CONTRACAMPO LIBROSColección dirigida por Mariel Manrique / Hernán Marturet
Espejos en AuschwitzApuntes sobre cine y holocaustoAarón Rodríguez Serrano
Copyright © del texto:Aarón Rodríguez Serrano
Copyright © de la presente edición:Asociación Shangrila Textos AparteAvenida Reina Victoria, 22, principal A39004 Santander - CantabriaTel. 942 078 [email protected]
Imagen portada:Rodaje de La lista de Schindler, Steven Spielberg, 1993.
Junio 2015
ImpresiónTodo Print DigitalCalle Faustino Cavadas, 1139011 Santander - CantabriaTel. 942 073 090www.todoprintdigital.es
ISBN: 978-84-943672-2-9Depósito legal: SA-252-2015
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SUMARIO
Dos sábados de noviembre y una caminata en Viena: 14
PRIMER REFLEJOAPUNTES PARA LA CONSTRUCCIÓN DE UN MAUSOLEO
Capítulo 1A su imagen y semejanza: 24
Are you in...?: 25El Holocausto en la cultura pop: 27
Un espejo: 31
Capítulo 2El espejo ciego: 34
Imagen no disponible: 35Espejo de archivo: 38
Antes de la inefabilidad de los campos: 44Imágenes del gueto de Varsovia: 49
Lo que no debe ser mostrado: 57
Capítulo 3El espejo en el salón: 64
Cary Grant y Ginger Rogers en un campo de concentración: 65Mercadillo de cadáveres: 71
Canción triste de Auschwitz: 73Vendedores de gas en Auschwitz: 80
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SEGUNDO REFLEJOAPUNTES PARA LA CONSTRUCCIÓN DE UN ESPEJO
Capítulo 4El cine dentro de Auschwitz: 88
Haz de luz (Identificación cinematográfica primaria): 90Un proyector roto I: Historia (Imágenes reflejadas en el espejo): 97
Un proyector roto II: Historia(Imágenes proyectadas sobre el espejo): 100
Un proyector roto III: 105
Capítulo 5Una aberración se contempla en el espejo:
El judio eterno (Der Ewige Jude, Friz Hippler, 1940): 112
Apuntes previos: 116Hendiduras y límites: 130
Capítulo 6Una infección asalta el espejo:
Memory of the camps (Sidney Bernstein, 1985) yLa liberación de Auschwitz (Die Befreiung von Auschwitz, 1986): 140
Dos textos: 141Dos comienzos: 147
La entrada en los campos: 157Alambradas: 165Cadáveres: 172
Rituales y palabras: 181
TERCER REFLEJOAPUNTES PARA MIRAR (HOY) A UN ESPEJO
Capítulo 7Instrucciones para descubrir (no liberar): 194
e s p e j o s e n a u s c h w i t z
c o n t r a c a m p o - s h a n g r i l a t e x to s a pa r t e8
e s p e j o s e n a u s c h w i t z
c o n t r a c a m p o - s h a n g r i l a t e x to s a pa r t e 9
Espacios: 195Cómo descubrir (no liberar) un campo de exterminio (I):
El baile de los malditos: 200Cómo descubrir (no liberar) un campo de exterminio (II):
Uno rojo, división de choque: 206Cómo descubrir (no liberar) un campo de exterminio (III):
Shutter Island [Fuga de la muerte]: 210En el nombre de la fiebre: 215
Relatos clásicos: 220Cuerpos, fábricas, deseos: 224
La mirada sobre la niña del abrigo rojo: 229
Capítulo 8Testigos de tercer grado: 238
Un puto agujero negro: 239Auschwitz: Connecting people: 242
El miedo de la empresa/La empresa del miedo: 245Cuarteto para multinacionales y cámaras de gas: 249
El borrado o la pantalla en negro: 253El testigo de segundo grado - Un sujeto
llamado Claude Lanzmann: 256El testigo de tercer grado - El trapero: 261
Auschwitz en Google Maps: 269Nuestra derrota (Goceducación): 273
This must be the place/This must be the time: 276
Agradecimientos: 282
Bibliografía: 286
c o n t r a c a m p o - s h a n g r i l a t e x to s a pa r t e 15
Durante los últimos diez años, he pensado muchas veces en cómo de-
bería ser la primera frase de este libro. las normas de la cortesía académica
señalan que en el primer bloque del libro debe ofrecerse al lector una suerte
de hoja de ruta, una declaración de intenciones temática y metodológica.
