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Jorge López Quiroga-Artemio Manuel Martínez Tejera: 'Conimbriga' después de 'Conimbriga'....

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Evolución de los espacios urbanos y sus territorios en el Noroeste de la Península Ibérica Raquel Martínez Peñín Gregoria Cavero Domínguez (eds.) [Créditos] [Entrar]
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Evolución de los espacios urbanos y sus territorios en el Noroeste de la

Península Ibérica

Raquel Martínez PeñínGregoria Cavero Domínguez

(eds.)

[Créditos]

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© De la presente edición Ediciones El Forastero S.L.© Diseño: Ediciones El Forastero S.L.© De la obra: Raquel Martínez Peñín y Gregoria Cavero Domínguez (eds.)© Instituto de Estudios Medievales de la Universidad de León y Unidade de

Arqueologia de la Universidade do Minho

Ediciones El Forastero S.L.C/ Barahona 14, bajo-drcha.C.P.: 24003, LeónTelf.: 987 17 06 52

[email protected]@edicioneselforastero.comPrimera edición abril, 2015

ISBN: 978-84-942791-8-8Depósito Legal: LE-213-2015

*Ediciones del Lobo Sapiens es una marca de Ediciones El Forastero S.L.

Autor de la ilustración de El Forastero: Sendo; autor de la ilustración de Lobo Sapiens: Pedro G. Trapiello

«Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47)»

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459Jorge López Quiroga y Artemio M. Martínez Tejera

Conimbriga después de Conimbriga. evolución y transformación durante la Antigüedad Tardía y la edad Media

Jorge López QuirogaUniversidad Autónoma de Madrid

Artemio M. Martínez TejeraInstitut de Recerca Històrica, Universitat de Girona

Abstract

The evolution of Conimbriga (an important Roman city in north-western Lusitania) to Condeixa (a small village scattered among the remains of the ancient ciuitas conimbrigensis) is the result of an identical process documented in the most of the towns in the post-Roman West. The roman Conimbriga (idealized and archetypal, representative of the model of classical city) is the result of a specific context and historiographical moment that have greatly influenced the research on the evolution of the city after the fifth century. Such is the contrast between the majestic Conimbriga of the classical times and the post-Roman city that frankly is not possible to establish a comparison between the two cities. But at the same time, the intelligibility of the ‘new Conimbriga’ can’t be explained without the roman Conimbriga. As part of this paper will we try to show two of the traits that characterize many post-Roman cities in the West as well as in Conimbriga: firstly, the functional versatility of various sectors of the city with residential areas coexisting with productive, funerary and cult areas, secondly, an obvious topographical spread of both occupational and of functional type.

1. La ciudad post-romana y la génesis de la ciudad medieval: el nuevo marco conceptual e interpretativo

La evolución y transformación de Conimbriga a lo largo de la Antigüedad Tardía y la alta Edad Media, es el resultado de un proceso idéntico al que se documenta en la mayor parte de los núcleos urbanos del Occidente post-romano (Fig. 1). Un proceso que, durante muchos años, fue definido como el final de la ciudad, su desaparición, ruina y decadencia, reduciendo casi a un “desierto” el paisaje urbano post-clásico, visible solo a través de un mítico y recurrente “estrato de cenizas” que cubría las ciudades en su niveles post-romanos (Ward-Perkins, 1996, 2005). Esta imagen de la ciudad post-clásica ha cambiado actualmente de forma radical, tanto por cuestiones conceptuales como metodológicas ligadas a un nuevo ciclo historiográfico. Una diferente visión muy alejada de las valoraciones pesimistas y catastrofistas sobre el devenir de lo urbano a lo largo de la Antigüedad Tardía y la alta Edad Media (Brogiolo, 2011). En efecto, un cambio de tendencia historiográfica, que ya no precisa, para explicar la génesis de la

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ciudad medieval, asentarse sobre las abandonadas ruinas de las ciudades romanas. Esta visión, omnipresente y reiteradamente explicitada en los estudios sobre los orígenes de la ciudad medieval, es hoy en día objeto de crítica y profunda revisión, fundamentando, precisamente en el mundo post-romano, el “nacimiento” de la ciudad medieval (Brogiolo y Ward Perkins eds., 1999). Y en este auténtico tournant historiográfico han pesado las nuevas concepciones, ideas e imágenes que sobre la ciudad tardo-antigua y alto-medieval se han ido forjando en los últimos años. Una concepción que se sustenta, obviamente, en la asunción de la existencia real, y ciertamente singular, de un mundo urbano post-romano que precisaba ser explicado por sí mismo, sin recurrir al “vacío de los siglos oscuros”, como contraposición al “esplendor de la ciudad clásica” o al renacimiento urbano pleno-medieval (Brogiolo y Gelichi, 1998; Brogiolo, 2011). Es decir, por reconocer, y asumir, que podemos hablar de la ciudad tras el “final de Roma”, tras la caída del Imperio Romano en Occidente. Porque, como no podía ser de otro modo, nuestro actual concepto sobre la ciudad tardo-antigua y alto-medieval, hunde sus raíces en la propia “ciudad eterna”.

Y es allí, en Roma, la capital del vasto Imperio Romano, donde se inició el cambio de tendencia, la nueva concepción e imagen del mundo urbano post-clásico. Los Foros Imperiales, otrora abandonados y cubiertos de gruesos estratos de cenizas, comenzaron a llenarse de áreas de horti, mezcladas con domus terrinae (Meneghini, 1999; Santangeli Valenzani, 1999), al lado de hornos, iglesias e inhumaciones, que mostraban una imagen diversa, y a la vez compleja, del paisaje urbano post-romanos. Y, qué duda cabe, en esta nueva concepción de la ciudad post-clásica, el cambio en la metodología de documentación del registro arqueológico, ha sido fundamental. La introducción de la Unidad Estratigráfica (UE), como elemento esencial para documentar los cambios y alteraciones en la secuencia estratigráfica, ha constituido una auténtica revolución metodológica. Efectivamente, el nuevo método de registro estratigráfico permitió evidenciar toda la riqueza y complejidad de los niveles post-romanos, en la propia Roma, en primer lugar, y en el resto de núcleos urbanos del Occidente post-romano, a continuación. Con la aplicación de un método de registro riguroso, y exigente con el propio proceso de excavación y documentación, se incentivó la participación de otros especialistas de las denominadas “Ciencias Puras”, presentes y participativos en la propia actividad arqueológica y, sobre todo, en el posterior análisis y estudio en el laboratorio.

