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Las economías silenciosas del litoral aisenino

Date post: 05-May-2023
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1 OTRAS NARRATIVAS EN PATAGONIA OTRAS NARRATIVAS EN PATAGONIA OTRAS NARRATIVAS EN PATAGONIA OTRAS NARRATIVAS EN PATAGONIA OTRAS NARRATIVAS EN PATAGONIA TRES MIRADAS ANTROPOLÓGICAS TRES MIRADAS ANTROPOLÓGICAS TRES MIRADAS ANTROPOLÓGICAS TRES MIRADAS ANTROPOLÓGICAS TRES MIRADAS ANTROPOLÓGICAS A LA REGIÓN DE AISÉN A LA REGIÓN DE AISÉN A LA REGIÓN DE AISÉN A LA REGIÓN DE AISÉN A LA REGIÓN DE AISÉN OSORIO OSORIO OSORIO OSORIO OSORIO SAAVEDRA SAAVEDRA SAAVEDRA SAAVEDRA SAAVEDRA VELÁSQUEZ VELÁSQUEZ VELÁSQUEZ VELÁSQUEZ VELÁSQUEZ Colección ensayos Colección ensayos Colección ensayos Colección ensayos Colección ensayos
Transcript

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OTRAS NARRATIVAS EN PATAGONIAOTRAS NARRATIVAS EN PATAGONIAOTRAS NARRATIVAS EN PATAGONIAOTRAS NARRATIVAS EN PATAGONIAOTRAS NARRATIVAS EN PATAGONIA

TRES MIRADAS ANTROPOLÓGICASTRES MIRADAS ANTROPOLÓGICASTRES MIRADAS ANTROPOLÓGICASTRES MIRADAS ANTROPOLÓGICASTRES MIRADAS ANTROPOLÓGICAS

A LA REGIÓN DE AISÉNA LA REGIÓN DE AISÉNA LA REGIÓN DE AISÉNA LA REGIÓN DE AISÉNA LA REGIÓN DE AISÉN

OSORIOOSORIOOSORIOOSORIOOSORIO

SAAVEDRASAAVEDRASAAVEDRASAAVEDRASAAVEDRA

VELÁSQUEZVELÁSQUEZVELÁSQUEZVELÁSQUEZVELÁSQUEZ

Colección ensayosColección ensayosColección ensayosColección ensayosColección ensayos

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Otras Narrativas...© Mauricio Osorio, Gonzalo Saavedra, Héctor Velásquez

© Ediciones Ñire NegroRegistro de Propiedad Intelectual N° 161.955

ISBN 978-956-8647-00-1

Los textos que componen esta obra fueron escritos gracias al apoyodel Fondo Nacional del Libro y la Lectura, concurso 2005.

Primera edición: 500 ejemplaresA cargo de Ediciones Ñire Negro, 2007

Diseño Portada: Mauricio Osorio P., Harold Godoy M.Cuidado de la edición: Mauricio Osorio P.

www.creapatagonia.cl

Impreso en Lom Ediciones

IMPRESO EN CHILE / PRINTED IN CHILE

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A mis padres, Nilda y Ramón

Mauricio Osorio Pefaur

Dedicado a Diego y Karen, habitantes de mi vida.

Agradezco a todas las personas de las Guaitecas y las Huichas que

compartieron con nosotros sus valiosos testimonios.

A ellos y ellas extiendo mi dedicatoria. 

Gonzalo Saavedra Gallo

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INDICE

Presentación 7Francisco Mena Larraín

Aisén territorio y Aisén humanidad. Itinerario de una

construcción social de la(s) Identidad(es) regional(es) 9Mauricio Osorio Pefaur

Las economías silenciosas del litoral aisenino 35Gonzalo Saavedra Gallo

Una visión arqueológica e histórica de la presencia

indígena tardía en los valles cordilleranos de Aisén 67Héctor Velásquez Moreno

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PRESENTACIÓN

Al titular su compilación “Otras Narrativas”, Osorio, Saavedra yVelásquez sugieren que no hay una frontera claramente delineableentre lo que es “la realidad” y la ficción. Desde el momento en que serefieren a fenómenos sociales e históricos, parecería más adecuadoreferirse a estos escritos como a “estudios” o a lo más “ensayos”,pero estos tres autores formados en la Universidad de Chile yenamorados de Aisén optan por llamarlas “narrativas”. Así enfatizanlo personal –y hasta arbitrario, si se quiere- de su elección del tema,de su encuadre, de las opiniones e ideas que cada uno prefieredesarrollar. Se trata de “Otras” precisamente por no ser ni estudios“objetivos” ni fantasías, por escapar de toda clasificación.

Si hay algo que unifica al libro es precisamente su falta de unidad.Consecuentes con el mensaje de que Aisén es un territorio dediversidad inabarcable, los autores se han permitido desarrollarlibremente sus inquietudes, siempre centradas en la cultura,como antropólogos.

Aunque suele pensarse en Aisén como dominio exclusivo delpaisaje natural, es interesante notar que aun en el campoaparentemente limitado de la historia y la experiencia humana, mirara Aisén ofrece infinitos descubrimientos. Las perspectivas tambiénvarían en su énfasis, aunque en general hay una crítica a la visiónsimplista que impone el ver a Aisén como fuente de recursos en unaeconomía globalizada. Es interesante señalar, sin embargo, que lostres escritos coinciden en la importancia que se le da a la perspectivahistórica, no como un mero relato neutro, sino como telón de fondo

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para proponer una comprensión y opinión personal. Aunque el deVelásquez podría parecer una excepción, el mero hecho de discutir laimpresión de los “pioneros” de principios del siglo XX de llegar a unatierra baldía y ofrecer la perspectiva de la presencia indígena, constituyeuna valiosa contribución a valorar Aisén de otra manera, como unterritorio de una riqueza y profundidad humana comparable a lanatural.

Francisco Mena Larraín

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AISÉN TERRITORIO Y AISÉN HUMANIDADITINERARIO DE UNA CONSTRUCCIÓN SOCIAL DE

LA(S) IDENTIDAD(ES) REGIONAL(ES)

Mauricio Osorio Pefaur*

Introducción

El novísimo poblamiento histórico del área geográfica conocidaactualmente como Región de Aisén (comprendida entre los 43° 38’ y49° 16’ de latitud sur y los 71° 06’ longitud oeste hasta el océanopacífico), se nutrió en sus primeras décadas de una constante diásporahumana en busca de tierras y espacios para habitar, lejos de lasdificultades de otras zonas de Chile y Argentina sometidas a conflictosdiversos, desde mediados del siglo XIX (ej. peonaje e inquilinaje enel centro sur de Chile, pacificación y colonización extranjera deAraucanía, crisis económica y demográfica en Chiloé, expansionismohacia el interior por parte del estado argentino y el consecuenteexterminio de los grupos indígenas del área, entre otras). Una parteimportante de este proceso ha sido denominada por la historiografíacomo colonización particular o espontánea, en contraposición alproceso desarrollado a partir de la entrega por parte del Estado chilenode extensas concesiones de tierra a capitalistas y especuladoresparticulares y sociedades anónimas que dieron origen a grandesexplotaciones pastoriles en la región, siguiendo el modelo quecaracterizaba la actividad empresarial en toda la Patagonia desdefines del siglo XIX.

Las imágenes que se han construido sobre el territorio que nos interesay sus habitantes han contribuido a configurar una identidad específicapara esta zona del país. La yuxtaposición de visiones –fantásticasunas, racionales otras, épicas la mayoría- ha generado un modelo

* Antropólogo Social, [email protected]

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fundador de identidad que por un lado describe un territorio concaracterísticas telúricas y desbordantes y por otro a unos habitantesque se le enfrentan heroicamente para dominarlo, habitarlo ydefinitivamente transformarlo en paisaje cultural por medio del fuego,la “pobla”, las sendas, los caminos y derroteros cotidianos.

La leyenda de la Ciudad de los Césares surge como la primerametáfora de un espacio extenso y desconocido, pero intuido comomaravilloso y posible de poblar sólo por seres míticos. Presumiblementeenclavada al interior de regiones inexploradas al sur del paralelo 42°,los relatos de su existencia comienzan a circular ya en el siglo XVI,bajo la oralidad y la pluma de militares y religiosos. Posteriormenteserá parte de todos los textos que irán dando sentido a la intrincadaconformación física del área, desde el siglo XVII hasta muy avanzadoel XIX, constituyéndose en la imagen simbólica de un espacio fueradel conocimiento racional. En los primeros textos que tratan la regióndurante el siglo XX, formará parte del anecdotario histórico deexploración del territorio1. A medida que avanzaron los viajes deexploración y reconocimiento, la veracidad de la leyenda se fuediluyendo en beneficio de una imagen territorial más científica y“objetiva” que dará detallada cuenta de grandes extensiones de tierradeshabitada. La ciudadela jamás pudo ser ubicada, pero la descripciónimpresionista del paisaje natural se mantuvo pese a la ciencia positivay ello fue consolidando una imagen poética del mismo, mediada poruna fascinación frente a la exhuberancia o una aversión completa ala pristinidad y desolación del área.

Las interpretaciones contemporáneas sobre la identidad regional handado continuidad a la exaltación del paisaje como referente espacialcapital para comprender la experiencia humana en la zona. Tanto esasí, que actualmente la región se identifica con un eslogan preciso ysugerente: “Aisén, Reserva de Vida”, con el cual se pretende fusionarun pasado/presente de pristinidad con un futuro promisorio de calidadambiental que contrastaría claramente con la situación del resto delpaís y del planeta2.

1 Pomar (1923); Steffen (1910).2 Para corroborar esto sólo basta revisar la página web implementada por la principalorganización ambientalista regional, Codeff-Aisén: www.aisenreservadevida.cl

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Pero estas interpretaciones han necesitado de la construcción de unmito fundacional que sustente el proceso histórico y sociocultural enel área. El proceso de colonización particular iniciado a principios delsiglo XX será interpretado como heroico. Un nuevo mito se vaconfigurando, el del primer poblamiento de la zona, el nacimiento deuna nueva cultura. El mito se alimentará de esa identidad telúrica quetiene el territorio, construida por el conjunto de las descripciones quede él se han elaborado, pues sólo hay heroísmo donde hay sacrificio.

El objetivo de este trabajo es proponer una lectura del mecanismomediante el cual la identidad cultural –proceso dinámico cuyo origenestá en las relaciones sociales de contacto generadas en función delproceso de asentamiento en el territorio fronterizo de Patagonia- seha superpuesto a la identidad territorial construida a partir deobservaciones y descripciones “occidentales” del paisaje patagónico,constituyendo un fenómeno de resignificación de un territorio quepasará así a ser la medida de la cultura en formación: pristinidad yexhuberancia = cultura pura, pionera y valiente.

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Preliminares

En el presente trabajo utilizo el término “territorio” para referirme ala espacialidad construida primeramente por los discursos que sobreella se van desarrollando a lo largo de siglos de exploración yreconocimiento. Para ello me apoyo en los escritos de algunos de losmás importantes autores que recorrieron, exploraron y reconocieronesta geografía. La construcción de una imagen definida del territorioconstituye un proceso constante de identificación y categorizaciónde elementos discretos (ej. geográficos, ecológicos, geológicos,climatológicos, hidrográficos) que en definitiva darán forma a eseespacio y lo harán inteligible para la sociedad de la que provienenaquellos que describen. El territorio tendrá entonces unarepresentación concreta a los ojos de quienes lo observaron y otraideacional para quienes leerán los relatos acerca de ese territorio,textos mediadores y “generadores” de la identidad que éste tendrá.

También usaré el concepto “espacio cultural” para referirme alterritorio poblado e intervenido por aquellos grupos humanos que seinstalarán en diversas áreas de la región, transformando aquel espacioy su identidad en función de pautas culturales que al mismo tiempohan ido modificándose a partir de la interacción con el territorio dondese reproducen.

Ambos conceptos darán pie para proponer dos ámbitos de identidadpara la ahora región de Aisén, una asociada a la imagen territorial yla otra a la identidad cultural desarrollada en ese espacio y avanzaren la comprensión de los mecanismos con que se han alimentadomutuamente.

Desolación, exhuberancia, territorio mítico: los primeros“paisajes” de Aisén

Iniciaré esta reflexión recordando que las bitácoras escritas durantelos viajes a través de los canales, entre los siglos XVI y XVIII -quefueron motivados por diversos intereses: religiosos, políticos,económicos- identificaron y describieron un territorio a partir de unamirada al este, al interior, donde las islas primero y luego las costascontinentales encierran secretos recodos y esconden en algún lugar

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una mítica ciudadela de oro y plata, habitada por individuosmaravillosos, llamados Césares. Sumado a ello, la necesidad de ubicarpasos interoceánicos más septentrionales que el Estrecho deMagallanes también justificaba algunas de estas exploraciones.

La descripción del área no deja de ser fatalista en la mayor parte delos relatos: lluvias interminables, aborígenes menos que primitivosdeambulando por los canales, bosques impenetrables. Y más allá, laimaginación que sondeaba parajes atlánticos. Es interesante anotarque la mirada de los exploradores siempre buscará derroteros posiblesde remontar, por lo que el reconocimiento de entradas de mar ydesagües de grandes ríos será un objetivo principal de dichascampañas, pues posibilitarían el acceso y la continuidad de labúsqueda siempre hacia el nacimiento del sol.

Las primeras imágenes surgidas de estas exploraciones hablarán dela Trapananda, de la tierra de los Césares, de las tierras de Achen,voz indígena que significaría “tierras de más adentro”. A mi juiciotodas estas denominaciones otorgarán un marco de sentido a lascampañas de reconocimiento y estimularán la exploración.

Entrado el siglo XIX, la perspectiva de las exploraciones cambiará yserá el paradigma de la ciencia positiva el que dará el marco generalde sentido al reconocimiento del mundo físico y cultural. Asimismo,el proyecto cultural de progreso permanente de las nacionesoccidentales que las lleva a estudiar lo desconocido para someterlo ala civilización será otro gran eje de sentido que influirá en elreconocimiento de la Patagonia.

La identificación de importantes recursos posibles de explotar en elárea, como el ciprés de las Guaitecas, muy cotizado para laconstrucción de líneas de ferrocarriles en Chile y Perú y la relativaabundancia de lobos marinos, de los que se comercializaba la piel,carne, grasa y aceite, transforma toda el área de los canales en unazona interesante de explorar, explotar, poblar y re-humanizar. Losindígenas, esos otros diseminados desde milenios en los mismoscanales y ya casi extintos para los ojos que exploraban la riqueza,

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dan paso a un nuevo contingente dedicado a la explotación forestal ymarina. Se trata de neo-nómades, que recorren en sus embarcacioneslos canales3 e instalan campamentos provisorios paradójicamentesiguiendo el “estilo indígena”.

El relato oral –corroborado ciertamente por los informes deexploración de la época- nos informa que los chilotes inician unincipiente poblamiento del área litoraleña, sujeto a las vicisitudesdel trabajo extractivo. Algunas familias se van quedando aquí y allá,para descubrir sin mayor asombro y más bien con la capacidadadaptativa necesaria para estas tierras, que todavía quedan “chonkes”

o aborígenes de los canales habitando algunos islotes4. Los relatosescritos informan una vida preferentemente masculina, los gruposde loberos y hacheros son frecuentes. Las mujeres escasas.

Pero volvamos a los discursos que irán configurando la imagen actualdel territorio de Aisén. Charles Darwin que recorrió los canales entrediciembre de 1834 y fines de enero de 1835 escribirá en suautobiografía:

“(...) though the sense of sublimity, which the great deserts ofPatagonia and the forest-clad mountains of Tierra del Fuego excitedin me, has left an indelible impression on my mind. The sight of anaked savage in his native land is an event which can never beforgotten.”5

Esos recuerdos de un desierto enorme y más allá, montañas vestidasde bosque serán, junto a las selvas del trópico, los paisajes másimpactantes que a su juicio le tocó observar y describir. Pero ¿a quése refería al hablar del gran desierto de Patagonia? Pienso que laimagen que desea transmitir el científico se relaciona con “lo aúninhabitado por el hombre” y con lo sombrío y lejano de esos parajes.

3 Carreño (2002).4 Saavedra (2002 y 2002a).5 Esta cita aparece en la autobiografía de Darwin, página 54. El texto fue consultadoen el sitio web: http://pages.britishlibrary.net/charles.darwin/texts/letters/letters1_02.html

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Darwin no dirá “inhabitable”, pues identifica y describe muchos seresvivos. Por lo tanto se refiere al estado de la región y con ello dejaabierta la posibilidad que el ser humano conquiste esas tierras, sinnecesidad de mencionarlo. La lectura que de esta imagen hacen losintelectuales y políticos chilenos de la época, afincados en Santiago,tiene más que ver con las imágenes que ellos mismos tienen respectoa “lo desértico”: las extensas tierras inhabitables del norte grande.Ellas serán la medida para interpretar a fines del siglo XIX la visiónde Darwin. Si a ello agregamos que ya era un reconocido científico,pienso que su palabra fue considerada como definitiva. En contraste,los intelectuales argentinos interpretarían de otro modo la imagen dePatagonia y sintonizarían con el espíritu científico de Darwin6,entendiendo que Patagonia encerraba secretos y riquezas quedescubrir y había que volcar la exploración científica sobre ella.

La imagen sublime de las montañas y bosques interminables quetransmitiera Darwin no modificó en nada la interpretación que sehicieron los intelectuales santiaguinos, imagen que en definitiva sellaríala identidad del territorio con la que el Estado actuaría en los añossucesivos.

