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Anfibios y reptiles en la zona costera de México

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229 AMFIBIOS Y REPTILES EN LA ZONA COSTERA DE MÉXICO Anfibios y reptiles en la zona costera de México Armando H. Escobedo Galván Marco A. López Luna Aníbal H. Díaz de la Vega Pérez Introducción M éxico es uno de los países con mayor biodiversidad a nivel mundial, ocupa el cuarto lugar en especies de anfibios y el segundo lugar en reptiles. El último listado menciona que existen 1 165 especies de anfibios y reptiles para México (Flores Villela y Canseco Márquez, 2004), pero recientemente ha au- mentado a un total de 1 203 especies entre ambos grupos (373 anfibios y 830 reptiles; Wilson y Johnson, 2010). Esto quiere decir que se describen alrededor de dos espe- cies de anfibios y cuatro de reptiles por año; por lo que posiblemente la última cifra, en cuanto al número de especies de anfibios y reptiles, sólo sea un aproximado de la diversidad real presente en nuestro país. En cuanto a los anfibios, México es uno de los países con mayor número de espe- cies endémicas, esto significa que sólo se encuentran dentro del territorio mexicano y en lugares con características específicas que hacen posible su presencia en estos sitios conocidos como áreas de endemismo (García, 2006-2010; Ochoa Ochoa y Flores Villela, 2006). En pocas palabras, aproximadamente dos de cada tres especies de anfibios presentes en nuestro país son especies exclusivas para México (Ochoa Ochoa y Flores Villela, 2006; Wilson y Johnson, 2010). Para los reptiles de México (830 especies; Wilson y Johnson, 2010) se tiene registrado que aproximadamente 51% de las especies, que se distribuyen en el país, son endémicas, lo cual, al igual que los anfibios presentan un alto grado de endemismo debido a las características fisiográficas del territorio mexicano. Sin embargo, muchas de estas no se encuentran en las categorías de protección de la Norma Oficial Mexicana.
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Amfibios y rePtiles en lA zonA costerA de méxico

Anfibios y reptiles en la zona costera de México

Armando H. Escobedo GalvánMarco A. López Luna

Aníbal H. Díaz de la Vega PérezIntroducción

México es uno de los países con mayor biodiversidad a nivel mundial, ocupa el cuarto lugar en especies de anfibios y el segundo lugar en reptiles. El último listado menciona que existen 1 165 especies de anfibios y reptiles

para México (Flores Villela y Canseco Márquez, 2004), pero recientemente ha au-mentado a un total de 1 203 especies entre ambos grupos (373 anfibios y 830 reptiles; Wilson y Johnson, 2010). Esto quiere decir que se describen alrededor de dos espe-cies de anfibios y cuatro de reptiles por año; por lo que posiblemente la última cifra, en cuanto al número de especies de anfibios y reptiles, sólo sea un aproximado de la diversidad real presente en nuestro país.

En cuanto a los anfibios, México es uno de los países con mayor número de espe-cies endémicas, esto significa que sólo se encuentran dentro del territorio mexicano y en lugares con características específicas que hacen posible su presencia en estos sitios conocidos como áreas de endemismo (García, 2006-2010; Ochoa Ochoa y Flores Villela, 2006). En pocas palabras, aproximadamente dos de cada tres especies de anfibios presentes en nuestro país son especies exclusivas para México (Ochoa Ochoa y Flores Villela, 2006; Wilson y Johnson, 2010). Para los reptiles de México (830 especies; Wilson y Johnson, 2010) se tiene registrado que aproximadamente 51% de las especies, que se distribuyen en el país, son endémicas, lo cual, al igual que los anfibios presentan un alto grado de endemismo debido a las características fisiográficas del territorio mexicano. Sin embargo, muchas de estas no se encuentran en las categorías de protección de la Norma Oficial Mexicana.

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En este capítulo se describen las características generales de anfibios y reptiles. Además, se mencionan estudios de caso para analizar la situación e implicaciones de los anfibios y reptiles ante las amenazas constantes a las que se encuentran sometidas debido a las modificaciones de las zonas costeras.

