Date post: | 05-May-2023 |
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Se sigue el mismo esquema expositivo que en el
segundo capitulo de la Parte II de este estudio, salvo que no habrá
obviamente ningún apartado dedicado a las locuciones heredadas.,
proverbios 0 írases hechas, ya que son todas eíìas lo que sus propias
denominaciones indican: herencias del pasado.
1. FIGURAS RETORICAS
I nciuirá! para comenzar, símiles cercanos a los
platónicos, concretamente a los relativos a la “iluminación del alma” de la
&pkVk~ sin embargo se diferencian de los platónicos, a pesar de su
parecido superficial a la mentada metáfora de Platón, al asimilar
directamente al pp& con la luz y no con la visión.’ Son muy escasos :
L4?Hu/m#phii9 15 R3 (V. Rose, 3e ed.) : ” [...7i) Wa~‘ru<òv ~oi 76
TEXEOTLKóV.1 70 @kV osv nf?li?Tov co<ofl TCZS &veprjnols TwpcqíywTal, 76
1 Cf. CI. Mede Romeo, tirti, ~~~in%&y,w~ p+g. 231 para la diferenciación; texto muy suyerente del cual deduce la autora que el símil aristotélico lo es porque huye de la ‘cruda’ metáfora de equivalencia entre proporcione3 del ‘cuerpo’ y del ‘almo’que esconde la hermose imayen platónica: en Aristóteles prima la abstracción al ser la protagonista del símil la luz y no el “órgano de le visión” en el alma.
Frotr~pt~cus 624 (Düring): ” Toû S’ d voû ai wrjuían ~v&yaa,
ó@cíuns oihi VOqTtiV, :& ~TOû óQaTlKoû ivcpyaa óp& Tà ópaxí. II.
Y esto es todo-en cuanto a símiles de tipo semejante a las metáforas
con imágenes; se advierte, por tanto, la escasa presencia en Aristóteles de
los símiles cercanos a lo metaiórico que no procedan directamente de sus
predecesores, especialmente de su maestro.
En cambio, las comparaciones (símiles) de tipo abstracto son
relativamente abundantes y tienen relevancia por su contenido al
pertenecer a obras de la mayor importancia (/MS! y f% An ) y expresar, al
tiempo, ideas fundamentales acerca del neyS aristotélico.
Sobre el-no& ‘divino’ en ei hombre:
Los ya c¡tadoskArz 408b 18, b 29,413b 24y M&& 1075a 7.2
375
Sobre el no& Ihumano’ y sus funciones:
Además de los ys citados, &An 4039 5, 5 y 3; 41% 16 y 323s
están cuatro nuevos pasajes:
7,’
fis
Si hay algo que destacar de este apartado dedicado al símil o
comparación es, precisamente, la enorme importancia de lay mayoría de sus
pasajes para la comprensión del sentido de & en Aristóteles; luego,
puede deducirse que el recurso a la comparación es harto frecuente para
explicar lo inexplicable o lo que bordea ese límite en Elide estagira, puesto
que su concepto de nuestro término está, en dichos textos, nimbado de
oscuridades. Pero, también hay que señalarlo, tales analogías ya no son
alegorías poéticas (míticas o no) al modo platcinlco, sino verdaderas
comparaclones, muy pocas veces metaf6rlcas (0 sea, que incluyan
2 Cf. Cap. II, Parte II, para el origen platonizante de todo el pasaje.
imágenes); Aristóteles avanza así en dirección a una mayor abstracción
incluso en éste modo analógico de explicación, en estas figuras retóricas,
ya qüe prefiere una figura ‘del pensamiento’ -como lo es el símil o
comparación- a otra ‘poética’ como la alegoría. Hay más datos al respecto,
sin embargo, puesto que siguiendo a Düring y LLoyd t podría llegar a
afirmarse que nuestro autor utiliza un método de exposición lógico de sus
ideas por medio de estas comparaciones o símiles. De hecho el estagirita
llega a la denuncia de la utilización de metáforas en filosofía, y alude para
su crítica explicitamente cal-platonismo? El arte de comparar, tan caro a
los antiguos griegos, logra de esta manera integrarse en su metodología,
principalmente en su obras biológicas, de las que forman parte tanto los
FWw Nulw-uIk? como el f% Anim6: dónde abundan más que nunca tales
procedimientos ‘paralelos’ para tratar de expresar los puntos clave, como,
sin duda, es el ‘l,ugar dele & ‘humano’ y ‘divino’ con relación al alma
humana?
2. LOCUCIONES VERBALES. PERif RASIS.
A. Prescindiendo de las locuciones más usuales, frases hechas y
proverbios, por tratarse de herencia lingüística, sólo nos quedan las
locuciones verbales completas perifrásticas o no. Comenzamos por el
t bel primero &?MoMe, pág. 97; del segundo, G.E.R. LLoyd fM9,+&~Ty8n9/&, páp. 338 yss.;ypág.344yes.
%Yafirmer ( Platón) que lae Especies son paradigmas yque participendeellwleededa -501) palabmvecías y metáforas poéticas.»(/-H~ 9910 21-22,trdhebituel,G. Yebra).
3Cf. LLoyd, o.c., páps. 282-3.Concretamente,hebl6ndonosdela cumologíaaristotálice y TU utilimciónsnelhgim(y no metefó~ca~delacuatrowrnss,~e'ialaelautorqus mientras Platón «... se apoya en gran medida en im&wes para formular sus doctrines cosmológicas, Aristótela repudia expresamente el uso de metáfora en el ámbito del
segundo tipo de ellas. Son escasas en nuestro autor, como puede verse en
esta lista indicativa:
fk Anjm8 433b 7: ” (6 p.kv y&p voils &l& 76 paov (%e&lv
KEkkl,...] “.2
CA737s 10:” - 7oloíiTos 6’ iaiiv c, Ka?soúpLv~ voûs - “.4
Mc?i~? 1072b 23:“&sY ÉK&OU I"MOv 'roíi'ro ö ¿%KE~ E, VOí& &îOV
&LV “.5
Ei%’ 1180a 18: ” ‘raikz & $VOCT’ iìw @OU@OL~ Kmá IWCL Voûv K&
TáQV &Y3;iv, zxowcw íqyúv- “_
EN 1180a 22: ” Xóyov &J chó ‘nvos @ov+x~ K& voû ”
/=‘on,! 1254b 8: “ . ..hò TOU VOíi KOi 705 fJD$OU ‘TOti i+JV ;XOVTOS “.
Fr#gmda R3 538,1.6 : ” . ..&& póvou ~06s phs-ra voûv Zpiv
6ouoûv7as”.
razonamiento, y de hecho su planteamiento de los principios generales del cambio en el mundo sublunar(a1 mms) es un planteamiento explícito, no una versión figurada, sobre la base de análisis independientes de las circunstancias que concurren en diferentes sectores de la realidad.» (Páy. 283).
t En el 3.4. (Expresiones adjetivas) de este mismo capítulo volveremos sobre las maneras de indicar que un térmim es ‘técnico’ en Aristóteles.
2 /Leo?
3 f&??.
4 /dYm.
s Antes están los apócrifos f?roMem8t8* en dos de sus citas: “0 pèv VO* pera&íAk,” 1 Probt. l 9 17a 35*] y “mì pa&!@pcv 01% IT~&XOVTE~ mi pa&i TOY MUY ~~~@~b’ci&qq ti 1% Suwoíaq aúso~-- [ P,-ob/.* 964b 1611.
Tales locuciones aunque sean de matiz aristotélico tienen a veces
tales reminiscencias de autores anteriores que podrían haberse citado en
la segunda parte, ese es especialmente el caso de la última; luego las
radicalmente ‘nuevas’ son aún más raras.
6. Las expresiones verbales del tipo perífrasis -la más
conocida es ‘& UOW &ELV.‘, para decir “sensatamente”- no son
innovaciones, como era de esperar.
En reslidad, lo mk llamativo es ver como Aristóteles compagins e’l
uso de locuciones verbales tanto en su típica aplicación ‘vulgarizadora’ de’1
término como en usos ‘técnicos’ del mismo; así utiliza expresiones
sintácticas similares a la anteriormente mencionada, “r&v voti &w’,
para sludir a la posesión de un & ‘divino’ o ‘humano’ neutralizado.
Circunstancia que complica extraordinariamente la situación.
Pretendiendo aclararla algo, nos referiremos aquí a algunos casos, primero
de usos ‘vulgares’ del vocablo -incluidas las perífrasis o locuciones ya
conocidas de la Parte II- ; a continuación de otros de ‘mayor intensidad’
sémica; y, después, de usos puramente técnicos de expresiones
morfosintácticas similares.
3'79
1. Usos ‘vulgares’ de po& con locución verbal, en general:
Top. 104a 6 : “oh”s y~$ & mpoT&lE VOW ;xwv ~6 ti+&.
So~oûv oir& npof3ákt T?I nôicn #w~v...“.l Que nos sitúa en la típica
locución verbal desde un principio, igual que la archiconocida que viene a
continuación.
HA *610b 22*: ” &++l KU& TE k&W KCìL VO@ TE Kcà kW”.
Este pasaje apócrifo, el único del Cci@f~en el cual el término se
refiere a animales.2 no es ni tan chocante ni tan nuevo como se ha dicho 3:
por un lado, su ‘asombrosa’ atribución a animales de un término bastante
específico en el de Estagira pierde toda trascendencia al ser atribuido, e,l
libro completo de HI, a un peripatético posterior ; por tanto, no significa
una ruptura en el intento de precisión expresiva de Aristóteles. Aunque
rehusaramos aceptar que se trate de un texto espurio, frente a IBa
afirmación de Düring “-máxima autoridad en la obra biológica de nuestro
autor-, la presencia de nuestro vocablo se explicaría como una
transcripción del par ánoia/noûs al que tan apegado estuviera Platón?
llguales ‘usos tradicionales’wntienen las -completamente apócrifas- epístolas atribuidas a Aristóteles (en nuestro caso dirigidas a Filipo de Macehia): ‘...To~ wûv .!xov~a+..‘, tantoella*l.8Jelal*,cun~enla*l.12delaIII*~lasclrislolelis~~~~~lo~t (ver Apéndice de Citas del CorpLs para las dos frases completas).
2 Si exceptuamos una mención de un fragmento claramente apócrifo perteneciente a los .&i~ -agrupación de fragmentos de obras zoológicas presuntamente pardidss de Aristóteles (en realidad producto tardío del peri patetismo)-; cf. en la P ed. de los ,fruymnta de V. Rose el l 326, 1. 18’ : U...ròv wûv &u~opú& ~9 mC& r(i LghL”.
3 Nugens, u.c., pág. 207, n.5.
4 Quien rechaza gua todo el libro IX de M sea URB obra auténticamente aristotélica. s Tan apócrifo texto como el siguiente: Tw.u Uap rw á~ì +TTEI 0’ ye uoíh
&w,” [Hz& f 994b 15 l 1, que contiene un uso tan ‘vulgar’ conm as posible.
Meia 1OOqb 5 : ” 6Úo 6’ ;ì -T@S @kwov ij VOW &xov “; se trata
de una perífrasis estereotipada, pero esta vez pertenece a un libro del
propio Aristóteles. ~-
FN ll 1 Oa ll: “& Ow-rl$~ S’ c&Toû KOi TOV xolntíkJ &a.VTES t>i
voûv ~owq.“.
EN 1143a 26 y 27 se hallan encuadrados en un contexto de la mayor
importancia porque se entremezclan tecnicismos con estos textos
indicados que, pese a su ambigüedad, pueden calificarse de ‘usos vulgares’,
así como con otros mas ‘intensos’ que estos primeros:
A continuación viene la misma perífrasis ‘prestar atención’ de uno de
los textos anteriores, seguida, dentro de la misma obra, por otra
conocidísima perífrasis:
Ft?l 13160 14:” . ..Oi I”V C+.Ld&SLV Cd & llfX+&Ul Tb’ VOûV.”
Fn,! 1320b 7 : “)jU+XÉVTWV 5’ ;UTi KGà VOûV j’vwpi~v KCii
&d+v7as...“.
Para terminar con esta exposición de perífrasis aristotélicas de ‘uso
común’ de la lengua griega, dos ejemplos tópicos tomados de su RYI&~Hc@
y , por ello, las mas cercanas al uso común’ de todas ellas:
Con ellas se cierra el capítulo de estos usos ‘vulgares’ de nuestra
palabra con expresiones verbales sean prefijadas o no. Pasamos ahora a los
usos no vulgares y de ‘mayor intensidad’ de dichas expresiones, aunque,
como ya se indicase antes, a veces la frontera entre ambos usos es muy
tenue; tales usos dotados de marcada ambigüedad se refieren a la ‘razón
humana- en sentido genérico, sea en sus aspectos más indeterminados de
-sentido común- o üso de razón’ y van ligados, en muchas ocasiones, al
tema de la edad de la razón”, o sea referidos a la “sensatez” como factor de
Ia conducta de ‘sentido común” propia del hombre “prudente-.
2. Comenzamos, por consiguiente, este apartado de textos fronterizos
entre un tipo de usos y otro, aunque el contexto sémico nos haya
proporcionado indicios aceptables para calificarlos de usos ‘de cierta
intensidad’. Todos ellos son del tipo “razón - en general, “uso de razón’, o
sea ‘ser razonable o sensato’, pero distinguiendo el par de opuestos
‘racional’/ ‘irracional’ :
Ejemplo del primer tipo es fi6 ,& &Lga 6: ” noMà KW' aIh&s
qxíTT~1 Tà @a+ T¿i I"" &à Ti> pij ?XXELV v0í.b. dov Tii ewia, -.
Es decir que los animales -en general, incluido el hombre- obran
guiados por la sensación ( tema en cuestión en este momento), tanto por
carecer de & komo en el caso de las’bestias’), como por no usarlo
debido a una enfermedad o a encontrarse soñando (en el caso de los
hombresI.1 Opone, por consiguiente, aísthesis/noûs en el hombre, y nuestra
1 Esto último lo que precisan las lina siguientes 8 la de nuettre ex rwión verbal: “ rà a's~TOén~úrmo8arTOYMGYCviorr~vWq,~Yn~o voilsapwnoL*'[n & ih. 4298 71.
3132
palabra representa la “razón humana” en general inexistente en los seres
irracionales.
l?t? fki..h+us Ammuh¿h?? 686b 26 : “ti& 7(i -r?w voti &XEW
¿~.ánouulv.” Pasaje en el cual se establece con rotundidad que ‘estar
bien dotado de noûs’ (como potencia anímica) exige poseer determinados
requisitos (no sólo de experiencia-edad sino incluso físicos); si no su
capacidad ‘racional‘ está muy mermada, (iM&fo significa ‘mostrarse
inferior 0 incapaz’).
Aristóteles designa con esta expresión a los ‘animales-, no al hombre
en particular: pero ya sabemos por su procedimiento analógico, tan
utilizado en biología, 1 que sitúa al hombre como ejemplo y modelo que
aplica a los animales (en este caso, en otros el proceso es el inverso);
luego, está refiriéndose ciertamente al ‘animal humano” en concreto. 2
El primer párrafo de la ,Wj¿zi Nicom8che8 insiste en las cualidades
que el ser humano precisa para ejercer su -razón-; ahora se refiere a las
psíquicas:
Por su parte, el texto siguiente, incide otra vez en la necesidad de la
experiencia que da la edad para desplegar la capacidad de razonar propia de
la especie:
EE 1143b 9:“or@ov 6’ Iïn KC~ T& $&cas oióp3a óxoho~@dv,
l LLoyd,a. pág.380;Oüritq.oc. páq.583.
2 Respectoal análisisdcla expresiónexacta dc 700b 20 -Iesegurdu dela3 citesde nuestro términoeneste peje-, yefwefectuedoenel Cap.11 dela Parte II.
Texto perteneciente a ese largo pasaje de la 0’ que ye apareciera en
el primer grupo de perífrasis , que volveremos a ver en el tercer grupo en el
de ‘usos técnicos’. Por cierto, acerca del porqué de dicha mezcla de
perífrasis ‘vulgares’ y usos muy específicos del término 1, sólo cabe
conjeturar que Aristóteles en sus obras éticas trata de explotar, a veces,
la polisemia del vocablo para hacer ver que el !N& de aspecto ‘práctico’
está ligado a esa vulgarización del término, tan familiar para cualquier
hablante del griego, que era la ‘sensatez’ : tener un no& ‘práctico’ no sería
sino contener la capacidad de obrar -sensatamente- llevada a su más alto
grado, al servicio de la phrónesis, y esa sería la explicación de la
ambigüedad calculada de todo este pasaje (EI 1 143a 25- b 9).
A continuación tenemos algunos textos que se ocupan del tema de la
-edad de la razón”, muy ligado al de la posesión o no de -sentido común-,
claro es.
En este texto, que ya conocíamos, se compara la situación de niños y
animales, puesto que ambos grupos son seres “irracionales” ( &u voû ),
carentes de “sentido común” o “buen sentido-; del que cualquier adulto por
muy Ignorante que sea no se halla privado, salvo en circunstancias
excepcionales que se mencionan en el tercero de estos textos.2
fN 1144b 12, que se enlaza con el anterior insiste en dicho tema, por
medio de una perífrasis ya familiar: ” cw 62 XápQ vow, iv 7y qxíTTElv
l ilue al no ser perifrásticos no se citan en este momento.
2 Este tipo de pasaje. que hablan de ‘seru irraciomrles-, incluyendo a 10s niños, Q frecuente en Aristóteles; ys conwemkn uno, paráfrasis de un texto platónico -cermnía a Platón que también existe en el que acabamos de ver-, se tmta de ~54’ 1094b 19. Otros caw3 similare serían, Por ej., fW. 1334b 0 los que se van 8 comentar a continuación.
384
Muy similar a los anteriores es ft 1214b 31: ” II-$. & & o&&
voûv ixtw &crnop~~i~~“. Alude el mismo a las extrañas opiniones que se
forjan “los niños, los enfermos y los locos’ en tomo a la felicidad, y que
nadie ‘sensato’ (0&3& voik &w 1 se plantearía siquiera; como puede
verse, estamos ante otra de nuestras perífrasis ya conocidas en la Parte 1.
ff 1237b 30 : “KdTcX iv n&x &x& ‘~0i-i v&v &x’To$ 6u6.v 76
@krtov c+&T&u.“. Establece, por su parte, que el arte de elegir 0
“escoger’ bien es io propio del hombre sensato-.
ff 1246b 14 se aproxima mucho en su apariencia formal a los dos
textos anteriores de dicha obra; en concreto, es un claro caso de p&
como parte ‘racional’ del alma opuesta a la -irracional-, aquí representada
por dhoyos (áloqosl : “ ij Gsnq X+ca &paoía ~cocía ~06 6.Aóyou 7Q;
IlnrfiiS, KOi C?S &óhJT~ ó C+Ct’Tk ~~XWV Voül’ ;“.
Ya concluyendo este apartado, tendríamos tres citas de la H&ff?-k+
i 1362a 24 (2) y 1363b 14), aludiendose en las primeras a un aspecto
concreto de nuestro vocablo: la “razón- como capacidad específica del
hombre, por su aspecto -intencional-; todo ello con las muy vulgarizadas
expresiones que vienen a continuación: “.kvwz TOL ak@w ;icovra ii
voûv ij ~i Aórpor voûv*“. La tercera, fF”& 1363b 14, está en la misma
linea que la segunda, utiliza una expresi6n tipo voûv ha@&, pero es mas
‘técnica’ ya que contrapone noûs/phrónesis en lugar de aludir a Ia “razón-
genérica como hacía la primera: ” . . . . K& ö VO& 6v @5vqoiv Xq3óv-r~~
i?lOITO,“.
1 Pera une cita más complete de diche frese, véase el Apéndice de Cita3 eristotélinn.
3. El resto de las expresiones que vamos a recordar está constituido
por usos Que, ya Sin ningún género de dudas, podemos denominar ‘técnicos’,
contienen mayoritariamente expresiones de tipo ‘voûv +v’.
Los casos del libro 11 de la Mt?i@?&ic8 son los más claros: contienen
expresiones absolutamente vulgares para referirse al po& ‘divino’ :
/%?fc? 1072b 23: “&sT’ tK&XI I”xAov moho ö &X& 6 VO@ BñOv
&w, K& 4 &wP;a 76 *oTou K& Gpwrov.“. Como puede verse es una
frase hecha, we contiene una expresión verbal tipo voûv +iv en su
interior; es el ejemplo más típico de todos estos usos ‘técnicos’
conteniendo expresiones y locuciones al uso en la lengua literaria.
fldó! 1074b 15: “T& 8; n@ & voûv &R TW&~ &rropías. “. Se
refiere el autor también a la inteligencia ‘divina’, como en el texto
anterior.
El pasaje siguiente, fN 11438 35-b 10, ya se ha visto en cuanto a sus
usos no técnicos., ahora se reseñan los ‘técnicos’ ligados a locuciones:
d “Kcà 6 UO% Th &S&WV ill’ djJi$&v KCd. )‘&Q Th’ IlfXhW’
öpdv K& Tc& ÉU@~LW VO& b+ K& 06 hóyos, ” ( 1 143a 35 y 36. Por
cierto, todo el texto completo tiene como fin aclarar la función del no&
‘práctico’ dentro de la phrónesis
C!ulzas es hora de preguntarse por la valoraclbn que puede hacerse de
estos casos de expresiones del tipo más corriente para aludir a sentidos
plenamente ‘técnicos’ de nuestro vocablo. En este momento parece
conveniente limitarse a apuntar alguna indicación genérica al respecto,
como recordar que ya los últimos ‘presocráticos’ -aunque también
Heráclito-, y Platón utilizaron expresiones vulgares en sus obras para
aludir a usos ‘técnicos’ de ny& , la explicación más obvia ya era la miSma
que puede sugerirse ahora respecto a Aristóteles: su amor a la paradoja, al
386
juego lingüístico y/o el afán de sorprender al lector; mas hay una
posibilidad menos seductora: que, sobre todo en el caso de Platón y su
discípulo, tengan tan asumidos los sentidos ‘técnicos’ de nuestra palabra
que inconscientemente lo emplean con un verbo griego ‘todo uso’, ékhein , al
igual que lo hacen con el w por razones idénticas : ‘tener- un & ‘x o y’,
“ser o existir” un & determinado, forzosamente han de ser expresados
con frecuencia, aunque los autores no usen tales verbos con locuciones
verbales intencionadamente.
3. EXPRESIONES NO VERBALES
Se trata de las expresiones nominales, adjetivas,
adverbiales, preposicionales. Las veremos dedicándoles a cada una su
correspondiente apartado. Recuerde el lector que las mismas se
complementan con las analizadas en la Segunda Parte del estudio como
‘herencia recibida’ por Aristóteles, conjuntamente iorman la totalidad de
los usos adverbiales, adjetivos, etc... en nuestro autor.
3.1. EXPRESIONES ADVERBIALES
/-a mayoría de las que se encuentran en la obra aristotélica son
nuevas en el autor, y de gran transcendencia para la concepción filosófica
que tiene del término. Nos resta comprobarlo.
a) En primer lugar, está el único fragmento conocido de la obra II@.
Eúx% : “ ó 6s 6 VO& io&’ ( illíKWú II 706 voû” (k 49 R3).
El segundo no& va precedido de &V&WU, que es un adverbio (“más allá
de”, “allende? y configura un ejemplo perfecto del tipo Q& ‘divino’, como
puede verse en la traducción de Tomás Calvo: « Dios o es Intelecto o algo
que incluso está más allá del Intelecto». 1
b) Después se presenta una mención al no& anaxagóreo -L& A/x
404b2- dónde Aristóteles aclara que aquél establece al noûs como *causa”
(&<a ) del “bien” (~cfiuiig) y del ‘orden’ (ópeôs) ambos adverbios, como se
ve: ” ‘Avc&$ay&xq 6’ @ov &LCW~~ n$ ahib no&x~oû pkv y@ ib
6TlOV TOfi Kdws KOi ‘$BôS Tb’ VO% i+l,”
c) Similar es el pasaje inmediatamente anterior (f?e rln 404a 28) en
el cual Aristóteles acusa a Demócrito -en este caso, pues, la crítica e!;
negativa- de identificar -completamente” (&nxGjs) psykhé y no& ; todo ello
dentro de este célebre párrafo del ~%Arri.mu dónde el estagirita compara
las doctrinas democríteas y anaxagóreas: ” . ..oil f~fjv I?~vT&& y’ öarr<f>
AT-~&@TOS. ‘EK&UOS- @v yhp c?trCw& whdv ijsq& K& voti* 70 y&p
Ch-j&S &‘OX Tb ‘$WótLWW “_
d) Finalmente, hallamos el adverbio más importante, el que hace
imprescindible este apartado: @$c&v. Son tres tan sólo los textos en que
aparece: &sp 472a 21, y &I 736b 28 y 744b 22.
En ellos esboza un8 doctrina constantemente interpretada por los
estudiosos de su obra a lo largo de los tiempos. Estos son los pasajes:
” fkiIKTC¡l 6fi Tb’ Voûv @oV @$C&V hW&‘Ul Kd. BEîOV &‘Ol
póvov- )>
” Ko&iny, Oi?lV EiS Tl+’ Cl&JlV 6 @$U&V TtiTU TlOlâ VO&, “,
1T. Calvo t-t., &r#&VAlm, Introducción, pág. 59, n.74.
Aparte de hacerse patente la conexión entre no& y theios (lo “divino”),
es notorio también que esta expresión adverbial -única y exclusivamente
aristotélica, por cierto- aparece tan sólo en obras de carácter biológico:
sea en el tratado de los FWwNk?IuTBl’iB antes citado (&sJ?. 1, sea en el f%
~~~n~r~linn~?~j~8~jf~~ del que provienen dos citas y no por casualidad: ya
que el tema del ‘uoûs Ot$a&~’ se halla interrrelacionado con los del
nvQ.uz ( “aliento vital? y OTI+~JX (‘gérmen vital”), y el acento ha de
ponerse sobre todo en cuál será la relación entre los conceptos señalados
por dicho triángulo. Bástenos aquí anunciar que se trata, obviamente, de un
po& de tipo ‘divino’ y relativo a la generación biológica.
3.2. EXPRESIONES PREPOSICIONALES
Como se ha señalado en la Segunda Parte, Aristóteles utiliza IaS
expresiones exactas de sus antecesores en el uso del término, pero en
cuanto a las nuevas expresiones que emplea él no son numerosas, aunque,
eso sí, nuestro autor resulta muy original al formar frases de este tipo,,
puesto que utiliza las preposiciones con casos diferentes a los habituales.
distinto al que hasta ahora conocíamos:
“hí TE 6KíVacl~ KCi voû”, ( An /=‘mi. 89b8)
Las preposiciones radicalmente nuevas -las más importantes en este
momento- son tan sólo dos, &nÓ y 66:
1 En el Cufpus también hallamos en une obra de la escuela peripatética. Phgw¿y +, otro caso: “n& sòv voüv” ( FLysiiq. l 813b 32*).
389
‘ünò 9oû” (/'He 1034a 241,
“Chló TlVOS...K& 90ü’ (EN 1 180b 22).
Entre todas estas expresiones preposicionales son más frecuentes los
empleos ‘técnicos’ que los ‘vulgares’, confirmándose así la sensación de que
Aristóteles parece gozar de libertad relativa en su léxico, ya que juega con
las expresiones y locuciones conocidas de antemano o no pero las usó para
expresar significaciones innovadoras.
3.3 EXPRESIONES NOMINALES
Las expresiones formadas por ~ + nombre en el de Estagira son
frecuentes, y como ya se viera en la Segunda Parte, muy pocas son herencia
del pasado. Podemos agruparlas según su tema:
a) Relativas a la estructura del Cosmos:
ihfíwi 88b 36 %9 voíiv c$fiv”
/7~l8 109 1 b 12 “639 9009 ápxfiv”.
fo,? 13346 16 “0 VO& 7% +úmws”.’
b) Relacionados con aspectos psíquicos en general (cognitivos y/o
anímicos, sobre todo):
~hque también haya expresiora epócrifss: ffw&* 39la 12* (“~yq&a r&
b’oüv”); ,%t8. + 1065b 4* (“voü$ c&ID$“).
390
Tofi 108a 1 1 “voüs iv $qQ”.
FXys 223a 26 “$q@ voüf’.
Ae An 408a 12 “& voti oúv&w”.~
Eh 1096b 29 ” CV m VO& “_
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EN 1177b 19 “4 & 700 voil h$y+Ia anou%j “_
ff 1248s 29 ” ;i y&? &fi ?oü voü ¿$yavov “_
3.4. EXPRESIONES ADJETIVAS
Ofrecen un panorama muy interesante para la precisión semántica, ya
que -al igual que verbos y nombres, sobre todo- permiten ajustar Iw
acepción concreta de la palabra que venimos examinando, suelen ser usos:
muy ‘técnicos’ una vez más:
1 Los cawa apócrifos son este caso todos ellos de la misma obra: y 361 (“6 ~0% &v &ea”).
F’rub/. f 955b 26,28, 31
2 Estm son sólo algunrs ejemplos (las cuatro últimss citas) de erpresiom nominales wmistcntn en ‘enumracionc~’ ye utudiada en el apertafb correspondiente del Cap.ll de la Parte II.
f%Ar;z 429a 17 ” TAY VO& npòs T& v0q7á“
b’t? An 429b 5 “ 6 sì Vo@ ~WpcciT~ ').
fkh. 433a 16 m TOU npuKTlKoû voû “_
&J 737a 10 “c, KdOú/.IE~ vOG&".'
EN 1139b 4 ” &x~t& voi$q ”
E# 1141 b 3 “VO@ TWV TlwwTáTw m
EN 1 178a 22 ” fj 6: -roti voû ~qypq.dvq "
EE 1248a 32 ” KpEí’rT0v 7oU voû “.
FoI 1287a 29 ” Tb voíiv póvog II.
1 Com,expresióndetipoapócrifoestaríe:"O $Y ~0% noXuíW'[ Prub/. l 956b 34*1
39:2
3.5. OTRAS LOCUCIONES
Forman un grupo heterogéneo de locuciones típicamente aristotélicas;
suelen ser verbales o de adjetivo verbal (participio) como la citada en el
apartado anterior, la más conocida: 6 Kak+XVo$ VO&. f Se merecen un
apartado propio por su impronta terminológica: son la forma aristotélica de
indicar que lo que viene a continuación es una definición propiamente
dicha del término @. En suma, son un notable esfuerzo para lograr
precisión terminológica por parte de nuestro autor, ya que señalan de forma
inequívoca cuando estamos ante su concepción del vocablo en ese momento;
de ahí que diversos autores 2 destaquen este tipo de expresiones como el
método más seguro de saber que nos encontramos ante un uso aristotélico
del término en sentido estricto. A continuación se ofrecen las citas
existentes de estas útiles expresiones:
Mzln. 404b 5 " 5 yE KCf.Tà @X%fqolV kyó~~ 1'0% ".
L&.& 432b 26 " . ..d K&OújJXVOC VOíi$&".
l Aunque, refiriérW3 8 lo que 31hl pred3cwore3 deiwmirmbsn novS utiliza expresiones
verbales como es 'Knh3i voti' (ph&. 203.3 31, heblarda de AF&was y k. 472a 8, haciéndolo de Demócrito). También la primera y la seyuhda de la3 citada-3 en el cuerpo del texto, a continwción (.kdn. 404b 5 y 407s 5) 5on deffniciohe3 del térmiro! la primera, de su significado 'vulgar' 0 literario, mientrw la 3eyuhda 58 refiere a su 3entfdo técnim en Platón: pero la expre3ión en sí indica UIW definición del término con toda claridad y exactamente igual que cusndo la utiliza para uha definición de su3 propio3 USOJ. Y ho hay lugar a confusión si ho3 fijamm en el contexto. 2 Dürihy, l., u. c., &. 657:cndicha páginascñalael autor suecoque '8 mxO$cvg VO@ ' expresa lo que Aristóteles 'terminológicamente llama oeû;r. ". Cf. aimismo: Louis, P., "Objcrvatiow 3ur le vocabulaire tcchniquc d'kistote", páy. 145 (rcf. completa de la publicación a laque pertenece el artículo en Bibliogr.).
393
4. LA FAMILIA LEXICA DE NOUS
Volviendo al tema ya desarollado en la Segunda Parte,,
el de la carencia de un número notorio de términos nuevos en Aristóteles
(contra los tópicos existentes al respecto), el mejor ejemplo lo supone la
familia de nuestro vocablo, ya que contiene escasísimas innovaciones, s:i
excluímos, naturalmente, las obras apócrifas que contienen varias de ellas.
Como ya se dijo, sólo cinco nuevos términos aparecen en obras
reputadas auténticas: tres en su M&u~&sU, uno en la fMk8 E¿&Mu y
otro más en sus Fbrv.9 N8iurdh7. 1 Tan sólo nos detendremos brevemente
en ellos.
En el caso del primero, &avoq~~, se trataba de completar aún más
tos derivados de diánoia y de algo mucho más importante de cara a la
creación de su complejo esquema del psiquismo, como habrá de explicarse
luego; es decir, necesitaba un término equivalente a c&s@~v.K~$, Xoyw~u<~,
etc...
El segundo de ellos, kola , es la novedad más radical -1éxicamente
hablando, en el plano morfológico- de todas ellas: no existían hasta ahora
formas con el prefijo iK- en nuestra familia a estudio.
l Yéase en el apéndice ddtcado 6 la familis Lbxiw de NJ& la lista completa ck nuevo3
vocablos del Ci?rpLs-tanto los de obrm auténticas como Im de las apówife$-.
En cambio &uÓqw completa un grupo ya muy rico desde el siglo V 8.
C., como ocurrfera en el primer caso con el grupo de terminos relacionados
con diánoia.
Ek&op& por su parte, es claramente un derivado del verbo
anteriormente existente (ennoeîn) , de ahí su escaso interés.
Finalmente, como ya se destacara al hablar de esta misma cuestión en
el apartado dedicado a este tema de la Segunda Parte, es voqwós -
realmente su forma neutra, wrffu<& quién completa (al igual que la
primera de las novedades terminológicas, Fiozuorf~ós) una serie de términos
que le permiten a Arfstóteles reestructurar lo anímico en facultades y no
en rígidas ‘partes’ del alma al modo de los pensadores anteriores, incluído
Platón, ; siendo una cuestión de gran transcendencia se volverá sobre ella,
cuando se comente la compleja estructura anímica que constituye Ila
resultante de este gran esfuerzo conceptual del estagirfta en el terreno
noetrco.
Et aspecto semantico innovador queda, de este modo, destacado por
estos dos nuevos adjetivos neutros que introduce nuestro autor y que no
existían antes, puesto que ni siquiera en Platón eran precisos para
describir esas nuevas clasificaciones léxicas de la estructura psíquica, al
ser éstas decididas innovaciones aristotélicas.
395HL 2 /JVL?S¿79fl04’S
~os dos tipos de nuestro término, que venimos encontrando en
toda l~ literatura y filosofio anteriores, resurgen en Aristóteles; este
capítula trotará de establecer este hecha, de capital importancia para
el análisis del noús en toda la cultura griega en general y en el autor
que nos OCU~6 en particular
1. CRITERIOS SEMANTICOS Y LEXICOSAPLICADOS
1 .1. PLANTEAMIENTO
existencia de tales tipos léxicos no ha sido sostenida -de
forma ten tajante— par los estudiosos de la Historia de la Filosofía
Griega, al menos, no conoce la autora del trabaja caso alguno en el cual
se plantee con tanta claridad como aquí la pertenencia a das campos
semánticos diferentes del vocablo, según éste sea atribuido a un
entorno <divino’ —‘sobrehumano’— o ‘humanal Sin embargo, las pruebas
111.2 f4iasdenaus 397
determinar en cada autor a cada cita dentro de qué campo se encuentra
ese noOs en concreto. Son indispensables mecanismos triviales a
veces —como los de contexto léxica, méri’ológlcos. Sintácticos.
gramaticales en general o incluso lingúisticos (tropos, por ejemplo)-,
instrumentos de clarificación todos ellos, que tomplementan de la
mejor forma el análisis semántico propiamente tal, es decir, el
combinatorio, o de equivalencia de conceptos. Solamente la
conjunción de estos criterios, cuando resulta imprescindible
completar el análisis combinatorio, permite decidir en casos como los
de aquellos pasajes aristotélicos que no parecen encajar en las
acepciones conocidas anteriormente o que admitan los estudiosos
como novedades en nuestro autor.
Lo que obliga a ser especialmente cuidadosos; conviene, por
tanto, 12) encuadrar en los grandes marcos lexicales los dos tipos
extensos del vocablo, para dejar la pormenorización de las
peculiaridades de cada acepción e un estudio más detenido y
posterior, que permita salir de dudas e hipótesis de trabajo para
reelizer oflrn~ cian8s basadas precísamente en ese examen de los
pasajes más notarios de cada acepción del término; 22) aceptar los
datos generales que aporten las connotaciones, sean de la clase que
sean: definiciones del propio Aristóteles del término, o provenientes
del contexto expresivo —se trata de les del capítulo anterior—, o bien
las sugeridas por sus alabanzas g críticas del uso del vocablo por sus
predecesores, o, para concluir, las indicadas par el contexto sémico,
ge entrando dentro del análisis combinatorio de la semántica
estructural de la lengua.
¡¡¡.2. Titas de naus 396
1 .2. PROBLEMAS INICIALES.
En primer lugar, estarían los que provoca la lengua heredada por
Aristóteles; recuérdense dos factores: a) la constante redefinición de
campos léxicos y semánticos que hace cambiar de términos y gruposcompletos de conceptos de un campo a otro según la época y vuelve
especialmente difícil la clasificación sémica de un concepto dúplic«
desde sus inicios como es el de noús —al hallarse en dos campos
léxicos opuestos y •bésicas ( como son los de ‘divino’ u ‘humano’)—; ti)
las elaboraciones propias del término que hacen los autores
anteriores, dentro de sus obras respectivas —literarias o filosóficas—,
con todo lo que supone para Aristóteles que manipule un lenguaje
escrito y ha de compatibilizar o superar, simultáneamente:l) Ufl USO
literario prosístico o poético con todas sus diferencias (dado el
arcaísmo a que tiende la poesía), 2) unas expresiones vulgares o ~al
uso de la lengua común no por inanes menos influyentes, al menos de
forma inintencionada, y 3) tantos usos técnico—filosóficos como
filósofos que hayan empleado la palabra hagan sido
En segundo lugar, estarían los problemas que origina el propio
lenguaje aristotélico, como: 1) esas expresiones o frases hechas que
tienen un uso técnico ; 2) su acción de asumir terminología filosófica
anterior —siempre que le sea de utilidad— con escasas precisiones por
su parte, o sea, redefinéndola en términos propios poco, tarde o nunca.
Como resultante, se producen dos problemas centrales: el primero,
hasta qué punto y dónde hace uso técnico propio de noús, sea del
‘humano’ sea del ‘divino’; el segundo, cuestionarse sí las
contradicciones en la definición del término que podemos hallar en el
Carpas según pasamos de una obra a otra son reales o meramente
Iii. 2. J/ftas oLe noús 399
aparentes, preguntas ambas de la mayor importancia. De tales
planteamientos los estudiosos han extraído las más divergentes
soluciones, aunque las más habituales sean tres: a) determinar qué
obres del CÚ¡71u8 son espurias (con lo cual muchos pasajes
sorprendentes pasan a no tener la menor importancia), b) establecer
una genealogía de la obra aristotélica que escinde en períodos de
producción muy diferentes sus distintos libros> y c) postular la
existencia de distintos niveles de precisión terminológica en el de
Estagira (según se trate de obras especializadas o de obras dedicadas
a otras cuestiones que mencionen de pasada a nuestro término). Por
lo que ya se dicho en el primer capítulo de la Segunda Parte> la
solución b), llevada a su extremo, le parece a le autora muy discutible,
aunque no niegue una evolución intelectual en ningún pensador
importante, ya que el afán de establecer escisiones y divergencias de
posición en la producción aristotélica se ha llevado demasiado lejos> a
partir, eso sí, de la genial intuición de Werner Jaeger a principios de
siglo; la postura de Daring es, por su parte, la más sensata entre los
estudiosos posteriores g la más alejada de la moda de dividir en
etapas inconciliables el pensar de Aristóteles, haciéndole
contradecirse de forma harto asombrosa y a todas luces excesiva. En
cambio, a lo largo de este trabajo las soluciones a) y c) parecen
acertadas y solucionan algunos problemas aparentemente irresolubles.
De todas formas, los nuevos métodos de la semántica hacen
innecesario salvar los obstáculos can ninguna de las tres soluciones
la mayar parte de las veces, permitiendo un nuevo plantel de formas de
afrontar las situaciones difíciles. A pesar de ello, no se puede negar a
estas alturas del siglo XX la existencia de una evolución intelectual en
Aristóteles; seria una extraordinaria e inútil osadía. Lo que ocurre es
que se corren dos peligros si se sobreestima la opción ti) como una
solución única: 1) la fácil crítica —cargada de razones— de quienes
Iii. 2. flftasdenaus 400
reprochan la generalización (al conjunto de la obra de un autor) de los
datos extraídos de un tema tan puntual como es el nuestro;1 2) la
polémica interminable con Quienes, por razones igualmente valiosas,
piensen que a una o varias obras que, según nuestro criterio, serían de
juventud, fuesen de madurez, etc... Puede que este eclecticismo sea
un error, pera es preferible no caer en actitudes fácilmentecriticables —como sobrevalorar nuestro tema como indicio de la fase
del pensar aristotélico en que nos hallamos; o bien delimitar
alegremente períodos en la producción del estagirita—.
En conclusión, los criterios seguidos son:
a) aceptar todas las precisiones filológicas sobre la autenticidad
o no de las obras del Carpas : relegando las que son apócrifas, para que
no influyan en la determinación del verdadero sentido del término.
ti) admitir que hay escritos muy alejados de sus concepciones más
elaboradas del psiquismo humano: sea porque son tratados de uso
público o para alumnos poco aventajados, sea porque son obras previas
a la maduración intelectural de estos temas en Aristóteles La
tentación de optar tajentemente por la segunda posibilidad es grande —
ye cayó Nuyens en elle (con grendes frutos pare el estudio de la
noética eristotelica)— pero, de momento, la exposición se limitará a
ofrecer los datos al lector, sin entrar en dicha polémica
III. 2 Tipos de noas 401
1 .3. SOLUCIONES ADOPTADAS
Se ha combinado el conjunto de procedimientos de mayor
eficacia conocidos por quien suscribe: tanto los reputados y
archiconocidos de corte contextual—expresivo como los más actuales
de tipo contextual—semántico; porque sería absurdo despreciar un
método como el primero —que sigue bastando en muchas ocasiones o
confirmando los resultados del segundo— con tanta importancia como
ha tenido hasta ahora para determinar el sentido de un término
concreto. El segundo proceder, de clasificación sémica, abocado más
al concepto que al término que lo expresa, esté aún en claro proceso da
prerfeccionamiento, por ello -en este estudio se remite a él lo
imprescindible y apoyándose todas las veces que sea posible en el
primera
Aun así el potencial del análisis puramente semántico es enorme,
permite —en lo que nos atañe— la clasificación de las grandes
variaciones de la estructura lingúística griega en estos temas, lo cual
otorga a nuestro objeto de estudio nueva luz, permitiéndonos dirimir a
qué tipo o acepción del vocablo pertenece cada pasaje aristotélico.
También ilumina los significados profundas de usos inesperados o
incomprensibles del término vistos con el método contextual—
expresivo tradicional. Finalmente, nos otorga el privilegio de atisbar
la enorme complejidad conceptual alcanzada -ya en tan temprana
época— por este genio de la estructuración innovadora del lenguaje
filosófico griego que es Aristóteles. A pesar de ello, su aplicación
aquí cuenta con limitaciones ciertas, derivadas algunas de ellas de su
misma novedad, o sea, de su incompletitud; podrían agruparse dichos
fallos como: a) provenientes del propio método semántico-conceptual
liii f/PQSt7rflOt/S 402
utilizado (perfeccionablet ti) de la aplicación que se ha hecho del
mismo a lo largo de estas páginas, e) de su combinación con el método
clásico (morfosintáctico.etc.J, a veces difícil, y d) de las negativas
características del propio Vargas para su empleo: oscurida« de un
texto, carácter dudoso o apócrifo de una cita de marcado interés
semántico> e imposibilidad de datar con certeza determinada obra
dentro de la producción del autor de Estagira (impedimento primordial
para hablar con propiedad de una evolución en su uso del término).
Recuerde el lector, a propósito de la cuestión, que los resultados
logrados con la introducción de este segundo procedimiento analítico—
lingúlstlco son inalcanzables con el método tradicional en la filología
y filosofía anteriores: el de contexto morfosintáctico—funcional. Ya
que el nuevo, con todas sus imperfecciones, deshace múltiples falsos
problemas o contradicciones sólo aparentes del lenguaje del autor y
permite comprender mejor el lugar que ocupan los principales
términos gnoseológicos ligados al nuestro.
2. ESBOZO DE ESTRUCTURA SEMICA:
LO ‘DIVINO’ Y LO ‘HUMANO’.
a
Lomo se esbozara en el análisis semántico de las Conclusiones a
la Primera Parte, asistimos en el mundo griego antiguo a la progresiva
formación de dos ejes clave en la estructura filosófica del Universo
uno ligado al Espacio y otro al Tiempo; tales ejes estructrales propios
de la lingúistica de Saussure pueden parecer artificiosos a un lector
III. 2. Ji~osasnntis 403
no habituado a los estudios sobre estos temas, pero —dentro de un
planteamiento radicalmente diferente, eso sí-, lo podíamos hallar ya
en E Cornford a principios de siglo.1 Por otro lado, es una otiviedad —
destacada por numerosos autores— la inexistencia de la posibilidad de
concebir siquiera lo NO—ESPACIAL en los autores presocráticos, no
digamos en las épicas homérica y arcaica. Luego el eje paradigmático
ESPACIAL es claramente un clasema primordial en la estructura de la
lengua griega, incluyendo la filosófica, y podemos seguir su largo
proceso de configuración. Estas consideraciones hacen innecesario
reafirmar aquí la importancia del ESPACIO y su flamante contrario en
Aristóteles, lo NO—ESPACIAL; dado que, además, ya se ha destacado
anteriormente su relación con nuestro tema a través de la carencia de
un lacas para el noús, por poner un ejemplo. Tan sólo este detalle ya
situaría, por lo tanto, en el ojo del huracán de la consideración de
estos grandes clasemas y su organización progresiva al estudio que
viene ocupándonos.
En cambio, el eje TIEMPO se ha destacado mucho menos a lo largo
del presente trabajo, quizás por ser menos obvio o estar más
confusamente desarrollado durante los primeras siglos de la lengua
griega conocida. La concepción temporal en la literatura más arcaica
es una curiosa mezcle de concepciones míticas acerca del Tiempo; por
su lado los filósofos realizan, claro es, los primeros intentos serios
de racionalizar el Tiempo.2
Sin dudar, esto nos coloca en el momento ideal para dedicar
nuestra atención a esta parcela, la del Tiempo, que hemos podido
1 Cf. F.M.Cornford, ¿~/eAW,gMne/aFiIosofÍ~,obrade 1912,dóndeseofrece uncorreleto curioso con la linquístice estríxiurel naciente entonces Realmente quizás elautor británico se sorprendería de esta correlación que hallamos nosotros.2 A. Bernabé, “ICai-¿ i-íjv ‘rau xÑvou r«~w. Cl tiempo en las cosmogoníaspresocraticas”, págs. 61-98 (para reí. compieta véase Bibiiogr.).
¡¡¡.2. i7oasdeno¿/s 404
obviar hasta ahora, actitud imposible ya en un Aristóteles, que
estructura su lenguaje sobre ‘los dos grandes ejes citados.
Curiosamente, el término clave en este tema concreto, cítúiv,1 que
solemos traducir alegremente por eternidadt forma parte en sus
inicios del vocabulario alusivo al elma— aliento vital— vida” homérico,
y mientras p~yi=h~significa “principio vital indiferente al tiempo”,
aión es la “vida marcada por la temporalidad” y se opone a aquella. Tan
sorprendente comienzo’ no impide que aión se aleje rápidamente del
ámbito léxico de la “vide” (sustituida por bíos,zóon y su derivados
respectivos) insertándose en ese fluctuante ambiente léxico de lo
caracter;st~co de los dioses —un ~ específico de 10 sobrehumano—
como pura durabilidad divinal - Porque, hay que reseñarlo aquí, se
intenta en esta época arcaica, según algún autor, constituir un
vocabulario específico para los inmortales”, y aión entraría de lleno
en este léxico selecto exclusivo del ámbito de lo sobrenatural; un
ejemplo de tal intentona podría ser el noús de Jenófanes, por citar el
caso más claro? Este esfuerzo no tiene continuación en el muy
secularizado tiempo de la Ilustración griega; sin embargo, sus
secuelas permiten que aión se oponga a bios, pues la “vida inmortal
divinizada” o ‘tiempo indiferente a la muerte” (aión) es lo contrario de
la “vida de los hombres o mortales” (bios). Serían dos tipos de tiempo
(~póvos) tajantemente escindidos según pertenezcan al terreno léxico
de lo ‘divino’ (aión) o de lo ‘humano’ (bios). ~ Tras el olvido definitivo
de esta busqueda de un léxico propio para el campo léxico de la
divinidad, Platón denomina bios igualmente a la “vida” ‘humana’ o
aparece también junto a noQs, en Aristóteles.2 También en Anaximandro o en el arcaizante Empédocles percibe Bernabé en su articuloanteriormente citado una distinción de vocabulario similar a la de Jenófanes: cf. págs. 79-60 para Anaximandro y 69-90 para Empédocles~ch’. E. Gangutin, »~*.4>1tt’rteb,’~rroo/Ye4n, para toda esta explicación del ejetemporal, u especialmente del sentido de aion
.
Iii. 2. T4’osdenous 405
tdivina” y eleva el sentido de alón a su más alta cuota de abstracción al
oponerlo al propio xpóvo~: siguiendo el ejemplo de Empédocles, por
cierto, ya que éste considera a alón por encima de la oposición
‘vida’/”muerte’, o sea, que lo cree “vida atemporal”; así aión será en
Platón el “tiempo inmortal”, lo que nosotros —salvando distancias
filosóficas y terminológicas considerables— llamaríamos eternidad”.
En resumen podría decirse que de aludir a la duración de la vida
humana el término que estamos viendo ha pasado a decirse de la
duración de la vida divina y. por abstracción filosófica, de la duración
fuera del tiempo reel’ (xp6vos); en suma e ser la denominación del
tiemno abstracto, divino o eterno, si se prefiere. De ahí que, sin
cambios apenas en su ámbito el concepto de aión en Aristóteles seré la
“duración ilimitada e indefinida% sin principio ni fin, fuera de todo
Tiempo (~p6vog): ATETIPORAL. Los más destacable, indudablemente, de
todo este largo proceso es que aión no pierde su situación en el amplio
ámbito conceptual de lo ‘divino’, donde ya se ubicara desde la época
arcaica. Fijándonos ya en el detalle de la estrutura sémica platónica>
tan trascendente para la aristotélica, podemos advertir que estos
factores temporales están ligados al terreno religioso-místico
heredados del pitagorísmo —como sagazmente dedujera Cornford en su
‘libro anteriormente citado—, y surgen al constituirse la oposición
‘mortal’—’corruptible’/ ‘inmortal’—’incorruptible’ la clave de su
sistema léxico—filosófico.
En lo que nos concierne, este eje TEMPORAL adquiere especial
transcendencia porque encaja a la perfección con el ESPACIAL que ya
se ha venido analizando: lo ESPACIAL/TEMPORAL se sitúa frente a lo
INESPACIAL? ATEiIPORAL como fundamento mismo de las complejas
clases sémicas aristotélicas, que respetan estos dos ejes
correlativos~ Surgen os¡, con toda nitidez en Aristóteles, con mayor
111.1 fl~ccsdenoas 406
consecuencia que en Platón, las clases léxicas deudoras de este alto
grado de abstracción conceptual respecto al Espacio y el Tiempo.
Puesto que, por una parte, nuestro autor explora u define el Espacio
como ningún autor griego lo había hecho antes, o sea, contrastando lo
aportado por los filosófos precedentes —sobre todo por el último
Platón— y organizando dichos datos hasta ser consciente de todos los
problemas que implica el complejo concepto de lo ‘espacial>. Y, por
otra, porque analiza el Tiempo (recuérdese el famoso Libro IV de su
F/zgis/co ) en todas las complejidades que tal noción tiene en la
filosofía griega dada su lentísima elaboración léxica: precisamente
por la diversidad de enfoques de sus predecesores acerca de qué es el
Tiempo se ve incapaz el estagirita de lograr una síntesis tan completa
como, en cambio, lo es la que logra sobre el Espacio; no obstante no
deja de enumerar —y asimilar— las distintas concepciones ya
existentes del Tiempo ni de analizarías en su totalidad.1
Concretando ya en lo que nos atañe, la importancia de todo lo
dicho para nuestros tipos de la noción de noús, puede observarse
respecto al tipo ‘divino’ que si el eje espacial permitía distinguir
progresivamente al noús por su falta de ‘localización’ como. algo cada
vez más claramente ‘incorpóreo’ o ‘inmaterial>, y, en cuanto tal,
‘divino> incluso silo posee el hombre; en el caso del eje temporal no va
a ser menos: el noús si es ‘divino> va a ser llamado alón
.
No obstante se hace preciso insistir en que —dada la
secularización creciente del mundo griego a partir del siglo V a. II— el
atributo divino equivale parcialmente a nuestro término abstracto”
Este aspecto exhaustivo puede verse tomando como referencia la compleja clasificación delas nociones de Tiempo del artículo de Bernabé; ua que aplicando a Aristóteles dichon~uema (pág. 66 dcl artículo> podemos reencontrar tdas las nociones de tiempo(asumidas en nuestro autor como acepciones del mismo térmi no), mientras en toda lafilosofía anterior sólo cabía hallar una o des (a lo ~iimctres ya en Platón> de les seisdiferentes que hallare A. Bernabé ene) pensamiento presocrético tomado en su conjunto.
¡11.2. Tijaasdenaus 407
tendencia originada, como se sabe, al asimilar las antiguas teogonías y
cosmogonías a las realidades básicas constitutivas del Cosmos que va
describiendo la filQsofía. De tal modo que en Aristóteles, más cercano
al mundo filosófico jonio por talante y origen, tal calificación de
divino” sería más veces expresión de lo que él considera “puramente
abstracto” que descripción exacta de lo que se halla fuera d& Espacio
y Tiempo. En resumen> con los epítetos ligados a la noción de lo
‘divino’ trataría de expresar la consideración del Espacio y Tiempo en
sí mismos, por un lado, y, por otro, de referirse a realidades NO—
ESPACIALES Y NO-TEMPORALES. Las cuales, en nuestro tema concreto
se transforman en INESPACIALES Y ATEMPORALES, puesto que
precisamente así es el noús ‘divino’.1
Sin embargo, una vez más, los ejes más amplios, los grandes
clasemas genéricos cómo éstos que nos han ocupado hasta ahora, son
los que permanecen inexpresados por un tiempo mayor, mientras los
campas conceptuales, que delimitan conceptos concretos integrados en
oposiciones inclusivas o exclusivas, aparecen expuestos con mayor
nitidez por el propio pensador que los configura por vez primera o por
sus inmediatos seguidores. Ocupémonos de ellos pues.
Ejemplos palmarios de lo enunciado son Platón y Aristóteles que
nos brindan juegos de campos léxicos muy elaborados; el primero con
el esquema conceptual ya mentado: ‘corpóreo’-’mortal’— ‘corruptible’ ¡
‘incorpóreo’—’inmortal’— ‘incorruptible’ que se deshace cual castillo
En reaiidad, al negar la existencia del vacio en el cosmos, en su sistema lo No—ESPAcIALcoincide con lo INESPACIAL, pero no seria así en otros sistemas filosóficos griegos: lapri mere denominación alude a no ocupar lugar en el espacio, la segunda a estar “fuera” decualquier coordenada espacial; se ha establecido la diferencia —a pesar de hablar delestagi rita— porque existe en nuestras mentes ~debía evitarse cuidadosamente la confusióndada la relevancia de la cuestion para este trabajo. En cambio, todo lector reconocerafacilrnente la diferencia entre aludir vagamente a “eternidad” u señalar que el x~esatemporai’; en este caso, nuestro autor mantiene en su obra varios tipos de eternidad,
seqún 105 entes a que se refiera, amén de t-ealidades sencillamente atemporales,”fuera deitiempo.
HL 2. Jiftúsdenaus 406
de naipes en el aristotelismo; ambos con versiones aproximadas de
sensación’! ‘razón’, ‘racional>! ‘irracional’ o ‘materia’! ‘forma’, por
se?Salar tan sólo tres casos, o con diversas elaboraciones sémicas de
los campos <físico’! ‘psíquico’, más sencilla la del Maestro que la del
discípulo; tampoco faltan clasemas gramaticales —no conceptuales—
subyacentes a la elaboración de esquemas sémicos como el caso
anterior, usemos dicho ejemplo para ver la complejidad alcanzada por
Aristóteles:
‘FISICO’ : <órgano’ ¡‘aptitud física’—’función’/ ‘acción resultante’—
‘producto’ (a veces con dos denominaciones);
PSIQUICO’: ‘facultad o capacidad anímica’! <aptitud o función]
‘actividad’— ‘resultado o producto’ (también suelen diferenciarse).
Pero hoy que recordar que todos estos campos conceptuales se
estructuran alrededor de los dos ejes mecionados (Espacio y Tiempo)>
relación que Aristóteles elabore con mayor finura que su Maestro.
Podemos advertirlo incluso en un aspecto tan aristotélico como su
oposición básica ‘potencia’! ‘acto’, donde hallamos un rasgo claro de
explanación procesual, dentro del eje temporal por tanto; mientras
otra oposición conceptual fundamental ‘materia’! ‘forma’ sería
descripción de un estado, situado en el eje espacial.
Todos estos datos mentados a vuela pluma en estas últimas
páginas no bastan aún para aclarar definitivamente las distintas
acepciones del tipo <humano’ de nuestra palabra, lo que da idea de su
complejidad; en cambio la descripción de ambos ejes y de algunas de
las oposiciones gramaticales o conceptuales sí establecía los rasgos
genéricos del ‘divino’, mucho más simple; éste estaría en el ámbito de
lo INESPACIAL respecto al eje Espacial y en el ATEIIPORAL en cuanto
al Temporal, y tendría dos acepciones claras: el equivalente
111.2. Tiftosdanoas 409
aristotélico al Noús Cósmico (de Anaxágoras y Platón), el “Primer
Motor Inmóvil”; mientras que el ~ —también “eterno”, incorruptible
y que viene de 1uer«’- pero en el Hombre, se asimilaría (salvando
siempre las diferencias de sistema filosófico) al noús de nivel
microcósmico de Platón o Anaxágoras. En la primera acepción elude el
de Estagira a lo perfecto y sobrehumano donde lo haya, en la segunda a
lo especifico del Hombre, lo cual le separa de sus predecesores, por
cierto. Va que, lejos de la vaguedad del jonio o el misticismo
platónico. Aristóteles le da una matriz lógico a la cuestión, de
manera que ese noús ‘divino’ represente lo común al Hombre tomado en
abstracto> lo propio de la specias, dicho en términos modernos ( a fuer
de anacrónicos) sería la ‘Razón Humana’ ilustrada; pero no como mera
capacidad genérica sino como más alta perfección alcanzable por la
Humanidad en su conjunto y a lo largo de todos los, repetidos, ciclos
del Tiempo.
3. EL NOUS <DIVINO1 ARISTOTELICO
La existencia misma de este tipo de nuestro término en
Aristóteles parece fuera de toda discusión; no así la afirmación que ve
a sostenerse en este trabajo, a saber que existen das acepciones del
noús ‘divino’. Algunos autores consideran que es el mismo noús
,
exactamente, el descrito en todas las obras del Va4~¿/s que se
refieren a él con Ci calificativo directo de “divIno” o alguno
III. 2. [¡gas de naus 410
equivalente.1 De este modo, las más conocidas menciones —las del
libro A de la tiste y algunas citas del De An — serían alusiones
unívocas, de un nQÚ~ supremo, Dios mismo, en sí considerado (libro A)
y encarnado (sic 1 o ‘participado en nosotros <De An. >3 Las
expresiones mismas para tratar de calificarlo muestran el desacierto
evidente de esta pretensión: tales planteamientos se hallan a años luz
de la mentalidad filosófica aristotélica, e incluso, de la de la filosofía
griega pre—helenística en general; ni siquiera Platón autorizaría esta
trasposición neoplatónica, teñida de la nueva religiosidad hebraica,
que supone medio milenio de transformaciones de todo tipo para llegar
a ser posible. En suma, esta bella imagen, medieval—plotiniana del
noús Divino aristotélico corno Inteligencia única o “luz del Universo
puede ser magnífica en si, pero es un anacronismo inadmisible en
nuestros tiempos, tras los logros de la filología comparada.
Por el contrario, en las explicaciones sobre esta cuestión
expuestas por distintos especialistas actuales hay muchas
coincidencias, sobre todo en admitir que, a pesar de una estrecha
relación, las dos acepciones del noús ‘divino’ —como Primer Motor
Inmóvif’ y “del Hombre”— son de rango jerárquico diferente. Esta
precisión, tan en sintonía con la noción jerarquizada del Universo
propia de Aristóteles, la resume -con la sencillez meridiana que le
caracteriza— David Ross:
«La representación de Dios enel ¿~3nima corno inmanente al individuo, no estaríanecesariamente en desacuerdo con la representación que da la tk/efis¡a de un Diostrascendente. Pero decir que Dios tiene todo nuestro saber antes que nosotros lo tengamos, e
impartiéndonoslo, contradiria lo que dice de Dios en el libro A, donde Dios no tiene otroobjeto de pensamiento que sí mismo Es posible que las dos obras representen dos modos
1 Por cierto quien inicia tal interpretación es Alejandro de Afrodisies, interprete deenorme influjo histárico; le sigue, entre otros, zabarella.2 ~ Robin, ci gran intérprete de Platón, nos da esta versión en su Artfto/c, pág. 204. <Cf.Bíblíoqr ).
III. 2. flftasdenot’s 411
divergentes del pensamiento de Aristóteles sobre la divinidad. Pero no es necesario
suponerlo. Aristóteles no menciona explícitamente a Dios en este pasaje del 1~ ~ qaunque la actividad pura e incesante del pensamiento aquí descrito sea, en algún aspecto,
igual a aquella que él atríbuge e Dios en la tktsñG’¡c~ , Aristóteles probablemente no
identificó las dos. Es más probable que creqera en una jerarquía que se eleva de una manera
continua desde los seres inferiores q los más sumergidos en la materia, hasta el hombre>lot cuerpos celestes, las inteligencias u Dios; el intelecto activo en el hombre es uno de los
miembros más altos de esta jerarquía, pero tiene otros por encima de él, ¡j no solamente
Dios. ml es le interpretación del ¿~arnnw que sugiere la doctrina puramente deísta de la
El hecho cierto de que ningún pasaje del DeAn¡tno aluda al Noús
del libro A debería ser apoyatura suficiente para aceptar las
afirmaciones de Ross. Admitido que no hay prueba alguna a favor de la
identidad exacta de ambos términos, negar que Aristóteles pretendió
señalar cierta delimitación entre las dos descripciones con dicha
omisión es harto difícil: cuando nos quiere recordar una obra o un texto
determinado, lo hace; además, si hubiera querido habría podido al
menos referirse al Cosmos en un paréntesis de la exposición. Pero
algunos han preferido ignorar lo metódico del proceder aristotélico
afirmando sin pruebas que se trata de un “olvid& (sic); mientras que,
realmente, lo que hace el estagirita cuando estudia temas biológicos
es ocuparse de eso, de su objeto en ese momento, con todas las
connotaciones y limitaciones que supone. Si entendiera que el alma de
los vivientes —su tema del De Animo — incluye al Noús Cósmico lo
explicaría detenidamente, corno no es en absoluto el caso, fl~ ~
menciona, Es decir, su obra biológica—psicológica se ocupa de seres de
la Tierra, exclusivamente, y de ese tramo en la jerarquía del ser al
Noús de la Pisto hay un abismo ontológico; sólo la hermosa analogía
que establece entre ambas clases de seres por el similar
funcionamiento —a escala, claro— del “intelect& le permite hablar en
1 Ar¡stóte/es,trad de Diego F Pró, paq.s. 220-221. (Vé. Biblioqr.)
111.2. flftesdsnaus 412
el Libro X de la EA! de un acercamiento del noús ‘divino> en el Hombre
al del Dios. Mas, aun allí, nos resalta nuestro autor que no es propia
del hombre dicha vida teorétic& o divina, por el contrario, la Vida
feliz y buena para ese ser jerárquicamente inferior es la vida
práctica”, la más característicamente humana.
La resolución de este primer caso de desacuerdo entre los
estudiosos —de todos los tiempos— no nos libra de afrontar nuevos
objetos de discusión; nada menos que el profesor Buthrie sostiene, en
su magnífica obra sobre Aristóteles —el último tomo que pudo preparar
de su monumental Historío de lo Fi/osaN» Llego ->1 que el noús
<divino’ (según nuestra denominación, no la del autor británico) en el
Hombre ha de ser activado por el Noús Primer flotor? Sostener tal
cosa le parece inevitable, puesto que parte de un supuesto que> por
cierto se comparte en nuestro estudio: el noús activo no es parte del
alma individual de cada hombre, o al menos> no tiene porqué serlo.3 En
este punto se expresa aún más claramente Nugens 4 : no es una facultad
perteneciente al alma—entelékheia” sino una “entidad” (zoÚo~a, ousía
)
independiente de la misma; estén ambos estudiosos en posiciones muy
próximas, sólo que Nuyens —siguiendo a Ross— no cree posible ni
preciso hacer la deducción de Guthrie; a saber, que si no es parte dicho
noús del alma individual humana ha de ser algo “no fácil de distinguir”
del propio Dios. ~ Sin embargo, hay un verdadero abismo entre esta
Y, una vez más, siguiendo a Alejandro de Afrodisias.2 ~ Guthrie, rJrts’/at/e, oner.cvvnter, págs. 322- 327. concretamente, en dicha página327 concluue: « As the senses are called intoactivity b~ the external object perceived, soour x¿~s whose objects are within it, 13 directluactivated b’~ the supreme, supracosmictrcs or God.»; vé. Boblioqr.~Guthrie, ir., pág 323 « Our souls are no more than the entelechy of our compositeseives, bul tñis restriction does not applg to the creative reason, which 1s separete <or stieast separable), immortal and eternai.»4 L~ó,Ivtion#1aIc~,tdAristote, pág. 289. CI. Biblioqr.5Guthrie, it,~’m. «Indeed ase pure, separetel¡j existing actlvitu it is mt mi Aristotle’sprincipies eesilij disti nquishable from the prime intellectuai mover of sil .».
¡11.2. flftosdanaus 413
deducción anterior —que aquí se comparte— !J la de una “activación” del
fl~ ‘humano’ directamente por el Dios (para explicar los más altos
procesos cognoscitivos en el hombre concreto), como parece sostener
el profesor Guthrie; la idea de una intervención divina directa para que
sea posible la intuición de los principios inamovibles del Saber no
tiene sentido en la visión que los autores contemporáneos nos legan de
la filosofía aristotélica: visión a la cual, por cierto, tanto ha
contribuido el propio Guthrie, profundo conocedor tanto de la filosofía
griega en su conjunto como de quien nos ocupa. No obstante, no es el
lugar para mostrar los rasgos helenísticos del supuesto en cuestión,
seré tarea propia de capítulos posteriores.
Lo que no cabe obviar en este momento es que es nuestra
distinción entre dos acepciones diferentes del tipo noús <divino’ la que
nos permite escapar de la extremad& consecuencia a que se ve
abocado el gran autor inglés, y mantener, frente a ella> que son
similares —del mismo tipo- ambos noús pero hay entre ellos la misma
distancia jerárquica que entre el Ser divino ~or exce//anes y un
Espíritu puro propio de la spec¡es (Humana) : sustancias separadas
ambes•, desde luego, eternas, también, y hasta con una función
equivalente pero de distinto nivel o grado. en suma, solamente
análogos. A pesar de todo, la distancia entre ambas acepciones es
escasa, como muy bien afirmare Guthrie: pero el propio estagirita
distingue ambas oi5uCat más de una vez, y no debemos permitirnos
echarlo en olvido.
Puede resumirse, por consiguiente, la explicación que sugiere
este trabajo como sigue: a) un tipo ‘divino’ del término con rasgos
sémicos distintivos del ‘humano’ -como ocurre ya en el pasado, en la
lengua que él hereda—; b) con dos acepciones distinguibles, aunque de
base común, consistente en una serie de rasgos como ‘atemporalidad’,
111.2. [¡tos 02? nav2s 414
‘incorruptibilidad’ o <irtespacialidad’, es decir, ‘inmortalidad>; e) y que
se diferencian por ser dos ‘entidades’ distintas, o sea, por ser
separadas” cada una de una manera: el Noús <Divino’ y ‘Cósmico> el uno
transcendiendo al Universo mismoy el otro, aparentemente, no,t y el
noús al hombre concreto y mortal (son, sin duda, ~wpvoíó~,pero no
pueden serlo de idéntica forma, dedo su desnivel jerárquico). Además,
es su carácter de ousía lo esencial tal como destacara Nugens,2 puesto
que los une y los separa al tiempo: los une al situarlos en el mismo
plano léxico (‘atemporalidad’) que nos proporciona su ubicación en el
mismo tipo de noús; pero también los separa porque cada vez que los
cita, como entidades independientes”, aparecen ambos, lo que obliga
a concluir que son dos cosas bien diferenciadas para Aristóteles.
Coinciden, pues, en lo primordial: ser oúa(cxt ‘atemporales’—
‘inespaciales~ o sea, “Intelección pura” totalmente inmateriales; por
ello, parece clara una nueva implicación: el carácter único de ambas.
Parece inevitable que haya un sólo Noús ‘Cósmico’ o “Primer Motor”,
pero también un único noús ‘divino> o Espíritu Humano’, ~ puesto que
la individuación proviene de la materia y no de la formo, ¿cómo se
dividiría o distinguiría tal noús cuando se hallase “ya escindido”
(~wp~o8ág) de toda materia> sin ligarse a ningún mortal en concreto?.Posición que no es innovadora, puesto que incluso en la actualidad
varios autores zanjan también así la discusión: en cuanto tal, en su
aspecto ‘divino’ ha de ser único porque no es más que la ‘Razón Humana
confusamente explicada —muchossiglos antes que la filosofía moderna
se centrara en ella— por un genio de la tolla de Aristóteles; tal
afirmación explica, además, todas las dificultades y oscuridades
1 Distinción artificiosa, en realidad: se trataría de dos enfoques distintos de la misma ousia
:
el Dios trascendente o Primer Motor Inmóvil influqe —indirectamente— en el Cosmos, esPrinci pto del Orden Cósmico”; g como tal se le denomino t¿oO~ ‘cósmico’.
2 ~ pág. 331.3 Si se disculpa una denominación en exceso hegeliana que viene inevitablemente ¡onro/e
III. 2. [47asc/enoús 415
léxicas, por la imposibilidad de ser preciso al ir mucho más allá de su
tiempo en el campo gnoseológico y , no digamos, en el noético. El
precio es alto: son constantes esas afirmaciones hipotéticas de tanto
interés, las vaguedades, incluso las ambivalencias gramaticales, que
producen en conjunto el carácter de apuntes inconclusos de los más
célebres pasajes que dedicó al tema.
4. EL NOUS ‘HUMANO’ EN ARISTOTELES.
problemas que supone este tipo de nuestra palabra provienen
de la ruptura de los esquemas platónicos por parte de su discípulo, por
un lado;1 por la otra> de la imposibilidad de configurar acepciones
técnicas frente a usos vulgares, no sólo por la escasez palmaria de
estos últimos, sino porque no es fácil discernir cuando se está ante
uno de ellos.2 Las dos dificultades sumadas significan una nueva
delimitación de las acepciones de este noús ‘humano’ de acuerdo con la
nueva estructura del psiquismo que propugna Aristóteles y con ese
hecho curioso de la no distinción entre usos técnicos y vulgares para
desígnar tipos o acepciones diferentes del noús,
A pesar de todo, el influjo platónico sigue estando muy presente.
Y se demuestra dicha afirmación, en primer lugar, si advertimos que
casi podríamos denominar al noús ‘humano’ aristotélico como noús
1 Véase cap. 1V, Porte II.cap. Ide esta Parte III.
III.?. 7?ftosd8nous 416
‘individual’ —tal corno hacíamos con el platónico cuando pertenecía al
individuo concreto-; la excepción es (parcialmente) la acepción más
genérica: noús como <razón> frente a lo ‘irracional>, donde se designa la
capacidad específicamente humana frente al resto de los animales y a
los niños o perturbados de algún género, ya que todos carecen de
sentido” o “razóni En segundo lugar, si notamos que la influencia de
su Maestro llega al punto que parezcan semejantes a las de Platón las
distintas acepciones del tipo ‘humano’, aunque dentro de estructuras
del conocer humano harto diferentes, por supuesto.
Este tema —el de las estructuras léxicas de lo anímico— es uno de
los más espinosos: tal y como se anunciara ya en el Capítulo IV de la
Segunda Parte, sólo en un puñado de obras del ¿7or,ous ( Da Anima; San.
t/sm.) 1, dedicadas a estos temas, hallamos a nuestra palabra inmersa
en la compleja estructura anímica que se considera propia de la
filosofía del de Estagira; en dicho grupo de escritos encontramos las
cuatro acepciones del presente tipo de nuestro vocablo. Unicamente en
ellas (junto a la mayor parte de los Parva Wc/ural/a no mencionados
antes) se despega la psicología aristotélica del pensar de su tiempo:
de ahí que resuenen en sus páginas los ecos de la filosofía posterior,
nn CNCflflc’1 cl lo rv’nclnrnoV¶4 C3f$C.AUI (U UlUUC’ “U.
Por contra, el resto de las obras del Corpus propiamente
aristotélicas, responde a estructuras léxicas del conocimiento más
simples:
Ura la muy grosera ( por lo simplificada) del academicismo2 —que
no platonismo, pues Platón elaboró mucho más, como vieramos ge, su
Agrupación de escritos aristotélicos que denominaremos en adelante como tercer grupoe” último qrupo2 Que formaría el primer grup& i~ constituyen les obras que se rese?ian en la notamediata.
111.2. tipas ODOaS 417
estructura del psiquismo— que considera escindida el alma humana en
dos “cartes” (“racional! irracíonali .
Dra la menos sencilla contenida en el Libro VI de E/hico
Nicamoqaso y en el Libro 1 de Par/itas Animo//am ,2 donde se
estructura el alma en mayor coincidencia con la explicación de los
escritos del propio Platón. Incluye la misma la anterior división del
alma en “racional! irracional”, pero escinde a continuación la parteO ~ “40“ro~innol” nn “~rcn~ ~ y tcórica», agrupando las cinco cualidades
iUuat,IuUI CII
habituales en la Academia del “alma raciónal” en los dos grandes
bloques citados: bloques que se forman según el objeto del conocer: al
modo platónico. Después, el noús aparecerá con distinta acepción en
cada uno de ellos: en la “práctica” como 32 [ (—) y (0 1 y en la “teórica
como 42
Una vez reconocida la siempre presente deuda con el platonismo>
podemos analizar algo dicho tipo de nous. V quizás sea mejor
comenzar con una aclaración; frecuentemente se encuentran
afirmaciones en los libros de estudiosos de nuestro autor respecto al
presunto uso técnico del término en las obras especializadas y usos
vulgares en las que no lo son: no se ha descubierto nada de eso a lo
largo de este trabajo, a pesar de que se tomó dicha afirmación como
una de las hipótesis iniciales. Sí serían visibles distintos “grados de
intensidad” en las diversas acepciones, siendo menos intensos (o sea,
con las marcas semicas menos claras y marcadas) o más intensos
según los pasajes y/o las obras, pero la límpida barrera anunciada no
se encuentra en ninguna parte. Es decir, aun admitiendo que
1 Tal estructura simplista aparece en: An ks/.,Top., Pb<si, /34(excepto el Libro 1>, tM,t>/&, EN (excepto el Libro VI>, t/ft~ 1t Fol., Rflet, Pro/ti, Pr4’nwn/e en general,incluyendo los diáloqos perdidos; también podrían añadirse la maqoria de las obrasap&crifss del Ct’rgw a este “primer o.rupo. Bipartidismo del alma proveniente delacademico Jen entes, por cierto.2Oue formarán el “grupo segundo” o intermedio, junto con .C~sg
III. 2. fl¿osúenaus 415
Aristóteles aplique una estructuración diferente cuando escribe obras
especializadas o cuando son sobre otros temas; y que pueda haber con
mayor frecuencia en las últimas alguna expresión vulgar o guiño< a
sus antecesores, no es un rasgo definitivo, no ocurre en todos los
casos, hay un gran número de excepciones. Además, a veces, el lugar
que ese noús locucional ocupa en la estructura léxica y conceptual
correspondiente es asimilable al de la obra más especializada. Esta
rectificación, siendo arriesgada, se deduce $nevitablemente de la
técnica semántica empleada y desmiente le pretendida escisión entre
obras especializadas sobre el tema y las que no lo son, favoreciendo
tomar en consideración la presencia de poco marcados estadios en la
producción aristotélica con sus correspondientes distintas
estructuras conceptuales> en el campo de lo psíquico.1 Por poner algún
ejemplo, la EN produce las disonancias respecto al OsAn que tanto
ponen de manifiesto algunos expertos; y textos de la Fol o de la 24sf.
nos cuadran extraordinariamente bien en las estructuras conceptuales
más simplificadas de lo psíquico en Aristóteles. Sin embargo, si
grandes especialistas han quedado contundidos y han buscado estas
explicaciones (por ej. “uso vulgar! uso técnico”) no puede traterse de
un obstáculo inexistente o sin importancia: sin duda, la escisión en los
dos tipos de noús nos evita aquí alguna confusión —como hemos visto
ya— pero el distinguir nítidamente acepciones diferentes de naus a
veces en textos muy próximos físicamente soluciona, a su vez, no
pocas contradicciones aparentes de los pasajes más discutidos y evita
recurrir a hipótesis tan complejas como las que algunos estudiosos
1 Porque ampliar dicha deducción al conjunto de las cuestiones filosóficas —neqar~ queexiMan t41e3 esci5iones en el tipo de obras o que se trate de la época de producción- seria noarriesqado sino absurdo: dentro del campo gnoseológico sí, fuera de dicte aspecto, no esposible deducirlo partiendo de datos tan específicos. A pesar de dicha limitación, estadeducción nos permite tomar muqen cuenta la tesis de Nuuens ij quienes le siguen —por ej.Iauthier- a pesar de críticos como Lefévre(vé. Biblioqrj. Mipótesis que refuerza, q nopoco, el hecho de que coincidan las obras que Gauthier—siquiendo a Nuqens— considera más
¡¡¡.2. f$osden~is 419
han llegado a emitir
Otra aclaración se refiere a la interacción que se produce entre
los dos tipos del vocablo. Se sostiene en este trabajo que los dos
pertenecen a campos léxicos diferentes, como se ha expuesto ya en
este mismo capítulo, pero mantienen entre si unos rasgos muy
genéricos que son comunes y permiten deducir un paralelismo entre
noús ‘humano> y Noús/noús ‘divino’. Es imposible> por cierto, que no
sea así, ya que justifica el empleo del mismo término para todo el
juego de acepciones con rasgas sémicos discrepantes que acumulan
ambos tipos. Resumiendo, se diría que el Noús ‘divino’ expresa la
racionalización inevitable de un Cosmos impregnado de teleologismo,
mientras el noús <divino’ en el Hombre es su concreción,
jerárquicamente inferior pero de común naturaleza. Al igual que el
orden penetra todo el Universo y dota de sentido los sucesos naturales,
en la especie humana representa la finalidad e intención de las
acciones, da un significado a la vida humana Con ello se convierte el
noús en el sello definidor de nuestra species frente al resto de los
animales: es el rasgo distintivo de la Humanidad, la razón propiamente
humana; estamos ya, por tanto, ante el tipo de noús ‘humano’ neutro,
despojado de todo rasgo distintivo especial -carácter ligado o no a la
sensación, aspecto práctico o teórico, discursivo o intuitivo-. El noús
‘humano’ como mero capacidad o disposición natural no realizada.’ que
define al Hombre como especie diferenciado tanto de los seres
inferiores a é] como de los seres sobrehumanos, es el aspecto
POTENCIAL puro del tipo de noús ‘divino’ en el Hombre> que o su vez es
antiguas con la que hemos denominado estructura animica simplista, g las últimas queprodujo> según él, el estagi rita con las que poseen la inés compleja estructura léxica delpsiquismo. con notables excepclones,eso sf,en las que llevarla la razén E DUrinq. (ef. lastablas de las cronoloqias de la obra aristotélica según Dúrir~ ~Gauthier contenidas en laintroducción de Gauthier a su (orn. a la ¿4 (ver Biblioqr.)I Primera acepción del noQs ‘humano’, la ‘razón’ frente a lo ‘irracional’ propia del‘hombre’ frente al ‘animal’.
HL 2. TIpOS OB i7d¿/S 420
su REALÉZACIONplena como pura forma que es. Porque la divinidad no
puede compartir imperfección alguna, limitación ninguna, el noús
‘divino’ del Hombre como especie es pura ousía corno el Dios.
Este paralelismo entre potencia/acto no es sino una constante del
ámbito filosófico del autor Así las parciales realizaciones de la pura
capacidad del sentido neutro configuren las restantes acepciones del
noús <humano’; 1 porque se ha considerado como acepción primera —o
ma br nr, mordí o) — nl nnt.r ‘kí srnopn~ nos dro) 1 ,oc(n rin) nito orohQrnnr. <40
IIICJfiJI ¡JI 11111.11 USUI cl IIUU3 tlU¡Itu tu ((CUtí (Ji ILUUU UCI L4UC ULUUUIIIUO UC
ver su conexión con el tipo ‘divino’, que es al fin y a la postre otro uso
neutro del término, pues en él es imposible distinguir otra cose que
sus dos niveles —Cósmico/humano— por la inevitable falta de rasgos
sémicos concretos que presenta. En cambio, en el tipo ‘humano’ hay
diferentes realizaciones parciales de la capacidad bruto, agrupados en
las tres restantes acepciones del tipo distinguidas en este estudio. Lo
racional abarca en el hombre concreto, ligado a la materia y limitado
por ella, tanto la simple capacidad de analizar les informaciones
sensoriales —la comprensión de lo sentido (22), como la intuición
empírica de la conducta práctica (39), o la intuición teorética de los
principios del Saber y la inteligencia teórica(42). Mientras la 1~
acepción se limita o enunciar la característica vulgar de noCa como
definitorio del “ser racional,2 la 2~ incluye todas las capacidades
ales del conocer ello 11 (entendiendo por las ~ ía
32 se atiene al rasgo más típicamente humano para un griego: dirigir
sus acciones prudentemente” y lograr una vida feliz entre y para sus
conciudadanos, finalmente, la 42 es la que permite alcanzar, dentro de
Sequnda: ‘razón’ í.~rso5 ‘sensación’.Tercera: ‘razón práctica’.Cuarta: ‘inteligencia teorética’.2 Siempre que no se trate de citas pertenecientes a obras del grupo de estructura léxicogrosera (grupo primero), que no permitensu ubicación fuera de la 1~ acepción, porqueresulta imposible determi nar la aptitud concreta a que al uden, si es que lo hacen.
¡¡3.2. flftosdenous 421
lo humanamente posible, el Saber, la Sabiduría plena que acerca al
Hombre cuanto es posible al vivir sobrehumano por medio de la
inteligencia teorética. Luego, sólo el sabio en los momentos en que los
destellos de su genio muestran la presencia del noús ‘divino’ propie de
su especie, complete el proceso de perfeccionamiento (42), de
realización posible para el ser humano individual, que abarca de la 12 a
la 42 acepción, proceso siempre en ascenso; y así se cierra el círculo
ya que un tipo de noús nos vuelve finalmente a remitir al otro, al
superior en este caso.
4.1. RASGOS I3ASICOS DE LASACEPCIONES
A ntes de exponer los grandes ejes lingOisticos que incumben a
este apartado, se hace preciso advertir que su aparente abstracción no
impide que aporten los rasgos sémicos que permiten adscribir a una u
otra acepción los pasajes que estudiaremos en el próximo capítulo.
La primera novedad la representa el aspecto dual de la estructura
filosófica del psiquismo aristotélico que encuentra equivalente en el
resto de su concepto del mundo. Consiste en el doble ámbito dinámica
(r eje temporal) y estático ( eje espacial) ya reseñado respecto a los
dos grandes paradigmas en que se mueve la Lengua. Se plasmo en un
doble enfoque del psiquismo humano, estético y dinámico, asi se
contraponen las formales clasificaciones —muy impregnadas de la
tradición académica- a una consideración mucho más innovadora y
dinámica del psiquismo, extraordinaria para su época. En consecuencia,
frente a frente se hallen en Aristóteles tendencias al conservadurísmo
¡II. 2. 7¡p~~ de coas 422
piatonizante y una concepción cosi visionaria de lo anímico. No será ni
la primera ni la último ocasión en que se encuentren tan palmarias y
aparentes contradicciones en estas cuestiones. En cualquier caso> aquí
debe concretarse la forma en que se sitúan los campos léxicos dentro
de estos ejes básicos (espacio—temporales) para iniciar nuestro
acercamiento a las cuatro acepciones del noCa ‘humano’: 12) razón
flumana genérica, 2~) ‘razón’ versas ‘sensación’, 32) ‘razón préctica’
42)’i nteligencia teórica
Se comenzará clasificando las mismas entorno a su aspecto
estático, ligado al eje ESPACIAL:
1W Se refiere a lipos” de “alma” —“viviente”, genérica— o
“partes” del “alma”, en los textos de corte academico; tales escisiones
suponen respetar la integración de esta acepción dentro de las grandes
clases léxicas opuestos de lo <animal’ frente a lo <humano’ ya
conocidas; modificadas, claro es, por el biólogo que es Aristóteles, que
hace equivaler lo ‘animal’, a veces, a ‘lo vivivente no—humano’ para no
excluir ni seres inclasificables (= no se sabe si son plantas o
animales> ni plantas. La modificación de estas clases léxica& antaño
de distintos órdenes (<animal’! ‘humano’! <sobrehumano’ versas
‘viviente’! ‘no—viviente’) se produjo ya mucho antes de nuestro autor, y
éste se limito —en parte- e volver a la situación trastocada por le
metempsicosis platónica. Hay que insistir, empero, que Aristóteles
adopta durante buena parte de su producción una imagen más simple
que la platónica> la académica: con el alma dividida en dos, y dotada en
tales partes de varios estados o disposiciones anímicas concretas,
muy desorganizadas. Una visión, en suma, totalmente divergente de la
concepción dinámica del alma propia de sus obras del tercer y último
¡¡¡.2. [¡nos oc noas 423
grupo, sean las más técnicas o sean las más tardías de la producción
aristotélica.
2W ‘Razón’ escindida de la ‘sensación’, dentro de lo posible, y
teniendo como aspecto más característico —aunque muy parcial— el
‘raciocinio’, viéndola desde un punto de vista estático trataría de
contraponer en dos grandes bloques lo cognoscitivo, respetando la
famosa aposición platónica ‘sensación’! <razón’; curiosamente, cuando
Aristoteles la emplea mantiene algunas de las posiciones académicas
respecto a ambas, al menos formalmente. También es muy
conservadora esta acepción porque alude al aspecto de la comprensión
de la información sensorial’ del noús que ya estudiamos en el
clasicismo griego.
3W ‘Razón práctica’ se denomina esta acepción porque el término
“inteligencia” connota un alejamiento de la sensación que no existe en
ella, se trata de una intuición sensorial práctica” más que nada,
primordial para la vida propiamente humana, regida por la
obrónesis; de su capital importancia para ese vivir característico del
Hombre nace su privilegiada relación con la acepción 12 el “buen
sentido” es lo definitorio del ser humano ( racional, “sensatol. Es un
muy viejo aspecto de nuestro término, pero el de Estagira lo renueva
profundamente, corno ha de verse.
42 ‘Inteligencia teorética’ es la intuición puro, como tal al
servicio del saber científico y no de otras formas más ligadas a la
sensación como en las dos acepciones anteriores, así resuena con
fuerza en esta noción el Platón de la Pepat.’Iíca, sobre todo, según se
ha reseñado sobradamente; basta aquí precisar que su aspecto
;ntuit~vo liga esta acepc;ona i~ aflteñOr mientras la distingue de la
II¡. 2. 74’aso&noas 424
2% incluido su aspecto superior, el <raciocinio’ o ‘pensamiento
discursivo’.
Entre los aspectos dinámicos cabe destacarse:
1W Entraría en este eje temporal o procesual por su carácter de
~Én~mS.de pura capacidad del ser humano genérico de razonar
(entendiendo por tal todo lo que excluya los aspectos irracionales);
sería la Razón que distingue al Hombre del conjunto de los seres
irracionales como mere capacidad realizable con el transcurso de la
edad en los seres normales (gracias a la adquisición de la experiencia).
Lo que se denomine vulgarmente el “uso de razórV logrado a la “edad de
la razón” como primera tase de actualización de dicha capacidad pura.
Luego, es una pura potencialidad de la naturaleza humana, de ahí que lo
hagamos definido como dúnamis en estado puro.
2~. Esta acepción es esencialmente dinámica porque está
circunscrita al proceso cognoscitiva. Puede verse en las
interrelaciones que descubre Aristóteles entre sensación y raciocinio
(“capacidad específica de razonar” dentro de Este contexto): 1)
diciéndonos que se asemejan en su relación frente a sus objetos
respectivos (estado inicial: receptivo), y 2) que aprehenden
actualizándose —dejando de ser receptivos— ; trasposición funcional
que conforme todas las tases del proceso gnoseológico que describe el
estagirita. Además, como es bien sabido, las facetas dentro de un
mismo proceso cognoscente operan también por la elaboración de una
“materia” básica —diferente en cada caso— que les sirve de partida. Por
otro lado, las etapas del conocer no son dos ni, desde luego, separadas
tajantemente como en las simplificaciones del platonismo: hay
diversas medíaclones, niveles intermedios, para religar sensación y
razón, y explicar la unificación aristotélica del conocer; la primera de
¡¡¡.2. ¡¡nos de roas 426
integrado en el proceso del razonar práctico cuya expresión es el
silogismo práctico.
4W La “Inteligencia” puramente teórica e intuitiva es la cumbre
del proceso cognoscente del hombre y ía culminación del Saber
abstracto o Sabiduría (sophía), del proceso indispensable pera lograr
la Ciencia de los Principios. Esta aptitud de la facultad cognoscente
logra finalmente manipular el ‘concepto” (noetós> —como pensamiento
abstracto puro, sin imágenes— en un complejo proceso de
transformación, a añadir la progresiva asimilación de los datos
sensoriales en todas las facetas anteriores; de hecho han de
trasmutarse previamente los Yonceptos” por que la inteligencia los
recibe aún acompañados de imágenes. Precisamente este paso, de
actualización de los objetos del pensamiento para tomarlos
plenamente inteligibles, requiere intervención extraordinaria, porque
sólo un ente en acto puede forzar dicho paso: ahí está la presencia del
noús <divino’ en el hombre, en eso consiste únicamente.
El momento ha llegado, al fin, de resumir escuetamente los
campos conceptuales —y gramaticales- en los que actúan nuestras
ni iot rn onflnri flnc’C’t-uuts u uLc~JUiuIIeo.
En la primera estamos ante un noús ‘humano’ no marcado o neutro.
tanto en sus usos vulgares como cuando simplemente se integre en la
clase ‘humano’ frente a lo ‘infrahumano’. Aún asi, adquiere un uso más
técnico al presentarse en oposiciones conceptuales enímicas muy
claras corno noús/órexis distinguiéndose como uno de los términos que
designan a lo ‘racional’ frente a lo ‘irracional’ en el propio hombre
dentro del primer grupo de obras aristotelicas. Esta distinción
noús/órexis se denomine, en este grupo de escritos del corpus como
¡¡¡.2. Tigosdannús 427
dos lipos de alma y se corresponde léxicairnente con la división
dominante en la Academia del alma (‘racional> ¡ ‘irracional’). En todo
caso, se trate de un uso neutro de nuestra palabra —aunque no vulgar—
ya que sólo tiene el serna definitorio del tipo del noús: lo ‘humano’, la
Razón como lo propio de ser hombre y no bestia, incluso cuando se
actualiza en disposiciones concretas de esa meng, entendida como
sede del “alma raciOnal».
En la segunda acepción ya tenemos una marca semíca propia>
distinta de la genérica, de pertenencia al tipo ‘humano’ Se trata de la
diferencia de clases entre ‘razón’ y <sensación’: dentro del conocer
humano no es lo sensorial sino los distintos aspectos racionales
quienes caracterizan nuestro termino. Por eso se viene denominando a
su aspecto más importante “raciocinio’ o “facultad general del
razonar”, frente a la pura sensación. Le debe muchísimo esta acepción
a Platón: alude a le “comprensión” y “cálculo” de los datos sensoriales
al segundo nivel —nivel superior— en el proceso cognitivo humano
rlnr ~ ¡ andes bí Sin nnih~rnn en su usoen ~ r uíí,uu¡~u,
más amplio, abarca esta acepción 2~ todas las capacidades o
disposiciones (dúnamis) que componen el “razonar” humano: dichas
capacidades son muy variadas, como lo demuestran algunas de las más
frecuentemente citadas por Aristóteles cuando se refiere a ellas:
dóxa,pístís, logismós, diánoia, súnesis, gnóme. etc.. A las que habría
que añadir naus como raciocinio’ o ‘razonamiento discursivo en un
significado muy próximo a logismós y diánoia, por cierto. Este último
es el uso técnico y específico de esta segunda acepción, cuyo caracter
procesual” le distingue del noús—<intuición’ , factor cargado de otra
significación; el ‘raciocinio” ha de encuadrar y ordenar los juicios de
1 oro’,n 5, k,,mono n rv,n e,., rl br’ nSj ¡crin,. nnnnn&flron la~o’’1~..ae •~ ~ t...~3 WO~JCLIIIGUO facultad
racional que es: junto con la dóxa (“opinión”) emite juicios, la pístis
l¡¡. 2. flftosc»naás 426
(“creencia”> les da el “asentimiento” de la “voluntad” 43oóAr¡ot,s,
boúlesis) humana. se “juzgan” (krínein) los mismos o se “reflexiona”
(dianoésthai) sobre su verdad o falsedad, alcanzándose así la
comprensión” (súnesis) de la situación al dictarse la “sentencia”
(gnóme) o juicio que corresponda. Pero lo principal es formar, diseñar
los silogismos: las largas cadenas de razonamientos lo más iógicos
que sea posible; esa es la tarea de la 4lÉnofl. del logismós o de este
noús concreto. tias tal capacidad específica de la razón humana -el
“razonamiento discursivo o progresivo”- no sólo transcurre en el
tiempo, sino que depende de su objeto para ser calificado de ‘teórico’ o
<práctico’: sin embargo, únicamente califica al primer tipo> al
razonamiento aplicado a objetos no relacionados con la acción. En este
caso, es la “razón práctic& (32 acepción) relacionada con la phrónesis
—a cuyo servicio está—, denominada indistintamente por Aristóteles
voii; n9crKTu<og o &ctvoLcL n~awíuq, que contiene unas marcas
sémicas adicionales que lo diferencian cualitativamente de este
“raciocinio” esta “razón práctica” lleva aparejada una ligazón con la
“intuición sensible” rasgo intuitivo incompatible con el “razonamiento
discursivo” tradicional ya en Platón y al que se refiere Aristóteles en
su uso más restringido de esta 2~ acepción.
1 o >~tb nrnri non,nnf n lo ro~,nn nr&r.4 ir.o” nn vn nrnr.n nI * ¡* hin rinLU .J— , ~.s’ct.~uouí~ciícc ‘U íucun p..í uu’.uuu , ‘iv guíe’ eL,C cg ALUIt Uc
‘inteligencia práctica’> que a veces se le adjudica —a pesar de su matiz
intuitivo— porque no se trata de la intuición pura propia de la
“inteligencia teorética” (49 acepción), sino de una intuición de lo
concreto —intuición sensorial o empírica— que, asociada al raciocinio.
permite proyectar el aquí y ahora hacia el fin último de la acción
humana. Esta acepción es compleja porque ha de explícarse cómo la
capacidad racional se adecúa a 13 vida práctica y hace compatible el
objetivo final -la felicidad lograda por el hombre virtuoso— con el día
111.2. fl~os de roas 429
a día, con las acciones concretas que lo hagan posible. Sólo el noCa -al
ser facultad racional específicamente humane dotada de rasgo
intuitivo ya desde Homero— puede prever” acontecimiento, Yeconocer”
situaciones, “proyectar” a corto, medio y largo plazo, en suma, la
conducta a seguir. Y lo hará poniendo en juego la experiencia anterior
del sujeto para ía elaboración del silogismo práCtico>, que permita
decidir cómo lograr que la acción concreto se encamine a la meto
correcta. En ese proceso interviene la intuición sensible y el
raciocinio práctico —el silogismo es su expresión “justa> / “recta”—
como claves de ese proceso específico que hace posible la phrónesis
.
La última de las acepciones del noús ‘humano’ es la más elevada
desde el punto de visto aristotélico: la “Inteligencia”, culminación de
la epistéme y al servicio de la sabiduría (sophía) que engloba a ambas
ncncniH,~rInr’ an,m.noc’ nrinrt+or4cn a mr’ nkin+nc- már’ oIfn.— nnr
UtflJUUIUUUCO ViiiII(ILU.~ UI ICuituuuO U 1U3 UUJCLU~’ ¡(‘UD UI tU3, ¡JUÉ tanto,totalmente desinteresadas. No es extraño que el ejercicio de la
Sabiduría —sobretodo de este n~g, su culminación— constituga la Vida
perfecta para el hombre: la vida cuasi divina del Libro X de EN. Esta
acepción no guarda relación con la phrónesis -con el cálculo
pragmático de la vida ordinaria— ni consiste en el razonamiento
discursivo, ni mucho menos con la opinión, la deliberación, etc,,. Su
cometido no es otro que la manipulación de los objetos inteligibles
(noetós) elaborando conceptos (nóema) puros tan alejados de la
sensación y la fantasía que incluso pone en duda que sean “imágenes’,
como de la utilidad práctica.
Su rasgo sémico es, pues, por una parte, lo ‘intuitivo’ frente a lo
procesual de la 2~ acepción y, por otra, lo ‘abstracto’ frente a lo
‘concreto’. Es, pues, “inteligencia no discursiva” pero desligada —todo
lo posible en nuestro autor- de la intuición sensible, al contrario de la
32 acepción; la ‘intuición abstracta» rompe, por cierto, todos los
¡11% flftas oc taus 430
moldes espacio—temporales al hacerse posible —en su grado más alto—,
gracias a un instante de luz súbita”, la aprehensión inmediata de la
Verdad. Tan inexplicable era dicho factor que permite la ‘intuición
intelectuaF’ (puramente abstracta) que, en sintonía con todo el
pensamiento griego, el estagirita lo llama “divino”. En los términos
en los cuales nos movemos, con la escisión de dos tipos de flDÉa
(‘divino’ ! ‘humano’) el papel de “iluminador” de esta cuarta acepción
del tipo ‘humano’ —como pura “inteligencia intuitiva”— se adjudica al
‘divino’ en el Hombre, como parecen indicar los símiles empleados por
el autor. Luego, la comprensión final de los conceptos “puros”, los más
genéricos de todos en cada ámbito del saber científico, sólo se produce
gracias a esa “iluminación divina” que tantas reminiscencias aporta no
sólo de Platón sino de Hesíodo y su noús como “clarividencia”
concedida a los videntes por Zeus o Apolo; porque es la respuesta
lógica a esta pregunta: ¿cómo coronar sin el noús ‘divino> un proceso
de conocimiento centrado en lo percibido y lo elaborado por la
imaginación hasta el punto de volver inescrutable el momento final de
lo puramente abstracto?. Era inevitable que recurriese a lo ‘divino’,
tanto por el influjo de la tradición literaria y filosófica anterior a él,
como por su propia forma de pensar inmersa en la cultura griega: lo
oue no transcurre en el tiemoo -es aprehensión inmediata— ni en el
espacio —como todo lo relacionado con este noús— ha de ser “eterno”
(aión), o sea, “divino”; así la INTUICION abstractiva como ‘actualidad
pura escapa a las características originarias del resto de las
capacidades anímicas y se torna posible gracias a la acción de ese otro
noús que entra “desde fuera” (elipcteEv> en el individuo concreto, por
tanto, que es exterior y extraño al hombre concreto: el noús que
provoca la intuición es de tipo <divino’.
II ¡. 3. Acepciones de noós humano Á’t 431
CA¡PU UIIU9 PRUI~IER&U &CEPCU@UUEU
[Este análisis pormenorizado tendrá, no ‘obstante, algunas
salvedades: los pasajes decididamente apócrifos no se incorporarán al
cuerpo del texto; por regla general> Irán en notas; por su parte, los
textos ya estudiadn~—en la Segunda Parte, sobre todo— al contener
empleos del vocablo propios de autores anteriores se obviarán aquí,
salvo que se requieran para contrastar o confirmar un texto en estudio
en un momento dado; finalmente, en usos vulgares o bien repetitivos
concretos se remitirá para mayor detalle a lo señalado tanto en
capítulos anteriores de esto Parte III como de las dos que la preceden.
O. DISCUSION PREVIA.
Sin pretender agotar los problemas en que se sumerge todo aquel
que pretenda clasificar en dos tipos y seis acepciones los más de
trescientos pasajes del Corpus en cuestión,1 es el momento de
suscitar algunas de las aporías que se harán presentes en estos dos
capítulos y tratarán de solucionarse —en lo posible- en las
Véase el Apendice de Enumeración completo de pesajes en que aparece nóos—noíis en elCorpus.
III. 3. Acepciones de noñs humeno ‘69 432
conclusiones finales del siguiente.
La primordial se refiere a los propios criterios que fijan dichas
acepciones y la configuración de cada grupo de textos dentro de cada
acepción. Desde luego, se ha explicada ya en el capítulo precedente la
razón de ser de cada acepción y los criterios seguidos para atribuir
los pasajes a una o a otra (especialmente en el tipo más complicado de
los dos: el <humano’>, pero rio que su presencia no es, ni mucho menos,
simultánea en cada obra aristotélica donde encontramos nuestra
palabra. En principio esto no tiene mayor importancia, puesto que los
modelos lexicográficos permiten. situar cada caso dentro de la
acepción que le corresponde según los campos léxicos implicados (al
menos 16 mayoría de las veces), pero lo que ocurre es que la
concepción gnoseoiógica del de Estagira no es uniforme y en bastantes
de sus obras utiliza modelos estructurales anímicos simplificados que
obvian la serie de oposiciones conceptuales que permiten distinguir
entre 22, 32 o 42 acepciones del noús ‘humano’. El lector podrá suponer
que tal detalle no ha pasado inadvertido para los numerosos estudiosos
de nuestro autor, las explicaciones que han dado al respecto son
variadas, per&pueden simplificarse como sigue: a) en sus escritos
“esotéricos” y “exotéricos” Aristóteles ofrece doctrinas distintas
(incluso incompatibles>; b) en sus obras no técnicas (no dedicadas a
explicar programas psíquicos o biológicos) le bastan divisiones más
toscas y/o conocidas (normalmente> académicas) del psiquismo
humano; c) en el curso de su evolución como pensador habría pasado a
exponer doctrinas gnoseológicos cada vez más dinámicas, ricos y
complejas que le obligarían a diversificar esos usos que hace de
nuestro vocablo. La tentación de adaptar la última postura es muy
grande —entroncaría con la tendencia dominante en nuestro siglo de
percibir una clara evolución en el pensar aristotélico <desde Jaeger
Iii. 3. Acepciones denaús humana ‘69 433
hasta Dúring, los dos grandes intérpretes del estagirita, y sin olvidar a
Nugens en el dominio exclusivo de su psicología)—. Pero este trabajo
no es lugar para ello y sería arriesgarse a las mismas (y merecidas)
críticas que recibiera Nuyens por haber deducido las fases a que
pertenecían las obras de Aristóteles del análisis de su terminología
noética: un solo campo léxico (además reducido con respecto al que
estudiara el autor holandés) , aun siendo más amplio, no bastaría para
dictaminar sobre dichas dataciones. Por otra parte, las constantes
publicaciones de artículos que recurren a detalles filológicos menores
para declarar apócrifas ~uobras primerizas o tardías una tras otra
todas las incluidas en el Corpus (o las externas a él —fragmentarias en
su mayoría—>, hacen desconfiar de tan pantanoso terrena. Aquí y ahora
puede decirse muy poco, quizá tras el pormenorizado análisis de los
textos implicados, en el capítula posterior a en el epílogo pueda
decirse alga más que los sucintos indicios que se proporcionan a
continuación a la atención del lector:
1. En toda la obra aristotélica —g en todo el tow~; inclusive las
obras consideradas más unánimemente. de escuela (=apócrifos)- se
mantiene la distinción base noús <humano’/ ‘divino’.1
2. En buena parte del (Parpas -sobre todo en su parte apócrifa o
dudosa— ésta es la únicn’dfstinción que se halla.
3. Las dos acepciones del tipo <divino’ están solidamente
establecidas a lo ancho y lo largo de todo el conjunto de obras.
4. Son la 2~ y la 32 acepciones del tipo ‘humano’ las más raras en
obras no—técnicas, o exotéricas, o de los primeros períodos de la
producción aristotélica, según se prefiera entre las opciones ofrecidas
1 con la sonada pero dudosa excepción del Fa*mus Se dice dudon” porque los autoresactuales tienden a considerar que en los fragmentos en cuestión no expone su propiadoctrina el estagi rita: serian un “recordatorio de les posturas del últinw Platón en boca deun personaje opositor del propio Aristóteles. Cf. I.D’iiring, 4n’stotele págs. 623—628 parauna discusión profunde sobre el terno.
III. 3. Acepciones de noús humana ‘69 434
más arriba. De hecho, no existen prácticamente en todas esas obras.
5. Se descubre en estas mismas obras alguna mención de la
acepción 42 pero su carácter suele ser neutralizado; lo que vamos a
denominar un ‘uso de baja intensidad’ del vocablo.
6. Finalmente, los estereotipos lingúi’sticos —locuciones de todo
tipo, paráfrasis léxicas, etc...— menudean por todo el L’arpus sin
preferencia por ningún tipo de obra.
Tales hipótesis quedan explicadas de inmediato porque afectan
sobremanera a la 12 acepción del tipo <humano> que abre el análisis de
todas ellas en este capítulo dedicado a dicho tipo.
1. PRIMERA ACEPCION DEL TIPO‘HUMANO’
Vamos a ver las implicaciones que para esta acepción 12, por ser
la más genérica de todas, tiene la indefinición relativa de muchos
pasajes en ese bloque de obres del Corpus donde las únicas
apariciones de nuestra palabra lo hacen o para distinguir el <humano>
del <divino’ , o para aludir a la potencia racional del alma (12) o para
concretar alguna de las aptitudes que la expresan; siendo estos las que
suponen un problema de ambigúedad, cuya mejor solución parece
incluirlas en esta acepción como aspectos marcados léxwamente de la
misma. La lista de este tipo de obras —de estructura gnoseolóqica
simplificada—que incluye desde los Diálogos perdidos (Pro/replicas.
III. 3. Acepciones de noús hl/mono ‘<‘/2 435
Fudemus, Da Phi/osg¿Úiio. Sy¡floosion) hasta fl’? a ELj Nela~. Pal o
A’het. podría ampliarse si no se tienen en cuenta algunos casos en que
tales 6Q,titUde.s de la “razón genérica han logrado caracterizarse
dentro de una acepción concreta.1
La causa de dicha ambigúedad estriba en que en un buen número de
obras genuinamente aristotélicas y de escuela tenemos la muy
simplificada estructura conceptual que se describe a continuación:
1) Una escisión clara entre el tipo <humano’ y el ‘divino’, con
explicaciones acerca de ambos; 2) como resultado el tipo ‘humano’ —
dada su relación con el <divino’— se considera la parte dominante del
alma humana que controlo y caracteriza a la misma; 2 3) entra como
consecuencia en oposición con los factores bestiales del alma humana,
es decir, se opone lo ‘racional’ a lo ‘irracional’, —esta será la faceta
usual del tipa <humano’-en dichas obras—; 4) frente a esta clara
“potencialidad” pura para ser “racionales” propia de los hombres como
especie se erigen una serie de “aptitudes” «as, héxis) de esa ‘razón
humana’ neutra (o 1, realizaciones varias de la misma; tales
actualizaciones parciales de lo “racional” no surgen a la vez ni
orgenizadamente, por ello puede decirse que se oponen de forma
puntual a la “capacidad genérica de razonar” compartida por la especie
entera. En el mejor de los casos, pues, tendremos tres utilizaciones
del noús en este primer grupo d? obras: como noús <divino’ (frente al
1 Pare incluir les Aa. Post, por poner un ejemplo importante. Sin embargo, aunqueefectivamente pertenezcan al primer grupo, lo hadan con carácter de transición hacia elsegundo grupo Otro es el ceso de FN tuyo Libro central sobre nuestro teme (el VI) es elejemplar del segundo grupo, mientras el resto de la obra pertenece por derecho propio aéste primero.2 Sin embargo del E¿ákmus no se puede decir lo mismo: en su mere descripción de lapostura platónico —según algunos autores— o en su identificación con su Maestro —segúnotros— habla,en tan polémico texto, del “alma racional”om.~comolo ‘divino’ en el alma;en cualquier caso, era porque ésta sen una malinterpretac,ón de los fragmentos conservadosdedtchodiáloqo,ora porque nocrea precisocriticorlocinvocarlo posteriormente, noreaparece en tales términos identificada el “alma racional” con el tipo ‘divino’ en elhombre.
III. 3. Acepciones denaús he/mona ‘02 ‘436
‘humana’) y ya como tipo ‘humano’ consistirá, por un lado> en la ¡2
acepción neutralizada, o sea, en la pura capacidad racional que
distingue nuestra especie del resto de los animales (lo ‘racional’
opuesto a lo ‘irracional’); y por el otro, por sus concretas aptitudes o
realizaciones> variables en cada caso. La indeterminación de estas
impide encuadrarías en las acepciones restantes del tipo ‘humano’ (Y,
32 y ¿~), de ahí que haya que remitirías también a esta 12 acepción,
ésta vez marcada.
Podemos resumir lo antes dicho afirmando que nos complica
extraordinariamente el panorama de esta acepción 1~ la superposición
a lo largo de la obra aristotélica de varias estructuras léxicas de lo
anímico y lo gnoseológico; éstas se presentan a nuestros ojos ora
menos complejas que las del último Platón, ora muy parecidas a éste
en algunos aspectos.. e innovadoras en otros, oro radicalmente
divergentes del platonismo y del academicismo.
QUIZÁ valgo la pena en consecuencia revelar algún detalle m~s de
estas complicaciones y-sus consecuencias para esta acepción:
a) La abundancia lógica de esta acepción en ese primer grupo de
obras,1 especialmente de usos de noús como equivalente a meng: sede
anímica de las capacidades racionales o “parte racional del alma
humanal
b) Como no se toma en consideración (en el primer grupo)2 el
proceso cognoscitivo> sino que se mantiene la estática división en
“partos” estancas del alma humana> nuestra palabra alude a veces
Que para 1. Duringseríanobrasde juventud (cal menos primitivas) porque «Nellesueprime opere, Arístotele leyera con la grosaclane partizione di anima razionale e animairrezionale.», o. c.,pég. 655. (4. Biblioqrfj.2 El cual, si se recuerda, incluiría: Aa A~st, Top., Ph~., A~ (excepto Libro 1> tU,t*t&, EN (excepto el Libro VI), 1//t Ef, Ay!, khrt., Parir, tr~’nrnts en general,incluyendo los diálogos perdidos; también podrían enadirse la mayoría de las obrasapócrifas del Corpus’ a este primer grupo”.
III. 3. Acepciones denoús humana ‘0) 437
tanto a esa meos como a la aptitudes concretas en ella ubicadas; y,
además, lo hace de forma harto indiscriminada, tornando imposible la
odscr~pcton a otros acepciones del tipo ‘humano’ que se llenan de
citas pertenecientes a las estructuras anímicas o gnoseológicas más
elaboradas que ésta.
ci Aunque, al igual que en los otros grupos de obras, también
existan usos vulgares de nuestro término —pertenecientes por tanto a
esta acepción 12 —1 o los usos típicos de esta acepción como lo
‘racional’ propio del <hombre’ versas lo <irracional’ propio del <animal’.
di De tal formo que, por su neutralidad, esta acepción sirve para
caracterizar y definir la especie Humana tanto frente a lo
<infrahumano’ como a lo <sobrehumano’. Precisamente este uso neutro
y típico se mantiene a lo largo de todo el (‘arpas.
e) Asimismo la primera acepción, la más genérica, tenía —según
pudimos ver— un parentesco lógico con el tipo tdivino’ dada la idéntica
carencia de marcas sémicas precisas de éste; para, al propio tiempo,
contraponerse a dicho tipo ‘divino’ y el <Divino’ con el Cósmico,
porque en una filosofía teleológica la “conducta humana inteligente”
está siempre conectada y contrastada —por analogía— con la Razón
Cósmica, y con el ‘divino’ en el Hombre, porque esta “razón humana
como pura capacidad propia de la especie es su opuesto: la 1~ acepción
caracterizaria al <humano’ frente al ‘divino’ en el hombre. De ahí que,
sobre todo cuando trata Aristóteles de demostrar la presencia de los
dos tipos de noús, tengamos al ‘humano> designado por este uso
neutralizado que es nuestra acepción> la única que incluye
potencialmente todas las capacidades concretas que pueden hallarse o
no en cada hombre.
lisos vulgares que analiiamos ve en el Cap. 12 d~ e~t@ III Parfp
III. 3. Acepciones denoós humana ‘02 438
it CTEWZACeON
Construye su núcleo léxico sobre su oposición a aquellas
facultades anímicas compartidas con los restantes ‘animales’ gio
seres vivos’ en general; de ahí su equivalencia frecuente con el
término lógos tan merecidadmente recordado como lo definitorio del
Hombro en la conocida cita de la Fo? El rasgo determinante en lo
léxico será, por tanto, el de género: esta acepción se limita a fijar la
clase humano’ frente a lo infrahumano> y a lo ‘sobrehumano>).
En el juego de sinónimos y antónimos, por lo tanto, encontraremos
preferentemente términos de la familia de lógp~., otro sustantivo
primitivo raíz de toda una familia léxica (incluidos verbos) al igual
que nóos. El caso más frecuente de sinonimia es con ío Myov !xov’l
y de antonimia <‘r~ ~ioyov’, mas entran en cuestión otros derivados de
1ó9g2: como antónimo, por ejemplo. &oy(a, como sinómimos, tAXoyo&,
poco habitual, y logismós, más corriente, que en su uso neutro equivale
a nuestra acepción.2 Sin embargo, lo más corriente (dejando a un lado
‘¡o Xóyov ‘txov ¡ ‘¡6 &oyov) es encontrarse una locución o expresión
del mismo tipo que las que hallamos con flOÚs: ‘10V Vr¡OV EXELV’3 es
ejemplo obvio de sinonimia, amén de frecuente; los antónimos reúnen
las mismas condiciones, gracias a negaciones: “rov Xóyov o<u EXELV>.4
Mucho mes infrecuentes son términos como anoétos (“insensato”)
/$póvqio~ tprudente, sensato”> como antónimo, el primero, y
sinónimo, el segundo. En cualquier caso se puede desechar que
Participio sustantivado.2 Aunque su uso mas frecuente equivalga a nuestra 22 acepción, sea neutra o mareada.3 Que representa, como todo verbo en infinitivo todas sus formes verbales.‘ Unejemplode combinación de ambas posibilidades sería: O1J1’W KUl TT>~ *Ufl9 o~úpevSuc ~t¿px~,xó tc &Xoyov itd íd Xóyov ~ov,>’(AM 1334b 18 ‘j 19).
III. 3. Acepciones denoús hurnano’02. 439
Aristóteles adoptase la oposición noús /ánoia (analizada en la Parte
1), porque el único caso en que aparece, /9,4 *ñlOb 22*, pertenece a un
libro apócrifo de esta obra; circunstancia que no es de extrañar dado
que es la única vez que n~ “se dice” de un animal en toda la obra
aristotélica (y ya se señaló en la Parte 1 que tampoco se suele hacer en
toda la literatura anterior> 1 Como ya se ha indicado, no siempre una
locución equivale a un uso vulgar en nuestro autor aunque> eso sí,
dichas expresiones estereotipadas están masivamente contenidas
dentro de esto 12 acepción (con tan sólo alguna que otra excepción).
SUBDIVISIONES DF LA ACEPCION:
En primer lugar, están los usos vulgares del término, todos ellos
formados por locuciones y expresioneí estereotipadas que hemos visto
profusamente ~2 Dichos usos -vulgares responden a empleos del vocablo
muy frecuentes en la lengua clásida y postclásica, más que nada en la
retórica.
El segundo puesto lo ocupan tanto expresiones locucionales no
vulgares como formas no estereotipadas, constituyendo el uso neutro y
normativo de esta 12 acepción; estas citas son las que definen la
especie Humana como ‘racional’ o dotada de “razón”. Puesta que en el
capítulo anterior se ha caracterizado esta acepción por este conjunto
de citas, ahora no habremos de insistir, sólo recordar algún detalle de
importancia: 1) este noús designa una pura potencialidad en cada
hombre; 2) ha de desarrollarse, por tanto, en distintas facetas y fases
—según la edad, experiencia, saber> cualidades físicas y psíquicas—. Lo
1 Si exceptuamos un fragmento de pretendidas obras biológicas perdidas (agrupadas bajo elnombre de Za/ka, en la ed. deY. Rose que se viene citando>, el iraq. ~526,1. l6~ R3; mastodos estos fragmentos (Za/ce) son considerados espurios por 1. Dúrng, oc, paq. 577.2lantoenel SegundoCap. (Parte II) comoenel Pnmerodeesta Parte III
III. 3. Acepciones de noús humano’02 44’
principal es que tanto los pasajes mencionados en primer lugar como
éstos se mantienen a lo largo de los tres grupos en que se han agrupado
las obras aristotélicas.
No ocurre así, por contra, con el tercer conjunto de citas que
pertenecen únicamente al primero de estos grupos; obras de juventud o
platonizantes, según unos (Nuyens, Dúring, Moraux, Gauthier, etc..), o
no especializadas, según otros <el conjunto de los comentaristas
antiguos) . En cualquiera de los casos, estaríamos ante esa grosera
división del alma en partes (‘irracional’! ‘racional’) que Aristóteles
tomara del académico Jenócrates) y que se ha explicado más arriba.
Configuran este empleo tan especial de la 1~ acepción dos
modalidades de la misma: a) los párrafos alusivos a lo ‘racional> de ese
alma simplistamente considerada, como sede de todas las
disposiciones de este género (asi equivale a maas) ; y h) precisamente
estas capacidades concretas o disposiciones de la “parte racional”
(mans) del alma que mencionan otros pasajes. Por otra parte, tales
citas —en-su conjunto> tanto a) como b)— guardan estrecha relación con
el noús <Divino’ o ‘divino’ en el Hombre; especialmente en textos donde
dirime Aristóteles qué pertenece al tipo ‘humano’ y qué al <divino’ y/o
‘Divino’ de noñs. Las que no están entre las anteriores, de estas citas
del primer grupo, nos muestran claramente la falta de elaboración de
la estructura anímica presente en dichas obras, al equivaler a varias
de las restantes acepciones del ‘humano’ las distintas menciones de
naOs que en e lías aparecen, en diferentes pasajes de las mismas.
En resumen, podríamos señalar que tenemos cuatro formulaciones
1 Se9ún nos comenta Gauthier en su Introducción a su cern. a la FN, dedicada ala evolucióndel pensamiento aristotélico: «ála division tripartite de ime, partie rationnelle,irascible et concupiscible, caractéristique du T,rrre, Aristote substitue la divisionbípartite de Xenócrate, partie rationnelle et partie irrationnelle...», pág. 26 (cf.Biblíoqr)
III. 3. Acepciones de noús humano’02 44
de esta acepción: a) usos vulgares ; b) usos neutros no vulgares o de
baja intensidad; y das usos enel tercer grupo, e) de intensidad media
(como meas) y d) más marcados o de alta intensidad (capacidades de
la mens o iñteIl¿gentia —rafia) ligados al tipo ‘divino’ con mayor
frecuencia que los de tipo medio, aunque la conexión con el <Divino’ o
‘divino’ sea típica de -la acepción (exceptuando los usos vulgares,
naturalmente) y se den con cierta frecuencia también en los usos
neutralizados tipo o de baja intensidad.
ANALISIS AL.
1.1. USOS VULGARES: EXPRESIONESESTEREOTIPADAS. LOCUCIONES.
Puesto que se han estudiado repetidamente —tanto como herencia
del pasado en la Segunda Parte, como en esta Tercera Parte, en su
utilización aristotélica— nos limitaremos ahora a esbozar algunos
rasgos de este primer apartado de usos de baja intensidad de la
acepción 12.
Por una parte, debernos recordar —por su importancia— que
solamente existen usos vulgares de noús en este apartado de lo
acepción 1~; puesto que las escasas locuciones y expresiones varios
que han de situarse fuera del present&apartado no son de uso vulgar.
Por otra, hay que reseñar que nos traen recuerdo de autores muy
anteriores; pero el más cercano, Platón, es quien más influye en la
III. 3. Acepciones de noús »amono’¿V 442
permanencia en Aristóteles de estereotipos lingúísticos que eran muy
habituales en su obra, como se viera en su momento.
Finalmente, no debe echarse en olvido que tales usos vulgares se
hallan diseminados por toda la producción aristotélica, sea cual sea el
grupo de obras de que se trate.
Sin dilación se ofrecen a continuación todos estos usos vulgares
de nuestro término, que por su naturaleza forman el grupo de citas de
baja intensidad de la 1~ acepción del tipo <humano’ de noús
«oóSet~ ido &v nporeWae vo~v ~xowrS ¡rn8evi Socoflv oi8~ npo13&ot iSn&st 4nvEpdv~”. [Top.104a 61.1
“4’iLvdr) 8’ (LI> 14) TO1JTO, á ~W TrPOXo~. idI> 1>0W KIU flel.4X4ffO
pvipoveúew ¿vwrrá;.» [/n.w,n456b191?
, , 8J — , 7— —. t , 7-e~ nvíec CK04.tVO1> n iiav~~e~ lTape4povoijv, Suc 8’ n ‘rpew uytawov 11
voiiv EtXOI>, SCKEW (ti> rOlJiOiJg KUIWW K& 1T«p«4%~0WW 7O1>~ 8’ bxous oiP’.
“ITX& pfV ~‘U4~ou8eb9 t11T09«XXET& fKtiW, el. OYiYtflpi4 8’ WJrOU KtLt 70W
Xow&w a¡rw’re~ ot yoflv ~xovre;.’[(N111 Oa 11 j.4
‘muto úev o5v rravd 4’opepdv 74) ye vofn> ~xovn”[FN lii 5b 9].5
tEn traducción de M. Candel Sanmartín: «pues nadie en su sano juicio propondría lo quepera nadie resulta plausible,..»> paq. 104-105, (ver Biblioqr.).2 En la versión de ABernabé Pajares: «Eso resultaría evidente para cualquiera que, nadamás levantarse, prestara atención e intentare recordar lo soliado.», pág. 278, (‘6.Biblioqr.).~En trad. de Y. García Yebra: «...de suerte que, si todos estuvieran enfermos o todoshubieran perdido el juicio, pero dos o tres estuvieran sanos ij conservaran el juicio,parecería que éstos estaban enfermos u fuera de sus cabales ~los otros ru.», págs. 1 91 -
192,(cfr. Biblioqr. para más datos).4 Traducido por Araujo-Martas como :«...en términos absolutos, nadie lo hace de grado,pero por su propia salvación y las de los demás lo hacen todos los que tienen sentido.», peq.32. (ver Bibliogr.).~De 103 mismos traductores:« Estas sen terribles para todo el que esté en su juicio,..»,pág 42
III. 3. Acepciones dennús humano’ÍV 443
<‘Xéyopev y4 yv419v KUt OiJVeOlv KIU 4POWIGW Kan 1>0111> tUl TC1J~ <¡Iltois~ / / V ‘. a
fnt4’epovteg YVO1ii1V effw KW~ 1>011V i~9 KId $poviMov~ KL. ouvtío%.’>! FN 11 43a26 ~¡271.1
Sm ,~in $uai¡ca Sota etwa rauta, Km 4’uaa cn$09 ~iev ou&t~, ywipip’ 8’
~xewKU o6veaw KU voiJv. onpetov 8’ 6n KW. rw.~ ?IAt&w o~ópe6a dxoXox~etv,mt@flnXwaI>0uvexttItYI>úlv,wsr1~9tIJ~oJ9afla9ouo1ls.[FN
1 143b7u91?
t. ¿dv tpeirrov 4 rofl nMoois ‘re e5TrOPOV nd at g1> 4eX&,w ot 8?npadxúxn ídt’ vouI>. 1 1’3ff l~316b 14].~
«xaoi¿vrúw s’ ¿cd íaú vo~v ywi~ÁÚw att &axaps¿vovra& ro~ dnópou9d4c~tidc &SÓviNL9 ‘rpélTew ¿u’ ¿pyaaVg.”( A»?. 1320b 7¡~4
«úLL ~IO1.upuutjtit iuv vuuiF uuotv yuji p.u.~uv ¿101> Í~U¡i¿I690V »,
«« ~fl 8? T¿9 St«AXay¿q uoetv T0119 i’oOv ~xovn~ cihuxo6nw ofírw y&~, &v
lIeywTcL uxeoveaoteit..»” {Rket 141 Ob 35].6
1 1km.: «Enefecto, al hablar de comprensión, entendimiento, prudencia e inteligencia<voV~>, atribuirnos a las mismas personas el tener comprensión o inteligencia, así corno elser prudentes o tener entendimiento;...»> pág. 98.2 /b/#m : «Esta es razón de que parezca que estas disposiciones son naturales, q que, sibien nadie es sabio por naturaleza, sise tiene por naturaleza comprensión, entendimiento eintuición. Se5al de ello es que creemos que también son consecuencia de la edad, ij que taledad tiene intuición g comprensión, como si la naturaleza fuera la cause de ellas.».‘3 En versión de García Gual—Pérez Jiménez: «... ¡tj a partir de lademocraclea laoligarqula] si es superior a la masa la gente rica u los unos se descuidan u los otros tienenpresta su atención.», pég.-251, (cf. Biblioqr.).4 1km. : «Y es tarea de los nobles agraciados e inteligentes encargándose de los pobres uasti rnulándolos, mcli narlos a diferentes actividades.», pág. 265.5 En traducción de A. Tover: «¡Por eso es ridículo ordenar al principio que se presteatención, cuando todos atienden más. De manera que donde sea oportuno hay que decir:] «Yprestadme atención, porque ésto no me toca a mi más que 8 vosotros»,..», pág. 214, <verBi bliogr.>.6 /ém.:«{Ej.deentimema}...«Es precisoquelosquetienencabeza hagan las pacesconelenemigo cuando están en buena fortuna, porque 831 85 corno podrán sacar más ventaja», pág.226
III. 3. A cape/anas de noús »umano’<Y) 44,4
A continuación vendrían una serie de textos de obras perdidas o
fragmentarias, todas ellas de atribución dudosa: 1) porque parece
reelaborado por el recopilador —Jámblico—; 2) por pertenecer a una
obra cuyos primeros libros se consideran recopilación de doctrinas de
predecesores, y seria un fragmento del primero de dichos libros; y 3) —
4) por pertenecer a obras tan fragmentarias que no se conoce su
fiabilidad. Con todas estas restricciones> los exponemos aquí:
1) “ 1 vQ~rre att SC it x4ew t& ~an axyt~ ~SOI>dS
@Xooolsréov ¿att ‘roi~ voOv ~xouow]. “[Pro/ti B92*~ DUring].1
2) «ró yd9 avcwatw¶aíov wpexov adr~ Xe4il¶a 6 vo09,”(Symposwn
P3102,I.5]
3) ‘Sui ~póVO1J TO1J9 ILCXbYTa voíh’ ~xew8cKoflv¶< [Pr. 538,1.6 R31.
4) ‘1 KXCIJPOia KUXW9 EPOsICVTI EV 1>93 ¿WC r{¿na8a>’[ Pr. 5563.9 R31.
A todos eliás cabría añadir un puñado de citas decididamente
apócrifas: t/ando* 391a 12*, PraPM’ 917a 35*, 964b 16~, Ile/aAflflAk 1C4 .. r.,.,~, 41 t 10,. III 1 lfl 9~‘j’4IJ IJ y 4L’fl’t.’ 1, u.u y iii, i. 1LW
1 Trad. de Bernabé Navarro de la versión de DUri no: «Por tanto, los sensatos deberíanfilosofar, justamente para gozar las alegrías verdaderas y buenas.» <Texto que DUringconsidera reelaborado por Jámbilico, por eso lo ofrece entre corchetes>. Ver, Ans’Mte/es,de I.DÉJri ng, pág. 659 para el mencionado texto; (oit. Bibliogr.).2 cuyos textos originales ofrecernos en notas:
“O JIEV 1>0119 vE¶dP4IMEV[Probl..*917835*1.“att 5xo y npo~ ovíeg ‘r~ ~«&at voy vouv n vuvévrg 8? ‘r~kSw,voiALg asrrow...” [Probí.’ 964b 16’].u
EWm yap ru>oc ¿d n~a’rret a ye va~v ~xÚw,“[,b*tt# 994 ¡5*].“86 ydp rou~ va6v ~XOVT9 ró~’ Ouwae11óvruw M ng av~a~ ¿AXa sd v&v~pxó~i’8ir41¿4e*n....”[ Epist.’ 1,1. 81.-”Suirep 86 T0119 vouv ~ovr<g vÉ~’afl~onow eg noXXoO~ adiljv at¶asa&flr.” [Epist.* 111,1.121.
111.3. Acepciones denoós »umonoúv 445
1 .2. USO NEUTRALIZADO. NORMATIVO.BAJA INTENSIDAD.
E6 el típico
desgranando poco a poco, agrupando varias citas próximas.
las dos cuestiones primordí ales tratadas en todas ellas:
—Delimitar lo ‘humano’. Designar lo característico del
—Aclarar los condicionantes de la “capacidad genérica
De tipo físico (edad, complexión, salud/enfermedad)
(experiencia/ inexperiencia. salud/ enfermedad).
y tópico de la presente acepción> lo iremos
Estas serén
Hombre.
de razonan
o psíquico
Comenzamos por To,oica una obra primeriza según los expertos
ya citados. Se nos ofrece una aséptica clasificación lógica del
Hombre:
“olav 6 dp*rk b4¡mov etvtu KUt 5n ~«‘~v¿01w ~ ,axi 5n ~i*uxov‘te ‘ te ~ 3 / It
att en 850111> Kw. 011. vou Kw. ernarnrs Sernxov, onre ónowuoOv evo~ tú’«KOXCiJBOW «VW.OeOeVTO& iii’ 46ta att id ~vdox~. “[Top. 1 12a 191.1
A pesar de que en las obras especializadas ( o tardías) el par
noús—epistéme tiene un significado técnico muy preciso tintuición de
Jos principios absolutos del Saber—Tiencia en octol, en estas
menciones ocasionales en obras muy tempranas los sentidos suelen ser
mucho mes laxos y generlcos: igual que el noús alude a nuestra razón
flumana” (4 epistéme (4 sería el conocimient&, la capacidad de
conocer la realidad% al fin y al cabo, la aptitud para saber”, pero no
para hacer Cienci& ni la Ciencia en ejercici& como seré en su uso
1 En la versión ya indicada (cf. Bibliogr.): « [Además,todo el que ha dicho une cosacualquiera ha dicho en cierto modo muchas, puesto que a cada cuestión la acompa5annecesariamente varias;]v.g.: el que ha dicho que <alguien> es hombre también ha dicho quees ser vivo, y animado, y bípedo, y capaz de intelección y conocimiento, de nnio que, aleliminar una cualquiera de las cosas que la acompanan, se elimina tembien la inicial.».
111.3. Acepciones danoñs »¿/fflano >Ñ) 446
técnico.1 Estas afirmaciones nos vienen impuestas por dos variables:
a) el sentido que en el “primer grupo de obras suelen tener éstos u
otros vocablos de nuestros campos léxicos y b) el contexto concreto
que obliga a interpretar las categorías lógicas expuestas en nuestro
ejemplo en un orden reductor> es decir, de la clase más amplia a la
menor, o bien en sentido ascendente en la jerarquía de los seres de
aquí abajo:
1) ‘ser vivo>—— 2) <animado’—— 3) ‘bípedo’—— 4) ‘racional>—— 5)
‘científica’. <Dlen entendido que 4 y 5 designan meras “capacidadesl.
Podría considerarse la versión más conveniente de ambos la que
aludiera> por un lado> a la “capacidad de razonar en general” y, por otro>
a la “capacidad de saber”.
El segundo texto es Pro/tap//cus 628 (en la numeración de la
edición de I.Dúring) relacionado con el que acabamos de ver:
“Ma6ijc~os p?v o~v att vol) d4aweod~ &vOpwuo9 4>ut~ ytyvaaIIaVWTMmOC, vol) 8? ¡ióvou ¿4,~pnpéi’o~ eKOTIPWUTIJa, dAoyíi~ 8’ d4aweeek i¡évow 8’¿y vj5 wj!m ópotolWtn 6e4» ( Pra/reptitus 028- Diiring]?
Por tanto, aísthesis + noús son los aspectos del alma viviente de
aquellos que no son plantas, y poseen, desde luego, los hombres;
mientras que verse privado de noús nos torna ‘animales’, sin más; por
el contrario, prescindir —si ella le fuera posible al ‘hombre’, que no lo
es— de la parte “irracional” (áXoyWg) y conservar su noús le
asemejaría al “dios” (OE4i). La riqueza del fragmento es grande y
La epistéme incluge -en su sentido más genérico (o neutro>- toda forma de conocer osaber teórico o práctico humano: lo muestran varios pasajes ( Tap. 1 45. 1 5 o 1 57. 1 0,1*1*. 1 OZSa, CM 11 39a 27>.2 1. traducción del propio autor sueco es corno sigue: «Han deprived of sense and reason isreduced to the condition of a plant; deprived of reason alano he is turned into a brute;depríved of i rrationality but abidi ng by reason he becemes ti ke <Sed.» (Arn/o//e3’Pro/repÚa~5, pág. 59;enla pág. anterior está el texto griego citado>.
111.3. Acepciones denoús »urnano ‘//2 447
únicamente los dos primeros noús que aparecen pertenecen a esta
acepción 12 (como características distintivas y genéricas de la
especie humana que son). Ambos nos permiten delimitar las facetas
diferenciales de los seres vivientes’: plantas, animales y hombres; por
el contrario, la tercera cita de nuestra palabra —perteneciente al tipo
‘divino>— nos distingue un grado más de perfección entre los seres; el
dios, que comparte una característica con el hombre —poseer un nD~—
aunque sea en muy distinto grado; de ahí ese ‘ó¡s’xoíJ’rca’ que marca la
distancia infranqueable entre el ser ‘humano> y el <divino’; aunque el
noús se presente en ambos tipos de seres. Por tanto> el hombre
privado de sus aspectos irracionales se asemej& al dios, nunca es
igual a él: en suma, se establece una comparación entre seres de
distinto grado de perfección, como gustaban llamarlo los pensadores
platonizantes u medievales. Ese aspecto de gradación entre seres que
pueblan el universo resultaba importante para este comienzo de la
exposición de este apartado> ya que nos presenta el carácter
delimitador entre lo ‘humano’ y ‘no—humano’ de esta acepción; que
consiste en la Razón Humana en general; la base para distinguimos del
resto del reino animal> de lo ‘no—humano> entendido como
‘infrahumano’.
Nuestro siguiente texto contiene tramas semejantes y ya fue
citado completo en la Segunda Parte por referirse a una comparación
entre Demócrito y Anaxágoras, por ello citaremos sólo la frase
primordial :1
“C4ia ..n~tscrn, 0 ,,4.~ •.fl~ Ile trnmI, QIiDWU~Jfl
‘roi~ 441n9, d>~x’ o’dS? ‘rot~ dvOgxí?.wTow ndow.” 1 ¿~An.4O4b 5y.2
1 cf. el apéndice ‘conjunto da citas en el Corpus’ ¿frAn. 404b 2 y 5 para el texto qrieqocompleto.2 Trad. espaTiola de T calvo Martínez <cf. Bibligrj: «No parece, sin embargo, que elintelecto entendido como prudencia se dé por igual en todos los animales, ni siquiera en
¡ ¡ ¡ .3. Acepciones de noús 5&urnana «Y) 448
Se trata de una crítica a la atribución de noús a todos los
animales (tanto inferiores como superiores) segun su interpretación
de lo afirmado por Anaxágoras: sobre la inexactitud de esta lectura del
autor jonio no hemos de repetirnos. Simplemente este comentado nos
atrae por ese ~ XEY¿WPO& voíi< dónde se relaciona a noús con
ohrónesis y se niega que lo posean en el mismo grado animales
superiores e inferiores, e incluso las personas. La clave para situar
este comentario de Aristóteles es el sujeto —la delimitación, por un
lada, de los ‘animales’ (en superiores e infeñores) y> por otro, de
‘animales’ y ‘hombres>— así como la afirmación de que aun entendido
el noús como Dhrónesis”, sensatez7. sentido común”, —es decir, usado
popularmente, o en todo caso en su aspecto moral— no se da ni siquiera
en el mismo grado en los hombres: por el hecho de serlo, no se posee
como aptitud real este noús propio de la especie, sino según varias
variables será de un grado u otro. Veremos en textos futuros estas
variables y grados de realización de esta capacidad bruta de razonar
que comparte —como pura potencialidad— toda la Humanidad.
Finalmente, la alusión a diversos grados de buen sentid& en los
animales se refiere a creencias populares, a concepciones vulgares de
la inteligenci& de ciertos animales privilegiados, lo cual remite
directamente a la negativa de Aristóteles a sumarse a los prejuicios
populares de su tiempo.1
A pesar de lo cual el texto se presta a contusión, y debe
recordarse que estas situaciones surgen siempre en resúmenes de
pOSI clones filosóficas anteriores o de nociones populares, por tanto en
todos los hombres.»; pág. 139.1 Lo cual choca frontal mente con el texto de Mi *61 Ob 22*, que aceptaría otorgar rasgoshumanos, del “caracter”, a los animales en general; inadmisible, por mucho que Nuqenstrate de salvar el obstáculo con argumentaciones brillantes, sosteniendo que sélo aplica eltérmino neús de forma “análoga” a los restantes animales (vé Biblioqr. pág. 155).
111.3. Acepciones de ¡más ?usrnano ~%9) 449
momentos en que no expone sus propias ideas al respecto; por tanto,
debe advertirse que no en vano estamos hablando del libro ¡ del DeÁn
donde abundan estos casos; aquí, como en casi la totalidad de dicho
libro, expone y critico a otros, y apenas introduce un ‘oú 4K¿PETcft’
(“no parece”) que le permita resquebrajar la ciega confianza del lector
en sus prejuicios del sentido común o en las opiniones de la filosofía
anterior. Esta lenta y persistente labor llena por ende todo el Libro 1 uaparece en muchas otras obras del autor, siendo un ejemplo espléndido
otra cita de este apartado> Phys. 199a 22.
Un nuevo textó del Pro/repticus nos presenta un empleo del
término muy ambiguo: acaballo cnt re un uso vulgar y éste que vemos
ahora. Presentemos el texto:
1 •, ~ • t •~ •. •• ~1 %. Aa a pev oGv «nAow n ~qxw e.a’rw. o «s4poro~ Kw. atrn Xoyov att vouv
rer«rrat a.ih-ou g . cdc &>Ow ~o’rwaihofi ~pvov u ~ dz:pWem*nl
dxijeeta att ‘rd uept tú’ 5víow dA*eiiew » 1 Pro/ti 665- Duringl.1
Según adoptemos una traducción u otra, estaremos ante una
locución preposicional-cuasi vulgar (<Kcttct ?~oyov ~ca voOv’), que
lóniroindira un “orden ~ y racionaV en lo esencia! del ser Hombre; que
bien podría verterse como “lógico y sensato’ y entrar de lleno en esos
usos vulgares de los que hemos hablado ya; o bien ante una definición
del hombre como un ser de naturaleza no—compuesta, “simple”
(&nXoíJv), caracterizado por ]ggós~no~is , sería una aproximación a
nuestra “razón humana” genérica, inmersa en la naturaleza propia del
hombre.
1 laversiónqueacompa5aalaed de Dunnq «Ifthen manisasimpleanimal and his beingis ordered according te reason end intelligence, he has no other proper function than theattainment of tít most exact truth, truth about reality;», pág. 75 <vé. Eiblioqr.).Diferente por completo de la que ofrece Gauthier en su com. a la FN <en 1 71/hÑw’i
«Si doitthomme est un vivant simple et si son essence est ordonnée defa9on réquliére et intelligente, il n’aura pas d’autre tache que la seule vérité la píosrigoureuse et qa.e de connaitre le vrai sur les 8tres.», pág. 677 (cfr. Biblioqr.).
111.3. Acepciones de noás humano ‘69 450
Mas aún podría interpretarss como un texto de mayor intensidad
dentro de los del “orimer grupo” de obras> en el cual se halla sin duda
el Proir ; dejando a un lado> previamente> el particular de la
definicion del hombre aquí contenida que lo une a este apartado de la
acepción 12. En dicho acercamiento se consideraría ligado a otros
pasajes de la misma obra y de otras cercanas> encontraríamos un uso
de alta intensidad del vocab!o al equivaler a la ra/io—intaIIiyenhi4 es
decir, al designar unacapecidad genérica de razonar ubicada en esa
mens que designa la “sede racional” del alma humana. Primero se ha
puesto rafia porque repetidas menciones posteriores del texto a
términos como diánole y su verl3o dejen ver que esa capacidad (que se
puede verter como “inteligencial es de tipo <raciocinio’ o “discursiva”;
en sume, tendríamos, incluso> una explicación primitiva de la
naturaleza del tipo de noús ‘humano’ : capaz de “razonamiento
discursivo” como parte integrante de la “simple” animalidad del
Hombre, opuesto al tipo <divino> claro está.
Por otra parte, la mención a la realización propia de la ra/lo con
su cometido de hallar la verdad, nos recuerda también otros pasajes
(algunos de alta intensidad) en esta acepción; pero otro texto
referente a la verdad—De An 404a 30— ya podré situarse en una
acepción diferente (la 22). Así se concluye que la verdad es el fin de lan.-~nrcn+ o” 4 onf e, o.~ cl e’ Ir’. él e, nror’f ir,, nonon On ~l + e,n i 1
razon jJcIéouéiie > tvÉ¡tu caí ca uaa..uéu ji. ut.tILu U4JIIIU ci. el teur. co ~pormuy extravagante que nos parezca a nosotros); de ahí que esta
mención, tan aparentemente técnica, a “conocer la verdad en los entes”
no lo sea en absoluto, y presente interconexiones no sólo con íógg~, o
diénoia sino con le omnipresente phrónesis de esta obra.1
1 Que tampoco será la del Libro VI de tk excepto el texto inicial del libro que menciona esteasunto de la verdad, por cierto, y es fragmento muy arcaico, según opinión coincidenteentre los estudiosos.
111.3. Acepciones de noás humano “<Y) 45 1
El presente pasaje es de gran dificultad de análisis por su
relación no sólo con los anteriores o los sucesivos (a los que sirve de
abanderado) sino por su conexión con el Noús Cósmico. Veá’moslo.
En un plano inicial> útiliza nuestra palabra para definir lo propio
del Hombre:
4W>EP& e1t ~ ¼““ tú’ axx<~~, a O T¿XII~~ O
4T~flpIvTa o5re ~3oiAeuoifgcvanott ~ev sianopofid ííve~ nótepov ‘4 II rwt~J«pépyá4ovtw. ci. do¿xvmn ial ci, V4ITIKe~ iaa ni tomlJtoi’ [Pkys.1 99a 22l.~
Este comentario —clara reflexión sobre ‘hombre> reísus<animal’
«‘restantes animales” [‘r~v ~éov ‘róiv &XwvD— centra nuestro interés
inicial porque —aparentemente— 4uda en él Aristóteles sobre la
privación de noús por parte de ciertos animales, de “abejas” y
hormigas” como nos dice le cita, los casos más espectaculares del
mundo animal como seres sociales organizados, de conducta
aparentemente propositiva?
Empero nuestro autor se niega tajantemente a admitir esta
atribución popular de inteliqencia” a dichos animales, a pesar de que
cumplan los requisitos de compleja organización social, definitorios,
entre otras, de la Humanidad, uno vez más se niega o atribuir noús a
seres inferiores al Hombre. Empero, el empleo de expresiones
populistas combinado con frases interroqativas (directas o indirectas)
y referencias a la filosofía anterior puede engañar fácilmente al
tLa versión francesa (vé. Bibliografía) de la edición bibnqúees «Maisc’estsurtoutvlsi ble pour les ani maux autres que l’homme, qui n’agissent ni par art, ni par recherche,ni par délibération; <oú cette question: les araigriées, fourmis et animaux de cette sertetravaillent—ils ayee intelligence ou quelque chose <approchant ? »
2Cfr. Ross,D., Corota. P4~tst, 199e 20 yss.; D’uring, 1., 4ristotelc pág. 467,autoresteúltimo que nos emparenta este texto con Pro/repitan 828 y 829 ( D’uri ng). También es 1.Dúring quien, en su gran monoqrafia sobre Aristóteles antes citada, pero en la pág. 277,nos situa este pasaje dentro de su contexto: una compleja discusión del finalismo universal,como veremos al estudiar el papel del binomio phúsis— nous más adelante
111.3. Acepciones de no¿k humano “O,) 452
lector despistado de los verdaderos propósitos del estagirita. 1
Sin embargo, la frase no sólo es claramente hipotética sino que
incluyé~tn ‘v~ if ‘ru& £\Xw que permite atribuir a dichos animales —
incluso en el poco probable caso de que la VOX po,ou/i tuviera razón-
algo parecido” al noús y no exactamente éste. Hasta ese punto es
cuidadoso el estagirita en sus explicaciones> no incluye una sola
salvaguardia (la interrogación indirecta que constituye la frase ‘~EP
&anopofid 9 sino otra más antes sefialada. 2
Sin embargo> no puede arrumbarse este rico pasaje de la Phys sin
enunciar siquiera su interdependencia con el NoOs ‘Divino’> aunque se
estudiará de nuevo tanto en el análisis de /‘hys 198a 5—a 10 dentro de
esa agrupación de textos que se mostrarán a continuación como en el
de Pflgs 190a 12 dentro del tipo “Divino’ en el próximo capítulo. Al
respecto se recordará que está haciendo una crítica al mecanicismo>
ante todo al atomista, y pretende probar con el presente texto que hay
un causalismo universal, un Orden Natural cuga huella patente es esa
conducta aparentemente propositiva (“semejante a la humanal en
seres que obran, por si mismos, “ciegamente”. Sin duda> todo ello nos
remite a su doctrina de los cuatro causas, y recuerda al muy cercano
pasaje, de uno de los primeros capítulos —el segundo— del libro A de la
t/e/o (considerado de gran antigúedad por los expertos)3> donde se
1 Aunque resulta imposible que esto le ocurra al lector del ¿~Aa~ Por mencionar un solopesaje, en 426a 8 y as., niega que los animales en su coni unto tengan ni siquiera‘i magi nación” <phantosía) ,capacidad que, corno se sabe, considera el de Estagi re quepertenece a la “facultad genérica de sentir” —aunque sea superior ala “sensación”propiamente dicha— y no al ~ capacidad cognoscente de orden superior.2Esta certeza, la no atribución del noOs a seres infrahumanos en ningún texto legítimo, nospermite dejar de lado a Mi4 61 Ob 22~ que sería la único excepción si no fuese un librodeclarado apócrifo por 1. DUrinq, sin duda el mayor experto en Aristóteles como científiconatural que haya habido jamás.3 Para todas estas precisiones véanse las ¡ja clásicas monografías sobre Aristóteles deJaeqer, Ross, tloreau y During,améndelaexcelente IntroduceciónGeneral aAristóteles,que precede a la trad. del 1~Arnnw,de 1. calvo Martínez que velora las aportaciones
111.3. Acepciones de noás humano ‘<Ú,) 453
exponen diversos tipos de causas y “principios” diferenciándolos de los
‘elementas” constitutivos de los entes.
En cualquier caso, lo más importante ahora es esa identificación
entre noús y phúsis , ese tinolismo natural al que designan ambos
términos, de enorme valor para su posterior estudio de la biologia; por
lo tanto, su afán de explicar racionalmente la causalidad cósmica
tendrá consecuencias no sólo en toda su metafísica —o lo que
acostumbramos a llamar así— sino en su explicación de la vida
animada, en su zoología, su biología y una parte de ésta, su psicología.
Pero es tiempo de recordar que, además, esta cita nos introduce
así, de paso, en el empleo de esta acepción —en el nivel de baja
intensidad léxica— para designar la “conducta propositiva humana”,
amén de mantener estrechos lazos con textos anteriormente
analizados; sería un puente entre ellos y el conjunto de menciones a la
“conducta propositiva autónoma” (=propía del Hombre y exclusivamente
suya entre los seres vivientes) que se abre a partir de este momento.dar’ oc’ rl as <““‘ vemos en este blo~ue tienen
LI resumen, ~ ~ 1 .~ ~1t quc en
común un rasgo: definen la “conducta propositiva humana” dentro de los
diversos enfoques que pare los principios del movimiento en el Mundo
emplea Aristóteles; empero, en todos ellos el sentido de noús es éste,
factor de exclusiva conducta electiva. Hay que hacer uno importante
anteriores y otras recientes: se puede ver así mismo el articulo de P. Moraux citado enBibliogr. y, como compendio valioso u dotado de tablas comparativas, la ¡ntr. sobre laEvolución de Aristóteles de Gauthier a su magnífico comentario de la Uhice Meoroxhee ; enél, acertadamente, crítica los puntos ¡ja obsoletos de la propuesta de Jaeqer u sitúa lacuestión entre la postura de los estudiosos más o menos ligados a Lovaina —como él— y lossc9uidores de D’úring encabezados por el propio sueco. A nosostros nos interesan, sin duda,mas los puntos coincidentes, que son muy numerosos, que las divergencias que allí sedestacan, pero resulta una exposición muy estimulante. En cualquier caso, cuando se digalos expertos” o los estudiosos” se indica que la mayoría de los estudiosos de esta segundaparte del siglo XX (encuadrados en ambas tendencias o coincidentes con alguna de ellas)coinciden en valorarlo de ese modo, no se pretenderá nada más.
1 ¡ 1.3. Acepciones de nock humano “0) 454
salvedad: no es que los animales superiores se conduzcan sin cierta
decisión (atraídos o repelidos por algo)> es que su más alta facultad es
la phantasía y ésta (complementada_por la aísthesis) y conectada a la
~ causa sus acciones; en cambio> los animales inferiores, plantas
y seres inanimados obran “par natUraleza” o “forzados”
(=“violentamente”). Nunca hay un factor “racional” propiamente dicho
en esas conductas: ez n~Ñ~ conforme lo especifico del comportamiento
humano. Por cierto, más de una vez se expresa el estagirita con una
fórmula preposicional para referirse a este uso —bien específico— de
nuestra 12 acepción (—L’fmó vofl ‘,~
Tenemos, por consiguiente, que esta acción humana o
propositiva/racional” entra en distintos juegos de relación oposición,
tal como se verá más tarde, pero coincide ~enexpresar la causa par
excel/ence de la conducta del Hambre:
1) como causa final opuesta a phúsis (lo artificial—racional’/ “lo
natural”) en Phys 196a 6-alo y DeÁn 415b16?
2) como causa eficiente de la producción/ acción humanas en CA
744b 22 , //8/o 1034a 24 y tie/a 1071b36, LV 11 12a 33, Ete/
1362a 24(2>.
3) como causa formal, específicamente humana en Me/o 1025b
22y 1>/e/o 1071a3.
En realidad el propio autor nos señala tanto en el Libro E como en
el A —en el capítulo segundo ya indicado— que la causa eficiente se
remite a la formal> y uno de nuestros textos precisamente señala esa
reducción lógica (Me/o. 1025b 22). Y en otros lugares de la
t/atofl/Jj/sico es sabido que simpbfica al máximo reduciendo la causa
1 Apareceendoscitasdela 1*tg,dondesediscuteel problemaceusal, 1034. 24q 1071b36.2 Incluiría el apartado el texto apócrifo de /*/a * 994b 14*
111.3. Acepciones- de noús humana .<O,) 455
final a la formal: se llega así a la conocida oposición materia/forma,
englobando ésta las tres causas citadas (formal, eficiente y final)
quedando dos únicas causas. Nada de extraño, pues, tiene que el n9Ñ~cuyo carácter “propositivo” le autoriza a ser causa final, defina
también el tener en mente” un proyecto de obra o acción futura
adquiriendo ese aspecto de causa formal—eficiente. De ahí a ser
8><preslón del tipo de conducta causada a propósito” o “conducta
intencional” no hay ni un paso y con ello, nuestra palabra sirve una vez
más para distinguimos de los brutos (amén de los seres inanimados,
vivientes y animados engenerelY
A continuaclon se expohdrán algunos aspectos particulares de
cada texto, para completar este análisis global. Seguiremos un orden
numérico.
El pasaje de la Physica esté englobado, como se indicó
anteriormente, en una refutación del mecanicismo atomista:
“‘EITd 8’ ¿un to G410¡I<LTOV ial, 11 1iJXT1 UXlift CLI> 9 VOIfl ytVOtTO
fi ~ >‘¡Pk~.198a61.1
Y “ “YoTepov apa it WJ¶OMLTOlJ K& T1JXI1 ra 1>0V ia1. •1J0W9 [Pñ~<5.
198a 101.2
La ambigúedad de este pasaje completo, que incluye un salto”
conceptual al hablar repentinamente del Cosmos en 196a 12, hace que
sea el menos típico y más intenso de los que forman este grupo de
textos. Mas, dejando a un lado todas las implicaciones para el tipo
‘Divino> —que se verán en su momento— podemos darle la razón a
En la versión francesa que usamos para esta obra (vé. Blblloqr.) «Mais, pulsque lehasard et la fortune sont causes des faits dont l’intelligence ou la nature pourra:t ~treC8USCSr..».S1 interesa el pesaje completo puede encontrarse en el Cap lII>Sequnde Parte(junto a una traducción artesanal) o en el Apéndice de Citas del Corpus.2 /#m. : «Le hasardet la fortunesontdonc postérieursélintelligenceetéla nature; ».
111.3. Acepciones dencús humano$2 456
Guthrie cuando afirma que en nuestras dos frases concretas se nos
opone noús/ohúsis en el plano ‘humano’ en un intento de distinguir lo
“natural” y lo “fabricado—ideado” por el hombre —gracias a su “razón”,
por eso utiliza nuestra palabra—, en suma, de enfrentar lo natural’ ~j lo
artificiav> obra humana sin duda. Entramos en una estrecha relación
entre noús—tékhne que se retomará en otros textos del grupo)
— También el prestigioso autor británico nos relaciona el
discutido texto del De Animo 415 b16 con el que acabamos de
mencionar, aunque otros autores nos traten de convencer de que es la
-%nica mención al Noús Cósmico del DeÁn , y su lugar, decididamente,
no sería éste:
“‘kvep~v 8’ b9 ial o~ ~va~vi~ *ux~ ¿tir ~~uepydp 6 v@ ~vaárovray LWTOV tpotiov Kt(t 1~ ~ KU~ ioflr’ TTW «UTfl~ ¶f?iO~. Toio(irov 6’
4’ ¶019 4qng ial. ia¶(L $ULYW fl up~ UW’¶CL yU<> ra $vowa OrJ4LCLTCL ¶1)9 Ufl9~iyc~a,iat rix6auep VL nw ¿‘qKIW, CIJIO> na T¿ r6w 4’w*, L~ !vezrx rfis5pta. (a~4n. 415b 16].2
Estamos, según todos los indicios, sin embargo, ante una nueva
mención de nhúsis—noús como causas finales; y ante la misma
oposición que en el texto precedente entre ambos, es decir, entre el
finalismo global o de la Naturaleza y el “racional—propositivo” propio
del ser humano en especial. De hecho> la apoyatura definitiva para
considerarlo como perteneciente e este acepción en uso neutralizado
nos la ofrece otro texto que se expresa en muy parecidos términos:
l Guthrie, Arh’to//esntrcsunterjuág. 108. <cf. Bibliogr.>.2 En nuestra trad. habitual de dicha obra (vé. Bibliogr.): «Es evidente que el alma estambién causa en cuanto fin. La Naturaleza —al igual que el intelecto- obra siempre por unfin y este fin constituye su perfección. Pues bien, éste no es otro que el alma en el caso delos animales de acuerdo con el modo de obrar de lo Naturaleza. Todos los cuerpos naturales,en efecto, son órganos del alma tanto los de los animales como los de las plantas: lo quedemuestra que su fin es el alma.».
111.3. Acepciones denuás »umono’Ú) 457
Meto 1071a 3, i~ue —erróneamente— consideran un dato a su favor
quienes tratan de entroncar nuestro pasaje con el tipo ‘divina’, porque
pertenece al famoso Libro A ; sin duda, no se detienen a explorar su
contenido, porque éste es una exposición del causalismo en sentido
general del tipo que venimos analizando aquí y se utilizan en dicho
pasaje incluso los mismos ejemplos que en otros que veremos luego.
En resumen, lejos de hacer mención a ningún ser divino, el capítulo
segundo de dicho Libro A es una exposición lógica genérica tan cara al
‘Joven Aristóteles’ y nos ofrece una nueva definición del Hombre con el
noús como componente específicamente humano, nada más.’
