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La Guinea española y las relaciones de España con Guinea Ecuatorial

Date post: 22-Nov-2023
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JOSE MARIA BENEYTO y JUAN CARLOS PEREIRA (DIRECTORES) HISTORIA DE LA POLITICA EXTERIOR ESPANOLA EN LOS SIGLOS XX Y XXI MARTA HERNÁNDEZ RUIZ (COORDINADORA) VOLUMEN 11 + CEU I Ediciones CElJ Í/l:,/Í/il/11 /Jii/l':' ·,j ,¡rj11 ,f,, fs¡,u/io., I 11ru¡i,·u , 1 1 _¡// ,,I
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JOSE MARIA BENEYTO y JUAN CARLOS PEREIRA

(DIRECTORES)

HISTORIA

DE LA

POLITICA

EXTERIOR

ESPANOLA

EN LOS SIGLOS XX Y XXI

MARTA HERNÁNDEZ RUIZ (COORDINADORA)

VOLUMEN 11

+ CEU I Ediciones

CElJ Í/l:,/Í/il/11 /Jii/l':' ·,j ,¡rj11 ,f,, fs¡,u/io., I 11ru¡i,·u.s

, 1 1 _¡// ,,I

JOSÉ MARÍA BENEYTO JUAN CARLOS PEREIRA

(Directores)

MARTA HERNÁNDEZ RUIZ (Coordinadora)

Historia de la

política exterior española

en los siglos

XX y XXI

(Volumen 11)

/,-i I ' CEU I Ediciones

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, \Vww.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.

Historia de la política:e�terior española en los siglos XX y XXI (Volumen 11)

© 2015, Adela M. Alija, Bruno Ayllón Pino, José Manuel Azcona Pastor, Carlos Collado Seidel, Matilde Eiroa San Francisco, Mª Dolores Ferrero Blanco, Miguel Hernando de Larramendi, Carolina Labarta Rodríguez-Maribona, Encarnación Lemus López, Juan Leña Casas, José Antonio Lis bona, Misael Arturo López, Emilio de Miguel Calabia, Feliciano Montero García, José Luis Neila Hernández, Pedro Pérez Herrero, Francisco Quintana Navarro, Matteo Re, Florentino Rodao García, Agustín Sánchez Andrés © 2015, del prólogo, Marcelino Oreja Aguirre © 2015, Fundación Universitaria San Pablo CEU

CEU Ediciones

Julián Romea 18, 28003 Madrid Teléfono: 9151405 73, fax: 91 514 04 30 Correo electrónico: [email protected] www.ceuediciones.es

ISBN obra completa: 978-84-16477-20-3 ISBN volumen 11: 978-84-16477-22-7 Depósito legal: M-36267-2015

Maquetación: Luzmar Estrada Seidel (CEU Ediciones) Diseño de cubierta: Pablo Velasco Quintana (CEU Ediciones) Pantone de cubierta: PANTONEYELLOW (Color reglamentario del emblema europeo)

Impresión: Imedisa, S. L. Impreso en España - Printed in Spain

Índice

21. Las relaciones con Francia: vecinos, aliados y rivales ...................................... 13

ENCARNACIÓN LEMUS LÓPEZ

l. Introducción ................................................................................................. 13 2. 1900 a 1914: un comienzo difícil ................................................................. 15 3. De 1914 a 1945: de una guerra a otra .......................................................... 18 4. De 1945 a 1975: del aislamiento internacional al fin del régimen ............ 25 5. De 1975 a 1985: la Transición y el camino a la Comunidad ...................... 34 6. De 1985 a 2012: veinte años de vecindad democrática ............................. 43 7. Conclusiones ................................................................................................. 51

22. ¿El amigo alemán? Mito y realidad en las relaciones hispano-alemanascontemporáneas ................................................................................................. 55 CARLOS COLLADO SEIDEL

l. De la crisis de las Carolinas a las crisis de Marruecos .............................. 57 2. Neutralidad reñida durante la Gran Guerra ............................................... 59 3. Conflictos y rivalidades en los años de entreguerras ................................. 61 4. Intereses cruzados ante la Guerra Civil española ...................................... 65 5. El desencuentro de Hendaya.: ..................................................................... 67 6. El peso de la sombra del pasado ................................................................. 71 7. "La conciencia católica de Europa" ............................................................. 7 4 8. "Cercanía necesaria" ante la Transición ..................................................... 76 9. Comunidad de intereses en Europa ............................................................ 79 10. Conclusión: del mito a la realidad en las relaciones hispano-alemanas . 80

23. Reino Unido y España: unas relaciones marcadas por el contenciosoterritorial. ............................................................................................................. 83

CAROLINA LABARTA RODRÍGUEZ-MARIBONA

l. Las claves de las relaciones hispano-británicas en el siglo XX ................. 83 2. De la crisis de 1898 a la I Guerra Mundial: Gran Bretaña y las

aspiraciones españolas en Marruecos ........................................................ 84 3. 1914-1936: De la I Guerra Mundial a la antesala de la Guerra Civil ......... 85

4. 1936-1945: De la Guerra Civil al final de la II Guerra Mundial.. ................ 90 5. 1945-1975: Del aislamiento internacional al inicio de la Transición ........ 95 6. 1975-1982: La política británica hacia una España en transición .......... 101 7. 1982-2012. Veinte años de alternancia democrática y una piedra

que no quiere salir del zapato. La negociación interminable sobreGibraltar ...................................................................................................... 106

8. Conclusión: ¿Un conflicto insoluble?.. ...................................................... ll0

24. Las relaciones de España con Italia: entre los lazos comerciales, sociales,culturales e históricos ...................................................................................... 113 MATTEO RE l. El principio del siglo XX: Las relaciones entre las liberales

España e Italia ............................................................................................. 113 2. Primo de Rivera, la II República y la Italia de Mussolini... ....................... 115 3. Estalla la Guerra Civil, vuelve el interés de Italia hacia España .............. ll8 4. La propaganda cultural fascista ................................................................ 121 5. La presencia del cine italiano en España durante el franquismo ........... 126 6. España franquista e Italia democrática .................................................... 128 7. De la democracia a la actualidad .............................................................. 131

25. Las relaciones entre España y la Europa del Este. Las relaciones conRusia/URSS ........................................................................................................ 135 MATILDE EIROA SAN FRANCISCO y Mª DOLORES FERRERO BLANCO l. Las alianzas con la gran Europa de gobiernos nazi-fascistas y

ultraconservadores (1939-1945) ................................................................ 136 2. De la demonización del Telón de Acero a la aproximación forzosa

(1946-1959) .................................................................................................. 138 3. La transformación de la orientación anticomunista española:

la economía como puente hacia el restablecimiento de las relaciones(1959-1991) ................................................................................................. 140

4. El anticomunismo y la imposibilidad de las relaciones España-URSS .. 1525. Los colectivos humanos y temas que tendieron puentes: presos,

exiliados y posicionamientos en la Guerra Fría ....................................... 154 6. La evolución de las relaciones comerciales .............................................. 157

26. La política exterior española hacia Estados Unidos desde la crisis del 98 ... 161MISAEL ARTURO LÓPEZ ZAPICOl. Introducción ............................................................................................... 161 2. De 1900 a 1914: antes de la I Guerra Mundial .......................................... 164 3. De 1914 a 1936: de la I Guerra Mundial a la antesala de la

Guerra Civil española ................................................................................. 167 4. De 1936 a 1945: de la Guerra Civil al final de la II Guerra Mundial ........ 173 5. De 1945 a 1975: del aislamiento internacional al inicio de la

Transición .................................................................................................... 179 6. De 1975 a 1982: la Transición ..................................................................... 190 7. De 1982 a 2012: treinta años de alternancia democrática ....................... 196 8. Conclusiones ............................................................................................... 205

27. La relación especial de España y América Latina. La búsqueda delentendimiento ................................................................................................... 209 PEDRO PÉREZ HERRERO l. Introducción ............................................................................................... 209 2. De la pérdida de las últimas colonias a la II República (1898-1936) ...... 2ll 3. La dictadura franquista (1936-1975) ......................................................... 217 4. La España democrática: puente entre América Latina y la

Unión Europea (1976-1990) ...................................................................... 219 5. Las Conferencias Iberoamericanas: articuladoras de las relaciones

(1991-2013) ................................................................................................. 222 6. España y América Latina: la necesidad de repensar las relaciones ....... 235

28. España-México. Una historia de altibajos: entre la autonomía,el rechazo y la profundización de las relaciones ............................................ 241 AGUSTÍN SÁNCHEZANDRÉS l. Introducción ............................................................................................... 241 2. La normalización de las relaciones hispano-mexicanas, 1900-1910 ..... 242 3. Ruptura, conflicto y reconciliación durante la Revolución

Mexicana, 1911-1936 .................................................................................. 244 4. México y la Guerra Civil española, 1936-1939 .......................................... 250 5. Las complejas relaciones del régimen franquista con México,

1939-1975 .................................................................................................... 254 6. El restablecimiento de las relaciones diplomáticas durante la

Transición, 1975-1982 ................................................................................ 258 7. La construcción de una alianza estratégica entre España y México,

1982-2012 ............................ : ....................................................................... 261 8. Conclusiones ............................................................................................... 266

29. Las relaciones de España con Cuba. Entre la continuidad y las crisis ......... 269 ADELA M. ALIJA

l. Las relaciones entre España y Cuba después de la independenciacubana (1898-1939) .................................................................................... 271

2. Las relaciones entre la España franquista y Cuba hasta laRevolución de 1959 (1939-1958) ................................................................ 275

3. España y la Revolución cubana. Las nuevas relaciones .......................... 282 4. La política exterior hacia Cuba desde la Transición española ................ 287

30. España-Brasil: de la indiferencia a la asociación estratégica ........................ 299 BRUNO AYLLÓN PINO

l. Introducción .............................................................................................. 299 2. La perspectiva histórica en las relaciones España-Brasil ........................ 302 3. La transformación gradual de las relaciones Brasil-España a

partir de 1979 .............................................................................................. 305 4. España en el eje instrumental: consolidación de las relaciones y

"asociación estratégica" ............................................................................. 309

5. Las relaciones bilaterales durante los gobiernos de Rousseffy Rajoy .... 317 6. Conclusiones ............................................................................................... 320

31. España y el Cono Sur latinoamericano ........................................................... 323 JOSÉ MANUEL A?'.CONA PASTOR

l. Inicios y primeros hitos .............................................................................. 323 2. Ultramar e Hispanoamérica ..................................................................... 324 3. La visión diplomática ................................................................................ 331 4. Diplomacia y emigración ........................................................................... 334 5. La impronta específica al sur del continente ........................................... 341 6. Recorrido histórico, empresa y relaciones diplomáticas ........................ 348

32. España y el Magreb. Marruecos en la política exterior española .................. 357 JOSÉ LUIS NEILA HERNÁNDEZ

l. Marruecos, el Magreb y el Mediterráneo en la política exterior deEspaña: claves interpretativas ................................................................... 358

2. España y el Magreb en la era del imperialismo (1898-1919) ................... 360 3. El Magreb como epicentro de la política española hacia el

Mediterráneo en el sistema internacional deVersalles (1919-1936) ...... 363 4. El componente africano de la Guerra Civil española (1936-1939) ......... 367 5. Del "imperio que nunca existió" al "largo adiós de la

descolonización" (1939-1975) .................................................................... 369

6. El acomodo internacional de España durante la Transición yconsolidación democrática y el Magreb (1975-1991) .............................. 374

7. El "giro mediterráneo" y la articulación de una política globalhacia el Magreb (1991-2012) ...................................................................... 378

33. España y el mundo árabe ................................................................................. 383 MIGUEL HERNANDO DE LARRAMENDI

l. La cuestión de Marruecos y la debilidad de intereses en OrientePróximo (1900-1914) ..................................................................... : ............ 383

2. De la colonización subordinada en Marruecos al irredentismoen el Norte de África (1914-1945) .............................................................. 386

3. La relaciones con el mundo árabe durante el franquismo.Entre la retórica de un pasado común y los avatares de unadescolonización por etapas (1945-1975) ................................................. 389

4. Las relaciones con el mundo árabe durante la Transición.Entre la inercia de los tradicionales lazos de amistad y la hipotecadel conflicto del Sáhara Occidental (1975-1986) ..................................... 397

5. La mediterraneización de la política árabe y el reforzamiento de laprioridad magrebí tras la adhesión a la Comunidad Europea(1986-2012) .................................................................................................. 403

34. España y la cuestión palestino-israelí ............................................................. 413 JOSÉ ANTONIO LISBONA

l. Introducción: unas relaciones condicionadas por el conflicto .............. 413 2. El desencuentro entre una España franquista y un Israel socialista

(1948-1951) ................................................................................................. 414 3. Una asimetría diplomática: del rechazo israelí a la negativa

española (1952-1967) ................................................................................. 417 4. De la "tradicional amistad hispano-árabe" al apoyo de la

"justa causa palestina'' (1967-1975) ......................................................... 420 5. La Transición democrática y el sinuoso camino hacia el

establecimiento de relaciones con Israel (1976-1986) ............................ 423 6. La normalización diplomática: de la primera lntifada a los

acuerdos de Paz (1986-1996) ..................................................................... 430 7. Los gobiernos de Aznar: en apoyo de Arafat (1996-2004) ....................... 434 8. Los gobiernos de Zapatero: de la desconfianza al doble juego

(2004-2011) .................................................................................................. 437 9. El gobierno Rajoy: consenso en torno a una política tradicional

(2011-presente) ........................................................................................... 442 10. Conclusiones. España, entre Israel y Palestina: un triángulo de

pasiones ....................................................................................................... 444

35. Las relaciones con Asia-Pacífico.De la independencia de Filipinas a ladependencia del gigante chino ........................................................................ 44 7

EMILIO DE MIGUEL CALABIA y FLORENTINO RODAO GARCÍA

l. Introducción ............................................................................................... 447 2. De 1900 a 1914: antes de la I Guerra Mundial .......................................... 448 3. De 1914 a 1936: de la I Guerra Mundial a la antesala de la

Guerra Civil española ................................................................................. 449 4. De 1936 a 1945: de la Guerra Civil al final de la II Guerra Mundial ........ 452 5. De 1945 a 1975: del aislamiento internacional al inicio de la

Transición .................................................................................................... 455 6. De 1975 a 1982: la Transición ..................................................................... 458 7. De 1982 a 2000: alternancia democrática sin estrategia .......................... 459 8. Estrategias hacia Asia desde el año 2000 .................................................. 462 9. Conclusiones ............................................................................................... 468

36. Las relaciones de España con China y Japón .................................................. 469 JUAN LEÑA CASAS

l. Introducción ............................................................................................... 469 2. De 1900 a 1914: antes de la I Guerra Mundial .......................................... 472 3. De 1914 a 1936: de la I Guerra Mundial a la antesala de la

Guerra Civil e�pañola ................................................................................. 4 76 4. De 1936 a 1945: de la Guerra Civil al final de la II Guerra Mundial ........ 479 5. De 1945 a 1975: del aislamiento internacional al inicio de la

Transición .................................................................................................... 482 6. De 1975 a 1982: la Transición ..................................................................... 487 7. De 1982 a 2012: veinte años de alternancia democrática ........................ 489 8. Conclusiones ............................................................................................... 494

37. La Guinea española y las relaciones de España con Guinea Ecuatorial:lo que mal empieza ... ....................................................................................... 497 FRANCISCO QUINTANA NAVARRO

l. Los fundamentos de la presencia española ............................................. 498 2. La colonización: de la acción colonial en precario al colonialismo

integral ........................................................................................................ 501 3. La descolonización demorada: de la ficción provincial a la

independencia forzada ............................................................................. 509 4. Las secuelas: las relaciones hispano-ecuatoguineanas en continuo

sobresalto .................................................................................................... 517

38. África subsahariana en los márgenes internacionales de España: de laindiferencia a las políticas reactivas ................................................................ 533

FRANCISCO QUINTANA NAVARRO

l. La situación de partida: el vacío de relaciones heredado de la etapacolonial ........................................................................................................ 534

2. Los aportes del tardofranquismo: aceptación silenciosa de ladescolonización y despliegue diplomático de mínimos, 1960-1976 ...... 537

3. La Transición: el affaire Canarias en la OUA y la Operación África,1977-1981 .................................................................................................... 545

4. Los nuevos propósitos de la democracia: cultivo de la lusofonía ypolítica anti-apartheid, 1982-1995 ............................................................ 551

5. Los impulsos recientes: desafío global en la Frontera Sur y planesÁfrica, 1995-circa2010 ............................................................................... 556

39. Las relaciones entre España y el Vaticano/ Relaciones Iglesia-Estado ........ 569

FELICIANO MONTERO GARCÍA

l. Una relación trilateral no sólo diplomática .............................................. 571 2. Entre la tolerancia y la confesionalidad. Integrismo versus

accidentalismo ............................................................................................ 571 3. El peso del conflicto clericalismo-anticlericalismo: la educación

y las congregaciones ................................................................................... 572 4. El paréntesis de la dictadura de Primo de Rivera: una relación

ambivalente ................................................................................................ 575 5. La ruptura de relaciones en la II República. La separación

Iglesia-Estado ............................................................................................. 578 6. La Guerra Civil. La prudente legitimación vaticana del régimen

nacional-católico ........................................................................................ 579 7. El primer franquismo. La lenta marcha hacia el Concordato ................. 580 8. Tensiones, disidencias y desenganches en el segundo franquismo ....... 584 9. La Transición y los acuerdos Iglesia-Estado (1976-1979) ........................ 587

Índice de Autores ..................................................................................................... 593

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37

La Guinea española y las relaciones de

España con Guinea Ecuatorial:

lo que mal empieza ...