Por tanto, “cambio de ciclo”, nuevas concepciones y métodos, que muestran un paisaje de la ciuitas post-clásica muy alejado de los tópicos y estereotipos sobre ciudades arrasadas, destruidas y abandonadas. Buscando causas externas, como los sucesivos ataques de hordas “bárbaras” en el Occidente post-romano del siglo V (Lot, 1935; Jones, 1964; Musset, 1967; Demougeot, 1979; Demandt, 1984; Ward y Perkins, 2005; Heather, 2005, 2009), o musulmanas, en lo que se refiere a la Hispania del siglo VIII, para explicar la decadencia y ruina de las ciudades romanas. Clichés que, del mismo modo, veían únicamente en la implantación progresiva del Cristianismo, a la vez la causa del final de la ciuitas romana y el responsable de los únicos cambios visibles en la topografía urbana. Transformación de la topografía a través de una actividad edilicia, en lo que constituye una nueva forma de evergetismo, protagonizada

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por los epígonos de las antiguas curias municipales, a la cabeza de las cuales se hallaba el obispo como nuevo defensor ciuitatis. El episcopus aunaba funciones tanto civiles como religiosas, convirtiéndose en el promotor principal de un paisaje urbano en el que la catedral, con el “barrio episcopal” intramuros, se convirtió en el “nuevo foro” de las elites (sobre todo eclesiásticas) que gestionan y gobiernan la ciudad tardo-antigua y alto-medieval (López Quiroga y Rodríguez Lovelle, 1994, 1998, 1999b, 1999c, 2006). Una topografía que ha sido definida como cristiana, hablando así de una cristianización de la topografía, incluso de una “ciudad cristiana” o significativamente cristianizada (Pergola, 2003). Una auténtica, podríamos decir, inflación del término y concepto de cristianización aplicado al estudio del mundo urbano post-romano; interpretando, probablemente, el proceso de lenta y progresiva implantación del Cristianismo desde un punto de vista estrictamente ideológico (Gauthier, 1999). Confrontando y oponiendo, de esta forma, una ciudad clásica pagana (con libertad de culto) a una ciudad post- clásica cristiana (con una prohibición excluyente de todo culto que no sea cristiano). Por tanto, valorando positivamente la idea y concepto de ciudad clásica, como un ámbito de libertad, y juzgando de forma peyorativa la ciudad post-clásica, como un espacio sometido al control estricto del obispo, en el marco de una ortodoxia extrema del culto. Esta dicotomía, ciertamente maniquea, entre espacios urbanos de “libertad” y de “servidumbre”, en lo que al factor religioso se refiere, ha influido, y de manera muy notable, en el estudio reciente de la ciudad tardo-antigua y alto-medieval en los distintos ámbitos provinciales del Occidente post-romano. En este sentido, como habitualmente sucede cuando se contraponen posiciones extremas, y sobre todo cuando ello se hace en un plano exclusivamente ideológico, se ha pretendido minimizar e infravalorar el impacto de la cristianización en la transformación de la ciuitas romana. La visibilidad de los cambios en el paisaje monumental que representa la actividad edilicia incentivada por las elites urbanas (mayoritariamente por los obispos), ligada a la construcción de edificios y/o complejos cultuales cristianos con sus dependencias (Cantino Wataghin, 1992, 2003; Martínez Tejera, 2013b.), favoreció durante mucho tiempo la invisibilidad de otro tipo de construcciones y estructuras representativas de las viviendas y actividad cotidianas de la mayoría de los habitantes de la ciudad post-clásica. Las nuevas concepciones sobre la ciudad post-romana, y fundamentalmente el cambio en la metodología de registro y documentación arqueológica, permitieron evidenciar una diversidad de formas de ocupación, uso, explotación y disfrute del espacio urbano intramuros y de los suburbia. Todo ello dejaba traslucir, junto a un no abandono de la ciudad como tal, una diferente estructuración del antiguo entramado urbano, marcada por lo que denominaremos como una “polaridad polifuncional dispersa”.

En efecto, a un tejido urbano clásico uniforme, definido por la ortogonalidad de las insulae a partir de dos ejes centrales estructuradores, el cardo y el decumanus, y con el foro como polo central de articulación y conjunción de toda la actividad ciudadana, le sucede un espacio urbano heterogéneo y cambiante. En este nuevo entramado urbano post-clásico, la catedral (en una posición topográfica ciertamente variable) ejercerá como principal, pero no único, centro polarizador (López Quiroga y Rodríguez Lovelle, 1998, 1999b, 1999c). Puesto que en los suburbia, se irían configurando nuevos ejes de articulación (germen de los barrios extramuros),

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mientras que intramuros la dispersión multipolar y la polifuncionalidad (habitacional, productiva, cultual, funeraria, etc.) definen la ciudad tardo-antigua y alto-medieval. Esta multipolaridad de la ciudad post-clásica no es sino un reflejo de un cambio profundo, en lo que respecta a los lugares desde donde se ejerce y manifiesta el poder, pasando de la uniformidad que caracterizaba a la ciudad romana a la pluralidad que caracteriza a la ciudad medieval (Wickham, 2001).

2. La domus Tancinus: un observatorio privilegiado para visualizar la Conimbriga post-romana

Esa multipolaridad y polifuncionalidad, definen el largo y lento proceso que conduce de la Conimbriga romana a la Condeixa medieval. Una amplia fase de transformación en la que la ocupación post-romana documentada en la domus Tancinus constituye un ejemplo, sino paradigmático, sí ciertamente significativo y representativo, de la nueva concepción, idea e imagen de la ciudad tardo-antigua y alto-medieval. Consecuencia a su vez, también en Conimbriga, del cambio en la metodología de registro y documentación arqueológica en ámbitos urbanos (López Quiroga, ed., 2013). Una domus urbana, como la de cualquier otra ciudad romana a lo largo y ancho del Imperio Romano, la denominada domus Tancinus, ubicada intramuros del recinto tardo-romano, prácticamente pegada a la muralla (Correia, 2013). Un sector periférico dentro de la Conimbriga tardo-romana, y aún tratándose de una modesta vivienda colindante con una de las más lujosas y monumentales de la ciudad, la domus Cantaber, cuyo propietario tuvo un destacado papel en época tardo-antigua. La imagen que sobre el final de esta pequeña domus, como de la propia Conimbriga, había transmitido la historiografía hasta fechas muy recientes, no difería de las visiones tradicionales sobre la ciudad post-romana en cualquier ámbito provincial del Imperio (López Quiroga, 2013). Y ello debido tanto a la concepción negativa que existía sobre el fenómeno urbano post-siglo V como, sobre todo, por una metodología de excavación que primaba el carácter monumental de la ciudad clásica y, por tanto, buscaba hacer visible esa “majestuosa arquitectura” definitoria de la ciuitas romana (Ibidem). En consecuencia, todo aquello que impidiese evidenciar la monumentalidad de las construcciones augusteas, flavias, etc. de Conimbriga, no fue objeto de atención, porque no formaban parte de Conimbriga. Obviamente, de aquella Conimbriga idealizada y arquetípica representativa del modelo de ciudad clásica. Esta ausencia de interés, fruto de un contexto y momento historiográfico concretos, por la Conimbriga post-romana ha condicionado notablemente la investigación sobre la evolución de la ciudad a partir del siglo V (Ibidem). Fueron ciertamente numerosas las intervenciones arqueológicas realizadas en Conimbriga desde finales del siglo XIX, y, sin embargo, en ninguna de ellas se recoge un registro de los niveles post-romanos, aunque sí se menciona su existencia, y de forma reiterada, en diversos puntos de la ciudad. Se habla, en este sentido, de “ocupaciones bárbaras”, en diversas zonas de la ciudad: la zona de las termas, la explanada de las termas, la insula al norte de las termas, la insula del “vaso fálico”, la calle de las termas, la insula de Andercus, la insula donde se halló la pátera de Emmanuelle y, por supuesto, en el área del foro (Ibidem). No ha tenido lugar, por otra parte, y tras el momento