Yo querría empezar por otro lado.
sÁBaDo 15 De noViemBre De 2008
Like drowning with a stone in your pockets.
syd matters, Like Home
cae la noche sobre un madrid entristecido, en un noviembre con tacto
de alcantarilla y señoritas bien que se maquillan cuidadosamente delante del
espejo antes de hacer botellón por la zona de ciudad universitaria, noviem-
bre de radio-fórmulas y semáforos en ámbar, dejar de fumar y coleccionar ti-
tulares políticos.
allá sobre las diez y pico, cuando en los Vips de la zona ronronean las
tarjetas de crédito como gatos ancianos y satisfechos, a la salida de los cines
Verdi donde acaban de proyectar la única copia que se exhibe en madrid de
La cuestión humana (La question humaine, nicolas Klotz, 2007). la adoles-
cente tardía que pasados los años acabaría siendo mi mujer sale en silencio
con un leve gesto de hastío, llaman a su teléfono móvil, emerge la voz metá-
lica de una amiga que se encuentra a centenares de kilómetros, una voz que
cruza el país y que se funde con la respuesta de la adolescente guapa y ago-
Dos sábados de noviembre
y una caminata en Viena
tada de tanto cine de autor, qué tal, nos veremos pronto, para las navidades
iremos a visitarnos y podremos a salir a cenar por el centro, hay que ir reser-
vando que luego los sitios se llenan…
aquí el texto amenaza con detenerse levemente. pero es importante
confesarlo. el hombre que sale de aquella sesión junto a la adolescente tar-
día que habla con su teléfono móvil se queda inmóvil en la acera durante
unos segundos. recordará con extraña lucidez la materialidad de los fenó-
menos de aquella calle: el color anaranjado de las farolas sobre la acera, el
banco de manera desportillado, el skoda gris que frena cuidadosamente junto
al semáforo, el ademán casi mecánico de sacar un camel a la salida de la sala,
el paquete de cartón ligeramente doblado, tardar unos segundos en encon-
trar el mechero, el aire frío que se confunde con la nicotina y el dióxido de car-
bono. Después.
Después el tiempo se detiene y el impacto de la cinta se hace intole-
rable y aquel imbécil barbiponiente que todavía no ha publicado su primer
libro simplemente se desploma. un académico nunca debería confesarlo. un
libro sobre el holocausto nunca debería comenzar hablando sobre esa ma-
nera estúpida y pueril, casi de pose de gafapasta insoportable, tan penosa y
lamentable –oh, cuánto lloré con el final de La cuestión humana, ¿acaso no
me convierte eso en un cinéfilo moderno, un conocedor que ha conseguido
compaginar su placer por la forma fílmica con una sensibilidad personal in-
tegrada, plena, comprometida, libre de complejos?
cuánto lloré con el final de La cuestión humana, en aquella calle estú-
pida de un madrid inhabitable, y no hubo nada ni glorioso, ni poético, ninguna
dignidad, nada bueno en aquella triste epifanía gastada de la pantalla en
negro. la gente llora por las cosas más estúpidas: capítulos de Amar en Tiem-
pos Revueltos, novelas malas de consumo rápido compradas en estaciones
de tren, canciones pop descargadas de internet. la gente llora con una esté-
tica contenida y precisa del sufrimiento destilado.
una metodología debería servir para aclarar los pasos del proceso de
análisis y garantizar una buena nómina de resultados. este libro apenas tiene
metodología alguna, y apenas una única conclusión. he intentado durante
diez años escribir El libro sobre el cine del Holocausto. por el contrario, La
cuestión humana me enseñó que la shoah está hablando todo el rato, pre-
sente en cada gesto.
e s p e j o s e n a u s c h w i t z
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D o s s Á B a D o s D e n o V i e m B r e Y u n a c a m i n ata e n V i e n a
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sÁBaDo 20 De noViemBre De 1943
en polonia atardece cada vez más temprano. Quizá incluso nieva. el día
anterior fue razonablemente ajetreado en las labores del campo. Dos polacos,
roman cieliczko (número de ingreso 27089) y jerzy wesolowski (número de
ingreso 27273) escaparon del bloque Biie de Birkenau, dedicado a las familias
gitanas. por la noche, trescientas noventa y cuatro mujeres fueron llevadas
tras una selección a la cámara de gas. Dos de ellas, Bina Braun (número de in-
greso 62390) y rosa thierberger (número de ingreso 66462) tuvieron un ata-
que de pánico e intentaron escapar, pero fueron abatidas por los disparos
bajo esa nieve que quizá ya caía sobre el campo.1 un nuevo brote de tifus
está a punto de asolarlo. ni los vivos ni los muertos lo saben todavía.
