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Kuhn Thomas La Estructura De Las Revoluciones

Date post: 27-Apr-2023
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La Estructura De Las La Estructura De Las Revoluciones Revoluciones Thomas Samuel Kuhn Posdata: 1969 Han transcurrido casi siete años desde la primera publicación de este libro. 1 En el ínterin, tanto la respuesta de la crítica como mi propio trabajo nuevo han aumentado mi comprensión de un buen número de los asuntos en cuestión. En lo fundamental, mi punto de vista casi no ha cambiado, pero hoy reconozco aspectos de su formulación inicial que crean dificultades y equívocos gratuitos. Como algunos de esos equívocos han sido de mi propia cosecha, su eliminación me permite ganar un terreno que, a la postre, podrá constituir la base de una nueva versión del libro. 2 Mientras tanto, aprovecho la oportunidad para esbozar algunas revisiones 1 Esta posdata fue preparada originalmente a sugerencia del que fue mi alumno y por mucho tiempo mi amigo, Dr. Shigeru Nakayama, de la Universidad de Tokio, para incluirla en la versión japonesa de este libro. Le estoy agradecido por su idea, por su paciencia al esperar sus resultados y por su permiso para incluir su resultado en la edición en idioma inglés. 2 Para esta edición he procurado limitar las alteraciones a unos cuantos errores tipográficos, dos pasajes que contienen errores aislados, y no dar una nueva versión. Uno de estos errores es la descripción del papel de los Principia de Newton en el desarrollo de la mecánica del siglo XVIII, de las pp. 62-65. Lo otros se refieren a las respuestas a la crisis, en la pp. 138.
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La Estructura De LasLa Estructura De LasRevolucionesRevoluciones

Thomas Samuel Kuhn

Posdata: 1969

Han transcurrido casi siete años desde la primerapublicación de este libro.1 En el ínterin, tanto la respuestade la crítica como mi propio trabajo nuevo han aumentado micomprensión de un buen número de los asuntos en cuestión. Enlo fundamental, mi punto de vista casi no ha cambiado, perohoy reconozco aspectos de su formulación inicial que creandificultades y equívocos gratuitos. Como algunos de esosequívocos han sido de mi propia cosecha, su eliminación mepermite ganar un terreno que, a la postre, podrá constituirla base de una nueva versión del libro.2 Mientras tanto,aprovecho la oportunidad para esbozar algunas revisiones

1 Esta posdata fue preparada originalmente a sugerencia del que fue mi alumno y por mucho tiempo mi amigo,Dr. Shigeru Nakayama, de la Universidad de Tokio, para incluirla en la versión japonesa de este libro. Leestoy agradecido por su idea, por su paciencia al esperar sus resultados y por su permiso para incluir suresultado en la edición en idioma inglés.2 Para esta edición he procurado limitar las alteraciones a unos cuantos errores tipográficos, dos pasajesque contienen errores aislados, y no dar una nueva versión. Uno de estos errores es la descripción delpapel de los Principia de Newton en el desarrollo de la mecánica del siglo XVIII, de las pp. 62-65. Lo otrosse refieren a las respuestas a la crisis, en la pp. 138.

necesarias comentar algunas críticas reiteradas y esbozarlas direcciones que hoy está siguiendo mi propiopensamiento.3

Algunas de las principales dificultades de mi textooriginal se centran en el concepto de un paradigma, y mianálisis empieza con ellas.4 En la subsección que sigue, haréver lo deseable de aislar tal concepto apartándolo de lanoción de una comunidad científica, indico cómo puedehacerse esto y elucido algunas consecuencias considerablesde la resultante separación analítica. Después considero loque ocurre cuando se buscan paradigmas examinando elcomportamiento de los miembros de una comunidad científicapreviamente determinada. Ese procedimiento revela, al punto, queen gran parte del libro me he valido del término “paradigma”en dos sentidos distintos. Por una parte, significa toda laconstelación de creencias, valores, técnicas, etc., quecomparten los miembros de una comunidad dada. Por otraparte, denota una especie de elemento de tal constelación,las concretas soluciones de problemas que, empleadas comomodelos o ejemplos, pueden remplazar reglas explícitas comobase de la solución de los restantes problemas de la ciencianormal. El primer sentido del término, al que podremosllamar sociólogo, es el tema de la subsección 2, másadelante; la subsección 3 está dedicada a los paradigmascomo ejemplares logros del pasado.

Al menos en el aspecto filosófico este segundo sentidode “paradigma” es el más profundo de los dos, y lasafirmaciones que he hecho en su nombre son las principalescausas de las controversias y equívocos que ha producido ellibro, particularmente la acusación de que yo he hecho de laciencia una empresa subjetiva e irracional. Estos temas seconsideran en las subsecciones 4 y 5. En la primera sesostiene que términos como “subjetivo” e “intuitivo” nopueden aplicarse con propiedad a los componentes delconocimiento que, según mi decisión, están tácitamenteempotrados en ejemplos compartidos. Aunque tal conocimientono está sujeto a la paráfrasis —sin cambios esenciales; por3 Otras indicaciones podrán encontrarse en dos de mis recientes ensayos: "Reflections on My Critics",editado por Irme Lakatos y Alan Musgrave, Criticism and the Growth of Knowledge (Cambridge, 1970); y "SecondThoughts on Paradigms", editado por Frederick Suppe, The Structure of Scientific Theories (Urbana, III, 1970 o 1971).Más adelante citaré el primero de estos ensayos como "Reflections" y al volumen en que aparece como Growth ofKnowledge; el segundo ensayo será mencionado como "Second Thoughts".4 Para una crítica particularmente convincente de mi presentación inicial de los paradigmas véase: "TheNature of a Paradigm" en Growth of Knowledge, de Margaret Masterman; y "The Structure of ScientificRevolutions", de Dudley Shapere, en Philosophical Review, LXXIII (1964), 383-94.

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lo que respecta a reglas y cánones, sin embargo resultasistemático, ha resistido el paso del tiempo, y en ciertosentido es corregible. La subsección 5 aplica tal argumentoal problema de elección entre dos teorías incompatibles, ypide, en breve conclusión, que quienes sostienen puntos devista inconmensurables sean considerados como miembros dediferentes comunidades lingüísticas, y que sus problemas decomunicación sean analizados como problemas de traducción.Los asuntos restantes se analizan en las siguientessubsecciones 6 y 7. La primera considera la acusación de queel concepto de ciencia desarrollado en este libro esintegralmente relativista. La segunda comienza preguntandosi mi argumento realmente adolece, como se ha dicho, de unaconfusión entre los modos descriptivo y normativo; concluyecon unas breves observaciones sobre un tema que merece unensayo aparte: el grado en que las principales tesis dellibro pueden aplicarse legítimamente a otros campos, apartede la ciencia.

1. Paradigmas y estructura comunitaria

El término “paradigma” aparece pronto en las páginasanteriores, y es, intrínsecamente, circular. Un paradigma eslo que comparten los miembros de una comunidad científica y,a la inversa una comunidad científica consiste en unaspersonas que comparten un paradigma. No todas lascircularidades son viciosas (defenderé más adelante, en esteescrito, un argumento de estructura similar), pero ésta escausa de verdaderas dificultades. Las comunidadescientíficas pueden aislarse sin recurrir previamente aparadigmas; éstos pueden ser descubiertos, entonces,analizando el comportamiento de los miembros de unacomunidad dada. Si estuviera reescribiendo este libro, porlo tanto, empezaría con un análisis de la estructuracomunitaria de la ciencia, tema que recientemente se haconvertido en importante objeto de la investigaciónsociológica, y que también empiezan a tomar en serio loshistoriadores de la ciencia. Los resultados preliminares,muchos de ellos aún inéditos, indican que las técnicasempíricas necesarias para su exploración son no-triviales,pero algunas están en embrión y otros seguramente se

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desarrollarán.5 La mayoría de los científicos en funcionesresponden inmediatamente a las preguntas acerca de susafiliaciones comunitarias, dando por sentado que laresponsabilidad por las varias especialidades actuales estádistribuida entre grupos de un número de miembros al menosgeneralmente determinado. Por tanto, supondré aquí que ya seencontrarán medios más sistemáticos para su identificación.En lugar de presentar los resultados de la investigaciónpreliminar, permítaseme explicar brevemente la nociónintuitiva de comunidad, subyacente en gran parte de loscapítulos anteriores de este libro. Es una idea quecomparten extensamente científicos, sociólogos y numerososhistoriadores de la ciencia.

Según esta opinión, una comunidad científica consiste enquienes practican una especialidad científica. Hasta ungrado no igualado en la mayoría de los otros ámbitos, hantenido una educación y una iniciación profesional similares.En el proceso, han absorbido la misma bibliografía técnica ysacado muchas lecciones idénticas de ella. Habitualmente loslímites de esa bibliografía general constituyen lasfronteras de un tema científico, y cada unidad habitualmentetiene un tema propio. En las ciencias hay escuelas, esdecir, comunidades que enfocan el mismo tema desde puntos devista incompatibles. Pero aquí son mucho más escasas que enotros campos. Siempre están en competencia, y sucompetencia, por lo general termina pronto; como resultado,los miembros de una comunidad científica se ven a sí mismos,y son considerados por otros como los hombres exclusivamenteresponsables de la investigación de todo un conjunto deobjetivos comunes, que incluyen la preparación de su propiossucesores. Dentro de tales grupos, la comunicación es casiplena, y el juicio profesional es, relativamente, unánime.Como, por otra parte, la atención de diferentes comunidadescientíficas enfoca diferentes problemas, la comunicaciónprofesional entre los límites de los grupos a veces esardua, a menudo resulta en equívocos, y de seguir adelante,puede conducir a un considerable y antes insospechadodesacuerdo.

5 The Scientific Community, de W. O. Hagstrom (Nueva York 1965), caps. IV y V; "Collaboration in an InvisibleCollege", de D. J. Price y D. de B. Beaver, American Psychologist, XXI (1966), 1011-18; "Social Structure in aGroup of Scientists: A Test of the ‘Invisible’ College Hypothesis" de Diana Crane. American Sociological Review,XXXIV (1969), 335-52; Social Networks among Biological Scientists de N. C. Mullins (Ph. D. Diss Harvard University,1966) y "The Micro-Structure of an Invisible College: The Phage Group" (artículo presentado en la reuniónanual de la American Sociological Association, Boston, 1968).