Del otro lado, donde yacen las interminables pampas patagónicas,que a nuestro juicio son las que inspiran a Darwin a establecer laimagen del desierto, se va configurando una mirada hacia el oesteque identifica más allá de las pampas, grandes extensiones de bosquesque serán anunciados por zonas intermedias de arbustos achaparrados.Los exploradores (aventureros o funcionarios estatales chilenos yargentinos) no observan concentraciones humanas en ningún puntomás al poniente de la imaginaria divisoria que se estaba gestandocomo límite entre Chile y Argentina7. Algunas familias indígenas estánasentadas en la estepa y su movilidad se restringe a zonas específicas,internándose esporádicamente hacia los bosques y grandes lagos, perono constituyen poblaciones para la concepción occidental de la época.

En las postrimerías de aquel siglo, el área parece estar plenamentedescrita por las categorías descriptivas occidentales. Con estainformación y demostrando muy poco interés, el Estado chileno apoyará

6 Como lo sugiere González Kappes (1998).7 Steffen (1910).

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tibiamente los trabajos de reconocimiento científico del amplio territorio,más como una obligación geopolítica que como una voluntad desoberanía. Producto de ello se elaboran mapas y derroteros queconfirmarán lo ya sabido: una geografía abrupta, difícil, inhóspita,aunque posible de explotar y necesaria de habitar de algún modo,para legitimar la propiedad chilena sobre aquel descampado. El trabajodel Ministerio de Marina primero y del Ministerio de RelacionesExteriores después serán claves en la consolidación de la descripcióndel territorio de la -a partir de ese momento- llamada PatagoniaOccidental.

Sin duda es Hans Steffen, geógrafo contratado por el Estado chilenopara dirigir los estudios de reconocimiento de la Patagonia Occidentalcon motivo de los desacuerdos limítrofes suscitados con Argentina,quien construye una identidad territorial fundamentada en ladescripción científica, para la extensa zona comprendida entre los42° y 50° de latitud sur. Los estudios de Steffen describirán con mayorprofundidad los paisajes, accidentes geográficos, la hidrografía ydilucidará con el concurso de otros estudiosos, algunos errores deexploradores anteriores y los problemas que enfrentaba la delimitacióndefinitiva de la frontera con Argentina hacia finales de aquel siglo.González Kappes afirma que este geógrafo determina la especificidadde la región, que la distingue completamente del resto de Chile y quela prepara para su futuro poblamiento8.

Sin embargo, hacia 1908 todavía la Patagonia Occidental era imaginaday descrita como un “desierto” por el Estado. En efecto, es de estamanera como se la denomina en la Memoria del Censo de poblaciónrealizado en 1907: “helados desiertos de la Patagonia occidental”. Entérminos geográficos, se la consideraba como parte de la macro región“antártica” formada por las provincias de Llanquihue, Chiloé y elterritorio de Magallanes y su importancia era disminuida con relacióna las demás zonas en que, según la comisión del Censo estaba divididoel país gracias a “la naturaleza”9:

8 González Kappes, op. cit.9 Es destacable el hecho que se le otorgara a la naturaleza capacidades culturalespara organizar un territorio a partir de riquezas naturales posibles de explotar porel ser humano: las zonas identificadas por la Comisión del Censo -aparte de laantártica- eran la salitrera, minera, central, agrícola y araucana.

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“En cuanto a los caudalosos ríos que se estienden al sur delReloncaví, tienen una importancia mucho menor, por encontrarseen una rejion desierta. Los principales son el Pinto, el Yelcho, elPalena, el Aysén i el Huemules”

Es probable que esta visión del territorio influyera fuertemente en suinvisibilización respecto del resto de la nación. La provincia deLlanquihue, de la que formaba parte, era visualizada principalmenteen torno a los departamentos de Osorno, Llanquihue y Carelmapu. Elárea austral de esta provincia era un mero apéndice del departamentode Llanquihue, cortado por el departamento de Carelmapu queabarcaba lo que hoy conocemos como Chiloé continental. Aquel Censosólo reconocía dos asentamientos en esa extensa y desconocida región:la “aldea Aysén” y el “fundo Buenos Aires”. Al sur del paralelo 47°se iniciaba el territorio de Magallanes y dentro de éste se identificabaen el mismo Censo un área denominada “comarca occidente” queconsideraba 2 asentamientos. Uno de ellos era el del “río Baker”.

Aisén fue concebido como territorio en 1927. Se reconocía con estoel escaso poblamiento y la rentable actividad empresarial de lascompañías ganaderas. Según Ibáñez Santa María (1973), esto obedecíaa una política estatal que permitía incorporar a la “vida nacional”como afirma este autor, espacios considerados como chilenos, peroaún no decretados como parte del mapa político administrativonacional. Llanquihue y Magallanes fueron territorios a partir de 1853y al momento de crearse el territorio de Aisén, Magallanes continuababajo la misma categoría, mientras que Llanquihue era ya provinciadesde 1861. Los territorios, agrega este autor, eran entonces regionesque no habían sido incorporadas “a la vida nacional en razón de sudespoblación”. El reconocimiento como territorio, con límites definidos,implicaba el reconocimiento y el impulso del proceso de poblamientoorganizado o colonización. Es en esta época que el Estado inicia supropio poblamiento institucional de la región, instaurando una políticaque desconocerá desde la perspectiva de legitimación institucional,todo el progreso y vida anterior a su instalación10.

10 Ibáñez Santa María, op cit.

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El último autor que citaremos en relación con esta primeraconstrucción de una identidad territorial es Fernando Sepúlveda, quefuera funcionario de la Oficina de Tierras y Colonización a fines de ladécada del veinte del siglo pasado. En un libro escrito el año 1931, La

Provincia de Aisén, afirma que el territorio de Aisén tiene unaidentidad propia dada por las características geográficas y por lareciente colonización que está experimentando. Sin embargo, estodavía un territorio por construirse y para ello la labor del Estado -que él representó en su momento- resulta clave. La construcciónpolítica del territorio como “Provincia” de Chile el año 1928, permitiráa su juicio, la configuración de un espacio concreto y delimitadoadministrativamente por la normativa estatal. Asimismo, lapromulgación de la Ley de Colonización de 1930, contribuirá a unproceso de poblamiento en el que pueden colaborar tanto colonos“chilenos” como “extranjeros”, especialmente de origen europeo,quienes para este autor ya habían probado con creces sus capacidadescolonizadoras en varias zonas de Araucanía y Llanquihue.

En su trabajo se puede observar la predominancia de una miradageográfica este-oeste y centrada en el reconocimiento y desarrollode los valles transversales que cruzan desde las estepas hasta loscanales o viceversa. Ello le hará afirmar con gran convencimientoque la zona no requiere de un camino longitudinal, “le basta un solotrazado de caminos transversales que estén en estrecha relación conlos puertos de embarque y desembarque de productos de laregión…”11. Como sabemos, esta visión cambiará varias décadas mástarde con la determinación del Estado para explorar las posibilidadesde conectar longitudinalmente la zona con el resto del país al norte.

¿Qué humanos sirven para estas tierras?

Un territorio descrito y visionado como hemos reseñado supone unpoblamiento especial. Las dificultades que presenta para desarrollarla vida tal como la entendían los exploradores del siglo XIX sonenormes. Entonces se deberá considerar tipos humanos concaracterísticas especiales si se desea colonizar dicho territorio. Ya lo

11 Sepúlveda (1931).

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decíamos antes, los seres míticos de la Ciudad de los Césares poseíanesas condiciones al menos en la imaginación de quienes losdescribieron.

Darwin nos entrega sus reflexiones respecto a las posibilidades depoblamiento en el área insular. Cuando recalan en Puerto Low elcientífico anota: “Encontramos aquí un grupo de cinco hombres deCaylén ‘fin de la cristiandad’, que, para venir a pescar en estos parajesse ha aventurado a atravesar en su miserable canoa el inmenso brazode mar que separa Chonos de Chiloé. Muy probablemente estas islasse poblarán muy pronto como se han poblado las cercanas a la costade Chiloé”

¿A quiénes se refería Darwin cuando imaginaba un prontopoblamiento para el área que observaba? Quizás a personas como lasque hallaron en ese puerto, no ya indígenas sino chilotes, pues comotantos en la época asumía que los primeros se habían extinguidoproducto de la acción del hombre católico occidental12.

Hacia 1873 el almirante Simpson sugerirá una alternativa depoblamiento del territorio. La exhuberancia era también cadalso. Porello propone en su informe al gobierno el establecimiento de unacolonia penal en la zona explorada por él (valle inferior y medio delrío Aisén) que podría dedicarse a trabajar en la apertura de un caminohacia el este, en la recopilación de información climatológica yrelativa a las posibilidades que presentaba el territorio para futurasactividades productivas13. Así, los condenados por el orden estatalserán entonces los primeros candidatos al sacrificio. La región setransforma con esta propuesta en un castigo asimilable a la cárcel.

Ciertamente los exploradores se daban cuenta que este territorio noera fácil de habitar y ni siquiera de recorrer y además se componía dedos grandes ambientes naturales diametralmente opuestos, la regiónde los canales y la zona de las pampas, articulados por un área

12 Darwin (1945).13 Ibáñez Santa María (1973).

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geográfica intermedia donde las características de ambos ambientesse entrecruzan. Para Steffen era muy claro que se necesitaban gruposdiferentes de personas tan solo para recorrer ambos espacios:

“Conforme las esperiencias hechas en nuestras espedicionesanteriores, formamos tambien esta vez el núcleo de nuestro personalde jóvenes leñadores de Reloncavi, algunos de los cuales habianparticipado ya de nuestros viajes de los años pasados, i nospropusimos completar su número durante el viaje en los pequeñospueblos del sur de la isla de Chiloé, patria de los loberos i madererosque suelen visitar los archipiélagos australes i costas vecinas delcontinente.Por inapreciables que sean los servicios de la jente de Chiloé en elmanejo de los botes, en el abrir sendas i acarrear las cargas en elmonte, ellos no se acostumbran fácilmente a las condiciones devida enteramente distintas en las pampas patagónicas…”14

Por otra parte, Steffen asume que no había “pobladores” en la regiónde estepa al sur del río Senguer, lo que parece significar que estacategoría social estaba asociada a una forma determinada deasentamiento humano definido quizás por la instalación “permanente”en un lugar determinado y el desarrollo de una vida “occidental”. Lapoblación indígena quedaba entonces fuera de esta categoría y susasentamientos y paraderos en la extensión de la pampa eranconsiderados sólo como parte de la geografía que se estabaexplorando.

El proceso sistemático de poblamiento en este territorio y su necesariaincorporación al Estado chileno como región productiva no se iniciarásino hasta después de la determinación definitiva -realeza británicamediante- de los límites entre Chile y Argentina en 1902. Según IbáñezSanta María esta región había permanecido abandonada a su suerte,producto de sus propias condiciones naturales y bajo valor estratégico:

“Solo una región permanecía en absoluto despoblada a causa de sudifícil geografía, clima e impenetrable selva. Además, el norepresentar un punto estratégico de trascendencia, había conspiradopara mantenerla en este abandono: la Patagonia occidental.”15

14 Steffen (1910: 285).15 Ibáñez Santa María, Op. cit

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Presencia humana a inicios del siglo XX. El nacimiento deuna cultura particular

Existe coincidencia entre los autores que se han dedicado a recopilarinformación e interpretar el proceso de poblamiento del área continentalde Aisén en considerar que a inicios del siglo XX un importante númerode familias ingresa hacia el lado chileno de la frontera. Familias deorigen huilliche y algunas de origen chileno, comienzan a poblar laestepa del sector conocido en aquella época como Huemules yprontamente rebautizado como Valle Simpson, en honor de esteexplorador. Una situación similar ocurría en la margen sur del lagoBuenos Aires donde un grupo importante de familias se instala con lallegada del nuevo siglo.

Pareciera ser que el Estado nunca imaginó un poblamiento fuera desus propias estrategias y políticas hacia el “desierto” patagónico. Espor ello que tuvo que enfrentar -hacia mediados de la segunda décadadel siglo XX- la solución de conflictos por el acceso a la tierra entrepobladores particulares y las empresas ganaderas que constituían “sumodelo” de colonización.

Sin embargo, ambas corrientes de colonización, coincidirán en unaspecto clave del proceso: la orientación hacia la actividad ganaderade carácter extensivo en los terrenos baldíos que se habían comenzadoa ocupar en la zona continental. Esta situación influirá en adelanteen la imagen que se construirá del territorio, no ya por medio de losrelatos, sino que ahora directamente sobre la extensa geografía de laPatagonia Occidental. La roza de bosques para transformarlos enpastizales será una práctica común entre los pobladores particularesque se vieron enfrentados a una superficie limitada de tierrasnaturalmente aptas para la introducción de ganado, pues la mayorparte de estos terrenos estaban concesionados. Posteriormente estapráctica de despeje será normada y legitimada por el mismo Estado.

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Un número importante de esta población debe considerarse comoparte del contingente que trabajaba directa e indirectamente para lascompañías ganaderas instaladas algunos años antes en el territorio(Sociedad Industrial del Aisen en 1904 y Compañía Explotadora delBaker en la misma época). Sin embargo, destaca el relevamiento delsector sur del lago Buenos Aires donde se estaba verificando unpoblamiento protagonizado por grupos familiares con estrechos lazosde parentesco19.

El Censo de 1907 consideraba un total de 436 habitantes16 en lossectores que actualmente son parte de la región, distribuidos de lasiguiente forma:

16 Comisión Central del Censo. “Memoria presentada al Supremo Gobierno”. Eneste Censo aparece otra localidad denominada “Fundo Río Blanco” con un total de246 personas (128 hombres y 118 mujeres). Aunque no estoy seguro, podría tratarsedel sector del Río Blanco en el valle Simpson, lo que aumentaría la población delterritorio para la época.17 El Censo define como Aldea a las agrupaciones de población que cuenten entre100 y 1000 habitantes.18 Aunque la definición de esta categoría no aparece en el Censo, pienso que seasimila a regiones caracterizadas por la explotación agropecuaria, así como lacategoría “minerales” definiría zonas de explotación minera.19 Niemeyer (1969); Ivanoff (1997); Maggiori (2004).

Fuente: Memoria entregada al Supremo Gobierno por la Comisión Central del Censo,1907.

623155468Totales

18718169Comarca Occidente: Río Baker

Territorio de Magallanes

1386573Fundo18 Buenos Aires

29872226Aldea17 Aysén

TotalMujeresHombresProvincia de Llanquihue

623155468Totales

18718169Comarca Occidente: Río Baker

Territorio de Magallanes

1386573Fundo18 Buenos Aires

29872226Aldea17 Aysén

TotalMujeresHombresProvincia de Llanquihue

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El censo de 1920, que arrojó un total de 1.660 personas, sólo consideróla población ubicada entre el río Simpson, Aisén y la margen sur dellago Buenos Aires. Las demás zonas que mantenían una importanteactividad humana en esa época, como alto Cisnes, río Baker, LagoSan Martín (actual O’higgins), quedaron marginadas de este registroaunque es muy probable que los censadores solo obtuvieranantecedentes de los mismos pobladores que visitaron. Ello significabaque las regiones censadas eran solamente las accesibles a losfuncionarios.20

Ahora bien, cuando se habla de los dos tipos de colonización queidentifican la realidad histórico cultural de Aisén no sólo se estáhaciendo referencia a la contraposición de dos estilos distintos deasentamiento humano. También se está haciendo referencia a dospolíticas de poblamiento, a dos propuestas de ordenamiento culturaldel territorio. En general los autores analizados se acercan a estainterpretación de una realidad cultural diversa. Para Ibáñez SantaMaría por ejemplo, era evidente que al momento de crearse elterritorio el poblamiento tiene dos tipos de desarrollo socioculturalmuy distintos:

“veinticuatro años después, el interior estaba abierto a la vida –organizada, progresista y centralizada en las concesiones; anárquica,precaria y diseminada en las zonas de los pobladores”21

Volviendo a los relatos que configuran la identidad del área, diremosque el año 1923 marca un hito en la construcción literaria del territorioaisenino, pero esta vez se tratará de un espacio cultural, un territoriohabitado y con una dinámica sociocultural en pleno desarrollo.

La publicación de un informe sobre el poblamiento de la zona delValle Simpson, escrito por el ingeniero José Pomar avanza unainterpretación de la vida que se estaba desarrollando en el área. Pomarconsigna que los primeros pobladores asentados en la región que

20 Ibáñez Santa María, op. cit.21 Op cit: 333

24

visita, son en su mayoría chilenos, venidos de diversos lugares de lazona centro sur del país, con un largo periodo de estadía en territorioargentino y por ello con una fuerte influencia cultural trasandina. Encontraste con esto, describe las costumbres del reducido grupo deanglosajones que administra la Sociedad Industrial del Aisén, principalempresa ganadera del territorio. Entre estos dos polos de costumbres,la cultura chilena se muestra tímida y retraída, apuntalada quizás porla presencia de obreros de origen chilote que trabajaban para laestancia ganadera mencionada.

