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Estilística feminista - Centro Cultural Tierra Violeta

Date post: 05-Apr-2023
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Feminaria Año Xlll, N os 24/25 (nov. 2000) 1 Este libro quiere describir una forma de análisis que yo llamo “estilística feminista”. Tanto la palabra “estilística” como la palabra “feminista” son complejas y pueden tener distintos significados, según la persona que las lea. Sin embargo, la frase resume mi interés primero y principal por un análisis que se identifica a sí mismo como feminista y utiliza el análisis lingüístico o de lenguaje para examinar textos. El análisis feminista quie- re llamar la atención hacia el género y cambiar la forma en que se lo representa, ya que está claro que muchas de las prácticas actuales de representación no ayudan a los intereses ni de las mujeres ni de los hombres. Por lo tanto, el análisis estilístico feminista se preocupa no sólo por describir el sexismo en un texto sino también por analizar la forma en que se relacionan el punto de vista, el agente, la metáfora o la transitividad con cuestiones de género – una relación inesperada e íntima–, por descubrir si las prácticas de escritura de las mujeres pueden describirse o no, etcétera. Así, con una lectura cuidadosa, mediante el uso de técnicas que provienen de una variedad de bases lingüísticas y literarias, quiero presentar a las personas que me lean un vocabulario que describa lo que está sucedien- do en los textos y lo que está sucediendo en las lectoras mientras leen. Cuando leemos, no siempre leemos con desconfianza; estamos acostumbradas a ciertos tipos de mensajes y muchas veces no nos parecen necesariamente opresivos o perniciosos. Muchas veces vemos al lenguaje simplemente como una herramienta o un vehículo para las ideas y no como una entidad material que, en realidad, puede dar forma a esas ideas. Como dice David Lee: Dado que el lenguaje es un instrumento que asigna los fenómenos de la experiencia a categorías con- ceptuales, es claro que no es un simple espejo que refleja la realidad. Más bien funciona imponiendo estructura a nuestras percepciones del mundo. El lenguaje es... altamente selectivo, y en ese senti- do... el proceso de la codificación lingüística involu- cra un grado significativo de abstracción que se da lejos de la “realidad”. (Lee 1992: 8) Como algunos textos sostienen mensajes que tra- bajan sobre las personas en una forma de la que no somos conscientes, siento que es importante analizar los textos con cuidado en términos de las opciones sistemá- ticas de lenguaje que se han hecho en esos textos. Un análisis cuidadoso puede ayudar al públic lector a ser consciente de la forma en que las opciones de lenguaje pueden servir a los intereses de algunas personas en detrimento de otras. En su libro Lenguaje y poder, Norman Fairclough afirma que su objetivo es “ayudar a aumentar la concien- cia del lenguaje y el poder, y sobre todo de la forma en que el lenguaje contribuye a la dominación de algunas personas a manos de otras” (Fairclough 1989: 4). En muchos sentidos, yo estoy de acuerdo con este objetivo, ya que el análisis del lenguaje puede ayudar a los lectores y las lectoras a ser conscientes de ideologías opresivas que hacen diferencias según el género. Pero ése no es mi único objetivo porque las ideologías de género no son solamente opresivas, y no puede decirse que los hombres las impongan a las mujeres: es mucho menos simple que eso. Las mujeres y los hombres construyen su propio sentido del yo dentro de los límites de ese marco cons- ciente y así van formando sus propios placeres y desarro- llo emocional, muchas veces en una resistencia conscien- te contra estos límites y al mismo tiempo en complicidad con ellos (Haugg 1988; Smith, 1990; S. Mills, 1992ª). Por lo tanto, el análisis de imágenes y textos que representan la diferencia por género nos permite rastrear las opcio- nes disponibles para los sujetos en términos de construc- ción de posiciones o roles de los sujetos. Como dice Rajan, “nuestra comprensión de los problemas de las mujeres “reales” no puede estar fuera de las construccio- nes “imaginadas” a través de las cuales y en las cuales emergen las “mujeres” como sujetos. Cuando negocia- mos con esas mediaciones y esos simulacros, lo que deseamos es “llegar a comprender los puntos que están en juego” (Rajan 1994: 10). Lo que me gustaría estudiar en este libro es la forma elusiva en que se representan los significados de género en nuestra cultura, y así poder enfrentarse a esas representaciones o reinterpretarlas; también me gustaría efectuar un “extrañamiento” de la forma en que se representa el género en nuestra cultura; ese extrañamiento permitiría pensar en maneras de representar el género de una forma diferente y más productiva, tanto para las mujeres como para los hom- bres. En este libro me preocupa la representación de la diferencia en el género, es decir la forma en que se representa en imágenes y en palabras el hecho de ser Estilística feminista* Introducción Sara Mills Sara Mills es Research Professor en English, Sheffield Hallam University. *Sara Mills, “Introduction” a su Feminist Stylistics. (London, Routledge, 1995, pp. 1-21)
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Feminaria Año Xlll, Nos 24/25 (nov. 2000) • 1

Este libro quiere describir una forma de análisis queyo llamo “estilística feminista”. Tanto la palabra“estilística” como la palabra “feminista” son complejas ypueden tener distintos significados, según la personaque las lea. Sin embargo, la frase resume mi interésprimero y principal por un análisis que se identifica a símismo como feminista y utiliza el análisis lingüístico o delenguaje para examinar textos. El análisis feminista quie-re llamar la atención hacia el género y cambiar la formaen que se lo representa, ya que está claro que muchas delas prácticas actuales de representación no ayudan a losintereses ni de las mujeres ni de los hombres. Por lo tanto,el análisis estilístico feminista se preocupa no sólo pordescribir el sexismo en un texto sino también por analizarla forma en que se relacionan el punto de vista, el agente,la metáfora o la transitividad con cuestiones de género –una relación inesperada e íntima–, por descubrir si lasprácticas de escritura de las mujeres pueden describirse ono, etcétera. Así, con una lectura cuidadosa, mediante eluso de técnicas que provienen de una variedad de baseslingüísticas y literarias, quiero presentar a las personas queme lean un vocabulario que describa lo que está sucedien-do en los textos y lo que está sucediendo en las lectorasmientras leen. Cuando leemos, no siempre leemos condesconfianza; estamos acostumbradas a ciertos tipos demensajes y muchas veces no nos parecen necesariamenteopresivos o perniciosos. Muchas veces vemos al lenguajesimplemente como una herramienta o un vehículo para lasideas y no como una entidad material que, en realidad,puede dar forma a esas ideas. Como dice David Lee:

Dado que el lenguaje es un instrumento que asignalos fenómenos de la experiencia a categorías con-ceptuales, es claro que no es un simple espejo querefleja la realidad. Más bien funciona imponiendoestructura a nuestras percepciones del mundo. Ellenguaje es... altamente selectivo, y en ese senti-do... el proceso de la codificación lingüística involu-cra un grado significativo de abstracción que se dalejos de la “realidad”. (Lee 1992: 8)

Como algunos textos sostienen mensajes que tra-bajan sobre las personas en una forma de la que no

somos conscientes, siento que es importante analizar lostextos con cuidado en términos de las opciones sistemá-ticas de lenguaje que se han hecho en esos textos. Unanálisis cuidadoso puede ayudar al públic lector a serconsciente de la forma en que las opciones de lenguajepueden servir a los intereses de algunas personas endetrimento de otras.

En su libro Lenguaje y poder, Norman Faircloughafirma que su objetivo es “ayudar a aumentar la concien-cia del lenguaje y el poder, y sobre todo de la forma enque el lenguaje contribuye a la dominación de algunaspersonas a manos de otras” (Fairclough 1989: 4). Enmuchos sentidos, yo estoy de acuerdo con este objetivo,ya que el análisis del lenguaje puede ayudar a los lectoresy las lectoras a ser conscientes de ideologías opresivasque hacen diferencias según el género. Pero ése no es miúnico objetivo porque las ideologías de género no sonsolamente opresivas, y no puede decirse que los hombreslas impongan a las mujeres: es mucho menos simple queeso. Las mujeres y los hombres construyen su propiosentido del yo dentro de los límites de ese marco cons-ciente y así van formando sus propios placeres y desarro-llo emocional, muchas veces en una resistencia conscien-te contra estos límites y al mismo tiempo en complicidadcon ellos (Haugg 1988; Smith, 1990; S. Mills, 1992ª). Porlo tanto, el análisis de imágenes y textos que representanla diferencia por género nos permite rastrear las opcio-nes disponibles para los sujetos en términos de construc-ción de posiciones o roles de los sujetos. Como diceRajan, “nuestra comprensión de los problemas de lasmujeres “reales” no puede estar fuera de las construccio-nes “imaginadas” a través de las cuales y en las cualesemergen las “mujeres” como sujetos. Cuando negocia-mos con esas mediaciones y esos simulacros, lo quedeseamos es “llegar a comprender los puntos que estánen juego” (Rajan 1994: 10). Lo que me gustaría estudiaren este libro es la forma elusiva en que se representan lossignificados de género en nuestra cultura, y así poderenfrentarse a esas representaciones o reinterpretarlas;también me gustaría efectuar un “extrañamiento” de laforma en que se representa el género en nuestra cultura;ese extrañamiento permitiría pensar en maneras derepresentar el género de una forma diferente y másproductiva, tanto para las mujeres como para los hom-bres. En este libro me preocupa la representación de ladiferencia en el género, es decir la forma en que serepresenta en imágenes y en palabras el hecho de ser

Estilística feminista*Introducción

Sara MillsSara Mills es Research Professor enEnglish, Sheffield Hallam University.

*Sara Mills, “Introduction” a su Feminist Stylistics.(London, Routledge, 1995, pp. 1-21)

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una mujer o un hombre, ser heterosexual u homosexual,ser una persona blanca o negra.

El libro está diseñado como una caja de herramien-tas; es decir, siento que hay una serie de preguntas queel público lector puede dirigir a cualquier texto paradescubrir mucho más sobre los mensajes encubiertos quehay en él. Una simple lectura que se concentra en el temadel texto y sólo en eso no puede hacer tanto por enten-der el texto como el planteamiento sistemático de estaspreguntas y un estudio que se concentre en aspectosparticulares de los textos. Gran parte de la crítica feminis-ta, como espero demostrar más tarde, ha construido unestudio crítico fundamental sobre la forma en que seescriben los textos y se representa o describe a las mujeresen ellos. Este tipo de crítica es extremadamente impor-tante pero generalmente pone el acento sólo en elcontenido del texto y no provee a la persona que lee deestrategias que puedan emplearse frente a textos dife-rentes. Lo que importa para mí es el análisis de lenguajey su calidad de herramienta, una herramienta que puedegeneralizarse. (Para profundizar el tema del enfoque delanálisis de texto basado en habilidades, ver Durant yFabb, 1989, y Montgomery y col., 1992.

Este libro no exige que sus lectores y lectoras ten-gan ningún tipo de conocimiento sobre la estilísticafeminista o literaria en general [mainstream]. Simple-mente les pide un interés en el lenguaje y una actitudsaludable de desconfianza frente a todos los textos,tanto los textos con los cuales se simpatiza como lostextos que se rechazan. He tratado de explicar los térmi-nos nuevos en un lenguaje no académico y hay una listade esos términos en el glosario al final del libro. Tambiénincluyo numerosos ejemplos textuales para que la formade análisis sea lo más clara posible. Creo que este libro esnecesario porque, aunque hay muchos libros de estilística,hay muy pocos que se ocupen minuciosamente de temasde género (sin embargo, se puede consultar Wells, 1994).En realidad, en la mayoría de estos textos faltan inclusolas simples referencias al género. Me parece una pena

que un campo en el que se pone el acento en lashabilidades de lenguaje no sea un campo en el que seusen correctamente estas habilidades como parte de lalucha por aumentar la conciencia sobre las formas en quelos textos actúan sobre nosotras como lectoras.

FeminismoEl feminismo es difícil de definir porque actualmen-

te hay muchos tipos de feminismos. Por lo tanto, esteresumen introductorio debe considerarse no como unintento de ofrecer un panorama completo sino como unapropuesta de alguna forma de denominador común enun campo teórico variado y rico. (Para consultar guíassobre el pensamiento feminista, ver S. Mills y colaborado-res, 1989; Tong, 1989; Warhol y Herndl, 1991). La mayoríade las feministas tienen la creencia de que las mujerescomo grupo reciben un trato opresivo y diferente del quereciben los hombres y están sujetas a discriminaciónpersonal e institucional. Las feministas también creenque la sociedad está organizada de una forma que, engeneral, trabaja para el beneficio de los hombres y nopara el de las mujeres; es decir, que la sociedad espatriarcal. Esto no significa que todos los hombres sebenefician de la misma manera por la forma en que estáestructurada la sociedad, ya que la sociedad tambiénoprime a los hombres en distintos grados, y tampocosignifica que todos los hombres formen parte de lacontinuidad del sistema ya que ellos pueden decidirenfrentarse a la opresión de otros grupos. Lo que sísignifica es que, desde un punto de vista general, hay unadiferencia en la forma en que, dentro de la sociedad, setrata a hombres por un lado y mujeres por otro, y unadiferencia en la forma en que ellos se ven a sí mismos yotras personas los ven a ellos como seres marcados por elgénero. Muchas feministas son conscientes de las dificul-tades que existen cuando se quiere suponer que todas lasmujeres y todos los hombres son iguales, y sobre tododurante los últimos diez años, la teoría feminista se ha

Sara Mills: Feminist Stylistics

Introduction

Part I. General theoretical issues1 Feminist models of text2 The gendered sentence3 Gender and reading

Part II Analysis4 Analysis at the level of the word5 Analysis at the level of the phrase/

sentence6 Analysis at the level of discourse

Conclusions

Routledge11 New Fetter LaneLondon EC4P 4EE

��29 West 35th St.New York, NY 10001

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preocupado por analizar la forma en que pueden super-ponerse diferentes formas de opresión y/o discrimina-ción, tales como el racismo o la homofobia, y la forma enque pueden interactuar con formas de sexismo. Lasfeministas son muy conscientes de los peligros que aca-rrean los análisis simplistas basados en la suposición deque las “mujeres” forman un grupo homogéneo. Haytantas diferencias entre las mujeres —de clase, de raza,de edad, de educación, de riqueza– que la misma catego-ría “mujer” es difícil de mantener como tal, ya que parecehaber tantas diferencias entre las mujeres como entreellas y los hombres (ver Butler, 1990; Fuss, 1990). Comoafirma Butler (1990; xi), en los últimos años, el feminismomismo ha tenido que enfrentarse a una cuestión difícil demanejar, la que surge de las preguntas: “¿Qué tiponuevo de política surge cuando el discurso de la políticafeminista ya no está restringido por la identidad comodenominador común y, “¿Hasta qué punto el esfuerzopor localizar una identidad común como base de unapolítica feminista impide una investigación radical en laconstrucción y regulación política de la identidad mis-ma?”. Esta visión de la investigación feminista se ocupade la forma en que las representaciones construyen a loshombres y las mujeres en un nivel real, y de la forma enque se favorecen ciertas visiones de las mujeres a expen-sas de otras. Esta visión es la que da su estructura a estelibro. Y aunque yo no voy a tratar de afirmar que todaslas mujeres son iguales, la mayor parte de las feministassigue sosteniendo que las mujeres sufren una discrimina-ción sistemática como grupo, aunque sea en formas muydiferentes. El feminismo supone un compromiso con eldeseo de cambiar la estructura social para hacerla menosopresiva para las mujeres y, en realidad, también para loshombres. Desde mi punto de vista, este compromiso decambio debería ser el que da forma al análisis y a lapráctica de la enseñanza feminista.

El feminismo no está solo en su deseo de apoyarmétodos pedagógicos que enfatizan la enseñanza dehabilidades y tratar de alentar a las personas a cuestionarla sabiduría que reciben en su esencia; hay otras pedago-gías basadas en estos ideales, por ejemplo, el trabajo dePaolo Freire en Brasil. Sin embargo, a veces el trabajoacadémico se propone como un tipo de estudio neutroaunque, como hace notar Burton: “Para mí es un axiomaque toda observación, y más aún toda descripción, tienenque darse dentro del marco teórico ya construido de unarealidad construida lingüística, ideológica y socialmente,ya sea que la persona que observe o describa las observa-ciones sea consciente de este marco y pueda articularlo ono” (Burton, 1982: 196). Para Burton, es “esencial distin-guir entre el trabajo que apoya una ideología dominantey opresiva y el que la desafía, y aclarar perfectamente loque una está haciendo” (idem; 197). El análisis feministasiempre fue claro en cuanto a lo que quiere lograr ysiempre aclaró su posición teórica con todo cuidadofrente a su público lector. Yo creo que esos ideales sonintrínsecos al pensamiento feminista. El feminismo secoloca en oposición al tipo de trabajo académico que

trata de confundir al individuo no iniciado y de mantenerafuera a todos menos a unos pocos elegidos. La investi-gación feminista tiene como meta ser accesible, permitira otras personas que lleguen, dar a las mujeres lasherramientas, las habilidades y el conocimiento quedeseen o necesiten (ver Bowles y Klein, 1983; Stanley,1990). Estos principios son la base de mis intenciones alescribir este libro.

EstilísticaSe ha definido a la estilística como el análisis de

lenguaje de los textos literarios, que generalmente ex-trae sus modelos teóricos de la lingüística. Como afirmaSimpson, la estilística utiliza “el análisis lingüístico paraproveer una ventana hacia los recursos que caracterizanun trabajo en particular” (Simpson, 1992; 48). Carter ySimpson hacen distinciones entre la estilística lingüísticay la estilística literaria; para ellos, la estilística lingüísticaes un tipo de análisis en el que “las personas que lopractican tratan de derivar a partir del estudio del estiloy el lenguaje un refinamiento de modelos para el análisisdel lenguaje y por lo tanto contribuir al desarrollo de lateoría lingüística” (Carter y Simpson, 1989; 4); la estilísticaliteraria, en cambio, está más interesada en proveer “labase para una comprensión, interpretación y apreciaciónmás completa de textos que supuestamente son litera-rios y están centrados en el autor o la autora. El impulsogeneral es ser ecléctico/a y basarse en visiones lingüísticaspara usarlas al servicio de lo que, según se dice, es unainterpretación de los efectos de lenguaje más completade la que puede lograrse sin el beneficio de los conoci-mientos lingüísticos” (idem; 7). Por lo tanto, ambasformas de análisis estilístico se apoyan en una granvariedad de modelos lingüísticos, desde la gramáticagenerativa de Noam Chomsky y la lingüística sistémica deMichael Halliday hasta los actos de habla de John Searley el análisis de discurso de Malcolm Coulhard. Sin embar-go, la diferencia está en los objetivos de cada al realizarel análisis.

Geoffrey Leech y Michael Short suministran unadefinición más completa:

en general, la estilística literaria tiene la meta, implí-cita o explícita, de explicar la relación entre el lenguajey la función artística. Las preguntas que motivan a laestilística no son tanto que, como por qué y cómo.Desde el punto de vista del lingüista, el problema es“¿por qué el autor o la autora eligió expresarse de estaforma en particular?”. Desde el punto de vista delcrítico, el problema es “¿cómo se logra tal o cual efectoestético a través del lenguaje?”.

(Leech y Short 1981: 13).

Las estilistas feministas tienen otras preguntas,además de las que proponen Leech y Short; por ejemplo,nosotras ponemos menos énfasis en la función artísticadel lenguaje que en otros aspectos, ya que está claro que

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hay regularidades en las representaciones a través deuna variedad de textos diferentes. La belleza de la formay el lenguaje en un poema es menos importante que elhecho de que tal vez sea posible que se empleen lasmismas técnicas en ese poema que en un texto pornográ-fico. Pero la estilística feminista está interesada en elénfasis general delineado por Leech y Short, es decir, enla razón por la que los autores y las autoras han elegidociertas formas de expresarse y no otras, y en cómo seconsiguen ciertos efectos a través del lenguaje.

La estilística se desarrolló como una forma de aná-lisis alternativa, más objetiva, en contraste con el típicoanálisis literario que se había desarrollado dentro de lasinstituciones educacionales1. Short caracteriza este tipode trabajo literario como interesado por un procesosubjetivo, individualista de interpretación de los textosliterarios; según sus propias palabras:

Es verdad que cada lector o lectora llegará a inter-pretar los textos de una forma algo diferente de losy las demás; simplemente, se trata de una conse-cuencia del hecho de que todas las personas somosdiferentes unas de otras, tenemos experienciasdiferentes, etc. Pero debería ser evidente que esavisión subjetivista de la comprensión literaria va encontra de los presupuestos del análisis estilístico,cuyos autores y autoras suponen que nuestro cono-cimiento compartido de la estructura de nuestrolenguaje y de los procesos que sirven para interpre-tar las palabras que se pronuncian en nuestra co-munidad implica un grado relativamente grandede comprensión en común, a pesar de las diferen-cias en la respuesta individual. Para el estilista, elhecho más importante que debe explicarse es que,aunque todas las personas somos diferentes, esta-mos de acuerdo en una parte considerable de lainterpretación, tenemos que estar de acuerdo... lavariedad de interpretaciones producidas incluso enel caso de los textos más discutidos es increíblemen-te pequeña comparada con el grupo teóricamenteinfinito de lecturas “posibles”.

(Short 1989: 2 3)

Muchos/as lingüistas han quedado insatisfechos/ascon las afirmaciones injustificadas que sienten que sehicieron con los textos literarios en los departamentos deliteratura inglesa, y sintieron la necesidad de proveer a

sus estudiantes de una variedad de habilidades y técnicasque podrían emplearse cuando se analiza y se lee cual-quier texto literario. Se decía que si se ponía el foco deatención en el lenguaje de los textos, sería posible hacerun análisis objetivo, riguroso del texto y no una aprecia-ción subjetiva del valor literario, actividad contra la cualestaban reaccionando las personas que apoyaban lacrítica estilística (Steen, 1989). Los Formalistas Rusos de laprimera época trataron de establecer un estudio cientí-fico de la literatura, “que trate de definir la calidad de“literatura” [literariness] de la literatura, es decir, aislara través de medios rigurosos y científicos las formas ypropiedades específicamente literarias de los textos”(Carter y Nash, 1990: 31). Pero está claro que ese interéspor el análisis riguroso no tiene por qué limitarse alanálisis de la calidad de “literatura”; al contrario, podríaser el punto de partida de un análisis del texto quepudiera ayudarnos a interpretar y comprender lo quesignifica el texto para nosotras y nosotros como lectorasy lectores individuales y al mismo tiempo, asegurarnosque el análisis que realizamos es algo que pueden repetirotras personas que leen y analizan.

La estilística tradicional quiere analizar textos lite-rarios de una forma aparentemente científica, que deri-va de la lingüística. Eso es lo que la distingue de otrasformas de análisis literario que suelen darse en los depar-tamentos de literatura inglesa. Pero la estilística tambiénretiene las marcas de su asociación con el análisis literarioy eso a veces lleva a una disyunción entre los análisis,como afirma Sol Saporta:

Términos como valor, propósito artístico, etc., pa-recen ser una parte esencial de los métodos de lamayor parte de la crítica literaria, pero no sontérminos disponibles en lingüística. Las afirmacio-nes que hacen los/las lingüistas pueden incluir refe-rencias a fonemas, acentos, morfemas, estructurassintácticas, etc. y su repetición y simultáneo aconte-cimiento esquemáticos. Lo que queda por demos-trar es hasta qué punto un análisis basado en esosrasgos puede estar en correlación con el análisishecho en términos de valor y propósito.

(Saporta 1964: 83)

El problema de situarse en parte dentro de la críticaliteraria tradicional y en parte dentro de la lingüística hahecho que integrantes de ambos campos expresaran su

Los sumarios de todos los números de

FeminariaFeminariaFeminariaFeminariaFeminaria están disponibles en la base

de datos LATBOOK (libros y revistas)

en Internet:

http://www.latbook.com.ar

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falta de satisfacción con lo que puede lograr la estilística.Por ejemplo, una de las ventajas que tiene este enfoque,según los y los estilistas, es la objetividad. Al diferencia dela subjetividad de un enfoque Leavisite, que evalúa lostextos literarios según criterios que son únicamente deese crítico en particular, los/las estilistas se enorgullecende que sus análisis sean repetibles, es decir, de sus análisissean tales que si otros individuos teóricos hicieran elmismo análisis, llegarían a los mismos resultados. Mu-chos/as estilistas incluyen gráficos y diagramas en sutrabajo y enfatizan el proceso de la cuantificación decomponentes especiales en los textos (ver Sinclair 1966).En algunos casos extremos, los estudios estilísticos hanperfeccionado la cuantificación a expensas de la inter-pretación, o han tratado las formas lingüísticas como sicontuvieran significado sin referencia al contexto en elque ocurren. Este tipo de trabajo ha alimentado losargumentos de la gente escéptica que ataca a la estilísticapor preocuparse por contar el número de verbos y sus-tantivos en un pasaje, sólo para descubrir cuántos verbosy cuántos sustantivos hay, sin ningún otro objetivo.

No toda la estilística se ha preocupado por “con-tar”, excluyendo cualquier otra consideración (como sedice a veces se dice, según el estereotipo de la estilística).En realidad, como ya sugerí, hubo distintas escuelas deestilistas, cada una con su propios métodos y objetivos.Por ejemplo, gran parte de los trabajos de la estilística delos primeros tiempos estuvo relacionado con un análisisde los elementos de un estilo en particular, los elementosque hacían que la prosa de un escritor o escritora fueraidentificable, que tuviera que ver con su idiosincracia.Esta escuela de la estilística creía que los escritores y lasescritoras individuales desarrollaban “idiolectos” quepodían rastrearse en su trabajo. El análisis gramaticalhacía que fuera posible afirmar que ciertos autores yautoras tendían a usar un rango particular de estructurassintácticas; la mayor parte de ese análisis ponía el acentoen la descripción del estilo de los escritores y las escritorasque parecían escribir de una forma realmente diferentey distintiva; por ejemplo Gerard Manley Hopkins o e. e.cummings2. Otros/as estilistas se preocuparon por lacalidad de lo literario. Analizaron textos canónicos, tex-tos que están considerados de gran valor literario por eltrabajo artesanal y cuidadoso y la densidad de las estruc-turas que poseen (Mukarovsky, 1970; Jakobson, 1960). Seanalizaron textos que parecían desviarse de una normade lenguaje “común”. La tarea del o la estilista estabapensada como la justificación de la categorización de unpoema como gran literatura, o el intento por definir lanaturaleza especial de la literatura en general, tomandocomo centro la diferencia del lenguaje literario. El len-guaje literario por lo tanto se veía como un registrodiferente o un tipo diferente de lenguaje, y la tarea delo la estilista era describirlo. Este interés en la la literaturaha seguido presente en gran parte de la estilística actualasí que Leech puede muy bien afirmar que “la estilísticapuede verse simplemente como la variedad del análisisde discurso que se ocupa del discurso literario” (Leech,

1973: 151). Sin embargo, actualmente la estilística tam-bién está usando el conocimiento y las habilidades que sederivan del análisis cuidadoso y textual de textos litera-rios para investigar más completamente la construccióny el efecto de los textos no literarios (Fairclough 1989).

Como mencioné antes, durante el período tempra-no de su desarrollo, la estilística se usó muchas veces paraapoyar intuiciones sobre el sentido del texto que estababajo análisis. Sin embargo, esto provocó algo así comouna reacción entre otros estilistas como John Sinclair,que trató de demostrar que la lingüística no debía usarsecomo ayuda para la interpretación. En el ensayo deSinclair, que lleva el título perfecto de “Cómo destrozarun poema en pedazos”, el autor sugiere que la lingüísticadebería analizar solamente la estructura lingüística deltexto, por ejemplo, la desviación de una norma (Sinclair,1966: 68-81). En su análisis de “Primer suspiro”, unpoema de Philip Larkin, demuestra que hay una prepon-derancia de cierto rasgo lingüístico en el poema, rasgoque desafía constantemente la expectativa del públicolector sobre lo que va a venir. Sin embargo, Sinclair notrata de interpretar el poema sobre la base de eseanálisis. Para él, es suficiente con que el o la lingüistadescriba la estructura del texto sin sugerir que haya unarelación entre esta estructura formal y el significado delpoema. Éste es el tipo de lingüística que caracteriza a laestilística para mucha gente, y es este enfoque el quemuchas veces encuentran tan descorazonador los estu-diantes: por este enfoque, suponen que la estilística sólose preocupa por contar cláusulas. Yo siento que, enrealidad, la estilística puede ofrecer formas valiosas ynumerosas de acercarse a los textos y que puede usarsepara lograr información mucho más valiosa que el núme-ro total de sustantivos en un texto. La estilística puedehacer que el público lector sea consciente de ciertosaspectos de los textos, por ejemplo, las opciones grama-ticales o las opciones léxicas, que cambian las interpreta-ciones de un texto, y eso es algo que no puede hacer unalectura cuidadosa simple.

Algunos/as lingüistas como Leech han tratado deusar la lingüística para ofrecer una caja de herramientas ovocabulario compartido a los y las estudiantes de literatu-ra. Este enfoque es el que adoptaron los autores de Waysof Reading (Formas de Leer) (Montgomery y col., 1992) ytambién Durant y Fabb (1989), que tratan de ofrecer unabatería de preguntas con las cuales las lectoras y loslectores pueden examinar un texto y también su propioproceso de lectura, para ser consciente de la forma en queel texto empieza a tener sentido y de la forma en queempiezan a formular interpretaciones el público lector. Enese mismo sentido, Norman Fairclough se interesa porofrecerle una cantidad de preguntas que hacer al textopara investigar la forma en que la ideología da forma a laproducción y la recepción de textos (Fairclough, 1989). Eneste libro, lo que yo quiero hacer es modificar este enfoquedel análisis de textos –basado en preguntas y en la idea deuna tarea a cumplir, question-oriented approach to textanálisis– mediante un interés más amplio por la manera en

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que los lectores y lectoras forman interpretaciones queestán relacionadas con su género, sobre todo en los sitiosen los que el proceso de interpretación se apoya en clavesdel texto que tienen un significado distinto, o son signifi-cativas de un modo diferente, según la identidad degénero de la persona que lee.

Aunque la estilística estuvo en boga en la décadadel sesenta, dentro de los últimos veinte años ha sufridouna profunda revolución. Mucha gente ha afirmado quecon la llegada de la teoría literaria, la estilística hamuerto como campo de estudio. Sin embargo, parece sermuy resistente y ha tomado algunos de los descubrimien-tos de la teoría literaria y la lingüística crítica, aunque seade una manera fragmentaria3. La estilística se ha movidohacia el área de la “lingüística literaria”, la “poética y lalingüística”, la “estilística contextual” y la “estilística deldiscurso” (ver Toolan, 1992; Carter y Simpson, 1989)4. Elcentro del análisis ha cambiado: se ha movido de unanálisis del texto en sí mismo a un análisis de los factoresque determinan el sentido del texto en su contextosocial. Tal vez la forma más clara de señalar este nuevointerés está en las palabras de Roger Fowler: “Hay unainterrelación dialéctica entre lenguaje y estructura so-cial: las variedades de uso lingüístico son tanto productosde fuerzas e instituciones económicas –reflejos de facto-res como relaciones de poder, roles ocupacionales,estratificaciones sociales, etcétera–, como prácticasinstrumentales para formar y legitimar esas mismas fuer-zas e instituciones sociales” (Fowler 1981: 21). La ediciónde ensayos de Carter y Simpson, Language, Discourse andLiterature: An Introduction to Discourse Stylistics [Len-guaje, discurso y literatura: una introducción a la estilísticadel discurso], trata de poner estas ideas en acción paraque el análisis del discurso no se limite solamente acontar palabras; los autores afirman que la estilísticadebería interesarse por ocupar “el territorio que quedamás allá del nivel de la oración o del intercambio conver-sacional único”, y por examinar “las propiedadescontextuales más amplias de los textos que afectan sudescripción e interpretación” (Carter y Simpson, 1989:14). A pesar de esa revolución, debería recordarse queeste cambio involucra a un grupo muy pequeño deestilistas y que muchos siguen trabajando todavía dentrodel marco que se utilizaba hace veinte años, e inclusoentre los grupos más “radicalizados”, no han tenidomucho impacto los análisis feminista y de género5.

Aunque se ha hecho mucho trabajo en estilística –dentro de las escuelas que acabamos de describir, ytambién dentro de otras áreas, que fueron siempre muycreativas y útiles y que han adelantado la comprensiónde la forma en que se logran ciertos efectos textuales–,muchas veces, el análisis estilístico se lleva a cabo dentrode un marco de suposiciones que habría que cuestionar.En su mayoría, las bases teóricas de la estilística provie-nen de la lingüística y la crítica literaria contemporáneas.Esos campos han evolucionado y la estilística necesitaresponder a las nuevas ideas que han surgido en ambosen años recientes. Por ejemplo, gran número de los

primeros estilistas que se mencionaron aquí suponíanque es posible analizar un texto en forma aislada, comouna entidad completa que tiene significado indepen-dientemente de cualquier consideración externa. Ésta esuna herencia que ya ha quedado superada y que estáprofundamente cuestionada por las tradiciones moder-nas de la crítica literaria y la lingüística. Muchas veces, losy las estilistas suponen que el significado del texto estácontenido en su lenguaje y que el texto genera sólo unalectura... a la que tiene acceso el o la estilista. Esta visiónestá muy amenazada por teorías de la pragmática, teo-rías que se ocupan del grado en el cual el sentido dellenguaje depende del contexto (Levinson 1983; Brown yYule, 1983). Para algunos/as estilistas, el lenguaje deltexto se discute en relación con un sistema lingüístico yese sistema lingüístico se trata como algo estable, natu-ral, sin discusión, compartido por todos los individuoshablantes nativos, como si fueran parte de una comuni-dad de habla homogénea en la que todos usan el lengua-je de la misma forma. Esta visión del lenguaje va encontra de muchos trabajos de los campos de la lingüísti-ca, la sociolingüística y la teoría literaria, trabajos quehan hecho explotar el mito de una comunidad de hablahomogénea y han revelado que el lenguaje es inestable,que es siempre un lugar de conflicto (Hymes, 1971; Pratt,1987). Tradicionalmente, la estilística no consideraba untexto dentro del contexto ya sea de su producción o de surecepción crítica (ver capítulo 1). La estilística tradicionalno ponía en el análisis factores como el género, la raza yla clase, y tampoco el estatus del texto dentro del canon.Todos estos factores no producían ningún comentario porparte del o la estilista. Y en realidad, muchas veces, los y lasestilistas han visto a estas variables como una distraccióndel análisis lingüístico real; como dicen Carter y Simpson,para mucha gente que trabaja en estilística, el interés enfactores como género, raza y posición ideológica

puede empujar a la descripción del lenguaje alímites en los que hay que unirla a los procedimien-tos analíticos de otras disciplinas. Es en esos puntosque puede quedar comprometida la calidad dediscreción relativa de la descripción lingüística. Nohay duda de que la negociación es un rasgo nece-sario del trabajo interdisciplinario, pero sin losprocedimientos “científicos” y sin el desarrollo de“modelos” con poder de predicción, se vuelve difí-cil llevar a cabo un análisis que tenga los principiossuficientes como para promover el progreso de ladescripción lingüística e impedir la clase de integra-ción de disciplinas que termina por ser absorción enlugar de apoyo productivo mutuo.

(Carter y Simpson, 1989; 15)

Este libro intenta integrar el estudio de los textos apartir de una visión de la textualidad. Estructurada tantosobre la teoría literaria como sobre la teoría lingüística,que pone el centro precisamente en los factores que seven como tan peligrosamente “comprometedores”.

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Las limitaciones que acabo de describir representanuna falla seria en el campo del análisis estilístico denuestros tiempos. El hecho de que se elija un grupo detextos muy limitado para el análisis y de que se ignorenel contexto y los factores como la raza, la clase y el génerodebilita seriamente la afirmación de que la estilísticaofrece un análisis científico y sin fallas. Yo trato dedemostrar dos hechos: primero, la importancia de laconsideración de estos aspectos extratextuales en cual-quier análisis textual, y segundo, la necesidad de encon-trar formas de lograrla. Me interesa sobre todo el proble-ma del género, y la forma en que ese problema puedeincorporarse al análisis estilístico, pero es necesario evi-tar algunos de los atolladeros teóricos que pueden en-contrarse en el camino. Hasta el momento, cuando laestilística ve al género como una variable, el análisis haestado siempre en un nivel bastante banal, que típica-mente se centra en la discusión de la “oración femenina”o la forma en que se supone que escriben las mujeres (vercapítulo 2). No pienso usar la estilística en la forma queacabo de describir, ni para analizar el estilo de un/a autor/a ni para contar el número de verbos o de sustantivos nipara examinar la artesanía de un poema. Lo que quierohacer es extraer de las teorías lingüís-ticas y de la teoríaliteraria conceptos que me ayuden a promover un análi-sis que dé importancia a diferentes problemas y pregun-tas, específicamente los que tienen relevancia para lasfeministas. Quiero que elanálisis del lenguaje sirva anuestros intereses.

Lingüística críticaMi objetivo aquí

–proponer una estilística fe-minista, que relacione ellenguaje de los textos conprocesos políticos extra-textuales– tiene un precur-sor en la lingüística crítica ypor esa razón, me gustaríadescribir los análisis y mo-delos de lenguaje formulados por lingüistas críticos yanalistas críticos del discurso. La lingüística crítica es elestudio de textos desde una perspectiva supuestamentepolítica. En palabras de Hodge y Kress: “La lingüísticacrítica es una teoría del lenguaje cuyo objetivo (es)proveer una descripción iluminadora del lenguaje verbalcomo fenómeno social, especialmente para el uso de laspersonas que hacen teoría crítica... que (quieran) explo-rar fuerzas y procesos sociales y políticos tal como actúana través de los textos y las formas del discurso” (Hodge yKress, 1988; vii). En un sentido similar, Roger Fowlerafirma: “la lingüística crítica es simplemente una investi-gación sobre las relaciones entre signos, significados ycondiciones sociales e históricas que gobiernas la estruc-tura semiótica del discurso, a través de un tipo particularde análisis lingüístico” (Fowler, 1991; 5). La lingüística

crítica no sólo es una descripción de los mensajes ideoló-gicos que se encuentran por debajo de los textos sinoque, como afirman Fowler y Kress, es “una crítica de lasestructura y los objetivos de una sociedad que ha impreg-nado su lenguaje de significados sociales, muchos de loscuales vemos como negativos, deshumanizadores y res-trictivos en cuanto a sus efectos” (Fowler y col. 1976: 196).Como demuestran estas citas, generalmente las personasque usan la lingüísta crítica ven el efecto de la situaciónsociocultural en el lenguaje como algo que podría descri-birse: lo ven como una calle en la que el tránsito va en unsolo sentido; es decir, sienten que las estructuras socialesdeterminan la forma y el contenido del lenguaje. En añosrecientes, muchas personas estudiosas han cuestionadoesta visión, sobre todo Kress y Fowler (Hodge y Kress,1988; Fowler, 1991). Lingüistas como Norman Fairclough,Roger Fowler, Gunther Kress, Robert Hodge, Tony Trew,etc. han cuestionado los enfoques convencionales detextualidad y significado, y han puesto el foco en lascondiciones de la producción y recepción del texto y lainterrelación entre el lenguaje y el contexto sociohistórico(Fairclough 1989; Fowler y col. 1979; Hodge y Kress, 1988;Fowler 1991). Los lingüistas críticos como Hodge y Kresshan demostrado que el significado no reside simplemen-te en un texto: al contrario, es el resultado de un procesode negociaciones y una red de relaciones entre el sistemasocial dentro del cual se produce y consume el texto, elescritor o escritora y el lector (Hodge y Kress, 1988). Aquí,el apoyo proviene explícitamente de teóricos de la polí-tica como Valentin Voloshinov y Michel Pecheux, a quie-nes estos lingüistas usan para ver si el lenguaje puede seruna fuerza motivadora de la forma en que la gente sedefine a sí misma y define a otros (Voloshinov 1973;Pecheux 1982). Después de esto, siguen adelante y de-muestran que este proceso –el de usar al lenguaje paradefinirse a uno o una misma– puede tener efectos sobreel sistema del lenguaje como un todo y en un últimoestadio, sobre la forma en que se estructura la sociedad.

Para todos estos lingüistas, el lenguaje no es untransporte transparente de significados, sino un medioque impone sus propias restricciones al significado queconstruye. El lenguaje se ve como algo muy semejante aun fenómeno social. Como afirman Fowler y Kress, “Lasformas del lenguaje que están en uso en un momentodado son una parte de un proceso social y una consecuen-cia de ese mismo proceso” (Fowler y colaboradores 1979:26); y siguen diciendo que “las formas de habla y escritu-ra lingüísticas expresan las circunstancias sociales en lasque ocurre el lenguaje. La relación del estilo con lasituación es muy precisa y funcional, de modo que elanálisis de la estructura lingüística revela los contextosdel lenguaje con una exactitud considerable” (Fowler ycol. 197: 26). En contraste con lo que dicen muchos/associolingüistas, los/las lingüistas críticos/as están preocu-pados no sólo por describir la relación entre la sociedady el lenguaje sino por ver al lenguaje como algo que seusa como una forma de control social; para estas perso-nas, “el lenguaje sirve para confirmar y consolidar las

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organizaciones que le dan forma; el lenguaje se usa paramanipular a la gente, para establecer y mantener a lagente en roles y estatus convenientes, para mantener elpoder de las agencias del estado, las corporaciones yotras instituciones” (Fowler y col. 1979; 190). Esto estárealmente pasado de moda en la década post marxista de1990, y sin embargo, una versión modificada de esteenfoque tiene la ventaja de que es posible enseñar a lagente a considerar el uso del lenguaje como parte de lasrelaciones de poder dentro de la sociedad y a interveniren esas relaciones. Para muchos/as lingüistas críticos/as,el lenguaje no sólo está unido a nociones de restricciónde la expresión lingüística sino que se piensa que un usocontinuo de estilos particulares de habla y escriturapuede cambiar y determinar procesos de conocimiento.Fowler y Kress afirman que “los agrupamientos y relacio-nes sociales tienen influencia en los comportamientoslingüísticos de las personas que hablan y las que escriben,y más aún... estos esquemas socialmente determinadosdel lenguaje tienen influencia sobre comportamientosno lingüísticos, incluyendo, sobre todo, las actividadescognitivas. La sintaxis puede codificar una visión delmundo sin ninguna elección consciente de parte delescritor/a o el/la hablante” (Fowler y col. 1979: 185).

Hodge y Kress se preocupan en parte por lo quellaman sistemas de género, es decir, la forma en que estáncodificadas las diferencias de género dentro de los textos(cuando usan el término “sistemas”, lo que quieren de-mostrar es que estas diferencias no son sólo el producto detextos individuales sino más bien parte de procesos socia-les de gran escala). Afirman que “un aspecto de un sistemade género es una clasificación de la realidad que proyectasignificados sociales relacionados con hombres y mujeressobre el mundo no humano, inscribiendo así una ideologíade roles de sexo y deidentidades de sexo dentro dellenguaje mismo” (Hodge y Kress 1988; 98). Esto es crucialpara el proyecto general de este libro, que está interesadono sólo en hacer un mapa de la forma en que se manifies-tan las actitudes sexistas en ítems individuales del lengua-je, sino también en analizar los sistemas de escala másgrande según los cuales se organiza la realidad a lolargo de líneas de género.

Como afirma Tony Trew, uno de los conceptoscentrales para el análisis lingüístico es el de ideología: “Silos conceptos de un discurso están relacionados dentrode un sistema, entonces son parte de una teoría oideología, es decir, un sistema de conceptos e imágenesque es una forma de ver y comprender las cosas y deinterpretar lo que se ve, se oye o se lee. Toda percepcióninvolucra una teoría o ideología y no hay hechos “cru-dos” no interpretados que estén libres de teoría” (Trewen Fowler y col. 1979: 95). El interés esencial de lalingüística crítica es desenmascarar las ideologías queparecen estar escondidas dentro del uso del lenguaje, eseuso que se propone a sí mismo como natural.

Los ensayos de la colección de Fowler y col. Languageand Control (1979) [Lenguaje y control] son excelentesejemplos de un intento sistemático por localizar los

mensajes ideológicos a nivel de la estructura de la ora-ción, en elementos tales como la “pasivización”, lanominalización, la transitividad y la tematización. TonyTrew explica con la mayor claridad la relación entre elanálisis de la ideología y el análisis del lenguaje: “Lateoría lingüística puede usarse en ese tipo de trabajo(analítico) porque el discurso es un campo que pertenecetanto a los procesos ideológicos como a los procesoslingüísticos, y porque hay una relación determinadaentre esos dos tipos de procesos” (Trew en Fowler y col.,1979: 154).

Sin embargo, incluso este concepto, el de la ideolo-gía, ha estado sujeto a desarrollo y cuestionamiento enlos últimos tiempos, sobre todo en el trabajo de Hodge yKrees, y muchos otros teóricos y teóricas de la críticaideológica. En sus últimos trabajos, Hodge y Krees criti-can conclusiones anteriores: “Las teorías de la ideologíatienden a tratar a la ideología como una categoría únicay final que se ha formulado definitivamente, para siem-pre, y cuyas formas inmutables se enfrentan a los indivi-duos pre-ideológicos, y les asignan los únicos roles ysignificados sociales que pueden tener. De ese modo, nose permite ningún espacio o tiempo en el que se puedandar la negociación, la divergencia o la resistencia” (Hodgey Kress, 1988: 259).

En este trabajo pienso apoyarme sobre esta visiónmás constructiva de la ideología, una en la que es tanimportante formular y desarrollar estrategias de resis-tencia como reconocer la opresión. También voy a agre-gar a esta visión la idea según la cual las ideologías estánen proceso de cambio. Es decir que no quiero verlas comoestáticas y fijas, a la manera de muchas teorías anteriores.Martin pide una visión más dinámica de la ideología yaque, según afirma, “la ideología puede interpretarsemás como un tipo de lenguaje que depende del uso quese le da al lenguaje. Aquí estamos examinando a laideología en crisis, la ideología en medio de un procesode cambio durante el cual, los/las hablantes eligen entredesafiar o defender una visión del mundo que ha preva-lecido hasta ese momento en el tiempo” (Martin 1986:228). Ver a las ideologías como necesariamente en mediode una crisis permite que los individuos hablantes yoyentes puedan resistir los efectos de esas ideologías ycambien la forma en que se consideran estos temas.

Otro elemento importante para la lingüística críti-ca es la idea de que el lenguaje que usan las/los hablantesy las/los escritoras/es es parte de un sistema que lespresenta ciertas opciones dentro de un grupo de pará-metros estrictos. La/el hablante/escritora/or supone quetiene opción, pero el sistema del lenguaje es preexistentey determina lo que puede decirse, sobre todo sin que lapersona se dé cuenta de las restricciones. Como afirmanFowler y Kress: “Cualquier texto encarna interpretacio-nes sobre su sujeto y evaluaciones basadas en la relaciónentre fuente y receptor. Esos significados interpretativosno están creados únicamente para la ocasión; el usosistemático de estas estructuras lingüísticas está conecta-do con el lugar del texto en el sistema socioeconómico, y

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por lo tanto, existen antes de la producción del texto ynuestra recepción del texto” (Fowler y col. 1979: 185). Porlo tanto, aunque ciertas opciones de lenguaje se sientencomo muy personales, por ejemplo, cuando expresamosemoción o cuando creamos una frase para expresarnos,es necesario reconocer que nuestras opciones están de-terminadas por fuerzas sociales más que por fuerzasindividuales.

También voy a apoyarme en la idea de Hodge yKress según la cual no es suficiente con analizar ellenguaje; ellas afirman que “el significado reside contanta fuerza y es tan omnipresente en otros sistemas desentido (es decir, los que no son lenguaje verbal) en unamultiplicidad de códigos visuales, aurales y de comporta-miento, que concentrarse solamente en las palabras noes suficiente... ningún código puede estudiarse o enten-derse completamente en aislamiento, no con éxito” (op.cit. vii). Por esa razón, cuando analizo textos, tambiénanalizo un número de imágenes visuales, ya que asíconsigo tratar de presentar textos dentro de su contexto.Además, Kress y Fowler afirman que el significado de lasoraciones no puede reducirse a las partes que las consti-tuyen; por ejemplo, dicen: “Nuestros análisis sugieren...que los items léxicos, las formas lingüísticas y los procesoslingüísticos tienen significados específicos. Cuando sedan dentro de un discurso coherente, se ejercitan opcio-nes sistemáticas a partir de grupos de alternativas y elefecto total, interactivo de esas opciones tiene un senti-do que es superior y está por encima de los ítems y losprocesos tomados aisladamente” (Fowler y col. 1979:186). Yo diría que la diferencia de género es uno de loselementos más importantes que se transmite a la perso-na que lee en un gran número de textos.

Hodge y Kress se preocupan por otros aspectos y notanto por el género, como Norman Fairclough, que seinteresó por desarrollar un análisis de discurso crítico quetiene en cuenta las relaciones de poder. Su trabajoincluye un estudio del uso que hace Margaret Thatcherdel lenguaje. El estudio demuestra cómo, a partir dediscursos disponibles, cualquier individuo puede selec-cionar elementos y construir una posición de sujeto quesea ventajosa para sus metas. En particular, Faircloughestudia cómo la técnica que utiliza Thatcher en lasentrevistas deriva de una fusión de rasgos asociados conla femineidad de la clase media blanca y los “elementosexpresivos autoritarios” utilizados por políticos hombres(Fairclough 1989: 191). Este tipo de análisis, que toma encuenta el problema de qué discursos están disponiblespara qué hablantes, y también la autoridad relativa deesos y esas hablantes dentro de una sociedad, es unelemento importante para mi marco de estilística femi-nista. Fairclough también considera la forma en que lostextos se dirigen a público lector y en que un textoposiciona a él dentro de un marco interactivo, lo cual esmuy relevante para el análisis de textos como los publi-citarios (Fairclough 1989: 132-3). La mayor parte de estetrabajo está basada en la lingüística sistémica de MichaelHalliday, que se preocupa por la relación entre el lengua-

je y las fuerzas sociales; en realidad, dentro de esesistema gramatical, la distinción entre lenguaje y socie-dad parece falsa, ya que, en gran parte, el lenguaje sepercibe como parte de la sociedad y como una forma deacción social. Las fuerzas sociales determinan el lenguajey a su vez, el lenguaje tiene un impacto importante en lasociedad; en el sentido de que puede reafirmar el statusquo o desafiarlo. Halliday, en lugar de asumir que lasoraciones pueden estudiarse separadas de otras, en ais-lamiento, considera varias funciones de los textos y lasoraciones. De esta forma, demuestra su comprensión dela calidad social del lenguaje, y propone la idea de que ellenguaje y los textos están integrados en nuestro mundosocial y sirven a propósitos determinados en el mundo.Como afirman Fowler y Kress: “el lenguaje sirve paraconfirmar y consolidar a las organizaciones que le danforma, sirve para que lo utilicen para manipular a la gente,para establecer y mantener a la gente en roles y estatuseconómicamente convenientes, para mantener el poderde las agencias del estado, las corporaciones y otras insti-tuciones” (Fowler y col. 1979: 190). Sin embargo, comofeministas, debemos enfatizar que además de mantener ala gente en su lugar, el lenguaje también puede ser una delas muchas formas en las que las personas pueden cuestio-nar su posición; la conciencia de las formas en que se usael lenguaje como mecanismo de estabilización puede serun paso en dirección a la liberación.

En este libro, voy a usar los sistemas desarrolladospor Halliday y los/las lingüistas críticos de una formaselectiva, ya que quiero apoyarme en algunas de susideas. La idea de que los/las lingüistas deben ser críticosen todos los sentidos del término es importante para estelibro (S. Mills 1989b). Sin embargo, he descubierto queespecialmente en sus primeros trabajos, algunos de losanálisis de Halliday están basados en malas interpreta-ciones en cuanto al análisis del lenguaje en los textos yque, por otra parte, hay pocos análisis sistémicos que sepreocupen por el género. Por lo tanto, me gustaríaconsiderar el análisis feminista de texto que se ha preocu-pado explícitamente por las cuestiones de género. Quie-ro sugerir las formas en las que voy a apoyar este libro enese trabajo y fundir las preocupaciones que tengo aquícon las de la lingüística crítica.

Análisis feminsta del textoLas teóricas literarias

feministas han hecho mu-chos intentos por conside-rar el lenguaje de los tex-tos en detalle. Desde el tra-bajo pionero de VirginiaWolf sobre la estructurade la oración y el génerohasta el análisis del len-guaje y el sexismo de KateMiller, que abrió tantoscaminos, el lenguaje ha

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sido centro de atención para las lecturas del feminismo,que desconfían de las lecturas anteriores (Wolf 1979;Miller 1977). En la teoría feminista francesa y psicoana-lítica actual, el lenguaje es un tema clave para el análisisliterario. Dentro de la teoría psicoanalítica y de granparte de la teoría literaria, el lenguaje se percibe como elmedio a través del cual se forma el yo, el medio que daforma a la forma en que pensamos sobre el mundo.Según esta visión, el análisis del lenguaje puede decirnosmucho sobre la producción del yo o del sujeto (verMillard en S. Mills y col. 1989).

Sin embargo, esta preocupación con el nivel lin-güístico de los textos no es constante en la crítica feminis-ta en general. La mayor parte de la teoría feministaanglosajona, por ejemplo, se preocupa por las represen-taciones de las mujeres y relaciona las representacionesde los personajes femeninos con una autoidentidad yuna experiencia generalizada de lo femenino (ver Moi1985 y S. Mills y col. 1989 sobre la crítica anglosajona).Estas críticas feministas tienden a poner el acento en elanálisis del contenido y ésa es tal vez una de sus debilida-des más grandes, ya que muchas veces sus afirmacionesestán basadas sobre posiciones teóricas insostenibles. Elenfoque que utilizan parece una vuelta a la subjetividaddel análisis literario tradicional y tiene todas las desven-tajas teóricas de ese tipo de crítica. Además, este enfoquereduce a la persona que desarrolla una teoría a evaluarel texto; ya sea “Ésta es una buena representación por-que está de acuerdo con lo que yo considero que es laexperiencia de la mujer” o “Esto es sexista porque produ-ce una falsa representación de las mujeres”. Cuando lascríticas toman este rol evaluativo, la posición en que secolocan está muy dentro del dominio de la crítica literariafalocéntrica (es decir, la crítica que tiende a privilegiaropiniones y escritores masculinos), a la cual la críticafeminista quiere cuestionar y desplazar. Cuando se basasobre todo en el análisis del contenido, la crítica tiene quesuponer que el texto tiene un solo significado. De estaforma se puede afirmar cualquier interpretación que unaquiera para un texto y se vuelve terriblemente difícilprobar que una lectura cualquiera no es en realidad“correcta” o “adecuada” porque la discusión se reduce acomparar lecturas subjetivas sin un criterio acordado paraevaluar la forma en que una lectura puede ser “mejor” queotra. Aunque el análisis del contenido es importante,como pienso demostrar en este libro, necesita hacersejunto a un análisis de lenguaje de un texto en el contextode los procesos de recepción y producción. No debe hacer-se jamás para reemplazar ese análisis.

Para muchas de nosotras, feministas que enseña-mos y leemos, las lecturas que hacemos de los textos,lecturas que los cuestionan, pueden tener la forma deuna lectura cuidadosa (Kamuf 1980). Las técnicas delectura cuidadosa trabajan sobre la suposición de que lalectora analiza el lenguaje de un texto para apoyar susintuiciones; el proceso consiste en marcar ciertos ítems delenguaje en los textos y, una vez que se identifica lapreponderancia de ciertos términos, se usan esos datos

para apoyar una intuición original sobre el texto. En estascircunstancias, el análisis de lenguaje se usa como unaforma de justificar la reacción inicial que sintió la lectora.Sin embargo, este método es bastante azaroso, y sepuede decir que este tipo de lectura cuidadosa puedeusarse para justificar y argumentar cualquier idea quepueda tener la lectora sobre el texto, ya que los ítems delenguaje que se analizan se seleccionan después de hacerun primer juicio sobre el texto. En esa situación, se puedeignorar fácilmente cualquier dato que vaya contra lahipótesis original. Además, aunque la lectora esté prestan-do una atención cuidadosa a los detalles de lenguaje,como no ha teorizado la forma en que lee, existe el peligrode que haya aspectos del texto que no consiga ver, aspec-tos que le parezcan naturales o “de sentido común”.

El enfoque que propongo aquí quiere elevar laconciencia de los medios por los cuales los textos presen-tan ciertas informaciones o cierto material como si fuerade sentido común. Así, lo que quiero es llegar más lejosque una lectura cuidadosa no teorizada (ver S. Mills1992c sobre la lectura cuidadosa feminista). De estemodo, la lectura tiene una forma de distanciarse de lasestrategias de lectura que naturalizan el ejercicio. Si,como lectoras, confiamos en nuestra intuición con res-pecto a un texto, es fácil que sin darnos cuenta, nosdejemos llevar por la ideología en la que se ha producidoel texto. Un problema mayor de la lectura cuidadosa sinteoría es que cada lectora llega al texto apoyada en supropio grupo de suposiciones. No considera la idea deque estas suposiciones puedan diferir según el grupo delectores o lectoras al que se pertenezca ni de que puedaninfluenciar la lectura del texto y por lo tanto, esa lectorano está en condiciones de explicar por qué varias lecturascuidadosas pueden llegar a conclusiones diferentes so-bre el mismo texto.

Por lo tanto, lo que se necesita es desarrollar unmodelo de análisis que permita lecturas cuidadosas ydesconfiadas que se puedan replicar; es decir, el modelode análisis no debe cambiar abiertamente de lectora alectora ni de texto a texto.

Cualquier trabajo sobre género y análisis de textostiene que tener en cuenta el trabajo feminista que sehace actualmente en sociolingüística. Las figuras esen-ciales de la sociolingüística inglesa son Deborah Camerony Jennifer Coates (Cameron 1985; Cameron 1990ª; Coates1986; Coates y Cameron 1988). Ambas lingüistas se aproxi-man a su trabajo con la idea de que hay rasgos delenguaje que pueden explicarse sólo con referencia algénero. El trabajo de Coates analiza diferencias de dis-cursos en estilos de conversación de hombres y mujeres,identifica los rasgos de las conversaciones en los gruposformados sólo por mujeres, y estudia cómo difieren delos que se encuentran en grupos mixtos o sólo de hom-bres. Se han hecho trabajos considerables sobre diferen-cias –reales o imaginaria– en pronunciación, sintaxis yléxico entre hombres y mujeres. Ésta es un área deinvestigación que se está desarrollando cada vez más yque abarca un espectro amplio de enfoques (Ver, por

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ejemplo, R. Lakoff 1975; Edelsky 1977; Spender 1980;Cameron 1990ª). Hay dos aspectos de esta área de trabajoque son de relevancia particular para la estilística feminis-ta: la fuerza de los estereotipos y creencias en cuanto a loque es “típico” en los usos femeninos o masculinos, y ladiferencia en las normas de interacción que se encuentranen todos los grupos, ya sea de mujeres solas o de hombressolos. La investigación de Edelsky (1977) demuestra quedesde muy temprano, los niños y las niñas internalizanideas sobre palabras “típicas” de hombre y no de mujer(por ejemplo, malas palabras fuertes) o palabras “típicas”de mujer y no de hombre (por ejemplo, palabras de tipoinsultante menos duras como “ay, caramba”), y esto de-muestra lo profundamente implantados que están losestereotipos del lenguaje marcado por el género. Por suparte, Coates ha investigado las diferencias en la forma enque los grupos de mujeres solas manejan la selección y eldesarrollo de los temas y la manera de turnarse parahablar, entre otros rasgos de la charla. Estos estudiosdemuestran que el género es una variable que afectatanto nuestra competencia lingüística como nuestras creen-cias y expectativas sobre el uso del lenguaje6.

El trabajo de Cameron incluye análisis de la formaen que se representa a hombres y mujeres en el lenguaje,e investiga términos como “genérico falso”, es decir, eluso del término general para referirse a un subgrupo deesa palabra, como en el ejemplo del Guardian: “Unsudafricano de color sujeto al abuso racial de parte de susvecinos se volvió loco y mató a la esposa de su vecino conun machete”, (citado en Cameron 1985: 85). En esteejemplo, la palabra genérica “vecino” (que, en inglés,neighbour, incluye tanto a hombres como a mujeres) serefiere claramente sólo al vecino masculino, de otromodo no habría sido necesario el término “esposa”. Esdecir, podría haberse dicho directamente “vecino” en elsentido de “vecina”. Un análisis cuidadoso como el deeste trabajo feminista enfatiza la importancia del estu-dio del lenguaje y las visiones “de sentido común” que setienen de él, y la necesidad de tener en cuenta los temasde género cuando se construyen teorías sobre la esenciadel lenguaje y la forma en que trabaja.

Deirdre Burton apoya un enfoque que coloca lostemas de género en el centro del estudio de la academia.En un ensayo que fue de importancia fundamental en elesfuerzo por construir una estilística feminista, Burtonproduce un análisis de las opciones de transitividad en unpasaje de The Bell Jar de Sylvia Plath, en (Burton, 1982)7.Burton explora las formas en que puede usarse el lengua-je para la dar la sensación de que un personaje estáimpotente frente a alguna cosa: ella estudia la maneraen que la forma lingüística de los verbos contribuye a lasensación de la aparente falta de control de la protago-nista sobre su propia vida. El ensayo termina con ejem-plos de los/las estudiantes, a quienes se les pidió querescribieran el pasaje de Plath, y experimentaran concambios en la gramática, cambios que pudiera revertireste efecto, conferir mayor poder y control a un persona-je literario y además, y sobre todo, a los lectores y

lectoras. Para Burton, ningún trabajo analítico es real-mente apolítico: todo trabajo apoya o desafía el ordensocial existente: “Todo conocimiento está contenido yproducido dentro de un marco ideológico” (Burton 1982:197). La autora extiende este argumento y señala que lasmetodologías utilizadas en el análisis de datos estángobernadas por el marco teórico que también gobiernala recolección de datos, y que, para que cualquier trabajotenga sentido, las investigadoras deben ser explícitas encuanto a sus afiliaciones políticas. “Como todos los com-ponentes metodológicos de las teorías están íntimamen-te relacionados con la meta de esas teorías, las académi-cas responsables deben afirmar continuamente tanto loslímites de bajo orden como los de alto orden que tiene eltrabajo particular que están haciendo y referirse cons-tantemente a esos límites para poder dar sentido a esetrabajo” (Burton, 1982: 197). El trabajo de Burton es elque más ha influenciado mi trabajo sobre la estilísticafeminista.

ResumenEstilística feminista quiere hacer explícitas algunas

de las suposiciones insostenibles en las que se apoya laestilística convencional. Sus intenciones son mucho másque agregar el género a la lista de elementos interesan-tes para analizar; la idea es, sobre todo, la de llevar a laestilística a una nueva fase. Lo que pretendo es alejar ala estilística del análisis del lenguaje del texto, como si eselenguaje estuviera simplemente ahí, y llevarla a un aná-lisis de los factores socioeconómicos que permitieron queapareciera ese lenguaje, o que determinaron su aparien-cia o el tipo de interpretaciones que pueden hacerse deese texto. De ese modo, lo que se quiere es demostrar quela escritura de las mujeres dentro de la cultura europeaoccidental puede o no escribirse de modos distintos a lade los hombres pero en cualquiera caso, lo que siguesiendo importante es que esa escritura significa de unaforma distinta y que hay factores que determinan esadiferencia. La escritura femenina se produce bajo cir-cunstancias que son diferentes de las de la producción dela escritura masculina y se lleva al mercado y se presentade formas significativamente diferentes.

Estilística feminista también quiere demostrar que,en ciertos momentos clave, el género está en primerplano en los textos y que el texto maneja el género enformas que pueden predecirse. Muchas veces, esos mo-mentos pueden parecer de sentido común pero si pode-mos verlos en primer plano, eso nos permitirá leerlos deuna manera distinta. De esta forma, el libro quiereexaminar textos que parecen estar manejando explícita-mente temas de género; por ejemplo, escenas de amoren libros, uso diferencial de términos para hombres ymujeres, sexismo, etc.; pero también espera analizar loselementos que a primera vista no parecen tener nadaque ver con el género, por ejemplo, las metáforas, lanarración y la focalización.

Lo que yo quiero hacer es defender la idea de quela estilística se aleje del análisis de los textos literarios y

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vaya hacia un análisis de la literatura en el contexto deotras formas de escritura; por ejemplo, la publicidad, losinformes periodísticos en diarios, etc. Como la literaturaes una de las muchas formas de escritura que tienen unrol en la constitución del sujeto y la producción demensajes sobre cómo son las mujeres y los hombres enesta sociedad, y como ya hay procesos similares que estántrabajando en otras formas de significación, me parecemás productivo el análisis de la similaridad entre estosprocesos que el análisis de la diferencia que los separa(por ejemplo, la similaridad entre la fragmentación y larepresentación en la pornografía y la poesía amorosa,que se discute en el capítulo 6). Esto es particularmenteimportante en la estilística feminista en la que la “mujer”es el objeto de muchos discursos importantes además dela literatura. Como ya dije al comienzo de esta introduc-ción, el objetivo del libro es dar al público lector lasherramientas (terminología, habilidades, preguntas quesería bueno hacer) necesarias para identificar y manejarel sexismo y el prejuicio de género en los textos. Lo quequiero hacer es aumentar la conciencia de la forma enque trabaja la diferencia de género en un gran númeroy variedad de textos.

El grupo de relaciones sociales y lingüísticas que voya tratar será el de las que están basadas en el género.Pienso usar la noción de género en un sentido muy amplio,sin suponer que todas las mujeres son iguales ni que todoslos hombres son iguales. La conciencia de las diferenciasdentro de los términos “mujer” y “hombre” es uno de losaspectos claves de este análisis. Género es un término quetiene un número de problemas teóricos, sobre todo, pue-de correr el riesgo de borrar el filo político porque suponeque todos los hombres y todas las mujeres son diferentesy que la diferencia es igual para ambos grupos. Por lo

tanto, no se considera la forma en que se oprime a lasmujeres en sistemas patriarcales o se la considera sólo enrelación con la forma en que se oprime a los hombres enlos mismos sistemas. Sin embargo, género es un términomuy útil porque pone en primer plano el hecho de loshombres y las mujeres y la feminidad y la masculinidad seproducen como diferentes aunque haya elementos quecomparten hombres y mujeres. También pone en primerplano el hecho de que agrupar a las “mujeres” sólo tienesentido en relación con la agrupación de los “hombres” oen contradicción con ella. Por lo tanto, yo voy a usar eltérmino “género” para nombrar la diferencia entre muje-res y hombres en una forma que los relaciona y no que losopone. Aquí, me intereso por la especificidad, con lasvariables específicas que trabajan dentro del género, so-bre todo la raza y la clase.

Ésta es una forma de análisis que pueden hacertanto los hombres como las mujeres: aunque hay un grandebate con respecto a la idea de que los hombres seanfeministas, aunque se discute si pueden serlo o no, estáclaro que cualquiera puede leer usando una crítica femi-nista, siempre que esa persona esté haciendo preguntasinteresantes y sea consciente de los debates que recorrenel campo. Está claro que hay una diferencia entre loshombres y las mujeres que hacen crítica feminista. Prime-ro, a pesar de la gran proporción de estudiantes mujeresque eligen literatura e inglés como campo de estudio, laspersonas que escriben y publican con éxito, las queejercen la crítica literaria y las que tienen los mejorespuestos académicos en los departamentos de inglés detodos los niveles de la educación, son predominante-mente hombres. Segundo, lo que está en juego para los/las investigadores/as difiere, según el género. Eso nosignifica que debería excluirse a los hombres del conoci-

RELATARSí, relatar pero también poetizar, dramatizar, ensayar, histo-riar, biografiar, criticar y todo lo que tenga que ver con laescritura. RELATAR es la parte argentina de la RELAT. Y laRELAT es la Red de Escritoras Latinoamericanas.La RELAT nació en Lima, Perú, y allí podemos dirigirnos a lassiguientes direcciones:

[email protected] o [email protected] asimismo la REBRA, que como se comprenderá, es laRELAT-BRASIL cuya direcciones son

[email protected] y http://www.rebra.orgY hoy empezamos con RELATAR, la Red Argentina que esparte de la RELAT.

¿Qué ofrece RELATAR?Lo mismo que la Red, tres cosas fundamentales: rescate,protección, difusión.Por Rescate se entiende algo que a nuestras espaldas yantes de que se estableciera la Red, ya estaba en marcha:sacar a flote toda esa tradición femenina de escritura argen-

tina que ha estado sumergida durante siglos. Por Protecciónse entiende que se dará información, apoyo y directivasacerca de todo problema relacionado con derechosreprográficos de autora: ediciones pirata, fotocopias, falta depago y todo abuso o aprovechamiento no autorizado de lostextos pertenecientes a las escritoras adheridas a RELATAR.Por Difusión se entiende que RELATAR pondrá por estemedio a disposición de quien quiera consultarlo, todas lasnovedades acerca de los textos de las escritoras adheridas:publicación, nuevas ediciones, reediciones, premios, traduc-ciones, etc., p. ej., información sobre los concursos literariosque se organizan en Argentina. Y en otro nivel de Difusión,habrá lugar para que cada una muestre parte de sus textosy para que quien quiera hacerlo, haga llegar sus opiniones,necesidades, preguntas, proposiciones, etc.

¿Adónde se conecta una con RELATAR?Graciela Ballestero [email protected]élica Gorodischer [email protected] Lenardón [email protected]

¿Quiénes son las integrantes de RELATAR?En principio todas las escritoras argentinas que se reconocencomo escritoras y que desarrollan la actividad de escribir.

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miento feminista, siempre que no traten de apropiarsede ese conocimiento (ver Jardine y Smith, 1987). Simple-mente significa que los hombres deberían pensar en lasrazones por las que están haciendo análisis feminista:¿para ganar credibilidad, para parecer nuevos hombres,para oponerse a las ideologías patriarcales, para descu-brir algo sobre la masculinidad, por alguna otra razón?Hay algunos trabajos excelentes sobre la masculinidaden este momento, trabajos cuyos autores son hombres, yeso es muy productivo para los estudios feministas(Abbott, 1990; Boone y Cadden, 1990; Middleton, 1992).Además, la investigación de los teóricos gay y las teóricaslesbianas también aporta a la teoría feminista y tiene unainfluencia en los tipos de identidad de género que seformulan actualmente (Dollimore, 1991; Shepherd yWallis, 1989; Hobby y White, 1991; Bristow, 1992).

Es esencial un análisis feminista del lenguaje de lostextos y esto es así porque hay muchísimas cosas en lacultura occidental que están diferenciadas según el sexo:desde los espectáculos hasta los suéteres, desde los des-odorantes a las servilletas; desde las tarjetas de cumplea-ños al entrenamiento de pesas; todos esos elementosestán diferenciados según el género y esa diferencia semarca y se mantiene en el lenguaje que se utiliza. Yo diríaque, según las líneas de las teorías de Lévi-Strauss sobreel tótem, la diferencia se perpetúa a través del uso dellenguaje (Lévi-Strauss, 1967). Lévi-Strauss afirmaba quealgunos grupos sociales que él investigaba usaban tótems–es decir, insignias que representaban animales– pararepresentar a sus grupos; por lo tanto un grupo usaba elleón y otro el lince para caracterizarse8. Lévi-Strauss diceque los grupos en sí mismos no eran diferentes uno delotro y esa similaridad esencial es la que hace que losgrupos usen animales con diferencias claramente marca-das para simbolizarse a sí mismos y así enfatizar ladiferencia que desean remarcar. Los sistemas culturalesde Europa occidental dan gran importancia a la diferen-cia de género y la señalan constantemente en situacionesen las que las diferencias de sexo son irrelevantes. Consi-deremos como ejemplo de esta tendencia un aviso delperfume Guess.

Este aviso promociona dos productos: un perfumepara hombres y uno para mujeres9. Tiene una represen-tación de dos personas desnudas enlazadas en un abra-zo: la mujer tiene contacto visual con los lectores y elhombre parece estar mirando a la mujer. Tanto unocomo otra están representados como estereotipos de laheterosexualidad femenina y masculina, la mujer tienecabello largo, está maquillada y es atractiva a la maneraclásica. Su mirada, su mueca y su cabello despeinado sonsexuales. El hombre está representado como un estereo-tipo porque es rudo en apariencia: tiene un bigote y unabarba no muy arreglados y está con el ceño fruncido.También sostiene a la mujer con fuerza entre sus brazosmusculosos, y en cambio el brazo de ella está apoyadocon levedad sobre el de él. Lo que se naturaliza en estarepresentación es la naturaleza sin marcas y de sentidocomún de la heterosexualidad y la raza blanca: estas dos

representaciones idealizadas afirman el mensaje secretode que todos los hombres y todas las mujeres aspirarán arelaciones heterosexuales sobre ese modelo y que todoslos hombres y todas las mujeres son blancos/as. Por esarazón, la representación aparece como “natural”, comoalgo a lo que no hace falta referirse. La negritud y lahomosexualidad están designados implícitamente comoformas marcadas de identidad en comparación con estaimagen aparentemente “normal” de relación.

Para llevar al mercado dos fragancias para públicosconsumidores diferentes, las personas que diseñaronesta publicidad han decidido demarcar estos públicos tanclaramente como sea posible: hombres y mujeres songlobalmente diferentes. Esto está señalado por el uso dedos términos distintos para la misma sustancia: “parfum”para las mujeres y “fragancia” para los hombres. Lapalabra “parfum” señala sofisticación y sexualidad, yaque muchas veces en inglés el uso del francés señala estascualidades. Pero además, “perfume” está vista como unapalabra que se encuentra necesariamente dentro de lazona de la experiencia femenina. No se la considera unapalabra para hombres. Por lo tanto, los publicistas hanelegido usar la palabra “fragancia” de la misma forma enque otros fabricantes prefieren usar el término “loción”en lugar de “perfume” cuando se describen productospara hombres, como los que utilizan después de laafeitada. Por lo tanto, aquí se podría pensar que lasfragancias son las mismas o incluso que los productos sonlos mismos, pero que las normas publicistas y fabricantesrequieren que sean diferenciados en una forma extrema.Por lo tanto, este tipo de análisis estilístico feminista sepreocupa por examinar la forma en que se codifica ladiferencia de género en los textos.

El análisis feminista no se interesa solamente en elanálisis de la diferencia, ya que no todos los elementos quedan forma a esas diferencias tienen el mismo peso; hay queconsiderar la discriminación y el acceso diferenciado alpoder y los derechos. Está claro que una representación deuna mujer negra no significaría lo mismo que la represen-tación de una mujer blanca en el contexto de esta publici-dad de perfume, simplemente por las cualidades sexualesque han escrito los textos racistas sobre esas representacio-nes (ver Wetherell y Potter, 1992; Ware 1992). El objetivode este libro es poner en primer plano esas diferencias,muchas veces ocultas ya que muy frecuentemente la dife-rencia se naturaliza y, como prevalece tanto dentro denuestra sociedad, parece “normal” o parte “del sentidocomún”. El análisis del lenguaje puede ayudar a desafiaresas nociones de “normalidad” y a mostrar alternativasdentro del lenguaje, explicando la forma en que esasalternativas pueden llevar a diferentes significados, signi-ficados más productivos.