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En ese sentido, las comunidades, desde luego, existen enmuchos niveles. La más global es la comunidad de todos loscientíficos naturalistas. A un nivel apenas inferior, losprincipales grupos de científicos profesionales soncomunidades: médicos, químicos, astrónomos, zoólogos ysimilares. Para estos grandes grupos, la pertenencia a unacomunidad queda inmediatamente establecida, excepto en suslímites. Temas de la mayor dificultad, afiliación a lassociedades profesionales y publicaciones leídas son, por logeneral, más que suficientes. Las técnicas similares tambiénpueden aislar a los principales subgrupos: químicosorgánicos, quizás los químicos de las proteínas entre ellos,físicos especializados en transistores, radio astrónomos,etc. Sólo es en el siguiente nivel inferior donde surgenproblemas empíricos. Para tomar un ejemplo contemporáneo,¿cómo se habría podido aislar el grupo “fago”, antes de seraclamado por el público? Con este fin se debe asistir aconferencias especiales, se debe recurrir a la distribuciónde manuscritos o galeras antes de su publicación y antetodo, a las redes oficiales o extraoficiales decomunicación, incluso las que hayan sido descubiertas en lacorrespondencia y en los nexos establecidos entre lasreferencias.6 Yo sostengo que esa labor puede y debe hacerse,al menos en el escenario contemporáneo, y en las partes másrecientes del escenario histórico. Lo característico es queofrezca comunidades hasta, quizá, de cien miembros,ocasionalmente bastante menos. Por lo general loscientíficos individuales, particularmente los más capaces,pertenecerán a varios de tales grupos, se simultáneamente,sea sucesión.

Las comunidades de esta índole son las unidades que estelibro ha presentado como productoras y validadoras delconocimiento científico. A veces los paradigmas soncompartidos por miembros de tales grupos. Si no se hacereferencia a la naturaleza de estos elementos compartidos,muchos aspectos de la ciencia descritos en las páginasanteriores difícilmente se podrán entender. Pero otrosaspectos sí, aunque no hayan sido presentadosindependientemente en mi texto original. Por tanto, vale la

6 The Use of Citation Data in Writing the History of Science, de Eugene Garfield (Filadelfia: Institute of ScientificInformation, 1964); "Comparison of the Results of Bibliographic Coupling and Analytic Indexing", de M. M.American Documentation, XVI (1965) 223-33; "Networks of Scientific Papers", de D. J. Price Science, CIL (1965),510-15.

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pena notar, antes de volverse directamente a los paradigmas,una serie de asuntos que requieren su referencia a laestructura de la comunidad, exclusivamente.

Probablemente el más notable de éstos es lo que antes hellamado la transición del periodo pre-paradigma al post-paradigma en el desarrollo de un campo científico. Taltransición es la que fue esbozada antes, en la que fueesboza antes, en la Sección II. Antes de que ocurra, un buennúmero de escuelas estarán compitiendo por el dominio de unámbito dado. Después, en la secuela de algún notable logrocientífico, el número de escuelas se reduce grandemente,ordinariamente a una, y comienza entonces un modo máseficiente de práctica científica. Este último generalmentees esotérico, orientado hacia la solución de enigmas, comoel trabajo de un grupo puede ser cuando sus miembros dan porsentadas las bases de su estudio.

La naturaleza de esa transición a la madurez merece unanálisis más completo del que ha recibido en este libro,particularmente de aquellos interesados en el avance de lasciencias sociales contemporáneas. Con ese fin puede ser útilindicar que la transición no tiene que estar asociada (ahoracreo que no debe estarlo) con la primera adquisición de unparadigma. Los miembros de todas las comunidadescientíficas, incluso de las escuelas del periodo“preparadigma” comparten las clases de elementos que,colectivamente, he llamado un “paradigma”. Lo que cambia conla transición a la madurez no es la presencia de unparadigma, sino, antes bien, su naturaleza. Sólo después delcambio es posible una investigación normal de la solución deenigmas. Muchos de los atributos de una cienciadesarrollada, que antes he asociado con la adquisición de unparadigma, serán considerados, por tanto, como consecuenciasde la adquisición de la clase de paradigmas que identificalos enigmas más intrigantes, que aporta claves para susolución y que garantiza el triunfo del practicanteverdaderamente capaz. Sólo quienes han cobrado ánimoobservando que su propio campo (o escuela) tiene paradigmassentirán, probablemente, que el cambio sacrifica algoimportante.

Un segundo asunto, más importante al menos para loshistoriadores, implica la identificación hecha en estelibro, de las comunidades científicas, una a una, con las

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materias científicas. Es decir, repetidamente he actuadocomo si, por ejemplo, la “óptica física”, la “electricidad”y el “calor” debieran señalar comunidades científicas porquedesignan materias de investigación. La única alternativa quemi texto ha parecido dejar consiste en que todos estos temashan pertenecido a la comunidad científica. Sin embargo, lasidentificaciones de tal índoles no resisten un examen, comorepetidas veces lo han señalado mis colegas en materia dehistoria. Por ejemplo, no hubo una comunidad de físicosantes de mediados del siglo XIX, y entonces fue formada poruna amalgamación de partes de dos comunidades antesseparadas: las matemáticas y la filosofía natural (physiqueexpérimentale). Lo que hoy es materia para una sola extensacomunidad ha estado distribuido de varios modos, en elpasado, entre diversas comunidades. Otros temas de estudiomás reducidos, por ejemplo el calor y la teoría de lamateria, han existido durante largos periodos sin llegar aconvertirse en campo exclusivo de ninguna comunidadcientífica en especial. Sin embargo, tanto la ciencia normalcomo las revoluciones son actividades basadas encomunidades. Para descubrirlas y analizarlas es precisodesentrañar la cambiante estructura de las ciencias con elpaso del tiempo. En primer lugar, un paradigma no gobiernaun tema de estudio, sino, antes bien, un grupo depracticantes. Todo estudio de una investigación dirigida alos paradigmas o a destruir paradigmas debe comenzar porlocalizar al grupo o los grupos responsables.

Cuando se enfoca de este modo el análisis del desarrollocientífico, es probable que se desvanezcan algunasdificultades que habían sido focos de la atención de loscríticos. Por ejemplo, un gran número de comentadores se hanvalido de la teoría de la materia para indicar que yoexageré radicalmente la unanimidad de los científicos en sufe en un paradigma. Hasta hace poco, señalan, esas teoríashabían sido materia de continuo desacuerdo y debate, Yoconvengo con la descripción, pero no creo que sea un ejemplode lo contrario. Al menos hasta 1920, las teorías de lamateria no fueron dominio especial ni objeto de estudio deninguna comunidad científica. En cambio, fueron útiles de unbuen número de grupos de especialistas. Los miembros dediferentes comunidades científicas a veces escogen útilesdistintos y critican la elección hecha por otros. Algo aún

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más importante: una teoría de la materia no es la clase detema en que los miembros siquiera de una sola comunidadnecesariamente deben convenir. La necesidad de un acuerdodepende de lo que hace la comunidad. La química de laprimera mitad del siglo XIX resulta un caso oportuno. Aunquevarios de los útiles fundamentales de la comunidad —proporción constante, proporción múltiple y pesos combinados— se han vuelto del dominio público de la teoría atómica deDalton, era absolutamente posible que los químicos, ante elhecho consumado, basaran su labor en aquellos útiles yexpresaran su desacuerdo, a veces con vehemencia, conrespecto a la existencia de los átomos.

Creo que de la misma manera podrán disiparse algunasotras dificultades y equívocos. En parte a causa de losejemplos que he escogido y en parte a causa de mi vaguedadcon respecto a la naturaleza y las proporciones de lascomunidades en cuestión, unos cuantos lectores de este librohan concluido que mi interés se basa fundamental yexclusivamente en las grandes revoluciones, como las quesuelen asociarse a los nombres de Copérnico. Newton, Darwino Einstein. Sin embargo, yo creo que un delineación másclara de la estructura comunitaria ayudaría a iluminar laimpresión bastante distinta que yo he querido crear. Paramí, una revolución es una clase especial de cambio, queabarca cierta índole de reconstrucción de los compromisos decada grupo. Pero no tiene que ser un gran cambio, nisiquiera parecer un cambio revolucionario a quienes sehallen fuera de una comunidad determinada, que acaso noconsiste más que en unas veinticinco personas. Y simplementeporque este tipo de cambio, poco reconocido o analizado enla bibliografía de la filosofía de la ciencia, ocurre tanregularmente en esta escala menor, es tan urgente comprenderel cambio revolucionario, en contraste con el acumulativo.

Una última alteración, íntimamente relacionada con laanterior, puede ayudarnos a hacer más fácil esa comprensión.Un buen número de críticos han dudado de que una crisis, laobservación común de que algo anda mal, preceda taninvariablemente las revoluciones como yo lo he dicho,implícitamente, en mi texto original. Sin embargo, nada deimportancia en mi argumento depende de que las crisis seanun requisito absoluto para la revolución. Tan solo necesitanser el preludio habitual, que aporta, por decirlo así, un

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mecanismo de auto-correción que asegure que la rigidez de laciencia normal diga indefinidamente sin ser puesta en duda.También pueden inducirse de otras maneras las revoluciones,aunque creo que ello ocurra raras veces. Además, deseoseñalar ahora lo que ha quedado oscurecido antes por faltade un adecuado análisis de la estructura comunitaria: lascrisis no tienen que ser generadas por la labor de lacomunidad que las experimenta y que a veces, como resultado,pasa por una revolución. Nuevos instrumentos como elmicroscopio electrónico o leyes nuevas como la de Maxwellpueden desarrollarse en una especialidad, y su asimilaciónpuede crear crisis en otras.

2. Los paradigmas como constelación de compromisos del grupo

Volvámonos ahora a los paradigmas y preguntemos quepueden ser. Mi texto original no deja ninguna cuestión másoscura o más importante. Un lector partidario de mis ideas, quien comparte mi convicción de que“paradigma” indica los elementos filosóficos centrales dellibro, ha preparado un índice analítico parcial, y haconcluido que el término ha sido aplicado al menos deveintidós modos distintos.7 Creo ahora que la mayor parte deesas diferencias se deben a incongruencias de estilo (porejemplo, las leyes de Newton a veces son un paradigma, aveces partes de un paradigma y a veces son paradigmáticas),y pueden ser eliminadas con relativa facilidad. Pero, unavez hecha tal labor de corrección, aún quedarían dos usosmuy distintos del término, que requieren una completaseparación. El uso más global es el tema de esta subsección;el otro será considerado en la siguiente.

Habiendo aislado una particular comunidad deespecialistas mediante técnicas como las que acabamos deanalizar, resultaría útil plantearse la siguiente pregunta:¿qué comparten sus miembros que explique la relativaplenitud de su comunicación profesional y la relativaunanimidad de sus juicios profesionales? A esta pregunta mitexto original responde un paradigma o conjunto deparadigmas. Pero para el caso, a diferencia del que hemosvisto antes, el término resulta inapropiado. Los propioscientíficos dirían que comparten una teoría o conjunto de

7 Masterman, op. cit.

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teorías, y yo quedaré satisfecho si el término, a fin decuentas, puede volver a aplicarse para ese uso. Sin embargo,tal como se emplea en la filosofía de la ciencia el término“teoría” da a entender una estructura mucho más limitada ennaturaleza y dimensiones de la que requerimos aquí. Mientrasel término no quede libre de sus actuales implicaciones,resultará útil adoptar otro, para evitar confusiones. Paranuestros propósitos presentes sugiero “matrizdisciplinaria”: “disciplinaria” porque se refiere a laposesión común de quienes practican una disciplinaparticular; “matriz” porque está compuesta por elementosordenados de varias índoles, cada uno de los cuales requiereuna ulterior especificación. Todos o la mayor parte de losobjetos de los compromisos de grupo que en mi texto originalresultan paradigmas o partes de paradigmas, oparadigmáticos, son partes constituyentes de la matrizdisciplinaria, y como tales forman un todo y funcionan enconjunto.