En otro lugar de su memoria, Pomar nos informa sobre la “calidad”de los pobladores que ha visitado en el valle Simpson:

“Respecto a la calidad, hay buenos y malos elementos, gente quepor iniciativa particular ha fundado un pueblo, ha establecidoescuela, centro deportivo y correos, no es tan mala como la presentala S.I.A., ni tampoco es tan buena como podría deducirse de sólover sus seguridades (documentos).”22

Reconoce ecuánime, la relatividad de la conducta humana, lasfronteras siempre ambiguas del bien y del mal y la importancia delcontexto donde se desarrolla la vida para elevar un juicio sobre suestado y progreso. Pero ese juicio no se salva de ir cargado de unamirada evolucionista social cuando a renglón seguido afirma:

“Tómese en cuenta la selección artificial; ningún incapaz ni cobardeni afeminado abandonó su hogar y se expatrió para poblar camposhasta entonces incultos en la Patagonia; abandonado en esassoledades, lejos de todo principio de autoridad y de justicia,sufriendo a veces hambre y en constante lucha con la naturalezasalvaje, el hombre retrocede a los tiempos primitivos y no imperamás ley que la voluntad del más fuerte que ensancha sus camposatropellando a los débiles.”23

22 Pomar [1923] (2004: 93)23 Ibid: 94

25

Aquí hay una serie de juicios que le permiten al autor explicar laconducta de esos primeros pobladores. En primer término está laidea de evolución cuando habla de selección “artificial”. Luegoleemos que la capacidad, valentía y masculinidad son tres “valores”que para Pomar definen al conjunto específico de pobladores del ValleSimpson que dejaron atrás una historia para iniciar otra muy distintaen parajes desolados donde el orden institucional –autoridad y justicia-aún no llegaba. La lucha cotidiana con la naturaleza embrutece aestos hombres y transforma su organización social en una primitivaimposición del más poderoso sobre los débiles ¿para qué? Paraaumentar aún más la propiedad de la tierra de los primeros. Estejuicio puede interpretarse también como una referencia crítica sutil alos intentos de la SIA por erradicar la creciente población del ValleSimpson, y explica también situaciones de lucha por el acceso a latierra entre los mismos pobladores.

Pomar entonces advierte a su principal interlocutor –el Estado chileno-que lo que hará falta para el seguro progreso social es la prontaconsolidación de la presencia estatal a través de los tres principalesmecanismos que la definen24: la educación, la violenciainstitucionalizada y la burocracia administrativa:

“El día que haya escuelas, más policía y toda clase de serviciospúblicos, ese mismo hombre o sus hijos se tornarán más humanosy cultos”25

En definitiva esos seres humanos pueden ser aún más humanos, más“occidentales” y civilizados por la mediación total del Estado. Lomismo cabe para el territorio. Podrá ser más “civilizado” con laintervención directa del Estado Nacional en su demarcación definitiva,su organización y su control.

Por otra parte, es también en este documento donde comenzamos aobservar una preocupación por las raíces y la calidad de la identidad

24 Bourdieu (1997)25 Pomar Op. cit: 94

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(excesiva influencia argentina, presencia chilota, campesina chilena,etc.), la que se hará más patente una vez que el Estado esté plenamenteinstalado en el territorio.

La molestia del orden estatal frente a la dinámica cultural delterritorio: Las campañas de chilenización

Respecto a los pobladores chilenos que ya habitaban el territorio, lamirada del Estado resultaba ambigua. De un lado los observaba concierto paternalismo y por ello establece medidas para apoyar susesfuerzos, pero de otro desconfía de sus costumbres “argentinizadas”y de su escaso nivel educacional, propio de las capas populares quehabitan las zonas rurales.

A partir de la mismísima instalación a fines de la década del veintedel oficial de carabineros Luis Marchant como intendente de la reciéncreada provincia, se inició el proceso “chilenizador” entre la poblacióndel territorio. La formación de una orquesta por parte del cuerpo decarabineros –que interpretaba marchas y aires nacionales para lasfiestas y los fines de semana en Puerto Aisén- es una expresiónconcreta de este proceso26.

Sin embargo, no fue hasta los años cuarenta, durante la segundaadministración de Marchant, que se hará explícita la preocupaciónpor esta problemática y la administración política se embarca en unacampaña pública de “chilenización”. La instalación del RegimientoBueras en Coyhaique cumple -entre otras tareas- con el objetivo deinvolucrar a la población civil en los “valores nacionales” de la época,expresados en el uso de la vestimenta huasa, casi “desconocida” porlos pobladores. Así lo destaca un autor de la época:

“La dependencia de Argentina a que está obligada esta regiónimpone a los pobladores la necesidad de vender sus productos enese país y abastecerse de víveres, vestuario y herramientas en el

26 Diario El Aysén (1928).

27

mismo mercado. Los artículos de procedencia nacional sondesconocidos; y esta circunstancia ha influido también en los hábitosy costumbres, que son iguales a los de la Patagonia Argentina,desde el modo de vestir hasta el lenguaje gauchesco, plagado demodismos y locuciones advenedizos.En el último tiempo, sin embargo, y gracias a la campaña dechilenidad impulsada por el Intendente don Luis Marchant, harepuntado una notable reacción. Poco a poco, en toda la provinciase van abandonando los usos del país vecino. A los bastos y elrecado ha sucedido la montura chilena; al estribo de suela, el estribode madera o ‘chancho’; a la bombacha y a la bota corta, el pantalóny las altas perneras de nuestros huasos (…) Es de justicia reconocerque este ‘retorno a lo nacional’ se debe en gran parte a la oficialidaddel Grupo Bueras y de las Unidades de Carabineros. Ellos fueronlos primeros que en las fiestas populares lucieron la montura chilena,la manta de vivos colores, la tintineante espuela de amplia rodaja.El ejemplo se extendió y ahora el trabajador de campo cifra sumayor orgullo en un buen apero huaso.”27

Es así como en esa época (aunque quizás antes también), se produceun primer choque entre lo que el país entiende como identidadnacional y los estilos de vida en Aisén. Enormes son los esfuerzospor construir y fortalecer el imaginario chileno en estos territorios.Empresa infructuosa, el imaginario huaso fue incapaz de contener lacotidianidad gaucha y pampeana. Fiestas de chilenidad, decretos ynormas de vestir traídas del centro sur del país, no pudieron desterrarlos modos tradicionales. Los pobladores continuaron viviendo a lausanza patagónica, relacionándose social y económicamente con lospoblados argentinos y en definitiva actualizando un estilo de vidapan-patagónico. Aunque con menor fuerza, ni siquiera los habitantesdel área litoral se sustraían a dicha corriente cultural.

Una nueva campaña de chilenización ocurrirá a propósito del conflictofronterizo de Laguna del Desierto a fines de los sesenta, que terminócon la muerte del teniente de carabineros Hernán Merino Correa. ElGobierno de Frei Montalva y las autoridades provinciales son

27 Mansilla (1946: 133).

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sacudidas por la escaramuza fronteriza y en las zonas limítrofesrápidamente se decretan normas que prohíben el uso de vestimenta“argentina”, lo que obliga a muchos pobladores a guardar sus atuendosy adquirir otros que no despierten sospechas de antipatriotismo. Peroeste nuevo intento de corte reactivo, no logra transformar lascostumbres y poco a poco vuelven a aparecer los elementos quedenotan la relación profunda con los estilos de vida de la pampapatagónica.

Reaparece siempre el territorio en su vastedad y pristinidad, en suvocación ganadera y con ello los estilos de vida que surgieron en él,asociados a la inverosimilitud de una frontera, a la cualidad extensadel tiempo y el espacio, a la adaptabilidad constante ante los procesossociales y naturales.

Una conclusión abierta: la actualización permanente de la(s)identidad(es): los discursos académicos contemporáneos

En las últimas tres décadas del siglo XX y ya con motivos máshistóricos, culturales y académicos, se desarrolla una reflexión sobrela “verdadera identidad regional”. El rescate de la gesta colonizadorade principios del siglo XX, ahora como mito fundacional delpoblamiento histórico del área continental, entregará los elementospara iniciar una nueva etapa en la construcción social de la(s)identidad(es) de Aisén.

Se hará así recurrente la explicación de la cultura existente como unamezcla de diversas vertientes culturales que se encuentran en unterritorio desolado, aislado en sí mismo, pese a no ser exactamenteuna isla. González Kappes, estudioso de la historia y cultura aiseninaa quien nos agrada citar por su pluma fresca y segura, afirma: “Aisénes mezcla de guasos, gauchos y chilotes, aunque algunos puristas delfolclore, sufran con el mate amargo, con el olor a grasa, las rancherasy el chamamé.”28 Pero una mezcla que intentará ser cristalizada en

28 González Kappes (2003).

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un ser particular, en un prototipo cultural que permita cohesionar unsentimiento regionalista y con ello sustentar el discurso contestatariohacia las políticas estatales consideradas desde siempre comocentralistas.

La condición de aislamiento que identifica al territorio de una maneradoble, es decir con relación al resto del país y también al interiormismo de su geografía (todo queda lejos de todo), se traspasa en losdiscursos académicos a los habitantes dando así cierto contexto paraexplicar sus estilos de vida. La soledad será otra característica queacompaña –paradójicamente- al aislamiento. El territorio inmensoatomiza el poblamiento y lo obliga a la dispersión. Esta relaciónaislamiento-soledad encierra un proceso permanente de conquista yde enraizamiento, un esfuerzo constante por crear una nueva vida.

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LAS ECONOMÍAS SILENCIOSAS DEL LITORALAISENINO*

Gonzalo Saavedra Gallo**

Introducción

Hacia la segunda mitad del siglo XIX la economía primario-exportadorachilena se encontraba en plena expansión, demandando para ello lasexuberancias del todavía prístino territorio nacional. El litoral aiseninono fue la excepción y en el curso del siglo XX tal tendencia sería aunmás evidente: se incrementaron y diversificaron las explotaciones, seinstauraron nuevas modalidades extractivas y se institucionalizaronalgunos mecanismos orientados al aprovechamiento racional de losrecursos que ofrecía el ecosistema costero. No obstante el procesoes incomprensible en los límites del territorio austral, incluido Chiloé yPatagonia. Efectivamente, tras la sucesiva expansión económica yconsecuente penetración del mercado en las costas australes, habíaun proyecto modernizador, pero no era un proyecto centrado ni muchomenos pensado para lo que hoy conocemos como Aisén. El objetivosiempre estuvo mucho más al norte. En principio fue la conectividaden función de las explotaciones salitreras, más tarde el suministro derecursos para consumo en las ciudades del continente, y máscontemporáneamente el crecimiento de los capitales privadosasentados también en otras latitudes1. Ni siquiera hoy, en pleno augesalmonero, las costas de Aisén han dejado de ser materia prima deotras modernizaciones, de otras modernidades, mucho menos hoy.

Este ensayo examina cómo bajo tales procesos se han configuradoeconomías y culturas del “lugar”, modernizaciones locales ymodernidades accidentales, modernidades, si se quiere, hechas a pulso.Hechas con la temporalidad del “abajo”, de a poco, con tradicionesinventadas y reinventadas sucesivamente, producto de unainteligencia cultural y de humanidades anónimas que, desde erasremotas, anteceden los grandes (o medianos) hitos consignados porel registro oficial.

*Agradezco a José Manuel Zavala la lectura crítica del texto antes de su versión final.** Antropólogo Social. U. Católica de Temuco, [email protected] Quizá quepa decir también: deslocalizados.

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El reino del ciprés

“…Se encuentran allí todos los elementos que podrían

exigir de la naturaleza campos productivos,

vegetación lozana i vigorosa, maderas, abundancia

de caza i de pesca, solo falta la mano del hombre, e su

inteligencia, sus recursos, sus capitales, para hacer

de aquellas tierras abandonadas otros tantos focos

de producción que le creen una vida propia y un

porvenir” (Felipe Westhoff, 1867).

Lejos de su tierra natal el lituano Felipe Westhoff vino a escribir estaespecie de media profecía, ciertamente un verdadero auto-reflejo desí mismo. Nueve años antes, en 1859, había sido nombrado por elGobierno chileno “subdelegado marítimo del archipiélago de los Chonoso Guaitecas”. La importancia del hecho no es menor, pues en efectotal abundancia de recursos no podía ser desaprovechada por un Estadoque se encontraba en pleno proceso de expansión y “modernización”interna. Un hombre como Westhoff, racional, ambicioso yemprendedor, parecía ser el indicado para llevar a cabo tal propósito.Ese mismo año fundó un pueblito que llamaría Melinka (antiguo parajecanoero2 y hoy capital de la comuna de Guaitecas), lugar dondeestableció el centro operativo para la extracción y procesamientobásico del ciprés, recurso originalmente destinado a la construcciónde durmientes para las vías del ferrocarril en el norte del país y en elPerú. Recordemos que en ese entonces tenía lugar en Chile el mayorauge salitrero del siglo XIX, y por tanto la conectividad territorialhabía pasado a ser un objetivo prioritario. No está demás decir que laconsolidación de ese Estado dependía fuertemente de la economíaprimario exportadora del salitre3. Los extremos se tocaban y el propio

2 Véase García (1767).3 “..durante la década de Montt, en los años 50, se inició la política ferroviaria quepermitió inaugurar en 1863 el ferrocarril de Santiago a Valparaíso. En la misma épocase inició la construcción del ferrocarril longitudinal sur, el primer tramo a Rancagua,de 82 kilómetros, se inauguró en 1859; en 1862 llegó a San Fernando (19 kms). En1868 a Curicó (200 kms. aprox.) y en 1877 a Concepción (570 kms. aprox.). Secompletaba de este modo, junto con la construcción de una serie de ramales laterales,la integración de la estructura de transportes del Núcleo Central y su comunicacióncon los principales puertos de exportación y cabotaje” (Sunkel 1982: 76-77)

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Westhoff declaraba que “cerca de cien mil durmientes de ciprés paralos ferrocarriles del norte de la República se han esportado delarchipiélago el último año” 4

Tal como ocurriría más tarde con sus sucesores, las empresasextractivas de Westhoff parecen no haber escatimado esfuerzos enaprovechar al máximo las bondades de los archipiélagos:

“Hace pocos años, el que suscribe descubrió en el archipiélago elhuano de lobo, depositado en cuevas a que no alcanza la alta marea.Existen allí como cien mil toneladas de este abono que la esperienciaha calificado de superior calidad i que ya principia a esportarseregularmente i con ventaja reconocida de las industrias a que seaplica.”5

Al momento de establecerse Westhoff en el archipiélago éste seencontraba deshabitado, al menos desde la concepción queseguramente los testigos “occidentales” tenían de tal concepto: unlugar con asentamientos sedentarios y no el espacio desterritorializado,que caracterizó la vida canoera que por entonces parecía prácticamenteextinta6. Los testimonios de la época confirman que el subdelegado-empresario con-trata mano de obra en la isla de Chiloé, especialmenteen la ciudad de Castro, y traslada al menos tres mil “hacheros” aquienes organiza en cuadrillas extractivas. “El cólera, la disentería ila diarrea son enfermedades casi desconocidas entre los lancheros icortadores de madera, cuyo número ascienda anualmente de 2000 a3000”7, nos cuenta Guillermo Pendavis, cirujano que viajó junto aEnrique Simpson en la Corbeta Chacabuco. El propio Westhoff,ventilando su percepción de los chilotes, confirma este antecedente

4 Westhoff (1867: 419).5 Ibid: 448-449. El mismo Sunkel plantea que la expansión salitrera es impensablesin un simultáneo auge de la agricultura. Aunque no es posible establecer una relacióncausal sí es evidente que uno y otro proceso están íntimamente relacionados.6 Por supuesto que tal hipótesis se podría relativizar, tanto en atención a laespeculación antropológica como en atención a los datos que entregan los viajeros…que incluso en ese entonces dicen haber visto canoeros.7 Pendavis (1872: 452).

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que en buena medida refunda demográficamente el espacio insularaisenino:

“En el último verano el archipiélago de los Chonos ha sido poblado,accidentalmente por cerca de tres mil peones ocupados en la cortade maderas i en la preparación de durmientes. Esta cantidad dejente ha sido ocasión de violencias, tropelías, asesinatos y otroscrímenes que la autoridad local no ha podido evitar por falta defuerza armada a su disposición”8

Podría pensarse que es aquí, hacia la década de 1860, donde comenzóla era primario-exportadora de la economía costera austral aisenina.La extracción del ciprés tuvo lugar a lo largo de más de un siglo, y eneste sentido se vio sujeta a condiciones diversas y también a distintosmonopolios9. Pero como es de suponer Westhoff no fue el único, esimpensable que un solo hombre pudiese “organizar” a miles depersonas diseminadas por el vasto Archipiélago de los Chonos. En1861, es precisamente Simpson, según consta en una de sus memorias,quien describe el escenario en la zona de las islas Huichas, en lasinmediaciones del fiordo de Aisén:

“Puerto Lagunas ha adelantado notablemente desde el año pasado,por resultado de nuestro viaje. En esa época existía una chozaprovisional que habitaban los pescadores en verano; desdeentonces los señores Burr han construido una casa de madera iformado un establecimiento permanente para el acopio de durmientespara el ferrocarril”10

Pero sería el empresario Ciriaco Álvarez, nacido posiblemente en1873 en la localidad chilota de Chonchi, el continuador más renombradode la “senda abierta” por Westhoff. El papel jugado por este personajeresultó tan importante que incluso llegó a conocérsele como “el Rey

8 Ibid: 4509 Por ejemplo, hacia la década de 1960 estas actividades eran oficialmente controladaspor la agencia estatal “Corporación Nacional Forestal”10 Simpson (1871: 172).

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del Ciprés”. Álvarez, como su antecesor, se instaló en Puerto Melinka,más o menos a fines del siglo XIX, pero es un hecho que la envergadurade su estructura operacional fue mucho más amplia, llegando a dominarel vasto territorio al sur de las islas Guiatecas. Ya en las primerasdécadas del siglo XX, según consta en los relatos de los antiguos,sería Álvarez el que mantendría el control sobre las faenas extractivas,incluso en la citada zona de Puerto Laguna.