Características generales de los anfibios

La palabra anfibio significa “doble vida” y hace referencia a que son organismos que típicamente desarrollan parte de su vida en ambientes acuáticos y otra parte en ambientes terrestres. Los anfibios actuales evolucionaron a partir de ciertos peces con aletas lobuladas parecidas a patas, al final del periodo Devónico, hace unos 350 millones de años. La característica más importante de este grupo de tetrápodos es que fueron los primeros vertebrados en colonizar la Tierra, debido a que encontraron una gran fuente de alimento potencial fuera del agua: los primeros insectos y plantas (Clack, 2006).

Los anfibios modernos (ranas, sapos, salamandras, ajolotes y cecilidos) son ani-males generalmente de talla pequeña que se caracterizan por carecer de uñas y pre-sentar piel desnuda muy húmeda, esto quiere decir que carecen de escamas como los reptiles o de pelo como el caso de los mamíferos, además su piel está llena de pequeños vasos sanguíneos que sirven como órgano respiratorio. En cuanto a la reproducción, la fecundación es externa y ponen sus huevos en el agua o en ambien-tes muy húmedos. La larva difiere estructuralmente del adulto y sufre un cambio (metamorfosis) para llegar a la forma adulta. Las larvas tienen branquias, las que en algunas especies pueden quedar dentro de una cámara branquial. En los adultos, la respiración se lleva a cabo por medio de pulmones, branquias, piel, membranas mucosas de la boca y faringe; o bien, por una combinación de estas.

Comúnmente la gente suele asociar a los anfibios con ranas o sapos; sin embargo, por su morfología, los anfibios se clasifican en tres órdenes con características dife-rentes entre sí. Los apodos o cecilidos se caracterizan por presentar ojos reducidos o ausentes, sin patas o manos, el cuerpo es alargado similar al de una lombriz, la cola es muy reducida y no presentan extremidades. Los urodelos (salamandras o tritones) presentan ojos y extremidades bien definidas a diferencia del orden anterior, una cola bien desarrollada, la cual en algunas especies puede llegar a ser la mitad del cuerpo (figura 1a). Una de las familias que se encuentra representada muy bien en México es la familia Plethodontidae la cual se caracteriza por que carecen de pulmones y la respiración es por medio de la piel. Por último, los anuros (ranas y sapos) carecen de cola en su etapa adulta, a diferencia de las salamandras, y usualmente los miembros

anteriores (manos) son más pequeños que los miembros posteriores (patas) (figura 1b). Además, en algunas familias es evidente la presencia de glándulas de veneno (glándulas parótidas) detrás de los ojos como en el caso de los sapos, las cuales les sirven como mecanismo de defensa contra depredadores.

Características generales de los reptiles

El origen de los reptiles es poco claro, pero se sabe que evolucionaron a partir de te-trápodos que desarrollaron al menos cuatro membranas que recubrían al embrión en el huevo. A estos animales se les denomina Amniotas, son los primeros vertebrados adaptados a la vida verdaderamente terrestre y surgieron hace aproximadamente 310 millones de años en el Carbonífero. Las características más importantes de los repti-les es que ya no necesitan depender de un medio acuoso o tan húmedo como los an-fibios para reproducirse y eliminaron la etapa de larva libre; muchos de los amniotas cuando nacen son réplicas en miniatura de sus padres. Los amniotas están represen-tados en la actualidad por la mayoría de los vertebrados terrestres (aves, mamíferos y reptiles), sin embargo, los reptiles se consideran como los amniotas más antiguos. Este grupo se divide en cuatro grandes grupos: tortugas (marinas, terrestres y acuá-ticas), lagartijas, serpientes y cocodrilos (figura 2); los cuales se caracterizan por presentar escamas epidérmicas. En general son animales ectodérmicos, esto quiere decir que la temperatura de su cuerpo depende del ambiente, por ello normalmente pasan tiempo asoleándose para aumentar la temperatura corporal y poder desarrollar todas sus actividades. La respiración es por medio de pulmones, excepto en tortugas acuáticas que puede ser a través del tejido vascular de la faringe. Las extremidades generalmente presentan cinco dedos que terminan en uñas verdaderas.