De hecho, aprovecharemos la explicación de dicho texto para
aclarar al lector el sentido de la segunda parte del presente, hasta tal
punta es estreche la ligazón entre ambos; sólo cabe adelantar que sí es
bastante obvio que está definiendo en este texto del DeÁn al ‘hombre’
frente a lo ‘infrahumaho’ : ¿en qué otro sentido puede tomarse la
enumeración en gradación descendente de los animales”——las
“plantas”, incluidos ambos dentro de la denominación cuerpos
naturales”? Está muy claro que el estagirita dirime aquí la escisión
entre esos “cuerpos naturales”, cuya forma —“el alma”— es su causa
final, rersus el ser humano cuyo noús —como partícipe del “alma
humana”, forma del cuerpo—2 es su causa final. ~
tina razón más para clasificar el Libro A en el primer grupo de obras aristotélicas, juntoconel restodelibrosdela t*te.2 Eslocontenidoenesteincisoloque nosaclara tk’teú 1071a 3, precisamente.3 Antes de abandonar estos textos hay que recordar el texto apocrifo
1ue acompa?ia a los dosúltimos estudiados, con nolis también como causa fina)’ “oii8’ CLI> ~~lI>OU~ ¿1’ ¶019
o5aur b’e~¡ ydp ‘rwo det iTarrel. O ye voOv ~xwv,ToIJTo Sé Am négxg’ rS yci~rtAú9 íwp<x~’ ¿6U.v. 1 i’t¿Ñ. *994b1 4 iji bj Aunque S6 cite ÚúÍú~6tú, ii&~tra útuululies, por supuesto, la primera de ellas, *994J> 14*
111.3. Acepciones de noús »t/mana “</2 455
Parece preferible romper el orden en este caso y seguir
inmediatamente con el mencionado texto del Libro A
“‘Enei 8’ Y ta iiev xuI)wrtL tu. 6> mi xú~wtd, oij<nat Ic~WtL iai &d1’O1J1’O TTW’TUW (Lilia TCW¶G, Oil. itt!> OlIOittW W’tlJ 0W EOTt ICL ITUOI1 ial. aKU’flOEt9S flTEl.tft ¿Ola T(L1JTEX *‘JX1) 1&09 ial. 0TI41U, 11 VOU~ K~ OpE~19 ial. 0t411L””
11*/a. 1O’71a31.1
Continuando la explicación iniciada en el texto anterior, no hay
duda que en esta explanación del causalismo utiliza como mero
ejemplo la noción de substancia; pero lo importante es que aprovecha
la aclaración de que en la substancia hay ‘materia/forma’ para, sin
solución de continuidad> aplicar dicha efirmacian a la substancia
viviente (que tanto le preocupa como sefiala Tricot en su
imprescindible comentario) 2 y distinguir entre los animales y el
hombre; aquellos tienen su ‘materia’—sóma/ p$Jkhé—Torma’, mientras
en el hombre la última se divide en noús—órexis. teniendo siempre al
“cuerpo”—sóma como ‘materia’. Estos “principios” o ‘causas
substanciales’ sitúan nuestro vocablo como ‘causa formal suprema’ —
específica— de la conducta del Hombre> al no pertenecer a ningún otro
animal, ni siquiera los superiores. De pasada nos introduce esa
escisión sóma//órexis/nous (como integrantes éstos de la p~yj=tÑ)en
el terreno que invadiremos al acabar el estudio que vamos realizando
del empleo neutro de esta acepción l~; en vahes citas de uso marcado
de la misma volveremos a ver la escisión en dos -partes” —‘raclonall
‘irracional’— del alma humana y al nofls , en su calidad de ‘causa final’
En la versión trilingúe que venimos empleando : «Y, puesto que unas cosas existenseparadas y otras no separadas, serán substancias las primeras. Y por eso las causas detodos les cosas son les mismas, porque, sin les substancies, no hoy afecciones nimovimientos.Además, estas causas serán probablemente al ma q cuerpo, o entendimiento, deseo ycuerpo.» (cfr. Biblioqr.)2 Sequi remos en su totalidad aquí el comentario citado 818 tt/a del autor francés queinsiste en la diferenciación “animal/humano” . (Vé Bibl¡ogr.).
111.3. Acepciones denoús humano “02 459
del Hombre— entronizado, llamado a “gobernar” el alma entera> dada su
superioridad sobre lo demás.
.—Volviendo al orden expositivo normal, advertimos que el texto
de SA aparte de típico dentro de este grupo de textos, no tiene
relieve alguno, excepto por el adverbio que incluye:
“ KaS¿nep o&’ ek niv a~gow 6 O#8cv ravr no~et vo6~, “F &~ 744b221.’
Como el uso de OlipaOEv ya fue estudiado, no nos queda sino una
referencia más a la conducta racional o propositiva” humana que ha de
responsabilizarse del crecimiento de los animales domésticos, en una
ejemplificación analógica de las que gusta emplear Aristóteles.
Las citas de la t/atapñysico que aún no hemos visto completan
el cuadro de datos en la cuestión causal que nos proporcionase la del
libro A, véamosio:
70W ¡16> y«p nol.i¡taw ev 74) ITOtOlflfll. 1> fl 1>01)9 fl ~~XI>1)11
“(oiov f¡ oiria « oirlo&, ~ yd~ r~xv~ ro dto;) fj CK pépou <¿powópou> i~fxOvTo~ ii. p¿po~, ~‘ [t*ts. 1 034a 24].~
, ‘ ‘ , ‘ ~“outcv yix~ 0)9 eiijxe ICU’aTW, aXXa Set Ti. «a unapxew, onnep Viii> 4>uaa
v~v d~í, f3iq. s~ I~ f,nd VOl) rj aXXou wSr ¿liii nola TTp r¡; Stx44a ydp dwixcwov
1 En su correspondiente versión francesa de la ed bílíngue « De rn~me done quel’intelligence [dumaitrel agit ainsi du dehors pour assurer la croissance,...».<vé.Biblioqr.).2 En la trad. de Vebra: «[Y, puesto que también la Fisíca es une ciencia que versa sobrecierto género del Ente <pues trata de aquella substancia que tiene en sí misma el principiodel movimiento u del reposo), es evidente que ni es práctica ni factiva l(las cosas factibles,en efecto, tienen en el que las hace su principio, que es le mente, o algún arte o potencia,[ ylas practicables lo tienen en el que las practica, y es el propósito; pues lo practicable y lopropuesto son lo mismo);)». (cf. Biblioqr.).3 /ekm. :4 Está claro también por le dicho que, en cierto modo, todas las cosas se generen apartir de un homónimo, corno las cosas generadas por naturelen, o de una parte homónima)(por ejemplo la casa a partir de una casa, o por la mente; pues el arte es la especie); ...».
111.3. Acepciones da nazis humano ‘4/) 460
~v.” [tt’8. lO7lb 36).1
No sólo las das primeras citas nos proporcionan sendos ejemplos
de la conexión entre tékhne—noús aludida ya,2 sino, concretamente, la
primera de ellas nos ofrece una oposición inclusiva —una gradación—
desde noús (el término más marcado de los tres> a ~n~nis siendo
tékhne el nivel medio; los tres serían los principios formales de lo
producción material.
El segundo vuelve o ofrecer el mismo ejemplo que acompañora la
cita del libro A (lO7laX que viéremos a continuación del polémico
texto del DsAni’ma : el que precisa como la “técnica para edificar una
casa depende de un proyecto mental obra del ppj~, que sería causa
formal en suma de la futura casa. Lo más interesante es que> una vez
más, hay pasaje paralelo con la palabra lóg9~ como sinónimo de la
nuestra ( fis/a 1034b 5), lo que nos reafirma en la ubicación del texto.
Ambos nos muestran la interrelación noús—tékhne; ya que éste
sustituye parcialmente a nuestro vocablo en la oposición a uhúsis en
el binomio ‘causa natural’! ‘causa artificial’. Pero también estos
textos dejan entrever un tercer juego sustitutorio del par de opuestos
noús/phúsis, en esta contraposición de ‘causo natural’! ‘causa
intencionel-humen&: se trata de diánola/ohúsis. El que se superponga
a nuestra acepción 12 neutra en estos casos tékhne parece más
explicable> pero ¿por qué diánoia? el “arte—técnica” permite delimitar
los entes que pueblan la Tierra en dos grandes grupos según sean de
:« Nada, en efecto, se mueve al azar, sino que siempre tiene que haber algún motive;por ejemplo, ahora se mueve así por naturaleza, pero por violencia o por entendimiento opor otra causa se mueve de otro modo.».2 Que, como tan bien explica J. Moraux en su obra <ver Biblioqr.), enlaza con su teleología,ya que el arte es imperfecta imitación de la Naturaleza, caracterizado por su finalidad, poreso, puede superponerse parcialmente nuestro término a tékhne sin grandes sobresaltos.cf., autor y obra en cuestión, págs. 105—107.
111.3. Acepciones de noús humano“fi? 461
causa naturar o “artificial, pero todo lo que escape a la producción —
y que incluye el uso neutro de esta acepción 1~ de nuestro término—
queda fuera de tékflne, de ahí que tenga Aristóteles que suplir flPtii
dada su riqueza sémica., por más de un vocablo cuando quiera aludir a
los aspectos teóricos o prácticos <no—productivos> y que elije uno de
su misma familia, de preferencia: ~i~ón~in.
Finalmente, el tercer texto viene a continuación. Y precisamente
de la cita que acabarnos de recordar en A, y enumera distintas causas
del “movimiento” :1) por nhúsis, 2) por”la fuerze” (de forma violenta),
3) < fm¿’ vofl’, y 4) <&Aou &iS(’ (“por cualquier otra “<causa>). Siendo
los dos primeros muy claros —“movimiento natural’/ “movimiento
violento”—, el tercero es nuestro caso y el cuarto alude a la causa de
que se muevan los cuerpos natúrales” que lo hacen sin una de las dos
primeras causas; es decir, los~animales superiores que se mueven por
la tríada aísthesistuhantasía+órexis que les procura cierta autonomía
en su conducta, aunque no al nivel humano.
En la EA’ hay un ejemplo curioso: por su forma de introducirlo
parece una “enuméraciórí’ al uso de las nociones de causa propias de
los precursores (incluso hay un ‘SOKOUOL’. “se consideran” en ese
sentido)> pero está hablando de aquella causa de lo que ocurre en el
mundo que permite la “deliberación”: mientras la “naturaleza”, le
“necesidad” o el “azaV no lo hacen; frente a todas estas causas
populares —que “dicen” son causas> aunque él no se compromete con que
lo sean— el y “todo lo que depende del hombre” se erige en
diferente: es cause deliberada de la conducta. Pero es tiempo de
ofrecer el texto griego:
111.3. Acepciones de nazis humano “(/2 462
‘< ~ L~
axnai. y4 &ouicoiknv ¿ini. óow iat ¿vóiynl í~ui ert óe voiJ~ ial.
IT«VI’Ofit¼LVOOtOITOV.»bfW1112a33l.’
En realidad, como ha podido comprobarse, se trata de un texto
sencillo (que nos habla del causalismo específicamente humano) y, en
una forma más elaborada> nos recuerda, sobre todo, a CA 744b 22,
puesto que es la conducta intencional propia de la especie lo que allí
tomare corno ejemplo la presente en este momento.
Es de la RPe/oflco el-último texto que nos ocupa en este
apartado:
<‘ttrrw Bj ¿y«fidv 8 &i> a,thd &uroii beia ~ u.i~eróv, ti o~ evaft bAo
aisiiiuiefis baLi o~ e £1’G.1. TTYVflL ij návn íd. ab38T>aw exov¶u. f~ vo6v ~i ci Xtipot
Tal como recuerda Cope en su comentario a esta obra
aristotélica,3 nuestro vocablo tiene un sentido muy genérico, alejado
de sus usos más técnicos y específicos; nos ayude a advertirlo el
empleo de dos expresiones muy conocidas (‘¿~xav vofiv’ y <XcqBdv
voíiv’> y ¡a alusión a los seres -que poseen o pueden poseer aísthesis +
naOs g al tiempo desean alcanzar el bien; o sea, seres capaces de una
conducta racionel—propositiva. Ello encajo con todos los textos de
este grupo, y. además> tal expresión (aísthesis~ noús) separa al
Hombre del resto de los animales, una vez mas.
En la versión que acostumbramos a emplear(cf. Si blioqrj: « En efecto, se considerancomo causas la naturaleza, la necesidad, el azar, ‘j también la inteligencia u todo lo quedepende del hombre,»2 Texto castellano (cf. Sibliogr.>: «Sea bien lo que es ello mismo elegible por sí u aquellopor causa de lo cual elegimos otra cosa, ijlo que todo ser desea, o todo ser que tiene sentido yrazón o si alcanzare razón ». Faltan otras dos citas que completan este pasaje; tanto laúltima cita de la línea a 24 como la de la a 25 pueden hallarse más adelante o en el ApéndicedeCitasdel torpw~Cfr. en Biblioqr. el amplio comentario a nuestro pasaje completo: ~ 1 362a 24(3) ya 25.
111.3. Arepcionas de nuás »umono ‘t:7> 4453
La segunda cuestión inmersa en este uso neutralizado de la 1~
acepción abarca a su vez dos aspectos: el primero se refiere a
cuestiones de edad y aptitudes físicas o psíquicas que fomentan,
dificultan o anulan la capacidad racionaV genérica de la Humanidad
en cada caso concreto; el segundo alude a los efectos morales de la
discapacidad o carencia del noús.
Comenzamos por el primero de dichos aspectos.
El primer texto pertenece al DeAnimo:
-La Sta ro ¿¡IIgV¿W KUt o¡rnxa~ eu’ai. rai.~ 8ila~m, noXAa flL¶ avta&
npái’1’a iii 4j~i, i’a p?v ad t~ pfl e~ew 1>0W, o’lov ta 811pta, T& &~ ad i’¿
¿rnmA6nreafla tov vofiv evwi’e fi vóaw fl ihrwi att> ot btpoxToL” [¿~A,t
429a6 ~~ 1
Por consiguiente, este texto nos aclara que, mientras en los
brutos el noús no puede existir (‘isii ~av voiiv>, en una definitiva
locución negativa), en cambio> en los hombres lo que ocurre es que
puede estar “velad& ( ¿nu<c&Wníw, veíar”, “cubrir”, %cultar”) por la
enfermedad o el sueño. Comoveremos, en los hombres adultos estas
dos son las principales causas que incapacitan físicamente al
ejercicio de la razón por parte del Hombre, concretarñ Anstételes
diciendo que el sueño paraliza toda sensación y también el raciocionio
—no así cierto tipo de phantasía — precisando también que es la fiebre
el componente de la enfermedad que oscurece’ la razón humana. De
1 En la versión acostumbrada: « Y precisamente porque las imágenes perduran qsonsemejantes a las sensaciones, los animales realizan multitud de conductas gracias a ellas,unos ani males —por ejemplo, las bestias— porque carecen dei ntelecto u otros —porejemplo, los hombres— porque el intelecto se les nubia a veces tanto en la enfermedad comoen el suelio.» (vé. Bibliogr.)
111.3. Acepciones de nazis »//fflOflO ‘<‘/2 464
hecho, este pasaje es una explicación sobre
existencia de una clase de phantasía —en la
imágenes provenientes de los sentidos— como
guía del comportamiento animal> y del humano
enfermedad inutilizan al noús, e impiden la
superiores de conciencia.
dicha cuestión de la
cual “persisten” las
nivel más elevado de
cuando el sueño o la
actuación de niveles
El segundo texto que nos aproxima a dicho aspecto es de >P4>
resulta especialmente chocante, corno verá inmediatamente el lector:a ~
LL~ 4PO~¿P« U~ T&I>
¿vepo5núw, OlOV 14 rE maSía npdg ro~ &vSpa~
wvóiSeb ¶91> 4~kwv, 4&v KV. tut ~XXqv86vu~iu’voiiv ~xeu’A>etnoumv.” [1W68Gb 261.1
di4p4mwv &ntv. x1~t ydp tGw
ial. «1170W row ev 1lXWt~ deX<iflt 11C(~t¶VT~V, «XX« 1(j) ¶01>
Es obvia la aclaración de ‘que nos habla del hombre frente al resto
del mundo animal, estamos por ello en esta acepción l~ neu.tra; pero la
aclaración de las limitaciones impuestas a la razón por la disposición
de los miembros —si se asemeja a los niños (caso de los enanos o de
los hombres que se les aproximen f¡s~camente)— su ‘razón será
incapaz o inferior a la del hombre adulto normal con las extremidades
y el torso proporcionalmente. mayores y la cabeza de tamaño más
reducido; sólo así podrá circular el “impulso vital” (que es
generalmente el l’TVEUIKt) con facilidad por todo el cuerpo, y siendo más
móvil será más incorpóreo. Sin duda están subyaciendo a este texto
influjos que van de Empédocles a, ante todo, Demócrito (con sus
átomos “ligeros y móviles” para él alma), pero no está de más recordar
que Aristóteles mantendrá un lazo de conexión entre noús y nvcó~ia
1 En la tradicional versión francesa de Les Selles lettres: «Vest pourqini aussi taus ctsanimaux sont moins intelligents que l’homme Mame parmí les hommes, non seulement lespetits enfants se distinguent des hommes faits, mais encore les adultes dont la nature serapproche de celle des nains, peuvent bien posséder quelque autre aptitude remarquable, dumoins leur intelligence est déficiente. [Lacause en est, comme nous Vavons dis plus haut,que le pri nci pe de Y ~meest alors, ~beaucoup d’éqards, peu mobile et corporel.N.
111.3. Acepciones denuás »urnono “O) 465
una y otra vez en sus tratados biológicos, aunque no en términos tan
simplificados. No obsta para que el pasaje nos recuerde el contexto
biológico en que se mueve la obra aristotélica y su profunda convicción
de la determinante importancia que las condiciones físicas en que se
desarrolle cada individuo tienen para el desarrollo de los factores
anímicos) las menciones que hace en otros textos de este grupo a la
enfermedad así lo demuestran. - Hay un Aristóteles que se mueve en un
marco de nociones muy primadas, y esta cuestión nos permite
advertirlo, vacunándonos contra la tendencia a modernizar en exceso
su pensamiento; tendencia inevitable desde nuestro momento
histérico, con unos conocimientos bio-fisiológicos incomparablemente
complejos frente a las opiniones sin pruebas, pre—científicas, de que
partió Aristóteles en estos campos del saber.
Quedarían ahora.Áres textos más descriptivos de dichas
condiciones precisas para ejercer la “razón” genérica; sin embargo,
también pueden abrir el segundo aspecto citado (debido a que los tres
textos pertenecen a las éticas aristotélicas); a caballo entre ambos>
esa es su verdadera situación.
Los dos primeros, de la EN, están tan estrechamente ligados
que resulta mejor exponerlos conjuntamente:
a ‘ ‘KILt y«~ n«wx i«tt 8T~ox~ ux rcixnt ~nápxouowfx~, u»’ Kveu pci)
pXajjepa 44u’ovlEn O&TOL “[FN 11 44b ~]~2
nAr¡v íoooflv ~oxx&¿pdoaas mt dmnmp G(4lafl ío~up4i 5veu 54~o~K’tVOiJ¡ICVQJ O419«Wft O4*IAX¿O6& <o~iJpo)g Sta 10 ~Tj EXEW O$W, 011103 ial. fVTaU&L¿dv Se Xa~~ vauv, ev íq npanew 8in4~épa’ ij 8’ ~g ¿‘qioía o&x lOT’ UT~ fli~LU9
1 Cf.laexplicaciónde D’úrinqaeste pasajeerisucom.sobre 1W (‘té Biblioqr )2 Versión habitual «También los ni5os ~los animales tienen esas disposiciones naturales,pero sin la razón son evidentemente da5inas.» (‘té. Bibliogr.).
111.3. Acepciones de ¡zesús »urnano “(/2. 466
dpeiij. “[tY1144b12].1
El primer caso, aunque se trate de una cita platónica (como se
viera en su momento) o precisamente por ello, nos ofrece a nuestra
palabra como “uso de razón” que se adquiere con la edad, si uno tiene la
disposición natural —o sea, si por lo menos se es un hombre—.2 Lo
interesante es esa referencia a lo dañinas que pueden ser las
“aptitudes naturales” positivas en la conducta de todo ser privado de
razón por la causa que sea (aquí por la animalidad o la niñez); es decir,
lo que atrae del pasaje es el segundo aspecto: la cuestión moral
conectada a esta “razón genérica”. Se puede resumir el planteamiento
del texto con das pinceladas: 1) menciona las complejas implicaciones
étices de la carencia de noús para el hombre y 2) es piedra de toque
sobre lo primordial de la “experiencia” en nuestra especie.
El segundo pasaje es el complemento del primero: cuando
comienza la realización de la mera capacidad genérica de razonar —en
quien por su naturaleza humana puede hacerlo— , gracias a la
experiencia de la vide, el joven deja de estar en buena disposición
natural pero “ciega” (la disposición natural es phúsis, la causa de la
conducta que se opone al noús, como vimos anteriormente) . En suma,
abandona el estado de “irracional animalidad% de comportamiento
“natura]” o “ciego”; o sea, la falta de finalidad consciente y deliberada
en su conducta; lo que la hace ‘mfra—humana’, por supuesto. Esto nos
1km.: «Esto, sin embargo, parece verse claro: que lo mismo que un cuerpo fuertemoviéndose a ciegas puede dar un violento resbalón por no tener vista, así puede ocurrirtambién en este caso; pero una vez que el hombre alcanza el uso de le razón, su actuación esdistinta, u. siendo semejante su disposición, seré, sin embargo, entonces la virtud porexcelencia.>,.2 En correlación con lo dicho anteriormente en 11 43b5— 9 x< Esta es razón de que parezcaque estas disposiciones son naturales, ij que, si bien nadie es sabio por naturaleza, sí setiene por naturaleza comprensión> entendi miento e intuición. Se1~al de ello es que creemosque también son consecuencia de la edad, u que tal edad tiene intuición ij comprensión, comosi la naturaleza fuera la causa de ellas.». (‘té. el texto griego en el Apéndice de Litas).
111.3. Acepciones denoús ~Vmono“02 4b7
explica la situación del animal y del niño y su diferencia que
estableciera el primer texto; pero también nos aclara que sólo la
conducta “racional” transforma la “disposición natural ciega” y .. por
tanto, nociva;del niño en un comportamiento verdaderamente virtuoso,
es decir propiamente moral. Quizá un ejemplo lo aclare mejor al
lector: si el niño posee una disposición Innata al “valor” que le puede
perjudicar —dado que aún no tiene “uso de razón”, y la imprescindible
experiencia vital— llevéndole a actos temerarios> pongamos por caso;
con la “sensatez” o “buen juicio” que señala el fin de la primera
infancia (excepto en casos especiales, como los enanos) se acaban
dichos peligros de la inconsciencia infantil, y su “valor” natural se
transforma en una “virtud” o excelencia del carécter” : la valentía.
‘—El tercer texto es de le FE, eh cambio:
“ (noXx& yap 4avf1W. KrR t0~ TTalB«pwi4 ial. TOl.~ K~wo1xw siuap«4povoOm, nept ¿Bv &v oiiOd9 voOv ~cwvSuuTop4ner aéavra ydp mi Xóywv,dxx’ o’% 3xé’ ~Sbdai~¿1> fi ¡xeí«lkXci)13w, iR &% KUXóAY~(j3g ia¶p»dj9 fl noxvnxfír “[ EF
1214b 31].l
Aquí se exponen claramente los habituales seres humanos
privados de tazón” (—): niños, enfermos —físicos y psíquicos— y se
prescriben los correctores imprescindibles al problema de cada uno de
ellos; para la niñez, el pasfrflel tiempo —la “experiencia vital”, una vez
más—,2 para la enfermedad física, la cura médica que corrige la
enfermedad y para la mental la actuación política, que a su manera
1 En la versión castellana disponible de J Pallí Bonet(cfr. Biblioqr.): «Muchas ideas, enefecto, se forjan los nii~os, los enfermos u los locos, sobre los cuales ningún hombresensato se plantearía problemas, puesto que no tienen necesidad de argumentos, sino unos,tiempo pera crecer u cambiar, otros corrección médica o política <pues el empleo deremedios, no menos que los azotes, es una corrección>.».2 como veremos> Aristóteles esté convencido de que la edad avanzada, casi la vejez, es elmemento mejor de desarrollo de la “razón humano”, y no sólo lo selala en la propia FN11 43b 13 y 55.; por ejemplo, en la obra escolar de los Prob/.’ en 955b 32* ¡j 956 a44,entre otros muchos lugares insiste en ello.
¡11.3. Acepciones danciós »unzono”<’/2 458
Yorrige” las desviaciones anormales en la sociedad y la locura sería
una de ellas; muy sugerente la argumentación, como puede verse. No
debe dejarse este análisis sin advertir que nuestro vocablo aparece en
una expresión estereotipada, obviamente de uso no-vulgar.
Ya decididamente inmersos en el segundo aspecto, se nos
presentan vañas citas generalmente muy neutras y conteniendo
expresiones y locuciones, por ello las hemos visto en el primer
capítulo de esta Tercei’a Parte. De ahí que parezca conveniente
exponer primero todos los textos unidos por la misma locución verbal,
archiconocida: ‘voí)v ~<aV.
Xen’eov 8’ ~txigpouXeurov mix imp o~ ~ouXeuoxar’&v nq
pawó~evo’~, dxx’ i~rrep ¿~v ¿ vaflv ~x~nv.”(FN 1112a 21].1
La “necedad” o la “locura” —la debilidad o la anomalía psíquica—
son las causas de la “mala deliberación”, del error de la boúlesis ; en
cambia el hombre en el ejercicio de tal, que al menos “razona —con
una conducta no “irracional”— puede hacer una buena deliberación”.
“ ods~ Oij a10e1-éov6%’0~~s TTepi xpuíwij Kl •bhou rrtti’ot ¿y ndat Sot~¿t
70V 1>0W> fXOVl’09 Suow íd ¡3éXnov 4eiaean,~ [EF1 237b 381.2
EL hambre con buen juicio”, que se conduce como tal, ha de
escoger lo mejor entre dos cosas”, esto es lo que aporta el texto.
i~ (iXYTTCP Aeyel4l. GKpWJIa KWC’A rou «Xoyou ms wuxn=’, rin Ú~
dx6Xaao~ ¿ dq~it ~xwvvoiv ;“ [ FE 1246b J4].3
1 En la versión castellana bilingúe: «Y debe llamarse susceptible de deliberación noaquello sobre lo cual podría deliberar un necio o un loco, sim aquella sobre lo cualdeliberaría un hombre dotado de inteligencia.».2 En la versión espai~ola de la It de J PaUl Bonet. «No se debe escoger a un amigo corno seescoge a un vestido. Ciertamente, en todo parece ser propio del hombre sensato escoger lomejor entre dos cosas;». (Ver Biblioqrj.3 Idem «tObien ocurrirá como en la incontinencia que se dice ser el vicio de la parte
111.3. Aceprianas da nuás »umonu ‘(/2 469
De más enjundia que el anterior> nos proporciona dos
denominaciones equivalentes para la “incontinencia” o “intemperancia”:
dKpaa(a, ciKpcrnj&, por un lado y d~4Vxui’og (&o~ctaC«. que no figura en
el texto); todos ellos en relación con un predominio del apetito
(~¿pithgmÍ~) sobre la “razón”, de forma que la conducta fuese
irracional” no bestial, en palabras de nuestra cita el vicio de la parte
irracional del alma” —eso es la &pcu~W— posibilita ese dominio de lo
irracional sobre el factor racional del hombre.
Concluimos con dos citas cuya forma no es una locución como en
los tres casos anteriores; - están estrechamente relacionadas> sin
embargo, con las anteriores, especialmente la primera:
“ ‘A>X& pi~v miS’ i1 5pgis ¶a6íI~s K4fl5 íf~ rivisxos’ o~ wo ei<paCw
dgeyóiievot si ¿ntUvovtes oi~ np¿rrouwv ~ ~xouat‘rr$’ ~e(,u’, á>NX’«n»~oij8ouat sqii v4V’ [t~Aft 433a g],I
Pueden verse como el “deseo” (sea órexis(+), en sentido
restringido, no como alusión al conjunto de lo “irracional”, sea
epithgmía, como de costumbre “apetito”) no “mueve” por sí solo el
alma humana —sí la de los animales inferiores y de los superiores (con
la phantasía)— el concurso de la ‘razón” es imprescindible, siempre que
la conducto merezco el nombre de “humane”. En su formulación, el
texto es exactamente el reverso del texto anterior de FE : se habla de
los “que tienen control de sí mismos” (¿YKPctTEtS, del adjetivo
~yxpai’rw,el antónimo de áip«-rv~g, que aparecíera en EF 1246b 14)10
opuesto a los “incontinentes’j y se nos especifica que ñquellos sí
actúan conforme a la “razón”(—) mientras éstos no “poseen buen juicio”,
irracional del alma, siendo el incontinente un licencioso, aunque posea la razón’».1 Enlatrad.espa5ola habítual« El deseo tampoco basta, por último, para explicar talmovimiento [delalma! ‘ prueba de ello e~s que los que tienen control de si mismos norealizan aquellas conductas que desean, por más que las deseen y apetezcan, sino que sedejan guiar por el intelecto.» (Vé. Biblioqr.).
111.3. Acepciones de noús ~urnono“02 470
‘sensatez” o “razón” (-).
El último pasaje también pertenece a EF como vahos de las
anteriores:
“a»’ 0* 70 IT<L18W, (ÚX> OTftV 96fl exfl TTp0a~pfGl.1r liSil YUP ¶O1C 8xa4*wá¿ voO~ ~Tp6~n’jv érrtwiav.-”!EE1240b 341.1
tina vez más, se liga el poseer la razón” (4 con una presencia de
la capacidad electiva del individuo; en otro texto era la boúlesis, que
se refiere a la “capacidad deliberativa” más que a lo que nosotros
llamamos “voluntad”; pero deliberar es una forma de reflexión previa a
la decisión respecto a la conducta a seguir; luego> estaría en función
de la ~~pocxai~ (proairesis) mencionada en el texto y que, como se
verá se halla en estrecha relación con noús dado el carácter
“intencional” de éste. Es precisamente la mención a los animales <como
incapaces de poseer “autoaprecio” (lo que para nosotros Sería, salvando
la distancia, “conciencia de sí mismo”) que va acompañada de su
carencia de “razórí(—)> y naturalmente de “capacidad de elección”
(proafresis) 1 lo que nos permite situar el texto en este uso de baja
intensidad de la acepción 1~ : como un ejemplo más de la utilización de
nuestro término para caracterizar lo propio de la species Humana
frente a las restantes.
Y con este último caso terminamos este análisis de los usos de
baja intensidad de esta acepción y entramos en los de media y alta
intensidad, de mayor importancia léxica.
tEn la versión de J. Pallí Bonet para Ed. Gredos éste es el párrafo completo: «[Por tanto,en el caso del hombre, parece que cada uno es amigo de si mismo, pero no en el caso de losdemás animales, por ejemplo, el caballo no es objeto de deseo para sí mismo ~, así, no esamigo de sí mismo. 1 Tampoco los ni5os, sino solamente cuando poseen ya la capacidad deelección, pues entonces su entendimiento discrepa de su apetito.» (Vé Biblioqr. parareferencia complete).
1 ¡ 1. 3. Acepciones de noús »amono W 471
3. usos MARCADOS. INTENSIDADMEDIA Y ALTA.
Tal y como se ha señalada> los usos marcados pertenecen e obras
del denominado “primer grupo” (/Yvtr. T¿~. /W1, EL F}.’/i o A»e/. <ulos apócrifos: Physiogn ~‘, Pro/fi *, Ns/a * « rAX«TTOV *}); especial
es el caso de E/hico Nicomocheo; como se indicó ya todos sus Libros
excepto el VI —tomado en conjunto— pertenecían a este grupo, pero
precisamente el arranque de dicho Libro VI (1139 a) no se corresponde
con el resto: los estudiosos suelen ver en él una redacción de otra
época superpuesta al resto,1 de ahí que se le considere inmerso en éste
“primer grupo”.
Respecto a lo estructura léxica de lo anímico de este grupo
inicial de escritos aristotélicos ya se hablé en su momento, pero no
esté de más recordar aquí que se trate de una estructura de lo enímico
en extremo simplificada, corriente en la Academia, no porque la
promoviera Platón (su estructuración del alma es bastante más
compleja, como se viera) sino Jenócrates cuya burda división entre
“parte irracionaV/ “parte racional” del alma adopta Aristóteles; bien
en su primera época, bien en sus escritos no especializados.
Naturalmente, es una escisión deudora de la consideración del alma
como algo más grosero y “material”, es decir, algo semejante a la
división del propio cuerpo y en absoluto compatible con explicaciones
psicodinámicas complejas como la del DeÁn o los Parva A/a/aralia.
Es el ceso de Geuthier que llame platonizente” el pesaje comprendido entre 113% 15- e31; en él esté incluida la único cite del libro VI que veremos aquí, por cierto. Para leposición de Géuthier-Jolif (pijes éste último colabore en el corrtnterio concreto, Ñ ssi enla introducción qe mencioneda),vé c.c , péq. 442 (Reten Biblioqr.).
III. 3. Acepciones de naos »urnano 7/2 472
Con todo ello entramos en un campo de grandes discusiones entre los
expertos del presente: se puede hablar —como lo hacen algunos—1 de un
momento “materialista” en la evolución del estagirita recién salido de
la Academia, o de un periodo pletonizant& (pero más influido por el
susodicho Jenécrates que por Platón). En realidad, hay apoyos para
ambas posiciones, y al tiempo, las dos parecen muy extremas: se
advierte ya en sus diálogos (o en las obras fragmentadas así
llamadas por tradición) un probable alejamiento del platonismo (como
tan bien hace ver Dúring)2, y como reacción se explicaría cierta
tendencia que muy libremente podría denominarse materialist&;
abandonada, por cierto, en las obras dedicadas al análisis de lo
anímico o lo cognoscitivo rápidamente, o al menos muy matizada.
Por contra, en abras centradas en otros cuestiones> el
conservadurismo léxico al que tiende nuestro autor—como vemos
repetidamente— le puede llevar a mantener mucho tiempo
denominaciones cómodas, por ser de dominio público en la Atenas de su
tiempo,3 pero que ya no responderían a sus posiciones específicos
sobre el campo léxico de la anímico. Esta seria una explicación
general más completa del argumento, a nuestro modesto entender,
1 A par-ti r de la obre de Bignone, 1 int/ok/e perd¿de~ que revalorizo, entre otros, lostestimonios de Cicerón respecto a este presunto materialismo; sobre le fuerte polémicacreada u lrcreencia de otros estudiosos -por ej. A. tiansion— de que se trate de una malainterpretación causada por el estoicismo reinante en la época, cf. “1’ évolutiond’Aristote~, de P. Moraux, págs. 33—34 ,en su obra citada en Bibliogr. Allí se ofrece unareferencia bibliográfica bastante completa de los més importantes autores,obras qartículos implicados en la discusión citada.2 Como rechazo juvenil alas ense5enzas de la Academia en su totalidad; en palabras delmentado autor sueco: «Nel campo della prí/ípM/oxpkrn cioé della scienza delle src/,s,difende la sus posizione e critico Mlle 5W lczioni, talvolta senza riguardo, le tesi diPlatone, Speusippo e Senocrate.’, Añn’ofrM~ pág. 63. (cf. Bibliogr.>.3 Es decir, provenientes de té Academia principalmente. DUring piensa, por el contrario,que es muq notable la rapidez con que Aristóteles adopta su propia terminología; pero,a5ade algo en consonancia con lo que u sostiene aqtn : «...ne deve stupire che Anstotele egliinizi dipendesseinaltogradodal liimjuaggiotecnicodallascuola. Mi sembra perú molto piónotevole la prontezze e. lo rnpidit~ con cm ee$i si creo uno suo propno termínoloqio. E nonbisogna del resto amnettere sentaltro che egil pensaste in ter-mini platonici solo perché siesprimeva in termini platonicí.», M~, pág. 58.
III. 3. Ácepcianes de noús »urnano’(/2 473
pero> por supuesto, no tiene otro carácter que el hipotético, dadas las
limitaciones de nuestro estudio para decidir respecto a una cuestión
tan debatida. En cualquier cosa, ésta es la hipótesis de trabajo
adoptada en este estudio, que ha permitido estructurar los acepciones
del tipo humano> y, especialmente, ésta l~.
Entre estos usos marcados del término —no neutros, como sería de
esperar dentro de la lógica del propio léxico aristotélico tardío- se
halla la mayor parte de las menciones de noús en obras de este
primer grupo; no obsta para que también se encuentren los usos
neutralizados, como se ha podido ver. En dichos usos marcados se han
distinguido dos niveles de intensidad, porque hay pasajes de fuerte y
compleja carga sémica, en los cuales la palabra que estudiamos se
aproxima a las acepciones 22, 32 o ¿~ según los casos. Se explicó ya al
lector por qué razón no se pudo incluir en dichas acepciones esos
casos, como hubiera sido lo más “lógico”; la elementariedad de la
estructura anímica en dichas obras del primer grupo responde también
a una visión estético—espacial del alma que excluye explicaciones del
psiquismo genéticas, dinámicas o temporales, como las de las obras
del segundo o tercer grupo; curiosamente, casi todas las obras de
escuela —apócrifos aristotélicos— adoptan esta fácil solución. Una
explicación interesante sería la que liga esta actitud con la tendencia
materialista del Liceo en épocas posteriores a Teofrasto: un alma
dividida a semejanza del cuerpo, cuasi material, con un naOs que se
presenta como sede del alma racionar, se presta a elucubraciones
curiosas, como la atribución de un locas al noús —impensable para el
pensamiento anterior a Aristóteles y para éste— o su asimilación al
nvcóí.¿ct o al quinto elemento” en el caso del <divino’; esto último
reforzado por escoliarcas y comentaristas estoicos, muy
III. 3. Ácepciones de noús »urnanoW 474
probablemente.1
Mas volvamos a la cuestión principal: tratar de determinar qué
usos son de media o alta intensidad entre todos los implicados y por
qué. Se consideran de intensidad media aquellos usos no neutros cuyo
serna es precisamente el de sede del alma racional”, este noús estaría
de hecho muy cerca de la denominación latina para la razón o “mente
humana” : meng y , para evitar confusión, as( se denominará a estos
casos de la 1~ acepción; como tal sede de la razón humana se oponen a
la parte irracional del alma, sede de los impulsos, pasiones y deseos;
como ya se ha dicho, el término para dicha sede de lo irracional es
~is neutralizado -ya que el mismo vocablo marcado sólo se refiere
al “deseo” en concreto-. En cambio, se denominan de alta intensidad
aquellos que equivalen de forma genérica al término latino
¡n/e//igenfta, sin adquirir el carácter específico de dicha
denominación en el medioevo o el de su traducción “inteligencia”; en
suma, representaría aquí todas las vagas (con excepciones)
capacidades o aptitudes del alma racional humana a la que acabamos
de aludir: de la mens. En cualquier caso, es una terminología que
únicamente permanece invariable en sus líneas maestras, pero que en
el detalle es inconcreta y ambigua, de ahí que resulte imposible
adscribirla a las restantes y muy delimitadas acepciones ; pero esta
no es la razón primordial de ello, simplemente no encaja en la genética
explicación de la estructura del conocer a la que pertenecen en
propiedad dichas acepciones,2 es inasible con los criterios del
psiquismo hilemórfico del tercer grupo, he ahí el mayor obstáculo. Por
consiguiente, por ,»/eIl,4entiu en general, se entienden las
1 Cuestión que ya se ha mencionado oigo más arriba, al hablar de una presunta fasematerialista en el Joven Aristóteles. Excelente resumen de esta posición es el apándice alcap. III de la obra de E.Bignone. 1 rkIokIe
1terdutoe la fo’rrr,aricre filnvfica& Epttur«.págs. 262-272. (Ref. en Bibliogr.).2 Exclusivas de los dos últimos grupos de obras
~1
iii. 3. Acepciones de noús humano W 475
realizaciones concretas y vedas de la mons.
13.1. USOS MARCADOS: INTENSIDAD MEDIA.
la mons o “parte racional del alma”, como sede” de toda
capacidad racional del hombre, es bastante corriente en estas obras
del primer grupo, especialmente en~ las apócrifas.1 Siguiendo el orden
que establecen las relaciónes internas entre ellos, a continuación se
exponen los textos aútenticos implicados:
Damos comienzo con el Profrepticus, obra con una terminología
especialmente platonizante, estos usos de mons son excelente
1 Estos son los pasajes apócrifos pertenecientes a este tipa de empleo:1d0 KWXW mi Si& noxxoíJ o5oin ~#~9 d@voovtn np¿~ ídv voiiv- o~oat
re ou r’tTtt puqxiv iiTepxopoou’. 1 P4p~v~A’813b32*).a or«v or~ mt obv ,~nnvia~ ó vo~ pq6van~v cette* ¿u ¿y wh~ mt noeiTOP ~nvov.”[/rat/.#9l6b 16*1.
A. OXA IlE?! 4PIJMIZIN KM NOYN KM XO’UMI. “(Prat!. ~953a 9*j• Encabezo todoslas citas que vienen a continuación, en parte ya vistas, por contener una analogíaalma/cuerpo—noQs/mano inspirada en el ¿~Aninw; pero dentro de esta estructuraanímica simplificada, con nuestra palabra significando nr¿n en toó3s los cosos:
n npec~ijr~n v~v r’vóvevo; pdxxov veO,’ ~~qáev,ve4wepo~ 6~ 6vre~6&nov ¡ia*’Eaivoiev; ij ~n ó 8es$~ «va. ¿y ~«inot~~iiv SéSú~ 86o, ¿y o%~xpi~&>~e8« íoiq eno~ ~yw>o~ cm4iftfl ¡¡av xeipa, tux~ S~ vo6v; &in ydp na ove
0s TOW 4>&PXt CV T~W 01311f9 opyavov b,T«p~ur «2. Of ~Aat ¿ITMJrpcLt mtrexvtn rau> u4~~ lTOufl(w new, o Se vo6~ ít~’ 4Am” 1 Prat! *95% 22,b26(2>, b261/’ tzueánep oGv r~ xewt oiic ei~6~ yevóievot xÑ¡eOa. péxrtara,...rova.vrov rpórro~ mt (5 vofi~ íd’w 4Aixt oik edik dxx’ ¿ni yfpw9 jáv MUAWTftfl(IpftyU>Erftt mt rote ¿TToIEAEtTat g¿Awn, 11v ~T fjnó íwo~ nípúS~, m&fnep mtrá &XXa r¿ «on (mn4~ovTt” (Prat!.’ 955b 32’lY.5crrepov Se rij~ T«Y xew«u>Ou4euvj ¿ ~ na~ayu’aw. 1yu~ 5Tt KU ni rol) veO ~yavá¿al’. TUW Tfl~
xnpaj. eanyup vot, pa’ opyavov eninrrpri.” [Prab/.*955b35q36u37*].O 3’ VOU~ tUi TWJT1jV TflV ILtT(av npe(*UTpOw O&TWfpw pdXXa~
eyywetat. i¡«vMvopev 8# &irrov vedhepo’. 5vres Oid íd p~Sh’ tUú ¿IT ~<*LL”[Prat!’ 956a 4*j.“Aif fl «AXO VGa mt lTOft «V%XLWTO< [rnXWT(L 11 en O ~AfV VOU~ iKbMOwflSEOpE~tfEVO9;OpEPO5Vb6pNlO~tpTaflXEUn4lJ,US~8p«Ope~fLna8w4~ mt ernfii41142 [Prat!. ‘956b 34 u 35*1.
1
III. 3. Acepciones de noús humano 71) 476
muestra de ello, por los recuerdos de Platón que nos traen:
“11)9 ‘Jiu>~i~ Se ¶0 Ixév iii’ Éxov >.óyov, ró 8’ oik Éxoi’, óuep uatt xé4~or oflre
ro a>irayov evesax rau X*5yov ~xovTo9.A’ 8~ r43 Xóyov ~xovrt¿ vo6r óiyre rol)
voOb’cm ná,vr’ etna ¿vayK~í4ew ~ ¿wóoeg’.q.” [Protre~oficus823,11nea 6<2>1.1
Innecesario parece insistir en que jiAgos (en este momento dentro
de una locución verbal, < i&Xxov X&yov’) suple el uso neutro de esta
acepción también en la primera aparición en este final del 623; pero
la segunda expresión nos resultará extremadamente familiar (¿iv S~
74) Xóyov ~<ovít) ; es clara su equivalencia a la expresión de /14 700b
20 (‘rQ 4 ~úip«v~~ouatv)que veremos más tarde, por tanto dicha
expresión tendra el sentido de “mente human& corno sede de la razón o
lógosÚ-). Así la escisión léxica, en síntesis> sería: ~~ykhé// í~ ~xov?«Syov/ ‘ró d=.oyov, y en el alma racional (o lo ~yov?«Syov) tiene su
sed& el noús-mens.
El segundo de dichos fragmentos recuperados del /‘ro/re,o/ico de
J~mblico es más sugerente, aunque en lineo con el anterior:
~ToO&’a5vofl&on¿e~M~ofnnvonr&w,~roO
OQ«flKOU évépyna ¿p&v r& ¿oará. voujoao o~v mt vol) <bat> u¿v6’ GJQETa ¶09
¿v6po5uroii~, etuep 14 gv ~M T1~ 1njxf~ bex’ a~perá, vofl~ 8¿ ni péxnarov rCw
rar¿ *vxik (vóvovl. 7011 &~ I)eAr(arov 14 &XA~¡ auvéarrp~ xdow.” (Pro/ti ~24,líneos: 1,3 y 4—Durinq).2
Las acciones” o realizaciones de la m&w (veO & vo4~a)
consisten en “contemplar” lo noetós, de forma análoga a como la
1 En la versión espenola de la traducción de ($iring (de su Ar:st6kles, pues ofrece unetraducción del Prair., cf. Biblioqr} «[Sabemos go que el alma en parte es racional u enperteirracional, ¡¿que la perteirracional esdevalorinferiorí Oeahíconcluimosque laparte irracional existe por motivo de la porte racione, que es la que contiene)enterwlimiento El proceso demostrativo, en consecuencia, llevo necesariamente a laconclusión de que todo existe por motivo del entendimiento.».2 Ibm.: « tu actividad del entendimiento es el pensar ¡¿éste consiste en la comtemplaciónde los objetos del pensamiento, así como la actividad del órqano de la vista es la visión de lovisible. As pues, el pensar u el entendimiento son los que hacen que t~ re deseable parolos hombres, pues les demás cosas son deseables por motivo del almo y en el dominio deésta, el entendimiento es lo más valioso, por cuyo motivo existe todo lo demas.».
Iii. 3. Acepciones de noús humono 7/2 477
actlvidad del órgano de la vista” es la visión de lo visible’ (-í&
¿~p~s¿). Este arranque del texto nos enfrento al concepto de
“contemplar” como un verbo (6EúN40, Oaúpéi, theorein) que señala la
“acción de ver” con la mentC pero mucho menos alejado de «~p&v> de
lo que nos parece a nosotros. Este aspecto tiene muchos paralelismos
con algunas citas de corte tan platónico que se han citado como influjo
del Maestro ateniense en la Segunda Porte. 1 De hecho también está
conectado con An. Post y expresiones como “¿pOr ‘r~ vo4aa,...” (An
Post 77b 31>; lo que nos recuerda el posible origen temprano de dicha
obra, —al- igual que el Proir —, dado que coexiste en ella esta
concepción simplificada del alma de la Academia con un virulento
ataque al platonismo; paradoja que explica Dúring señalando que An
Post. (y Proir) pertenece a la fase de despliegue de la personalidad
filosófica propia del estagirita, que le obliga a marcar más las
diferencias, y le priva de un vocabulario independiente? De hecho
tanto en los textos que acabamos de ver del fYotr como en los que
expresan esos símiles calcados de la Repúblico y su consideración del
noús como “ojo del alma racional” (Top. bOa 11 y LIV 1096fl 29>.
amén de la expresión ya citada de An. Post, parece que el de Estagira
acepto —al menos en el léxico- considerar al noús como la “sede” del
alma racional que despliega las privilegiadas funciones que como “lo
mejor del almo” le corresponden : ni que decir que el final de nuestro
fragmento B24 contiene una expresión de la excelencia de la “mente
humana” que volveremos a encontrar al examinar las citas de Pal y,
¡ Y que veremos de inmediato: Top. 1 08a II y EN 1 096b 29, además de un apócrifo:ttts, * 993b 11~.2 En palabras deleversión mexicana de la inmejorable monografía de este autor sobreAristóteles <cf. Biblioqr.): «(Refiriéndose a AnAI~’4 77b 31) Es interesante ver, cuáncerca de Platón llego aquí Aristóteles, si consideramos únicamente la forma del lenguaje.Platón Ne” con el ojo del alma las ideas. Aristóteles “ve con el pensamiento” losuniversales. Sin embargo, objetivamente la crítica a la teoría de las ideos es muy dura. Contoda evidencia, el escrito fue redactado cuando la disputa se hallaba todavía en plenaefervescencia.», pág. 163.
iii. 3. Acepciones de noús humano ‘02 475
más que nada, de E/ii En el “alma” la mens es lo excelent& porque
debe controlar y dominar a la órexis t—), como vamos a ver en dichas
obras.
.—El texto que sigue del Pro/repficus por desgracia, es un pasaje
gravemente corrupto y de escasa fiabilidad en los detalles, aunque no
en su sentido global> que es el que tendremos en cuenta aquí:
“t f,nep ¿~‘ ¿uosíaotw ng np¿4e1.~ ~ vofl~ Kplo~, mt &d 4ao~ al.
uoXXat t “IPro/rB26,l. 4j1
Siguiendo los datos más generales, sólo puede verse que alude al
principio del fragmento a diánoia para hablamos de la ,ñ/e/I¡4entio—
ro//o como realización de la mens, nuestro noús que aparece al final,
en las lineas más dudosas. Concretar más, resulta imposible dado el
estado del texto.
.—Finalizamos ya con las citas del Pro/replicas en su
reconstrucción por 1. Dúring:
8’.’ a~rii9 8~ rípw’. al. 8eo»~a’. mt «ioerij A’ r~dna9 rail vol) ~
[PIÚ/t.527,1.3- Durinqí?
Igual que el texto anterior, parece ofrecernos algunas de las
capacidades — o sus “virtudes”— presentes en la mens : ésta puede
Yeflexionar—pensar—discurrir” (diánqia) o alcanzar su “excelencia o
virtud” teórica> la.j9phía. Pues del “pensamiento pur& (al que alude
Ibm., { como señala el propio During el texto —en su detalle- es poco fiable, al estar muycorrupto, y desgraciadamente la peor parte es la que nos ataVíe <eso indican las’ >1; «(SIen nuestro obrar nos servimos de la reflexión (—diénoia>, es que seguimos su guía, auncuando el que reflexiona tiene a la vista su propio provecM y determina su nudo de obrardesde ese punto de viste. Use su cuerpo como servidor ¡¿ hasta tiene que conceder el azar ungran radio de acción;) en general realizo con agrado aquellas acciones en las que la reflexiónjuega un papel dominante, aun cuando para la mayoría de las acciones tenga que emplear sucuerpo como instrumento.».2 Ibm.: « El pensamiento puro es respetable por sí mismo, y lo deseable en él es lasabiduría del entendimiento,...».
iii. 3. Acepciones de noús humano??) 479
con diánola o sus derivados ) que se da en la “mente humana” es su
“virtud” más alta la sabiduría”, que es la “excelencia” de la OEúip(a
(theoría). -
Antes de salir del clima platónico de la obra anterior, veremos
esos símiles de los que hemos hablado por su parecido con el B24 2
¿1 ~K1UW9 eTpoY CV &ep<ptu’i, 0bT039 «AXo ev «XXp(o¶ov 039 O*~ CV
¿46aXpQ,voil~A’*ux~,..J”[ Top.108a1113
“ dxK Ipá ye rq> dv ~v¿tsetv«’. fi np~s b >~yswra auvnXetv, ij p&>.AovstKIIT V«>iOyV; 039 yap ev ~pan oln~, ev *bxu v0u9, rut aXXo 8~ A’ b.Aq0
[EN1 096b 29].~
En “el alma” la parte mejor es la mens, ubicada en la p~u~fl~ ~con un papel análogo a la “pupila” en el “oja” (Top) o al “ojo” en el
cuerpo; desde luego parece mayor la semejanza en el segundo caso, el
de £4 pero quizá la explicación resida en un intento de distinguir
entre la “razón genérica de la especie” <lógos. en este caso)
equivalente al “Ojo” del “cuerpo” —que estaría sobreentendido— y la
“sede” de lo racional o mens que se asemejaría a la “pupila” del ojo; la
otra explicación posible es que sería un extraño uso del término
“pupila” que significaría “la visión” del ojo, el acto de ver”, esta es la
1 Aquí, en la línea 1 del texto emplea dianóesis, más concretamente.
25imilaralasdos últimascitasesésteapócrifo:” ~5,ne~ydp 14 réi’ virrepísowoqipata iipo~ ¶0 «1Y09 exe’. to lICO’ tpép«V, oU¶W KW. T~9 rpetep«q UXINvo69 ITpO9 14 ~ 4Aioa 44vepÑccra n&vmw. “ [t*ts ‘993b 11~1. Querecordaremos en acepciones posteriores.~ Enlaversiónde M.Candel paraGredos:«[ Hayque mirar lasemejanzeencosasdegéneros distintos: como lo uno es a una cosa, asf lo otro es a otra cosa (v.g.. como elconocimiento <eDistóme)es alo cognoscible, así la sensación es alo sensible> ,ly como louno esté en una cosa, así lo otro está en otra <v.g.: como la vista esté en el ojo, elentendimiento está en el alma,..)».4 En lo trad. de Araujo—Marías: « ¿Acaso por proceder de uno solo o por concurrir todos almismo fin, o más bien por analogía? Como la vista en el cuerpo, la inteligencia en el alma,y así sucesivamente.».
III. 3. Acepciones de noús humono W 480
aclaración que ofrece Brunschwig, aunque con más detalle.’
Considerando el texto dentro de este clima platónico, u a noús como
equivalente a maqs-”dentro de esta noción platónica de “ojo del alm&—
no podemos aceptar esta última posición.
.—El último texto relativo a este núcleo guarda menos conexión
con el resto, pero tampoco la tiene con los que le siguen que forman un
subgrupo claro:
‘e , ‘ -‘ 3, 3 3% ‘ ‘ 3,Et Se pi>Sev «AXo ne4~nv apt8~iew ‘~ *vxn icin *uxnc vo’~, a8uvaov etv«t
~póvoviJmp~g Júl ObOflA~, ji iofrro 5 nove Si’ ¿orn’ ~3x,óvos~, olov elevfiexerut ríviiow etvax bey *uxiiY’tPbr.223a 261.2
Esta tarea de la “mente humana” dentro del almo, la de advertir 10
“anterior y lo posterior”, es decir, de contar, de enumerar
progresivamente varios momentos, está claramente aludiendo a ¡o
discursivo de la razón: diánoia , por utilizar un término derivado del
nuestro y su sinónimo en este caso. Coma insiste este pasaje de la
,“hus, la clave está en el TIEMPO, ése es el rasgo típico del
razonamiento” : es progresivo, o sea, se desarrolla en el transcurso
del tiempo, en el discurso. Luego puede decirse que el texto indica que
en la mens del alma, como capacidad concrete, hallamos la ~j~noia
puesto que es la denominación más corriente del “razonamiento
discursivo” en Aristóteles (aunque los derivados de ]kgos también se
utilicen).
En su ed. y trad de la obra para Les Selles lettres, pág. 1 36.2 En la versión francesa de Les Selles Lettres: «[tisis la question est embarressente desevoir,sí,sansl’¡me, letempsexisteraitou non;car,s’il no peut gavoir nenqwnombre, il n’y aura rien de nombrable, por suite pos de nombre; car est nombre ou lenombré ou le nombrable.l Mais si den no peut par nature compter que 1’ ¡me, et dans 1’¡me, lintefligence.. II no peut u avoir de temps sons time, saW pour ce qui est le sujet dutemps, comme si par exemple on disait que le mouvement peut &tre sons U ¡me.[‘antéricur—postericurest dans le mouvement eten tant que nombrable, constitue letemps.1.» (Vé. Biblioqr.>
III. 3. Acepciones de noús humano ‘02 461
Entramos ya en lo que acabamos de denominar subgrupo, pero
abarca el resto de las citas con este sentido de mens tanto a las que
delimitan órexis/noús como a las que se refieren al dominlo” del
segundo sobre el primer término y conectan nómos—noús, con las
tuales cerraremos el epigrafe que nos ocupo ahora.
El texto que abre el subgrupo es complejo de analizar
“TpíaS6 ¿anv A’ r~ *vxij rci Kpta up~awg mt dMOc{a~, aL~qow voñq5pe~w. toUThW 8’ ~ ~9Gw oóSegu~ 4~ 1rp«~tO39 8?~OV Se Tq> flL 01*
aLÉlow i¡&v ~xewnp¿~ew~ 8~ u~ rowowetv.”IEN 11390 18V
Como se ha repetido en la introducción al epígrafe, estamos ante
un texto anterior superpuesto por Aristóteles a su Libro VI de la FN
es decir, para comenzar dicho libro toma un fragmento anterior y lo
antepone al resto, escrito dentro de otras coordenadas; sobre toda, de
una estructura del alma mós compleja y avanzada> con la que no encajo
en manera alguna. Los expertos han constatado y advertido el hecho
mayoritariamente. La razón de que Aristóteles recurro a ello, puede
ser enlazar con los libros anteriores, que —al menos desde nuestro
enf oque— pertenecen al primer grupo de textos, o en esta
interpretación evolutiva, son de época antenor, precisamente
coetáneos del pasaje en discusión. 2~ Se advierte de inmediato que el
fragmento choca con la posición filosófica del Ds Anima, como se
apresuran a decirnos Gauthier—Jolif en su espléndido comentario a la
lEn la versión habitual-de la obra, de Araujo—Marías para el C.E.C.: «Tres cosas son en elalma las que rigen la acción ¡¿la verdad: lasensación, el entendimiento y el deseo. De ellasla sensación no es principio de acción alguna, u esto resulta claro por el hecho de que losanimales tienen sensación, pero no participen de acción.» <vé. Bibliogr.)2 Por supuesto puede tratarse, como siempre, de algo diferente: esos libros sólo rozan eltema y no tienen por qué alejarse de las cómodas clasificaciones léxicas académicas;además, son muy escasos los pasajes de libros anteriores que incluijen nuestro término, ypor tanto, que Junios analizado: generalizar y pretender que todos los libros anteriores -
completos- son de une época primitiva es un grave error; resulta prefenble decir que<desde nuestro estrecho y limitado punto de vista> quedan inmersos en el primer grupo deobras, eso es todo lo que realmente queremos decir en esta explicación del cuerpo del texto.
———--——.- - — — —~-~~1~
II). 3. Acepciones da noús humano ‘02 482
EN. 1 Desde luego, se opone esta exclusión de le sensación de la
intervención en la acción moral propia del hombre a su utilización para
que se dé la “razón -prácticC del De An., pero el obstáculo podría
salvarse; por ejemplo, diciendo que se trata de un enfoque diferente
(la génesis del conocimiento y la acción prácticos en el De sin ) la
clasificación lógica de las capacidades y aptitudes del alma racional y
su función en la vide práctica en el Libro VI de la FN. Pero, podría
deshacerse esta fácil solución advirtiendo que hay textos concretos
del Libro VI en los cuales se describen, no sólo los elementos
gnoseológicos implicados, sino sus operaciones y, precisamente>
aísthesis~noús se convierten en estrellas de la explicación, como se
verá en su momento. Luego, no solamente es cierto que es
incompatible con una obra del tercer grupo, sino que ni siquiera es
compatible con el resto del Libro VI que constituye en sí mismo el
segundo grupo de nuestros textos.2
Pero concretemos nuestro examen de la cita: se nos ofrece una
clasificación de tres elementos del alma humana —aísthesis—noús--ET1 w115 364 m515 364 lSBT
órexis— g se especifica que noús~órexis son los principias de la
“acción moral”, ya que se excluye al primer miembro del grupo; esto
<pensando que está tratando de delimitar lo principal en la conducta
humana) ni siquiera sería tan contradictorio ni con el resto del Libro
ni con el DeÁn. ,pero la clave de la anttgúedad o la elementaridad del
texto nos la proporciona la noción de verdad” práctica; porque en él
sustenta aún Aristóteles que la función de la parte racional del alma
es hallar la “verdad”, meta indistinta de su aspecto práctico o teórico.
Sólo una estructura grosera de lo anímico admite esta posición, y ante
ella nos encontramos. En el resto del arranque del Libro VI seguimos
Cfr. Bibliogr., pág. 443.
III. 3. Acepciones de noús humano??) 463
moviéndonos en nociones de la Academia: se escinde el alma racional —
la parte “racionar (Xóyoii— en “calculativa” (Xoyúrru<óv) y “científica”
(értanp¡xovwóv)c División que atribuge a la primera el “deliberar”
(~ouXcúw> algo impensable en cualquier estructura del psiquismo que
concuerde con ideas filosóficas propiamente aristotélicas; si se añade
que esa parte que “calcula merecería llamarse —por sus funciones-
“opinante” en términos platónicos, pues lo que la define es ocuparse de
objetos opinables” sobre los que no es posible más que una forma de
saber —dóxa-- el clima es tal que nos creeríamos en plena ,QepúhJica.
El texto siguiente está estrechamente conectado con el
~-~-1 misma aspecto simplista g ambiguo, pero nos explica
algo más qué es esa mons que se opone/ relaciona con aísthesis
—
órexis
:
“‘OÑiev S~ ni nvofivra w («ny Si4vomv mt 4avraoíav mt upoaípeow
mt po6Mow mt ¿1118UV{*LV. Tw3r~ & n¿vr~ w4yfTaZ ew 1>011V mt ope4w. K~iydp r~ 4avraaía mt ,~ áeivn~ njv aihijv r~ i4 xd~<w ~xo1Jd1rKpt¶ucU ydonárra, SbI&tpolJot Se rur¿ ra~ eiprpéing A’ &XXrn~ Sux4co&”FflflOOblgy
b201.’
Este es el primero de tres párrafos de la misma obra, /14 ., que
pertenecen a este epígrafe. En Él se explica el movimiento de los
animales como originado en la parte irracional del alma, frente a la
mons o sede de la parte racional que no produce las acciones en sí
misma, quien lo hace es la irracional u órexis que> en el mejor de los
casos, es controlada por la mons. En ella tienen su sede (TQ v~ x~íxw
~xou~tv)varias capacidades diferentes —~j~noie phantas¡a,aisthesis-
1 En la edición de Les Bellos lettres: «[Nous vouons que ce qui met en mouvement l’animalCnt le raisonnement, l’imagination, le choix réfl&hi,la volonté, Vappétit. Tout colad’ailleurs se raméne A l’intellect et au désir.I En efel, l’im~ination et la sensation occupentla méme place dans l’intellect. car teutes ces facultés servení A juger el se distinquent parles differences qul ont été signalees ailleurs. ¡Cluaní A la volonté, A l’impulsion et 6rappétit, ils appartiennent tous les trois au désir, tandis que le choix réfléchi<proalresis) est du domaine é la fois du raisonnement et du désir.] ».<Ver Riblioqrj.
III. 3. Acepciones de noús humano ‘02 484
pero que sirven para lo mismo: desplegar la facultad “crítica” <KpunKcO;
la-expresión preposicional y verbal QÚ~ w~ ~úip«v~xou~v) ademes de
influencia platónica —ya señalada— esta expresión sólo puede decirse
de nuestro empleo de noús tomo mene “sede del alma racional”, pues
es un uso locativo.1 También en dicho texto (al final del mismo fuera
ya de nuestras citas) se aclare qué capacidades tienen su sede en la
parte irracional: boútesis ~grn~j, eohi thtjmía mientras la propiresis
entraría a la vez en el dominio de una parte y otra (de noús y de
órexis). En esta misma línea estarían los dos textos restantes:
~< ‘Or«v CVEpy1jO~ ~U9 I~ Tfl ILW&JOEt npo~ ro o5 baft II rfi 4«vrao{q fi ¶41
yu’aa ¿v¿pyem. Iloréov poi, ~ ¿newia ?~éyev ro5~ 8¿ ITOTÓV, ~ aL,Swsu’ etnev fiu 4nrraoía fi ¿ voiJg’ ei6w ,TW&’ 1 tU lOta 30 y 3312
“ Aéyw 8’ dxouaiou~ p~v olov np’ ~ Kn4)8a~ re mt r~v ¶01., dtoiou
(IToXAtÍn& yap 44VfV¶O~ TU’09, 00 I.LfV¶0t 6txvro9 to~ vofl nvoOvutl, odj<
EKtIJOWU9 8’ oloi’ uIT YOY mt tyfflfl’0<iGW KW. W/~ITVOflV, K~ 00W. UXX& toiaiit&
el.ou,. .(tM7O3b8l.3
Como puede verse, se nos habla de nuevo de aísthesis,phantasía
Cg unas lineas más arriba de la primera cita de diánoia) como relativos
a la marts o noús , y todo referido al eje comun: como se mueve el
almo por los impulsos, apetitos y pasiones de la órexis. El último de
dichos párrafos concreta el tema del movimiento del alma al de
carácter “involuntario”, naturalmente queda fuera del “dominio” o
1 Cuyo equivalente, o mejor expresión similar, vieramos en el Prdr. 624.2 /km.: «(Et voilé peurquol toutes les actions que mus faisons sons raisonner nous lesfaisona rapidementí En effet, lorsque Von aqit pour etteindre le fin que propose lasensation, ¡ ‘imegination ea la raison, on fait immediatement ce que Von dési re. AVinterrogation ou Ala ráflexion se substitue l’ecte dii désir. «Ii faut que jo boive», ditVappétitlon; «voici une boisson»dit la sensation ou Uimaqination ou la raison; et Von boitaussi tat.»~ 1km.: «Jappelle involontai res, por exemple, le mouvcment du cocur ou ccliii del’orqane sexual <11 arrive souvent, en eliot, qué la vue «un certain objet lis entrent enmouvement sons que l’íntellect le leur comniende>; j’entends par mouvements nonvolontaires, par exemple, le sonimeil, le réveil, la respiration, ct toiis les cutresmouvements dii meme genre.»
Iii. 3. Acepciones de nuás humano??)
control de la mons ; en la frase concreto del texto “oú i.térrot
KEXEUQcQPT% 100 veO KwoOvíca”; “movimientos involuntarios del
alma” que ni siquiera controlo —del todo, eso sí- la parte irracional,
órexis, por tanto, tienen su origen en una parte inferior del almo, que
aquí no aclaro. Por supuesto, en otras obras nos lo aclarará: son
aptitudes del alma “nutriciC o “nutritiva” en común con los plantes y
no sólo con animales dotados de movimiento local como es órexis
.
Otros pasajes de un mismo texto son los que nos ocupan ahora,
pertenecientes a la Po/lUco:
~
#veaw mt ¶ijv ron ¿Oóiv Set naPsN~1i CaP pOSnp’. Set ~nara ~srrep*vxi~ mt41L 86’ ¿aviv, o5rw rut nj~ ~nixis44ev 86o pépn., ró te aAoyov mt rd >~óyov
C~(0V, K~t T«~ f~ T«~ ¶01110W 81>0 ¶01> d¿nevóv, ¿liv to Iiév WTtV Pe~W ¶0 St
~
Xóyov ~xov1os.“1 /W1334b16,b2Oli’
Este caso es un magnífico pretexto para analizar la relación
mgos—noús, aunque ya en otros anteriores se presentaba la misma: en
él mientras ѧ9~~ con un uso neutro, cumple la función de aludir a la
capacidad de razonar propia del hombre (noús neutro de ésta 1~
acepción) , nuestra palabra responde a éste otro uso marcado y
significa esa “sede” del “alma racional” (aquí aludida con el término
Ñgg~). Todo ello en nuestra primera cita, b Ib, en la segunda para
aludir a la “parte racional” versus la “wracional” utiliza una locución
1 Ente versión de García Gual «¡En primer lujar esto al nenes es evidente, que como enlosdemáscasos, lageneración partede un principio, ¡¿etftnque partedecíerto principiose refiere a otro fin.] En nuestro caso la razón ¡¿la inteligencia son el fin de la naturaleza,de tal forma que en ordena ellas deJun organizarse la generación y el cuidado de los hábitos.huei>~, igual que almo ¡¿cuerpo son des coses, así también debemos ver des portes en elalma, la irracional y la dotada de razón, u los estados correspondientes e esas portestambién das, el apetito ¡¿le inteligencia pero igual que el cuerpo es anterior el nacimientodel alma, así también la parte irracional a la dotada de razón.» < vé. Bibliogr.).
465
III. 3. Acepciones de noús humano ‘1/) 466
verbal : <7¿~’ ~oyov icO Xóyov ~xovíos’.Puede verse que eso
responde a la lista de sinónimos reseñada al inicio de esta acepción
para el uso normalizado (z neutralizado) de la misma. Por tanto,
queda confirmada la sustitución de nuestro vocablo por su sinónimo
habitual en este uso neutro, y eso deja libre el término para adquirir
un empleo distinto —más intenso y marcado—, que en esta ocasión es el
de mens ; porque se opone claramente a la otra parte del alma, que es
sede de lo irracional; no siendo en ningún caso una capacidad concreta
de la mente humanal nuestro otro uso marcado de la acepción (=
¡nl elh,qc#nl¡a). Entrando en el contenido estricto del texto, puede
reseñarse que alude al binomio Ñgos—noús como el fin, incluso moral,
al cual tiende el hombre; de tal manera que> en tomo a ellos, debe
girar la vida y la conducta entera del hombre, sometiéndoseles la
“parte irracional” (~oyov) y su “estad& órexis . Se nos recuerda así
que noús/órexis deben oponerse el igual que -r¿ »Syov /ít .~»‘oyÓv>;
tanto porque —de forma análoga a la oposición alma/ cuerpo- lo
segundo-precede en el tiempo a lo primero como porque lo segundo debe
controlar a ese aspecto anterior y más primitivo; en suma igual que el
cuerpo es anterior al alma y ha de sometérsele, la parte irracional del
alma ha de plegarse ante la racional, posterior en el tiempo. En
explicar esa prelación en el tiempo que implica la sumisión
consiquiente al factor emergente —siempre posterior— le dedica el
último pasaje de éste grupo de la Pal.:
“4nvepov 8~ rut routo Ováis ya¿ rut ~ouVpt~, ETt Se mt ¿rnfiwía rut
yfvohi¿vow e1iO~s ihTáoxa íot~ ncnzicw, aB 8~ Xoytop~ rut <B vo~ rpoío~cw
nkwfy ¿yyíveÉn. Sto ITPWTOY [AfY Tau CR141(LTO’9 ¶1W fITqIfX¿WY «.vaymwv ets’atnporépav ji ~ rij~ i<m~fjg, fi~nan tib’ rfj~ dgeo~, ~verugévroi iofl voe rt’t~ dpe~eos, 1~V St ¶011 QA4I&TO~ t~ *1Jx~c.” ¡Al’!. 1334b 24-b271.’
1 /bk/em: «Esto es evidente, <ja que pasión y voluntad, y deseo, existen en los ni1~s desde elmomento mismo de nacer, pero la reflexión y la inteligencia nacen naturalmente conformeavanzan en edad. Por ello primero el cuidado del cirr~ tiene que ser anterior al del aiim,y lueqo el de los apetitos, pero en función de la inteligencia el de los apetitos y el del cuerpo
Iii. 3. Acepciones de noús humano U¿ 467
En él se explican tales analogías con el ejemplo habitual de la
niñez, privada del “uso de rozón” (de la dotación genérica para
razonar” propia del Hombre) y por supuesto de su expresión: la “ment&
humana capaz de albergar todas sus realizaciones, que expresa nuestro
término. No desaprovecho, como se ve, el naturalista que siempre hay
en el de Estagira la ocasión para traer un ejemplo de biología
evolutiva, ni para recordar realistamente al final del texto que el
cuerpo y lo irracional, al tener anterioridad temporal (aunque sean
menos importantes para la finalidad propia del Hombre) han de
satisfacerse previamente a toda consideración de orden superior ha de
cuidarse antes del cuerpo que del alma y de la parte irracional antes
que de la racional. Pero matiza su naturalismo al final> advirtiéndonos
que tales cuidados han de procurarse con vistas al fin último, que en el
hombre siempre han de ser la características emergentes o de orden
superior el cuerpo recibe sus atenciones para que el alma pueda
cumplir su cometido y la parte irracional para que lo haga la racional,
y no al contrario. Hasta qué punto llega o debe llegar en situaciones
ideales dicha sumisión a los objetivos más altos de la Humanidad
puede verse en los textos que cierran este apartado, y cuya exposición
comenzamos ahora con una cita de la misma obra que nos ocupa y tan
conocido como sugerente:
“6. trt 8’ o~v, &vTep >4oaev, np<~Tov év ~p 8eop~t mi SewTonnjv
«0X~11> KW. lTOxtnnhIr 11 ~ iQO *Ufl rOl> 0X41GX0S «flEt &UITOIVZflV qfli~v, o Sei’aO’ rfi~ O9f~fW9 ITOXI.T1K9V mi pamXucúr ¿y ot~ ‘
4cvepov eorw att rara 4>6awKW. O’JII4*pOV ~o 5~<t~ t41 oifvan ~nd t *vx~ mi t41 nfiirinil Iiopim uro
t -. , W .. 7 r 7~.> t
¶01> PCI> KW. ¶01> V0PW11 ¶01> Xoyot’ CXOPIOS, ¶0 8’ e~ ~u r~ aVWTIXXw P~i*cpovnaau’. “ ¡ /b!. 1254b 5- bSl.t
en función del alma.».1 1km. (el inciso que a5adi mes falta en la versión en cuestión, seguramente por errata enla impresión): « Es posible, entonces como decimos, observar primero en el ser vivo eldominio se5orial [ y político; pues el alma ejerce sobre el cuerpo un dominio se5orial 1 y asuvezía inteliqenciaejercesobreel apetito undominio políticoo reqio. Enasto resultaevidente que es conforme ala naturaleza y provecho para el cuerpo someterse al alma, y
—— ~1
III. 3. Acepciones de noús humano Vi) 466
Se insiste, como es sabido, en une idee bien platonizante —la del
predominio del alma sobre el cuerpo (“su esclavo”) y, en clara analogía,
de la “parte racionaV (íofl gop¿ou íofl Xóyov) y su sede la ms~s sobre
la “irracional” (í~ rrc$i~’rwQ ¡Áop&p). En la cita anterior se precisa una
vez más que el oponente de noús es órexis u no esa parte “afectiva”
(‘np ncexyrucQ 1.wpú~) cuyo antagonista es el i4gos, tomado en ese
empleo neutro sustitutivo de nuestra palabra en ese mismo
significado. En realidad, excepto el símil del amo—esclavo en la
relación cuerpo—alma, parte racional—irracional y noús—órexis. no
tenemos ante nuestros ojos un texto muy diferente del largo pasaje
que acabamos de ver anteriormente; no quede, por tanto, sino recordar
su insistencia en fundarse en la posición del último Platón y en que las
dos partes en que se halla escindida el alma humana no son
equivalentes en su valor la racional ha de “someter a la irracional, e
igualmente el noús o la árexis , de forma total o el hombre no merece
el nombre de tal, siendo su conducta bestial.
El texto que veremos a continuación se enmarca en las mismas
coordenadas, no sólo por pertenecer a la misma obra, sino al mismo
planteamiento del punto:
x::~ v¿v div rdv v4ov Kexeiiúw6pxew so.~á rexe6ew4pxewray 8edv mt
TOP PaUl> [IÓPO1J9,~‘ u.ptPviw.r~. v~~pwr ~‘ wpo o avOpúmTov ft?~EUOW ‘‘“~“~‘‘ rut 1) Uf
sowOrov,Kflt aB 8w&9 &oxovra9 &aaípé4*t mi rox~ dpiaou9 &v8par 8’ &veuope~ew~ vaO~ ¿ ¡‘61109 ~adv. ‘1 /bJ1267a29~a32].1
Si fuertes eran antes las resonancias de las ~ de Platón, qué
decir ahora; el paralelismo nómos—noús llega a su cumbre —si nos
para la parte afectiva, ser gobernada por la Inteligencia y la parte dotada de razón,mientras que disponerlas en pie de igualdad, o al contrario, es perjudicial para todos.».
1km.: «Por tonto, el que defiende el gobierno de la lev parece defender el gobiernoexclusivo de la divinidad y la inteligeíLu, niientras que el que apoya el gobierno do unhombre a5ade un elemento animal. Pues el impulso afectivo representa algo parecido, u elapasionamiento pervierte a los gobernantes y aun a los hombres mejores. Le ley, portanto, es razón sin parcialidad emotiva »
-I
III. 3. Acepciones de noñs humano W 469
olvidamos del pasaje del Libro X de la EA! que citaremos
próximamente—; la primera cita, desde luego, no pertenece a nuestra
acepción, ni siquiera al tipo ‘humano’ del vocablo: es un tipo ‘divino’
clarisimo. Es la segunda quien nos ocupa ahora: ciertamente es una 12
acepción —distingue lo infrahumano! humano! sobrehumano como se
hiciera en Proir B28—, pero podría confundirse con un uso neutro si no
fuese por su oposición con órexis y su relación con los dos párrafos
anteriores de la Fol. También aquí la mens ha de predominar sobre la
sede de apetitos”—”impulsos pasionales” o deseos” tórexis (O, o sea,
sobre la órexis (—) que incluye en su seno a los tres aspectos. Porque
en otro caso se produce el control del aspecto más bestial, instintivo y
bajo de la órexis (4: el de los “apetitos viscerales” o euithtjmía
.
subvirtiéndose el orden natural de todo el alma; pues lo inferior que
nos liga a seres más primitivos o simples domina a lo superior, y no
sólo se produce un predominio o “gobierno” de lo “irracional” sino de lo
más ciego y brutal dentro de la órexis (-O, lo más alejado de cualquier
relación con la mons Como conclusión a todo ello ofrece Aristóteles
una hermosa definición de nómos tan platonizente como todo el resto:
la mons cuando no admitiera condominio alguno de la órexis (1,
purificada de cualquier aspecto compartido con lo lrracionaV —en
cualquiera de sus formas, incluso las semi—racionales (caso de la
Droaires¡s aptitud compartida por noús—órexis)—sería el equivalente a
escala del nómos : “&óTTq dvEu O9«EW~ voiig ‘5 vójio~ ¿a’r(v.”. Pero,
como sabemos por textos ya analizados, eso es imposible para el ser
humano: no puede existir sin órexis, como sí lo hace la “ley”.
Ahora veremos este texto de EN que acabamos de mencionar,
para, con posterioridad, acercamos al resto de las citas de este
III. 3. Acepciones de noús humano U> 490
epígrafe, todas ellas de la misma obre:
“rauta Se yu’otr’ an’ ¡hou¡±evotgruta TWff vow rut ¶4Cw dpe6v, ~xou~w~ox6v’i~ p&v afn’ hla¶pbcrj npóota~w oik ~xa t¿ <oxup¿v oii8~ ¶8 ¿inLyKIIIOP,
oi8~ S~ 5x«~ i\&v6~ ¿v8pó~, i~ P«aU%& Jvío~ II rwot rowihoir aB 8¿dva~iruaji> ~xa86v041w, >4ov d~, dnó nvo~ 4~,onjotwg mi t’oiL» ¡ FN 11 OOa18- a22].’
Ofrece este texto una mención al “orden recto” (¡cwá ‘uva voijv
¡<ca T«~LP ¿petjv) su principio de la virtud moral, de la conducta, como
volveremos a encontrdrlo en el epígrafe posterior y como contenido
principal reservaremos para entonces le valoración de esta expresión.
Limitándonos al contenido primordial del texto, además de su estrecha
cercanía a las Leyes, —con la relación nómos—noús—, éste es un texto
muy interesante desde el punto de vista ético, pero lo mejor es que
ambos aspectos quedan imbricados. Así, al sugerirnos que es- preciso
seguir un orden recto que dispongo de fuerz& nos muestra la piedra
angular de su proyecto moral, que, fácilmente se advierte, guarda
relación con las características ideales de la Ley humana y divina;
concretando, del nomos humano porque sólo la i6~ que viene impuesta
al ciudadano puede proporcionar esa fuerz& coactiva que vuelva al
buen camino ético a aquél cuya conducta se haya desviado en la edad
adulta (a pesar de buenas inclinaciones de le niñez y buena educación
en le juventud) y, al tiempo, constriño e moderar sus vicios al hombre
decididamente irracional o malvado, tan común en todo grupo humano.
— Los tres pasajes de la EN que ahora enfrentamos tienen en
1 /*m.:c<[Pues ben,si,comose hadicho,el que hadeser bíeneducado <jeostumbrado, ydespués vivir de este modo, entregado a buenas ocupaciones, y no hacer ni contra suvoluntad ni voluntariamente lo que es malo,] todo esto no seré posible más que para los quevivare conformo a cierta inteligencia y orden recto qe disponga de fuer2a; ahora bien, lesórdenes del padre no tienen fuerza ni obligatoriedad, ni en general las de ningún hombreaislado, a menos que sea rey o algo semejante, en cambio la ley tiene fuerza obligatoria, yes la expresión de cierta prudencia e inteligencia.»
III. 3. Acepciones de noús humano ‘1/2 491
común considerar a la mens como lo que ha de dominar en el alma
humana, como principio” (6 S~ vofk dpyjj) de la misma y lo mejor”
por lo tanto. La “ment&—noús ha de controlar la bestia” que hay en
todo hombre, ha de dirigir” su conducta (‘rQ KpctrEXv ‘mv vofiv) y
obligar a “obedecer” a lo “ir-racionaV (órexis(—W. evitando el
comportamiento vicioso, peor aún que el bestial; ahora a esta cuestión
central añade cada uno algún detalle:
c4toinv div Éanep ?r4uxov owPd>.XeW up8s &p4uxov, nóxepov wxinv”¿ OTépML y roO exovro~ «p~ir~v, o Se vou~ [FN1 lSOa ~]l
Este se centra, por su parte, en la distinción entre estado bestial
y vicioso en el hombre, como un detallado estudio del texto nos revela
si incluimos algunas líneas anteriores a la cita en sí. La anomalía de
la conducta humana es el “estado vIcioso” si se habla del hombre como
“animal racional” (dotado de la capacidad genérica de noús—lógos)
;
disocia pues el “bestialismo” del viclo” (como “estadíV, no como
actitud ocasional) : éste es exclusivo del hombre, y hace una
comparación analógica entre ‘ser animado’-’inanimado’ y ‘humano’-
‘animal’ para distinguir la situación de los seres carentes de razón”,
—como capacidad genérica— de la de aquéllos que no se rigen por ella a
pesar de poseerla : éstos son los viciosos. En ellos la mens es sede de
unas aptitudes depravadas por su utilización al servicio de la
eoithumía no es que no exista de hecho (como en los niños, enanos,
enfermos o locos) o de derecho (como en las bestias o <animales
superiores’), es que se ha “depravado” con lo que el hombre vicioso —el
1 En la versión de Araujo— Manas, lo habitual: «(La condición de la animalidad no es tanmata como la del vicio, aurwiue es más terrible, pues no se trata de una corrupción de laparte mejor,comoenel hombre,sinodoque nolatienen.] Es, portanto,lo mismoquecomparar algo inanimado con un ser animado para ver cuál es peor: siempre es menosdú5ina la maldad del que no tiene en sí un principio de acción, y la mente es un principio.[Es,pues, algo semejante a la comparación entre la injusticia gel hombre injusto, encierto sentido, cada uno es peor que el otro: un hombre malo puede hacer mil veces más malque un animal.]» CIé. Si bliogrj.
iii. 3. Acepciones de notis »umono 7/2 492
cxp«g, del próximo texto— ha orientado mal su “mente”, no dañando a
otros por un defecto o carencia natural (como los privados de hecho o
de derecho de la razón” humana), sino por su libre “elección”
(proaíresis> de ese camino del mal; de ahí que el daño que infiere, al
ser intencional” puede ser mucho mayor que el de quien esté inmerso
en una conducta “bestial”. A poco que el lector haga un esfuerzo de
memoria, constatará el precedente platónico de las ideas generales de
dicho planteamiento: era en el libro VII de la República donde Platón
resaltaba el peligro del “malvado inteligente” para la comunidad>
porque, al tener su noús orientado en contra del Bien, puede hacer
mucho más daño que el “estúpido” incapaz siquiera de hacer verdadero
daño a la sociedad.
te ~ 7
rut CyKpa¶fl9 Se .~t wcpaí~~ Xeyera rq> rpaeiv rdv i’oúv ij pj, k¶O1J¶OiJ erwj¶oii 5vío~ mt iTdnpay PLt 8oto~ow vhot mt bzoiXYíiis ¶& ~e¶o
>4ou ¡i¿Mura.. “[Nl 168b 35].1
El enlace con el texto anterior es el del “dominio” de la mens
como único medio de evitar, en el hombr&dotado de razón”, que la
d¡<p«o(a (que ya conocemos de la FE ) del hombre dxp«rxj~ es el
resultado del predominio de la ~ sobre el resto de la Darte
irracionaV y, por ende, sobre la “racional” (aquí lógos) y su sede, el
noús—”mentei En detalle, el texto habla del “egoísta” (como lo hiciera
también en FE 1 como el hombre dotado de una “mente” recta, ya que
ejerce su dominio sobre todos los demás factores del alma, de tal
manera que permite la “reflexiórC, la toma de conciencia de sí (en
términos anacrónicos, sin duda) propia del hombre que se autoapreci&
1 1km «1 y de la misma manera que una ciudad y todo otro organismo sistemático parececonsistir sobre todo en su elemento principal, así también el hombre, y es más que ningunoamante de ~ mismo el que ama en porte su~e ‘j la nwsface.l Además llamamos o un hombrecontinente o incontinente según que su inteligencia prevalece o no en su conducta, porqueconsideramos que cada uno es su mente, y nos perecen acciones personales u voluntariasaquellas en que más interviene la razón.! Es tiara, pues, que en ésta consiste oprincipalmente, el ser de cada uno, y que el hombre bueno la ama sobre todo]».
III. 3. Acepciones de noús »umano7/2 493
al gozar y promover sobre todo la msqs y con ella sus aptitudes
concretas que hacen propiamente humana la conducta.
.—En esto insiste el último párrafo:
no u Oi~w ~s’ o4v Su*wet & 6¿I ITpcx¶Teur U«9 ydp PO1fl *et¶ttt rd~ “!1N1169a16-a171.l
En que el “malvado” o “vicioso” no puede regirse por sus
“principios propios de conducta”, como el hombre “ bueno” que ha de
dedicarse a buscar en sí el principio -ha de dedicarse al “autoaprecio”
o “egoism&—, ya que se rige por sus “impulsos apetitivos” (ni siquiera
por sus “pasiones” o “deseos”) u éstos le llevan a actos desastrosos
para él y para la comunidad; ahí ha de intervenir desde fuera la
coacción de la ley, con todo su rigor Mientras, en el hombre bueno,
cuya mens obra con la finalidad propia de la conducta humana
correcta, el regirse egoistamente, siguiendo su “principio” interno que
es ese noús precisamente, es lo mejor: de nuevo vemos el paralelismo
nómos—noús para la conducto individual; sí la “ment& no se pervierte y
cumple su función (con el “recto” proceder de todas sus aptitudes) no
es precisa la intervención o la imposición de la ley; la “legalidad”
brota del interior del individuo “bueno” por sí mismo.
1 /bi#rn: «[De modo que el hombre bueno debe ser amante de sí mismo...] Tratándose delmalo, tui> desacuerdo entre lo que debe hacer u lo que hace, mientras que el bueno, lo quedebe hacer, eso hace; porque la inteligencia elige si empre lo mejor para uno mismo ij elbueno obedece ala inteligencia.».
III. 3. Acepciones de noús Wurzrnno 7/2 494
13.2. USOS MARCADOS: ALTA INTENSIDAD.
Como se ha anunciado, se trata de una mezcla de capacidades y
aptitudes con sede en la mens; de hecho en estos empleos que hemos
denominado inte/1478n1i no es posible distinguir acepciones, eso sí
se descubre una común relación con la ohrónesis. Pero no con las
nociones de tal palabra en las obras del segundo y tercer grupos, en las
cuales hay tres posibilidades claras: 1) o se trata de un uso vulgar del
término —“ser sensato”, equivalente a los usos vulgares del nuestro—,
2) o de un uso neutralizado que significa la pura capacidad práctica de
la razón humana {“razón práctica” (—)}, o 3) de la “virtud” o perfección
de la “razón précticC (4, es decir> de la “virtud de la razón humana
práctica”; las tres pueden verse al tiempo en el Libro VI de la EA’, por
poner un solo ejemplo. En estos usos muy intensos o marcados de la í~
acepción, ohrónesis tiene otra significación.
En el Pnit— el término es “multívoco” 1 : 1) ora tiene su uso
vulgar (“sensatez”), o 2) significa “conocimiento teórico de la verdad
(fi 6EúJpTflWY~ 4p6v1rLs), 3) ora “comprensión moral y prudencia de la
vida” (en uso genérico, pero ya no vulgar —similar a nuestro noús (—) W
acepción—), 4) o bien es la “facultad dominante tanto en la esfera
intelectual como en la moral” a la vez.
Este último uso es el más intenso y marcado, claro, y nos interesa
por la relación que establece con noús: en calidad de tal, Dhróne$is es
la “excelencia” de la inteliigentia ubicada en la mei~s, expresión de la
“razón” Humana. Como tal “virtud” o perfección de la inte//igentia de
1 Palabra con que lo caracteriza Diiring (AnstÑe/es, pág. 642, n. 90, ver Biblioqr.)Además a5ade al final de dicha nota: «Aristóteles juega intencionalmente con esamultivocidad.»Obscrvaciones que podrían hacerse -ambas, la multivocidad y laintencionalidad de la misma— a nuestro ~ sin figón cambio.
— —. 1
III. 3. 4 cepc>’ones de noús »umano ‘(/2 495
la mons estará muy cerca de su significación en /14 EF. EN y Fol
como vamos a ver inmediatamente.
Se considera a Dhrónesis como “virtud—excelencia” de la
intelligent¡o {noús (+)} tanto en el aspecto teórico como práctico,
pues es superior a la epistéme que significa aquí “toda forma de saber
no productiv&, o sea “teórico—práctico”, pues ambos no producen desde
el punto de vista del estagirita. La intsI/¡genhiaes un uso marcado y
una “aptitud ya realizada” de la “razón” con sede en la mons; pero al
servicio y en función de la ohrónesis , igual que el “conocimiento” a
que alude la epistéme en su sentido en estos pasajes que vamos a
analizar luego.
Desde luego, en todos estos casos el noús que desempeña este
servicio a favor de la “virtud intelectual” que constituye la Dhrónesis
está ligado a lo corpóreo: como veremos en el tipo <divino’ ya en el
Libro X del EA’ si está tomado como “separado—separable” del alma su
excelencia es la soDhía. Pero esto no ocurría en el Froir , no se
confunda el lector
En este tipo ‘humano’ y estas obras del primer grupo como
inte//igentio queda encuadrado como la capacidad más alta de la mons
que (con aguda de otras, como la eDisterne) hace posible lograr la
excelencia de la conducta humana, el fin de nuestra especie: el estado
permanente de “virtucr o la phrónesis , que proporciona la felicidad.
El primer texto, a pesar de recordamos el Fi/pto platónico,
puede, por su contexto amplio —una definición de lo que es la “virtud
moral” (dwni)— situarse entre estos usos marcados de la l~ acepción
como frite//igentio al servicio de la ~hrónesis
:
‘4 rotoutov 8’ i~ eiki¿¿ovta í¡áAioí’ dnt tot í«óniv yd~ 4o4e6~ ¿ci 8<
III. 3. Acepciones de noús »ameno W 496
iwn~v ntt ou&nore St’ &XXo, ngijv 8~ mt f~8ovujv mt voiiv mt IT&XLV UpeTi~V
4o4eo<x v~v mt St’ ~UT¿(4 4oi»e8~ 8~ mt r~ eiJ8q¡oví~ x4w sd ro6rw~’?JroXa¿I~ávov¶e9 el3&n4Iovij~u’.” [FN 1 097b 21.1
Si la enumeración en que se halla nuestra palabra es muy
platónica, por contra la noción de “virtud moral” que establece de
hecho unas lineas después es muy aristotélica; sólo queda destacar
algo que se repetirá: la d4xitj, o “virtud morar queda sometida a la
~ —ha de ocasiones,intoII&~cntin servirla- o, en otras directamente
sirve a la ohrónesis para explicarlo hay que recordar, una vez mas, que
la “parte irracional” del alma ha de ser dominada por la “racionar para
que se pueda dar la “excelencia” propia del ser humano: la ohrónesis
.
Sólo si las “virtudes morales” en conjunto adoptan el fin que les marca
la ;»te//4ientia la perfección moral alcanza un estado permanente (=
la phrónesis ) y con ellos se logra ser feliz. Por tanto, los honores”,
el “placer”> la ffite//;genb~ y “toda virtud” moral, no son sino
distintas piezas —de distinto género y valor— que propician un estado
permanente del alma racional de “excelencia” más alta posible al
hombre que lleva aparejado la felicidad.
El siguiente texto también es de la misma obra de ética e
incide en el mismo argumento de la relación entre “virtud moral” e
~ñteibgenti~las dos piezas clave -una de la parte irracional y otra de
la racional— para el logro de la phrónesis
:
“Soicá p~v o5v edS~ipovir¿ rauta etvat sd ~oroig A’ Suvaaeiwc A’rolJtol4 anooxoXa4eu’, odsé’ 8’ ~dTfl96rpeiov Ji trnoiiiot dow” oi ydp A’ tq>Suv«oteirnew ~ ¿pei-ij oiiS’¿ voOs, ¿4?Jw ¿LOITO1JS&UéVépyEULV “¡(AA 1176b
1 812
En trad. de Araujo—Marías: «Tal parece ser eminentemente la felicidad, pues la eleqimossiempre por ella misma ¡4¡ nunca por otra cosa, mientras que los honores, el placer, elentendimiento ytodavirtudlosdeseamosciertamente parsi mismos ( ..>, perotambiénlosdeseemos en vista de la felicidad, pues creemos que sererrws felices por medio de ellos.».<vé Diblíogr)2 1km «Esos juegos parecen relacionados con la felicidad porque los que ocupen
III. 3. Acepciones de noús ?mmono 7/2 497
Las “actividades excelentes” (c¿ onou&i¡at é4pyEtca) son las
propias de la “excelencia o virtud humana” (phrónesis) y como tales
son originadas por virtudes mOrales” en conjunto e ioteh/¡genhi4
que, puede verse, son los dos puntales de la “virtud de la conducta
humana” (si advertimos que “conducta” incluye los aspectos prácticos
pero también los teóricos). Porque la “actividad”, la ¿v¿pyEta
(enérgeiat puede decirse —y debe hacerse para Aristóteles
forzosamente— del theorein, pues “contemplar” las realidades
presentes a la m~s, como hace la L~te//4zenti4 es una “actividad” y
lo es en alto grado: no tiene nada de pasivo. 1 En conclusión, si se‘e
despliegan esas “actividades” de la “virtud moral” —las acciones de los
estados virtuosos de los hábitos morales— al servicio de la
¡ñta//iyentie que las orienta a un buen fin, prescribe los medios de
lograrlo, etc..., finalmente se alcanza —tras la repetición y el ejercicio
constantes y coordinados de ambos— un estado permanente de
perfección del alma humana racional: eso es la obrónesis
.
Nos ocupamos ahora de tres pasajes de la 1W? también deudores
de esta estructura léxica que hemos explicado más arriba; pertenecen
a textos muy cercanos y se refieren al mismo objetivo que los de EE
que veremos más tarde, sin embargo en este primer caso los textos
son de menor calado:
ti. st ~ 7
otite t~T~ VOiJV y¿ TWft 9 AOyoV 0960V ~~~ y«~ ElCUJOII OiJ~ i¡TIOV eoTt TO
posiciones de poder pasan sus ocios en ellos; sin embargo, es posible que aiuéllos noprueben nada;enefecto, no redicanenel poder ni lavirtud niel entendimiento,deloscuales proceden las buenas actividades,...».1 Cf. Gauthier-Jolif, ¿ ttkiQ¿ei M~rn~’¿~, su Introducción al comentario del Libro Xdedicada a “ La Contemplación” (vé. Bibliogrj; o el comentario sobre éste verbo del.Diiring;« El verbo ti~kein significa siempre “actualizar el saber”, <u tener un saber,sinodejarlo hacerseefectivo. Saberes unacapacidad, una dyismis, tk&isesexpuestasiempre como un ser”activo, como una eirrgrt. y precisamente como la mejor ij la másplacentera.»; o. e. , pág. 732.
III. 3. Acepciones de noñs »umano 7/2 496
TeT~]Lev0V mt ro «ei. (iffllJrw9, rj & r6xri o5. aid mt o~ 1T?~áGTO9 YO KUX
?.óyos, CYT«M& ¿>%%LXÍOTT1 (na 1 rii~xi3 o~ Se 1O%ew-ríl 1
6xw3 e’irr«W ¿#wros
voO~.” [MM 1207a2,a4ya5].1
Se comenta mejor conjuntamente con el texto siguiente:
“d>3¿ pxjv ~mye ro ram’ 4 oiis?v ~Ao iijv ¶¶ip)v b n~ r¿iaew, areSfiXov &n ro6nmw &v n 4 vo%~ gv 8~ mt ?uiyos mt ¿ITiG¶*Il ‘reA&~
&Xórpi.óv n ~oucevetva~x7 ¡Nt? 1 207a 13] 2
En realidad el programa central —aunque sea tangencial a nuestrostextos— es determinar en qué consiste el justo medio” (Myov ¿pQ¿v)
como, en su denominación más habitual, aparece al arranque del primer
texto.
Será necesario establecer la posición de la inte//tjqentia en ese
esfuerzo central para la concepción ética aristotélica; y así lo haré el
de Estagira al final del tercer texto:
‘ ‘ st •~ ~ SN •% ~.
U Eusfii~ yap n ‘n}9 $u~,<ij~ 1-0 pev ~cwov e~opev ro Se ~eXTWv, «a Se toÚioov rofl pexiiovo~ ~lSEv ¿G¶’w,L.. ~r«vo5v t~ !TIíOfl pu KO»~OXYt ¶0V 1>011V ¶0«urou epyov cvepyeu’, r6-r’ ~o’r«to ~txr&rov c3pOóv >4ov yu4evov.” [Mt?1208a igl.3
1 En la antigua versión de P. A2cérate, pág. 96, (ve Bubluogr ) «1 Por el contrario, lafortuna jamás hace las coses de la misma manera, sino que las hace sin ningún orden y comomejorcuadra.Heaquíporquésedicequeenlascosasdeestaclaseesenlasquetienelugerel azar ola fortuna.] La fortuna no puede confundirse con la inteligencia, ni con le rectarazón, porque en éstas reina la regularidad no menos que en la naturaleza; las cosas en ellasson eternamente las mismas, mientras que le fortuna y el azar no tienen aquí cabida. Y así,donde reinan más le razón y la inteligencia, allí es donde hay menos azar; y donde aparecemás azar, tui> menos inteligencia.».2 /bz&m. : «[Pero ¿la buena fortuna es resultado de la benevolencia o cuidado de los dioseso es ésta una idea falsa? Dios es a nuestros ojos el dispensador soberano que reparte losbienes u los males según se merecen; pero la fortuna y todas las cosas que proceden de lafortuna sólo el azar las reparte; luego, si atribuimos a Dios este desorden, le supondremosun mal juez o, por lo menos> un juez muq poco equitativo, papel que no corresponde a lamajestad duvina.-jPero fuera de las cosas que acabamos de indicar, no se sabe dónde colocarla fortuna; y, por consiguiente, debe nr, evidentemente, alguna de estas cesas. Lainteligencia, la razón u la ciencia, son, a mi juicio, absolutamente extra5as a aquélla.».3 1km., págs. 99-100: « {[ Obrar según la recte razón es obrar de manera quela parteirracional él-alma no impida a la parte racional realizar el acto que es propio de ella;entonces la acción que se ejecuta es conforme a la recta razón.] (Nosotros tenemos en elalma una parte que es menos buena> y otra parte que es mejor. Ahora bien; la peer siempreestá hecha en consideración a la mejor,) [ como en la asociación del alma y el cuerpo elcuerpo está hecho pera el alma, y decimos que el cuerpo esté en buen estado cuando no es un
Iii. 3. Acepciones de noñs »umono 71/ 4g9
Si se trata de explicar como actúa la regla de le recta rezón” en
la conducta moral, por qué hablar de la “fortuna” en nuestros dos
primeros fragmentos, es una pregunta inevitable. La respuesta es
curiosa: precisamente porque la fortun& es azarosa, desordenada e
imprevista; lo contrario de una conducta regida por el j4gq~ (—tYacional” en suma, que se concreta en unas acciones de la mens
humana muy especificas: hallar el “justo medio” por el <raciocinio’
(logismós, diánoia, o aquí: i~g9&(~) no neutro) y fijar el objetivo con
la hniefligentia Como senos señala en el primer texto, h~te//4ientio
y Myov ¿peóv actúan con la misma “reqularidad” que la propia
phúsis. Ya en el segundo texto insiste en separar las distintas
capacidades racionales que tienen su sede en la mgqs de la actuación
afortunada: enumera allí frie//igentia lógos 00 y ~pistéme
;
entendiendo por iikgD~ <+) la capacidad de razonamiento discursivo y
por epistéme esa capacidad de saber” o “conocimiento” general —
teóri co—práctico—, vemos que los tres tienen en común ser facultades
de la meos inmersas en la parte racional del alma y, por tanto, al
set-vicio de la “regularidad” y el “arden”. De igual modo deben estar
conducidas nuestras acciones irracionales,—pasiones, impulsos y
deseos— para propiciar una conducta correcta; amén de estar regidas
por esos aptitudes racionales del alma, como debe ser para una
conducta no viciosa.
En ese final del tercer texto resalta la consecuencia de lo que se
acaba de decir «Asi, pues, cuando las pasiones no impiden a la
inteligencia realizar su función especial, las cosas se hocen entonces
según la recta razon.».1
obstáculo para el alma, sino que por cl contrario contribuye y concurre a la realización delacto que de ella es propio; porque lo peor, repito, esté hecho en vista de lo mejor y estádestinado a obrar de concierto con él.)> Así, pues, cuando las pasiones no impiden a lainteligencia realizar su función especial, las cosas se hacen entonces según la recta razon.».1 ~ cite anterior, final.
III. 3. Acepciones de noñs hurnono 7/) 500
Verdaderamente> la traducción no parece correcta del todo: “su
función especial” no es en el texto sino <íó aúíofl ~pyov¿vcpyeTv> , su
propia función activa”> la “actividad que le es propi&, vamos; con ello
estaríamos en parecidos términos que en el texto que viéramos de FN
1 176b IB, pero lo más importante es la aclaración de que sin el
concurso de la ¡ñ/e/hgenhio —en el despliegue de la actividad que le es
propia— no es posible obrar según la “recta razón”. Vamos a verlo paso
a paso: 1) el raciocinio de tipo práctico — que proporciona el “recto
juicio” en cuestión— es una capacidad de rango inferior a la
IntQ/1196n114 probablemente porque estudie el detalle y esté apegado
a un caso concreto> 2) la inteingenfio ha de fijar la meta a alcanzar —
es propositiva y práctica , en este caso— y 3) si hay desorden anímico
(“pasiones desordenadas, descontroladas que se imponen a la razón
humana) le íofr/.’/geotíono puede desplegar su actividad, cumplir su
misión. Insistir sobre la obligada sumisión de la órexis (—) a la me.os
como el cuerpo al alma, y en nuestro caso, las aptitudes concretas con
sede en lo irracional a las que la tienen en la rnens después de haber
tratado el particular repetidamente en el epígrafe anterior, parece un
sinsentido; baste, pues, con lo dicho hasta ahora.
Nos hallamos ahora frente a los textos más complejos y ricos
de todo el epígrafe, pertenecientes a la EF. Por varias razones: porque
enlazan can puntos relativos el tipo <divino’, porque elaboran aún más
la conexión noús—phrónesis que venimos viendo, y por los destellos de
innovación en la estructura léxica que estamos constatando. Ya nos
encontramos con alguna novedad en algunos de los textos del epígrafe
con respecto a la posición del Proir (en la posición de la phrónesis)
:
ahora nhrñnesis, que es la estrella de toda la obra, tiene únicamente
III. 3. Acepciones de neás ~ummno7/2 501
como ámbito la comprensión moral”, en una obra de ética sólo se va a
ocupar de la “excelencia moral” o obrónesis. 1 Y ésta no es una “ciencia
o un saber” sino una “excelencia de la inte/hgentia, eso sí limitada
ahora a la “conducta humana”, sin ocuparse de los aspectos
“científico< que quedan para la epistéme: estamos en el camino del
Libro VI de EN, pero, como va a comprobarse, en el detalle los textos
son imposibles de distinguir de los que acabamos de ver o del pasaje
de la Riel. que cierra el epígrafe; o sea, no consolido totalmente en
su sintaxis ni en su vocabulario dichas reestructuraciones léxicas, que
inicia aquí:
«¿tú í’~v o5v rai~ &xAag eiTwriyai& b~n Kwa now.t ítW arpo jr «ifli~~~ Uivofisl. dxx¿pijvois’
XP11~ Y«O «‘J¶U ñ 1<10 ¶01> «~~0V¶O~ «Qf¶fl T~j ¶01> OXC4I¿VOU y~pljta fl9
o~v éadv; fj ~~nepXher«t dimeaxa ~cia ToU «Aoyou ¶~ $v~, mt ~wcoXaa’ro& ¿ wcpaTtj~ ~xowvoíiv ;“[ it 1246b [101,b141?
El texto contiene dos citas de nuestro vocablo, pero sólo la
primera de ellas, inexistente en algunos manuscritos (por ello figura
entre corchetes) queda incluida en este epígrafe, la segunda> como se
viera, es un uso neutralizado. El texto establece ese conato de nueva
estructura léxica de lo anímico que se acaba de señalar, por tanto
cuando habla Aristóteles de “saber distinto y superior” se refiere a esa
phrónesis que no es una epístéme cualquiera —un saber o
l Sobre las peculiaridades de la noción de~phrónesis resultan de gran interés tanto laexposición del. Dúririg , AflstóteIaz cap. “La filosofía de la convivencia humana”; cf.págs. 698- 706, donde hace un análisis detallado del final de la tique incluye todosnuestros pasajes, como Jade Gauthier-Jolif al Libro X de FN, págs. 874-675.2 En la tred. de J.Pallí Bonet para U. Gredos: «Pues, en el caso de las demás ciencias, hayuna ciencia distinta y superior que causa el cambio; pero ¿qué ciencia puede ser causa delcambio en la ciencia superior a todas? Ninguna ciencia, ciertamente, ni intelecto. Pero nisiquiera la virtud, pues la ciencia suprema se sirve de ella; la virtud del que manda sesirve, en efecto, de la de aquel a quien manda. Así pues, ¿quién Mu <en quien ocurra esto>?¿O bien ocurrirá como en la incontinencia que se dice ser el vicio de la parte irracional delalma,siendoel incontinente unlicencioso,aunque poseala razón?{Perosi suapetito<ejjfl~y~jj) es fuerte, cambiará de opinión y secará la conclusión contraria a la razón. ¿0bien es evidente que si hay virtud en la peñe irracional e ignorancia en la racional (¿i> 5~¶4) XOyq> «yvout),ambassetransformarándeotra manera?.1.»(véase Biblioqr.)
~~1
III. 3. Acepciones de noús »¿imano ‘69 502
conocimiento de un campo particular— sino otra clase de sabeV -no
científico, por tanto— que, en el ámbito de la ética, es el “saber
supremo”, al que no superan ni ~pistéme <las ciencias o saber
científico en generar> ni infeJhgentia de quien esta phrónesis es su
excelencia”. 1 Y la frase que viene a continuación nos hace ver que
seguimos en las mismas cuestiones que en MM : « Pero ni siquiera la
virtud, pues la ciencia suprema se sirve de ella; la virtud del que
manda se sirve, en efecto, de la de aquél a quien manda.» (1246b 10-
12). La “virtud moraV ha de estar al servicio de la íñteJ//gantie y de
su “excelencia” en el campo práctico, la phró~ies~ ya que ésta, “la
ciencia suprema”> se sirve de la virtud moral, pues quien manda en el
alma humana os lo racional y somete a lo irracional: esto significa el
final de la frase. La inversión de los papeles —la subversión de lo
irracional (el vicio moral)— se produce en el licencioso” o c~cpcvnj&,
una vez más, tal y como describe la frase siguiente a la citada que
contiene nuestra segunda cite.
Si hay un texto que tendremos que recordar al estudiar el noús
‘divino’, es el que comienza aquí, aunque alcance su punto culminante
en ¡248a, que veremos después:
...o~I% eutis~i~ ‘róv Saípov’ ~xan*epv1519v ¿yoZóv. ¿XX’ ~ronov8e~v fj&LUOV« 4AXEW 10V ¶01011701>, «XX<I I1T¡ TOP ~&rlGTOVKUX TOP 4QOIfl4IWTELTOV. eL8 VyKT) fl 4>ii<n 11 PO<~) 11 ¿lTtTpOlflq nVL K~¶O98O1JV, ra Se Suo ¡n~ eax,
~V ¿fi’ Ot fU¶bxa~.” [FE1247a30]. 2
Sin necesidad de recordar que la imagen del “buen piloto” es
indudablemente platónica, la hallabamos en el /3—oIr 550 en éstos
como “excelenciadel entendimientoladefine 1. Dúringensu c.c. ,n. 118, pág. 698.2 1km.: «[Así, un barco mal construido navega, a menudo, mejor no por sí mismo, sinoporque tiene un buen piloto (~xet n~epnyn~v «yaeóv),l y de lo misma manero clafortunado tiene al genio como piloto. Pero sería extra?io que un dios o un genio ant a talpersona, y no a la mejor y más prudente. Si, pues, el éxito se debe necesariamente alanaturaleza, al intelecto o a una cierta protección, u se descartan estas dos últimas causas,es mr naturaleza por lo que uno es afortunado.».
III. 3. Acepciones de noús »umono 7/2 503
términos: «Pues sólo él [el filósofo! vive con mirada constante hacia la
naturaleza y hacia lo divino. Como un buen capitán de navío, amarra su
vida a lo que es eterno y persistente, deja caer ahí el anda y vive
como su propio señor.».1 Texto que no se refiere, en absoluto, al
mismo tipo humano de nuestro pasaje: éste> por contra, igual que los
que vimos de MM habla de los seres afortunados que no se rigen por su
/flteI/4476n1i4 sino por una inspiración divina —de algun género—; la
utilización de la misma imagen para fines diferentes, éste es el caso.
La intervención desde fuera de un daimon explicaría el acierto en
su conducta de los que no son 4i~ovtj.uóícvrov o “los más prudentes” sino
“afortunados por inspiración daimónical Pero nuestro texto rechaza —
al menos de momento— dicha hipótesis así como que sea la
¡nte//;genh¡a la fuente de dicha conducta acertada, por lo que le otorga
a la propia naturaleza la causalidad en cuestión; pero, si se da cuenta
el lector, esto es atribuir a lo Divino en el Cosmos esa causa> pues
sólo la divinidad puede otorgar a la naturaleza de un individuo concreto
esa especial capacidad para conducirse con acierto—sin los recursos
de la inte/I¡#ntio ni el estado virtuoso, obrónesis correspondiente—.
Nos hallamos en el mismo punto o casi: no sería una fuerza daimónica”
sino directamente del Orden Cósmico, ese es el matiz.
—Y éste es el largo y denso pasaje que cierra el trío:u ~
9 01)1039 ye IUWIOW KUt yd0 rol) wfpa mt pouXe6auofia oil y
6osil ¿pouxetknro pouXem~fpevo~, mt taUr’ ¿pouXeá~ro, dXA’ fray ½n~, oiló’¿vói~x o4z& np&epov cfj> oijou~, mt roiVio 49 &nelpov. oijr ~ 101)
~ ¿ndTUfl9 &u«vra ~inat Li; íd 5~ 4~ro~ievov ¡0w’ ¿cd, rk ~ i~& rwíi~os dox~¿y rj ~v~4 SfjXov Sil d~,uep fr tqoX~pOeo<~, [mt! .~¿v 4~dva KWfiyQ nús
Trad. castellana de la obra de Dúri ng, pág. 647.
—J
1 ¡ 1. 3. Acepciones de noás »urnano ?Z¿ 504
Irnvu o ei> rpu’ Ociar Xoyou 8’ «px~ ou Xoyo;, aXXa itKpCtTTOv’ Tt 05V <1V
KpaTTOv Km eIT1Z¶TpT>~ Etfl Kftl, VOU ITXTV 0f69; i~ y4 «pelrn tau vol) 5oyavoir Km
3d rol)ro, ~ ot ndXat ~erv, euruxet~ iaxXol)vra di &v ¿ppijox,ui, mroo6auaw~toyot~v¡e~ mt pouXe6e<tt oil oug~’. ~ilr&w.~ouotydp dox’~v TOt«bTflV ti~petrraw¡ol) vol) mt ¡1k ~OUXE6&ÚS(<it 8~ ¡dv Xóyor toiho 8’ o& knxn) mt¿veoumaq¡óv, roSto 6’ oil S6vavrat’t[FF 1248a 21; 1246a29(2),a321.1
Inevitablemente habrá que ver cada cita por orden, para mayor
claridad expositiva.
1246a 21, nos sumerge de nuevo en las consideraciones del
proceso de la razón práctica humana, pero proporciona muchos detalles
nuevos respecto a todos los anteriores acercamientos al argumento.
Desde luego, sigue con el tema de la suerte de quien tiene una conducta
afortunada, como el texto anterior y las citas de /1/Y , pero lo que nos
atrae es la escisión del proceso mental (previo a la actuación) en dos
campos> “volunta& e iñ/e//47e7//a —como ya ocurriera, ciertamente, en
MM — y la explicación del funcionamiento de esos dos aspectos.
BO1JXEÓO«OOciL, tiene como tarea “la ponderación de los medios a
emplear para lograr el fin” y voíjoca por su parte es “la percepción
1 /km.: «{Sin embargo, uno podría pre9untarse si la suerte es cause de desear lo que sedebe ucuandosedebe;}o,enestecaso,¿noserácausedetodo,ínclusodel pensar ydeldeliberar2 Pues no se delibero después de haber deliberado, estando precedida estadeliberación por otra, ni se piensa después de haber pensado con anterioridad a este pensar,g así hasta el infinito, sino que hay un principio Por consiguiente, el entendimiento no esel principio del pensar, ni la deliberación del deliberar. Entonces, ¿que otra cosa reste sinola suerte? Así, todo procederá de la suerte. II Pero ¿no haq un principio, fuera del cual nohay otro, y , puesto que él es de tal naturaleza, capaz de producir tal efecto?] Pero esto eslo que estamos investigando: ¿cuál es el principio del movimiento en el alma? La respuestaes evidente: como en el universo también aquí Dios lo mueve todo, ya que, de alguna manera,lodivinoen nosotros mueve todas las cosas. El principio de le rezón no es le rezón sino sigosuperior. ¿Qué podría haber de superior ala ciencia y al entendimiento salvo Dios? No lavirtud, ya que ésta es un instrumento del entendimiento. Por esto, como he dicho antes, sellaman afortunados los que, a pesar de ser irracionales, tienen éxito siguiendo su impulso.Ya éstos no les hace falta deliberar, pues poseen un principio su~rior al entendimiento gola deliberación (los otros tienen le razón, pero no este principio), es decir el entusiasmo,pero no pueden deliberar. [ Pues, aunque irracionales, consiguen incluso la rápidaadivinación propia de las persones prudentes u sabias; solo se les ha de negar leadivinación que procede de la razón, pero unos se sirven de la experiencia, otros de lacostumbre de la observación, y éstos emplean lo divino; ya quela divinidad ve bien elfuturo y el presente y aquellas cosas de las que le razón se ha separado.!.».
¡ II. 3. Acepciones de noós /nimano 7/2 505
intuitiva del fin”, 1 nada nos debe extrañar la mezcolanza que esto
indica entre lo que denominamos hoy “voluntad” e inteligencia
práctica”, la delimitación del campo de nuestra noción filosófica de
“voluntad” nunca fue lograda por Aristóteles, ni siquiera en su De
Anime 3 Pero importa en este punto explicar esa definición tan
interesante de la acción de la inIel/igení14 el vof¡aat, como
percepción intuitiva del fin”; que ~ tiene estrecha relación con
factores intuitivos es algo archisabido, que los tenga con los
perceptivos” ha tratado de mostrerse en la Primera Parte, que en su
conexión con lo práctico suponga ambas cosas es hora de comenzar a
verlo. En primer lugar, ha de recordarse una nota a su traducción de la
EF de J. Pellí Bonet :«Ouede, pues, claro que, para Aristóteles, la
prudencia no es una ciencia en el sentido platónico del término, o sea
un arte, sino una percepción intelectual que está estrechamente unida
a las virtudes éticas».3 En otras palabras> nhrónesis es “percepción
intelectual” y nada tiene de llamativo que las acciones de la
Lotel//genlle que la harán posible (en combinación con las virtudes
morales y la boúlesis> sean “intuiciones perceptivas” y no mero
‘raciocinio’ como si se le atribuyera a nuestra cita de noús un verbo
como dianoésthai en lugar de noein. Tenemos, por tanto, un dato
primigenio sobre esta marca sémica que caracterizará los usos
marcados del noús préctico’: intuición inteligible sí, pero
perceptiva; y no seré este detalle baladí como habré de notarse en la
32 acepción. Dejamos para entonces una profundización sobre la
Cf. 1. During, oc, pág >702, n. 132.2 En palabras del mismo autor,During: « En Aristóteles nc hay ninguna exposicióncoherente de la psicología de la voluntad; no tiene absolutamente ningún término para lavoluntad, como se entiende este concepto en la psicologia actual.» Yen una nota explicativa adicha frase, igualmente en la pág. 902 de su Aristóteles; nos aclara que ni boúlesis, niórexis cumplen la función, mientras rd dp&nróv, incluye todas las funciones de lavoluntad, y por ende es demasiado amplio.
lii. 3. Acepciones da noús »umano 7/2 506
cuestión.
Volviendo al análisis pormenorizado, vemos que el control que
debe ejercerse sobre estos dos aspectos, la mezcla de voluntad e
rnt6//19trn114 es decir, de lo “irracional—racionar (contenido en la
boúlesis> y lo “racional—propositivo”, es el extremo que preocupa
puntualmente al estagirita; ya que el factor que resulte ser “principio”
—rector, en este caso— será también la causa de todo “movimiento” del
almo, pues estas cuestiones conductuales—prácticas se refieren
siempre a lo que altera y pone en movimiento al hombre. Al final de
esta primera parte del largo texto, se viene a establecer que dicho
principio rector de la conducta no lo suponen ni boúlesis ni
Iñte//I~ent¡o sino algo distinto, que —de momento— va a denominar
al modo popular como “suerte”; aunque más adelante demuestra que
ésta a su vez tiene una causa mucho más elevada. Porque lo que
pretende Aristóteles es demostrar que aludir a la “suerte o buena
fortuna” es no contestar la pregunta: ha de haber una verdadera causa
tras el aparente azar que beneficia a determinados hombres y ha de ser
una verdadera causa: uno de los principios que rigen el Cosmos. De dar
este paso se ocupa la continuación del texto.
Las segunda y tercera citas, 1248a 29 para ambas, insisten en la
sumisión de las aptitudes de la mens~ tanto ,ñle//;g¿rntie como
epistéme> a un principio superior; precisamente porque la virtud
moral, a su vez, ha de estar sometida a lo racional, aquí significado
como inlal/igentia en une frase que es semejante a la que indica la
sumisión de la virtud moral e la phrónesis en el EE1246b 11 tal como
vieramos.1
1 Y que nos precisa During en estos términos: «1 24ta 29 fi viiq dpeiij rol) vol)~,ycwov,cf. 1 246b 1 1 (fi #óvnaw) xpfúat ydp «úr~. fl yao ¡ou pxovto~ dpeí~
, ..‘r~ ‘rol) «p~opevou xpfirai, la comprensión moral domina sobre la virtud ético y hace usode ella.»; ¡bi#m, pág. 702, n. 133.
III. 3. Acepciones de noús humano 7/) 507
Finalmente, en 1248a 32 se insiste en lo irracionaV , no por
infrahumano sino por sobrehumano, del principio que explica el acierto
del hombre afortunado: no es la “razón (expresada como ?sÓ~OP ~EtP)
ni ninguna de las concreciones de la mons —aquí en sus aspectos
prácticos— {/rn’e//,4en1/a o boúlesis (en su faceta racional, que la
tiene)), lo que determina su conducta sino una “inspiración” (divina).
Pero no es en este lugar, ni siquiera en este capítulo donde cabe
analizar detalles relacionados de alguno manera con el tipo ‘divino> de
la palabra, se haré en su momento.
.—Concluyen el epígrafe dos textos emparentados de la AZ’et:
“ KO OV0U~ v~n a~rq inro5ou~, nI it nept fKlIoTOV voug
ITOSI&¡Dw GT4L 101110 fGflv ~ámq,¿y«86v,...”[A’ket 1362a24(3S) ya2511
“Tud o5v ¿ya8~v X~yopev ‘ 4 ~ ‘ ‘
70 ‘re LUDIO VJ¶OU ev6a KmLL [LY~GXXOiJ LUperov,
KUO~ IUW¶ E4e14L1, iaú o voiii’ &‘ 4p¿vl~ow >~a$6vn &tto, Kd íd‘ ‘ , ,,
KW. 10 4$IX«rTIJ«>V, 11 eIIei,TWI la ¶OEIJTdI, 10 8’ O~ tVeKIL ¶0 ThXi39 01w,...[A’kt. 1363b 14]?
Tienen más importancia por incluir una cita del tipo <divino’ que
por las que vemos ahora; en realidad después de todo lo explicado
sobre la interrelación entre noús—ohrónesis poco queda que aclarar
ahora, quizá sólo dos puntos:
1 En versión de A. Triar : « [Seabien loquees ello mismo elegible por sí u aquello porcauso d. lo cual elegimos otra cosa, u lo que todo ser desee, o todo ser que tiene sentido urazón <neOs) o al alcanzare razón(j~9~), 1 ij cuanto la razón concedería a cada cual ,
cuanto daría la inteligencia individual a cada uno; esto es para cada uno el bien...» (cf.Bibliogr.). La cita que nos interes aquí es la tercera en la misma línea, de ahílaaclaración. Memos visto en su momento las otras dos; para el texto griego completo delpasaje, véase el Apéndice de Citas completas del Corpus2 1km: « Puesto que decimos bueno lo que es deseable en sí y por causa de sí mismo u node otra cosa, y aquello que todo ser desea , lo que todo el que tiene inteligencia y discreciónelegiría, y lo que hace y conserva el bien, o aquello a que el bien sigue; aquello por causo delo cual es algo, es el fin;...».
III. 3. Acepciones de noús humano 7/) 505
1. La distinción entre el tipo <divino’ y nuestra inmediatamente
posterior cita de ;ñle//4ianlia( 1362a 25) se basa en que nuestro uso
de nous se advierte que tiene el rasgo léxico de “propio de cada uno,
individuar; es la primera pista de que nos hallamos en una descripción
de la inteI/4ientia cuua “excelencia o virtud” es la nhrónesis, puesto
que -si se recuerda—, con posterioridad al Proir , el noús ligado al
alma racional —tipo ‘humano’- tiene como virtud la pflrónesis mientras
el <divino’ es relativo a la soohía. ~
2. En la segunda cita que nos ocupa, 1363b 14, se nos explica con
sorprendente economía de términos la relación irn’eI/4ienhia-
phrónesis mientras la ».de/I¡4enhio con su “actividad” “produce” (‘r¿’
notTfTu<¿v) su “excelencia”, la Dhrónesis “conserva” o “guarda” lo
conseguido (‘r¿ •u?~ctíu«5v) porque mientras las “actividades” de la
¡n/e//4ienl¡a se suceden hasta lograr alcanzar su objetivo, lograr el
“estado permanente” que es la ohrónesis ésta ha de “conservar los
logros”, su estado de perfección” que desemboca en la felicidad.
1 Según Gauthíer—~~Iíf, oc., pág. 87. Que no distingue ambos tipos, naturalmente.
111.3. A cegc/ones de noús »amono ‘69 509
2. TIPO ‘HUMANO’: SE6UNDA ACEPC ION.
e.~e na sugerido anteriormente que esta acepción y la siguiente
(32), no aparecen más que en el tercer grupo de obras; es decir, en una
estructuracion del léxico sobre estas materias que es la que se
considera propiamente aristotélica. No debe extrañar al lector que la
segunda y tercera acepción ni siquiera aparezcan en el primer grupo,
porque sus significaciones no hallan lugar alguno en los juegos léxicos
que estableciera la estructura de lo anímico del primer grupo de
textos aristotélicos. De igual modo, los usos marcados de la 12
acepción desaparecen de las obras del segundo y tercer grupos, porque,
fuera de la simplificada explicación del alma proveniente de
Jenócrates y la Academia, que adoptó el de Estagira en dichas obras
del primer grupo, no se presentan las condiciones léxicas para que
subsistan dichos usos de la 12 acepción.
CAi~ÁCmRmzAcnat
También en esta acepción existen usos de baja, media y alta
intensidad, así como usos neutros <donde hallamos las distinciones
anteriores) y marcados de la palabra. Clasifiquemos las citas
siguiendo dichas directrices:
111.3. Acepciones de noús humano 172 510
lUSOS NEUTROS:
a. De Baja intensidad: simples distinciones entre ‘animales>!‘k.,,nonnrinnrn, In r%r4 ‘~‘~ ‘~“‘-‘tn 1 ‘<~d ~~ racional> además de ‘aIIUtIIUIIU3 ¡JUI quc COLUD IJUOC IU ‘Utul LUU
‘sensación>
b. De intensidad media: exponen la relación <sensación’! ‘razón’,
con sus conexiones y la dependencia de la segunda respecto de la
primera.
c. De alta intensidad: Explican las características genéricas de la
facultad racional.
2. USOS MARCADOS:
Análisis detallado del <raciocinio’, o capacidad específica de
razonamiento discursivo humano.
Tales rasgos neutros ga los notaban algunos de los estudiosos que
se han consultado, el primer ejemplo de ello es J. floreau que nos
ofrece una completa aclaración de esta acepción 2~, en sus usos no
marcados:
« EL INTELECTO SUS FUNCIONES.
El intelecto ocupa la cúspide de la jerarquía de las funciones del alma; presupone lasfunciones inferiores> que pueden por el contrario hallarse sin él, entre los seres vivientes,caracteriza al hombre, como la sensación caracteriza al animal y lo distingue de la planta.
Se define como la parte del alma por medio de la cual conoce ella y comprende (~ yw4n~nTe fl *ux~ r«i 4poveO,o mejor, gracias a la cual posee ella el conocimiento (teórico) ula prudencia (práctica). (Nota: 4290 10—11 .} Pero entre las funciones mismas deconocimiento se pueden distinguir grados o distintos niveles de ejercicio de It facultad
intelectiva.
111.3. Acepciones de noús humana •‘Ú•¿ 511
/7 eateno~míeato aYxurshr. En un primer, plano> el intelecto es la facultad por la
cual el alma reflexiona t.í estima (4~ &uwoet’ra iat ~roxtqíp6vet)o, más exactamente, por
la cual pienso discursivamente y adopta opiniones. { Nota: 429a 23}. »i~
De forma más sucinta declaran algo parecido Guthrie y Alían?
Dejando a un lado algunos detalles que no concuerdan con nuestras
exposiciones de las estructuraciones del léxico aristotélico sobre
estos objetos, viene a señalarnos que —en su USO neutro— nuestra
acepción equivale a “facultad razonante” o ‘facultad intelectiva’ en
general : es decir, aquellos aspectos del proceso cognoscente que
escapan a la <facultad sensitiva’ en su uso amplio o genérico también:
la oposición platonizante tajante y simplista entre ‘sensación! razón’
quedaría convertida en una complicada oposicion gradual y progresiva
que señala el despliegue mismo del conocer humano:
‘sensación’ (—1 //{<sensación’ (sensaciones propias) —-
<sensaciones por accidente) -- ‘percepción’ (sensus commums )-—
‘memoria’—— <imaginación’.
Y dentro del ‘pensar’ nuestros dos usos del vocablo actuales:
neutralizado o ‘facultad pensante’ (noús <-O) y marcado o ‘raciocinio’
(noús (+)):
1 j Moreau,Ar¡stÑe/ssysvexw’k, pág. 167. <Cf. Bibliogr.).2 Guthrie, Ansio//e, ÑfltrcÚvtiter,dedica una observación preliminar a su exposiciónsobre el “Pensemiento” en Aristóteles a exponer los diversos USOS de ‘Neus’; allí indica,entre otros, del que nos ocupa: « (‘Naus’, a veces, incluye todos las operaciones de la razón}...or inavider sonso [nocomo intuición, de quien acaba de hablar! to includealí theoperation~ of rtason.». Y cita el misrru pasaje que ttreau, &‘Aa. 429a 23, wrmejemplo.Por su parte Alían en su Arista//e dedica algunas frases a nuestra acepción, sin llamarlaasí naturalmente: « Secondly, the word is used more widely for the ‘vhole range of po’u’ers,both ceqnitive and active, ‘~‘hereby monis disti nguished frúm other animala-‘understandi ng’ or ‘intellect’ os centrasted vith sense-perception.», pág. 69. Y en la pag.78, especifica, hablando del Libro III del ¿~‘An. :«...Aristoteaddresses h¡mself tothe taskofdescribinq The operation of A*nss, ‘,‘hich, es has been seen, means in ono tenseumlerstandíng or thinking, andina iurro’,’er and superior sense, intuition.». (VéBibliogr.>.
¡11.3. Acepciones de noús huifiono 69 512
‘facultad pensante’ (noús (4)11 1 <iíí4Xxylns /1—- dóxa (inc luye la
pistís) 1—— pflrónesls /noús (+) (o diánola (~O,es decir. ‘raciocinio’) ——
epistémel.
Proceso que corona la ‘inteligencia’ o noús intuitivo—teórico;
pues el noús ‘práctico’ <marcado o no) esté inmerso en la phrónesis
,
como factor imprescindible.
Naturalmente, hay que advertir que todo ello se expone
exclusivamente en las obras del tercer período, del De Arz y las Parvo
Ña/uro//a preferentemente.
El usa marcado es más fácil de encuadrar el “pensamiento
discursivo” o “razonamiento” o ‘raciocinio’ como capacidad de formar
juicios afirmativos o negativos sobre los hechos> que pueden ser
verdaderos o falsos. Por tanto, un pensamiento no abstracto, que
versa sobre la información obtenida de la ‘sensación’ (—), y sobre la
que puede muy bien tenerse una “opinión (dóxa) previa a la formación
del “juicl& propiamente tal. Estos juicios son, en cadena, los que
constituuen los siloaismos o orocesos deductivos del razonar (diánoia.1 .0
(+)) que conforman los conocimientos científicos (epístéme).
En el juego de sinonimias hallamos, en el De Arz, varios
sinónimos aunque el más cerceno sea el nuevo término derivado de
naOs que ya nombramos al hablar de sus innovaciones léxicas: io
vor)1”u<¿v, (voqnKóg, noetikós) . Como ya es habitual el propio logos y
alguno de sus derivados también son empleados como equivalentes
sémicos (ligismós, y ‘re ~OytGTtKOV,como ejemplos claros); pero
domina la propia familia léxica de noús. diánola, dianoésthai
,
513111.3. Acepciones de noús humano 1/>
dianoetikós, o incluso noein y nóesis en alguna ocasión; aunque la
preferencia por el grupo de vocablos derivadas de diánota es muy
marcad o.
LUcALIlACIUN:
Situaciónde la acepción en el Libro III del De Ánima.
Dado que esta acepción se ubica en obres del tercer grupo
únicamente, y especialmente en dicho Libro III del De Arz .. parece
inevitable explicar globalmente los sinónimos y juegos léxicos del
conjunto del libro citado que han permitido deducir que estabamós
ante un noús de esta acepción> además se mencionarán de pesada los
otras usos de nuestro término presentes en el citado Libro> sean de
diversas acepciones o de distinto tipo.
—En esquema, éste es el contexto donde hallamos en el Libro III
las textos que analizaremos después en detalle:
(Libro 1. Teorías precedentes sobre el alma. Aporías consecuentes
que es precisa resolver.
Libro II. La facultad sensitiva en los animales <incluido el
hombre): estudio de los cinco sentidos.>
111.3. Acepciones danoús »t/D7OflO ¡¡9 514
LIBRO III:
Cap. 1. Explicación de las funciones de la ~.oO~ot~K~vfl.
El sensorium commune no es un sexto sentido”, es la capacidad
perceptivd —o lo más parecido a lo que hoy entendemos por tal en
Aristóteles—. Es una tercera modalidad de la sensibilidad> la más
elaborada; según esta clasificación habré: 1) sensibles propios”, 2)
sensibles por accidente” y 3) “sensibles comunes” , como objetos de la
<facultad sensitiva>. En resumen> la primera función del también
llamado sensuscommunis será “percibir los sensibles comunes” a los
cinca sentidos.
Cap 1k Las otras das funciones del sensoriumcamrn¿78:
“Juzgar” (krínein) los sensibles (de cada uno de los cinco
sentidos) y ~unificar” las sensaciones de los distintos sentidos,
respecto e esta última función, nos explica como se acerca ye mús a lo
‘racional’, alejándose de lo que sería ‘sensación’ sensu siricto: «Es,
pues, necesario que sea una facultad única (=Ko~vh caoerjctgl. la que
enuncie que son diferentes, ya que diferentes [zcomotales sensaciones
y por su órgano sensible] son lo dulce y lo blanca. Lo enuncio, pues, la
misma facultad y, puesto que lo “enuncia” (légein) es que también
Intel ige (noein) y percibe (al sthánesthai).».
’
Uue la tercera de las funciones del sensorñim commune lo
convierte en un puent& entre ‘sensación> y ‘razón’ está bastante claro
en esta trase fina1. Luego, esta función es indispensable paraproporcionar un primer juíci& cognoscitivo: el Juicio perceptiv&,
1 >krrc~t/A/mq, Trad de r Calvo Martinez para la ed. Gredos, págs. 220-221.
111.3. Acgocionas de acús »amono7,9 515
que, al estar al servicio de la “enunciación”, lo ha de estar al del
razonar” más genérico o noein (4. De ahí que a(sthesis y nóesis (-1 se
unifiquen por la común facultad a la que pertenecen: la judicativa”; y
al servicio de ambas está símultánemanete nuestra KOU4) caoOrIats
[427a2 y ss.].
Cap. III. Otro puente cognosicitivo’ : la imaginación.
Aristóteles, enfrentándose a opiniones anteriores, establece aquí
que “sentir” (aisthánesthai) y pensar (pp~g~tn noein) no son lo
mismo: el sentir es capacidad general de los animales, en cambio
phrone?n se da en unas pacos animales y en el nombre (animales
“sensatos” o dotados de phrónesis, en su uso más vulgar); en cuanto al
noein (—) aún es menos parecido al “sentir”, por su exclusivo carácter
‘humano’ y cuyos frutos esenciales son los de la Únó?%n4as~ Gdóxa+
apistéme + obronesis). Empero, ‘TO VOEU> (—) incluiría, asimismo, un
puente’ cognoscitivo más elevado que el sensorium commune , es
decir, la phantasía, que se unirá a las especies de la linóXrI4t& antes
mentadas, para formar el conjunto de aptitudes de este noe?n genérico.
El resto del capítulo es un pormenorizado análisis de qué seré la
phantasía a la que discrimina respecto de la aísthesis>.&pistéme, naOs
y dóxa
.
Cari. IV. El ~pensarcomo facultad genérica de razonar.
Caracteriza el autor esta facultad de tipo genérico como la que
despliega las acciones que designan los verbos ganóskein,..phronein,
noein . A continuación se nos hace ver cómo los dos pilares del
111.3. Acepciones de noñs »amono 516
proceso gnoseológico (‘sensación-razón’) se asemejan en su inicial
aspecto “receptivo”.
Además nos aclara que la facultad genérica de pensar se designa
gramaticalmente en cuatro clases : noús (—Y es esa ‘capacidad> de
recibir los objetos del pensar ——noe?n <—> la ‘acción o el actuar’ de tal
capacidad -— nóesis (—> la ‘actividad’ desplegada y ———noetós(-) los
‘objetos’ que, como se nos confirmará más adelante son el fruto de la
phentasía, (=1& 4av’ráaixctra>.
Así se nos expone como este uso neutro de nuestro vocablo es el
que dianoésthai u IJTIOX«p43cLVEU> (¿juzgar, suponer”); cualidades
interesantes: unen “pensar discursivo” 6 dianoésthai) u “capacidades
judicativas varias” (15I10?.«FMBáVELV) que podrían incluir no sólo las tres
más obvias (las de la {¡nóAn4a&) sino las ‘puentes’ entre la
sensibilidad” sensa s/ric/o y la “razón”.
Sin embargo, tras este comienzo referente e la ‘capacidad
genérica de razonar~ entra en un uso más específico del término: al
enfocar la cuestión de la ‘facultad intelectiva o inteligencia’ en
concreto desde la línea 29 de la página 429a. Respecto a ésta última
se plantea si es única o han de distinguirse en ella dos aspectos o
niveles; la respuesta a estos problemas se halla en el capítulo y.
Cap Nf Se intenta distinguir dentro de la suprema modalidad del
“razonar” humano o <facultad intelectiva—intuitiva’ dos niveles: el
receptivo” y el “constructivo: o sea, en términos tradicionales el
“paciente” y el “agente”. Al igual que esa segunda parte del capítulo
1 Inexplicablemente, ya que posee en esta obra un término específico para designar la‘facultad razonante’ en general: r~ vo~’rvcóv; palabra de nuevo tulio que le exigía suconcepción dinémíca del alma, la doctrina de las facultades ant micas.
111.3. Acepciones da noús »umano 1,9 517
anterior también dedicada a estos temas, no nos interesa aquí, lo
retomaremos al ver la acepción 42.
Cap VI. Distingue algunas modalidades del “pensar humano.
Lo hace precisando dos aspectos del vocablo que nos ocupa: como
‘facultad discursiva’ a ‘raciocinio> (22 +) y como ‘facultad intuitiva” o
“inteligencia” (42). En realidad> está explanando como funciona ésta
última que es quien capta tanto los “indivisibles” (d&aípE’ra) como los
compuestos” u “objetos materiales” por su origen -eso sí de distinta
forma, y siempre por su yirtud INTUITIVA. Pero, al peso, ha de
comenzar distinguiendo esta disposición o aptitud (zhéxis) de otra: la
del “razonamiento progresivo o discursivo” que acomete el <raciocinio’
al ocuparse de los “divisibles o compuestos” en forma de sucesión de
razonamientos. El ‘raciocinio’ vuelve a ser el argumento central al
termInar el capítulo por cierto.
Cap. VII Expone el carácter procesuel! actual del pensamiento
humano.
Es decir, distingue, por una parte, las ‘aptitudes noéticas
discursivas’ o en processus 6 sin designar acabamiento alguno del
movimiento anímico en cuestión) de, por la otra, las ‘disposiciones
noéticas intuitivas’ o “actos” (enérg~j~) capaces de “inmediatez” y
‘certeza.
Lo consigue analizando los distintos “objetos” y formas de
enfocarlos que tienen las aptitudes racionales, sean teóricas o
111.3. Acepciones da noús »umano ‘69 515
prácticas, centrándose en éstas últimas. En dicho esfuerzo nos habla
del funcionamiento detallado de la &avori’rucii *ux~i. o sea la razón
práctica” <= al naOs 32 —), y nos aporta cuál es su objeto: los productos
de la uhantasía.. porque sin el aporte de dicha capacidad anímica no
puede “discurrir” el alma racional sobre el objeto del “deseo”.
Por todo lo cual, se plantea en la segunda parte del capítulo la
cuestión de la percepción intuitiva’ abocada a la vida práctica: como
se produce la ‘intuición sensible’ ligada a la ‘razón práctica’; pero
estas cuestiones nos preocuparán en la siguiente acepcion.
Cap. Viii. Recapitulación: el pensamiento, el discursivo.
Todo el capítulo establece la escisión léxica entre el género
(¿‘facultad pensante en general>, 2~ —) y la especie del mismo,
‘raciocinio’ (22 4 El uno es una facultad anímica muy genérica, la
otra una aptitud concreta de esa pura dúnamis o potencialidad que es
la <facultad racional’ en su conjunto: con algún grado de actualización
del potencial del primero, pero como processusanímico el fin y el
cabo.
Cap. IX. Separación entre ‘facultad critica’/ ‘facultad deseante’.
Expone con detalle la falta de incidencia en la conducta humana de
las capacidades de la ‘facultad judicativa’ en general (‘sensación y
razón’); el conocimiento teórico (‘raciocinio’=nw2t Y•) y
razonamiento” {=diánoia (—)} no “mueven - el alma en sentido alguno: el
principio del “movimiento local” ha de estar en otra parte en el hombre
y ha de ser común con el reino animal, al menos con los animales que
posean la “locomoción”. Resuelve el dilema —la facultad discursiva ha
de aportar ‘racionalidad’ a la conducta humana> pero lo que conmueve
111.3. Acepciones de noús »amonoti) sí~
el alma ha de ser común al alma animal que se mueve a sí misma: ha
de ser ‘irracional’— en el capítulo siguiente.
Cap. N. La <facultad deseante’ motor de le conducta.
Mas, en el hombre ‘racional’ está teñida de ‘razón práctica’ (=vofis
rrpcrrrucó~ o &dvotct npcncruoj) que dirige” y “mediatiza” sus actos, no
dejando al hombre “sensato” conducirse como el bruto o el
“intemperante” guiado tan sólo por sus irracionales “apetitos”
(~pjjthumía). En esa conducta racional práctica la intervención
conjunta de noús~diánoia~boúlesis posibilita la “elección razonada~ o
oroaíresis
.
Cap XI. El lugar de la ‘facultad deseante’ entre el resto.
Sitúa la POUM1TLKIi —‘facultad deseante discursiva o racional’—
respecto a otras facultades anímicas : acaba recordando la escisión—
relación entre í6 >~oyto’rw¿v (que incluiría la boúlesis+diánoia+noús
)
y ‘ro ¿nto’t¶wvwóv <integrando en ella las capacidades teóricas del
alma racional).1 En realidad, sería volver casi al principio de la
exposición de 10 que es el pensar” : por un lado, phronein —para las
aspectos más prácticos— y, por otro, gignóskein —para los ligados al
Juicio teóricot [429alOyl11. Aunque allí se trataba de integrarlos en
un nosin neutralizado y común.2
Cap. XII. La sensación, base que sustenta toda facultad superior.
El animal ha de tener los niveles anímicos inferiores
Se ofrecerá en ¡a exposición de la 42 acepción un cuadro completo de las funciones que1 ncl uyen ambos aspectos ‘teórico/práctico’ del alma racional.2 Estos tres últimos capítulos <IX, X, XI) y algún pasaje más se explorarán con todo detalleen el encuadre ola exposición textual de la tercera acepción o no6s ‘práctico’.
111.3 Acepciones de noús »umono 7,9 520
consolidados para que emerjan los superiores: es el caso de las
capacidades judicativas racionales con respecto a la sensación> de ahí
que sea imposible tenerlas sin poseer la ~sensibilidad~.
Cag¡ XIII. El cuerpo animal es un compuesto de elementos.
Y el sentido básico será el más ‘físico’ o sea el tacto, porque
este sentido es afectado por el “contacto” más obvio. Con esta
ref1ex~on nos recuerde el de Estagira que 16 explicación ‘fi 5101 Ó§1ca —~
ligada a su P/zysica considerablemente— ha ocupado todo el Libro II del
DeAnb~rn.
ESQUEMA DE LAS FACULTADES ANIMICAS (WtC. GUTIIRIE):
El mismo permite resumir algunas de las observaciones sobre
interdependencia de las facultades del alma en esta obra, pertenece a
su exposición de la filosofía aristotélica dentro de su A Ht=toryof
SreeÁ’E’hilosophy sexto y último volumen:1
1 Ari.t4dit~4nttrounter , pág. 269. (Vé. Biblioqr.).
521111.3. Acepciones de noús ‘/11/mano 1,9
PLANTAS Y 1 ANIMALESANIMALES ¡
J SENSITIVA u RACIONAL1 u1 • (Razonamiento
NUTRICIA ¡ (Los cinco u¡ sentidos) • Práctico +
1 e<Nutrición + 1 u Teorético)Reproducción> e
1 u1 • (IntuiciónJ u Intelectual 1 o¡ u¡ — (naus1 u propiamente dicho)
¡1 u1 APETITIVA1 u
¿utOupía u poúAqotg1 u¡ Ouj&dg u (Voluntad racional)1 u¡(Apetito + deseo) u¡ IMAGINATIVA1 u
1 u¡ «¿GOqTLK4 • pouAEIrruc41 u
u
Su máximo interés reside en que precisa que entre las facultades
anímicas del hombre no hay ‘compartimentos estancos’, incluso la
umca salvedad que habría de hacerse al cuadro es que esa división
tajante que establece entre función—facultad nutricia y las restantes
tampoco sería procedente: sin “deseo—apetito” en los animales y el
111.3. Acepciones de noós »umnno “69 522
hombre no se producen dichas funciones “nutritiva y reproductora”;
pera como en el cuadro se pretenden con esa escisión diferenciar
animales y plantas, puede mantenerse tal como está.
En la confianza de que con dicho esquema el amable lector pueda
situar los datos anteriores del resumen del Libro III, puede iniciarse el
apartada más compleja y prolijo de todos: el siempre difícil análisis
pormenorizado de las citas, que en el De Animo ofrece mayores
oscuridades, si cabe, que en otras obras aristotélicas.
ANÁLISIS fl AL:
Tal y como se ha advertido, se ha escindido la acepción —breve en
citas comparado con la 12 acepción— en dos subgrupos: usos
neutralizados y usos marcados. El primero, mayoritario —pero
subdividido según la intensidad léxica del término— nos correlaciana
<aísthesis(—> /noús’(-’) ; mientras el segundo, minoritario> expone la
función específica del “pensar” : “discurrir” o sea el ‘raciocinio’ con
algunas marcas sémicas que lo distinguen de otras aptitudes de la
“facultad pensante” humana.
111.3. Acepciones de noús »amono1,9 523
2.1. USOS NEUTRALIZADOS.
71.1. USOS NIEUTROSJ BAJA INTENSIDAD.
Está tan poco marcado el término en ellos que se aproxima a los
usos neutros de la J2 acepción; la única distancia la establece aquí el
que se trate de la <facultad pensante’ y no “parte” alguna del alma;
aún más, se utiliza para diferenciar al hombre (que “razona u opina o
discurre”) de los animales superiores dotadas de la “sensación” en un
sentido tan amplio que incluye memoria e imaginación (desconectados
de la ‘razón’); y al entrar en la oposición platónica —por su origen, no
por la función que cumple en este grupo de obras aristotélicas—
‘sensación/ razón’ merece figurar en el presente subapartado, en
formo de las citas que siguen:
.—“rlxeov«x& S~ Xeyopévou ‘rol) 4flv, r&v b’ ti. TOUTOWEflJii ~ 1101>0V, 41jv‘ ,. < ‘ , u t
WJTO 4cpev, otoi’ vofiq, unarnlow, ru’~og KUt ~YT«JL9Y) KUt~ rouov, en KWT)OWnKaT& ¶po49v K¡xt 4Oíow ‘re ~i ~ilí~T)&9.» 1 ¿~An. 41 3a 231.1
Son estas cuatro funciones anímicas —“razón”, “sensación”,
movimiento” y “nutrición”, pues Esto designa al hablar de
“alimentación, envejecimiento y desarrollo”— las principales según
expone aquí. No es preciso insistir en demasíe en que estas últimas
En la trad. del. calvo Martínez para Gredos: «[ Oigamos, pues, tomando la investigación
desde el principio, que lo animado se distingue de lo inanimado por vivir.! Y como lapalabra «vivir» hace referencia a múltiples operaciones, cabe decir de algo que vive aunen el caso de que solenunte le corresponda alguna de ellas, por ejemplo, intelecto,sensación, movimiento y reposo locales, amén del movimiento entendido como alimentación,envejecimiento y desarrollo. 1 Dc ahí que opinemos también que todas las plantas vivení».(Cf. Bibliogr.).
¡ 11.3. Acepciones o’e ficús »amono1,9 524
operaciones son las únicas que efectúan las plantas y los seres vivos
intermedios entre plantas y animales; por contra, están dotados de
sensación —en su aspecto primario> no de memoria o imaginación,
claro— ¡os animales que ya no parecen plantas; y los animales
superiores gracias precisamente a su Imaginación y memoria tienen la
función motora, poseen la capacidad de automoverse, en el sentido de
movimiento local” no en el de crecer, desarrollarse... propios de todo
ser vivo, incluso plantas; finalmente sólo el hombre está dotado de
“razón”. Porque, en genial intuición biológica pro~iia de lo buen
naturalista que es, Aristóteles considera las funciones anímicas como
realidades emergentes, de forma que las capacidades inferiores del
alma de seres vivos primarios se conservan en los seres superiores,
que acumulan tales operaciones> las cuales se estructuran de nuevo en
función de las de orden superior, no se superponen simplemente.
Este enfoque nos demuestra, una vez más> que no hay propiamente
hablando una obra sobre “psicología humana” en el estagirita: se ocupa
de aspectos biológicos del alma de los vivientes> aunque la humana sea
la que le merezca mayor interés y dificultades, sobre todo a causa del
noús . Pero volviendo al contenido mismo de la cita hay que notar que
ha clasificado las funciones anímicas de más a menos —en arden
jerárquico emergente— y no desde las más primarias a las superiores;
esto y el que escinda “razón” y “sensación” deja ver que se trata de los
dos momentos del proceso cognoscitivo y por tanto estemos en esta 2~
acepción y no en la primera. Además, en otra obra biológica, SA 736b,
deja ver que son tres los facultades anímicas principales: vorn’um,
crLoerp”uoj, OPETTTtK#j. O “facultad pensante”, “facultad sensitiva” y
“facultad nutritiva” (también denominada a veces “vegetativa”); si
eliminaramos la “facultad locomotivo o de moverse localmente”
coincide con nuestra clasificación, al menos en el contenido
¡ 11.3. Acepciones de noas »umono í/¿ 525
conceptual aunque sean otros los términos precisos utilizados;
tenemos, pues, como sinónimo de éste noús , vor¡TU<4 lo que acíara no
poco su carácter de “facultad genérica de razonar o pensar como
opuesta a la de “sentir” y a la “nutricia”.
Pero se debe añadir, que> de hecho> acaba reduciendo -
posteriormente en en mismo pasaje del De At — tales operaciones del
alma a tan sólo tres> en los términos que tan bien resume D. Ross en su
obra sobre Aristóteles: « (El deseo es así causa del movimiento.] (..j.
El deseo y el movimiento corporal pueden considerarse, pues, como
efectos secundarios de la sensación. Las cuatro facultades principales
se reducen así a tres: nutrición, sensación y pensamiento.».1 La razón
es simple, los animales superiores capaces de experimentar el
automovimiento local son los que se mueven por el “deseo” (órexis)
,
que indudablemente depende de varios factores de la facultad
sensitiva: la pura sensación> y la percepción, así como la memoria-
imaginación, para poder tener lugar en el alma del animal; en el
hombre, el movimiento local tiene doble causa —órexis/noús— y si el
primer factor puede reducirse a la “sensación” (—) por su origen, el
segundo es la “facultad racional” de la cual estamos hablando; así en
cualquier ser vivo son tres las facultades u operaciones primordiales
del alma.
En relación con el anterior, aunque sea una crítica a sus
predecesores, tenemos el texto siguiente:
KW, Mci. TOP VOI)V Md ‘r~ & ‘ra’ aoxxe{ow
notol)our laívera ydp i4 re sud $‘ o~ éxona $op& OdS’ aieija~ús, rw<
‘rUY 4qxw noAM Sdvouw oimz ~ew.Ei sé fl~ M ‘raxira naoaxw4ne Md Be&¡
AnytMeks, págs. 210 mj 211. (‘4. 6ibli~r.).
111.3. Acepciones de nuás »1/fflOflO KV 526
‘r&’ ¡‘00v gépo~ ti ‘rij~ -. t 1*iJXIS1 O¡1OUO~ Be iazt n3 aioerjnniv, o’dS’ &v 0*7w n~8¿Xou?~¿yo’.cv nept niiov~s ‘i,<~ o&¿ nept ~s~coific¡M~.” 1 £~An. 41Gb 22, b251.’
Desde luego, para su valoración hay que advertir que se trata de
una crítica a los “antiguos”, que según los primeros comentaristas
serían los Pitagóricos, Empédocles y Anaxágoras. Lo que nos importa
de dicha crítica es que incide también en la enumeración de las
funciones anímicas decisivas para el animal y el hombre, pero por
estar en plena polémica con sus antecesores se produce la inevitable
ambigoedad expresiva por concesión al vocabulario popular o habitual
en los medios intelectuales. Así y todo tenemos una cita inicial de
noús, neutralizado y en esta 2~ acepción como facultad anímica
distinguible de la facultad sensitiva (íó aLo6~1u<óv) mientras la
expresión ‘&ávovav OLM< ~XELV’por la cual se niega la posesión de la
“razón” a los animales es un claro sinónimo del noús neutro 12
acepción; precisamente esta presencia confirma> si fuera necesario,
que nos hallamos ante la 2~ acepción> aunque el uso neutralizado de
nuestro término y con escasas marcas sémicas pueda prestarse a
confusión, si no se ponen en práctica los criterios semánticos que
venimos empleando. Otros detalles atractivos del texto son,
abreviadamente> éstos: a) que insiste en que las plantas no poseen
funciones superiores del alma, como el movimiento local o la
sensación, ni la mayoría de los animales (excepto el hombre, por
supuesto, un animal) la ‘razón”; b) la división en tres funciones (porque
tanto al principio del pasaje como al final se olvida de la facultad
locomotora —Incluida dentro de la “sensitiva” seguramente—2), es decir,
T. calvo Martínez, ,4ctrcs*JA/ma :«La misma objeción cabe hacer también a cuantosconstituyen el intelecto u la facultad sensitiva a partir de los elenunto~ pues es obvio quelas plantas viven a pesar de que no participan ni del movimiento local ni de la sensación yes igualmente obvio que muchos animales carecen de razonamiento. Y por más que seaceptaran estos extremos yn estableciera que el intelecto es une perte del alma -eigualmente la facultad sensitiva- ni siquiera en tal supuesto se hablaría ni conuniversalidad acerca de toda clase de alma ni en su totalidad acerca de cualqwera de ellas »2 Así lo sostiene Hicks en su Ar&/d/eÑi~An. .41 Ob 25> concretamente <Ver Blblíogr.>.
111.3. Acepciones de noús »amano ‘69 527
las habituales “nutricia” (que no menciona expresamente, pero se
refiere al “alma de las plantas”), sensitiv& (—), en su sentido más
amplio) y “racional”.
La segunda cita del pasaje es más difícil de clasificar porque
Aristóteles no habla en nombre propio —no expone su posición- sino que
admite un punto de partida ajeno (favorable se supone a quienes está
criticando); luego este : « ... por más que se aceptaran estos extremos
y se estableciera que el intelecto es una parte del alma —e igualmente
la facultad sensitiva—...» es una clara hipótesis desechable para él, que
concede para mejor criticaría y derribarla luego. En realidad, y
resumiendo, lo que desea aquí es anular la simplista opción
presocrática de la existencia de un mismo tipo de alma —sin
distinciones de emergencia jerárquica de capacidades— en cada ser
vivo;1 siendo ese su objetivo no entra en complejas y técnicas
disquisiciones sobre la sensación o la razón —que le ocuparán los dos
Libros siguientes del De An. - sino que mantiene una actitud de
simple y puro planteamiento de las aporías a resolver en un futuro.
De ahí que la mención de 410b 25 sea algo ambigua: puede
referirse, y de hecho lo hace, a que ‘escindir” o dividir el alma en
partes estáticas, conformadas por ¡os mismos elementos en seres
como las plantas o el hombre es una simplificación extrema, ya que
son realidades dinámicas que se interrelacionan y se transforma el
conjunto de la estructura anímica cuando emergen las funciones
superiores a partir de las capacidades inferiores. O bien, y sin duda,
roza el asunto, es un conato más de este arranqus aporético del
estudio de las formas de ~ykhé de plantear el problema —siempre
presente a lo largo de toda sus obras del tercer grupo— de la situación
1 Si la valoración de sus predecesores es justa o no es algo que se ‘dé ya en la SetJUndaParte.
111.3. A cegriones da¡mdx »um~’na ¡¡9 523
del noús con respecto al alma, si es o no uno de sus integrantes.
Naturalmente, como se acaba de ver, el tipo ‘humano’ será un factor
más> importante pero uno más, del alma humana individual <como lo
será la “sensación” (—Y); en cambio, para el tipo <divino’ en el Hombre
las cosas seran de otra manera. Sin duda, el pasaje entero se refiere
al <humano’, como hemos visto, pero el empleo de la palabra le
recuerda que hay otro tipo de noús cuya posición dentro de las
funciones que va a desplegar la facultad misma de pensar no está nada
clara, ni siquiera su origen, acción y destino final. No son pocos, bien
mirado el DeÁn entero, los lugares en que expresa estas perplejidades
en ~ue estaría sumido, si no se trata de pura retórica, que si nos
basamos en la redacción que nos ha llegado de la obra, está ausente de
la misma; luego hay que desechar la idea.
Las dos últimas menciones de este subgrupo no son
vados manuscritos que prefieren la lectura ‘ial] vor~uoO
<TOí3 vol]’ ; verdaderamente, cualquiera de las das opciones
ya que se sustentan en varios e importantes manuscritos
Lo que si nos ofrece esta duda histórica es un fantástico
sinonimia: éstos dos usos de nuestro vocablo no pueden
equivalente a noetikós, la acepción 2~ en su uso neutro
pensante’ generi ca:
sino una en
a nuestro
es posible,
de la obra.
ejemplo de
ser sino el
o ‘facultad
‘En 6’ el Ñ noX>¿ lruxd d.v.& pópia, n&epoi’ Bel 4~l’elv npóiepov i~v
&~v *uxr’jv fi ni wSwx. X«Xendv 8~ iaxt ro6’ruw &wpíon uok u¿4nzn’ hqXL
dx>aj»iw, Md uóiepov 14 ~6ptax~ 4~relv upérepov fi 14 ~pyaw5íGw, dtov idv~w ji idi> vn{iv d íd áeaeat fi íd a’ ~íwór mv.’aXXow. EL 6~ 1’á ~yanpórepov, nc~Xw &v n~ ¿nopijoaev eL 14 dvr~xeí4Áeva
ITpúTEpúV rú6íúiv O’rrriréov, olov id aLtrrdv íoO aLtrnicui] Md íd vor1ídv rol)VOT¡flKDl) (vol)).’> [¿~An.4O2b13, (b16)l)
Acerce élAlmo, i’. calvo: «Más aún, si lo que ha~j son muchas partes del alma j nomuchos almas, esté el problema de sí ha de ínvestiqarse primero el alma como totalidad olas partes. Por lo demás, es también dificil de precisar cuáles de estas portes son pornaturaleza diversas entre sí q si procede investigar primero las portes o bien sus actos,
111.3. Acepcionesdanoús ?wmnono M/ 92g
El contenido de ambas citas es escaso: se limitan a plantear
problemas a resolver en los Libros II y III, consiguientemente, la
terminología —en este arranque de la obra— es muy vulgarizadora. De
todas formas plantea Aristóteles que las posturas pueden ser dos:
escindir en “partes” el alma para explicar a ésta como una realidad
monolítica al modo de sus predecesores o analizar sus actividades
entendiendo el alma como una totalidad funcional; éste será su camino.
Del contenido mismo no hay destacable sino la presencia de las
clases gramaticales que el de Estagira distingue — por vez primera —
en las estructura expresiva: ‘facultad’———’actividad o acción’ de la
función anímica———’objetos’ a los que se orientan las facultades y sus
actos. Como sabe el lector las clases léxicas gramaticales
correspondientes son incluso más complejas> pero veamos la que se
nos presenta ahora. Sin duda, tiene resonancias platónicas —sobre todo
el final del párrafo— al aludir a que quizá se debería enfocar la
cuestión según los objetos que entren en liza; actitud concorde con la
de Platón, mas es preciso recordar sus concesiones en este Libro ¡ : no
sólo de lenguaje sino de presentar hipótesis periclitadas (de filosofías
anteriores> que va a desmontar con todo cuidado. Este es uno de los
casos: en su tercer grupo de obras los objetos no determinan ni el tipo
de saber alcanzable y alcanzado ni las funciones anímicas puestas en
juego, ni por ende las acciones correspondientes; es un elemento
menor y jamás determinante como lo fuera en la kap¿?hlicoplatónica.
En su más puro estilo aristotélico serán las actividades dinámicas de
cada capacidad anímica las que permitan determinar ante qué función
por ejemplo, el inteligir o bien el intelecto, el percibir sensitivamente o bien la facultadsensitiva, e ujuel mente en los demás casos. Pero si se concede prioridad a los actos,surgiría nue’1’amente la dificultad de sí se han de estudiar sus objetos antes que ellos, porejemplo lo sensí ble entes que la facultad sensitiva g lo inteligible antes que cl intelecto.».
