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El laberinto de la fe.

Date post: 06-Nov-2023
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Transcript

El laberinto de la fePeregrinaciones del desierto mexicano

C O L E C C I Ó N I N V E S T I G A C I O N E S

EL LAbErINTO dE LA fEPeregrinaciones del desierto mexicano

neyra Patricia alvarado solís

A Magín, dolorosa ausente, siempre presente A Isaías, por seguir caminando juntos

A mi pequeño Emilio randú

Índice

Prologo 9

introducción 15

Capítulo I tejiendo los caminos Peregrinos 19

aProximaciones a las Peregrinaciones 19

diario de una Peregrina 23

imágenes y rePresentaciones del desierto 30

el desierto mexicano en las investigaciones antroPológicas 32

indios históricos del norte de méxico 34

movilidad vs nomadismo 37

la noción de laberinto 39

Capítulo iila organización religiosa 43

organización religiosa 43

Pueblos mineros 43

región Peregrina rumbo a dos santuarios 65

hermandades y cofradías regionales 51

fidencistas 56

PáPagos 57

comentario 58

integración de nuevos Peregrinos 60

símbolos Peregrinos 62

regiones Peregrinas 65

la enfermedad y la muerte 68

Capítulo iii construcción social de las imágenes santas 69

nuestra madre 71

nuestro Padre 75

Panchito 77

diseño de portada: Jorge Lépez Vela Imagen de la portada:

La investigación sobre peregrinaciones del desierto fue apoyada por el programa de repatriación de conacyt, 2002-2003, como investigadora del Ciesas, 2003-2006, y la edición de este libro, financiada por el Proyecto Complementario para Investigadores en Consolidación, s.n.i. i , conacyt, 2007-2008.

Primera edición: 2008© Neyra Patricia Alvarado Solís

© El Colegio de San Luis Parque de Macul 155 Colinas del Parque San Luis Potosí, S.L.P., 78299

isbn

Impreso y hecho en México

Prologo

Los análisis antropológicos y las etnografías escritas para entender y explicar

las peregrinaciones en México, son más bien escasos y concentrados en las más

difundidas.1 No contamos con suficiente material etnográfico acerca de una

de las prácticas más intensas e importantes en la configuración cultural de los

pueblos de México, articuladora de identidades y regiones. La peregrinación

es un viaje hacia el encuentro de la identidad, de la reafirmación propia y de

articulación con la Nación Mexicana, el colectivo supraidentitario que posibi-

lita la existencia y la continuidad del país. El Laberinto de la Fe, texto escrito

por Neyra Patricia Alvarado Solís demuestra lo anterior y lo hace a través de

páginas escritas al ritmo de las peregrinac iones en el desierto de México, o

mejor dicho, en los desiertos Mexicanos. El lector viaja a través de esas pági-

nas que van profundizando la experiencia de caminar y enseñan, con creces,

que caminando se hace el mundo.

Las tradiciones teóricas de la antropología mexicana no difieren de las que

la disciplina ha elaborado y difundido universalmente. Aún el indigenismo,

tomado como una escuela teórica original, se apoyó en las teorías de la acultu-

ración que estuvieron en boga en los Estados Unidos. Tanto en México como

1 Ver, por ejemplo: María rodríguez-Shadow y robert Shadow, El pueblo del señor. Las fiestas y peregrinaciones de Chalma. Estado de México: uaem, 2000 (Historia:22); José Velasco Toro, Coordinador, Santuario y región del Cristo Negro de Otatitlán. Jalapa: Universidad Veracruzana/Instituto de Investigaciones Histórico-Sociales de la Universidad Veracruzana, 1997; Arturo Gutiérrez, La peregrinación a Wirikuta. México: inah/udg, 2002 (Etnografía de los Pueblos Indígenas de México).

san francisco 79

niño de atocha 81

niño fidencio 82

comentarios 83

la divinidad 83

la humanización 85

Capítulo iv

Peregrinar Por el desierto 87

caminos hacia real de catorce 90

caminos hacia Plateros y real de catorce 93

caminos hacia la sierra de gamón y tizonazo, durango 101

camino hacia esPinazo 107

camino hacia magdalena de Kino, sonora 110

comentario 112

toPonimia del santuario 114

características temPorales de las Peregrinaciones 117

Capítulo vel laberinto 123

el cuerPo Peregrino 123

el cuerPo como ofrenda 125

el cuerPo guerrero 126

los Pies 127

el corazón 129

el cuerPo fidencista 130

el laberinto 131

la circulación 132

el octadédalo 132

los ancestros-Peregrinos 134

la noción de duración 135

conclusión 137

bibliografÍa 139

Índice de ilustraciones, tablas y maPas 147

ilustraciones 147

tablas 147

maPas 149

en este último país, la variedad cultural fue percibida como un obstáculo a la

integración de una nacionalidad y ese fue el contexto que respaldó la aplica-

ción de políticas de Estado para tratar de asimilar a los pueblos originales.

Es una historia bien sabida. Quizá no suficientemente discutida. Pero en lo

que existe una originalidad sobresaliente en las tradiciones antropológicas de

México es en el enfoque regional para entender la Cultura y el trabajo in situ

como un instrumento indispensable del antropólogo para obtener la informa-

ción y ordenarla. No acostumbramos los antropólogos en México –y es algo

que debemos defender-escribir “etnografías de oídas”, sino que trabajamos

inmersos en las situaciones empíricas que tratamos de explicar. Neyra Pa-

tricia Alvarado ha trabajado entre los peregrinos como antropóloga y como

peregrina, buscando entender la elaboración regional en el andar de la gente.

Su texto nos transmite hasta su estado de ánimo al caminar al lado de la gente,

observar el paisaje, subir cerros y colinas, atravesar los senderos del desierto

y desear el sueño después de jornadas agotadoras, no sólo por el ejercicio

físico, sino por el esfuerzo intelectual de estar alerta, de tratar de no perder

ni un instante el hilo de la observación. Su relato antropológico en el más

amplio sentido del término, nos hace recordar a los Chichimecas caminando y

caminando, haciendo territorio, haciendo habitat, haciendo mundo. La pere-

grinación es un apoderamiento cultural del medio ambiente y por eso tiene un

halo de santidad. El desierto está vivo y ofrece sus recursos para la vida y la

continuidad de la cultura. Así lo entendieron antaño los habitantes de la Gran

Chichimeca, Hueychichimecatlalpan, y así lo comprenden hoy los caminantes

de la fe. fe en la elaboración de un mundo propio. fe en las capacidades hu-

manas de crear ese mundo propio y dotarlo de continuidad e historicidad. fe

en las posibilidades del desierto para sustentar la vida y sus exigencias. Las

peregrinaciones no sólo buscan, reafirman, como lo muestra el excelente texto

de Neyra Alvarado Solís.

En El Laberinto de la fe, la etnología trabajada por Neyra Alvarado logra

una síntesis interesante, sugerente, de las tradiciones estructuralistas y más

específicamente de las propuestas de Jacques Galinier2 con los enfoques de la

2 Ver, Jacques Galinier, La mitad del mundo. Cuerpo y cosmos en los rituales Oto-míes. México: unam/ini/cemc, 1990.

ecología cultural de tanto arraigo en México. Ambas perspectivas están bien

enlazadas a través de las preguntas pertinentes que se responden sin mezclar

o pedir a un enfoque lo que no puede contestar. Así, la ecología cultural mues-

tra su potencial explicativo al aplicarse a la explicación de la elaboración del

territorio que los peregrinos hacen y a la consistencia con la que se preservan

los lugares del desierto, los habitats, los puntos de referencia culturales. El

simbolismo de la peregrinación está analizado con los ojos del etnólogo es-

tructuralista en el más amplio sentido del concepto. Neyra Alvarado logra ese

enlace, no tan sencillo, en un contexto antropológico que suele situarlos en

extremos irreconciliables. Las fotografías que se unen al texto muestran con

elocuencia ese enlace del que hablo. Es admirable como el ojo del fotógrafo

capta el simbolismo con la vivencia del medio ambiente. Lorenzo Armendáriz

–el fotógrafo- nos enseña más allá del talento del artista, la sensibilidad para

entender el discurso antropológico y captarlo en la fotografía. Las fotos tienen

tal movimiento que transmiten al lector la intensidad del momento, pasando

a formar parte del texto en una articulación que logra fortalecer a la palabra.

después de estas fotos uno no se imagina El Laberinto de la fe sin ellas. La fo-

tografía es parte del discurso etnológico, instrumental metodológico para ar-

mar la etnografía. Ofrece al lector una cercanía que la palabra escrita refuer-

za, haciendo familiar los momentos peregrinos, el entusiasmo, la sacralidad,

la solemnidad y la alegría. La aportación final es una excelente etnografía de

las peregrinaciones acompañada de una explicación convincente: la búsqueda

del pasado para desembarazarse del mismo en un círculo que no tiene fin,

pero que permite, ¡albricias!, la historicidad, la continuidad y el cambio. La

propia Nayra Patricia Alvarado ha trazado un camino, una peregrinación

antropológica. Ha buscado en el pasado de la antropología, ha encontrado

y ha innovado. No podemos hacer antropología sin la compañía de nuestros

muertos, aunque nos pesen, pero el ejercicio contemporáneo nos permite su-

perarlos porque la propia vida es otra, aunque sea la misma. Así, las pere-

grinaciones de los desiertos Mexicanos bordan sobre el pasado, se apoyan en

él, pero logran arribar al presente y lo celebran. Es el prodigio humano de

elaborar el mundo propio, la Cultura, y dotar de continuidad a la vida. Los

peregrinos del desierto van caminando en búsqueda de ellos mismo, apoyados

en su pasado, pero con la perspectiva del mundo real, en un contexto de apa-

rente enajenación religiosa que encubre la complejidad del momento.

Los procesos de transculturación originados con el establecimiento del ré-

gimen colonial se muestran en el texto del Laberinto de la fe. El caminar para

elaborar el ámbito cultural, el medio Chichimeca para apoderarse y trans-

formar el medio ambiente, se preserva en el acto de peregrinar. Incluso, en

el simbolismo, están presentes las añejas culturas de los desiertos mexicanos,

pero enlazadas con la ritualidad y el panteón católico. Los misioneros colonia-

les mismos hicieron estos caminos siguiendo las huellas de los pueblos Chichi-

mecas, los trazos de su historia y de su sabiduría medio ambiental. En la fe

católica existe también la tradición de caminar para reafirmar la identidad.

Allí están los grandes santuarios de Compostela o fátima, como ejemplos, en-

tre muchos. El milagro de encontrarse en el punto en donde el pasado y el pre-

sente se articulan sólo es dado a la humanidad y los peregrinos, incluso en el

contexto de la transculturación, lo reafirman. Si la arqueología siguiese estos

trazos contemporáneos seguramente daría con los antiguos lugares de descan-

so, de reposo y de los momentos sedentarios de los grandes caminantes que

fueron los pueblos reunidos en el término Chichimeca. Seguramente estos can-

taban como lo hacen los peregrinos actuales. El canto anima el paso cuando

el cuerpo desfallece –como lo describe Neyra Alvarado-pero también expresa

la fuerza de la presencia humana en el paisaje. El canto es un acto de poder

sobre la vastedad de la naturaleza al mismo tiempo que es el reconocimiento

humilde de la dimensión humana. Quizá no averiguaremos cómo cantaban

las culturas antiguas de los desiertos mexicanos, pero seguro que lo hacían.

La transculturación nos ofrece una ventana para saberlo e imaginar la fuerza

que el canto transmitía –como lo hace en la actualidad-al caminante.

La peregrinación es también un ámbito que permite observar el surgi-

miento de formas de organización social adecuadas a la situación concreta.

Son formas estructurales porque se repiten aún después de la peregrinación o

permanecen latentes hasta que los peregrinos regresan al camino. En su tex-

to, Neyra Patricia Alvarado logra mostrarnos cómo se elabora la solidaridad

humana a través de formas de relación que son inventadas para vivir la ca-

minata, pero que expresan también la posibilidad de elaborar formas lábiles,

pasajeras si se quiere, pero que estructuran la conducta. Seguramente los

antiguos Chichimecas usaron esta capacidad y crearon formas adecuadas que

les facilitaron el movimiento, afianzando las relaciones de parentesco como la

base primaria de la confianza humana. Así se mueven los peregrinos actuales.

Usan la ideología del parentesco para afianzar la organización de la peregri-

nación y mantenerla a lo largo del camino. Interesante parangón el que se

establece: en búsqueda del pasado, los peregrinos reconstruyen los antiguos

lazos de solidaridad.

El Laberinto de la fe despliega la complejidad de la Cultura y de las ca-

pacidades humanas para transformar el medio ambiente y simbolizarlo. El

desierto Mexicano, hecho desiertos por la fuerza de la voluntad humana, está

vivo y es escenario y ámbito de una elaboración cultural que hunde raíces en

las antiguas culturas caminantes, confirmando desde la ecología cultural, que

caminar es el mejor medio para vivir aquellas inmensidades de vida móvil.

andrés fábregas Puig

San Cristóbal, Las Casas, Chiapas. A 8 de junio de 2008

14 15

introducción

El título El laberinto de la fe alude, en un primer momento, a una forma co-

mún de pensar el laberinto, como una encrucijada en el desierto, con caminos

diversos que pueden llevar al santuario, lugar que aguarda, esconde y protege

a la imagen de nuestra devoción.

No es la idea planteada por Lomnitz (1995) al tratar de explicar la relación

de la cultura nacional, la ideología de la “mexicanidad” en el espacio nacional

en dos regiones: la huasteca y Morelos. Esta relación y su naturaleza son ejem-

plificadas por el autor como las salidas del laberinto, titulo de su obra.

En Jorge Luis borges podemos encontrar una idea próxima a la nuestra.

Para este autor, el laberinto puede ser (romero, 1995) una imagen del uni-

verso, la forma en que la humanidad ve el universo, una expresión del Caos,

lo que no puede comprenderse y lo inhumano, entre otros. destaca la idea

asociada de infinito y de espejo, como las arenas del desierto, en un laberinto

perfecto que debe parecer infinito para amedrentar el alma (idem: 2). Quizá

podemos equiparar esta idea con el sentimiento que posee el peregrino del

desierto como un lugar de soledad que lo une a dios.

bajo este título se presenta una etnografía y su análisis, a partir de la

noción de laberinto, de ocho peregrinaciones del desierto Sonorense y Chi-

huahuense1. En esta investigación nos interesó evidenciar la especificidad de

1 Ambos desiertos son definidos como una zona árida, con bajas precipitaciones pluviales, retomando la clasificación de Wauer (1992) y Shereve y Wiggins (1964, vol I).

16 17

las peregrinaciones, más allá de presentarlas genéricamente como hechos de

la fe católica.

Aún cuando podemos identificar algunos aspectos de las peregrinaciones

que se originaron para la cristiandad, en la veneración de los santos lugares,

el culto a los santos y sus reliquias y el culto a los mártires, (Vázquez de Parga,

1948, TI:11,12), las peregrinaciones del desierto mexicano nos lleva por lo

senderos que evidencian la importancia de los muertos.

Las peregrinaciones del desierto mexicano permitieron conocer la diversidad

de la práctica peregrina, en santuarios regionales, escasamente investigados por

la antropología. Así abordamos la peregrinación de Charcas y Villa de la Paz

hacia en santuario de San francisco en real de Catorce, San Luis Potosí; las

peregrinaciones de Villa de Cos hacia Plateros, Zacatecas, santuario del Niño de

Atocha y hacia real de Catorce, San Luis Potosí, santuario de San francisco;

la peregrinación de Juan E. García durango hacia el santuario de la virgen de

Guadalupe en la Sierra de Gamón, durango; la de Jiménez, Chihuahua hacia

el santuario del Señor de los Guerreros en Tizonazo, durango; la de pápagos de

Arizona y Sonora que parte de Tubutama hacia el santuario de San francisco

Xavier en Magdalena de Kino Sonora y la de Castaños, Coahuila que parte ha-

cia el santuario del Niño fidencio en Espinazo, Nuevo Léon.

Los peregrinos efectúan a pie los desplazamientos hacia el santuario, a

excepción de la cabalgata de Castaños Coahuila. Esta forma lenta de despla-

zamiento hizo posible comprender la apropiación que los peregrinos hacen del

desierto, siguiéndolos en este viaje ritual.

La noción de laberinto permitió explicar la concepción del desierto, la circula-

ción de hombres, ideas y bienes en las peregrinaciones, comprender la presencia

de los difuntos, los ancestros que fueron también peregrinos y las relaciones entre

ellos. El santuario como morada de los ancestros y el laberinto como el desierto,

expresó el camino peregrino como una forma de enredarse con los ancestros y

desenredarse, a partir de una intensa actividad ritual durante el desplazamiento

y del sacrificio en el cumplimiento ritual para con las imágenes santas.

La organización del texto es en cinco capítulos. El primero permite expo-

ner la construcción del objeto de estudio, siguiendo las huellas y los caminos

que nos imponía la etnografía. El segundo capítulo explica la organización

religiosa que diseña pueblos y regiones peregrinas, nexos de parentesco y el

vínculo con las imágenes santas. El capítulo tercero, trata la construcción so-

cial de las imágenes santas, en paralelo a los ancestros a partir de los pere-

grinos difuntos. El capítulo cuarto aborda el desierto peregrino, sus rutas,

prácticas y su significación. El capítulo cinco, da a conocer el cuerpo en crisis

y cómo el sacrificio del cuerpo peregrino, ofrendado a las imágenes santas, es

indispensable para comprender la apropiación del desierto bajo la noción de

laberinto. La reagrupación de la etnografía en cada uno de los capítulos, a la

luz de esta noción, es la parte final, explicando una forma diferente de conce-

bir el espacio, característica de las culturas del desierto.

Mapa 1. Santuario y pueblos de salida de las peregrinaciones del desierto mexicano. (Mapa de Luis Olvera a partir de un dibujo de la autora)

18 19

Capítulo I tejiendo los caminos Peregrinos

En este capítulo abordaremos la forma en que se fue tejiendo el tema de las pe-

regrinaciones en el desierto mexicano, integrando las preguntas iniciales y el

aprendizaje obtenido en el trabajo de campo, a la luz del tratamiento teórico

sobre el tema. El trabajo de campo evidenció la diversidad de estas prácticas

en cuanto a los preparativos, las rutas, la organización religiosa y las formas

de apropiarse del desierto, variedad que obliga a reflexionar sobre los concep-

tos, nociones y perspectivas que le conciernen, como veremos enseguida.

aProximaciones a las Peregrinaciones

Con la investigación sobre las peregrinaciones del desierto nos interesaba bus-

car pistas sobre cómo los peregrinos conciben este espacio a través de una

práctica ritual, pretendiendo identificar características propias a las culturas

del desierto. Nos dimos a la tarea de ubicar santuarios y peregrinaciones en

el desierto Chihuahuense y Sonorense, constatando que son pocas las que se

efectúan a pie. Pero dentro de ese número la diversidad era tajante. Una pre-

gunta inicial fue la de saber ¿por qué los peregrinos se desplazan a pie a través

del desierto, existiendo formas más rápidas de transportarse a los santuarios?

Sin duda, el poder de las imágenes santas es el que motiva este tipo de des-

plazamientos, pero ¿cuál es la construcción social de estas imágenes santas?

Y ¿cómo el cuerpo humano nos puede ayudar a comprender el sacrificio im-

20 21

plícito a esta práctica ritual en un medio hostil? Solo un estudio comparativo

podría aclarar estas dudas.

Los estudios existentes sobre peregrinaciones en México privilegiaban san-

tuarios del centro y sur del país, siendo escasas las del norte y casi nulas las

del desierto. Sobre este último existe la siguiente información.

Algunas menciones sobre peregrinaciones que se hacen desde entronque

de la carretera Monterrey-Monclova hacia Espinazo, Nuevo León, santuario

a donde se acude a ver al Niño fidencio (farfán, 1997). Más allá de estas men-

ciones, encontramos información sobre la terapéutica que efectúan los mé-

diums, motivados por el espíritu del Niño fidencio. Este culto vio ampliada su

geografía hacia Texas, en Estado Unidos y otros estados del norte y centro del

país, identificando en estas prácticas su influencia kardeckcista, congregan-

do a multitudes en las fiestas celebradas durante marzo y octubre (Zavaleta,

1998; June Macklin, 1967; Garza Quirós, 1970 y 1980; berlanga et al, 1999).

En un artículo Cramaussel y Álvarez (1994), abordan las peregrinaciones

al santuario del Señor de los Guerreros en Tizonazo, durango, indicando su

trasfondo histórico, las rutas y los lugares de procedencia, la organización

en cofradías y la fiesta en el santuario. Los autores hablan de cómo la cofra-

día del señor de los Guerreros diseña el territorio de la antigua Provincia de

Santa bárbara, espacio que actualmente ya no es cubierto por esta organi-

zación religiosa.

Sólo encontramos la mención sobre la participación de pápagos, seris, ya-

quis y mestizos de ambos lados de la frontera internacional entre Sonora y

Arizona, durante las fiestas de San francisco en Magdalena de Kino, Sonora

(Galinier, 1991; fontana, 1989:103). La peregrinación del santuario de Chi-

mayó, Señor de Esquipulas en Nuevo México (Howart y Lamadrid, 1999),

documenta la participación de méxico-americanos indicando la asimilación

del catolicismo con la religión tewa y pueblo. Este texto permite establecer

comparaciones con el caso pápago (tohono o’otham) debido a las característi-

cas indígenas y de devociones católicas.

San francisco como imagen del santuario en real de Catorce, San Luis

Potosí, es identificado a fines del siglo xix (Montejano y Aguiñaga, 1975) y se le

considera; salvador de los pobladores que no abandonaron este real de minas

cuando se concluyó la explotación minera, y; el motor de la economía local,

debido a los intercambios, gracias a la importancia regional de la imagen.

Existe un estudio sobre la frontera México-eu, respecto a los llamados “mi-

lagritos” (Oktavec, 1995), donde las imágenes santas vinculan a mexicanos y

emigrados a Estados Unidos. Este texto permite pensar la función del exvoto

a la luz de las relaciones entre imagen santa y peregrino.

Hasta aquí no existe una propuesta de cómo los peregrinos conciben el

desierto, a excepción del trabajo de Gutiérrez (2002:53), entre los indígenas

huicholes, para quienes wirikuta, el desierto potosino es reunari, un polo del

universo a donde deben acudir anualmente en peregrinación para dejar ofren-

das y recrear la salida del sol. recientemente reyna (2005) aborda la peregri-

nación de la Milicia de San Miguel, que sale de San Luis Potosí hacia el san-

tuario de San felipe Torres Mochas Guanajuato. Esta investigación permitió

identificar una organización religiosa de corte militar y extremadamente com-

pleja, que actúa a lo largo del año y donde la peregrinación septembrina inicia

un ciclo anual de actividades rituales, marcando una geografía regional.

del Moral (2006) estudia el culto al Señor de Mapimí, durango en una

peregrinación que va de la región lagunera en durango-Coahuila hacia el san-

tuario ubicado en Cuencamé, durango. Este trabajo da cuenta de cómo esta

región está delimitada por la hacienda de Jimulco y cómo la imagen del Cristo

está en correspondencia con las lluvias, paralelamente a otras imágenes san-

tas. El simbolismo de las lluvias empata con el del paisaje como atributos de

origen indígena en esta devoción católica.

La complejidad y variedad de las peregrinaciones por indagar mostraron

un fenómeno atípico, como veremos más adelante. Antes es indispensable ex-

poner las formas en que el tema ha sido abordado.

En un texto (Alvarado, 2006:175-192) expusimos la existencia de por lo

menos dos perspectivas para abordar el estudio de las peregrinaciones, así

como una evaluación de los estudios sobre el tema en México1. de las dos

perspectivas, una se enmarca en la sociología de la religión y otra, en la antro-

pología. La primera concibe a las peregrinaciones como un fenómeno religioso

1 Para una revisión actualizada del tema, ver del Moral (2006: Cap I).

22 23

en su forma más simple, la de establecer relaciones entre humanos y supra-

humanos a partir de sus creencias y de sus prácticas (Chélini y branthom-

me, 1987). La diversidad de las prácticas peregrinas nos lleva a cuestionar

esta posición al reducirlas a simples discursos, cuando las acciones muestran

la extrema complejidad en cuanto a la noción de persona, la concepción del

espacio y las relaciones sociales. Estas generalizaciones estimulan posiciones

utilitaristas al explicar las rutas peregrinas como rutas comerciales, a imagen

y semejanza de las de Santiago de Compostela en España, las cuales servían

para visitar ciudades o templos consagrados al recuerdo de una divinidad o a

las reliquias de un héroe (Vázquez de Parga et al., 1948, TI : 10).

Avanzamos el tratamiento de las peregrinaciones como ritos, en el marco de

la antropología, ya que esta perspectiva deja de lado las teorías, que mediante

algunos datos, parecen confrontar la explicación proporcionada, viendo en

el ritual hechos heteróclitos sin lógica interna y que responden a exigencias

externas fundadas en el principio de utilidad (Goffman 1974, Leach, 1966).

El ritual nos permite reconocer la variedad de las prácticas e identificar

sus sistemas de representación, el contexto que los produce y reproduce, así

como a los individuos actuando en colectividad, comprendiendo también los

mecanismos y las operaciones coherentes en el transcurso del proceso ritual,

evidenciando así su significado.

En esta perspectiva, la obra de Turner y Turner (1978) está presente en la

mayoría de las investigaciones efectuadas sobre peregrinaciones, al retomar lo

liminal como potencial del cambio social, comunitas, perspectiva que ubica-

mos en estudios sobre las devociones regionales en los Andes (Eade, 2000: XI,

XII) que confrontan religiosidad hispánica y pagana, motivando el fracciona-

lismo del vecindario, promoviendo el conflicto inter-comunitario y generando

éticamente nuevas bases jerárquicas de control.

Encontramos en Turner y Turner (1978) algunas ideas existentes en las pe-

regrinaciones de interés. Las peregrinaciones son ritos de aflicción al integrar

curaciones o penitencias de algún enfermo; un estado intermedio comparado

con la muerte, el inicio de la cuna (matriz), lo invisible, oscuro, bisexual y la

región sin cultivar (Idem:249). Esta última idea la encontramos también en

un estudio sobre peregrinaciones que retoma la etnografía de las devociones

locales de Europa, las glosas medievales, los ritos funerarios y la tradición na-

rrativa de los que regresan. Lo anterior permite comprender a la peregrina-

ción como un viaje al más allá, donde los peregrinos experimentan, en grados

diferenciados, una identificación con los difuntos (Charuty, 1996:75-79).

La asociación entre la peregrinación y la muerte, los ancestros, nos pare-

ció un tema por explorar. Analizando esta idea en dos peregrinaciones (Al-

varado, 2008a) observamos que los difuntos, los ancestros, están presentes y

rigen espacios, prácticas y relaciones de parentesco. Pueden simbolizar, por

ejemplo, un lugar de la geografía ritual del santuario, como sucede en el Cerro

de la Campana en Espinazo, Nuevo León, en donde yacen los maderos de los

mediums difuntos; pueden determinar la obligación ritual de un peregrino

para cumplir una manda de un familiar difunto y refuerzan también la forma

en que peregrinos, compadres y familiares se atan, bajo el nombre de “cade-

nas”, generadas por las redes peregrinas. Es importante mencionar que en

una peregrinación hacia el santuario de la Virgen de las Torrecitas, en San

Luis Potosí, los difuntos caminan diversos tramos con los peregrinos2.

Estas reflexiones obligaban a indagar sobre las características de las pere-

grinaciones del desierto por documentar.

diario de una Peregrina

Investigar el ritual fuera del ámbito indígena, se presentó como un reto, sobre

todo cuando se trata de un espacio diferente. Nuestras investigaciones sobre

la oralidad y la representación del cuerpo en el sistema ritual de los mexica-

neros, indígenas nahuas del estado de durango, impusieron un arduo y difícil

trabajo de campo en comunidades de la Sierra Madre Occidental, pero nunca

imaginamos que una investigación sobre peregrinaciones a pie, en el desierto,

implicaba un trabajo de campo extenuante.

El cansancio de los desplazamientos impidió llevar al día el diario de cam-

po pues al terminar una jornada de camino, que iniciaba a las 4 a.m. y al

llegar al lugar en donde se pernoctaba, alrededor de las 6 o 7 p.m, sólo per-

2 Información personal de León García Lam quien desarrolla una tesis de maestría en Antropología Social de El Colegio de San Luis, A.C., sobre el tema.

24 25

mitía descansar para recuperar la energía necesaria del día siguiente, ritmo

que podía continuarse por seis días seguidos. En este contexto solo tomamos

notas cronológicas y secuenciales de los acontecimientos, para en su momento

hacer una redacción precisa y puntual, también registramos en audio algunas

reflexiones que junto con los registros fotográficos fueron invaluables.

durante el día no sólo caminamos pues las alabanzas, las misas, los rosa-

rios, los ritos de integración de nuevos peregrinos, son algunas de las activida-

des que teníamos que efectuar bajo la inclemencia del sol, los fuertes vientos

o algunas lluvias. En estas condiciones documentamos ocho peregrinaciones,

todas a pie a excepción de una cabalgata, recorriendo porciones del desierto

Chihuahuense y Sonorense mexicanos, ya que sólo pisando el desierto podía

entender cómo los peregrinos significan este espacio.

En otoño del 2002 nos enfrentamos a la escasa documentación escrita

sobre este tema en el norte de México y específicamente en el desierto, sólo

contábamos con referencias verbales sobre algunos santuarios y sobre pere-

grinaciones masivas en autobús, lo que impedía organizar desde un inicio el

calendario y las peregrinaciones por documentar. Poco a poco la búsqueda

fue hilando la coherencia de la investigación.

Inicialmente nos dirigimos a real de Catorce, San Luis Potosí ya

que la población del estado de Coahuila, entidad federativa en don-

de vivía, refería a San francisco, imagen del santuario, como un san-

to importante y milagroso de la región. En este santuario la parroquia

organiza detalladamente la procedencia, fecha y hora de llegada de las pe-

regrinaciones en los días de fiesta. dicha organización está motivada para

una recepción coordinada de los peregrinos entre el tumulto. Con ale-

gría descubrimos que existían tres peregrinaciones a pie a este santuario.

Una provenía de Charcas, otra de Villa de la Paz, San Luis Potosí y una terce-

ra de Villa de Cos, Zacatecas. Ya teníamos por dónde iniciar.

La peregrinación de Charcas abre la fiesta de San francisco en real de

Catorce, bajando a la imagen santa de su altar para colocarla al frente, en el

altar principal, ubicación que tendrá durante toda la fiesta. Esta peregrina-

ción está compuesta por tres secciones, una donde personas de mayor edad y

esencialmente una familia extensa salen un día por la mañana, siendo coordi-

nados por un mayordomo; otra que sale ese día por la noche, integrada por

gente joven y una tercera que sale al día siguiente por la mañana, compuesta

esencialmente por varones. Las dos últimas se concentran en un punto para

reiniciar la marcha hacia el santuario, donde las tres secciones se encuentran

para entrar juntos a ver a la imagen. La peregrinación que documentamos es

la de los jóvenes.

La peregrinación de Villa de la Paz hacia real de Catorce cierra la fiesta

de San francisco, levantando a la imagen y colocándola en su altar. Esta pere-

grinación también está dividida en dos secciones, una que parte por la noche,

a discreción, en varios grupos con responsables morales y otra que viaja en

autobús para encontrarse en el santuario y poder entrar a ver a la imagen. La

peregrinación que documentamos es la de un grupo.

Ambas peregrinaciones abrían la perspectiva de analizar el vínculo religio-

so entre tres pueblos ex -mineros del siglo xviii, a partir de una práctica ritual,

de fines del siglo xx, hacia el mismo santuario.