Figura 1. Los cecilidos (a), las salamandras (b) y las ranas (c) son parte de los anfibios presentes en las zonas costeras de México

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Figura 2. En las zonas costeras de México es frecuente observar los cuatro gru-pos en los que se dividen los reptiles, algunos ejemplos son (a) la boa, Boa cons-trictor, (b) lagartijas, Anolis sagrei, (c) tortugas acuáticas, Kinosternon sp., y (d)

el cocodrilo americano, Crocodylus acutus

Los reptiles son el único grupo de vertebrados terrestres que presentan dos meca-nismos para determinar el sexo de sus crías: genético y ambiental. En el mecanismo genético están presentes los cromosomas heterosexuales que permiten diferenciar el sexo de las crías como ocurre en mamíferos y aves (Uller y otros, 2007). Esta forma de determinación sexual en reptiles es frecuentemente observada en especies de lagartijas, serpientes y en algunas tortugas de agua dulce y terrestres (Valenzuela, 2004). El otro mecanismo es la determinación sexual ambiental; en este caso el sexo se determina a partir de las condiciones ambientales en las que se encuentran incu-bados los embriones. La determinación sexual por temperatura es la forma más co-mún de la determinación por condiciones ambientales; y dentro de este mecanismo existen tres patrones (Valenzuela, 2004; Valenzuela y Lance, 2004). El primer patrón es macho-hembra, en el cual, los machos son producidos a bajas temperaturas de incubación mientras que las hembras nacen a temperaturas altas, este patrón es do-minante para todas las especies de tortugas marinas y algunas de agua dulce (Ewert y otros, 1994; Mrosovsky, 1994). El segundo patrón es al contrario que el anterior, hembra-macho, donde las hembras nacen a temperaturas bajas y machos a tempe-

raturas altas este patrón está presente en las tuataras (reptil endémico de Nueva Ze-landa) (Mitchell y otros, 2006). El último patrón es conocido como hembra-macho-hembra y se caracteriza por producir hembras a bajas y altas temperaturas mientras que los machos nacen a temperaturas intermedias; este patrón está presente en todas las especies de cocodrilos y algunas especies de tortugas acuáticas (Deeming, 2004; Ewert y otros, 2005).

Estado de conservación de los anfibios y reptiles

Conocer la situación de cualquier especie es el primer paso para llevar a cabo planes de manejo y conservación adecuados a los requerimientos de cada organismo. Para el caso de los anfibios y reptiles, desafortunadamente existen grandes vacíos de in-formación que permita conocer con mayor detalle la situación de estos organismos.

La escasa información disponible sobre anfibios y reptiles en zonas costeras se encuentra en áreas muy específicas, pero que de alguna forma permiten conocer el número de especies presentes así como características biológicas y ecológicas de la herpetofauna costera. Algunos ejemplos de ellos son: la región de La Mancha, Veracruz (González Romero y Lara López, 2006), las zonas bajas de los estados de Tabasco (Reynoso Rosales y otros, 2005) y Campeche (Pereira Trejo, 2008; Padilla y Pereira Trejo, 2009) para el Golfo de México. En el Caribe mexicano, algunos sitios como Isla Contoy (Arriaga y Ramírez Bautista, 2008) y Reserva de la Biosfera Sian Ka’an (Calderón Mandujano y otros, 2005); mientras que la costa del Pacífico cuen-ta con mayor información tanto a nivel general como local (Casas Andreu y otros, 2004; García, 2006, 2010).

Por otro lado, los sitios prioritarios para la conservación de anfibios están repre-sentados en las zonas costeras sólo para el centro del estado de Veracruz; mientas que para los reptiles hay un mayor número de sitios propuestos pero se encuentran concentrados principalmente en la costa del Pacífico sobre el Golfo de Cortés y la costa desde Jalisco hasta Michoacán (Conabio-Conanp-tnc-Pronatura-fcf-uAnl, 2007) (figura 3).

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Figura 3. Sitios de prioridad extrema para anfibios y reptiles representando a los ambientes costeros

AnfibiosReptiles

Fuente: Conabio-Conanp-tnc-Pronatura-fcf-uAnl, 2007.