FRANCISCO QUINTANA NAVARRO

Las escasas relaciones que la España contemporánea ha mantenido con el África negra cuentan con una excepción: Guinea Ecuatorial, único jalón destacado de la proyección hispánica al sur del Sahara. Pese a ello, el conocimiento riguroso que tenemos sobre este renglón de la política colonial y postcolonial española es relativamente reciente, dada la existencia de un prolongado vacío historiográfico hasta la llegada de la democracia. El interés por el tema fue espoleado primero desde el exterior, gracias a la obra precursora de Max Liniger-Goumaz, y luego cultivado por los renovados estudios africanos que a duras penas se abrieron paso en la uni­versidad española con la normalización interna e internacional del país. Al cabo del tiempo, la labor investigadora desarrollada por Urbano Martínez Carreras, Donato Ndongo, Gonzalo Sanz, Teresa Pereira, Juan Bautista Vilar, Olegario Negrín, Mariano de Castro, María Luisa de la Calle, Gustau Nerín, Jacint Cre"us y Alicia Campos, en­tre otros, ha ido dando frutos maduros, y afortunadamente hoy disponemos de un elenco bibliográfico que cubre buena parte de la colonización española y, también, su tardía y penosa descolonización. No obstante, las dificultades de acceso a la do­cumentación española-ahora más incomprensibles que nunca-siguen impidiendo esclarecer acontecimientos y procesos que han sido decisivos en el devenir del se­cular "desencuentro" hispano-guineano. Con tales luces y sombras se ha elaborado esta síntesis sobre el colonialismo español en los territorios del Golfo de Guinea y las relaciones hispano-ecuatoguineanas tras la independencia. Su propósito funda­mental es ofrecer una visión panorámica de este escabroso capítulo de la política exterior de España, abocada a realizar continuos viajes de ida y vuelta al único peda­cito del África tropical con presencia de cultura hispánica'.

1 Este ensayo debe mucho a Teresa Pereira Rodríguez, a quien el autor quiere agradecer profundamente la inestimable ayuda prestada. Por otra parte, ya elaborado este trabajo ha aparecido una nueva obra que enriquece

Francisco Quintana Navarro

Un territorio algo menor que el de Galicia fue todo el botín colonial que España pudo obtener al sur del Sahara tras el reparto de África. Lo conformaba una cuña continental de unos 26.000 km2 de superficie (Río Muni, actual Mbini), con forma de rectángulo encajonado en el África Ecuatorial Francesa (salvo el tiempo que Camerún estuvo en manos de Alemania), y varias islas diseminadas, la mayor al norte (Fernando Poo, actual Bioko) y las demás al sur, algunas cerca de la costa (Corisco y los dos Elobey, el Grande y el Chico) y otra alejada mar adentro (Annobón), que añadían otros 2.000 km' de territorio, poco más o menos. Allí, en la Guinea es­pañola, una nación moribunda que se encaminaba a perder los restos de su antiguo Imperio ultramarino se aprestó a mantener su estatus de potencia colonial en la era del imperialismo, aunque sus escasas fuerzas solo le permitieron poner en práctica un colonialismo en precario inicialmente. El paso del tiempo fue consolidando la dominación española, gracias a la intensificación de los procesos de explotación económica de los territorios y de aculturación de las poblaciones indígenas, pudién­dose al fin ejercer un colonialismo integral, aunque a destiempo, porque el mundo ya caminaba hacia la descolonización. Con la miel en los labios, pues, España afrontó la última etapa de su dominación, por lo que intentó resistir el desafío emancipador y luego demorar la independencia hasta que pudo, lo cual impidió el despliegue de una estrategia descolonizadora coherente que al final pasó factura, con una retirada en desbandada. Desde entonces, el legado colonial no ha dejado de proyectarse en las relaciones hispano-ecuatoguineanas, que han estado condenadas, entre deseos de aproximación y realidades de distanciamiento, a la crisis recurrente.

1. Los fundamentos de la presencia española

Echar una mirada a los orígenes del "dominio" español en Guinea durante elochocientos es zambullirse de lleno en una experiencia de impotencia colonial, mar­cada por el debilitamiento interno del país y su empequeñecimiento internacional. Los derechos sobre aquellos territorios fueron adquiridos a Portugal por los tratados de San Ildefonso (1777) y El Pardo (1778) con la perspectiva de ser utilizados como base de aprovisionamiento de esclavos para las colonias americanas. Pero ese inte­rés primerizo decayó con el impulso internacional del abolicionismo, por lo que, al frustrarse su ocupación inicial, la posible Guinea española cayó en el más absoluto abandono. Este desentendimiento llevó a Gran Bretaña a utilizar temporalmente Fernando Poo para reprimir la trata negrera y en 1827 fundó Port Clarence, luego de­nominada Santa Isabel (actual Malabo), estando la isla a punto de ser vendida a los británicos en 1841. Francia, por su parte, hizo lo propio en la vecina costa continen­tal y se instaló en Gabón con el consentimiento español. La presencia foránea obligó a España a no demorar por más tiempo su ocupación, de modo que la expedición de Juan José de Lerena en 1843 confirmó la soberanía sobre Fernando Poo, más simbó­lica que real, hasta que pudo hacerse efectiva en 1858 tras el envío de la expedición comandada por Carlos Chacón, primer gobernador español, completándose a partir

498

la nómina de estudios "guineístas" en España: BALLANO GONZALO, R (2014) Aquel negrito del África tropical. El colonialismo espat1ol en Guinea (1778-1968), Madrid, Sial Ediciones.

La Guinea española y las relaciones de España con Guinea Ecuatorial ...

de entonces el dominio sobre las islas. Ya entre 1875 y 1884, los viajes de Manuel Iradier sirvieron para reconocer e intentar tomar algunos puntos de la zona conti­nental, aunque su ocupación solo se inició al despuntar el siglo XX'.

En definitiva, hacia 1884-1885, cuando tuvo lugar la Conferencia de Berlín, España apenas había recorrido y ocupado una mínima parte de los territorios del Golfo de Guinea cuyos derechos había adquirido un siglo antes, mientras que Francia ya tenía diversos asentamientos consolidados en el área. De acuerdo con la voluntad de las grandes potencias, prevaleció entonces el criterio de ocupa­ción efectiva de un territorio sobre cualquier título jurídico de posesión para el reconocimiento internacional de una colonia, por lo que España tuvo que nego­ciar con Francia durante varios años la delimitación de sus fronteras continen­tales en Guinea. A ella se llegó finalmente en 1900, cuando peor pintaba la situa­ción internacional para el país tras la pérdida de Cuba, Puerto Rico y Filipinas, por lo que el acuerdo hispano-francés redujo la zona de influencia española al territorio de Río Muni'.

En las latitudes ecuatoriales no se daba la proximidad geográfica que obligara a una acción colonial por "imperativo estratégico", como ocurría en Marruecos, !fni y Sahara Occidental, donde la intervención española servía de pro­tección al eje Baleares-Estrecho-Canarias. Las motivaciones políticas y económi­cas, por tanto, se erigieron en principales fundamentos del colonialismo español en Guinea. Sobre las primeras, se ha apuntado que la decisión oficial de conservar aquellos territorios hacia 1878, pese a los fracasos cosechados hasta entonces, se debió sobre todo "a consideraciones de prestigio, de decoro nacional como diría el Consejo de Estado", pues "hubo en la colonización de África un componente de competencia internacional, de política de gestos de potencia"'. Estos elementos volvieron a pesar bastante en el período crucial que medió entre la Conferencia de Berlín y el Acuerdo hispano-francés de 1900, cuando más intensas fueron las pre­siones externas que alentaban la praxis colonial como signo de vitalidad nacional y, también, las campañas de los grupos africanistas españoles para que el Estado tomara parte activa en "una empresa colonial pacífica y civilizadora" en África'.

2 CASTRO, M. L. y CALLE, Mª L. de la (1992) Origen de la colonización española en Guinea Ecuatorial (1777-1860), Valladolid, Universidad de Valladolid; LINIGER-GOUMAZ, M. (1979) La Guinée Éq11atoriale, un pays mécon,111,

París, L'Harmattan; PEREIRA RODRÍGUEZ, T. (1987) ''Apuntes para un esquema de las relaciones marítimo­comerciales entre Canarias y los territorios del golfo de Guinea (1858-1900)", en VI Coloquio de Historia Canario­Americana. Aula Canarias-Noroeste deÁfrica (1984), Las Palmas de Gran Canaria, Cabildo Insular de Gran Canaria, tomo III, pp. 417-452; yVILAR, J. B. (1970) "España en Guinea Ecuatorial (1778-1892)", en Anales de la Universidad de Murcia, vol. XXVIII, núm. 3-4, pp. 265-306.

3 VII.AR, J. B. (1971) "El convenio franco-español de 1900 en los orígenes de la República de Guinea Ecuatorial", Anales de la Universidad de Murcia, vol. XXIX, núm. 3-4, pp. 43-95; yVILARÓ Y GÜELL, M. (2012) "Las acciones del gobernador José de Barrasa en los litigios territoriales con Francia en Rio Muni, Documents d'Aniilisi Geogriifica, vol. 58/2, pp. 265-284.

4 CARRASCO GONZÁLEZ, A. (2002) "Guinea en el siglo XIX.Abandono o conservación", en DÍEZTORRES, A. R. (ed.) Ciencia y Memoria de África, Madrid, Universidad de Alcalá, pp. 119-127. Vid. también SANZ CASAS, G. (1992) "El colonialismo español en África", en TORRE, H. de la (coord.) Portugal, Espmiay África en los 1íltimos cien años, IV Jornadas de Estlldios Luso-Espa,ioles, Mérida, UNED, Centro Regional de Extremadura, p. 96.

MORALES LEZCANO, V. (1984) España y el Norte de África: el Protectorado en Marruecos (1912-1956), Madrid, UNED, pp. 46-60.

499

Francisco Quintana Navarro

Para la España oficial, pues, no era políticamente conveniente -y menos tras el 98-

desengancharse del tren al que ya estaban subidas las grandes potencias europeas, aunque se fuera consciente de que España no lo era y, por tanto, que debía ocupar uno de los vagones de cola, limitándose a cumplir unos compromisos coloniales mínimos en Guinea.

El interés económico, por su parte, siempre había estado detrás de la acción colonial en estos territorios. Tanto por sus condiciones bioclimáticas favorables para las producciones tropicales como por su ubicación geográfica en las rutas marítimas euro-africanas, Guinea ofrecía indudables posibilidades de explotación agro-comercial. El principal inconveniente, no obstante, radicaba en las propias capacidades nacionales para explotar a fondo este potencial, pues ni las arcas públicas disponían de dotaciones presupuestarias suficientes para acometer las infraestructuras coloniales requeridas ni los grupos de poder económico y finan­ciero demostraban voluntad de arriesgar grandes capitales en la colonización. Tras la pérdida de las islas del Caribe y el Pacífico, y frente a las tesis abandonistas que renegaban de nuevas aventuras coloniales, Guinea comenzó a perfilarse como una alternativa de recambio para la obtención de beneficios económicos adicionales, aunque -eso sí- arriesgando en la empresa lo menos posible. En consecuencia, tanto el Estado como la iniciativa privada albergaron unas expectativas de explo­tación económica condicionadas al requerimiento de limitadas inversiones, con­templándose la colonia, sobre todo, como una fuente para el suministro de mate­rias primas que permitieran impulsar algunas industrias en España'.

Finalmente, la acci9i:, colonial en Guinea también se dotó de algunos plan­teamientos ideológicos, que se alinearon -como no podía ser de otra forma- con las formulaciones etnocéntricas en boga durante la época dorada del darwinismo social. Entre los deberes que España debía cumplir en Guinea estaban los asocia­dos a la "misión civilizadora" del hombre blanco, participando activamente en los esfuerzos europeos destinados a cristianizar, alfabetizar y civilizar a los negros. Allí había, además, unas comunidades más susceptibles de ser redimidas del "sal­vajismo" que en el Norte de África, donde la fortaleza del islamismo impedía la propagación de la fe "verdadera", por lo que la empresa colonial adquirió desde el primer momento un marcado acento misionero'. De esta forma, las perspecti­vas de una explotación económica de escasas miras se conjugaron con una polí­tica teórica de asimilación de la población autóctona, basada en los principios de hispanizar y catolizar a los guineanos para luego incorporar a sus miembros más hispanizados y cualificados como colaboradores subalternos de la administración colonial. Con tales mimbres comenzó a desarrollarse una lenta y difícil coloniza­ción que solo cuajó a largo plazo.

6 PEREIRA RODRÍGUEZ, T. (1985) "Notas sobre el colonialismo español en el Golfo de Guinea (1880-1912)", enEstudios Africanos, núm. 1, pp. 92-107.

7 NERfN, G. (1997) Guinea Ec11atorial, historia en blanco y negro. Hombres blancos y mujeres negras en Guinea Ecuatorial (1843-1968), Barcelona, Península.

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2. La colonización: de la acción colonial en

precario al colonialismo integral

El colonialismo español en Guinea fue progresivo en su alcance, atrave­sando por varios estadios de desarrollo, a modo de legados coloniales que fueron transmitiéndose y ampliándose hasta alcanzar su plenitud cuando ya el colonia­lismo había perdido todo sentido. El siglo XIX dejó los inicios del control adminis­trativo sobre una parte del territorio, unido al afianzamiento de las misiones como vanguardia civilizadora, así como la delimitación de las fronteras continentales. En el primer tercio del siglo XX se procedió a la implantación del sistema econó­mico colonial, a pesar de la escasa dotación de medios, así como a la extensión del dominio efectivo al completarse la ocupación de Río Muni. En los años treinta se consolidó el modelo anterior, aunque replanteándose su funcionamiento con la introducción de reformas orientadas a mejorar las infraestructuras y condicio­nes sociales de la explotación económica y la hispanización cultural de la pobla­ción autóctona. El franquismo recibió esta herencia acumulada y, dotándole de un fuerte componente ideológico, la afianzó en todos los terrenos hasta conse­guir ejercer un colonialismo integral, orientándolo no solo a ampliar los beneficios económicos que reportaba a las empresas españolas, sino también a exhibirlo ante el mundo como obra civilizatoria ejemplar de la Nueva España, "unidad de destino en lo universal".

Entre 1900 y 1930 los territorios del Golfo de Guinea se perfilaron como una colonia de explotación y no de poblamiento. La presencia física española se limitó a cubrir servicios esenciales: funcionarios, representantes de grandes propietarios residentes en España, pequeños propietarios, comerciantes, misioneros y poco más. En el marco de una economía agroexportadora, Fernando Poo se orientó al monocultivo del cacao, mientras que Río Muni presentaba hacia 1927 una cierta diversificación de cultivos (cacao, café, palmeras), aunque todavía en un porcentaje de superficie casi inapreciable, al tiempo que iniciaba la comercialización de la 1:1ª­dera de sus ricos bosques, cuya explotación intensiva apuntaba a negoc10 lucrativo.

Dados los limitados recursos disponibles, el proceso de implantación de la economía colonial se vio sometido a constantes tensiones. De forma reiterada, se manifestó una múltiple colisión de intereses entre los diversos agentes implica­dos: grandes y pequeños productores, defensores del monocultivo o de la diver­sificación, agricultores y comerciantes, comerciantes y navieros, produc_to_r�s �o­loniales y fabricantes metropolitanos y, en general, el Estado frente a la m1ciat1va privada. Mientras la Administración contemplaba las colon(as co�o una fuente de recursos para la hacienda pública y esperaba una mayor mvers1on de los par­ticulares, estos buscaban la protección frente la competencia extranjera así como la liberalización de las relaciones entre la colonia y la metrópoli, con aplicación de reducciones arancelarias y mayor agilidad en las comunicaciones. Para canalizar tantos intereses en disputa surgieron diversos órganos de representación colectiva

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que actuaron como grupos de presión en el marco de la política colonialª. Aunque hubo participación de capital financiero en algunas empresas, los pequeños y me­dianos inversores no tenían fácil acceso a los créditos; para remediarlo, desde 1916 se acarició la creación del Banco Colonial del Golfo de Guinea, pero un concurso de factores transformó esta iniciativa privada en un proyecto capitalizable por la administración central para controlar la recaudación tributaria y el movimiento de fondos de la hacienda colonial, por lo que hubo que esperar hasta 1934 para que el Banco Exterior de España se instalara en Santa Isabel. Pese a las dificultades, la incipiente economía guineana comenzó a dar resultados positivos en su balanza comercial con la metrópoli, si bien estos intercambios eran insignificantes en el volumen total del comercio exterior de España'.

La propiedad y el trabajo fueron las dos piedras angulares sobre las que se apoyó la explotación colonial. El régimen de propiedad quedó regulado por un real decreto de 1904, que declaró la titularidad estatal de todos los bienes no concedi­dos a particulares, estableció los procedimientos para la adquisición o concesión de tierras y proclamó el respeto a la propiedad indígena; pero la falta de recursos de la administración condujo al incumplimiento sistemático de esta normativa. En líneas generales, en Fernando Poo predominó la pequeña y mediana explotación agrícola en manos de colonos, fernandinos y extranjeros, expandiéndose la pro­piedad colonial a expensas de la propiedad indígena, mientras que en Río Muni fue más frecuente la concesión de explotaciones agrarias, y sobre todo madereras, a grandes propietarios y empresas metropolitanas 1°.