La peregrinación de Villa de Cos, Zacatecas está compuesta por personas de

varios pueblos del municipio del mismo nombre, a la cual se integra población

de los pueblos que se encuentran por su paso, rumbo a real de Catorce. Esta

peregrinación nos llevó a otra, practicada por población de la misma región

pero hacia otro santuario, el del Santo Niño de Atocha en Plateros, Zacate-

cas. La procedencia de los peregrinos que efectúan estos viajes rituales permitía

analizar dos peregrinaciones de una misma región a dos santuarios diferentes.

El culto al Niño fidencio, imagen del santuario de Espinazo, Nuevo León,

es conocido y a la vez cuestionado, muchas veces con aversión, generada por

el temor que provoca una práctica fundada en el espíritu que ocupa el cuer-

po de una persona. El Niño fidencio motiva una penitencia-cabalgata que se

efectúa desde Castaños, Coahuila y forma parte de la Iglesia fidencista del

buen Pastor, haciendo posible estudiar una peregrinación al interior de una

practica católico-espiritualista.

de cada lugar fue saliendo como hebra un santuario y una peregrinación.

Así en Mapimí, durango conocimos la existencia de un santuario regional con-

sagrado a la virgen de Guadalupe, en la Sierrita, cerca de Peñón blanco, a

26 27

donde acuden en peregrinación población de la Laguna, en los límites de los

estados de durango y Coahuila.

Por lecturas ubicamos el santuario de Tizonazo, durango dedicado al

Señor de los Guerreros, santuario que congrega a población de una extensa

región entre los límites de durango y Chihuahua, que anteriormente corres-

pondía a la provincia de Santa bárbara.

Ambas peregrinaciones, la de la Sierrita y la de Tizonazo son regionales,

poseen una organización religiosa en cofradías o hermandades permitiendo

así el análisis de esta variante.

finalmente la peregrinación pápago a pie hacia el santuario de Magdalena

de Kino, Sonora se presentó como importante pues tampoco había sido do-

cumentada. Una visión indígena de una devoción católica y específicamente

de población que ha habitado el desierto era fundamental para evidenciar

aspectos comparativos de esta práctica en el desierto.

La mayoría de las peregrinaciones forman parte de una devoción católica

salvo la pápago que pertenece a una religión nativa catolizada y la de los fi-

dencistas que corresponde a una síntesis del catolicismo con el espiritualismo

trinitario mariano, centrado en el Niño fidencio. Las peregrinaciones datan

del siglo xx aún cuando el santuario sea, en algunos casos, más antiguo.

Las peregrinaciones tienen diferentes orígenes, algunas se adjudican a una

aparición, a un milagro o a una manda y siguen una ruta que no es fija pues al

paso de las temporadas ésta se modifica, igualmente sus miembros no son los

mismos pues cada año se van integrando nuevos peregrinos.

Al iniciar contacto con los organizadores de las peregrinaciones siempre

fui bien recibida y aceptaron nuestra participación para que registrara por

escrito, con audio y fotográficamente sus actividades. Salvo con los pápagos

(Tohono O’odham) de Arizona, quienes celosos de sus prácticas no permitían

fácilmente la participación de extraños en la peregrinación y en esa ocasión,

antes de mi llegada, se había dado una disputa por la negativa de un grupo

para aceptar a un investigador y dos fotógrafos, norteamericano y europeos

respectivamente, conflicto que se resolvió con la aceptación de los extranjeros

y la división de los peregrinos. En un inicio fui tomada como la hija de una

mujer pápago de Sonora ante la deferencia del responsable de la peregrina-

ción y, en ocasiones, con simpatía aceptaban que conversara, preguntara o

registrara en audio o fotográficamente lo que veía y escuchaba.

En general, los peregrinos estaban satisfechos de despertar el interés para

ser acompañados por parte de una fuereña. Pero el factor principal de mi acep-

tación fue el participar como una peregrina más, caminando y haciendo un sa-

crificio como todos y más aún cuando murmuraban, sabiendo que mi madre

estaba enferma, hecho al que adjudicaban la motivación de mi participación.

dependiendo de la peregrinación, los desplazamientos eran desde una

noche hasta seis días y siempre los organizadores tenían la duda sobre mi

resistencia para las caminatas. Solamente el responsable pápago me comentó

por carta, meses después de la peregrinación, que el no se había equivocado

conmigo… ¡era buena caminante!

Al principio me inquietaba saber cómo podría llevar mi comida, agua,

equipo y pertenencias durante los desplazamientos, no fue sino a propuesta

de los organizadores, el utilizar la infraestructura existente de vehículos, efec-

tuando mis comidas y pernoctando siempre con una familia. Esto nos daba a

todos seguridad pues como mujer casada y sola en las peregrinaciones debía

estar acompañada por gente de respeto. Así que como todos los peregrinos

participé con los gastos de comida y transporte.

En todas las peregrinaciones pernoctamos en el “monte” como le llaman a

la intemperie del desierto, salvo en la de Villa de la Paz porque es una cami-

nata nocturna y salvo en algunos puntos de la de Villa de Cos hacia real de

Catorce, ya que los habitantes de los ranchos donde nos tocaba dormir, nos

ofrecían sus casas y camas para descansar. En estos momentos disfrutábamos

del calor y la seguridad de los hogares pero cuando se trataba de dormir al

aire libre, aún cuando los responsables buscaban un lugar adecuado para

dormir ya sea debajo de un puente de carretera, un arroyo, un espacio abier-

to o la plaza de un rancho, dormíamos como si perdiéramos el conocimiento,

olvidando el peligro de los animales y el frío del desierto. Participamos de la

reliquia3, nombre dado a las comidas colectivas que algún peregrino ofrecía,

3 El término reliquia alude al cuerpo del santo que era consagrado, en las peregrinaciones el término significa ofrecer una comida colectiva y específicamente en La Laguna, ésta consiste en siete sopas de pasta.

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o en el caso pápago, aprovechábamos de la venta de algún puesto ambulante

que nos interceptaba en los descansos de la caminata.

Para poder asistir a la peregrinación, los participantes solicitaban sus va-

caciones, permisos laborales y algunos hasta renunciaban ante la negativa.

Muchos peregrinos provenían de la localidad de salida de la peregrinación,

otros se iban integrando en los lugares de paso pero también había quienes

viviendo en ciudades o estados norteños del país o en Estados Unidos de Nor-

teamérica se dirigían al lugar y hora de salida convenidos.

Los lugares de procedencia de los peregrinos dibujan la región que compone

cada peregrinación pues se trata de pueblos de un municipio (Villa de Cos) y de

los que se encuentran por su paso; de pueblos de regiones (Laguna y Nasas);

de población asentada en territorios divididos por una frontera internacional

(pápagos); de personas en una región que conforman una misión (fidencista) o

hermandad (Señor de los Guerreros), así como personas de una sola localidad

(Charcas, San Luis Potosí.) o barrio (Villa de la Paz, San Luis Potosí). Pero

en el desplazamiento los peregrinos establecen nexos comerciales, de amistad y

compadrazgo con la población que habita por su paso y con la del santuario.

Las caminatas se organizan diferentemente dependiendo de la peregrina-

ción. Las hay a discreción como la de Villa de La Paz y Charcas hacia real de

Catorce, San Luis Potosí; a discreción pero siempre en grupo las personas que

portan los símbolos peregrinos como la de Jiménez, Chihuahua hacia Tizona-

zo, durango; la de Juan E. García hacia la Sierra de Gamón y la de Castaños,

Coahuila hacia Espinazo, Nuevo León. También las hay con desplazamientos

formados en filas por sexo, con un orden de los símbolos peregrinos de cada

población participante, como las de Villa de Cos, Zacatecas hacia real de

Catorce, San Luis Potosí y hacia Plateros, Zacatecas; o en filas por ambos

sexos con imágenes santas en manos de cada peregrino y con el responsable y

sus ayudantes que portan flechas emplumadas y que van al frente como la de

Tubutama hacia Magdalena de Kino Sonora.

Las imágenes santas, a quienes rinden visita los peregrinos, son masculinas

a excepción de la virgen de Guadalupe. Existen dos Niños, un Cristo y dos San

francisco, uno jesuita y el otro franciscano, aunque ambos se festejan en la

fecha del franciscano. En muchos casos la imagen santa del santuario no es el

santo patrón del pueblo. Todas las imágenes son poderosas y milagrosas por

ello mueven a un gran número de población que acude en peregrinación a

visitarlas, generando una organización religiosa.

La organización religiosa de cada peregrinación varía pues encontramos

desde una pareja como responsable moral de una peregrinación nocturna,

hasta una hermandad guadalupana que integra varias regiones, en donde

cada región tiene un hermano responsable, existiendo un hermano mayor a la

cabeza de toda la hermandad.

Cuatro de las peregrinaciones se efectúan al final de la temporada de llu-

vias, en los meses de septiembre y octubre: Charcas, San Luis Potosí y Villa de

Cos, Zacatecas hacia real de Catorce, San Luis Potosí; Tubutama hacia Mag-

dalena de Kino, Son y Villa de la Paz hacia real de Catorce, San Luis Potosí.

Las cuatro peregrinaciones restantes se efectúan en temporada seca como son

la de Villa de Cos a Plateros, Zacatecas (febrero); de Castaños Coahuila hacia

Espinazo, Nuevo León (marzo); de Jiménez, Chihuahua hacia Tizonazo, du-

rango (marzo-abril) y de la Laguna hacia la Sierra de Gamón (mayo).

Aún cuando nos tocaron algunas lluvias, sobre todo en las peregrinaciones

de octubre y polvaredas en las de febrero a mayo, como peregrinos caminamos

el desierto existiendo una gran solidaridad entre todos. Siempre trataban de

ayudarme con mi mochila pues al cargar el equipo y agua, era un cargamento

muy pesado. Ante mi negativa les explicaba que en cualquier momento podría

utilizar lo que traía dentro, así que muchos pensaban que la carga era mi pe-

nitencia. Al pasar de los días iba identificando y aprendiendo las alabanzas,

admirando las hermosas voces de los responsables de canto. El cansancio era

tal, que en una ocasión, un responsable de fila de la peregrinación de Villa de

Cos hacia real de Catorce me dijo mientras caminaba con dificultad: ¡camine!

Ante lo que respondí: ¿y qué es lo que he estado haciendo desde que salimos?

Viendo mi agotamiento sugirió “¡cante!, con el canto el camino se hace menos

pesado”. Aquí comprendí que efectivamente el canto en la caminata ayuda

a soportar el agotamiento y como muchos peregrinos decían, “[el canto] nos

acerca más a Panchito y a dios”.

El trayecto permite apreciar cómo va cambiando el paisaje y sus colores

al momento del ocaso y al alba. La inclemencia del desierto de Altar, favore-

30 31

ció que el responsable pápago de la peregrinación, debiera ser hospitalizado

pues la insolación hizo que la deshidratación lo obligara a ello, además por su

edad avanzada. En esta peregrinación fue importante mi participación para

transmitir mensajes sobre la importancia de tomar al menos un litro de suero

oral al día, distribuyendo los sobres que las autoridades de los municipios de

Tubutama y Magdalena de Kino pusieron a nuestra disposición.

Caminar el desierto permitió conocer lo que este espacio representa para

los peregrinos, quienes siempre anteponían el sacrificio que implicaba por el

agotamiento, la sed, las heridas en los pies y el peligro de transitarlo o de

pernoctar en él, debido a la abundancia de animales venenosos y de cactus

dañinos. Siempre se disponía de invocaciones para las imágenes santas ante

este peligro. El sacrificio es la ofrenda por excelencia del peregrino, mismo

que sería recompensado y las ampollas y el cansancio sanado.

En este contexto vimos la dificultad de analizar las peregrinaciones bajo

una propuesta teórica seleccionada previamente, lo que si descubrimos es la

relación entre desierto, cuerpo humano e imagen santa como una triada impo-

sible de disociar en este medio hostil, misma que intentamos descubrir.

No obstante, la búsqueda de una forma de analizar este espacio, llamado

desierto, nos llevó por los caminos de la antropología ecológica, pretendiendo

encontrar una propuesta analítica.

imágenes y rePresentaciones del desierto

La dificultad del peregrino para recorrer el desierto encuentra su explicación,

en parte, en las condiciones fisiográficas de este espacio.

La palabra desierto tiene varias acepciones que van desde “todo lugar

deshabitado”, “lugar despoblado”, en sentido abstracto recubre el campo de

“soledad”, hasta llegar a ser definido como una región poco habitada, cuyas

precipitaciones son inferiores a la evaporación4. Esta última definición es pro-

pia en la biología encontrando así dos desiertos donde se ubican los santuarios

de las peregrinaciones ya citadas.

4 diccionario de la lengua francesa, Le Nouveau Petit robert, (robert,1995:612).

En términos generales las características fisiográficas del desierto Sonoren-

se y Chihuahuense como zonas árida con baja precipitación pluvial y cubierta

de matorral xerófilo, es una definición que le falta la contraparte humana.

Una definición de este tipo sólo nos permite ubicar geográficamente a ambos

desiertos y a los santuarios aludidos, darnos cuenta también que los desiertos

no son homogéneos pues confluyen pastizales, barrancas y sierras, distinción

topográfica considerada por los peregrinos. Este tipo de definiciones también

nos ayudan a ubicar a las poblaciones de salida de las peregrinaciones, identi-

ficar los movimientos peregrinos en el desierto y la importancia de determina-

dos santuarios conformando regiones como veremos más adelante.

Ante la ausencia de estudios que den cuenta sobre las formas de apropia-

ción del desierto, indagamos en la antropología ecológica. En esta búsque-

da, nos dimos cuenta que el espacio como noción común fue abordada con

la influencia de la historia natural en el continente Americano y con la de la

geografía y la historia en Europa. Garine y Erikson, (2001) y Tomé (1996)

sintetizan las diferentes perspectivas que han abordado la relación naturaleza

y cultura. de esta revisión5 me interesa abordar el cuestionamiento a las anti-

nomias clásicas del pensamiento occidental como naturaleza/cultura, menta-

lismo/ materialismo (Viveiros de Castro, 1996) a partir de los estudios entre

los araweté del Amazonas y junto con la obra de descola (1988) abren otra con-

cepción sobre la naturaleza, ya que los animales y las plantas poseen atributos

de la vida social, lo que impide la disociación de la esfera de la naturaleza con la

de las acciones humanas, enfatizando la inexistencia de zonas vírgenes.

Nos dimos cuenta que para abordar el espacio peregrino, bajo la pers-

pectiva de la antropología ecológica, era indispensable contar con un corpus

informativo, de cada una de las regiones de las ocho peregrinaciones, magna

tarea difícil de cubrir. La ruta a seguir era otra, utilizando la información

disponible de algunas peregrinaciones y descubriendo cómo el peregrino se

apropia de este espacio. Vimos la necesidad de conocer las investigaciones que

abordan directa o indirectamente al desierto mexicano.

5 Tema abordado en (Alvarado et. al, 2008).

32 33

el desierto mexicano en las investigaciones antroPológicas

En una revisión sobre las investigaciones antropológicas que aluden al desier-

to nos damos cuenta que pocas son aquellas que lo hacen de forma explícita.

La máxima producción antropológica en el área mesoamericana opacó el inte-

rés por zonas norteñas; el imaginario sobre el desierto, el cual se piensa como

un lugar, donde no hay nada, abandonado, deshabitado y como sinónimo de

pobreza, son algunos de los argumentos que han dejado de lado las investiga-

ciones sobre este espacio y su gente. A ello aunamos la falta de interés que el

investigador tiene para poner un pie en zonas poco confortables, por lo duro

que es el trabajo de campo.

No obstante podemos mencionar innumerables trabajos fisiográficos sobre

el desierto, los cuales nos enseñan sobre las características de los suelos, de la

vegetación y la fauna (Wauer, 1992), conocimiento importante pero ausente

de lo propiamente antropológico. Existen también los congresos de Sonora

que han destinado temas al desierto desde esta perspectiva y la arqueológi-

ca (braniff y felguer, 1976), la sección sobre el desierto que destina la obra

El noroeste de México y sus culturas étnicas (Gutiérrez y Gutiérrez, 1991);

la obra Nómadas y Sedentarios en el norte de México (Hers et al., 2000);

las investigaciones etnológicas sobre yaquis y mayos (Olmos,1998) y sobre los

pa-ipai Alvarado, (1994) que aluden implícitamente al desierto. Las de los

pápagos (bahr, 1979 y 1974; Underhill, 1939, 1940 y 1946; Alvarado, 2002)

que siempre han habitado el desierto y por ello, las investigaciones que les

conciernen abordan directamente este espacio.

El desierto en estos trabajos forma parte de la visión del mundo en la

creación amerindia y en su reproducción mediante los rituales. Estas inves-

tigaciones cubren lo que llamamos el territorio noroeste de México. Existen

algunos trabajos históricos sobre los indios o’ódham y teguimas de Sonora,

donde el desierto no es tratado directamente (radding, 1995). El territorio de

los indios del noreste mexicano (Sheridan, 2004), se aborda de forma genérica

y abstracta, como parte de un supuesto discurso político, pero no sabemos

qué es el desierto para estos indios históricos, ni su composición social. Hay

investigaciones más específicas que contribuyen a conocer quienes eran los

indios y el tipo de relación que establecían con el medio (Valdés, 1995, 2005).

En antropología contamos con algunas obras sobre los kikapús (fabila, 1978)

donde el desierto también está implícito.

recientemente sobresalen dos obras. La primera es una tesis de maestría en

educación (Mancera, 2004: 38-51), que destina u a última el autor se basa en el

antiguo y nuevo testamento proporcionando varias acepciones que van desde la

oposición entre vida sedentaria y vida nómada; lugar de pruebas y tentaciones;

lugar de castigo, caos original, océano, espacio desconocido, morada infernal de

los muertos y refugio del demonio; paraíso y libertad, para monjes y sacerdotes,

lugar de encuentro con dios; sinónimo de esterilidad, “llanuras estériles”; luga-

res deshabitados y solitarios, sin agua; lugar del estado de los gentiles; desier-

to como “seco” metafóricamente es “enfermo”. Algunas de estas definiciones,

como veremos más adelante, continúan siendo vigentes.

La segunda obra es una compilación de Salas y Pérez-Taylor (2004) donde

el desierto aparece en su definición fisiográfica y se aborda con varios ejem-

plos tanto en Chile como en México. Aún cuando se trata de un texto que

alude al desierto desde la perspectiva del investigador, es la única obra an-

tropológica sobre el tema. En esta compilación, sobresale la interpretación de

la crónica de Pérez de ribas, bajo su concepción religiosa, donde el desierto

es demoníaco (rozat, 2004). También la interpretación del desierto como un

viaje obligado para el monacato cristiano primitivo, el sufismo y los intocables

hindúes, cuyo regreso regenera y purifica (Zene, 2004).

Ya en un trabajo anterior (Valdés-Alvarado, 2007) mencionábamos que en

el imaginario, el desierto aparece como un lugar donde no hay nada, un lugar

donde la aridez y esterilidad de los suelos se anteponen a una vida próspera, a

la imagen de las sociedades agrícolas. Estas imágenes nos llevan a recordar el

determinismo del siglo xix al conservar la influencia de la escuela alemana de

la antropogeografía donde para ratzel (1891), la raza y el medio conformaba

conjuntos culturales, ubicando así a las razas naturales en zonas aisladas y a

las razas cultivadas en zonas fértiles y temperadas. Por otro lado, la actual

proliferación de investigaciones sobre el agua en el desierto ponen de mani-

fiesto el factor limitante de la ecología humana, perspectiva utilizada direc-

tamente para analizar zonas desérticas, evocando el recurso que falta más a

34 35

un organismo o a una especie en un medio ambiente dado. Esta perspectiva

enfatiza una posición útil, existiendo mucho interés en el discurso histórico-

político, económico pero no sabemos cómo ese factor limitante es vivido por

los habitantes de esas zonas áridas o desérticas.

de manera que la reflexión de los datos sobre las peregrinaciones del de-

sierto nos llevó a pensar en la movilidad, el nomadismo y los santuarios como

lugares que vinculan al peregrino con su pasado, todo esto a la luz del amplio

espacio donde se movían los indios históricos del norte de México.

indios históricos del norte de méxico

La movilidad existente en tiempos históricos para los indios del norte de Méxi-

co, nace como tema de interés de las investigaciones entre mexicaneros, in-

dígenas del estado de durango (Alvarado, 2004, capI). Tratándose de una

población que aparece tardíamente en las crónicas de la Sierra Madre Occi-

dental, constaté que etnográficamente, los mexicaneros tenían una profundi-

dad en el tiempo igual que coras, huicholes y tepehuanes; además de prácticas

y concepciones cosmogónicas familiares con la población histórica y contem-

poránea del noroeste de México. La constante movilidad que presentaron los

indios del norte de México, fueron un elemento de reflexión para comprender

lo propiamente norteño entre los mexicaneros y específicamente lo que poseen

como característico de las culturas del desierto. Las alianzas, guerras, am-

plios desplazamientos son parte de esta movilidad que podría caracterizar a

una porción de esta población. Las discusiones sobre cazadores y recolectores

como sinónimo de nómadas y la negación absoluta de la existencia de cultivos

cegaron otros aspectos de importancia que permitieran evidenciar cómo vi-

vían estos indios en un amplio espacio.

Algunas ideas expuestas sobre las formas que esta población tenía para

relacionarse y desplazarse, existentes en investigaciones históricas, llaman la

atención para pensarlas a la luz de la etnografía sobre peregrinaciones.

Varios autores refieren a los indios del norte de México como nómadas, con

movimientos coyunturales capaces de practicar la agricultura, como los tobosos

(González, 2000: 367,370-73) quienes se desplazaban por los actuales estados

de Chihuahua, durango, Coahuila, Nuevo León, Zacatecas y Tamaulipas. re-

tomando el cuestionamiento de identificar etnias a partir de las nominaciones

españolas de naciones (Cramaussel, 2000:292), cabe considerar que las nomi-

naciones que les daban a las naciones y que aludían plantas o animales, inde-

pendientemente de que se tratara de rancherías encomendadas a los españoles

(Idem: 287,289), estos términos nos pueden dar otras pistas. Por ejemplo el

termino ‘ranchear’ no alude a la ranchería encomendada a los españoles, sino

a la habitación temporal mencionada por un capitán “los encontré ranchando

en un arroyo”, siguiendo a Valdés (2005: 76), en sus investigaciones sobre los

indios del noreste de México. de manera que los términos que refieren a los

indios pueden hacer alusión a la destreza en al guerra o a la presa de caza. Por

ejemplo, los términos de zurrón de venado, el ratón, cuchillo negro, (Griffen,

2000: 252-253) o cacalitos, palomitas, cíbolos, conejos, culebras, venados (Gri-

ffen, 1979: 31-32,36) no sólo pueden aludir, evidentemente, a las prácticas de

recolección, caza y pesca sino que también es posible ubicar una lógica de no-

minación vinculada al espacio y época de abundancia que propiciara la cacería,

recolección, pesca o cultivo. Estaríamos frente a nombres que remiten lugares

de abundancia de la especie, es decir, los términos son topónimos. Siguiendo a

désveaux (1987:113), para los indios del Gran bassin, el modo alimentario es

un equivalente del modo toponímico, cada alimento mencionado remite al lugar

en donde se encuentra en abundancia. Esto es posible tomando en cuenta que

la movilidad se daba con los ciclos de la naturaleza, de floración, maduración,

migración de aves lo que determinaba también la agrupación para la habitación

y el trabajo colectivo. Cazas colectivas de conejo, de venado, obligando a la

reunión de múltiples micro-bandas exigencia de la propia actividad (Ibidem),

lo que cuestiona la concepción de una organización social elemental, regida por

la familia nuclear como se puede pretender. Las alianzas que se daban entre los

indios del noreste de México (Valdés, 2005:90) para introducirse a los bosques

de nopales y recolectar tunas y para la cazar venado aseguraban la abundan-

cia, evitando la guerra. Estos indios podían circular en una extensa región, de

Texas, Nuevo reino de León, Nueva Vizcaya y Coahuila, con embajadas de

paz, simbolizadas por una flecha adornada, una piel de venado o bisonte, unas

sonajas o una pipa con tabaco (Idem: 98-99).

36 37

Parece que en un amplio territorio que va de Sonora hasta Coahuila, las

formas de desplazamiento y reagrupación colectiva en asentamientos esta-

cionales era una constante. Ya Lumholtz (1990 [1912]) lo mencionaba para

los pápagos del siglo xix, quienes se reunían, nombrando un responsable del

asentamiento temporal de verano para cultivar, o de invierno en donde ha-

bía pozos de agua. También para los indios del noreste de México, Valdés

(2005:100) menciona que la movilidad se daba para buscar el alimento y po-

día darse con desplazamientos cortos y otros de hasta trescientos kilómetros

portando sus enseres, armas y cosechas disecadas. En este amplio territorio

del desierto Chihuahuense se identifica (Ídem: 101) cuatros grandes medios,

el oasis y las lagunas con agua corriente y por lo mismo una zonas generosas;

la sabana con llanuras y aguas superficiales y el desierto con salinas de aguas

superficiales, cactos y presas para la cacería.

Otras ideas sobresalen sobre las concepciones que tenían estos indios del

noreste mexicano como lo peligroso del contacto con la menstruación y el em-

barazo o el venado cazado (Ídem: 108, 110). Para éste último el cazador lo

depositaba para que las mujeres lo destazaran y a el le entregaban las astas y

en ocasiones, el cuero. Esta práctica recuerda la del guerrero que hace bailar

al cautivo de guerra a través de su piel y cabellera, las que porta en sus manos

y cuello, una vez desollado, práctica presente entre pápagos y otros pueblos

del norte y occidente de México.

Parece que tanto el cautivo, la presa o la mujer menstruante embarazada

poseen esas características peligrosas con las que no se debe tener contacto.

En una carta de fines del siglo xvii (Valdés, 2005:123), de la colonización de

Texas, el padre Manzaret menciona sobre lo que los indios dicen de su dios “…

que ellos tienen otro dios que les da maíz, nueces, bellotas [], que por donde

sale el sol es el camino que ellos hacen para hyr al cielo y que el cielo lo hicie-

ron sus antepasados y para ello pusieron un cerro muy grande…”. Esta idea

del cielo hecho por los antepasados y las formas de sepultura de sus muertos,

están asociados a los cerros. Algunos depositaban (Ídem:140, 142) el cadáver

en cavernas con comida, armas y objetos para su viaje; otros, enterraban al

guerrero con armas y comida, algunos eran incinerados y sus cenizas enterra-

das. Las cuevas de sepultura, los cerros asociados a los antepasados, son luga-

res, que unen a los indios con sus muertos, como Valdés (Ídem: 100) lo indica,

un territorio es donde se encuentran los ancestros enterrados.

Las principales reflexiones que sobresalen de esta información, consisten en

pensar la movilidad de los indios históricos en términos de desplazamientos y

asentamientos para cazar, recolectar, pescar o cultivar, actividades que reque-

rían de una acción colectiva. de estas colectividades no sabemos mucho, pero

pudieran variar en diferentes tipos de organización temporal dependiendo de

la actividad y época del año. Este tipo de movilidad en un extenso territorio,

nos lleva a pensar en el nomadismo, la compleja organización social temporal

de esta población y en la concepción del espacio de las peregrinaciones.

Esta idea aparece también en la peregrinación a Otatitlán, donde Velasco

(1997:152) retomando a Lisón Tolosana, afirma que desde una perspectiva

cultural, la peregrinación es una manifestación social cuestionadora de lími-

tes; o, siguiendo González (1997:521) quien retoma a Giménez, la peregrina-

ción es una forma de vida temporal trashumante.

movilidad vs nomadismo

Es ineludible que la noción de territorio, como parte del análisis espacial, ha

generado incomparables resultados en investigaciones antropológicas. reto-

mo la propuesta de dory (2002) para definir la noción de territorio, en sus dos

configuraciones semánticas que vehiculan tradiciones diferentes. Así el terri-

torio se presenta, por un lado, como atributos de hechos de poder, cuyas con-

secuencias son a veces creadoras de efectos secundarios considerables pero

cuyo proceso de producción (la territorialización) es heterónomo. La perti-

nencia teórica de la noción, en esta perspectiva, depende de cómo se piensa

lo político, ya sea como concretización de ideas o como producto de prácticas

concretas. Por el otro lado, en los estudios de etología, ecología humana y an-

tropología ecológica, el territorio y la territorialidad se definen como un área

ocupada más o menos exclusivamente por un individuo o por un grupo, por

medio del rechazo operado por un comportamiento agresivo o por la emisión

de una señal cualquiera. Estos modelos etológicos fueron reemplazados por

un procedimiento específicamente geográfico de elucidación y operacionali-

38 39

zación del concepto de territorio (Idem: 2574-2575). En las dos tradiciones

encontramos el territorio vinculado al poder.

Esta definición del espacio entre sociedades nómadas se ve limitada como

veremos enseguida. Pudiéramos afirmar, para el norte de México, la existen-

cia de sociedades nómadas, evacuando de toda concepción peyorativa el tér-

mino “nómada”, como se le ha definido a la luz de las sociedades sedentarias

y mayoritarias, definición negativa que sólo demuestra la necesidad de encon-

trar la infelicidad del ser nómada, de ser “salvaje”. A este tipo de sociedades

se les ha reconocido en las periferias de los límites humanos, siendo sociedades

escasamente transformadoras del medio en donde se mueven, población casi

fundida con la naturaleza, definiciones que remiten una imagen de civilización

de las sociedades mayoritarias, sedentarias.

Los nómadas han sido frecuentemente definidos por el medio en el que viven

ya sea el desierto de los pastores africanos, el mar de los moken o los caminos

de los gitanos. retomando a una cita de Sahalins (1972) aludiendo a Owen Lat-

timore “el puro nómada es un nómada pobre”, movilidad y propiedad están

en contradicción (Idem:11-12). Para evitar proporcionar una imagen de estas

sociedades que no humanizan el medio ambiente y que poseen un movimiento

desordenado queremos conservar en el espíritu lo que nos han enseñado los

moken, nómadas marinos del sureste asiático, sobre el uso del espacio.

Los moken utilizan una extensa área que incluye el litoral en donde prac-

tican el cultivo y la recolección y el mar en donde practican la pesca. No po-

seen una noción de territorio, más bien la de un área de expansión máxima al

interior de la cual se produce la movilidad. No se trata de un espacio material

y geográfico que se comparte entre familias clanes o etnias, es un espacio sa-

grado que los une a su pasado más que un lugar de recolección (Ivanoff, 2002:

3141-3147). Esta concepción del espacio cuestiona el uso del término territo-

rio definido en cualquiera de sus dos acepciones antes expuestas, las cuales

tienen un trasfondo del poder como control del espacio, concepción que se

encuentra ausente entre los moken ya que sólo identifican un lugar que los une

a su pasado, lo que llamaremos el lugar de los ancestros6.

6 En la presentación de esta tesis en el Seminario del Norte del Colegio de Michoacán, 2007, Paul Liffman cuestionaba que el poder no estuviera presente en esta propuesta de área

Esta noción de área de expansión máxima donde se expresa la movilidad

es la que nos interesa retener, así como la propuesta de descola (1988) sobre

el uso de diferentes nichos ecológicos por parte de los Achuar, sociedad que

domina tanto las zonas rivereñas como el amplio espacio entre los ríos. Esta

última está ligada a la idea de que una sociedad puede conocer y utilizar di-

ferentes nichos ecológicos sin representar ningún problema. Ambas nos son

indispensables para comprender cómo las sociedades del norte de México se

han movido en el tiempo utilizando un amplio espacio y estableciendo relacio-

nes con otras sociedades.

Ambas reflexiones sobre el dominio de diversos ecosistemas por parte de

una sociedad y la idea del espacio como área de expansión máxima donde la

movilidad es posible, fueron retomadas por Alvarado y berrojalbiz (2006)

para explicar la existencia de una tradición tepima, en un amplio espacio del

norte de México. En esta tradición existen estos lugares vinculados a los an-

cestros como cerros y cuevas, asociados también al laberinto.