Desde la experiencia de la enseñanza, sé que mu-chas veces los y las estudiantes encuentran difícil esteenfoque. Les parece que el proceso de análisis hace unadisección y destruye el placer que ellos sacan del textocuando lo leen sin analizarlo. Aunque yo no quieroiluminar los cambios que puede hacerle una conciencia

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feminista lingüísticamente informada a los hábitos delectura de una persona y a su forma de pensar, sí quierodestacar que es posible sacar mucho placer de la crítica.Me gustaría afirmar que este enfoque puede intensificarel placer que se extrae de la lectura, haciéndonos másconscientes de la forma en que se produce ese placer.

Estructura del libroCada capítulo del libro se ocupa de uno o más

elementos del análisis estilístico feminista. Estos elemen-tos están interrelacionados, como espero que va a que-dar en claro. El libro empieza por pensar algunos temasteóricos. Es decir, primero qué modelo de texto vamos ausar y la forma en que este modelo puede determinar eltipo de interpretación que vamos a desarrollar después;en segundo lugar, el problema de si hombres y mujeresescriben de forma diferente; y finalmente, el rol delgénero en el proceso de interpretación de los textos. Lasegunda parte del libro se interesa en el análisis de textosa tres niveles: el de la palabra, el de la frase u oración yel del discurso. Para mí, está claro que no es suficiente conanalizar el lenguaje a nivel de la palabra porque laspalabras tienen significado en términos del contexto. Sinembargo, también es evidente que ciertas palabras quetienen que ver con la diferencia de género parecenreflejar un prejuicio general de género y por esa razón sepueden analizar por separado. Es por eso que después detratar estos términos, paso al análisis de palabras en susrelaciones con otras palabras y estructuras de escala másgrande y finalmente considero los elementos del discur-so que determinan el uso de los ítems de lenguaje quedescribí antes. Quiero decir, que existen estructuras másgrandes dentro de los textos como la narración, el argu-mento, la focalización y los **esquemas schemata, que,según el enfoque, pueden verse como elementos quedeterminan los elementos más pequeños.

El libro en su conjunto no es un intento por cubrirtodos los aspectos de la producción del texto y la recepcióndel texto en relación con la diferencia de género: eso estáclaramente más allá del alcance de nuestro estudio. Lo quesí quiere lograr el libro es hacer preguntas sobre las ideasde sentido común que tenemos acerca del género y eltexto y ayudar a crear una desconfianza productiva entodos los procesos de interpretación de textos.

Traducción: Márgara Averbach

Notas1 Sara Mills escribió la introdución; Shan Wareing

hizo algunas revisiones y sugerió otras; Sara Mills hizouna revisión total. Para una idea de los abordajes posi-bles que caen bajo el término global de estlística y de lacomplejidad y amplitud del campo de estudio, ver ladefinición de Katie Wales (Dictionary of Sytlistics, Harlow,Longman, 1989).

2 The Linguistics of Wrting, ed. por Nigel Fabb es unbuen ejemplo de la diversidad del trabajo que se ha

hecho en esta nueva estilística (Fabb et al., 1987).3 The Poetics and Linguistics Association es una

organización que intenta combinar un análisis de textdesde una perspectiva lingüística con una preocupaciónpor el tipo de preguntas hechas por la teoría literaria.

4 Traugott y Pratt, por ejemplo (1980: pp. 169-77),analizan estructuras sintácticas en la prosa de ErnetHemingway y Henry James para ilustrar elecciones carac-terísticas de sus estilos de escritura. Para otros ejemplosde intentos en demostrar lo especial de los estilos deciertos escritores y escritoras, ver Linguistic and LiteraryStyle, de Freeman (1970).

5 El congreso sobre la Estilística Radicas dela Poesticsand Linguistics Association en la Univerity of SheffeldHallam, fue una excepción notable.

6 Shan Wareing escribió inicialmente este párrafosobre las sociolinguistas feministas y lo revisó Sara Mills.

7 El trabajo de Burton se trata en más detalle en elcapítulo 3.

8 Para ilustrar este proceso, piense en la manera enque los animales y los pájaros se utilizan para simbolizarequipos de fútbol. Los equipos de fútbol no se diferencianmucho, pero debido a la competencia es esencial enfatizarsus diferencias; por eso se usan animales que son claramen-te diferentes para simbolizar estas diferencias.

9 Shan Wareing suministró este aviso para analizar;Sara Mills escribió el análisis.

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La vida del lenguajeLa relación con un mundo fuera del discurso–que

restringe de alguna manera lo que puede decirse–podría desarrollarse mejor en conjunción con un escruti-nio del tipo de lenguaje que contribuye a dar forma a talrealidad1. Este lenguaje, en efecto, puede tender haciauna construcción del mundo –naturaleza, personas, cul-tura– principalmente adecuada para controlarlo, antesque hacia una visión de las cosas que permita el intercam-bio dialógico y el mutuo enriquecimiento.

Aun cuando generalmente es proclamado, el diálo-go tiende a ser bastante problemático en una culturafilosófica que puede ser incompetente para un auténticoescuchar2. El mutuo enriquecimiento es igualmente pro-blemático. En tanto persistimos en quebrar la realidad enuna multiplicidad de objetos (de estudio), nos inducen aadaptar automáticamente cualquier estructura ajena ala propia en el proceso de intentar apreciar, ‘recibir’,precisamente esa estructura (Quine 1969:1).

Y aunque en la filosofía contemporánea hemossustituido gradualmente el lenguaje por la noción deuna mente cognoscente y las palabras por conceptos,parece prevalecer todavía un modelo cognitivosujeto-objeto. Esto no permite finalmente el mutuoenriquecimiento al que aspiramos: no a través del traba-jo filosófico que deriva del intento de una racionalidadabstracta por controlar el mundo3, sino más bien a travésdel trabajo que potencialmente emana de nuestra con-dición encarnada.

Quisiera virar hacia una investigación del potencialmetafórico de la capacidad lingüística humana paraexplorar modos de interacción que podrían seguirse parael enriquecimiento recíproco. Quizás es apropiado apun-tar que el intercambio dialógico y el mutuo desarrollo deningún modo constituyen alternativas a la objetividad nicompromisos con ella. Espero que el trabajo que persigotienda a ‘incrementar’ la objetividad al crear siemprenuevas oportunidades para mayor precisión, de tal modoque el conocimiento objetivo no sea logrado al costo de

reducir la complejidad de los “objetos” ni a prohibir larecontextualización de conceptos.

El conocimiento objetivo puede ser consideradocomo directamente dependiente de una epistemologíasuficientemente compartida, esto es de un conjuntoconmensurable de hipótesis y términos a través de loscuales puede adjudicarse la atribución de significado;como se sabe, un complejo de reglas básicas que indi-quen cómo puede lograrse el acuerdo racional constitu-yen la base de las epistemologías (Rorty 1980: 316, 318,333). Tal acuerdo racional, sin embargo, es a su vezestrictamente dependiente de un lenguaje literal sufi-cientemente respaldado. Dentro de estas áreas concep-tuales operamos convenientemente por medio de uncálculo de proposiciones o algoritmos apropiado. Pero sitratamos de pensar el lenguaje como parte de la vida y asísujeto a evolución, y degradación, podemos empezar aver que la relativa estabilidad de la objetividad posible-mente no podría igualarse con permanencia.

Aunque todavía no se ha expresado en la culturahumana una ‘lógica’ comprehensiva capaz de dar cuentatanto de los afectos como de la deducción, de la vida y laabstracción, es posible que el modo de ser que puedegenerar esta nueva racionalidad ya esté funcionando. Noes imposible que en la época del neandertal algunosindividuos de la comunidad humana puedan haber pen-sado ‘griego’, que algunas personas contemporáneasnuestras puedan pensar ‘neandertal’, y que otros pue-dan pensar ‘futuro’. La originalidad prístina puede seruna ilusión, puesto que las ideas germinales puedenestar funcionando mucho antes que una persona funda-dora convencional las proclame con suficientepersuasividad como para producir recontextualizaciones.La gente fundadora oficial puede utilizar todas las impli-caciones de ideas por las que han vivido los y las precur-sores, aunque con una escasa captura de su fuerza“revolucionaria”4. Una vez que el lenguaje se ha vueltoexcesivamente desencarnado en la historia de lahominización, bien puede volverse indiferente a la viday muerte, destrucción y construcción, visto que las pre-ocupaciones representacionistas asociadas con la objeti-vidad del significado absorben la mayor parte de nues-tras preocupaciones ‘filosóficas’.

La función metafóricay la cuestión dela objetividad

Gemma Corradi Fiumara

* “The Metaphoric Function and the Question of Objectivity”en Knowing the Difference. Feminist Perspectives inEpistemology, Kathleen Lennon y Margaret Whitford, eds.

Gemma Corradi Fiumara obtuvo su Bachelor (BAdegree) en el Barnard College de la Universidad deColumbia, donde estudió como becaria Fulbright.Tiene un doctorado de la Universidad de Roma,donde enseña actualmente como profesora aso-ciada. Es autora de Philosophy and Coexistence,The Other Side of Language: A Philosophy ofListening, y The Symbolic Function: Psychoanalysisand the Philosophy of Language.

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El tipo de aproximación que propongo puede final-mente cambiar el mapa de una cultura internalizadacuyo orden reposa sobre una inquebrantable distinciónentre dominios que son clasificados como o bien empíri-co o formal, sintético o a priori, corporal o mental,instintivo o racional, en un sin fin de secuencias decomparables e irreducibles dicotomías.

Aunque una completa descripción de la estructurasintáctica y lógica de la metáfora seguramente podríaresultar iluminadora, su omisión no necesita ser fatalpara nuestros propósitos presentes. El cumplimiento de talprerrequisito implicaría probablemente una dependenciarespecto de alguna forma de literalidad que puede preva-lecer en un momento dado, y consecuentemente un recha-zo a explorar algo para lo cual no tenemos un vocabulariofilosófico suficientemente compartido.

Por ejemplo, todavía no sabemos cómo lametaforicidad se ha vuelto una ‘metáfora’ para todadinámica no-literal de lenguaje que se desarrolla fueradel vocabulario homogéneo de cualquier disciplina nor-mal (en el sentido kuhniano de ‘ciencia normal’).Etimológicamente, el significado de ‘metáfora’ es quizásmás cercano al aspecto metabólico de nuestra vida orgá-nica. ‘Metaforizar’ significa llevar un término más allá dellugar al que pertenece y así ligarlo con un contexto deotro modo ajeno a él5.

A modo de una primera aproximación se podría

sugerir que el lenguaje literal puede referirse a algúnvocabulario intra-epistémico mientras los usos no-literalesdel lenguaje refieren a usos hermenéuticosinter-epistémicos.

Parece haber un cambio de puntuación en nuestrodiscurso filosófico, visto que ya no empezamos desde el‘lenguaje filosófico’ como si las condiciones de vidaantecedentes fueran irrelevantes para el desarrollo detal lenguaje. Else Barth apunta críticamente que muchade nuestra filosofía opera cognitivamente en un estilosocial-solipsístico ‘en el cual los objetos físicos parecen serde importancia como tales pero donde el ningún contac-to verbal u otro signo de contacto entre humanos ocurre,o no es tomado en consideración’ (Barth 1991: 71-104,énfasis mío). Inversamente, la presente investigación fueinspirada por una perspectiva sobre la vida y el lenguajeque supone su recíproca interacción. Cualquier conceptode la vida o del lenguaje que no dé cuenta de suinterconexión, probablemente no producirá más queartefactos superfluos; éstos tienen poco que ofrecer auna cultura filosófica incipiente que persigue la búsque-da de un lenguaje capaz de comunicación interepistémica.De hecho, si no podemos confiar más en la ubicación deun punto de partida arquimediano, entonces podríamosoptar más humildemente por una lógica deinterdependencias.

La perplejidad inducida por la mayoría de las for-

Kathleen Lennon yMargaret Whitford, eds.

Knowing the Difference. Feminist Perspectives in Epistemology

Part I Objectivity and the knowing subjectRosi Braidotti: Body-images and the pornography of representationGemma Corradi Fiumara: The metaphoric function and the question

of objectivityMarnia Lazreg: Women’s experience and feminist epistemology:

a critical neo-rationalist approachSabina Lovibond: The end of morality?Ismay Barwell: Towards a defence of objectivityMiranda Fricker: Knowledge as construct: theorizing the role of gender

in knowledgeDiana Sartori: Women’s authority in scienceAnnette Fitzsimons: Women, power and technologyLiz Stanley: The knowing because experiencing subject: narratives,

lives and autobiographyKimberly Hutchings: The personal is international: feminist

epistemology and the case of international relationsCaroline Williams: Feminism, subjectivity and psychoanalysis:

towards a (corpo)real knowledgePart II Kowledge, difference and powerAnna Yeatman: Postmodern epistemological politics and social scienceAlessandra Tanesini: Whose language?Janna Thompson: Moral difference and moral epistemologyAnne Seller: Should the feminist philosopher stay at home?Meena Dhanda: Openness, identity and acknowledgement of personsSusan Strickland: Feminism, postmodernism and differenceOshadi Mangena: Against fragmentation: the need for holism

Routledge11 New Fetter LaneLondon EC4P 4EE

��29 West 35th St.New York, NY 10001

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mas de cambio en el modo en que hacemos filosofía esdebida no tanto a un reconocimiento de que la vidacultural no puede concebirse como estacionaria, sinomás bien a la frustración del deseo filosóficamente indu-cido de un punto de partida último, sea en el lenguaje oen los hechos, que podamos usar como un punto dearranque para dar orden a nuestra visión del mundo.

Mientras exploramos la metaforicidad de los hu-manos es, en consecuencia, esencial señalar que la reali-dad no está formada de acuerdo con metáforas quegeneramos6; esto implicaría que hemos supuesto comobase cognitiva, o específico punto de arranque, la mo-derna versión de la mente-lenguaje. Y, similarmente, nopodemos postular cualquier dato último que simplemen-te recibimos en nuestra mente, porque esto podría tam-bién implicar que hemos elegido una base privilegiadaexterna a nosotros.

Una aproximación metafórica que contemple ellenguaje como una expresión de vida puede revelar quenuestra experiencia no tiene tales fundamentos (contra-riamente a lo que a algunos filósofos y algunas filósofasles gustaría), sino que sólo maneja un vocabulario bas-tante estable que deriva de las conglomeraciones con-sensuales en nuestra historia biológica y cultural. En lacorriente principal de nuestra historia confrontamosfinalmente una lenta metamorfosis de supuestosinterpretativos a través de los cuales organizamos laexperiencia.

La noción generalmente compartida de una mentey un lenguaje inmaterial se nos hace posible por unabandono filosófico de nuestra vida orgánica; y nuestroslenguajes encarnados, además, son objeto de una inves-tigación sólo respecto a circunstancias críticas o patológi-cas. Que la noción de un lenguaje encarnado se vinculea defecto y enfermedad no es un puro asunto contingen-te. Hay también una sospecha de que el lenguaje comoexperiencia vivida parece recuperarse para la discusiónsólo como reacción a las exclusiones valorativas prece-dentes.

Aunque el cuerpo ya no es visto como el lugar depasiones y errores7, en la cultura contemporánea lapreocupación por nuestras condiciones de criaturas vi-vientes está confinado dentro del discurso neutral de laciencia objetiva. Y sin embargo, nuestro lenguajevida-dependiente permanece latentemente concebidopor la filosofía como el que naturalmente nos inclina alerror y enturbia la potencial transparencia del discurso.No es mera coincidencia que nuestra filosofía sistemáti-camente ignore el lenguaje de la infancia, senectud ylocura, aun cuando son aspectos esenciales de lalingüisticidad humana, continuamente merecedor deatención hermenéutica. ¿Pero cuál es la diferencia entrehermenéutica y confusión, pragmatismo y anomia, tole-rancia y caos, metáfora y locura? Esta es la cuestióndesafiante. No podemos sacrificar más áreas de nuestralingüisticidad en favor de la transparencia de la literalidadregulada, ya no podemos renunciar a áreas de univoci-dad, correspondencia y coherencia sólo porque se vuelve

posible investigar en aspectos nuevos de la experienciaque exceden tales áreas. Aquí también tenemos el pro-blema del dualismo onto-valorativo que bien puedeesfumarse al punto de volver claro para nosotros/as queenfrentarse con problemas filosóficos puede no ser másuna simple cuestión de ejemplos de “o una cosa u otra”[either/o], sino más bien un proceso que demande unadinámica de tanto/como [both/and].

Conocimiento objetivo y pensamientocreativo

T a npronto in-v o c a m o sn u e s t r o so r í g e n e sgriegos ve-mos quenuestra tra-dición lin-güística noestá tan dis-tante dellegado platónico del racionalismo cartesiano, afirmandouna coextensividad de la mente y el intelecto ‘filosófica-mente purificado’. Platón ‘demostró’ que no se puedeatrapar la verdad por la vía de ningún sentido corporal,sino que debe aplicar el ‘puro e inadulterado pensa-miento al puro e inadulterado objeto’8. Descartes simi-larmente argumenta que la mente no puede lograrconocimiento claro y distinto a través de una razón queno esté liberada de confianza en los sentidos9.

En nuestra herencia cartesiana, la comprensión esnada menos que la mente racional operando indepen-dientemente de toda influencia corpórea. Este supuestotremendamente constrictivo, que nos separa de la vida,puede compelernos a pensar nuestra racionalidad nosólo en términos de relativa estabilidad sino incluso deuna permanencia inanimada o eternidad engañosa.

Como sugiere Leder, en tal perspectiva el cuerpohumano se identificaría con ‘pasiones insensatas oautomaticidades pasivas’ (Leder 1990: 126). Relegada asolamente un término de una dualidad, la ‘vida’ quequeda es algo restringida y sólo accesible en términos deun rango limitado de habilidades.

Más fisiológicamente inclinado que su predecesor–y así no enteramente preocupado con la pureza depensamiento– Aristóteles proclama “que la máxima cosa,con mucho, es ser un maestro de metáfora. Es la únicacosa que no puede aprenderse; y es también un signo degenio puesto que una buena metáfora implica unapercepción intuitiva de la similitud de los desemejantes”10.

Ya sea que la función primaria de una buenametáfora sea la apreciación de la similitud de losdesemejantes o no, el filósofo naturalista, reaccionandocontra la trascendencia platónica, insiste en que nuestropotencial metafórico es, por mucho ‘la máxima cosa’ en

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el lenguaje, incluso un ‘signo’ de nuestro ‘genio’ para lacreatividad y la supervivencia.

Es desconcertante que a pesar de tan clara indica-ción por el celebrado pensador de cuál es la funciónsaliente del lenguaje (‘por mucho la máxima cosa y unsigno de genio’), el tópico de la metáfora haya sidosistemáticamente ignorado a través de centurias. Quizásen las tempranas etapas de nuestra cultura occidental, laprioridad haya sido sabiamente acordada al tipo deracionalidad que podría generar una productiva tradi-ción de objetividad. Pero nuestra filosofía puede ahoraparecer suficientemente consolidada como para seguirella misma una reflexión más cabal sobre la naturalezade nuestro específico ‘genio’ humano y una aproxima-ción más osada a la cuestión de la objetividad11.

El creciente interés en la metáfora puede indicar unaprolongada represión de una conciencia latente de la vidadel lenguaje y de sus individuos ‘genios’ específicos. Ha-biendo reconocido la literalidad como una sedimentaciónde metáforas extintas, la filosofía se ha sentido atraída porlos procesos metafóricos como un modo de recobrar lacualidad vida-dependiente de nuestra cultura. A través detal reconexión de vida y pensamiento también derivamosuna apreciación filosófica del ‘genio’ imaginativo e intuitivode la lingüisticidad humana.

Quine argumenta significativamente que “la ...ausencia de un adecuado estudio de la imaginación ennuestras ... teorías del significado y la racionalidad essintomática de un profundo problema de nuestro puntode vista corriente del ... conocimiento. La dificultad .. noes cuestión de mero descuido ... . El problema es muchomás penoso, porque concierne a nuestra completa orien-tación hacia este tema, basada como está en un conjuntoampliamente compartido de presuposiciones que niengana la imaginación un papel central en la constitución de larealidad”12.

Los paradigmas de la racionalidad son de hechovistos todavía como formas organizantes que trascien-den la estructura de la experiencia afectiva. Y aunqueusualmente está supuesto que las proyeccionesmetafóricas pueden ser parte de nuestros procesos men-tales al crear nuevas conexiones, tales intentos son típi-camente vistos como meros antecedentes ‘psicológicos’,irrelevantes para la construcción de nuestros modos derazonar.

La multiplicidad de rasgos contenidos dentro dellenguaje imaginativo, metafórico, incluye las dinámicasde transferencia, transporte, transgresión, alienación,impropiedad, identidad, enlace, mediación, exilio, eva-sión, transformación, desviación, conjunción. Una nota-blemente diversificada colección de actividades intelec-tuales sinérgicas. Cuando todo esto se conecta con elreconocimiento compartido de que las metáforas tam-bién se extinguen en la literalidad del discurso normal yacreditado (y así deben también haber nacido y habersedesarrollado) podemos ver que el lenguaje mismo dejade ser un campo aséptico, abstracto, y se vuelve tandesafiante como la vida misma. La proyección metafórica

es así uno de los principales medios por los cuales nuestraexperiencia-de-vida gana acceso a nuestras operacionesmentales. Como nuestra condición humana de criaturasvivientes es coesencial con el modo en que razonamos13,la exploración de enlaces transicionales entre nuestrasexperiencias biológicas y los intercambios dialógicospuede en última instancia facilitar y enriquecer la expli-cación de la racionalidad humana.

La evolución del conocimientoEs interesante que el tratamiento que hace

Aristóteles de la metáfora está significativamente abier-to a sus implicaciones sociales. Él parece sugerir en unavariedad de modos que las personas ‘esclavizadas’ debenhablar sencillamente ante sus amos y así abstenerse del‘genio’ de la metáfora. Por ejemplo: ‘no es apropiadoque el lenguaje fino sea usado por un esclavo o unhombre muy joven’14. Los esfuerzos imaginativoslingüísticos pueden servir de hecho para tratar de trans-formar la visión del mundo de los interlocutores y,obviamente, los esclavos no se supone que compitan consus amos, incluso en términos ‘metafóricos’.

Si contemplamos al individuo ‘esclavo’ como unafigura emblemática que representa a quienquiera coninsuficiente poder contractual en cualquier situación, elmandato de evitar ‘lenguaje fino’15 y no emplear metá-foras puede ponerse en equivalencia con la prohibiciónque impide incluso cambios de representación en unaestructura conceptual. Para asegurar que los esclavospermanezcan constreñidos de un modo tan estable quela carga de su propia sumisión no pese sobre el amo sinoque sea convenientemente ubicada en los esclavos mis-mos, es una condición prioritaria esencial que seanpersuadidos de hablar sencillamente, evitando un len-guaje fino y dejando sus mentes confinadas dentro de unvocabulario. Otorgar el permiso de dirigirse a sus supe-riores metafóricamente sería comparable al reconoci-miento de la capacidad del esclavo de viajar de uncontexto epistémico a otro, mientras su ‘propio’ (impues-to) lenguaje está confinado a producir profecíasautocumplidas que sostengan la epistemología de la queemanan16.

El supuesto central de cualquier epistemología esque, para ser racional, necesitamos desarrollar un funda-mento común de acuerdo, donde todas las disputas sonen última instancia susceptibles de resolución. En laversión de Rorty: “construir una epistemología es encon-trar la máxima cantidad de fundamento común conotros. El supuesto de que puede construirse una episte-mología es el supuesto de que tal fundamento existe”(1980: 316). En esta perspectiva todas las expresiones‘metafóricas’ que pongan de relieve la existencia de talfundamento común de racionalidad serán bienvenidasen cualquier cultura suficientemente normalizada (ensentido kuhniano). Tales ‘metáforas’ incluso serán muysolicitadas en la medida en que fortalecen el vocabulario,mentalidad e ideología que un marco epistémico dadoincluye17.

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Por otro lado, podrían crearse metáforas que pon-gan en peligro tal supuesto fundamento común, esasserán probablemente ignoradas o vistas como puramen-te ‘metafóricas’. De hecho, las expresiones no-literalesque indirectamente sugieren que hay insuficiente funda-mento común en la literalidad de nuestros supuestosepistémicos más comprensivos, parecen una provocacióncontra la racionalidad. Si ciertas expresiones no-literalesson percibidas como contrarias a cualquier vocabularionormal que sirva para adjudicar pretensiones de conoci-miento, pueden errónea o inadvertidamente ser cons-truidas como un desafío para insinuar que no hay modo‘en absoluto’ para negociar acuerdos racionales. Inclusoen la transparencia del debate filosófico podemos con-cluir fácilmente con la falacia de que alejarse de algo esequivalente a argumentar contra ello. El tipo deconmensurabilidad defendida dentro de ciertas tradicio-nes epistémicas puede realmente revelarse como el tipode estrechez que, mientras da la impresión de dejarespacio para una traslabilidad interna, realmente sesostiene por uno de sus frecuentes subproductos: unalatente animosidad hacia las epistemologías extrañas.

Un lenguaje vivo que participa del dominio orgáni-co tanto como de los niveles consciente e intencional dela mente es tan problemático para el filósofo o la filósofacomo lo es para el individuo. Para regular la variadariqueza del lenguaje, la tendencia humana prevalecientees adquirir estándares idealizados de conducta lingüísti-ca normativa. La confianza en la literalidad de los con-ceptos culturales puede, sin embargo, encubrir el peligrode devaluar todas aquellas experiencias internas quepodrían tal vez ser expresadas metafóricamente perociertamente no en términos literales de los estándaresconmensurables. Por otro lado, al alcanzar o prefigurarun futuro nivel de madurez filosófica, podríamos apre-ciar que los procesos creativos pueden tener su propialegalidad todavía desconocida que está a menudo oscu-recida e incluso distorsionada por nuestros estrictos re-querimientos corrientes para las formalizaciones intelec-tuales; en este nivel prefigurativo podemos readmitir yexplorar el profundo mundo interno de creencias ydeseos18. Estoy argumentando a favor de una transicióndesde el narcisismo cultural de las epistemologías aisla-das intra-conmensurables que persiguen el conocimien-to “objetivo”, a una tejido hermenéutico de circuitosinterepistémicos.

Junto con las exacerbadas y dominantes formas deliteralidad, se refuerza una devaluación de los aspectosmetafóricamente orientados del conocimiento. Formasinconspicuas de racionalidad que operan fuera de unaepistemología dominante pueden revelar característicastales como fuerza, vigor, vitalidad o virtud, aunqueexhiban poco poder contractual. Por otra parte, formasde racionalidad, o personas, que tienen poder puedencarecer de fuerza a punto tal que ignoran conveniente-mente formas inconspicuas de racionalidad o individuosde cuya fuerza dependen. Aunque las nociones de fuerzay poder puedan verse como los ejes básicos de cualquier

coexistencia cultural, su confusión lógica parece necesa-ria para salvaguardar cualquier poder vigente. Una pers-pectiva de la literalidad estática que deriva de la excesivavaloración de cualquier epistemología puede, por ejem-plo, encubrir la distinción entre el poder del discurso porun lado, y la evolucionista, sustentante fuerza del escu-char por otro19.

La filosofía lingüística quizás ha sostenido la cos-tumbre de formular problemas de modo tal que ellenguaje queda separado de la vida y de las característi-cas revolucionarias reveladas por la exploración de losprocesos ‘inconscientes’, como si el lenguaje pudierafuncionar en un marco de falta de vida. Como resultado,sigue siendo difícil entender cuáles podrían ser las conse-cuencias perturbadoras de las creencias y deseos profun-dos para nuestros procesos de pensamiento. Inevitable-mente, entonces, tendemos hacia el área del lenguajeconvencional, regulado, literal, con un interés sólo for-mal en las creencias y deseos.

Lo que es destacable en los escritos filosóficos esque, usualmente, para tipificar áreas en las cuales laconducta descriptiva regular y predecible no está enfuncionamiento, los autores tienden a evocar ejemplosque se refieren a absolutos extraños tales comoextra-galácticos, ‘salvajes’ o esclavos20 -en centurias ante-riores. La hipótesis de tales interlocutores es probable-mente más confortable que la idea de partes segregadasde la mente; extraños últimos, por otra parte, pueden sermenos inquietantes que semejantes que hablan en nues-tro propio lenguaje ‘enunciando oraciones’ desde pun-tos demasiado distantes en el ciclo de vida, o desde estilosde vida inaceptables que operan en la periferia de losjuegos (de lenguaje) regulares y en consecuencia regula-tivos.

En tanto la condición crecientemente cosmopolitay las demandas en aumento de nuestra aldea globalinevitablemente reverberan en filosofía, se crean dificul-tades especiales para que nuestra racionalidad les hagafrente; al mismo tiempo, pueden activarse recursos pre-viamente no reconocidos para la interpretación de talesrompecabezas combinados de visiones del mundo.

Un área de pensamiento claramente codificada,sea entre personas o dentro del mismo individuo, podríacasi ser vista como una vasta tautología dentro de la cualpodemos operar convenientemente. Así, el desarrollo dealguna interacción razonable entre diferentes lenguajesepistémicos, o entre aspectos diversamente ‘hablantes’de la misma mente, se destaca como uno de los principa-les desafíos que las ciencias humanas deben enfrentar21.Desde esta perspectiva, entonces, el lenguaje ubica sumayor problema en el nivel de la construccióninter-lingüística, y el reconocimiento de estas dificulta-des continuará en la medida en que el deseo de supervi-vencia personal o cultural sea suficientemente fuertecomo para hacernos persistir en el intento metafóriconecesario para reconectar lenguajes diferentes o domi-nios diferentes de literalidad.

De hecho, la noción de ‘polilogismo’ puede aplicar-

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se no sólo a la diversidad de culturas sino también deindividuos, donde indica la coexistencia e interacción dediversos discursos, que pueden incluso expresarse endiferentes lenguajes en el caso de una personamultilingüe. La noción general de polilogismo indica asílos diversos estratos de nuestra organización mental, ladificultad de traducciones completas desde un lenguajeinterno a otro y los modos de su interacción dentro delindividuo. Y si consideramos el polilogismo como lacondición humana general, entonces el polilingüismoaparecería como un caso particularmente rico depolilogismo tomando en cuenta el hecho de que lapluralidad de discursos está además organizada por lasdiferencias de lenguaje (Amati Mehler et al. 1990).

Así como a otras criaturas vivientes se les puedereconocer alguna capacidad de pensar, aun cuando nosea propiamente verbal, no podemos igualar nuestropensamiento con el lenguaje; similarmente no podemosigualar el dominio de un lenguaje estándar con unagarantía suficiente para experiencias y representacionescomparables. Tales supuestos acríticos implican el riesgode recaer en una suerte de ilusión narcisística,pre-babélica, de comunicación total.

Como la mayoría de los mitos, quizás la historia deBabel (Génesis 11, 1-9) también tiene dos lados. De unlado, trata de indicar la imposibilidad de intentar cons-trucciones audaces y mantener el confort de una comu-nicación universal. Por otro lado, el mito evoca la nostal-gia por una condición ideal, original, que una vez existióy que ha debido ser aban-donada en el proceso dedesarrollar construccionesmás complejas y diversifi-cadas. Tal estado ideal an-tecedente puede pensarseen términos de comunica-ción total ‘objetiva’. Comootros mitos pertenecientesa la historia de lalingüisticidad humana,proclama la necesidad deuna separación eman-cipatoria como una condi-ción para el desarrollo delo que podría verse comoformas más poderosas decontrol del mundo. Y to-davía queda la sospechade que la razón por la quela búsqueda de conocimiento objetivo está en el corazóndel juego filosófico puede ser que en última instancia‘re-establecería’ una condición ideal de comunicación ennuestra era tecnológica; tal ‘ideal’ podría explicar nues-tra incansable búsqueda de condiciones de verdad yestándares de significado.

Nuestro anhelo por una condición ‘previa’ de len-guaje unívoco puede ser lo que sostiene nuestra persis-tente búsqueda de estándares de exacta representación

y objetividad. La floreciente investigación sobre condi-ciones de verdad debiera alcanzar un racimo de conver-gencias conclusivas el fin podría resultar ser suficientepara reproducir una estructura pre-babélica de comuni-cación exitosa.

Los riesgos de la literalidadOfreciendo ventajas tales como ahorrar al indivi-

duo las tensiones de la vida interna, la adhesión y tributosa la literalidad puede finalmente inducirnos a identificarcon situaciones y objetos externos al punto de rechazarrealmente todas las formas de dinámicas internas. Haypersonas, subraya Bion, “cuyo contacto con la realidadpresenta más dificultades cuando esa realidad es supropio estado mental” (1978:9). En esta perspectivaestamos completamente distantes de una visión dellenguaje metafórico como un tópico intrigante de inte-rés erudito: el desarrollo del lenguaje metafórico apare-ce sin embargo como convincentemente ligado al desa-rrollo real de nuestra vida filosófica. Desarrollar indivi-duos confinados dentro de los inidentificablesconstreñimientos de una lingüisticidadprevalecientemente literal puede buscar esforzadamenteconstrucciones de sus intentos metafóricos en condicio-nes interactivas diferentes de la propia, esto es, en otrosgrupos culturales que son hospitalarios a sus metáforas ycapaces de utilizarlas; o inversamente, pueden desarro-llar creativamente el arte de un secreto diálogointrapsíquico como una alternativa de imposibles inter-cambios personales.

Como la calidad de vida operando a través delenguajes inequívocos, objetivos, está orientada haciahechos y acciones, vicisitudes que involucran creencias,deseos y conflictos llegan a verse como perplejamenteno-mentales, y simplemente aparecen como pausas na-turales en el curso regular de manipular exitosamente elmundo a través del conocimiento objetivo. En tal contex-to, aun a las actividades recreativas les faltaría disfrute yserían efectuadas con la misma actitud sistemática quecualquier otra actividad productiva. Además, los estilosliterales tienden a formar la calidad de vida en modosque son difíciles de monitorear, porque las formasestándar de observación dependen ampliamente delvocabulario que subyace a nuestras epistemologías.

La inclinación literalista puede ser vista finalmentecomo una compulsión dañina para la vida a ‘ser normal’.Podemos identificar esta propensión siempre que preva-lece una tendencia a parafrasear o traducir nuestrosintentos metafóricos espontáneos en expresiones objeti-vas literales aun al costo de anular los significados origi-nales y des-simbolizar nuestra propia lingüisticidad.Wittgenstein sostiene que “solo se puede tener éxitoliberando a gente que vive en una rebelión instintivacontra el lenguaje; no se puede ayudar a aquellas perso-nas cuyo instinto entero es vivir en la horda que hacreado este lenguaje como su propio modo de expre-sión”22.

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Si esta tendencia se convirtiera en sistemática alpunto en que descartemos nuestros pensamientos nacien-tes, entonces quedaríamos permanentemente confina-dos/as dentro de los límites de la literalidad. Y en cuandoestemos forzados/as a confrontar situaciones de vida com-plejas o áreas ‘extrañas’ de literalidad, la atrofia de nues-tras capacidades podría ser inevitablemente revelada.

El tipo de lenguaje literal que es apropiado dentrode ciertas áreas de la cultura humana puede ser fácilmen-te adaptado a extensiones territoriales en tanto hallegado a ser considerada como el lenguaje más valioso–el único ligado con la objetividad y, por ello, correcta-mente legitimado para ser exportado o expandido–. Taljerarquización puede ser fatal para las vidas internas delos humanos y resultaría en una forma de control tansevero que podría finalmente dañar la evolución conjun-ta de los afectos y la cognición.

Ontogenéticamente, las formas estereotipadas dediscurso literal podrían ser usadas para mantener bajocontrol las vicisitudes de la esperanza y la desesperación,y tal vocabulario estandarizado podría volverse osificadoen categorías que definen la vida misma, aun cuando sonremotas caricaturas de ella. El resultado final es unaparato ‘mental’ que sólo sirve para excluir al individuode la vida23.

Los intentos de vida introspectiva están bloquea-dos en tanto la creatividad metafórica del sujeto ha sidocorregida y reducida a un lenguaje literal que niega lasinnumerables vicisitudes de la vida interna. La persisten-te prevalencia del lenguaje literal puede estabilizarse enun tipo de conducta más adecuada a la descarga deafectos que a la comunicación y uso de las dinámicasinternas. En este tipo de vida lingüística, la acción espreferible a cualquier forma de elaboración y creativi-dad; la sustitución de situaciones, personas y cosas sevuelve preferible a cualquier forma de reparación otransformación. Los objetos rotos son reemplazados connuevos objetos en un estilo general que emana delconsumo de bienes y visiones del mundo estandarizadosmás que de la laboriosa generación de cultura.

Y de hecho, ¿qué lenguaje literal nos permitirádesentrañar nuestras propias profundidades en una for-ma que nos lleve a ganar alguna familiaridad con nues-tros recursos profundos para enfrentar al mundo? Unavez que tal lenguaje está desacreditado a favor dellenguaje literal cuyo poder está garantizado por laconmensurabilidad de una epistemología estándar, noquedan instrumentos para tratar con nuestro propio ser/nosotros mismos.

Es posible que nuevas formas de patología esténahora emergiendo o que estemos ganando una concien-cia acerca de estilos de vida dolorosos que siempre hanexistido. Estas inclinaciones dañinas para la vida puedeser concebidas como una tendencia hacia la literalidaden forma tal que expresiones más personales y creativasson atrofiadas progresivamente. Lo que queda es undolor mudo debido al cercenamiento de la vida interior,mientras se vuelve difícil o imposible dar algún sentido a

los propios esfuerzos metafóricos irreprimibles. En algu-nos casos es casi como si una personalidad literalistavicaria fuera producida, capaz sólo de transaccionesobjetivas y virtualmente incapaz de relaciones interper-sonales auténticas. Casi una inclinación a ser objeto entreobjetos.

Lo que ganaríamos finalmente de esta aproxima-ción a la objetividad es una medida de mayor libertad aljugar con figuras y contextos en la exploración dellenguaje filosófico a través del cual evolucionamos.

Traducción de Diana Helena Maffíay revisión de María Aluminé Moreno

Notas1 Acerca de este tema, ver Arbib y Hesse (1986). En

este recuento integrado acerca de cómo los humanosconstruyen realidad a través de interacción con su mun-do físico y social, ver especialmente Cap. 8: ‘Language,metaphor and new epistemology’, pp. 147-61.

2 Para una discusión de este problema, ver CorradiFiumara (1990).

3 Es tal vez apropiado citar una parte del testimoniode Aristóteles: “Porque no hay nada en común entregobernante y gobernado, no hay amistad tampoco, yaque no hay justicia; por ej. entre artesano y herramienta,cuerpo y alma, amo y esclavo; el último en cada casoresulta beneficiado por lo que lo usa, pero no hayamistad o justicia hacia cosas sin vida”. Aristóteles, ÉticaNicomaquea, libro viii, 1161a31-1161b2 en Aristóteles(1985).

4 El término “revolucionario” es utilizado en unsentido general Kuhniano. Ver Kuhn (1970).

5 ‘Metáfora consiste en dar a una cosa un nombreque pertenece a alguna otra’ (Aristóteles, Poética, 1457f.8-9 en Aristóteles (1985)

6 Ver acerca de este asunto Lakoff y Jonson (1980).7 Aristóteles, Política, libro i 1252a31-1252-b1 en

Aristóteles (1985).8 Platón, Phaedo, 66a en Platón (1960).9 ‘El cuerpo tiene un efecto obstructivo sobre el

alma’ (Cottingham 1976: 8). Como es sabido, esta mismatesis es sostenida por Descartes en muchos de sus escritos.Ver Descartes (1985).

10 Aristóteles, Poética, parag. 22, 1459a5-8 enAristóteles (1985).

11 ‘Nuestra habilidad con la metáfora, con el pensa-miento, es una cosa – prodigiosa e inexplicable; nuestraconciencia reflexiva de esta habilidad es más bien otracosa – muy incompleta, distorsionada, falaz, sobre-sim-plificada’ (Richards 1936: 116).

12 W.V.O. Quine, ‘Two dogmas of empiricism’ (Quine,1961: 41).

13 Else Barth convincentemente argumenta que ladistinción entre social-solipsístico y abordajescomunicativos es de alto valor explicativo: ‘ En la filosofíade la ciencia, de hecho, distinciones entre diferentes

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tipos de actividades humanas son reconocidas algunasveces, pero no como tan fundamentalmente diferentescomo los nombres que se les han dado’. Ella demuestraque en lógica la situación es aún peor ya que la mayoríade l@s lógic@s están muy lejos de reconocer el interésteórico de la fase comunicativa y las dimensiones lógicasde ésta (Barth, 1991: 87-8).

14 Aristóteles, Retórica, libro iii, 10-15 en Aristóteles(1985).

15 Ibid.16 Significativamente, Aristóteles sostiene: ‘En ade-

lante explicaré cuál es el trato apropiado para los escla-vos, y por qué es conveniente que la libertad debe sersiempre extendida a ellos como la recompensa a susservicios’ (Aristóteles, Política, libro viii, 1330a30 enAristóteles 1985).

17 En un estilo densamente metafórico, Aristótelesadvierte: “Porque quien puede prever mediante el ejer-cicio de la mente es por naturaleza señor y amo, y aquelque puede con su cuerpo efectuar dicha previsión essujeto y por naturaleza esclavo; en consecuencia amo yesclavo tienen el mismo interés”. (Aristóteles, Política,libro i, 1252b1 en Aristóteles, 1985)

18 Creencias, deseos e intenciones son una condicióndel lenguaje, pero el lenguaje también es una condiciónpara ellos. Por un lado, ser capaz de atribuir creencias ydeseos a una criatura es ciertamente una condición decompartir una convención con la criatura. (Davidson1985: 280)

19 Ver G. Corradi Fiumara ‘The power of discourseand the strength of listening’ (Corradi Fiumara 1990: 52-72).

20 ‘Ahora está claro… que los ciudadanos de unestado no han descubierto el secreto para manejar supoblación sujeta’ (Aristóteles, Política, libro bk ii, 1269b5-12 en Aristóteles 1985).

21 Acerca de este problema, ver Corradi Fiumara(1992).

22 Ludwig Wittgentein, Big Typescript MS 213, 423en Wright (1969: 483-503). También citado en A. Kenny,‘Wittgenstein on the natureof philosophy’. (Mc Guiness,1982: 16).

23 Referido a los cuadernos de Wittgenstein en elperíodo de guerra, Mc Guiness señala que ‘es como si élhubiera cubierto – o hubiera estado por cubrir – unabrecha entre su filosofía y su vida interna’ (Mc Guiness1988: 243).

ReferenciasAmati Mehler, Jacqueline, Argentieri, S. y Canestri,

J. (1990), ‘The Babel of the unconscious’, InternationalJournal of Psycho-Análisis, no. 71, pp. 569-83.

Arbib, Michael and Hesse, Mary. B. (1986), TheConstruction of Reality, Cambridge: Cambridge Univ.Press.

Aristotle (1985) The Complete Works of Aristotle,the Revised Oxford Translation, 2 vols., edited by Jonathan

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Las leyes cercan a cada nuevo comienzo y al mismo tiempoaseguran su libertad de movimientos, la potencialidad dealgo enteramente nuevo e imprevisible; las fronteras delas leyes positivas son para la existencia política del hom-bre lo que la memoria es para su existencia histórica:garantizan la preexistencia de un mundo común, la rea-lidad de una continuidad que trasciende al espacio devida individual de cada generación, absorbe todos losnuevos orígenes y se nutre de ellos.

Hannah Arendt,Los orígenes del totalitarismo (1951)

Introducción1

Desde la década del ochenta, la reflexión sobre laciudadanía y sobre la representación política ha recobra-do un nuevo vigor y actualmente ocupa un lugar impor-tante en el debate político y académico. Por un lado, elproceso de constitución de la Europa comunitaria (y másrecientemente, la guerra en los Balcanes), ha jugado unpapel central en el cuestionamiento del concepto deciudadanía asimilado al de nacionalidad - territorialidaden el marco de los Estados nacionales2. Por otra parte, eldesarrollo de la producción teórica feminista en susdistintas perspectivas filosófico-políticas3 ha aportadovisiones críticas sobre la representación política en rela-ción con las mujeres y, en consecuencia, ha dado elsoporte conceptual para algunas modificaciones en lavida sociopolítica4.

A casi medio siglo de los clásicos trabajos de Marshall(1964) y Bendix (1974), las reflexiones sobre la ciudadaníay la representación política reaparecen con una nuevadimensión: pensar dichas categorías desde el reconoci-miento y el respeto de las particularidades y especificida-des de los sujetos. Pero ¿qué sucede cuando esos sujetosse encuentran signados por la subordinación de género?

En cuanto a las mujeres, es harto conocido que lamovilización por los derechos políticos de las mismas noes un fenómeno nuevo5; sin embargo, las demandas delmovimiento feminista de este fin de siglo han mutado ennuevas formas de considerar la política, en tanto nuevas

formas de relacionar “lo público” y “lo privado”6, “lopolítico” y “lo social”. Por ello, los nuevos reclamos no secircunscriben exclusivamente a la formulación de nuevosderechos, sino al análisis crítico, al ejercicio y al efectivocumplimiento de los mismos a través de la igualdad deoportunidades y de trato. Prueba de ello son las reco-mendaciones y políticas específicas adoptadas en la últi-ma década por los organismos internacionales, las agen-cias de cooperación internacional, los Estados y las orga-nizaciones no gubernamentales7.

Estas nuevas formas de entender la relación entrelo público y lo privado ha dado lugar a transformacionesrecientes en la relación entre las mujeres, el sistemapolítico y el sistema de partidos. Si bien la misma ha sidoanalizada desde diversas perspectivas8, recientemente elimpacto de medidas de acción positiva9 ha comenzado aexplorarse con sistematicidad. Sin pretender agotar ladiscusión, el objetivo del presente trabajo es presentaralgunas consideraciones sobre los desafíos que promue-ven la introducción de medidas de acción afirmativa enel régimen electoral argentino, tanto para el sistemapolítico como para el movimiento de mujeres/feminista.

I. El reclamo por los derechos políticosDesde principios del siglo XX, las mujeres reclama-

ron al sistema político argentino la equiparación jurídicacon los varones10. Estos primeros grupos, salvo excepcio-nes como las de algunas sindicalistas, estaban constitui-dos por mujeres de sectores socioeconómicos medios ycon altos niveles de educación; estaban fuertementeinfluenciados por grupos similares en Estados Unidos yEuropa. Estas organizaciones que reclamaban por laigualdad jurídica11, coexistían con otras más antiguasque orientaban sus acciones a la beneficencia, conforma-das por mujeres pertenecientes a las familias acomoda-das de los grandes centros urbanos. Las acciones de unasy otras se desarrollaron en sentidos opuestos y pruebaello fueron las repercusiones diferenciales del PrimerCongreso Femenino Internacional (Buenos Aires, 1910),especialmente en lo que se refiere a las recomendacionessobre los derechos políticos que alcanzaron cierta reso-nancia en el sistema político, en un contexto donde elsufragio universal masculino era bastante reciente12.

Ello dio lugar a la conformación de organizacionessufragistas independientes (la más relevante fue el Par-tido Feminista, encabezado por Julieta Lanteri) y losgrupos feministas en el Partido Socialista y en la Unión

Acciones afirmativasy ciudadanía enla Argentina *

Patricia Laura Gómez

* Versión corregida de la ponencia presentada en elProyecto “Democracia representativa y ciudadanía política delas mujeres en el Cono Sur”. UNESCO – Universite Libre deBruxelles, junio 1999. La versión en francés será publicadapróximamente bajo en título Actions positives et citoyennetéen Argentine.

Profesora Facultad de Ciencias Sociales, Uni-versidad de Buenos Aires. Asesora en laDefensoría del Pueblo de la Ciudad de Bue-nos Aires.

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Cívica Radical (encabezados por Alicia Moreau de Justo yElvira Rawson de Dellepiane, respectivamente). Elcabildeo de estos grupos influyó para que en 1919 sepresentara en la Cámara de Diputados de la Nación elprimer proyecto de ley de voto femenino en el ámbitonacional con los mismos derechos y obligaciones que elde los varones13. Posteriormente surgieron iniciativassimilares –tanto en el ámbito federal como provincial–pero en general con características censatarias. A media-dos de la década del ‘20, algunas provincias como SantaFe y San Juan, sancionaron el sufragio femenino en elámbito municipal y provincial, pero estos primeros inten-tos se vieron frustrados con el Golpe de Estado deseptiembre de 193014 que suprimió las libertades indivi-duales, constituyó en uno de los obstáculos más férreospara la igualdad de las mujeres respecto de la igualdadjurídica, y desarticuló el camino recorrido por las sufra-gistas hasta ese momento15.

Para los años treinta, dos elementos coadyuvaronpara que distintas proyectos de ley no fueran sanciona-dos: por un lado, el peso cuantitativo de los conservado-res en las Cámaras del Congreso (especialmente en la deSenadores); y por otro lado, las diferencias ideológicas yestratégicas de las feministas.

Recién al fin de la Segunda Guerra, el debate sobreel sufragio femenino adquirió otro rumbo. Por un lado,la Argentina había firmado el Acta de Chapultepec(México, 1945)16 y la Carta de Naciones Unidas (SanFrancisco, 1945) donde se reconocían los derechos políti-cos de las mujeres y por consiguiente, se comprometía amodificar su legislación interna para compatibilizarlacon los compromisos internacionales17. Por otra parte,dentro del gobierno de facto instalado por el Golpe deEstado de 1943, una de sus figuras, Juan Domingo Perón,crecía en importancia y convencido de una salida electo-ral, orientó sus políticas desde la Secretaría de Trabajo yPrevisión Social tanto a los sectores subalternos como alas mujeres. Desde esta agencia gubernamental, se cons-tituyó la Comisión de Trabajo Femenino, con lo cual fueel propio Estado el que se reclamó a sí mismo las reivin-dicaciones que hasta entonces habían llevado a cabogrupos independientes de mujeres y algunos represen-tantes partidarios18.

Para los comicios del 24 de febrero de 1946, elcontexto político que enmarcó las luchas de las sufragis-tas desde principios de siglo, había cambiado radical-mente y la mayor parte de los partidos políticos propicia-ron el sufragio femenino, sumándose numerosas muje-res a las actividades de la campaña electoral. A partir deeste momento, el fuerte apoyo del presidente JuanDomingo Perón a la sanción de una ley de voto femeninoy la escasa presencia de conservadores en las Cámaras delCongreso auguraron las posibilidades para concretaresta legislación. Asimismo, la figura de Eva Perón en esteproceso resultó decisiva ya que promovió la relación delas mujeres de los sectores populares con el sistemapolítico a través de mecanismos identificatorios, y apartir de inicios de 1947 comenzó una fuerte campaña

para acelerar el proceso de sanción de la ley de votofemenino19.

Las opiniones de Evita sobre el feminismo y el votofemenino son muy importantes porque impactaron pro-fundamente en el imaginario político de sus contempo-ráneos y de las generaciones posteriores20. Sobre el femi-nismo muestra un estereotipo prejuicioso de las mujeresenroladas en el mismo, reconociéndoles su educaciónpero asignando el fracaso de sus acciones a una supuestapérdida de su identidad: “Confieso que el día que me viante la posibilidad del camino ‘feminista’ me dio un pocode miedo. ¿Qué podía hacer yo, humilde mujer delpueblo, allí donde otras mujeres más preparadas que yo,habían fracasado rotundamente? ¿Caer en el ridículo?¿Integrar el núcleo de mujeres resentidas con la mujer ycon el hombre, como ha ocurrido con innumerableslíderes feministas? Ni era soltera entrada en años, ni eratan fea por otra parte como para ocupar un puesto así...que, por lo general, en el mundo, desde las feministasinglesas hasta aquí, pertenece, casi con exclusivo dere-cho, a las mujeres de este tipo... mujeres cuya primeravocación debió ser indudablemente la de hombres [...].Sentía que el movimiento femenino en mi país y en todoel mundo tenía que cumplir una misión sublime... y todocuanto yo conocía del feminismo me parecía ridículo”(Perón, 1952: 265/8).

Con respecto al voto femenino, es ilustrativo elfragmento de uno de sus discursos: “La mujer puede ydebe votar. El voto femenino, la facultad de elegir yvigilar desde la trinchera hogareña el desarrollo de esavoluntad, se ha convertido así más que en una aspiración,en una exigencia impostergable. La mujer puede y debecondicionar su propia conciencia a la conciencia de lacomunidad, de la que forma parte activa y vital. En elcamino del hogar a las urnas, está implícita la transfor-mación de la vida cívica argentina por el aporte de unanueva valoración política, ajena a toda sugestión electo-ral que no sea la reclamada por la probidad, la conductay el sentido del orden que rigen la sensibilidad y elespíritu femenino [...]. Con el voto femenino sancionadovamos hacia la integración de un sistema político depu-rado aportando al país una experiencia electoral quemillones de mujeres aguardan con sus mejores impul-sos”21.

Ambas citas ilustran que la relación sistema políti-co-mujeres que presenta Evita estaba sustentada encualidades, motivaciones y actitudes “típicamente feme-ninas” lo que no permitió integrar reivindicaciones quecuestionaran los roles estereotipados de varones y muje-res en la sociedad civil –y mucho menos en los partidospolíticos–. Si bien dio lugar a una presencia masiva demujeres en el Partido Justicialista, los ámbitos de influen-cia de éstas estaban acotados a tareas vinculadas a la“sensibilidad femenina” y son excluidas de la toma dedecisiones. Prueba ello son los siguientes pasajes de Larazón de mi vida (Perón, 1952): “El primer objetivo de unmovimiento femenino que quiera hacer bien a la mujer...que no aspire a cambiarlas en hombres, debe ser el

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hogar. Nacimos para constituir hogares. No para la calle”(276). Y agrega: “Más que una acción política, el movi-miento femenino tiene que desenvolver una acción so-cial. ¡Precisamente porque la acción social es algo que lasmujeres llevamos en la sangre! Servir a otros es nuestrodestino y nuestra vocación y eso es acción social...” (301).

En este clima de época, el Congreso argentino seaprestó al tratamiento de los proyectos de ley presenta-dos en ambas Cámaras. El discurso del diputado ManuelGraña Etcheverry (miembro informante del despachomayoritario de la Comisión de Asuntos Constitucionalesde la Cámara de Diputados) en la sesión especial del 9 deseptiembre de 194722, es quien mejor resume las ideaspredominantes al señalar que los derechos políticos de lamujer son propugnados desde el Congreso y “desde lacalle” para suprimir “la esclavitud de la mujer”23. Peromás interesante es el presupuesto de su intervención: “...que nadie pueda creer que el reconocimiento de losderechos políticos femeninos es una concesión graciablede la masculinidad ya harta de mando, en vez de lareparación de una injusticia que, en rigor de verdad,constituye una mancha para el varón” (DS, 1947: 209)24.

En términos generales, los discursos enunciadosdurante el tratamiento de los proyectos de voto femeni-no en la Argentina, así como en otros ámbitos durante lamisma época, acerca de la construcción de la ciudadaníafemenina pueden ser analizados a partir del principio deinclusión excluyente (Gómez, 1995): la ciudadanía inclu-ye a las mujeres en el ejercicio de los derechos políticospero las excluye de la pertenencia a la comunidad políti-ca.

Mujeres, género y ciudadaníaLa supuesta universalidad de la ciudadanía es cues-

tionable en tanto restringida por condiciones de sexo,propiedad y/o educación, siendo varios los trabajos quedan cuenta de ello desde una perspectiva de género y/ofeminista25. Los argumentos para las restricciones sonvariados; por ejemplo, Turner (1986: 97) señala que laprimera ola de demandas con relación a esta cuestión,tuvo como consecuencia degradar el papel formal de lapropiedad en la definición de ciudadano. La segundaoleada, desde el movimiento de mujeres, resultó en laexclusión del género como definición de ciudadanía. Latercera oleada y como consecuencia de dicho movimien-to, involucró una redefinición de la edad y el parentescocomo rasgo significativo de la definición legal de ciuda-danía.

Resulta paradójico que los cuestionamientos alejercicio genéricamente diferenciado de derechos tuvie-ran lugar durante la Revolución Francesa, símbolo míticode la democracia representativa, la igualdad ante la leyy la emergencia del ciudadano26. Rousseau planteabaque ningún contrato social es legítimo como proyectosocial –aún cuando pueda legitimarse–, si en la basesubsisten opresión y desigualdades. Así en la República27,la dominación es contraria a la naturaleza humana ya

que nadie posee una autoridad natural sobre otro ytampoco puede disponer de la persona ajena. Este razo-namiento permite cuestionar la propia legitimidad delpacto que da lugar a la sociedad democrática, en tantolas mujeres no son instituidas como sujetos del mismo28.

En la misma línea, se opone al recurso de la fuerzapara crear derecho29, pero arguye la fuerza física para lasubordinación social de las mujeres. Es decir que si bienel contrato social garantiza la igualdad civil, o sea unaigualdad de derecho que protege a las personascoasociadas de la desigualdad natural, no está incluyen-do a las mujeres ya que éstas serían desiguales pornaturaleza y no estarían en capacidad de ser pactantes.Sólo si se acepta que el objetivo del contrato social esproteger a quienes participan de éste y permitir el ejer-cicio de la libertad para constituir un pueblo, se compren-de porque no reconoce a las mujeres como ciudadanas:sólo se pacta entre iguales ya que sólo en la igualdad sereconoce la diferencia; entre idénticos no hay posibilidadde pacto porque no opera el principio de individuación.

Por su parte, para Tocqueville, la igualdad políticadegenera el uso de la libertad, por lo tanto, la igualdadpolítica entre varones y mujeres daría lugar a un abuso dela libertad y sería una amenaza para las institucionesdemocráticas: “A medida que se echa hacia atrás el límitede los derechos electorales, se siente la necesidad deecharlo más hacia atrás; porque, después de cada nuevaconcesión, las fuerzas de la democracia aumentan, y susexigencias crecen con su nuevo poder” (1988: 42). Así, losdos mayores riesgos que encierra la igualdad de condi-ciones son, por una parte, la anarquía y, por otra, laservidumbre. Esta idea es muy importante porque paraTocqueville, la ciudadanía de las mujeres daría lugar auna situación de anarquía, producto de la destrucción delos mecanismos de subordinación debido a la libertadpolítica.

Esta muestra de algunos postulados reiterados a lolargo de la teoría liberal de la democracia, han operadocomo justificación y como respuesta ante las demandasde las mujeres por sus derechos políticos. En el siglo XXcomenzó la incorporación formal de las mujeres en elsistema político y el sistema de partidos, pero este proce-so no supone una relación lineal entre la extensión delderecho al voto y la ampliación de la ciudadanía, ya quepor definición, la ciudadanía política implica el derechoal sufragio pero este último no presupone necesariamen-te la condición de ciudadano/a.

Esto se debe a que el concepto de ciudadaníapresenta dos dimensiones: una vinculada a la presenciade derechos, y la otra al componente simbólico de lacomunidad/pertenencia (Held, 1991). El hincapié en unau otra dimensión se recoge, respectivamente, en la tradi-ción política liberal y en la tradición política republicana.Con relación a la primera, la condición de ciudadanía esdefinida por los derechos subjetivos que los individuospresentan frente a sus pares y frente al Estado. Conrelación a la segunda, la condición de ciudadanía es

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definida por una práctica común que permite a losindividuos ser responsables políticamente en el marco deuna comunidad determinada (Habermas, 1992 y 1995;Taylor, 1993; Turner, 1986)30.

Ahora bien, el derecho de las mujeres al sufragio¿supone su constitución como ciudadanas en el último delos sentidos expuestos? La respuesta sería negativa entanto a partir del ejercicio del sufragio, las mujeresargentinas se convirtieron en ciudadanas por ser porta-doras de derechos políticos, pero la presencia de éstos nopresupone per se la igualdad de oportunidades de elegiry ser elegidas.

El resultado de este proceso ha conformado laciudadanía como principio de inclusión excluyente(Gómez, 1995). Esto es, la ciudadanía incluye a las muje-res porque presentan derechos políticos, pero las excluyede la pertenencia a la comunidad política ya que nopueden ser políticamente responsables si no formanparte de los procesos de toma de decisiones31. Así puedecoincidirse con Marshall (1964: 76) que “La aspiración delindividuos a disfrutar de esas condiciones [de ciudada-nía] es la aspiración a ser admitido para compartir laherencia social, que a su vez significa una aspiración a seraceptados como miembros completos de una comuni-dad, esto es, como ciudadanos”.

La aplicación de este principio de inclusión exclu-yente en el caso argentino se verifica, por ejemplo, en elacceso de las mujeres al Poder Legislativo, no sólo en losargumentos esgrimidos por los diputados nacionales enla sesión del 9 de septiembre de 1947 con motivo desancionarse la Ley 13010 o de voto femenino; sino en laposterior participación relativa de las mujeres en dichocuerpo. Desde 1952 –primera elección nacional con vi-gencia de la Ley 13010– hasta 1993 en que entró en vigorla legislación de acciones afirmativas para las listas decargos electivos (Ley 24012)32, como se analiza posterior-mente, las mujeres son incluidas en el sistema políticofundamentalmente en la calidad de representadas perodifícilmente en la de representantes, tal como muestra elcuadro siguiente33. Así, la contradicción y ambivalenciaentre inclusión y exclusión es parte constitutiva de laciudadanía de las mujeres argentinas.

Porcentaje de Diputadas Nacionales 1952 – 199334

La participación de las mujeres en el Congresoargentino apenas superó el 20% en el período conside-rado. Durante la etapa del segundo gobierno peronista(1952 – 1955), alcanzó los porcentajes más altos, disminu-yendo a su décima parte a partir de 1958. Durante eltercer gobierno peronista (1973 – 1975) se observa unaleve recuperación que no alcanza a igualar los porcenta-jes anteriores. A partir de la reinstalación de la democra-cia en 1984, la participación relativa de las mujeres en laCámara baja se mantuvo en una media que nunca superóel 5%.

Por otra parte, este principio de inclusión excluyen-te permite desenmascarar la falacia de la teoría de larepresentación. Ésta supone que la representación polí-tica es una relación de paridad entre sujetos racionales,libres e iguales35; sujetos capaces de acción y discurso enel sentido que describe Arendt (1993) a quienes partici-pan del espacio público. Si las mujeres no participan deesta relación entre pares, la constitución del vínculorepresentativo en las sociedades democráticas presentafallas iniciales que deben corregidas para una democra-tización de las prácticas políticas.

Prueba de ello es que en la Argentina, desde 1952hasta 1993, el promedio de diputadas nacionales fue de6.33%36, lo cual muestra que, a pesar de la garantíaconstitucional del derecho a elegir y ser elegida, opera-ron mecanismos distorsionadores en la selección de lascandidaturas y en las posibilidades de las mujeres pararesultar electas. Siguiendo a Shvedova (1998) los obstá-culos pueden ser clasificados en políticos,socioeconómicos, ideológicos y psicológicos, y las carac-terísticas e intensidad de cada uno de ellos varía en cadauno de los casos nacionales. En el caso argentino, sedestacan sobre otros que comparte con otras sociedades,la ausencia de un soporte partidario para las mujeres,especialmente en términos financieros; la promoción delliderazgo político y el entrenamiento de las jóvenes; losaltos niveles de desempleo y subempleo que afectan másduramente a las mujeres; la percepción de la políticacomo un “juego sucio”; y algunos estereotipos de géneroque se promueven en los medios de comunicación demasas37.

Estos mecanismos distorsionadores en la participa-ción de las mujeres en la vida políticason los que las acciones positivas tien-den a corregir, a partir de entender laigualdad de oportunidades como resul-tado igual y no sólo como trato impar-cial.

Acciones positivas enargentina

La ley 13010 (voto femenino) ga-rantiza la libertad negativa (Berlin, 1974)es decir, el derecho formal a ser elegidaen la medida en que nadie podría impe-dir que una mujer sea candidata en

AÑO DIPUTADAS AÑO DIPUTADAS AÑO DIPUTADAS1952 15,66 1964 00,52 1986 04,331953 16,87 1965 02,08 1987 04,331954 16,87 1966 02,08 1988 04,721955 22,81 1973 07,82 1989 04,721958 02,14 1974 08,64 1990 06,301959 02,14 1975 09,05 1991 06,301960 01,04 1983 03,94 1992 05,451961 01,04 1984 04,33 1993 05,841963 00,52 1985 05,12Fuente: Archenti y Gómez (1994)

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virtud de los derechos constitucionales que les estaríanotorgando. Sin embargo, esta medida no garantiza lalibertad positiva de ser representante, porque la igual-dad de oportunidades puede ser entendida de dos mane-ras: o como trato igual o como resultado igual (Sartori,1992). Esta diferencia es muy importante porque si separte de una situación desigual, el trato igual da lugar aresultados desiguales, dado que la imparcialidad en eltrato no suprime diferencias y no modifica situaciones de“privilegio”38.

Aquí aparece una encrucijada: la noción modernade ciudadanía remite fundamentalmente a un individuocon capacidad de acción y discurso que actúa con otros enel espacio público en condiciones de igualdad, pero “laigualdad que lleva consigo la esfera pública es forzosa-mente una igualdad de desiguales que necesitan ser‘igualados’ en ciertos aspectos y para fines específicos.Como tal, el factor igualador no surge de la ‘naturaleza’humana, sino de afuera [...]. La igualdad política, por lotanto, es el extremo opuesto a nuestra igualdad ante lamuerte [...]” (Arendt, 1993: 236).

Si el concepto moderno de ciudadanía supone lacapacidad de actuar con otros individuos iguales, se pre-senta la necesidad de implementar acciones para que en elmediano y largo plazo esa igualdad entre los sujetos seaefectiva, a fin de “abandonar” el principio de inclusiónexcluyente. Las acciones afirmativas o positivas constitu-yen uno de los caminos posibles en el ámbito normativo.

Pueden definirse como aquellos mecanismos adop-tados por las instituciones públicas o privadas con elobjeto de garantizar el principio de igualdad de oportu-nidades en presencia de grupos históricamente desaven-tajados, a través de la incorporación de una porciónsignificativa de miembros de estos sectores en determi-nadas posiciones o promoviendo algunas situacionesespeciales para los mismos: “Dado que las perspectivas yexperiencias de las mujeres han sido constantementeomitidas o desvalorizadas especialmente en lo concer-niente al dominio público, esta reconstrucción requiereun apoyo positivo” (Rodríguez, 1994: 80).

Estos mecanismos de acciones positivas puedenimplementarse de dos formas. Una de ellas es a través deobjetivos como metas a cumplir en un período de tiempodeterminado previamente, y un buen ejemplo lo consti-tuyen la Plataforma de Acción de Beijing (NacionesUnidas, 1995) y algunos Planes de Igualdades de paíseseuropeos. Otra forma, tal vez la más conocida, es a travésde cuotas, es decir la obligatoriedad temporal de incor-porar un número mínimo e indispensable de individuospertenecientes a grupos desaventajados socialmente endeterminadas posiciones. Entre los variados argumentosfavorables al establecimiento de este tipo de mecanis-mos, Dahlerup (1998: 94) señala que las cuotas compen-san las barreras que presentan las prácticas políticas paralas mujeres, ya que éstas son tan competentes como losvarones pero sus calificaciones son degradadas y minimi-zadas en un sistema político dominado por la masculini-dad.

En oposición a la implementación de las cuotaspuede arguirse que este tipo de medidas vulneran laigualdad ante la ley y generan graves conflictos en laorganización partidaria; en consecuencia, estaría lesio-nando gravemente el vínculo representativo. Pero lacuestión es más compleja: frente a un trato imparcial, lasposibilidades de las mujeres de integrar las listas departidos políticos se ven sensiblemente reducidas comoresultado de mecanismos discriminatorios más o menossutiles. Esto constituye a las mujeres en un sector socialdesaventajado y si quiere arribarse a un marco equitativode oportunidades para todos los individuos con el fin deobtener instituciones justas, es necesario instrumentarmedidas que garanticen no sólo las libertades básicas,sino también –y muy especialmente– la compensación dela menor utilidad de la libertad para algunos sectores,como son las mujeres.

La idea de alcanzar la igualdad de oportunidades através de la desigualdad está comprendida en los princi-pios de justicia rawlsianos, donde aplica el principio de ladiferencia a la igualdad democrática: “las expectativasmás elevadas de quienes están mejor situados son justassí y sólo sí funcionan como parte de un esquema quemejora las expectativas de los miembros menos favoreci-dos de la sociedad” (Rawls, 1993: 97). Es decir que lasacciones positivas, más que cuestionar el principio deigualdad ante la ley, estarían posibilitando el efectivocumplimiento de la igualdad democrática a partir de laigualdad inicial39.

En la Argentina, a fines de 1989, la senadora nacio-nal de la Unión Cívica Radical por la provincia de Mendoza,Margarita Malharro de Torres, presentó un proyecto deley modificatorio del artículo 60 del Código ElectoralNacional, que prohibía la oficialización de listas de car-gos electivos si no cumplían con un mínimo de 30% demujeres en las mismas. A mediados de 1991, dos diputa-das nacionales del mismo partido por la Ciudad deBuenos Aires (Florentina Gómez Miranda y NormaAllegrone de Fonte), presentaron en su Cámara un pro-yecto similar pero estableciendo el orden de candidatosy las candidatas, previendo así posibles interpretacionesincorrectas en el futuro. Finalmente, el último día desesiones ordinarias del Senado para el período 1990 (20de septiembre) y con grandes urgencias de los integran-tes del cuerpo por el tratamiento de temas pendientes, laCámara alta dio la media sanción al Proyecto Malharro.

Luego de un intenso cabildeo por parte de lasactivistas de los distintos partidos políticos nucleadas enla Red de Feministas Políticas40 y de las pocas diputadasnacionales que estaban en funciones, sumado a la deci-sión política del entonces presidente Menem para laaprobación del proyecto, se convocó a una sesión espe-cial de la Cámara de Diputados el 6 de noviembre de1991. Recuérdese que la sanción de la ley 13010 en 1947(voto femenino) siguió el mismo proceso: primero, lamedia sanción del Senado para luego completar el trámi-te parlamentario en la Cámara de Diputados en unasesión especial.

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En esa sesión, se sancionó la Ley 24012, por lo queel artículo 60 del Código Electoral Nacional41 quedóredactado bajo el siguiente texto:

ARTÍCULO 60 - REGISTRO DE CANDIDATOS Y PEDIDO DE

OFICIALIZACIÓN DE LISTAS. Desde la publicación de la convoca-toria y hasta 50 días anteriores a la elección, los partidosregistrarán ante el juez electoral la lista de los candidatospúblicamente proclamados, quienes deberán reunir lascondiciones propias del cargo para el cual se postulan yno estar comprendidos en alguna de las inhabilidadeslegales. Las listas que se presenten deberán tener muje-res en un mínimo del 30 % de los candidatos a los cargosa elegir y en proporciones con posibilidad de resultarelectas. No será oficializada ninguna lista que no cumplaestos requisitos. Los partidos presentarán conjuntamen-te con el pedido de oficialización de listas los datos defiliación completos de sus candidatos y el último domici-lio electoral. Podrán figurar en las listas con el nombrecon el cual son conocidos, siempre que la variación delmismo no sea excesiva ni dé lugar a confusión a criteriodel juez. (Texto según ley Nº 24.012).

Artículo 1º - El ámbito de aplicación de la ley 24.012abarcará la totalidad de los cargos electivos de parlamen-tarios nacionales y en la Municipalidad de Buenos Aireslos de Concejales y Consejeros Vecinales.

Artículo 2º - EL TREINTA POR CIENTO (30%) de los cargosa integrarse por mujeres, según lo prescrito por la Ley24.012, debe interpretarse como una cantidad mínima.En los casos en que la aplicación matemática de esteporcentaje determinara fracciones menores a la unidad,el concepto de cantidad mínima se regirá por la tabla quecomo Anexo A integra el presente Decreto.

Artículo 3º - El porcentaje mínimo requerido por elartículo 1º de la ley 24.012 se considerará cumplidocuando dicho porcentaje alcance a la totalidad de candi-datos de la lista respectiva, incluyendo los que cadaPartido Político, Confederación o Alianza Transitoriarenueve.

Artículo 4º - Cuando algún Partido Político, Confe-deración o Alianza Transitoria se presentara por primeravez, renovara un candidato o no renovara candidatos setomará en cuenta, a los fines de lo establecido en elartículo anterior, que la cantidad de cargos es igual auno. En este caso será indiferente colocar en el primerpuesto a mujer o varón, pero en los siguientes lugares dela lista se incluirán regularmente UNA (1) mujer por cadaDOS (2) varones hasta que se cubra el porcentaje mínimoque exige la Ley 24.012 dentro del número total decargos.

Artículo 5º - En el caso en que el Partido Político,Confederación o Alianza Transitoria renueven dos car-gos, al menos uno de los candidatos propuestos debe sermujer.

Artículo 6º - Las Confederaciones o Alianzas Transi-torias deberán ajustarse a lo establecido en los artículosprecedentes, garantizando la representación del TREINTA

POR CIENTO (30%) de mujeres en la lista oficializada, conindependencia de su filiación partidaria y con los mismos

requisitos establecidos para los Partidos Políticos, sinexcepción alguna.

Artículo 7º - Los Partidos Políticos, Confederacionesy fusiones tanto de distrito como en el orden nacionaldeberán adecuar sus respectivas normas internas paraposibilitar la plena vigencia del régimen establecido en laLey 24.012 antes de la elección de renovación legislativade 1993.

Artículo 8º - Si por el procedimiento del artículo 61del Decreto Nº 2.135 del 18 de agosto de 1983 modifica-do por las Leyes 23.247, 23.476 y 24.012 el Juez concompetencia electoral determinara, que algunas de lascandidatas que componen el mínimo exigido del TREINTA

POR CIENTO (30%) no reúnen las calidades exigidas por laLey, el Partido Político, Confederación o Alianza Transi-toria deberá proceder a su sustitución en el término deCUARENTA Y OCHO horas (48 hs.).

La ley 24012 fue reglamentada por el Decreto delPoder Ejecutivo Nacional N° 379/93, el 8 de marzo de199342 estableciendo claramente en su anexo el númeromínimo de mujeres que debían estar en las listas decargos electivos nacionales:

ANEXO ACARGOS A RENOVAR 30% CANTIDAD MÍNIMA

2 0,66 13 0,90 14 1,20 15 1,50 26 1,80 27 2,10 28 2,40 29 2,70 3

10 3,00 311 3,30 312 3,60 413 3,90 414 4,20 415 4,50 516 4,80 517 5,10 518 5,40 519 5,70 620 6,00 6

La Ley 24012 se aplicó por primera vez en laselecciones de renovación parlamentaria de 1993. Ya quela misma supone una modificación del Código ElectoralNacional, la aplicación práctica se remite a los cargos dela Cámara Baja y de representantes locales de la Ciudadde Buenos Aires43, pero no así para las legislaturas provin-ciales y concejos deliberantes (legislaturas locales). Porotra parte, hasta la fecha, los partidos políticos no cum-plieron con el artículo 7º de la ley en lo que respecta a laadecuación de sus normas internas antes de las eleccio-nes de 1993. Algunos lo hicieron con posterioridad,aunque la mayoría no ha introducido cambios en suscartas orgánicas a fin posibilitar la plena vigencia de laley.