No obstante lo anterior, no se les debe analizar como sifueran todos de una sola pieza. No intentaré esbozar unalista completa, pero haré notar cuáles son las principalesclases de componentes de una matriz disciplinaria y aclararéasí tanto la naturaleza de mi actual enfoque, lo que nopreparará, simultáneamente, para mi siguiente argumentoimportante.

Una clase importante de componente al que llamaré“generalizaciones simbólicas”, teniendo en mente talesexpresiones, desplegadas sin duda ni disensión por unosmiembros del grupo, fácilmente puede presentarse en unaforma lógica como (x) (y) (z) (x, y, z). Tales son loscomponentes formales, o fácilmente formalizables, de lamatriz disciplinaria. En algunas ocasiones ya se lesencuentra en una forma simbólica: f = ma o I= V/R. Otrashabitualmente se expresan en palabras: “los elementos secombinan en proporción constante por el peso” o “acciónigual reacción”. De no ser por la aceptación general deexpresiones como éstas, no habría puntos en que los miembrosdel grupo pudieran basar las poderosas técnicas de lamanipulación lógica y matemática en su empresa de soluciónde problemas. Aunque el ejemplo de la taxonomía pareceindicar que la ciencia normal puede proceder con pocasexpresiones semejantes, el poder de una ciencia,

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generalmente, parece aumentar con el número degeneralizaciones simbólicas que tienen a su disposiciónquienes la practican.

Estas generalizaciones parecen leyes de la naturaleza,pero para los miembros del grupo, su función a menudo, notan sólo ésa. Es a veces, por ejemplo, la ley de Joule-Lenz,H= RI2 . Cuando se descubrió esa ley, los miembros de lacomunidad ya sabían lo que representaban H , R e I; estasgeneralizaciones simplemente les enseñaban algo acerca decómo proceden el calor, la corriente y la resistencia, algoque no habían sabido antes. Pero más a menudo, como loindica un análisis anterior de este mismo libro, lasgeneralizaciones simbólicas, simultáneamente, sirven a unasegunda función, que habitualmente es claramente separada enlos análisis de los filósofos de la ciencia. Así, f = ma, oIV/R, funcionan en parte como leyes, pero también en parte comodefiniciones de algunos de los símbolos que muestran. Amayor abundamiento, el equilibrio entre su inseparablefuerza legislativa y definidora cambia con el tiempo. Enotro contexto, estos argumentos valdrían la pena de hacer unanálisis detallado, pues la naturaleza del compromiso conuna ley es muy distinta de la del compromiso con unadefinición. A menudo las leyes pueden corregirse parte porparte, pero las definiciones, al ser tautologías, no sepueden corregir. Por ejemplo, una parte de lo que exigía laaceptación de la Ley de Ohm era una redefinición tanto de“corriente” como de “resistencia”; si tales términoshubieran seguido significando lo que antes significaban, laLey de Ohm no habría podido ser cierta; tal es la razón porla que encontró una oposición tan enconada, a diferencia dela Ley de Joule-Lenz.8 Probablemente tal situación escaracterística. Ahora yo sospecho que todas lasrevoluciones, entre otras cosas, implican el abandono degeneralizaciones cuya fuerza, previamente, había sido lafuerza de las tautologías. ¿Demostró Einstein que lasimultaneidad era relativa, o bien alteró la propia nociónde simultaneidad? ¿Simplemente estaban equivocadosencontraron una paradoja en la frase “relatividad de lasimultaneidad”?

Consideremos ahora un segundo tipo de componentes de la8 Para conocer partes significativas de este episodio véase "The Electric Current in Early Nineteenth-Century French Physics", de T. M. Brown, Historical Studies in the Physical Sciencies, I (1969), 61-103 y "Resistence toOhm’s Law", de Morton Schagrin, American Journal of Prysics, XXI (1963), 536-47.

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matriz disciplinaria, componente acerca del cual se ha dichoya bastante en mi texto original, bajo títulos como el de“paradigma metafísico” o “las partes metafísicas de losparadigmas”. Estoy pensando en compromisos compartidos concreencias tales como: el calor es la energía Kinética de laspartes constituyentes de los cuerpos; todos los fenómenosperceptibles se deben a la interacción de átomoscualitativamente neutrales en el vacío o bien, en cambio, ala materia y la fuerza, o a los campos. Al reescribir ellibro describiría yo ahora tales compromisos como creenciasen modelos particulares, y extendería los modelos decategorías para que también incluyeran una variedadrelativamente heurística: el circuito eléctrico puede serconsiderado como un sistema hidrodinámico de estadoestacionario; las moléculas de un gas actúan como minúsculasbolas de billar, elásticas, en un movimiento producido alazar. Aunque varia la fuerza de los compromisos del grupo,con consecuencias no triviales, a lo largo del espectro delos modelos heurístico a ontológico, sin embargo todos losmodelos tienen funciones similares. Entre otras cosas, danal grupo sus analogías y metáforas preferidas o permisibles.Y al hacer esto ayudan a determinar lo que será aceptadocomo explicación y como solución de problemas; a la inversa,ayudan en la determinación de la lista de enigmas noresueltos y en la evaluación de la importancia de cada uno.Sin embargo, obsérvese que los miembros de las comunidadescientíficas acaso no compartan ni siquiera los modelosheurísticos, aunque habitualmente sí lo hacen. Ya heindicado que durante la primera parte del siglo XIX se podíapertenecer a la comunidad de los químicos sin creer porello, necesariamente, en los átomos.

Ahora describiré aquí como valores a una tercera clasede elementos de la matriz disciplinaria. Habitualmente seles comparte entre diferentes comunidades, más generalmenteque las generalizaciones simbólicas o los modelos, y hacenmucho para dar un sentido de comunidad a los científicosnaturalistas en conjunto. Aunque funcionan en todo momento,su importancia particular surge cuando los miembros de unacomunidad particular deben identificar una crisis o,después, escoger entre formas incompatibles de practicar sudisciplina. Probablemente los valores más profundamentesostenidos se refieren a las predicciones: deben ser

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exactas; las predicciones cuantitativas son preferibles alas cualitativas; sea cual fuere el margen del erroradmisible, debe ser continuamente respetado en un campodeterminado, y así por el estilo. Sin embargo, también hayvalores que deben aplicarse al juzgar teorías enteras: antesque nada, deben permitir la formulación y solución deenigmas; cuando sea posible deben ser sencillas, coherentesy probables, es decir, compatibles con otras teoríashabitualmente sostenidas. (Considero ahora como una flaquezade mi texto original el haber prestado poca atención avalores tales como la coherencia interna y externa alconsiderar las causas de crisis y factores de elección deteorías). También existen otras clases de valores, porejemplo, la ciencia deber ser (o no tiene que serlonecesariamente) útil para la sociedad, pero lo anteriorindica aquello que tengo en mente.

Sin embargo, un aspecto de los valores compartidosrequiere en este punto una mención particular. En un gradomás considerable que otras clases de componentes de lamatriz disciplinaria, los valores deben ser compartidos porpersonas que difieren en su aplicación. Los juicios deprecisión y exactitud son relativamente estables, aunque noenteramente, de una vez a otra y de un miembro a otro en ungrupo particular. Pero los juicios de sencillez, coherencia,probabilidad y similares a menudo varían grandemente deindividuo a individuo. Lo que para Einstein resultaba unaincoherencia insoportable en la antigua teoría de los quanta,incoherencia tal que hacía imposible la investigación de unaciencia normal, fue para Bohr y para otros sólo unadificultad que, por los medios normales, podía resolverse.Algo más importante aún: en aquellas situaciones en que hayque aplicar valores, los diferentes valores, tomados porseparado, a menudo obligarán a hacer diferentes elecciones.Una teoría puede resultar más precisa pero menos coherente oprobable que otra; asimismo, la antigua teoría de los quantanos ofrece un ejemplo. En suma, aunque los valores seangeneralmente compartidos por los hombres de ciencia y aunqueel compromiso con ellos sean a la vez profundo yconstitutivo de la ciencia, la aplicación de valores amenudo se ve considerablemente afectada por los rasgos de lapersonalidad individual que diferencia a los miembros delgrupo.

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Para muchos lectores de los anteriores capítulos, estacaracterística de la operación de los valores compartidos haparecido una considerable flaqueza de la posición que headoptado. Como insisto en que aquello que comparten loshombres de ciencia no es suficiente para imponer un acuerdouniforme acerca de cuestiones tales como la opción entreteorías competitivas o la distinción entre una anomalíaordinaria y otra que provoca crisis, ocasionalmente se me haacusado de glorificar la subjetividad y aun lairracionalidad.9 Pero tal reacción ha pasado por alto doscaracterísticas que muestran los juicios de valor encualquier campo. En primer lugar, los valores compartidospueden ser importantes y determinantes del comportamientodel grupo, aun cuando los miembros del grupo no los apliquentodos de la misma manera. (Si tal no fuera caso, no habríaespeciales problemas filosóficas acerca de la teoría del valoro la estética). No todos los hombres pintaron de la mismamanera durante los periodos en que la representación era unvalor primario, pero la pauta de desarrollo de las artesplásticas cambió radicalmente al ser abandonado tal valor.10

Imagínese lo que ocurrirá en las ciencias si la coherenciadejase de ser un valor fundamental. En segundo lugar, lavariabilidad individual en la aplicación de los valorescompartidos puede servir a funciones esenciales para laciencia. Los puntos en que deben aplicarse los valores soninvariablemente aquellos en que deben correrse riesgos. Lamayor parte de las anomalías se resuelve por mediosnormales; la mayoría de las proposiciones de nuevas teoríasresultan erróneas. Si todos los miembros de una comunidadrespondiesen a cada anomalía como causa de crisis oabrazaran cada nueva teoría propuesta por un colega, laciencia dejaría de existir. En cambio, si nadie reaccionaraa las anomalías o a las flamantes teorías de tal manera quese corrieran grandes riesgos, habría pocas o ningunarevoluciones. En asuntos como estos el recurrir a losvalores compartidos, antes que a las reglas compartidas quegobiernan la elección individual, puede ser el medio del quese vale la comunidad para distribuir los riesgos y asegurar,a la larga, el éxito de su empresa.9 Véase particularmente: "Meaning and Scientific Change", de Dudley Shapere, en Mind and Cosmos: EssaysinContemporary Science and Philosophy, The University of Pittsburgh Series in the Philosophy of Science, III(Pittsburg, 1966), 41-85; Science and Subjectivity, de Israel Scheffler (Nueva York, 1967); y el ensayo de SirKarl Popper de Irme Lakatos en Growth of Knowledge.10 Véase la discusión al principio de la sección XIII.