Por otra parte, corrio ha analizado Gonzalo Sanz, el monocultivo del cacao en Fernando Poo, exigente en recursos humanos, se enfrentó desde el inicio a un problema capital: la escasez de mano de obra, agravado por la incapacidad de autoridades y finqueros para articular un mercado laboral. Aunque se reguló el trabajo asalariado indígena en 1906, la presión de los colonos determinó que se impusiera el trabajo forzado en las plantaciones mediante la asignación de pres­taciones anuales a los poblados bubis y la captura de nativos en la zona continen­tal. Pese a la resistencia indígena, este sistema se sostuvo durante algún tiempo, realizándose violentas operaciones de castigo cuando hizo falta imponer el orden; pero a medio plazo se reveló incapaz de resolver el problema de mano de obra, por

8 En 1906 se creó la Cámara Agrlcola de Fernando Poo, que resultó inoperante al cabo de veinte años dado que la mayoría de los propietarios, los grandes en particular, residían en Barcelona y sus representantes carecían de capacidad decisoria. En 1923 surgió la Unión de Agricultores de la Guinea Española, que agrupó a los productores de cacao; en 1928 se creó el Sindicato Agrícola de los Territorios del Golfo de Guinea, y en 1929 se fundó la Cámara Agrícola y Forestal de la Guinea Continental Española,

PEREIRA RODRÍGUEZ, T. (1989) El colonialismo espaiiol en el Golfo de Guinea: aspectos socio-económicos (1900-1930), Madrid, UNED (Trabajo de Doctorado inédito); y"Aspectos marítimo-comerciales del colonialismo español en el Golfo de Guinea (1900-1930)", en MORALES LEZCANO, V. {coord.), (1988) /l Aula Canarias y el Noroeste de África (1986), Las Palmas de Gran Canaria, Cabildo Insular de Gran Canaria, pp. 245-272; y CARNERO LORENZO, F. yDÍAZ DE LA PAZ, A. {2009) "La formación del sistema económico colonial en Guinea Ecuatorial, c. 1778-1936", en Between three Continents: Rethinking Equatorial Guinea on the Fortieth Amiiversary ofits Jndependencefron Spain, Hofstra University, pp. 1-14 {Paper disponible en web: vid. Bibliografía).

10 SANZ CASAS, G. (1984) Política colonial y organización del trabajo en la isla de Fernando Poo, Universidad de Barcelona, pp. 104-119 (Tesis doctoral disponible en Dipbsit Digital de la UB).

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lo que tuvo que recurrirse a la contratación de braceros procedentes de territorios africanos próximos11

• Cobró especial significación el reclutamiento de liberianos, regulado entre 1914 y 1927 por un convenio hispano-liberiano y desde 1928 a tra­vés de tratos privados, un asunto que alcanzó dimensión internacional al denun­ciarse por Estados Unidos y ser objeto de una investigación con participación de la Sociedad de Naciones en 1930. El informe puso de relieve que la exportación de fuerza de trabajo liberiana a Fernando Poo había desembocado en un régimen similar a la trata, puesto que gran parte de los trabajadores habían sido reclutados en condiciones similares a las razias esclavistas, constatándose las prácticas co­rruptas de las autoridades liberianas que eran toleradas por la Curaduría Colonial para no incomodar a los patronos 12•

La estructura del edificio colonial levantado durante el primer tercio del nove­cientos se completó con la imposición de una aculturación intensiva a la población de la Guinea insular y la extensión del dominio efectivo a la Guinea continental. Los indígenas que los españoles encontraron en Fernando Poo, los bubis, conformaban una sociedad tradicional con una división del trabajo por oficios, una estructura fa­miliar monógama y matrilineal y unas creencias con alto componente monoteísta y culto a elementos naturales, por lo que no supusieron un gran obstáculo para la co­lonización. Pese a las prácticas recurrentes de los colonos de arrebatarles tierras por métodos antirreglamentarios y someterles a vejaciones o castigos personales en el trato, su rechazo a la dominación española solo adquirió carácter de revuelta colec­tiva en 1910, como consecuencia de la imposición de la corvea colonial ya referida. Además, su débil resistencia se vio bloqueada por los fernandinos, la comunidad criolla descendiente de liberianos, sierraleoneses y libertos, en proceso de reconver­sión del protestantismo al catolicismo, que se configuró como la alta sociedad afri­cana de la Isla y sirvió de apoyo a la política colonial española. Tampoco el conjunto de pueblos costeros de la Guinea continental, los ndowe en denominación genérica, representó oposición al avance de la colonización, pues se trataba de comunida­des muy expuestas a las maniobras europeas del tráfico de esclavos y que estaban siendo objeto de presión por parte de los �ang del interior.

Del interior continental, precisamente, procedió la mayor resistencia a la dominación colonial, que allí fue abriéndose paso lentamente. El pueblo fang se organizaba en clanes exogámicos patrilineales, familias poligámicas y propiedad consanguínea, con culto a las ancestros y genios de la tierra y del agua; unas comu­nidades tribales que todavía en 1920 libraban incesantes guerras entre sí. Los fang destacaron, sobre todo, por su hostilidad a la ocupación extranjera, generando au­téntico temor entre los españoles, fruto de lo cual nacieron los grandes mitos de la literatura colonial, como el de la antropofagia. La incidencia de la Gran Guerra

11 SANZ CASAS, G. (1984) "Los finqueros y el uso del trabajo forzado en la agricultura colonial de Fernando Poo", en Arxiu d'Etnograjia de Catalunya, núm. 3, pp. 123-136; y "El colonialismo español...", op. cit., pp. 98-103.

12 Jbid. y SANT GISBERT, J. (2009) "El modelo económico colonial y sus contradicciones: Fernando Poo (1900-1936) ", en Afro-Hispanic Reuiew, vol. 28, núm. 2, 57-78. Para insertar el análisis del tema en unos espacios y tiempos más amplios, uid. SUNDIATA, I. K. (1996) From Slauing to Neoslauery. The Bight of Biafra and Femando Poo in the Era of Abolition. 1827-1930, Madison, University ofWisconsin Press.

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en Camerún demostró que España no controlaba la Guinea continental, dado el hostigamiento fang tantq a los núcleos costeros como contra los alemanes que se batían en retirada hacia Bata. Hizo falta, pues, aprobar recursos extraordinarios para completar el dominio español, que se hizo efectivo con una campaña militar de la Guardia Colonial en 1926 y la construcción de la ruta de Bata a Mikomeseng entre 1926 y 192713

Hacia 1930 los efectos del inicial choque de culturas entre colonizador y co­lonizado se habían atemperado en Fernando Poo y la costa africana, dado el largo rodaje que había tenido la aculturación de los pueblos bubi y ndowe. Este proceso se desarrolló a partir de tres grandes vectores: el lingüístico y cultural (hispaniza­ción), el religioso (cristianización) y el socio-mental en sentido amplio (occiden­talización de formas de vida, pautas de conducta y comportamientos colectivos). En el ideario colonizador, los nativos eran considerados como menores de edad, negritos necesitados de "tutela", a los que era preciso imponer un proyecto civili­zatorio evolutivo que los hispanizara desde los valores del cristianismo. Con este fin se creó el Patronato de Indígenas en 1904, un órgano que tenía a su cargo la promoción del desarrollo culturi!l, social y moral de los indígenas; un espíritu pro­tector de corte paternalista que, pese a impregnar varias disposiciones legislativas, a menudo entró en flagrante contradicción con la práctica predadora del colono 14.

Pero fue otra práctica colonizadora, más doctrinaria en sus concepciones y sistemática en su aplicación, la que abrió la brecha civilizatoria en Guinea: la mi­sionera, encomendada a los claretianos desde su llegada a la isla en 1883 y apoyada por las concepcionistas desde 1885. El papel desempeñado por los misioneros fue crucial en la primera etapa de la colonización, desarrollando un nuevo modelo de misión que giraba en torno a los internados, "espacios sacralizados" destinados a crear una nueva generación de nativos "de los nuestros" 15

• Los claretianos tuvie­ron a su cargo la alfabetización y escolarización de los indígenas, impartiendo ins­trucción en primeras letras y artes y oficios, aunque se distinguieron sobre todo por inculcar una estricta moralidad católica y el amor a la Patria. La obstinación claretiana en impulsar una "colonización evangelizadora" o "política de cristiani­zación forzosa", cuya finalidad principal era "convertir a los paganos y erradicar la

13 NERfN, G. {2010) La liltima selva de Espm1a: antropófagos, misioneros y guardias civiles. Crónica de la conquistade los Fangde la Guinea Española, 1914-1930, Madrid, Los Libros de la Catarata; y LINIGER-GOUMAZ, M. (1979) La Guinee ... , op. cit., passim.

14 NDONGO BIDYOGO, D. (1998) "Guineanos y españoles en la interacción colonial (1900-1968)", en CASTRO, M. de y NDONGO, D. Espa,1a en Guinea. Construcción del desencuentro: 1778-1968, Madrid, Ediciones Sequitur, pp. 107-217.

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Jaci1_1� Creus ha analizado a fondo este modelo. Los internados estaban concebidos para "aislar", tanto del entorno familiar como de las sociedades indígena y colonial, a los niños y las niñas en unos "espacios sacralizados" desti�ados a crear una "nueva identidad" como personas devotas y "fiables", a quienes, una vez terminados los estudios, los monjes procuraban unir en santo matrimonio poniendo a su disposición una hectárea de terreno de la misión.par� que se dedicaran a cultivar cacao. CREUS, J. (2004) "La sacralización del espacio como argumento de colomzac1ón: el nuevo modelo misionero en Guinea Ecuatorial", en Pandora: revue d'etudes hispaniques, núm 4, pp. ll9·128 . Del mismo autor, "La construcción de un nuevo modelo de evangelización colonial: Guinea esp�ñola, 1845·1910", en TR(!JILLO, J. R. (coord.), (2001) África hacia el siglo XXI: Actas del II Congreso de EstudiosAfricanos en el Mundo Ibérico, pp. 97-112; y "Guinea Ecuatorial, 1883·19ll: La invenció d'una identitat", en Recerques: Histbria, economía i cultura, núm. 30, 1994, pp. 103-119.

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poligamia y la promiscuidad sexual", entró en conflicto con la visión más política de los gobernadores, preocupados por asegurar la tranquilidad social que facilitara la explotación económica de los territorios y, por tanto, partidarios de "una política de atracción paulatina" de los indígenas; una disputa de "procedimientos", pues mi­sioneros y gobernadores compartieron "objetivos a largo plazo" 16

• De todas formas, la poderosa influencia del clero no venía sino a reflejar la precariedad de recursos destinados por el Estado a la colonización cultural, puesto que hasta los años veinte y treinta no se registró un incremento significativo del número de escuelas públicas y maestros civiles que sirvieran de contrapeso a las misiones católicas.

Los aires reformistas que soplaron en España con el advenimiento de la re­pública también alcanzaron los territorios del Golfo de Guinea. En ambas latitudes presagiaron tiempos de cambio: si en la metrópoli se trataba de europeizar España, en las colonias se buscaba racionalizar y humanizar el colonialismo, tareas inmen­sas en momentos convulsos. La nueva política republicana se propuso abordar la racionalización política y administrativa de los servicios coloniales, atender las necesidades de infraestructuras al servicio de la explotación económica y mejorar las condiciones de vida de la población indígena y su acercamiento a la hispaniza­ción cultural. Para empezar, el 22 de julio de 1931 se promulgó el nuevo Estatuto Orgánico (sustituía al de 1904), cuyas directrices tendían a la democratización gra­dual de las instituciones con ampliación de libertades, la descentralización del régi­men colonial con fortalecimiento de una hacienda propia y la profesionalización de la gestión administrativa con reforzamiento de las funciones de inspección. En de­sarrollo de esto último, en ese mismo año se promulgó el Estatuto de Funcionarios de Guinea y en 1934 se creó la Inspección General de Colonias. La reorganización administrativa culminó con el Estatuto Orgánico de 1935, que reconoció la división territorial en dos distritos: Fernando Poo y Guinea continental 17

En la gestión colonial no hubo diferencias apreciables entre los diferentes gobiernos republicanos. Las prioridades básicas fueron organizar los registros te­rritoriales, impulsar las obras públicas (entre otras, se inició la construcción del Puerto de Bata), mejorar el régimen de contratación laboral de los braceros y, sobre todo, introducir importantes reformas educativas. En este ámbito, además de limi­tarse el poder de las misiones, los esfuerzos se concentraron en mejorar la difusión del español, combatir el absentismo escolar e incorporar a los indígenas al ejerci­cio del magisterio docente (hasta entonces excluidos de él), al tiempo que se le dio un notable impulso a la creación de centros escolares18

• Cabe apuntar, también, que la situación democrática española hizo posible que se airearan las corrupte­las en torno a la gestión política del Tesoro Colonial, como vino a demostrar "el

16 NEGRfN FAJARDO, O. (1993) Historia de la educación en Guinea Ecuatorial. El modelo educativo colonial espm1ol, Madrid, UNED, pp. 48·52; y NERfN, G. (1997) Guinea Ecuatorial ... , op. cit., pp. 27-35.

17 PEREIRA RODRÍGUEZ, T. (1989) La ll República en el Golfo de Guinea: bases para un programa colonial (1931· 1935) Madrid, UNED (Trabajo para Curso Monográfico de Doctorado inédito).

18 NEGRÍN FAJARDO, O. (1993) Historia de la educación ... , op. cit., pp. 85-103; y "Politica educativa colonial de la II República para Guinea española", en Cuadernos Republicanos, núm. 17, pp. 41-54.

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caso Nombela" que debió haber sido el caso Lerroux 19• Y ya no hubo tiempo para

más, pues pronto llegó la Guerra Civil a España, y también a Guinea, que tuvo su particular confrontación entre leales a la república y sublevados contra ella entre julio y octubre de 1936. Las situaciones éliferenciadas que entonces se generaron en Fernando Poo y Río Muni acabaron del mismo modo en ambos territorios: con la práctica de la represión franquista y la "donación" del 20% de la producción co­lonial al bando insurrecto para sostener la guerra en la metrópoli".

Con la dictadura se va a asistir al éxtasis del colonialismo español en Guinea, que se rearma ideológicamente con profusión y se despliega sobre el terreno con determinación. Ello se debió a las circunstancias en que nació y se consolidó el régimen franquista, necesitado de colonias como ningún otro por razones varias: para alimentar sueños de Imperio en pleno apogeo de las potencias del Eje du­rante la II Guerra Mundial, para cultivar apoyos en Iberoamérica y el Mundo Árabe en los tiempos del ostracismo en la ONU, para mostrarse ante el mundo con capa­cidad de actuación internacional tras superar el aislamiento, y en todo momento para extraer de ellas el máximo provecho económico posible. De resultas, Guinea se convirtió en una especie de "niña mimada" para el régimen, aunque no precisa­mente por amor, sino por puro ego.

La vuelta de tuerca que se le dio a la tradición africanista española entre 1939 y 1958 ha sido bien estudiada. Víctor Morales apuntó que el cultivo del his­panoamericanismo y del africanismo "empezó siendo un reflejo defensivo" y "se convirtió en avenida de proyección internacional electa", de modo que "las colo­nias de África fueron para:, el franquismo vitrina de exposición, factor de prestigio y fuente de beneficios para determinados sectores adictos a su estado de cosas", sugiriendo la constitución de "una suerte de rama 'guineísta"' que se vino a añadir a la magrebí en los estudios africanos impulsados oficialmente21

• Carlos Velasco puso de manifiesto la importancia que tuvo el africanismo como "eslabón ideoló­gico de origen interno para la configuración del Espacio Vital de España", concepto con el que se intentó reformar el edificio teórico de la autarquía ante la imposible consecución de la pretendida autosuficiencia nacional, desempeñando Guinea es­pecíficamente el papel de suministradora de materias primas". Gonzalo Sanz pre­cisó los contornos del nuevo africanismo, "caracterizado por un fuerte contenido ideológico -primero, de signo reivindicativo y, después, generalmente nostálgico­propagandístico- de exaltación de los valores de la 'presencia' española en África", al tiempo que concretó el alcance que tuvo esta retórica en Guinea: "proyectaba un 'paternalismo' colonial que cumplía la función propagandística de la idea tu­telar de España''. Una idea que se afinó, tras la reorganización del Patronato de

19 NDONGO BIDYOGO, D. (1981) "Corrupción en la II República: el caso Nombela", en Historia 16, vol. 6, núm. 66, pp, 33-42.

zo NDONGO BIDYOGO, D. (1998) "La Guerra Civil española en Guinea", en Historia 16, vol. 22, núm. 267, pp. 76-83. 21 MORALES LEZCANO, V. (1984) Espmla yel NortedeÁfrica.,,, op. cit., pp. 60-66. 22 VELASCO MURVIEDRO, C. (1988) "Papel económico de las colonias del África noroccidental española en la

articulación del Espacio Vital de España (EVE) durante la autarquia (1936-1951)", en MORALES LEZCANO, V. (coord.) II Aula Canarias y el Noroeste de África ... , op. cit., pp. 49-91.