1113. Ace~c¡anss de naús- Ñmono/0 530
nos encontramos y nunca habrá una tipología platonizante u estética
del Saber que lo escinde por el tipo de objetos estudiados.
21.2. usos NEUTROS, INTENSIDAD MEDIA.
Formen los presentes pasajes un subgrupo algo heterogénea: por
una parte, abarcan las conexiones con la sensación y marcan la
dependencia de la razón respecto a la sensación, por otra> exponen
aspectos concretos de esa dependencia. Pero lo mejor es pasar a
verlos directamente:
“‘Enet 8~ 1~ flni~ Ka& 86o a5~uaa srn4ew ~ tú’ C4iow, t4 te ~ptnnj~B8uwo(as ~iyov aTt. ,tw. Kft Ti. t(~ ns’etv njv KILT¿ TOTTOV KWIjOW,
.1 ~ .1nept gv ¿*tjaew~ ,~,i voO 8ui~ítt, ícxniira, rept 8~ íafl KWOUVtOS, ti. rote
fOTt 1i~ )JnJfl9, OKUTTCOV, TTO¶Epov ti. jiópwv aúrfk xÚpwrSv 5v ~ey¿6a~Xóve fi r&~~a ~ 4”x~5 (,c&v e{ ~¿Pt¿I>‘r~...” [i»An.432a181?
Texto donde comienza la exposición sobre la lacultad motor& del
alma, la búsqueda del principio motor o causa del movimiento en los
animales superiores y en el hombre. Para comenzar distingue esa
función matare de los animales de la “crític& o ‘facultad de juzgar
1 como se5alan Gauthier-Jolil’, en su comentario a 1 Rth«’¿eiMtooMqw , no es une
distinción platónica «por los objetos»estudiados sino por «los fines» que desempelia unafacultad o función del al ma (o.c. pág 442>: DÚd ng por su porte lo explica en variasocasiones en su monumental obra sobre Aristóteles, un ejemplo es la pág. 897.2En la trad. que viene siendo habitual de esta obra: « Puesto que el alma propia de losanimales se define por dos potencias, la de discernir —actividad ésto que corresponde alpensamiento y a la sensacion- y la de moverse con movimiento local, baste con todo lo yadicho en torno a la sensación y al intelecto; en cuanto al principio motor, sin embargo, Sunquedo por investigar qué es respecto del alma: ¿ se trata de una parte de la misma,separable qe según la magnitud, ya según la definición, o más bien se identifico con toda elalma? Vsi se trata de una porte, [¿esacoso una parte especial distinta de las que se suelenenumerar y ja hemos numerado o se identifica con alguno de éstas?].»
111.3. Acepciones denoús tumono >69 531
sobre la realidad’, o sea, de las capacidades cognoscitivas tomadas en
conjunto —“sensación” y razó&—; obtenemos una primera muestra de
la interconexión de todo el proceso cognoscitivo: ambos, “sensación” y
Yazón”, conforman esa capacidad crítica” o de juzgar eso tienen en
común, permitir formular juicios sobre lo reaL Ciñéndonos más al
contenido vemos que emplea como estrictos sinónimos noús y diánoia
porque la lunción racional” es designada (dentro de la “capacidad
crítica” y oponiéndose a aísthesis) primero con diánola y más tarde,
en igual contexto> con naús ; ambos términos equivaldrán a este uso de
media intensidad, pero neutro de la 2~ acepción. Empero, tal
equivalencia ha de tomarse con precaución, pues es tan sólo parcial.
Pero siendo el primer pasaje que nos aporta datos sobre esta
conexión y dependencla antes señalada, vale la pena aclarar algo
porqué se engloba sensacion” y “razó& en la común función “crític&
a) la sensación proporciona la materia prima indispensable a las
capacidades racionales, luego participe del mérito de emitir juicios
sobre la realidad, cuyos datos sensibles aporta; b) bajo la
denominación “sensación hay toda una serie de mediaciones
cognoscitivas, que van desde la comprensión globaf de los sensibles
propios -da8~otg KOLVfl, sensus commurnz o mejor, sensarium
cornrnune— a la “memoria” y la “imaginació&—fantasía, por
consiguiente la primera hora en la elaboración de los juicios sobre lo
real pertenecería de derecho a la ‘sensibilidad’ en sentido genérico; y
c) el objeto de la sensación es, no sólo la pieza básica e inicial del
1Tal y como se5ala J. Moreau: « ...no hay lugar o referir al intelecto el juicio que se ejerceinmediatamente sobre los datos sensibles; 18 operación en virtud de la cual se discrimine<.miveu’) entre dos sensaciones t~terogéneas (como lo blanco y lo dulce) y se juzga de sudiferencia, aquella por la cual se refiere una o más sensaciones a un objeto, por la que sepercibe la magnitud, la figura, el número y el movimiento de los objetos, todas esasoperaciones dependen, a juicio de Aristóteles, no del intelecto, sino del sentido común. Sólohay operación intelectual, juicio propiamente dicho <~íTóM*w), si el pensamiento seelevo por encima de los datos inmediatos de los sentidos, sí se ejerce, no sobre senseciones,sino sobre imágenes.», /. c. , págs. 167—166. (Ver Biblíogr.).
111.3. Acepciones denoús ?mmono 77) 532
conocimiento, que tras las mediaciones mencionadas se transformará
en “imagerv sobre la cual trabajará el “pensamiento”, sino el objetivo
final que pone en movimiento la “voluntad deseosa” fórexis, (—)} : en
suma, es el “objeto del deseo”, con ello volvemos al extremo que le
ocupa en este momento, qué mueve al ser humano y al animal superior
Ocupándonos brevemente de ello> a la pregunta por lo que mueve
el alma animal y humana, responde algo que ya sabemos por textos
anteriores de esta acepción: no constituye una facultad aparte,
independiente, del alma sino que incluye aspectos irracionales y
volitivos (órexis) así como otros racionales, sin olvidar una aptitud
concreta como la proaíresis a caballo entre ambos campos.
Precisamente es ésta como “deseo razonado” quien mueve en definitiva
al alma humana, en concreto, ya que en el animal no interviene el
factor racional.1
-— El pasaje que viene a continuación queda inmerso a su vez en
estas mismas cuestiones finales del tratado que venimos citando,
ahora se plantea lo Imprescindible de las capacidades inferiores para
que existan como tales las emergentes: sin “sensación” no hay proceso
cognoscente, ni~ “razón” ni intelIgencia’ humana. Aunque el texto es
más complejo:
Odx o’tóv re 8~ x?q¡a ~xavlt~v *uxr’iv nd vcíJv Kptflflv, ~6i~ow 5~
~xew,~ujpóvwov 5v, wvvirdv S~ [¿v4 i~ijv oí~8~ ¿yévinvar ] Sui ti. y~p ka“il yd.p t~ 4’v~ péxncv fl np opcttt. N{h> 8’ cu8crepor i~ gv ydo cd pd~~Xovpor~i, TO 5 O1JOCV fOTftt ~I¿IXXOV St CKfIVO O’kv GP~ fX~ *VX11P Q141a
rtvo6uevov beu ~‘[t~Aff 434b 3]~2
leí. 433a 9-433b 13.2 Igualmente de la versión espafiola del calvo Martínez: « [Escierto que los vivientesestacionarios cuentan con el alimento allí donde naturalmente se encuentran;] pero no esposible que un cuerpo tengo alma e intelecto capaz de discernir y no tenga, sin embargo,sensación suponiendo que no sea estacionario y sea, además, engendrado <no así sí esinengendrado) en efecto, ¿por qué había de carecer de sensación~ Uuiz~s porque seriamejor pero el alma o pero el cuerpo Pero de hecho no ocurriría ni lo uno ni lo otro: ni
111.3. Acepciones de noús »umano //2 533
Unicamente se fija aquí en el naOs tomo capacidad o facultad
“crítica” del alma, es decir, que estamos ante lo que define nuestra
acepción 2~ en uso neutro de media intensidad, ya que incluye un nuevo
rasgo sémico , precisamente ese: que la lacultad pensante” está entre
las “funciones críticas” del alma. Pero analicemos con detalle el
texto.
La imposibilidad a que hace referencia, —a que en un ser humano
se halle el noús sin la presencia previa de la sensaciórí—, se explica
por el carácter emergente de las capacidades anímicas, como ya se
viera. Se requiere> por consiguiente, tener “sensación” para todo
animal “no sedentario” (o sea, que no sea un animal inferior —similar a
las plantas por carecer de facultad motora—) para moverse siguiendo el
objeto deseado, pues tal objeto o es directamente sensible o es una
imagen del objeto sensible. Tampoco tendría sentido nuestra acepción
del término sin el concurso de lasensibilidad” como acabemos de ver:
porque ésta, tomada en toda su amplitud, es una primera fase en la
capacidad de juzgar del hombre.
El particular asunto que suscita al final del texto es de una de sus
acostumbradas formulaciones aporéticas sobre el noús y la
posibilidad que habría hipotéticamente de la existencia de un viviente
superior desconectado del mundo sensorial; naturalmente esta
pregunta que se hace Aristóteles —encaminada a demostrar que en el
Mundo tal hecho no puede producírse, por su concepción jerarquizada y
emergente de la vida— puede aproximarse, para un lector interesado en
la cuestión del tipo ‘divino’ de nuestro término, a una mención del
mismo; así le debió ocurrir al transcriptor medieval del texto que
incorpora una frase inconcebible para el estagirita al texto, llevado
aquélla intelegí ría mejor ni éste tendría una existencia mejor careciendo de sensación. Asípues, ningún cuerpo no estacionario posee alma sin poseer también sensación. ».
111.3. Acepciones de noús humano f/! 534
por su celo teológico sin duda: «no así si es inengendrado». Empero, el
texto ofrece únicamente débiles apuntes en tal dirección : más parece
la introducción del argumento final un refuerzo para su consideración
de la carencia de sensibilidad en animales superiores coma algo
completamente absurdo e imposible> y nada más que eso.
Los textos que vienen ahora son de los denominados Parva
Ña/aralia conjunto de tratados breves considerados como
contemporáneos y complementarios del De Am/ra , en este caso
citaremos dos de ellos: DeSensa. De Memoria etkeminiscantia. He
aquí el primer texto del citado Sen.:
A1J¶O33> be T01J¶OW Hp% ¡LEY TCL «VftyK~na KpftttÚW 11 Ojft~ KIIB’ w~tijv, itpo~
vouv Ka K~Tft oui¡~eI3iiia,~ ~ ¿ico4” [&ft 437~ 5]I
Se refiere a una capacidad sensorial concreta (la auditiva) que
establece una relación privilegiada con la “razón” como “facultad
razonante o pensamiento discursivo”, o sea, nuestro uso y esta
acepción. En realidad ya en obras del primer período se suscitaban
cuestiones próximos: en P4gs 223a 26 se trata la relación con la
capacidad aritmética de la mens: 2 se acercará al tópico desde otro
enfoque en el próximo texto de Sens; empero si la “facultad racionaV
-traduciendo la postura de dicha obra a la actual estructura léxica— es
En la trad. deA. Bernabé Pajares para Ed. Gredos de los Tratekcs’ffrewsde/tistant¿fr/aral : «De todas estas facultades, la más importante para satisfacer necesidades es, enst misma, ¡a vista, pero respecto de ¡a inteligencia lo es accidentalmente el o{do; (pues ¡afacultad de la visión informa de múltiples y variadas diferencias,..., mientras que el oídosólo informa de las diferencies de sonido u, en algunos seres, también de las de la voz.)»<Vé Biblíoqr )2 También en los apócrifos Prat! ~‘ se expresa en parecidos términos emeleendo comodisculpa uno cita de Epicarmo <fr~. 82> ya comentado: “x«vu~et~z 5~&avotig KU&LITEp avat*tijov tOYOtA e~e½wTTfp fípT)TaI TO “I’01J9 Opq mt VOU~dKn6e’.. “vr9 Se rt~ o~twg doyoóansytrñj 5~avoía~~idXXov oóoiw 6dscoij~ nopo~ ¡idXXov ctveq~pevo~, 8eKT1x09 pev con tu> i~aw o¡íouu,c~ayyeXttm~ S¿ u&XXov ( ~ SuLvow Sut ro ¡ii-Te adnp’ evepyew, mio’ ~nd rfkS4twq nuoevoxxetaoi, ruoánep mi t~ vpqxg.” 1 Prat? “ 903a 21 (2)1.
111.3. Acepciones de noús humano ‘69 5235
capaz de contar es porque distingue el momento, el anterior y el
posterior en el tiempo, y esto depende> en gran parte, del oído: al
menos en la audición el tiempo es el único elemento presente>
mientras en la visión hay tantos que sólo es uno más y no el principal.
El meollo del texto que ahora comentamos es éste sin duda: la
esencial ligazón can el tiempo de las sensaciones audibles; pero lo
refuerza con un aspecto y no menor: la “voz” expresión del lógp~, es lo
que diferencia al ser humano visiblemente del resto de los animales y
el único sentido capaz de captarla —siendo inmaterial de hecho — es el
oído. Si se advierte, esta aprehensión de lo inasible por otros
sentidos, lo inmaterial> es no sólo un refuerzo obvio para la carencia
de lotus del noús —muy resaltada por Aristóteles en este tercer grupo
de obras— sino que recalca las posibilidades de nuestro vocablo de
designar en acepciones superiores la aptitud de captar lo inmaterial
en un sentido más elevado: los conceptos abstractos.
Examinando el contexto de nuestra cita, el final del párrafo,
además de agudo es muy interesante: «En efecto, el discurso es la
causa del aprendizaje por ser audible, mas no por sí, sino
accidentalmente, pues se compone de palabras y cada una de las
palabras es un símbolo. Esta es, precisamente, la razón de que, de
entre las personas privadas desde su nacimiento de un sentido, los
ciegos son más inteligentes que los sordomudos.».1
El acceso a la audición de las voces” que forman palabras que
simbolizan algo, es de capital importancia para el desarrollo de la
“razón humana” y, por tanto de la capacidad de “discurrir” o elaborar e)
propio discurso (lóg~); sin embargo, el de Estagira insiste en que esto
es accidental”, a causa de que la “voz humana” tiene un único cauce de
j.c., 437a 12-17. <(Df. TratatsBrehwsdehÚtoryaNs/uru/,trad.deA Bernabé)
111.3. Acepciones de noús humano ‘69 536
comunicación, la preminencia entre los sentidos, por ello, debe darse a
la vísíón porque nos proporciona no sólo los sensibles propios más
distintos sino, sobre todo, por su aportación de los sensibles comunes
—la base de la percepción tal como la entendemos hou—.
El segundo pasaje de la misma obrita mostraba conexiones connl onf flrinr a, rnn nf nr’ 4 uf r 1 •CI UIItCI ‘U’ LUII utruo teatoo, lo vemos gu.
“ Td ~9a~a8i~n3v ~UTaL avw4evov mk ~ a~o8~rú’. ‘AXA’ ¿vayI~ior mi
ydp sÚ~ ye tú’ íw.Srpatírsfr¿. ‘tn din. rpwoiipev í«i}n~ fl yvon5gc8o~ II t4~víji ‘AXX’ cd vowrá, oi5~ poel ‘5 voOs s& &rd~ ini ¡ier’ 6í$xÚs dXK eL twir’
~xet.ourw~, &nre ¡itrpn’pew rct~ ro ~roa«iTalo ~t ¡iey~8~ “(Sto. 445b 16<2)1.1
Se cuestiono en este momento cómo se conocen las cosas
sensibles, y se decanta porque la lacultad pensante” no accede
directamente a dicho conocimiento, no aprehende los objetos
sensibles, ha de ofrecérselos —elaborados— la sensación; así que las
partículas de los objetos sensibles por muy invisibles que sean, no se
presentan directamente ante la sensación: este sería un eco del texto
anterior, lo inasible <como la “voz” humana) se presento como
captable por la “razó&, luego los elementos mínimos de los objetos
perceptibles —que son casi inasibles— deberian poder presentarse
directamente a la facultad pensante sin todos esos puentes entre la
pura sensación (los sensibles propios) y la manipulación de conceptos—
imágenes por parte de dicha facultad razonante; esta consecuencia de
lo anterior es enérgicamente negada por Aristóteles: en realidad, los
sonidos o las voces también han de ser elaborados por la sensación, en
este caso auditiva. No hay saltos en el proceso del conocimiento: cada
1 /¿tm « Por tanto, lo perceptible sería un compuesto de elementos no perceptibles.Pero es forzoso que lo sean. En efecto, en absoluto es posible que sea un compuesto deentidades matemáticas. ¿Con qué ¡83 discerni riamos ‘j conoceríamos? ¿(Don el entendi-miento? Pero no serian entidades inteligibles, ya que el entendimiento no entiende loexterno, si no es por medio de una sensación. Al mismo tiempo, si ello es así, parece quedarían la razón o los que suponen magnitudes indivisibles, [pueseso resolvería elproblema. Pero es imposible que las haya;».
111.3. Acepciones de noús ?rnrnono 17! 537
dato sobre la realidad sensible ha de recorrer todas las etapas. Tal y
como se nos dice expresamente en un texto del DeÁn paralelo a éste:
«Y puesto que, a lo que parece, no existe cosa alguna separada y fuera
de las magnitudes sensibles, los objetos inteligibles —tanto los
denominados abstracciones como todos aquellos que constituyen
estados y afecciones de las cosas sensibles— se encuentran en las
formas sensibles. De ahí que, careciendo de sensación, no sería
posible ni aprender ni comprender.» 1~ No hay mejor comentado que el
anterior, sin duda alguna.
El texto de t/em es polémico por su propia forma> ya que no se
transmitió en buenas condiciones; D. Ross opté por transformarlo
ligeramente—adoptando una lección distinta a la de los manuscritos
más comunes—> lo hizo para que resultase comprensible el pasaje, y
con ello introdujo nuesto vocablo, que aparecía como variante en
algunos manuscritos:
“MéyE6OÉ~ & dwaytutov yvo~i4ew mi >cfrr¡aw ¿~ mi ~p6vormi íd1119 KOWI)9 au*r¡rwp íObTwv Y) ylNDJt9 f01W” Y) Se iivrpn, KW. Y) tUI>
vor¡tGw 1011K ftVEU 4avraepaío9 eOTW,< mt to 4«vraopc~ TY)9 rOWY)~ aw8ilt3au~ >
TrOog ¿arur OflTf tou voC pev KftTft 0WI3EPY)KU~ ¡LP fU), KIlO’ ¡LillO SC iDO upóñauaJ.ofiwr’nai” (t*m. 450a 1 3a- Versión Ross] 2
1 ekercekMlrna trad de T. Calvo Martínez para cd. Gredos,432a 4-8; <cf. Biblioqr.).2 Tre/ats Brewsde Abs/art, A&/urel, A. Bernabé : « Pero es forzoso que conozcamos lamagnitud ¡j el movimiento con lo mismo con lo que conocemos también el tiempo, de formaque es evidente que el conocimiento de estas cosas se da en el sentido primario. La memoria,incluso la de las coses pensables, no se da sin una imagen < ~la imagen es una afección delsentido común>, de suerte que la memoria perteneceria al entendimiento de formaaccidental, pero, de por sf, al sentido primario, (por lo cual se da también en otrosanime¡es q no sólo en los hombres ij en los animales poseedores de opinión (dóxe> einteligencia <phrónesis). En cambio, si fuera algo que perteneciera a las partesintelectivas (noetikós), no se dañeen muchos de los demás animales ni, quizá, en ningunode los mortales.)».
111.3. Acepciones de nuás humano 1/2 536
Incluso si renegaramos que esta lección de un gran experto como
Ross (cosa que no hacemos) tendríamos que optar por la variante que
ofrece en su texto griego la Ed. Loeb (&«vouIi¿vou) o la de los
manuscritos E (vau¡sá’ou) o P (PoflTtKou) todos ellos, ante todo los
primeros, ofrecen desventajas ante la solución de Ross -hacen el texto
menos comprensible— el último es el sinónimo de naOs en esta
acepción (uso neutro), luego nos confirma en que estamos en lo cierto
al analizar aquí este texto. Sin embargo, la lección de D. Ross añade un
cambio de ubicación de casi una línea del texto y por ello es tan
completa y recomendable, pues sin dicho cambio el texto es
ininteligible de todos modos, se adopte el término que se adopte de los
tres entes citados.
Estudiemos el pormenor tanto de nuestra cita como del resto del
párrafo, de gran interés. Por supuesto se habla de la memoria y su
función en el conocer> pero se enfoca el objeto desde su aspecto
perceptivo”— recuerde el lector que en esta época no se distingue este
concepto—> es decir, como dependiente de los “sensibles comunes” y del
sensus communis que los comprende <equivalente aristotélico de
nuestra percepcióni. Es decir, en el arranque del párrafo se nos
obliga a reconocer que la memoria recibe el material elaborado por la
sensación—percepción y es imposible sin ella (sin la “imagerr que le
proporciona); luego> en propiedad a a la “sensación” pertenecerá, al
igual que le ocurrirá a una aptitud superior pero interrelacionada con
ella, la “imaginación”. Aún más, de hecho lo que se memoriza es una
imagen, luego a la vez entra en acción la imaginación más elemental
(la que llamaríamos Yeproductiv6, al servicio del sensus communis y
de la memoria), de ahí que el estagirita haya englobado como
pertenecientes a la “facultad sensitiv& (en su sentido más genérico) a
ambas: memoria e imaginación. Ello no impide que se precise el
111.3. Acepciones de noús humano ‘(‘/2 539
concurso de las dos para la “facultad pensante” : pero su relación con
la misma es> según Aristóteles “accidental”, pues intrínsecamente son
de orden inferior> luego, como es obvio, las poseen los animales
superiores y no sólo el hombre; detalle que le permite reforzar la
prueba de su pertenencia a la facultad anímica inferior, a la
sensación” (—).
Para concluir el párrafo se habla precisamente de la gradación en
la escala animal de las capacidades anímicas ligadas al conocer, de
forma que los habrá: 1) asimilables a las plantas, 2) inferiores pero
dotados de algún sentido <por tanto, de “sensación” s&isu sintio ); 3)
con todos los sentidos; 4) capaces de locomoción —coinciden>
generalmente con 3)-; 5) dotados de sensus communis —memoria—
imaginación reproductiva < o primaria); 6) hasta el punto de que los
últimos, los animales superiores, tienen una “imaginación” muy rica
sin están dotados de buena memoria; cualidades acompañadas de
aspectos ‘racionales” en ellos (menciona “opinión” y phrónesis); que no
deben extrañarnos si advertimos que incluyen a niños, enanos
(¿mujeres?> seguramente) y enfermos psíquicos y físicos; seres todos
irracionales desde el punto de vista aristotélico.1 De cualquier forma,
parece más que nada una supervivencia de la tradición popular su
afirmación de la “sensatez” o “prudencia” en la conducta de ciertos
animales superiores: ya lo analizamos en su momento, y mostramos
pruebas que indicaban que, aunque cae en ocasiones en cierto culto
ciego a lo sostenido por la tradición cultural o filosófica, otras pone
abiertamente en solfa tales posiciones; el que este párrafo final sea
hipotético y acabe con una decidida imposibilidad, nos hace tomar esta
1 Cfr. para esta cuestión: ¿%‘An. 428a 6 y 55.; 434a 5 q 55.; 434b 1 y st. q un texto queprecede a éste, /*m. 449b 28. Por cierto, también en FN se nos dice que son “prudentes”(aquí se menciona a phrónesis> ciertos animales> precisamente los que poseen npavonruaj,ola “capacidad de preveC; cf. 11 41a 25.
111.3. Acepciones de noÍL~ humano Y(¿ 540
declaración con extrema cautela. Precisamente esa frase final, que
afirma que si perteneciera la memoria a la facultad noética o pensante
no la tendrían bastantes animales —como es el caso— ni siquiera la
mayoría o la totalidad de los hombres <a quienes alude con ese
morta¡esj, ofrece marcados rasgos: la memoria como ligada al pasado
y futuro —al transcurso del TIEMPO— es una cualidad, que sin depender
ineludíblemente de lo sensorial —como lo hace de hecho—, podría
asimilar lo inmaterial, eterno e inmortal ligándose a lo ‘divino> y no a
lo ‘perecedero” o lo <humano>. Una referencia curiosa a los rasgos que
tendría un noús <divino’, imposibles pare los seres vivos “mortales”, en
su totalidad, con el Hombre a la cabeza.
2.1.3. USOS NEUTROS, ALTA INJENSIDAD.
Fi denominador común de los textos que abarca este subapartado
es que en ellos se ofrecen algunas características generales de la
‘facultad pensante’, de ahí que se los valore como más intensos que
todos lo anteriores, dedicados a distinguir primero y conectar después
razón y sensación; ya que la trama aquí consiste en definir
genéricamente la facultad de razonar independientemente de la
sensacion.
—El primero nos ofrece la “característica específica” de la
“facultad racional” : descubrir la verdad, que se tornará la virtud
intelectual por excelencia cuando se lleve a su extremo dicha tarea,
pero eso será en otras obras ([IV Libro VI es el caso más claro>
.431> ¡np’ nav¶eX&9 y’ flTfP A~póeptio~. ‘Eícávo~ p~v y4 &n»39 íaihd~
•1J%I~V Kú1. 1>00V’ 10 ylX4) «>~i)6E9 ¿biit tú 4iIWC4iEVOlP SuB &ixA noií~nt rí3v
II ¡ .3. Acepciones de noús humano ‘69 541
«O¡n~pov W9 ‘tiaw KEI1’ aXXo4yoveow. Od t~j ~,pijnanp v4~ ~s Suvdpa rwi nept
11w dA~8etav, dXX¿ taih¿ ?~¿ya *imW mi voik.” [ ¿~A¿t 404a 30 u 311.1
ta verdad como objetivo primordial del “pensar” en general, de la
dúnamis, no puede sino referirse a esta pura potencialidad, que es la
‘facultad de razonar’ : “en tomo a la verdad” se sitúan todas ¡as
capacidades concretas (= “aptitud”, héxis) que quedan dentro del
‘pensar genérico’: ~n, ~fl¡jlifl.t ~pI¡I~m~,diénoia.noús ‘discursivo’/
‘intuitivo’. Porque la verdad o la Verdad serán, en cada caso, la
finalidad tanto del resto de las aptitudes como de las acepciones de
nuestra palabra implicadas (22 +, 32 y 42) la elaboración de juicios
afirmativos o negativos, necesariamente verdaderos o falsos y si su
objetivo es moral> buenos o malos constituye el fin del modo
‘discursivo’ de “razonar” 7 por su parte> el modo ‘intuitivo> tiene como
objetivo la Verdad ya que no puede ser erróneo. Todo ello, porque la
‘facultad pensante> (—) integra. entre otras, a ambas cualidades: el
“discurrir” paulatino y el “intuir” inmediato: y segun son dichas
actividades mentales, así son los tipos de verdad afectados:
a) la verdad predicativa o judicativa, por la cual se dice o
predica algo de un objeto en un juicio; su configuración le debe mucho
a la “sensación”—percepción’ y a la opinión”, reforzadas por las leyes
lógicas del silogismo. El resultado final es siempre una formulación
afirmativa o negativa sobre el sujeto que será necesariamente
verdadera o falsa. Volveremos sobre ello en los usos marcados de esta
misma acepción.
En la versión acostumbrada: «...por mas que su afirmación (la de Anaxágoras> no esexactamente igual que la de Demócrito. Pues éste identificaba sin más alma e intelecto: laverdad es la apariencia, de ahí que, a su juicio> Homero se expresó con justen al decir queHéctor yacía sin sentido. No recurre al intelecto como potencia relativa a la verdad, sinoque, por el contrario, sínonimiza alma e intelecto.».2 Va Nuqena consideraba este texto, 404a 30 sj 31, la definición de la «facultadintelectiva» humana u afirmaba que su actividad es el «pensar humano» o dianoésthaí Cf¿ twlutónde le p.s~/tkq,ed~nsIote, pág. 271.
III 3 Acepciones de noús »umáno 1/! 542
b) Verdad «antepredicativa» tal como la expone J. floreau en su
Art/o/e/es y su escuNa «El pensamiento discursivo, que se
manifiesta en juicios, puede ser verdadero o falso; pero el intelecto,
cuando capta la esencia o quididad. no puede estar en el error, Como
tampoco un sentido cuando se ¡imita a reconocer la cualidad que es su
objeto propio.». Y añade: «...una noción absolutamente simple, exenta
de toda composición, u en la que por lo tanto no puede hallarse
implícita la falsedad, es verdadera a su modo> con una verdad que no
está en modo alguno opuesta al error como la afirmación o la negación..
sino que es anterior a una tal oposición la operación que la capta es
una aprehensión inmediata, comparable a la visión o al contacto. Hay
que reconocer que para Aristóteles hay> además de la verdad
predicativa, la del juicio discursivo, una verdad antepredicativa, sin la
cual aquélla no podría ser probada ni fundada.».2
—Precisamente ahora veremos el texto al que hacía referencia J.
floreau:
t t t <
1V. Iifpi. &e rau i.tcpi.oij 7013 199 ~iJQ19(~ YWO)X~ TE 11 ~1JXTIKW. *0PC1,
che x’vla~ oi>ro.g ¿re mi ini xúptaroO ~í& p¿ye8o9 ¿xx& ra& Xóyov,oicerdov ru” ~xaSt4op¿v, ucoX nc~ note ytvera rS v&ii’. EL Su ¿un r¿ voeu’
OUiTCp tú aw8«veo~at, fi u oxeu’ u y &Y) i~nd to~ voryrou fi u ‘rol.ou-rcv erepov.
‘Aua8~q ~ Set etvax. Serrua3v S~ rofl e~ouq mi 815va41e1. íoininov aXX~ pij
ICUTO, KW. 05101(09 OrITfp 70 (LXOOI)rucDv lTpO9 T& (Ll.oeT¡TU, 0131W TOP 1>013V
np¿~ nL VOY)T<L ‘Av¿y~ &pix, ¿unfir¡ navia voei, d4nyij ¿val, ~,nep 4>i1ctv
‘Ava~yóp«9, ~va Kpaj, ío~ro 8’ cadi> L’a vi>w<4tr IT«OCI1$U CVOV v~o KTJ~UCt
Tú dxxóípxov u ¿v’n4~á~ev <me i’q~’ vnou ¿vax <tiiow iuises¡íav dxx’ fj ra6’r9v,en Suvwróv.’> (Ñ~A¡~ 42% 171 ~
1 Oc., pág. 171. <Vá. Biblioqr.).2¿c ,pág 172.3 ¡sIm « Por loquese refiereaaquella partedel almacenqueel almaconoce q piense -yese trate de algo separable, ya se trate de algo no separable en cuanto a la magnitud, pero síen cuando a la definición— ho de exúrninarse cuál es su caractenstica diferencial y cómo selleva a cabo la actividad de inteligir. Ahora bien, si el inteligir constituye una operación
111.3. Acepciones de noús humano ‘69 543
La frase misma de nuestra cita aclara decididamente que es un
uso de la 22 acepción, con la facultad cognoscitiva humana —y la
contraposición y conexión entre ‘sensación/ razón>— como /eitmoÚR
Por lo demás, es un texto extremadamente rico y complejo. Vamos, en
consecuencia, a abordarlo frase por frase:
-rIept8croiJpoptou1-ouTflS4mxT1S¿bytvo~3Ketre11$uxTlKat4toovf¾
no es más que la forma de denominar a la ‘facultad discursiva’ en
concreto del alma racional, por ello ese ‘TOU i.u4ou’ tendría sentido
figurado. Ya hemos visto que opinaban ¡loreau, Guthrie y Alían sobre el
arranque de este capítulo el comienzo del epígrafe; pero además el
primero de ellos especificaba en notas que ha habido a lo largo de la
historia das posiciones sobre dicha frase inicial del Cap. IV: la de
quienes piensan que los verbos glgnóskein y phroneín sólo son
descriptivos de algunas acciones de esa faceta del alma racional
(como es el caso de dos comentaristas modernos y fiables de la obra:
Hicks y Tricot) y la de aquellos que creen que está designando
Aristóteles los dos grandes aptitudes del entendimiento discursivo: el
conocimiento” (teórico) y la prudencia (práctica) —de tal opinión son
los comentaristas antiguos, Temistio, Filópono y Simplicio,
secundados por otro comentarista, éste moderno, Rodier—.
Resulta difícil saber a quien dar la razón, aunque la segunda
posición resulte más seductora y no estaría en contradicción con lo
que estamos diciendo de la “capacidad discursiva” que en términos
semejante ele sensación, consistirá en padecer cierto influjo bojo la acción de lointeligible o bien en algún otro proceso similar. Por consiguiente, el inte¡ecto -siendoimpasible— ha de ser capaz de recibir la forma, es decir, ha de ser en potencia tal come laforma ¡nro sin ser ella misma y será rcapecto de lo inteligible algo análogo a lo que es lafacultad sensitiva respecto de lo sensible. Por consiguiente y puesto que intelige todas lascosas, necesariamente ha de ser sin mezcla -come dice Anaxágoras- para que pueda dominaro,lo que es lo mismo, conocer, qe que lo que exhibe su propia forme obstaculizo einterfiere a la ajena. Luego no tiene naturaleza alguna propia aparte de su mismapotencialidad.».
111.3. Aceprianas de nuás 2zurn.,na VI) 544
relativos seria ra//a, por cierto. Insinuar ya desde el comienzo del
capítulo que se distinguirán en la ra//o un aspecto teórico —o de mero
razonamiento acerca de hechos— y un aspecto práctico —que añade al
primero una valoración— no sería tan extraño, pero hay que recordar
que al de Estagira le gusta más introducir las distinciones a lo largo
de la exposición y que dicha escisión —‘razonamiento teórico/
práctico’— no aparece hasta el Cap. VII. Luego, es muy posible que la
pretensión de hallar tal delimitación ahora, al comienzo del Cap. IV,
sea errónea, como pretender varios comentaristas modernos, por
ejemplo. los citados Hicks y Tricot.
‘¿‘re xwtaofl 5vxo~ are i~ ¡n~ xÚptarofi i~r& peyf6o~ dxx¿ ~r& >.óyov,’
no es menos conflictiva que la anterior El término ‘xo4xo-ró< es
siempre polemico: no 10 interpretan igual los autores consultados:
Doring, hablando en general de ‘~wptoíov’ en Aristóteles, afirme
que lo dice de las cosas sensibles como «separadas de todas las otras
cosas sensibles»; 1 empero> se refiere el autor sueco al asunto de las
ideas platónicas y su crítica aristotélica.
Darbotin, refiriéndose a esta frase concreta, afirma que dicho
adjetivo supone atribuirle al noús el ser ‘VEU awlxcaos, o sea,
«inorgánico»: en resumen, frente a la sensación la <razón discursivo’
es inorgánica, independiente de cualquier órgano corpóreo.2
Nuyens recuerda que la expresión ‘xwpw’roti Kctf« jXEyEOO§’
significa «separado como una cosa esté separada de otra».3
Tricot afirma> por su parte, que el adjetivo ‘~wpto’rós’ no indica
una separación real del noús respecto del alma, sino que su sentida es
Am/cte/e,,’, n 154, pág. 945; ver Oibliogr.2 Tttnrie er/s/o/e/taeaxé/ Yak//ec/d»prñ T4~óp4rsste, págs. 96-97.30c.,p¿q.276
¡ 11.3. Acepciones danoús humana VI) 545
figurado: alusivo a su potencia abstractiva. Admite, sin embargo, que
se pueda hablar de una separación real del resto del alma —del
«intelecto agente», puesto que ahora habla del Cap. 5— destinada a
asegurarle su inmortalidad.1
La tendencia de quienes examinan el texto concreto es, pues>
considerar la separaciórV como expresión de dos cosas: 1) carácter
inorgánico de la raLlo u 2> sentido figurado> para aludir a su capacidad
de abstraer o separar lo formal de los entes reales percibidos. No
debemos olvidar, sin embargo, que es término habitual para designar
las “ideas” platónicas> como «separadas» de las cosas, tal y como
señalara Dúring, esta utilización del adjetivo en cuestión para hablar
del noús nos deja entrever que el problema de Aristóteles en el De
,4nirna con referencia a nuestro vocablo recorre todo su filosofar:
cómo explicar el conocimiento puro y abstracto de lo universal, el
Saber, prescindiendo del esquema noético y gnoseológico de su
Maestro, Platón. Aquí —en su obra que incluye un análisis genético del
conocer humano— el problema se agudiza inevitablemente.
Volvamos> empero, al análisis pormenorizado de nuestro pasaje>
429a 17. En resumen, lo de «separable! separado» que se dice de
nuestra palabra sería, en este caso, más ‘K«T« Xóyov’ que <~a’ra
II YESOS’, según el dictamen de los expertos indicados y en
concordancia con el tipo de uso del término que tenemos delante:
«separable» por “distinguible” de cualquier órgano corpóreo como lo
es de las cosas percibidas la “forma~ que recibe la rafia. En todo
caso> Aristóteles no se decide en el texto por una u otra opción:
deducimos del contexto que este nQú~ como ‘humano’ forma parte del
‘Expone el autor francés, la posición de Zabarella “que sostiene que el «intelecto agente»es Dios- ij le réplica de Ross a la misma, que también conocemos ua De hecho, Tricot sealinee con éste último. Cfr ¿~ /inr , pág. 1 83 (notas). Vé. Si blíogr.
111.3. Acepciones denoús humano f// 546
alma, luego no puede ser físicamente separable del resto del alma
humana. Una vez más la ambigúedad es el factor común a sus frases
sobre estas cuestiones ligadas al uso de noús. La cuestión se decidirá
más adelante, en 429b 5, tal g como veremos en la ~Wacepción.
y{vera ni vottv’ , esta expresión expone una transformación, una
realización de una potencialidad Inicial; en suma, es alusiva a la
típica actualización de una potencialidad aristotélica. Pero en
Aristóteles suele haber dos momentos en la realización: de pura
capacidad” (dúnamis) a aptitud concreta” (héxis) —a medio camino>
pues— y la “actualización”> la eficaz realidad de esa “aptitud”
(enérgeia y entelék’heia). Nuestra expresión de infinitivo se refiere
al primer momento> por ello se acerca significativamente al <TTdCXEW
‘rt> del que hablemos inmediatamente> dentro de la frase siguiente:
EL sij ~at ~dvoáv ~rnep ‘ni a~a8¿veoti, fi rníoxeu’ ‘ti. dv ¿i~ ~xrdro13
voiyrou 1~ ‘ti. ‘rotoúrov érepov; Nos hallamos ante una nueva frase
condicional que introduce> además, otras fórmulas restrictivas que
muestran el miedo del autor macedonio a comprometerse en un
estrecho paralelismo entre ‘sensación> y ‘razón>. Pero, sin duda, tiene
razón Nugens cuando señala cómo tal prevención es producida por la
semejanza —que no igualdad— reside tan sólo en el ,orocessus
cognoscítivo en cada caso y no en el objeto del conocer de cada
facultad, sensitiva o razonante.1 Pero, aún en el proceso de
realización, la ra/io tiene una diferencia clave con la sensación: el
principio activo (ió noupu<óv) de la facultad sensorial es el objeto
externo,2 mientras que el del noús como rallo (incluyendo la
“inteligencia”, intuición”, <todos los usos más técnicos del tipo
‘humano’)! tiene un principio activo bien diferente: el noús ‘divino’,
/. ti páq, 278 (Ver Bibliogr )2 Véase Nuyens, Ir, pág. 277.
¡ 11.3. Acepciones’ denoús »amonofI) 547
como habrá de demostrarse posteriormente.
• en cnn rl e ar. itt c<4n mr’ nmn noto~a~ 1 sa,. EdUUCO anterio
1~, .11~sentes o en
esta frase, Aristóteles pone de manifiesto la intrínseca diferencia del
proceso cognoscitivo al final de la misma: ‘4 ‘a ‘rotoíJ’rov c’rcpov’
porque> sin duda, este “cierto padecer” <ndaxav it) es —como el de la
sensibilidad— una forma especial de “potencialidad” sin carácter
peyorativo o negativo: su virtualidad es ese aspecto de potencialidad o,
mejor, “receptividad”. Siendo facultades “receptivas” pueden llegar a
aprehender sus objetos”, y sólo por serlo: de ahí lo positivo de este
tipo de “dinamicidad potencial”, que podemos denominar perfectible o
capaz de toda transformación y acabamiento. Como puede verse, en
este mismo sentido es “potencialidad pura” (treceptividad perceptible)
lo expresado por ‘y(vt’rca ‘r¿ vodv’ .~
En suma, puede decirse que las dos grandes capacidades
cognitivas —‘sensación’<—) y ‘pensamiento>— son análogas pero no
iguales, ni siquiera en su proceso de realización interno: su
receptividad” no es exactamente del mismo tipo, aunque coincide es
ser perfectiva” y no “privativa” como el ‘náoXEW’ más corriente.
Comienza> a continuación, una serie de consecuencias deducidas
de los datos anteriores: las dos primeras de ellas las constituyen las
frases que concluyen nuestro texto (mientras la tercera —algo
diferente— encabeza el siguiente)
“ ‘Aua6~s &pa Sel etvat, &erruaBv 8~ ro~ eTsou nLt S6vu4Ia TOIO1JTOP «XX’z
p~ ‘tofiro, ¡oil ¿4Ioías ~xeu,di3TTep ¶0 a{n&fln3v 11p9 ‘tá aíitiíá, oiírw tau vouv
up&~ r& vwrá.. ‘Aviiy~ &pa, énei.Sij n¿ra voé, d4nyij ¿vw, ó~,nep 4’9o{v
‘Av«~ayópa9, L’a #~pa~, roO’to 8’ ¿trW iva yvtsí4o” IT«pql4awolevoP y~XQ KÚAUEt
1 Para una profunda explicación de todo ello, véase Nuyens, /.c., págs. 278- 79.
111.3. Acepciones denoús »urnano 17/ 543
rg3 dxxnípwv iatt ¿vi4pú4cv óne p~8’ adro~ etvat 4’45aw pnseiihv dxx’ ~ raiir~v,en 8uvarov. t) «pu ICiXXCUvfPOs rus 4ruxfi; vo~ (X¿yw &¿ voOv ¿L óuvoetra icdnToxa4q3(Lva A *uxii oiio¿v ¿trw evtpyetq n3v 5vraw rp’w voetv.” (¿~‘ ~n. 429a
15- 241.
Son tres frases conclusivas introducidas por d~oa . Conclusiones
primeras extraídas de ese especial carácter receptiva del
razonamiento humano. Y no por casualidad, aparecen como las dos
primeras características obtenibles áITQOIjg y c4ayrjg (“impasible” y
“sin mezcla”) la segunda de ellas proveniente de Anaxégores. La
tercera frase expresa la definición misma de esta acepción de noús (O:
lo que el estagirita denomina aquí con esta palabra es lo que entiende
por el noús del alma” (‘ ‘o ap« KCAOIJFLEPO& ‘rfjg 4iu~<íjg vol);’). Pero,
recuérdese que estamos ante unas marcas sémicas previas: gignóskein
y phronein, luego es una acepción del noús como <facultad pensante> del
alma y no como algo más concreto> por si hubiera dudas se nos precisa
a continuación qué hace éste noús : ‘A¿yffl S’E voflv ¿~ &avodiat ~ca
U1TO?«tp~cLVEL fj 4su>(tj ‘ ; permite al alma “pensar discursivamente” y
aprehender o captar” dos actividades sobre las que volveremos.
fln n~nn.bnn+ n nr’+ • ,cfi nmnr’r’nn r<n+ clin lar’ <-mr’ nhmeros frasestic IiiUiHCIitU, C3LUUICI~IU3 LVII tJVtUI 1W IUO UU~
incluidas en este primer fragmento del Cap. IV:
‘An«8~ ~a Set cuyas Serrua3v S~ Tau ¿50139 nd Suvcqxa roxofrrov dXX¿
O~1OUflT1XDV TT~O9 TU. U.tuuT)T%TOU¶0, ¡«Li. O~0UÚ fXCU>, (L~1TE~ ií
3 0131W 10V 1>013V
ITÑ9 it vond” Este ‘ánaS&’ -que aquí no atribuye a Anaxágoras—, tal
y como advirtiera Cherniss, es un añadido puramente aristotélico a las
características del Noús anaxagóreo.’ A primera vista se contradice
esta deducción con la afirmación anterior de que el ‘razonamiento en
1 Cf Segunda parte, cap. III,CitascorrespondientesaAnaxágoras.
111.3. Acepciones de noús humano ‘69 549
general’ es una facultad ‘IIÓtYXELV ‘a’ ; pero no es así, ni mucho menos:
la “impasibilidad” es garantía y producto —simultáneamente— de la
receptividad perfectiva” en que consiste la ‘facultad razonante’.
Conecta directamente con lo que se dirá más tarde> éste noús es
receptáculo” o Yecipiente de las formas” (‘rónov E&a) en 429a 27.
Por tanto, afirmar de nuestro término su carácter imposible,
inalterable, insensible” (todo eso es dTrczSlist es lo mismo que
sostener su mera receptividad”, perfectiva, eso sí, que —en imagen
muy platónica— denomina lugar o locas de las formas. Nuevamente,
esta rallo—/ocas nos recuerda la meng—/ocas inmersa en estructuras
gnoseológicas anteriores; ambas cumplen la función de “recipiente—
ubicación” de las aptitudes más concretas —las realizaciones
concretas> héxis— de la ‘facultad pensante humana’; por supuesto> en un
“alma humana” muy diferente una de otra. No se apoya dicho
paralelismo en meras presunciones: este noús ‘&jcru<¿v’ (=capaz de
recibir”) las formas, o sea, obra como una ~fl9mis o “capacidad
receptiva potencial” en este caso; a continuación> se nos dice
expresamente: «ha de ser en potencia (=Suvciga) tal como la forma
pero sin ser ella misma».
Y la clave de la utilización del término &ra8x~g estaría aquí:
nuestra “capacidad receptiva de las formas” no debe “alterarse”,
transformarse en el sentido de adoptar la forma de su objeto: ha de
permanecer invariable o inalterable, traed;. También esto justifica
la inclusión del siguiente adjetivo, cijayij; que> esta vez sí, procede
(indirectamente, ¡xi sp¡ti/u) de Anaxágoras. Mas, antes de entrar en
su examen, dos palabras sobre otro detalle de la frase: hay que
recordar, como lo hace Hicks, 1 la proximidad formal del final de la
misma con 402a 13 y a lb antes citados en esta 2~ acepción; la
1 Oc., 429a 18- a29. (Ver 6ibli~r.).
111.3. Acepciones de noús humano Ñ.¿ 550
comparación &aOryrtKóv- ata8~’ra, por un lado, y voiiv- voryrd, por otro,
es recordada aquí, siguiendo la establecida al comienzo entre
cxLoOcwEoOat- voav.
<1~ ~
Avaynj &po, ¿uctfi~ ,dvrcc vM, dgi,yij etvax, ÓiI1TQ $qoW ‘Aw~ayopix9,
i~OSfl, ¶01110 5’ ¿¡11W W« yiii,»i4~ u«p¿1144W0t16v0P y«4) kÚU& tú úAAotpiov
Ka «.vn4p«~yv ¿‘re ifli~’ ourol) ftvtti. 46aw írn6evíin> dxx’ fi ~ra&nw,~n
Suvaov.. La segunda de las conclusiones extraídas del arranque del
capítulo IV, es esta larga frase que recordamos ahora. IAIJJ,yt “puro”,
“sin mezcla”; tal y como señalara Cherniss es mucho más exacta
trasposición de los epítetos anaxagóreos que &raeti, inencontrable en
el autor jonio. Empero acabamos de ver que ambos son utilizados por
Aristóteles en un mismo y complejo sentido: para designar la máxima
receptividad del noús —de cualquier forma o sea de toda forma—, con
las connotaciones de una maxima perfectibilidad de esa facultad
cognoscitiva, radicada en su no ubicación en ningún órgano concreto, en
su carácter inorgánico. Locas ilocalizable, receptáculo pasivo que es
capaz de la máxima perfección, la dificultad de hallar explicaciones
inteligibles para el estagirita se explica por lo paradójicas de las
características de este noús U-) 22 acepción.
Pero la enorme riqueza de esta larga segunda consecuencia no
acaba en el adjetivo proveniente, en cierto modo, de Anaxágoras. La
frase, en conjunto> de acuerdo con lo que se acaba de decir, indicaría
que éste empleo de nuestro vocablo para poder “pensarlo todo” ha de
ser “sin mezcla” con sus objetos, las “formas” (íd EtSrj) o conceptos”
(‘r« vo~íd). Y no “sin mezcla” con el cuerpo —pues éste no es el
programa en este momento—.1
Esta interpretación se corresponde con 18 de Alejandro de Afrodisias, Simplicio ~Temistio, en la antigUedad; Ilicks, Nuqens ~Guthrie sostienen que es la correcta. Nuyens
¡ 11.3. Acepciones de noús humano ~t? 551
La “totalidad (ncúrrct) no es un término innovador dicho del nous
Anaxágoras hablaba ya del n&; aludiendo a su concepto del mismo. De
hecho, no será la única vez que se hable de tan sugerente palabra en
estos capítulos del Libro ¡II del DeÁn.: en 430b 27 —que veremos en el
epígrafe final de esta acepción— aparece ‘¿ S~ vol); oó ud;>,
aludiendo a una de las especies de este flD~ nuestro que sería su
género: noús (—) 22 acepclón// (nofls— raciocinio o 2~ (+)/noús ‘razón
práctica’, 32 (—)}———— {noús ‘intuición práctica’> 32 (~/ noús <intuición
teorética> o “inteligencial ¿~ (— y +)}. En resumen, al uso neutralizado
como ‘facultad razonente’ le corresponderá en un próximo futuro tener
el papel genérico en una subdivisión léxica secundaria: la de la
‘facultad pensante> del hombre en ‘discursiva>! ‘intuitiva’ y ésta a su
vez en dos subespecies. Pero permanezcamos en este momento de la
exposición, con un noús como ‘facultad pensante’ más genérica.
En la segunda parte de la frase, se insiste y explica por qué para
poder pensar todas las formas o conceptos ha de carecer de forma
propia: ha de ser mero “receptáculo”, pura potencialidad (Sdvcqa;, aqul,
Suvaxóv). También para poder aprehender todas las formas le es
imprescindible ser generico : no haber sufrido especificación alguna,
no haberse concretado aún sus capacidades múltiples en una
(discursiva) u otra (intuitiva) en concreto.
-“ ti apa KuAowa~ 11K 4flJxTF INIJ9 fX~yw S~ voiiv ~ Siavoára flLunoX«g~ava fi 4n3xijl aiO¿v ¿<Trw ¿vcpyeí~ rów 6v’túw uptv voeiv. Aid rn5~
veInx&n euXoyOv <LiJ’~OV 1q) agiaív now~ ~p ay 11<9 ytyV0t1~O, ~ Oepw~
demuestra prolijamente que es de la separación de sus objetos de lo que se habla en su obrau~ citada, pág. 285. La exposición de Guthrie, 18 más reciente, de Ansio//ten Frc2iunter,(VolVí desu A/t~s/oryo(CreekPñioxphg) seofreceacontínuacion: «At 429a 18Aristotie agrees vith Anaxagoras that >rw must be ‘unmíxed’, and it isa perennialcontroversg vhether this means unmixed vith its objects, the intelligible forms(Alexander, Ihemístius, Fhcks, Nuqens), or umixed vith bodtj <Philoponus, Averroes,Aquinas). Ihe former v¡e.’ seems preferable, not for the rather weak re~son qiven buMit, bid simplq because the remerk viii then connect in sense with the next one: flor byobtrudinq its ovn form it vould hinder ami obstrict vhat is different from it; hnce it hasno other nature than this, that it isa capacítu’.». (Vé Bibiiogr.).
111.3. Acepciones denoús »amano ‘69 552
KW) 0p~«V01> Ti. ¿U), OYflTC~ 1(j) u~wfiuitu<qr 1>131> 8’ ObOel> ¿OTLV. K«t e~ SIj o~Xéyov-re; ~rijv4n~x~$’ etvmn róuov dzó~v, nMv J-n o5re 5M dxx’ fl vowruai, o5íe
-~vreMxeís~ &x& Suvápa r& ~~8n.”[t~An. 429a 22 ~j231.1
La tercera de las frases deducidas de las tesis iniciales nos
proporrinns tn~ dofinirión ~ ]~ que es este empleo neutro de le
palabra como ‘facultad pensante’:
~ ~Xo6~ewgT~; 4’u~fl; vofl~ (X¿yw 8¿ vofiv ~ SULVOáTa Kut
~ *ux~) odO~v ¿aw ¿vepye{~ n~v 5vrow np’u’ v~iv. “ Se señala
en su momento que ‘o K«XOI4LEPO& voO< significa introducir una
definición de noús> de lo que Aristóteles entiende <en ese contexto) por
noús; así, tras utilizar un adjetivo que atribuye a Anaxágoras se
molesta en precisarnos que ahora estamos ante su propia posición. 2
Sus actividades son dos, <&czvodíca’ y ‘ únoXcq.qldva’ y se precisa
que este noús pertenece al alma, es decir> es una facultad anímica. Sin
embargo, apenas era necesaria esta aclaración pues el verbo
dianoésthai es consustancial al noús ‘humano> como ‘facultad
pensante’ cuya relativa equivalencia a diánoia (—) se resalté ya en la
introducción a esta segunda acepción.3 Para finalizar la tercera
deducción, el estagirita insiste en que la <facultad pensante’ o ra//o
es una dúnamis con ese ‘oí)O¿v ¿03W EvEpyEt9 íd)v 6irrwv nrAv voEiv.
Antes (ng?v) de actuar (noe¡n, pensari no es ninguno de los “entes”
1 /bktn, «Así pues. el denominado intelecto del alma —merefiero al intelecto con que elalma razone u enjuicio— no es en acto ninguno de los entes antes de inteligir. De ahí queserio igualmente ilógico que estuviera mezclado con el cuerpo: u es que en tal caso poseeríaalguna cualidad, sería frío o caliente q tendría un órgano como lo tiene la facultad sensitiva;pero mío tiene realmente. Por lo tanto, dicen bien los que dicen que el alma es el lugar delas formes, si exceptuamos que no lo es toda ella, sino sólo la intelectiva tj que no es lasformas en acto, sino en potencie.2 En esta idea estén tanto Diiring (c.c., pág. 657, note> como llicks. El primero nos diceque ‘¿ KUXo .1ev09 vo6< es «lo que terminológicamente go <Aristóteles) llamo j~i¿2y~; elsegundo,Artstot/e’s Ñ~A,Únr en su comentario a 429a 22, precisa que no es un usodespreciativo ni indica desapego a ese uso por porte de Aristóteles: todo lo contrarío, esoexpresión supone un contraste con el uso anaxagóreo u con el uso de noGs en «un sentidoespecial»; o en sentido específico, como di riamos aquí.3cf. para una interpretación ligeramente coincidente de Nuuens, O. C.,pOg. 271.
111.3. Acepciones de naús »urnano ‘69 553
(“formas” o “conceptos” que son sus objetos) “en acto” (¿v6pyd~); una
vez más, remacha así que su función “receptora—potencialmente
perfectible” es la única de esta capacidad o facultad de pensar humana.
Si puede pensar todas las formas es porque es pura potencialidad
receptiva y nada más que eso: toda realización o aptitud actual se da
posteriormente y supone un uso específico de naOs que escapa a éste
de ahora.
Esta intrínseca unión del noús ‘humano’ al alma de que forma
parte no impide que carezca de órgano animico correspondiente; una
vez más hay que resaltar la ruptura aristotélica del paralelismo
cuerpo! alma’ que subsistiera a la obra platónica; así lo da a entender
esta segunda frase:
“Aid o~S¿ ~iqd~8aeit~orv «,ih¿v ¶4) adiqiar nouk yd~ &v ¶x ytyvotto, fi
8epgd~ fj iJ%Jk , KV 5py«vóv¶i. et~, dilrTep ‘np aia&íinnir vl)v 8’ odév eaTw.
Ahora sí que aparece la segunda referencia al aspecto inorgánico de
nuestro vocablo y no en el final del texto anterior (429a 20—22). La
explicación, tan naturalista> que da nuestro autor de por qué no puede
ubicarse o conectarse directamente con órgano alguno no nos
sorprende: en nuestro término es ya tradicional carecer de lacas; y
esto le sirve aquí para diferenciarlo aún más de la ‘facultad sensible>.
A pesar de ello> como bien notara Dúring, en sus obras biológicas
correlaciona en exceso noús y nvEIiI[~t, para acabar ligando el naOs al
corazón”.1
Se podría seguir, pero ya se habló en el texto precedente de la
tesis del noús—”inorgánico”, es preferible comentar ahora la última
frase del presente pasaje:
dr. 1. DUnng, 4nsto/e/e~ pág. 853. Pero nolo hace en el ¿~An.
111.3. Acepciones de naús »umona •ri~ 554
&~j 01 ~EyOPThí~v $u~ojv ¿Iva íónov dS&v, rMv <ni. oflre OXil
dxx’ fl vowrwti, ofrre év1Úexet~ dXX« Sijv«¿iet ¶& &n. “. Todo el mundo
coincide en algo al respecto: que esté aludiendo a Platón, y algunos
recuerdan bien al Protégoras., bien un pasaje del Timeo (hablando del
«espacio»> 50d—e) cercano a esta expresión> aunque recuerden que no
se halla literalmente la frase en lugar alguno de ninguna obra
platónica.1 En palabras de J. rloreau,2 este acercamiento al lenguaje
platónico sería un intento más de explicar la Yeceptividad del
‘pensar’ como facultad anímica:
«Si tuviese comunidad con alguna forma> si tuviera una naturaleza definida, sería
incapaz de recibir en sí todas las formas, de reproducirlas sin alterarías. Por eso el
receptáculo platónico tenía que ser absolutamente amorfo:7 su naturaleza o esencia propia
es la de no tener ninguna. Análogamente, el intelecto mismo> nos dice Aristóteles, no debe
tener absolutamente ninguno naturaleza, fuera de esta: la de ser capar (&rt &uwr%v).
rIu1Ufl,/¡ñMZ4aua-:U~iu~r4’uP ¿ktU>uW TiJA> gEiJA> o&g- Li¿XXOtS4eaflai no6ev. Si el receptáculo tuviera une forma propia, alteraría las que deberecibir> ofuscándolas con su propio aspecto: ti~v a2’noiJ mrpqi$aivov 5*u’. Aristóteles,para explicar el amorfismo del intelecto, no solamente alego aquí la misma razón, sino quereproduce los mismos térmi nos: nape¡i$au~ópevov ydp Icta\6a rd dxxórpwv ia~i.<Lvfl#áf¶e. (429 a20). Este paralelismo lo se5aló en primer lugar TEIcHMuLLER,ShÉ>?nzurGexh¡th/eder flegritfe, pp. 333 s., nota.] .»
El ‘alma pensante’ como “receptáculo” de las formas, ésta es la
afirmación aristotélica, que matiza ya la respuesta platónica (es éste
noús como equivalente a íó vo~’rw¿v) y además sólo contiene las
“formas” en potencia —no en su realización o actualización plena—;
estamos, por tanto, en ese ,arocessus del <razonar’> en el momento
11. Robin, T/¡Éortep/stonzttenne > <vi Eiblioqr.>, pág. 483, n. 420. Nuuens, /c, péq267. con cita del pseudo—Filópono hablando de esta alusión platónica incluida. Micks( en susnotas alo ed. del ¿~‘An., ,4r¡sto//e’s/kviniar) es quien puntuolize que no hoy una citeexacta que se corresponda en Platón, pero que el «espíritu» del idealismo platónico, siseencuentra enunciado. Guthrie, oit, pag. 317 n.6, siguiendo a J. tloreau - oc., paq.1 76,n.7- expone los términos que se asemejan muchísimo entre el Tñxe> SO d—e u estafrase aristotélica, la importancia de la nota nos llevo a incluirla en el cuerpo del texto.2 It. en la nota anterior, pág. 176 u nota ide la misma.
111.3. Acepciones de noús »1/mano ‘69 555
inicial o puramente potencial y no ya completado el “cambio” (fuera del
processus acabado éste) en la realización o actualidad plena:
EVTEXEXEL« (o ~n~rgÚ~.en otras ocasiones como vimos en la primera
Irse de este texto). De ahí la claridad de este final de nuestra actual
frase: ‘ou-r~ ¿PTEXExEu~ ÓAX& Suvdga í& EtSfl.’ . Luego se distancia, a
su parecer, del platonismo por dos matizaciones: a) es la ‘facultad
noética’ (znuestra rafia) el Yeceptáculo” y b) se hallan en él las
“formas—ideales” (para darles la denominación platónica) pero tan sólo
—por su pura potencialidad— «en potencia» y no «actualizadas» o «en
acto». Con esto termina este pasaje, que con el anterior forma el
arranque del capítulo dedicado a explicar las funciones y aptitudes de
la facultad racional. Por tratarse de un encabezamiento> se nos expone
una facultad genérica de pensar del hombre: sólo a partir de ahora, en
las líneas siguientes, se comienzan a analizar las especies.
La cita siguiente [429b131 es más que dudosa; aparece en algún
manuscrito (E—U, pero parece tan claro que es una glosa intercalada en
el texto que los diferentes editores la excluyen sin excepción.1 Para
ser méximamente cuidadosos admitamos como hipótesis —harto
improbable, eso sí— que aparezca nuestro término en ese punto del
texto supondria dar la razón a algunos intérpretes del pasaje, que es
muy discutido precisamente por ser algo ambiguo. Con la inclusión de
1 El texto, según esa lectura de los manuscritos E u 1, sería (en ne¡~rita la variación conrespecto a la versión aceptada por los editores) ‘ ‘Eret 8’ dAXo ¿mi. ¶0 péye6o’~ ¡<niíd peyé@ei. ¿bat ¡ml 55w ¡cfi. ~8anelvia fr«~t AV héix~’ 8~ noxxdw, dxx’ o& ¿iúTTCLV¶WV ¿IT EVUiW ~‘Q43TGJXTOI> eoTd, ¶0 mp¿ elvia ¡al a4a ~ &XXq~ ~~X0VflKpWfi. O VOU~ 11 b’«9 CRXP~ 0W ftV¿ U ¶1W IJXnS, CXX’ (UJ1Tf9 10 O~4I0P, toSe¿y r4Ee.’ [Ñvin.429b13; noadmitido porlosestudiososí .Vertdo,siníncluir nuestrotérmi no, por T. Calvo Martínez como sigue: «Pero, puesto que la magnitud u la esencia de lamagnitud son cosas disti ntas y lo son también el agua y la esencia del agua — y otro tantoocurre en otros muchos casos pero no en todos; en algunos es lo mismo—, será que el al madiscierne la esencia de la carne u le cerne, ya que facultades distintas, ya con une sola> perodispuesta de distinta manero; u es que la carne no se da sin materia, sino que, al igual que lochato, es un tipo determinado de forma en un tipo determinado de materia.».
111.3. Acepciones de nuás %wmano’69 556
ese noús se acabarían las dudas, quizá eso influyera consciente o
inconscientemente en el transcriptor medieval que ¡añadió esa palabra
en tan polémico párrafo. Por tanto, se ofrecerán a la consideración del
lector varias explicaciones del texto: a) como si de verdad figurase en
él nuestro vocablo (lo que parece falso); b) como si no figurase: 1) la
interpretación de quienes rechazan que se esté refiriendo aquí a n~j¿~,
y 2) la de los que sobreentienden nuestro término y explanan el párrafo
como si de hecho estuviera. En el primero de los supuestos (que sea
cierto lo afirmado en E y L) tendríamos una clara oposición —por
analogía— de cuatro miembros: ‘sensación! razón’ (n9~, en esta 2~
acepción neutra) por una parte, y ‘razón discursiva’ (2 0/ intuitiva’.
Contraposición, quizá algo forzada, pero que apoya todo el desarrollo
del capítulo IV —en el que juega a contraponer la “facultad de razonar
(pensamiento discursivo) con la “inteligencia intuitiva% en esta
perspectiva lo que sugiere el texto es una nueva distinción en el
interior de la facultad humana de conocer <“juzgaK lo denomina el
texto) entre distintas facultades —de menor rango> más concretas— o
distintas funciones dentro de una misma facultad para estudiar los
objetos inteligibles materiales o abstractos. La respuesta que ofrece
Aristóteles requerirá múltiples modalidades y niveles dentro de la
‘facultad pensante’ en sentido genérico (22 —); obligatoriamente, ello
coníleva la previa consideración como distintos de sensación’ y‘razón’. Pero en este momento de su exposición todo son ambiguedades
porque expresa sus dudas y vacila en la solución a adoptar. Si
aceptamos, por contra, la generalizada posición de los expertos y
renegamos de que exista dicha cita en 429b 13 podemos optar: o por
una interpretación alejadísima de la anterior, o por la misma —con
alguna distorsión— considerando que el término noOs (en nuestra
acepción) se ha de sobreentender (o sustituir por algo parecido) debido
al contexto. §astar& respecto a la segunda opción, advertir algunos
55~111.3. Acepciones de noús- »amono
detalles que aporten los autores que la sustentan:
Nuyens, en primer lugar, acaba asumiendo que lo que hace el
texto es distinguir ‘sensación! razón’, postulando dos facultades
cognoscentes diferentes para captar, por un lado, el “objeto individual”
y, por otro, “ol concepto”. Además, asume que la <razón> tanto puede
conocer lo individual (como <raciocinio>, dinamos nosotros) como lo
universal (como inteligencia—intuitiv&).1 Lo primordial es queMe,, flflri Co rÉ”flflei fi <‘o nfln lo rnntinrlo <It C’• 4 flr’i rin lo fl, ,fl O re • e
llU~JCI lO yu CO¡JCt~Il CUU que ‘u OCyUIIUU t¡•ot•iit,iUtI, ~ ~1nteresa u
Aristóteles, es entre dos formas distintas de intelección”. 2
En el lado de las posiciones más tradicionales, Hicks y Tricot
tratan en sus comentarios respectivos,3 de sostener que se habla de
sensación’ en todo el inicio del párrafo —en las lineas donde los
autores anteriores consideran que se establece la opción ‘sensación!
noús>— y en el resto admiten que se refiere al noús actuando ana ligado
e la ‘sensación> —captando objetos individua1es~ materiales— ora
desligado de ella. Simple, pero no menos satisfactoria explicación que
las del otro tipo. Sin duda, heredada (de Temistio y Simplicio, según
Tricot) ‘ y a la cual no nos ceñimos, pese a sus ventajas de economía,
porque no encaja en la dialéctica de oposiciones tazonamiento!
intuición” que recorre todo el capítulo y, como a Nuyens, nos parece
éste punto prioritario en el texto. En conclusión, aparezca o no
nuestro término este párrafo, alude a él en el intento aristotélico de
delimitar dentro de la ‘facultad racional> sus funciones, modalidades y
niveles diversos que expliquen la complejidad de la parte más
compleja del conocer humano.
1 Dc., pág. 291 (Vé. Biblioqr.)2/ek’ín~ págs 291-2.3Véase Biblioqrafíeal respecto.4 Nota de Tricote su trad. del f~4n¡ma CI Traitéde /4>~r) en 42gb, pág. 1 77,n. 1.
111.3. Acepcionesde noús »umano 69 556
Ahora viene una cita ya conocida por capítulos anteriores:
Tr~q óe 4ru>~i~ ro cdssflr1rix¿v ¡<a~ énurnv.ovua3v Suv¿aei. Toiira éan, ro¿rn<n~ídv ro 8¿ «htyróv. ‘Av¿y~ 8’ fi adr& fi í& e¶Sr¡ 61pta. A~lÑ [lev Su o5 oil
ydo ¿ xíoo~ ev í~ , dXx¿ r8 e¶5o~” dne fl UXT fl ~cíp¿ant” ~d
~
d&,~ ato6Wrow. FA~An.432a 21.’
Aquí nos atrae porque se relaciona y opone, al mismo tiempo, al
texto de 429a 27 y ss., frase final del penúltimo texto que hemos
estudiado en este grado alto de la 2~ acepción neutra.
Obviando explicar de nuevo el símil de la mano como figura
literaria o su origen anaxagóreo (aunque el estagirita se oponga a las
conclusiones del autor jonio), queda el análisis del párrafo en su
contexto, que es nuestro tema actual. Precisar, al inicio de tal
examen> que estamos ante un capitulo —el VIII— que se preocupa de las
facultades anímicas puramente’ cognoscitivas, no parece ocioso: las
cuestiones “prácticas” requieren el concurso del ámbito de la órexís.
,
en mayor o menor grado y modalidad de ésta.
Nuestro caso es el conocer teórico”, el campo del saber, en suma;
de ahí que se aluda a -ró ¿UVJTUWWWÓV, la ‘facultad de pensar teórica o
científica’ y no a ró votyrucóv, aún más amplia en su significación:
cualquier pensamiento sea teórico o práctico, Sed discursivo o
intuitivo, pertenecerá a ésta facultad del alma humana. Dentro de este
campo preciso se nos explica la función de noús como “órgano” -tan
parecido a “sede” o “receptáculo”— pero con mayores indicios de
1 T. Calvo Martínez, /.c. «A su vez, las facultades sensible e intelectual del alma son enpotencia sus objetos, lo inteligible g lo sensible respectivamente. Pero éstos han de sernecesariamente ya las cosas mismas, ya sus formas. Y, por supuesto, no son les cososmismas, toda vez que lo que esté en el alma no es la piedra, sino la formada ésta. De donderesulta que el alma es comparable a la mano, ya que la mano es instrumento deinstrumentos ‘j cl intelecto ea forma de forma, así como el sentido ea forma de lascualidades sensibles.».
¡ 11.3. Acepciones de nuás »unwna ‘69 559
actividad en este bello símil de la mano; lo principal es que es
“instrumento u órgano” de nuevos instrumentos’; en suma, se refiere a
las aptitudes o capacidades concretas que realizan la potencialidad de
este noús neutralizado 2~ acepción. Esta sería su contribución:
precisarnos que en el proceso de realización de la mere dúnamis que es
este noús neutro flabrá distintos instrumentos u órganos” según las
necesidades intelectivas de cada caso: ‘raciocinio’ (22 +), Yazón
práctica» (32 —) con su fruto “intuición sensible—práctica” (3+),
“inteligencia intuitiv& y su producto la intuición” (42).
Sería demasiado fácil obviar el uso que hace Aristóteles de
5pyavov para aludir a tan delicados mecanismos racionales e
intelectuales: el símil de la mano lo exige, por supuesto, pero el
hecho es que Aristóteles encuentra adecuado emplear dicho símil a
pesar del ‘materialismo’ del mismo y deja ver el apego del estagirita
a modelos corpóreos para explicar lo anímico; criticar esto no supone
menoscabar su innovadora originalidad en materia de psicología
cognoscitiva. Precisamente, ello le priva de un léxico más idóneo y
complica la vida a sus comentaristas por el desfase verbal existente
con las ideas que apuntan en el texto, que resultan muchas veces
incapaces de romper la barrera de la ambigúedad lingúística
consecuente de la falta de estructuras léxico—conceptuales más
adecuadas.
Concluiríamos el apartado con UflO nueve cite [432b 261 si no
fuese porque el párrafo en su conjunto es una explicación del uso
marcado de esta 22 acepción. Resulta, por ello, preferible posponen su
examen para incluirlo en su momento. Recuerde no obstante el lector
que nuestra cita de noús, en sí —432b 26—, pertenece a este uso neutro
de la 22 acepción.
111.3. Acepciones de ncús »uínono ‘6) 560
2.2. usos MARCADOS: ‘RACIOCINIO’.
Eí segundo grupo de usos, el de no—neutralizados, es muy breve en
citas. Consisten éstas en la específica capacidad de “discurrir” de la
‘facultad razonante o pensante> en general, se la puede designar como
‘modalidad discursiva del pensar’ o dianoética en terminología
moderna. Especificando más, es el razonar discursivo o de elaboración
procesual del pensamiento, pero a un nivel superior a la mera
creencia—opinión” sobre algo: el juicio emitido ahora sigue reglas de
ordenación estables y no es mero “conjeturo” como la dóxa que, sin
embargo, suele servirle de punto de partida para reafirmaría o
refutarla. Venimos a llamarlo en este trabajo ‘raciocinio’, aunque, de
hecho, podríamos denominarlo como pensamiento discursivo (+) o
marcado4, o “razonamient&; si parece preferible la palabra ‘raciocinio>
es —además de su común significación con las otras dos menciones—
que como derivado español de “razón” se prefiere a la primera, y que
razonamiento”, al ser de uso más habitual hoy, es de mayor
ambigúedad para nosotros que el vocablo finalmente elegido.
Hay que remarcar aquí los términos más próximos al nuestro, a
racíocínío’ o noús 22 acepción marcada, a pesar de que no se trate de
sinónimos exactos : nos referimos a epistéme y algún derivado y a
diánoia junto con varios términos de su subfamilia léxica. De hecho,
~pistémey , sus derivados, designan todo conocimiento teórico de
modo ‘discursivo’ —porque el Saber científico depende de la ‘intuición’
de los principio del mismo, además de los factores epistémicos o
‘conocimiento teórico discursivo’—; pon su parte, diánoia y derivados
son terminología favorita desde el platonismo para designar el
111.3. Acepciones de noús Yuimano Y& 561
razonamiento” o “manera discursiva del pensar”, pero su campo es más
abierto: designan un instrumento’ de la razón sea para un fin teórico —
la ciencia— sea para otro práctico —la ético—. En este carácter
puramente instrumental les acompaña el <raciocinio’ que tendrá una
vertiente práctica, como hemos de ver en la siguiente acepción. Pero
se distingue de sus derivados de raíz compuesta con && por tener una
carga léxica “propositiva” o intencional de la cual carecen diánoia
,
dianoésthai, etc... De tal manera que designa la Tinalidad—intención’
del pensar, aquí como fin en sí mismo, en la tercera acepción neutra
con fin práctico; mientras que diánoia se queda en un papel de
intermediación’ puramente instrumental, que desarrolla el enlace
entre juicio y juicio, en el proceso deductivo del silogismo teórico o
práctico. El ¡nú~ seria principio o fin del proceso de razonar, pues
para Aristóteles suele venir a ser lo mismo; el cómo se produce tal
situación habrá de verse a través de los textos.
Esta breve exposición al respecto que se ofrece a continuación
es de los pocos retazos del Libro III del L7e Anima que se ocupa del
‘raciocinio’:
‘1 •~ ‘To yap 4EiSos ~v mjvoéofi. dFíf ¡at y4 &v ¶13 Mun3v pu Xeuróv, id M
Xewév ox’vé6irv. Tv6#xei&i. Sé ¡t¶t Si«14i6mv «vta U¿VTL ‘ANX’ 04 ~wi. ye
IIÓVOP ¶0 #uS% i~ «XT>869, art XE# KX¿wv ¿«riP, ¿XX¿ acd &ri. ~v ~ ~arat T¿Se ev ITOW1JP, Iowa o vo~s UaTOV. 1 &An. 430b 61.1
Por cierto, este inciso sobre el funcionamiento del ~raciocinio’ha
de notarse que está inmerso en la larga explicación de la “intelección
1 Idem.: «El error, en efecto, tiene lugar siempre en la composición: y es que al afirmarque lo blanco es no—blanco se ha hecho entrara lo no—blanco en composición. cebe, por lodemás, hablar igualmente de división en todos estos casos Por otra parte, el error y laverdad no tienen lugar solamente al afirmar que (león es blanco, sino también que lo era olo seré. En fin, quien compone llevando a cabo cada unión es el intelecto.».
111.3. Acepciones de ticÉis »amono¡/9 562
de los indivisibles”, es decir> en una ocupación que no es nuestro
objetivo en este momento, sino en la 42 acepción. Sí nos concierne
que las claves del raciocinio queden —como lo hacen aquí— bien a la
vista:
1) su carácter “judicativ& —que le liga al binomio verdadero/
falso?
2) su aspecto “compositivo” que conlíeva el “sintético” (ssíntesis
unificadora).
3) el juzgar también implica no sólo unificar conceptos sino
escindirí os.
En resumidas cuentas, el ‘raciocinio> como realización de la
“facultad diancética” supone no sólo relacionar conceptos para formar
los juicios (ocupación que posee como integrado dentro de la “facultad
crítica” o del “conocer”) sino que, gracias a su capacidad de sintetizar
elementos en un sólo concepto y/o dividir sus componentes en otros,
puede descomponer un juicio o razonamiento entero. Dichas
operaciones son, en todos los casos> campo abonado para deslizar
errores; en cada elaborado proceso del “pensar discursivo” que tanto
depende de lo sensible —en su sentido más amplio— está agazapado el
error por todas partes: de ahí que en su ¿7r,.qonum—y al principio de su
trabajo, según muchos estudiosos— dictase un orden estricto del
procedimiento a seguir en los razonamientos deductivos y lo intentase
confusamente en los inductivos, todo para lograr eludir en lo posible
los errores de la mecánica del razonamiento y hacer posible la propia
ciencia.
Nuestro texto, por cierto, señala con claridad meridiana la fuente
básica del error díscursívo: el mismo aspecto mediato, procesual que
tiene el ‘raciocinio>, unido a su contaminación por la más elevada
capacidad “sensitiva” (la “Imaginación” o phantasía) que es tan
111.3. Acepciones de tirús »amenofi) 563
peligrosa como indispensable para el proceso cognoscente; la razón
reside en que no siempre se es capaz de advertir cuando se está ante
una fantasmagoría y no ante el recuerdo de una percepción sensible.
Porque el número de pasos en cada razonamiento concreto, de
encadenarse en un juicio> supone por sí sólo un grave peligro, pero al
“dividir” (&a4xoi~) y componer” (aíivOEoL§) conceptos y juicios según
los dictados de la “sensibilidad” neutralizada (={ía “memoria,
“fantasía” y “opinión”}) .. se multiplican alarmantemente los riesgos.
En suma, el ‘raciocinio’ entra de lleno en las realizaciones más típicas
del terreno judicativ« en su sentido específico (¿de lo sujeto a
error).
El párrafo que contiene una interesante aclaración a todo esto
está en la misma página de la obra, se incluye en este punto con esta
única finalidad, ya que se trata en realidad de una cita correspondiente
a la ‘* acepción> porque en ella se habla del ‘raciocinio’ para
contrastarlo con la “inteligencia intuitiva” en ejercicio o ‘intuición~:
‘Tun 6’ fl p~v 44gw it KU.TU. tWO~, (iUlTep I~ KU14I4<XGt~, ktt aXr~8r¡s Ii4ícuSik rdou. ~ S~ vc~g cii nd~, ¿XX’ 6 ‘rofl it ¿art a¿ id it fjv 4vta dX~
18%,KU o5 it KU1á iWO~” «XX’ (JnlTfp 10 Cp&V 1OiJ ~W1J¿Xnek el 5’ ~v6poro9id
Xeun:w ji ni, ouir dXnek del, eStos ~xet~oaaveu r~=5Ms. “ 1 ¿~4n. 430b 271.1
Afiade a lo ya visto anteriormente que el resultado de la acción
del ‘raciocinio’ puede ser un razonamiento verdadero o falso, mientras
una intuición” es siempre y necesariamente Verdad, al poseer un tipo
de verdad diferente, que estamos denominando —a propuesta de J.
floneau— «antepredicativa».
Idem : « Al igual que la afi rmación, la enunciación predice algo de un sujeto ~siempre esverdadera o falsa. No ocurre lo mismo, sin embargo, con todo tipo de intelección, sino quecuando se intelige qué es algo en cuanto a su esencia, la intelección es verdadera q nopredice nada de ningún sujeto. Pero así como la visión es verdadera cuando se trata delsensible propio pero no siempre es verdadera cuando se trata de silo blanco es un hombre ono, así también sucede en relación con los objetos separados de la materia.».(Vé. Bibliogr.>.
111.3. Acepciones denuás »amano ‘69 564
Profundicemos en esta cuestión del juicio o enunciado. Se nos
habla ahora de dos términos técnicos (definidos en su Da
/ntarprataftone lñb 26 y 27) ., 4duIs y KaTct4KtaL~> negéndolos para el
modo de pensar intuitivo : en dicho acto de la “inteligencia” se
aprehenden” <Ouydv lo llama en Plata lOSlb 23) o “captan” las
realidades indivisibles (&rrXd o a5tcapE’ra) tal y como se verá en su
momento;1 lo que nos incumbe es que aquí se esfuerze (al contrario
que en citado texto de la Plata ) en sinonimizar 4’óotg y KaTct$aaL§,
poara excluirías del campo de la “inteligencia intuitiva” : estos
enunciado< y “proposiciones atributivas” (=que afirman o niegan
atributos al sujeto~), respectivamente> son frutos del ‘raciocinio’ (22
O o héxis “lógico—teóric& de la “razón” (22 —) y trata de escindirlos
tajantemente del producto de la “intelección (znóesis> de los
indivisibles” analizados en los párrafos inmediatamente anteriores.2
En cambio, en el Mt. 16b 26—27 diferenciaba el mero discurso (lócos
)
que forsnaliza “enunciados” (t~~dctg) o partes del discurso dotadas de
significado de la KaT 4a0L§ y la ¿nó$cLut§ (“afirmación” y “negación?)
que son los juicios o proposiciones afirmativos o negativos en los
cuales se atribuye algo a un ~sujetok
En realidad, así entendida la 4xi019 o pura ‘enunciación” no es
extrano que se pueda dar en Si noús como “inteligencia intuitiva”, tal y
como se afirma en Mata. 105 lb 22; pues consiste, no en un proceso de
elaboración—comparación de juicio atributivo alguno, sino en el mero
“decir” (4»w1) un segmento indivisible del “discurso”; cuya
“descomposición” en meras sílabas lo volvería incomprensible: asi,
como “parte mínima significativa” de lo que se puede “decir” sobre lo
cfr. la pormenorizada exposición deS. Rébade Romeo al respecto en su i*r~’.corvxúrntntoyxr, págs. 25-26. (Ver Biblioqr.).2 Adviértase que no sólo los “indivisibles” —de tipo abstractivo necesanamente- sonobjetos válidos paro lo ntuición intelectuaL los objetos de origen material —tras sufrir unadicional proceso de asimilación- también pueden captarse por la inteligencia”.
¡11.3. Acepciones de ticús »amano 759 565
real resulta adecuada para manifestar lo “inmediatamente
aprehendido” por la Inteligencia humana.1
En suma, hay dos modalidades del pensar la del “pensamiento
discursivo” abocado al lenguaje apofántico (o predicativo, de lo que
puede decirse si es verdadero o falso) y la del que no lo es, porque no
elabora juicios sobre lo real> “componiendo” o ‘sintetizando’ ‘sujeto y
atribuciones’; esta forma “simple” de “decir” “capta los indivisibles”;
cuando> por contra> la “enunciación” se pone al servicio del
razonamiento discursivo” o <raciocinio> entra en composición”
(olivewl§) y se confunde con la Ka’ra4aot&. Este es el caso que nos
ocupa en 430b 6, al fin y a la postre, nuestro objetivo en este largo
circunloquio indispensable para acabar de entender lo que quería
distinguir J. iloreau al hablar de «verdad predicativa» frente a la
«verdad antepredicativa», precisamente la distinción que hace
Aristóteles en este último texto 430b 27?
.—Las tres citas siguientes (432b 26> 433a 2 y aB) pertenecen al
Cap. IX que sirve de propedéutica para desarrollar los argumentos
relativos a la ‘volición’ y su relación con la ‘razón práctica’; por ello,
nos recordaran los pasajes de la acepción 12 donde noús se oponía a
ónexis y dependía de la phrónesis, en una palabra usos del vocablo
relacionados con la conducta moral; de hecho, puede que la semejanza
1Sobre el texto de tic/o. lO5ib22yss.,ademásdeJ tloreauu¿Rábade -autores yacitados- resultan fundamentales: Robin, Arft/o/e ,pág. 101 ~Tricot,en su trad. de latic/e.> en sus prolijas notas al pie del pasaje en cuestión. (Vé. Bibliogr2 Que, hay que insistir enello, nocontiene cita algunodeesta 2~ acepción (nuestro términoesté elidido cuando se refiere al “racioci nio”), pero en estos casos de distinción pal maríaentre dos acepciones (49 y 2~ +) es forzoso analizar el texto en ambas acepciones.
111.3. Acepciones denoús »umano ~?‘/¿ 566
existente entre el vocabulario de aquellos pasajes y de éstos sea
intencional por parte del autor de Estagire.t
En resumen, se trata en este capítulo de demostrarnos las
limitaciones del ‘pensar teórico’ en general (22 —) y del <raciocinio> (2~
-‘-) en particular de cara a la vida práctica y la conducta—movimiento en
hombres y animales, respectivamente.
.—En la primera de las tres citas que estamos introduciendo
utiliza el estagirita una expresión muy interesante —¿ KaXOU}LEvo~7
voi3§— pero algo polémica:
it ,AXXa ~újvoóS~ ro vo~niaBv iad ¡5 KuXo6pevoc voil; ¿arw 6 rtvér 6 iié’ydp Beú ~njc6~o~9~v 6eo~et npaicróv, oiiS¿ Xéyei ucpi 4emaoiJ ~i SwnoO rnieé,cid S~ ~ ICWTIUtS ji c6yovxog ji Su&ovit st ¿arw. ‘AXA’ mis’ ~rov 8co~ st
rotoUrov, fíSxi K~Xf a «6yew ji St&w, dcv roxX~frw Stavoetrca 4upepAv st jimi 1Úf6a 5~ 4opáakx, ~ 5~ KU9SA ru’emn, & a’ ?~s6, ~íepóvst -IIOPtOV.
¡Aedo. 432b26]?
De hecho, la traducción española, de T. Calvo Martínez, toma
partido por considerar a esta mención definitoria de noús como
sinónimo de io POflTLKÓV; en cambio, no procedía así la versión
francesa de E. Barbotin, que considera distinguibles ambos términos ;
por nuestra parte, tras hacer notar que la elección es desde luego
difícil —porque hay que decidirse dentro de dos usos de la misma
1 Sobre el particular véase en la próxima acepción <32) la localización de los capítulosIX,X ~jXl del Libro III del Aedo.2 En la versión de T. calvo, ¡terca del alma , qe habitual: «El principio motor, en fin, noes tampoco la facultad intelectiva, el denominado intelecto. En efecto, el intelecto teonco notiene por objeto de contemplación nada que haga de ser llevado a la práctica ni haceformulación alguna acerca de lo que se ha de buscar o rehuir, mientras que, por elcontrario> el movimiento se de siempre que se busca algo o se huye de algo Pero es que nisiquiera cuando contempla algún objeto de este tipo ordena la búsqueda ola huida: porejemplo, muchas veces piensa en algo terrible o placentero y, sin embargo, no ordenamovimiento alguno de temor —es el corazón el que se agita o bien alguna otra parte delcuerpv si se trata de algo placentero—.».3 Ed. “Les Belles Lettres~, véase Bi blioqr. Así lo parece indicar el texto: «Mais ce n’est pusdavantage la faculté intellectuelle ni ce qu’on nomine l’intellect que censtitue le principemoteur.», pág. 89.
111.3. Acepciones de nuás »urnono ~6Q 567
acepción (22 — ó +)— ha de inclinarse (con todas las prevenciones,
naturalmente) por la primera opción. Aunque podría ser un uso
marcado de la 22 —‘raciocinio’— y no equivaler a ‘ró voru<óv, una serie
de razones han inclinado la balanza en contra de esa elección: 1) la
expresión ‘6 KciXouwvo~ vofi< parece querer decir «lo que se viene
denominando ~ o sea, en el capitulo anteflor muy probablemente;
se trataría de la única cita del capítulo VIII (432a 2, la analogía
mano—noús que vieramos) o de la cita anterior de este mismo capítulo
IX —432a lfl— ambos uso neutros de esta 2~ acepción; 2) sería, según 1.
During una «definición del noú ~»l equivaliendo a otra anterior (42ga
22) que> pertenecía también a dicho uso neutralizado de esta 2~
acepción. Por todas esas razones, se adopta la posición del traductor
español, por otra parte, que ofrece una versión habitualmente bastante
más precisa en el uso del vocabulario técnico aristotélico que la
menos literal y técnica del traductor francés citado? Pero>
inmediatamente después —ye desde la línea 27— en le primera elisión
de nuestro noús se nos proporciona la nueva marca sémica que
caracteriza al ‘raciocinio’ como uso marcado de la 22 acepción: ‘ó<vofis> ~ ycrp OEÚJPWU<ó<. el nofls “teorétic&, o mejor, ‘teórico’ en
nuestro vocabulario usual, no es sino la “síntesis de ‘conceptOs’” para
“juzgar hechos” sin ‘valorar’ nada. Sobre esta cuestión quiere poner,
precisamente, el acento Aristóteles: el “conocimiento” (‘10
EUtG’UIIWVtKQV. el campo “teorético” de la razón humana) es pasivo en
un nuevo sentido, ya que no origina acción alguna, no hace sino
“contemplar” la realidad sin poseer capacidad motriz”
Luego> en la capacidad “crítica”, nos quiere decir, no hay sino una
“visíón o aprehensión” de lo real tal como se presenta a la sensibilidad
1 l.Durinq,4r¡s/ote/e,péq 657.2 Qujié por ello sea de m~s interés para un estudio como éste la versión francesa de Tricot,dejando a un lado la riqueza de sus notas por el valor del propio texto frances.
111.3. Acepciones denoús »umono ‘69 565
y posteriomente —ya elaborado el objeto sensible— a la razón; cuando
ambas se extravian suele ser por una phantasía—dóxa teñidas de
aspectos “emocionales”, es decir, influidas por la ‘facultad volitiva>,
en sí, la capacidad crítica en su totalidad sólo tiene por fin conocer—
teorizar sobre la realidad tal como se presenta, y su motor es el
objeto captado por ¡a sensación; pero ese movimiento es puramente
‘interno’, pera “actualizar” las sucesivas capacidades judicativas a las
que sirve de ‘material inicial’ el fruto de la actividad crítica anterior
En suma> el proceso cognoscente ‘puro’ —que naturalmente no se
produce en la vida real— no emite sino ‘juicios de hech« y jamás
‘valora’ lo real. De ahí que su objeto y la forma de funcionar de sus
aptitudes sean diferentes de las de la vida práctica. El conocimiento
‘puro’ o teórico no ‘sirve de nada’, así podría resumirse la posición de
nuestras tres citas (432b26, 433a 2 y aB)> y en este sentido irá la
paráfrasis de 1. Dúring a nuestros tres textos:
«¿Tiene el espíritu algo que ver con el estímulo para el movimiento? “Seguro, no el
pensar teórico; tampoco la reflexión en sí, pues puede muy bien reflexionar sobre algo yllegar al resultado: esto debo hacer, esto no u> sin embargo, obrar según sus deseos sinconsideración a ello. Saber y decisión son de dos clases. La representación y el fin, en
cambio, pertenecen a le actividad de pensar, y precisamente, a la razón práctica quereflexiona por motivo de un fin, toda tendencia se dirige a un fin: éste es el punto de
partida de la razón práctica. La tendencia (voluntad> u el pensamiento práctico son, pues,
los dos est.í mulos del movimiento.” »)
Más claridad expositiva parece imposible lograr: «saber y
decisión son de dos clases»> así se resumiría lo que Aristóteles
pretende decirnos en los dos párrafos que abarcan nuestras tres citas.
Se termina el primer párrafo mencionando un verbo muy conocido
por la l~ acepción: KEXElJ(ii —“ordenar”— se vió en EA’ Libro X o en MA
~4ris’tóte/es,pág. 903. <Ver Bibliogr.).
111.3. Acepciones denoús »amono ‘Mt 569
703b 8 en que apareciera ‘ouu< g¿vrot KEXEIJOa¡rro§ TaU voiJ KtVOlJirrca’
en el sentido más próximo de todos a nuestra cita, aunque no sea
equivalente: el noús ‘teórico’, el ‘raciocinio’ sólo se ocupa de afirmar o
negar sobre un hecho descrito en un juicio o vahos no de “ordenar”
actuar de una forma u otra <buscando alcanzar algo o huyendo de ello)
como es norma en cualquier “acción prActica”. La facultad anímica
que mueve el alma animal o humana es otra y quien la pone en
movimiento es el “objeto del deseo”, %. ¿pccr¿v; nada de extrañar que
la “facultad deseante” o ‘volitiva’ se denomine aquí órexis (—). Pero su
significado no es el que poseía en el primer grupo de obras> aquí órexis
es una facultad del alma> por tanto, una realidad compleja en
constante interacción con otras, en este caso con el noús ; sólo el
‘raciocinio’ o “pensar discursivo” proporciona la base de conocimiento
preciso para “deliberar’ acerca de un “deseo” (órexis. marcado) para
realizar al hombre de conducta “racional o sensata”; en resumen, sólo
el “pensamiento discursivo” proporciona la “reflexión” (diánoia
)
precisa para no actuar ‘irracionalmente’ por el solo impulso del
“apetito” (~pitliymía) o modalidad irracional de la facultad ‘volitiva’
(órexis, neutro). En el DeAn hay dos usos diferentes, pues, de órexís
uso neutralizado que sirve para convertirlo en sinónimo de io
OpEKTLKOV, y otro marcado que designa la “acción de desear algo”, el
“deseo” frente a la “repulsión” (4wyñ) que suscitan los objetos
percibidos como negativos o malos por el individuo.
—Ss encadena este final con el arranqus del siguiente, por eso JO
hemos ofrecido a continuación:
“‘Ert ~:a~ETTtT&TTOV¶OS TOiJ VOU K~t Xeyouofl9 nj~ Stavoks riyew it
Suínw cd rwetr~i, dxx¿ mr& np> EIILOiJgULV rpaTr&, okv ol o$aTfb~. Kat5Xwg 8~ 6~4iev oit 6 ¿~úi> rip> tarpw~v oir taw, (¡39 CTCPO1J Two; K1Jptou ov¶O~
TOb ITOftV Kft1’O~ ‘rip> EflUTTlylp>, dM Ob 1’T~ E1TWTTpfl~. AAA« ~np>ouó i) O9f~t9
111.3. Acepciones de noús tamono KA) 570
•m.r~Nj ntn~n o, cvndt’rc~~ 131 ern6’~’ou”m cro•u,,fl’t~ r~9>w, e O~ Opeyojifvolrrparouotv Ja> f>~ObOt Ti»> OI)e~tP, «XX’ c&oXou8oikn np v41” [k¿4a. 433a2,aG).1
En dicha frase se nos sitúa a noús y diánoia como actividades o
instrumentos complementarios en el “pensamiento discursivo humano»:
el noús ¿rrt’rcrnw (“prescribir”) y diánola + ikg~1n (“enumerar,
aconsejar”) los medios y vías para lograr el objetivo designado por el
noús que> como viene siendo habitual, es quien fija el cómo lograr o
rehuir el objeto en cuestión. Puede verse que ya estamos
introduciéndonos en una nueva acepción de nuestro vocablo, la 32,
porque en cuanto que se añade la marca sémica “ordenar o prescribir un
fin” una acción práctica resulta de ello si se da el correspondiente
impulso afectivo, de la órexis Ci. No lo hacemos aquí porque falta
este último requisito y lo que Aristóteles pretende es resaltar que la
‘razón pensante’, y desde luego, sus ‘instrumentos’ o aptitudes noús—
diánoia, no tienen función “motriz” en el alma de los vivientes; el noús
‘humano’ es, por definición, meramente “receptivo” como toda la
‘función crítica’ del alma humana, y el movimiento anímico” sólo
puede proceder de otra fuente, de la ‘facultad volitiva’, como lo
llamaríamos hoy.
Luego, esos no~s y diánola casi sinónimos —aun siendo
imprescindibles para el” deseo razonado” (:boúles¡s>— siguen siendo
inoperantes por sí solos para causar acción anímica alguna; han de
constituirse en ‘mediadores’ de un proceso cuyo ‘motor interno’ o
“motor movido por otro” (siendo ese otro el motor externo” o ‘ro
1 /bi&m. : «Más aún, incluso cuando el intelecto manda u el pensamiento ordena que sehuua de algo o se busque, ¡w por eso se produce cl movimiento correspondiente, sino que aveces se actúa siguiendo la pauta del apetito, como ocurre, por ejemplo, con los que carecende autocontrol. Además ~de manera general, vemos que el que posee la ciencia médica nopor eso la ejercita: como que cl principio que ordena obrar conforme a la ciencia esdistinto ade la ciencia misma. El deseo tampoco basta, por último, para explicar talmovimiento: prueba de ello es que los que tienen control de si mismos no realizan aquellasconductas que desean, por más que las deseen y apetezcan, sino que se dejan guiar por elintelecto.».
111.3. Acepciones de noús »amono 571
¿9EKT¿V) es, indudablemente> la órexis genérica o ¶0 OpEKTLKOV. Todo
ello a condición de que sea un hombre de conducta ‘racional> o
“sensata”, que nace uso del noús que posee; en el hombre de conducta
‘irracional’ (y en animales superiores) es la phantasia como cumbre de
la ‘sensibilidad’ quien opera en el proceso de conducta característico
de los animales superiores dotados de “movimiento local”. Tal y como
vieramos en la 12 acepción —al examinar un texto que es el exacto
negativo de 433a 6, en EE1246b 14— el óxptrrrxj~, “incontinente”, no es
más que quien no actúa con la ‘mediación’ del ‘raciocinio’ (sin
“reflexión” o diñnoia) para decidir la conducta a seguir; al contrario,
obra peor que un bruto —pues podría hacer lo correcto, recuérdese que
no carece de “razón” sino que no la ejercita—, con la misma inmediatez
para buscar o rehuir aquello que satisfaga sus “apetitos” (z~uut.flhJmia)
o modo irracional de la “facultad deseante” (órexis (—)). Porque ésta la
constituyen dos modalidades irracionales (Mvjmós, eoithyrnj~) y una
sola racional: la boúlesis. Los “que tienen control de sí mismos”,
Eyl(pcvtEi§ (del adjetivo ¿yiqxurYj~, el antónimo de ca(paTfl§, que
apareciera en FE 1246b 14). por el contrario, dominan sus “apetitos”
irracionales, o sea, dejan intervenir o mediar al ‘raciocinio’ y la
“reflexión” (noús 2~ + y diánola, respectivamente) al servício de la
boúlesis para alcanzar lo mejor de forma controlada.
Pero este texto, 433 a2—a6, fronterizo con la 32 acepción neutra
como todo el pasaje a partir de 432b 26 (pues introduce las
limitaciones del ‘raciocinio> o 2~(+) frente a lo ‘razón práctica’ que va
a estudiar a continuación), nos ofrece un interes adicional en su frase
final y última de nuestras citas, 433a 6, al emplear el verbo dJ<o?LouO&o
(“seguir, dejarse guiar, ser consecuente”) que posteriormente se dice
de epístéme (433a 11) ya en el capítulo posterior> lo que permite
deducir que cuando se emplea este término griego como tó
111.3. Acgociones denoús 2’amono~69 572
¿TTL0’l~11.toPLKóV, o ‘facultad cognoscitiva del alma’ (=‘funcíón teórica de
la razón> distinguible de ‘¡o ~oyt0¶LKov,‘función práctica o
calculadora’) es casi sinónimo de la acepción de la cual estamos
hablando.
Recuerde, sin embargo, el lector lo cercanos que están los objetos
tratados en estos dos párrafos a la acepción 32, neutralizada del
tipo’humano>, como habrá de comprobarse cte inmediato.
III. 4. Acepciones de noús »amano‘<7/) 573
C&PQTWIL@ U~WU TGP@ a~gu~J~i@u~QQ».
1. TERCERA ACEPC ION.
Formada por escasas cítas, esta acepción se
compone únicamente de un uso neutralizado y otro marcado del noús
como ‘razón práctica’. Quien nos define, en bien pocas palabras, ambos
usos es L. Robín en una frase de su Anstote : «Au point de vue de la
forme> cette fonction est tantót convue comme un procédé discursif,
mais tantét aussi, on Va vu, comme une sorte d’intuition pratique
inmédiate.».1 Otros autores nos permitirán> más adelante, aclarar
estas dos opciones, pero resultan muy delimitadas en la obra del
estagirita: el uso neutralizado nos aparece en el Libro VI de [IV u en el
Libro III del De Anima como ‘raciocinio práctico’ o ‘razón práctica’
<rabocada a la acción, dotada de finalidad>, mientras el empleo
marcado alude a una ‘intuición perceptiva—práctica’ curiosamente
inexistente —como noús— en el DeÁn y, por ello, exclusivo del Libro
Vide EN.
¿1<1 , pág. 246 (Ver. Eiblíogr.).
III. 4. Acepciones de noús ‘humano ‘0/) 5~74
Todos los restantes pasajes que relacionaban nuestro vocablo con
la ohrónesis y las alusiones al “buen sentido” o sensatez de la
conducta específicamente humana (casi siempre expresadas éstas
últimas con locuciones) son de obras del primer grupo y se vieron en la
12 acepción. Aquí baste resaltar una vez más el predominio en dicha
acepción 1~ de usos <prácticos’ del noús , que sefialarían hacia esta 32
acepción: en realidad> desde los tiempos homéricos los dos rasgos
básicos del vocablo eran, en el tipo <humano’, la capacidad de
reconocer una situación vital o práctica de peligro” y, en el tipo
‘divino>, “alumbrar nuevos enfoques sobre un proyecto o idea”; en
resumidas cuentas, enfrentar y descubrir qué hacer es un cometido
básico de la conducta racional y propositiva del hombre. Y por eso la
mere ‘razón humana genérica>(—) de la 12 acepción, aún más cuando se
trata de la inI elligentia (12 +>, serían de clares implicaciones
prágmáticas y tendrían su correlato en el conjunto de usos técnicos
que agrupa esta 32 acepción de pp~, tanto si son marcados como si no
lo son.
De todo lo cual se deduce que, para prefijar los rasgos sémicos de
esta acepción, no nos quedan sino das cosas por hacer: a) explicar los
rasgos genéricos y específicos de la misma y b) segalar sus antónimos
y sinónimos propios.
Los rasgos sémicos que marcaban y diferenciaban del resto de las
modalidades del naOs la de <razón práctica’ son bien evidentes: es la
utilización del <raciocinio’ o “pensar discursivo” como héxis para
“ordenar” un fin práctico (= ‘ró ¿~xxíóv, “el objeto deseado”) que se ha
de alcanzar, es decir, para “designar” la finalidad o propósito a lograr
con la acción. En términos más técnicos, el pg~j <práctico’ ordene el
fin a alcanzar, o sea, proporciona la ‘mayor’ del ‘razonamiento
III. 4. Acepciones de noós ?zumeno ‘<‘7/2 575
silogístico’ y la diánoia la ‘menor o propuesta mediadora para que se
tome la “decisión razonada” o oroaíresis, que es el resultado de toda la
actividad en su conjunto (que constituye ‘ró ~.ouAcu’rLIc¿v, o “facultad
deliberativa”). Luego, parece seguro que estos rasgos genéricos, que
posee el uso neutralizada de la ‘razón práctica’, lo definen como un
‘instrumento’ esencial para la “deliberación” que precede a la
“decisión” en el hombre de comportamiento racional o “sensato”. En
suma, que pp~ ‘práctico> (—) igual que el ‘teórico’ sería un ‘engranaje’
de un tipo de facultad anímica; sólo que estaría en función del factor
Aoyta’rucóv — calculador”— del alma racional, en lugar de serlo del
d11L0’n’llIovtKcft> como el noOs ‘raciocinio’ que ya viéramos. Ambos
compartirían, en cambio, el ser modos procesuales o mediatos del
razonar y conocer humanos frente a la otra gran función de la facultad
pensante: la ‘intuición’. Por contra, el uso marcado de la 32 acepción
pertenece, precisamente> a ese otro campo> el ‘intuitivo’. Su rasgo
específico será ese> ‘intuición inmediata’ ligada a lo sensorial o sea
incluida la ‘percepción’ <en uso neutro>; por todo ello, el nombre de
‘inteligencia práctica’ podría convenir a dicho uso no marcado de la 32.
Por contra, al igual que su uso neutralizado está al servicio de ‘l’¿
XÓyLC1’u<ov, empero no de la misma forma: no es una modalidad
discursiva del pensar, entra dentro de la otra gran función del noús , la
‘intuición’.
Por eso al llegar a este punto se puede decir que no ocupa la
limitada, aunque relevante, tarea de ‘instrumento funcional’ al servicio
de la boúlesis; en cambio, es la pieza clave para que el hombre en
posesión de la “virtud práctica” (zphrónesis O pueda ‘intuir’ de forma
inmediata la situación y el fin verdaderamente buenos en cada caso.
Naturalmente, esa ‘intuición certera’ tiene rasgos sensoriales y
empíricos el depender de la experiencie anterior, supone la ‘percepción
III. 4. Acepciones de noas »umono ‘0/2 576
inmediata’ de una situación (en toda su complejidad) o el “ojo clínico”
que suele darse en los ancianos; no obsta además, que tras ello deban
entrar en liza todos los instrumentos propios de í¿ f3OUXE’TLK¿V : noús
(32 —) + diánola “prácticos”; que propician “buen juicio”. “recta
comprensión”, etc... y el momento final: la “elección”. Pero lo que
impide la posibilidad misma de que el virtuoso, el 4IpOP~TLKó~, se
equivoque es que su noús ha aprehendido” la totalidad de las
circunstancias y previsto” el plan de acción a seguir porque tiene una
“imagen” concreta —una ‘visión globalizadora’— de todo. Esta noción,
que le viene directamente del nóos homérico al de Estagira, sólo
aparece en el Libro VI de EN ; en De Ant se refiere, incluso a un
ejemplo por entero homérico, pero se abstiene de denominarlo n9=;no
llama así a la capacidad que proporciona tal “reconocimiento de una
situación de peligro” (DeÁn 431b 2 y ss.). En realidad, se puede
concluir —por el examen del Libro III en su conjunto— que es al
senson’um commune a quien se alude en este texto,1 pues coinciden
las descripciones de su mas alto cometido con esta tarea de
reconocer una situación”, ‘perceptiva’ donde las haya; un solo
obstáculo —pero muy grave— se opone a esta interpretación: nos dice el
autor al comienzo del párrafo (431b 2) que está hablando de -r¿
vori-rudv. lo que confirma más tarde señalando que ya “fuera de la
sensación” se producen estas “imágenes” que permiten nada menos que:
« cuando uno percibe (aisthónesthai) que la antorcho es fuego y,
viendo que se mueve, reconoce <aisthánesthai) por medio del sentido
común (S.r~j KOtV~ yv~3ptCEL’) que se trata de un enemigo.»?
Que la expresión “r~ K~Pu yvú~itCa’ supone el “sentido común” es
tradición aceptada, excepto para los especialistas, pero no tiene
porqué serlo: en parte alguna de la descripción del sensorium commune
1 Tal como suponen algunos traductores o comentaristas.
lii. 4. Acepciones da noús ‘humano ‘0/2 577
se alude a él en dichos términos. Más bien, es del noein (—) como
‘facultad pensante’ (equivaliendo al noús 2~ neutralizada) de quien —
como capacidad judicativa— se dice que ‘Kp(va~. Kcft yvo4ca’ (427a
20 y 21); bien es cierto que para sostener su semejanza con la
aisthánesthai. Tampoco Hicks en su exhaustivo comentado parece
aceptar la opinión vulgar para él es el ‘voOg TTp~cru<¿§> el implicado
en ese «reconocer una situación de peligro» por le capacidad de tener
una «mental picture» o «mental image».1 Tras ello, puede aceptarse
que Aristóteles es plenamente consciente del lejano eco de esta
acepción de nuestra palabra como intuición perceptiva’ a medio
camino —dentro de su concepción última del conocer— entre ‘sensación’
(—) y ‘razón’ (—); en suma, se trataría de la más alta prestación del
sensoriumcommuneligada a la función ‘propositivo—intencional’ que
es propia del noús; el resultado sería una ‘intuición’ desde luego
perceptiva’ (lo que tiene un mente el sujeto es una ‘imagen
global i zadorai.
Los vocablos sinónimos y antónimos no coincidirán plenamente
pues ambos usos no lo son de noús que cumplan idénticas funciones en
el conocer humano: el uso neutro lo es de la función ‘discursiva’ y el
marcado de la ‘intuitiva’. Con esta salvedad> veamos ambos grupos de
palabras:
A esta <razón práctica’ neutra equivalen dos expresiones:
<&avoryrwi~ 4suyrj’ y <&dvcnn npcrn’uaj’; también, en determinados
contextos serían sus equivalentes ‘ré Xoytoíwóv, ‘ró ~3ouXcuíu<óv,‘Té
Xoyi..o ~OV•
1 Aristot/e?DeAnims ,edicióflcrítieúcomentada, notasal Libro III, págs. 530 qn. (Cf.Bibliogr.)
III. 4. Acepciones de noús »urnano ‘<‘7/2 578
Y se le oponen (en usos específicos, eso sí) : 70 I>OflTLKOV
(también sólo en usos específicos o marcados), ‘¡o ElTtCTfl[.tOPtKoV, ¿voiJ§ OEWpfl¶LI«%, diénoia,epistéme . Amén de los aspectos ‘volitivos
irracionales’: órexis (como alógp~), o sea> thgmós + epithyrnin
.
A la ‘intuición perceptiva práctica’ hay más dificultades para
encontrarle sinónimos y antónimos> la razón reside en su
superespecialización y en las dificultades que parece experimentar
Aristóteles al hablar del particular la KOWTI ~o8xpt§ sería su
equivalente parcial como acabamos de ver más arriba y volveremos a
encontrar al analizar los personajes implicados de FN Libro VI. Mas
en ciertos usos de phrónesis como “virtud del hombre sensato”, la
posesión de este uso marcado de la 32 acepción parece significar
alcanzar dicha phrónesis (+) inevitablemente. Sus antónimos suelen
ser, en forma genérico, los mismos que para el uso neutra, tonto los
que lo son por su rasgo <práctico’ (“¡o TILOT¶.LbPUCóV, es un ejemplo)
como por su oposición a los aspectos ‘volitivos’ o irracionales del
alma
LOCALIZACIO1M.
Se prestará atención únicamente a:
1> Los tres capítulos del Libro III del PeAn implicados (IX, X, XI).
2) El Libro VI de FN que junto al Libro ¡ de PA constituye el
segundo grupo de obras, del que se habló en su momento.
III. 4. AcepeIones de noús ‘humano ‘0/2 550
sensitiva” y “pensante’». De hecho, nos especifica en un fragmento
anterior a este ‘meollo’ del capítulo IX —432a 22 y ss.— como la
sensación” no puede encuadrarse ni en una “parte irracional” ni en otra
“racionaV del alma, y por analogía, algo así le sucede a la “facultad
volitiva” (= ‘ib ópExiwóv): hay en ello una modalidad “racional—
discursiva” ( ‘ro Xoyto’ru<óv) que es la boúlesis y dos “irracionales” (=
ib d>.oyóv), que son ~pithymía y thymós: las tres juntas constituyen
lo que también denomina Aristóteles ~~p~isen su uso neutro. Luego,
existe un ‘deseo’ (—) “racional” o una fusión de pensamiento y “deseo”
(—) en la boúlesis o ‘modo razonado de desear o querer’.1
Sin embargo, la boúlesis tiene tanta relación con noús como con
diánoia —corno ‘parte’ de -Tb Xcqto’rtKÓv— lo cual nos demuestra que nos
movemos en la noción de un noús <discursivo> y no ‘intuitivo’. Así seré
en todo la exposición del lado ‘práctico’ de la capacidad de pensar de
este Libro III: el naOs ‘práctico> será una modalidad o “aptitud”
concreto —abocada a la conducta moral— del ‘pensar discursivo’ en
general (22, neutra); igual que el noús marcado 2~ acepción es su
modo ‘teórico’. Ahora bien, en buena lógica la forma ‘teórica’ es la
básica: es el ‘raciocinio’ un instrumento indeterminado de la ‘razón
pensante’; al añadirle la condición de ‘valorar’ una situación como
“conveniente o no” para el viviente a la mero emisión de un ‘juicio
sobre hechos contingentes’, se introduce una nueva marca sémica al
‘raciocinio’ inicial; estaríamos ya ante la 32 acepción, neutra del tipo
‘humano’ o ‘razón práctica’ con todas las características definitorias
del naOs desde el principio, o sea, ‘propositividad’ sobre todo —pues no
es compartida con diánoia que en otro caso sería superponible a este
noús <práctico’—.
1 Que, en otras obras, se nos indica se exprese en una acción concreta del hombre que poseeesa “aptitud” (héxis): la proalresis o “elección razonada”.
III. 4. ,4cepcioncs de noós ‘humano ‘0/2 581
En resumen, este capítulo IX pretende establecer:
a) que la facultad volitiva tiene en el hombre la doble faceta
‘racional—irracional’, según la modalidad de órexis (—) de que se trate.
b) que esa modalidad de la órexis (—) ‘racional> o boúlesis
(&voluntad” o “deseo razonado”) está en conjunción tanto con naOs
como con diánoia; el primero proporcional la ‘intencionalidad’ —ordena
el fin a alcanzar”— y la segunda “prescribe los medios para lograrlo”
(por medio de le “ilación de los ‘juicios de valor’, o ‘silogismo
práctico’), a partir de esa premisa inicial que ofrece el noús ‘práctico’
o ‘razón práctica>. (De ahí que, tal como nos señala en sus obras éticas
o en MA, sea la oroafresis tacción de elegir”) la más estrechamente
conectada con nuestra 32 acepción neutra de nuestra palabra: porque
tiene el mismo carácter intencional en lo ‘volitivo’ que nuestro noús
en lo ‘cognoscitivo’.}. 1
c) que el conocimiento en sí no ejerce influjo directo sobre la
conducta humana: sólo los factores ‘volitivos’ “mueven o conmueve” el
alma, la <razón práctica’ puede “dirigir” en una determinada dirección
el “dese& (—) {que es el único motor del alma viviente} y, sobre todo,
dilatar en el tiempo la búsqueda de satisfacción inmediata que desata
la ‘volición irracional’ (epjflymía +thyrn~9. Aquí el naturalista y
biólogo vence al discipulo de Platón por completo, alejándose así de la
idea del “dominio” total de lo pasional como cumbre del
perfeccionameinto humano: no es posible racionalizar todo en la
conducta del animal que es el Hombre, porque el impulso de la acción
vital está en la ‘facultad volitiva’ compuesta —en su mayor parte— de
factores <irracionales’, de los que resulta imposible escapar y/o
prescindir.
Pero recuérdese que en el ¿~An. no interviene la proairesis en modo alguno.
III. 4. Acepciones de noús ‘humano ‘0/) 582
CAP. X. En él al igual que en el anterior esté en constante diálogo
con otras obras del primer grupo de textos —especialmente ¡lA y [Al
Libro X— donde vieramos al noús—inle//4rentioen estas funciones de la
vida práctica. De hecho, como ya se anunciara en la 12 acepción, ésta —
tanto en sus usos neutros como marcados- suele guardar correlación
con la conducta humana; y especialmente la ;ñ/eI/4¡enhia cuando se
hallaba al servicio de la ohrónesis , como virtud humana esencial para
vivir —en su uso más técnico— o como “sensatez” o “prudencia” —en su
uso más vulgar—. De ahí se deduce el diálogo constante con los
significados de órexis u naOs en dichas obras del primer grupo, que
recorre los tres capítulos (IX> X, Xl) que nos atañen. En suma, desde la
nueva perspectiva de las “facultades dínamícas del elm& (y por ello>
imbuidas unas en otras) los campos de lo “irracional” (órexis) y lo
“racionar (noús) de las rígidas “partes” del alma anteriores resultan
confundidos e interdependientes en el hombre cuya conducta es
plenamente racional. Luego, si el binomio órexis/ noús se retomo al
comienzo de este capitulo 3< (en lugar de emplear las más ‘modernas’
denominaciones —ib ópElcru<óv y ib vo~’ru<óv— para las dos facultades
anímicas} es por variadas razones: a) traer a colación palabras menos
técnicas —más ambiguas— que puedan aludir a varias cuestiones a la
vez (zla contraposición ‘racional! irracional’, ‘voluntad’ (racional o
no)/ ‘pensamiento’, ‘deseo—inmediato’/ ‘razón—mediata’} ; b) retomar
la discusión sobre la conducta moral humana -planteada en sus obras
anteriores— ‘en parecidos términos’ a como lo hiciese entonces; c)
mantener un término que designa exclusivamente al hombre —noús—
para distanciar al ser humano ‘completo’ —el “sensato” o “prudente”, en
pleno uso de su ‘razón práctica’— del común de los animales y de los
hombres que no se conducen prudentemente: éstos que se rigen más
por su phantasía que por su <razón> en la vida; y d) naOs se opone como
III. 4. Acepciones de noek humano ‘0/2 563
capacidad proyectiva’ del alma humana —capaz de ‘pensar el futuro’— a
la inmediatez dei “deseo” como no lo haría ni diánoia —instrumento de
encadenar juicios’— ni ‘té vorrru«5v, mera ‘receptora’ múltiple del
producto de las inferiores aptitudes judicativas; en suma> la carga de
‘intencionoildad’ en el nóos primitivo obliga a mantenerlo como
opuesto a un dese& que sólo se ‘humaniza’ si alguien se propone
alcanzarlo como su fin.
En su despliegue el Cap. X expone el processus de la acción
humana: sus sucesivos pasos. Pueden esquematizarse así:
Objeto deseado ----> Despierta el Deseo ----> Doúíesis(~ó C9EKIOVJ (+Xoyiapngi
jr
1 1< La Acción < < Elección Razonada(-té TTpcLIc’rov) (npocz(pfloL§)
Lo importante es que sólo en una modalidad de órexis (—) se
produce esta intervención del noús o ‘razón práctica>: en la boúlesis
que pertenece a ‘ib Áoyto’rucov o ‘parte’ ‘calculadora” del alma racional.
Cuando se trata de modalidades puramente ‘irracionales’ de órexis Ci-el ejemplo de siempre es Qpithgmía— no hay ‘mediación’ a cargo de
diénoia o noús ‘práctico’ y —contra toda ‘razón’— el hombre dominado
por sus ~‘apetitos”actúa siguiendo su phantasía como si fuese un
animal que ‘carece de noús ‘ por definición. En ese tipo de conductas
irracionales intervienen tan sólo la sensación y la ‘phantasía
—
sensorial’ o ‘desconectada’ de la ‘razón’ que no son facultades anímicas
‘mediatas’ sino ‘inmediatas’ y sirven al ‘deseo irracional para
III. 4. Acepciones de noús ‘humano ‘0/2 584
satisfacerse sin demoro, sin previo “deliberacion racional” (zboúlesis>.
En ese processus el “objeto deseado” (=‘ré OpEK’TOP) se presenta a la
sensaciórV o a la ‘imaginación—sensorial’ con lo cual se despierta el
“deseo—apetito’ de su inmediata posesión y se actúa para conseguirlo,
también sin dilación. En caso de que el objeto sea repulsivo lo que
resulta es la “fuga” inmediata. Luego, en conclusión> lo único que
mueve al alma animal o humana es ‘té OpEKTOlJ y ya en el alma misma,
órexis (en sus tres modalidades); sólo que en el animal y el hombre
brutal” o “insensato” este objeto es “imaginado” ($av’rao$fjvca>,
mientras en el hombre dotado de ‘razón’ —‘discursivo—práctica’— el
objeto es “pensado” (vo~Oifrca).
Tras esta ardua distinción le queda explanar otro enfoque del
proceso de la acción’> la delimitación en términos físicos de cúal es el
“motor” de la “acción” o movimiento” del alma: indudablemente, se
contesta, el hombre/ animal es “movido” por ese “objeto deseado”,
puesto que el alma no se puede considerar individualmente y, de hecho>
precisa del cuerpo para toda “acción”. Y el objeto —cumpliéndose así su
más básica ley natural— es “inmóvil”, permanece como principio y fin
del movimiento anímico: es principio que desato el “apetito”, o la
“pulsión” o el “deseo razonado” y es el fin que —con razonamiento o sin
él— el hombre “sensato” o el “bruto” tratan de alcanzar con su acción;
dilatada en el tiempo —tras la deliberación y la proyección de la ‘razón
práctica’— o de forma inmediato. Pero entre el “objeto’ y la “acción”
anímica la órexis o ‘facultad deseante’ media de forma ineludible (no
como la ‘razón práctica’): la órexis (—) es el “motor” “movido a su vez
por otro”, por ío OpEK1’OP.
III. 4. Acepciones de noús ‘humano ‘0/2 585
El capítulo XI y último a comentar aquí aclara algunos extremos
no considerados en los dos anteriores:
1) La distinción entre la phantasía como suprema aptitud de la
sensibilidad animal o humana que sería la que dirige la conducta de
quienes son “insentatos o irracionales” y f~ X%&oítKñ o ~uXEu’Tu<rj
cfrzv’raat« que es el ‘puente mediador’ para que la ‘razón práctica> o
noús pueda cumplir su papel en el comportamiento del hombre
sensato o de conducta racional”.
2> En derredor de esta distinción explica las tres posibilidades de
combinación de “deseo” y “razón” (o formas de actuar en los animales—
hombres): o se da el “deseo razonado” <boúlesis) dominando el
“apetito”, o predomina el ‘factor irracional’ en la conducta, o un
“apetito irracional” se impone a otro.
3) Para terminar, sólo se forrnula Aristóteles algunas preguntas
sobre ~té¿ntcrrlljnvu<óv, o sea “la facultad racional—teórica”, y su
actuación en el cálculo de la conducta, es decir, la conversión del
simple razonamiento teórico en razonamiento de tipo práctico; o del
‘silogismo teórico’ en ‘silogismo práctico’, en expresiones que más
tarde su popularizarían. Quizá por ello, por que otros retomaron
profusamente la cuestión, no esté de más señalar que el de Estagira no
llega a ninguna conclusión al respecto, se limita —y no es poco— a
plantearse las preguntas.
III. 4. Acepciones de noús ‘humano ‘<‘7/2 586
Libro VI de EN
La exposición que sigue se inspira claramente en la del
comentario a esta obra aristotélica de Gauthier—Jolif.1 Según dicho
comentario, nuestro autor partiría de la consideración platonizante de
la existencia de cinco virtudes intelectuales del alma humana para
desmentiría y afirmar que tan sólo son dos las virtudes de este tipo:
sophía y phrónesis (O; la reducción a ‘elementos’ de ambas de las otras
tres que admitieran los platónicos es la ocupación del estagirita en
todo el Libro VI. Libro de una época de transición, porque esta entre
un primer gran grupo de obras que admitía una estructura gnoseológica
básicamente platónica y otro, el tercero, innovador en dicho campo;
también porque subsisten fragmentos de inspiración anterior (que
mantienen dicha gnoseología academizante> en este Libro VI —el
arranque’ en lo que nos concierne— en medio de un serio intento de
reestructuración del campo cognoscitivo; de hecho, de este semi—
fracasado impulso partirá la estructura gnoseológica que hoy todos
llaman aristotélica.
Tras una introducción que no encaja con el resto —por época en la
cual fue escrita y por temática— se limita Aristóteles a realizar esa
simplificación en su análisis del ‘alma racional’ humana: no habrá sino
una parte ‘calculadora’—<práctica’ y otra <teorética’; como
consecuencia forzosa, habrá dos estados virtuosos posibles: la “virtud
moral” o phrónesis y la “virtud intelectual” o ~2ph=.
1 L’FtMg¡r i MtomaQ¿~ ver, Bibliografía.
III. 4. Acepciones de noús ‘humano ‘<‘7/2 587
De hecho, la argumentación se despliega en estos tres momentos:
A) En él se reduce a las dos grandes ‘partes’ del alma racional
(‘calculadora’ y ‘teorética’) las cinco virtudes platónicas.
5) Adora que aspectos incluye la phrónesis (+) y cuáles no.
C) Presenta y rebate las posibles objeciones o su tesis inicial:
sólo hay dos “virtudes”.
Y así se pueden lesumir dichos momentos a lo largo de los trece
capítulos del Libro VI:
.—INTRODUCCION AL TEMA: <precede a los tres momentos del
desarrollo del mismo (A, 5, C); contiene los dos primeros capítulos.}
Cap. 1. Las virtudes intelectuales:
(0.1. Retomo su definición del “justo medio” como base de las
virtudes morales.
0.2. Tipos de virtudes o disposiciones del alma: morales!
intelectual es.
0.3. El origen de esta división: das partes del alma (‘irracional’!
‘racional’!! ‘práctica>! ‘teorética’>}.
Cap. tI. Objeto de la virtud intelectual:
(0.4. Facultades del alma que tienen relación o no con la acción y
con la elección (Ér~is noOs—diánoia ‘prácticos’); incorporo la
definición del hombre como «deseo inteligente».>.
-DESARROLLO:
A)
Cap. III. La epistéme no es la virtud de la parte científica.
Cap. IV. La tékhne no es la virtud de la parte calculadora.
Cap. V. La uhrónesis es quien dirige la acción moral y ella es la
virtud de la parte calculadora.
III. 4. Acepciones de noús ‘humano ‘0/2 588
Cap. VI. [a sophía como virtud de la parte científica de la razón [y
uno de sus aspectos es la ‘intuición intelectual’ o noús 42 acepción].
Cap. VII Contraposición de ambas:
Mientras soohía es la «ciencia consumada» en un saber teórico y
no práctico, la phrónesis se ocupa de la vida práctica al contrario que
la “sabiduría”.
o)Cap. VIII. Aspectos que trascienden o ‘escapan’ a la phrónesis(+) o
“virtud de la conducta personal” (= “ virtud moral”):
—{ La político, que se ocupa de la vida pública en todas sus formas
(~ deliberativa” y “judicial”, “legislativa” y económica’i}.
—{ La epistéme y el noús tampoco forman parte de la prudencia;
(ello ayuda a distinguir los usos de la 32 y de la 42 acepción, pues se
trata de esta última> claro es).
Cap. lxix y XI Componentes esenciales de la ohrónesis (‘O:1) «Deliberación». (Cap. IX).
2) »Suen juicio o recto entendimiento». (Cap. X).
3) «Comprensión». (Cap. XI).
C)
Cap. XII. Expone las dificultades que supone entender la división
de la rozón humana en dichas dos ‘partes’. También incluye lo
resolución de las dificultades expuestas aquí.
Cap. XIII. CONCLUSION: Explica la relación que hay entre “virtud
moral” y phrónesis; y entre phrónesis y ~gphj~.
Los pasajes implicados están ubicados en tres de los trece
capítulos. Detallemos algo más lo que les concierne:
III. 4. Acepciones de noús ‘humano ‘0/2 589
Cap. II. Nuestro texto (1 139a 33) está a continuación del párrafo
de fecha anterior al resto del Libro VI según establecen Gauthier—Jolif
en su exhaustivo comentario. Se preocupa nuestra cita, por cierto, de
un asunto muy semejante al del cap. 3< del Libro III del DoAnimo con la
diferencia de introducir la cuestión de la distancia entre ‘acción’ y
<producción’ forzada por la presencia de la tékhne entre las cinco
virtudes intelectuales postuladas por los platónicos. Por lo demás>
sólo la definición final del hombre como capaz de elegir y dotado con
ello de “inteligencia deseoga” o “deseo inteligente” (1 139b 4) expone
otro rasgo que no aparece en el De Animo : la explicación del papel de
la nroa tresis
.
Cap. VIII. Se discute sobre la virtud de la parte <calculadora> o
‘deliberativa’ del alma —según el objeto que estudia: de ahí que el
Libro VI no pertenezca al tercer grupo de obras, que hace estas
distinciones por la finalidad funcional de cada capacidad anímica.
Por ello, se diferencian las diversas disciplinas políticas (deliberativa
y judicial> legislativa y económica) de la ohrónesis (‘O o <virtud
racional práctica’ del <individuo> y no de la ‘comunidad’. Incluye dicho
capítulo un párrafo final alusivo a la ciencia y la <inteligencia
intuitiva’, distinguiéndolos de la phrónesis porque ésta tiene un
objeto diferente. Una vez más se ven los resabios platónicos de las
obras de este segundo grupo. Por contraste, el párrafo nos proporciona
cierta información para el noús como <intuición práctica’ de tipo
perceptivo’ y al servicio de esa ‘virtud intelectual práctica’ que es la
phrónesis (+)
Cap. XI. Contiene el verdadero desarrollo de lo que es el uso
marcado de la 32 acepción, porque en el resto de los lugares que parece
mentar dicho uso no cita nuestro término y se limite a paráfrasis y
III. 4. Acepciones de noús »umono ‘0/2 590
ejemplos de cierta vaguedad, como se viera en el caso del DeÁn que
hemos visto más arriba> al hablar de los tres capítulos implicados del
Libro III. Lo que llama indudablemente la atención es que utiliza ‘usos
vulgares’ del término noús —y de otras aptitudes al servicio de la
uhrónesis (O— para centrar la cuestión y hacer ver al lector que sus
usos técnicos’— y no hay un término más especifico que este noús 32
marcada— se inspiran en el “consenso” o la “experiencia común” a todo
hombre que reflexiona sobre cuestiones éticos; el conocimiento de
estas cuestiones ha de basarse en la experiencia colectiva expresada
en los estereotipos lingúisticos> entre otros sitios.
Así se alude al ‘golpe de vista’ —que diríamos nosotros— adquirido
con la edad por los viejos como expresión alusiva a nuestro noús
marcado 32, Mezcla de ‘percepción’ y experiencia adquirida —al fin y al
cabo> a través de anteriores percepciones sensibles’— la «imagen
global» (o «mental picture»)> el proyecto globalizador visionado por el
noús —previniendo el futuro—, está muy cerca de la herencia lingúistica
que nos recuerda al principio del capítulo y más tarde gracias a
bastantes locuciones estereotipadas; si se recuerda, desde su origen el
término ha venido significando esto: una ‘toma de conciencia
perceptiva’ de lo captado por la pura sensación y de ahí su carácter de
«comprensión de lo sentido» en gran número de predecesores de
Aristóteles. Sólo que, en nuestro autor> se está tecnificando tan
antiguo uso al máximo y este pasaje es la mejor demostración de ello.
III. 4. Acepciones de noús »umono ‘<‘7/2 591
1.1. USO NEUTRO: ‘RAZON PRACTICA’.
Comenzamos por la única cita del Cap. IX del De An que
debemos considerar como perteneciente tanto a la 2~ (O como a la 32
(—). Se trata de 433a 2 que no hablaba de los frutos de noús~diánoia a
la hora de “ordenar”, en el caso del noñs> un fin “práctico” (a “lograr” o
“rehuir”) o de prescribir” la via para lograrlo, en el caso de la
diánoia.1 Todo ello entraba en el tereno práctico; pero le faltaba el
elemento primordial: el hombre no actuaba a impulsos” del
razonamiento” sobre el fin a alcanzar. El “motor” que lleva a la acción
es, siempre, la órexis o ‘facultad volitiva> jamás la ‘judicativa’ en
general ni la <pensante’ en cualquiera de sus formas. Pero como un
análisis pormenorizado de dicho texto 433a 2 en medio de su contexto
—compuesto por dos citas más de nuestra palabra— acaba de ser
realizado al final de la anterior acepción, se remite al lector a dicho
punto para los detalles.
La cita más cercana a la anterior —433a 2— por su conexión
entre noús~ diánoia para el ‘razonamiento discursivo’ sea ‘teórico’
(22 ‘0 o sea <práctico’ (32 -O procede del Cap. II del Libro VI de EN:
‘<a5ni1~h o5v >~ 8t6’oia rui ~ dxjoeia np«rnnj’ r~ 8~ 8eúpr~nxj
8mvota~ nit pu nparnrñ~ p~8~ nou~rw4~ id e5 ~ o~é~
*13809 ( i’oflro ydo ¿en navro~ 8w.vo~nxofl ~yov)’ ‘roO 8~ npanua’O .ut&avo~nxoiJ ¿Meeta ~1oXóyw9exon r~ OpE~fi ‘rij dpe~. np¿~eo~ ~ o5v dpx~
~~, , .. w •~ ,‘ uevarr 1’u’09. Sio 01>1’ «.veu voO .i &avrna9 o5? w’eu ÍlOWTK eaw e~eú~ n
1 Pnrael texto gr’ieqo,véase el Apé dice de citas de j~en Aristóteles.
III. 4. Acepciones de noós ‘humano ‘<‘7/2 592
Ppoa>peo%’ ernrpa~a ydp flL 70 evavrwv
a> IIpV U.velJ 5tW/01«9 KW. 1)801>9 oik
em’u’. sdvovx 8’ wii’r’j oiifiév KU’ei, dxx’ r~ 1’OU taxi up«nwij’ a5irn yúp .~d‘dj9 uouirudi~ ~xev~ve¡~yáp rou notel n&9 O TTOUt’V, KW. 01> it Xo~ &nXók
n u ru>o~) i’8 TTOlqTOV, &»& ~o npwaóv’ i\ yd~ ednptgía i’éxos, ~ 8’~r~g ro6sou. s~8 fi dpanáa3~ va~ i~ rrpo4eaw f~ 5pe~~ St«VOIrUCTL ~¶Oiffb1’Tj dpxii &v6pomo&. >‘ [ FN 1139a 33, 11 39b 4].?
El problema enfocado es el mismo que en el Cap. IX del DeÁn
esos noús~ diánoia como <capacidades discursivas de la razón humana’
no bastan, han de recibir un impulso esencial en la órexis (‘facultad
deseante’); en suma> por sí, solo, el
Estaríamos en la misma ambigOedad,
mención que se hace de noús y diánoia
en si mismos considerados’, o sea>
teórico’ y pertenecería más bien a la
resto del párrafo nos especifica que
aspecto ‘práctico>: en sí mismos nada
moral, pero con la aportación de órexis
‘pensamiento’ no mueve nada.
por cierto que en 433a 2, la
perece ser tan sólo de ellos en
de ‘raciocinio> o pensamiento
2~ acepción marcada; pero el
hemos de considerarlos en su
mueven, no inducen la acción
se vuelven prácticos. Sin duda,
en ambos casos laesa ambigúedad de ambos pasajes es ineludible:
única solución para estudiarlos en una u otra acepción ha sido el
propósito que se deduce tenía el autor en cada caso; y que, por cierto,
era el mismo: el conocimiento puro o teórico de un ‘x’ no basta para
“desearlo” y “repelerlo”; el “movimiento” del alma para satisfacer al
hombre tiene otro origen que no es la ‘razón teórica’ de EN ni la
1 En la versión castellana de Marías—Araujo : «Esta clan de entendimiento u de verdad espractica. Del entendimiento teorético y no práctico ni creador, el bien y el mal son,respectivamente, la verdad y la falsedad (pues en esto consiste la operación de todo lointelectual), mientras que el bien de la porte intelectual pero práctica es la verdad queestá de acuerdo con el deseo recto.El principio de laacción —aquello de donde parte el movimiento, no el fin que persigue- esla elección, y el de la elección el deseo y la elección orientado aun fin. Por eso ni sinentendimiento y reflexión, ni sin disposición moral hay elección. La reflexión de por sí nopone nada en movimiento, sino la reflexión orientada a un fin u práctica; ésta, en efecto,gobierna incluso el entendimiento creador, porque todo el que hace una cosa, la hace convistas a algo, u la coso hecha no es fin absolutamente hablando (si bien es un fin relativo ude algo), sino la acción misma, porque es el hacer bien las cesas lo que es el fin, y eso es elobjeto del deseo Por eso la elección es o inteligencia deseosa o deseo inteligente, u estaclase de principio es el hombre.». (Ver. Bibliogrj.
III. 4. Acepciones de noús humano ‘<‘7/2 593
capacidad crítica> (‘sensación + razón’) del De An En resumidas
cuentas, por eso se vuelve al viejo binomio noús/órexis en estos
pasajes: recuerdan la vieja división académica ‘racional! irracional’
pero dentro de estructuras gnoseológicas más flexibles y complejas.
El movimiento ha de ser, por consiguiente, de origen ‘volitivo> —sea o
no <racional>, esa es la novedad respecto a las obras del primer grupo—
para explicar que sea una facultad del alma animal y no de la humana;
por ello, es más primitiva esa capacidad y le cuesta tanto a la ‘razón>
(lógos o noús) dominar su parte ‘volitiva’> eso sí, la parte <irrracional’
de la Ér~xis puesto que la boúlesis es <deseo racional>.
El texto de 1 139b 4 en sí, también nos habla de otras dos
cuestiones: a) la escisión ‘práctico/ productivo’ en el mundo de la
<razón calculadora’; u b) el papel de la Droaíresis
.
Comienza Aristóteles por sostener que el carácter ‘práctico’ del
<raciocinio’ del que nos habla incluye aspectos muy amplios: incluye
tanto la actividad <práctica’ s~su sfr/r/o como la <poética’ o
productiva”. Sin embargo, note bien el lector que se liga solamente
la diánoia a la ‘producción’ humana: ya vimos que noús es más adecuado
para designar fines, ordenar la meta global a alcanzar, mientras
diánoia es el mediador, quien organiza los medios para lograrlo.
Recordando una explicación de L. Robin al respecto, podría
comprenderse mejor la phrónesis se opondría a la tékhne porque la
primera “delibera” —según una regla— sobre la elección de los fines a
perseguir, mientras la tékhne delibera según una regla sobre los
medios concretos a emplear;1 nada extrafio que para hablar de la
segunda de las virtudes intelectuales” de carácter práctico de los
platónicos nos aludo en el pasaje Aristóteles a la &cWc*ct npcccruaj.
Cf. del autor frénces, Aristote , pég. 247. <Ver Bibliogr.).
III. 4. Acepciones de noós »urnono ‘<7/2 594
Pero como ya se habló de la relación noús—tékhne con motivo de la
exposición de la 12 acepción, baste con lo que se acaba de señalar
hasta ahora.
El segundo punto nos plantea una curiosa sensación: mientras en
este Libro Vide EN la uroaíresis o “elección razonada” es clave, en
los capítulos IX, X y XI del DeÁn es la boúlesis y ‘ib pouXeu’iucóv
quien se resalta en su lugar. Pero los tres términos aluden a la misma
cuestión ya clave en el Libro Vi: hay un aspecto ‘racional’ en la órexis
o <facultad deseante’ humana y la conducta del Hombre no merece ser
considerada tal sin su concurso; y, por ende, sin el del noús como
capacidad razonante aplicable al objeto práctico (32 —). Tan sólo
sucede que en el libro sobre ética se cargan las tintas en la capacidad
de elegir del hombre y en el psicológico—gnoseológico se hace sobre la
lacultad deliberativa” (‘ib ~ouXEu’rucov)o “deliberación” (boúlesis)
.
La razón puede ser que en el tercer grupo prefiere organizar su visión
del almo animal y humana en torno a grandes funciones anímicas
‘psicodinámicas’ o interdependientes unas de otras; mientras en el
segundo grupo, o sea en este Libro VI sobre todo, aún es algo rígida la
división que hace entre partes ‘calculadora> y ‘teorizante> del <alma
racional’ y ha de contentarse con referirse a capacidades o aptitudes
puntuales y aisladas que estarían ‘conectadas’ a la vez a lo <racional> y
lo ‘irracional’, como seria la concreta aptitud de la proairesis
.
Volvamos al escueto examen del texto, centrándolo en esta
proaíresis que caracteriza al ser humano frente al animal en la bella
definición del hombre de 1 139b 4. Podemos para iluminar todo el
texto —y antes que nada la aptitud electiva del hombre— añadir una
paráfrasis del comentario al pasaje de 1. Dúring:1
1 Cf. Ar,stéteIn, pág. 521, (ver. Biblíogr >
III. 4. Acepciones de noós »unwno ‘0/2 595
Habría según dicha explicación dos momentos en el proceso
psicológico de la elección”:
a) la elección del fin es un acto racional gobernado por la
voluntad y b) conocer cúal es el buen fin presupone una reflexión, en el
ámbito de la razón práctica. En suma, la “razón práctica” y el “deseo”
(órexis) no se distinguen por su objeto (-ib rrpcrn’óv) sino por
representar funciones diferentes del alma.
Se abre ya> por lo tanto, el camino que se seguirá con paso firme
en el DeÁn: no son los objetos los que determinan las facultades o
aptitudes concretas que se emplean como en el platonismo, sino la
finalidad en función de la cual procede el alma: la función conforma la
‘facultad’ como la función hace al órgano en el terreno corporal. De ahí
que las facultades sean.Suvdiias análogas al dpyctvov y se emplean
símiles como el de la ½ano”—noúsdel DeÁn, que tan bien conocemos.
En suma, la interesante anotación de 1. Dúring que ha dado pie a
esta explicación nos muestra una vez más que en Aristóteles se
potencia más una explicación dinámica del alma> frente a la
tradicional diversificación estética predominante aún en Platón; pues,
no son los objetos diversos quienes tienen distintos saberes y
capacidades anímicas a su servicio; son diversas aptitudes y funciones
del alma las que enfocan los objetos dándoles aspectos diferentes,
aptos para aplicarles distintas ciencias; solamente mantiene
Aristóteles la división entre objetos “inmutables” y “contingentes o
mudables” ocasionalmente y para escindir ‘la razón humana’ en
‘teorética’ y ‘práctica>, por cierto en pasajes academicistas, es decir,
de terminología platónica sin entrar a definirse respecto a la misma.1
1 cfr. otro caso semejante —aparte del pasaje de /b!. que vieramos en la acepción 12 —en/~Att 432a 25 y ss.-. Véase, al respecto, la nota del. Calvo Martínez, Accrcs&’.>A/ar, apropósito de este tema a dicho pasaje ( n. 9?, pág 243).
III. 4. Acepciones de ¡¡rus /nirnsno’0/2 596
—El resto de las citas del uso neutralizado nos hace volver al Da
An, al capítulo X para ser exactos:
“X. ‘FLWET& Se ye SUC TWJT<L KWOXIPI«, fl O~f~W 1) VO1J9, a 1W 111V
4cvíamav ll&U~ W9 voi>mv TWa. HOXA¿ ~II9 Trapa liflV filWTfl$11) Y UXOXOi*OUGI<
nú~ 4~aví«maw, Kft ¿y lote «AAo~ 4jug oi~ vónat~ misé ?~oyu~ió& ¿unv, dxA¿4aVIaUULA4I$o a~o; íwn’a KW1)1’1K¿ raía IÓTTOV, 1/069 KW. op~, V0U9 SE O evera
tau Xoyicóiievo; i ó ITP«KTWSr Siz4ei. Sé íofi 8eo~»yrixofl t4~ íO~ei. K<ú ~
~ f1>EK ¶01> u&s o~ ydp ~ 5pe~~, ~iTfl d~ij ío~ npanwoO w,fr ío
CO)<C(TOY «nu lis upa~eos. Qae eu>óymg T«lJfl 56o 4cíveíca d ru’cfivra, 6pe~~
Kw. &¿vrna rwei, 5n dpxu wiÚg Jan íd dperTóv. Kat ij $«víaaia 8 lar rw
oi ru’ei «veu ópe~ewg.” 1 kAn. 433e9,13, 14y 16].’
El comentario a la primera mención de nuestra palabra> 433a 9, es
sencillo, se habla de la <facultad motriz> de los animales superiores en
general, y no exclusivamente del hombre. (Recuérdese que toda la obra
estudia el alma viviente en general). Por ello, estos órexis y n~É2iniciales traen ecos de la 1~ acepción: se refieren a lo ‘irracional> en
general y lo ‘racional’ en general, pero como nos indica Aristóteles
inmediatamente después, el noús que nos ocupa en estos capítulos
sobre la ‘fuerza motriz’ del alma es ‘práctico’. Luego, será un noús
“práctico” (—) como hasta ahora, tan laxo que admite comparación con
la capacidad que le sustituye en los animales superiores no—humanos,
o sea, la phantasía; capaz ésta como sabemos ya desde la 1~ acepción
de remplazar al noús en dichos animales superiores, en los niños o
En la versión del autor anterior: « En cualquier caso, éstos son los des principios queaparecen como causantes del movimiento: el deseo y el intelecto —con tal de que en este casose considere a la imaginación como un tipo de intelección; en efecto, a menudo los hombresse dejan llevar de sus imaginaciones contraviniendo a la ciencia y, por otra parte, lamayoría de los animales no tienen ni intelecto ni capacidad de cálculo racional, sino sóloimaginación—. Así pues, uno y otro —es decir, intelecto y deseo— son principio delmovimiento local; pero se treta en este caso del intelecto práctico, es decir, aquel querazone con vistas a un fin: es en su finalidad en lo que se diferencia del teórico. Todo deseotiene también un fin y un objeto deseado constituye en sí mismo el principio del intelectopráctico, mientras que la conclusión del razonamiento constituye el principio de laconducta. Con razón, por consiguiente, aparecen como causantes del movimiento los des, eldeseo y el pensamiento práctico: efectivamente, el objeto deseable mueve y también mueveel pensamiento precisamente porque su principio es el objeto deseable. Y, del mismo modo,la imaginación cuando mueve, no mueve sin deseo»
III. 4. Acepciones de ¡¡rús »umano ‘0/2 597
hombres anormales —“carentes de razón (—)“— privados como
consecuencia tanto de nóesis (‘intelección teórica’) como de logismós
(‘razonamiento», las dos funciones mayores del “razonar” en general.
Y, ambos> órexis(—> y noQs “práctico” (—), serán los principios
causantes del movimiento local del alma humana; se nos especifica
que es del ~ ‘práctico’ de quien se trata, su aspecto práctico le
viene por ser su objeto, el “objeto deseado” (‘ró ¿pccróv). Para que no
tengamos dudas del uso amplio de este noús “práctico” —se le equipara,,
tras su última mención, en 433a 16— a la <&¿vota ij rrpaic’rudj’: una vez
más estamos ante un PD=<práctico> neutro> no ante la ‘herramienta’
especial que hace posible lograr la virtud práctica gracias a la certeza
y destreza que proporciona su ‘intuición sensible’ del fin último y
primero, del bien ordinario y concreto y del general U la felicidad).
En esta búsqueda del ‘motor’ —de lo que pone en movimiento al
alma— el objefo del deseo se revela el principio primordial: principio
y fin de la acción, igual que lo fuera antes de la ‘razón práctica(—):
atrae o repele al noús convirtiéndose en su objetivo a alcanzar o
evitar, hallándose así tanto al principio como al final nuevamente>
sólo que ahora del ‘razonamiento práctico’ y no de la accíon.
Estas afirmaciones —el elemento motor es el objeto deseado” (‘ró
OQEK’rol/)— nos las confirma el texto que viene a continuación en este
capitulo X:
“Ev Su n íd rwo~v np<~íov ~ddpen’óv. EL ydp 56o, vo69 KU
fKWOUV, KUStL KDU>OV U1’ It f1509 bávouw. Nflv sé 6 pév i’o69 oii 4aiveíat ru«fraveu dpé~ew~~ y4 po6Xrp~ 5pe~w 5íav Sé raí¿ TOP XOYXqIOP KW1)W, Kw. Kaa
pa6x1)ow KwetT&l. 1! 8’ 5pe~~ rwet 1rap¿ 101/ Xaywllór i~ ydp Jrnawía 5pe~5~~ow dp&j. Atd e ‘. ru’ei to dperíóv, dxx¿ toilí’ ~nw ~ íd ¿yd¿v ff ídlxtwó¡ievcv JyaBóv. Od ray sé, ¿XA¿ íd rpa.ndv ¿yaBóv. flpaídv 5’ Jadv
III. 4. Acepciones de ¡¡rús humano ‘0/2 596
cLyaBdv íd Jvsexóvevov ,aff &AAw9 ~xeu’.”1 kAn. 433a 21>23 y 261)
Una vez más este noús “práctico” sigue equivaliendo a diánoia
“práctica” e incluso a lonismós : “H 5’ op«tg KW ncrp& TMJ
Xoytagt5v> (433a 25). Sin embargo, este noús ‘práctico’ (—), tan
cercano al <raciocinio> de la 2~ acepción y la ‘razón > genérica de la 1%
tiene un rasgo que lo enaltece al permitir al nombre lograr el “orden
recto”, el ‘razonamiento práctico’ al servicio del juicio verdadero,
mientras que los otros motores de la ‘conducta’ (órexis y phantasía) no
proporcionan esa certeza de ésta en el camino de lograr el verdadero
bien. Merece explicarse esto último: órexis es irracional y sin el
gobierno del noús puede arrastrar a actos desastrosos tanto al hombre
(“insensato”) como al niño (privado de razón por su edad) como al
bruto; por su parte, la ohantasía sustituye en los tres casos al noús
(en el hombre de conducta irracional, en el niño y en el animal
superior); su presencia en el nivel inferior del alma (=es propia de las
bestias) garantiza que está fuera de lo racional> de la capacidad de
“calcular” (zj[qgismós) los fines> los medios y las circunstancias en las
cuales se va a desenvolver el sujeto para iniciar la “acción” (npd~tg).
Fí noús o la diánoia “prácticos”, en cambio, sí desempeñan esas
tareas. El error conductual siempre tendrá, en conclusión, su origen en
arrumbar a un lado la ‘razón práctica’> volviendo al estado bestial.
Dicho más sencillamente: como el ‘motor interno’ de la conducta
Según T. calvo Martínez: « El principio motor es> por tanto, único: el objeto deseable. Yes que si los principios que mueven son dos, intelecto y deseo, sera que mueven en virtud deuna forma común. Ahora bien, la observación muestra que el intelecto no mueve sin deseo:la volición es, desde luego, un tipo de deseo y cuando uno se mueve en virtud delrazonamiento es que se mueve en virtud de una volición. El deseo, por su parte, puedemover contraviniendo al razonamiento ya que el apetito es también un tipo de deseo. Por lodemás, el intelecto acierta siempre, mientras que el deseo y la imaginación pueden acertaro no acertar. Por consiguiente, lo que cause el movimiento es siempre el objeto deseableque, a su vez, es lo bueno o lo que se presenta como bueno. Pero no cualquier objeto bueno,sino el bien realizable a través de la acción, Y el bien realizable a través de la acción es elque puede ser de otra manera que como es. [Es,pues, evidente que la potencia motriz delalma es lo que se llama deseo.).».
III 4 Acepciones de noús humano ‘0/2 599
animal—humana es la órexis—’facultad deseante’ porque siempre es
por iniciativa suya por lo que se produce el error> puesto que puede
desear un objeto perjudicial; a la uhantasía le pasa algo semejante
cuando no está siendo utilizada por el noús, como ‘material’ básico del
pensar, por sí sola, ‘irracional> le sucede lo que a la órexis ‘irracional’
o sin conexión con la <razón’: arrastra con sus imágenes al deseo
equivocado al niño o al animal o al hombre insensato con harta
frecuencia~
No se debe dejar el texto sin recordúr la cantidad de pasajes que
se expresan en términos parecidos a éste <NoO~ gh oi~v n&g ¿poóg
¿o’uv’ ; sin incluir nuestro término en su mayoría (como ejemplos
Proir 5 35, y 1111 EF o EA’ , en numerosos casos); de hecho en los
obras éticas son, lógicamente> muy habituales.1 Se está insistiendo
una y otra vez> por tanto, en DeÁn en un noús de ‘raciocinio práctico’
cercano —con esa única marca distintiva— a ~j~noia cuyo máximo
exponente seria el ‘silogismo prácticd o ‘razonamiento práctico’; en
ningún momento se nos induce a pensar que pretende referirse el autor
al uso más intenso y técnico de esta acepción, ‘intuición sensible—
práctica>, indispensable para la vida feliz según EA’.
Sobre la contraposición órexis/noús en el logro de lo deseado nos
habla en un texto que queda separado del anterior por unas líneas de
crítica a la platonizante opción de escindir en partes” distingibles el
alma (432a 30—b4); a continuación está el párrafo con la cita de
nuestro término:
1< 3Enet se al dp«cw yfrovi’a rai ~wvrí.at dAAÍiAaw, taUro Sé owl3aWet5tar6Xóvo~raiat¿m8w’tai ¿vw>r~atJ~”,v{veíaS’¿vr&wxpóvouaLt~uw
~xrnuw(6 péui y4 vo69 sd id péxxov ¿vobutew ,rtxe6ei, i~’ ¿un8wía sd
Como, en tIff ¶206 al 9, con su fórmula más tradicional que la de aquí: ‘uB ~LTft TOP
óp&3v Xóyav yuqáevav.
III. 4. Acepciones de noS’ humano ‘0/2 600‘/
i~8i~’ 4au’eía yd~ VB 811 ~8x)rat ánX& i~8í~ n~1 ¿yaOdv ¿mXG~, sd íd pij ¿gv
íd gxxov, e~e íiév o5v ~v &v e¶~ VB KWOJP ro dpern>~dv, ~ dpernácóv, rp~rovSé rá,víwv íd ópen’óv (roDio yd~ ru’et o’i ru’o6iievov í4~ vonfiujva ñ4avraofifjv«iJ, dou6p4~ Sé nxdw ‘r& IcwoiivrL” [ £~4n. 433b 71.1
La oposición entre órexis (—) y noús ‘práctico’ (—) nace por que los
aspectos irracionales del alma animal o humana sólo tienen percepción
del presente> de la inmediato> mientras la razón práctica proyecta un
futuro mejor; es decir> es capaz de ordenar las acciones con vistas a
un fin lejano en el tiempo> en suma, como razonamiento que es, calcula
la conducta a seguir aplazando el bien inmediato para lograr un bien
mayor en el futuro. Esta capacidad de controlar y domeñar el tiempo
es exclusiva del raciocinio y de la razón humana y, por ello> nos
distingue del resto de los animales. La falta de previsión, de
proyección futura de sus acciones incapacita al hombre de conducta
irracional, al niño y a la bestia para alcanzar siempre el buen fin, es la
causa de dicha diferencia que hace indispensable al noús (—) para todo
ser humano que desee una conducta correcta —sin lugar errores— capaz
de hacer posible que (con las condiciones materiales y sociales de
rigor) logre ser feliz. La frase final es una clara conclusión de esta
cuestión (si la facultad motriz del alma es una o múltiple y en qué
consiste) que nos ha venido ocupando durante todos estos textos del De
Arz «( ) habrá que concluir que si bien el motor es específicamente
uno, a saber, la facultad desiderativa (T¿ OpEK1’LKOv) en tanto que
desiderativa —y más allá de todo lo demás, el objeto deseable <í¿
o9Errov) que, en definitiva, mueve sin moverse al ser “inteligido” (~r~
En nuestra versión habitual: « Y puesto que se producen deseos mutuamente encontrados-esto sucede cuando la razón y el apetito son contrarios; lo que, a su vez, tiene lugar enaquellos seres que poseen percepción del tiempo: cli ntelecto manda resistir ateniéndose alfuturo, pero el apetito se atiene alo inmediato; y es que el placer inmediato aparece comoplacer absoluto y bien absoluto porque se pierde de vista el futuro— babré que concluir quesi bien el motor es específicamente uno, a saber, la facultad desiderativa en tanto quedesiderativa - y más allá de todo lo demás, el objeto deseable, que, en definitiva, mueve sinmoverse al ser i nteligido o imaginado—, sin embargo numéricamente existe una pluralidadde motores.».
III. 4. Acepciones de noS’ humano ‘0/2 601
vo~Ojva¡) o “imaginado” (4avícwefjvat)—, sin embargo> numéricamente
existe una pluralidad de motores.».’
Es el motor precisamente porque mueve sin moverse” —eso es lo
propio en todo movimiento de un “motor de aquel que es causa del
movimiento de otro— el ser “objeto deseado” por la razón o por la
imaginación. Sin embargo> en una precisiones que vienen a
continuación, aclara Aristóteles esa referencia a los múltiples
motores integrados para mover el alma; tras la máxima significación
de buscar el primer motor del movimiento del alma y hallarlo en un
“objeto deseable”> viene el concienzudo análisis que le permite
descomponer la causa del movimiento local en los seres animados en
numerosos aspectos que no nos atañen ahora> ya que se vieron antes
(433b 13 y ss.)> pero abarcan todos los momentos en que descompone
el autor el logro del bien práctico perseguido desde el momento en el
cual es percibido—sensiblemente— como tal objeto deseable. Lo que sí
nos interesa es la referencia a la Dhantasía junto al noús como los
que piensan” o imaginan” (433b 9, ‘14 vo~Ofjvai. 1~ «v’ra~Ovca’) el
“objeto del deseo”; naturalmente, aquí no se refiere Aristóteles al uso
sustitutorio de la phantasía por parte de los “carentes de noús (—Ycomo anteriormente: nos recuerda algo ya dicho al referimos por
extenso a la phantasía (Capítulo III del Libro III): el objeto puede estar
presente (ser “sentido”, ‘percibido’) o ser recordado <ser “imaginado” en
términos aristotélicos), por ello, el objeto del deseo puede provenir de
la sensación (y manejado por el “pensamiento”) o ser “imaginado” (y
recordado manipulado” por la phantasía). Naturalmente, en el segundo
caso el error está mucho más presente por la tendencia de la
imaginación a transformar el objeto deseable a su arbitrio, con lo cual
volvemos a la fuente de los errores de conducta antes señalados: todo
1 T.Calvo Martínez, Acercs.k/Alrno, págs. 247-8. (Ver Biblioqrj.
Iii. 4. Acepciones de noS’ humano ‘0/2 602
lo que no sea estrictamente racional, y nos permito juzgar rectamente
una situación y un objetivo, nos puede arrastrar al vicio, al mal y a la
infelicidad; las grandes causas serian, una vez más las ‘pulsiones
instintivas’ — irracionales— y la phantasía —en cuanto no pertenezca al
campo racional, al no servir a éste—. Porque cuando la phantasía sirve
a la ‘razón’ (—), proporcionando recuerdos (r”memoria”) sin “fantasear”.
es un valioso puente entre razón y sensación, como ya se ha visto.
Esta posibilidad de la nhantasía, “razonable”, al servicio de la razón y
del noús, nos la anuncia el propio estagirita en la frase que cierra este
capitulo X del Libro III: «Así pues, y en términos generales, el animal —
como queda dicho— es capaz de moverse a sí mismo en la medida en que
es capaz de desear Por su parte, la facultad de desear no se da a no
ser que haya imaginación. Y toda imaginación, a su vez, es racional o
sensible. De esta última, en fin> participan también el resto de los
animales.».1
Una vez más, eso sí, se nos recuerda que se habla de los vivientes
y no en exclusiva del hombre y por eso se diferencian esas dos formas
de imaginación, “sensible” y “racional”, aunque más apropiado sería
hablar en los términos en los que acabamos de hacerlo; pero como aquí
sobre todo se pretende explicar como es la phantasía que sustituye al
noús en las bestias, todo el esfuerzo radica en eso, en explicar que
los animales superiores —indudablemente capaces de buscar o rehuir un
objeto— poseen algo superior a la sensación propiamente dicha (esta
phantasía) permite dirigirse hacia el objeto deseable más allá de su
mero presencia física momentánea: son capaces de recordar, de soñar,
como nos dirá en los Parra ka/aralia.
III. 4. Acepciones de noús ?mmano’Ú/21 603
1 .2. uso MARCADO: ‘INTELIGENCIAPRACTICA’.
E sta modalidad práctica no se incluye en la
función ‘discursiva’ <coma en el uso anterior, neutro) sino en la
‘intuitiva’; se la podrá denominar intuición práctic& por ello;
inteligencia práctica”, también, porque es una aptitud que se puede
caracterizar como facultad intelectiva o intuitiva’, es la función
<intuitiva del pensar’.1
Dicha utilización del vocablo sólo queda claramente explicada en
el Libro VI de EN, sobre las razones para que no aparezca en el Libro
Iii del VeAn ya se hablé en su momento. En cuanto al Libra VI es un
único pero largo pasaje:
rut o VOU9 rwv ea)QLTOW en a¡4crepw ra yap ¶0W npwrow opow rut ¶0W
¿OX&TWV V0Ú9 &TTt ra CV Ka ó ~IEVr~L¶& T&~ ¿ITo&(~ew T&V dKWijT«W
5pow rut npórow, o 8’ ev raw nprrucr@ rofi COXILTOU rut ~v8exqiévourut t~
etep~ npoia~og dpxd ydp ro~ o~ ~veru~ra• k r6w ruS’ bcua~ y¿v t¿
icuflóXow to6row o5v ~xewSet a~,fiiviw, «5irn 8’ kd vofi.~. Std rut •uou¿ Serááa icura, rut <frn~a on4~ vé’ oii8eí~, yvoújnw 8’ exew rut a6veou’ rut voOv.”
