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M. Claveria, Los altares monumentales con pulvini del nordeste peninsular, en: J.M Noguera Celdrán,...

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JOSÉ MIGUEL NOGUERA CELDRÁN ELENA CONDE GUERRI Editores científicos MURCIA 2008 ESCULTURA ROMANA EN HISPANIA V
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JOSÉ MIGUEL NOGUERA CELDRÁNELENA CONDE GUERRI

Editores científicos

MURCIA 2008

ESCULTURA ROMANA EN HISPANIA

V

ESCULTURA ROMANA EN HISPANIA, VActas de la reunión internacional celebrada en Murcia

del 9 al 11 de noviembre de 2005

Fundación Cajamurcia – Centro Cultural Las ClarasUniversidad de Murcia – Facultad de Letras

Organizan

Patrocinan

Editores científicos José Miguel Noguera Celdrán

Elena Conde Guerri

Comité organizadorPresidente: José Miguel Noguera Celdrán

Secretaria: Maravillas Pérez MoyaVocales: Elena Conde Guerri y Pascual Martínez Ortiz

Comité científicoLuis Baena del Alcázar, Universidad de Málaga

José Beltrán Fortes, Universidad de SevillaElena Conde Guerri, Universidad de Murcia

Eva Koppel, Universidad Autónoma de BarcelonaPilar León Alonso, Universidad Pablo de Olavide de Sevilla

Trinidad Nogales Basarrate, Museo Nacional de Arte Romano de MéridaSebastián F. Ramallo Asensio, Universidad de Murcia

Isabel Rodà de Llanza, Universidad Autónoma de BarcelonaPedro Rodríguez Oliva, Universidad de Málaga

José Miguel Noguera Celdrán, Universidad de Murcia

Coordinación generalMaravillas Pérez Moya

Dirección General de Bellas Artes y Bienes CulturalesRegión de Murcia

Coordinación editorialBegoña Soler Huertas, Universidad de Murcia

El volumen Escultura Romana en Hispania V se enmarca en el proyecto de investigación BHA 2002-01845, financiado por la Dirección General de Investigación del Ministerio de Ciencia y Tecnología, cofinanciado con fondos FEDER.

Reservados todos los derechos. Queda prohibido reproducir, almacenar en sistemas de recuperación de la información y transmitir alguna parte de esta publicación, cualquiera que sea el medio empleado (electrónico, mecánico, fotocopia,

grabación…) sin el permiso previo de los titulares de la propiedad intelectual.

© De los textos y las ilustraciones: sus autores© De esta edición:TABVLARIVM

C/ Manfredi, 6, entlo.; 30001 Murcia (España)Tlf.: 868 940 433 / Fax: 868 940 429

[email protected]

ISBN: 978-84-95815-14-9Depósito Legal: MU-2383-2008

Impreso en España / Printed in Spain

Índice

PRESENTACIONES

PEDRO ALBERTO CRUZ SÁNCHEZ . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13JOSÉ ANTONIO COBACHO GÓMEZ . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15CARLOS EGEA KRAUEL . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 17

INTRODUCCIÓN

JOSÉ MIGUEL NOGUERA CELDRÁN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 19

CONFERENCIAS INVITADAS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 27L’AULA DEL COLOSSO NEL FORO DI AUGUSTO: ARCHITETTURA E DECORAZIONE SCULTOREA . 29

LUCREZIA UNGARO

LA POLICROMIA DELLE STATUE ANTICHE . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 65PAOLO LIVERANI

TOMOGRAFÍA DE LA ESCULTURA ANTIGUA SEGÚN EL ERUDITO Y ACADÉMICO FRANCÉS

CONDE DE CLARAC (†1847) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 87ELENA CONDE GUERRI

ARGUMENTOS GENERALES Y COLECCIONISMO MODERNO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 113RETRATOS IMPERIALES DE HISPANIA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 115

JOSÉ ANTONIO GARRIGUET MATA

LAS ESTATUAS FEMENINAS EN HISPANIA: CONSIDERACIONES ACERCA

DEL CONCEPTO DE CIUDADANÍA VISTO A TRAVÉS DE LOS SIGNOS EXTERNOS . . . . . . . . . . . . 149CARMEN MARCKS

CULTI ORIENTALI IN SPAGNA: ALCUNE OSSERVAZIONI ICONOGRAFICHE. . . . . . . . . . . . . . . 163BEATRICE CACCIOTTI

LOS RETRATOS IMPERIALES DE TORTOSA (TARRAGONA): ¿COPIAS DEL RENACIMIENTO? . . . . 187EVA MARÍA KOPPEL

IMITACIONES Y FALSIFICACIONES DE SARCÓFAGOS ROMANOS EN LA PENÍNSULA IBÉRICA. . . . 209MARKUS TRUNK

TARRACONENSE . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 221EL PRIMER HORIZONTE DE ESCULTURA CELTÍBERO-ROMANA EN LA MESETA: LAS ESTELAS DE GUERREROS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 223

JOSÉ ANTONIO ABÁSOLO ÁLVAREZ

LOS JULIO-CLAUDIOS EN BILBILIS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 235MARÍA LUISA CANCELA RAMÍREZ DE ARELLANO Y MANUEL MARTÍN-BUENO

LA ESCULTURA FUNERARIA TARDORROMANA DE LA PROVINCIA DE TOLEDO: NUEVAS APORTACIONES PARA SU ESTUDIO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 247

SERGIO VIDAL ÁLVAREZ

EL PROGRAMA ESCULTÓRICO DEL FORO DE SEGOBRIGA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 283JOSÉ MIGUEL NOGUERA, JUAN MANUEL ABASCAL Y ROSARIO CEBRIÁN

LOS ALTARES MONUMENTALES CON PULVINI DEL NORDESTE PENINSULAR . . . . . . . . . . . . . . 345MONTSERRAT CLAVERIA

LA DECORACIÓN ESCULTÓRICA EN LOS MONUMENTOS

FUNERARIOS ROMANOS DEL ÁREA VALENCIANA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 397JOSÉ LUIS JIMÉNEZ SALVADOR

LA PEQUEÑA ESCULTURA EN BRONCE DE ÉPOCA IMPERIAL EN EL PAÍS VALENCIANO . . . . . . 425FERRÁN ARASA I GIL

UN FRAGMENTO DE ESTATUA MONUMENTAL DE BRONCE DE LUCENTUM . . . . . . . . . . . . . 457MANUEL OLCINA DOMÉNECH

HALLAZGOS ESCULTÓRICOS EN LA COLONIA ROMANA

DE LIBISOSA (LEZUZA, ALBACETE) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 481ANTONIO M. POVEDA NAVARRO, JOSÉ UROZ SÁEZ Y F. JAVIER MUÑOZ

BÉTICA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 499ESCULTURAS ROMANAS DE CONOBARIA (LAS CABEZAS DE SAN JUAN) Y VRSO (OSUNA). LA ADOPCIÓN DEL MÁRMOL EN LOS PROGRAMAS ESTATUARIOS

DE DOS CIUDADES DE LA BAETICA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 501JOSÉ BELTRÁN FORTES

TRABAJOS PREPARATORIOS PARA LA ELABORACIÓN DEL C.S.I.R. DEL SUR DE ESPAÑA . . . . . 545LUIS BAENA DEL ALCÁZAR

LAS ESCULTURAS ROMANAS DEL MUSEO LORINGIANO DE MÁLAGA.HISTORIA DE LA COLECCIÓN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 565

PEDRO RODRÍGUEZ OLIVA

ESCULTURAS DE VRSO (OSUNA, SEVILLA) CONOCIDAS POR REFERENCIAS

LITERARIAS Y OTRAS INTERPRETACIONES . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 643ISABEL LÓPEZ GARCÍA

LUSITANIA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 653PROGRAMAS DECORATIVOS PÚBLICOS DE LUSITANIA: AUGUSTA EMERITA

COMO PARADIGMA EN ALGUNOS EJEMPLOS PROVINCIALES . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 655TRINIDAD NOGALES BASARRATE Y LUÍS JORGE GONÇALVES

LA CARIÁTIDE DE SÃO MIGUEL DA MOTA Y SU RELACIÓN

CON LAS CARIÁTIDES DE MÉRIDA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 697THOMAS G. SCHATTNER, CARLOS FABIÃO Y AMÍLCAR GUERRA

RESÚMENES . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 731

RELACIÓN DE AUTORES . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 745

En 1990, el artículo de J. Beltrán Fortes sobre los Mausoleos romanos en forma de altar del surde la Península Ibérica1, supuso un punto de inflexión en el conocimiento de la difusión deeste tipo tumbal en la península Ibérica. Desde entonces se ha ido sucediendo el estudio ypublicación de distintas series de ejemplares pertenecientes a esta categoría arquitectónicasepulcral2. Estos nuevos trabajos han ido confirmando la tesis de dicho autor, quién señalóla mayor amplitud del uso de este tipo arquitectónico en la península Ibérica, frente a laanterior opinión sobre la singularidad de los ejemplares de Barcino y, con menor número, deTarraco, lo que casi restringía su utilización a esta área del nordeste peninsular.A la luz de los significativos avances conseguidos en el conocimiento de estos monumentos,llama la atención que precisamente el conjunto catalán, el que fuera más representativo porsu número y pronta publicación, no haya sido objeto de una revisión; en este sentido yaBeltrán Fortes en el citado artículo de 1990 advirtió: A pesar del enorme interés del grupo cata-lán, único en Hispania por la cantidad de piezas, …, no existe un catálogo puesto al día, exhausti-vo y analítico, del conjunto de tales piezas (…)3. Considerando que todavía en la actualidad nose ha ejecutado esta labor, nos propusimos emprenderla4 y presentar los primeros resultadosen este foro de la V Reunión sobre Escultura romana en Hispania5.

* Estudio realizado en el marco de los proyectos de investigación de la DIGICYT Hum 2005-03791 y Hum 2005-06914.1 Beltrán Fortes, 1990, p. 183-226. 2 Vid. respecto al sur peninsular: Beltrán Fortes – Baena del Alcázar, 1996a, p. 129-133; Beltrán Fortes, 2002, p. 245;

Vaquerizo, 2002a, p. 187-195. Mérida y otros hallazgos en la provincia Lusitana: Beltrán Fortes – Baena del Alcázar,1996b, p. 105-132; Nogales Basarrate – Márquez Pérez, 2002, p. 124-126; Caetano, 2002, p. 320-322. Interior y nortepeninsular: Cancela, 1993, p. 251-252; Hernánez – Ariño – Martínez – Nuñez, 1999, p. 253-254 (identificación erró-nea); Baena del Alcazar, 1993, p. 147-161. Este peninsular: Martínez Valle, 1995, p. 259-281; Jiménez Salvador , 1995,p. 211-220; Jiménez Salvador, 2002, p. 189 s., fig. 6, p. 197, fig. 12; Abad Casal – Abascal Palazón – Sanz Gamo, 2002,p. 272. Nordeste peninsular: Raya, 1993, p. 99-104; Clariana, 1996, p. 30; Bosch de Doria, 1998, p. 127-141 y los estu-dios de conjunto de von Hesberg, 1993, p. 166-168, y el reciente de Beltrán Fortes, 2004, p. 101-141.

3 Beltrán Fortes, 1990, p. 184.4 Queremos agradecer de modo expreso a la Sra. María Raya, conservadora del Museu d’Història de la Ciutat de

Barcelona, las facilidades, ayuda e indicaciones que en todo momento nos ha dado con respecto al estudio de estas pie-zas. Nuestro reconocimiento, también, a los Sres. T. Carreras (conservadora del Museu d’Arqueologia de Catalunya) y J.A. Remolà (conservador del Museu Nacional Arqueològic de Taragona) por la atención que nos han dispensado.

5 Agradecemos a la organización de este foro, y muy especialmente a su director, Dr. J. M. Noguera Celdrán, el habernosinvitado a tomar parte en este acontecimiento tan provechoso en lo científico y entrañable en lo humano.