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Indígenas en 1939, con el establecimiento en 1944 de "dos clases de emanci?_a­ción que reconocían de forma plena o limitada la capacidad civil de la poblac10n autónoma": "emancipados" y "no emancipados", "asimilados" y "no asimilados", siguiendo pautas parecidas a las seguidas por Portugal y Bélgica en sus colonias, lo cual -concluye- "era en última instancia la expresión de un modelo de colo­nización basado en la discriminación racial entre la población africana y la no africana de la colonia"". Finalmente, siguiendo esta línea de análisis comparado, Gustau Nerín ha acuñado una expresión para definir el aparato ideológico colonial de que se dotó el franquismo en Guinea: el "hispanotropicalismo", resultado de "fundir en un corpus teórico colonial de escasa entidad tres discursos diferentes: el Iusotropicalismo de Freyre (pasado por el filtro de los ideólogos salazaristas), la "Hispanidad" (retocada con el objetivo de aplicarla a la realidad africana), y el rege­neracionismo de Joaquín Costa y los africanistas civiles españoles del siglo XIX"''·

Este fortalecimiento ideológico dio renovados bríos a la colonización, que ahora adquirió una dimensión integral movilizando todos los recursos y capacida­des disponibles al servicio de dos grandes objetivos: la hispanización de la pobla­ción autóctona y la intensificación de la explotación económica de los territorios. Para Jo primero resultó clave la política educativa, cuyas directrices quedaron fija­das en el Estatuto de Enseñanza para los Territorios del Golfo de Guinea de 1943. Según Olegario Negrín, los principios rectores del nacionalcat�licismo y_I� tradi­ción colonial española en América inspiraron un sistema educativo al servic10 de la aculturación indígena, promoviéndose un modelo pedagógico basado en el tute­laje paternalista que perseguía cinco objetivos: "la _lucha contra la superstición'. �,

Ipaganismo y la familia tribal", el fomento del "arraigo para transformar el med10 , "el cultivo del amor a la patria de la hispanidad", "la transformación del compor­tamiento colectivo" y la "formación de la minoría dirigente". Gracias al continuado incremento de los presupuestos públicos, en el terreno de las realizaciones se pro­dujo un salto cualitativo importante en la escolarización primaria, reduciéndose la tasa de analfabetismo a cotas insignificantes (muy inferiores a las existentes en la metrópoli), así como un progresivo avance de la enseñanza profesional; los estudios secundarios, en cambio, no tuvieron suficiente desarrollo, orientándose más bien a satisfacer las necesidades de la población blanca y los emancipados plenos. En cualquier caso, los resultados de la pretendida hisp�nizaci_ón _d_e I_os in­dígenas arrojaron un balance muy desigual: exitoso en su vertiente lmgmsllca, al convertirse el español en idioma común de los diferentes pueblos guineanos, Y tan solo parcial en su dimensión sociológica, pese a la intensa labor de moraliza­ción desplegada, al sobrevivir las prácticas y usos indígenas junto a las "buenas costumbres" hispanas y llegarse, a lo sumo, a un sincretismo de ritos católicos Y tradicionales en las prácticas religiosas. De igual forma, la política tutelar de inte­gración tampoco dio los frutos esperados, como lo revela la reducida proporción

23 SANZ CASAS, G. (1993) "Descolonizar la histo�ia de África: el caso de Guinea Ecuatoria!", en �ORALES LEZCANO, V. (coord.) III Aula Canarias y el Noroeste de Africa (1988), Las Palmas de Gran Canana, Cabtldo Insular de Gran Canaria, pp. 355-368.

24 NERÍN, G. (1997) Guinea Ecuatorial ... , op. cit., pp. 11-12.

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de indígenas que alcanzaron la condición de emancipados, la incapacidad para "seleccionar y formar la minoría dirigente capaz de conducir la Transición de la colonia" y, también, la facilidad con que el régimen de Macías logró desmontar el aparato colonial español tras la independencia".

La intensificación de la explotación económica consolidó el modelo agroex­portador de la etapa precedente. Siguiendo a Fernando Carnero y Álvaro Díaz, las exportaciones de cacao de Fernando Poo y de café de Río Muni se multiplicaron por 3 y 7, respectivamente, entre 1936 y 1967, si bien solo cubrían una mínima parte de la demanda metropolitana; la explotación forestal, por su parte, se eri­gió en la principal fuente de riqueza, cuadruplicándose las cantidades exporta­das y duplicándose las concesiones madereras entre 1950 y 1967. Para sostener esta creciente producción, se introdujeron algunas "novedades importantes" en el mercado de trabajo y la estructura de la propiedad: de un lado, Nigeria tomó el relevo de Liberia en el reclutamiento de braceros para los cultivos; del otro, se desarrolló la pequeña propiedad indígena, promoviéndose las cooperativas para la comercialización de las producciones, si bien "este proceso no se realizó en detri­mento de las grandes plantaciones en manos de finqueros europeos, fernandinos o de empresas españolas". También se produjo una considerable expansión em­presarial y financiera, constituyéndose 275 nuevas sociedades entre 1936 y 1967,en las que destacó la participación de la banca en su accionariado, aunque fue el Patronato de Indígenas el encargado de proveer crédito oficial a pequeños produc­tores y cooperativas. En general, la explotación económica de este período produjoresultados dispares para)os intereses públicos y privados: "para el Estado significóuna sangría en sus recursos financieros con la finalidad de atender los gastos de laadministración colonial y las inversiones públicas, dado el tratamiento fiscal favo­rable que tenía la colonia"; en cambio, "los empresarios privados lograron pingüesbeneficios, derivados del favorable régimen comercial y las exenciones tributariasy subvenciones que se concedían"26•

El colonialismo integral incrementó de forma significativa la presencia fí­sica de los españoles en el Golfo de Guinea. Según las estimaciones oficiales, entre 1942 y 1962 la población europea pasó de 4.000 a 7.000 habitantes, un 75% más de efectivos, un porcentaje superior al registrado por la población total de la colonia durante ese mismo período, también inmersa en una dinámica de fuerte creci­miento al pasar de 171.000 a 246.000 habitantes". De hecho, solo en este período cabe hablar de la existencia de una sociedad colonial mínimamente configurada, aunque solo apreciable en Santa Isabel y Bata, integrada por empleados públicos (funcionarios de la administración colonial, militares, docentes, personal sani­tario ... ), agentes económicos privados (productores, apoderados, comerciantes,

25 NEGRÍN FAJARDO, O. (1989) Historia de la Educación ... , op. cit., pp, 141-170; y (1989) "La educación colonial en África negra española durante el franquismo (1939-1949)", en Historia de la educación.

26 CARNERO LORENZO, FyDÍAZ DE LA PAZ,Á. (2009) "Guinea Ecuatorial en la estrategia autárquica del franquismo", en Between three Continems: Rethinking Equatorial Guinea on the Fortieth Anniversary of its Independence fron Spain, Hofstra University, pp. 1-12. (Paper disponible en web: vid. Bibliografía).

27 !bid., p. 9.

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empleados de banca ... ) y algunos familiares de unos y otros, además de por mi­sioneros, siempre presentes. Los órganos corporativos, las asociaciones, la prensa, los clubes de recreo y el culto religioso también estaban conociendo su momento de mayor esplendor en la colonia, al tiempo que en los diarios escritos, los partes radiados y el NO-DO de la metrópoli se propagaban loas a la prodigiosa obra ci­vilizadora del régimen: en 1959 se produjo el 2,15% de la producción mundial de cacao y al año siguiente se alcanzó el máximo histórico de la pr?ducción de café. Por entonces la ola de la descolonización ya estaba llegando al Africa negra, pero España estaba viviendo en Guinea un sueño colonial del que no quería despertar.

3. La descolonización demorada: de la ficción

provincial a la independencia forzada

Atrapado en las estrategias de resistencia y demora desplegadas por el fran­quismo, el proceso de descolonización se prolongó durante diez años, de 1959 a 1968, conociendo tres fases de progresivo desarrollo. La primera fue de resistencia "a la portuguesa'', entre julio de 1959 y diciembre de 1963, cuando se pretendió aplicar a Fernando Poo y Río Muni una política de asimilación mediante su consi­deración como "provincias" españolas en el marco de una ficticia "región ecuato­rial". Esta táctica, aplicada por Portugal a sus colonias desde 1951, había sido an­ticipada en agosto de 1956 al cambiarse la denominación de la Dirección General de Marruecos y Colonias por la de Plazas y Provincias Africanas, cuya estructura incorporaba una supuesta "provincia del Golfo de Guinea" sin regulación especí­fica". El segundo momento estuvo asociado a la fase dilatoria de la autodetermi­nación por la vía de la autonomía, entre diciembre de 1963 y octubre de 1967, en que se intentó un tránsito tutelado hacia una indeterminada emancipación sin concreción de fechas ni procedimientos para su materialización. Finalmente, la imposible prolongación de la situación colonial por más tiempo condujo a la fase preparatoria de la independencia, concretada a través de la celebración de una conferencia constitucional en dos tiempos seguida del proceso electoral institu­yente del nuevo Estado, que se desarrolló en el último año de dominio formal, de octubre de 1967 a octubre de 196829

Interesa destacar, de entrada, las constantes vitales en que se desenvolvió el renuente colonialismo español ante el vendaval descolonizador que sacudió Africa subsahariana desde finales de los años cincuenta. En primer lugar, la política espa­ñola se caracterizó, una vez más, por su carácter reactivo frente a las presiones ex­ternas, viéndose el gobierno de Franco permanentemente abocado a cambiar de

28 Decreto de 21 de agosto de 1956 por el que se dispone el cambio de denominación de la Dirección General de Marruecos y Colonias, BOE, núm. 263, 19 septiembre 1956, p. 6.031.

29 Para una visión general sobre el proceso de descolonización demorada y las interacciones producidas entre sus diversos actores, CAMPOS SERRANO, A. (2002) De colonia a Estado: Guinea Ecuatorial, 1955-1968, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, Madrid, Complementariamente, para el seguimiento del curso ?e los acontecimientos; NSUE MIBUI, R. E. (2007) Historia de la colonizaci6nydescolonizaci6n de Guinea Ec11atonal porEspaña, [S.e.]:Toledo.

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planteamientos en respuesta a los crecientes requerimientos de Naciones Unidas. Esta escasa capacidad de iniciativa no solo provocó indefinición de objetivos e in­certidumbre de movimientos en el proceso de descolonización, sino que impidió la formulación de posicionamientos anticipatorios para asegurar la defensa de los intereses nacionales en el futuro escenario poscolonial. En segundo lugar, el desa­fío descolonizador sometió al poder franquista a constantes contradicciones y ten­siones internas, las cuales no pudieron ocultarse pese a las continuas adaptaciones a que se sometió el discurso político o el silencio oficial que finalmente se impuso a la información pública. Fueron notorias, al respecto, tanto las incongruencias de un régimen dictatorial promoviendo una autonomía y una constitución que impli­caban democracia y celebración de elecciones libres, como las desavenencias pro­ducidas entre los departamentos de Presidencia y Exteriores a la hora de enfocar y conducir el proceso de descolonización. En tercer lugar, aunque no menos im­portante, tampoco pueden pasar desapercibidas las contraproducentes actitudes mantenidas por el poder colonial frente al nacionalismo guineano, primero con la práctica de la represión, luego con la instrumentalización de líderes y partidos al servicio del colaboracionismo, y finalmente con la dispersión y enajenación de apoyos electorales en el momento decisivo de la conformación del nuevo Estado. Todo ello fue sembrando unos vientos de odio antiespañol, añadidos a los ya alen­tados durante la colonización, cuya tempestad no tardó en recogerse a los pocos meses de que Guinea Ecuatorial alcanzara la independencia.

El nacionalismo anticolonial que emergió tras la II Guerra Mundial tam­bién llegó a la Guinea española, aunque sin la fuerza y consistencia que tuvo en otras colonias próximqs: Para empezár, la no beligerancia española impidió que en Fernando Poo y Río Muni se dieran las convulsiones internas directamente asocia­das al conflicto bélico, cuya incidencia se limitó al espionaje desplegado por los servicios secretos de los beligerantes y, como episodio más destacado, el desarrollo de la sigilosa Operación Postmaster el 11 de enero de 1942, cuando un comando británico capturó tres buques del Eje refugiados en el Puerto de Santa Isabel'°. El nacionalismo guineano, por otra parte, estuvo lastrado por la existencia de pode­rosos factores estructurales que limitaban su implantación interna, como la di­versidad étnica y cultural, la pequeñez y discontinuidad de unos espacios fácil­mente controlables por el poder colonial, el carácter predominantemente rural de la población nativa y la ausencia de fuerza de trabajo indígena en las plantaciones coloniales. Por si fuera poco, en este entorno poco propicio para la movilización colectiva se desplegaba un colonialismo ejercido por un poder autoritario, que no dudaba en recurrir a la amenaza o la violencia para reprimir cualquier atisbo de disidencia. Como ha analizado Alicia Campos, en tales circunstancias la llama nacionalista solo pudo prender entre la elite de nativos emancipados, sobre todo entre los llamados "intelectuales" de la administración, la educación y la economía que formaban "parte esencial del entramado colonial" y, precisamente por ello,

3o RAMÍREZ COPEIRO DEL VILLAR, J. (2004) Objetivo África. Crónica de la GuineaEspaiíola en lall Guerra Mundial.[S.e.], Huelva. Vid. también MARTÍNEZ CARRERAS, J. U. (1985) "Guinea Ecuatorial española en el contexto de la II Guerra Mundial", en Cuadernos de Historia Moderna y Contemporánea, núm. 6, pp. 243-255.

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estaban "expuestos a las presiones ejercidas desde abajo" aunque también some­tidos a situaciones "de subordinación y desigualdad", convirtiéndose en un colec­tivo "intrínsecamente inestable"'1

De estos ámbitos más occidentalizados surgieron las primeras expresiones de resistencia anticolonial a principios de los años cincuenta. Entre ellas, cabe des­tacar la Cruzada de Liberación de Acacia Mañé, asesinado por la Guardia Colonial en 1958, y los disturbios del Seminario de Banapá, reprimidos sin contemplaciones. Tras estos aldabonazos en el interior, el nacionalismo guineano solo pudo abrirse paso en contacto con el mundo exterior, donde acabaron de perfilarse sus diferentes opciones políticas entre 1959 y 1962. El proceso organizativo encontró sus princi­pales apoyos en el exilio guineano de los territorios vecinos, como fue el caso del Movimiento Nacional de Liberación de Guinea Ecuatorial (MONALIGE), o en los propios gobiernos de Camerún y Gabón, como ocurrió con Idea Popular de Guinea Ecuatorial (IPGE) y Unión Popular de Liberación de Guinea Ecuatorial (ULPGE), res­pectivamente, aunque este último se diluyó pronto". Aún así, estos grupos minori­tarios solo adquirieron notoriedad a partir de finales de 1962, cuando sus represen­tantes empezaron a acudir a la ONU, donde "la debilidad interna de los nacionalistas guineanos aparecía oculta tras la virulenta cortina anticolonialista de los afroasiáti­cos", pues allí "no importaba tanto la representatividad y el peso político real" de los peticionarios de la independencia como "el hecho de que la reclamaran"".

La emergencia del fenómeno descolonizador no podía pasar desapercibida para la España oficial, que fue modificando sus posicionamientos sobre Guinea desde finales de los años cincuenta. A ello contribuyó el marco de prioridades ex­ternas que se fijó el régimen para su propio sostenimiento en el poder, puesto que el objetivo marcado por el Plan de Estabilización de 1959 de liberalizar la economía era difícilmente alcanzable en un contexto de creciente cuestionamiento en los foros internacionales, siendo impensable arriesgar un ápice de integración exterior por la cuestión guineana. Se ha señalado, en este sentido, que el fin del aislamiento polí­tico y económico obligó a "un replanteamiento de la política colonial española", de modo que el africanismo tendió a "sustituir la retórica esencialista por un discurso desarrollista" en el que la consecución del bienestar socio-económico se contem­plaba como "solución a los problemas políticos" y, por tanto, como vía alternativa al radicalismo anticolonial para alcanzar "una descolonización ordenada" 34• Los pro­blemas surgieron a la hora de poner en práctica estos planteamientos genéricos, de forma que España, en el terreno de las realidades, dio la sensación de actuar como una potencia colonizadora que perseguía, no tanto preparar a Guinea para acceder a una independencia por etapas, como retrasar el fin de una explotación colonial

31 CAMPOS SERRANO, A. (2003) "Nacionalismo anticolonial en Guinea Ecuatorial: de españoles a guineanos", en Araucaria, vol. 5, núm. 9, p. 3. (Disponible en la web de Redalyc).

32 NDONGO BIDYOGO, D. (1977) Historia y tragedia de Guinea Ecuatorial, Madrid, Cambio 16; y del mismo autor, "Guineanos y españoles ... ", op. cit., pp. 185-199.

33 CAMPOS SERRANO, A. {2003) "Nacionalismo anticolonial. .. ", op. cit., p. 5. 34 SANZ CASAS, G. (1993) "Descolonizar la Historia de África ... ", op. cit., pp. 360-363.

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que, después de tantas dificultades, estaba alcanzando sus mayores cotas de rendi­miento económico cuando tenía que ponérsele fin.