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culminante, si podemos decirlo así, que supuso el programa de excavaciones luso-francés en la década de los sesenta-setenta, una actividad arqueológica continuada en Conimbriga hasta el inicio del denominado proyecto BASPALCRIS en 2004, que permitió realizar varias campañas de excavación de forma sistemática y consecutiva (Ibidem). Se han efectuado, no obstante, y es preciso destacarlo, diversas intervenciones arqueológicas desde finales de los ochenta, y hasta la actualidad, sobre zonas puntuales en el marco de proyectos de investigación individuales, que ofrecen un panorama de la Conimbriga post-romana muy diferente al tradicional de destrucción y colapso urbano a partir del siglo V.

3. La topografía funeraria post-romana en Conimbriga: un significativo y representativo parámetro de cambio y transformación

Uno de los aspectos más visibles en la transformación de la topografía post-romana de Conimbriga viene motivado por el peso e influencia, cada vez mayor, del Cristianismo como religión oficial y exclusiva en los distintos ámbitos provinciales del Imperio (Martínez Tejera, 2010). En este sentido, en Conimbriga se constata la presencia de inhumaciones (aisladas o conformando conjuntos mayores o menores que pueden definirse como áreas funerarias: Fig. 2 y 3) en diversos sectores de la ciudad: en el foro, la escalinata de acceso al templo, las termas del Sur, la domus Cantaber, la domus Tancinus, la denominada “casa de los esqueletos”, etc. (Fig. 2 y 3). En un proceso que evidencia un cambio importante en la concepción y uso del espacio intramuros y extramuros, provocando cambios sustanciales en la topografía (López Quiroga y Rodríguez Lovelle, 2006; López Quiroga-Martínez Tejera, 2009). Del conjunto de áreas funerarias, y hallazgos de inhumaciones aisladas, documentadas en Conimbriga (Fig. 3) destacan dos zonas que concentran un número significativo de enterramientos que, además, parecen corresponderse con dos momentos diferentes: el foro y áreas colindantes (Fig. 4) durante la Antigüedad Tardía, y la domus Tancinus junto con la domus Cantaber (Fig. 2 y 3) durante la alta y plena Edad Media.

En lo que respecta al área funeraria de la domus tancinus (Fig. 2 y 3) disponemos de un registro estratigráfico (junto con dataciones de C14: Tabla 1 y Gráfico 1) que permiten hablar, sin riesgo a equivocarse, de un único cementerio medieval que se configura a partir de la alta Edad Media y perdura hasta finales de la baja Edad Media-inicios de Época Moderna (López Quiroga, Benito Díez y Catalán Ramos, 2013). Un cementerio, que no una necrópolis, puesto que su origen y posterior desarrollo está relacionado con un espacio cultual cristiano, conformando una especie de cementerio del atrio sobre una vivienda colindante con la muralla tardo-romana, la domus Tancinus (Martínez Tejera, 2013). Al contrario, y en lo que se refiere al área funeraria documentada en el foro de Conimbriga (Fig. 2, 3 y 4), carecemos de un mínimo registro estratigráfico (además de una información escasa) que permita establecer una secuencia cronológica fiable sobre la amortización de ese espacio de uso público y su transformación en un ámbito funerario en pleno centro de la ciudad romana. El origen de esta área funeraria se ha situado, y con razón, en época tardo-antigua, a partir del siglo V, aunque su secuencia

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cronológica sea arriesgado circunscribirla exclusivamente a ese periodo. En efecto, en este sector central de la ciudad romana se constatan dos grupos de inhumaciones que podrían ser cronológicamente diferentes:

–por una parte, un conjunto de diez enterramientos (con diversas reutilizaciones) situados entre el lado norte del foro y las escalinatas del templo (Fig. 2, 3 y 4).

–por otra, una serie de ocho sepulturas que amortizan las estructuras del foro (a las que se añaden otras tres inhumaciones próximas a una canalización a la entrada del propio foro) (Fig. 2, 3, 4 y 5) y que se fechan en un momento posterior a las mencionadas anteriormente.