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Volvámonos ahora a una cuarta especie de elemento de lamatriz disciplinaria, no la única restante, pero sí laúltima que analizaré aquí. Para ella resultaríaperfectamente el término “paradigma” tanto en la filológicocomo en lo autobiográfico; se trata del componente de loscompromisos compartidos por un grupo, que inicialmente mellevaron a elegir tal palabra. Sin embargo, como el términoha cobrado una vida propia, lo sustituiré aquí por“ejemplares”. Con él quiero decir, inicialmente, lasconcretas soluciones de problemas que los estudiantesencuentran desde el principio de su educación científica,sea en los laboratorios, en los exámenes, o al final de loscapítulos de los textos de ciencia. Sin embargo, a estosejemplos compartidos deben añadirse al menos algunas de lassoluciones de problemas técnicos que hay en la bibliografíaperiódica que los hombres de ciencia encuentran durante sucarrera de investigación post-estudiantil, y que también lesenseñan mediante el ejemplo, cómo deben realizar su tarea.Más que otras clases de componente de la matrizdisciplinaria, las diferencias entre conjuntos de ejemplaresdan a la comunidad una finísima estructura de la ciencia.Por ejemplo, todos los físicos empiezan aprendiendo losmismos ejemplares: problemas tales como el plano inclinado,el péndulo cónico y las órbitas keplerianas, instrumentoscomo el vernier, el calorímetro y el puente de Wheatstone.Sin embargo, al avanzar su preparación, las generalizacionessimbólicas que comparten se ven ilustradas cada vez más amenudo por diferentes ejemplares. Aunque tanto los físicosespecializados en transistores como los físicos teóricos deun campo comparten y aceptan la ecuación de Schrödinger, tansolo sus aplicaciones más elementales son comunes a ambosgrupos.

3. Los paradigmas como ejemplos compartidos

El paradigma como ejemplo compartido es el elementocentral de lo que hoy considera como el aspecto más novedosoy menos comprendido de este libro. Por lo tanto, susejemplares requieren más atención que las otras clases decomponentes de la matriz disciplinaria. Los filósofos de laciencia habitualmente no han elucidado los problemas queencuentra el estudiante en los laboratorios o en los textos

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de ciencia, pues se supone que éstos tan solo aportan unapráctica en la aplicación de aquello que ya sabe elestudiante. Se dice que no puede resolver problemas a menosque ya conozca la teoría y algunas reglas para suaplicación. El conocimiento científico se halla comoempotrado en la teoría y la regla; se ofrecen problemas paradarle facilidad a su aplicación. Sin embargo. yo he tratadode sostener que esta localización del conocimientocognoscitivo de la ciencia es un error. Después que elestudiante ha resuelto muchos problemas, tan solo podrálograr más facilidad si resuelve más aún. Pero al principioy durante cierto tiempo, resolver problemas es aprendercosas consecutivas acerca de la naturaleza. A falta de tales

ejemplares, las leyes y teorías que previamente hayaaprendido tendrán muy escaso contenido empírico.

Para indicar lo que tengo en mente volveré por unmomento a las generalizaciones simbólicas. Un ejemplo muyextensamente compartido es la Segunda Ley del Movimiento, deNewton, generalmente escrita como f = ma . Los sociólogos,por ejemplo, o los lingüistas que descubren que la expresióncorrespondiente ha sido preferida y recibida sin problemaspor los miembros de una comunidad dada, no habrán aprendidomucho, sin gran investigación adicional, acerca de lo quesignifica la expresión o los términos que la forman, acercade cómo los científicos de la comunidad relacionan laexpresión con la naturaleza. En realidad, el hecho de que laacepten sin ponerla en tela de duda y que la utilicen en unpunto en el cual introducen la manipulación lógica ymatemática, no implica por sí mismo que todos convengan encosas tales como significado y aplicación. Desde luego,convienen hasta un grado considerable, o el hechorápidamente saldría a la luz a partir de sus subsiguientesconversaciones. Pero bien podemos preguntar en qué punto ypor qué medio han llegado a ello. ¿Cómo han aprendido, anteuna situación experimental dada, a escoger las fuerzas,masas y aceleraciones pertinentes?

En la práctica, aunque este aspecto de la situaciónpocas veces o nunca se nota, lo que los estudiantes tienenque aprender es aún más complejo que todo eso. No esexactamente que la manipulación lógica y matemática se

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aplique directamente a f= ma. Una vez examinada, la expresiónresulta un esbozo de ley o un esquema de ley. Cuando elestudiante o el científico practicante pasa de una situaciónproblemática a la siguiente, cambia la generalizaciónsimbólica a la que se aplican tales manipulaciones. Para elcaso de la caída libre, f= ma se convierte en mg = m(d2s/dt2);para el péndulo simple se transforma en mg sen = - ml(d2dt2 ); para una pareja de osciladores armónicos que actúanuno sobre otro se convierte en dos ecuaciones, la primera delas cuales puede escribirse así: m1 (d2 s1/dt2) + k1s1 = k2(s2 - s1 = d); y para situaciones más complejas, tales comolas del giroscopio, toma otras formas, cuyo parecidofamiliar con f=ma es todavía más difícil de descubrir. Sinembargo, mientras aprende a identificar fuerzas, masas yaceleraciones en toda una variedad de situaciones físicasnunca antes encontradas el estudiante también ha aprendido adiseñar la versión adecuada de f = ma a través de la cualpuede interrelacionarlas, y a menudo una versión para lacual nunca ha encontrado un equivalente literal. ¿Cómo haaprendido a hacer todo esto?

Un fenómeno conocido tanto de los estudiantes de laciencia como de sus historiadores nos ofrece una clave. Losprimeros habitualmente informan que han seguido de punta acabo un capítulo de su texto, que lo han comprendido a laperfección, pero que sin embargo tienen dificultades pararesolver muchos de los problemas colocados al final delcapítulo. Por lo general, asimismo, estas dificultades sedisuelven de la misma manera. Con o sin ayuda de suinstructor, el estudiante, descubre una manera de ver suproblema, como un problema que ya había encontrado antes.Una vez captada la similitud, percibida la

analogía entre dos o más problemas distintos, puedeinterrelacionar símbolos y relacionarlos con la naturalezade las maneras que ya han resultado efectivas antes. Elesbozo de ley, como por ejemplo f = ma, ha funcionado comoinstrumento, informando al estudiante de las similitudes quedebe buscar, mostrándole la Gestalt en que puede verse lasituación. La resultante capacidad para percibir toda unavariedad de situaciones como similares, como sujeto f = ma opara alguna otra generalización simbólica es, en mi opinión,lo principal que adquiere un estudiante al resolver

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problemas ejemplares, sea papel y lápiz o en un laboratoriobien provisto. Después de completar un cierto número, quepuede variar extensamente de un individuo al siguiente,contempla la situación a la que se enfrenta como uncientífico en la misma Gestalt que otros miembros de su grupode especialistas. Para él ya no son las mismas situacionesque había encontrado al comenzar su preparación. En elínterin ha asimilado una manera de ver las cosas, comprobadapor el tiempo y sancionada por su grupo.

El papel de las relaciones de similitud adquiridastambién se muestra claramente en la historia de lasciencias. Los científicos resuelven los enigmas modelándolossobre anteriores soluciones de enigmas, a menudo recurriendoapenas a las generalizaciones simbólicas. Galileo descubrióque una bola que rueda por una pendiente adquiere lavelocidad exactamente necesaria para volver a la mismaaltura vertical en una segunda pendiente de cualquiercuesta, y aprendió a ver tal situación experimental como elpéndulo con una masa puntual como lenteja. Huyghens resolvióentonces el problema de la oscilación de un péndulo físicoimaginando que el cuerpo extendido de este último secomponía de unos péndulos puntuales galileicos, y que losnexos entre ambos podían soltarse instantáneamente encualquier punto de su vaivén. Una vez sueltos los vínculos,podrían balancearse libremente los péndulos puntuales, perosu colectivo centro de gravedad cuando cada uno llegara a supunto más alto, como el del péndulo de Galileo, tan sólosubiría a la altura desde la cual había empezado a caer elcentro de gravedad del péndulo extendido. Finalmente, DanielBernoulli descubrió cómo hacer que el flujo de agua que pasapor un orificio se pareciera al péndulo de Huyghens.Determínese el descenso del centro de gravedad del agua quehay en el tanque y del chorro durante un infinitesimalintervalo de tiempo. Luego imagínese que cada partícula deagua después avanza separadamente, hacia arriba, hasta lamáxima altura alcanzable con la velocidad adquirida duranteel intervalo. El ascenso del centro de gravedad de laspartículas individuales entonces debe equiparse con eldescenso del centro de gravedad del agua que hay en eltanque y el chorro. Desde tal punto, la tan largamentebuscada velocidad del efluvio apareció inmediatamente.11 Este11 Véase un ejemplo en: A History of Mechanics, de René Dugas, traducción al inglés de J. R. Maddox (Neuchatel,1955) pp. 135-36, 186-93, e Hidrodynamica, sive de viribus et motibus fluidorum, commentarii opus academicum, de Daniel

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ejemplo debe empezar a poner en claro lo que quiero decircon aprender a partir de los problemas, a ver situacionescomo similares, como sujetas a la aplicación de la misma leyo esbozo de ley científica. Simultáneamente, debe mostrarpor qué me refiero al conocimiento consecuencial de lanaturaleza, adquirido mientras se aprendía la relación desimilitud y, después incorporado a una forma de ver lassituaciones físicos, que no en reglas o leyes. Los tresproblemas del ejemplo, todos ellos ejemplares para losmecánicos del siglo XVII, muestran tan solo una ley de lanaturaleza. Conocida como el Principió de vis viva,habitualmente se planteaba como “descenso real igual aascenso potencial”. La aplicación hecha por Bernoulli de talley debe mostrarnos cuán consecuencial era. Y sin embargo,el planteamiento verbal de la ley, en sí mismo, esvirtualmente impotente. Preséntesele a un actual estudiantede física, que conozca las palabras y que puede resolvertodos sus problemas, pero que hoy se vale de mediosdistintos. Luego imagínese lo que las palabras, aunque bienconocidas, pueden haber dicho a un hombre que no conocierasiquiera los problemas. Para él la generalización podíaempezar a funcionar tan solo cuando aprendiera a reconocerlos “descensos reales” y los “ascensos potenciales” comoingredientes de la naturaleza, y ello ya es aprender algo,anterior a la ley, acerca de las situaciones que lanaturaleza presenta y no presenta. Tal suerte de aprendizajeno de adquiere exclusivamente por medios verbales; antesbien, surge cuando se unen las palabras con los ejemplosconcretos de cómo funcionan en su uso; naturaleza y palabrase aprenden al unísono. Utilizando una vez más una útilfrase de Michael Polanyi, lo que resulta de este proceso esun “conocimiento tácito” que se obtiene practicando laciencia, no adquiriendo reglas para practicarla.

4. Conocimiento tácito e intuición

Tal referencia al conocimiento tácito y el consecuenterechazo de las reglas ponen en relieve otro problema que hainteresado a muchos de mis críticos y que pareció aportaruna base para acusarme de subjetividad e irracionalidad.Bernoulli (Estrasburgo. 1738), Sec. 3. Para ver el grado de desarrollo alcanzado por la mecánica durante laprimera mitad del siglo XVIII, modelando una solución sobre otra, véase: "Reactions of Late BaroqueMechanics to Success, Conjeture, Error, and Failure in Newton’s Principia", de Clifford Truesdell. TexasQuarterly, X (1967), pp. 238-58.