Para los anfibios, se determinó que la mayoría de las especies dependen en gran medida de los zonas boscosas (Stuart y otros, 2004, 2010); sin embargo, si conside-ramos los diferentes tipos de ambientes acuáticos, podríamos decir que la mayoría de los anfibios están asociados a zonas de vegetación flotante, pantanos o marismas y vegetación sumergida (Stuart y otros, 2004, 2010). Además, son las zonas bajas y ecosistemas costeros es donde concentra gran parte de la diversidad tanto de anfibios como de reptiles en México y Centroamérica (Wilson y Johnson, 2010).

En términos generales las zonas costeras son paisajes caracterizados por mangla-res, lagunas y estuarios asociados a ambientes como bosques caducifolios o perenni-folios, zonas de matorrales, selvas bajas, dunas y zonas desérticas (Ceballos y otros, 2010). A pesar de la amplia variedad de hábitat en las zonas costeras y su importan-cia como uno de los ecosistemas más productivos del planeta (Tabilo Valdivieso, 1999); las zonas costeras son áreas con un alto impacto resultado de las actividades del ser humano ya sea de forma directa o indirecta. Es un hecho que las poblaciones humanas están creciendo a un ritmo acelerado, desplazando la flora y fauna que ha-bitan en ambientes costeros. Entre los factores que son considerados como amenazas para los anfibios y reptiles son principalmente, la alteración y pérdida de su hábitat, contaminación, cacería para el uso con diferentes fines, mortalidad accidental, cam-bios en las condiciones climáticas, entre otros. A continuación se describe cada una

de las amenazas a las que se enfrentan los anfibios y reptiles en zonas costeras y las implicaciones para su sobrevivencia en estos ecosistemas tan vulnerables.

Destrucción y pérdida de hábitat

En el caso de las zonas costeras, la mayor amenaza para las poblaciones naturales de anfibios y reptiles es la destrucción y pérdida de su hábitat. Desafortunadamente los humedales costeros son asumidos como tierras improductivas y que serían mejor aprovechadas para uso agrícola o residencial. Sin embargo, los humedales costeros son de vital importancia, ya que proveen beneficios tanto en términos ecológicos (recarga de acuíferos, control de inundaciones, sirven como escudo contra vientos temporales, huracanes, retención de sedimentos, nutrientes y tóxicos), como econó-micos (producción de energía, por medio de leña, carbón e hidroeléctrica, transporte, fuente de alimento, como peces y crustáceos) para las comunidades humanas (Tabilo Valdivieso, 1999).

En el caso de las zonas costeras de la península de Yucatán, la vegetación halófita de dunas costeras es muy importante para un gran número de anfibios y reptiles que viven asociados a este tipo de ecosistema, tal es el caso de las lagartijas endémicas Aspidoscelis cozumela y A. rodecki (figura 4), además de otras especies de lagartijas (Ameiva undulata, Basiliscus vittatus, Sceloporus cozumela y Anolis sagrei) e igua-nas (Ctenosaura similis, C. defensor, Iguana iguana). A su vez la vegetación asocia-da a dunas como palmeras, arbustos, mangle y zonas de inundación son importantes como reservorios para las tortugas de agua dulce (géneros: Chelydra, Clauius, Stau-rotypus, Kinosternon, Rhinoclemmys, y Trachemys), así como de lagartijas (Mabuya unimarginata, Aspidoscelis deppii y Laemanctus serratus), serpientes (Boa constric-tor y Drymobius margaritiferus) y cocodrilos (Crocodylus acutus y C. moreletii).

Los ejemplos más conocidos acerca de los efectos de la destrucción o modifica-ción de las zonas costeras son en relación con ranas, tortugas marinas y cocodrilos. En anfibios la pérdida de hábitat hace que las especies se reúnan cerca de los cuer-pos de agua disponibles aumentando la probabilidad de ser atacadas por parásitos (Pounds y otros, 1999).

Para las tortugas marinas, la modificación en las playas ha hecho que las especies vean reducido su área potencial de anidación, lo cual ha llevado a la reducción de sus poblaciones en poco tiempo (Márquez, 1996; Chacón, 2004). Por otro lado, las carreteras costeras en algunos casos son construidas paralelas a la costa, lo cual se convierte en una barrera para que especies como la tortuga blanca (Chelonia mydas) y la tortuga de carey (Eretmochelys imbricada) puedan llegar a desovar a las playas

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de Isla Aguada, Sabancuy, Chencán, Punta Xen y Champoton en las costas de Cam-peche. Además, aquellas que logran llegar a desovar corren el riesgo de ser atrope-lladas por los autos que transitan sobre la carretera.

