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Estudio y caracterización de la ocupación neolítica de la Playa del Carabassí (Elche, Alicante)

Date post: 03-Dec-2023
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I. INTRODUCCIÓN La prospección extensiva desarrollada en octubre de 2002, centrada básicamente en el entorno del Clot de Galvany, ver- tiente septentrional de la Sierra de Santa Pola y zona litoral de Arenales del Sol y Agua Amarga, permitió localizar una serie de yacimientos, la mayoría de ellos inéditos, que cronológica- mente se distribuían desde el Paleolítico –Tossal del Clot de Galvany, Cueva y Abrigo del Barranc de les Teressites– hasta el Neolítico –Zonas A, B, C, D, y E de la Playa del Carabassí y Abrigo de los Arenales del Sol–, al margen de otros enclaves de cronología romana, tardorromana, medieval y moderna. Por lo que concierne a los objetivos del proyecto, lo más relevante fue sin duda la documentación de una importan- te dispersión de materiales junto a la misma línea de playa y sobre el cordón dunar contenido a espaldas de los domos del Carabassí, una alineación de pequeños cerros originados por el levantamiento orogénico de estratos geológicos correspondien- tes a las playas del Mioceno. Los materiales hallados corres- ponden, seguramente, a un asentamiento de carácter disperso y que suponemos estacional, extendido a lo largo de la playa y que actualmente sólo presenta un vacío de hallazgos importante precisamente en la zona en donde hoy se levanta el comple- jo urbanístico conocido como Arenales del Sol (SOLER et al., 2005). Si para conocer más acerca de la dinámica ocupacional ge- neradora de este yacimiento costero se hacía indispensable la excavación arqueológica, el imprescindible análisis de su en- torno tierra adentro, así como del marco social y geográco en el que se hallaba inserto, implicaba de forma necesaria la am- pliación del área de prospección y del ámbito territorial sujeto a estudio. Especialmente por cuanto que el Clot de Galvany, los saladares de Agua Amarga y Santa Pola, la zona de Balsares, y la Laguna del Hondo conforman un área de avenamiento irre- ESTUDIO Y CARACTERIZACIÓN DE LA OCUPACIÓN NEOLÍTICA DE LA PLAYA DEL CARABASSÍ (ELCHE, ALICANTE) Jorge A. Soler Díaz, Juan A. López Padilla, Gabriel García Atiénzar, Alicia Luján Navas Resumen. A través de la prospección intensiva de las márgenes y zonas encharcadas localizadas en torno al curso bajo de los ríos Vinalopó y Segura se ha pretendido mejorar el nivel de nuestro conocimiento del territorio y de la dinámica de su ocupación, recuperando la localización exacta de una serie de yacimientos registrados a lo largo del siglo XX, y vagamente ubicados sobre la cartografía arqueológica disponible en la actualidad. La información obtenida ha podido complementarse con la que ha proporcionado la excavación de uno de los yacimientos registrados, situado en la Playa del Carabassí, un enclave de características especiales por su situación y emplazamiento en la misma línea de playa, capaz de suministrar datos de gran interés para conocer las dinámicas de explotación de distintos recursos bióticos desarrolladas por las comunidades neolíticas de esta zona. Abstract Figura 1. Localización del Área A de la Playa del Carabassí.
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I. INTRODUCCIÓN

La prospección extensiva desarrollada en octubre de 2002, centrada básicamente en el entorno del Clot de Galvany, ver-tiente septentrional de la Sierra de Santa Pola y zona litoral de Arenales del Sol y Agua Amarga, permitió localizar una serie de yacimientos, la mayoría de ellos inéditos, que cronológica-mente se distribuían desde el Paleolítico –Tossal del Clot de Galvany, Cueva y Abrigo del Barranc de les Teressites– hasta el Neolítico –Zonas A, B, C, D, y E de la Playa del Carabassí y Abrigo de los Arenales del Sol–, al margen de otros enclaves de cronología romana, tardorromana, medieval y moderna.