Así llegamos a la propuesta del laberinto y a la definición de área de expansión

máxima donde la movilidad es posible y que cuestiona el término territorio. Am-

bas propuestas vinculan a la población al lugar de los ancestros y al mundo otro.

Los datos arrojados sobre los indios históricos del noroeste y noreste mexica-

no, espacio donde se ubican los desiertos sonorense y chihuahuense, en cuanto

a la movilidad, la concepción de un amplio espacio y los lugares que vinculan a

la población con sus difuntos, sus ancestros, los cerros, las cuevas, así como las

concepciones de lo peligroso del desierto nos llevan a la noción de laberinto.

la noción de laberinto

El laberinto es una representación común en muchas culturas. Está pre-

sente entre los amerindios y los pápagos no son la excepción. Generalmente se

identifica con el arte del hilado, cestería y la cerámica, existiendo también en

la mitología. Esta noción privilegia la forma de representar la circulación, el

de expansión máxima, ya que los ancestros son los seres más coercitivos. Efectivamente, el po-der que los ancestros ejercen en los peregrinos está presente, pero éste se da no en términos de territorialización, sino en términos de la noción de duración, como veremos más adelante.

40 41

laberinto mismo es un lugar de circulación donde el hilo de Ariane, tiene un

procedimiento de aprehender signos distintos y concatenarlos (desenrollarlo),

con la sensibilidad, en toda etapa, de borrarlos, uno a uno, en el sentido in-

verso de su aprehensión (enrollarlo). Todos o algunos de estos signos pueden

tomar otros y así sucesivamente, conservando siempre la memoria y el orden

de los signos aún no borrados (rosenstiehl, 2002:1425). El hilo, su corte, el

atarlo y desenredarlo, son ideas que expresan, en muchas culturas, como una

concepción del tiempo y del espacio. Esta idea de enrollar y desenrollar fue

explicada en el sistema ritual de los mexicaneros bajo la forma náhuat de

atar titailpí y trozar timokotonal (Alvarado, 2004), donde los mexicaneros

se atan a un territorio, al linaje y a los ancestros, siendo necesario trozar el

nexo nefasto, troce que alude al sacrificio para renovar la vida. Esta misma

idea está presente entre los huicholes (Geist, 2005:86-88), refiriendo al tiem-

po, en la danza, el cambio de varas o “el lazo simbólico que amarra las jícaras

de los dioses y a los jicareros al emprender el viaje a viricuta. El enredar es

como poner un lazo en los tobillos, lo que es peligroso, hay que cumplir hasta

desenredarse, hasta quedar limpio”. En los rituales huicholes se expresan las

formas: enredar-desenredar, cerrar-abrir, amarrar soltar (ibidem).

En el laberinto, la dificultad de clasificar los itinerarios posibles genera la

aporía del descubrimiento de un lugar a partir de otro, en un laberinto enredado.

El hilo de Ariane crea un orden, su dominio consiste en decidir oportunamente

momentos donde enredar y donde desenredar (rosenstiehl, 2002:1425-1432).

recordando la fuerte crítica de Casajus (1994) dirigida a Glowczewski

(1991), a propósito de su propuesta del híper cubo como modelo del sistema

de parentesco de los walpiri del desierto central australiano, debido a la difi-

cultad de aplicar modelos matemáticos a la realidad social, aclaro que retomo

el laberinto a manera de representación, no como modelo algebraico, propio

de esta noción. Cabe mencionar que el dodecadédalo, es una representación

importante entre los cristianos ya que se interpreta como el camino a Jerusa-

lén, por parte de los peregrinos que lo recorren hincados. Esta forma la en-

contramos en el piso de la catedral de Chartres y Lucca. Este laberinto posee

una cruz, al centro, conformada por sus pliegues.

El octadédalo es la forma del laberinto identificado entre los pápagos, en un

dibujo del siglo xviii que ilustra la casa pápago al centro y en un mito, señalado por

Aguilar (2003:159), donde el héroe cultural I’itoi lo construye como una estrategia

defensiva para engañar al enemigo. Los trazos del laberinto poseen cierta malicia,

se aproximan al centro para rápido irse a la periferia, más lejos que al principio.

El octadédalo se encuentra también entre los cretas y sus pliegues recuer-

dan los movimientos de la danza de la grulla; como figura se ubica en la mone-

da creta cnossos. El laberinto pápago y creta corresponden al octadédalo.

Ilustración 1. dodecadédalo de la catedral de Chartres (rosenstiehl, 2002:1427)

Ilustración 2. Octadédalo, moneda creta Cnossos (rosenstiehl, 2002:1427).

Ilustración 3. Octadédalo, la casa pima (radding, 1995:79).

42 43

El laberinto es una noción que permite analizar el desierto, el espacio pe-

regrino como una forma de comprender la circulación de las peregrinaciones

estudiadas. Esta noción hace posible identificar los diferentes caminos, las

diferentes formas de organización religiosa, y cómo los peregrinos en su reco-

rrido viajan hacia el lugar que los une a sus muertos, a sus ancestros. Hemos

visto que el caso pápago, que la noción es acorde con diferentes formas de

representación del espacio, ahora corresponde observar cómo la idea del la-

berinto y un lugar que une al peregrino con su pasado, con sus muertos y sus

ancestros está presente en las peregrinaciones estudiadas.

El recorrido efectuado fue enriquecedor, pasando por la movilidad de los

indios históricos del norte de México, la complejidad en su organización social

temporal, el vínculo con sus ancestros en estos amplios espacios, la noción de

nómada, el cuestionamiento de término territorio y la noción de laberinto, nos

conducen a comprender la diversidad del fenómeno peregrino en el desierto.

Ahora, es importante identificar, la organización peregrina que permite

efectuar el viaje ritual.

Capítulo II la organización religiosa

En este capítulo abordaremos la organización religiosa que permite caminar

en peregrinación hacia al santuario. Cada peregrinación varía en cargos y

complejidad, mostrando el tipo de relación que establece con la Iglesia o con

algún otro organismo político, refleja también la procedencia de los peregri-

nos dibujando regiones que se conectan con el santuario. No existe un patrón

a seguir, simplemente que la historia de cada peregrinación y las redes pere-

grinas, así como su vínculo con el santuario, han diseñado las formas organi-

zativas para llevar a cabo estos desplazamientos.

organización religiosa

Siguiendo la reagrupación de las peregrinaciones antes descrita, abordaremos

la organización religiosa peregrina como sigue: pueblos mineros, región pere-

grina rumbo a dos santuarios, hermandades y cofradías regionales, fidencis-

tas y pápagos.

Pueblos mineros

Trataremos aquí la peregrinación de Charcas y de Villa de la Paz hacia real

de Catorce, todos en el estado de San Luis Potosí. La relación de los tres pue-

blos se da desde el siglo xviii hasta el xix debido a la evangelización francisca-

na y al auge minero, respectivamente. Charcas (Gerhard, 1996:109) era para

44 45

1786 subdelegación de la intendencia de San Luis Potosí y sus autoridades

residían tanto en Charcas como en real de Catorce. Para 1780, el real pasa

a ser parroquia secular, dependiendo antes de la misión de Matehuala y de la

parroquia franciscana de Charcas. La mina de Nuestra Señora de la Paz (Pal-

mer, 2002:69), ahora Villa de la Paz, fue descubierta en 1770, como parte de

las exploraciones de real de Catorce. Así ambos pueblos se ofrendan la rosa

de plata, la cual se lleva en peregrinación desde real de Catorce, en enero,

durante las fiestas de la patrona, y desde Villa de la Paz en octubre, durante

las fiestas de San francisco. La cercanía geográfica también hermana a estos

pueblos desde que San francisco se constituyó, a principios del siglo xx, como

imagen del santuario, además de ser reconocido en la región como peregrino.

Como ya mencionamos, a Charcas le corresponde bajar la imagen de San

francisco de su altar habitual, ubicado en el costado izquierdo de la iglesia,

para colocarlo en el altar mayor, durante la fiesta. Esta peregrinación está

dividida en tres grupos y consta de un responsable denominado Mayordomo,

cuyo cargo es indefinido y comparte la responsabilidad con el Mayordomo

Segundo” y el “portador de estandarte”. La danza participa cada año y los

danzantes son jóvenes y niños que pueden ir cambiando con el paso del tiem-

po. Uno pensaría que el cargo de bajar a la imagen santa da una importancia

mayor en la fiesta y el santuario, para que ello motivara una organización

religiosa compleja, pero no es el caso. Así el Mayordomo y su Segundo son

responsables de los peregrinos que van a pie y en autobús, de recaudar fon-

dos para comprar las velas que los peregrinos entregan a San francisco, así

como de organizar, con las autoridades del santuario, la bajada de la imagen.

Se trata de una peregrinación joven que inició un año después del accidente

conocido como “calezazo”, ocurrido en 1977. Algunos mineros discutieron la

necesidad de ir a pie en peregrinación a ver a San francisco, para evitar pos-

teriores accidentes. Anteriormente la gente acudía a ver a Panchito en tren,

pero a partir del accidente, un sector de la población lo hizo a pie.

La documentación se efectuó con un grupo de jóvenes y un niño, que motiva-

dos por el gusto y el reto de caminar una noche y llegar a pie al santuario para

ver a Panchito, emocionados se convocaron, para cumplir esta visita anual.

La responsabilidad de este grupo recae, automáticamente, en las personas de

mayor edad, a quienes el Mayordomo responsable de la peregrinación otorgó

verbalmente. Esta ocasión acudieron dos parejas de novios, una hermana ma-

yor de la joven de cada pareja de novios, respectivamente y una madre con su

hijo de 12 años. Si bien, el reto era una caminata nocturna, solamente posible

en peregrinación para las parejas de novios, el móvil era para todos, llegar a ver

a Panchito, agradecerle sus favores, cumpliendo asimismo con la apertura de la

fiesta: bajar como miembros de una comunidad, a la imagen.

El mayordomo acude a la iglesia para acompañarlos en la bendición del

cura y puedan iniciar su camino. El Mayordomo porta la comida que su espo-

sa preparó previamente y que se ingerirá en un punto de coincidencia de los

dos últimos contingentes, pues el primero ya estará en el santuario.

Peregrinación VÍnculo iglesiaVÍnculo otro

organismoresPonsable otros cargos

Procedencia Peregrinos

Charcas-real de Catorce, SLP

del santuario para bajar a la imagen a su altar y de la parroquia del pueblo para recibir la bendición del cura

Municipio de Catorce

Mayordomoindefinido

Mayordomo 2º.-Portador de estandarte-danza

Grupo de jóvenes de Charcas, se les une el grupo de hombres jóvenes en estación Maroma y en el santuario se reúnen para entrar juntos a la iglesia

Villa de la Paz, -real de Catorce, SLP

del santuario para subir a la imagen a su altar

Municipio de Catorce

Moral.Matrimonioindefinido

-responsable de peregrinación a pie, -responsable de peregrinación en autobús y del comité-danza-Comité para subir a la imagen santa

barrio de arriba Villa de la Paz- grupo de jóvenes, se unen a los peregrinos en autobús y al mayordomo en el santuario

Tabla 1. Organización religiosa de dos pueblos peregrinos mineros

A la peregrinación de Villa de la Paz le corresponde subir al altar habitual,

a la imagen santa, una vez que ha pasado la fiesta. de la misma forma la or-

ganización religiosa está conformada en un responsable del Comité encargado

de subir a la imagen santa y de las dos secciones peregrinas. de estas últimas,

una parte en autobús y otra, a pie conformada por jóvenes caminantes per-

tenecientes al barrio de Arriba y quienes se encuentran bajo la responsabili-

dad moral de un matrimonio. Es con este grupo que se documentó la peregri-

46 47

nación. Estuvo conformada por un joven matrimonio del barrio que acude

anualmente debido a una manda del esposo, su calidad moral permite que

los padres de los jóvenes consientan que sus hijos caminen, en la noche, para

encontrarlos al días siguiente en el santuario. La agrupación de danzantes, el

portador de estandartes y el Comité de subir a la imagen santa son los cargos

de esta peregrinación, la cual nace en los años ochenta. La motivación fue el

deseo de participar como mineros, en la fiesta de Panchito, con este cargo

estimulado por párroco del santuario. Los comisionados están encargados de

enviar el programa a los emigrados a Querétaro y Monterrey para que asistan

en peregrinación a clausurar la fiesta de San francisco, cumpliendo con el

cargo de colocarlo en su propio altar, donde permanecerá el resto del año. Así

mismo se encargan de recaudar fondos para pagar la música y los cohetones.

El responsable acuerda con las autoridades eclesiásticas del santuario la fecha

y hora de entrada a la iglesia y su participación en el programa de clausura de

la fiesta, con la subida de la imagen.

Vemos que la organización religiosa de ambas peregrinaciones radica en

responsables, en un caso Mayordomos y en otro del Comité, así como de por-

tadores de estandartes y participan danzas. Esta organización permite que

existan grupos de peregrinos a pie bajo responsables morales. de tal forma

que las dos peregrinaciones documentadas, corresponden a dos grupos que re-

conoce una organización más compleja. Los dos grupos peregrinos no portan

ningún símbolo pues solo sus responsables los llevan al santuario. Hablamos

en este caso del estandarte distintivo de cada peregrinación. En ambos casos

observamos que si bien, los jóvenes son estimulados por el reto que representa

caminar de noche, ausentarse de sus casas una noche, conciben la caminata

un sacrificio que debe ser ofrendado a San francisco.

La organización religiosa de ambas peregrinaciones, de ambos pueblos,

expresa los nexos con el santuario, relación existente desde la época de bonan-

za minera y evangelización de la región.

Existe otro tipo de organización más compleja que se identifica más o me-

nos con una región peregrina hacia dos santuarios, como veremos enseguida.

región Peregrina rumbo a dos santuarios

La peregrinación de Villa de Cos, hacia Plateros, Zacatecas y hacia real de

Catorce, San Luis Potosí son muy semejantes en su organización y el origen

de ambas data de 1960, debido a la fe que profesan los peregrinos a ambas

imágenes: Niño de Atocha y San francisco.

Ambas poseen un responsable llamado Celador Mayor cuyo cargo es de

tres años, en el primer caso, y vitalicio en el segundo. Existen también los

Celadores de filas, de Canto, de Agua, los Portadores de Estandartes y de

banderas mexicanas por cada rancho participante, así como el estandarte dis-

tintivo de la peregrinación y también una danza. Estos cargos se otorgan al

solicitarlos como manda. El nombramiento del Celador Mayor de la peregri-

nación a Plateros lo hacen los celadores y lo ratifica públicamente el párroco

de la iglesia de Villa de Cos y de Plateros. Para el nombramiento de la peregri-

nación a real de Catorce, participan solamente los peregrinos y los celadores.

En esta peregrinación falleció el Celador Mayor, de cargo vitalicio, en 2001,

ocasionando desconcierto en los peregrinos ante la falta de una cabeza. Este

celador era apreciado y respetado por su firmeza, seriedad y devoción para

llevar el cargo. Ante esta ausencia, ese año, nombraron a un Celador Interino

en un paraje del camino. Este nombramiento trajo diferencias entre los pere-

grinos de la cabecera del municipio, quienes veían la posibilidad de nombrar

como Celador Mayor a alguien de ese lugar. durante la peregrinación hubo

disputas y críticas a la labor del Celador Interino.

El Celador Mayor se encarga de establecer contacto con el párroco de Villa

de Cos, para que bendiga a los peregrinos que van rumbo a Plateros, y éste a

su vez con el párroco del santuario para organizar su recepción. El párroco de

Villa de Cos no proporciona la bendición de salida a los peregrinos que se di-

rigen a real de Catorce, manifestando con esta actitud su desacuerdo de que

esta peregrinación se dirija a otra jurisdicción eclesiástica. Esta distinción es

también marcada por el “jornal” que recoge en la región durante un año, una

imagen peregrina del Santo Niño, otorgada por las autoridades eclesiásticas

de Plateros. El monto del jornal, en 2002, fue de ocho pesos y al año se reúne

y divide en tres partes: una para el santuario de Plateros, otra para la vicaría

48 49

de San Andrés, a donde pertenecen los peregrinos de Sierra Hermosa y la

tercera para la peregrinación hacia Plateros.

Peregrinación VÍnculo iglesiaVÍnculo otro

organismoresPonsable otros cargos

Procedencia Peregrinos

Villa de Cos, Zac-real de Catorce, SLP

del santuario para entrar a la iglesia y para ser considerados en el programa de la fiesta

Celador MayorVitalicio

-Celador 2º.-responsable de cantoCelador de filas-aguador-portador de estandarte-portador de bandera mexicana-responsable de reliquia-danza

Cabecera y ranchos del municipio de Villa de Cos y ranchos que se encuentran en el recorrido

Villa de Cos-Plateros, Zac

del santuario para entrar a la iglesia y de la parroquia del pueblo para la misa, bendición, acompañamiento, confesión y recepción en el santuario

Con el municipio quien proporciona café y pan en el primer descanso, acompañamiento ambulancia

-Celador mayor-Secretario-Tesorero3 años

Celador 2º.-Celador de cantoCelador de filas-portador de estandarte-portador de bandera mexicana -danza

Cabecera y ranchos del municipio de Villa de Cos y ranchos del recorrido

Tabla 2. Organización religiosa de región peregrina rumbo a dos santuarios

En Villa Hermosa, rancho del municipio de Villa de Cos y donde se gestó

la peregrinación hacia real de Catorce, existe un delegado de la palabra o

Encargado de la vida de Cristo, quien asiste religiosamente a los peregrinos.

de la misma forma el Celador Mayor contacta a las autoridades eclesiásticas

del santuario para la recepción ordenada de la peregrinación. Para los gastos

del viaje colectivo, cada miembro participa económicamente para la gasolina

del vehículo que llevará sus pertenencias y comida. A la llegada al santuario,

por el altavoz se reconoce el sacrificio que los peregrinos han hecho de llegar

caminando a ver a la imagen santa. Solamente en la peregrinación a Plateros,

el presidente municipal ofreció café y pan en el primer descanso, ganando

la simpatía, así como la crítica de muchos peregrinos. En esta peregrinación

asiste médicamente una ambulancia del municipio.

Los peregrinos se asocian por el parentesco, amistad o vecindad de cada

uno de los pueblos participantes. Así familias extensas participan anualmente

en la peregrinación, participando de la organización y proveyendo de los ins-

trumentos, vehículos, alimentos, necesarios para el viaje. familias numerosas

o solamente algunos miembros asisten pero llevan consigo a los ausentes, sean

enfermos, fallecidos o emigrados a Estados Unidos. Estos ausentes son quie-

nes motivan, generalmente, el viaje peregrino.

El compadrazgo funciona de forma diferente en cada peregrinación. Este

parentesco es importante porque enfatiza la relación del peregrino con la ima-

gen y con los miembros de la familia, el pueblo y la región. En la peregrinación

a Chalma se establece el compadrazgo en el servicio que se le da a la imagen o

su santuario (rodríguez y Shadow, 2000:58), o bien, para establecer el nexo

desde la primera visita, como peregrino iniciado en la peregrinación a Otatit-

lán (González, 1997:564).

En las peregrinaciones del desierto, el compadrazgo cumple su función en

la iniciación de peregrinos y en la continuación de las cadenas rituales.

Ilustración 4. Nexos de parentesco y amistad en la peregrinación de la cabecera de Villa de Cos, Zacatecas hacia real de Catorce, San Luis Potosí

En el esquema anterior, las relaciones entre los participantes se tejen alre-

dedor del responsable de la peregrinación. Los matrimonios unidos por lazos

de compadrazgo, indicados por la línea roja, son por bautismo de nacimiento

y por iniciación en la peregrinación. Ambos tipos de compadrazgo poseen las

mismas responsabilidades por parte de los padrinos. Los lazos de amistad por

vecindad, indicados con línea doble, se refuerzan anualmente con las pere-

grinaciones. En el esquema aparecen los ausentes en gris tenue, dos hijos del

responsable del grupo de Villa de Cos, se encuentran en Estados Unidos, los

largos años de no verse motivan en los padres el viaje para pedirles por su

salud, bienestar y presencia. Un nieto hijo, de uno de los hijos migrantes tam-

responsable

Amistad Compadrazgo Ahijada Ausente, enfermo, fallecido

50 51

bién propicia el viaje, ya que a su tierna edad, 3 años no habla, tanto la madre

con el hijo y los suegros acuden a real de Catorce para pedirle a Panchito que

le de el habla. La relación del matrimonio del responsable de Villa de Cos con

la pareja de amistad, los une la vecindad, pero también el haber participado

en las indagaciones, nunca esclarecidas, del único hijo, aparecido muerto en

una navidad. La madre acude anualmente con la desgarradora ausencia de su

hijo, implorando a Panchito que la reconforte, a ella y su esposo. Otros casos

se dan, por ejemplo de aquellos ahijados que acuden a cumplir la peregrina-

ción, que un familiar o un padrino no pudieron hacer en vida.

En la peregrinación a Plateros, un jefe de familia acude a ver al Santo

Niño debido a una promesa que hizo su cuñado para que no le cortaran el

pie, por una bala que recibió y cuando se curó, fueron juntos a cumplirla. La

devoción nació también cuando su padre le pidió que pagara una manda en su

lugar “fíjate que debo una manda, —le dice su padre—, ¿y luego?, —respon-

de—, pues ve a pagarla, —le pide—, yo estoy chueco [reumatismo], no pue-

do”. Ambos casos motivaron la devoción que tiene al Santo Niño de Atocha

acudiendo en peregrinación y proporcionando agua al peregrino.

Este no es más que un ejemplo de las variantes que pueden darse, sobre el

tipo de relaciones de parentesco de los peregrinos en las peregrinaciones.

La información anterior, nos indica que la peregrinación a Plateros está

organizada estrechamente con las autoridades eclesiásticas de la parroquia de

Villa de Cos y con las del santuario. desde el nombramiento del responsable

hasta la recaudación anual de fondos para distintas actividades de la Iglesia

en la región, caso contrario para la peregrinación rumbo a real de Catorce,

la cual funciona, hasta cierto punto, independientemente de la iglesia católica

tanto de Zacatecas como de San Luis Potosí.

La región peregrina ligada a Plateros puede tener su origen en la fundación

(Gerhard, 1996: 113), durante el siglo xviii, de la congregación de burgo de San

Cosme, ahora Villa de Cos, siendo visita de la parroquia de fresnillo y poste-

riormente beneficio. La congregación tenía cuatro haciendas de cría de ovejas

y diecinueve ranchos. Se menciona a esta región como llanuras orientales de

criaderos de ovejas y de carboneros, aunque también se le conoce en una dis-

puta legal en 1878, como región salinera1. Es posible que una de las haciendas

sea bañón, rancho participantes en la peregrinación. Suponemos que la región

peregrina es más o menos delineada en esta información histórica. En el caso

de la que se dirige a real de Catorce, sólo parcialmente de cubre esta región y

el hecho que no dependa de las autoridades eclesiásticas de Zacatecas y del san-

tuario, la hacen más independiente, señalando otro posible origen.

En ambas, la relación de parentesco y parentesco ritual o de amistad que

vincula a los participantes, expresan la presencia de los familiares ausentes,

difuntos, emigrados, enfermos. Encontramos otras formas organizativas, com-

plejas, de peregrinaciones que poseen una mayor profundidad en el tiempo.

hermandades y cofradías regionales

La peregrinación de la región Laguna-Nasas hacia la Sierra de Gamón,

durango, parte de Juan E. García, pueblo donde vive el Hermano, responsa-

ble de la región. La organización religiosa es compleja debido a la extensión

geográfica de la Hermandad Guadalupana. Esta peregrinación nace en 1940,

aproximadamente, motivada por la aparición de la virgen de Guadalupe, en

un paredón de una barranca. El párroco de Guadalupe Victoria, durango,

lugar al que pertenece eclesiásticamente el santuario, organiza la Hermandad

Guadalupana de tres regiones con un presidente general y un presidente por

región. La virgen de Guadalupe peregrina durante todo el año, alternando las

regiones, y solo regresa al santuario para ser homenajeada durante la fiesta.

El cargo de los presidentes es vitalicio y se caracteriza por llevar el rol de ran-

chos a donde la virgen peregrinará, así como de participar en la organización

de la fiesta.

1 “Manifiesto que da al público el apoderado de los dueños de fábricas salinas de Villa de Cos, sobre la ninguna relación que estas tienen con las salinas del Peñón blanco, Zacatecas”, Tip. de N. de la riva. 1878, biblioteca Nacional de México. Agradezco a david Vázquez, el haberme proporcionado el documento.

52 53

Ilustración 5. Organización religiosa de la Hermandad Guadalupana de durango.

La región que conforma la hermandad Guadalupana corresponde a los

actuales municipios de Nasas, San Juan del río, Guadalupe Victoria y La

Laguna. El santuario en la sierra de Gamón se encuentra al centro de estos

municipios y está totalmente deshabitado pues solamente durante las fiestas

de abril y mayo se puebla de comerciantes y peregrinos.

En la región Laguna-Nasas, peregrinación que documenté, existe también,

un responsable de canto, de estandarte y portadores de la imagen por cada

rancho participante. Esta peregrinación está conformada por los peregrinos a

pie, en bicicleta, jinetes y la danza.

En ocasiones, llega al santuario el ejército mexicano y la policía judicial

federal para confiscar las armas de fuego, utilizadas para disparar al aire

balazos, los cuales son tomados como cohetes durante la fiesta.

Los peregrinos de cada pueblo de la región, se vinculan por lazos de amis-

tad, compadrazgo o consanguíneos para participar en la peregrinación y fiesta

de la virgen de Guadalupe. El responsable de la región Laguna-Nasas es de

Juan E. García, durango, se trata de un señor de edad, sin descendencia, a

quien siguen en estas actividades sus sobrinos, hijos de hermanos. Toda esta

familia padece diabetes en diversos grados y comparten un botiquín familiar

en este contexto. El cargo es vitalicio y vislumbra dejarlo a uno de sus sobri-

nos por ausencia de descendencia propia. Otros pueblos se caracterizan por

una participación activa en varios grupos peregrinos. Por ejemplo, el rancho

la Loma, durango participa con miembros en la peregrinación de jinetes, bi-

cicletas y en vehículos; la danza guadalupana es también del lugar. En el caso

de la región San Juan del río, los hermanos y el padre de un miembro de la

mesa directiva emigraron a Estados Unidos, siendo chico presenció como un

“loco” terminó con la vida de su madre a golpes. Para evitar dejar los terre-

nos solos se quedó en su tierra y con la pena de la pérdida, decidió participar

activamente en la Hermandad Guadalupana para servirle a su otra madre,

la Virgen de Guadalupe. El quisiera dejar el cargo a sus hijos. El responsa-

ble de esta región tuvo el cargo, una vez que su compadre no pudo asistir al

santuario a dejar la imagen peregrina, pidiéndole a él hacerlo en su lugar. Su

muerte propició que la hermandad lo nombrara responsable de su región. Los

párrocos de las regiones donde peregrina la virgen presionan a los peregrinos

para que la imagen permanezca en la iglesia y no en los pueblos de la región,

asegurando así las limosnas a las parroquias, hecho que contradice el objetivo

de la virgen peregrina de visitar en sus casas y pueblos a sus hijos.

La organización religiosa de la peregrinación de Jiménez, Chihuahua ha-

cia Tizonazo, durango posee características comunes a la anterior, debido a

que el párroco de Indé, jurisdicción eclesiástica a la que pertenece Tizonazo,

durango, organizó la cofradía de los morados, en 1922 (Cramaussel y Álvarez,

1994), para rendir culto al Señor de los Guerreros. La Hermandad depende del

párroco y éste da instrucciones a cada jefe de grupo y a su vez, éstos a lo coor-

dinadores quienes son sus asistentes. A los miembros de la Hermandad les lla-

man morados por el color de la túnica que visten; y en Villa Ocampo, cruzados,

debido a su participación en la Cristiada. El color morado, significa la muerte,

es el color con el que cubren los altares en las iglesias durante la semana santa,

cuando Cristo muere. Un hermano dice al respecto: “el color morado viene sien-

do como tristeza, ese luto, demostrando algo… cuando lo tomaron prisionero

[Cristo], en el templo también visten [de morado] a los santitos”.

La Hermandad está organizada en grupos y se ubican esencialmente en el

estado de Chihuahua, en las ciudades de Jiménez, Parral, Chihuahua, Ciu-

dad Juárez, aunque también hay en durango, en Santiago Papasquiaro, Villa

Hidalgo y Villa Ocampo. También encontramos miembros en Nuevo México y

El Paso, Texas. En Villa de Coronado, Chihuahua, ya no existen miembros

54 55

de la Hermandad, como lo documentaron Cramaussel y Álvarez (1994:184),

quizás se debe a que en el rancho Las Pilas, cercano a la cabecera municipal,

existe una imagen del Señor de los Guerreros a donde acude actualmente la

población a festejar a la imagen santa.

Ilustración 6. Organización religiosa de la Hermandad de los Morados

La peregrinación que documenté pertenece al grupo de los morados de Ji-

ménez, Chihuahua, llevándose a cabo desde 1960. Esta Hermandad posee una

mesa directiva con un presidente, un secretario, un tesorero, un portador de

estandarte, de antorcha y de madero, así como la participación de una danza.

Poseen una lista de los miembros, la cual se va actualizando con los nuevos

ingresos. El cargo de Jefe de grupo o Presidente de grupo se decide entre los

hermanos del grupo concernido, tomando en cuenta la opinión del párroco,

ya que como los morados dicen, “nosotros estamos solamente de servicio”. En

2003, el responsable de toda la Hermandad había fallecido, pertenecía al gru-

po de Villa Hidalgo, durango, en la reunión de la Hermandad, el secretario

solicitó el nuevo nombramiento. El párroco propuso, aludiendo al caso de los

obispos, que era necesario nombrar a otra mesa directiva pero todos los pre-

sentes acordaron que el secretario ocupara su puesto y se nombrara un nuevo

secretario. Propusieron a tres candidatos y por votación quedó una persona.

Siguiendo la discusión olvidaron la votación previa, para nombrar a uno de

Jiménez, con el argumento de que en este grupo son numerosos y participa-

tivos. Para los nuevos Hermanos,

aquellos que se ordenan como mora-

dos, la bendición del cura de Indé y

un padrino o madrina, dependiendo

del sexo, son necesarios. Los padri-

nos ayudan a vestir por primera vez

la tunica morada, la banda a la cin-

tura y la cuerda en el cuello, de la

cual pende un cristo de plata, el del

Señor de los Guerreros. Solamente

la cuerda y el cristo son colocados ya

sea por el jefe de grupo o por el cura.

Cada miembro de la Hermandad

proporciona un jornal de $ 10.00 al

año, monto que decidieron utilizarlo

para construir un templo más grande

en Tizonazo. También reciben apoyo

de víveres para los peregrinos de parte de agricultores y ganaderos de Jimé-

nez, Chihuahua, quienes se dirigen colectivamente en carretas al santuario, a

imagen de las de los pioneros del oeste norteamericano.

Existen conflictos entre el párroco y los hermanos en cuanto a la escasa

participación de la Iglesia, con recursos, para la continuación de la construc-

ción de un nuevo templo, para el Señor de los Guerreros, disputas que se

expresan en descontentos durante la fiesta.

Los morados aquí se distinguen también por ser familiares, vecinos, com-

padres y amigos. Algún miembro enfermo de la familia, motiva el énfasis de

visitar al Cristo. Por ejemplo el viejo de la danza, agrupación en donde todos

sus hijos han sido danzantes, acude en esta ocasión por una quemadura en la

pierna de su pequeño hijo, que corría el riesgo de perderla, siguiendo el diag-

nóstico de los médicos alópatas.

Ambas peregrinaciones, poseen una organización compleja que recubre

una extensa región y cuya organización depende directamente del cura de la

parroquia del santuario, expresando así el control de la práctica peregrina,

Foto 1. Iniciación a la Hermandad de los mora-dos, Tizonazo, durango (foto: Col. de la autora).