ESCULTURA ROMANA EN HISPANIA V, 2008, p. 345-396

Los altares monumentales con pulvinidel nordeste peninsular*

Montserrat ClaveriaUniversidad Autónoma de Barcelona

6 Elías de Molins, 1888, cat. 22 n.º 1425 (equivale a nuestro cat. n.º 1a); cat. 22 n.º 1139 (aquí cat. n.º 3a-b); cat. 22 n.º 1140(aquí cat. n.º 10).

7 Albertini, 1911-1912, cats. 171, fig. 198 (equivale a nuestro cat. n.º 1a); cat. 172a-b, fig. 199-200 (aquí cat. n.º 3a-b);cat. 173, fig. 201 (aquí cat. n.º 10); cat. 174, fig. 202 (aquí cat. n.º 2); cat. 175, fig. 203 (de factura dudosa y hoy per-dido, por lo que no hemos podido verificar si se trata de pieza romana); cat. 223, fig. 256 (aquí cat. n.º 1 b).

8 Id., cat. 223, fig. 256 (aquí cat. n.º 1 b).9 Puig i Cadafalch, 1909; id., 1934, figs. en p. 60 y 112; García y Bellido, 1949, p. 306-307, n.º 306-308 y 312, láms. 246

y 248.10 Aunque Elías de Molins sitúa el hallazgo de su cat. 22 n.º 1426 (aquí cat. n.º 2) en la iglesia de Santa Eulàlia de

Provençana (en Hospitalet de Llobregat, junto a Barcelona) y su cat. 22 n.º 1139 (aquí cat. n.º 3) en los cimientos delConvento de la Enseñanza, no aporta otros datos que nos sirvan al respecto.

11 Serra Ràfols, 1959, p. 129-141; id., 1964, p. 5-64 especialmente p. 16 s., 24-26; id., 1967, p. 129-148; Duran iSanpere, 1973, fig. entre p. 32 s., p. 36, p. 50 s. En total suman 22 piezas las cuales corresponden a los siguientesnúmeros de nuestra catalogación cat. n.º 16 a-b, halladas en las excavaciones de la muralla realizadas por SerraRàfols entre 1943-1944, el cat. n.º 5b lo fue en la torre n.º 8 el 24 de marzo de 1944, día en que también fue halla-do el pulvinus cat. n.º 24 aunque no se especifica dónde, mientras que la cat. n.º 4b. lo había sido en la misma torren.º 8 el año 1943, durante las excavaciones de Duran i Sanpere. Las piezas cat. n.º 7 y 9 fueron exhumadas en la torren.º 6 durante las excavaciones de Duran i Sanpere de 1951; los ejemplares cat. n.º 4a, 5a, 6, 15 a-b, 17-19, 21-23 fue-ron hallándose en excavaciones de la muralla anteriores a 1959, aunque no se concreta en cuales, y los cat. n.º 12 a-blo fueron por Serra Ràfols durante la campaña 1959-1960. Finalmente, la pieza cat. n.º 20 se halló en la torre de lamuralla n.º 16 en 1963 y el cat. n.º 8 lo fue en la torre n.º 33 durante las excavaciones de Serra Ràfols de 1968.

12 Oliva – Tulla – Bertrán, 1927, p. 65, n.º 54-58.

I. ESTUDIOS ANTERIORES

Algunos de los ejemplares integrantes de este conjunto ya fueron recogidos por A. Elías deMolins, en su Catálogo del Museo Provincial de Antigüedades de Barcelona de 18886. Correspondíanéstos a frontales de pulvinos de Barcelona, los cuales se citan procedentes de las coleccionesde antigüedades de la Academia de Buenas Letras y de la Comisión de Monumentos, consti-tuyentes ambas del, por aquel entonces, Museo Provincial. Más tarde E. Albertini los inclu-yó de nuevo en su artículo recopilatorio Sculptures antiques du conventus Tarraconensis7, aña-diendo una pieza más, recién adquirida por el Museo Municipal de la misma ciudad8. Estosejemplares vuelven a ser referidos por J. Puig i Cadafalch en sus publicaciones sobre laArquitectura romana de Catalunya de 1909 y 1934 y por A. García y Bellido en Esculturas roma-nas de España y Portugal9.Entre 1943 y 1968 J. Serra Ràfols y A. Duran i Sanpere sacaron a la luz otros ejemplares,exhumados todos ellos en la muralla tardoimperial barcinonense. Como las piezas conoci-das con anterioridad, tampoco estos fragmentos aportaban datos estratigráficos que sirvierande indicio para la datación del conjunto, pues si bien aquellas no ofrecían noticias al res-pecto por haber sido documentadas en relación a colecciones arqueológicas institucionales10,estos nuevos fragmentos se hallaron sirviendo como material de reutilización en el rellenode la muralla tardía11. Estos ejemplares, encontrados en contextos de reutilización, se sumaban a otros asimismoreaprovechados, en este caso, en la Necrópolis Paleocristiana de Tarragona. Éstos fueron enu-merados del 54 al 58 en el Inventario de los objetos arqueológicos encontrados en la cimentaciónde la fábrica, realizado por Cosme Oliva e incluido en la memoria de excavación número 88de la Junta Superior de Excavaciones y Antigüedades12; su descripción se limitaba al epígrafeBrazo de lectus triclinario, ricamente esculturado, lo que nos induce a identificarles con los cincopulvini números 30 a 32 y 34-35 de nuestro catálogo. De Tarragona proceden otros dos frag-mentos de tallos laterales más sencillos y deteriorados (cat. n.º 36-37), éstos también se

346 Montserrat Claveria

13 Algunas fotografías y referencias en estas memorias indican el hallazgo de muchos restos de ornamentación arquitec-tónica reutilizados en los rellenos de esta necrópolis a los que Serra Vilaró apenas atiende (cf. por ejemplo Serra Vilaró,1928, p. 83, láms. IX 2, XXXI; id., 1929, láms. XXII 4, XXV 2; Serra Vilaró, 1931, lám. 12 a-b).

14 Oliva – Tulla – Bertrán, 1927, p. 65, n.º 34, lám. XIII.15 Puig i Cadafalch, 1934, p. 144, fig. 172 s. (paralelos para su identificación), figs. 174-176 (imágenes de diversas fases

de la exhumación del basamento y dibujo en planta y alzado de éste); Puig i Cadafalch – Serra Ràfols, 1921-1926,p. 106, figs. 201-203.

16 Balil, 1979, p. 63-70.17 Id., p. 63.18 Id., p. 63 y 69; von Massow, 1932, p. 261-264.19 Balil, 1979, p. 66 s.20 Gamer, 1989, p. 124-126.21 Corresponientes a los n.º 1-3, 4, 6-11 y 15 de nuestro catálogo.22 Uide infra cat. n.º 38.23 Uide infra cat. n.º 30. Recuerda la noticia de J. Puig i Cadafalch (1934, p. 144), respecto a la existencia de otros ejem-

plares en Tarragona, pero no los recoge. 24 Gamer, 1989, p. 125.25 Uide supra n. 1.

hallaron en la necrópolis paleocristiana, aunque no los hemos encontrado específicamentedocumentados ni en el texto ni en las fotografías de las memorias de J. Serra Vilaró13.Llegados a este punto conviene mencionar la referencia a 38 sillares de varias dimensiones, queforman la base de un monumento que se desmontó hecha en el inventario de la memoria 8814, yque J. Puig i Cadafalch interpretó como pertenecientes a un basamento de altar funerariomonumental del tipo de los erigidos en la Italia septentrional15.Un decenio después de los últimos hallazgos de pulvinos monumentales en la murallaromana de Barcelona, A. Balil fijó las bases para su estudio. En el artículo Los Gorgoneia deBarcino16, el autor distinguió dos tipos de pulvinos, uno, más temprano, con frente circular, delque planteó su posible relación con frisos dóricos, al compararlo con los altares de la VíaAppia de Roma. El otro tipo, más numeroso, corresponde a los pulvini con apéndices haciael centro del frontal, al que parangonó con los coronamientos de los altares monumentalesde Neumagen. A ambos tipos los entroncó con las corrientes de difusión itinerantes, quedesde Italia alcanzaron el valle del Po y los situó cronológicamente entre fines del siglo I d. deJ.C. y los comienzos o el primer tercio, del siglo III d. de J.C.17 por las semejanzas entre el segun-do tipo y los altares de Neumagen, fechados por von Massow en este período18. Asimismopropuso el uso de estas sepulturas por integrantes de la clase media barcinonense, magistra-dos, veteranos y libertos ricos19, y subrayó el valor de estas piezas para el análisis del estilo pro-vincial de los talleres de Barcino.Otros trabajos posteriores han contribuido al conocimiento del conjunto; así, en 1989,G. Gamer20 aportó un mayor número de piezas catalogadas: 16 de Bárcino21, el de Mataró22 yuno de Tárraco23. Este último, por el retrato de su frontal, le permitió avanzar la fecha de fina-les del siglo II d.C. como indicio cronológico, así como situó el principio de la serie tipoló-gica de Barcino, que él mismo estableció según el tipo de gorgoneion, en el período adrianeo24.Por su parte, el sistemático artículo de J. Beltrán Fortes, ya mencionado al inicio de este estu-dio25, permitió contextualizar los ejemplares de este grupo del nordeste dentro de unacorriente de expansión del altar monumental en la península Ibérica, más amplia y próspe-ra, de lo que se había sostenido. Además, tuvo el interés de plantear el avance de la recep-ción de este tipo sepulcral en Hispania a la época julio-claudia, por analogía a lo advertido

347Los altares monumentales con pulvini del nordeste peninsular

26 Beltrán Fortes, 1990, p. 196.27 Von Hesberg, 1993, p. 166-168; id. 1994, p. 199.28 Gros, 2001, p. 395.29 Bosch de Doria, 1998, p. 127-141.30 Portabella, 1996-1997, p. 153-163.31 Beltrán Fortes, 2004, p. 104-106.32 Cat. n.º 38 c-q.33 Cat. n.º 1 a-b, 2, 3 a y 3 f, 4 a-b, 5 a-b, 6-11, todos ellos de Barcelona. Cat. n.º 30-33 de Tarragona. Cat. n.º 38 a de

Mataró y cat. n.º 39 de Llerona.34 Cat. n.º 1 e-f, 3 e y 3 j, 12 a-b, 13, 14 a, 28 a y 29 a de Barcelona, y cat. n.º 34 de Tarragona.35 Cat. n.º 1 c-d, 3 b-d y 3 g-i, 14 b-d, 15 a-b, 16 a-b, 17-27, 28 b-f , 29 b de Barcelona, y cat. n.º 35-37 de Tarragona, 38 b

de Mataró y 40 de Llerona.

para otros tipos funerarios monumentales26; este extremo ha sido desde entonces manteni-do por otros estudios de conjunto, como los de H. von Hesberg27 o el de P. Gros28. Paralelamente, se publican dos artículos dedicados al análisis de piezas concretas de este mate-rial; el de M. Bosch de Doria29, destinado a la revisión de los fragmentos que debieron formarparte del altar monumental de Mataró; analizó el contexto arqueológico, sin poder extraer con-clusiones cronológicas sobre bases estratigráficas, propuso una restitución del monumento apartir del material catalogado y planteó su relación con la villa severiana de Torre Llaudé. Porotra parte, M. Portabella30 recogió varios relieves con cabeza de Medusa del Museu d’Arqueologiade Catalunya y los vinculó con el desarrollo iconográfico de la imagen de las Gorgonas en laAntigüedad. Recientemente J. Beltrán Fortes se ha vuelto a referir al grupo catalán en su últimarevisión de conjunto sobre el uso de este tipo de monumentum en Hispania31. Considerando las aportaciones de estos estudios, creemos necesaria la elaboración de uncatálogo exhaustivo de los materiales de esta zona, para poder proceder a su análisis porme-norizado, formal, iconográfica y estilísticamente; atenderemos, también, a aspectos externosa estas piezas, que nos puedan aportar más información. A la luz de los datos obtenidos pro-pondremos algunas respuestas a las cuestiones morfológicas y ornamentales planteadas yahace tiempo, sobre los monumentos a los que pertenecieron los materiales recogidos, y cons-tataremos que otras preguntas deben permanecer abiertas, por falta, mayormente, de datosreferentes a su contexto arqueológico original.