Por lo que concierne a los objetivos del proyecto, lo más relevante fue sin duda la documentación de una importan-te dispersión de materiales junto a la misma línea de playa y sobre el cordón dunar contenido a espaldas de los domos del Carabassí, una alineación de pequeños cerros originados por el

levantamiento orogénico de estratos geológicos correspondien-tes a las playas del Mioceno. Los materiales hallados corres-ponden, seguramente, a un asentamiento de carácter disperso y que suponemos estacional, extendido a lo largo de la playa y que actualmente sólo presenta un vacío de hallazgos importante precisamente en la zona en donde hoy se levanta el comple-jo urbanístico conocido como Arenales del Sol (SOLER et al., 2005).

Si para conocer más acerca de la dinámica ocupacional ge-neradora de este yacimiento costero se hacía indispensable la excavación arqueológica, el imprescindible análisis de su en-torno tierra adentro, así como del marco social y geográfi co en el que se hallaba inserto, implicaba de forma necesaria la am-pliación del área de prospección y del ámbito territorial sujeto a estudio. Especialmente por cuanto que el Clot de Galvany, los saladares de Agua Amarga y Santa Pola, la zona de Balsares, y la Laguna del Hondo conforman un área de avenamiento irre-

ESTUDIO Y CARACTERIZACIÓN DE LA OCUPACIÓN NEOLÍTICA DE LA PLAYA DEL CARABASSÍ (ELCHE, ALICANTE)

Jorge A. Soler Díaz, Juan A. López Padilla, Gabriel García Atiénzar, Alicia Luján Navas

Resumen. A través de la prospección intensiva de las márgenes y zonas encharcadas localizadas en torno al curso bajo de los ríos Vinalopó y Segura se ha pretendido mejorar el nivel de nuestro conocimiento del territorio y de la dinámica de su ocupación, recuperando la localización exacta de una serie de yacimientos registrados a lo largo del siglo XX, y vagamente ubicados sobre la cartografía arqueológica disponible en la actualidad.

La información obtenida ha podido complementarse con la que ha proporcionado la excavación de uno de los yacimientos registrados, situado en la Playa del Carabassí, un enclave de características especiales por su situación y emplazamiento en la misma línea de playa, capaz de suministrar datos de gran interés para conocer las dinámicas de explotación de distintos recursos bióticos desarrolladas por las comunidades neolíticas de esta zona.

Abstract

Figura 1. Localización del Área A de la Playa del Carabassí.

JORGE A. SOLER DÍAZ, JUAN A. LÓPEZ PADILLA, GABRIEL GARCÍA ATIÉNZAR, ALICIA LUJÁN NAVAS2

gular interconexo cuyo funcionamiento debió condicionar las estrategias de ocupación y explotación del territorio, en las cua-les la localización y disposición del curso del Vinalopó y de sus terrazas fl uviales debió jugar un papel muy importante. Fig. 1

II. APUNTES SOBRE EL POBLAMIENTO NEOLÍTICO ENTRE EL CAMP D’ALACANT Y LA VEGA BAJA DEL SEGURA

La importancia ecológica que tradicionalmente tuvo el Clot de Galvany y, en general todo el complejo de áreas lagunares compuesto por Agua Amarga y Balsares –que por el sur acababa conectando con el Hondo de Elche, en la desembocadura del río Vinalopó, y con la marjal de Santa Pola– tiene su refrendo en la documentación histórica recopilada al respecto (BOX AMO-RÓS, 1987), a partir de la cual es posible obtener una imagen bastante aproximada de lo que dichos humedales constituyeron en épocas pasadas.

De especial importancia debió ser la explotación de los re-cursos bióticos de este sistema en tiempos prehistóricos, dada la riqueza que en cuanto a caza, pesca y recolección proporcionan este tipo de ambientes ecológicos. A pesar de ello, toda esta área ha permanecido hasta fechas relativamente recientes prác-ticamente inexplorada, conociéndose tan sólo imprecisos deta-lles en torno a la ocupación neolítica de la Cova de les Aranyes, en la Sierra de Santa Pola (RAMOS FERNÁNDEZ, 1983), una villa romana altoimperial en el Clot de Galvany (LÓPEZ FE-RRER, 1999) y unas vagas referencias respecto a materiales cerámicos –incluyendo un fragmento de cerámica campanifor-me– y líticos citados por E. Llobregat (1975).