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Algunos lectores han considerado que yo estaba tratando dehacer que la ciencia se basara en intuiciones individualesanalizables, antes que en la ley y en la lógica. Pero talinterpretación resulta desviada en dos aspectos esenciales.En primer lugar, si estoy hablando siquiera acerca deintuiciones, no son individuales. Antes bien; son lasposesiones, probadas y compartidas, de los miembros de ungrupo que han logrado éxito, y el practicante bisoño lasadquiere mediante su preparación, como parte de suaprendizaje para llegar a pertenecer a un grupo. En segundolugar, en principio no son analizables. Por el contrario,actualmente estoy experimentando con un programa decomputadoras destinado a investigar sus propiedades a unnivel elemental. Acerca de tal programa no tengo nada quedecir aquí,12 pero hasta una mención de él debe probar mipunto más esencial. Cuando hablo de un conocimientoincorporado a unos ejemplos compartidos, no estoyrefiriéndome a un modo de conocimiento que sea menossistemático o menos analizable que el conocimientoincorporado a las reglas, leyes o normas de ejemplificación.En cambio, tengo en mente un modo de conocer deficientementeconstruido, aunque haya sido reconstruido de acuerdo con lasreglas tomadas de ejemplares, y que después han funcionadoen lugar de estos. O, para decir la misma cosa de otro modo,cuando hablo de adquirir de unos paradigmas la capacidad dereconocer una situación dada como parecida a otras antesvistas, no estoy indicando un progreso que no sea,potencialmente, del todo explicable en términos delmecanismo neuro-cerebral. En cambio, estoy afirmando que laexplicación, por su naturaleza, no responderá a la pregunta“¿similar con respecto a qué?: Tal pregunta es una peticiónde una regla, en este caso de unas normas por las cualesunas situaciones particulares se agrupen en conjuntos desimilitud, y estoy afirmando que la tentación de buscarnormas (o al menos un conjunto completo) debe resistirse eneste caso. Sin embargo, no es al sistema al que me estoyoponiendo, sino a una clase particular de sistema.

Para dar más sustancia a mi argumento, tendrá que haceruna breve digresión. Lo que sigue me parece obvio en laactualidad, pero el constante recurrir en mi texto originala frases como “el mundo cambia” parece indicar que no

12 Alguna información sobre este tema puede encontrarse en "Second Thoughts".

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siempre fue así. Si dos personas se encuentran en el mismolugar y miran en la misma dirección, debemos, bajo pena decaer en un solipsismo, concluir, que reciben unos estímulosmuy similares. (Si ambos pudieran fijar su mirada en elmismo lugar, los estímulos serían idénticos). Pero la genteno ve estímulos; conocimiento de éstos es sumamente teóricoy abstracto. En cambio, tienen sensaciones, y nada nosobliga a suponer que las sensaciones de nuestras dospersonas sean las mismas. (Los escépticos escaso recordaránque la ceguera al color nunca fue advertida hasta que JohnDalton la describió en 1794). Por el contrario, muchosprocesos neurales ocurren entre la recepción de un estímuloy la conciencia de una sensación. Entre las otras cosas quesabemos con seguridad acerca de ello están: que muydiferentes estímulos pueden producir las mismas sensaciones;que el mismo estímulo puede producir muy distintassensaciones, y, finalmente que el camino del estímulo a lasensación está condicionado, en parte, por la educación.Individuos educados en distintas sociedades se comportan enalgunas ocasiones como si vieran diferentes cosas. Si notuviéramos la tentación de identificar los estímulos, uno auno, con las sensaciones, podríamos reconocer que enrealidad hacen eso.

Nótese ahora que dos grupos, cuyos miembros tienensensaciones sistemáticamente distintas al recibir los mismosestímulos, en cierto sentido viven en diferentes mundos.Suponemos la existencia de los estímulos para aplicarnuestras percepciones del mundo y suponemos su inmutabilidadpara evitar el solipsismo, tanto individual como social. Notengo la menor reserva ante ninguna de las dos suposiciones.Pero nuestro mundo está poblado, en primer lugar, no porestímulos, sino por los objetos de nuestras sensaciones, yéstos no tienen que ser los mismos, de un individuo a otro,o de un grupo a otro. Por supuesto hasta el grado en que losindividuos pertenecen al mismo grupo y comparten asíeducación, idioma, experiencias y cultura, tenemos buenasrazones para suponer que sus sensaciones son las mismas. ¿Dequé otro modo deberíamos comprender la plenitud de sucomunicación y lo común de sus respuestas conductistas a sumedio? Deben de ver cosas, estímulos de procesos, de maneramuy parecida. Pero donde empiezan las diferenciaciones y laespecialización de los grupos, ya no tenemos una prueba

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similar de la inmutabilidad de las sensaciones. Sospecho queun mero provincianismo nos hace suponer que el camino de losestímulos a la sensación es el mismo para los miembros detodos los grupos.

Si volvemos ahora a los ejemplares y reglas, lo que heestado tratando de decir, por muy provisional que haya sidomi manera de hacerlo, es esto: una de las técnicasfundamentales por las que los miembros de un grupo, ya seatoda una cultura o una subcomunidad de especialistas dentrode ella, aprenden a ver las mismas cosas cuando seencuentran ante los miembros estímulos, es al verse anteejemplos de situaciones que sus predecesores en el mismogrupo ya había aprendido a ver como similares y comodiferentes de otras especies de situaciones. Estassituaciones similares pueden ser sucesivas presentacionessensorias del mismo individuo, digamos de una madre,básicamente reconocida de vista como lo que es, y comodiferente del padre o de la hermana. Pueden serpresentaciones de los miembros de familias naturales,digamos de cisnes por una parte y de gansos por la otra. Obien, para los miembros de grupos más especializados, puedenser ejemplos de la situación newtoniana, o de sussituaciones; es decir, que todos son similares ya que estánsujetos a una versión de la forma simbólica f = ma y que sondistintos de las situaciones a las que, por ejemplo, seaplican los proyectos de ley de la óptica.

Admitamos por el momento que pueda ocurrir algo de estaíndole. ¿Debemos decir que lo que se ha adquirido de unosejemplos son las reglas y la capacidad de aplicarlas? Estadescripción es tentadora porque el hecho de que veamos unasituación como parecida a las que hemos encontrado antestiene que ser el resultado de un procesamiento neutral,gobernado absolutamente por leyes físicas y químicas. Eneste sentido, en cuanto hemos aprendido a hacerlo, elreconocimiento de la similitud debe ser tan totalmentesistemático como el latir de nuestros corazones. Pero eseparalelo mismo nos sugiere que el reconocimiento tambiénpuede ser involuntario, un proceso sobre el cual no tenemosningún dominio. Si es así, entonces no debemos concebirlopropiamente como algo que logramos mediante la aplicación dereglas y normas. Hablar de él en estos términos implica quetenemos acceso a opciones; por ejemplo, acaso hayamos

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desobedecido una regla, o aplicado mal una norma,experimentando con otra forma de ver.13 Esas, lo acepto, sonlas clases de cosas que no podemos hacer.

O, más precisamente, son casas tales que no podemoshacer hasta que hayamos tenido una sensación, que hayamospercibido algo; entonces a menudo buscamos normas y lasponemos en uso. Entonces podemos embarcarnos en unainterpretación, proceso deliberativo por el cual escogemosentre alternativas, como no lo hacemos en la percepciónmisma. Quizás, por ejemplo, haya algo raro en lo que hemosvisto (recuérdense unas barajas anormales). Al dar vuelta auna esquina vemos a mamá entrando en una tienda del centroen un momento en que creíamos que se encontraba en casa. Alcontemplar lo que hemos visto, de pronto exclamamos: ¡”Esano era mamá, pues tenía el cabello rojo!” Al entrar en latienda vemos de nuevo a esa señora y no podemos entendercómo pudimos confundirla con mamá . O, quizá vemos lasplumas de la cola de un ave que está tomando sus alimentosdel fondo de una piscina. ¿Se trata de un cisne o un ganso?Contemplamos lo que hemos visto mentalmente comparamos lasplumas de la cola con las de los cisnes y gansos que anteshemos vista. O quizás, si nos inclinamos hacia la ciencia,tan sólo queremos saber algunas características generales(la blancura de los cisnes, por ejemplo) de los miembros deuna familia zoológica que fácilmente podamos reconocer. Unavez más, contemplamos lo que antes habíamos percibido,buscando lo que tengan en común los miembros de la familiadada.

Todos estos son procesos deliberativos, y en ellosbuscamos y desplegamos normas y reglas. Es decir, tratamosde interpretar las sensaciones que ya tenemos, de analizarqué es lo dado para nosotros. Por mucho que hagamos eso, losprocesos en cuestión finalmente deben ser neurales, y portanto están gobernados por las mismas leyes físico-químicasque gobiernan la percepción, por una parte, y el latido denuestros corazones, por la otra. Pero el hecho de que elsistema obedezca las mismas leyes en los tres casos no esuna razón para suponer que nuestro aparato neural está

13 Nunca hubiera sido necesario establecer este punto si todas las leyes fueran como las de Newton y todaslas reglas como los Diez Mandamientos. En tal caso, la frase "quebrantar una ley", no tendría sentido y unrechazo de las reglas no parecería implicar un proceso no gobernado por leyes. Por desgracia las leyes detránsito y productos similares de la legislación sí pueden quebrantarse, facilitando la confusión.

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programado para operar de la misma manera en lainterpretación como en la percepción o en ambas como en ellatir de nuestros corazones. A lo que hemos estadooponiéndonos en este libro es, por tanto, al intento,tradicional desde Descartes, pero no antes, de analizar lapercepción como un proceso interpretativo, como una versióninconsciente de lo que hacemos después de haber percibido.

Lo que hace que la integridad de la percepción valga lapena de subrayarse es, por supuesto, que tanta experienciapasada se encuentra incorporada en el aparato neural quetransforma los estímulos en sensaciones. Un mecanismoperceptual apropiadamente programado tiene valor desupervivencia. Decir que los miembros de distintos grupospueden tener distintas percepciones cuando se encuentranante los mismos estímulos no es implicar que tenganpercepciones en absoluto. En muchos medios, el grupo que nopodía diferenciar los perros de los lobos, no pudosubsistir. Tampoco podría un grupo de físicos nucleares dehoy sobrevivir como hombres de ciencia si no pudierareconocer las huellas de las partículas y los electronesalfa. Es precisamente porque hay tan pocas maneras de verpor lo que aquellas que han pasado por las pruebas de usodel grupo son dignas de ser transmitidas de generación.Asimismo, es porque han sido seleccionadas por su triunfosobre el tiempo histórico por lo que tenemos que hablar dela experiencia y el conocimiento de la naturalezaincorporados en el camino del estímulo a la sensación.