II. ANÁLISIS DE LOS MATERIALES

La labor de catalogación realizada nos ha permitido reunir 69 piezas correspondientes a frag-mentos de pulvinos monumentales, así como 17 elementos más, pertenecientes a las moldu-ras y revestimiento del cuerpo del altar hallado en Mataró32. Por tanto, todas ellas atañen contoda seguridad al tipo de monumento funerario que tratamos. Además, hemos tenido en cuen-ta una quincena de piezas varias, que por sus características y procedencia bien podrían con-cernir a estos altares. Sin embargo, éstas no constan en nuestro catálogo, por no tratarse departes estructurales u ornamentales exclusivas de estos monumentos, ni poderse demostrarsu pertenencia a este tipo tumbal; éstas más bien han sido tenidas en cuenta en las hipótesisde restitución de los ejemplares que nos ocupan.De entre las 69 piezas de pulvinos, 21 son frentes33, otras 11 son partes dorsales de pulvini34 ylas 37 restantes son fragmentos de los tallos laterales de los pulvinos35.

348 Montserrat Claveria

36 Balil, 1979, p. 68.37 Cat. n.º 30-33.38 Cat. n.º 38 y 39, respectivamente.39 Eisner, 1986, p. 49 s., n.º A16, lám. 14.5.40 Pettinau, 1984, p. 489, n.º XV, 44.41 La Rocca, 1984, p. 87 ss., lám. XVIII, 2.42 Kockel, 1983, p. 164, n.º 37, lám. 59.43 Desde la publicación de Balil, 1979.44 Martínez Valle, 1995, p. 272, fig. 16.45 Cf. Beltrán Fortes, 1990, p. 216, n.º 8; id., 2004, p. 125.46 Balil, 1979, p. 67 s. 47 Cf. Beltrán Fortes, 1990, p. 196 ss.; id., 2004, p. 127 ss., y además, pensamos que se sitúa a partir de la segunda mitad

del siglo I d.C. 48 El frente pulvinar barcelonés cat. n.º 6 (lám. 6), y los fragmentos tarraconenses cat. n.º 32 y 34 (láms. 13 y 14 respec-

tivamente), con alargamientos laterales y fechados hacia el cambio de Era, nos parecen estilísticamente un poco mástempranos que el frente cilíndrico cat. n.º 1 a-b, fechado también en época julio-claudia; el otro frente circular (cat. n.º2, lám. 2) ya pertenece al siglo II d.C.; cf. infra p. 352 ss., donde se desarrollan los detalles de estas dataciones.

II.1. Frentes de pulvini

A nivel formal, A. Balil ya distinguió dos tipos de frentes pulvinares en el conjunto de relievescon gorgoneia de Barcino36: uno minoritario caracterizado por su forma circular, y otro mayo-ritario, con alargamientos laterales hacia el centro del monumento. Los nuevos materialesrecopilados no enriquecen esta tipología, por lo que a la variedad se refiere. Éstos más biendocumentan la difusión del segundo tipo a Tarragona37, Mataró y Llerona38. Para el primer tipo hay paralelos muy ajustados en altares monumentales itálicos, como losfrontales de los pulvini cilíndricos de la llamada “tumba de las guirnaldas” de la Vía Appia deRoma39, el correspondiente a un pulvino conservado en el Museo Nazionale Romano40, el per-teneciente al cenotafio de Agripa41 o los de la tumba de los Alleii de la necrópolis de la puertanorte de Pompeya42. En nuestro catálogo, este tipo sigue siendo43 únicamente representado porlas piezas barcinonenses cat. n.º 1 a-b (lám. 1) y 2 (lám. 2), las cuales, asimismo, destacancomo ejemplos de los escasísimos restos de este tipo documentados por el momento en lapenínsula Ibérica. Así, junto a ellos, sólo podemos mencionar el pulvinus previsiblemente cir-cular del mausoleo requenense de la Calerilla de Hortunas (Valencia)44 y, quizá, también unapieza de Villanueva del Rosario (Málaga), cuyo estado de conservación fragmentario no lopermite asegurar45. Parece, por tanto, que este tipo llegó directamente de la península Itálica,fomentado por los arraigados contactos de la vertiente mediterránea hispana con la Italiacentral y meridional, aunque su difusión se observa muy limitada. A. Balil46 atribuyó estaescasez a la temprana recepción del pulvino circular, la cual precedería la del segundo tipo;sin embargo, la cronología dada por A. Balil a los altares barcinonenses ha sido superada47,aceptándose hoy que ambos se desarrollaron a la par; de hecho, ciertos aspectos estilísticosde estos pulvini cilíndricos – como veremos más adelante – reafirman una difusión coetáneade ambos tipos e incluso, al menos por las piezas conservadas, se observa una introducciónalgo más tardía del primero48.El segundo tipo formal experimentó una transmisión mucho mayor. La hechura del frentepulvinar con alargamientos hacia el centro del monumento constituye la forma más comúny representativa de los grandes altares funerarios con pulvinos del nordeste peninsular. En sumayoría presentan la modalidad del alargamiento lateral con el perfil superior de forma cón-

349Los altares monumentales con pulvini del nordeste peninsular

Montserrat Claveria350

cava, tres de ellos (cat. n.º 7, lám. 7 a; cat. n.º 9, lám. 7 b; cat. n.º 10) con reborde salientebajo el pulvino, otros dos (cat. n.º 8, lám. 8; cat. n.º 31, lám. 12)49con reborde reculado bajoéste, y el resto (cat. n.º 3 a-b, lám. 3; cat. n.º 4 a - 5 b, láms. 4-5; cat. n.º 38, lám. 16 y pro-bablemente cat. n.º 11; cat. n.º 30, lám. 11, y cat. n.º 39, lám. 17)50 sin reborde en toda lalongitud inferior del frente, de manera que los pulvini debían apoyar sobre un listel quecorría el largo del cuerpo del altar, para quedar realzados y poder ser vistos mejor desdeabajo. En cambio, el número de catálogo 32 (lám. 13) muestra un alargamiento triangular,que nos recuerda muy de cerca los frentes de pulvinos del altar de M. Porcivs de Pompeya51.De este segundo tipo también se observa una amplia difusión por el resto de la penínsulaIbérica: sobre todo se halla como forma característica, y muy parecida a la de los ejemplaresbarceloneses, en los vestigios de altares monumentales del área lusitana, como se comprue-ba en las piezas emeritenses52 y egitanas (Idanha-a-Velha)53, las de Coria54 y, muy probable-mente, la de Trujillo55; hacia el norte, ya en la Tarraconense, sigue documentándose en Varea(Logroño) y, posiblemente, en Navarra, con los ejemplares de Estella, Gallipienzo y Javier56;

49 A los que se puede añadir el dorsal cat. n.º 34 (lám. 14) de Tarragona, por mostrar la misma forma, y muy probablemen-te el lateral cat. 35, lám. 15, pues aunque está muy deteriorado se reconocen fragmentos salientes en su lado inferior.

50 Los dorsales cat. n.º 12 a-b y 13 también debieron formar parte de altares con frentes de esta modalidad.51 Kockel, 1983, Sud 3, lám. 8 c y e.52 Beltrán Fortes – Baena del Alcázar, 1996b, p. 105-132, láms. 18-24; Nogales Basarrate – Márquez Pérez, 2002, p. 124-

126; Beltrán Fortes, 2004, p. 114 s.53 Gamer, 1989, n.º BEB 8-16, lám. 141 a-d, p. 126; Beltrán Fortes, 2004, p. 114 con bibliografía anterior. 54 Beltran Fortes, 2004, p. 116 ss.55 Beltrán Fortes – Baena del Alcázar, 1996b, p. 115-117; ead., p. 115 s. 56 Eslava: Gamer, 1974, n.º 29, lám. 57 b, p. 242; id., 1989, NA 8; Beltrán Fortes, 2004, p. 109. Gallipienzo: Gamer, 1974,

p. 243, n.º 41, lám. 57 a; Gamer, 1989, NA 20; Beltrán Fortes, 2004, p. 109. Javier: Gamer, 1974, p. 244, n.º 44, lám.57 c; id., 1989, NA 23, lám. 140 e-f.; Beltrán Fortes, 2004, p. 109s. En estos tres casos las fotografías publicadas porGamer, 1974; e id., 1989 no nos permiten verificar su plena pertenencia a este tipo, aunque el mismo autor los rela-ciona estrechamente a los producidos en el nordeste (Gamer, 199, p. 38 s.).

Lámina 1. Cat. n.º 1 (fot. Gamer, 1989, lám. 137b). Lámina 2. Cat. n.º 2 (fot. M. Claveria).

Los altares monumentales con pulvini del nordeste peninsular 351

en la vecina Aragón hay el ejemplar de la Iglesuela del Cid (Teruel)57 y al nordeste los deCataluña que nos ocupan. Testimonios de este tipo no se documentan en el levante penin-sular58 y vuelven a presentarse en el rico panorama que para estos monumenta en forma dealtar se está atestiguando en la Bética: destacamos un fragmento reutilizado en el conven-to medieval de Belalcázar, por su forma cóncava de la cara superior, como en los ejempla-res lusitanos y barcinonenses59. Debemos mencionar además el pulvino de Las Cabezas deSan Juan (Sevilla)60 y, probablemente, dos fragmentos pulvinares hallados en Córdoba61,aunque sus roturas no permiten conocer la forma de sus alargamientos, además de variosejemplares gienenses y el de Pinos-Puente (Granada), cuyos apéndices difieren bastante delos del grupo catalán, por su escasa longitud62. A la luz de los materiales publicados, estetipo ya se documenta en la Emilia Romagna a finales del siglo I a.C.63. Su difusión hacia laGermania Inferior ha podido ser situada hacia mediados del siglo I d.C., a partir del epí-grafe del altar londinense de Iulius Classicianus y su parecido con las arae monumentalesde Neumagen64. Para el norte de África se dispone del testimonio del mausoleo del hijo deun liberto de Augusto C. Julius Felix en Henchir Messauer (Túnez)65, el cual documenta la

57 Cancela Arellanos, 1993, p. 251; Beltrán Fortes, 2004, p. 106 s.58 Ahí más bien hallamos coronamientos monolíticos en los que se combinan pulvini con frontones (Jiménez Salvador,

1995, 211 ss.; id., 2002, p. 189 ss., fig. 6), solución bien documentada en la Bética (Beltrán Fortes, 1990, 199 ss.; id.2004, p. 118 ss.) y recientemente también en Albacete, en la necrópolis de las Heras de Ontur (Abad Casal – AbascalPalazón, 2002, p. 272, n.º 10-11, figs. 8-9 y 12).

59 Vaquerizo, 2001, p. 144, n. 28, fig. 10; Beltrán Fortes, 2004, p. 118, sito al norte de la provincia de Córdoba, y por tantoen un lugar muy cercano al territorio lusitano, tan rico en esta clase de piezas.

60 Beltrán Fortes, 2002, p. 254, fig. 17; id., 2004, p. 121, fig. 32. 61 Vaquerizo, 2002a, p. 188 ss., figs. 20-22; Márquez, 2002, p. 224 s., láms. 1-2.62 Beltrán Fortes, 1990, p. 212-216; id. 2004, p. 121 ss. Pinos-Puente: id., 2004, 125 s., figs. 39-40.63 Por ejemplo en los fragmentos de pulvini con los frentes decorados con volutas y elementos vegetales, conservado uno

en el Museo Civico de Regio Emilia y hallado el otro en Modena: cf. Ortalli, 1997, p. 354, figs. 24-25, respectivamente.64 Cf. Beltrán Fortes, 1991, p. 177 ss.; von Hesberg, 1994, p. 207.65 Cf. von Hesberg, 1994, p. 199, fig. 108; Gros, 2001, p. 396 s., fig. 455.

Lámina 3. Cat. n.º 3 (fot. Gamer, 1989, lám. 137a).