Las campañas de inventariado de yacimientos arqueológi-cos desarrolladas por la Conselleria de Cultura en los años 90 propició el hallazgo de algunos otros enclaves en la zona que se añadieron a los ya conocidos, tales como una instalación ro-mana en la misma línea de costa, cercana a Agua Amarga, así como el hallazgo de algunos restos cerámicos prehistóricos en una zona muy concreta de la playa de Arenales del Sol.

De acuerdo con la información recogida, por el momento parece que la ocupación humana en la zona sólo puede remon-tarse con seguridad a un momento indeterminado del Paleolí-tico Superior Final, ya que la raedera hallada en la umbría del Tossal del Clot de Galvany, completamente descontextualiza-da, se nos antoja insufi ciente evidencia como para plantear una ocupación previa en el Paleolítico Medio, si bien es cierto que viene a sumarse a la antigua noticia del hallazgo de una punta musteriense en un barranco próximo a la Cova de les Aranyes del Carabassí (MONTENAT, 1973).

En cualquier caso, lo que sí parece corroborar el registro es la ocupación del entorno del Clot de Galvany en momentos del Magdaleniense o del Epipaleolítico, atestiguado en la Cueva y Abrigo del Barranc de les Teresites. Junto con una hipotética ocupación paleolítica de la Cova de les Aranyes del Carabassí, señalada en alguna ocasión, conformarían por el momento los enclaves de cronología más antigua en la zona, confi gurando en ésta un paisaje social típico de los albores del Holoceno, etapa en la que se asiste a un incremento importante del número de yacimientos ocupados y a un desarrollo notable de las estrate-gias de explotación del modo de producción cazador-recolec-tor, como se evidencia en otros enclaves litorales y del interior de este momento (MARTÍ OLIVER y JUAN-CABANILLES, 1997).

En lo que respecta a la aparición de las primeras comu-nidades productoras en este territorio, su llegada parece estar desvinculada ya de las producciones cerámicas cardiales sensu stricto (JUAN-CABANILLES y MARTÍ OLIVER, 2002), las cuales por ahora no se han registrado ni en nuestra zona de estu-

dio ni tampoco en el Camp d’Elx ni en la Vega Baja del Segura. No obstante, sí se han recogido materiales que pueden asociarse con el Neolítico Antiguo –Neolítico IB de la sistematización de J. Bernabeu (1995)– de cerámicas decoradas impresas e incisas, tales como el vaso de cerámica o el tubo de hueso recogidos hace tiempo en la Cova de les Aranyes del Carabassí (RAMOS FERNANDEZ, 1983). Respecto al recipiente cerámico, ya se ha indicado su relación formal con el vaso hallado en Ledua (Novelda), en la cuenca media del río Vinalopó (HERNÁN-DEZ y ALBEROLA, 1989), mientras que la presencia del tubo de hueso podría relacionar este enclave con otros yacimientos alicantinos y valencianos en los que han aparecido este tipo de instrumentos, tales como la Cova de La Sarsa (Bocairent) o la Cova de l’Or (Beniarrés) (PASCUAL BENITO, 1999).

En base, por tanto, a estos elementos por ahora sólo pue-de considerarse una cronología neolítica que se remonte, como máximo, al Neolítico IB-C de la sistematización de J. Bernabeu (1995) tanto para éste como para otros enclaves del área más in-mediata, tales como La Alcudia (RAMOS MOLINA, 1989). En cualquier caso, la presencia de cerámicas “epicardiales o post-cardiales” en la base de la estratigrafía del yacimiento ilicitano, aunque descontextualizadas, pone de relieve la cuestión de la cronología precisa del establecimiento de grupos con econo-mías de producción en el Camp d’Elx y la desembocadura del Vinalopó, y que en primera instancia podríamos inscribir en el proceso de “expansión” que a nivel peninsular han señalado J. Juan-Cabanilles y B. Martí (2002) para esta fase.