Taladores, cazadores y pescadores

Sin embargo esta gran expansión maderera se entreteje en episodiossilenciosos, historias perdidas y olvidadas en su propio anonimato, enel ir y venir entre canales y bosques, entre venturas y hazañas, entredesventuras y padecimientos, entre una y quizá cuántas otras lejanías.Así, por dos mil o tres mil se multiplica la humanidad que desde esasremotas invisibilidades trasciende a los próceres de la expansióneconómica por las costas de Aisén. Decisivas fueron entonces lasoleadas migratorias desencadenadas por esas tempranas empresasextractivas, migraciones sucesivas que fueron reocupando yrepoblando los archipiélagos. Por ejemplo, entre los primeros habitantesde Puerto Aguirre encontramos algunas familias que, en busca delciprés, navegaron desde las Guiatecas a las Islas Huichas.

“Ellos se vinieron en una goleta, le llamaban, que era a vela no más,porque no existían los motores, yo le estoy hablando del año 35, 36,entonces se venían a vela: cuando había viento avanzaban cuandono había viento tenían que quedarse fondeao, entonces veníantodas esas familias ahí, se alimentaban, hacían sus cosas dentro dela misma embarcación y así llegaron a una isla que se llamaba la islaLuz, que está más al sur y como le digo en busca de madera, ahíllegaban las otras lanchas a retirar la madera del ciprés, eso era loque don Ciriaco Álvarez buscaba, entonces mandaba primero unalancha como para ver si había abundancia, si había abundancia demadera mandaba más gente”11

11 Norma Andrade, Caleta Andrade, 2002.

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En general la tala de madera suele asociarse a Álvarez, no obstantees claro que le sucedieron otros empresarios, que incluso destinabanlos postes a usos que inicialmente no estuvieron en los planes deWesthoff y luego de Álvarez. Pese a estas variaciones –los recursosempresariales y los destinos de la materia prima- hasta mediados delsiglo XX el proceso fue más o menos idéntico: explotación intensivacon fines exportadores o utilización en otras latitudes del país. Porotro lado, para las comunidades proveedoras de fuerza de trabajo lasestrategias de organización de las faenas pudieron ser similares, quizávariando la intensidad de acuerdo a la demanda de recursos.

Simultáneamente tenía lugar una segunda actividad tambiénorganizada desde capitales privados: la caza de lobos marinos y dealgunos mamíferos terrestres (los famosos gatos). En muchossentidos se trató de un sistema similar al maderero extractivo, elpropósito era obtener aceites y variados tipos de pieles que sedestinaron a la fabricación de abrigos y otros objetos suntuarios. Eneste caso también se formaban cuadrillas, pactándose previamenteun acuerdo entre cazadores (loberos) y empresarios. Éstos proveíande insumos y víveres a los loberos, quienes entonces se embarcabandurante largas temporadas en busca del recurso.

“Había un hombre que hacía trabajar también la gente a las pieles,Augusto Álvarez. Ese tenía gente que iba pa’l Estrecho deMagallanes a trabajar a las pieles de gato, de lobo, de popo, esehombre trabajaba en eso; otro fue un hombre Blania, ese hombretenía tremendo (...) de ostra, choros abajo, todos los chicos medianosiban comer las ostras, choros, había que sacarlos (...). En Repollalhabía otro hombre, este hombre...Gutiérrez, ese hombre trabajabaigual en eso, ese trabajaba las pieles, cholga y ostra con toda lagente de Repollal”12

La dispersión de estas cuadrillas también fue enorme, abarcando desdeel extremo noroeste hasta el extremo sur, en la entrada del Golfo dePenas, o como sostiene René Saldivia llegando incluso al Estrecho de

12 René Saldivia, Puerto Melinka, 2002.

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Magallanes. Este hecho también es referido por Joseph Emperairequien observó a los loberos de Chiloé apareciendo frecuentementeen las costas del canal Messier, ya en plena zona qaweshkar13.

Los recursos deshidratados, la cholga seca y el pescado seco, tambiénconstituyeron actividades a las que se adaptarían sin problemas lospequeños y medianos capitales de Chiloé y Puerto Montt. En estesentido, todo parece indicar que la envergadura comercial y monetariafue menor que las anteriores, sobre todo si se compara con laexplotación del ciprés.

¿El trabajo de cholga fue el más largo...? Claro, eso sí, y el delpescao, (…) por acá usté se llevaba tres mil paquetes de cholga,cuatro mil y llegaba y lo vendía todo al tiro o llevaba unos cinco milpescaos, que si habían lanchas de por allá de Chonchi que veníana buscar (…), hacían traer veinte mil pescaos, todo se vendía aPuerto Montt...”14

Por ese entonces, durante la primera mitad del siglo, tanto el pescadoseco como la cholga seca habrían sido las prácticas extractivasmarítimas más significativas orientadas al mercado. Esto encuentraexplicación en el proceso de deshidratación en sí mismo. Careciendolos asentamientos del Archipiélago de los Chonos de “servicios” comoelectricidad y agua potable, la única forma de mantener cantidadessignificativas de recursos (necesarias para el intercambio monetario)era procesándolos en seco. Esta técnica permitió a los pescadorestransportar los productos a los lejanos puertos de comercialización(actual región de Los Lagos) o bien esperar la llegada de lasembarcaciones compradoras.

El sistema de trabajo también era similar, aunque en este caso parecemás significativa la presencia familiar en las cuadrillas, algo que yapodía observarse en las faenas madereras que hicieron los itinerariosPuerto Melinka - Huichas. Pero en general, aparte de variaciones

13 Emperaire (1963).14 René Saldivia, ibid.

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que pudo haber en la composición de la mano de obra, la dinámicaproductiva es la misma: las cuadrillas se dispersan en busca de recursos,establecen campamentos temporales -en algunos casos muy extensos-procesan y entregan, a veces cerca de esos asentamientos temporales,a veces en las comunidades de origen, y en ocasiones (escasas enesos años) se trasladan directamente a los puertos de Chiloé.

“…todas las familias tenían su establecimiento, su familia pa’ acá,otras familias pa’ llá, si usté tenía más hermanos así como familia seestablecían por un lado, los Álvarez por un lado porque habíaÁlvarez, los Pulluhuan trabajaban más pa fuera, los Chiguay, siemprelos Cárdenas y los Álvarez andaban juntos porque eran todos familiay los Ñancupel en veces se introducían con los Álvarez (...).Entonces los patrones pedían víveres por allá a los empresariosque había en Puerto Montt y esos le daban los víveres a la gentepara los cuatro meses”.15

Existen varios rasgos y elementos comunes en estas cuatro actividadeseconómicas. Rasgos y elementos que, en mi opinión, resultarondecisivos en el proceso de estructuración de la vida económica de lascomunidades bentónicas de los archipiélagos. Desde el punto de vistalocal se pone en evidencia una base cultural “tradicional”, lo que implicareconocer que los “modelos” de uso del territorio y hasta cierto puntotecno-económicos, se fraguaron en sistemas de vida nonecesariamente mercantilistas; por ejemplo algunas prácticas yahabían sido apreciadas entre los grupos canoeros, extintos hacia finesdel siglo XVIII. La diáspora territorial de casi todas estas actividadescoincide con la que suele atribuírsele a los navegantes chono, asimismola caza de pieles, la tala de madera y la recolección de mariscos ypeces también constituyeron las prácticas base de la reproducciónmaterial de estos pueblos ancestrales16. Incluso a nivel de intercambioscon grupos de Chiloé, aunque ciertamente no es equivalente en cuantoal sentido casi enteramente mercantil que algunas de estas actividades

15 Ibid.16 Véase por ejemplo, Ocampo, Aspillaga y Quiroz (s/f).

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tuvieron a principios del siglo XX17. En resumen, si pensamos en lasprácticas económicas cotidianas hubo sin lugar a dudas un continuocultural que trascendió los propósitos empresariales. En otros términos:algo del estilo canoero pervive, se reproduce, se recrea y se reinventadesde fines del siglo XIX en adelante.

La estrategia empresarial habría consistido, aparentemente, en adaptarsus intereses a las prácticas económicas de las comunidades de Chiloéy Aisén. Bajo este supuesto podría decirse que en la base organizativacotidiana de este trabajo, con una clara orientación al mercado,prevalece lo que denominaremos un sentido económico cultural-localdistinto del racionalista formal (propio de un Westhoff, por ejemplo).Este modelo relaciona la economía mercantil de la época con múltiplesracionalidades, que nos harán suponer que no se articula simplementeun tipo de negocio sino un sistema de vida mucho más complejo (osea más diverso). En primer término, se pone en práctica una relaciónentre empresario y comunidad con consecuencias culturalesimportantes, es lo que llamaremos el trabajo por trato. Muy patenteen las faenas del ciprés y en las pieles, pero también recurrente en laextracción para secado. La lógica parece ser la siguiente: el empresariomonta el trabajo, provee por anticipado los insumos y los víveres parael viaje (generalmente muy extensos, de varios meses), ademásentrega al trabajador otra cantidad de víveres adicionales que su familianecesitará mientras se encuentre en faena. Es por esta razón que enlos testimonios se habla de “habilitación”, es decir el empresarioimplementa las faenas, las hace posible. La otra parte del trato consisteen que la cuadrilla está “obligada” a vender el recurso o el productoa quien hizo esta habilitación. Cabe decir aquí que al menos en eltrabajo de la madera existió un fuerte monopolio por parte de quienescontrolaron el negocio, lo que posiblemente hizo innecesario asegurarel cumplimiento del trato. No había muchas alternativas de venta.

17 Carlos de Berenguer (1773) constata que los indios chono, durante las fiestas deSantiago, van a la islas de Chiloé e intercambian “su marisco” por ropajes y papascon los habitantes locales.

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Evidentemente no era posible para cualquier empresario organizarun sistema extractivo de tal envergadura, pues requería contar conbarcos para el traslado de los postes, puntos de embarque en losdesolados archipiélagos y por supuesto recursos para organizarlogísticamente las cuadrillas de taladores. Ciriaco Álvarez fue sinlugar a dudas el arquetipo de esta práctica. Sea como fuere la relaciónempresario-trabajador era a todas luces tremendamente asimétrica,posiblemente acentuada por los monopolios y por las propiascondiciones geográficas -extremas-, que prácticamente imposibilitabanuna comercialización directa.

En el caso de las pieles, los datos disponibles hacen suponer que hubomás compradores. No obstante el sistema era exactamente el mismo.Esto no descarta que existiesen cuadrillas autónomas, que pudieraneventualmente ocuparse ellos mismos de la comercialización de laspieles. Algo similar pudo suceder con los recursos secos (cholga ypescado), pero en general las cuadrillas o las faenas existieron graciasal suministro material de los compradores del producto final, estoindependientemente de que tratándose de recursos no perecibles había(y hay) un margen temporal de comercialización casi ilimitado.

En síntesis, cabe señalar que en estas cuatro actividades se cruzanlógicas y sentidos disímiles. Por un lado, los propósitos mercantilistasexportadores de recursos primarios, por otro, las prácticas tecno-económicas sobre las que se despliega esta producción respondensignificativamente a modos de vida e interacción local. En cuanto a larelación entre empresarios y trabajadores, ésta ocurre de formadesigual, posiblemente constreñida por una serie de factores quelimitaron potencialmente el campo de acción en los mercados porparte de las comunidades, por ejemplo hablamos de una marcadarestricción de los canales de comercialización. Por otro lado, estarelación en sí misma ocurre según lógicas específicas, esto a tal puntoque casi nadie habla de la venta del producto sino de la entrega:“nosotros le entregábamos a…”.

“En esos años nada, nada, cortaban madera de ciprés y entregabanen los barcos grandes que pasaban a cargar madera de ciprés para

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llevar pa’l norte, ahí trabajaba también un caballero que se llamabael finao Ciriaco Álvarez en aquellos años, ese tenía contrata demadera”18

Bajo este concepto el trato implica una lógica distinta a la que cabríaen una relación de productor – comprador de tipo convencional. Esposible incluso que la relación por trato que se dio a principios delsiglo XX en las faenas de madera, pieles, cholga y pesca secacondicionara la articulación entre las economías (mercantiles yculturales locales) hasta el presente. Se establece lo que llamaré unarelación patronal, con más certeza digamos que se estructuraculturalmente. No se vende, se entrega, se trabaja -con prácticas ysentidos económicos locales- para un patrón, hay un acuerdo previo,un trato, y todo esto, dada la dinámica de la vida cotidiana en lascomunidades, permite resolver necesidades inmediatas. El trato y lasrelaciones que comporta se vuelven imprescindibles.

Industrias locales y control estatal

La década de 1930 marcó una inflexión importante en las costasaustrales, pues comienzan a configurarse dos asentamientos en lasIslas Huichas: Puerto Aguirre y Caleta Andrade. Por una parte, buzosprovenientes de Puerto Montt se instalaron con el propósito de iniciarla explotación del preciado choro zapato; por otra parte, como ya heseñalado, algunas familias asentadas en las Guaitecas, se trasladarony establecieron en las Huichas de forma permanente. Aquí esimportante decir que las actividades reseñadas comportaban sistemasque podríamos denominar como seminómadas (otro rasgo canoeroque siguió vigente), esto explica que en su amplísima dispersiónterritorial muchas de estas cuadrillas terminasen intentandoasentamientos aun más australes. Quizá pueda plantearse que la zonade islas Huichas está mucho más protegida (del mar abierto) que lasGuaitecas, este hecho en plena colonización de la zona continentaldebió propiciar un asentamiento definitivo en Puerto Aguirre y luego

18 Ercira Chiguay, Puerto Melinka, 2002.

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en Caleta Andrade; por otra parte estas familias –originalmente deChiloé- también buscaron tierras más propicias para la agricultura yla ganadería a pequeña escala (inexistentes en Melinka):

“De la casa para allá toda la plaza la llenábamos de huerta. La tierraera muy buena. Mi papá tenía gente que botaba todos los árboles,limpiaban la tierra y se hacía huerta, sembrábamos cualquier cantidadde papas. Después con los años no se siguió porque empezaron atrazar el pueblo”19

La dispersión de las actividades económicas, sumada a la abundanciade recursos derivó en que hacia 1940 comenzara la consolidación delos primeros asentamientos de las Islas Huichas. La época coincidirácon una nueva etapa en la historia económica chilena: la llamada“integración hacia adentro y la industrialización sustitutiva deimportaciones20. Si en el extremo norte del archipiélago Puerto Melinka(y también la pequeña localidad de Repollal) inicia su era oficial comoasentamiento establecido a causa de la explotación intensiva de losbosques de ciprés, Puerto Aguirre y Caleta Andrade se deben enbuena medida al apogeo económico que se tradujo en la instalaciónen la isla de varias plantas procesadoras de moluscos: la conserveraANCLA, la conservera COPA, la conservera Phoenix y la conserveraCamila. Dicho de otro modo, Islas Huichas se consolidó inicialmenteen el contexto de una incipiente industrialización que en este remotoparaje encontraría una expresión local singularmente llamativa.

“La Fábrica de Conservas Ancla, que fue una gran industria quehubo acá, que fue la que le dio vida y auge al pueblo, eso fue lo que

19 Luisa Andrade, Ibid.20 La industrialización para la sustitución de importaciones (ISI) constituye unaestrategia de desarrollo que tuvo alguna importancia en América Latina. La idea fue,desde la década de 1950 en adelante, revertir la dependencia estructural asociada a laexplotación de recursos primarios. Se intentaba transformar esos recursos primariosen la región (América Latina) y, más aun, poner en marcha procesos deindustrialización al estilo de Estados Unidos y Europa. El proceso ISI fueparticularmente significativo en las economías argentina, mexicana y brasilera. Sudeclive comienza a mediados de los años setenta.

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le dio la formación al pueblo de Puerto Aguirre, porque si bien escierto estaba acá la industria, pero se trajo gente de otras partes: dePuerto Montt y sus alrededores, de Chiloé, pero toda la plata sequedaba en Puerto Aguirre, en el comercio. Se formó el comercio enPuerto Aguirre y como el barco llegaba allá, quedaba recalao en labahía nomás, así fue que se formó Puerto Aguirre… debido a estaindustria”21.

No obstante lo dicho, sería equivocado atribuir mecánicamente a estehecho el surgimiento del asentamiento (que en rigor son tres), comotampoco es únicamente atribuible a las migraciones de familiaspescadoras desde las Guiatecas o desde Puerto Montt. En realidad elproceso se debió a todas estas circunstancias al mismo tiempo, yposiblemente, dada la movilidad permanente de los inmigrantes deChiloé y dado el carácter tan disperso de las actividades económicas,no hubiese podido ser de otro modo. Esto quizá pueda entendersemás en la dinámica de ocupación y resignificación territorial de los

Figura 1: Operarias Fábrica de conservas ANCLA, Islas Huichas.

21 Norma Andrade, Caleta Andrade, 2001.

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propios chilotes que en función de un hipotético espíritu colonizador,mucho más patente en zonas orientales de la Patagonia. Las costasinsulares de Aisén constituyen, sin lugar a dudas, parte del entramadocultural de Chiloé.

En el caso de Islas Huichas, donde esta fase industrial fueverdaderamente nítida, la articulación de las economías ocurrió, enalgunos aspectos, de forma similar a la descrita. La relación entretrabajadores y empresarios comportaba, cuando menos, dos grandesámbitos: la relación buzos mariscadores/empresarios y la relaciónoperarias de fábrica/empresarios. Aquí la diferenciación sexual deltrabajo era mucho más marcada que en los sistemas extractivos demadera y deshidratación. Son los empresarios quienes habilitaban lasfaenas de los buzos, e incluso los contrataban directamente paraasegurar una productividad constante. Evidentemente este contrato(y un trato) también exigía la “entrega” (no la venta propiamente tal)de los recursos a la conservera, por lo demás difícilmente podía serde otro modo en tanto la conservera instalada en la comunidad era elúnico comprador posible de aquel stock crudo. Asimismo esto suponíaun precio manejado también de forma asimétrica, a la vez queintroducía la posibilidad de trabajar sostenidamente con recursosfrescos, algo impensable si los compradores-almacenadores seencontraban en la actual X región. Esto tuvo consecuenciasimportantes, entre ellas una de las más significativas es que se redujoconsiderablemente el tiempo de duración de la faenas, por ejemploen comparación con la cholga seca o con la caza de pieles.