No existen, insistimos, argumentos arqueológicos que permitan establecer una cronología para ninguno de los conjuntos funerarios localizados en la zona del foro. Se ha argumentado, no obstante, respecto a la tipología (y ciertamente puede ser un indicador cronológico a tener en cuenta) de las inhumaciones de sección rectangular con caja de tegulae (las ubicadas en las escalinatas del templo) como un indicio de mayor antigüedad respecto al otro conjunto de enterramientos situado más al sur (De Man, 2006a). A este conjunto de inhumaciones, se añade la presencia de una serie de materiales, lamentablemente sin contexto estratigráfico, localizados igualmente en el área del foro y, concretamente, cierto número de fíbulas fechadas (también por su tipología) en los siglos V y VI (Fig. 6) (Salete, 2001; Kazanski, 2209; López Quiroga, 2005a, 2005b, 2010). Estos materiales evidencian una ocupación tardo-antigua en el área correspondiente al foro de Conimbriga (Fig. 4: derecha). Ignoramos, sin embargo, si estas fíbulas formaban parte, o guardaban algún tipo de relación, con las inhumaciones mencionadas, lo que, de ser el caso, sí nos proporcionaría elementos de datación de mayor calado y significación. La discusión sobre la “identidad” de los individuos que portaban tales fíbulas queda fuera de los objetivos del presente estudio, no obstante, es necesario señalar que no pueden considerarse un testimonio, en sí mismas, de la presencia de poblaciones de “procedencia foránea” (López Quiroga, 2010, 2011). Resulta a todas luces evidente que este tipo de objetos formaban parte de la vestimenta de poblaciones tanto romanas como bárbaras (Schulze-Dörrlamm, 1986; Kazanski, 2009; López Quiroga, 2010, 2011) y que, incluso, su fabricación habría que enmarcarla en un contexto estrictamente romano aunque, eso sí, de probable carácter militar (López Quiroga, 2005a, 2005b, 2010). Y este “contexto militar”, o cuando menos vinculado a la presencia de “elementos de caballería” en época tardo-antigua en Conimbriga, se intuye también por la presencia de tres espuelas (dos de ellas con damasquinados en oro) (Fig. 6: izquierda), fechadas en el primero y segundo tercio del siglo VII. Además de una espada, que se puede situar igualmente en los siglos VII u VIII. Materiales, todos ellos, documentados también en el área del foro de Conimbriga (López Quiroga, 2010; López Quiroga y Catalán Ramos, 2010). Lo que es posible afirmar en todo caso, y aún con las precauciones y condicionantes señalados, es que el sector funerario del foro de Conimbriga (Fig. 3) se originó en un momento previo, considerablemente anterior, al cementerio medieval de la domus Tancinus. En nuestra opinión, ambas áreas funerarias no coexistirían ni temporal, ni espacialmente, y corresponderían, por tanto, a dos Conimbrigas diferentes: una, que se caracterizaría por la lenta desestructuración

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del entramado urbano romano a lo largo de la tardo-antigüedad; y otra, que presentaría ya los rasgos propios de lo que será el germen de la aldea de Condeixa. Ciertamente, dos etapas diferentes de la Conimbriga post-romana, visibles a través de la topografía funeraria como parámetro de cambio y transformación (Fig. 3). Y, en este sentido, además del área del foro y la correspondiente a la domus Cantaber-Tancinus, la presencia de inhumaciones se constata en otros puntos de la ciudad, aunque sin disponer de registro estratigráfico acerca de las mismas (Fig. 3):

–Una de las zonas que concentra un número importante de inhumaciones, es el sector correspondiente a las denominadas “termas trajaneas” (al norte de las mismas y domus próximas). Aunque topográficamente se presentan como dispersos, esta serie de enterramientos, probablemente formasen todos parte del mismo conjunto funerario, lo que evidenciaría una secuencia que prácticamente abarcaría, con cierta seguridad, toda la Antigüedad Tardía y, quizás en menor medida, la alta Edad Media. Así, en la denominada “casa visigótica”, y en la insula del “vaso fálico”, se documentaron un total de 19 enterramientos (Fig. 3). En este caso, los individuos adultos son inhumados en tumbas de lajas, similares a las documentadas en el foro (Fig. 5), mientras que, en lo que respecta a las inhumaciones infantiles, una de ellas estaba cubierta con tegulae y la otra fue efectuada en el interior de un ánfora. En el espacio abierto, situado frente a las termas, se localizaron dos inhumaciones más, realizadas en decúbito lateral, con orientación SO-NE. Estos enterramientos no ofrecen dudas en cuanto a haber sido realizados según el rito islámico. Otros dos conjuntos óseos proceden del “sector H”, también en las inmediaciones de las termas. Existiría aún una inhumación más, localizada en el sector G II, junto a la pared exterior oriental de la palestra de las termas (Fig. 3).

–Otra zona, es la correspondiente a las domus situadas al este de la muralla tardo-romana (domus de la “esvástica”, de “los esqueletos” y “casa dos repuxos”), sobre cuyos niveles de amortización se localizaron una serie de enterramientos (Fig. 3), “tipo cista”, uno de ellos con ajuar funerario (recipiente de vidrio), y otro asociado a un conjunto numismático fechado a finales del siglo IV-comienzos del V.

–Existen, por último, otros conjuntos de inhumaciones cuyos restos óseos se conservan en el Museo Monográfico de Conimbriga, aunque los datos sobre su ubicación son prácticamente inexistentes. Se menciona la existencia, por ejemplo, de restos de tres individuos procedentes del denominado “sector E”.

4. Los edificios y complejos cultuales cristianos: nuevos polos de articulación en la Conimbriga post-romana

Esas dos fases diferentes de la Conimbriga post-romana, que señalábamos, comparten, sin embargo, un elemento común ligado al “proceso de cristianización” del paisaje urbano post-clásico. Cristianización que se evidencia por la presencia de diversos materiales, indudablemente enmarcados en este proceso (Fig. 7). En efecto, tanto en el área del foro como en el sector