por el momento, el sábado 20 de noviembre de 1943 sigue siendo un
día anodino, un sábado sin grandes novedades, sin selecciones, con apenas
trescientos noventa y cuatro cuerpos de los que deshacerse. a menos de diez
kilómetros del campo de exterminio se encuentra el cine de ošwieçim, una
sala a la que acuden los guardianes, los verdugos, atravesando una topogra-
fía de barreras y lodazales, cruzándose por el camino con los escuadrones de
trabajadores forzados que retornan al catre. mientras los cuerpos de los in-
ternos se preparan para el recuento bajo las nubes de ceniza –trescientos no-
venta y cuatro códigos genéticos descienden sobre ellos, se posan en sus
rostros, en sus zuecos, en las hendiduras de sus gorras y sobre sus ojos–, a
diez kilómetros de distancia un proyeccionista del que nada sabemos carga
unos rollos de película aprobados por el ministerio de propaganda y les ofrece
una tregua a los soldados. tienen los ojos cansados de muerte y necesitan
inyectarse como sea un fogonazo de belleza. auschwitz es un territorio de
“germanización obligatoria”, lo que en el léxico nazi quiere decir que las pelí-
culas se proyectan en alemán2, películas de la uFa en las que un cuerpo de
mujer ario, por ejemplo, monta en bicicleta, o se sienta al piano, o mira los
ojos azules de un cuerpo de hombre perfecto y le dice Ich liebe dich, que en
1. czech, Danuta, “a calendar of the most important events in the history of theauschwitz concentration camp”, VVaa, Auschwitz 1940-1945, Vol. V, ošwieçim:auschwitz-Birkenau state museum, 2000, p.189.2. D´almeiDa, Fabrice, Recursos Inhumanos: Guardianes de campos de concentración
1933-1945, madrid: alianza editorial, 2013, p.163.
el corazón extranjero de sí mismo del guardián solo quiere decir Ich liebe dich,
que es lo que nunca dicen las mujeres violadas, que es lo que nunca dice la
nieve ni el rugido de los crematorios, ni siquiera la mujer aria que espera en
algún lugar a que el guardián retorne para fecundar su útero germánico con
un hijo ario y racialmente puro que sea capaz de sacrificarse en el altar del
reich de los mil años.
Quizá nieva sobre polonia, o quizá sea la ceniza, pero el lenguaje del
cine de ošwieçim es el lenguaje de todos los cines y utiliza una serie de re-
cursos reconocibles –el primer plano iluminado con un lateral superior que re-
marca el pelo rubio y la mirada arrebatada de la joven actriz al decir Ich liebe
dich, el travelling que la sigue mientras monta en bicicleta o se sienta al piano,
el punto de giro en el guion que conducirá al tercer acto–, recursos que per-
manecerán esta noche en su memoria cuando se cierren sus ojos como se
cierran las puertas de la cámara de gas, el sonido de la película deslizándose
sobre los ejes bien engrasados del proyector que es como el chasquido de
los raíles que conducen los cuerpos muertos al interior del crematorio, la luz
que proyecta sobre la pantalla el pelo rubio de la joven aria, como la luz que
danza tras los globos oculares ya cegados para siempre del cadáver que arde
y se deshace en la soledad anónima de su cabina de incineración.
el 20 de noviembre de 1943, un día que prácticamente no existe en las
cronologías de auschwitz, alguien proyectó una película.
Viena, en algÚn momento De la segunDa DÉcaDa Del s. xx
Quizá nieva sobre la ciudad. al caer la noche, por una ventana abierta
se filtran unos compases del preludio de Tristán e Isolda. puede que el psico-
analista sigmund Freud, tantos años después de haber publicado su Inter-
pretación de los sueños, aparte la pluma de su manuscrito con un gesto
displicente y escuche el ronroneo de voces, la vajilla a medio lavar en una co-
cina minúscula del número 19 de la Berggasse, susurros de revolución y gue-
rra trepando por las cañerías y, en la cervecería, canciones obscenas, glorias
deshilvanadas de un mundo que comienza a mostrar sus jirones, un imperio
que es un lagarto que agoniza bajo la luna y la araña de la modernidad.