“(En esos años)…todos eran buzos por la conservera, porquehabían tres fábricas en conserva. Salían en la mañana a las ocho losbuzos con sus botes, sus chalupas y los traían a las dos, tres horasestaban hecho nata ahí en el muelle para que carguen, todo eldescargue de los botes se hacía por orden de llegada, el que llegabaprimero ese se le descargaba primero y más encima las lanchas. Si lafábrica era una bodega como esto y eran cerros de marisco, no seconocían los frigoríficos, todo era pasteurizado, las hoja latas, osea el tarro, venía hecho de P. Montt, la tapa también venía, la tapay su tarro, pero miles de tarros”22

22 Isabel Paillán, Puerto Aguirre, 2001.

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Las relaciones empresarios/trabajadores (as) daban cuenta de unaépoca en que tanto hombres como mujeres fueron parte de un procesoproductivo mucho más integrado localmente. Este proceso estuvonetamente orientado a los mercados externos, pero sin lugar a dudasdio lugar a un dinamismo económico sin precedentes, y que a todasluces luego de su declive no se ha repetido. Este dinamismo encuentrasu particularidad en la estructuración de una economía que logróintegrar distintas lógicas en un mismo proceso, con ciertas cualidadesendógenas: extracción y transformación de recursos, todo en un mismoespacio y sobre la base del trabajo de la comunidad.

Si testimonialmente tomamos el caso de Islas Huichas, observaremosque a partir de 1942, casi al tiempo en que se instala la primeraconservera, se construye también la primera escuela del pueblo. Estehecho progresivamente pudo contribuir a que las jóvenes madres sequedasen la mayor parte del tiempo en tierra, lo que hipotéticamentehabría contribuido a la paulatina sedentarización, y por lo mismo, ala diferenciación de roles en el trabajo; en tal sentido, si se tiene encuenta que las conserveras funcionan hasta mediados de la décadade 1970, constatamos una significativa fuerza de trabajo femeninaactiva durante casi tres décadas. No debe extrañar entonces logratamente recordado que es aquel período para algunas mujeres dePuerto Aguirre:

“Después estuve en la fábrica de Estero Copa no más, tambiéntrabajé, ahí me casé en esa fábrica, ahí conocí a mi marido trabajandoen esa fábrica, en esos años se ganaba plata, se ganaba, se trabajaba,todo porque había trabajo, eso es lo que digo yo ahora, antesnosotros tres fábricas, tres fábricas trabajamos, ya la Phoenix, EsteroCopa y Caleta Andrade y ahora ¿dónde están esas fábricas? Nada,eso lo que yo pienso, yo digo no sé como quedamos tan mal, enesta altura si no tenemos trabajo”23

Quizá sea un momento oportuno para plantear que la complejidad delas relaciones entre los “actores económicos”, no pasa únicamente

23 María Coliboro, Puerto Aguirre, 2002.

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por los condicionamientos estructurales propios de la asimetría queimpone el capital. Casi un siglo de microhistorias económicas en losarchipiélagos de sur de Chile, han transformado no sólo las estrategias,las tecnologías y las economías del lugar24, también –y esto es lo queme interesa destacar- sus cosmovisiones tecno-económicas.Evidentemente estas personas, hombres y mujeres, incorporan, porla fuerza y por la experiencia, ciertas lógicas formales, racionalistas,pero al mismo tiempo van reinventando modelos y rasgos tecnológicosde vieja usanza, quizá muy remotos. Por cierto, más bien orientados ala reproducción material de la comunidad antes que al intercambio,como sucede en la actualidad.

La pesca bentónica25

La conquista, evangelización y posterior colonización transformódramáticamente los mundos indígenas. Quizá el referente másarquetípico de este proceso lo constituya la “extinción” de los canoeroschono, que con toda certeza habitaron los archipiélagos de Aisén hastafines del siglo XVIII. Sin embargo, por otro lado, parece evidente queparte de su sistema económico adaptativo fue heredado y recreadoen tiempos actuales por estos “nuevos” habitantes de las islasGuaitecas y Huichas. Este hecho, como se ha visto, es patente en losrelatos sobre las prácticas extractivas y transformadoras másrecurrentes durante la segunda mitad del siglo XX, especialmente enel trabajo de la cholga y el pescado seco26.

Algo más tarde, posiblemente debido a la instalación de las fábricasconserveras en Islas Huichas, y en especial con el progresivodesarrollo de los medios de transporte, la extracción y entrega encrudo se incrementaría sustancialmente. Pero hacia los años setentay ochenta vendría el declive, los desembarques se trasladaríanprogresivamente a la X región. Lo anterior pudo deberse, por unaparte, al desarrollo más generalizado de la industria pesquera en dicha

24 El término lo tomo prestado de A. Escobar (2000).25 “En ecología se llama bentos (del griego âÝíèïò, “fondo marino”) a la comunidadformada por los organismos que habitan el fondo de los ecosistemas acuáticos. Elbentos se distingue del plancton y del necton, formados por organismos que habitanentre dos aguas. El adjetivo que se hace derivar de bentos es bentónico”, en http://es.wikipedia.org/wiki/Bentos.26 Que implica un patrón disperso, seminómada y extractivo bentónico.

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zona, y por otra, a la conectividad que Puerto Montt ofrecía con losmercados internos y externos. Todo ello sumado a mejores y másrápidas embarcaciones.

Se instituyó entonces una nueva dinámica extractiva, la que seincrementó progresivamente en las décadas de 1980 y 1990. Deberecordarse que la economía chilena había entrado desde mediadosde los setenta en una nueva y más radical fase primario exportadora.Pues bien, este modelo terminó desplazando y relegando a un segundoplano a otras prácticas, también orientadas al mercado, como la maderay la deshidratación. De tal modo que la articulación entre laseconomías locales y el mercado, llegó a fundarse en la extracción dealmejas, erizos y locos. Esta nueva fase adquiere rasgos mono-extractivos e intensivos al extremo, a tal punto que por ejemplo aprincipios de los años noventa el loco se hallaba al borde de la extinción.

El predominio extractivo mercantil fue casi absoluto hasta mediadosde la década de 1990. La conexión con los mercados externos sehizo mucho más intensa, el hecho condicionará nuevas modalidadesde organización del trabajo. En las Guaitecas por ejemplo, se instalaronplantas semi-procesadoras, lo que en la comunidad se conoce como“desconchadoras”. Estas plantas estarán presentes, con altos y bajos,desde la década de 1980 y básicamente se han dedicado a semi-elaborar erizos.

“…íbamos a traer medio saco de erizo porque estaba amontonao elerizo hecho montoncitos y cada erizo tremendo ese tiempo, no locompraban si nadie lo sacaba, nadie compraba erizo hasta que vinola empresa y vino esa fábrica, una mediagua hicieron acá abajito dela escuela (...),¡con qué amor, con qué cariño empezamos a trabajar!,yo dije: de aquí de esta fábrica no me van a sacar pronto, aquí voy

a trabajar, aquí no me va a hacer falta pa’ que coman mis hijos, yempezamos a trabajar, (los) primeros días trabajamos cinco díasnomás y nos pagaron, nosotros le dijimos tienen que pagarnoscinco días trabajados pa’ que saquemos víveres, entonces despuésya nos pueden pagar en quince días y así fue, ese día nos arreglaron,ya sacamos plata, ese día sacamos harina, cosas de comer, azúcar,yerba, de todo lo que necesita, ese día ya quedamos bien, ya tuvimosque comer por nuestro trabajo”27

27 Blanca Aguilar, Puerto Melinka, 2002.

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Pero sin lugar a dudas sería la historia de los locos la que mejorreflejaría el espíritu de los tiempos. El loco (concholepas

concholepas) es un molusco de abundante carne blanca,extremadamente apetecido en los mercados culinarios más exigentes.Este recurso, antes de su fase de máxima popularidad (en los ochenta),había sido abundante a lo largo de todo el litoral chileno, pero dadaslas condiciones lo era mucho más en las accidentadas costas delextremo austral. En esos años la demanda exterior se incrementó atal punto, que en el litoral central y norte del país el loco alcanzóprontamente su límite crítico y colapsó; en ese contexto la explotaciónse trasladó a las costas sur australes. Es así que durante la primeramitad de los noventa, la extracción de locos para exportación en losarchipiélagos de Aisén sería intensísima. La presión sobre el recursollegó a tal punto que se instituyeron sucesivas vedas biológicas,llegando a la situación actual donde su extracción solo es posible enel marco de un plan de manejo28.

Colapsados los bancos naturales de locos, la demanda mercantil yconsecuentemente extractiva se volcó sobre almejas y erizos, conclaro predominio de este último. Si bien el erizo ya había sido explotadocomercialmente en las décadas de 1970 y 1980, es hacia fines de losnoventa cuando alcanzó su límite de captura. Este recurso se hadestinado casi exclusivamente a los mercados japoneses, en dondese le aprecia como una exquisitez, sin embargo, dada su históricaabundancia (ahora mermada) y su escasa apreciación en los mercadoschilenos, su valor de intercambio ha sido siempre muy bajo. Estesistema de explotación podría calificarse de irracional, pues lecaracteriza una tendencia de los precios a la baja y una presióninsostenible sobre la biomasa, que ha redundado en una progresivadisminución de la misma y consecuentemente en una demandairresponsable por recursos bajo la talla permitida.

La organización del trabajo que se dio en este nuevo escenario (macro)económico, reprodujo nuevamente –y con algunos matices- las

28 Según regulaciones vigentes para las Áreas de manejo de recursos bentónicos.

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prácticas extractivas anteriores. Las nuevas cuadrillas, ahora “loscabros de la lancha” o “los cabros del bote” (casi siempre tres)trabajaban a trato con los empresarios, y más frecuentemente conlos intermediarios, quienes proveían de insumos y víveres previoacuerdo de entrega. Da la impresión que, a diferencia de las antiguascuadrillas madereras o cazadoras, en estos casos hubo mayorcompetencia entre los compradores -los que “reciben”- siendo lascondiciones de los tratos sustancialmente relevantes. En general lagente trabaja para alguien no sólo por los precios que paga o cómopaga, además hay otra serie de factores relacionales que inciden enla prioridad final.

La entrega es un momento significativo del proceso, sobre todo si semira desde una perspectiva más amplia, básicamente porque da cuentade las diferencias y asimetrías de los actores en este campo deldesarrollo económico. Aquí se hacen evidentes algunos límites quejustamente marcan esas diferencias, y que condicionan el conjuntodel proceso. Existe lo que podríamos llamar productores básicos(extractores de la materia prima) y los compradores de esta materiaprima, que cabe diferenciar en intermediarios y empresarios. Losintermediarios simplemente compran (o “reciben”) y luego venden aempresas transformadoras, es decir a los empresarios, que luegodestinarán la materia prima procesada a la exportación. Podríamoshablar entonces de una cadena de transformación que a su vezcomporta una cadena de extracción de excedentes, en donde laprimera gran tajada es obtenida por el intermediario o directamentepor el empresario en la entrega-recibo de parte de la cuadrilla.

Las relaciones siguen siendo tan asimétricas como antes, pero quizámás intrincadas. Desde la perspectiva empresarial o intermediariaresulta bastante claro que hay un límite de competencias e interéspara ejercer ellos mismos la extracción de los recursos, asimismohay un conocimiento adquirido e internalizado que les permite moverseen las lógicas de los mercados; por el otro lado, “los cabros del bote”poseen los conocimientos y han desarrollado las capacidadesnecesarias para extraer los recursos del fondo del mar; en este sentidoentre unos y otros hay una complementariedad que es por donde semire imprescindible. Sin embargo, no está del todo claro que los

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trabajadores de las embarcaciones vean su participación en esteproceso -que articula economía local y mercado- limitada a la meraextracción. Por ejemplo, se han dado intentos de comercializardirectamente a las empresas transformadoras (lo que permite mejorarlos precios, o sea vender y no simplemente entregar). Estasexperiencias ya estuvieron presentes en la fase de mayor auge de laextracción y deshidratación, a principios del siglo XX cuando algunosproductores se trasladaban directamente a los puertos de desembarqueen la actual X región. Así también más recientemente ha habidodiversos intentos, con logros igualmente disímiles, orientados acomercializar directamente la producción.

Internamente, si cabe aquí ese término, la organización de los cabros

supone una singularidad que de suyo escapa a las constricciones dela relación mercantil. Las faenas o salidas extractivas, comprendenun acontecimiento que recrea parte del sentido de la vida en estascomunidades. Este es necesariamente un trabajo colectivo, y lo es enbuena medida porque las mismas exigencias (y riesgos) así lo imponen.No es cuestión simplemente de ir a mariscar, se trata de uno de los

Figura 2: Buzos extrayendo erizos.

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momentos más decisivos de la vida comunitaria, materialmente yespiritualmente, es aquí donde se hace posible su reproducción. Portanto estamos hablando de una de las realizaciones más significativasdel ser social de la comunidad, quizá sea demasiado arriesgado decirque esta es una herencia del sistema de vida canoero, dondeindudablemente el trabajo era la dimensión permanente de la vida delgrupo; aunque tampoco sería un disparate afirmar que algo de esohay aquí, y lo hubo también en los tiempos madereros, de caza y en lapesca seca. Recordemos que, por ejemplo, en las faenas de cholgalas familias acostumbraban a “salir” por temporadas de hasta cuatromeses, o que las cuadrillas de cacería de pieles podían “ausentarse”hasta por diez meses. Es evidente que ese tipo de circunstanciashace del trabajo y de otras dimensiones de la vida hechos indisociables.A la luz de mis observaciones y materiales etnográficos, creo que enla actualidad este sentido de vida-trabajo sigue siendo relevante paracomprender a estas comunidades.

Las actuales faenas, como las de erizo y almeja, o de algas entemporada estival, no tienen extensiones tan largas, quizá oscilen entrepocos días y un mes y medio como mucho, pero aun así implicantemporadas importantes. En realidad estas circunstancias de la vidademandan una serie de aspectos sociales-comunitarios, que ponenen tela de juicio la disección de estas economías en unidadesproductivas, tal como lo recomendaría un enfoque ortodoxo. Lasembarcaciones (que son pequeñas y medianas), es decir los botes,establecen faenas o puntos de extracción en zonas comunes, de hechodurante las noches permanecen unas pegadas a las otras.

“Generalmente uno en la mañana deja dicho para donde va a ir ygeneralmente las embarcaciones van todas para un mismo lado... Ysi alguien se desbanda y se va solo... los compañeros de las otrasembarcaciones lo retan y le dicen: no puedes andar solo, te puedepasar cualquier cosa, tienes que andar acompañado”29

Aquí son claras dos estrategias de solidaridad y protección: compartirun espacio de trabajo permite mayor amplitud de acción en caso de

29Alvaro Aguilar, Puerto Melinka, junio de 2006.

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emergencias –muy comunes dadas las extremas condiciones en lasque se trabaja-. Asimismo, si las embarcaciones permanecen contiguasdurante la noche les permite sortear mejor la inestabilidad climática(marejadas y tormentas, también frecuentes). Por otro lado, y en unsentido todavía más amplio, la vida en la comunidad tiende areproducirse o continuar en este no-lugar: durante las noches los“cabros de las lanchas” se juntan a conversar, a jugar a las cartas, sehablan cosas de la vida en la comunidad, se arregla el mundo, aparecenlas ideas o, como diría Arjun Appadurai, la imaginación.

Lo anterior, y otras cosas más, permite entender que no es acertadauna vieja creencia muy arraigada en ciertos “expertos” del desarrollo,en cuanto a que los pescadores son individualistas, y que en rigor lapesca artesanal constituye un negocio orientado por el cálculomaximizador.

“El buzo nunca quiere sacar más de lo que saca normalmente, porquesi todos los días saca cincuenta bandejas, llega el día en que sacaochenta o quiere seguir sacando hasta que complete las cien, (…)por creencia, lo mas probable es que al siguiente día le vaya muymal, así que siempre los compañeros se conforman con una cuotaque está conversada ya”30

Las articulaciones entre las economías locales y los procesoseconómico-mercantiles o formales, comprenden dialécticas y procesosrelacionales de la más diversa índole. A nuestro juicio, observadosdesde la perspectiva de la “tradición bentónica”, tales procesos resultanmás comprensibles en las matrices culturales de la comunidad. Encierto modo cabría decir que, si descontamos la relación mercantil(incluidas sus constricciones), los nuevos “negocios” bentónicos noañaden nada sustancialmente nuevo a estos sistemas económicoslocales31. Básicamente se sigue trabajando de la misma forma yorganizando las faenas, materialmente y socialmente, de modo muysimilar a como se había hecho en trabajos anteriores (madera, pieles,deshidratación).

30 Ibid.31 Nos referimos a la extracción de locos, erizos y almejas.

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La pesca demersal

En 1985 los escenarios económicos locales cambiaron en variosaspectos: por primera vez se introdujo en Aisén, de forma masiva, lapesca con espineles (demersal). Este fenómeno, inicialmente llamadoel boom merluzero, supuso en términos generales transformacionessignificativas en el mapa económico y social litoraleño. Primero,porque comunidades de la costa cordillerana vieron vertiginosamentediversificadas sus economías, antes casi exclusivamente agro-ganaderas32, y segundo, porque sobre todo las comunidades de lasIslas Huichas (Puerto Aguirre, Caleta Andrade y Estero Copa)tradicionalmente bentónicas también incorporaron en su acervoeconómico la citada práctica33.