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De lo dicho se puede concluir que el tipo de meca-nismo de acciones positivas adoptado en la Argentina esa través de cuotas, pero la peculiaridad del caso reside enque esta disposición opera en el régimen electoral, sien-do el primer país latinoamericano en aplicar medidas deeste tipo y de esta forma. La sanción de la Ley 24012 enla Argentina ha acelerado la presentación y sanción depropuestas legislativas en varios países latinoamericanosmodificando el régimen electoral44, tal como son loscasos de Bolivia45, Brasil46, Colombia, Costa Rica, Ecua-dor47, México48, Perú49, y Venezuela50, los que a partir de1995 han implementados cambios en este sentido. Por suparte, en los países latinoamericanos que no tienenincorporadas estas medidas a su legislación, algunospartidos están tomando la iniciativa, por ejemplo, elPartido por la Democracia –integrante de coalición gu-bernamental chilena– aprobó recientemente una mo-ción que impide que los cargos partidarios sean ocupa-dos en más de un 60% por alguno de los dos sexos, asícomo los cargos de representación popular; y el FrenteSandinista en Nicaragua tiene una cuota interna para loscargos de conducción partidaria.

La implementación de las acciones positivas en laArgentina la ubican actualmente en séptimo lugar en elámbito internacional51 y en el primero en América Latina,en lo relativo a la presencia de mujeres en los cuerposlegislativos nacionales. Por otra parte, ha quintuplicadola presencia de las mismas en sólo cinco años, pasando deun 6% a un 27% de diputadas entre 1993 y 1998, segúnla evolución que se muestra en el cuadro siguiente52:

Porcentaje de Diputadas Nacionales 1993 – 1998AÑO DIPUTADAS1993 05,841994 12,841995 13,621996 26,071997 26,461998 26,85

Fuente: Elaboración basada en datos de la Dirección de

Información Parlamentaria del Honorable Congreso de la Nación

A la hora de evaluar las acciones afirmativas entérminos de un aumento relativo de mujeres en loscuerpos legislativos en la Argentina, es importante teneren cuenta que el impacto de estas medidas, está fuerte-mente condicionado por el tipo de régimen electoral delque se trate, ya que los sistemas plurinominales con listascerradas resultan más “amigables” para las accionespositivas53. Esta tendencia de las democracias latinoame-ricanas de los ’90 resulta, por lo menos, singular teniendoen cuenta que en algunos estados norteamericanos y enalgunos países de Europa del Este, se observa un francoretroceso en la “supervivencia” de las acciones positivas.

Por otra parte y uno de los puntos principales deeste trabajo, las acciones positivas promueven el accesode las mujeres a los procesos de toma de decisiones, alfacilitar el pasaje de una ciudadanía definida en términosdel principio de inclusión excluyente –como realiza la ley

de voto femenino en la Argentina–, a una definida entérminos del principio de inclusión incluyente: las muje-res son ciudadanas tanto porque tienen derechos comoporque los ejercitan en cuanto son participantes de lacomunidad política. Dicho de otra forma, este principiode inclusión incluyente permite articular los puntos devista de las mujeres, ya no como otro excluido, sino comopartícipes de las prácticas políticas en una situación deequidad. Ello no elimina las diferencias entre los diferen-tes actores sociopolíticos entre sí ni al interior de loscolectivos de los que forman parte, sino que supone laarticulación temporal de sus demandas diferenciales. Esprecisamente allí donde radica la posibilidad de construiruna democracia que respete los diferentes clivajes sinuna disposición jerárquica, preservando los valores delibertad y equidad para la resolución de conflictos54.

Puede decirse que en la Argentina el pasaje de unprincipio de inclusión excluyente a uno de inclusiónincluyente se encuentra actualmente en una etapa detransición, ya que todavía se las considera –fundamental-mente en el ámbito de los partidos políticos– como uncuestionamiento al vínculo representativo. Si bien sepresentaron argumentos en contrario, paradójicamentelas posiciones esgrimidas en contra y a favor de la sanciónde la “Ley de Cuotas” o “Ley Malharro (denominacionescon las que se conoce vulgarmente a la Ley 24012),parecen sostener dicho cuestionamiento al apelar a larepresentación de “los intereses de las mujeres”, aunquedesde distintas perspectivas. Dichas posiciones van desdeun posible “corporativismo femenino” según los/as de-tractores/as, hasta el eslogan que la Red de FeministasPolíticas utilizó en su cabildeo para la sanción de la ley24012: “Con pocas mujeres en política, cambian lasmujeres. Con muchas mujeres en política, cambia lapolítica”.

Este eslogan resume la contradicción y ambivalen-cia que ha caracterizado a la relación mujeres y políticaen torno al cumplimiento del deber genérico y quepretende ser resuelta a partir de una lógica del ser paralos otros (Gómez, 1995): la valoración política del atribu-to cultural de la “sensibilidad femenina”55. Algunas po-siciones del feminismo de la diferencia expresan que laincorporación de mujeres al espacio público resulta en lainclusión de nuevas temáticas, estilos y formas de hacerpolítica. Estas corrientes del pensamiento feminista sesustentan en supuestas cualidades diferencialmente po-sitivas de la naturaleza femenina que se traducirían enpropuestas innovadoras en el ámbito político, lo quelleva a concluir posiciones esencialistas que buena partedel movimiento feminista se ha propuesto rebatir56. Enesta línea, se inscribiría en el feminismo maternalista,donde los valores afectivos –en particular la maternidad(Cf. Dietz, 1994)–, adquieren un rango político al formu-lar la oposición binaria entre ética del cuidado (Gilligan,1985) femenina y ética de la justicia masculina57.

Si bien aquí no se coincide con argumentos comolos escuetamente presentados, es cierto que las asigna-ciones sociales e interpelaciones que la sociedad formula

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a varones y mujeres son diferentes como resultado dedistribuciones asimétricas de poder. Así, es probable quela incorporación de mujeres en los espacios de toma dedecisiones que estuvieron prácticamente vedados con-cluya en la inclusión de temas y perspectivas que habíanestado prácticamente ausentes del espacio público. Sinembargo, ello no supone que la responsabilidad de lasdirigentes de los partidos políticos deba limitarse exclu-sivamente a la representación de los intereses propios delas mujeres, ya que el colectivo de mujeres es un gruposocial heterogéneo.

Por su parte, la hipótesis de un posible “corporati-vismo femenino” es refutada si se analiza el contenido delos proyectos legislativos presentados por las diputadasnacionales. Para el caso argentino, Archenti y Gómez(1994) consideran el período que va desde la restaura-ción democrática hasta la sanción de la “Ley de Cupos”(1983-1991) y concluyen: “Los datos presentados nospermiten desvirtuar las interpretaciones referidas a lalabor legislativa de las mujeres como representantes deintereses de género, que se traduciría en un accionarcorporativo, en la medida que las diputadas argentinasdel período 1983-1991 se dedicaron a temas vinculados amujeres y al ámbito privado en una proporción baja conrelación a la totalidad de los proyectos en que intervinie-ron [...]. Los primeros años de la transición democrática[se caracterizaron] por la atención brindada a proyectosreferidos a las mujeres y el ámbito privado, a través de lacual las diputadas se hicieron cargo de la necesidad desatisfacer demandas de género largamente postergadassobre las que no se había legislado con anterioridad. Sinembargo, de acuerdo con los datos, cumplimentada estaetapa reivindicativa, el peso relativo del apoyo brindadoa proyectos de este tipo disminuyó en favor de proyectossin referencia específica a mujeres y orientados a temá-ticas diversas del ámbito público. Al asumir su laborlegislativa predominantemente en diferentes áreas, sinreferencias explícitas a las mujeres, las diputadas legisla-ron teniendo en cuenta los intereses de la totalidad de laciudadanía, sin priorizar en particular los vinculados a sugénero” 58.

En definitiva, las posiciones favorables a la imple-mentación de las cuotas en Argentina (como los de la Redde Feministas Políticas) y los desfavorables (como los delsupuesto corporativismo femenino) presentan un puntoen común: el concepto de representación de intereses,que supone la transmisión de demandas precisas a travésde mandatos imperativos. Esta prédica –tanto de unascomo de otros/as– supone prima facie tres elementos: uncolectivo de mujeres homogéneo, determinados atribu-tos sociales como resultado de la pertenencia a un géne-ro y la asignación de “tareas representativas” en razónde determinados características biológicas.

La última prueba de ello es la carta abierta quevarias organizaciones no gubernamentales de mujeres ymás de trescientas personas a título individual, enviarona las diputadas argentinas el 10 de diciembre de 1997, aliniciar el nuevo período legislativo. La carta se inicia con

las felicitaciones “en nombre de todas las mujeres queluchamos por la sanción de la Ley de Cupos”. Tras unsintético balance de los avances legislativos y las medidasgubernamentales en favor de la calidad de las mujeresimplementados desde 1983 (recuperación de la demo-cracia en la Argentina), y de los cambios constitucionalesdespués de 1994 (Reforma de la Constitución Nacional),se pone de manifiesto la interpretación que buena partedel movimiento de mujeres/feministas hace de la tareade las legisladoras: “Más allá de sus partidos políticos ysus ideologías, ustedes son la voz de las mujeres en elCongreso Nacional y en las legislaturas provinciales yconfiamos que atenderán a los temas que aún estánpendientes”. Entre los temas pendientes, mencionan losderechos reproductivos, la protección de las mujeresjefas de familia, la situación diferencial de las mujeresfrente al empleo y el desempleo. Pero lo que resulta mássignificativo es la asignación de una “imprescindibledemocratización de la democracia”.

En tanto las diputadas argentinas son consideradas“la voz de las mujeres en el Congreso Nacional”, por unlado, las legisladoras representarían por semejanza o re-presentatividad con un grupo genérico, siguiendo una lasdirecciones que presenta la teoría de la representaciónsegún Sartori (1992: XI)59. Por otro lado, se constituiríanen una representación descriptiva en tanto hacen pre-sentes algo que está ausente en los espacios de toma dedecisiones: “El inidividuo representante no actúa por otros;los ‘sustituye’ en virtud de una correspondencia o co-nexión entre ellos, de una semejanza o reflejo. En términospolíticos, lo que parece importante es menos lo que haceel legislativo que su composición” (Pitkin, 1985: 67).

Pero si la representación política es un accionarcolectivo que involucra diversidad de individuos y opi-niones, en un juego de instituciones y partidos, lasacciones positivas deberían colaborar en el estableci-miento de un régimen democrático que incorpore en eldebate los puntos de vista de los sujetos. El caso argenti-no, tal como se dijo previamente, muestra una lentaetapa de transición ya que, por un lado, conviven posicio-nes que ubican a las legisladores nacionales como repre-sentantes de intereses de género, con prácticas políticasque dan cuenta de un debate pluralista. Prueba de elloson las experiencias de la Convención Nacional Constitu-yente (1994) que reformó la Constitución Nacional Ar-gentina, y la Convención Constituyente de la Ciudad deBuenos Aires (1996) que dictó la constitución del distrito.En ambos textos puede observarse que los debates die-ron lugar al reconocimiento de las diferencias en favor dela igualdad. De esta manera, el principio de igualdad deoportunidades y de trato se reconstruyó en favor de lossectores desaventajados, insistiendo con un instrumentopara efectivizar esta igualdad como son las accionespositivas.

Sintéticamente, en la Constitución Nacional refor-mada, la igualdad ya no es definida solamente por laexpresión de la ley, sino también en cuanto a las oportu-nidades y al trato:

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• Se incorporó al derecho interno con jerarquíasuperior los tratados internacionales de derechos huma-nos (Artículo 75, inciso 22), entre ellos Convención sobrela Eliminación de Todas las Formas de Discriminacióncontra la Mujer.

• Se estableció entre las atribuciones del Congre-so “legislar y promover medidas de acción positiva quegaranticen la igualdad real de oportunidades y de trato,y el pleno goce y ejercicio de los derechos reconocidospor esta Constitución y por los tratados internacionalesvigentes sobre derechos humanos, en particular respectode los niños, las mujeres, los ancianos y las personas condiscapacidad (...)” (Artículo 75, inciso 23).

• Se redactó un nuevo artículo que expresa: “(...)La igualdad real de oportunidades entre varones y muje-res para el acceso a cargos electivos y partidarios segarantizará por acciones positivas en la regulación de lospartidos políticos y en el régimen electoral” (Artículo 37);y en la disposición transitoria segunda: “Las accionespositivas a que alude el artículo 37 en su último párrafono podrán ser inferiores a las vigentes al tiempo desancionarse esta Constitución y durarán lo que la leydetermine”.

En el caso de la Constitución de la Ciudad de BuenosAires, se profundizó esta perspectiva de la igualdad através del capítulo noveno, titulado “Igualdad entrevarones y mujeres”, cuyo articulado es el siguiente:

Artículo 36. – “La Ciudad garantiza en el ámbitopúblico y promueve en el privado la igualdad real deoportunidades y trato entre varones y mujeres en elacceso y goce de todos los derechos civiles, políticos,económicos, sociales y culturales, a través de accionespositivas que permitan su ejercicio efectivo en todos losámbitos, organismos y niveles y que no serán inferiores alas vigentes al tiempo de sanción de esta Constitución.Los partidos políticos deben adoptar tales acciones parael acceso efectivo a cargos de conducción y al manejofinanciero, en todos los niveles y áreas. Las listas decandidatos a cargos electivos no pueden incluir más delsetenta por ciento de personas del mismo sexo conprobabilidades de resultar electas. Tampoco puedenincluir a tres personas de un mismo sexo en ordenconsecutivo. En la integración de los órganoscolegiados compuestos por tres o más miembros,la Legislatura concede acuerdos respetando elcupo previsto en el párrafo anterior”.

Artículo 37. – “(...) Se garantiza la igualdadde derechos y responsabilidades de mujeres yvarones como progenitores y se promueve la pro-tección integral de la familia”.

Artículo 38. – “La Ciudad incorpora la pers-pectiva de género en el diseño y ejecución de suspolíticas públicas y elabora participativamente unplan de igualdad entre varones y mujeres. Estimu-la la modificación de los patrones socioculturalesestereotipados con el objeto de eliminar prácticasbasadas en el prejuicio de superioridad de cual-quiera de los géneros; promueve que las respon-

sabilidades familiares sean compartidas; fomenta la ple-na integración de las mujeres a la actividad productiva,las acciones positivas que garanticen la paridad en rela-ción con el trabajo remunerado, la eliminación de lasegregación y de toda forma de discriminación por esta-do civil o maternidad; facilita a las mujeres único sosténde hogar, el acceso a la vivienda, al empleo, al crédito ya los sistemas de cobertura social; desarrolla políticasrespecto de las niñas y adolescentes embarazadas, lasampara y garantiza su permanencia en el sistema educa-tivo; provee a la prevención de violencia física, psicológi-ca y sexual contra las mujeres y brinda servicios especia-lizados de atención; ampara a las víctimas de la explota-ción sexual y brinda servicios de atención; promueve laparticipación de las organizaciones no gubernamentalesdedicadas a las temáticas de las mujeres en el diseño delas políticas públicas”.

Además agrega entre las atribuciones de la Legisla-tura de la Ciudad de Buenos Aires, la de legislar ypromover “medidas de acción positiva que garanticen laigualdad real de oportunidades y de trato entre varonesy mujeres; niñez, adolescencia, juventud, sobre personasmayores y con necesidades especiales” (Artículo 80, inciso7). Por último, obliga al Jefe de Gobierno a adoptar“medidas que garanticen la efectiva igualdad entrevarones y mujeres en todas las áreas, niveles jerárquicosy organismos” (Artículo 104, inciso 28).

Ambos textos constitucionales dan cuenta del im-pacto de las acciones positivas en el sistema político, pero¿cuáles son los desafíos para éste y para el movimiento demujeres/feminista?

Los desafíos (recuento preliminar)Las acciones positivas cuestionan el vínculo repre-

sentativo, no porque supongan per se la representaciónde género, sino porque garantizan las condiciones deviabilidad para la reconstitución de una comunidad po-lítica con criterios de justicia, donde las consideracionesde los sectores menos aventajados de la sociedad sontenidos en cuenta. A partir de ello, la implementación deLey 24012 en la Argentina plantea la necesidad de

redefinir estrategias y suma nuevos desafíos paralas prácticas políticas del próximo siglo.

Esta es una tarea prioritaria si se aspira alejercicio de una ciudadanía que no sea sexual-mente diferenciada y donde las diferencias degénero no sean pertinentes en la constitución delsujeto político. En sentido, los postulados de lademocracia deliberativa60 parecen ser adecuadospara el ejercicio de una ciudadanía como principiode inclusión incluyente, ya que entiende a lapolítica como una actividad fundada en la discu-sión pública (donde la representación políticapuede tener un papel protagónico), aún cuandono se agota en el debate entre los/as representan-tes. Es precisamente en este espacio de delibera-ción que la participación de las mujeres adquiere

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una nueva dimensión en el establecimiento de los temasde las agendas sociopolíticas.

Para el caso argentino en particular, los tres gran-des desafíos, tanto para el sistema político como para elmovimiento de mujeres/feminista pueden resumirse en:

La concreción en acciones de la igualdad de opor-tunidades y trato. Este desafío aparece como el primeroy más importante, tanto para varones como mujeresresponsables de dicha traducción. Si uno de los postula-dos de la legitimidad política es la valoración del princi-pio de gobierno democrático y su traducción institucio-nal, va de suyo la necesidad de transformar las institucio-nes de la democracia en instituciones capaces de trans-formar las libertades en derechos, capaces de operar eltránsito necesario entre participación y representación.

Este punto resulta de vital importancia en un paíscomo la Argentina que atraviesa un proceso de consoli-dación democrática en un contexto de crisis de unaforma de representación política a través del gobiernode partidos (Manin, 1992): si estas acciones no tienenlugar en el mediano plazo, probablemente la fragilidaddel sistema institucional argentino, ofrezca sustento auna legitimidad de resultados mucho más que a unalegitimidad de principios, dando por tierra con la posibi-lidad de construir una ciudadanía democrática que forjay perfecciona el gobierno de la ley.

El ejercicio y el perfeccionamiento de estrategias yestilos de negociación que no son homologables a lasestrategias de presión. Ello vale tanto para los partidospolíticos como para el movimiento de mujeres/feminista,en el marco de un sistema de partidos que muchas vecesconcibe la práctica política en los términos schmittianosde amigo-enemigo.

La importancia de este desafío se acrecienta tenien-do en cuenta que existe una práctica extendida en lasagencias gubernamentales (tanto nacionales como loca-les) y en organizaciones no gubernamentales (aunque enmenor medida), por la que las mujeres que ocupancargos ejecutivos y/o legislativos terminan siendo “aco-rraladas” en cuestiones vinculadas a los derechos de lasmujeres, en tanto son áreas que continúan siendopercibidas como un problema sólo de las mujeres. Laactitud de los varones es de tipo reactivo, desentendién-dose de las cuestiones, para tener una actitud de rechazoo apoyo frente a las iniciativas de sus pares.

Por otra parte, como ya se expresó, es necesario queel accionar de las diputadas argentinas no sea concebidodesde la representación de intereses de género por elmovimiento de mujeres/feminista. En todo caso, su tarease asemeja más a la intermediación de intereses, en elsentido que, no necesariamente conocen y transmitenlas demandas de un colectivo homogéneo, sino que lasreinterpretan, reorganizan y expresan dentro de unproyecto político.

Prueba de ello es debate sobre el derecho al abortoen la Convención Nacional Constituyente de 1994. Éstemostró que las mujeres no eran un colectivo de idénticas,sino un grupo con pertenencias más allá del sexo bioló-

gico. No todas las convencionales tenían las mismasposiciones con respecto a la cuestión, lo que estaríareconociendo que las mujeres son y deben ser considera-das como un colectivo de iguales, y que la labor de lasdirigentes no debe limitarse en forma excluyente a larepresentación de “intereses propios de las mujeres”.Esta heterogeneidad de las convencionales vuelve acuestionar la hipótesis del supuesto “corporativismofemenino”, ya que las posiciones a favor o en contra dela inclusión de la llamada “Cláusula Barra” para la pena-lización del aborto, no pueden ser analizada exclusiva-mente a partir de criterios de género.

Por último, si la cuestión del aborto hubiera sidoconsiderada por los protagonistas directos de la ReformaConstitucional como un “tema de mujeres”, muy proba-blemente los resultados hubieran sido otros. Sin embar-go, tanto las convencionales se consideraron en capaci-dad de establecer pactos y alianzas, como los convencio-nales las consideraron pares con los cuales era posibleestablecer dichos pactos y alianzas. Ello está puesto demanifiesto en que había varones y mujeres a favor de lainclusión de la cláusula, como varones y mujeres encontra.

El desarrollo y ejecución de políticas públicas quecontemplen una perspectiva de género. En tanto, laspolíticas públicas impactan diferencialmente, se propo-ne la incorporación del género en la identificación deproblemas y soluciones ya que éstas últimas resultan enel beneficio tanto de mujeres como de varones. Dicho enotros términos, no se limitan únicamente a las mujeressino a las relaciones sociales en determinada contextohistórico, cultural y político siendo el reaseguro que a losbeneficios de las políticas públicas, se incorporan plena-mente los roles, necesidades y participación de mujeres yvarones.

Así, la relación entre el Estado y las mujeres puedeser abordada desde una diversidad que va más allá de lamera atención de demandas y necesidades de cortoplazo. Ello sólo es posible a través de un Estado quecomparta con la sociedad civil las acciones destinadas alograr la equidad entre los individuos, pero sin abando-nar las responsabilidades que le quepan como garantede derechos y de la igualdad de oportunidades y de trato.

Incorporar la perspectiva de género en la gestiónestatal es aún una tarea pendiente en la Argentina.Actualmente las acciones dirigidas a las mujeres estánmás cerca de prácticas asistenciales (cada día más escasascomo resultado del ajuste estructural), que no promue-ven un principio de ciudadanía de inclusión incluyente,sino que entiende a las mujeres sólo como objeto depolíticas.

Notas 1 Agradezco las críticas y comentarios que a lo largo

de estos años me han realizado Diana Maffía y ElizabethJelin (Universidad de Buenos Aires), Mara Kolesas (NewSchool of Social Sciences), Alejandra Ciriza (Universidad

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neo de la teoría política, y aportes para una ética feminis-ta); la segunda refiere a trabajos empíricos relacionadoscon la especificidad de la cultura política de las mujeres,el análisis cuantitativo de la participación femenina enlos partidos políticos y los poderes del Estado, la expe-riencia de las mujeres en diversas organizaciones socialesy políticas, las posibilidades de las candidatas en diferen-tes sistemas electorales, y la importancia de las accionespositivas como estrategia para la efectiva igualdad deoportunidades. Los trabajos inscriptos en este últimogrupo son relativamente recientes y la mayoría de losestudios sobre casos latinoamericanos datan de unadécada.

9 En la bibliografía especializada suelen utilizarsecomo sinónimos acción positiva, acción afirmativa, discri-minación positiva y discriminación inversa. Sin embargo,en términos semánticos, pueden dar lugar a algunasconfusiones que si bien no es objeto de este trabajo, mellevan a preferir usar el primero de los términos.

10 Previamente habían existido algunas acciones enfavor de la igualdad de derechos pero son hechos aisla-dos, caracterizados como actos de voluntarismo porparte de algunas personas destacadas socialmente.

11 Algunas de ellas, no sólo se dedicaban a estacuestión sino que activaron fuertemente en la denunciadel tráfico de mujeres para el ejercicio de la prostitución.

12 Recién en 1912 se estableció el voto secreto yobligatorio para los varones mayores de 18 años, lo queconstituyó un gran avance con relación al sistema electo-ral anterior.

13 Dicho proyecto fue presentado por el Diputadode la Unión Cívica Radical por la provincia de Santa Fe,Rogelio Araya, con el apoyo implícito del entonces Presi-

dente de la Nación, Hipólito Yrigoyen.14 En la provincia de San Juan, el

Golpe de Estado suprimió el voto feme-nino argumentando que las mujeres dedicha provincia no podían ser “privile-giadas” respecto de las mujeres argenti-nas. Este criterio es precisamente el con-trario al adoptado en USA, donde variosestados sancionaron el voto femeninoantes de convertirse en ley federal.

15 Una excepción la constituye laAsociación Argentina del Sufragio, fun-dada en 1932 por Carmela Horne deBurmeister. Navarro (1997: 187) señalaque se “convirtió en la agrupación quemayor actividad desplegó para laobtención del voto durante la décadadel treinta (...) En 1932, cuando el presi-dente Justo fue al Congreso para inau-gurar el período parlamentario de sesio-nes, la Asociación Argentina del Sufragioorganizó una manifestación durante lacual sus afiliadas arrojaron volantes alpaso de las autoridades. Este debe habersido el acto más audaz de las feministas

Nacional de Cuyo), Marcela Rodríguez (Cámara de Dipu-tados de la Nación), Zita Montes de Oca (FundaciónMujeres en Igualdad), y Diana Staubli (Centro Municipalde la Mujer de Vicente López). Sin embargo, las opinio-nes aquí expuestas son de mi exclusiva responsabilidad.

2 Para el caso del Mercosur, cfr. Jelin, Valdés yBareiro (1998).

3 Una buena selección de textos significativos a esterespecto fue compilada por Castells (1996).

4 Ello es posible en tanto la teoría política feministaintenta comprender las relaciones sociales de subordina-ción con el objeto de aportar nuevos elementos para lacomprensión de la política, exigiendo cambios no sólo enla vida privada sino también en los espacios de toma dedecisiones.

5 Actualmente, Kuwait es el único país que no hareconocido derechos políticos a la mujeres.

6 Siguiendo a Fraser (1990) en la conceptualizaciónde dos niveles para la distinción entre lo público y loprivado, en este trabajo, se define lo público como elespacio de las relaciones sociales que permiten a losindividuos mostrarse ante los demás y que éstos semuestren ante ellos, dando lugar al reconocimiento delas acciones. En la particularidad de la política, la apari-ción frente a los otros es lo que constituye las posibilida-des de ser un igual, dado lo excepcional y único de lasacciones que allí se despliegan (Arendt, 1993). En tanto,lo privado es el espacio de las relaciones afectivas parti-culares donde los individuos no se muestran en tantoparticipantes de una comunidad, sino en tantointervinientes en relaciones de parentesco. En la particu-laridad de la familia, se manifiestan con mayor claridadla rutinización de las acciones y la reproducción de lasformas de vida, que por sus característicasno permiten que quienes participan de estetipo de relaciones se vean sujetos al recono-cimiento de los otros. La división sexual deltrabajo y la jerarquización de los espaciossociales tendrá consecuencias hasta la ac-tualidad ya que, desde sus orígenes, lapolítica será entendida en oposición a lodoméstico.

Por otro lado, Hanna Pitkin (1981)señala que pueden ser distinguidas tresdimensiones con relación a la noción depúblico: en términos de acceso y comoopuesto a lo secreto; en términos de afecta-ción general y por ello vinculado con laopinión pública; y en términos de accióncolectiva.

7 Un ejemplo interesante es el trabajode Shahra Razavi y Carol Miller (1995).

8 Los principales temas estudiadospueden agruparse en dos grandes temáti-cas. La primera vinculada a la reflexiónteórica (revisión crítica de autores y con-ceptos clásicos de la teoría y filosofía políti-ca, intervención en el debate contemporá-

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argentinas en esta etapa, pues contrariamente a las deotros países, no fueron nunca militantes capaces de salira la calle y emprender acciones dramáticas si con elloadelantaban su causa (...) Buscaban esclarecer a la opi-nión pública y cambiar las leyes existentes con petitoriosque durante años fueron cortésmente recibidos por lasCámaras, para luego ser prolijamente archivados”.

16 El Acta de Chapultepec es el resultado de laConferencia Interamericana sobre Problemas de la Gue-rra y la Paz. La misma recomendaba que “los gobiernosde las Repúblicas Americanas adapten sus sistemas delegislación (...) a fin de suprimir las discriminaciones (...)por razón de sexo”.

17 Luna (1994: 51) disiente parcialmente con estaposición al afirmar que “La obtención final del votoestuvo, en la mayoría de los casos, más relacionados conel mantenimiento de determinados regímenes (los po-pulistas especialmente como el peronismo, cardenismo,varguismo) que con la aceptación y reconocimiento delas razones políticas que sustentaban las reivindicacionesde los movimientos sufragistas”. Y agrega que “La frag-mentación y goteo en el reconocimiento de los derechosde ciudadanía a las mujeres evidencia, que no se funda-mentaba en una visión de éstas como sujetos de derechospolíticos, sino su instrumentalización objetiva en deter-minadas coyunturas políticas. Lo que prevalecía era suinvocación como madres/reproductoras. Llegando a estepunto creo importante insistir en el carácter ideológico yla procedencia estatalista del discurso maternalista conel objetivo de alejarnos de interpretaciones esencialistassobre la representación política de las madres”.

18 La Comisión de Sufragio Femenino solicitaba elestablecimiento del voto femenino por decreto presi-dencial. Las organizaciones independientes de mujeresse opusieron férreamente a esta medida ya que surgía deun gobierno inconstitucional y reclamaban que fuera elCongreso el que dictara esta legislación. En palabras deVictoria Ocampo: “Las argentinas no pueden aceptar elvoto sino de manos que no lleven armas”.

19 En palabras de Navarro (1997: 196): “En La razónde mi vida no esconde que empezó a trabajar ‘en elmovimiento femenino porque así lo exigía la causa dePerón’. Pero a partir de 1947, se postula como la‘abanderada’ del voto femenino, propiciando tambiénuna mayor participación de la mujer en todos los aspec-tos de la vida del país”.

20 Ello se manifiesta claramente en el debate de laley de voto femenino (1947) y de la ley de accionesafirmativas (1991).

21 Las cursivas son propias.22 Según el Diario de Sesiones de la Cámara de

Diputados de la Nación, el objeto de la sesión especial del9 de septiembre de 1947, fue el tratamiento de losdistintos despachos de la Comisión de Asuntos Constitu-cionales sobre los proyectos de ley sobre derechos políti-cos de la mujer. Sin embargo, sobre el final del debate ycomo resultado de una moción de orden, se aprobó lasubstitución del despacho de la mayoría de la Comisión

por el proyecto girado en revisión del Senado de laNación.

23 Recuérdese que Mill (1973) se refería a la des-igualdad entre varones y mujeres en tanto estas últimaseran definidas a partir de la esclavitud.

24 Las cursivas son propias.25 Por citar sólo algunos sin exhaustividad, cf.

Astelarra (1992), Dietz (1990), Elshtain (1981), Okin (1979),Pateman (1970, 1990), Phillips (1996), Shanley & Pateman(1991), Young (1990; 1996).

26 Si bien es conocido el ejemplo de Olympe deGouges en 1791 con su Declaración de Derechos de laMujer y la Ciudadana, las primeras manifestaciones pú-blicas por la igualdad entre varones y mujeres en lamodernidad tuvieron lugar a medida que la familia comoorganización social crecía en importancia. Durante laguerra civil inglesa de la década de 1640, tuvo granimpacto el apoyo de las mujeres a las sectas radicalizadasque proponían la interpretación extrema de la doctrinade la Gracia, ya que en las mismas se les permitía a lasmujeres debatir, votar y hasta profetizar. “Lo que essorprendente es la forma en que la caída del gobiernoreal en 1640, la prolongada crisis política entre el Rey y elParlamento de 1640 a 1644, las guerras civiles de 1642 a1648, y el surgimiento de muchas sectas extremistasindependientes y de un partido genuinamente radical,estimularon a las mujeres de Londres y de todas partes arealizar una actividad política sin precedentes” (Stone,1990: 184). En 1642 demandan ante la Cámara de losComunes la igualdad de participación en el procesopolítico y en 1649 rechazaban la idea de ser representa-das por sus esposos. Este es un elemento de importanciaa la hora de analizar el contexto de la obra de Hobbes yciertas ambigüedades que el autor plantea con respectoa las relaciones entre varones y mujeres.

27 La República es el nuevo estado en donde cadaindividuo busca la seguridad y la satisfacción de lasnecesidades por sus propios medios. Rousseau propon-drá en el Contrato Social la transformación institucionaly en Emilio, la del individuo.

28 La práctica social establecía que las mujeres casino tenían derecho alguno y el varón (en la figura delpadre, esposo, hijo o tutor) ejercía la autoridad naturalsobre ella.

29 La misma idea aparece en Nicolás Maquiavelo(1981). Para un análisis pormenorizado, cf. Pitkin (1984).

30 Por ello, la ciudadanía refiere esencialmente a lanaturaleza de la participación social de las personasdentro de la comunidad como completo reconocimientolegal de sus miembros (Turner, 1986: 134).

31 Desde las democracias griegas, ser ciudadano essinónimo de pertenecer plenamente a una comunidad yel mayor castigo para un ciudadano era el destierro,práctica que en nuestros días se manifiesta en exiliopolítico forzado.

32 En rigor de verdad, la primera aplicación efectivade esta Ley se realizó en 1992 en la Ciudad de BuenosAires, con motivo de la elección de integrantes para el

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41 Su promulgación se realizó el 29 de noviembre de1991 y fue publicada en el Boletín Oficial de la RepúblicaArgentina el 3 de diciembre 1991.

42 Publicado en el Boletín Oficial de la RepúblicaArgentina el 11 de marzo de 1993.

43 Este último punto ha perdido vigencia a partir dela reforma constitucional de 1994, que permitió la actualautonomía de la Ciudad de Buenos Aires. En 1996 estaciudad sancionó su Constitución e incorporó las accionespositivas al propio texto constitucional refiriéndolas atodo cuerpo colegiado. Ello motivó que la Legislatura dela Ciudad (unicameral) esté conformada por un 30% dediputadas y organismos como el directorio del Banco dela Ciudad, la Defensoría del Pueblo y la Auditoria Gene-ral, haya incorporado mujeres por primera vez en suhistoria.

44 El caso de Paraguay merece especial atención yaque a finales de 1995, la Cámara de Diputados aprobópor un voto un proyecto de acciones afirmativas -ainstancias de la Red de Mujeres Políticas-, pero al finalizarla votación nominal en el plenario, los diputados solicita-ron una segunda votación para “verificar” los resultados,en un procedimiento inusual. Varios legisladores cam-biaron su decisión en la “nueva oportunidad” y el pro-yecto terminó siendo rechazado, a pesar que el artículo46 de la Constitución Nacional establece las accionespositivas (Cf. Rodríguez, María Lis: “Escandalosa vota-ción de Diputados” en Fempress Nº 168/9. Santiago deChile, octubre/noviembre 1995).

45 En marzo de 1997 se aprobó una ley que obliga alos partidos políticos a presentar un mínimo del 20% demujeres en sus listas electorales nacionales.

46 En 1996, Brasil se convirtió en la segunda naciónlatinoamericana después de la Argentina en adoptar unaley que obliga a los partidos políticos a llevar un mínimode 20% de mujeres en las listas legislativas municipales.En 1997, modificó la legislación para aumentar este pisoal 30% en el año 2000 e incorporar el 25% en las listas decargos legislativos nacionales (se aplicó por primera vezen 1998)

47 En febrero de 1997 se sancionó la norma por laque las listas nacionales legislativas debían incluir unmínimo del 20% de mujeres.

48 El Parlamento de Mujeres impulsó la modifica-ción el Código Federal de Instituciones y ProcedimientosElectorales para que se garantice que en las listas derepresentación popular ninguno de los dos sexos tengamás del 70% en las elecciones proporcionales. Actual-mente promueve acciones similares que modifiquen lasleyes orgánicas de la administración pública para garan-tizar en igualdad de condiciones un mayor número demujeres en el gabinete presidencia y en las direcciones degobierno.

49 Recientemente se han sancionado medidas deacciones afirmativas. Las mismas establecen una cuotamínima del 25% de mujeres exigida a todas las listas decandidatos para las elecciones presidenciales o locales, yse aplicará por primera vez en el próximo mes de octubre,

Colegio Electoral que votó un Senador para el distrito.Sin embargo, dada la excepcionalidad de la situación,aquí se tendrá en cuenta en el ámbito nacional y no en eldistrital.

33 El cuadro no incluye la Cámara de Senadores yaque la elección de sus integrantes era de forma indirectaa través de las legislaturas provinciales, hasta la reformaconstitucional de 1994, salvo para el distrito Ciudad deBuenos Aires en que se reproducía el mecanismo deColegio Electoral, aplicado a la elección de Presidente yVice. Por otra parte, teniendo en cuenta la comparaciónque se hará posteriormente, la participación de las muje-res en la Cámara de Diputados de la Nación es la queresulta más relevante ya que en la elección de las mismasse aplican efectivamente medidas de acción positiva.

34 La ausencia de algunos años corresponde a losperíodos inconstitucionales en que el Congreso Argenti-no no funcionó.

35 “El representante debe actuar independiente-mente (...) El representado debe ser también (se loconcibe como) capaz de acción y de juicio independien-tes” (Pitkin, 1985: 233).

36 La situación en los cargos ejecutivos es aún peorya que, hasta la fecha, sólo dos mujeres han ejercido elcargo de ministras (la primera a cargo de la Cancillería en1988 y la segunda, lo hizo durante dos años en la carteraeducativa); nunca una mujer ha sido gobernadora deprovincia aunque dos han sido vicegobernadoras (en1962 y en 1983).

37 En este sentido, resulta ilustrativo que las mujeresque adquieren cierta notoriedad pública por su desem-peño político, sean llamadas por su nombre de pila y nopor su apellido, lo cual no sólo se verifica en los mediosde comunicación de masas sino en sus propias campañaselectorales.

38 En esta cuestión es interesante seguir a Rawls(1990; 1993) a través de sus principios de justicia: “Losmismos establecen la prioridad de la libertad e intentandefinir una coherencia entre ésta y la igualdad, a travésdel derecho a las libertades iguales en un marco equita-tivo de igualdad de oportunidades”. En este marco, laslibertades políticas adquieren un perfil especial ya que elvalor equitativo de las mismas es una condición para lasinstituciones básicas justas. Recuérdese que Rawls distin-gue entre libertades básicas y la valía de estas libertades.“Las libertades básicas iguales son las mismas para todoslos ciudadanos, pero la valía, la utilidad de la libertad, noes la misma para todos. El segundo principio tiende acompensar la menor valía de la libertad para algunossectores” (1990: 71).

39 Para un análisis crítico de la teoría ralwsiana, cf.Okin (1996).

40 La Red de Feministas Políticas se conformó aprincipios de 1990 con mujeres de quince partidos políti-cos argentinos que se comprometieron a luchar juntaspor la obtención de cupos en las listas de cargos electivos.Luego de la obtención de le ley, dicha red se fuedesmovilizó.

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50 Actualmente se encuentra en el Senado venezo-lano el proyecto de ley que la Cámara de Diputados diomedia sanción y por el cual a los partidos políticos estánobligados a nominar 30% de mujeres en sus listas electo-rales.

51 Después de Dinamarca, Finlandia, Holanda, Nue-va Zelandia, Noruega y Suecia.

52 Un dato significativo que aparece en el análisisprovisorio de los datos es que hasta 1997, casi la mitad delas diputadas nacionales que se incorporan al Cámara lohacen reemplazando a diputados varones, que en sumayoría renuncian para acceder a otros cargos públicoso partidarios de gran relevancia.

53 Cfr. Rule (1987, 1991), Jones (1997) y Htun (1998).54 Si bien no es objeto de este trabajo, esta temática

debe tener en cuenta los desafíos que reporte elmulticulturalismo en las sociedades contemporáneas.Para una primera aproximación a la cuestión, cf. Walzer,1998.

55 En la primera sección, se realiza un breve análisisde las posiciones de Eva Perón al respecto, teniendo lasmismas un fuerte impacto de las legisladoras (pero tam-bién en los legisladores) que accedieron a las bancasdurante el primer peronismo.

56 Con posiciones esencialistas no me refiero aquí alo que Teresa de Lauretis (1990) denomina “esencialismoestratégico”.

57 La noción de ética del cuidado se caracteriza porhacer hincapié en las necesidades de las situacionesespecíficas más que en la implicación de normas genera-les. De esta manera, Gilligan crítica las éticas deontológicaspor su supuesta masculinidad; de hecho, califica de“masculinos” los argumentos de Kohlberg sobre el desa-rrollo de la conciencia moral, ya que éste se centraría enla formación de juicios sobre la justicia desinteresándosepor la perspectiva moral “femenina” del cuidado (care).Para un análisis crítico, cf. Benhabib (1990) y Pollit (1993).

58 Actualmente, se encuentra en proceso en mismoestudio para el período 1992 – 1999, y los resultadospreliminares muestran la misma tendencia.

59 Las otras dos direcciones son la representaciónasociada al mandato o delegación y a la responsabilidad.

60 Si bien no puede decirse que la democraciadeliberativa conforme un corpus teórico acabado,Gargarella (1995) resume críticamente algunos de susrasgos más característicos. Véase también la discusiónplanteado por Thiebaut (1998: 141 – 161).

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Secciónbibliográfica

Feminaria Año Xlll, Nos 24/25 (nov. 2000) • 41

CECCARINI, Marisil. Anida humanidad. Bs. As., s/e, 1999.CIESLER, Juana. Los sueños del adn. Bs. As., Editorial

Sudamericana, 1999COHEN, Sara. Puertas de París. Bs. As., Emecé Editores, 2000.COLOMBO, María del Carmen. La familia china. Bs. As.,

Libros de Tierra Firme, 1999COSSIO, Ana María. El desvelo. Bs. As., Ediciones Último

Reino, 2000.FERNÁNDEZ, Adriana. El valle. Bs. As., La Bohemia, 2000.FUTORANSKY, Luisa. París, desvelos y quebrantos. New

York, Pen Press, 2000.GRUSS, Irene. En el brillo de uno en el vidrio de uno. Bs.

As., La Bohemia, 2000.GUIARD GRENIER, Edith. Aún es tiempo. Bs. As., El

Francotirador Ediciones, 1998.ILARREGUI, Gladys. Como una viajera y sus postales / Like

a Traveller and Her Postcards (Alexandria, VA, USA,Los Signos del Tiempo Editores, 1999). Trad.: EglaMorales Blouin.

———————.The Cumæan Sibyl. Selected Poetry (NewOrleans, LA, USA, 1999). Ed. bilingüe. Trad., seleccióne intro.: Judy B. McInnis.

MALINOV, Inés. Dice Ana Frank. Bs. As., Libros deAlejandría, 2000.

MATURO, Graciela. Memoria del trasmundo. Bs. As.,Ediciones Ultimo Reino, 1999

MUNDANI, Liliana. Informe del solo. Córdoba, Calamita, s/f.MUDANÓ, María Cecilia. Los camilos y otros textos. La

Plata, Editorial Minerva, 1999MUSCHIETTI, Delfina. Enero. Bs. As., Biblioteca del Erizo,

1999.PEYCERÉ, Angela. Mirador de mil años. Bs. As., Nubla, 1999.PIÑEIRO, Liliana. Algo sobra en las delicadas patas de los

insectos. Bs. As., La Letra Muerta, 2000.PRADO, Gabriela. Bitácora suplementaria. Edición arte-

sanal, octubre 1999.RAINIS, Romea. Sacar la silla a la vereda. Bs. As., Libros de

Tierra Firme, 2000.ROFFE, Mercedes. Definiciones mayas. New York, Pen

Press, 1999.ROMANO, Susana. Los amantes. Córdoba, Calamita, 1999.——————, Mal del siglo. Córdoba, Calamita, 1999.SCHVARTZ, Claudia. Ávido don. Bs. As.,tsé≈tsé, 1999.STORNI, Alfonsina. Obras. Poesía. Tomo I. prólogo, inves-

tigación y recopilación de Delfina Muschietti. Bs. As.,Editorial Losada, 1999.

SUÁREZ, María Victoria. Vida de viuda. Bs. As., EdicionesÚltimo Reino, 1999.

TRACEY, Mónica. Hablo en lenguas. Bs. As., EdicionesÚltimo Reino, 1999

TREBUCQ, Josefina. La fortaleza. Bs. As., Grupo EditorLatinoamericano, 2000.

TRUGLIO DE FARINA, Lía Ruth. Versos para Ana. Gijón,Premio Ateneo Jovellanos, 1999.

NarrativaCATELA, Sonia. Estado de seducción. Rosario, Ameghino

Editora, 2000.FINGUERET, Manuela. Hija del silencio. Bs. As., Planeta,

1999.

GORIS, Esther. Agata Galiffi. La for de la mafia. Bs. As.,Editorial Sudamericana, 1999.

HEFFES, Gisela. Ischia. Bs. As., Paradiso Ediciones, 2000.HEFFES, Raquel Irene. Como el pan de cada día. Bs. As.,

Catálogos Editora, 2000.IRIGOYEN, Moira. En el fondo de la materia crece una

vegetación oscura. Bs. As. Paradiso Ediciones, 1999.LINARES, Silvia. Licor de las hermanas. Bs. As., NUSUD, s/f.MENDARO, María Celeste. Series en punto cruz. Paraná,

Editorial de Entre Ríos, 1999.PALANT, Victoria. Falsa carta a Luciano sobre la mafia. Bs.

As. Ediciones de la Flor, 1999.STOLKARTZ, Adriana. Primera plana. Bs. As., Ediciones La

Rayuela, 1999.SUEZ, Perla. Letargo. Bs. As., Editorial Norma, 2000.

TeatroLARAGIONE, Lucía. Cocinando con Elisa. Bs. As., Edicio-

nes Teatro Vivo, 1999.OTTINO, Mónica. Teatro 2 (Bs. As., Tiago Biavez)

EnsayoACHA, Omar y Paula HALPERIN, comps. Cuerpos, géne-

ros, identidades. Estudios de historia de género enArgentina. (Bs. As., Ediciones del signo, 2000). Presen-tación de Dora Barrancos“Una historia de las mujeres desde una perspectiva degénero consistente supine la historización de la dife-rencia sexual. Implica por ello lo político, lo social, loeconómico, lo cultural. Todas estas distinciones, quedenotan zonas de eficacia de la realidad no puedensepararse de aspectos de la acción social como losreferidos críticamente por la teoría de género. Poresto, una limitación al terreno discursivo es, sin duda,un recorte parcial de esta problemática, y no incideadecuadamente en la abigarrada complejidad de lasprácticas. Estas discusiones poseen un interés teóricoe historiográfico directo, pero también una implicanciapolítica. Pretendemos intervenir en un debate cuyosmarcos no se han considerado”.

ALLEGRONE, Norma, comp. La mujer y el poder en lasorganizaciones profesionales (Bs. As., EdicionesFUNDAI, 2000)Trata los temas: mujer y poder, la mujer en la Univ. deBuenos Aires, la mujer en las organizaciones profesio-nales e incluye la “Convención Constituyente de laCiudad de Buenos Aires. Debate Parlamentario” y“Leyes vigentes – los derechos de las mujeres”.

BATTICUORE, Graciela. El taller de la escritora. VeladasLiterarias de Juana Manuela Gorriti: Lima-BuenosAires (1876/7-1892). (Rosario, Beatriz Viterbo, 1999).El libro consta de dos partes: la primera, siete capítu-los de estudio en que la autora hace “una reevaluaciónaguda y lúcida de las relaciones entre vida privada yespacio público” y la segunda, “una reedición meti-culosa y precisa de ocho de las Veladas Literarias.

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BOCCANERA, Jorge, selección y prólogo. Redes de lamemoria. (Bs. As., Desde la Gente, 2000)“Muchas de estas mujeres fueron secuestradas, estu-vieron desaparecidas y una vez legalizadas pasaronpor diversas cárceles hasta que, en libertad, debieronmarchar al exilio. Cinco de ellas todavía viven fueradel país. Se trata de una marca decisiva en escritorasargentinas de una generación que militó política-mente y que aún con una escritura que revela unanclaje en los años 70, tratan hoy una temática muydiversa. Amasan una visión trabajada por una sobre-vivencia con aspiraciones de porvenir. Están máscerca del futura que del pasado”. [Las antologadasson: Alicia Kozameh, Marta Vassallo, Cristina Feijóo,Sara Rosenberg, Alicia Partnoy, Victoria Azurduy,María del Carmen Sillato, María Branda, NoraStrejilevich]

BURIN, Mabel e Irene MELER. Varones. Género y subjeti-vidad masculina. (Bs. As., Paidós, 2000)“En respuesta a múltiples cambios culturales, sociopo-líticos y económicos, surgen nuevos criterios para esta-blecer una identidad masculina, sobre la base de unarevisión crítica de la forma tradicional. Las autoras,psicoanalistas y expertas en estudios de género, pre-sentan diversos ensayos sobre la masculinidad, aten-diendo a la variabilidad geográfica e histórica de losvarones, así como a algunos aspectos que se reitera-ron con insistencia. La sexualidad, el manejo de lahostilidad, la paternidad, la creación cultural y eltrabajo son, entre otros, objeto de un análisis en elque se articulan hipótesis psicoanalíticas, el enfoqueque brindan los estudios de género y consideracionesextraídas de la experiencia clínica”.

CIOLLARO, Noemí. Pájaros sin luz. Testimonios de muje-res de desaparecidos. (Bs. As., Planeta, 1999). Prólogode Osvaldo Bayer.“Desde su lugar de protagonista directa, NoemíCiollaro fue impulsada a escribir este libro por elcurioso vacío que se produjo sobre el vínculo de lasmujeres, compañeras o esposas de los desaparecidos:se han hecho oír las voces de las madres o de los hijoso de las abuelas, pero las de las mujeres han sidosilenciadas, como si solamente el lazo de sangrelegitimara el dolor o el reconocimiento por la desapa-rición”.

CLIMENT, Graciela, Teresa DURAND, Alicia FERREIRA,Graciela GONZÁLEZ, Marina LASKI, Esther MONCARZ,Zulema PALMA, María Inés RE, Aída REMESAR. Muje-res saluDándonos. (Bs. As., Red Nacional por la Saludde la Mujer Argentina, 1999)“La presente publicación intenta reflejar la produc-ción colectiva: lo reflexionado, debatido, elaborado yvivenciado durante las Terceras Jornadas Nacionalesde la Red Nacional por la Salud de la Mujer Argenti-na” efectuadas el 2 y 3 de agosto de 1997”.

DURRIEU, Marcela. Se dice de nosotras. (Bs. As., Catálo-gos, 1999)“El libro reflexiona acerca de la participación de lamujer en la vida política y en el poder”.

GIL LOZANO, Fernanda, Valeria Silvina PITA y MaríaGabriela INI. Historia de las mujeres en la Argentina.Tomo 1. Colonia y siglo XIX y Tomo 2. Siglo XX (Bs. As.,Taurus, 2000)El libro es “un intento colectivo de restituir a lasmujeres en la Historia y devolver nuestra Historia a lasmujeres. Considera a las mujeres como sujetos deconocimiento, creando, simultáneamente, una con-ciencia de su especificidad histórica tanto en laspropias mujeres como en los ámbitos académicos y enlas historiografías oficiales”. Los artículos se distribu-yen en: Introducción; Encierros y sujeciones; Resisten-cias y luchas; Cuerpos y sexualidad. Los dos tomoscontienen abundante material iconográfico.

GORODISCHER, Angélica, selección, notas y prólogo. Eltiempo y la palabra. Desde el siglo tres hasta el veinte.(Buenos Aires, Ediciones Instituto Movilizador deFondos Cooperativos, 2000)Sin decirlo, como para que se tomara como normal–como se hace cuando se antologa la escritura de talo cual país, región o tema de autores y, con suerte unao dos autoras–, esta antología recoge la obra de 20escritoras –muchas de ellas desconocidas por la mayo-ría de las escritoras y los escritores– de diferentesgeografías y cronologías. Se encuentran textos de:Vibia Perpetua, Paulina, Helpis, Brunilda, Euqueria,Berthgytha, Duoda, Roswitha, Shibuko Murasaki,Eloísa, Hadewijch de Amberes, Christine de Pizan,Vittoria Colonna, Marie de Gournay, Madeleine deScudéry, Aphra Behn, Juana Manuela Gorriti y Victo-ria Ocampo.

HELLER, Lidia. Las que vienen llegando (Bs. As., GrupoEditor Latinoamericano, 1999)“Describe historias de mujeres que están en carreraen los 90, cuáles son las reglas escritas y no escritas enel mundo actual, cuáles las cualidades, habilidades ycredenciales necesarias para incorporarnos a cargosdecisorios y, a su vez, cuáles son los obstáculos queenfrentamos”.

LÓPEZ GIL, Marta- El cuerpo, el sujeto, la condición demujer (Bs. As., Editorial Biblos, 2000)“El fin de este libro es descubrir el reverso de unacultura: la interioridad individual concreta desolada,el cuerpo pesaroso, la condición genérica ignoradade la mujer, la metamorfosis de la subjetividad”.

MARTÍNEZ DE VARAS, Lilia. La Rioja. Mujeres sobresa-lientes. (La Rioja, Editorial Canguro, 1999)“Narra vida y obra de Mujeres Sobresalientes, en lasletras, artes, danzas, folklore, medicina, quehacerdiario, etc. de esta provincia”.

MELER, Irene y Débora TAJER, comps. Psicoanálisis y géne-ro. Debates en el foro. (Bs. As., Lugar Editorial, 2000)El libro consta de cinco partes: I.- Reflexiones teóricassobre psicoanálisis y género, II.- Perspectivas actualessobre criterios de salud mental. Revisión de los supues-tos psicoanalíticos, III.- Sexualidad: representaciones yprácticas, IV.- Parentalidad. Imágenes y experienciascontemporáneas, V.- Reflexiones y abordajes clínicos.

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MIZRAJE, María Gabriela. Argentinas de Rosas a Perón.(Bs. As., Editorial Biblos, 1999)“Después de un ponderable estudio introductorio, laautora recupera a once mujeres (Mariquita Sánchez,Juana Paula Manso, Juana Manuela Gorriti, EduardaMansilla, Emma de la Barra, Alfonsina Storni, NorahLange, Victoria Ocampo, Beatriz Guido, AlejandraPizarnik y Griselda Gambaro) a partir de sus novelas,cuentos artículos periodísticos, poemas, obras de tea-tro, cartas e incluso documentos hasta ahora descono-cidos, y reconstruye las relaciones no siempre cordialescon sus contemporáneos”.

Mujeres en escena. Actas de las Quintas Jornadas “Histo-ria de las Mujeres y Estudios de Género. (Santa Rosa,La Pampa, Instituto Interdisciplinario de Estudios dela Mujer [Univ. Nac. de La Pampa], 2000).Recoge las ponencias presentadas en las áreas deCultura y Representación, Educación, Estado y Ciuda-danía, Historia Antigua y Género, Representacionesde Género e Historia, Salud, Teoría y Metodología, yTrabajo y Economía.

NARI, Marcela M. A. y Andrea M. FABRE, comps. Voces demujeres encarceladas. (Bs. As., Catálogos Editora, 2000)El libro es una compilación de “artículos de investiga-doras que abordan diferentes facetas de la problemá-tica que hace a las mujeres encarceladas. Desde laperspectiva que aporta la teoría de género, las auto-ras abren caminos más amplios para reflexionar ydebatir sobre las cárceles en nuestro país”.

NAVARRO, Marysa y Catharine R. STIMPSON, comps.Cambios sociales, económicos y culturales. (Bs. As.,Fondo de Cultura Económica, 2000).“Contiene una selección de ensayos clásicos sobre elgénero y las relaciones humanas, los grupos y lossistemas. Algunos aparecieron hace ya algunos añospero sus planteos todavía tienen validez. Tambiénuna dimensión interdisciplinaria capaz de estimulardebate. Ofrecen una variedad de conceptos e ideassobre temas fundamentales y proponen implícita-mente el axioma moral: podemos empezar a juzgar elvalor de una relación, de un grupo o de una institu-ción por la situación de las mujeres en ellos”.

NAVARRO, Marysa y Catharine R. STIMPSON, comps.Sexualidad, género y roles sexuales (Bs. As., Fondo deCultura Económica, 2000)“Los ensayos de este volumen tienen tres propósitosgenerales. Por un lado, representan trabajos funda-mentales de los estudios de mujeres y los estudios degénero en los Estados Unidos. Por otro, reflejan loscambios en esos campos. Y, buscan estimular nuevasideas e iniciar diálogos sobre el género”.

PALACIOS, María Julia, comp. Reflexiones feministas enel inicio del siglo. (Tucumán, Gofica, 2000)“El libro reúne reflexiones de feministas argentinas ymuestra la multiplicidad de preocupaciones e intere-ses y la diversidad teórica y política de las feministas.Es también, un ejemplo palmario de la complejidadde los acuerdos y desacuerdos existentes entre noso-tras en torno de estas cuestiones”.

ROLDÁN, Martha. ¿Globalización o mundialización? Teo-ría y práctica de procesos productivos y asimetrías degénero. (Bs. As., Univ. Nac. de la Patagonia, FLACSO,Eudeba, 2000)El libro ofrece “una interpelación desde las realida-des de la organización del trabajo en el apogeo y crisisde una industira nacional autopartista (1960-1990).Destaca la dinámica de la simultánea generización dela organización del trabajo y sus corolarios y susimplicancias para la construcción del desarrollo endistintos momentos históricos, de crecimiento o crisisde acumulación de capital”.

SAMPEDRO, Carmen. Madres e hijas. Historias de muje-res inmigrantes (Bs. As., Planeta, 2000)“Las quince historias que conforman este libro tienenla riqueza de trascender lo personal porque incluyenmomentos específicos de la situación política y socialtanto en Europa como en la Argentina. Lo más impor-tante no está sólo en los testimonios de madres e hijas–de diferentes clases sociales y posibilidades de desa-rrollo– sobre la inmigración, sino en el contrapuntosobre los códigos, la doble lengua, el género, lamemoria y la identidad enriquecida por dos mundosy dos culturas a veces en diálogo, otras en pugna”.

Situación laboral de las mujeres jóvenes en la Ciudad deBuenos Aires. Investigación. (Bs. As., Dirección Gene-ral de la Mujer. Secretaría de Promoción Social, s/f)La publicación contiene: Presentacion, I.- Considera-ciones conceptuales, II.- El empleo y las mujeres jóve-nes, III.- La situación laboral de las mujeres jóvenes enla Ciudad de Buenos Aires.

Tribunal por los derechos de las mujeres a la salud. (Bs.As., Foro por los Derechos de las Mujeres, 2000)Presentación de nueve casos de violación a los dere-chos de las mujeres en un juicio público.

VILLAR, Daniel, María Herminia DI LISCIA y María JorgelinaCAVIGLIA, eds. Historia y género. Seis estudios sobrela condición femenina. (Bs. As., Editorial Biblos, 1999)“Los estudios reunidos en este libro abarcan cuestio-nes fundamentales de la condición de las mujeres: lasprostitutas de La Pampa en las primeras décadas delsiglo XX, la maternidad durante los dos primerosgobiernos peronistas, la medicina ejercida por lasmujeres indígenas en los siglos XVII y XIX, las cautivas,la educación y la condición de las trabajadoras duran-te la época victoriana”.

ZALDÚA, Graciela, coord. Género y salud (Bs. As., Eudeba,2000)“Desde diversas perspectivas los propósitos manifies-tos circulan por dos vertientes: en una, actualización,puesta al día de las investigaciones, hallazgos, estra-tegias metodológicas. En la otra, debate en nuestrasuniversidades del enfoque entre el género y la saludcolectiva, propiciatorio del develamiento de la expro-piación de la subjetividad femenina mediante sabe-res y prácticas centradas en la maternidad”.

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MABEL BURIN: En tu libro The Reproduction ofMothering, propones compartir la crianza de los niños ylas niñas entre la madre y el padre como medio deliberación femenina. ¿Lo recuerdas? (Nancy: Ajá) ¿Quépiensas hoy en día acerca de la evolución de la familia?

NANCY CHODOROW: Bueno, en realidad he publi-cado The Reproduction of Mothering con un nuevoprefacio en 1999. Pienso que ese es el tema que es menossostenible del libro, y eso es lo que digo en el nuevoprólogo. El libro en realidad no trata acerca de la evolu-ción de la familia, el libro es acerca de la evolución de lapsicología femenina, y de la relación entre madres ehijas, y de la génesis de las capacidades femeninas paramaternizar y de sus deseos de maternizar. Ese es elobjetivo del libro.

En realidad la mayoría de la gente ha usado el libro,entre personas que hacen crítica literaria, expertos/as enpsicoanálisis, psiquiatría, psicología, filósofos/as, genteinteresada en el carácter de la subjetividad femenina, delmaternaje, de la relación madre-hija, a causa de que lo heescrito en un momento político particular, enfaticé lacuestión de compartir la parentalidad entre hombres ymujeres. Pero no me parece que eso se sostenga hoy endía. Tiene muy poca relación con el texto, que decía quela parentalidad compartida conduciría a la igualdadentre varones y mujeres. No creo que eso se sostenga.Pienso que eso fue escrito por una cantidad de razones.Pienso que fue escrito desde el punto de vista de alguienque no era madre, fue escrito desde el punto de vista deuna generación de gente en que los padres estabanrealmente ausentes. Quiero decir, ahora soy conscientede que mi generación fue la generación de la guerra, yhabía toda clase de razones para que los padres estuvie-

ran ausentes: los padres eran soldados, o estaban traba-jando largas horas, estaban saliendo de la depresión, erala generación pre baby boom, y los padres de los años 50no estaban realmente presentes en el hogar. Cuandopienso esto, considero que claramente la noción de quelos padres de los niños/as tienen que estar más involucra-dos con sus hijos e hijas era absolutamente correcta, peropienso que en realidad la idea de que padres y madresfueran intercambiables, y que todo fuera cincuenta ycincuenta, no ha tenido en términos generales, buenasconsecuencias.

Pienso que permitió una política de no reconoci-miento de la importancia de la relación madre-hijo/a, enparticular en los Estados Unidos, en donde tenemos unsistema de bienestar por el cual las mujeres regresanrápidamente al trabajo, lo que llamamos “bienestarlaboral” (juego de palabras entre “welfare” y“workfare”). La idea es que puedes poner a tu hijo concualquier persona y devolver a las mujeres la fuerza de sutrabajo, y que eso es lo que deseas hacer. De modo quecreo que fue usado para socavar la noción de que lasmadres necesitan a sus niños y niñas y ellos y ellasnecesitan a sus madres. También creo que fue utilizadocon fuerza y en detrimento de las mujeres, en unacantidad de luchas por los derechos de los padres, enparticular en divorcios, de modo que el movimiento porlos derechos de los padres estuvo en condiciones deutilizarlo como argumento de que no había nada espe-cial en el lazo madre-hijo/a. En el nuevo prefacio dije quehay una asimetría, una falta, que nunca podría haber unaadecuación perfecta entre justicia social abstracta –inge-niería social– y su relación con la subjetividad y el psiquis-mo de la gente. Y que el libro es acerca de la maternalidadde las mujeres, de modo que la conclusión de que losvarones podrían ejercer la maternalización en realidadcontradice todo el criterio del libro. El libro es acerca dela psiquis, es la misma delimitación que hacemos cuandotratamos de diseñar una política desde arriba, se dicencosas tales como “este es el trabajo que necesitas”, “estoes lo que las mujeres necesitan”.

En los Estados Unidos, bueno, no creo que mi librohaya logrado hacer la diferencia, pero pienso que elproblema es que el libro fue escrito mirando hacia atrás,a una época en que cantidades de mujeres debían sermadres de tiempo completo y necesitaban permiso pararealizar algunos trabajos que no resultaran dañinos paralos niños/as y que eso no significara que tuvieran quequedarse las 24 horas del día los 7 días de la semana conellos. Ahora tenemos una economía en que requiere quelas dos personas estén en la fuerza de trabajo y loslugares de trabajo son bastante hostiles a las madres, porej., bufetes de abogacía que básicamente piensan que sino estás allí 60 o 70 horas por semana no estás satisfacien-do las necesidades para ser socia. La noción de que tienesrazones legítimas para estar en casa, para trabajar part-time, para no ganar durante un tiempo dinero suficiente,todo eso significaría que el momento es muy diferente yesta noción de que los niños/as no necesitan de sus

*Entrevista realizada a Nancy Chodorow, Ph. D., porMabel Burin e Irene Meler en ocasión del Congreso de losEstados Generales del Psicoanálisis, París, el 9 de julio de2000.

Nancy Chodorow es Doctora en Sociología, Psicoanalista,Docente de la Universidad de Berkeley, (U.S.A) y autora devarios libros sobre psicoanálisis, feminismo y género. El primerode sus libros, The Reproduction of Mothering (El ejercicio de lamaternidad) fue escrito en 1978 y tuvo amplia difusión en todoel mundo. Es este libro el que da inicio a la entrevista, cuyatraducción fue hecha por las entrevistadoras.

Entrevista conNancy Chodorow*

Mabel Burin e Irene Meler

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madres y que las madres no necesitan de sus hijos/as, seha desvanecido dentro de un cambio en el tipo deeconomía política que puede promover medidas que nosean buenas para los niños/as ni buenas para las madres,tú sabes... De modo que la contradicción principal es quecontradice la investigación hecha por Helen Porter don-de demuestra que ser una madre es muy importante paramuchas mujeres. Tú lo ves con el incremento de materni-dades tardías increíbles, conflictos de fertilidad, congente tratando de embarazarse a los 40 o hacia finales delos 40 años, una se pregunta hasta donde irá la gentepara lograr embarazarse.

M. B.: La segunda pregunta es ¿cuáles son losprincipales problemas que podrías observar entre losgéneros, y la perspectiva para el futuro?

N. Ch.: No sé si entre los géneros, pienso que yahemos comenzado a hacer algo, pero creo que lo que hasido poco estudiado por los y las psicoanalistas, quizá nopor las feministas, pero sí por psicoanalistas, y por psicoa-nalistas feministas, ha sido la violencia masculina. Quierodecir que ése es realmente un problema, cuál es larelación entre placer y sadismo entre los hombres, túsabes, hay una amplia escala entre la tortura, la torturapolítica, la violación política, y la homofobia, que puedeser tan virulenta, como en el caso de hombres hetero-sexuales que asesinan a homosexuales, hombres que hanmetido balas en la cabeza de hombres que han realizadoabortos, creo que la psicología de la violencia masculinaes un problema realmente serio que ha sido poco estu-diado. De modo que pienso que ésta es la primeracuestión en la que pensaría. Realmente sobre las relacio-nes hombres-mujeres no sé, pero creo que hemos presta-do suficiente atención al vínculo que existe entre algunaspatologías prevalecientes y la femineidad, pero no he-mos asignado la misma importancia al estudio de larelación entre masculinidad y patologías que son muyamenazadoras para la vida y que también constituyen unpeligro para el mundo.

M. B.: La última pregunta: ¿cuáles son para ti losprincipales problemas teóricos entre teorías psicoanalíti-cas y de género?

N. Ch.: Sabes, ya casi no trabajo más sobre género,excepto por los márgenes. Mi nuevo libro tiene muy pocosobre género, sólo dos capítulos, he escrito sobre sexua-lidad..... Debo decir que ya no me mantengo dentro de laliteratura feminista, siento que me he saturado lo sufi-ciente y que lo último que he sabido acerca de la litera-tura feminista de mediados de los 90 es acerca delposestructuralismo y posmodernismo, y después de esoacerca de algo así como poscolonialismo. Ocasionalmen-te enseño a estudiantes de posgrado sobre teoría femi-nista.

M. B.: ¿Eso es porque no has encontrado algonuevo?

N. Ch.: Es porque estoy más interesada en cómo

trabaja la mente, y es que yo, básicamente, he estadosiempre interesada en la psiquis y en cómo opera lamente, y cuando el feminismo se acercó a cómo funcionala mente y yo lo encontré, y cuando el feminismo deseavolverse más político y más posestructuralista dejé deinteresarme..... Porque mi pasión es realmente sobrecómo trabaja la mente y ese ha sido el caso desde antesde graduarme. Tú sabes, claramente lo que está suce-diendo aquí (en este Congreso) no es compatible con elfeminismo, quiero decir, no estoy todavía convencida deque haya una versión de la teoría lacaniana que seacompatible con el feminismo. He leído a Jaqueline Rose,también a Juliet Mitchell, y francamente pienso que unateoría que se centra en algo que no puede quedardivorciado del género en un modo tan rígido y esencia-lista, como lo es la castración, no puede ser una teoríaque nos ayude a comprender a las mujeres.

En ese sentido, también pienso que las teorías de lafeminidad primaria son demasiado, ¿cómo decirlo?, esen-cialistas, demasiado básicas, creo que la gente compren-de la complejidad involucrada en el estudio de la femi-neidad. Creo que deberíamos dejar de lado el esencialis-mo y pensar en la complejidad de la femineidad y de lasmujeres. Pero no creo que haya incompatibilidad, piensoque el psicoanálisis es realmente útil, quiero decir, en elsentido de hacer un fuerte argumento sobre por qué losniños y las niñas necesitan madres, en lograr una mejorcomprensión de por qué las mujeres se sienten deseosasde tener niños/as hacia el final de los 40 o incluso a los 50,en comprender qué es lo que resulta tan horriblementeamenazador a las mujeres con cáncer de pecho. No creoque hayamos comprendido suficientemente que el pe-cho es algo que el bebé desea sino más bien que es algorealmente importante para el sí mismo de las mujeres,para la identidad corporal, ya que el cuerpo ha sidosiempre visto a través de los genitales, de lo que se tieney lo que no se tiene. De modo que mi nuevo libro pasa unlargo rato hablando de postestructuralismo ypostmodernismo, y en verdad creo que hay escasa com-patibilidad con el psicoanálisis y límites en esas teoríasque no comprenden la realidad emocional y la vidapsíquica... Y creo que he convencido a algunas de lasposestructuralistas acerca de esto.... De modo que piensoque queda una pregunta amplia, porque las teorías degénero son tantas, y creo que el buen psicoanálisis no esbásicamente incompatible con cualquier teoría de géne-ro, pienso que tenemos una mente, una psiquis, cadapersona crea su propia realidad psíquica y crea su propiogénero, y eso es lo que muestra el psicoanálisis.

IRENE MELER: Cuando te refieres a tus últimoslibros, ¿hablas de Feminismo y teoría psicoanalítica o haspublicado otros?

N. Ch.: Hay dos más. Los dos últimos libros son:Femineidades, masculinidades, sexualidades [Feminities,Masculinities, Sexualities], que es un libro corto, enInglaterra de Free Association Books, y en Estados Unidosde la University of Kentucky Press y está traducido al

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italiano. Son algunas conferencias y deseo destacar unartículo acerca de la heterosexualidad considerada comouna formación de compromiso, luego tiene un artículollamado “Individualidad y diferencia” y se refiere a cómoaman los hombres y las mujeres. Habla acerca de indivi-dualidad y género.

Luego tengo un libro publicado en el último otoñosobre El poder de los sentimientos: significados persona-les en psicoanálisis, género y cultura [The Power ofFeelings: Personal Meanings in Psychoanalysis, Genderand Culture] de Yale University Press, hay dos traduccio-nes en marcha, una al alemán y la otra, podría ser, alespañol, pero no estoy segura. De cualquier modo, es ungran libro acerca de la teoría psicoanalítica, la transfe-rencia, la proyección-introyección. Básicamente mi argu-mento es que el psicoanálisis es una teoría sobre el poderde los sentimientos y de las significaciones personales, yque damos significaciones al mundo y a la vida a través delas fantasías inconscientes y a través de la creatividad delindividuo mediante sus fantasías inconscientes, de modoque hablo acerca de la transferencia, acerca de la rela-ción entre pasado y presente, acerca de la creaciónindividual del género. Pongo algunos ejemplos de casossobre psicología del género. Tengo una amplia secciónsobre antropología y cultura y los modos en los cuales lacultura crea y no crea la psiquis, por qué no es suficientepensar que la psiquis está creada por la cultura, sobrecómo podemos usar la antropología. Básicamente sos-tengo que el psicoanálisis es una ciencia social y que laantropología es cercana en ese aspecto, porque el enfo-que etnográfico investiga en la relación subjetiva entreel observador y lo observado.

De modo que hablo mucho sobre una antropologíapsicoanalítica, y sobre la antropología del self y de lossentimientos. En los últimos capítulos ofrezco una visiónde la subjetividad psicoanalítica y lo que refiero como lanecesidad de regresar a las imágenes de los mediados 50,a las imágenes pre-técnicas del psicoanálisis en las que lagente realmente buscaba claves sobre el significado de lavida, es decir, cómo hacer consciente lo inconsciente,cómo hacer para amar y trabajar, y hablo acerca de unacantidad de teóricos que creo que tienen un cuadroamplio sobre lo que analizan y lo que supuestamenteesto significa, en términos de lo que consideran qué esuna buena vida, qué es una buena mente, qué es unabuena psiquis. Es sobre qué es lo que hemos avanzadodesde el planteo freudiano acerca de la salud mental, yhablo acerca de Erikson y de Hans Loewald, extensamen-te, y un poco acerca de Winnicott, y acerca de la cuestiónde una persona - dos personas, y por qué estoy más conla psicología unipersonal, pero también por qué necesi-tamos al mismo tiempo de la psicología bipersonal. Sonconceptos acerca de la significación, de la vitalidad y lamortalidad, y de las cosas que son realmente básicas queel psicoanálisis nos proporciona. Eso fue escrito en el 99.Desde entonces he escrito una nueva introducción paraThree Essays que fue traducido por Basic Books en unaedición de Three Essays on Sexuality, de modo que escribí

una introducción para esa edición que salió hace un parde meses. También escribí un ensayo sobre Melanie Kleinpara la International Enciclopedia of Social BehaviouralSciences. También un artículo para el nuevo libro deDonna Bassin acerca de la sexualidad femenina, y otracontribución sobre el duelo y su relación con los estadosmaníaco-depresivos. Escribo un montón, algunas cosasson publicadas, otras no, hice un panel sobre la bisexua-lidad en una reunión de la American PsychoanalyticAssociation hace poco, estoy yendo a la reunión deDelphy sobre Self Knowledge in Psychoanalysis dentrode poco... he estado escribiendo un montón.

M. B.: ¿Cómo es tu contexto familiar?N. Ch.w : Tengo dos hijos de 21 y 19 años, y en este

momento estoy sin pareja. Pertenezco a la generación defeministas que tuvo hijos tarde; tengo 57 años, ademástengo mi madre y padre ancianos, así es mi familia.

El objetivo de la Red es mantenernos

en contacto para intercambiar

información sobre eventos, congresos,

seminarios, y publicaciones.

En el FFFFFOROOROOROOROORO DEDEDEDEDE DDDDDISCUSIÓNISCUSIÓNISCUSIÓNISCUSIÓNISCUSIÓN

publicamos trabajos que denoten

articulaciones significativas entre

las teorías y prácticas psicoanalíticas,

y las teorías provenientes de

los estudios feministas y de género.

http://www.psiconet.com/foros/genero

Red de Psicoanálisis,

Estudios Feministas

y Género

Feminaria Año Xlll, Nos 24/25 (nov. 2000) • 47

Gina Vargas es “una histórica del feminismoperuano y latinoamericano”, como se define a símisma. Abandona su militancia política de izquierday comienza su lucha por los derechos de la mujer,junto a otras compañeras, en 1978. Su ámbito deactuación ha sido básicamente Perú, en donde entreotras iniciativas, fundó el Centro de la Mujer PeruanaFlora Tristán. También ha desarrollado un importan-te trabajo regional e internacional. En 1995 fue lacoordinadora de las organizaciones no gubernamen-tales de América latina y el Caribe para la Conferen-cia de Beijing. Y, en 1997, fundó junto a otras militan-tes, el movimiento MUJERES POR LA DEMOCRACIA integra-do por feministas y mujeres luchadoras de diversosámbitos de la sociedad peruana, que se ha converti-do en uno de los principales movimientos de con-frontación a la dictadura fujimorista y de lucha por laconstrucción democrática.