[EN 1 143a 35 ; 1 143b1, b5 ~j b7L (3ngaov 6 en rut ía~ Mwí*n~ O MeSa
aoXouSeu’, rut TIBe u rjXxna vouv qet rut yvú~u~v, (1)9 ~flS4>iJoew9 atnxg ouou~.[Storut doxij rut ré~o ¡‘oit ér TO1J¶wv d ¿no8eí~et~ rut ~iept¶OUTWV. 1”[CM1143b9’j Ial?
1 Tal como nos lo explica Burnet, en su comentario e las éticas (~~u EN), parágrafo 4«vou; in fis restricted sense (not when it 13 equivalent to 8uívoia) isa 86va411s whichapprehends its objetcs immediatelu (rQ, Otyeiv) like aL~&~aw, not mediately liked1T68eg~ nrpuóXeot9.» Poco cabe aiiadir a tan clara diferenciación entre use neutro umarcado de esta 32 acepcIón ‘práctica’ del fcOs ‘humano’.2 Versión habitual de esta obra «La intuición tiene también por objeto lo extremo en lasdos direcciónes, porque tanto de los limites primeros como de los últimos hau intuición y norazonamiento; la intuición que se ejercite en las demostraciones tiene por objeto loslimites inmóviles u primeros; y de las cosas prácticas, lo extremo, lo contingente u lasegunda premisa. Estos son, en efecto, los principios del fin, ya que es partiendo de loindividual como se llega a lo universal;de estas cosas, pues, hay que tener percepciónsensible, y ésta es la intuición. — Esta es la razón también de que perezca que estasdisposiciones son naturales, y que, sin bien nadie es sabio por naturaleza, sise tiene por
III 4. Acepciones de noús »umano ‘Ú/2i 604
Citas muy discutidas, pero, por fortuna excelentemente resueltas
en la buena traducción española de EA~ que venimos adoptando,
solucionándonos así gran parte de las perplejidades que causan otras
versiones de las mismas.1
Tan sólo disiente la autora de este estudio de esta muy buena
versión española en dos aspectos: a> denominar inteligencia” a la
sensatez” de 1 143a 26 y 27, dos usos claramente vulgares del
término, en las líneas que preceden al actual texto griego; 2 del mismo
modo, no debería llamarse intuición” a 1 143b 7 y 9 ya en nuestro
actual texto griego, pues el sentido popular y cercano al uso vulgar de
ambas es destacado par los especialistas; ~ sin embargo, la versión
contiene un segundo punto discordante con la posición mantenida en
este trabajo, a saber, no situar el contenido del claro corolario 1 143b
9—bí 1 antes de la frase que abarca 1 143b 5—bY, siendo dicha
naturaleza comprensión, entendimiento e i ntuición. Selial de ello es que creemos quetambién son consecuencia de la edad, tj que tal edad tiene intuición y comprensión> como sila naturaleza fuera la causa de ellas. (Por eso la intuición es principio y fin, porque lasdemostraciones parten de estas cosas y ellas son su objeto). [Demodo que no se debe hacermenos caso de los dichos y opiniones de los experimentados, ancianos y prudentes, que de lasdemostraciones, pues la experiencia les ha dado vista, u por eso ven rectamente.!».
Trad. de M. Araujo— J. Marías, de la que se expone ahora el encabezamiento del capítuloXI, perteneciente a la 12 acepción —según se viera en su momento—, aunque no aparezca enel texto griego que se ha ofrecido en el cuerpo de la exposición actual, para facilitar lacomprensión del comentario emitido a continuación: «La llamada comprensión, en virtud dela cual decimos de alguien que es comprensivo y que tiene comprensión, es eldiscerni miento recto de lo equitativo. Se?ial de ello es que llamamos comprensivo sobretodo al equitativo, y equitativo a tener comprensión sobre algunas cosas, y juiciocomprensivo al que discierne rectamente lo equitativo, y rectamente quiere decir deacuerdo con la verdad. — Todas estas disposiciones convergen lógicamente a lo mismo Enefecto> al hablar de comprensión, entendimiento, prudencia e inteligencia <voO=).atribuimos alas mismas personas el tener comprensión o inteli’~ncia, así como el serprudentes o tener entendimiento; porque todas estas facultades tienen por objeto lo extremoe individual, y es en saber discernir sobre lo que es objeto de prudencia en lo que consisteel ser inteligente, buen entendedor o comprensivo, porque la equidad es común a todos loshombres buenos en sus relaciones con los demás. Ahora bien, todas las cosas prácticas sondel número de las individuales y extremas, y así no sólo tiene que conocerlas el hombreprudente, sino que el entendimiento y la comprensión versan también sobre las cosasprácticas, que son extremos.» [1143a 1 9—e35]. <Ver. Apéndice de citas, para el textogriegode 1 143a 26 y 27>.2 Cf. nota precedente.3 Ver comentario de Gauthier—Jolif a dichas citas, pág. 539.
- ..——..— — ~1
III. 4. Acepciones de noós &amono ‘0/2 605
anteposición su ‘lugar naturel’ como muy bien vieran Gauthier—Jolif en
su magno comentario a la obra que nos ocupa.’
Según tales criterios, una versión corregida quedaría así, (con la
única modificación en el texto griego de colocar el corolario b9—1 1
tras el final del párrafo en 1143 b5) 2
lEn efecto, al hablar de comprensión, entendimiento, prudencia y sensatez <12
acepción neutra),atribuimosa las mismas personas el tener comprensión o sensatez <12,
Ku/981$¿(5’I<$), así como el ser prudentes o tener entendimiento;...] .1 11 43a 26 y 27]. La
intuición (genérico> abarca las dos modalidades ‘práctico’ y ‘teorético’) tiene también por
objeto lo extremo en las des direcciones, porque tanto de las límites primeros como de los
últimos hay intuición (ñ*m.,42 + y 32+> y no razonamiento; la intuición (42 Oque se
ejercita en las demostraciones tiene por objeto los límites inmóviles y primeros; y la de
183 cosas prácticas (32 +>, lo extremo, lo contingente y la segunda premisa. Estos son, en
efecto, los principios del fin, ya que es partiendo de lo individual como se llega a lo
universal; de estas cosas, pues> hay que tener percepción sensible, u ésta es la intuición
(‘práctica’, 32 ~. <Por eso la intuición (/km., 32+> une principio y fin> porque las
demostraciones partendeestascosas yellassonsuobjeto).(1 143a 35-bE + b9-1 11.
(Esta es la razón también de que parezco que estas disposiciones son naturales, y que,
si bien nadie es sabio por naturaleza, sí se tiene por naturaleza comprensión,entendimiento y buen sentido ( ¡.‘v/paris usas, 12Yu Se1~al de ello es que creemos que
también son consecuencia de la edad, y que tal edad tiene buen sentido (¡<u, 1V y
comprensión como si la naturaleza fuera la cause de ellas.17 [bS—b91.
Realmente esta última versíón parece mucho más clara. Pero
resulta indispensable justificarla:
1) Se han aplicado los criterios léxicos habituales obteniéndose
los términos castellanos más próximos a las distintas acepciones o
intensidades sémicas halladas: 1~ , 32 y ‘~ acepciones, desde el uso
1 1km.20se0:”kd 6 i4~k i’Qv &aj~huv kw’ d44rc~a~i«4 y&p iivwpJiwv &pwv Kat ,i2v&o~<diwv‘~‘6s ¿«it seat o~ Xdyos,sed ópkvmear& <~a~ v~vbtwfiwv ~ptevseat wpJnev,6 8’¿7v ¶W,S yp~snse«<t fr<d~ seat ¿i&~o~ seat.it
1st wpoidawsdp~¿o~ ~WKC «~1flt *1< liC seae’ ~KQO,U >Ép K« IO¿IIiIY <X~~ 841 atc9qatv,aim~ 8’Ud ~ K(It dp~ sed it~os i~vOr ¿se ioó’ruv yulp ¿it &vo&4as seat wq* ioóiwv 1”[1 143a 35, bí , bS y biCi.
III. 4. Acepciones de noús baniano’0/2 606
vulgar hasta el más técnico en la 32 + y 42 +. Dichas opciones se
apoyan no sólo en las posibilidades combinatorias> sino en las
estructuras léxico—sintácticas {locuciones estereotipadas, por ej.> y
contextuales { ej. la cercanía a otros textos ‘populares’ de noús
genérico <O en bB y b9 es obvie para quien haya leído el análisis de la
12 acepción neutra y del comienzo de esta 3~}.
2) Por exigencias del contexto y sugerencias de especialistas se
ha conectado el añadido de b9—bl 1 con el párrafo antenor.
Sin embargo, estas decisiones no evitan el deber de sopesar
cuidadosamente afirmaciones respecto al texto de vados expertos que
completan su significado dentro del Libro VI de la [/9 e incluso de la
obra aristotélica en su conjunto. Como se puede ver si se compara la
versión españole (incluso en su original) con la propuesta de Gauthier—
Jolif, tsu noción del sentido de noús en este texto es muy distinta de
la adoptada aquí; además, en consecuencia también se disentirá de las
críticas —contenidas en su comentario— a Walter o Ross? Lo que les
parecen defectos a estos dos estudiosos más parecen virtudes: a)
Walter, como ellos mismos reconocen, demostré que el noús del pasaje
central (1 143a 35—1 143b 5+ bQ—1 1> no es la mere “razón práctica” (—)
genérica> (en los términos de estos autores «l’intellect pretique»); b)
Ross no admite, siguiendo a Walter que se hable solamente de “razón
práctica” (+), en su uso especifico, sin que mantiene también se
refiere el estagirita a una “inteligencia teorética” (O en los primeros
momentos. Les críticas que hacen a estos planteamientos —que, a la
luz del texto, parecen correctos— son debidas a una concepción propia
de I3authier-Jolif que sostienen una pluralidad de acepciones del
término en la obra aristotélica; tan vahada que incluiría unas
1 Oc. ,textó traducción francesa (Ver. Biblioqrj.2 Cf. pág. 537, del comentario e la ENde dichos autores en su L ‘flh¡gw~aMtúmeq¿t
III. 4. Acepcionesde noek baniano‘0/2 607
“cualidades” concretas de la razón humana en general (que para ellos
es el “intelectO”) en unas afirmaciones cuanto menos extravagantes,
porque no se distingue en el comentario prueba alguna de su veracidad,
ni de los motivos para aducir tales ‘tesist
Dejando de momento el comienzo del párrafo siguiente —b5 a b9—
para un análisis posterior, atengámonos a 1 143a 35— b5 ~b9—b11 por
su coherencia expositiva.
En el texto inmediatamente anterior —comentado en la 1~
acepción por contener usos vulgares del término equivalentes a
sensatez” o “razón genérica”— se hablaba ya de una importante nota de
las cuestiones “prácticas” (‘r& TIpaKTá, en el texto): que son
“individuales” (‘rciiv KaS’ EKctaTct) y “extremas” (íéiv ¿UXÓ’rwv); o sea,
que dos objetos de la “razón práctica” (—) son individuos concretos y
“extremos” para el sujeto porque no los hay más apegados a los hechos
—están en un “extremo” del conocer—. Pero en un Aristóteles una
expresión así suele poseer un sentido lógico más profundo, que
analizaremos en su momento.
La cuestión que se abre a continuación es la de la naturaleza de la
“intuición’, un elemento capital para lograr la phrónesis (+) —“virtud
práctíca”—, en un principio (1 143a 35—36) no se especifica si es una
“intuición” prktica o teórica como se hace después: no es lo indicado
porque Aristóteles pretende aquí oponer noús (0/ lógos (+),
‘intuición’/ ‘razonamiento’, dejando así a un lado todas las
capacidades de las cuales nos ha hablado en su utilidad para el hombre
con ohrónesis (0: “entendimiento” (súnesís) y “comprensión” <grñrn~)
los dos más importantes; pero también noús (—) 12 acepción “sensatez”
1 ciertamente distinguir junto a ‘facultades’ y ‘funciones’ -habituales en toda exposiciónaristotélica, ‘cualidades concretas’ (se impone, de dichas funciones) resulte tan nuevo quedeberían haberlo justificada feacientemente.
III. 4. Acepciones de noús baniano ‘0/2 606
o “buen juicio”.
Como nos recuerda en este comienzo el macedonio, «la intuición
tiene también por objeto lo extremo en las dos direcciones, porque
tanto de los límites primeros como de los últimos hay intuición y no
razonamiento;», la “intuición” se ejerce en los dos momentos extremos
del proceso cognoscente —en este segundo periodo dónde no aparece el
sensorium conimune del PeAn —, es decir, actúa sobre los “principios”
absolutas (“límites primeros” del texto) tanto como sobre los “objetos
individuales” y “singulares”; de lo más abstracto y último en el proceso
cognoscente humano a lo más concreto y primero que captan los
sentidos, según la forma opuesta de explicarlo que siempre tiene en
mente el estagirita, de ahí la terminología que utiliza, llamando a uno
de los “extremos” tanto “primero” como “último” según la perspectiva
implicada.’
Si se enfatiza sobre este texto es porque nos habla tanto de la
“intuición intelectual”, ‘inteligencia pura’ que diríamos nosotros, como
de la ‘intuición sensible’ porque sólo así puede denominarse esta
aprehensión inmediata’ de lo individual”, de lo concreto; de hecho, el
final de este mismo pasaje nos lo expresa taxativamente: «de estas
cosas (prácticas), pues, hay que tener percepción sensible (aísthesis
)
y éste es la intuición (noús 0.» (1 143b5). Todo ello encaje con el
texto de 1 142a 25—26 por extraño que parezca a primera vista: allí —
hablando de epistéme ~noús=sophía — afirmaba que phrónesis se
diferenciaba de los dos primeros —y, por tanto, de la soahía— por tener
por objeto lo individual y no lo universal necesario’; ademés, añade de
cf. i. DUri ng, Arístotele «1 n FN VI, 1 2— 1 3 Aristoteles discute le due funzioni del tras,che noi chiamiamo ragione pratica e regione teorica. Apprendiamo intuitivamente, e nonmediante il ragionamento, sia II principi supremi che le singole cose concrete[ Ji 43a 36bSl . Nel procedimiento dimostrativo della scienza la ragione intuitiva coglie i «limitiimmutabile»questa funziones del tras é operante solo nell’argomentazione scientifica enon rientra neW ambito dell’etica.», pág. 521,( ver Si bliogr.).
III. 4. Acepciones de noús baniano’0/2 609
lo concreto no hay sino sensacion, y la “sensación” de lo individual que
corresponderá a la phrónesis no es la ‘pura’ sensación ( o de los
“sensibles propios”) sino otra. Si ello es así, tenemos el lazo con
nuestro texto: el noús marcado al servicio de la phrónesis (esta 32
acepción) no puede ser más que el ‘instrumento’ o realización concreta
de la ‘intuición—perceptiva’ a la que alude tanto 1 142a 2g como
nuestro largo párrafo (1 143a—1 143b).
Desarrolla muy bien este tema Moreau en su Añstóte/es y su
escuela al postular una verdad «antepredicativa» en la gnoseología
aristotélica; citando los pasajes del OsAn (430a 26—26, 432a 11—
12) y de la Neta (1051b 21, 24—25 y 1052a 1) nos demuestra algo ya
conocido en algún autor griego anterior, aunque no se aplicase a este
fin: que lo contrario del error sólo es la verdad «predicativa» propia
del juicio, o sea, perteneciente al terreno del ‘razonamiento
discursivo’, mientras que lo contrario de la ‘Verdad intuitiva’ tanto de
los principios del Saber como del objeto o la situación concreta
aprehendidos sensiblemente por el sujeto es la ~gnoiao “ignorancia”,
como vieramos en Platón en este mismo trabajo. La ‘Verdad intuida’
es imposible de desvirtuar por un error en el curso de un razonamiento:
es completa y absoluta y su no posesión es un estado> a saber, de
completa “ignorancia” o, en términos igual de platónicos, de “ceguera”.
No resulta casual, por tanto, que este final del Libro VI esté lleno de
referencias visuales: “ver”, “ver cárrectamente” —¿p~otv ¿pe&, 11 43b
13—, o frases completas como “la recta conformación de este ojo del
alma no se produce sin virtud”, o su contrario, ½oviéndosea ciegas
puede dar un violento resbalón por no tener vista”.
No es casual que antes de estas líneas (1 143b 13,etc...) haya
citas de noús neutralizado o su uso vulgar y no de otros términos o
Iii. 4. Acepciones de noús humano ‘0/2 610
expresiones estereotipadas equivalentes,1 a pesar de la locución
vulgar Aristóteles sabe que ese es el término elegido para hacer
posible la phrónesis <+) :al proporcionarle como punto de partida para
su acción una ‘Verdad indudable’, la <intuición sensible—práctica’. Es
de esa ‘intuición para la acción’ que se acuerda al utilizar una y otra
vez usos vulgares o de baja intensidad del término, ligados a refencias
de la “visión correcta y esclarecedora” que tiene el hombre con
phrónesis (‘42 No es casual tampoco que algún autor nos denomine
esta ohrónesis (+) como «percepción intelectual»,3 inevitable
recordatorio porque tendemos a pensar en ella como en un saber
adquirible como otro conocimiento cualquiera de tipo teórico, cuando
la <virtud práctica> a que alude phrónesis <+) es un estado anímico
permanente que posibilita alcanzar el ideal de vida propiamente
humano, la felicidad moral; nada más lejano, por tanto, de un saber
científico, adquirido por ‘raciocinio>. De ahí que la experiencia> “ojo
clínico” que da la qnTapta (11 43b5— bg y 11 4’t4— biS) sea el material
que hace posible la phrónesis <+) y que ese “olfato para lo correcto” o
“golpe certero de vista” sea precisamente el noús como ‘intuición
sensible práctica> el que se lo proporcione a quien haya alcanzado la
madurez vital, casi al final de le vida, haciendo posible el resto de las
capacidades racionales (ahora sí procesuales) que usa la phrónesis (+)
como elementos en su proceso de decidir qué, cómo y cuándo es su
objeto deseado propicio para lograr ser feliz.
Comoenel casode 1 143a26 y 27 y 1143W? y b9,con un i’tv.’j un uso neutroen lasdosocasiones.2 El caso más se5alado es, precisamente, el del texto habitualmente intercalado al final de11 43b 5 (11 43b5-b9) compuesto dedos usos vulgares del término: el primero idéntico aJi 43a 27 y el segundo que, como se indicó en su momento, recuerda a Píndaro; como se ve,no cabe mayor guilio a los usos tradicionales del término en la lengua culta, ni intento másrefinado de religar el mismo a su use técnico más elaborado de ‘razón práctico’, 32marcada.3 cf. ,J. Pallí Bonet en una nota a su versión de EF, a 1 246b 1 4.
III. 4. Acepcionesde noñs humano ‘0/2 611
La frase que viene a continuación es: «la intuición que se ejercite
en las demostraciones tiene por objeto los límites inmóviles y
primeros; y la de las cosas prácticas, lo extremo> lo contingente y la
segunde premisa. Estos son, en efecto, los principios del fin, ya que es
partiendo de lo individual como se llega a lo universal; de estas cosas>
pues, hay que tener percepción sensible, y ésta es la intuición.»
Las referencias a la dn¿&t~tg (“demostración”) nos hacen ver que
tanto la ‘intuición primera o teorética’ como la ‘intuición sensible o
práctica’ están conectados con lo capacidad genérica de razonar (la
22), o sea, que se desarrollan por medio del ‘pensamiento discursivo’
en su forma técnica tan aristotélica: el “silogismo”: 1) la <intuición
intelectiva pura’ ofrece las primeras premisas siempre y de los
razonamientos más abstractos —los “indemostrables” o más allá su
demostración racional—científica—; 2) mientras la <intuición práctica
sensible’ proporciona el material para la segunda premisa del
“silogismo práctico” —reconociendo que x es y—, no sin motivo llamada
la ‘menor, la menos ‘universal’ de las dos.
Surge al final de la frase, además, una tercera concepción sobre
el conocer humano en Aristóteles: su idea de que ‘inducción y
deducción’ se enlazan por sus extremos y llevan de lo primero en
cuanto a lo sentido a lo último según el mismo criterio (‘inducción’) y
viceversa (deducción’). La aprehensión de lo universal no es posible
para la <intuición sensible—perceptiva’ —por sus propias
características— lo suyo es lo concreto, de ahí lo dudoso de la
posibilidad de completar esa circularidad entre procedimiento
‘inductivo’ y ‘deductivo’; la otra ‘intuición’, la propia de la ‘inteligencia
abstracta’ aunque sí proporciona el más allá de los límites científicos,
los “principios indemostrables del Saber” y por ello hace posible la
1 ¡ 1. 4. Acepciones de noús humano ‘0/2 612
‘deducción’; en realidad, está por encima de ella> poseedora de su
propia Verdad absoluta tan indiscutible a su manera como la que
proporciona la sensación (-‘) con la <intuición práctica’ de una sucesión
de fenómenos vitales a los que encuentra sentido tan repentina e
irrevocablemente como la ‘intuición teorética’.1
Atendiéndonos a la dispuesto en nuestra versión del pasaje> ahora
veremos el corolario :« (Por eso la intuición es principio y fin, porque
las demostraciones parten de estas cosas y ellas son su objeto).».
Si se recuerda que en su explicación lineal del proceso motor en
el alma —el onginado por el “objeto deseable”—, propio de la trazón
práctica (—Y es algo muy claro que ambos extremos de tal proceso los
ocupa dicho objeto primero> como motor primero y esencial> u %bjeto
deseable” y, luego> como fin último u “objeto deseado”. Lo que da una
última dimensión al uso de la palabra “extremo” tan importante para el
texto.
Aunque podemos explicar el corolario enlazándolo directamente
como lo anterior y limitamos a decir que se refiere a los silogismos
que se dan en la razón práctica, que por supuesto se ocupa de las cosas
prácticas de índole concreta e individual; razonamientos de los que la
intuición sensible del objeto es principio (como “deseable” para el
sujeto) y fin (al ser identificado como “lo deseado” inicialmente por el
mismo).
Con ello se completa el último paradigma de los vistos sucesivamente
en este texto: 1) el proceso circular —ideal ya que no realizado en la
práctica (inducción—deducción — inducción}, 2) el vertical que divide a
1 Cf. es de 1. D’dring la ideo inicial de estas matizaciones: « 1*1 procedimento dimostrativodella scienza la ragione intuitiva coglie i «limiti immutabili». Qisesta funzione del aras éoperante solo nelfargomentazione scientifica, e non rientra nelí ambito dell’ tuca.»(4ristote/e, pág 521,ver Bibhogr3.
¡11. 4. Acepciones de naós humano ‘<‘1/2
la ‘intuición’ (noús +) según el extremo en el cual
‘inteligencia intuitiva’ e ‘intuición sensorial práctica’ (noús
+); y el horizontal que describe el proceso por el cual
deseosa” logra hacer diana y alcanzar su objeto> venimos de
más arriba.
se halle:
‘práctico’,
la “razón
enunciarla
613
III. 4. Acepciones de noús »amono‘iii) 614
2. ACEPCION CUARTA.
CARACTERIZACION.
Mantiene Aristóteles asimismo das empleas del
vocablo en ¡a presente acepción: neutralizada, par un lada y marcada,
por atro. El primera—uso neutro— abarca una especie de lo ‘facultad
pensante’> incluida en una de las modalidades de esta facultad —la
<intuitiva’— cama inteligencia”, es decir> “inteligencia intuitiva’. El
segundo> serio la completo realización de eso misma función: el fruto
del naein O~> y la nóesis (+> o del “inteligir” y la “Intelección”, en
resumidas cuentas, se trata de la intuición intelectiva” a intuición
teorética”. Los rasgas neutras camunes a esta acepción —su carácter
<intuitivo’— se reconocen en las obras de muchos estudiosos; es
cuestión comúnmente admitida.
Concretando más, Guthríe específica, por su parte, que el noús en
su «sentido más propio» es la «intuición intelectual».1 Y, por la suya,
ya nos señalaba Alían que los dos sentidos principales del término,
según él eran: a> «intuición» y b) «razonamiento».2 En el misma
sentido —pero elaborando mucho más el asunto— se expresaba J.
Véase el cuadro explicativo de las funciones del alma humana en su Ar&tat/e~ pág. 289.2 4r;síotJe, ¡hephi/osopter, pág. 69.
IR 4 Acepciones de noós »umono ‘1/12 615
[ioreau.1 Y, en su momento, Hemelin también nos hablaba de dicha
especie concreta de le ‘facultad pensante’ en general (que él denomine
«intelecto en general») como distinguible de la otra especie: le del
intelecto que efectúo la síntesis a “razonamiento”. 2
Finalmente, entre muchas otras, Ql propia Gutbrie y Dúring nos
exponen aspectos de esta ‘inteligencia’; el primero, aclaro que es en el
Cap. V del De An donde se distingue un «principio activo y otro
pasivo» en el naus 5iñ47/h2/íer del capítulo anterior O sea, en el
noús como aptitud o héxis de la ‘facultad pensante’ o noús
<inteligencia’, en sumo.3 Dúring, par su lado, nos habla de das
funciones diferentes en el “intelecto” : «constructiva» y «receptiva»,
expresión de das «niveles» distintos en el “intelecto humano”. ~
Todo ella tratare de verificarse o refutarse —si cabe— a la largo
de los dos apartados siguientes (localización de los textos —a
contextualización— y análisis textual>. En este momento, conviene
realizar una clasificación gracias a los posibles sinónimos y
antónimos que podemos hallar
Para tal explicación es imprescindible apartar un esquema
(originario de un comentario aristotélico) 5 completado oc/bac:
1 Cf. 4rzslóte/es9sueszvnhs ,pág. 170 uss.2Ver su capítulo” mécriede L’tntellectdansAristote”; (cf. Bibhogr Y~ ¿.c. ,pég. 320.4 Ver Ansió/e/es , pág. 896 ‘¿st ((Nr Btbhogr~ El deSusemihl—Hicksa la /b/,concretamente,al psaje 1254b 8 (vé. Bibliogrj.
III. 4. Acepciones de noús ~W¿mono’0/2 616
r2 ~ypsi (~ voúv ,I~)~=== gr ====o=======~~=
kOyL¿flLKOV¿TrLU’U9 ¡.LOVU(OV IS«CIUnKOY)caz
99%
rolis 4!Urm’ipuf=voí~ 22 +? h6xq*g ruú Ml~;I3i¿voia upanzij
‘~‘ I/ IIvol; eopqnd;(22 -)
¿7 ooaoacuaatzm%~bootscIoo~~%
Iisvow upanníU)(=vo09 30 ->4/ &óota uotqnnj
De este cuadro puede deducirse que en el uso ya más específico
del tipa ‘humano’ es dudoso encontrar sinónimas exactos. Es
consecuencia del cúmulo de marcas sémices que lo hacen distinto de
cualquier otra término: ‘racional’ + ‘teorético> + ‘intuitivo>.
Con el único rasgo de ‘racional’ eran muchos los sinónimas, can
el de ‘teorético’ ya vimos menos, si además la ‘facultad pensante’
cumple función intuitiva’ -a sumarse a una modalidad ‘teorética’— la
existencia de equivalencias, aún forzadas, no puede establecerse. Eso
sí, la acción de ‘inteligir’ será designada por un naein marcado y la
actividad misma, la ‘intelección’ por una nóesis en su uso estricto
(zmarcado también>. Par eso tan sólo completan estos vocablos de su
familia el grupo gramatical del naús coma <inteligencia intuitiva’ o
‘facultad teórica de intuir’, no sustituyen de hecho nuestra palabra.
* Equivalencia tan sólo parcial* /&m.
III. 4. Acepciones de noús humana ‘<712 617
Lomo antónimos podríamos distinguir entre uso neutro y marcada:
a) (42—) como héxis de la ‘razón pensante’ (22—) lo serían desde
epistéme(—) a diánoia (—) pasando por el naOs como ‘raciocinía’( 22’-),
ya que todos aluden a la capacidad ‘discursiva’ del alma ‘racional—
teórica’; y b) del usa marcado serían antónimos: especialmente,
~pistéme (+), y de forme genérica todas las fino?tiWag (dóxa incluida).
Pero de forma global, serían sus opuestas todos las aspectos
‘prácticos> de le razón humana, tanto en un empleo coma en el otra del
vocablo.
LOCALIZACION.
A/IAL IT/CA POSTEPIUPA.
Su contenido lo anuncia así Dúring:
«[El libro primero] es un estudio concebido uniteriamente sobre el método dedemostración de la ciencia axiomática. Ci.> El tema del libro segundo, visto
superficialmente, es la definición. Pero en realidad el libro es un estudio sobre las
cuestiones fundamentales del trabajo científico: ‘ ¿Qué buscamos cuando cultivamos la
ciencia?’ Los ejemplos muestran que Aristóteles ha empezado ahora seriamente sus
investigaciones de filosofía natural. Ambos libros estén orientados hacia planteamientos deproblemas teóricos. El libro primero presenta una teoría de las ciencias axiomáticas y está
conectado muy de cerca con la silogistica de Aristóteles; el segundo es un esbozo —
desgraciadamente inclumpleto— de una verdadera teoría de la ciencia. El tono polémicocontra Platón es a veces extrañamente duro. Una cuestión principal en el libro segundo es
la explicación gnoseológica de la relación entre lo general (lo universal) u lo singular, y
del proceso psicológico de cómo se llega al conocimiento de lo universal.».1
Aristóteles, pág 105 (Vé. Bíbliogr)
III. 4. Acepciones de naús humana ‘67) 618
Para el citado autor, además, el segundo libro de los An Post es
posterior en el tiempo al primero, y ambas representan la conclusión
de sus trabajas reunidas en el &90n0n inmediatamente precedentes a
su dedicación a la filosof la natural: estaríamos, por ello> ante la obra
postrera del primer período de abras,1 a, si se prefiere, de nuestro
primer grupa de textos aristotélicos.
-.4n Post Libro I~
Ya comentado en general en la cita de Dúring, ahora situaremos en
él los textos concretas implicados:
Una de las pasajes pertenece al capítulo XXIII formada por
coralarios a la exposición anterior, los otros son del penúltima
capítulo del libro: el dedicada a distinguir entre “ciencia” y “opinión”.
En ambos casos, sin embargo, Aristóteles distinguirá entre
modalidades rdiscursivat e ‘intuitiva’ de la ‘razón’; en suma, destaca
las aspectos inmediatos y ‘antepredicativos’ de la ‘inteligencia
intuitiva’ humana y de su realización plena o ‘intuición de los
principios’. Todo ello> dentro de una estructura léxica primitiva —la
del primer grupo de obras—; pero alga ‘tardía’, como la demuestra la
escisión en el alma ‘racional’ de dos “partes”: la “ciencia” y la
‘opinión”, según que su objeto sea “necesario” o “contingente” (Cap.
XXXIII); el hablar de “partes” es concesión al lenguaje académico
reinante, pero el estimar que los saberes “opinables” abarcan todo lo
“contingente” abrirá paso al segundo periodo de su obra con la
‘escisión’ en das tipos de saber, con la impasibilidad de una “cienci&
ético—política que hubiera horrorizado a Platón.
1 /b.rkrn.
2
II. 4. Acepciones da naús »¿imano’<‘¡/2 61g
En cualquier caso, las alusiones al pensar intuitiva> o naOs
‘intuición’ lo son como categoría lógica a definir y fijar: en modo
alguno se intenta en este Libra 1 describir la génesis de esa ‘intuición’;
en cambio, el final del Libro II es precisamente eso, la explicación del
«proceso psicológico de cómo se llega 61 conocimiento de lo
universal» en las palabras anteriores de Dúring.
ÁnPosL Libro II~
Las citas abarcan ese final del libro II, la descripción del proceso
gnaseológico dentro del primer grupo de obra aristotélica. En él se
expone con mucho mayar detalle cuál es la función de este noús que en
los menciones a vuele pluma del Libro 1. Además se ofrecen detalles
sobre el carácter mismo de la <intuición’ en Aristóteles del mayor
interés para nuestra objetiva.
La exposición más sencilla al respecto es de M. Candel Sanmartín,
aunque en su articulo monográfico sobre la cuestión J. II. Lesher ya nos
orientara en esa vía.1 El párrafo de Candel no tiene desperdicio:
«tn el capitulo en cuestión se viene a identificar la inducción (traducida aquí por«comprobación») con la percepción sensorial fijada y decantada en la memoria. Pero,lejos de plantearse la irresoluble cuestión del paso de lo sensorial a lo intelectual
entendidos como planos gnoseológicos esencialmente distintos (cuestión que dio origen en laEdad Moderna a la polémica entre racionalismo y empirismo), Aristóteles no estableceninguna solución de continuidad entre la sensación y la intuición designada en sucesivos
actos sensoriales y la intuición designada por el término ~r¿&«intelecto» o «mente».
1 “‘¡he tleaning of NOTE in the Posterior Anal rjtics” (para ref. completa ver Bibliogr.>:«Whether Aristotles remarks about voii~ elsewhere in bis vritings commit him to aconception of I’ouc as ‘intuition’ depends largely on vhat ve take “intuition” to mean. Ifto intuit something is simpí y to have an insight or realize the truth of sorne propositionthen certainly vofl~ vilí be intuitive knowledge ami PÓT)0b’ vil be an act of intuition. Ifhovever ve mean bu “intuition” a faculty which acquires knovledge about the ‘world in anoprÑr¡or non—empirical manner, thenitvill be inappropriate to thinkoftheAristotelian vafis’ as intuition ‘, It, pág. 64.
III. 4. Acepcionesde noús baniano‘(1/2 620
Como él mismo dice, con claridad que no deja margen a la duda, «cuando se detiene en el
alma alguna de las cosas indiferenciadas (las sensaciones previas a todo análisis discursivo,
que será el que introduzca ‘diferencias’ en esa unidad indistinta). [seda] por primera vez
lo universal en el alma, pues aun cuando se siente lo singular, la sensación lo es de louniversal». La mente no bote, pues, sino fijar algo que %¿8 está dado en la percepción desdeel principio, que no es, por tanto, una suma de sensaciones <como dirá, en cierto modo,
Locke>,sino la forma inmediata cuyo reconocimiento implícito desde el primero momento
en que aparece permite precisamente que las sensaciones ulteriores se registren como
«repeticiones» de aquélla. La certeza que ese conocimiento proporciona es radical,
superior a la de la ciencia demostrativa, pues la ep~t(que es el método con el que se
obtiene) consiste en la simple «comprobación», en sensaciones repetidas, de la esenciacaptada en cualquier sensación original.».1
Ambos autores, por su posición alga ‘reduccianista’ quieren
acentuar la conexión TtaywyT—Poíi~ y con ello la raigambre empírica de
todas las funciones mentales humanas en el de Estagira; no les falta
apoya en el texto que les inspira y cuyo final comentaremos aqu¡.
.—EA’. Libro VI.
Por cierto, antes de comenzar, hoy que señalar que las citas de la
fi/V van en alineamiento can An Post. y EA’ , Libro VI, como
confirmarán los datas inmediatos.
Respecto al Litro VI de EN, dentro del esquema general del mismo
ofertada en la acepción anterior, las textos alusivos a la actual ocupan
escaso espacio:
Cap. III.— En un pasaje muy próximo a An Post 69 b7-t9 («cómo
hay que distinguir entre pensamiento, intuición, ciencia, arte,
prudencia y sabiduría son <cuestiones> más propias, unas de la teoría
física, y otras, de la ética»)2 nos enumera Aristóteles las “cinco
1 Int.a Ao.,%st en Tra/a*ask¿Ñ,ce(Orrtwn.tVol. II, págs. 306-307;vé. Bibliogr.2 Trad. de M. tendel Sanmartín, c.c. ,pág. 392.
III. 4. Acepciones de noús ‘humano ‘Ú/) 621
virtudes intelectivas” académicas, o sea, m~s estimadas por los
platónicos. Tal enumeración es sólo un punto de partida de ‘uso común’
de los que gusta adoptar el estagirita para ir después desmontándolo
poco a poco> demostrando su inexactitud.
Cap. VI.— Subordina, como uno de sus integrantes, el naús a la
~ph=. El otro elemento integrada en ésta es, coma es sabida, 16
~pistéme. Lo que se dice en tal capitulo sobre el papel del noús es tan
semejante a An Post o fit que no queda detalle diferenciado que
añadir sino que en las obres éticos noústeoistéme sin las aptitudes
que permiten lograr la ‘virtud intelectual teórica’ que es la saphi’a:
este planteamiento no se daba en An Post, como se advierte en la cita
anterior de 09 b7—b9 en la cual se limitaba Aristóteles a enumerar
seis factores sin jerarquizarías coma hace en las obras morales antes
dichas.
tap. VII.— Lo utiliza —como se viere en la 32 acepción— para
diferenciar las dos únicas virtudes intelectuales reconocidas par
Aristóteles: soDhía y phrónesis. En este contexto, se nos sigue
hablando del naOs en función de la ‘virtud teórica’ del alma racional o
~ph= y negando que esta capacidad —claramente descrita como la que
proporciona la <intuición de las principias’— no esté al servicio de la
otra virtud racional, esta vez> ‘práctica’: la phrónesis. Tan tajante
escisión del propio Aristóteles es la que nos ha permitida diferenciar
la acepción 32 en uso marcado de esta 42 acepción: los naOs al servicio
de ambas “virtude< no son iguales, aunque sean modos ‘intuitivos’ de
pensar”.
III. 4. Acepciones de noús »urnano h’/12i 622
-De Adam Libro III.
Los capítulos centrales lo son también para nuestra acepción
actual: capítulos IV, y y VI. Antes únicamente se encuentra en el cap.
III en das menciones que recuerdan las de An Post Tras las de los
citados capítulos centrales, reaparece tangencialmente en el párrafo
final del cap. VII, pera es una vuelta de tuerce’ sobre le misma
temática del cap. VI. Nos limitaremos, en consecuencia, a encuadrar
dichos capítulos centrales en este momento:
Cap. IV.— Ya se vió hasta 429 a29 en la 2~ acepción; desde dicho
punto se diferencian ‘sensación’ y <razón’, mientras hasta el misma
establecía las semejanzas entre ambas facultades ‘judicativas’. Si se
considera que ahora se comienza, en media de dicha diferenciación> a
hablar de este noús 42 acepción> es porque se nos dice que la aptitud en
cuestión logra la “ceptación” de la “fuertemente inteligible” (amén de
los inteligibles de rango inferior) y se torna “conocimiento (epistéme)
en acto (enérgÚ~)” al convertirse él mismo en enérgela. Todo este
léxico está relacionada habitualmente con la función más alta del
“razonar”, por consiguiente, con la acepción superior del noús. Se
continúa contraponiendo el aspecto ‘discursivo’ y el ‘intuitivo’ del
razonar en el párrafo siguiente para concluir el capítulo con das
párrafos que se limitan a exponernos las perplejidades en las cuales
se halla sumido el autor del De An en este momento: ¿resulta
suficiente en esta descripción del proceso psicológico del conocer
establecer ese noús ‘intuitivo’ coma opuesto al ‘discursiva’ a será
necesario distinguir en la modalidad intuitiva de la razón más de un
«fliVEl» cognoscitivo?. Es a estas apodas —resumidas en esta
pregunta— a las que trata de responder con los dos «niveles» (según
III. 4. Acepciones de nañs »umano ‘0/2 623
Dúring) y del conocer intuitivo teorético: «receptivo» y «constructivo»
también en terminología del gran estudiosa sueco.
Cap. V— A pesar de no ser sino un esbozo esquemático de apenas
dieciséis líneas ha hecho correr ríos de tinta a lo largo de los tiempos.
En nuestra posición -que defiende dos tipos de naOs ‘humano’ y <divino’
en el Hombre— la explicación adoptada sólo puede ser la siguiente:
a) el uso no marcado del término en esta 42 acepción designa el
naOs <receptiva> que constituye la aptitud de <intuición teorética’ en la
razón humana.
1V el uso marcado designará no una héxis coma el caso anterior,
sino una enérgeia o estada de realización plena de dicha aptitud
intelectiva: la ‘intuición’ de los indivisibles —que se corresponde con
los ‘principias’ de obras anteriores—.
c) el paso de un nivel —receptivo— a otro —constructivo— no es
posible sin la intervención de una enérgeia pura, “acta puro
independiente de la propia ‘razón humana’, externa a la misma pero en
modo alguno un deuxexmachft.ra o Dios Cósmico que se mezcíara en
asuntos humanos. No queda sino otro tipo de noñs , presente en el
Hombre, y cuyo carácter <divino’ garantiza su “pura actividorn capaz de
“actuar” al tipo ‘humano’ de naOs desde dentro del ser humano. Eso
explicaría el famoso símil de la “iluminación” tan ligado
históricamente a un noñs ‘divino’ o inmortal (en Platón, sin ir més
lejos).
Caj¡. VI.— Se explaga en la “intelección” (nóesis) de las
“indivisibles” escindiéndolos en clases; pero retenemos lo principal:
coma expone le intervención del uso marcado de nóesis (~) (=
“intelección intuitiva teórica”) y de noein (O (r inteligir intuitiva—
—-.--—--.--1
III. 4. Acepciones de noús »umano 1/1/ 624
teóricamente) en estas operaciones realizadas por el naús neutro de la
42 o <inteligencia intuitiva> (<aptitud’ racional).
ANAJLIGIS
Veremos los textos agrupadas según nuestra clasificación en tres
grupos; para mostrarías dentro del misma esquema conceptual de cada
grupo que ya se ha venida explicitando.
2.1. USO NEUTRO: ‘INTELIGENCIAINTUITIVA’.
Es le aptitud concrete de la <facultad pensante’ que suma das
rasgos sémicos: ‘intuitiva’ y ‘teórica’.
Primer grupo.
En ~i £01 amente hallamos la cita de t/4778 tioralia:
II. 4. Acepciones da noñs ‘/11/mano ‘~‘//) 625
.‘j iuviúW ~‘1 UMS>¿M4LCVWV~ pCIW IUAJIqJ. flcFAcuv ~> CU5~ Euewfl uuep
raXi16009 ¿oru’ 6 X6yo~ Kurt 6s ~xetoicono~ueB«, ~nw 8’ ¿TTtat~Ifl
~óv~og voiic ot4ía lTTXiV4KW, repi n 8~ ~axarovi’o6i’uw ¿uds’.” [MM 11 96b361.1
A pesar de su dudosa atribución a Aristóteles mismo a lo largo de
la historia, en el presente trabajo se viene considerando la 1W? como
auténtica. En cualquier caso> este pasaje es extremadamente similar a
otros de EN que estudiaremos de inmediato. Como se advierte, es
ésta una de las enumeraciones de capacidades en tomo a la verdad; ya
vimos algunas en acepciones anteriores y aún nos quedan en este usa
neutralizada de la 42 acepción varias más. A no dudar> el desorden
predamina en la presente enumeración: colocar la ÚnóXrpt5t& junta al
resto muestra cómo no ha sido elaborada todavía la compleja
estructura gnoseológica del Da An.; recuerde el lector que eDistéme
,
phrónesis y dóxa serán las especies de la in’T¿Xnqa& en el Libro III de
dicha obra; en la misma situación se encontrará el pasaje de EN que
veremos a continuación (1 139b 17>. Como demuestran las citas
posteriores a ésta —/1/1 1 197a 20—29— sí se inicia la escisión en dos
grandes campos —sophía y phrónesis— de las “virtudes intelectivas” del
hombre. Aun cuando> como destacan varios autores, la cuestión más
debatida es la de la phrónesis que se considera (en contra de lo que
mantendrá en ja EN Libra Vi) virtud suprema del alma racional,
saber más alto o “ciencia” máxima, como la denominará en Ef] que se
separa igualmente de EN Libro VI en este importante punta; de ahí que
este último libro se considere parte primordial del segundo grupo de
obres y no del primero como las otras das éticas. En suma> siendo éste
(II 96b 36) un típico texto introductorio no tiene mayor enjundia, es
1 En la antiguo version castellana de P de Azcarate: « Sentados estos puntos, ij puesto que larazón se aplico ala verdad, debemos indagar cuáles son las condiciones de lo verdadero en elolmo. Puede olcanzane lo verdadero por lo ciencia, le prudencia, el entendimiento, lasabiduría y la conjetura.»; pág. 69, ver 8ibliogr.
III. 4. Acepciones de naús »urneno ‘0/2 626
su continuación —1197 a— la que cabe comentar con detalle por su
posición respecto a la <intuición’ o fruto de la ‘inteligencia intuitiva’
simplemente aludida aquí. Pero este objetivo se cumplirá en la
segunda parte de esta acepción> la de usos marcados.
Segundo grupo.
En este grupo> a pesar de estar formado por tan sólo dos libros —
Libro 1 de PA y Libra VI de EN— son varias las citas concernidas por
este uso neutro. Por coincidencia temática y de enfoque can el caso
precedente comenzamos por la tercera de las éticas:
“‘Ap~á~icvot o~v boÑv nept «iiró~v uá?xv ?~éycqiev. &n’w sfl o1o~ dX~6e6et
~ *ux~ 1’aj!m KtLTc*ívln fi’ urrra4~vurx, Trevi’e ros’ d~n6¡iór i’aijrc~ 8’ &YTt réxPil~1Twnjpi~ 496VT10W oa%L vofl~’ ~ITTOX1j4ELy4 >art 8ó~~ ~v8éxerastw4m~68eoeax.”[FN1139b 171.1
Este es un texto paralela, como puede advertirse> al anterior en
ambos Aristóteles procede a ‘reducir a das únicas ‘virtudes
intelectuales del alma racional» (anrónesis y sophía) las listas
académicas más habituales de pretendidas “virtudes intelectuales”.
Con tal fin, enumeraba epistéme, phrónesis, noús, sophía e fsnóXri@~ en
1W? y con el mismo lo hace aquí con las cinco de otra lista equivalente
(~ del ambiente platonizante): tékhne, epistéme, phrónesis, s~pbk y
naOs ; aunque añade otras dos (finó?ú’4i~ y dóxa) hacienda una
distinción adicional a la de /111 : ÚHÓÁYPISL& y dóxa se excluyeron de la
primera lista de las “cinca virtudes” que circulaba por la Academia
porque no son ‘realizaciones’ de la verdad; es decir, no son “virtudes” o
1 La trad habitual nos ofrece. «Empecemos, pues, por el principio ij volvernos a hablar deellas Demos por sentado que aquéllas por las cuales el alma realiza la verdad mediante laafirmación o la negación 30n en número de cinco, a saber: el arte, la ciencia, 18 prudencia,la sabiduría y el intelecto; con la su~icion,enefecto~ y con la opinión, puede enganarse.».
III. 4. Acepciones de noús 2’vmano ‘0/2 627
estados siempre rectas del alma racional coma las cinca iniciales. No
nos explica por qué, pero la razón —ya en el platonismo— reside en la
conexión de la “suposición—creencia—opinión” (=fjnóXwJa~ y dóxa) con la
phantasía, la fuente de todo error cognoscitivo en los niveles
inferiores del conocer para Platón; su discípula par su parte, aunque
otorga un papel central a la phantasía en su gnoseología final>
desconfía de su capacidad “fantaseador& casi tanto como su Maestro.
En este momento esa parece ser la raíz de la distinción que, de
paso, nos recuerda que Ún&u’plas tiene aquí un uso especifico muy
lejano del genérico del Libro III del DeÁn donde abarcaba cualquier
forma de “conjetura o suposición”, sea teórica sea práctica, y por ello
equivaliendo a: ‘pensamiento discursivo?! epistéme/phrónesis /dóxa
.
La exposición en este pasaje de una opinión que le es ajena es
bastante segura: viene anunciada ya por el éíw inicial, que significa
«pensemos [junta con nuestros amigos de la Academial que...» o
«aceptemos la extendida opinión de que...». El tiempo verbal es
indicio cierta de esta actitud de adopción de un punto de partida
comúnmente admitido” y que —en este y otros muchas casos- va a ser
arrumbado por incompleto o, simplemente, incorrecta.1
~ buena porte del esfuerzo del de Estagira en toda el Libra VI
consistirá, precisamente, en distinguir las ‘capacidades” «~EL)
racionales del alma que —como ‘instrumentos’ que son, pueden tener un
usa u otro— de las “virtudes” que siempre resultan realizaciones
rectas del alma ya se trata de “virtudes éticas —como en libros
anteriores de EA] — o de las “racionales” como en el presente caso?
Entre dichas ~a destaca nuestro naOs , junto a Epistéme> tékhne y,
1 tSr. Gauthier—Jolif para la detallada explicación de este pasaie, oc., págs. 450- 453. (‘té.B’blioqr ).2/b,km, especialmente, págs. 451 -452.
III. 4. Acepciones de noús ½umena‘(1/2 626
desde luego, dóxa y ÚTT¿Xfl4SL; (O; las virtudes de la razón’ sólo serán
das: la ‘teórica’ sonhia y la <práctica’ phrónesis. 1 Y la no pertencia
del escrito a las obras más innovadores la denuncia el criterio
aplicado para distinguir ambos campos, sus objetos y no sus funciones,
como hará el autor en sus obras del tercer grupo.
Finalizar sin aclarar algún detalle de la disputa sobre “la
afirmación y la negación” en el presente texto puede parecer extraño,
pero coma se trata de ‘creencias ajenas’ u ‘opiniones academizantes’ no
ha lugar atribuirle unas tesis en clara contraposición con lo que
sostiene tanto en obras del primer grupo — Orgonon— como del tercero?
—Fí sp.níindn t~.xto de £4’ es un viejo conocido: se trata de un
proverbio que se presentara en la Parte II como herencia del pasado:3
eu~ ay i~ oo4u¡ vofl; ~cni¿nn&nj~rn, ~srep ~4«M~~xouoaManijn~
El uso de ese proverbio significa, por parte del estagirita, la
descripción de sonhía> cama “culminación o cúspide” en el Saber
teórico o científico —que constituyen dos “capacidades” o
noús+epistéme—. Es lo que tiene la sophía como “virtud”, el “coronar o
encabezar” el saber teórico, cuyo objetivo son los seres “mejores o
supremos”: ‘ídiv TL[ILWT«TÚJV . Residuo de concepción academizante del
conocimiento, como se ha dicho repetidas veces, que desaparece en la
práctica en las abras del tercer grupo al sostener una innovadora y
1 Vé. comentario de Burnett a este texto (ref. completa en Di bliográ.2 Cf. lo expuesto en la 2~ acepción —uso marcado— sobre la \‘erdad apoféntica’; sobre la“enunciación” tj la “afirmación/negación”, en sus semejanzas u diferencias.3Vé. Parte II,cap. II, 2.1 (comienzo del subepígrafe).4 Versión Araujo—Tiarias: «{De modo que es evidente que la sabiduría es el más perfecto delos modos de conocimiento. El sabio, por consiguiente, no sólo debe conocer lo que deriva delos principios, si no poseer además la verdad sobre los principios.] De suerte que lasabiduria seré intelecto qciencia, por así decirlo, la ciencia capital de los objetos masesti mados.»
III. 4. Acepciones de noús ?,umáno ‘Vil) 629
mucho más dinámica noción del funcionamiento del alma, pero que se
anuncia en algunos aspectos en este mismo Libro VI. Aquí la
“Sabiduría” ha de ser considerada de las das —la segunda es la
phrónesis(+)— la virtud más alta% la suprema precisamente porque
su objeto es de orden superior al de la nhrónesís(+) : esa materia es la
“invariable”, lo ‘no—contingente’, frente alo “cambiante” o ‘contingente’
del orden práctico, de quien se ocupa la phrónesisU’O
.
El último de los textos nos ofrece, de nuevo, la definición de lo
que es sopjik como conclusión final de este capítula VII donde ha
tratado de diferenciar los campos de ambas “virtudes racionales”:
El carécter repetitiva del texto con respecto al proverbio anterior
ha sido considerada por varios autores modernos (entre otras Susemhil
y Stewart) como indicio de que no es sino une ‘inserción’ posterior en
el texto. Gauthier—Jolif son de opinión completamente opuesta: en
realidad 1 141a 19 es una frase introductoria —con proverbio incluido—
y no ‘sienta cátedra’ de porción del propio Aristóteles. En otras
palabras los autores franceses 2—del mejor comentario existente a la
EV’ estén acusando a dichos expertos por no comprender el modo
expositivo del estagirita, al menos en este Libro VI : a> partir de un
punto conocido: opinión vulgar, o generalmente admitida entre los
filósofos ( de los académicos, prácticamente siempre) o locución o
proverbio, como en nuestro caso; b) desarrollar sus tesis propias para
corregir’ (= completar> reordenar, etc...) esa postura inicial y c)
1 L. c. ¿ «(Y lo mismo da para el caso que el hombre sea el más excelente de todos losanimales, porque también hay otras cosas de naturaleza mucho más divina que la delhombre, corno es evidentísimo por les que constituyen el mundo.] De lo dicho resulta claroque le sabiduría es ciencia e intelecto de lo que es más excelente por naturaleza »2 Comentario a 1141 b 2-3.
It 1. 4. Acepciones de naús >Vmano ‘0/) 630
conclusiones rotundamente suyas sobre la cuestión. La autora de este
estudio comparte plenamente estos criterios, que ha intentado
sintetizaren esos tres puntos.
Luego, este texto expresa la conclusión a la cual llega el propio
Aristóteles sobre la posición de la 2~phía en el campo de la razón
humana en este segundo grupo de obras; es la Sabiduría suprema, par
encima incluso de la que rige la conducta moral del hombre virtuoso,
de la phrónesis(+). Por contra> en libras del primer grupo la phrónesis
tenía la mayor relevancia y, en ciertos casos ya explicados en la l~
acepción, es la “Sabiduría” de orden superior, e incluiría en su ámbito
lLffi,A
¡O bU~Jt¡¡O.’
~ A~1 U U A~ flJ
uei LIUI u u~ rM también pertenecen 8i segundo
grupo puesto que sirve de ‘mediador’ para alcanzar la nueva estructura
gnaseológica del tercer grupo de obras. Las das citas están tan cerca
entre sí que se exponen conjuntamente:
‘Anop’¡jatt~ ~‘ ay ~ i’o vfli~’ ?~ex6é’ bn$Xé4%, lTárepov TTep~ Tu’Oc. Elyd~ lTept náans, odtevh Aewera n«p¿ ruy 4slowñv hn*rnjp~v tíXooDl>ía. » ydpvoñ9 ¶0w Vofl¶ ‘. ~Qae iTepi rrávrwv u •uoir~ yv~g &v Kw rij~ yd~ nhjg
TTept POU K~ TaU V09¶OU 6eúpT)0a~, alTep 1T~O9 aXXr¡Xa, ~i ~ aiJrij 8eú~n rwv
up~ a>~Xr~Xa TTWLVTWV, KnBáITCp mt TTept atO8flOEO) KtLt TQW ~38TITWV.1/W 641e 36u ti 112
De hecho, este texto se estudiará en el próximo capítulo, dedicado
1 Cf. 1 ~acepción, usos marcados, la explicación sobre phrónesis
.
2 Trad, de P. Louis para la ed. bilinqúe de Les Selles Lettres: «On pourrait cependant sedemander, en réfléchissant é ce que mus venons de dire, s’il appartient A la science de lanature de traiter de toutes les espéces d’ ames ou seulernent «une espéce déterminée Sic’est de taute ame, il ne restera place, A c5té de la science naturelle, paur aucun autregenre de philosophie. En effet l’intelligenee s’exerce sur les intelligibles; dés lors lascience naturelle serait la connaisaence de toutes choses: car u appartient A la m~nescience d’étudier l’intelligence et l’intelligible, puisqu’ils sant corrélatifs l’un del’ autreet que tous les corrélatifs relévent Jurie science unique, comme c’est éqalement le ces pourla sensation et les sensibles.».
III. 4. Acepciones de noás »úrneno ‘0/A 631
al análisis del DQ=‘divino’, porque en su compleja estructura el
resultado final es éste: desmentir que se trate de una acepción (42)
del tipo ‘humano’, luego, ha de ser naOs Wivino’ en buena lógica. Pera
veámoslo pormenorizadamente.
La cuestión genérica es el campo que ha de abarcar la “ciencia
natural”: si todos los géneros de alma o no. O sea, si puede conocer la
referente al noús a no; dicho de otra manera> si este ~ de que se
está hablando aquí queda incluido en el alma o no. La complicación
surge porque en el texto la demostración se mueve a otro nivel y se
sobreentienden muchas cosas. Tanto la demostración de lo señalado
arriba se hace exponiendo una cuestión cognoscitiva: si todo es
inteligible” por igual para el naOs —como la “sensible” lo es para la
“sensibilidad”— la ciencia natural podrá —utilizando el naOs 42
acepción— captar todo género de alma, abarcarlo todo y “explicitaría”
por igual, además. En cambio> si hay un género de alma —un noús
‘divino’— que escape a la ciencia de la phúsis, deberá existir un saber
distinto —“filosof la primera” la denomina la Meto: — capaz de abarcar el
campo de ese género anímico que no entra en la ciencia natural”.
Quizá para terminar de verlo sea preciso detallar frase a frase los
pasos explícitos e implícitos de la demostración:
1. La ‘~uotidi ¿nw-rvjjn~’ puede o no puede enfocar todos los tipos
del alma.
2. Si puede, no ha lugar otro tipo de saber filosófico.
3. Por tres razones —las dos últimas— inexpresadas en el texto:
a) porque el naOs se ejerce sobre í¿ vorj’rov ¼el campo de lo
“inteligible”).
b) y si el naOs es parte del alma [pasoclave que se sobreentiende].
c) Conclusión: la ciencia de la phúsis es la ciencia única del alma.
III. 4. Acepciones de no¿L9 ?wmano ‘0/9 632
4. Luego, la 4uaud~ yv~iai< conocerá todo el campo de lo
“inteligible” (abarcará ‘ib VOT’yTtKÓv’ en su conjunto> sí y sólo sí el
naOs del cual se habla es ‘humano’, pertenece al alma humana.
5. Esto supone, además, que se podrá estudiar can el método del
saber de la ohúsis tanto el naOs y su “objeto”. En inevitable deducción
del punta precedente.
Elucidar si se cumple o no la condición clave [la 3 b)] es lo que
pretende —bastante confusamente, como se ve— el texto.
Los autores consultados para salir de dudas se pronuncian de la
forma que sigue:
Dúring —en su gran comentario sobre esta obra aristotélica— es
muy claro: la clave está en esa premisa (la 3b) suprimida en el texto.’
En otra línea están otros das autores: Hamelin y Nuyens. aunque
la conclusión a la cual lleguen sea la misma que la de Dúring, eso sí?
Todas concluyen que esta referencia al naOs termina par excluirlo del
resto de las “formas o géneros” de almas: que es ‘divino’ y ajeno al
alma humana como tal.
El pasaje, en fin, escaparía a esta acepción y al capítulo, porque
ambas citas habrían de atribuirse al naOs ‘divino’ según todas las
opciones expuestas: luego, la hipótesis inicial de la cual partía la
demostración queda refutada a la postre por Aristóteles. El texto será
—como todos los de abras ‘biológicas’— de la mayar trascendencia por
½it is obvious that natural science (~ 4’vauc4) does not include the intellect and theobjects ofintellect (‘Ñ w.pd>, and since speciallu mathematics (tú t~ ¿$«tpúEws) falísunder activity of the intellect, it does not belong to natural science. NoCs and ra voerrd arequite independent of matter, whereas natural science deals with Form in its union withmetter.(tb4 l061a28)<¿&4n. 431b12).»,páqs.91-92,I.Diiring,Ar¡stot/e’s¿»PerúbusAn¡melñz’n, Com. a 641 b 10 -donde resume la posición de Aristóteles en todo elcomienzodela página 641b- (vé. Sibliogr.).2 Manwlin, nr ,pág. 13. Y Nu’jens, c.c. págs. 199 yss.
633III 4 Acepciones de nolis »amono ‘0/)
analizar el tipo ‘divino’ del noús, por tanta, en ese momento se
concluiré el estudio de los aspectos que le conciernen.
Tercer grupo de obras.
El misma está representado únicamente por citas del Libro III
delDeAn ; pera son mayoritarios. Las das primeras son del capítula
III:
t’ < 1
Se carw i~ 4avr«oía criO’ Tjv Xéyo~ev 4*iv’raolx¿ n 11MW yevéoea ,i eL
rptvopev i~ d~6eiiqiev fi ifrJSóJIeO«. TOULIJTa
bnaTljpT).” [¿~An. 428a ~ 1
5’ dow aL~8now, Só~a, voO~,
‘< ‘AXXo p¡~v auSe íow att «XT)OeabÓvrwi> oiibe¡iía e¡3Ta4, olov éllwn<pr) ñvoO&ny~4w¶ao{aK14t~uSxjs.Adne¶a’~,«i&tvet5o~ywetatyap8&L ¡oit dMBiis ,aff flreu8ij~.” [t~’An 42Da 181.2
Son ambos textos cercanos a los de las obras éticas que hemos
analizado precedentemente, ya que consisten en enumeraciones de
“disposiciones anímicas. El encabezamiento de la página 42Da trata
de explicarnos cómo se diferencia la phantasía del resto de las
capacidades anímicas porque ésta es la materia central del capítulo III
del libro citado. Par lo tanto> se menciona una serie de términos que
Versión de T. Calvo Martínez : «Pues bien, si la imaginación es aquello en virtud de locual solemos decir que se origina en nosotros une imagen -exclusión hecha de todo usemetafórico de la palabra— ha de ser una de aquellas potencias o disposiciones, por medio delas cuales discernimos u nos situamos ¡ja en la verdad ¡ja en el error, Y éstas son sentido,opi nión, intelecto y ciencia.».2 ¿~ c.: « Pero lo imagi noción no puede ser tampoco ninguna de las disposiciones habitualeso potencias a les que siempre acompa5a la verdad, como son la ciencia o el intelecto: u es quelaimaginación puede sertembiénfalsa. Sóloquedaver, pues,si esopinión, puestoque laopinión puede ser verdadera o falsa. [Ahorabien, la opinión va siempre acompa5ada deconvicción - no es, desde luego, posible mantener una opinión si nc se esté convencido— y enninguna bestia se da convicción a pesar de que mwhasde ellas posean imaginación.]». (VerEiblioqr.).
III. 4. Acepciones de naús »ameno ‘0/) 634
coinciden o no con los casos anteriores: epistéme noús y 4~n <los
tres en ambos textos) y aisthesis en el primero de ellos. Todas las
palabras anteriores son llamadas ‘Sóv«jag ij ~Is’ (426a 3) en dicha
primera cita: precisamente por causa de la incorporación de aísthesis
a la lista; la “sensibilidad” es una facultad puramente potencial> a
dúnamis. Por contra, epistéme, naOs y ~ serían (como se ha
repetido hasta la saciedad) cada una de ellas una héxis o <capacidad
menos potencial’, can un cierto grado de realización, a pesar de lo
cual están a media camino> ya que son, a su vez, “aptitudes concretas”
de ‘facultades anímicas más genéricas’ a “actualizar” posteriormente.
Tal y coma señalara 1. Dúring, entre otros muchas, la héxis es la
“aptitud” de la cual puede tenerse “posesión” (xpiiovg) y, finalmente,
ejercerse en la “acción” (gp~geia).’
De hecho, en el De An serán flI%n9rnis héxis y enérg9jL~ o
entelékheia los términos en disputa y diferenciación, y cada una
expresa un momento del processas que tiene su “acabamiento”, su
“ejercicio”, can p~rg~ia y/o entelékheia. En el comentario de Hicks
al DeÁn , este autor ha explicado detalladamente esta cuestión y
aunque coincide con la afirmación general de que héxis significa
«cualidad positiva a disposición permanente» nos interesa porque
advierte la vacilación de Aristóteles en el use del término: en
resumen, viene a decir que héxis es 6190 muy cercano 6 dúnamis y
otras a y~rgeia (o entelékheia). Este estudioso, además, nos recuerda
que tanto en el capítulo XIX de An Post. como en E/Y 1 139b 31 se nos
confirma que se trata de héxis y que es ésta una situación intermedio
entre dúnamis y ~ng~k.2 Ambos, textos que veremos en esta ‘~
acepción, por esa razón lo estamos estudiando con detalle en este
1 ~ Ar,stote/ó~ pág. 342.2 Hicks,Ar!~/o//e~ /~AnMn, expone todo ello analizando 430a 15.(Vé. Biblioqr.).
III. 4. Acepciones de noús bamano ‘0/2 635
momento.
El naOs no esté concebido, por tanto, como dúnamis excepto en la
2~ acepción neutralizada: en la 2~ uso marcado> en la 32 y en la 42 son
héxis o ~n~rgeiasegún los casos. Quizá es esta variedad en la que
denamina héxis lo cual supone esta oscilación entre lo ‘potencial’ y lo
‘actual de una capacidad que —por definición— es intermedia,
realización de la pura potencialidad pero... aptitud para actuar en algo,
simultáneamente. ‘9 esa diversidad de las aptitudes concretas” que
nombra como héxis se plasma en el naOs con tres EL —‘raciocinio’,
<inteligencia intuitiva’, <intuición práctica—perceptiva’— cuya
equivalencia dista de existir, como estamos viendo; en realidad> cada
uno de los tres usos de nuestra palabra son de distinto matiz.
En sus restantes aspectos ambos textos no nos ofrecen sino una
cuestión> pero ha sido estudiada ya con profusión: la verdad y sus
modalidadesi
El bloque de textos del mismo Libro del De An (capítulo IV
esta vez) que vamos a enfocar o continuación es homogéneo —42gb 5,
b22 y b23— ; las dos primeras pertenecen a la explicación sobre qué es
la ‘inteligencia intuitiva> y la restante es una de las aporías que se
plantea el propio autor sobre dicha exposición: en su conjunto> dichas
aporías le permiten deducir que no basta con lo dicho anteriormente
sobre el procedimiento intelectivo y de ahí el capítulo VI que comienza
inmediatamente después de 430a 10.
Se preguntará el lector por qué a partir de este final de la página
429a se considera que naOs no es la 22 acepción sino la 42, siempre en
uso neutro. La respuesta está en la frase inmediatamente anterior,
1 Cfr. recuérdese la 2~ ecepcíon.
III. 4. Acepciones de noús »umono‘1/!) 636
estudiada en dicha 2~ acepción: ‘Xiii E~ su al. Xeyrn’re~ 11W 4OJ~O1V etva
íónov ei&fr, nxijv O1’l OUT¿ ~TI JXX’ u voirnidi, o5re hurexexei~ dxx¿ Suvága tá
1 Se habló de ella allí porque es una conclusión de lo anterior>
pera, si somos muy precisas, ya en dicha frase el noús —si apareciera—
adquiriría el valor que le damos en este momento; i’ó POfl’ILKOV
sustituye a noús como <facultad de pensar’Q-) desde esa línea a26
precisamente y lo haré durante todo el resto del capitulo IV. Gracias a
esa súbita aparición de-rb vorwóv —par primera vez en el Libra III del
DeÁn— se pudo adquirir la convicción> ovalada por varias razones más,
del importante salta cualitativo en las rasgos sémicas de naOs a
partir de 429a 27 y hasta el fin del capítulo VI. Si nos detenemos a
estudiar la cuestión de dónde aparece ‘ib voiyrLIc¿v en el De An el
convencimiento de haber dado con una clave de la distinción en las
acepciones de nuestra palabra aumenta considerablemente: su
presencio en el Libra ¡ es nula —si exceptuamos una cita dudosa—
precisamente sería noús el término optativo en 402b 16; en el Libro II
aparece una sola vez: 415a 16 y en un contexto en el cual se habla,
cómo no> de naOs. Tampoco abundan sus apariciones en el Libro III
contra lo que sería lógico si se hubiese empleado en exclusiva para
designar la <facultad genérica de pensar’ que es su función cuando
Aristóteles se decide a usar este término innovador: sólo lo utiliza
cinco veces> das en este capítulo IV (429b 27, b30) una tercera en el
Cap. VII (43 Ib 2), una cuarta que ya conocemos bien (432b 26) donde se
limita a reforzar el significado de naOs ¼son sinónimos) y una última
en una enumeración de <facultades’ anírnicas en el Cap. X (433b 3). En
cada caso su sentido es univoco: <facultad pensante en general’.
1 Recordemos la traducción del texto: « Por lo tanto, dicen bien los que dicen que el alma esel lugar de las formas, si exceptuamos que no lo es toda ella, sino sólo la intelectiva ¡j que noes las formas en ec~o, sino en potencia.».
III. 4. Acepciones de noús »amono ‘Ob 637
Demos comienzo a la explicación de las tres citas antes
señaladas (429b 5, b22 y b23). Si bien la última es una aporía que le
suscita al autor precisamente la exposición que abarca desde 429a 27
hasta 429b 22> o sea> la de qué es esta “inteligencia intuitiva”.
CAIJUHYCIIIUb ya íus 4.WS ¡JO!! ClUb U!! ~UtO¡I¡~lItU IIIIIJIILOUUb.
“On 8’ mix opola ~ ¿náoeta i’oij a~a6~rucoiJ ícut voi¡ncoO,4*IW~OV EIT’.
rófl.’ ii(a6irílp~ow .~ rflg iifotjaaog. ‘ U pé’ ydp ft¶tt,ow a~ &úvaa af*mdvetA raíl tv4~&pcc cdoe~roíl, alav 4«54nb er í~v Meycúow 44wi’, oi& k ¡Gv £,xupdw
~ dwú> otíre 6p&i’ o5re dolldoea’ dxx’ 6 vofi& 5n&v it vofiau 4óSpai’o~¡ov, olix ~rrov voet r¿ ~1TO8E~GTEp%&X& ¡o~I ~i&XXov.T~ ¡1V y09 lflOfiuyflKoV~oir ffVfiJ a4iii’ac, 6 8~ V09 XO~WTó~ oro» 8’ 0U7W9 eKWYT<L yevera <iselTtaTJ1OW ?s6yera 6 Kttr’ ~vépyevxv (roílro 6~ 0bM13 ti, ~niiv S6vira 6’epyetv St’
wji’ofl), EOTt ~n’ KW. TOTE Sijváget ITW&, Ob 1111V O¡.tO1.05 KW. UPU> p(L&U> fi ei,peivia¡~ a.iirds s~ aíirdv róre s6vaat voáv.>’ [¿~Aa 429b 3 ~
Tendremos que retamar este largo fragmento en el usa intenso y
en el marcada de esta acepción 42 en casos expresos y tácitas a
desmenuzar en su lugar Aquí situaremos las cites y elisiones de 42
en su totalidad — sean usos neutros de alta a baja intensidad o de usa
marcado— dentro de su preciso contexto, y detallaremos únicamente el
T¿ g~v ~½aLaOlyaK¿v OIJK «VEU aú~ctiog, O U POtJS XÚ)PLGTO§ O
cita de 429b 5. No esté de más recordar, para un buen comienzo, la
pregunta que ha de contestarse a sí mismo el estagirita a la largo del
1 En versión habitual: « Por lo demás ¡j si se tiene en cuenta el funcionamiento de losórganos sensoriales ¡j del sentido, resulta evidente que la impasibilidad de la facultadsensitiva y la de la facultad intelectiva no son del mismo tipo: el sentido, desde luego, no escapaz de percibir tras haber sido afectado por un objeto fuertemente sensible, por ejemplo,no perci be el sonido después de sonidos intensos, ni es capaz de ver u oler> tras haber sidoafectado por colores u olores fuertes; el intelecto, por el contrario, tres haber inteligido unobjeto fuertemente inteligible, no intelige menos sino más, incluso, los objetos de rangoinferior. Y es que la facultad sensible no se da sin el cuerpo, mientras que el intelecto esseparable. Y cuando éste ha llegado a ser cada uno de sus objetos a la manera en que se hadicho que lo es el sabio en acto —lo que sucede cuando es capaz de actuelizarse por sí mismo—,incl oso entonces se encuentra en cierto modo en potencia, si bien no del mismo modo queantes de haber aprendido o investigado: el intelecto es capaz también entonces de inteligirsea sí mismo.».
Iii. 4. Acepciones de noús ~4amono‘0/). 636
capítulo IV: si la “parte del alma que piensa” es “separable” (~wpta’r¿g)
según la extensión” 4x¿yeOog) o según la “exposición” (=lógos). Desde
luego, como se ha dicho sobradamente, hay otras cuestiones pero esta
frase que nos ocupa seria el intento de respuesta más destacada a la
propia pregunta que se hace Aristóteles en la introducción a este Cap.
IV. La distinción principal can respecto a la ‘sensibilidad’ —que trata
de trazar desde 42~a 2~— se establece en este xÚ~p~c~í%; y de ese ser
separable” (sea en la noción, sea en la extensión) deduce múltiples
consecuencias.
Este término> “separable”, es la clave, por tanto, de toda la frase>
extraigamos todas las consecuencias:
1. Coma señalare Nuyens, una sencilla lectura seria que éste
X(i>PLCTÓ§ significa <dvcu a.ó¡,tcvro<. a “incorpóreo” para oponerse a la
sensibilidad’.’
2. Estaría ésta bastante lógica afirmación en consonancia con
nuestras repetidas consideraciones sobre la falta de locas de naus
.
La ‘necesidad’ de ello proviene de la función que cumple la
‘inteligencia intuitiva’: la “asimilación a aprehensiórV de la forma (del
ct6o~) sea de los objetos materiales, sea de los ‘abstractos’, O sea> no
la elaboración de “razonamientos” o juicios sobre los objetos sino la
“intuición” de la “esencia” (‘r¿ ‘T( ~v EtvaO2 de lo “inteligible” sea
cual sea su origen o tipo. Dicha ‘farmali2ación’ exige “separación” o
escisión’ de la “materia” (iiXi1) u sólo une facultad xúvtoíós’ podría
cumplir dicho cometido. En esta obsesión por explicar le ‘intuición
1 Oc, pag.. 289.2 Es discutible esta traducción tradicional -tj, por ello, llena de conrwtaciorrs medievales-de una de las más conocidas expresiones aristotélicas Sobre dichos reparos ya se habló enla Parte ¡¡de este trabajo. A partir de aquí siempre se ofrecerá el original griego, porquela traducci~n no es demasiado adecuada por sí sola.
III. 4. Ácepc¡ones de noas 2?amano’0/2 639
intelectual’ (la de tipo ‘perceptivo’ es más fácil: el sansus commarnQs’
le sirve de equivalente parcial) Aristóteles se acerca a la posición
anaxagórea, y consciente de ello> aprovecha algunas expresiones y
términos similares a los del autor jonia [ánaOVjg,rTÁou~, S S~ voik
(oú) uds].
La solución a la cuestión> como es norma en el estagirita. nos
surge al final del largo párrafo que abarca desde 429b 10 hasta 429b
22> y precisamente contiene la segunda cita: el naOs 42 acepción
neutralizado es “separable” igual que lo son los “objetos inteligibles”
de la “materia” (WiLY) por el proceso cognoscitivo. O sea, en la
eXpresión” —para la ordenación lógica> en cuanto a la clasificación y la
definición— y no en la “extensión”.
En conclusión> el final de dicha larga exposición de las
modalidades del pensar —sea <raciocinio’, sea <intuición’— permite
decidir cual de las polos de dicha oposición inicial —a “separable” por
la extensión” o, solamente, por la expresión”— es el correcto: el naOs
de tipa <humano’ tan sólo será “separable” según el kgos. nunca según
la magnitud (z’en la realidad’) al igual que la “forma inteligible” de
las “objetos materiales” no existe de forma independiente o según la
“extensión”, es decir, no hay “formas separadas”, en los términos
platónicos.
La segunda cita finaliza tan importante desarrollo resumido
más arriba y expuesta ya en la 2~ acepción alta intensidad (a causa de
una improbable cita de nuestro vocablo en 429b 13):
114) M~1> o5i> 4flOei’flxq> i’d oepudv ntt ¡o ijxpdv rptvei, mi Ji> Xayo~ n~’
f¡ adg’ bxp 8~ ~i’ot xopwn~ fi ds ~¡ zXa~i¿v~ ~<et upós ii~n’jv 5ta» &raOfj,r¿ xwd etvw. qjWa. iidxw 8’ éiii. ¡0W év ¿4«toéoa 01>70W 70 EIJOU 0)9 70 owóv’pera mwe~oO~ yd~ ro 8¿ rL ~v eb«i, el ~arw ~repov¡o edeel mi ¡o
III. 4. Acepciones de noús »amono ‘0/2 640
«>0w foTo) yQ SWG. ‘ Erépp XL fl fT¿p<ú~ ~x~1>1’~KpWCL 5pii ~
rmw’r¿ r& np&ygiin r~g 5xn~, outw ~ r& nept ¡dv vo~i’. “ 1 ¿~Aa. 429b 22].~
Resulta indispensable para comprender dicha conclusión resumir
el contenido de ese largo párrafo, de muy discutida interpretación par
cierto.2
Se puede sostener, tal como hacemos eñ este estudio, que hay una
analogía entre ‘sensación! razón’ y <raciocinio! intuición’, amén de
utilizar la dependencia de la ‘facultad racional> respecto de la
<facultad sensible> para aludir a una común funcionalidad en el proceso
cognoscitivo: al fin y a la postre el ambigua fragmento (que abarca de
42gb 10 a 429b 22) cumple ambas propósitos. El primero, al sentar
las bases de dicho paralelismo —<sensación! razón’ y <raciocinio/
intuición’— plantea le cuestión de las diversas modalidades del
entender, seo ‘razonamiento discursivo’, sen <intuitivo’. El segundo>
recuerda que del mismo moda que hay «objetos materiales” captados
por la sensación hay “objetos abstractos” con cualidades sensibles —
sensibles comunes”— y todas ellas serán elaborados por la
sensibilidad’ (—1 y “recibidas” por el pensar es decir> las “objetos”
sean cuales sean tienen alguna ‘deuda’ con la ‘sensibilidad’ genérica
(incluyendo sensus commani.= phantasía); luego, los “objetos” no
deciden par sus tipos las modalidades del pensar: son las finalidades
que cumplen, las funciones que ejecutan las que determinen un modo de
1 Versión acostumbrada: «Con la facultad sensitiva, pues, discierne lo caliente u lo frío asícomo aquellas cualidades de las que la carne constituye une cierto proporción combinatoria;en cuanto ala esencia de la carne la discierne ya con otra facultad separada, ya con la mismafacultad, siendo ésta respecto de sí misma lo que la línea curva es respecto de sí misma unavez enderezada. A su vez y por lo que se refiere a los entes abstractos, con la línea rectasucede como con lo chato, puesto que no se da sincontinuo; sin embargo, su esencia -si esque la esencia de la recta y la recta son cosas distintas— la discierne con otra facultad.Supongamos, pues, que su esencia sea la diada: la discierne, por tanto, ya con otra facultad,ye con le mismo dispuesta de otra manero. Así pues, digamos en general que el intelecto esseparable en la misma medida en que los obletos son separables de la materia.».2 cfr. las diferencias graves de lectura entre los estudiosos rese5adas en la Y acepción, usoneutro alta intensidad, respecto a la dudosa cita de 429b 13.
III. 4. Acepciones de noús Z’arnana’0/) 641
pensar u otro. Así, se trate de objetos materiales o abstractos la
modalidad ‘discontinuo’ o “discursiva” del pensar (z<racioclnio’)
configuro o analiza juicios sobre la realidad y el modo ‘intuitivo’ hace
lo propio can ambos tipos de “objetos inteligibles” (=voiyr&.O. De ahí
las alusiones a «lineas quebradas” (¿discontinuidad’> ‘discursividad’,
por tanto) o a “díadas” (que en el lenguaje platonizante significa
“división—dualidad”, aquí “razonamiento discursivo”). Con estos
ejemplos trata de hacer ver Aristóteles esa independencia de la
aptitud (=héxis) o modalidad pensante respecto e su tipo de objeto, al
propio tiempo también le permite explicar que la misma facultad —el
‘pensar’ en este caso— actuando de modo diferente puede “aprehender” o
no <íó it 4v EtVcft’ del objeto (sea éste del tipo que sea) y esta será la
lineo divisoria: que capte” intuitivamente la ‘esencia’ de lo vo~’róv o
no lo haga, por limitarse a configurar juicios o silogismos respecto a
los objetos.
Pero esta innovadora estructuración del proceso cognoscitivo en
torno a la funcionalidad tiene un problema: en los seres abstractos la
<intuición’ no ofrece dificultad —están “separados” de la materia por
principio— pero en los objetos “materiales” la ‘asimilación’ por parte
del no~is XWPLQTO§ no es tan fácilmente explicable; sólo si se afirma
que y seres materiales son “separables” de la misma forma —en el
orden lógico, no en el real— se aproximan lo suficiente para permitir
‘asimilar’ dichos objetos y hacerlos plenamente “inteligibles”. De todo
ello, da cuenta nuestro pasaje, algo críptico eso SÍ: de ahí las muchas
otras opciones interpretativas que tiene nuestro texto.1
Lo más notorio de las anotaciones que hacen los estudiosos al
mismo es la referencia de T. Calvo Martínez a las curiosas deducciones
1 cfr., por ejemplo, L. Robin, oc., —429b 1 O—b22-. Y Barbotin, notas al ¿~‘4n. n.6 qn.l,paqs.6O~61.
III. 4. Acepciones de noús »amono ‘0/2 642
que de un texto, desde luego muy oscuro en su expresión, hacen los
«defensores de la espiritualidad del entendimiento»; dado que «el
entp.ndimip.nto capte esencias abstractas» como «la naturaleza del
entendimiento ha de ser proporcional a la de su objeto, luego el
entendimiento está separado de la materia.».1 No es precisa insistir
mucho en nuestro desacuerda can tales afirmaciones> por su parte>
Calvo Ilartinez tampoco se decide a compartirlas.
La último cita de este uso neutra> baja intensidad, nos permite
entrar en la parte final del Cap. IV: la formulación de las apanas que
suscita esta exposición precedente. Unas expresamente indicadas en
el texto, otras implícitas. De hecho> únicamente una de esas aporías,
la primera, se analizará ahora:
‘Anopijaae 8’ &v ¡~, eL 6 voik 4TrXoJ~ ¿un KUt aTTaBT¡9 ~ú ¡llWfvt p9@h
~~etrowóv, ~~neptTIOtv ‘Avoxixydpc~, u8~ vafjofi, et i’o vaetv rdaxav it‘Ht yá4> u. rowdv dp4otv ihraóxei, i’d gV flO~ Boit rd 8~ ¡Táaxew. - En 8’ eL
~ax{~3í6g.’>1 (~An. 429b 231?
Resumiríamos aceptablemente el propósito de tales aporías en la
interrogación siguiente: ¿cómo puede el naOs “intuir” a partir de
objetos materiales ‘¡o it 4v dvca? Porque el caso de los objetos
abstractos no es problemático, desde la concepción aristotélica del De
An; en cambio, los entes materiales 61 ser uña y carne con la
sensibílidad’ son difíciles de separar de la b5wi. El primer punto de
esta aporía central lo contiene nuestro texto: EL ¿ VO1J§ OSTÁOU§ K~.
czrraehls Ka ~Xfl6EU fXflOEV ~XELKovvÓV’. Y esta serie de afirmaciones
sobre nuestro noús se atribuyen a Anaxágoras la que era de esperar con
1 AcercsÑ/A/rne nota 75, pág. 232.( Ver Bibliogr>2 /b¡2t’rn. : «Cabe, por lo demás, plantearse el siguiente problema: si —comodiceAnaxáqoras- el intelecto es simple e impasible y nada tiene en común con ninguna otra cosa,¿de qué manera conoce si el i nteligi r consiste en una cierta afección u de dos cosas, a lo queparece, la una actúa y la otra padece en la medida en que ambas poseen alijo en común?{A?~ádase a esto el problema de si el intelecto mismo es a su vez inteligible.]».
III. 4. Acepciones de noús bumano ‘¡¡/2 643
ána6Íj~ entre ellas; pero es una frase que merece estudio al pormenor:
simplicidad”, driXolis, es un atributo de noús que ciertamente se
inspira en el autor jonio: el !‘Ioús anaxagóreo al no estar “mezclado” con
el resto de las “cosas” es “simple” y el estagirita al sostener el noús
es ~pvo’¡~s ha de admitir tal “simplicidad” o no—composición en el
sentida de no—mezcla con lo orgánico, el «PEU awpa’¡os de 42gb 5
sería cercana a este adjetivo. Por cierto, de esta expresión se
extraería la expresión naus s¡mph¡c¡/e~ aludiendo a un noús “indiviso”
o carente de articulación temporal, se entiende> vista como incapaz de
processus o transformación interna. La misma dficultad tendría
enfocar al naOs como ánaeijg (“impasible”); su incapacidad de
realizarse al convertir un objeto material en otro plenamente
inteligible.
Nótese que la tercera expresión puede equivaler a &ayij~ —<liqOEd
p18’cv ~)<EtKOLVOV> — y se ha expuesta ya lo que significa ese «sin
mezcla”.
En resumen, el problema se centraría en sí considerar al noas
simpliciter o «TTa~Yl§ supondría o no que cabría en él la
transformación, la realización final de una aptitud concreta: el paso
final de ‘potencia’ (segunda) a acto’ (puro, enérgeia); el pracsssus en
un segundo momento se verja impedido por esa “simplicidad” e
‘imposibilidad” del !39~ cuyo caÑcter central es la “no—mezcla”, el
ser separable” o XWPLOTO§. De ahí la alusión al notdv frente al
w~axctv del final de nuestro texto: se ha de ver a la ‘inteligencia
intuitiva’ como capaz de un proceso de transformación final, de un
nduxavque soporta un not.dv; no hace falta decir que estas verbos
nos remiten directamente al Cap. V, donde se explica su significado.
Luego, Aristóteles no va a negarnos que el naOs sea
III. 4. Acepciones de noús ?mmono‘0/2 644
&nXofic, &naeijg’, lo que hará es deducir en esa aptitud que es la
‘inteligencia intuitiva’ dos momentos o niveles según se haya
producido o no la intervención del nováv; según se dé en ‘potencia’ a en
‘acto’ la ‘intuición intelectiva’.
2.2. usos NEUTROS:’INTELIGENCIA’(ALTA INTENSIDAD).
tal subepígrafe agrupamos el resto de las citas del Cap. IV
de este uso neutro, con ellas cerramos dicha exposición.
.—Las citas en cuestión comienzan tras una del uso marcado (42gb
27) y están contenidas en este párrafo:
“ “ H ,-o p~v Trdoxeu’ KWT<L KOWÓV u. St6pwrat np6repov, 5n Suvá¿iet rr%
eart ta voiyra 6 vos, dx>~’ evrO~exew oiisév, nptv &v vo~¡. Aa 8 0570)9 OXJTTfp ~
yp«ppoxeup ¿~ piWh ~1TépxaevreXeXew Kwraxyeyp«pgvov ~nep aupptxíva ¿TTt ¶00
voy. K~t aúrd~ S~ vorrró~ ¿a’rtv óiflTep ni vorrr& ‘ En p%v i6o rcfr &veu 5X’v~1’O WJ7O fO’fl. 70 VOOUV K& 70 vooi~tevov fl y~Kp enuYrTl¡It) 1) 8eom~ruoj ~& ídClubS EITIOTTjT0P 70 ~lJ7O EO’TW. Ini> Se CEI P0~W 70 ¿rwv bTwxnrréov.
Ev S~ r~ fXOUO’tV f~X~v Suváva póvov brxíin6v ki’t r¿5v v0T170w. ~‘ (2’ ¿rdvot~
p~v mix UTT«Q~ft vaO; (&veu ydp 5x’iw S6vapí ~anv6 voíi; TOW íoxo6rúwl, eKEWq)
rd voiyrdv iMrá~et “U¿~An.429b31,43Oa2,e7uja8].l.1
1 T. calvo Martínez: «En cuanto a la dificultad de que el paciente ha de tener algo en comuncon el agente, ¿no ha quedado ya contestada al decir que el intelecto es en cierto medopotencialmente lo inteligible si bien en entelequia no es nada antes de inteligir?. Lointeligible ha de estar en él del mismo modo que en una tablilla en la que nada estáactualmente escrito: esto es lo que sucede con el intelecto. (En cuanto a la sequndadificultad) cli ntelecto es inteligible exactamente como lo son sus objetos. En efecto,tratándose de seres inmateriales lo que intelige y lo inteligido se identifican toda vez que elconocimiento teórico y su objeto son idénticos —más adelante habrá de analizarse la causapor la cual no i nteliqe siempre-; pero tratándose de seres que tienen materia, cada uno delos objetos inteligibles esté presente en ellos sólo potencialmente. De donde resulte que enestos últimos no hay intelecto -ya que el intelecto que los tiene por objeto es una potenciainmaterial— mientras que el intelecto sí que posee intehgíbihdad.».
III. 4. Acepciones de naús 2zurnano ‘0/2 645
Estas nuevas aporías (implícitas) vienen tras dicho pasaje (429b
26—29) en el cual se plantea si el naOs es> a su vez, inteligible. La
tercera de las aporías,1 (429b 29— 430a 1» se pregunta cómo es el
estado “potencial” de esta inteligencia”; finalmente, la cuarta , 430a
1 —a9> la conforman dos preguntas: cómo se conoce el mismo n9~ y
cómo se despliega la “intelección” a <acto de intuir>. Comencemos por
le tercera cuestión. Volvemos con ella a la cuestión central de la
primera de las aporías> que acabamos de estudiar, ya que es la
actualización de la aptitud intuitiva de la “inteligencia” lo que
preocupa de nuevo a Aristóteles con la famosa imagen de la tato/o
roso para ejemplificar el aspecto potencial” de la ‘inteligencia
intuitiva’.
Ya la primera frase presenta una expresión muy importante
‘flaO)(ELV KctT& KOtVOV ‘rt>. Pero al comenzar la frase se refiere a un
punto anterior, 417b y ss., —donde habla de la ‘sensibilidad’, par cierto—
y se nos explica muy detalladamente que hay das formas de “padecer”
(=ncíoxav) la negativa o “carencia—privación” y la positiva o
potencialidad—pasibilidad” de «actualización”. De hecho> pone el
ejemplo del arquitecto y su abra (417b 9) para mostrarnos que no hay
alteración negativa cuando alguien ‘realiza’ su fin ni cuando, 6 su
imagen, el “pensar” despliega su potencial a partir de ese ncWxav
positivo. En los términos del siempre importante comentario de Tricot
se deduce que el <KOÉVÓV ‘it> entre la “inteligencia intuitiva” y su objeto
(=10 inteligible”)> o sea “la común” a ambos, es que la primera «es
capaz de convertirse en lo segundo por una actualización de su propia
virtualidad. En cierto sentido, TT4YXELV es así sinónimo de ¿v~pyctv.».2
1 Del conjunto del párrafo, que comenzaba en la cita que acabamos de revisar 42% 23 uterminará en 430. 9, junto con el final deí cap. IV. Recuárdese que de form, explícita todoello, el párrafo 43329b 29- 430a 9, es la respuesta a dos problemas planteados en elpárrafo anterior.2 Cfr. trad. de la autora, oc., pág. 179. (Vé. Biblwgr.>.
III 4 Acepciones de noús baniano ‘0/2 646
Es esta frase final la más interesante desde nuestro punta de
vista: precisándola se podría decir que el que este naOs pueda flY)(EW
es lo que hace posible su ¿PE9yÉZV final, la “intelección intuitiva” de lo
“inteligible”. Pera no sostendríamos> por nuestra parte, más que en
sentido muy amplio> tal sinonimia entre ambos verbos.
El resto de la frase <grt Suv¿ga ndg Jan ‘ni voTfl’& 6 voO~, dxx’
¿vre?%exe4 odt&’, uptv &v vojj.> nos recuerda fuertemente los mismos
términos de la definición de naOs —como ‘facultad pensante genérica’>
2~ (—)— de carñcter “receptivo” al comienzo de este mismo capítulo
(429a 24 : <oiieév Jo’nv Jvepyeíq ¶0W 5vi’úw uptv voetv.’). Nada de extraflo
que en otro texto en que se plantea el aspecto “receptivo” del naOs, en
otro uso neutralizado del término, reencontremos esta expresión tan
cercana; de ahí que la explicación de la misma sea tan parecida a
aquella: “antes” del acto de inteligir—intuir, el noús—«inteligenci& no
es ninguno de los “inteligibles” a íd volyrá; sólo tras dicho proceso de
realización se produce la entelékheia> la “intuición” en este caso de la
noetós. Adviértase que en la ‘facultad genérica del pensar’ se hablaba
de <íóiv &rrÚw’ —“los entes”— como los “objetos” genéricos> clara es,
que recibía el naOs 2~ (—) o ‘facultad genérica de pensar’, aquí son las
vor¡-í¿ ni siquiera las aBEL. “Inteligibles”, “formas inteligibles” <más
específico que EtSog, como puede verse por el uso de ambos en DeAn.} 1
los que EVTEXEXELa oi5S¿v (y no ¿o’n.v EVEpyEt~) “antes” de
“inteligirse” (noein (+)). Naturalmente, el uso de entelékheia frente a
enérg4g puede tener también significado: pero no parece ser así,
suele utilizar una u otro, en mismos pasajes o en contextos muy
similares.
1 EtSos, aparece en más apartados, referido a la imaginación, etc . ,pero noetos, no
A
III. 4. Acepciones de noús baniano‘0/2 647
La segunda de las citas es una analogía tan conocida como
fácilmente tergiversable: ese es el problema de la profusa utilización
de símiles en estos momentos cruciales del fin del Cap. IV y del
próxima capítulo. Tales imágenes, muy sugestivas, han permitido
desarrollar posiciones acerca de la tota/arosa en el medioevo y en el
empirismo inglés clásico que escapan a las propósitos y al contexto
estrictamente aristotélicas. Solamente poniendo en suspenso tales
malinterpretaciones —o desarrollas originales falsamente atribuidos
al estagirita— se puede acercar el estudiosa a dicha frase. Quizá la
solución más sencilla sea dejarse guiar por el siempre inspirada y casi
siempre acertado Alejandro de Afrodisias. Siguiéndole> podemos
establecer que el naOs no es la fatula rosa puesto que nos hallamos
ante una analogía a cuatro miembros de las que tanto gustan a
Aristóteles: la tabulo rosa respecto a los caracteres a imprimir en
ella en el futuro está en la misma correlación que el naOs—
<inteligencia intuitiva’ respecto a los “inteligibles” que podrá
“inteligir” o intuir” en el futuro. De ahí que Alejandra nos aclare: el
noús no es la tota/arosa —no es igual a ella ni mucho menos— sino “una
aptitud” «rrLTl$EI.óí1s 3(g); o sea> una héxis o capacidad concreta”,
más específica que la facultad genérica y parcial realización de ésta.
Por eso puede recibir lo noetós en concreto, que no son unas “formas
cualesquiera, sino lo “expresable” conceptuelmente sin existencia
substancial alguna.1 También los estudiosos modernos contribuyen a
precisar el significado del texto, pero la contribución más destacada
es, una vez más, la de Ingemar Dúring:
«Aristóteles se representa el xus como un psnt~’s$e$> un receptxu/um para lasformas. El ,~¿s se comporte como una tabla para escribir. “Antes de que el intelecto
piense, él es los cosos inteligibles en cuanto inteligibles en potencia, exactamente como la
tabla no escrita está preparada pare recibir los signos de la escritura. Ahora bien, si el
1 Esta dell nicién proviene, en último térmi no, de Bréhier.
III. 4. Acepciones de noús ‘humano ‘(1/2 646
intelecto fuera la tabla misma, entonces no sería incapaz de padecer, opttM~ entonces, el
intelecto es en cierta forma la ausencia de la escritura, una capacidad u una función, peronada corpóreo.”».t
Esto seria la versión de nuestro texto comentado por Alejandro
de Afrodisias, en el cual se apoya el autor sueco; éste tiene el mérito
de ver una vez más la semejanza entre esta “aptitud” concreta de
carácter ‘intuitivo’ y la “facultad” (dúnamis) pensante en general:
ambas son “potencialidad—receptiva’ de la noetós exclusivamente —sea
cual sea el origen primario de esto— la segunda de las “formas” en
general que le ofrece a la razón la ‘sensibilidad’ incluidas los
4KtV’TacTIlctTa. El final de la frase ‘&rcp au~.43afva ¿d ‘roO vofl’
despierta, por su parte, el interés de Hicks:2 alude a que en este noús
lo que se halla es Suvc4tEt vorp’á y no EvTEXEXELc~ voryrcrf; para
finalmente remitir al lector a los pasajes de Ile/o A donde, a su
parecer se explica mejor la relación de noús y naetó s. Nos sugiere
precisamente aquellos textos (fleto 1072b 16—b26 y 1075 a5—alO)
que nos recuerdan algunas frases de este final del Cap. IV o del Cap. V.
Sin duda, de tal correlato será preciso dar cumplida explicación en el
estudio del tipo ‘divino’ de nuestro vocablo.
A continuación comienza la respuesta a la segunda de las
cuestiones explícitas del texto (430a 2—ag) que nosotros
consideramos la cuarta aporía (¿cómo se conoce así mismo el fl95¿v) y
quinta (¿cómo despliega el intuir?) fundidas en una sola: ¿el intelecto
es a su vez inteligible? —que es la que figura en 42% 25 de forma
explícita —y se contesta a lo largo de todo el texto (430a 2-a9) que nos
ocupa.
Anstde/es~ pág. 696.2 A¡ttotIe’s¿» Arnmó~ pag. 497. (Vé. Bibliogr.>.
III. 4. Acepciones de noús ‘baniano ‘0/2 549
Así dependiendo del tipa de objetos sobre los cuales se
ejerceré la “inteligencia” del <nodo “intuitivo” habré o no dificultad
para explicar el acta de inteligir” a “intelección” (nóesis. marcada).
Si es un ‘ente inmaterial’ (¿PE.u iP~flg) no habrá problema alguno para
culminar el proceso y la clave estaré precisamente en esa
‘inmaterialidad’ común a seres u objetos y ~ pera esta cita
implícita de nuestra término —pues está elidido en el comienzo de la
respuesta, 430a 2— se implica en el ‘acta mismo de inteligir’ a
“intuición” y ese será el uso marcado de esta acepción, la veremos
próximamente con las otras explicaciones a esta realización de la
«aptitud intelectiva” situados en el Cap. IV del DeÁn
En cambio, si es un objeto material £ Ti’ &~ totc ~xouowiíMv &uváget
póvov b~wyi-a1 &~n ¶dfl’ vor~nfr. ~‘ Qa’ eKe 0L9 ¡i~v mix 1~n¿p~et voi~ (&veu ydp
~ 66V154ó4 ¿m’w 6 vofl~ i’~v ‘ralo
6¶wv), ¿retvw 8~ ‘r6 voqi’dv i~nájget > En
una palabra, en dichos objetos —donde la 1%i está presente— no hay sino
una ‘potencialidad” de alcanzar la ‘inteligibilidad’, de llegar a ser
“inteligible” (naetós) para el naOs. Ella es causado par esa diferencia
de ‘naturaleza’ entre objeto material y naOs definido aquí coma ‘dvEiu
yd9 iiXiw Sóvcqiíg ¿a-av ¿ vofig..’ Siguiendo la sencilla
interpretación de Dúring,’ lo único que pretendería esto frase final
sería reafirmar una vieja idea anaxagórea dentro de su nueva
concepción gnosealógica, por supuesto: el noús no “pertenece a” —no
está “mezclado con”— las “cosas materiales” sino a lo “inteligible”, a lo
expresable canceptualmente’ (noetós); ideas todas que nos son ya
familiares y de ahí deduce este final (&dvw SE 10 VOYl’TOV UUap~EL)
que simplemente querría decirnos que el naOs se puede conocer y, por
ende, se puede reflexionar sobre él, a pesar de ser SóvctIJxs &v~u IIX¡1g
—“facultad inmaterial” o “potencialidad no material”—. El naús es
Ar;stoteks,pág. 697-6, n. 121.
Iii. 4. Acepcionesde noús »umano’0/2 650
cognoscible, y nos acaba de decir en las lineas cuyo análisis hemos
pospuesto que lo es cuando> en el ‘acto de intuición’, se alcanza la
“intelección de lo noetós”; lo ha dicho de los indivisibles” u “objetos
inteligible& (-r¿ vo~’Mv) de por si ‘«VEU 1ZV’~g» ‘xwpvoí&’ y coma
viene siendo habitual no se ha detenido a explicarnos cómo sería
‘inteligible por reflexión’ el propio pg~ a través de la intelección de
las objetos de origen material; esa sí, en esta frase final que ahora
estamos viendo —g hablando de ellos— ha resaltado su mere
‘potencialidad intelectiva’ para finalizar defendiendo que, como
xw9t070§ o liberado de ataduras materiales, el naOs será ‘inteligible
por sí’ como lo son forzosamente las realidades inmateriales,
“indivisibles” todas ellas. Y así se distinguirá una vez más del mundo
material: lo que le devuelve —curiosamente— a su punto de partida:
cómo lograr que se tornen voxyr« lo que coma mucho es ~avídcpcna o
“representación imaginada”, «imagen representativa de lo real”, etc...
Resaltar lo «VEU óX~g que es el naOs resulta un arma de doble
filo: si está tan ‘separado’ conceptualmente —no en la realidad, pues es
un integrante del alma humana y como tal ‘fusionada’ en ella— como
para “aprehender” sus iguales, los “indivisibles” o “inmateriales”
“objetos inteligibles” (rnoetós), no podrá ‘extraer’ o ‘asimilar’ ese
it i~v dvat que “explica” el ser de cada ente material por si solo y y
siendo considerado un mero ‘receptar potencial’ de los “inteligibles” a
los que “intuir” o “actualizar”. Por otra parte, recurrir a un ente
distinto que se mezcle al noús ¿cnXoOg a sup//citar no era posible: el
es d¡ayvzis como en Anaxégoras; un solo elemento ofrecie una solución
a la carencia de ‘agente’ que catalizase la situación potencial de
partida u permitiere el salto cualitativo a lograr con los “objetos
materiales” en la ‘intuición creadora’: un naOs , pero del tipa ‘divino’.
¡II. 4. Acepciones de nuás baniano‘(/1) 651
Aqu¡ esto la exigencia de redactar el capitulo V, la explanación
concreto del único medio de salvar dicho obstáculo.
Porque hay un riesgo muy grande —en el que cayeron muchos
comentaristas y estudiosos insignes—, pensar que Aristóteles no ha
expuesto en el Cap. IV todos los problemas que suscito el “pensar’,
noein y el flg¿~ ; no se habrian ofrecido a través de las distintas
acepciones del tipo <humano’ implicadas: la ‘facultad pensante> (2~ —) y
la <inteligencia’ (42 —), sobre todo, pero también el acto resultante de
ésta última, la ‘intuición intelectual> (4 0; para dichos estudiosos, en
el Cap. IV, Aristóteles nos hablaría del vofig naOl’yrucó§, y en el Cap. V
del voíig rrotrrl’u«$§. Cualquier semejanza con lo que hemos venida
describiendo en el Cap. IV sería tangencial; de hecho, acabamos de ver
cómo apenas en algunas aporías se introduce la cuestión de TIÓIJXELV/
TTOELV> que podría relacionarse con ambas expresiones; como destaca
acertadamente Nuyens,1 el Cap. IV se ocupa del conjunto de los
procesos intelectivos> del ,orocessas del pensar en general can sus
funciones y modos y solo añade como apéndice el Cap. V porque no le
basta lo dicho para cualquier función ‘noética’: sigue subsistiendo el
problema de una de ellas, la ‘intuición intelectiva de los compuestos
materiales’. Si se hubiese limitado como Platón a atribuirles a éstos
un nivel inferior de conocimiento —el noús 2~ (‘raciocinio’) o la
diónola—, no tendría este problema; pero él quiere hacer ciencia de la
real—material, descubrir el ‘ro 11 ?jv dvat de los objetos integrados
en el Cosmos físico: solo así se explica su “ciencia natural”, basándola
en conocimientos primordiales, logrados por ‘actos intuitivos puros
debidos al noús , 42 neutra.
1 ~ »i.o/vÚon± Ieps~xt/oqzt¡A4r¡stofr pág. 295, vé. Bi blioqr.
III. 4. Acepciones de noús humano ‘<‘1/2 652
Como se anunciaba, con las citas actuales entramos en el famoso
Cap. Y. se trata de 430a 14 y 430a 25> pero par alusiones a la misma
acepción implícitas se ofrece el texto completo del citado capítula>
las dieciséis líneas, en varios fragmentas, éste es el primero:
‘W.’ Eret 8’ TTTC~ EM anaa~ ij Qn EGT 11. ¶0 M~V iJAl) CKCGTQ) yeva
(roOro s~ ~ suvá<ie~ ¿s~t~ ~TepOV8 ¶0 «t¶1O1’ KUL TTOU~iV, O¶4) UOlEU>
TTcLV¶IX, olov 1) ¶f)(V1) TT~O9 ¶1)1> iJX~V 1Té110V6CV, «VftylCfl Kat
ev r~ *vx~ 6nóoxav
La introducción a tan breve exposición —cuatro de las dieciséis
líneas— nos recuerda el paralelismo entre lo que ocurre con los entes
en general en la Naturaleza: expresada en la dicotomía ?1X1/ ‘ró ¿‘nov
Kat i’rotr¡-rt~ov. Se recuerda un planteamiento genérica acerca de la
constitución física de las objetas con alusión a la tékhne como factor
eficiente’ —‘causa eficiente’— que nos recuerda las páginas dedicadas a
este tema §1 comienzo de este capítulo In? Realmente, la conexión
con dicha acepción 12 —‘razón humana’ genérica— nos sugiere multitud
de cosas, de gran importancia para la comprensión del presente
capítulo que, por no ser sino un mero esbozo sin desarrollar, es de
interpretación muy difícil por lo abierta; las coincidencias entre los
expertos son, en consecuencia, más escasas que de costumbre.
Expongamos dichas sugestiones que despierta tan curiosa
introdución:
1. Como sucede en varios capítulos de este Libro III, Aristóteles
nos sorprende saliéndose de la cuestión específica que deja planteada
1 «capítulo quinto: Puesto que en la Naturaleza toda existe algo que es materia para cadagénero de entes —a saber, aquello que en potencia es todas las cosas pertenecientes a talgénero- pero existe además otro principio, el causal q activo al que corresporwle hacertodas las cosas -tal es la técnica respecto de la materia— también en el caso del alma han dedarse necesariamente estas diferencias.»2 Cfr. págs. 459 y ss—la correlación noOs—phúsis y el finalismo en la Naturaleza, tambiénpara la tékhne
III. 4. Acepciones de noñs humano ‘<‘1/2 653
en el párrafo anterior para ofrecernos una ‘perspectiva universal’ del
problema: en otros lugares, —en este mismo capítulo, también— se
refiere a la ciencia y al Saber para explicar la cuestión de la
preeminencia del ‘acto’ sobre lo ‘potencial’ en el orden real y lógico o
para referirse a la naturaleza del conocimiento científico, etc... En
este caso —y de forma aproximada en 415b— nos remite a la Phúsis
como realidad global para explicar el caso particular que le ocupa
ahora; más adelante utilizará su movida paradigma de la “científica” o
del Saber; en cualquiera de los casos citados, la mecánica del
procedimiento es similar
2. Si el ‘salta conceptual’ queda justificado en el plano formal, no
así en el significativo: ¿por qué recurrir a la contraposición iPtri/
í¿~<vrl si se refiere a ‘¿y &ndai3 ‘r~¡ 41JOEL’ 7 De referirse a la
naturaleza entera”, a una ‘ley física general’ de su filosofar, pasa a
exponer el ‘duelo’ ~~M/‘rtxml de la fabricación por el hambre; si hay un
enigma que aclarar en este arranque del oscuro capítulo, es éste. No
obstante, casi ningún estudioso se interesa por él: únicamente Nuyens
le presta merecida atención.1 La razón existe, como es lógico sólo se
treta de un ejemplo utilitario, de una disgresién sin importancia. Pera
despreciar así una muestra tan clara de lo que le venía a Aristóteles rn
i7?~G/e al escribir este capítulo es muy arriesgado, todo él no es sino
un cúmulo de similes y ejemplos, entre frases claramente esbozadas
sin extraer las conclusiones pertinentes> que, sin duda, nos hubieran
evitado muchos errores de interpretación. Precisamente porque es un
fragmento inacabado, y no hay otra opción que la centrada en tékhne
,
ésta no ha de arrumbarse. A pesar de ella, únicamente Nuyens y> en
menor medida, Dúring dicen algo de cierta valor;2 por su parte Risk —
1 Lc,páqs.299-3002 Nuuens, ¡bÑm Durmnq, 4r¡sté/e/ezs, pág. 899
iii. 4. Acepciones de noús humano’0/2 654
aun siendo el suyo un estudio monográfico sobre el Cap. V— nos ofrece
una fantasiosa y —para nosotros— inadmisible explicación.’
3. En síntesis se puede resumir como sigue lo que Nuyens y Dúring
quieren decimos: la contraposición que se da entre la ‘causa material’
de la creación humana —sea producción> sea arte— y su ‘causa eficiente’
o tékhne sería similar (=ejemplificar¡a) la que habría entre el <naOs—
‘Tq) rráv’ra yvEoOc& y el ‘Tú] rrOW’Ta nodv>-. Y mientras Nuqens
destaca que el de Estagira utilice cama ejemplar una situación en la
cual la ‘causa eficiente’ es exterior al objeto que afecta —lo que
rebatiría la interpretación tomista respecto al naOs ‘idi ndirrc¿
noÉtv’—2 y sugeri ría que en el caso de ambas naOs estaríamos en
circunstancia semejante; por su lada, Dúring insiste en el aspecto
‘creativo’ (como noús ‘creador’ o ‘intuición genial—creativa’ de este
misma noíis que él denomina «constructivo» inspirándose, obviamente>
en esta alusión a la tékhne .~
4. Por nuestra parte, haremos acopio de referencias a la acepción
1% donde hemos analizado textos muy próximas 61 tema y vista los
pares de términos naús—phúsis y noús—tékhne con cierta detenimiento;
este esfuerzo nos permitirá confirmar las deducciones tanta de Nugens
como de Dúring.
a. Phúsis—Noús son causas (‘eficiente’ y, a veces> ‘final’) a nivel
cósmico; esto se relaciona con uno de estos naOs <el ‘creativa’) al‘ wdecirnos que es ro aurtov Kat not~’ru«5v’; no son escasas las veces
que naOs es denominado <at’ruov’ cuando el estagirita se refiere al tipo
‘Divino’. Como ‘Causo Cósmico’ el NaOs <Divina’ será el primer
1 RiMe, “Notes on Aristotie ¿?An/mg3.5” <ver Biblioqrj.2 Pues Nuyens siempre tiene presente en su obra las posiciones tomistas en cada caso, granacierto pues el aquinate es un fino intérprete del de Estaqira.~Actitud que secundará A. Martínez Lorca en su desigual artículo “Nuevo horizonte de laPsicoloqia aristotélica”, en AtomoskmbresySons,(vé Bibliogr.),páq. 130.
— — — 7
III. 4. Acepciones de noús humano ‘0/2 655
miembro otorgado aquí al noús ‘activo—constructivo’, nada de esto es
casual: tras una referencia tan genérica — a la “totalidad de la
naturaleza”— se oculta algo bastante simple, a saber, la tradicional
comparación aristotélica entre los dos tipos de naOs, <divino’/
<humano’. Tal dicotomía subyace, como tendremos tiempo de
demostrar en el próximo capítula, a todo el Cap. V del Libra III.
Y <‘ro flOtflhtKov’, por contra> nos lleva ya a la razón del empleo de
tékhne: el naOs ‘humano’ como <razón genérica’ era capaz de ‘actuar y
realizar sus obras’, tenía un matiz ‘poético—creativo’ que se exponía
con aguda del término tékhne sustituyendo o entrando en aposición
gradual con naOs en tales ocasiones, porque en todo el proceso
creador—productor’ el hombre ha de tener ir mente (=noús)
previamente una representación mental de lo que ha de realizarse.
Luego, es ‘causa’ y ‘hacedor este naOs «constructivo», con un matiz
que lo acerca a lo ‘divino> —por esa referencia a la Phúsis— y otra a ese
‘ún¿ vofl’ de la acepción más genérica del naOs ‘humana’.
b. Quizá sea el momento de recordarle al lector que ese naOs
completamente neutro de la 12 acepción se utilizaba para contrastar
ambos tipas del término en vahadas citas aristotélicas: ambos —el
noús ‘humano’ más genérico y el ‘divino’— son neutralizaciones ucaracterizan los grandes bloques sémicos que se oponen siempre
dentro del marco de los dos campos léxicos de lo ‘humano’ versas lo
‘divino’. Por dicha razón dijimos en su momento « cuando trata
Arístóteles de demostrar la presencia de dos tipas de n~k....(tenemos) al <humano’ designado por este uso neutralizado que es
nuestra acepción, la única que incluye potencialmente todas las
capacidades concretas que pueden hallarse o no en cada hombre.».1
1 ct. páq. 443.
III. 4. Acepciones de naós humano ‘0/2 656
Se torna hacia tales atribuciones neutralizadoras el macedonio
porque ahora la misión primordial es contraponer <humano’ /<divino’>
tal como se ha anunciada más arriba. Tal afirmación es, desde la
antigúedad, polémica. Las comentaristas> tanto helenísticas como
medievales> ya sostuvieron, con mayor o menor acierta> que ambos
factores (a funciones a niveles)1 eran capacidades del alma humana y
su argumento mayar se ofrece al final de este ejemplo introductorio:
‘avcq~ «a ¿y ‘r~ $~xt imdp~cw ‘TciTcts -rés &ci4’opcts.’ En él se
apoya el gran aquinate y no puede pensarse siquiera que lo haga a la
ligera> su profunda conocimiento del aristotelismo impide suponerla.
Lo hicieron otros, antes y después, el tema merecería por sí solo un
estudio como el que ahora nos ocupa.2
En el estudio —y naturalmente, la defensa— de la presencia del
noús <divino’ en el Hombre en el presente capítulo y se incidirá en
algun aspecto muy concreto de tan secular disputa. Ahora basten estas
pocas precisiones:
Aunque hay articulas y abras especializadas, las estudiosos
modernos ya explican, tanto en ellos como en sus obras más generales>
su postura respectiva: Nuyens, Iloreau, Guthrie, Ross, Barbotin,
Mansion, Risk, Dúring; además de los resumenes que tanto Hicks como
A. Martinez Lorca nos ofrecen, por citar sólo algunos autores, y sin
mencionar las notas del propio Hicks, o de Tricot, Barbotin, 1. Calvo
Martínez, a sus traducciones o comentarios del De Anima. 3
1 ~sea, ‘i’4 rTav¶a ytveo&n u i’qui TTav¶a noetv’.2 Y así lo han hecho numerosos estudiosos y doctorandos a lo largo del tiempo.3 Véase la Bibliografía para todos ellos. Respecto a A. Martínez Lorca, el resumen citadoproviene del artículo ya citado, “Nuevos horizontes de la psicología de Aristóteles”, oc.,págs. 1 32 y 55. fí de tlicks está en su comentario al t~’Án. que sucede a su edición críticade dicha obra, concretamente al com. al cap. Y, págs. 498 y ss.
III. 4. Acepciones de ¡más humano’<‘2/2 657
Tanto estos dos autores como Guthrie, Nuyens o Ross, hacen
referencia al motiva central de discusión: si’¿v ‘r~j 4suxtI óndjxav’
significa o no «en el interior del alma», y si siendo así, se dan las
factores -“no nctv’rc¿ y(vEaOcLL y ‘u~ ncúrrc¿ noÉtv>—del naOs
implicadas. Siguen así la vieja polémica que se iniciara con la
referencia de Teofrasto, siguió con Alejandra de Afrodisias, Simplicio
o Temistio, para reavivarse en la Edad Media con las tesis
contrapuestas de Averroes y Santa Tomás de Aquino;1 a
proporcionamos un estudio sustancioso en el De Anima de Francisco
Suárez.
Las tres posturas que nos propone, a su vez> Martínez Lorca
resultan inadecuadas, por su esquematismo, («inmanentista»!
«materialista»/ y «trascendentalista»),2 para la posición que aquí se
sustenta , muy próxima a la de Nuyens pero tampoco idéntica a la suya;
las atribuciones del autor español, por otro lado> no parecen muy
exactas.
En cambio, hacen un examen matizado de la cuestión tanta> P.
Iloreau, como Risk, Hicks o el propio Nuyens.3 Empero, en este tema —
Disouta que resume al maximo un especialista, Barbotin, en su notas a su traducción del
t~An.:«(...)—Cechapitreadonnélíeuadecélébresdiscussionsentre lesécoles. Tandisqu’Alexandre d’Aphrodise identifie l’íntellect «actif»au Premier Moteur, Averroés lecon~oit camine une substance séparée, mais inféricure A Dieu; dans les deux cas, unintellect transcendant penserait en nouset l’immortalité personnelle de l’homme seraitexclue. Au contraire, Themistius, s. Thomas, etc... placent cet intellect daris lime humaine;ce dernier attribue méme au Stagirite la doctrine de l’immortalité de lime humaine, formeducorps.».; n.5 ala pág. 82 de la ed., (pág. 107).2 /Ñm.3 [1análisis de P. Moreau de “La herencia aristotélica” al final de su libro, brilla por suexcelencia. En él se nos recuerda algo que a la autora le parece muy cierto: que Alejandro deAfrodisias es «el más ilustre y autorizado de los exégetas de Aristóteles...» ( /.c. paq.279),donde realza Moreau,al comienzo mismo de su resumen de la interpretaciónalejandrina del noGs el valor de cada comentario de dicho autor heleno. Por ello, aun si seequivoca, Alejandro nos proporciona siempre interesantes indicios interpretativos, cosaque no puede decirse de otros exéqetas antiguos, pero más cercanos en el tiempo a nosotros ycon una mentalidad distinta a la que —hasta cierto punto— compartieran Aristóteles,Teofrasto y Alejandro de Afrodisias : el clima del paganismo griego.
III. 4. Acepciones de noús humano‘0/2 656
como en otros— lo virtud de máxima claridad y concisión ha de ser
atorgada a Sir David Ross:
Se deben notar aquí dos cosas: 1) la distinción que Aristóteles establece entre elintelecto activo yel intelecto pasivo se refiere al interior del alma. Esto es fatal para toda
interpretación que identifique el intelecto activo con el intelecto divino enteramente
exterior al ser humano individual, pero no para aquella que ve en el intelecto activo unintelecto divino inmanente al alma humana. La principal dificultad a que esté expuesta talconcepción es que el único pasaje donde Aristóteles trata explícitamente de la naturalezadivina —libro A de la thtsfl&ict habla de Dios en términos que no sugieren inmanencia.
2) El intelecto activo noes un intelecto que crea de la nada. Actúa sobre una materia que lees dada, y a la que eleva de la potencia al acto.{ Nota: Así Teofrasto describe el voiig activocomo 4 ¡cU’&w el que mueve el acto voi~~ pasivo (...)}.».í
Por tanto, el ‘¿y “ti *U)(~I ÚndjxEw’ no sería obstáculo para
afirmar que el naOs es ‘divina’, aunque, eso sí, impide todo
«trascendentalismo», o sea, seguir la postura de Alejandro de
Afrodisias como hace Guthrie?
La tesis aquí sustentada es que se trata de un naOs ‘divino> pero
que> aunque de origen externo (~Oi5paecv), actúa en el Hombre de forma
que mientras cada individuo posee la capacidad en ejercicio (naOs en
‘acto’) y, en concreto, la función ‘intuitiva—inteligente’ está presente
en él como miembro de la especie. Cierta ‘trascendencia’ —por su
origen procede “de fuera”— pero no identidad óntica ni lógica con el
NaOs ‘Divino> o Primer Motor tal como ya se negara en un capítulo
anterior, desligando nuestra posición de la de Guthrie. Y una
‘inmanencia’ muy matizada -casi inexistente-, presente sólo cuando
«crea—construye» un objeto verdaderamente ‘inteligible—universal’ con
un objeto de procedencia sensible, y par medio de —eso sí— lo que le
proporciona el naOs ‘humano’; su ‘materia prima’ transformable para
1 Ar¡dóteles págs. 214-5.( Ver Bibliogr.).2Recuérdese lo se5alado ‘ja en capitulo anterior de esta Parte III al respecto. Si se quiere>consúltese del autor mentado en el cuerpo del texto lo obra que venimos citando, págs. 322yss.
III. 4. Acepciones de noás humano ‘<‘1/)
que la ‘inteligenr.ia” pueda aprehenderlo, el fin. A esa inmanencia le
hemos denominado función ‘mediadora’ del noús ‘divino’ en el Hombre, y
ese en también hace alusión a esta relación de ‘presencia’ temporal
que no queda explicitada por muchos intentos que hiciera Aristóteles
en sus restantes obras biológicas.
Pera Nuyens es quien hace uno exposición de gran riqueza y mucho
respeto por la tesis contraria.1 En ella, refuta la interpretación
tomista de esta breve frase tan polémica; reafirma que las analogías
que establece Aristóteles nos dejan ver la ‘exterioridad’ del <¿
flOuyrtKOs vofl<; pero también niega que este naOs designe la
«inteligencia divina» y sea compatible mantener que silo haga con la
definición del Dios de la tista O sea> ni es un ‘componente’ más del
alma humana («inmanencia») ni es equivalente al Dios de A
(«trascendencia»). A continuación, con un detalladísimo examen de las
adjetivos que se otorgan al naOs en este capítulo quinto pretende
demostrar su tesis: hay das naOs , una que es dúnamis del alma
(intrínseco) —y dependiente de ella—, y otro que es ausía o “entidad
independient& (del alma humana individual, se entiende) —o sea,
extríseco—. Concluye tal demostración apoyándose en variados pasajes
del resto del DeAn
En este trabalo se procederá del mismo modo: ahora un análisis
detallado de cada término interesante para aclarar el tema del noús
<humano’, en el siguiente capítulo un estudio más general del problema
donde se traerán a colación otros textos y un análisis igualmente
pormenorizado del tipo <divino’ de noñs en el Hombre.
Por su parte, A. Martínez Lorca —siguiendo la estela de Dúríng casi
en su literalidad— resume así el contenido de este texto introductorio
1 Lc., págs. 296-312.
¡ Ii. 4. Acepciones de noás humano’0/2 660
y de su continuación (que nos va a ocupar ahora):
«consciente de la dificultad del tema, Aristóteles recurre a la analogía para ayudar acomprender la naturaleza del intelecto: la técnica o arte (td’hne~ es respecto a la materia
como el intelecto creativo respecto al receptivo. Por consiguiente, como el técnico o elartista crean un proyecto provio que luego realizan en la materia, asi el intelecto trntiro
<a través de esta analogía se entiende ahora mejor lo acertado del calificativo) proyecta ypone en marcha la actividad mental en el intelecto receptivo. Más adelante, compara a) ir¿¿.t
~‘itiitÚ con la luz, pues así come ésta, al iluminar los objetos, produce la visibilidadactual de los colores que estaban en potencia, el intelecto creativo produce también la
inteligibilidad efectiva de los inteligibles en potencia al actuar sobre el intelecto receptivo.
Tanto la metáfora de la luz <de probable origen platónico y que más tarde reelaboraráPlatino en su segunda hipóstasis) como lo analogía de la teÁ’Mr expresan de modo gráficocómo la acción del intelecto creativo es básicamente proyectiva, productora y causal en el
proceso del conocimiento. Por medio de esta doble analogía, única piste que ofrece el texto
para descifrar la estructura del intelecto humano, podemos ir rastreando como enpenumbra el núcleo de la noético de Aristóteles. No deberíamos tildar de opaca la prosa deeste brevísimo capítulo 52~ La oscuridad no procede del estilo. Parece probable que, desdela posición de pionero que históricamente le correspondió, tampoco Aristóteles llegara a
ver mas.».1
Cita con la virtud adicional de relacionarnos el texto anterior can
la frase siguiente (a 14— a17) donde se halla la famosa ‘imagen de la
luz’, este naOs que a semejanza de la luz” es una ‘capacidad positiva’
(zhéxis en una acepción distinta a la habitual, que hemos venido
viendo) para tornar visibles, los objetos que ‘privados de ella’ (ren la
oscuridad, se entiende) no eran ‘sensibles—cognoscibles’, presentes a
nuestra sensibilidad Que el recuerdo del Libro VI de la República
platónica está aún muy vivo en la mente de su discípulo parece casi
inútil decirselo a un lector que vió en la Parte 1 y II un resumen de
dicho influjo.
1 Nwi’ rtontúálÍpnÑ/c¡ñdeAns/Ñe/es~ o.tive. Bibliogr.), pág. 131. Lasacotacones finales de esta cita se ofrecen al lector porque expresan un sentir muygeneralizado entrelos estudiosos, que es casi imposible no compartir a la luz de lasdificultades que supone analizar este capitulo Y.
1 ¡ 1. 4. Acepciones de noús ‘barreno’ (‘/2 661
Pero antes de comenzar a analizarla es imprescindible ofrecer la
frase griega en cuestion:
‘1 ‘ 7—
Ka eo’ru> d ~v rawfrro~ vol]; i’~ ndivícc ytveaficci, 6 &~ r4~ naíirra notáv,6s ~ n, o’Iov ta ~‘&g”i’pónov yáp i’u’a K~ te 4~L noá i’& Suv4iet 5vra;xp4uara ~vepydqxp~ianr. “1 ¿b~4n.430a 14,8171.1
Y antes de desmenuzar los distintos factores del texto —incluso
su platonismo latente— recordemos que ya Dúring y Nuyens establecían
un carrelato entre la larga frase introductoria y ésta: ambas marcan el
carácter ‘creativo—poético—constructivo’ del <vo~g iQ ndxrr« iiodv’; y
lo interpretan como sigue:
Ingemar Dúring nos ofrece en muy pocas frases el significado de
ambos ejemplos: a) «La explicación más natural de esta metáfora es
que este espiritu actúa libre y constructivamente> sin apoyarse de
modo directo en las imágenes de la percepción.»;2 y b)«Canforme a la
segunda metáfora, este espíritu es una disposición o un estado, como
la luz. La luz es ‘<la eficacia de lo transparente”, es decir, ella hace
que algo se vuelva visible aquí y ahora. El sentido de esta metáfora es
perfectamente claro: Aristóteles se refiere a la experiencia que
nosotros jocosamente llamamos una chispa de ingenio. Es mejor
recordar las festivas palabras de Platón en Corto s4otima : “Después
de un largo trabajo, cuando uno se ha entregado a él, repentinamente
aparece en el alma un fuego, como si saltara un chispa.” Frente a este
espíritu efectivo, activo, creador> el espíritu total subyacente es el
roaspo/tel/tas»
1 En versión de T. calvo ti. «Así pues, existe un intelecto que es capaz de llegar a ser todaslas cosas u otro capaz de hacerlas todas; este último es a manera de una disposición habitualcomo, por ejemplo, lo luz: también la luz hace en cierto modo de los colores en potenciacolores en actú.». (Vé. Biblioqr.).2 ~ ,4n0óts/a~, pág. 899.3 L. t, págs. 899- 900.
______——______ — 7
III. 4. 4cegciones de ncuYs »umano ‘<‘fi) 662
Nugens da un paso más e interpreta —arriesgándose al error>
claro es— algo libremente el Cap. y entero; pero> con todos los apagas
en el campo semántico que venimos acumulando, hemos llegado en el
presente trabajo a resultado muy próximo al suyo; no debería
considerarse> por tanta, tan especulativa la postura del autor holandés.
Consiste en resefiar que la analogía de la tékhne nos designa una
extenondod del <voiig ‘rQ ndv”rc¡ rrodv’, a semejanza de dicha
capacidad productiva humana. Del mismo modo, la metáfora
platanizante de la luz cumple idéntica requisito: la “luf ilumina desde
fuera los objetos, volviendo visible su colorido.1
Yendo aún más lejos que Nugens —y arriesgando mucho— se puede
recordar que el final del capítulo anterior contiene otro ejemplo que
no somos las primeras en relacionar con estos das: el de la tablilla de
cera donde todavía no se han inscrito caracteres; obviamente, éste es
otro ejemplo de lo ‘artificial—productiva’, perteneciente al dominio de
la tékhne, ya que ha de manipularse la tablilla virgen para desde
fuera incidir sobre ella y esculpir con la ‘técnica de la escritura’ un
contenido y —quizá— después borrarla para tener que repetir el proceso,
con un nuevo objetivo, pera unas mismas factores: ‘la capacidad
positiva de sufrir la alteración y de recoger ese nuevo objeto> versus
la capacidad—positiva de actuar de instrumento mediador que permite
la efectiva presencia del objeto’.
Porque los ‘actores’ en los tres casos (tablilla, tékhne, luz)
inciden desde fuera y tienen función de ‘medio’ que posibilita la
aprehensión de algo o la construcción de algo nuevo imposible de
obtenerse sin su concurso. Porque, u esto la básico, sin poseer la
técnica de la escritura no es posible lograr los caracteres, sin tener in
1 cf. Nuyens, oc., páq. 300.
III. 4. Acepciones de naOs humana ‘0/) 663
m~ota la que se va a producir sin tékhne no es posible construir nada y
sin la presencia de la luz para tornarías visibles los colores no existen
de hecha; luego> los objetos mismos se transforman en este proceso,
de ‘incognoscibles’ en su aspecto más real (í¿ ‘r( 4v dvca) que sólo se
da potencialmente en las niveles inferiores a la ‘intuición intelectiva’
se tornan transparentes al noús ‘humano’ en su aptitud más alta: la
“inteligencia”. Pero sin el ‘mediador externo’ tal ‘salto cualitativo’ es
imposible de lograr. Esta seda la tesis compartida con Nuyens,
esencialmente. Entremos> al fin, en el análisis pormenorizado del
texto.
Un tema ineludible en este punto consiste en las denominaciones
tradicionales de los dos tipos de naOs en este momento, «activo
¡pasivo», versiones que rechazan enérgicamente varios autores del
presente siglo. En esta segunda frase —una explicación de lo que
corresponde a cada uno en la intelección” o ‘acta de intuir— se nos
presenta en toda su crudeza dicha contraposición (vofi~ í41 ícW’rct
y’ivcooaxl 6 S’~ ‘l’Q íávra noáv) lo que obliga a elegir entre alguna de
los nuevos binomios de palabras que nos ofrecen: «receptivo/
constructivo» en la propuesta de Dúring y «pasivo/ creativo» en la de
Guthrie.
Por razón de la mejor conexían con el ejemplo de le frase anterior
(el de tékhne) y su alejamiento de la vieja consideración del ‘voíig ‘n~
ictVT« yCv=aeat’como “pasivo” se prefiere aquí el par propuesto por
Ingemar Dúring, aunque se considere, al igual que éste autor,
constructivo’ como equivalente a «creativo o poético» pues a ambos
aspectos alude también este naOs que nos parece aquí del tipa <divino>.
Además, no es vano recordar la insistencia de Nuyens en precisar que,
a pesar de que se diga ‘&.. naOvyr¿g voO~’ (430a 25) más adelante,
— ~~1
III. 4. Acepcionesde noús ‘humano ‘0/2 664
nunca aparece en nuestro pasaje el voti; nouyrw.OS’ que los
comentaristas y estudiosos han hecho famoso, y por supuesto tampoco
el <voÉi9 na8rp’u<&’. Pera> si aceptamos la impecable explicación
filológica de Nuyens, <4 8’c rra$qro~ voi< es una construcción
sintáctica atributiva y en modo alguna predicativa. Lo que permite
desmentir una tesis muy difundida entre aquellos comentaristas que
se apresuraran a malinterpretar dicha expresión y empeoraron la
situación al inventar esos voug flOU1TLKOS/ veO; IlcIOT¡’TtKO§, creyendo
leer en Aristóteles una construcción predicativa que les permitía
traducir al segundo: “noús como facultad receptiva” o ‘naús en tanto
que receptivo”. En suma, algo tan aparentemente menor supone una
grave distorsión del texto griega aristotélico y lo que éste significaba.
Limitémonos, pues, a hablar de “noús receptivo~ sin modificar su
sentido ni creando con esa malinterpretación una falsa oposición entre
dos ‘facultades o funciones intelectuales’ semejantes en nivel, o sea,
del misma tipo.
El segundo aspecto ante el cual nos detenemos, acerca del
comienzo de esta segunda frase, consiste en el análisis de dichas
observaciones sobre ambos tipos de naús . El término clave es navia
el noús que ‘iv íavia yvvEoOca’ ~ el que <ií~ i’ctvi« HOtEL)» se
comprenden mejor si se precisa el sentido de ese “todas las cosas”.
Hicks es quien nos ofrece la solución: en este contexto náv’ra se
refiere únicamente a ‘r& voryTci, equivale e los “objetos inteligibles”
propios del naOs como ‘facultad inteligible> o ‘inteligencia’; y no a
cualquier “ente u objeto posible”> sea sensible a inteligible, o sea, a i’a
avía como ocurrirá en 431b 21 y Ss.; en este punto nav~ct alude a
ambos tipos de objetos a la vez. De hecho, no puede extrañarnos
porque es la misma restricción que se producia entre ‘ré EL&j y íé
vo1íd, las primeras serían más genéricas que las segundas que serían
11
III. 4. Acepciones de noús ‘humano ‘fil) 665
solamente objeto del naOs 42 acepción, y de naésis y noein marcadas;
y no en sus usos más genéricos (que abarcaban ambos aspectos
pensamiento” y pensar’ dentro del noús neutro, 22 acepción). Estas
diferenciaciones nos permiten salvar algún obstáculo al correlacionar
una serie de vocablos, por ejemplo, se nos dice con insistencia que el
hombre no puede pensar sin imágenes; y esto arrastra a algún autor a
extremar su interpretación de 432a 6 y ss. -donde aparece esta
afirmación— para hablar de «sensualismo o empirismo» aristotélicos.
Otros estudiosos> los que habitualmente citamos, matizan mucho tal
supuesta afirmación genérica del estagirita: puede muy bien>
sostienen, querer señalar el origen de los futuras i’& voryr¿ que
preexisten” en las “formas sensibles’ (=4’ i’Kg ELSEOL 79
aLa8vyrdt~). Con ello volveríamos a nuestros ndvra, 5vrct, ELSfl, vorj’rd,
y sus relaciones según contexto.
Aquí puede decirse con cierta tranquilidad que este polémico
pesaje (43 lb 24 y ss.) se refiere a las usos más genéricos de naOs —
noein —noésis — nóema, porque las cuatro categorias léxicas
intervienen, consecuentemente estaríamos en la ‘facultad pensante’ o
2~ acepción y nunca en un pasaje homologoble o las de capítulos coma
el IV y el V. En cambio, varios autores mezclan —por no distinguir esas
términos citados (náv’rc¿...) y sus usos no intercambiables— unos
pasajes con otros y traen a colación 431b 24 y ss. para sostener que
el naOs de los Cap. IV y y tiene ante sí directamente $ctv’raavctra
siendo estos sus “conceptos primeros” (z HfXOTGL votjpa’ra), con lo cual
amplifican el error cometida. Nuestro cuidado al localizar todos y
cada uno de los textos del Libro III evité semejante equivocación: las
“imágenes representativas” son los “conceptos primarios del “pensar
genérico” (rnoein, uso neutro) y en nuestros muy técnicos y marcadas
usos de la 49 acepción los objetos son, por contra, T& voiyi’d,, y
1 ¡ 1. 4. Ácepcionesde neás ‘hamano ‘<‘//2 666
únicamente ellos. Aun cuando se precise, en el caso de aquellos cuya
procedencia sea T& EL&) de la “sensación”, de la actuación de un nivel
diferente para transformarlos de potencialmente “inteligibles” en
verdaderas “inteligibles”.
Pero ésta será cuestión en el resto de la frase, ofrecer a través
de la famosa metáfora de la “luz” una analogía válida para la
comprensión de un punto siempre difícil y casi inalcanzable de su
concepción gnosealógica: ¿cómo se transforma en -té VOflT« ese
ndv-rcz que expresa es lo que es “inteligible” en potencia?.
(09 ~W ~W,O1OV -ro 4*o9’ i’ponav yáp ítvo ~i id 4<Lg noei i’& Svvápet
5vra ~pJpa’ra¿vepyeíi~ ~pd~aai’t’ Es la segunda parte de esta conocida
frase; veamos su arranque, ‘dg ~Ci~i’t~, otov -té 4&’. pues se merece
que nos detengamos en él. La calificación del noús del que acaba de
hablar —-r~ náv’ra nodv— de ‘ E&g uu< ha desconcertado a algunos
estudiosos: como vieramas, Aristóteles ha jugada con tres grados en el
processus del pensar ~ héxis,~pkgeia—entelékheia). siendo la
héxis un paso intermedio, ni pura potencialidad sin realizar (=dúnamis
)
ni acabamiento (=enérgeia—ent elékheia); aplicándolo estrictamente se
produce una clara contradicción con lo que hemos dicho en otros puntos
y con el contexto del Cap. y en pleno: un naOs «axiológicamente»
supremo según lo califica Dtiring,’ sería denominado “aptitud concreta
pero no actualizada” (=héxis como integrante del procossus ) para
desconcierto de quien así lo concibiera. La solución es no aplicar
categorias léxicas intransigentes. Algún estudioso se limita a hacerlo
aludiendo al “as’ de la expresion w~ «L§ i’ts’, sería “algo parecido a
una héxis” pero no exactamente una héxis; en suma, no tendria el
exacto cometido de la héxis que hemos venida considerando hasta
1Ansto/ek’s, pág. 901.
III. 4. Acepciones de noás ‘humano ‘0/2 667
ahora. Otros, con los que no coincidimos, van más lejos: héxis, como
tantos otros términos aristotélicos, tiene más de una significación y
aquí, sencillamente, no es el momento intermedio de realización de
una función gnoseológica. Asumimos, por tanta, la detallada
descripción de los usos dispares de héxis que hace Hicks,1 y, sobre
toda, las valiosas preci sones de Tricot y Guthrie.
Resumiendo, héxis es utilizada en este contexto debido a la
comparación noús <14 TT«Vl’« noáv’-4& (=‘luz”) puesto que ha
denominado a veces en el Libra II del OsAn/ma héxis a la “luz”. Pera
esta héxis —naturalmente— nada tiene que ver con la utilización del
mismo término en el Libro III para reterirse a una ‘aptitud conCretad
del ‘pensar humana>; tal y como la define el propio Aristóteles es el
opuesto a a’TEP1OLS7 ( “privación”), puesto que la luz” es héxis y la
oscuridad C’TEfl0L§ [De An 415b 15— b20]. Y, dentro de este bien
distinto juego léxica, héxis equivale indistintamente a enérg?1Q (416b
9) y entelékheia (419a 11) como nos recuerda Guthrie oportunamente?
Concluyendo, héxis (o ?rérgeia—entelékheia) coma estada positivo”
contrario a la “carencia—privación” eso serían este naOs y la luz” en
su carecter ‘actualizador—positivo’ se hallaría la semejanza. Ambos
trasmutan sus objetas —sean esos 114v-ra o potenciales vo~’rá, o esos
potenciales xpfflwtTa (¿colores”)— por ser capaces de suprimir la
“privación” que los hace igualmente opacas, seo a la “sensibilidad” (en
el caso de la luz —los colores), o sea a la “inteligencia humana” (en el
caso del naOs ‘divin&—los vo~iá). Que toda esta descripción
metafórica se inspira en la ,9~púb/¡ca platónica no por conocido, es
menos cierta.3
1 Ar,s/ot/e’sA~’An/nw, pág. 501,ver Biblioqr.2 D.c., pé~. 319> n.3.(Yé. Biblioqr3Yéase Libro ¡Y SO7b y ss Basten las lineas siguientes: «Porque auív~’r, habiendo vistaen los ojos, quiera su poseedor usar de ella, u aunque esté presente el color en las cosas,
—E-
III. 4. Acepciones de noús ‘humano’0/2 666
Por ello es correcto que contemplemos a ambos como
a. Factores externos que transforman la situación de partida. En
ello insiste, claro está, Nuyens.
b. Tercer elemento añadido a las otros dos (la ‘capacidad’ y su
‘objeto’). Que nos recuerdan Guthrie y Ross, aunque éste nos advierte
para que no lo entendamos como una función ‘mediadora’ que podía
hacemos pensar en un carácter procesual imposible en una aptitud
como la ‘intuitiva>.1
c. No en balde, se les denamina héxis= enérgeia= entelékheia; su
esencia común es ser <actualizadores’ porque son ‘puro acto’. Solo así
pueden “mover”> transformar la potencialmente “visible” o ‘intuible—
inteligible’ en efectivamente “visible” (xp4tctra) e “inteligible”
(voqTé).
Si se suman las tres aspectos el final de la frase, la explicación
de la metáfora analógica de la “luz” queda ya explicitada: de ‘r&
Suvága 5v-ra yp~~rra’ se pasa gracias al “acto iluminador” a
‘VEpYE xíx&cna’ y, análogamente, los ‘8uv64’.a vo~«’ se
transformarían en ‘kVEpyEíq voiyrá’;2 no hace falta decirlo, la
comparación de cuatro conceptos dos a dos (la favorita del de
z~ebes mu’> bien que si no se• a5ade la tercera espex.ie particularmente constituida para este.mismo objeto, ni la vista verá nada ni los colores serán visibles.— ¿Y qué es eso —dijo- a que te refieres?...Aquello -contesté— alo que túllamasluz.,>. [507d—el{¿o frpúb/ico cd. bilingUe, rl.Pabón—f. Qahano, Tomo II, pág. 214; cf. Biblioqr.}.1 Guthrie, ibftt~m., Ross, Arts’/áte/es, págs. 216-217. Concretamente nos dice éste :«Elintelecto activo no es un medio entre el intelecto pasivo y su objeto; el pensamiento es tiriarelación directa y no mediata> según Aristóteles. Pero, aun no siendo un medio, el intelectoactivo es une tercera cose, además del intelecto pasivo q su objeto, a le que hay que tener encuenta si se quiere comprender el hecho del conoct miento, así como la luz es una terceracose, además del ojo tj su objeto, que se debe tener en cuenta si se quiere comprender elhecho de la visión. La luz es la condición de un medio que se ha vuelto transparente en actopor la presencia de un iluminante, ij es su acto el que permite al ojo que pwt*ver, el ~rractualmente, y al objeto visible ser visto actualmente. Análogamente, el hecho de que elintelecto activo conoce ya los obejtos inteligibles permite al intelecto pasivo, que en símismo es potencia, conocer actualmente. u a los objetos inteligibles ser actualmenteconocidos.». (Ver Bibliogri’.2 Cf. Hicks It., pág. 502.
III. 4. Acepciones de noós 2>umano’0/2 669
Estagira’) este en nuestro caso incompleta: se explicita únicamente la
transformación producida por la “luz” y no la del naOs, que
consideramos ‘divino’ en el Hombre.
.—Las das frases que vienen a continuación cumplen diferente
cometida: ‘Kat o~ro~ ¿ vofl~ XW~UT& KW. dpty~k nú ¿uTaBiiS, rj o&4 ~
A4pyew.’ 1430a 171. La anterior nos caracteriza al naOs ‘divino’ en el
Hombre; obviamente, no debemos detenernos en ella en este capitulo>
sino en el próximo. Y en cuanto a la segunda, es una conclusión general
extraída no sólo de la frase inmediatamente anterior sino de toda el
arranque del Cap. V: <‘Aei ydp 1tpUTEpoV ‘rS TfOlnUV 1’O1J ITWIXOV¶09 i~ut ij ¿PXTI
rfj~ iix’qc>.’. En cuanto que depende estrictamente de la frase
precendente se analizará con detalle en su momento, pero ahora es
preciso recordar algún factor que nos concierne en este punto de
nuestro estudio, aun referida al tipo <humano’.
Porque esta conclusión cierra el círculo que se abriera con el
símil de la tékhne ya que esa referencia final “‘i 0px~¡ tfis Pur’ —
como bien recuerda Hicks—1 entronca con “ro aZ>riov K~ft rrou’¡’a~ov’ y
por tanto el arkhé en cuestión es igualmente causa final o eficiente.
También advierte el autor británico su semejanza con 1/eM 1025b 22
como se dijera en su momento: así, el naOs ‘divino’ en el Hombre es
causa eficiente o final como ‘-r¿ notoiiv’ frente al naOs ‘humano’ o <íoO
tTctO)<OVTO< que es “rr~g iL\q;>, la “materia” sobre quien actúa el arkhé
,
reducido aquí a ‘causa eficiente’ (o ‘final’). Este “roO ndaxov’ro< que
es “r~~ iPú-¡< nos interesa más, pues es nuestro uso presente. La
mención a la materia’ supone cerrar el círculo iniciado al comienzo, al
igual que en el caso de arkhé, pero sin la desigualdad conceptual que
1 /b,&m, péq. 503.
III. 4. Acepciones de noús »¿/mano ‘0/2 670
supuso la introducción de tékhne como opuesto de íSA~.
Se puede concluir el tema y el párrafo señalando que la
contraposición ‘agente—principio’ y ‘paciente—materia’ recorre la
filosofía aristotélica y se produce en cualquier momento del proceso
cognoscitivo; en nuestro coso, el nivel inferior lo ocuparía el naOs
<humano’ como “inteligencia” que sería quien praporcionara la ‘materia’
(=105 potenciales vo~-r¿) al “agente” o naOs ‘divino’ que ocuparía el
nivel superior o “supremo” (=‘wIiu&TEPÓV) del conocimiento en el
Hombre. Expresado por 1. Dúring quizá lo entienda mejor el lector, ya
que hablando «de los dos niveles del espíritu» añade en nota: «La
materia es una presuposición necesaria y es capaz de convertirse en lo
contrario (...); uno ‘<causa eficiente”> í6 novf¡a«v, pone en curso lo
evolución, que lleva a la realización del ‘rÚo§. Este esquema de ideas
biológicas se aplica aquí a las dos especies de actividad mental. En
cada escala todo paso es IIíh para el próximo paso, hasta que se ha
alcanzado el punto final. En el hambre viviente, en consecuencia, el
<VOlJ& naBrjliK¿§” es en cierta forma Wu~ del VÁI§ rTaOT§. Cuando
éste después de la muerte <-roih’ ¿oe’ 1E9 ¿cnt’, se vuelve ¿v¿pyeLa
puro.».1 Y como ~g§j~ pura es lo opuesto a la ?.0ul.
El párrafo siguente abarca el resto del capítulo V:
“ T~B 6’ ashó 4nw ~ KW!’ ~vépyeiavENtY¶ TI ítj~’ i~payjiatt ‘ i> 8~ KWTft
86v«gw xpóvcp nporepo~ é’ i’43 &ví, 5Xos 8~ oii6~ XPÓP<P ‘ dxx’ mix &r¿ p¿v voei&r¿ 8’ oil voet Xo~naOetq 8’ k’rt íióvov ‘rou6’ ~hepAnt ti reGio vóvov«OGV(L¶OV ~ (d&WV. Ou 3flJTpoVEiiqiEv SE, OIL ICUTO ~IfV«$IdES, <> ~
voG9 46uQ709, ti bey roórau ode~v voet” 1 ¿~4n. 430a 251.2
1 Aristóteles;, páq. 901.2 En versión de T. Calvo Martfnez: «Por lo demás, la misma cosa son la ciencia en acto y suobjeto. Desde el punto de vista de cada individuo la ciencia en potencia es anterior en cuantoal tiempo, pero desde el punto de vista del universo en general no es anterior ni siquiera en
III. 4. Acepciones de noús beimano ‘0/) 671
De las tres frases, la intermedia escapa totalmente a este
capítulo porque sólo habla del tipo <divino’. Veremos, por ello, con
pormenor tanta la primera como la famosa frase final del capitulo en
nuestro estudio de este tipo ‘humano’; sin embargo> la primera parte
del párrafo, está volcada a exponer el “acto de intuir—inteligir” a
“intelección—intuitiva” (=nóesis O y se relaciana claramente con las
textos del Libro III que hemos de ver en el uso marcada de esta
acepción 42> que expone el ‘acto de intuición’ o fruto de esa actuación
del naOs <divino’ en el Hombre sobre las objetos potenciales de la
<facultad intelectiva’. Escindir de dicho contexto —las citas de 42 uso
marcado en el Libro III— nuestra frase respecto al “conocimiento
científico” carece de sentido. En esa seguridad, éste es únicamente
lugar para señalar como contribuye esta frase 430a 20-’a23 a la
delimitación del naOs ‘,‘~ ‘rávi’a y’LvEaOca’. Y lo añadido al respecto es
una nueva precisión sobre su diferencia con el n~Ñ~ “‘¡4 návra noáv’
mientras que éste no puede ser ‘discontinuo’, o sea, pensar en
ocasiones y en otras no hacerlo (= no estar en acta)> se sobreentiende
que el naOs como ‘facultad intelectiva’ sí padece estas servidumbres
que le vienen de su aspecto de Wu’i, ‘materia’> can respecto al otro tipo
de noús, que es su héxis—enérgeia (zcomo determinación positiva) y
aplicando los principios generales comunes a todo su filosofar, el tipo
‘constructivo’ tendrá una preminencia real y lógica sobre el <receptivo’
que soporta limitaciones temporales y físicas por su dependencia del
alma (zla inexperiencia de la infancia, los olvidos de la vejez, etc
Como puede verse, esta primera frase ya nos recuerda la cercanía de
este punto con la obra dedicada a la memoria en los Parvo No/uro//a
cuanto tiempo’ no ocurre, desde luego, que el intelecto intelija a veces u a veces deje deinteligir. Una vez separado es sólo aquello que en realidad es u únicamente esto es inmortalu eterno. Nosatros, sin embargo, no somos capaces de recordarlo, porque tal principio esimpasible, mientras que el intelecto pasivo es corruptible u sin él nada intelíge.».
III. 4. Acepciones de noús ‘humano ‘0/) 672
(De tismoria), al igual que ocurre en las dos freses siguientes, que
concluyen el capitulo V.
La segunda frase requerirá toda nuestra atención, pero en el
próximo capitulo; sólo se haré notar aquí que nos suministra dos
adjetivos de primordial importancia para nuestra tesis de que <idi
rrdvi’« ITQVELY’ es expresión del tipo divino> de naOs (el <dedvctrov «o.
dC&ov9.
Finalmente, la frase que cierra capítulo ha sido discutida hasta la
saciedad por eruditos, comentaristas, y críticos de Aristóteles de
todos las tiempos. Como preferencia se destacarán en este estudio las
posiciones de estudiosos del siglo XX, que lógicamente asumen la
expuesto por los anteriores y se benefician de los progresos
filológicos de las dos últimos siglos; los elegidos son : Ross, Hicks>
Tricot, Rist, I3uthrie, Dúring, Martínez Lorca, Darbatin y T. Calvo
Martínez. Comencemos por estas dos últimas:
1. El texto francés sigue las inclinaciones de Simplicio y la
traducción presupone que ctvEu i’ou”rou dVEIJZ Ucrely!LKOU vofi : «mais
naus ne naus souvenons pas, car ce principe est impossible tandis que
Vintellect passif est corruptible et que sans lui il ny a pas de
pensée»’ Entronca este postura con una antigua corriente de
ínterpretación seguida, también, por ZabareHa y Trendelenburg;
asimismo, por sus partidarios.2
£~¿ 4nr , E. Barbotin pág. 82. Recúerdese que el texto qriego era: ‘Oii ~vrpoveiiogevSé. on ¶01310 $16> «TT«&<, o Se fl«8qT<K~ 1>013< 4&ip’ró<, KW. «VEIS TOU1’OU o¡~vVOft. [430a251.2 Comose havenidodandoaentender,Simplicio noes uncomentaristafiel ni,,x,rrnalmente, acertado de Aristóteles —a juicio de muchos, entre los que se inclu~je laautora— frente al caso de Alejandro de Afrodisias, intérprete ejemplar donde los haua.
III. 4. Acepciones de ¡mús ‘humano ‘0/2 673
2. 1. Calvo Martínez prefiere no decantarse por opinión alguna, y
deja las palabras finales del capitulo «intencionadamente en la misma
ambigúedad que presentan en el texto original»>1 con este resultado:
«Nosotros, sin embargo, no somos capaces de recordarlo, porque tal
principio es impasible, mientras que el intelecto pasiva es corruptible
y sin él nada intelige.»?
3. Aprovecha el traductor español ese punto para recordarnos las
cuatro interpretaciones posibles de tal final —Ka’, ‘EU ToÓTOU oó&v
vod en los términos de Sir D. Ross: 1) «Y, sin el intelecto pasivo, el
intelecto activo no conoce nada»; 2) «Y, sin el intelecto activa, el
intelecto pasivo no conoce nada»; 3) «y, sin el intelecto pasivo, nada
conoce»; y 4) «Y, sin el intelecto activa, nada conoce».3
4. Hicks nos ofrece su postura en esta sucinte frase: «in mg
opinion the Greek naturally suggests the view that ¿ l’Taelrtucs vofi§
is the subject not only of •8cgxr~, but also of oi)8’cv vod.».~ En su
versión, por tonto, Hicks opta por esta opción: <‘sin el intelecto activo,
el intelecto pasivo no piensa nad&>, o sea, la segunda de las
posibilidades ofrecidas parb. Ross.
5. Tricot sigue en su postura a O. Ross y la refuerza considerando
como un paréntesis explicativo de la frase anterior toda la conclusión
final, excepto las palabras que estamos analizando: «C’est une fois
séporé qu’il n’est plus que ce qu’il est essentiellement et cela seul
est immortel et éternel. (Naus ne nous souvenons pas cependant, parce
1 Acerca de/A/ms - T. Calvo Martínez, n. 79, pág. 235.21.c ,pág. 234.3 D Ross oc pág. 219. En su traducción del VeAn/me, D. Ross opte, por cierto, por laóltima de dichas posibilidades.~ It. , pág. 509 (Vé Biblioqr.)
III. 4. Acepciones de noús ‘humano ‘<‘1/2 674
quil est impassible, tandis que Vintellect patient et corruptible); et,
sans l’intellect agent, rien ne pense.».1
6. J.M. Rist, en su artículo “Notes on Aristotle De Anima 3.512
desecha dos de las cuatro alternativas de Ross como inadmisibles> en
cambio, no considera primordial establecer cual de las dos restantes
es la carrecta,aunque, finalmente, se decante por la una de ellas.
Cama puede verse: « ‘<and without the Active Intellect the Passive
Intellect thinks nothing,’tdla segunda posición en la lista de Ross, la
elegida por RisO y «“and without the Active Intellect nathing
thinks.”» (la cuarta opción de Ross, que por su parte prefiere éste).3
7. Guthrie adopta una pastura inicial semejante a la de Rist, sólo
esas dos opciones serían admisibles dentro de la doctrina aristotélica:
«(line 25) <And without the creative reasan nothing thinks’ or the
passive reasan thinks nothing’.».4 A continuación de su defensa de
esta traducción —conteniendo las dos posiciones citadas— ataca
duramente cualquier otra pasibilidad, (o sea, que el sujeto de la frase
sea el naOs 6 naeryrucó~) pues, en su opinión, seria «impossible and
absurd, a negation of his most cherished principles, for him tú say
that what is <in its essence activity’ could not exercise that activity
without what is potential, making act subordinate to, and dependent
on, pútentiality». 5 y está criticando la postura expuesta en primer
lugar, expresada en su traducción por Barbotin, antes que nada.
8. 1. Dúring opta por poner en relación las tres ideas finales
1 Vel #n~ trad. y notas pormenorizados de Tricot (ver 6i bliogr.) págs. 1 82— 1 84. (Estaúltima página contiene magníficos resúmenes sobre las posturas de los estudiosos sobreesta frase—conclusión>.2yé Biblioqr.~ Rist, /t. - pág. 18.4 Arista//e. Autrísonter, pág,321.~ Idem., pág. 322.
III. 4. Acepciones de noús »urnano ‘0/2 675
expuestas en este Cap. Y, llegando por ese otro camino a parecidas
conclusiones a las que venimos viendo desde U. Ross. Este es el texto
del autor sueco, interesantísimo como siempre:
«(1> Separado del espíritu receptivo, es decir, después de la muerte del individuo,unicamente el espíritu constructivo ea lo que él es> es decir> sólo su verdadera mismidad.(2) Ningún recuerdo puede seguir viviendo, pues cl espíritu constructivo no conservohuellas de recuerdos (=es ap&t~s) tj el espíritu receptivo (que conserva huellas de
recuerdos) es perecedero. (3) Nada piensa, es decir, ningún pensar es posible sin espíritu
constructivo.». 1
9. Martínez Lorca resume hábilmente las posiciones al respecto
en las líneas que siguen: «Por razones filosóficas (el contexto
literario está referido al intelecto creativo), hermeneúticas (la frase
sirve de conclusión final de todo el capítulo) y filosóficas (la
coherencia interna de la naética aristotélica)»2 y se decide por una de
las dos posiciones que —como vimos en autores inmediatamente
anteriores— se consideran más probables de las cuatro posibles según
O. Ross, y lo hace para elegir la misma que el autor británico («Y sin el
intelecto creativo nada piensa a ningún pensamiento es posible»);
descartando así —aunque la considere también correcta según las
razones filológicas. hermeneúticas y filosóficos implicados— lo
segunda más probable: «Y sin el intelecto creativo, el receptivo nada
piensa». Además nos enumera el autor español qué autores
entroncarían con esta postura: «Rodier, Tricot, Smith, Hett, Ross,
Dúring, Movia y Guthrie».3
En este punto de la exposición —tras un muy parcelado y
limitado análisis del Cap. Y a completar más adelante— ir más allá de
1 Idem , pág 900. Naturalmente, se volverá sobre este pasaje en el próximo capítulo.2 ¿c ,pás 131-132.3 ¡¿‘idem , pág 132; recúerdese que en realidad Guthrie 0pta por asumir ambas posturas.
1114 Acepciones de noús humano’0/2 676
reafirmarse en esta posición (común a los más autorizados estudiosos
del siglo) parece en exceso osado: desde luego> hay sobradas razones
filológicas para recusar que se esté hablando en este párrafo del ‘naOs
receptivo’ en vez de hacerlo del ‘constructivo> y bastarían si no las
reforzaran las hermeneúticas y filosóficas, como sin duda lo hacen,
para rechazar por altamente improbables las otras dos posibilidades
ofrecidas por O. Ross y cuyo sujeta de la frase es el naOs <receptiva
Empero esta dicusión olvida una palabra clave de esta famosa
frase: no se habla en ella tan sólo de ‘¿ CE nae~’róg voflg’ sino de ‘6
S~ rrc~Sryr~~& voíii~ •OccpTog’. La mejor contribución de Nuyens al
análisis de la frase es esa, habernos recordado que éste no es un
adjetivo cualquiera; por contra •Oapi’ós permite diferenciar al naOs
‘receptivo” y <humano” del tipo “divino”: el primero de los cuales es
toap-r¿; (=“corruptible”) y el segundo dE&ov (=“eterna”) tal como se
viera en la frase anterior
Pero si se relaciona el texto con el Libro 1 del De An y su
dicusión sobre la naturaleza del alma —corruptible o no, independiente
o no— como hace Nuyens, surge una nueva fuente de comprension:
como estado receptivo del alma humana, el naOs <humano’ (y por ende
receptivo’ y de la 4~ acepcion) es un na.Oog, y sufre el influjo o
«participación del cuerpo». Todos los “estados” íí~ ~u~fjg son
decididamente corpóreos o, al menos, sufren influjo determinante de
las condiciones corporales y de ahí que hollemos referencio a
“nuestros olvidos” (0i5 IxvnIsovEuoíxcv) al comienzo de la frase de
indudable conexión con las ‘bases fisiológicas’ de la memoria y el
olvido como lo llamaríamos hoy, detalladas en su versión aristotélica
en De Nemas-ja ~/ reminiscentía.
1¡J.c. , pág. 224.