Figura 4. En la península de Yucatán se encuentran algunas especies de lagar-tijas endémicas asociadas a la vegetación de dunas costeras (a), como: Scelopo-

rus cozumela (b) y Aspidoscelis rodecki (c)

En el caso de los cocodrilos, la destrucción de su hábitat ha traído como conse-cuencia un aumento en los últimos años en el número de conflictos entre el ser huma-no y los cocodrilos, principalmente en la costa del Pacífico mexicano (Sigler, 2000; Huerta Ortega y Ponce Campos, 2002; García Grajales y otros, 2008; Cupul Magaña y otros, 2010), aunque existen reportes de ataques en la costa del Caribe (Lazcano Barrero, 1996). El público en general suele asociar los ataques de cocodrilos con una sobrepoblación de estos organismos en las zonas costeras; sin embargo, la realidad es al revés, el aumento de accidentes con cocodrilos es debido a la reducción del hábitat como resultado del crecimiento sin control de las comunidades humanas y la ampliación de la frontera agrícola en las zonas costeras. Esto ha hecho que las po-blaciones de cocodrilos se concentren en los pocos espacios disponibles, quedando inmersos en los ambientes antropizados, lo cual genera que el cocodrilo ve como fuente de alimento a los animales domésticos y al ganado vacuno (Motte, 1994).

Además, el establecimiento de asentamientos humanos en los bordes de los cuerpos de agua costeros para la crianza de ganado vacuno, tiene un impacto negativo en la viabilidad de los nidos de cocodrilos debido a que el ganado compacta el suelo con sus constantes pisoteos afectando las áreas de anidación reduciendo la tasa de eclosión. El problema con la pérdida de hábitat no termina ahí; los cocodrilos tienen importantes funciones ecológicas en los ecosistemas donde habitan siendo conside-rados organismos sombrilla, esto quiere decir que si se protege al cocodrilo también se está protegiendo a aquellas especies con las que cohabita e interactúa; ejemplo de ello, se ha observado que en las áreas de anidación de los cocodrilos es frecuente observar nidos de otras especies de reptiles como lagartijas, iguanas y tortugas. Estas especies suelen poner sus nidos cerca de los nidos de los cocodrilos para evitar que sean depredados al recibir protección del cocodrilo (Kushlan y Kushlan, 1980; Du-gan y otros, 1981). Entonces si se reducen las áreas de anidación de los cocodrilos también se reduce los sitios para otras especies de reptiles. Además, los cocodrilos son organismos importantes en la conservación y preservación de las fuentes de agua en la temporada seca en las zonas costeras. Las charcas grandes, profundas y claras construidas por esta especie son un refugio durante las sequías para ellos y otras especies de animales (Kushlan, 1974). Estas fuentes de agua son usadas por los humanos para beber y preparar sus alimentos. En los manglares se ha observado que los cocodrilos ayudan a mantener el hidro-periodo ya que con su constante transitar ayudan a la formación de pequeños canales que mantienen el flujo de agua en estos ecosistemas (Alonso Tabet, 2009; Subalusky y otros, 2009).

El desarrollo turístico de las zonas costeras ha hecho que los cocodrilos formen parte del escenario visual en la mayoría de los campos de golf ubicados tanto en el Caribe como en el Pacífico mexicano. Los campos de golf son construidos en áreas de manglar donde los cocodrilos tienen sus madrigueras, áreas de asole, zonas de alimentación y de reproducción; la modificación de los manglares para dar paso a hoteles y campos de golf genera que los cocodrilos sólo se puedan refugiar en los cuerpos de agua que quedan dentro de los campos de golf, lo cual trae como resulta-do el aumento en las probabilidades de que ocurran accidentes con cocodrilos.