66 Kockel, 1983, p. 90 ss., n.º sud. 20, lám. 23a.67 Id., p. 55, 14, n.º sud. 3, lám. 8 e.68 Uide supra n. 48.69 Uide supra n. 64. Distanciándose así la posible relación de los monumentos barcinonenses con los germanos (Balil,

1979, p. 69).70 Varène, 1970, p. 109 s.71 Rodà, 2000, p. 178.72 Cf. Rodà, 2000, p. 178 y n. 58.73 Uide infra p. 2674 Cf. Rodà, 2000, p. 179.75 Cf. Balil, 1979, p. 64; nos referimos a la famosa frase: La difusión desde los centros itálicos debió ser radical y simultánea, no

costera e itinerante. Posiblemente más precoz, o coetánea, en la Citerior que en la Narbonense; vid. también al respecto BeltránFortes, 2004, p. 136.

76 Uide supra n. 74; por nuestra parte también hemos detectado la mano de un artesano probablemente itálico; cf. infra p. 358 s. alanalizar la pieza cat. n.º 6, lám. 6.

adopción de este tipo en el África proconsularis por lo menos en época julio-claudia. También estábien atestiguado en Pompeya, en algunos mausoleos – como el de C. Caluentius Quietus66 – conaltares sobreelevados por encima de la cámara funeraria y, por tanto, pertenecientes a lamodalidad tardía de altar funerario monumental, desarrollada a partir de finales del siglo Id.C.; aunque los pulvini del ara de M. Porcius del siglo I a.C. ya documenta pequeños alarga-mientos laterales67. No hay documentos de tipo epigráfico o estructural tan contundentesque nos lleven a fijar la cronología de adopción de este tipo de pulvini en el nordeste deHispania; sin embargo los datos cronológicos que podemos barajar indican que ésta debióser bastante temprana, por lo menos hacia el cambio de Era68, y por tanto anterior a los ejem-plares germanos69. Otra cuestión, todavía confusa, es por donde llegó. Dentro del marco deexpansión de las influencias itálicas vía valle del Po y Galia Narbonense, el ejemplar “máscercano” es el pulvinus con alargamientos laterales de Nimes70; faltan, por hoy, ejemplaresanálogos en el oeste de este último entorno provincial71. En cambio sí hay afinidades entrefrisos ornamentales narbonenses y de Bárcino72, estos últimos – como veremos – suscepti-bles de haber adornado los altares barcinonenses73, e incluso se han detectado conexiones anivel de trabajo artesanal entre ellos74. Este aspecto es un claro indicativo de la compleja redde circulación de los influjos itálicos hacia la península75, en la que sin duda intervinieron elorigen de los nuevos colonos e inmigrantes establecidos en Barcino y Tarraco, la itineranciade artesanos76, y el afán de los comitentes por emular las tendencias del centro colonizador.De aquí que se observen aspectos formales y también iconográficos – como trataremos segui-damente – de claro origen itálico, tanto en los pulvini barcinonenses como en los tarraco-nenses, resultando, en cambio, dos producciones distintivas: de carácter más metropolitanola Tarraconense, y de naturaleza más propia la Barcinonense. Iconografía y estilo: Iconográficamente se pueden establecer dos grupos de frentes pulvinares,uno cuya figuración viene protagonizada por gorgoneia, mientras que el segundo grupo secaracteriza por una ornamentación a base de motivos vegetales. El primero incluye todos losfrentes de Barcino menos uno, el n.º inv. 9588 del Museu d’Arqueologia de Catalunya (cat.n.º 11), que pertenece al segundo grupo; al primero corresponden también las piezas deMataró (cat. n.º 38 a., lám. 16) y Llerona (cat. n.º 39, lám. 17). Entre los ejemplares de Barcino con gorgoneia se distinguen dos tendencias iconográfico-esti-lísticas distintas, las cuales muy probablemente correspondan a producciones de dos talleresdiferentes. Una de ellas comprende los ejemplares correspondientes a la “primera variante”

352 Montserrat Claveria

77 Gamer, 1989, p. 125 y corresponden a sus números de catálogo B 21, lám. 139 b, B 27, B 45, B 46, lám. 138 c-f, res-pectivamente.

78 Éste sólo falta en cat. n.º 5 a, donde el ancho del listel circular – igual que el de los demás – indica que estaba prevista sutalla, aunque no se hizo, quizá por cuestiones expeditivas, por descuido, o por la propia colocación de la pieza en un lugarmenos señalado o visible de la coronación del altar. La última posibilidad sería más conveniente si, como comentamosmás adelante (uide infra p. 370 s.), estos cuatro frentes pulvinares pertenecieran a un solo altar monumental.

79 Krauskopf, 1988, p. 328 ss.80 Ibid., p. 325 ss.81 Que a su vez representa una remembranza del gorgoneion arcaico, que substituye una parte importante o todo el pelo

por serpientes; los mismos mechones del flequillo de nuestro cat. n.º 7 (lám. 7 a) se asemejan a colas de serpientes yrecuerda a estos tipos; cf. Krauskopf, 1988, IV 2, láms. 156, 162, 172 (arcaicos), 173, 177, 184 (clásicos), 135, 138-139,186, 190, 218, 220, 222-223 (helenísticos).

iconográfica establecida por G. Gamer respecto a los pulvini monumentales barcinonenses, asaber, nuestros cat. n.º 1 a-b (lám. 1), 4 a (lám. 4), 7 (lám. 7 a) y 10, variante que este autordefinió caracterizada por la colocación de los pares de alas sobre la coronilla de la Medusa yde las sinuosas cabezas de las serpientes sobre sus cejas77. A estos ejemplares hoy podemosañadir tres piezas más, las cat. n.º 4 b y 5 a-b (lám. 5) de nuestro catálogo, las cuales repitende modo idéntico la configuración de la pieza cat. n.º 4 a (lám. 4). Éstas, a pesar de estarfragmentadas en la parte superior de sus cabezas, podemos afirmar con toda rotundidad quesiguieron el mismo modelo presente en la Gorgona de la pieza cat. n.º 4 a, por cuanto elresto de la ornamentación – el filete de perlas del marco del frente del pulvinus78, el marcoliso del alargamiento lateral así como la disposición y tipo de adornos vegetales de su inte-rior –, es exacta a la del íntegramente conservado ejemplar cat. n.º 4 a (lám. 4). Estas cuatropiezas no solamente tienen en común su iconografía, sino también el estilo de su talla. Deésta es característica la labra de la nariz y la frente en un mismo segmento, de superficie planay corte seco hacia el fondo, formando un profundo surco ciliar y una nariz bien delimitada;simples hendeduras en la barbilla, el iris y las mejillas, los bordes de las hojas y el centro delos pétalos, labios y contornos oculares y tallos vegetales marcados por volúmenes no muyanchos, semicirculares y compactos; es una talla por porciones anchas y superficies salientesy lisas, bien delimitadas por surcos y poco modeladas con el cincel. Sólo el cincelado del pul-vino cat. n.º 4 a (lám. 4) se observa algo mejorado. Un trato muy semejante recibe la labrade los pulvini número de cat. n.º 1 a-b (fig. 1), que parecen de las mismas manos que las pie-zas cat. n.º 4 a-b y 5 a-b; semejantes tendencias de taller muestran los ejemplares cat. n.º 7(fig. 7 a) y 10, cuyos trabajos, aunque no exactos, son muy parecidos. Éste último tambiénmuestra una ornamentación vegetal igual a la de los ejemplares cat. n.º 4 a-b y 5 a-b; ésta esa base de tallos florales nacientes del centro de dos hojas de acanto de perfil, recogidas en uncáliz situado en el arranque superior del alargamiento del pulvinus. A la par, estas piezas nosólo coinciden en los rasgos iconográficos notados por G. Gamer en la figuración de laMedusa, sino también en el modo en que se enrollan los cuerpos de las serpientes por deba-jo de sus cabezas, hasta formar el simbólico, y aquí vistoso, nudo de Heracles bajo el men-tón. Entronca esto con el tipo de Gorgona helenístico, en el que se generaliza la relación dela Medusa con este signo de protección muy presente por aquel entonces en las artes sun-tuarias79. Sin embargo, nuestras cabezas no contienen el pathos de aquellas representacionesgorgónicas; en este aspecto éstas más bien se acogen al tipo bello más clásico80; de ambospersiste el motivo de las serpientes irguiéndose entre el cabello81, al parecer aquí aludido de

353Los altares monumentales con pulvini del nordeste peninsular

Lámina 4. Cat. n.º 4 a (fot. Museu d’Història de la Ciutat).

Lámina 5. Cat. n.º 5 b (fot. Museu d’Història de la Ciutat).

Los altares monumentales con pulvini del nordeste peninsular 355

un modo sencillo y efectivo82. Estos datos iconográficos no son exponentes de una cronolo-gía concreta, más bien se acogen a uno de los modos de proceder típicos y recurrentes en laelaboración de las imágenes romanas de la Gorgona, en el que se escogen, mezclan y varíancaracteres básicos de tipos tradicionales anteriores. No obstante, en todos los casos se obser-va el modelo de faz plenamente redondo, con expresión serena, incluso afable, y con pelocorto, ordenado y contenido en relación con el conjunto de la imagen. Éstas son constantescaracterísticas de las imágenes de gorgonas romanas tardorrepublicanas y de la primera faseimperial; posteriormente a esta época temprana no se abandona este modelo, pero se obser-va matizado por las novedades introducidas en las representaciones gorgónicas a principiosde época flavia. En nuestras imágenes, en cambio, no se observan ni siquiera visos de las ten-dencias más expresivas, de porte más desenfrenado y trazos más alargados, que caracterizaranlos rostros gorgónicos a principios del siglo II d.C. Si tenemos en cuenta que este tipo de facesmás serenas, de corte severo/clásico, fue el más extendido en época julio-claudia83, que el esti-lo de nuestras piezas, basadas en el trabajo del cincel, relegando el trépano muy superficial aliris ocular, se aviene con la plástica de estas gorgonas imperiales tempranas84, y que el perío-do de utilización del altar funerario monumental en Hispania se estima no haber sobrepasa-do el siglo II d.C.85, entonces nos inclinamos a considerar muy probable una colocación deestas piezas entre finales del siglo I a.C. y, como máximo, el fin de la dinastía julio-claudia.La segunda tendencia iconográfico-estilística que se distingue entre los ejemplares de Barcinocon gorgoneia se halla en las piezas cat. n.º 3 a-b (lám. 3) y 8 (lám. 8). Éstas constituyeron la“segunda variante” de los altares monumentales barceloneses para G. Gamer, quien la defi-nió con las alas dispuestas a ambos lados de la frente y sin las cabezas de las serpientes sobrelas cejas86. En este caso, la acusada forma triangular del rostro, acentuada por la proyecciónhacia el exterior de las alas que arrancan horizontalmente de las sienes (especialmente cat.n.º 8, lám. 8), nos remite a la contextura de la conocida “Medusa Rondanini”87, con la cualnuestros fragmentos también comparten el tipo de alas cortas, cerradas en sí mismas y debordes redondeados, su posición, los carnosos labios sutilmente entreabiertos, la pronun-ciada barbilla, los mechones diagonales junto a las mejillas, así como el volumen de la fren-te, que sube redondeado desde el cabello hasta las cejas, para hundirse levemente entre éstasy el arranque de la nariz. Aunque hay autores que han fijado la cronología de este modeloen el siglo V a.C.88 o en época helenística89, otros han demostrado que el estilo límpido y frío

82 Probablemente no se trata de una creación de taller, sino de una simplificación de esquemas ya existentes, como sededuce a partir del ejemplar helenístico n.º 190 de la recopilación de Krauskopf, 1988, en el que dos de las serpientesenrolladas entre el pelo, sobresalen hacia el nivel de las cejas.