56 57

a través de una imagen en una extensa región. En un caso se trata de la vir-

gen de Guadalupe, y en el otro, del Cristo llamado localmente Señor de los

Guerreros. No obstante, en la Hermandad Guadalupana se deja entrever una

lógica de transmisión del cargo en línea paterna, como ya lo hemos visto.

Ahora abordaremos dos formas de organización religiosa que merece una

atención independiente en cada caso.

fidencistas

La peregrinación, llamada localmente penitencia, de Castaños, Coahuila hacia

Espinazo, Nuevo León es también reciente. La misión de Castaños es conocida

también como la Iglesia del buen Pastor y pertenece a la Iglesia fidencista,

con sede en Monterrey.

Ilustración 7. Organización religiosa de la misión de Castaños, Coahuila.

Esta misión organizó esta cabalgata como una penitencia donde participan

la directora que es la médium principal, su guardia y el responsable de los ji-

netes que es también el portador del estandarte fidencista. Existe también un

estandarte del Sagrado Corazón de Jesús, los jinetes y el conductor de la ca-

rreta. En la gráfica podemos ver las líneas en azul que unen los vínculos de los

participantes en la penitencia. Los nexos en negro corresponden a la organiza-

ción religiosa de la misión. Existen en ella tres médiums que reciben a diferentes

seres espirituales: Niño de Atocha, Niño fidencio y Virgen María. La cabalgata

es recibida en el santuario por la totalidad de la misión: mediums, guardias de

filas y de la bandera, un ministro y los fidencistas. Esta cabalgata y misión se

coordina con los miembros de la Iglesia de Monterrey para ser recibidos y parti-

cipar en las actividades festivas del Niño fidencio en el santuario. Los mediums

sanan, el ministro oficia misas y ensayan y presentan pastorelas.

La directora de la misión expresa, que ella efectúa la penitencia para pagar

las promesas de sus hijos, de aquellos que no las cumplen. Así los fidencistas

acuden para ser mejores madres, hermanos, piden por un familiar enfermo o

para liberarlo del alcoholismo.

La organización religiosa de esta misión gira en torno a una familia y las perso-

nas con quienes han entablado lazos de parentesco ritual, al interior de la misión.

PáPagos

La peregrinación de Tubutama hacia Magdalena de Kino, Sonora, se debe a

una manda que hizo un chamán2 pápago, en 1997, de ir cada año a visitar a

San francisco, si lo libraba de los problemas de alcoholismo. Así cada año se

fueron integrando nuevos peregrinos de la reservación de Sells, Arizona y de

las comunidades de Sonora.

Peregrinación VÍnculo con

iglesia

VÍnculo otro organismo

resPonsable otros cargos Procedencia Peregrinos

Tubutama-Magdalena de Kino, Sonora

No -Municipio de Tubutama y Magdalena de Kino-Apoyo logístico de funcionarios de la reservación

Chamánvitalicio

-ayudante, iniciado a chamán y portador de imagen santa de Pozo Verde-responsables de cultura de la reservación de Sells-responsables del contingente para asistir en el camino-cantadores

Agrupación de pápagos de Sells, Arizona que se reúnen Pozo Verde, Sonora para hacer una velación y al día siguiente, en Tubutama con Pápagos de Sonora para iniciar la peregrinación.

Tabla 3. Organización religiosa de la peregrinación pápago.

2 Utilizo el término en su definición etnológica, misma que dista de la que se aplica en el mundo New Age.

58 59

El chamán es el responsable de la peregrinación, tiene un ayudante ini-

ciado a chamán quien porta la imagen santa de la comunidad de Pozo Verde

y tres cantadores. Cuentan con la asistencia de los responsables de cultura

de la reservación, quienes llevan vehículos con agua para tomar durante el

camino, entran en contacto con las autoridades municipales de Tubutama y

Magdalena de Kino para que asistan a los peregrinos con patrullas durante el

recorrido nocturno, a la salida del municipio y a la entrada al territorio del

santuario, proporcionando agua y suero oral. La peregrinación completa sale

de Tubutama pero un día antes, exclusivamente el grupo de la reservación de

Sells efectúa una velación en Pozo Verde. Aún cuando se mencionó la existen-

cia de un linaje llamado buitre, forma organizativa antigua, la información

no es precisa para constatar dicha participación en esta peregrinación (Alva-

rado, 2007:362). Esta ocasión algunos peregrinos pedían a San francisco por

sus hermanos que habían sido enlistados en el ejército norteamericano, para

luchar en la guerra de Irak y de quienes no tenían noticias. La gran cantidad

de fotografías de jóvenes militares que portaban y colocaban en los altares

nocturnos, al concluir una jornada también, lo evidenciaban.

comentario

de acuerdo con la información antes expuesta, cada una de las formas or-

ganizativas de las peregrinaciones expresa la importancia de los cargos y las

personas que los detentan, responsables de llevar a buen destino a los pere-

grinos. Encontramos una diversidad de organizaciones que van apegadas a

las actividades que realizan en el santuario. La mayor parte de los cargos se

adjudican a las personas que portarán los símbolos peregrinos, los cuales son

el patrimonio de dicha organización. Sólo en tres peregrinaciones observa-

mos la existencia de cargos para portar agua. “Aguadores” o “celadores de

agua” para las dos peregrinaciones de Villa de Cos y asistentes de agua, para

la pápago. Estas tres peregrinaciones son las que realizan de forma ordenada

el desplazamiento y son las que poseen una mayor duración, la cual va de tres

a seis días, caminando por el desierto. Esta forma de desplazamiento lento y

organizado, expresa la necesidad de contar con personas que asistan al pere-

grino durante la marcha y lo provean de agua, desplacen sus pertenencias y

comida, entre otros.

En el caso de los pueblos mineros, vemos que el abrir y cerrar la fiesta de

una imagen de importancia regional, como lo es San francisco, resta comple-

jidad a la organización religiosa durante el desplazamiento. Esto también, por

la cercanía geográfica con el santuario y debido al traslado masivo de peregri-

nos en autobuses. Esta misma característica la encontramos en la penitencia-

cabalgata de la misión fidencista, ya que si bien el desplazamiento lleva un

día y medio, solamente la directiva y sus asistentes, en carreta, así como los

que prometieron cumplir tres años esa penitencia a caballo, son los concer-

nidos. No obstante la complejidad de la organización religiosa de la Iglesia

fidencista actúa en la fiesta en el santuario. Los cargos de esta misión con el

nombre de ‘guardia’ evoca la adecuación de los términos utilizados para los

cargos en otras peregrinaciones. Por ejemplo, se denomina ‘guardia de filas’

al que asiste al fidencista en la procesión, término retomado de otras peregri-

naciones donde el cargo de asistente del peregrino si existe: ‘celador de filas’.

Esta práctica de tomar nombres, adecuar canciones populares o alabanzas

del catolicismo al fidencismo, así como la construcción de la imagen del Niño

fidencio como santo, es común en esta ideología, como veremos adelante.

El destino es también apremiante para la peregrinación de Jiménez y de

Juan E. García, ya que la organización religiosa participa activamente en la

fiesta de la imagen. En el primer caso, el camino se hace a discreción y sólo los

portadores de los símbolos de la Hermandad lo hacen en grupo, para visitar

las iglesias del camino y para pernoctar. Sólo avanzan juntos desde la entrada

del territorio del santuario hasta la iglesia.

En el segundo caso, el camino se hace por grupos en vehículo, a caballo o

en bicicleta. En vehículo se portan los símbolos peregrinos y cuando se trata

de dejar en el santuario a la imagen que peregrinó, un año en su región, el

Hermano responsable de la región y los de los pueblos que conforman la pere-

grinación, organizan su despedida y entrega.

Los cargos vitalicios o indefinidos de los responsables en las peregrinacio-

nes, así como su transmisión por línea paterna, son índice de una herencia

indígena. Esto lo sabemos cuando analizamos la organización social indígena,

60 61

los cargos vitalicios religiosos tienen mayor profundidad en el tiempo que los

de duración determinada, estos últimos sean religiosos o políticos3. El com-

padrazgo ocupa también un lugar importante en la transmisión del cargo ya

que a la muerte del responsable, el cargo se puede transmitir siendo ratificado

por la Hermandad Guadalupana. Los cargos de portadores de símbolos pe-

regrinos pueden ser temporales o indefinidos, ya que están ligados al tiempo

prometido; así como los de los celadores de fila o de agua. Para los cargos de

la peregrinación pápago todos son vitalicios.

Esta organización hace posible el viaje, asegurando la llegada al destino.

Hay otros aspectos importantes de señalar, en cuanto a la integración de

nuevos peregrinos, sus símbolos, las regiones y la aflicción que mueve al pere-

grino, expresada en la organización.

integración de nuevos Peregrinos

En las peregrinaciones existe población que se integra desde el inicio y/o durante el

camino. Las organizaciones religiosas que permiten la integración exclusivamente al

inicio muestran un hermetismo a las redes peregrinas durante el camino, caso con-

trario para las que si lo hacen, dibujando también con su procedencia a la región.

Las peregrinaciones que no integran nuevos miembros durante el trayecto,

en unos casos, responde a una participación establecida que no permite la inclu-

sión de otros pueblos, como sucede con Charcas y Villa de la Paz, ya que su per-

sonalidad está definida en la fiesta de San francisco, en real de Catorce. Esta

situación es semejante en la misión fidencista de Castaños pues solamente par-

ticipan en la cabalgata y en las actividades de la fiesta los fidencistas. Para los

pápagos, solamente ellos participan de esta peregrinación y realizan el viaje en

cuatro ocasiones seguidas, pero sí existen nuevos peregrinos cada año, estos son

pápagos y se integran desde el inicio de la caminata, en Tubutama. Los pápagos

acuden a un santuario donde yacen los restos de un jesuita que los evangelizó, el

padre Kino, pero también porque San francisco es una imagen apropiada por

ellos y porque reivindican este territorio como suyo, no como mestizo.

3 Por ejemplo, es el caso de coras, huicholes, Tepehuanes y mexicaneros de la sierra Ma-dre Occidental (Alvarado, 2006a).

Peregrinación¿integra nueVos

Peregrinos Por su Paso? comentarios

Tubutama-Magdalena de Kino, Sonora NO

Los participantes son pápagos de Arizona y Sonora y se concentran en Tubutama para salir juntos

Jiménez, Chihuahua-Tizonazo, durango SI

Sólo se integran algunas personas que desean formar parte de la hermandad.

Juan E.García-Sierra de Gamón, durango NO

Los participantes forman parte de la región Laguna-Nasas.

Villa de Cos, Zac-Plateros, Zacatecas SI

Aquellos pueblos que integran la peregrinación en el municipio de Villa de Cos y de algunos que se encuentran por su paso

Villa de Cos, Zac-real de Catorce, San Luis Potosí SI

Aquellos pueblos del municipio de Villa de Cos y de los que se encuentran por su paso.

Charcas-real de Catorce, San Luis Potosí NO

Las tres secciones son las que se reúnen en un punto del camino o en el santuario

Villa de la Paz-real de Catorce, San Luis Potosí NO

Los grupos salen y llegan de forma independiente al santuario.

Cataños, Coah-Espinazo, Nuevo León NO

La cabalgata que sale es la misma que llega al santuario.

Tabla 4. Integración de nuevos peregrinos durante el trayecto

Las peregrinaciones que fortalecen las redes peregrinas son las dos de Villa

de Cos y la de Jiménez, Chihuahua. En la peregrinación hacia Plateros, se

fortalecen los nexos entre la población, que en un tiempo conformó el burgo

de San Cosme y en la que va a real de Catorce, al aceptar la integración de

nuevos peregrinos, en el camino, indica que los nexos regionales y las redes

son fortalecidos. En el tercer caso, ya comentamos que la hermandad delinea

la provincia de Santa bárbara y las redes de la misma se fortalecen también

con la integración de nuevos morados.

La información del cuadro anterior, también nos permite visualizar a las

peregrinaciones que establecen nexos regionales con el parentesco ritual, pro-

picio entre aquellos nuevos peregrinos que requieren un padrino, que velará

por el, creando cadenas rituales. Los que no lo hacen, las relaciones son pu-

ramente comerciales: compra y venta de productos comestibles, tanto en el

santuario como en el recorrido.

La organización de los cargos deja entrever el prestigio de portarlos, repre-

sentando al pueblo en otra tierra y conformando una región. dicho prestigio

está vinculado a su reconocimiento por parte de las autoridades del santuario,

por un lado, y por el otro al de la región ya que para obtener dicho cargo la

62

definición de una “buena persona” es aquella que es responsable, caritativa,

solidaria, noble, respetuosa, que conoce el camino y que sabe dirigir y/o par-

ticipar en un contingente peregrino. La organización de las peregrinaciones

permite conocer las tensiones entre la propia Iglesia, en las regiones, debido a

la necesidad de controlar los ingresos recibidos a través de las imágenes. Las

peregrinaciones también pueden ser el blanco de acciones políticas para ganar

simpatizantes, como lo efectuó el presidente de Villa de Cos, proporcionando

desayunos en el camino hacia Plateros.

Ahora nos interesa saber cómo los símbolos peregrinos dibujan estas re-

laciones.

símbolos Peregrinos

En todas las peregrinaciones, salvo en la de Villa de la Paz y Charcas, se porta

durante el recorrido los símbolos peregrinos. Para aquellas peregrinaciones

que no los llevan se debe a que la reunión de los diferentes grupos que la com-

ponen se da en el santuario, a donde los responsables llevan estos símbolos

para poder entrar a la iglesia de forma colectiva. Los peregrinos de Villa de

Cos llevan estandartes y banderas mexicanas, representando a los ranchos

y pueblos de procedencia. Con estos atestiguan y exaltan su participación,

su presencia en esa región peregrina, llevando al centro del contingente los

estandartes y las banderas participantes, y a la cabeza, aquellos símbolos que

identifican a la peregrinación.

El estandarte que representa a la peregrinación hacia real de Catorce, es

de Sierra Hermosa, lugar donde se gestó la peregrinación. Este símbolo evi-

dencia la disputa entre los miembros de la cabecera municipal y los de Sierra

Hermosa, ya que los primeros pelean el origen de la peregrinación, por ser ca-

becera y llevar el mismo nombre que distingue a la peregrinación, sin impor-

tar que dicho nombre aluda al municipio y no a la cabecera. Esta disputa solo

se da en conversaciones sobre la marcha, ya que el orden de los estandartes y

banderas es tajante, a la cabeza van los símbolos de Sierra Hermosa.

La bandera mexicana y el estandarte recuerdan el movimiento cristero

pues no hay que olvidar que se trata de zonas donde la participación en este

movimiento fue decisiva. Incluso, en

las alabanzas que se cantan duran-

te el camino se menciona esta lucha

donde el peregrino es un soldado de

cristo:

Ya se miran los baluartes mar-char a paso veloz

Sigamos los estandartes que son las tropas de dios

Sigamos los estandartes que son las tropas de dios

banderas y estandartes son toma-

dos por los peregrinos como embaja-

dores del pueblo que representan ya

que cuando se encuentran, se dice

que los estandartes y las banderas se saludan. Esto sucede cuando el portador

de cada uno de éstos, los inclinan para tocar con la punta la del otro. Este

momento es sumamente solemne y respetuoso. Cuando el estandarte de Sierra

Hermosa es encontrado en el camino por el de un pueblo próximo, el primero

cede su lugar a la cabeza de la peregrinación al que da la bienvenida, después

del saludo, para ser dirigido al pueblo y agasajado, así como a todos los pe-

regrinos. Esto permite entender por qué el cargo de portador de bandera y

estandarte son importantes y muchas veces peleados.

La bandera aparece en otra estrofa de una alabanza que inicia la caminata

y que alude al levantamiento de la bandera como insignia del peregrino. En

esta misma intervención aparece la bandera ligada a la cruz como memoria de

la cristiada y como símbolo de patria:

Levantemos la banderaMi patrisima madreEn su gloria nos espera

Foto 2. bandera y estandarte, símbolos pere-grinos, camino a real de Catorce, San Luis Potosí, (foto: col. de la autora).

Los símbolos distintivos funcionan también para la peregrinación de la

Sierra de Gamón, durante la procesión, denominada Saludo General, cada

grupo porta el estandarte de procedencia de los peregrinos, aludiendo a la

Hermandad Guadalupana de la región Laguna-Nasas. En el caso de la Her-

mandad del Señor de los Guerreros, el madero, la antorcha y el estandarte

son su patrimonio y tiene una función importante en la ordenación de sus

miembros. La distinción se da por el representante de cada grupo.

Para la peregrinación pápago, los símbolos distintivos son el bastón peregri-

no, las flechas emplumadas del chamán y de su ayudante, las que portan en su

mano, durante todo el camino, así como las imágenes santas que cada peregrino

lleva y que provienen de su propio altar familiar. Aquí tampoco existe, como en

los otros casos, un texto que indique la procedencia de los peregrinos, se trata

más bien de flechas emplumadas que le permiten, al chamán y su ayudante, co-

municarse con San francisco, dios y las divinidades pápago, o también a través

de los cantos al sol, en lengua indígena, por parte de los tres cantadores.

En el caso de la peregrinación fidencista, también el estandarte fidencista

distingue a la cabalgata, la misión y la Iglesia del buen Pastor de Castaños,

a la que pertenece. La cabalgata recuerda una práctica del Niño fidencio de

andar a caballo.

Portar estos símbolos en las peregrinaciones católicas es una práctica común

desde épocas antiguas, recordemos que el peregrino es un viajero-extranjero de

donde es necesaria su identificación. Ya los peregrinos que se dirigían a Santiago

de Compostela en España (Vázquez de Parga. et al, 1948, TI: 124-125), porta-

ban la indumentaria del peregrino que consistía en calzado fuerte y cómodo,

abrigo corto, sombrero de fieltro de ala ancha que protegiera del sol y la lluvia

y el bastón que lo protegía de animales y lo ayudaba en la marcha. Esta indu-

mentaria se convirtió en hábito y por las leyes, la protección del peregrino que

servía de salvoconducto. Todavía a mediados del siglo xix, los peregrinos llevan

el bordón, la calabaza y un abrigo corto adornado con conchas.

En las peregrinaciones en cuestión, el peregrino es reconocido no sólo por

los estandartes, sino por su marcha en fila, sus cantos, los sombreros para

protegerse del sol y los plásticos para protegerse de la lluvia. Esta condición

permite que algunos de los peregrinos sean alimentados, hospedados y sacia-

dos de su sed por la población que se encuentra por su paso y que comparte

sus creencias religiosas. No obstante, el paso por algunos ejidos, por ejemplo

en la peregrinación hacia la Sierra de Gamón, es necesario pagar peaje para

obtener la autorización de los ejidatarios de introducirse a su territorio para

poder llegar al santuario.

Esta información nos lleva a plantear la importancia de los nexos entre

peregrinos y la población que se encuentra por el camino, como parte de la

conformación de las regiones.

regiones Peregrinas

En un primer momento la historia puede darnos algunas pistas sobre los vín-

culos entre la población peregrina y el santuario, aunque no para todas las pe-

regrinaciones, pues recordemos que se trata de rituales y de algunos santua-

rios de origen reciente, que por otro lado, no todas han sido documentadas.

Es tentadora la posibilidad de establecer una relación directa entre pere-

grinos y comerciantes, relación que de hecho existe pero que no es determi-

nante en las peregrinaciones, ya que muchos de los peregrinos en cuestión, no

comercian en el santuario, sólo visitan a la imagen y se regresan a sus hogares

después de salir de la iglesia.

En cuanto a los comerciantes que se instalan en los santuarios, solamente

pude constatar que algunos que ofertan objetos religiosos y los fotógrafos de

paisaje, son los que se desplazan de un santuario a otro, conociendo el ciclo

festivo en la región. Esto sucedió en Tizonazo, La Sierra de Gamón, ambos en

durango y en Espinazo, Nuevo León.

Ya desde la cristiandad medieval, los caminos hacia los santuarios eran

caminos recorridos por comerciantes, se trataba de vías que unían lugares

sagrados y por donde circulaba el oro y la plata. Estos lugares consagrados

eran también oratorios, almacenes y mercados (Vázquez de Parga, et al.

1948, TI:9). real de Catorce como centro minero, puede encajar muy bien en

esta perspectiva, ya que en su época de auge, a fines del siglo xix, los caminos

y las vías de ferrocarril se veían engrosadas por comerciantes que llevaban

diversos productos. Charcas y Villa de la Paz como pueblos mineros tuvieron

66 67

relación con real de Catorce en épocas diferentes. Inicialmente, el vínculo fue

religioso ya que desde Charcas se evangelizó la zona apoyándose en la misión

de San francisco. Con el auge de real de Catorce éste dejó de pertenecer a

la jurisdicción de Charcas, elevando al rango de curato a Catorce, en 1780, y

pasando Charcas a ser doctrina, en 1789. Con el decline de la importancia del

real, la población emigra, no se tiene documentación sobre los inicios de este

santuario para las peregrinaciones, sin embargo, sabemos que la imagen santa

de San francisco no es patrona del pueblo y que la documentación más anti-

gua de peregrinos a este santuario, data de 1918 y concernía a la población de

Charcas (Montejano y Aguiñaga, 1975: 4,40-42, 216, 222). de Villa de la Paz

sólo sabemos que fue un fundo de mineral inicialmente explotado en 1895,

(Idem: 189). La población de Villa de la Paz y de Charcas no reconocen a

San francisco como un patrón de los mineros, en todo caso, el hecho que una

peregrinación baje y la otra suba al altar habitual a la imagen santa, muestra

fuertes nexos entre la población que fue evangelizada por franciscanos quie-

nes la consideran “peregrino”.

de Villa de Cos no tenemos información histórica sobre el nexo con real

de Catorce y los peregrinos aluden constantemente a los poderes otorgados a

la imagen, a su fe y a que es un santo peregrino, argumentos que los mueven

para irlo a visitar a pie. En su memoria tampoco establecen el vínculo de San

francisco con los mineros. de la peregrinación de Villa de Cos a Plateros,

sabemos que es movida por la fe que los peregrinos le tienen al Santo Niño de

Atocha, y que el santuario del señor de los Plateros, data de la época colonial,

y está ligado a la actividad minera y al burgo de San Cosme.

de la peregrinación de La Laguna-Nasas a la Sierra de Gamón no existe do-

cumentación histórica, sabemos que la aparición de la virgen de Guadalupe, en

el paredón de una barranca, se da en el siglo xix y que la hermandad se organiza

en el siglo xx. La misma imagen es clara muestra de sus poderes al mover a tanta

población que la concibe como Nuestra Madre. La organización de la herman-

dad responde también a intereses eclesiásticos de controlar varias regiones del

estado de durango, evitando que la imagen peregrina, siendo tan demandada,

transite en el estado de Coahuila. No obstante existen algunas explicaciones lo-

cales sobre la fecha de aparición de la virgen, la cual comentan que también

data del siglo xvi, a imagen y semejanza de la del centro de México. Esta última

información muestra el interés de proporcionar una mayor profundidad en el

tiempo de esta práctica para legitimarla, tanto como la de la Villita.

San José del Tizonazo, santuario del Señor de los Guerreros, fue un pueblo

de misión jesuita para evangelizar a los tepehuanes y no se sabe cuando llegó

la imagen del Cristo, aún cuando se menciona la existencia de uno grande en

un inventario jesuita de 1753. Es importante mencionar que la peregrinación

de la hermandad reconstruye la antigua provincia de Santa bárbara, actual-

mente dividida por los límites estatales de durango y Chihuahua (Cramaussel

y Álvarez, 1994:178-181, 206). En la memoria de los peregrinos existen un

hecho importante: la aparición de la imagen en un mezquite significando su

deseo de permanecer en este pueblo, pero también, la lucha encarnada con los

indios guerreros, de allí argumentan la procedencia de su nombre. Vemos la

importancia de una imagen desde la época colonial hasta nuestros días.

Magdalena de Kino es un centro importante para los pápagos desde época

colonial. El nombre del santuario lleva el nombre del misionero jesuita, cuya

labor de evangelización fue importante en esta zona, además que sus restos

yacen en este santuario. francisco Xavier es la imagen jesuita venerada por

los pápagos tanto en este santuario, como en sus hogares, pero la fecha de

festejo es la del franciscano. La imagen y la fecha expresan la influencia de

ambas órdenes en la zona4.

El santuario del Niño fidencio se crea con su muerte en 1938 y marca su re-

greso en espíritu ocupando el cuerpo de una persona. El Niño, como se le cono-

ce, curaba y practicaba cirugías con medios rudimentarios, llegando su celebri-

dad a conocimiento del Presidente de la república Plutarco Elías Calles, quien

lo visitó en el tren presidencial. Sus restos fueron sepultados en la casa donde

vivió, erigiendo allí una iglesia y dando pie a la creación formal de la Iglesia

fidencista, la cual nace, de acuerdo a la familia política del Niño fidencio, por

la necesidad de proteger a los mediums de los ataques de la iglesia católica. Así

el santuario se ve invadido cada año, en marzo y octubre visitando los lugares

donde el Niño practicaba, y continúa practicando en espíritu, sus curaciones.

4 Para más información sobre este tema, ver Alvarado (2007).

68 69

Observamos que cada organización religiosa funciona para cada tipo de

desplazamiento y para la forma de relacionarse con el santuario y sus autori-

dades. Vemos cómo peregrinos generan redes peregrinas y en el caso contra-

rio, cómo se da su vínculo con el santuario y la imagen santa. En todos los ca-

sos, el peregrino establece un nexo directo con las imágenes santas, las cuales

forman parte de su historia, y en algunos casos, la profundidad histórica del

santuario se liga directamente al culto.

La organización religiosa nos muestra, en cada peregrinación, una ima-

gen, un santuario una región, cargos y símbolos, antiguos o recientes. Esta

perspectiva temporal es básica para comprender los distintos momentos de la

historia, los diferentes saberes que componen las organizaciones y que son ex-

presados en las peregrinaciones. La imagen más clara, es el peregrino pápago

llevando el bastón, una imagen santa, siendo dirigido por el chamán, quien a

su vez, porta sus instrumentos terapéuticos: las flechas emplumadas.

La enfermedad y la muerte están presentes en la organización peregrina y

es la que nos interesa abordar.

la enfermedad y la muerte

En todas las peregrinaciones la presencia de la enfermedad y la muerte son

aspectos que aparecen, en grados diversos, en la vida del peregrino y en la

organización religiosa. Es el motor de la peregrinación de Charcas debido al

accidente minero que cobró varias vidas; está presente en la indumentaria

luctuosa, la túnica morada y en el ciclo festivo de la muerte de Cristo, en la de

la Hermandad de los morados; en las mandas que cumplen los peregrinos en

lugar de sus familiares difuntos, enfermos o ausentes por la imposibilidad de

regresar a México, al vivir como ilegales en Estados Unidos y en la pérdida de

un ser querido. En muchos casos se peregrina con la presencia desgarradora

del ausente. También el pago de un favor recibido motiva la peregrinación

provocando el gozo de estar frente a la imagen santa. En estos momentos de

soledad o de gozo, el peregrino está ligado a esa imagen.

Identificar las características de la construcción social de las imágenes san-

tas en cuestión, es el tema del siguiente apartado.

Capítulo III construcción social de las imágenes santas

La importancia de las imágenes santas radica en el poder que le confieren los

peregrinos para hacer milagros como intercesores ante dios. Muchos peregrinos

aluden a dicho poder, pero también a su acción limitada por la voluntad de dios.

En las peregrinaciones de nuestro interés, los participantes fueron movi-

dos por la fe que le tienen a la imagen santa, pero también por el deseo de par-

ticipar en la fiesta. Las imágenes fueron aparecidas, ellas mismas decidieron

quedarse en el santuario para ser veneradas o fueron resultado de una cons-

trucción ideológica, a partir de las reliquias de un santo, según se efectuaba

en la cristiandad. También vemos que en tres santuarios, la imagen que atrae

a los peregrinos no es el patrón o patrona del lugar, es decir, que el santuario

fue fundado posteriormente al pueblo, con una imagen diferente que atrae

a los peregrinos. Es el caso de real de Catorce, pueblo fundado en la época

colonial con la advocación de la virgen de la Concepción, patrona del lugar,

pero el santuario fue formado con la imagen de San francisco. Es también el

caso del Santuario de Plateros, Zacatecas, cuyo nombre se debe al Señor de

los Plateros, imagen ligada a la actividad minera pero el santuario es visitado

por el Santo Niño de Atocha, que atrae a todo tipo de fieles, ya no se enfatizan

los oficios. finalmente, el santuario de Magdalena de Kino, cuya patrona es

María Magdalena, a quien se le debe el nombre del lugar, y le anexaron ‘de

Kino’ en honor al jesuita que evangelizó la región y que fue sepultado allí

70 71

en 1711. Pero el santuario es creado con la imagen jesuita de San francisco

Xavier. El resto de las peregrinaciones se dedican a las imágenes santas que

crearon el santuario y que son patronas del lugar. Hablamos de la virgen de

Guadalupe en la Sierra de Gamón, del Señor de los Guerreros en Tizonazo,

durango y del Niño fidencio en Espinazo, NL.

Peregrinación fecha de inicio y motiVo

culto imagen de Peregrinación

sexo imagen

Parentesco Patrono santuario

Villa de la Paz, -real de Catorce, San Luis Potosí

1980deseo de participar

católico San franciscoImagen de evangelización y aparecida en santuario

Masculina IntercesorCaracterísticas acuáticas

Virgen de la Asunción

Charcas-real de Catorce, San Luis Potosí

1977Accidente mina ‘Calezazo’

católico San franciscoImagen de evangelización y aparecida en santuario

masculina IntercesorCaracterísticas acuáticas

Virgen de la Asunción

Villa de Cos, Zacatecas-real de Catorce, San Luis Potosí

1960fe y deseo de participar

católico San franciscoImagen de evangelización y aparecida en santuario

masculina IntercesorCaracterísticas acuáticas

Virgen de la Asunción

Villa de Cos-Plateros, Zacatecas

1960fe

católico Niño de AtochaImagen de evangelización

masculina intercesor Señor de los Plateros(Cristo) 19 marzo

Juan E .García-Sierra de Gamón

1940 católico Virgen de GuadalupeImagen aparecida

femenina Nuestra madre Virgen de Guadalupe

Jiménez, Chihuahua- Tizonazo, durango

1960Hermandad Señor de los Guerreros

católico Señor de los GuerrerosImagen de evangelización y aparecida en santuario

masculina Nuestro padre Señor de los Guerreros(Cristo)

Tubutama-Magdalena de Kino, Sonora

1997manda de un chamán

Católicoindígena

San francisco XavierImagen de evangelización

masculina IntercesorCaracterísticas acuáticas del ancestro femenino ho’ók

María Magdalena

Castaños-Coahuila-Espinazo-Nuevo León

1938Iglesiareliquia

Católico-espiritualista

Niño fidencioImagen santa construida según las reliquias en la cristiandad

masculina intercesor Niño fidencio

Tabla 5. Imágenes santas en las peregrinaciones

Las imágenes aludidas en las peregrinaciones, forman parte o siguen la

influencia del catolicismo regional. Los dos San franciscos, el Niño de Atocha,

y el Cristo del Señor de los Guerreros, llegaron con los misioneros, sólo que

los pobladores le dieron el sentido regional que ahora tienen. La virgen de

Guadalupe y el Niño fidencio son creaciones locales, la primera alude a una

virgen de la Nueva España, a una virgen mexicana en el norte y el segundo,

a una imagen creada en Nuevo León. En el caso pápago la apropiación del

catolicismo en al religión indígena está presente y en el fidencismo, la síntesis

entre cristianismo y espiritualismo.

Es común escuchar, en otros santuarios, las apariciones de las imágenes

santas, y el deseo de quedarse en el lugar donde las personas los encuentran,

desde Nuevo México (Howard y Lamadrid, 1999:16) con el Señor de Esquipu-

las, hasta Chiapas con el Señor de Tila (Monroy, 1995:19).