Las mujeres en el Perú de los 90: un desafío político

y de géneroGina Vargas es una mujer de las que luchan toda la

vida, de las que son imprescindibles. Fuente inagotablede energía, es “una histórica del feminismo peruano ylatinoamericano” como se define a sí misma. Comenzójunto a otras mujeres en 1978 y no se ha detenido desdeentonces.

Compartir una tarde de tragos y palabras con ella esuna experiencia que queda, para siempre, en el recuer-do. Destella pasión; ríe, argumenta, despotrica y destilauna inteligencia implacable con la misma prodigalidad.Tiene la alegría y la fuerza de las que no renunciaron a lautopía. En estos tiempos, en que un elegante escepticis-mo disimula la esperanza derrotada de tantos y tantasintelectuales y políticos, el dato no es menor.

A lo largo de estos años de lucha, ha triunfado, hasido derrotada, enarboló las mejores banderas, se equi-vocó, no abandonó jamás el derecho a la reflexión, acambiar, a volver a empezar.

Esta entrevista tuvo lugar en su casa de un barrio deLima, una tarde de jueves, a mediados de julio de 2000,una semana antes de la Marcha de los 4 Suyos. Perú vivíaen esos días un momento histórico que, seguramente,quedó identificado para siempre en el recuerdo de mu-

chas personas: después de tantos años, de nuevo laesperanza, la alegría, la convicción de que se puedeaunque cueste mucho, aunque el resultado final siempresea diferente al deseado, pero que se puede. Eso fue loque percibí una y otra vez a lo largo de mi estadía de unasemana en Lima. Y esa convicción –estoy segura– es lamás poderosa herramienta que un pueblo tiene parahacerse valer. Gina Vargas tiene mucho que decir alrespecto.

Para entender mejor cómo se llega a MUJERES POR LA

DEMOCRACIA, me gustaría que relates cómo fue la historiade la relación entre el movimiento feminista y el gobier-no de Fujimori.

Para entender el fenómeno de Fujimori y la relaciónde los feminismos con éste, conviene remontarse a ladécada de 1980. Ese fue un período muy complicado paraPerú: comenzaron los movimientos terroristas, se desatóuna crisis económica y política de representación sinprecedentes; los partidos tradicionales que habían teni-do fuerza en las décadas de 1970 y 1980, entran en unacrisis muy aguda; la izquierda, que era la segunda fuerza,se fragmentó en múltiples grupos; fue todo el sistema departidos el que perdió efectividad y presencia en lasociedad.

A este fenómeno que comenzó a fines de los 80podemos denominarlo de informalización de la políticay de los liderazgos políticos y que no comienzan conFujimori, sino que es previo.

Las elecciones de los ‘90 están en este clima tanincierto y atemorizante de crisis económica y política. Laalternativa más orgánica surge desde la derecha ilustra-da con Vargas Llosa a la cabeza; con una propuesta muydemocrática pero dentro de los marcos neoliberales,expresando la enorme contradicción y limitación de lasdemocracias en América latina en los ‘90. Al lado de estaopción, se ubica la de este personaje casi desconocido,que andaba con su automóvil por los diferentes pueblosjóvenes de Lima y las provincias, levantando su propues-ta. Y de una manera imprevista consiguió la adhesión delos sectores populares y, eventualmente, de los sectoresmedios. El entusiasmo por Fujimori en los primeros añosalcanzó a las feministas. Muchas creyeron que podía seruna alternativa, sin duda, un tanto informal, rara, peroque respondía de alguna manera a las necesidades delpaís en ese momento. Al comienzo, si bien no había unarelación directa con Fujimori, pasó algo interesante:muchos sectores o personas amigas de nosotras empeza-ron a participar en el gobierno. Ugarteche, por ejemplo,estaba de asesor, Gloria Geiser estaba de ministra. Esdecir, la primera entrada de Fujimori es amplia, plural.Pero, rápidamente, se pasó a una etapa más conservado-ra, tanto en lo económico como en lo político; y, comoconsecuencia, estas personas abandonaron el gobierno.Nosotras nos quedamos más bien a la expectativa de verlo que pasaba.

La primera gran confrontación con Fujimori es en1992, el año del autogolpe. Se produce un desconcierto

Entrevista conGina VargasCelina Bonini *

* Integrante del Comité Editorial de la revista Taller. Fuemiembro del equipo de investigación del Centro de la MujerPeruana “Flora Tristán”, en 1988 y 1989.

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muy grande en mucha gente que dice “bueno, es ciertoque este parlamento no sirve para nada, lo mismo con lospartidos, así que quizás ésta sea la única alternativa”. Lasfeministas no están en esta posición, creo que mantienenuna postura crítica. Digo creo porque yo estaba en esemomento en Holanda, aterrada con lo que estaba pasan-do, peleándome con la gente allá, porque también habíaquienes tenían una mirada un tanto condescendiente. Seproduce el autogolpe y luego viene el período de latransición con el referéndum y la situación empieza aordenarse con otros parámetros.

Con respecto a las feministas cabe aclarar que elgrupo originario se había ampliado significativamente;y, con la ampliación también se produjo un fenómeno dediversificación. Entonces, es posible hablar de tendenciasdiferenciadas, incluso, prefiero hablar de los feminismos,en plural. Es un fenómeno complejo que, para poderaproximarse a él, hay que tomar en cuenta diversosaspectos. Por un lado, hubo una difuminación en granparte de la sociedad del feminismo, impregnando elsentido común, y expresándose de distintas maneras;aunque en estos años, los feminismos conservan ciertonivel de organicidad. Dentro de este marco un grupo defeministas decide largar un movimiento que se llamaMUJERES POR UN VOTO CONSCIENTE haciendo relación al refe-réndum de 1993. Esta decisión constituyó una claraconfrontación con los sectores autoritarios, tratando queel voto se oriente hacia lo que pensábamos eran lasposibilidades democráticas en ese momento.

La mayor confrontación pública con Fujimori seproduce también ese año a raíz de los problemas priva-dos del presidente que adquieren una enorme visibilidadpública. Susana Higuchi, su esposa, hace una denunciapública muy fuerte en relación a la utilización privada delas donaciones, hechas con motivo de las consecuenciasdel fenómeno del niño, por parte de sectores del gobier-no en los que estaban miembros de la familia de Fujimori,concretamente los hermanos.

Esta mujer, que había sido un puntal fundamentalen la campaña de su marido y también en los primerosaños de gobierno, es no sólo completamente relegada,sino que al hacer esta declaración queda casi como unaprisionera en el palacio de gobierno. Entonces, nosotrasdecidimos hacer una gran marcha hacia el palacio delgobierno con muchas flores, muy simbólica, como acos-tumbramos a hacer, con la consigna “Susana no estásola”. Rompimos la barrera de seguridad y llegamoshasta la puerta lateral del Palacio. Susana salió, habla-mos con ella, le dejamos flores, le dijimos que la apoyá-bamos y esa misma noche, esa puerta fue tapiada, comoen épocas medievales, con hierro por dentro. Susana fue,de hecho, secuestrada dentro del Palacio. Logramosmantener relación con ella, logramos levantar campañasen relación a ella, acompañándola incluso legalmente enel divorcio. Todo esto duró más o menos un año.

Al mismo tiempo, en este período, comienza otradimensión de los feminismos. A diferencia de los ‘80,donde por nuestra poca experiencia, por la forma en la

que habíamos surgido, porque éramos mujeres que te-níamos una perspectiva desde las izquierdas –no todas,pero la mayoría–, la relación con el Estado fue unarelación muy puntual y más de presión, de confronta-ción, de exigir la aprobación de algunas leyes. Pero, nohabía ni mayores espacios, ni mayor interés en entablarun diálogo con el gobierno desde nuestra postura comomovimiento.

En los ‘90 esto comienza a cambiar influidas segura-mente por el nuevo escenario de la globalización, por losnuevos discursos que se comienzan a armar, porquevarios gobiernos de la región por presión internacional opor propios cálculos políticos, comienzan también alevantar un discurso claramente de derechos. Entonces,hay una especie de confluencia en estas miradas.

Sin embargo, nosotras asumimos, desde el comien-zo, que este discurso no era el mismo, que estábamos másbien en un “terreno de disputa”, por contenidos, porsímbolos, por procedimientos, en relación a la manera deentender la democracia.

Estos cambios coinciden con otro que se da en ladinámica de los feminismos a nivel global. La década de‘90 fue la de las conferencias mundiales, no solamente dela mujer, sino la de la niñez en 1990, la del medio-ambiente en Brasil en 1992, la de derechos humanos enViena en 1993, la de población en 1994, donde luchamosmucho por los derechos de salud reproductiva, hasta quefinalmente llegó Beijing en 1995.

En las primeras conferencias, nosotras entramosbásicamente como grupos especializados, como redes,estableciendo una forma de contacto con los gobiernosa nivel internacional que no habíamos tenido antes y queempezó a repercutir en los niveles nacionales. Los gobier-nos adquirieron compromisos que llevaron a sus países;y en éstos, empezaron a haber diferentes espacios: mesasde concertación, mesas de trabajo, etc. Los feminismos,desde sus especializaciones, entraron en este proceso.Esta forma de participación cambia y se masifica a mu-chas más feministas en la Conferencia de Beijing.

Las conferencias internacionales de los ‘90 tuvieronuna característica muy diferente de las anteriores. En lasreuniones de mujeres de 1975, 1980 ó 1985, nosotrashabíamos participado básicamente en el espacio de lasociedad civil. No teníamos ninguna instancia de articu-lación ni de relación con el espacio oficial. Es decir, erandos conferencias paralelas: la de la sociedad civil y susONG’s; y la conferencia de los gobiernos, donde lo quenosotras hacíamos era criticar todo lo que se decíaporque no se ajustaba a lo que queríamos nosotras.

En los ‘90, como ya dije, fue diferente. Por un lado,los gobiernos insisten en cierto discurso de derechos; ypor otro lado, los feminismos incluidos los de Américalatina, adoptan nuevos ejes para su desarrollo. El eje dedemocracia y ciudadanía comienza a calar con fuerzadentro del movimiento feminista latinoamericano. Lonuevo ahora son los espacios que se abren para negociarcon los gobiernos nuestras propuestas y la posibilidad deque las mismas formen parte de las políticas de Estado.

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¿Qué cambia a nivel de los movimientos feministaspara aceptar la posibilidad de negociación con los go-biernos?

Creo que la gran virtud del feminismo de los ‘80 eshaber politizado el malestar de las mujeres en lo privado,como dice Giulia Tamayo. Es decir, todo lo que es sexuali-dad, violencia, relaciones cotidianas, relaciones con lasorganizaciones populares que estaban atendiendo el pro-blema de la sobrevivencia, etc. Todo esto fue una experien-cia fundamental para nosotras. Si bien estos avances sehabían posicionado en las organizaciones de la sociedadcivil, no tenían ratificación en leyes claras y concretas.

Así, sectores importantes de los feminismos empie-zan a pensar que la construcción de la ciudadanía de lasmujeres pasaba no solamente por politizar el ámbito delo privado, sino también por politizar el ámbito de lopúblico de las mujeres. Y politizarlo no solamente consi-guiendo algunos derechos por parte de los gobiernos,sino tratando de avanzar todo lo que pudiéramos en estaconcepción de derechos más amplia. Por ejemplo, lalucha por el derecho al aborto o a la sexualidad de los ‘80,se transforma en los ‘90 en la lucha por los derechosreproductivos y los derechos sexuales. Comienza a cam-biar hasta la forma de nombrar las cosas, lo cual está muybien porque expresa nuestro paso por una etapa dediagnóstico de la vulnerabilidad de las mujeres y dereconocer las necesidades de las mujeres, de un discursode las necesidades, a un discurso de derechos.

Todos estos cambios son coincidentes con otro pro-ceso más general que tiene que ver con los ciclos de losmovimientos. No creo que pueda pensarse ningún movi-miento social que permanezca veinte años ni con lamisma dinámica, ni con la misma intensidad, ni con lasmismas alianzas, ni con las mismas propuestas. Los ries-gos de los movimientos son complicados. Especialmentecuando entras en procesos de negociación con el Estado;aparece el riesgo de ser y permanecer subordinada, si esque no tienes la base social fundamental que te alimentacon su propia agenda. Y eso era muy complicado en los‘90 con estas dinámicas que se estaban abriendo. Nosolamente la economía neoliberal, sino sobretodo, lalógica neoliberal que te fragmenta y te acentúa unamirada mucho más individualista en las personas, en losmovimientos, en la sociedad civil. Por eso, un movimien-to que había sido tan articulado, con tanta capacidad deconsenso entre nosotras, entra en esta crisis, por llamarlode alguna manera.

En los ‘80 nosotras teníamos lo que llamábamos conmucho orgullo, una doble forma de existencia. Por unlado, éramos centros de trabajo feministas, y a la vez,éramos parte fundamental en la construcción del movi-miento feminista. La diferenciación entre ambas cosasno nos causaba problemas. Lo que hacíamos en loscentros era para el movimiento y lo que el movimientolevantaba era asumido por los centros. Sin embargo, yaa fines de los ‘90 comienza a haber una tendencia que esmedio complicada. Finalmente, se trataba de dos lógicasdistintas. Y es la lógica institucional la que se va a afianzar

en desmedro de la lógica movimientista como conse-cuencia de la simultaneidad de todos estos cambios.

Si no hubiera habido este proceso de cambios másglobales, posiblemente, habría sido más fácil manteneresas dos dinámicas con mayor articulación. Las institucio-nes feministas profundizan su institucionalidad y susmutuas diferenciaciones, apostando más a sus perfilesinstitucionales que a los movimientistas, sin dejar de serfeministas. Es decir, es toda la dinámica del movimientofeminista la que cambia; en parte, como consecuencia delos ciclos atribuibles a todos los movimientos; ciclos quete llevan a la institucionalización, a la fragmentación, yque te lleva a esperar otro ciclo que te levante un poco elperfil más militante, como creo que es el que se estádando en este momento.

En el Perú esto que es un fenómeno global, se da demanera mucho más dramática, porque en los ‘80 hay unmovimiento popular de mujeres fuerte, potente, masivoy extendidísimo y con el cual tenemos relaciones muyestrechas, en donde por supuesto no están ausentes elconflicto, la confrontación, donde cada una trata demantener su propia identidad, pero al mismo tiempo esde aprendizaje y trabajo conjunto.

El impacto de las lógicas neoliberales y de la guerrainterna es realmente atroz para las mujeres. Acuérdateque en los últimos años, antes del declive, SenderoLuminoso asesina básicamente a dirigentas populares, alíderes populares, cuya expresión máxima es María ElenaMoyano [dirigente de la FEPOMUVES: Federación Popu-lar de Mujeres de Villa el Salvador, dinamitada porSendero Luminoso], mujeres que los confrontan, quesalen públicamente en contra de ellos y en una especie demuerte anunciada, la asesinan.

También había infiltración en las organizacionespopulares, la gente tenía miedo, y el gobierno manipu-laba a estas organizaciones con las donaciones de ali-mentos. Entonces, comienzan a fragmentarse y a tenermuchas dificultades para sostener la masividad; termi-nan replegándose.

Todos estos factores también influyen en el procesode acentuación del carácter institucional de los feminis-mos; los colectivos que no estaban alrededor de institu-ciones comienzan a perder fuerza. La consecuencia ma-yor de todos estos procesos y factores es la debilitacióndel perfil militante de los feminismos.

¿Cuáles fueron las relaciones más importantes decolaboración, negociación y trabajo conjunto con elgobierno de Fujimori?

Al comienzo tenemos una serie de espacios endonde estamos en relación con el gobierno. Tenemos elFORO MUJER, mesas de concertación para determinadostemas que se negociaban con lo que era la OFICINA DE LA

MUJER (que luego fue Ministerio) a cargo de MyriamSchenone que luego siguió como ministra. Había espa-cios con el gobierno en los que negociábamos a pesar deque estábamos en contra del autogolpe de 1992 y quehabíamos luchado por el referéndum democrático.

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El cambio fundamental se da por dos cosas. Por unlado, por la predisposición a negociar indiscriminada-mente con el gobierno por sectores importantes de losfeminismos en el marco de la preparación de la Confe-rencia de Beijing. Aquí hay dos lógicas que funcionan: lanacional y la internacional. Comienzo con ésta última.Nosotras logramos a partir de Beijing una participaciónincreíblemente masiva en América Latina, donde nosolamente fueron las redes especializadas, sino que fuetodo el mundo. En Perú se organizaron grupos en Lima,en provincias; y lo mismo ocurrió en los demás países. Porlo tanto, la gente que fue a Beijing era mucho másdiversa, más militante, con un sello en clave de sociedadcivil. Confrontamos a los gobiernos autoritarios, hicimosalianzas con muchísimos gobiernos para llevar adelantela propuesta de las mujeres, aprendimos a negociar conmucha fuerza con lo público estatal. Creo que Beijing fueun éxito y en varios sentidos. Tuvo muchas limitaciones,sin dudas, pero fue un éxito porque la plataforma deacción fue una herramienta importantepara presionar, para negociar, para pedirfiscalización, etc. Sin embargo, creo quecuando volvimos a nuestros países, trasla-damos mecánicamente lo que habían sidolos mecanismos de negociación en la Con-ferencia a los ámbitos nacionales, congobiernos que podían ser muy democrá-ticos afuera pero que adentro tenían to-das las limitaciones y todas las fallasantidemocráticas que le conocemos a lasdemocracias nuestras.

El agravante del Perú fue queFujimori fue el único presidente presenteen Beijing; y no solamente eso, su discurso reconoce todala problemática de las mujeres, hace insistencia en lasmujeres pobres, se compromete con una serie de medidasy reivindica a su modo la lucha feminista. En un momentodeterminado yo, como coordinadora de la región, tengouna reunión con él y, me dice: “la verdad, yo he sidosiempre muy feminista, estoy muy contento de estar acá.Siempre he creído que el feminismo es una cosa muyimportante y que ustedes hacen un trabajo excelente, apesar del conflicto que he tenido con algunas por misproblemas domésticos”. Entonces, aprovecho al toque y ledigo: “señor presidente, no es con algunas feministas, fuecon el movimiento feminista en su conjunto y conmigo ala cabeza. Porque lo que usted hizo era violar todo lo queusted acaba de decir acá adelante mío”. Se rió y contestó:“sí, sí, claro, pero entonces no me pueden decir que no haydemocracia, porque salieron en todos los periódicos”. Diuna respuesta formal: “sí, por suerte” Y se terminó laentrevista.

Seguramente, para ustedes fue muy complicadomanejarse en esa situación.

No solamente para nosotras. En un momento, y esonos costó terriblemente, cuando él termina de hablar enla Asamblea en Beijing, nosotras estábamos arriba y

comenzamos a aplaudir y justo nos sacan una foto detodas las feministas peruanas aplaudiendo a Fujimori.Fue atroz, porque en ese momento ya el autoritarismo desu gobierno era algo claro y evidente en este país. Ahí esdonde por lo menos un sector de nosotras se da cuentade que es muy complicada nuestra posición; que una cosaes el discurso de Fujimori y otra cosa es lo que estáhaciendo, utilizando a las mujeres, tratando de apunta-lar sus derechos pero dentro de una lógica a la que llamoseparación de la construcción de la ciudadanía femeninadel resto de la construcción democrática, con lo cual noshacía un flaco favor.

Hubo un agravante de esta situación. Las ONG’sfeministas que tendrían que haber utilizado la platafor-ma de acción como una herramienta para exigir rendi-ción de cuentas y fiscalización al gobierno, se orientanmás hacia lo que podríamos denominar el seguimiento omonitoreo de las acciones de gobierno, pero renuncian-do a la labor de fiscalización. Esto recién empieza a

cambiar el año pasado [1999].Es en esa coyuntura que surgen las

tensiones al interior del movimiento fe-minista y que siguen hasta hoy en Perú. Yes por eso que nace “Mujeres por la de-mocracia” en 1997.

¿Por qué laS ONG’S feministas resig-nan el derecho de fiscalización?

Porque este gobierno ha sido el quemás leyes ha dado para las mujeres; creóel ministerio, la ley de violencia, la ley decuotas, etc., que ampliaron la ciudadaníade las mujeres y que son, sin dudas, muy

importantes. Habíamos luchado muchísimo por estasleyes. El problema es que todo esto se hace con una dobleestrategia. Por un lado, son derechos formales para lasmujeres y, al mismo tiempo, hay una apropiaciónclientelística de sus organizaciones populares, especial-mente, las de sobrevivencia, con chantajes muy feos enrelación a los alimentos, propiciando su desmembra-miento o la creación de organizaciones paralelas querespondan al gobierno, etc. Hay que tener en cuenta quepara amplísimos sectores de la población los servicios dealimentación que ofrecen estas organizaciones son vita-les. Entonces se convierte en un intercambio de alimen-tos por apoyo y, en el último período, de manera másflagrante, de alimentos por votos.

Todo el trabajo previo que las diferentes ONG’s ha-bían desarrollado con estas organizaciones decae signi-ficativamente. No desparece, se sigue trabajando enVilla Lurigancho, en Villa El Salvador, en Comas, etc.,pero ese trabajo no logra contrarrestar este proceso, eimportantes sectores de los feminismos comienzan aapreciar más el tener derecho y menos el tener democra-cia. Por eso insisto tanto con que el riesgo de separar laconstrucción de la ciudadanía de las mujeres de la cons-trucción democrática es enorme. De allí que el sloganque habíamos mantenido durante mucho tiempo, que

Feminaria Año Xlll, Nos 24/25 (nov. 2000) • 51

decía que “lo que no es bueno para las mujeres, no esbueno para la democracia”, siendo justo, aparecía ahorainsuficiente. Y este giro en la construcción de la frasetrajo un giro en la orientación, las políticas de alianzas yla definición de una nueva centralidad de las luchasfeministas, reconociendo que si no priorizas la democra-cia, no hay posibilidades de superar los límites másgrandes que está teniendo la ciudadanía.

¿Esta posición de los movimientos feministas conrespecto a la democracia puede explicar también que nose disputara el poder con el gobierno con respecto a loque éste estaba haciendo con las organizaciones popula-res de mujeres?

Creo que hay un cambio de formas de existencia.Hay una transición hacia otro tipo de dinámica que no esposible reconocerla tan fácilmente en el camino. Enton-ces, mientras estábamos medio confusas viendo cómoapuntalábamos tal o cual cosa, había momentos en quesimplemente estas líderes extraordinarias se integrabana las listas de Fujimori; comenzaron a ser parte delgobierno. Entonces, ¿qué hacer frente a eso? Si unamujer como Marta Chávez va la Federación Popular deMujeres de Villa El Salvador que ha estado luchandotantos años por el reconocimiento, y les construye unlocal de tres pisos y les da plata para sus proyectos, ¿quéhaces? Hay un pragmatismo básico contra el cual nopuedes competir. Creo que han sido muy dramáticos losefectos que ha tenido esta política de cooptación, de ircercenando las autonomías de las organizaciones a partirde este clientelismo del gobierno.

Por otra parte, también ocurre que sentarse a nego-ciar con el gobierno no es solamente una responsabili-dad, sino también un derecho. Sin embargo, creo quecuando entras en este circuito de poder, la tentación deencandilarte con esta posibilidad de espacios que se vancreando es grande. Y recuerda que en esos años se creael Ministerio de la Mujer, la Comisión de la Mujer en elCONGreso, etc. Por cierto, también la Defensoría de lasMujeres dentro de la Defensoría del Pueblo, que es la únicainstitución democrática del Estado. Desde el gobiernoavanzan propuestas, y avanzan las leyes, y las mujeres delgobierno están peleándose con los hombres cuando noquieren entender las cosas. Son mujeres que pelean poralgunos derechos de las mujeres; subordinadas sin em-bargo, a la política autoritaria de Fujimori; ellas mismasson también mujeres autoritarias. Son “las geishas delpoder”, como las llama Cecilia Blondet. Y es que, finalmen-te, la causa de las mujeres en ese contexto no aparecíaamenazante frente a la propuesta autoritaria del gobier-no; incluso, puede ser vista como funcional. Y aquí esdonde se instala la gran tensión en los feminismos,donde algunas optamos por tratar de mantener el perfilpropio, autónomo y de denuncia clara a los excesos delgobierno, y otras que prefieren mantener una posición unpoco más cauta sin llegar a ser fujimoristas, pero negocian-do con el gobierno y tratando de conseguir la mayorcantidad de leyes posibles, pero pisando el palito y sepa-

rando, en la práctica, la construcción parcial de la ciudada-nía femenina del resto de la construcción democrática.

Una de las campañas más complicadas que tuvimoshace dos años fue la de la esterilización forzada. Estegobierno, a diferencia de todos los anteriores, hizo unprograma de planificación familiar al que llamó de dere-chos reproductivos que levantó el entusiasmo entremuchas feministas, ya que respondía a una reivindica-ción histórica por un derecho básico. Pero, dentro de lalógica gubernamental, lo que rápidamente se produce esque el método de esterilización, en vez de ser voluntario,se convirtió en forzado. Nosotras comenzamos a recibirdenuncias de mujeres: algunas murieron, otras no dieronautorización. Se descubrió también que el personal desalud tenía cuotas por mes de esterilización que debíacumplir. El desmadre ocurrió cuando denunciamos estopúblicamente. Ahí hubo una división del movimiento, en1998. Fue muy difícil decidir la campaña; y cuando íba-mos a sacarla, hizo lo propio la iglesia y resultó que nohabía demasiadas diferencias.

¿Qué lugar ocupó la lucha por los derechos huma-nos en el movimiento feminista?

Me asombra mucho cuando estamos en algunareunión y alguien dice “me parece maravilloso que lasfeministas ahora estén preocupadas por la democracia ylos derechos humanos”. Esto no es cierto. Tenemossuficiente documentación que muestra que en los ‘80también levantamos con fuerza la problemática de dere-chos humanos, salimos a la calle por las violaciones, nosenfrentamos a la policía, etc. Lo que no teníamos en los80 era una alianza explícita y fuerte con los organismosde derechos humanos.

Nuestra concepción de derechos humanos iba máslejos, no se detenía en los efectos de la represión. Lasituación comienza a cambiar recién en los 90. A partir dela Conferencia de Viena, donde por primera vez sereconoce que los derechos de la mujer son derechoshumanos y que implica un giro enorme también en laconcepción de los organismos de derechos humanos; seproduce un escenario en el que algunas organizacionesresisten este cambio y otras lo asumen rápidamente. Eneste doble proceso de construir democracia y ciudadaníacomo ejes importantes de los feminismos, los derechoshumanos aparecían como un espacio fundamental.

La alianza se fortalece a partir de MUJERES POR LA

DEMOCRACIA. Hacemos un llamamiento a integrarse a todaslas organizaciones, pero básicamente las de derechoshumanos, algunas líderes barriales, sindicalistas, etc. Y lasmujeres de derechos humanos se compraron el pleito y selo compraron bien. Fuimos encontrando una serie depuntos comunes, no solamente contra Fujimori, sino otrosexpresados en consignas como “igualdad en democraciatambién”, porque la sociedad civil también tiene quedemocratizarse. Hay, entonces, toda una serie de reivindi-caciones que son propias de las feministas y de las mujeresque luchan por su visibilidad y su espacio y son asumidasabiertamente por las mujeres de derechos humanos.

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¿Cuál es el rol del movimiento feminista en estacoyuntura política del Perú y como visualizas ese rol en elperíodo de transición a la democracia que es posibleprever en el futuro inmediato?

¡Uf! La pregunta de los cien millones. Creo que lagran virtud de MUJERES POR LA DEMOCRACIA ha sido concretaruna estrategia que planteo, que debe ser la del conjuntode los feminismos en la década que se ha iniciado. Si losfeminismos no desarrollan una lucha articulada con elconjunto de los espacios y movimientos democráticos,peleándose con ellos, confrontándose con ellos por ma-chistas, pero con la certeza de que si no se amplían susalianzas, tratando de que dentro de estas grandes alian-zas se dé la visibilidad de la lucha de las mujeres, creo queno vamos a responder a lo que son las nuevas dinámicas.

Creo que los feminismos están en una etapa detransición hacia nuevas formas de existencia y tenemosque ver por dónde iremos transitando ese camino. Te doyun ejemplo. Las jóvenes no están en el feminismo; sesienten feministas, han ganado mucho con lo que noso-tras hemos ganado, lo asumen como propio, pero notienen interés en estar en grupos solamente de feminis-tas o de mujeres. Ellas quieren estar en las universidades,en los gremios, con los hombres, peleando codo a codoy levantando también sus propuestas específicas.

De ahí nuestro interés para que MUJERES POR LA DEMO-CRACIA sea un grupo amplio con diferentes sensibilidadesy distintas experiencias, y no solamente un tema de lasfeministas originarias; de allí también la importancia deencontrarnos con los otros movimientos que están lu-chando por la democracia. Hemos logrado hacer estoporque hay una especie de estado de ánimo básico encontra del gobierno. Cómo convertir ese estado de áni-mo antigubernamental en uno de construcción demo-crática es el reto que tenemos por delante.

A este gobierno no lo vamos a derrocar con salidasa la calle. Lo podemos sacudir un poco, nada más. Hayque confrontarlo con nuevos sentidos comunes, connuevas formas de pensar la democracia desde lo cotidia-no, desde lo local. Por ejemplo, impulsando la banderade la descentralización. Esta debe ser una reivindicaciónfeminista. Hay que meterse con fuerza a acompañar esteproceso que significa descentralizar saberes, informa-ción, poder político, etc.

Mi apuesta en este momento va por ahí: cómolograr, frente al autoritarismo de Fujimori, perfilar lariqueza de las múltiples estrategias conectadas –la de lascalles, los manifiestos, la solidaridad internacional–. Y, almismo tiempo, cómo volvemos los ojos a la sociedad civilpara allí consolidar nuevas formas de ver estos procesosde más largo aliento.

Me parece que estás haciendo referencia a volver ala militancia política versus la acción centralizada en lainstitucionalización de las ONG.

Sí, pero aclarando que no se trata de volver al tipode trabajo de los ’80. Se trata de tener una mirada másestratégica frente a la sociedad civil. La lógica institucio-

nal es útil pero no suficiente. Nosotras, por ejemplo, enMUJERES POR LA DEMOCRACIA hemos optado para que laparticipación sea absolutamente voluntaria, con cotiza-ción propia, fuera de horarios de oficina. Queremos sóloun mínimo de institucionalidad que pasa básicamentepor pautar coordinaciones de turno y, en general, deci-siones de representación muy democráticas.

Esto es una coyuntura muy particular donde el temade la democracia aparece como prioritario. ¿Qué pasacon los temas sociales? ¿Están previstos en la agenda decoyuntura?

Hay dos temas que el feminismo, al menos el femi-nismo en el que me siento más cómoda, ha recuperadoen este cambio de siglo y que había dejado de lado en los’90. Uno es el tema de los derechos sexuales en su dobleacepción de orientación sexual que de alguna formaavanzó, sin embargo, creo que es fundamental reflotar elmovimiento de derechos cívicos. El otro tema es el dere-cho al aborto que cayó estrepitosamente. Nos sentába-mos a negociar con el gobierno pero no lo planteábamosporque sabíamos que no iba a entrar. Y esta es la granconfusión. Cuando yo digo que perdimos la brújula yperdimos la agenda propia, me refiero a que nosotrasnegociamos con el gobierno sin tener claro y sin explici-tar los límites de esa negociación y que los temas que nopodían ser negociado debían seguir siendo parte denuestra agenda. Eso no se dio. Igual pasó, por ejemplo,en Chile. Nos convertimos en un movimiento conserva-dor y de muchas formas. Esto es lo que me tenía másincómoda en este proceso. En general, además, se priorizómucho más lo civil y lo político que lo económico y social.Recién en este momento creo que se está entrando conmás fuerza en el tema de justicia de género y de derechoseconómicos y sociales. La única posibilidad de remontarla pobreza en países como los nuestros es levantando laconciencia de tener derechos a nivel económico y social,porque de lo contrario, no hay forma de cambiar esaspolíticas neoliberales.

¿Dirías que esta mirada más militante, más política,está ganando a la mayoría de los feminismos peruanos?

Está ganando a un gran sector de los movimientosfeministas entendidos en sentido amplio. Dentro de lashistóricas también hay grupos en esta posición. El MAM,Movimiento Amplio de Mujeres, por ejemplo, reúne alíderes feministas, organizaciones populares de mujeres,sindicalistas, y está en esta línea. Sin embargo, es unatendencia que todavía no logra priorizarse suficiente-mente. En esta realidad, MUJERES POR LA DEMOCRACIA tiene unsignificado particular para mí. Es un nuevo espacio demilitancia, es una apuesta y una búsqueda, pero tambiénes un conjuro permanente contra las tentaciones de laigualdad, encapsulada en sí misma, tentación que siguerondando a los feminismos y que, sin querer queriendo,puede servir de legitimidad modernizante a un gobiernodictatorial como el de Fujimori.

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Encuentro deFeministas de ArgentinaCórdoba - 2000Marta Fontenla–Magui Bellotti

de transparentar los dineros que se reciben, informandoy rindiendo cuentas a las mujeres del movimiento femi-nista y a las mujeres pobres, “beneficiarias” de los traba-jos que realizan las ONGs. Hubo, por otro lado, un fuertecuestionamiento al ESSIP (coordinadora de algunas ONGsen el proceso de Beijing +5,) como también a la marchaMundial de Mujeres, en relación con la poca informa-ción, debate y escasa transparencia de los procedimien-tos, pero ninguna de las mujeres que participan en ellosse hizo cargo de los cuestionamientos. Hubo talleres,como prostituciÓn, lesbianismo, Beijing +5, aborto, quéves cuando me ves, etc. También se planteó la participa-ciÓn en estos Encuentros por parte de una mujer deRosario de varones que se digan feministas, y similariniciativa hubo de un grupo de Capital, en relación atravestis, pero no hubo acuerdo.

En las discusiones principales no se debatió sobre ellesbianismo en general ni sobre el feminismo lésbico quees parte fundamental de la construcción del movimientofeminista. Estimamos que esto es un retroceso en rela-ciÓn a otros encuentros y asambleas. Se realizó un tallerde relaciones entre mujeres lesbianas y heterosexuales, apartir de constatar esta ausencia, que merece una re-flexión especial. En el taller se analizaron las jerarquíasque entre las mujeres establece la norma de la hetero-sexualidad obligatoria. Cumplir con esta norma da privi-legios. La invisibilización de las lesbianas es una prácticade poder que se sigue repitiendo. En nuestro país no haylesbianas públicas en partidos políticos, ni burgueses nide izquierda. Tampoco en el estado.

En relación a las ONGs y el financiamiento, huboposiciones diferenciadas y algunos consensos. Se cuestio-nó el financiamiento y los trabajos que llegan hastadonde dura el financiamiento. Se trabajó también sobreel crecimiento de pobreza, especialmente de las mujeres,que son el 70% de las 1.300 millones de personas máspobres del mundo, de la globalización y las crecienteexclusión social. También hubo diferentes posturas enrelación a la participación en el estado y las posibilidadesde elaborar políticas que puedan incidir positivamenteen la vidas de la mayoría de las mujeres y no de pequeñossectores.

Se trató la desarticulación del movimiento feministay la participaciÓn en los Encuentro Nacionales de Muje-res. Se propuso trabajar el abortocomo eje fundamen-tal hasta el próximoEncuentro que se rea-lizará en Santa Fe,dentro de un año.

Entre los días 29-30 de abril y 1 de mayo de 2000, serealizó el Encuentro de Feministas de Argentina. Confor-me un correo electrónico de fecha 30-11-99, las feminis-tas que participaron en el Encuentro de Santo Domingo,“acordaron impulsar una reuniÓn de debate entre losdiversos feminismos del país”. Las mujeres cordobesasasumieron el desafío de ser la Comisión Organizadora, yen la primera boletina que enviaron dijeron que lainiciativa de hacer el encuentro surge de la inquietudexpresada en ese Encuentro y “...ante la necesidad derecrear un espacio propio de discusión y debate al inte-rior del Movimiento Feminista en Argentina...” e invita-ron una plenaria para el 7 de febrero de 2000, enCórdoba.

En el Encuentro participamos alrededor de 200mujeres de distintas provincias. No fue la primera re-unión feminista a nivel nacional. Las anteriores fueron: el1o Encuentro Feminista, realizado en San Bernardo, (1990),antes del V Encuentro Feminista Latinoamericano y delCaribe, y las tres “Asambleas Nacionales de MujeresFeministas”, que tuvieron lugar en Mar del Plata (1990),en Tandil (1992), y en La Plata (1995). La cuarta AsambleaNacional de Mujeres Feministas, que iba a realizarse enla costa, finalmente no se hizo.

Queremos agradecer a la comisión organizadora eltrabajo que realizó y que posibilitó que después de variosaños pudiéramos reunirnos y estar juntas compartiendoun mismo espacio. Nos alojamos en cuatro o cinco hote-les, muy próximos, pero la actividad de realizaba casitoda en dos de ellos; compartimos los desayunos, losalmuerzos y cenas, también los espacios para la música yel baile. Fue un encuentro autofinanciado. Se propusie-ron talleres con ejes comunes, dos plenarias para lasocialización del trabajo y espacios para otros talleres oactividades propuestas por las participantes.

No tenemos aún las memorias del encuentro ni lasrelatorias de todos los talleres, por tanto esta crónica sebasa en aquellos en que participamos, y en los debates delas plenarias. Los temas principales que atravesaron to-dos los talleres programados y las plenarias fueron: ONGsy financiamiento, partidos políticos y movimiento demujeres, participación en el estado, rendición de cuen-tas. Respecto a este último punto se planteó la necesidad

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Lejos de ser (el cuerpo) algo fundamentalmente estable,natural, una constante acultural con la que debemos contrastartodas las formas institucionales y culturalmente relativas, [tam-bién] está en las garras, [...], de las prácticas culturales.[...]Nuestros cuerpos, no menos que cualquier otra cosa que eshumana, están constituidos por la cultura.

(Susan Bordo, Feminism, Foucault andthe Politics of the Body,1988)

Políticamente correcto. Etica. Llegar a ser.Conflictos. Autodefinirse. Arbitrario. Miedo. Tema de fondo.Efímero. Peligro. Ocultar. Interdisciplinario.Respeto. Historia. Provocar. Esencia.Legítimo. Veredicto. Acuerdos. Consenso.Metodología. Discursos. Irritación. Confusión. Corroborar.Sugerencias. Agravios.

(Palabras extraídas del debate electrónico sostenido poralgunas feministas previo al Encuentro Nacional Feminis-ta en Río Ceballos, Córdoba).

¿Que mostró Río Ceballos? ¿Qué significó, para quie-nes firmamos esta nota, el taller sobre feminismo ytravestismo?

Los sucesos en torno al Encuentro Nacional Feministade Río Ceballos, concretamente, pero no sólo, alrededordel taller sobre feminismo y travestismo, han dejado enevidencia las dificultades que tiene una buena parte del“movimiento” feminista local para asumir lo que desdemúltiples perspectivas golpea a nuestras puertas sacu-diendo certezas.

Algunas feministas nos recuerdan un personaje tele-visivo que parodiaba a una especie de pastor evangelistacon un toque de “new age” y que le preguntaba a dios:“¿Y el A-PO-CA-LIP-SIS para cuándo?”.

“Todas íbamos a ser ancianas indecentes...”, decíaDiana Bellessi hace poco tiempo en un articulo paraFempress. ¿Qué nos pasó? Esta frase de Bellessi es sinduda un síntoma. Habla de un estado de cosas en nuestro

tan sobreprotegido “espacio” (nos sobra la idea demovimiento) feminista. ¿Por qué sobreprotegido? Por-que cada vez que sopla viento creemos que se va aenfermar, entonces, le ponemos bufanda, guantes, abri-gos de todo tipo y no lo dejamos ni asomarse a laventana, lo encerramos bien y le ponemos la estufa almáximo. Así nos imaginamos que crece fuerte y sano.Diagnostico seguro: asfixia.

Este texto no ha sido escrito pensando en aquellasfeministas que han definido de una vez y para siempre laescena de construcción, intervención e interpelaciónteórica y política del feminismo. Por el contrario, elmismo queda abierto y se arriesga a la lectura de aquellasque continúan interrogándose.

La propuesta del colectivo que organizó el taller libre¿Qué ves cuando me ves? apuntaba a la discusión de lascategorías que organizan el pensamiento y la políticafeminista. La interpelación del travestismo, aunque pordiferentes caminos, nos había dado de nariz a cada unade nosotras con una cuestión fundamental: ¿el sistemasexo/genero y el entramado de relaciones opresivas queen él se producen y entretejen no nos ha hecho cómplicesde nuestra propia sujeción a él?

Decía una compañera que participó en ese taller:“primero hice un esfuerzo terrible en ubicar a las traves-tis en lo que yo había aprendido como género. Cuandointentaba agarrar el travestismo por el género se meescapaban por el sexo, me corría entonces al sexo y seiban por el género; entonces, intentaba por la orienta-ción sexual y ahí se me armaba un desbarajuste terrible.Hasta que me empecé a preguntar si el problema no erala misma categoría de género.”

Cuando se cae un avión, se caen todos los aviones,dicen.

FEMINISMO Y GENERO. DIFICULTADES DE UNARELACION UTILITARIA

El concepto de género ha apuntado a poner en telade juicio las formas sociales de construcción de la identi-dad y subjetividad de las mujeres. Simone de Beauvoir,en un trabajo que se ha transformado en emblemáticopara el feminismo, El segundo sexo, plantea que lascaracterísticas humanas consideradas como femeninas,lejos de derivar naturalmente de su sexo, son adquiridaspor las mujeres mediante un complejo proceso individualy social. A partir de entonces, el concepto de género se

Las desventurasdel género

Liliana Azaraf, SilviaCatalá, Liliana Daunes,

Mónica D´Uva, JosefinaFernández y Silvia Vicente

Nota de la revista: Se iba a publicar el “debate electrónico”sobre la inclusión o no de las travestis en el Encuentro de RíoCeballos, pero tuvimos que desistir, pues una de las partesintervinientes no permitía la publicación de sus textos sin loscuales la mayoría de los otros no resultaban muy clarosdebido a que se referían a aquéllos.

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volvió estratégico en la constitución del movimientofeminista. La diferenciación entre sexo y género fueelaborada para cuestionar la fórmula biología es destinoque ataba a las mujeres a un conjunto de redes y meca-nismos de subordinación legitimados con la fuerza de undiscurso naturalizante. Si la subordinación de las muje-res, el dominio sobre sus cuerpos, la regulación de susexualidad y la organización del uso de sus placerescontinuaran ocultándose en una supuesta e incuestiona-ble base biológica no existiría margen para el surgimien-to de prácticas y movimientos de liberación en estosterrenos.

Con la introducción de la diferencia entre sexo ygénero el movimiento feminista ganó un punto de par-tida fundamental para elaborar un discurso crítico de lassociedades patriarcales capaz de enfrentar la subordina-ción de las mujeres en sus diferentes manifestaciones.

Esta escisión permitió al feminismo construir su pro-pio escenario teórico y de lucha política. El género es elsignificado cultural que el cuerpo sexuado asume en unmomento dado. Ahora bien, esta clara ganancia teóricay política del feminismo supuso una naturalización de losexual como categoría biológica prediscursiva, separablede la cultura.

Asumamos por un momento la existencia de un sexobinario natural, extradiscursivo. ¿Resulta de ello la exis-tencia de géneros binarios? ¿Por qué deberíamos supo-ner que los géneros son dos si definimos a éstos comomediatizados por la cultura? La “liberación” de la natu-raleza que nos permite transitar el camino hacia la“liberación” de relaciones opresivas a las mujeres, no esgratuita. Lo que es decir, varón y mujer pueden derivarde cuerpos masculinos o femeninos respectivamente;pero también un cuerpo masculino puede devenir en ungénero femenino y un cuerpo femenino devenir en ungénero masculino.

Fingir distracción frente a este tipo de interrogacio-nes, no conduce a otra cosa que reemplazar la fórmula“la anatomía es destino”, por otra: “el género es desti-no”. En su trabajo sobre Historia de la sexualidad ,Foucault nos alerta con respecto al biopoder en aquellaya famosa frase “a cada uno un sexo y sólo uno”. ¿Noestamos ahora frente a un problema similar, adondepodríamos decir: “a cada uno/a el género que le corres-ponde en razón de su sexo y únicamente ese”?

Entonces, si el sexo es prediscursivo y el génerocultural, nos enfrentamos a la siguiente disyuntiva: elsexo puede ser interpretado de manera múltiple pero,aun siendo éste binario, no hay razón para que tambiénlos géneros sean dos; si, por otro lado, reconocemos laexistencia de sólo dos géneros derivados de dos sexos,entonces, ¿cuál es el sentido de mantener la diferenciaentre sexo y género? ¿No guardan ambos una relaciónmimética tal que disuelve el valor crítico que una vez seles asignó?

Si tomamos otro atajo y consideramos que el sexo esun producto cultural en la misma medida en que lo es elgénero, o si el sexo siempre es un sexo generizado, la

distinción entre sexo y género resulta no ser una distin-ción. No tiene sentido definir al género como interpreta-ción cultural del sexo si el sexo mismo es una categoría yagenerizada.

Este arte de ilusionista sería, según feministas comoJudith Butler, una operación discursiva de ocultamiento,inscripta en la misma categoría de género, cuyo resulta-do es la naturalización y juridificación de la sexualidadcomo algo ya dado previamente a todo discurso peroque, además, está al servicio de la regulación de cuerpos,sexos y deseos dentro del marco obligatorio de la hete-rosexualidad reproductiva. Butler entiende que más queser la expresión del sexo, o la producción cultural delsexo, la idea de género regula, de hecho, la noción deque el sexo es la condición natural del cuerpo humano.Ella analiza la relación del sexo y el género en orden amostrar que lo que es pensado como condición primaria(sexo) es una idea mediatizada por lo que se hace pasarcomo su efecto secundario (el género). La generizaciónde los cuerpos no sólo registra en el espacio discursivouna sexualidad ya dada, también la produce. En adelan-te, sólo serán inteligibles aquellas identidades en las queel género se derive del sexo y en las que las prácticas deldeseo se deriven del género y del sexo.

Nada más lejos de esto que el travestismo y el lesbia-nismo. Quizás aquí resida la necesidad –insistente nece-sidad– de ciertos feminismos de llamar varones a lastravestis. Pero también esto puede estar haciéndonoscorrer el riesgo de que nuestras intervenciones políticascontinúen dando vueltas, como el perro que intentamorderse la cola, alrededor de los ejes de sexo y degénero mutuamente constituyentes.

¿Cómo pensar estos problemas? ¿Cómo pensarlos yano desde los espacios académicos, adonde sin duda sondiariamente trabajados y sin mayores dificultades, sinoen nuestros espacios como activistas feministas, adondesu entrada es resistida con argumentos que oscilan entreapelaciones a la ética, a la historia y la tradición, labiología, la autoprotección, la preservación, el temor alconflicto, etc.?

LESBIANISMO Y TRAVESTISMO. LOS CAYOS DELGÉNERO O LO QUE EL GENERO CALLA

El lesbianismo interrumpe la violencia de una normaque asigna por anticipado al género un deseo y unapráctica sexual heterosexual. Al establecer este puntopor fuera del orden hegemónico socio/económico y sexual,las lesbianas rompen el “contrato” a través del cual sedeviene hembra/mujer/deseante de varón e instalan undeseo que contraviene esta cadena lógica. Este hecho esinterpretado por buena parte del feminismo desde laperspectiva de las consecuencias políticas del lesbianis-mo, como una salida no negociada a la opresión. Expre-siones tales como las lesbianas son mujeres que noreproducen para el sistema, las lesbianas son mujeres queentregan toda su energía a otras mujeres, las lesbianasson mujeres que no se acuestan con el enemigo, suelenacompañar este feminismo.

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Pero lo que escasamente se ha tenido en cuenta, apesar de su profunda carga disruptiva, es el deslizamien-to que el deseo lesbiano realiza con respecto al relatoprevisto para el género mujer. Para el caso, género ysexo, naturalizados ambos, guardan total contigüidad:las lesbianas son mujeres biológicas; como decíamos en eldebate electrónico, su sexo y su género encajan justito.Quizás por ello, esta distorsión que plantea el lesbianis-mo pasó desapercibida en las filas feministas.

Mientras que la construcción del genero “mujer” esproducida para conducir cuerpos y deseos a la normativahegemónica –en este sentido se es “mujer” dentro de loslimites de una lógica binaria a partir de la cual “mujer”se define diádicamente mediante su contrapartida opues-ta “varón” –, la existencia lesbiana desvía, a través de sudeseo “errado”, los objetivos del aparato sexo/género,quedando fuera del alcance de la norma. Desde estaperspectiva, el cuerpo de una lesbiana, al igual que el deuna travesti, no permite el anclaje naturalizado delgénero. En ambos casos los relatos previstos para cadauno de los géneros que ordenan cuerpos y deseos dentrode la matriz heterosexual son “desdichos” a partir deoperatorias diferentes.

Y en esto reside la radicalidad del lesbianismo y deltravestismo. Convengamos que hablar del lesbianismocomo una práctica revolucionaria consistente en negar alos varones la posibilidad de cooptar nuestra energíafemenina no sólo es una reducción sino que es la peor detodas. En igual sentido, hablar de las travestis comovarones disfrazados de mujeres o varones que llevan sucuerpo hacia el género femenino sin dejar de ser por ellovarones, o varones cuyo acceso al género femenino estávedado en razón de haber sido socializados en el contra-rio es, cuanto menos, otra reducción1. Decía una lesbianaen el taller sobre feminismo y travestismo de Río Ceballos:“cuando sentí que mi inclinación sexual era hacia lasmujeres […] era una experiencia de travestismo, prácti-camente, porque andaba vestida con vaqueros, campe-ras grandes […] todos creían que era un muchachito. Mecostó mucho volver de eso […] es realmente terroríficorechazar tu propio cuerpo. Después de veinte años deterapia, no soy ́ lo´ femenino, pero más o menos lo logré”.Las tecnologías disciplinarias del poder (en este caso delsistema sexo/género) atraviesan también a los cuerposlesbianos y los vuelven dóciles. Ahora que las mujereslesbianas tienen su voz en el feminismo, luego de tantosaños de lucha, es hora de repensar en qué consiste su gestodisruptivo y olvidarnos por un momento de la “cama delenemigo”. De la misma manera, es hora de discutir con elfeminismo travesti. Si no hacemos este corrimiento, esta-mos ante el peligro de un feminismo que ya no seráinocente de las tendencias opresivas y excluyentes quecuestiona. Es importante no suponer que hay un sitiocentral de liberación y estar alertas a las maneras en que losmodos de resistencia corren el peligro de reinstalar aspec-tos contra los cuales se ha estado peleando2.

La naturalización de lo sexual es sólo la punta deliceberg de una lógica que construye una relación mimé-

tica, desde la que sólo es posible establecer una relaciónde bipolaridad, para el sexo, para la sexualidad, para losubjetivo, para lo político y en la que, aún la inclusión deun nuevo componente será introducido -disciplinado-como tercer dato.

Pero, claro, sabemos que sacudir certezas es difícil enel contexto específico del poder patriarcal. Tambiénsabemos que el esencialismo estratégico – el génerocomo ficción útil – que algunas feministas proponenpuede debilitar nuestras políticas. A esta altura de nues-tras vidas – seamos ancianas indecentes o no – creemosque es necesario un esfuerzo por cambiar los términosdel debate en los que hemos quedado apresadas.

Notas1 Recordemos, de paso, que si de socialización se trata

la correspondiente a las travestis se haya interrumpidamuy tempranamente cuando empiezan a resistirse, conlas estrategias por entonces disponibles en razón de unatemprana edad, a la categoría varón que les correspondepor sexo biológico. Pero, claro, esto sólo podría sabersesi hay voluntad política de diálogo con ellas.

2 Fue curioso escuchar en Río Ceballos voces que negán-dose a la participación de feministas travestis, reconocie-ran su existencia. Y fue también curioso, por calificar laactitud benévolamente, escuchar que frente a la propues-ta de incorporación, otra vez, de feministas travestis, seterminaba hablando de la de varones, gays o no, tran-sexuales y de todo tipo de sujetos –y de sólo ellos– aquienes la biología les puso un pene entre las piernas.

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Barbara Thoens es una de las pocas integrantes femeni-nas del mítico Chaos Computer Club (www.ccc.de), un grupode hackers de Alemania que desde principios de los ‘80 vienerealizando congresos anuales para intercambiar informa-ción acerca de todo ese fluido misterioso que se mueve en elunderground digital.

Ella es un muy buen ejemplo para romper estereotipos:no es varón, no es un jovenzuelo X que mientras tomaba lamamadera jugaba a los videogames, tampoco es un teenagerlánguido que oculta su carita llena de acné tras el monitor desu computadora, y mucho menos es una chica tímida quemata sus frustraciones amorosas “rascando código”. Muypor el contrario, Barbara es una hermosa mujer que ya pasala cuarentena (tiene 45 años aunque aparenta muchosmenos) y es muy simpática. Locuaz a la hora de contar suhistoria con el maravilloso mundo de los dígitos, la féminagermana no se amilana por su dificultad para expresar eninglés lo que tiene para decir.

Lo que sigue es el resultado de una charla que tuvo lugaren Rotterdam (Holanda) en marzo de 1999, en uno de losintervalos entre las actividades que se llevaron a cabo en elmarco del II Congreso Internacional de Ciberfeminismo(www.obn.org), en donde Barbara disertó sobre “Linux y lafilosofia del free-software”.

Chica multifacéticaOtra de las rarezas de esta fémina devenida hacker es

que al momento de comenzar su relación con lascomputadoras ya estaba por cumplir los treinta años, y suformación provenía de las humanidades: había pasado másde diez años en la Universidad de Heidelberj para diplomarseen pedagogía, sociología y ciencias políticas. La joven blondaen esa época también recorría Alemania con su grupo demusica punk Eispruhj (Ovulación), la primera banda forma-da por mujeres en Alemania.

Al terminar sus estudios, la cientista social se encontrócon la dura realidad del desempleo, y fue justamente estadesavenencia la que la llevó a tener su primer acercamientointensivo con el mundo de la programación. “Terminé misestudios al principio de los ‘80 y en el ‘84 mas o menos, memudé a Franckfurt para comenzar unos cursos de computa-ción, porque el gobierno tenía un programa para losdesempleados: te pagaban los cursos para estudiar progra-mación a cambio de que luego, cuando estuvieras emplea-da, les pagaras una proporción de tu sueldo. Era bastanteduro, porque esos cursos te tomaban unas 10 horas al día,teníamos que aprender un montón de lenguajes de progra-mación. Era bastante difícil porque cada dos semanas tenía-mos que pasar un test programando algo, tenía que estudiarmucho. Pero la verdad es que fue muy bueno para mi,porque yo nunca hubiera podido pagar ese curso ya que eramuy caro.”

Después del curso, la novel programadora se mudó aBerlín para probar suerte con sus nuevas armas. “Ahí conse-guí un trabajo como programadora y esa fue la primera vezque programé por plata. Realmente no me pagaban muybien pero para mi, que nunca tenía plata, era bastante.Cuando terminé mi trabajo en la compañía de Berlín, empe-cé a enseñar programación de lenguajes en institutos. Poruna parte fue una buena experiencia, pero a mi no mellenaba del todo enseñar porque a mi lo que me gusta esprogramar. Pero en esa época para las mujeres era mas fácilconseguir trabajo en la docencia que en programación. Esuna cuestión histórica, se supone que los hombres sonmejores en esas cosas, no se acostumbraba a contratar a lasmujeres para esos trabajos, ahora ha cambiado un poco,pero en los ‘80 no era común.”

Sumergida en el ChaosLa primera vez que Barbara asistió a un congreso del

Chaos Computer Club (CCC) fue en 1989. “En esa época yocreía que eran reuniones secretas, pero cuando fui ahí me dicuenta de que no era como imaginaba. En Alemania todoscreen que es algo misterioso, pero es una especie de mitolo-gía que hay en torno al CCC. Los hackers son muy simpáticosy amistosos, y cuando hay una mujer ellos son encantadores.Realmente te sentías muy bien.”

En ese encuentro Barbara conoció a una de las pocascongéneres que por esa época tenían una presencia activaen el CCC: Rena Tangens, otra de las hackers que estuvodisertando en el II Encuentro Internacional sobreCiberfeminismo.

¿Eran las dos únicas mujeres en ese momento en el CCC?No. Había otras mujeres pero en el background, general-

mente eran las novias de los hackers, que no estaban real-mente interesadas en computadoras. Había pocas mujeres.

Mi comienzo en el CCC fue muy gracioso. Cuando yollegué era linda y había ido sola. Después de un tiempoalgunos de ellos comenzaron a decir que yo era una espía,porque la mayoría de las mujeres van con sus novios. Yohabía aprendido a programar y quería conocerlos porqueestaba muy interesada, y me acercaba a ellos para socializary les preguntaba el nombre y ese tipo de cosas, pero paraellos no era algo normal, realmente estaban molestos deque les hiciera preguntas personales. Yo no era nada para-noica, pero tuve que aprender de eso. Ahora ya sé que no esbueno preguntarle el nombre a un hacker cuando lo acabasde conocer.

Después de un tiempo de todos esos incidentes, un chicodel CCC hizo un pin que decía “Yo soy un espía”, y en elsiguiente congreso que se realizó, casi todos los hacker queasistieron llevaban ese prendedor que decía “Yo soy unespía”, fue muy gracioso.

¿Cómo empezaste a interesarte en el tema del hacking?Bueno, la tradición de la cual provengo es la de los

movimientos de izquierda, la de mi familia pero también lade mi propia historia estudiantil. Mientras cursaba misestudios yo estuve en diferentes grupos: de mujeres,anarquistas... no grupos organizados como la izquierdatradicional, porque a mi no me gustan ese tipo de organiza-ciones jerárquicas, eran grupos de acciones espontáneas.Entonces siempre estaba buscando la forma de conectar misconocimientos en computación con cuestiones humanísticas.Quería saber que tenían que hacer las computadoras con losseres humanos y donde estaban los problemas... y en esoestá el CCC, viendo esas cuestiones. Todo eso tiene que vercon mi tradición de luchar en contra de las estructurasautoritarias en la sociedad.

Espejo ro toEspejo ro toEspejo ro toEspejo ro toEspejo ro to

El apasionante oficio de serhacker y mujerVerónica Engler

58 • Feminaria Año Xlll, Nos 24/25 (nov. 2000)

Entonces, cuando fui a ver a la gente del CCC me dicuenta de que tenía que aprender otras cosas, no sólo Cobol,y fue realmente fascinante lo que me enseñaron. Por ejem-plo, antes de eso yo no estaba conectada a ninguna red, enlos ‘80 eso todavía no estaba bastante extendido. Y cuandoyo fui al CCC inmediatamente ellos me explicaron comotener un módem y como conectarme a Internet. Entoncesme compré mi primer módem que era de 2400 bps y teníauna pequeño Attari. Cuando volví a Berlín, me conecté lamisma noche que llegué. Y tras instalar el módem mi cuentade teléfono se incrementó bastante, porque empecé autilizar mi primer mailbox, que era de un server de lacomunidad del CCC que estaba en Holanda. Pero despuéspude entrar a otros BBS’s y pude comenzar a intercambiarinformación y aprender Unix y C.

Ser hacker“Es una actitud de vida que significa que eres curiosa,

que vives involucrada con sistemas (de computación), que teinteresa averiguar que hay detrás de las cosas; pero no setrata sólo de cuestiones de computadoras. Se trata de hacerlas cosas por una misma. Darte cuenta de que puedes armartu propio sistema, de que puedes hacer tus propias herra-mientas: ésta es una de las cosas más importantes para mi delhacking. Porque para mi el hacking es crear y no destruir,puedes aprender mucho de eso.

El conocimiento esta conectado con el poder mucho másde lo que pensamos. Para mi es algo muy importanteconseguir mi propio conocimiento y tener redes con otragente para compartir el conocimiento. Es realmente buenotener una comunidad con quien intercambiar estas ideas,creo que esto puede ser realmente subversivo.”

Mientras trata de expresar en su inglés agermanado loque significa para ella el hacking, Barbara recuerda con unasonrisa la primera acción importante (a nivel de repercusiónpública) que realizó el CCC en sus inicios. Este famosohacking en Alemania fue para mostrar que no era segurohacer banking por Internet. Lo que hicieron en ese momentolos caóticos muchachos que formaban el Club, fue tomardinero de un sistema sin ser los propietarios del mismo, de estamanera demostraron que es muy peligroso manejar dineropor la Red, pero después de la demostración devolvieron eldinero, y esa fue una de las razones por las que la gentecomenzó a creerles y a tomar en cuenta sus advertencias.

¿Hackear es politico?Si, hackear es político. Pero crackear no. Porque cuando

tomas el hacking como una herramienta para construirinformación y sistemas de información, puedes mostrar quéhay detrás de esas técnicas, puedes mostrar qué hay cons-truido detrás del software del mainstream.

Lo primero que sabes es que los sistemas no son segurosdel todo. La mayoría de las compañías no lo admiten, tratande ocultarlo.

También puedes mostrar que esos sistemas tienen infor-mación escondida muy peligrosa para la gente, por eso parami es político mostrar eso: que los sistemas no son seguros yque la información personal es vulnerable. Por ejemplo, haydeterminadas características escondidas en el software deMicrosoft que la gente no conoce, algunos software tienensubprogramas (como los Troyanos: no los ves pero estántrabajando en tu computadora) que se meten en tu sistemay te sacan información, revisan tu computadora sin que tú losepas y eso es algo que no puedes controlar. Ese es el punto,que compras algo que toma el control por ti sobre tu vida,porque toma información tuya y se las entrega a las compa-ñías a través de Internet. Eso es lo peligroso, porque hoymucha gente esta conectada a Internet.

Creo que es muy político mostrar que es lo que elsoftware esta haciendo con nosotros y también es muypolítico mostrar cómo el software funciona, cómo trabaja.Para mi, aprender es una cuestión política.

Entonces, lo político del hacking es mostrarle a la genteque no tiene una privacidad asegurada. En Alemania tene-mos que trabajar bastante para cambiar la mentalidad de lagente con respecto a la privacidad, porque no creen quesean vulnerables, porque en Alemania la gente esta bastan-te segura, en general tienen un buen pasar económico, ydicen “no tenemos nada que esconder, por que debería usarPGP o ese tipo de software”.

Y no es sólo una cuestión política de defensa de lalibertad individual, porque cuando tratas de hacer negociosen Internet tampoco es seguro... Esta es una de las razonespor las que creo que la criptografía tiene una chance. Hayuna gran discusión a nivel gubernamental para no permitirusarla... y pienso que si las corporaciones no necesitasen lacriptografía, no tendríamos chance.

¿Por que hay tan pocas mujeres hackers?Yo creo que las mujeres históricamente no han estado

realmente comprometidas en cuestiones técnicas, para miesa es la principal razón. Las mujeres no han estudiadocuestiones tecnológicas por mucho tiempo. Las mujeres enAlemania adquirimos el derecho a estudiar recién en 1916,no es mucho, yo creo que se necesita una tradición de másaños. En cambio los hombres están en esto desde muchotiempo antes.

Conozco un montón de chicas del CCC y creo que ellastemen mostrar que no son tan buenas en cuestiones técni-cas. Creo que esto se da por tradiciones culturales, porprejuicios.

El problema que veo que tenemos las mujeres no es conel software sino con las cuestiones mas técnicas del hardware,y creo que eso también es tradición. Creo que se necesitatiempo para cambiar esto, creo que las mujeres recién estáncomenzando en esto. Entonces, si quieres ser una hacker,tienes que saber cosas que no estén sólo relacionadas con elsoftware.

Para abajo“¿How low can you go?” (¿Cuán bajo puedes llegar?) es

uno de los raps de los estadounidenses Public Enemy. Alritmo de esta canción Barbara lanza una breve digresiónacerca de uno de los debates que habitualmente se suscitanen las catacumbas de la cibernética: low-tech vs. hi-tech. “Lalow-tech es una cosa realmente buena. Yo tengo bastantepresente que no sólo necesitamos la hi-tech, porque haymuchos del CCC que están fascinados con todo lo que es hi-tech. Yo soy más partidaria de la low-tech porque no creoque necesites un montón de RAM y una gran computadorapara hacer buenas cosas. Hay gente del CCC que dice que yano se necesitan más BBS’s, pero yo pienso que es todavíaimportante tenerlos, creo que es más independiente tenerBBS’s porque para usar Internet la mayoría de la gente tieneque pagar.

Internet es una gran comunidad y lo que ahora necesita-mos son comunidades más pequeñas, locales, donde real-mente te puedas encontrar con otros para poder desarrollarun sentido comunitario. Creo que el problema hoy es poderactuar todos juntos como comunidad cuando hay algo porlo que luchar, me parece que eso está perdido, porqueInternet es global y la gente no se encuentra cara a cara,sobre esa base no puedes actuar como comunidad ni lucharpor algo. Por eso creo que son necesarios los encuentros caraa cara y no solo escribir (en la Red).”

L I T E R A R I A

SUMARIOArtículosGladys Ilarregui: “Seco estudio de caballos” y otras lecciones de escritura de Clarice Lispector, 60Irma Velez: Leyendo entre culturas o los confines de la liminalidad cultural en Las genealogias de Margo Glantz, 65Cecilia Inés Luque: Estrategias discursivas de concientización feminista: el caso de la narrativa histórica autobiográfica

de escritoras hispanoamericanas, 72Ana Miramontes: Norah Lange: el rumbo de la voz, 76Marta López–Luaces: La máscara de la primera persona en tres poetas argentinas, 83Paulina Juszko: La lectura enamorada, 86Pía Barros: Literatura light, o yo también como liviano, 89Lea Fletcher: Escritoras argentinas: polémicas, encuestas y quejas, 91Laura Cerrato: Las poetas y el amor, 95

(Fleur Adcock, Aphra Behn, Loma Crozier, Elizabeth I, Ruth Fainlight, Margaret Cavendish, Judy Grahn, Suniti Namjoshiy Gillian Hanscombe, Pat Parker, Katherine Philips, Marsha Prescod, May Swenson, Christina Rossetti, Adrienne Rich)

Dossier: Poesía de mujeres guatemaltecasAída Toledo: Cien veces una. Reflexiones acerca de la poesía de mujeres jóvenes guatemaltecas, 100Lucrecia Méndez de Penedo: Estrategias de la subversión: poesía feminista guatemalteca contemporánea, 101Breve antología de poetas guatemaltecas nacidas a partir de 1950: 111(Aída Toledo, María Elena Schlesinger, Alejandra Flores, Johanna Godoy, Mónica Albizúrez, Regina José Galindo,Gabriela Gómez)

Poesía CuentosDora Salas, 115 Mirta A. Botta, Veladuras, 122Delia Pasini, 116 Alicia Kozameh, Sara, ¿qué es para vos una campera?, 124Juana Ciesler, 118Susana Cerdá, 120

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Diversos estudios sobre la obra de Clarice Lispector,críticos sobre todo que la descubrieron en los añossetenta a partir de las diferentes rupturas que estabaproduciendo el mundo occidental –la revolución del 68en París, los análisis posestructuralistas lacanianos y even-tualmente las formulaciones feministas que generaronnuevos vínculos con el lenguaje– coinciden en encontraren las páginas de Clarice una escritora que revuelve ellenguaje en busca de sus propias fórmulas expresivas.Estas fórmulas renacen en cada página y se desenvuelvencon total naturalidad ante la lectora perpleja que encon-trará una escritora cándida y al mismo tiempo unamaestra del relato en busca de esos momentos cotidianosque descubren a la mujer sumergida en el denso procesohistórico-social latinoamericano y en la identidad yreferencialidad que complejamente se articulaban en elmomento de su escritura.

Benito Nuñes1, por ejemplo, en su país natal (1970)aclamó las páginas de Lispector como páginas ricas encotidianeidad y diferencia, mientras que en otra puntadel globo político e intelectual, los estudios de la obra deClarice formulados por Hélène Cixous en Vivre l’orange2

(1979), proclamaron a Lispector como el primer ejemplode escritura “femenina” (écriture feminine) por corroercomo ninguna otra obra producida por mujeres loselementos patriarcales: la lógica, la cronología, la uni-

dad, la claridad , lo sintáctico y lo sagrado. Presentandoasí mismo un cuerpo de escritura femenina que exponeel dilema social y el momento de pasión deconstruyendolas oposiciones y jerarquías de la vida consciente, yabriendo según el análisis de Cixous, un espacio de ladiferencia, espacio en constante intercambio con loslímites dentro de los cuales funciona revelando la rela-ción interna entre lenguaje y experiencia.

En los seminarios dictados en la Université de ParisIII y en el College International de Philosophie, Cixousexamina la obra de Lispector en el momento en quefuera producida, desde una posición históricamarginalizada para la mujer, y sobre todo en un sistematextual que debe conjugar –para ser alternativo– uncamino opuesto al camino de la apropiación simbólicamasculina. Por esto mismo, la sopresa y la sencillez dealgunos elementos netamente folclóricos de la sensuali-dad y pasión brasileñas –y latinoamericanas– puedenleerse en forma transcultural cuando esa lectura recono-ce una liberación con signos que traspasan la experienciadel cuerpo y de la imaginación femenina ante cualquierfrontera geopolítica porque simplemente son los textosde una experiencia histórica global –la femenina– cuyodiscurso personal y literario ha tenido una genealogíatardía.

Como la niña que corre trás el tigre o el tigre corretrás ella, según el texto de Stigmata3 en el que Cixousrecuerda el miedo, el miedo que pronuncia la mismaLispector en una cita que la crítica francesa utiliza paramodelar su propio texto en ese libro: “El amor al lobo”,el miedo paleolítico de pronunciarse y establecer unaidentidad.

Cómo “desgramaticalizar”4 lo político del discursomasculino y encontrar en esa noche femenina profundaun camino que permita inscribir, incorporar lo personal?En “Reaching the form of the Wheat or a Potrait of theartist as a mature woman” (1989) dice Cixous que lashistorias de Lispector han cortado con el heroísmo de losrelatos masculinos, porque sus protagonistas son muje-res que han “vivido una vida de hombres” y se dan cuentade esto, provocando dentro del discurso la meditación, eldespertar, un movimiento hacia el desorden personal.Esa necesidad de pronuciar el deseo, de no cerrarlo, no

“Seco estudio decaballos” y otraslecciones de escriturade Clarice Lispector

Gladys Ilarregui

¿Y qué hacer con esta historia? Tampoco lo se, la doy deregalo a quien la quiera, pués estoy harta de ella. A

veces me aburro de la gente. Después pasa, y otra vezme siento curiosa y atenta. Es sólo eso.

Un caso complicado

Las palabras ya dichas me amordazan la boca. Qué es loque una persona le dice a la otra? Además del “Hola,qué tal” si tuvieran la locura de la franqueza, qué se

dirían las personas unas a otras? Y lo peor sería lo quese diría una persona a sí misma.

Tempestad de almas

La niña está corriendo. No puedes decir si se estáescapando, o si está perdida. O si está corrriendo detrás

de un tigre. O si el tigre está corriendo detrás de ella.

Stigmata, de Hélène Cixous

Doctora en letras y poeta (Indian Journeys:poems/poemas, Oficios y personas/Guíapara perplejos, Reuniones, Refugios contrael mar, Como una viajera y sus postales/Like a Traveller and Her Postcards, TheCumæn Sibyl, Selected Poetry), G. I. es lapresidente de la Fundación de la CulturaIberoamericana (Washington, D.C.).

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transgrederlo con elementos fuera de su género es loque hace de algunas páginas de Lispector una lecturadeliciosa y al mismo tiempo necesaria. Tanto como cuan-do en “Agua Viva” dice Clarice: “para escribirte primerome puse perfume”5. O cuando, en un revés completo delcontrol textual, Lispector se interroga así misma en elcurso de sus relatos, como si se dejara llevar distraída-mente por su propia interioridad.

Para escribir/la entonces, necesité reorientarme através de los trabajos conceptuales e intelectuales queprodujo su obra hace ya treinta años y que sin embargotienen la validez de este mismo instante a partir delplanteo de problemas de género/ estructura simbólica/sistema político todavía visibles y previsibles en todaLatinoamérica. Una tesis doctoral presentada en Suny(1990)6 –tal vez sea la última tesis sobre su trabajo en estepaís [USA]– compara el discurso femenino de Lispectorcon el de Maurice Blanchot, por el lado masculino.Mientras un discurso como el de Blanchot está entera-mente basado en lo que Levinas llamaría el “encuentrocon el Otro”, la obra de Lispector está orientada en formatotalmente pendular al encuentro con el propio ser. “Elotro” es ella misma, esa fuerza centrífuga de sus relatosdonde necesita recobrar, rasgar más bien, una noción deidentidad como clave de su sentido en la vida. No hay unmapa más precioso que el de su propia persona paratransitar, y lo extraño, la diferencia, lo multicultural– para utilizar nociones jerárquicas más nuevas– se desva-necen ante la propia respiración de una autora quequiere crecer y sentirse mujer.

Para ilustrar este punto, quisiera poder hablar deun relato de su libro Silencio (1974) . Al margen, es decir,en ese sitio de excepcional libertad, donde puedo produ-cir una ruptura propia para rescatar deliberadamente ellenguaje creativo que esta autora brasilera nos legó, encontacto con emociones que proponían preguntas yacaso fracasos frecuentes en la medida en que esoscuestionamientos no estaban auxiliados por un entornoinclusivo para la autora/ la mujer. Es así como empieza“Seco estudio de caballos”. El relato está dividido enquince fragmentos, algunos de los cuales son tan escue-tos como para contener cuatro o cinco líneas. No procu-ran un hilo conductor que seduzca fácilmente al lector ola lectora, y la figura del caballo parece magnetizarlotodo, como si se hablara de una perspectiva muy lejana,o se despertara por primera vez a los ojos y las crines delos caballos. Esa es por lo menos la primera impresiónante un texto constantemente fracturado por nuevostítulos que significan, por otra parte, que la lecturaregistra topologías ambiguas, que no hay nada quepodamos asumir porque en un próximo párrafo el caba-llo cambia de escenario, y se termina la historia que loprecedió. Una segunda lectura nos sumerge en otrotexto: un texto al cual no se lo puede encasillar dentro delos géneros convencionales y donde la escritura, por asídecirlo: “hace lo que quiere” dentro de un pensamientoque parece surgir a partir del segundo párrafo bajo eltítulo “Falsa domesticación”. La autora se pregunta:

“¿Qué es el caballo? Es la libertad tan indomable”. Comosi apartara la mano de la escritura y volviera a pensarlo,un párrafo después dice bajo el título: “Dulzura”:

¿Qué es lo que hace al caballo ser de naturalezabrillante? Es la dulzura de quien asumió la vida y suarco iris. Esa dulzura se objetiva en el pelo suave quedeja adivinar los músculos ágiles, elásticos y contro-lados (p.64).