83 Vid. nuestros ejemplares con un gorgoneion augusteo, trabajado en piedra caliza, de Sta. Chiara de Venafro (Paleotti,1988, IV 1-2, n.º 55), con otro marmóreo del período del Divo Giulio (ibid., n.º 29), o con otra gorgona del siglo I d.C.tallada en el frontón de una estela de caliza del Museo Civico de Bologna (ibid., n.º 57), o con la tallada en un oscillumde mármol del Museo Nazionale Romano n.º inv. 6553 del siglo I d.C. (ibid., n.º 77), o con la cabeza de Medusa deotro frente pulvinar conservado en el mismo museo (Pettinau, 1984, p. 489, XV, 44).

84 Cf. con los ejemplos citados en n. anterior.85 Cf. Beltrán Fortes, 2004, p. 128.86 Gamer, 1989, p. 125.87 Buschor, 1958, láms. 1, 3 y 5.1; Zanker, 1974, p. 116; Belson, 1980, p. 373 ss.; Callaghan, 1981, p. 59 ss.; Paleotti, 1988,

IV 1-2, n.º 25.88 Cf., sobre todo, Buschor, 1958.89 Cf. Callaghan, 1981, p. 60 ss.

Montserrat Claveria356

de la pieza, así como su híbrida iconografía, son más propios de una creación de época roma-na90, la cual se ha situado en el período adrianeo91. Dadas las afinidades entre este modelo y,sobre todo, nuestra pieza cat. n.º 8 (lám. 8) creemos plausible considerar esta referencia comoindicativo cronológico de estos ejemplares. Precisamente se ha podido observar que en estamisma época – primer tercio del siglo II – la iconografía de las urnas y los altares funerarios pro-ducidos en Roma se enriquece mediante la introducción de sintéticas escenas mitológicas rela-tivas al tema de la muerte (rapto de Perséfone, Medea, Adonis, Meleagro…), situadas en cam-pos de representación secundarios92. Este factor podría explicar perfectamente el hecho de queen nuestros ejemplares cat. n.º 3 a y b (lám. 3) los gorgoneia del frente de sus pulvini se combi-nen con escenas de caza situadas en los frontales de sendos alargamientos laterales, y no conmotivos vegetales o utensilios de culto, como era lo habitual. Efectivamente, en los esquemasiconográficos utilizados para la representación de ambas escenas cinegéticas reconocemos aMeleagro enfrentado al jabalí de Calidón; este modo imaginario del cazador a pie (Meleagro oAdonis), y no a caballo (Hipólito93), representado de frente (cat. n.º 3 a) y de espaldas (cat. n.º3 b), tiene paralelos muy ajustados ya en época clásica griega94. El hecho de que desde el arte

90 Krauskopf, 1988, p. 326, 330.91 Zanker, 1974, p. 116.92 Cf. especialmente Koch, 1975, 532 ss.; Sinn, 1982, p. 51 s. y 57; Boschung, 1987, p. 54, donde este enriquecimiento de

la iconografía habitual en estos tipos tumbales se atribuye al incipiente desarrollo del arte de los sarcófagos, el cualaporta una temática distinta y más amplia a la tradicionalmente dependiente del campo arquitectónico.

93 Respecto a las escasas imágenes de Hipólito cazando y la dificultad de diferenciarlas de las imágenes cinegéticas de géne-ro; vid. Linant des Bellefonds, 1990, p. 447 y 459 ss.

94 Vid. los numerosos ejemplos recogidos en el punto C del LIMC/Meleagros, dedicado a la Caza del jabalí de Calidón,desde el del Vaso François hasta los representados en relieves escultóricos y en objetos suntuarios helenísticos(Woodford – Daltrop, 1992, p. 415 ss., n.º 5-32) y su continuidad en el arte romano (Woodford, 1992, p. 432-435);de entre todas ellas podemos destacar las imágenes – muy semejantes a las nuestras – de una hídria del MuseoArqueológico de Estambul n.º inv. 2922 de hacia mediados del siglo IV a.C., donde aparece en una de sus caras el caza-dor de frente, y en la otra de espaldas ante la fiera (Woodford – Daltrop, 1992, p. 418, n. 32).

Lámina 6. Cat. n.º 6 (fot. Museu d’Història de la Ciutat).

Los altares monumentales con pulvini del nordeste peninsular 357

griego, ambos esquemas se hayan aplicado sobre todo a Meleagro, más que a Adonis95, noslleva a identificar al cazador de nuestras imágenes con este héroe. Asimismo, la cronologíaimperial temprana a la que se acoge este tipo de monumentum ya excluye que se trate de unaescena de caza de jabalí no mitológica, ya que éstas se desarrollaron más tarde, en el contextode los relieves sarcofágicos de cronología avanzada96. De manera que, a juzgar por la singulari-dad de este tipo de escenas mitológicas acortadas (no tanto de los thiasos marinos o dionisía-cos más habituales en el contexto de la arquitectura monumental) en los relieves de estosmonumentos en forma de altar, y teniendo en cuenta también que, precisamente este tipo deescenas se introducen en los relieves de urnas y altares no monumentales metropolitanos haciaprincipios del siglo II97, parece lógico situar ambas piezas, por lo menos, a partir de esta fecha,con lo cual se refuerza la cronología propuesta para las tres piezas barcelonesas que tratamos.En esta misma época adrianea, G. Gamer situó la cronología del frente pulvinar cat. n.º 2(lám. 2), al cual consideró como único integrante de la tercera variante de las gorgonas deBarcino; para el autor ésta se caracteriza por la poderosa cabellera voluminosa y despeinada98.Ciertamente, la Medusa de este ejemplar se aleja de los habituales rostros redondeados yserenos propios de época julio-claudia. En cambio, ya comprende varios rasgos de las facesmás alargadas y expresivas, con pelo abundante, largo y agitado, creadas a partir de princi-pios de siglo II. A parte de los paralelos propuestos por Gamer99, nuestro ejemplar muestravarios elementos comunes con gorgoneia fiablemente fechados en época de Adriano, comopor ejemplo el gorgoneion vaticano procedente del templo de Venus de Roma100. En este casono se siguen las tendencias de la tipología de la Medusa Rondanini, si no los prototipos dela decoración arquitectónica oriental, empezando por la Gorgona del orden superior de labiblioteca efesia de Celso101, el ejemplar marmóreo del lado este del templo de Apolo enDidyma102 y, sobre todo, la ménsula de mármol de las termas adrianeas de Afrodisías103.Como en todos ellos destaca el primer plano del rostro, donde se concentran la frente frun-cida, cejas, ojos y nariz, boca carnosa, y mejillas y barbilla prominentes; de este primer planose pasa de modo muy gradual y poco definido al plano del fondo, ensanchándose visible-mente el contorno facial, mucho más amplio en el fondo del relieve; además reafirma estadatación el trabajo a base del uso del trépano – todavía muy moderado – en los canales sepa-radores de los mechones, comisuras bucales y nasales, con leves y alargadas hendiduras enla superficie del cabello, y el tallado voluminoso, cuidado y fino del rostro.

95 Nótese que las imágenes griegas de Adonis suelen referir el aspecto amoroso del mito, mostrando a Adonis junto aAfrodita o entre ésta y Perséfone, faltando una tradición que le figure ante el jabalí, en el acto de su muerte. Ciertamente,su aparición en escenas cinegéticas parece desarrollarse en época imperial avanzada, en el contexto de las representa-ciones tripartitas del mito , donde se refieren sus amores, la partida hacia la caza y su muerte, las cuales son típicas delos sarcófagos romanos (cf. Servais-Soyez, 1981, p. 228 s.).

96 Cf. Andreae, 1980, cap. 5, p. 108 ss.97 Nótese además, que, como aquellos altares monumentales, la iconografía dominante hasta entonces en estos tipos tum-

bales de menor tamaño derivaba de la decoración arquitectónica. Asimismo se debe observar la fuerte dependencia ico-nográfica de los motivos de estos altares monumentales del nordeste peninsular, respecto a las corrientes metropolita-nas, puesto que apenas se observan rasgos provinciales que alteren los modelos difundidos desde el centro del Imperio;otra cosa, que ahora no viene al caso, es como y en qué lugar del monumento, los combinan.

98 Gamer, 1989, p. 125, n.º B 48.99 Ibid., p. 25, n. 381.100 Palleoti, 1988, n.º 27.101 Ibid., n.º 42.102 Ibid., n.º 45.103 Ibid., n.º 51, con la que nuestro ejemplar comparte el tipo y modo de disposición de las alas y la elevación

de los mechones centrales sobre la frente.

Montserrat Claveria358

Otra pieza singular, que no podemos asignar a ninguna de las dos tendencias iconográfico-estilísticas barcinonenses señaladas con anterioridad, es un frente de pulvinus con alarga-miento lateral, conservado en el Museu d’Història de la Ciutat de Barcelona con el númerode inventario 4058 (cat. n.º 6, lám. 6). Sus propiedades representativas coinciden con las ten-dencias estilísticas más comunes en los modelos gorgónicos tardorrepublicanos y augustales,como queda de manifiesto comparando nuestro ejemplar con las cabezas de Medusa de losfrentes pulvinares del altar funerario monumental de las guirnaldas de la Vía Appia de Roma104,los gorgoneia de los fragmentos relivarios procedentes del templo del Divo Giulio de Roma105,la máscara gorgónica de la cubierta de una urna augustea del hipogeo de los Volumni dePerugia106, el gorgoneion de una estela de caliza del Museo Civico de Bolonia107, o el del relie-ve de Sta. Chiara de Venafro108. Característica principal de éstos es la clara preferencia por lafaz redondeada y ancha, con mejillas prominentes en su bulto central, y contorno facial queparte bien delimitado y casi plano desde el fondo del relieve. Lagrimales hundidos, forman-do un fuerte contraste de claro-oscuro bajo las cejas y alrededor de la nariz y de la boca. Ojosgrandes, almendrados, con globo ocular amplio, abultado y limpio. Ceño fruncido y partesoto labial acentuada y, sin embargo, la expresión aparece calmada. Otro rasgo habitual deestos gorgoneia romano-tempranos es el pelo corto y contenido alrededor de la cabeza; ennuestro caso, como en los del altar de la Vía Appia de Roma109, se observan rizos, redondosy cerrados en sí mismos, reminiscencia de algunos tipos gorgónicos del período arcaico110.

104 Fechado en el primer cuarto del siglo I a.C. Eisner, 1986, p. 49 s., n.º A16, lám. 14.5; von Hesberg, 1994, p. 199; Gros,2001, p. 393, figs. 449 s.

105 Antiquarium Forense n.º inv. 3689, 3691, 3693-3694; Palleoti, 1988, n.º 29.106 Sinn, 1987, n.º 10, lám. 6 a; Palleoti, 1988, n.º 59.107 N.º inv. 131; Palleoti, 1988, n.º 57.108 Ibid., n.º 55.109 Uide supra n. 104.110 Vid., por ejemplo, Krauskopf, 1988, n.º 156, 162, 172, 193 (arcaizante) y 197.

Lámina 7. Arriba: cat. n.º 7; abajo: cat. n.º 9 (fot. Museu d’Història de la Ciutat).