En cualquier caso, las presiones internacionales resultaron decisivas para decantar la posición española hacia la aceptación de la descolonización como un hecho inevitable. El teórico compromiso con la autodeterminación de los territo­rios no autónomos que España había adquirido con su ingreso en la ONU en 1955, al aceptar la Carta de San Francisco, fue recordado por primera vez a la delegación española en febrero del siguiente año, aunque las exigencias sobre Guinea comen­zaron a concretarse a partir de 195935

• La primera reacción del régimen fue de carác­ter instintivo, parapetándose en la falacia de la provincialización de los territorios al modo salazarista, una "estrategia asimilacionista muy imperfecta" que "intensi­ficó la africanización de la administración colonial y con ella creció ese grupo social occidentalizado más proclive a sufrir las limitaciones de promoción del sistema"". Pronto la maniobra elusiva tuvo que ser abandonada ante la fuerza que adquirían las realidades internacionales. Entre enero y octubre de 1960 se consumaron las in­dependencias de Camerún, Gabón y Nigeria, las otras colonias del Golfo de Guinea, y el 14 de diciembre de ese año la ONU aprobó la Carta Magna de la Descolonización (la Resolución 1514). Para incrementar la presión, a finales de 1962 se recibió en Nueva York el primer dossier pro-independencia elaborado por los partidos na­cionalistas guineanos, y al año siguiente la Organización para la Unidad Africana reclamó la inmediata supresión de toda dependencia colonial. La toma en consi­deración de estos elementos condujo al primer viraje español, pasando de la inicial resistencia a la descolonización a su aceptación de principio, aunque demorándola mediante la concesión de"Í'ma autonomía previa. El régimen autonómico fue anun­ciado en agosto de 1963:aprobado en referéndum por la población guineana el 13 de diciembre dé ese año y regulado por decreto ley en julio de 1964.

Ya en la antesala de la autonomía habían quedado abiertamente plantea­das las dos posturas que coexistían en el seno del gobierno español a la hora de afrontar la cuestión guineana. Por una parte estaba la defendida por Exteriores con Fernando M• Castiella y Maíz a la cabeza, que se inclinaba por "preparar conve­nientemente la independencia de Guinea apoyando a los dirigentes colaboracio­nistas para introducir las relaciones hispano-guineanas en la órbita neocolonial, asegurar a favor de España el voto de Guinea en los foros internacionales y salva­guardar los intereses económicos de España en aquella zona". Por la otra se encon­traba el Ministerio de la Presidencia con Luis Carrero Blanco al mando, que se pro­ponía "obstaculizar la independencia a toda costa para defender así su capacidad de maniobra y los beneficios económicos que Guinea dispensaba bajo el marco colonial"37• La autonomía en sí misma se convirtió en un campo de operaciones

35 "El proceso descolonizador ante la ONU", en (1968) España y Guinea Ecuatorial, Ministerio de Información Y Turismo, Servicio Informativo Español, Madrid, pp. 119-122.

36 CAMPOS SERRANO, A. (2003) "Nacionalismo anticolonial. .. ", op. cit., p. 4. 37 PEREIRA RODRÍGUEZ, T. (2001) "Descolonización española del Golfo de Guinea (1959-1968)", en Misceldneas

Guineo Ecuatorianas. I Del Estado Colonial al Estado dictatorial, La Chaux (Suiza}, Editorial Tiempos Próximos, p. 78.

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para dilucidar esta batalla, de forma que mientras en Naciones Unidas diplomáti­cos españoles y nacionalistas guineanos hablaban el lenguaje de la autodetermi­nación de los pueblos con la vista puesta en la independencia, en Guinea el poder colonial bajo control de Presidencia apoyaba la creación de un partido de "con­traoposición", el Movimiento de Unión Nacional de Guinea Ecuatorial (MUNGE), que defendía la continuidad de la presencia española hasta que el pueblo estuviera "preparado" para asumir su emancipación tras un período transitorio".

Al principio pareció que la estrategia del Almirante, más familiarizado con el arte de la guerra, iba a imponerse en la colonia. Con el MUNGE como fachada nacionalista del oficialismo y los numerosos cargos públicos creados por la auto­nomía como poderoso reclamo para la captación de adeptos, los vínculos entre los políticos guineanos y el poder metropolitano se reforzaron como nunca, sur­giendo "una especie de doble patriotismo, según el cual muchos de los nacionalis­tas guineanos expresaban su identificación tanto con Guinea como con España", la Madre Patria''. Como ha señalado Teresa Pereira, este colaboracionismo "se convirtió en el instrumento más eficaz para las tácticas dilatorias" del gobierno español, nutriendo de abundante "materia prima" a la prensa, tanto de la colonia como de la metrópoli. Así, para justificar la necesidad de que España permane­ciera en Guinea se recurrió reiteradamente a la "inversión discursiva" en política de comunicación: "por parte española se elogiaba a las autoridades guineanas y los progresos de Guinea durante la Autonomía, dando a entender que se aproxi­maba la independencia, mientras que a las élites guineanas les correspondía jugar a la autocrítica, alegando en conclusión que Guinea debía asimilar sin prisas la Autonomía, y esforzarse más para alcanzar la independencia"'°.

Pero la independencia no se podía demorar mucho más. Por una parte, la autonomía estaba sirviendo para ampliar el espacio de participación política de los africanos, facilitar la salida a la superficie de los partidos anticolonialistas y poner en el centro del debate político el salto definitivo hacia el Estado indepen­diente. En el marco de las nuevas relaciones de poder, los miembros de la elite guineana evolucionaron rápidamente hacia planteamientos rupturistas, pues a medida que conquistaban mayores ingresos y reconocimientos se les hacía más insoportable el mantenimiento de la subordinación política, de modo que la inde­pendencia apareció en el horizonte inmediato como la culminación de su propio proceso de encumbramiento en la sociedad africana. Estos movimientos inter­nos provocaron alteraciones en la correlación de fuerzas políticas existentes. El MUNGE sufrió el deterioro del ejercicio del poder y de las propias instituciones autonómicas, evolucionando hacia posiciones favorables a la consecución de la independencia a corto plazo. El IPGE perdió apoyos sociales al radicalizarse en sus planteamientos políticos y mantener todavía un componente extraterritorial.

38 NDONGO BIDYOGO, D. (1977) Historia y tragedia ... , op. cit., pp. 104-106; y CAMPOS SERRANO, A. (2002) Decolonia a Estado ... , op. cit., passim.

39 CAMPOS SERRANO, A. (2003) "Nacionalismo anticolonial. .. ", op. cit., pp. 6-7. 4o PEREIRA RODRÍGUEZ, T. (2001) "Descolonización española ... ", op. cit., p. 81.

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El MONALIGE, en cambio, salió reforzado como alternativa más consistente de nacionalismo anticolonial, acogiendo en su seno tanto a miembros escindidos de JPGE como a elementos integrados en el régimen autonómico vía cargos públicos. A este panorama se añadió el surgimiento en Fernando Poo de un movimiento en favor de la separación de las dos partes de la colonia, la insular y la continen­tal, apoyado tanto por la burguesía europea y fernandina de la isla, que prefería la continuidad de la relación con España, como por buena parte de la población bubi, que temía el predominio fang en la Guinea independiente41 . Con todo ello, a mediados de 1966 la autonomía aparecía agotada.

Por otra parte, como era previsible la autonomía no sirvió para contener la presión afroasiática en los foros internacionales; al contrario, esta se incrementó notablemente con un único propósito: poner fecha de caducidad al régimen co­lonial. Entre 1964 y 1968 se aprobaron en la ONU hasta siete resoluciones conmi­nando a España a descolonizar Guinea Ecuatorial: tres de la Asamblea Generar y cuatro a cargo del Comité de Descolonización, en cuyo aplacamiento se tuvo que emplear a fondo la representación diplomática española. En uno de esos intentos de contención, España invitó al propio Comité a visitar la colonia "para comprobar su situación real". La visita se efectuó en agosto de 1966 con la "completa coope­ración" de la potencia administradora, según agradeció el presidente del subco­mité desplazado, pero solo sirvió para verificar lo que se sabía de antemano: el deseo mayoritario de independencia de la población guineana y el firme reque­rimiento internacional de descolonización efectiva, que ahora adquirió carácter apremiante42

• A partir de _entonces el gobierno de Franco no tuvo más remedio que asumir la independ�ñda como tarea a corto plazo, por lo que puso en manos de Exteriores la conducción del proceso preparatorio recomendado por los pro­pios visitadores· de la ONU: la convocatoria de una conferencia constitucional con el fin de redactar la Carta Magna del nuevo Estado y regular el proceso para la libre elección de sus instituciones democráticas -paradojas del destino de una dicta­dura que las abominaba. De todas formas, aunque la batalla por Guinea en el seno del gobierno parecía decantada, algunos todavía se resistían a darla por perdida, por lo que este último tramo del camino hacia la independencia se convirtió en una nueva carrera de obstáculos.

La conferencia constitucional de 1967-68 fue un auténtico embrollo desde el principio hasta el final. El cuestionamiento de la representatividad guineana y el mantenimiento del pulso entre Exteriores y Presidencia constituyeron los dos gran­des problemas de fondo que enturbiaron un proceso de toma de decisiones, preten­didamente democrático, ya de por sí viciado en sus formas por el carácter autoritario del régimen encargado de conducirlo. La delegación guineana estaba formada por una amalgama de representantes de instituciones y corporaciones coloniales y de

41 CAMPOS SERRANO, A. (2003) "Nacionalismo anticolonial. .. ", op. cit., pp. 6-8; y LINIGER-GOUMAZ, M. (1979) La Guinee ... , op. cit., passim.

42 "El proceso descolonizador ante la ONU", (1968) op. cit., p. 121. Sobre la actividad desplegada por la delegaciónespañola en la ONU ante el Comité de Descolonización, vid. PINIÉS Y RUBIO, J. de. (2001) La descolonización española en las Naciones Unidas, Madrid, Centro de Estudios Politicos y Constitucionales, pp. 217-226 y 275-277.

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grupos políticos en el poder y en la oposición, con legitimidades mutuamente cues­tionadas, a lo que se superponía el componente de la pluralidad étnica, generándose en su seno recelos diversos, intereses dispares y planteamientos múltiples; una diná­mica que la convirtió, no solo en presa fácil para la instrumentalización política, sino también en trinchera de combate entre protagonismos personales con ambiciones de poder43

• La delegación española, por su parte, presidida por Castiella y de com­posición interdepartamental, contaba con pesos pesados afines a los dos modelos de Transición descolonizadora en discordia: el que pretendía salvaguardar antes que nada el prestigio internacional de España como potencia administradora y el que se proponía preservar a toda costa los intereses económicos que los españoles tenían en los territorios más allá de la independencia, como si ambos objetivos no cupieran en el seno de una estrategia descolonizadora de alcance nacional. Con tanto con­flicto de por medio, las sesiones de la Conferencia se desarrollaron en progresiva combustión hasta alcanzar su clímax-como ha señalado Juan Bautista Vilar- "en un enrarecido ambiente caracterizado por los no consolidados partidos, las apetencias personalistas, las solapadas maniobras, los conflictos por el liderazgo y las ásperas denuncias de una y otra parte" 44

La Conferencia tuvo dos fases: del 30 de octubre al 15 de noviembre de 1967 y·del 17 de abril al 22 de junio de 1968. Durante el primer asalto, el debate se cen­tró en el modelo de independencia, unitario o separado, para los territorios de Fernando Poo y Río Muni. Los hombres de Carrero jugaron entonces la baza de las minorías bubi y fernandina en contra de los planteamientos de la inmensa mayo­ría de la representación guineana y de Exteriores. El atasco condujo a la suspen­sión de las sesiones hasta que Castiella y sobre todo las presiones internacionales hicieron comprender la inaceptabilidad de la vía separatista de acuerdo con el cri­terio que se había impuesto en la ONU de hacer prevalecer las fronteras coloniales en los procesos descolonizadores. Reanudada la Conferencia con imposición del secreto de sus deliberaciones, la pelea intragubernamental se centró en la polí­tica de cortejo a uno u otro grupo político, a uno u otro líder, con vistas a lograr el objetivo que cada ministerio perseguía en la Transición a la independencia. Fue entonces cuando entró en escena, como asesor jurídico de la delegación guineana, el opositor antifranquista Antonio García Trevijano (oscuro protagonismo el suyo, sobre todo tras consumarse la independencia), quien propuso la creación de un Secretariado Conjunto para hacer frente a la delegación gubernamental con una propuesta de Constitución alternativa. Este empeño cosechó adhesiones y recha­zos individuales entre las representaciones guineanas, provocando fracturas en el seno de los grupos políticos y un nuevo realineamiento de fuerzas en el que emergió la figura, hasta entonces desapercibida, de Francisco Macías N guema, que a la postre se convirtió en el gran beneficiario de aquel entuerto. Finalmente, el gobierno español impuso su proyecto de Constitución, que fue rechazado por la

43 CAMPOS SERRANO, A. (2002) De colonia a Estado ... ; y NSUE MIBUI, R. E. (2007) Historia ... , op. cit., passim.44 VII.AR, J. B. (2005) "Franquismoydescolonización española en África", en Historia Contemporánea, núm. 30, p. 156.

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minoría separatista y el Secretariado Conjunto de Macías y aceptado por el resto de la delegación guineana45

La Constitución fue sometida a referéndum el 11 de agosto de 1968, resul­tando aprobada por el 63,1 % de un cuerpo electoral muy participativo (acudió a vo­tar el 91,7% de los censados). De inmediato se entró en un confuso proceso electoral caracterizado por la dispersión de opciones políticas y la fragmentación de los apo­yos de la España oficial y de los españoles en Guinea a los candidatos en liza, lo cual favoreció a Macías, que resultó elegido primer presidente de la República de Guinea Ecuatorial. Para la transferencia de poderes se eligió una fecha simbólica, el 12 de oc­tubre, para nada premonitoria de la embestida anti-Hispanidad que a continuación acometería el presidente, un nativo ... de los nuestros. La Conferencia Constitucional, en fin, había cumplido su cometido básico, que era regular el tránsito de Guinea Ecuatorial hacia su independencia, pero a costa de dejar sembrado de minas el ca­mino hacia la convivencia nacional y la relación del hijo pródigo con la Madre Patria.

Cabe añadir, finalmente, que durante los diez años de proceso de descolo­nización siguió intensificándose la explotación económica de los territorios, al­canzándose las más altas cotas de producción agrícola y maderera. Las campañas publicitarias realizadas por el régimen en los años sesenta para ensalzar su obra colonizadora solían presentar Guinea Ecuatorial como "la Suiza de África", por su alto nivel de renta per cápita (332 dólares USA por habitante en 1962), así como por sus indicadores educativos (89% de tasa de escolarización), sanitarios (1 médico por cada 7.230 habitantes) y de comunicaciones (4,6 teléfonos y 12,2 turismos por cada 1.000 habitantes), los más altos del occidente africano". Desde luego, la pro­paganda oficial eludía: deliberadamente, porque además estaba prohibido, todo comentario sobre la otra cara de la Guinea: las diferencias de renta entre europeos y africanos (según estimaciones, de 14 al); el desigual reparto de la propiedad (el 55% de los agricultores disponía del 3% de las tierras cultivadas mientras que un 2,3% de propietarios acaparaba el 53% de la superficie productiva); el inmenso poder monopolista que acumulaban "los cuatro grandes" de la economía colonial (Comité Sindical del Cacao, Sindicato de la Madera, Pro Guinea del Café y Banco Exterior de España), así como la elevada carga que la Suiza africana suponía para el erario público, y más con unos presupuestos que se habían incrementado de forma paralela al despliegue de las estrategias de resistencia y demora de la desco­lonización para implantar "una tímida política del vientre en la que el acceso a los cargos públicos y su conexión con el gobierno metropolitano se convirtieron en fuente fundamental de riqueza, prestigio y ascendencia social"47•

45 NDONGO BIDYOGO, D. (1977) Historia y tragedia ... , op. cit., pp. 112-140; NSUE MIBUI, R. E. (2007) Historiade la colonización y descolonización ... , op. cit., pp. 233-241; CAMPOS SERRANO, A. (2003) "Nacionalismo anticolonial...", op. cit., pp. 9-10; y LINIGER-GOUMAZ, M. {1979) La Guinee ... , op. cit., voces "Conférence Constitutionelle" y "Constitutions", pp. 125-127 y 131-132.

46 SANZ CASAS, G. (1993) "Descolonizar la Historia de África ... ", op. cit., p. 360. Los indicadores referidos pueden encontrarse en Espmla y Guinea Ernatorial, (1968) op. cit., Anexo núm. 3.

47 Esta última cita, en CAMPOS SERRANO, A. (2003) "Nacionalismo anticolonial...", op. cit., [p. 9]. Los datos sobre estructura de la propiedad y la referencia a los "cuatro grandes", en SANZ CASAS, G. (1993) "Descolonizar ... ", op.

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Además del análisis de costes y beneficios de la colonización que falta por hacer, también sería oportuno estudiar a fondo el entramado de relaciones que se produjeron entre los poderes públicos y los negocios privados durante este último período de "desarrollismo" guineano. Quizás ello permitiera entender mejor tanto empecinamiento colonial en tiempos de descolonización48• Mientras, lo que más ha destacado nuestra historiografía sobre los óltimos años de la Guinea española ha sido, sin duda, la muy deficiente gestión del proceso descolonizador, caracte­rizado por "la arbitrariedad, la improvisación y el confusionismo", que dio paso a una Guinea Ecuatorial dominada por "la violencia política, la corrupción y las tensas relaciones con la ex-metrópoli"".