Conociendo las formas en que los peregrinos se relacionan con las imáge-

nes santas, ahondaremos en las cualidades y poderes que les confieren.

nuestra madre

La virgen de Guadalupe apareció en un paredón, llamado localmente relís, de

la Sierra de Gamón, a fines del siglo xix. La silueta de la imagen fue formada

por la humedad que provocaba el chorro de agua que corría por el paredón.

Esta aparición propició la visita de fieles a una barranca completamente des-

habitada. Las multitudes llamaron la atención de la Iglesia, de tal forma que

el Arzobispo González y Valencia determinó colocar una imagen en el lugar,

evitando que los fieles veneraran, como lo indica el cura, “la chorrera que se

hace en la peña”. También se autorizó una imagen peregrina que recorrería

anualmente cada una de las regiones que conforman la hermandad. desde

entonces se construyó una iglesia en el acantilado y los miembros de la Her-

mandad trabajan para acondicionar y mejorar tanto el camino que lleva al

santuario como la iglesia y las escaleras que llevan a ella.

A la virgen se le festeja su aparición el 12 de mayo pero como la fecha es

cercana al día de las madres, el 10 de mayo, las dos celebraciones se hacen

cada año. Cabe mencionar que una de las hermandades celebra la fiesta el 10

72 73

de abril, debido a desavenencias

entre los miembros de la herman-

dad, pero aún así, el ciclo de pere-

grinar de la virgen se inicia en las

fiestas del 12 de mayo.

La virgen de Guadalupe es

concebida como Madre de todos

los mexicanos, es querida y ado-

rada como se hace con nuestras

madres respectivas y ella tiene un

comportamiento igual para con

sus hijos. En un texto creado, por

uno de los peregrinos, se expresa

claramente esta idea:

Señora de Gamón reina de todo la república MexicanaTú nos das tu bendición con tus santísimas manos…

Tú velas por todo el mundo de cualquier país que seaY no distingue a nadie de la religión que seaNuestra señora de Gamón es una cosa bonitaPorque aquí está Nuestra Madre y su agua bendita

En este fragmento se alude a la virgen como madre y como reina de México.

Es recurrente en los peregrinos el decir que tienen dos madres, la consanguí-

nea y la virgen de Guadalupe. recordemos al miembro de la mesa directiva

de la Hermandad Guadalupana quien ante la pérdida de su madre consan-

guínea, no emigró a Estados Unidos como su demás familia, para quedarse a

servirle a través de la Hermandad, cuidando también de sus terrenos. Es la

misma idea de otro peregrino que menciona, al despedirnos en el santuario

“llevo los regalos para mis dos mamás: un casete de música [para la virgen] y

unos dulces [para su madre consanguínea]. La relación madre e hijo también

funciona con la virgen en el sentido de dar el consentimiento sobre la mujer

que se casará con sus hijos, así un peregrino menciona: “yo sólo le pido a la

virgen que me revele a la mujer que me toca, para no estar sólo en la vida”.

La imagen que se tiene de la virgen es el de una estrella que guía, es reina

del cielo, reina soberana y luz del día, como lo atestiguan las alabanzas que

se le cantan. durante la fiesta, un sonidista que presta el servicio de leer pú-

blicamente cartas enviadas a la virgen, de aquellos que no pudieron asistir,

también complace con canciones que le son dedicadas a la virgen. del extenso

repertorio que hay en la música mexicana, escuchamos insistentemente una

canción, interpretada por Marco Antonio Solís, ex -integrante del grupo mu-

sical Los bukis: “tu eres la estrella más hermosa de la creación”.

Los peregrinos mencionan que la misma gente acude al santuario porque

“…le hablan [a la virgen], le dicen, le suplican y si los oye, por eso viene la

gente aquí tan emocionada, da gusto, tristeza, llora la gente”. Las emociones

dejan ver la relación del peregrino con una madre. Para todos, la virgen no

abandona a sus hijos, como ellos dicen, “no nos desampara bajo su manto”.

La virgen es peregrina en las extensas regiones que conforma su herman-

dad y por ello llega al santuario solamente durante la fiesta: ella visita perma-

nentemente a sus hijos, vela por ellos. Así visita cada pueblo de cada región,

cada casa de cada pueblo, aunque sea un momento para que le recen un rosa-

rio. durante su peregrinar hace recorridos a las parcelas, a los establos, a la

labor [campo] de sus hijos, donde cultivan jitomate, alfalfa, calabaza y donde

cuidan sus animales. Es una madre que está atenta y desea el bienestar laboral

de los suyos, por lo que inspira en sus hijos composiciones en estas visitas:

Guadalupe de GamónPatrona de este lugarAl ejido VallecitosNos viniste a visitar

El respeto que le tienen evita que en su fiesta, en donde le dedican dispa-

ros de armas de fuego, haya peleas y tiroteos como lo indican: “[hay] mucha

gente, mucho plomo, habrá rivales, se oye mucho que algunos están en contra

[peleados] pero aquí se les olvida, se topan cara a cara y gracias a mi padre

dios, … no ha pasado nada”. Ella da el respeto pues como en el santuario no

Foto 3. Madre peregrina por las regiones de la Hermandad Guadalupana, (foto: Lorenzo Armendáriz).

74 75

existen autoridades civiles “como aquí no hay gobierno, el gobierno semos

unos con otros”, la virgen exige el orden requerido.

A esta imagen materna aunada a lo mexicano, a lo propio de Nueva España

distinguiéndolo de España, se le refiere como morenita por ser de México, un

país de origen indígena. Así se conjuga también el papel de la Cristiada donde

la bandera y la cruz se unen para definir también a lo mexicano, con la fe y el

cariño que se le profesa a la virgen de Guadalupe:

Para el mexicanoSer guadalupanoEs algo especial

Los visitantes al santuario reconocen la fe y el amor que le tienen a la

virgen, el sacrificio que implica el viaje por el peligro de recorrer un camino

peligroso por sus escarpadas rutas de terracería.

Los milagros o favores obtenidos son diversos, como diversos los problemas

que aquejan. Así un matrimonio acude a pie con un hijo de 3 años, para agra-

decerle a la virgen el que el pequeño conservara su pie, el cual se quemó en un

accidente. Así el niño logró caminar hasta el primer tiradero: Las Alelías. Esta

práctica nos habla también de la enseñanza, desde temprana edad y en el seno

familiar, sobre la relación que se establece con la virgen de Guadalupe.

La virgen es sujeto de disputas eclesiásticas entre los curas de algunas re-

giones por donde peregrina, ya que ellos presionan para que la imagen per-

manezca en la iglesia, garantizando el control de las limosnas y provocando

sentimientos encontrados, así como una infinita tristeza en los miembros de

la hermandad, por la falta de comprensión para que ella continúe visitando a

sus hijos en sus casa, pueblos y ejidos sin presiones.

El santuario como espacio de visita propicia en encuentro con los seres

queridos ya difuntos. Un señor de edad avanzada comenta: “..mi abuelo venía

cada año y se quedaba allí donde estaba un mezquite [subida a la iglesia], todo

mundo lo conocía, ya que murió me decían [la gente]: “Orita miramos a su

güelito, allí estaba, pero yo nunca les decía que ya estaba muerto, dicen que

es peligroso, la gente se espanta”.

El que los peregrinos acudan anualmente al santuario a ver a Nuestra Ma-

dre no está ligado al pago de una manda o a la petición de un favor, se debe a lo

que ellos denominan con el término de devoción. Para el viejo de la danza de la

pluma, su promesa de bailar se debe al agradecimiento por la salud de su fami-

lia: “yo andaba de chivero y tenía un hermano en el hospital, mi esposa también

estaba enferma, … allí prometí que si para ese día de la santa cruz, llegaba [con

vida] mi familia, yo le bailaba a la virgen hasta donde pudiera, yo no cobro,

negocio no es”. En este caso la promesa de danzar es de por vida pero hay otros

donde, se cumple lo prometido y el peregrino continúa yendo cada año a visitar

a la virgen guadalupana, a este acto se le denomina devoción.

Otra mujer señala la importancia de la virgen en su vida y en la de su

familia, aún reconociendo la existencia de otras imágenes milagrosas: “hay

una ilusión muy grande, porque yo he visitado muchas partes [santuarios]

también pero nunca he sentido lo que he llegado a sentir aquí… [silencio] soy

bien llorona, peor que oiga la música, ¡olvídese!, estoy llorando pero será mi

fe que le tengo.., los favores que me ha hecho… muy grandes”.

Lo anterior nos lleva a definir a la virgen de Guadalupe como madre pro-

tectora, atenta, dedicada con sus hijos pero también amada y honorada.

nuestro Padre

El nombre del Señor de los Guerreros, alude a la lucha entre españoles e in-

dios tepehuanos de la región, en la época colonial. La imagen del Cristo llegó

con los jesuitas en el siglo xvii y se le conoce también como el Señor del Tizona-

Foto 4. danza Guadalupana en la Sierra de Gamón, durango, (foto: Lorenzo Armendáriz).

76 77

zo, porque apareció en un mezquite

quemado, llamado localmente tizón o

tizonazo. Esa aparición se interpretó

como el deseo de tener allí su santua-

rio y así se hizo. Las fechas en que se

celebra es el primer viernes de mar-

zo, fecha de inicio del ciclo de cuares-

ma, la semana santa misma y el 26 de

junio, fecha en que sudó.

A la imagen expresiva de Cristo

adolorido es uno de los cuatro Cris-

tos de caña ubicados durango. Uno

es el Señor de Mapimí en Cuencamé;

otro, el Señor del Santo Entierro en

Santiago Papasquiaro y finamente,

el Señor del divino Pastor en Canat-

lán. Al Señor de los Guerreros cuyo

rostro y cuerpo manifiestan la vive-

za, se le otorgan cualidades humanas. El día que sudó, el 26 de junio, venía de

Indé, de la fiesta de San Juan, y al llegar a su propia iglesia comenzó a sudar.

La gente afirmaba que el sudor se debía a un milagro tan grande que había

efectuado. Se dice que él ve a todo aquel que le habla, lo hace con esos ojos tan

vivos. Igualmente posee voluntad ya que aún cuando le están construyendo

su iglesia más grande, es él quien decide si se cambia a ella o no: “Si el Señor

quiere salir a su casa nueva [iglesia]…, si no pos allí se queda”. de la misma

forma, se considera tener un corazón amoroso para con sus hijos.

El Señor de los Guerreros es considerado Padre, creador del universo y le agradecen las hermosuras con que lo llenó: Gracias te doy padre míoGracias te doy padre amadoY gracias le tributemosA Jesús sacramentado

Los motivos que mueven al peregrino para visitar al Señor de los Guerre-

ros son variados, por enfermedad, deudas de sus difuntos, problemas, buena

suerte en el trabajo o simple curiosidad. Una señora afirma: “tenía un hijo

muy enfermo, de siete meses, -me dicen- ¿tu vas a ir Loreto?, si -digo - , con

todo y zapatos, vine y ya mi hijo salió [de la iglesia] jugando”, curado. Otro

señor menciona el aprendizaje de venerar al Cristo, recibido desde la infan-

cia: “traemos nuestra cuitas1, nuestros pensares, nuestros problemas y des-

de niños nos enseñaron esto, nos trajeron aquí”. Un peregrino de forward,

Texas, menciona “vine por curiosidad, me gustó lo que contaban en la peregri-

nación y me devolví con una meta, [sollozos], … de volver y ser otra persona.

Ahora tardo ocho días en llegar, vengo tocando por todas las iglesias y cuando

me voy, me voy con un corazón muy en alto, renovado”.

Un grupo de agroganaderos de la región también expresan los motivos de

su visita, mencionan la fe y los favores que el señor de los Guerreros les ha

hecho. durante sus estancias en el santuario, piensan en los hijos que están

estudiando en el extranjero, en cómo estarán y enseñan la devoción a los niños

pequeños, llevándolos con ellos.

Los peregrinos que acuden a visitar al Señor de los Guerreros son movidos

por la fe, característica del ser humano, como un señor afirma: “.. las perso-

nas que no tienen fe, pos esa persona me imagino que está como un mueble

[vehículo], que no tiene dirección, anda en tinieblas toda la vida, y los que te-

nemos fe, vamos luchando día con día, con la esperanza de mi Padre dios”.

Panchito

San francisco es una imagen heredada de la labor evangelizadora franciscana

en la región y en el santuario está presente desde fines del siglo xix y principios

del xx. El pueblo de real de Catorce fue fundado con la imagen de la Purísi-

ma Concepción pero el poder que se le confiere a Panchito, hace que atraiga

a los peregrinos. El nombre de Panchito alude al cariño y respeto que se le

tiene a la imagen santa, así los peregrinos relatan: “Panchito era peregrino,

1 Aflicción, desventura, anhelo.

Foto 5. El Señor de Los Guerreros, Nuestro Padre escuchando a sus hijos, Tizonazo, du-rango, (foto: Lorenzo Arméndariz)

78 79

ahí lo traían [peregrinando] pero el

ya no quiso salir [de peregrino], se

regresaba”, este hecho lo interpreta-

ron como el deseo de San francisco

de quedarse en su santuario para ser

honorado. Así se quedó en la capilla

del panteón pero posteriormente lo

pasaron a la parroquia.

La fecha de celebración a San

francisco es el 4 de octubre, tiempo

de las últimas lluvias de temporada, a

esto se debe que se le reconozcan sus

cualidades acuáticas materializadas

en el cordón de su habito, de donde se

explica la procedencia de la frase con

la que se identifican a estas las últimas

lluvias: el cordón de San francisco.

En el salón de retablos de la iglesia

observamos las imágenes plasmadas que narran accidentes, sequías, enfermeda-

des de animales y familiares que conciernen a los peregrinos de Charcas, Villa de

la Paz y Villa de Cos. Evidentemente que estos testimonios abarcan a población

de otros lugares de la república Mexicana, pero llaman la atención, los temas

recurrentes de los habitantes de los lugares de interés. Actualmente aparecen pe-

ticiones para obtener un grado escolar y un título de licenciatura. O, la exalta-

ción del tratamiento por parte de médicos alópatas de Texas, lo que proporciona

prestigio, pero reconociendo que aún así, le piden el alivio a San francisco. Estos

favores reflejan la importancia de la imagen, el origen y la historia de la persona.

Los peregrinos reconocen a San francisco en su labor de intercesor ante

dios. Así los peregrinos de los pueblos mineros, no reconocen a San francisco

como el patrón de los mineros, incluso adjudican la devoción de cada persona

una imagen santa y ésta puede ser diferente. Las visitas anuales de los pere-

grinos, son un acto de voluntad, ellos no se ven forzados por pagar mandas,

aunque esto no quiere decir que no lo han hecho.

Los sentimientos hacia la imagen son patentes, un peregrino expresa: “a San

francisco fue el único que le habló mi padre dios y le transmitió su sangre.

Sentimos aquel amor, aquella confianza hacia San francisco que vamos muy

cansados, no podemos dar ni un paso y nomás nos invocamos a él y llegamos”.

En las alabanzas aparece San francisco como una imagen milagrosa y sal-

vadora, hechos que son referidos con el término de ‘maravillas’. Uno de los

milagros recurrentes en estos cantos es la salvación que hizo de unos náufra-

gos en el mar. Los favores obtenidos de Panchito se agradecen con ofrendas,

festejándole su día y ofreciéndole una reliquia. Esta comida colectiva eviden-

cia la gratitud hacia San francisco, comida y gratitud compartida.

san francisco

San francisco Xavier es una imagen santa que llegó, en el silgo xvii, a la pa-

paguería, territorio existente antes de la instauración de la frontera interna-

cional, con la firma del tratado Gadsen, en 1854. Los jesuitas evangelizaron

la zona, la imagen santa es herencia de entonces y se festeja en la fecha del

franciscano, indicando la presencia de las dos misiones en la región. A esta

imagen se le atribuyen las últimas lluvias de octubre, denominadas “el cordo-

nazo de San francisco”. La imagen es venerada en varias iglesias del territo-

rio nacional, se encuentra en San francisquito, Sonoyta, Magdalena de Kino

y recientemente en Quitovac. En Arizona también existen iglesias, la misión

de San Xavier de bac, Arizona es la más importante, aún cuando existan otras

pequeñas. La imagen está presente en los altares familiares de los pápagos y la

más visitada es la de Magdalena de Kino, Sonora, ya que, como mencionamos,

el padre Kino, evangelizador de la región fue sepultado en este santuario y los

pápagos visitan también su tumba.

Encontramos en su culto también la petición de favores, las alabanzas y

los rezos católicos pero su figura corresponde a los seres poderosos del mundo

pápago. San francisco está ligado, por sus características acuáticas, a la ogre-

sa maritimo-lunar Ho’ók quien encarna las fuerzas del caos original y quien

domina las lluvias tan necesarias para esta “gente del desierto”. Esta idea

del vínculo entre la ogresa y San francisco aparece, de otra forma, en una

Foto 6. San francisco en el altar mayor, du-rante su fiesta, real de Catorce, San Luis Po-tosí (foto: Lorenzo Armendáriz).

80 81

alabanza dedicada la virgen de Guadalupe llamada “Paloma blanca”. En esta

alabanza aparece ahora San francisco en lugar de la virgen:

buenas noches San franciscoYo te vengo a saludarSaludando tu bellezaEn tu seno celestial

Para el pápago, San francisco Xavier “es el santo indígena que todo el

tiempo se le ha festejado en México, como en el otro lado [Arizona]”. San

francisco une en una imagen dos pensamientos, el católico y la cosmogonía

pápago. Así el peregrino reza un rosario en inglés, canta en o’odham al sol y a

San francisco, llamándole “sanfrancisquito”.

niño de atocha

El santo Niño de Atocha es la imagen que se visita en el santuario del Señor

de los Plateros. El niño llegó en brazos de una imagen de la virgen de Atocha,

tomando una gran importancia para los visitantes de esta iglesia, quizá des-

plazando así al Señor de los Plateros, en cuanto a la atracción de peregrinos.

Una alabanza alude este hecho:

Santa María de AtochaPoderosa y misioneraPermítenos que tu hijoNos proteja donde quiera

El Niño de Atocha es venerado en navidad, como el Niño Jesús, pero los

peregrinos lo festejan en el ciclo festivo de semana santa, recordando el culto

al Señor de los Plateros. El Niño porta un báculo, una canasta y una capa, es

un peregrino. Tiene por nombre Manuel y con cariño se le refiere aludiendo sus

cualidades terapéuticas. Muchas alabanzas mencionan el poder de la imagen:

Un enfermo agonizanteCuando lucha con la muerteAlcanza fuerzas y alivioCon tu imagen solamente

Los peregrinos acuden a visitar al Niño para pedirle salud del cuerpo pero

también del alma, un peregrino menciona: “Me ha traído aquí mi señor a

buscar la medicina con la que se curan las almas”, incluso la alabanza que lo

caracteriza lo refiere como un doctor:

Estamos llegandoNiño santo y gran doctorAfligidos y llorandoEn el campo del dolor

Foto 7. San francisco Xavier a la llegada de los peregrinos pápagos, (Col. de la autora).

82 83

La Celadora de canto menciona: “yo tengo treinta años caminándole al Santo

Niño, enferma, con dietas, sin tomar algo frío porque padezco de los bronquios

y para que no se me cierre la voz y porque me gusta cantarle mucho al Niño”.

El responsable de la danza refiere que el tiene diez y ocho años de danzar,

a los 15 inició como danzante y ya después como responsable, es su devoción

bailarle al Santo niño, aunque ha visto con el paso del tiempo cómo la danza

se ha ido transformando la indumentaria: “la danza de Indio ya está mistiada

[mezclada], con la de carrizo”; es decir que llevan plumas y de una, y carrizos

en las nagüas, de la otra.

El peregrino apela al poder del Niño de Atocha, poder que le confiere tam-

bién ser hijo de la virgen María, construyendo a partir de los milagros y el

sacrificio, la devoción que le tiene para curar al dolido.

niño fidencio

La vida del Niño fidencio es narrada como un niño humilde que siempre

ayudó al prójimo, al ser adoptado por una familia de Nuevo León, empezó

a demostrar sus conocimientos terapéuticos llegando su fama a ser reconoci-

da. Vestía túnicas, diferenciándose del resto de la gente, practicaba cirugías

y a su muerte regresó en espíritu, fundando misiones con seguidores en los

estados del noreste y centro del país. En 1992 se funda la Iglesia fidencista,

administrada por una familia que construye su tumba donde sus reliquias son

conmemoradas el día de su muerte: 17 de octubre, una de las fechas de gran

audiencia en el Santuario. La otra, corresponde a la fiesta del santo de su

devoción, San José, el 19 de marzo.

La toponimia del santuario, todos los lugares donde el Niño practicó cura-

ciones son ahora lugares sagrados, de esta “tierra santa” llamada Espinazo.

Las piedras de las calles del santuario son objetos sagrados que los fidencistas

se llevan para curarse pues fueron tocadas por los pies del Niño. La vida

del Niño, cuyo nombre se adjudica a su rostro infantil y afeminado, posee

las características de un santo, aún cuando las prácticas fidencistas aluden

también al espiritualismo. Este último llega al norte de México (June Macklin,

1967:530), con de los grupos de espiritismo, que funda francisco I. Madero

en Coahuila. Estos grupos fueron influenciados por el pensamiento de Allan

Kardek, quien sistematiza los principios del espiritismo (Lagarriga, 1975:24.

La información anterior nos lleva a reflexionar sobre las formas en que los

peregrinos han construido sus imágenes santas.

comentarios

En la construcción que el peregrino ha hecho de la imagen de su devoción,

sobresalen varios aspectos: la divinidad y la humanización.

la divinidad

Las imágenes santas aquí tratadas, a excepción de la virgen de Guadalupe y

del Señor de los Guerreros, juegan un rol de intercesores, abriendo el acceso

a la gracia divina. Un dicho común entre los peregrinos lo explica: “cuando

dios no quiere…santo no puede”. Con estas palabras se le otorga todo el po-

der a dios. La Virgen de Guadalupe y el Señor de los Guerreros son manifes-

tación viva de lo divino, la virgen por ser madre y el señor de los Guerreros

por ser padre, creador.

Las imágenes santas en cuestión, están ligadas, a dos formas de santidad

para la cristiandad. Una de ellas reconoce la veneración de las imágenes san-

tas (bernos, 1999:8-9), con el decreto de la XXV sesión del concilio de Trento,

en 1563, que dice: “de la invocación y la veneración de santos, de sus reliquias

y sus imágenes santas”, recordando que Jesucristo era “nuestro sólo redentor

y nuestro salvador”, condenando el abuso de las supersticiones y lo que es

contrario y deseado por dios. La otra refiere a la santidad local (Shallman,

1999:5-9) que existió hasta el siglo xviii y que reposaba en los obispos, los re-

ligiosos de las órdenes mendincantes y de las congregaciones del clero regular.

Estas autoridades organizaban el culto de los santos después de su muerte, sus

reliquias eran elevadas al altar, su tumba era venerada y le celebraban oficios

el día del aniversario de su muerte.

La primera forma, alude a las imágenes que llegaron con la evangeli-

zación y que fueron reinterpretadas de acuerdo a la historia individual y

colectiva en cada región. La segunda, es el caso del Niño fidencio, cuya san-

84 85

tidad se debe a su construcción por parte de su familia adoptiva, que creó

también la Iglesia fidencista.

La idea que nos interesa rescatar de estas formas de santidad es la de la

imagen que posee valor divino y la capacidad de cumplir milagros. Esta carac-

terística está dada justamente por el proceso de santidad que para los pere-

grinos refiere a la presencia material del santo en el cielo y en la tierra, es una

santidad que alude a la belleza, la perfección y a la vida después de la muerte.

Por ello, la ropa, los objetos que tocó, los lugares donde se detuvo o las huellas

que dejó son manifestación de lo divino, funcionan metonímicamente. Goody

(1999:91) menciona a las reliquias como una forma de representación metoní-

mica, donde la parte representa al todo y en el caso de las reliquias corpora-

les, lo inanimado representa a lo animado, lo muerto a la vivo. Así el tocar a

la imagen santa, su ropa y estar en su casa, como se le denominan a su iglesia,

es la culminación del viaje ritual donde los sentimientos que llevaron al pere-

grino a efectuar este viaje, son exaltados. Es la misma idea para las imágenes

peregrinas pues llevan su santidad a las casas y parcelas de los peregrinos.

Lo anterior refleja la idea que el peregrino tiene de la imagen santa, es mi-

lagrosa, poderosa y eterna, porque siguiendo a Jamous (1996:84), [la imagen

santa] es considerada a imagen de la pasión, muerte y resurrección de Cristo,

cuyo cuerpo es perfecto y se inscribe en el tiempo como una especie de eterni-

dad (Ibidem). A esta idea refieren los peregrinos, la dificultad de efectuar el

viaje ritual: el sacrificio del cuerpo y del alma.

Para el peregrino, la imagen santa también es coercitiva ya que demanda

el pago de los favores concedidos, deudas que se heredan a través del paren-

tesco ritual y que deben pagarse bajo la forma de ofrendas. El pago de estas

deudas rituales garantiza al peregrino y sus familiares, como ellos mencionan

“un destino cierto después de la muerte”.

Esta idea de la imagen santa está presente entre los pápagos pero atribu-

yéndole también a San francisco Xavier, las propiedades marítimas del mun-

do original, del mundo de Ho’ok. Esta misma idea aparece en la peregrinación

a Chimayó, donde el Cristo posee cualidades de la religión tewa expresadas en

el dios gemelo de la guerra que mató al gigante y ayudó a preparar la tierra

para la habitación humana (Howard y Lamadrid, 1999:15). En el caso del

fidencismo, si bien la creación santa de su imagen se efectuó siguiendo un pro-

cedimiento vigente, en el siglo xviii, en base a las reliquias, los fidencistas se

dicen también católicos, asociando a esta práctica el espiritualismo. El fiden-

cismo forma parte del espiritualismo trinitario mariano que estuvo en voga,

desde el siglo xix, con roque rojas, en la ciudad de México (Ortíz, 2003) y

otros seres en el norte del país.

Los peregrinos enfatizan la soledad en el desierto y la presencia de los

muertos, los cuales sólo pueden enfrentar con la referencia a la imagen santa

y sus poderes.

la humanización

Las imágenes santas, en todos los casos, son humanizadas, característica que

refiere a la proximidad de la imagen con el peregrino. A ellas se les habla, se

les pide, se les ofrece comida, limosna, el cuerpo sacrificado del camino y ellas

sienten, escuchan, toman decisiones y actúan, retribuyendo las ofrendas.

La virgen de Guadalupe es una madre cuya cercanía, comprensión y am-

paro en todas las manifestaciones para con ella, recuerdan a la propia imagen

materna. Por eso, el Niño de Atocha es tratado como su hijo. El Señor de los

Guerreros, también es padre, pero padre creador, honorándolo con la distan-

cia de la magnitud de su obra. Los dos San franciscos son intercesores y la

cercanía con la que se les trata los equipara al hijo de dios.

En su mayoría, las imágenes santas son masculinas, pero aún cuando sólo

identificamos a la virgen de Guadalupe como femenina, recordemos que San

francisco Xavier posee características acuáticas femeninas de Ho’ók y el

franciscano, también las posee como características de la naturaleza, asocia-

das a la madre tierra que da de comer. de la misma forma, el Niño de Atocha,

es un ser tierno y milagroso, hijo de Nuestra Madre María. La relación de

parentesco entre las imágenes, siguiendo a peregrinos que las reconocen, es de

alianza y germanidad:

86 87

Ilustración 8. relaciones de parentesco entre las imágenes.

Esta gráfica nos ayudan a comprender cómo entre los peregrinos una o tres

imágenes son santos de su devoción, adjudicándoles un parentesco. Como ve-

mos, el Señor de los Guerreros como Nuestro Padre y la virgen de Guadalupe

como Nuestra Madre, en boca de los peregrinos, los Niños son sus hijos. Pero

también se establece una relación de germanidad entre los dos San francisco

y los Niños, como intercesores ante dios. Cabe mencionar que solamente para

los fidencistas, el Niño fidencio tiene estas relaciones de germanidad, no para

los demás peregrinos que no comparten el culto.

Las características y el poder que le confieren los peregrinos a las imágenes

santas, y las relaciones que establecen con ellas, nos llevan a identificar los

nexos que durante generaciones se han tejido entre ambos, estableciendo in-

tercambios que llevarán al peregrino a asegurar su vida después de la muerte.

En este sentido, estamos frente a un ancestro familiar y regional que obliga a

venerarlo. En el caso pápago, esta relación es neta.

La fe que el peregrino tiene y deposita en la imagen de su devoción, es la

característica de la persona, sin ella sería un objeto inanimado.

Ahora corresponde identificar cómo se peregrina por el desierto, para

ofrendar a las imágenes santas.

Capítulo IV Peregrinar Por el desierto

En este capítulo abordaremos la apropiación del desierto en el trayecto pere-

grino a partir de las rutas, la geografía y las acciones, que desde el punto de

vista espacio-temporal efectúan los peregrinos.

Cada peregrinación tiene una forma diferente de caminar, todas recurren

a un rito de salida para pedir la protección para un camino difícil y peligroso,

queriendo lograr llegar con bien al santuario y sus hogares.

Las direcciones que toman las ocho peregrinaciones en su conjunto son

significativas del tipo de devoción del que se trata. Los movimientos peregri-

nos hacia los santuarios se dan de norte a sur o de oeste a este, a excepción de

los de Villa de Cos hacia Plateros y de Charcas hacia real de Catorce, que se

dan hacia el sur y el norte respectivamente. Estos movimientos son importan-

tes porque nos permiten ubicar las direcciones hacia dónde se extienden las

relaciones, dibujando las regiones de cada peregrinación. Estos movimientos

recuerdan también la dirección de peregrinaciones del catolicismo europeo

que son hacia el este, adjudicando los del sentido contrario a las peregrina-

ciones musulmanas1. Atendiendo a esta dirección, conocemos en México la

existencia de dos peregrinaciones indígenas que tienen el sentido este-oeste. Se

1 Comunicación personal de Pedro Tomé.

Señor de los Guerreros Virgen de Guadalupe

Niño de Atocha Niño fidencio San francisco Xavier San fransico

88 89

trata de la peregrinación al Golfo de California a donde acudían los pápagos

para recolectar sal, peregrinación de iniciación chamánica, y la peregrinación

huichola a Haramara, a la costa del pacífico para dejar ofrendas.

Las direcciones de las peregrinaciones del presente estudio indican tam-

bién que se trata de devociones católicas y en algunos casos, integradas a otras

filosofías como en el caso pápago o también a una calca de actividades católi-

cas bajo el nombre del fidencismo.

Nos interesa descubrir cómo en cada peregrinación se usa el espacio a par-

tir de las actividades y las rutas.

caminos hacia real de catorce

Aquí abordaremos las características de las dos peregrinaciones que salen de

Villa de la Paz y Charcas hacia real de Catorce. recordamos que los peregri-

nos, caminan a discreción siguiendo rutas vecinales y veredas.

Peregrinaciónrito de salida

recorrido lugares

remarcados actiVidades

desPlazamientoVilla de la Paz, -real de Catorce, San Luis Potosí

Pasar a la capilla de la mina a bendecirse

Capilla mina dolores arroyo empedrado-ladera-bajada vertical barranca-sierra-ventana-Potrero-tunel Ogarrio-real de Catorce

barranca-sierra –Potrero-túnel

bendición, descanso, tomar café

Charcas-real de Catorce, San Luis Potosí

bendición cura

-carretera- terracería-descanso 1º y 2º almuerzo-berrendos-cocer ampollas-descanso-Estación Maroma-ranchito-Wadley-Cristo-Mastranto-Carretas-Cuesta Arrepentido-real de Catorce

Carretera-terracería-Maroma-Cristo-Mastranto-Cuesta Arrepentido

descansos, dormir-cocer ampollas-comer- miedo de ser apedreado-Cuesta

Tabla 6. recorrido y acciones de las peregrinaciones de pueblos mineros hacia real de Catorce.