Contaminación

La presencia de contaminantes orgánicos persistentes como los plaguicidas se re-gistra en prácticamente todos los ambientes costeros del mundo y México no es la excepción, siendo una amenaza constante durante las últimas décadas ya que por sus propiedades fisicoquímicas tienen gran persistencia en el ambiente (ver capítulo

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“Contaminación”). El efecto de estos contaminantes en los seres vivos es letal a con-centraciones elevadas; sin embargo, la exposición a concentraciones sub-letales y de forma crónica resulta en una serie de efectos fisiológicos que ponen en riesgo no sólo a las especies de flora y fauna, sino también a la población humana. Una de las ca-racterísticas principales de los contaminantes orgánicos es que son bioacumulables (no se degradan y pasan de un consumidor a otro), por lo que las especies que se en-cuentran en los niveles superiores de la cadena trófica resultan ser los más afectados.

La presencia de contaminantes en las zonas costeras principalmente en los am-bientes acuáticos como manglares, lagunas costeras, pantanos, marismas y estuarios puede alterar el desarrollo embrionario, además de causar cambios en la morfología, fisiología y la conducta reproductiva en la etapa adulta de anfibios y reptiles (Guillet-te y Uribe, 2001; Rauschenberger y otros, 2004; Massal y otros, 2007). Los anfibios necesitan de cuerpos de agua para depositar sus huevos, en este caso la presencia de contaminantes promueve la malformación y mortalidad de los embriones reducien-do la tasa de sobrevivencia y por ende la viabilidad poblacional a futuro (Massal y otros, 2007). En algunos otros organismos, como los cocodrilos, por ser longevos las consecuencias por efecto de contaminación no son vistas de forma inmediata, como en el caso de los anfibios. El principal efecto de estos contaminantes registrado en los cocodrilos es la alteración endocrina (alteración en los ciclos hormonales), princi-palmente relacionada con las hormonas sexuales (Guillette y Uribe, 2001; González Jáuregui, 2008; González Jáuregui y otros, 2011).

Uno de los ejemplos más conocidos en cocodrilos es el caso de una población del lagarto americano (Alligator mississippiensis) localizada en el lago Apopka, Florida; donde a principios de los ochenta comenzó a disminuir el número de individuos juve-niles, este detrimento fue asociado a la alta contaminación provocada por el vertimien-to de pesticidas principalmente (Guillette y Uribe, 2001). En cuanto al efecto sobre la viabilidad de los huevos del lagarto americano en el lago Apopka, el efecto no se observó hasta cuatro años después de la contaminación (Guillette y Crain, 1996).

En México, se realizó un estudio en la costa de Campeche, donde se registró la presencia de plaguicidas (organoclorados y policlorobifenilos) en tejido graso de co-codrilo de pantano (Crocodylus moreletii) procedentes de un área natural protegida, una zoocriadero y un área con actividad agrícola. En este mismo estudio se reportó una aparente alteración en las concentración de la testosterona en hembras producto de la bioacumulación de policlorobifenilos (González Jáuregui y otros, 2011). Esto indica que la presencia de contaminantes no sólo se da en áreas donde son utilizados con diferentes fines, sino que también por sus propiedades fisicoquímicas pueden ser transportados y depositados en zonas conservadas como el caso de la Reserva de la Biosfera Los Penetes, donde se realizó el estudio.

En general, la información referente al efecto de la contaminación en anfibios y reptiles en zonas costeras es escasa, lo cual no permite determinar el impacto sobre las poblaciones y las consecuencias a futuro; sin embargo, es un tema que debe to-marse en cuenta ya que los anfibios y reptiles son susceptibles a la presencia de con-taminantes lo cual nos puede dar un indicio del estado de salud de los ecosistemas.

Uso con diferentes fines

Los anfibios y reptiles han fascinado al ser humano desde tiempos históricos a tal grado que han influenciado muchos mitos y creencias de algunas culturas. En Egipto por ejemplo, la fertilidad, el poder y la abundancia eran asociados a los cocodrilos, al grado de ser adorados como el dios “Sobek”, representado con cuerpo de humano y cabeza de cocodrilo (Cifuentes y Cupul, 2004). En la cultura China, los cocodrilos y las serpientes dieron vida a los dragones creando todo un misticismo alrededor de estas especies (Thorbjarnarson y Wang, 2010). Para la cultura Maya, el cocodrilo representa la Tierra, ya que al emerger de las aguas donde habita, su dorso estaba cubierto de hojas de lirios y otras plantas. Esto inspiró el mito de que los dioses crea-ron la Tierra a partir de un cocodrilo en cuyo lomo crecía la vegetación (Cifuentes y Cupul, 2004). Además, las serpientes fueron representadas dentro de esta misma cultura como “Kukulcán”, la serpiente emplumada conocido como “Quetzalcoatl” en el centro de México, venerada como dios del viento.