4. Las secuelas: las relaciones hispano­

ecuatoguineanas en continuo sobresalto

Desde 1968 a nuestros días España y Guinea Ecuatorial han mantenido unarelación difícil (por emplear la expresión más fácil), pródiga en declaraciones de afecto lo mismo que en reproches, donde el confiicto ha estado siempre latente, a modo de Guadiana que aparece y desaparece, como si se tratara de parientes con­denados a convivir sin posibilidad de entenderse. Puesta a ser psicoanalizada, in­cluso podría diagnosticarse como una relación paterno-filial enfermiza, originada en las experiencias traumáticas de la infancia (el período de dominación colonial) y agravada con una emancipación forzada sin preparación previa (el proceso de descolonización), en que con frecuencia han aflorado reacciones de amor-odio y sentimientos de deuda-culpa.

Una aproximación diacrónica al estudio de las relaciones hispano-ecuato­guineanas requiere distinguir cuatro grandes etapas. La primera, muy tormen­tosa, discurrió entre 1969 y 1979 y estuvo marcada por la precipitada evacuación española, el régimen de terror impuesto por Macías en el país contra los propios ecuatoguineanos que se le oponían y la declaración de los asuntos relacionados con Guinea como "materia reservada" por el franquismo en proceso de descom­posición. Una nueva dimensión adquirió la relación bilateral entre 1979 y 1985, tras el "golpe de libertad" protagonizado por Teodoro Obiang Nguema, cuando la España democrática emprendió otro viaje de ida y vuelta al Golfo de Guinea para intentar la reconstrucción nacional del país a través del despliegue de una cooperación masiva y global que se saldó con un rotundo fracaso, rubricado con la integración de la ex-colonia en el área de influencia económica francesa. El tercer período puede acotarse entre 1985 y 1999, aunque sus perfiles se definie­ron desde 1983 y no acabaron de ajustarse del todo hasta 1989, cuando España,

cit., p. 362. La correlación de rentas europea/africana, en CARNERO LORENZO, E y DfAZ DE LA PAZ, Á. (2009} "Guinea Ecuatorial en la estrategia ... ", op. cit., p. 10.

48 Vid. Algunos apuntes al respecto en SUÁREZ BLANCO, S. (1997) "Las colonias españolas en África durante el primer franquismo (1939-1959). Algunas reflexiones", Espacio, Tiempo y Forma, serie V, vol. 10, 1997, p. 328-329.

49 VII.AR, J. B. (2005) "Franquismo y descolonización ... ", op. cit., p. 156.

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en un marco de relaciones caracterizado por la tensión recurrente, promovió el desarrollo de un proceso de Transición a la democracia que también devino en frustración, al consolidarse Obiang en el poder con práctica represiva y farsa democrática, la Democratura en expresión de Max Liniger-Goumaz. La etapa más reciente, de 1999 hasta la actualidad, ya con Guinea Ecuatorial convertida en flamante productora de crudo, ha estado caracterizada por el reacomodo de las relaciones a un modus operandi de tolerancia recíproca en el que priman las conveniencias económicas sobre las divergencias políticas sin que estas dejen de tener cierto protagonismo ocasional.

Las relaciones entre la recién nacida República de Guinea Ecuatorial y la ex-metrópoli colonial pronto tomaron la deriva de una descolonización desca­rriada, evolucionando rápidamente del aparente idilio a la confrontación abierta. Después del traspaso de poderes y la puesta en marcha de las nuevas institucio­nes, las declaraciones públicas de Macías dieron un giro copernicano, pasando del "seguiremos la política de treinta años de paz del Generalísimo" anunciado el 8 de noviembre de 1968 al "estamos en lucha contra el imperialismo español" procla­mado el 28 de marzo de 1969, cuando se alcanzó el pico de máxima tensión. En realidad, como ha señalado Juan María Calvo, "la felicidad y las buenas relaciones duraron hasta que se acabó el dinero, exactamente dos meses después del acceso a la independencia"".

En efecto, en el centro de la crisis de febrero-marzo del 69 estuvo la insoste­nibilidad financiera de Guinea Ecuatorial. Al importante proceso de descapitaliza­ción que había sufrido el país en los últimos momentos de dependencia colonial, debido al masivo drenaje de activos y bienes de equipo realizado por empresas y haciendas metropolitanas, se añadieron las dilaciones del gobierno español en la canalización de las ayudas prometidas51

• El problema se agravó con el incremento del gasto provocado por la creación del nuevo Estado, cuyo diseño estructural no obedeció a necesidades reales, sino a conveniencias de poder, creándose multitud de cargos públicos para recompensar a adeptos y aliados, la práctica política en la que había sido "educada" la elite africana durante la Autonomía. La elaboración del presupuesto para 1969 originó los primeros desencuentros, elevándose rápida­mente el tono de las exigencias guineanas, momento en que el gobierno español exhibió "una cicatería inicial" -en palabras del embajador en Santa Isabel, Juan Durán-Lóriga- "que estimuló los enfermizos recelos de Macías"52•

En tal contexto, los acontecimientos se precipitaron con el llamado "inci­dente de las banderas" a propósito del número de enseñas que debían ondear en los edificios oficiales de España (13-25 de febrero), una afrenta para Macías y una cuestión de honor para Durán-Lóriga, resuelta por el presidente guineano decla­rando persona non grata al embajador español. Durante su transcurso, el clima

so CALVO, J. M. (1989) Guinea Ecuatorial: la ocasión perdida, cap. 5, s.p. (Disponible en la página web de ASODEGUE). 51 ABAGA EDJANG, E (1997) La ayuda externa en el desarrollo de Guinea Ecuatorial, Madrid, Catarata, pp. 73-74, y

OREJA AGUIRRE, M.(2011) Memoria y esperanza. Relatos de una vida, Madrid, La Esfera de los Libros, pp. 244-245. 52 DURÁN-LÓRIGA RODRIGÁNEZ, J. (1999) Memorias diplomáticas, Madrid, Siddharta Mehta Editores, p. 131.

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La Guinea española y las relaciones de España con Guinea Ecuatorial. ..

de convivencia entre negros y blancos se deterioró rápidamente, produciéndose algunas acciones de acoso callejero a cargo de las recién creadas Juventudes en Marcha por Macías que generaron una situación de pánico colectivo entre los re­sidentes españoles. Para su protección se decidió el despliegue de los 260 efectivos de la Guardia Civil que todavía permanecían en el país y de la fragata "Descubierta" (la noche del 26 al 27 de febrero), acción que fue inmediatamente contestada por Macías con la exigencia de retirada de las tropas españolas, la solicitud de asisten­cia internacional a la ONU y la declaración del estado de emergencia (1 de marzo). La crisis se remató con el fracaso del presunto intento de golpe de Estado protago­nizado por Anastasia Ndongo Miyone con supuesta colaboración de España (5 de marzo) y la inmediata declaración de cierre de todas las compañías españolas". La orden de evacuación del territorio por parte del gobierno de Franco dio paso a la precipitada repatriación de los españoles, muchos de los cuales tuvieron que par­tir con lo puesto, calculándose que a finales de abril la operación había afectado a 5.009 personas, que luego tuvieron que organizarse para percibir unas mínimas ayudas, no previstas inicialmente por el Estado, que en ningún caso compensa­ron las pérdidas sufridas54• El resultado final de la aventura colonial en el África tropical no podía ser más desolador: apenas seis meses después de conceder la independencia, España ponía fin a todo sueño neocolonial abandonando el país en estampida.

Pasada la tempestad, se impuso una cierta calma en las relaciones bilatera­les. Emilio Pan de Soraluce, el diplomático enviado por Exteriores tras la expulsión de Durán-Lóriga, pudo reconducir la situación con las autoridades guineanas con la ayuda del boliviano Marcial Tamayo, presidente de la misión enviada por la ONU. Durante algunos meses pareció que podría prosperar un cierto entendimiento en­tre Madrid y Santa Isabel. El 19 de mayo de 1969 se firmaron dos acuerdos, uno co­mercial y de pagos y otro de cooperación económica, que incluían el tratamiento mutuo de nación más favorecida, el apoyo al establecimiento de moneda y banco emisor y la concesión de 426 millones de pesetas a cambio de la reserva de un mínimo de entre el 50 y el 55% de la producción de cacao55• Poco después, Macías aprovechó la festividad del 18 de julio, de tanta carga simbólica, para nombrar em­bajador a Esteban Nsué Ngomo, que declaró superados los malentendidos y abogó por el fortalecimiento de los vínculos hispánicos. La apariencia de reencuentro

53 Para el seguimiento de la crisis de febrero-marzo de 1969, además de las memorias de Durán-Lóriga y el relato deJuan María Calvo, cf. el testimonio (con interesante reproducción de crónicas periodísticas) de CARRASCOSA, L. (1977) Malabo. Ruptura con Guinea, Madrid, Ediciones Mayler, pp. 195-291; el análisis de ELA, F. ( 1983) Guinea. Los 1íltimos mios, Santa Cruz deTenerife, Centro de la Cultura Popular Canaria; los estudios de LINIGER-GOUMAZ, M. (1979) La Guinee ... , op. cit.; NDONGO BIDYOGO, D. (1977) Historia y tragedia ... , op. cit., y NSUE MIBUI, R. E. (2007) Historia ... , op. cit., y una síntesis sobre "El intento de golpe de Estado y el éxodo de los españoles", en GARCÍA ASCANIO, P. (2010) Guinea Ecuatorial: De colonia a mltanato, Madrid, Universidad Complutense de Madrid, Memoria de trabajo fin de máster (Disponible en web).

54 "Una repatriación inesperada" en GONZÁLVEZ PÉREZ, V. (1994) "Descolonización y migraciones desde el Áfricaespañola (1956-1975)", Investigaciones Geográficas, núm. 12, pp. 67-69. Vid.Asimismo CALVO, J. M. (1989) Guinea Ecuatorial..., op. cit., cap. 61.

55 ABAGA EDJANG, F. (1997) La ayuda externa ... , op. cit., pp. 64-73. Los instrumentos de ratificación de tales acuerdos, en BOE, núm. 183, 1 agosto 1969, pp. 12.016-17, y núm. 187, 6 agosto 1969, pp. 12.353-54.

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quedó rematada el 12 de octubre, al conmemorarse el primer aniversario de la in­dependencia, que contó con la presencia del ministro de Educación José Luis Villar Palasí. Pero los acuerdos y los gestos, meramente formales, no podían esconder las enormes dificultades a que se enfrentaban las relaciones bilaterales tras perder su principal base de sustentación, pues de los aproximadamente 6.000 españoles que residían allí en 1968 apenas quedaban 300 un año después, casi todos en Fernando Poo. Tras la espantada, además, en Madrid persistió la división interna en torno a la ex-colonia; Fernando Morán, entonces a cargo de la Dirección General de África en el Palacio de Santa Cruz, calificó de "verdadero sabotaje" las actuaciones lleva­das a cabo por Carrero Blanco desde Presidencia entre mayo de 1969 y 1972 con el deliberado propósito de "abortar los intentos del Ministerio de Asuntos Exteriores por corregir la situación"".

La situación resultó irreversible a partir de 1970, cuando Macías impuso el régimen de terror y la contrarreforma constitucional en el interior del país y se orientó hacia el bloque comunista en sus relaciones externas. Mientras Guinea Ecuatorial caía en la bancarrota y, lo que era peor para su futuro, se descapitali­zaba en recursos humanos, al perder gran parte de sus activos más cualificados por la via del exterminio o el exilio, el régimen franquista sorteó la situación como solía hacerlo habitualmente, poniendo mordazas, por lo que declaró "materia re­servada" toda la información pública sobre la ex-colonia. Esta decisión, en puri­dad, no era más que el reconocimiento de un fracaso histórico, pues -como ha apuntado Donato Ndongo- "significaba que no querían ni oír hablar de un asunto que en el fondo les caus.aba la mala conciencia del deber no cumplido, el rubor ante una descolonización cantada a los cuatro vientos como "modélica'', pero he­cha con una mezcla de precipitación y despecho y que, como era natural, terminó en un clamoroso fiasco"57

En cualquier caso, pese a la cada vez mayor presencia soviética, china, cu­bana y hasta coreana en territorio guineano, los intercambios oficiales prosiguie­ron, e incluso se incrementaron a partir de 1971. El 24 de julio de ese año se reno­varon los dos acuerdos de 1969 y se firmaron otros cinco nuevos sobre asistencia técnica en materia de televisión, transporte aéreo y comunicaciones marítimas, cooperación para la construcción de una escuela de maestría industrial y regu­lación de las facilidades e inmunidades para el desarrollo de la cooperación". En este último convenio se dispuso que los cooperantes españoles, durante su per­manencia en territorio guineano, "no se inmiscuirán en los asuntos internos de dicho país", una máxima que el gobierno franquista extendió al conjunto de las

56 MOHÁN, F. (1980) Una polftica exterior para Espmia, Barcelona, Planeta, p. 371. 57 NDONGO-BIDYOGO, D. (1999) "La solución no depende de nosotros", Jornadas sobre Guinea Ecuatorial, Madrid,

Fundación Olof Palme, 21-22 abril (Disponible en www.angelfire.com/sk2/guinecuatorial/ndongo.html.) 58 MARTÍNEZ CARRERAS, J. U. (1998) "España y Guinea Ecuatorial desde 1968", en CASTRO, M. de y NDONGO, D.

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Es palla en Guinea ... , op. cit., p. 221. Vid. Los instrumentos de ratificación de los convenios hispano-ecuatoguineanos de 1971 en BOE, núm. 303, 20 diciembre, p. 20.594-95; 304, 21 diciembre, 20.671-72; 308, 25 diciembre, 20.942-43; 309, 27 diciembre, 20.990-92 y 310, 28 diciembre, 21.236-37. Hubo también un tercer acuerdo comercial yde pagos firmado en Madrid el 12 de mayo de 1973, BOE núm. 303, 19 diciembre, pp. 24.569-70.

La Guinea española y las relaciones de España con Guinea Ecuatorial. ..

relaciones bilaterales. En España no solo se impuso el silencio sobre lo que aconte­cía en Guinea, sino que se prohibió la permanencia en el país de los opositores de Macías que lograban escapar de la represión y, para remate de despropósitos, en 1974 se ordenó la retirada del DNI a los residentes guineanos, ya desposeídos de su nacionalidad desde 1972, que pasaron a ser considerados apátridas indocumenta­dos, una situación que solo se resolvió en democracia".

Los últimos estertores del franquismo y los inicios de la Transición coincidie­ron con el recrudecimiento de la represión política y el agravamiento de la situa­ción económica y social en la ex-colonia, ya con Macías convertido en foco de to­das las críticas internacionales. Ello no impidió que su denostado régimen siguiera obteniendo los réditos de la realpolitik practicada tanto por España, que man­tuvo activa su cooperación, y Francia, que ya había penetrado económicamente en el país, como por la Comunidad Económica Europea, que en marzo de 1976 aceptó la inclusión de Guinea Ecuatorial como receptor de ayuda en el marco de la Convención de Lomé. No obstante, el curso de la relación bilateral experimentó una importante inflexión a partir del 20 de octubre de 1976, cuando el gobierno de Adolfo Suárez levantó la calificación de materia reservada a las informaciones sobre la ex-colonia. A medida que la prensa iba dando cuenta de las dramáticas realidades internas y de los urgentes llamamientos de la oposición en el exilio a la intervención internacional, Macías arreció en sus ataques contra España, de modo que el mantenimiento del statu qua anterior resultó insostenible. La crisis no se hizo esperar y, aunque el gobierno español intentó contenerla enviando a Malabo a una nutrida delegación de altos cargos con el fin de impulsar la cooperación, el crescendo de la diplomacia verbal abocó a la suspensión de relaciones, anunciada oficialmente por Madrid el 23 de marzo de 1977. Esta situación se mantuvo hasta el final de "la locura" del tirano, e incluso empeoró en 1978 con el apoyo prestado por Guinea Ecuatorial a las tesis argelinas sobre el "hecho colonial" de Canarias en la OUA. España, en todo caso, para proteger los intereses que aún quedaban, mantuvo el hilo de la cooperación, incluido el ruinoso vuelo semanal de Iberia entre Madrid y Malabo con el convenio que lo sostenía ya vencido, mientras que tanto desde el gobierno como por los partidos de la oposición se dieron largas a las reiteradas demandas de intervención planteadas por los exiliados guineanos".

A partir del 3 de agosto de 1979, tras el autodenominado "golpe de libertad" liderado porTeodoro Obiang Nguema, sobrino del dictador, se abrieron grandes ex­pectativas de cambio para Guinea Ecuatorial y su conexión hispánica. El gobierno Suárez, que había sido informado previamente del Golpe, de inmediato recibió la petición de ayuda del nuevo poder guineano, que buscó en España la tutela que

59 El reconocimiento de la nacionalidad española para los guineanos residentes llegó con el Decreto 2. 987/1977, de 22 de octubre, BOE núm. 282, 25 de noviembre 1977, p. 25.874. Un reportaje periodistico calculaba en torno a 6.000 el número de guineanos indocumentados o apátridas que por entonces residían en Esplña; vid. FMGUAS, R. {I 978) "Seis mil guineanos viven marginados en España", El País, 29 julio.