Quizás “conocimiento” no sea la palabra adecuada, perohay razones para valernos de ella. Lo que está incluido enel procesos neural que transforma los estímulos ensensaciones tiene las características siguientes: hatransmitido por medio de la educación; tentativamente, haresultado más efectivo que sus competidores históricos en elmedio actual de un grupo; y. finalmente, está sujeto acambio, tanto por medio de una nueva educación como pormedio del descubrimiento de incompatibilidad con el medio,Tales son características del conocimiento, y ello explicapor qué aplico yo ese término. Pero es un uso extraño,porque falta otra característica. No tenemos acceso directoa lo que es aquello que sabemos, no tenemos reglas degeneralización con que expresar este conocimiento. Lasreglas que pudieran darnos tan acceso se referían a los

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estímulos, no a las sensaciones. Y solo podemos conocer losestímulos mediante una elaborada teoría. A fin de ella, elconocimiento incluido en el camino del estímulo de sensaciónsigue siendo tácito.

Lo que antes se ha dicho acerca de la sensación, aunqueobviamente preliminar, y que por ello no tiene que serexacto en todos sus detalles, ha sido consideradoliteralmente. Por lo menos, es una hipótesis acerca de lavisión debe someterse la investigación experimental, aunque,probablemente, no a una verificación directa. Pero hablarasí de ver y de sensaciones también sirve aquí a unasfunciones metafóricas, en todo el cuerpo de este libro. Novemos los electrones, sino antes bien su recorrido, o bienburbujas de vapor en una cámara anublada. No vemos para nadalas corrientes eléctricas, sino, antes bien, la aguja de unamperímetro o de un galvanómetro. Sin embargo, en laspáginas anteriores, particularmente en la Sección X,repetidas veces he procedido como si en realidadpercibiéramos entidades teóricas, como corrientes,electrones y campos, como si aprendiésemos a hacerloexaminando ejemplos, y como si en todos estos casos fueseerróneo dejar de hablar de “ver”. La metáfora que transfiere“ver” contextos similares apenas resulta base suficientepara tales afirmaciones. A la larga, tendrá que sereliminada en favor de un modo de discurso más literal.

El programa de computadoras antes referido empieza aindicar las maneras en que esto pueda hacerse, pero ni elespacio de que disponemos ni el grado de mi actualcomprensión me permiten eliminar aquí la metáfora.14 Encambio, brevemente trataré de sostenerla. Ver unas gotitasde agua o una aguja contra una escala numérica es unaprimitiva experiencia perceptual para el hombre que no estáacostumbrado a cámaras anubladas y amperímetros. Por ellos;requiere contemplación, análisis e interpretación (o bien la

14 Para los lectores de "Second Thoughts", las siguientes observaciones críticas pueden servir de guía. Laposibilidad de un reconocimiento inmediato de los miembros de las familias naturales depende de laexistencia, después del procedimiento neural del espacio perceptual vació entre las familias que deben serdiscriminadas. Si por ejemplo, hubiera un continuo percibido de las clases de aves acuáticas, desde losgansos hasta los cisnes, estaríamos obligados a introducir un criterio específico para distinguirlos. Algosimilar puede decirse para entidades no observables. Si una teoría física sólo admite la existencia de unacorriente eléctrica, entonces un pequeño número de normas, que pueden variar considerablemente de un caso aotro, sería suficiente para identificar la corriente, aun cuando no haya un conjunto de reglas queespecifiquen las condiciones necesarias y suficientes para la identificación. El punto sugiere un corolarioplausible, que puede ser más importante. Dado un conjunto de condiciones necesarias y suficientes paraidentificar una entidad puede ser eliminada a partir de la ontología de una teoría por sustitución. Sinembargo, en ausencia de tales reglas, esas entidades no son eliminables; la teoría, entonces, exige suexistencia.

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intervención de una autoridad exterior) antes de que puedallegarse a conclusiones acerca de electrones o decorrientes. Pero la posición de quien ha aprendido acerca detales instrumentos y ha tenido una gran experiencia contales ejemplos es muy distinta, y hay una diferenciacorrespondiente en la forma en que procesa los estímulos quele llegan a partir de aquellos. Contemplando el vapor de sualiento en una fría noche de invierno, su sensación puedeser la misma del lego, pero al ver una cámara anublada ve(aquí sí literalmente) no gotitas sino el rastro deelectrones, partículas alfa, etc. Tales pistas, si el lectordesea, son las normas que él interpreta como índices de lapresencia de las partículas correspondientes, pero talcamino es a la vez más breve y distinto del que sigue aquélque interpreta las gotitas.

O bien, consideremos al científico que inspecciona unamperímetro para determinar el número ante el cual se hadetenido la aguja. Su sensación probablemente sea la mismaque la del profano, particularmente si este último ha leídoantes otras clases de metros. Pero ha visto el metro (unavez más, a menudo literalmente) en el contexto de todo elcircuito, y sabe algo acerca de su estructura interna. Paraél, la posición de la aguja es una norma, pero tan solo delvalor de la corriente. Para interpretarla sólo tiene quedeterminar en qué escala debe leerse el metro. En cambio,para el profano la posición de la aguja no es una norma denada, excepto de sí misma. Para interpretarla, tendrá queexaminar toda la posición de los alambres, internos yexternos, experimentar con baterías e imanes, etc. En el usometafórico tanto como en le literal de “ver”, lainterpretación empieza donde la percepción termina. Los dosprocesos no son uno mismo, y lo que la percepción deja paraque la interpretación lo complete depende radicalmente de lanaturaleza y de la cantidad de la anterior experiencia ypreparación.

5. Ejemplares, inconmensurabilidad y revoluciones

Lo que hemos dicho antes nos ofrece una base paraaclarar un aspecto más de libro: mis observaciones sobre lainconmensurabilidad y sus consecuencias para los científicos

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que han debatido la opción entre teorías sucesivas.15 En lasSecciones X y XII yo he afirmado que en tales debates, uno yotro bando inevitablemente ven de manera diferente algunasde las situaciones experimentales u observacionales a lasque tienen acceso. Sin embargo, como los vocabularios en quediscuten de tales situaciones constan predominantemente delos mismos términos, tienen que estar remitiendo algunos detales términos a la naturaleza de una manera distinta, y sucomunicación, inevitablemente, resulta sólo parcial. Comoresultado, la superioridad de una teoría sobre otra es algoque no puede demostrarse en el debate, En cambio, como heinsistido, cada bando, mediante la persuasión, debe tratarde convertir al otro. Tan solo los filósofos haninterpretado con graves errores la intención de estas partesde mi argumento. Sin embargo, muchos de ellos han aseguradoque yo creo lo siguiente:16 los defensores de teoríasinconmensurables no pueden comunicarse entre si, absoluto;como resultado, en un debate sobre la elección de teorías nopuede recurrirse a buenas razones: en cambio la teoría habráde escogerse por razones que, a fin de cuentas, sonpersonales y subjetivas; alguna especie de percepciónmística es la responsable de la decisión a que a final sellegue. Más que ninguna otra padre de este libro, lospasajes en que se basan estas erróneas interpretaciones hansido responsables de las acusaciones de irracionalidad.

Considérense primero mis observaciones sobre la prueba.Lo que he estado tratando de explicar es un argumentosencillo, con el que desde hace largo tiempo estánfamiliarizados los filósofos de la ciencia. Los debatessobre la elección de teorías no pueden tener una forma quese parezca por completo a la prueba lógica o matemática. Enesta última, desde el principio quedan estipuladas laspremisas y reglas de inferencia. Si hay desacuerdo acerca delas conclusiones, los bandos que participen en el siguientedebate podrán volver sobre sus pasos, uno por uno, revisandocada uno contra toda estipulación anterior. Al final de cadaproceso, uno u otro tendrán que admitir que han cometido unerror, que han violado una regla previamente aceptada,Después de tal admisión no tendrán a quien recurrir, y laprueba de su oponente resultará decisiva. En cambio, sólo si

15 Los puntos que siguen son tratados con mayor detalle en las secciones 5 y 6 de "Reflections".16 Ver los trabajos citados en la nota 9 y, también el ensayo de Stephen Toulmin en Growth of knowledge.

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los dos descubren que difieren acerca del significado o dela aplicación de las reglas estipuladas, que el acuerdoanterior no ofrece una base suficiente para la prueba, sóloentonces continúa el debate en la forma que inevitablementetoma durante las revoluciones científicas. Tal debate esacerca de las premisas, y recurre a la persuasión comopreludio de la posibilidad de demostración.

En esta tesis, relativamente familiar, no hay nada queimplique que no hay buenas razones para cualquierpersuadido, o que tales razones a fin de cuentas no sondecisivas para el grupo. Tampoco implica siquiera que lasrazones para la elección son distintas de aquellas quehabitualmente catalogan los filósofos de la ciencia:precisión, sencillez, utilidad y similares. Sin embargo, loque debe indicar es que tales razones funcionan como valoresy que así pueden aplicarse de manera diferente individual ycolectivamente, por los hombres que convienen en aceptarlas.Por ejemplo, si dos hombres no están de acuerdo acerca de lautilidad relativa de sus teorías, o si convienen en ellaspero no en la importancia relativa de la utilidad y, ydigamos, en el ámbito que ofrecen para llegar a unadecisión, ninguno podrá quedar convencido de haberseequivocado. Tampoco estará siendo anticientífico ninguno delos dos. No hay un algoritmo neutral para la elección deteorías, no hay ningún procedimiento sistemático de decisiónque, aplicado adecuadamente, deba conducir a cada individuodel grupo a la misma decisión. En este sentido es lacomunidad de los especialistas, que no sus miembrosindividuales, la que hace efectiva la decisión. Paracomprender por qué se desarrolla la ciencia tal como lohace, no es necesario desentrañar los detalles de biografíay personalidad que llevan a cada individuo a una elecciónparticular, aunque esto ejerza una notable fascinación? Loque debe comprenderse, en cambio, es el modo en que unconjunto particular de valores compartidos interactúa conlas experiencias particulares que comparten toda unacomunidad de especialistas para determinar que la mayoría delos miembros del grupo a fin de cuentas encuentran decisivoun conjunto de argumentos por encima de otro. Tal proceso esla persuasión, pero presenta un problema más profundo aún.Dos hombres que perciben la misma situación de mododiferente pero que sin embargo no se valen del mismo

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vocabulario, al discutirlo tienen que estar valiéndose delas palabras de un modo distinto. Es decir, hablan de lo queyo he llamado puntos de vista inconmensurables. ¿Cómo puedentener esperanzas de entenderse y mucho menos de serpersuasivos? Hasta una respuesta preliminar a tal preguntarequiere una mayor especificación de la naturaleza de ladificultad. Supongo que, al menos en parte, talespecificación toma la forma siguiente.