Los altares monumentales con pulvini del nordeste peninsular 359

Alas grandes y angulares coronan el pelo, y la cabeza de una serpiente sale sobre la sien izquier-da. La confluencia de los rasgos de nuestro ejemplar con las características de estos gorgoneiatempranos, así como la falta de parangones tan ajustados entre los trabajos pétreos con imá-genes de la Gorgona posteriores, nos induce a considerar esta pieza como una de las másantiguas de la serie barcinonense. Por otra parte, esta cronología obtenida por criterios esti-lísticos aún se puede delimitar; consideramos para ello la misma fecha de fundación pro-puesta para Barcino, la cual se coloca hacia el inicio del último decenio antes del cambio deEra. Con ello la amplia datación dada para nuestro ejemplar, a partir de la etapa de desarro-llo de los gorgoneia tempranos, se limita a una fase avanzada del período augusteo.Finalmente, quisiéramos señalar su elevada calidad – teniendo en cuenta que se trata de unatalla en piedra local, que destaca de cualquier otra factura de los talleres autóctonos; esteaspecto, junto a su realización en un período no muy alejado del de construcción de la colo-nia, nos hace pensar en la posibilidad de que sea un trabajo de un artesano foráneo activoen los talleres de la localidad.En cambio, reconocemos la dificultad de datación de la pieza barcelonesa cat. n.º 9 (lám. 7b) y los dos gorgoneia marmóreos de Mataró (cat. n.º 38 a, lám. 16) y Llerona (cat. n.º 39,lám. 17). Respecto a la primera (cat. n.º 9, lám. 7 b), su talla es demasiado diversa a la delas demás para que éstas nos sirvan de referencia; como ellas, no ofrece contexto arqueoló-gico alguno, sino un marco de reutilización (muralla tardía de Barcino), y su factura muestraun marcado esquematismo en el rostro que impide su comparación con trabajos pétreosfechados y reconocidos del arte romano. Sólo como orientación, no creemos que se trate deun trabajo demasiado tardío (siglo I d.C.?), sino más bien de una simplificación de obradorlocal. Su respeto a los caracteres habituales, y antes tratados, en los gorgoneia julio-claudios,la falta de elementos indicativos de las nuevas aportaciones flavias, así como el trabajo defi-

Lámina 8. Cat. n.º 8 (fot. Museu d’Història de la Ciutat).

111 No hay más que comparar nuestra Gorgona con la organización de los volúmenes de los gorgoneia flavios anterior-mente citados como ejemplo (uide supra n. 87, 100-103.), para darse cuenta que éste se aviene mejor con la de los mas-carones gorgónicos del foro severiano de Leptis Magna (Floriani Squarciapino, 1974, láms. 25-40).

112 Cf. Bosch de Doria, 1998, p. 136, donde hace expresa la falta de una excavación sistemática para el mejor conocimientode la pieza. Este autor también la fija entre finales del siglo II y principios del III, aunque establece esta colocación porcomparación con la fecha, hoy corregida, que fijó A. Balil para el desarrollo y derivaciones del tipo en la península(Balil, 1979, p. 68 ss.).

113 Cf., por ejemplo, nuestros ejemplares con la ornamentación del frontón de la “Tumba de los Rabirii” de la Vía Appiade Roma (Eisner, 1986, n.º A14, lám. 13.3), o la del altar funerario de M. Antonivs Teres del Museo NazionaleRomano (Lombardi, 1981, p. 218 s., n.º III, 23).

114 Cf. esta ornamentación con la de los tallos laterales del altar de las guirnaldas de la Via Appia de Roma (Eisner, 1986,n.º A16, lám. 14.6).

115 Cf. nuestro ejemplar con otros ejemplos recogidos en Sinn, 1987, cat. n.º 31, lám. 13 a; Kockel, 1983, lám. 29 b; enéstos se simplifica el tipo de cuerdas generalmente usadas en la ornamentación del centro de los pulvini monumenta-les (como ocurre en infra cat. n.º 15 a-b, 17 y 18).

nido de los ornamentos vegetales del alargamiento lateral, y la ausencia de trépano, nosinducen a mantener esta impresión.En cuanto a las piezas de Llerona (cat. n.º 39, lám. 17) y Mataró (cat. n.º 38 a, lám. 16), la pri-mera no admite consideraciones estilístico-iconográficas por su estado de conservación dema-siado fragmentario, aunque la profundidad con la que se usa el trépano en su boca y perfil facialmás bien indica una datación avanzada. La segunda (cat. n.º 38 a, lám. 16) muestra un trabajomuy sumario, aunque la tendencia a la forma triangular del rostro, la importancia concedida alvolumen del cabello y la intención expresiva que se ha querido imprimir en los rasgos faciales,ya nos remiten a las tendencias introducidas en época flavia en los relieves del rostro gorgónico.Incluso la talla de compactas partes henchidas de volumen, organizadas en distintos y separa-dos niveles del relieve, que potencian el juego de claro-oscuro (la frente y el cabello en un salien-te primer plano, los ángulos de los ojos hundidos en el fondo), más el profundo agujero de tré-pano del iris de los ojos, son recursos estilísticos más propios de relieves posteriores, que nos lle-van por lo menos a la primera fase severiana111. Lógicamente, para poder ratificar esta datación,sería deseable confrontar estos datos estilísticos con otros de índole arqueológica, por hoyinexistentes112; no obstante, como veremos en el apartado III.2, su factura en mármol resulta otroindicio de su datación tardía. Una última consideración respecto a estos frentes con gorgoneia atañe a las representaciones situa-das en la cara delantera de los alargamientos laterales. Éstas, salvo en el caso anteriormente comen-tado de las escenas venatorias de índole mitológica (cat. n.º 3, lám. 3), y dos pulvini sin ornamen-tación en ese lugar (cat. n.º 7, lám. 7 a y 38, lám. 16), se caracterizan por una decoración a base demotivos vegetales. Más arriba ya hemos descrito el repetitivo esquema ornamental presente en laspiezas cat. n.º 4 a-b (lám. 4) y 5 a-b (lám. 5), el cual parece derivar de la decoración de frisos ysobre todo frontones de altares de formato normal y monumental113. Otro esquema semejante lomuestra la decoración del apéndice lateral del pulvinus cat. n.º 9 (lám. 7 b), aunque en este casoel motivo del centro del tallo vegetal, que parte de la cabeza gorgónica, parece más relacionadocon ornamentos vegetales para mobiliario o estatuaria de metal (escudos o torsos toracados),que con los motivos habituales en el relieve pétreo. Finalmente, los alargamientos de las piezascat. n.º 6 y 8 contienen ornamentos propios de los tallos laterales de los pulvinos, como lashojas acantiformes del cat. n.º 8 (lám. 8)114 y el ornamento de grandes hojas de acanto con losbordes entallados, envolviendo una típica foglie d’acqua y todo ceñido en el centro por dos cuer-das cruzadas diagonalmente del cat. n.º 6 (lám. 6)115. Esta clara asociación entre las máscaras gor-gónicas y las manifestaciones vegetales de la naturaleza, ya han sido reconocidas como signos

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Lámina 9. Cat. n.º. 18 (fot. Museu d’Història de la Ciutat).

116 Palleoti, 1988, p. 361.117 Gamer, 1989, p. 125 y 278.118 La Rocca, 1984, p. 91.119 Uide supra n. 113.120 Kockel, 1983, p. 117 s., lám. 35 b.

de fecundidad y renovación, así como de protección del sepulcro y del difunto en la vida deultratumba116.A parte de este grupo de frentes de pulvini protagonizados por gorgoneia, ya hemos indicadocon anterioridad que se podía establecer otro, caracterizado por una ornamentación a basede motivos vegetales. Éste está integrado por el pulvinus de Barcino n.º inv. 9588 del Museud’Arqueologia de Catalunya (cat. n.º 11) y los cuatro frentes pulvinares procedentes deTarraco (cat. n.º 30-33, láms. 11-13). Entre éstos se encuentra el único pulvino monumentalde Tarragona tratado por G. Gamer (cat. n.º 30, lám. 11). El círculo frontal de su pulvinus estáenteramente ocupado por una roseta sextapétala, de borde trilobulado y cuyo botón centralrepresenta una pequeña cabecita con rasgos de retrato; la semejanza de su peinado con losde las imágenes de Faustina Minor, Lucilla o Crispina llevaron a este autor a situar la piezatarraconense a finales del siglo II d.C.117 Las tres piezas restantes no poseen elementos crono-lógicos tan indicativos; no obstante, el trabajo menos saliente de los volúmenes y la falta deljuego de claro-oscuro presente en este ejemplar, ya son señales de una datación bastante mástemprana, al menos por lo que respecta a los pulvini tarraconenses cat. n.º 31 y 32 de nues-tro catálogo. Este último (cat. n.º 32, lám. 13) muestra una flor comprendida en el marcocircular del frente del pulvinus. Ésta se conforma de un doble orden de hojas. El del primerplano tiene cuatro pétalos lanceolados, muy semejantes a las comúnmente llamadas foglied’acqua118, dispuestos en forma de cruz respecto al botón central, el cual no se conserva; elnervio que parte los pétalos a lo largo viene marcado por el corte oblicuo que desde el extre-mo de la hoja baja hasta su interior, asimismo, y a pesar del mal estado de conservación dela superficie, se adivina el típico borde perfilado de estas hojas. Igualmente, contorneadosson los pétalos del orden inferior, los cuales se alternan con los anteriores, pero son másanchos. Un modelo de flor parecido se halla en los pulvini de la anteriormente referida“Tumba de los Rabirii”de la Vía Appia de Roma119, o en el de la tumba Norte 3 de la Puertade Herculano en Pompeya120. El hecho de que su factura se avenga bien con la de estos ejem-

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121 Kockel, 1983, p. 53 ss., lám. 8 c y e.122 Cf. La Rocca, 1984, p. 92.123 Un pulvino con una ornamentación floral muy similar lo hallamos en el Museo de Treveris, procedente de Neumagen,

lugar asimismo con una fuerte influencia de los modelos itálicos (Esperandieu, 1907, vol. VI, p. 390, n.º 5199; vonMassow, 1932, láms. 1 a 2).

plares y la de los pulvini cat. n.º 13 y 14 de la tumba de M. Porcius M. F. de Pompeya121 nosinduce a proponer una datación hacia el cambio de Era, que alargamos hasta la primeramitad del siglo I d.C. porque su mal estado de conservación y falta de otros datos coinci-dentes no nos permiten ajustarla más. Respecto al pulvino cat. n.º 31 (lám. 12), éste se cons-tituye por una roseta de tres órdenes, con botón abultado central. El primer y segundo orde-nes se componen por 5 y 10 hojas, respectivamente, con los bordes entallados, parecidas alas que centran las volutas acantiformes de los frisos relivarios; el tercer orden asoma entrelas hojas del anterior y muestra la punta lanceolada de las foglie d’acqua. No hemos halladoparalelos ajustados a esta forma floral, pero no cabe duda de que se trata de una de las múl-tiples variantes de pulvini con rosetas en su frente circular. Su talla elegante, con el borde delos pétalos bien delimitado y finamente separado del orden inferior, así como el modeladode las hojas laterales y el fino trabajo del follaje imbricado del frente del alargamiento late-ral, nos inducen a colocar este ejemplar en época JulioClaudia122. Algo más tardía considera-mos la datación del pulvinus floral de Barcelona (cat. n.º 11). Nos hallamos de nuevo anteuna roseta de tres ordenes sextapétalos, con bulbo nervado central123. Los dos órdenes supe-riores forman una superposición de pétalos lobulados con nervio central; el tercero muestrala punta de hojas lanceoladas asomando entre los pétalos de los órdenes anteriores. Su tra-bajo poco definido en el borde de los pétalos, y la talla compacta y profunda de las hojaslaureadas de la cara lateral de la pieza, la cual es muy próxima a la de los tallos de los pulvi-ni de las piezas integradas en nuestro cat. n.º 3 (lám. 3) – que hemos fechado en época adria-nea –, son indicios de una datación intermedia entre las dos piezas anteriores y el pulvinotarraconense con la cabeza de retrato: quizá de la primera mitad del siglo II (?). Muy similara la iconografía de este frontal barcinonense (cat. n.º 11) parece ser el frente pulvinar tarra-conense restante (cat. n.º 33), a juzgar por las fotografías publicadas por Sánchez Real en elBoletín Arqueológico de 1948. Como los frentes con representaciones gorgónicas anteriores, estos frontales con ornamen-tación vegetal también muestran una clara dependencia iconográfica de los modelos itálicos,bien sea de la iconografía de piezas similares, bien sea de la imaginería de la arquitecturamonumental.