Nuevamente Clarice se interrumpe, piensa en uncaballo ciego bajo el título “los ojos de un caballo” en esepárrafo siente el sufrimiento del caballo hasta llegar auna pregunta íntima: “qué es lo que el caballo ve a talpunto que no ver a su semejante lo vuelve perdido de símismo”. Cuatro segmentos después hemos entrado en elmundo sensible del caballo, el caballo cuya forma ladeslumbra, cuya libertad la impresiona,cuya dulzura leencanta, el caballo ciego, lastimado. El quinto segmentolo titula: “El y yo”, y en un giro narrativo inesperado seintroduce como personaje de su texto sorprendiéndo-nos, porque hasta el momento creíamos que la suya erauna descripción pasiva en una galería de caballos recor-dados a partir de la libertad, la frescura, la iniciativa querepresentan. Hasta ese momento estábamos en la visiónexterior de quien repasa un cuadro de dibujos o deestéticas. Pero al ingresar dentro de esa página la autoraconfiesa:

Intentando poner en frases mi más oculta ysutil sensación –y desobedeciendo mi necesidadexigente de veracidad– yo diría: si pudiese haberescogido, me habría gustado nacer caballo.”…“Meacuerdo de mí adolescente. Ya me sentía como sialgo de lejos nos viese. Así la muchacha y el caballo.

El próximo segmento se titula “el caballo peligroso”y se organiza geográficamente en un pueblecito delinterior de Brasil, donde no hay una sola palabra que serefiera a ella, es una historia completamente ajena,tanto como el próximo fragmento “En la calle seca delsol” o “En la puesta del sol” cuyas geometrías coincidenen encontrar al caballo entre fábricas que anuncian elfinal del día de trabajo, por donde pasa un carro quequeda tan dorado como los rostros de los habitantes porel sol a esa hora del atardecer.

Aunque los pasajes anteriores del sol son poéticos,nada nos prepara para la prosa lírica, reflexiva del seg-mento que sigue: “En la madrugada fría”.

Podía verse el suave aliento húmedo, el alientobrillante y tranquilo que salía de las narinas [hocico]trémulas extremadamente vivas y temblorosas delos caballos y yeguas en ciertas madrugadas frías.(p.69)

A partir de este momento la narración se hacenocturna. Perdemos la luz del sol. Con esa pérdida lospasajes se vuelven más íntimos, hay una metamorfosis dela luz y de la persona, que surge como una nuevaconfesión:

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Con la envidia del deseo mi rostro adquiría lanobleza inquieta de una cabeza de caballo. Cansa-da, jubilosa, escuchando el trote sonámbulo. Encuanto saliera de mi cuarto mi forma iría cobrandovolumen y purificándose, y, cuando llegara a lacalle, ya podría galopar con patas sensibles, loscascos resbalando en los últimos tramos de la esca-lera de la casa. Y vería las cosas como un caballo lasve. Ese era mi deseo. Desde la casa yo intentaba almenos espiar la colina de hierbas donde en lastinieblas caballos sin nombre galopaban retornadosal estado de caza y de guerra. Los animales noabandonan su vida secreta que se desarrolla duran-te la noche. (p.70)

Esa vida secreta aprisionada en ella no sigue elcamino que esperamos, sino que toma una simbologíasurrealista para entrar en el último segmento que rema-tará la historia, desbaratando el hilo conductor de latrama exterior a la íntima nuevamente, y como unarebelación de la incapacidad profunda de terminar deexpresar el cuerpo y el deseo, la naturaleza y la mujer. En“Estudio del caballo demoníaco” encontramos a un reycon sus caballos, donde la autora siente “una alegría devampiro entre sudores” , con metáforas como “entriste-cer como un ojo” en medio de una orgía donde semencionan cincuenta y tres flautas, y donde ella es “lahechicera del horror” asesinando a un rey al que tráshaberlo matado le roba su propia muerte allí en esedeseo impetuoso, en ese deseo que escala nuevas pala-bras no registradas en los segmentos anteriores, y quenos desconcierta en la medida que no hay una anticipa-ción para este desenlace. Esta mujer cuyo deseo salvaje latransgrede, la desdobla busca los signos del absurdo paraexpresar esa fuerza inconsciente. Clarice elige concluír elparalelismo entre ella y el caballo con un ruego desespe-rado :“ Roba de prisa el caballo peligroso del rey, róbameantes de que la noche venga y me llame”.

Como escritora, la lección de escritura que produceen el cuerpo textual latinoamericano es una sensualidadpresentada desde otros ejes narrativos que no respon-den a los de la armonía o la lógica. Breves momentos seinterrumpen y crean una narración imprevisible quepareciera no llevar a nada, y que resiste el ámbito dellenguaje organizado dentro de la religión, la institución,la psicología e inclusive la calle. En ningún momento estasensualidad se vuelve “vulgar”, porque en el mismomomento en que necesita romper con la lectora “ilusio-nada de un principio y un final” coherentes, en esemismo instante Clarice elige traspasar los ejes mayor-mente patriarcales e inscribir una realidad interior quepueda desplazar los bordes y límites que implacablemen-te parecieran cerrarse sobre la mujer.

Es decir: el cuerpo femenino como sitio de rebelión,como conjuro de demonios, queda expuesto bajo lavisión de una adolescente “ la niña-potro” que mira a loscaballos desde su ventana en la noche fresca. La adoles-cente que envidia esa perfección muscular y la completa

osadía de los caballos al mantener una identidad noctur-na. Aquí no hay censura por “sentirse mujer” peroindudablemente no hay un espacio, por tanto el últimosegmento es un segmento que toma símbolos ajenos a larealidad, que requiere un rey para poder escapar elvertiginoso palpitar del sexo, de la propia experiencia.Porque lo hace en forma tan personal, tan como si nosdijera a sus lectoras/es “realmente no me importa nada”,recién entonces, en la tercera , cuarta lectura de un textoque no parece complicado pero diera la impresión de serdesconexo, encontramos el perfecto círculo entre elprimero y el último momento del conjunto total narrati-vo. El primer segmento de “Seco estudio de caballos”comienza con una sola línea en “Despojamiento”, esalínea dice: “El caballo está desnudo”.

El giro de la escritura de Lispector, es el giro con todolo que premeditadamente es “literatura”. Es la desin-toxicación con convenciones que asumimos demasiadonormales y demasiado necesarias, y desde luego, es elesfuerzo por crear una nueva lectora, porque las mujeresnecesitan -tal como ella lo percibió en su vida- buscar esosrefugios alternativos a la experiencia masculina, mane-ras de iluminar instantes que iluminan la experienciacuya ruta nadie ha podido trazar. Al ingresar a páginasescritas en los años setenta que inquietan mucho másque narrativas femeninas recientes cuya utilización sexual-simbólica es altamente trillada, escapista, intrascendente,me parece importante resaltar la necesidad de proclamaruna nueva lectora que pudiera practicar el doble juegoque sostiene la literatura desde tiempo inmemorial y esel juego: escritora/lectora. En ese espacio creativo de lalectura, debieran proclamarse algunos supuestos quepermitieran leer textos femeninos provocativos, sin lanecesidad de caer en la “lectura masculina”. Abrir unespacio metafórico de la lectura femenina que supieraresistir las lecturas iconográficas, las informaciones míticas,incluso los folclorismos tal como han sido percibidos porla escritura dominante hasta años recientes y por lasarticulaciones de imaginarios que son netamente popu-lares y poderosamente arraigados en un solo sexo.

Una nueva lectora podría rescatar algunos de estospuntos:

✑ El doble juego que acreciente la importancia dela escritura sobre la anécdota de la escritura.

✑ La posibilidad de participación femenina en elrelato sin folclorismos.

✑ El lenguaje como zona de pérdida y conquista,y la valoración de una lectura que subestime los lugarescomunes a favor de una experiencia “más salvaje” queprocure expandir los límites metafóricos, estructuralesdel relato y, definitivamente, deconstruya la tensiónentre consumo y lectora.

✑ El principio de una arqueología de visionesíntimas no expresadas y que puedan ser porosamentetraducidas para una audiencia de mujeres ávidas porencontrar lo que frecuentemente se suele traducir con elnombre de “calidad”. El trabajo, el esfuerzo por presen-

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tar una vivencia que no nos reduzca a lectores cómplicessino a lectores reflexivos, y por lo tanto mucho mássensibles de la diferencias entre un modo de expresar yotro. Una manera de decir contra una manera simple-mente de copiar la realidad editorial, consumista, oficial-mente correcta (o “políticamente correcta”) de un esta-blishment cualquiera, inclusive el de la escritura y loscanales de la escritura: casas editoriales, los talleres y laAcademia.

Al elaborar este corto trabajo –en los veinte añosque lidian desde la muerte de Lispector hasta nuestrosdías– me pregunto cuántos textos femeninos podemosseñalar que hayan resistido el tratamiento de la mujerpor las preferencias del hombre, incluso preferenciaseditoriales que proponen ciertas convenciones para ven-der mejor. Para explotar la seducción desde dondesiempre se ha explotado, renegando así de esefino trabajo de ejecución frente a la páginaque tiene que explorar el ser mujer en unavida demasiado mitologizada, demasia-do industrializada, demasiado vanal.

Y si la conquista del espacio mujery “la experiencia mujer” dentro dellenguaje no necesita seguir exploran-do textos como éstos, cuyas rupturasson todavía admirables, porque la au-tora, se siente libre, totalmente libre, yante una cuerda floja frente al texto.En las palabras de Hélène Cixous sobrela narrativa de Lispector en Readingwith Clarice Lispector:

Uno tiene que trabajar sobre lasuperficie. La superficie no está es-condida, se da así misma como partedel misterio. La superficie textual está enuna relación orgánica vital con el interior,como una cosa viviente. Debe recordarse siempreque la vida del texto se produce por pequenasunidades, que se ensamblan en forma general, locual es el texto mismo. Lo que está explicitamentedeclarado en el discurso del texto, es solamente unaparte del grupo de significados. Hay otros significa-dos que se producen en la superficie. El texto puedeser concebido como una pintura, como una parti-ción musical. Porque el texto está impreso, nosolvidamos que el texto es móbil. Está en movimien-to. Uno siempre debería atraer el movimiento deltexto, por el hecho mismo que el significado corre através de él como una musica que nos alcanzasolamente cuando ha sido completamente ejecuta-da. Nadie va a cortar una sinfonía en pequenospedazos. Lo que nos nos soprende es el conjuntototal. (p.100)

Estos desplazamientos de orden y escritura son,como los desplazamientos históricos sociales ejercidoscontra la mujer en Latinoamérica, una manera de afir-

marse. Lispector nos deja una herencia de inclusiones: suspropios pensamientos, sus momentos, su cuerpo, y des-carta los caminos establecidos en páginas frágiles. En esegesto que borra todo lo que se daba por sentado abreuna posibilidad oculta, una felicidad clandestina, el pro-venir de nuevas escrituras con sus voces espléndidas einciertas7.

Notas1 Fue el primer crítico que reconoció los avances

linguísticos y filosóficos de la ficción de Lispector enBrasil.

2 Vivre l’orange (Paris: Des Femmes, 1979) traducidoal inglés por Ann Liddle y Sarah Cornell como: “To Livethe Orange” donde aparece su estudio de la narrativa de

Lispector.3 Sitgmata. Escaping Texts. (New York:

Routledge, 1998) de ese texto proviene lacita sobre el miedo ancestral de las mujeres,

miedo que describe Lispector de estemodo:

“Yo estoy convencida que en laEdad de Piedra yo fui maltratada porel mismo hombre o por otro amor.Un cierto miedo, que es secreto, seremonta a ese tiempo”. (11 deNoviembre 1967). Las traduccionesde los fragmentos de Cixous y deLispector citada por Cixous mepertenecen, con los problemasinherentes al producir una traducción

de otra previamente realizada sobrelos idiomas originales: portugués y

francés, confiando siempre en rendir elmejor significado de estas autoras

brillantes, y habiendo comparado otrostrabajos previamente.

4 Uno de los esfuerzos que Cixous dice que debemoshacer es procurar ser “transgramáticos” del mismo modoque uno puede ser transgresivo. Cierto grado de“desgramaticalización” o de rebelión frente al planogramático puede observarse en los trabajos de Lispectorcomo en los de James Joyce. Uno puede decir- según lacrítica francesa- que el punto de vista de orden clásico,aparece desorganizado, por eso algunos textos de labrasilera Lispector pueden producir cierta resistencia oangustia, al ser gobernados por un orden diferente, unaestrategia absolutamente personal frente al relato.

5 En Reading with Clarice Lispector (Minneapolis,

University of Minnesota P., 1990), Cixous expone queestas palabras, en uno de los más importantes pasajes deltexto Agua Viva (Rio de Janeiro: Artenova, 1973),comunican al cuerpo y la escritura. Clarice necesita elperfume porque también escribe con el cuerpo, no uncuerpo muerto, sino un cuerpo sensual, vivo. Es parte detoda una postura íntima con su relato, como cuando diceque escribe porque su mano se mueve. Quizás sus lectoresno debíeramos buscar más explicación que ésta a hermosas

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frases, radiantes y desconcertadas que aparecen en elcurso de esa obra, cuando ella dice en la página 42:“Confío en mi incomprensión, que me ha dado una vidalibre de comprensión, he perdido amigos, no comprendola muerte”.

6 Me refiero al trabajo doctoral que consulté de Gina

Collins : “Writing the Feminine: Maurice Blanchot andClarice Lispector” tesis que se defendió en SUNY en 1990.Por otra parte: Blanchot, Extreme Contemporary ( NewYork: Routledge, 1997) de Leslie Hill, es un libroabsolutamente importante para comprender la propiabúsqueda de Blanchot, que cree que : “La literatura es,quizás, esencialmente una contestación: contestación ala autoridad establecida, contestación del lenguaje y delas formas literarias del lenguaje, por último unacontestación a sí misma como poder” ( p.53)

7 Estas reflexiones fueron expuestas por primera vez

en el “Encuentro Iberoamericano de Mujeres Narradoras”llevado a cabo entre el 18-21 de Agosto 1999 en el Museode la Nación , Lima, Perú. En ese encuentro se desarrollóuna pirotecnia de discusiones en torno a la literaturacontemporánea femenina, esa polémica puede ser bienexpuesta en lo que escribió Rocío Silva Santisteban parael diario “El Comercio” : “ Se pudieron apreciar puntos devista polarizados desde la simplista filosofía del comidade Laura Esquivel que enarbola el fuego y la comidacomo una forma de oponerse a la globalización y susdesastres, hasta la propuesta polémica y lúcida de DiamelaEltit en torno a los espacios de encuentros y desencuentrosde las escritoras, preguntándose: “en qué imaginarionosotras nos hacemos funcionar a nosotras mismas?”.(Domingo, 22 de Agosto 1999). Quisiera pensar que lariqueza de ese encuentro nos ha nutrido a todas comopara seguir cuestionando lo femenino, como sistema de

producción simbólica, como perspectiva creadora, comoensamblaje de un sistema de prácticas que todavía nopueden abrirse a escrituras más provocadoras, o por elcontrario, como borde purísimo y cortante ante nuevasobras propuestas surgidas de un continente único: lamujer y su página.

BibliografíaCaufield, Sueann. “Women of Vice, Virtue, and

Rebellion: New Studies in the Representation of theFemale in Latin America” Latin American Research Review.28,2. (1993): 163-75.

Cixous, Hélene. L’heure de Clarice Lispector, précédéde Vivre l’Orange. Paris: Des Femmes, 1989.

____________. Reading with Clarice Lispector (seminar1980-85). Ed. Translated by Verena Andermatt Conley.Minneapolis: University of Minnesota P., 1990.

____________. Stigmata. Escaping Texts. New York:Routledge, 1998.

Guerra Cunningham, Lucía. “ Rites of Passage: LatinAmerican Women Writers Today”, Splintering Darkness:Latin American Women Writers in Search of Themselves.Ed. L. Guerra. Pittsburg: Latin American Literary ReviewPress, 1990: 5-16.

Lispector, Clarice. Felicidad Clandestina. Silencio.Trad. Cristina Peri Rossi. Madrid: Ed. Grijalbo Mondadori,1997.

Sala, Mariella. “La versión femenina de lafemeneidad” en Otras pieles. Género, Historia, Cultura.Maruja Barrig/ Narda Henríquez, compiladoras. Lima:Pontificia Universidad Católica del Perú, 1995.

Índice:• 18a Jornada Feminista sobre feminismo, derechos humanos y neoliberalismo• Amargo versito para el día de la madre• No creas tener derechos ¿a la felicidad tampoco?• Homenaje a la mujer … desconfiemos• Arte lésbico para empoderar a las lesbianas• Recordando a Miriam Bottassi• Temas de pornografía• El diablo se llama incesto• La mundialización, los juegos olímpicos y la prostitución• La Casa del Lenguaje• ¿El concepto de ciudadanía, oculta o devela?• Políticas y lenguajes feministas• VII Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe• Encuentro Feminista de Argentina• Volanteando• Anexo, Programa Jornadas año 1999

Es una publicación de “Atem 25 de Noviembre”, Grupo Feminista IndependienteSalta 1064 • 1074 Buenos Aires, Argentinae-mail: [email protected]

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Dentro de los estudios contemporáneos sobre laautobiografía latinoamericana se han desarrollado esca-sos marcos teóricos para abordar consideraciones gené-rico-sexuales y textuales. Quizá esto explique la negli-gencia con la que se han tratado hasta hace poco losrelatos autobiográficos, y en particular aquellos escritospor mujeres. La negligencia crítica en nada equipara, sinembargo, la exuberante producción memorialista cadavez más popular entre las escritoras y los escritoreslatinoamericanos contemporáneos. La conjunción de dosfenómenos relacionados podrían explicar el silencio en-torno a la recepción de lo autobiográfico. Primero lacreación de una escena de producción y de consumoliterario a la medida de los roles asignados a cada partedel mundo en el proceso de globalización. A Latinoamé-rica, le correspondería producir un exotismo literariofértil para un mercado editorial occidental ansioso desuplir su producción teórica con una producción literariaque valide el estereotipo, ajeno a las preocupacionesexistenciales de una narrativa más autorreflexiva eintimista que la de Gabriel García Márquez o de laprimera Isabel Allende, por ejemplo (Sefkovitch, 1997).La falta de atención prestada a los discursosautobiográficos responde también a la dificultad dedefinir estos discursos emergentes dentro de un contex-to histórico cuya dinámica migratoria ha ido promovien-do categorías geoculturales cada vez más movibles yresbaladizas. Si esta dinámica migratoria “fractura cadavez más la idea de que las culturas son entidades cohe-

rentes localizadas en unidades geográficas discretas”(Mignolo, 681), el sujeto femenino es doblemente ame-nazado entre un mercado editorial saturado por losclichés y la construcción del otro latino [“latin other”] ynuevas territorializaciones culturales que resquebrajanel concepto de identidad nacional.

El propósito de mi análisis ha sido por tanto doble.Primero, quisiera llamar la atención sobre las posibilida-des que ofrece el discurso autobiográfico para negociarespacios de identidades multiculturales. Me basaré en unanálisis de Las genealogías (1981) de Margo Glantz,prestando especial atención a las técnicas narrativasadoptadas para negociar un espacio transcultural en elque se forja su propia identidad. Quisiera evidenciar enun segundo momento el papel que ocupa el discursolegobiográfico de estas Genealogías que se remontan alorigen de los antepasados judíos de la narradora nacidosen la Rusia finisecular. Por sujeto legobiográfico seentederá el discurso de la narradora afín a sus lecturasliterarias para destacar el papel que cobra la constantealusión a lecturas en la ubicación del sujeto de la narra-ción. Si el discurso no es más que la presencia represiva delo que no dice, según Foucault, ¿qué no dicen estaslecturas evocadas por la narradora, sobre la posición queocupa dentro de su cultura?

Liminalidad cultural y escritura autobiográficaAdoptando las teorías de Bakhtin sobre la carnava-

lización, la diglosia y la heteroglosia, Lauro Zavala esta-blece una teoría dialógica de la liminalidad culturalentendiendo por liminalidad “la condición paradójica ypotencialmente productiva de estar situado entre dos omás terrenos a la vez” (147). Según Zavala, la liminalidades el producto de “la tendencia histórica hacia lahibridización de las culturas, de los géneros literarios y delos lenguajes, todo lo cual es consecuencia indirecta delmulticulturalismo” (148). La liminalidad sería ese umbralque define un espacio entre dos (o más espacios) en elcual ocurren cambios culturales: “el espacio transculturalen que estrategias para self-hood personales o comuna-

Leyendo entre culturas olos confines de la liminalidadcultural en Las genealogíasde Margo Glantz

Irma VelezAssistant Professor ofFrench/Spanish, TheCity College of New York

Or si le généalogiste prend soin d’écouter l’histoireplutôt que d’ajouter foi à la métaphysique, qu’apprend-t-il?

Que derrière les choses il y a “tout autre chose”:non point leur secret essentiel et sans date,

mais le secret qu’elles sont sans essence, ou que leuressence fut construite pièce à pièce à partir de figures qui

lui étaient étrangères… . Ce qu’on trouve aucommencement historique des choses, ce n’est pas

l’identité encore préservée de leur origine, – c’est ladiscorde des autres choses, c’est le disparate.

Michel Foucault, “Nietzsche, la genéalogie, l’histoire”

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les se pueden elaborar, una región en que hay un procesocontinuo de movimiento e intercambio entre diferentesestados” (Ashcroft 130). En Las genealogías de Glantz esaliminalidad y su consecuente hibridización cultural semanifiesta en varios niveles. Aparece en el plurilingüismo(español, hebreo, yidish, inglés), en la dinámica combina-toria de espacios geográficas múltiples dentro y fuera deMéxico (Rusia, la Argentina, los Estados Unidos), en lapresencia de manifestaciones artísticas plurales (literatu-ra, pintura, música, cine), en la referencia a varios géne-ros literarios (poesía, novela, teatro, folletín, diarios), enun sentido plural de la identidad (hija, hermana, madre,esposa, escritora) y en la adopción de técnicas narrativasque se ajustan a lo liminal (ironía, parodia). Dentro de esahibridización cultural, la narradora baraja en un primermomento todos los espacios de representación de sufamilia (geográficos, históricos, linguísticos, documenta-les y literarios), permitiéndole entablar un diálogo entrepasado y presente, otredad y mismidad, y examinar supropio contexto histórico de asimilación cultural(Jörgensen 195). Para lograrlo, Glantz adopta el espacioliminal de la frontera, del in-between; un espacio idóneopara desmantelar la relación tan íntima entre el territo-rio y la cultura, el posicionamiento geocultural y larepresentación nacional. Es también simbólicamente elespacio representado por la grabadora, detentora deuna memoria virtual en transición que asimila y reprodu-ce discursos ajenos filtrados por la detentora de la graba-dora –en este caso la narradora de Las genealogías–.

Al nivel del discurso literario Glantz teje ese espacioepistemológico liminal (Zavala) o fronterizo (Mignolo)desde una descentralización del sujeto, un sentido pluralde la identidad, la fragmentación del relato y la incorpo-ración del otro en la construcción de la subjetividadpropia. La primera caractéristica de la formación delsujeto es efectivamente la descentralización del mismodel propio relato. Esta narradora se identifica, como enmuchas autobiografías de mujeres, dándole énfasis a loque no es, ofreciendo un “retrato negativo”, resuelta-mente desidentificatorio, dentro de un espaciomulticultural. Su texto le sirve en otras palabras para darexpresión al compromiso y encuentro entre pasado ypresente, cultura importada y cultura local, lejanías ycercanías. El retrato desidentificatorio, que rechaza re-petidas veces la ideología androcéntrica del género, seinicia con la confesión de la pérdida de su virginidad y desu consecuente liberación sexual, muy al contrario de latradición autobiográfica en lengua española: “ComoJuana de Arco oigo voces pero ni soy doncella ni quieromorir en la hoguera […]” (Velez 13). La descentralizacióndel sujeto responde a los mecanismos de rechazo yafiliación del mismo con una identidad genérico-sexual yreligiosa preestablecida. La narradora muestra una vo-luntad de luchar contra las conjuras del gregarismo, y loanuncia en el mismo capítulo XIII de la obra: “No importademasiado que sea o no judío, lo grave es esa consignacontra quien atenta contra el gregarismo” (46) Al buscar-se fuera del centro en el que se ubica su familia se

posiciona no como objeto cultural sino como sujetoperformativo, heredero de una pluralidad cultural quereclama y rechaza, que desafía e invade: “Yo tengo en micasa algunas cosas judías, heredadas, un shofar, trompe-ta de cuerno de carnero, casi mítica, para anunciar conestridencia las murallas caídas, un candelabro de nuevevelas que se utilizan cuando se conmemoran otra caídade murallas durante la rebelión de los Macabeos, que yaotro goi (como yo) cantara en México (José EmilioPacheco)” (16). El parentético “como yo”, que se identi-ficará con mayor aplomo en la segunda parte de lasmemorias, oscila entre varias identidades religiosas (ca-tólica y judía), nacionales (rusa, mexicana), linguísticas(español, francés, yidish, hebreo), pero también entrevarias representaciones de su propia identidad genérica(hija, esposa y madre), en un proceso de identificación ydesidentificación que la mantiene en los márgenes, des-ocupando el centro del relato hasta el capítulo XVII de laobra. Ocupar ese espacio liminal entre la cultura judeorusay la cultura mexicana desde la grabadora le permite a lanarradora traer una pluralidad de voces entrevistadas –“Prendo la grabadora” (17)– sin dejar por lo tanto deincorporarse a sí misma como sujeto entrevistado. Alter-na así entre una narradora/sujeto cultural performativoy una narradora/objeto pedagógico de una herenciaplural. El olvido y la memoria, las genealogías y la historiapersonal, la búsqueda del origen en los otros y el encuen-tro con el yo, son tantas de las oposiciones binarias entrelas cuales fluctúa el sujeto para justificar la escritura desus genealogías desde la plurivalencia de su identidad:“Y todo es mío y no lo es y parezco judía y no lo parezcoy por eso escribo –éstas– mis genealogías.” (16) Cita quele rinde justicia a la aseveración de Foucault en el epígra-fe del presente análisis al establecer el inevitable distan-ciamiento con lo foráneo de la cultura “despatriada”. Elremontar las genealogías es reconciliar la posibilidad deque “éstas” se conviertan en “mis “genealogías”, queaquello foráneo, sea en definitivas la diferencia quesustenta el yo, reapropiarse de lo extranjero a sí mismo,ya que como lo expone poéticamente Kristeva“Étrangement, l’étranger nous habite.” (9)

La ubicación del sujeto se tramita por tanto en larecolección de un yo diseminado entre culturas, lenguas,gente, tradiciones y lecturas. Ese yo se posiciona desdeuna liminalidad cultural expresada con estrategias dis-cursivas que se desvían de las normas genéricas habitual-mente utilizadas en el discurso memorialista testimonial.En el caso de la narrativa testimonial mexicana porejemplo, Richard D. Woods señala que no se suelen darlas repeticiones del discurso propiamente oral, con susignificado cultural (1997, 15), y sin embargo en la obrade Glantz hay un intento por marcar esas repeticionesaunque sean elípticas. Al recordar el encuentro de suspadres con Lida Trilnik, la madre de Glantz confirma suplena participación en la recopilación de los aconteci-mientos mediante la repetición oral de los hechos: “lehablé para corroborar algunos datos que tú me pedías,Margo, lo volvimos a contar” (58). O por ejemplo al

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recordar de nuevo al muralista mexicano Diego Rivera,Glantz interrumpe a su padre y exclama: “¡Siempre mecuentas lo mismo!” (97). Glantz establece una línea deescritura fragmentaria acorde con la tradición autobio-gráfica femenina integrando las repeticiones de la“oratura”, o de las narraciones orales de su familia, quedeshilan y (re)construyen incesantemente la temporali-dad de sus genealogías, convirtiendo su discurso literarioen una tela permeable y permutable por la oralidad.Inicia de hecho el capítulo 52 confesando: “Una de lasformas poéticas más simples es la repetición. Yo la hevivido siempre.” (130) Glantz no sólo aparece comoreceptora, o editora de un discurso memorialista sinoque también es locutora y agente de participación,mediante la grabadora, aunque no tan directamentecomo lo propone Elena Poniatowska en su“Autoentrevista. Elena por Poniatowska” (1995). Desdela identificación de la grabadora en el primer capítulohasta las incorporaciones documentales a la narración(fotografías y documentos varios), la narradora inscribeuna serie de elementos paratextuales que subrayan elcarácter constructivo más que referencial de la escrituramemorialista y reiteran que: “los datos varían cada vezque se le da cuerda al recuerdo.” (21) La fragmentacióntemporal no sólo está puntualizada por las incorporacio-nes paratextuales, sino que se distingue también por eluso de prolepsis y analepsis ocasionadas por la interven-ción de la narradora y por el rechazo a una cronologíaempírica: “Esa sensación de un tiempo largo, gelatinoso,contraído y dispuesto a resumirse en un tema con múlti-ples variaciones y cadenze, coincide con la vida de mispadres y con las conversaciones repetitivas de las que salede repente una chispa que ilumina algún eventodescuadrado por la cronología ideal que la historia nosquiere hacer tragar” (32) La escritura memorialista sealza como una tabla de salvación que permite darle voz,por repetida que sea esa voz, a lo que Unamuno habríade llamar infrahistoria.

Al nivel narrativo, la liminalidad cultural se recreatambién en el empleo de la metaficción, la ironía y laparodia como “signos de una liminalidad histórica, geo-gráfica, lingüística y cultural en el mundo contemporá-neo” (Zavala 148). Es el humor una de las marcadasdiferencias en la tradición autobiográfica hispanoameri-cana, y una constante de Las genealogías. Glantz disponede la interpretación de la historia de su familia jugandocon los doble sentidos, al incorporar, por ejemplo, ladescripción que hace su madre de su padre, Nucia Glantz:“Tu padre era revolucionario porque subía a mi casa porla escalera que estaba a la izquierda, la de servicio.También porque usaba el pelo levantado que parecíahippie avant la lettre.” Los desplazamientos de significa-do (la escalera de la izquierda como símbolo de unaafiliación ideológica) abundan en el relato y contrapo-nen a la voz de los entrevistados la propia voz, aúnparentética, de la entrevistadora como en este otroejemplo: “Como Nucia es poeta, la conversación corre elriesgo de volverse nerudiana (canciones desesperadas) y

modernista (juventud, divino tesoro…). La nostalgia esahora muy fuerte; lamento no poder grabar las miradas”(Las genealogías 61-62).

Los confines de la liminalidad culturalJunto con el humor, la ironía es, según Zavala, otra

de las características “de la literatura escrita en las fron-teras y en las zonas de incertidumbre cultural” (150). Sinembargo, yo quisiera proponer que convendría hablarde estrategias de reapropiación o de compromiso conuna herencia cultural más que de incertidumbre. Y esprecisamente en el despliegue de estas estrategias queuno entrevé los confines de esa liminalidad cultural en laque Glantz se posicionaba como un elemento extranjeroen la cultura familiar. La narradora de Las genealogíasdeja de ocupar un espacio transitorio, deja de asumir unrito de pasaje impuesto por la aculturación para conver-tirse en un sujeto resistente a las identidades fijas ynegociar entre ellas. En los estudios poscoloniales haquedado claro que el intento del individuo colonizadode perder su identidad como colonizado no es un proce-so que traslade al sujeto de una identidad a otra, sino quees un proceso constante de compromiso, contestación yapropiación (Ashcroft 131). En el contexto más específicode identidades migratorias, la situación es parecida encuanto que el o la inmigrante o su hijo/a no adopta lanueva cultura de residencia sino que asume un compro-miso en el que rescata o descarta aquello que le permitaubicarse en su nuevo espacio. Se podría en efecto pre-guntarse por qué Glantz elige precisamente la genealo-gía para viajar por la memoria, que en última instancia estambién la memoria de su cuerpo, como lo confirma elfinal de la obra. Y no cabe duda que la genealogía afirmael sujeto en sus relaciones parentescas, pero lo afirmatambién desde su diferencia.

Glantz suele emplear la ironía en las “escenas delectura” de su familia (Molloy). Jugando con la imagina-ción literaria y la memoria familiar recuerda a su padre,listado como contrarrevolucionario y arrestado por serun “judío con verso”, ya que su padre, también era unprofesor de literatura que se dedicaba a escribir (Lasgenealogías 50). Mediante esta ilusión irónica que yuxta-pone el devenir histórico de ciertos judíos con su imagi-nación literaria, Glantz evidencia los posibles fallos de lamemoria cuando ésta llega a confundirse, aun en unjuego de palabras, con la imaginación. La literatura seconvierte por tanto en un espacio de corrupción deldevenir histórico: en el verso del padre se origina la“conversión” ulterior de la hija, una conversión queabandona la poesía por la prosa, y un judaísmo ortodoxoimportado por una cultura local más híbrida.

El discurso legobiográfico en Las genealogíasEs en efecto en nombre de la lectura y escritura

literaria de las otras personas que la narradora se posicionadentro de un espacio cultural liminal; pero es tambiéncon la literatura, y escribiendo que la narradora alcanzalos confines de esa liminalidad y se reapropia de la

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historia de sus genealogías para dejar el espacio liminalde las culturas asumidas y ubicarse dentro de su cultura,es decir dentro de la cultura que se ha forjado. Lacomplementariedad entre memoria y literatura, historiae imaginación llevan a Glantz a incorporar nuevas técni-cas de representación autobiográfica que pasan por laadopción de un discurso legobiográfico y documental.Por discurso legobiográfico se entiende el discurso de unsujeto lector, de un lego, (aceptando la traducción latinade lego como yo leo), que retrata su vida, su bio, a partirde una selección determinada de lecturas impactantes.En esta obra, el lego no se limita a recordarse, como loharía José Vasconcelos, Rubén Darío, Victoria Ocampo yotras personas. Para muchos escritores y escritoras eldiscurso legobiográfico justifica en la temprana lecturainfantil su formación y devenir. El lego de Glantz nojustifica su vocación literaria sino más bien una forma-ción cultural híbrida reapropiada a través del libro, lamemoria de las bibliotecas familiares, que acompaña lahistoria de su familia.

En Las genealogías, el lego de Glantz dialoga con ellego de las personas entrevistadas en un intercambio delecturas que se remonta a la formación de sus abuelos yabuelas. El padre de Glantz describe la abuela Sheine porejemplo como “una mujer inteligente aunque primitiva,no sabía escribir ni leer ruso, sólo yiddish, y no muy bien,pero era muy inteligente.” (38) Las genealogías se abrencon los hábitos de lectura de los padres, con quienes seinicia realmente la genealogía de una familia intelectual:“[…] a la edad de trece años, cuando murió papá, leíamosel Talmud” le dice su padre (26). Este cuadro de genealo-gías de lectores se cierra con las lecturas de la propianarradora con las que interpreta la memoria de suspadres: “Muchas veces tengo que acudir a ciertos autorespara imaginarme lo que mis padres recuerdan” (30). Ydentro de esta interpretación literaria usurpadora de lamemoria de su familia, sus lecturas también interrumpenlos diálogos familiares estableciendo comparaciones li-terarias. Así, al hablar sus padres del pogromo, dice: “Meparece conocido –intervengo–, es como esas bolas quecontaban nuestros novelistas del siglo XIX y como algu-nas de las que contaban los que escribieron la novela dela revolución mexicana; las bolas y las levas, la confusión,el saqueo, la muerte.” (43, el énfasis es mío)

La intertextualidad se da también con el cine, lapintura y la música y viene a formar un caleidoscopio enel que se perfila el pasado de los padres como en unespejo roto enmarcado por su cultura. El recurso a laexperiencia estética para reconstruir la memoria familiarrefleja la ansiedad del yo en los espacios del origen segúnlo define Foucault, “le généalogiste part à la recherchedu commencement, …; l’analyse de la provenance permetde dissocier le Moi et de faire pulluler, aux lieux et placesde sa synthèse vide, milles évènements maintenantsperdus.” (152) En los primeros capítulos, el discursoliminal de Glantz sobre la identidad se agota a partir deaquello que lo nutre: la literatura. La búsqueda fragmen-taria del origen pronto se convierte en una operación de

rescate cultural que le sirve de trampolín para afirmar elyo con mayor ímpetu en la segunda parte de la obra.

Una de las posibilidades de evidenciar cómo seidentifica la ausencia del sujeto en la escrituramemorialista, sería de atender a las nociones de espacioy lugar (des)ocupados que promueven la descentraliza-ción del sujeto cuando no su ausencia total (Benstock, 20-26). He mencionado que la narradora de Las genealogíascolma su ausencia de los espacios geoculturales relatadospor los padres mediante una profusa práctica intertex-tual. La producción y el consumo literario marca lahistoria de sus genealogías y en ella descubre que “Siem-pre hay justicia poética” (Las genealogías 22). En efecto,las numerosas escenas de lectura tejen un espacio deacercamiento a la cultura rusa y judía sin la cual nollegaría a visualizar o a comprender del todo: “Paraentender la fisionomía y la psicología de mi abuelopaterno basta con leer a Bashevis Singer;” dice Glantz(Las genealogías 23). La lectura también le sirve para“visualizar” la vestimenta de su abuela: “Mi abuelamaterna usaba faldas anchas que ahora todos conoce-mos, después de leer o ver El tambor de hojalata;” (Lasgenealogías 43). La lectura sustituye así las experienciasnegadas por la migración de los padres.

Al exponer los distintos nombres de su padre ymadre, Glantz afirma que: “Esta constatación (y la pro-nunciación adecuada de los nombres cosa que casi nuncaocurre) me hacen sentir personaje de Dostoievski y en-tender algo de mis contradicciones, por aquello del almarusa encimada al alma mexicana” (20). La literatura enLas genealogías es un suplemento, aquel que viene aseñalar la ausencia del sujeto en un espacio y tiempodiferente del cronotopo de la propia escritura. El discursolegobiográfico indica en ese sentido lo que no dice: elextrañamiento del pasado de Glantz en su presente. Poreso confiesa en una entrevista: “En realidad hay una cosaartificial en el recuerdo de las lecturas de mis padresporque yo no estuve demasiado cercana a esas lecturasaunque estuve muy cercana a los libros” (Velez). Sinembargo la experiencia de lectura se vuelve discurso,discurso legobiográfico, es decir una relación de lo quehayan podido significar esas lecturas en la vida de Glantz.Si ese discurso se propone recuperar el pasado, impedirque se salga del presente, lo que no dice ese discursolegobiográfico y que confiesa Glantz en una conversa-ción reciente, es que la lectura suplió en la infancia losnumerosos y alienantes desplazamientos culturales delsujeto dentro de unas circunstancias socio-familiares,que de por sí hacían de ella un sujeto liminal:

mi relación con las genealogías, y no me habíadado cuenta nunca hasta ahora que me lo pregun-tas, es una relación con un pasado de lecturas quepara mí es la cosa más importante como paisajebiográfico, los libros, y una cercanía con la escrituraleída, con la escritura impresa, porque tenía yodificultad de relación social. De chica, me mudémuchísimo de escuela. No tuve tiempo de haceramigas en las escuelas porque a veces estaba dos

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meses, tres meses, seis meses y entonces me muda-ban de escuela por mis papás que cambiaban decasa. Y era yo muy tímida además también. Enton-ces mi relación con el mundo pasaba por la hojaimpresa. (Velez).

Es a través de ese discurso legobiográfico, que ellector o la lectora de Las genealogías logra observar eldesplazamiento de la aparente o inicial liminalidad cul-tural en la que se ubica la narradora hacia un posiciona-miento a favor de su experiencia y de sus experienciaspropias de lectura. En el capítulo 17 de Las genealogías,Glantz contrapone a la opinión de su padre sobre laliteratura, los recuerdos propios: “Yo también oigo cosasy las veo. Veo a Diego vestido como pintor o como obreroruso, del brazo de María Félix […] (53, el subrayado esmío). Al ubicar el yo, la narradora inicial que señalaba laotredad del universo familiar, se afilia con dos de losíconos culturales más representativos de la cultura mexi-cana. Y por su relación con el comunismo y con Rusia,establece un lazo de contacto, que deja de ser un espacioliminal para convertirse en un territorio de compromisoideológico.

Mientras que el árbol genealógico se ramifica enesta obra entorno a la literatura rusa posrevolucionaria(Isaak Babel, Aleksey Tolstoy, Viktor Borisovich Shklovsky,Chéjov: 52; Gorki: 53;), los poetas posestalinistas (YevgenyAleksandrovitch Yevtushendo) y la literatura judía uni-versal (Isaac Bashevis Singer, Hayyim Naham Bialik), eluniverso referencial propio de Glantz rastrea la produc-ción literaria mexicana (Emilio Pacheco, Sergio Pitol: 78,Elena Urrutia: 65, Nélida Piñón: 65, Mariano Azuela: 172;Revueltas: 172; Elena Poniatowska: 172) y las escritoras ylos escritores latinoamericanos contemporáneos (Ma-nuel Puig: 65, Lygia Facundes Telles:66). Eso no quita queGlantz también leyera a los rusos como lo demuestra enuna escena de lectura del capítulo 27. Pero las referenciasintertextuales a escritores coetáneos de Latinoamérica lepermiten a Glantz injerirse constantemente en los rela-tos ajenos y crear situaciones de autorreflexión intertex-tual como la siguiente: “Los parientes ricos (no haceranalogías con la novela del mismo nombre de RafaelDelgado) de mi madre (¿o eran de mi padre?), emigrarona Moscú después de la revolución […]” (40). La intertex-tualidad de la legobiografía de Margo Glantz revela losconfines del discurso liminal afiliando la narradora y elpúblico lector implícito con una memoria literaria colec-tiva compartida –es decir, principalmente mexicana–. Elpúblico lector implícito de la obra se perfila hispanoha-blante y por eso Glantz traduce a menudo las palabrasextranjeras ente paréntesis. Por ejemplo cuando dice “eriz geven a guter Id (era un buen judío)” (175). Estastraducciones representan un signo après la lettre de laafiliación linguística, y por extensión cultural de Glantz.Según Pierre Bourdieu, la constitución de la nación se daa partir de un grupo de gente abstracto unido y regidopor leyes con las que se vuelve indispensable el “lenguajestandard” (31). Ese lenguaje en el caso de la obra de

Glantz es el español y la literatura es una de sus manifes-taciones más universales. Y aunque la entrevista dé lugara comentarios como éste: “Como te lo escribí, b. Tú nuncasabes diferenciar la b y la v, siempre tengo problemas enMéxico porque aquí la gente no hace distinción entreuna y otra letra y no se entienden las palabras, Kurbski,con B”, en el que la narradora deja entrever ciertaenajenación impuesta por el idioma, la memoria comúnse inscribe en español.

El consumo literario de Glantz me ha llevado apensar con Néstor García Canclini, aunque dentro de uncontexto muy diferente, si “al consumir no estamoshaciendo algo que sustenta, nutre y hasta cierto puntoconstituye un nuevo modo de ser ciudadanos” (27). Elconsumo de lecturas en esta obra, es en efecto unaexperiencia a través de la cual es posible establecer unavoluntad por parte de la narradora de identificarse conla cultura mexicana. Sin embargo, esa afiliación no serevela hasta la confesión de su conversión simbólica;simbólica porque en realidad se trata de un desplaza-miento cultural y de un proceso de aculturación al que lesometen sus propias circunstancias y que va más allá desu afiliación religiosa. Esta conversión se anticipaba des-de su comportamiento amoroso cuando confiesa queapenas había visitado a su tía “enferma de cáncer en elhígado, cadavérica y amarillenta como los judíos decualquier campo de concentración, y a la que casi no fuia visitar antes de que se muriera porque prefería irme depinta con el goi” (16). El proceso sexual de goificaciónestá acentuado por una conversión religiosa durante suinfancia, y la narración ulterior del bautismo y de laprimera comunión:

Por esa época también abandoné la religión demis antepasados. Lilly y yo aprendíamos inglés, conunas señoritas decentes venidas a menos que vivíancon su mamá en una buhardilla en la azotea, al ladode nuestra casa. Estas jóvenes sintieron lástima pornosotras, les parecíamos dos niñas angelicales y tuvie-ron miedo de que muriéramos sin conocer el Paraíso:nos volvieron cristianas (Las genealogías 163)

Su goificación se concluye contrayendo “matri-monio(s) fuera de la especie” (Las genealogías 28), yexplorando otras culturas. En el capítulo 22, Glantz narrasu viaje a Brasil por donde busca “cintas del señor de BonFim, para acercarse a la suerte o para llevarla prendida ala muñeca del brazo izquierdo, en color morado o blan-co, o naranja” (Las genealogías 65). Glantz describe esascintas, con palabras prestadas, de “brujería” y de“ignominía” o, con palabras del padre, de “Jaserain,cochinadas” (Las genealogías 65- 66). Según avanza elrelato, la protagonista se ciñe cada vez más a los aspectosculturales locales, rechazados por las genealogías, aun-que por su desplazamiento espacial, en parte proceden-te de ellas. Por último, la conversión se gesta en loshábitos de lectura vía las nuevas preferencias religiosas:“Mi rápido paso por el cristianismo me dejó un hábitomarcado de lecturas y una preferencia especial por las

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torturas” (Las genealogías 166). El proceso deautorreflexión, no desprovisto de la ironía necesariapara reapropiarse de espacios y discursos, desbarata ydesmitifica el posicionamiento liminal del sujeto parapoder confrontar pertenencia cultural y origen, procesode aculturación y devenir y lograr una conciliación entredesplazamiento territorial, identificación religiosa y re-presentación cultural.

La liminalidad cultural se cuestiona también desdelas aportaciones documentales de la propia obra. Lamisma cubierta de la primera edición de Las genealogíascontrapone la fotografía marchita de una familia judíasaliéndose de un marco de papel deteriorado por losaños, con el nombre en mayúsculas de una editorialtitulada “Lecturas mexicanas.” Aunque esto podría rele-garse a lo anecdótico, no deja de ser tan irónico como latercera foto incorporada al relato con el subtítulo “Jacobose mexicaniza,” vestido de mexicano con un sombrero ytraje típico. A esa foto le siguen la de los padres y la de losabuelos, mostrando así retroactivamente el cambio cul-tural por el que pasó la familia Glantz desde la incursióndel pasaporte bilingüe (ruso-francés) del padre. El docu-mento que sigue al pasaporte se convierte en la obra enun contrato de lectura que legaliza la narración de lamadre: su certificado de estudios acompañado por loscomentarios de la narradora: “mi madre termina unacarrera en una época en que las mujeres apenas estudia-ban y menos si eran de origen judío.” (Las genealogías41) La legalización documental del relato extiende sucarácter intertextual. Pero el documento legal (docu-mentos estatales fechados y sellados) también reclama laidentidad, como el reflejo final de la protagonista en unespejo, en el que contempla con disgusto su aspecto yconcluye:

El espejo me triplica, mi perfil es el de un emperadorromano. Me choca, como me chocara cuando me descu-brí por primera vez de perfil a los dieciséis años. Afortu-nadamente, me digo, ese perfil es el de un emperador yno el de un esclavo que echaron a los leones; pero medetengo, fulminada, acaba de pasar por mi cabeza laimagen del emperador Nerva, cuya cabeza esculpida yguillotinada se ha colocado sobre el cuerpo del empera-dor Diocleciano, y prefiero tener el perfil de cualquiercristiano comido por los leones y catequizado por el judíoPablo. (Las genealogías 183)

Una vez más, Glantz demuestra que proseguir lahistoria de un linaje no es darle sentido al pasado sinomantenerlo disperso, para descubrir que a la raíz denuestra identidad no existe ninguna verdad sino la“exterioridad del accidente” (Foucault 152).

Este aspecto de Las genealogías es de suma impor-tancia porque si bien la presencia de las otras personas enesta narrativa semitestimonial justifica una sujetividadliminal a medio camino entre la cultura judeo-rusa y lamexicana, la literatura sin embargo colma ausencias yalza puentes entre espacios temporales y geoculturalesdispares, espacios deshabitados e imaginados con espa-cios ocupados y representativos. La lectura es lo que le

permite a la narradora identificarse con lo propio aúndesconocido y explorar su posición territorial y cultural.Otero Krauthammer habla de una “despaciosa y parcialtoma de conciencia nacional por parte de la protagonis-ta” que sin duda pasa por una asimilación histórica(judía) y territorial (México). Recuérdese el final de laobra: “orino, feliz, me siento parte del mar, estoy en elorigen, me asumo en él y las olas me lamen mis muslos”(174) Si como lo propone Foucault, la genealogía no seopone a la historia sino a la búsqueda del origen como undespliegue metahistórico de significaciones ideales, ha-bría que detenerse en este final. La narradora cierra Lasgenealogías orinando en una playa, en un acto simbólicoy desacralizante de la búsqueda del origen tan propia dela confesión (Robbins), que a la vez reduce el grado cerode la búsqueda del origen en un viaje por el cuerpo y lamemoria del cuerpo. El paratexto que cierra la obra esuna fecha, que señala el origen, enmarcada por puntosinterrogativos: “(¿1902?)” (183), quitándole trascenden-cia a lo histórico y valorando una sabiduría corporalpropia de toda su obra literaria.

La liminalidad cultural de Las genealogías de MargoGlantz se inserta en una economía del intercambiolinguístico, histórico, y literario que responde a un prove-cho simbólico de la narradora: el de ubicar un sujetofemenino “importado” desde su otredad en la construc-ción cultural de la nación mexicana contemporánea.Bien se puede hablar de provecho simbólico cuando lanarradora declara: “Mi padre dice que cada vez recuerdamejor las cosas de su infancia y que casi todo lo demás seborra: a veces resucita y yo lo aprovecho como buitre”(Las genealogías 82). Aprovechar la memoria del otro,responde a un intento de neutralizar el caráctermonolítico de lo nacional y abrirlo a un pluralismocultural. “La recherche de la provenance ne fonde pas,escribe Foucault, tout au contraire : elle inquiète cequ’on percevait immobile, elle fragmente ce qu’on pensaituni; elle montre l’hétérogénéité de ce qu’on imaginaitconforme à soi-même.” (153). El cuasi posicionamientoinicial del sujeto en una liminalidad cultural demuestra lapropensión del texto autobiográfico a concebir las fron-teras de lo nacional como una “escena de crisis, siemprerenovada, necesaria para la retórica de la autofiguraciónen Hispanoamérica” (Molloy 1996, 15). Quizá en este finde siglo carcaterizado por la globalización de latransculturación, el discurso autobiográfico deje de seruna “escena de crisis,” para convertirse en un espacioliminal en el que posibles negociaciones puedan fomen-tar los cambios culturales necesarios para la representa-ción. Para Glantz supone un compromiso entre el testi-monio y la legobiografía, ente la parodia y la ironía,entre la grabadora y los libros.

Leyendo entre culturas y releyendo el valor deciertas lecturas, Glantz se ubica dentro de la naciónmexicana como lectora. La producción de Glantz nosadvierte que el compromiso de las nuevas teorías femi-

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nistas seguirá teniendo que pasar por una valoración delsujeto femenino como escritora y sobre todo como lecto-ra desde dentro de la cultura en la que emergen susdiscursos, aun cuando ese dentro supone a menudo,como lo demuestra Glantz, un claroscuro liminal entrevarios espacios históricos, culturales y geográficos. Poreso mismo, pinta Foucault la genealogía de gris, por seruna reescritura de varias lecturas y documentos (146). Yes precisamente por ser discurso y por ser texto que lagenealogía alcanza los confines de la liminalidad, perfi-lando esos espacios originalmente liminales, desde loscuales nuevas voces hablan del sentido plural de laidentidad.

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En la década del 60 resurge en los paíseshispanoparlantes la política feminista como lucha contrala opresión de la mujer. A poco de andar esta senda,surgió la necesidad de aclarar y precisar la naturaleza delos objetivos finales de tal lucha: ¿igualdad o autonomía?En la acepción más extrema de esta dicotomía, la igual-dad como meta implica una relación de equivalenciaentre términos, de los cuales uno es postulado comonorma o modelo. Esa norma establece requisitos y expec-tativas que deben aceptarse incuestionablemente. Laautonomía, por otra parte, implica el derecho de cadaparte de decidir si acepta o no las pautas preestablecidas,como así también la libertad de crear pautas nuevas, quese adecuen mejor a la autodefinición que como agentesse dan los sujetos.

El debate entre igualdad y autonomía fue uno de losque ocuparon de manera preeminente el campo intelec-tual feminista de la década de los 70, y contribuyó apolarizarlo. Las feministas autónomas se vieron en ladoble necesidad de deconstruir las nociones políticas,ontológicas y epistemológicas que subyacen en los dis-cursos patriarcales modernos, y luego construir unasnuevas que dieran cabida a la autonomía femenina.

La genderización de tales nociones1, es decir, lavisibilización de las relaciones de poder implícitas enellas, mostró que los criterios empleados para la distribu-ción y el ejercicio de dicho poder eran la diferencia sexualtal como fue significada a partir de la Modernidadilustrada y la hegemonización intelectual de los princi-pios del cientificismo biologista.

Para la óptica epistemológica preilustrada, ser hom-bre o mujer significaba tener un rango y un rol socialesdeterminados; el cuerpo y su sexo eran sólo epifenómenosde estas “realidades naturales”. Esta óptica ordenaba ahombres y mujeres verticalmente de acuerdo a su gradode perfección metafísica, la cual se identificaba con lascaracterísticas de la masculinidad2. A partir de la Ilustra-ción, en cambio, los atributos físicos y biológicos pasan aser lo real, mientras que sus significados culturales sonconsiderados epifenómenos. Esta óptica se basa en unaanatomía y una fisiología del dimorfismo radical, hori-zontal y universal; es por ello que a partir de ahora losórganos de la reproducción se convierten en emblemasparadigmáticos de una jerarquía fundamentada en ladiferencia inconmensurable.

Es recién a fines del siglo XVIII, entonces, que losdiscursos modernos occidentales comienzan a manejaren los ámbitos de lo social, cultural y moral dicotomíasexcluyentes de valor basadas en la diferencia sexual3.Este constructo establecerá las pautas de regulación delas relaciones interpersonales a partir del siglo XVIII enOccidente4, y será actualizado constantemente en lasprácticas concretas de tales relaciones.

Es por todo ello que las mujeres contemporáneas,para asegurarse el reconocimiento universal de su condi-ción de sujetos de derecho, capaces de “íaparecer por lapalabra y por la accióní en el mundo público y privado”(Collin, “Praxis” 9), deben trabajar también para cambiarlas pautas de regulación de las relaciones interpersonales.

A esta tarea dedicaron las feministas hispanoameri-canas muchas luchas y debates durante los años 70. Elnúcleo temático y teórico de estas actividades, el cualpersistió a lo largo de las dos décadas siguientes, puedesintetizarse en la expresión “lo personal es político”. Eneste slogan se concentra la convicción de que existe unadimensión de poder, de dominación y de injusticia en lavida cotidiana, en las relaciones de amor, en las relacio-nes de sexo y en todas las relaciones entre mujeres yvarones, etc. Por lo tanto ser feminista significaba ponerbajo una visión crítica la vida personal, la vida familiar, lavida cotidiana, las relaciones sexuales, el amor, las rela-ciones con los varones y con las mujeres en todos losámbitos sociales: el trabajo, la vida política, el Estado.(Travesías 5, 97).

Muchas de las mujeres que se incorporaron al femi-nismo hispanoamericano de los años 70 accedieron alconocimiento de que lo personal es político mediante lasprácticas de reflexión propias de los grupos deconcientización creados por feministas norteamerica-nas. Estos grupos estaban formados por un númeroreducido de mujeres, quienes se reunían periódicamen-te, en un clima de intimidad y confianza, para contar susexperiencias personales sobre temas claves de la vidacotidiana. Luego, entre todas, trataban de encontrar loselementos estructurales comunes en todas las experien-cias particulares, y extraían conclusiones generales alrespecto, lo cual equivalía al paso previo obligatorio paraelaborar teorías propias sobre los temas en cuestión.

Estas técnicas permitieron que las mujeres aprehen-dieran vivencialmente el famoso slogan y percibieran el

Cecilia Inés LuqueCentro de Investigaciones de la Facultadde Filosofía y Humanidades de la Univer-sidad Nacional de Córdoba;CONICET; Argentina

Estrategias discursivasde concientizaciónfeminista: el caso dela narrativa histórica autobiográficade escritoras hispanoamericanas

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carácter político de cada vida personal y sexual. El auto-conocimiento resultante de las prácticas de concien-tización se transformó en condición habilitante para labúsqueda de la autonomía.

La hipótesis de mi trabajo con narraciones históricases que, en el ámbito específicamente literario, estosprocesos de reflexión y autoconocimiento fueron incor-porados en diversos géneros autobiográficos.

Las narradoras de las novelas de mi corpus5 cuentansus memorias; la particular estructura de este subgéneroautobiográfico –el collage de eventos o anécdotas– lespermite elegir de su vida sólo aquellos episodios querevelan las múltiples tensiones que la atraviesan:inadecuación entre su experiencia, su deseo, por unaparte, y los paradigmas epistemológicos y simbólicos conlos cuales debe interpretarlos y valorarlos, por la otra.

Significativamente, los episodios elegidos tratanargumental y temáticamente la regulación de las con-ductas sexuales masculina y femenina ejercida por lamoral dominante, que es familiar, burguesa, cristiana yblanca: la desigualdad de derechos y obligaciones sexua-les en la pareja y el matrimonio, la glorificación interesa-da de la maternidad, la violencia contra las mujeres, etc...

Al rememorar y reinterpretar estos episodios, lasnarradoras identifican un deseo movilizador –las ansiasde autonomía en todos los órdenes de la vida, desde elcontrol del propio cuerpo hasta las actividades políticas-y una compleja fuente de represiones: las prescripcionesde los roles de esposa y madre implícitos en sus respecti-vas posiciones sociales6. De hecho, las resultantes crisis deidentidad de las narradoras constituyen los episodioscentrales en sus historias de vida.

Como bien ha señalado Mabel Burin, la adecuaciónde la propia conducta a las pautas de tales roles hagarantizado históricamente a las mujeres un lugar, unafunción, una pseudo-autonomía de acción en la socie-dad7, incluso un sentimiento de realización personal. Asílo entiende Cati en el momento de su boda, cuando salede la iglesia “saludando desde la altura de mi noblezarecién adquirida, desde la alcurnia que todos otorgan auna novia cuando vuelve del altar,” (Mastretta 17). Pero,tarde o temprano, la seguridad ofrecida por las posicio-nes sociales así obtenidas deja de ser satisfactoria: llegaun momento en sus vidas en que las propias pautas decumplimiento les plantea un conflicto entre los modelosimpuestos de conducta y deseos que los desbordan, yasea porque carecen de modelización con la cualconcretizarse, ya sea porque tienen un carácter transgre-sor. Estos conflictos minan la seguridad ontológica deestas mujeres8, en tanto le quitan autonomía.

Las únicas posibles resoluciones de este conflicto,dentro de los marcos estructurales dados, resultan ser oel autosacrificio o las enfermedades psicosomáticas -recordemos las dolencias recurrentes de Alina, por ejem-plo, o las conductas obsesivas de Cati-, lo cual las llena deangustia y las transforma en personas inseguras9. (Volve-ré sobre este punto más adelante.)

La remembranza reflexiva de estos episodios permi-te a las narradoras darse cuenta del punto al cual lasprescripciones de los roles de esposa y madre les recortanla capacidad de reflexionar por sí mismas y deautodeterminar las condiciones de sus propias vidas. Alvolcar en discurso sus recuerdos, y mediante el uso deciertas convenciones expresivas (juicios de reinterpreta-

ción a posteriori, cándidos pero esclarecedores comenta-rios hechos en el momento), las narradoras vuelven evi-dentes las propiedades estructurales que, inadvertida-mente, condicionaron las acciones rememoradas y que,también inadvertidamente, fueron así reproducidas10.

Las propiedades estructurales identificadas son laspautas del control social de la sexualidad femeninaacumuladas desde la estabilización de la Colonia y codi-ficadas como moral familiar: el carácter contractual de laconyugalidad; la sublimación religiosa y científica delerotismo femenino en instinto de procreación; la ontolo-gización ilustrada de la biología femenina en una subje-tividad subordinada, etc.11

Esta manera de resignificar los eventos del pasadoindica que, para las narradoras, la moral familiar es elfundamento material y simbólico de la falta de autono-mía de las mujeres, y ésta, a su vez, fundamento de lainseguridad ontológica femenina.

Por ello, la ubicación temporal de las tramas en elpasado y el uso de las memorias resultan estratégicos. Eldiscurso autobiográfico, en tanto construye la imagendel propio-ser desde la perspectiva de la dualidad deestructura12, permite a estas mujeres tomar conciencia dela función crucial que la interpretación de su sexualidadtiene en el proceso histórico de construcción de lasposiciones sociales de subalternidad asignadas a las mu-jeres en general.

Por ende, la transgresión de las reglas morales,actuar de acuerdo con sus propios deseos y no en funciónde deberes abstractos, se presenta para las mujeres comoun camino viable para repeler la angustia, recobrar suseguridad ontológica y adquirir una agencia más satis-factoria en su vida cotidiana13. Juanita Sosa, por ejemplo,explora las posibilidades gratificantes de la masturba-ción: “quiero ayudarme a ser feliz, a mi manera y sinverga de hombre… Llegó el placer y su chasquido, la olase expande, me redime de penas, ausencias y tormen-tos…” (de Miguel 12). Incluso coquetea con la homose-xualidad: “Descubrir el placer de algunos toqueteosentre amigas fue casi tocar el cielo. Eso no conllevabapeligros,” (de Miguel 15). Cati cuenta cómo su maridodejó de hacerle el amor durante su primer embarazo ycómo un amante llamado “Pablo se encargó de quitar[le]las ansias esos tres últimos meses…” (Mastretta 41).

Esta tercera opción (ni autosacrificio ni enfermeda-des) implica, en términos generales, la desestimación ydesmitificación de la moral religioso-familiar como éticade las acciones sociales. Pero, tan necesaria como lo es, noalcanza para modificar lo establecido. Transgredir, abra-zar lo proscripto y desvalorado, son procesos que norompen con el pensamiento binario con el que se cons-truyó la subalternidad moderna de la mujer, no desafíanla dialéctica Identidad/Alteridad.

En cambio, la manera en que las mujeres de estashistorias copan con las tensiones de la vida cotidiana -esdecir, el diálogo- tiene el potencial necesario para des-prenderse de dicha dialéctica. En estas memorias lasconversaciones son rescatadas como eventos relevantesde las historias de vida. Muchas son transcriptas total oparcialmente; algunos de los textos están compuestosenteramente por conversaciones literales. En ellas, losinterlocutores discuten no sólo sus propias experienciassino también la “vida y obra” de terceras personas. Enesta categoría incluyo tanto aquellas personas que

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interactúan cotidianamente con los interlocutores comolas “presencias invisibles” de Virginia Woolf: “laconsciencia de otros grupos afectándonos; la opiniónpública; lo que otra gente dice y piensa; todos esosmagnetos que nos atraen hacia este lado para ser de estemodo, o nos repelen hacia el otro y nos hacen diferentes”(cit. en Smith y Watson 301. Traducción propia).

Estas conversaciones ocurren en privado, en unambiente de confianza mutua, mayormente entre muje-res, pero también con hombres. La información que así seintercambia sirve a los interlocutores no sólo para abs-traer reglas de comportamiento social aceptable o in-aceptable, sino también para reflexionar acerca de loscondicionamientos estructurales de tales comportamien-tos. En suma, y tal como se hacía en los grupos deconcientización de los años 70, los interlocutores re-flexionan acerca de sí mismos, toman conciencia de supropia agencia y sus propios deseos, y los vuelcan endiscurso. Bajo estas condiciones, el diálogo sirve a lasmujeres como una herramienta de empoderamiento.

La misma estructura narrativa seleccionada por lasnarradoras para contar sus historias tiene una formadialógica. La imagen de identidad que se construye en lasmemorias se produce a partir no sólo del discurso delnarrador sobre sí mismo, sino también de lo que éstecuenta sobre otras personas, e incluso del discurso directode otros. Este género permite que los lectores/as ponganen interacción discursiva textual lo que dice la narradora ylo que dicen las “presencias invisibles” en su vida.

Esta incorporación dialógica de la palabra y el pensa-miento de los otros (y el Otro) en la narración de unaidentidad personal rompe la ilusión metafísica del sujetocomo adecuación de sí mismo consigo mismo: los otros nosólo aportan versiones diferentes y hasta contradictoriasde los episodios narrados, sino que impiden a las narrado-ras construirse como fuentes de toda certeza sobre larealidad. En estas conversaciones nadie tiene la últimapalabra sobre nadie, por lo que nadie es posicionado comoobjeto del discurso definidor de nadie.

En este tipo de conducta fundamenta FrançoiseCollin una nueva ética: la ética del diálogo plural, en elcual se renegocian constantemente los límites entre yo ylos otros a partir del conocimiento de los propios deseosy el reconocimiento de la irreductibilidad del otro a mímismo. La selección de las memorias como género narra-tivo y la insistencia con la cual se reproducen las conver-saciones de los personajes permiten leer las narracionesdel corpus como “experimentos exploratorios” de estaética, según la cual la autonomía femenina no se logra yasólo mediante la transgresión, sino también mediante lanegociación.

La nueva novela histórica escrita por mujeres en lastres últimas décadas da una concreción discursiva deconsumo masivo a las nociones feministas que han circu-lado desde entonces por Latinoamérica como teorías ytambién como estructuras de sentimiento. Lo han logra-do mediante la transgresión y el advenimiento dialógico:Transgresión de los límites impuestos por la moral reli-gioso-familiar; advenimiento a la conciencia de la subor-dinación y a un conato de autonomía del propio deseo.

Notas1 “Genderizar” es un neologismo que significa “ha-

cer visible la distribución y el ejercicio del poder implícitos

en la organización social de las relaciones entre los sexos”.He tomado el término y su definición de Giulia Colaizzi.

2 Para la Antigüedad las mujeres tenían los mismosgenitales que los hombres, pero imperfectos e invertidos.No existían dos cuerpos biológica y fisiológicamente dife-rentes sino uno solo (especie humana) con dos sexos (losgéneros).

3 Como ejemplo de esto consideremos lo siguiente:contemporáneamente se asume espontáneamente quetodos los hombres, en cualquier tiempo y lugar, sólobuscan el sexo y que las mujeres siempre han preferidoestablecer relaciones personales. Sin embargo, en laAntig¸edad la amistad era considerada un sentimientoexclusivamente masculino, mientras que se pensaba a lasmujeres como dominadas por su sexualidad.

4 Regulación: Proceso de constitución de sentidos ysanción de modos de conducta social (cfr. Giddens).

5 El corpus de trabajo está compuesto por las siguien-tes obras: Malaventura de Mabel Pagano; Balún-Canánde Rosario Castellanos; Maldito amor de Rosario Ferré;Arráncame la vida de Angeles Mastretta; Te di la vidaentera de Zoé Valdés; Hasta no verte, Jesús mío de ElenaPoniatowska; Conversación al sur de Marta Traba; EvaLuna de Isabel Allende; “De navegantes” y Fábula de laVirgen y el Bombero de Angélica Gorodischer;Juanamanuela mucha mujer de Martha Mercader; Laamante del Restaurador de María Esther de Miguel.

6 “Una posición social se puede considerar como ‘unaidentidad social que lleva consigo cierto espectro (…) deprerrogativas y obligaciones que un actor a quien se conce-de esa identidad (o que es un ‘depositario’ de esa posición)puede activar o poner en práctica: esas prerrogativas yobligaciones constituyen las prescripciones de rol asociadasa esa posición’,” (Giddens, Constitución 117).

7 Como bien me señalara Liliana Fedullo, esta auto-nomía es sólo aparente, porque aún depende de lasnormativas impuestas por otros/el Otro.

8 Seguridad ontológica: “Certeza o confianza en quelos mundos natural y social son tales como parecen ser,incluidos los parámetros existenciales básicos del propio-ser y de la identidad social,” (Giddens, Constitución 399).Esta seguridad está “fundada en una autonomía degobierno corporal dentro de rutinas y encuentrospredecibles” (Constitución 98).

9 Según Giddens, el sistema de seguridad de la perso-nalidad adulta consiste en apartar exitosamente los estí-mulos provocadores de angustia o desplegar modos efi-caces de luchar contra la angustia (Constitución 91).

10 “. . . las propiedades por las que se vuelve posibleque prácticas sociales discerniblemente similares existana lo largo de segmentos variables de tiempo y de espacio,y que presten a éstos una forma ‘sistémica’” se llamanpropiedades estructurales. “A las propiedades estructu-rales de raíz más profunda, envueltas en la reproducciónde totalidades societarias, denomino principios estructu-rales,” (Constitución 54).

11 El proceso de significación de los roles sociales delas mujeres tiene múltiples y variadas etapas. Aquí medetendré sólo en algunas.

Desde los primeros tiempos de la colonización, lasredes familiares resultaron ser “el modo más eficiente deestructura de poder, de acumulación de capital y adqui-sición de propiedad,” (Sargiotto 5). El mantenimiento dela estructura familiar mediante la legitimidad se convirtióen mecanismo de control de la movilidad social. El requi-sito primordial para lograr y mantener la legitimidad de

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la unión matrimonial fue la pureza de sus miembros endistintos niveles: la espiritualidad del contacto sexual, lalimpieza de sangre y la ortodoxia religiosa. La tarea deresguardar esta multifacética pureza recayó sobre lamujer; sus funciones dentro de esta estructura socialñesposa y madre- fueron sublimadas y convertidas ensímbolo visible de la honra o status de toda la red familiar.Esta estructura y su significación fueron adoptadas ymantenidas por las autoridades eclesiásticas y estatales alo largo de la historia del continente, y perdura incluso ennuestros días.

El cientificismo biologista dio una base natural in-cuestionable al discurso religioso sobre las funcionessociales de las mujeres, al reducir la sexualidad humana amero funcionalismo animal. Desde esta perspectiva, lamujer “verdadera”, “normal”, no experimenta erotismosino instinto de procreación; de este modo se sancionócomo único afecto femenino biológicamente posible elsentimiento maternal.

Los procesos de construcción de las naciones-Estadosubordinaron la sexualidad femenina al complimiento deun deber abstracto (construir la Patria) y agregaron unacapa de civismo a las funciones matrimoniales de lasmujeres, previamente sublimadas por la religión y natu-ralizadas por la ciencia. De este modo, la mujer, en tantomadre, se convirtió en fuente nutricia y educadora de losfuturos ciudadanos.

12 El propio-ser es “la suma de las formas de recorda-ción por las cuales el agente reflexivamente define ëloqueí se sitúa en el origen de su acción. El propio-ser es elagente en tanto el agente lo define,” (Giddens, Constitu-ción 86). “Con arreglo a la noción de la dualidad deestructura, las propiedades estructurales de sistemas so-ciales son tanto un medio como un resultado de lasprácticas que ellas organizan de manera recursiva,”(Giddens, Constitución 61).

13 Agencia: la capacidad de entender lo que la perso-na hace y usar ese entendimiento como parte del procesode hacerlo. En este contexto podría hablarse de un esfuer-zo por ìdescolonizar lapropia agenciaî, lo cual significa nosólo romper con la epistemología moderna sino también,muy literalmente, cortar los lazos con los patrones colo-niales de conducta.

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La otra palabraAntología de cuentistas argentinas

Cuentos sin permisoDesde 1984 la Fundación Avónpara la Mujer organiza concursosde cuentos destinados a mujeres.Originalmente se limitaron a laRepública Argentina pero ya tie-nen alcance continental. Estas dosantologías fueron seleccionadasy prologadas por ANGÉLICA

GORODISCHER.

76 • feminaria literaria año X, no. 16 (nov. 2000)

En verso y prosa escribióNorah Lange. Aquí reposa.Su verso se evaporó.Y a nosotros nos quedóSu prosa”.S.G.

Norah Lange: el rumbode la voz*

Ana Miramontes

* Con algunas modificaciones, este trabajo fue presentadoen la IX Conferencia Internacional de la Asociación Femenina deLiteratura Hispánica, “Imaginarios femeninos: heterose-xualidad(es), bisexualidad(es), lo lesbi-gay, transexualidad(es),transformismo, travestismo, sororidades, post-sexualidades”.Arizona State University, septiembre de 1998

A. M. es Licenciada en Letras (UBA) ydoctoranda en la University ofPittsburgh (USA).

En 1927, Norah Lange publica la novela epistolarVoz de la vida que interrumpe la serie de libros depoemas con los que se había ganado un lugar en lavanguardia argentina, cuando aún no contaba veinteaños. Al prologar el primero de sus libros, La calle de latarde (1925), Jorge Luis Borges exagerará su juventuddestacando “Cuánta eficacia limpia [hay] en esos versosde chica de quince años!”(6), dignos representantes delultraísmo que él mismo había introducido en BuenosAires a su regreso de España. Lo cierto es que Lange teníadiecinueve años al momento de publicar su primer libroy quince, cuando participó junto a Borges en la ediciónde las revistas Prisma y Proa. Más allá del anacronismo enque Borges incurre al escribir el prólogo, lo que importaes este intento de fijar su imagen al momento en que laconoció “preclara por el doble resplandor de sus crenchasy de su altiva juventud, leve sobre la tierra”(5). Como alos ángeles, se la percibe casi etérea, casi incorpórea.

El aniñamiento al que la figura de ciertas autoras hasido sometida por parte de la crítica masculina ha sidoanalizado por Sylvia Molloy,2 como así también el hechode que esta imagen atribuida desde “el afuera” puede,en ocasiones, ser retomada en la construcción que de supropia imagen hace la autora al relacionarse con supúblico. En el caso de Lange, la consagración de su obray la angelización de su imagen se funden en una solarealidad. En la medida que su obra no responda a esaimagen se planteará como conflictiva. Es ese conflicto loque me propongo analizar a partir de mi lectura de Vozde la vida. Creo que en ese texto el tema de la sexualidadse presenta como desencadenante de una crisis en elplano personal y estético. Existe una tensión entre lo quese espera de la autora ángel y lo que Lange se proponedecir y hacer con su escritura. Al pasar de la poesía a laprosa, la autora se permite explorar otro imaginariofemenino que subvierte el convencionalmente acepta-do por el discurso hegemónico y que, al mismo tiempo,se contrapone a su imagen pública. En el texto se harán

presentes las voces en tensión: por un lado, la voz deldeseo, la “voz de la vida”, y por otro, la voz del mandatomaterno y al mismo tiempo voz del mandato literariohegemónico, voces que imponen restricción a ese deseo.

Desarrollaré mi análisis en dos niveles. En primerlugar, planteo una línea de lectura desde la cual esposible leer marcas autobiográficas que remiten a lacrisis aludida. Sin embargo, más allá de un mero releva-miento destinado a probar el carácter autobiográfico deltexto, lo que me interesa señalar es cómo esta crisispersonal y estética por la que Lange atraviesa alrededorde sus veinte años es el material que subyace en laescritura de Voz de la vida. En este sentido, más que lasmarcas autobiográficas, me interesa considerar particu-larmente una ficcionalización de esa experiencia entérminos prospectivos. En otras palabras, desde su pro-pio presente biográfico, Lange propone posibles resolu-ciones a una situación personal por la que atraviesa en elmomento de escribir: no se narran hechos que ocurrieronsino que podrían llegar a ocurrir. Así pues, desde unpresente conflictivo se narra un futuro posible, imagina-ble, o si se quiere, deseable, en el que la propia voz noencuentra barreras para expresarse.