677III. 4. Acepciones denoús »utnano’i’//2
Por si fuese poco> también recuerda Nugens en dicho pasaje que es
su ‘implicación’ material lo que liga al cuerpo a los naevjpsara sean del
tipo que sean (403a 10—11 y 16—22). Sin duda, todo ello supone un
apoyo a la tesis del presente estudio que niega el carácter <divino> al
noús <receptiva’ y sostiene en cambio que el naOs <constructivo’ no es
en modo alguno <humano’. Pera es que Nuyens, a su modo, sostiene el
doble campo léxico del término: habría un naOs como ‘facultad racional
del alma’ —tocxjxróg y rTaOh— y otro como ousía independiente que
tendría esas rasgos únicos de <dectvcvrov Kat
2.5.USOS MARCADOS, 4~ ACEPCION.
Distinción previa: baje !J alta intensidad.
Eí subepígrafe de usos de baja intensidad’ (aunque marcados)
comprende las obras del primer y segundo grupos —en este caso, /IC
u, CA! 1 rn tI. e ~s~cerancomo ‘acto UC ifltuu.,’
<33 U. ~ LIV, LíbE uy 3CuO¡ tntr,0n porqueo bien se refiere a éste o, al mismo tiempo, aluden simultáneamente a
su resultado: la ‘aprehensión’ de los primeros “principios” (¿~poO. La
comunidad de todos los textos señalados se configuro en torno a 1) el
enfoque hermeneútico—lógico (=clasificatorio de las funciones de la
‘parte racional del alma’) y 2) la explanación de la capacidad
‘intuitiva” del hombre (=escindible del ‘razonamiento discursivo” de
cualquíer típo). Justifica tal comunión de intereses englobarlos en el
10c. , páqs. 310 ~ss. (Ver Biblioqr.).
III. 4. Acepciones danoús >%‘llneno ‘t’//2 675
mismo superepígrafe y distinguirlos radicalmente de las citas del Da
An que vendrán después como usos marcados de alta intensidad al
proporcionarnos una explicación genética de la fase culminante de su
nueva gnoseología (la del tercer grupo de obras).
En atención a que hacia dos acepciones (22 y 32) que no
enfrentabamos textos del primer grupo de obras> no pueden dejarse de
considerar las especiales circunstancias de las nociones noéticas de
Aristóteles en dichas obras. Recuerde el lector que el noOs ‘humano’
en ellas se limita a ser una <razón humana” genérica representada por:
a) una ma~s b) unas aptitudes concretas —no explicitadas en su
funcionamiento— que abarcan desde los usos más vulgares del término
(como “sensatez”, etc...) hasta lo i»te//¡¿gen/1o pasando por factores
‘intuitivo—perceptivos’ (“tener ojo clínico”, o “ser perspicat, etc...) de
distinto genero (practicos—teoricas).
Tal cúmulo de factores incluirian una <intuición— in/eJhgenIia
capaz de realizar el acto que supone la 4~9 acepción uso marcado: pero
la conexión una vez más no queda genéticamente establecida. De todas
formas, nuestras citas merecen hallarse aquí, sabiendo que no tienen
exactamente el mismo valor que las expresiones tan aparentemente
iguales del OrAn no en vano se integran en estructuras cognoscitivas
bien distantes
Si nos centráramos en las obras éticas en estudio, desde luego su
semejanza entre si queda rata por una salvedad capital: en tW la
‘intuición— perceptivo’ como naOs 32 acepción O’) no existe, hay aún
una confusa noción ‘vulgar’ de la’<intuición práctica’ y ésta no queda
configurada como lo será tan bellamente en el Libro VI de [IV Pero el
problema de los An Post —obra ‘puente’ con el segundo grupo, pues
(por su contenido) parece cerrar el primero— es similar aunque sea
III. 4. Acepciones denoós 2w/nono’0/2 679
obra hermeneútica y no ática: la ‘intuición perceptiva’ es de nuevo el
problema, pero esta vez —al estudiarse el fundamente del Saber
científico— es en su aspecto ‘teórico’ y no ‘práctica>. Para analizar el
fenómeno de la ¿naywyxj —mal denominada “intuición” cuando
“conducción” sería, aunque platónico, más adecuado—1 resulta
inevitable incluir alusiones varias a la ‘intuición’ de “lo generaF
(KaOOAOU) en los ‘sensibles concretos’ que nos oferta la ‘sensibilidad’
haciendo pasible el <razonamiento silogístico> y, finalmente, la
<intuición de los principios superiores’ del Saber.
Se puede concluir que en las obras del primer grupo, entre otras
muchas cuestiones, no quedan estructuradas en toda su complejidad
posterior (léase en las obras de los grupa segunda y tercero) los
aspectos ‘intuitivo— perceptivo’ e <intuitivo— abstractivo’ del naOs; se
contenta Aristóteles con los lugares comunes del academicismo y de
ahí las resonancias de la Repúblico en sus textos; pera, ha rechazado
de plano los aspectos esenciales de la teoría platónica de las ideas y
como consecuencia no puede hallar una explicación genética plausible
propia, adaptando lo <intuición abstractivo> de Platón y atribuyendo o
confusas ‘aptitudes intuitivas’ de arden inferior —a través de
expresiones locucionales variables o alusiones ambiguas al naOs— la
‘intuición perceptiva’ que explicará brillantemente en su Dc 4,7 con
la KOtVI] cixo6~at~. De la lucha entre su evidente afán de basar todo
conocimiento en información sobre los seres naturales —mal llamado
‘empirismo’— y su reivindicación de fundamentos axiomáticos para todo
Saber (incluida el Científico—Natural) que erróneamente se puede
denominar ‘idealismo’ <al provenir de Platón tal aspiración), nacen las
tensiones sobre esa acepción 12 del naOs ‘humano’ que la harán
Pue~ ‘inducción’ es término cargado de resonancias posteriores j tiene en la modernateoría del conocer científico un uso muij alejado del aristotélico.
111.4. Acepríores de no/ls ‘humana ‘Ú¡’) 660
estallar en las otras (2~, 32 y 49) que contendrá el tipo <humano’ en los
momentos de máxima elaboración gnosealógica. Aquí advertimos cómo
el esbozo de ‘intuición’ al servicio del Saber Científico de An Post.
englobo más facetas —es menos clara en su delimitación sémica— que
los usos de alta intensidad del Do An que vendrán tras LIV ; pero
también, echaremos de menos ahora la delimitación patente entre
función ‘intuitivo— perceptiva> y función ‘intuitiva— abstractiva’ de
obras como EN, Libro VI y DeÁn , así como su ‘genealogía’ del ‘acta
de intuición» (en DeÁn ) con la determinación del lugar preciso que
ocupa el naOs ‘divino’ en el Hombre.
Llega el momento de exponer estos textos de los das primeros
grupos de abras aristotélicas, sin mayor dilación.
2.3.1. LiSOS MARCADOS. BAJA INTENSIDAD.
Primer Grupo de Obras.
Comenzamos por tui que parece contener un planteamiento más
arcalco de la materia que la obra lógica que veremos luego —.4.o Pog/
además ésta se mueve en un plano distinto a aquélla, como denuncía ya
el presente texto:O &~ po~g ~ai’t rrep{ i’a~ ¶0W V097<JW Iifl ¶0W
~g~¿rna4~ 1’Qv ~a’ ¿no8eí~eús 6vmw éo’rW, «18’ doxai ¿v«nó&inos din’ o4r &‘¿{n TTepj ¶&q dúx&~ ~ fTflCfl~u9, dxx’ ¿ voO9.
—7
iii. 4. AcepcIones de noús Ywmano ‘t’//2 661
‘II S~ oo~’u ~udv¿~ hrwnjgw ~ú vafl I31JyKE14IEVT~ ~anvyd~ ~ ooÑ nrtnepi ~«Sdox&~ rai ra OC ¶03V dpxd~v ij8~ seucv4eva, nepi a ~o&’ uepi r&~ 4x69, 70V 1>0V CCIJ’TT1 jietexel, ~ Se lTfpt 7& lfT& 7«~ «0X0& per’
roSe aw9 5vra, it ¿rw’njun9 pe¶éxa ~ine Sijxov ~n ~ on4>h kn’w & re
1>013 KW. CITW’i’npiK O’UYKEWEVIl, OflT EtT[ 03> 1Te~1. 1’(LIJI’(I, iiepi. 0 KW. O VOU~ KW. 1~
eTrbTl’lflITI.” [Nt/li Va 20, 24, 25, 27,28 Q
Como se sabe ya, ésta es la reducción de las cinco “virtudes
intelectuales del ‘alma” tradicionales en el academicismo de MM
equivalente al texto de comienzas del Libro VI de [>4/? En ambos
casos se ‘reducen’ a dos grandes “virtudes intelectuales” del alma las
supuestos cinco iniciales> a saber, saphia y phrónesis (+).3
Entrando en materia, el arran~ue de nuestra primera frase es de
claro resabio platonizante con su contraposición ‘íó3v VOY’p’úw/ TV
5v-rúw’. La expresión parece escindirlos en dos ‘tipos de objeto’> que se
corresponderían con dos tipos de ‘realidad’, eso sí, ya concebidos por el
noús como ‘inteligencia intuitiva’ y no por distintos facultades:
‘resabios platónicos’ quizá, pero ya las lineas futuras de su
gnoseología anunciadas con claridad. También puede ser un mero
indicio de su problema en la ‘intuición”: o de lo ‘percibido
directamente’ (“cosas”) o de lo ‘inteligido posteriormente
l En le versión espaiiola de P. de Azc~rete: «En cuento a le inteligencia, se aplica a losprincipios de las cosas inteligibles y de los seres. Le ciencia sólo se refiere e las cosas queadmiten demostración, y siendo los principios indemostrables, resulta que la ciencia no seaplica a los principios, cuyo conocimiento sólo a le inteligencia y al entendimientocorresponde.La sabiduría es un compuesto de la ciencia y del entendi miento, porque le sabiduría está enrelación ala vez con los principios ‘y con las demostraciones, que se derivan de losprincipios y son el objeto propio de la ciencia. En tanto que la sabiduría toca a losprincipios, participe del entendimiento; y en tanto que toca a las cosas. que sondemostrables como consecuencias de los principios, partícipe de la ciencia. Luego lasabiduría se compone de ciencia u de entendimiento; y se aplica a las cosas, a las que seaplican igualmente el entendimiento y la ciencia. En fin, la conjeture es la facultad por laque procuramos, en todos los casos en que las cosas presentan un doble aspecto, distinguirsi sono no son de tal ocual manera.»; PA’rol, Le Creo /*ro/- tkrele&Érr« pág 70
(vé. Eiblioqr.).2 como se viera en acepciones anteriores; véase además el esquema del Libro VI ubicado enla exposición dele 32 acepción, si así se desea.~En UN el pasaje de la reducción da comienzo antes de nuestras citas —en 11 96b34— peroconcluyeconellas —en 1 iVa 31—).
III. 4. Acepciones de naás »vnreno’0/2 662
(“inteligibles”). Empero toda la /ÚI y especialmente estos capítulos
finales del Libro 1 sufren estas tensiones contrapuestas: por ejemplo,
el clásico punto -común a sus éticas— del óp8~s Xóyos, que le
preocupa en ambos capitulos, se subordina a una ~QP±=omnipresente a
cuyo servicio está la phrónesis (+), que reinará en la esfera práctica,
libre de tal inclusión— subordinación > y por sí sola en la EA’. Sin
embargo, en nuestras citas posteriores del presente texto (1 197a 24
y ss.) parece muy similar la noción a la futura formulación del mismo
tópico en FN : sonhia integrará noús— ‘intuición intelectual’ +
epistéme en su seno. La distancia se establece cuando afirma aquí la
escisión ‘por la clase de objetos’ entre ambas parcelas de la sophía.
noOs—epistéme, que es el residuo más patente de platonismo del
pasaje.
Ocuparse con mayor detalle de la <intuición de lOS principias> por
parte del noús es casi imposible> porque este pasaje se limita a
explicar la ocupación sectorial de cada héxis dentro de la “sabiduría
teórica” en esta obra sinónimo casi de “Sabiduría” genérica, pues la
phrónesis (O le está subordinada, al menos sobre el papel.
En cambio, los fragmentos de An Post que examinaremos a
continuación s~ nos permiten reflexionar sobre el particular
Por cierto, las contradicciones señalados entre las obras
anteriores a las del tercer grupo y éstas sobre la estructura
gnoseológica son las que han llevado a algunos expertos a sostener que
Aristóteles entendía a la ¿naywyij como un sustituto parcial de noús
(por ej. en An Post 10Gb 4, F,VLibro VI—fragmento primitiva a del
primer grupo, iiJQb 2W3 1) y, por tanto, la ‘inducción’ —entendida
como <facultad de captar lo universal en lo concreto’— equivaldría
parcialmente al noús—’intuición’ (es decir, seré ‘intuición—perceptiva’).
III. 4. Acepciones o? noús Zwnzano ‘¡1/2 663
Todo lo cual presupone que la ~naywy~aristotélica sería mucho más
‘moderna’ de lo que en realidad es: estamos ante un claro anacronismo.
Y de parcialmente anacrónico hay que tildar también el interesante,
sin embargo, artículo de J.H. Lesher sobre el sentido de nuestra
término en An Post, por contener planteamientos como ese;1 empero,
pone el dedo en la llega al advertir la falta de elaboración de la KOtv
en esta obra y> por ende, de configuración de la ‘intuición’ tal
y como hará el de Estagira en sus obras posteriores, fusionando el naOs
(hasta cierto punto) ambos aspectos.2
El texto inicial de An Post, es:
“KW. (IUTTCP CV TOt~ «XXow 11 «PX11 &TT>’flhJV, TC1J1’0 8’ 013 ¶U,1J1’O fl«V¶«~OU,
dxx’ ~v p6~ei v~v ¡n’d, 6> &~ péxa8íeow, ~Xo 8’ 6’ ~XXú~o5ro~ 6’ auXAoyloíi«mro a’ nptraaw &jieoo~, 6’ a’ ¿noae{at ~& ó vos. ‘> LAn. f~st. 85a 1 j.3
Pertenece al primer libro de las An Post y nos sitúa bruscamente
ante el tema central que nos preocupará en todas estas citas de su
otra hermeneútica: la correlación ¿nayúqvj—noos en su aspecto de
piedra angular del sistema para el científico natural que es de
preferencia Aristóteles. problema grave también para el de Estagira
éste, puesto que no poseía aún una teoría gnoseológica original y
1 “Ihe Meaninq of NOT’Z in the Posterior Analgtics”, (vé. Bibliogr.>.2 Estas sedan sus afirmaciones principales:«In particular, wish te drav ettention tethose passages i n which Aristotle seems te thi nk of vou~, not si mpl ~in terms ofqraspi ngfirst principIes, but more generall~as ‘insight’,orthe ‘graspingofa universalpnnciple’, without reqard to ttie position of the principie in the deductive s’jstem.Further, bg pointinq out the ‘w’aus in which voí~ relates to daenow, ~uay<írrj, amiic~adxou principles, 1 hope to shov that vofl~ 13 mt properlu thouqht etas intuition orintellectual intuition, et least in onq sensé of these temis which would torce us todistinguish vofi9 from ordinaru empiricalknovledge; and, finallu, that the account ofvoiJ~ of fi rst pri nci píes et II, 1 9 is neither ah%z’ mr inconsistent vith other feetures ofAristotle’s epistemologg.» ¿.c. ,pág. 45, ver Bibliogr.3 Versión espúliola de ti. Lendel Sann’múrtíri : «[<Un térmi no> es uno cuando se haceinmediato, ~es una proposición una, sin más, la <que es> inmediata.) Val igual que en lasdemascosasel principioessimple, pero men todas parten! mismo,sinoqueenel pesoesla mina, en la música el semitono, ~otro distinto en otra cosa distinta, así también en elrazonamiento lo uno es la propos1c~ón inmediata, en la demostración j la cier~ia, encambio, es la intuición.»; 7’roted~sdeLc~,co,Orpemrn, An. A~s/. Vol II, ve. Biblioqr.
¡II. 4. Acepciones de noté ‘humano’ <‘//,¿ 684
aceptaba o sobreentendía una ‘noética científica’ platonizante con su
lectura del naOs como ‘intuición de las ideas mismas’, todo ello en
medio de una concepción revalorizadora de los datos sensoriales y los
fenómenos naturales como objeto del Saber científico ‘tan excelso
como los ‘seres necesarios’ e inamovibles que únicamente admitiera su
Maestro.
Atengamos ya al pormenor del primer texto, 65a 1. En él se traza
un símil con varias ejemplos, el mejor de los cuales es el intervalo
musical —el semitono— porque es asociado numerosas veces por
Aristóteles con esta cuestión de la “proposición” (TTV’raa§) sobre
todo, aunque aquí lo sea tñmbién del “conocimiento científico”
(epistéme). La analogía aparece varias veces en De /ntarpretotione o
en la obra presente de manera incompleta: “semitono” como unidad
“indivisible” o “intervalo musical”, por un lado, y “proposición
indivisible” (np&rau~ dgeaog) como “unidad del discurso lógico” o
“silogismo”> por otro. Algunas de dichas menciones nos aclaran su
equiparación analógica con la frase que centra nuestros esfuerzos: EV
6’ «nO6EL~EL K«I. ErTLOTIflLfl ¿ VOUS’.
En primer lugar es explicativa del sentida de r¡p&raoi; (aquí,
dnótcuvt.s, “aserción”) “simple” (&nXoiig) frente a la “proposíclon
compuesta”:
«Es un enunciado asertivo si nguler el que indica una sola cosa o el que tiene unidad
graciasa unaconjunción, usan múltipleslosque no <indican> urtasolacosaolosque no vanunidos por conjunción. (...> De las anteriormente dichas, la una es la aserción simple, v.g.<afirmar> algo acerca de algo o <negar> algo de algo; u la otra es la compuesta de estas, v.g.un discurso ua compuesto. Le aserción simple es un sonido significativo acerca de si algo
se da o no se da, con arreglo a la división de los tiempos.» [¿~/n/.1 ‘la 1 5-a241. 1
Huelga todo comentario al tono musical que revela el símil
1 Trad. del mismo autor jvol,cf A~/n/
— — ~•1——
III. 4. Acepciones de noté tU,tnano’<’//2 665
implícito anteriormente indicado: la “aserción simple” (4i’OJj
dnótavots’) es el equivalente discursiva del “intervalo musicaV, el
elemento menor y básica de todos, como el “semitono” en su contexto.
Pera en los ,4n Post no faltan las asimilaciones entre
“proposición simple” (rrrx5’raaLs &nÁoiJ~) o “proposiciones inmediatas”
(fl91ct0L§ aI±EcYo9)y el “intervalo musical” o unidad de sonido. Del
tratamiento analógica de la cuestión surge el problema habitual:
varias aspectos dentro del mismo símil, en nuestro caso cqt~aa~ es a)
‘inmediato” o ‘proposición precedente’ en el silogismo —como debe ser
la “proposiciórV anterior (“inmediata”, en este sentida) ‘inclusiva’
respecto de la derivada de ella en el silogismo—> b) “indiviso” o
“unitario” en el sentido anterior de sinónimo de t’rÁofig o “simple”, que
seria asimilable a la proposición, como o “simple enunciación”
de la cual habláramos en la 22 acepción marcada como le será fácil
recordar el lector.
Esta radical ambigúedad se aclare en las líneas que anteceden a
nuestra cita (85a 1) desde el comienzo del capítulo 23. En el mismo
se correlacionan ambos aspetos a) y tú claramente: hay intervalos
mínimos proposicionales —la ‘unidad silogística’ equivalente a la
musical o semitono— y surgirán de dichas “proposiciones indivIsibles”
(que serán las mismas para variadas proposiciones) las secundarías o
“compuestas”> pero dentro de cada género — o apartado de la ciencia—; a
continuación matizará dichas afirmaciones, pero en las líneas
primeras del fragmento que es nuestra cita se nos insiste en la
proposición inmediata como la precedente o referente que incluye a la
proposición demostrada.1 Comparable a la “proposición inmediata” o
1 Para recabar más información —claramente expuesta— sobre estas materias lógicasrecúrrasea :1. During, oc. ,cap. ‘Lenguaje, opinión yverdad’; 1 Robin, Lo¡rnxe9rtCqa~ pág. 261 u sso D. Ross, ~zc.,cap. II(ver Bíbliogr )
III. 4. Acepciones denoté u4&m ‘0/2 686
no—mediata” (no “compuesta”) es el ‘acto de intuición> o nuestra
acepción de naOs en la &TTÓSEL&S (r”demostración científica”) es el
intervalo básico o ‘medida unitaria’ por su “inmediatez” típica del
carácter ‘intuitivo> de su función. En frase aclaratoria de Sir D. Ross:
(es) «the intuitive grasp of an unmediable truth»,1 lo que remite
directamente a la «verdad antepredicativa» defendida par J. Moreau en
su ya mentada obra ?
Se sintetiza en este final del párrafo que se acaba de resumir
más arriba el naOs como el ‘acto’ mismo cuyo fruto son algunas de las
“proposiciones simples e inmediatas” : precisamente las que merecen
tal apelativo simultáneo> los que suponen los ~ot Cprincipios”)
científicos. Porque son los “principios” hallados par el noOs —como
‘facultad intelectivo—abstractiva’— en el acto mismo de la ‘intuición’
los que permiten formular las “enunciaciones” o proposiciones básicas
—de los tres tipos explicados más adelante (Cap. 32) que merecen> en
su uso técnico a restringido, el nombre de ¿crTXoíJ§ y d¡xcoo~; mas en el
capítulo 23 del cual nos ocupamos ahora ambos términos son de usos
más genéricos o ambiguos. -
Prosigamos profundizando en la misma argumentación con el
texto siguiente, precisamente ya en el contexto descrita en lineas
precedentes, pues pertenece al Cap. 33:
“XXXIII. Td 5’ éTuar~rdv iafi ~rurn$n~Sta4épet íoC 8o~aaoU *i
iib’ ¿Tnmi5fl ~86XouKflX bX~ avayKflM¡w, 70 5’ ftVft~KUAOV 013K ¿V&fXeTQX
~W9 ~ S$~ov o5v on nept pev ra.wra ¿rnan~fl oix can> e~n y4 ivd&6v’rn~ &XXÚ>c ~~av14 &XÑ~~ d>ú~i pi~v odt~ vaú; (X¿yw y4vo~v 4xi~v e 1T~0T1j.IT)~) ada’ énunjp~ ¿v«nó5euao.~ ‘ i’ofrro 5’ ¿ah’ ~n6X$’w‘rik
dp¿uou TTpo1’aoeo>~. ¿M6fi~ 8’ Ani voO~ rd énwrijp~ nti 5~ icÉ íd sd ‘ro6íowxey4evov ‘ d~we xdxtera 8ó~«v ¿tva nept íd dxx~e¿; ~v f~ itrc~8os, ¿vséxósievov
1 (orn. 10A4 f~st 6Sal - (Vé. Bibltoqr.)2 Ar;t/dte/es«svex¿e/e , págs. 169 u”. ante todo, págs. 171-174.
1 —
III. 4. Acegciones de noté ‘humano ‘(1/2 687
rw. aXXw~ q<CW. i’oui’o 8’ eurw uTTóXipJi% TT~=~ dp¿oou npoíáa~og ¡«u IniKIXt OIIOXOYO1JVfVOV 8’ 0131’O) 1014 44U>OIiévO14 ‘ re yap 5ó~a dgpaow,
¡«Lt í~ 4>óaw u íou6’r~. i~po; 8~ i’oiiicn=’ od&i,~ o~i’at 5o~á4ew, 5vn’ o~q’radz6vai’ov &V~w ~xeu’.&X’ éri<na~at ‘ dxx’ 6,in’ chin II
5A o51’os, oil iiiiv dxx¿nil &XXW od5~v núMeu’, tare 8o~¿4ew, ~s íou.¡ romw’ou 8o~¡v o5ouv, tou8’ ¿vayicuSrn¿lTWfl ¡ni’. [Ai~./bs!. 68b35y36,bSa 1V’
En et-fregmento que es nuestro sujeto actual se nos explica la
diferencia entre “ciencia” (epistéme) y “opinión” (dóxa>; para ello, se
nos habla de tres ~Et referidas a la verdad (dóxa,.gpistéme y np~) en
parecidos términos a los que conocemos desde la 2~ acepción. De ahí
nuestra preocupación por los restantes aspectos del texto> que no son
tan conocidos hasta ahora. Este argumento novedoso se centra en
ofrecernos tres ‘definiciones’ del naOs : a) la única definición como tal:
9Áyw ...voOv dp~<ijv ¿ntoniin~<; W su equivalencia en las presentes
líneas: EflLOTflgfl «VaTOSELKTO<; y cl la ‘explicación’ de b> : “roiho...
¿cuy UUOXYpJSLg rii& ágéou npo’rducú<.
Esta interpretación —de la cual disiente Lesher en su artículo—2
se debe a D. Ross y es generalmente admitida. Realmente es fácil
1 Versión de Cande! Sanmartín: «33. &?nciey opinión Lo cognoscible científicamente ula ciencia se diferencian de lo opinable y la opinión en que le ciencia es universal y <seforma> atravésde <preposiciones necesarias, ylo necesario no es admisible que secomporte de otra manera. En cambio, hay algunas cosas que existen y son verdaderas peroque cebe que se comporten también de otra manera. Esté clero> pues, que sobre ésas m hayciencia; en efecto, seria imposible que se comportare de otra manera aquello que es posibleque se comporte de otra manera. Sin embargo> tampoco <hay sobre esas cosas> intuición (enefecto, llamo intuición el principio de la ciencia) ni ciencia indemostrable: esto es laaprehensión dele proposición inmediata. Pero la intuición y la ciencia y la opinión, u loque se dice por mediación de ellas, pueden ser verdad: de modo que queda la posibilidad deque la opinión verse sobre lo verdadero o sobre lo falso que es admisible que se comportetambién de otra manera. Y esto último es le aprehensión de la proposición inmediata y nonecesaria. Y de esta manero se esté de acuerdo con las apariencias: pues la opinión esinsegura u tal es la naturaleza «le lo opinable>. Además de esto, nadie cree estar opinandocuando cree que es imposible que <algo> se comporte de otra manera, sino que estéconociendo científicamente; pero cuando <se cree> que <algo> es así, pero que nada impideque sea también de otra manera, entonces <se cree> estar opinando, como que de una cosa deese tipo hay opinión, de lo necesario, en cambio, hay ciencia.».2 ¿.c. ,pág. 54 u ss., y disiente porque ésta es la versión de D. Ross en su completocomentario a 103 >Un 1i29/ u J H. Lesher es muy crítico respecto a dicho comentario. Encambio, en algunos detalles de nuestra exposición Lesher —que es muy concienzudo en susanálisis— nos servirá de inspíracion.
III. 4. A creacionesde noús ‘¿‘ameno ‘<7/2 668
aceptarle al autor inglés que ‘EflLUTflflfl avano&uao§’ designa lo
mismo que noOs como ‘acto de intuir>, pues ávanó&ucl’o§ designa lo
que no es ‘raciocinio’ sino que es “verdad necesaria intuitiva” y el naOs
es el que actúa por la “ciencia intuida” o no “razonada” consistente en
el principio de la enistéme misma: tp~Y}i> ¿ntaTr)I.u’)§’> o nuestra
definición expresa en GSb 35 de lo que es el ‘acto de intuir’ o
“intuición”. Si se. recuerda, además, que &vaxr¿Scuctos sería lo
contrario (si fuese un sustantivo u no un adjetivo) de la
“demostración” o dnóSaag , base del “razonamiento discursivo” que, a
su vez, es el instrumento del “conocimiento científico” o epistéme
,
toda el análisis de O. Ross queda bastante fundamentado. La
correlación entre a) y b) arrasta la de O con ambas ‘definiciones’ de
nuestro uso marcado de naOs 42 acepción, ya que es presentada como
una aclaración de b) : este aspecto “indemostrable” (&INZJTÓSEU<TO;) de
la enistéme equivaldría a “la aprehensión (únóhj4a;) de la proposición
inmediata” (i’fjg ¿guau flpOTaoEú3~). Además> las líneas siguientes> a
las cuales nos hemos referido al principio de este examen del
fragmento, nos tecnifican el ambiguo óji¿ao~ en otras ocasiones, como
vimos en SSo 1; tal especificación se logra diferenciando la
aprehensión de proposición inmediata y no necesaria” (‘íofrro 8> ¿cuy
?móX~4stg 1’fl§ ¿jxécou fl9OT«OEÚ)§ KaL ~ (tV«yKatct&’) pertenecientes
a la déxa, de las que pertenecen a la epistéme que se sobreentiende
serian ‘lJTT&\fl4a§ ‘rfl~ d~aou npo’raaEúi§ Kat vayKaa§’ en buena
lógica. El criterio díferenciador en todo este capítulo 33 —ya
tradicional desde Platón— es el carácter “necesario” o no de este tipo
de proposición, y con ese adjetivo —“necesario”--—se califica el campo
de la epistéme (‘Tofi... «vayK.atolj ETTLcYT¶tflV>, 69a 10) para delimitarlo
del de la dóxa
. 1~
III. 4. Acepcionrs’ denoús ‘humano ‘C/) 669
Precisamente, la frase conclusiva del mismo capítulo —el 33—
es nuestra cíta siguiente:
“T& Se XouTcc nw Set &un’éIpat Tt ‘re Sinvo’t«q ¡axi voii KO~t ÉTT1.Utlfll; rin
réxvn~ ntt 4povijaeosacÉ oo4~’ía~, i’¿ ~ 4vmrñ~ ‘r& 8~ iieut 8eo~pía~ ~idAX¿vcan>.” lAn. Ah?. 89b 61.1
La interpretación de D. Ross parece, una vez más, coherente: el
primer término diánoia aludiría al género —‘razón humana>— frente a
las cinco restantes que serían sus especies —flQL~.. soistéme, tékhne
>
phrónesis y ~piin—. Encajaría así esta lista con las cinco virtudes
tradicionales de la ‘razón humana’ (aquí diánoia) que viéramos
repetidamente en Mt! o [11/. Si mantenemos en este uso de la 42
acepción la presente cita de naOs es porque ha sido definido en el
comienzo de este mismo capítulo 33 como ‘acto de intuición’ en las
tres formas señaladas ya, si no fuese así se habría incluida entre
dichas listas de “virtudes intelectuales” del alma humana, Y con todo,
nos queda destacar la atribución de les cinco funciones de lo ‘razón
humana’ (diánoia equivalente a 1~ acepción de noOs) a dos tipos de
saber la “física” y la ½tica”,con todo el alejamiento de las posturas
platónicas que esto supone, al defender que hay diversos campos de la
epistéme y no un Saber única sobre lo “necesario” como para su
maestro. La posición aristotélica, por cierto, le obliga a propugnar
“principios” específicos para los campos diferentes del saber, versen
dichos campos sobre lo “necesario” (como en el caso de la “física”) o
sobre lo “no necesario” o que “se comporte de manera diferente” (como
en el caso de la “éticai. De ahí que las ~et descritas en este caso
puedan s~r utilizadas bien al servida de un saber concreto del campo
1 En la versión que venimos empleando: « Respecto a las restantes cuestiones: como hauque distinguir entre pensamiento, intuición, ciencia, arte, prudencia q sabiduría, soncuestiones> mas propias, unas, de la teoría fisica, y otras, de la ético.».
III. 4. 4cope/ores de noús »amano ‘6%) 690
de “lo necesario” o bien de otro del que no cumple tal requisito: naOs +
~pistéme~sonhia , según esto pertenecerían a lo “necesario” y tékhne+
phrónesis a lo ‘contingente’. Pero, esto último se deduce más de las
otras listas aristotélicas, ya analizadas en este capítulo de la
presente tesis> que de la presente, donde Aristóteles mantiene la
indeterminación del tipo de saber al cual atribuiria cada una> y —
además— si nos fiamos por obras de este primer grupo, la
estructuración no estaría en los términos anteriores, propios del Libro
VI de £4’ que es del segunda grupo. en consonancia con Prat o t/t/
sophía incluiría a phrónesis y tékhne , pues phrónesis es una forma de
saber englobable en el Supremo Saber del Hombre o ~~phía con lo cual
habría un equilibrio mayor en la lista: diñnoia// noús/epistéme
+nhrónesis/~j~n~, se sublimarían en una suprema virtud de la diánoia
humane: la Sonhia
.
Finalmente, llegamos al texto que concluye los ka. Post., el
más completo de todos, ‘§ Ci primer intento> fallido, de Aristóteles de
ofrecer una explicación del proceso del conocer del hombre
consecuente con su propia filosofía:
“ ‘Enet s? n~v nept njv Siávoixtv ~ewv dt~ dx~ee6apev al u~v det dxrjaetg, ,.‘ ,al S~ ént5éxov’rux ro *e~SOC, ¿lev Só~a art ?~oyw¡i6~, dXr¡8~ 5 «a dnw’n$n’i
icid voi3c, icuX odS~v ¿n r’4iui~ dtpi.Uoíepov JAXo yévo; 5 voO’~, «3. 8’ doxiú ‘n3v
¿TTo&~EÚw yvo~tpwrcpa.i, ETT~ai’pfl 8’ ~TTQfln.pera X¿you ¿mi, rGw doxGw ¿rno’rii¡rnph otk y ¿{n, fTTft 8’ oilsé> dx~6¿arepov ¿v8exernt ¿va ¿ntarijvn~ 5 votiv, voii~
Lv cii rG’v 4xGw, nr rc TolimA’ oxonoOa¡. ~at5n ¿naSe%eús doxii odr ¿nó8et~,14,
¿sr’ oi8’ eirteTi W9 CTTVYTTjfl. ct io5t> MT)&CV UXXIJ ii«oa eTrisy’rritn’~V yéVO~ ~XOM~V
dx~eé~,voO~ Lv 4 bno’nii.n’,~ 4xA. KtLt ~ ph 4x~ ‘n=’4xñ~ 4 a, ~ 8~ ndou0p0V09 Exc’. up¿~ ‘-o rr&v np&y1rnJkft/»st. lOObG,b9,b12(2)qblS].
1
10e) mismo autor, M. Gandel Sanmartin: «Por otra porte, puesto que, de los modos de serrelativos el pensamiento por los que poseemos la verdad, unos no sonsiempre verdaderos yestén expuestos a dncurrír en> lo falso, v.g. la opinión y el razonamiento> mientras que leciencia y la intuición son siempre verdaderas, que ningún otro género de saber es másexacto que la intuición, que los principios son más conocidos que las demostraciones, y quetoda ciencia va acompa~ada de discurso, no habrá ciencia de los principios; y comoquieraque no cabe que haya nade rn~s verdadero que lo ciencia, excepto la intuición, hobrá
III 4. Acepciones de naús »amaí7o ‘<7/2 691
Baste recordarle al lector que este final del Libro II de los An
Post o Cap. 19 lo denomina el traductor español «la aprehensión de
los principios», luego ya desde su primer esbozo de exposición de su
estructura del conocer propia —a través de una descripción del proceso
cognoscente— Aristóteles es consciente de que su dilema se centre en
mantener el postulado de un noús como ‘acto de intuir’ —“en las cosas
sensibles”— la “universal” y hacerlo frente a la posicion que ocupara
naOs en el platonismo.1
Las disputas más graves> por cierto> de los expertas respecto a
este emblemático final de los An Post provienen de su valoración de
la conexión entre ¿rraywy4—noús—epistéme ; descrita por media del
famoso ejemplo del ‘ejercito en desbandada’, ¿nctytúytj o
comprobación” —en la excelente versión española de Candel Sanmartín,
que huye del término “inducción” por las mismas razones señaladas ya—
es quizá la clave de toda discrepancia.
Bien cierta es que el capítulo entero debido al «inteligente
compromiso» de Aristóteles entre ‘empirismo’ y ‘racionalismo’,2
ofrece residuos de este dualismo aristotélica: tras la inevitable
crítica 61 ‘innatismo de la teoría de las ideas’, expone un relato
‘empirico—mecanicista’ de la ‘acumulación del conocimiento sensitivo—
perceptivo’ en el animal y en el hombre que haría las delicias de un
pens~idor ‘empirista-’materialista’ en el más puro estilo> para -sin
transición alguna— concluir con nuestro texto. ¿Cómo integrar la
experiencia mecánica del ‘cúmulo de experiencia’ que configura la
intuición de los principios, tanto a partir de estas consideraciones como <del hecho de> queel principio de la demostración no es la demostración, de modo que tampoco el de la cienciaeslacíencia. Sí, pues, no poseemos ningún otro género de conocimiento> verdadero apart.ede la ciencia, la intuición será el principio de ¡a ciencia. Y aquélla Será el prirEipio delpri ncipio, en tanto que ésta se comporta, en cada caso, de manera semejante respecto decada cosa.».
cfi. Durinq, oc. ,páqs. 167-168.2 /*m., pág. 179.
III. 4. Acepciones denoús »amena ‘<‘//2 692
¿naywyij con la exaltación de unos “primeros principios del Saber”
cognoscibles gracias al ‘acto intuitivo’ del noús como cierre del Saber
Humano? No es extraño que los estudiosos opten por posturas muy
distantes:
D. Ross extrema la cercanía del texto con unas naciones lógico—
matemáticas excesivamente modernas en su afán simplificador; a
pesar de lo cual, su exposición es siempre muy coherente y por esa
‘modernidad’ ficticio nos resulta tan familiar como una exposición de
5. Russelli’ Qué se quiere decir, lo expone muy bien esta frase de su
comentario a lOOb 15 y 17: «f¡ 8~ ndoct... npdy¡n. i.e. science as
whale grosps its objects with the sorne certainly with wich intuitive
reason grasp the first principles.».
Nuyens utiliza el texto> una vez más, para describir los tres
períodos en la producción aristotélica que nos ha descrito y nos
recuerda, de peso, la fundamental diferencia de este texto con los que
se le aproximarán en OsAn : aunque aquí se nos diga del naOs que su
función es la abstracción y “la intuición de los primeros principios”, no
se cuestiona en este momento el de Estagira la relación del noús con
el alma, problema y tema central, por contra, del DeÁn2
Aubenque destacará la conexión de nuestro material con lis/o
96 lb 25 en su tesis sobre Leproliléme de té/re diez Arista/e. Dado
que esto sería conectaría con el noús ‘dívíno’ —y que esto hace
efectivamente según este autor y Duríng, por senalar sólo dos
estudiosos— para llenar la laguna explicativa que en el análisis ‘ps¡co—
génetico’ de varias obras del tercer grupo satisfará el naOs ‘divino’ en
el Hombre, nos resultará obligado referirnos a ello en el próximo
1 Cf. su citado comentario a Arz. Pas/. ij el resumen de su posición (en su ¿4ris/t/eles, paga.63—85) extremadamente conciso.2 Nu’jens, oc. ,pags. 207-206.
III. 4. Acepciones denoñs »am&7o ‘tJQ 693
capítulo.1
Algo parecido a lo que ocurriera con O. Ross, sucede con rl.
Candel Sanmartín en una de sus notas al fragmento:
«Aparece aquí un claro paralelismo con la epistemología cartesiano: todo
conocimiento basado en juicios no analizados <opinión) o en cadenas discursivas
(razonamiento) está sujeto e error> cosa que no ocurre con la intuición (noiI, que es
inmediata q momento esencial de la ciencia (ep¡st¿bo,#). <Obsérvese que el término .ww,
habitualmente traducido por «mente», hace aquí referencia a la función mental básica,
pre—discursiva —o, más bien «condiscursiva»— sobre la que se funda el pensamientodiscursivo o pensamiento sin más —o*&rn’B—>.».2
Nótese> sin embargo> (a pesar del exceso de ‘cartesianismo’) lo
acertadas -~o coincidentes al menos can la postura que se sostiene en
el presente estudio— que son las observaciones finales del citado
traductor, modélico, por cierta, como tal.
1. Oaring matiza, más que los autores anteriores (tan minucioso
como siempre). y recuerda los mismos detalles que Nuyens o Aubenque
(sin detenerse en ellos, eso sí) sin caer en excesivos anacronismos
interpretativas como en candel Sanmartín a en O. Ross; en estos
términos se expresa:
«t~risVdeies explica, pues, el conocimiento de jos conceptos y principios primeros
como una combinación de experiencia u abstracción. Su punto de vista no puede serclasificado ni como empirismo ni como racionalismo, como tantas veces, él encuestra un
inteligente compromiso. En forma parecida describe el proceso de cómo mediante
argumentación se llega a conclusiones científicamente sostenibles. Observaciones de todaclase, con inclusión del wnsens’us smnium, del resultado de la experiencia de muchas
generaciones de hombres, nos proveen con el material de datos. El pensamiento lógico tiendeun puente entre los datos de la experiencia y los conceptos universales, conocidos
intuitivamente, u los primeros principios, considerada como descripción del proceso, suexposición es exacta y aun hoy todavía acertada. Que haga creído erróneamente que su
descripción explica también la cosa, tenemos que aceptarlo tal cual, En la aplicación
1 Cf. oc., págs. 55-58.2 ?‘ro4~Ye*¿&flc~v&wA9a,Vol II, ,*t [t~Y~’.,paqs.4.39-40, iv 3123.
III. 4. Acepciones de noús ?rarnano ‘(‘/2. 694
práctica, por supuesto, este método fue para él fatal, en parte, porque no tenía suficientes
datos a la disposición, en parte, porque entendía el concepto datos’ de manera diversa anosotros. Su método, por tanto> tal como lo describe, no significa en sí que planteare laexigencia de une argumentación ¿priori en un grado superior al de un científico actual.Mas en le praxis aceptaba como datos una multitudde hipótesis ¿priori j aun datos llenos
de errores, que le servían de archal Muchos de los art/za? postulados por él no son enabsolutos evidentes por sí mismos —~ no raras veces son del todo falsos. Finalmente,tenemos que senelar como su tercer error le introducción %¿ aplicación de una escala devalores en coses que no pueden ser objeto de valoracion.
Mirándolo bien, resulta extra5o que Aristóteles no haqa desarrollado más por extenso
sus puntos de vista sobre el origen del conocimiento de los primeros principios.».1
Tan extenso y pertinente comentario nos evita todo anacronismo
en la interpretación de los conceptos aristotélicos, al fin y a la postre
inmersos en las limitaciones del pensar griego clásico
Son das precisiones, de J. Floreau y Gauthier—Jalif, las que nos
acercan a la más radical versión (de Lesher) sobre la materia
implicada:
«Parecería> según todo esto, que la inducción tuviera por misión suministrar a laciencia demostrativa los principios universales que ella necesita, pero heq que tomar bien
en cuenta que lo universal descubierto por la inducción, se presume solamente, no segarantiza. El fundamento de la universalidad no se encuetra más que en la necesidad; la
inducción, al desbrozar lo universal de las observaciones particulares, nos orienta hacia lonecesario; nos muestra la causa, pero no la capia. La ciencia aristotélica reclamaprincipios más ciertos que los productos de le elaboración inductiva; lo necesario no secapte más que por—tirdio de une actividad intelectual que trasciende la inducción ij le
corona.».2
«Aristote disait que les principes sont les fruits de l’induction. Certains auteura,Trendelenburg (..), et Grand, ont vii l~ une contradiction. Stewart réplique é ben droitquen ce cas au cours dii ch. 19 du second livre des Seconds analytique oú fi attribue
succesivement la connaissance des principes A l’induction (1 OOb 4) et A ¡‘intelligence(1 OOb 12). En reelite, peur Aristote, l’induction, c’est-A—dire le rasaereblemení des cas
particuliers, no fail que préparer la yole é l’intelliger.ce, c’est-é-dire á l’intuition
1 4ristókles,págs. 179-180.2 ~ Moreau, AristóYe/es ysvex¿~/e, pág. 40.
III. 4. Acepciones de noús »añano ‘Mt) 695
inmédiate de l’universel contenu dans ces ces particuliers; la connaissance des principespeut donc ~tre attribuée indifféremment á l’induction (achevée par l’intuition) ou A
11 ntuition (preparée par Vi nduction) .» 1/
En suma> este texto permitiría ligar noús a EUcIyúJyTj como las das
polos o tipas de enfaque del conocer la realidad sensible,
indispensables para complementar la “demostración” propia de la
e~~steme mientras la ¿naywy~ ligada a la empiha” y la “opinión”
(dóxa) —al estarlo a la ‘sensibilidad’— puede ser verdadera o falsa; pues
no ‘capta’ o ‘aprehende’ de forma inmediata e intuitiva (como lo hace
nuestra acepción marcada de naOs) sino que opera por ‘conducción—
aproximativa’ o ‘compilación’ de datos u opiniones autorizadas en las
cuales siempre cabe el error
Estos extremas —tan bellamente sintetizados por Gauthier y
dolif— son llevadas a cierta exageración por J.H. Lesher en su artículo:
«tfso,,thenweare not beinggivenan analog~ between the grasping of the universal
and of tbe first principIes but an argument that the latter is a special case of the former:
inductionisthe meana b~whichwe reachfirst principles because it is induetion which ingeneral supplies uswithour knowledgeof universal principies. So understood, the account
oíl nduction of fi rst prí nci píes at 1 OOb 4—5 is a natural cnrollart¡ to out i nterpretation of
j~’Gs and induction as complementary aspects of the same activit~, and t~C~ as the kind of
kno\«ledge \4ich ~‘ege nc raíl u possess of universal principies.».2
En suma, para Lesher, el noús de An Post. es ‘intuición’ en sus
dos formas: ‘intuición perceptiva’ —asimilable a la ¿nczyúry~— e
‘intuición intelectiva’ o de los “primeros principios de la ciencia”.
Desde luego, también en este trabajo se admiten ambas formes de
naOs— <intuición’ (32 acepción +, en cuanto ‘intuición perceptiva-
práctica’) pero (a pesar de haber trabajado con esta misma hipótesis
que Lesher) resultó imposible establecer una ‘intuición perceptiva’
1 Gauthier-Jolif,comentarioa FN, concretamente a 1 141a 7—6, pág. 490 del volumencorrespondiente. (Ver Biblioqrú.2 ~• c., pág. 62; (vé. Bibliogr.>.
III. 4. Acepciones denoñs »amono’(¡/2 696
genérica o sostenible en el terreno de la ~pistéme o la ~PJ1k : ningún
texto utiliza expresamente noñs en los puntos donde Aristóteles
discute la cuestión de la <intuición sensible—perceptiva’ en el terreno
<científico o teorético’; como modelo puede verse cómo Aristóteles
alude a das ejemplos militares —que recuerdan a Homero y su nación de
naOs como “reconocimiento de una situación peligrosa en la batalla”—
sin emplear jamás nuestro término ni en este Cap. 19 de An.Post (con
e1 ejercito en desbandada”) ni en el Cap. VII del Da An III (can la
antarcha que anuncia el enemigo”); y es así, a pesar de que son los dos
puntos primordiales de esta materia, esto impide admitir la tesis de
Lesher en su radicalidad, forzando la limitación del naOs— <intuición
perceptiva’ al campo ‘práctico’ en el cual sí que aparece como
víeramos en el uso marcado de la 3~ acepción. En conclusión, tal como
se dijo ya al comenzar la exposición de estos textos de An Post. , el
recurso a esa metñfora militar se explica por lo insatisfactaria e
insuficiente que le resultaba en este primer grupa de abras su
estructura gnoseológica a Aristóteles. Por contra, en De Aa no
denominarla con noús podría tener una explicación muy sencilla: la
KOUJTI atOOYYYt& es la ‘intuición perceptiva’ requerida y ha sido
explicada suficientemente en los capítulos iniciales del Libro III en
cuestión, luego no ha lugar a la confusión implícita en este pasaje
final de An Post, que desemboca en interpretaciones tan libres como
la de Lesher.
Tras las citas de los mentados estudiosos y los apuntes a las
mismas, parece no quedar ningún punto importante por precisar en
este texto, ya que los que han dejado de verse serían repetitivos y
clásicos resúmenes de párrafos anteriores de este Libra II de la
presente obra lógica, por tanto, nos son sobradamente conocidos.
III. 4. Acepciones denoús ‘hilmono ‘¡¡/2 697
Segundo grUpo.
Incluirá tan sola el Libro VI de EN. En el mentado libro la
posición aristotélica sobre la 42 acepción se modifica en comparación
con el grupo anterior de obras; esta circunstancia se advierte sobre
toda comparando las dos éticas implicadas> Mt/ y EA”. Es respecto a
un visible residuo de platonismo en /%Y que gira la cuestión: la
oposición vorá/ 0PTa ( las inteligiblesV “los entes”) de 1 197a 20
será impensable en el entorno conceptual del De ,4n y ya nos
resultaría sorprendente —aunque no ilógica— en EN ; esta fuerte
conexión con Platón de t//? es resaltada por muchos estudiosas, entre
ellos Dúring.’ Alguno de dichas expertos se basa en choques léxicas
como éste para declarar apócrifa dicha obra; 2 empero, basar dicha
sospecha en usos de vocablos como estos dos podría parecer exagerado
si se olvida la radical importancia que pueden tener tales diferencias
para la configuración de una gnoseología innovadora en el Aristóteles
del tercer grupa de obras: i’& vo~tá no será considerado escindido—
contrapuesto’ a ‘r& 6v’ra, porque ambos no son ‘entes’ del mismo nivel —
cada una de un ámbito de la realidad distinto> uno del de lo inteligibvle
y el otro de lo sensible— , sino que (en puro aristotelismo) los
“inteligibles” son ‘nociones’ mentales sin otra existencia que la lógica
y nunca la real.3
Adhiriendo la posición de Dúríng sobre las éticas, se ha
considerado en el presente estudio del mismo grupo de obras (el
primero) EF y MII , estimando —de acuerdo esta vez con el sentir
~CI.An~/6/e/ús; para la exposición- resumen acerca de MA/, págs. 680-682; y para elplatonismo citado, págs. 665—686.201. ib4tm. para la defensa de la autenticidad de esta ética; tesis compartida por la autora.~ No otnta el admitir ese abismo conceptual para defender la autoría del estagi rita: poridéntica razón serían rechazables varias obras incontestadas del primer grupo; se hadestacado aquí para defender una vez más la diferente finura gnoseolóqica de los textosaristot~iicas segí~n pertenezcan a un grupo de obras u otro.
II. 4. 4cegc/anes de noús ?wnrnno ‘0/2 698
general— posterior la EN; también compartimos con ten reputado
autor sueco la independencia en la elaboración de las tres éticas>
aunque forzosamente compartan ejemplos y materias, amén de
tratamientos de lo moral puramente aristotélicos.
El eje de nuestras citas de £4, coma consecuencia, será común
tanto a la A/ti coma, incluso, a los An Post. , por supuesto en las
pasajes que vieramos anteriormente; además, aunque no la hayamos
visto> las tres abras mentadas comparten dicho núcleo temática con
FE .~ Dicho eje consistirá en el estudio de la <intuición’ como
modalidad intelectiva diferenciada del ‘discurso’; por supuesto, no se
habla en todos esos textos del mismo género de <intuición’ del naOs, en
palabras de Dúring, esto resumiría el contenido doctrinal esencial de
las tres éticas: « Ci obrar ético está fundado en normas; esos np~’roL
¿~o« los obtenemos mediante un acto intuitivo de captación, no por
razonamiento deductivo.* ( * Nota: Su ejemplo clásico es: así como conocemos que
un triángulo es un triángulo.] El proceso discursivo que conduce a una
acoción que debe valorarse éticamente es descrito en las tres E//cas
sobre la base de la misma antropología biológica.»? Empero, en los
textos de tít’ u An Post. se nombraba lá 42 acepción (+), el ‘acta
intuitivo de los principios del saber científico’; mientras en FE no
aparecía el naOs en estos términos y en EN surgen citas del mayor
interés precisamente porque distinguen ambas funciones diferentes de
la ‘intuición’: la 32 acepción (4) o ‘intuición perceptiva—práctica’ y la
42 acepción en el uso presente, igualmente mercade (O.
No se necesitan más preliminares para explicar por qué los tentas
que siguen se conectan tanto con los anteriores usos de la 42 acepción
Que, obviamente, es un punto secundario de interés en la obra lógica, no así en las doséticos - ni en FC-.2 j.c, pág. 678.
~ 1
III. 4. Acepciones de noús »ameno ‘<‘/12 699
(+) —en Mt/ y Aa Post— como con los de la 32 acepción tambián
marcada, ya que veremos que se presentan juntos ambos usos en
idénticos párrafos.
Si nos ceñimos al meollo de dicho argumento la relación más
estrecha surge en el propio Libra VI de EN y con das textos ya
tratados: 1 143a 26> 27 y el largo párralo de 1 143a 35—1 143b 10. El
caso es que éste último incluso contiene dos menciones tácitas de
nuestro actual uso de la 42 acepción que deberemos retomar, cual si
fuese un tópico recurrente> para profundizar sobre algún punto más
que en el análisis de la 32 acepción (+)
El primer fragmento —siguiendo el orden del propio Libro VI— a
tratar aquí es> sin embargo éste:
“od&~ Si~ oo4.h ro6i-úw &n-hr ‘rofl vdo cyo4’ofl Trept ~v{wv~xew TTBfgu’
etTTW. d &ij oI~ d~ij6e6ojxcv K p)SelTol’e fiio*ii5%e& ne~t ~‘¿ i’~i ¿vSexó,xs~ i~r ev6eXou¡evix «AXús ~xew,érnunjpr~ mt 4~póvrjat5 &n iaxt ,*ía mt
¶0670W nm tptA~’ IITlSv evSexe¶a etvux tXéyw &~ i’ptct #óviiaw ~nwri~~vaotíavt XeuTera voi3v etwx i’<Lv dpx&t’.” ((Nl 141a ~u7]1
Está íntimamente relacionado tanto can el Cap. II del presente
Libro de EA” como con An Post lOOb. El parecido con esta última
página resalta ante el lector, pues acabe de despacharse ese texto en
particular pocas páginas atrás. El Cap. III se ocupa de definirnos el
objeto de la epistéme y sus limites; en él se contraponen ¿naywyij y
au?~Xoyw~i¿s, lo cual también remite —y nos lo indica el propio autor—
al mismo Libro II de los An Post. Nos recuerda fuertemente,en dicho
Cap. III, nuestro final del fragmento ( hLnETctL VOÍJP ETvat ‘TúW
1 En versión de Araujo-Marías: «Tampoco son objeto de sabiduría, pues es propio del sabiousar de la demostración a propósito de algunas cosas. Si, por tanto, las formas deconocimiento mediante las cuales alcanzamos la verdad u nunca nos enqa5amos sobre lo queno puede, o puede ser de otra manera, son la ciencia, la prudencia, la sabiduría 14 elintelecto, ytresdeellas (esdecir,laciencia,la prudencia ylasabiduría) no puedentenerpor objeto los principios, forzosamente seran objeto del intelecto.». (Vé Biblioqr.).
III. 4. Acepciones da ¡más humano ‘0/2 700
con 1 139b 29: <ji LA ¿iI«yWy~ &pjqj ¿alt ><at ‘¡oíl KaOOXOU’.
La razón que dan de ello Gauthier—Jolif en su comentario a nuestra
materia actual es insuperable, 1 y nos permite deducir que <voíiv dvca
íd~v dp<div’ recuerda que la ‘intuición> (tal como ocurriera can la
a¡sthesis) incluye el sema ‘inmediatez> de ahí que sea tan normal
declararla ligado a los áp~c¿ o principios” sea en el ‘extremo’ que sea
del conocer humano; es decir> se trate de los apegados a la propia
<sensibilidad’ —“extremo individual y concret&, que acumule la
¿naywyVj— o de los principios de la <intuición de lo universal>, a
quienes alude con otro término técnico: Vpot; por cierto> sobre tal
palabra tendremos que centramos más tarde.
El contenido de la segunda cita de EN nos conduce a un
desarrollo mayor de la misma especie:
“071 8’ ~ $poVT1OW 0W CTY1UTPIIJ 4><LVCpOV 701) ~<IpCOXLL¶Ob ¿a,’iv, ¿(rrep
etpwr~v ‘r~ vd@ lTpwcT&> TrnoIJ¶ov. ¿irÑcaía %L~V 8i~ r4! v«• 6 si~v yiip voi3s ‘r%fro~ow, 01% cari. ?%oyag, T~ Sc ¶01) w~aau, o~ oik ~im’w¿rnuríjn~ dxx’ aL,enow,0b)( 1~ TOW iEuov, ¿xx’ oL~ «{oeavópeea £ri. ‘rS [A’ ,otg ~a8~pcmxrng]ea~arov
‘rptyúwov - afl~0frQ.t y4 KdIcEt ¿SS’ <ttui~ pdXAov 3trW fi ‘4povi~~, fKeU’1j9 8’~Xo ctSo~.’> [FN 1 142a 25 g 261?
UQa el ejemplo tan conocido del triángulo se cierran estas dos
citas que correlacionaremos con 1 143a 26 y 27, de cuyo contenido ya
1 Gauthier-Jolif, ¿‘F/44’¿ei Mtomsq¿e,concretamentea 1 141a 7-6, p&¡ 490 delvolumen correspondiente,ga citado en el cuerpo del texto en páginas precedentes: «Enrealité, pour Aristote, l’induction, c’est—A—dire le rassemblement des cas particuliers, nefait que préparer le voie é l’intelligence, c’est—é-di re é Fintuition nmédiate de l’universelcontenu dans ces cas particuliers; la connaissance des principes peut donc Etre attribuéendifféremment é l’i nduction (acflevée par Vi ntuition> ou é 11 ntuition (preparée por
l’induction).».(Ver Bibliogrj.2 En la traducción habitual: « Que la prudencia no es ciencia, es evidente. En efecto, serefiere a lo más particular> como se ha dicho, porque lo práctico es de esa naturaleza. Seopone, por tanto, al intelecto, ge que el intelecto tiene por objeto los principios o límites delos cuales rio hag razonamiento, gis prudencia se refiere al otro extremo, a lo másparticular,delocual no hagciencia,sino percepciónsensible, noladelas propiedades,si no una semejante a aquélla por la cual vemos que este objeto particular es un triángulo;en efecto, también aquí hag un límite. Pero la última mencionada es más bien percepciónque prudencia; ésta es de otra especie.».
III. 4. Acqwianes de /70116 mh7?áflc? <¡/2 701
nos ocupáramos, en la 12 acepción, pero que unas líneas después
esclarece las tres fragmentos de EN que tocamos en este subapartado:
«Mora bien, todas las cosas prácticas son del número de las
individuales y extremas, y así no sólo tiene que conocerlas el hombre
prudente, sino que el entendimiento y la comprensión versan también
sobre las cosas prácticas, que son extremos.».t Frase que, conviene
recordar, precede inmediatamente el denso pasaje 1 143a 35—blO del
cual detallaremos luego el significado de las das citas implícitas de
nuestra acepción, para concluir así estas páginas cuyo Ip//mo//y es el
Libro VI de EN.
Volviendo al pasaje, digamos que la alusión a lo práctico como
“individual u extremo” se encadena con un largo intento de esclarecer
la función del noús—<intuición’ tanto <práctica’ como ‘teórica’ y no en
vano: en realidad, el texto de 11436 26—27 se invaca ahora para
desvelar la interacción de la mención del ‘objeto de lo práctico’ con la
individual y extremo” (z’r& EoXal’a) y la <intuición’ como ‘inmediatez’
que le llevará a aludir también en las lineas posteriores al otro tipo de
‘intuición’, la ‘teorética’.
Fn les Hneas finales de 1 142a 27—30 se profundiza asimismo en
el tema de la ‘intuición práctica’ con su aproximación a la ‘sensación’,
como se expuso ya en la 39 acepción marcada. Nuestra cita en sí es
extremadamente pobre, por contra: se limita a repetir por enésima vez
que «el intelecto tiene por objeto los principios o límites de los
cuales no t’my razonamiento’ situados, por cierto, al «otro extremo» de
la ‘intuición perceptivo—práctica> que se ocupe de lo “individual y
extremo”; con tal aclaración la comprensión de la diferencia entre
‘intuición’ de un tipo y otro parece más accesible, pero sí le dedicamos
11 43 a32— 35, pág. 98 de la versión btu nqúe de Araujo- Marías.
III. 4. Acepcionesdr noás humano’<‘/12 702
tdo nuestro esfuerzo a comentar el sentido de oi ~=pov,—como haremos
tomando las dos últimas citas (sobreentendidas) de 1 143b 1 y b2— sin
dudar quedará más esclarecido.
Estas son las citas tacitas de 1 143a 35— b5 tan aclaratorias:“ ‘ t >“ , yK& 0 3>01>9 7W!> eoj<o7«w eTT G¿IOTepa’ mt ~‘tTp¶0W TTpWTWV CpQw tlLt 70W
6O~&I’úA’ V0~9 EOfl Kftt ab Xóyo~, aR 0 <1>01>9>1 V~1> KiIT& ¶a9 ¿iToSUais’ tGw
¿KwijTtnv opaw K~ft upwmw, o 8’ 4v íaic npwawui9 io§ ¿oxásox, ,zat ¿vSexoiievovK~ ¶119 c1’eptL9 flPú7«OfW~ <1>0130 dpxai y4 rol) o5 bent a~rav ér íó~’ miS’
WXUTIL ~‘QQT<L .x8oXoir tour«w 0511 ej<ew 84 aXaO~aw, aiír~ 8’ 4art vofls’> E FN1143a35;1143b1,<bl>,b3>tjbSl?
Los mismos ¿~ot («límites inmóviles y primeros») son los
protagonistas de las breves frases del párrafo referidas a esta
intuición teorética> que es nuestra materia actual: mientras los
«extremos—individuales» can el objeto de la 32 acepción marcada, los
«límites inmóviles y primeros» lo son de la nuestra. Y, en
consecuencia, sólo lo individual” o ‘cancreto’ nutre esa héxis o
aptitud ‘intuitiva’ de la ‘razón práctica’: no ‘principios universales de
la conducta moral’ que, por otra parte ni siquiera se cuestiona
Aristóteles> porque simplemente no pueden concebirse en el ámbito de
la entera filosofía griega. La <intuición práctica’ se ha denominado por
esa causa ‘perceptiva’ puesto que su función es captar’, mejor
reconocer’, las situaciones objetivas concretas’ de las que la
phrónesis 00 extraerá por Énayoyj les mg-las menos individuales> más
genéricas pero siempre para ese caso en especial: noús (+)+phrónesis
t~) son> aunque la segunda englobe al primero, cuasi sinónimos en este
punto.
Tantoeste <voO;>comoel siguiente (bí ‘j b3) sons?~adidosal textooriginal,tácitosenel mismo.2 En castellano : «La intuición tiene también por objeto lo extremo en les dos direcciones,porque tanto de los límites primeros tomo de los últimos ha~ intuición 14 no razonamiento;la intuición que se ejercite en las demostraciones tiene por objeto los límites inmóviles 14primeros; ~la de las cosas prácticas, lo extremo, lo contingente <j la sequnda premisa.».
III. 4. Acepciones os ¡más ttmano’Ú/) 703
Precisamente este párrafo, tan claro para nosotros en la
magnífica versión española ofrecida, dio pie (junto al Cap. XIII entero)
a que algún estudioso sostuviera algo increible: que la <intuición
práctica’ también capta los «principios de la acción moral» o los
«universales de la acción» — los cuales , sencillamente, no existen en
Aristoteles—, y todo porque tales estudiosos confunden el autor griego
con el Kant de la Dr/bco de /0 Pa2on Practica, nada menos.1 Como
muestran estudiosos más serios —o menos afanosos de hallar en el de
Estagira las novedades morales de la edad moderna— nunca hay
mención alguna en Aristóteles de un n9f!~ que captase los ‘primeros
principios de la acción moral’; ya que solamente en la genial
aportación al saber moral del tomismo habría un precedente primario
del kantismo ( y no> desde luego, de la filosofía moral de Kant como
tal>.2
Tercer grupo de obras.
El /Ye Animo
Hn~ca obra que nresenta estos usos marcados en el tercero de los
grupos, y no en muchos casos, luego, son raras las menciones a la
‘intuición para el inteligir’: 429b 3 [junto a la elisión que abarca de bó
a b91,427 b 27 [y 430a 3, tácitamente] en el Cap. IV; 430b 7 en el Cap.
VI y 431b 17 en el VII. Si algo llama la atención es la ubicación dc
estas citas: la mayoría de ellas en el capitulo donde expone el
procsssus completo del “pensar” o al menos lo pretende; la cita del
Cap. VI es obligada, por su parte, pues en el citado capítulo el tema
1 ~ ,para una refutación —detallada g precisa— a tal absurdo, el mejor exponente es laconclusión sobre el Libro VI del comentario de Gauthier-Jolifa FN, págs. 5631455. (VerBíbliogr ).2 /.*m, páq. 564 de dichas Conclusiones de los autores citados precedentemente.
III. 4. Acepciones de neás humano ‘<‘1/2 704
central es la “intelección de las indivisibles” y el tangencial, el
“razonamiento de los compuestos” que vieramos ya en la Y acepción;
finalmente, se explica la del Cap. VII porque está resumiento los pasos
del proceso cognoscitivo en general, y como culminación del mismo> se
refiere al <acto de intuir>. Se notará que en el Cap. V no aparece
expresamente la “intelección” como producto final del “intuir: es
lógico porque su cometido es explicar cómo la facultad intelectiva
puede realizar dicho acto, sea cual sea el objeto de que se ocupe y
analizar las realizaciones del pensar humano le ocupará en el Cap. VI.
A pesar de lo cual, una de las frases del oscuro y denso cúmulo de
datos del apenas esbozado Cap. y. nos remite a esta acepción y sus
habituales analogías cap el Yonocimiento científico” (epistéme) tal
como veremos.
En cualquier cosa, en nuestra obra del tercer grupo se advierte
una riqueza de contenido sémico en este usa marcado de la 42 acepción
—equivalente a la nóesis (+) o “intelección” o <acción de intuir lo
inteligible>— de la que carecían las obras y sus citas en los das grupos
anteriores que terminamos de ver; el que solamente en De Arz haya
logrado Aristóteles esbozar el . procedimiento por el cual puede
producirse la ‘intuición pura de los conceptos’ {tengan su origen en
objetos inteligibles abstractos o en seres concretos y materiales
(2proveniendo de la sensación)> no debe ser la menor de las razones
para que se enriquezcan las marcas sémicas de este uso marcado de la
acepción, hasta permitirnos hablar —como viene siendo habitual— de
‘alta intensidad’ en dicho uso del vocablo. En esta exposición
seguiremos el orden más simple: el de la paginación oficial, de la
edición prusiana, recordando al lector que1 en las citas del Cap. IV se
completará tan solo el análisis pormenorizado llevando a cabo en el
estudio del uso neutralizado de la presente 42 acepción
III. 4. Acepcionesde ricas númeno’<‘t) 705
Comenzarnos con él y con la limitación en cuestión:
‘~.o —-tu ~.ttV~‘U4JU~tUCIIfiUUJV UIJI( U4’tU OU4tWiU~, ¿ ‘Yt VúU~ XUlJbYTÚ=’ ‘ 070» 8’ouiog ~k«o-rayéve’nn <
o i’ofl~> ~s¿ JlTturTiíuov Xéyer«t o ~a ¿vépyetav (rol)roS~ ou¡43au>ei,3ro> Siiviyra A’epyetv St’ ai~ai’ol), sn ~IEV KtLt 1076 Suvápa 110)9, Oi
¡.¡ijv ¿jiot<o~ mt nptv paeeiv ~ dpetv) - mt <vol);> c&r8; 8~ cr~rdv íói’e S6vwra
voetv.» [VeAn. 429b 5 < bá ji bS elisión>].1
Recuérdese que nos hallamos ante el comienzo de la exposición de
la héxis o ‘capacidad intelígíble—intuitiva’ del ‘pensamiento humano’
(29 acepción). Esta <facultad intelectiva’ (42, uso neutro> es
mencionada en 429b5; pero en b3 f&W’ ¿ vcf¡§ &rav ‘ri voflo(J a4’¿Spa
i>o~íov,] se refiere el estagirita a la realización final de esa héxis: al
‘acto de intuir’ el “objeto inteligible” > o sea, nuestro uso marcado de
la 42 acepción. Además, la frase completo califica con el adverbio
a4óSpa a ese vor¡’T¿v : “fuerte o enteramente inteligible”. Mientras> en
la frase siguiente [oúx?j’nov voa ‘rct IJTTOSEEOTE9cr, cOOk& KQL
~adX?~ovI,se discrimine a este tipo de objetas de otros que también son
captados por el noús: í4 £inoSc¿a’regt o “inferiores enteramente” con
respeto a los primeros. Nos puede permitir esta frase varias
interpretaciones:
a. Pretende delimitar modalidades del noús —que sería Y
acepción o ‘facultad pensante en ~eneral’—según el tipo de objetos
(“fuertemente inteligibleC¡ ‘enteramente inferiores”) con lo cual, se
nos ofrecería un&distinción entre 2~ acepción marcada o ‘raciocinio’
1 Para el párrafo completo, tanto en griego como en espanol, vea el lector su exposición enla 42 acepción (-O. Del fragmento griego citado, esta es lo versión de Y. Calvo Martínez: « Yes que la facultad sensible no se da sin el cuerpo, mientras que el intelecto es separable. Ycuando éste ha llegado a ser cada uno de sus objetos a la manera en que se ha dicho que lo esel sabio cii acto —lo que sucede cuando es capaz de actualizase por sí mismo—, inclusoentonces se encuentra en cierto modo en potencia, si bien no del mismo modo que antes dehaber aprendido o investigado: el intelecto es capaz también entonces dei nteligtrse a simismo.» (vé Bibliogrj. La traducción no coincide esta vez con la que tenemos en mente,por los cambios que incorporamos al texto griego (con las dos inclusiones de noQs elididasen el texto, iJ el cambio de ubicación del paréntesis que el texto gnego habitual sitúa muchoantes, en ‘...fvepyáv St’ airroij, ~‘oi’t...‘>, a todo ello se daré cumplida explicación.
III. 4. Acspcionss de noús harnero lii) 706
(que se ocuparía de ‘té fmnoSéoíE9a> y 42 acepción neutra o
‘inteligencia intuitiva’ (que trabajaría sobre o4xSS~a vorjíóv>. Como el
largo párrafo que abarca 429b 1 1—b22 se ciñe precisamente a ello>1
por ser materia ya demostrada resulta rechazable tal opcion.
b. Se presentaría la <intuición intelectual’ o 42 acepción en
contraste con la ‘sensibilidad’(—) igual que antes se presentare (a
comienzos del Cap.IV) la <facultad pensante’ a 22 (—) par sus
semejanza/ diferencia con la misma <facultad sensitiva’. Y, en dicha
presentación, se haría hincapié en que el objeto del <acto de la
inteligencia’ (42 marcada) puede ser de diverso origen y, por tanto> de
distinto grado de inteligibilidad en sí mismo; es decir, que no es el
tipo de objeto quien determina la ‘aptitud cognoscitiva’ que se ocupará
de él> sino la ‘facultad cognoscente’ la que fija el grado de
inteligibilidad final que tendrá él objeto, sea de por sí “fuerte” o
escasamente” “inteligible”, se tenga que desgajar de su origen
material o no. Dado que dicha pastura sería estrictamente aristotélica
—frente al fuerte platonismo de la opción a— es mucho más factible;
además, el resto del texto, con el ejemplo del “sabio” 0 ¿nta’rrjgwv)
encajaría con dicha postura b y resultáría incongruente con la primera
que ofreciéramos.
Sin duda tolerará el lector que se le remite, para el comentario de
la frese siguiente, -en le cual se denomina vofi~ XWPLGTOg a este noús—
e la extensa descripción efectuada en su sitio, en e! uso neutro de la
presente ecepcíon.
Respecto di texto griego que nos interesa especialmente (429
b5—bQ) consiste en una larga frase que concluye ese párrafo más
amplio del que nos hemos visto forzados a completar en lineas
1 Cf. la correspondiente exposición de dicho pérrafo.
III. 4. Ac@?ciocas da noús humano ÁW 707
anteriores la información ofrecida en dicha 49 neutralizada.
II a~e —que iiu~ atoiie ¡JUÍ LUIILCIICI LCLI iaiííeiiie este usu
marcado de la 49 — es la del ejemplo analógico del “sabio” citado más
arriba,’ en ella, tenemos un naOs como sujeto tácito al comienzo de la
frase (429b 6) y también como sujeto sobreentendido de la conclusión
6 16 cual se llega (429b 9); dei largo inciso intermiedio el sujeto es,
precisamente, ¿ ¿nun’jgwv y no nuestra noús, mal que les pese a
varios traductores y comentaristas que con ello vuelven incongruente
la frase completa.2 Sobre todo el párrafo, sobre todo en esta frase, se
cierne el mismo obstáculo: los comentaristas modernos lo esquivan sin
cumplir su misión y aclararnos su contenido; por su parte, los
traductores ofrecen una versión inconsecuente e incomprensible sin
esforzarse por ofrecer una alternativa más lógica. No obstante,
tampoco era tan difícil: hay pasajes equivalentes, o sea que establecen
la misma analogía entre alga “x” y “el sabio” (Pñys 255a 33—bS y De
An 417a21-b2).
Ha sido preciso bucear en un escrito monográfico dedicado a
Alejandro de Afrodisias por P. kloraux para hallar una solución
elegante a la par que profundamente congruente, tanto con el uso de la
analogía del “sabio” en esos otros textos, como con el planteamiento
filosófico de la cuestión <potencia/ acto’ que es la implicada en todos
los casos analógicos mencionados y cobrará aun mayor importancia al
final de este Cap. IV y en todo el V.
Sin más circunloquios, veamos dicha interpretación y propuesta
Aunque esté en paginas precedentes vale la pena ofrecerla ahora: <‘orav 5’ oflro)9CKWY¶(L yf VfTOX (09 ¿ einanpow X¿yerax 6 r~r’ fVf9yfU.LV (roCio Se owPdvf 1,oíai’ Suv~rat ewpyav St’ aiiroC~, fO1’t ~ ~ 1’óre Suv&et núú, o~ p~v 01oU09
~t iTp’ so.Báv fi C1JQEW ‘ auro~ Se awrop ró’re S~viii’at voáv.” <Este es eltexto ‘oficial’ sin los a?¡adidos ni cambios que hacemos nosotros}.2 En realidad, se puede decir que la plana mayor de los comentaristas modernos cae en dichoerror. Igualmente en el caso de los traductores.
lii 4 4cepcñz&?s os noñs >%rnnno’ ¿‘1/) 706
textual (que supone alguna diferencia en la traducción)1
‘<~rav &‘ o5rw~ er«c’rg. yé’era <sc.: voik> de 6 ¿nwr4u¡n’ Xéyei’a ¿ Ka’r’
~vépyaav(soOro s? ci4aWn, ~rav Siivira évepyetv &t’ atron, WTt ~O>K~ 1’OI’e
SiJvá4la rw9, cii p1~v 010ffl9 ,~xi Trpv v«~~~’> fi eupetv> mt <voi)c> autO~~ Se 4LIJTOV‘róre Siivara voetv.” 1 ~4a~429b 5< bá> q <b9 elisión>?.
Que se vertiría así según P. flaraux:
«Lorsqu’il est devenu chacun des intelligibles au sena oú le savant est appelé «enacta»(ce qui arrive lorsqu’il est de íui—mame capable de poseerá 1’acte; alors encere, 11
demeure en puissance «unecertaine fa9on, non plus cependant comme avant d’avoir appris
ou trouvé), l’i ntellect, 1 ul aussi, esí alors capable de se penser soi — mgme»?
De todas las razones para adoptar el texto y la versión de P.
Moraux, amén de las contextuales y filosóficas ya citadas más arriba
hay otras dos de mayor carga filológica:
1) nada exige que sea noús y no 6 ¿nto’n$asnv el sujeto de una
subordinada (principal según la mayoría de las estudiosos): ‘~aít ¡4Lv
K~. lÚTE SuváÉin rrúig, oó ~x?~v6g&w~ K~ n~tv ~iaSdv ?j EWEI.V>
excepto el arbitrario cierre del paréntesis que comenzara en la frase
anterior (‘rofiro & aup~Bcríva, &rav Stiviyrca ¿VEpyELV St’ cttJToIJ,} en
lugar de llevar dicha explicación sobre ¿ ¿rTto’niFtwv hasta 6JpEIV como
hace tloraux.
2) Los verbos ~IaVe¿VELV y EUQLOKELV no se aplican jamás en todo
el (‘arpas al “acto de intelígír’ ni, en general, a operación específica
del noús de cualquier tipo.3 Por contra, estos son verbos muy
genéricos en Aristóteles, que llegan a ponerse en relación can la
cf. P. Mora ux, Alexej>lre &4phrÉse. ex4’’te¿t le ntwiÍq¿~ tAr¡.s44 Concretamente,se haestudiadoel cap. III dedichaobra: “La noétiqued’Alexandred’Aphrodise”,cuM si deun artículo especializado se tratase (Vé. en la Bibliografia: Estudios Específicos sobreAristóteles, 2. Artículos.>.2 ¿~ , póg. 82. Cf. la nota 3 dc dicha página para la discusión filológica consiquiente.3 Este detalle, que por su parte notó la autora, es lo que le ha inclinado a seguir buscandofuera de las sol uciones habituales al pasaje, ~el origen de su 1 nsatisfacción con el texto o laversión del mismo como se ofrece por la maqoria de comentaristas u traductores modernos.
1 —
Iii. 4. Ácepc¡ones denoú’s ½urnano ‘¿/1)) 709
“opinión recta” y sus niveles de conocer inferiores al <pensar’ como
tal, la actividad más conocida de los cuales es la “experiencia”
(¿grrapk). Si se aPiade a todo ello que precisamente alude a alguno de
esos verbos en los otros das casos en los cuales aplica la analogía del
“sabio” para explicar el paso <potencia/ acto’ (Pñys 255a 33 y DeÁn
417a 31! se difuminan las dudas que pudieran quedar: le frase
explicativa de la analogía del “sabio” abarca ese conjunto de rasgos
comunes a los tres pasajes paralelos en cuestión. O sea, es del “sabi&
de quien se dice que %prende” (iiavodvevv) y “descubre” (cb~ícKcLv);
nada más natural, por otra parte, que dichas acciones se digan del
sabio. Y que, tras cerrar el parñntesis se emplee aiYró~ para referirse
al tácito noús, cuando vuelve a ser el sujeto de la frase, final en este
caso.
En resumen> nuestro pasaje se simplifica mucho y queda como
clara alusión a las distintos noús como dúnamis, héxis o ¶~rg~fl que
hemos venido mentando al analizar las acepciones 29, 32 y 42 del tipo
‘humano’: el “sabio” no está al mismo nivel de realización de su aptitud
para eEWpáV, ~.tavOávcivy EUpLOKEU> según sea antes o después de haber
realizado alguna de las acciones verbales citadas; es decir, poseyendo
actualmente la ciencia en el ‘acto’ mismo de OEWpÉV, lIctve¿vELv, etc...,
lo que le supone un acercamiento mayor a la enérgeia que la mero héxis
o <aptitud de conocer’ que posee antes de realizarla en las acciones
concretes antes citadas.
Pero como se ve en DeÁn 417a 2!-b2 y Pñys 255a 35-b5 hay
dos argumentos solapados —que en nuestro texto no se expresan igual—:
a) el genético, de la descripción del origen del “saber”; y b) el
procesual, que describe el despliegue del “conocer”. Ambos se
aplicarían al naOs, aunque en este texto de 429b6- b9 sólo aparece
1
Iii. 4. Acepciones de ocús »¿~‘z~&~o’ 012 710
expresamente el b).
En 417a. por Ci contrario, se señalaba que las dos formas
potenciales de ser “sabio” consistían en: 1) tener la capacidad pura —
dúnamis— por el mero hecho de ser humano; y 2) una actualización de la
misma —héxis— o aptitud real para el conocimiento> aunque no se esté
utilizando en un momento dado. Por supuesto para ser “actualmente
sabio” es preciso estar en el <acto’ mismo de “conocer”> o “aprender”
(entelékheia , es el término en este caso).
En P»ys 255a 33-’b5 tras una frase reveladora por sus propias
palabras (‘Suvdga &0«ng ¿ invedvúw ¿nto’r4ww... gi’~ 8cú~xiiv’) nos
describe como equivalente ‘tó UOfl’i’LKOV y enérgeie, par un lado y ib
uaOfl’nKov y dánamis, por otro.
De todo lo cual parece deducirse : a) que estamos ante la triple
distinción dúnamis—héxis—enérgeia. siendo las das primeras formas
potenciales de distinto grado; y b) que la frase inicial y final —únicas
referentes al nous u no a la frase explicativa de la analogía del “sabio”
con <potencia/ acto’— asumen un noús que únicamente en el <acto de
intuir’ —como el “sabio” en el OEWpELV, gavedvEtv y EUpL0KELV— se ‘conoce
a sí mismo’ o se ‘capta’ porque sólo en esa “intelección” pura
aprehende’ los “inteligibles” o se “convierte” en ellos Dicho muy
bellamente por Ci propio l’loraux: «líntellect s’indentífíe complétement
á son objet dans l’instant índívísíble oú il le conna?t /nce/nvnc » 1
De hecho, la frase inicial describe el momento anterior al ‘acto
de intuir’ que analizamos nosotros, esa héxis o aptitud que retiene el
“sabio” aunque “estñ dormido” (como en el ejemplo de CA 735a g;
donde es el “geómetra” en concreto en vez del “sabio”) en una
1. c. , pág. 83.
III. 4. Acepciones 0» 7Ot/S ñ¿/fl?OflO ‘¿/1) 711
<potencialidad’ intermedia entre la pura dúnamis y la pura enérgeia. V
tras la frase explicativa, que refiere el proceso de <actualización’ que
supone la efectiva realización del ¡iavecivav o el e{iptaicav, la frase
final aplica al naOs el resultado: igual que el ‘acto de aprender o
descubrir’ supone el “ser sabio” en ‘acto’ —~Ñrgeia—, el ‘acto de
inteligir’ efectivo, la ‘aprehensión de los inteligibles’ es la enérgela
del noús, la realización final de la ‘facultad intelectiva> o 42 acepción
neutra y su transformación en ‘intuición’ o ‘intelección’ y 42 acepción
uso marcada. V al igual qu el “geómetr& (o el sabio”) “mientras que
reflexiona -dios ‘tau Oaopofiv-rog— (de ÑA en el sitio citado) se
conoce como tal sabio o geómetra> el naOs se “piensa” en el ‘acto
intelectivo’ mismo. Pero este tema es muy difícil, por la carencia de
expresiones lingúisticas adecuadas, aun en la época clásica y post—
clásica, para describir la ‘autorreflexiórí o ‘autoconocirniento’ e,
incluso> la ‘consciencia’> y no digamos la ‘autoconciencia’. En medio de
estos vacíos conceptuales se movió Platón y lo mismo Aristóteles; no
es ajena a ello la carencia de una noción operativa de ‘sujeto’ en toda
la cultura griega no tardia.
Posiblemente, veamos en dicha frase final mucho más de lo que
hay y Aristóteles se limite en ella a decirnos que solamente en el
<acto de intuir’ alcanza el r~oús la entelékheía y lo haría tan solo en
ese instante en el cual ‘capta la esencia misma de los inteligibles’, en
que se identifico con ellos y por eso se ‘piensa a sí mismo” al pensar lo
vo~’rov. Esta es la interpretación más estrechamente ligada al texto y
contexto y muy probablemente la más válida.
Sobre el tema de la últiniá frase que acabamos ahora de
comentar, vuelve la aporia que se plantea el estagirita en el propio
capitulo IV:
III. 4. A cepc¡oc&9 de naús ?ivrnnna ‘(1/,) 712
<‘En 6’ d voijr¿~ mt wi%;. “‘ H ydp rot~ &«t\ow ¿ vot; únággi, et v~Kft’T’ (LAXO CL1J’ro; VOflTO9, ~ Se ii. te vorii’í3v e~Se¼ fl IxeluyvÉvov fl o noei.voryrdv dbnep 1UX«. [kAn. 429b b27] .~
Aporía que se contesta el propio autor en el párrafo inmediato:
Q.iJTOS Se vo1ró~ &nw uiinTep ‘tu. vowrá. ‘Ed ¡i~v ydp fltfiJ &v~u
‘re cc&6 ¿oit ‘te i’ooflv mt íd voaiivevov ~ v* érnm4~ ~ 8e,~n~’tud~ si íd051(09 e1TXOTflTdV íd ftlJTC eoru’. Toú s~ ííñ dei VOfW i’o oXíiov árwnníeov.[kAn. 430a 2-a61.
2
Se trata aquí la segunda interrogación e<~presa, del penúltima
párrafo del capitulo IV, que intenta contestar en éste, último de ellas.
Como se han estudiado ampliamente ambos párrafos en esta 49
acepción neutra, nos atendremos en el uso marcado a estos dos
fragmentos concretos cuyo texto griego venimos de ofrecer
La aporía se produce por la cuestión de la ‘inteligibilidad’ del
naus: o a) es “inteligible’ por sí mismo, con la absurda conclusión de la
identidad entre el propio naOs o <facultad inteligible> y su objeto; o b)
es “inteligibl& gracias a algo ajeno, lo cual genere otro absurdo, a
saber, que algo ajeno esté mezclado” con el propio ¡¡9, que —por
definición— es apty~;.
La solución admite, genéricamente, la ‘inteligibilidad’ del primer
tipo, pero excluye la identidad final —tras el ‘acto intuitivo>- entre
naOs y voiyróv en los casos en los que lo inteligible” no esté ya
realizado o ‘en acto’: deja fuera de la aplicación del caso a) a las
1 Seqún T. Calvo Martínez: «Áiiadase e esto el problema de si el intelecto mismo es a su vezinteligible. De ser así o bien el intelecto se dará en las demás cosas —suponiendo que no seanteligi ble en virtud de otra cosa ~suponiendo que lo inteligible sea específicamente uno— o
bien estará mezclado con algo que lo haga inteligible como las demás cosas.».2 Ib¡~km. ¿«(En cuanto a la segunda dificultad> el intelecto es inteligible exactamentecomo lo son sus obejtos. En efecto,tratándosede seres inmateriales lo que intelige g lointeligido se identificen toda vez que el conocimiento teórico y su objeto son idénticos -masadelante habrá de analizarse la causa por la cual no intelige siempre— ;». <Como se habréadvertido el aii’rdq inicial suple a nuestra palabra que se elide.).
III. 4. Acepciones caocós ‘Mmrnno ‘<‘//2 713
“formas” provenientes de la percepción—fantasia’ u objetos de origen
“material”. Sólo tras la intervención de algo distinto, pero aun más
~úiptaí¿g que el noús <humano’—’inteligencia intuitiva’> puedeactuali2arse lo “inteligible” que sólo en “potencia” se halla en los
objetos “materiales”, con lo cual se obtiene el VOY~TÓV, como
inteligible pleno —ya “privado de materia”— gracias a la intervención
reveladora del noús <divino’ en el Hombre, Y se demuestra que se trata
del <acto ya realizado’ porque retama la analogía del “saber” —derivada
de la del “sabio” que venimos de ver— y exige la ciencia” en el acto
mismo de Oeb4xtv 1 ~ ~ ?j Ocwpn’rum J coma realidad similar a
la identidad que se produce entre noús y vo~ía en el ‘acto intuitivo’
mismo. De ahí que se salven los dos obstáculos {el a) y el b» gracias a
la distinción <potencialidad pura——potencialidad segunda——actualidad’:
En el caso a) los objetos> vo~íc~, “inteligibles sin materia”
estarían a media camino en su realización, luego se identificarán con
la facultad del naOs 42 acepción en el <acto intuitivo> a <intelección’.
En ese momento se fusionan ‘% voofiv ~ca ‘r¿ voo4~¿vov’ (430a 4) o
sea, noús y voryrc{. <Y no en el momento anterior, antes de la enérg~
que constituye un elemento unificador de ambos extremos —la facultad
y su objeto— en el ‘acto de ¡ntelig¡r’}
En el b) las <formas’ provenientes de la phantasía (“formas
imaginativas” o ~av’rctcfÁara)han de perder todo residuo de iPú1 entes
de hallarse en ese segundo momento de la potencialidad: han de
recorrerse dos pasos para lograr la actualización plena (430a 6 y ss.).
Además, ese primer momento no encuentra solución interna alguna
entre las funciones cognoscitivas descritas por el propio Aristóteles
en este Libro III del DeÁn ; de ahí el recurso a un nivel supremo de
naOs, el ‘divino> en el Hombre, fuente de inteligibilidad por ser puro
III. 4. Ac¿vc/anes a» naás’ »urnano’ <7/) 714
ar.tn que ‘salve el obstáculo’ al no ser algo “ajeno y externo” al propio
naOs ‘humano’; al fin y al cabo, es el mismo vocablo. Luego, aunque
opta por la opción del naOs como “inteligible en y por sí mismo” para el
objeto de género “material” precisa de la intervención del noús
‘divino’ en el Hombre para adquirir el carácter de vo~róv o “plena y
realmente inteligible”. Profundizar más en el detalle de ambos textos
resulta imposible sin repetir lo dicho al estudiar el pasaje en el uso
neutro de esta acepción 4-, a dicho punto remitimos al amable lector.1
La preocupación de Aristóteles por esta cuestión resulta central
en su filosofía: lograr una explicación suficiente para eso
‘desmaterialización’ que requiere una nueva gnoseología ‘funcional’ y
no escindida como la platónica. Pero el tema central es la distinta
naturaleza del noetós aristotélica respecto al de Platón: al menos en
su origen es sensiblé; antes de ser propiamente “inteligible”. (y
merecer el nombre de noetós) ha de sentirse—’percibirse’—memarizarse
e ‘imaginarse’; en suma> antes de ser un o ‘forma’ es un
o ‘imagen representativa> por.muy poco singular o concreta que sea;
inclusive, los objetos inteligibles matemático—geométricos han de ser
‘percibidos’ y contienen “sensibles comunes’ de tipo temporal o de
magnitud. Esto provoca una grave contradicción con una de los claves
de su concepción filosófica: mientras el “objeto” suscita su ‘captación’
por i6 ‘sensibilidad’ en general (y es el “‘motor” de ésta) no es
congruente que sea el producto de las capacidades cognoscitivas
inferiores del ser humano quien “mueva” u actualíce los objetos
“materiales” para transformarlos hasta la plena inteligibilidad del
noetós. 2 Fn resumen, algo jerárquicamente inferlor “movería” a la
1 ~ Verbeke “Comment Aristote con9oit-il l’immatériel ?“ (vé. Bibliogr.) para laaclaración de todo el pesaje; sobre todo, relación etSo;-4avráol.Éu. (pág. 225) e «intelectoque se conoce a si mismo » (págs. 225—226).
2Cf.,antesquenada,L.Pobin,Aris/ofrpáqs. 197-196.0 bien, 1 Dúrinq,ncí,sobreladificultad de Aristóteles en este terreno causada por su rechazo de la teoría qnoseol~ica
III. 4. Acepciones de nañs »unwno ‘0/2 715
función suprema de la <facultad pensante’ o ‘inteligencia intuitiva’.
LO soiución de Aristóteles de distinguir dos niveles —uno de ellos
de valor supremo en relación al otro— en el naOs> aplicando la vieja
distinción entre tipa <humano’ y <divino’, le permite: a) no “mezclar” al
noús con nada ajeno o distinto (aunque el nivel del <divino’ en el
Hombre sea superior>; b) no recurrir a un deuxexmoc/nñg porque no es
el NaOs <Divino’ del Libro A quien interviene en la Humanidad (lo cual
SerIa incHrtnihln r’nnan lo ~~trina de la Divinidad expuesta en A); c)O%UII ‘U UUt,
utilizar una fuente de actualización ni ajena ni mezclada, ni
verdaderamente externa pero que es ausía —como pura actualidad—
capaz de “mover” al acto cualquier “inteligible”, par muy adscrito a la
“materia” que esté inicialmente. Porque una innovación central del
aristotelismo —sostener la individuación del pensamiento y 16
experiencia como valor central del conocimiento humano— queda a
salvo si el naOs ‘humano’ es el protagonista de toda la ‘razón humana>
y, en particular, de la <inteligencia’> ya que se reduce al mínimo
posible la función del otro nivel de la ‘intuición—inteligencia’, el
<divino’ común a la species humana.
las ritas finales, 430b 27 y 4Mb 17 del Libro III del De .4n
ofrecen algún detalle sobre los objetos inteligibles “puramente
inteligibles” o los auAa o cz&a¿1x7a : en el primer texto se nos habla
del ‘aprehender’ “Tú ‘¡1 ?jv ái’at’ como caracteristico del ‘acto
intuitivo’ o actualización final del noús 42 acepción en relación con
esos objetos ya dvcu iPtr1g (“sin materia”); en la segunda cita, se
destaca la semejanza en el proceso del intuir’ para los “indivisibles”
o d&aípE’ra) y para los objetos provenientes de la “materia”, en
su actualización final, cuando el noús y sus objetos se identifican al
platónica (Teoria de las Formas Ideales), págs. 697—898 de la versión castellana.
III. 4. Acepciones de naús ½~‘¡máno‘¿‘2/2 716
estar el primero ~cvr’ EvEpyEtctv.
Respecto a 430b 27 queda poco que analizar: los pormenores del
significado aquí —y en otros textos— de 4~do’tg y Ka’rct4xYUL§ las
implicaciones que ello tenía para la teoría aristotélica de la verdad —
«predicativa»! «antepredicativa»- y para determinar la distinción
entre das modalidades distintas de la ‘facultad pensante’
(“discursiva’! <intuitiva>)—, fueron estudiados en su momento, dejando
únicamente fuera la materia central del Cap. VI: “la intelección de los
indivisibles”, a la cual se alude en una pequeña parte del texto que nos
preocupa :~
O <ZVO1J9> 1013 it fOn KW1’& 10 It ~Y Éti>a dX~8ij9,’ , corno frase
central y ourús <=voiJQ ~xet~aa aveu ‘tw~ tb~~;’> como deducción de la
misma.
La explicación de ambas, pertenecientes al resumen aristotélico
de toda la exposición anterior> no es demasiado compleja? en su
modalidad intuitiva (42 acepción, ‘facultad intelectiva>) el naOs es
capaz de realizar la <intuición> de la forma—estructura profunda o
esencial del objeto conocido. [se “mostrarse” al noús “T¿ u 4v~tvat’, supone un conocimiento peculiar: en el <acto intuitivo’ se
identifican noús y noetós, es un acto sin transcurso del tiempo —
inmedíato—, sin operaciones intelectuales de “síntesis”, por
consiguiente esta modalidad <intuitiva’ del noús no opera por
unificación de elementos conceptuales simples, sino que se enfrenta al
“inteligible” como una ‘totalidad completamente cognoscible’ y que lo
1 A pesar de constar en otros lugares, se ofrece aquí el texto griego completo:” ‘tmt 6’ i¡~ Kftt dXno~s fij*’evs ~d*w XD
ev TT«’~, aX?~’ O 1013 11. CO’Tt Kft1’& ¶0 It iII> ftvfft «XTIOTK, Kal. 013 It Kft1’(L‘tW09’ dAX’ ~snepro ¿p&v ‘toij isla13 dX~6¿;, ei 6’ íZvopwro; íd Xeurov £7 ,n’t’ udKdxnú~c dd, o5rw ~xa
5~a aveu ‘tfi~ 5Xn;. “[kAn. 43ob 271.2 ~ recuerda el paciente lector todo lo rese5ado en su momento sobre este párrafo final delCap. 1V que resume la exposición precedente.
III. 4. Acepciones de raiL; »amono’¿‘2/2 717
es en un acto igualmente indivisible de “intelección” (nóesis), que por
‘aprehender’ su estructura básica o ‘forma eficiente’ es una intuición
intelectual’ r¿vEu iVxi~’, (porque bien es sabido que en Aristóteles lo
contrario de la i0~rj de un objeto suele ser su ‘forma—estructura interna
y externa’). Luego, los nombres de &TQ~ñ, d&cípcra, designan no sólo
la característica de los <objetos inteligibles> sino el rasgo
fundamental de la ‘intuición’ de los mismos: la función es igual de
“indivisible” e “inmediata” y, por ello, es fundamento de Verdad
absoluta para el <raciocinio’ o <facultad discursiva> y su logro: la
epistéme. 1
Baste lo anterior sobre la frase central, si se desea profundizar
entorno a este capitulo complejo del Libro III, hay un documentado —
aunque discutible— artículo de E. Berti.2
La frase explicativa de la precedente, en la cual se sobreentiende
igualmente fl9~, compara una vez más sensación-razón>; pero, en este
caso, la analogía se establece sobre un lazo común: el carácter
‘intuitivo—inmediato’ que comparten <sensibilidad’ y ‘noús
—
inteligencia’. Por ello, se compara la correlación “sensación—sensibles
propios” y noús—’<vorií&> dvcu 1TI& i0~fl§’, o sea, se nos asimila la
‘íntuición intelectual’ a la ‘intuición sensible’: al igual que en ésta>
seria su ‘objeto propio’ —el “sensible propio”— el inmediatamente
intuida, sin dejar lugar alguna para el error («verdad antepredicativa»
de la ‘sensibilidad’), en el noús como ‘acción intuitiva’ o ‘intelección
(~)‘ que supone nuestro uso marcado de la 42 acepción, el simple e
indivisible acto de intuir’ la identifica con su objeto “inteligible” o
cf. sobre las «realidades simples»o dmiveera —término a sumar a ula interesante explicación deS. Rébade Romeo en su >?r¿ÉÚ csaximknto y~r, págs. 25—26.2 “The Intellection of ‘indivisibles’ according to Anstotle Df ANIMA III 6.” (Vé.Bibliogr.).
III. 4. Acepciones de naós humano ‘¿‘fi,>. 716
noetos, aquí bajo la denominación <> dvcu ‘rr~ iP«¡~’ Wc« suple a
vo~i’ct], sin que una modalidad inferior del noús, ‘raciocinio’ realice
operaciones de división y reunificación de conceptos, donde pueda
ubicarse el error lógico la mismo que en los “sensibles impropios o
comunes” ocurriera dentro de la <facultad sensible’. En ambos, casos,
además, se da el paso de una héxis o aptitud ya determinada a
entelñkheia o acto completo: porque si subsistiera potencialmente
serían <procesos incompletos’, divisibles y desplegados en el tiempo, o
sea, cabría en ellos el error. Una vez más, la analogía <sensación!
razón’ (intuitiva) nos aclara mucho los rasgos de la <intelección
intuitiva’ de esta nuestra ¿12 acepción de uso marcado.’
El texto del capítulo 4Mb 17 es éste:
“To de ev ix4cÁoeaa Afyopeva Pca OflTTf~ o¡> a ro cqiov, gev cwov, mi
8~ KOÚOV, e~ n~ ¿vóa 4’epyd~, &veu ¶i~ o«pi~ &v ¿vda ¿y ~
ró wtwv - o5i’w r¿ í¡a8nu«nx& oi~ Kxti~to~’a £59 nexúvusévavos, o’rav vo~
cKáva. “ OXo~ S~ 6 vo~ ¿o’nv, 6 mi” ¿vépynav,r& iTp¿~rn.¶a [voLví. Ap~ 5’
¿v8¿xe’rax‘rcLv Kfxo$wJIfv(&w n voetv ~r¿v 5vra ¡n~ rexwwp&ov %ÍeyéOcus, £7 o,OflTTl’fOV iso’repov. [kAn. 431b 17J?
Es obvio que numerosos aspectos del texto ya se han explicado
con anterioridad; pues es la última reflexión sobre los “indivisibles”,
en este párrafo ‘¿y a4xxI45E0EL’, en que aparece nuestra palabra.
Además, el pasaje completo en el cual se halla el fragmento anterior,
insiste en las mismas nociones que acabamos de desarrollar para
comentar 430b 27: la modalidad <discursiva’ del noús (2~ -) sea teórico
1 Tricot explica con detalle este paralelismo en su traducción anotada de esta obraaristotélica, pág. 190.2 En nuestra version habitual: «Las llamadas abstracciones, en fin, las intelige del mismomodo que lo chato: en tanto que chato, lo intelige sin abstraer de la materia, pero si se
1 ntelige en tanto que concavidad actualmente, entonces se i nteliqe abstraijendo de la carne enque se da la concavidad; cuando los intelige, intelige también de esta manera los objetosmatemáticos: como separados de la materia aunque no se den separados de ella. De manerageneral, el intelecto en acto se identifica con sus objetos. Más adelante, por lo demás,habremos de examinar si el intelecto puede o no inteligir algo que existe separado de lamateria, no estando él mismo separado de la extension.».
—- ~1
lii. 4. Aceficianes OC ÚO¿/S »¿/ffl&ñO ¿¡/2 719
o práctico, es un processus ligado al =ensarñ¡mcommane y la
phantasía aunque mantenga su ‘intencionalidad> que le otorga la
preminencia en el campo ‘práctico’ (4Mb 2— 12); por contra, la
modalidad ‘intuitiva’ al ‘aprehender’ las “abstracciones (¿i’ ct4a19¿GEL)
obra de forma inmediata tal como se ha expuesto con profusión. La
aclaración más llamativa, que merece nos detengamos brevemente es
T& bLaS¶ta’RK& O1J KEXÚJÑt¶LEP« (fl~ KE~(W9LO~V« VOEL, O1’«P
vo~ EI=EtVct’,en cambio, lo frase que incluye el vocablo no nos aporta
novedad alguna.
El participio de perfecto (KExmpwíxñ’os) es empleado aquí coma
adjetivo —“separados”— y no es asimilable a ~eJptal¿§,viejo conocida
nuestro. En consecuencia, no es un dato cualquiera el que se trate de
un tiempo como el perfecto: se trata de algo ya realizado, de una
acción completada ya, pera sobre este matiz aspectual se vuelve en
profundidad en el estudio del tipo <divino>. En cambio ha lugar ahora,
precisar que los “objetos matemáticos”, en efecto> para Aristóteles no
son separados” de la “materia”; o sea, en el conocimiento de las
“abstracciones” se diferencia una vez más de su maestra: nos estaría
advirtiendo Ci estagirita que su concepción de la intuición no es tan
pletonizante como suponen muchos autores, por la indudable
resonando de Lo Repúblico que traen sus textos del Libro III del De
Anima’ El mérito de Uerti, en su mencionado artículo, es
precisamente ese: resaltar que los objetos úr0~&~ a&aLpETa, aaUvSETc4
son universales concretos’, ‘indivisibles en acto’ —en ese acto
intuitivo concreto— sea cual sea su procedencia o naturaleza (y pone
los dos ejemplos habituales de Aristóteles: los “objetos matemáticos”
y las de procedencia “material”). Algo bastante alejado -en el detalle—
de la doctrina clásica platónica de La Repúb/ico no sólo ya por la
1 It, págs. 146-147, sobre todo.
III. 4. Acepciones de noús ‘humano ‘(/1) 720
fusión de los objetos —que no determinan ya la “facultad’ cognoscente
que se ocupa de ellos— sino porque la búsqueda de lo ‘esencial—
uni versal’ es, siempre, en el objeto concreto; cuyo carácter ‘separado—
inmaterial’ es puramente lógico y no ‘real’: describe el aspecto de
esencia inmaterial’ “separada” del individuo concreto,1
En cuanto a la frase final del texto (~Apft 8’ éVS¿Xera íó~v
rxu~uopévow rt voeitv a4r~v orra gil icExo»wvévavveyéoaus, £7 «5, oi~nrréav
~íarepov),y última que exponemos en este capítulo, se refiere a una
cuestión muy interesante, pera que dejó sin tratar el estagirita: la
proporción ontológica’ entre el ‘principia cagnascente’ y su ‘objeto
conocido’; nada mejor, pues, que la formulación clásica anterior para
señalar a qué se refiere dicha frase. Por cierto, como se demostró en
su momento, XWPLQT~~& (dicha del Yiaús <humano’, cualquiera que sea su
acepción) nunca supone “separado en la “extensión” sino tan sólo
separable en el plano lógico”, luego el fin de la frase no puede
sorprendernos? Si plantea en ella o no una referencia a la
intervención del naOs “divino’ en el Hombre, es discutible puesta que no
explica en lugar alguno el sentido de esta frase; posiblemente, su
objetivo sea solamente ese tema de la proporcionalidad entre la
facultad y su objeto. Son estas frases que no se desarrollan
posteriormente —aunque prometan con frecuencia una continuación- los
más característicos de los puntos claves del noús en el DeÁn, y no es
este cudión baladí, por lo cual se estuWar~ con precisión½nel
próximo capitulo como ya anunciñramos.
/k¿n..páq 147.2 Aunque al utilizar un participio perfecto adjetivado, e introducir un aspecto diferente —
‘acción acabada’— ha de recurrir a urja frase tan compleja (‘separado pero en elpensamiento íj no en la realidad’) como la que acabamos de ver en el párrafo anterior.
1
111.5. E//,fto dhqño’de naik& 721
C~UflJL@ ~ ED L~1M1 tQ~DW&IMUSTOTELQCt
O. INTRODUCCION.1
el lector recuerde la larga búsqueda de la Parte 1, los autores
jonios del clasicismo —filósofos o no— conseguían una visión del
correlato entre naOs ‘divino’ y <humano’ bastante próxima a la
aristotélica: el <humano’ no será una mere comprensión—perceptiva de
lo sentido, sino que funciones más elevadas (más ‘inteligentes’) le son
ya atribuidas; por su parte, el tipo ‘divino’ adquiere un dualismo que
mantendrá en el platonismo (con las debidas distancias), pudiéndose
haWar de ‘microcosmos’ y macrocosmos en dicho noús. Las diferentes
nociones sobre al nel qoilemo ronvierten esta cercanía superficial en•..B tAO ~OII.S ~ 00
muy poco, es cierto, al configurarse campos gnoseológicos
divergentes, a causa del influjo platónico; pero esa base jonia que
sustente todo el pensar aristotélico vuelve a hallarse en este caso,
como testimonio ineludible de la fuerte dependencia del estegirita
respecto a la medicina hipocrática —que es una filosofía vital y no una
mere teoría médica— y el pensamiento jonio en su sentido estricto.
La deuda con Platón no es menor a la anterior; ya se vió en la
Parte it su magnitud. Empero, si las estructuras gnoseológícas
111.5. E//i~o ‘ÚÑino’de noús. 722
habituales en el ámbito académico son los andamios conceptuales que
utiliza Aristóteles en sus obras no especializadas, cada vez que se
esfuerza por centrar s” r.nnr.~pto del psiquismo se desprende de ellos
con una elaborada y metódica crítica de los mismos. Y la disputa con
el platonismo siempre concluye en un acercamiento al filosofar jonio,
como podré palparse en esos textos biologicistas tan chocantes para
los que quieren ver un Aristóteles mucho más platónico de lo que
fuera jamás. El noús ‘divino’—’macrocósmico’ debe tanto a Platón como
a Anaxágoras —incluso al lejano Anaximandro-’; por contra, el noús
‘humano’ como tal (las funciones anímicas a él atorgadas) son
deudoras de la elaboración del proceso cognoscente de la Academia —y
no sólo de Platón— incluso en los puntos que rechazará Aristóteles.
Estructurar —como hace el academicismo— el noús ‘humano’ en ‘alma
racional’ frente a la <irracional’, o en ‘inteligencia’ como ‘intelección
de las Formas Ideales’ no es un punto menor para producir la propia
reflexión aristotélica sobre las ‘partes’ del alma humana y sus
‘funcione&, que desembaca en la original isima exposición del DeÁn y
los PorvaA’oturaJio que versan sobre la misma materia. Si se añade
la introducción platónica del noús ‘divino’—’microcósmico’ como
espíritu que sobrevive a la muerte”, que englobaría la expresión de la
‘inteligencia humana’ antes citada como “factor rector y organizador”
del alma asimilable” a ‘Divino’ o <Cósmico’ dentro de sus limitaciones,
el camino para la doble noción aristotélica del tipo ‘divino’ de naOs
queda expedita. Pero no debe olvidar el lector que de Diógenes,
Anaxágoras o la rica tradición hipocrática le venia al macedonio
similar impulso intelectual, con la sonada diferencia de considerar
esto tradición jonio el espíritu” humano concreto como una realidad
destructible o mortal: cuyos elementos perecerían con la destrucción
del ser humano en el cual se integran, al menos como individuo. Noción
111.9. E/t4~a Wiwño’de noús. 723
de “mortalidad individual” que mantendrá el estagirita en su
naturalismo a ultranza, pese a les interesadas lecturas de
comentaristas estoicos y neoplatónicos que tratan de convertir al
‘espiritualismo’ platónico a tan díscolo discípulo, mucho más
empeñado en su visión ‘vitalista’ y ‘fisicalista’ del Saber filosófico de
lo que tales comentaristas nos han acostumbrada a advertir
Por cierto, las constantes dudas que le asaltan en la construcción
de un filosofar bifronte —que quieren mantener aspectos de la
tradición jonia y del platonismo— permiten a los más osados
estudiosos contestar o creer que han resuelto las que fueron sus
aporías fundamentales: ass se advierte en las frases condicionales
referidas al noús que pueblan sus obras y no son resueltas
posteriormente, especialmente en el caso del tipo ‘divinot En DeÁn
el conflicto alcanza su mayor amplitud porque trata de delimitar la
función del noús ‘divino’—’microcósmiccí en su nueva estructura del
psiquismo ‘humano’ y carece del vocabulario y estructura léxica
precisos, quedándose en una inevitable vaguedad expresiva que ha
suscitado multitud de interpretaciones según la propia filosofía de
cada comentarista.
El problema de la ‘divinidad’ respecto al noús
Contendrá este subepígrafe algunas de las cuestiones que suscite
la citada cuestión, de hecho, las más conocidas y polémicas.
Ineludible es, para comenzar, afrontar el problema mismo de qué
seda lo ‘divino’ en el mundo griega durante el paganismo Si difícil es
situarnos en les limitaciones léxico—conceptuales de la filosofía de le
época, conseguir hacer abstracción de los últimos dos mil aflos de
— — ~1
111.5. [1 /4ta diriño’ de noús. 724
concepciones religiosas sobre la divinidad es tarea de un Sísifo. Bien
entendido lo anterior, no cabe sustraerse a esbozarlo tímidamente al
menos. Si, por una parte, los autores nos hablan del “escepticismo
religioso” reinante1 -al cual la famosa obra de Protágoras sobre el
origen de los dioses no puede ser ajeno—, y de lo extravagante de la
posición platónica, por otra, el origen familiar aristotélica <jonio y
médico) junto a su admiración por el impío” Anaxágoras, nos hacen
temer que estará intelectualmente cerceno a un escepticismo
religioso bastante marcado, aunque personalmente pudiera ser un
hombre piadoso. El carácter condicional—aporético de gran parte de
sus observaciones sobre la divinidad y sus taxativas negativas e
conceder la inmortalidad del alma humana, junto a sus célebres
pasajes acerca de la mísera condición de la Humanidad —tan
típicamente paganos— no nos apodan prueba alguna en contra de tal
deducción, antes al contrario. Si se advierte, además, como el
rechazo a la teoría platónica de las ideas caníleva el de la
metempsicosis —tidícula” para el de Estagira, ten jonio a veces— y , si
se tiene conocimiento de que estudiosos tan prestigiosos como Gigon y
DDring han reducido (sin desdoro alguno del Libro A) la divinidad
cósmica aristotélica a «Dios matemático» y »Primer Motor», porque
dicha divinidad supone únicamente un orden en el Cosmos (sin
intervención alguna por su parte); en suma, la sensación obtenida es
de perplejidad ante la pretendida existencia —para la ‘tradición
aristotelízante’- de una rdoctrine teologal” en el macedonio
equiparable (y mejor elaborada) que la académica.
1 Dos ejemplos: A. f’lansion, ‘Timmortalité del’ ame et de Vintellect d’eprés Aristúte”,pág. 44S, aurwjue el artículo entero es de una extremada finura de análisis; tambiénBignorie en su 1 4r¡stote/e ¡*rd¿’toe/a forrrsntnr fi/owflattpk¿re~, nos dice : «L’anima principio .rnwi.rnte e contirndti perenne di esistenza era un arduo coipo d’ alodel platonismo, per sollevarol del gretto materialismo dello filosofie precedente.», pág262. (Pera ambos autores,vé. Bibli~r.).
111.5. E//zfto dMño’ de naús. 725
Dejando para más tarde el presunta platonismo (en cuanto a lo
<divino’) del joven Aristóteles o su materialismo inicial según las
fuentes —dudosas— aportadas por la escuela italiana, lo que
corresponde resaltar en esta cuestión inicial es que lo <divino’ para los
griegos es abismalmente diferente de nuestras modernas miras, pera
también de las de los estudiosos más antiguos cuyo ambiente vital no
fuera ya el paganismo; no digamos las cuotas de distanciamiento vital
que alcanzasen los monjes y frailes medievales o no, por razones
innecesarias de ser recordadas.1
Se enunció ya en el segundo capítulo de esta Parte III que existe
una antigua disputa entre los comentaristas y estudiosos aristotélicos
respecto a la ‘transcendencia’ o ‘inmanencia’ de este tipo ‘divina’ de
noús; en dicho punto se destacó el anacronismo de la lectura de este
vocablo como «Inteligencia o Luz del Universo» al modo neoplatónico>
que se encamaría’ (por ‘emanación’) en el Ser Humana, y no digamos el
anacronismo que supone otra lectura posterior, que identificaría una
persona divina con dicha «Inteligencia Cósmica» neoplatonizante y el
‘espíritu individual e inmortal’ del Cristianismo con el noús <divino’ en
la especie humana descrito por Aristóteles. Ambas posiciones
(‘inmanentismo’! ‘trascendentalismo’) suponen un salto conceptual de
inmensas consecuencias para nuestro actual confrontación con el
propio texto aristotélico> ineludiblemente teñido de neoplatonismo—
estoicismo, por una parte, o de cristianismo o islamismo, por otra.
Eludiendo, en lo posible, tales interesadas modificaciones, la
disputa ‘transcendencia’! ‘inmanencia’ no es tan compleja: si se admite
1 OIr. 1. Duri ng, Aris/beles, cap. “Los Primeros Principios” <‘té. Bibliogr.) ; kMartínez Lorca, A/cimas, /tmbres y Diors~ artículo “Los dioses de Aristóteles» (vertambién Bibliogr.), de gran utilidad por sus referencias. cfr., además, P. floraux,“L’évolution d’Aristote” q A. Mansion, ir. en lo nota anterior. O, sobre el mundo griego, losclásicos P~<* de Rodheo 1sTo~cqz.~ek los Prireros PildwfosCrte~ss deJoeqer.
111.5. E//ita ‘dñ’ino’de nazis. 726
el noús ‘divino’ como ubicado en un campo léxico distinto del ‘humano’,
todas sus acepciones serían similares, pero eso no implica una
confusión de ambos extremos: una acepción, la de orden Cósmico, se
debe calificar de ‘transcendente’ —advirtiendo que esta delimitación es
propia de una mentalidad no—pagana, o sea, anacrónica—; otra de las
acepciones, la limitada a la species humana, que se realiza en algunos
hombres concretos, sería ‘inmanente’ pero no equivaldría en modo
alguno al Divino Motar del Cosmos, de orden jerárquico muy superior
Luego, reduciendo la disputa a su verdadero contexto —una disputo//o
teologal referida a un Dios Personal’ y ‘Unico Hacedor’— el ‘Divino’
Primer Motor Inmóvil aristotélico solamente podría considerarse
plenamente ‘transcendente’ al Cosmos frente a toda Divinidad de
religiones monoteistas.1
Dejamos, pues, esa discusión por situarse fuera del contexto real
del marco pagano del pensamiento griego clásico y post—clásico en el
cual se encuentra Aristóteles.
El punto esencial discutible, en una perspectiva realmente griega
y pagana, corresponde a las expresiones platonizantes que permiten
suponer —a buena parte de los comentaristas y eruditos— una autentice
fase de platonismo en Aristóteles. Sin olvidar el influjo del propósito
estoico y neoplatónico de unificar Platón y Aristóteles en sus
filosofías, ni que con el medioevo resurgió esa necesidad dadas las
profundas raíces neoplatónicas de todas las religiones dominantes en
1 Cfr. la profunda obra deP. Aubenque leprobléardel’ñrectez14ns/o/e, especialmente
en este párrafo referido al Libro A :«II faudratoutela piété des commenteteurs médiéveuxpeur attribuer A Aristote la thése selon laquelle Dieu, en se connaisnnt soi—m¿me, c’est—á-dire en connansant Yintelligible, connaitroit en mame temps toutes cL~se, c’est—A—direles choses senal bIes elles- mimes. La critique du platonísme interdisait A Aristote cette‘tole. U «impussence» des Idées, dénoncée par Ar~stote, « a «éqele que 1’ impuiasancediiDieu eristotélicien A conneitre le monde Dii moíns sont—ce Ji des formules humaines, d’ ont1’ impiété mame trahtt 1’ inadéquation et confirme en réslité le transeendence ineffable deDíco ¼págs. 332- 333 (Vé Bíblioqr.).
111.5. E/ tigo ?tyñzo’de noús. 727
Occidente y Oriente Medio (hebrea> cristiane e islámica> en sus formas
filosófico—teológicas, remitámonos a las afirmaciones en tales
términos de estudiosos de nuestro siglo.
Quienes sostienen hoy ese platonismo aristotélico en la cuestión
de lo ‘divino> se inspiran en Jaeger que, con todo el mérito de un
pionero, ofreció una imagen excesivamente platonizante del de
Estagira, especialmente del “Joven Aristóteles%1 entendido en
términos de la Grecia antigua. El principal valedor de este presunto
‘platonismo pleno’ de juventud es un diálogo perdido> o sea, una obra
sujeta a los máximas cautelas —el F¿a*~n,s—, algún texto de obras no
especializadas —De Ca?/ ¡iVa FE— y otros pasajes de una obro perdida
como es el S¡mposñ;m. Muy poco bagaje, es fácil advertirlo, para
suscitar un pretendido «periodo platónico” del ~JovenAristóteles” —o
sea, del de su primera producción> entre los treinta u los cuarenta y
pocos años- equiparable a estadios posteriores apoyados por gran
parte del CoiRus (del de contenido no apócrifo) u distribuido,
normalmente, en otros dos períodos. Lo endeble de esta tesis no evita
su difusión y fuerza a considerarla aquí para su crítica; más que nada
porque suele permitir dicha afirmación, a quienes la sostienen,
mantener que Aristóteles postula un alma racional o noús inmortal en
ese primer momento platónico o al menos una inmortalidad del alma,
en los mismos términos que viéramos en la ,Qepúb/¡co de Platón o bien
en el Tñneo.
1 Cf. como muestra de las criticas a tales excesos: P tloraux ‘L’ évohution d’ Aristote’,donde destaca las simplistas afirmaciones de Jeeqer y otros, por hacer corresponder losfragmentos-textos del “Joven Aristóteles” con el platonismo medio -o sea, del Platón demadurez, como lo hemos denominado nosotros— cuando lo que entendía Aristóteles por“ecadernícismo” ni siquiera coincide con el platonismo tardio, peqs. 18-19. En realidad,esto se deducía go del exhaustivo trabajo exegético de 1. Robin en su tesis doctoral sobre ladoctrina de las ideas—Números de Platón en su versión aristotélica (‘té. Biblioqr.>. Tambiénde 1. DUri ng, muchos a?~os más tarde, cuando nos habla de la exposición de la idea—principiodel Bien en el Platón postrero que se nos ofrece Aristóteles ~j la compara con otrasversiones de autores academicas <C.C., pags. 291-293).
111.5. El tifo ‘dMno’ de noús. 728
Las consecuencias, para una aproximación e la gnoseología
aristotélica de tales afirmaciones no es preciso recordarlas por
obvias. Y, aunque es inevitable reconocer que ya se han criticado tan
radicales tesis por poco fundadas, en este instante se refutarán de
forma más sistemática. Si se recuerda, en la primera mitad del siglo
se proponen dos tesis contrarias: Jaeger un ‘platonismo medio’ del
“Joven Aristóteles” y Bignone un ‘materialismo’ en el mismo momento
de su evolución. Las bases de ambos son endebles: tanto por
interpretar textos de origen confuso —o de dudosa autenticidad— como
por valorar los textos más ambiguas que quepa imaginar con harte
liberalidad en orden a apoyar sus respectivas tesis iniciales.
Enfoquemos primero la muy conocida posición de W. Jaeger.
Consiste en mantener un platonismo ‘típico’ como punto inicial de la
filosofía propiamente aristotélica, incluso con lo persistencia del
noús —alma racional tras la muerte. Si esto es harto improbable por
una discrepancia temporal —el Platón de la R~wñ%~co no es
contemporáneo de esos supuestos escritos iniciales del estagírita—> no
lo es menos si recordamos el claro enfrentamiento percibido en los
textos primitivos del Corpus con respecto al platonismo, no sólo del
período de madurez sino del de vejez de su Maestro, que él vivió en la
Academia.1 A pesar de todas esas críticas —y de otras— es menester
reconocer que Jaeger no se inventa esta hipótesis: le vino impuesta por
1 Oúring nos lo resume brillantemente: «Lo importante no es que <Aristóteles> cntique aPlatón en una u otra cuestión particular, sino que su actitud básica, su programa deinvestigación q sus métodos sean desde un principio de indole tan diversa. Esto,natural mente, no le impide adoptar, tanto el acervo de ideas, como las estructurasconceptuales de Platón, u fundi rías con su propia filosofia. Según mi hipótesis de trabajo,Aristóteles se colocó inicial mente en fuerte oposición e Platón <j se empe5ó en subreuar sudistancia tan frecuentemente como fuera posible y a veces no sin acritud. La polémica, enocasiones violenta, es sin duda al mismo tiempo expresión de una cierta inseguridad internadel hombre joven. cusnto mas seguro se vuelve y cuanto mAs exactamente ha esclarecido supropio punto de vista, tanto mas sereno se muestra en la apreciación de las ~trinas de losadversarios.; aun en el estilo y en el tono se advierte esto. como pensador maduro,Aristóteles reconoce plenamente la qrarudeza de Pleton.»; pag. 85 de le versión mejicana.(VÓ. Biblioqr. para esa ed. en castellano).
111.5. E/tifo ‘ÚA-’íno’ o’a noús
.
729
su interés en los fragmentos de los famosos diálogos perdidos,
inscritos en comentarios normalmente influidos por el estoicismo —
sobre todo— y el neoplatonismo. En cualquier caso, aun admitiendo esa
valoración un tanto espuria, tamporo estaríamos ante un testimonio de
platonismo tan indudable como pretendieran los antiguos
comentaristas moldeados por el estoicismo o el neoplatonismo y, en su
estela, W. Jaeger y quienes admitieron sus afirmaciones. Demostrar
que las aparentes tesis platonizantes del Eudemus De P/.Ú/oso,ohio o
del Protrapticus (amén de fragmentos como R3 49> son harto
ambiguas en su formulación aristotélica —una vez liberadas de las
‘adherencias’ anteriores y! o posteriores a la cite (del estoico o
neoplatonico de turno)— no es demasiado difícil y otros lo han puesto
de manifiesto sobradamente: P. Aubenque niega 16 simplista
contraposición de un Aristóteles primero «platonizante» y luego
«antiplatonizante»;1 y Dúring es aún más preciso al explicar el
carácter condicionado de las expresiones platonizantes más famosas
de conocidos pasajes del Caqius , aparte de insistir en el
antiplatonismo reactivo del Joven Aristóteles, reacción natural del
que va conformando sus propias teorias y consecuencia inevitable de
su dependencia del pensar jonio e hipocrático.2 Respecto a los
diálogos aristotélicos presuntamente ‘platonizantes’ —el punto fuerte
de toda afirmación de un “Joven Aristóteles platónico”— su crítica es
todavía más contundente: si en dichos fragmentos de los diálogos hay
exposiciones de doctrinas platónicas —y, por cierto, de otras
filosofías— es intencionadamente; es decir, utiliza Aristóteles la
forma dialogada de forma similar a la renacentista: para diferenciar
doctrinas enfrentadas, por ejemplo, la platónica o las jonias o sus
propias teorias.3
10c. péqsAlyss.
111.5. El ¿¡fo ‘divino’ de noús. 730
Que autores que simpatizan con el estoicismo yio el
neoplatonismo reúnan los fragmentos de un diálogo en los que exponía
la posición platónica era natural e inevitable: es típico de la
antigúedad tardía conciliar platonismo y aristotelismo, dado el
eclecticismo y sincretismo reinantes, de los cuales el estoicismo
tardío y el neoplatonismo san, además, las manifestaciones
primordiales.
Que las expresiones que cimentan ese platonismo en el ámbito de
lo <divino’ fuera de tan manipulados fragmentos de los diálogos> son
aporéticas y expresan más perplejidades aristotélicas que
convencimientos> puede verse en EN Libro X y el noús ‘divino’ en el
Hombre o EF con el famosos pasaje 1248a; qué decir del ambiguo
/Yot,~a7tíc¿ls en todo equivalente a los das ejemplos anteriores.1
En suma> influjo expresivo indudable de Platón y la Academia, sí;
discusión de problemas surgidos en el ámbito académico, sin duda;
reacción juvenil frente a las doctrinas comúnmente admitidas en el
academicismo sobre dios y el alma, también> y a las doctrinas
esotérico—religiosas de corte pitagórico, antes que nada. Pero una
fase en su producción supuestamente platónica, no se halla;
sencillamente porque no hay pruebas fehacientes por parte alguna de
dicha fase.2
Cf. valgan las páginas que le dedica P. Aubenque, oc. >8 tN Libro X, Cap. VII (págs. 58 u~j.a la exposición completo sobre Protr. en Ar¡S’tóteles’dc 1. During -así como suedición comentada del citado texto, posterior a dicha monumental monografía sobre elestegirita (‘té. BibIiogr.).2 De ahí ~uesea preferible clasificar en grupos de obras según su disposicion semanticasobre nuestro terna y no en períodos fijos de su producción; es una poderoso razón para noconsiderar ‘histórico’ el criterio clasíficatorio seguido aquí; por otra parte, un campoléxico restringido jñffihs se puetietrÉspofÉr para un~ úlasific&íoñ de conjunto del ú>rpw:ese fue cl error de Nuqens, según es opinión común.
111.5. E/tifo ‘dhdno’da noñs. 731
El pretendido materialismo del Joven Aristóteles, de
predicamento especial en la escuela italiana> ofrece también no pocas
dificultades. Si en el ‘platonismo aristotélico’ las razones históricas
del paganismo tardío eran el factor predominante en la elaboración de
dicha imagen falseada -teólogo más que filósofo— del Estagirita, en el
‘materialismo del Joven Aristóteles’ el peso de la posterioridad
filosófico es incluso mayor: hasta sus más fervientes adeptos admiten
el tinte estoico de los autores que trasmiten dicha imagen o de sus
fuentes repletas de ‘deismo estoico’.1
Tal doctrina es muy confusa en Bignone: habla de la estrecha
relación entre el Platón de vejez y las referencias contenidas en las
obras de Cicerón corno «caracterización del joven Aristóteles»> en
cuanto a la presunta tesis contenida en ellas (El alma como Alma
Cósmica, equivalente al noús ‘macro/microcósmi ca> y sustancialmente
distinta de los cuatro elementos —de ahí que seria «quinta esencia»,
constituida por un elemento «vital», equivalente casi al nvEi3jin—1?
Mezcolanza tan evidente de sincretismo y falseamiento, incluso,
estoico de las afirmaciones aristotelicas debería haber suscitado mas
escrúpulos en erudito alguno a la hora de admitirse acrítica y casi
gratuitamente. Si se recuerdan, además, lo influenciable por las
‘modas filosóficas’ que es el muy mediocre Ciceron —únicamente en
1 mqnone, oc, pieza clave para la corriente Interpretativa que nos ocupa;en las pags.262—263 relaciona no sólo a Aristóteles con Epicuro —objetivo central del libro— sino conPlatón, los restantes académicos, el neoplatonismo q el estoicismo; todo ello para referirsea los textos de Cicerón acerca de la naturaleza del alma u el noGa aristotélicos de Juventud,representados (según era tradición) por esos fragmentos de diálogos.2 Sobre la transmutación de posiciones aristotélicas en el estoicismo, su conversión delnve4aaristotélico en ese “éter viviente” o quinto elemento que anima al Alma Cósmica,pueden verse numerosas fuentes. Quizá A. Long, en Lsfflanfii,*/ernstica~ sea de los másclaros u que mejor descnben el sincretismo filosófico estoico (‘té. págs. 147-159>. Comomonografía recuérdese F/ts/oñnsnr de Eleuterio Elordov, Madrid, Gredos, 1972 (nocitado en bibliografía por ser tangencial a nuestro asunto).
111.5. El tifo ‘diwño’ de noús. 732
calidad de pensador—, u el vigor del estoicismo tan caro al mundo g
mentalidad romanos> no es preciso insistir mucho en lo vaporoso de las
apouaturas de este presunto ‘materialismo’ de un ‘Joven Aristóteles’
que> al tiempo, según Bignone por ejemplo, estada fuertemente
imbuido de platonismo postrero (dada su presunta noción de Alma
Cósmica).1
Las críticas a tan curiosos postulados no se hicieron espsrar:
Nuyens se limita a dejar a un lado los fragmentos de transmisión
más que dudosa y más contaminados.
Gauthier—Jolif, en su valioso estudio sobre la evolución de
Aristóteles,2 no dejan lugar a dudas acerca de su pobre opinión sobre
las fuentes de ese presunto materialismo aristotélico.3
flansion> siempre ponderado, advierte las palmarias
contradicciones internas de la exposición de Bignone: la imagen de un
Aristóteles «ultraespiritualista» consagrada a retomar las
afirmaciones del Fedro o del Times sobre macro—microcosmos,
alma—noús del hombre/ Alma—Noús Cósmica, es irreconciliable con un
‘materialista’ a ultranza que nos explica de qué elemento está hecha
ese alma—noús .~
Concluimos con P. Moraux, quien recuerda que un número tan
1 Lo, en notas anteriores sobre Rignane.2 Que precede a su traducción ~¡comentario de la FN < en i’Fth¡<nei M=nm~ue,vé.Biblioqr.>.~Como muestra baste esta frase demoledora. «1’outefoís, et sans qu~on puisse déniontrerqu”elle fut inexistente, il reste permis de deuter de Vexistence de cette «phesematérialiste»; les preuvez alléguées en sa faveur sant insuffisantes: ce ne sant que desfregments de deuxiéme main, empruntés A des auteurs qu ne comprenaient rien auspirítualísme, ou mame, tel Ciceron, se croyaient spiritualistes tutú en se montrentincapables de penser autre chose que des corps; rien nc prauve qulís aient compris íestextes q¡flls citent ni meme qulis les citent correcternent.»; ‘U évolutiori de la penséed’Aristote’, péq. 27.4 A. Mansion, it., págs. 447-451, donde se desarolla la polémica completa y se analizanaportaciones posteriores a favor de la tesis de Bignone q su refutación.
111.5. E/tifo ‘dftqño’ do noús
.
733
crecido de estudiosos no puede estar completamente equivocado, y
menciona como adeptos de la misma posición que Bignone —
modificándola y mejorándola> claro está— a von Arnim, J. t’loreau,
Bidez> Alfonsi u Festugiére. Sin embargo> dicho autor (y coincidimos
con él) sostiene que el rigor filológico mínimo obliga a adherirse a la
vieja posición de Reihart quien sostuvo una contaminación estoica en
todas las fuentes de estos fragmentos de los diálogos perdidos; hoy
Olaf Gigon se decanta por la misma posibilidad en artículos
preparatorios de su magna edición de los fragmentos aristotélicos (y
se trata del más autorizado de los estudiosos precisamente por su
larga dedicación a este tema concreto).1
Antes de cerrar esta crítica, es indispensable reseñar lo que hay
de cierto en ambas posiciones: a> si bien no es un platónico en ningún
momento reconocible en su abra {~ por fuentes o textos atribuibles con
solidez a Aristóteles), si enmarca todo su filosofar frente al
academicismo: al influjo ‘positivo’ (expresivo, de problemática, etc...)
se une el valor ‘negativo’ del academicismo y del platonismo estricto
(cómo no debe obrarse metodológicamente, o no debe considerarse el
mundo natural, etc...); LO si bien no es un materialista, sí tienen algo de
razón los conocidos autores al deducir la fuerte predisposición del
Joven Aristóteles a reaccionar frente al ‘ultraespiritualísmo’ del
última Platón g al basarse en su conocida herencia naturalista (jonico—
hipocrática) para construir la imagen de un filosofar inicial cuanto
menos ‘alérgico’ a factores idealistas del academicismo en general.
Se podría concluir que mientras unas confunden la dependencia
sémica y de procedimientos expositivos respecto a la Academia con un
1 Ref. a esta posición, 1. Dúri ng, Ar¡stóte/es pág. 662. Desgraciadamente, la edición deGigon de dichos fragmentos —tan necesaria tras transcurrir un siglo desde la última (la 32>de Y. Rose—no esté disponible aún a la hora de redactar estas líneas en Madrid.
111.5. E/tigo ‘éyino’ da noús. 734
real compartir el platonismo vigente en ella, otros toman la
sobrevaloroción aristotelíca de la Naturaleza (sin duda, su objetivo
cientifico—filoséfico primordial) y su crítica al ‘espiritualismo’
académico como pi tagori smc—eleatismo por una confrontación
‘ideal i smo/ materialismo’ absolutamente anacrónica para la Grecia
clasíca, por muy obvia que pareciera a fines del Helenismo y a los
sincréticos tiempos de la República y el Imperio romanos.
No ha lugar, pues, admitir ninguna de tales hipótesis y se pueden
aportar tres demostraciones de distinto signo para llegar a tal
conclusion:
a) lo restrictivo del lenguaje aristotélico en estos temas : desde
los famosos pasajes del /‘rotr al fragmento 49 R3> pasando por los ya
citados de diálogos u obras del ¿‘arpas —94/1 ,Sim,o EN Efj — > la
ambigúedad en todos ellos es famosa y el hecho de que sean a modo de
guiños al lector (coma alusiones a autores o filósofos anteriores, es
decir> expresiones vulgares o términos técnicos ajenos) dificulta
todavía más atribuir al propio Aristóteles las opiniones expresadas
allí sobre la divinidad (sea del noús o no).
A este punto, destacado repetidas veces y sobre el que se volverá
en el §n§lisis de cada texto implicado, se pueden añadir otros dos,
menos genéricos, que se desarrollarán en las páginas inmediatas:
b) las disquisiciones sobre ousía del Garpus’ concernientes al
noús y a la Divinidad nos ayudarán a confirmar el carácter
transcendente del ‘Dios aristotélico.’ Y a alejar cd ín/ín/tam, por
tanto, la pretendida asunción de posiciones del Timeo por parte del
Joven Aristóteles; y el 10 se debe a lo temprano de la definición técnica
del término ausía en el estagirita confirmada por la fecho atribuida a
Por ej., véase ‘Los dioses de Aristóteles’, de A. Martínez Lorca, págs. 79-85. (Ver titulode la obra que recoje éste ijotros artículos en Biblioqr.>.
111.5. E/tigo dinño’ de noús. 735
los das pasajes que aquí citaremos parcialmente: [Al 1O%a 25 y FE
1217b 31.1
c) la cuestión de la ‘inmortalidad’ en Aristóteles por su
correlación con el noñs ‘divino’ y el ~i4ncomo factor de le ‘divinidad’
en general; se podrá en relación con otros rasgos propios de lo <divino’.
CARACThRIZACD
INIRODUCCION.
Con el riesgo de pecar par decir lo obvio, hay que comenzar
destacando la oposición ‘divino’/ <humano> puesto que es la división de
ambos campos léxicos la que más nos puede interesar, frente a otras
posibles. Todas las precisiones acerca de rasgos sémicos a considerar
estarán enfocadas en dicha dirección: por consiguiente> se destacarán
los de ‘inmortalidad’ (frente a ‘mortalidad’), ‘ lo inmaterial’ (versas lo
‘material’), lo ‘ya separado’ (= KEXÚ)ptcYfxcvo9, participio de perfecto;
frente a la ‘no escindido de hecho’) y lo ‘sustancial’ (versas lo
‘accidental’ o las restantes nueve tategorias’ tradicionales).
Sin embargo, antes de comenzar propiamente la exposición de
coda uno de estos rasgos —que podrían resumirse en lo ‘suprasensible +
eterno’— habrá que acordarse de lo difuso de la terminología sobre lo
<divino’ en Aristóteles. A la ambigúedad expresiva —traducida en
repetidas oraciones dubitativas (o sea> condicionales, casi siempre) o
en frases heredadas— se suma la lexical: ‘ró Sdov, ¿ O¿os~ y & SEd
1 Pertenecientes, asimismo, al primer grupo de obras en nuestra clasíficacion.
111.5. E/tifo ‘a’iyíño’de noús
.
736
son sinónimos claros: de ahí la franca imposibilidad de sostener
filológicamente la alusión a un dios personal’ ni antropomórfico en el
de Estagira. Por contra> la mejor denominación parece la que se viene
empleando en este trabajo «lo divino»; aquello que es ‘suprasensible’ y
‘eterno’ a la vez y subsume, por tanto, los cuatro rasgos citados más
arriba: ‘inmortal’, ‘inmaterial>, ‘ya separado o escindido’, ‘sustancial’
(plenamente). Si se recuerda, además, a qué realidades se refiere
como “divinas”, el carácter fuertemente ‘abstracta’ del ‘concepto1’
universal’ resalta más aúnwrciyczoóv, ‘r¿ Kcr.XOP, ‘r¿Aog, ou EVEKcL y i’onpúnov KLPoIJP óJcúnyrov, amén de noús . Los dos primeros tienen una
fuerte carga platonizante y ética: pero el resto está tan estrechamente
relacionado entre si que configure la tela de arañe básica de la
estructura aristotélica del Cosmos: la teleología, pieza capital de todo
el andamiaje —que integraría el origen (la ‘causa eficiente’ o~ ~veia
Cpor causa de qué”) y el fin (el propio ‘r&iog)— cuya estrecha
vinculación con el Noús es inútil recordar ahora; y iZ npúrtoi> KLPOUV
ádv1’rov al que se liga repetidamente a nuestro vocablo en el famoso
Libro A de la P/e/a Por su parte, ‘r¿Xog es ‘TdyaOóv y ib KcQtov
tanto de la conducta humana <racional’ (noús ‘humano’) como del
Universo ‘divino’ donde los halla; poseedor> por tanto, de una Razón de
ser, el incesante intento de alcanzar el —imposible— íÚo~ (Bien y
Honor sumos) del paradigma exterior que es TO TI9WTOV KLVOIV
a¡«vvyrov.1 Recuérdsse, una vez más, que no obstante el concepto de lo
‘divino’ es de gran vaguedad en Aristóteles, así realidades varias serán
calificadas como ‘i’o Odov’ sólo porque quiere designarías como
“imperecederas” aunque sean materíale& y “no separadas” en modo
alguno.
111.5. E/tipo ‘divino’ da noii;. 737
Rasgos de lo <divino’:
Aclarar que el noús contiene los rasgos que acaban de indicarse
para lo <divino’ en general es la prueba de fuego a afrontar ahora; se
enfrentará en cada una de las cuatro características antes citadas
como capaces de configurar la suma de lo ‘suprasensible’ y lo ‘eterno’
entre todas ellas; porque la elección de las mismas no es arbitraria;
como muestra> tomemos un pasaje ‘antiguo’ (f»g~z 203b3-14):
a ~ ‘ ~
QE i~ui aysnjíov u ~4Ou.p’rov& doxij it; o5a~r vi re ydoyevópevov dv¿y~ reXo; M43dv, u reXeisrj TTXOfl& Jod #oo&. Aid KUSaTep
Xéyoiep, o~J rwirn~ doxii, ¿XX’ 4Lijífl rd3v b>~ow e.tvux Sout m~ ufpi~ew «IT«V¶a
u TTtbTtL Kt4epwv, 0>9 4cUTU> 5fl pi’j uoioíiot TT«~¿ r¿ TEIQOV XX«~ ,,
ole»’ vo~v fi •iXíav’ rrx~ ruin’ etva it Oetov’ deáv«i’ov ido ,att dvc~eopov,
@iaiv ¿ ‘Av4ív.~v8po=rat o~ TIXeWTot rau’ ~umoXóyow.”[P4~203b1 3].í
Aparecen en él rasgos del arkhé (como “principio cósmico”)
dyénpov (inengendrado”) + ~tOcqxTov(incorruptible”)> a los cuales
se suma más tarde <dOdvcnov....Kca. c¿viÚXEOpov> (inmortal”...
imperecedero”) como equivalencia de ‘re 64ev. Que “inengendradcí +
imperecedero o indestructibl& construirán la noción de ‘eternidad’
aristotélica es sencillo de entender; que incorruptibl& se les pueda
asimilar, también pero la ‘inmortal> no es otra noción que lo
“indestructible—imperecedero” + lo “incorruptible” y todos estos
rasgos léxicos citados no pueden decirse de la ij’X1, por tanto, se
refieren a lo ‘inmaterial’ sin dificultad alguna; la ‘inmaterialidad’
1 En la versión de Les Belles Lettres: «[On voit donc par lA qu’un tel examen convient auxphujsiciens (7estavec raisonaussi quetous fontdel’infini un principe,eneffetl estimpossible qu’il existe en vain; ni qWil ait aucune autre valeur que celle de principe; touten effet, ou est principeou vient <un principe; or, ¡1 dijo pos de principe de l’infini;ceserait en effet se limite.] De plus> u est non—engendré et non—corruptible, en tant qu’ il e3tun principe;car nécesairement touteqénération reqoit unefinetil ija untermeateutecorruption. (Yest pourquoi, dxsons—nous, fi da pes de principe, mais c’est lui qul paraitatre princípe des autres choses, et les embrasser et les diriger toutes, ainsi que le disenttous ceux qui ríadmettent pas d’autres causes é c5té de l’infini, conime sereientl’Intelliger~ce, ou l’Amitié; et encore, c’est la divinité, car $1 est immortel et mpérissable,comme le veulent Anaxímaridre et la p¡upart des phgsioloques.» (Vé Bibliogr )
III. 5. E/tifo ‘divino’ de nou.~. 738
convierte la ousía en algo único, no diversificado en individuos
distintos, o sea, en un género abstracto en cada caso de realidad
‘divina’ que se nos ofrezca: dicho con precisión, la convierte en algo
‘escindido o separado’ de lo material propio de toda individualización
sensible.1
Luego, los rasgos de lo ‘divino’ se pueden considerar bajo estos
cuatro epígrafes con bastante probabilidad.
A. ‘LO INMORTAL’:
En primer lugar, hay que olvidar la elaborada noción de
‘inmortalidad’ del medioevo; dado que en la época clásica es
impensable tal amplitud sémica, y Aristóteles es especialmente
limitado en su consideración de lo ‘inmortal> que no abarca todo lo
‘inmaterial’,2 como se viera en el pasaje de la Phys (203 b3—b 14)
para referirse a ‘ib Oáov se sumaban aOcwc¿-rOv (inmortal”) a
cwúJXEOpoP (“indestructibles o impereceder&) luego no son sinónimos
ambos, requisito indispensable paro que lo “inmortal” equivaliese a lo
‘eterno>; en cambio, si fuese así la categoria de ATETIPORAL contendría
a ambos rasgos de lo ‘divino’ como sinónimos absolutos,
5. ‘LO INMATERIAL’:
El otro gran eje léxico, el espacial, ha de tomarse en cuenta en
este momento, de modo que lo INESPACIAL es el campo en el cual entra
‘yo Oáov coma tal. <Inmaterial’ no se expresa, por cierto, con un
vocablo específico, este detalle nos recuerda la tardía asunción del
eje ESPACIAL en el mundo griego; de hecho, Wu~ es un término técnico
Otra hermosa definición de lo ‘divino’ la encontramos en A , (se refiere al Primer MotorInmóvil-Noija): ‘..EGTW Oliuta Tt; «~10~ KYU ~WfltO~ flLt >~XQ~W11flm Taj’
a~o8iir4’(t*te i073a3-4>.2 Cf. O. Yerbeke, ‘Comment Aristote convoit-il l’imn’mtériel 7’, paqs. 235-236, vé.Biblioqr.
111.5. E/tifo ‘div/no’ de nazis. 739
no subsumible exclusivamente como ‘materia’ y su opuesto en el campo
léxico de lo ‘divino’ —en el eje INESPACIAL- no existe como tal: es lo
cp~yEOO& Uno—extenso”, sin magnitud o tamaño”) sin más, o lo dpep&
(“indivisible”) que viene a ser equivalente.’ Naturalmente, la oposición
parcial a UX1 existe, entendiendo a ésta como ‘principio de
individuación’ + ‘potencialidad negativa> y no como “principio”
inevitable de todo “ser sensible”; en suma, ‘inmaterial’ será lo que
está fuera del aspecto ‘concreto—sensible’ y no tiene ‘magnitud’
alguna; por ello, será genérico o abstracto y carecerá de dúnamis con
inclusión de CTEfXOL§ (“privación” o negación de la reali2aCión
formalizadora”).
U. ‘LO VA SEPARADO’:
Es una atribución muy ligada a ‘inmaterial’ y sumada a este rasgo
equivale a ‘eterno’ (aión) en los términos típicos del estagirita que,
como viéramos,2 hizo un enorme esfuerzo de sistematización de este
concepto léxico de ‘eternidad’. Sin embargo> este ‘escindido o
separado> absolutamente de lo ‘material’ o ‘sensible> que se mueve
en el ámbito ‘suprasensible • eterno’ no se designa con el Xt%~0TOSA
habitual para referirse tanto a lo ‘abstracto’ o lo ‘no individual—
concreto’ (en gnoseología) cama a las ‘sustancias materiales’ como
tales, por ello es algo mucho más genérico y no necesariamente
escindido defecto de lo ‘material’ o ‘sensible’.4 Es más usual, en los
casos que sí se hallan en el campo léxico de lo ‘divino’, el aoristo
¡ti de,».2 Cap. II, de esta III Parte.~Véase al respecto la clarísima exposición de P. Aubenque> c.c. en la nota 2 de la pág. 36;(más datos en Di blioqrj.4 cfr. 6. Verbeke, f.c.; sobretodo sus referencias a xuvun’ós, donde aclara su sentido <loque puede ser separado” -~apí4o—, ‘lo que es separable;”>. Literalmente, ésta es laexplicación que ofrece « ce qul poss¿de une certaine indépendance de maniére A pouvoirexister en liii — mFme (p ex le substance matérielle), et specialment ce qui est indépendentdu monde matériel et jouit de caractéres opposés á ceux de la matiére.», pág. 206, n. it<Ver Bibliogr.).
111.5. E/tiPa ~#víña’ds nazis. 740
pasivo —XWPLG6E(§, De An. 430a 22— o el participio perfecto pasivo -
KE~InpwgEvos, EN 1 178a 22— con intencionalidad marcada de referir
una situación conclusa (“ya separado” y no “separable” como xwsxaíó&)
e irreversible, ambos por su aspecto verbal (=acción acabada)
permiten aludir a una existencia “separada sin que presuponga una
unión anterior” con algún ente sensible. De lo condicional ‘posibilista’
u meramente analógico de ~wptoToginmerso en la descripción —algo
forzada lingúísticamente— de realidades ‘abstractas’ del campo
gnoseológico, saltamos ahora al concepto de la ‘separado realmente’,
entidades ‘no materiales’ y por dichos dos rasgos, ‘eternas’ y, por
ende, <inmortales’.
D. ‘LO SUSTANCIAL’:
La complejidad del vocablo ousía en Aristóteles no facilita le
sencilla descripción de rasgos sémicos que nos incumbe en este
subapartado. Si se puede anunciar que la posición adoptada es la de P.
Aubenque en su magnífica exposición sobre la ‘metafísica’ o la
‘ontología’ aristotélica, especialmente en esta frase: « (‘.3 1’ étre en
nP.flPrAl r’est—a—d~re tel q’fil devrait étre dans se généralité, esto-. -. __
l’étre divin, et, c’est au contraire, l’étre en tant qu’étre du monde
sublunaire qui comporte cette particularité d~’étre divisé d’avec soi—
méme.».1 Retenga el lector que la ‘esencialidad’ de ousía, su
paradigma> se encuentra en el ámbito de lo ‘divino’: sólo en él se
cumplen perfectamente sus caracteristicas u su naturaleza.2 La
ousia, en general, es pues la de orden ‘divino’, pura entelékheia y
desprovista de ‘materia’, por tanto, ‘imperecedera’, ‘inmortal’>
‘eterna’; todas esas perfecciones (que le suponen su aspecto de
1 Oc.,opaa. 416.2 Sobre todos los rasgos que distinguen uno odah ‘sensible’ o ‘material’ de otra‘inmatenal’ o ‘divina’ véase también a P. Aubenque, J? ti, péqs.4S9-484.
111.5. E/tipa ‘¿1k/no’ de nozis. 741
‘r&y«Oov, 16 KcO~oP) le vienen de su <ser separado’ ‘escindido’ de lo
sensible, o sea, de su carencia de pdncipio individualizadar’ o
«particularidad» alguna en los términos de Aubenque.’ Es inevitable
destacar que cusía del tipo separado únicamente serían Primer Motor
Inmóvil y NaOs ‘Divino’; o sea, son realidades plenas que escapan al
cambio y, por ende> a la íntima escisión ‘meterla—privación-forma’
contenida en le cusía del tipo “sensible”.
A esta ousía del tipo <divina’ (género que sólo comprende Primer
Motor y NQ~2) —y en modo alguno a las ‘esteras celestes’— se la
describe en dos pasajes —EN 1096a 25 u EF 1217b 31—; por otra parte,
en el Libro A se atribuyen parecidos términos a los de Protr o FN
Si ,,1 fl.4 M 1 1’
Libra A al rl íme¡ motor iflmovii como arkhé es íay~ÓP, 70 K«s0V y’asimismo, el ‘r&~o~ o aspiración final’ del Cosmos. Pero enseguida
surge la analogía Primer flotor-Noús aquí esté en palabras de Dúring:
«Todos los procesos naturales, por tanto> son regidos por el prd&rnkiwv# y el amoral Bien es en último término el móvil del Universo (...). El edificio esté ahora concluido:“De tal principio penden el cielo u el mundo del Devenir”. Así corw Momero representaba alos dioses cual superhombres “que viven sin cuidado”, así lo hace también Aristóteles.
Pues ahora aparece el término “el Dios”. El gozo de le vide> del que nosotros podemosdisfrutar sólo por breves instantes> le compete siempre al Dios en el Cosmos. Lo divino enel hombre es la razón. los más hermosos instantes en nuestra vida son aquellos, en los quenuestro pensamiento asciende hasta las más altas esferas y se realiza en el más alto grado,
pues entonces vivimos bellamente.».2
Sinónimos. Antónimos.
A los rasgos sémicos descritos se les podría considerar ya una
lista de sinónimos -parciales- de nuestro noús <divino’, a los
1 ci. varios ejemplos como A4n. 434b 3 dónde se recuerde que todo ser yevvr~’óv(“engendrado”) debe poseer necesariamente la ‘sensacion2 Arzstoteks, pág. 335.
III. 5. E/tipa ‘diwña’ de nazis
.
742
señalados ahí cabe añadir solamente dt&ov (“eterno”), entelékheia o
9n.Lrgeia todos ellos como atributos o descripciones de nuestro tipo
actual del vocablo. Por supuesto, no dejan de aparecer adjetivaciones
como ‘KciA(Úv KQL Odwv’ así como algunos de los que forman la lista de
Dúring de conceptos de lo ‘divino’:
1. Tdyce¿v y ‘r¿ KcÚ«Sv -como ousía ‘perfecta’- se pueden decir
del igual que del Primer Motor
2. En cambio, 70 fl~~QTOV KLVO1JV dKíviyíov es, en cierta medida, su
opuesto’, la otra “realidad perfecta’ (ousia)
.
3. En cuanto a í&sos y oZi ~va«xse pueden decir análogamente de
Dios y ~ están en equivalencia respecto de ambos. V esto tiene la
mayor importancia: si hay una razón clara para declarar análogos
Primer Motor Inmóvil y Noús reside en esta equivalencia, la del
teleologismo que supone (coma búsqueda de la ‘causa eficiente’ —cdi
EVEK«—y del ‘fin’ —‘r~Xos— al cual tiende) es el que explica mejor que
otros rasgos el paralelismo y la estrecha relación entre ambas
‘entidades perfectas’.
Más aún, la lista de /1/1 1 163b 22,1 nos confirme estas relaciones
al ofrecernos una lista de las «distintas acepciones de la palabra bien
(‘r&y«Sóvh>. Los «más preciosos (‘r’ilaov)» son los «que tienen algo de
divino (-ró eáov) y que son lo mejor (f3&vrtov)» como la PÁykhe el
noús; (es decir, el noús más que la psykhé rectificación llamativa> u~también lo es, lo primero de todo, el arkhé (“principio”>. Un ejemplo
1 Cuija texto griego completo es: “~nei 8’ ~n~g‘UOIiTWV 8t4WTOa, uewcr.&4ev XéyewTayu8ov ~xc»9.>.eye¶w. eo’rt yup tui’ aya8ow -ra pev npw, t<i 8 ena,u’e¶’a, r~8¿ &ívd¡~ei5. íd, b¿ fxpx~w Xéyw ró roxaUrov, íd Oeiov, íd pehiov, olov *ux4vOU~, it ~ fl «pa, ‘ra roxaOTr “. 1 NN ¡1 63b 22]. En la antiguatraducción de P. Azcarate : «Sentados estos preliminares, procuraremos distinquir lasdiferentes acepciones de la palabra bien. Entre los bienes, unos son verdaderamentepreciosos y dignos de estimación,otros sólo son dignos de alabanza, j,otros, en fin, no sonotra cesa que las facultades. Entiendo por precisos y dignos de estimación los que tienen algode divino ij que son lo mejor respecto a todo lo demás, como el alma ij el entendimiento.También tengo por tal lo que es primero y anterior, lo que tiene el concepto de principio ulas demás cosas de este género,<..t>. (‘té. Bibliogri.
111.5. E/tipa ‘divino’ de nazis. 743
del tipo ‘divino’ en el Hombre para cerrar este balance de sinónimos,
no parece mal final.
Por contra, es la contraposición noús ‘humano>! ‘divino’ quien
nos proporciona los antónimos al segundo tipo; ejemplo señero de tal
afirmación es Proir 625:
“A ‘ot p~v o&’ u vo~ ¿4aweOdc bepwuoc 4sJv~ y{yvera
u«panXvjmo~, voíi 8~ póvou d4~prpévos &OnpioUui, dAoyti~ 8’ ¿4awe8e’t9 pévow 8’¿1’ ‘rq~ w~ o¡¡rnout«~ 8e«~” [ProtrB2B-Dúringl.
En él se nos contrasta animal! hambre por la posesión del ng~,
pero se nos afirma que ‘escindido’ de su aspecto emocional—animal, el
noús haría “semejant& al dios” al hombre. De ahí que tuvieran razón
los poetas” (probablemente Eurípides) cuando sostuvieron que “el noús
es el dios en nosotros (‘¿ voijg y&p ‘w«v ¿ OEO&’) —Proir 6110-
puesto que es lo ‘decivcrrov K~. góvov Odov’ (6106). Se deduce
entonces, como el “deseo” (‘lo emocional—pasional”, ~ri~xii) queda
inevitablemente ligado al noús ‘humano’ (pues el hombre es ‘animal’
antes que ‘racional’) y divide ambos tipos del término; se nos dice esto
con mayor claridad aún en Pal 125/a 32,1 mientras que en la cita
inmediata ( 1267a 29) se unja al noús a la divinidad: ‘f..XELV 10V 8Ec~>
Kat ‘ró voíh.’ jióvoug,’.2 Ambos textos tratan de la ley humana como
dependiente de una ley superior, la Ley—Urden Cósmico; aparte el
recuerdo inevitable de Heréclito, tampoco puede olvidarse el tono
platónico del texto — emparentado con Los Loyas antes que nada como
se viera ya en la Parte II— porque la relación Noús—Nómos es un tópico
Cita analizada en la 12 acepción, a la que pertenece. (Para el texto griego, ver Apéndice deconj unto de Citas en el corpus)2 Cita que veremos en la 62 y última acepción, por cierto. (Para el texto griego, vé. el%endice mencionado en la nota anterior).
111.5. El tipa ‘diviño’ de nazis. 744
muy usual del Platón de vejez.
Además está el mejor ejemplo de todos: el pasaje de Rket. —1362
a21 y ss.— que ofrece dos usos de la primera acepción del ‘humano’ (en
tres citas) rodeando una cita del Noús ‘Divina’ : porque se habla de ese
NaOs ‘Cósmico’ que suele aparecer ligado a una Phúsis igualmente
universal (1362a 24, tercera de las citas). Texto también referente al
“Bien” donde se distingue ‘animal’ de ‘humano’ por la “razón” (naOs, 12
acepción) y se habla de un NoQs no <individual’ o rio <humano
Finalmente> las citas del Libro 3< de EN se plantean la disputa
entre naOs <humar>o’/ <divino’ [ 1 177a 13, 20 y 21; 1 l’7’lb 19> 30 y
II?Ba 71. Para terminar en 11 76a 22 exaltando el carúcter especifico
del naOs <divino> en el Hombre: ~ 8~ i’ou veO KE~ú)pIJY~JIvq’ del cual ya
hablamos. Y> por contra, DeÁn 413b 24 distingue los dos tipos de
nous con toda claridad: ‘XWgÍZEUO«&.’ es el noús ‘divino’ que no es una
‘facultad anímica> (como el ‘humano’) y nos define especialmente ese
infinito —tcaadncp í? dí&ov— como opuesta a lo característico del
‘humano’: “roO 6ap’roO’ (“lo corruptiblel.
Sin entrar a analizar cada uno de estos ejemplos no puede
anadirse mucho mas. Cedamos el paso a dicho estudio pormenorizado
de cada pasaje implicado este tipo ‘divino’ de nuestro vocablo> tras las
precisiones oportunas que permitan situar debidamente las obras clave
de dicho tipo.
111.5. E/tífta ‘divíña’ de nazis
.
745
1. NOUS ‘DIVINO>. PRINCIPIO COSIIICO.
5í algo puede parecer curioso es que todos los textos de la
acepción 5Q -41005 ‘Di vino> y/o‘Cósmico>— pertenecen, en principio, al
primer grupo de obras aristotélicas; el caso del Libro A, es el más
discutible. Sin embargo, pese a la insistencia de la escuela de Lovaina
en mantener lo tardío de la redacción de dicho Libro A,1 las pruebas
filológicas comparativas aportadas por 1. Díiring en su Án’stdte/es son
en excesos abrumadoras pare apartarse de sus conclusiones: A está
muu emparentado con Proir. P/¡ys. FA’ Libro 3<, etc... y ha de ser su
contemporáneo aunque el Cap. 6 se haya añadido con posterioridad.2 En
nuestra estrecha perspectiva el parentesco de A con los restantes
textos y obras implicados es tan señalado que hable por si mismo.
1 Gauthier—Jolif, por ej., en su Introducción, págs. 51—52; P. Maraux, en su ‘L’Evolution«Aristote’, págs. 21-29.2 dr, en la edición en castellano, págs. 302—31 0 para la ubicación temporal del texto; yaen la exposición se reafirman las concomitancias de unes textos ij otro, sobretodo las paqs.322 u
111.5. E/t$o ‘diw’na’de nazis. 746
ANAUSW ThXtUAL.
Corn~enza nuestra dedicación al Noús ‘Divino> (‘Cósmico’) con un
texto fragmentario> 49 R3 la única frase de su IIEPI LXXIII (“Sobre
la Oración”, o “Plegaria”) conservada por Simplicio (Da (ca/a 485. 11—
22): ‘OIL O OEO§ fl VOU~ ¿07W fl ¿TTEKELVct 11 ‘mU vofl.’.