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correspondiente a la domus Tancinus, se esgrime la presencia de un espacio cultual cristiano ejerciendo una determinante función de polo de atracción para la configuración y desarrollo de ambas áreas funerarias y, en consecuencia, una sustancial transformación de la topografía urbana post-clásica de Conimbriga. La orientación y posición topográfica de un conjunto de diez inhumaciones situadas entre las escalinatas del templo y la plaza del foro de Conimbriga, junto al hallazgo de una pieza litúrgica en esa zona (concretamente un cuño de bronce hallado en 1966 en una de las canalizaciones del foro y fechado en el siglo VI, con la inscripción VIVAS IN AETERNU(M), circundando un monograma de tipo constantiniano, quizás utilizado para marcar el pan empleado en la liturgia Cristiana Fig. 2 y 4) y ciertas formas cerámicas, ha llevado a proponer la transformación del mencionado templo en un espacio cultual cristiano, ya desde el siglo IV (un fragmento de Late Roman C -tipo 3F- de sigillata focense tardía, hallado en los “niveles de destrucción” del forum, que ha llevado a postular una permanencia del foro hasta el siglo VI: Alarcão, 2004: 105, lo que se nos antoja una fecha en exceso temprana por lo conocido hasta ahora en la Península (López Quiroga-Martínez Tejera, 2006). Considerando, en este sentido, dichas sepulturas como un tipo de inhumación ad sanctos. No obstante, esta idea entra en contradicción con el hecho de que la zona en que se sitúan los enterramientos (las escalinatas del templo) fuese un lugar de paso. Para soslayar ese “inconveniente”, se compara esta ubicación de las inhumaciones con el atrio de una iglesia, donde se circularía por encima de las sepulturas (De Man, 2005). Carecemos, en definitiva, de datos seguros para apoyar esta sugerente y atractiva hipótesis, que haría del “templo cristianizado” de Conimbriga el elemento articulador del espacio funerario al sur del mismo, en el núcleo central de la antigua ciuitas romana. Otra cuestión diferente, y que parece evidenciarse con cierta nitidez, es el hecho de que el sector del foro y zonas aledañas, siga constituyendo, al menos durante toda la Antigüedad Tardía, un elemento polarizador y articulador de la topografía urbana en Conimbriga. Uno de los parámetros que permite vislumbrar este hecho es, sin duda, el proceso de cristianización, lo que no excluye un mantenimiento del foro, incluso en su “monumentalidad”, hasta bien entrada la Antigüedad Tardía. Tampoco poseemos datos arqueológicos (contrariamente a lo que venía afirmando la historiografía al respecto) que permitan fechar en época tardo-antigua el edificio cultual construido sobre la domus Tancinus (la conocida como “basílica paleocristiana”: Martínez Tejera, 2013) (Martínez Tejera, 2013; López Quiroga et al., 2013). No albergamos dudas, apoyándonos en el registro estratigráfico, de la cronología medieval (con probable origen alto-medieval, como se deduce de las dataciones de C14: Tabla 1 y Gráfico 1) (De Man-Soares-Martin, 2010) del ámbito cultual cristiano que se configura en este sector de Conimbriga (Martínez Tejera, 2013, López Quiroga, Benito Díez y Catalán, 2013). Además, la articulación del espacio funerario de la domus Tancinus, en torno a este edificio, al sur del mismo concretamente, es un hecho que la secuencia estratigráfica obtenida evidencia con cierta seguridad (López Quiroga, Benito Díez y Catalán Ramos, 2013). Por tanto, y a falta de datos arqueológicos claros para determinar el momento de construcción del edifico de culto, la secuencia ocupacional del cementerio medieval constituye un indicador, razonablemente

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consistente, para considerar dicho espacio cultual como originado en época alto-pleno medieval (Benito Díez, 2013; López Quiroga, Benito Díez y Catalán Ramos, 2013).

Otro elemento relacionado con la cristianización de la domus Tancinus es el tanque-impluvium de la misma, que ha sido interpretado como el “baptisterio” de la denominada “basílica paleocristiana” (Fig. 8) (Maciel y Campos, 1994; Nunes, 1996; Correia, 2003a; Godoy Fernández, 1995, 2004). La presencia de un baptisterio, si se pudiese demostrar, dotaría de una significación muy diferente al área funeraria y cultual de la domus Tancinus, pudiendo hablar, en ese caso, de un verdadero complejo cultual cristiano (López Quiroga, 2005c, 2010; Martínez Tejera, 2005, 2006a, 2013). Son débiles, no obstante, las evidencias arqueológicas que permiten plantear la transformación del tanque-impluvium en un espacio bautismal (Martínez Tejera, 2013; López Quiroga, Benito Díez, Catalán Ramos, 2013). En su momento, Palol expresó serias y fundamentadas dudas al respecto del “baptisterio” de la domus Tancinus, subrayando que no existían paralelos conocidos en el orbe cristiano para una configuración bautismal del tipo de la que se propone para esta construcción (Palol, 1967). Las dimensiones de esta estructura y la ausencia de las características escaleras, de entrada y salida (Fig. 8), como es habitual en los baptisterios de este tipo, o la ausencia de “marcas de cristianización”, son argumentos importantes que cuestionan seriamente la interpretación como espacio bautismal para el tanque/impluvium de la domus Tancinus (Martínez Tejera, 2013; López Quiroga, Benito Díez y Catalán Ramos, 2013).

5. La polifuncionalidad de los ámbitos privados y públicos de Conimbriga durante la Antigüedad Tardía y la alta edad Media

La relevancia de este sector sureste de la ciudad en la nueva reestructuración urbana de la Conimbriga post-romana, no es ajena a su ubicación contigua a la domus Cantaber, perteneciente a una de las familias más relevantes y poderosas en época tardo-romana y tardo-antigua. Ya ha sido señalado, en más de una ocasión en las páginas precedentes, como un Cantaber (junto a su familia) son mencionados por Hidacio en el primero de los ataques suevos a la ciudad en la segunda mitad del siglo V (circa 465). Conociéndose, además, un Cantaber como “obispo de Conimbriga” en el siglo VI.

5.1. La domus Cantaber: de vivienda unipersonal a espacio productivo y habitacional de carácter “comunal”

La domus que lleva el nombre de tan ilustre personaje ha sido objeto de diversas excavaciones y restauraciones desde principios del siglo XX, evidenciando, ya desde entonces, una clara ocupación post-romana, aunque ésta no haya sido registrada. Significativo de la transformación y cambio en el uso del espacio de la domus Cantaber es la presencia de cinco inhumaciones en el tanque del peristilo (Fig. 9) (Correia, 1936: 4). Un conjunto de enterramientos que es sintomático del comienzo de ese proceso de polifuncionalidad del espacio, anteriormente

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de exclusivo uso habitacional. Ha sido, sin embargo, en las intervenciones arqueológicas realizadas en los últimos años, acompañadas de dataciones por radiocarbónicas, cuando se han podido documentar importantes niveles de ocupación tardo-antiguos y alto-medievales vinculados con un uso de tipo. Los contextos tardo-antiguos localizados en la domus Cantaber muestran una inequívoca actividad doméstica, definida por un significativo número de silos y/o fosas conteniendo restos faunísticos (Figs. 9 y 10). En este sentido, la vivienda de Cantaber habría sido objeto, ya desde el siglo V, de una transformación estructural importante mediante la configuración de espacios abiertos al exterior, cierre de otros ámbitos de circulación internos, amortización de canalizaciones, compartimentando así el uso del edificio y transformando el peristilo (perteneciente, previamente, a una única vivienda) en un auténtico “patio de vecinos” (Correia, 2001). Uno de los hornos metalúrgicos documentados en la domus Cantaber amortiza, precisamente, un espacio interno de circulación, al que se asocia un depósito conteniendo, además de cerámica, restos de fauna, cuya datación por radio-carbono fecha estas estructuras en los siglos V y VI (Fig. 9 y 10). Otro de los silos localizado, en una estancia contigua de la domus, ofrece una datación de C14 también en los siglos V y VI (Figs. 9). Este uso multifuncional y polivalente del espacio anteriormente unitario (en su disposición física y en la gestión y disfrute de su propiedad) de la domus Cantaber, se percibe igualmente en época alto-medieval, como lo indica un silo fechado igualmente por C14 en los siglos VIII y IX (Fig. 9). Evidenciando así una secuencia ocupacional de la vivienda que, en este momento, sería ya probablemente coetánea a la configuración del espacio cultual y funerario de la contigua domus Tancinus (López Quiroga, Benito Díez y Catalán Ramos, 2013). Incluso, no sería aventurado afirmar que la ocupación tardo-antigua y alto-medieval de la domus Tancinus y de la domus Cantaber (y no debido únicamente a su proximidad topográfica) formasen parte de un uso y gestión comunes del espacio, en el marco de una polaridad polifuncional, definitoria del proceso de transformación de la estructura urbana post-clásica en Conimbriga ((López Quiroga, Benito Díez y Catalán Ramos, 2013). Los elementos que permiten visualizar estas transformaciones, como parámetros significativos del cambio al que se ve sometida la ciudad a partir del siglo V, se detectan con cierta nitidez en ambas viviendas: desarticulación del conjunto unitario habitacional de época romana; compartimentación del espacio; polifuncionalidad de los diferentes ambientes; gestión y uso “comunal” de lo sectores productivos, habitacionales, funerarios y cultuales; dispersión, en el marco del conjunto urbano conimbrigense, de los polos de articulación habitacionales, productivos, funerarios y cultuales. Una transformación de la topografía y la estructura urbana a partir del siglo V, que no es posible atribuir a los “ataques y destrucciones” causados por los Suevos en el 465 y 468.