La pesca artesanal con espineles implica diferencias notables respectode los sistemas bentónicos34. El espinel es un sistema de hilos depesca con anzuelos, muy extensos y reforzados, y se operan contécnicas de carnada y calado. Esto implica que la “unidad extractiva”,un bote con dos o tres tripulantes, elige una zona e instala los hilos ylos anzuelos con sistemas de flotación, generalmente se “calan”durante la noche y a la mañana se levantan, entonces se recoge lapesca.

Administrativamente el control que existe sobre esta actividad estambién muy distinto (respecto del bentónico). En el caso de la merluzaexiste a nivel nacional una cuota global de captura, repartida entre elsector industrial y el sector artesanal (proporcionalmente favorable alos industriales). Con el propósito de ordenar el sistema, la Subsecretaríade Pesca establece un calendario de capturas, el que en teoría también

32 Es el caso de comunidades como Puyuhuapi y Puerto Cisnes, en la comuna deCisnes.33 No tengo antecedentes para respaldar esta tesis, pero posiblemente Huichasdiversifica su producción y Guaitecas no, debido a que esta última se encontraba aconsiderable distancia de los caladeros y del centro operativo de la merluza (el canalMoraleda).34 Esto de sistemas bentónicos debe ser entendido sólo como una distinción relativa,si bien luego del declive maderero fue la pesca bentónica la que movilizó mássignificativamente la economía local en relación con el mercado, no debe de olvidarseen un nivel menos mercantilista y si más orientado a la reproducción local de la vidamaterial, se trata de sistemas económicos muy diversos.

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permite regular la presión sobre la biomasa. Este calendario, en elcaso de la merluza, abre la pesca artesanal dos o tres días al mes, esen esos días -y solo en esos días- cuando los pescadores autorizadospueden capturar y comercializar la merluza. Cabe decir que loscompradores son las mismas empresas que, en otras condiciones ycon sistemas de arrastre, capturan el recurso más allá de las cincomillas de reserva de la pesca artesanal35.

En síntesis, podría decirse que en el caso de la pesca demersal loscondicionamientos del mercado son mucho más significativos que enla de tipo bentónico. En primer lugar porque, hacia 1985 la propiapesca de la merluza surge en las costas australes inducida por la flotaindustrial36; en segundo lugar, porque en este caso los sistemas deregulación de la actividad están todavía más condicionados por criteriosmercantiles, de hecho casi la totalidad de la merluza está destinada almercado español. A esto habría que agregar que para muchospescadores, la merluza continúa siendo en algunos casos unaestrategia para incrementar ingresos, y no son pocas las personasque llegan a los archipiélagos durante los días en los que se abre lapesca37.

En principio las comunidades de Islas Huichas incorporaron la pescademersal por iniciativa de pescadores procedentes de otras latitudesque se instalan en el lugar38, pero al cabo de pocos años muchoshabitantes nativos (y nativas) diversificaron sus economías bentónicaspara dedicarse dos días al mes a la pesca de merluza. Esto esinteresante, pues en definitiva constituiría una práctica complementariade la ya deprimida extracción bentónica. Este proceso podríamos

35 Entre ellas, la más importante es la transnacional española Pesca Nova y su filialchilena Pesca Chile.36 Ramírez, ibid.37 Y que ciertamente durante el resto del mes no se dedican a esta actividad, inclusose trasladan desde algunas ciudades.38 De hecho es una distinción que sigue siendo muy patente, es frecuente hablar delos de fuera en contraste con la gente de acá de la isla.

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asociarlo a lo que García Canclini ha llamado “estrategias deprosperidad”39.

En este punto cabe decir que, aun teniendo en cuenta loscondicionamientos del mercado, la apropiación de la pesca de lamerluza no ha supuesto una pérdida, por parte de las economíaslocales, del control subjetivo de su reproducción material. Y esto nosólo porque pueda existir una percepción favorable hacia estaactividad, sino porque más allá de las presiones de los actoresempresariales (por obtener ventajas en la captura) creo que la basede esa reproducción sigue dependiendo de las comunidades, tanto deIslas Huichas como de las costas cordilleranas.

Expansión salmonera, ¿la gran transformación?

En marzo del año 2000, casi un siglo y medio después de que FelipeWesthoff se instalara en las Islas Guaitecas, el gobierno de RicardoLagos designó como Subsecretario de pesca al también empresarioDaniel Albarrán. Su tarea tenía carácter nacional: mantener eimplementar una política orientada al desarrollo del sector pesqueroen el país, uno de los más relevantes en la estructura primario-exportadora de nuestra economía. Pero la designación de Albarrán,como la de Westhoff en su tiempo, no fue azarosa; su experiencia enel mundo privado era clave para los propósitos que el Gobierno queríaimpulsar: favorecer la consolidación y expansión de la industriasalmonera en las costas australes de Chile, y así sucedió. Laincuestionable experticia de Albarrán como industrial salmonero resultódecisiva, los tres años que se mantuvo en el cargo fueron suficientespara allanar el camino a sus sucesores y para dejar en inmejorableposición a los industriales, entre ellos él mismo.

Pero todo en su real dimensión. Por muy protagónicos en sus roles,procesos como los aludidos no dependen de lo que hayan hecho o

39 Tomando como referencia ejemplos mexicanos, García Canclini sostiene que lascomunidades de base (“tradicionales”), en muchos casos, a pesar de las constriccionesdel mercado y del capital, son capaces de reformular las condiciones de su existenciasimbólica y material, generando estas estrategias de prosperidad en el mismo mercado

pero sin traicionar sus dinámicas identitarias (1990: 218-221).

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dejado de hacer ciertos individuos. El contexto siempre arrastratendencias que obedecen a lógicas mucho más amplias, y en estecaso globales: la política macroeconómica chilena es de larga data ysu inserción en los mercados externos es una constante histórica. Asílas cosas, ya hacia mediados de los noventa el cultivo de salmonesera más que un negocio prometedor, con una prosperidad tal queprácticamente la totalidad del borde costero interior de la isla de Chiloé,y gran parte del estuario de Reloncaví, estaban saturados de centrosde engorda. Ante perspectivas tan favorables fue necesario proyectaruna segunda fase expansiva, y es así como hacia 1997 comienzan aproliferar las jaulas de cultivo en los canales y fiordos aiseninos,principalmente en zonas aledañas a Puerto Melinka, Puerto Cisnes yespecialmente a Puerto Chacabuco. La promulgación de la Ley dePesca y Acuicultura constituyó un instrumento de gestiónadministrativa fundamental, pues entregaría toda clase de facilidadesy garantías a los futuros inversores que quisieran extender sus negociospor la zona austral. Reflejo de lo anterior es la mega-concesión delarchipiélago de Chiloé en los años noventa, y la actual tramitación enAisén de unas 3000 concesiones de acuicultura.

Esta nueva avanzada salmonera repercutirá sensiblemente en losespacios locales y en sus economías, tanto bentónicas comodemersales. En el transcurso de los dos últimos años algunaslocalidades de la comuna de Cisnes –Puyuhuapi y Puerto Cisnes-han sido testigos del progresivo deterioro de ciertas áreas cercanas alos centros de cultivo, teniendo además que lidiar con el descaro deempresas que intentan a como de lugar eludir sus responsabilidades.Pero es en las comunidades del entorno bentónico donde susconsecuencias resultan más significativas. Primero, porque la “huellaecológica” que produce la salmonicultura afecta directamente losbancos naturales de moluscos, bivalvos y otras especies, hecho quedebe entenderse según dos factores: por una parte, la expansiónsalmonera está desregulada, prácticamente no tiene restriccionesterritoriales, siendo, quizá, el mercado su único límite. Por otra parte,particularmente en Chile, los estándares ambientales de la industriason lamentables, en comparación con sus pares europeos ynorteamericanos, los empresarios chilenos merecen con todas sus

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letras el título de subdesarrollados40. La segunda consecuencia essocial y económico-cultural, nos detendremos en ella.

Entre 1990 y 2000 las exportaciones netas de salmón cultivado semultiplicarían por cinco, pasando de 26.000 a 271.500 toneladas41,para llegar en 2005 a las 383.700 toneladas42. Después de Noruega,Chile ha sido, desde 1995, el segundo productor mundial de salmonesy su objetivo a mediano plazo es convertirse en el primero. Hoy día laindustria sigue en plena expansión y ésta dependerá exclusivamentede las inagotables bondades de las costas aiseninas.

A nivel de economías locales el optimismo decrece visiblemente. Poruna parte, es verdad que la instalación de centros de cultivo generapuestos de trabajo e incrementa las cifras oficiales, que tanto interesana la administración central. Sin embargo, la calidad de tales empleosviene siendo frecuentemente cuestionada por diversos actores, entreellos por los propios trabajadores que denuncian prácticas antisindicales,discriminación de mujeres embarazadas, jornadas de trabajoexcesivamente extensas, contrataciones precarias, deficientescondiciones de seguridad laboral, etcétera43. En fin, la industriasalmonera a pesar de ser uno de los más prósperos proyectosempresariales que tiene lugar en Chile, tiende a reproducir y agudizarlas deterioradas condiciones sociales de la clase trabajadora.

40 Luego de casi una década de cultivos intensivos en Chiloé y Aysén, las conclusionesde los expertos son poco alentadoras: contaminación y degradación del fondo marino;alteración de la columna de agua, debido a la disolución de toda clase de fármacos yotros aditivos; depredación de la fauna nativa, competencia por el alimento ytransmisión de patologías exóticas por parte de los millones de salmones escapados;exterminio de ciertas especies que ponen en riesgo los cultivos. A esto debemosagregar la contaminación que tiene lugar en tierra, por ejemplo la alta mortandad desalmones en época de cosechas suele colapsar los vertederos de las comunidadeslocales; otro tanto ocurre cuando las empresas arrojan sus desperdicios en zonas noaptas para hacerlo (Doren y Gabella 2001).41 CORFO (2002).42 Salmonoticias, ibid.43 Un seguimiento y sistematización de estos antecedentes se encuentran disponiblesen el portal del Centro Ecoceanos (www.ecoceanos.cl).

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Hoy en día el proceso está acelerado, es probable que como nuncaantes. A lo largo y ancho de todo el litoral, con autorización o sin ella,proliferan semana tras semana las jaulas y los centros de cultivo.Pueblos como Melinka o Puerto Aguirre han pasado a ser en losúltimos años los centros operativos de las más importantes compañíasnacionales y transnacionales del negocio salmonero (Pacific Star,Marine Harvest, AquaChile, Nutreco, Pesca Nova, entre otras).Sorprende cómo en tan poco tiempo, quizá dos o tres años, estaslocalidades estén siendo el escenario de tan notables transformaciones;por una parte son las nuevas infraestructuras las que llaman la atención,desde muelles, embarcaciones sofisticadas e instalaciones propias deempresas millonarias; por otra parte, quizá lo sea aun más la nuevafisonomía social de las comunidades: cientos de empleados venidosdel norte se dispersan y desplazan semanalmente por todo elarchipiélago, seguramente contribuyendo a un proceso de cambiosociocultural, presumiblemente tan significativo como los impulsadoscon el influjo de esos miles de hacheros que en el lejano 1859comenzaron la explotación maderera con fines puramente mercantiles.

Es posible que en el futuro inmediato esta tendencia se incrementetodavía más, pues como es de esperar el avance del capital no sedetendrá, al menos no por causas que no sean las de su propianaturaleza: costo-beneficio. Hoy en día las costas aiseninas ofrecenlas mejores rentabilidades para el negocio salmonero a nivel mundial.La pregunta es en qué medida y cómo esta situación afecta y afectaráa las comunidades y a las economías costeras. Parte de la respuestaparece estar ocurriendo en el presente. Quizá más de la mitad delos buzos mariscadores que hace cuatro o cinco años salían a faenahoy se encuentren empleados (precariamente) en los centros de cultivo,pero la magnitud del fenómeno es mucho mayor y no sería equivocadopensar que la mano de obra será crecientemente insuficiente. Eneste sentido, todo parece indicar que los cabros del bote dejarán deserlo, al menos por un buen tiempo, para ser los cabros de la

salmonera. Es claro, nos encontramos ante una de lastransformaciones económicas y culturales más significativas que hayatenido lugar en las costas chilotas del Archipiélago de los Chonos.

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Anotación final

La metáfora de las “economías silenciosas” alude a la imposibilidadde reducir la historia social de las costas australes a las avanzadasdel capital. La gran explotación de recursos naturales en losarchipiélagos, no permite comprender por sí misma la complejidad enla cual se entreteje una diversidad que reconfigura constantemente elsentido estructural del proceso económico. Pero tampoco cabe seringenuos: esa potencia transformadora, que fluye desde la basecultural, también ocurre en la encrucijada política y en las tramas delpoder. En este sentido, las virtudes culturales innatas del espaciolocal quizá no sean del todo suficientes para enfrentar escenarioscada vez más constrictivos –como los actuales- donde ya no se tratasimplemente de transformaciones en los sistemas de trabajo, sinosobre todo de deterioros ambientales severos y de incesantesprivatizaciones del borde costero, base física de las economías dellitoral. El desafío para las comunidades y para las economías localeses, sin lugar a dudas, un desafío político44.

44 Utilizo el término en el sentido propuesto por Norbert Lechner (2002), quiensostiene que lo político alude a la construcción deliberada del orden social.

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* Las entrevistas fueron realizadas por Karen Mardones y GonzaloSaavedra.

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UNA VISIÓN ARQUEOLÓGICA E HISTÓRICA DE LAPRESENCIA INDÍGENA TARDÍA EN LOS VALLES

CORDILLERANOS DE AISÉN*

Héctor Velásquez M.∗∗

Resumen

Este trabajo pretende exponer un panorama de las investigacionesarqueológicas en la región de Aisén, especialmente en el Holocenotardío. Su principal énfasis es abordar el análisis de todos losdocumentos disponibles referidos a la cordillera centropatagónica enla transición siglo XIX - XX, pensando que la combinación de unavisión histórica con el estudio de contextos arqueológicos, puedenayudar a comprender los procesos culturales en el período de contactoentre indígenas y criollo-europeos. Este enfoque propuesto paramomentos de contacto, es más interesante en un contexto marginal,específicamente en una zona fuera de las rutas de navegantes comopodría ser la de los valles cordilleranos de Aisén, y sobre la cual lainformación documental es muy tardía.

∗ Gran parte de este trabajo es el resultado de la tesis de arqueología: “Aportesdocumentales a la arqueología de contextos tardíos en los valles orientales de Aisén.Transición siglos XIX-XX“ (como parte del proyecto “Cazadores tardíos en la cordilleraaisenina: estudio comparado de tres valles” FONDECYT 1990159 y del proyecto“Cazadores Recolectores esteparios en la diversidad ambiental del norte de Aiséncontinental durante el Holoceno Tardío; Valle del río Cisnes, XI Región (~44º S)”.FONFECYT 1050139, del cual el autor es co-investigador.

∗∗ Arqueólogo y Licenciado en Historia, [email protected]

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Introducción

La región de Aisén comprende un área geográfica muy diversa,alcanza una superficie de 110.000 km2, desde los 42º Lat. Sur hastalo 48º Lat. Sur, lo que significa espacios casi desconocidos. Entérminos antropológicos esta área representa una posición intermediaentre una cultura agroalfarera en el norte y otra tradicionalmentecazadora-recolectora1. Esta convivencia con grupos distintos seobserva también, hacia el occidente en donde residían los canoerosdel archipiélago y los canales.

Esta compleja y dinámica situación cultural, nos obliga a ocuparnostan sólo de una parte del área, la que involucra los valles andinos yplanicies estepáricas de Aisén oriental, siendo las que justamentecortan la gradiente latitudinal y posibilitan el acceso y las interaccionesentre espacios culturalmente distintos.

En este sector se puede reconocer áreas marginales de estepa, lasmás extensas se ubican en el sector septentrional de la región deAisén y otras en el sur asociadas a sistemas lacustres como elCochrane-Pueyrredón. En este contexto, la fauna se asocia tanto aambientes abiertos (estepas) como boscosos: guanacos, huemul,vizcacha, zorro chilla, zorro culpeo, chinge patagónico, piche y unagran variedad de roedores. Mientras que en las aves encontramos:ñandú, cóndor, águila, aguilucho común, tucuquere y huet huet, entreotras.

Dichas regiones se caracterizan por su clima continental seco, conprecipitaciones promedio anuales de 400 mm -la mayoría en formade nieve- con temperaturas promedio anuales de 7ºC y vegetación detipo estepa arbustiva xerofítica, con ciertas incursiones de bosquesen galerías y bosquetes relictuales de ñires en las partes bajas yprotegidas de los fuertes vientos del oeste2.

1 Mena (1999).2 Mena et al. (2000).

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En este trabajo nos ocuparemos de los principales valles andinos enla vertiente oriental de los Andes patagónicos. Uno de elloscorresponde al de Ñirehuao, el cual forma la gran cuenca del ríoAisén. En segundo lugar nos ocuparemos de la gran cuenca del Baker,en donde la mayor parte de su curso corta un espacio efectivamentecordillerano. Todo lo cual implica condiciones de mayor pluviosidad ytemperaturas más bajas, alrededor de los 10º C, definiendo un paisajedonde dominan los bosques desiduos de Nothofagus.

Al igual que en Ibáñez, el valle de Chacabuco se constituye como unafluente de la gran cuenca del Baker. Corresponde a un valle andinopatagónico de la vertiente pacífica, localizado a los 47º S, con unaextensión de 60 km y con una altitud promedio de 350-400 msnm,temperaturas promedios de 10 ºC y 500 mm de pluviosidad al año.