El estudio más completo sobre este corto fragmento lo desarrolla
J. Pépin en su ‘De la prióret2 quien, tras discutir todas las
int~rnretaciones anteriores con detalle>3 defiende la estrecha relación- r
con el texto de Cicerón inspirado en el DePñi/aso,ahio (PM! 26 R3)
y el carácter platonizante de ambos. Sin embargo, ya se ha expuesto
que en estas obras fragmentarias —que Pépin considera de juventud— la
indeterminación sobre la adhesión o no de Aristóteles a las posturas
expuestas es total. En tal situación, puede admitirse lo que afirma el
autor galo si se tiene claro tal principio: ambas referencias (Fr~g 49
y 26 R3) pueden ser todo lo platonizantes que se quiera, pues
pudieran ser exposiciones de doctrinas platónicas.
Con tan importante salvedad pueden asimilarse las precisiones,~ 7’gramaticales de Pépin (que sostienen el carácter no exclusivo de n...n
ra’,, sino de oposición inclusiva)4 y al defender uno interpretación
cercana a la suyo. Aristóteles estaría afirmando que el noús del tipo
‘divino’ puede ser equivalente al Dios (como o~cCa ¿Estoy) o algo
1 En versión de T. Calvo Martínez «Dios o es el Intelecto o algo que incluso está más allá delIntelecto», en su intr. a Acerca ¿tíA/mo , pág. 59,n.74. (‘té. Bibliogr.>.2 Trabajo que supone uno de los capítulos de la obra Art s’tofr, ¿)~; ¿fl’vres Etrdees (VerBibliogr)3 Lx., págs. 56-66.4 1km. pág. 70.
111.5. E/tigo ‘divino’ de naziS. 747
inferior — mes nrk, diríamos popularmente— al Dios transcendente: un
noús <divino’ pero como Razón de la especie Humana, inmerso en el
Cosmos y con orden jerárquico inferior. Dentro del mismo tipo <divino’
hay dos acepciones diferentes> dos niveles distintos en ‘cuanto al
puesto que ocupan ambos noús ‘divinos> en el Orden Cósmico, de hecho>
esta será también nuestra tesis. Por su parte, la versión de W. Jaeger
(al menos en trad. española) no toma partido: « Hacia el final de su
obra De/o Oraría’.’ escribía: «Dios es o Ñus, o algo que está más allá
del Ñus»,1 pero con ello no se opone a la afirmación de tal subdivisión
del tipo ‘divino’. De hecho> la conclusión de Pépin se resume en una
frase similar 6 la del famoso filólogo alemán: «...au dire d”Aristote> la
divinité doit étre conque tout ensemble comme un intellect et comme
une réalité au—delá de l’intellect.»?
Respecto al fragmento 26 R3 su tinte estoico fue denunciado en
su momento; un juicio muy escéptico sobre su valor es la secuela de
ello; empero puede admitirse alguno de los detalles que aporta Pépin al
mismo que ha llegado el momento de recordar en su literalidad:
«Aristotelesque in tedio de philosophia libro multe turbat a maqistro suo Platone
dissentiens. modo enim menti tribuit omnem divinitatem, modo mundum ipsum deum dicitesse, modo alium quendam praeflcit mondo eique eta partis tribuit ut replicatione quadanimundi motum regat atque tueatur.».3 ¡ Cicero, Natura Pevrvm, 1, 13, 33].
En primer lugar, resulta obvio que máns equivale a naOs y útil la
observación de J. Pépin de la similitud didáctica de ambos textos [49
1 Ar,sto4/es, versión de J. Geos, pág. 166, ver Biblioqr.23Ed. Ross, /‘rqarnta,<vé.Bibliogr.). Laversióncastellanade J. Pimentel es«33“También Aristóteles en el tercer libro de su filosofía, confunde muchas cosas [sinl*disentir de su maestro Platón, pues era atribuye toda la divinidad a la mente, era ¿<Irmaque el mundo mismo es dios, ore pone al frente del mundo a algún otro dios y le atribuye elpapel de regir g vigilar el movimiento del mundo por cierta revolución. [Luegodice que elardor del cielo es dios, no entendiendo que el cielo es una parte del mundo al que en otraparte él mismo designé como dios.»; Ñtre/oMtvrs/&’~ok/osotors, pág. 14, (verBiblíogr.). { * término que Ross no incluye en su edición, en latín era «non»).
— 2
¡¡1.5. El t;fta ‘dir’iño’ de noas. 748
y 26 R3 1 para cimentar dicho presupuesto inicial. También que no
es la nzsns o ‘razón humana> como sede de las funciones cognitivas que
hemos caracterizado como 12 acepción del tipo ‘humana’ de naus
Pépin habla todo lo más de un presunto «intellect cosmique» como
traducción de lo expuesto por Cicerón y para apoyarlo recurre al
presunto platonismo del texto, para finalmente insinuar que
Aristóteles con pasajes como ambos fragmentos es claro precursor del
neoplatonismo plotiniano. Sin duda, se está dejando guiar el autor
francés por rasgos espurios añadidos por la fuente estoica de Cicerón>
que aproximan en alegre mezcolanza helenística a Platón y a
Aristóteles, facilitando la innovación filosófica que supondrá el
neoplatonismo; estos estoicos —que ‘manipulan’ y reinterpretan’ a los
autores clásicos— son desde luego ellos mismos precursores del
neoplatonismo y no Aristóteles.
Del fragmento queda únicamente claro que para el fundador del
Liceo el !4oús es “divin&, y que ni la fuente estoico ni Cicerón
comprendieron la complicada disgresión sobre el tema del noús ‘divino’
aristotélico: ora Noús aparece en algún texto equiparando a .5 ora
manifiesta que el Cosmos es aión o eterno”, ora habla del principio
rector del mismo Cosmos —del Primer Motor Inmóvil— atribuyéndole el
ser NaOs y “Eternidad”; en consecuencia, tiene razón para quedar
desconcertado quien, como Cicerón, no conozca a fondo la filosofía del
Corpus pero esa es toda la contradicción que puede encontrarse, y
nosotros sabemos que las tres afirmaciones pueden sostenerse y, de
hecho, se sostienen en el Libro A.
Los dos textos que veremos ahora se han citado repetidamente
pera no estudiado con independencia:
‘*i 6’ éret raytt8oi’ i<nx& X¿yera t« oVfl y«~ CV 1<» it Xe yeta,,
Iii. 5. E/Cgo ‘diviño’ da nazis. 749
‘ >~ ~, ,«,,~ d vou;, &in ev í4~ rroup a 4ew, KU dv np noatj~ ‘ro péi’pwv,
KW. El> 1(4) ~P~=’ fl 70 XPWIMIOV, K& EV XPÓV4) Iau~o9, K~t Ci> 1’ÓTT4) Siam Katl’epff i’oia~ía ), SljXov ds o& &v etj KOWV it ~x6oXobu ‘ “. ¡FN 1096e25])
“roX»Lx~ yap ?~eyeía Ka ut~og np oviL to ¿ya8ov. ni re ydp ~v,
onnep ev aAXow &flJJflhILl, oigiawtt to ¡iev rl dais i’o 6 noii>, tu St flouOv, ¶0
6¿ mire, ad npó~ ro4rois íd gv dv r4~ nv&tt To dv nj~ ,cweiv, nr~ rd
‘¿yaedv ¿y afaru r&v xrro$wJw ¿oit íoúíow, dv o~o~q vñ’ 6 vofis n¡t 6 6eó~, dv6~ nj~ nou~ íd S(icu,iov, dv S¿ np uooj íd p¿rptow, dv 6~ icil nói’e 6 KW069, íd 6~
‘ ‘~anro ~iSa¡wnIÉFvovlTept .ávnow. ‘> 1 EF 1217b 311?
El aspecto inicial de ambos textos es similar, su materia es el
Bien: no puede haber una inspiración más platónica. Y el hecho de
referirse a las oúaía¡ par excel/ence -~ OEÓ& K~ft vou&- como
ejemplos de TWy«SOV (“lo Bueno”) en esa ‘categoría del ser’ (la
principal) es muestra patente de la confusión entre el plano lógico y el
ontológico en que tan frecuentemente incurre Aristóteles.3 Porque
asumir que ‘-ra KQ2QV> o ‘Tayc~ov’ sean «principios suprasensibles y
eternos» (en palabras del autor sueco, ya citadas) igual que ‘ío
npoYrOV KLVOUV ciívryrov> es mezclar el plano axiológico y el
ontológico; igual que en los dos presentes pasajes se confunden plano
lógico (las ‘categorias predicables’) con el plano ontológico (los ‘entes
reales’) y se equipara todo ello al plano axiológico, representado por
1 En la versión Araujo—Marías: «Además, como el bien se dice de tantos modos como el ser(pues se dice en la categoría de sustancia, como Dios u el entendimiento; y en la cualidad lasvirtudes, ‘jen la cantidad la justa medida, q en la de relación lo útil, j en la de tiempo laoportunidad> y en la de lugar la residencia, etc.), es claro que no habré ninguna nocióncomún universal g una; porque nose predicaría en todas las categorías, sino sólo en una.».(Vé. Eibliogr.).2 Trad. de 2. Sartorio: «El bien, por otra parte, se predice con tantas acepciones y de tannumerosas maneras como el ser. En efecto, según una distinción hecha en otra parte, éstesignifica la esencia, la cualidad, la cantidad, el tiempo y, por ende> se encuentra tanto en elhecho de ser movido como en el de ser motor; y el bien acontece en cede une de estas<categorías>’ en la sustancie, <el bien esté presente> en el intelecto y en Dios; en lacualidad, <el bien es> lo justo; en la cantidad, la moderación; en el tiempo, le ocasión; y <elbien está presente> en el aprender y el ensefiar, en la esfera del cembio.[ Así, del mismomodo que el ser no es algo aparte de las coses mencionadas, tampoco lo es el bien, ni hay unasola ciencia del ser o del bien.»~dr. 1. DUring : «En la época en que dicté esta lección (primer período] no había ningúnlimite precisoentre lógica y ontolágicn~>, ArisMfrles> pág. 363
111.5. 1/ tifta ‘diwña’ de nat’s. 750
íúvcrfl¿v Fn la ajustada exposíción de Dúring se nos nerra como, en su
intento de conciliar la axiología platónica (= la preeminencia del Bien)
con su doctrina del causalismo ordenado de la naturaleza,1 Aristóteles
caaer¡a en esta flagrante confusión del plano axiológico y el
ontológico, herencia indudablemente platónica?
Por su parte, la valoración de <4 8có& KQL .5 vofis’ comoparadigmas del rczyaOov en la predicación de ousía o lo que es por sU
(Ka8’ cz&rá) frente al resto de los predicables (o np4s ETE¡XZ) que son
dependientes, nos indico que —comose senalara en 16 coractenzoción
del noús ‘divino’— ambas son las oúo¿ca más ‘perfectas’: de ahí vendrá
su “valor supremo”, su consideración de T&yaO&; dicha perfección fue
expuesta allí.3
La razón de ello es la coincidencia en el caso de ‘entidades’
‘divinas> e ‘inmóviles’ + ‘inmateriales’ entre ‘r~ í( ~v Etv~ (el
concepto universal’ de una entidad) u la propia 9~ja’ es de este dato
especifico de donde se deriva la “perfección” de esa íó it
dv«t y lo perfecto” es “lo bueno o lo bello” por sí.
Quien explica esta equivalencia —referida al Primer Motor Inmóvil
de A> en concreto— es W. Jaeger en su inolvidable Arista/e/es
«Si hubiera más de uno (= Primer Motor, causa del Cosmos y del/ de los cielosvisibles), el primer pñ riel pio de cada uno de ellos sólo en qénero sería idéntido con los de
los demás, pues individualmente (doxe,u?) sería distinto, como, por ejemplo, en el génerohombre> donde los hombres individuales coinciden en la forma, pero son muchos por el
número. Mientras que el concepto de hombres es común a todos los individuos de este
mero, Sócrates y los demás son cada uno una unidad real particular, puesto que cada vezque el concepto de hombre se une como forma a la materia nace otro individuo.»
1 Representada por su jerarquizada teoría de los motores” o premimncia del PrimerMotor Inmóvil2 /r, págs.> 352-353.3Y redice en su ‘inmaterialidad’ t ‘incorruptibilidad’ + ‘separación’ o raen su‘eternidad’ q carácter ‘suprasensible’.
111.5. E/ /ífta ‘ÚM’na’ de naús. 751
«...La primera esencia (ro ¶1. iii> Etvat ‘r~ up&ov), el motor supremo que dirigeel cielo, es una excepción. Es pura entelequia q no tiene materia alguna.»
«Es decir, esta suma forma no es un género que se manifieste en una pluralidad deejemplares. No tiene ligas ningunas con la materia, que es el principio de individuocion.»
«Enla más alta de todas las formes coinciden la unidad de la forma u la singularidadreal. Por lo mismo, lo movido por ella, el cielo, se da también sólo una vez.».1
El pasaje de la Ehel. que abordamos ahora es un viejo conocido>
contiene otrasires citas del vocablo, todas las cuales se vieron en la
lE acepción del tipo <humano’:
Si~ ayaflov O ti» WJTO EILISTOU EVEKIL ~ <UQETOV, Ka Ofl evcnx tiAXo
tLwOweO% K~ O~ E4Af¶ILt XT«VTft 9 IEV¶tL Ift «.b36110W EXOV¶dL 9 1>01W 11 a >40t
vo~xr KtLt 6 voik &v ¿x6orw ¿noSoi~, K~ú &~ 6 uept b~uaov voO~ ¿1TO5~5OntV
~nim~ rofrró ¿a’nv ~&np ¿yoÉóv~..” (A»ttt 1362a 24(3) ‘ja251 •2
Ya desde Bonitz (pág. 496b de su /nda~)3 se admite generalmente,
por parte de editores u comentaristas de la Rhat> que nuestra cita
designa la «razón es general» o en palabras de Fil. Cope —cuidadoso
comentarista de esta obra—: «that this supremo or universal reason»;
ambos se refieren a nuestro ‘¡<ca 5xt .5 voí3g dv EKafYTq) cinoso(~, ‘.
Este comentarista insiste en una idea muy útil: todo el texto pretende
contraponer la “razón individual” y la “razón universal”> pero reconoce
que en el pensamiento aristotélico ambas son lo más perfecto en sus
campos respectivos, de ahí que representen lo dyae¿v. Si nos fijamos
en las frases finales del texto (1362 a 26—a29) nos recuerdan
muchísimo los dos textos que vimos antes —lOgba 25 y 12 lib 31—
porque se enumeran algunas ‘cualidades’ de rctyctOoV aunque no se
expresen formalmente como los predicables de la ‘lista de categorias’
1 Oc., versión de J. Gaes, pág. 403. (Vé. Bibliogr.).2 En versión de A. Tovar para la ed bílingúe «Sea bien lo que es ello mismo elegible por síij aquello por causa de lo cual elegimos otra cose, ‘jio que todo ser desea, o todo ser que tienesentido u razón o si alcanzare razón, u cuanto la razón concedería a cada cual, u cuanto daríalo intellgerbcie individual a cede uno; esto es pera cada un el bi en,. .» (Ver Bibl;oqr 13 Cf. los datos sobre la gran edición de la Academia de Berlin en nuestra Btblíoqr
111.5. ring ‘d$’iña’ de naás. 752
aristotélicas.
.—El bloque de textos que abarcamos ahora correlaciona Phúsis
—
N9Íi~.. principalmente.
Veamos este grupo temático que nos suministra datos más
concretos sobre el significado preciso del Noús ‘Divino’ como causa
eficiente’:
tYai’epov «<xt rd wiróga.rov rau fi róx~ ra vo~ rd 4’66fw9 ¿in’ ci art1’o1J ol)paIVOb ~tTWV ¶0 WJ¶O~1&¶OV, W>~~fl flpO1’fPOV voíh’ nrt •éaw
¿ríai’ etv«x mi ~XX«wuoXXc~v K rotiSe roO lloros.” LPhg~’. 198e lOy 121.1
Es éste un texto muy importante porque ofrece un paso, sin
transición, del tipo ‘humano’ al tipo <divino’, que comentamos en la l~
acepción (195a ñ y alo) y sobre el cual precisaremos algún aspecto:
a. La materia objeto del fragmento es la refutación al atomisno
que postulo “el azar y la necesidad” como causa eficiente’ del
Cosmos;2 por su parte, Aristóteles propone Phúsis y N9~ como
causas ‘eficientes’ del Cosmos; la discusión sobre el “azar y la
fortuna” y su dependencia respecto a Phúsis—Noús no ha de repetirse
aquí,3 sí se insistirá en la facilidad con que Aristóteles pasa desde la
explicación de la acción de la ‘razón humana’ a la ‘Razón Divina> o
razón que gobierna el mundo. El fenómeno, que no nos es extrafio —
después de haber referido la confusión de planos como el lógico, el
gnoseológico, el ontológico y el axiológico, en otras obres del Corpus—
fue destacado primero por Solmsen y luego por DOn ng:
1 Versión francesa de FI. Carteron: « La hasard et la fortune sont donc postérieurs AYintelligence et Ala neture; por suite si le hasord, ce qui seraít le comble, cause du ciel, ilfaudra que, antérieurement, 1’ intelligence et la nature soient causes et de beaucoup d’autres choses et de cet univers.» (Vé Bibliogr>2 sobre ie valoración de críticas de este cariz se ha detenido especial mente la Porte II.3 Se vió en la 12 acepción, tipo ‘humano’.
111.5. E/t’fta ‘¿mino’ de noús. 753
«Sin transición Aristóteles habla aquí en primer lugar de la razón humana, luego dela razón que rige al mundo. Efectivamente, siempre ense?ia que la naturaleza es racional.
Que el a’¿<~ rige al mundo, esté implícito en su teoría del primer motor. Cuando desarrollaij profundiza ulteriormente esta idea en su cosmología y en la teoría de la naturaleza, lo que
le importa sobre todo es destacar la irreversibilidad de los procesos naturales
determinados por un fin. En los procesos naturales ve el orden divino y racional. Con esta
visiÓn retrocede más alié de Platón hasta concepciones griegas antiguas.».1
Resalta el autor sueco también la proximidad entre este texto y
otro de los inmersos en este grupo: Me/o 992a 30.
El segundo texto de la Pkgs nos recuerda el influjo anaxagéreo
en su asunción del NaOs como principio cósmico (como ‘causa’ u como
‘fin’):
ato i~& Av«~ayópa~ op&u~ Xtyet, rov voi)v arn&i 4«anov Ka o~nyq etvw,
bretsijnep rvijaeo~ doxfiv aiirdv nota eta’ o*rw y4 Cli’ ~Ióvo~KWOfl, «flVflTO9
wv, nn pai’ou~, a~ityiI; dii’.” FP4~¿s. 256b 251.2
Texto ya analizado en la Parte II> que nos ofrece una serie de
‘Thtributos del noús : aquí destacamos su carácter de <oi5aCa ódvtrros>
o inmóviE, que era lo que permitía identificarla con 6 OEÓS; frente a
otras oúa(ca también ‘eternas’ como los distintos ‘motores celestes’,
incluido el Primer Cielo (véase Libro A, Cap. 8). Sólo una realidad
<separada de por sí’ o <inmaterial> puede ser ‘inmóvil’ y dominar” o
establecer un Orden Cósmico racional. Es obvia en esta deducción final
(hallada en la presente cita) el influjo de su propia doctrina del Primer
Motor Inmóvil.
—I as ritas inmediatas nos remiten a la 1/e/o con varios textos
que nos acercan paulatinamente al bloque final representado por las
1 4r,stdteles, págs. 377-378.2 En la versión francesa ya indicada: «C’est pourquoi, également, Anaxagore a raison deproclamer que l’lntellect nl impassibie et sons mélange, puísque justement ji en l’ait unprincipe de mouvement: s’ jI ¡rut en cifel mauvoir, c’ esté condition seulement de n’ ~trepas mu; s’ u peutdomíner,c’ estéconditiond’étresans mélar>ge.». (Vé. Biblioqrj.
111.5. E/ t~fto ‘dhino’ de nceús. 754
Citas de A que cerrarbn los tres subgrupos de esta acepción:
“voflv Su n~ etrn?w éváwn, ¡ox8ái¡ep ¿Y roto rau ¿y íjj 4>6aet r¿v1,atrtov roíJ róapou ICat 7fi9 rá~ew9 nám~ cmv vijl’wv ¿44~ nap’ dxt Xéyovra~
ro4~ npórepov. tavep& p~v o5i’ ‘Awgayópav ~iev &~44evov roórow 7(01> Xyow,
&1’ULV 8’ ~xetnporepov ‘Epvónvoo ó KX«4otiévto~ etneiv.” [t*t& 984b 15])
Reencontramos esta famosa alabanza de Anaxágoras que tan
detalladamente viéramos en la Parte II. Sin detenernos a valorar de
nuevo los aspectos allí estudiados, este texto solamente nos sirve de
apoyo para definir la pura causa eficiente’ en los términos
aristotélicos: el Noús ‘Cósmico’ es “causa” del orden” (KÓO¡bos y
o sea> del ardo rnund¡ ; la icgi~ —el “oden fijo”— incluye un
sentido de “finalidad” y, por ello, es pieza clave en la teleología de
Aristóteles.
«1rAis S’ niL’t4,n, nL4.,puo, “ 41i:OUO
1JL~ &TIt9>¡JI’ rr’Y
5nw~ 6’ &etva ro6naw oiJoVn, St& rev~ ?~eyopev” ‘r¿ ya~ ~ICT¿~CW,C0TTfp
lTpárepov etTTolIev, oda¿v ¿oru’. od6~ 5i~Í «rrep utL~ ¿manigaw d<4ev 6v «Trwv,rat nd~ vo6~ rat ndoa 4~6mq roel, ods¿ raixr~~ dj’9 aLríaq, 1W 4’qiev eba
j&v rGw dpxdiv, oiisé’ aTTrercr.t ti e’~Sn7 [tAe&992a 30]?
Insiste en él en su exposición de. las “causas”, o mejor,
principios” de lo real en conectar Noús—Phúsis como “causa final” en
la línea insinuada ya en el texto anterior. En otro texto, esta vez
apócrifo (lOóSb 4fl3, se resume la doctrina tanto de la cita de la
1 En la t*Ioñs¡co de FI. Zucchi « De ahí que cuando alguien dijo que había un intelecto enla naturaleza, como ocurre con los animales, el cual era la causa del orden y del conciertouniversal, pareció un cuerdo en medio de las opiniones que son predecesores formularon alazar. Sabemos que Anaxógoras abrazó esta opinión> pero se ha dicho que tuvo un precedenteen tiermótimo de Clazomene.». <Ver en Biblíogr. resefia concrete de esta traducción quelleva la paginación de Bekkerj.2 De le misma traducción: «Pero al preguntarnos como las últimas son las ousías de lasprimeras, damos une respuesta sin contenido. Pues, como anteriormente dijimos,“participar” no significa nada. Y ni siquiera en lo concerniente a la causa que vemosconstituye el fundamento de las ciencias en virtud del cual todo intelecto y toda naturalezaopera, las Formes no se vinculan con ella, la que, sostenemos, es un de los principios.».huyo texto original es:«” f1T& 5’ ode?v rin¿ owPeOu’w39 rpó’repov ró~’ raO’ a~ró,cuS’ dT$h’ ati’itt’ et tipa 1) 70 (L1JTO~CL7OI> ULflnV Tau 0U911Y01i, TlpOTEpOiJ VOU9 atrto~
111.5. El /~,aa ‘d¡wña’ de naás. 755
POys 196e 12 como la de tieta 9954b 15; ese resumen de escuela
sobre la cuestión insiste en la defensa del teleologismo universal
frente a los presuntos “azar—”necesidad iniciales al modo atomista:
Noús—Phúsis son la doble “causa—principio” que preceden,
respectivamente, en el tiempo y en el valor —se están mezclando> pues,
antología y axiología—> a ‘nixn—”azar” (precedente: Noús) uícti)’r4uxíov—”necesi dad” (su precedente> Phúsi s)
.
La presente cita nos sirve de transición al tercer y último
subgrupo de pasajes de esta acepción, se conecta con el presente grupo
por referirse a Anaxágoras> entre otros> y con el siguiente por
pertenecer ya al Libro A de /%#&
“r¿ ~t~v5’i~ 86va~¡w oiea6«t evepyeugTTpórepov eoi’t ¡iev OS KU>~ ecu
ds cfi’ e¶puir~t a~ u~’ Un 8’ ¿v~pyeta upóiepov, p«pri~pet ‘Av«~ayóp<x9 (6 ydpvo~ s’epyexa3 ~zoi’EpneSoió% 4’Úiav xuX íiB v4o~, Kut ot ¿et 4yovíes ávipw
etvot, ~,irep Ae6nnnor “[t%ets. 1072a ~j.1
Si no se insiste demasiado en el valor de este texto es porque, ya
desde la edición de la Academia de §erlín,2 se cree muy dudosa la
autoría aristotélica de la frase intercalada que contiene nuestra cita:
muy posiblemente> la tentación de hacer tal anadido debió ser’é~cesiva
para el copista, sabiendo la importancia que se otorgaba a la cuestión
del naOs en todo tiempo y lo ligado que está al autor jonio citado en el
pasaje original. Aun así, la aseveración de preminencia del ‘acto’
sobre la ‘potencia’, sin dudo, puede aplicarse al HoOs y tendrh especial
y.r~. •ua’vs’ [/*/o. * 106% 4*] Y su traducción por FI. Zucchi: « Puesto que nadaaccidental es anterior a lo que es por sí, tampoco lo serán las causas occidentales. Si el azarola suerte fuesen causa del universo, el intelecto ~la naturaleza serían anteriores.». (Vé.Bibliogr. par ambos).1 En esta versión que venimos empleando: « Ahora bien, suponer que la potencia esanterior a la actividad es, en parte, verdadero u, en parte, falso. (Ya hemos dicho cómoocurre esto.) Que la actividad es anterior, lo testimonian Anaxágoras (pues el Intelecto esactividad>. Empédocles, cuando se refiere a la Amistad u la Discordia u quienes, comoLeuci po, sostienen que el movimiento es eterm.w2 Cf. /atr de Bonitz, pág. 492. (Ver Bihliogrj.
— — T —.
111.5. [lugo dftq»o’ de rnvYs. 755
sentido en la exposición del papel del Primer Motor Inmóvil que
representa al tercer grupo de abras. Antes de cerrar éste otro,
recordemos que hay una total analogía entre noús—nhúsis a nivel
<humano’ y ‘divino’; la mejor muestra —aparte la insinuación del
arranque de 964 15— la hallamos en el De >4n <415b 15>: «La
Naturaleza —al igual que el intelecto— obra siempre por un fin y este
fin constituye su perfección»; quizá sea mejor ofrecer también el
original griego: < (00H4) yap O POIJ§ EPEK« RU TTOI.EL, TOP a&rOP
‘rp¿nov i<at Kat TOU’r’ EOTLV aúíi~ í¿XÓs.’
Entremos al fin en el primer fragmento de la famosa exposición
del Primer Motor en A que pertenece ya al Cap. 7:
“ru’ei 6¿ ¿B&e r¿ dpen’dv nd ~rdvorm5v’ iavci mi KtvoulIeva. roui’wv í«
np6Wii 74 ftUTL ¿1TX6W11T~P %I~1> v«9 10 4aWqIeVOV KU)~V, ~OiiXflT0V8~ npéiov ~
6v KUXÓV dpey6peea8~ Stórt Soicel1idXxov fj 8oic~i Sión dpeyóíeew dpui ydp u~
vónote. vo~ 8~ ~ud rol) poliroil KWftTat, vou~rvj &~ u erep(L OlJtYTotXla K«8’ aUTI~
Ka ¶(WTI)9 9 O1JGUL TTPLUfll, Km flW~99 fi &IIXfi rúl ras’ Wpycv¡v (&m S~ reíd 4ITAOO1J o1J ¶0 «UTO’ íd ~.LfY yap ev II&TPOV OTp«LVEt, 70 6~ ~TXO9VTI&
eXOV ~UTOL»[tkts. 1 072a 301.1
Este párrafo es el segundo del capítulo, acaba de describir en el
anterior la necesidad del Primer Motor que ponga en movimiento al
primer cielo (de eterno movimiento circular>, aquél debe ser
Kca ¿v~py~tct’. En el de ahora es palpable una fractura expositiva
(entre otras de este Cap. 7). causada por una inexpresada asociación de
ideas, por ella Aristóteles recurre a sus habituales ejemplos
antropológicos para explicitar la naturaleza de su Primer Motor
1 «Lodeseado ij lo inteligible mueven de la siguiente manera: mueven sin ser ellos mismosmovidos. Los principios de ambos son los mismos. Se apetece la belleza aparente, u lo queprimariamente se quiere es lo esencial mente bello. Deseamos algo porque nos parece bueno,e.nvezde parecernos bueno porquelodeseernos. El principioe.slaintelección. El intele.ctoes movido por lo inteligible, cauendo bajo lo inteligible en sí una de de las series de lacolumna de 103 contrarios. La serie la encaben la ousia primera u> por cierto, la ousíasimple u que está en actividad. (El uno q lo simple no son idénticos, pues ‘uno’ significamedida, mientras que ‘simple’ significa un cierto estadoj
¡¡¡.5. E/tigo ‘dinño’ o? ricas. 757
Inmóvil: encuentra la analogía en el comportamiento y el conocimiento
humanos, al destacar los dos factores que son simultáneamente
principio (óntico) y fin (subjetivo) en ambos planos. - 76 ¿pccróv’ Uel
objeto deseado”) y <i’o vorp’óv’ (“lo inteligible”, “el concepto
expresable”) reúnen, ambos, tan relevante noción de causa y fin: son el
principio causal que origina el movimiento en quien los desea o
intelige, pero también el fin al que se dirige tal movimiento. Eso sí en
la escala axiológica> del Bien (tan importante en este lenguaje
platonízante aún), <-ro ojXkToP’ es de inferior nivel: órexis es el ámbito
de lo ‘irracional’ y puede resultar un mal para quien siente la
conmoción de un “deseo” meramente bueno en apariencia: en cambio, ‘r¿
voqróv, ligado a noús—nóesis no puede sino ser realmente bueno para
el hombre en cuestión y, por analogía, para íó Oáov. Pero el acendrado
influjo del ambiente académico en el Libro A se nota en esa
supravaloración no ya del Bien —como criterio de fondo para
determinar la supremacía de lo <divino’— sino del campo de Eros, con la
insistencia en el “deseo” corno “motor del Losmos” para aproximarse al
Bien, o la perfección, o el principio, o el fin, en suma a quien reúne
todos esos requisitos imposibles de alcanzar por el Universo mismo:
su Primer Motor Inmóvil externo.’
Nótese también el clima de proximidad que genere el uso de
ejemplos corrientes, de ‘sentido común’, exponentes de la experiencia
humano ordinaria: lo que se deseo “mueve” al hombre que trata de
lograrlo, sencillamente; y sin embargo, permite salvar el obstáculo
que impedía explicar el origen del movimiento en el Cosmos; puesto
que había de ser perfecto (z acto inmóvil) aquél que lo pusiera
originariamente en movimiento —moviendo el Primer Cielo— so pena de
1 cf. sobre el tremendo influjo en su obsesión por el Bien en este Libro A, véase laexposición de During que muestra su fuerte deseo de polemizar con la Academia en estamateria: 4rislói’e/es, ‘Sobre el Bien’, págs. 291 u 33.; también la exposición de A, paqs.
111.5. E/tigo div/no’de neás. 756
contener alguna imperfección. Con tan conocida y doble analogia —
somos nosotros los que luchamos por captar el objeto deseado, así
como el inteligible— logra reducir a un hecho de experiencia la relación
entre lo ‘divino> y el Cosmos visible y material (aunque con
componentes cuasi perfectos y eternos, como los cielos).
Tampoco hay que olvidar el procedimiento por el cual antepondrá
el ‘conocimiento intelectivo’ al “dese& : sin conocer el objeto deseado,
sin que sea inteligible” resulte imposible de “deseaC para el ser
auténticamente racional, sea humano o ‘sobrehumano’. La apoyatura
que da a esta afirmación es marcadamente ‘primitiva’: recurre a la
conocida lista de opuestos originaria del pitagorismo y tan cara al
platonismo;1 si hay una evidencia —junto a la insistencia en el tema
del Bien— de lo arcaico del Libro A es ésta: la distancia con Da4nima
no puede ser mayor Aunque este academicismo del lenguaje y ésteintento de encauzar su propio filosofar frente al espejo platónico> no
evita que la estructura de lo real y lo lógico típica del aristotelismo
esté presente, al menos en sus rasgos más gruesos: de hecho> los
primeros capítulos de A son la presentación más clara entre las obras
de este primer grupo de las tres estructuras básicas de lo real—lo
lógico: a) ‘materia= soporte del cambio—tipos de cambio= formas> b)
“cuatro causas” y c) ‘potencia—privación—acto’; aunque se perciban
ambiguedades que desaparecen más adelante.
En suma, tras toda esta asunción de la lista positiva de los
opuestos esta el criterio axiológica que recorre todo el Libro: el 5ien
como criterio ‘onto—lógico—axiológico’ en el puro academicismo; pero
siempre al servicio de unas estructuras aristotélicas —aunque poco
elaboradas— de lo real: es la caracterización de ausía , la búsqueda de
322 ‘~ ss.1j Diirinq, it ,pág. 334.
111.5. E/tipo Y/piño’ de mus. 759
la explicación de la ausfa “mejor” t¡ más perfecta, lo que le vuelca a la
exposición de qué y cómo son el Primer Motor Inmóvil y NQÑ~. Y, como
resultante, le permite alejarse en su cosmología del Platón tardío
cuyas doctrinas le obsesionan como demuestra el hecho de que el Bien
—la axiología— es la medida de ousía y no cualquier otro criterio.
Volviendo a nuestra cita, ‘r~ voryróv es superior —axiológicamente
hablando— porque entronca con varias términos positivos de la lista
(“simple”, “bello”, “elegible por sí”) aunque el término concreto —que
es el clave tanto en este Cap. 7 como en el 9—y enérgeia —perfección
actual” en este contexto axiológico— del Noús es néesis. Que nóesis
es la palabra de la familia de noús—noein de mayor importancia en
estos capítulos no es novedad alguna, y este simple hecho nos sirve de
señal para saber de qué noús se ocupa A: del más elevado, el <divino’,
que posibilite el “acto puro de inteligir” que es aquí nóesis. Y la propia
insistencia de Aristóteles en unir enérgeia~nóesis para delimitar el
noús del pasaje> nos explica por qué el Noús es lo “mejor” que permite
anteponerlo a cualquier otra ousía excepto a su igual, el Primer Motor
De ahí que el texto nos hable de una ausía primera y explique que ésta
es “simple” y enérgeia. Vemos como el trasfondo nos remite, por
consiguiente, a la cusía superior que caracterizó en los dos primeros
fragmentos que viéramos poniendo a Tú 040v y Noús como sus dos -
únicos— ejemplos.
Precisamente es por esta asociación de--ideas —con la cual
finaliza el fragmento— por lo que nos habla a continuación de algunas
características de lo “inmóvil”; tras esas explicaciones sobre el
movimiento —de traslación y local, etc...— viene un desarrollo más
preciso referido al Primer Motor Inmóvil:
fi 5¿ v6nax~ fl ~« ~Yi’~700 ~«a’~ró dp(aou, ~t fl iníAuna rol)
111.5. E/tigo ‘diviño’ de ricús. 760
j&wwJIu.. u,,ji~y uE VOEt O n>w~ v~w;w p~ciu.n.j’~tv IiJ.> VUflitJV VUIjtIS’~ ~W y6~yy«,vúw r~t voóiv, ó~yi’e ‘r«ui’oi’ voii~ .i voiir<~v. to ydp Serrwffi’ ‘rol) voiyroíi
7119 0lJO’t«9 Voig, EVEP~Et SE ~X«Y. (tUT ¿K~W0U ¡idMov ¶01)70 B Soicú 6 voikeéiov ~xew,iuL fl Beúpía ‘aB iíSw’rov mcat &pw’1’ov. [t*ú. 1072b 20,21,22 y 231.1
El presente fragmento del Cap. 7 nos ofrece la pista definitiva
para saber por qué el Noús es la segunda ousía “mejor> enteramente
perfecta junto a TO Odov. Si el índice de perfección es la
simplicidad> la eternidad, la enérg~I~ y la inmaterialidad, sólo el Noús
Cósmico o <Divino’ lo cumple igual que el Primer Motor Inmóvil. Y a
demostrarnos que el Noús es <Divino’ a tan alto nivel como el Primer
Motor, aunque, a diferencia de él se manifieste en el Cosmos, se aplica
en este texto que resalta la nóesis (+1 como la única actividad digne de
tan <divina’ ousia. El factor de pura enérgeia que supone este tipo de
nóesis <divina’ —carente de las limitaciones que ocasiona al hombre
concreto su capacidad sensible—racional’— se explica al reafirmar que
hay unidad inteligible—inteligencia (noetós—noús) en ese ‘acto puro’ que
supone la nóesis; para insistir en ello utiliza Aristóteles una serie de
expresiones y términos esclarecedores: OtyyávELv o “aprehender
inmediatamente alg& (en le misma cuerda que el anterior v¶aAI$t§),tan cara expresión para la modalidad <intuitivo’ del conocer; o ‘Kc¿ ‘rfj§
oikW< equivalente a ‘ífj~ KaTct Xóyov oúo¿a< que significa “lo que
define en términos lógicos algo”, es decir, i~ ‘rl 4v Etvcxt.
En suma, el perpetuo objetivo del acto intuitivo” es ‘aprehender
lo esencial o entitativo de cada objeto inteligible’; y para rematar, la
expresíon ‘Epy SÉ ~ixov>se podría verter como pleonasmo: «[y la
1 En la version de II. Zucchi: «La intelección en si esté enderezada a lo mejor en sí, u elgrado más alto del i nteligi r, a lo que en mayor medida es lo mejor. El intelecto se i nteliqe así mismo a través de la aprehensión del objeto del intelecto. Y se torna inteligible cuandotoca e intelige lo inteligible, de modo que intelecto e inteliqible llegan a ser idénticos. Elintelecto es receptivo respecto de lo inteligible y la ausia. Y está en actividad porque losasume. De modo que aquello que cl intelecto parece tener de divino reside más en éste que enaquél, pues la contemplación es lo más placentera y lo mejor.». (cf. Biblioqru’.
111.5. E/tigo ‘ÚiPíño’de PoaS. 761
inteligencia] está continuamente en acto»,1 porque eso permite
considerar ousía ‘perfecta’ al N9Ú~ ‘Divino’, o que esté en enérgei a
perpetua. Este planteamiento —lo inteligible” se ‘fusiono’ con la
“inteligencia” en el ‘acto de inteligir o intuir— se aleja tanto del
pasado filosófica (Platón> como del futuro (el neoplatonismo) pues no
hay ‘mundo inteligible’ alguno más allá del Noús ‘Divino’ : «el
inteligible es interior al intelecto como si éste fuese su receptáculo
(1 072b 22: “t¿~ y’~p &K1~u¿w veO votyrou K~ ‘iis oÚda~’) y hay
identidad entre el intelecto y su objeto (1075a 3-4: <oú)( ~‘r¿pouó5v
OGVTOS ‘roO vooug¿vov Ktft ‘roO voW)».2
Vernos con esta cita corno el Cap. 7 nos remite al Cap. 9, donde la
explicación del binomio ‘ib 04ev- ¿ VoU§’ pasará de versar sobre su
comunión de naturaleza O’ ambas son las”mejores” oúaíat) a cen trarse
en el ‘acto intuitivo’ o nóesis(+). Dato que refuerza el final de este
inicio del pasaje (1072b16-b24> con ese ‘¿ voO~ 84ev ~xEtv’
tajantemente ligado a lo enérgeia como «continuidad constante del
acto de inteligir» (=nóesis) de la cual acabamos de hablar
Enfoquemos esto vez la segunda parte de tan importante pasaje:
“eL o5v o~%ús e~ ~xes~s~p~wuox~, ¿ 6ed’~ ¿el, 8c~~twnóv’ eL S¿ itdXxov,wtu &LiJpoMunTepoi’. exa §~ ílke. nxi ~o~jSé ye ihráp~a’ A yd~ voO ¿vépysa Q4eKfWo9 Se ~ eVepyew ¿vepyeia i~ voX abti)Y éreívou 4ú~j dpíar~ vaX4opé’ Sfi 70V UeCV dVa ~ú~V US~WV «ptO’TO1>, (iflTf ~O3¶)KW~ «.1/.1W aUVex49 ~¿~xog i~nd»xet ~n?Be@ ~roflio yd~ ¿ Oeós.” 1 tkta 1072 b2’7l ~
1 cfr paretodasestasaclaracionesa 1072b 20-23,vé.latrad.dela thta.delricot, pág.662.2 Del comentario de J. Pépina &‘IaPriirtsáq. 63 (Ver Bibliogr>3 En la versión de FI. Zucchi: «Es admirable el hecho de que Dios permanezca siempre en eseestado de perfección de que nosotros gozarnos rara vez. Pero si la perfección es todavíamauor, es más admirable aun. Esto ocurre de la siguiente manera: la vide pertenece alprincipio original. Pues la actividad del intelecto es vide, pero el intelecto es precisamenteactividad La actividad de él es la vida superior u eterna Afirmarnos que Dios es un serviviente, eterno u supremo De ahí que vida u duración continua y eterna pertenecen a Dios.Eso es precisamente Dios » (Vé Biblioqr.).
111.5. El tifo ‘dn-’iño’ de nada 762
En él resalta un nuevo rasgo, el ‘vitalismo’ que caracteriza todo
el filosofar griego y tan primordial fue siempre para el de Estagira que
volveré sus esfuerzos en una explicación de la Vida, de la Naturaleza.
Se nos proporciona> además una piste adicional para la posterior
definición del Dios (¿ 04os) —el Primer Motor Inmóvil— a través de una
manifestación de lo ‘Divino> que sí nos es conocida, aun en un nivel
muy inferior: NoQs—Nóesis. El Dios es ‘eternam8nte perfecto’ al poseer
esa «continuidad intuitiva» en un grado inimaginable para el Hombre y
eso misma lo ocurre por ser el “Vivient& par excel/anca : la Vida es,
siempre, enérgela -de hecho es por definición enérgela— y si el Noús
‘Divino’ se reduce a su actividad —es su nóesis O’)— es Vide superior y
eterna” de ahí que se le pueda atribuir o igualar a ¿ 6&s con le sola
salvedad que éste esté completamente ‘separado’ del Mundo sensible y
el noús <divino’ puede> momentáneamente, manifestarse no ya en el
Orden Cósmico (como Noús <Cósmico> o manifestación del Primer
Motor dentro del Universo) sino en el instante genial de la nóesis-ET1 w471 401 m512 401 lSBT
~rérgeia cuando un hombre aprehende un principio de dicho Orden
Cósmico lo que le permite suponer cuán perfecta debe ser una Vida
eterna de Nóesis y cuán envidiable. También casa este planteamiento
con una noción de lo divino muy cara a los griegos paganos: la beatitud
divina como perfecta felicidad y absoluta indiferencia por el Cosmos y
sus avatares: es un punto medular desde Harnero en la noción de
Divinidad y varios pasaies de Proir , y de sus éticas, nos hacen ver lo
arraigada que estaba la noción del Dios indiferente en Aristóteles; no
podrie ser de otra manera, por cierto, si es un Primer Motor Inmóvil
trascendente a un Cosmos que ignora.1
Cerrar la acepción con el famoso Cap. 9 del Libro A no es tarea
1 Cf. ,entre multitud de obras, Iscvl/urssnhpus pe/crst¡snúnr’ de O. Oigan, en sus
capítulos “La Filosofía íj sus escuelas, La religión antigua, Polémica de los filósofos contrael cristianismo,”; sobre todo, págs. 71- 72; (Vé Bibliogr )
III. 5. 1/tifo ‘divíño’ dencús. 763
accesible’ si por un lada, recordar la abundante literatura al respecto
queda fuera de lugar en un análisis textual forzosamente concreto, por
otro, el poso que las lecturas tradicionales del citado capitulo han
dejado en todo mínimo conocedor del pensar aristotélico no puede
negarse. En esta especial disposición> la decisión de ceflirse más que
nunca al texto mismo parece la menos mala entre las posibles.algunas
LII 1a1 e~tauu ue Ubijil 11w, aui amuS la SCCCIOfl can breves
precisiones:
1) Ha quedado admitida —por buen número de expertos actuales— la
interposición del Cap. 8 en medio de otros dos (7 y 9) cuya exposición,
en forma y contenido, hace suponer una redacción anterior donde no
estaría intercalado dicho capítulo.
2) El argumento al final del Cap.] volvía sobre el carácter
primordial del Primer Motor Inmóvil: ser ousía perfecta; como las
unicos realidades merecedoras de ser oi.iaíca plenas o perfectas son
Noús y Dios no hay nada extraño en que, tras hablar del Dios como tal
gx¡~ja comience el capítulo inicialmente siguiente (en le edición
conservada, el 9) explicando el lugar que ocupa en el Cosmos el Noús
;
ya que el Noús deviene —aunque no lo exprese Aristóteles en esos
términos— lo común al Cosmos y al Dios: el Urden Cósmico o Noús
‘Cósmico’, por una parte, y el Noús <Divino’> por otra, tienen en común
su ousia: ser una solo entidad, porque ‘inteligir continuo y
completamente’, ser pura nóesis e identificación total de ‘inteligir e
intelección’ puros> son rasgos comunes al Noús—Phúsis, ‘Orden
teleológico del Universo’ y al Noús—Dios actividad única del Primer
Motor Inmóvil.
3) La pura enérueia.que es Ci Noús —ousía se expresa en la famosa
fórmula <vóryn; VOqOEÚ)9>, porque es nóesis el término clave de este
Cap. 9 y tal expresión concreta nos responde al por qué: en su difícil
111.5. E/tifo ‘diiiño”de noas. 764
batalle contra las limitaciones lingúlsucas, Aristóteles 0pta por
pleonasmos (como en el Cap. 7 «[inteligencia que! está continuamente
en acto»> o por construcciones superlativas («pensamiento perfecto,
intelección suprema») para referirse a esa más alta y divina capacidad
del Dios que ha de superar también en lo expresivo al tipo ‘humano’
aunque se trate de la ‘inteligencia’ o 42 acepción.
4) Antes de entrar al detalle, nos resultaría valioso reducir el
capítulo entero a las cuestiones en él planteadas: ¿cuál es el modo de
ser del Noús si es la más divino?
Y esta pregunta medular se intenta contestar gracias a estas
otras:
o. ¿No intelige nada fuero de sí?
b. ¿Podría pensar lo otro?
u. ¿Qué es lo que intelige?
1 en este punto, se replantea b.}
d. ¿Cómo se intelige a sí mismo?
e. ¿Hay distinción en él entre objeto inteligido y acto de
inteligir?
El arranque del capítulo nos ofrece ya cita del NoÚs ‘Divino’:
Se TTfpt TOP VO1JV ~xa rwd~ ¿nopía& sorá gv vdo etvat r~¿qnwop¿vúw Os5raov, ruLq 8’ ~)(Ún’ romfiro9 &v etr~, ~xet TlVftS SincoXíns.
[tkie. 1074b 151.1
En él no se plantea expresamente la pregunta cuya contestación
perseguirá todo el texto, pero sí puede deducirse de él: cómo es el
Noús ‘Divino’. Para centrarse en ello nuestra primera frase enlaza con
1 En la versión castellana que venimos utilizando: «IX. En lo concerniente al intelecto sepresentan algunas dificultades. Entre todo lo que se manifiesta, el intelecto parece ser lomás divino. Pero surgen arduas dificultades cuando se quiere saber cómo es unamanifestación de este tipo. ».
111.5. E/tifo ‘divino’ de noús. 765
el encabezamiento del párrafo final del Cap. 7: «De lo dicho resulta
claro que existe una ousía eterna, inmóvil y separada de las cosas
sensibles» (1073a 5), de tal manera que nuestro texto comienza por
diferenciar al Primer Motor Inmóvil del Noús ‘Divino’: éste no está
fuera de las cosas sensibles ya que, aunque ‘separado’ por su
‘inmaterialidad’ se patentiza a través de los fenómenos naturales que
tienen una estructura, ya que el Universo tiene un Orden, un sentido.
Noción esta última en la cual confía ciegamente toda la civilización
helena y en consecuencia Aristóteles mostrará en ella una fe
inquebrantable, fundamento último de su concepción teleológica de la
vida y del Cosmos. El Noús expresado en el Cosmos, como su orden
estructural y, por ende, su finalidad, es lo más <Divino’ que hay en él,
ousía perfecta; de su condición de igualdad con el Primer Motor a su
atribución al mismo como única entidad que puede ser compatible con
su inaccesible naturaleza, no hay ni un paso siquiera y es en este
arranque del Cap. O cuando se da con más claridad: que la presencia del
noús <humano’ permitía una extrapolación por analogía habitual en sus
ingenuas visiones antropomórficas del Cosmos y del Dios.
No carece tampoco este párrafo inicial del Cap. 9 de rasgos
humanos aplicados por analogía a lo <divino’, en realidad ambos
capítulos destacan por esa frescura primitiva para enfrentarse al
difícil problema de una divinidad ajena e inalcanzable para el poder del
Hombre.’ Si Aristóteles, que nos recuerda aquí la ‘teología negativa’,
escapa a las complicadas disquisiciones de ésta es por esa ingenuidad
esencial del pagarnsmo frente a lo <divino’: puesto que noús es
concepto aplicable tanto al ámbito humano como al divino, ese seré el
1 cf. la magna expresión de estas ideas en P. Aubenque, oc , pág 330 u ss. La frase mássignificativa es ésta: «La transcendance n’est plus iei condition d’unité comme elle 1’ étaitparadoxalement cha Platon, mais retrouve son action séparatrice, séparant non seulementl’homme du divin, mais aussi Dieu du monde.» (pág. 331).
III. 5. E/tipo ‘divíño’ de nc’ús. 766
rasgo común y su expresión en lo ‘Divino’ debe incluir al Dios; hasta el
punta de darse en El de forma superlativa pero... análoga a la
‘intelección pura> que sólo instantáneamente estará--en posesión del
Hombre. Como detalle siginificativo del sentido de este comienzo y
de lo ajustado de la interpretación anterior destacamos un solo
detalle: ese “rGiv tKavc4Lé’¡n’ Sa&rcn’oV dicho del Noú s; porque esa
aparencia ese caracter fenoménico de la ‘Razón Divina’ es
precisamente su único matiz diferenciador del Primer Motor Inmóvil:
se exterioriza o manifiesta en el Orden Cósmico y en la species
Humana, en el Cosmos, mientras el Dios no lo hace.
El fragmento siguiente es más extenso que el inicial:
are y4i jI9Sev vod, 1-1 &‘ a~ r~ &jivóv, ¿Xx> ha ¿$rrep &v 4 om&1J&br a-re POEI, TOIJ1’O1J 8’ «Mo KUpinv, 011 y<14) eatt ¶0U1’O o EO¶’U> ililtOl) 9ox~,av¿pt,dxx&86v«gw,o1k&v~¿p{arTjo1iaiae~(rr8dydpboíivoÉivr¿
rww~’ w.m» wT69xs. en 8~ etre vo09 ~ oio{a «ihofl rXre v&p~~ &rn, rl voei~ ti0H09 «.1J¶OV fl ETE9OV TV KILt Cl. E¶690V Ti, 11 ¶0 «liTO tia il «XX4). “ [tWs.
lOMb 211.1
Se formulan en él las preguntas a) y b): ¿intelige lo externo a sí
mismo el Dios o no lo hace?. Y la respuesta, algo confusa en el texto
aristotélico, se nos ilumina gracias a 5. Tomás de Aquino:
RESPONDEO dicendum quod est necesse dicere quod intelligere Dei est eius
substentia. Nam si intelligere Dei sit aliud quam eius substantia, oporteret, ut dicit
Philosophus in XII tktapk«s’. , quod aliquid aliud esset actus et perfectio substantiae
divinae, ad quod se haberet substantia divina sicut potentia ad actum (quod est omnino
ímpossíbile> nam intellígere est perfectio et actus intelligentis.
1 En la versión de Zucchi: «Pues si no intelige nada, ¿en qu consistiría su dignidad? Seencontraría en la mi3ma situación que el que duerme. Pero si intelige algo> entonces existeotra cosa más considerable ij su ousfa no consistiría precisamente en la intelección, sino enla posibilidad de ella. Pero entonces no seria la ousío más perfecta. Pues su excelenciaderivaria del acto de inteligir. Mas, sea intelecto o intelección, ¿qué es lo que su ousiaintelige?O bienseinteligeasí misma,o bieninteligealgodiferente. Eneste últimocaso,obien siempre intelige lo mismo, o bien cada vez una cosa diferente.[ ¿Importa o no queintelija lo bello (-rd r¡xXiSvJ o cualquier otra cosa? ¿No es absurdo admitir que reflexione enciertascosas? Esobvio, pues,queintelijalo másdivino q rnásdignudecstima, qque nocambie. Pues el cambio la conduciría a lo peor ~,además> sería en este ceso movimiento.».
111.5. E/tigo dIvino’de naos. 767
¡‘loe autem qualiter sit, considerandum est. Sicut enin’¡ supra (a. 2) dictum est,
intelligere non est actio progredicos od oliquid extrinsecu¡n, sed monet in operante sicut
actus et perfectio eius, prout esse est perfectio existentis: ».~
O en un resumen certero del mismo autor «...Nam intelligere
divinum, quod est in seipso subsistens, est sui ipsius; et non alicuius
alterius, ut sic oporteat procedere in infinitum.»?
Tal presunción de un Dios ensimismado y sumido en la intuición
de sí coma supremo inspirador del Orden del Universo que le es ajeno e
indiferente es bien pagana y flelénica: ~ la idea de la Divinidad
superior que> en Homero, se regocija de las desventuras de los nombres
en su soberana inconsciencia —dada su básica amoralidad—, o, en
Platón> no comparte con el Hombre la aspiración al Saber (la filosofía)
por su total posesión de la Sabiduría; se oculta apenas tras las
abstrusas deducciones del texto que desmembramos en el momento
presente. Realmente, el presente fragmento rezuma tradición helénica
por los cuatro costados: tanto en su clima de imbricado paganismo
señalado en las líneas precedentes, como en su concepción
gnoseológica ‘primitiva’, de fuerte resonancia platónica: lo Mejor ha
de Inteligir únicamente el 6ien supremo, o sea, a sí mismo; esto sitúa
definitivamente el texto en el primer grupo de obras aristotélicas>
1 Summ~ T/rolc.sntse Vol 1, pág. 109. Trad. espa?~ola también de la BA.C:<cNe«gir¿kc/r:Es imprescindible afirmar que el entender de Dios es su sustancia. Pues si el entender deDios fuera algo distinto a su sustancia, seria necesario que, como dice el filósofo en XIIt*tsp/¡s~. fí 074b 181, alguna otra cosa fuera acto y perfección de la sustancía divina, a lacual estuviera orientado lo sustancio divino como lo está la potencia al acto (lo cual esimposible); pues entender es la perfección gel acto del que entiende.Hay que analizar cómo sucede. Como se dijo (a.2), entender no es una acción que tienda aalgo extrínseco, sino que permanece como acto y perfección en quien actúa, como el ser es laperfeccióndeloqueexiste.». Svnr**Teú/¿v:i 1, [1 q.14 a. 41 pág. 204;vé. Bibliogr.2 /bñkm. para el original latino y ir. para la versión espa5ola: « el entender divino,subsistente en sí mismo, es de sí mismo y no de algún otro, pues lo contrario justificaríaun proceso indefinido», pág. 205.3 Y de ella se apartará inmediatamente 5. Tomás de Aquino, en el siguiente artículo (5> dela cuestión 14: «[Solución] Es necesario que Dios conozca lo distinto a El», < i.tnkni) Larazón de ello es simple: el aquinate -frente al paganismo aristotélico- hade postular unDios creador.
111.5. E/tigo ‘dft’Vno’de nos. 768
cuando el autor valoro cada Saber según la valía de su objeto de
estudio al más puro estilo de su Maestro.
Al final del presente capítulo tras una crítica a Anaxágoras
(iO7Sb 8) vuelve a surgir con fuerza la cuestión del Bien: en la segunda
cita (bit) —ya que la primera se vió en la Parte II— se nos declara
equvalentes Bien y Noús <Cósmico> por razones nada extrañas dentro
del enfoque axiológico de todo el Libro; el Noús ‘Cósmico>—<Divino>
como ‘orden del mundo’ es la perfección posible del Universo> lo
máxima posible con la inevitable limitación de este Cosmos en
permanente cambio (o perfeccionamiento)> limitación a la cual alude la
cita con la mención de un contrario al Bien a ese nivel; sin duda, se
trataría de lo imperfección originado en lo materia de ahí su
inevitabilidad.1
Centrándonos en nuestra cita> 1074b 21, la disputa afecta a noús
y nóesis: es sobre dichos conceptos que gira nuestra cita: «... sea
intelecto o intelección ¿qué es lo que su ousía intelige (noein)? O bien
se intelige a sí misma, o bien intelige algo diferente»>2 a partir de
ese momento volvemos a sumergirnos en el clima clñsico del
pensamiento heleno: el valor de una facultad intelectiva depende, en
último término, del de su objeto. Y en el supremo ‘intuir—inteligir’
(noe¡n) llevado a cabo por e] NotJs ‘Divino’ en el <acto puro de intuir’
que es su propia ausía sólo cabe la perfección si se identifica con su
objeto: «No es absurdo admitir que reflexione en ciertas cosas? Es
obvio, pues, que intelija lo más divino y más digno de estima, y que no
1 El textogriegodetelescitases: ‘Ava~«y¿pg S¿ ds mcwo~v lo ¿yixft<3v doxíir ¿ ~‘~ci’oO~ ru’et dM¿ Ku’á bexa ru¿o~, orne ~repoi,nxfjy ds fpC~ X¿yojiew ~iapwrj ¿att 1U09 11 1JYWW. al’oTTOV 5~ K ev«vnov v11 notux Ñu KOX‘np vq~. ‘ [ ttt.e. 1 075b 7 y 111. En la versión de Zucchi: «Anaxágoras conci bió al biencomo un principio motriz. Pues el Intelecto mueve, pero mueve en vistes de algo, de modoque tiene que ser diferente de aquél, salvo que él piense como nosotros. La medicina es encierto modo la salud. Pero es absurdo no admitir ningún contrario del bien y del Intelecto.».2 Es,de nuevo, la versión de FI. Zucchi.
III. 5. E/tigo ‘divino’ de noús. 759
cambie. Pues el cambio la conduciría (a la ousía) a lo peor y> además,
sería en este caso movimiento.» (!074b 24—b27).’
El texto continúa con nuestra próxima cita, donde noús—nóesis
centran la discusión con mayor intensidad que ahora, si cabe. Pero esa
mismo insistencia nos do pie paro discutir el origen de la adopción de
estas teorías —la ‘fusión’ en lo ‘Divino’ de noúsyn óesis
,
simultáneamente de su <Divino’ objeto— sin esperar al siguiente
párrafo del capítulo.
Parece, de nuevo> partir de lo empírico y de un ejemplo
antropológico para sustentar esas afirmaciones tan tradicionales en el
fondo: esa <fj vóriavs POTjOEW§ vó~otg’ (<acto de intuir más puro’—
superlativo) es eso; o sea, la equivalente —en su reducida proporción> e
escala— nóesis (÷1<humana’ que viéramos en el uso marcado de la 42
acepción del noús tipo ‘humano’. Luego> con las debidas distancias a
escala ¼deforma analógica) se explica el funcionamiento del Noús
‘Divino’ con los mismos criterios que el noús <humano> emplea gracias,
eso si, a la intervención del noús ‘divino’ en el Hombre, que posibilito
—como viéramos— la <intelección—intuición pura’ o nóesis (+) en los
instantes de genialidad de algún filósofo.
Con este preámbulo, vemos ya el tan conocido párrafo al que
np&rov ~i~v o5v el <voCc> vñ v6no§z éau’ ¿XX¿ 8óv«ins. e5xoyov
eTTUTOVOV etvat to auvexe~ WJT4) Tfl~ VOfltW(Ú~’ ¿lTevra. S~XoV Qn «=0WTi &v et~¶0 nt~nwrepov fl O POlis, ¶0 POOU,ICVOP. [tfle 1 074b 30; <elisión: b28>l?
Idem, Este sería el texto griego: “Tro¶epov O5V 8w4~pei Ti 1] oV&v ‘ro voew ‘roK1XXOP r~ ro T1JXOV; 11 ¡«Li &TOUOP ¶0 Stavoeta$ai nepi ¿v{ow; SMov
TOUflfl> Oíl. TI)Oa&rwrov KYLt TMIUUT~íOP vea, mx ou ue’roI3«XXa’ ek XCIOOV val) fi IICT«OOXT>, ¡«LiK{Vfl01i fl. to TOtOOTtW.2 En la versión que vienen siendo habitual: « Entonces, en primer luqar, si [el intelecto]no fuera real intelección sino la posibilidad de serlo, habría que admitir que una intelección
III. 5. El t4~o 214zño’ da no&s. 770
No obstante, para mejor comprensión del sentido del fragmento,
se aiiade a continuación el resto del pérrafo; unas líneas explicativas
de las anteriores, primordiales para su comprensión y donde la nóesis
~) reina en solitario, pues la única mención de neús es tácita:
“ ,cixt ydp rd voetv pi ~ v6ijoi~ ~1T¿p~Cíian so xdo’srov VOOIJVTX, din’ eL(KV ar~ it4’eurTcv TO1JTO (xiii yap p~ opal> evt« K~E%TTOV fl Op«V), 0W aplcToP 9
WJTOV <=vou;>~ apa voei, eLiep fOfl so KpCTWToV, .att eonv ~ VóTIOb~pó1low’
v~svó9ow.4¶at~Xounla6pnnGt&Ktti1l6*Kftií~ Stavota, afrrnc 6’ ~v r«p¿~yqL ~si el <vaOQ* a?Ao TO voetv jad rí3 voetaflan,
KiiT& 1TO¶C~0V «137(j) ¶0 e5 1flT«pXEi ; 01356 V«9 7(LIJTO ¶0 ¿vax ucijucí .iPoownw.>’ ItkM. 1074b 31—38; 4<la elisíón,en b334.’
El arranque del párrafo contiene asimismo un noús
sobreentendido: «Entonces, en primer lugar, si (el intelecto} no fuera
real intelección sino la posibilidad de serlo, habría que admitir que
una intelección sostenida le sería fatigosa»; (i074 <b28> b30). Esta
cita tácita o implícita insiste en asimilar flún~mfl e imperfección y
~Ñrgeia con perfección. Todo cambio —que requiere un aspecto
puramente potenciaF— arrastra la imperfección o la indeterminación
(=accidente o azar consecuente al mismo) y no puede —sin
contradicción lógica— atribuirse a la a que es el Noús <Divino’;
pues, por su propia perfección o plenitud como tal, es ousía <ya
separada—inmaterial’ y, como consecuencia no sometida al “cambio”
(KtVTyYt§, ¡xETaf3OXfl).
sostenida le sería fatigosa AdemAs, es obvio que alguna otra seria superior en dignidad alntelecto, a saber: el objeto de la intelección ». [ con una segunda mención no expresa, o seo
tácita, en b28; a eso nos referimos al hablar de ‘término elidido’, a que se sobreentiende.].1 /&m.: «Inclusive, inteligir e intelección también se den en quien intelige lo más vil. Demodo que si hemos de evitar esto (pues es mejor no ver ciertas coses que verlas), laintelección noseríalo mejor. Portanto,si <=el noOs>eslo más perfecto,seinteligeasfmismo u su intelecciones intelección de la intelección.Parecerie que ciencia, sensación, opinión u razón discursiva apuntan siempre a otra cesa usólo incidentalmente a sí mismas. Memás, si inteligir u ser inteligido son cosas diferentes,¿en cuál de las des reside la excelencia? Pues seqún su esencia, la intelección y el objeto deella no son lo mismo.».
1
111.5. E/ti>o ‘diriño’ de naos. 771
En esa frase debemos notar un nuevo detalle antropomórfico: la
alusión a la “fatiga o cansanci& —similar a la del “sueño” en 1074b 18—
ello nos recuerda, si fuera preciso> la elementaridad de las
experiencias que tiene en mente el de Estagira en momentos
inesperados.
Pero es nuestra cita expresa la que nos orienta definitivamente
en la cone~ién noús—nóesis tantas veces enunciada: «Además, es obvio
que alguna otra cosa sería superior en dignidad al intelecto, a saber: el
objeto de la intelección.» (1074b 29 y 30). Insistencia en el
paralelismo antes señalado (dúnamis imperfección) y en la •fusión’
imprescindible entre noús—nóesis en el <acto de intuición pura’ que, a
pesar de la longitud del párrafo, no explica —como mecanismo
gnoseológic&-’ en los términos prolijos en que lo hará en sus obras del
tercer grupo, dedicadas a esta materia.1 Eso sí recuerda el tercer
elemento, el ‘objeto inteligible’> pero... lo introduce con expresiones
axiológicas (i074b 32 y 33), una vez más, por si no recordáramos que
todo el Libro A es todavía muy dependiente, en lo expresivo, del
academicismo.
Tras tanta valoración peyorativa —en el presente caso— en función
de una reducción al absurdo de la admisión de imperfección—dúnamis
en el Naús <Divino’ con argumentos exclusivamente axiológicos hay un
propósito. Al fin, alcanzará dicha meta (en 1074b 31—b34). ofrecer su
posíclón como la única posible: el Noús ‘Divino’ intelige únicamente lo
perfecto, o sea> a sí mismo. Y lo hace por medio del extraño —pero no
del todo inusitado en lenguas indoeuropeas- uso de una expresión
‘vóriats Vor)GEW§’— para marcar un superlativo (como “intuición
1 Aspecto que reforzaría la situación de A entre las obras del primer grupo; aún lo hacemás, sin embargo, la constante introducción de factores axiológicos al uso en la Academia:esa obsesión por el Bien, tan platonizante.
111.5. E/tigo ‘diwño’ de nazis. 772
suprema, intelección perfecta”), es la intelección en ese grado máximo
de difícil expresión lingúística y a dicho recurso se ve abocada
Aristóteles, que tampoco —como demuestra el conjunto de este largo
fragmento— ha elaborado aun el proceso cognoscitivo general que
denominamos ‘aristotélico ni el de la intelección en particular,
viéndose forzado al recurso de lo axiológico y los simplistas ejemplos
antropomórf i c os.
En cuanto al texto complementario> al resto del párrafo ya citado,
(b31—b36) ofrece en dos partes (b31—b34 y b35—b38) los siguientes
puntos: a) la conclusión deducida más arriba, tras demostrar la
inverosimilitud de los obstáculos de líneas anteriores; y b) se señala
como intelige lo <Divino’, ya que muestra que, o diferencia del resto de
las capacidades cognoscitivas, el noús —en el ‘hombre’, pues está
usándolo como ejemplo— se “aprehende” a sí mismo al conocer su
objeto: por eso cabe atribuirlo a lo <Divino’, permitiendo esto lo
trasposición Noús ‘divino’ del rasgo de su homónimo el noús ‘humano
Finalmente, también en esa segunda parte del texto complementario
que ofrecimos, se encuentra planteada la última cuestión de las
iniciales del Cap. 9: ¿hay distinción en El entre “objeto inteligido” y
“acto de inteligir”? Por cierto, habremos de esperar al análisis de las
últimas citas, tonto del capítulo como del Libro, poro hallar la
respuesta 6 la misma.
Ofrezcamos ya dichas citas de cierre:<< 1%. 1 ~ ~
i~ en ePuiW fl enwTTyfl ¶0 np%qrn, ~ITt [I~V¶0W POUITtXWV «VfU
oijma Ka ¶0 ‘rl. 1)1’ etv<n, STl. bE ¶0W UE(~)9TWÚW O AOy~ TI) ~ K~ ti
POfl&9; OUX ETf~0U c5v 0V109 7013 VOOWEPOU Ka bu 1>013, CO« [11)1JXIW CXEX. ¶0
auto ECTat, ¡«Li ‘1 VOTIO1S ‘np VOo~cvq, ~ E¶l. &~ XEUT6TéU aJTOpW, el o,jp6eTOV
¶0 P004161’OY gei’«~«XXot y&c a2v ¿y ‘rot~ ~iepeatbouj cAoU. 9 aotaloe’rnv ncw 1-o
III. 5. El t/no ‘diwño’ de izoas. 773
idi ~xov5Mw 1TC~ d dv6p4uITwo~ voíi; f~ 5 ye TOI> aiJVOeTOW Exc. rwi. x~óv~ (oii
v6O ~‘X6V¶0 ¿ 6’ Tq>5{, «AA’ El> ?«» TU>1. ¶0 «010101>, 0V «XXo Ti Y 01JT039 8’ ~xa«,1JTfl «1319911 VOIlOl.C ¶01> &TT«vTacd(Bva »ftkts. 1075a4 u 71.1
Para contestar la gran pregunte final (si hay distinción o no entre
<objeto inteligible’ y ‘acto de inteligirlo’) aclaremos escuetamente
también algunos rasgos menores de este fragmento postrero:
a. En sus primeros intentos de mostrar la unidad perfecta entre
‘objeto’ y ‘acto de inteligir’ nos habla de “ciencias productivas” y
“ciencias teóricas” en ambos ejemplos (saberes como la medicina, en
el primer caso, y las ciencias naturales> en el otro) el ejercicio mismo
de dichos saberes contiene una ‘autorreflexión’ sobre qué es ese Saber
—hay, pues, identidad entre el ‘objeto’ (la salud> por ejemplo) y el ‘acto
de reflexión’ (en este caso, saber curar o producir salud)—. Por
supuesto> en el conocimeinto teórico alcanza dicha identificación
mayor perfección, por ser su objeto final un ‘inteligible universal—
inmaterial’> por tanto. El meollo de este asunto no puede dejarse sin
iluminar por un pasaje del siempre certero D. Ross:
«Ahora bien> el conocimiento cuando no depende, como en el hombre, de los sentidos ula imaginación, debe ser el conocimiento de lo que es mejor; ~ lo que es mejor es Dios. El
objeto de su conocimiento es, por tanto, El mismo. “Ahora bien, el espíritu se conoce a sí
mismo por participación en lo conocido; llega a ser conocido por contacto ~ conocimiento,
así que la misma cosa es el espíritu u el objeto de espíritu”. (n: 1 072b 20.> Dicho de otra
manera: en la intuición el espiritu se encuentra como en contacto directo con su objeto, no
piensa, pues, una cosa por intermedio de otra, tomo término medio. ».2
Ibis/em «¿,No ocurre más bien que en algunos casos la ciencia se identifica con la cosamisma: en las ciencias productivas> exentas de materia, la ousía u ‘lo que es ser esto’ u, enlas ciencias teóricas, el enunciado u la intelección soaso no son la cosa? Entonces, en todoaquello que no contiene materia el objeto de la intelección no difiere del intelecto u laintelección u su objeto son una misma casa.Resta una dificultad: ¿el objeto de la intelección es compuestos? Si así fuera, habría uncambio en las partes del todo. ¿ No ocurrirá más bien que todo lo indivisible está exento demateria, u así como el intelecto humano o, en general, el de las seres compuestas, secomporta durante breves instantes (pues no posee la perfección en esto o aquello, si no enuna determinada totalidad, siendo esa perfección diferente de él>. de la misma manera laintelección de la intelección se comporta por toda la eternidad?»2 Arts’tételes, pág. 261,cf. Bibliogr.
111.5. Eltífto ‘divino’ de ricas. 774
«Esta explicación de la conciencia de sí tiene por primera finalidad explicar la
autoconciencia que acompaTia el conocimiento de un objeto. El espíritu se convierte enobjeto del espíritu en el acto de conocer otra cosa tj gracias a este acto. No debemos suponer
que lo que el espíritu conoce primitivamente es él mismo> sino esta explicación de la
manera como se convierte en su propio objeto> constituye una ~x4uioprix¡ftii . Pero lo
que Aristóteles atribuye a Dios es un conocimiento que xlaarnte tiene por objeto a sí
mismo.».1
b. Es éste el rasgo clave que aporta esta reflexión en su
conclusión :10 ‘inmaterial’ del objeto permite la total ‘fusión’ con el
N2~ y de ahíla perfección (<e) v¿rrts vor)lcYE(os’) o, como se dice en la
cita de 1 075a 4: ‘&>< ér¿pou 05v OV’rO§ ‘rolJ V00U~EP0U Ka ‘roO vou’.
Es decir «len todo aquello que no contiene materia] el objeto de la
intelección no difiere del intelecto ly la intelección (nóesis) y su
objeto son una misma cosa].»?
e. Surge ya taxativa la formulación de la posición a refutar será
compuesta —en distintos momentos o tiempos— la <intelección de)
objeto» lo que supone la composición del objeto inteligido mismo
(pues la unidad del <acto de intuir—pensar’ se considera ya demostrada,
sólo queda demostrar la del ‘objeto intuido’). Y se reduce al absurdo.
una vez más, tal posibilidad inspirándose en rasgos muy caros al
academicismo: 1) la <intelección—intuición’ y su <objeto—inmaterial’
son de una misma naturaleza: “indivisible o simple”, si no estaríamos
ante otro tipo de conocer (=.~QisI~m.~. ~~in) u sus objetos
correspondientes—objetos cognoscibles pero... no inmateriales—. Sólo
modos de conocer inferiores tienen objetos inferiores, compuestos
(zmateríaíes, aquí) y cuya comprensión requiere distintos tiempos
(sea razonamiento discursivo o imaginación—sensación); y 2) igual que
la facultad de conocer su objeto, tanto en los fugitivos momentos en
1 Idem, pa 262.2 ci las argumentaciones mucho más precisas de t~e4n~ que se expusieron en la ‘flacepción del tipo ‘humano’.
111.5. E/t$o ‘kl/viña’ de noús. 775
que es olcan2ada por el Hombre como en la “eternidad” (aián) del Dios.
(Una vez más> todo se resume en una argumentación final axiológica).
d. Precisamente la interesante comparación entre Noús <Divino’ y
‘divino> en la especie Humana supone nuestra ultima cita —1075a 7— el
mejor pórtico que pudieramos soñar para la última de las acepciones
de noús que hallamos en la obra aristotélica: el noús <divino> que, en
esos fugaces momentos genera ‘actos de pura intuición’ en el Hombre.
Nos enuncio, además> dicha cita terminal los marcadores más claros
que distingue ambas acepciones: lo aión —“eterno”— del Noús <Divino’
frente a lo Zv ‘rivt xpóvw’ —“en breves instantes”, “en momentos
fugace&— del noús ‘divino> nos proporcionan el dato diferenciador por
excelencia dentro del tipo <divino’ de noús.
Mas> no es posible cerrar el estudio de la 52 acepción sin insistir
en los rasgos arcaizantes —de profundo influjo léxico y de
argumentación— del Libro A: el clima es decididamente académico, si
no platónico, y nada mejor que el presente texto final del epígrafe
para reseñarlo. Como deduce J. Moreau esta invocación al intuirse
perfecta e inmediatamente a sí mismo del Noús <Divino’ nos remite a
una aprehensión no discursiva del objeto, a la noción de circularidad de
la intelección tan cara al fltea y Las Ispes.’ Y al igual que en
Platón permitía fusionar al Noús con el “Alma del Mundo”, y explicar de
paso el perfecto movimiento circular de los cuerpos celestes (‘divinos’
no se olvide) postular la ‘no-temporalidad’ del Noús ‘Divino’ es
presumir su “intelección circular’, en eterna intuición, dónde es
imposibles distinguir el ‘Espíritu’ de su “Divino Objeto”, “el principio
del fin”. Tal figura circular se le antojaba a nuestro Aristóteles del
primer grupo de obras magno puente para explicar que el “deseo” de
(Mr. J. Moreau, oc., nos habla de Los 1c9 5<, 898o Para el 7/nro ver las críticas adicha obra platónica en la Parte II,
111.5. E/tigo ‘divino’ de ricas. 776
asimilarse a lo ‘Divino’ pusiera en “movimiento” el Primer Cielo”
(primero de los “cuerpos celestes eternos o divinos”> u suscitaría con
el tiempo las complicadas lecturas sobre las “Inteligencias divina< de
cada Esfera celeste que los musulmanes —con su afición astronómica-
y los cristianas medioevales tornaran habituales.
Por nuestra parte, amén de resaltar lo neoplatónico y> por tanto>
espurio, de tal lectura islámico-cristiana, poco nos quede por
destacar, salvo el nada minúsculo detalle del enorme cambio que
experimentan al respecto las posiciones aristotélicas en sus obras del
tercer grupo: el apasionado y feroz alegato contra la presunta
“circularidod del inteligir” del Libro 1 del De An , en medio de la
crítica a Platón no debe olvidarse porque haga sido ya analizado en la
Parte II: sólo ahora, a la luz de su propia aceptación inicial de tales
absurdos” se explica que le dedique tantas y tan pormenorizadas
refutaciones al usa del Noús—”Alma del Mundo” del TÑn’eo platónico y a
la consiguiente noción gnoseológica que aquí parece aceptar según
acabamos de deducir por el contexto del Cap. 9.
111.5. E/tipo ‘ÚiWno’donous 777
5.2. NOLJS ‘DiViNO’ EN EL HOMBRE
LOCALIZACION
Necesíta escasa introducción nuestra sexta y última acepción de
floiJs- y~ se de limité en la introducción general al tipo ‘divino’ entre
éste y el <humano’, esfuerzo dii erenciador que nos beneficie
especialmente ahora, por la menor distancia entre el noús ‘divino’
presente momentáneamente en el hombre concreto —pero propio de la
soecms como tal— u el ng <humano’ en su más alta u técnico
acepciónr Ya que, de hecho, dicha ~42acepción requiere le presencia
simultánea del ‘divino>, lo cual explica el beneficio que nos supone
dicha intr-oducción; y-especialmente, la caracterización que allí se
hizo, pues se aplico tanto el NaOs ‘Divino’ o 52 acepción como a la
presente.
Antes del meollo de nuestro trabajo actual, no será precisa, por
consiguiente, sino una breve exposición sobre las localizaciones, según
contenido temático, de los pasajes que analizaremos a continuacion: es
decir, será importante correlacionar obras aristotélicas can materias
relativas a esta 52 acepción.
Y se perciben, en esbozo, unas coincidencias notables entre grupo
al que pertenece la obra citada y uso concreto de esta acepción de
nn~• Destaquemos-esos grandes trazos:
¡11.5. fugo ‘kl/riño’ de ricas 776
El conjunto de citas del primer grupo contiene dos rasgos
comunes:
a) un lenguaje con insistencia en expresiones heredadas tanto del
pensamiento heleno en general como dele filosofía u del platonismo en
particular. De hecho, se advierte cierta inconcreción léxica quepermite al autor aplicar nociones platónicas de la noétlca —o al menos
sus formas expresivas— sin conciencia clara de ello ni de las tensiones
o incongruencias que produce esto en los primarios aspectos de su
estructure del Mundo; aunque, al tiempo, defienda enérgicamente el
valor de ésta frente a ¡a del academicismo reinante.
b) Por dichas deficiencias doctrinales se limite en esas citas a
diferenciar tajantemente dos tipos de noús en el Hombre, el ‘humano’
y el divino>, dejando en la sombra tanto las formas léxicas concretas
del ‘humano> como el exacto momento cognoscitivo en el cual
interviene el ‘divino’. Ciertamente, este segundo rasgo se deriva del
primeroy no únicamente en el date expuesto más arriba, realmente, es
su reafirmación frente al -platonismo lo que le hace insistir en la
presencia en el hombre concreto de un ~ ‘humano> que perece junto
con el individuo, al igual que cualquier función enímica; y en dejar,
como a regañadientes, un rasgo ‘divino’ en los sabios y en los contados
momentos en que éstos aprehenden el Saber Universal. No obste que
ésta sea su posición doctrinal en estos pasajes para el arcaísmo y
platonismo de su vocabulario y expresión formal: el tema de lo ‘divino’
siempre se halla cargado de un fuerte lazo con la antigua concepción
helena de las divinidades paganas y los escritos de los pensadores
jonios —imitando les formas de los himnos religiosos- nos aportan una
valiosa prueba de ello. Quizó sea el momento de admitir que algunos
111.5. E/tigo ~‘ivño>denoas 779
sonoros pasajes, que abundarán en la presente acepción y grupo de
obras, sufren el mismo desmedido influjo.
El segundo grupo está representada aquí por dos únicas obras, y
no por casualidad,-son textos biológicos: en ellos nos ofrece el de
Estagira las primicias de las tporias que le obsesionarán en el último
grupo de escritos; se resumirían esas preocupaciones diciendo que
consistiré, la principal,-en encuadraren su proyecto biologicista del
Saber al-noús ‘divino’ como congruente con la mortalidad del hombre y
la perviviendo de la ~oeciesy de sus logros sapienciales.
El tercer grupo también lo forman en el caso presente dos únicas
obras -¡~eM y 64—> pero con tres objetivos diferentes y numerosas
citas:
a) el primer asunto es el del Libro 1 de De An, consiste en
formular sus perplejidades —que le obsesionaban ya en las obras del
grupo anterior— acerca de la función que ocupa el noús ‘divino’ en una
gnoseología tan antiplatónica como es la suya en ese momento. De ahí
el carácter aporético del - Libro que no ofrece más que fórmulas
condicionales sobre el papel del n9.«~ ‘divino’ en el Hombre.
b) será el segundo argumento, el abandono de esta indefinicién
casi escéptica del Libro ty cumple tan propósito hasta cierto punto en
el Libro ¡II de la citada obra; no concreta tanto como sería preciso
paro contestar a cada aporía inicial, pero con el esbozo de respuesta
ofrecido nos habremos de contentar
e) termina -aunque fuese en el tiempo simultáneo a los pasos a) o
b>— ubicando biológicamente (en su explicación de lo viviente en
sentido más amplio) al naús ‘divina’ en el Hombre, o al menos hace un
serio intento de lograrlo: al igual que la cuestión b> no resuelve a
satisfacción les dificultades de a>, c) tampoco lo consigue; mas, era
III. 5 E/ tzfto div¡ño’denous 700
inevitable ya que la carencia de resolución definida de b) arrastra a la
ambigoedad enla explanación de c).
ANALISIS TEXTUAL
Obras del Primer Grupo.
Ya en la introducción a este capítulo quinto se mencionaron las
divergencias entre los intérpretes respecto e los famosos diálogos
perdidos aristotélicos; la polémica se complica con la atribución o no
de estos restos de un ‘Aristóteles perdida’ al Xioven Aristóteles? Nos
cabe, por consiguiente, enfrentar las obras fragmentarias en sus citas
concretes, sin abordar las complejas disputes filolégí co—filosóficas
que se indicaron ya en la mentada introducción general al capitulo.
• Enfrentados ya a las dos primeras citas, pertenecientes al
Eudemus diálogo que (desde el enfoque adoptado aquí) se considera
exponente de doctrinas ajenas al propio autor, de las platónico-
académicas, conservadas por la relevancia dada por la cultura
helenística a los textos de dicha tendencia, a causa del eclecticismo
dominante en dicha época.
Los dos fragmentos, R3 30 y R3 46, al no contener posiciones
aristotélicas —y aparecer manipulados según conveniencia por
Temistio y Simplicio- se ofrecen en notas, asimilándose en la práctica
a los pasajes apócrifos del Corpus.1
1En Ross, Prqarn4x/ecta~THEI1. /fl~A.t 106. 29-107. 5.’m~ ot >óyot &4xn~& (~ Plato, in A~,rl nepi 4ux~ d&n’a¿ág ek tdv vo6v ¿v¿yov¶m
¡¡¡.5. E/tipo 2livfrzo’daiza¿s 751
Dei hecho, serian alusiones al academicismo en el mejor de los
casos y, desde luego, están adecuados a los propósitos estoico-
neoplatónicos de los autores que los citan. El fragmento 36 de la
edición 32 de y. Rose (1666) ya es denunciado por Nuyens porque
estaría falseado por su-recopilador, -Temistio,1 con el fin de defender
sus propias convicciones: así habría empezado la falsificación
histórica más persistente de la antigúedad y el medioevo, a saber, la
supuesta coincidencia en el fondo y en la forma entre la filosofía de
Platón y la de Aristóteles, que mantendría la pervivencia en el
discípulo de las más básicas convicciones del platonismo.
En otro autor, P. Moraux,2 se nos precisa que el radical dualismo
<alma/ cuerpo’ del Ludemus —que expresarían tangencialmente ambas
citas, ya que apoyan la supuesta ‘pervivencia o inmortalidad’ del alma—
noús- no es sino una imitación del Fedóñ y que supone no sólo una
o~e5óv not H>¿WTOt Kwt 4ppteéaraoi, 6 re & r~ adronvnoiw ¿Setxen ydp ~sauíortvnío~ ¡i6vos ¿ vo9~ el íijv Kb/lev ¿vd í4s ¿vepwa9 w4yer KUt¿ rd~r4~’s «~rj’vwioets ¿ni. Xq¿~vuw KW. O np’ upo~ tov Bedv ¿g±otanwaKW.«»aw 8& tois d~wuwTore~ou9 ~ xO’en9S ay n~ rQ wlTpO(*1~3«rteV V
CWYTE~ ye KW. t~’ UIT WJTOU ‘A4IIGTO¶eXolJ9 e~ewyw~ieww ev npEdSípqL ¿~ sjy Sijxov att m~ IIA¿row íd vofiv aOs’aov ¡iovov uuoAap~¿vet’ltakirn¿s R~38].1km.: SIMP. /n&,*n.221.20-33. ‘6 gv oGv ii>4tcw ,a¡t ~ut u¿víow &tev
iii re e~ KW. t¿ tan> &a e<aonrna4ev~¡ upo«¡yope6av. 6 5e~‘Apw¶oreMK or~v pev peplflT’ íd ~. 9uAane¶w. rip’6ta np’ uoXX~v tau ííevwrou upo~t to dfio~ aiLefw’rov 0V (LIIOUT«OW 1IIV Seoylqv 4ftIflV W9 fl pOYOY opi4qiev~v «Wt KW. ¿4~OV 0&W pfta~U ya41 (09 bU
apepturau KW. ¡±cpwrou a¿$o nug o5oix, o5rw ~1 tal) ~ou rrd roO ¿p.4oi¿¿vouap4orepov ¿5I4<LíVOUt~, to p~v d~ ¿veXtíi’01¡év9, íd 8~St¿ríjvdd K~tft 0p0119WT*WK~&¿TYWTOW¿VfU~yU&’OWT¿VTUW4~Vd1J1/aYWYT1VO>~u n»c~n4ovn . Sa tonto ev np EuS np ITeft?“‘~» y~yp~pp~~jp SmA*5yq, eto~ ti w¡o4atent np’ 4’u~p’ ~ K~1 CV TOUTOt9EIT~U’Eí ¶009 T(iW fl&LW SCKTUCEp> XqYOVnL& í4 $vxnv, o’5x ~v d>x& ~vYOIITIKTIV 0)9 tcfr aMOev Seurepwg eifiow yiwnx¡jv tq yap tij~ $ufl~ tpetTtOYtW~ 14 d>~~eij e¶sr¡ auorowix.’[tW Y. Rose 3’ed., Pr. 46].1 Nu~pem, /~ /ut,ankk n?dAflsk/e, págB7. Lleqael autoreofrecernos unatraducción parcial del texto de Temistio: «...MSm clin. paur la preuve besé. sur lidie queFaequlsitlon du savoir est en somrne uno rémlnlscence, et pour celle qul se fonde sur notrerenemblence evec la dlvi nité.1 P,Strn, 75 .t 1064]. Et des etitres arguments les plusconvalncants peuvent également sappllquer é l”lntelliqence, teis cclix quArlstote développedans ITetnr II en résulte que Platon, lui aussi, n’Mmet Vlmmortallté que paurl’intellect.»; nade nejor que esta traducción para ver hasta que punto es cierta lamanipulación llevada a cabo por Temistiír2 Introducción a ,dnstoIntS TMmastkw?,; págs. 32- 33, vi. Biblíogr.
III. 5. El bfto ‘div’ño’danaas 762
posición aislada sino literari~,.por tanto, no contendría las posiciones
teáritas de Aristóteles en este momento. Parece muy sensato, por
estas razones concretas y otras más genericas ya explicadas, negar la
existencia de un periodo platónico en- el de Estagira y la supuesta
afirmacl6n de una escisión ‘alma! cuerpo’, así como que el noús —
equivaliendo al alma humana tomo tal— sea inmortal, transmigre y
posea la reminiscencia.
Si Temistio de por sí no SUCIa ser intérprete muy fiel de las
posturas aristotélicas, Simplicio —que nos ofrece el fragmento 46
es mucho menos creible (y esta afirmación es común a muchos
especialistas). De todas formas suele practicar un claro seguidismo
respecto a Temistio, e incide a su vez en esa identificación ficticia
entre Platón y Aristóteles. En esta segunda cita, del comentario de
Simplicio al DeAnúna, donde aparece fl2~. se limita a reforzar las
anteriores afirmaciones de Temistio que, por cierto, son inexactas
incluso desde el punto de vista del platonismo: Platón no sostiene —en
su madurez y vejez— la inmortalidad del alma entera ni identifica ésta
con el noús; ello muestra las contaminaciones de todo tipo usuales
desde el helenismo, de las que probablemente ni siquiera son
conscientes autores tan eclécticos ya como Temistio o Simplicio. Y
ciertamente, en nuestras citas del fragmento 46 (R3) en concreto
queda expuesto este sincretismo: denomina al noús como lo me] or del
alma humana y, por ello, aquello a quien corresponde ocuparse de las
«ideas verdaderas» Has “Formas ldeales platónicas, seguramente].’
El fragmento siguiente, viene de una obrita sobre la oración,
curiosa por su tema religioso —ausente de la obra del estagirita
excepto en el Poema a Hermies— y nuestra cita es lo único conservado
ef,’. 1. segunda cita ‘nj~ ydp Tfl~ *v¡~ KpCtTTOn v43 nt ¿A~ etti1 mlrTotxU.’[1W Y.Rose32ed, Fr 46,línea 171.
Iii. 5. El ¿‘gd ‘divño’danous 763
de ella; en este caso no hay excesivas dudas sobre su autenticidad
entre los estudiosos: ‘ó OEóg fl vofi& ¿~-rti> ¿trEicEtvc¿ it taO pali’)
Ya conoce el lector lo ubicación de la segunda de estas citas
dentro de la 52 acepción; allí se indicó por qué detalles se tomó tal
determinación, a saber, 16 dé considerar el fragmento como una
distinción entre las dos acepciones del tipo ‘divino’. De ahí que el
sentido de la frase se hallaría en consonancia con lo expuesto en A: la
Divinidad suprema se puede asemejar al Noús (por ser ambas 015o(ca
similares) y ser explicado, por tanto, en términos de Noús <Divino’
como hace en los textos ya expuestos de A. Por otro lado, ambas
‘entidades plenas’. (dotadas de todos los rasgos de lo “eternol pión
)
serian diferentes entre sí; mas el Noús ‘Divino’ —e incluso el
‘Cósmico’— son de un género jerárquicamente muy superior al noús
<divino’ propio de nuestra especie, aunque algunos rasgos básicos de su
función sean necesariamente análogas.
Y si no quísiermos profundizar más se podría dar por analizada
esa primera cita de noús del fragmento R3 49; puesto que es una
llamada a las claves más usuales del aristotelismo en lo que conviene
a nuestro vocablo: jerarquización entitativa —como medida de
diferenciación terminológica— y analogía, aquí en la función, —como
elemento unificador—, permiten alcanzar un conocimiento del asunto.
Pero este texto se corelaciona con otros que facilitan su comentario
colateral, especialmente con EF 1246a 21 y ss. que viéramos en el
capítulo II de esta Parte III, por pertenecer sus citas a la 12 acepción
marcada. En todo este pasaje —al igual que en An Post lOOb- se
1 ~ cita completa de Simplicio tal como aparece en Ross <ver Bibliogr.> es la siguiente:SIMP. ¡u AeCr/o 485. 19-22. “5n y¿p ¿vvoct it ~ iin~p r6v vol)v ¡<tú ri~vOliO GV ¿ ‘Apwror~M¡s, a$4 ¿un TYpO9 ¶049 népwn rol) rept e~~x49 pW?SouCs’*@ etuc~w 5n ¿ 6e69 fi voO~ ¿odi’ fl ¿n&ew¿ ni. rol) vol)”. [fleptEi4fk ; Pr.49, Y. Ron3].
111.5. E//$o ~1iwño’danous 754
pregunto Aristóteles por el principio de la tazón humana’, es decir, sí
hay una causa externa —un agente superior— que haga posible la más
alta capacidad (42 ‘u) del naOs rhumanol Y la contestación (confusa eso
sí) es que ha de haber algo -‘divino’ que sea esa primer principio del
Saber Humano como tal, al menos en FE , pues en los An .Pas/. no se
contesta. Así en EF 1246a 21 nos señala que> análogamente a lo que
ocurre con el Dios y el Cosmos, el noús ‘divino’ (aquí denominado 6có~)
mueve’ las más altas facultades cognoscentes del hombre (Q~istéme y
noús ‘humano’).l
También se podría recordar un texto del De R4ilosc’p/,io (R3 15)
como ejemplo de estas afirmaciones del noús ‘divino’ en el Hombre, 2
pero nuestra valoración de dicha obra (que considera a este texto
formado por comentarios. a filósofos anteriores) nos fuerza al
escepticismo y a dejar entre paréntesis la aportación que supondría —
de ser auténtica cita de las posiciones propiamente aristotélicas—
aunque no se dude de su autenticidad material.
También es de ética el siguiente texto, /1/1 1 183b 22 que abre
un subepígrafe de tres citas -la de MM. A 1070a26y 1075a 7—que
nos hablan del sentida exacta de nuestra 62 acepción:
“ ¿net 8’ fm~p ro6íow Stópunw. neipux4ev >..éyeu’ dyddv no~xwq
>4eí~. &nt yd<~ í~> ¿y«&~~ í& V íIX% d 8> ¿waveíá, í& 8¿ Sin4ew. lo
ríptov ?~hw r~ rowOrov, í¿ Oeiov, r¿ gxrwv, olov *i,xij, voO9, ¶0 dp~aióíepov,ijdp~tj,-r&íowñTw “.jfttf 1183b221. ~
1 Cf. el Apéndice de Citas completas del Corpus para los textos en cuestión, tanto de 11como An. lbst.2 Este es el texto:” [...íd&&rnwdv wL íd 1’eAea’rixov.] íd gv oh npdkov dw~rói~ ¿vpJmow nao~ytyverai, rd 8& Se6repov &ofl ndóvro~ rol) vol) í~v
mi. puarflpvZBe9 ‘AnwroréMc &4a~x ¡<si ~oiík i4aeiJOwxLi.9.1fw/J Y. Rose, 3Sed. Fr 15].3 En la versión espa5ole de P. de Azcérate: «Sentados estos preliminares, procuraremosdistinguir las diferentes acepciones de la palabra bien. Entre los bienes, unos sonverdaderamente preciosos y dignos de estimación> otras sólo son dignos de alabanza, u,otros, en fin, no son otra cosa que las facultades <que el hombre puede emplear en un
¡II. 5. El liga ‘diviña’ danaos 755
Por consiguiente, el propio Aristóteles se corrige o> al menos,
precisa: el alma sería una entidad con “algo de divino”, o más
exactamente, lo seria el naOs; y la continuación nos remite de nuevo a
EF 1248a 21: es ‘divino’ lo que tiene función de principio-causa del
Saber acerca del Mundo; práctico en este caso. De todas formas, no es
ese el único texto que nos recuerda: se está haciendo un planteamiento
axiológico —las clasificaciones del -bien— que nos es muy conocido
desde lo 52 acepción, cuando dos pbrrafos (EA’ 1096o 25 y FE 1217b
31> nos asemejaban Dios y Noús por estar aparte de las restantes
formas de predicar lo real, o sea,por ser ambos ausia de igual género.
El próximo texto, por su parte, nos oc] ara más el sentido de éste:
“reyyWet¿&i4powo~, r¿re rtú~ f¡y{eia~ww, muS
x«>v~ #‘w«~ «#~ L~’ n x«>~ai o4«i~z (a Se ¡<a ua’I-epov n unopevei, <~ceTTrEOV’, , pl ‘ ,~ A • 7 1~en evta~ iac ou8ev nÑwe~, 010v a ij 4u~ rotourov, pr~ n&~ «XX ó vour
n&zv ydp ¿56v«rov L~o4 4*wepSv su 5r’. oó8~v sá ye ¡«1k’ ¿vax r4~i5&r” 1 t*1
4t. 1 O7Oo 26] 1
Entroncado directamente con la discusión sobre la ousía —y con
sus perfectas realizaciones Dios y M~ ‘divino’— este texto describe
la situación de las “cosas sensibles —la<compuestas”- para reafirmar
su diferencia con respecto a ambas “realidades plenas” <Dios y Noús
‘divino»: ni siquiera el alma puede sobrevivir tras la disolución del
compuesto” o “ente sensible” (o “ser vivo”), sólo el naOs ‘divino’
subsiste al ser ousía y, por tanto, de otra naturaleza, no “compuest&,
sentido o en otro)* Entiendo por precisos u dignos de estimación los que tienen algo dedivino qque son lo mejor respectos todo lo demás, como el alías ucí entendimiento.También tengo por tal lo que es primero q anterior, lo que tiene el concepto de principio qlas demás cosas de este género,..»; líosituado entre corchetes es un ‘a5adido’ del traductoral texto,que se limita a decir, ‘i¿ 8~ Suváuet~’.’];lo cito se hallo en la pág 30de ttrs/..¿e Creo thrs/, /trs/eFu*nr~ vi. 8ibliogr.1 En versión de Zucchi: « Pues cuando el hombre está sano, también se da la sal Ud, u lafiguro de lo esfera de bronce existe junto con la esfera de bronce. Ha de examinarse sisubsiste algo posterior al compuesto. En algunos seres nodo lo impide; por ejemplo, el almaes uno de ellos, no toda el aloe sino el intelecto, pues quizás le seo imposible subsistir alatotalidad del sima. Resulta claro que el menos por estas razones, no es menester que existanlas Ideat ¡En efecto: el hombre engendra .1 hombre; el individual a un hombredeterminodo.l.»; <vi. Bibliogr.>.
—-7 -
III. 5. El tipo ‘div,ño’denous 756
“ultrasensible” o inmaterial”; puesto que el “compuesto” lo es de
‘materia + forma%’
Insistiremos aquí en algún rasgo definitorio de este texto:
a) que el pasaje es una -digresión Interpolada tras una expresa
determinación (aiccn’Ñov) de aportar la cuestión y no discutir sobre la
pervivencia de los seres compuestos”?
b) Que en ese paréntesis intercalado aquí se refiere a la
naturaleza ‘ya separada’ del noús que lo distingue de la ~~yli!Ñque es
parte de un compuesto”, inseparable como tal totalidad.3
c) que ya los comentaristas antiguos anotaban esta mención de
noús como identificable con el ‘ a nauyrw¿s’ del DeAn.(430a 17) y nocon otras acepciones más laxas del término.4
El siguiente texto> también de A, está emparentado con el
precedente, pero nos retrotrae a acepciones anteriores:5
‘¼¿&~~P~IOV 118V 10 ¡i1~ ~XO1>V>JW ‘OYSI1Cp O GPOpáIIWO9 1>01)9 11 0 Y~ ¶0W
y , ‘ y -~ 3 , 3 3 ql ‘mn’6&ow exet ru’i. y~owp (mi ya~ exa ro e~ ev rqÑ, «XX’ ev oXw íwt ro~‘mtv, 5v ~Xo ti.>’ o5íwg 8’ ~xaftil aiVrf~g ~ vóuiow r~v air«na ¿i~’u,Itt/o. biSo 7]6
1 Cfr. P. tloreux, A1~ror¡dredAphrerdrk nos recuerda el hilo de este pesaje lo paradójicoque resulta para mentalidades no-paganas admitir la mortálTdad del alma ‘forma corpórea’—con su noOs ‘humano’ inclusive— junto a un naOs ‘divino’ g, por tanto, inmortal: «Telleest Vopposltlon, si dlfficlle A admettre pour nos mentalité Imbues de pbllosophlechrétienne, entre une faculté intellectuelle vouée é le mort, et un vo69 e6rneev ou «idéede Dleu en nous»devant Joulr «une éternelle survie.», pág. 99, ver Blblloqr.2Cf.Tricot, n. 2a 1076a 26ensutrad.ala t*ta ,vé. Bibliogr.~Cfr DUring, es quien ofrece esta interpretación, incluso es algo más extremo en suapreciacióndel texto:el olmaes uncempuesto ‘forma—materia’ peroel i~j~«...esalgoquepemanece aún después”. Incluso en sus últimos escritos biológicos se mantiene firme en quela razón a~ penetrado desde fuero u es la única divino¶< ¿~vn. en. II 3, 736b 28)»;ArktÑeIn pág. 329. <Vé. Sibliogr.)4 Dc nuevo Tricot nos lo recuerda en dicha nota 2 de su versión de A.5 Tanto al final de la acepción S~, que concluíamos con este pasaje precisamente, como a lasdiez últimas páginas de la 0 acepción, a las cuales también se remite desde aquí al lector.6 Una vez más, en la versión de H. Zucchi: «[~estauna dificultad: ¿el objeto de laintelección es compuesto? Si así fuera, habría un cambio en las partes del todo.l ¿Noocurrirá más bien que todo lo indivisible está exento de materia, u así como el intelecto
III. 5. 1/ tipa ‘¿Úrina> de naos 767
Se refiere en el pasaje completo la cuestión de la “inmaterialidad
de los objetos inteligibles’, imprescindible para la nóesis <divina’ dada
su igual “inmaterialidad”, que hace posible el ‘Acto Puro de Intuir’ del
Dios, todo ello ya expuesto al finalizar la 52 acepción con la cita
inmediatamente precedente a la presente, 1075a4.
La de ahora mismo, 1075a ‘7, es una comparación analógico entre
los dos niveles del noús ‘divino’, el inciso, <-t~meo ó ¿iEpárwos vo09 fi 5
ytra~ii.xpo~utroetq~i,a>OJevoAqmnvtro
~3WTov, &v ~Xa ‘a 1-’, también es uno ambigua introducción a la
discriminación entre el tipo <divino’ en el Hombre y el ‘humano’; cuando
el ‘humano’ —en ½omentosfugaces”— se transforma por arte y gracia
del ‘divino> en el Hombre, asimilándose —con las consabidas
limitaciones temporales- a una intelección perfecta” como la que
goza el Dios ‘intemporalmente’.
Una vez más, conviene resaltar el abismo que separa> esta
explicación del mecanismo intelectivo humano de A (tangencial al
objetivo principal> bien es verdad) frente a la pormenorizada
exposición del proceso del inteligir en PeAn
Finalizamos con una mención a la inclusión del ‘hombre’ dentro de
un grupo más amplio: el de “los entes compuestos”; en realidad, es una
distinción básica en un Libro cuyo objetivo primordial es sefialar que
la ‘Suprema ousía’ no es “compuesta”, no es “visible—sensible”, en
suma, es ‘transcendente’ al Cosmos. Recuérdese asimismo que este
entroncar el ser humano con el resto de los seres que pueblan la
Naturaleza es un rasgo del biologicismo aristotélico, el cual se
humano, en general, el de los seres compuestos, se comporta durante breves instantes<pues no posee 1. perfección en esto o aquello, sino en una determinada totalidad, siendo esaperfección diferente de él>, de la misma manera la intelección de la inteleccion se comportapor toda lo eternidad?». <cf. Bibliogri.
111.5. 17 ~Ñ ‘divina’ de naos 788
acentuará cada vez más en las obras que examinaremos dentro del
segundo y tercer grupo en la presente acepción.
.— Ho llegado el mnmnntn de revisar textos muy conocidos del tipo
‘divino’: los del Protrgoticus, junto a los cuales veremos uno muy
próximo de la Politice-. Veámoslos en la configuración dada por
Ingemar Dúring a los fragmentos conservados en la obra homónima de
Jámbí ico:
“Ato*emg p~v o5v ¡<si vol) ¿4awe6d~ bepomos #r~ ytywranapwi4,io~, vol) 8~ ¡¡¿vox> #iyiyévo9 &Owpio9w, dAoy~a~ 6’ ¿441pe6d9 ¡¡énw 8’~v iij~ v4~ 011010 ai. 8aj0> lProtr.528,líneas 1,2 ~3-DUring].1
El fragmento es una clasificación lexical de tipos de seres
<‘infrahumanos’! <humanos’! ‘sobrehumanos’) tal como se insinuare ya
en la introducción al capítulo actual. La única cita que implica lo
‘divino’ (línea 3) alude al rasgo diferenciador entre n9~ ‘humano’ y
‘divino’: el aspecto animal, el ‘apetito—deseo’ (=órexis, ambos), que no
aparece en esta cita pero sí -en un pasaje muy próximo -Fol 1287a
29—. En el presente> es la “sinrazón” (&oy(a> propia de los ‘animales>
(o “brutos”, ‘té dXaya) la palabra utilizada; muy en sintonía> por
cierto> con otros fragmentos de esta obra de propedeútica de la
filosofía afortunadamente plagiada por Jámblico. Nuestro pasale
suscite comparación no sólo con el ya mentado de Fol sino con varios
fragmentos del propio Frotr (523, 524 y 527-Dúring) analizados en le
1g acepción del noús ‘humano’ como mens (sede de la ‘razón humana) y
como equivalentes a la expresión ‘ónó veO’ en el 565—Dúring también
inmerso en esa acepción 2. Una vez más, puede advertirse con ello
cuan estrecha es la correlación noús <humano —en su sentido genérico,
Nuestra cita es únicamente la últin-u, línea 3; las dos menciones precedentes ya se vieronen la 12 acepción, usos marcados.
111. 5. 17 ~a ‘Wiwño>denaos ~789
12 acepción- y divin& en el Hombre, al menos en este primer grupo de
obras.
Un texto más, P»ys 199a 22 ayudará a convencerse de ello y
completará el proceso otro ya mencionado, Pali 1287a 29, puesto que
los tres pasajes guardan gran cercanía entre ~f,1 El primero, por el
uso que hace de noús pertenece a la 12 acepción pero aporta algunos
datos al distinguir los ‘animales> del hombre’ dado que aquellos
carecen de esa ‘chispa de inteligencia’ proporcionada al Hombre por el
tipo <divino’ e, incluso> de la merts—ñ71811476n110 que doto o las
acciones humanas de su :propositividad propia’ (=‘i¡nó votO; por tanto>
los actos de los ‘animales> ‘falsamente inteligentes’ ., asimilados por
el vulgo al Hombre por vivir en sociedades complejas (hormigas>
abejas) o por realizar rituales complejos (golondrinas, arañas) , no
pueden tener otra fundamento conductual que el Orden Natural, cuya
fuente es Fhúsis—Noús ‘Cósmicos’, con lo cual volvemos al tipo ‘Divino’
de forma indirecta. -
En Pali si hallamos una nueva cita de la acepción actual y un
mayor acercamiento al fl26—Dúring:
« ‘O p¿v o5i’ i-ov vóynv .to.e6ow Jpxeu’ 8ocEi ~EAeew~,xewtóv Bedv mtrdv voOv póvoig, ¿ 8’ bepomov ~Ae6owUpOOdOT)& Kt OT%kw ~i’~Wo ~rnewhTO~O~JTOV, mu O Bwoc ~xovt«sStaoTpé#x atI to~ d0i*nou9 av6inr Sxónep avevdp¿~au~ voI9’~ ¿ vó¡¡o~ ¿o’rív. ‘>1 ¿QQ 1 267a 29~o32l.2
El texto griego de Pñgncw es el qe conocido desde que se estudiase para la 1 2 acepción:“MáXwía Se 4avepov eui. tutz’ 4q~w TU> a»Liw, a OUtf
O1J1’f po~eu,ípeva noiÉi’ ¿~ev StarrcpoOat r{ve~ n&epov v<~ u rwi.¿pywf~on«i. ot dodxvat SaLt ot p6pinpce; mt í& rotaOi’a. 1 Pfl~. 1 99a 221.En lo trad., también de II. Carteron, que acompe5a la ed. de Les Belles Lettres: «tisis c’est
surtout visible pour les anlmaux autres que rhomme, gui rVeglssent nl par art> nl parrecherche, ni par deliberation; d’oú cette question: les araignécs, fourmis et animaux decette sorte travaillent—ils avec l’intelligence ou quelque chose d’approchant’?». <Vi.Biblíoqr¿’.2 En la trad. castellana deL (jarcie Cual- «Por tanto, el que defiende el gobierno de la leyparece defender el gobierno exclusivo de lo divinidad u la inteligencia, mientras que el queagrsga el gobierno de un hombre a5ade un elemento animal. [Puesel impulsoafectivo
~~~~~~~1
III. 5. [1 t¡fto ‘ditiño’ e/ancas 790
En la frase clave, la primera,’ ‘O í¡~v o&’ ‘vot’ vópov ~eXeúow5.pxav
Soica i~Xe6eu’ &oxeu’ ‘r¿v Bedv mt rdv vofiv pSvo1~,’, se confirma la unidad
‘entitativa’ de lo ‘divino’ : el - Dios y el Noús ‘Divino’-”Cósmico’
pertenecen al mismo orden; y su cercanía a nómos muestra la función
básica de lo •divino’ con relación al Universo aristotélico: establecer
y’ o mantener la Ley Cósmica.1 La segunda cita, a32, le permite alautor macedonio contraponer “top 04v K~. -Mv vaOv’ —noús <divino’—
tt
y o... ~vOpwnav...’—naOs ‘humano’—; luego, este es el asunto que tenía;ñmaqte Aristóteles al escribir el pasaje; otra vez la acepción 12, la
més neutra, representa la totalidad del tipo ‘humano’ frente al <divino’
en estas obras del primer grupo.
La segunda cita del Proir , 078, es tan semejante a varias
citas del Libro X de ENque la materia descrita en él se estudiará con
motivo de dichas citas, dado jue el análisis de dicha obra> EN, se
emprenderá al abandonar el JYotr?
El conocidísimo fragmento al que nos enfrentamos ahora ha
sido reelaborado por 1. Dúring —con gran brillantez— en el terreno
filológico; 3 tras dicha reestructuración, el autor sueco ha escindido
en varios Si largo texto hallado en Jámblico y ha advertido la más que
probable cita a los antiguos que cerraría el Proir aristotélico y
recordaría el fragmento R3 49, también conclusión de otra obra (y lo
único conservado de ella). -
<=epithumía) representa algo parecido, u el apasionamiento pervierte a los gobernantes uaun a los hombres mejores. La Leu, ~r tanto, es razón sin parcialidad emotiva.»; ti/Witk,, pág. 159; (cf. Bibliogr2’. Pera el texto griego completo, mncluuendo la cita de¡ 287e 32 ¡ja vistaen la 1~ acepción, vé. el Apéndice completo de citas del Corpus1 Sobre la relación Nómos-NoOs como herencia platónica, véase el Cap. ¡ide la Parte II.2 El sentido genérico de 678 sería que la “vide intelectual” - ‘Tov KOX¿ vo~v ~{ov’-es le“melor”, la propia de! Sabio—Filósofo, el protagonista de este obra, el Protr., Unapropedeúticael Saber Filosófico.3cfr. AnM’otk’s Protreptitus, págs. 90-93 u 765 ~ (Ver Bib¡ingr.>.
III. 5. El fipa ‘divino> denoas 791
Esta es la mentada edición de Dúring:
“OiS~v o5v Oeiov fj l¡wc~pwv i¡ndoxet rotc di4flnow W.aiv &~tv6 ye iiovov«~WP 01101J&j9, O&>1> ¿Cfi> 6’ TUtU’ VOU KW> 4PO1’fi(~O3r TOU1’O y«~ ¡¡Ovol’ 6013CEV
etvat t~v ~¡ei’épowOvwwt’ mt íióvov Oetov.’ [Protr. BiOS-DUñngj.1
nao¿ id íi~~ ¶01a6¶fl9 8m4ew9 6~at WWU>~ Kabrfp di’ ó p{o~~xw~ &wt mt úa1ó9, ~go~o~rws óju~rn ~apWi’w~dj,’re So«eIv nP~S r¿
Lo,a Otóv e.tvux ‘rdv «v6pwrrov.” 1 ftolr. 8109-DUrlngl?
roihoj mt 6 8vwrd~ ¿~‘ ¡¡é~o~ ~Xa Oeofl TU’09’ f~ 4~úoao#r¿ov o~v fjxuívew etno~a r~ ~ijv¿ni.r¿ov ¿íe¿138ev, d~ -r& t~’.” ye n¿vr~ 4~w0fa ÍW ~ucevetvat TToXXij KW> Xfkos.”[Protr. 8110-Dúring].3
En 8108 hallaríamos una cita que expresa la posición del propio
Aristóteles : lo ‘divino’ en el Hombre incluye noús y obrónesis
.
naturalmente, esta ohrónesis (“virtud de espíritu”) no es la que
acostumbramos a ver en el Libro VI de [4 sino la ya conocida de las
obras del primer período —fl?.. EF y el resto de EA’, amén del FYotr —
en las que se afronto el asunto: la ohrónesis en ellas es la “Sabiduría”
global —<teórico + práctica’— como virtud intelectual” del ‘alma
racional’ al completo. En estos términos vertía el fragmento W.
Jaeger: «El hombre no tiene nada de divino o de sagrado, excepto la
única cosa que merece la pena, cuanto hay en nosotros de Nus y razón.
Esto es lo único de cuanto tenemos que parece inmortal y divino.».4
1 1km. : «8 1 08. Manki ml has nothi ng vorthg of consideration es bei ng divi it or blessed,except what there is in lis of reason sod wisdom; this alone of our possessions see¡ns to beimmortal, this alone te be divine.».2 /r. : «5109. Sg virtue of beinq able to share in this facultg, lite, hovever vretched amidifficult by nature, is ¡jet so cleverly aranged that man seems a god in comparison vith alíc reet ures .».
3 /bútm. : «8110. For ‘Reason it the god in u? fwhether it w’85 llermotimus orAnaxacoras that said soj and ‘Mortal lib contoins a portion of sorne god’. Wc ought,tirrefore, either to pursue philosophy orto sa¡j farevel] to lite and depart hence, since sIlotherthinqsseemto begreat nonsenseandfollu.». <Ver Bibliogr. -Existe traduccióncastellano dele ed. D’úring en Aristóteles, cf. Biblioqr.).4 AnsIé/e/es, págs. 60-61; <ver Bibliogr.).
111.5. E/tito ‘divino’ de noas 792
A pesar de que tanto el presente como los otros dos fragmentos —
5109 y 5119— presentan huellas de una nueva tentativa de Jámblico
para conciliar las posiciones filosóficas del Protrydel DeÁn esun
vano intento, como son los de Temistio o Simplicio,1 por estas grandes
distancias léxicas del Da An sumadas a la vaguedad conceptual
características do este grupo primero ile obras. Aunque parezca
innecesario, es menester insistir en la extrema cercanía de este texto
5108 y sobre todo del 5110 con el R3 49 que viéramos: las resonancias
poéticas de ambos, su construcción sintáctica y léxica tan arcaizante,
llaman al lector de su tiempo al clima tanto de los //ñnnos Homéricos
como de las tragedias de Eurípides o los tratados anaxagóreos; estos
últimos tan inspirados en los 1/Lomos como, a su vez, acicate para las
relexiones filosóficas contenidas en las obras del autor trágico.
Precisamente el 5110 es el fragmento final del Proir del cual se
ofrece ahora una traducción al español:
«Porque con razón dicen los poetas: u El rw es el dios en nosotros” q “La vidahumana contiene en sí una parte de un dios”. Por tanto, o se debe filosofar o debernosdecirle adiós a la vida q marcharnos de aquí; pues todo lo demás no parece ser sino neciamurmuración y palabrería vacía.»?
Del texto griego de Jémblico expurgo 1. Dúring una frase (cíO’
‘wr~óv~~. a? ‘AV«4ay6pa9 eLlE ío-Oío,) por considerarla un añadido de
Jámblico; da a entender esa corrección que la primera cita del
fragmento es un ‘lugar común poético’ y , por elio, cercana a lo
segunda perteneciente, sin dudas esta vez, a Eurípides: se trata del fr.
1018 (de la 2~ ed. de Nauck) del renombrado poeta. Sin duda, la
coherencia del texto resulta mucho mayor con dicha salvedad; se toma
así el clásico recuerdo a la herencia poética para concluir un libro o un
Cf. E Nugens, /&Iuknk/sps¿r/»lqtttdnttctc pétj. 130> (vé. Bibliogr.).2 ArIstó ÚIe-s, del. Oúrirwj, en versión de O. Navurro del oriqiml alemán, pág. 664; <‘té.Bibliogr.).
11L5. E/t¡fto ‘div,’no’denous 793
capÍtula. Recurso tan caro a Aristóteles, y del cual es ejemplo el frag.
R3 49 —la conclusión de un estudio sobre la oración piadosa—, tan
paralelo a este final (8108 a 8110)> ejemplo que nos permite asentir
a la decisión de Dúring, autor de la mejor edición —con diferencia- del
Pro/reMicas. 1
.—Las numerosas citas~del Libro X de EN , que cierran este primer
grupa de escritos, se conectan estrechamente can algunos pasajes de
dicha obra de ética vistos en la 12 acepción? La materia primordial
que ocupa al estagirita en estas citas es el theorein y la theori’a
,
traducidos habitualmente por “contemplar” y contemplación~. Por
tanto, quizás convenga estudiar dichos términos antes de desmenuzar
las citas concretas que desarrollan varios aspectos de dicho objetivo
genérico.
Aun exponiéndanos a ser en exceso parcos, pues theorein utheoría nos ofrecen un mero interés tangencial, ~ se considerarán
únicamente estos rasgos léxicos de dichos vocablos:
a) el aspecto “visual” originario de dichas palabras, que tan bien
encajan en el ‘ver—contemplar las Ideas—Formas de Platón; y, en éstas
obras aristotélicas del primer grupo, cumple la misma función al ‘ver—
contemplar’ objetos “perfectos” y “divinos—necesarias” de los cuales el
principal es Dios o el Primer Motar
b) La theoría como fruto del theorein o <actividad suprema del
filosofar’, luego es perfección de la Razón, que, por eso mismo, es
1 ci. consúltese, si se desea, para compobarlo la reconstrucción de Chro~t <ver Di bliogri.2 Cfr. Cap. III de esta Parte III, concretamente, usos marcados, intensidad media <apartado1.1.3); el mismo apartado que ocupan los fragmentos del ProIr. -624, 626 y 827-,también éstos son correlatos de este tipo ‘divino’ en el Hombre, luego no ha de extraViar supertenencia al mismo uso marcado de la 12 acepción del tipo ‘humano~Vé. una magnífica exposición sobre “La contemplación” como introducción detallada al Cap.Vi del Libro X de [ben la traS, francesa ya citada de Gauthier—Jolif <cf. Bibliogrj.
1~
111.5. [//4w diwño>dano¿t9 794
‘divina’ o ‘sobrehumana>; en realidad, lo primordial es que —en obras de
este primer grupo— consistirá la theoría en el saber de los Principios”
<como actividad efectiva), superior a enistéme. de ahí que su facultad
cognoscitiva correspondiente sea el noús ‘divino’ y no otras funciones
propiamente humanas: aísthesis, dóxa o logismós. Tal situación —de
fuerte influjo gnoseolñgico academizante— no se mantendrá en las
obras de grupos posteriores.
c> El punto clave en esta posición sobre sí conocimiento -de corte
platónico— es la naturaleza del objeto a conocer la <Divino’ es tan
excelso que sólo permite lo ‘puro visión’ —deslumbradora— de lo
necesario”, “supremo”, etc...; del objeto se deduce la facultad
cognoscente (aquí el noús ‘divino’) y la < desarrollada (theorein)
.
En conclusión> el clima es similar al de EF. U’? o /‘ro/r y en
bastantes citas ya analizadas así se advertía al lector Por cierto> la
,*te. en su conjunto y, desde luego, el Libro A, encajan en esta
gnoseología fuertemente deudora del Platón de sus obras más tardías y
de la Academia.
Entremos ya en la pormenorizada exploración de esa cuestión —la
Yontemplación” como realización más alta, casi excesiva, del Hombre—
a través de las tres primeras citas:
EL r ~ eiisaipav{a rut’ dpcn’jv vpyew, c~oyov K5T~
Kpaflafllr avnj 8’ ‘xv eu~ ‘vot ¿p{a¶au. aif Su voO~ roGio áre &XXo ~, a.ZUT& 4óaw Será &pxew rut f11éú*~ rut b’vouw &ew ,Tep’t .axxxfr mt Oóow,
4re
Oc ,‘ ‘ , ‘ uOP K& ~b¶O et¶f TÚU> CV TpU> ¶0 6ROTaTOY, 9 t01J¶O1J EVt~’ELft ruta 79V
* ,.ouw GOETTW A w\ teMia eiSawovi¡L ~n 8’ ¿att 8e«pTrt4 eYoma.
&aXoyo6vet’ov Se ¶0V,” ‘xi> So~flwY 4ta KW. 7019 TTpO¶epoV KW. tú> a).llOel.
Tf ~ ‘x1J¶9 WTW 9 fVC~~fl’x Ú~U ytip ó voO~ ruw A’ ~fw, mt tú’yvwrrow, !Tept & ¿ voi3~) ~n 5~ auvcxai flr eeúwtv fiel ydo Suvágea ouvexGs
npai’1’av &rio~v.’> [EA’ll77a 13, a2Oua2ll.1
1 VersiónAraujo—Itrias: «Si la felicidad es una actividad conforme ala virtud, esrazonable que sea conforme a la virtud más excelente, u ésta seré la virtud de lo mejor que
lE 5. ¿7 tIpo Úirino’danous 795
Desde luego> este pasaje es esclarecedor pues muestra la relación
de estos capítulos finales del libro X de EA’ con [E, antes que nada
con 1 247a 30 y ss.; también se acercaría en algún aspecto a /1/?
11 97a. Aprovechando tales conexiones estudiaremos las tres citas
implicadas en comparación con esas posiciones de las otras das éticas.
Si quisiéramos ser más exactos> incluiríamos en este análisis
comparativo el largo párrafo final de An Post (lOOb) : en él se nos
insinúa ya que el arkhé del inteligir’ ha de ser de otra especie> o sea,
superior/distinto al noús <humano’> ‘42 acepción del que nos estaba
hablando; ha de ser “superior a toda forma cognoscitiva, al fin y a la
postre> de origen “sensorial” o demasiado ínfimo para alcanzar esos
“primeros principios”. El lector advertirá fácilmente que la aporía en
que se sume con esta posición Aristóteles se debe a que su
pensamiento filosófico propio no encaja dentro del esquema platónico—
académico del conocer que se esfuerza por mantener, contra viento y
marea en este primer bloque de obras.
En /1/? 11 Va (que viéramos en la ‘~ acepción) se nos recuerda el
ambiente academizante; una vez más discrimina capacidades
cognoscitivas según los tipas de objetos cognoscibles. Con ello se
completo el influjo platonizante en los dos sentidos: tipos de objetos
del conocimiento> modas a capacidades del conocer; es el momento de
reseñar el parecido can EA’ 1 177a 13,20 u 21:
hay en el hombre. Sea, pues, el entendimiento o sea alguna otra cose lo que por naturalezaparece morder y dirigir y poseer intelección de ¡escosas bellas y divinas, siendo divinoello mismo o lo más divino que hay en nosotros, su actividad de acuerdo con la virtud que lees propia será la felicidad perfecta. Que es uno actividad contemplativa, ija lo hemos dicho.
Esto parece estar de acuerdo con lo que antes dijimos y con la verdad. En efecto> estaactividad es la más excelente (pues también loes el entendimiento entre todo loque hay ennosotros, y entre las cosas cognoscibles, las que son objeto del entendimiento); ademes, esla inés continua, pues podemos contemplar continuamente más que hacer cualquier otracosa.». <Vé. Biblíogr.>.
111.5. E/tipo ‘dirfro>o’enous 796
a) se pregunta aquí si el noús es o no el aspecto “superior” de las
distintas modalidades del conocer, tal como lo hiciera en Arz Post. uen [E 1247a 30 y ss. (como se veré a continuación).
b) se defiende la correlación platónica ‘más altos objetos
cognoscibles’———’más elevada capacidad cognoscente’, insistiendo en la
superioridad de los “inteligibles” a “contemplar” (theore¡n) por el noús
(1 177a 21), en términos bien cercanos al párrafo señalado más arriba
de /1/?.
Por su parte, FE 1247a 30 preciso que es el “elemento divino en
nosotros” el que mueve —es el arkhé— del alma> algo —nos aclara—
superior” a eDistéme y rjp~ ‘humano>, o sea, algo “divino”. De hecho>
ya nos decía 1. Dúring que este “dios en nosotros” es la. “razón divina”
de E,V o del Proir. 1
Se puede notar que, en el ambiguo pasaje de EF que estamos
recardanda,2 se nas advierte que hay una conducta ‘humana’ —propia
del ‘animal racional’ que somos—y una ‘divina> o de inspiración gracias
a un daimon en la más pura tradición helena. Desde luego> Aristóteles
no se pronuncia sobre si esta última posibilidad conviene o no al
Hombre en EF y no se decanta a favor tampoco en EA’, como veremos;
quizá en Proir sea ligeramente más optimista acerca del valor de una
‘inspiración divina’ como factor importante en la vida humana, si tal
apariencia na es fruto de la imaginación de Jámblico.
Si la cercanía del pasaje con EF no resultara obvia, estas líneas
algo posteriores a 1 177a —1 179b 20— nos la resaltan:
«El llegar a ser buenos piensan algunos que es obra de la naturaleza, otros que del
hábito, otros que de la instrucción. En cuanto a la naturaleza, es evidente que no está en
1 Ar,stotek, pég. 512.2cfr.Cap. III, l9acepción marcada parael análisisdeeste prolijo ylargo pasajede EF
111.5. E/tipa ~ir/na’denaús 797
nuestra mano, sino que por alguna cuasa divina sólo la poseen los verdaderamenteafortunados; el razonamiento gla instrucción quizé no tienen fuerza en todos los casos, sinoque requieren que el alma del discípulo heqa sido trabajada de antemano por loshábitos,...».1
Concluyamos ya resaltando algún detalle más de las tres citas:
1 177a 13.’eWe fi~ vo6~ rofiro ¿re &>.Ao ~i, 8 ts~ .atd $óou’ &xet ~xew
mt ~y&t mt bvouw ~xewwept wA<fr mt 6e~w, ¿te Getov bv mt wh~ ¿re
tú’ A’ fpb’ ro Oaói’aov, ; en esta oposición sintáctica (dic
...VOOS...ELTE dX?to ‘a> para que se elija entre dos hipótesis: que sea
noús o que sea “alguno otro cosa” que a su vez poara ser aít
Odov...aíc..hEL&rcnoV,es decir, divino ello mismo o lo más divino que
hay en nosotrosi 1-lipótesiscontrapuestas, ambas apasionantes para
nosotros:
a> la vacilación entre el noús u otra cosa nos recuerda las
menciones al daimon o la ‘inspiración divina’ de FE ; pero también
podría sefialor confusamente la primera oración hipotética un intento
de discernir entre noús ‘divino’ u ‘humano’> siendo al primero al que
querría aludir en el presente capítulo el de Estagira, capítulo
consagrado al theorein o acción cognoscitiva más elevada.
b) la segunda frase condicional, que expone también dos hipótesis
nos permite insistir en esta segunda opción de a): ‘divino en sí> o
‘divina en nosotros> es la facultad cognoscente que hace posible la
“contemplación” activa de todo lo “inteligiblC del más alto cariz, los
objetos cognoscitivos superiores; en suma, el tipo <divino’ sea cual sea
(52 o 62 acepción).
1 177a 20 u 21. ‘Kparianj re ydp a~ni hntv w~ ¿vépyeta t1«t y¿p ¿ vo69
~v. ttú’ A’ tgáv, mt tan’ yvanrCw, ‘rept a o Paus) 4n 8¿ msvexea’uírw Oeawiu he]
ydp suv4e& ovvexcik jxdXAov ij rrg*rrew ¿no6v. ‘ Sólo nos confirma lo
1 Cf. la exposición de EF en el lugar anteriormente seVialado de) Cap Iii
¡11.5. E/tipo ‘¿4v/no’ denoas 790
platonizante del texto> ya resaltado, y el aspecto activo del theorein
,
que no contiene nuestratraducción por “contemplaC; en suma, theore¡n
sería la 9p~¡geia la actividad plena de la ‘aprehensión’ de los ‘objetos
inteligibles superiores’ que son aquí su objetivo.
Con tales precisiones se puede proseguir ya con la próxima
cita; abocada a esclarecernos los aspectos m6s señeros de la
“contemplación”:
el Sil tú’ g~v rur& ¶9 dper&g rp¿~eow at noxti’ucat mt naAq¡u3t
icdMa mt peyé@ei. TTpO¿xouow, ~ 6’ UO~0XOt mt ¶éXou9 nvds ¿‘$fvra mtol St ‘ ~bT’x9~xpernteiuu’, 13 tOb Vol) evepyaa oiiovS¡j te Sia¿pew Swzet
Oeopnmal ofl~, KW. U09’ ‘xUTflV od5evó9 e iettt ¶&0U9, ~CWte flSOVTjV olxfmY -
«5rn 8~ ovwrka ruy ¿vépyetwr mt rd mt oxoXaonnBv mt &¶P1JTOY
Js ¿v6p~rq~ mt 5s «>Aa rQ pam4 dnoí4erai, vi ,sr& vnhnv njv Wpyeiav
4’a{velNn6vlr ‘ IENII7’7b 19].1
Hollamos un texto que delimito el saber ‘teorético> —del
theore?n- del ‘práctico’ gracias a una serie de rasgos diferenciadores,
pero que, ante todo, nos resalta el carácter básico de la theoría : su
equivalencia como ‘visión directa de! objeto divino—perfecto’ a una
<aprehensión intuitiva’ de lo inteligible; lo cual justifica precisamente
que se produzca como pura actividad (enérgeia) merced al noús <divino’.
lles, dada lo indefinición léxica de este grupo primero de la obra
aristotélica en lo gnoseológico, podría decirse con igual acercamiento
al texto, que el theore?n y su fruto la theoría son la acción de un ~‘divino’, sus instrumentos. Equivaldría este noús —en el plano léxico
<divino’— a la mens ‘humana’ de la W acepción, y cuadraría con el
1 En nuestra trad. habitual: «Si, pues, entre las acciones virtuosos son las primeras engloria y grandeza las políticos y guerreras, u éstas carecen de ocio y aspiran a algún fin yno se eligen por sí mismas; mientras que la actividad de la mente, que es contemplativa,parece superior en seriedad, y no aspira a ningún fin distinto de sí misma, y tener suplacer propio <que aumenta la actividad>, y la autarquía, el ocio q la ausencia de fatiga quepueden darte en ti hombre y todas las demás coses que se atribuyen al hombre dichosoparecen ser evidentemente las de esta actividad, [ellaserá la perfecta felicidad del hombre,si ocupa el espacio entero de su vida, porque en la felicidad no hay nada incompleto.».
111.5. E/tigo ÚiW»o’denoas. 799
platonismo gnoseológico reinante en este grupo de obras —al menos
expresivo—, o sea> con una estructura mucho menos dinámica de la
propiamente aristotélica, más cercana a esa noción del noús como una
“parte” especial del alma humana, en este caso, inmortal y divina, casi
‘escindida’ del resto del alma al más puro estilo platónico. Sin
embargo, la primera posibilidad no puede descartarse u explicaría
mejor la evolución posterior de la psicología aristotélica.1
Los rasgos básicos de este ‘Intuir—teorético’ que lo distinguen de
todas las demás actividades cognoscentes serían: a) estar ligado al
ocio> b) no aspirar a ningún fin concreto e inmediato Opráctico), o
sea, distinto del mismo theorein, c) elegirlo de forma altruista (=no
buscando el beneficio personal), d) ser más serio que las actividades
prácticas, e) ser más placentero (cuanto más se ejerza); f> ser
autárquico u g) no producir fatiga alguna —comose deduce de e)—. Este
último rasgo es de la mayor importancia porque la palabra griega es
mucho más compleja: &TpÚtOg es un adjetivo que significa,
literalmente, “interminable” e “incesante” además del señalado en g>
infatigable”; no es preciso insistir mucho en que estos primeros
sentidos relacionan nuestra adjetivo con c~&o~, “eterno”, como
demuestra el uso de ambos en DaC&4o (II, 1. 284a 35). Tampoco ha de
ct. uno posición muy outorizada, lo de Gauthier-Jolif de este rasgo control de locontemplación” «II manque pourtant A Aristote l’essentiel de ce qul fait de la
coc~templation platonitienne une coritemplotien mystique: Vaffirmation <un su-dele del’essence et <un type de connaissance mitre que la connaissance intellectuelle. He nous ytrompons pés en effet: si Aristote e pu perler dens le texte que nous vemns de citer <unevntxl avec les reolitós divinos, c’est que la connaissance i ntellectuelle elle-m8me, nonpos assurément la connaíssance des réclités complexos qul s’exprime deos ¡ej uqement,mais bien la connaissance des réalités simples qu’est Vintuition, est pour 1w un loa/nr<Owytíveu’, tt4O, 10., 1051b 23-25; A,?, 1072b21). Le motde«toxher»n’estqu’une imoge exactement paralléle A celle de «regard»qu’implique le mot de l/~5nt iltraduit ¡e sirnplk’ft6 de lintuition des ríalités simples que sont les substances divinos, IIríen nie pos la caractére strictement intellectuel. Et pourquoi faudrait-il pour saisir Dieunutre chan que de l’intelligence? Dieu «est pos nutre ct~osc que de ¡‘intelligiblo, II estmiau Fintelligible su suprime degré, le premier i ntelliqible> et c’est en tant que suprimeintelligible que l’otteint la contemplation;»; ¿ ‘ttMqwi Ma’nw¿v~ de su Introd. alcomentario de los cops. YI-IX del Libro x, paga. 857- 858, vk Bibliogr.
111.5. E/liga ‘diviña’ de naos 600
arrumbarse la limitación que supone a este aspecto ‘divino’ (“ser
interminable”> de la ‘contemplación—intuición’ la coletilla
inmediatamente posterior ‘d~ ávOpúin~V; los rasgos “autárquico” e
interminable” suenan a una perfección en la ‘intelección—theoríatcasi
‘divina>, y esta cortapisa final nos recuerda la limitación primordial:
que se produce, de hecho, en un ser mortal y limitado; una vez más, se
nos hace ver <con frases condicionales> hipotéticas y limitativas
como ésta) que no estamos ante un autor academizante, por mucho que
resulte familiar, por la platonizante, el lenguaje empleado.
El párrafo inmediato está tan próximo a otro paralelo del Protr
(878—Dúring) que nos dará pie para comentar simultáneamente a
ambos:
ti 6¿ rowO¡o; &v 4píoc ~ÉtnowfjnWbepwuoir oi] ydp ~ bopom%
¿arw o5i-w ~t¿xnai, dxK ~ eetóv ti A’ a~h~ l’mápxer 5,0v S~ &a44n roOro íoíi&ov~rou~6¶úrilv~vdoeíxiwd8il6@ ¿ vo~
11p9 r&’ &v6pomov, mt ¿ nzr& ro~rov pio~ Odios 1T~O9 ¶¿v ¿t4o~TwOv piov. 01>
Se KILT« 101>9 U«paU’OUVI<~ ¿¡4~TWL 4’povetv ~i*mov 5vnr oiis¿ Onr¿ x8v8v~íóv, dxY ¿4? 5~n’ ¿vUxena ¿&wft«ew mt ITWTft nOitW 11p09 TO (JP> K~LT&
rd ~p&naov rCw A’ «~4 -eL yd~ mt tp oyKw puQ¿v ¿un, &n4a mtTi¿IISrT¡Tt ITOX1J pdXXov ITOV1’OW IJITEP6XeL “[FN 1 l77b 301.1
‘Oti 1’OUPJV to$ eAoliéog TOP K~tL 1>0W ~UJVK& 70 ~íjvi~5éwg jidXwl’aUiTO@xEi, SíjXov &v yévovfd ¿vrei)eev.’> [Prolr. 878- Diiringl?
1 En la versión de Araujo—Harías: « Tel vida, sin embargo, sería demasiado excelente parael hombre En cuanto hombre, en efecto, no viviré de esta manera, sino en cuanto ha¿ en élalgo divino, y en la medida en que ese algo es superior al compuesto humano, en esa medidalo es también su actividad a la de las otras virtudes. Si, por tanto, lamente es divinarespecto del hombre también la vida según ella es divina respecto de la vida humana Perono hemos de tener, como algunos nos aconsejan> pensamientos humanos, puesto que somoshombres, ni mortales puesto que somos mortales, sino en la medida de lo posibleInmortalizamos y hacer todo lo que esté a nuestro alcance por vivir de acuerdo con le másexcelente que hay en nosotros; en efecto, aun cuando es peque5o en volumen> excede conmwM a todo lo demás en potencia u dignidad.».2 En la trad. inglesa que acompa5a la ed. de 1. Dúring del Protr., Att/elle3’ Pro/replicas:«a 76. That tNne viio tuve ctwnn te uveuccordlw to measen elsa enjoq life «‘mt ‘.dll beclear from Ihe folloving argument.».
—- —•—---------—-~—-----.- 1
111.5. E/tigo ~div,ño’denaos 801
Empezaremos por el Pratre,alicas; por ser una obra ya estudiada
en la presente acepción u por ‘tratarse de un pasaje de menor enjundia
que el del Libro X.
Si recordamos las implicaciones del texto, habría que ofrecer la
versión del B78 del ¡raer, por lo menos: «Que aquellos que escogen al
vida intelectual pueden vivir también de un modo particularmente
agradable, puede desprenderse de lo que sigue.».l Como puede verse,
sin añadir el siguiente fragmento (879) por lo menos, no tenemos una
correcta contextualización; nos hallamos, pues> ante una introducción
al tema central del Protc, el de la “vida del Sabio” como nos confirma
esta traducción castellana de 579
«Parece que se puede hablar de la vida en dos sentidos: de su posibilidad y de suactualidad. Llamamos videntes a todos los seres vivos que tienen ojos y que nacieron con la
facultad de ver, tanto si por casualidad cierran los ojos, como también si se sirven de sufacultad de ver y miran algar Lo mismo vale del saber <ni AT{a1’«a&n) y del conocer<ytyvd3rac~uO. A lo uno lo llamamos el uso u el contemplar actual <%‘ g1> ~¿xsfitiaticux~ Oeweiv >kyqiev’,); a lo otro, la posesión de la capacidad y el tener—saber <dep S~ 70
K&rfj*a iljv S6va¡iw mt rfjv ¿lTwnipflv hay.’)»?
Dentro del tema de la “contemplación” este último texto
resaltaría, pues, la oposición dúnamis/enérgeia y el carácter
‘potencial’ de la enistéme frente al ‘acto—presente del theorein, en
suma, como rasgo primordial de) ‘-Mi.’ K«’T& voOv 1310v> que nos
incumbe en B78, estaría su actualización por medio del theorein, pura
~nLrgeiaintelectual. Nada que diferencie —en este tema central— al
,Prrdr defl’V)ibra X en los capítulas sobre idéntico asunto: theorein
—
theoría , actividad única del Sabio, de la Vida Contemplativa.
~1.Dúrinq> versión castellanede E Navarro, en Ar;~/ótein , pág. 655. (Ver Bibliogr.).2 /b&ern
111.5. E/ligo ‘div¡ño’danoas 802
Sin embargo, el texto actual de EN tiene mayor calado que el del
Protc 570. Al ser más extenso detalle las aporías que se suscitan al
atribuir rasgos ‘divinos’ al Ser Humano, aunque sean tan
tradicionalmente admitidos como los que se otorgan al noús
.
Es, entonces> en este pasaje cuando pone Aristóteles en cuestión
la posibilidad mismo de que el Hombre viva esa “vida divina” que es la
vida ‘Kctr& vofiv>, admitirlo ¿sería asimilar al Hombre al Dios?; esta
grave cuestión queda contenida en la frase central del texto griego: ‘4
&?‘~ Oáog 1¶p% íov dvOp<únov, K~ft o K«T& ‘roihov 13(os Oáo~ upós
í¿w cwOpúrnLvov fltov.’. Esta vida divina respecto de la vide humana
que comparte el hombre en cuanto en él hay “algo de divino es la gran
piedra de escándalo del Cap. VII.
En contra de tan escandalosa posición estaría toda la tradición
helena con su noción pesimista del destino de la Humanidad —“más le
valdría al hombre no haber nacid&—, actitud que el propio Aristóteles
compartiera en un bello pasaje de EF (1215b 15 y ssi. No hemos de
olvidarlo, tampoco el que se exprese de forma semejante en buena
parte de este primer grupo de escritos.
Ni que en las líneas siguientes a 1 177b 30 nos de a entender la
imposibilidad o inalcanzabilidad que tiene —de hecho, en la vida diaria—
el hombre concreto de alcanzar ese ‘dO«vcvrC«tv’ (“inmortalizarse”)
que sólo el noús ‘divino’ —como ‘entidad~ ‘ya separada’ y ‘universal—
abstracta>— puede poseer al igual que el resto da lo ‘Divino’ en o fuera
del Cosmos.
La disputa entre los autores sobre el sentido del pasaje es tan
virulenta que se deben reseñar las más difundidas entre los estudiosos
modernos:
111.5. E/tigo ‘div;ño>danous 803
Burnet en su comentado 1 nos sintetiza en unas pocas frases no
solamente su posición sino su concepción del noús que venimos
llamando ‘divino> en el Hombre:
a.>~ ¿,#6~<~~ ¿6«,nd<av. Aristotle did not believe in individualímmortalitg. NoO9alone is immortal ami it is not individual. Rut bq identifwng ourselves
so far os may be vith it ve escape te a certain extent from mortalíty The thought vasoriqinated bq Plato In the Phaedo, and remained in one form or another to the cmi. (cf.Tim. 90b nil 8~ uept 4*Aqidaeav mt Trept rd~ ¿X~6eI~ 4,poi4rw ¿ououSaKón...na~ w4~ 11014 rué’ &ov 8’ ~5penro~ew ¿vOpomív~ 4’óa’ts dO<waaia~ A’Séxenu,i’oúrou pq8~v pépo~ ¿uoxeíueu’. cf. also the ¿voímm~ ‘Tq3 8c4 3LT& v3 Suvwróv of
Theoit. 1 76h. »?
Dúring comenta a su vez, en contra de la vieja pretensión de
hallar en esta línea> 1 177b 33., una ‘demostración de la inmortalidad
del alma humana’ (sic): « A mí me parece totalmente equivocado sacar
de este aserto la conclusión de que Aristóteles creía en la
inmortalidad del alma. Su pensamiento, que vuelve una y otra vez, es
que lo divino en nosotros nos acerca a Dios en el Cosmos. Aristóteles
consideraba al naus como X~PLOTOV, “trascendente”,».3
Por su lado, Gauthier-Jolif, rechazan la postura de Burnet por
trasponer la concepción del noús <divino’ del De An a un escrito
anterior y de gnoseología menos evolucionada; en cuanto a su propia
explicación del sentido del texto es extremadamente simple: en este
momento de su producción en que ya no es un platónico, pera aún no es
el del DeÁn. Aristóteles es muy escéptico y no cree, por ende, en la
posibilidad de inmortalidad o divinidad par un ser tan bajo como el
hombre: «il avait renoncé puremente et simplement A taute idée
d>immortalité».4 El verbo ~«V«T«ELV solamente significaría una
cf.sued crítica, Ttearntso(Arhlot/e~vé.Blblloqr2 /bútern.~~4r¡sl6te/es,péqg. 730, n.261 (Ver Biblioqr).‘~ Oc.,pég. 869.
T
¡11.5. [/1/go ‘a’ivina’denoas 604
aspiración Irrealizable del ser humano: «Reste donc que
«s’immortaliser», ce ne peut étre, comme d’ailleurs tout le contexte
l>indique, que se conduire, quoique mortel, cornme £/ Qn était un
Immortel; c’est «f aire le dieu»., commetout á l’heure antt¡rópeuesthet
&humanlser, c’était «faire l>homme»: Vhomme «fait le dieu» en
contemplant et il «fait l’homme» en aglssant...».1
A continuación recuerdan la aproximación que hiciera Burnet, en
su comentario> entre el presente texto y del Timeo platónico (90b—e):
es en un espíritu muy típico del Maestro en el que encontraríamos a
Aristóteles, si este insaciable anhelo de perfección inalcanzable fuera
la interpretación más acertada. Para Aristóteles, en consecuencia>
solamente participaríamos de lo inmortal (del noús ‘divino’) en los
cortos momentos en los cuales contemplamos la eterna actividad de lo
‘Divino’ en el Cosmos?
Resumiendo, la bella descripción del noús ‘divino’ de Burnet
efectivamente encajaría tnejor con su noción del mismo dentro de la
gnoseología del tercer grupo de escritos, pero este autor ha acertado
al ligar el pasaje con dos de las manifiestamente semejantes ideas
platónicas al respecto. Por su parte, Dúring va más lejos: hasta
recordar las periclitadas interpretaciones del texto aristotélico
precedentes a la esclarecedora labor de la filología de los dos siglos
últimos; doctrinas que, en cambio, ni siquiera se plantean los otros
intérpretes de nuestra época, porque resulta innecesario, dado el claro
escepticismo que rezuma éste texto ético aristotélico de EN; aunque
el ejemplo señero de la decidida posición biologicista del estagirita
respecto a la Humanidad sea posterior, eso sí, inmediatamente
posterior EE(1215b l5yssi.
it , pág. 690.2 /bi&m
y
¡¡¡.5. E/ligo ‘divino’ de roas 605
Concluir el examen sin referirse a una breve y asombrosa frase
final (‘d #o mt np 5ynp inKpv ¿un, fiin4a ial n¿nónrn noXi~ pd»ov
TT«4’IWV Hepxft) es imposible. En ella se nos habla del noOs como una
realidad ‘materiaV: es indudable, pero ¿es ‘real’ esta afirmación? si
nos damos cuenta de la época en que nos hallamos> y de lo etéreo que
es un concepto de ‘materia’ al que sólo Aristóteles se esfuerza por dar
carta de naturaleza —sin total éxito como demuestra el presente caso—
y cuyo oponente lo ‘inmaterial’ es aún más confuso, hemos de admitir
que éste es un espejismo provocado por los rudimentarios
instrumentos léxicos de la filosofía helena en general. En suma, un
‘dicho desafortunado’., una ‘imagen inadecuada’> y de clara raigambre
platónica como se apresuran a recordamos Gauthier—Jalif: del Platón
de la Repúblico 442a—c, cuando está diferenciando partes del alma” udistingue e la <racional’ porque siendo la de ‘masa” menor es la de
mayor rango.
El siguiente texto, persiste en destacar la “vida según lo
divino”, la propia del que logra theorein lo <Divino’ gracias al noús:
“8ó~ae 8’ Lv ial etvat ~raotcsi’ouo, dnep íd Kp~OV ml ~iewov.trorov o5v vWotr’ ay, a ¡Á¿j vBv ~ino6 ~~tw «bolso ¿»¿ íivos &XXois. í3?%exOev Tf ITQO¶fpOV c<><int mt vOt’ ‘1-8 1d0 o~retov ¿KWYT4) T~I $Oft Kp(LflUTOv
mtfísuytóv¿unv ~a¶pmtn~¿4p&upS~¿iar¿rdvvoOvp{o5,e~1Tepíoi3ío pá>.wía L4a¡o5. o~to9 ~,amt e’ ¡ovéoíaro. “[FN II 76a 7J1
En resumidas cuentos, vendrñ a establecer la necesidad para el
hombre de una vida ‘mixta’> o sea, de un tipo de vida práctico -propio
1 /bk*m. : «Parecería también que cada uno es ese elemento suyo precisamente, si cadauno es lo principal y lo mejor que hay en él; por consiguiente, sería absurdo no elegir lavida de uno mismo sino la de otro. Lo Que dijimos anteriormente viene a propósito tambiénahora: lo que es propio de cada uno por naturaleza es también lo más excelente y lo másagradable para cada uno; para el hombre lo será, por tanto, le vida conforme ala mente, yaque eso es primariamente el hombre. Lsta vide será también, por consiguiente, la másfeliz ».
111.5. E/ligo ‘divIño’deno¿/s 606
del político, fruto de le “virtud ética plene”— u otro teorñtica, gracias
al p~9~ <divino’.1 Establece tal situación ideal besándose en la noción
biologicista del hombre: no es posible para la Humanidad una vida
propiamente <Divina’, perfecta y desligada de los aspectos animales
imprescindibles en un ser <animal y racional’ a la vez; en cambio,
resulta absurdo suponer que una ‘vida práctica’ abocada a la utilidad
inmediata, etc...; basta para un ser dotado —aunque tangencial o
parcialmente— de un noús <divino’> de la función contemplativa”, de la
‘inteligencia pura’.
La limitación, la duda, sobre la viabilidad de una efectiva ‘vida
contemplativa’ (Kct’rct ‘róv voíiv)> nos es ofrecida —por si cupiera duda
sobre el escepticismo aristotélico en esta materia— en este
fragmento: ‘ Kc& T(p aVO9ornQ S?j ¿ K«1’« 101> POUV ~LO9 EruEp
TOUlo gufAwi’« ¿vOpfuos. 1 Este d?rrEp, de sentido cuanto menos
hipotético —porque podría ser, incluso, una afirmación velada, “si es
cierto que”, “siendo así que% o “puesto que”—2 nos advierte de
cualquier exageración acerca de la accesibilidad a la vida puramente
teorética para el hombre concreto; aunque, —y eso es lo que se
desprende, todo lo más, de este capítulo- sea la Humanidad en su
conjunto, como species’ biológica la que merezca el honor de gozar de
ct Gauthier-Jolif, para unclarísimocomentariodeestacita, Jc., paqs. 691-892;extractamos de él unas frases: «II nc s’ agit pos pour lul de distinquer deux tgpes debonheur .st»rsb/e5 le bonheur parfait du philosophe el le bonheur secondaire dupolítique, mais de hiérarchiser les deux tqpes de vie que mine conft,Ateirrnl/errérrr~~mnr~& la fois philosophe el hommepolitique. L’idéal d’Aristote, c’est en fiel l’idéaI de la‘de mixte <..j: c’est le mime hamme qw pour lui doit & la fois ‘dvre en din <It 7b 33) enconlemplant et vivre en homme<11 76b ‘7) en agissant, c>est—&—dire en rnenant la vie depratique des venus morales dans le cadre de la ‘de ci’dque. Sculement> et c’est sur quoiAnistote insiste, des deux ‘des que mine l’homme heureux, l’une, —le ‘tic contemplative,—constitue son bonheur & litre principal el premier, el l<outre. —la vie active-,— stconstitue son bonheur qu’& litre secondaire.». (Vé. Biblioqr.).2CÉM.BiZOS, &»/exeCrxgw,ed. LibrairieVuibert, Paris 1971 (ó9ed.);concretamente, en el capitulo dedicado a la expresión de la ‘Hipótesis’, donde habla del~entidoespecial (ue no hipotético> de f~Tep, en la pág. 164.
III. 5. E/ lífta 2//riño> de naos 607
la contemplación de lo <Divino’> en general, gracias al tambien ‘divino’
noús de la Humanidad.
Ya se ha hablado, en la Introducción al presente capitulo, de
esta cita (11 76a 22), por una expresión —~ S~ “roO vofi KEJ(úiptoIL&rl’—
de primordial importancia para determinar uno de los rasgos básicos
del noús ‘divino’ en general (=10 ‘ya separado o escindido’); ahora lo
veremos contextualizado:
‘1 1’~uviptTpevab «ma mx sóI~ ndeat nept ‘ni a6v8crov Lv ¿ev cá 8~rol) obi4erOu «pera ¿vepawnxuL ‘ ial ¿ P{os sij ó ~ur&r«ur«~ mt ~ e~8«w0víaj 8~ rol) vol) Kflo~togvfl ‘roL,)rov yup nep’. avr~ aprjo6w’ 8wq~Zmt ydp
¡ta4ov ‘mu nposcetpévou eoíw. &i~ete 8’ Lv mi i’fj; &r8~ xovi«{a~ ¿ni pwp¿v fiCH’ e~XVTTOV 8CW6«t T1~ dewfi~. [FN1l76a22l.~
Si se advierte, es una conclusión del texto precedente: sólo es
“excelenci& plena el D2 ‘ya separado o escindido>, o sea> divino’ (en
su calidad de gi&a ‘perfecta—eterna-inmortal—suprasensibí e—
abstracta’); en suma> como absolutamente independiente del
compuesto” (auvoéros); del ser humano concreto y de su vida ordinaria
o práctica, limitada por el aspecto <irracional’ que compone de forma
irremediable su naturaleza propia.
No obstante, hay un academicismo latente en la exposición
precedente; y la división de capacidades <racionai/ irracional’ del alma
según el esquema vigente en obras de este primer grupo (herencia>
‘En la versión rpe5ola habitual de Araujo-Marín: «También está ligada la prudencia e lavirtud moral, y ésta ala prudencia, puesto que los principios dele prudencia están deacuerdo con las virtudes morales, y la recta moral con la prudencia. Estando unidas a lossentimientos o pasiones las virtudes morales lo serán del compuesto, y las virtudes delcompuesto son humanas; por consiquiente, también lo serán la vide y la felicidad conformea elles. En cambio, la virtud o excelencia de la mente está separada. ltmos de contentarnosa prepósito de esto con le dicho, ya que cl tratar este cuestión detalladamente rebase nuestropropósito. Parecería, sin embargo, que necesita poco de los recursos exteriores, o menosque la virtud moral.». (VÓ. Bibliogr).
111.5. E/ligo 2/ivi.oo>denoas 606
como ya se sabe, de Jenócrates) se decantaría en este momento por
una noción del noús en la que habría rasgos tan académicos como
aristotélicos: a esto aludimos siempre que hablamos de la vaguedad y
confusión de los sernos del noús ‘divino’ en todo el primer grupo. Si
nos basamos en esta postura de Jenócrates —modificada por las ideas
originales de Aristóteles que ya se presentan con fuerza en estas
obras— el naOs <divino’ alude o una noción del alma vista desde el punto
de su ‘entidad propia’ frente a otra enfocada desde su unión corporal,
donde aparecería la dicotomía ‘racional/ irracional’. El noús como tal,
en su ‘pura entidad’ ,“separado de hecho”> o sea ‘divino’, no sería sino el
Tspiritu Humano’ como tal, sin su aspecto puramente biológico e
individualizado.
Esta interpretación, tomada de Gauthier—Jolif) respeto los
descubrimientos centrales para la psicología aristotélica de Nuyens.
negando el pretendido hilemorfismo’ del párrafo; si se admite que la
aplicación del iiilemorfismo’ al binomio cuerpo—alma es tardía (desde
luego> no estaría presente en nuestro primer grupo de obras), las
alusiones al “compuesto” (QuvOéTos) formaría parte de esta estructura
psíquica bimembre propia de Jenócrates y que utiliza el estagirita en
estas obras con generosidad, tal como viéramos en la l~ acepción.
Lomo en esta segunda mitad el siglo XX los hallazgos más
meditados de Nuyens se han tornado lugares comunes —por ejemplo,
Dúring admitiría que el ‘hilemorfismo’ no está presente en EN, a pesar
de oponerse en otras cosas a la Escuela de Lovaina— no es difícil
reconocer el acierto de lo presente deducción de Gouthier—Jolif.
1 ¿~, pév. 693- 696.
1W 5. El ligo ‘Úinño’de coas
Acabamos el estudio de &V—gde este grupo inicial de escritos—
con dos citas:
“6 8~ iar¿ vo~v ¿vepydw iaL roOrov OepanebQY ial &atívevos ~mn ml
Beo.túeon? ~wev. eL ydp n~ kw¿Xsa íGw ¿vflpom{vow iw~ OeGw y~ves«i,&*nTep Bo«e¶, ml A «y efb~oyov ~a{peu’re a,hoik sQ dpwrq ial wsyyevea¿sqtrol)ro 8’ b A ¿ voOs) ml ro~ ¿ya VT«9 ¡¿¿MCTa 101>1-O ml ripCwna~tavreunoww og ron 4sAow vJroi~ ¿rrq¿e>so~évou9 ml ¿pG& re mlnp¿rrovrux9.’> [FNII 79a 23 y 27l.~
Inevitable resulta, ante la frese ínícía¡, recordar FE con su
discusión sobre la “inspiración divina” y su carácter (gracia
arbitrariamente concedida por la divinidad o no); aquí también
estamos, una vez más, ante una frase interrogativa 9 no afirmativa;
frase iniciática que nos vuelve a sumir en hipótesis dicotómicas y sin
decisión final al respecto. En cualquier caso, la teorí a de un
Aristóteles ‘descreido—escéptico’ en esta obra queda reforzada: es “el
común el vulgo en suma> quien otorga intervención a los dioses sobre
la vida humana: él, como hombre ilustrado (en todos los sentidos)
disiente —y nos ¡o repite hasta la saciedwf aquí y allá—2 de tan
supersticiosa postura, afilosófica donde las haya. Que es un
sarcéstico llamamiento a creencias populares sobre la Divinidad lo
advierten el conjunto de los comentaristas modernos.3
1 Según Araujo— Marías: «Además, el que pone en ejercicio su inteligencia y la cultivaparece a la vez el mejor constituido y el más amado de los dioses. En efecto, si los dioses,como se cree, tienen algún cuidado de las cosas humanas, será también razonable que secomplazcan en lo mejor y más afino ellos <y esto tiene que ser le inteligencia), u quecorrespondan con sus beneficios e aquellos que más le aman y la honran, por ocuparse de loque los dioses aprecian y obrar recta y hermosamente.».2Cf.t*ttA,cap.9; EN, 1178b14,tltl 1099b11”14.~cfr. Gauthier-Jolif, Le., para una enumeración de los más destacados, páq. 698.
809
610111.5. E/ligo ‘diríño’ de naos
Sin embargo, la frase final —independiente hasta cierto punto del
resto— nos retrotrae al Libro A: quizá el tema —sea el motivo común
que aproxime a aquellas líneas, esta frase de tono ten distante: la
Divinidad (dentro de los cánones filosóficos) estaría todo lo cerca que
es posible en entes jerárquicamente distintos del Hombre en su “vida
contemplativa” precisamente porque la hace posible una ‘entidad
divina’, el n~s; de ahí las alusiones axiológicas tan próximas a A el
noús <divino’ proporciona momentos de lo “hermoso” (~aXés) o “bueno”
en fin. Expresión esta casi idéntica 6 otras de Pkys o De Arz
referentes a Anaxágoras y su N~=, en la segunda de dichas obras,
‘K«XW& K~ ¿p&~’ (404b 2), por cierto locución muy inadecuada para
aludir al pensador jonio, por ser de raigambre platónica.t
Obras del Sequndo Grupo.
Puesto que lo forman muy pacos escritos, no extraña que
aparezcan tres únicas citas, en dos de ellos —PA y £esp — en este
subepígrafe. De ellas> las de PA —641a 36 y bl— han sido expuestas
ya en el capítulo anterior (discutiéndose en la 4~ acepción) en sus
empleos genéricos. 2
—Veremos ahora en sucesión las tres citas> pues se conectan
estrechamente entre si:
‘“Arropfj&ie 8’ «y n~ ek rd vOy Aex8~v ¿nl~k%~~ nórepov lTfpt
$v~fi~ rus 4>umr~ ¿art r¿ ¿web’ fl repí ru>O~. Et ydp nept ~ oi8q¡(a
Cír. Porte II, Cap. III, Apdo. 3.3., dorÉ se explica detalladamente el texto mencionado2 cf. Cap. IV, de esta Parte III> Apartado 4.1
III. 5. FI tipo ‘Y/riño’ denaos 611
Xdnera rrap¿ rl# #wríjv kw’ríp~v ~{Xoao~ N) yd~ vofl~ ró~v vo~rá3v. “Danuept rr¿vrow ~ 4~uaua~ yv&,~ «y A’ TT~~ yd~ <Dirfr ITeQI vol) mt rol> porjiol)
Oeopijaw, eXnep npdq ~Xr~Ao~mt aiin~ Oewh «3v rp¿9 ~MXau vrúw, KUSdflepmlneda(afiui~os mirú’ aktrrdi>.>’[/WG4la3Eybl].1
Resumiendo lo expuesto con detalle en el capitulo precedente, la
discusión presente en el fragmento se decidiría por la no pertenencia
del ¡~g~ <divino> al alma humana, su no inclusión en ésta, que impide
que sea la ciencia naturol” quien se ocupe del estudio del noús ‘divino>
en el Hombre?