En ese sentido el espacio territorial que aquí nos ocupa, de-terminado fi siográfi camente por una gran zona de marjales y áreas de avenamiento irregular, participaría de un proceso de expansión territorial de las comunidades agropecuarias que, tras una primera fase de consolidación y fi jación en las tierras más productivas de los fondos de valle del interior (HERNÁN-DEZ PÉREZ, 1997; GUILABERT, JOVER y FERNÁNDEZ, 1999), entrarían ahora en una etapa de expansión de las fuerzas productivas que quedaría claramente refl ejada en un incremen-to demográfi co y un aumento signifi cativo de los espacios de producción, buscando de forma recurrente áreas de maximiza-ción potencial de los recursos tales como lagunas, marjales y zonas litorales. En estas zonas, los períodos improductivos y los posibles défi cits en la producción agrícola quedarían compen-sados fácilmente por medio de la pesca, la caza, la recolección o el marisqueo, actividades compatibles con la necesaria fi jación al territorio que exigen las prácticas agrícolas (TOLEDO, 1986) y que a juicio de algunos autores caracterizaría la progresiva expansión de un modo de vida mixto en el que la caza y la reco-lección tendrían una importancia sustancial como complemento de la producción agropecuaria (GUILABERT, JOVER y FER-NÁNDEZ, 1999).

En la articulación del territorio en este momento es posible que la Cova de les Aranyes del Carabassí jugara un papel es-pecial como centro vertebrador de prácticas socioideológicas relacionadas con la reproducción social de los grupos asenta-dos en torno al Clot de Galvany y al cordón dunar litoral de la Playa del Sol. A pesar de la ausencia de material arqueológico que permita proponer la ocupación en momentos anteriores al Neolítico IIB –Neolítico Final– de los yacimientos neolíticos detectados, creemos probable que en zonas cercanas al hume-dal pudieran hallarse emplazamientos de cronología semejante a la de enclaves como La Bernarda (Rojales) (SOLER DÍAZ y LÓPEZ PADILLA, 2001), para los que la Cova de les Aranyes –independientemente de su posible ocupación de carácter espo-rádico, estacional o permanente– podría actuar como centro de prácticas sociales intergrupales que dotarían así de sentido a la presencia en ella de determinados elementos como el tubo de hueso y que la podrían asemejar funcionalmente a otras cuevas como la Cova de l’Or (JUAN CABANILLES et al., 2001). No

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obstante, al igual que ocurre con las piezas de presumible fi lia-ción musteriense de las que se trató más arriba, resulta también en este caso palmaria la escasez actual de registro empírico con que respaldar estas hipótesis. Tal vez las actuaciones efectuadas en el yacimiento por la Universidad de Alicante dirigidas por M. Hernández Pérez puedan en breve ofrecer más datos con los que corroborarlas.

Por los abundantes restos hallados en su superfi cie y en sus alrededores, en cambio, podemos confi rmar con rotundidad una ocupación correspondiente al Neolítico IIB en la Playa del Sol. Junto con fragmentos de cerámica a mano –con un caracterís-tico desgrasante micáceo y una evidente erosión eólica de sus superfi cies– lascas, láminas y puntas de fl echa de sílex aparecen distribuidas en cuatro puntos detectados a lo largo del litoral sin que haya podido reconocerse mas que un posible núcleo de asentamiento –Zona A– en donde los materiales de diversa ín-dole aparecen incluidos en una matriz de arenas mezcladas con cenizas (SOLER DÍAZ y LÓPEZ PADILLA, 2001).

Cercano a estos puntos de la playa, hallamos un pequeño abrigo, destruido en parte al derrumbarse su visera, en el que a juzgar por los restos encontrados a su alrededor –punta de fl echa, alguna lasca de sílex y fragmentos informes de cerámica a mano– debió también de desarrollarse algún tipo de actividad contemporáneamente a la ocupación del cordón dunar litoral.

III. EL ASENTAMIENTO DE LA ZONA A DE LA PLAYA DEL CARABASSÍ

Con la excavación llevada a cabo en la Zona A del yacimiento de la Playa del Carabassí se proponía responder a las preguntas básicas que planteó su hallazgo en las prospecciones llevadas a cabo en octubre de 2002, como cuáles eran la extensión real del nivel de hábitat conservado y su potencia estratigráfi ca y, a ser posible, la datación del yacimiento por medio de la técnica de radiocarbono.