En segundo lugar, considero cómo esta etapa decrisis en la escritura de Lange ha sido leída por la crítica,casi exclusivamente como etapa experimental que serádefinitivamente superada por su prosa “consagrada”, laque se inicia con Cuadernos de infancia (1937). De estemodo, Voz de la vida y la otra novela que le sigue, Cuarentay cinco días y treinta marineros (1933) han quedadoexcluidas del canon. Creo que, en gran parte, esta exclu-sión se explica a partir de cierta adhesión por parte de lacrítica a la imagen de la autora-ángel, imagen que estostextos socavan al presentar la sexualidad en un imaginariofemenino donde tienen cabida el deseo y el cuerpo.

“Norah-angel” por todos construidaAl publicar su segundo libro de poemas, Lange

incorporará una “h” a su nombre original Nora. Lasugerencia provino de Guillermo de Torre, casado conNorah Borges, hermana del escritor. A partir de entoncesserá siempre Norah Lange. Junto con su consagracióncomo escritora y el reconocimiento de su lugar dentro delcampo intelectual, comienza su “angelización”. En 1924en la revista Martín Fierro, Córdova Iturburu le dedica unpoema con un acápite que dice: “No sé quién eres ni sieres pero sé tu nombre: Norah Lange”; en sus versos elautor sugiere el juego fonético Lange/ángel: “NorahLange: en tu nombre se mecen las campanas. . ./ NorahLange: tu nombre pasa como un arcángel” (Miguel 104).3

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Dice Ulises Petit de Murat, al recordar un encuentroque tuvo con la autora durante su adolescencia: “Nosacompañaba un ángel de caballera rojiza y perfil agudo.En el recuerdo que todo lo magnifica, una mujer puedeparecer un ángel. Para nosotros, aquella mujer, adoles-cente aún, tenía un prestigio casi divino que la empare-jaba con una raza celestial” (Miguel 103-104). Por suparte, Rafael Alberti, en ocasión de su visita a Argentina,emplea las siguientes palabras para referirse a ella:“Norah, arcángel de ascua, los cabellos / trataba deamansar las aguas con la música / de su celeste acor-deón…” (Miguel 167); también Oliverio Girondo, conquien se casa en 1943, insiste con esta idea; en uno de suspoemas la nombra como “ángelnorahcustodio” y también“angelcustodio mío” (Girondo 399). Esta imagen la acom-pañará hasta su tumba; en un homenaje leído con motivode su muerte, Enrique Molina se refiere a ella diciendo:“Oliverio sólo podía amar a una mujer etérea. Norah erauna mujer éterea, vibrátil de pasión, con esa propiedad delaire de propagarse en ondas sutiles, cada vez más vastas”.Esta asociación con el nombre de Oliverio, aparece tam-bién al invocarla como la anfitriona de numerosos encuen-tros literarios. El mismo Enrique Molina, al referirse aambos como la pareja convocante de esas reuniones, usala palabra “Noraliverio” (Miguel 185).

Lo cierto es que las atribuciones angélicas de que lahacen objeto sus “estimados congéneres”, como ella losllama en sus discursos, cimentarán esta presunta inmate-rialidad que la acompaña desde su adolescencia. Por eseentonces, un entorno familiar favorable propicia su acer-camiento a los vanguardistas, aunque bajo una vigilantemirada materna. En el caso de Borges la unen lejanoslazos de parentesco; como él, otros intelectuales sesuman a las tertulias literarias que se organizan en casade la familia Lange. Frente a ellos y a su familia, la autoracomienza a leer en público sus primeros poemas. Comobien señala Beatriz Sarlo en Una modernidad periférica,la poesía escrita por Lange es “la poesía aceptable de unaniña de familia que publica su primer libro”(75).

En sus tres libros de poemas, el tema central es elamor, pero presentado desde una óptica más ligada a loespiritual que a lo sensual, a lo religioso que a lo erótico.Esto resulta más claro sobre todo en los dos primeros, Lacalle de la tarde y Los días y las noches, en los queaparecen imágenes tales como: “un rosario de miradas”,“el rosario de tus besos”, “el crucifijo santo de tu recuer-do”, “la noche como plegaria”, etc. En estos poemas, lasformas compositivas de la estética ultraísta funcionan,tal como lo señala Sarlo, como una especie de máscara“para la expresión de sentimientos peligrosos: alejan elamor, lo deserotizan. . . [y le permiten] despersonalizarsey desmaterializarse” a fin de respetar los límites que lefija la sociedad de su tiempo en cuanto a la expansión desus sentimientos amorosos (75).

Esa poesía aceptable, que se permite innovacionesen lo formal pero que en el contenido respeta las conven-ciones sociales y morales de su tiempo, le permite ganarseun lugar casi exclusivo en la vanguardia argentina de

aquellos años. En relación con el proceso de transforma-ción que sufre el campo intelectual hacia 1910 y que llevaa la constitución de la vanguardia argentina, en su obraEnsayos argentinos, Sarlo y Altamirano señalan la persis-tencia de algunos rasgos tradicionales tales como “laimportancia que conserva todavía en los episodios deiniciación literaria el sistema de las relaciones familiares;los límites impuestos por la represión moral y las conve-niencias sociales”(132).

Resulta, pues, coherente que al reconocimiento delos méritos literarios de Lange se superponga siemprealgún plus destinado a justificar su presencia en el am-biente intelectual: ya sea como ángel, como anfitrionade las reuniones vanguardistas, o como musa del ultraís-mo. Hacia 1930, el crítico Néstor Ibarra llega a decir deella “en todo caso, el ultraísmo necesitaba una mujer”(Miguel 100). De hecho, es la única mujer en la lista decuarenta y seis poetas que integra la Exposición de laactual poesía argentina, publicada en 1927. En esa oca-sión, Norah Lange cierra la presentación que hace de símisma diciendo: “Algo que no debo olvidar: tengo vein-te años” (170).

Creo que hay muchas cosas a tener en cuenta entorno a esos emblemáticos veinte años de Norah Lange.Momento de cambios, de nuevas experiencias, de crisisque se reflejarán en la escritura de entonces. A esa edadconoce personalmente al poeta Oliverio Girondo conquien iniciará una relación que muchos años despuésculminará en matrimonio. Veinte años tiene Mila, laprotagonista de Voz de la vida, veinte años tiene Ingrid,la protagonista de Cuarenta y cinco días y treinta marine-ros. La temática de ambas novelas no podía encontrarcabida en la poesía que la autora había escrito hasta esemomento. Sus posibilidades expresivas encuentran frenoen las convenciones, y entonces decide experimentar en elterreno de la prosa, que por ese entonces estaba reservadocasi exclusivamente a la escritura masculina. El géneroepistolar, sin embargo, resulta una vía más aceptable queotras para que una mujer escriba prosa. Y además, ese “yo-epistolar” permite la exploración de otros aspectos de lasubjetividad que le están vedados al “yo-lírico”.

El rumbo de la vozVoz de la vida es una novela epistolar compuesta

por treinta y un cartas que Mila dirige a Sergio, su amadoque está en Europa donde finalmente se casa con otramujer. Al descubrirlo, Mila se casa con un amigo deSergio, al que luego decide abandonar para seguir a suamado. En esta decisión final de la protagonista seadvierte un gesto de ruptura frente a las convencionessociales y morales de su época. Si en la poesía de Langees posible reconocer, tal como señala Delfina Muschietti,empleando palabras de Borges, un “sujeto en la esperadel querer ”,4 esto es un sujeto femenino que respondea la convención, podemos decir que en Voz de la vida hayun movimiento de subversión pues lo que surge es unsujeto en Ala busca” del querer, un sujeto femenino quedecide y actúa en función de su deseo. Desde este punto

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de inflexión, me interesa leer las marcas autobiográficasa las que hice referencia.

En principio, “la musa del ultraísmo” se hallabasujeta aún a los controles maternos, precisamente acausa de su edad y de lo que se entendía como conve-niente para una joven de familia burguesa. Tal como seha señalado, sobre ella pesan las convenciones: la intelec-tualidad de la época, compuesta en su mayor parte porhombres, aprueba una poesía deserotizada que la consa-gra como poeta ángel. El contacto con esa intelectuali-dad se da en las reuniones que se celebran en su casa,bajo una vigilante mirada materna. A Lange no le estabapermitido participar de reuniones nocturnas fuera de sucasa. El hecho en sí mismo, es algo más que una anécdota.A Oliverio Girondo lo conoce, de día, en un banquete alque su madre le permite asistir en compañía de suhermana y un amigo de la familia. Según parece, laatracción entre ambos fue mutua e inmediata. La rela-ción que entonces se inicia atravesará diferentes etapas,pero pasarán varios años hasta que decidan vivir juntos,y mucho después casarse. La etapa que estamos conside-rando es, cuando menos, incierta con respecto al cursoque esta relación puede llegar a tomar.

En mi lectura de Voz de la vida, establezco una seriede correspondencias entre los personajes de Mila y Sergiocon respecto a Norah Lange y Oliverio Girondo. Entre losnombres Sergio/Oliverio advierto, incluso, una corres-pondencia fonético-vocálica. El nombre del amado es untema recurrente en la obra de Lange. La serie de treintay un cartas del libro (todas son de Mila a Sergio) apareceenmarcada por dos poemas, “Tarde que fue encuentro”y “Verso final para su recuerdo que irguió mis lágrimas”,que reaparecerán en El rumbo de la rosa (1930), el últimolibro de poemas de Lange, publicado luego de estaprimera novela. En el primero de estos poemas ya seadvierten diferencias con respecto a su poesía anterior,hay una carga de sensualidad mayor y no se elude hablarde ciertos contactos corporales, como el de un beso: “Tus

labios pusieron sunombre en losmíos./ Tu nom-bre! Palabra re-dondeada comoun beso / quequiebra todo sue-ño. . .” (10, énfasis

mío). En principio,es posible asociar esta

“palabra redondeada”,con un nombre como el

de Oliverio que co-mienza y termina con“O”, pero además po-

demos pensar en las for-mas de aludir al nombre de

Oliverio que Norah Lange utiliza-rá años después, en algunos de sus

discursos de homenajes y banquetes, lue-

go publicados bajo el título de Estimados congéneres, porejemplo: “el nombre resonante de Oliverio Girondo” (61);“tañente nombre” (68), “advocación sonora” (71). Y porúltimo, el ejemplo más claro para la correspondencia queestablezco, es: “Basta pronunciar el retumbante y redon-do nombre de este poeta auténtico” (26, énfasis mío).Partiendo también de estos ejemplos, Mizraje analiza dostópicos que aparecen en Lange relacionados con la seduc-ción que sobre ella ejercía el nombre de Oliverio y su voz.

Nombre y voz del amado (Sergio/Oliverio) serántemas recurrentes en Voz de la vida. Basten algunosejemplos: “He ennoblecido mi trayecto con tu solo nom-bre. Nombre … dicho despacio, en las horas muertas”(34); “tu nombre erguido sobre pesadez de otros nom-bres que pudieron haber sido, y el deseo enciéndeseentonces paulatinamente hasta consumirme en una fie-bre de abrazo que solo para ti ha nacido” (37); “lapujanza de tu voz me impuso la debilidad de seguirte”(39-40), “desde que te fuiste, la vida me ha sido unaansiedad larga y afiebrada, de noche insomnio y de díacavilación con un solo nombre” (77). El tema del nombredel amado aparece incluso en un libro anterior. En Losdías y las noches, hay un poema titulado precisamente“Tu nombre”. En Una modernidad periférica, BeatrizSarlo -que en su análisis se limita a la poesía de Lange, sinconsiderar Voz de la vida- ha sugerido que probablemen-te se refiera al nombre de Oliverio, aunque resta impor-tancia al hecho en sí. Creo, en todo caso, que la probabi-lidad de esta correspondencia estaría dada por el hechode que Oliverio Girondo ya era conocido públicamentepor sus poemas y por su participación en Martín Fierro.Cuando se publica Los días y las noches (1926) Lange aúnno lo había conocido personalmente, aunque probable-mente ya se sintiera atraída por él. Dice en el poema “Tunombre”: “lo he dicho despacio”, “lo he visto escrito”,“lo he rozado con mis dedos”, “Tu nombre, / tan frescoy nuevo” (47-48).

Como Sergio en Voz de la vida, también Oliveriotenía previsto un viaje a Europa que realiza poco despuésde conocer a Norah. Si bien su estadía será prolongada,se ve forzado a interrumpirla a poco de haber salido delpaís, debido a la muerte de su padre.5 Lo cierto es quevuelve a Europa, de donde regresará en 1930. MaríaEsther de Miguel hace referencia a una amante queOliverio tenía en París, relación ésta que duró muchosaños. Se trate de ella o no, creo que el “fantasma” de otramujer era perfectamente imaginable, teniendo en cuen-ta el tiempo y la distancia que los separaba. Las cartas,prácticamente diarias -como las de Mila-, que N.L. dirigíaa O.G. habrían intentado contrarrestar esta situación. Eneste sentido podríamos establecer nuevas corresponden-cias: 1. la amante que Sergio/Oliverio tiene en Europa; 2.la muerte de la madre de Sergio y la muerte del padre deOliverio; 3. la aceptación inmediata de Sergio por partede la madre de Mila, asociada con el hecho de que luegode conocerse en el banquete, Oliverio asistirá a una de lastertulias en casa de Norah, acerca de lo cual hay testimo-nios de la buena impresión que causó en su madre y

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viceversa. Por último, muchos años después, en la entre-vista concedida a Beatriz de Nóbile, la misma Langereconocerá, que escribió Voz de la vida siguiendo unasugerencia de Oliverio, a quien dirigía sus cartas casidiariamente (al igual que Mila con Sergio). Volveré sobreeste punto más adelante.

Desde la escritura de Voz de la vida son varios losdesafíos que se plantea Mila / Norah: desafiar las conven-ciones sociales y salir en busca del amado, siguiendo elpropio deseo; desafiar las convenciones estéticas parahablar de ese deseo, del amor experimentado a través deun registro corporal, no meramente espiritual; en defini-tiva, dejar de ser el ángel que todos quieren que sea. Enla novela, Mila / Norah se debate entre las voces entensión que resuenan en su conciencia. La voz del deseo,su propia voz, en diálogo con el amado, se le revela a éstecomo “la voz que tú ya bien conoces” (66). La voz delmandato, en cambio, se hace presente fundamental-mente en la voz de la madre de Mila, aunque tambiénson escuchadas en el mismo sentido las voces del esposode Mila y la de todos los demás.

La voz de mi madre indicóme el trayecto, que herecorrido desde entonces, y que tiene una sola pala-bra: restricción . . . Y triunfaron, por fatalidad que aúnme duele, las voces maternas que me señalaron unrubor en la entrega.) Por qué entonces no me hicieronentender mi posición?) Por qué todos callaron?) Yporqué tú multiplicaste tus caricias hasta que la res-tricción era en mí una lucha apretada y lenta por noir hacia el final, en una totalidad que aún hoy nolamentaría? (29-30, énfasis mío).

[...] mis brazos rodean, en su imaginación, a esehombre que eres tú, y a quien yo no supe serrealización cuando se hallaba cerca (52)

Lo que surge como posibilidad de realización deldeseo es salir en busca del amado, que es lo que Milafinalmente resuelve hacer. Más aún, lo que se reprocharáa sí misma es no haberse entregado a Sergio antes de supartida, desoyendo la voz de su deseo y de su amor, paraobedecer la voz materna, la voz que le impone restriccióna ese deseo. La presencia de la voz materna como man-dato y como impedimento se hace oír una y otra vez. Confrecuencia, Mila suele nombrar a su madre como A lamadre”, sin marca de posesivo, hecho curioso si se tieneen cuenta que Norah y sus hermanas al hacer referenciaa “su madre” la nombraban simplemente como “Ma-dre”. Mientras Mila planea su viaje para ir al encuentrode Sergio dirá: A Mi madre ignora el motivo de mi viaje”(93). También Lange planea un viaje a Europa que llevaráa cabo poco después. Los motivos, en principio, son otros:visitar a su hermana en Noruega y a unos parientes enInglaterra. Curiosamente, a pesar de su correspondenciatan fluida con Oliverio, el encuentro entre ambos no seproduce. Incluso llama la atención que en éste, su primerviaje a Europa, Lange no visite París -por aquel entoncesvisita obligada para intelectuales y artistas- tras habersido invitada allí por su amigo, el vizconde de Lascano

Tegui.6 En todo caso, no sería demasiado aventuradosuponer que si bien Mila abandona finalmente la restric-ción y da un paso más, Norah, en cambio, se mantiene enel estadio previo y ficcionaliza esta posibilidad a través deMila. La contradicción parece reflejarse en un oxímoroninteresante que aparece en la novela: “Mi querer sevuelve hacia adentro, para meditarte desde hoy comouna prohibición voluntaria” (79).

Creo que en la relación conflictiva que Mila estable-ce con el mandato materno, puede leerse la propia crisisde la autora, que ve la imposibilidad de expresar yrealizar su deseo amoroso, su deseo sexual, ante lasrestricciones que este mandato impone en la realidad yante las restricciones estéticas que debe observar laautora ángel. Es precisamente en la escritura de la noveladonde es posible realizar lo irrealizable, y es posibletambién exorcizar los miedos, las angustias, para darrienda suelta a los sentimientos y al propio deseo, no sóloen relación con el amado, sino con la propia independen-cia. El trayecto que Mila decide seguir es finalmente unodiferente al recorrido hasta entonces, al que la voz delmandato le indicaba como el correcto. Mila abandona la“restricción”, transgrede. Mila se permite lo que NorahLange no puede permitirse en lo inmediato. Mila conocea Sergio en una fiesta, es de noche, vuelven solos demadrugada; tras la partida de Sergio, Mila se va a vivirsola a un departamento del centro. Podríamos pregun-tarnos incluso si no hay una suerte de desplazamientoentre el deseo de acallar la voz materna y la muerte de lamadre de Sergio que aparece referida en la novela. Elmaterial de la propia experiencia aparece ficcionalizado,sustrayéndose al control materno, a los mandatos, a lasconvenciones sociales, morales y estéticas. Difícilmente,la autora hubiese encontrado espacio para manifestartodo esto en su poesía. La prosa –más alejada de lo quela convención acepta como marca de lo femenino–,ofrece, en este sentido, más posibilidades; le permitedistanciarse del yo-lírico de sus poemas. El empleo de unyo-epistolar le permite ficcionalizar su presente biográ-fico y a partir de ahí todo es posible, todo está permitido,y la propia voz no encuentra barreras. Mila dirá “Mi vozderrota cualquier miedo” (93). También ella ha escritoversos y al leerse a sí misma encontrará cerradas susposibilidades expresivas. Dice Mila/Norah “Quedo per-pleja y absorta ante tanto verso inútil y mentido” (31).

No obstante, en este rumbo que parece quererbuscar su voz, Lange publicará su último libro de poesíaEl rumbo de la rosa (1930). Luego aparecerá Cuarenta ycinco días y treinta marineros (1933) novela en la quetambién es posible leer marcas autobiográficas. Son casiobvias las coincidencias entre Ingrid, la protagonista, y laautora, empezando por la edad y siguiendo por el hechode que el destino final de su viaje es Noruega, y que Ingrid/ Norah se embarca en un barco de carga, con lo cual esla única mujer acompañada por unos pocos pasajeros ypor una tripulación eminentemente masculina. Estascircunstancias generan muchas escenas de seducción. Talcomo señala Muschietti en “Mujeres: feminismo y litera-

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tura” aquí tampoco la protagonista es “el sujeto-que-espera representado en sus textos poéticos” (147). AdrianaRosman-Askot señalará ciertas coincidencias entre lasdos novelas en las cuales “avizoramos una ruptura a niveltemático y semántico de lo considerado tradicionalmen-te femenino en la época” (Aspectos 87).7 Lo notable esque ni Voz de la vida ni Cuarenta y cinco días y treintamarineros pasaron a formar parte del canon. Las razonesque ha dado la crítica -especialmente la que aparecepróxima a su publicación- tienen que ver, en general, consu escaso valor estético.

La prosa evaporadaCuarenta años después de la publicación de Voz de

la vida, cuando la prosa de Lange ya había tomado otroscaminos y había sido premiada y reconocida, la autoraevoca esa novela en una entrevista y dice:

Yo escribía muchas cartas. Me gustaba hacerlo ycreo que no eran malas. Sobre todo las que le mandabaa Oliverio. Una por día. Por eso es que me decidí a escribirun libro epistolar que ahora retiré de mi registro. Comonovela era muy mala. (. . .) Oliverio me aconsejó queescribiera este libro. Yo lo hice, pero después me pareciómuy malo. Evar Méndez, que era tan bueno y generoso, nobien leyó lo que había escrito lo publicó. Tuvo algunascríticas favorables, con no pocas alabanzas. Eso es unagarantía de que era malo. Realmente lo era. Por eso hoy noestá en ningún fichero (Palabras con Norah Lange 18).8

Así pues, si la obra pasó a estar no sólo fuera delcanon sino también fuera de circulación, no se debió sóloa la repercusión escasamente favorable que tuvo en lacrítica, sino a la propia decisión de la autora. Otro tantoocurre con Cuarenta y cinco días aunque, con respecto aesta novela, Lange reconocerá haber alcanzado otronivel en su escritura

Es un libro superficial, también fue a parar al cajónde los deshechos. . . [aunque] para mí fue un entrena-miento. Me divertí muchísimo mientras lo escribía, pero,sobre todo, me daba cuenta de que empezaba a hacercon el idioma lo que quería (Palabras 18, énfasis mío).

La pregunta surge inevitablemente: qué es lo quequería hacer Lange con el idioma en esa etapa inicial desu prosa. Lo que se observa, en todo caso, es un intentode escribir fuera de las restricciones. En palabras de uncrítico de la época “está jugando con fuego”. En la revistaNosotros, Juan B. González afirma a propósito de Cua-renta y cinco días

ha sido realizada con maestría indudable. NorahLange se propuso novelar un momento de tormentay no temió desencadenar todos los vientos. Mas siella llegó a puerto, tan airosa como Ingrid, sinmancilla a pesar de la jauría de a bordo, no nosparece recomendable el camino que a muchos con-duciría al naufragio. Como su heroína, la autora hajugado con fuego, diremos usando un símil vulgar,y no se ha quemado. Otros, en cambio, se abrasarían(Palabras 77, énfasis mío).

Entonces, se le perdona este “desliz” por ser quiénes, pero por eso mismo, se la conmina a retomar la buenasenda de lo convencionalmente aceptado, y a clausurarel camino iniciado con riesgo de naufragio, camino que,por otra parte, podrían seguir muchos otros (o más bien,muchas otras).

Al comienzo de este trabajo afirmé que las atribu-ciones de angelicalidad a partir de las cuales comienza aconstruirse la imagen de la autora habían estado ligadasde manera indisoluble a su consagración en el campoliterario, y que, en alguna medida, Lange se sirve de esteimaginario para representarse a sí misma como autora.En tal sentido, si sus dos primeras novelas resultan desca-lificadas por ella misma y por la crítica desde su valora-ción estética, cabe preguntarse si no merecen ser resca-tadas en función de analizar su relación con las conven-ciones, que se torna conflictiva justamente a partir de lairrupción de otro imaginario femenino que las subvierte.

No obstante, en líneas generales, la crítica ha prefe-rido considerar estas novelas desechadas por la propiaautora como una etapa que fue, de algún modo, supera-da por otras. En su artículo “Dos proyectos de vida”,Sylvia Molloy caracteriza esta etapa en la producción deLange como “una primera etapa narrativa … que valesobre todo como período de entrenamiento” que antici-pa a Cuadernos de infancia, la “ficción perfeccionada”(285). También Delfina Muschietti en “Mujeres: feminis-mo y literatura” al referirse a Voz de la vida hablará de“intento fallido de cambio en la escritura” (146-147),aunque advierte un vuelco en Cuarenta y cinco días: “unnuevo proyecto de escritura en el que los géneros colo-quiales son manejados sin restos de la retórica románti-co-modernista, inaugura la prosa de la novela modernapara la literatura escrita por mujeres en Argentina” (147).Por su parte, Francine Masiello en “Texto ley, transgre-sión” toma la década de los años veinte como “un momen-to en que la identidad femenina se convierte en tema deamplia discusión … [considerando] cómo la escritura fe-menina resiste y transforma las premisas del discursonarrativo vigente” (807-08), y señala, precisamente, el casode Norah Lange como una de las escritoras “que ofrecenun paradigma de resistencia feminista que rige hasta elmomento actual” (807-08). Sin embargo, de modo inexpli-cable, en su análisis, Masiello deja de lado los textos queLange escribe precisamente en esos años y utiliza comoejemplos otros que corresponden a la prosa canónica de laautora: Personas en la sala (1950) y Los dos retratos (1956).

Con respecto a la posible lectura autobiográfica, alreferirse a Voz de la vida y a Cuarenta y cinco días, AdrianaRosman-Askot sostiene que ambas novelas “se nutren dehechos de su vida” (Aspectos 94). Otras posibles correspon-dencias han sido señaladas por la crítica (Miguel, Mizraje,Rosman-Askot), aunque creo que este enfoque no ha sidolo suficientemente profundizado, mientras que Cuader-nos de infancia es aceptado como el texto biográfico porexcelencia, el que Lange presenta como tal, el que alude aepisodios de la niñez y de la adolescencia, anteriores a susveinte años. Si partiéramos también de un pacto de lectura

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autobiográfico para Voz de la vida y para Cuarenta y cincodías, sería aplicable un criterio similar al que Molloy propo-ne para Cuadernos de infancia, cuando dice que la autora“modifica sistemáticamente el nombre de los personajes alo largo del libro. Mantiene la anonimidad del yo autobio-gráfico” (Acto de presencia 172).

Me interesa detenerme en este aspecto autobiográ-fico para hacer algunos señalamientos. El género auto-biográfico, que ha despertado un interés creciente en lacrítica durante las últimas décadas, suscita distintos inte-rrogantes, por ejemplo: “¿cuándo es una lectura, y no yauna escritura, la que determina el carácter autobiográfi-co de un texto? . . . ¿cómo posicionarse en los casos en queun escritor expresamente rotula como ‘autobiográfico’ aalgunos de sus escritos, mientras que no lo hace con otrosde neto valor autobiográfico?” (Juan Orbe 10). Es JamesOlney, tal vez, quien mejor ha analizado el carácterelusivo del género, la dificultad que supone fijar suslímites, y de qué manera el foco de interés de la crítica haido cambiando con respecto a la autobiografía segúnrecayera en alguno de los tres conceptos que constitu-yen el término: autos (yo) / bios (vida) / grafé (escritura)(Olney 4-5). Tomando en cuenta que en las últimasdécadas la deconstrucción de la idea de autor abrió,en gran medida, un campo para los estudiosfeministas, Janice Morgan analiza la es-critura de mujeres en el siglo XX, toman-do en cuenta precisamente el problemade la autobiografía como ficción:

For as the paradigm has shiftedto privilege the relationship between‘autos’ and ‘graphe’, a new kind ofautobiographical writing has come intobeing –a writing neither whollyautobiographic nor wholly fictional, but rather aprovocative blend of both– hence, the use of theterm autobiographical fiction. (5)

Tanto Morgan como Olney reconocen el artículopublicado por Georges Gurdof en 1956, como el iniciadorde esta línea de análisis, a partir de la cual toda literaturapuede ser considerada en algún aspecto como autobio-gráfica. En palabras de Olney

[...] if autobiography fails to entice the critic intothe folly of doubting or denying its very existence,then there arises the opposite temptation (or perhapsit is the same temptation in a different guise) to arguenot only that autobiography exists but that it aloneexists –that all writing that aspires to be literature isautobiography and nothing else. (4)

No obstante, para ser justas, debemos reconocerque es Borges quien en 1926, treinta años después,afirma: “Este es mi postulado: toda literatura es biográ-fica, finalmente” (El tamaño, 128).9 Es precisamentedesde este planteo de lo ficcional ligado a la idea de unasubjetividad que se construye desde la escritura queconsidero problemática la cuestión autobiográfica en la

prosa de Lange, especialmente al considerarla en térmi-nos prospectivos, más que retrospectivos, tal como ya heseñalado. Volviendo a Cuadernos de infancia considera-do como el texto biográficamente aceptable, y el queinaugura la prosa “consagrada” de Lange (Primer Pre-mio Municipal de Literatura 1937, tercero nacional),Molloy hace un señalamiento interesante

La favorable acogida de Cuadernos de infanciabien puede haberse debido a la política cultural másque a los méritos reales del libro: fue intento, pocosutil por cierto, de amansar a la excéntrica y un tantoescandalosa Lange y colocarla en un sitio más respe-table. Al fin, para los críticos, Cuadernos de infanciaubicaba a Lange en terreno más adecuado a lasensibilidad femenina; al fin narraba una historia“segura”, la de la infancia, alejándose de los temasespinosos (casi siempre de tipo sexual) que anterior-mente habían provocado hostilidad (178-79).

En suma, ninguna de las dos novelas que aquíestamos considerando respondía a la política cultural de

ese momento que, por el contrario, desalentaba estetipo de iniciativas. Lange “entendió” el mensaje ycomenzó a perfeccionar su prosa dentro de unimaginario permitido. El período de crisis con lasconvenciones de su época ha quedado de algunamanera diluido desde la perspectiva de la prosaque la consagró, y, a lo sumo, se lo ha visto, comoperíodo de entrenamiento para la prosa quevino después y que ya no vuelve a entrar en

conflicto con ese imaginario. Nuevamente, elcuerpo, el deseo, quedan fuera de la escritura.

Entiendo que en las valoraciones de la obra deLange y en las incorporaciones al canon, inclusive, lacrítica reciente ha permanecido excesivamente fiel a estaimagen de la “autora-ángel” alejada de la libre expre-sión de su deseo, en cumplimiento de las convenciones.Creo que ello se debe, en gran parte, al desarrolloulterior de los acontecimientos, el “happy end” del quehabla Sarlo en relación con la historia individual deNorah Lange. De ese modo, lo que probablemente hayasido un período de incertidumbre acerca de cuál podía serel futuro de su historia amorosa, de qué cosas se estabanponiendo en juego, cuáles eran los riesgos de desafiar lasconvenciones, quedó de alguna manera borrado. “Borra-do” que justamente señala Sarlo como una característicapropia de la poesía de Lange destinada a lograr un efectode desmaterialización. “Borrado” que, según creo, ha sidoaplicado en gran medida a la lectura de su prosa. Así,retomando el epitafio irreverente que le dedican losjóvenes de Martín Fierro, podríamos decir que no sólo suverso se evaporó, también algo de su prosa, esa que losángeles no pueden escribir.

Notas*Con algunas modificaciones, este trabajo fue presen-

tado en la IX Conferencia Internacional de la AsociaciónFemenina de Literatura Hispánica, «Imaginarios femeninos:

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heterosexualidad(es), bisexualidad(es), lo lesbi-gay,transexualidad(es), transformismo, travestismo, sororida-des, post-sexualidades». Arizona State University, septiem-bre de 1998

1Norah Lange tuvo -como tantos escritores de su época-el correspondiente epitafio en vida, que los jóvenes de larevista Martín Fierro se permitían escribir a sus contemporá-neos, en tono humorístico e irreverente, como una muestramás de la desacralización del arte que llevó a cabo lavanguardia. Acerca de la firma del epitafio, dice M. G.Mizraje: “S.G.: satíricamente inferible: Santiago Ganduglia”.(Norah Lange. Infancia y sueños de walkiria, nota 2, p. 14).

2Molloy señala coincidencias en tal sentido entre lasfiguras de Norah Lange y de Delmira Agustini. Véanse: “Doslecturas del cisne: Rubén Darío y Delmira Agustini” y “Dosproyectos de vida: Norah Lange y Victoria Ocampo”. En esteúltimo artículo, Molloy afirma que “Con frecuencia el endio-samiento o la teatralización del personaje de la escritoracontaminan -y más de una vez suplantan- la recepcióndirecta de su obra. . . El fenómeno no es privativo del Río dela Plata” (nota 25, p. 290)

3El acápite ya no aparece en 1927 cuando el poemavuelve a ser publicado en la Exposición de la actual poesíaargentina (1922-1927). He tomado los ejemplos de lasrecopilaciones que hacen principalmente María Esther deMiguel, y también de María Gabriela Mizraje, con excepcióndel de Enrique Molina, aportado por Sylvia Molloy. Mepertenece el señalamiento de la correspondencia fónicaLange-ángel, tomada del poema de Córdova Iturburu.

4En su análisis, Delfina Muschietti no se refiere sólo aNorah Lange, sino también a Nydia Lamarque.

5El 12-12-1926 en la revista Martín Fierro aparece anun-ciada la partida de Girondo. El 28-3-27, la muerte de su padre“que hizo torcer sus planes de larga permanencia allí, y seconsagra ahora a sus asuntos particulares y al estudio,retirado por el momento de las actividades artísticas”(Miguel121). Según M. E. de Miguel, no hay datos acerca de sidurante esta permanencia transitoria en Argentina se viocon Norah Lange.

6M. E. de Miguel aporta esta información y ademásobserva: “París era París pero era también Oliverio Girondo.Norah dijo que no. Y no fue. Años después daría ciertasrazones: >Afortunadamente no fui. Creo que no hubierafavorecido a mi espíritu el clima de bohemia.=. . . suena aexcusa. Más bien puede suponerse que Norah teme elencuentro con Oliverio, sin Madre y sin las hermanas. . .[o talvez el hecho de que Oliverio tuviera una amante estable enParís]”(134-35).

7En otro trabajo más reciente –”La mise en scène de laescritura: la obra narrativa de Norah Lange”– Rosman-Askott retoma esta línea de análisis. En ambos trabajos,resulta valiosa su recopilación de testimonios críticos de laépoca con respecto a la obra de Lange, que pueden ampliar-se con las obras de M. E. de Miguel y M. G. Mizraje.

8Más aún, podemos agregar que en la lista de “Obras dela Autora” que aparece en la edición de Estimados congéne-res de 1968, aparecen los libros de poemas y la lista de obrasen prosa se inicia con Cuarenta y cinco días y treinta marine-ros, la obra que siguió a Voz de la vida, novela que decidida-mente se excluye.

9La cita – que me fueprovista por S i l v a n aMeta– corres- ponde a unartículo de 1926, “Pro-fesión de fe li- teraria”, in-cluido en El tamaño demi esperanza.

BibliografíaBorges, Jorge Luis. El tamaño de mi esperanza. Buenos

Aires, Seix Barral, 1993.—, Prólogo. La calle de la tarde de Norah Lange. Buenos

Aires, Samet, 1925.Miguel, María Esther de. Norah Lange, Buenos Aires,

Planeta, 1991.Girondo, Oliverio. Obra. Buenos Aires, Losada [1968]

1993.Gusdorf, Georges. “Conditions and Limits of

Autobiography”[1956]. Autobiography. Essays Theoreticaland Critical. James Olney, ed. Princeton, 1980, PrincetonUniversity Press. 28-48.

Lange, Norah. La calle de la tarde. Buenos Aires, Samet,1925.

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argentinas de vanguardia. Buenos Aires, Hachette, 1986.———, “Texto, ley, transgresión: especulación sobre la

novela feminista de vanguardia”. Revista Iberoamericana51/132-3 (Pittsburgh, 1985): 807-822.

Mizraje, María Gabriela. Norah Lange. Infancia y sue-ños de walkiria. Buenos Aires, Fac. de Filosofía y Letras, 1995.

Molloy, Sylvia. ADos lecturas del cisne: Rubén Darío yDelmira Agustini. La sartén por el mango. Encuentro deescritoras latinoamericanas. Eds. Patricia Elena González yEliana Ortega. Puerto Rico, Ediciones Huracán, 1984.

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La primera persona ha sido uno de los pilares sobre loscuales se ha elaborado una definición –ampliamenteaceptada– de la poesía lírica. Esta primera persona ha sidouno de los recursos más eficaces a la hora de dar voz aciertas máscaras, ciertos yoes, que no necesariamente sesabe coincide con la persona del o de la poeta. Ejemplosclaros de un constante y variado uso de este procedimien-to resultan, dentro de la poesía argentina de las últimasdécadas, las obras de poetas como Alejandra Pizarnik,Mercedes Roffé y Diana Bellessi. En ellas, la tarea deescribir parecería (re)presentarse como un proceso detraducción. La poeta lee su propia representación, el “yo”poético, como una traducción, como una lectura más. Asíla reflexión de las diferentes figuraciones del “yo” poéticoque encontramos en sus obras se transforma en unareflexión sobre el poema mismo y sobre cómo la mujer oel cuerpo de la mujer se inserta dentro de la tradiciónliteraria.

Aun dentro de los márgenes de la poesía lírica, lafrecuencia con que se reitera el pronombre de primerapersona en la poesía de Alejandra Pizarnik es llamativo.Por un lado, Pizarnik niega la posibilidad de autorrepre-sentarse, pero por otro, la preocupación por lograrlo es unmotivo que encontramos a lo largo de toda su obra. Ladistancia entre el pronombre de primera persona y eldeseo de autorrepresentación pone en evidencia que, enla poesía de Pizarnik el acto de escritura es un proceso delectura. Si escribir es crear una figura, una representación,también es convertirse en lector/a de esa representación.En la primera etapa poética de Pizarnik encontramos unpoema como “La jaula” en que la reflexión sobre elnombre sirve para explorar nuevos modos de escritura. Ensu obra más madura como en Piedra de locura los diferen-tes sujetos poéticas, la reina loca, la niña, o la muerte, quepertenecen a la tradición poética del romanticismo, lospoetas malditos o el surrealismo, se retoman, reelabora-

das a partir de una retórica diferente a la del movimientopoético al que pertenecían, para explorar nuevos modode figuración.

La fragmentación de la primera persona se manifiestaen las diferentes representaciones textuales por las cualesel pronombre “yo” se devela como una traducción más,otra ficción textual, otra máscara. Sin embargo, el deseode presentar un “yo” unificado, existencial, será la huellaque esa primera persona dejará en todos esos desplaza-mientos.

Según Paul de Man, la autorrepresentación es unproceso de restauración, de alteración o “de-facement”(de Man 3). Desde muy temprano en la poesía de Pizarnik,ya en el libro Las aventuras perdidas de 1958, el motivo dela autorrepresentación es central: “Yo lloro debajo de minombre / yo agito pañuelos en la noche / y barcos sedientosde realidad / bailan conmigo” (36)1. La distancia entre el“yo” y el nombre cuestiona la firma, el sujeto autobiográ-fico, privilegiando lo figurativo. Beaujour ha definido el“yo” del autorretrato a partir de una “fórmula operativa”que, según él sería: “No le diré qué he hecho sino quiensoy” [“I won’t tell you what I’ve done, but I shall tell youwho I am”] (Beaujour 3), un procedimiento cercano a loque encontramos en la poesía de Pizarnik. A través de esosautorretratos Pizarnik construye una voz que se articula apartir de un variado repertorio de obsesiones y temores,que delimita una subjetividad atravesada por un excesode emoción, por el deseo incompleto y el rechazo de larazón y la lógica convencionales. Pizarnik escribe: “Hablocomo en mí se habla. No con mi voz obstinada en pareceruna voz humana sino la otra que atestigua que no hecesado de morar en el bosque”. A través de la creación deesta subjetividad, la primera persona configura y sostieneun sistema de escritura, lectura y traducciones, aun cuan-do, (o precisamente, en tanto) cuestiona y niega la posibi-lidad de autorrepresentarse más allá de lo simbólico, de laproliferación y dispersión del sentido.

La oposición entre “yo” y “mi nombre, alejandra”pone en cuestión la posibilidad de restaurar esa primerapersona, de dar vida a lo ausente. Sin embargo, es a través

La máscara dela primera persona entres poetas argentinas

1 Todas las citas vienen de Alejandra Pizarnik. Obras comple-tas. Poesía y Prosa (1981).

Marta López-LuacesNacida en La Coruña, M.L.-L. se doctoró enliteratura española y latinoamericana en laNew York University; es catedrática de laMontclair University (USA), poeta (Distancias ydestierros y Memorias de un vacío) y ensayista(El concepto de la infancia en tres escritoraslatinoamericanas).

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del nombre que se produce el tropo de la prosopopeya.Según de Man, el tropo de la prosopopeya, que enPizarnik se da a través del nombre propio, permite elmovimiento entre dos polos opuestos sin negar ningunode los dos, lo cual daría lugar, de ese modo, a la restaura-ción de la primera persona. Sin embargo, este procesoproduce una deformación, una alteración de lo que sedesea restaurar (de Man 75). Pizarnik expresa esta defor-mación como una herida: “mi primera persona / mi prime-ra persona del singular está herida” (153). Es desde estaherida, desde esta alteración del “yo” que Pizarnik escri-be. Esa herida perdura, entonces, como huella que el “yo”deja en sus diferentes desplazamientos y repeticiones:“Algo en mí no se abandona a la cascada de cenizas queme arrasa dentro de mí con ella, conmigo que soy ella yque soy yo, indeciblemente distinta de ella” (152). AsíPizarnik restaura a través de sus voces poéticas diferentesimágenes de la primera persona que habla simultánea-mente desde diferentes posiciones, cons-ciente de su triple función: leer, na-rrar, traducir.

A partir de los libros como Elinfierno musical y Extracción de lapiedra de locura, la primera per-sona se traduce en ciertos sujetosprovenientes de distintas tradi-ciones poéticas. Entre ellos, comoya he indicado, la de los poetasmalditos, y la estética surrealista:la niña fatal y la reina loca sonalgunos de esos sujetos. La identi-dad fragmentada, las diversas re-presentaciones del “yo” crean, porun lado, una multiplicidad de su-jetos poéticos, mientras, por otro,originan un deseo de unión, eldeseo existencial de un ser unifi-cado en una identidad única y estable que Pizarnik reco-noce como elusiva, cuando no imposible.

En El tapiz escrito bajo el heterónimo “FerdinandOziel”, Mercedes Roffé continúa esta reflexión, pero llevala pregunta por la autorrepresentación hasta el extremode cuestionar no sólo la identidad sino las categoríasmismas de “Autor”.

El tapiz, publicada en 1983, se cierra con un posfacio –atribuido a un tal “JRB”, sobre el hipotético autor de Eltapiz, Ferdinand Oziel, pintor judío nacido en Argelia en1876–, un libro cuya figura central sería una monja locaque borda un tapiz en honor a la Prostitución. En El tapiz,los límites entre el “yo”, el “él” y el “ella”, se borran, seentrecruzan, dando lugar a un doble travestismo. Latransgresión consiste en romper los límites de género,borrar las diferencias entre los distintos sujetos: “yo” y el“otro” –él, ella, Oziel, JRB, la monja–... Este borrar lasdiferencias genéricas (varones y mujeres) se conjuga en Eltapiz con la ruptura de los límites entre géneros literarios–prosa, poesía, ensayo, o hasta, como se sugiere en algúnmomento, meros bocetos, notas, apuntes de pintor–. Las

diferencias, así, entre literatura y pintura, entre pintura ybordado, entre artesanía y bellas artes, quedan igualmen-te borroneadas. A partir de todas esas “diferencias,” Roffécrea una historia que no se detiene hasta transgredir aunotros límites: a los límites entre lo que ha solido conside-rarse dos tradiciones literarias o culturales: una masculinay otra femenina.

En el Postfacio que cierra el libro, JRB nos dice que lapintura de Oziel fue alabada con vehemencia en Europaal principio de su carrera pero que, al cambiar radicalmen-te después de un viaje –por Latinoamérica, a partir del cualempieza a practicar un arte más miniaturesco, su obracomienza a ser duramente criticada–. Su arte no coincidecon las imágenes exóticas de Hispanoamérica en la Europadel siglo XIX y por eso mismo su arte será calificado degrotesco. Todo esto está mediado aun por otra máscara,la del crítico “JRB”, iniciales que coinciden con las de unode los más renombrados críticos del arte en la Argentina

de los 70 y 80. La poética de un pintor judío-argelino está enmarcada por la mirada

crítica de JRB, un crítico argentino quede algún modo se apropia y así rein-terpreta la obra de Oziel. El círculo secierra: un pintor judío argelino rein-terpreta las imágenes de Latinoamé-rica creadas por el siglo XIX europeo;cien años más tarde un crítico argen-tino reinterpreta esa interpretacióny se reapropia de sus representacio-nes.

El travestismo es múltiple: Roffé,poeta judía de origen marroquí naci-da en Sudamérica, escribe desde lavoz de Ferdinand Oziel, artista judíonacido en Argelia, quien narra lahistoria de una monja que borda untapiz. Al adoptar el tapiz y la máscara

de un pintor judío del siglo XIX, Roffé parece adoptar laperspectiva masculina que hace de la mujer un “otro”. Sinembargo, Roffé representa a la mujer como a la periferiade lo marginal, la mujer es lo “otro” del “otro”. JudithButler ha señalado que el género, mujer y varón, es unaperformance. Mercedes Roffé pone en evidencia los in-tersticios de esa performance.

La monja, que borda el tapiz sobre su propio hábito, yde la que no sabemos ni el nombre ni el origen, desde suanonimato y su silencio da lugar a que aparezcan diversasescenas y personajes. Oziel, que da vida a la monja, haceque ésta quede en el silencio, al igual que Roffé detrás dela máscara del pintor argelino Oziel. La mujer es lo “otro”que es temido y silenciado, pero también es lo deseado.Así la monja encarna los dos arquetipos occidentales de lamujer –la Virgen y la prostituta–. Pero como ese deseo yese miedo provienen de las constantes interrupciones yyuxtaposiciones, y la representación de un cuerpo siempreparcial, siempre desmembrado –de tal forma que resultaimposible recrear una representación unificada– pone enevidencia los vacíos –la falacia– de ese deseo de mujer. No

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podemos reconstruir ese cuerpo porque no podemosreconstruir el deseo más allá de los arquetipos impuestospor la tradición.

Sin embargo, el doble travestismo, consiste aquí enque una mujer que toma una voz masculina que a su veztoma la imagen de una mujer crea una transgresión por lacual se borran las categorías de género. A través de lasrupturas, vacíos y desplazamientos, se borran los límitesimpuestos entre los géneros literarios, entre los conceptosde arte culto y popular y de los géneros sexuales, cuestio-nando así las divisiones binarias que han sido la base delpensamiento occidental.

La representación del “yo” y del “otro” se enlaza conla representación del cuerpo femenino en Eroica (1988) deDiana Bellessi. En Eroica se explora la relación del cuerpode la mujer con la primera persona del poema lírico. Bellesipropone una alteración a la representación tradicional delcuerpo de la mujer en la tradición lírica, en donde se losuele representar como pasivo, como a la espera de un“yo”, un sujeto activo, le imponga un significado.

Cómo escribir, sin embargo, desde una primera perso-na, desde un yo que no delimite, ni imponga un significa-do al “otro/a”. Su solución es explorar los silencios, losvacíos, que ese cuerpo ha dejado en la tradición literariapara reconstruir un ser entre mundos, un ser en los bordes,un yo que también es el “otro”, y viceversa.

Es por esto que en este libro, al igual que en los librosde Alejandra Pizarnik y Mercedes Roffé, el cuerpo feme-nino se transforma por metonimia en cuerpo poético, elcuerpo como nombre común al que se le pueden darmúltiples significados. Así en Eroica el cuerpo femeninono sólo es un nombre común, un objeto deseado, sinotambién un cuerpo activo que desea y actúa, un cuerpoque contesta transformando las imágenes tradicionalesde la mujer.

Al querer transformar el cuerpo de la mujer, Bellesi seve forzada a transformar el “yo” enunciativo del poemalírico: “Me da de mí/Y al dármelo/da el dolor/violento/delotro” (39). El texto es un espacio donde se produce undesdoblamiento. El texto produce una imagen (otra) en lacual hay un reconocimiento, pero también un extraña-miento, producto de la distancia entre lo que es proyec-ción, en esa representación en el texto, en esa deforma-ción del “yo” y lo que es identificación. Por otro lado,también se reconoce la unión con el “otro”, en tantosujeto y objeto se unen bajo el mismo signo. Si la poesíalírica es parte de una tradición que ha hecho de la mujerun “otro”, la voz de esta primera persona es parte delobjeto, parte de la marginalidad de ese “otro” y tambiénes un “yo” que escribe y delimita al objeto.

Pizarnik niega la posibilidad de ser en el texto, DianaBellessi busca formas de acceder a una identidad literaria:“o acaso/instalarse/no en el ser/ materia, violenta saga/sino en/su lectura” (35). El “ser”, es una “lectura”, unaperformance más, parte de una interpretación, una rein-terpretación. Reinterpretar como modo de reapropiarsede las diferentes representaciones. Reinterpretar las imá-genes, mitos y arquetipos que nos llegan de la tradición:

pero para eso hay que hacer que primera persona, cuerpoy deseo se unan: “Tienta/la seda/del vacío/cerco/levantadoa lo insaciable/como alza un bailarín/con infinita gracia/surostro/tras una máscara” (81).

Tanto Pizarnik, como Roffé y Bellesi, parecen propo-ner que escribir es participar de un juego de máscarascomo modo de acercarse, precisamente, a un deseo queimplicaría la meta contraria, desenmascarar y desenmas-cararse; lograr, a través de la proliferación y el desmem-bramiento –de yoes, de máscaras, de cuerpos– la ruptura,o al menos el quebrantamiento de un sistema fosilizadopor la rigidez no sólo de un sujeto ideal unificado sinotambién por la inflexibilidad y jerarquización implícitas entoda dicotomía. Entonces, para estas poetas, escribir estraducirse y representarse en una imagen en la que todo“yo” y todo “otro” terminan siendo fantasmas literarios.

Trabajos citadosBeaujour, Michelle.

Poetics of the Literary Self-Portrait.

Trad. Yara Milos. New York, New York Univerity Press,1991.

Bellesi, Diana. Eróica. Buenos Aires, Libros de TierraFirme, 1988.

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[...........] La hora de lectura en voz alta era sagrada, lalectura en sí un rito: había que pararse bien derechita conel libro (forrado en papel araña verde o azul) abierto enla mano izquierda (o en la derecha si una era zurda,aunque en esos tiempos la zurdera era mal vista y se lacombatía denodadamente), sosteniéndolo por el lomo, ydar vuelta las páginas tomando con gran delicadeza lapuntita de arriba entre los dedos pulgar e índice de laotra mano. Nada de “orejas” en libros y cuadernos, esasfeísimas deformaciones que se producen con el uso en losángulos exteriores de las hojas: había que ponerles“orejeras”, que fabricábamos recortando las puntas delos sobres o con cartulina. Terminantemente prohibidoseñalar las hojas haciendo una orejita en el ángulosuperior derecho, para eso existían los marcadores. “Ellibro merece respeto, niñas, aprendan a cuidarlo”.

Yo los amo, los necesito, no puedo vivir sin ellos.Cuántas veces me quedo dormida con la mejilla apoyadaen el libro de turno o conservando la posición lectora,ojos cerrados y clavados en la página durante un buenrato todavía, como queriendo prolongar el placer. Tam-bién dialogo y discuto con el autor, le agradezco, lofelicito, lo trato de nabo, oralmente y por escrito, subra-yando y llenando los márgenes de comentarios.

Y, por encima de todo, la lectura es un pasaporte a lalibertad. Qué fácil escapar de la sordidez, del miedo, delos gritos... bastaba con abrir un libro o una revista parapenetrar en otro mundo donde una podía encontrarcompañeros de pena y llorar con ellos y las cosas casisiempre se arreglaban al final, como en las novelas de laradio. Pero también había risas y eso que llaman amor yhermosos paisajes... A veces son un poco largas las des-cripciones, me aburren bastante y cuento las páginas queme faltan, no es nada, igual me las tengo que leer porqueestán en el libro. Como cuando leí La Ilíada que la escribióun griego hace millones de años y es uno de los libros másfamosos del mundo entero, no entiendo bien por qué,pero lo dice la gente que sabe, que estudió en la secun-daria y después de doctor. Ahí me gustaron las peleasentre los dioses griegos que parece que eran bastantecamorreros, se llevaban como perros y gatos, igualitoque la gente, y tenían cada cual su barra; así se armó laguerra de Troya; la parte más brava es cuando a Aquiles

le matan al amigo, que lo llora más que si hubiera sido sumujer y se agarra una bronca bárbara, ahí nomás jura quelos va a reventar a todos los troyanos, hasta el último,sobre todo al Héctor que fue el asesino principal. Pero noes tan fácil ganarles a los de Troya, porque los ayudan losdioses de su partido –es medio como los peronistascontra los radicales, o si no cuando juegan Estudiantes yGimnasia, yo soy de Estudiantes igual que mi hermano–y entonces llega el astuto Ulises que tiene la idea delcaballo de madera con rueditas y dice: “¡Eureka! Lovamos a rellenar con soldados, se lo mandamos deregalo, después los muchachos nos abren las puertas dela ciudad y listo, cuando quieran acordarse estamosadentro, ellos duermen tranquilos y los liquidamos atodos”. Y así fue. Cómo habrá sido de grande ese caballo,más que un tranvía o un micro... Y qué sonsos lostroyanos, ¿no desconfiaron? Si los otros eran enemigos,¿cómo iban a hacerles regalos? Además, ¿para qué loquerían al caballo de madera? ¿para que jueguen lospibes? Pero hay partes en La Ilíada que te morís delaburrimiento, por ejemplo cuando el autor te nombrauno por uno a todos los que luchan en las batallas y tecuenta quién mata a quién y cómo; yo igual me las leí,aunque tenía muchas ganas de salteármelas; creo quesaltearse hojas de un libro es hacerle un desprecio alautor, mejor no lo empieces a leer y chau, nadie teobliga. Cuando uno abre un libro nuevo, sabe que puedeencontrar cualquier cosa adentro, es lo más lindo detodo.

La tan cacareada libertad de los himnos patrióticos,¿dónde está sino en los libros? O en el mundo de las ideasde Platón. Nos obligan a ser, a ser lo que somos y hasta loque no somos. Uno puede dejar de ser, única libertad,terrible consuelo. Pero para los cobardes está la evasióndel libro, puerta dorada, hostia del desesperado que sóloasí logra incorporarse al otro en una auténtica comu-nión.

Lo tomo, lo dejo cuando se me antoja, manejo eltiempo, avanzo o retrocedo, puedo empezar por el final,odio y amo sin amargura, pontifico sin aburrir a nadie,me equivoco sin consecuencias, comprendo... Todo esto,¿es posible en la vida que llaman real, con seres de carney hueso?

Lo cual me recuerda una escena genial de Los diosestienen sed, novela donde Anatole France describe con lalucidez, objetividad y sutil ironía habituales en él, loshorrores de los años que siguen a la Revolución Francesa;

* Ponencia para el II Encuentro Internacional de Escrito-ras de Rosario, 9-12 agosto 2000.

La lectura enamorada* Paulina JuszkoP. J. es novelista (Te quiero sola-mente pa bailar la cumbia y Es-plendores y miserias de Villa Teo)y ensayista: La mujer argentina yel humor [en prensa].

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en dicha escena el ciudadano Brotteaux –ex noble, exricachón e inveterado filósofo epicúreo– se borra total-mente de la cola eterna que está haciendo delante de lapanadería (el pan estaba racionado y te daban un men-drugo si tenías suerte), sumergiéndose en la lectura deldivino Lucrecio, cuyo De rerum natura viaja siempre en elbolsillo de su raído levitón, por lo que putas pudiere.

Y es por eso que, entre los personajes de mi infancia,David Copperfield, Don Quijote y Sancho, Sandokán elTigre de la Malasia (uno de mis mayores metejones), elpequeño vigía lombardo, las hermanas de Mujercitas,Jane Eyre, Tom y Huck, Tartarín de Tarascón, tienen tantao más realidad que mi vecinita Elvira o ese amigo de lacasa, el señor Antonio, que repetía invariablemente elfinal de sus frases en un decrescendo musical: “Y se lo dijoa ella... dijo a ella... a ella... sí, ella”. [...........]

(De Te quiero solamente pa bailar la cumbia, pp. 162 / 165)

La importancia de la lectura en voz alta también esdestacada en el Korán, que recomienda “un tono ni muybajo ni muy elevado: el timbre justo para ser oído portodos”.

Por otra parte, la palabra KORÁN significa precisa-mente “lectura”.

En esto me pasa lo mismo que con la cuestión delhuevo y la gallina: no sé si primero fue mi amor por loslibros o por su contenido. En el fragmento que acabo deleer ( de Te quiero solamente pa bailar la cumbia, miprimera novela) cuento cómo las monjas nos enseñarona respetar los libros; en mi caso, del respeto al amor huboun paso. Y hablo del libro como objeto físico, era comoestar enamorada del amor. Me fascinaban las bibliotecaspúblicas, en cuyos estantes se alineaban cientos de ellos,cada uno con su identificación en el lomo, a veces ensuntuosas letras doradas; y la otra, la de la etiquetitapegada, que a mi parecer afeaba porque nada tenía quever con la encuadernación.

Ya entonces me atraían los libros que no se ajustabanal formato habitual: los maxicomo el Tesoro de la Juventud envarios tomos o los mini como elque nos compraban para la Pri-mera Comunión, con sus tapasnacaradas, su cierre de filigrana ysus páginas satinadas. Sigo sin-tiendo debilidad por los libros-bijou que tienen guardasenmarcando el texto de cadapágina, letras historiadas al co-menzar el capítulo y una viñeta alterminar. Y ya es el delirio si es-tán encuadernados en tela o cue-ro, si los cantos son dorados o decolor y si traen una cintita deseda como marcador.

Cuánta curiosidad y regocijodespertaban en la infancia las

viejas ediciones de novelas ilustradas con grabados, quegeneralmente no coincidían con lo que se leía en lapágina frontera, porque adelantaban o atrasaban...

La presencia física del libro se hizo indispensable, seimpuso en mi entorno. En noches de insomnio basta conposar uno sobre mi corazón –aun sin abrirlo– paradesacelerar los latidos y relajar mi cuerpo.

Pero el sumum es cuando el libro reúne facha y alma.Y en general privilegiamos esta última, aunque venga enediciones baratas.

El lector/la lectora no es monógamo/a, no hay lecto-res fieles a un solo libro (sacando a los fanáticos religio-sos, que se limitan a la Biblia o al Korán). Somos incons-tantes porque los libros no cambian con el tiempo ynosotros sí. Hermann Hesse, que tantos consumidorestuvo entre los adolescentes de mi generación, releídodespués de los 40 nos pareció ñoño y discursivo.

Cada período tiene, por otra parte, sus tendenciasliterarias, que actualmente devinieron meras modas im-puestas por el mercado. ¿A quién se le ocurriría hoy leera Broch, a George Sand, a Rolland? ¿Cuántos lectorespueden haber tenido en la última década Bomarzo deMujica Láinez y La rosa blindada de González Tuñón?Arlt debe agradecerle un pasajero boom a su (moderada-mente) publicitado centenario.

Así que el enamoramiento depende de diversos fac-tores, internos y externos.

Igual que la gente, el libro puede ser objeto dedistintos tipos de amor:� amor a primera vista o coup de foudre: entramos

a una librería sin un propósito determinado, la vista sedetiene en un título atractivo de autor desconocido,leemos la contratapa y, sin dudar, lo compramos; comome pasó con Mejillones para cenar de Birgit Vanderbeke.� metejón, que nos impulsa a leer absolutamente

toda La comedia humana de Balzac, todo Ionesco, Borges,Cortázar o Gorodischer.� gran amor, el que dura toda la vida y que profesa-

mos a nuestros libros de cabecera, entre los que puedenconvivir armónicamenteCervantes, Alejandra Pizarnik yLeo Masliah; sonlibros que nosgusta releer más de una vez y lapiedra de toque del gran amor esla coincidencia – parcial o total –de lo que subrayaríamos en lassucesivas lecturas con lo que fuesubrayado en la primera.� amor idólatra, resabio de

una actitud adolescente; este tipode ídolos suelen fructificar enuno, para bien o para mal; unbuen ejemplo sería Federico León(entrevistado por Leticia Spinellipara Radar Libros), que cargaconsigo los libros de Dostoievskivaya donde vaya y “aunque nolos lea durante meses”.

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� amor razonable, suerte de matrimonio de conve-niencia: es el que nos inspira la mayoría de los clásicos.� transa extramatrimonial, con novelas policiales,

historietas o libros de humor.� amor-adicción de los que se sienten perdidos sin

algo nuevo para leer; los que necesitan leer en la cama,en el baño, en los medios de transporte, en las salas deespera, etc.� amor platónico sería aquel que no se concreta, ya

sea porque el libro no abunda en el mercado (OsvaldoLamborghini, Filloy, Murena), por falta de medios paraadquirirlo, por falta de tiempo, etc.

El amor por los libros también puede empujar aexcesos, tales como la apropiación indebida del objetode nuestro deseo. ¿Debe llamarse a esto robo o rapto?Depende de que consideremos al libro como cosa o comoalgo más. Yo prefiero hablar de rapto y que sea conaquiescencia de la otra parte. ¿No les sucedió nuncarecibir un mensaje silencioso del libro deseado: Llevame,quiero estar con vos? Esta clase de delito merece cienaños de perdón, igual que robar comida porque se tienehambre y no se la puede comprar. Todo lo cual no impide

que nos dé mucha bronca cuando los raptados sonnuestros libros. Inconsecuencias del ser humano.

Enamorarse de la lectura presenta las siguientes ven-tajas, además de las obvias:� el libro siempre está dispuesto, no histeriquea,

no le duele la cabeza.� no desconfía de uno.� ocupa poco espacio físico (salvo excepciones) y

se lo puede llevar a todas partes.� no nos exige nada.� nunca dice Vos ya no me querés, Estoy confun-

dido, Necesito aire, hagamos un paréntesis, ni pregunta¿Qué nos pasó...?

Desventajas: no hay. Resumiendo: el libro es cosaperfecta si las hay y la única sin la que no sabría cómovivir.

“Indispensable colchón del alma”, lo llama DanielPennac en su novela La pequeña vendedora de prosa,donde dos pillastres callejeros le encuentran un sentidoa la vida gracias a su amor por los libros y se dedican aalimentar “esa ilusión de humanidad” que ellos despier-tan en los humanos. Valga la redundancia.

Juan Fernando Ortega Muñoz: La eterna CasandraLaura Nuño Gómez, comp.: Mujeres: de lo privado a lo

públicoRosa del Olmo, coord.: Criminalidad y criminalización

de la mujer en la región andinaUrsula Pia Jauch: Filosofía de damas y masculina moralAnna M. Fernández Poncela: Mujeres, revolución y

cambio culturalJosé Manuel Casas Torres: La cuarta conferencia mun-

dial sobre la mujerMaría Isabel Calero Secall y Rosa Francia Somalo,

coords.: Saber y vivir: mujer, antigüedad y medievoAA.VV.: Mujeres uruguayas. El lado femenino de nues-

tra historiaVirginia Alfaro Bech y Lidia Taillefer de Haya, eds.:

Nueva lectura de la mujer: crítica históricaInés Calero Secall y María Dolores Fernández de la

Torre Madueño, eds.: El modelo femenino: ¿unaalternativa al modelo patriarcal?

Elizabeth Ettorre: Mujeres y alcohol. ¿Placer privado oproblema público?

Isabel Holgado Fernández: ¡No es fácil! Mujeres cuba-nas y la crisis revolucionaria

Aurora Marco a cargo de la edición: Estudios sobreMujer, lengua y literatura

Blanca Krauel Heredia, ed.: Las investigaciones sobrela mujer. Logros y proyectos

María José López Arminio, coord.: Tratamiento penalde la violencia doméstica contra la mujer

David Martínez López: Tierra, herencia y matrimonioAA.VV.: Autoridad científica y autoridad femeninaPaloma de Villota, ed.: Globalización y géneroMaría Begoña Villar García, coord.: Vidas y recursos de

mujeres durante el antiguo régimenMaría Dolores Verdejo Sánchez, coord.: Comporta-

mientos antagónicos de las mujeres en el mundoantiguo

Pilar R. Gil Tébar: Caminando en un sólo corazón: lasmujeres indígenas de Chiapas

Ann G. Thomas: Esa mujer en que nos convertimosLuz Sanfeliú: Juego de damas. Aproximación histórica

al homoerotismo femeninoArantxa Rodríguez, ed.: Reorganización del trabajo y

empleo de las mujeresMaría Dolores Ramos: Mujeres e historia. Reflexiones

sobre las experiencias vividas en los espacios pú-blicos y privados

María Josefa Porro Herrera: Mujer “sujeto” / mujer“objeto”) en la literatura española del siglo de oro

Dolores Ramos Palomo, coord.: Femenino plural. Pala-bra y memoria de mujeres

Carmel Pérz Beltrán: Mujeres argelinas en lucha por laslibertades democráticas

Helena González cuida la edición: Violencia de génerocontra las mujeres. Situación en Venezuela

Corrientes 1743 • 1042 Buenos AiresTel.: 4374-7501 • Fax: 4375-3600e-mail: [email protected]

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El lugar común es aquello a lo que recurre el lengua-je en el doble estándar de la significación: lo que escomún a todos, por sabido, por derecho (como los refra-nes o los parques y las plazas), o lo que es vulgar porrepetido, liviano, saturado. Sabemos que el primero quese refirió a los dientes como “perlas de tu boca”, fue ungenio, pero quien lo repitió fue un tonto y quien lo re-repitió debe ser encerrado. Aquello que conocemoscomo literatura light, podríamos fácilmente inscribirloen el lugar común. Es próxima, depende muchas vecesdel azar, y se construye como una ideología. El sistemaneoliberal en el que nos encontramos, necesita de laliteratura light; mas bien, de toda una cultura light. Unacultura que roce la superficie, que pareciera acercarnos aproblemáticas del lugar común, pero jamás desgarrarnoscon ellas; que acuse a la injusticia pero no la cuestione;que de cuenta de los privilegios de clase y género, perono los degrade; que enuncie, pero no cometa desacato.

No es casual que la cultura de hoy rinda culto alobjeto: necesitamos objetos para erigir lo neoliberal. Y esel turno en el arte de la plástica, y en especial, de la pintura.Por supuesto que no es culpa de los pintores que el sistemade lo tangible y lo inmediato, el sistema del evento (por loeventual), necesite objetos tangibles en qué invertir. Y porsupuesto, dentro de la pintura, aquello que es claro,“bello”, técnicamente perfecto, se lleva la palma.

En el otro extremo de la mesa, la pariente máspobre, la música docta, recibe migajas o nada. Es su culpapor intangible, no fácilmente comerciable, por la efíme-ra belleza que además “regala” y no vende. Nosotros/as(y desde aquí diré nosotras, que para eso este es unencuentro nuestro), estamos en la mitad de la mesa. Ycomemos liviano no sólo porque nos toque menos, sinotambién, porque al hacer la compra en el supermercado,permitimos que junto a la mayonesa light, nos vendanliteratura light. Porque permitimos a los editores serempresarios de nuestros textos, y omitir, cambiar, aco-modar, “porque así se vende más”. Al haber una “indus-tria” cultural, se establecen “productos” de inserción.

En mi país, la mejor escritora, es la que menos vende.Y no me refiero a una abstracción, sino a un nombreconcreto: Diamela Eltit. Plumas como esa, por desgraciao por asombro, nacen solo cada cincuenta años. El mun-do la consagra y la academia no puede referirse a laliteratura en nuestro país sin que cada frase pase por ella;

la poesía joven le debe no sólo su temática y su estética,sino también su desacato. Pero también, el sistema cooptay necesita íconos, constructos desde los cuales probar sutolerancia. El mercado banaliza producciones, es cierto,pero la academia a su vez sacraliza, estigmatiza, creamodas, construye y dirige el cánon.

Consecuencia y obsecuencia ¿Se comen, qué son,qué?

Yo era una quinceañera para los setentas, esos añosen que nuestro cono sur se vio tan vapuleado, y crecí alamparo de una palabra grande, sonora:consecuencia.Había que ser consecuente para vestir,para leer, para pensar y hasta para comer. Luego vino elhorror y el miedo, y ese espíritu carroñero que es lasobrevivencia, me/nos enseñó las dietas, lo externo, ladelgadez, los gimnasios para sublimar, los libros parapasar el rato, la cultura del evento. Nos volvimos even-tuales, pasajeras, cosistas.La memoria quedó sepultadacomo una mala palabra, pero como sucedáneos, accedi-mos a libros que hablaban de zagas familiares, depersonajes unívocos, de conflictos leves: en suma, ama-mos la protección del protectorado. Y debemos recono-cer (o al menos yo reconozco), que nos alegramos poresas puntas de lanzas, o extremos de la soga, que en elprimer mundo hacían visibles a las mujeres de este tercer

mundo. En mi caso, estoy endeuda con Isabel Allende, por-que ella me y nos hizo visibles.Ella fue la punta de lanza queabrió camino para nosotras.Ahora, como toda estructura esperversa en sí misma, desde lossesentas, nuestra América fuevendida como exótica. Tambiénla literatura de género fue unexotismo para un mercado dehastíos y que perdía poco a pocosus pasiones: fuimos gozosa-mente, la diferencia. Permitimosque nos vendieran como exóti-cas especies. En resumen, permi-timos que el extremo de la sogase diera vuelta para ahorcarnos.

Y si la memoria es un lujoque no se puede permitir a paí-ses del tercer mundo, aunquelleven entre 10 y veinte años

Literatura light, o yotambién como liviano*

Pía Barros

* Ponencia para el II Encuentro Internacional de Escrito-ras de Rosario, 9-12 agosto 2000.

Directora desde hace dos décadas de lostalleres literarios Ergo Sum, P. B. (chilena) esautora de tres libros de cuentos (Miedos tran-sitorios, A horcajadas, Signos bajo la piel) yuna novela (El tono menor del deseo).

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implorando por el tema, el sistema pone en la mira dellector la novela histórica, y les seguimos el jueguito:histórica y del pasado lejano, “para que las entiendan lasmujeres”, el pasado inmediato es renunciable por moles-to y por razones aún más inceríbles : porque divide a lasfamilias. Lo maravilloso, es que las mujeres, como dijoJosefina Ludmer, sustentamos las “estrategias del dé-bil”, y así podemos leer a autoras como Silvia Miguens,que construye una memoria histórica desde las vidas delas mujeres: no importa el virrey, importa Ana, y otras,que hacen de la historia una torsión para re- contarnos,para ser el pulso de lo que fuimos.

Por otra parte, el feminismo académico daba otrasvariables y nos decía que las mujeres éramos fragmenta-rias y múltiples, y enviamos a nuestras personajas afagocitarse la ciudad, a vivir diversas experiencias en unamovilidad que atendía sólo a eso: al movimiento, no al finde éste. Cumplimos con la academia y con el mercado;con dios y el diablo: hurra por nosotras, sobrevivientes.Fuimos obsecuentes. Toda cultura neoliberal necesita denuestra obsecuencia, más aún el mercosur.

Las viejas de mierda del siglo que pasó, o lasmujeres propositivas del siglo que vendrá.

“La poesía no vende, porque no se vende”, diceJorge Montealegre, que aparte de ser el tipo conqueduermo, es un poeta que me gusta. Acúsome de creer enla poesía (no en los maridos, en la poesía), acúsome decreer en la bella inutilidad de los gestos, acúsome depensar que el humor es la mejor arma de la guerra,acúsome de escuchar tanto a Bach como a JoaquínSabina, acúsome de odiar la tolerancia y adorar el respe-to, la diversidad, las opciones, acúsome de irreverencia,de preferir lo micro por sobre lo macro, acúsome de amarlas palabras, y a las mujeres que las ocupan, acúsome decreer en lo que vendrá, en las borracheras y el pan hechoen casa, acúsome de apóstata y creyente, acúsome delasombro. Acúsome de escribir aunque sepa que ni unapalabra puede cambiar el mundo, acúsome de haberaprendido, como Zitarrosa, “que un traidor puede conmil valientes” y aún así tener el corazón a la izquierda

Pero basta de acusaciones, he sido víctima dos milaños y no pienso seguirlo siendo otros dos mil. Creofirmemente que todo está cambiando, que la escriturade las mujeres se ha ganado el derecho de escribir sin darexplicaciones, el derecho de ser más que una profesión,un goce, la absoluta alegría de romper con el eje repro-ductivo y asumir lo creativo. Creo que la diversidadescritural, que va desde lo light a lo meramente intelec-tual, nos ofrece una gama infinita de posibilidades y noquiero renunciar a ninguna. Hemos escuchado todo estesiglo que debemos elegir, y elegir es renunciar siempre aalgo, y creo que ya tenemos el derecho de fagocitarnosel todo, no las partes.

Si mi generación escribió desde lugares oscuros, conpocos personajes, donde la voz interna priorizaba a undiálogo escaso e imposible, cuestionando desde la ma-ternidad hasta la militancia, desgarradas y y carentes de

salida, la generación de los 90 reivindicó el uso del habla,los espacios urbanos, el derecho a la frivolidad. Y ahora,vienen más, y están produciendo. Me abruma que suspersonajes tengan la traición como vínculo, el traicionary traicionarse para ser sobrevivientes, pero lo veo comoun gran aporte, no como una marca moral y me gustaque las jóvenes se desacaten y sean menos románticasque los jóvenes en las mismas circunstancias. AlejandraCostamagna, Nona Fernández, Flavia Radrigán, LinaMeruane, son las voces que ya empezaron a publicar y sehan ganado un sitial en el siglo que empezamos. No se sioptarán por el mercado o por la sacralización de laliteratura, tampoco me importa. Es maravilloso que noquieran ser salvadas, sino denunciarse. Proponer es talvez el abrazo más grande entre nosotras y yo me sientoabrazada por las que vendrán.

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Cuando comencé a pensar en mi participación en elII Encuentro Internacional de Escritoras, la única palabraque venía a mi mente fue “queja”. Es decir, la queja delas escritoras. Pero admitirme esto y menos aún decirloen voz alta me hacía pensar que seguramente hay unrefrán que asocia la queja con la mujer y escribir sobreesto me haría caer en un estereotipo. Además, a nadie leinteresaría, creía, y traté de convencerme de hacer otracosa. Sin embargo, no pude soltar el tema y comencé apreguntarme por qué no hablarlo. No sé si hay un refrán,pero si lo hubiera, tendría alguna razón de ser. Además,es verdad que las escritoras –hay excepciones sobre lasque nos referiremos en otra oportunidad– se han queja-do mucho, y lo han hecho con justa razón. Decidí reflexio-nar acerca de “la queja” y otras actitudes e instanciasrelacionadas. Pero no es toda la razón por la cual estabatan atrapada por el tema. Siempre he admirado a lasmujeres de la primera mitad del siglo veinte, particular-mente las de la primera irrupción de escritoras que seinició a finales de la década del veinte. Ellas sostuvieronpolémicas, realizaron encuestas, promocionaron librosde otras autoras y, naturalmente, se quejaron.

Es verdad que la queja es una manifestación del “nopoder”, un síntoma de incomodidad, de desajuste, deautodefensa frente a situaciones agresivas. También esverdad que instalarse en ella no propone alternativas, noconstruye. Pero queja no hay una sola: hay una quepuede ser un lamento y otra que expresa rabia. Quedarseen la primera es insalubre y estéril, aunque perfectamen-te aceptada por la sociedad como actitud de las mujeres.También, nos trae a la mente una imagen “típicamentefemenina”: las lloronas en los antiguos velorios.

Pero la actitud de la sociedad hacia la mujer queexpresa su rabia, su enojo es completamente diferente.No se le ha permitido a la mujer “femenina” expresarlibremente estas emociones “violentas”. Si una mujer lasmanifestaba, la descalificación era tan inmediata comosevera. El análisis feminista de estas emociones ha trans-formado nuestra comprensión de ellas y de nosotrasmismas, haciéndonos entender que son una fuerza crea-tiva positiva que pueden conducir al cambio, en primer

lugar y en segundo lugar, que no somos menos femeni-nas ni malas mujeres si expresamos nuestra rabia. Estasemociones disparan a la vez que sostienen el movimientodesde la experiencia de la autonegación a la realizaciónde nuestros propios valores. El simple hecho de nosentirse culpable por nuestro enojo, nuestra rabia, antecircunstancias injustas que nos han designado comoseres inferiores es un importante primer paso.

