frag­mento del Peregrino en su patna que yohe publicado, y pronto reeditaré comoobra aparte).

4. El Cazador

Este libro de artículos, ensayos y hastapoemas en prosa apareció aquel año de1921 en la Biblioteca Nueva de Ruiz Cas­tillo; lo reedité en México, Tezontle {21de julio de 1954), y finalmente 10 incor­poré en el tercer tomo de mis Obrascompletas (México, Fondo de CulturaEconómica, 1956). Las diversas páginas,van desde 1910 hasta 1920; las más, sehabían publicado anteriormente en re~

vistas. Ya he dicho en otro capítulo qnedesde 1918 andaba yo buscándole algúneditor; pero se me quedó en los plúteosy, con el reposo, engordó algo más. Deunas a otras ediciones, arreglé un poco elorden de los diversos fragmentos.

Por lo pronto, de El Cazador sólo con­servo una noticia publicada por CarlosGonzález Peña en El Universal (México,21 de agosto de 1921), descontaela la no­ta de "Andrenio" que he citado ya a pro­pósito ele las dos primeras series de Sim­patías y diferencias. "Andrenio" parecíadesconfiar un poco del tono lírico y ju­venil de estas páginas. Hoy veo, por lasreseñas provocadas a la aparición de nue­vas ediciones, que se les concede calidadpoética de poemas en prosa, por lo menosa algunos fragmentos.

"se le concede calidad poética"

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