Todos los estudiosos consultados coinciden en que finalmente se
refuta la hipótesis de partida,3 que atribuiría al noús del que se habla
aquí su carácter de ‘capacidad anímica> siendo posible su estudio por
parte de la “ciencia natural”.
El noús <divino’ no sería objeto de la “ciencia de la Naturaleza”
sino de otro saber, de otro género —la denominada ‘filosofía primera’ de
la Mete -; tal como argumenta Barbotin,4 al no ser el noús “naturaleza”
(za] no formar parte de la ‘naturaleza humana’ coma ‘componente
constitucional del cuerpo—alma individual’) al contrario que las
‘facultades anímicas’, no depende —como ellas— de su relación con el
cuerpo; en suma, no se conecto a éste> puesto que no origina ningún
“movimiento” en el hombre, como ocurre con las otras funciones
<anímicast
1 En 1. versión francesa de P. Louis pera ‘Les Bellas Lettres’ «On pourreit cependent sedemarwier, en réflóchissant á ce que nous venons de dire, Sil appartient A la science de lanature de traiter de toutes les espéces <¡mes ou seulement «uneespéce déterminée. Si&est de toute ¡me, 11 nc restera place, A c8té de la sc:ence naturelle, pour asxun autregenre de philosophie. en effet l’intelligence s’exerce sur les intelligi bIes; dés Iors lascience naturelle serait la connaissance de toutes choses: car il appertienté la m¡mescience d> étudier l’intelliqence et lintelligible, puisqu’ ils sont corréletifs Vun de Vautreet que teus les corrélatifs relévent «une selence unlque, comme «est Éaalement le cas peurla sensation et les sensibles.». <Ver Bibliogr.>.2 Pera los pasos concretos seguidos en la demostración de la misma, Ap. 4. 1., Cap. IV dela presente III Parte; aquí sólo hemos extraído esta conclusión abreviada.~ /bktm, donde se menciona expresamente a Nu!Jens, Mamelin y DÍiri ng.4 Cf r La Itione ar,stotehcwnre *1Ysn’eiJxt d>spris T/ñphrsste , peg. 94.
111.5. E/tífto ~1ft’í»o’de naos 612
La argumentación viene a sostener, como bien destaca Nuyens,1
que hay algo que no s~ rpÁlíjnp~ a lo “naturaV en la especie Humana,2 y la
tercera de nuestras citas de este grupo orienta la búsqueda en ese
sentido:
“O~ Xéyet8~ ox8~ nept rij~ ¿pxj~ roí ¿vwn’etv rt TO ¿nov, uorepov
~
ox TT~9 W’WYVOfl~ ywer«t KW. T1j9 KW~OS, oix ds ptacogévou roO
ueptxovTo~.” 1 A~p. 472a 22].~
Como puede verse, el animal —racional o no, en esto rige la
Naturaleza— depende de un “principio motor interno”> causa de la
“respiración y el movimiento” u esto precisamente es el alma. Por
tanto> como “venido de fuera” (O4xr&vt el naOs ‘divino> no es principio
de movimiento de ningún género> por eso es “extraño”, es “separable”
(xwfxuT%) de lo que es verdadera naturaleza del hombre, del binomio
mortal (‘cuerpo! alma>); es inevitable tal deducción si se parte como
Aristóteles de una noción de noús perfecto’+ <eterno’~ <inmaterial’,
etc...(en el tipo <divino’ par supuesto).
También podríamos apoyar esta tesis en una cita estudiada en la
12 acepción> 744b 22> porque se nos dice que cuando actúa una causa
<ón? vofl’ ( o sea, datada de ‘intencionalidad’)> no lo hace el “principio
interno de crecimiento” del ser natural, sino una finalidad exterior y
ajena (4 OúpctO¿v) al ser viviente manipulado por el hombre que está
domesticando a esa planta o animal útil para él. Sobre la capital
1 CIr. E. Nuyens, ¿/uhtnkkn/wkd4rtrtoI~ pág. 219, n. 19.2 tc, pág. 213> donde distingue Nu~ns la noción de “alma viviente” (común a todo servivo) o lerma sustancial del ser vivo’, de una actividad que (en el hombre) se opone a taldefinición , y que consiste en sus propios palabras en «Lafaculté i ntellectuelle, le vou~,est un principe immatbrlel sil ne peut pos ~tre rabaissé au rang de la forme substantielle« ¡tre rnatériel3 En la versión de A. Bernabé Pajares para Grados: «Tampoco menciona la causa acerca delprincipie de la respiración, si ésta viene de dentro o de fuera. Y es que> evidentemente, elentendimiento que procede del exterior no vela por el momento en que debe prestar suaijuda, sino que el principio dele respiración mj del movimiento se produce desde dentro, uno porque el entorno ejerza una violencia.». <Vé. Bibliogr.).
111.5. E/t,fta ‘d/rifta>denoas. 513
importancia del adverbio 015paSEV para toda esta discusión volveremos
al final del capítulo> cuando nos enfrentemos a 54 y su famoso pasaje
(736b y 737 a>.1
Tercer Grupo de Escritos.
A pesar de formarlo tan sólo dos obras —DeAn y 64— las citas
son numerosas y, antes que nada, muy importantes. No es cuestión
menor, además, que pertenezcan a Libros bien diferentes del DeÁn, a
los tres Libros que integran dicho tratado. En el Libro 1, de carácter
introductorio y aporético se halla un bloque de fl9¿~ pertenecientes a
esta acepción, al igual que en el Libro II, mientras las citas del III son
las más escasas pero las primordiales.
Aunque no quisiéramos> es el momento oportuno para facilitar
algunos datos sobre dichas localizaciones concretas, y los
indispensables son éstos:
a. Como materia muy conflictiva para su gnoseología, es natural
que destoque, en formulaciones aporemáticas, sus vacilaciones acerca
del noús en un Libro 1 del DeÁn formado por referencias a la herencia
recibida en este terreno y sus contradicciones, que pretende, como no,
solventar en los dos libros siguientes.
b. Le resulta inevitable —en la jerarquización de las funciones
anímicas y la descripción de facultades cognoscentes— delimitar noús
‘divino’ y ‘humano> por quedar las funciones del noús ‘humano’ insertas
en el alma de forma pleno.
Para cae aspecto léxico, las expresiones adverbiales -cuyo máximo exponente es e6paeev-consúltese el Cap. Ide esta Parte III.
111.5. E/tigo 21i*q»a’denouo~ 614
c. No se encuentran menciones a nuestro noús
capítulos del Libro III dedicados a la ‘percepción’ y
más que nada; realmente, sólo tras finalizar la
‘pensamiento discursivo> y su dependencia de
cognoscitivas anteriores> al discutir respecto
intelectual’ hallamos las menciones del noús
contraponen al ‘humano’.
en los primeros
la ‘imaginación’,
descripción del
las facultades
a la <intuición
‘divino’, que lo
re. •;e.r~.-~ lac~ t¡um~O de £ltuam taS ‘CS citas del primera de los libras del De
Arz en su contexto exacto para después analizarías una a una:
LIbRO 1. INTRIJDUCCION GENERAL.
1. Dificultades metodolágicas de su tarea, etc...
2. Enumeración de las aporías que sus antecesores han dejado sin
resolver, desde el punto de miro de su propia filosofía.
3. Exposición en forma de aporema de dichos puntos de vista
precedentes, que 18 permite ir contraponiendo a las propuestas>
insatisfactorias, sus propias tesis futuras, anunciando así el
contenido del resto de la obra.
4. En medio de esa discusión de doctrinas, aparecen en dos
momentos muy señalados las citas de este Libro 1:
a> Al criticar la hipótesis de un “alma—armonía” y contraponerle
su tesis de la ‘unión hilemórfica del alma—cuerpo’, con una noción del
alma como “automotriz”.
5. El resto del Libro se preocupa de teorías sobre el alma que no
hacen al caso ahora.
III. 5. (/ t’fto 2Úriño>danaue~ 615
En dicha exposición hay una crítica sobre la concepción del alma
como una ‘armonía de elementos corpóreos’, teoría del alma de la que
ofrecemos ahora una breve referencia. La complejidad de la respuesta
aristotélica a la posición filosófica del ‘alma—armonía’, como ya se
indicare en la Parte II, viene de la proximidad de su propia concepción
a esa noción del alma coma ‘fuerza armonizadora de las capacidades
corpóreas’; desde luego, una comprensión superficial de su doctrina del
alma como ‘forma—fuerza motora del cuerpo’ (a causa de un
desconocimiento de la noción aristotélica de ‘forma’) llevaría a un
lector poco avisado a la confusión. De ahí, la insistencia en delimitar
armonía de los movimientos corpóreos’ y ‘forme del cuerpo’: pues
aunque ambos supondrían igual dependencia del ‘alma’ con respecto al
<cuerpo’, al producirse la atribución al aspecto formal del ‘impulso
motor’ frente a la posición pasiva’ del ‘alma—armonía’ se distinguen
ambos; es., en suma> su concepción dinámica del alma —que resulta tan
innovadora— la que subyace tras el concepto de ‘forma corporal’. Y es>
en medio de esta delimitación de funciones cuerpo—alma, cuando
desgajo el ~p~s<divino> propio de la especie humana de la ‘estructura
hilemórfica’ que es cada hombre particular; ahí surge nuestra primera
cita:
‘O 8¿ voOs ~o~nv~yivec*a odo{a rts otMJu, si cd 4&LQEOOaL
Md)aora 9up ¿tedoer’ Lv ~ndit ¿y r~ y4i~ 4iawínewg, vOn 6¿ dS~nep ¿túr&w cdc~nriwíaw awpa{vev eL ydo ?~dpot ¿ wpeW6n~ ~ipa rowvsí, ~4Trot &v~unepsi ~ v6o~” 1 ¿~An. 408b 181.1
Son muchos los argumentos paralelos a éste, tanto en De Arz
como en otros escritos:
1 En el AcercaélA/me de T. Calvo Martínez: «El intelecto, por su parte, parece ser —ensu origen- una entidad independiente q que no está sometida a corrupción. A lo sumo,cabria que se corrompiera a causa del debilitamiento que acompa5a a la vejez, paro no esasí, sino que 3tKede corno con los órganossensoriales: ~jes que si un arciano pudieradisponer de un ojo apropiado vería, sin dwla, igual que un joven.» (VI Biblioqr.>.
111.5. E/tigo ‘divino’ de noas 516
Ya surgía refiriéndose a Anaxégoras (405a 14 y ss., 405b 20)
cuando hablaba de la “separación” del N9~ anaxagóreo como fuente de
aporías, al suscitarse dudas sobre el “conocimiento” que podría
alcanzar de la realidad siendo algo <separado’ de ésta, problema que
trasluce su propia concepción del noús ‘divino’.
En cualquier caso> ya se nos hablo en esas citas de lo katharós
,
&nXoOg, Ñayiis, que es el noús ‘divino> y este inicio le sirve como
punto de apoyo para la afirmación sarcástica de 407b 4, inmersa en su
dura crítica a Platón: «Además> y por otro lado, el estar mezclado con
un cuerpo sin poder separarse de él es algo que produce dolor tal
unión, por tanto ha de resultarle odiosa si es que —como suele decirse
y es parecer de muchos— es mejor para el intelecto el no estar unido a
un cuerpo.».t También se conectaría esta mención con otras dos —por
supuesto, estudiadas en su lugar—: /%Y 1 163a 22 y /%~MA 1070a 26?
No solamente en estos pasajes, sino en otro <FN 1 177b 30), que
asimismo vimos recientemente,se alude a esta escisión entre la
‘mortalidad’ del alma —inevitable en su teoría ‘hilemórfica del ser
viviente’— y la ‘inmortalidad> del noús <divino’.
Tampoco se olvidan los eruditos consultados la cercanía de todos
estos textos con la explicación del ‘vofig OfipctOEv’ de CA .. cuyo
análisis cerrará este capítula.
Mas, si nos ceñimos al texto, aparte líneas finales que
forzosamente retomaremos en 406b 29, todo se resume en una sola
frase: < ‘O 8¿ voO~ 601MEV ¿vvívcaOax oda{a TL9 o&ur, .iá oil 4Se{peo&n> ; y
ninguna palabra en ella es irrelevante.
/*rn.,pág. 150.2 cfr. esta misma acepción 69, en el primer qrupo de obras.
111.9. E/ti/ir ‘divino> denoas 817
De tal manera que, ese EOtKEV (“parece que”) no es en moda alguno
una forma de expresarse’; indica, por contra, el mismo carácter
hipotéttco con el cual nos venimos familiarizando en todo el Libro 1:
sin haber ensamblado aún ante nuestros ojos las piezas claves de su
precursora ‘noética’ del Libro III del DeÁn, Aristóteles no se atreve —
según su muy científica costumbre— a formular tesis sino hipótesis
iniciales de trabajo; por ende>, en una cita del Libro II, 413b 24>
persiste ‘EOtKE~..> por parecidas razones.1
En cuanto a <¿flivEoOczL> es lo que suscita inmediatamente el
recuerdo del ‘<voOs O1ipc~Ev’: eso que “parece sobrevenir”, “ocurrir” o
“producirse” es el noús, y un “noús sobrevenido” no puede sino
asociarse con un noús “que viene de fuera”. Se nos especifica, además>
en calidad de qué “habito o vive en nosotros”: coma ousía (<oúo(c¿ rts
no como dúnamis, héxis, etc....; no como “facultad o capacidad
animica” alguna.
Nada de particular tiene que Nuyens —entre otros— haya
considerado esta cita la clave para su doble concepción del noús en el
DeÁn: a) como «facultad intelectiva humane» (Sóvcqa§ i’tg nq~ ii’iv
dAijGaav, 404a 30-3 1) y b) como «sustancia pensante» (oúaía íL§
O&T«).2
Y ese segundo infinitivo que Cierra la frase —ambos dependen de
EOtKEV, ¿yyvEQOcft y IOE4DE0OQL— niega tajantemente que éste noús
pueda ser el a>, puesto que <oú 4’eEtp¿aectV, “no perecer, no “ser mortal
y corruptibl& es el segundo de los rasgos típicos del noús ‘divino’ que
aparece en una sola frase (el primero, no menos significativo era “ser
ousía”>. Otros rasgos sémicos igualmente motores de lo ‘divino’
1 Cf. Hicks, Art tot/e’s/~Acínm~comentarioa 408b 18,vé. Bibliogr.2¿lc ,pág. 271.
111.5. E/tifo ‘divino’ denoas 618
cierran el párrafo y la segunda de las citas de este Libro 1 (406b 29):
‘¿ S~ voOs tawg Oa&rq¿v Ti. Kca &ncx8% ¿a’n.v.> . Configuran una
ubicación muy clara entre los cuatro: ousía •“inmortal + impasible+
inalterable>.
Llega el momento de someter el resto del párrafo a un cuidadoso
examen:
<‘ “Ocie to flXL~ ou np 711V 1J~11V it IIUIOV@fVW, <¡>1K ¿y ¿~ KufilTep ¿y
j¡é8an~ si vóc~. kt rd votetv 8i~ si rd Oewetv g«~a1vern ~Xour~ ~xo4&woi±evou,sino Se ana8e~ earw. To Se Siavoeut i«a 4>úew ¡~ Ml&W OW
¿o’ru’ ftOU ná8~, &A¿ rou5i solJ ~xov¶ogénivo, ~ 4ceivo ~xei.Aid si roúrou4~,a~ogévoij o
5re vvipove6a o*re 4O¿ oi yd~ ¿re{vou 11v, dx>~¿ roO wwofi, b¿róXwwVr d w,O~ Ly’is Oetórepóv u. si ¿naS~s~ ¿«np,” [ ¿b’An. «JOb 291.1
La aclaración del argumento capital —hay un noús <divino’
(“incorruptible” y “‘di’$ino’j— se articula sobre una larga exposición de
la causa corpórea de la degradación de las funciones anímicas: dado
que el noús ‘divino’ no sólo depende indirectamente —como todo el
conocer— de los órganos sensoriales, sino también de una <razón
humana> muy dependiente de variables individuales -que pueden
impedirla—, no hemos de sorprendernos de disfunción alguna en aquél.
Acerca de la no realización de la <razón humana’, como 12 acepción del
tipo ‘humano> en gran parte de los seres humanos concretos, se habló
en el Cap. III. Que le no presencia activa de tal capacidad impide toda
actuación de un tipo ‘divino’ no parece una deducción descabellada:
Aristóteles es filósofo que acepte los límites que la naturaleza y la
/*m., ~aqueeslacontinwcióné408b 18:«De meneraquelavejez noconsisteenqueel alma sufra desperfecto alguno, sino en que lo sufra el cuerpo en que se encuentra, u lomismo ocurre con la embriaguez qlas enfermedades. La intelección u¿ ¡a contemplacióndecaen al corromperse algún otro órgano interno, pero cli ntelecto mismo ni mpasible.Discurrir> amar u odiar no son, por lo demás, afecciones suyos, si no del sujeto que lo poseeen tanto que lo pone. Esta es la razón de que, al corromperse éste, ni recuerde ni ame: puesno eran afecciones de wp~l, sino del conj unto que perece. En cuanto al intelecto, se trata sinduda de algo más divino e impasible.».
3-
111.5. E/t4vo ?Yirino> denaos 619
imperfecta realización de la misma imponen en cada individuo de una
especie; como s,osc¡es la Humanidad disfruta de ‘razón> <—) y en su
conjunto logra los breves instantes de genialidad intelectual que hace
posible el jj~~ <divino>; mas, ~mo individuos los hombres carecen de
<razón>, aun de la más genérica, si su condición biológica o social así
lo impide —mujeres, esclavos, niños, locos, viejos, borrachos, enanos,
enfermos, etc...—.
Con tales premisas> no es de extrañar que añada que es el
deterioro físico el responsable de los fallos que puedan producirse en
la vejez (o la enfermedad, o la embriaguez) en cuanto al cultivo del
Saber. Concluye, por todo lo precedente, que noe?n (.) y theore?n. por
sí mismos, no sufren deterioro alguno, sino que es la posibilidad del
hombre concreto de ejercitarlos lo que disminuye con el
debilitamiento físico. Por contra, dianoésthai (“pensar discursivo”) se
desgaja de las otras das acciones del noús ‘divina’ mencionadas antes,
haciéndonos ver que este verbo, expresamente ligado a la diánoia, no
se atribuye a las más altas funciones intelectuales: sería un rasgo
clave del noús ‘humano> de acuerdo con la tesis de Nuyens señalada
antes. Siendo así, que este mismo autor denomino a dianoésthai
«pensamiento humano» frente a actívidades más elevadas del conocer
como noein(+) Icuga acción es la nóesisúO} o theore?n (‘O {con la
theoría(+) en idéntico papel) Dianoésthai llega en este párrafo a
situarse en idéntica dependencia de lo ‘corpóreo> que “odiar” o “amar”,
es decir, el “pensar” (—) tiene una ligazón comparable con lo físico a lo
~pasional”.
En esta serie de deducciones llegamos a la última: una rotunda
negación de la inmortalidad del hombre (tanto ‘cuerpo> como <alma>) y,
lo que para nosotros importa más> una negación de la supervivencia de
III. 5. El ¿¡fo ‘divñio>denoús 620
cualquier “espíritu” del ser humano concreto: el noús ‘humano’ es una
función más del alma u el ‘divino> no es sino un ‘catalizador’ de una
experiencia intelectual que se produce en el <humano’, en el hombre
concreto. Como consecuencia inmediata, lo único que permanece es el
Saber> el cúmulo de hallazgos repetidos de la Humanidad, las puras
capacidades de “inteligir” o “teorizar” {noe?n(+), theorein (+11 sin sus
elementos concretos, la <pura intelección>, ese noús ‘divino’ que une a
la Humanidad y sobrepaso a cada hombre> aun al más sabio.
Una concepción muy acorde con una civilización pagana —sin
noción habitual de la pervivencia del alma—1 y previa al despliegue de
la idea de ‘sujeto’ , lo cual impide el egocentrismo —tan obvio en el
cristianismo— que propugno una supervivencia individual (incluso de la
memoria del ‘sujeto’). Se puede concluir, que> aunque una mayor
riqueza expresiva le hubiese consentido exponer con más detalle estas
tesis, nuestro alejamiento histórico—espiritual enturbiaría, de todas
formas, la recta comprensión dé afirmaciones tan helénicas y tan
paganos.
La cita final del Libro ¡ es ésta:
“‘AnopÍianeS’&vrw mt it nor aTt rd ¿volTol.ofiv «uta’ 5An ydo ~uceráye aot~e½rup’.úrarov y¿p &~tvo íd auv¿xov 5 rl no? ¿«dv’ ri~ 8e *uxiketvui u. tpái’rov mt «pxov dzóvaror a5iwawrepov 8’ ~rt ío~ vol> edxoy4~rarovyd~ et1I~Lt rourov npoyfvtaratov K~ K1JptO1> r~LTa 4a~wv, ra Se uiotxelá #ot r~’
OVThW CtWLI.. [ ¿b~An. 41Db 14?
1 Dorwie el pitagorismo y cl academicismo serian une extrafrza, Imbuidos de un influjooriental.2 Según T. Calvo Martínez: «Cabría preguntarse también qué es lo que mantiene unidos loselementos del alma: éstos son, en efecto, a modo de materia u, por tanto> aquello que losmantiene unidos —sea lo que sea— es de rango más elevado. Ahora bien> es imposible quehaya nada mejor ni superior al alma y más imposible aún que haya nada mejor o superioral intelecto. Es> desde lue~, absolutamente razonable que éste sea lo primigenio y soberanopor naturaleza No obstante, estos autores afirman que los elementos son los entesprimeros »
~1
111.5. E/tifo 2/ir/no’ da ricas 62?
Como puede verse por su última frase, en realidad es una crítica a
sus predecesores (a Empédocles) y su propósito inicial no sería, por
consiguiente, exponer teorías propias; eso sí, al hilo de la refutación
añadimos algún rasgo a nuestro noús <divino>: es superior” (iqxt-r’rov),
incluso, al alma. Desde luego, la calificación de ~p~”rov( de mayor
rango jerárquico, podría decirse) del noús nos lo ubico en un orden
axiológico superior —un campo léxico más elevado> lo <divino>— pero
los epítetos posteriores son mucho más importantes : tanto el otro
superlativo, npoy6v¿aT«’ÍÓP <“primigenio”) como ¡c4tov (“soberano”)
son rasgos léxicos decididamente adscritos a lo rdivino*; incluso
npoq’ev&nxtrov al igual que EyyWEUOcZL (“haber sobrevenido”) mantiene
una raíz léxica sugerente: la del verbo v(vvoixca (“venir”, “nacer”,
“sobrevenir”, “acaecer”), con su procesualidad, tan importante en el
campo gnoseológico. Ricos epítetos, pues, que nos recuerden la común
riqueza de rasgos sémicos existente en el NaOs <Divino’— Principio>
Primer Motor— y el noús <divino’ -principio, que “sobreviene” (vofk
Otipcroev).
LIBRO II:
Las citas del Libro II del De An tienen una enorme cohesión
interna: su preocupación primordial es escindir al noús <divino> del
alma humano y, por tonto, del naús <humano’ como <capocidad—ftirwión
del alma’. Las claras limitaciones expresivas que acompañan esta
intención no empañan dicha finalidad excesivamente. Para mostrar esa
coincidencia de los pasajes del Libro II nado mejor que ofrecer
conjuntamente las frases principales de los mismos:
e> ‘ ‘ pvflept Se roO voñ mt T~ OeÚ~qnrñ9 Sin4ew o~nw $vepóv, d» eouru~ij~y~vo~ &%epov4w, “(¿~Aff4l3b24l.
111.5. E/tifo ‘b’iv/no>denoús 822
‘< ~répo~¡Mytípxet] S~ si ‘íd 5urvo~rua5v re si vofi~, olov ¿vOpd~ow zut
eX rt rotofii’ov ~repóv¿arw fi rigu&epov.” 1 A’An. 414b 18].
<‘I~ii4xa] ‘íot 5’ !n 11pd9 TOÓTOW Stávoia tul vol)~, oIov ¿flP4ITW tul eu. bAo C¿”v ~repóv¿un rmoO~rov fi .i rwuái-epo~.>’ (Bekker Prqm. 141 4t ¡8 -
kAn. Libro II Fr. <41 4b 18>]
‘<U.) Xoyu~ídv mt 8iávoie~v ot9 p~v ydp ~nápxctxoyu~¡d.g ró~’ ~apr6w,
ro6ro~ mt í& >~oxu¿ r¿vra, U>o,I u&w Xoy1.qió~, U) flept 8~ rol) 8eopi~íuaOvol) !repos X¿yoc. “(kAn. 415a 121.
Dentro de la contextualización obligada, en dichas frases se
delimita al noús ‘humano’ (en su 2~ acepción neutra -dada su
equivalencia a logismós, diánoia, dianoetikós— como <capacidad
genérica de pensar’ perteneciente al alma humana} del noús <divino>
{en sus aspectos de ‘xwfC~Eaeca... ~&ov’ o <ser separado’ y <eterno>
traducido a nuestros conocidos rasgos léxicos}. No es original dicha
afirmación, pues, como viéramos con motivo de los textos del Libro 1,
Nuyens delimitó ya «dos noús» en parecidos términos.
La escisión en dos tipos bien distintos de noús la refuerzan las
equivalencias y los rasgos mentados más arriba; la conclusión a la
cual llegan todas esas frases enumeradas antes es simple: el noús
‘divino’ como ajeno al alma en sí mismo no puede ser analizado junto a
las <capacidades—funciones an¡mícas’ que integran el alma de los
vivientes.
Como consecuencia, en el desarrollo de este Libro II no se retoma
para su estudio la cuestión del noús <divino’ en el Hombre, se
menciona tan sólo para dejar en suspenso su toma en consideración.
111.5. E/tifo ‘Úivb,o’denous 623
.—Sin duda es tiempo de un acercamiento cuidadoso a cada pasaje:
“flept 5~ rol) vol) mt rfi~ 8eúp~n¡~ Suvágew9 oiínw <Awepóv, á?X ~ouz~4wj<~ yé’o9 ~repovetvai, si rol)ro póvov ¿v8¿xcrdX xwí«ct, KU8LlTep ‘íd¿~ov rol) #«profi.” [kAn. 413b 241.1
La posición de NuyensIe lleva en este caso a rechazar las
traducciones usuales del encabezamiento del texto: «L’intellect
semble étre, de par son espéce, quelque chose d’autre que l’Ame»;2
naturalmente, encaja mucho mejor tal versión con su visión del texto —
que es casi idéntica a la que aquí se sustenta— que la más habitual. No
obsta para que no sea el único especialista que interpreta así la frase
citada, Guthrie , por su lado, se refiere a dos «entidades distintas» e
identifica la separación de noús (‘divino’, para nosotros} con usykhe
en términos que aproximan a Aristóteles del filosofar presocrático:
«La dualidad fue sorprendentemente persistente, qa que aparece, incluso, enAristóteles. Su teoría general de le ps~c*é’ como lo «en acto», como la forma específica delcuerpo orgánico, no dejaba lugar para la creencia en la inmortalidad, por la que se interesópoco en su madurez. El no fue místico, se burlé de la idea de la transmigración, y no teníanada que decir sobre las recompensas o castigos en una vida futura. Con todo, le SCtJWa
pereciendo a él que tenía que existir una facultad humana, cl no&’ o capacidad deaprehensión intuitiva, al margen de la naturaleza general de la psrM’. «Parece que es ungénero diferente de alma q que solamente él puede darse separado, como lo eterno de loperecedero.»Sóloel *¿& «entradesdefuera yséloél esdivino».3
Puede verse que Guthrie no osa modificar la traducción habitual
de la frase pero, por el contexto, su lectura se acercaría a la de
Nuyens.
1 /Ñm. : «Pero por lo que hace al intelecto y a la potencia especulativa no esté nada claro elasunto si bien perece tratarse de un género distinto de alma j que solamente él puede darseseparado corno lo eterno de lo corruptible.».2 Oc., pág. 274.3c1r. /t&tor,séIsuuw/YW gn~, Vol. II, pág. 274; las des citas que cierran el texto sonde nuestro pesaje (41 3b 24> u del famoso ‘vol)~ OópaOev’ de &4 73Gb 28.
III. 5. E/tifo ‘dirino’denousi 624
En el caso de T. Calvo Martínez, mientras su traduccíon es «Pero
por lo que hace al intelecto y a la potencia especulativa no está nada
claro el asunto si bien parece tratarse de un género Úistinto de
alma...»; por su parte, la explicación de esta materia —en su
Introducción al Acerca da? A/ma - nos aclara que el sentido de su
versión española es llamar al noús otro tipo distinto de alma
(=diferente y separado del alma humana), de tal manera que hay
«participación del hombre en tal Intelecto», a pesar de ser éste su
propio “género”.1
En otras palabras> el noús sería una «entidad inmaterial» ajena a
las almas de los seres sensibles—materiales, semejante por ello al
“Viviente eterno> perfecto” del Libro A y <diríamos nosotros) <divino>
al igual que este> el Primer Motor Inmóvil.
No resta ya sino explicitar algunos detalles de nuestra cite:
a) no hay evidencia de lo que se afirma en estas líneas; sólo
parece” «ouc) ‘otro’ el noús <divino’ respecto al alma o las
capacidades anímicas.
b) se nos señala éste noús con das rasgos capitales del tipo
<divino’ : <xw$CcaOca’ (infinitivo de presente medio—pasivo, o sea
acción no terminada) y ‘dí&ov’; además, se nos opone a ambos rasgos
léxicos uno tan definitorio como ‘4’Oapíó< (“mortal—corruptible”). Si
sumamos estos rasgos a los ya aportados por el Libro 1 los que
surgirán en el Libro III - c~dvaíov K~ cK&ov... dncz6~g ~
nctOxrl’&s valls 4ec~p’ros. <430a 23—a25>’- y su diferenciación del noús
<humano’ (con ese <4 &~ na8~g vds $6a~>rós’), no salimos del
mismo encuadre> es decir, de discriminar tipo <humano’ y <divino’ de
Oc. en el cuerpo de la exposición> pág. 1 22.
111.5. E/tpo ~q?»o>danaas 625
nuestro término.
c) las líneas finales —que aluden críticamente al platonismo- le
fuerzan o asumir un lenguaje académico (apartes del alma”)> cuando se
refiere a su propia teoría anímica y esto lo confirmo el que no incluyan
esas <capacidades anímicas> al noús : de hecho> distingue en ellas
sensación’ y <opinión> como facultades básicos del conocer inferiores
en rango a la <razón’; con lo cual se mueve en un terreno léxico
l3cademicista: se-nsación—opinién—rczón di sc.ursiva (y naus como
realidad superior a todas ellas).
-— El próximo pasaje que debemos afrontar es:
“flept 5~ 4avraLIía9 &S1V.ov, &nepov 5’ brutnnéov. Tvírnc 6~ np¿~ro6row úwdoxa mt it mr& rónov Kwlyrwiv, hépot~ &~ mt ‘íd StiLvorIrldv re
mi voO~, otov ¿vflíxóuow mt el u. roxoúrnv ~repdv¿oíw fi npu5repov.” F kAn.414b 181.1
I~ndpxa 1 íot~ 8’ ~rt npd~ ro6’íog &ií¡’oia si vo6~, olov ¿i4p&cp si ¿u. &>ao 4c¡nv ~rep&’¿en roxollrov j si n¿nórrepov.’> [BekkerFr.qm. 1414b 18-
kAn Libro II Fr. (414b 18)1.
Si se fija en ambas versiones el paciente lector,2 observará que
el significado de nuestro nQÚ~ viene a ser idéntico en ambas versión de
414b 16: sea la <facultad pensante en general’ (equivaliendo a la 2~
acepción del tipo <humano’) dianoetikós o diánoia es indiferente,
cualquiera de las dos asume aquí la función del tipo ‘humano’ de fl9~
que se está diferenciando del ‘divino’; como ocurre en todo el Libro II>
cuando se realiza dicha escisión en campos conceptuales distintos (lo
<humano’! ‘lo ‘sobrehumano>), el ‘humano’ está representado por la 2~
1 /em : «Por lo que se refiere así paseen además Imaginación, no está claro u másadelante se analizará. Por lo demás, hay animales a los que además de estas facultades lescorresponde tambián ladel movimiento local; a otros, en fin, les corresponde además lafacultad discursiva y el intelecto: tal es el caso de los hombres y de cualquier otro sersemejante o más excelso, suponiendo que lo haya.».2 Al fin y al cabo, el fragmento recogido por Bekker del libro II de kAn/nr es unaversión distinta pero muy próxima de nuestra cita.
_________ 3 —
111.5. E/tipo ‘diwino’danoas 826
acepción neutro. Tampoco el resto de la frase varía mucho de una
lección a otra: los seres en posesión de noús ‘divino’ serían el Hombre
y cualquier ser viviente igual o superior a aquél. Una vez más, se nos
recuerda que este tipo del vocablo pertenece al ambito de lo
‘sobrehumano> más que al de lo <humano’; de ahí el ‘exceso’ que suponía
el “vivir según el noús para el ser humano real y concreto en el Libro X
de EF
Ls factible ahora que nos aproximemos al último fragmento de
nuestro interés en el Libro II:
“TÚe¿iaizv 5~ ~4~jy~g~ vw, Ñ~fttn~fl” o~ xh ydp ~n6~~a?%oywpo~ rs’ 4tpr~v, roiitow mt ti Xotr¿ ndvr«, ot~ 6 ‘ ¿i~dvow ~xaarov,oil
«dat »>yw~ó~, dM¿ roI~ í¡~v oil6~ 4avraaw. ti 8~ ~~ijr~ uóvn C&uw. flepi 8¿rol) Beopiinxofl vol) ~repo~).óyo~. ~‘ Oit p?v o~v ¿ nep~ ro6row ~a~arouXóyosO~To~ OUffiWTftTO~ mt TTCp1 *iJxik, SijXov. “[kAff 415a 12].1
Tal como expone detalladamente Nuqens. < ETEpO~ Xóyos’
(expresión opuesta a ‘d~ Mvos. KaP6g 6 Xóyo~. 6 «i)í¼ \óyo~’)
quiere aludir a una cuestión distinta> cuyos términos no se hallan en
relación con otros> o sea> no son comparables a ellos?
Y esto último excluiría al noús de nuestra cita de su correlación
con <facultades o funciones anímicas’ de cualquier género, dado que
éstos son entelékheia de algo corpóreo (cf. 413a 4 y ss.).
En suma> esta expresión <E’rEpo& ?‘.óyo< querría decir: a) que este
noús <divino’ no está en la misma relación que las <facultades
1 /*m.: «Muy pocos poseen, en fin, razonamiento g pensamiento discursivo. Entre losseres sometidos a corrupción, los que poseen razonamiento poseen también las demásfacultades, mientras que no twios los que poseen cualquiera de las otras potencias poseenademás razonamiento, sino que aglunos carecen incluso de imaginación, mientras otrosviven gracias exclusivamente a ésta. En cuanto al intelecto teórico, es otro asunto. Esevidente, pues, que la explicación de cada una de estas facultades constituye también laexplicación más adecuada acerca del alma.»2cf. i~uyen~, tiutknklssI#ed’Aristote, págs. 275 yss.
111.5. E/tifo divino> de noas 627
anímicas’ con el cuerpo y b) que tampoco guarda similitud con cada
‘facultad del alma> al modo que lo hacen las ‘facultades’ entre sí.
Por lo demás, el arranque del texto también ofrece una
denominación de la <facultad genérica de razonar’ —logismós en este
caso— para distinguirla del noús ‘divino’; además, se nos insiste en que
son, de entre los seres, “los perecederos” (í&lv 4ectpí&v) los
razonables” (con logismós) quienes poseen las restantes ‘facultades>
—de orden jerárquico inferior—; con lo cual, se excluye en esta frase al
noús de dicha escala jerárquica y de la consideración de <facultad’ o
dúnamis . Y se hace, en el párrafo en su conjunto, doblemente tal
exclusión: a) por omisión en la lista citada —con la razón ‘humana’
incluida y expresada por j~gismós— y b) con ese < ~‘rEpos Myos> que
excluye del orden jerárquico entre dúnamis al <8Ewpvyru<¿~ vofig> del
presente pasaje.
Como oportunamente recuerda Hicks,1 habrá que esperar hasta el
Libro III en sus capítulos centrales para que el estagirita afronte el
problema del noús ‘divino’ en el Hombre> al menos tangencialmente.
LIBRO III.
Una única cita explícita—y una tácita— constituyen el escaso
bagaje del Libro III. Sin embargo, su importancia es capital porque
pertenecen al famoso Cap. V.
Hay varias inevitables anotaciones previas al estudio
pormenorizado de dicho Cap. y : a> la llamada de atención al lector
sobre las páginas dedicadas en el capítulo anterior de esta Parte III a
Cf. su comentario a su edición de esta obra, Ar,stotk’s kAn/nr, mención a 41 Sa 11,vé. Biblioqr.
111.5. E/tfto ‘dir;ño’denaus 826
análisis frase a frese del Cap. V —exceptuando la presente cite
expresa—; b) las numerosas citas de los eruditos acumuladas en dichas
páginas; y c) luego es innecesario incidir sobre lo ye analizado en el
Cap. IV y aquí se dedicará el esfuerzo al pormenor de les linees que van
de 430a 17-18 hasta 430a 22-23.
Sin más, éstas son las mencionadas líneas:
“xcft oi3ro. voik xÚ11a’íds Ka si ¿na8~, r~ odot~ &v ~4yeia‘Ad ydp rMrn&Tepov re nmoOv vm’ ndaxorro9 mt u doxí’i ífis 5M9. 1 NAu. 430a17~19].1
XWWGeW <vou~> 8’ mu. póvov rofl« Tep &,r{, si ¶ollTo ~ióvov
d8<ivwrov si ¿~wv. “ ( k4o.430a 22-23, <elisión del término>!.2
Ambos textos nos los relaciona Nuyens expresamente: «Les deux
prédicat «deávctro& KQL &&o» doivent arréter notre attention de
fa?on toute particuliére. Ce sont les seuls prédicats (á part ¡5 oi~n&~
& ¿I4pyEL«> 1. 18) qui soient expréssement attribués au nou’rwóv
seul».3
Nos está advirtiendo con ello que tan sóto esos cuatro rasgos
sémicos -decWa’rog, dí&os. 9u.aÍLt2flÑfg~jI- se dicen en ese cap. V -
y , por consiguiente, en el Libro III— del noús ‘divino’; de hecho, el que
únicamente se atribuyan esos predicados del mismo noús que antes se
nos llamó o... navia flOtEtV’ es lo que permite considerarlo ‘divino’
Tales rasgos —‘inmortal’ ~‘eterno’~ousía~ enérgÚ~— no pueden sino
1 En nuestra versióncastellana habitual: «Y tal intelecto es separable, sin mezcla eimpasible> siendo como es acto por su propia entidad. Y es que siempre es más excelso elagente que el paciente.». Para el resto del texto griego —g su tred.— cf. él capítuloanterior; o ,exclusivamente para el original, el A~rdice de citas del Carpas2 /bi&m. «[no ocurre, desde luego, que el intelecto intelija a veces ya veces deje deinteligir.! Una vez separado es sólo aquello que en realidad es y únicamente esto esinmortal y eterno. [Nosotros,sin embargo, no somos capaces de recordarlo, porque talprincipio es impasible, mientras que el intelecto pasivo es corruptible y sin él nadaintelige.lw (Vé. Bíbliogr 130c., págs. 306-307.
111.5. E/tigo ‘dir;ño>denoas 829
pertenecer al tipo ‘divino>, al campo léxico de lo ‘sobrehumano’.1
Sin embargo> el propio Nugens o Hicks.2 destacan otro detalle: la
suma de <ó&ipcaov KaI. dt&ov’ alude al carácter “eterno” del noús
refuerza su concepto de ‘divinidad’; siendo d6civctros~ lo contrario de
4>OQPT& lo “corruptible—perecedero”, mantiene cierta relación
aunque sea en oposición exeluyente- con la realidad material, campo el
que pertenece el segundo vocablo; es más, no significa ‘preexistencia’
sino ‘no corrupción futura’> o en nuestros términos> ‘inmortalidad’. Mas
Aristóteles quiere dejar sentado que éste es un noús <divino’ y añade
c~&o~ que pertenece en exclusiva al campo léxico de lo <sobrehumano’,
conecte con ~1Ñiy tiene un sentido de total ‘atemporalidad’: ni es
perecedero ni ha nacido, es “eterno” en su forma más absoluta, como ya
viéramos.3
Otros palabras claves en ambos fragmentos, que ya han sido
comentadas sobradamente son: ~ dptytjg, fl~1§, nu~~Ía y
~n~rgeia.Los tres primeros vocablos llevan escrudiñéndose desde la
Parte II de este trabajo; enérgeía y ousía han resultado primordiales
para la comprensión de la <inteligencia intuitiva’ (42 acepción) y para
el noús ‘divino’ en sus aspectos generales. Todos ellos sumados a
~wptaOd~.,d8dvcvro~y dt&os refuerzan la seguiridad de hallarnos en
el campo léxico de lo ‘divino’, pero —como se ha visto— por si solos no
tendrían tal virtud.
1 ~ 1bÑ4m. ,con un largo excursus de Nuyena sobre 1. utilización de ¿8ás’aro9, u sobretodo d~wv en otros lugares del Corpus; para fundar una conclusl6n muu cercana a lanuestro: afllega a aparecer ‘¿Bávaros’ icat Beles’ <OeCe/o, 284a 3) ij b) cUSws’ significavedas veces “eterno” como atemporal (=fuera del tiempo); en suma, ambos rasgos hacenimposible la pedemncia de ese mOs el alma humana como constítu<jente de la misma: esuna ousia independiente.2 ¿~ c., pág. 311, en el caso del primer autor; <j o.c. ,comentarios 430a 23, para elsegundo; (‘té. Biblioqr.).3cf.el cap II deesta Parte III.
111.5. E/tifo Wivko’danous 830
Luego. le frase a17—16 a la cual pertenecen los cinco vocablos
tiene un matiz introductorio, respecto de la segunda parte del Cap. V,
donde se dirimiría —con términos que impiden cualquier duda- la
escisión entre la más alta <facultad ‘ del noús ‘humano>y el ‘divino’. De
tal manera que el <cinc~¿< de la frase final se dice del tipa ‘divino’ —
queda adscrito por la frase anterior al mismo— y nc~6~íóg se dice del
‘humano’ en esa frase comentada hasta la saciedad en el capítulo
anterior.
Es tiempo ya de realizar un análisis textual de las frases en su
estructura formal global: ‘Kd o~¶os~ o voO~ xú~er~s’ si tui.
~ oii~4 d3v ¿i4pyew.’ Realmente nuestro objetivo es solamente esa
frase> siendo <Mt ydp npuó’repav rS rowOv -roO ní~xon-os’ ¡att ~ d~’x’i lis5>~ns” una aclaración posterior cuyo sentido quedó explicitado en el
capítulo anterior al hablar del noús ‘constructivo’ y del ‘receptivot
En este punto se pondrá de relieve únicamente que es ésta la frase que
permite correlacionar el nofis ‘divino’ con el <~b návra nodv’ (aquí ‘io
notc4iv’) y el noús <humano’ 42 acepcIón con el <6 IRiVTcZ y(vEoOca’ (en
la presente <‘ron nóoxoirros~’). Sin esta frase (alB—a19) no habría
absoluta certeza de tal equivalencia, que se basaría en la pura
especulación.
Volviendo a le frase precedente (4306 17—1 0)—que si nos
coresponde analizar ahora— se ha señalada ya en ella algún punto
primordial: que, al no haberse establecido todavía la dicotomie de
campos léxicos —‘divina’/ ‘humano’— como se hará en a22—23 y ss., los
predicados que se atribuyen al noús son ambiguos: afortunadamente
esas líneas finales del capítulo despejan toda duda y se pueden
encuadrar como rasgos léxicos secundarios de lo <divino’ tonto
X#I.cTo~, como c4atyxjg o cinceiis. No estarían en esa situación
111.5 E/tifo ‘divino’ de noas 831
ousía y enéra~ porque como se dijo en muchas otras citas
precedentes se sabe que> sumadas, pertenecen decididamente al campo
<divino’; tanto en la 52 como en la 52 acepción se dicen del noús
asiduamente. Que el noús <divino’ sea una ousia ‘perfect« es, para
Aristóteles> lo mismo que decir que es pura enérgúa y ésta es
caracteristica central tanto del Dios como del Noús , tal como se
repitió hasta la saciedad en la introducción a este capitulo.
De ahí que sea el fl9~2 —pura enéroela, ousía ‘plena— o ‘divino> en
el Hombre lo imprescindible para “construir” el Saber de los Principios
en el aquí y ahora de la ‘inteligencia’ o noús ‘humano’, haciendo posible
la <intuición en acto> de dicho Saber; sólo una puro Qfl~rgeia puede
propiciarlo, sólo un principio ~optoíós, ~ayY~Sy T«Olg hace
posible la transformación en un noús ‘humano’ dependiente de la bXi1,
al fin y al cabo, que ha de ser ‘forzado’ por una ~jja; pero no distinta a
su propio funcionamiento como noús : sino por lo única que siendo
separada de la materia (~‘Eu iV~.qs) no es diferente, pues es un noús
aunque sea <divino’. La crítica que le hacía a Anaxágoras no afecta a
su propia concepción: el noús- viene de fuera (O4x$’cv). que es otra
ausía (y, por el lo “eterno”, etc...), sin embargo, su función gnoseológica
es idéntica e ,incluso, en el caso del Noús <Divino’ no hay sino un rasgo
jerárquico superior al del noús <divino’ en el Hombre y, aun mayor, al
<humano’. De esta forma se mantiene la cohesión gnoseológica, la
analogía de la tundan -dentro de la jerarquización del Cosmos- tan
cara al de Estagira.
Le segunda frase es más novedosa que la anterior: Xwueeis’
<voOs’ > 8’ CGTt lIOt’OV ¶0116’ CITEp fUTl, KW. 1’OUTo 10V0V «BUIVft¶OY si ~wv. “~ 1
Sin embargo, nos recuerda citas ya estudiadas. Desde todas aquellas
1 corra ya se ha repetido en OeA,,. 430a 22-23 lo que hay es una <elisión del término>.
~~~1~
111.5. E/tifo ‘divñ’io’denous 632
citas en las cuales se aludía a lo ‘ya separado> con términos próximos
a este <xwíús.oeds’ a las otras menciones a lo eterno” a lo “inmortal—
incorruptibl& incluso del propio DeÁn
Comenzando por <xwpcced;’, este participio aoristo pasivo
significa <ya separado>, en un sentido de realización plena de lo
anunciado por el xÚ*’.a¶ó& anterior.1 Igual que ocurriera con el
KEX(OPWIAEVOP tanto de EN. como de De An 431b 17;2 pues tanto
como ~¿~wpto~.tcvovexpresan el mismo aspecto verbal, asaber, la acción ya acabada.
A continuación, dos expresiones suscitan muchos comentarios —
«vofig> ¿OiL ¡.uSvov.~.’ y <‘roiho i.tóvov’— desde luego son centrales:
designan, por un lado> un mamento temporal —“sólo cuando ya ha sido
separado”— y. por otro, una característica exclusiva —sólo el noús
‘divino> cumple esos requisitos de “incorruptible” y “eterno”—. Si
cupieran dudes (despejadas en otras obras y otros libros del De An )
sobre la negativa de Aristóteles a la ‘inmortalidad del individuo’ o del
‘alma—forma’ de ese hombre concreto> este ‘¡.u5vov’ de la parte final de
la frase ayudaría a aclararías de formo rotunda. En este sentido se
expresaba ya Nuyens: «.. dans le systéme aristotélici en, u n’y a pas de
place pour l’inmortal ité personnelí e.».3
En cuanto a <deávctrov ¡<cxi. dí&ov’ poco queda por decir; quizá que
es designado como rasgo básico del noús <divino’ en el Hombre
en el Libro II del Da Anima: ‘ Té dt&ov..,’ (413b 24). Además, tanto
allí como en el Libro 1 (408b 16—b29) se nos oponía a ‘6 4ectfrró<
1 o por el xwí4atnde 4? 3b 24.2 cfr un participio de perfecto medio pasivo, icexupw~évov, es la forma más redundanteposible de designar una acción qe terminada; aun cuando nuestro xú4)u~elg ,participiosorísta pasivo, no le vaya a la zaga como expresión de la acción acabada. Por cierto, al finaldel presente epigrafe se hará referencias ese pasaje del &An. 451 b 17 que refuerzaalgún aspecto aquí expuesto.3 1. ct, pág. 309.
111.5. E/tigo ~Yviño’de naos 633
(“corruptible, perecedero”);t siendo éste último el contrario claro de
dOdvcno~.
—Finalmente, recordamos la cita de 431b 17 que, no
perteneciendo a este tipo de noús sin embargo refuerza todo lo que
estamos exponiendo del Libro III: “ ~‘ QM~ 5¿ ¿ vo~s’ ¿m’w, 6 ~wr’
Wpyeuw, d np¿wn (vo6wl.’ Ap~ 8’ evfiexeln t~’ ~e~opiq&¿yciyn voetv
whdv 5vr« p~ .~xúpiauévov ¡ieyé6ous’, fi o5, w~ntéov 5a~repov.» O sea> «De
manera general, el intelecto en acto se identifica con sus objetos. Más
adelante> por lo demás, habremos de examinar si el intelecto puede o
no inteligir algo que exista separado de la materia, no estando él
mismo separado de la extensión».2
Texto que nos confirma que el noús <humano’ <gtj KExwfxal.LEPOV
fxEyOou§’ o sea “no está separado en la extensión”, tal g como se
explicara en el capítulo anterior, no es una ous(a independiente,
<góvog’ como el noús <divino> que ahora nos ocupa: tan sólo es
separable” (Xwptcrró~) en lo “conceptual o terminológico” (¡<ctr& Myov)
como se nos anunciara ya al arrancar el Cap. IV de este Libro III.
En resumen, igual que se dirá del noús ‘humano’ que es áITc~~,
etc..., en otro sentido, se dice separado”; pero, puede advertirse lo
cuidadoso que es Aristóteles para evitar toda confusión léxica, dentro
de sus inevitables limitaciones (que son, muchas veces, más
conceptuales que expresivas). Así en la frase a 17—16 la acumulación
de rasgos —aun siendo estos equivalentes— señalaba ya una dirección,
que los dos últimos resolvían de forma definitiva —ousia.enérgeia
—
para todo aquel que conociera obras precedentes como Me/ni A. Y, más
adelante, en a22—23 el término definitivo> cK&ov, aparece debidamente
1 Para ser exactos, en el Libro 1. es al verbo correspondiente u no al adjetivo a quien seopone el término que venimos comentando2Tomés calvo Martínez, Ácern*/41me pág. 240.
111.5. E/tifo diwno>denous 834
arropado por un participio aoristo pasivo (xwÍxoOdg) que no admite la
ambigúedad (¿“separable”/ “separadQ”?) de X(A)pLGT~. !J un término,
docWcrrov, opuesto a 4*ap’r¿&, el rasgo más notorio del noús <humano’
en múltiples ocasiones como ya se viera)
Es sin duda tiempo de abordar las citas de cierre del análisis
textual de esta 62 acepción, los conocidos pasajes de Generauiane
Anirnol/urn:
El primero de ellos nos sirve de propedeútica:
“O~4vervpomosoi~44uvKdL1uos, ¿poios ~mt ¿rt íú’ b.Aow 44w 5narov 9o ywtrw. to reXos’, id 8’ ~u5v Ant to< , ,. ‘ ‘ ‘rnxaro1> ¶1~s’ ~fVf~XW9ieAos’. Ato ~t nept vou, nore Icut ncu~ iteraAaPPw’et ia’.nóoev i’& Ijc¶¿XoV¶a ¶aiiíns’ ‘as’ doxíii, ~xa r’ ctnop(av iv~dariw, mt ~¿npo6~ei&tt Ku¶a S6inww A4eiv ntt rufi’ 5~w ¿v8éxe¶w.. ‘MIM 736b 5]2
Su carácter introductorio proviene de las tres preguntas de la
segunda de las frases sobre el noús: <mire mt ndk veraXaiÁO¿va ícu~ uóoev
iii perepvr« ra~ri~s’ rfis’ dpxfk>; son la a) ITOTE (“cuándo”), b) n&
(“cómo”) y c) nóOEv (“de dónde”). Tampoco es menor la importancia
del final de la frase ‘~xet ‘r’ ¿nopiav nXeíar~v’; así pues, la ½ayorde las
aporía< es dilucidar estas tres cuestiones acerca del noús: “cuándo”,
“cómo” y “ de dónde” entra en relación o participa de los seres en los
cuales se encuentra.
Quien valora excelentemente las soluciones posteriores (o su no
consecución) de las tres aporías es Barbotin:
1 c~. cap ivde esta Parte III; apartado 2.2.2 En versión de P. Louis para Les Belles Lettres: «En effet, un gtre no devient pas <un seulcoupanimal et homme,animal etcheval,etil envade mame pourlesautresvivants. Carla fin se manifeste en tout dernier lieu: or la fin de la génération, Cest le caractéreperticulier de cheque gtre. VoilA pourquei,en ce qui concerne aussi Vi ntellect, savoirquand, comment et <oC. les ~tresqul participent A ce prir.cipe en re~oivent leur part,coíi,titue un probléme ext¡imement difficile. Ii faut easeyer de le comprendre dans lamesure de 1103 moqens et autant quil peut atre résol u.» (Véase Bibliogr.).
111.5. E/tifo diwño’ de naos 635
«La détermination exacte du mode de pénétration de l’intellect dans l’embr~jonsuppeseraít une théorie compléte de se préexistence au dehors et de sas rapports avecl’homme individuel; le probléme de 1 ‘apparition de l’intellect pose celul de son originemétaphysique: le n~ et le náre se commendent ¡‘un Fautre.. et, chez Théophraste comme
chez Aristote, retiennent un résidu d>inexpliqué.».1
No resolverá Aristóteles (ni. como comenta Barnotin. su
discípulo) las cuestiones planteadas aquí pero los dos próximos
fragmentos de CA al menos intentan abordar antes que nada la tercera
cuestión: “dónde” o de dónde” para ser precisos; con ese adverbio
(OdpaSEv) da una cierta respuesta, aun dentro de su ambigúedad. Por
cierto, n¿íc no queda menos oscuramente explicado y TI no se
aborda en absoluto: si lo fuera aclararía las otras dos aporías, al
explicar el mecanismo de ‘penetración—participación’ se expondrían las
condiciones necesarias (entre ellas el momento temporal) y se
deduciría mejor el origen. La imposibilidad evidente de contestar al
cómo” (n&&) es una confesión de impotencia por parte del Estagirita:
él mismo, sostiene en varias-obras —precisamente en las ‘biológicas’—
que la pregunta central para el conocimiento auténtico, el Saber> es
ésta: nók; luego, no contestándola respecto al ~ <divino’ en el
Hombre confiesa que no tiene un saber ‘científico’ (logrado por
9.pistéme) acerca delo que significa dicho tipo de nuestra palabra?
El otro punto inevitable es confirmar que éste noús es <divino’:
algunos autores confunden noÑ~, ~jjko,~, etc... en esta obra, con el
resultado acostumbrado, a saber, suscitando falsas contradicciones en
la exposición aristotélica. Queda claro, por contra, por el propio
contexto que <~j vor,’ruoj’ (<facultad racional del alma’) no equivale al
noús de la presente cita, sino que <ij voiyruaj’ es el grado jerárquico
1 ¿~ /téoríesrstoté/ÍÚe»w*I’Íutellxtd>sprés TI.épbrsste ,pég. 198 (ver Bibliogrj.2 Porque sabemos desde tl<tt que el t~9~-’Divino’, el Primer Motor Inmóvil, tampoco esaccesible por el saber ordinario’, ‘epistemolóqicoen sentido literal.
111.5. E/tigo ‘divino’ de naos 636
superior de las ‘facultades anímicas del hombre> —siendo las dos
inferiores mentadas aqu¡,’ “nutrición” y “sensación”-.
Por fin, en su aspecto propedeático el pasaje nos sitúa de nuevo
en los términos de PA 641a 36-bí: el noús <divino> no es objeto para
la e~js~~4j’y~e para la “ciencia física” sino para otro género de filosofar
que no se corresponde con los parámetros del saber científico
orientado al mundo ‘visible—sensible’.
EL segundo fragmento de CA es más famoso que el anterior:
‘<‘Oaow v6o &mv dox&w j ~vépyaa<xq¡aru4 SijXov &n ¶(W1a9 &veu
u4~iansda6vaov fjudoxav, olov paaicexv 4veu nofifr ~ne mt 840ev ddv&d56vaov. 05re
1d0 wh% KUO’ ak¿9 e{oIkv4n olóv r’ ¿xÚ*Íous o5xr~, di? Ev
ffl4I~¶t ewtevat’ to ~‘tI~oIlepIilL neptítajia pe¶uI3«AAO1JO1l9 TiI~ tp04*g eGTutÁeuTeTIa 8~ mv voi)v póvov Oi¡pa8ev ¿newt¿vau Betov etvat góvov” od6~v r~oa
4rofl ‘rj A’epyeíq wwowet oo~i~nn~ ¿vépyew.” (04 736b 28].2
A pesar de lo que pretendan interpretaciones ‘creacionistas’7 el
alcance real de las afirmaciones del pasaje es mucho més limitado. De
hecho, no hace Aristóteles sino una tajante escisión entre el noús
<divino’ y las facultades anímicas que son “fuerza interna” del hombre;
en suma, trata de escindir al noús ‘divino’ hasta por su origen (frente a
las <facultades’ que no son <8lip~Ev ELaLEVca>, el noús sí “entra desde
1 Se trata de 736b 12 -b 14: “fl¡x~iov p¿v y~ &nav? ~otn 4fiv Ta ‘roi&ra¡11ev, aTopEvwg 8~ 8f~Xov 5n .aú nept ¶1K ino6qrwfi~ Xen’éov *uxiis nxt TTept imsvoirucfk~».2 En trad. francesa deP. Louis: «[En réelité,il «est pos possible que Imites les facultes delime existent <avance, et voici qul le prouve;l peur tous les principes dont l’action attcorporelle, 11 est clair qu’Ils ne sauralent exister sons un corps; pos de marche, parexemple, sana pieda. Par conséquant, it att également imponible que les facultés soientintroduites du dehors. car elles nc peuvent ni s”introduire deelles—nkmes, puisqu’ellessont inséparables du corps, ni pénétrer par Vintérmédiai re «un corps: en effet, le spcrmeatt un residu de la nourriture en voie d’élaboration. Peste donc que l’intellect seul viennedu dehors et que rut il soit divin: car une activité corporelle na den de commun ayee sonactlvlté& luí.». (Vé. Slbllogr.).3 Sobre las que volveremos luego y que reúnen nombres cornoS. Tomé~ de Aquino oBrentano, por citar autores bien lejanos en cuanto a época.
111.5. E/tigo ‘dirino’ de naos 637
fuera”> del alma entelekheia corporal. De ahí a considerar que este
postulado —<‘róv voflv póvov B6NOev énewtévtn a¿ Oeiov ¿pat góvov’— sea una
admisión por parte del estagirita de una ‘creación del noús por parte
de Dios’> y, de lo “incorpóreo” (dPEU aúipcrro~) o sea, de la nada”, hay
un abismo para una mentalidad pagana como la del estagirita. Es
totalmente anacrónica la interpretación creacionista, y sorprende
hallarla en alguien que es casi nuestro contemporáneo, como
Brentano.1 Pero quien mejor lo expresa es Nuyens:
«Saint Thomas d>Aquin et bien <autres aprés liii, font appel au pastage dii t~&irrshoir caractérisé par le mot 06p«eev, pour interpréter Aristote dans un sonscréationiste. Le fait que levoñ9 vlent «du dehors»signiflerait quil att créé, c.—A-d. tirédu néant par Dieu. Iette lnterprétation considérée au point de vue de se valeurphilosophique att sons daute fort satisfeisante; mais elle n’a aucun titre i ~treadmitecomme historiquement exacte.
Le concept de créstion att, en effet, inconnu au Staqirite. Dans toute son muvre, onne trouve pat la mcl ndre indication dans le sens <une telle doctrine.»?
Tal y como añade el mismo autor el clima aporemático del texto
en su conjunto dejan ver la insatisfacción y las dudas que
experimentaban el propio Aristóteles sobre ese ‘vofig O4xrSEv’, y su
conciencia de que tan ambigua explicación no le permitía llegar más
que hasta la seguridad de que al ser ‘independiente, inmaterial y estar
separado’ del cuerpo este noús no es <capacidad anímica> alguna y su
origen ha de ser ajeno—distinto al de las mismas: “sobreviene de fuera
mientras ellas son “internas”, ‘naturales’ frente a lo <divino’ que no lo
es.
¡ Cf. les des obras enumeradas en la Bibliogr.> más que nada en Aristótein.. págs. 175-176.2 Dc., págs. 314-315.
111.5. E/tigo ‘dirino’denous 636
Pormenoricemos ya los rasgos principales de las claves de estas
líneas tan debatidas:
..srpoúnáoxew (“existir previa¡~~ente”) lo considera 1-Iicks —
siguiendo a Zeller— equivalente al ‘¿yy(veo8ca’ que estudiáramos en
406b 16; a su vez> Zeller relaciona a ambas expresiones con ‘6iipc~cv
da&at> que veremos más tarde. En cualquier caso en el comentario de
la cita de DeAn ga se insistió en valorar este tipo de verbos. Baste
ahora recordar que serviría el presente, npoúncipxav, para resaltar un
rasgo más de lo <divino’ frente a lo ‘humano’ (zcomponentes del <alma—
cuerpo’) que no puede “preexistir” al propio compuesto humano
individual.
aveu sqioso~ aSuvaou unapxew, esta sería una nueva aportación a su
intento de delimitar ‘humano! divino> en sus aspectos ‘racionales’> a
saber, ~>vorp’uc¡j/ vofi~ (=la <razón humana’ vnsus el noús tdivino’); y
lo haría señalando que las <facultades anímicas’ “na podrían existir sin
cuerpo”, es decir, les niega ‘preexistencia’ e ‘inmortalidad’, mientras
que el noús <divino’ es <beii 4a¶og.JnT¿pxeu” o <npounáp~ew’.
<O~re ydp nh¿~ nx« a~i&q dmévm Xv r’ 4o$(urou9 o&n~, o5r’ ev
a~ian dméva&; compleja frase con otro verbo protagonista: ELOLEPQL
(‘entrar en casa de”, “entrar en el alma o la mente de”). Demuestra en
ella el de Estagira una consecuencia de las anteriores afirmaciones: la
dependencia ‘alma—cuerpo’ supone la imposibilidad de preexistir o
sobrevenir “desde fuera” de las ‘facultades o capacidades’ en una clara
oposición a tesis platónicas de todos conocidas. Luego, si las
1 Anhfto//ts¿~A¿Úm~comentarioa4O8b16:«go1nv éyyWe~u. (...>Ajudiciouscriticismvill befeudinZeller, Artstotk, Vol II, pp. 6note2,95 note 2 96 note 1 amI PP.119-123 <Eng. Tr.).On p. 100, note I,afterciting ?56b 15- 25, vhich corucludes ‘withlbs vords ... Zeller continues: “it is obvious that actordirq tú W npoúnáoxs» and Bl5pdEveiot¿v& are inseparabl y connected, ami that accordi nql y, it the laiter it trw of the t~usami of it alone, the former must alto be true
111.5. E/tifo ‘divino’ de roas 639
‘capacidades del alma’ no pueden “sobrevenir” (aquí ELOLEPaL equivale a
npoQnapx¿Lv) por sí mismas (dada la interdependencia del <alma’ con el
‘cuerpo’) ni “penetrar por intermedio del cuerpo”, en forma de QTTEPII«
han de ser internas”, ‘connaturales’ al ‘compuesto hilemórfico’ que es
la afirmación a la cual pretendía llegar desde el principio
Aristóteles.1
Aebrera Bí~ rdv voOv ¡ióvov O6paOev ¿neunév«t, pocas frases han visto
tan exploradas cada una de sus palabras:
Aenie~«x, lo que queda’> que se diferencia del resto por su no
ligazón con el cuerpo: ésta sería la más obvia interpretación, pero
como el estagirita ha efectuado en lineas anteriores una deducción por
eliminación de distintas alternativas, lo “restante”, “lo “que queda”
(=~dnE’r& puede aplicarse al aspecto lógico. Queda como diferente el
noús <divino’, pero esto significa que es el único factor al que se puede
aplicar de las posibilidades lógicas, a saber> que ‘venga de fuera’ en
vez de ‘dentro’ como las ‘facultades anímicas’ (“nutritiva”, “sensitiva”,
“racionar —ij voqruaj—) enumeradas aparte?
rw3v voOv p5vov oóp«eev ¿nexmha,3 tiene en 8dpc~e’ el máximo
interés y por ello lo estudiaremos aparte; <íóv voi3v wivov...
1 ~ ~‘ Verbeke, ‘Doctrine du pneuma et entéléchisme clin Aristote’; o del mismo autor,‘Comment Aristote con9oit l’immatériel?’ y A. Mansion, ‘Uimmortalité de lime <aprésAristote’, pare comentarios e algunos extremos de esta cita de 04 (Vé. Biblioqr.).2 Cfr. P. ttraux, en su artículo ‘A propos du NOT% ~T?A~ENchez Aristote’, pág. 271>(vé. BibliogrO’, nos ofrece tal esquema dedtwtivo:«1. Existerce antérleure des fecultés
& aucune no préexiste,b. toutes préextstent, ouc. certeines pr&xistent, <autres, non.
Z Lieu <origine des facultés:a. elles apparaissent dana la mati&e feurnie par la femelle, sana plus, oijb. elles ont été apportées dans la femelle par le sperme; alors, dana le m¡le,u. toutes viennent du dehore, ou~. atEune no vient du dehors, ouy. certaines viennent du dehors, d’autres, non.».
~Sépase que sobre póvov volveremos al analizar el final dele frase complete.
111.5. E/tigo ‘divino’ danaos 640
¿naat&ca’ trae inmediatamente en mente cLot¿vca <pues aparece junto
a edpcen’ anteriormente) y no puede ser casualidad: la equivalencia
que se establece entre ambos verbos derivados de L¿v~ es palmaria y
su aproximación a <npoúrrdp~av’ y ‘¿yy(vEa9a’ evidente. Que OupctOcv
es un refuerzo en el mismo sentido de este verbo, ¿riEwt¿vcft
(“sobrevenir> entrar en”) y expresa una localización espacial también
parece fácil de conf írmar;1 a pesar de las infructuosas negativas de
un Brentano, que —contra toda la abrumadora evidencia filológica—
trata de apoyar sus tesis ‘creacionistas> en un 04x18Ev presuntamente
temporal y desligado de todo factor local. A pesar de haberlo
intentado, la autora no ha hallado ni un solo indicio en el Cm~us a
favor de tal afirmación, y en léxicos y diccionarios generales e14x1« y
Odpc~Ev son también modificativos verbales locativos?
En resumen puede decirse que ambos hacen referencia a un “fuera
del recinto”, “de fuera” o “desde fuera” e indican desplazamiento local
de fuera a dentro.3 El fundamento filológico ya establecido> puede
hacerse una hermensútica más filosófica: en todo el pasaje se
pretende explicar que las ‘fuerzas’ que mueven los seres vivos
1 Cf. Nuyens, or., páq. 314: «Le mot O4xBev, signifie «de Vextérleur» -etagénérelement un seos local; nombre de passages cii font fol et le chase est tout A faitclaire.»[A5adeen nota: «Cf. 679Ú 22; 480a 30; 471b 5; 472e 12; 404a 13.».2 Cfr. P. Moraux, f.c., págs. 270-271, n. 45: «O6paaev. Les mots Oiipa&v y 66pa4e, Quiepparaissent un nombre considérable de fol, dans le & ~iwr. so/,»., se ropportenttoujours A Vespace extéricur au corps du vivant en cause. Ainsi, Vembryon est, Alanaissance, projeté 86p«4e, hors du corps de le mAre. Le sang menstnuel est ivecué 86pa4e,hors du corps de la femme. Ueni mal tire se neurriture Oiipa4e, de l>espace exténeur & liii,etc. Une tournure enalogue est emploqée dans certaines réqions de Wallonie, oú lesexpresslons i le¡sr/e, &veM¡¿¡sr/e remplacent *trrs et déslgnent ¡‘espace extérleur Ala meison.». Y, en espe5ol -a5adimos nosotros- estarían : “de puertas afuera”, lasafueras” (equivale e “los alrededores”, como campo que rodee Inmediatamente la ciudad).Cf. DÑcionen»é¿&,kl tsjw&’/, Maria iloliner, ed. Gredas, 1986 <reimp.).~Das únicos ejemplos: Absp. 480a 30 «Al leventarse el pecho> como es el caso de losfuelles, es for2úso que penetre el aire del exterior (íov «epa B6paeev> que está frió g consu refrigeración aQaga el exceso de fuego.» (Vé. la cd. de Gredas en Di bliogr.); y A~ 642b1:’ TaO ¿v’r6~ Ge Oepiau U~VTUC6WTOVTD5, A’ ~ «~et ‘Tel] 8~p~ev d¿po~ i~eL,,&s.’, según la versión de P. Louis para Les Selles Lettres: «Wautre part, comme lachaleur intérleure fait ebstacle A Ventr& de l’air exténicur, cette entrée se prodult quamI11 ye refroidissement.». <Ver Bibliogr.).
111.5. E/tigo ~‘iwño>de naos 641
Q<animados’) son internas a éstos: al fin y a la postre le misma
intencionalidad tenía el >Ee~a 472a 22 que viéramos en el segundo
grupo de obras’ el noús <divino’> por su carácter de <OEtQV ¡xovov’, o
sea> ‘~M5vov O6paSEv’ no sirve de ‘principio motor interno’ (porque
“viene o sobreviene desde fuera”), en suma, no es parte de la ohúsis o
<naturaleza intrínseca> de los seres vivos o sensibles o materiales que
pueblan la Tierra; las <facultades anímicas’ —el <alma’— sí son ese
factor intrínseco lo que las vuelve inseparables del cuerpo de cada
viviente; luego> llegamos una vez más a la conclusión de que es el
“hilemorfismo” dei los seres vivos el eje sobre el cual gira 64 y, desde
luego, todas nuestras citas del mismo.
ti eetov dv~’. póvor oiie~v ydp whoíi r~ A’eiweiq KOWOWE oapai’uoj
évépyeux. Por no tener “nada en común con actividad corporal alguna” es
por lo que se puede decir —de ese vofiv i.u5vov Oi$x~Ev— que es <Oáov’ y
él “solo” lo es: volvemos a recordar expresiones del De ,4n (<p¿vov
aOczvcrrov «a ~&ov> en 430a 23) tan próximas que no es entraña la
idea de muchos autores de un CA contemporáneo del DeÁn o escrito
inmediatamente después.
El noús “solo” (íxc5vov) es”divino” (eáov) no precisa explicación,
pero hay que resaltar que en la definición negativa de dicha expresión
que sucede a ésta (oú8~v...¿v¿pyact) aporta un rasgo positivo y
primordial en el Cap. y del DeÁn para ese tipo ‘divino’ de noús que
“sobreviene” al Hombre: el noús ‘divino’ o ‘04a0Ev’ tiene su propia
~mtgeia es un género ‘a-corporaV de ~~~geia.
Este cierre nos da pie para recurrir las pasiones ‘biologicistas’ de
estas obras del tercer grupo atreviéndonos a ofrecer al lector —como
magnífico resumen— un largo texto de Nuyens en el cual éste también
extrae sus conclusiones:
III. 5. E/tifo ?Iiwño’denous 842
«Rappelons”nous comment le Stagi rite, ayee una pénétration gui mérite toute notreadmiretion, a construit sa psycholoqie de l’homme: il l’a élaborée en abordant de deux c6tesdífférents l’objet & étudier.
En premier iieu, du c8té du corps. Le corps et lime forment une substance une, se
rattachant l’un & l>autre comme puissence et octe, comme matiére et forme. lís ne sontpoint deux «choses»juxtaposéesou existsnt l’une dans l’autre; mais constituent ensemble
un ~trcunique, une seule substance. Et par lA s’explique l’interaction des (orces ph~siqueset psychique dans Vhomme.
Mais, dans son étude del ‘homme, Aristote est parti éqalement de la pensée. Qn trauvechez l’homme une connaissance universelle, ebsolue, et dont la validité est indépendante dutemps et de l’espace. Cette connaissanee suppose un principe immatériel, et done
indépendant dii corps Ii en résulte, ultérieurement comme on Ve vu, que ce principe
immatériel de la pensie nc peut gtre produit avec le corps, mais doit postéder uneexistence en sai et ~tre«éternel» (d~wv).
Qn a done, «une pert, l’Sme, cause formelle dii corpa; d>autre pert, le principe de lepensée, principe immetériel et éternel. Mais Aristote n’a pas poussé plus bm (du moins
dans tos écrits, tel que nous les connaissons). La reletion entre le *uxii et le voO=dansl>individu humain est restée paur liii un mystére dm4 la sal ution luí a échappé.»J
El texto final se presta a discusión por hallarse parcialmente
corrupto y, por consiguiente, prestarse a varias lecturas,2 según el
manuscrito elegido por el editor o comentarista de turno:
“Té ~ t9~ yovfk c~tjrn, ~v ¿b ouvan~pxeía id í~ 4tuxucfk doxñs ~d¡ih
6v ad~iaros, ~xnq 4inepa«vp¿vei-at it OCtov -rowOro9 8’ ¿ar’w ¿nÚ~o6vevos p<jl]~~ 70 8’ ¿xd~w~rov) roiho io 4a í4~ yovi~ Btu>diet«x ti1TVEWaTO1JTW, $OW ~xov~ypdvti ii8ar~r¡. >‘ 1 &fl37a i0].~
1 ¿.c., pág. 317. (Vé. Biblioqrj.2 No conviene, pues, prestar demasiada impedancia a tal texto final, pues nos apoyaríamosen el poco firme suelo de una versión oriqlm¡ sujeta a muchas dudas filológicas; noslimitaremos a insistir en los factores que sí coincidan con los vistos en los dos pasajesanteriores.~SegÚn uiuestr~ versibr¡ de Les Belles Lettres: «Quant Ala matiére du liquide sérninúl, guisert de véhicule & la portion du principe psychique (une portion de ce principe estindépendante de la matiére diez tous les &res oú se trauve mdii, un élément divin —tel estle caractére de ce qu’on appelle intallect— tandis que l’autre en est inséparable), cettematiére de la semence se dissout et s’evapore, du fait qu’elle posséde une neture humide etaqueuse»
111.5. E/tigo ‘divfrio> da naos 843
Si aceptamos el texto griego y la versión de Pierre Louis —buen
especialista en textos biológico—psicológicos de Aristóteles—1 estaría
en consonancia el mismo con el párrafo que acabamos de explicitar
algo del ‘principio psíquico’ no depende de la materia (=no es
“corpóreo% xúuh~oí¿v 8v uúiga’ro~) u ese algo coincide en estar
presente (4uTqnAaj.t~dvcrca) en aquellos ¿seres? (=6aot) con “algo
divino” <zfl OÚO» no puede ser una expresión más ‘neutra’). El resto
sería áxÚipLoío~, “inseparable” del cuerpo.
Del extenso comentario de E. Barbotin,2 al presente fragmento de
lección griega dudosa,3 extraemos un párrafo de sus conclusiones:
«Por contre —le Stogirite et l>Erésien semblent bien le supposer— seul Vintellectsubstantiel, éternel, inengendré et incorruptible, préexiste & l’homme individuel. En
penttrent dans l’embrtjon & l’origine de la ‘ile, it g rencontre des énerqies ph~jsiologiques et
psychiques —véqétatives et sensitives— issues dii determinismo biologique, mais seprésence ¿veille dons l’~tre en croissonce une faculté toute nouvelle: l>intellect potentiel;cehui—ci se trouve enveloppé, indos dans Vensemble de virtualités dont Vembrgon est
parteur. la pensie personnelle derneure solidaire des conditions phijsiologiques: elle doitdisporaitre Ale disaelution dii compasé, tandis que survivra l>intellcct substantiel »
Dejando o un lodo algún detalle {como el “intelecto posible” del
que habla el texto y proviene en este caso de Teofrasto>, es ésta una
explicación altamente probable —aunque no esté literalmente expuesta
en CA- del sentido del pasaje. Teofrasto nos ha facilitado, tal como
1 Nótese que no es un factor menor: un experto en lógico aristotélica, par ej., de poco nosserviría como ¿xtordas por la diferencia léxica de un tipo de tratado a otro; de P. Louis esun artículo sobre vocabulario técnico de Ari —enfocados los aspectos biológicos, ya conocidopor el lector- y el índice de ‘términos bilológicos’ del mismo se halla publicado en LesBellos Lettres, f /rsdex des Tralla &o/c~gws, incluido en el mismo volumen que /*rckeésAMmgv,x~ tkoI’rAWO/ ¿*sAn/mear};vé.. para todo ello, la Biblioqr.2 Que discute el párrafo en su conjunto e incide> por tanto> en las cuestiones puramentefisio-biológicas del final del texto <rofl’ro íd ~ia ífk yovij~ 8mA6e’ra tuinvet±arouían,«cii’ ~xovúyp¿v icd ii8ai-di8~),qdejamos nosotrosaunlado parencontrarse fuera de nuestro objetivo ya. Cf. págs. 175-200; u pare lo mencionado, sobretodo, págs 177-189 y 198-200, vé. Bibliogr.3 Recuerde el lector que en dicha obra se comente la noética de Aristóteles ala luz de la deTeofrasto, y en este caso> se propone la aclaración propiciada por el discipulo el oscuropasaje del maestro.
La /ñéóneensto/é/hntnne cte 1 ‘ñ?te-//xtdiprb T/bpkr&~e, págs. 199- 200.
IIl.5 E/tigo ‘Úirino>danoús. 844
pretende Barbotin su comprensión, pero no ha terminado de despejar
cualquier duda: el origen del noOs <divino’ no se explica más allá de la
certeza del Olip«$EV y todos esos verbos que aluden a “venir desde
fuera o sobrevenir” . Por otra parte, y aun cuando ya Teofrasto se
creyera obligado a dar alguna aclaración más (entra en el embrión
desde el origen de la vida, por ejemplo) no parece que Aristóteles
estuviera descontento de las lagunas —evidentes para él— de su
explanación: en su científica mentalidad no explica lo que considera
más allá de toda explicación epistémica, fuera del Saber científico
propio de las ciencias físico—naturales; no es CA el lugar, en resumen,
ni par método ni por objetivo, para explicar más sobre el noús ‘divino’.
Además, éste asunto no en vano fue calificado en la primera de
nuestras citas de CA como <&ropíctv rrXELaíflv>, advertencia a la
imposibilidad de contestar —desde sus presupuestos en obras
biológicas— a las preguntas sobre esta última acepción del noús.
III 5 Conclusiones. 645
CAPIrJLO Vi: CONCLUS.ONEt
O. INTRODUCCION.
limitaremos en el presente capítulo final a
ofrecer un resumen de deducciones a partir de los prolijos análisis
textuales realizadas a lo largo de la exposición de las tres partes de
este estudio. O sea, Centraremos las conclusiones en datos mug
globalizados, cuua fórmula expositiva más ad bac es> a no dudar, la
estadística. Este resumen estadístico permite sobrevolar problemas
hermeneáticos antes desmenuzados al detalle g deducir conclusiones
de cariz filosófico sin caer en la divagación o la ambigOedad; defectos
ambos muy habituales sin un núcleo tan firme como el propiciado por
la estadística.
Por todos los motivos antes enunciados, formarán estas
conclusiones finales del trabajo dos grandes apartados: a) exposición
global de datos estadísticas —extraídos de todo el desarrollo de la
tesis— y b) deducción directa de conclusiones filosóficas a partir de la
primera parte del capitulo, sin desviación alguna a materias
colaterales gio conclusiones no imbricadas con las estadísticas.
111.6. Conclusiones. 646
1. CONCLUSIONES ESTADíSTICAS.
Precisiones previas.
Para la elaboración de las estedísticas —ofrecidas en forma
simplificada can los consiguientes gráficos— se tomaron datos de:
6. Los capítulos de rasgos gramáticales y estilísticos; por
ejemplo, el Cap. ¡Ide la Parte 11 gel Cap. 1 de la actual Parte Iii.
b. Los capítulos centradas en rasgos semánticos del léxico; como
es el Ceso de los Cap. u, iii, iv gv de este Parte III.
c. Los Apéndices construidas gracias al conjunto de la exposición
<englobando ambos aspectos, 6 y b)
+ el de Conjunto de Citas de los Predecesores de Aristóteles.
+ el de Expresiones y Locuciones usuales que abarca las que van
de Homero a Aristóteles.
+ el de Conjunto de Cites en el ¿‘orpus or¡s/o/e/icurn, tanto de
las obras auténticas coma de las apócrifas.
+ y el principal, el Apéndice que contiene un listado completo de
dichos citas del C’or,ous o ‘Lista completo de pasajes de nóos—noús en
Aristóteles’; pues no es solamente una lista con inclusión del caso
concreto del vocablo (nom, ac., gen. o dat.) sino que se ha aprovechado
111.6. Conclusiones. 647
para añadir en elle, a cada cita, clase de uso; a sea heredada a
propiamente aristotélica.1
Con tal cúmulo de datos se elaboraron modelos estadísticos de
frecuencia de los cuales las gráftoas que exponemos a continuación
son el resultado final.
1.1. EXPOSICION GRAFICA DE LOS DATOS.
Se despliega la mentada exposición alrededor de varios
argumentos: a> citas de obras auténticas o no, según usos ¾tulgnreso
técnicos; b) clasificación en tres grupos de los escritos denominados
aristotélicos; c) datos centrados en los casos de noús• d) habrá
análisis de las seis acepciones del término; finalmente, habrá
correlaciones a dos o tres bandas de los cuatro motivos anteriores.
Comencemos por los gráficos que afectan a 6)
1 Recuérdese que esa uso herencia del pasado incluue: a> expresión o locución anterior aAristóteles;b> Kc/fln~ ¿0UZ c>citas textuales de sus antecesores; gd) paráfrasis oalusiones a los autores precedentes. En cuanto al use enmarcado dentro del vocabulariofilosófico propio de Aristóteles se divide en das tipos de la palabra (‘divino’/ ‘humano’>encuodraiosenseisacepciowts: ~ 3~ 42paroel ‘humano’ ,~ 5~ -62 para el ‘divino’.
111.6. Conclusiones. 848
28,38%
Eiráflea n9 1
• Usos vulgares’• Usas ‘técnico?
71 ,6fl
La expresión ‘uso vulgar’ le resultará familiar a nuestro lector,
pero no está de más recordarle qué significa concretamente: citas
directas de otros autores, paráfrasis o alusiones a sus predecesores
(literarios o filosóficos) —incluye los ‘usos técnico< de filósofos
anteriores—, vu4iarÍs usas (expresiones estereotipadas), o locuciones
heredadas del lenguaje corriente.1
Por contra> serían ‘usos técnicos’ todas las acepciones que hemos
hallado en el naOs del estagirita, pertenezcan al tip ‘divina> o
¡¡ugataflO
Esto incluiría las expresiones y locuciones innovadoras del propio
Aristóteles.3
Con nuestro primer gráfico tan sólo vemos a muy grandes rasgos
la proporción de ambos géneros de usos: menos de la tercera parte
(29% aproximadamente) se englobarían baje la etiqueta de usos
vulgares mientras dos tercios (71% aprox.) constituirían las seis
1 Cf.la Parte II,especialmente,el Cap. III para las citas, alusiones,etc.... ijel Cap. II perala herencia de locuciones q expresiones más preÑiadas.
Cfr. capituks II, III, IV Y de la presente Parte III.~Ver el Cap. ¡de esta misma porte final.
111.6. Conchisiones. 84g
acepciones del término que, divididas en dos tipas, hemos constatado
en el actual estudio.
Que toda la herencia —tanto de usos literarios como filosóficos—
tan sólo ocupe un tercio de las citas de nuestro vocablo nos dice> sin
embargo, bastante de lo técnico que es el lenguaje aristotélico en el
campo noético.
Mas, para profundizar seré preciso tener en cuenta nuevos datos,
e traves de otras gréficas, éste seré el primero de ellos:
Gráfico ri~ 2
‘jiUsos ‘técnicos’ 4/11
• Primer Grupo• Apócrifos
Usos vulqare?
100 200
Como se ve, nos ocupamos ahora de dos distinciones a la vez <en
el primer grupo de obras) : usos •vulgares’/ ‘técnicos y obras
auténticas! apócrifas. O sea, se recuerda la discusión sobre la
autenticidad de algunas obrás atribuidas, tradicionalmente, a
Aristóteles. Se recordará, también, que hemos optado por una actitud
conservadora,’ eliminando solamente los escritos generalmente
admitidos por los eruditos como falsas atribuciones a Aristóteles:
•154/12
yo
1 cf. Cap. II de esto Parte Iii. O para una listo de apócrifos, vé. la listo de Abreviaturas.
¡11.6. tandas/anas. 650
algunas obras del ¿‘arpus oris/a/a/icum propiamente dicho,1 varios
añadidos (por ejemplo, las cartas suelen ser falsas, no sólo las de
Aristóteles, como es el caso) y algunos fragmentos de presuntas obras
perdidas, que constituirían en realidad obras de escuela.
En nuestro gráfico n2 2 se advierte que hay mayor proporción de
citas apócrifas entre los usos vulgares; lo cual era de esperar> pues
los discípulos o imitadores utilizan expresiones habituales de la
Lengua con mayor facilidad que los tecnicismos exclusivos del
estagiri ta?
Naturalmente, también adoptan, aunque en menor medida, usos
técnicos; sin embargo, todas las obras apócrifas las consideramos en
este estudio como inmersas en une gnoseología muy primaria yio
academízante, lo que las sitúa en el primer grupo de abras
aristotélicas, junto con el resto de los libros aristotélicos afectos a
la misma estructura gnoseológica simplificada —en comparación con la
de escritos de los otros dos grupos—.
La consecuencia es que todas las citas apócrifas -sean usos
técnicos o vulgares— pertenecerían al citado primer grupo de obras y
eso excluye su ubicación en acepciones —usos técnicos— como la 2~ o
lo 32 acepciones que no existen en esos escritos del primer grupo.
Pero, aunque no figure en la gráfica, podemos aclararle ya al
lector que en su totalidad las citas apócrifas técnicas —que no han
merecido pertenecer a los usos vulgares o heredados— son de la )2
acepción y todas menos una estarían en el uso marcado de ésta: luego,
consistirían en típicas alusiones a la mens o ic/Ñ/ligentia de esa
1 <Sfr. el Apéndice básico pare elaborar les estadísticas, también contiene une dehmiteciónde citas apócrifas (a).2 g los falsarios lo hacen con clare intención de confundir al lector —pare darle caráctermás antiquo al escrito— al usar expresiones prefijadas.
111.6. Conclusiones. 651
gnoseología academicista. Nada más lógico en escritas hechos a
‘imitación de’ o en seguimiento d« un autor reconocido, como se acaba
de explicar.
Además, si aún no se ha olvidado el detalle, la ¡2 acepción (— o O
es casi indistinguible de algunos de los usos vulgares [expresioneso
locuciones, usos técnicos de presocráticos o Platón]. Nada mejor que
lo dicho para comprender la escasa transcendencia de estas citas
apócrifas (29 en total), pues las hemos clasificado bien como usos
vulgares (12>0 bien como parte de la 1~ acepción (17).
Pasemos> por tanto, al siguiente gráfico, que ya introduce un
segunda argumento de los cuatro enunciados (el b>:
Grñfico n~3
• Primer grupo• Segundo grupo• Tercer grupo
8,11%~ 63>51%
La simple distribución porcentual de acuerdo con los tres grupos
de obras que hicimos en su momento,1 nos resalta el gran número de
1 Aunque se ofreció qe dicha lista repetidamente, quizá lo mejor sea a5adi ría aquí:Primer grupo dv obr&: ~4n.Fb.rt, Top., ~»F•,‘HuatA, ‘M4’ 4ibívSj /34/Zitnu////,
¡U, #Pkusn~rn f~ ‘~‘Probl ~, It/a, /~t*ts~,libros a, 1’), FN frxcepto e/Libro EQ,¡It?, Ef, Aif, A’MI., A/» Ab’sp, Proir, trayzrnta ¡‘art,, #fp¿5/u/e~Sequndo grupo dc e%n¶o~ ~ PA ¡libro!) q FN/hM? fi
28,38%
1 ¡ ¡.6. Conclusiones. 552
menciones que surgen en abras del primer grupo, mucho más numerosas
que las inmersas en las otras dos, por cierto. Realmente, si se mira la
cantidad y longitud de escritos implicados, hay mayor proporción de
citas en el tercer grupo de obras que en el primero de ellos. Y si se
mira por acepciones> solamente la última de dichas agrupaciones de
libros contiene casi todas ellas (menos la 5~>, estando en el primer
grupo mucho más limitados dichos usos técnicos (ya que no aparecen ni
la 22 ni la 32 ni la 42)3
Con los dos cuadros que vienen a continuación confrontamos datos
de los das apartados (a y b):
Orifico n2 4300 -
— U PrunerGnipo• $oócnfos• Segundo Onipo~ TercerGrupo
2002
1002
o-,Usos N’ulqares’ Usos ‘tócnico<
Clases de Usos
El primero de ellos, nos deja ver no sólo que la mayoría de los
usos vulgares son de obras del citado grupo primero de los libros,
sino también que —en proporción— son más numerosos los apócrifos que
pertenecen a dicha primera columna, la de usos vulgares.
Sin embargo, la proporcionalidad global (la correspondencia entre
usas vulgares y técnicos del grupo Wo del Y o del 32) se mantiene
Tercero de los grupos- IbAn., Ños., tkm., 64 (u los dos pasajes conservados del libro ~del ÑA
t,. ofrecidos por Bekker como Fraqmentos >.1 Cf. la escasez de escritos del segundo grupo Impide compararlo con los otros dos
111.6. tonc/us/ones - 853
con una rara regularidad: hay tres veces menos usos vulgares que
técnicos en cada uno de los grupos de escritos —si dejamos de lado a
los apócrifos—.
Pero este segundo rasgo se ve mucho mejor en el segundo de estos
gráficos, donde figura el número concreto de pasajes:
Gráfico it9 5120
loo
80
60
40
20
o
• Primer Grupo• Ap4cflfOS• 5e~undoGrupo~ Tercer Grupo
Como se habr6 comprobado, únicamente los apócrifos
desequilibran ose aproximado uno a tres del que hablabamos.
Pasemos ya la tercera fuente de datos: la que proporciona la
declinación de nuestro vocablo.
11~7
•0
04
t
16
04
Usos vulgare? Usos ‘técnicos’Clases dc Usas
La gréfic.a inicial es, como siempre, sencilla:
11L6. tonclus/ones. 654
Grafleo ~2 ~
200-
*0
lOO- • <Sisas totales• Apócrifos
t1~~’
Nominativo Acusativo Genitivo Dativo
La misma nos presenta dos únicas variables: pasajes totales
según su caso! según su autenticidad o no. En los cuatro casos se
incluyen en la primera de las columnas la totalidad de casos en
cuestión u si se restara la segunda de las columnas se obtendría el
número auténtico de citas de ese caso en concreto. Tal precisión
permite a quien ve el grñf ico notar la escasez en su número de tales
menciones apócrifas; apócrifos que, según se ha deducido de gráficos
anteriores, además son irrelevantes por el escaso valor técnico—
filosófico contenido en dichos fragmentos no auténticos de
Aristóteles.
Solamente se extrae de esta comparación alguna observación
imprecisa: que hay un alto número —en comparación con el nom. y el
gen.— de citas apócrifas en acusativo y dativo; la única explicación
estribaría en la abundancia de expresiones y locuciones —heredadas o
no— en las menciones no auténticas) De moda que algunas locuciones o
perífrasis heredadas en acus. o dat. serían la explicación; pero, dado
que en dat. son solo dos citas, centrémonos en el acus. al ser muchos
<Sfr. Porte II,Cap. II,citadasen notas, como 3iempre, las menciones apócrifas, supuestaherencia del pasado en el lenquaje aristotélico.
111.6. tandas/anaS. 855
más casos y lograrse mayor validez estadística.
Recuérdense, al respecto, las expresiones heredadas en acusativo
como ‘r5v voi3v ~xetv‘—en varias formas verbales— <la más frecuente
de todas) o ‘Kcvr& vofiv>, menos habitual. De igual formo, en los
apócrifos técnicos o de la 12 acepción —la más neutralizada ucolindante con el empleo vulgar del vocablo— aparecen expresiones
léxicas: ‘up¿s 9’v vofiv’, ‘i&O~ov vofiv OFIEV, ‘flE~t 1>001>’, <6 gd’
vofi& noXMiv’.1
~portanmás información otras cuatro gráficas que correlacionan
las cuestiones o) y cT Comencemos por la primero de ellas:
6rático ~2 7120
loo
80- E
E
60 r • Liso ‘técnico’t U Uso’vulga?
1~
40y
2O~ tI
Á ]Nominativo Acusativo Genitivo Dativo
CASOS
Su rasgo más sobresaliente nos lo ofrece el caso acusativo: son
más los usos heredndos o estereotipados (55) que los inmersos en
acepciones aristotélicas (39). Sin duda, este fenómeno guarda
relación con el de los apócrifos que acabemos de ver: es en acus. donde
1 Cf. Cap. 1 de esta Parte III donde en notas se ofrecen, generalmente, estos casos noauténticos. Fijándonos en esta última expresión en nominativo nos obliga a recordar queson una docena las menciones en ese caso de paragrafos apócrifos, can expresionesheredadas o no <con mayor frecuencia nueves) adjetives, nominales o adverbiales en lugarde preposicionales, como es lógico hallándose excluidas las de tal clase.
111.6. Conclusiones. 856
abundan las expresiones y locuciones; baste recordar las más
frecuentes —alrededor del < ‘Mv voOv ~xav’—y otras, como la ya
citada <«tía vof’v’. Por su parte, en esos casi cuarenta usos técnicos
o del propio Aristóteles también hallamos expresiones, como esta
innovadora: ~ itt’ vojjv’ -
El segundo de este subgrupo de gráficos se ofrece en das
versiones, la segunda simplificada, para la mejor comprensión del
detalle y es ese gráfico n2 6 el que analizaremos con antelación:
Gráfico n2 8- Complementario120
loo
80-~ Use
60 -4- Ap¿aifos —1-~ Liso vulgar -
40 -O- Ap6crifos-2
20
oNominativo Acusativo Genitivo
CASOS
120-
loo -
80-
60 - -O- Uso ‘técnico -
-4- Uso vulgar -
40 -~
20fl
o.Dativo
Gráfico j~2 8
Dativo
Nominativa Acusativo Genitivo
CASOS
111.6 - tonclus/onss 857
En el esquema simplista que precede inmediatamente a este
párrafo destaca el rasgo anómalo del acusativo, su desmedido número
de usos heredados y locucionales. Pero también permite advertir algún
aspecto menor: que la distancia mayor se da entre el número de usos
técnicos del nominativo y de sus usos vulgares; en segundo lugar,
encontramos que una nueva separación en el genitivo deja ver como
convergen mucho las líneas en dativo: por tanto, acus. y dat. (éste en
menor medida) son las casos con mayor proporción de usos heredadas o
estereotipados, igual que lo fueron de menciones apócrifas; en
consecuencía, ambos rasgos puede decirse definitivamente que estén
en correlación.
Del gráfico más complejo (el n9 O—Complementario) sólo nos
fijaremos en la obvia escasez de los apócrifos, que experimentan un
alza, eso sí, en acus —ante todo en los usos vu1gares~- apócrifos— y en
daL; pues al ser tan escasos los noús en dat. los apócrifos se destacan
más en la gráfica.
La última de las representaciones de este subgrupo integra la
mayor parte de datos, de ahí que se haya pospuesto
I1[6. Conclusiones - 856
GrMico n2 §120
loo
80
60
40
20
o
• Uso ‘técnic&• Apócrlfos-1• Us&vulgar~ Apócrifos-2
Dativo
Si el lector lo interpreta rectamente,1 advierte como engloba
todos los rasgos que hemos ido destacando poco a poco en los que le
han precedido (del n9 6 al 6); ahí se advierte como las expresiones,
preposicionales más que nada, aumentan el número de usos vulgares en
gen. —aunque sean bien pocos— o en dativo: incluso en las locuciones— <> ‘ —‘j <~ ,
aristotélicas, como serian uno iofl vou , ano ítvo~ vofl>, o bien ‘íQ
v~ x~ipctv ~xouwv’.
El resto de detalles ga fueron comentados en
precedentes.
dichos gráficos
Dos gráficos —el nQtO y el n21 1- correlacionan el aportado o) con
el b) en lugar de con el a) como los anteriores. Veámoslos:
A saber, advirtiendo queela pri mere col umna de cada caso hade restar el número de usosapócrifos (ej. en nom. :117-10 = 107 usos t&nicos del nom. reputados auténticos> ~a letercera ha de restarse la cuarta (ej de gerntlvo 5-0= 5 usos vulgares en obras autenticas,puesto que no existen en apocrifas)
17
IDa->
Cdt
1~
t
Nominativo Acusativo GenitivoCASOS
111.6. Conclus/ones. 659
Grúfico n2 10200 -
• PnmerGe-woíoo • Apócrifos
• SeqwidoGnpo~j TerecrGn~o
o---—Nominativo Acusativo Genitivo
CASOS
En esta representación gráfica se nota como, a pesar de lo
destacado del primer grupo (por su número de citas y obras
implicadas), el tercer grupo de escritos alcanza una muy significativa
proporción de usos en nominativo y no tanto en los restantes <S6505:
ese desequilibrio en favor del tercer grupo en el caso más
significativo de todos —donde no inciden expresiones preposicionales,
por ejemplo— nos señala en una dirección; concretamente, en el
tecnicismo del empleo aristotélico de noús. Recuérdese al respecto
que son escasos (13 de 66> los casos en nom. de obras apócrifas y la
enorme desproporción entre usos técnicos y vulgares en dicho caso,
como viéramos ya (107 frente a 17 sin contar apócrifos); en suma, en
un grupo más técnico de escritos —como el tercero— es razonable la
abundancia de usos de naOs en el caso típico del sujeto de los frases.
De hecho, el nominativo es harto frecuente en la 2~, 32 y, más que
nada, en la 42 acepción (sin hablar más que del ‘humano’).’
La gráfica siguiente ofrece datos más exactos que la precedente:
Dativo
Cii, para más datos, lots gráficos finafr.s de Aristoteles.
w“3
¡ ¡¡.6. tonclus/ones - 660
Gráfico ~280 -
60 -ID
U PrimerGrupo
40- U ApócrifosKb • SegimdoGnq~o
t fl Tercer Grupo
20-
Nominativo Acusativo Genitivo Dativo
CASOS
Ahí se advierte como, frente a 66 en los numerosos escritos del
primer grupo, hay 44 usos de nuestra palabra en nominativo en el
tercero de dichos grupos; en cambio, es en genitivo donde hay
(proporcionalmente) menos apariciones del término en dicho tercer
grupo. Si nos fijamos en la gran cuantía de citas del uso técnico
menos especializado —más neutro y próximo al vulgar— en el gen., no
nos extraña ya este fenómeno: si el gen., sobre todo, es 12 acepción y
edemñs 12 marcada 1—exclusiva del primer grupa de escritos- se
explica ese desajuste con respecto a la tendencia general de los demás
casos de contener —en comparación— un excedente de citas del tercer
grupo de obras aristotélicas. Puesto que, aunque más discretamente,
acusativo y dativo ofrecen casi exactamente la mitad de empleos de
noús en el tercer período en comparación con el primero: acus. (24 por
SOy datiS por 10>.
Y~ese el ¶kndice ‘Lista completede pesajes del ¿»rpus’ para comprobarlo.
¡¡Lb. tonclus/ones - 861
Finalmente, los gráficos que ofrecen en síntesis el cuarto rasgo
(d, o sea, las seis acepciones del noús aristotélico) nos aclaran los
claroscuros restantes.
El primero de estos gráficos que nos sirven de cierre es, como
siempre, el menos complejo del conjunto:
14,53%
11,97~Í
/
0~25,64%’
32,48%
•22•3S~42552•62
5,98%
9,40%Gráfico ~2 12
Si hay algo que resaltar en él es la suma importancia de la 1~
acepción (noús como ‘rozón humana’ — ¡nte/ligenhia mens Y que
contiene casi un tercio de las citas y la 42 acepción (noús como
‘inteligencia intuitiva’) que representa una cuarta parte de las
mismas. También se debe notar que otro cuarto del total lo representa
el tipo ‘divino’, formado por la 52 y 6~ acepciones.
Desde luegu; no llama la atención ese gran número de noús de la
12 acepción del tipo <humano’ pues dentro de la estructura
gnoseolñgica vigente en las obras del primer grupo casi todas las
menciones del tipo ‘humano’ pertenecen a la 12 acepción, excepto
algunas de la 42; no existiendo ni la 2~ ni la 32 de las acepciones,
presentes en las obras de los dos grupos restantes.
¡11.6. Conclus/ones. 662
De cualquier forma> el predominio de J2 y ¿12 acepción en el tipo
<humano’ es consecuente con el uso de noús a lo largo de todas las
épocas del griego antiguo: ‘razón humana’ como pura capacidad de
pensar de la especie e <inteligencia’ (aunque éste sea un concepto
filosófico también); ambas en una distribución muy clara: <razón’ es
acepción común a literatos u filósofos, mientras ‘inteligencia
intuitiva’ es un tecnicismo platónico, aunque nazca de las raíces
homéricas u la filosofía presocrátice.
Y, por cierto, el tipo ‘divino’ no destaca por un gran número de
citas: quizá esto sorprenda al lector> pero una cuarta parte de los noús
aristotélicos técnicos son alusiones a lo <divino’, residen en dicho
campo léxico; si bien se considera> no es un bagaje tan escaso.
El que sí es un bien escaso es el número de menciones de la 2~
acepción -y en menor medida en la 32—; se explica porque sólo en
obras del tercer grupo hallamos la 2~ acepción, mientras la 32 surge
únicamente en los dos grupos finales, que —recuérdese-- abarcan
(juntos) muchas menos obras y páginas que el grupo primero de
escritos por sí solo.
La próxima gráfica nos aclaro más la situación al incluir datos
sobre los casos en que se presenta nuestro vocablo:
11L6. (ondas-/ores. 863
Gráfico n2 13
80
60
• Nominativo40 U Acusativo
¿~7. U Genitivo~ Dativo
20
o
Destace especialmente el elevado número de acusativos y> más
que nada, de genitivos en la ¡2 acepción: nada de extrafio en acusativo
por la elevada cuantía de usos vulgares en este caso (con ‘r¿w voiiv
EXELY, O «tT& voijv corno estrelles de las locuciones), en cuanta al
genitivo, recuérdese qué locuciones no heredadas —y consideradas usos
técnicos de la 12 acepción son frecuentes en genitivo: < éft ‘mu vofi’,
&ró i-tvo~..vofl’ y, más que nada, ún&..vofi’ característica alusión a
la 1~ acepción, a la ‘razón humana’, como se viera en su momento.1
También se advierte en esta misma representación gráfica el
predominio del nominativo en la 42 acepción, muy marcado. De hecho,
si prescindimos de los otros casos —más abocados a locuciones y usos
menos técnicos— casi habría el mismo número de noús en nom. en la 1~
y en la 42 acepciones del tipo ‘humano’: en realidad, son 38 a 30 las
menciones de la 12 y le 42, respectivamente.
Entremos en detalles numóricos concretos gracias a la siguiente
gráfica:
12 29 39 42 52 62ACEPC IONES
1 Cf. el Cap. III de esta Parte III.
111.6. Candas/ores. 664
Gráfico n9 1440 -~
30
• Nominativo
20 U Acusativo• Genitivo~ Dativo
10
o
Lo m~s destacado —aparte del general predominio del nominativo—
es precisamente la excepción: en la 2~ acepción. Aparte dicha ocasión,
el número de citas en acusativo es proporcionalmente muy inferior al
genitivo —no digamos ya al nom.— e, incluso, al dativo. En suma> el
acus. es un caso muyyropio de locuciones estereotipadas y no del
tecnicismo aristotélico.
Adviértase que en la 32 acepción no aparecen sino dos casos>
nominativo y genitivo con gran dominio del primera de ellos. Si se fija
uno en ese factor —el gran predominio del nom.— y se tiene en cuenta
que eso significa mayor tecnicismo —pues la función más frecuente del
caso nom. es la de sujeto— la 32 y la 42 tendrían un alto grado técnico’
(zuna fuerte carga sémica propia de Aristóteles) frente a la 22. <Razón
práctica’ (5 usos del nom., de la Y’ neutra) e ‘inteligencia—acto
intuitivo’ (13 en 42 — y 17 en 42 -t) como las acepciones más
propiamente aristotélicas. Tampoco van muy a la zaga las dos
acepciones del tipo <divino’: tanto la 52 como la 6~; sin embargo, no se
incluye la ¡2 acepción porque es anómalo dada la cercanía que
mantiene con los usos vulgares de sus naOs neutralizados (—) y la
indeterminación conceptual de los más marcados (12 +)
a’
oNl
a,
12 rJ 39 42 52 62
ACEPC IONES
1 ¡ 1.6. Conclusiones - 865
Si hay un dato claro es éste: los mayores tecnicismos noéticos
del (‘or,ous se producen en el caso nominativo —‘ ¿ K«AOUWVO~ voug’—
y los acepciones ~ (por su gran número), 32, 62, 52 en este orden.
El caso de la 52 acepción (el NoOs ‘Divino’—Cósmico) es también
atípico: pues aparece únicamente en obras del primer grupo, como
ocurrriera con la 12 acepción del tipo <humano>. Si el paciente lector
advierte nuestro incapié anterior en el paralelismo entre la 12
acepción del tipo <humano’ y el tipo <divino> en general,’ no debe
llamarle la atención en exceso esta coincidencia.
Insistamos algo mñs en esos pormenores que no aparecen en la
gráfico sobre el reparto de los empleos de cada caso de acuerdo con un
uso neutro o marcado de las acepciones.
De tales datos se pueden extractar algunos:
—La gran mayoría de los noús de la 1~ —como ya se sabía— son
marcados.
-Apenas existen los usos marcados de la 2~ (o ‘raciocinio’).
—Igual ocurre con la ‘inteligencia práctica’ o <intuición práctica’
(32 +)
—Finalmente, muy otro es el caso de la inteligencia intuitiva’: a)
casi todos los casos presentan usos neutros (la concreta aptitud de
‘intelígir—íntuir’) y b) todos mantienen los usos marcados (‘intuición’,
‘acto de intuir’).
Nada que sorprenda demasiado si se recuerdan los datos que
ofrecen los dos últimos gráficos que acabamos de ver
1 dr. Cap. II y Cap. III de esta última parte.
1 ¡ ¡.5. Conclus/onas. 866
Será preciso, sin embargo, ofrecer otro nuevo gráfico —para
correlacionarlo con los datos precedentes—, elaborado con los mismos
datos que los n2 13 y 14 (=distribución de acepciones según casos»
pero más revelador que éstos:
Gráfico n2 1540-
30- 13
13 Nominativo
20- • Acusativo• E Genitivo
O Dativo2
lo- u*
uu o
0 0 •
0 1 2 3 4 5 6 7ACEPt i~NE5
Su ventaja estriba en los más pequeños detalles: la inversión de
la relación más lógica, más usos en acusativo que en genitivo —dado el
n2 total de ambos: 94/47— es el más importante: se produce en la 12,
42 y 62 acepciones; la mitad de todas ellas> nada menos. Destaca la 62
acepción porque —aunque el grado de inversión es similar en la 12— con
menor número de usos la distancio de los casos invertidos es igual.
Una vez más, esta es una resultante de la elevada proporción de usos
vulgares del acus., confirmada por los 16 que pertenecen a la 12
acepción. En resumen, de 94 noús en acus. si descontamos 55 usos
vulgares más estos 16 de la ¶2 acepción, alcanzan una cuota muy
elevada: 71 de 94. Poca cosa son 23 usos para distribuirse por las
cinco acepciones restantes. Algo parecido, aunque menos notorio que
con el gen., le ocurre al acus. respecto al dativo: no hay casi diferencia
(entre un uso que surge 94 veces y otro de 18 menciones) en el gráfico
en la 62 acepción, y poco más en la 2~, 42 y 52.
¡11.6 - torcías/ores - 667
Si retomamos el Apéndice más mentado> la Lista Completa de
Pasajes, advertimos un dato fundamental sobre la distribución de
acepciones según grupos de obras; en realidad, sabemos ya mucho de
este campo concreto, resumirlo aquí, sin embargo, tiene relevancia
para el resto del capítulo:
1. La 12 acepción se concentra en el primer grupo —la 1~ + es
exclusivo del mismo— pero puede hallarse en los otros dos la ~g neutra.
2. La 22 acepción sólo aparece en el tercer grupo de escritos.
3. La 32 en los dos últimos grupos —luego> 2~ y 32 no existen en el
esquema gnoseológico simplificado del primer grupo—.
4. La 42 marcada mantiene su presencio a través de los tres
grupos; en cambio, la 42 neutralizada es exclusiva de la más elaborada
estructura noética del tercer grupo de obras aristotélicas.
5. La acepción 52 —ya en lo ‘divino’— sólo existe en los escritos
del primero de los grupos.
6. En cambio, la 52 se mantiene a lo largo de las tres agrupaciones
que hicimos del Corpus ar/siole//ram
Poco más se puede extraer de datos puramente estadísticos.
Sugerencias para una comparación con su maestro Platón, también
cabe deducirlas y es esa tarea que vamos a afrontar ahora.
111.6. Conclas/ones.
1 .2.COYIPARAC¡UN coN LA ESTADISTICAREFERIDA A PLATON.
comodidad del lector, se ofrecerán de forma
conjunta los gráficos utilizados en la Parte 1 para exponer a Platón y
algunas gráficas correspondientes a Aristóteles que sean
equiparables; una vez sometido a examen, dos únicos gráficos del
Maestro encuentran correspondencia en su discípulo.
Y el que viene a continuación es el primero de ellos.
PLATON:
a’<.4
U)t
‘oy—
(.4
Primero Sequndo Tercero
• N Total• ‘Uso t&rnco>
se aproximaría a estos dos gráficos precedentes
866
Para mayor
seo-
200-
qo1-E loo-
o ~1~cuarto
P.riodos
Y de
Aristóteles, pues ambos se complementan.
111.6. tOflC/USiOflSS.
ARt STIJTELES:
Gráfico ~2 4300-
200 -
00-1
o
• Primer Gn*o• Apócrifos• SequndoGrupo~ Tercer Grupo
Usos ‘vulgare< Usos técnicos
Clases de Uses
loo
80• Primer Grupo• Apócrifos• SeguodoGrupo~ Tercer Grupo
Esta situación —escasa coincidencia entre maestro y discípulo— da
pie a que hagamos una salvedad inicial: las correspondencias entre
ambos no son tantas como alegremente suponen algunos eruditos; al
contrario, resultan difíciles de establecer.
Gráfico ~2 5120 117
‘o60
t
40joN20
oUsos vulgare< lisos t&ciicos’
Clases de Uses
¡11.6. tonclus/ones. 670
Pero entremos ya en el comentario comparativo prometido.
La principal diferencia entre los dos filósofos reside en esto, a
saber, la abundancia de expresiones o locuciones estereotipadas en
Platón frente a la parquedad de usos prefijados y/ o heredados en el de
Estagira. Si recordamos, además, la clasificación de acepciones en el
ateniense, solamente las dos primeras son rotundamente técnicas —
aunque la 12 contenga tecnicismos heredados de los ~ilosofos
precedentes— y las otras tres consisten en usos vulgares.
El peso de la lengua heredada y, especialmente, de locuciones que
suenen a ya conocIdas, nos habla de un Platón integrado en una cultura
oral (por eso nos suenan sus expresiones); por contra, la ausencía —en
proporción— de tales estereotipos en Aristóteles, se debería, a su
carácter de iniciador de una cultura de lo escrito, cuyas formas
estilísticas y lingúísticas conocemos bien, pues aún pervive en
nuestrns tip.mnns
Como tales cuestiones se vieron suficientemente en la
exposición, a ella se remite al lector.1
Ahora ofreceremos otros tres gráficos —también uno de Platón por
dos de Aristóteles— en los cuales pueden hallarse semejanzas. Una vez
más, por consiguiente, se han desdoblado en el estagirita los datas
ofrecidos en un sólo gráfico para Platón.
1Cf.Pertell ~cop.IdeestaParteIII.
111.6. tanelas/ores. 671
PLATO N:
‘o1~04
‘oID,‘~~2o
¡ Ú‘o
Nominativo Acusativo GenitivoGráfico n5
(.44.
Dativo
Y repetimos ahora las das gráficas aristotélicas implicadas.
ARt SIOTELES:
Gráfico n9 1
120
loo
80
60
40
20
oNominativo Acusativo Genitivo
• Usó tecnico•Usovukar
300-
200 -
íoo
o
• Total usos• <liso Técnico’
o’
‘oU)
m 014.
4.
4.
Dativo
CASOS
111.6. tonclus/ones. 672
Gráfico n2 8120 -
loo -
80-
60 e Uso téenko-- IJsovulqaC
40 -
20-
o - •
Nominativo Acusativo Genitivo Dativo
CASOS
En esta contraposición se comprueba le inversión entre el número
de usas técnicos y vulgares en Platón y Aristóteles: mientras en el
primero escasean los usos técnicos en el segundo son los vulgares los
que lo hacen.
Entrando en detalles gracias a los tres gráficos previos a este
párrafo, elmejor indicio de dicha inversión de factores lo proporciona
el caso acusativo: frente a un muy alto número de usos de dicho caso
en Platón —naturalmente en su mayoría como uso vulgar del término—
es mucho menos frecuente el acus. en Aristóteles, como una simple
hojeada a las representaciones gráficas (nQ 7 y 6) nos permite ver.
Asimismo, se advierte fácilmente que el nominativo es
preferente en usas técnicas tanto en el maestro (35 frente a 5 usas
vulgares) como en el discípulo (117 contra 20 empleos vulgares); de
igual modo sucede con el genitivo en Aristóteles, tal como se ha
expuesto al hacer balance de los datos anteriores. Sin embargo, con
este gráfico platónico podemos advertir que ya se daba una situación
semejante en su maestro respecto al uso del gen.
1 ¡ 1.6. tonc/us/ones. 673
Anotamos, también, otra semejanza más importante: en los
últimos períodos de la obra platónica hay una proporción mayor de
tecnicismos y lo mismo podría decirse de Aristóteles si consideramos
cumplidas dos premisas: pensar en los grupos de obras en un plano
temporal —cosa que no hemos hecho en este trabajo, pero puede
hacerse— y dejar a un lado la 12 acepción que por estar tan ligada a
nociones vulgares y heredadas de noús despí aza los datas
convergentes del resto de acepciones aristotélicas.
2. CONCLUSIONES FILOSOFICASDEDUCIDAS DE DICHO ANALISIS.
La pregunta esencial en este momento nos parece ésta:
¿cuáles de los problemas que se planteaban a la hora de iniciar esta
tesis contribuyen a resolver las páginas anteriores de estas
conclusiones?
Y la respuesta incluiría la contestación a estas tres aporías
fundacionales de nuestro trabajo:
a. ¿Hay una adopción acrítica por parte de Aristóteles de la
noética platónica?
111.6. tOflC/¿/S/O/785. 874
b. ¿Son tan frecuentes en el estagirita como en autores literarios
o en Platón los vulflar¡s usas de la Lengua Griega o su lenguaje
resulta mucho mñs especializado?
c. ¿En su empleo filosófico del vocablo se pueden hallar cesuras
que permitan agrupar los escritos aristotélicos?
A la cuestión a) —la estrecha dependencia noética de Aristóteles
respecto de su maestro— debemos contestar negativamente y con los
datos estadísticos anteriores esa negativa ha de ser más rotunda de lo
esperado al comenzar este estudio. A pesar de ello, los parecidos
superficiales entre ambos empleos de naOs —el pl atónico y el
aristotélico— han de aclararse.
Y la primera explicación nos remite al ambiente vital del
estagirit.a: a su condicionamiento por el clima academizante,
inevitable tras veinte años de inmersión en él. Le consecuencia es que
Aristóteles elabora sus propias doctrinas en función de un público
culto —no especializado— o bien especializado, pero que en ambos casos
se ha movido —como él— entre los métodos explicativos de corte
academizante y/o conoce la producción de Platón. No obstante, tal
formato académico no encaja forzosamente con las obras platónicas
conocidas: puede muy bien derivarse del Platón no—escrito y/o de otros
miembros de la Academia, sobre todo> Jenócrates.
En cualquiera de estos casos, cuando nos fijamos en el marco
léxico —que es quién determina el usa semántico concreto del término—
las semejanzas entre maestro y discipulo se diluyen rápidamente: son
mucho més expresivas -de corte gramatical— que sémicas. Así nos lo
confirma el apartado previo de estas conclusiones finales, al
1 ¡ 1.6. tandas/ores. 879
mostrarnos como de las cinco acepciones de noús en Platón no
hallamos correspondencia exacta en Aristóteles, si no es en wuIgons’
usas o en locuciones heredadas —que, por eso mismo, si aparecen en
el estagirita han de ser idénticas—.A
Munque si insistimos en la comparación> hallamos fuertes
disonancias entre maestro y discípulo: a) el abismo en la distribución
de usos vulgares/ usos técnicos; b) la confusión —deliberada—1 entre
el plano léxico ‘divino’ y el ‘humano’ en Platón frente a! retorno de la
clara escisión entre ambos (herencia del pasado) en Aristóteles.
Como única prueba en contra> esté ese aire academizante que le
dan al estagirita los típicos—tópicos ejemplos o las locuciones
estereotipadas más que las nociones filosóficas; puesto que, como
todo filósofo original, Aristóteles innovo conceptualmente criticando
acerbamente a sus predecesores y especialmente a su maestro.
Además, como ya sabemos, ese clima académico subsiste únicamente
en obras que hemos considerado del primer grupo; por todo lo cual, el
peso del influjo positivo de Platón en la noética aristotélica debe
valorarse a la baja: pues la noética —y la gnoseología— aristotélica
propiamente tal no se configuro plenamente hasta el tercero de dichos
grupos de obras, como se ha repetido ya hasta la saciedad.
Así pues, aunque el esquematismo noético del primer grupo de
escritos del torpus permita hallar un fácil paralelismo con el
esquema léxico de la gnoseología platónica —o académica— incluso este
aspecto puede resultar un espejismo. Y es que tal toma de postura es
ficticia: es un simple criterio metodológico típico de Aristóteles
iniciar su descripción de un objeto cognoscible reelaborando la
1 Ya que el ateniense aqrupa en un use de noOs (la que para nosotros seria su 1~ acepción>lo ‘innx~rtal—divino’ tanto del Alma cósmica como del alma humana.
111.6. (‘ore/as/ores. 676
herencia língúistica en dicho campo; y obra de esa forma porque cree
improcedente arrumbar la aportación del común de los investigadores
de tal materia sin incorporarlo a su propia concepción científico—
filosófica. En resumen> Aristóteles acepte en epistemologia los logros
de la prestigiosa Academia como punto inicial y estado de la cuestión;
para> a continuación, redefinir los conceptos cuanto sea preciso a su
propia visión del conocer. Bien es cierto que tal objetivo es muy
vidrioso para el de Estagira, a quien cuesta especialmente aplicar el
hilemorfisrno al hombre como viviente -dentro de su noción
biologicista del Cosmos—; lo cual le aboca a mantener en muchas
obras, sean no especializadas o—sean anteriores en el tiempo, las
cómodas posturas academizantes.1
Sin embargo> hay otras factores que contribuyen a la dificultad de
concebir ‘alma—cuerpo’ como conjunto hilemórfico aparte los
señalados arriba, uno de ellos es lo acumulativo y estático del
concepto de alma academizante y que impregna la grosera estructura
noétíca del primer grupo de obras; 2 desde luego no somos los primeros
en indicar este obstáculo para el advenimiento de una gnoseología
aristotélica original; citaremos aquí algunas reflexiones al respecto
de e. Barbotin y A t1ansion’~
«Au fond de teutes ces discussions se retrouve la mame difficulté fondamentale: celle
d’exprimer é Teide de termes empruntes é la ph~sique —passíon, altération, mouvement—des réalités «un ordre tout différent; celui de la pensée. Si elaborees aue soient déj les
1 Tendría pues razón Nuyens en destacar dicho punto, la aplicación o no del hilemorfismo albinomio cuerpo—alma, como el gran obstáculo para la elaboración de una gnoseologíapropia; vé. ¿ ?,.r/utonde 1apsñ~n’/c¡gkd4nstote, pág. 237 ¡j sa.2 ¡ir. las Conclusiones a le Parte 1 que contienen pormenorizademente las consecuencias detan rígida estructure paralela de lo ‘físico’ y lo ‘psíquico’ en Platón,~cf poro Berboti n, La tbéórie eristotéhcíearw & lYnk//ect d’aprés Tt¡éophrsste, <j poroA. riansion su articulo ‘L’inmortalité de l>~me et de l’intellect «eprés Aristote’, (verBibliogr. en ambos casos).
111.6. (‘anclas/ores. 677
notions de la science de la nature, elles doivent subir de sévéres correctioa, pour pouvoir
~tretransposées et répondre sux exigentes de leurs nouveaux objets.».1
«Mais, par centre, on se rend mieux compte de nos jours que dans la psgcholoqieeristotélicíenne certaines difficultés proviennent d< éléments platoniciena quel euraient dOgtre saumis á une critique plus approfondie pour pouvoir ~treajustes é une théorie
d>inspiration diflérente, telle le doctrine de l’immaterialité de Fintelligence, entendue denale sens «une seperetion radicale «avec la réslité corporelle.».2
La segunda aporía, por el contrario, ha de contestarse
afirmativamente, con la misma rotundidad que antes. Si se recuerda
planteaba esa cuestión b) el problema de la tecnificación del lenguaje
filosófico, en progresión desde los presocráticos pero que aún en
Platón está lleno de usos vulgares que enmascaran tal búsqueda de un
vocabulario técnico; dentro de las limitaciones que supone la filosofía
misma para la precisión léxica. Lo que hemos desvelado en la parte
expositiva de este estudio al respecto es lo peculiar de la contribución
del fundador de la lógica a esa tecnificación del lenguaje que persigue>
a su modo, la filosofía. Destacaremos ahora los aspectos más
relevantes de Aristóteles en esta labor léxico—filosófica:
1) Usa el estagirita escrupulosamente la herencia lingúistica —
dentro de sus limitaciones como iniciador de una cultura escrita—.3
2) Reelabore su vocabulario, no lo crea: pues utiliza escasísimos
vocablos nuevos. En cambio, redefine el léxico conocido can mucha
frecuencia.
3) Establece una nueva delimitación sémica de las palabras~
besándose en usos vulgares y/o técnicos de literatos y/o filósofos
1E. Barbotin, oc, pág 1042 A. Mansion, fc, pág. 472.3 Ver la Parte II donde se exponen exaustivamente estos asuntos.
1 ¡ ¡.6. tordas/anas. 676
anteriores; con una progresiva fijación de rasgos que contiene o de los
que carece ese término en el campo del saber de que se trate.1
La tercera de las aporías (la temporización de la producción
aristotélica) se ha suscitado aquí y allá a lo largo de todo el trabajo.
Resumiendo, es arriesgado asumir una periodización del Corpus y las
discusiones interminables entre expertos (en revistas especializadas,
casi siempre) nos confirman en dicha postura. V a pesar de lo
admirable de la tesis de Nuyens7 no nos atrevemos a seguir su
ejemplo y creer como él que la estructura noética pueda servir de guía
para una clasificación por épocas de la obra aristotélica. Sin duda> la
periodización que efectúan —tomando criterios globales— los dos
mayores estudiosos de nuestro autor en el siglo actual (W. Jaeger e 1.
Dúring) es mucho más fiable> pero las voces disonantes que surgen de
tantos artículos muy especializados nos han hecho dudar siempre de
tomar una decisión que pudiera incidir en la valoración del uso del
término y fuera refutable para alguien que no compartiera la fijación
de la época de dicha texto.
Lo más curioso es que, finalmente, a pesar de esa prudencia que
nos llevó a dejar en suspenso la datación de la obra aristotélica,
resulta que nuestra organización de ius~escritos según su estructura
noetica se corresponde casi exactamente con la temporización del
(‘arpas ofrecida por 1. Dúring en su monografía sobre Aristóteles.3 Y
1 Aplicado a nuestro vocablo, ese cúmulo de rasgos fije las seis acepciones de las que hemoshablado u cuando tales distinciones son de rengo menor, diferencia los usos marcados de cadaacepción <que sí las poseen) de los neutralizados o no marcados (que carecen de ellas>.2 cf. su escisión en tres períodos, según su elaboración del concepto dolo enímico, de laobra aristotélica: platónico, instrumental (de transición) e hilemórfico; vé. oc., pág. 209q ss.
no era, desde luego, ese nuestro proposito inicial; antes al contrario se partía —aunqueno se aplicase en el estudio- de la postura dele escuela de Lovaina (con Nugens, porejemplo)ubicando libros como el A de la Ab/a, entre los escritos del último periodo fi
111.6. toce/as/enes. 679
debemos aceptar también el acierto de Nuuens al situar el
hilemorfismo —en su aplicación al alma—cuerpo’— como piedra angular
de la fijación> para él de los estadios a que pertenece un texto y para
nosotros del grupo en que lo encuadramos.
Una vez contestadas —dentro de los límites metodológicos que nos
hemos impuesto— estas cuestiones iniciales, queda por presentar el~ ,.1 A lic.
gran argumentu qu~ suuyaue a iuuu ~ ~ ~u u~ este trabajo;señalando, antes que nada, que los esfuerzos anteriores por contestar
tres aporías fundacionales del mismo permiten, indirectamente,
resolver dicho problema subyacente> hasta donde es posible.
En síntesis nos preguntabamos constantemente durante todo este
proceso dónde situar la frontera entre auténticas aporías de la noética
aristotélica y las que son ficticias; o sea> discriminar las dudas
suscitadas a causa de una hermeneútica incorrecta o incompleta, de
las lagunas reales del texto de Aristóteles.
A ~“~ntado W~ ~‘~—-“‘
ti mmmeuíua que se noii cii u os umicó nicó puienímuas se a
iluminado coda una a la luz de instrumentos lexicográficos yfilosóficos, hasta esclarecer tales vacilaciones aparentes; también se
han resaltado las aporías del propio autor de Estagira, admitiendo la
existencia de cuestiones sin resolver en su obra.
Fste es el momento de recordar las mós sobresaliente de 168
aporías auténticas y de las imaginarias.
ejeíúWo)ubiúsrido libros úúw~ el A de le tk4á entre los escritos del ÚtIÍÍÑ periodu. Elanálisis lexicográfico y filosófico pormenorizado de cada cita nos forzó a adoptar en éste yotros casos la clasificacion de OUri ng; sin embargo los rigurosos criterios filol&jicos delautor sueco hacían prever un resultado semejante.
111.6. Conclusiones. 660
Comencemos por la distinción, Que nos vino impuesta desde los
albores de la Lengua griega, entre el término noús utilizado en un
campo léxico que venimos denominando de lo <divino’ y su uso en otro
distinto, el de lo ‘humano’ Y es indudable que una exprese
discriminación léxica entre ambos (imposible en un autor tan antiguo,
que inició la lógica) hubiera evitada muchas malinterpretaciones; por
ejemplo, si Aristóteles hubiera empleado das palabras distintas para
designar el p9~s <d’v’no’ y el ‘humano’. Sin embargo, era un vocablo
tradicionalmente empleado en los dos campos léxicos y él es
extremadamente respetuoso con la lengua heredada; no obste que en el
sigín VI a. C. —como vieramos— .ienófcnes entre otros luchare por un
vocabulario exclusivo para lo ‘divino> e incluyera a nuestro término en
dicho campo tan solo> pero ese intento no fructificó.
Lina vez señalado Ci punto capital —El que pen’nite delimitar
cuando el noús es <divino’ en la spec/esHumana y cuando es ‘humano’ y
como tal función anímica— se pudieron discernir en ambos tipos del
vocablo rasgos menores hasta configurar las seis mentadas
acepciones. Claro que, anteriormente, se realizó la delicada tarea de
identificar y excluir todos los usos de ra9f~ que aparecen en obras del
(‘arpas sin expresar las nociones del vocablo del mismo Aristóteles:
toda cita, parafrasis, locución heredada, etc...; esfuerzo, por cierto,
que nos evitó algunas confusiones a la hora de interpretar los
pasajes.1
Volviendo a los dos grandes campos léxicos en que se integre
1 Errores interpretativos, que llegan hasta serialar aporías inexistentes, propios deeruditos descuidados y poco conocedores del pensamiento y la lengua de presocráticos o dcPlatón; sin duda, son estas las desviaciones hermeneáticas menos admisibles.
111.6. tandas/ates. 661
pg~, comentemos brevemente algún rasgo destacado en la parte
estadística:
En las obras del primero de los grupos -de estructura
gnoseológica academizante o simplificada— se cuida de escindir
tajantemente Ci tipo <humano> de naOs del <divino’, y dentro del
<humano’ asume las dos acepciones más claras de la Academia: <razón
humana genérica’ e ‘inteligencia intuitiva’, aunque no se correspondan
exactamente con ninguna acepción de Platón.
Hay usos del vocablo raros y muy técnicos: ‘raciocinio’ (2~ ~) es
poco frecuente y, por su parte, <razón perceptiva—práctica’ (39 +) es
extremadamente técnico.
Esto configura al noús <humano’ aristotélico como,
preferentemente, <razón humana’ propia de la spsc/es e <inteligencia’;
frente a uno ‘divino’ claramente escindido entre un Noús—<Divino’
trascendente y un noús ‘divino’ específico de la Humanidad.
La utilización de cinco de las seis acepciones de noús en obras
especializadas —del tercer grupo— muestre que ha de producirse una
forzada tecnificación del vocabulario aristotélico para exponer una
noética original y muy compleja para su tiempo.
flp.shanñmos a cnntinírncion una de las mas frecuentes
interpretaciones erróneas: sostienen varios estudiosos —inspirándose
en W. Jaeger— que el noús ‘divino’ es materia secundaria en las obras
de madurez arístotélíca, que este concepto heredado de Platón —segun
lo entienden ellos— queda arrumbado ante cuestiones ~biologicistas—
materialistas que le interesan mucho más en su última producción.
111.6. tonc-/as/ones 682
Nr’ r~n~tiremos aquí los argumentos en contra de tales
afirmaciones que pueblan la larga parte expositiva de este estudio,
será un autor como D.J. Alían , quien lo sintetice asl:
«La conviction que le x¿~ ne dépend pos des données ph~siques et représente chezl’homme unélémentdivinest pourtantesseritielleesonéthiqueet ~toute so philosophie dela núture; fi serait erroné de croire qu’il n’g adhére gu’¿ moitié> ou que c’est lá un
«orqane—t~moin» de so période platonicienne.».1
rui uunu a, tu iwus uuyuiuu cii cm nui¡uui t es ¡jueza UIIJVU Ut sUb
escritos más naturalistas y técnicos sobre biología, psicología>
gnoseología y/o noética. Aunque le procure al estagirita grandes
quebrantos; tal y como nos narra Barbotin:
~~Parl~, un des parodoxes les plus .dfs de la no&tique aristotélicienne se trouve mis
en plain reilel: le mame intellect gui feit partit intégrante du compúsé humain, lulderneure cependant étranqer su titre de son origine; son immenence de fait doit s’aflier ~
une transeendence indécli noble; it est humein, mieux, 11 est l>homme mgme, et pourtant
reste absolument md pendant, quant ¿ son ~tre,du processus générateur de Fhomme; itvient du dehors, s’introduit dans 1’embryon ~ l’oriqine de la ‘de, mais on ne peut assignerun principe explicatif é cette cuincidence merveilleuse, ni définir le mode de se
réalisation.».2
Sin duda, algunas de las perplejidades de 6arbotin las
consideraríamos aquí artificiales —«es humano el intelecto pero
independiente...»—; pues este autor es un claro ejemplo de las
consecuencias de confundir los dos tipos (‘humano’ y <divino’) de
aun así, el que comience su párrafo con falsas paradojas no le quita
razón al final, puesto que en las últimas líneas pone de relieve alguna
de las aporías centrales del noús aristotélico : las del noús eúp«eEv.
Observe el lector que el resto de las aparentes contradicciones se
Cf. ,4ns/ote. ¿e PñI/owphe, (trad del origuial inglés) pág. 89-90. (Vé. Bibliogrj.2 dr. ¿e //rtor,tor,s/otéllcicnírdc /Yn/dfler/ íñprñ T/tpbas/c pág. 200; VerDi blioqr.
111.6. Condlusiores
disuelve aplicando nuestra herrneneútica, con la clasificación en dos
tipos ~¡seis acepciones del término.
La misma escisión en los dos campos léxicos citados evita más
ambiníiP.dAdP.s que han perturbado a los comentaristas:
«Onsait assez qu’Aristote a soutenu I’immortalité de l>intellect de Vhomme; ce n’est
pos ¡¿que git la difficulté de l>interprétation de se doctrine. Les problémes surgissent dés
qu’on veut pr&iser les rapports de cet intellect immortel ayee lime hurnairie, ainsi que les
conditions de cet intellect quand il est séparé du corps. Déjñ M. Nuyens avait forternent
souliqné comment en applíquant 80 composé humain la théerie hylémorphique, Aristote
s’ótaít heurté é un probléme nouveau: celui des relations d>une intelligence immatérielle
ayee une ¡me—forme «un ~tre matériel.;,.
Aparte recordarnos la fundamental contribución de Nuyens a la
comprensión moderna de la noética aristotélica. A. riansion extrae del
planteañ’iiento anterior una conclusión digna del gran conocedor de la
obra del macedonio que es él: el noús «inmortal» del que nos habla es
nuestro noús ‘divino> en el Hombre> al que él denomina en su artículo
«lessence pure de l’intellect» cuando está separado del hombre
concreto; pero es mejor que adjuntemos esa conclusión de A. I’lansion:
«Si cette exégése, qui semble bien exigée par les textes, est exacte, on s’aper9oit
sans peine qu’il u a quelque raison, et méme une raison fort pressante, de soutenir que cette
essence pura de l’intellect ne se multiplie pos ayee les individus humains. Cette essence n’apas, en effet, vis—¿—vis d’eux un r6le de forme. Aristote lul attribue sans doute une union
mystérieuse avec le psyquisme de chaque hommeindividuel pour lui permettre de penser,
mais en ne voil pas de quelle maníere cette union pourrait íntéqrer cet intellect pur e laforme substantielle qu’est lime humaine. Dés lors, on se trouve en présence d’uneessence, —et «une essence existante— qui cornme essence ne peut ~treqWunique.=>.2
Dicho párrafo ofrece de nuevo una aporía real de la noética
aristotélica aue el mismo autor de la escuela de Lovaina nos
Cf. A. ManMon“Vimmortalité de lime 4’aprés Aristote”, pág. 465.2 Li., pág. 469.
563
111.6. Conclusiones. 654
especifica:
«...l’5me humaine d’aprés Aristote esí périssable; 1’intellect qul malgré tout
sppsrtient de quelque fn9on é Vhommeel é son Sme. est su contrai re i mmortel. Le Stagi rite
«a pos réussi A unifier en une doctrine cohérente ces offirmations disparates. De lA, les
interprétations divergentes proposées su cours des siécles par sos disci pies; de lA aussi les
apories dovont losquelles l’historien moderno se trouve forcément arrete, quand us’efforce, non pos de réduire A une unité factice une théorie renfermant des éléments peuconciliables, mois simplemení de comprendre le sens ou les implications immédiútes de la
doctrine.».t
Y con esa precisión no estaríamos de acuerdo: el cómo, el cuñndo
o el de dónde’ sobreviene ese noús OITipaOEV o noús <divino’ al hombre
concreto si son misteriosos, el que haya un noús integrado en el alma
humana, que forma una realidad compuesta con el cuerpo no nos ofrece
mayor dificultad: es un noús situado en campo léxico distinto (el de lo
‘humano’) y carente, por tanto, de los rasgos que caracterizan el campo
conceptual de lo <divino’ (separación, inmaterialidad, inmortalidad,
etc...). Donde st surge la aporía es en ese ‘cómo, cu6ndo y de dónde’ se
integra efímeramente en el genio humano esa chispa de lo ‘divino’ que
caracteriza a la Humanidad entera —aunque la posean un instante y
unos pocos elenidns nada mas— Y es Darbotin, una vez mas, quien pone
el dedo en la Haga:
«Assurément taute obscurité n’est pas dissipée, taní s’en faut. Puisque le probléme
noétique se relie étroitement A cel’n des rapports entre le monde et Dieu, il rio peut
recevoir de solution exhaustive dans un systéme oú ces rapports no sont pas définis de
maniére satisfeisente. II semble méme que le rejel déclaré de la participetion
pístonicienne, d’urie part, et l’absence de l’idée de créstion, de l’sutre> condammont le
systéme A cet inachévement. Une voie mogenne parail saris issue: l’impuisssnce A
détermirier clairement 1’origine de l’intellect el le retour subroptice é une cúnfuse idée de
participation «en sont-ils pos l’sveu? A cet égard, l’interprétation créstionniste sembleetre venue, au cours des ~Qes,combler une lacune deis pensée péripetéticienne antérleure,en réponse A ses efforts vers la plénitude.».2
1 ¡6,4.,,,
2 ~, Barbotin, it, pág. 240.
111.6. tond/usñlnes. 865
Fi iñmnnos en la primera frase: si la intervención—participación’
del noús <divino’ en el Hombre queda sin aclaración definitiva es por
causa de la ambigúedad aristotélica en el campo de la Divinidad.
Porque rP.r.iiP.rde el lector, ese Primer Notar Inmóvil es, por una parte,
ajeno al Mundo —extraño y externo a él— que ignora, y , por otra, el Noús
‘Cósmico’ es el principio de orden del Cosmos junto con la Phúsis. No
queda nada claro, por consiguiente, si Dios—Primer Motor y Noús
‘Divino—Cosmíco son equiparables —como parecen indicar los textos— o
son semejantes o son idénticos (representando la cara ‘trascendente y
la inmanente’ de una misma moneda). Darbotin ha acertado
plenamente al dpstar.ar la imprecísion aristotélica respecto el lugar
en su estructura del Universo de lo ‘divino’ : esta situación lleva a
Aristóteles a no poder iluminar definitivamente el modo de integrarse
de ese campo de lo ‘divino’ y la Humanidad.
La segunda frase de esta última cita es asimismo muy adecuada:
el NoCas—Alma Cósmica platónico (al ser inmanente al Mundo) puede
admitir un noCas en la inmortal alma humana que reproduzca su
situación a nivel microcósmico; y el proceso debe ser por
‘participación” del alma humana en esa realidad macrocósmica, con el
consiguiente apoyo a la doctrina platónica de ta~.reencernación,
aumentando la coherencia místico—filosófica del pensamiento de
Platón.
Ahora bien, mezclar en esta argumentación el «creacionismo»,
como hace Barbotin,— cuando es el gran ~vacioconceptual de la Grecia
antigua— es improcedente> aunque como valoración desde la Historia
de la Filosofía sea oportuna: si nos quedase aún alguna duda de lo
inacabado del esfuerzo filosófico del de Estagira, las pruebas en torno
a sus perplejidades sobre el noCas nos la habrían disipado.
111.6. tardías/anas. 666
Áristót.eles es hombre limitado por su tiempo y su cultura y jamas
pudo presagiar que sus contradicciones en noética —y en tantos otros
asuntos centrales— pudieran resolverse en el medioevo a la luz de las
aportaciones neoplatónicas que sirvieron de puente a la islamizacíon,
cristianización, etc... de sus esbozos conceptuales. La perfecta y
equilibrada sistematización lograda por S. Tomás de Aquino
(comparada brillantemente con una catedral gótica)> que convierte al
creaclonismo en ese foco unico de todas las líneas de fuerza dispersas
en la explicación aristotélica del Mundo, dotan al aristotelismo
cristiano medioeval de belleza, coherencia y elevación espiritual, más
allá de las aspiraciones de un pensador pagano y heleno como es
Ari st ó tel es.
Dentro de su mentalidad, por contra, Aristóteles no aspira a
sobrepasar los límites que su propio concepto del método científico le
impone: deja sin resolver cuestiones difíciles —tras señalarías, luego
tiene conciencia de ellas— como la correlación de <Divino’—<Cósmico’ y
su tipo de analogía—intervención en la Humanidad entera. Luego, lejos
de ser un pensador sistemático, él vería con simpatía su descripción
como ‘Jano bifronte% incapaz de desechar la participación platónic&
que le repugna por sus consecuencias místico—religiosas y también
comprendería que se le calificase de ‘pensador esencialmente
aporemáticok Calificativo éste último que cuadraría a cualquier
científico de hoy que fuese consecuente con les limitaciones
metodológicas de su saber: 10 que no puede jtiZgarse por refutación y
verificación más vale dejarlo de ledo y hacerlo expresamente,
señalando el obstáculo y dictaminando que, aquí y ahora, es insalvable.
Si nos olvidamos de la tradición interpretativa peripatética habitual,
¿no advertimos que el estagirita está haciendo una humilde confesión
de ignorancia científica cuando nos habla en términos hipotéticos de
111.6. Cond/us/anes. 667
su noéti ca? o ¿que él no se considera otra cosa que ese «secretario de
la naturaleza que mojaba su pluma con inteligencia» tal como fuese
descrito posteriormente? Ambas preguntas> desde luego, son
retóricas y parecen obvies las respuestas afirmativas a quien esto
suscribe; pero sería hermoso cerrar el trabajo con esta frase que
transmitieran Suda y Atico alusiva a Aristóteles y que mereció ser
recordada, sobre todo, por su ambigua inclusión de nuestro término,1
como no podría ser menos en palabra tan polivalente:
~rris•6oew ypu~ipaTe6s ~jv,rdv .aíxagov ¿roPp~xwv ek voOv.”~2
Advierta el lector que ese tanto puede traducirse como “sensatez, sentido común ~describir una formedesapasionada de leer el Libro de la Naturaleza (si se nos permite larenacentista alusión), como vertirse por inteligencia” aludiendo a la “intuiciónintelectueV mas alta, le propia del genio que desvele los secretos ocultos de la Naturaleza;sin duda, ls frese se hizo célebre precisamente por esa doble lectura.2 t Soda y Atico, recogido por Eusebio, Praep. ev. )« SOScí.
Abrevio/urosde/Corpus 588
ALEEVIATURAS E LAS GIRAS ARISTOTELUCAS:
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Ano/y//co Pr/oroAna/y//co Pos/antroDe Aud¡b//it¡us~A /Pen/ens/urn Eespob//coDe C¿~/oCnt canrí
De Co/ontus~De ArntnoDe D/v¡ña/ loas par SomnumE/hico FudemíaE/fi/ca Nicomácheo
[adamosErogmenloDe Cenará/janeAn/rná/n,mDe Sanará//ana el torníp1/anaHistorio Animo//ornDe /ncesso An/rna/iomDe /de/sDa /nsornnnsDa /n/erpre/o/ionsDa /uwenluíe al Sanad/ale.De Y//o el tiar/eDe¿inris /nsacábh’/ttustDei ongíludíneel BreW/a/eVi/a?De tic/u Anima//am
tía¿“4 orn caOp tlen,ono el ggm;n¡scpn/‘ot’a/á~ys~co
(24-70) *
(71- 100)(800-504) * *
( ..j***(266-3 ¡3)(1-15)
(79 1-99)(402-435)(462-64)(12 14-1249)(1094-1181)
(—)
(—)
(715-759)
(3 14-336)(456-639)(704-714)(—)
(455-462)(16-24)
(467-470)(966-972)
(464-467)(695-704)(847-050)(449-453)
(950-1093)
* PÓqI nación de la edición dele Academia de Berlin.
** Se se5alan con + les obras apócrifas del ¿»rpvsi~ Cfr. Di blgr. para la numeración que sique la ed. oriJi nal inglesa del xix.t*~~ Pero le numeración de les obres fragmentarias no se ha utilizado dicha edición,(cf.~/ Rose (3fl, 1. DUrlnq,etc...vé Bibliografía).
Abrerbiuros a»/&rpos 669
A/alear~throbfr/ti
~fr/ano»
PAPh’.’
E/yPhys~Phys;~gn“9/ant.Fael.Fol~Prob/
PraírRespFha!~RheI.adA/exLEí
58¡25~«o2piC’nm—•
~5p/riiaTop
* VitI.
t/e/eoro/ag/caDatbtab/iíbas A ascoiIátionibos~Magno Moro//aDetie/issa.fl?naphána el ¿QorgiatDe t/ondo~Wcanornjca~VePar//bus Arnrna/ÍurnDePhulasoph/oParva A’»/aro//aPtiys/caPhysi«qnornico”De F/anl/s~Roel/caPo/jI/caProt/arnoIo~Fra/regí/cusDe Resp¡talioneA’he/rntaRabíor/co adA/exandrorn~De Soptisí/cisE/en¿t*/sDe SansaS«mpas¡anDe 50/7mo el V’y///aDa LplnlutTop/caYenlon¡ni s/las el númffia~De Virlaibas al Yjlns~
(336-390)(830-847(1181-1213>(974-960)
(391-40 1)
(1343-1353)(639-697)(—)
(164-267)(605-6 14)
(5 15-630)
(1447-1462>(1252-1342)
(559-967)
(—)
(470-480)
1354- 1420)(1420-1447)(164-164)(436-449)(—)
(453-456)
(45 1-466)
(100- 1~4)
(973)
(1249- 125 1)
Se refiere el conjunto de los tratados breves sobre temas ~bio-psicolóqicos:D/¡..,/nsvm., M.t, íOt%~, 1km., ~4Wsp.,Ños., 5am.
Ap CjIos Predacesoras ego
aa
HOMERO:
“a-rap~rrrog voag ¿mili” (flká3.63>.
‘ng ca-u ~po7wveIT anetpova yatay ioq ‘ng ei‘zci] iia~ep, Ii ‘ >Q6aViTTOLQLV¿OV KW. jsfiíív ¿ví~Jec; “[/1.7.446-7].
1 >1Se KW 0u7¡. &~gv¿ov etp~aatío. “[/16.1431
v¿og ¿md ~ ~pnatv”(/1 18.419)
‘ 1 < 1 1“mj 8t 01 VOOV OUK ereXeaaag”1 1/ 23.149.]
HESlODO:
> >1 ‘ 1 1WC OUK CUTí dtOC KAe~JUt V00V....~ 1 Te~onk ~t6131
“Otrrwg ou -u np emrí. óí5gv¿ov fKaXeaaQat.” 1 Tray»s~¡Dksvi 05.]
fiEL ¿7 EF/títfl. 1 ,<‘ —~
“rouX®o6¿’~ ¡sol., TeKVov, exaov voov, ‘AIsdXox npugyroioív
¿QQpIJCCCLV, KW Kola Sfi$sov tKnaí...” 1 Tetis/de, traq.4.l
“noux&no86g ~joí, (...) >éxuv v¿ov “.( feboide, fr~.4)
sapay~p cn’&pconwvvoovn¶aq’wn6f rw.epya” [t’rexstraq. Odel £Yt/ú(p¡co-ed. Bernabé—]
“ voíjg rn5 nopñ Kevírnipol.aí”, 1 /krx/ee de PisaMro deperteneciente al Dtlo [pico,ed. Bernabé, fraq. 9].
Bit/A I(LG’ t/at/EP/CC/S1 1 1tt -ro~pa of. ¿X+g ‘c’8eXye péyavvoovaxvupepns trep”
[HimnoII,v.371A.
U~ 0V C¶f 130¡ flJQ~CGJ~ epoovTf§ epov[Himno II,v,2741.
voov tXÚoroía8f.”
Ap tilos Predecesores 591
“~nj&ov ~ersr&TeX’pou& , OUK >Úpk ‘é¡sexxeq«U1UIQo1JUU X(JPOV fXO’JU> épQTOV
[HimnoIIIy.3791
, .‘
epov voov¶popeelV.”
“...~aey6xoto ~ vaog e~e’TeKetTo,”[Himno IV,v.l 01.
tíT ‘~XQ’~tUL - OIW1) Sr >~>“KJt SetCaí TOV X<i)POV ~ v¿oío miiaveipu’#c po¿h’ >t%oqia”[ Himno IVy.3931.
“..4nYbWg y~p >&reíbe &k viSos atym.¿xoío.”[Mimno IV,v.3961.
‘¾paeyyop¿pntrav’rota v¿q ~ap ev’ra GLGÚUKCL”[HimnoIVy.464].
>1“...OIJTCTIV’ axxov I&eav&-rcav~ ‘ ‘toyap ot6e &osvoo<”
[Himno.IV,v.5351.‘ , >,
¡IUVTELUV CUCAT)Ut ¶Q~CK VOOV ftfpeftVftV ¡npeiepnv,voeeí.v Se Qe¿3v Y [HimnoIV, y. 547].
“rat Te naper Znv6s voovr¡yaye TeplTtKepmJv0u,” [HimnoY, v.36].
OUK oVOTQUTOV, alleITXayxQnv ~“‘~ 6>ViTO t,WV1) e8q.mv ~p0TQ...” IHimno V,v. 2541.
> , ., —‘
epí.ouvtog exg ~epa UrIKe ¡ 8e~awvog, xatpev be V04)repWaía eaóscav.” [Himnoxix, y. 411.
“¿uy ‘Tfp~@1? eTlpooKonos to~eaipa ¡ ¿s~pnv» Se voovxaxáuau’ euKawr¿a ‘r¿Ca/’ [Iii mno XXVII y.1 2].
> ‘, ,, .‘ , ‘abaTes epy¡sa-ra KUXU vo4 U eU-rTeaUf Ka’.
[HimnoXxíxy.1 2].
SENONIDESDE 84M0S:> ‘“
“Nr¡¶to’., o’.g ‘rau’n~ KCLTQI voog, cxi Se íaaa’.v, us ~povoqeae’ u ripng KW. ~1¿Tou¿Xíyog Qvr¡’ro’.a’. [Fraq.1 (Diehl,29),
Elegía, versos lOa 12].
“N¿ioc 6’ o~5~ ¿ff~wapevou6ev 4
uvOp¿nio’.atv ÚXX> ¿gipepa’. h 615 ~OTG
6o’reg, “ [Fr. 2, (Diehí fr. 1 >,Yambo Iys.3—4].
“X~pts yuvalKoQ ecos enc’.pqev voov(Diehl,fr. 7),Yambo II
‘rñ ITpTU!’ [Fr.6(¿~ ¡sssfloft rss~ , y. 11.
Ap filas Predecesores 692
TEUGNIS DE MEGARA:
‘ >, > >“>EG~XUV II fV ‘¡Op La¶ CO&XU ¡saQnuea’.’ ny‘
uu¡s¡síuy~~g, 4troxag KUL TOV1w. 35- 36].
KUKOIULVcorra voov’
te ‘ “ 1/COY “EV 7411TQUpOI. 101 TToXX&W 1TI.OTOV ~XOUUt
>1 ‘“,voov 6> ~ K~ ~pevas aXXii, »Ev.67l.
‘ ,,“Ka’. 001 ITLOTOq eveo’ri YO0§ “[v.881.
>, 1 1
‘½¡se qiíXeí Ka8apov Qepevog voov,” [‘«.891.
<t~g6~TeXeiJ~flv/ ?auQíg CYEVTO KQKCV, Qe¿3v 6 ~niepéoxe
voog.
‘AXXá ‘réS’ ayO ~UITWV«1TQTQ voov “1 w. 201 -2031.
aVSITWITGW 8> ni acusa voov KW. 8u¡s~v eKao’rou/’ [‘«.3751.
«>1 >u~ -r cnt awihipoauvnv ~repq8i)1/Cos, pv ie ¶pog u~p’.vQV@pGYYTWV...” [w. 379-3601
“106 ¡sw ~ la &Ka’.« ‘ppúvct V¿og, OÚTE iTEp QIEl.
t&eiayva~rn o’rn&ecn.v ep¶eQu’i~ “[vv. 395-6).1 <~ ‘ > ‘ ‘.1
“N~rnog, og 70V c¡sov~aevf)(& ¡‘oov ev quXan3utv,”Ev. 439]
“..niS6ac olvoc ‘f’xei 11(01 VIiOV ¿1/ OTflQeUot’ “Iv. 506-71.
“BouXeuou 6tg ,aut ‘rpt~ h ¿ni -r’Sv voov¿XQn “[v.633.1
1 1 C 1
“t4)jdoig) UWkLQ KQTQ10~UVE1~ rrn. voov npe-repov;”[y. 6501.
1(01 1>001/“rnjTap ‘AITcXXc~.v ¿pQ¿Soa’. yX¿oaav Tijae’Tepov[vv.759-7601
1 1
“IfllTTOT cneíyopevog ¶pG~% KaKOV, UXXU I3aOeu.pa ippEvt ~ouXeuaaí aQ &yaOQ TE 1>043.
lwv y~p ¡saívo¡sevq,av ne’re’raI. 8upo~ Te VoOg TE,flouXi~ 8’ etg áyaQ¿v%at voov eobXov aye’..”[vv.1051-41
693Ap (‘/1os Predecesores
“noux<uiio6og v¿ov Thxe . “[Plutarco> ttre’fr96 fi
PINDARO:
“4 6~ voq ‘ng >éxet@vaúivaXaQttag o8ov.
“x~éuaova~s?v&Xucícxg vóov ¡ qieppe’raI. yx¿3aaáv ‘re.
/ ~ 1 1
‘~ Atog Toí voos ~seyagKuPepvq Sa¿pov’ ávGp¿3v[fltV. ‘«.1221.
“i~u~&~’ 6>ápei&v&rexet voQyflJeTat.’[ A&ar~sAtI>v.42]
it. npoaq~po~ev” -epllav n pcyav voctv PÍO’. ouaí.vaoav&ro’.g...”Et.VI,vv. 4-5].
“ai56áooin’. EVCpKLOV X&ov áXaQa v¿w”[ OMñzo. II y. 1011.
í.J -ren’ov, rrov’r’.ou Qnpog ne’rpacou
xP&rTi ~1aX’.uía v¿oviipoaqptov uacratg ITOXL¿Qatv ¿píXe’. “[Fr. 43Sne11-Maehlerl.
EPICARIIO.
“vou~ oprn 1(01 voug aroueC ‘ráXXa KU~U 1(01 TlJÚka.”[6 12].
“euae~ vouí. ne~uKws “ [5221.
“KaQapOv... ay ‘rov vouv &~fltQ, 01101/10 aUpo raOap¿g ti.[626].
OUT<. XWI T’3V Qupáv, aXXa ‘rey v¿ov.” [643].
E NOF A NFS:
- ‘ 1
aXK cuiavajue novato voou qipev’. ndv’ra Kpabatvei>’ [8251.
HERACLITO:
“¶roXuuaOin viSov E~tuI’ 015 8’. 6¿aKe’.” [6401
“‘dcyáprnS’riiSvv¿og%piSv; “IB 104].
894
Xéyov’rag La~upÓeaaau. xpii 4 Cuv43 n6v’n~w...[6114].
DA DMcr~IInrc1 til\I ILI~IL’LU
4, >“Xeaac V opwg QITEOPTU 1/04) ‘napeoVra ~e~auog~ [64,1.]
,s. > >
au-rape’neur ano’rng%v 8+¡ppo-ro”.e16®ou6ev¶X&rTov’ra’.,6íKpavo’.’ &~mnxavtnyap ev rnjrwva’riSeeu’.v iQ~ive¡. ¶XQKTI3IV 0ov ci Ge ~oponrrat
‘ < —‘ , y’~(Úo9útú~Jq-TiJqiXúí te, íeBrrnoíeg, cí~p’.ící qíflxa,
~ 1 1 >
ois ‘re neXeu.v TE KQL OUK etvat ‘raU’rov vEvo~ItU7at1(ouTalJ,rov,nvILj1/ 6e¶TaXiv’rponog ¿aTt 1(éXCuQoc.”
EBG,vv. 4-9].
og yi2p f1(QUTOT Cxci. Kpaau’ llCkCGiv WOMJMXQyKT coy,‘ 1 —.
‘Twg voog av&pco¶Tol.aI. rap’.uíaTat ío y~p QTO>1 <1 1FUTLV OlTEp ~poveEt, j.ieXécov ~pii’a’.s&v8pcancta’.vKat 1TQOtV KQL 1TQVTL 70 yap iiXeoV ¿art v¿~~a.” [616].
rr’nI III fl.C.DL.IUILU.
v¡Sov “ [Pronr/eú‘«1631ElTt1(OTtJg «CI. uE4ICVO~ ayva~iirrov
“acote rO1/ nap¿v’ra voiiiv” [Pr.‘«.392].
“yépOVTI2 ‘TOl’ 1/CUY, OQpKCK 8’ fmp<3aav ¿a” [Ñptv.622}.
“1~ Sn 1(XUGJv ¿KCLVOQ ¿qipvetv¿ov” (Cñ.v.742].
“ra’ríirrpcvetSougxaXKog¿cn,eí.voc6¿veu”[ Fr. 288].
SUhULLES.a ~ [&4&’fr~’«.55O]
“man Ge vouv ax¿c alOsa 74) XPOV4) iioic” [(Ls’. 10131.
~i; ¿~i.~[U.‘í.
(‘rom.cn5’rn).-r¿v 6~ voiJvijaacavi~&re”1023V
Ap ti/osPredecesoras
nIJV 1/04)
695Ap ¿2/los Predecesores
“aaKeLioLau’tCVOUV 6i. ai.wvog ÉI¿ve’.v”I Fis’. 10241.
“TcoyapxPov4)voOvéaxov~[ tiettrs,’«.14651
“TlJqIXcgTa’r’YraTOvTe1/OuYTaT o¡LpQT’ e’.’ [O.k‘«.3711.
“e>’. a¿3¡sa SouXoV , ñxt ¿ voug ¿xeieepoc” [ Fraq.677.]
HERODOTO:
4 <1 ‘1 1—iouiúg ovoogiou pT1¡JQTO~ SÁ.IDtJ.
it 00’. CV 1/043 ¿crri.no’.eeu’ ; “ (Herodoto, 1.109>.
A. > ‘ 1 A.
~MToiCEi.V7’. C-ITi.1/00VTpC1TEL1/7Wi. “(Herodoto, 1.27>.
E’Trt 1/ocr ípEiiEi.i> n’.Á “<Herodoto, 3.21>.
[iR ¡PIDES:
1 >1 1 >J —~
“Zeus, etí’ «VCX~Kfl ~uaeos cure voug ~poíuv,” (Troyon’ui,‘«.8661
“a5 a¿g 6> 1 6¿in’ vax vo{ig ¿nodi&n K~i¶Tpi.q,” [ Tr ‘«.9661.
“o voug o a6g ¡Lo’. pu ~uvo’.ro~n,>’[An.‘«.237].
ou yap oop&aX~og TO KptVCi.V < ?...> ¿cuy aXXa vous”Fr.909.6 1.
“TOVVOUV1TPOSWJTOV(0UK)CXC’.V “(Eurípides, Pñvv.1416>
ARIST OFANF5
“0’.TIVE5 aa~pa6i~a’. QeCav viSor ocw Mortes. “1 EJ 1064.1
4, 1 ‘— 4 A.