Esta peregrinación de Villa de la Paz hacia real de Catorce, fue documen-

tada en octubre del 2002. En una esquina del barrio de San José era la cita

del grupo para desplazarnos a la capilla de la mina de dolores. Los pequeños

grupos de Matehuala que hacen esta peregrinación pasan por esta capilla para

desear un buen camino. El viaje es de una noche y parece más un viaje de un

día de campo nocturno, a la imagen de las descripciones que nos hace Sallnow

(2000) sobre un viaje turístico. Existe un placer colectivo al caminar un arroyo

empedrado, veredas, subir una cuesta, caminar laderas, bajar una barranca

vertical desde donde se veía el rancho el Jato, para subir la sierra, llegar a la

ventana, bajar la sierra y llegar a Potrero para finalmente entrar al santuario.

El camino se hace a discreción y en la sierra, ayudan las flechas que marcan

grados de dificultad para subirla, destinadas a los deportistas. En cada grupo se

desplazan con grabadoras que emiten música rap a todo volumen, se disponen de

tiempo en tiempo a descansar y a compartir bebidas refrescantes y alcoholizadas,

padeciendo zapatillas que travestis portan para la caminata, disfrutando todos de

este viaje colectivo para ver a San francisco. Estas imágenes aparecen a lo largo

del trayecto observando como luciérnagas en fila las lámparas de mano.

Mapa 2. direcciones de las peregrinaciones del desierto mexicano. (Mapa de Luis Olvera a partir de un dibujo de la autora).

90 91

Al llegar a Potrero,

sentimos la cercanía

del santuario, descan-

samos tomando café en

una tienda de un fami-

liar del responsable de

grupo, posteriormente

subimos la cuesta para

llegar a la entrada del

túnel de Ogarrio y

atravesarlo a pie, esca-

bullendo a las carretas

jaladas por mulas o ca-

ballos que transportan

a peregrinos. La multi-

tud en espera de entrar

a la iglesia hizo posible

la nuestra a las 10 a.m.

Los peregrinos depo-

sitan la rosa de plata,

tocan la ropa y las ex-

tremidades de San francisco, pidiendo o agradeciendo sus favores en silencio.

Participamos en la procesión que sale de la iglesia, siguiendo un sentido anti-

horario, el Comité cargando a la imagen para trasladarla a la capilla de Gua-

dalupe ubicada en el Panteón y celebrar la misa. La procesión va acompañada

de danzas y música. Al concluir la misa, el regreso garantizaba colocar en su

altar a San francisco, cerrando así las actividades de su fiesta.

El grupo de jóvenes de la peregrinación de Charcas, documentada en sep-

tiembre del 2002, se da cita frente a la iglesia a las 10 p.m, para recibir la

bendición del cura e iniciar el camino. desplazándonos por calles del pue-

blo, caminamos por el monte para tomar una terracería, que nos llevaría a

la carretera Charcas-Matehuala y dejarla más adelante para tomar el camino

hacia Vanegas. Pasamos por berrendos para llegar a medio día a estación

Maroma, en donde nos reunimos para comer con el grupo de hombres que

salieron ese mismo día en la madrugada.

El camino es pesado pues el sueño vence. dormimos en dos ocasiones, a

orilla de la carretera, en una de ellas el tren nos despertó pues las vías eran

casi nuestra cabecera. Una madre le indicó a su hijo que se despertara pues

era hora de continuar ¿te vas a quedar aquí?, ¡ponte los zapatos! El niño

somnoliento toma sus tenis y corre, ante lo que su madre preguntó ¿a dónde

vas? y el responde “es que pisé la cama”, la madre anexa ¿cuál cama?, ¡ponte

aquí los zapatos! Todos reímos y no faltaron los comentarios “¿cómo le haces?,

eres el único que duerme en una cama”. Caminamos hasta almorzar, el sol

inclemente y la falta de agua de algunos compañeros agota la provisión del

líquido. Las ampollas en los pies impiden continuar la marcha hasta curarlas.

En estos casos, la destreza de los peregrinos para formar con aguja e hilo una

cruz blanca sobre la llaga permite continuar la marcha.

de Maroma, se continúa el viaje hasta Carretas, pasando por el Pueblito,

donde descansamos, siguiendo por Wadley, El Cristo y Mastranto. En Carre-

tas esperamos dormitando a que sean las 3 a.m. para subir la cuesta del Arre-

pentido y llegar al alba al Santuario. En esta espera uno de los mayordomos

fue en busca de dos peregrinos que aún caminaban con dificultad, llegando

más tarde con ellos. En Mastranto viven evangelistas y su presencia ha gene-

rado el rumor de que apedrean a los peregrinos, situación que ha provocado

diseñar estrategias para pasar en grupo, evitando la agresión.

En esta peregrinación la mala noche hace que el camino diurno sea eterno,

provocando la desesperación de los peregrinos. Muchos mencionaban que lo

más importante de la caminata, “lo que vale” es subir la Cuesta del Arrepenti-

do, aludiendo al arrepentimiento. Algunos peregrinos comentaban la importan-

cia de ingerir el peyote, cactus que se da en la región, para subir la Cuesta.

Los tres grupos que conforman la peregrinación, ya reunidos en el santua-

rio y formados con velas en las manos, proporcionadas por los mayordomos,

entramos a la iglesia. La danza de matachines de Charcas baila a un costado

de la misma. Los peregrinos depositan las velas en un lugar destinado para

ello y se dirigen al altar de San francisco para rezar frente a el o intentar to-

carlo. Al momento de iniciar la procesión, los mayordomos de Charcas cargan

Mapa 3. ruta de las peregrinaciones de Charcas y Villa de la Paz hacia real de Catorce, San Luis Potosí. (Mapa de Luis Olvera a partir de un dibujo de la autora).

92 93

a la imagen, van al frente con la danza y enseguida los demás peregrinos. El

recorrido se hace saliendo de la iglesia siguiendo las calles principales del pue-

blo, en el sentido de las manecillas del reloj. Al regreso colocan a la imagen al

frente del altar principal para que a partir de ese momento, pueda ser tocada

por los peregrinos.

En las dos peregrinaciones encontramos el placer del viaje en un inicio

pero también el reconocimiento del peligro que puede existir en el camino

para lo cual, el rito de salida que desee un buen viaje es indispensable. En

ambos caso se trata de una bendición, para Charcas, del cura y para Villa de

la Paz, de la imagen santa de la capilla de la mina dolores.

El camino es difícil en ambos casos, los grupos son rebasados por otros, la

caminata nocturna de Villa de la Paz, adiciona el peligro de caídas por la total

obscuridad, pero también hace permisible el consumo de bebidas alcoholizadas

en un comportamiento de desfogue. Para Charcas, en el grupo van parejas de

novios que solo en este contexto pueden in acompañados, en la madrugada, con

el permiso de los padres. Estas actividades se dan antes de llegar al territorio del

santuario, pues subir una cuesta, en ambos casos es indispensable para llegar

a su destino. Para Villa de la Paz, en Potrero se retoma una actitud de recato

para subir la cuesta que lo separa del túnel Ogarrio y para Charcas, en Carre-

tas, lugar donde inicia la subida a la Cuesta del Arrepentido.

Los peregrinos de Charcas participan en la procesión que abre el descenso

de la imagen, iniciando las fiestas de San francisco y los de Villa de la Paz,

clausurándola con de subida de la imagen.

Para la población local y para los peregrinos que visitan en ambas fechas

el santuario, Charcas y Villa de la Paz son pueblos hermanos por la tarea que

les fue encomendada, alzando su estatus en la región, debido a la importancia

del santuario en la población y en la iglesia. Para esta última, el santuario

genera ingresos importantes para las actividades de la diócesis.

La población de los tres pueblos se hermana en esta fecha y se rinden vi-

sita, como ya lo dijimos, para ofrecerse la rosa de plata. Vemos que la plata

continúa presente en estas peregrinaciones, metal que antaño estaba relacio-

nado a una vida aristocrática de opulencia.

Enseguida veremos cómo se expresa el desierto en dos peregrinaciones de

una misma región hacia dos santuarios diferentes.

caminos hacia Plateros y real de catorce

Ahora corresponde aludir a los caminos que los peregrinos de Villa de Cos,

Zacatecas emprenden hacia los santuarios de real de Catorce y Plateros.

La peregrinación de Villa de Cos hacia real de Catorce, documentada en

2002, sale de Sierra Hermosa, allí se reúnen todos los peregrinos provenientes

de los pueblos pertenecientes al municipio de Villa de Cos. Algunos, como hemos

mencionado, viajan de los estados del noreste y Texas para efectuar la peregrina-

ción. Hasta Sierra Hermosa el desplazamiento es en vehículo, pues allí se reciben

a los peregrinos y en procesión se les acompaña a la capilla para, en la madruga-

da, iniciar la caminata, siendo alimentados y hospedados por los habitantes del

lugar, continuando con la tradición del recién difunto Celador Mayor.

En la madrugada, todos reunidos en la capilla, asistimos a la integración

de nuevos peregrinos que el Hermano de la Palabra efectúa. Este, con el es-

tandarte de la peregrinación roza las cabezas de los peregrinos formados en

fila y solicita besarlo para después con agua bendita rociarnos. Este es el reco-

nocimiento como miembro de esta peregrinación que requiere de un padrino.

Generalmente los nuevos peregrinos solicitan el padrinazgo a alguien que ya

viene en el camino, fortaleciendo el parentesco ritual. Al finalizar, todos nos

formamos en fila por sexo para que cada portador de estandarte y bandera

ocupen sus lugares al centro de las filas, al canto del Ave María. La ubicación

del estandarte de Sierra Hermosa es al frente. Esta formación inicia y clau-

sura una jornada y cuando en el camino se integran nuevos peregrinos con

estandarte, se les cede la cabeza hasta llegar a la capilla de su propio pueblo.

Al iniciar nuevamente la marcha, ocupan el final de la fila. Este procedimiento

se lleva a lo largo del camino

La ruta que se sigue es un paraje, bozal, Victoria, Cardoncita, Tanque de

dolores, El ranchito, Estación Catorce, Carretas, Catorcito y real de Catorce.

El camino se hace en 5 días y a la entrada a cada rancho, los habitantes, ya sea

nuevos peregrinos o no, se aproximan para recibir a la peregrinación y poste-

94 95

riormente ofrecer agua

y comida. Al llegar a

cada rancho los peregri-

nos entonan alabanzas

que invitan a los “pe-

cadores”, es decir, a los

no peregrinos, a enfilar-

se en la peregrinación.

En el lugar de pernocta,

los pobladores ofrecen

comida y camas lim-

pias. En el camino, las

comidas se hacen por

familias y se compar-

te con todo aquel que

se aproxime, algunas

ocasiones una persona

ofrece como manda una

comida colectiva, llama-

da localmente reliquia.

Cada familia o grupo

de familia enciende una

fogata para calentar los alimentos. El espacio se divide por sexo para las necesi-

dades fisiológicas. Una ocasión el Celador Mayor dijo “los hombres p’al norte”

y alguien dijo “pa traer dinero a la familia”, continúa el celador Mayor “y las

mujeres p’al sur”, otro “pa seguirlo gastando”. Este ejemplo enfatiza la migra-

ción a Estados Unidos en una zona donde es muy fuerte.

En todo el recorrido el paisaje va cambiando desde planicies, bosques de

yucas datileras, biznagas y una pequeña sierra. En este camino las actividades

rituales son intensas pues los Ave María abren y cierran la jornada, así como

abre el descanso dando seguridad en el uso del espacio. Las Alabanzas hacen

menos difícil el camino soportando el cansancio, las Aves Marías son descansos

para el cuerpo y el alma, deteniendo las filas para ello y se efectúan cada hora o

dos dependiendo del espacio recorrido, la topografía y el cansancio; en algunos

momentos las Aves Marías se conjugan con rosarios. Al llegar a la entrada de un rancho se invita a los pobladores a integrarse a la peregrinación mediante

alabanzas, luego se efectúa una misa y se descansa. Si existen peregrinos que se

integran al contingente, al momento de partir se les acepta con un rito en la igle-

sia o capilla. En los espacios reconocidos como “peligrosos” estas actividades se

intensifican, sobre todo cantando los Ave Marías, domesticando así el espacio.

La insistencia de los peregrinos por mencionar los espacios peligrosos, dan

cuenta de su conocimiento del entorno y sus desplazamientos a pie. En estos

lugares, la existencia de plantas peligrosas como la “chaya” y la “maravilla”

que tienen espinas en forma de bastón, pueden introducirse al cuerpo atrave-

sando la ropa y dificultando sacarlas. El espacio donde abundan estas plantas

es indicado con el término “monte”, también se le define de esta forma debido

a la presencia de serpientes de cascabel, a las que les llaman “cola seca”. El

término “monte” está ligado al espacio en donde no hay acción humana ni vere-

das transitables, es el lugar de lo salvaje y de allí su peligro. Éste es el caso del

tramo Victoria-Cardoncita pues es una pequeña sierra que se debe subir para

desembocar nuevamente al desierto haciendo veredas transitables mientras se

camina. Las redes peregrinas y el parentesco ritual se acentúan hasta Victoria,

la sierra que lleva el mismo nombre y que permite desembocar nuevamente en

el desierto cambia las relaciones, pues a partir de allí, los pobladores no ofrecen

comida, ni hospedaje, ni se integran a la peregrinación. Incluso, en Tanque de

dolores, los peregrinos al dormir en la intemperie fueron agredidos por unos jó-

venes quienes escuchaban música a alto volumen y quienes estimulaban a unos

asnos a correr sobre los dormidos cuerpos de los peregrinos.

La entrada al territorio sagrado del santuario, antes de Carretas, se mar-

ca con un despliegue circular y espectacular, en sentido antihorario, de la

peregrinación y al interior del círculo se efectúa el Ave María. La Cuesta del

Arrepentido es una subida casi vertical, de seis horas a pie que se efectúa

desde Carretas hacia real de Catorce; lo difícil es la subida cuya pendiente

provoca cansancio, por ello se hace necesario descansar cada veinte minutos

de marcha; también está el tránsito constante de camionetas de pasajeros y

de camionetas 4X4 en un reducido espacio, lo que implica el peligro de los

Mapa 4. ruta de la peregrinación de Villa de Cos, Zacatecas hacia real de Catorce, San Luis Potosí.(Mapa de Luis Olvera a partir de un dibujo de la autora)

96 97

peregrinos que suben formados en filas. Sin embargo, este peligro y cansancio

están ligados al máximo esfuerzo físico y emocional de la caminata; este duro

trance será el último tramo para llegar al santuario.

En el paso anual por este espacio, el peregrino concibe al desierto como

“monte”, como peligroso y por ello, es necesario hacerlo utilizable… transi-

table mediante ritos.

Al llegar al territorio del santuario y a un pueblo habitado por evangelis-

tas, la peregrinación se despliega en círculo, de forma espectacular cantan-

do la alabanza que invita a los pecadores a sumarse a las filas. Al llegar al

santuario, esperamos la hora de entrada a la iglesia, se suma la danza y una

tambora tocando la ‘marcha de zacatecas’, levantando el orgullo zacatecano y

haciendo olvidar el cansancio. Por el altavoz, un sacerdote pide dejar entrar

a los peregrinos que llegan a pie. Mientras entramos, nos rocían con agua y

avanzamos para tocar a la imagen santa y su indumentaria.

Es permisible desplazarse hacia un extremo del santuario para juntos, des-

pedirse con lagrimas en los ojos y al terminar, emprender el viaje de regreso.

Nos vamos a despedirCon humilde reverenciaHasta el año venideroPréstanos vida y licencia

Peregrinación rito de salida recorrido lugares remarcados

actiVidadesdesPlazamiento

Villa de Cos, Zacatecas-real de Catorce, San Luis Potosí

En Sierra Hermosa, bendición e integración de nuevos peregrinos

Vehículo:Villa de Cos-La Mancha-dolores-entrada a Sierra Hermosa.Pie:Sierra Hermosa-paraje-bozal-Victoria-Cardoncita-Tanque de dolores-rancho-Estación Catorce-Carretas-Catorcito-real de Catorce

-Victoria-Cardoncita: camino más difícil= monte.- Carretas-real de Catorce: Cuesta del Arrepentido, subida casi vertical.

-Integración nuevos peregrinos.-Ave María:inicia y clausura marcha durante el día. Abre descanso, comida, da seguridad para usar espacio. -Alabanza: hacer menos duro el camino, invitar a “pecadores” a integrarse, despedida pueblo, rosarios,-Alabanza-círculo-Ave María, entrada territorio santuario. Pernocta pueblos

Villa de Cos-Plateros, Zacatecas

Misa y bendición cura

Charco blanco-Las ratas-entronque Chichimequillas- -Santa Elena-campos cultivo-Estación San José- Laguna Seca- Valle-Potrero-Plateros

Las ratas (asaltos), Estación San José (olor)

Integración nuevos peregrinos.Ave María:inicia y clausura marcha durante el día. Abre descanso, comida, da seguridad para usar espacio. Alabanza: hacer menos duro el camino. rosarios. Encuentro danza territorio santuario

Tabla 7. recorrido y acciones de las peregrinaciones de Villa de Cos a Plateros y real de Catorce.

La peregrinación de Villa de Cos hacia Plateros, documentada en febrero del

2003, sale después de haber participado en la misa que celebra el cura en la

madrugada y después de haber recibido su bendición con agua bendita. En filas

por sexo esperamos la colocación de los estandartes y banderas con el Ave

María, para iniciar la marcha en medio de nubes de polvo.

En esta ocasión falleció la hija del que inició estas columnas, como también

llaman a la peregrinación y a la formación en filas. Era el comentario de los to-

dos durante los primeros días de la marcha, aludiendo a su importante papel

en la peregrinación, una vez fallecido su padre.

Las actividades que se efectúan durante la marcha, son semejantes a la

peregrinación anterior, como las alabanzas, las Ave María para abrir y cerrar

la jornada, para los descansos y la utilización del espacio, y rezos.

Foto 8. Ave María, limpiando la entrada al territorio del santuario de San francisco, (foto: col. de la autora).

98 99

Asiste médicamente

una ambulancia y reli-

giosamente dos sacer-

dotes de la parroquia,

confesando a los pere-

grinos en el trayecto y

en los descansos. Los

vehículos con las perte-

nencias y alimentos se

desplazan inicialmen-

te para instalarse en el

lugar convenido para

tomar los alimentos y

encender las fogatas.

La ruta es Char-

co blanco, Las ratas,

Chichimequillas, Santa

Elena, campos de culti-

vo, Estación San José,

Laguna Seca, Valle,

Potreros y Plateros. El

camino se efectúa en tres días pernoctando a la intemperie y en la plaza de

un rancho. En un punto, Santa Elena, la danza y un grupo de peregrinos del

pueblo de bañón, se integra a la peregrinación inclinando en la punta las ban-

deras y estandartes para saludarse y seguir la marcha juntos.

La caminata se hace en filas por sexo yendo al centro los estandartes de los

pueblos participantes y al frente el de Villa de Cos. Se camina por rutas veci-

nales y solamente en un tramo por campos de cultivo de maíz haciendo difícil

la marcha. Solo hay dos lugares en los que los peregrinos ponen énfasis, uno

es Las ratas, lugar reconocido como peligroso por los asaltos y otro, Estación

San José, debido a su mal olor por aguas putrefactas, además por ser el segun-

do punto de pernocta, el cual se cambió por las mismas razones. No obstante

los peregrinos reconocen que la puerta del desierto es Santa Elena, espacio

“sólido”, de soledad, que permite ir cerca de dios, “como platicando con el”.

Los lugares para descansar y para dormir están destinados previamente,

se comparten los alimentos y se organizan para ubicar los espacios para dor-

mir por grupos de familias ya que las dos noches son a la intemperie.

La llegada al territorio del santuario lo marca un Potrero, donde la danza

guadalupana encuentra a la peregrinación con cohetes para dirigirse juntos

al santuario. A la entrada de la iglesia, el sacerdote de Villa de Cos y su ayu-

dante, reciben bendiciendo con agua a los peregrinos. Pretenden mantenerlos

formados en el atrio sin resultados, pues en grupos acuden a ver y a rezarle

al Santo Niño. Como la imagen está ubicada en la parte superior del altar

principal no es posible tocarla y a la salida del salón de retablos, una religiosa

porta una imagen de bulto para que sea tocada. Ya en el atrio, todos formados

y los estandartes colocados en la puerta de la iglesia, se oficia la misa, al final

el cura proporciona el nombre del nuevo Celador Mayor, del Secretario y del

Tesorero y cita a todos los celadores a una reunión. La peregrinación se des-

integra y cada quien realiza su regreso.

Mapa 5. ruta de la peregrinación de Villa de Cos hacia Plate-ros, Zacatecas.(Mapa de Luis Olvera a partir de un dibujo de la autora)

Foto 9. Encuentro a los peregrinos y saludo de banderas y estandartes en la peregrinación a Plateros, (foto: Lorenzo Armendáriz).

100 101

Estamos frente a dos peregrinaciones que siendo efectuadas por población

de la misma región, sus características son diferentes en cuanto a la interven-

ción de la Iglesia Católica y el uso del espacio. En ambos casos el rito de salida

da seguridad, pero en la peregrinación hacia real de Catorce, este rito forta-

lece las redes peregrinas, el parentesco ritual y marca el reconocimiento como

peregrino. Tomando en cuenta las cadenas, como metáfora de las relaciones

peregrinas, éstas sólo pueden comprenderse con las actividades. La región

está conformada por los pueblos que participan con su estandarte y banderas,

el orden de estos, en el camino, indica el lugar que ocupan en la región y las

relaciones entre los demás pueblos. Como los mismos peregrinos afirman, el

orden de los estandartes y banderas “es como un almanaque”. Claramente

vemos la deferencia que se tiene, al ceder la cabeza de la peregrinación, a un

estandarte que se integra o que recibe a la peregrinación en su propio pueblo.

Es también en el caso del saludo de estandartes entre la peregrinación de Villa

de Cos con la de bañón, muestra de respeto y cortesía de dos conocidos.

El intercambio de productos de la cosecha, de los peregrinos de Villa de

Cos, por comida y sabanas limpias de los pobladores que viven en los ranchos

rumbo a real de Catorce, es la singularidad en esta peregrinación, acentuan-

do el intercambio en los compadrazgos.

Estas relaciones regionales se diseñan también en la topografía del paisaje

hacia real de Catorce. Hasta Victoria se dan intensamente las relaciones entre

peregrinos y pobladores ya que la sierra de Victoria las borra para adentrar

a los peregrinos a un lugar desconocido, donde pueden incluso, ser agredidos,

como sucedió ese año en Tanque de dolores.

En cuanto a la actividad ritual, ésta está marcada por lo peligroso del desier-

to provocándola. No obstante en la peregrinación hacia real de Catorce es muy

clara la relación entre Ave María y uso del espacio, actividad que lo domestica.

Aquí se reconoce el peligro del desierto materializado en cactos y animales como

la víbora de cascabel, un ser que habla de lo que sucede en el desierto y a quien

se debe evitar. En la peregrinación hacia Plateros, un peregrino reconoce la

importancia de transitar el desierto para comunicarse con dios.

Los despliegues circulares y espectaculares en el camino hacia real de Ca-

torce, son en dos ocasiones, cuando se llega a un rancho protestante, acción que

expresa la importancia del catolicismo en esta práctica y cuando se ingresa al

territorio del santuario para iniciar la subida a la Cuesta del Arrepentido. En

este último caso, el despliegue exige también el Ave María, dando por sentado

la llegada al territorio del santuario. En el camino hacia Plateros, la entrada al

territorio del santuario se da con el encuentro de los danzantes y cohetes. Vemos

la necesidad de marcar con acciones rituales el ingreso a este territorio.

En ambos casos, estar frente a la imagen, y en uno, el tocarla, marca la

eficacia del viaje. Se despiden los peregrinos con lágrimas en los ojos, asegu-

rando regresar el año venidero, pero los responsables de la de Plateros, se

quedan a una reunión con el cura.

Vemos cómo el control de la iglesia en la peregrinación hacia Plateros de-

termina las relaciones regionales y el uso del espacio, mientras que la que va

hacia real de Catorce, es parte del sacrificio que se debe ofrendar a San fran-

cisco, caminar por el desierto peligroso, ritualizándolo para poder utilizarlo. Ahora abordaremos a las peregrinaciones cuya organización es en

cofradías y hermandades.

caminos hacia la sierra de gamón y tizonazo, durango

La peregrinación de la Laguna-Nasas, documentada en mayo de 2003 y 2004,

hacia la Sierra de Gamón, sale de Juan E. García, en donde se reúnen los

peregrinos de esta región. El desplazamiento se hace en vehículo hasta el 2º.

Tiradero pasando por La Goma, Sapioriz, Pedriceña, Velardeña, Cuencamé,

Yerbanís, Peñón blanco, San diego, El Indio, Las Alelías, Segundo tiradero,

la Cuesta de la Araña y la Sierrita. A partir del segundo tiradero se continúa a

pie hasta el Santuario. El camino se realiza en un día para permanecer varios

en el santuario. Sólo cuando a esta región le toca llevarse o regresar la ima-

gen peregrina hay actividades rituales en el segundo tiradero y el camino al

santuario. Esto sucedió en 2003, cuando la Hermandad de la región Laguna-

Nasas se llevaba a la Virgen Peregrina, se efectuó una velación en el segundo

tiradero acompañando con alabanzas, para en la madrugada iniciar el viaje

de regreso. A la llegada a Juan E. García, la música, la danza y una conglo-

meración esperaban para entrar al pueblo cargando a la virgen, acompañan-

102 103

do con los tiros de ar-

mas de fuego. Al año

siguiente, entregaba a

la virgen de Guadalu-

pe al santuario, culmi-

nando su ciclo anual

de peregrinaje por la

región. Esta despedida

se dio con una velación

y una misa para iniciar

la marcha hacia la Sie-

rrita. Los peregrinos

que acompañaban a la

imagen cantaban ala-

banzas. En el segundo

tiradero se organiza el

descenso hacia el san-

tuario.

En el camino, los

vehículos se esperan en

Peñón blanco, lugar

donde se adquieren los últimos víveres faltantes. Al iniciar la marcha, en esta

ocasión, se descompuso la camioneta donde nos desplazábamos, provocando la

solidaridad de los compañeros, entre los que había mecánicos, hasta que fue

reparada. Seguimos caminos ejidales para comenzar a subir la sierra. El ca-

mino es peligroso por su estrechez para que pase un vehículo de carga y por la

pendiente que requiere de la destreza para subir sin el peso de los peregrinos.

En estos momentos se invoca a la imagen santa pidiendo su ayuda para llegar

con bien.

También el peligro se alude en la estrecha vereda para el tránsito peato-

nal en la peregrinación que desde el segundo tiradero debemos hacer hacia

la Sierrita. En esta vereda se distingue una bajada del camino de Guadalupe

Victoria, con formas de telaraña, de donde proviene el nombre de la Cuesta.

También observamos una cruz dedicada a un difunto que murió ahogado.

Teniendo al frente el arroyo seco, pensamos en la temporada de lluvias que

pudo ocasionar dicho deceso, pero el dueño de los burros donde cargamos

la comida, cobijas y agua, sorprende con su comentario: �se ahogó porque

iba comiendo pinole y no pudo respirar por lo agitado de la caminata”. La

misma estancia en el santuario es considerada peligrosa pues este espacio

únicamente se habita durante la fiesta y es denominado “monte”, ya que

se deben efectuar trabajos de limpieza para ocuparlo, quitando la hierba y

ahuyentando a los animales.

Esta vereda se recorre a discreción y se efectúa en una hora. Al llegar al

santuario la hermandad de la región Laguna Nasas ya tiene destinados los

espacios que ocuparemos los peregrinos. Llegando, inmediatamente visitamos

la iglesia ubicada en un acantilado y regresamos a instalarnos para participar

de la fiesta, esperando a los demás grupos de peregrinos.

La peregrinación de Jiménez, Chihuahua, hacia el Tizonazo, durango,

sale a pie después de participar en una misa destinada a los peregrinos. La

ruta que siguen es Villa López, Zapata, Villa Coronado, La Conquista, Ojo

blanco, Santa Teresa, La boquilla, Puerta Cabrera, rancho de Peña, el ce-

menterio y Tizonazo. El camino se efectúa en cinco días, pernoctando a la

intemperie y las plazas de los ranchos.

Peregrinación rito de salida recorrido lugares remarcados

actiVidadesdesPlazamiento

Juan E.García-Sierra de Gamón

viaje regreso de la virgen peregrina: velación y misa sacerdote

Vehículo: Juan E. García-La Goma- Sapioriz-Pedriceña-Velardeña-Cuencamé-Yerbanís-Peñón blanco-San diego-El Indio-Las Alelías-2· tiradero-Cuesta Araña-Sierrita

2· tiradero- La Sierrita: vereda peligrosa, monte.

Alabanzas esporádicamente.Viaje regreso con virgen rosario, alabanzas2º. Viaje rosario virgen

Jiménez-Tizonazo

misa Camino madrugada, Villa López-Zapata-Villa Coronado-Ojo blanco-Santa Teresa-Puerta Cabrera-casa destruida- rancho de Peña-cementerio, Tizonazo

Camino madrugada, Villa López-Zapata-Villa Coronado-Ojo blanco-Santa Teresa-Puerta Cabrera-casa destruida- rancho de Peña-cementerio.

Alabanzas, misas en pueblos, rezo y canto cementerio, descanso, comida

Tabla 8. recorrido y acciones de las peregrinaciones hacia la Sierra de Gamón y Tizonazo, durango

Mapa 6. ruta de la peregrinación de Juan E.García a la Sie-rra de Gamón, durango. (Mapa de Luis Olvera a partir de un dibujo de la autora).

104 105

El camino se hace a

discreción y solo van en

grupo las personas que

portan el estandarte, el

madero y la antorcha.

durante el camino se

pasa a rezar a las capi-

llas de los ranchos o a

escuchar misa, el pre-

sidente de la Herman-

dad insiste que estas

visitas tiene el fin de in-

vitar a más personas a

que formen parte de la

Hermandad. Acuerdan

previamente los lugares

de pernocta y de com-

partir los alimentos. A

partir de Puerta Ca-

brera se marca el ingre-

so al territorio del san-

tuario y es donde el cura de Indé, a donde pertenece el santuario, los recibe,

oficia misa y bendice a los nuevos peregrinos acompañados de sus respectivos

padrinos. de este punto los peregrinos se van alternando el cargar los símbo-

los peregrinos y cantando alabanzas.

Se detienen en el cementerio que se encuentra por su paso para rezar y cantarle

a los muertos, a los difuntos hermanos para juntos llegar al santuario e instalarse.

Acompañados de una guitarra cantan:

Más allá del solMás allá del solYo tengo un hogarHogar dulce hogarMás allá del sol

En esta ocasión en el propio santuario el cura bendijo a los nuevos pere-

grinos colocándoles la cuerda y banda respectivas del acto. Los Hermanos

vestidos con su indumentaria y en grupo, acompañados del cura y del grupo

de agricultores, acuden a ver al Señor de los Guerreros. Su permanencia en el

santuario indica la participación en las actividades de la fiesta.

En ambas peregrinaciones existe un fuerte control de las actividades en el

santuario por parte de la iglesia, y es el lugar donde los peregrinos pasan hasta

una semana para participar de la fiesta, como veremos más adelante.

En el camino hacia la Sierrita, el peligro del ‘monte’ término aplicado al

santuario por la existencia de animales en la maleza, a los tramos difíciles de

una carretera improvisada, así como a la vereda hacia la Sierrita, son espa-

cios definidos por lo peligroso, mismos que son domesticados con la invocación

a la imagen santa, así como con su uso durante la fiesta.