La práctica de la ciencia normal depende de lacapacidad, adquirida a partir de ejemplares, de agruparobjetos y situaciones en conjuntos similares que sonprimitivos en el sentido en que el agrupamiento se hace sincontestar a la pregunta: “¿Similar con respecto a qué?” Unaspecto central de toda evolución es, entonces, que cambienalgunas de las relaciones de similitud. Objetos que fueronagrupados en el mismo conjunto con anterioridad se agrupande diferentes maneras después, y viceversa. Piénsese en elSol, la Luna, Marte y la Tierra antes y después deCopérnico; de la caída libre, del movimiento pendular yplanetario antes y después de Galileo; o en sales,aleaciones y mezclas de hierros azufrados antes y después deDalton. Como la mayor parte de los objetos, aun dentro delos conjuntos alterados, continúan agrupados, habitualmentese conservan los nombres de los conjuntos. No bastante, latransferencia de un subconjunto forma parte de un cambiocrítico en la red de sus interrelaciones. Transferir losmetales del conjunto de compuestos al conjunto de elementosdesempeñó un papel esencial en el surgimiento de una nuevateoría de la combustión de la acidez, y de la combinaciónfísica y química. En poco tiempo tales cambios habianseextendido por todo el campo de la química. Por tanto, no esde sorprender que cuando ocurren tales redistribuciones, doshombres cuyo discurso previamente había procedido con unacomprensión aparentemente completa, de pronto puedanencontrarse respondiendo a un mismo estímulo condescripciones y generalizaciones incompatibles. Esasdificultades no se harán sentir en todos los campos, nisiquiera de su mismo discurso científico, pero sí seplantearán y se agruparán luego más densamente alrededor delos fenómenos de los cuales depende más la elección de unateoría.

Tales problemas, aun cuando por primera vez se hacen

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evidentes en la comunicación, no son meramente lingüísticos,y no pueden resolverse simplemente estipulando la definiciónde los términos más difíciles. Como las palabras alrededorde las cuales se agrupan las dificultades han sidoaprendidas, en parte por su directa aplicación a ejemplares,quienes participan en una interrupción de la comunicación nopueden decir: ‘Yo uso la palabra ‘elemento’ (o ‘mezcla’ o‘planeta’ o ‘movimiento incontrolado’) de manera determinadapor las siguientes normas”. Es decir, no pueden recurrir aun lenguaje neutro que ambos apliquen de la manera y que seaadecuado al planteamiento de sus teorías o siquiera a lasconsecuencias empíricas de las teorías. Parte de ladiferencia es anterior a la aplicación de los idiomas enque, sin embargo, se refleja.

Los hombres que experimentan tales interrupciones a lacomunicación, por lo tanto, deben conservar algún recurso.Los estímulos que actúan sobre ellos son los mismos. Ytambién su aparato neural general, por muy distintamenteprogramado que esté. A mayor abundamiento, excepto en unapequeña zona del conocimiento (aunque importantísima) aun suprogramación neural debe estar muy cerca de ser la misma,pues tienen en común una historia, excepto el pasadoinmediato. Como resultado, tanto su mundo como su lenguajecientíficos son comunes. Dado todo eso en común, debe poderdescubrir mucho acerca de aquello en que difieren. Sinembargo, las técnicas requeridas no son ni directas niconfortables, ni partes de arsenal normal del científico.Los científicos rara vez las reconocen por lo que son, yrara vez las utilizan durante más tiempo del requerido paratratar de inducir a una conversión o para convencerse a símismos de que no podrán obtenerla.

En resumen, lo que pueden hacer quienes participan enuna interrupción de la comunicación es reconocerse uno aotros como miembros de diferentes comunidades lingüísticas,y entonces se convierten en traductores.17 Tomando comoobjeto de estudio las diferencias entre su propio discursointragrupal e intergrupal, pueden, en primer lugar, tratarde descubrir los términos y locuciones que, usados sin

17 La ya clásica fuente para la mayor parte de los aspectos pertinentes de la traducción es Word and Object,de W. V. O. Quine (Cambridge, Mass., y Nueva York, 1969). Caps., I y II. Pero Quine parece considerar quedos hombres que reciben el mismo estímulo deben tener la misma sensación, y por lo tanto tiene poco quedecir sobre el grado que debe alcanzar un traductor para describir el mundo al que se aplica el lenguajeinterpretado. Para ese último punto véase "Linguistics and Ethnology in Translation Problems", de E. A.Nida en ed. Del Hymes, Language and Culture in Society (Nueva York, 1964), pp. 90-97.

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problemas dentro de la comunidad son, no obstante, focos dedisturbio para las discusiones intergrupales. (Laslocuciones que no presentan tales dificultades puedantraducirse homofónicamente). Habiendo aislado de lacomunidad científica tales ámbitos de dificultad, en unesfuerzo más por dilucidar sus perturbaciones, puedenvalerse del vocabulario que diariamente comparten. Es decir,cada uno puede hacer un intento de descubrir lo que el otromundo ve y dice cuando se le presente un estímulo quepudiera ser distinto de su propia respuesta verbal. Sipueden contenerse lo suficiente para no explicar uncomportamiento anormal como consecuencia de un simple erroro de locura, con el tiempo pueden volverse muy buenospronosticadores del comportamiento del otro bando. Cada unohabrá aprendido a traducir la teoría del otro y susconsecuencias a su propio lenguaje y, simultáneamente, adescribir en su idioma el mundo al cual se aplica talteoría. Eso es lo que regularmente hacen (o debieran hacer)los historiadores de la ciencia cuando se enfrentan ateorías científicas anticuadas.

Como la traducción, si se continúa, permite a quienesparticipen en una interrupción de la comunicaciónexperimentar vicariamente algunos de los méritos y defectosde los puntos de vista de los otros, ésta es una potenteherramienta tanto de transformación como de persuasión. Peroni aun la persuasión tiene que tener buen éxito, y si lotiene, no necesariamente irá acompañada o seguida por laconversión. Una importante distinción que sólo recientementehe reconocido por completo es que las dos experiencias deninguna manera son las mismas.

Persuadir a alguien es. convengo en ello, convencerlo deque nuestra opinión es mejor que la suya, y por lo tantodebe remplazarla. Esto se logra, ocasionalmente, sinrecurrir a nada parecido a la traducción. En ausencia,muchas de las explicaciones y enunciados de problemassuscritos por los miembros de un grupo científico resultaránopacos para el otro. Pero cada comunidad lingüísticahabitualmente puede producir, desde el principio, unosresultados concretos de su investigación que, aunque seandescriptibles en frases comprendidas de la misma manera porlos dos grupos, no pueden ser explicados por la otracomunidad en sus propios términos. Si el nuevo punto de

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vista se sostiene durante un tiempo y sigue siendo útil, losresultados de la investigación verbalizables de esta maneraprobablemente crecerán en número. Para algunos hombres,tales resultados, por sí mismos, serán decisivos. Puedendecir: no se cómo lo lograron los partidarios de la nuevaopinión, pero yo debo aprenderlo; sea lo que fuere lo queestán haciendo, claramente tienen razón. Tal reacciónresulta particularmente fácil para los hombres que apenasestán ingresando en la profesión, pues aún no han adquiridolos vocabularios y compromisos especiales de uno u otrogrupo.

Los argumentos que pueden presentarse en el vocabulariodel que se valen ambos grupos, de la misma manera, sinembargo, generalmente no son decisivos, al menos no lo sonhasta una etapa muy tardía de la evolución de las opinionesopuestas.

Entre aquellos ya admitidos en la profesión pocosquedarán persuadidos sin recurrir un poco a lascomparaciones más generales que permite la traducción.Aunque el precio que hay que pagar habitualmente consiste enfrases de gran longitud y complejidad (recuérdese lacontroversia Proust-Berthollet, que se llevó a cabo sinrecurrir al término “elemento”), muchos resultadosadicionales de la investigación pueden ser traducidos delidioma de una comunidad al de la otra. Además, al avanzar latraducción. algunos miembros de cada comunidad tambiénpueden empezar vicariamente a comprender cómo una afirmaciónantes confusa puedo parecer una explicación a los miembrosdel grupo opuesto. La disponibilidad de técnicas como éstasno garantiza, desde luego, la persuasión. Para la mayoría dela gente, la traducción es un proceso amenazante, totalmenteajeno a la ciencia normal. En todo caso, siempre se disponede contra argumentos y ninguna regla prescribe cómo debellegarse a un equilibrio. No obstante, conforme un argumentose apila sobre otro argumento y cuando alguien ha recogidocon éxito un reto tras otro, sólo la más ciega obstinaciónpodría explicar finalmente una resistencia continuada.

Siendo tal el caso, llega a ser de una importanciadecisiva un segundo aspecto de la traducción, muy familiartanto a lingüistas como historiadores. Traducir una teoría ovisión del mundo al propio lenguaje no es hacerla propia.Para ello hay que volverse “completamente indígena”,

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descubrir que se está pensando y trabajando en un idioma queantes era extranjero, no simplemente traduciéndolo; sinembargo, tal transición no es una que un individuo puedahacer o pueda dejar de hacer por deliberación y gusto, porbuenas que sean sus razones para desear hacerla así. Encambio, en algún momento del proceso de aprender a traducir,el individuo encuentra que ya ha ocurrido la transición, queél se ha deslizado al nuevo idioma sin haber tomado ningunadecisión. O bien, como muchos de quienes encontraron porprimera vez, digamos, la relatividad o la mecánica cuánticasiendo ya de mediana, edad, se encuentra totalmentepersuadido de la nueva opinión, pero, sin embargo, incapazde internalizarla y de sentirse a gusto en el mundo al queayuda a dar forma. Intelectualmente, tal hombre ya ha hechosu elección, pero la conversión requerida, si ha de serefectiva, aún lo elude. No obstante, puede valerse de lamanera de la nueva teoría, pero la hará así como unextranjero que se hallara en un medio ajeno, como unaalternativa de la que dispone tan sólo porque se encuentranallí algunos “indígenas; La labor del hombre es parasitariade la de ellos, pues aquél carece de la constelación deconjuntos mentales que por medio de la educación adquiriránlos futuros miembros de la comunidad. La experiencia de laconversión que yo he comparado a un cambio de Gestaltpermanece, por lo tanto, en el núcleo mismo del procesorevolucionario. Buenas razones para la elección ofrecenmotivos para la conversión y el clima en que másprobablemente ocurrirá ésta. Además, la traducción puedeaportar puntos de entrada para la reprogramación neural, quepor inescrutable que sea en este momento, debe hallarsesubyacente en la conversión. Pero ni unas buenas razones nila traducción constituyen la conversión y es este proceso elque tenemos que explicar para comprender una índole esencialde cambio científico.

6. Las revoluciones y el relativismo

Una consecuencia de la posición antes delineada hamolestado particularmente a varios de mis críticos.18

Encuentran relativista mi perspectiva, particularmente comoestá desarrollada en la última sección de este libro. Mis

18 "Structure of Scientific Revolutions", de Shapere y Popper en Growth of Knowledge.

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observaciones sobre la traducción ponen en relieve lasrazones de esta acusación. Los partidarios de distintasteorías son como los miembros de comunidades distintas decultura-lenguaje. El reconocer el paralelismo sugiere que enalgún sentido ambos grupos pueden estar en lo cierto.Aplicada a la cultura y a su desarrollo, tal posición esrelativista.