II.2. Partes dorsales de pulvini

En este apartado se incluyen once ejemplares, diez de Barcelona (cat. n.º 1 e-f, lám. 1; 3 f y3 j, lám. 3; 12 a-b, 13, 14 a, 28 a y 29 a) y una de Tarragona (cat. n.º 34, lám. 14). La prác-tica totalidad de estas piezas muestran su lado posterior simplemente desbastado y sin orna-mentación. Un extremo de su lateral tiene un borde moldurado, más o menos complejo,como indicativo de la terminación del tallo lateral del pulvino; por tanto, en este mismolado, y a continuación de este extremo perfilado, se observa el arranque de la ornamentación– habitualmente vegetal – que se extiende por la cara lateral visible del pulvino. Los núme-ros de cat. n.º 1 e y f (lám. 1) son los únicos cilíndricos y muestran una elegante termina-ción como si se tratara de un largo tallo liso, compartimentado horizontalmente por cana-

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Lámina 10. Cat. n.º 23. (fot. Museu d’Història de la Ciutat).

les en forma de media caña; concluye con una moldura no muy ancha, saliente y lisa. Lasdemás corresponden al tipo con alargamiento lateral, y destaca el dorso de Tarragona (cat.n.º 34, lám. 14), por su rica terminación a base de una estrecha moldura lisa, precedida porotra con parte central ancha, limitada por dos perfiles más finos, a modo de imitación de lascintas o taeniae que sujetaban los fajos de hojas lanceoladas que solían constituir la orna-mentación de los laterales pulvinares. Las piezas cat. n.º 3 f y j (lam. 3), 14 a y 28 a mues-tran un similar borde redondeado y liso como simple conclusión de la ornamentación deltallo de los pulvinos, que en cat. n.º 3 f y j y 28 a es a base de la superposición escalonadade hojas de laurel con nervadura central, y en cat. n.º 14 a, una decorativa abstracción de lahabitual imbricación de hojas lanceoladas. Las piezas números 12 a y b se caracterizan porel tosco borde saliente que acaba con la acostumbrada decoración de hojas imbricadas. Elfragmento cat. n.º 29 a tiene una importante terminación, con doble moldura escalonada enel borde, seguida por largas incisiones paralelas, y finalmente el ejemplar cat. n.º 13 destacapor su ausencia total de ornamentación. Es posible que esta pieza estuviera inacabada, porlo que también podría corresponder a un frontal. Sin embargo, éste procede de la murallaromana, por lo que fue reutilizada después de haber sido usada como pieza tumbal, en unanecrópolis próxima al muro defensivo tardío de la ciudad. Puesto que se puede deducir quela pieza hubo servido como parte de un altar monumental, es más lógico que se hubieradejado sin labrar una parte trasera, que una destinada a un lugar principal. Por ello consi-deramos más plausible que se trate de una pieza dorsal.

II.3. Tallos laterales de pulvinos

Conservamos 37 fragmentos de este tipo de piezas, 26 proceden de Barcelona (cat. n.º 1 c-d, lám. 1; 3 c-e y 3 g-i, lám. 3; 14 b-d; 15 a-b; 16 a-b; 17-27, 28 b-f y 29 b), tres de Tarragona(cat. n.º 35, lám. 15; 36-37), uno de Mataró (cat. n.º 38 b, lám. 16) y otro de Llerona (cat.n.º 40, lám. 18). Los de Barcino destacan por su forma cilíndrica, menos de la cara a colocarencima del cuerpo del altar, que es plana, para facilitar su montaje y estabilidad. Ello noquiere decir que correspondieran a pulvinos cilíndricos, sino que, por lo general, las piezaslaterales se tallaban de esta forma “acortada”, mientas que las frontales y las dorsales con-servaban el alargamiento lateral; entonces, todas ellas, menos cat. n.º 1 c y d, debían perte-

363Los altares monumentales con pulvini del nordeste peninsular

Montserrat Claveria364

necer a altares coronados por pulvini con apéndices hacia el centro. Los de Llerona y Matarósiguen esta misma forma, mientras que los de Tarragona mantienen el alargamiento lateral. Por los fragmentos conservados se deduce que, en los talleres de Barcino, se solía reservarla ornamentación más rica de estos ejemplares, para el centro del pulvinus. Ésta acostum-bra a estar protagonizada por las cuerdas que anudan las hojas del tallo del pulvino. Pero,por lo general, las representaciones de estas piezas no son muy fastuosas, no llegando algrado de desarrollo ornamental del pulvinus del Cenotafio de Agripa124, o el del altar deAmelia de Nimes125, ni tampoco de algunos del sur peninsular126. Cabe notar, además, que susadornos se observan plenamente conformes con la iconografía y organización de los moti-vos aplicados a las piezas de este tipo en el mundo itálico, aunque para algunos ejemplaresno hallemos paralelos ajustados respecto a su ornamentación. Éste es el caso del pulvinocompuesto por los dos fragmentos cat. n.º 15 a-b, cuyo centro muestra un haz de foglie d’ac-qua limitado por una cuerda en cada extremo, y sujetadas por tres cuerdas unidas medianteel signo protector del nudo de Heracles. Este motivo parte en dos el habitual ornamento delas hojas imbricadas con nervio central, las cuales corren simétricamente desde dicho moti-vo central, el largo restante de pulvinus. Una distribución similar de las hojas traslapadas seobserva en las piezas cat. n.º 17 y 18 (lám. 9) de nuestro catálogo, aunque esta vez partende un balteus conformado a base de tres junquillos en forma de cuerda dispuestos paralela-mente, que dejan entre ellos dos anchas bandas sin labrar; este motivo apela al reflejado endos pulvini conservados en el Museo Nazionale Romano127, donde las dos bandas entre lascuerdas no son lisas sino rellenas de hojas imbricadas más pequeñas y en un sentido per-pendicular al de las del resto del pulvinus. Las dos piezas (cat. n.º 17-18) son tan semejantesque creemos que pertenecieron a un mismo altar monumental. Un ornamento similar, peromás rico, lo hallamos en los tallos pulvinares de nuestro cat. n.º 3 (lám. 3); ahí observamosun balteus formado por dos baquetones flanqueados por dos cuartos de bocel tallados con

124 La Rocca, 1984, láms. 17-18.125 Varène, 1970, p. 109.126 Vid., por ejemplo, Beltrán Fortes, 1990, n.º 1; id., 2004, fig. 39; id. fig. 41; Beltrán Fortes, 1990, n.º cat. 7, fig. 18.127 Pettinau, 1984, p. 489, XV 44; Bonanome, 1984, p. 544 s., XXV, 10.

Lámina 11. Cat. n.º 30 (fot. Museu Nacional Arqueológic de Tarragona, neg. 12428).

Lámina 12. Cat. n.º 31 (fot. Museu Nacional Arqueológic de Tarragona, neg. 12426).

Los altares monumentales con pulvini del nordeste peninsular 365

hendiduras diagonales, imitando el trenzado de una cuerda. Más sencillo es el motivo cen-tral del fragmento cat. n.º 19 a base de un cuarto de bocel tallado a modo de cuerda delque parten simétricamente hojas lanceoladas, con nervio central y disposición imbrica-da128. Finalmente, destaca el fragmento cat. n.º 20 por su calidad e iconografía. Éste mues-tra una talla profunda y en varios planos de las hojas lanceoladas, dispuestas de modoimbricado. El balteus, por cierto muy deteriorado, parece conformado por dos bandasparalelas, entrecortadas por hendiduras más bien juntas, muy probablemente para simu-lar una cuerda; éstas aprisionan largas hojas, cuya punta lanceolada asoma por el otro ladode una de las bandas. Por debajo de la parte inferior de ésta misma pasa otra banda lisa,sujetando el resto de hojas imbricadas del fragmento en sentido diagonal. La factura deeste ejemplar difiere notablemente del resto de laterales conservados. Se advierte el uso deltrépano entre las hendiduras que separan las hojas, lo cual junto con el juego de claros-curo y el marcado volumen de las hojas, nos induce a no considerarlo demasiado tem-prano y a colocarlo, por lo menos, en el período flavio. El resto de las piezas barcinonenses (cat. n.º 21-27, 29 b) tienen la típica imbricación dehojas lanceoladas con nervio central. Una abstracción de este esquema típico para lostallos de pulvini aparece en los fragmentos de cat. n.º 14 c-d, los cuales muestran un entra-mado vegetal muy geometrizado, destacándose por esto de todos los demás; su forma ymedidas muy parecidas, además de su ornamentación, permite asegurar que, junto a lapieza 14 a, pertenecieron a un mismo altar monumental.

128 Parecido a la estructuración del fragmento de pulvinus de Las Eras de Ontur (Abad Casal – Abascal Palazón – SanzGamo, 2002, p. 272 n.º 11 y fig. 9), aunque aquí está mejor trabajado.

Lámina 14. Cat. n.º 34 (fot. Museu Nacional Arqueológic de Tarragona, neg. 12429).

Lámina 13. Cat. n.º 32 (fot Museu Nacional Arqueológic de Tarragona neg. 12430).

129 Los fragmentos pulvinares del cenotafio de Agripa (La Rocca, 1984, p. 92, lám. 17), los pulvini n.º 124734 (Pettinau,1984, p. 486 s., XV, 42), XV, 44 (ibid., p. 489) y XXV, 18 (ibid., p. 550) del Museo Nazionale Romano, comparadoscon el pulvinus del Ara Ditis Patris et Proserpinae en el Tarentum, fechado en época augustea.

130 Esperandieu, 1907, vol. VI, p. 372, n.º 5174; p. 378 s., n.º 5177; p. 383, n.º 5183.131 Uide supra n. 64.132 Cf. con el pulvinus de Neumagen (Esperandieu, 1907, p. 397, n.º 5216), o el del altar de Amelia de Nimes (Varène,

1970, p. 109).133 Beltrán Fortes, 1991, p, 177 ss.

Para acabar con el análisis de estos fragmentos, debemos señalar que se pueden distinguirtres tipos principales de talla entre estos laterales pulvinares barceloneses, a parte de los tra-bajos más puntuales de los fragmentos cat. n.º 20 y 14 a-d., los cuales ya hemos tratado condetalle más arriba. El primer tipo se halla en los fragmentos cat. n.º 19, 23 (lám. 10) y 29 a-b, y se caracteriza por las hojas lanceoladas, con borde realzado e interior de la hoja en relie-ve ascendente hasta el nervio central, que destaca como punta saliente. Una forma muy simi-lar también se encuentra en la cara lateral del frente pulvinar con gorgoneion cat. n.º 6 (lám.6), que hemos fechado por estilo e iconografía en época augustea. El borde perfilado es recu-rrente en pulvini itálicos fechados en el período del cambio de Era129, aunque los volúmenesinteriores de las hojas son más planos. Así aparece, también, en varios pulvini de la GermaniaInferior130, fechados hacia mediados del siglo I d.C.131, los cuales tienen un trato de los volú-menes más parecido al de nuestros ejemplos. Estos indicios por lo menos apuntan hacia unadatación más bien temprana para estas piezas con una perduración que, como mucho, nosituaríamos más allá de finales del siglo I d.C. El segundo tipo es más difundido y se hallaen los ejemplares cat. n.º 15 a-b, 16 a-b, 17-18 (lám. 9), 21-22, 24-27. Éste se distingue porsus hojas de punta más redondeada, sin perfilado saliente en su borde, volumen crecientedesde el extremo de estas hasta el puntiagudo nervio central, pero en general las hojas pre-sentan volúmenes más finos132; un ejemplo parecido sería el tallo pulvinar del mausoleo lon-dinense de Iulius Classicianus133, fechado hacia el 61 d.C. El mismo tipo de imbricado vegetal seencuentra también en los frentes gorgónicos barceloneses cat. n.º 4 a-b y 5 a-b (lám. 5), 7 (lám.7 a) y 10, los cuales hemos reunido bajo una misma tendencia de taller, y colocado en épocajulio-claudia. El tercer tipo viene representado por los laterales pulvinares de las piezas integra-das en el cat. n.º 3 (lám. 3), los fragmentos cat. n.º 28 a-f, así como la cara lateral del frente conornamentación vegetal cat. n.º 11. Le caracterizan las gruesas, grandes y largas hojas de bordesemicircular, con nervio marcadamente inciso, y disposición no imbricada de las hojas, en filassuperpuestas y escalonadas. La talla de la hoja es bastante más sumaria que la prototípica de losdos tipos anteriores. Indicios cronológicos para este tercer grupo son los frentes pulvinares delcat. n.º 3 (lám. 3), los cuales, como hemos visto, tienen una Gorgona dependiente de modelosadrianeos, y también el marcado juego de claroscuro, elementos que alejan este tipo de las fasestempranas y medias del período de uso del altar monumental en la Península Ibérica, y que yale sitúan en la época flavia. Ciertamente, los detalles de los tallos analizados hasta aquí, no sonsuficientes para establecer cronologías más concretas; más bien las entendemos como indicati-vos que nos permiten entrever que los dos primeros tipos pertenecen a fases más tempranas queel tercero, dentro del período actualmente aceptado para la introducción y expansión del altarmonumental en la península.Muy relacionados con los tallos pulvinares barceloneses, y concretamente con los del tercertipo, son los dos fragmentos de Mataró (cat. n.º 38 b, lám. 16) y Llerona (cat. n.º 40, lám.18). Aunque el de Mataró tenga una factura bastante más cuidada que el de Llerona, ambos

366 Montserrat Claveria

Lámina 15. Cat. n.º 35 (fot. Museu Nacional Arqueológic deTarragona, neg. 12427).