La ruta del camino hacia Tizonazo, es motivado por la invitación a inte-

grarse como hermanos , a los pobladores por su paso. La entrada al territorio

del santuario se da en Puerta de Cabrera donde las actividades rituales co-

lectivas se intensifican, especialmente en la parada en el cementerio, donde es

importante cantar a los difuntos.

Mapa 7. ruta de la Peregrinación de Jiménez Chihuahua ha-cia Tizonazo, durango. (Mapa de Luis Olvera a partir de un dibujo de la autora)

Foto 10. Portadores de símbolos peregrinos, patrimonio de la Hermandad de los morados, ca-minando en grupo, (foto: Lorenzo Armendáriz)

106 107

El peligro y los difuntos mueven acciones colectivas en ambos casos, tema

que encontramos de otra forma entre los fidencistas.

camino hacia esPinazo

La peregrinación de Castaños hacia Espinazo, Nuevo León, documentada en

marzo del 2003, se hace en carreta y a caballo. La salida está marcada por un

rito en la Iglesia del buen Pastor, dirigido por la directora y en presencia de

todos los fidencistas de la misión. La directora pide un buen camino y entona

una alabanza:

Vamos angelicas tropasYa nos vamos a marcharA seguir a nuestro reyA la patria celestial

La ruta que sigue la cabalgata es las Pompas, Los Marquez, baján, La Joya,

Presa de Chairez, Cerro de la Campana y Espinazo. El camino se efectúa en

un día y medio, pernoctando en el rancho La Joya. En esta ocasión se siguió la

vereda paralela a la vía del tren, pero en un punto, debido a las fuertes lluvias

del día anterior, fue necesario continuar por la carretera Monclova-Saltillo

para posteriormente retomar el camino cercano a la vía del tren. En algunos

momentos el camino es difícil para la carreta pues las fuertes lluvias de un día

anterior habían estropeado la ruta, peligrando el voltearla.

Por ello, durante los tramos difíciles, cuando se atasca la �carrucha� y es

sacada a tirones con sogas que jalan los jinetes. El conductor debe ser muy

hábil y efectuar maniobras rápidas para evitar lodazales o un mal tramo,

que cuando ocurren son momento propicio para invocar al Niño fidencio y

al Niño de Atocha, a quienes les piden que les permita salir bien del percan-

ce. En un momento, la directora aseguró sentir al Niño. Tal es el drama del

momento, que las emociones son variadas y posteriormente son comentadas

con regocijo.

El trayecto permite

comentar la topografía

de los cerros como el

del dragón cuya forma

se le aparece o bien, co-

mentar la flora y fauna

de la región, misma que

utilizan para fines tera-

péuticos. Así, utilizan

arbustos y cactus para

atender dolores de

oído, calenturas, dolor

de huesos, de encías y

cortadas; o aceites de

tejón o zorrillo para

combatir la bronquitis.

La única pernocta

es en La Joya, en casa

de un matrimonio fi-

dencista quienes ofre-

cieron un delicioso pla-

tillo del flores de yuca. Este lugar propicia recordar las anécdotas del camino

regocijándose de ellas. El conductor que llevaba nuestras pertenencias, en

un vehículo prestado, fue visto por un familiar conduciendo por las calles de

Castaños, diciendo ¡hay primo, ahora si andas a pie¡, provocando el orgullo

del conductor y la risa de todos. El comentar la inexperiencia de los jinetes

para montar y al bajarse caminar con los pies abiertos o la espera para evitar

Mapa 8. ruta de penitencia-cabalgata hacia Espinazo, Nuevo León. (Mapa de Luis Olvera a partir de un dibujo de la autora).

Peregrinación rito de salida recorrido lugares remarcados

actiVidadesdesPlazamiento

Castaños-Coah-Espinazo-NL

Iglesia del buen Pastor: rezo, canto

Carrucha-caballos: Castaños-Las Pompas-Los Marquez-baján-La Joya-Presa del Chairez-Cerro la Campana-Espinazo.

Presa de Chairez-Cerro de la Campana: camino que se hace eterno.

Alabanza, invocaciones, descanso, comida, encuentro danza- territorio del santuario

Tabla 9. recorrido y acciones de la peregrinación hacia Espinazo, Nuevo León

108 109

que se quedaran atrás, era también motivo de regocijo. de la Joya continua-

mos el camino por una carretera de terracería, a lo lejos se veía el Cerro de

la Campana, pero desde ese punto, la Presa de Chairez, el camino se hace

eterno. Esta entrada cuesta enormemente y el tiempo parece pasar sin llegar

al destino. A los pies del cerro de la Campana, la misión formada en filas y

los guardias, esperan el encuentro de la cabalgata, ofrecen agua fresca para

saciar la sed y juntos nos desplazamos al santuario para girar en torno al piru-

lito, lugar de toda llegada y posteriormente acudir a la tumba del Niño, donde

las autoridades de la Iglesia fidencista esperan a la cabalgata-misión.

En esta peregrinación los peregrinos se reconocen como soldados de cristo,

recordando también las luchas contra el mal, el peligro de voltearse en la ca-

rrucha debido a los lodazales, incita a invocar al Niño fidencio o de Atocha.

La entrada al territorio del santuario se marca por la dificultad de llegar a la

tierrita santa, otro nombre dado al santuario, porque esta entrada cuesta por

la penitencia y por el significado del Cerro de la Campana donde yacen los

maderos de las materias difuntas. En el trayecto se reconocen las plantas y sus

usos, recordando la importancia de estas en las prácticas terapéuticas, una de

los fundamentos del fidencismo.

Ahora corresponde describir el camino pápago hacia el santuario de San

francisco en Magdalena de Kino, Sonora.

camino hacia magdalena de Kino, sonora

La peregrinación de Tubutama hacia Magdalena de Kino, documentada en

2003, sale en grupo después de que el chamán, responsable de la misma, pro-

porcionó los bastones a los peregrinos y ya en la iglesia dijo unas palabras

en o’odham para que, uno a uno, pasaran a tocar las imágenes con el bastón

pidiendo buen viaje. Posteriormente un funcionario de cultura de la reser-

vación de Sells y una mujer pápago de Caborca, Sonora dieron también, en

lengua o’odham, unas palabras de aliento. Al final, en el ocaso, da inicio el

recorrido a pie siguiendo la carretera hasta el santuario, antecedidos y prece-

didos por vehículos que portan las pertenencias, agua y comida.

La ruta dura cinco días pasando por el paraje, el arroyo, la Capilla, el

puente, Las Cebollas, el arroyo, el puente, el paraje, la entrada a la mina y el

santuario. Cada día, al alba, los tres cantadores cantan al sol; se descansa y

almuerza; a medio día el chamán efectúa limpias a los caminantes sahuman-

do las cabezas con humo de hediondilla, nombre local de la gobernadora, y

pasándoles las plumas de sus flechas. Limpia también el camino con la misma

operación para que el paso de los peregrinos sea sin peligro pues en el reco-

rrido, el paisaje está invadido de arroyos, cactus, reptiles y aves peligrosos

para la salud. Por las noches, en donde se pernocta, cada peregrino deposita

su bastón recargado a una pared, sus imágenes religiosas y fotografías de fa-

miliares fallecidos. A manera de altar todos estos objetos son iluminados con

veladoras. El chamán reza un rosario en inglés y proporciona recomendacio-

nes, en o’odham, para el día siguiente.

Peregrinación rito de salida recorrido lugares remarcados

actiVidadesdesPlazamiento

Tubutama-Magdalena de Kino,Sonora

-Velación Pozo Verde, rosario (Sells)-Tubutama: rosario entrega bastón, tocar imágenes, palabras

Pozo Verde-Tubutama-paraje-arroyo-capilla-puente-Cebollas-Arroyo-Puente-paraje-entrada mina

Pozo Verde-Tubutama-paraje-arroyo-capilla-puente-Cebollas-Arroyo-Puente-paraje-entrada mina. Trayecto huellas, plumas de aves, animales muertos, ruidos serpiente

Cantos-sol, Limpias descansosHospital-críticasLimpias peregrinos y camino-entrada territorio santuarioPernocta 1- pueblo, 3 desierto

Tabla 10. recorrido y acciones de la peregrinación hacia Magdalena de Kino, Sonora

Foto 11. Cabalgata fidencista, (Col. de la autora).

110 111

Caminamos sobre la carretera, bajo un sol inclemente que obliga a des-

cansar en los momentos más intensos para poder continuar la marcha, así

los puentes eran nuestro mejor cobijo, cuando los había, de lo contrario de-

bíamos dejar de caminar tratando de buscar refugio en la escasa sombra de

los mezquites, pernoctando en pleno desierto y solamente una ocasión nos

quedamos en un rancho. El trayecto estuvo marcado por lo que se denomina

peligroso y que llevaba a efectuar acciones rituales.

Cuando la peregrinación formada en filas, avanzaba y el Chamán, yendo

a la cabeza, la detenía, esto se debía porque había escuchado a una serpiente

por entre el zacate, una tarántula cruzaba la carretera, encontraba plumas

de aves o a las aves mismas sobre el camino o solamente sus huellas. Ante

estos encuentros, el chamán limpiaba con agua sus plumas y al animal o al

piso donde estaba la huella, en ocasiones él integraba las plumas a su bastón

si se trataban de búho pero si eran de zopilote, las enterraba. Hasta entonces

podíamos seguir caminando.

Este procedimiento permaneció a lo largo del viaje, ritualizando el espacio.

Estas prácticas aluden al peligro que el desierto posee para el pápago y parti-

cularmente el de los animales salvajes con los que no se puede tener contacto

y, para evitarlo, fue necesario que el chamán estableciera puentes entre esos

espacios y los peregrinos para poder continuar sin dificultades, evitando de esa

forma tener contacto con las huellas del animal. Esto indica que el peregrino po-

see un estado delicado que le impide relacionarse con lo salvaje, lo peligroso.

Los cantadores intervenían, a medio día, durante las limpias que realizaba

el guía y un ayudante. Así por la mañana, después de salir el sol o a medio día

nos deteníamos para ser limpiados y descansar. Mientras los colaboradores

y el guía cortaban gobernadora y buscaban leña, nosotros formados en dos

filas, esperábamos el inicio de las limpias. Al frente de la fila y al centro se

ubicaba la fogata y sobre ésta la yerba, esta posición permitía invadirnos del

humo de gobernadora, mientras uno a uno éramos limpiados con flechas em-

plumadas, acompañados de los cantos. Esta acción concluía con las limpias

que mutuamente se daban el guía y el ayudante.

Mapa 9. ruta de la peregrinación de Tubutama a Magdalena de Kino, Sonora. (Mapa de Luis Olvera a partir de un dibujo de la autora)

foto 12 Chamán pápago limpiando con su bastón de plumas y humo de hediondilla a los pere-grinos, (Col. de la autora).

112 113

El último día de caminata, a aproximadamente 3kms de Magdalena, a la

entrada de una mina, el chamán efectuó una limpia general y una especial a

dos jovencitas embarazadas. Las sentó al centro del círculo que formamos,

girando en un inicio en sentido antihorario, él rezó rosarios, les pasó por su

cuerpo las plumas de su flecha, les colocó en las coyunturas de los brazos una

pomada y les dio a beber agua. Esta limpia general enfatizó la entrada al te-

rritorio del santuario, todos debíamos entrar limpios.

comentario

El conjunto de las peregrinaciones muestran aspectos comunes como el rito de

salida para pedir un buen viaje pues como peregrino-extranjero es necesario

estar protegido en otros territorios. Lo peligroso del desierto está presente, de

forma diferente en las peregrinaciones hacia la Sierrita, de Villa de Cos hacia

real de Catorce y nítidamente en la que se dirige a Magdalena de Kino. En las

dos primeras bajo las acepciones de ‘monte’, inhóspito y salvaje por los peli-

gros de enfermar y en la tercera observamos claramente el mapa cognoscitivo

del desierto en la vida pápago.

Los espacios con huellas de animales o los mismos animales concebidos

como peligrosos, recuerdan la enfermedad llamada ka:cim nombrada bajo

la categoría de “objeto peligroso”, misma que se ve envuelta por entidades

de “camino” y “fuerza” (bahr et al, 1974:19-21). Así los animales, sus plu-

mas y huellas forman parte de estos agentes cuya fuerza puede enfermar.

Los síntomas son variados, el dolor de cabeza es provocado al tocar plumas

de zopilote; el sueño intenso por las de búho y la pérdida de memoria por ob-

servar la serpiente de cascabel (Idem: 284-298). La cura implica limpias con

flechas emplumadas, humo y canto en sesiones terapéuticas, como sucedió

en el trayecto de esta peregrinación. En este caso vemos claramente como

una devoción católica se integra al saber pápago, donde el chamán es pieza

clave en esta invención de la tradición, mostrando a la vez, la dinámica de

las practicas rituales.

Lo peligroso entre los pápgos, refiere a las actividades de la cacería y el ciclo

de vida, etapas llenas de prescripciones para protegerse de las entidades de ca-

mino y fuerza antes aludidas2. En estas tres peregrinaciones vemos al cuerpo en

crisis como indispensable en las diferentes formas de apropiación del desierto.

El resto de las peregrinaciones expresan en mayor o menor medida una

relación con la crisis provocada por la muerte o la enfermedad. Por ejemplo

la ruta hacia Tizonazo expresa enfáticamente una relación con los difuntos,

por efectuar la única parada del trayecto en el cementerio, pero ya en terri-

torio del santuario. La de Espinazo por tratarse de un culto al espíritu cuyo

fundamento es la terapéutica. La de Villa de la Paz por efectuarse en un espa-

cio nocturno, permisible al desfogue cercano a la muerte, como un peregrino

afirma “[lo que hacemos] … es como cuando uno rinde cuentas”, acciones que

suceden también en los carnavales. La de Charcas se caracteriza por las ac-

ciones permisibles del noviazgo antes de la entrada al territorio del santuario,

como sucede en la de Villa de la Paz; es decir, el camino mismo permite estas

acciones. La de Plateros alude a la posibilidad que da el desierto de comuni-

carse con dios por la soledad que representa para estar en comunión con el.

Los círculos en sentido antihorario en Carretas y en la mina de las peregri-

naciones de Villa de Cos haci rEla de Catorce y la pápago, son espacios que

evidencian la entrada al santuario, se trata de un camino que diseñaron los

ancestros, e indican el tiempo que ellos habitan, de allí lo peligroso del desier-

to. Por ello se visita a lo hermanos difuntos del cementerio, antes de llegar a

visitar al Señor de los Guerreros.

de la misma forma, el sentido horario de las procesiones en real de Cator-

ce, representa el tiempo de los humanos. Ambos sentidos se conjugan en las

peregrinaciones y son expresadas por los peregrinos como “es lo que cuesta

para llegar ::[a la imagen santa].

También hemos visto que algunas peregrinaciones, como organización re-

ligiosa tienen una actividad intensa en el santuario, territorio que veremos

enseguida.

2 Una explicación detallada sobre estas prácticas pápago puede verse en Alvarado (2007).

114 115

toPonimia del santuario

Otra información espacial nos la da la toponimia del santuario, la cual está

ligada al origen de la peregrinación y al contenido de las prácticas religiosas.

En todas las peregrinaciones observamos que tanto la salida está marcada con

un rito, el desplazamiento caracterizado por lo peligroso, así como la entra-

da al santuario. En las dos peregrinaciones de pueblos mineros observamos

cómo el territorio del santuario está marcado en El Potrero, pueblo cercano

a real de Catorce y en Carretas, lugar donde se inicia la subida de la Cuesta

del Arrepentido. Para la peregrinación de Villa de Cos, es la explanada que

antecede Carretas, previa subida a la Cuesta del Arrepentido. En las tres

peregrinaciones, el espacio en el santuario se concreta en la iglesia, donde se

ubica San francisco, las calles de la procesión, y en un caso, el cementerio,

donde se ubicaba antiguamente la imagen de San francisco y donde se oficia

misa, así como la plaza. Esta última es el espacio de convivencia, de los pere-

grinos, antes de dejar ese mismo día el santuario. Observamos que para las

tres peregrinaciones, la llegada al santuario implica subir una cuesta, peque-

ña desde el Potrero y casi vertical desde Carretas. Este movimiento de subir

es condición para culminar con el mayor esfuerzo y estar frente a San fran-

cisco. Los peregrinos no participan de la feria, ni adquieren objetos religiosos

o suntuarios y específicamente los de Villa de Cos, inician inmediatamente el

regreso, después de ver a la imagen santa.

Peregrinación toPonimia santuarioVilla de la Paz, -real de Catorce, San Luis Potosí Potrero, iglesia, calles hacia el cementerio, plaza

Charcas-real de Catorce, San Luis Potosí Cuesta del Arrepentido, iglesia, calles principales, plaza

Villa de Cos, Zacatecas-real de Catorce, San Luis Potosí

Cuesta del Arrepentido, iglesia, cementerio, plaza

Villa de Cos-Plateros, Zacatecas Potrero, iglesia, pueblo

Juan E.García-Sierra de Gamón, durango Sierrita: Iglesia, calabrote, zapote, Charco del Ahogado

Jiménez, Chihuahua-Tizonazo, durango Puerta de Cabrera, cementerio, iglesia

Tubutama-Magdalena de Kino, Sonora Entrada la mina, iglesia, tumba del Padre Kino,

Castaños-Coahuila-Espinazo-Nuevo León Presa de Chairez, pirulito, tumba Niño fidencio, Iglesia, El columpio, La dicha, El Charquito, El Cerro de la Campana

Tabla 11. Toponimia del santuario.

La peregrinación hacia Plateros también subraya el ingreso al territorio

desde el Potrero, donde la danza va a su encuentro. Los espacios significativos

del santuario son la iglesia, donde se ubica la imagen del Niño de Atocha que

motiva el viaje. El pueblo casi fantasma con los puestos de objetos religiosos

cubiertos por mantas, que indican poca actividad. Los peregrinos hacen el

viaje de regreso después de concluir la misa oficiada por su propio párroco.

En Tizonazo el territorio del Santuario está marcado por el rancho Puerta

de Cabrera a donde el párroco les da la bienvenida pero también por el ce-

menterio, lugar de culto a los ancestros, antes de ingresar a la iglesia donde se

encuentra la imagen del Señor de los Guerreros. Los miembros del grupo de

Jiménez participan organizando la entrada de los peregrinos a la iglesia pues

estos van cada día en aumento, asistiendo al párroco y participando de las

velaciones. El pueblo es visitado por los peregrinos viendo los productos que

se venden desplazándose entre el lugar donde pernoctan y la iglesia.

El santuario de la Sierrita marca su territorio desde el Segundo tiradero,

donde se dejan los vehículos para iniciar la marcha a pie. La toponimia del

santuario es el Calabrote, la iglesia, el Zapote y el Charco del Ahogado. El

nombre de la Sierrita responde a que se trata de una barranca deshabitada

y solamente durante la fiesta, se puebla llenándose de puestos de objetos re-

ligiosos, leña, agua y comida. La iglesia está construida en un acantilado en

cuya oquedad mana agua. El Calabrote es el nombre dado a una larga cuerda

gruesa utilizada en un paredón, pagando así una manda, para descender con

el padrino (a) a la iglesia, pasando por el lugar donde apareció la virgen de

Guadalupe estampando su silueta. El Zapote es un árbol de donde parte la

procesión, llamada localmente el saludo general, y el Charco del Ahogado es

una poza de agua cuya profundidad permite la habitación de un ser que traga

a la gente y en cuyos paredones próximos se apareció también la imagen de

la virgen de Guadalupe. En estos espacios se desarrolla la fiesta teniendo la

participación activa de los miembros de la Hermandad Guadalupana Lagu-

na-Nasas para las mañanitas el día de las madres, el saludo general el 11 de

mayo y la procesión del santísimo. Todas estas actividades son acompañadas

de disparos de armas de fuego a manera de cohetes, prohibiendo la ingestión

de bebidas alcohólicas.

116 117

El santuario del Niño fidencio se compone por varios lugares de fuerte

asistencia. El Pirulito es el lugar de llegada para dirigirse a la tumba del Niño

en penitencia acompañados de los jinetes y la misión. El columpio se encuen-

tra en la casa que fuera del Niño y es donde hacía hablar a los mudos, La

dicha es donde atendía a los leprosos, El Charquito es un estanque de agua

putrefacta donde se bañaban y bañan los enfermos, el Cerro de la Campana

es donde yacen los maderos de los mediums fallecidos y donde se practican

curaciones y se toca música para el baile. Todos estos lugares son de fuerte

actividad ritual en el santuario y los peregrinos los visitan, al tiempo en que

participan en las actividades de la iglesia, como las misas y escenificando pas-

torelas. En ocasiones se organizan bailes públicos con música grupera, en la

cancha de basket bol.

El santuario de Magdalena de Kino marca su territorio desde la entrada

a la mina, donde se efectúa una limpia colectiva a los peregrinos. La Iglesia,

donde se ubica la imagen de San francisco y la tumba del padre Kino, son los

lugares de visita obligada. Aquí los pápagos se quedan varios días a participar

en la fiesta, observar las danzas de venado y pascola de indígenas vecinos,

paseándose por el pueblo y asistiendo al bar o’ódham para tomar una cerveza

y para bailar la música de grupos pápago.

La toponimia del santuario demuestra que es un lugar de poder, del poder

de dios alrededor del cual se reagrupan sus intercesores, es decir las imágenes

santas, sus oficiantes y los fieles. La toponimia es más compleja en la Sierrita

donde cada lugar está permeado de la imagen de la virgen Guadalupe, ya

sea en el paredón, la iglesia, las nubes que diseñan su silueta, en el agua del

Charco del Ahogado y en todas las acciones que la conmemoran. Como dice

un peregrino, “[todo esto] ¡es el encanto¡” al disparar su arma de fuego, ¡es

nuestra madre! En Espinazo también se percibe la complejidad de la toponi-

mia pues cada lugar cobra sentido en las prácticas que efectuaba en ellos el

Niño fidencio. Para las demás peregrinaciones el territorio está marcado ya

sea por subir una cuesta, por una barranca montuna, por un trayecto que se

hace interminable y en todos por la presencia de la imagen santa. En todos

los casos, observamos la dificultad que implica para el peregrino ingresar al

territorio del santuario, vislumbrando la presencia ante la imagen santa.

Existe un contexto que forma parte de la vida en los santuarios. Se trata

de la feria, venta de objetos religiosos, domésticos, juegos mecánicos y el bai-

le. Por las noches el santuario fuera de la iglesia se transforma en aquellas

oscuras y mojadas calles que desembocan en las luces de los juegos mecánicos

y los restaurantes de música y variedad donde las bebidas embriagantes cir-

culan encarecidamente. Este es el caso, de real de Catorce, Tizonazo, Mag-

dalena de Kino y Espinazo. Los pápagos poseen un bar específico llamado

“bar O’odham” a donde acuden a ingerir bebidas y bailar con música de sus

propios grupos.

La totalidad de las peregrinaciones anteriormente aludidas, tienen en común

la categoría temporal que arroja datos importantes en un contexto desértico, es

momento de abordar las características temporales de las peregrinaciones.

características temPorales de las Peregrinaciones

En el desierto, los peregrinos dividen el tiempo en dos temporadas, la seca

y la de lluvias. La primera va de noviembre a mayo, ubicando el invierno de

noviembre a enero. La segunda va de junio a octubre, ubicando la canícula

en agosto. Los tiempos de efectuar las peregrinaciones indican también una

relación con el medio, las imágenes y la organización religiosa.

En la tabla siguiente vemos cómo la mayoría de las peregrinaciones se efec-

túan en la fecha cercana a la fiesta de la imagen santa, cómo el ciclo de tres

peregrinaciones que abre, festeja y cierra la fiesta de San francisco de Asís en

real de Catorce, corresponde a la temporada de la últimas lluvias asociadas

al “cordón de San francisco”. O también la de San francisco Xavier, a quien

se le asocia las últimas lluvias denominadas localmente “el cordonazo de San

francisco”. Las demás peregrinaciones se efectúan en plena temporada seca,

tiempo de la muerte de Cristo. La de la Sierrita festeja a la Virgen de Guadalu-

pe, en su día, pues “es Nuestra Madre” afirman los peregrinos, pero también

el día que se apareció en el paredón, un 12 de mayo, en plena temporada seca.

La peregrinación hacia Tizonazo, durango está asociada al ciclo festivo crísti-

co, abre con ella la cuaresma y la semana santa. La de Plateros, se asocia tam-

bién al ciclo de los Cristos y San José aún cuando la mueve la imagen del Niño

118 119

de Atocha. El Cristo, Señor de los Plateros atraía a los peregrinos, pero hubo

un desplazamiento de la imagen por la del Niño, quien posee atributos crísti-

cos, como la fecha de la peregrinación. finalmente la de Espinazo, la imagen

del Niño, en temporada seca, atrae a los peregrinos en la fecha del santo de su

devoción, San José. Lo cierto es que los demás seres espirituales que se con-

gregan a lo largo y ancho del santuario atraen también a los peregrinos.

Considerando las temporadas, las imágenes masculinas se asocian a la tem-

porada seca como Cristo, San José y el Niño de Atocha. Las imágenes que

poseen características acuáticas, asociadas a la temporada de lluvias son los

dos San francisco, el jesuita festejado en el día del franciscano y el francisca-

no mismo. La virgen de Guadalupe, se asocia a fines de la temporada seca, la

única imagen femenina, que como madre peregrina activamente todo el año.

Existe una correlación entre recorrido a pie nocturno, parte de la ma-

drugada y diurno de las peregrinaciones hacia real de Catorce y Magdalena

de Kino con la temporada de lluvias y los San francisco. Vemos también una

correlación entre recorrido a pie en la madrugada y diurno de las peregri-

naciones hacia Plateros y Tizonazo con la temporada seca y los Cristos, uno

de ellos Niño-Cristo. finalmente observamos una correlación entre recorrido

diurno en vehículo- a pie y la cabalgata con la temporada seca y la Virgen de

Guadalupe y San José-Niño fidencio.

Peregrinación recorrido forma recorrido

duración recorrido

duración santuario

fecha Peregrinación

temPorada fecha fiesta

Villa de la Paz, -real de Catorce, San Luis Potosí

Nocturno pie 1 noche Medio día

Viernes 11 -12 octubre

fines de lluviasCordón de San francisco

4 octubre

Charcas- real de Catorce, San Luis Potosí

Nocturno-diurno

pie 1 día ½ Medio día

Viernes 20 -21 septiembre

fines de lluviasCordón de San francisco

Villa de Cos, Zacatecas- real de Catorce, San Luis Potosí

Madrugada-diurno

pie 5 días Medio día

1º - 5 octubre fines de lluviasCordón de San francisco

Villa de Cos-Plateros, Zacatecas

Madrugada-diurno

pie 3 días Medio día

1º. -3 marzo seca 19 marzo

Peregrinación recorrido forma recorrido

duración recorrido

duración santuario

fecha Peregrinación

temPorada fecha fiesta

Juan E. García-Sierra

de Gamón, durango

diurno Vehículo-2h. pie

1 día y medio

3 a 5 días 7 - 8 mayo seca 12 mayo

Jiménez, Chihuahua-Tizonazo, durango

Madrugada-diurno

pie 5 días 5 días 28 febrero- 5 marzo

seca 1er viernes marzo

Tubutama-Magdalena de Kino, Sonora

Nocturno-madrugada-

diurno

pie 5 días 3 a 5 días 29 septiembre- 3

octubre

fines de lluvias–

cordonazo de San

francisco

4 octubre

Castaños, Coahuila-Espinazo

Nuevo León

diurno cabalgata 1 día y medio

5 a 6 días 16-17 marzo seca 19 Marzo

Tabla 12. Algunas características temporales de las peregrinaciones.

En cuatro peregrinaciones encontramos marcadores espacio-temporales

que aluden al tiempo de peregrinar y a los lugares de pernocta. En las dos pe-

regrinaciones de Villa de Cos, los peregrinos cuentan la primera quedada, la

segunda y así sucesivamente, como días de peregrinar. Pero en la que va hacia

real de Catorce, se designa también el nombre del rancho de pernocta, por

ejemplo la primera quedada es Sierra Hermosa, la segunda Victoria, La terce-

ra Tanque de dolores y la cuarta Carretas, estas formas indican también que

los días de peregrinar son cinco, es decir que al quinto día se llega al santua-

rio. Este procedimiento se emplea también en la peregrinación a Tizonazo, se

menciona que la primera quedada es Zapata, la segunda Ojo blanco la tercera

Santa Teresa y la cuarta Puerta de Cabrera, indicando también cinco días de

camino hacia el santuario. En el caso pápago lo que cuenta es efectuar cuatro

pernoctas en el camino, sin importar en donde se hagan, ya que el peregrino

hará también la peregrinación cuatro ocasiones seguidas. El número cuatro es

el número ritual de los pápagos.

Esta terminología espacio-temporal permite su asociación con las peregri-

naciones que tienen una mayor duración en el trayecto, a diferencia de aque-

llas cuya duración es menor a tres días. La máxima ritualización del espacio

peregrino, por parte de estas peregrinaciones que poseen las categorías espa-

120 121

cio-temporales nos indica que la apropiación del desierto se da lentamente, de

acuerdo al contexto, sin importar cuanto se avance en una jornada.

La concepción del desierto como un espacio peligroso, está directamente

ligado a la posibilidad de afectar la salud del ser humano, enfatizando par-

tes específicas del cuerpo humano y de las entidades anímicas. Esta idea del

nexo entre camino y cuerpo es expresada por los peregrinos de dos formas. Los

pápagos expresan una relación con el inframundo, el mundo peligroso, oscuro,

desértico-marítimo del ancestro antropófago del cual se crea el mundo. Tener

contacto con el desierto es un sacrificio que permite renovar la vida. Para los

mestizos, el viaje es una metáfora del viaje que implica llegar a Cristo, el cual no

es fácil, es peligroso y recuerda a la muerte y a nuestros ancestros. El desierto

implica también soledad, como un peregrino lo expresa, “….es sólido”, por la

extensión espacial silenciosa que posibilita una comunicación cercana con Cris-

to. Con la peregrinación se ganan indulgencias para la otra vida.

En este recorrido por las peregrinaciones, hemos identificado a la peregri-

nación como un viaje póstumo. La concepción del desierto, del camino pere-

grino como “peligroso” y “delicado” que atenta contra la salud del cuerpo, es

un espacio que permite una relación cercana con lo divino, como en el caso de

Cristo como lo expresa una alabanza:

Los que van por el desiertoQue beban del dios divinoY aseguren su destinoHacia un paraíso cierto

La peregrinación ayuda al peregrino, una vez muerto, a llegar al paraíso.

Esta idea se expresa claramente en la concepción del cuerpo, el cual se debe sa-

crificar, sacrificio que se ofrece al intercesor y a dios para asegurar ese destino:

el tener al espíritu en un cuerpo limpio, es decir alcanzar el paraíso, el reino de

los cielos. de esta forma se vincula desierto –camino-, cuerpo e imagen santa.

En las peregrinaciones vemos cómo el sacrificio del cuerpo del peregrino,

recuerda al sacrifico de Cristo, sacrificio que les otorga una especie de eter-

nidad y es precisamente el contacto que establece el peregrino con la imagen

santa o su vestimenta lo que permite que la eficacia ritual. Aquí descubrimos

la importancia de las peregrinaciones para llegar ante el altar y sólo tocar a la

imagen santa, implorando o agradeciendo sus favores, los que nos llevarán,

a nuestra muerte, a otro viaje… al de los muertos. Este viaje es el paso de los

ritos liminares que los peregrinos efectúan con las peregrinaciones.

Ahora corresponde abordar la relación entre el cuerpo y la noción de la-

berinto.