Y con esto, me di cuenta de la razón de mi interés eneste tema y ese momento histórico: me toca muy decerca. Por muchos años me consideré una persona enoja-da. Si hubiera tenido que elegir una única palabra paradefinirme, ésa era “rabia”. Claro está que no lo confesée hice grandes esfuerzos para controlar ese sentimiento.Pero cuando llegué al feminismo, mi autoconcepto cam-bió y toda esa fuerza encontró una salida, una manerapositiva y constructiva de ser y actuar.

Lo he observado en otras mujeres, como ya mencio-né en cuanto a las escritoras de los años treinta; locomprobé hace poco también: en el Encuentro Nacionalde Escritoras que se realizó en marzo de este año enBuenos Aires. La rabia de la santafesina Sonia Catela,ante la injusta situación de las escritoras, hizo que ellaescribiera en papel su queja y una propuesta de acción.Este texto que circuló durante ese Encuentro fue firmadopor ciento ochenta escritoras de todo el país; reclama laedición de cien títulos por año y convenios con la Comi-sión Nacional de Bibliotecas Nacionales para que librosde autoras argentinas sean adquiridos por el ente a fin deincorporarlos a las bibliotecas del país. La fundamenta-ción del documento que luego se escribió revela, entreotras desigualdades, que durante 1997 se publicaron1576 libros de narrativa y poesía, de los cuales sólo 527libros –algo menos que la tercera parte– fueron demujeres. Esa queja, esa rabia, se transformaron en elMovimiento de Escritoras del Encuentro que se ocupa delos libros con autoría femenina, presentando el proyectoante algunos/as miembros del congreso nacional.

Quiero ahora comenzar a hilvanar hacia atrás. Sitenemos en cuenta que un veinticinco por ciento de loslibros publicados por las empresas editoriales son demujeres, aunque de todos los textos que ingresan paraser considerada su edición, la cantidad de sus manuscri-tos duplica la de los hombres, y, si recordamos la ponen-cia de Lily Sosa de Newton en ese mismo Encuentro de

Escritoras argentinas:polémicas, encuestas yquejas*

Lea Fletcher

* Ponencia para el II Encuentro Internacional de Escrito-ras de Rosario, 9-12 agosto 2000.

Doctora en letras, L. F. es investigadoraliteraria, integrante de SUDESTADA–Asociación de Escritoras de BuenosAires, directora de Feminaria y de Femi-naria Editora.

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marzo sobre un debate publicado en las páginas de LaNación y La Nota en 1915 acerca de si las mujeres debíanescribir o no, podemos vislumbrar algún avance logradoen el trancurso de setenta y cinco años. Parecería que lacuestión hoy en día no es si somos aptas para escribir sinopara publicar … pero, ¿si no es solamente la otra cara dela misma moneda? Veamos algunas de las otras instan-cias durante la primera mitada del siglo veinte.

En ciertos círculos, es conocida la actitud de feminis-ta militante que Alfonsina Storni expresaba de variasmaneras en muchas oportunidades. No obstante, afirma-ba en 1921 que “una vida extraordinara es, casi siempre,complemento del genio […que] destruye en la mujer loque la hace más preciada: su feminidad. […Concluyódiciendo que] no ha surgido, todavía, la mujer que puedaponerse al lado de las grandes cumbres literarias mascu-linas. […] Acaso la gran novela femenina logre escribirse,pero será siempre en detrimento de la persona, de lamujer, que en la escritora vive. Esto, mientras nuestracivilización subsista”. No se imaginaba que siete añosmás tarde, la novela El constructor del silencio de Sara deEtcheverts ganaría el primer premio en prosa del Concur-so Municipal de Literatura. A diferencia de la opinión deAlfonsina, Marta Maldonado de García, ganadora delprimer premio en prosa en el concurso realizado por labiblioteca del Consejo Nacional de Mujeres en ese mismoaño, 1929, parecía reconocer que las escritoras no teníanpor qué escribir de la misma manera ni sobre los mismostemas que los escritores para ser consideradas buenas:afirmaba que la literatura de mujeres “es y debe serdistinta por su carácter a la masculina, puesto que suvisión de la vida es diferente”. Dos años más tarde, lareconocida poeta Raquel Adler sostenía que habría que“reconocer en ella[s, las escritoras] un valor nuevo, quehoy sólo se presiente, pero que existe”.

Las famosas encuestas de la revista Nosotros formanparte de nuestra historia literaria, pero como mujeres,nuestra parte de esa historia es más por ausencia que porpresencia. Esa revista, excelente en varios sentidos yconsiderada como un ejemplo a emular como mediocultural, ignoraba casi por completo a las escri-toras. En la encuesta sobre la nueva genera-ción literaria realizada en 1923, dirigieronsu cuestionario a autores argentinos meno-res de treinta años. Dije bien: autores, pueseran 44 hombres y ninguna mujer.

Entre finales de 1931 y mediados de 1933otra revista, La Literatura Argentina, realizóuna encuesta a las escritoras en la cual habíados preguntas significativas: ¿No opina Ud.que la mujer ocupa un puesto en la literatu-ra nacional? y ¿Cree Ud. en la calidad litera-ria de la mujer escritora como para podercompetir con la del hombre? Todas las escri-toras contestaron afirmativamente a ambaspreguntas. Algunas agregaron que, paraellas, el sexo de la persona no debería con-siderarse a la hora de valorar una obra

literaria. Otras consideraban que la literatura de lasmujeres y la de los hombres transitaba caminos diferen-tes pero paralelos, que no venía al caso comparar lasobras y que cualquier competencia entre ellas no corres-pondía. Sin embargo, en otras circunstancias, al pregun-tar a las escritoras acerca del valor de la literatura de suscongéneres, abrieron juicios que caían en dos camposmutuamente excluyentes. En uno, observaban grandesvalores y en el otro, no consideraban que hubiera apare-cido ninguna escritora de verdadero mérito. Era deesperarse, por al menos dos razones: primero, reflejabanel clima intelectual de la época y segundo, la teoríafeminista no existía todavía y las personas cuyas opinio-nes eran favorables a la obra literaria de las mujeres notenían más respaldo que los conocimientos de sus tiem-pos y cierta bien acertada intuición.

En la arena de las polémicas, una de las más acérri-mas de aquella época acerca de la valoración de la obrade las escritoras se dio entre María Velasco y Arias yEnrique De Gandía. Comenzó con una queja de Velascoy Arias acerca de la crítica literaria, en la cual a lapregunta: “Eso de atacar más a las escritoras, ¿no leparece que es con razón justificada?”, ella contestó:“Nada justificará, en conciencia, que entre dos autoresmalos, si uno es del género femenino se extreme con éstela nota sañuda”. De Gandía respondió, haciendo eco dela opinión de Leopoldo Lugones: “La literata, por supropia profesión, se masculiniza y de ahí su tendencia,que ella misma advierte [no nos olvidemos de la opiniónde Alfonsina Storni], de quererse igualar al hombre”.Velasco y Arias le refutó en términos contundentes: “Elhombre se endiosa como arquetipo de lo mejor entre lobueno: él califica, y si a regañadientes tiene que recono-cer una valía inobjetable, la arrima al grupo de la produc-ción masculina mudando el género gramatical de laspalabras aplicables a la artista. Ellos incurren en el yerroy acusan de falla psicológica a ella”. El tono del debatesiguió subiendo en la respuesta vehemente de EnriqueDe Gandía: “Lo que contribuye, en las naciones del Plata,a que muchos intelectuales no tengan por las mujeres

que escriben, especialmente en nuestra patria, la ad-miración que les demostraban en sus comienzos,

es la vanidad infundada que ha atacado a lagran mayoría de nuestras poetisas”. En estepunto entraron dos otras escritoras –HildaPina Shaw y Malvina Rosa Quiroga–, apo-yando, lamentablemente, a De Gandía.

El tema de la masculinización de lamujer se debatió también en otros ámbitos.

En un número de la revista El Hogar de 1931,apareció un artículo titulado “¿Son menos femeninaslas mujeres universitarias?” La poeta Julia PrilutzkyFarny de Zinny, editora de la revista Vértice y univer-sitaria disentió diametralmente. Algunos de lossubtítulos de su artículo, “¿Cuál es la función de lamujer” y “Un error histórico”, demuestran ladirección de su bien pensada respuesta; elladesarticuló los argumentos fundamentalistas

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esgrimidos por las personas que ubicaban a la mujer ensu rol de hija, hermana o esposa obediente y madreabnegada.

Una polémica más: la composición de los juradospara otorgar premios literarios. Una inspectora de escue-las del Chaco, indignada porque en los diez años deexistencia del Concurso Municipal, sólo el 3 % de lospremios fueron para escritoras, escribe una carta de docepáginas a Raquel Adler, quejándose a viva voz: “¿Por quéno se premió a ninguna de [las escritoras]? Será porqueno son hombres ¡Cómo me exaspera todo esto! […] Estees el siglo de la mujer”. Adler se une a la queja y envía un“Manifiesto” al intendente de Buenos Aires en el cualreclama que para la formación del Jurado del ConcursoMunicipal de Letras entren “igual número de mujeres yde hombres”. ¿Cuál fue la respuesta? El intendente de laciudad designó a Alfonsina Storni en el lugar de unmiembro del jurado que había renunciado. Ahora esAdler la exasperada: vuelve a proponer la igualdadrepresentativa entre mujeres y hombres en los jurados, ypide que instituyan uno o más premios anuales fijos parael libro femenino. Esto, de una mujer que no se cansabade proclamar su creencia en la unión entre hombres ymujeres. La reacción negativa de un conocido poeta deaquella época, Salvador Merlino, no tiene desperdiciopor lo absurdo del razonamiento que emplea: según él,todo el mundo ya creía que los hombres premiaban a susamigos, y si las mujeres llegaban a formar la mitad deljurado, sólo repetirían “lo malo de los hombres para noser menos que ellos” y premiarían a sus amigas. Elconcluye su argumento exhortando a las escritoras quedejen que los premios municipales sean discernidos por“elementos del sexo fuerte”.

Todo esto nos toca de cerca hoy, tanto en lo literariocomo en lo político –hay una campaña nacional paracambiar el cupo femenino del 30 al 50% para la represen-tación femenina– y en lo artístico –estoy pensando en lanotable exclusión de mujeres artistas en la recientemuestra ArteBA, que tuvo su repercusión inmediata

entre las mujeres que hicieron una pegatina de afichescontestatarios–.

Cuando pensamos que la afirmación de aquellalectora “Este es el siglo de la mujer” fue hecha en 1931y que en la conferencia mundial de Bejing de 1995 lamisma declaración fue proclamada como el eslogan delas mujeres para el siglo XXI, una no puede dejar depreguntarse cuándo, de verdad, ocurrirá.

¡Y nos preguntan de qué nos quejamos…!

Notas1 Tao Lao. “La mujer como novelista. La Nación (27

marzo 1921) La primera lectura de esto indica queconsidera inferiores a las novelistas, pero otra lectura esposible: considerar que mientras la mujer y su mundo sesigan menosvalorando en comparación con el del hombre,su producción literaria se juzgará de la misma manera. Elmundo público es del hombre, y la mujer que participe enél en sus propios términos, desafiantes de lospreestablecidos para las mujeres, como es sabido queAlfonsina hizo, sufre las consecuencias.

2 La Literatura Argentina, Núm. 12 (agosto 1929).3 Ibid, Núm. 37 (set. 1931).4 Ibid. Núm 40, (dic. 1931), Núm. 42 (feb 1932),

Núm. 45 (mayo 1932), Núm 46 (junio 1932) y Núm 55(marzo 1933). Este tema como también el debate entreMaría Velasco y Arias y Enrique de Gandía están mejordesarrollados en mi artículo: “El desierto que no es tal:escritoras y escritura”, Feminaria (Año VI, Núm. 11, nov.1993) en la sección de Feminaria Literaria, pp. 7-13.

5 Ibid. Núm 22 (junio 1930).6 Ibid. Núm. 34 (junio 1931).7 Ibid. Núm. 37 (set. 1931).8 Ibid. Núm 40 (dic. 1931).9 Lamentablemente, no tengo a mano el artículo

que dio origen a la respuesta de Julia Prilutzky-Farny enEl Hogar (10 junio 1932).

5 La Literatura Argentina. Núm. 34 (junio 1931);Núm. 37 (set. 1931); Núm. 46 (junio 1932).

N0 6 / julio 2000

Desigualdad de género y teorías de la justicia, Amartya Sen/ La Querelle des femmes a finales del Siglo Veinte, JoanWallach Scott / Cambios: pensamientos sobre el mito, lanarrativa y la experiencia histórica, Laura Mulvey / Losestudios feministas: algunas cuestiones teóricas, MargaritaRoulet y María Isabel Santa Cruz / Escribir como (cómo) unamujer: Victoria y Silvina Ocampo, Adriana Astulli / El poema:¿Traducción y pliegue de la voz? ¿El sueño del cuerpo en las

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fronteras de la lengua?, Delfina Muschietti / Juana ManuelaGorriti: una escritora americana, Graciela Batticuore / Pros-titutas de Buenos Aires, prostituas de París: la mujer públicaen la novela argentina del ’80, Alejandra Laera / La voz de lamujer anarquista, Pablo Ansolabebere / El cuerpo comoespacio de subversión fantástica en Sólo los elefantes encuen-tran mandrágora de Armonía Somers, Alejandra M. Mailbe /Mujer y ecología: ¿Una relación según natura?, Entrevista aKaren Warren / La historia del feminismo francés y lasparadojas de Joan Scott, José Omar Acha, Reseña bibliográ-fica / Reseñas

Revista del Instituto Interdisciplinario de Estudios de Género

Facultad de Filosofía y Letras. Universidad de Buenos Aires

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Querida colega (de la Ciudad o la Provincia de Buenos Aires):

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feminaria literaria año X, no. 16 (nov. 2000) • 95

Donne che avete intelletto d’amore.Dante

Tradicionalmente, el poema amatorio ha sido el lugardonde se dieron las mayores transgresiones a unparadigma estético y socio-cultural, como lo atestiguanla lírica latina, la poesía provenzal trovadoresca, lossonetistas italianos e isabelinos. Pero es también el lugardonde las transgresiones han sido más fácilmenteasimiladas.

Es justamente en la intersección de la voz femenina yla lírica amatoria donde se producen ciertasfractalizaciones interesantes que me parece contribuyena descentrar el eje del canon y desestabilizar nuestraperspectiva, tanto del territorio como del mapa que lometaforiza.

La primera fractalización que se impone un pocoobviamente y que genera numerosos planos de reflexióny perspectivas reflejantes engañosas es el lugar del yoenunciador y el de su destinatario o destinataria. Comoseñala Christina Rossetti en la introducción a su ciclo desonetos, “Monna innominata”, si la mujer a quien sededica tanto poema de enamorado, hubiera habladopor sí misma, distinta sería la imagen que nos hubieratransmitido. Tantas veces invocada como Beatrice, comoLaura o como Stella, permanece sin embargo sin nombre,porque no es ella quien habla y de alguna maneraparecería que sólo se adquiere un nombre a través de lavoz propia. Es así que toda voz de mujer que canta serebautiza, ya no como amada, generadora pero tambiénreceptora pasiva de la inspiración masculina, sino comouna totalidad que es musa y creadora a la vez. “My Museis in myself” dice Ruth Fainlight.

Entonces, cuando una poeta dice te amo las reglas dejuego del poema amoroso se subvierten. Si el destinatarioes un hombre, éste se ve desposeído de esa doble funciónde las Lauras y Beatrices: inspiradoras y receptoras almismo tiempo. Se pierde cierta dimensión de profundidadque había adquirido ese complejo tú en el imaginario delpoeta. Aunque también se libera de un exceso depredeterminación que la mirada del poeta enamoradoimponía a su fantasía. Rossetti lo ha dicho magníficamenteen “Monna innominata”:

yo te amé y te adiviné, tú me interpretastey me amaste por lo que podía o no ser – (soneto 4)

¿Y qué sucede cuando la destinataria del poema deamor escrito por una mujer es otra mujer? La mujer vistapor el hombre es determinada como espejo, lugar objetodonde él se mira y comprueba “si es lo que cree que es”y “si se está convirtiendo en lo que quiere ser”1. Unamujer ante un espejo, en cambio, no sugiere nada de

esto, sino que es meramente una imagen de la vanidad.Esa pasividad engañosamente reflectante de la obsesiónmasculina con su propia identidad la mujer poeta no laencuentra en el hombre. Ella es el espejo platónico, nadaen sí misma. Es siempre lo otro, fuente de lo uno, que esla voz masculina enunciante. En Fragmentos de un discursoamoroso Barthes señalaba que el amado (el que espera)sufre siempre una feminización. Ante esta no reciprocidaddel recorrido especular es muy interesante seguir elitinerario de las mujeres en sus negociaciones con losmotivos específicamente masculinos cuando escriben suspropios poemas amatorios. La reversión de ese periploespecular no es fácil. Por eso los poemas de amor demujer a hombre suelen estar marcados por una falta decorrespondencia o una ausencia de alguna clase. La obviaexcepción que es Elizabeth Barrett Browning no escribesobre el descubrimiento de su propia identidad a travésdel amado, sino de la gratitud por el reconocimiento queél ha tenido de ella misma ya constituída.

El poema amatorio de una mujer a otra suele serconsciente de estas dificultades y a menudo las tematiza:

En el poema seleccionado, Judy Grahn utiliza elesquema masculino pero lo carga de parodia anti-idílica,aunque logra, simultáneamente, una revitalización de loque en la poesía masculina se había convertido en unlugar común. May Swenson también parodia losestereotipos pero a través del humor que destruye adredela circulación especular. En el séptimo de sus XXI LovePoems Adrienne Rich se ha pronunciado explícitamentecontra el uso de la otra como espejo:

¿O es que cuando, lejos de ti, trato de crearte enpalabrasestoy simplemente usándote, como a un río o a unaguerra?

El poema conjunto de Suniti Namjoshi y GillianHanscombe, inscripto en una línea que parecería iniciarsecon Michael Field (pseudónimo de dos poetas, tía ysobrina), traslada al verso lo que Monique Wittigexpresara en su prosa poética:

El yo ( je ) que habla es ajeno a su escritura en cadapalabra porque este yo ( je) usa un lenguaje ajeno aella; este yo (je) no puede ser un escritor [i.e. ella debevolverse inapropiadamente masculina para denotarsecomo escritora – YM]... Y/o es el símbolo de laexperiencia desgarradora, vivida, que es m/i escritura,de este partir en dos que es el ejercicio de un lenguajeque no m/e constituye como sujeto. 2

Por supuesto, en este delicado equilibrio entreparadigmas heredados (aunque no siempre reconocidoscomo propios) y la búsqueda de una voz alternativa, las

Las poetas y el amor Laura CerratoDoctora en Filosofía y Letras, L. C. es profesoratitular de la Universidad de Buenos Aires, ensayistay poeta (Otredades, Altérités, Palabras en el espejo,Paroles dans le miroir y Contemplación del silencio).

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tentaciones (ambas atendibles) de la ruptura absoluta yde la búsqueda de una componenda o “armisticio” conel canon masculino (a la primera Rich todavía se laalababa diciendo que escribía como un hombre, según supropio testimonio), se despliegan casi infinitasposibilidades. Tal como señala Jan Montefiore3 grandespoetas como Rossetti, St. Vincent Millay o Barrett Brown-ing, que eligen paradigmas masculinos tales como lasecuencia sonetística, hacen vislumbrar hasta qué puntopuede ser compleja la interacción con los modelos delcanon. A veces éste es transformado. O evadido. Oignorado.

Desde la temática hasta el juego con el yo poético quesufre y se beneficia al mismo tiempo de la carencia demodelos que ayuda a no caer en estereotipos, la líricaamatoria de las mujeres se da el lujo de transitar caminosno canónico de los que el varón está cada vez másapartado. Sin ir más lejos, en la actualidad, la líricaamatoria es casi una exclusividad de las poetas. ¿Puedehaber transgresión en asumir formas aparentemente“superadas” por el canon masculino? Así como existe unexperimentalismo de la poesía de mujeres que no pasapor los ejemplos consagrados por las vanguardias.Además, las mujeres se atreven como lo han hechosiempre a recurrir a registros mezclados que desmitificanla institucionalidad de ciertos subgéneros y se expresancon poemas donde amor y humor (muchas veces humornegro, como en Emily Dickinson), amor y domesticidad,amor y comida, etc., manifiestan abiertamente su nopertenencia al canon. Porque el poema amoroso escritopor mujeres es siempre profundamente contestatario.

Esa existencia caracterizada por la no pertenencia alcanon o su exclusión del mismo es, por otra parte, unarespuesta bastante contundente a quienes cuestionan laposibilidad de una poesía escrita por mujeres, diferenciadade la poesía, según el canon masculino. Ha quedadofuera, luego existe. Ha sido silenciada, por lo tanto tienevoz. Porque, si bien sabemos que el mapa no es elterritorio, cuando el mapa demarca regiones que excluyenaproximadamente a la mitad del territorio, debemosforzosamente concluir que existe un territorio alternativo“fuera del mapa”, tanto en su sentido literal como en elfigurado de la expresión inglesa “off the map”, que serefiere a cierto grado de locura y de transgresión.

Uno de los aspectos fascinantes del recorte que hoypresentamos es la comprobación de que subsumida,sumergida, acallada, esta vocación de una poesía otraexistió siempre. Los ejemplos aquí incluídos,pertenecientes al siglo XVI y XVII, son prueba suficiente.Desde Elizabeth I, quien debe conjugar su naturalezafemenina, según los estereotipos de época, con el difícilrol de cabeza de Estado e Iglesia en Inglaterra y encuentrauna voz fluctuante entre la supuesta debilidad y timidez“propia” de su género y la austeridad del líder que tienecosas más importantes que hacer. O Aphra Behn, laprimera mujer de lengua inglesa que vivió de su pluma ymantuvo a toda una familia. Su queja por la inconstanciamasculina no es la mera repetición de un estereotipopropio de la poesía de los hombres. Entre líneas se leetambién la denuncia de la precaria posición de la mujer,quien en todos los casos “sale perdiendo”, tanto simuestra sus sentimientos como si defiende su honor.Margaret Cavendish, duquesa de Newcastle, mujer devida extravagante y múltiples intereses y curiosidades,

combina el tema del amor y el de la poesía en “Amor, quécansado estás de rimas”, dando cuenta ya a fines del sigloXVII, del agotamiento en que había caído el subgénero.

Será justamente el siglo XX el que traerá una miradanueva y descentrada sobre este género aparentementeya convertido en género menor. Y es el aportedesenfadado y prístino de poetas poseedoras de eseintelletto d’amore del que hablaba Dante en otro sentido,el que logra lo que parecía imposible.

Notas

1 Goldin, Frederick. The Mirror of Narcissus. Ithaca:Cornell University Press, 1964. cit. por Jan Montefiore enFeminism and Poetry. Language, Experience, Identity inWomen´s Writing. London: Pandora, 1994. p. 111.

2 Wittig, Monique. The Lesbian Body. New York:Avon Books, 1976. Prefacio, p.vii.

3 Montefiore, Jan. op.cit. cap.1.

Fleur Adcock (Nueva Zelanda, 1934)

CONTRA EL ACOPLAMIENTO

Escribo en elogio del acto solitario:de no sentir una lengua intrusaforzándose dentro de la boca de una, el propio alientoasfixiado, los pezones aplastados contra lascostillas y ese tintineo metálicoen el mentón destacado por cierto nervio extraño:

el displacer. Evitar esos ojos ya ayudaría -ojos como aquéllos de los que una joven obtiene vida,escuchando el crujirvegetal dentro de ella, mientras la mirada de élremueve frondas polipales en el obscurolecho marino de su cuerpo, y sus ojos se nublan.

Hay mucho a favor de abandonareste ejercicio ya no novedoso-de no “participar deuna experiencia total” - cuandouna se siente como la dama de Leeds quienhabía visto La novicia rebelde ochenta y seis veces;

o más, tal vez, como la maestra de escuelaque producía Sueño de una noche de veranopor séptimo año consecutivo, conotro elenco más de 5°B.Píramo y Tisbe están muertos, peroel agujero en la pared todavía puede ser inquietante.

Te aconsejo, entonces, que lo adoptes sinimpedimentos. No hay necesidad de armar la escena,vestirse (o desvestirse), hacer discursos.Cinco minutos de soledad sonsuficientes - en la bañera, o para llenarese vacío entre los diarios del domingo y el almuerzo.

(trad. Laura Cerrato)

feminaria literaria año X, no. 16 (nov. 2000) • 97

Aphra Behn (Inglaterra, 1640-89)

A ALEXIS EN RESPUESTA A SU POEMA CONTRA EL GOCE

Si el hombre con esa inconstancia nacióde amar lo ausente y lo presente despreciar¿Por qué arreglarse, por qué vestirsepara tan breve felicidad?

¿Por qué cubrirse de atractivos,Ya que en todo caso saldremos perdiendo?

Huyen si el honor se pone de nuestro lado,nuestra virtud los lanza a campo traviesa.Los amamos como si tuvieran tantos méritosy ¡oh! huyen de nosotras si cedemos.¡Oh, dioses! ¿No existe un sortilegio entre las bellasque detenga a este desenfrenado e infiel vagabundo?

(trad. Laura Cerrato)

Loma Crozier (Canadá, 1948-)

de ÚLTIMOS TESTAMENTOS

Antes de entrar al ríoy no regresar,la mujer que no podía recordarel día de la semanao el rostro de sus niños,hizo una lista de todos los hombresque alguna vez había amado,la dejó para su marido junto a la cafetera,su nombre al finalsubrayado dos vecesa modo de énfasis.

(trad. Elina Montes)

Elizabeth I (Inglaterra, 1533-1603)

CON MOTIVO DE LA PARTIDA DE MONSIEUR

Sufro y no me atrevo a mostrar mi descontento:amo y no obstante debo simular que odio:amo y no obstante no me atrevo a decir mi intención;parezco completamente muda, pero por dentro charlo:soy y no soy: me hielo y no obstante ardo,desde que de mí a mi otro yo alejé.

Mi cuidado es como mi sombra en el sol,me sigue volando, huye junto a mí, hace lo que hago;este cuidado tan íntimo hace que me arrepienta:no encuentro medios para librarlo de mi pecho,hasta que con el fin de las cosas sea abolido.

Algunas pasiones más moderadas se deslizan por mimente,porque soy suave y de nieve que se derrite;sé más cruel, Amor, para así ser generoso,déjame flotar o hundirme, ser encumbrada o humillada:o déjame vivir con un contento más dulce,o morir y olvidar lo que alguna vez significó el amor.

(trad. Laura Cerrato)

Ruth Fainlight (USA, 1931-)

LILITH

Lilith, la primera compañera de Adándio por sentada su igualdad.

Por eso fue proscripta.

Dios la había creadode la misma tierra que a Adánella mantuvo su terreno, asombradapor la idea de las diferencias.

Adán y Dios estaban azorados,humillados. Era verdad,habían sido concebidosal mismo tiempo, las dosmitades de Su reflejo.

Sus expectativasdeberían haber parecido justificadas.Pero Adán necesitaba entender a Dios.Una criatura debe ahora adorarlo,constreñido y ofendidocomo estaba. Dios lo alentaba.

Para proteger Su misterio, Dioshizo que Adán se desvaneciese.Ahí, cuando despertó,esperaba Eva, la propiedad.

Los ojos bajos, su falofue la primera cosa que notó.La serpiente se lo recordó.Fácil equiparar a ambos.

Ese dolor constante en su costadode donde fue extraída la costilla(en cuya memoriael soldado clavó su lanza)volvió irritable a Adán.

La desgracia de Lilith definió de este modoel bien y el mal. Ella estaríaafuera, lo temido, lo extraño,hambrienta y peligrosa.La semilla de él y el fruto de Evaa riesgo de su furia.

Las buenas esposas hacen amuletosen su contra, para protegerse.Lilith es celosa.

(trad. Elina Montes)

98 • feminaria literaria año X, no. 16 (nov. 2000)

Margaret Cavendish (Inglaterra, 1624-74)

“AMOR, QUÉ CANSADO ESTÁS DE LA RIMA.”

Amor, qué cansado estás de la rima.Eres un árbol al que todos los poetas se trepan;y de tus ramas cada uno toma algunosde tus dulces frutos, con los que la Fantasía se alimenta.Pero ahora tu árbol ha quedado tan desnudo y pobreque apenas se puede recoger una ciruela más.

(trad. Laura Cerrato)

Judy Grahn (USA, 1940 )

‘AY, AMOR TENÉS OLOR A NAFTA’

Ay, amor tenés olor a naftay a exceso de trabajo,con grasa en las uñas,pintura en el pelohay una mirada dolorida en tus ojospor falta de reconocimientome hablás de las lilasy las flores de manzano que deberíamos tenerlos banquetes que deberíamos dar,frotándonos mutuamente durante horascon ternura y genuinoaceite de olivaalgún día. Mientras tanto aquí está tu plato rajadotocáme, elogiámi comida. Yo alabaré tus callos,bailaremos en la cocina de nuestra imaginación.

(trad. Laura Cerrato)

Suniti Namjoshi (India...Inglaterra, 1941 y

Gillian Hanscombe (Australia, Inglaterra, 1945)

‘BIEN, ENTONCES, QUE LAS MÁSCARAS SE DESLICEN’

Bien, entonces, que las máscaras se desliceny todas las notas que tomamoscaigan al suelo y se conviertan en pétalospara tornar más exuberante nuestro lecho, o quese vuelvan hojas y vuelen por el aire, queformen dibujos y se diviertan.La curva de tu pecho es como la curvade una ola: mira, sostenida, atrapada, a cada instanteatrapada, la ola se inclina y nosotras en nuestra morada,las dos al abrigo, mis manos sobre tus muslos,tu cuerpo, tu espalda, mi boca en tu bocay en los huecos de tu mandíbula y tu cabezaanidando en mis pechos. Y la ola sobre nosotrasse repliega ahora, se repliega y ríe. ¿Vendrásal mar, mi amor ¿Me dejarás que te acaricie?¿La punta de los pies, tus piemas, tu sexo?¿Dejarás que mi lengua te acaricie? ¿Yacerásen mis brazos? ¿Descansarás? Y si el solfuera demasiado fuerte, quemara demasiado, ¿caminarásconmigo hacia donde la luz es más calmay estarás en mí donde los mares jadeany se serenan y jadean nuevamente y son ellos mismos?

(Trad. Laura Cerrato)

Pat Parker (USA, 1944-1989)

PARA WILLYCE

Cuando te hago el amor yo trato

con cada caricia de mi lenguade decir te amode excitar te amode martillar te amode derretir te amo

& tus sonidos bajan a la deriva¡oh dios!

¡oh jesús!y yo pienso -ya está, algún farsanteque obtiene el crédito por lo queuna mujerha hechouna vez más.

(trad. Laura Cerrato)

Katherine Philips (Inglaterra, 1631-1664)a mi admirable Lucasia, sobre nuestra amistad

YO NO VIVÍ HASTA QUE ESTE MOMENTO

coronó mi felicidad,cuando pude decir sin pecado,no soy tuya, sino Tú.

Este cuerpo respiraba, y caminaba, y dormía,tanto que el mundo creíaque había un alma manteniendo los movimientos;pero estaban todos engañados.

Pues, como a un reloj da cuerda el ingeniopara que ande, así fue con el mío:pero nunca Orinda había encontradoun alma hasta que encontró la tuya;

que ahora inspira, cura, y abastece,y guía mi pecho oscurecido;porque tú eres todo lo apreciable para mími Goce, mi Vida, mi Descanso.

(trad. Juan Carlos Nicora)

Marsha Prescod (Británica, nacida en Trinidad;contemporánea)

LAS MUJERES SON DIFERENTES...

No te atrevas a dejar que tus ojos se crucen con los de ellospor más de quince segundos.Porque si lo hacés,ya sabés cómo son ellos,capaces de cruzar en seguidaa tu lado del caminoy empezar con eso de“Hija” y“Hermana” ytoda esa basura incestuosa

feminaria literaria año X, no. 16 (nov. 2000) • 99

que vos no querés oir.No,no te atrevas a dejar que tus ojos se crucen con los de ellos.

Sin embargo,eso no significa quetu mirada no pueda deslizarse sobrepequeños y apretados traserosymuslos esculpidos tan fuertes que dan ganas dellorar,o ese meneo realmente insolente y elegante,o manos que te hacen pensarcómo se sentirían en esas partes de tu cuerpo.¡Ejem!

Es sólo quetenés que estar segura de queno te pesquencuando te toca a vos mirar,porque,entonces,ellos sabrían.

(trad. Laura Cerrato)

May Swenson (USA, 1919)

POETA A TIGRE

El pelo

Fuiste abajoviste un pelo en el lavaboy retorciste mi dentífrico por el cuello.Rugiste. Mis costillas están magulladas.Esta mañana hasta mi lápiz tiene la marca de tusdientes.Ojos de gatazo fijos en mí ves huesos de pájaros.Acurrucada en la alfombra de tu vientretu aliento tan cálidohuelo un miedo delicioso.Vamos respirá sobre mí rudo tigreponé tus suaves patas aquí.

(trad. Laura Cerrato)

Christina Rossetti ( Inglaterra,1830-94)

ÉL Y ELLA

“Si uno de nosotros recordaraY uno de nosotros olvidara,desearía saber qué haría cada uno-Pero ¿quién puede decirlo por ahora?”

“Si uno de nosotros recordaraY uno de nosotros olvidara,

Te diré qué es lo que haré:Y estoy contenta de esperarte,Y no estar segura por ahora.”

(trad. Lucas Margarit)

Adrienne Rich (USA, 1929-)

(EL POEMA FLOTANTE, SIN NUMERAR)

Pase lo que pase con nosotras, tu cuerpoobsesionará a mi cuerpo - tierno, delicadohaciendo el amor, como la semi rizada frondadel helecho de volutas en los bosquesrecién lavados por el sol. Tus muslos generosos, viajados,entre los que mi rostro entero ha llegado una y otra vez-la inocencia y sabiduría del lugar que mi lengua encontró allí-la danza viva e insaciable de tus pezones en mi boca-tu tacto sobre mí, firme, protector, explorándometoda, tu fuerte lengua y leves dedosllegando allí donde estuve esperándote por añosen mi cueva húmeda como rosa - pase lo que pase, esto es.

(trad. Laura Cerrato)

100 • feminaria literaria año X, no. 16 (nov. 2000)

Cien veces unaReflexiones acerca de la poesía demujeres jóvenes guatemaltecas*

Aída Toledo**

En 1998 se publicó una antología de poetas guate-maltecas titulada Para conjurar el sueño, editada por laUniversidad Landívar, la Fundación Colloquia y Edicionesdel Cadejo. Allí apareció una muestra de textos poéticosen donde se tomaba la temperatura a una línea de poesíaque enfrentaba, de alguna manera, las estructuras delsistema patriarcal guatemalteco.

Las autoras más conocidas, Luz Méndez de la Vega,Margarita Carrera y Ana María Rodas, eran por primeravez acompañadas por una serie de escritoras que habíaquedado en la sombra de las antologías realizadas hastael momento y algunas otras mucho más jóvenes quenunca habían formado parte del panorama de la poesíaguatemalteca. Sin embargo, el fenómeno más singularera la inclusión de escritoras nuevas, cuyas edades oscila-ban entre los 18 y 33 años.

Dicha muestra ponía también en evidencia que a lolargo de muchos años ninguna institución o instanciacultural se había preocupado por rescatar la obra deescritoras olvidadas como Margarita Azurdia y que porsupuesto no tenía ningún interés en la producción de lasnuevas voces, sobre todo porque sus escritos revelabanuna inconformidad con el entorno y los papeles tradicio-nales que la sociedad guatemalteca aún les adjudica a lasmujeres.

Lo cierto es que en ese libro –selección y notasrealizadas por dos mujeres– se establecía una línea ima-ginaria de tradición literaria, cuya procedencia y tonali-dades se localizaban en la obra de Josefa García Granados,poeta y periodista del siglo XIX, prácticamente descono-cida en la actualidad.

La muestra fue recibida por el pequeño círculoliterario guatemalteco, por un lado, con bastante indife-rencia y, por el otro, algunos fanáticos cuestionaron quea la par de poetas como Ana María Rodas se situara lacorta y novel obra de poetas archidesconocidas, quienespor edad aún no debían pasar a formar parte de unaantología que representaba lo mejor de la literaturaescrita por mujeres.

Ninguna de estas expectativas había motivado eltrabajo de recopilar los textos que aparecen antologadosen Para conjurar el sueño. La idea central era recoger unamuestra de poesía escrita por mujeres que se encontraraen las coordenadas estéticas abiertas efímeramente porJosefa García Granados. De allí que algunos rasgos de lapoesía compilada en dicho libro estén ligados a laspreocupaciones de mujeres en procesos de transiciónhacia una toma de conciencia que como seres humanospensantes se hacía necesaria.

Para llegar a lograr textos en donde el sujeto líricose identifica como una mujer pensante y cuestionadorade su propio papel dentro de un sistema sexista como elguatemalteco, la poesía de mujeres ha atravesado unperíodo radical que es posible visualizar en los textos deAna María Rodas y algunos de Luz Méndez de la Vega.Sin embargo, la poesía de Isabel de los Ángeles Ruano,cuya temática está en la angustia existencial del ser mujerdentro de un contexto violento, adquiere otras variantesen la poesía de Margarita Azurdia, que utilizando losmotivos y elementos más pueriles, propios, según elpatriarcado, de una vida femenina, logra trascenderlosal alcanzar momentos de fuerte intensidad lírica, perodentro de los nuevos registros de lo femenino, que seencuentran en directa relación a reconocerse como mu-jer con todo su aparato de vida, incluidos lo doméstico ylo intelectual.

Las tonalidades de esta poesía de corte existencial,al mezclarse con las posturas radicales de Rodas y Méndezde la Vega, dieron como resultado durante los añosochenta una línea de indagación de lo femenino que nohubiera podido suceder sin la publicación de Poemas dela izquierda erótica y un poema central de Luz Méndeztitulado “Carta a Scho-penhauer”.

Como todo en literatura, las jóvenes poetas guate-maltecas de quienes tenemos conocimiento siguen pau-sadamente esa línea indagatoria de lo femenino, inclui-dos el cuerpo y los deseos, sin dejar de lado las preocupa-ciones que flotan en el ambiente cultural y social guate-malteco. De allí que algunas de ellas den por sentado ensus textos que pueden hablar de sí mismas, de sus cuer-pos, sus apetencias y sus traumas con la libertad quedejaron abiertas las escritoras fundantes de este nuevoespacio poético.

Y como nada es gratuito y el lenguaje es el elemen-to con el cual trabajan y definen sus escritos, ese lenguajeestá despojado en la mayoría de los casos de la floritura

* Publicado originalmente en laCuerda, Año 2, No. 15,Guatemala, agosto 1999. e-mail: [email protected]

** Licenciada en Letras, A. T. es doctoranda en Letras en laUniv. de Pittsburgh y poeta (Brutal batalla de silencios y Realidadmás extraña que el sueño).

Dossier: Poesía de mujeres guatemaltecas

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feminoide que el mismo sistema patriarcal imaginó paralos textos escritos por mujeres.

Podemos observar en sus productos escrituralesuna intención epigramática, es decir que aún conserva lamayoría de estas escritoras jóvenes -Alejandra Flores,Johanna Godoy, Regina José Galindo, Mónica Albizúrez,Mónica Mazariegos, Gabriela Gómez y Ana Luisa Aguilera-el tono despiadado con el cual Ana María Rodas escribiólos textos de «Poemas de la izquierda erótica» en 1973.

Pero si las tonalidades son epigramáticas, la forma-lización de sus textos es distinta. Hay en ellos una nuevaconcepción espacial dentro de la página en blanco cuyasreferencias están en lecturas que han hecho de las van-guardias históricas o que han absorbido a través de otrosautores guatemaltecos o extranjeros.

Sin embargo, las nuevas generaciones están tam-bién impactadas por los avances de la cibernética ymucho de su lenguaje está ahora determinado por eselenguaje técnico. Además, su léxico contiene regular-mente vocabulario procedente de los estudios en los quese encuentran inmersas. Es muy común encontrar en lostextos de Mónica Albizúrez vocabulario de tipo legalpuesto que es abogada, o en Alejandra Flores un vocabu-lario relacionado con la medicina y la psiquiatría, porcitar dos ejemplos.

Es obvio que la poesía de mujeres jóvenes continúaen la indagación de lo femenino, quizás porque aúnsiguen atrapadas por las estructuras tradicionales quecondicionaron a sus madres y abuelas a una determinadamanera de actuar dentro de la familia y la sociedad.

Si pretendemos y deseamos cambios en la temáticade estos escritos, quizá sea necesario abrir más los ámbi-tos culturales a las mujeres que escriben, propiciandoespacios en igualdad de oportunidades y siendo muchomás ecuánimes al juzgar y valorar los textos que formanparte del imaginario femenino guatemalteco de fin desiglo.

Nuevos perfiles, nuevas aristasCuando hablo del discurso feminista en la poesía

femenina guatemalteca contemporánea me referiré es-pecíficamente al que inaugura Ana María Rodas (1937)con la publicación de Poemas de la izquierda erótica, en1973, y que se convertirá en un paradigma inevitablepara las poetas que continuarán hasta la fecha, es decira lo largo de más de dos décadas, cada una con su propioregistro, esta línea escritural. Afirma Anabella Acevedoque con Rodas aparece:

“[…] una línea determinada de pensamiento,aquella que da voz a sujetos líricos que no se conten-tan con lo establecido, sino que exploran formaspoéticas y temas no tradicionales de forma muypersonal, aunque esto signifique correr riesgos y servíctimas de la incomprensión”1.

Otro jalón fundamental en el trayecto de la poesíafeminista que nos ocupa aparece con Aída Toledo (1952).Desde su primer poemario, Brutal batalla de silencios(1990) revela una voz ideológica menos confrontativaque Rodas, pero igualmente incisiva y aun más irónicafrente al machismo. Toledo logra un difícil equilibrioentre un sintetismo expresivo -notables sus epigramas-,y una retórica aparentemente inexistente, pero en reali-dad llevada a la quintaesencia. Su poesía proviene deraíces eruditas que ella juguetonamente desmitifica por-que las conoce a fondo. La refuncionalización de losmitos grecolatinos en clave feminista es asombrosamen-te efectiva, como puede observarse en Realidad másextraña que el sueño (1994). Los rigurosos juegos concep-tuales de Toledo revelan una aguda lucidez intelectualsobre la estrechez de los moldes femeninos y filtran uncierto cansancio ante los paradigmas utópicos; no obs-tante, siempre hay un rescoldo para el amor y los goceseróticos como derechos adquiridos e irrenunciables. Ytambién una actitud que podría decirse de vitalismoneopagano2.

Como se verá oportunamente, predomina en laspoetas últimas, insertadas en plena posguerra y posmo-dernidad -notablemente Alejandra Flores (1965) y ReginaJosé Galindo (1974)- la ausencia de la utopías o metana-

Estrategis de la subversión:poesía feminista guatemalteca

contemporánea

Lucrecia Méndez de Penedo*

*Es doctora en letras y directora del Departamento deLetras de la Universidad de Guatemala. Este trabajo formaparte de un texto más largo.

Universidad Rafael LandivarDepartamento de Asuntos CulturalesVista Hermosa III, Zona 16, Apartado Postal 39CCiudad de Guatemala, Guatemala 01016

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rrativas totalizadoras de cualquier tipo, una expresióncruda y rabiosa, y una imperceptible nostalgia de algoperdido y/o desconocido. Mónica Albizúrez (1969) equi-libra esta balanza, con una expresión exacta y cuidadaque apenas logra contener un escepticismo irónico. Noobstante, todas permanecen en latente vigilia a la defen-sa de los derechos adquiridos para la mujer e inclusive,denunciando los daños en su contra.

Las poetas que seguirán la línea iniciada por Rodas noconforman, entonces, ni un grupo, ni una generación, ymenos, una escuela. Por razones cronológicas sería difí-cil, pues las edades comprenden mujeres nacidas desde1937 hasta 1980. Los contextos, tanto los de produccióncomo los de recepción de la obra literaria, obviamentevarían. En los setentas Guatemala ya era una ciudad contodos los problemas urbanos y sociales derivados, aun-que también con un crecimiento de la clase media con suconsecuente acceso al consumo y a la cultura; no obstan-te, el panorama se complica con la represión de losgobiernos militares a los movimientos insurgentes. En ladécada de los ochentas factores como la recesión econó-mica, el aumento de la violencia política y el narcotráficose colocan a la par de una incipiente tecnologización dela sociedad y el ingreso, por peculiar que fuera, a la aldeaglobal y en otro orden de ideas, el masivo crecimiento delas iglesias evangélicas. En los noventas la alta tecnologíaaumenta su cobertura, las nuevas leyes de mercado -intrínsicamente amorales- son las que cuentan, se firmanlos Acuerdos de Paz, pero crece la violencia común y seentra de lleno en el debate acerca de la conformación dela sociedad intercultural. Guatemala, a estas alturas, yaaparece insertada de lleno en una posmodernidad con-tradictoria y aclimatada a su tercermundismo.

El perfil general de estas poetas revela una mujerladina, urbana, letrada, profesional, de capas medias omedias altas, casi todas con libros publicados y crítica a suobra (inclusive existen traducciones de algunos textospoéticos en revistas y antologías). Muchas de ellas cuen-tan con nivel universitario y estudios superiores en Le-tras, han ejercido o ejercen la docencia universitaria,dominan la teoría y la crítica literaria, con publicacionesen periódicos, revistas y libros también en este campo3.Son mujeres que han viajado o han estudiado fuera ydominan varios idiomas. Su participación política ha sidoescasa, pero frecuentemente han participado esporádi-camente en movimientos y actividades feministas y cívi-cos. El caso de Ana María Rodas es diferente: ha ejercidoel periodismo de opinión ininterrumpidamente.

La escritura de estas mujeres, además de no serneutral, tampoco es ingenua. Son intelectuales muycultivadas y actualizadas. Su inserción en el discursopoético feminista es deliberado, ya que surge de unproceso extenuante pero lúcido de autoconocimientopara delinear una identidad que se expresa a través de lacreación de un nuevo imaginario, construido desde sucuerpo y mente, y expresado con una voz desconcertan-te, vista desde los cánones tradicionales. Son iconoclastasen el verdadero sentido de la palabra.

Algunos rasgos que caracterizan -en sentido amplio-esta poesía. El modelo: la antiheroína. La voz: seca, colo-quial. Estructuras: breves. Ritmo cortado, como staccato.Tono: agresivo. Tema: sobre todo el erótico, como sinóni-mo de libertad. El signo de esta poesía es la violencia y latransgresión, más efectivo generalmente cuando el discur-so adopta un tono irónico o sarcástico, revelador de unainteligencia tan sagaz como la masculina, y resulta así laestrategia más efectiva para demoler las estructuras opre-soras en el espacio de la representación simbólica.

Para perfilar su identidad, esta escritura poética femi-nista necesariamente atravesó un proceso de automitifica-ción de la mujer que se propone a sí misma como un nuevosujeto. Mediante la jubilosa asunción del propio cuerpo ysexualidad, el sujeto poético feminista relega al polonegativo al hombre: por primera vez éste puede convertir-se -como ha sido frecuente para la mujer- en objeto dedeseo carnal. La ira acumulada desde la infancia dentro delos estrechos moldes prefabricados estalla brutalmentefrente al hombre percibido como enemigo -pero anheladocomo compañero. Esta escritura poética feminista inicia elproceso de liberación apoderándose de la actitud y la vozmasculina4 -con los riesgos y defectos inherentes- comodetonador interno del lenguaje, en cuanto a instituciónsocial, y rechazando las estrategias asociadas tradicional-mente a la escritura femenina. De esta manera, la mujerpodía finalmente hacer oír su voz; expresarse literalmenteen los mismos términos. Esta colérica y dolorosa nivelaciónentre géneros y voces constituyó un indispensable rito deiniciación que corresponde indiscutiblemente a la poesíade Ana María Rodas.

Contraépica feminista inaugural: Poemas de laizquierda erótica

La poesía inaugural de Rodas presenta una actitud ytono “épicos”, pero invirtiendo el modelo tradicionalliterario. Cuando publica en 1973 Poemas de la izquierdaerótica, el proyecto revolucionario no sólo era una reali-dad cotidiana5 a la que no era posible sustraerse aunqueno se participara directamente, sino que todavía consti-tuía un paradigma utópico, por adherir o por cuestionar.Rodas sintetiza la épica íntima de la mujer guatemaltecay la traslada al espacio político, mediante una lecturarevolucionaria del erotismo reprimido. Es decir, refuncio-naliza el proceso de conflicto bélico de liberación enclave feminista. En esta contraépica poética, la mujer laprotagonista - ahora el sujeto es femenino: la antiheroí-na- ; realizará las hazañas prodigiosas –para el medio y elmomento no míticos sino reales y contemporáneos- decontraponerse a los valores establecidos para crear nue-vos modelos y valores -un feminismo osado-; medianteuna voz no áulica -sino totalmente contracorriente einusitada: las estrategias de la antipoesía, del exteriorismo,prosaismo, etc. , y se exceptúa el tono celebrativo deldescubrimiento del propio cuerpo y sexualidad, predo-mina un tono amargo y reivindicativo

Ana María Rodas, desde una escritura poética situadamás allá de la elasticidad de límites permitida por la

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cultura oficial de su momento, elabora textos de rupturaque la colocan fuera de los bordes, en el “exceso”destructor. Es la pionera de la desconstrucción del univer-so simbólico guatemalteco al masculino. Su postura ini-cial es tajante: el machismo/el hembrismo en simétricaoposición de contrarios –u otredades- absolutos. Estaclara línea de demarcación resultaba indispensable paraponer a los adversarios en igualdad de condiciones. Sinembargo, lectura atenta de su primer libro revela queexisten matices en la posición preponderante frente alhombre: excluyente y reductivista .

Rodas elabora un nuevo imaginario femenino, apartir de esta toma de conciencia, y de una escrituramarginal a los códigos y repertorios canónicos; perosobre todo, con extraordinaria audacia realiza una haza-ña literaria: la inauguración de un nuevo registro poéticoque marca un eje en la poesía guatemalteca femeninadel siglo XX. Pero, además, Rodas, independientementede su temática feminista, es una de las voces más valiosasde las letras guatemaltecas de este siglo. Esta es suaventura heroica y de allí que justamente su figura y suvoz constituyan en la actualidad -paradójicamente- elinicio de una nueva y actual mitología y leyenda. Aunqueexiste la capacidad de neutralización a largo plazo ope-rada por la sociedad sobre los objetos estéticos subversi-vos, en el horizonte cultural guatemalteco esta línea depoesía feminista continúa levantando polémicas6.

En el libro citado, el sujeto poético testimonia unarelación amorosa con un compañero revolucionario (dela cama para afuera). Ella, en cuanto a sujeto poético, seautodenomina “guerrillera del amor”7, y se coloca en unespacio que describe de esta forma: ”Estoy situada algoasí/ como a la izquierda erótica8.” O sea, un territorio delucha armada de palabras y reivindicación declarada-mente feminista. No hay ni justicia social ni justiciasexual9. Se reproducen en la esfera de las relacionesentre hombre y mujer, hasta en algunos niveles supues-tamente de luchas enmancipadoras, los esquemas dedominación que se cuestionan al sistema patriarcal. Loque Rodas critica es la incoherencia de conducta:

MírameYo soy esos torturados que describes Esos piesEsas manos mutiladas.Soy el símboloDe todo lo que habrás de aniquilar Para dejar de ser humanoY adquirir el perfil de Ubico De SomozaDe cualquier tirano de esosCon los que juegasY que te sirven, como yo, para armarte Un escenario inmenso10.

De esta forma, la poeta guatemalteca desafía lacentralidad demagógica de algunos grupos izquierdis-tas, como bien lo expresa Juan Carlos Galeano:

Estos son pues textos desafiantes de una época en lacual (en lo que respecta a los sectores de disidenciapolítica en Latinoamérica) los proyectos de liberación dela mujer y las luchas por construir la sociedad socialistaiban de la mano. Rodas devela la iconografía demagógi-ca de algunos miembros de la izquierda y el que éstos nolograran desembarazarse del todo de la autocracia en suvida individual. La queja de Rodas registra en su discursola misma autocrítica que los movimientos de liberaciónde la mujer le proponían a los miembros de las organiza-ciones políticas de izquierda en Latinoamérica durantelos años setenta11.

Esta imposibilidad de diálogo entre liberación socialy liberación femenina -ambos ultrautópicos en la Guate-mala de los setenta- la expresa de esta forma, atrevién-dose a enjuiciar a los íconos revolucionarios:

Voy a terminar como aquel otro loco que se quedótirado en la sierra.

Pero como mi luchano es política que sirva a los hombresjamás publicarán mi diarioni construirán industrias de consumo popularde cartelesy colgajos con mis fotografías12.

Y no obstante, el discurso poético de Rodas no estotalmente excluyente del hombre, pero en un tipo derelación también nueva y paritaria:

Pero al hacerme mujeral mostrarme que los seres son tan libres

Comprendíque libre-yoy libre-túpodemos tomarnos de la mano

y realizar la unión sin anularnos13.

Discursos feministas compartidos y estrategias deuna nueva poética: de Rodas a las novísimas

La posicionalidad inicial contextual de cada una deestas poetas, es decir el punto de partida, no es idénticopara todas. Sus experiencias vivenciales y formativastampoco. El género aparecerá en ellas como un punto deintersección biológico, social y simbólico. Desde estaubicación, la poeta feminista guatemalteca debe esco-ger su perspectiva ideológica y de escritura. Así, de unalínea umbilical y vertebral común se desprenden tantasramificaciones como escrituras aparecen.

Estas poetas pretenden forjar su propio discurso y nocalcarlo en los del discurso patriarcal. Rechazan vigorosa-mente los estereotipos más deteriores de la escriturafemenina tradicional y asumen una práctica “masculi-

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na”, es decir, sin lo que ellas consideran vaguedades,elipsis, ornamentos, que impiden la transmisión de unanueva visión del mundo. No podía ser de otra forma. Lascosas son reveladas y develadas con palabras necesaria-mente desnudas.

Esta vitalidad escritural, calificada –o inclusive desca-lificada- por algunos como “antipoesía”, requiere en losmejores momentos una gran capacidad de síntesis y no sevale de recursos retóricos codificados. La experimenta-ción es constante. Su tono es coloquial, conversacional,como es la atmósfera cotidiana donde desarrolla susactividades la mujer actual. O donde es ella misma sinartificios que la enmascaran. Las estrategias intenciona-damente se distancian del cánon central identificado conla escritura masculina y percibida como prolongación delpatriarcado. Más bien, se apodera y resemantiza un tipode discurso de ruptura masculino14 que, en la década delos setenta, cuestiona el lenguaje y la retórica, paraatacar el sistema a través de sus instituciones.

Ana María Rodas lo expresaba así en unos de suspoemas de 1973:

Los poetas tienen famaDe utilizar palabras suavesDe hablar del amor, de la melancolía,De los cielos azules, del horizonte vago.O yo no soy poetaO pongo en entredicho a mis colegas.Qué vergüenza que no me dé vergüenza lo que digo15.

Esto no sirve, dicen.No es poesía porque hablo de máquinas. De cocinaCuando no hay deseos de trabajar.

Yo escribo simplemente lo que sientoY todo es poesía porque para mí lo mismoVale una gota de lluviaQue el humo negro.

Ahora sí! Me atajan.La lluvia es objeto poéticoEl diesel, problema municipal16.

Su oposición a los cánones y a la centralidad de lacultura se confirmará no sólo en su escritura posterior,sino también en las palabras preliminares al poemario de1990 de Aída Toledo, que puede leerse como una especiede manifiesto poético. Rodas percibe la práctica escritu-ral de Toledo como un discurso poético similar al suyo:idóneo para expresar los conflictos de una mujer quecuestiona los valores jerárquicos del sistema y plenamen-te insertada en la realidad de su tiempo.

Las palabras son parte de la poesía, pero no son lapoesía. Tomar una frase y frotarla una y otra vez hastaque brilla, buscar las metáforas más rutilantes, abrir lapreceptiva literaria, el diccionario de sinónimos y aplicarsus fórmulas, puede llegar a ser un ejercicio académico

precioso, pero jamás poesía. La poesía es, esencialmente,extraer de uno mismo algo que le es común a los sereshumanos, y decirlo.

Decirlo con un lenguaje propio, por supuesto.La conjunción de ese algo importante que atañe a

mucha gente, y esa voz que no puede confundirse con lade nadie más, va a darnos la poesía.

Ya no hay aquí flores ni pájaros ni espinas, ni la seriede objetos de que, con excesiva facilidad, suele hacer usola poesía amorosa para definir el dolor o la desilusión.(Aída Toledo) habla de una mujer real, no de una ninfadel siglo pasado. Se refiere a esa mujer contemporánea[…] todos sueños de las jóvenes de una clase media casiborrada hoy del mapa […] no nos presenta a una heroínaflameante ni a una tonta que llora. No cae en la fáciltrampa del lenguaje ampuloso ni florido. Su personajevive en ese limbo indescriptible en que se mueven lasantiheroínas. Su lenguaje es un ejercicio de ascetismoliterario. Dos buenas razones para que su creación estéinscrita dentro de la poesía contemporánea17.

Las poetas novísimas, es decir las que nacen y/opublican posteriormente a Rodas y Toledo, llevan de laperiferia a los extremos las estrategias anteriores. Sonmujeres marcadas por la guerra y ahora la posguerra. Sonsobrevivientes conscientes o inconscientes. Forman par-te de las huestes de la aldea global posmoderna: el rockpesado, la cibernética, la ciudad, el fast-food, los centroscomerciales -nuevas catedrales del consumo- es su terri-torio. La imagen efímera, base de su lectura del mundo,donde ya no existe la fisura entre cultura alta y popularo de masas. (asumen tranquilamente tanto a Baudelairecomo a Charly García).

No sufren el fracaso de utopías o mitos simplementeo porque no las conocieron o no les interesan, aunquetampoco es posible generalizar. Acaso la única utopíaacremente cuestionada es la de una improbable familiafeliz; de una imposible relación de amor hombre/mujeren términos igualitarios. Y es cuando afloran estos temasque aparece -aunque sea fugazmente- la emoción huma-na, o más bien la fragilidad humana: la cólera a flor depiel, el estupor de la pasión y a veces una cierto descon-cierto típicamente juvenil ante la existencia. De allí quesu visión del mundo sea fragmentaria, relativista, mini-malista y frecuentemente escéptica. Como mujeres de sutiempo, son dueñas, o pretenden serlo, de su destino ysobre todo de su cuerpo. Los textos suben de tono y color:mucho más mordaces, procaces, crudos que los antece-dentes. Caracterizo en sentido general y con conocimien-to limitado de sus textos, pues solo una de ellas, Alejan-dra Flores, ha publicado un libro, Ternura derrotada(1999).

Muestrario de ilustracionesLas poetas que son objeto de este estudio comparten

algunos rasgos que iré ilustrando a través de sus propiostextos, sin pretender ser exhaustiva. Su feminismo estáanclado en el aquí y ahora de su circunstancia. Estoexplica que los primeros estereotipos por destruir sean

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los femeninos, atrapados en pequeñas cárceles dulzonaso lacrimosas. Las marcas de representación de la femini-dad desde el momento mismo del nacimiento, como unaespecie de destino inmodificable, son cuestionadas ro-tundamente por Ana María Rodas:

Me clasificaron: nena? Rosadito.Boté el rosa hace mucho tiempoy escogí el color que más me gusta,que son todos18.

Aída Toledo, en un poema cuyo título no puede sermás revelador, “Pudiste haber sido normal”, dice:

Pero las palabras de mi abueloInsistíanPudiste haber sido normalHaciendo de la cocinaY el tejido un arte paraCazar maridoPero Ella la amada la bien amadaLa a veces comprometida la exiliadaLa erótica y sensual la cancerberaNo me ha dejado ser19

La sobriedad retórica de Toledo es notable -por ejem-plo, al convertir los adjetivos en sustantivos-, así como lacuidadosa disposición gráfica que pone en todos sustextos. (Es útil saber que, además de completar un docto-rado en Letras, casi terminó los estudios de la carrera dearquitectura: de allí deriva probablemente el cuidadocompositivo).

Los velos caen y descubren que el altar de vírgenes ymártires o de la madrecita de cabellos blancos son cómo-dos espejismos patriarcales. Detrás de esta supuestaadoración incondicionada existe una gran manipulación-frecuentemente mutua, para ser francos- que distorsio-na y envilece las relaciones sentimentales, conyugales yfamiliares. No puede ser de otra forma cuando existe unadisparidad y se reproduce en pequeño el esquema opre-sor/oprimido, como si se tratara de un fenómeno gené-tico, evidenciado por el supuesto temperamento pasivode la mujer, visto inclusive como virtud de abnegaciónilimitada. Siempre en palabras de Toledo:

VHicimos del amorUn rito de dioses aisladosEl placer fue siempre tuyoEn la pira de los sacrificiosEl cordero degolladoFui siempre yo20.Supón que yo hubiese sido la culpable

Por no lavar planchar barrer limpiarCoser y copularTodo a un mismo tiempo21

Nótese en este último poema el rechazo de los signosde puntuación que acentúan la acumulación de la enu-meración verbal y se convierten en vehículos afortuna-dos para expresar el agobio de los múltiples y diversosroles –y trabajos- impuestos a la mujer

Ya Ana María Rodas había confeccionado un textohiriente dedicado a los padres en su conocida “Carta a lospadres que están muriendo”, de su libro Cuatro esquinasdel juego de la muñeca (1975) del que cito sólo losfragmentos iniciales y finales del texto:

Papis queridos: a ustedes quiero aclararles que estodo esto.

Las mujeres me entienden. Lo que yo hago no es bueno ni es malo. Es mío.

Los veo revolverse, incómodos, en sus poltronas.presiento que buscan las palabras para invocar loscánones antiguos y tratar de meterme a su yugonuevamente. Ya no es posible. No me interesa entrar

en lahistoria ni tener éxito; no quiero sus medallitas ni suspalabras de aprobación porque no las necesito.[…]Los admiré e hice mías sus ideas por un tiempo y no

sabíapor qué se me llagaba al cuerpo y el cerebro. Ahoraentiendo lo infantil de esos propósitos y al ver sus

rostros conesta vista nueva que me he dado, comprendo que nopertenezco a este cementerio.

Y me largo22

Como señala Teresa San Pedro, la intensidad expresi-va de Rodas se basa no sólo en un lenguaje descarnado,sino en el uso paradójico del diminutivo, que de términoafectivo, se torna aniquilador:

Este recurso aligera la obra, restándole gravedad ypomposidad a lo dicho. Trivializa a un nivel superficial, laseriedad del tema y añade el elemento de la ironía. […]Estos términos de cariño, debido al tono y al contexto enque son usados, adquieren un significado totalmenteopuesto al literal. Esta hija no se siente unida a suspadres; éstos son para ella seres lejanos, distanciados,ausentes. Los mundos en los que habitan ambas genera-ciones son totalmente opuestos23.

Entre algunas de las jóvenes poetas encontramos elmismo tema, con mayor sintetismo, pero con el mismoenjuiciamiento implacable hacia la institución familiar,escenario de tragedias íntimas, como revelan estos dospoemas de Galindo:

Hace treintaiséis añosmi padre

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asesinó a golpeslos sueños de mi madre.

Desde entoncesestá presocumpliendo cadena perpetuaincomutable24.

Mi abuela no me dejóuna muñecauna joyaun te quiero

me dejó -en cambio-muchos rencoresenvueltos en un pañuelo rojoque decía:

personal e intransmisible25.

La condena al padre – y que puede extenderse a todohombre que mata los sueños de una mujer- es tajante:“incomutable”. Los dos sujetos femeninos de ambospoemas: la madre y la abuela prolongan una posición dederrota en la primera y agresividad gratuita de parte dela segunda hacia la nieta. En el segundo texto, el sujetopoético coloca en el mismo orden de importancia losobjetos: juguetes (muñeca), valor (joya) con los senti-mientos afectivos (“un te quiero”). Como una cosifica-ción de la persona. Podemos inferir que con una abuelaterrible que sólo le hereda en línea directa sentimientosnegativos (“muchos rencores”: afortunado el uso de unadverbio de cantidad en función adjetival en lugar pro-piamente de un adjetivo calificativo que denote afectivi-dad o rechazo inmediatamente: “negros”, “dolorosos”,“ausentes”, etc.), el juguete no debe formar parte de unamemoria infantil feliz. La mancha de color (el adjetivo“rojo”) logra con una sola palabra dar la atmósfera delpoema.

Es comprensible entonces que estas mujeres tiendana identificarse con las minorías marginadas -por clase,por raza o por ambas- como los desaparecidos de estepoema de Rodas, donde nuevamente utiliza el esquemade simetría binaria de oposición, en este caso muertos(en paz)/muertos (desaparecidos violentamente):.

Qué extraño ser es ese que no entiendeQue me enseñe la lista de sus muertos.Todos en la cama, por supuestoy a respetable edad.

Mire esta mía: cortados prematurospisoteados, maltrechos.A mí no me tocó la suertede cerrarles los ojos ni rezar nueve días.

Fueron uno tras otro. Y por el miedo y el dolor y la angustiano tuve tiempo de investigarcómoquiénni por qué.Pero me consta que desaparecieron26.

En el caso de un país como Guatemala, estos sujetosmarginados encuentran una figuración inmediata en losindios y los pobres, aunque se trate de poesía no explíci-tamente comprometida o revolucionaria, y es un filónque más que todas las poetas que nos ocupan, ha traba-jado Rodas. Lo mismo vale para un tema candente en elpanorama guatemalteco: el fenómeno étnico. SiempreRodas alude al mestizaje propio de nuestra población,cuando se describe a sí misma como: “mezcla perfecta deindio y europeo/olorosa a pan moreno”27. Por su parte,la carencia de memoria histórica entre las más jóvenes -o la supuesta carencia-28 cobra un singular rasgo enFlores, quien se apropia de las siglas del documentoREMHI (Recuperación de la Memoria Histórica, elabora-do por la Oficina de Derechos Humanos del Arzobispado,referido a las violaciones a los mismos ocurridas durantela guerra), y en un poema homónimo lo convierte en laprotesta por sus derechos amorosos:

Comola memoriaamorosaes ahistórica,te volvía asumir.

Me volví a equivocar29.

El tono de esta poesía es confesional y directo. Eltestimonio propio resulta emblemático de la mujer engeneral, sobre todo por las que no pueden alzar la voz,o porque no pueden o porque no saben o porque noquieren abandonar una posición cómoda o una tareainmediata de sobrevivencia. Pero es siempre, a pesar dela expresión gruesa, el discurso de la ladina letrada, quepractica el “oficio de poeta”:

Oficio de poeta.Menos mal.Así en vez de castigarme a ciegascon el pasadoy de llorar a solaspuedo sentarme frente a una máquina tan gris como el ambiente

mover los dedos rápidoy decir que todo es una mierda30.

Sin embargo, a veces el discurso es más elaborado yutiliza estrategias mediadas por representaciones sim-

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bólicas, o bien a través de una reapropiación y refuncio-nalización irónica de los mitos clásicos, mediante lainversión de roles. Aída Toledo ha logrado textos corro-sivos en este filón:

ALGO MÁS QUE DOS DEDOS DE FRENTEPenélope más listaAprovechó el normalCurso de la historia.

La guerra alejóA Ulises31

3

En los sueños de TeseoAparezco yo

En los míosEl Minotauro(Con el rostro de Teseo)32

Dentro de la revalorización del cotidiano femeninocomo espacio privilegiado -ya no es necesario ser unafrágil heroína a la luz de la luna o una odaliscad’annunziana tirada sobre una piel de tigre-, aparecenen los poemas algunos lugares marginados como losdomésticos o los laborales. Y en ellos, esta nueva mujer,desmitificación total del estereotipo de la belleza feme-nina triunfante. La mirada escrutadora adquiere un tonocáustico e inmisericorde:

Soy un lugar comúncomo el eco de las vocesel rostro de la luna

Tengo dos tetas -diminutas-la nariz oblongala estatura del pueblo.

Miopede lengua vulgar,nalgas caídaspiel de naranja.

Me sitúo frente al espejoy me masturbo.

Soy mujerla más comúnentre las comunes33.

La ostentada “vulgaridad” del sujeto poético utilizaexpresiones hiperbólicas (“la más común/ entre las comu-nes./”), pero en clave inversa a lo usual: ni para convertirla voz en melodrama, ni para exagerar atributos conven-cionales de belleza o delicadeza asociados a la mujer. De

hecho, no se habla de “senos” sino de “tetas”, no de “pielde durazno” o de “alabastro” sino la celulítica “piel denaranja”, verdadero azote estético. Las “nalgas caídas”constituyen la negación de la apariencia física deseableen la actualidad, así como la baja estatura “del pueblo”o la “nariz caída” , que otras remediarían con la cirugíaplástica. Pero esta mujer se acepta naturalmente, asícomo existen fenómenos inmediatos y cotidianos “el ecode las voces “ o “el rostro de la luna”. Ella es un serinmediato y cotidiano, también, merecedora, en primerainstancia de los cuidados y satisfacciones eróticas, queella misma se sumistra, como rasgo de independenciafísica y por asociación, emocional.

Una de las estrategias más eficaces de esta poesíareside en el uso del humor, la parodia, la ironía e inclusiveel sarcasmo. Estas actitudes, consideradas más propias dela inteligencia -masculina, claro-, demuestran que lalucidez y el juego intelectual no es patrimonio exclusivodel hombre. La crítica elaborada a través de este tipo dediscurso es devastadora, ya que con pocos versos algunasde estas poetas logran pulverizar modelos seculares desumisión femenina: Puede ser con textos epigramáticos:

Epigrama 11 ASÍ PLANTEABAS TUS BATALLAS

NoNo querías mis ideasQuerías penetrar mi cuerpocon las tuyas34

O retratos cáusticos:I

El ojoDe mi PolifemoMiró siempreEn una sola dirección:la de su ego35.

La maternidad ya no es vista como única meta paraestas mujeres, sino como una decisión privada que con-lleva responsabilidades también sociales. Para algunas,como Toledo, es plenitud: los ojos de la hija son comoestrellas: “Es pequeña y brillante/ Como las pupilas de miniña”36; a su niña hereda no sólo sus pequeñas grandesposesiones materiales sino sobre todo: “Mi persistentecapacidad de amar”37.

Para otras, como Galindo, un proyecto fisiológico,“Gotas de sangre/ espesas/ malolientes/ salen a chorros/por mi alcantarilla destamponada” inconcluso eintrigante: “y me despido de ellas/ con una lágrima./ Susojos, su boca, sus manos. / Rumbo a una cloaca/ van suslatidos”38. Flores lleva a niveles tremendistas una concep-ción de tipo necrófilo en “El gusanito del amor”, del cualcito la estrofa inicial y las finales: “Mis gusanitos nacerán/a tres metros bajo tierra/ cuando mi cuerpo/empiece adescomponerse./ Los tuyos/ a diez excavaciones de dis-tancia/ harán lo mismo.” […] Se encontrarán a mitad del

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camino./ Y se aparearán ansiosos/ frente a los restos de unniño/ para fecundar una larva/ la que en otra vida/ será elgusanito del amor” 39.

Insistente la textualización del cuerpo femenino. Apartir de Ana María Rodas, se escribe abiertamente“desde el cuerpo”, asumiéndolo gozosamente, comoparte escindida de la identidad femenina . Dice Rodas enel poema numerado “9” :“Tengo hígado, estómago, dosovarios,/ una matriz, corazón y cerebro, más accesorios./Todo funciona en orden, por lo tanto,/ río, insulto, lloroy hago el amor./ y después lo cuento/”40. Los sustantivos(los órganos) son vehículo para los verbos (en infinitivo,es decir, la acción virtual, pero sobre todo dependientede la voluntad del sujeto poético). Gabriela Gómezreduce el acto amoroso a una enumeración de purossustantivos y preposiciones de espacio y lugar y artículosposesivos, con total ausencia de verbos y adjetivos, esdecir, de acción y valoración afectiva, y se vale tambiénde la disposición gráfica para darle fuerza a su texto,como puede observarse en los versos finales de“prePOSICIONES comprometedoras”:

Tu bocaTu lenguaTu ombligo frente a mi ombligoTu cuerpo bajo mi cuerpo41

El discurso poético aparece frecuentemente impreg-nado de intertextualidades a veces cultas -dirigidas a unpúblico lector conocedor- , que denotan a la mujerletrada. Mónica Albizúrez inserta algunos versos delfamoso “Yo pienso en ti”, del poeta romántico guate-malteco José Batres Montúfar, y parodia irónicamente lavoz masculina que expresa el amor idealizado y esperan-zador en su “Montufariana”. La voz poética femenina,por el contrario, asume un tono neurótico y desesperan-zado, como puede apreciarse en este fragmento final:

[…]Y sin embargo aquí me tienes medio enajenada esperando ansiosa el próximo encuentro repitiendo

el eterno yo pienso en ti tu vives en mi mente en mi cuerpo y en mi angustia a toda hora (por supuesto)42

No podía faltar una alusión a Sor Juana: un fragmen-to de “Pudiste haber sido normal” de Aída Toledo,

evidencia su sustrato académico también por el uso detérminos como “ahíta”:

Ninguno de esos mundos me fue ajenoNi Sor Juana y los miles dehombres necios que repetíAhíta de resentimiento43.

Otro fenómeno de intertextualidad es la utilizaciónde términos tomados de otro idioma, específicamente elinglés, globalmente familiar en la actualidad, ejemplo deruptura de fronteras que ceden ante el modelo transna-cional. Un fragmento último del poema “Recibe de mí”de Gómez:

Para que no puedas decir nobodyNobody hereThere’s nobody here for meY te sientasPor mi culpaDe tu verdadero tamaño44

La cultura del bombardeo de la imagen forma partedel cotidiano paisaje urbano –el paisaje geográfico esinexistente- de las más jóvenes por lo que es comprensi-ble el cuidado que destinan a la diagramación espacial delos textos, imprimiéndoles así no sólo un ritmo lingüísti-co, sino también visual. Algunas críticas encuentran enésta: “estética del gusto y el regusto por la imagenplástica -la herencia vanguardista- […]”45. En este poemade Regina José Galindo, la ingeniosa composición gráficadel texto –espacios cada vez más cerrados entre palabrasobsesivamente repetidas y el uso de diferentes puntos deimpresión- transmiten el ritmo de la masturbación pormedio de recursos como la exclusión de las comas queconducen a un crescendo que finaliza con unosposorgásmicos puntos suspensivos.