En muchos casos además de influenciar a las culturas, los anfibios y reptiles fueron uti-lizados como fuente de alimento y medicina (Liner, 2005; Achim, 2008). El uso sin con-trol y el aumento por la demanda de productos o subproductos provenientes de algunas especies de anfibios y reptiles, desde la segunda mitad del siglo xix, trajo como resultado la disminución de muchas especies e inclusive algunas estuvieron a punto de desaparecer. A pesar de las leyes establecidas para la protección y conservación de las especies tanto a nivel nacional como internacional, el uso de anfibios y reptiles sigue siendo una práctica de subsistencia por parte de las comunidades costeras, entre las actividades de uso más co-mún son: el consumo de huevos y carne de tortugas marinas y algunas especies de tortuga de agua dulce, la carne de iguana (Iguana iguana) y garrobo o iguana negra (Ctenosaura pectinata, C. acanthura y C. similis) (Márquez, 1996; Casas Andreu y otros, 2004); o para generar ingresos económicos, mediante la venta de productos derivados de especies como el caso del carey, la piel y manteca del cocodrilo (utilizado comúnmente como remedio contra el asma) como algunas ejemplos a lo largo de las zonas costeras de nuestro país.

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Cambio climático

A pesar de que el cambio climático ha sido un tema ampliamente discutido; durante los últimos años se ha dado un aumento en la evidencia de los efectos de forma di-recta e indirecta tanto a nivel de especies como de ecosistemas (Root y otros, 2003; Currie y otros 2004; Harley y otros, 2006). Si bien es cierto que los cambios climá-ticos son procesos naturales que se han repetido con diferentes magnitudes desde hace millones de años, el cambio climático que actualmente estamos viviendo tiene características particulares en el sentido de que se está desarrollando a una tasa sin precedentes, en parte como resultado directo del uso irracional de los recursos na-turales por parte del ser humano (iPcc, 2007). Las especies de anfibios y reptiles, al igual que cualquiera otras especies, se distribuyen en rangos de condiciones ambien-tales, las cuales son favorables para su desempeño biológico (Pounds y Puschendorf, 2004). Por lo que, el efecto de las modificaciones en los regímenes climáticos sobre las especies y los ecosistemas será consecuencia del lapso en que ocurra y la intensi-dad con que se manifieste a una escala de años o décadas, así como de la capacidad de respuesta de cada especie.

Parte de la discusión alrededor del cambio climático y sus efectos sobre las es-pecies es en relación a si las especies han sobrevivido millones de años a diferentes cambios climáticos, por que el cambio que actualmente enfrentamos sí va a llegar afectarles, a diferencia de los demás. No podemos perder de vista que el efecto del cambio climático actual no es un factor aislado; al contrario, sus efectos y conse-cuencias son mayores si le sumamos los factores que hemos mencionado anterior-mente, pérdida de hábitat, cacería, y mortalidad natural, entre otras. Además, hay que tomar en cuenta que el cambio climático no es homogéneo y que la magnitud y la intensidad con la que se presente este fenómeno varía dependiendo la latitud, longitud, altitud, tipos de vegetación, entre otros (Loarie y otros, 2009), siendo los ecosistemas costeros como los manglares y las áreas de pastizales inundados donde la velocidad del cambio de temperatura es mayor que otros ecosistemas (Loarie y otros, 2009). Por lo que, la respuesta de las especies y en este caso de los anfibios y reptiles ya no depende de su capacidad intrínseca para sortear las a las modificacio-nes del ambiente por sí solas sino del tipo y grado de alteración en su hábitat.