En términos generales, el trabajo que a continuación presentamos,surge de varias inquietudes por entender la dinámica sociocultural decontextos tardíos. Estos temas siempre han estado en la mente detodos quienes hemos trabajado en la región: evaluar si la diversidadcultural en los distintos valles andinos implica coexistencia de gruposdistintos étnicamente (mapuches y tehuelches); analizar el rol derecursos como el acceso a caballos y el papel de la mapuchización

en grupos tehuelches históricos3, la importancia de la movilidad entrevalles orientales y occidentales4, el mantenimiento de rutas ancestralesen el borde del bosque en dirección norte-sur o de qué modo afectó elestablecimiento de colonos y estancias ganaderas la movilidad5. Porúltimo el significado de “chenques” o estructuras funerarias en relacióncon rasgos geográficos distinguibles, especialmente en momentos demayor concentración demográfica y competencia por el espacio6.

3 Velásquez (2004 Ms).4 Mena (1987, 1999 y 2000).5 Velásquez (2002 y 2004 Ms).6 Reyes (2004 Ms).

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Ocupaciones en el holoceno7 tardío

Para comenzar este panorama debemos decir que las ocupacionesque caracterizan el período anterior (Holoceno medio), sonparticularmente descritas como de una “especialización en el bosque”de los valles cordilleranos, lo anterior se manifiesta en los niveles mástempranos de la Cueva Las Guanacas (4830-60 y 5340±190 AP)8 yAlero Fontana (4720±60 AP), con aprovechamiento de recursos delbosque que se hace más acentuado hacia el Holoceno tardío. En elcaso de Alero Fontana (72° 13' W, 46°12' S; Fig.1), todas las evidenciassugieren ocupaciones oportunistas, pero reincidentes en ambientesboscosos, con una alta intensidad en aprovechamiento de recursoscárneos disponibles en los alrededores del sitio (ej. Huemul)9,especialmente en invierno, sin descartar eventos breves en primavera-verano10.

Las investigaciones de F. Mena, a pesar de las pocas fechas hasta elmomento, indican un “hiato” de casi dos mil años en el Holocenomedio y posteriormente hasta el tercer milenio, aunque todo indicaque hay una continuidad cultural denominada “Patagoniense”, conuna tecnología lítica caracterizada por raspadores laminares cortosde frente restringido, además de la adopción del arco con puntaspedunculadas de limbo triangular con aletas. No obstante, estoselementos diagnósticos sólo se han observado en Alero Entrada Baker(Fig.1), en donde se registra una ocupación entre el 2200 y 2000 calAP. (2120 ±40 AP.). Aquí las evidencias líticas, cuchillos bifaciales,leznas, son propias de grupos con amplios rangos de acción11. Según

7 El Holoceno corresponde a la actual época geológica. A partir de los 9.000, secaracteriza por el aumento de la humedad, la expansión de los bosques al sur de los48º. Posterior a los 6.500 años se establece una tendencia a la aridización,especialmente en el sector oriental de Patagonia, la que se continúa con ciertasinterfases hasta el siglo XX.8 Mena (1983).9 Velásquez y Trejo 2004 en prensa.10 Mena (1992) y Mena et al. (2004).11 Mena y Jackson (1991) y Méndez y Velásquez (2004).

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Mena (2000), esta discordancia sería el resultado de sistemas“sintonizados” con variables locales de espacios de recursos, sistemaslogísticos de movilidad-asentamiento, los que mantendrían una raízcomún denominada complejo Patagoniense. Lo anterior permitiría,no sólo una clara diferenciación entre poblaciones cordilleranas deestos valles aiseninos, sino también entre sistemas culturales de losdistintos valles en el sector cordillerano de esta región.

En tanto que el Holoceno tardío se caracteriza, ya por una ocupaciónefectiva en Patagonia12, además de un gradual y creciente aumentode la población, que se vio afectado rápidamente por nuevos factores,como la presión de grupos mapuches en las pampas, (caballo y alfareríaa partir del siglo XVIII). En Alero Entrada Baker habría una ocupacióncontemporánea con momentos históricos republicanos, entre los 500años cal AP. y la actualidad. Este componente corresponde a lasdataciones más tardías de la región, se vinculan a ocupacionespropiamente tehuelches, entre el 390 ±50 AP y 230 ±70 AP13.Recientemente hallazgos de cerámica en Alto Río Cisnes (Appeleg1; Fig.1), sugieren su utilización como tecnología culinaria y derecipiente en sitios residenciales, Appeleg 1 (Fig.2), se encuentraemplazado en un ambiente estepárico abierto, el cual estaríaaprovechando un sistema de médanos, exponiendo más de 50 unidadesdiscretas (entre 2 y 10 m de diámetro) en un área extensa, la granmayoría con implementos de uso doméstico que sugieren la presenciade contextos residenciales. Lo anterior es reflejo de la reducción dela movilidad residencial propia de contextos tardíos.

En los valles cordilleranos aiseninos, es indudable que existieronincursiones de grupos relacionados con sistemas culturales del oriente.Escalada (1949), indica que los valles interandinos de esta región,fueron ocupados por una parcialidad aonikenk. No obstante, las fuentesdocumentales (especialmente las comisiones de límites), el hallazgode piezas en colecciones particulares en la zona de Lago Verde y

12 Borrero (1994-95).13 Mena y Jackson Op. cit.

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Alto Palena y sondeos arqueológicos en Alero Las Quemas14 (Altorío Cisnes; Fig.1), sugieren relaciones con poblaciones mapuches,“manzaneros” o tehuelches septentrionales mapuchizados, vinculadosa los de Alto río Negro y Alto Chubut. Los cuales fueron empujadospor la presión del avance de asentamientos “occidentales” y atraídosa esta zona en busca de ganado cimarrón y otros recursos en elbosque, así también lo sugieren De la Vaulx (1896), Onelli (1901) ySoza Bruna (1902), reiterando las frecuentes incursiones para lacaptura de ganado bagual en el interior de la cordillera, lo que nohabría impedido otras incursiones más al interior. Por otro lado, lasreferencias de cementerios indígenas en cerro Mano Negra, cercade Coyhaique15, podrían indicar un carácter más permanente en estaorganización de asentamientos.

En el valle del río Ibáñez, las diversas investigaciones -desde Bate(1970) hasta Mena (2003)- han permitido identificar un total de 53sitios, la mayoría de los cuales corresponden a manifestaciones dearte rupestre que se concentran, sobre todo en el curso medio y bajodel Ibáñez16. Éstos, más los hallados en una prospección sistemática17,permitieron identificar no sólo sitios en aleros y cuevas, sino tambiénen espacios abiertos, especialmente funerarios (“chenques”). Todoslos cuales sugieren que en el valle del río Ibáñez existiría un mismo“sistema de asentamiento” o “sistema conductual-cultural” que ocupa3.000 años en el Holoceno tardío, y en donde se habría desarrolladoun sistema de movilidad restringida, con ocupaciones más intensasen este período. Un claro ejemplo de este sistema de asentamiento,es la ocupación del cementerio de chenques (Fig.1, con fechadosextremos de 570 ± 40 A.P. y 370 ± 40 A.P), lo que indica que habríasido ocupado por lo menos 200 años por poblaciones contemporáneas,vinculadas a campamentos base residenciales situados en el valle;uno de ellos con presencia de cerámica (405 +/- 40 A.P, fechado porTL)18.

14 Mena (1996).15 Pomar (1920: 110).16 Mena y Ocampo (1993).17 Bajo el marco del proyecto FONDECYT 1990159, en enero del 200118 Reyes (2004).

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No obstante, todos los sitios revisados en el valle han sido fechadosen sus últimas ocupaciones, pero sin registros posteriores al 300 A.P.Lo anterior está más de acuerdo con los resultados de los hallazgosde fragmentos de cerámica encontrados en prospección (Enero 2001)y cuya tecnología es más atribuible a contextos mapuches. Al parecer,a partir del s. XVII-XVIII, hay un posible abandono del valle de Ibáñez,o por lo menos una importante disminución de su intensidad, similar ala observada en los otros dos valles cordilleranos en estudio.

En el valle de Chacabuco los resultados de las investigaciones indicanque las ocupaciones son relativamente más intensas, aunque noparecen tan tardías como las registradas en los valles anteriores. Engeneral, se encuentran abundantes evidencias de asentamientos entoda la zona estepárica al sur del lago General Carrera, zona de: ríoAvilés- Guadal- lago Bertrand, hasta donde debieron remontar desdeel valle Chacabuco, ya que las vías de comunicación con la zona deChile Chico presentan mayores dificultades.

Fines del siglo XIX y principios del siglo XX

La base de esta parte de nuestro trabajo se refiere a fuentesdocumentales. En este período, la Patagonia era una de las pocaszonas en el planeta en donde ninguna nación había establecido clarasoberanía19. Lo anterior no sólo atrajo aventureros de los más diversosorígenes, sino también a bandidos prófugos de la justicia o minoríasreligiosas20. Además, las acciones militares de la “Conquista delDesierto” (1879-1885) empujaron a muchas parcialidades indígenashacia el sur del río Limay. Así las cosas, las filiaciones a sistemassociales con una “homogeneidad identitaria” se suavizaron y losindígenas compartieron su espacio y sus costumbres con mercachifleso vendedores ambulantes, cuatreros y “bolicheros”.

19 Martinic (2005).20 Aguado (2004).

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Por otro lado se plantea la discusión limítrofe entre Chile y Argentina(arbitrada por la Corona británica), lo que derivó en varios viajes de:exploración (1896-1900), comisiones mixtas de reconocimiento (1902)y colocación de hitos21.

La rica documentación resultante de nuestras investigaciones en estosmomentos, revela claramente que los indígenas allí presentes nopueden ser agrupados en un sólo grupo “tehuelche” homogéneo. Dehecho, muchos de ellos eran relativamente recién llegados, comoconsecuencia de desplazamientos desde el norte22, trayendo consigoelementos más bien propios de los grupos “araucanos”. Revelatambién que las rutas de comercio habituales se desarrollaron por un“corredor andino patagónico” en actual territorio argentino y, quemuchos de los valles aiseninos fueron abandonados u ocupados conmenor intensidad que antes, por la mayor importancia de las rutascomerciales a larga distancia. Las pocas informaciones sobre gruposindígenas contenidas en estos documentos, se refieren a “guías” ogrupos araucanizados en este “corredor”. En ambos contextos loscaballos eran claramente importantes, al punto que las necesidadesde pasturas habrían restringido la movilidad de muchos de estos grupos,promoviendo un mayor sedentarismo. Esta menor movilidad residencialy dependencia de pasturas estaría relacionada, por lo demás, con laemergencia en algunos lugares de una ganadería incipiente (ej. ovinosy bovinos).

Aisén: Sector norte

Estos primeros exploradores acceden por rutas provenientes desdeel Atlántico (Isla Pavón en Santa Cruz), Carmen de Patagones (Fig.3)y colonos galeses en la desembocadura del río Chubut.

El sector norte, corresponde a un extenso territorio, con varios esterosy arroyos que proceden de la hoya hidrográfica del Aisén, alcanzandola región estepárica del este, muy cerca de la cuenca del Senguer,

21 Risopatrón (1905).22 Aguerre (2000).

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con la cual forman una gran área llena de vegas húmedas, ideal comozona de caza (guanaco y ganado bagual). Estos pastizales atrajeron avarios grupos indígenas documentados, ya sea en Appeleg, arroyodel Gato y Barrancas Blancas (Fig.3). Como consecuencia del avancede los asentamientos “occidentales”, dichos grupos formaronasentamientos semi-permanentes en esta región23. Aquí restringieronla movilidad residencial a espacios abastecidos, permitiendo lamantención de grupos grandes en períodos más extensos del año.

En estas circunstancias, Musters (1869-70), refiere un tipo deocupación al borde de vegas, condicionado por las restricciones deagua, pastura y leña propio de una vida ecuestre, y la obtención derecursos cárneos disponibles en distintos tipos de habitat24. En supaso por la región del río Senguer menciona varios paraderos, los queconstituyen, desde muy antiguo, puntos importantes en el sistema derutas utilizadas por los aóni-kénk al bajo Chubut, siguiendo lasmárgenes del río Chico, zona de contacto entre distintas parcialidadesétnicas del norte y sur de Patagonia a fines del Siglo XIX25.

El Coronel Luis Jorge Fontana26, en un viaje de exploración (1886)por los valles del pie de monte de la cordillera, describe un panoramade abandono y desarraigo, especialmente por los toldos desmanteladosdel cacique mapuche Foyel27, el que más tarde se traslada a Teka28,en donde también lo encuentra Steffen29, ya en pleno regreso aNahuelhuapi, formando grupos dispersos y junto a establecimientosde colonos de varias procedencias. En estos contextos tardíos delcontacto, la evidencia de la adopción de cerámica30, junto al usoecuestre implicaba una reducción de la movilidad, lo que pudoacentuarse con la llegada de los colonos y el avance de las estancias.

23 De la Vaulx (1901) y Steffen (1910).24 Musters [1870] (1964).25 Steffen Op. cit.26 Primer Gobernador del Chubut.27 Fontana [1886](1999:110).28 Moreno [1896](1999).29 Steffen Op. cit.30 Fontana Op. cit.: 68

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En estas circunstancias, los sistemas sociales tehuelches debieronbuscar espacios al margen de los centros criollos, pero con recursoslogísticos capaces de sostener su modalidad ecuestre (agua y pasturas).

También en el Alto Chubut, Enrique De la Vaulx (1896) encuentra aE. Botello31, residiendo en un valle que llama Choiquenilahue (pasajede la Avestruz), paradero de los grupos indígenas pertenecientes alos caciques “Quanquel” y “Sapa”. En el Genoa, De la Vaulx, seestablece en las tolderías del cacique Sacamata (valle de Tomenwaou),donde parte de los guerreros se encuentran en el Guenguel cazandovacas salvajes32. Este cacique es otro de los jefes de las tolderías quese habían establecido en los alrededores del río Senguer. Un año mástarde, Steffen lo encuentra con campamentos de caza situados cercadel río Pico, vestidos con quillangos pintados y predispuestos a losfines criollos33.

La referencia en Moreno (1876) de un paradero en el nacimiento delMañihuales con el nombre de Malenkáiken34, es parte de estepanorama, en donde los grupos indígenas que habitaban el Senguertienen más relación con la zona del Alto Río Negro y Alto Chubut.

La mayoría de las expediciones de Comisiones de Límites, quearribaron a la zona del Alto Senguer, Moreno (1896), Arneberg yKoslowsky (1896)35 (Fig.3) en las fuentes del río Mayo, río Simpson,y noroeste del lago hasta el río Ibáñez, no mencionan avistamientosde indígenas en el borde occidental de los valles aiseninos.

El viaje de O. Ficher (1897-98)36, se refiere a las tolderías deCantauch37, cerca de Barrancas Blancas, centro de intercambio donderesidían varios boliches. En 1903 Carlos Soza Bruna38, se traslada

31 Miembro del Museo de la Plata.32 De la Vaulx Op. cit.33 Steffen (1910).34 Mapa “Plano de la Región del Chubut, río Negro y Santa Cruz” en Pomar (1920).35 Como miembros del Museo de la Plata.36 Para apoyar la visita logística de Bertrand desde Última Esperanza a Nahuelhuapi.37 Toldería visitada posteriormente por Soza Bruna en 1903.38 Comisión que debía acompañar al Capitán Inglés W.M. Thompson.

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por el Aisén, Coyhaique Alto, camino del río Mayo, casa Loyaute,Laguna de la Cancha, río Guenguel y río Fénix hasta penetrar en lapenínsula del Ibáñez (terreno ya explorado por la I Subcomisiónargentina en el año anterior). Recorre la bahía del Ibáñez, hasta llegaral río de Las Cataratas (posteriormente llamado Ibáñez), en cuyotrayecto encuentran evidencias de bosques quemados muy antiguos39,lo que puede sugerir evidencias de presencia indígena.

Las tolderías de Quilchamal ofrecen un buen ejemplo del panoramade fines del siglo XIX en el borde oriental de la cordillera aisenina,especialmente como consecuencia de las presiones y migracionesdesde el norte y por los continuos actos de violencia con los gruposAraucanos desde finales del siglo XVIII y la primera mitad del sigloXIX (Batalla de Languiñeo, a orillas del río Senguer y Piedra Shotel)40.Escalada menciona que los grupos asentados en el Senguer, veníande lejanas tierras -ya sea pampeanas y chilenas- que llegaron luegode la “Campaña del Desierto” (1883) para asentarse en tierras todavíasin ocupar por las estancias. Así mismo, Pati41 narra un panorama dedesplazamiento y continuas huidas al sur del Chubut, por parte de losgrupos tehuelches septentrionales en busca de espacios marginales,donde podrían permanecer sin ser amenazados por el avance de lasestancias. En el mismo sentido, Onelli menciona otros grupos, deprocedencia mapuche y tehuelche42, conformando parte de estadinámica forzada, en donde los grupos se establecen en estos espaciosespecíficos, fuera de la presión directa del ejército argentino.

En esta perspectiva surge el caso de los colonos Galeses establecidosen el Chubut desde 1865, a quienes -como consecuencia de suscontinuos viajes en busca de campos de ganados- se les considerabuenos exploradores y conocedores de amplios márgenes en lacordillera aisenina.

39 Diario de Viaje 1-23 DIFROL y Demarcación entre el lago Buenos Aires y el ríoPico en la Patagonia, según instrucciones del Perito. La II Subcomisión, debíaacompañar al Capitán Inglés W.M. Thompson en la demarcación de la línea defrontera hacia el Norte. Carlos Soza Bruna (1903 p:1-4.DIFROL).40 Ygobone (1967), en Aguerre (1990-92).41 Aguerre Op. cit.42 Onelli (1901:52).