Con mi mano me basta

ella no me somete ni me pone a prueba

conoce mi punto la fuerza justa el ritmo

uno dos tres cuatro uno dos trescuatro uno dos tres cuatro uno dostres cuatro uno dos tres cuatro unouno dos tres cuatro uno dos tres cuatro uno dos tres

cuatro uno dos tres cuatro uno dos tres cuatro uno dos tres cuatro uno dos

tres cuatro uno dos tres cuatro uno dos tres cuatro uno dos tres

cuatro uno dos trescuatro uno dos tres cuatro uno dos tres cuatro uno dos

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tres cuatro uno dostrescuatrounodostrescuatrounodostrescuatrounodostrescuatrounodostrescuatrounodostrescuatrounodostrescuatrounodostrescuatrounodostrescuatrouatrounodostrescuatrounodostrescuatrouno dos tres…46

Otro aspecto muy singular de las poetas jóvenes -yque responde al anticanon del canon posmoderno- es laabolición de las divisiones entre las diferentes prácticasartísticas. Es el caso, sobre todo, de las performancespoéticas donde el texto se apoya en estrategias visuales:composición con objetos, participación por medio delpropio cuerpo para enfatizar su discurso, entre otras. Esel caso de Regina José Galindo con sus polémicasperformances poéticas recientes. En una de ellas Lo voya gritar al viento (Edificio de Correos, 1999), se colgó delarco del edificio de Correos, en el centro de la ciudad,como “un ángel posmoderno”, según acertadas palabrasde Anabella Acevedo47, a horas de tráfico, y desde allí leíasus poemas y luego tiraba las páginas al público quepasaba. En la más reciente instalación-performance, So-bremesa (Vestíbulo Banco del Café, 1999)48, con la cualganó el premio del Proyecto Jóvenes creadores Bancafé,desmitificó la mesa familiar como espacio ritual decondivisión de alimentos y afectos, tirándose cual fetodebajo de una de las tantas mesas -desde las máscotidianas hasta las más elegantes que pueden existir enun hogar- en donde pegó sus textos escritos a mano -poemas y fragmentos de diarios. Esta vez, Galindo optópor el silencio.

De cara al siglo XXI: final abiertoAl adueñarse de su propio destino, cuestionando los

roles impuestos históricamente por la sociedad patriarcaly la jerarquización desventajosa de su posición, estaspoetas feministas han elaborado un discurso poéticoque, aunque haya atenuado la cólera inicial, continua enestado de alerta. Estas escritoras guatemaltecas demues-tran que ellas son capaces de dar su exacta autorrepre-sentación, con una visión producto de su ser biológico, suidentidad, su condición, su presente, pero sobre todo sufuturo. Su escritura, además de oficio estético, es com-promiso político y social en sentido amplio, que trascien-de un enfoque clasista o economicista, y toma muy encuenta aspectos culturales para reconocerse como grupomarginal.

Hay que recordar ininterrumpidamente que la poesíafeminista de las autoras seleccionadas procede de unacultura de la violencia y de un contexto marcado por unalarga guerra civil sangrienta y no declarada. Así, la vozinaugural de Ana María Rodas por una parte agrede alsistema desde dentro y con sus propias armas, cuanto porel desengaño frente a la utopía familiar y política. Suescritura presenta una visión totalizadora y un tonoamargo y colérico. Con Rodas inicia la estación de latrangresión poética feminista que se inscribe en unalucha de liberación, a través de la construcción simbólicade un nuevo erotismo, en principio autocelebrativo,

luego manipulador frente al hombre y finalmente anhe-lante de una relación compartida equitativamente.

La poesía de mujeres no vuelve a ser la misma despuésde Ana María Rodas, como bien lo testimonian mordaci-dad epigramática y culta de Aída Toledo. El mundoexterno va perdiendo brillo y el reclamo de las novísimasrecae ahora casi exclusivamente sobre el fracaso del mitofamiliar, perdido irremediablemente en los vericuetos dela posmodernidad guatemalteca, signada por la disolu-ción de la memoria histórica, la tecnología y el mercado,como por una posguerra hasta ahora poco prometedora.Estas jóvenes cosmopolitas de la aldea global no cuestio-nan sino que exigen sus propios derechos y definitivamen-te optan por un mundo donde las jerarquías de todo tipohan desaparecido, así como las centralidades culturales.

La expresión poética última alcanza límites radicalesen la desnudez y casi grosería del prosaísmo: el ataque allector es tan frontal o más que el de Rodas. Estas jóvenespoetas que ya no se asombran ante nada, logran encambio sorprender al lector por su escritura excesiva,llevada a límites experimentales que desbordan cual-quier atisbo de retórica tradicional. A veces, sin embargo,se filtra en sus textos una especie de nostalgia intuitivano por paraísos perdidos, sino desconocidos. Y son ins-tantes en que sus voces develan la vulnerabilidad juvenilque tenazmente se empeñan en esconder. La constata-ción de que los padres son terribles, pero que la relaciónentre hombre y mujer a pesar de todo el camino recorridosigue siendo conflictiva constituyen índices que una lectu-ra atenta capta entre líneas de un discurso de vulnerableincertidumbre paralelo al autosuficiente y egocentrista.Así, a veces ese agobio de vivir emocionalmente tan deprisa y sin mayores puntos de referencia se filtra no sólo enlas estructuras y estrategias discursivas, sino en el tonodesolado y desencantado de muchos textos.

El recorrido de la poesía feminista guatemalteca hasido tortuoso. No ha habido utopías o sistemas socialesque la respalden -como pudo ser el caso de las poetasnicaragüenses durante el período sandinista-, sino queha implicado una fatiga intermitente contra todo, desdela publicación de los textos, hasta el espacio para serescuchadas. Como si fuera poco, además de soportar unaguerra, han debido sufrir la incomprensión y hasta ladenigración, no sólo como escritoras. El precio ha sidomuy alto, tanto en el ámbito personal como profesional.

Su práctica textual ha sido y es un proceso conscientede autoafirmación a través de la creación de estrategiassubversivas. La desconstrucción de las poéticas conven-cionales no es gratuita, ni un fin en sí mismo. Es más queeso. Es una metáfora viva de protesta, liberación y cons-trucción de algo nuevo. No sólo en la literatura. De allíque a esta escritura tan cuestionadora e innovadoradifícilmente se le pueda aplicar una lectura neutral: sustextos imponen una definición.

Estas escritoras guatemaltecas se han tenido queinventar como mujeres y como poetas; han descubiertozonas de divergencia y de convergencia con el hombre.Su discurso de alguna manera tiende puentes para la

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construcción de espacios de libertad democráticamente–y conflictivamente- compartidos paritariamente con losotros, sean hombres o mujeres. También aquí podría serposible utilizar el esquema de “la articulación de lasdiferencias” étnica propuesto por Mario Roberto Mora-les49 en clave metafórica.

La poesía feminista guatemalteca se singulariza porsu honda tensión interior y la expresión desnuda yfrontal, así como por la intermintente experimentaciónde sus propias estrategias discursivas. Una mirada haciael futuro puede imaginar algunos posibles caminos, quevan desde la inserción en la literatura de textos “líqui-dos”, es decir, los hipertextos cibernéticos de estructurasabiertas al infinito y susceptibles de mutaciones interac-tivas, con la utilización de técnicas gráficas, y donde elconcepto tradicional de autoría desaparece. O quizás unretorno a discursos menos confrontativos tanto por eltono como por las estrategias utilizadas. En todo caso, esseguro que la tecnología no acabará con estas tenacesvoces guatemaltecas, sino que probablemente convivirácon los textos escritos. Acaso de la ira y el cansancio sepase a la tolerancia, pero eso depende de los cambios yoportunidades reales que la sociedad ofrezca a las muje-res y que ellas sepan demandar.

Sin adoptar las ingenuas actitudes de la correctnesspolítica, estas poetas guatemaltecas se encaminan condeterminación irrenunciable a la realización de su poten-cial creativo y humano en su inmediata circunstanciahistórica. Como pioneras y de alguna manera -aunque eltérmino lo considerarían seguramente muy retórico-profetas en su tierra.

Han construido un universo simbólico reivindicativo –sin ser totalmente excluyente- valiéndose de estrategiasexperimentales y jugando con las indispensables “líneasde fuga y de ruptura” que señalaba Nelly Richard, dondepolifónicamente coexisten los registros ásperos con otros-los menos por ahora- jubilosos y celebrativos. Comocualquier identidad, la femenina también es cambiante,provisoria, se cristaliza fugazmente en interseccionesentre lo existente y lo imaginado. Seguramente la escri-tura feminista proseguirá recorriendo un camino parale-lo al identitario, expresándose con registros variados, sinlímites a la fantasía y a las estrategias escriturales.

Notas1 Anabella Acevedo. “Era tal el ciego ardor: Apuntes

acerca de la poesía guatemalteca escrita por mujeres delsiglo XX”, Para conjurar el sueño. Poetas guatemaltecas delsiglo XX. Selección y notas de Aída Toledo y AnabellaAcevedo. Guatemala, Universidad Rafael Landívar: 1998: 10.

2 “El amor ya no es el dominio de vírgenes ojerosas einquietas, sino un placer estrictamente terrenal tantocomo un sentimiento intenso, pero inevitablemente efí-mero. Sin lamentos posteriores: la amargura no cabeentre los recuerdos atemperados de la historia íntima,que continúa y continuará pendiente de vivirse hasta elfinal. El erotismo que la poeta reclama sin aspavientos noes inferior ni superior al erotismo masculino. Ni siquiera

importa que sea diferente. Basta que sea. Ajeno elsentimiento de culpa y todos sus ritos vinculantes a laautodestrucción o al ajuste de cuentas tardío. La mujerconstruye la paridad con el hombre por su propia inicia-tiva y riesgo: asume tanto el gozo como la pérdida. De allíel irrenunciable y verdadero sentido no de liberación,sino de libertad femenina.” Lucrecia Méndez de Penedo.“La minotaura en su laberinto”, en Aída Toledo. Reali-dad más extraña que el sueño. Guatemala, Ministerio deCultura y Deportes, 1994: 5.

3 Este es el caso específico de Ana María Rodas (1937),Aída Toledo (1952), Mónica Albizúrez (1969), MaríaElena Schlesinger (1955) y Johanna Godoy (1968), todascon estudios superiores en Letras. Alejandra Flores (1965)es médico psiquiatra; Regina José Galindo (1974) esdiseñadora gráfica y Gabriela Gómez (1980) actualmentecursa estudios universitarios de la carrera de medicina.Otros nombres de jóvenes poetas son: Mónica Mazariegos(1976) y María Virginia Ortega (1980). Cfr. Acevedo yToledo: 1999.

4 Vid. Francisco Nájera. ”Ana María Rodas o la escritu-ra del matriarcado”, Centroamericana, No 3, Roma,Bulzoni, 1992.

5 “El título del libro apunta a un programa que está enconsonancia con los tiempos. Son poemas de izquierdaen el sentido, que, en la época y en Guatemala, tenía esacoloración ideológica. En los años setenta guatemalte-cos, “izquierda” no era una moda parisina ni un club dearistócratas del pensamiento. Era la época en la cual laguerrilla acababa de ser aplastada en medio de un bañode sangre aterrador. “ Dante Liano: 1997: 71.

6 Las poetas feministas han pagado un caro precio porsu oficio. No sólo Ana María Rodas ha sufrido ataquesque llegan a lo personal, sino que actualmente, porejemplo, las performances poéticas de Regina JoséGalindo continuamente desatan polémicas en el medio.

7 Ana María Rodas. Poemas de la izquierda erótica. 2ªEd. Guatemala, Gurch: 1998: 71.

8 Ibid.9 Aquí sería interesante realizar un análisis que rela-

cione esta actitud de Rodas a la luz de las teoríasfoucaultianas relativas a la relación entre poder y sexua-lidad, ya que merecería un estudio aparte que rebasa ellímite de este trabajo. En el fondo, su posiciónreivindicativa va más allá de la crítica a la lucha de clasespreconizada por el marxismo.

10 Rodas: 1998.11 Juan Carlos Galeano. “Ana María Rodas: poesía

erótica y la izquierda de los patriarcas”, Letras femeni-nas. Volume XXIII, Nos. 1-2,. Asociación de la LiteraturaFemenina Hispánica, Universidad de Nebraska. Lincoln,Nebraska: 1997: 178.

12 Rodas: 1998: 71.13 Rodas:1998: 23.14 Para Guatemala podría pensarse por analogía en la

poderosa factura estructural y la prosa cruel y cruda deMarco Antonio Flores, autor de Los compañeros (1976);o en la rebelión absoluta a los valores establecidos en Los

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demonios salvajes (1978) de Mario Roberto Morales,donde también hay una interesante experimentación delas oralidades. Es interesante señalar que en ambasnovelas la conducta de los personajes masculinos -inte-lectuales, rebeldes y revolucionarios- manifiesta actitu-des típicamente machistas.

15 Rodas: 1998: 73.16 Rodas: 1998: 46.17 Aída Toledo. Brutal batalla de silencios. Guatemala,

Editorial Cultura. Ministerio de Cultura y Deportes: 1990: 5-6.18 Rodas. 1998: 7.19 Toledo: 1994: 21-22.20 Aída Toledo. Brutal batalla de silencios. Guatemala,

Editorial Cultura, Ministerio de Cultura y Deportes, 1990: 20.21 Toledo:1990: 20.22 Ana María Rodas. Cuatro esquinas del juego de una

muñeca. Guatemala, Litografías modernas:1975:9-1123 Teresa San Pedro. “La palabra directa de Ana María

Rodas o la negación de la estética poética tradicional”.Ístmica, Nos. 3-4, 1998, Universidad Nacional UNA,Heredia, Costa Rica: 200.

24 Regina José Galindo. (s.n.) en Acevedo y Toledo:1999: 45.

25 Regina José Galindo. (s.n.) en Toledo y Acevedo:1998: 94.

26 Ana María Rodas. “Desaparecidos”. La insurrecciónde Mariana. Guatemala, Ediciones del Cadejo:1993:35.

27 Rodas:1998: 41.28 Insisto en la imposibilidad de generalizar rasgos en

los grupos de poetas, pues por ejemplo Regina JoséGalindo, presentó en febrero de 1999 una performance,El dolor en un pañuelo (Plaza G&T, febrero,1999) utili-zando imágenes noticiosas sobre hechos de violenciaperpetrados en la mujer. Asimismo, en 1998 ganó elPremio Único de Poesía del concurso organizado por laFundación Myrna Mack, un ente defensor de los dere-chos humanos, dirigido por la activista Helen Mack,hermana de la víctima que da nombre a la institución..Estas actividades de Galindo contradicen la aparenteindiferencia y/o participación a la vida sociopolítica gua-temalteca. Vid. Rosina Cazali. Texto al catálogo de laperformance Sobremesa de Regina José Galindo. Guate-mala, Bancafé:1999.

29 Alejandra Flores. Ternura derrotada. Guatemala,Ed. Oscar de León Palacios: 1998:23.

30 Rodas:1998: 52.31 Toledo:1994:65.32 Toledo:1994:49.33 Regina José Galindo, (s.n.), en A. Toledo y A.

Acevedo:1998:9634 Toledo:1990: 19.35 Toledo:1994:67.36Aída Toledo. Cuando Pittsburgh no cesa de ser

Pittsburgh. Guatemala, Editorial del Pensativo:1997:34.37 Toledo:1997:35.38 Regina José Galindo. (s.n.) en Acevedo y Toledo: 99: 47.39 Alejandra Flores en Toledo y Acevedo:1998: 95.40 Rodas:1998

41 Gabriela Gómez, en Acevedo y Toledo:1999: 82.42 Mónica Albizúrez, en Toledo y Acevedo:1998: 90.43 Toledo:1994:21.44 Gabriela Gómez en Toledo y Acevedo:1998:100.45 Anabella Acevedo y Aída Toledo, “Cuando el poeta

novísimo despertó” en Acevedo y Toledo:1999:16.46 Regina José Galindo. (s.n.), en Acevedo y

Toledo:1998:46 (Nota: resulta imposible transcribir exac-tamente la resolución visual de este poema, pues todo elbloque último en punto menor caza al margen derecho,exceptuando las últimas dos líneas. No en balde hay querecordar que Galindo es artista de la gráfica)

47 Esta frase procede de un texto periodístico próximoa publicarse, que me fue proporcionado por la autora,precisamente como respuesta a una crítica negativa a laúltima instalación-performance de Galindo, Sobremesa.

48 Cfr. Cazali:1999.49 Cfr. Morales: 1999.

Breve antología depoetas guatemaltecas

nacidas a partir de 1950*

Aída Toledo(1952)

PUDISTE HABER SIDO NORMAL

Me reprochaba mi abueloY sin embargoSiempre sentí este vértigoProducto de aquellasNovelas de aventuras dondeMargarita de PoitiersLe abría el balcón aEnrique IV yYo me introducía invisibleMientras él se escurríaEntre sábanas de sedaA tomar para síA su dama de terciopelo

Y la Poesía Dios míola Poesía

Con aquel intenso sentimiento amorososi era Bécquer

*Excepto por los poemas de Aída Toledo, que vienen de su libroRealidad más extraña que el sueño (1994) –“Pudiste haber sidonormal” figura también en la antología–, todos estos poemasvienen de Para conjurar el sueño. Poetas guatemaltecas del sigloXX, selección y notas de Aída Toledo y Anabella Acevedo (Guatema-la, abrapalabra, 1998). Todas las poetas nacieron en Guatemala.

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OAquellos madrigales embriagándomeLas nochesY era yo las princesas

de RubénY yo deseaba ardientementeQue Darío succionaraMis pezones incipientesY fui Matilde o aquella solitariaSirena marcada con colillas de cigarrilloDel poema de Neruda

Ninguno de esos mundosme fue ajeno

Ni sor Juana y los miles deHombres necios que repetíAhíta de resentimiento

Pero las palabras de mi abueloInsistíanPudiste haber sido normalHaciendo de la cocinaY el tejido

un arte paraCazar maridoPero Ella

la amadala bien amada

La a veces comprometidala exiliada

La erótica y sensualla cancerbera

No me ha dejado ser

BONDADES DE LA CIBERNÉTICA

Fustigada por míUna mujer escribe

Se pregunta si soyLa mujer idealLa que no fuma ni bebeLa mujer idealLa que cocina y es para la cama

Por eso escribe mi nombreEn la pantalla

una a unaLas letras de su nombreEn la pantallaY espero esperaLa respuesta

La respuesta

María Elena Schlesinger(1955)

POEMA SIN NOMBRE

Detrás de mis ojosblancos y corruptos,de las formasregulares del espejo,estoy yo.Disfrazadacon ropas firmadas,cargando delanteapellidos y nombres.Debajo delas caricias,los besos,llevando a cuestascien nombres degentes.Deslizando mi cuerpopor un río exhaustoestoy,debajo de esteropaje endeble.

CONFESIONES PARA UNA NOCHE QUE NO TERMINA

Creo que a veces me miroen los cristalescomo buscando espejos;que me baño como parauncir algún pecadoo que canto canciones nocturnascuando las radios ya estánapagadas.Creo que algunos me miran,juzgan mis preguntaso inquietan sobre nombres.A mí poco me importa.Creo que el maquillajeme aprieta de noche,que los cigarrillos escaseano que busco algún libropara estamparalguna fecha o algún nombre:Kurt Vonnegut, PayasadasOctubre 17.Hoy ha muerto ella, por ejemplo.

feminaria literaria año X, no. 16 (nov. 2000) • 113

Alejandra Flores(1965)

RUMIACIÓN

La idea obsesiva de tu cuerpose convierteen elcircuito reverberantede mi memoria

TRASTORNO DE HIPERACTIVIDAD

Al aspirar tu olorlleno mis receptoresde ferohormonasme transportoa un mundoalucinantede sensaciones extremasque me colmanantes de haber empezado.

IN–CERTEZAS

Finalmenteel amoresdogmático.

Es creercomoactode fe(muy parecido al psicoanálisis o la religión)

AVISO 1

Te traigoDentro de míDesde el primer beso

Te mantendré dentroHasta el día queSalgas en forma de orgasmo

Johanna Godoy(1968)

*

La mujeratrapada

en el espejohurga en la sombrabuscandola puntadel destino perdido

*

Soy lapidaria(ante todo)

con pecados,dudasy contradiccionesquiero tirarla primera piedra

*

Naces de nuevoentre mis piernasVienes a buscartea escarbarterealverdaderoentre ellasTe elevassobre la pequeñezde tu diaria miseriapara hacerteinmortal

A MI MUERTE

Ahora soy naday el vacío traspasami mente

Ahoramis sueños se disipanal sellar mis párpados

Quién abrirá la puertalanzará las cenizasentre las floreschillonasalucinantes

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Mónica Albizúrez(1969)

IMPOSIBLES EN LA NOCHE DE AÑO NUEVO

quisiera pensar a vecesque tu nombre se borró para siempre de mi agendaque ya no te veré más entre mis cosasque desapareciste –triste fugitivo malévolo–que te consumiste en este año que ahora terminaque nunca serás ya mi amado mi amanteque el tiempo todo lo transformaque mi llanto mi estúpido llandono es más que la resaca inútil de un amor malogradoque por fin muere

TIEMPO INAUGURANTE

SeguraEn esta noche sabia y enteraEn que me basto a mí misma

Liberta yaDe miedos y afectosPermeable

Como nuncaA este tiempo incauto

Que llega

LA BUENA DE LA NOVELA

a vecesnostálgicame formulolas preguntas obstinadas de las novelas rosay digo será tú el hombreexiste en verdad el destinoy me río ni destino ni hombre ni nadasolo la ilusión pasajerael recuerdo lujurioso que se queda

Regina José Galindo(1974)

Dios dijo:“Honrarás a tu pade y a tu madre”

Yoguardo silencioy lo intento

*

Soy lugar comúncomo el eco de las voces

el rostro de la lunaTengo dos tetas

–diminutas–la nariz oblongala estatura del pueblo

Miopede lengua vulgar,nalgas caídas,piel de naranja.

Me sitúo frente al espejoy me masturbo.

Soy mujerla más comúnentre las comunes.

Gabriela Gómez(1980)

QUÉ NO DARÍA

Por un poema tuyoQue me roceMe toqueMe lama y me consumaY me lleveA donde nacenTodos tus poemas

RECIBE DE MÍ

Lo que puedo darteLo que soy demasiado para tiLo que fui historia muy largaLo que seré tú no lo sabes

Todo

Para que no puedas decir nobodyNobody hereThere’s nobody here for meY te sientasPor mi culpaDe tu verdadero tamaño

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LA CITA(Caffè Garibaldi)

a Juan Fanego¿Cuántas lluviascuántos frutos y puentesde piedado furores exiguos?¿Cuántas mutacionesal amparode ruinas y promesas?¿Cuánto terroren una miradasin confines?

¿Cuántos rostroscuántos escrúpuloso costureritas y pulperasen suspiros castrados?¿En qué océano memoriosola primavera pasa?

Las bombas caen en Kosovoy el Tevere fluye mansocomo tus versos de tonada canyengue.

¿Nuestra cita fracasó?¿Quién añora?¿Quién grita?¿Quién seduce?

Una golondrinareposa.

Nuestra cita fracasó.

Entre aquel otoñoy este sol, una tacita de café

Roma, abril ’99

SIN TRÉBOLES NI MASCARILLAS

a Alfonsina StorniUn nido de mármolesdeslumbró la inocencia.Ni altani hermosani perfectatu lucidez provoca.No te vino te tuveno alcancé tu deseoo tu calmao tu cielo.

Mujer del desarraigoacunadaluciérnaga de palabras debidas.Nos reúnes ese velode noches inmigrantesla nostalgia o el gocela impaciente penuriade intimismo devoto.

Envidié tu desdénpreñado de prisionesy la elección del marpara las sombras.

Y te améen dulces resplandorescuando la espumafulguraba.

Buenos Aires, agosto ’99

Dora Salas

CANTO A MÍ MISMA

a SafoTodos los poemasun poema.Egoísta,el alba preñadaembelesa paganos.El Egeodialoga contrópicos lascivosen tu candory mi impudicia,de tu compasióna mi censura.

Atormentadas libacionescomulganfábulaso pámpanosque cultivo y ofrendo.

En los pequeños vientresdel abandonote reconozco amantey me cantosin abnegacionesni pecado.

Ouro Preto, ’97

Lic. en Letras (UBA), D. S. (argentina) es periodistay poeta (Impaciente soledad).

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Delia Pasini

MIENTRAS LOS OTROS DUERMEN

Noche cuando el cuerpo desvelado se debateen la angustia. Inquietud del espíritu, vacío decuanto no sea desazón. Y esa impaciencia,carente de imaginación, estéril, torpe en supuerilidad, cae en la trampa y se consume.

Ya no la llama ardiendo hasta desaparecer;apenas un retorcerse intentando descifrar laincertidumbre. La mañana se llenará de pájarosy la lección no ha de ser provechosa. Sumirseen la maraña de faenas agota, enturbia la mentey le confiere ilusión de necesaria. Pero la pregunta,esa pregunta, sólo irrumpe en la sombra, en laquietud del aire mientras los otros duermen.

Saberte mortal no ayuda a sembrar. Acosada porel horizonte, cada estrella siempre alumbra su enigma y misterioEncierra una luz remota y fría. Ella sí refulge fuera detodo pensamiento, de cualquier ecuación. Los intentospor apresarla han sido vanos. Encarna lo inmutable.Luego están las palabras. Desgranan su letanía, exploran,hurgan por los rincones donde quedó el sueño renovadoen cada amanecer. Perdidos, confinados a la simulaciónde la memoria, cobijan seres indefensos en la evocación.

Uno de ellos, uno de ellos lleva tu nombre y tu destino.

NONESS

Ésta no es la estación más propicia.Voluntad entumecida bajo un sol aguachentoy las plantas desnudas en olvido. Tanta quietudno es benevolencia sino fuga, y deshacer se havuelto acto. Exilio de muchedumbre apuradacon sus propósitos ajenos. Todos con rumbo fijo.Sin espera y sin razones, hunde las manos en losbolsillos y se aleja con prontitud en medio delbullicio. No hay horarios, no hay relojes, no hay metas.Río mañoso fluye y refluye según la correntada:él, al menos, sigue su cauce. Siempre.

Perder el tiempo se ha vuelto costumbre peligrosa.Desidia entre cajones podridos, en el patio detrás dela casa. Tambores vacíos y botellas y hasta algunasbaldosas descartadas. Crece una hiedra violeta, invade

D. P. (argentina) es autora de los libros depoesía Un decir se repite entre mujeres,Los peces de ceniza, Adiós en el original,Títeres sin cabeza y De artes y oficios.Estos poemas son de su libro inédito “Laotra orilla”.

los terrenos, los perros juegan o pelean en medio dela basura. Uno, con su presa en la boca, se apartapara disfrutarla. Pone a los otros al resguardo.

Ayer, pero ¿cuándo fue ayer en este lugar dondela naturaleza hace su obra?¿Qué sol o cuál luna marcan el paso del tiempo entreun descanso y otro? ¿Quién dicta el quehacer, eselevantarse para aprontar el cuerpo mezclado a lastelarañas que aprisionan los capullos?Indica la voluntad: no olvidar las palabras que yanadie escucha. No olvidar las palabras aunque yano encandilen. Si apenas alumbran la cerrazónde la memoria perdida en caprichoso hartazgo.

Tanto tedio acumulado en espera de muerteno es olvido, sino haber desertado de la vida por ilusión.El presente es el futuro con su promesa de garantías.Esa felicidad. Puede imaginarla color de rosa.¿Cómo es el color del rocío? Unas gotitas de azafrán,para amarillear cualquier congoja. El río no. A nadiepertenece. Se abre y recluye en remansos de quietud.Vientos propicios esperan y saben que no vendrán.Todo depende. Sí. A esa nada que temen, y rehúyen yapuran y amenazan y ruegan y lloran y maldicen.Se emboban por no ver, por no pensar. Sentir esestar vivos y este letargo se parece a la muerte.Rechaza el juego. Cae, acobardada. Alguien quiereque les recuerdes las palabras.Y la emoción te cansa.

feminaria literaria año X, no. 16 (nov. 2000) • 117E

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118 • feminaria literaria año X, no. 16 (nov. 2000)

Juana Ciesler

CROMATOGRAFIANDO

Apariencia cualidad monocorde

divide el camino en diminutas fuentesSaeta a arco

surcaron océanos divisiblesen la operación verde naranjo.Apariencia– cualidad monocorde en las ondas diversasAl bastón hialino mira un niño:ve colores:

juegaun hombre ve colores

piensa: magiaUn mago… qué ve un mago?: La escritura del sol

Armonizad vuestro corpúsculo ay planetita!Acordaréis al universo sabido G sabido HArmonizad sutil–concretohombre~hombreen Clave de FuegoBasamento de Fa_cerHermanad los altos Armstrongsmayores puertas os serán abiertas.

Dónde fue el Hombre? tres veces potenciaba el candelabro

Retornó: nació, murióa nueva vida aún no.

Atrevesando uno de los poros: madre a ti vuelvoHijo a ti voy Padre en ti seré

Desconocido el cordel guiante desenvolverse más allá de la extraña fuerza

Ojos Buenos paseaba entre hespérides; inocente– caía una fruta en la leyenda–en su mente los signos: F: G ml.m2

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Somos de la pequeña raza que lamda nos escucha?Dónde fue el hombre tres veces potenciaban las huestes segundasDónde está el hombre? preguntó un hombreDónde está Dios, un desesperado

un herido un hambriento

preguntan Preguntan

En el tiempo indicado fueMas otros han de labrar el magma aún

y los árboleslas vacas

misteriosas blancaso rojizas proteicas

a los dos estómagosArmonizad vuestro corpúsculo ay planetita

J. C. (argentina) es licenciada en CienciasQuímicas (UBA) y poeta. Sus libros de poe-sía son: De Ufos y Veredas, O Fuego en losPalacios de Agua, La Misión de las Másca-ras, Celeste y Negra, Tulipanes en la Cabezay Los sueños del ADN.

feminaria literaria año X, no. 16 (nov. 2000) • 119

PLEGARIA

Tule Tule, no la abandonesNombre susurró el espectroNoam te amo, yo te amo repetíaNani quien te amó

Tule repetía lazo fatalsómbrale amor

Tule no ama Tule no le amaTule es Tule

Ámale Tule Crecerás más alládel círculo de las cinco décimas

COMBATE

Alba Rosa Rosa AlbaTradescantia fluminensis del envés rojizoReposo en el camino, no camino a

Frutos alados amparán VientosSol manta rocía a Tule invocante desde el silieto primordial

a la maderapuede la espada más el sabio escultor la abandonó por el olivocorteza ulreal en grado A–polo resuelve disonancia MELAS WAI:MEN

Mucorales el orden los designó

si mismo tálico otro tálicoel orden proveyéndolesAgua PanSon ellos responsables?

Verduras y frutos corrompen,Otros en lo descompuesto aceptan,son ellos responsables?

Rhizopus Nigricansojalá no hubieras debidopero estás cómo no amarte?

Quiénes somos para perdonaren tu doloroso lugar

Rhizopus NigricansAlguien dio

dará dieron, de su pan de su vino de su amor

No es lo mismo caminar con un cayadoque ser silencioso;la palabra escrita,la tinta verde a vecesmana caos pero algunas, Salvación.

120 • feminaria literaria año X, no. 16 (nov. 2000)

Susana Cerdá

La literatura es una bendición. Atma. Una bendiciónmanifestándose de caos a cosmos, De pe a pá. ¿Unidioma? Algo más. Estamos hechos de la madera denuestros sueños. Ya lo dijo alguien. Dios mío, si me hacésescritora seré buena. Dios mío, sólo entregada a la bondadde la paradoja, a la intensa quietud, a la ternura de lavida, puedo escuchar la voz que escribe. La literatura esuna voz bendita que me hace llorar. No hay otro bien. Es lavoz del padre. Todos decimos casi lo mismo. La del amor.La de la verdad que une. El padre. El único padre posible.El amor. ¿Y Dios? Una añadidura de amor. Un colmo degracia. La esencia del ser.

Todo empezó con una bendición. Un poema. Al principiofue la bendición. Ese mapa. De mi padre heredé el cielo. El mapa del cielo. Su

paciencia. Su furia. Yo vendo unos ojos negros, cantaba,mirándome con sus ojos verdosos, sin decir nada más. Mehablaba de su amor de manera cifrada. Un juglar. Era unjuglar del siglo XIII. Mi madre era la Iglesia. La santainquisición. Yo, un crucificado que resucita en una virgenmadre y se hace mujer de tanto escribir. De tanto amar.Ecuación difícil. La relación con ellos era una cifra. Losnúmeros. Su encanto. Todo empezó con una bendición. Mipadre trazaba la señal de la cruz en mi frente. Su mapa. Enel Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, Amén.Ahora puede ir, hijita. Que Dios te acompañe. Que Dioste bendiga.

La bendición era una despedida. Mi padre era unadespedida. Escribió un solo soneto. Una despedida. Noquiso seguir porque lo sintió muy triste. Siempre tenía unalágrima al costado de los ojos. Recordaba la despedidaque le habían hecho sus compañeros. Lloraba. Llorábamoscuando se iba a trabajar, cuando se iba de viaje. Se iba.Estaba bien llorar para él. Reír, no. Mi madre, en cambio,odiaba las lágrimas. Ajenas. Mi padre, la risa. El mensajeera perfectamente doble en todos los casos. Recordar esaprender el perdón, el humor, la literatura. Encontrar laspalabras. Escribir es absolver. En busca del tiempoperdido. Transmutar. Biendecir. La literatura es unabendición. La más difícil de todas las despedidas.

La Bendición 1

“No hay otro bien que el bien decir, que nunca dice dónde está elbien”.

Jacques Lacan

Ya no quiero más un mundo recortado. Quiero saber hastael final. Cada gesto mío me recuerda a ella. Es una buenamanera de empezar. Haré mi propia tarea. Dejo esaimagen en la arena y espero su desintegración, el paso deltiempo. Ruego a Dios para que el fantasma se transformeen señal. Preciosa señal. Mapa.

He sido un mapa extacto y ahora soy su divinamanifestación. Soy yo. Yo soy. Todo ha estallado. Hapasado la noche más negra. Observar la locura esobservar las intimidades del cosmos. Expande laconciencia. He sido hablada por el delirio amoroso y susconjuras. Por los otros. Situada en el punto cero dondetodo termina. Me he encontrado con un Dios muerto. Unaescena primaria. Las tentaciones. El dolor era tan intensoque llegué a sentir que sería más poderoso que el ser. Aveces dudo. Soy una extraña sobreviviente. Soy otra. Soy laque soy.

S. C. (argentina) es poeta, autora deSolía. Estos poemas pertenecen a sulibro inédito “Summa mater”.

feminaria literaria año X, no. 16 (nov. 2000) • 121

Ser. El lenguaje de la palabra. Tristemente concreto. Delo denso a la evanescente materialidad. Comprometerse.Ser compañía en este pasaje hasta la máxima abstracción.Siendo lodo, a veces y otras, fuego, aire puro.Armonizando ritmos. Una música. Otro idioma.Escucharse es ser. Haberse vuelto lenguaje. Visión.Cadencia. Movimiento. Luz.

La literatura es la más difícil de las bendiciones. La máselaborada. La condición humana. El mapa. El molde. Lamatriz. El mantra. El poema. La composición sonora quesostiene la vida. La divina condición. De lo abstracto a loconcreto. De lo concreto a lo abstracto. Negociar. Losdiscursos no pueden dejar de amarse. Adagio.

Una lógica trasciende en otra. El amor es lo más poderosoque hay. La ciencia es una lectura. De Dios. La religión,otra. El saber. Mi padre explicándome la naturaleza. Lohacía con devoción. La vida de las abejas. La de lashormigas. El nombre de las estrellas. Su duración. Lasgalaxias. Exclamaba. Temblaba. Me costaba creerle.Entrábamos en otro espacio y otro tiempo. Me mostraba lavida. Me explicaba a Dios. Su sabiduría infinita. Suexacerbada belleza. Su sexualidad. Excitaba mi alma. Lohacía con tanta pasión como cuando hablaba de la muerte.La vida era un premio. La muerte, un castigo. Ahora sé quees un derecho, una obra que hacemos juntos. Una lecturatrascendente. Manifestaciones de un sueño. Inspiración.Exhalación. Mi madre despreciaba a la vida como a loshombres. Competía con ella. Parecía fascinada con lamuerte como si prometiera una nueva sexualidad. Unasuerte de revancha. Jugaban a esos juegos con insistencia.Se los creían. Llega un momento en que los padres tienenque transformarse en una filosofía. La propia.

No quiero tener hijos.No quiero traer hijos a este mundo. ¿Para qué?¿Para que sufran?, dice el padre a la madre.

El amor.No hay otra ley.Instalarse en el cuerpo es un hecho ético.

Papá, ¿qué tenés ahí, al costado del ojo?Agua.No, no es agua.Es una lágrima.¿Por qué tenés siempre una lágrima?Porque sufro.Yo también sufro.Las criaturas no sufren. Dice el padre a la niña que tieneen brazos, dejándola en el suelo.

Duele. Antes. Pasa. Vale la pena. En el momento esregocijo del alma. Como el amor. Uno no se resigna avolverse a signar. Así como así. Sublimando. A una lecuesta resignarse a la alegría. Dejar atrás el abuso, losplagios, la estafa, la locura. El verdadero loco es un tonto.Tiene como Dios al enemigo. Es un Rey Midas. Lo que tocalo transforma en signo irreductible. En condena. De allísólo se sale en plural. Mostrando las hilachas. Vámonos.Bienvenidos. Ser es ser en lo otro. Diferenciarse.Inscribirse, a cada acto, en la propia potencia. Paradojas.

122 • feminaria literaria año X, no. 16 (nov. 2000)

Ahora sé que mi impulso constante de los últimosaños por volver a Laborde, proviene de la felicidad dehaber sido joven alguna vez en ese lugar, de habermesentido bella y llena del poder recién estrenado dedespertar el deseo.

Me fui del pueblo a los 17, un mediodía ardiente. Meveo subiendo al Chevrolet negro de mi padre, estaciona-do bajo los plátanos de la vereda, vistiendo un solero dealgodón fino, con pequeñas figuras estampadas en ma-rrón sobre blanco; el pelo largo rozándome la espaldadescubierta. ¡Qué conciencia tan viva del propio cuerpotenía a esa edad!

Mi hermana lloraba. Habíamos pasado allí ochoaños, los mejores.

Volvíamos a Buenos Aires, pero conforme al estiloun poco nómade, agitanado, de mi familia, antes deinstalarnos en la ciudad, pasaríamos en Mar del Plataunas breves vacaciones.

Yo había iniciado un noviazgo con Javier a quien meunía, tal como lo recuerdo, una atracción física muyfuerte, puesta a prueba en los bailes del Club Progreso yen encuentros furtivos en la plaza menos frecuentada delpueblo.

Volví a verlo dos veces más en Buenos Aires, pero lamagia, en la ciudad, se evaporó.

No lloré cuando nos fuimos de Laborde, pero siem-pre me costó volver. Sentía que había sido expulsada deun paraíso.

En el otoño ingresé a la Facultad de Filosofía y Letrasy al deslumbrante mundo de los años 60 en Buenos Aires.Vinieron los amigos, las noches de café, las lecturas, losamores...

Laborde quedó en un limbo. Las nuevas sensacioneseran muy fuertes y la adaptación a la ciudad, difícil.

En la semana anterior a la mudanza, fui en bicicletaal encuentro con Javier, al anochecer, para despedirme.Nos refugiamos debajo de un pino enorme que ocultaba

con sus ramas más bajas nuestros cuerpos enlazados enabrazos y caricias interminables. Esa noche y ante lainminencia de la separación, el encuentro fue más inten-so. Yo defendía celosamente mi virginidad, de la que enunos meses habría de avergonzarme en las conversacio-nes del Bar Florida, cercano a la Universidad.

Después de un diálogo donde no faltaron las lágri-mas de ambos, accedí a su deseo: quería verme desnuda.

Mientras me sacaba el short y la blusa, él tambiéncomenzó a desnudarse. Finalmente estuvimos frente afrente temblando de pasión y de miedo. Había luna llenay su luz se filtraba por el follaje. No me tocó, como habíaprometido, pero aún siento su mirada recorriendo micuerpo.

Cuando mi hermana me propuso en el verano del 96alquilar una quinta en Laborde para llevar a nuestrospadres ya bastante ancianos, acepté.

Mi amiga Lily y los Arrechea, un antiguo socio de mipadre y su hermana que visitaban de vez en cuando a mifamilia, habían sido casi mis únicos contactos con lagente del pueblo durante esos años.

Hubo una sola ocasión en que volví al pueblo, a unacomida que organizaron mis compañeros por el 25ºaniversario de egresados de la escuela primaria. Calculoque todos tendríamos por entonces unos treinta y sieteaños.

Viajé con mi hija de 12 y me alojé en casa de Lily quetenía una hija de la misma edad . Las niñas quedaron encasa, y Lily, su marido y yo, fuimos al restaurante. Habíansido ambos condiscípulos míos, como Javier.

El reencuentro con mi primer amor me produjogran turbación que luego se fue transformado en auda-cia. Yo estaba divorciada y él casado. Volvimos caminan-do hasta la esquina de la casa de Lily, en grupo.

Esa noche yo estaba dispuesta a todo. La vieja magiaentre los dos permanecía intacta.

Se fueron despidiendo todos menos Javier, Lily y yo.Pero Lily tironeaba de mi ropa e insistía en que nosfuéramos a dormir. No tuve coraje para contradecir a esaferoz guardiana de las buenas costumbres pueblerinas.

Al día siguiente, Javier y yo nos cruzamos en elpueblo. El con sus hijos rubios en la cabina de unacamioneta último modelo, y yo caminando con mi lindahija de la mano. Me había puesto una pollera negra congrandes amapolas rojas. La menciono porque él todavíala recuerda.

Y hasta el verano del 96, no lo volví a ver. Tampocopensé mucho en él, estaba demasiado ocupada con mipropia vida.

Mientras estuvimos en la quinta nos visitaron algu-nos amigos de la infancia. Pude sentir que el tiempo paraellos fluía de otra manera, lo vivían como una suerte deeternidad a la que se sentían con derecho.

Hicimos algunos asados y al finalizar uno de estosencuentros, Arrechea, en un aparte me dijo paternal-mente:

Veladuras

Mirta A. Botta*

Yo adivino el parpadeode las luces que a lo lejosvan marcando mi retorno.

(Del tango Volver)

* M. A. B. (argentina) es Profesora en Letras (UBA), integrantede Sudestada–Asociación de Escritoras de Buenos Aires y autorade Aquí yace una dama (cuentos, 1986) y El rapto (novela,1998)

feminaria literaria año X, no. 16 (nov. 2000) • 123

-El que todavía llora por vos cuando se pone encurda, es Javier.

Este comentario desató algo dentro de mí.En uno de los tantos viajes al supermercado del

pueblo para abastecer la casa tomé con el auto por lacalle principal y pasé frente a la inmobiliaria de Javier.Estaba apoyado perezosamente con un codo en la puer-ta, siempre rubio, siempre flaco, siempre él mismo. Yo nome sentía muy segura, después de tanto tiempo, deparecerme a aquélla por la cual lloraba cuando se toma-ba unas copas. Aceleré y pasé de largo sin que me viera.

Ese verano, mi hermana, tan emocionada como yopor recuperar algo de ese tiempo vivido en Laborde, mehizo un comentario extraño. Volvíamos a la casa deveraneo, bajo la luz de las estrellas, en unanoche clara, con comida casera compradaen una granja educativa vecina a la ruta.Nuestros maridos- yo me había vueltoa casar- venían sólo los fines de sema-na.

- ¿No te parece que volver alpueblo después de casi 30 años escomo revivir el regreso del héroe?

Me pareció tan desatinadolo que dijo, dada la situación en laque nos encontrábamos, aten-diendo todo el día a nuestros pa-dres, apresurándonos en ese mis-mo momento con las bandejas paraque no se enfriara la cena, que se loseñalé y empecé a reírme inconteni-blemente. Se me unió y nuestras carca-jadas resonaron en la noche hasta queempezaron a ladrarnos los perros de unacasa cercana.

Me hizo bien recuperar esta complicidad con mihermana. Por otra parte, la convivencia diaria con mispadres creó en mí una conciencia dolorosa del deterioroque produce el paso del tiempo. Se habían vuelto viejos.

Recuerdo que en el invierno siguiente me inscribí enun curso de natación. Necesitaba fotografías tamañocarnet. Cuando me entregaron las seis fotografías mequedé parada pasándolas una a una, aunque era iguales,en uno de los pequeños locales de la calle Virrey Cevallos,frente a la Policía Federal. Esa no era yo, no podía ser yo.El cabello largo y ondulado casi pelirrojo, circundaba elrostro de una desconocida, un rostro plano, una expre-sión cansada, ojos pequeños. Los aros africanos a los queme había aficionado mucho en esa época adornaban endemasía a esa mujer de mediana edad que me mirabainexpresivamente desde la tonalidad decididamente ro-jiza del papel fotográfico que alteraba hasta el color dela ropa.

A la mañana siguiente, bastante temprano, con el

cabello todavía húmedo de la ducha recogido en unrodete y enfundada en un vestido azul oscuro, fui atomarme nuevas fotografías, esta vez a un local de lacalle Moreno.

Esperé ansiosamente y mientras el empleado recor-taba las fotos, yo espiaba mi imagen que esta vez emergíaen una atmósfera azulada.

El pelo lacio y oscuro. Frente y pómulos bien deli-neados, los ojos grandes rodeados de ojeras y sombras deun azul profundo, un poco hundidos, la boca infantil y unaire deslucido, desprovisto de todo atractivo. Una monjalaica, la antítesis de la Mata Hari roja y un poco ajada deldía anterior.

No fueron las últimas fotografías. De esa semanaguardo una colección muy variada de mi propia imagen.

Fue entonces que me surgió la sospecha de quela representación que tenía de mí misma no

coincidía con la realidad. Comencé a pasarmucho tiempo frente al espejo.

Había tenido relaciones amorosasmás profundas, más importantes, pero

fue en ese período que el recuerdo deJavier se hizo insistente. Me juré a mímisma viajar a Laborde y encontrar-me con él tan pronto pudiera hacercoincidir mi imagen mental con laque me devolvía el espejo.

Alquilé en el video club la pelí-cula Un hombre y una mujer ... veinteaños después, para ver cómo lucíanlos protagonistas de esa historia de

amor después de años de separación,en el reencuentro. Anouk Aimé estaba

divina como siempre, a él parecía haberlofavorecido el paso del tiempo. Pero la cáma-

ra no hacía primeros planos.

Un año más tarde la hermana de Arrechea vino porun trámite a la Capital y me hizo una corta visita. Antesde irse, casi en la puerta, me dijo que Javier estabaenfermo. Tenía una afección pulmonar muy grave. Creíentender que corría el riesgo de morir, y aunque no noshubiéramos visto en años, la idea de su desaparición deeste mundo me producía un gran dolor. Tenía que verloy hablarle una vez más.

Pasaron unos meses y a través de Lily y de la hermanade Arrechea a las que empecé a llamar por teléfono devez cuando, me enteré de que Javier estaba recuperán-dose.

Lo llamé al trabajo y me atendió el hijo. No me loesperaba. Le pregunté por la salud de su padre y le dijeque era una amiga de la infancia. Javier había ido amostrar un campo pero ya estaría en su casa, me dijo, yagregó que su salud era muy buena. Insistió en queanotara el número del teléfono particular. Ya no teníaremedio. Llamé y me atendió su mujer de la que norecordaba el nombre. Vino a mi memoria la imagen de

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taller de poesía

Mara del Carmen Colomboescritura, lectura y

análisis de textos

individual y grupal

adolescentesy adultos/as

Informes: 4923-5407

una adolescente fina, etérea, que caminaba por el pue-blo como si flotara, siempre aislada, muy cuidada por lospadres. El hermano era un atorrante muy amigo deJavier.

Le dije mi nombre y que llamaba porque me habíaenterado de la enfermedad de Javier. Me reconoció deinmediato y me comunicó con él.

Estaba sorprendido. Hablamos de nuestros respecti-vos hijos. Me contó que se había mudado y me explicódónde vivía. Había visto mi foto en el diario hacía untiempo, en una nota que me hicieron cuando publiquémi último libro. Por suerte era una buena foto y yo habíasalido bien.

Le conté que lo había visto en el verano del 96 a lapuerta de sus oficinas y que no me atreví a bajarme delauto, tal era la conmoción que me producía estar enLaborde y verlo allí como si el tiempo se hubiera deteni-do. Se hizo un silencio extraño y luego me pidió elteléfono. Me di cuenta de que no hablaba libremente.Nuestra conversación versó entonces sobre amigos co-munes.

Supe que no tendría coraje para afrontar un en-cuentro y rivalizar con la chica del recuerdo, la que fui alos 17, porque cuando al finalizar le dije en tono debroma:

-Te casaste con la más linda del pueblo.El contestó sencillamente:-No.

Qué sentido tiene esa pregunta. No trae nada nue-vo. Al menos a mí no me aporta nada. Ni siquiera elintento de la búsqueda de una respuesta. Yo no te acosocon exigencias esotéricas. Y ésta que te voy a hacer sí esuna pregunta para la que sería saludable darse algunarespuesta: ¿qué te pasa a vos, eh? Y las derivacionespertinentes: por qué te dedicás a recrearte con las disqui-siciones que me provocás, por qué me provocás disquisi-ciones, por qué no te ponés a hacer algo útil, por qué nodejás mi mente en paz y te vas a tu casa a dormir. Por qué,cuando estás aburrida, lo único que se te ocurre es me voya charlar con Sara. Mejor dicho, a hacer hablar a Sara.Porque vos, calladita. Yo debiera haber elegido otrooficio. En el mundo del espectáculo, por ejemplo. Esto deser exiliada política y como agravante escritora, no sé, noparece que ayude. Con el agregado de amigas como vos,que en vez de apoyar la recuperación integral de la gentecontribuyen notablemente al desequilibrio. Como si vosno fueras ex-presa y exiliada. Como si no supieras quéjode y qué ayuda. Y encima, de pronto con ese pelo. ¿Mepodrías explicar por qué caoba?

Claro, tenías que revolear los ojos. Si no te gustaescuchar la verdad, entonces no sé qué andás buscando.Y no sólo el pelo. Porque ahora que te sentís pelirroja,resulta que también tenés que pintarte los ojos de verde.No vaya a ser que falte el contraste. Casi te diría que nolo puedo creer. Pero bueno, parece que la vida viene bienacompañada. Trae todo tipo de recursos contra el aburri-miento. Incluyendo ciertos grados de esquizofrenia.

Y la señora viene, se sienta en mi único sillón, queademás es negro, mi color preferido, con su pelo caobarecientemente enrulado y los párpados destellando es-meraldas, relaja las piernas y los brazos como si llevara ensus interiores más recónditos el espíritu de María Teresade Austria, y empieza el interrogatorio. Qué vileza. No sécómo te aguanto. Pero bueno, como decía la Vinchudurante el mundial de fútbol del ’78 entre poderosossuspiros, la habrás escuchado, mientras caminaba, ida yvuelta, por las extensiones de la cárcel de Villa Devoto:“Hay que pagar. Hay que pagar. Hay que pagar. Cadabuena acción es un lujo, y hay que pagar. Este mundial es

* Texto inédito de su libro Pasos bajo el agua.** A. K. (argentina) es autora de Pasos bajo el agua

(cuentos) y Strassenfüsse (novela, [Patas de avestruz]).

Sara, ¿qué es paravos una campera?*

Alicia Kozameh**

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un castigo. Hay que pagar.” Y retorcía, de asco, hasta elúltimo músculo de la cara. Y tenía razón. Nada es gratui-to. Quererte a vos como amiga trae a diario consecuen-cias inesperadas que ponen a riesgo todo, incluso tuintegridad física. No sé si te has dado cuenta de las ganasde estrangularte despacito que me invaden por lo menostres veces al día. Dejá de revolear los ojos que me vas adejar ciega.

Mirá la pregunta. Qué es una campera. Y vos, Chana,¿qué pensás, eh? Para vos, ¿qué es una campera? Claro,no sabés. Aunque, es cierto, no te voy a quitar todo elmérito. Tendrías para mí una respuesta completa si tepreguntara cuál es la mejor peluquería de la Zona Rosa,la dirección -incluido el código postal-, los horarios enque atienden, los nombres de todos los empleados, ycuáles son los problemas que los afligen. Tengo quereconocerlo, en eso estás muy dotada: sos infalible.Infalible e inefable.

No sabés qué es una campera. Espero que no estéssacando el tema porque tu intención sea que al final dela conversación termine prestándote la mía de cuero quetantas horas de trabajo me costó comprar. Ni se te ocurra.Y menos para que vayas a bailar. Cada vez que te prestoalgo, desaparece. Yo entiendo tu generosidad, tu des-prendimiento, tu altruismo, entiendo tu teoría -realidadmuy concreta- de que siempre hay alguien con menosrecursos. Pero, fijate vos, en este caso se trata de misrecursos.

Olvidate. No te la presto.Además esa campera es para mí de una importancia

muy difícil de imaginar. Me abriga, ¿me entendés? Y a loque abriga hay que cuidarlo. Aunque mirá, no creas quetodas las camperas pueden ser descritas con la mismafortuna. Por ejemplo una de tela de jean que tuve haceaños. Era tan desagradable. Estaba siempre tan fuera deritmo. El color me gustaba. Pero cuando llegaba elmomento de recurrir a ella en algo para lo que realmentedebía estar preparada, no. El viento como hielo molidoentraba por los puños, por el cuello, y me circulaba por lasprofundidades de la piel con toda libertad. No se adap-taba jamás a las formas de mi cuerpo. Era una armadura.Ejercía esa rebeldía. Muy bella, pero pura imagen. Y laregalé. Porque para rebelarse hay que tener razones.Buenas razones. Claro que me gustaría saber exactamen-te cuál sería una buena razón, y quién es el dueño delparámetro.

Porque la verdad es que hasta la más irreconocibleme sonaría a mí como una oportunidad excelente, impo-sible de despilfarrar abandonándola en manos de tantosque no se la merecen. La aptitud para sobrepasar loslímites es un privilegio. No cualquiera es capaz de des-viarse con la soltura y la elegancia que mágicamentetransforman el exceso en derecho incorruptible. Resistires esfuerzo, inversión de energías. Y ese desgaste delcuerpo y de la mente no les está reservado más que a losque han aprendido a sangrar con esa dignidad quecompromete para siempre. Por eso me da mucho sueñopensar en esa campera de jean. Porque se humillaba a

aparentar lo que no era. Y la gente así me aburre. Ya losé, no estamos hablando de un ser humano. Aunque, laverdad, ciertos seres humanos no se distinguen fácilmen-te de una campera. Y ciertas camperas parecen teneractitudes. Las actitudes de ciertos seres humanos.

Hay camperas que vienen unidas a algunas perso-nas. Y no sólo porque ellas se las ponen, las usan. No. Nitampoco porque haya gente que tenga una cara adecua-da a cierto estilo de campera, como a veces a ciertosnombres. Como me pasó con aquella presa común con laque estuve por unos pocos días cuando recién me detu-vieron. Suelen sucederme cosas así. Antes de entrar alpabellón, cuando todavía estaba como espiándolas atodas desde el pasillo del sótano, tratando de deduciralgo acerca de dónde me encontraba, le vi la cara. Le vila cara y pensé: esta mujer debe tener un nombre conmuchas a. Adriana. Tiene que llamarse Adriana. No podíaser Viviana, no podía ser Claudia. Adriana. Tenía cara deAdriana. Dejá de revolear los ojos. Por favor. Y era cierto,se llamaba Adriana. ¿Podés creer? Vos no creés nada. Yasé. Pero bueno. En rigor, lo único importante es que yo losepa. Que no me lo olvide. Porque se trata de mí. Dequién soy. Tema intrincado para vos, supongo, que a lostreinta y dos años no has dado en descubrir todavía si sosrubia, o castaña, o quién sabe si en realidad no habrásllegado al mundo equipada con ese pelo con el queemergiste hoy, tan orgullosa, de mejor no descubrir quésucucho (“salón de belleza” en tu intrépida jerga de laciudad de Córdoba) del Distrito Federal mexicano. ¿No?Ella, Adriana, los ojos, la boca ancha que tenía, la manerade tratar al resto de las presas, todo venía unido a sunombre como si hubiera nacido con él. Hay gente así. Haygente de una desmesurada coherencia.

Gente de la que la ropa con que se viste parece unaprolongación de su cordón umbilical. Gente que es ini-maginable vestida de rojo, o de blanco. Gente que nadatiene que ver con un par de sandalias. 0 con el pelorecogido en un rodete. 0 con una campera. Camperas.Las camperas son increíbles. Hay personas que sin unacampera no son nadie, no son nada. 0 sin una sotana. 0sin un sombrero. 0 sin las uñas pintadas.

Todas esas indumentarias. Es como si la desnudez, oel ser algo difícil de reconocer, o el no ser, fuera inacep-table. Las sotanas no son demasiado diferentes unas deotras. Pero las camperas, sí. Pueden ser extremadamentedistintas, aunque se trate de la misma. Al menos para mí.Quiero decir, Hugo andaba tan complacido con su cam-pera en el invierno y en el otoño. Y a pesar de que no erade las largas, de las que te tapan el culo, era blanda,gruesa y suave, y te la ponías y parecía que te habíasenvuelto todo el cuerpo con una frazada térmica. Nohabía por donde se pudiera filtrar ni una gota de aire. Yera negra. Eso era muy importante. Para Hugo erafundamental. Y mientras la tenía puesta siempre estabainspeccionando los puños. Los observaba, fascinado porlas rayas de colores del tejido. Les pasaba los dedos. Loque quiero decirte es que ésa era una campera con la quela relación se había hecho simbiótica. Cuando la necesi-

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tábamos, la teníamos. Y de la mejor manera.Pero cuando ese degenerado se la puso, cuando ese

pedazo de basura suelto arrastrándose por los recovecosdel mundo decidió establecer contacto con la camperade Hugo, con su calidez, con su color negro y la variedadde colores de los puños, la historia cambió como podríahaber cambiado la fecha de una fiesta. Así. Y no creas queno dolió la reestructuración de los sentimientos. Huboque reacomodarse. Hubo que ser capaz de decirse a unomismo esa campera ya no es lo que fue. Como tener quearrancarse un crecimiento cancerígeno a los tirones y conlas propias uñas.

Verlo caminar, o desplazarse en ese auto robado porél o por sus compañeritos de trabajo en el que él mismohabría asesinado a quién sabe cuántos compañeros,verlo sentado frente a mí en cualquier café, en cualquiermomento, aparecer, así no más, aparecer con cara depropietario de la mitad más uno del universo, de quientiene todo ese poder y mucho privilegio de ejercerlo. Así,de pronto, y con la campera de Hugo. No en las manos,sino puesta. Puesta. Y Hugo en la cárcel sin posibilidad desaber, sin la más remota idea de que el tipo se habíaestado poniendo su campera durante los últimos cuatroinviernos. Usurpando ese lugar. Rellenando, invadiendoel espacio que no le pertenecía. Casi como haberlearrancado la piel a Hugo y haberse cubierto con ella. Dijecubierto. No dije protegido. Me entenderás que no estéde ánimo como para soportar tanto peso semántico.

0 no. Quizá no. Quizá sólo empezó a usarla comobienvenida a mi libertad, ya sabés, como para marcar ojoque sigo aquí, y resulta que no me olvidé de ustedes.Cualquiera de las dos posibilidades. Realmente no im-porta. Es la misma historia.

Chana, tengo una especie de confusión. No te ofen-das, pero no es que yo no sepa con total claridad que vosestás acá frente a mí. Yo sé eso. Pero no es tan fácil. Mepasa que por momentos no sé con certeza si estoyhablando con vos o con tu pelo. Es que me tiene fascina-da. Te dije que no te ofendas. Al fin y al cabo ni a una demis mejores amigas le puedo confesar lo que siento.Cuando termines con el casi sonoro aleteo de tus párpa-dos, sigo.

Bien. Así que te decía eso: es la misma historia. Peroen realidad no sabés, ni te deseo que sepas, lo que fue eseaño en Rosario. A los que habían salido en libertad enBuenos Aires no les fue tan extremadamente mal, por-que podían pasar mucho más inadvertidos entre el gen-tío y el atolladero de autos y de circunstancias. Esmás fácil perderse, vos sabés, y también evitarla paranoia. Aunque a nuestros brillantesenemigos nada les impide cumplir con suspropósitos, si los tienen. De lo cual acumu-lamos varios cientos de miles de pruebas.Pero Rosario, sobrevivir al período post-cárcel en una ciudad de un millón de habi-tantes, en la que caminando por ciertascalles a la misma hora te encontrás fatal-mente con las mismas caras, los mismos pies

y, en consecuencia, con las mismas pistolas (que si no lasves es porque acechan, alertas, desde debajo de unsuéter o, por supuesto, campera), fue duro. Y sé que fueigual o todavía peor en Córdoba. San Juan, Tucumán, elsur, una colección sucesiva de infiernos.

Chana, mirá: todo, lo cotidiano, lo íntimo, las ape-nas diferenciadas variantes que solíamos instrumentarpara no sucumbir al aburrimiento, todo era tan difícil deejercer. Para Cristina y para mí, y de distinta maneratambién para Elsa, encontrar subterfugios que nos abrie-ran accesos a la vida, en un punto se convirtió en unaobstinación. Cada circunstancia, cada hecho, nos sumíaen más o menos las mismas formas defensivas. Ineludi-blemente. Nos encontrábamos en la tarde, a la salida deltrabajo. Nos sentábamos a tomar algo en algún café delcentro. Eso Cristina y yo. Elsa sólo algunas veces: estabaen un proceso de pegoteo con el hijo, bastante efectivo,por otra parte. Pero nosotras dos, yo con Hugo en lacárcel y Cristina en la búsqueda de su marido desapare-cido, solas -aunque siempre con el innegable afecto y ladedicación de lo amigos-, nos veíamos continuamente.Nos necesitábamos. Nos teníamos.

Prácticamente todo era adverso. La tarde, el aire dela tarde. La forma que adquiría la luz entre los edificios.Las paredes exteriores. Interiores. Todo tenía un olorcomo de no pertenecernos. Las conversaciones que escu-chábamos entre la gente caminando por las calles, en lasmesas alrededor de la nuestra en cualquier café; suspreocupaciones: qué modelo, qué marca de moto o deauto estaba de moda (no qué modelo o qué marcapreferían comprarse, porque la magnitud del desangreeconómico no le permitía a nadie con un mínimo decordura delirar a tales extremos). Todo era ajeno: lacalidad de las actividades en las que los más jóvenesinvertían su tiempo, el ritmo de letargo con que las nubestranscurrían a través del cielo. Todo. El silencio obcecadode los que se habían decidido por el miedo, y la desme-moria de los desbordados por la práctica constante de losmás elementales mecanismos de defensa. Todo ajeno.Todo hostil. Nosotras, que habíamos sido fagocitadaspor los tentáculos de una bestia que habíamos presenti-do cercana, suprimidas en plena actividad y juventud deuna sociedad ansiosa y bullente, reaparecíamos despuésde años. Reaparecíamos valientemente. Pero caímos,atónitas y acosadas por las náuseas, en medio de lacolosal sordera de un pueblo anestesiado a golpes. Y nosdio una mezcla, no sé qué tan bien combinada, de

tristeza y rabia. Porque, en medio del dolor ininte-rrumpido, aparecían otras sordideces: las cita-

ciones al comando del II Cuerpo de Ejército,y el tipo con la campera de Hugo detrásnuestro. Hugo que no salía en libertad. Elcompañero de Cristina que no aparecía, ob-viamente.

Había que estar ahí, creeme. Los mili-cos, con la original “opción” de salir del paísdirectamente al extranjero, se sacaron deencima tu exótica pero peligrosamente efi-

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caz circulación política por los diversos ámbitos de laciudad de Córdoba. (Córdoba: la tercera, escuchamebien, la tercera ciudad del país, y no la segunda. Lasegunda es y siempre fue Rosario, mal que te pese.) Y vossorteaste una extensión más bien árida, cariño, del cami-no que elegimos para nuestras vidas.

La cosa es que a lo largo de este año 1979, y de todoslos otros años, me imagino, los milicos no estaban preci-samente dispuestos a perdernos de vista a Cristina y a mí.Nos habían negado la posibilidad de salir del país paramantenernos bajo control. De ahí mi libertad vigiladapor seis meses, y por eso la persecusión durante todo eltiempo posterior. El tipo que junto con el refinadogrupito de expertos había allanado mi casa, me habíareventado el cuerpo a golpes durante horas, me habíalargado la versión de que Hugo ya estaba muerto, habíadestruido los muebles, me había robado hasta mis bom-bachas y mis corpiños, mis libros, mi máquina de escribir,la ropa de Hugo y sobre todo su campera, y me habíadepositado dulce y graciosamente en el sótano de laJefatura de Policía, ese mismo, ese y ningún otro, denuevo era parte activa de la organización de mi vidadiaria. Fueron pocos los lugares por donde anduve, solao con Cristina, en que no surgiera el tipo como desdedebajo de la tierra, con esos estrafalarios anteojos oscu-ros, que por supuesto ya no cumplían la función de evitarque yo lo reconociera, sino exactamente lo contrario.Cristina decía que por alguna razón debía elegir andardisfrazado de mosca. Y con ese pelo negro. Y la camperanegra de Hugo. Puesta. Siempre puesta. Aunque el calorrosarino nos mantuviera al límite del abatimiento.

Cristina. Cristina me clarificaba la visión del mundo.Forzaba las estrecheces a las que nos sometían los

vientos opuestos que nos aturdían y nos aturdían, lasforzaba, las forzaba, te juro, y abría el camino.

Y continuábamos nuestro recorrido. Avanzábamos.Ella persiguiendo los rastros inexistentes de un marido aesa altura quizá también inexistente. Y yo con mi propiocompañero todavía en la cárcel; y con tanta vida internacirculándome, urgiéndome a aceptar su evidencia.

Cristina, con todos sus atributos de bailarina, conesa mente honda, artística y volátil que le permitíaimpulsar su cuerpo hacia los cielos más altos, era la queme sobrevolaba, me advertía que mis pies se habíanalejado demasiado del suelo, me explicaba que habíaque volver. O, sin teorizar demasiado, simplemente mearrastraba hacia el raciocinio. Cristina era mi parámetrohacia la realidad.

El tipo con la campera de Hugo había llegado aestipular, a circunscribir nuestras vidas hasta lo inimagi-nable. Era imposible ignorarlo. Si en algún momentodecidíamos olvidarnos de él, meternos en un cine, per-dernos en una película, en sus colores, en su movimiento,al salir y mezclado entre los que nos rodeaban, de prontodelante de nuestros ojos nos dejaba mudas su caratapada con esos anteojos de moscardón, el pantalón dejean, la campera de mi compañero. O en cualquier café.O en cualquier calle.

Y las citaciones al Comando. Si decidías no ir, porsupuesto volvías a la cárcel de inmediato, o aparecíasmuerta en cualquier vereda, en cualquier zanja. Habíaque ser puntual. Sin alternativas. Cada amenaza, cadamuestra por parte de los militares de que conocían hastael más mínimo detalle de lo que estaba sucediendo ennuestras vidas, acrecentaba los terrores y los odios. Que-rían que me fuera del país, pero no me daban pasaporte.Querían que Cristina dejara de indagar sobre el paraderodel marido. El milico me lo dijo con una claridad prover-bial: “Que no busque, porque si encuentra algo lo quesea que encuentre va a tener muy mal olor”. Estaba tododicho. De Elsa sospechaba que estaba en actividadespolíticas clandestinas. Le parecía rarísimo al maldito queella todavía no hubiera buscado un trabajo, que sóloocupara su tiempo en rearmar la relación con el hijo. Yhostigaba con eso, mientras Elsa tenía sufrimientos yansiedades más que justificadas, que algún día te confia-ré, siempre y cuando te saques ese color caoba de la vacíacabeza que tenés y que no entiendo cómo logra soste-nerse en un extremo de tu cuerpo.

El milico también estableció la conexión -bastanteclara, por otra parte- que había entre él mismo y lasórdenes que daba, y el tipo de la campera. Todo era a talextremo indiscutible, que había que tomar una determi-nación. Pero no creas que era tan fácil. Dejar el país, dejara Hugo en la cárcel, las compañeras esperando su liber-tad, dejar a Cristina sola (que jamás hubiera consentidoa renunciar a la búsqueda de su compañero); y todos losdemás amigos, que habían ayudado tanto.

Pero mirá, no lo tuvimos que meditar demasiado.Todo se precipitó. El milico me dijo que intentara conse-guir el pasaporte otra vez. Que quizá me lo dieran. Porsupuesto que sólo dependía de una orden -o contraor-den- que él emitiera por teléfono desde su escritorio. Yasí fue. Después de meses y meses de insistir, me loentregaron.

De todas maneras, en mi mente y en la de Cristina noera fácil acomodar así nomás la resignación: todavíaplaneábamos alquilar un departamento para las dos. Y eldía que fui a que Cristina me lo mostrara -ella estabatrabajando en una inmobiliaria-, y mientras estábamospor empezar a ver los cuartos, solas las dos ahí adentro,alguien empezó a golpear y forcejear la puerta. Cristinano esperaba a nadie. Bastante asustada giró la llave paraabrir, pero el que esperaba para entrar empujó antes y semetió, y cerró de un golpe. Y ahí estaba el tipo, con lacampera de Hugo. Puesta.

Se nos acercó rápidamente. La agarró a Cristina delos pelos con una mano, y con la otra apretaba la pistolaque llevaba debajo de la campera. Le dijo a Cristina quedejara de buscar al marido, porque si se descuidaba ibaa terminar como él. Y después de largar suficiente espu-ma por la boca nos mandó sentarnos en el piso. Cuandoestábamos las dos acomodadas al antojo de sus delicadosgustos, una al lado de la otra, empezó a irse. Y al llegara la puerta se sacó la campera. Y desplegando grandesdotes histriónicas, con gestos de mimo bajo el efecto de

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un alucinógeno, me la tiró contra la cara. Y me dijo:Guardala de recuerdo.

Para completar los resultados del hecho, habría sidotanto más efectivo para el tipo que la pared de enfrentea la que sostenía nuestras espaldas, ahí tiradas las dos enel piso, hubiera estado cubierta por un gran espejo. Noshabríamos visto, y seguramente nos habría sido difícilcreerlo. Yo no recuerdo esos detalles, pero debíamoshaber estado pálidas, repentinamente demacradas. Ytotalmente paralizadas. O no: quizá no del todo. PorqueCristina, como siempre, aún en medio de la borrasca, fuecapaz de discernir. Todavía nosotras sin haber atinado apararnos, me miró a los ojos y me dijo: Sara, te voy aextrañar.

Y yo, qué podía hacer yo, decime, con esa campera.La miraba estupefacta. La recorría con los ojos, sin ani-marme a tocarla con los dedos. Moví las piernas, la fuideslizando hasta que cayó al suelo. Los puños no estabandescoloridos. Parecía la misma de hacía cuatro o cincoaños. Quizá el cuero no brillaba tanto. No sé. No estoysegura. La aversión me llenaba los ojos, subía y bajaba através de mi sistema digestivo. Todo era una contunden-te náusea.

Salimos de allí con una mezcla de miedo, tristeza yodio. Los tres se combinaban en un combustible podero-sísimo que nos impelía al movimiento.

Unos días después, cuando mis valijas estaban casilistas, me fui a la cárcel a visitar a Hugo. A despedirme. Yle llevé la campera. Al fin y al cabo era suya, y nada másque suya. Se la mostré a través del vidrio del locutorio, yno entendió. No sabía nada. Ni siquiera que años atrás lapolicía se la había robado.

Le dije que se la dejaría para que el celador se laentregara. También le dije que por favor nunca, nunca sela pusiera. Que sólo la guardara. Que cuando saliera enlibertad y nos encontráramos en algún lugar del mundole explicaría todo lo que había pasado con ella. Él memiraba. Me miraba confundido. Yo hacía algunos gestosque seguramente resultaban ridículos y no explicabannada, y él sabía que yo no podía hablar a través delmicrófono del locutorio, porque lo que quedara grabadoiba a traducirse inmediatamente en una soberana palizaa su regreso a la celda, en un mes de calabozo de castigo,o quién sabe qué sofisticada innovación. Y quedó todoasí. A medias. Colgado. Y de pronto yo, demasiado cercade su dolor y de mi llanto, me di vuelta y salí casicorriendo, sin ninguna capacidad para mirar hacia atráspor última vez, que es lo que todos los presos deseába-mos tanto de nuestras visitas. ¿Te acordás? Ese últimosaludo. Esa última mirada.

Algo raro está pasando. No entiendo. ¿Puedo saberpor qué no revoleás los ojos, como corresponde a lamagnitud de lo que estás escuchando? Eso. Gracias.

Cuando finalmente él llegó a Los Angeles un añodespués, éramos previsiblemente distintos. Además deotras angustias, no había incluido la campera entre suscosas, en cualquier rinconcito de las valijas. La habíadejado. ¿Podés creer? Vos me dirás que él no conocía la

historia. Claro. Pero debiera haber entendido en algo ladimensión, la potencia del enigma que yo había tratadode transmitirle en aquella última visita a la cárcel. Yo erasu compañera. Y él no había captado mi intensidad.Cuando le pregunté qué había hecho con la campera, mecontestó que no se acordaba de si había quedado en lacasa de su madre, o en la casa de mi madre, o en la casade su hermano. Le conté la larga historia, con toda miemoción abierta. Vos sabés cómo soy. Me contestó: “Yqué problema tenés ahora con eso. Olvidate. Una campe-ra es una campera, ni más ni menos”. Y repitió: “Olvidate”.Y entonces vi que estaba ante el mismo Hugo de tiempoatrás, el que hacía seis años, ante mi intuición, mi certezade que íbamos a ser detenidos me había dicho, siempretan saltarín, tan movedizo, que me dejara de tantosdelirios y ya me levantara, mientras me alcanzaba elúltimo mate en la cama.

Un año y medio vivimos juntos. Pasamos ese tiempode diferentes maneras, explorando la relación; la posibi-lidad de la relación. Pero no, Chana. No pude.

El mundo había completado sus esfuerzos de rota-ción y translación demasiadas veces en todos esos años.Y ningún movimiento es en vano. Ninguno.

Cuando el divorcio estaba terminado me llamó,lleno de desconcierto, de tristeza. Y me preguntó quéhabía sentido yo al firmar, al saber que entre nosotrostodo estaba terminado. Yo le contesté con otra pregun-ta. Capciosa. Fuera de lugar. Le dije: “Y vos, ¿qué sentistecuando te conté los avatares de tu campera de cuero, laque tanto habías, habíamos querido?” No tuvo unarespuesta.

Y aquí estoy, Chanita. En el México de tus amores.De tu exilio. Por un año, o dos. No sé. Después quierovolver a Los Angeles. A Santa Barbara. Este célebreDistrito Federal me llena de curiosidad, me llena deansiedades. Pero escribo mucho.

Escribo y escribo. Eso sí, cuando no venís vos avisitarme. Con ese pelo. Dale, revoleá un poco esos ojos,que cuando los dejás quietos por un rato demasiadolargo siento vértigos. Me sobrevienen crisis de identidad,dejo de saber con quién estoy, quién soy. Pierdo elcamino. Dale. Un poquito.

Y con respecto al préstamo, olvidate. No hay campe-ra. No pienso correr el riesgo de perder una más. Encimasería perderla no por mis peripecias, sino por las tuyas.Dejá de revolear los ojos, haceme el favor. Dije no.


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