60 Para el sostenimiento de la cooperación española pese a la suspensión de relaciones diplomáticas, vid. OREJA AGUIRRE, M. {2011) Memoria y esperanza ... , op. cit., p. 245-246, así como CALVO, J. M. {1989) Guinea Ecuatorial ... , op. cit., cap. 9. Para los contactos de los exiliados guineanos con responsables gubernamentales y líderes de partidos politicos, vid. el testimonio de NDONGO BIDYOGO, D. (1999) "La solución ... ", op. cit.

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necesitaba para la reconstrucción nacional. De repente, a la democracia española_ todavía sin consolidarse internamente ni insertarse internacionalmente- se le pre­sentaba una oportunidad única para saldar la "deuda histórica" con Guinea, y de paso poner un pie en el África negra que tanta alarma había generado un año antes vía Argelia. El gobierno entendió que no podía desaprovechar la ocasión, e incluso dio muestras de cierto entusiasmo: prestó asistencia humanitaria de emergencia y, paralelamente, se puso a negociar una serie de acuerdos con el fin de impulsar una cooperación amplia. Así, hasta la Navidad del 79, en que los reyes realizaron su primera visita a Guinea Ecuatorial, España había materializado donaciones a fondo perdido, concedido créditos blandos y líneas complementarias de financiación y suscrito convenios que cubrían muchos frentes de intervención: pesca, hidrocar­buros, desarrollo minero, agricultura, finanzas, transporte marítimo y aéreo ... , ade­más de asistencia educativa y atención sanitaria, lo que en su conjunto constituía el primer gran despliegue de la cooperación española en el exterior61

Sin embargo, tales esfuerzos quedaron mancados desde el principio por la incapacidad de Madrid para dar respuesta a las dos cuestiones vitales que plan­teaba Malabo en aquellos momentos: proporcionar seguridad y avalar la econo­mía del país. En la primera dirección, Obiang pidió el envío urgente de una uni­dad militar de élite que garantizara su propia seguridad, pero esta demanda fue desatendida por el gobierno de UCD tras constatar la firme oposición del PSOE a prestar este tipo de asistencia (el consenso en política africana seguía vivo tras el affaire de Canarias en la OUA). Esta decisión crítica puso la protección militar de Obiang en manos de Marryecos (e indirectamente de Francia) y, por añadidura, creó en el entorno presidencial un poder fáctico que se interpuso en el desarrollo de la cooperación española. En materia económica, por otra parte, las peticiones guineanas se centraron en lograr el respaldo de la pese! al.ekuele para asegurar su convertibilidad internacional, al modo de lo que ocurría con el franco CFA en el África francófona; así como el sostenimiento del presupuesto ecuatoguineano durante 5 años, hasta que el restablecimiento de la producción pudiera proveer re­cursos para la hacienda nacional. No obstante, ambas demandas quedaron sumi­das en la indefinición gubernamental por los temores del Ministerio de Economía a que pudiera generarse un agujero presupuestario incontrolable, lo que a la pos­tre determinó que la reconstrucción del país careciera de soportes económicos só­lidos, además de que fracasaron los intentos de implicar a la inversión privada en el esfuerzo que realizaba el Estado".

Carente de bases de sustentación y perspectiva estratégica, pues, la inexperta cooperación española desembarcó en Guinea Ecuatorial a principios de 1980, una

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CALVO, J. M. (1989) Guinea Ecuatorial ... , op, cit., caps. 11, 12 y 16. Vid. también ROBLES PIQUER, C. (2011) Memoria de cuatro Espa,ias, República, guerra, franquismo y democracia, Madrid, Planeta, pp. 466-469, así como OREJAAGUIRRE, M. (2011) Memoria y esperanza ... op. cit., pp. 375-376.

Cf. LAGUNA SANQUIRICO, Reta/, (2006) "La presencia militar española en Guinea Ecuatorial" y"La cooperación milita� hispano-ecuatoguineana", en La cooperación militar española con Guinea Ecuatorial, Madrid, CentroSuperior de Estudios de la Defensa Nacional, pp. 19-24 y 27-62, respectivamente, así como ABAGA EDJANG, E (1997) La ayuda externa .... op. cit., pp. 79-111.

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vez superada la fase de emergencia, con el genérico planteamiento de levantar un nuevo Estado prácticamente de la nada. Lo hizo, además, sin dotarse de tres ele­mentos cruciales para el adecuado desarrollo de tan ambicioso proyecto: estruc­tura organizativa coherente, planificación racional de las actuaciones y recursos humanos preparados, tanto en capacidades como en actitudes". Hasta mayo de 1981, en que se creó la Oficina de Cooperación con Guinea Ecuatorial, la organi­zación de todo el entramado de la cooperación se coordinó directamente desde el Palacio de la Moncloa y su desarrollo sobre el terreno corrió a cargo del nuevo embajador político, José Luis Graullera, reapareciendo con ello los recelos y desen­cuentros entre Presidencia y Exteriores, departamento que se sintió desplazado de una cuestión-estrella de su directa competencia. Además, hasta octubre de 1980 en que el Tratado de Amistad y Cooperación vino a poner un poco de orden en los 17 convenios firmados hasta entonces, en cada área de trabajo los proyectos se fueron desarrollando a golpe de requerimientos de urgencia, sin disponer de un plan de actuación ni coordinarse entre sí, por lo que las improvisaciones e interfe­rencias estuvieron a la orden del día 64.

Por lo demás, buena parte de los cooperantes que llegaron a Guinea (entre 300 y 400, según momentos), especialmente los funcionarios ministeriales reclu­tados con incentivos económicos, no pocos por la vía del "enchufe", carecían de instrucciones precisas sobre sus cometidos y "algunos traían una mentalidad cla­ramente colonialista, por su pasado, y los más no tenían ninguna experiencia en un trabajo similar ni sabían cómo era la vida en un país del Tercer Mundo"65• De hecho, por motivos de prudencia política, imprudentemente no se quiso echar mano del potencial de recursos humanos del exilio guineano que España había formado en sus aulas y centros de trabajo y que deseaba participar activamente en la reconstrucción de su país, privándose con ello a la cooperación española, y sobre todo a la transformación real de Guinea Ecuatorial, de la posibilidad de articular los mínimos apoyos internos que tanta falta hicieron para vencer las enormes resistencias ofrecidas por un aparato de Estado heredado de la etapa de Macías e instruido en el antiespañolismo más furibundo". En el fondo, todo aquel cúmulo de desaciertos, aparte de resucitar los viejos fantasmas del pasado, daba cuenta de la inviabilidad del modelo de cooperación que España estaba tratando de promover en Guinea, que cabe calificar de pseudo-neocolonial, por tener un perfil más invasivo y generador de beneficios propios que inductor de

63 Una valoración de la cooperación desarrollada por España en Guinea Ecuatorial desde finales de 1979 a 1987, en DE LA RASILLA, L. (1988) ''.Algunos aspectos de la cooperación española con Guinea Ecuatorial", I Informe al Congreso de los Diputados, 22 junio ( Disponible en e.publicacionesintersurorgdelibre@cceso). Vid. también, además de la obra de Calvo ya citada, MUAKUKU RONDO IGAMBU, E (2000) Guinea Ecuatorial. De la esclavitud colonial a la dictadura nguemista, Madrid, Carena; yPUENTEALCARAZ, J. (2012) El liderazgo de la Unión Europea en la Agenda Mundial para el Desarrollo, Madrid, Ediciones Qve.

64 Real Decreto 806/1981, de 8 de mayo, por el que se crea la Comisión Nacional y la Oficina de Cooperación con Guinea Ecuatorial y Tratado de 23 de octubre de 1980 de amistad y cooperación entre el Reino de España y la República de Guinea Ecuatorial , en BOE, núms. 111, 9 mayo 1981, pp. 9.957-58 y 178, 27 julio 1981, pp. 17.072-74.

65 CALVO, J. M. {1989) Guinea Ecuatorial..., op. cit., cap. 17. 66 Un testimonio de los ofrecimientos realizados por los exiliados guineanos, en NDONGO BIDYOGO, D. (1999) "La

solución ... ", op. cit.

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desarrollo, pero careciendo de la arquitectura económico-financiera que lo hi­ciera �o�ible, dada la renuencia a contraer compromisos que entrañaran riesgos, por mm1mos que fueran.

El resultado final de un empeño tutelar tan poco sólido como aquel no podía ser otro que el fracaso, perceptible desde 1981. A esas alturas, la eficacia de la cooperación española estaba siendo anulada por la práctica sistemática de la corrupción y el florecimiento del activo mercado negro que creció a su alre­dedor, así como por el torpedeo constante que sufrían los proyectos por parte de los viejos poderes guineanos, omnipresentes en las instituciones y la oficiali­dad. Consciente del deterioro de la situación, en primera instancia el gobierno de Calvo Sotelo intentó reconducir la cooperación, condicionándola al desblo­queo del nombramiento de consejeros ejecutivos españoles en los puestos clave de la administración económica; además, el general Sáenz de Santamaría viajó a Malabo en septiembre de 1981 para proponer a Obiang que España se hiciera cargo de la defensa de Guinea Ecuatorial en su totalidad, incluyendo la seguridad presidencial y la formación de las Fuerzas Armadas. Paralelamente, se abrió la vía de la cooperación multilateral, impulsándose la organización de una confe­rencia internacional a la que se presentarían proyectos de interés prioritario para que fueran asumidos por otros países.

Por momentos pareció posible la reconducción de la cooperación global. Pero una cadena de decisiones del gobierno ecuatoguineano y de acciones sobre­venidas sobre el terreno, todas adversas para los intereses españoles, fueron des­articulando, uno tras otro; los proyectos de asistencia que se habían apalabrado en los encuentros oficiales: El enfriamiento de las relaciones se puso de manifiesto con ocasión de la visita efectuada por Calvo Sotelo a Malabo en diciembre de 1981, cuando el presidente español estuvo a punto, primero de no viajar, y luego de regresar sin haber concluido el viaje. Además, la Conferencia Internacional de Donantes celebrada en Ginebra en abril de 1982 no dio los frutos esperados debido a las escasas garantías que ofrecía el país para realizar inversiones. Los ulteriores intentos de revertir la situación resultaron vanos, como se demostró con ocasión de la "visita de trabajo" que Obiang realizó a Madrid en mayo. Desde entonces, el gobierno español abandonó toda pretensión de enderezar la situación y se dispuso a "aguantar" (consigna impartida entonces) una relación cada vez más tensa, en la que Madrid proseguía el desarrollo de las actuaciones posibles mientras Malabo i?a d��do pasos, cada vez más firmes, hacia Francia y la francofonía vecina, como s1 qms1era encontrar en la experiencia y fortaleza del neocolonialismo galo la tu­tela que su ex-potencia colonial no podía proporcionarle".

67

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Cf. LI�IGER-�OUM�, M._(1�96) "Guinea Ecuatorial. Diecisiete años de la Segunda Dictadura Nguemista (1979-1996) , Estudws de Asia y Afrtca, vol. XXXI, núm. 3, pp. 645-69; CALVO, J. M. (1989) Guinea Ecuatorial..., op. cit.,caps. 27 a 38; LAGUNA SANQUIRICO, F. et al. (2006} "La cooperación militar ... ", op. cit., pp. 36-37, y MARTÍNEZ PUfJAL: A. �1984) "Una ?casión para la cooperación internacional: la Conferencia Internacional de Donantes para la react1�c16n económtca y desarrollo de la República de Guinea Ecuatorial", Revista de Estudios Internacionales, vol. 5, num. l.

La Guinea española y las relaciones de España con Guinea Ecuatorial. ..

Las frías relaciones del segundo semestre de 1982 entraron en estado de hi­bernación en 1983, tras la formación del gobierno de Felipe González. Ya desde el principio, los socialistas no habían mostrado entusiasmo alguno con el intento de redescubrimiento de la Guinea española en que se habían embarcado los go­biernos de UCD. Según expuso Salvador Bermúdez de Castro tras ser nombrado responsable de la cooperación en diciembre de 1983, aquel esfuerzo "desorbitado", que se había realizado con "bastante más ilusión que realismo", debía despojarse de toda "sobrecarga emocional", y particularmente de la "falsa idea" de que España tenía contraída una deuda histórica con Guinea, para reorientarse hacia plantea­mientos más pragmáticos, pues había llegado "la hora de la racionalización del esfuerzo, de la contracción del gasto y de la consecuente fijación de metas con­gruentes y alcanzables"". Esta reorientación comenzó a plantearse con la puesta en marcha de la nueva administración, cuando Economía y Exteriores debatieron la necesidad de limitar la cooperación, pero acabó de decantarse con el impacto provocado por un nuevo sobresalto en la relación bilateral, y de los grandes.

En efecto, la crisis diplomática que se produjo en mayo de 1983, al darse refugio en la embajada española de Malabo al sargento Venancio Micó tras copro­tagonizar una intentona golpista contra Obiang, revistió tintes de extraordinaria gravedad pese al intento del gobierno de que no trascendiera a la opinión pública (inocuo remedo de declaración de "materia reservada"). El cerco militar a la emba­jada, el estado de inseguridad a que estuvo expuesta la colonia española, las previ­siones de intervención mediante "una acción militar aerotransportada con apoyo naval", el viaje de urgencia realizado por el ministro de Exteriores Fernando Morán al país para desbloquear la situación (con amago de volverse si no era recibido de inmediato por el presidente guineano), las amargas sensaciones que quedaron tras la entrega de Micó, el pulso posterior para que Obiang cumpliera lo pactado ... , todo aquello marcó un irreversible punto de inflexión en el enfoque de la cuestión guineana por parte del gobierno socialista". Desde entonces Madrid se inclinó por no "aguantar" más una relación con Malabo en la que cada vez cobraban ma­yor protagonismo los "desplantes" y las "tragaderas".

La renuncia española a seguir ejerciendo el papel de potencia tutelar de Guinea Ecuatorial llegó pocas semanas después de aquella crisis diplomática. Entonces apenas se intuyó, pero luego se pudieron atar cabos sueltos: en la cumbre interministerial hispano-francesa que se celebró del 2 al 3 de julio de 1983 en La Granja de San Ildefonso (otra paradoja del destino, el lugar donde Portugal había cedido Guinea en 1777), España aceptó que su ex-colonia se incorporara a la zona del franco CFA. Pendiente del análisis de la documentación diplomática (inacce­sible en estos momentos), puede decirse que en aquel encuentro se alcanzó una especie de pacto tácito por el que Francia tomaba el relevo en los cometidos duros

68 BERMÚDEZ DE CASTRO, S. (1983) "España y Guinea Ecuatorial", El País, 17 diciembre. 69 Cf MORÁN, E (1990} España en su sitio, Plaza & Janes/Cambio 16: Madrid, 190-199, y CALVO, J. M. (1989) Guinea

Ecuatorial..., op. cit., cap. 44.

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del_ tutelaje (el dominio económico) mientras España se reservaba los cometidos blandos asociados a "la marca hispánica" (el protagonismo en la cooperación).

Consideraciones de peso inducían a esta entente. Francia ya había expre­sado a las claras su interés por Guinea Ecuatorial y estaba en inmejorables con­diciones para asumir allí un rol dirigente, tanto por su dominio de los engranajes neocoloniales como por su influencia sobre los países fronterizos, además de tener mayor capacidad de actuación externa y menores condicionantes internos, al es­tar exenta de cargas morales, fisuras organizativas y disensos públicos. A España, por su parte, para nada le convenía añadir un nuevo conflicto a las relaciones con el vecino del norte, sino allanar el camino a la resolución de los dos contenciosos que más le importaban: el ingreso en las Comunidades Europeas y la lucha anti­terrorista en el santuario etarra del sur de Francia, aparte de que compartir pro­tagonismos en la ex-colonia podría servir para aliviar la tensión con las díscolas autoridades de Malabo. A ello habría que añadir otro factor nada desdeñable: el nuevo escenario que comenzaba a vislumbrarse para el Golfo de Guinea satisfacía a la administración norteamericana, a la que preocupaba la incapacidad española para mantener la situación ecuatoguineana bajo control ante el creciente poder que estaban adquiriendo los oficiales formados por los soviéticos. Durante ese año y los siguientes, estuvo coleando la supuesta "guerra" franco-española que se li­braba en Guinea Ecuatorial, pero el encadenamiento de evidencias lleva a consi­derar que aquello era, más bien, la escenificación del reparto de papeles del verano del 83 en San Ildefonso. Prueba de ello fue el impulso que desde entonces tomaron las negociaciones para la inG.orporación de Guinea Ecuatorial a la Unión Aduanera y Económica de África CenÍral (UDEAC), cuya acta de adhesión fue firmada por Obiang en Bangui el 19 de diciembre de ese mismo año 70.