La Zona A del yacimiento se defi nió a nivel superfi cial por la presencia de un sedimento arenoso de color ceniciento que afl oraba en una zona muy concreta, única en la que parecían existir materiales arqueológicos no alterados por procesos postdeposicionales. Junto a gran cantidad de bloques de peque-ño y mediano tamaño, aparecían gran cantidad de conchas ma-

rinas, muchas de las cuales presentaban señales de rubefacción. Fig. 2

Este sedimento podía seguirse en superfi cie a lo largo de una franja de anchura irregular que se disponía en sentido no-reste– suroeste, a lo largo de apenas unos 3 m de longitud, más allá de los cuales parecía diluirse y desaparecer. Del mismo modo, ésta parecía infrapuesta a un nivel superfi cial de arenas que, aparentemente, la cubría en su parte más occidental.

Con objeto de delimitar convenientemente el sedimento ce-niciento que parecía albergar los restos del nivel de ocupación y abarcar la máxima superfi cie del mismo, se decidió plantear una cuadrícula de 8 m² de superfi cie que, conforme avanzó el proceso de excavación, pudo reducirse a un área más restringi-da de tan sólo 4 m².

Para facilitar el registro topográfi co de los materiales ar-queológicos contenidos en el sedimento, se planteó una cua-drícula donde situarlos por medio de coordenadas espaciales –x-y-z– independientemente de su adecuado registro en las planimetrías levantadas. La cuadrícula se dividió en cuatro sec-tores –Sector 1, 2, 3 y 4.

Bajo el sedimento arenoso superfi cial –UE 1000 – distin-guimos un estrato con alto contenido en cenizas, pequeñas pie-dras, conchas de moluscos y material arqueológico –UE 1001– superpuesto a un segundo estrato de similares características pero en el que aparentemente era posible reconocer con ma-yor claridad determinadas concentraciones de elementos –UE 1002– y que descansaba directamente sobre un grueso nivel de arenas absolutamente estéril –UE 1003–. Perforando todo este paquete estratigráfi co documentamos una fosa de mediano ta-maño –UE 1004– rellena de arena y sin material arqueológico, en cualquier caso claramente posterior a la deposición de los niveles antes descritos.

Sólo en las UEs 1001 y 1002 se registró material arqueoló-gico, presentando la segunda de estas unidades el mayor grado de fi abilidad estratigráfi ca por encontrarse más profunda y me-nos alterada. El conjunto de restos documentado se compone en su mayor parte de malacofauna marina y gasterópodos terres-tres. En cambio, apenas pudo documentarse un escaso número de láminas de sílex, alguna de ellas retocadas, y un reducido número de fragmentos cerámicos fuertemente erosionados. El conjunto lo completa un fragmento de roca arenisca con una de sus caras pulimentada, que interpretamos como un fragmento

Figura 2. Concentración de cenizas y cantos rubefactados del Área A de la Playa del Carabassí.

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de molino similar a los ya localizados durante las prospeccio-nes. Vinculados a un área de combustión identifi cada en la zona A, se documentaron también una gran cantidad de cantos y pie-dras con evidentes señales de rubefacción. Fig. 3

De los materiales asociados, por tanto, a las UEs 1001 y, sobre todo, 1002, cabría inferir la existencia de áreas de acti-vidad, de pequeñas dimensiones y posiblemente muy dispersas en el espacio, en las que estuvieron involucrados el empleo de fuego y de cantos rodados en contacto directo con éste, un ins-trumental lítico tallado compuesto íntegramente por láminas, y una testimonial presencia de vajilla cerámica en la que sólo hallamos recipientes abiertos de tamaño pequeño o mediano, en principio relacionados con actividades de consumo individual, al que podríamos sumar la presencia esporádica de algunos mo-linos o molederas de las que no es posible descartar que fueran empleadas en otro tipo de actividades no relacionadas estricta-mente con la molienda.