“at1¶ep yvw¡spv KO’. 6i.úXeC’.v KQi. vouv n¡s’.v irapexoxial”[N.317.1
‘úiye s15 mi> ‘twa vouv ti TIVO 4iuxnV ~x~tg;“[/482.1
~Tisovous; “[8.47]
Ap tilos Predecesores
ALELO (EL CONICO)
“riXt8’.ov dra’. vour ‘te rouXuno8og exe’.v” EFr.1 kockl.
TUCID lOES:
“OUK np8n vouv cg &raa8aXtnv” (VI .93,21.
JENOFONTE.
“aKpa’tog 1(01 KQQapo§ ¿ voi]g;” [ (9116,7,3].
>1 >1 A.
“ou’rc o~qiaai.r - OUTC~O%) “ECyr.5,2,8].
CORFV& H/PF(¡f/¿’A TiC/Itt
, 1...voo; ar~poirXoog KW. ñ~e~ai.og ... “-1 EDmffil.18,91.
“fi. ¡LfV GQKVOi.TO,TaPaXov ITOUXiJV LU>~f i.,KQI ¿ viSos~‘$~OLVfi.,1(01. o fyKeqiaXog a’na’tai...’>. [C/ond12.13].
EIIPEDOCLES:
ouucogOUT CITIOEpKTQ ‘rOO OVÓpCKCTi.V>1
O’JTC VOi~i1 lIC PLXITrT’tfX.” [62, ‘«.7-61
TrIV au voco’. b~pKeu, pUS> Of1¡LUU’.Y flUD TEQUITUS[8 17,211.
A. ..“ou iraxiacaQeqi¿voi.o SucUxeos ; OUI( ¿QopuTe
696
áXXt~Xoug 6&wtov’teg áKnGeinahvóo’.o ; “.1 8136,2].
Ap ¿2//os Medi~cesores 697
ANAXAGORAS:
“o vougnp¿3v[ol Qeoc “[Scholio ,Tro~wnas1B86<Eurípides>.1
>1 e- 4a ev iiav-r’. -nav’rogpoi.pa eveon¶TXY vou , ea-n.y aunGe K«’.voug cvi..” [611].
Be ea’r’.v“tu ¡Lev ‘cíXXa ¶Tat,Tog ¡LOtpav ¡LCiff<fL, VOUQ‘ ‘ 1
>1
arTe’.¡Lot,
~01/ Ka’. (flJTOKpQiCQ KaL ¡sC ¡sC i.KÍCIS. oii6ft,t XP~M~~TL, 4xx~> ~. > >
og auíogen ewwrou ecrri.v.”[B12,l1.
“<voig> ‘¿a-ni. yi~p Xeirr&ra’r¿v ‘re A. A./
KaQapGYra’TOV, «xi yvwpnv ye ITept irnv’róQe- ~ ~.> A. .naaav 1(Qi. i.a~ei. KQ’. ¡.a>~uei. ~xeyi.rnrov iFng. BlZ].
“oua ye ~uu>~rwE~(El. ...ITCWT&JY voxis KpCK’TEt. lFreg.61 2).
e- / e- e-
— KUi. Tus 1repI.xcopfla’.oQ ‘rus GUp1TQOI1S 1/cus eKpaillcre1/,...[FragE12].
‘ ‘ / /“Ka’. -ra rnjuiaayo¡sevÚ ‘re KQ’. alloKpi.YOtICVQ Ka’.6u.arpi.viS¡Lfva itáv-ra ‘~yvcJvoiik. “EFrag. 6121.
r U4Sj ¡I Utp 14..j.
“roug Ge ‘TrUg OpOLOS ¿OÍL KW. O ¡Lf«WV KW. ¿XUTÍGW.”o[Fraq.612].
Y> ‘>/‘e 1(01. ClIC’. flp~,Ui0 O vais t’.vetr,1 . ‘.4.’ 1QITEK~i.t,Ci0 KO’. 000V EKL1/UEJEV O
6í.eKp(brí...~ [613.1
e- A.
fIliO ‘10V K’.VOU¡LCVOU ‘rQVÍOCvaiq, itar IQUTO
‘%G~voiiisÁisú6 COTí,” lFrúq.51 41.
GOROlAS:
e- .‘ e-4’ ,, ‘e‘101/ vouv’rrpooexco 1> rov vouviipootyovioi “1 Ella 31)
“lT()OOé)~E’.1>TOt,VOUV “[61 la 34u 37 1.
Ap ¿2/los Predecesores 696
“u5 y¿Íp us ne’.Qoug¿>ijv ¿ Gevoijg 1(0130’. & avayKno 6«ci. ¡LEV QIV, “ EBlI..12.Diels- Kranzl.
9 4, — -. -CC a’ rúv oSe rOlJg, KQi.uOL r«r>70 1~”yap ..~ ¶Te’.UOhJV ~.., lBSáv6y~n’., ovec6og ‘¿xc’. ¡.Ri’ o{1, “ E 611, 1 2;Untersteiner: &ñS/%
tesúmoniores e frsmment¿ páq.1 02.1
CRITIAS:
“Xrju’r’.g 8> CKTTIKC’. ¡LVU¡LOOUVPY ITpaT’.SwY,/ vouq Se
¶JpEJQQX’1a’..”[86.1
A. ‘ e- A. > / , ‘.
¡Lf¡LVUTQ’. Se ra’. lTep’. TO1J TUS ~V<JJ¡LPSOVO¡Lt~t0~ CI1IWY (>35en’. uc.w naXaí~av ev ‘.aco’. ‘tu>’. veu p 6’.avoi.aq’,CL ¡LP Ka’.
evvopae<.og’,¿Xeyeuo.“[639.171
ANT [FONTE:
xpcu¡’c’s aneaupfl~Ie‘101/ vouv TL3Y
BeXn.¡L&uwv’ ‘1658.171.
“GeL ‘cat ¿n’.’rwi.ro’. >1KQ’.
coy ‘re Sa ai TOP 1 ¿1Ti.Bu¡Lar1 toY isn.E 644.CoLIII.151.”
Hepu. YO1J:
‘Meuiwnnogy’.vea’., aXXé
xtye’. y~p ev ‘río’. Tlepi. vou‘ <
novia ¿K X¿you ue ~rn.xiiicuBerxpiu’a ¡LQ’1UVQVUYKT)S.” 162.1
DEIIOCRITO:
1 715 $110101 ‘ ‘
“‘ray o~¿pcvor vour ‘¿xcí.r o rou8e’raav pQuatoITCIVEi. 16S2].
“noXXoLnoXu¡LaUeesvouv O1JK f~OUO’.V” [564].
LFUC ¡PO:
“OLJIIQTOS KI2XXOS ,oíw Seg, ny ¡sri voug unp’..’[ 61051.
Api ¿2/los Predecesores
“Qe~ou vou ‘re octus. s’.axoy(~euaa’. KUXOY. “[6112!.
“..., axx> awroi. uo’.u6eai.v ¿pneX&~ouai. 6’.~ voGKQ’.
ruqXo’rni~a ayv<o¡soaijvnv. ¡ni 751.4’ >%. e- 41 >1
a ~ 5 ay lTapú vOiJY &nox%’. KEp SE’. op’.Cíov rliSsovii’.,”[B262!.
“Xpn~&rwv xpnau.s ~uvvoto’. ¡sCV XPflU’.¡LOV ftS 70 eXeuOep’.oi’diva’. ~rn.8n¡scaq~cXéa,~Cn’ ¿wo(.ru’. & 1xopny’.U~uvW”.[6282].
ARQU¡TAS:Hept vou ~ut txLaOrlUtov [Stob.Ecl.1 46,61
FILULAO:“‘KeipaXfl ¡ser voou, KapBln Sc b¡iuxac «xi akzoi5níog, “[613].
PLATON:
“,áXX& ‘ro Ka&apoY e-au-rou KQt aKrlpaTov ‘T(JIJ 1/01.3.” [Cre//lo396b7].
e- A.
701/ YO1JY TQelToYTeq” ( /*DtYeDO 24i3c7).
1-.. A. e-
TE «xi. VO1J ‘mv01.3 VOIJY, (OC ¡Le’ra~u u’. bogncoiÁav.” [ A7epvtufcs 51 DM1.
Síaroiav
A. >>A.
“YO1JV KfI’. (JWQ~OOUVUY Qyu CpWTO§ Ka’. ¡LQVLCIS,” [Fedro241a31.
<H ~rnpa~pw¡Lai~ag ‘re «xi a’3)<fl¡LUT’.(flOg KW. QVQq>T1C DUOLO>1 > e- 1 1 e- ‘<~ ‘.
0Vi~Wq ouaa, IIIUXUS KU~E~VUT1) fIOVQ Oe (TTfl 1/4), Mf Pi. Uy 70e- 1 A. e- >1 ‘. A.
ri3g &Xr¡Ooug E1Ti.(flUflflQ yEl’OS, TOlflOY E~(EL 701/ ‘TOITOV.”
[Pedro247eV
3 ...A. e- >A.“Au~ cxii’ &eou ói.avoía, vq ue KW. ¿ITtaTfl[fl) aKPpaTq)
‘rpeqo¡sevn,” [Fedro247d11.
“...ya1JV ¡I¿r «xi cuÁiv mmi. 1¡iuxiSv,”[5afñ~/s 249a91.
“.JiXn8’.v~Bv é¡sa KQi Qei.ov o<’.pai. vouy,” [ (debo 22c61.
6~ v«Gv.fl~.IgíQ 8’.cíKoa¡s¿’.v QÚTQ QQYJ’. 1(01. ‘mC ú~EWg ‘rúd
899
KOU¡L0U...” [debo 28e21.
Ap ¿2/los Predecesores 900
“Y om~’ 6’ aÚ xwp”.g ~u~flg¿Í6~jYaucviiapayev¿u&a’. 41”E Times 30b3.]
./
“Me¡Le’.y~.iévn y&p oi~v Tou 6e uot’ KOcYpolJ yeveaig ¿4 avayrpg ‘reKa’. vOU aua’rúaewg¿yevviSen’“E Ttweú47e6!.
CC rat uoi) ~v 1TÚV’Ta ~ír6pa ¡LeTe)~etv qa’réov, vol; 6¿ &eoíig,«Y00&J¶ItJV 6¿yévoc rnXTXIIITL. [Tfnr6 51e61.
“e¶’.aunIsr¡g yñp oiiíue v¿ísocoiíue ‘r&~’.g o~5GepiiaKpctT’rwv, ou6~, , ‘ < 1
eq.í’.g ea-n.y roliv OC¡GWÚS ‘IJ1TflKOOY o~6~ SouXov ...“
E Leyes 875c91.
4 >1 > e- 1
“ug qa’.ev ay ouot Ka’. U¡sLK~OV rau rer’tnv’tai” ( Le~t~s 887e9).“uag atabnnetg‘T4) K1J~epYUTtK43g V043” (Leyes 96 1e4).
a>>>> A. <>. e-op oxir ev vr~’. n~[3epviyrpg a¡La r.cu vauuai. uas [email protected] ‘14)< A.
K1J~epYUui.K4) vQ auyKepaaapero’. aCcouaiv auuoug ‘reraLnnepc-rnv1/auv;“ [Leyes961e4j.
“uouvov 6¿ eyyuuaua ~ev~up¡yeveíq KW. ¿iso’.¿ínuu. ‘Tau 1IELI¶TOUvoGg 1TCITXUOtQKC, T4XXO 6¿ ITXéov alTexe’..”
1 Carta VII 342d3].
qpovna’.g ilept erau’rov KW. 1’OUC,” [t7»rtaVII 344b9!.
Ap Der/yodos nóñs-no~,n 90 1
DEI~ll1~©~ M©~4~©ED~L
s término utilizado por Platón u * = por Aristóteles, <en el caso del sequndo,la tercera columna indica una obra en la cual ~eencuentra).
1.. [PICA FIOMERICÑ
ay~<’.voog S
QpapTLYoog‘A.
aroog ¿dvo4¡wvúvcrog ~
>1
E LOYoCW¡LtT 6vo’.a1/oripaYOTflI&JYirrpovo&J S
HOMEROHESIODOHON E ROMOMERO/1/fr/MIS’ M2/LEAY025HO MEROEPICA tIONERICAMOMEROMOMEROHOMERO
JI. EPOCA ARCAICA:
01/Oía *
biái¿oia*~>1
aivoog *
p.e’ravoeco*
vol-li6’; *
vaepo’; *
¿¡s6voía
TEOGNISA icEOALCEOEPICbIRMOPARMENIDESHERACLITOHERAC LIJO
hL EPOCA CLASICA:
U141Vacío
avaiyrenuu,úvonuiia
SOFOCLESARISTOFANESARISTOFANES
*(M)
* (Ab/a.)
* ((tic)
* (fr/e/a.)* (LC~C)
* (fr/e/a>
Ap Derh’.t~dos ocias-noei
»
902
avor¡ucocarowra’rogávÍ’.voogQ1TOYOeO¡sQLtXilDyOtc(
6’. aYO CO1~ a’. —
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Sxiavoía *
Stmavoxig *
¿1.,vo¿u>*>A.
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err’.voeci *¿11Lv6nwxf iT 11/O ¡SIEUVOCG) *
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A.
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A. 1
vúuúeota,-’.pvouQe’r¿ío SyOU&éTflFlcCvou8urpu’.’; *y oxi e ~éo cvouee’r’.xogOpOVO,) *qtDYoog,-oiJg011 CV O WCnapavoéu>t.nap&v01aiTOpaYoxiq
A.
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noXuvoía *
trpovop~eornp ovanu ‘. KO’;
¶pOVOp’fl%coslTpovota *irporoc;.TlpOyooxiMaI. 3
ARISTOFANESESQUí LOHIPOCRATESJE NO FO NTE ,T UC IDI DESTUCíDIDESHERODOTOJENOFONTESOFOCLESSOFOCL ESESQUÍ LOE UR IPID ESESQUILOHERODOTOANTI FONTEEURÍPIDESHERODOTOESQUILODE MOSTEN ESJENOFONTEESQUILOMERO DOTOJENOFONTEHERODOTODIOGENESEURI PIDESAPISTOFA NESA RISTOFA NESARISTOFANESARISIOFANESESQUILOESQUILOEUPOLISEURÍPIDESJENOFONTETUCíDIDESDEMOCRITO
JENOFONTEE URI PI DESESQUILOESQUÍ LO
ARISTOFAMESTUCíDIDESD EMOC RIJOJENOFONTEJENOFONTEJENOFONTEESQ UILOESQUILOAP Í STO FAN ES
* (fr/e/¿~)
* (EN)
* <tkk?c*”)
* (EE)* (EN)
*(~/ñ ódAlex.1
* (/v/efr)
* (t*t?.)
,HIPOCRATES
* (EN)
* (Alt A~sp.)* ( ~íñ.es.t~.>
* (EN)
*
Api Ver/yodos nó&s-noei
»
903
axiVvoeGJ *
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Vii OYOU¡LU
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ARISTOFA NES* ESQUILO
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ñyxwota6vonu a LYu>bLQYOpOL’;6’.avoyyT’.gogf VV QU Uf.’;
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A.
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¡C&rmid.es..><‘;r/kbo)
e7t/itcd<7/meo)r5Q~públlc~)(leyes>Cf/un¡e>~7->
(¡Vifico)(So,Osts..>
(X»pábllca..>CAVot/ita, ¡edro..>
V. ARISIOTELES:
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A.
yOrVr’.KO9y cxiv e>~u>’;
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Ciont. ..>
It/e/a ,/CPky5ñsn ti(CE.>(/t/e .2CAWk ah4kx
*<Probi#)
* (Ab?.>
* (Pr. 1
* <EN>
* ((a>
** (fr/e/a)
*( /W.)* (Pt¿~es.)
Apendica~ F,¶cpraqanas y Lacar/anas 904
EXPRESIONES Y LOCUCIONES USUALES:
HOMERO: lflQEK vóov
Kctu& v¿ov
TEOGNIS: dit v.6ov ¿ÁOctv íu&
Etg 1>00V CtyEU>
HERÁCLITO:
HERODOTO:
AR ¡ SIOFANES:
~jjp vów (citY v¿«}
cLYEU VOO1J
EK... POOU
él yóc¡> E)<ELV
¿1> v<Sy éo~íií
vQ ?scxfsdv
1>ó0v ¿~‘5vuío§
flPO’YEXELV ‘tó voíJv
‘roy voflv ¿‘~<av
‘TOP 1>01.31> C)<EU> 11QO~ TU>«
1>01.31>... KEKTrjJOcft
Apéñdice- E~presionesy ¿oraciones 905
SOFOCLES:
EXELV KcLT& youv EKELV0~
ANT IFONTIE:
LEUCIPO:
DIEMOCRITO
¿ni ~a
ri~y vol’
&& 1>01.3
ncxpé vol’
voiiv OUK ~xoua~v
1/011V CXELY O YOUOCTECÚI>
CORPUSh//PPOCRÁ HCUPt
KcZTEXELV TOP VOUV
F~fl&P EV V(Q CTEPOV EXELV
‘¡Zv voiv JUQ~CI.V
PLATON:
FXE’Té VOOU
! e-1Incc~ 1t~IVfr’ ./OUV
cLVEU VOOH
JFILKP¿P VOIJ E>~ELV
‘roO voO ~wp½
flE~t voflv
Q>aK9P POU KTaGectt
Ap&ñd/ca Expresiones y! acac/anas. 906
TOP 1>01.3V EXEU> npO§ it LavO
‘TOP POUV EXELV flE9L ‘TLVO§
ARISTOIFLES: e-
urro...voij
¿ vofl~ Odov ~~e’.v
Kct’Ta iivct VOUl>
¿nó TWOg...VOU
flEpL 701> 1>01.31> EXELV
Em. TOU VOU
¿ KaAOUFtEVOS vofis
¿ CE vofi§ XWPWTO§
907
(Sobre transcripción ile términos griegos}
Las palabras habituales o especial mente relacionadas con fl~j~ se vierten al castellano
según la siguiente tabla alfabética de correspondencias —que aun no siendo la única
posible, sí le parece a la autora la més adecuada—
A a a
B b
F y g,(gu,ng)
N y fl
ix
o o
A d
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Z
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U
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kh
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-r
x
M ‘.3’ m
3/osánú 905
EV~’POL« (~gnpN) pág. 168
aíoeávogca <ai sthánesthai) pág. 151
cítae~o’.~ (aisthesis) pág.59
cxW0~’t¿~ (aisthetós) pág. 145
ahóv (alón) pág. 292
iAñOEta(alétheia) pág. 168
&óyo& (~ikgg~) pág. 354
&vcLyKr~ (~nfriigi=g)pág. 153
avot~twv(anoemon) pág. 23
&v¿iyrog (anóstos) pág. 84
&vo’.ct(ñnoia) pág. 170
&“oo& (ánoos) pág. 23
aJTELpOV <apeiron) pág. 122
¿ex~ (arkhé) pág. 141
ISío& (bios) pág. 120
~ouA~otg(boúlesis) pág. 425
yLyVQXYKO) (gignóskein) pág.81
yvriipxj (gnóme) pág. 49
&4uov (daímon) pág. 121
S4ux; (démas) pág. 71
&avo4w [diarioein) pág. 152
Ño~oco~ca (dianoésthai)pág. 100
¿Q/c’sarzt 909
&aÑ~ga (dianóema) pág. 225
&«PÓY¡Gtse- (dianóes~s> pág 225
&cLVOY)TtKOS (dianoetikés) pág. 225
SLáVOL« (diánola> pág. 101
8¿~« (dóxe) pág.Si
6¿~ct aAijOfl§(déxaalethés) pág. 191
Slivcq.u§ (dúnamis) pág. 303
SliovovÉ (dúsrinia) pág. 9?
EtS(U (e(dein) pág. 9
Ei~a (eínai) pág. 22
EPEpyELO. (~nLrg~I~) pág.497
¿vvo¿w(ennoein) pág. 95 n.3
EvYota (énnoia> pág. 103
fvvou~ (énnous) pág. 95, n.3
~ts~ (héxis) pág. 435
EVTEXEXELct (entelékheia) pág. 319
¿utenjifa (epith~mía) pág. 222
¿rrtvofw (epinoein) pág. 100
¿ntcírflvr~ (epistéme) pág.76
ci3i’o~a (eúnoia> pág. 145
EXÚJ (ékhein) pág. 50
~utj(zc’é) pág. 195
«bioy (zéon) pág. 132
SELO§ (ut~í~s) pág. 193
OEÚ.Qéú, OEWpGI (theorein> pág. 477
Gú1’W (Iheoría)pág. 479
6/asar/o 910
Ouíx¿s(!UgrnÉ~) pág. 11
k«Oct1X§ (katharós) pág. 191
Ka.ictvoEÚ) (katanoein) pág. 100
KPPW (krínein) pág. 81
KIJ¡3q3vctLo (kgbsrne?n) pág. 52
X~yw (14g91.n) pág. 81
AoyvakÚS& (Rgismós) pág. 169
X¿yo; (j4gq~) pág. 4
¡.ÁaYQÚW (manthánein) pág. 61
gET«VOEÚJ(metanoein) pág. 145
voé.w (noein) pág. 16
v~~ia <nóema) pág. lb
vólats(nñesis)pág. 104
1>OflTEO§ (noetéos) pág. ¡03
VOrjTtKo§ (noetikós) pág.366
vor¡’rog (noetós> pág. 54
vóIIo§ (nómos) pág. 78
vóog (nóos) pág. 3
vouocráo (noutheteir¡) pág. 5
OpE4L§ (órexis) pág. 264
oOatct (QJlna)pág.412
nat&(a (paidela) pág.342
najxWota (paránoia) pág.95 n.3
nCa’n~ (Wlis) pág. 107
no>wjiae(r~ (po]gmathíe) pág. 72
noXuvá&j (poh4noíe) pág. 157
5/osar/o ~íi
TIPOOIPEGL& (proaíresis) pág.470
npovÓ&i (pronoein) pág. 148
npóvo’.a (prónoia) pág. g~ n.3
oc4íaisophía). pág. 76
ou¿p~xara (spérmata) pág. 126
ouVEotg (súnesis) pág. 138
UUVL¶IL (syniñnai) pág. 160
cóvvota (súnnnia) pág. 95 n.3
o%a (sóma) pág. 15, n. 1
aw~t0ocuvrI(sophrosúne) pág. 32
u¿<yfl (tékhne) pág. 277
4av’rcsz~¿a (phantasía) pág. 425
$~Tjv (phrén) pág. 11
•pOPEOJ (phronein) pág.21
$PóYrIGLS~ (phrónesis) pág. 56
4dc’.; (phúsis) pág. 53
xek.’nuc¿ (khrémata) pág. 126
4~ux’j <p~ykhé) pág. 1!
Canlun/odeCitasdci corpus 912
aa
(Seindícarésiemprelalíneadelaedicián Bekker -Acadenilade Berlín- enqueaparece nuestro término, no el comienzo o final de la cita- Para citar por otras ediciones sesiguen las indicaciones ofrecidas iniclolmente Un * se?~ala los textos apócrifos.)
CIUTrC~ 61> ¶014 «XXO~ i> 4v~ &nxcUv, roifro 8’ cii rwhd navraxoO,
t1x’ A’ pápaph’ pvd, A’ 5~ pM Síeav=-,5X4o 5’ A’ 5XXw, ou¶ú~ A’ auXXoywpsj‘ y’ mt ~ ,, .. ,,, c u‘re ev Trpól’aaw «¡ieao&, ev 5’ osroóega rin enLarnII~¡ o vou~. An fbst 85a 1].
«XXXII L T¿ 5 ETUOT11¶OV Kat ETflUTTj$11~ &a4*pet ‘mii 8O~aTOU k~i. 8O~1i,
~n 1~ lié’ ¿Trianiiiyl ruOoXoij ,att St’ dvay~íow,íd 5’ dv«yniiov cdc ¿vséxe’rca
~XXo~~ 8~Xcv o5v 5-u nept ¡té’ rafia ¿rnarijp~ ciir ~arw eL~ yd~ &v
i’ata 5>,Xw9 ~xewr& Suvr¿&XXo~ ~xew.dXX& p~v oii8~ vof~ (Xéyo, y~ovoflv Joxiiv ¿TTWTt4Ifl~) cuS’ ¿rnnrij~u~ ¿vanóSeuaos ‘mOro 8’ ¿&w bróXnW r~«¡tCOO1J npo¶¿o~o>g. ¿XT)6ij~ 8’ ¿aú veO; cci ¿rnanfln¡ flL 8~ rUt ro Sta raúrwv
>~eyó¡ievov dmne ?~dnera8ó&v élvat nept íd &~8~; pe y r~ #135o, ¿vséxópevov
U caZ dXXos ~ teOro 8’ co~v i~nÓxu¡W ¶fi9 ¿~~OUb lTpO¶OfW§ Ka [nj
ian ~4IoX0yo4Evov8’ oil¶w rot 4awopévo~ lj TE ydp &S~a ~pé~aow,
KUt xi i>yxns fl tai>n,-rfl. TT~O9 Sf TOUTOt9 cui5etg oiría 8o~tL~eitv, o-ray OUlnU.t
dBiivaíov bxos ~xevv,dxx’ én{ar«aflat dxx’ bray etvat 1ih cifras, mi ¡trW
cat aMwg oub¿v K&AlJetV, ‘ro-re 5o~tt4ew, os i-O1J pev ‘rCtohJtOU 86~av a~aav, taO 8’
¿vtLyKftloU fTTWTIfllV. lAn ¡t’st 86b 35 y 36, 89a 1].
“ti 8~ Xour¿ n&~ Sei Sinvd¡ia ¿ni te Sun’oiag mi vaO rol ¿nianjpíj; rol
te>~vr~ KIXt 49OVflIXW9 KUL 004fl&9, t& 31CV 4$JOUfl9 ¶0. 8~ ijoixfi; 6e«~íig pdXXóv
ea’rw. LAn ~%st89b 81.
“‘ Enet 8~ i4w nept njv Stávovw ~eúwat& dxr¡Oe’iopev ci ¡té. dd ¿XneetqeÁaw, al S¿ ¿nl&xovr4n vi ifiSa;, dcv 8ó~a mi Xoyu,pó9, dX# 8’ ¿d ¿ntarjnj
cci voi3=~,cat od8~v ¿nwTÍihiuw Kpl9o’TepUP dAxa yevo; ~ VOJ;, al 8’ ana row
¿noSd4eaw yvopw4repw, ¿nwrirn 8’ ~naaa¡ter& Xóyou ¿o’ri, mi’ 44w ¿rncnjp~
¡té’ cdc uy e~, ¿ret6’ cliSé’ &r~6éarepov ¿vséxerat elvin kwr~irj; fi voCv, vof;
ay xl ti> p~tiw, er re TOhJT(JJV OKOTTOhJOL rUt OIt ¿TTOSC@W9 «PXT1 OUPC ¿ITO6a~~,
t’onp/nto de¿‘itasdciCorpus 913
ou’r cuS’ cnuyr~ii~; eitwnj¡n~ a o5v ¡íxiSev axxc ITOQ0. ETflCT¶IflV Y~’>% fX01I~~>
dx~9é;, veO; liv et~ ennxaT~¡tn; dox~. mi ~ ¡té’ dex~ Úc eL~ &iv, x~ S~
ndacLóílaío=~xetrrnd; vi n&v rptLYlI0..”[44/bSt. IOObO,b9,b12(2)ublSI.
“cdsei. y&o &v npareu’ee vcí3v ~xwvni ¡t~t,evi ScroOv cuSe npo¡3Csct re
rTi7flt4~cKvepoy....jTop. 104e 6].
« cci ¿ hcpov A’ etepq, ru’i, cili-wg ~Xo A’ &X?«p ío¶cv d~ ~ ¿u’
, vcft ¿y iIi’UXXjr..) ( Top. 1 OSe 111.
“¿kv <5 e{pr~r~ <WOOoXrcv etvat rol oit ¼~v¿arw ~ rol Sri ~inisuxcv
rin oit Stncuv rin art veO rin frWr WN Seicriróv, 6GTC ¿ncwucOv~v&~itt’
dxoxcu’ean’ dvaweúévro;¿y 4etrat Kin ro A’ “1 Top. 11 2a 1 9].
* ** * * **
“ “Qare acre; r~ «Suvaxa ~yrow¿ veO;, eThep ~ciiXera¡té’ 5m>~tvat,
¶01310 8~ TTOt»in <i8ut’atc’V Ktft KILT& ¶0 TTOODP rin KtL7& ¶0 ITOWV, Ka7& p?v ‘ídxioacv 5-it cdc ~arw eX¿xtarov péyeRo;, rU~r& s? ‘ro nci¿v &rt ¿x&pw’ra r&
Trtflxv” [Pñ9si 1 SSe 9].
rol ¿i& iio>g i~v nom¶ecvWJ¶014 ¡tVfbIV. ‘A?Q~ ¡tu~v miS’ érdvow
it quvtc etlNLt ¶1~ ¶1J)(T)V, ¿!OV @XULV T) VfUX> 11 VOUI’ TI TflJ~ 11 CKX>~fl ~f it
rGw iOiObtO,V.” (&t<5. 196e 18].‘ 1 ,‘ 1 mt 1 ‘ ‘
h4Lt ~ ~ ~ ~ ~v-¡té’ (jpi rol iii 4~uí&
chrd 6)QK ¡njre etvíii. p~jre yíyvec&u, dxx’ Nt ~6ow fi vcOv fi rt rou.cijíov
~repovÉtvat íd atncy..” [Pñ~. 1 96a 301.
“‘Era 6’ ¿mi íd ctlJtoga’rcv Kin ~ atíta LS’ Ii vcO yévetro ahw;
r~ 4u014, era-y ru.r& wPePx)r¿; atuiev it yevuii0.t rcthow wir~r odsé’ 8~ rwr&
ipeírnrd; Ant npórepov ¶63v r«6’ auto, SfjXov en ou8~ te rUTa o14I~c~fjKr;
0.tflOV Trpoiepcv Tau nEO’ 0.1370. tYUTCpOV ~ft t¿ 0.uio~iai-cv rol ~ iiJ~x~ rol pci]
rol «0H09 ¿n’ e{ Su páxtaa ro0 cdp«vou2 attinv íd idr6uaxov,avtcyr~
rrporepov voCv nxt 4’úow atrvxv etvíxt rrtt dXXwv noX>&iv rin roxiSe tau
1~4<n 198e6A0’112L
“rol yd~ ¿dv ‘¶XXíIv <xttíav etnoutv, 5oov 4*úí¡evct xa~oew eúnu’, o ¡té’tijv ‘wdav mi t¿ velico;, ¿ 8~ idi’ voOv. “[Ph~s 198b 171.
“Móxuyro. S¿ 4avepdv ¿xii itt’ (41wv itt’ &XXúw, a o5~~ ré~v~ odre
f~irpavia cifre ~cuMuc«¡ffva not& oOev Starcpoi3a~ rWe; nóttpov x~ fj tun.aXX<p epya4ovíat ct ap«)(vat rin & ¡tUPIU]KF9 rol Ta ¶olax.ura. [t’b~¿si1 99e 22]
—i
Con/untodr C/t~sde]Cg,rp¿~~ 914
tira yixp íd ytyv¿¡tevov er taU -row&rnu yWetixt oÚípa-toq. ravíoyv 8’
Ant yéveov xiXi~jv oux alta, rin twa 4xijv Set eTx~’at ny yeveOtW9, &Utfl 8’ fa’Tt
¡iti, Bv ~rÉitvo=-r~xXá voUu’, 43 8~ voO; ‘ir’ dpxij; ttvo ¿pyó4í’xt vó~oig’ dineccvyrfl o¡¡oU rote TT0.Vt0. rin ap~aa8a note rwOxjlet>a2’ [Pñ~. 203a 31(2>].
En Sé rUt ayev~íov rau. «4*sp’rov os doxn ¶14 oúixr íd ‘TC yúpyev4ievov ¿vtiyic~ ¶éxosXa¡3ctv, rut re?.currj r¿or>~ ¿att 46op8. MS ruO&Tep?s¿yq.tev,mi ra-6ti~ doxii, dx>7 ¿1i~ ¶0W &XXwv etvat Será ~c~dn~ptqew
rut r&vía ni~epv&v, di9 4’aaw Sant ¡tij noxoUnu. r«o& íd &newov £\Xa>~ 0.¶1a,
otov voUv Ti rol tau? CU’0.t ni Oáour ¿aáv«’rov y&p rol ¿v~e8pov,d~4>rpzdv 43 ‘Ai’gpavbpo; mi el nxeturot itt’ •umeXóywi’.” [Pkys 203b 1 31.
“EL Se ¡tuSé’ 5XXo Tre4>urev «PXOIICW r~ 4nJXT~ rin 1JnJ~(fl; vo1N, aSuvaíovetviit
xÑvov n’u~Ói~ ¡Ój o5my, dxx’ fi teO-ro 5 no’íe 5v ¿anv <5 XPói’%~ ¿kv ci
61>SEXE¶aklPT~OW chau. &vcu 4u>~fi;.” (/W5I 223a261.
“Et ~ ¿vséxctaí note ¡ti~Sev ¡cwctafiai, Stx& ¿v¿ytcu toGio ouppatyew 5ido 9 ‘Avaxayópa X¿yet (tui& y<Ep fU>09, ¿¡taO i~at’tow oi’iwv rin rpeiiauvtow
v3v &irewov xpóvov, rtvrpw ¿¡tnot~<n i-dv voOv rol Siaxptv«d,...” (P~fle. 250b 261.
mi ‘AIgW,4g dpO& Xéyei, ¶Ot’ vaflv dnaBfi 44a’wv rut dgtyfi 4w,érexsujrep rtviiafos doxñv a~kóv retel char oilrw yd~ liv vóvos rwoixi, dictv~ro;UY, rUt rpa-¶o’u.fl, «¡.it½;a>v. “ 1Pk~<~. 256b 25].
‘ ‘ ,..1 ~.1 1La ‘rey vouv óe •uptv áVa~ayep«& óinrpwtty íov nvritnvía nporov.
[Pk~.265b 22].
V~a43oUn ?rye¡t¿vaidi’ voOv,’ [¿~t/vná* 391a12*].
tít 5’ eL v9~ nexxat txjxat dxx¿ ¡tóQta, nórepov Se; <xyretv UÑ-repov trW
SXuv 4~bX1w x~ itt ¡tC9W.. XaXenov Se rau. telITUY Stopíaxn nota nél>urev ~iepa
dxxAxwv, mi rdrepov itt poota x~ñ Cuíav rpo-repov 5 íd ~pyaa-itt’, otev íd
voáv 5 tdv ~‘oOu’rut t¿ aAaeávett fi íd a~o8rjíuaiv ¿¡aoíwg 8¿ rut ¿nt t&v
5AXow. EL Se TU. epyft TTpOTfpov, IT<XAW ELY T14 &TYOpflOfXev CL T& flWt4ICVfL
npóíepov íoiíow Cnrnteev, att’ ~dataOT)íov -reO atae~tinri rUt it) l’OTjltt’ i01J
voxrruwO (veO].” [kAn. 402b 13, (b16)].
ConflictoojqC//esde/Corpas 915
c.
~ mi ‘Ava~ayópaq 4~~x’iv etv«t Xéya r~v nvoCo«,v,nrt 4 ít
«XXO4 EX9eKS’ tii~ 10 110V erw~ne V013, 0’U flV 11(LV¶CXW9 ¡ O)31W~ ATflIOKPtTOS.
‘EKávoc ¡jé’ ydg, &nX& ra.dídt’ tíuxiiv rat voOw “(kAn. 404a 27 u 2W.
“...(od ¡ti~v rftv¶e?4 y’ ¿S3Trep tap&pu.¶a;. tráva; ¡té’ ido &nX& ía.i}rdv
4nixiiv mi voí¡vi íd y&o dMo~; etvat íd 4au4evov’&d r~& U0tT~fl ¶0V
t’O¡njpov cb~ vEIao~ icet-r’ ¿XXo*ovéow. 0i Sí~ xpfl-rct ¶Q) ¡‘43 ~s8uvÑw. íwt rept
njv aXrj6ewv, dxx¿ tauroX¿ya #uxiiv rid voOv.” lkA4 404a426), 30 u 311.
“‘Av~ayópa-g 8’ lj’rrev SuLxr4tt rept a-mar naXX0.XaO ¡té’ y6o íd a~not’
tal) nxx& mi dpo& tdv vaOv Xéyeu, hép«Ot 5~ íeflíov e¶va-t í?jv tÍux¡$r A’airnat y«~ lJflapxett’ 0.1J¶CII> tt>14 ¿014, rin ¡tCyaXeL9 rin ¡tui<p&~, rin ¶1411014 mi
¿ui¿tor¿oew. OiJ 4ntveía-t 5’ 5 ye ran *¿vnavv Xeyoitevoq vaÚ9 TTW3W Ollo1039
~wáúxewíot ~ dX?~’ oui&~ ¶014 ¿v8~io~ nd’3w.” L k4a~404b y bSI.
“‘Tít Se mi (EXXW9, VfflW 11ev ni ~v,éxnarij¡tTy 8~ í& Sóo ¡tovax(~ ydp ~t’(1
ex~ ¶01> 8? -roO ¿nu.né8ou dp~p¿v 8&av, ~wuv a? r¿v tol) mepcofr & ¡té. idoa~t8¡tet ta n5xi a-uí& rin aoxa O%eyov¶% elst 8’ ¿r í<fr o’rou.xeíow, rptveía-u. 5? -r¿rp6y¡t0.iU. ¶& ¡tel’ t’~ ta- 6’ enw¶np~, t& SE SC~, ta- 5 a-xoer~&t s5~ 5’ el aptB¡tot
a~Te1. itt’ TTP(LY¡t$tWV.” [kAn. 404b 22 , b 261.
AnIlorpu.¶og ~ K«~ yX«%pt)Tépt3g Sta- it T01J%W éattepowfl~~x’W p~v ydpetvat ra-ii-íd ría ¡‘oiiv, -volito 6’ etvux -ró5v U~0JTUY rol dsxmp&ow OT4IátUY,
runjnxóv &? sd (flKpa¡tépelav rUt TO oxfipw ¶0W Se OX¶W~íWt’ C1JKWfl¶OtCLtOt’ ¶0
a4awocbS?;Xéy¿v tewtl-rev 8’ elvat ¶ot’ -re voOt’ mi íd rflp.” [kAn~ 4(115a 9,
al 3].
‘Ava4a-yóp~ 5’ ernn pci’ eiepot’ X¿yew 4ruxujv ie mi veOv, &unep eTmreíiev
rol npótepov, xrn$a 5’ 44otv d>~ ~ ~6au,TTXijI> dpy¿xjv ye rdv voCv n6etat
páXx4na TTViÚW’ ¡¡¿vot’ youv 4’xwtv 0.lJiCPV ‘rUY aiiXoijt’ ett’at rUt «4I1.~fl Te ría
ru6ap¿v. ‘AroSí&an 8’ &¿í4’w t~ avt~ 4x~, tó te ytvinrett’ íaLi t¿ rtveiv, Xéywv
VOUV KWftl> ¶0 TT&i’.”I&~44 405a 14’j 15, alO].
“ t4v«(,gtyopa~’ 5? p6vo; ¿na2fi 4qow e¶vra róv 1’eflv, rut ruu’dv aufie 3’
odeevi it 5>..Xwv ~‘xew.Towi}re-~ 5’ 63v n~ yvo~ná rat 5~& itt” 0.tiICti’, o5í’
&ftvo; e¶pi~ev cifí’ ¿K rGw eipiwévwv ouiv$av« ¿aíw. 1 (,~‘An.. 405fl 20].
“ flp&rev ¡té’ e5v od r«X& íd Xéyew rip’ *bxlv ¡trreV ett’or rfi¡’ yd~
rol) TT~Vt9 &~Xov Sít rovturr¡v chía poi5xerax okv reí’ An-iv ¿ ruxoiipevo;
1>009 oxj ya~j bij ¿Xcv ¡t 0.wSTflxtI, oúW oInv t¡ ¿TnkwT¡tixt íoínow yap ~
KvTlt3w ad KbrXo4wa’ ¿ U ~ et rol oUPexn; Jonep rol ~ a?yoiwi í& voi1jia-i-w ra-un 5 t<» ~W3I~ ~ ¿ díneuáós, dxx’ cdx íd
Conjuntodc ¿‘1/osdo! Corpus 916
u vuu5 CUiCO01J E’~ a>’ nR“ ‘‘ 5FtCYCLflJV SterEp cuS ‘ xi ~ mix ~, peycuo~ it
auvex~;.”{kAn. 407a5 u 6, a91.
“‘Avayrr.c.tav 5? -rau’ vol)V étvat niu’ nirxev reOtoir veO ¡té’ idovonow, iáicxou 5? nept4op& eL o~v l~ vÓflO14 nepu.4~pá, rol vol); liv tui o nrXe;,
fi -ra~a&n lTepl4cpa vónow.” [kAn. 407a 20(2> y 21!.
‘EntlTavav 5? rat íd PCPIXOIIt í43 mZ~a-n ¡tu tuvtfpevovdra~u6fivw, rat
npoaéíu. 4ew-róv, EtlTep ~eXítov 7) v4~ ¡tui ¡te-ru aúviite ett’<n, ruBa-ITep ew~é it
X&eoOau. rol roxxot SerEt” [kAn. 407b 4].
“ HaNMÍ te yp «3. xw8éoex, t&v ¡¡ep~ rol noXXwxÚs ¶W% ‘35V t~
u~roXapctv xM -r8v voOv ovv8eow eIva-x, 5 t¿ a-{a~’xynrr3v 5 ni dpcr’rua5v;”[ kAn.
408a 12].
“ ~5?voO;~oirev¿yyíi’eo6atodo<.a-rt;9ap ¿4Odj,eí’&v ~nAuij~ A’ r43 yx~pq &aup¿~xús, vi3u’x. 5? ~,nep ¿nt íóiiv
a-ta6~í~pisnv augpa-Iveu.- eL ydp xápot <5 xipeo~xxirr~; ~j~a totovM, í3xénet &v ~Y3TTEP
rut 6 v#a;. t’Qoíe ¶43 y~p<g oil t43 -rñv *uxiiv tu. nenov8¿v<n, ¿XX’ ¿y ¿~ r«6¿nep
A’ péOa rUt 1>00014. xd ni voietv Si~ rol ni Oeweiv papaivera-t ~XXouíw’B; ~aw
#ewovévolj, a-ud 5? ¿traBé; ¿ant’. Tó 5? Suveáa&u.rau. 4nXetv fi ¡n~tv edc¿unv ¿iceivou uá8~, dxx& -rauSi -mu ~xevíog¿relvo, ~ ¿relvo ~xet.MS rol ío6íau
*ewa¡t¿vou autepv~¡joveiieu. o5te 4n?~ei - mi ido ¿rdvou~v, ¿XX& ío~ rou’ol), 8¿nó?«rIAev ai 5? veO; Ljwg Oeui-repóv u. rol ¿n«hk Antt’.” 1 kAn. 408b l6y 291.
“‘Arapujoeie 8’ ~v n rol it ti ¿att ni ¿vonotol)v auh& ~‘Xziido ~‘ou~-r¿ye aíeu.~<eta’ rijpi~ai<troy ido ~rávo -íd ouvéxov 5 it no? ¿adir ífis Sc 4ru~u3;
cha-u. -it K~fIflt)u’ rut ~~av aSx.’va-rev-«Suu’aíwíepov &‘ ~íu. tel) voO euiXu~4raai’
ido etva-t teO-rav rpeyevéura-tav rol rwv rat& ti5otv, 4 Se aretxúá 4«at itt’OVThW ttl’IXL” 1 kAn. 41 Ob 141.
CK 7<33V
O$icTuu 5? flL >tIt TOY voOv rut td a-4nexjíwSv ‘ o-rot~eunv
rroiol)our 4rsávetca yiio íá -re 4rn-r& ~jv cii ¡tetexovta. 4up&q ads’ <iloe¡iaeús, rut
itt’ 4~ov iroXX& Sdvev.tvodc ~ EL &É ng rut twna naQaxoviiaexe rut 8eí~
ídv vol)u’ ¡¡¿pu; iu. TT)9 *vxii;, 4¡oíwg 5? rut ni ato8~ruaSv,ods’ liv o5tw ruoóxouXéyotev rrept flflTI9 4ruXijg oul5? rrept SNns nd&wd.” 1 kAn. 410b 22g b25!.
“EL ido r~ oXi’~ 4~~xfl rTav ro 0v41a auvq<a, npouijrn rut itt’ pepíwv
~ruarevalJv¿xav -it tel) oxqiate;. TouJ-i-o 8’ !owev ¿Sxav¿np neiot’ ido ¡tó~xev 5n&s ó vol); ouvé~eu. xaXen¿v rut nX¿ouu” IkAn.41 Ib 181.
ConjuntodeC//csde!Corpus 917
“riseovax& 5? >teyo{¡évou tel) ~v, uy b’ it rouíwt’ évunápxu ¡tovet’, ¿3v
uii-ró 4’apeu’, okv voOc, aLjfi~ai~, K1t’rIOi.4 rut atáow fl rxtí¿ -iórav, ~‘tt dt’r~o’e flruta ípo4~v di. 4’6{*n; u &t ctf1~oi<’ 1 &A~ 413~ 231.
“flepv 5? vil) veO mi ilj; Oeúpiyñríj=-Swálieos o5rw 44vepóv, ¿XX’ ~exre
*ux~; yÉvo éicpov dva-i, rol ‘mOre ¡tóvov évséxer<a xog~ec&n, ru&inep ni¿~wv ial) 46«piol).” [kAn. 41 3b 24].
“ flept 5? lawraoiYsc ~SnXev,fii~teoov 8’ eTTWIrEntéov. ‘Et’xo~ 5? TW&9
‘mWT014 ~ráoxarut íd ra-íd. íónov rurnuiniv, hépog 5? rol vi Smvor)íuaiv -re
rut vol);, etv ¿vopWuowrut a ti. íoirnyrov empóv ¿oiw fl ¶liv6repov.” 1 kAn
414b 181.
TeXcutawv 5? rut ¿X¿xtata- Xeyw~n3v rut Suivaunrot pé’ ido ~n¿pxcu.Olan~oy~&~poc iúiv 4>Oajrrwt’, tOlJT014 rut íd. Xou.n& fl¿VtC, 014 8 ‘éicetvow barnrev,
n&n Xoywjió;, dxx’i. vil; ¡t¿t’ edS¿ c~vtaoía,d 5? iu&r~ ¡tóvn ¿ñnv. riept 5?-rol) 6eo~ni-rucoC vol) hepogX¿yo~. ~‘ O-it ¡té. o5v ¿ rept -ra6-rúw ~r~arovX¿yo~-
e~ío; o<~nó-raío; rut rept 4~’xfi;, SfjXov. [kAa~ 41 5a 12].
4’avep<3v 5’ d~- rut o~ ~vern>ji ufruxii at& c5urnep ydo ‘3 ¡‘cl); ~ver¿ íounoé, -rdv «IJ-VOV ipówov rol i~ 4>iia
14, rol roOí’ a’
eaw mi¶~; éxo.. Toloi]-rov 5’¿y -rol; <4~~14 rau. rui& «mv A flruxij ró~ta ydp í¿ 4>umx¿ a4ira tfj; ‘i~~x~;~,ya-wr, rol rcEOánep so. itt’ ¿4~u’, ailiw rut íd. ¶6w 4sxrwu’, d~ ~ve>c~n¡; *v>%Svta.” [kAn. 415b 161.
“¶5 6’ a-dtd peíixetat taúío~ rut ‘té -rol) bgíipou“-rcíicg ido veo; tatú’,”
[kAn 427a261.
“El Sé ¿atw ji 4rít’taoí« rufl’ ~jt’ Xéyo¡tev 4¿viacpá it ji¡ilv yet’éotat rut ci
¡tij -it ra-id. ¡teía¾poivXeyerw., ¡tía -it; ¿art roiían’ s6vapu~ 5 &=,ruB’ rj~
mtvovev 5 ¿x~oeíio¡tev fi *!USóveOa. Tox.aCta 5’ dciv a’ ~t, vol);,¿nw’nj¡tn.” [kArt 426a 51.
“ ‘AXX& ¡njv od5? r6w dá dxnoeeiÁvtmv edsepíaeatai, dcv 4rvirnj¡¡n 5vol); - ydo 4nvramarol 4a-eu8ij;. Aeireiut apa i5áv ci S6~gL ytvctau. idosó~o. rol dxnoui; rut 4¿’evtij;.” [kAn. 428a 18!.
<‘Xci &¿ -rí3 ¿~i~iévett’ rut ejioug ftt’a-t ra-u.g ELtoflilofol, roAXa rut auta
npanet ra «pi, ra p¿v St¿ 75 ¡ni ~xav veOv, eloy íd. 8r>pia, i•¿ 5? &d td
eTTutxJn¶eofiat í’3u vofh’ ¿vicie 5 vomp 5 ~nvq~olov ox. avOpoITeL” [k.4q.429a6 y 71.
ConjuntodcC/tasde/Corpas 918
“ IV. IiIept 5? -rau ¡topínu tel) ífj; *uxt; d~ ytváin m ji rut 49ove1,
¿fíe xc~ncroO 6unot~ ¿fi-e rut ¡tn xoinaroC K0.tCt ¡téyefle; ¿XX& raid. Xóyov,oxernéat’ ni” exet SuL4opa-v, ría roc note ywe-ra-t íd veétv. EL su ¿mi. ni voétvá<onep -íd aiaoáveo&n, 5 náaxex.v -u ¿iv eLi f¡r¿ raO ¡‘cirial) 11 u. rotol)tov ~%epat’.
‘MS; apa Set eha-i, Serntdv 5? tel) Wou; rut Sóvawu, -rowl)íov dxx& ¡ni‘muto, rut <5jioíwg ~xew,dimep íd a-~ae9íucdv npd; íd. a-io&v¿, o5rw xdv vol)v
np; i•¿ venid.. ‘Áv¿yn «ea, érei5~ rálrro. veei., d¿i~ij etva-i. dS~xiep 4~oiv‘Ava~ayópc¡c,tva- rpa~, íofrro 8’ éaítv tva yt’úvíI,?o rrapc¡t$u’opevovydp ns~6a
-rS dxx&rpwv rut ¿vut4pá~eu.- óne ¡~i~’ a-tucO chau. «mv ¡tn8qi.íav dxx’ 5S-íx. Suvirról’.” [kAn. 429a171.
‘O 5in r«Xe6¡tevo; -r~ic *uxñ; vol); (N¿yw 5? vol)v ¿~ &avoá-ra.x. rut~roXa¡Wávex.ji ‘4íuxijl oiiOév ¿aru’ ¿vepycí4t6w 5v’rmv rptv voeu’. Md oxi5?
¡teptx8a e~Xoyov WiniV i43 oxh~ia-ír nca¿; ido &v ng yiyvouo, f¡ Oep¡í¿; 5*uxpó;, ¿y 6pya.vóv -tu. ¿fi>, i5Ynep íjli atoúníw@ vOt’ 8’ oii6év ¿mv’. Rol e~ 6uiXéyavíe9 ‘íjiv tuxiiu’ ¿vax. tórax’ etSwv, TTX1W g~u. ~ OX~ dxx’ fl a’
VOTIiLKTI, 0131C~íeXe~á~axxd &uv4¡a i-& etsv [1*9,4o. 429a 22 U 231.
“Qn 5’ cxix 6gaia ~idnóeaarol) awO~ttsmurut vo~tumu, 4avepdv ¿tú
íó5v a-~c6~r~píow rut ~; afoevicwos. it ¡t~v y¿p a Oxpt& od Siiva-ra cdoo¿veolca
st rau a4óSpa 04*J8TI-íolJ, coy *ó4iou k -nfr ¡teyáxon’ *ó4ow, aii8’ ¿r itt’
ia~i &~ió5v oture kdv otute ¿qá&iOa-x.- dxx’ <5 veO; &rav íu. 1>~<~bvoxiróu’, mix ~riov ved d UTroSeéUTepU, dxx¿ rul pdXXev. Td ~iet’ydp uoei-~n¿~ov
3 2, ,.a 51 51
013K a.t’fU orgtao,¿ ~ voOs xovuró; Siav z out@~ erwyra- veía & ¿entcnyúw Xéye-rau. <5 ru’r’ A’4myncív (tol)-ro 5? eu¡tpaívex, 6-ita’ Sin-rau. ¿vepyeiv St’
&sru. p?v rut ‘ró-re Suvágcu. ros, oil flv ¿¡taVo9 rut npt’ ¡ta8etv fi 4ctv
rut ELdid= Sc WJTOt’ tatE S1JIflLTftt ¡‘Dat’. [kAn. 429b 3 y 5].
{‘ Tnei 8’ £\Xo ¿art td ¡t¿yeOoc rui ‘t43 peyé6et ebax rut 5&av rut 55o.tu. cha(rut ¿4>’ hépaw5? noxNc3v, dxx’ eiir ¿nt rávtwv ¿u’ ¿víwv ido ta-iidv ¿un\ reaapd ehat rut aépnu. 5 ~XXw5 &o.as ~xovtu.rp’wa <5 woir ~ ido arxp~ mr~veutfj; 5M;~ dxx’ di~nep -rS awdv, íóse ~v rqke. [kAn. 429b 13; no admitidopor 103 estudiososl.}
“Ti ¡té. cuy aíaBvinx4i ni Oeppdv rut íd 4’uxpdv rpú’et, rut LS Xóyoc PC
ji náp~ - &)~Xw 5? iítct xwwí43 fl ds ji rerXwsvénl ~xarpd; auújv oía-y
íd oap¿ chau. rptvcx. IIóXu’ 5’ ¿itt -iGw ¿y d4’<apéacu. Svi•wv ni ed6i) ab9 ni awór
¡ta& msvexel)’~ yx~r -rS 5? d uy ¿va-u, e{ ~nrtv hepov íd cujeel rut íd edoi,&XXo &nw ydp 5u4. ‘Eiép~ apa ~ hépos ~‘xot’-iu.rp{t’ei. ¡Col SXos ~a- cb~
-‘ ‘ ,
rc np«.yp«ía. í~; 5Xr~;, o5no rol t& rept ni’ vcCv. “ [kAn. 429b 22].
Conan/aa~¿‘¡tas de/Corpas 919
‘Anopxjoa¿ 8’ &v n, el ¿ vol); &uxol); ¿art rut ¿raM; rut ¡tqOevt ps~6¿v
~xevKOtv¿t’, OX31Tf~ «iatv ‘Ava-xa-yópw~, nos l’elaei, 70 l’(Jftv IIW,XCU’ it ¿JTU’.~Hx.yá¿ -it rowóv d4x4’eb’ OTI«éXC1, -íd ¡j~v rcxÉiv SerÉíd S~ rduxew. — En 8’ ci
vo~’t¿; rol wi-ró;. H ido -rol; £\Xe14 ¿ vol); frnáp~eu, el ¡tui ruí’ ~Xo a-4r8;
voxp-¿;, ~v Sé íx. ni vo~tdv ¿fSeu, 5 ¡tq¡u.y¡t~vov u. ~ex, ~ noei von-r43v ~rep
&XX [kAn. 429b 23, b27].
H ni ¡té’ réaxew ra-id. rowóv -ix. s4~ra rrÑiepov, Si-t Suiv4teu. ITCLu9
¿art -ra venid. 6 ~ dxx’ evreXexet~od&¿v, nptv &v vo~j. Aá 8’ obrasd’nriep A’ypa~iia-teitp 41 ¡t~Oev irnápxex. évrexex4 Katayeypaii¡tevov 5nep auvl3atveu. ¿itt -rol)
vol). “ [kAn. 429b 31,430a 2!.
~< Kai auno; 5? vo~ti5; ¿arw direp itt i’o~í¿ ‘ Ent ¡té’ ido it’ &veu ~n;
ni wi-ró ¿aix. -rS pocO;’ rol íd vootlpevct’ f1 ido ¿u nutrí ji Oewqíucii mi ídEiThYfljtOP tO a-Uit) EOTW. ‘OU 5? ¡tfl «a voctt’ to ‘itiiijV CIUOXETTtEOP.VV 1W>
Ev Sé ial; ~xouox.v~fxnvSlwa4ia pc’vov ~kaor6v cari mA’ voTitA’. Qor’ ¿rewo14¡x¿v od>~ unapCex. x’ci]; (&veu y4 iíM~ SCV’0u19 ¿arw <5 val]; tú’ mcwui-rwv), ¿rdvip
Sé ni vorjtdv u~n4~et “[kAn. 430a7y8].
“Vi Enet 5’ &drep 4’ &wio~ -Ii «ea ¿oit tu. -íd ¡té’ ilM baía’np yévex.
[‘mOroSé ~ rd,vtct Suvágeu.¿relvo), ~tepovSé td a-Ii-tui’ rut uat~-ruóv, Srq uotávn¿vra, ¿kv ji 1
4xvr, np¿s ~v 5?~nv rérrov6cv, ¿v&yrq rut ¿u’ rf~ 4na~ Úréoxew
ia-óí« írk 51A140pT4. Rut gatw 6 ¡té’ toinOro; veO; icj~ naívra ytveoeca, 6 5?vji n¿v-ra- rroteiv, ds ~ ng, eloy 43 ~ xpónov y¿p twa- rut it 4%L noeI t¿
Suvó4Ia 5vta xpáparo. ¿vepyeís~ xp~ata. Rol o~ío; ¿ vol); xú~w’r43; &x. dgu.yji;rut dnaatjs-, íjj eilo{q &v ¿v4pye’n. ‘Art 719 n4nónepov it i’rewOv rol) náaxovra~
rut ~idoxui -nl; ilXIN. “1 tÚAn430a14,al7l.
“ 15 5’ a-uro ¿aíw ji rut’ ¿u’épyeuw ¿rw-ííj~ 4 np&yvan ji 5? ~n&
Sxiva¿nv xÑv~ xiporépa- ¿u’ 4 ¿vi, SXos Sé misé x~t5t’~ dxx’ cdx 6i? ¡té’ vod
¿té 8’ mi ved. Xo~no6ei 5’ ¿art ¡tóvov tcOO’ Srep ¿oíl, rui ‘mOro ¡¡¿vot’d&ívctiov rut JfSiov. Od pvfl¡¡oveuio4ffu Sé, St; ‘mOte ¡té’ ¿mié;, ¿ Sé roh~íd;vol); 4ka~íó;, rol &vev íc4rou edoév vecÉ” [ kAn 430a 251.
íd ~‘do4eOSo; ¿u vsuv6¿aa dd- mi ydo ‘iv re Xeun~u’ ¡¡~ Xeuróv, íd ¡t~XcunSv mjvéBu~*z~v. ‘EvScxeiai sé rol Suípcau’ $¿vax. ríiuta.. ‘AXX’ o5u ~uíu.ye mi¡tóvov íd 4ffl)So 5 dxrjoé;, Sí; Xewd; KNéwt’ ¿aria’, ¿XX& rut Stu. iii’ 5 ra-rau.. TS
Sé t¿v newtiv, -roxJtc d vol); b~atov.” [ kAn. 430b 6].
tarx. 5’ ji ¡té’ 4¿n it rutá i-wo;, Jnnep ji rurd4c*nq, rut dxr>6ji 54feusfl; rdaa. ~O5? vol). ox] níl;, dx>~’ <5 roO tt ~arx.raid. te it 4v chía dM6hi;,
Conflictodc ¿‘¡tasde/Carpas 920
‘. mt 1 ~ 51 x ~ ‘.~1 y’ mt
t~WV U4J It. P’LtI It 1 LLt~ñ CUJII4i IV U~>ILV I4JU WW~ UAIIUCS, CV 1’ LVVQ~W4IU$ ‘U
Xeurdv fi uÁ, ouk dxrioé; ¿el, oil-ros ~xex.Sou &wu iIj 5X~;. “ [kAn. 43Gb 271.
“Td. Sé A’ ~4~aapénaXeyó¡tevai’oá c~~rrep a-ti a to 0410t’, ~Et’01410V, 013
rexo~wpévo~,~ Sé roixov, ¿f ix.~ ¿vóe’. ¿i’epyelq, 5veu ífj; oaonB; liv évóa¿y ~
íd rni>ov - o5i-w d írnOn¡ta-nsc¿ox] ré~o»wp¿va-ós rexovwpévavoei, 5-ra-ti vo~t , y, t r-’.i y.
EKEWL “QXos Le a Pflifl círrw, o rut EVEpyeiffy, itt rpay¡tc~irt Li’oúwj. Apa ó
¿VS¿XC¶ELu. 1v Kfx(qflop¿vow tu. voetv (WtOi’ OVT0. ¡ti> rexwl>Y,Ifvev ¡tey¿Oou, 5ou~rtéov *arepov.” [kAn. 431b 17].
“Ti$z Sé 4fuxf~; -íd a-cfit1-rXxti’ rIEL ¿rw’npot’wdt’ Sxsvópa ta-l)Á ¿art, íd ¡té’¿rnanniv -íd Sé a-iaer>rdt’. ‘Aváynj 8’ 5 wii& 5 -íd. ~Snehax. Adt& pév ~uic5 miido 6 ~so; A’ -i4j 4~.’xti , ¿AX& ni etSor dne i¡ 4’uxxi ó~~nep ji ~ YiW rut
vdo ji xdp Spycwóv ¿onu ópy&vow, rol 6 voO; Sé ¿bo=-d5&v rut ji o.~tnweisa; u~ic6rjrdw.” [CcA~~432a 21.
tus. SÉ fl i¡m~ rata Sin ~j~inrat Suu>apEi4 ji t6w ¿4aw, TE Kp1flXi4~ O‘ 1Sw,volo’c epyov ¿uit rut a-toeijaeos, rut eix. i41 KWC U’ np’ rUtEL lfllTOt’ ICtt’flGU’,
nept ¡té’ a-{oeuioeos rut vol) su¡vlo~w tozrrOirs, nept Sé taO rwo6vre;, -rt iteré
¿atx.-rij; lruxii;, oreniéov, n6-repov b n ¡topwv a-xhfk xúptatdv &‘ pey~Oex. 5X6ym~ ji ndísa ji 4”x~i, (scliv ci ¡tópxóv í4..” LkAn.432a ¶81.
“ ‘A?Q..& ¡tíjv misé íd vouru~3v rut ‘3 r«xo6vevos vol); ¿ant’ <5 rw&1r 6 ¡té’ido 8eúp~-nnB; oxiaé’ Oeú»et TYP«rTóV, miSé Xéyet rept frrol) rut SuirroO oiiO¿,
det 8% ji dvriuw Ti 4eiiyovxo. ji sd¡zov-ró; d Anw. ‘ANA’ oxia’ ~nv 6e«~ ix.romO-rey, ~í8nrexe6et 4*ilyex.v 5 Su&Ex.i’, otou neX>ari Swvoet-ro.u. ~og~epóviu. 5f156, od r&exla S~ 4~e33éIa8a-t, ji S~ ruxpSla. rx.t’ét-ra-u, ‘it’ & ji56, ~-repóvit pópwu.”
[kAn. 432b 26].
“ “En rol énttái-rovroq íol) t’oO rut XCyO6OT¡’Z tijc &avol«’z <friiyeu.v tu. 5
S10ic~w mi rwct~-a,~, ¿xx¿ ru’t& np’ ¿rnowhv up¿na, eloy al. UX90.1É14. Ka-t~?‘os5? opú4ifu’ Ktu. ¿ ~xwvtrW Tai’pucñv odc (&ía~, 4~ hépou íw<3=’rupíou 5u’ioc
tel) noex.t’ naa- tijv ¿rtaí¡unv, dxx’ oil rij; ¿rwít¡pri;. ‘AXN& MV oxi8’ ji 5~oe~gtaXi-ii>; rupia t~; ~t’ujoew9el. ido ¿rpatel; ¿peyópevcu.rut ¿xnowcl)víe; Oilnpá-r-routnv¿Li’ ~xouox.-rjiv 5pe~xv, An’ dxoXouooOox i43 V4” IDeAn. 433a 2, 581.
“X. <ktt’eía-u. Sé ye Silo tal)íEL ICtt’OUVta, q Opf~14 11 tic;, a t~ 1$’
$avíaoiai’ nOei.n d~- vónott’ twa. HoXX¿ ydo nap¿ tijt’ ¿ma 1¡¡rnt’ droxouooOnu.
ial; 4avtamat=-,rut ev i014 dIXXo~ ~ oil y 11014 eilSé Xoyu~6 ¿arw, dxxii4snao{aSA¡t4~nap« taOía. ru.t’nnx& raid. íónov, vo0 rut 5pe~, veO; Sé <5 b’erámi XoytLó~ievo; nú 6 np«nuaSg Sw44a &é ‘mt 6eu»imuzo0 tj~ iéXet rut
1
Conan/ode¿“tos &?/ Carpas 921
5p~x..~ cvcr -unu ráour e~ y4i ji Ope~14, aiíni 4xui -reO rparrwol) vofr íd 8’
~ixa-rovdpxji tfj< rpá~eos. “Qate edXóy~ to.l)¶a- ~o 4atveta t¿ rx.t’el)t’-rc, ope~w
rut Stavou ru.i’ei. 5-it doxii w}rij; ¿art i-é dperr¿t’. Rut ~ 4~xvtac¶i« 5¿ Sra-u rwfj,
ox] rwet &veu ¿p«gúcz.” 1 VeAn. 433a 9,13, 14q 161.
“Tv 8ij tu. -iii rtvoiiv npóiíoti te ópecróu. Et ydp Suo, vou; rut ope~u.,Ka10. ¡cnu’ov 0.1> it ‘‘ 1’ cii “‘“tve ra-u. rwwu
EKOUt’ ‘ a’ ego; escwoux’. huy .,e o ¡teu’ VOU9
&veu dpé~eo~ji ydo PeóXnaw ~Pf~9 5ta-y Sé ru-íd. -idi’ Xoywp¿v icwu~ta-x, rut rur&
¡3oiiXr¡au.v Kwetta-t. TI 8’ 5p«w rut ncxo& ‘t43v Xoywpów ji ydp ¿rteu¡tía 5pe0=
ng ¿ant’. NnO; ¡tév o~u nd« ¿pOd; ¿aru~ 5pe~x. Sé rut 4au’ta& rut ¿poij rut
cdc dpOÍ¡. MS det rtvá pév íd ¿pstt¿v,¿NX& rol)? ~‘arx.v5 vi áyaBdu fi íd4av¿¡tevou ¿ya8óv. Ox] xi&v Sé, dXX& ni nparrdu’ ¿yo8óv. riporídv 8’ ¿artv
¿ycSóu ni ¿v8exó¡tevov rut &XXos ~xew.”[ ¿*9Ani 433a 21,23 y 26].
ny ‘ t y ‘ , ~evi —— 1Exa S~c evínncXc,,.&nian,.-,-evm vn 1e a- ~ -y-ni iri¿~ Be n-.u flet-m
o-ra-y o Xoye; rau. ox ¿rxBlJlnccu. ¿va-vivamkn, ytvetin 8’ ¿y ~iOl;~póvoua-L3fir¡axu
aouax.v (6 ~t~vydo vol]; &d tó ¡atQwu ¿vO¿Xrew rexeúu, ji 8’ ¿in6u¡da Sx4 ¶6
4Sw 4banventx. idi> té ?jSr~ MO rut &r04 ?,&O rut ¿yafidu &rX&, s~Ñ -n~ ¡tui ¿4vté vb.?.ov), risc ¡tév ¿u’ ~v &v ~n íd ru.t’el)u’ -rS ¿pernxóu, fi ¿pc~ítxou’, np=ov
Sé r¿víwi’ -rS dperróv (-reOío y&p n,ve’. cxi iavo6~evot’ i4i vc96f~l’ELx. fi4v-raoflfivafl. dotfl¡¡43 Sé nXeíw -íd. ru.veflv-ra..’> 1 VeAn. 433b 71.
~ OuX o’tov -re Se 0Ú41a- exca’ ¡tev 4íuxnv rut i’ouv rpu.íxrnu, (Lu4JOT)ou.v Se ¡t~
eyeu’, ¡tu ¡tovwov ev. vevuutév 5?. [dxx&¡t~u’ miSé ¿yévur¡-rcw ] sd ít idi>
‘II ido r~i tuxfl ~éXnou5 í43 o4io.ít hUy 5’ euiSé-repov- ji ¡té. y4 oil ¡taxXovvoxjaf x, íd 8’ oxie¿v br-ra-u. ¡tdxxov Su.’ ¿icetvcr odoév &pa ~xe;*uxuiv a410.
rtvnij¡tevov avcu aw6x1íye~. [VeAn.434b 31.
* *** * * *
Atftó5v Se tOUtCtYV upe; ¡¡ev n~. a.va.yKrwI Kpaimwv ji o4íx.~’ roO’ a-i¡txjv, irpó;8? vol)v rut rut& ouppej3r
1rd~ ‘ ‘i> a~<ur~.’ [.$&ns.437e5].
<~ ‘rS ap’ cdornitdv ~ara-x.oxayrr~tet’ov cdc ¿~ cdoei>tcw. ‘ANA’ ¿vayrutor ola
ido Si~ br ye itt’ uaervanr6w. ‘tít dv; rpu.vol)¡¡ev ra-Oía 5 yvúuó¡teOa, ‘H t43v~. ‘AX?0 ox] vo~td, cuisé ved <5 vol]; td ác-íó; ¡tji ¡tu’ a(o8t~aew9 &Q¼’eL mUí’
~xeu.o5tos, ~oxxe¡tapTuipex.t’ ~ie9 íd. aio~ia- nowl)ou. ¡teyé6xy “ [Sens.445b 16(2)].
“Méye8o; 8’ ¿i’ayraiou yv~í4ex.u rut rtvnow ¿L rut xpóvov rut ni4ai’iaopa- ix>; rr’x.vx>; (flOOTjtWq) bOxJT(JJI> ji yvr~t ¿arar ji sé pnj¡n~, rut ji -nZu
Conflictodc¿‘¡tasde/Corpas 922
~ mt 1 11 ,nnrtflt 1 nl ir nl CI’ ffl~ Irtretl u <Vm,- c(y-r—I ~• —‘ nr reru.~É..ury tns& wrtv t. .. 4~ívrw~grx íii=>cowij.~ akttjneos>ráee; ¿attw 6ii-re toi) vol) ¡té’ rui& m’¡tpeIlrpaB; ‘it’ ~rí, nEO’ 0.iW43 Sé tel] np4’ícu
axee~íixuO. [¡<Mm.450a 1 3a- Versión Ross!.
<‘4’~ve’u.n 8’ &v ¶4) taO-ro, ¿t ng npoaéxou. idi’ v’oOurau. reto4ke
¡tt’nuj.cvexiew ¿v«aíág.’>[ /n~m. 458b 19].
“‘Ev ido í43 dépt roXi~u dptepdv cha-; í6w tote6-rwu’ a i~Xá ¿relvo; vel)v
mi 4fuxiiv- ...“[A~sg472a8]
1 ‘ 2-
“Ox] Xéyet 5? oilsé xrcp’t i% áoxfi; taO ¿va-rvÉu.u tu. te a-x-iis~v, róiepau’
~n6eu fi ~oi6ewcii ido sij 6 O6paeev vcl)~ tnpet -rx’¡v poujenav,dxx’ ~bríeevji
doxui iii; cLwnrvoij; yu’era-x. rut -n~ ru.v4xw9, mix ds pta4e¡í¿vou tel)x1epl*~xeu’te;.” [ AYesp. 472a 221.
CC Sut4xépeu. ru-íd. re SeQdav mi i’al)u re rut ~t’a1a” [ ¡/4* 61 Ob 22*1
“(01 •..dpxcdotJ rut n~ ¿ir r<xíinj; yWein íd ~eu, rut ttvoc nuel)víe;,
ami’ x’e{~cnu; 5 oda fl vol) 5 tel) vi-ro*ow...” [h~ 640b 8].
‘Ánop~oEte 8’ &i’ i14 ck rS ¡‘Ox> XcxOév ¿in$Xé*uq, nótepavTTCpi IUmTg
4’uxfis ifi~ 4saaudj~ ¿aix. ¶~ etn¿Lv 5 rept twos. EL ido nept néair, cilsesíla
Xeireía rap¿ div ~uauruiv¿nwíij¡inv 4>íxo~oÑ. O ido vol); t6w uor¡itv. “Qore
rcpt ráv-row ji •umrui yváxn& liv etxy íij; ido a-x]tij; nep’u. vol) mi tel) ventoO
8eopi~oax, etrep uip¿; ~xx>xa,mi ji a-di-ji Beovía -íd3u rpd; &XXx>Xa- traviwv, rafiarep
rut rrept a-iafihiofos rut itt’ a-ioex>itv.” [1~4641a 36 y bl].
Mo rut a4~ioycorcpa- nápra 4 4n í6w ¿u8pdinúw ¿city. Kai ido ~t’
av6pwnwv, eloy iii u ra~ia npd tax); NvSpcs mi o.xitd’au’ í63v 4’ flXut al.
t’ffv0~C14 txh’ 4>iiatu, ea» rau. itt” axxx>v S6va¿¡x.v e~<ouu. TTCptttflt’, «XXIi tq> lOt’
u’oxju’ ~eu.v¿Xxetneumu’.” [634686b 261.
¶Opdpev 5? vi ru.voOv-ra ni L4nv Stávouw mt 4avtaaíav TTpOftWCOu.u
rut ~oii?aiau’rut ¿nxOwíav. ‘ra-O-ra Sé návia ch4yeía dg voOv rUt 5pe~u.u. xutiU~J n 4cvrama rut ji autiaw t¡iti ctuinv t~ vú~ xJpa-v aeuaur rpu.nr& ido
Confín/odc¿‘1/asdc!Corpas 923
TTaVT; &a~pauaSé rur& raq &pi~evrg ¿y ~Xrn &a~p&q” [tM 70Gb 1 9 yb2al.
“ “0i~v ¿vepyvjo~ ydo 5 tjj ainef$eu. rpd; ni o~ b’nca fi u¡ lniviaow fi nj3
v4~ o~ ópéyeia-t, eilOúg xioet &t’-r’ ¿pwnjoeos ydi> 5 voijaewg ji íijg ¿pé~eosyx.tiei-ax et’epyexa. flotéev ¡tox. ji ¿rxeupla Xéyev -roSu. Se noióv, ji a-to6x>aw CITift’ 5ji 4nv-raínafi ¿ voiiy cufin; ntva/’ [ /14 YOla 30 y 33].
“A¿yú 8’ drt>uoioia; ¡¡él’ eloy n¡t’ ri~; KIKi>S~«& te ntt -ruiv -YOla axSowuy 1 —‘
(noXXdKw ydi> 4au¿vto; itt’6;, oua ¡ten-ox. rexexia~vro; tau voy rxyoOvía4 au~<
~imuoíou;5’ ¿lot’ iart’at’ rut ¿ypx>yopotv rut (Lt’ttTTvOUv, KTK O’3W. aXXa tetaota
dow.”. [¿‘14703b 8].
~ <~, 4Jfl mier SV~xVl ~qni~ nuApe.wrorniuñc iCni> KW Tnnnr ru;n~<r‘ ‘ ‘ ,mt 1 ‘
rut cnt í&v ~Xow C4’úw VGia--rov yap yu’eí’xu. íd í¿Xo~-, ¶o 6 giov caí; to
b~aou íf¡; yevéaeoagtúo;. Md rut nept val), náre rut n~ ¡temxa4.tp¿vet rut
nóaev i-& ¡te1-exeuta. -ra-xi-rrg- -rik 4xt, ~xetr’ ¿ropíav rXeíanv, rut Sérpo6u¡.¡etofiax. ra-íd. S6vagw Xalleiv rut roK Sony ¿u5éxevn. “[&4 73Gb 51.
““~i30W ido ¿atx.v doxdiu ji ¿i4pvetaoút¡annt Sfixov 5-ru. TWna- ELt’tb
aópa--re; dS6va-teuxn4xav, ¿lot’ p«síc~tv beu na&tr óin-e rut 86p«Bev evn¿x’o.t
aSut’a-iov. Otu-re ido a-xhdg rial a-iií& ‘ ‘e~oteua-u. ¿lóv r’ ¿xú~íaoua; otua«, allí ev
cia-it e<mévar -íd y&i> cTTep¡ta- xTepuíú4io. peíaf<axXaárq; ifj; ípoQj; Anx.v.
Adieto.; Sji niv u’oOv ¡¡ovni’ Oxipaeev ¿rexoxá’ax. rut Oetav etva-x. ¡¡¿ver eilgéu’ idoaArToU fl> ~v~py~l4.KflU’mflvet OfllatlJCi> ¿uEpyEl.t [CA736b 281.
“ ‘rS Se tfj; yev~; OU~U, EV OUt’ttUCPXCT4Lt ro IT); 4uiaxxxfk doxii; (té ¡t~V
xúptatot’ st’ axtpct-ra;, 00014 ¿¡tlTCpQ%«41¡3dfl’tflfl tu. 0dm’ —ratoflto; 5’ ¿artv ¿ruXa~¡acva; vol);- -rS 8’ ¿x&punev) toOía td ~?jia-tfk yovñ; SmAóetax. rutnvflJ[LIITOUTIfl, «ou’ ~av x¡ypm=vrut f¡Sa-T46fl. “[CA 737a 1 01.
Ka6árep e5v ek -rí~V atuaiotv 6 Oiipa&u tailta natá vol);, “1 &4 744b 221
“al. vdo at’fjou=Oil sd noxxal) o5cau. ~q5í03g¿4>ucvoUt’tmn npd; idi’ ¡‘nOr
aÑnx. re oua KftTU. ¡tixpdv i~repxwofiow.” [ P4~,w47n. ~81 3b 32*1.
Can/actode¿‘¡tasdc! Corpas 924
~uytuucuav. uc ftU~i>ut~ uw.F>OUL~ KWJa-TTep ava~G8fltov iOi’Ol’ EJ(S, EO1TE~
e’{i>x>ía-’. íd “vox.’; <5p¡~ rut val); dríxóex.. “vurtd; Sé iii; Jflreús doyoilan; rut ifj;
St«vaíw ~ffiXXovtipetiaxioris <5 -rik &oftg rópo; ¡¡dXXov dvewy¡¡¿vo-g,Sernn5;¡¡é¡’
¿art íci’ iíxwv <5j¡oímg, e~a-yyeXtiro; Sé ¡tW~Xev (5) íjj Sx.ava44Sia ni ¡t4re a-ii u iv‘-o’ ‘ a’
¿vepyáh- ¡¡ny u~d i-~; o4aúg rrapevoxXáo6u, K’IEOa-Trep mx. tu; ji¡tepa.” ¡ Prob/. ~903a 20, 21*1.
“ 01o.V 5? aíjj rol el.ov rom&fl <5 vol); frw6vfx. dii’ r.flnXuiv ¿i’ A’ a-ii-Ii
rut red idi’ {íiwai’.”[Prot/w”916b 16*1.
..< .‘ -~-
ti lIS> vnxic tiETh4ja.sAet,Lrroptz1H(63~J.
A. OZA flEil 4FONHflN ¡CAl NO?N ¡CAl Z04’IAN. “[Prat! 953a9*1.
C~Oj1Cti, vfWTfpOu. Se ovte“tx.¿ it npeot3xi-íepot ¡tév yu’o¡tevox. ¡tdXXov ¡‘ol)v a’
0&rrav ¡ta-veávo¡íev;x> a-it o OeS; ~?pyava-¿y ~watol; ji
1dv Sé&ÚXE Silo, ¿y
xpw4eea-íotg ¿cr3s ¿~yan
14, a4¡a-í; p?v xep~I, 4uxi 8? voOv; ~en v’&~ 1cd Avol); ió3v ~
6íwu.¿u’ ji¡áv ó2onep Jpyavevx5h«&xwv- a-t 8% «?Xat ¿rurÑia-t mtíéxva-x. íáw xW jig~v nouIt~u etatv, 6 &é vol); -r6w •iotL” [ Prat? *955b 22,
b26(2)y b28*].
KUeólTep e5v -r~ xewt adir edOi); yevó¡tevox. xpdiieea-j3&sxxsía,...ídvaxirói’
-rpóro¡’ rut ‘3 vol); -ró~v «ca ciar euúu; dxx’ ¿u’; yijpos ji~ítu’ ¡táxuna napaytve-ía-t1
rol toie cire-rexet-ra ¡táxw-ía, 5v pji íuró twa; urípaflul, rufiánep mt íd. ~sXa-r&
•tiueu. ~uaóxovia.”[Prat/A 955b 32*1.
“%crepou 8? ij; t6w xew~v Suv4íewg ¿ val); rc~a~ytuc-ra-t jijiw, Stu. rol i&
viO vol) 5pya-v¿ ¿u-ru. -r&w tfig xexoó;. ~aru. ydo val) pév 5pymxvov ¿mnuí4x>.”
[Prat!*955b35u36q 37*)
U1ACV VVU~ VW~ tWUáÉgV It¡V U-VI UJ4’ IIycUYvIq>UQ> UVU-V I%flV IWVSUV
¿yy’weícn. ¡tauOáua¡iev sé 8~ííoV ved’repox. 5vte; &d íd j.tx>Mv no,
[Prat/A’ 956a 4*]
“¿~d d &XXa ved rut roel &u8pwxio; ¡táMara ; fi Ya 6 ¡té’ voO noxxé¡v¿aria’, ji 5? 5ge~u.~ ¿v6;; 6 uév o5v
5u’6pomo; t& i’43 t& nXeicn ~. ra 8% envíaOpE~Et rut 8w4 rut ¿Tn8b¡t{q.” [Prat? ~956b 34, 35*1.
~emi I3aSí4ope¡’ o~v npoaéxot’íe; i~ p«Sísxu. idi’ VOUV rupepvovh’n sé iii;
Suvoía o.ihlo½..”[Pró-ti* 964b 16*1.
** ** * * *
Conflictoo=~¿‘¡/asde!Corpas 925
t4 e{xutv ¿vetr’ ~~g«7~¿n~“ -w-n,~- ~ •~~4 ~,. —~ ÁSt,r. .A..
VUUV U~ “S ~ Ay- MA, CV ‘M ~*‘~~~-•-‘
a-x.rx.eu tal) róopou rut iij; i-á~wg ráori; ¿lot’ vlj4>ÚA’ ¿4*fvx> r«p’ e{r~ Xéyovíatexaq npárepai’. 4wivep~ ¡tét’ e~u ‘Ax.’mgíxyóp«v ‘íojiev &44evov ioúrwv rú’ Xdywv,
~ 5’ ~xcu.rpóícpav tp¡tóí~oq ‘3 KX«4ovévw9 e{retv.” [¡‘feto.984b 15].ttÁva~a-yópg ie ‘ ~‘
yap ¡texa-u~ x~n-ia i4i uj5 rpd; -dj~’ rtx,jiotteuat’, rut at&t’
dnopIiao st& dv’ cdííav « cb’¿y~g ¿<ni, -rói-e n#ucet <nhóv, ¿~‘ 5? iol; ~ox.~
róvio. p&XXov a-hidra -tú’ yu.yve¡téu’wu 15 voOv,” [tktei 985. 1 9 y e 211.
‘t..Síu. íd ¡tév -rox.uSt iduv dpu.6w2i’ rúan; Suaroailun ni 5% iox.ox.’St 4na~uj rutt •.~y ‘y 4 90rn10 K 7Wi’~ UAXWV tu, CUICV LP U~ c#~IEuat» uop., ~, SbVUu$ tI.4tt>V lic
30].
“...~%epax. Sé íu.ve; 50ev ji 4xui ífl; iavuiaeos (¿lev &iou. 4nXíav rol veiro; 15veOt’ fi ~pwía-rotoiiox.¡’ doxxjv>” [/*/o. 988a 34].
¡¡ev y«p vo~x’ ?tyovif9 Y) ~‘xxiav ú~ &y«Bov ¡té’ -ra-óiTxs 1C9 &trUL9
nB&ww, [¡<fe/o.988b 8].
“i-ó~v y&i> A’ pépeu. it Aeyo¡tét’wv etSóiv f¡nfipxev lii’ a-dí4~ mOte Sé d56va-rnv
vepx.ygvwv -ye rávtww 45i> ydp Lv Jnerérpu.tc, 4~at 5’ chau. ¡te¿iu.y¡¡éva- r¿vro.
rXTIt’ ‘tal) vol), -reOteu Sé duu.yñ ¡¡¿vot’ rut ruOapóv.” [¡‘1cM969b 15].
“...-rijv 8’ QuiCio» o<4evou. Xéyex.u a-iiit~v ~tépa=-¡té’ ailuía- eha-t 4~x¡tev,Sxrcuz &‘ ¿ráva-x. -íoú-rwv ouiai
tn &d rei% Xéyo¡¡ew ni ydi> ¡¡ei#xex.v, d~irep rut
np¿i-epov etTref.leV, nxiséu ¿ant’, misé ~ui¿hep ía-x.=’¿rwnj¡ta-x~ ¿pGvev Si’su.’ 3 rut n&g vol); rut xTdau ~
6cx. noei, oils? ra-i.’rr> tu; o{íW~, 5v ~pev¿va
~tav tú’ 4xó1t’, aiisév &ni-eío.x. t& et&v’ [t1ct4 992a 301.
— 51onrTep ydo -r& ídw vxin-epi&w 5vííato. np¿; td 4éyyo; ~xetni ¡teO’‘ ‘Yfttép0.v, a-rw rut ífl; ji¡tetépa=-*uxii; 6 veO; upe; i« t~ «ion 4«vep6no.to.
TTa-PTWV. “[¿‘1cM *993b 11*].
“nxi8’ ‘iv ~n vol); ¿y tel; o~civ~ ~t’eray4 tu.t’n; ck n~ccíieu. 5 yeveUt’ ~ -reO-ro Sé ¿art népíxer ni y4 íéXe; uépas ¿city.” [ ¿‘¡cM * 994b 1 4 ‘j
15*1.
.4iXTt ex. tr¿i’tt; erupi’ou’ 5 Trávte9 napepóvoxw, Silo 5’ 5 Ipel; úyíawe¡’
5 veOv ctxnv, soxdi’ ‘iv i-o6íou; rá¡it’et¡’ mt napa4~oveiu’ -unOs 5’ £Xxew
o5”.[ ¡‘k/ev 100%51.
“~ ydi> haímoí’ ~xe;icpduw ¡teX&w noXud4áníwv,
Conlan/ode¿‘¡tosdc! Corpas. 926
‘&A
-- —-- rol O fo cita cornpleta de Parme1i~es ¡‘¡e/ev 1 009 b 23], Fraq. 51 6. véase
Parte 1. (Vi, sise prefiere, Citas Predecesores, Apéndice).}
te( rói¡’ ¡té’ ydo nou.x>i-á~v 4’ ,-4i nox.oOv-rt ji dpxxj, u> Vela; fi texun 5 56i’ap’14
rwr..) “ [t*¿& 102SÚ 221 -
‘1 ¿bu’ ji aMa ¿~ okia, ~ íÁrS vol)~ ~i ido i-éxxrn ni ¿Sos) 5 k ¡tépov<4ww4ou> 5 ~xov-ro~-it ¡t¿p~, “[1*1*. 1034a 241.
¿re; 8’ oxio%v ru’r¿ ObIIpEp9IdI3 npó-repov tan’ mO a-UrO, oils’ ~p’atuxxr
eJ apa 5 íd a-ilhlópuzrov dnav íoO exipin’ol), npóíepati vol); íffíw; mt 4>6m~”LA44ev* 1065b4*I.
&vt4’épet ydo i~ iiXu, era sd ti &neupa ¿yévero dxx’ mix ru’; 6 y&p vol);
et, din’ eL rol ji 5»> ~dc,&eivo ¿yéveío ¿vepy4 o~ ji ~»>~ti Sut4eC’ (¡‘¡cM
1069b 31].
“&e ido úyaivex. 6 &vOpwrc;, -íd-re rui 9, ~yíaa garu’, rut ¶ó oxilga- ¶fi;xax>% u4n~pa &a- rol fl xaXrii c4~<ñpa (eL Sé mt t’oíepóu tu. u5ro¡iét’ex., axeníéewy y ~ 1cxi evu,w vdo oxJSév ní~6a, atou eL ji 4uxji romO-rau’, ¡ti~ n&n dxx’ ¿ veO;
n&uai’ ydo dzxivaov~axig).44vepdv su Síu. oó5éti SÉ; sd ye to.l)t’ ¿vax. tcis
i.sé«~” (/*M 1070a261.
“‘Eret 5’ ¿o-it -íd. p~v xúpx.aí& iú 5’ oil XttPUYT% I31301a eKEwa. mt &JA
idO-re rá,v-raw <itria taili-á, 5it i4w oilou~v &tieu nur ~‘aru.t& náax> rol <il.ercx.i~a cata; i~o.l)ia *uxui Lxa9 rut ~qia, 5 vol); mt ~ííe~wrutKU’T>0E14. y,
[1*/o. 1071a3>.
“ailSét’ y4i ds huxe ru’eu.-ta-t, aXXa Set tu. ¿ex. ~rdoxav, 3TTC9 vOt’ 4>xaoa
¡tév É~í, pí~ Sé 5 irnd vol) 5 6»eu oKu. ¿tía reía ~p~’-~i;Sw4épeu. ydo &~x«-vov5oox.t” [t¡/ev lO7lb 36).
“íd ¡té’ Sji Suu’apx.v oteoOax. cu’epyfxa rTpÓrepov bnu. jié’ 49 ruX& ~‘oru.5’
49 otu eXpx>ía-x 5% nó~g- 5x. 5’ ¿v#pysa uÑ1fpov, ¡taprupá ‘Av«~ayiS~vg (6 idovol); ¿vépyeud rut E¡tneSorXfj; 4Odav rut te veixo;, rau. ot deL Xéycvre; &nau.v¿vax., dhxicp Aeilnrro9 “[¡‘fe/e 1 072~ 5]
“Ktt’ei Se ¿~5e -re ópeir-Tot’ rut i-ó vOT)TOir rti’a ex] rwoii¡¡eua. rauton’ íd.
irpa ti miró. énx6wxr¿v¡té’ ydi> té 4atvópevnu r«xóv, ¡3nvXp-rdv 8% np=evniSp raxów ópeydpeOa Sé Sión Será ¡t&XXOV fi Será Si.óíu. ¿peyó¡te&r doxii ido f~
< t 1 1
VOT>%31. 1>0119 St 13110 1013 voIrou KtVevra-l, VOTj1lj bE T) CICQa- OIJCIOtpAL %«8 awn>rmt íaii’tx>; 9, miaja rp&ru>, rut to.&rrg 9, ánXíj rui tan’ ¿v¿pyeiau’ (¿<ni. Sé íd ~v
Conlan/odc ¿‘¡/as de!¿‘arpas 92?
rau. -re ¿nNot¡v oil -íd a.xh& io ¡té’ yap ~v ¡té¶ev ‘soimkt’et, te &¿ &xúaOv n49~XOt’<titió).”[tk’tg. 1072a30].
ji Sé uóu>m ji mO’ a-i,-rjiv ial) ruS’ a-i~i-d 41a-rou, rut ji ¡t&una tol)
¡táxx.i~ía. a{’ídv 8% ved 6 vol); ru-r& ¡teiáxr¡*w roO vau¡refr venid; ido y’u.yt’eía6x.yy¿van’ rut va&v, dime ta.ii-rdu vol); rut uox>-róv. td ido Sernrdv tel) venteOrut ‘rij; oilcía vol);, 4cpyet Sé ~xwu,¿in’ ¿r4ou p&XXov tcO’to ~ Soicel <5 val);
oetev ~‘xew,rut ji Oawh i-d ujSx.aov rut ap~ov. eL att’ autos e~ ~~eu,49 jipe;rote, o OeíB; dci, 6a-xvaaóv el Sé ¡tdXXav, ~íx 8a-~iwuÍíepov. exc; Sé &&e. rut
«oji Sé ye u~r4xa- ji ido vol) ¿vépyexa ~wij,4cdvog 8% ji ¿vépycw év¿pyeu 8% jirol Cflair¡t’ erewnua ~toí>QQVYiT~ taU CL1ú51os. 4M418’ ~uilOt’ Oeet’ ¿va-; 4c¡x)v I~tOt’
&pw’íov, ¿inc Únrj rut a-xus5v miu’qu~; mt ¿~x.n; {nTáQXCx. vjS Oe4Yr -mOte ydo <5Ucd;-” [t*Mi 1072b 20,b21, b22, b23 y b271.
“id. 6% repu. ini’ vauv ~‘~cu.rx.va- ¿TYOpL0.9 Será ¡te’ ydo chau. T~V
Wve¡tévwu’ Oettito.tot’, ruL 5’ ~x~¡’-rawflío; ‘it’ dxi, ~xcx.twds- 5x.u3x0?&L9. dteydi> IIU8¿V ved, it ‘iv ¿tu> -íd oe¡¡vót’, dxx’ ~xex.itunep &v eJ 6 imsexi&nir cite ¡‘ocX,
1 1 V ~
‘tau-mu 5’ ~Xo a’pwt’, oua ydi> ¿ci; tela-ro o earu.v wiraQ ji oiiCia u¿xiow, dxx¿Sliva¡114, adir liv ji ¿i>ían ouioia ctxy sd ydi> ial) vnáv íd i~tuv a-dn¡ ~rndpxex.
~íu.8% e~-rc vol?’; ji oxioio. a-xiícfl ctíe vóx>ot=-¿ax., it ved, 5 ido cniíd dna 5~-repouiv mt cx. ~iepo¡’‘ti, 5 ni «ii-ro cre; Ti aMo. Ttótfpoi’ ntv 5ur4¿pet -ix. 5misé’ -u5 voáv te KIXX y 5 -ruXoV; 1> rut a-ronoi’ íd Si«voet~6« wept ¿v{Úw;
s$~av íoia’uv &iu. in Oex.o-rmno¡’ rut tipuoia-iou’ vocu, rut ox] ¡teta43áxXev ek xfti>nV
KWIjO1~ tú 1UWUÍtJV. tsr
“np&i-av ¡té’ att’ ci ¡tji vór)cl~ ¿anV d)Q~& S6vcqí~, e5Xoyov ¿n’u.xlovov etva
-íd oxavexé; aiai-q tfj; vouiacto=-greu.ta SljXav 6Tt ‘L~Nc tx. ‘iv eXn íd íwufirepov 5¿ ¡‘el);, íd -voaiIievaV. rol vdo ‘te voetu rut ji t’ox>ag ur«o~f; rut íd xc’wi-crev
voouí~tt, ¿¡ni’ cf rxarrdv raU-re (rut y4 ¡¡ji 6p&t’ ~t’ia ~etitDV fi 6gw, adir &dáj ni ~wrrev ji vówc~. W43v apo~ ved, ¿trep ¿cd íd rp¿ívrrev, rol ~aíw jivdx>ai; uoxjacog vór¡ov~. qnXvc-ro.u. 8’ ¿eJ &>0~eua 9, ¿xn*yíf¡px> rut 9, a-tcerícw rut u>
Só~a- ira fl bxxívow, aV~tfl; 5’ 4’ napépyqx ~tt el b,Xe íd voáv rut íd t’eeioecn,
,.,,.~-,.,. ,,..,~. .~ Jit«i>j(eu. Otud ,II~) tftiatC Te CJftt lOflO& taU
voou¡tév<e” [¡‘feto. 1 074b 30V
“fr ~n’~uiwv9, ¿nxuíxj¡tu> íd xip&y¡ta, ¿rl ¡t~ i¿¿w rcuyrxn2ív &vna 5Xus 9adala rut íd it 4v chau, ¿itt Sé it~’ Oeovni-xxú’ 6 >óyo; íd np&,qia. mt f~v6i>c~; DU~< eíepou city ot’ic~ Tela voeugvou rut ial) vol), 5c~ ¡¡ji 5Xu>u ~~xeu,íd
a-iJíd ~‘a’ias,rut ji u’ónaw íc¡5 unoxapévcp v4u. ~uu.~uiXetreiut o.nopía, ex ailvOemov
-un VOOI»IS’OV- pea~dXXou. ~4 a ¿1>1014 lI¿p60t Tau OXeU. T~ a&CipEbov ita» ¶0
¡tui ~xevuxu>u iknep ¿ ¿vop4uiwos veOs 5 6 ye té’,.’ m.’u’Oéíow ~xe’ itt’; xÑi’w (od
¿‘onfl/n/oda¿‘¡tasde!¿‘arpas 926
‘ytt~ ~‘xcu.-íd c~ ¿u -íqKu, dxx’ A’ ~Xq-ru.vt ni 5ox.oíau, <3v 5AXo n Y o{ho 8’ ~xeu.«uíxl «xJ-r99 xi u’6n~w -mv criTa-uta- va “[¡‘fe/ev 1075a4 y?!.
“‘Ava~ay6p«~- 5% 49 rwoOt’ ni ¿yaOdv doxviv-’3 ido vol); rw&x.. &X& ,cu.u’ci
íx.vo, dime ~tcpov,rMv 49 li¡te; Xéyepev ji ido ta--rpuaj ¿uit rwg fi
i~yíew. &ionov Sé rut íd ¿va-v-rícjv ¡¡ji xrox.ijoa-u. -r4’ ¿ya84~’ rut r4~ v<¡i” [ it/evlOYSb 7 y 11].
‘¾.. ¿lev ~epeniSnrol ~tepotítt’e;, -íd ycuv~ouv njx~ro¡’ &pwíov -nBéaín,n¿ al M~ou, rut -té’»’ ?ao-répwu 5? co4~v ¿lot’ ‘Eiiresorxfl; te rut ‘Ava~ayópa~, <5
¡¡¿u dii’ •úíav a’iatxctnv ¿ 5? ti3v voOv di>xfiv rnu.4,a-.” 1 /t/av 1091 ti 12].
“hx. 5’ éne’x. t¿yaOdv ~o<t~GmgXéyc-ra-x. -r45 6v-it (rut ido ¿u t4~ it Xéyemui,
¿tau <5 Oed; rol ‘5 val);, rut ¿u «¡3 rouji al doc-ial, rut A’ nj~ roax¡3 íd ¡té-innv,y 1 ‘ 1 ~ 1 1 ‘ ‘ 1 1mx. ev iqu’ rpo~ i-; to xpnmpov, ev XPOu’4> rux4»9, rut ev íor~ Sta-tía- rut
~tcpatota-Vio. 3, Sfixov 49 adir liv etx> ~au’6t’ n ra8óXoua rol ~v “. 1 CM 1 096a
25].
dxx’ &g ~-cj~44’ h¿=-etv& 15 rÑq ~v,ara-vía-nxwícxetv, fi pRXXoi’
rxu’ ¿vaXoy~av; 49 ido ¿y ac4iaxt 5~fr, A’ 4na~ vol);, rol ~XXes?i ¿ti 5.XSp.”
[FN 1096b 291.
“tax.oO-rou 8’ ji euisccwav{a wíXx.at’ civa-; Será- i-o.titxw ido a-ioo4eBa det ~t’
a&u-r~v rut ox55%no-re 5t~ &XXo, ngflv sé rut jiSovjiv rut vo0v rut rdou» 4erjiv
a-1i>oil¡teaa- ¡té’ rut su.’ a-il~& Li, 4ox~ie6« Sé rut íj~ edSa-wovia~ xÑ~x.v Sx.¿ íeiltowx~roXa41~~t’oute; eilSax.41alnjacw.” [EN 1 G97b 2].
(e&t.txc3; vév vdo oxiset ¿nopdxxeía-; ~Ñ’, ¿u. ~wn~pí~& a-uitau rut té”v
Xox.irGit’ &rra-vm=-oi, t’oUv ~~úv-íe~.”[FN 111 Ge uf
“Xcn-énv 8’ ‘~yos pouxexsidv 011% IITT¿p O~ ~OlJXCUOflVi0.1’ 114 xjXífix.o; 5
¡tau.u’¿¡¡evo;, dxx’ ~xwpJw <5 vaxju’ ~‘~wv.i’[¿5Vlii 2a 211.
el 1/ / /
“it 5% roO; nút VJ’/fl, f<Vi-ri a’ .nyo 5~n.s>y..urn~‘ cí .ini 4> “‘uv~ rut~&q~I %~.kV AAJQ 3JVU ~-4 1‘ ‘rfltv TD Su.’ ¿v6pd~mcv. “ (EN lii 2a 33].
“taO-ro iici’ mii’ uav-r’u. tePeÑv t43 ye veUu ~xovi-t” [FN 111 Sb 9]
“Tpia Mi ¿aru.v ¿u iI?i *xax9, ni rúpia npá4os rut dxu>Oeiixs, ¿o8now vol);
6pe~~. in6row 8’ ji aLOnow oli5qn~ di>xji npá~ccog SflXov Sé «¡3 ni
ataeu>inv ¡¡él’ ~xcx.vrpákcos Sé ¡t~j fllivowciv/’ [FN 11398 18].
¿‘¿mitin/odc¿‘1/as-de-! ¿‘arp¿~9 929
“a-5n¡ ¡té’ ¿u’ ji &z{vnu rut ji dxxjeaa TlpaICTUay TI’; Sé Oeovnn>tSiavoio rut ¡tn rparnidi; ¡tu>Sé nox.nmz% tO cii rail rank i&u>O#s ¿oit rut
*OSo; ( teOía vdo Arr; ita-vid; Svívou>íw~iJ ~?pyev)-mii Sé nparíxxoti rail5ucvor~xcU &ijeex.a o¡¡aXoyo.~9 exnxao~. t~j ¿péfcu. ifj dpOu. rpá~cw ¡téu ¿u’ doxui
npaaxpe~u. -aOci’ ji dvuiow dxx’ adx o~ vera- rpna-~éo~agSé 5p«x~ rut ?~6ya; 6evfr nvo;. aid n5í’ &vcv vol) rut 8xa-voh~ o5-r’ &veu ujoirñ; ¿mii’ ~eúfl jirpo«x.peow ednpta ydo rut íd ¿vo.vdov ¿y n~dteu. ~v~iaSwvaía rui mau; oikkíw. 5x.ávox.a- 5’ a-il’tji oilOét’ rtvei, dxx’ ji ~vcíá ‘mu rut rp«xn4 u%íi> ydi> rut
ilj; rou.x>nrii; ~xcr ~u’eruyúp -mu rowu. n& 6 neufr, rut ed -réXo; ITX& (&x&
upé; it rut tx.v6~-I~ t6 uo;x>tov, &X)4 íd rparíélr ~ idi> ~1TTPG~í~mXa;, ji 8’
5pe~x., -ro6íoua. SuB 5 ¿perrwaB; veil; ji rpnoápem fl 6’pc~g Sui’eu>tuni, rut fiTflUlJflj doxui ~v0pmre;. ‘1 (NI 139s 33, 1 139b 4].
“‘Ap~&evnt o4 ~vaflevrcpt wi-rGv ndxx.u Xéyo~c¡’. ~7aíwSji DIO; dXx>Oeileu.
fl *uxui vj~ Ktao44t’a 5 ana4áva-x, xiévic idi’ dox.4óv~ taO-ra- 5’ ¿art -réxux>¿Tflntv jix¡ 4p¿vx>as aot$a x’niir xino?~ij4eeu. y¿p rut S¿~ ¿vS6xeíaSxa4mn’ScoOat.»
[(Nl 139b 17!.
“oxisé SIj ao4h ioiimu’ ¿u-r’x.ir tel) vdo onnfl xrept ¿víaw ~xeu.udirósegtv
k-rw. ci &ji o1 dXx-jGeiojiev rut liT)SflTO¶e Sl4eia&i11e8a- xicpt -íd. liji ¿vSe~ó~iev~. 5rut ¿t’Sexóueva-b>.wg aeu.v, ¿rwriiirn rut 4’~óvn& ¿art rut ooÑ rut vol);,TnUTh)i’ sé n3v -rpx.<3u’ ¡tx’jSév ¿v8éxc-rat elva-; (Xéyw Sé -ipía 4p¿vx>aLv ¿ruyrÍj¡t~u
oo4ktvl, xctucíox voOv etva ‘tó~v doxó~v.” (IfNI 141a 5 y 71.
6níe 4u> &u ji oo4L val); rut érmnax-ñ¡¡n, Jnxiep KE4«Xxu’ ~xex.iaL¿nx.ai4n-g~v n{twon~iow.” [EN 1141e 19].
“Tic su té’»’ cwrgIét’o3v 5uXet’ Sí; ji ou4sía ¿art rau. ¿TTWn pu> rut i’OO; 7(2V
n¿wní6íow -rfl 4~iueL”[FN 1141b31.
Sí; 8’ ji #óvnau.=-ciii ETTx.4Yfl ¡tu>, 4avepów tel) yap FOXftTOU EOTU’, 0flT1E~
4u>tax.- ni idi> rpaác-rdv tex.oUtnv. ¿vtixetio.x. ~1éVSíj 1(4) t’4) ‘3 ¡¡e u’ yap veO; i-ó~v
6pwu, ¿Lv cxi t’aru. X¿yo;, Ii Sé tel) ¿crxá-reua, ni’3 cii ~‘aru.veTTXCTTiPu> axx’ á~6x>ou.,y——..
oux u> iwv Wu.ow. a%X ok auyjavn’edc~./ r Oil. to [¿u’tew paU1pawcil;j cax«tnu’
rptywvov uixja~to.x. ydi> ríkd. ¿xx’ xt~rn ¡tdxxov aLSu>m4 5 ~ uxywg, ¿ícetvq~- 8’
&XXn etSo0’[EN 1142a25g261.
<~ Xéyo¡¡eu idi> yvá~iu>u rut o-óveou’ rut 4póvu>utv rol voOu ¿ri toi)~ wiío~
ún44ovtc; yv&prjt’ q~ew 2-ruu. vouax¿ x>Sn rut #oví4iola rut (3bt’ETolJ-9. rdoa ydi> al.Suat’ápc14 o.iWrs.u. íú,v ¿oycr,íúw ciin ra-u. n?’u’ ruS’ cmaev rut ¿u’ LIé’ nj3 rpu.iuicett’cti. lTcpt ¿Lt’ o 4)9Ot’~4i&9, alavcTfJ; rUu. CIJYt’ 10»’ 1) OiJYYVo.11oW~ ¶4 y(q) ~
7
¿‘onfl/n/ode¿‘¡tas dc! Corpas 930
k-flwatQ)VayGBÁJV&r&aiQwFOTW ¿y «¡5 np43; aV.ov. ~aíx.5% ‘tGuu roS’ ~‘ruaramité’»’ ¿~&x-wv &na-v-ra- ni rperí& rut idi> idi’ 4póvwov Set yx.udixEx.u a-uitd, rut jiyvciijn> nep’u. t& rparíd, taU-ra- 8’ ~oyaa.” [ 1W 1 143a 26 u 271.
Kw. ¿ vol); rGiv ¿<3~úii’ ¿u’ Ñi4xórcpr ¡att ydi> rG.’v rpdirwv 5pox’ rut ró5v
¿axáxwv t’ol); ¿art mi mi xóya, rut ‘3 ¡kv rut& vt ¿noSe~ew -rGw dru.i’4row
5p<0v‘ ‘ y
rau. rpwíúw, o 8 ev --a-ss npanu«ú9 tal) ¿oj4íou rut ¿vtexopéuou mad ífl;h¿p«~-rpot o~wr di>xa-t ydp ‘tal) o~ ~verua~ía-u. ¿ir n~v mO’ ~iaxa-ra-y~ ta
r«eóxow ‘mi5tow 05v fl<cu.v Set a-inex>au’, a-5tx> 8’ ¿o-x-t veO;. Sid rut 4>uou¿ Será
eLa-x. -~
-raxira. rux. 4>ia’ex. ao4dq ¡té’ ndSeí-c. yv¿vu>v 5’ ~xcu.urut mit’eau rut u’ow.[FN1143a35;1143b1,b5yb7].
ce ari.petov 8’ ~tu. rut ta~ fixxida14 nx.qieOa- dJaXolaOeiv, rut x~6e ji jixxada vaOv
~xex.rut yv4tu>u, 49 -rfj; •iio~o~ a-utícg aiim>;. [siórut ~oxjirut ¶éXes vol)r ¿ir
IQUTOn’ yap a unosege14 KTft nept tQUlNflY. 1” [ FN 11 43b 9 y 101.
“rut idi> ro.x.& rut Ox>pícx.g al. 4>vmnrt UiTuip~Oladtt’ e~e14, aXX’ u~veu val)
gxapcpat 4&uoi’-rau. a5orn. “[FN 11 44b 91.
“rxrW toanUvtx.nv ópdoOa-u, Síu. duiiep o4ia-ru. taxupG3 &veu 5~~w
rwov¡tévq awI3c¡tveu. a4AXeoSa-x. ia~up~ && ~ ¡t~ ~xeu.v54w, o~w mi Ei’1a-xJ0(L
¿¿u’ Sé XáIJfl val)u’, A’ «3 up<híew Sx.a44er uj 5’ ~- ¿¡¡oía o5axi ni? ~eía-x.rupí~ú
doc-ni. “[FNI144b 121.
‘ ‘a / /ro~x. -mv readv 41v-ra. 51O~ix>po;• «uá94~<m14, 1’ EKIZXE4JE VOrn> niara ncp
“5¡toxou’ nSt’ ~mrep«*x.’xov awI3áXXex.v xTp¿; ~¡t*uxav, rró-repou’ rárwwdou’cníépa ~p ji 4axaXó-rx>; dd ji íoO ¡tx~ ~~evrci;doxxiv, <55% vol); di>xfi. “[FN
115085).
“ rut fyrpaTT); Sé rut drpadi; Xéyeíax. «3 rpa-r&u.u’ t’Su’ u’ax3u’ q ¡tu>, wg
íoóíou ~xá~iau5vi-e~ rut nerpa-yéva-u. So¡cnUotv ad-rcit iral crnuouJg ni ¡¡cid.
AoycilJ WLNUYifK. “[14’ 1 166b 35].
<‘t~ ¡texenÑ ¡té’ o5v &«4*ovet & Set rpát-retv- n& ydp val]; aioetta-t nipéxuneu ?snaiíj3 ‘3 5’ énx.ex.rij; rex.~ai>xá «3 u~ “[FN 11 69a 16, al 71.
“Sorá ¡te’ o5v eilsawevuai ial)ía ¿iva; Sx.¿ Tú teOs ¿u’ Suvanieíat e’
teiltax.q ¿roaxaxd4ew, ail5?¡’ 5’ io~ ou>pei.au au. -row te; etuw mi ~c ¿u i43
Suvrrfilfx.v ji dpeiji mis’ 6 voO~, ¿4? ¿Lv al. arnu5íñau. ¿i4pynau. “[FN 1 1 76b 181.
¿‘or¡,/anto o» ¿‘¡tásde!¿‘arpas 931
El 8’ éar’w ji exisa-ipovía rut di>e-rjiv évépycx.a. efíxoyav raid. i-uiv
rpa--ríníxpr cdíí~ 8’ ‘iv ¿tu> vil) di>íaíou. ¿jite sf1 vol); taO-ra ¿tic ~Sa tu, 8 sf1¡ca-íd. q4nu Sorel &pxeu.v rut jiyeiotnt rut ~t’uox.ixv~~ex.unept ruX&V rut Oe{wv, euc
Ocmi’ ¿iv rut wiíd aif -u~v ¿y ji~nv ni Oeuita-tov, ji io&reu ¿vépycx.a. ruta- íf1uy ‘ ~ $t ~ 1 ~ 1 ql 1 a’
u*cusv ~ (L1’T)IEAE1O i~4Iuvw. u’ t. u E~YTt6FÚV1inXflI, e~piyrná..
<5¡toxayeil¡tevov Sé tol)-r’ liv Só~sev chin rut -tel; rpóícpnx-’ rut «¡3 dxx>Oei.
rpa-tUíx> ie ido a-iftx> ¿o-dv ji ¿vépycia (rut ido 6 val); -r&i’ A’ ji¡ñx.’, rut -í&vyuúnrcZw, rept a ¿ val);) ~-r;Sé c¶uvc~car6-r1y Oeapáu [te 1 ydp Suudpeoa-<iiivexoig ¡t«XXcii’ fi TTpaTTCW OTWOi’.” [FN 11 7Th 13> a20 y a2 1].
el Sf1 íGy.’ ¡té’ ra’t& r&; dpe’t&; rpcí~ewv el ncixx.íx.rat rut roxewrda’ y
r&Mx. rut ¡¡ey¿Oet rpo¿xoiaaw, cci5ia-u. ú «a~n?~o; rut ib~o’as ru’¿; ¿4kv-rin rau. ox.’
5; ‘ a-Úid.g aloe-tel dciv, ji Sé mOveO ¿vépyna cxieu&~ te 8uL44au’ Será
oeovntudi ok«, rol r«p’ cda-ríjv adsevd; ¿4QoBctu. téXox.’;, ~XeU’‘te xi8evxiv oLce’iav -
cdiiri Sé ouva-kcx, div ¿v¿pyevív- rut TÚ «JJT(K4)KE 5 rut u~oXaunr¿u rol ~rpuiau49 ¿v8páTq~ rut garu. &XXcc «j. ¡ta~upi.q> a-TToPqÁCT<fl, ni ra-ra i«utrit’ t$ ¿v~pycuw
4ctve-ra-t5vra- “ [FN1I77b 19].
<‘<5 Sé tnx.oO’m; liv 4u> píe; xpdirtow 5 tca--r’ &t’Oponror cii ido ~ &voporó;¿aw o~-rm (hóioe-¡w, dxx’ ~IOeióv ‘tu. ¿y a-ii-r43 frnái>xeu. 500V 8% Sw4épex. aUía i-ol)
mwO¿tex.’, taaoxi-rw rut ji ¿uépyex.a i-fl; ra-id. div &XXu>u doeniv. el Sf1 86ev 6 vol);
rp¿; -x-iSv ~v8pÚrTov,rut 6 raid. -reíii-ov píos Ocio; np¿ idv dvep4xrwov píov. eui
xpij Sé ra-id. iox); rao«woOt’-r<g (LvOp>TTVvo. 4pováv ¿i’OpwTTat’ 5via- cilsé ovx>-w-d. tdvBvr¡tóv, «AA CQ 000v evóéxeta-t dÑvo.tV,eu’ rut ra-y-ra- ratew xipog TÚ ¿~v ruta
¡cpánaov tGav ev a-~-nj3 - el ydp rai «¡5 6YKm vumóv ¿o’n, Sx.’uágcu. mt tt4ilOtfltt
noXu ¡tixXXov návi-wv irnepéxcx.. “[EN 11 77b 301.
“56~ex.e 5’ (¿y rut cha-u. ~rwne; taO-un, cx.nep -íd rópwv rut Kjiavov.
~‘mnevo5u ytvex.t’ div, el ¡tf1 tdv ai’tel) píou a-fieltci dxx~ twa; ~Xau.TS
XCXOéV te TTpO-TfpDv appoa~u. rut VOt’ íd ido oureV errmnnp tu> 4>uoeu. rpátwiov
rut fjsw’í6v ¿cíw éráoíq¡ rut tíj5 ivOp6uuxiq Sfj 6 ra-íd. Thit’ ¡‘eOu píe;, etuepTela~ío ¡taXxara <n’fiptwvo. e~iia; apa- rut eiiSo.i~icivécíaa;. “ [FN 11 78a 71.
uuvu>ptip&a-x. 5’ &~to.; rut ,e%g naBea rept íd ox5veeteu (¿~‘ eta’ al. Sé
tal) arn’0¿texi dpe-xa-t ¿t’Opwnxtaí - ¡cd ¿ 131oq Sf1 6 ¡ca-íd. -ra-uaícg rut ji eu8a-l4iovw.ji Sé tel) unO ‘ccxovusévu> - íaontiíev ido xiept ctxiifj; dpíjo&u &axpi~l3Gcrn ydp~ia4ovtal) rpornp¿vox.’ ¿ar’u.u. 6ó~ete 8’ Lv rut nl; ¿¡cid; XaPnY~<~ cnt ¡tumdv fi¿xi’ ~Xa-tiav Sctaea-x. iij; xiout. “ [¿4 11 78a 221.
¿ Se ruta voI}v ¿uepyGxv rut ioOmnvOepa-nexaon-’ rut Sx.axepev% &puna rut
Oco4sX¿a-ra-t’ ~OWcV.el y4 714 ¿¡n Xexa íwv ¿voportt’ow líxid 8e~v yWe’ta-u,
~1
Con¡tic/o dr ¿‘¡/ás de!Corpas 932
ói~-~ Sen, nR c’tx> Li’ e*xayav ~ccÍpeu.v-re a-xhnOs «3 dox.ano rut ciijyyei’eai«.tq>(teO-in 6’ liv ¿tq 6 t’cil)d rut ‘mOs ¿vccrG-wíos ~áMaa--refríe rut tx.p&v-rn¿vtcuanni.áv 49 tci3v 4>iXwt’ a-li-val; éngexouííéveia; rut ¿pO& te rat ruA&
xip&-r-rot’-ra-;.” [FN 11798 23 y 27V
“to.Oía- Sé ytvovr’ Li’ pwu{íévo~ ruté. nvct voUv rut íátx.v dpOijv, ~~ouoav
ji ¡kv aGu r«.ípxn’j JTp T<g1~ 011K ~~eu.1~o taxup8v clisé ni ¿vayruiov,oui8% sf1 <3’xos ji hd; ¿v8p¿=-, ¡tf1 P«mXéos 5i”tos nvos 1aw61oW 6 5? vógag
ava-yKfl.i3t1J0v ~yex.Silu«~Áw, xóyot’ ¿3v d.n6 tx.va; 4,povijoeo~ mt vol)..” [FN 11 8 Ge
16- a221
“¿rct s’ únép ‘mil~row Suípusío.u,newaBo.iex’ Xéyav -r&y«Bdv naoiix49Xéye-rat.. eomx. ydo íóiv ¿yaSóiv -íd. ¡té’ i4flf5, -íd. 8’ e~ío<tt’eia, td. Se ÓUt’«41f14. íd 5?
tWUOt’ xeyo) -rS tax.ol]tav, ni Oetev, ni 13¿x-rxcv, ¿lot’ *-uxii, uetic, íd doxax.ó-repot’,
fi <WXxI, teL iavc’a-ra- “.[ti¡’/ 1183b 221.
ftT), crex.Sui uxkp“{7} ~railTwvsf1 Sxíí~iw1Iévú.xv, ¡¡cd nO-raxen#ov íIt’ a’
‘tdx~6al); ¿artv <5 Xóyo=-mi tdxiiek 49 ~xe’axornil41eOa, ~urw 5’ ¿rvnxj¡tu>
#6vu>a’e vnl); oo$í~ ~róXxvIn=-,i’rcpt -it sf1 ~r«a-roi’teiiiwy ¿aria’.” [¡‘//</11 96b361.
O Sé ¡‘cl); ¿ci; rept t&g doxdc té’»’ vnu>rdk’ rol -u~t’ 5VTOW ji ¡té> ydp
crwtu>in> ‘tó5v ¡ter’ ¿no6eí4ew- 5v-ron’ ¿aria’, <it 6’ doxat ~iva-n6Sexríciu,{=x3i’ciui¡c liv¿t~ re~t m&=dexd>~ fi ¿xnanj¡tr~,dx>’ ¿ vnU~.
H Sé au~ía ¿city é~ ¿nwrljpg rol u’oO nuyrnpév~. ~artv ido ji oo4>ía rut
rept tdi~ doxd. rau. ixc er n~v dpxóSv fiSu> Sewu’4el’% nept a fl fTYtU1~9j1l1 [¡8’
e5v nept td.=-doxd~, ‘tel) vnl) alif1 ¡tctéxs, ~jSé iTcpt tel ¡te-íd. md.; dox& ¡tet’
¿TTciSeZ~os Ct’ta, tT) CTTLUTTIJII1 ¡tetexe; - OflTe ST)NOv 07; Y) (304>UL ¿city fir TC
vau.’ rau. ¿rwnj~nj; mayKspévfl, di~r’ EiT~ liv iiept Ta-u-r, ~ a KW. ¿ l-MJU= KW. 1>
¿xnax-xjpu>.” [¡‘¡¡‘11197a 20,24,25,27,26 y 29].
- nebúni.. y~; A“nhu-rc ~n unjin Mc rina “ xéynv~ ‘ ~p eta-ita- olaX .¡írev ea; lo
menyphov rut íd ¿¿u. dua-iíos, ji 6% tu.&u> cii. sxs3 rut a~ nxeiaos u’eO=-rut
?~¿yo;, éna-Cea- ¿Xa-x(oru> [rsxX1 T1J)Q1, o~ Sé n?sc{uT~ 1’i5XlL é’ictlJe’ ¿X&xwra;
voú;.”[¡’/¡’/ 1207a2,e4ye5l.
dxxd. ¡tiju’ ~w ye te6-row e1 auisé’ ~Xo div ~1xn¡’&u tx.’- -rá~ex.ew, unte
Sñxav 6t; tOi¶v o.i’ -it ei.r¡. uci0 ~v sf1 rut xdyoo mt ¿rrwi4,u> rnn’teXs~gáX¿TPióP ix. ~nu<u’etuin.” [¡‘1/9 1 207a 13].
~1
¿‘onflin/o dc ¿‘¡/as-dc! Corpas 933¶ ~xcvevmd Sé ~éXtx.ov,dct 5% íd
t LIICWIf yU4~ 1 1, ‘~> ~ a ~evxex.onv
x~wot’ tel) 13eX-ríci’a; ~verfv¿o’rtt’,L. Jnt’ n~t’ md. ráÚu> ¡tf1 rrít>’.xionu. -Mv vnl)v íd
G(lJtciU ~pyov¿vepyái’, -ró-r’ ~>ara-íd ru-íd. -rdv dpodv xóynv yu.vópcvov.” [111<1
1208a 191.
“(rnxx& ydp 4dvaa- rut ial; ¶T<nB«p1014 rol tel; rá¡tvaxacu. rut
rapa4povoOm, repi ~v (¿y e8e~ vol)v ~‘xow&x.a-lTo ac¶ar Séet’-rn.x. ydo mi Xóywu,dxx’ e’t ¡tév jixvcía ¿y fi ¡te-r«9«Xciiau’, St Sé roXáa~w {apx.rfi; fi noXu.rx.>% “[FE
1 21 4b 31].
“naXXa-x&- ido Xéyeta,; rut {~~ax~ «3 5v-ru. íd ¿yaaóv. ni i-e ido 5v,
d~ep ¿u’ &XXa14 st~pu>-íau, onpa-tva íd ¡kv ít ¿<ni, íd Sé TTOUi’, íd 8% rroctóv, ¶o
Sé rd-re, rol npd; -rcihax.q ni ¡kv ¿y «3 rtvew8a-x. rd 8% A’ «3 irweit’, rol TU
¿yaotBv ¿y ~>c¿ant&u rithe6xu ¿mt -rou.ito~t’, ¿y axl* ¡kv <5 i’el)c rut 6 fieó;, A’Se 14) 11019)1-oSUCUWV, EV Se 7<4) 1100<4) tÚ ¡tE-T4)MW, EV Sc 74) lICItE -roSee raxpog,Sx.Sáo’av taxi -íd &Saoró¡ievau’ TWPt ¡ctvu>ou’. “ [ EF 121 7b 311.
“‘1
“ev yap ay a5euj; ¿vSpd; vónv aui5? yxava-i.r%,
uptv new«eeíxis di~uep dnocuyíou.” [U 1237b 151.
odSé sf1 cdi>c-réov 6¡ioí& rept ~paícurol 4áXou~ ¡ca-x,’m; Ev TTQAW Será vil)
voUv ~xovta;Suotu -íd ~éxnova-i~áoOau,”[ FE 1 237b 38].
‘<dxx’ eliU t& xiaásili, ¿XX’ 5ta-y flS~ ~gj npaaipeour ij&u> ydp -nite Sx.a4cwei
‘3 vol); rp<B; tf1v ¿xix.ax~íav.-” [a 1 240b341.
- - ¿itt Ikt’ 04 ta-~’ «X>a-14 erl4Yiu>pa-w Xx~~ KlJpUt nal íxv arpo4=xyo.ilrfi;8% tfj; nanGw rnpíig tís; od yap eiu. ¿rx.auj¡tu> ye [fi ¡‘nl); 1 - dxx& ¡¡f1v adc’doc-di. x~nTa-u. ido ant~. 9, ido íoQ ¿foxavte; doetui íij tel) dpxe¡kvnu ‘pfl-ra-u.. i1
c4 ¿cm’u.t’; fi óix~cp Néyetau. d~’«oía- raía tal) dx6yeu ~u;4mxii;, rut 49dróxrny-ío; 5 &pa-txj; ~xwwvol)u ;“[ Ft1246b[1O1,b141.
..n~-ínc exlnaxñc -idi’ Sa-ípev’ ~xetn.’Qcpvijtnt’ ¿va&iv. Ii»’ ~tciitet’Oedi’ fiSaípnuct 4>0~áv mdv íewl)-rev, dx>d. ¡tf1 ‘tdv ~¿>no’invrut tdv 44icul4ÁoYra-íou. ex.
Sf1 cLt’áyn> 5 4>i5oeu. 5 t’ów fj ¿uti~oníq íx.u’t raíopoel)t’, ~d.sé Silo ¡¡~ cmi, «idE;
(¿y dei’ al eiitlaxel;.” [EF 1 247a 301.
5 aií-rwg ye xiávmw ~mo.i,rut ydo rol) voij¡yxu. rut ~olJAe1Ja«&36a-rmi ydpsf1 ¿pouxcxiotcíe fbauXeuacq¡f va;, rut ‘tel)-? f~ciU>fljoni-e, dxx’ ~aru.vdoxf1 íl=-,eú6’
¿‘cínflin/odc ¿‘¡tas c~/ ¿‘otras 934
1 y
CVOi¡Ge vau>ouc npoTepnv <5> voijota, rut teO-ro el arexpei’. alar «Qa- tal) voíj~a-;
6 val); 4x~, od8% ial) ~nuXc6aao&tx.¡3ou>4 ‘ti o5t’ «XXa rx~u TUXIl; ~rí’ (croílixn; &rccv-ía- ~ar’n. Li; tt3 Sé ~u>’mlig.tevev‘mOr’ ¿oíl, d ji ífr- ru.vu>oew9 doxui
i~ 4rn>~. sflxev sf1 &nep ¿u’ 14) ~Xp 0a%, [rut] miv ¿¡ce’wqx ¡cu.vá yiíi> 110)9
ra-y-ni 43 A’ ji4áv Odeir Xóyeia 5’ dpxji cii xóyo;, dxNá mu. rpatíaw mí a5v (¿y
rpá-r-íav rut ¿rwvrij¡tu>; ¿tu> rut i’cO rMt’ Ocó;; ji ydo doeíf1 ‘tel) vol) ¿Swa-vov rutSid -rai}rn, 8 ot raXa-t ~‘>eyci¡’,eikuíétc ruXciit’nx; dt ‘iv ówÍSow~i, rutop8otiox.v~oyet avíe;, rut i3ouXeileotnx. ciii n~$épex. a-il’ml;. ~‘xcxaax.ido dpxuiu ícx.ailmu>v Tirpetíi-ow tel) vol) mt ífl; ~eu>exioeo~(a
tt Sé tdv xoynv ‘mO-ra 5’ udc ~xo~) rut
¿t’ooua-~«~~~6i’, ‘tol)íe 5’ cd Siva-v~L”. [cl 1 248a 21; 1 246a 29 (2) u 8321.
“6. “Eo-ru. 5’ efJv, ouiicp Xéyo¡acv, xip&av A’ ~p Oeovfiouu. rut Sco¶onJdjv
¿p~~v rut uoxvrudjv fl ¡té’ idi> 4uyf1 ¶aO oxf~ia-’tc; &~xeu. Seorrorxrijv ¿px<i¡’, ¿ 5%vol]; ílj; dpé~eos xiaxx.njn>¡v rut ~«oÚx.njv”’(Aif. 1 254b 5].
¿u’ o1 4nvepou’ ¿<nu.v 6Tt ru-ni «ioi.v rut oup44ov íd ‘ZxcoOa-; «3
o4~ia-tx. ~rd -rij; 4~axu; rut «3 roffqiixC¡> pepítp xhrd tal) ¡‘el) rut ial) ¡topíoia rol)
Xóyov ~xov-roq.íd 5’ ¿E ~oou5 ¿vánnXw px«$3epdv ndow. “ PsI. 1 254b81 -
‘O ¡¡ev c~v tdv vóíiev rExe6Úw ap~e;v Será rexe6ew «pxcx.v -idi’ Oedv rut-rdv x’efa¡’ ¡tóvox.’;, 65’ ~v0pwTravrexexÉv rpearíau>ou. rut 8x>pinw u re ido ¿rx.Bu¡tia
tox.ol)viv, rut 6 Oxsd; ~pxev~ Swarpé4a mi tai)~ <O MiOU9 ~v5pa~Sx.OlTCp <¡Vela
ópé~eoc vol); 6 vó¡to; ¿o-dv. “[ kV. 1 287a 29— a32].
t ¿dv rpcíiteu ~ -rol) uxijecia; íd cinepnu mi al ¡kv á~icX&nw oi sérpoaéxonu. mdi’ u’nl)u.”[ fu 1316b 14].
‘txaolÁu’tnw 8’ ¿<nt r«i veC¡’ yva9í4Íow rut SuxMpfrivovt«’- rox); ditópeu;d4’ow6= St5óu’icr~ ípéxia¡’ ¿11’ ¿pyaoía~-.>’[ ñu?. 132Gb 7].
“4 Sé X¿ya; ji¡tiv rut ‘3 veO; t~ «iOE íéXos, ¿inc nÑ; moiireu=- tf1v
yéveow rut ~uivmd5u ¿8Gw Sf; xiapaa~ci~exv ¡¡eX~mu>v. Set bTeu.ma- ¿Ñynep 4~~xf1 ruto&~ia- sil’ ¿aria,, e5túo rut tfK ~na>~fi;¿p&~1ev Silo ¡tépxi, íd ‘te &xoyav rol i-d Xdyov
~xov,rut td. ~ew TdC i-o~tow Sile idi’ d¿n6iióv, 63u íd ¡kv ¿aru.u 5pe~g -íd Sévcxa;. 0fl1TE~ Sé íd cw2qxa- rpótepov r~j -yevEdEx. -rfl; 4ujcij;, Olai(2 rut io &Xoyov ‘tal)
Sóyov ~~avta;. “[ Au?1334b 16, b201.
“qavepdv 5% rut tol)íe- Oiapd; ido rut poilxnow, ~íu.5? rut ¿nx.Bia¡iía mtyeve~tei’o~ exiÚO; Óndoxeu. ‘tal; rnnsíox., ¿ Sé xayx.w& rol ¿ veS npaíoOawn¿turev ¿yyíveo8a-l.. 6u3 npGYrov ¡kv toia cá~ia-ta; -rñ¡’ ¿nx
4kxexat’ ¿vayrauw cha-;
¿‘onflintada¿‘¡tasdr! Corpas g35
iipotepa-vu>tu>vnj; 4’uxu>;, encvía- -ru>v -r~; ópé~ewg,~veia¡pév-rou. ial) vol) dii’t1j dpe~ewg, if1v Sé rol) ot~wro; rij; 4mxij0’ [1W. 1 334b 24 y b27].
>ToT(2 Mi d.yaedv 3 &~ a-ik¿ &tumeti ~veru~ a-1i>eíÓt’, rut cii é’eru dXXa
4o4e0«, rut o~ kíei-a rnivra- 5 réra- ni a-tttaw ~xou’ía-15 val)v 5 ci xó~au.veOr rut &xr 6 val); &v &&np drosotn, rut 5aa- 6 rept bxta’ínu val); ¿ras(Sonu.v
b~av~ i-ol)i-ó e<nu.v e¡«~aT~ ¿y«Oóv,...” [khe/. 1362a 24(3) ya25]
1 ‘ ‘
CC ‘Erre’u. n5v ¿yae5v Xéyopev te le (tb~rO criticO ~verarut 1hj &XXnxi«ioerdu, rut a~ rávu’ ¿4>íeiau, rut 3 ¡‘cOy (¿u’ ctp¿vx>ou.v Xu43óvía- gxavre, rut ¶~
rcuitwc~v rut md <fraxrncnrx5v, fj ¿~ bretma- íd. mex.aOt«, íd 5’ e~3 ~verumd téXoq¿atv,...” 1 kbtt 1363b 14].
“«-idi’ vciOv¿6e~;4&¿vij4lEv ¿ti m~5 *ux~»’> [kke/.1411b121.
« rau. ¡tau. TTPDdEXC¶C tOl¿ vnUV oiioév ido gdAXnv ~p5v fj x~¡¡érepcii’ »,
[A’hfl. 1415b 131.
t~ei Sé rut ¡teí«l3áXXe;v td. evOv¡t¶lttt<i rut yvd~ug roetv ¿vx.ote, ator
«xpui 5? id. SwXXa-y& raxdv reOs val)v ~~ov-iaexi-n~~ol)vt<w oil-no ydo liv¡téyx.ma TT>eci’Eir1-ox.ft’.» “ 1k/e!. 1418b 35].
“¿u’ ¡tc-rpiou.au. -r{Beofr ¡te-ya-y vóciv oil-re vdo ji¡iel;”. [4/4 kesgS.5,s.3,I 8].
“¿u’Opdmrcx.au.v 5ocx. ¡¡ji vóci; ~twc fi “[4/4 kesp. 5. 1 2,s.2,l.61.
“rut ge k1nmtV~ovta Xeiwgtpa-xiiv ¿K4xLvÉx.v vócv.” [4/4 2e-sp. 5. 12,3.3,1.5] -
** * * *
“tij; *uxi=- Sé íd ¡kv 5v ~xou?«Syov, íd 8’ Ou¡c E)<OV, OitEp KW.
ente íd &Xoyau’ ?veru tal) X&you’ ~xevtci;.¿u’ Sé «3 ?s<iyav ~xevíx.‘3 vol)9 enre‘tel] val) b’era r6v-r’ etwrx. ¿va-yrcr4cw ji ¿resegu..”[ Pro/refl/fru5 B23, línea 8(2)-
Ddrinql.
Tal) 8’ ad ¡‘nl) <xi vaijne; évépyeta, 6páixu.c eMa-u. vox>tGw, 49 ico
Op(c¶1JCO1J ¿vepyeu op&v Td. ópa-id. vel$xÚ)9 e5V rut veO <beru> nav8’ Capeta Teu.~
¿‘onfl/n/odc ¿‘¡tasdelCorpas 936
¿v6p&ng, eXnep -íd. ¡tév &Xxa mf1.~ ‘i~axij; ev« ali>etá, ¡‘el); Sé íd péxtxaov tGw
ra-tel 4mxuiv [~ióvou’1,‘mO Sé I3eXíx.a-rev -íd. &V~a- auvéo’ru>*ZE xdou.v-” [Pro/r 624,
líneas: 1,2 y 4—Duringí.
x~nep ¿Lv ¿iToS{&uu. -rd rpá~¿e14 Jí 6 ¡‘el); ¡cxlpw;, rut sd ao’va--wc al.
roxxat >‘ [Pratn 826,1.4- DUring].
1 ~>
“5;’ a-i~r& 8% t4fl0u. «l. 8eo~na; rut a-wenl ¿Y ía-~PTa-u.~ ,ol) veO ji ou<p-ut,...[Prat. 627,13- DiJríngl.
“MaOxií~eos ¡té’ o&’ rut u’al) d4awie6e’u.g 5vepwro; 4>uarq’ ytyve-ía-u.
nepa-rXijow;, val) Sé ¡¡¿vax., d4’{jpnuévo.~ ¿rflnpwU-nu, d?~cyx.a’ 5’ «441pe8ex. ¡iévwv’ 5’
éu’ «3 ¡‘43 ¿gawl)i-a-; 6E4” [Pro/r528,1. 1,2q3-Ddringl.
“e?. ¡kv a5v &xúol)v tu. ~4~Sv¿arw <5 &v6pwxie; rut ru-íd. X<5yet’ mi voi)v
thartau. a-unu ji eiiai«, oxk aXXe ~mx.vhíil¶el) ~pycv fl ¡¡¿¡‘u> ji d¡mwear&íu>
«Xxi8sa rut íd nept t~v ~v-rwv dxu>eeilew “ [ Pra/r 665,1.2- Diiri ng).
a ~C>r;tatvuu’ íai Úc¡teo~ tdv ra-íd. uel)v j3íov rut ni 4flv jiSéos ¡tÓXx.oia.
~rnáp~eu,SuXov &v y¿vovro ¿vie~6ev.” [Protn 678,1.1- Dúring].
“uva-re rol Si,’ «xhd -id x4av ~ dxx~8el; rut ¿y«fl&e ji5ov~&Xoanl>u>-r#ov ¿o-it -rol; vol)v ~xouaw1. “[Prat. 892,1. 2~- DiJring].
“fldS~,, j4u Ñ~ini, ~ ,‘ervr~rnnv ~ns<e,v;1 rrnj— ai~Qnómn~r n>~u ¿r~ti’¿ “e ¡¡¿1,0v
a~,x.ou’ orrousfk, &sau’ ¿cxiv Av f~ñv vci] rut 4pevujneúr ‘ml)ie ydo gvau’ ~Tcxiceu’
¿va; tú’ flperépow deávxrrev rut pAvav OfinV” [Pro/r 6106, L3-DUringI.
‘O vol); y6o fl1iGiv 6 Oeó< , (É~’ ‘ Ep¡t¿íwo-c et-í’ ‘A¡’«~ayóp« ~fre
metTe,) rut on’ 6 evu>td; a-&~t’ ¡tépe; ~ Ocol) mx.vci< - fi 1>0~oao~ntéev e5v 5x~oe;i’ ex.rciuox. -ró~ ~ijv ¿nx.-rénv ¿íel)Oeu. 49 m& &XXa- ye xi&v-ra 4xuapía tu.’- kx.revchau. xxeX>áj ra-t >$o;.”[Pro/r 8110,1. 1-DUringl.
[íd sg«ríua3v rut iB -íexearuai¡’.] td ¡kv a5v xip=e¡’ d~ct i-eic
¿v8pt~rcix. napaytyvei-a-u, -íd Sé 5e6-repo¡’ a-ii-rol) rrafi¿v-ro; tel) vol) tf1u ~XXap4íu.v’~
s~ rut ¡¡uuru>puí6e; ‘Ani*nei-éXx~g dw¿¡taa~ rut ¿cui- ial; ~D.elamuiax....”[PAÚlY.
Rose, 32ed. fr~¡~rn/e15].
“ ‘misé ido yuau’Íj’ 4nox. ‘icaa4sevóou ¿ Seieict; ¿cOxal), u-re xe~eísw’
eXeaOau. dpeu.va-r~pwv <flapfÓu’tWu’>. ‘> [Phd. Y. Rose, 3~ed, Pr 21,1,18].
¿‘ontan/ode¿7//esdc!¿‘arpas 937
~Gicere,A&/vrs ¿~sran 1,13, 33:Aristotele3queintertiodedephilosophialibro
multa turbat a maqistro SUD Platone dissentiens. miedo enim menti tribuit omnem
dlvi nitatem, modo mundum ipsum deum dicil esse-, modo alium quendam praeficil mondo
eique eas pertia tribuit ut replicatione quadam mundi motum reqat atque tueetur.» [ ¿~flK¿ 2,’
.-».,~scpñÍ&-,V. KúSe,3~ed. Fr 261.THEM. /n1~4n~ 106.29-107.5.’ rut e?. Xóyou. 6% cii; xip=u>oe(sc. Plato,in
Ptntri TTCpt ‘4mx~s’ doa-v«o{cc e(=mdv vol)v ¿v¿yovma-x. axeSóv ix. cl. r>eitora;rut 4¡~p6éo’ra-teu, J ‘tc ¿ir -rñ; a-ii ín¡cu.vrpW~ éSetxOu> yÑ 49 a-iiteictvu>te; ¡tóvo; <5vol);, el tíjv Ki’xpw ¿vtt i-fj; ¿vepycía vnn’u.u>¡tcv rut 6 -ia- p«8fldE14 «Ya4IPlVYf14
cha-; >a¿xpávrnv rut ¿ Tijv npd; -idi’ Oedv ¿pox.¿tu>-ra. rut tú’ &iXXon’ 5? íoi);d4wux.ao-répou.¡; Sonl)ví<x eii xaXcr& &v n~ «3 v43 ITPOOPW«aSf u’, ye rut
ion’ ur <ixitel) ‘Apxsnoméxoia; ~any«~évow ¿u’ t43 EiiSxj¡t4). « ¿bu’ 6$~ev ~n rutrixé.twv md vcil)¡’ d&ivaciv ¡tovev vne>ap~a-vex. [Fvámvs P3 Ir. 381.
SIMP. ¡ot’~’An.221.20-33. ‘<5 ¡¡¿u’ ecu’ HX&rcm’ rut ¿itt návrwv e~teev
óí.towiiiuu~ mii -re e~n mt td. ¡arr’ w.”ti dsarewíi¡tcva- TTpecw.yopexew. 6‘Api.aíetéXu>; Sía-v ¡tev ¡tepx.ad¡’ -re elSnrowil¡tcvct’ ~¡,~vx6-r-reia-x.íf1v <5wovu¡tíav
Si« div xiaxxf1v tel) ¡tepw’íal) rpd; -íd ¿tse; dpépx.aev ¿iv ¿rómcwu.xr íf1v Sé
Xerruiv 4uxf1v 49 ¡tf1 ¡tóvav <5p~e¡tévuv áxx& rol ~pc¡’ciiamr ¡tci«~ vdo 49 tal)
d¿¡cpígíaxa rut ¡iepwmaO ~x4w-mc n5aa, euímw mt -rol) 5pcu rut mcl] ópx.4o¡iévaud414~5¶cpcv ¿¡t4
1Jvouau, -íd ¡kv 49 ¿ve>x.-r-rn¡tévu>, -íd Se &d vñv ¿et miel
veráilaox.v rut sd tf1v tú’ ¿va~l,y¡tévow táv-ron’ ek ~¡‘ auva-ywyji’ 49rapx.*Ynwévr¡ «3 6pí4ev-r; v43 . rut Sul tel)te rut A’ «3 Edsijjxq «3 nept i4nax~;a-dtG3 yeyp«g¡iévqm SuxXóycp etSóq tx. ¿no4’a-ie-rctt tf1v *vxuiv cba-x, rut ¿y -roii-ía~
¿ra-tve; ‘mx); mCi’ eísú’ ur’rxrjiu xexycuT~ tijv ~¿mxiiu,mix ~Xu>udxxd. íf1v
veu>-nrjii’ 49 -rú’ dxu>6~u Sela¶épo)9 elSa»’ yv~~v t4~ ydo ífj; 4’vxij; rpeiiievx.
v43 md. dxx>Oij eXSu> oóoiex.xa~’ [Fui Y. Rose 3~ ed., Ir 46,1. 12 y 17].
SR-lP. /11 OFCrin 485. 19-22. Sí; ido evvca ‘tu. rut faxiép ‘tev veuav rut
mf1v clalay ‘3 ‘Aptaíaí&u>;, 5flX6; ¿art rpd; tal; r¿paox. tel) itept cdxii; pxpxínuo«4íJ~g eitó5v Sí; <5 Oe¿; 5 ve); ¿o-i’x.u fl ¿xiérex.u’á tu. tal) val)” lflept Eligñ~ ; Ir.
49 ,V. Rese3L
“id ido ¿va-yraxótie¡’ kpeiov wJtg~ Mx4Vnta.u. ¿ u’oO;,”[ Sym~skrn; Pr
R31 02,1.5] -
.1-av u’oui’ ¿yru-repil~a ~ñ¡coiXíq «3 tx6ilL.” [Fr *326,1 1 8*R3]
“Siel x~óvcu -mx); páXw-ra- ¡‘cOy ~xcu.vSorcl)u”t«<’ [Ir 5383.6 p3j.
‘eu> Kxexil3aui rmc~ 4*potíévx> ¿u’ ¡‘43 dxc riaucO&[ Pr 556,1.9 R3).
Conflin/odc¿7/tosdc!fpjpas. 93U
‘Ev’w14 8% ía-O-rá m xhuíp~c; rol md rwrd. xónav rwxvwóv, -rol; 8’ ~rtnp¿; íoxiíc~ Sx.ávcu rol vol)s, ¿lev «VOpWTT4) rut eX ti, ~Xo <kw hepói’ ¿art
iowl)íev 5 mi tx¿nd3i-epov.”[BekkerPuagm. 1414b 18 -¿~‘4n. Libro II Fr. (414b18Th
“4>a-t’epdv 5? mi 49 -id c~ b’eru ji ‘¿mxi? rut ido fl «mc ~ven tau xiex.et
&bxiep ‘3 vol);, rut ‘ml)-r’~mx.v o,iíij; íd -réxac [Bekkertra~’m. 141 Sb 16 -¿~An.
(415b16)1.
“<5 ‘Apx*netéX~j;, SfjXó; ¿aix. np6; -tel; TTépCLiJt ‘mO nept eiixfi; Ih43Xíov
rio4t~ etnoiv Síu. 6 Ocd; 5 veO; ¿att’ 5 éré¡cew¿ mx. tel) vol)” [flept Exi~fr
Bekker ,Vsa.cn 1 483a 25 (R3 Fr 49)].
“Set y<~o ‘mx); vol)v ~xevia‘tú’ Suú«areu¿uton’ ~f1Sx.el td. doxa-~- dxxd. suly .1~... -. —.
- --fmi’ ‘~-oxú’ IJa-xJl1a4ea’d<iu.’~ L (pis! ~ 1>1. Uf.
“&órep Set ícii val)v ~‘XOi’t« -Tú’ (LvOp Ton’ ek roXxol) axirijv
ru¶-aA,8a-u,...” [Fpts-/.~‘ 111,1.12].
** * ** * *
¿ ¡sic o»pasajesde!t=z’-pas 939
LIJUTA COMPLETA DE PASAJES:
(Citas de naOs del Corpus ÁristotsIicum; El asterisco indicaobras apócritas.1
[¡11 SSo 156 b 3556 b 3659 a 169 b 610Gb 5íoo ng10Gb 12(2)10Gb 15
[u104 a 6105811112a 19
[u1551961%195196195195199
kV POST2 4+3
4+4+4+4+4+4+
4~14~4+
TOP
o 1530
66a 10a 12b 17a 22
ya ~1~1—
&&1—1—52
&1—
N .‘
N.A.N6NN.
A /NN
AN.G.
(—1AA
NGAAu
1 Con esa mención entre corchetes se alude al grupo de obras aristotélicas a que perteneceel libro -no la obra completa- en cuestión: Grupo 1,110111.
2 Abreviatura de la Obra del Corpus; de acuerdo con le Lista de Abreviaturas ya ofrecida,~ Acepción prepia del use aristotélico de la palabra, (seis acepciones en total,condelimitacien de uso neutro y marcado (— /+). Las cuatro primeras ( P, 2~, 3~ 42) son deltipo ‘humano’ y las dos últimas (52,62) del ‘divine’.4 Caso en que surge cada cita de nous
.
5 Yu4wris vsus-~ O empleo no técnico del término, herencia estereotipada.6 Incluye alusieries, paráfrasis y criticas a los que le antecedieren en el empleo de fleOs
.
Lis/a depasajesde!¿‘orpas 940
[III]71 (‘fl QIJQC’ e /9 A./N.U & 1 ,IJf..t.
203b13 .. & A.223626 1~250 b 26 &255 b 25 52 4.265b22 & A.
[u*391 a 12 tk//VD~ va A.
[luí402b 13 VEA/ti 2- 4.(402b 16 2- 6.}1404n27 &
404626 & A.404a30 2- D.
404831 2- A.404b2 & A.
404 ti 5 1- N.404 ti 22 & A.404b26 & O.
405a9 ~ & A.405613 & A.405a14 & A.405e 15 & A.405816 & A.405b20 & A.
407a5 & N.
407a6 & it407a9 & it407 6 20(2) &/& 4/6.407 a 21 -. &407b4 ~ & O.406a12 & A.406b 16 62 N.400 ti 29 62 N.41Gb ¡4 62 6.410b22 2- 4.410b25 2- A.
411b10 & it413a23 ~ 2- N.
1 { }= Cita discutida: nc aparece en todos los manuscritos.
Lista depasajesde!¿‘arpas___ 941
[III]413b24 DEAIV 6~ 6.414b 1~ 62 N415a12 62 6.415b 16 1—[hi’ N.427 6 25 II Hom. NXfnc)426a5 -. 4-425a15 4- it429a6 -, 1-429a7 1- 4.429a17 2- A.429 6 22 “- it429e23 2- 4.429 ti 3 4+ N.429b5 4- 1-4.1429 ti 13 2- NI429 ti 22 4- A.429 ti 23 4- N.429ti27 .. 4+ N.429b31 4- N.430a2 -. 4- 6.430n7 4- it43086 4- N.430a14 4- N.430 al? 62 14430 a 25 4- N.430 ti 6 2~ 14.430b27 .. 4+ 14,
432c2 ~ 2- 14.432e16 2- u.432 ti 25 2- 14.433a2 2~ 6.433a6 2+ D.433a9 3- 14.433a13 3-433a 14 3- N.433a16 3-433a21 3- N.433ñ23 3- N.433a26 3- N.433 ti 7 3- 14.
1 [h.1= expresión e locución herencia del pasado; se contabiliza como uso vulqar delvocablo, aunque se le haya asiqnade a una acepción, habitualmente la 1~.
/=/a dapasajesote! ¿‘arpas 942
434b3
437 a 5445.b 16(2)
450a 13a456b 19
472 a 5472 6 22
*610 ti 22
540 ti O641 6 36641 ti 1
656 U 26
700b íg700 b 20701 830701 e 33703 ti 5
736 ti 5736 b 25737810744 ti 22
[‘III
[III]
OEA/Y
DESEA
DE1/Ef?
DE .~ESP
EA
1)~
2-2-/2-
2-y¿¿
&62
.Jhi
&6262
A.
A.D/N.
8.A.
A.N.
A.
8.14.6.
[III]
[II]
ti]
LIII
[u
[u
[III]
[II
1-ih.1
114
CA
1+1~1~1~
sc62
1—
A-9-9.14-6.
6.A.N.N.
*513 ti 32 PWYS/G6 ~ 1~ A-
Lis/a depaso/esde!¿‘ornas 943
* 903 6 20*903621*916 b~g¡7 a*953 ~*955 ~*955 ti*955 ~*955 ~~955ti*955 ti*999 h
163592226(2)no
32353637
*956 6 4*956 ti 34*956 ti 35*964b 16
PÑZZ5Y. *
ti
ti
ti
ti
ti
.9’
Cita EpicarmoW2)Cita Epicarmo52
1+Viti1+1~
1+11+1+j4.
1~1+1~1-’-1~1-’-y-di
964b 15gasa lg955 e21955 ti 30988 a 34986 ti 6959 ti 15992 a 30*993 ti 11*994 ti 14*994 ti 15
1009b 51009 ti 231025 ti 221034624*1065 ti 41069 ti 311070 a 261071 e31071 b361072651 O 72a301072 ti 201072 ti 2!1072 ti 22
1/ETA.
A/ETA. *
/kiA
A/E74A/ETA.
52&&&&&&52
1—y-uy-ti
Cit6 Parm.1—Lb.]
1—52&621—1—525252
[IIN.N.N14AA
4/14jh4
14NG81414oA
II)A.oA.N.AA6NNNA.A.
14- ( tnc)14614NNN6NN1414.
Lis/oc/epaso/esda! ¿‘arpas 944
[u1072b23 ¡‘¡ETA. 59 14.1072 ti 27 52 6.1074 ti 15 52 A.1074b 21 59 N.1074 ti 30 5~ N.1075a4 52 6.107567 62 14.1075 ti 6 5~ 14.lO7bbul .- 5~ O.1091b12 ‘ & A.
[1]1096825 EA’ 52 14.1096 ti 29 1~ it1097b2 1~ A.
11106 11 .. va A.1112821 1—[h.] A.1112833 1- 14.11151x9 ~ va A.11396 16 1~ 14.
[III1139a33 3- 6.1139 b 4 3- N.1139b 17 4- 14.114165 4-’ N.114187 4-’ A.1141a19 .- 4- N.1141b3 - 4- it1142625 4+ D.1142o26 4* 14.1143a26 .. 1- A.1143a27 -. vii A.1143635 3+ 141143ti1 -. 4+ 14.1143 ti 5 3+ N.1143 b 7 A.
1143 ti 9 va A.1143 tilO 3+ 14.1144 ti 9 1-Uy) 6.1144ti 12 1-ltd A.
[II1149 ti 17 £ Hom Att nc>
2 ¡sto depasajesde!¿‘arpas 945
1150651166 ti 3511696 ¡71169 a 161176 ti1177 a 131177 a 2011?? a 211177 ti 191177 ti 301175 a 711768221179 a 231179 a 271160 o lb1150 622
1 163b 221 19Gb 351 19/a 201 197a 241 197a 251 197a 271 19/a 261 1g78 291207a 2120/a 4120/as1207a 131205 a 19
1214 ti 311217 ti 311237 ti ¶51257 ti 361240 ti 34(1246 tilO1246 ti 141247 a 301246 a 211246 a 29(2)
EE 1—52
Cita Teoq.1 —[h.1
1—1+1~1~1-’
1~/1~
[uEN 1-’-
1+1+1~5252
5252626~6262621~1~
NA14D1414N
614A6A14A6
[uti’,’ 62
4-4+4+4+4+4+4+1+1~1~1~1~
14-14-NN6G13NANNNA
ti]A14
rio)AN
N}A
D Uno)14
6/6
Lista depasajesdelarpas 946
1 flAQ a 7flt~-flJ ti 04.
1254 ti 51254 ti12678291267 @ 32131Gb 141320 b 71334 ti 161334 b 201334 b 241334 ti 27
ti]1362 @ 24 (3)1362 a 251363 ti 141411 ti 121415 ti 131416 ti 35
‘cutí 1 —~/1 —* /59 A./A/N.1~ 14.
A.52 A.va A.y.¿i A.
-5.5 subs3,l.—s 12 sutis 2,1 6-5.1 2 sutis 3,1 5
ATU RES? Cita Salón
5 23, 1. 6(2)6 24, 1. 1 g 25 24, 1. 4526, 1. 45 27, 1. 35 25,1. 1 g 2
LI]
III
Er
ROL.
1~
1+1+591~y. ~vi ti1-’1+1~1~
13.
N6.A14AA14N-
14-13.
[IIA}fnc)Nilíne)A.(fnc)
[IIER¿7TR 1~11~
1+/1+1~1~1~
1-/i—
N./6.6.16.
14-14.(3.
6.113.
* Ex*
presión heredada = [hl.
2¡sta depasojies de!Corpas 947
5 26, 1. 35 65, 1. 2576,1.1
5 92, 1. 25 108,1.35 110>1.1
FA’OTR
1 —[h.1
y’-62
¿C. Anax. o Eurip.?
FRAbt/EWTA VAR/A: {IR}
[lichael Psellus
Phi]o. ¿‘e ..t/. tpp~-dÍ
Cic: A/alDea.
R3 30R3 46(1.12 yR3 49R3 102 1.50*R3 326 1.18
*p3 536 1.6*R3 556 1.9
EVÉ?
‘7) Sirnplic. DeÁn.
r1453 a25 BekkerSyt/>9
§0/AA*
/ILQTOR/KA*
* ** * **** *
DEKKFR PrspL:[u
1463 o 25
414b 16
R349
L ¡1w; ¡¡ Fr415b 16
[¡1D.A-A.A.6.14.
[u
R315
R321R326
52
Cita?52
6.
6 (mc).Latín.
6262/6262/52
vii u
Vi/-
Vii
A.D./D.N./G.
14-
.4.A.D.y-u
[III]
[u
521—
14.16.
N.N -
vi uy-u
A.A..
* * * * * * **
fi¡/?/ ¡¿‘(¡RAE/A
1~ DiCCIONARIOS Y REPERTORIOS.
A) Diccionarios:
ADRADOS,F.R.: D¡¿’C¡ONAR/OOR/ECO-ESPAWOL. Val. 1 y II,Redactores principales: E. Gangutia, J.López, C. Serrano, P.Bádenas; Madrid, C.S.I.C., ms. “Antonia de Nebrija”, 1960 ~jSS.
BON ITL,H.: índexAris/o/elicus Ant9tote/isOpar4 Vol, Y,Berlin, Academia Regia Borussica, 1670.
CHANTRA1 NE ,P.: Diconnaite Etyrnno/og/ que de la langae(¡raeque
flWstcita des tio/sÁ Tres vals., Paris, Ed. Klincksieck, 1966.
FERRATER MORA j 0/CC/O (A RIO DEFIL (¡SOFIA - (Nueva ediciónampliada y revisada de la primitiva (la 52),en des Yola.). Cuatro Vals.,Madrid, Lii. Alianza> 1979.
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1 Se ha extraída de dicho CampactDisc (Laser) un Indicetotal de Citas de vóo; - vol); en el ¿‘arpas mediante elPrograma de gestión PANDORA 2.0 1 -
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Árk/n/p/ís Omero flinrn Vnls pslitnr 1 Rp.kkpr- fina ñosprimeros veis, contienen las obras conservadas del Corpus en versiónoriginal <1831>,el tercervol. Interprs.letinasdel mismo (1831>, gelcuarto traqs. de comentaristas aristotélicos — .&tAsfti-, <¡636>; FI quintovol, contiene la ed. de fragmentos de las Obras perdidas de Aristótelesreunidos por YRose, unsupl.a los itAot» ed. por MUsener, u -finalmente—el Indice aristotélico de M.Bonitz,(1870)}; Berlin, Academia RegiaBorussica, 1631-1670.
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* ** * * * * **
indica. Volumen ¡/1
~1llD
CAPITULO IV. LAS ACEPEJUNES DEL NOIJS ‘HUMANO’ (II)-Cont.
2. Acepción Cuarta: Caracterización(614-617), Lecalización(61 7-624),Analisis Textual
2.1. Usos neutros: ‘inteligencia intuitiva’.-- Primer grupo..624-626.- - Segundo i~rupo... 626-633.—tercer grupo de obras...633-644.
2.2. Usos neutros: ‘inteligencia’ (alta intensidad)..644-6772.3. Usos marcados.— - Distinción previa: baja ~alta
intensidad...677- 680.<2.3. lisos marcados, Baja intensidad: Primer grupo de
obres.68O- 696.-- Segunde grupo...697-703-iTercer qrupa...703- 720. 1
CAPITULO V. EL NOUS ‘DIVINO’ ARISTUIELICO
0. Introducción. El problema de la divinidad respecto al noOs..721 -735—- Caracterización (Introducción. Pesqos de lo ‘divino’. Sinónimos,
Antónimos..335-744.}1. Noiis ‘Divino’. PrincipieCósmico: Localización,Análisis Textual(745-776).
2. No~Js ‘divino’ en el Hombre: Localización (777-780),Análisis Textual:
—. Primer grupo de obras...760-81 0.-Sequndoarupo... 810-813.-Tercergrupe...813-844.
LONCLUS IONES
0. iritroducción...645.
Analisis estadístico:1.1. Exposición gráfica de los dates....846-867.1.2. Comparación con la estadística referida a Platórv..868-673.
2. Concí ‘nonesfilosoficas deducidas de dicho análisú 673-667.
******
/nd,’te-. Volamen ///
APFND lLES
Abreviaturas deles obras aristotélicas. (888— 889)
Citas Predecesores de Aristételes.(890— 900)
Derivados de NOYZ-NOEIN.( 901-903)
Expresiones g locuciones.(904—906)
Transcripciones de Términos. Observacíones.(901)
Glosario de Transcripciones.(908—91 1)
Conjunto de Citas en el Csr¿’MX912—938)
Lista completa de pasajes de nóos—noiis en Aristóteles.(939—947)
0151IOGRAF ¡A
1. Diccionarios q repertorios
2. fuentes bibliográficas: I~ Parte
3. Fuentes bibliográficas: Aristóteles
4. Estudios generales
S Estudios qenerales sobre Aristóteles
6. Estudios especificas : Parte 1
7. Estudios especificos: Aristóteles