Pero aplicada a la ciencia puede no serlo, y en todocaso está muy lejos del mero relativismo en un respecto que miscríticos no han visto. Tomados como grupo o en grupos, lospracticantes de las ciencias desarrolladas son, como yo heafirmado, fundamentalmente, resolvedores de enigmas. Aunquelos valores que a veces despliegan, de elección de teoríasse derivan también de otros aspectos de su trabajo, lademostrada capacidad para plantear y para resolver enigmasdados por la naturaleza es, en caso de conflicto de valores,la norma dominante para la mayoría de los miembros de ungrupo científico. Como cualquier otro valor, la capacidad deresolver enigmas resulta equívoca en su aplicación. Loshombres que la comparten pueden diferir, no obstante en losjuicios que hacen basados en su utilización. Pero elcomportamiento de una comunidad que la hace preeminente serámuy distinto del de aquella comunidad que no lo haga. Creoyo que en las ciencias el alto valor atribuido a lacapacidad de resolver enigmas tiene las consecuenciassiguientes; imagínese un árbol evolutivo que represente eldesarrollo de las modernas especialidades científicas apartir de sus orígenes comunes, digamos en la primitivafilosofía naturalista y en las técnicas. Una línea que subapor ese árbol, sin volver nunca atrás, desde el tronco hastala punta de alguna rama, podría seguir una sucesión deteorías de ascendencia común. Considerando cualesquiera dosde tales teorías elegidas a partir de puntos no demasiadocercanos a su origen, debe ser fácil establecer una lista denormas que puedan capacitar a un observador no comprometidoa distinguir las anteriores de la teoría más reciente, una yotra vez. Entre las más útiles se encontrarán la precisiónen la predicción, particularmente en la prediccióncuantitativa; el equilibrio entre temas esotéricos ycotidianos, y el número de diferentes problemas resueltos.Menos útiles para este propósito, aunque considerablesdeterminantes de la vida científica, serían valores tales

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como simplicidad, dimensiones y compatibilidad con otrasespecialidades. Tales aún no son las requeridas, pero notengo duda de que se las puede completar. De ser estoposible, entonces el desarrollo científico, como elbiológico, constituye un proceso unidireccional eirreversible. Las teorías científicas posteriores sonmejores que las anteriores para resolver enigmas en losmedios a menudo totalmente distintos a los que se aplican.Tal no es una posición relativista, y muestra el sentido enel cual sí soy un convencido creyente en el progresocientífico.

Sin embargo, comparada esta posición con la idea deprogreso que hoy prevalece tanto entre los filósofos de laciencia como entre los profanos, la posición carece de unelemento esencial. A menudo se considera que una teoríacientífica es mejor que sus predecesores, no tan solo en elsentido en que es un instrumento mejor para descubrir yresolver enigmas, sino también porque, de alguna manera,constituye una representación mejor de lo que en realidad esla naturaleza. A menudo se oye decir que las teoríassucesivas crecen aproximándose cada vez más a la verdad.Generalizaciones aparentes como esa no sólo se refiere a lasolución de enigmas y a las predicciones concretas derivadasde una teoría, sino, antes bien, a su ontología, es decir, ala unión de las entidades con que la teoría cubre lanaturaleza y lo que “realmente está allí”.

Quizás haya alguna manera de salvar la idea de “verdad”para su aplicación a teorías completas, pero ésta nofuncionará. Creo yo que no hay un medio, independiente deteorías, para reconstruir frases como “realmente está allí”;la idea de una unión de la ontología de una teoría y sucorrespondiente “verdadero” en la naturaleza me pareceahora, en principio, una ilusión; además, como historiador,estoy impresionado por lo improbable de tal opinión. Porejemplo, no dudo de que la mecánica de Newton es una mejorasobre la de Aristóteles, y que la de Einstein es una mejorasobre la de Newton como instrumento para resolver enigmas.Pero en su sucesión no puedo ver una dirección coherente dedesarrollo ontológico. Por el contrario, en algunos aspectosimportantes, aunque, desde luego, no en todos, la teoríageneral de la relatividad, de Einstein, está más cerca de laAristóteles que ninguna de las dos de la Newton. Aunque

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resulta comprensible la tentación de tildar a tal posiciónde relativista, a mí tal descripción me resulta errónea. Y,a la inversa, si tal posición es relativismo no puedo verque el relativista pierda nada necesario para explicar lanaturaleza y el desarrollo de las ciencias.19

7. La naturaleza de la ciencia

Concluirá con un breve análisis de dos reaccionesrecurrentes a mi texto original, la primera crítica, lasegunda favorable y, creo yo, ninguna de las dos correcta.Aunque ninguna de las dos se relaciona con lo que se hadicho, ni entre sí, ambas han prevalecido lo suficiente paraexigir al menos alguna respuesta.

Unos pocos lectores de mi texto original han notado queyo repetidas veces he pasado del modo descriptivo al modonormativo, transición particularmente marcada en pasajesocasionales que empiezan con “pero eso no es lo que hacenlos científicos”, y que terminan afirmando que loscientíficos no deben hacerlo. Algunos críticos afirman queyo he estado confundiendo la descripción con laprescripción, violando así el antiguo y honorable teoremafilosófico según el cual “es” no puede implicar “debe ser”.20

Sin embargo, tal teorema, en la práctica, ha pasado a noser más que un marbete, y ya no se le respeta en ningunaparte. Un buen número de filósofos contemporáneos handescubierto importantes contextos en que lo normativo y lodescriptivo quedan inextricablemente entrelazados. “Es” y“debe ser” están lejos de hallarse siempre tan separadoscomo parece. Pero no es necesario recurrir a las sutilezasde la actual filosofía lingüística para desentrañar lo queha parecido confuso en este aspecto de mi posición. Laspáginas anteriores presentan un punto de vista o una teoríaacerca de la naturaleza de la ciencia y, como otrasfilosofías de la ciencia, la teoría tiene consecuencias parael modo en que deben proceder los científicos si quieren quesu empresa triunfe. Aunque no tiene que ser correcta, comoninguna otra teoría, sí aporta una base legítima parareiterados “debe ser” y “tiene que ser”. A la inversa, unconjunto de razones para tomar en serio la teoría es que los

19 Para uno de los muchos ejemplos véase el ensayo P. K. Feyerabend en Growth of Knowledge.20 Must We Mean What We Say? de Stanley Cavell (Nueva York, 1969), cap. I.

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científicos, cuyos métodos han sido desarrollados yseleccionados de acuerdo con su éxito, en realidad sí secomportan como la teoría dice que deben hacerlo. Misgeneralizaciones descriptivas son prueba de la teoríaprecisamente, porque también pueden haberse derivado deella, en tanto que, según otras opiniones de la naturalezade la ciencia, constituyen un comportamiento anómalo.

Creo yo que la circularidad de tal argumento no lo hacevicioso. Las consecuencias del punto de vista que estamosexaminando no quedan agotadas por las observaciones en lasque se basó al principio. Desde antes de que el libro fuerapublicado por primera vez, algunas partes de la teoría quepresenta, habían sido para mí una herramienta de granutilidad para la exploración del comportamiento y eldesarrollo científico. La comparación de esta posdata conlas páginas del texto original acaso indique que ha seguidodesempeñando tal papel. Ningún punto de vista meramentesingular puede ofrecer tal guía.

A una última reacción a este libro, mi respuesta tieneque ser de índole distinta. Muchos de quienes han encontradoun placer en él lo han encontrado no tanto porque ilumine laciencia cuanto porque han considerado sus principales tesisaplicables también a muchos otros campos. Veo lo que quierendecir, y no desearía desalentar sus esfuerzos de extender laposición; pero, no obstante, su reacción me ha intrigado. Enel grado en que mi libro retrata el desarrollo científicocomo una sucesión de periodos establecidos por la tradición,puntuados por interrupciones no acumulativas, sus tesisindudablemente son de extensa aplicabilidad. Pero así teníanque serlo, porque son tomadas de otros campos. Loshistoriadores de la literatura, de la música, de las artes,del desarrollo político y de muchas otras actividadeshumanas han descrito de la misma manera sus temas. Laperiodización de acuerdo con interrupciones revolucionariasde estilo, gusto y estructura institucional, ha estadosiempre entre sus útiles normales. Si yo he sido originalcon respecto a conceptos como éstos, ello ha sido,principalmente, por aplicarlos a las ciencias, campo que porlo general, se había supuesto que se desarrollaba de maneradistinta. Es concebible que la noción de un paradigma comouna realización concreta, un ejemplar, sea una segundacontribución. Por ejemplo, yo sospechaba que algunas de las

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notorias dificultades que rodean a la noción de estilo enlas artes plásticas podrán desvanecerse si puede verse quelas pinturas están modeladas unas a partir de otras, y noproducidas de conformidad con algunos abstractos cánones deestilo.21

Sin embargo, también pretende este libro establecer otraclase de argumento, que ha resultado menos claramentevisible para muchos de mis lectores. Aunque el desarrollocientífico puede parecerse al de otros campos más de lo quea menudo se ha supuesto, también es notablemente distinto.Por ejemplo, decir que la ciencia, al menos después decierto punto de su desarrollo, progresa de una manera en queno lo hacen otros campos, pueden ser completamente erróneo,cualquiera que sea tal progreso. Uno de los objetos dellibro fue examinar tales diferencias y empezar a aplicarlas.Considérese, por ejemplo, el reiterado hincapié anterior enla ausencia o, como diría yo ahora en la relativa escasez deescuelas en competencia en la ciencia del desarrollo. Orecuérdense mis observaciones acerca del grado en que losmiembros de una comunidad científica dada constituyen elúnico público y son los únicos jueces del trabajo de lacomunidad. O piénsese, asimismo, en la naturaleza especialde la educación científica, en la solución de enigmas comoobjetos y en el sistema de valores que el grupo decientíficos muestra en los periodos de crisis y decisión. Ellibro aísla otros rasgos de la misma índoles, nonecesariamente exclusivos de la ciencia pero que, enconjunción, si colocan aparte tal actividad.

Acerca de todos estos rasgos de la ciencia hay mucho máspor aprender. Habiendo iniciado esta posdata subrayando lanecesidad de estudiar la estructura comunitaria de laciencia, la terminaré subrayando la necesidad de un estudiosimilar y, sobre todo, comparativo de las correspondientescomunidades en otros ámbitos. ¿Cómo se elige y cómo se eselegido para miembro de una comunidad particular, seacientífica o no? ¿Cuál es el proceso y cuáles son las etapasde la socialización del grupo? ¿Qué ve el grupo,colectivamente, como sus metas? ¿Qué desviaciones,individuales o colectivas, tolerará, y cómo controla laaberración impermisible? una mayor comprensión de la ciencia

21 Para este punto así como para un análisis más amplio de lo que es especial en las ciencias, ver:"Comment [on the Relations of Science and Art]", de T. S. Kuhn, en Comparative Studies in Philosophy and History. XI(1969), pp. 403-12.

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dependerá de las respuestas a otras clases de preguntas, asícomo a éstas, pero no hay campo en que se necesite con másurgencia un trabajo ulterior. El conocimiento científico,como el idioma, es, intrínsecamente, la propiedad común deun grupo, o no es nada en absoluto. Para comprender estonecesitaremos conocer las características especiales de losgrupos que lo crean y que se valen de él.

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