Pero sin duda, es el estudio llevado a cabo sobre la muestra malacológica el que plantea mayor interés, ya que el análisis del conjunto de restos localizados permite inferir el más que pro-bable destino alimenticio de la mayor parte de los individuos registrados, pertenecientes mayoritariamente a la familia Tro-chidae y Patellidae, mientras que sólo una ínfi ma minoría –Ce-rastoderma edule, Glycimeris glyc., Thais haemastoma– pudo

en cambio ser seleccionada para la confección de elementos destinados al adorno del cabello, cuello, extremidades y/o ves-timenta siendo determinante su morfología. Fig. 4

La comparación de la muestra de la Playa del Carabassí con la de otros asentamientos contemporáneos, localizados en los valles interiores de Alicante, como Les Jovades en Cocentai-na, Niuet en l’Alqueria d’Asnar (PASQUAL-BENITO, 1984; 1994), La Torreta en Elda (LUJAN, 2000) o Casa de Lara y La Macolla en Villena (SOLER, 1981), debe realizarse teniendo en cuenta no sólo la relación ausencia-presencia de especies malacológicas documentadas en cada uno de ellos, sino tam-bién la distancia que les separa de la línea de costa, puesto que el registro de dicho recurso queda supeditado a la proximidad del mar, aspectos ambos que, como a continuación veremos, parecen condicionarse mutuamente de una forma clara.

Respecto al primer punto, y al contrario de lo registrado en la Playa del Carabassí, los demás asentamientos citados presentan un alto porcentaje de ejemplares de bivalvos, como el Cardium o Cerastoderma edule y los Glycymeridos, presentando buena parte de ellos el umbo perforado, al igual que el único ejemplar localizado en la Playa del Carabassí, donde por el contrario nos hallamos ante un claro predominio de las especies destinadas al consumo, siendo la Monodonta turbinata la de mayor represen-tación, seguida de la Patella sp., especie constatada también en la Cova de Sant Martí de Agost (LUJÁN, 2004).

Otro elemento a considerar es la carencia en Carabassí de pequeños gasterópodos, frecuentes en la confección de piezas ornamentales, tales como la Columbella rústica –presente en Casa de Lara y La Torreta– El Monastil–, la Trivia europea –Cova de Sant Martí– o la Nassa reticulada –Casa de Lara– y de fragmentos tubulares de Dentalium, como los localizados en Casa de Lara y Niuet. Frente a estas especies de empleo usual, también aparecen ejemplares de Bolinus, Melanopsis, Rumina decollata o Arca, como los hallados en Niuet, o la valva de Pinnea de La Torreta– El Monastil.

Esto nos permite considerar que los ejemplares hallados en los yacimientos de interior deben relacionarse con adornos –collares y colgantes– y complementos de la vestimenta –como cuentas prendidas en vestidos y tocados (NOAIN, 1995)– y no con el consumo alimenticio. En cambio, en la Playa del Carabassí asistimos a una situación diferente, ya que junto a ejemplares correspondientes a especies de baja consideración

Figura 3. Conjunto material recuperado durante el proceso de excavación deñ Área A de la Playa del Carabassí.

Figura 4. Representación gráfi ca del número de restos malacológicos recuperados durante el proceso de excavación.

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alimenticia y que el registro arqueológico asocia con la elabo-ración de colgantes y cuentas, contamos con una fracción de individuos que debieron recogerse exclusivamente con fi nes alimenticios, aunque una vez consumidos no descartamos que pudieran ser reutilizados con otros fi nes, como la confección de utensilios o complementos (RUÍZ, 1999).

El empleo a nivel bromatológico parece atestiguado ade-más por el hallazgo de numerosos restos de desecho, cuya observación denota cierta repetición en el modo de seccionar la espira, al golpear la concha contra un objeto contundente, posiblemente algún canto o fragmento de molino como el docu-mentado en el yacimiento que aquí nos ocupa, lo que facilitaría la extracción del animal con los dedos o un utensilio agudo. En cuanto a la forma en que dicho recurso era consumido, se ha apuntado que quizás se aplicasen estrategias conocidas desde el Paleolítico y que posibilitaran su consumo frescos, cocidos, asados, ahumados o macerados con hierbas (GÓMEZ-TABA-NERA, 1971; VEGA DE LA TORRE, 1985), constituyendo a su vez el fuego o la proximidad a una fuente de calor como cantos rubefactados, una táctica para ablandar la carne de de-terminadas especies como los Glycymeridos y obligar al animal a abandonar la seguridad de su concha. Fig. 5

La recolección marina, al igual que debía ocurrir con los frutos silvestres o de temporada, no debió constituir un recurso alimenticio de relevancia, aunque se encuentra presente en la dieta de estos grupos costeros. No obstante, harían falta grandes cantidades de ejemplares para igualar el aporte energético de otros productos alimenticios como la carne o los cereales.