El viraje de la política española, en cualquier caso, no se concretó del todo hasta después de producirse la efectiva integración de la Guinea hispánica en la órbita económica francófona. Los proyectos de cooperación comprometidos con anterioridad se siguieron manteniendo formalmente, aunque sufriendo "el entor­pecimiento, cuando no la paralización de facto, por parte de los responsables eco­nómicos", mientras que el loable proyecto de acercamiento por el conocimiento que se inició con la celebración en Bata del I Congreso Hispano-Africano de Cultura en junio de 1984 se dejó diluir y ya no hubo segunda edición71• En agosto de 1985, tras el relevo de Fernando Morán por Francisco Fernández Ordóñez al frente de Exteriores, se rebajó la categoría a la Oficina de Cooperación con Guinea Ecuatorial, iniciándose a renglón seguido el rapidísimo proceso de reformula­ción conceptual que culminó en noviembre de ese año con la aprobación del Plan 7° Cf LINIGER-GOUMAZ, M. {1989) Comment 011 s'empare d'un pays. l. La Guinée Equatoriafe. Les Editions du

Temps: Ginebra, pp. 133-210; y "Guinea Ecuatorial...", op. cit., pp. 674-678, así como CALVO, J, M. (1989) Guinea Ecuatorial..., op. cit., caps. 43 y 50.

71 Cf DE LA RASILLA, L. (1988) "Algunos aspectos de la cooperación ... ", op. cit., p.12, y MARTÍNEZ CARRERAS, J.

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U. (1998) "España y Guinea .. ,", op. cit., pp. 223-224. La desventura que sufrió la cooperación cultural tambiénla sufrió de lleno la UNED y, posteriormente, también otras iniciativas convergentes con el ámbito de lacomunicación, como el periódico Ébano o la emisora África 2000; vid., para ello, CALVO, J. M, (1989) GuineaEcuatorial ... , op. cit., cap. 65.

La Guinea española y las relaciones de España con Guinea Ecuatorial...

Marco de Cooperación72• Con él se oficializó la nueva política guineana, que�?­

!onces se esforzó en marcar distancias con el pasado: "frente a una Cooperac1on global, autojustificadora [sic], desprovista de prioridades� ,objetivo�" -exponía eldocumento-borrador del Plan-, "se propone una cooperacmn esencialmente fma­lista, orientada no solo a la defensa y potenciación de la lengua y cultura com�nes, sino a incentivar el carácter hispánico de Guinea Ecuatorial (único en toda Africa negra), como factor de identidad e independencia nacional", y ello -se precisaba­"respetando siempre su soberanía y sin ribete neocolonialista alguno" y dejando a un lado "sus opciones de régimen político o económico (zona del franco)". A la par que se reducían los objetivos de la ayuda, a la acción exterior del Estado �.e leencomendaba la tarea de "normalizar las relaciones bilaterales a toda costa , ya desprovista Guinea Ecuatorial de su consideración como punta de lanza de !ª pe­netración española al sur del Sahara73

• Este papel, p�r ot:a parte, e�taba s1���0 objeto de reasignación: ahora la mirada del nuevo afncamsmo espanol se dmg1a hacia los países del África lusófona, en parte como paliativo al fracaso en Guinea".

Con el replanteamiento de la cuestión hecho a finales de 1985 -�Jan Marco y normalización de relaciones- Guinea Ecuatorial pasab� a conv�r:tr_se. en un"asunto menor" de la acción exterior y, por tanto, no precisaba de m1ciat1va po­lítica. Esto no evitó que el gobierno tuviera que prestarle cierta atención, por lo general a remolque de circunstancias sobrev_enidas. Para empez�,r, result� impres­cindible tapar las vías de agua que se le abneron a la cooperacmn espanola. Una grande fue la declaración de quiebra técnica del Guin�xtebank, la entidad c:eada en 1980 por el Banco Exterior de España y e! Estado gumeano como soporte fman­ciero de la reconstrucción económica. El tema estuvo en el candelero desde me­diados de 1985, en que la entidad matriz se negó a seguir cubriendo el déficit de su filial hasta febrero de 1989, cuando el gobierno aprobó la concesión de un crédito FAD 'de 1.400 millones de pesetas para enjugar pérdidas y poner fin a la participa­ción española en la empresa. Un tiempo excesivamente dilatado, en que salieron a relucir tanto las irregularidades cometidas en la gestión financiera del banco como la falta de acuerdo en el seno del Ejecutivo a la hora de resolver el problema. La otra cuestión que saltó a la palestra (ya era vox populi en el entorno relacionado con la ex-colonia) fue -en expresión autóctona- el "guru-guru" practicado por españoles en Guinea, es decir, la corrupción en torno al manejo de los fondos y recursos de ]a cooperación. Aunque tales prácticas iban desde el "trapicheo" de poca monta hasta contratos sustanciosos, la destitución de tres funcionarios en el verano de 1987 reveló la existencia de contabilidades paralelas en la propia embajada de

72 La OCGE pasó a ser una subdirección de la Secretaría de Estado para la Cooperación Y par� Iberoamérica por Real Decreto 1485/1985, de 28 de agosto (BOE núm. 207, 29 agosto 1985, pp. 27.273-:"6); tres �nos después, qm;dó extinguida al refundirse todos los organismos autónomos en el seno de la Ag:ncia Espano�a.de CooperaciónInternacional, creada por Real Decreto 1527/1998, de 11 de noviembre (BOE num. 307, 23 d1c1embre 1988, pp. 35.998-36.003).

73 DE LA RASILLA, L. (1988) ''Algunos aspectos de la cooperación ... ", op. cit., pp. 12-14. 74 Vid., de este autor y en esta misma obra, el capítulo "África Subsahariana en los márgenes internacionales de

España: de la indiferencia a las políticas reactivas".

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España en Malabo75• Ya era bastante. Aireados los "trapos sucios", el Congreso de

los Diputados se vio obligado a entrar en materia y el 9 de febrero de 1988 aprobó la creación de una Comisión de Estudio y Desarrollo de la Cooperación entre España y Guinea Ecuatorial.

Al amparo de los trabajos de la comisión parlamentaria, en el otoño-invierno de 1988 se generó un interesante debate sobre la acción española en Guinea que, por primera vez en democracia, desbordó los estrictos cauces oficiales para pro­yectarse en la arena pública. Componentes diversos contribuyeron a ello, como el reagrupamiento de las fuerzas de la oposición ecuatoguineana, la iniciativa civil emprendida por personalidades y colectivos sociales relacionados con el desa­rrollo de la cooperación y la promoción de los derechos humanos, la difusión de los informes y resoluciones internacionales sobre Guinea Ecuatorial y, también, la actitud de la mayoría parlamentaria que, al vetar algunas comparecencias en la Comisión, provocó la amplificación de la crítica al modelo gubernamental de coo­peración y del mensaje de rechazo a la marginalización de la cuestión guineana. El mayor fruto de la movilización se recogió el 15 de marzo de 1989, con la firma del Pacto de Madrid para la Democratización y elAutodesarrollo de Guinea Ecuatorial en el Congreso de los Diputados 76. Aunque el PSOE se autoexcluyó de la iniciativa, el amplio consenso extra-gubernamental alcanzado, que incluía al resto del arco parlamentario, puso de relieve la necesidad de reenfocar la relación bilateral hacia el retorno de los exiliados y la promoción de la democracia. Además, en el ámbito de la cooperación multilateral se estaba abriendo paso la tendencia a condicionar la ayuda oficial al desarrgpo al respeto de los derechos humanos y el ejercicio del buen gobierno, por lo que resultaba obligado, también por exigencias internacio­nales, superar el estado de indefinición en que se encontraba la cuestión 77.

Factores internos y externos, pues, condujeron a que durante la última dé­cada del siglo XX el vector democracia adquiriera una importancia capital en el tratamiento de todas las cuestiones relativas a Guinea Ecuatorial. Este condicio­nante obligó a los gobiernos españoles, ya fueran socialistas o populares, a con­templar entre las prioridades de la parca política africana el impulso de un pro­ceso de Transición democrática en la ex-colonia como objetivo de acción exterior. El empeño, además de estimular la iniciativa gubernamental, llegó a concitar por momentos un infrecuente consenso nacional, como sucedió en enero de 1995 al constituir PSOE, PP e !U la Plataforma de Apoyo a la Democracia de Guinea Ecuatorial. En cualquier caso, todo intento de propiciar cambios reales en el país que fueran más allá del indulto puntual o la farsa electoral fue sistemáticamente

75 Sobre el Guinextebank y la corrupción en Guinea, vid. CALVO, J. M. (1989) Guinea Ecuatorial..., op. cit., caps. 48, 55, 58y59.

76 Para aproximarse al Pacto de Madrid y los ecos de aquella iniciativa civil, vid. DE LA RASILLA L. "Guinea Ecuatorial" (dossier disponible en e.publicacionesintersurorgdelibre@cceso).

77 Cf, GUTI�RR�Z VEG�, P. "Tipicidad y casuística de_ 1� condicionalidad política: la Unión Europea y África Subs�hanana, en PENAS ESTEBA, F. J. (ed.), (2000) Afnca en el sistema internacional. Cinco siglos de frontera,Madnd, Catarata, pp. 267-296; y AGURIRRE, M. y REY, F. (2001) "Developmen Co-operation and Humanitarian Action in Spanish Foreing Policy", en (2001) ]ournal of Humanitarian Assistance, www.jha/articles/a071.pdf posted on 22 Julio.

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burlado por el régimen nguemista, que de este modo (permítanse las redundan­cias) fue arañando tiempos al tiempo en que se estaba en condiciones de condi­cionar la cooperación, convirtiéndose la inacabable Transición democrática, por frustración pertinaz, en un objetivo inalcanzable".

En el marco de esta dinámica hacia la consumación de la quimera, las rela­ciones bilaterales quedaron atrapadas en una especie de bucle. Acciones y reac­ciones solían seguir el mismo patrón de secuencias: admonición por conducta im­propia, declaración de propósito de enmienda, incumplimiento de compromisos o promesas, estallido de una crisis puntual más o menos duradera (con muchocruce de palabras y prudentes gestos de protesta), descubrimiento de algún in­dicio esperanzador, cierre en falso de la situación crítica y vuelta a empezar. Seríaprolijo entrar en el relato de los acontecimientos que fueron encadenándose eneste reiterado trasiego a la búsqueda de una salida hacia ninguna parte: desde lavisita efectuada por Felipe González en enero de 1991 y la misión especial enco­mendada a Adolfo Suárez en mayo de 1992 hasta el encuentro de José MaríaAznarcon Obiang en Nueva York en junio de 1997; también, las idas y venidas del líderopositor Severo Moto, o los hostigamientos y encarcelamientos sufridos por em­presarios, cooperantes, periodistas y hasta religiosas, todos acusados de un sinfínde supuestas conspiraciones. Los hitos más significativos tuvieron como telón defondo las ilusiones y decepciones generadas por los fallidos procesos electoralesde 1992 y 1997, y ello conllevó la reducción de la cooperación española desde di­ciembre de 1993 hasta el fin del siglo XX79

• En resumidas cuentas, la tentativa detutela democrática también acabó en fracaso rotundo, en otra experiencia decep­cionante de impotencia española, una más en el proceso de conducción de la que­bradiza cuestión guineana hacia el hastío.

En el tránsito al siglo XXI volvió a cambiar de forma sustancial el escenario en que se desenvolvía la relación bilateral. La progresiva puesta en explotación de los campos petrolíferos de Zafiro, Ceiba y Okume a partir de 1996 y la conversión de la ex-colonia en el tercer productor de crudo de África Subsahariana provoca­ron dos dinámicas convergentes: por una parte, se fue reduciendo paulatinamente el grado de dependencia de Guinea Ecuatorial de la ayuda externa y, con ello, la capacidad de presión de España y del resto de la comunidad de donantes sobre el nuevo "Sultanato negro" controlado por el Clan de Mongomo; por la otra, fue­ron incrementándose las expectativas de la inversión privada, fundamentalmente norteamericana y francesa, también alguna española, a la búsqueda de los bene­ficios de la explotación y provisión de los estratégicos recursos energéticos y sus

78 LINIGER·GOUMAZ, M. (2000) Guinea Ecuatorial. La democratura nguemista sin cambios, Madrid, Editorial Claves para el Futuro.

79 Vid. la serie "Cronología de la Política Exterior Española", en los Anuarios CIDOB a partir de 1989. Para el seguimiento del tema cf. LINIGER-GOUMAZ, M. (2013) Guinea Ecuatorial, Memorándum, Madrid, Sial Ediciones, entre otras obras del mismo autor; y BALBOA BONEKE, J. y NGUEMA ESO NO, F. (1998) La Transición de GuineaEcuatorial,historia de un fracaso, Madrid, Labrys 54 Ediciones.

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negocios auxiliares'°. En consecuencia, los intereses económicos pasaron a des­empeñar un papel más relevante que la promoción de los derechos humanos y la democracia en las relaciones de España (y de Francia, Estados Unidos y la UE) con Guinea Ecuatorial.

El reacomodo de la política exterior española a las nuevas realidades co­menzó a perfilarse con el gobierno de José María Aznar durante el último trimestre de 1999, en que se desempolvó la comisión mixta que no se reunía desde 1991 y se reanudó la cooperación española que había sido suspendida en 1993. Desde entonces, bajo ese mismo mandato y con mayor vigor durante los gobiernos de Rodríguez Zapatero, se fueron incrementando los encuentros bilaterales de alto nivel hasta hacerlos más frecuentes que nunca81• También se mitigaron los ocasio­nales litigios provocados por violaciones de derechos humanos contra ciudadanos españoles en territorio guineano, fundamentalmente porque, cuando surgieron, desde Madrid se procuró actuar rápidamente para desactivarlos, sin dar ocasión a que derivaran en situaciones críticas. Mientras, España ha continuado mante­niendo un relevante papel en el ámbito de la cooperación, si bien reduciendo su importancia relativa en el conjunto de África Subsahariana (la presión migratoria obliga) y concentrando sus fines en los campos de la educación y la sanidad (el ali­vio moral importa). Los análisis realizados al respecto indican que el sostenimiento de este esfuerzo continuado no se ha traducido en una mejora de los niveles edu­cativos y sanitarios de la población ecuatoguineana, sino que ha servido esencial­mente para suplir el gasto público que no realiza un Estado sin redistribución de las nuevas rentas petroleras, .de resultas -como ha apuntado Alicia Campos- de su atávico anclaje en "una di.n'i:ímica histórica de 'extraversión del poder"' en la que España tanto ha influido". Con la entrada de lleno en el nuevo milenio, el cuestio­namiento de la pertinencia, calidad y eficacia de la ayuda al desarrollo ha cobrado

8° Cf. ESCRI�ANO, G. (1999) "Guinea Ecuatorial: de la ayuda al petróleo", Revista Meridiano CERI, núm. 26, pp. 12-16 y MARIN QUEMADA, J. M. (2007) "Guinea Ecuatorial: de la política económica a la política de hidrocarburos", Real Instituto Elcano, DT, 14 junio.

81 Entre 2001 y 2008 se celebraron los siguientes encuentros bilaterales de máximo nivel: viajes de Obiang a Madrid en marzo y octubre de 200 l para entrevistarse con el presidente Aznar; visita de la ministra Ana Palacio a Malabo en noviembre de 2003 (primera de un responsable de Exteriores desde la realizada por Fernández Ordóñez en 1987); viaje de su sucesor Miguel Angel Moratinos a Malabo en febrero de 2005; nueva visita de Moratinos en compañía del ministro de Justicia Juan Fernando López Aguilar en octubre de 2006; visita de Obiang a Madrid para entrevistarse con el presidente Zapatero en noviembre de 2006; entrevistas de Zapatero con el primer ministro ecuatoguineano y de Mora tinos con su homólogo en Madrid en julio de 2008, y nuevo encuentro de los dos ministros de Exteriores en Madrid en septiembre de ese mismo año (vid. "Cronología de la Política Exterior Española" en Anuarios CIDOB). Para la relación de visitas posteriores, vid. Ministerio de Asuntos Exteriores. Ficha país de Guinea Ecuatorial, en http:/ /www.exteriores.gob.es

82 Observando "las continuidades de las situaciones de pobreza y carencias sociales previas al petróleo, así como del grupo de personas que controlan el Estado desde la independencia en 1968", Alicia Campos señala que en Guinea Ecuatorial, " ... Más que en términos atemporales de una 'maldición de los recursos', la economia del petróleo puede analizarse como parte de una dinámica histórica de 'extraversión del poder', tal y como la define Jean Fram;:ois Bayart, según la cual los gobernantes basan su hegemonía política en recursos que proviene del exterior. Ello les libra de invertir en un pacto social más recíproco con su población, y explica en parte las formas autoritarias que el poder ha asumido en África en tiempos contemporáneos", en CAMPOS SERRANO, A. (2010) "Guinea Ecuatorial: ¿'maldición de los recursos' o 'extraversión' histórica del poder?", Real Instituto Elcano, ARI 19, 26 enero. Para la evaluación de la cooperación española con Guinea Ecuatorial, vid. LARRU, J. M. (2011) "La ayuda al desarrollo española a Guinea Ecuatorial: rasgos macroeconómicos y retos de futuro", Sistema, núm. 220, pp. 239-265.

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más sentido que nunca, pero esto sirve para alimentar un rico debate intelectual al que le cuesta mucho penetrar en la toma de decisiones políticas. En este último te­rritorio predomina un pragmatismo de conveniencias, que a la postre ha reducido las tensiones que mantenían en vilo permanente la relación bilateral.

Da la impresión de que la política de España hacia "su" Guinea hispánica, hastiada de tantos fracasos -el colonial, el descolonizador, el pseudo-neocolonial y el de tutela hacia la democracia-, haya logrado instalarse en la normalidad de la anormalidad. Pero esto no borra de la memoria penas y resquemores del histórico desencuentro. Tampoco preserva de futuros sobresaltos.

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