en cualquier callejón del imperio, un joven que ha pasado ya de la vein-
tena camina sombrío a través del crepúsculo color de cadáver, sombrío y duro
con los labios apretados.3 aferra contra su pecho escuálido una carpeta en la
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D o s s Á B a D o s D e n o V i e m B r e Y u n a c a m i n ata e n V i e n a
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que lleva sus últimos trabajos, sus paisajes, sus edificios.4 muchos de ellos
son escenas de campo, otros parecen esbozos de una ciudad deshabitada o
a medio deshabitar, con cuerpos humanos convertidos en sombra que espe-
ran bajo los soportales:
Y si se han fijado, en mitad de esa ciudad fantasmática, una ciudad con
un sol tan implacable que parecería que los habitantes tienen miedo incluso
de transitar por el centro de la acera –ciudadanos en sombra, ciudadanos de
la sombra–, hay una figura humana –semejante a una gárgola– que corona
una de las cornisas, vigilante, con un ademán irreconocible, un ángel oscuro
que se parapeta contra una de las chimeneas. no sabemos si el joven pintor
ha visto ya El gabinete del Doctor Caligari (Das Cabinet des Dr. Caligari, robert
wiene, 1920), si ha quedado ya mitad aterrorizado y mitad fascinado ante
ese cesare delirante que trepa por los tejados imposibles de una europa con-
vertida en pesadilla. hay, no obstante, una conexión subterránea entre el
joven pintor adolf hitler y el propio wiene, una intuición del sueño, de la pe-
sadilla, de la dominación de la vida de los súbditos.
3. nietzsche, Friedrich, Así habló Zaratustra, Valladolid: editorial maxtor, 2007, p.180.4. colotti, enzo, y mariani, riccardo, Water Colours of Hitler: Recovered art works,Florencia: Fratelli alinari, 2005.
a estas alturas de la historia, en 2015, ya hemos desactivado dos men-
tiras que nos habían permitido conciliar el sueño, aunque fuera brevemente.
la primera es que el antisemitismo de hitler tenía su origen en el rechazo que
los marchantes y académicos judíos vieneses habían ejercido sobre su obra
–de hecho, aparentemente dos de sus más usuales compradores eran judíos.5
la segunda es que a hitler se le había negado la entrada en la academia de
arte vienesa:
no fue expulsado por su estilo, como los impresionistas habían sido
expulsados de los salones de paris. lo que generó su expulsión fue
su evidente falta de habilidad a la hora de pintar rostros. incluso
cuando intentaba dibujarse a sí mismo no podía evitar realizar una
suerte de caricatura.6
el joven adolf hitler no podía pintar rostros. su trazo fallaba, su mano
se volvía inestable. se ha conservado una suerte de virgen aria de su primera
etapa en la que los resultados son poco menos que bufonescos. la naturaleza,
el edificio, el puente, la cornisa, podían ser reproducidos sin problemas. el
problema era la expresión, la empatía, la presencia de humanidad del otro.
en el límite, incluso, su máscara.
el joven adolf hitler se reconoce en el espejo pero su espejo no lo re-
conoce en absoluto. ni su trazo. Y así pasarán los años, hasta que en su inte-
rior descubrirá que su talento no es la creación sino el borrado de rostros.
hubiera sido muy fácil, como ocurría hasta ahora, localizar un chivo expiato-
rio que clarificara la historia: no fue el arte, sino sus aliados humanos –judíos,
por supuesto–, los que alentaron su antisemitismo. los crímenes no se co-
metieron en las lindes de la belleza, de la pintura, de lo más sagrado que ha-
bita en la representación, sino en las manos de los flujos del capital –los
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5. jones, j. sidney, Hitler in Viena, nueva York: Briarcliff manor, 1983. también puedeconsultarse el monumental Kershaw, ian, Hitler, Barcelona: editorial península, 2010,en el que se demuestra que la introducción de elementos antisemitas en el pensa-miento hitleriano fue mucho más tardía de lo que generalmente se ha pensado.6. hilBerg, raul, Perpetrators, Victims, Bystanders: The Jewish Catastrophe, 1933-1945,nueva York: harper collins, 1992, p.4.
D o s s Á B a D o s D e n o V i e m B r e Y u n a c a m i n ata e n V i e n a
c o n t r a c a m p o - s h a n g r i l a t e x to s a pa r t e 21
marchantes, los dueños de los museos–, controlados de manera sibilina por
los propios judíos. Giorgo Vasari featuring Los protocolos de los sabios de Sión.
en cualquier callejón del imperio el joven pintor chasquea los labios,
aprieta la carpeta contra su escuálido pecho y entra en una sala de cine. como
casi todos los grandes monstruos del s. xx, hitler también fue un cinéfilo no-
table7: necesitaba un primer plano que le mirara, que le sostuviera en el vacío
de la sala, que generara en su interior un relato que contuviera la locura que
anidaba dentro suyo.
igual que todos nosotros.
7. noguera, jaime, Hitler en el Cine, madrid: t&B editores, 2014.