122 123

Capítulo V el laberinto

En este capítulo abordaremos la triada de nuestro interés, cuerpo-imagen

santa y desierto, a partir de la noción de laberinto. Para comprender cómo el

cuerpo humano determina el uso del espacio, es indispensable abordar inicial-

mente el cuerpo peregrino.

el cuerPo Peregrino

El cuerpo de los peregrinos es constantemente aludido por al sacrificio corpo-

ral y espiritual que implica la marcha en el desierto. Para indagar con detalle

cómo se expresa el cuerpo humano en las peregrinaciones, es necesario hacer

un recorrido por las diferentes aproximaciones que abordan esta temática.

La filosofía y las ciencias sociales han mostrado el estatus de paradigma

del cuerpo humano al funcionar ante una serie de preguntas sobre el poder,

el lenguaje, las instituciones, la muerte o la escatología. El cuerpo es el signifi-

cante flotante, el analizador de todas las instancias de lo real.

Las posiciones filosóficas que han dejado huella en la etnología retoman

desde la fenomenología existencial que distingue el cuerpo en oposición del

espíritu y del alma (Platón). El cuerpo-objeto es el se estudiado por los médi-

cos alópatas; en términos religiosos, se distingue lo puro de lo impuro. Pero

en esta discusión dicotómica, según descartes y Aristóteles, el cuerpo tiene

124 125

cautiva al alma, es el deseo, el medio de hundimiento de la sensibilidad que

crucifica al alma sobre el cuerpo. Esta posición la encontramos en el pensa-

miento de la iglesia católica como veremos más adelante.

Otra concepción es la de Viveiros de Castro1, plantean una extensión del

cuerpo humano en la naturaleza como parte del componente de la persona,

influenciado por Merleau-Ponty, para quien el sujeto se adhiere por su cuerpo

a un mundo del cual no puede acabar su exploración, la espacialidad objetiva

no es más que la cubierta de esta espacialidad primordial, al nivel de la cual el

cuerpo limpio efectúa la síntesis de sus intervenciones en el mundo.

No obstante la idea del cuerpo humano como un microcosmos está pre-

sente (López-Austin, TI, 1989 y TII, 1990; Alvarado, 2004; Galinier, 1997),

correspondencia que ha llevado a descubrir, en éste último autor, desde el

psicoanálisis al viejo costal como el inconsciente otomí.

Para Galinier (1997:13-15) los estudios que han surgido sobre las emo-

ciones (Lutz y White, 1986), diseñan las perspectivas antropológicas que van

desde lo biologizante hasta lo cultural, nos llevan por la vía del psicoanálisis.

Nosotros, como éste autor menciona, no podemos negar que las ideas de fuer-

za, energía y aliento circulan en el cuerpo y en el cosmos. Esta idea existe para

el caso mexicanero (Alvarado, 2004) al hablar de lo oscuro, lo invisible, del

mundo de tepusilam “la vieja de fierro”.

El cuerpo humano cómo ha sido planteado en su dualidad de cuerpo y

alma o espíritu, así como una continuación de la naturaleza y bajo la idea de

fuerza y energía, son concepciones que encontramos en las peregrinaciones

del desierto. bajo esta perspectiva, la idea del cuerpo, ligada a los ancestros,

a la muerte es constante en las peregrinaciones del desierto mexicano.

El caso pápago es característico de ésta última aproximación, vemos cómo

en la peregrinación, el desierto, los cactus, los animales y el peregrino son

seres que poseen características similares, ligadas a lo “peligroso”, “contami-

nante”, cualidades que deben generar una serie de dispositivos para proteger

del contacto con ellas, evitando enfermar. Estas características también esta-

ban presentes entre los indios históricos que habitaron el noreste mexicano,

1 Conferencia presentada en el marco del Seminario de Americanistas de la Universidad de Paris X, Nanterre, enero del 2001.

como lo expusimos en el capítulo I. Entre los pápagos, las limpias del camino

que efectúa el chamán, funcionan como las limpias sobre el cuerpo humano.

Una mujer menstruante o embarazada debe ser limpiada para poder entrar al

territorio del santuario donde yace la imagen santa de San francisco. Tanto

la sangre, como el feto poseen propiedades del mundo oscuro, peligroso que

recuerda el tiempo de la creación pápago.

Esta concepción indígena del cuerpo se distingue de la que diferencia entre

cuerpo y alma, expresada en las otras peregrinaciones.

El cuerpo peregrino se manifiesta de forma diferente en las peregrinacio-

nes que distinguen entre cuerpo y alma. Encontramos el cuerpo como ofren-

da, el cuerpo guerrero, los pies y el corazón.

el cuerPo como ofrenda

En términos generales, el viaje que implica un agotamiento por efectuar el

trayecto a pie hacia el santuario, soportando frío, calor, sed, hambre, vientos,

polvo, es un sacrificio del cuerpo para descubrir a Cristo, sacrificio que se

ofrece a la imagen para obtener sus favores. La explicación de algunos pere-

grinos es que en este viaje a pie se ganan indulgencias para el peregrino y sus

familiares, “Si uno va contrito y arrepentido, meditando en los cantos que es

la pasión de Cristo se sacan muchos frutos, cada paso son doscientos días de

indulgencias, agréguele lo que viene uno cantando, viene ganando también

por cada peregrino…” comenta una peregrina de Villa de Cos. Por ello, es el

espíritu lo que importa, no el cansancio del cuerpo. El sacrificio del cuerpo

representa la ofrenda más preciada por excelencia, como comentaba un pere-

grino de Jiménez que acudía a ver al Señor de los Guerreros: “La primera vez,

… iba muy cansado, mi familia me decía —ya súbete [al vehículo], les decía

—si allá adelante me subo, pero no, así al pasito llegué…”. Es el sacrificio del

cuerpo para redimir el alma.

En una alabanza de la peregrinación de Villa de Cos hacia real de Catorce

se menciona:

126 127

Los que van por el desierto que beban del dios divinoY aseguren su destino hacia un paraíso cierto

Esta frase indica que el sacrificio del cuerpo asegura el destino de otra

vida, destino mencionado también en otra alabanza de la peregrinación hacia

el Señor de los Guerreros:

Más allá del sol, más allá del solYo tengo un hogar, yo tengo un hogarMás allá del sol

el cuerPo guerrero

El peregrino se asocia a un guerrero que luchará en contra del mal, es el

soldado de Cristo, presto para luchar. Por ello cuando los peregrinos que se

dirigen hacia real de Catorce, San Luis Potosí y Plateros, Zacatecas, al llegar

a un rancho cantan una alabanza que invita a los “pecadores” [pobladores] a

integrarse a la peregrinación. La imagen del peregrino como guerrero también

aparece en otra alabanza de los peregrinos que van a visitar a San francisco

en real de Catorce:

Soldados de Cristo reySigamos los estandartes que son las tropas de diosSigan las tres generales que nos van guiandodios Padre, dios Hijo y dios Espíritu Santo

Esta lucha del bien y del mal, la encontramos también en la chanson du

geste (Galent-fasseur, 1997:7), expresa el deseo de otorgar el mundo terrestre

a las leyes de la justicia divina, animada por esta esperanza universalista de

marchar contra toda forma de mal.

En las peregrinaciones del desierto mexicano, esta idea del soldado recuerda

el movimiento cristero, ya aludido, fuerte movimiento en Zacatecas y San Luis

Potosí, específicamente de donde proceden los peregrinos, por ello encontramos

juntos al estandarte y a las banderas mexicanas, símbolos de esta lucha.

los Pies

Existen partes específicas del cuerpo que se hacen presentes. En la peregri-

nación de Charcas, la imposibilidad de caminar por las ampollas exige el cu-

rarlas. de tal forma que el peregrino porta entre sus pertenencias de viaje,

aguja, hilo blanco, alcohol y algodón. Es recomendable no romper la ampolla

pues ésta sanará y permitirá continuar con la marcha, solamente cociendo con

el hilo, una cruz blanca sobre ella. Esta cruz sanará la ampolla sin ocasionar

más dolor. de manera que durante el viaje, los descansos son propicios para

cocer los pies, un peregrino ayuda al otro en esta labor. Así el pie es parte im-

portante del cuerpo para seguir caminando pues está en contacto con la cruz

de Cristo durante todo el viaje, asegurando la llegada ante la imagen santa.

Los pies son constantemente aludidos pues tratándose de una caminata, hay

que cuidarlos. Pero también se le piden prestados a la imagen santa como su-

cedió en la peregrinación de Villa de Cos hacia real de Catorce. Una celadora

de filas, agotada por la asistencia de los peregrinos, que implica caminar más,

por tener que adelantarse o atrasarse constantemente en la fila decía “Pan-

chito, préstame tus piecitos para llegar con bien frente a ti”. Los pies son una

parte importante de la imagen santa, pues el peregrino con humildad ofrece

el sacrifico de su cuerpo y se arrodilla ante sus pies para recibir su bendición.

Muchas alabanzas aluden esta imagen. En una alabanza dedicada al Santo

Niño de Atocha y que se canta también al Niño fidencio dice:

A tus pies vamos llegando Niño santo y buen doctorAfligidos y llorando en el campo del dolor

En otra alabanza que se canta al Niño de Atocha en la peregrinación hacia

Plateros, se menciona:

Santo Niño Manuel…..Con una gran contriciónSe presentan a tus pies

128 129

El camino del peregrino alude también las pisadas del ser divino:

Sigue las pisadas del ahora pastor divinoPorque van ensangrentadas enseñándote el camino…

El sacrificio en esta última estrofa es claro pues el camino verdadero, di-

señado por Cristo y que debe seguirse, este camino está marcado por la san-

gre del dolor, y por ello el peregrino llega afligido a los pies de la imagen. La

peregrinación es un acto que aflora las emociones, los sentimientos que los

peregrinos ubican en el corazón.

el corazón

Las penas y el gozo se manifiestan en llanto en el rostro del peregrino que

al llegar ante la imagen santa aflora en caudales. Penas por los favores tan

difíciles que se solicitan con toda la fe del peregrino. Gozo por llegar ante sus

pies a tocarlo ofreciendo el sacrificio de su cuerpo. Es en el corazón donde se

manifiestan estas emociones pues es el lugar también donde escuchamos a dios

y los santos poniéndonos alertas, como nos lo enseña una alabanza:

Asoma tu campanitaresonó en mi corazónAhora vengo de rodillasA pedirte tu perdón

O también donde sentimos infinita tristeza al despedirnos de la imagen:

Ya con esta me despido con dolor del corazónNunca abandonen a mi Madre en la Sierra de Gamón

En las peregrinaciones sobresale la idea del cuerpo sacrificado, el cuerpo

guerrero defensor de Cristo, los pies de las imágenes y de los peregrinos, alu-

diendo a la forma de desplazamiento y el corazón, como lugar que alberga el

dolor y la paz.

Estas ideas sobre el cuerpo, el espíritu y el sacrificio las encontramos tam-

bién entre los fidencistas.

el cuerPo fidencista

Los fidencistas distinguen entre cuerpo y alma, dicotomía existente en todas

las prácticas rituales, como son las sesiones terapéuticas.

El cuerpo humano, señala un ministro de la Iglesia del buen Pastor de

Castaños Coahuila, está conformado por dos secciones, una que corresponde

al cuerpo, sección que enfatiza la comida, lo mundano. La segunda sección

es donde vive dios, es el corazón, donde se ubican los sentimientos, la mejor

forma de pensar, los anhelos, en el centro de nuestro pecho nacen las emocio-

nes, las ilusiones, el buen pensar. El espíritu es lo que nos rodea, lo que nos

protege, es como un cono invertido que en su punta tiene un hilo que conecta

con el núcleo de dios. El espíritu es luz, está en nuestro cuerpo, es una luz

que protege nuestro corazón. Por eso cuando hablamos debemos consultar

nuestro corazón para que a dios le de alegría y diga: “pensaste justamente”,

siempre dios nos protegerá, levantará la bandera de la paz en nuestro cora-

zón, sabrá defendernos de nuestro cuerpo, de las ambiciones, de lo mundano,

de la injuria que ve nuestros ojos. dios respeta nuestro cuerpo porque somos

humanos, respeta nuestras necesidades conyugales pero cuando nos morimos,

lo que es de dios regresa a dios y lo que es de la tierra regresa a ala tierra.

La concepción anterior, como lo mencioné, corresponde a la de un minis-

tro oficiante de la Iglesia y Misión de Castaños, vemos claramente la distinción

entre cuerpo y alma, según los filósofos de cogito. Sin embargo, en los fiden-

cistas no está presente esta concepción con esta claridad, aunque si se expresa

en las practicas rituales.

Para los mediums, el cuerpo humano es un recipiente que acoge el espíritu,

por ello reciben el nombre de “cajita”, “vaso espiritual” o “materia”. Pero

esta caja está vacía, solamente con elevación espiritual se llena de luz… de es-

píritu. El Niño fidencio designa a aquellas personas que podrán recibirlo, di-

ciendo: “..tu me vas a servir”, el Niño llega a esa persona y el Niño es el que se

realiza. Ya las materias se preparan en todo lo material, el cuerpo es materia

130 131

“… porque tenemos órganos, tejidos y tenemos alma.. espíritu”, como lo ase-

vera un Vaso. El médium tiene una preparación, debe alejarse de lo mundano,

como los fidencistas lo llaman, deben tener ayunos, penitencias, abstinencias

sexuales, rezar rosarios y un altar. La forma colectiva de hacer la penitencia

desde el Pirulito hasta la tumba del Niño, penitencia rodando sobre su mis-

mo cuerpo, hincado, o de espaldas, es un ejemplo del sufrimiento al que se

debe someter al cuerpo. Un peregrino dice: “allá nos esperaba el Niño para

recibirnos uno a uno y escuchar nuestras peticiones ya que con la cabalgata

ofrecemos nuestro cuerpo, nuestro corazón, nuestro servicio, nuestra ofrenda

es nuestra propia persona”. Así frente al Niño, él expresa “hoy conocieron un

camino verdadero, de un dios verdadero, un camino de sufrimiento, de mu-

cho sol, de mucho cansancio… han hecho una grande historia, ¡no aquí! Sino

¡allá arriba! … con mi padre y con toda la corte servidora de mi padre”.

Estas palabras reflejan claramente la disposición del cuerpo en la penitencia,

el ofrecimiento del cuerpo para otra vida. A todos los jinetes nos dijo que nos

despojaría nuestros pies. Por esta acción entienden el quitar todo aquello que

nos molesta, nos duele, nos cansa, todo aquello adquirido durante la penitencia

para dejarnos limpios. Y Así lo hizo el Niño, uno a uno nos despojó los pies y las

sienes, acción después de la cual nos sentimos relajados, descansados.

Las emociones fluyen también estando frente al Niño, en ocasiones él “tum-

ba”, acuesta, al penitente para que descanse su cuerpo, como sucedió con un

jinete: “Yo estoy muy a gusto, muy contento de haber llegado con bien… por

poquito frente al Niño no hallaba … que decir…” , otra mujer miembro de

la cabalgata dice: “ .. es algo muy hermoso porque al entrar a las Tierras de

Espinacito, lo que es el Cerro de la Campana, pues sientes un regocijo en tu

corazón que pues no sabes expresarlo y muchas veces es cuando sale el llan-

to… el Niño sabe de todo corazón lo que trae tu corazón”.

Al Niño le llevan también música para regocijarlo pues le gustaba mucho

bailar y alegrar a sus enfermos. Las piezas que le gustaban eran desolación,

Cuatro Milpas, Tampico Hermoso, Las Gaviotas, ahora baila con sus fieles

todas estas piezas y cura también con música. Es esencialmente en el Pirulito

y en el Cerro de la Campana en donde los grupos musicales pululan ejecutan-

do piezas para las materias que bailan con los miembros de su Misión. Esta

imagen recuerda la del lugar de los muertos evocada por los amerindios donde

hay música, baile y se encuentra a la familia, que en este caso es espiritual.

Una alabanza que cantan algunos peregrinos en novenarios o misas de ani-

versarios y que también cantan los fidencistas, expresa el amor, el cansancio y

la espera a la que se someten las almas para acudir a Cristo, para morir:

Señor me has mirado a los ojosTú necesitas mis manosMi cansancio que otros descansenAmor que quiera seguir amandoTú has dicho mi nombreTu pescador de otros lagosAnsia eterna de almas que esperan

Vemos como el cuerpo humano es sacrificado con la inclemencia del tiem-

po, del cansancio de este viaje a través del desierto para aliviar los males del

cuerpo y del alma, los cuales solo pueden ser curados al tocar a la imagen

santa o sus exvotos, viviendo y preparándose para la muerte.

Esta imagen del sacrificio corporal, y las motivaciones de los peregrinos

para acudir a visitar una imagen santa nos llevan a plantear cómo el cuerpo

en crisis está presente en todas las peregrinaciones, en la apropiación rituali-

zada del espacio, para la pápago y la de Villa de Cos a real de Catorce, es este

cuerpo el que va marcando la acción ritual en cada paso. Esta idea nos lleva a

recapitular la noción de laberinto en las peregrinaciones.

el laberinto

En las peregrinaciones abordadas vemos al desierto como espacio donde la

cartografía ritual, en el desplazamiento, depende del encuentro del peregri-

no con el lugar y éste siempre es cambiante. El desierto toma sentido con el

cuerpo en crisis, el cual está determinado por esos momentos de confluencia

con lo “peligroso”, propio del viaje peregrino en el desierto y por el sacrificio,

característica de la relación con el “mundo otro”. En este sentido, este espacio

132 133

aparentemente “vacío” puede ser analizado bajo la noción de laberinto, que

permite justamente entender la circulación.

la circulación

En todas las peregrinaciones encontramos la circulación de ideas, bienes y

hombres, en el laberinto del desierto. La organización religiosa posee un pa-

trimonio que se hereda, estos bienes circulan en los santuarios, en el desierto,

los pueblos y los peregrinos. Las redes peregrinas en regiones o con la pobla-

ción del santuario generan el parentesco ritual en las cadenas que los unen

para pagar las mandas prometidas. Así se vinculan pueblos, regiones, familias

con la imagen. Las transformaciones en la indumentaria, los sones o formas

de bailar en las danzas, se dan en el tiempo, observando en los santuarios,

las intervenciones de otras danzas. Las alabanzas que peregrino comparte

con sus compatriotas de otros estados del País, en Texas, o las que le canta al

Señor de los Guerreros y que le fueron compartidas por esos compatriotas,

viajan con él. Los intercambios recíprocos entre peregrinos y los asimétricos

entre peregrinos e imágenes santas son parte también de esta circulación. Los

comerciantes de objetos religiosos y los fotógrafos de paisaje que circulan en

los santuarios, la música del sonidista que adecua canciones populares a las

imágenes santas, en diferentes santuarios y que en altavoz lee públicamente

cartas a la virgen son parte de los sentimientos, pesares y gozos que circulan

por los santuarios y entre los peregrinos.

el octadédalo

Ubicados al centro del octadédalo, es la casa pápago o la morada del héroe

cultural, el laberinto es el desierto, en cuyo camino se va desenredando y

enredando el hilo. En la peregrinación, ese centro es el santuario, morada de

San francisco, personaje que posee características acuáticas, acordes a las

del ancestro antropófago Ho’ók, el desierto son los trazos del laberinto cuyo

recorrido va desenredando el hilo al retomar esos signos y concatenarlos como

son las huellas y los animales, las limpias serían justamente la acción de bo-

rrarlas, dejando esos lugares huellas que permiten poner en escena el pasado

de los orígenes en el presente, conformando el saber pápago. Sólo esta acción

es posible en manos de un chamán quien domina el arte de saber identificar

el momento de enredar y desenredar. Este hilo o camino del laberinto, dicho

de otra forma, esta concepción del espacio de la peregrinación “lugar-huella”,

“cerro (santuario)-laberinto” que hemos visto entre los pápagos posee una

memoria conformada por las huellas que hay sobre su paso. Estas huellas,

estos lugares permiten acceder a una información, crean una concepción, co-

nectando los espacios y la memoria.

¿Es esta concepción del espacio, que vincula memoria en un hilo que se

enreda y desenreda, es la que hizo posible una invención reciente, que arroja

luz inesperada sobre la cosmogonía pápago? Citando a Galinier2, esta pere-

grinación logra evidenciar uno de los fundamentales de la cosmogonía pápago:

cómo ubicar a los hombres en un medio hostil dándole sentido a este espacio,

a través de una acción sobre el cuerpo en crisis, logrando al mismo tiempo

integrar devociones de la religión católica.

La falta de organicidad aparente en la apropiación del desierto en el viaje

peregrino, es común entre las peregrinaciones. Está también presente en la

peregrinación de Juan Eugenio a Cuencamé, durango (del Moral, 2006), pero

la concepción “peligrosa” del monte, del desierto que motiva alabanzas y Ave

Marías para proteger al peregrino del riesgo de posibles enfermedades o acci-

dentes, en la peregrinación de Villa de Cos, Zacatecas hacia real de Catorce,

nos hace pensar también en el hilo de Ariane.

En esta peregrinación encontramos una concepción micro y macro del la-

berinto, la primera la conforma el “lugar-huella”, a través de los constantes

Ave María y la segunda, el “cerro (santuario)- laberinto”. El camino enreda,

el lugar-huella y el cerro (santuario)-laberinto, desenreda.

Hasta el momento estamos frente a dos formas de apropiarse del espacio

en los extremos del desierto mexicano. Lo “peligroso” del desierto expresado

por los peregrinos, ¿está ligado a estas mismas cualidades que tenían los in-

dios históricos del noreste de México sobre el desierto, el cazador y la mujer

2 Comunicación personal.

134 135

menstruante? Todo parece indicar que si, solamente estudios de la vida coti-

diana de los peregrinos en el desierto podrían dar cuenta de esta cuestión. Los

círculos antihorario, ya aludidos, durante el desplazamiento es una forma de

desenredar el hilo, al igual que el sacrificio.

El laberinto en las demás peregrinaciones está presente en cuanto a su

centro, ocupado por el santuario, y el espacio a su alrededor, el desierto, es

el laberinto. En todas observamos cómo la entrada al territorio del santua-

rio provoca desesperación, debido al cansancio y a la percepción de caminar

incesantemente sin llegar al destino; también por lo pesado de las subidas, lo

que requiere de energía y fuerza adicional. La percepción personal en estos

recorridos, fue la de ubicar la dirección del santuario, pensando que tomába-

mos un camino que nos alejaba, tal como sucede con las líneas y pliegues del

laberinto que pareciendo aproximarse al centro, inmediatamente se alejan.

En las peregrinaciones del desierto documentadas, encontramos elementos

comunes, como la idea de duración y distancia. La intensa actividad ritual, a

lo largo del trayecto, exigida por lo denominado “peligroso” del desierto, nos

lleva a esta idea que hace coincidir ancestros y la noción de duración.

los ancestros-Peregrinos

En todas las peregrinaciones aparece la imagen del difunto, de la muerte, del

camino después de la muerte, a imagen del de Cristo, las imágenes santas como

peregrinas se asocian a los humanos fallecidos, son los ancestros que forman

parte de la vida cotidiana de los peregrinos.

Esta presencia existe en la organización religiosa, como el caso de los mo-

rados, color que alude al luto y la tristeza, la visita al cementerio y cantos a

los difuntos; en las relaciones de parentesco y las deudas heredadas; en las

imágenes santas; en el sacrificio corporal a imagen del de Cristo; en las enfer-

medades y en el desierto.

En el desierto están presentes en cuanto a que exigen una intensa ritualiza-

ción, ya que el camino ata, las limpias, las Ave María y la visita al santuario,

desatan. El camino que siguen los peregrinos es el que recorrieron y diseñaron

los ancestros, es el camino que nos ata. La acción de enredar, atar y desenredar,

desatar, es necesaria para evitar permanecer atados, enredados, dicho de otra

forma, permanecer siempre en el mundo de los ancestros, de los difuntos.

la noción de duración

En las peregrinaciones que poseen desplazamiento lentos y organizados por

el desierto, identificamos una correspondencia entre el caminar y la acción

ritual. Este lento desplazamiento ligado a la intensa actividad ritual, nos lleva

a identificar otra idea de duración, ya que no importa cuanto tiempo lleve el

desplazamiento pues la exigencia de limpiar el camino es necesaria para la

continuación.

La noción de duración, generalmente se asocia, en Occidente, con lo largo

de la vida humana, el lapso que va del nacimiento a la muerte. Sin embargo,

en las peregrinaciones en cuestión, estamos frente a una concepción parecida

a la de un desarrollo psíquico continuo (barreau, 2002:712), frente a una idea

de duración del universo, mediante un tiempo cósmico. retomando a Izard

(1986:228), la duración es aquí un operador de continuidad ya que los ances-

tros socializan a la persona humana, proceso que se desarrolla en la duracion

al unir ancestros y humanos. Esta concepción de duración permite compren-

der la exigencia de los ancestros sobre la apropiación ritual del desierto que

hacen los peregrinos. Entendemos que los ancestros en estas peregrinaciones

son coercitivos y ponen en acción su poder en términos de la noción de dura-

ción, más que en la de territorialización, hecho comprensible en un amplio

espacio como es el desierto.

Lo hasta aquí expuesto nos lleva a identificar el rol vital, en grados dife-

renciados, de los ancestros, de los difuntos, en estas peregrinaciones. Esta

idea permite comprender la articulación entre el cumplimiento personal, el

dolor y el encuentro con personajes del mundo otro.

137

conclusión

Las peregrinaciones del desierto mexicano, estudiadas a lo largo de estas pági-

nas, nos han llevado por los caminos del desierto Chihuahuense y Sonorense,

conociendo santuarios regionales que guardan una historia personal, familiar y

colectiva de los peregrinos quienes están ligados a sus muertos, a sus ancestros.

El camino peregrino es el del viaje póstumo, es necesario hacerlo, enre-

dándose con los difuntos, con los ancestros, pero es también necesario des-

enredarse, acciones rituales durante el sacrificio del viaje. La organización

ritual peregrina, expresa la diversidad de las peregrinaciones, los nexos de

parentesco y el parentesco ritual, necesario en la socialización de la persona.

Igualmente, expresa la existencia de redes peregrinas regionales.

Inicialmente no sabíamos qué caminos seguir para el análisis, la ausencia

de investigaciones que abordan al desierto, hacían las rutas inexistentes, mu-

chas veces desanimándonos en esta empresa. Nos conformábamos con presen-

tar una etnografía que llenara un gran hueco en este amplio espacio, como lo

es el desierto. Poco a poco, las ideas, y los datos de campo fueron guiando el

camino hasta llegar a la noción de laberinto, gracias a la etnografía pápago y

a una noción que permitió conjugar el desierto, los ancestros y, en este caso,

rutas peregrinas como una forma de circulación.

No pretendemos obviar las especificidades de cada peregrinación en este

amplio espacio, por ello, se abordan de forma independiente, tratando de

identificar los rasgos comunes y disímiles. reconocer los diferentes momen-

138 139

tos de la historia que expresa cada peregrinación, en todos sus aspectos, y

la circulación de los bienes, ideas y hombres. La noción de laberinto permi-

tió el análisis de esta diversidad, conjuntando la idea de difunto, ancestro y

apropiación del desierto en una intensa actividad ritual por sus cualidades

peligrosas. Estas cualidades ponen en escena el cuerpo en crisis determinando

así la apropiación del desierto. Así llegamos a otra idea de duración que hace

posible la socialización de la persona en la relación ancestro-peregrino del

desierto, llevándonos a una concepción del tiempo cíclico, en la ruta de los

peregrinos que siguen a de los ancestros también peregrinos.

La noción de duración, existente en las peregrinaciones, determina que la

coerción que ejercen los ancestros, se expresa en la máxima ritualización du-

rante el viaje y no en la territorialización, como sucede en contextos indígenas

mesoamericanos1. Esta idea de duración, nos lleva a pensar su expresión en

otras investigaciones del desierto y específicamente, en el contexto mesoame-

ricano, hecho que haría posible la comparación y constatación de que se trata

de una forma específica de apropiación ritual del desierto.

En un sentido más amplio, las investigaciones sobre la vida cotidiana de

los habitantes del desierto enriquecerían el espectro de la concepción que esta

población posee del desierto y de sus difuntos.

respecto a la motivación inicial de esta investigación, la de encontrar pis-

tas sobre la influencia norteña encontrada en rituales mexicaneros, la inves-

tigación sobre peregrinaciones del desierto, abrió horizontes en cuanto a la

reflexión sobre la circulación de hombres, ideas y bienes. Esta circulación

permite comprender la influencia y existencia de rasgos pápagos entre los

mexicaneros, como una forma de constatar los nexos, entre población disper-

sa, alejada pero también regida por una concepción espacio-temporal común

frente a los ancestros.

Esta información permite, en un sentido inverso, la identificación de ras-

gos indígenas existentes entre estos peregrinos del desierto, como los lugares-

huella del laberinto en el desierto.

1 Algunas investigaciones sobre indígenas mesoamericanos aluden al poder y coerción que ejercen los ancestros determinando así el territorio (Gutiérrez, 2002; Galinier, 1990 y Luppo, 1995).

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148 149

Índice de ilustraciones, tablas y maPas

ilustraciones

Ilustración 1. dodecadédalo de la catedral de Chartres 34

Ilustración 2. Octadédalo, moneda creta cnossos 34

Ilustración 3. Octadédalo, la casa pima 35

Ilustración 4. Nexos de parentesco y amistad en la peregrinación de lacabecera de Villa de Cos, Zacatecas hacia real de Catorce, San Luis Potosí 43

Ilustración 5. Organización religiosa de la Hermandad Guadalupana de durango 46

Ilustración 6. Organización religiosa de la Hermandad de los Morados 48

Ilustración 7. Organización religiosa de la misión de Castaños, Coahuila 50

Ilustración 8. relaciones de parentesco entre las imágenes 80

tablas

Tabla 1. Organización religiosa de dos pueblos peregrinos mineros 39

Tabla 2. Organización religiosa de región peregrina rumbo a dos santuarios 42

Tabla 3. Organización religiosa de la peregrinación pápago 51

Tabla 4. Integración de nuevos peregrinos durante el trayecto 55

Tabla 5. Imágenes santas en las peregrinaciones. 64

Tabla 6. recorrido y acciones de las peregrinaciones de pueblos mineros hacia real de Catorce 83

150 151

Tabla 7. recorrido y acciones de las peregrinaciones de Villa de Cos a Plateros y real de Catorce 91

Tabla 8. recorrido y acciones de las peregrinaciones hacia la Sierra de Gamón y Tizonazo, durango 97

Tabla 9. recorrido y acciones de la peregrinación hacia Espinazo, Nuevo León 101

Tabla 10. recorrido y acciones de la peregrinación hacia Magdalena de Kino, Sonora 103

Tabla 11. Toponimia del santuario 108

Tabla 12. Algunas características temporales 113

maPas

Mapa 1. Santuario y pueblos de salida de las peregrinaciones del desierto mexicano 11

Mapa 2. direcciones de las peregrinaciones del desierto mexicano 82

Mapa 3. ruta de las peregrinaciones de Charcas y Villa de la Paz hacia real de Catorce, San Luis Potosí 84

Mapa 4. ruta de la peregrinación de Villa de Cos, Zacatecas hacia real de Catorce 88

Mapa 5. ruta de la peregrinación de Villa de Cos hacia Plateros, Zacatecas 92

Mapa 6. ruta de la peregrinación de Juan E.García a la Sierra de Gamón,durango 96

Mapa 7. ruta de la Peregrinación de Jiménez, Chihuahua hacia Tizonazo,durango 98

Mapa 8. ruta de penitencia-cabalgata hacia Espinazo, Nuevo León 101

Mapa 9. ruta de la peregrinación de Tubutama a Magdalena de Kino, Sonora 104

152

El laberinto de la fePeregrinaciones del desierto mexi-cano de Neyra Alvarado Solís, se terminó de imprimir el mes de junio de 2008 en los talleres de Editorial de buena Tinta, S.A. de C.V. El cuidado de la edición estuvo a cargo del departamento de Publicaciones de El Colegio de San Luis, Marcelo Gauchat y la Autora. La edición consta de 1 000 ejemplares.


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