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En las nacientes del Ñirehuao, cuenca del Aisén, Juan Richards y suhermano Guillermo se establecen en forma permanente43. Steffen ensu viaje de 1897, al hallarlo en las tolderías de Quilchamal lo señalacomo el único puesto habitado en el valle superior del río Aisén.Asimismo, es muy probable que otros galeses provenientes del Chubut,además de Richards, se hayan aventurado en la región del Senguer,éstos conocían muy bien el terreno por sus continuas incursiones enla cordillera aisenina. Es el caso del norte del lago Buenos Aires-General Carrera, en el cerro Ap Iwan, hoy conocido como Pirámide.Aquí habría llegado un tal Ingeniero Ibáñez o un galés de apellidoEvans44, proveniente del Chubut, quién habría descubierto la penínsulaen 189545.

En esta época existen evidencias de continuas visitas, especialmenteen busca de campos de ganadería46. Por otro lado la expedición deSteffen en el Aisén, señala caminos o sendas de wagones para llegaral puesto de Steinfeld47. En esta zona los boliches llegaron con losprimeros colonos y se convirtieron en enclaves de intercambiocomercial (ej. yerba mate, harina, pieles y plumas de ñandú), uno delos más conocidos es el de Barrancas Blancas48.

El ingeniero Marín Vicuña49(Fig.4), informa que la hoya de lasnacientes del Cisnes es abundante en pastos y que en la vertiente delnorte pastaron durante algunos años animales de D. MartínUnderwood, de la Colonia 16 de Octubre, y que este ganado estaríacuidado “por un indio que tiene su puesto en las quebradas

43 Moreno [1897](1999: 205).44 Gavirati (1998).45 Moreno Op. cit.46 Es el caso de Federico Eggers y Pedro Adams, quienes provenientes de Osorno en1891, exploran Nahuelhuapi y valle 16 de Octubre47 Ex miembro del Museo de la Plata que se establece en forma permanente enarroyo Verde, Argentina (Steffen 1910).48 Risopatrón (1905).49 Demarcación entre el lago Buenos aires y el río Pico en la Patagonia, segúninstrucciones del Perito, la II Subcomisión debía acompañar al Capitán Inglés W.M.Thompson en la demarcación de la línea de frontera hacia el norte. Carlos SozaBruna 1903.Diario de Viaje. Acompañados por los Ingenieros García y Moreno enla ruta Coihaique, Coihaique Alto, camino río Mayo, casa Loyaute, laguna de laCancha, río Guenguel, río Fénix y río Ibáñez.

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noroeste del río (Cisnes) y que en el verano habrían llegado a

establecerse, río abajo, dos chilenos con 200 vacunos”50. Porotro lado, también existieron impulsos de colonización espontánea.Es así como desde muy temprano (1901), se encontraba elestablecimiento del chileno Juan Antonio Mencu, con su esposa ytres hijos en la ribera oeste del río del Humo51. Por su parte, Steffenmenciona a un francés asentado a orillas del río Mayo, el cual habríarefugiado a dos muchachas de la frustrada colonia de Koslowski52.

Todos los datos documentales indican que, a medida que avanza laocupación de los colonos, los paraderos indígenas en el borde orientalde la cordillera aisenina, se tornan semipermanentes. Esta tendenciaa la sedentarización al interior del territorio cordillerano se veconsolidada por la cercanía con centros de colonos y comercios(boliches), especialmente Barrancas Blancas, lo que terminó porabandonar las rutas a largas distancias dirigidas al Chubut y río Negro.La adopción de la ganadería, especialmente equina y vacuna obligó adepender de buenos lugares de pasturas.

Aisén: sector centro y sur

El análisis de las fuentes documentales para el territorio de la cordilleraaisenina al sur del lago Buenos Aires-General Carrera, muestran laausencia de grupos indígenas desde fines del siglo XIX y principiosdel siglo XX. Lo mismo sucede en el sur de la gran cuenca BuenosAires-Baker, en donde las referencias indirectas, apuntan a gruposindígenas muy móviles y de carácter esporádico.

En el primer caso, Moyano (1881) es notificado (baqueanos indios)de la presencia de columnas de humo, en la región al sur del lagoBuenos Aires-General Carrera, específicamente en el río Jeinimeni53.Lo anterior sugiere que los valles subandinos occidentales, debieron

50 Steffen (1910: 211).51 Pomar (1920:79).52 Steffen 1910:266.53 Moyano [1880]: 21.

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ser visitados por bandas tehuelches en pleno período de contacto.Situación que también debió haber afectado a las regiones vecinasdel lago Cochrane, como lo indican informaciones de ingenieros de laComisión de Límites Argentina que descubrieron vestigios deincendios54 en el río Tranquilo, laguna Esmeralda y río Cochrane, estospueden corresponder a expediciones de grupos indígenas, tal vez enbusca de recursos de madera o huemules, muy abundantes en esazona.

En la cuenca del Baker-Buenos Aires, las primeras referenciasindirectas corresponden a la comisión exploradora dirigida por Steffen(Fig.4)55, desde la desembocadura de la hoya hidrográfica del Baker56.Estas primeras expediciones manifiestan la ausencia de gruposindígenas, aunque sí hay mención de “quema antigua” en lagunaLarga, antes de llegar al río de Chacabuco. Estos testimonios sonimportantes, sobre todo si referencias de bosques quemados e incendiosson frecuentes en los reportes de viajeros en la Patagonia57.Posteriormente, Steffen recorre el sector norte del lago Cochrane sinmencionar avistamientos de indígenas, lo que se ve corroborado porlos trabajos de la IX Subcomisión de Límites Chilena en la temporadade 1898-189958, quienes recorren el valle de Chacabuco59.

En esta primera etapa, el tipo de relaciones que se estableció entreexploradores e indígenas son similares a las que Barbería (1996)

54 Steffen Op. cit.55 Steffen Op. cit.56 Un año antes (1897), una expedición argentina dirigida por el Perito PascacioMoreno realizó un reconocimiento del fiordo del río Baker -bautizado por elloscomo el río de Las Heras y terrenos adyacentes al paralelo 48º.57 Moreno 1999, Musters 1964, Moyano 1880 y Fontana 1886.58 Integrada por los ingenieros: Alejandro Moreno, Jorge Vargas Salcedo y los Ing.auxiliares Carlos Briceño Trujillo y Santiago Marín Vicuña.59"(…)Este valle angosto en su comienzo se ensancha hasta más de cinco kilómetros,

estrechándose en parte á menos de un kilómetro, es abundante en pastos y maderas

(robles) y es susceptible de reconocerlo más buscando camino y siguiendo las

huellas de los huemules que existen en abundancia, siendo estos un buen recurso

por la carne que proporcionan.”(Memoria de la Novena Subcomisión, relacióndel viaje. DIFROL p.5).

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describe como de “ausencia de conflicto”, en donde los indígenasbrindaron apoyo como baqueanos a los exploradores. Lo anterior eratan importante que las comisiones de límites recalcaban el puntodonde deben buscar los baqueanos, en el caso de las expedicionesprovenientes del norte eran auxiliados por las tolderías del AltoSenguer (Barrancas Blancas), en cambio para los que provenían deSanta Cruz, estos eran ayudados las tolderías del valle del Chalía-Chico60.

La principal característica de este período es la restricción de lamovilidad de los campamentos, principalmente porque la mayoría delos toldos se encuentran en las cercanías de ranchos, cascos deestancias y puestos de comercios, posteriormente la mayor cantidadde pobladores y terrenos ocupados y cercados, provocó la mudanzade los campamentos a lugares más alejados.

En el lago Belgrano, Skottsberg61(Fig.4) menciona a indígenastehuelches formando grupos aislados62, que deben pertenecer atolderías cercanas. La tendencia general muestra que en un primermomento, los campamentos indígenas, tanto al sur como al norte del

60"(…) sabía bien que ellos no van ni pasan casi nunca sino por parages...[y]

sendas donde no hay piedras que destruyan sus caballos sin herraduras en la

marcha (...) las anteriores noticias de campos sin agua, llenos de piedras, fueron

sustituidas por otras diametralmente opuestas”. (Moyano 1881:5-6, en Figuerero1999).61 Skottsberg, Carl. “The Wilds of Patagonia” Edward Arnold, London 1911.Constituye una misión botánica sueca en Patagonia y Tierra del Fuego entre 1907y 1909. Siguen por los ríos Chubut, paso Nahuelpan, río Tecka, río Pico, portezueloal Cisnes, Steinfeld, río Ñirehuao, río Coyhaique, Coyhaique bajo, río Simpsonhasta el Mañihuales, río Mayo, Chalía, Koslowsky, río Fénix, lago Buenos Aires,río Jeinimeni, río Ghio, hasta Cerro Principio, cruce lago Pueyrredón en istmo conlago Posadas, meseta del Águila, y lago Belgrano.62 “Por la tarde, tuvimos la visita notable de dos indios tehuelche, que estabanquedándose con los alemanes” (...) “Eran hermanos y en realidad tenían tan buenaspecto, que uno difícilmente podía concebir que efectivamente fueran los últimosresiduos de una raza moribunda” (...) “Les contamos de la ruta que habíamos tomadodesde lago Pueyrredón, pero ellos no la aprobaron en absoluto. ¿Porqué habría depasar alguien todas esas dificultades cuando podía galopar eludiendo esasproblemáticas montañas”.

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Buenos Aires-General Carrera, se acercaron a los asentamientoscoloniales, debido, principalmente, a que su dependencia con estoscentros estaba condicionada por la posibilidad de acceder a ciertosartículos (yerba, aguardiente, tabaco etc.). Sin embargo, en unasegunda etapa marcada por la presión del ejército de la “Conquistadel Desierto”, obligó a buscar espacios fuera de la esfera de la conquistay la acción directa de las estancias, en donde se asegurara elmantenimiento de su vida ecuestre y en donde la acción de losbolicheros, en puntos apartados, fuera capaz de otorgarle los artículosque tanto demandaban. Al norte del Buenos Aires-General Carreraestas posibilidades estaban en el valle del Senguer y Chubut, en el surde esta cuenca las posibilidades se alejaban preferentemente a lazona del Chalía y río Chico.

En esta segunda etapa del contacto (segunda mitad del siglo XIX),las tolderías ubicadas en el interior de Patagonia, se dedicabanpreferentemente a la crianza de caballos y vacunos, no encontrándose,necesariamente, cerca de los centros urbanos. El proceso deotorgamiento de tierras a particulares, restringió aún más los espacios,como lo demuestran los informes de las Comisiones de Límites.

El informe Policial de 1934 en la Colonia Manuel Quintana ubicadaen territorio limítrofe (Paso Roballos)63, muestra la presencia demuchos pobladores, la mayoría en calidad de ocupantes, aunque noqueda claro si hay ocupantes indígenas. Por otro lado un recuento delos nombres de trabajadores de la estancia Ghio, Posadas y Chacabucodesde los años 1917-1932, permitió establecer que no existen apellidosde origen tehuelche y los escasos apellidos mapuches, se refieren apobladores chilenos venidos desde el centro sur del país64.

La ausencia de grupos indígenas en este sector es corroborada por laexpedición científica de Hatcher (1896-1898)65, quién recorre la regiónentre Punta Arenas, río Gallegos, lago Argentino, Santa Cruz y

63 Barbería (1996).64 “Catastro de Documentos de la Estancia Chacabuco. 1912-1934", H. Velásquez,Santiago (1999).65 J.B. Hatcher “Repports of the Princeton University Expeditions to Patagonia.1896-1899". Bajo la dirección de Guillermo B. Scott. del Museo Carnegie.Comisionado por la Universidad de Princeton para estudiar aspectos geográficos,geológicos, paleontológicos y ornitológicos desde Tierra del Fuego hasta el lagoBuenos Aires.

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posteriormente la zona del río Mayer hasta los lagos Posadas-Pueyrredón. En el primer trayecto menciona sólo un encuentro contehuelches en Camusu-Aike, sobre el río Coyle; en su segundo viajeseñala que pasa varios meses sin encontrar a ninguna persona, hastael valle del río Chico cercano a Korpen Aiken, en donde describe 6toldos y 30 indígenas.

Conclusión. Panorama cultural de la cordillera aisenina

Los trabajos de investigación realizados en esta región han reveladouna continua ocupación que se ha establecido en forma constante,desde el cambio Pleistoceno-Holoceno hasta el Holoceno tardío. Eneste trabajo nos hemos abocado más exhaustivamente a la últimaparte de las ocupaciones indígenas en los valles cordilleranos de Aisén,especialmente en el Holoceno tardío.

La distribución de los contextos fúnebres, su situación espacialrespecto a los diferentes tipos de sitios reconocidos66, plantean queen los últimos mil años y por factores relacionados con cambiosmedioambientales (desertificación y disminución de la humedad) ycambios socioculturales (aumento demográfico, expansión de rutascomerciales), se habría iniciado un proceso de “estabilización uocupación”67, sobretodo en algunos sectores ecotonales con mayordisposición de recursos y con condiciones climáticas más estables.Posteriormente (fines del s. XIX y principios del s. XX) la llegada deasentamientos criollos -primero en la costa Atlántica y Magallanes yposteriormente en el Chubut- junto al desplazamiento de gruposmapuches provenientes del norte, presionados por la “Guerra delDesierto”, terminaron por desarticular este sistema. Todo lo cual dejócomo consecuencia, el aislamiento de algunos grupos hacia sectoresmás “protegidos” en la cordillera andina y el abandono de algunosvalles para acercarse a centros criollos más hacia el este.

66 Reyes Op. cit.67 Borrero (1995).

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En esta última parte, o sea transición s. XIX-XX, nos abocamos a lasfuentes documentales, especialmente los viajes de las Comisiones deLímites. Este enfoque nos obligó a trabajar una gran área de Patagoniay así darnos cuenta que la realidad socio-cultural en los Andes centro-patagónicos era extremadamente compleja, más de lo que nos permiteapreciar el hallazgo de evidencia artefactual en un análisis arqueológico.Por otro lado, confirmamos que no existen documentos directamenterelacionados con avistamientos y descripciones de indígenas en estosvalles, y por lo tanto los actuales límites nacionales oscurecen elpanorama. De esta forma, los indígenas que pudieron adentrarse enlos valles aiseninos en este momento eran parte de pueblos quecentraron su actividad en una especie de “corredor andinopatagónico”, ubicado fundamentalmente en lo que es hoy Argentina68.Ciertos valles aiseninos fueron entonces, abandonados u ocupadoscon menor intensidad que antes (ej. prestigio asociado a uso del caballo,acceso a rutas comerciales, etc.). Las pocas informaciones contenidasen estos documentos sobre grupos indígenas se refieren a “guías” o agrupos araucanizados en este “corredor”. En ambos contextos loscaballos eran claramente importantes, al punto de que las necesidadesde pasturas predecibles habrían restringido la movilidad de muchosde estos grupos, promoviendo un mayor sedentarismo. Esta menormovilidad residencial por la dependencia de pasturas, estaríarelacionada con la creciente dependencia de asentamientos“occidentales” (ej. “boliches”).

Asimismo, esta experiencia nos permite pensar que existieron muchasdiferencias internas, especialmente entre el período de 1860-1870,con respecto al de 1890-1900. Sin embargo, la “densidad” dedocumentos existentes obliga a tomarlos en conjunto como una“misma” realidad. En todo caso, parece realista creer que –como entodo proceso- estas variables (ej. mezcla de distintas poblaciones deraigambre “tehuelche”, “araucanización”, “occidentalización”) seexpresaron de modo más bien gradual desde principios del período, oal menos es un supuesto ineludible en este estudio.

68 Velásquez (2002) y (2004).

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Todos los datos documentales indican que a medida que avanza laocupación de los colonos, los paraderos indígenas en el borde orientalde la cordillera aisenina, se van tornando en asentamientos indígenaspermanentes. Esta tendencia a la sedentarización al interior delterritorio cordillerano se ve consolidada por la cercanía con centrosde colonos y comercios (boliches), especialmente Barrancas Blancas.Lo anterior terminó con el abandono de las rutas a larga distanciadirigidas al Chubut y río Negro, y obligó a la dependencia de buenoslugares de pasturas, con la adopción de la ganadería, especialmenteequina y vacuna.

La tendencia general muestra que en un primer momento, loscampamentos indígenas, tanto al sur como al norte del lago GeneralCarrera-Buenos Aires, debieron establecerse cerca de losasentamientos de colonos, para acceder a ciertos artículos másapetecidos. Sin embargo, en una segunda etapa, la presión del ejércitoy el avance de las estancias, forzó a buscar espacios marginales, endonde se asegurara el mantenimiento de su vida ecuestre y elintercambio con bolicheros y “mercachifles”. Al norte del lagoGeneral Carrera-Buenos Aires estas oportunidades estaban en el valledel Senguer y Chubut, mientras que al sur de esta cuenca estasposibilidades se ubicaban preferentemente a la zona del río Chalía yrío Chico.

En este panorama, no era inusual que los grupos de cazadores móvileshubieran incluido en sus terrenos de capturas los bordes occidentalesde las cordilleras aiseninas, incluso en tiempos de contacto con colonoso miembros de las Comisiones de Límites: sería el caso del paraderoen el río Huemules, mencionado en la carta elaborada a partir de lasexploraciones de Moreno (1896), además de las continuas evidenciasde “quemas antiguas” documentadas por las Comisiones de Límitesen el sur de la cuenca del lago General Carrera-Buenos Aires; sinembargo estos sucesos son muy esporádicos y no encuentran testigosque los puedan documentar.

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Agradecimientos.

A todos quienes han sido parte de este trabajo, especialmente aFrancisco Mena, Valentina Trejo, Omar Reyes y Víctor Lucero.

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