5.2. La transformación del Foro de Conimbriga en un área multipolar

De igual modo, en el centro urbano por excelencia de la antigua ciuitas romana, el forum y zonas públicas adyacentes (así como en algunas domus al oeste del foro), vislumbramos un

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proceso de transformación con parámetros de cambio similares, ahora mejor definido (y, sobre todo, cronológicamente bien calibrado) gracias al registro arqueológico obtenido en fechas recientes, fundamentalmente en virtud de las dataciones de C14 (Fig. 11). Dejando de lado la hipotética transformación del espacio correspondiente al templo del forum en un espacio cultual cristiano en el siglo IV, las evidencias conocidas en este sector de Conimbriga, y que señalaban una ocupación post-clásica del mismo, se limitaban a una serie de hallazgos sin contexto estratigráfico definido: la presencia de dos conjuntos funerarios; una pieza de bronce relacionada con la liturgia cristiana; y una serie de fíbulas (Figs. 2 y 4). No refiriéndose a Unidades Estratigráficas, sino a “horizontes cronológicos”, en las excavaciones arqueológicas realizadas por la misión luso-francesa se hace referencia a una repavimentación del foro y de las zonas públicas adyacentes en el siglo IV (Étienne y Alarcão, 1977: 236-237). La presencia de dos conjuntos funerarios, y particularmente el ubicado en las escalinatas del templo, ha sido esgrimida como un argumento a favor del mantenimiento del espacio cultual (¿cristiano y/o pagano?), al respetar la distribución topográfica de las inhumaciones el ámbito dedicado al culto (De Man, 2005).

Carecemos de elementos arqueológicos, como venimos insistiendo de forma reiterada, para sustentar la idea de una cristianización del templo del foro en una fecha tan temprana como el siglo IV. Lo que no excluye el hecho evidente de la “cristianización”, o al menos la presencia de elementos ligados al proceso de cristianización y la implantación de la liturgia cristiana en Conimbriga como, además de las propias inhumaciones y el cuño de bronce, una lucerna con crismón, en sigillata africana, hallada en los niveles de amortización de la cisterna del forum (Fig. 7) (Alarcão et al., 1976: 107). Se trate del templo (cristianizado o no), o del área foral en su conjunto, este sector neurálgico del tejido urbano romano de Conimbriga (junto con las domus de Cantaber y Tancinus) se configura como un “polo articulador” de la ocupación post-clásica de la ciudad marcando la diversidad de los parámetros de cambio durante la Antigüedad Tardía: ¿ámbito cultual?, espacios funerarios, áreas habitacionales, zonas productivas, etc. Las excavaciones, recientemente efectuadas, en la denominada domus del “mediano absidado” (Fig. 12) (Ruivo, 2006; De Man y Soares, 2007), situada al oeste del foro, evidenciaron también una secuencia ocupacional post-clásica, en el marco de un proceso de transformación similar al descrito anteriormente para las domus ya señaladas. En efecto, en la domus del “mediano absidado” se localizó un nivel de destrucción resultante del derrumbe de la fachada sur de la vivienda y de la cubierta del pórtico (Fig. 12). Resulta difícil, sin embargo, relacionar el conjunto monetario localizado en dicha domus (Fig. 12) con los ataques suevos a la ciudad en el 465 y 468 (Ruivo, 2006; Correia, 2010), en consonancia con las lecturas “clásicas” del fenómeno urbano tardo-antiguo y alto-medieval. Teniendo en cuenta que la “ocultación” de dicho conjunto habría tenido lugar en la segunda mitad del siglo IV (las monedas más recientes del conjunto se fechan entre 358 y 361, y aunque se pueda retrasar su “ocultación” hasta finales del siglo IV o, incluso, inicios del siglo V debido a la presencia de fragmentos cerámicos de sigillata Clara D: Hayes 67), no parece posible forzar mucho más allá las cronologías para

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vincular el derrumbe de la fachada sur de la vivienda, y el pórtico, como consecuencia de los ataques suevos del 465 y 468: Ruivo, 2006: 307. Así parecen indicarlo, por otra parte, las reformas de las que es objeto la domus en época tardo-antigua, con parámetros de cambio similares a los documentados y descritos previamente para las domus Tancinus y de Cantaber, con una clara polifuncionalidad de los espacios. Ello queda atestiguado por la presencia de un gran silo que contenía numerosos restos de fauna porcina, y cuya datación por C14 lo sitúa en el último cuarto del siglo VIII y en el siglo IX (restos de fauna a los que se asocian un número no muy elevado de fragmentos de cerámica gris a torno lento, jarritos trilobulados y cuencos con decoración ondulada: Ruivo, 2006; De Man y Soares, 2007) (Fig. 12). Los niveles de ocupación post-romanos entre los siglos V y X-XI, como queda señalado, son razonablemente abundantes y topográficamente concentrados en dos sectores de Conimbriga: área del foro y domus Cantaber-Tancinus. Poniendo así de manifiesto esa importante transformación de la topografía urbana post-clásica, tendente a unos parámetros de cambio comunes, marcados por la multipolaridad y la polifuncionalidad como correa de transmisión de los cambios que conducen, lenta pero inexorablemente, de la Conimbriga romana a la Condeixa medieval.