El estudio de los grupos taxonómicos establece una clara preferencia por los Trochidae, lo que se plasma en la propor-ción de fragmentos recuperados. Sin embargo, es posible que ello no se deba sólo a un particular gusto gastronómico, sino que tal vez responda también al predominio de esta especie en el entorno de la Playa del Carabassí, frente a otros grupos más escasos, ya sea en función de su disponibilidad estacional to-davía sin establecer, u otras variables como la temperatura, las mareas, etc. En cualquier caso, el hecho de que estos gaste-rópodos junto a los patèllidos, características ambas especies de sustratos rocosos en zonas costeras emergidas, confi guren el grupo malacológico más ampliamente registrado por encima del resto de ejemplares, indican que la selección de recursos parece directamente relacionada con el costo de energía inver-tida en la obtención de éstos últimos, en aplicación de la teoría desarrollada por Earle (1980) y Clark (1986).

En cuanto a los bivalvos, aunque potencialmente comes-tibles como la Cerastoderma edule o Tellina, especies en vi-

gor actualmente, hay quienes apuntan que especies como la Glycimeris glycimeris, probablemente no formara parte de la alimentación, dado la dureza de su carne y por tratarse de una especie de hábitat relativamente profundo (RICO y MARTÍN, 1989), lo que nos conduce a interpretar su presencia dentro del contexto arqueológico como resultado de un captación llevada a cabo en la orilla, supuesto respaldado por el aspecto pulido de algunas de las valvas, y la práctica de actividades vinculadas con el ornato.

El hallazgo de un ejemplar de Glycymeris glycimeris con perforación apical refuerza esta hipótesis. Para determinar con exactitud el origen de las perforaciones, junto a la erosión mari-na y la acción de organismos litófagos, señalamos la existencia de técnicas antrópicas, destacando la percusión, percusión-re-gularización y la rotación entre las más comunes (PAPI, 1989). No obstante, establecer el sistema con mayor seguridad requie-re la observación de la pieza mediante el pertinente equipo. Lo mismo ocurre con los gasterópodos localizados durante la pros-pección o los ejemplares de Rissoa hallados en el Sector 2, cuyo tamaño y proporción descartan una fi nalidad bromatológica. La reducida presencia de estas familias, limitada en ocasiones a fragmentos, parece responder a una recogida superfi cial de ejemplares desplazados por las olas o depositados en la orilla.

Además, en el caso de los bivalvos, junto a los elementos de suspensión como los colgantes ovales, debemos señalar también su posible empleo como recipientes para líquidos o sustancias colorantes, o como cucharones o cucharas (SIRET y SIRET, 1890), semejantes a las localizadas en la Cova de Cendres y la Ereta del Pedregal (PASCUAL-BENITO, 1998).

En cuanto a la existencia de conchas de moluscos en apa-rente estado natural, como la Cerastoderma edule o el ejemplar de Thais haemastoma hallados en la Playa del Carabassí, no descartamos que se trate de materia prima en reserva, segu-ramente para colgantes u otros elementos ornamentales (TA-BORIN, 1974) que podrían encerrar connotaciones de carácter funcional, socio-cultural e incluso de carácter simbólico para estos grupos.

IV. RECONSIDERANDO EL POBLAMIENTO DEL ÁREA MERIDIONAL DEL PAÍS VALENCIANO DURANTE EL IV MILENIO BC

De acuerdo con los datos que ha proporcionado la exca-vación, puede argumentarse que el yacimiento de la Playa del Carabassí se dispuso originalmente sobre el lecho de arenas de

Figura 5. Conchas de Monodonta turbinata con la última espiral suprimida.