En anfibios y reptiles, desde hace más de una década se han comenzado a do-cumentar las respuestas de estas especies ante la modificación en las condiciones climáticas. Para algunos anfibios se ha propuesto que el cambio climático es la causa de la migración hacia mayores altitudes o latitudes y de la subsecuente pérdida de sus poblaciones (Pounds y otros, 1997). Por otro lado, algunas especies de anfibios han cambiando su época de oviposición como repuesta a los aumentos de tempera-

tura (Beebee, 1995). En el caso de los reptiles, si bien las especies tienen estrategias para enfrentar los cambios ambientales (Huey y otros, 2010), posiblemente estas estrategias o estos cambios no sean suficiente para contrarrestar el impacto de las variaciones ambientes (Telemeco y otros, 2009), y el impacto pueda realmente ser drástico al punto de llevar a algunas especies a la extinción en poco tiempo (Sinervo y otros, 2010).

Por otro lado, el cambio climático no sólo representa el cambio en condiciones ambientales, sino algunos otros cambios que pueden llegar a tener efectos de forma indirecta sobre las especies como resultado de modificaciones ambientales. Algunos de ellos son el aumento en el nivel del mar (Blanchon y otros, 2009). Para las es-pecies de anfibios y reptiles, el aumento del nivel del mar trae como consecuencia una disminución del hábitat. Por ejemplo, un aumento de 50 cm en el nivel del mar podría desaparecer el hábitat de las especies de lagartijas endémicas de la península de Yucatán; otro ejemplo podría ser la pérdida de las áreas de anidación para las tortugas marinas y cocodrilos. Los cambios en las propiedades fisicoquímicas (cam-bios de pH y salinidad) de los ambientes acuáticos, podría traer como consecuencia un cambio en la distribución y abundancia de las especies que son utilizadas como alimento por parte de los anfibios y reptiles en las zonas costeras.

El aumento en el número de huracanes es resultado del aumento de la temperatu-ra superficial del mar en los últimos años asociado al cambio climático, lo cual trae un mayor riesgo de inundación en las zonas costeras (Mousavi y otros, 2011). Este aumento en la frecuencia e intensidad de eventos extremos como los huracanes y ciclones tropicales aumenta la vulnerabilidad de las especies de anfibios y reptiles de las zonas costeras. En algunas especies de cocodrilos y tortugas marinas se ha observado que la época de anidación es durante la época de huracanes lo cual ya ha manifestado algunos efectos sobre el desarrollo embrionario, reduciendo la tasa de natalidad y sobrevivencia de las crías (Pike y Stiner, 2007; Charruau y otros, 2010; Fuentes y Abbs, 2010).

Esta información sugiere que los anfibios y reptiles se encuentran dentro de los grupos más susceptibles al cambio climático y con base en los escenarios propuestos para el futuro, posiblemente algunas poblaciones de anfibios y reptiles llegarán a desaparecer en los próximos años.

Consideraciones finales

Las poblaciones de anfibios y reptiles en las zonas costeras han sido sometidas a una presión constante por la alteración de su hábitat y el aprovechamiento por parte

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de las poblaciones humanas. Esto ha hecho que sean cada vez más vulnerables a las perturbaciones a causa del ser humano así como a los cambios globales. Una de las preguntas a responder es: ¿qué les espera a los anfibios y reptiles en el futuro en los ambientes costeros? Lamentablemente la falta de información no permite conocer a ciencia cierta el estado de sus poblaciones y cuáles podrían ser los impactos a futuro. Aun así, es un hecho que se verán afectadas sus poblaciones pero, de qué forma, es todavía un misterio que no podemos descifrar. En general, las condiciones no son nada prósperas, debido principalmente al cambio en el uso del suelo para dar paso al incremento en el desarrollo del turismo recreativo, la ganadería, la acuicultura y el tráfico marítimo, lo cual traerá consigo un cambio en las poblaciones de anfibios y reptiles en el corto y mediano plazo. Esto se resume en la falta de planes de ordena-miento costero y la falta de estrategias de manejo costero integral en armonía con el ambiente, y donde se tomen en cuenta las poblaciones de anfibios y reptiles.

Agradecimientos

Agradecemos a la doctora Guadalupe de la Lanza Espino por la invitación para es-cribir este capítulo, y agradecer además la información, el apoyo y la colaboración de Gabriel Barrios Quiroz.

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