6. El final de Conimbriga y el “nacimiento” de Condeixa

Sin embargo, la evidencia de una ocupación post-clásica en Conimbriga, aunque en este caso mucho más dispersa, se percibe igualmente en otros sectores de la ciudad que muestran procesos de cambio similares, y en los que el único elemento ausente sería la existencia de un espacio cultual cristiano como articulador y/o polarizador de dichas transformaciones. En efecto, los denominados “horizontes de ocupación bárbaros”, documentados por la “misión arqueológica luso-francesa”, evidencian con claridad un proceso de compartimentación de espacios y cambios funcionales en domus et insuale mediante: muretes asentados directamente en la tierra y mal trabados; presencia de inhumaciones, aisladas o en pequeños conjuntos: insula al norte de las termas, domus “de la esvástica” y “casa de los esqueletos”; amortización/obstrucción de ciertas canalizaciones, como en la insula del “vaso fálico”; la existencia de numerosos hornos de cerámica amortizando estructuras habitacionales y/o de circulación: en la “casa dos Repuxos”, al norte del templo del foro, al oeste de la domus Tancinus o en el área de las conocidas como “termas del sur”. Elementos claramente indicativos de cambios funcionales significativos en la topografía urbana de Conimbriga desde el siglo V. En intervenciones arqueológicas recientes, a partir de los años noventa del pasado siglo, se han podido fechar también niveles de ocupación que proporcionan parámetros de cambio, similares a los observados en la domus Cantanber o en la domus del “mediano absidado”, en otros sectores de la ciudad. Especialmente significativas, en este sentido, son las catas realizadas en la zona meridional del anfiteatro, en una zona que permaneció intramuros por el recorrido de la muralla tardo-romana, y que han permitido obtener dataciones de C14 indicando una ocupación doméstica de época alto y pleno medieval (Fig. 11) (De Man, 2006; 2007; 2010; De Man y

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Monge Soares, 2013). Una de las catas permitió documentar uno de los vomitoria del sector sudeste del anfiteatro, amortizado su uso con la construcción de la muralla. Evidenciándose, debido a la abundante presencia de escoria de hierro en los niveles correspondientes a los siglos V al VII, una actividad doméstica parecida a la observada en la domus Cantaber. Actividades que se registran, igualmente, en niveles posteriores correspondientes a época altomedieval, a través del hallazgo de piezas correspondientes a un telar (De Man y Monge Soares, 2013). Es en este momento (correspondiente a la Fase II: alto-pleno medieval: IX-XII), cuando se constata una ocupación de tipo habitacional que ha sido relacionada con una arquitectura en materiales perecederos, como lo indicaría la presencia de una serie de estructuras negativas identificadas con agujeros de poste (De Man, 2006; 2007). La existencia de este tipo de edilicia en madera en Conimbriga no sería un hecho sorprendente, al ser uno de los elementos profusamente observados en los contextos altomedievales de numerosos núcleos urbanos. Es más que probable que este hábitat en materiales perecederos fuese relativamente frecuente en Conimbriga, y que junto con los “muros bárbaros” (mencionados en las Fouilles) este tipo de viviendas conformase un paisaje muy similar al de otros núcleos provinciales del Occidente romano. En definitiva, un paisaje urbano que se corresponde con un concepto y una idea de ciudad diferente respecto al que caracteriza a la ciuitas romana, como señalábamos al inicio.

Bien es cierto que, a la vista de un ciudadano de la monumental Conimbriga augustea, flavia o constantiniana, el paisaje urbano conimbrigense que comienza a configurarse a partir del siglo V, le resultaría, con total seguridad, extraño y, muy probablemente, “decadente” e “incomprensible”. Y en no pocas concepciones expuestas y argumentadas en la historiografía hasta fechas relativamente recientes, hay mucho de esa oposición, diríamos también de confrontación, en un plano estrictamente ideológico, del “modelo de ciudad clásica” con el cambio sustancial al que se ven sometidos los antiguos núcleos urbanos romanos a lo largo de la Antigüedad Tardía y la alta Edad Media. Ciertamente, es tal el contraste entre la Conimbriga majestuosa de época augustea y la ciudad que, poco a poco, vamos conociendo en sus niveles ocupacionales post-romanos, que francamente no es posible establecer una comparación entre ambas. Pero, al mismo tiempo, y como en la mayor parte de núcleos urbanos de época romana, la inteligibilidad de la “nueva Conimbriga” no se explica sin la Conimbriga romana. Conimbriga y Condeixa forman parte de un “todo”, un conjunto urbano marcado por una “polaridad polifuncional dispersa” que define y caracteriza a la ciudad tardo-antigua y alto-medieval: una polaridad compartida, pues elementos polarizadores lo son, sin ninguna duda, el foro, la domus Cantaber o la domus Tancinus. Y también el anfiteatro, nexo de unión entre Conimbriga y Condeixa-a-Velha; una polivalencia funcional siempre omnipresente: áreas habitacionales y zonas productivas coexisten con espacios y ámbitos funerarios y cultuales; y una dispersión topográfica de tipo ocupacional y funcional: Conimbriga y Condeixa. En este sentido, en la Conimbriga, todavía muy “romana” del siglo V, encontramos ya el germen de la “Condeixa medieval”, aquella que ya comenzamos a vislumbrar a través de un registro arqueológico fiable, que las excavaciones realizadas en la denominada domus Tancinus han

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contribuido a perfilar, evidenciando, cuando menos (con o sin “basílica paleocristiana”) un área funeraria de amplia diacronía asociada a un edificio de culto, como mínimo, de época altomedieval (Martínez Tejera, 2013; Benito Díez, 2013; López Quiroga, Benito Díez y Catalán Ramos, 2013). Una Conimbriga post-romana visible a través de una secuencia ocupacional amplia, a la vez que compleja, y en todo caso mucho más allá de las historiográficamente omnipresentes y recurrentes “destrucciones suevas”.

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Figura 1. Vista aérea de Conimbriga (Imagen: Google Earth).

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Figura 2. Conimbriga tardo-antigua y medieval. Se indica sobre la planta actual de las estructuras romanas descubiertas los sectores de la ciudad donde se han hallado niveles de ocupación y materiales diversos de cronología tardo-antigua y medieval: NTI (Niveles de ocupación tardíos indefinidos), ED (Estructuras de tipo doméstico), EP (Estructuras de tipo productivo), CMT (Conjuntos monetarios tardíos), FTSA (Estructuras fortificadas tardo-antiguas), ECC (Espacio cultual cristiano), IAC (Inhumaciones aisladas cristianas), IAI (Inhumaciones aisladas islámicas), AFC (Áreas funerarias cristianas), CM (Cementerio medieval), HA (Hallazgos aislados) (Planta proporcionada por el Museo Etnográfico de Conimbriga, interpretación: J. López Quiroga).