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las dunas, sin llegar a tocar en ningún momento el sustrato geo-lógico de playa fósil que compone básicamente la geología de los Domos del Carabassí, sobre los que éstas se apoyan. Posi-blemente el asentamiento se extendiera hasta un punto impre-ciso de la línea misma de playa, a juzgar por la dispersión de restos documentados.

Dada esta localización, y en función de lo advertido durante los trabajos llevados a cabo en la Zona A del yacimiento, parece que la alteración provocada por la erosión eólica lo ha destruido prácticamente en su totalidad, de manera que el sedimento ce-niciento que fue localizado en la citada zona ha resultado ser el único que no habría sufrido alteraciones postdeposicionales.

La estratigrafía que hemos documentado certifi ca la pre-sencia en esta zona de una serie de restos correspondientes a áreas de actividad relacionadas muy probablemente con el consumo de moluscos marinos y terrestres, las cuales hemos podido identifi car a partir de concentraciones signifi cativas de pequeños bloques de piedra, cantos rodados y caparazones en el interior de una matriz sedimentaria caracterizada por un alto componente de cenizas. Puntualmente, los escasos productos de talla –esencialmente láminas retocadas– que se han localizado en relación con estos restos parecen estar también relacionados con dichas actividades de consumo.

Si bien los cantos rodados ennegrecidos y las piedras con señales de rubefacción deben ponerse en relación con la ela-boración de hogares, el fragmento distal de molino localizado corresponde probablemente a actividades vinculadas a la pre-paración de alimentos previamente a su consumo y/o cocinado. No se han podido localizar, no obstante, ni macrorestos vegeta-les ni animales que permitan conocer con mayor precisión tales actividades, y por otra parte, es posible que tales objetos hayan sido utilizados como yunques para la fracturación de caparazo-nes o incluso como percutores, con los mismos fi nes.

Las UEs 1001 y 1002 permiten inferir, en principio, la exis-tencia de varias concentraciones de materiales en un área muy pequeña que creemos deben corresponderse con ocupaciones puntuales, reiteradas y sucesivas que tuvieron una duración que por el momento no nos es posible determinar, como tampoco si tenían o no un carácter estacional, lo que podría verifi carse en un futuro mediante la aplicación de análisis de líneas de incre-mento y de isótopos estables sobre muestras malacológicas. En ese sentido, no debemos olvidar que no existe ninguna eviden-cia de restos cerámicos o de otro tipo que permitan inferir la presencia en el yacimiento de grandes recipientes de almacena-miento, y sí en cambio la de una reducida cantidad de fuentes y cuencos relacionados con el consumo de alimentos.

La fecha de radiocarbono obtenida de una muestra del se-dimento de la UE 1002 –Beta-186172– se remonta a 2840 + 40 BP, es decir, a cualquier momento del intervalo entre 1110 y 900 cal BC. Claramente, por tanto, no resulta correlaciona-ble con el momento de ocupación que documentan los restos arqueológicos con ella asociados. Creemos que las condicio-nes en que se encontraba el sedimento datado, prácticamente afl orado en superfi cie, han condicionado muy posiblemente la datación ofrecida.

En cambio, la datación Beta 202433, obtenida a partir de una concha de Monodonta turbinata localizada en la misma UE 1002, proporcionó una fecha mucho más coherente con el contexto y que se remontó a 4990 ± 70 –3590– 3178 cal. BC 2σ– completamente en consonancia con otras fechaciones registradas en diversos yacimientos alicantinos, valencianos, murcianos y manchegos.

La excavación de la UE 1003, infrapuesta al último estrato con restos arqueológicos, ha permitido comprobar la inexisten-cia de ocupaciones previas, y delimitar estratigráfi camente la ocupación neolítica de la Playa del Carabassí en este sector.

La ausencia de áreas con similares características a las ex-cavadas en otras zonas de la Playa del Carabassí nos induce a pensar que, a pesar de la considerable extensión del área de dis-persión de materiales reconocida en las pasadas campañas de prospección realizadas, el yacimiento como tal ha desaparecido en la práctica, por lo que su conocimiento sólo creemos que será ya posible a partir de algunos enclaves localizados en los propios Domos del Carabassí que, como el Abrigo de Arenales del Sol, debieron estar de algún modo interrelacionados con la ocupación de la playa.

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