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Figura 3. Topografía funeraria de Conimbriga durante la Antigüedad Tardía y la Edad Media. Los óvalos indican las áreas funerarias con conjuntos superiores a las 3 inhumaciones, la ‘C’ hace referencia al carácter cristiano de los enterramientos (por disposición anatómica, orientación, tipología de la fosa, etc.); los rectángulos señalan los hallazgos de inhumaciones aisladas (de 1 a 3 individuos), indicando la ‘C’ su carácter cristiano y la ‘I’ el rito de enterramiento islámico en decúbito lateral mirando al oeste. Se han numerado las áreas funerarias más significativas: 1: conjunto de 10 tumbas correspondientes a las escalinatas del templo; 2: grupo de 8 tumbas del área del foro; 3: agrupación de 19 inhumaciones localizadas en la insula del ‘vaso fálico’; 4: cementerio medieval de la domus Tancinus; 5 y 6: áreas funerarias amortizando las domus al este de la muralla (‘casa de la cruz esvástica’ y ‘casa de los esqueletos’), con 4 y 9 inhumaciones; 7: conjunto de cinco enterramientos localizados en el tanque del peristilo de la domusCantaber. Se indica, asimismo, la localización de la lápida funeraria de Serenianus (año 541), hallada en la actual iglesia parroquial de Condeixa-a-Velha (Planta proporcionada por el Museo Etnográfico de Conimbriga, interpretación: J. López Quiroga).

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Figura 4. Imagen aérea del foro de Conimbriga con indicación de los hallazgos correspondientes a la Antigüedad Tardía: ¿ECC?: ¿Espacio cultual cristiano?; AFC: Área funeraria cristiana; FIB: Fíbulas de los siglos V al VII; CLB: Cuño litúrgico de bronce; IAC: Inhumación aislada cristiana; CMT: Conjunto monetario tardío (Fotografía Google Earth: interpretación: J. López Quiroga).

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Figura 5. Detalle de las inhumaciones correspondientes al área funeraria del foro de Conimbriga (Alarcão-Étienne, 1977).

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Figura 6. Izquierda: Espuela del tipo ‘à branches longues’ (primer-segundo tercio del siglo VII) (Museo Monográfico de Conimbriga, no Inv. 65.156); Derecha: Fíbula de ‘arco y charnela’ tipo Conimbriga (Fotografías: izquierda: R. Catalán Ramos; derecha: J. López Quiroga).

Figura 7. Imagen aérea del tanque-impluvium en el peristilo de la domus tancinus interpretado su uso en época tardo-antigua como ‘baptisterio’ de la denominada ‘basílica paleocristiana’ (Fotografía: D. Pavone).

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Figura 8. Diversos materiales tardíos de Conimbriga: Arriba: Asa de pátera litúrgica, en bronce (No. Inv. 64.78), de forma cilíndrica terminando en cabeza de animal estilizada, con la inscripción EMMANUEL en letra visigótica, precedida de una cruz, fechada en los siglos VI y VII, y localizada en la calle que le da nombre (la calle de la ‘patera de Emmanuel’); Abajo-izquierda: moneda de bronce (No. Inv. 67.321), acuñada en Arles en 353, por el usurpador Decencio, representándose su esfinge en el anverso, mientras que en el reverso se representa el monograma de Constantino, empleado como símbolo de la ‘Victoria’; Abajo-derecha: Lucerna de canal en ‘sigillata Clara D’ (No. Inv. 67.676), de las del tipo de canal abierto, fechada en el siglo IV, presenta u disco decorado con un crismón en relieve y dos orificio s de alimentación, y asa en forma de apéndice triangular (Fotografías: Museo Monográfico de Conimbriga).

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Figura 9. La domus Cantaber durante la Antigüedad tardía y la alta-Edad Media. Se indica la ubicación de los tres silos en las estancias 21, 22A y 34 de la domus, con las fechas proporcionadas por las dataciones de C14, así como el área donde se documentaron (en las excavaciones de los años 30) cinco inhumaciones, una de ellas asociada a dos monedas de oro de Honorio (Planta tomada de: Correia, 2010; interpretación: J. López Quiroga).

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Figura 10. Horno metalúrgico de la ‘Casa de Cantaber’ (cuyo pavimento se sitúa 10 cm por encima del mosaico romano) y fosa de depósito relacionada con el funcionamiento de la estructura de combustión (De Man-Soares 2007).

Figura 11. Sectores de Conimbriga donde se han documentado importantes niveles de ocupación tardo-antiguos y alto-medievales mediante dataciones de C14 (Fotografía: Google Earth; datos tomados de: De Man-Soares, 2007 y adaptados por J. López Quiroga).

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Figura 12. La domus del ‘mediano absidado’ durante la Antigüedad Tardía y la alta Edad Media. La vivienda es objeto de diversas reformas en su distribución externa e interna (como el tapiado externo de la estancia 16), y constatándose diversos niveles de ocupación post-romanos (como el silo fechado en época alto-medieval) (Planta tomada de: Correia, 2010; interpretación: J. López Quiroga).

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Tabla 1. Datación por radio-carbono de cinco conjuntos de restos óseos, correspondientes a otros tantos individuos, del área del cementerio medieval de la domus Tancinus exhumados en el marco del proyecto BASPALCRIS, y realizados en el ‘Laboratorio de Radiocarbono’ (Grupo de Química Analítica y Ambiental) del ‘Instituto Tecnológico y Nuclear’ de Lisboa. Se indica en negrita la horquilla cronológica de mayor probabilidad (De Man-Monge-Martins 2010: 6, Quadro 1).

Gráfico 1. Distribución de probabilidades para cuatro de los enterramientos del cementerio medieval de la domus Tancinus. La horquilla de datación más probable se corresponde al intervalo entre los siglos X-XII, aunque uno de los individuos analizados podría situarse en el siglo IX. La representación gráfica se elaboró a partir del programa CALIB Rev 5.0.1. y la curva del IntCal 04 en el ‘Laboratorio de Radiocarbono’ (Grupo de Química Analítica y Ambiental) del ‘Instituto Tecnológico y Nuclear’ de Lisboa (De Man- Monge-Martins 2010: 7, Fig. 1).

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