Lámina 16. Cat. n.º 38 (fot. M. Claveria).

muestran una clase de hoja de características similares a las del tercer grupo barcelonés, tam-bién con marcado claroscuro, lo cual evidencia una cierta dependencia formal e iconográfica(piénsese también que ambos tienen gorgoneia en los frentes de sus pulvinos: cat. n.º 38 a y39), que no estilística, respecto a los talleres de Barcino; al mismo tiempo ello indica una cro-nología asimismo tardía.Como sucede con los frentes de pulvinos, también en cuanto a los laterales Tarraco ofrece untipo de productos distintos respecto a los de Barcino, aunque ambos parten de las directricesitálicas. El cat. n.º 35 (lám. 15) pertenece al tipo de pulvini con alargamiento lateral. El bal-teus esta conformado a base de cuatro junquillos anudados mediante el símbolo protectordel nudo de Heracles. Sus hojas imbricadas son de forma lobulada en sus extremos y connervio central cincelado, no inciso; el trabajo de las hojas es delicado en el paso a las distin-tas capas del relieve y las hojas son bastante finas y bien delimitadas. Sin duda se trata de lapieza de más calidad de nuestro catálogo. Hojas lobuladas, aunque no iguales, las hallamosen el pulvinus del cenotafio de Agripa. La cronología de esta pieza no se puede fijar con cri-terios estilísticos; sin embargo, el escaso saliente de las hojas, su modelado cuidado y auste-ro nos induce a considerarlo temprano, y a situarlo entre finales del siglo I a.C. y, como muytarde, la primera mitad del siglo I d.C. El fragmento cat. n.º 36 también formó parte de unpulvinus con alargamiento lateral. Su ornamentación a base de hojas imbricadas, pronuncia-damente lanceoladas y con nervio central a modo de junquillo, se enriquece con la talla deanchas bandas perfiladas a lo largo, en disposición diagonal. Su trabajo de corte seco y volú-menes finos nos inclina a mantener la pieza en el período julio claudio, y no en su fase mástardía. Lo mismo consideramos del fragmento cat. n.º 37, similar en la forma y disposiciónde las hojas, pero divergente en el trato más abultado de los volúmenes. Como en el primertipo de los tallos barcelonenses, también aquí se observa el borde de las hojas perfilado, aun-que el nervio central se marca en el centro de dos incisiones y su deficiente estado de con-servación le hace parecer más basto.

367Los altares monumentales con pulvini del nordeste peninsular

Montserrat Claveria368

III. OTROS ASPECTOS Y CONSIDERACIONES FINALES

III.1. Barcino

Como ha quedado de manifiesto, el conjunto más numeroso de las piezas catalogadas pro-cede de Barcino. Considerando su lugar de hallazgo se pueden distinguir dos grupos. El pri-mero lo conforman las piezas conservadas en el Museu d’Arqueologia de Catalunya, que fue-ron las primeras conocidas y publicadas134; para muchas de ellas no se precisa el lugar dehallazgo, sin embargo, a juzgar por las noticias que A. Elías de Molins, E. Albertini y A. Balil135

nos proporcionan sobre las piezas de escultura arquitectónica de los fondos antiguos de estemismo museo, podríamos deducir su procedencia del desmonte y demolición del tramo dela muralla romana, y algunos edificios colindantes, en su sector meridional, aproximada-mente entre la calle del Call y el extremo sudeste de la calle Regomir. Estas piezas nos permi-ten reconocer por lo menos seis altares funerarios distintos: así, el perfecto encaje de los frag-mentos correspondientes a nuestro cat. n.º 3 (lám. 3) permite la reconstrucción de un coro-namiento de altar con pulvini, del tipo de alargamientos laterales, prácticamente completo.Estos fragmentos fueron hallados reutilizados formando parte de los cimientos del conventode la orden de la Compañía de María, posiblemente en 1846, al derribar la parte de éste máspróxima a la muralla romana, para abrir la actual calle Ferran, que lleva a la plaza de SantJaume. Este coronamiento estuvo montado durante mucho tiempo en una de las salas del

Lámina 17. Cat. n.º 39 (fot. Museu de Granollers).

134 Uide supra n. 6-9.135 Elías de Molins, 1888, n.º 22; Albertini, 1911-1912, n.º 172-175 y 223; Balil, 1961, p. 82-89; vid., además, Portabella,

1996-1997, p. 158.

Los altares monumentales con pulvini del nordeste peninsular 369

museo junto a la reconstrucción, asimismo ficticia, de otro altar con el coronamiento originalde pulvini en forma de plutei exentos, correspondientes a nuestro cat. n.º 1 a-f (lám. 1). De untercer altar da cuenta el pulvinus cat. n.º 10, y de un cuarto, el pulvino cat. n.º 11, al cual muyprobablemente también pertenezcan los tallos pulvinares recogidos bajo el cat. n.º 28 a-f. deeste catálogo. La peculiar ornamentación de los tallos cat. n.º 14 a-d136, no presente en las pie-zas barcinonenses restantes, revela un nuevo altar, y un sexto monumento de este tipo vieneindicado por los dos tallos, asimismo únicos en estilo, recogidos bajo el cat. n.º 29 a-b137. Deeste mismo sector proceden otros restos pertenecientes a escultura arquitectónica funeraria, asaber, los frisos con roleos vegetales y motivos antropomorfos n.º inv. 19015 y 19009 de estemismo museo, asimismo hallados reaprovechados en la muralla romana, junto a la calleAvinyó138, y los cuatro fragmentos relivarios con roleos acantiformes, encontrados en el mismolugar, junto a capiteles y fustes de columnas139. Aunque los frisos de este tipo se hayan docu-mentado utilizados en monumentos funerarios en forma de altar140, no creemos que estosfragmentos del Museu d’Arqueologia de Catalunya formaran parte de éstos, ya que por los res-tos de fustes, capiteles, grandes sillares de base moldurada o de arquitrabe y de alerones condentículos y ovas, más bien parece que hubieron pertenecido a un monumento tipo edículacomo el de Rufus en Sardina, o el de la Porta de Nocera en Pompeya, por citar algún ejemploorientativo141.El segundo grupo de piezas barcelonesas lo constituyen aquellas que proceden del sector dela muralla romana del otro extremo, partiendo de la puerta decumana del noroeste hasta ladel cardo máximo del nordeste, con algunos hallazgos en las torres del lado este de la mura-lla entre las calles de Sotstinent Navarro y Baixada Viladecols. En su mayoría, éstas se hallanconservadas en el Museu d’Història de la Ciutat, y fueron excavadas entre 1943 y 1968 porJ. Serra Ràfols y A. Duran i Sanpere142; su notable número indica una zona cementerial ricaen esta clase de monumentos por las inmediaciones extramuros de este sector septentrionalde la muralla. De los cimientos de la torre n.º 6, la poligonal del inicio de la calle Tapineriaque marca el punto de inflexión entre el lado noroeste y norte, proceden los frentes pulvi-nares cat. n.º 7 y 9 (lám. 7 a-b.)143, los cuales son tan diferentes uno del otro que dan cuen-ta de dos altares distintos. De este mismo lugar también procede un pulvinus sin ornamenta-ción, que por los dibujos de M. Ribas144 parece corresponder al dorsal cat. n.º 13, y cuyasmedidas son bastante parecidas al anteriormente citado cat. n.º 7 (lám. 7 a), aunque faltandatos para corroborar esta relación. Muchos de los bloques pétreos reutilizados en loscimientos de esta torre son fragmentos de muros de cierre de recintos funerarios de secciónsemicircular145, y entre el relleno de la misma torre se han recuperado varias inscripciones

136 Para el anàlisis estilístico e iconográfico de estas piezas uide supra p. 362 s., 365 s.137 Uide supra p. 365.138 Museu d’Arqueologia de Catalunya n.º inv. 19015: Albertini, 1911-1912, p. 415-417, n.º 161 a, fig. 181; Puig i Cadafalch,

1934, p. 202, fig. 256; Balil, 1958, p. 297 ss. lám. I.1; id., 1961, p. 84 s. Museu d’Arqueologia de Catalunya n.º inv.19009 (anteriormente 723): Albertini, 1911-1912, p. 415-417, n.º 161 e, fig. 185; Puig i Cadafalch, 1934, p. 202, fig.259; Balil, 1958, p. 297 ss. lám. I, 2; id., 1961, p. 84 s., fig. 59.

139 Museu d’Arqueologia de Catalunya n.º inv. 19009 (anteriormente n.º 719-722): Albertini, 1911-1912, p. 415-417, n.º 161b-d, figs. 182, 184 y 186; Puig i Cadafalch, 1934, p. 202, fig. 258 s.

140 Gros, 2001, p. 396 ss.141 Ortalli, 2000, p. 209 ss.; Gros, 2001, p. 399 ss.; von Hesberg, 1994, p. 144 ss.142 Uide supra n. 11.143 Duran Sanpere, 1969, p. 51 ss.144 Cf. Duran i Sanpere, 1969, figs. 10-11.145 Ibid., fig. 11, n.º 1, 2, 3?, 6,7, 11, 14, 19 y 20.

Montserrat Claveria370

funerarias de entre los siglos I y III d.C.146, así como un friso esculturado con una máscara tea-tral, de cuyo tocado arranca una guirnalda de frutos y hojas, con una roseta en su luneta; enel lado lateral de esta pieza se conserva el cuerpo retorcido de un monstruo marino147. Ladiversidad de tipos y fechas de este material reutilizado poco ayuda respecto a la restitucióny conocimiento de la cronología de los altares barcinonenses; no obstante, la comparaciónde estos materiales con otros monumenta del tipo mejor conservados148, y el hecho de que pre-cisamente en esta torre se hallen tres piezas correspondientes de modo seguro a altaresmonumentales, nos inducen a considerar el friso y los fragmentos de cierre de recinto fune-rario como posibles piezas pertenecientes a este tipo tumbal. De hecho, el número de frag-mentos de muros de borde redondeado, es decir de cierto lujo, limitadores de recintos fune-rarios es elevado, del mismo modo que lo es también la nómina de piezas pertenecientes aaltares monumentales en esta área.En la torre n.º 8 de este mismo sector de la muralla romana fue exhumado el frente de pul-vinus cat. n.º 4 b por A. Duran Sanpere, en 1943; el 24 de marzo del año siguiente J. SerraRàfols hallaba en la misma torre el frente cat. n.º 5 b (lám. 5), así como el fragmento de tallo

146 IRC, IV Barcino, n.º 216, 239, 247-8, 267, 269, 275, 289, 295 y 300.147 N.º inv. 2991 del Museu d’Història de la Ciutat. Duran i Sanpere, 1969, p. 55 s., fig. 7; Balil, 1961, p. 90; Serra Ràfols,

1964, p. 16 s.; id., 1967, p. 133; Balil, 1981, p. 12, lám. IV, 1; Raya, 1993, p. 99, fig. 1a.148 Uide, por ejemplo, el friso de “la tumba de las guirnaldas” de la Vía Appia de Roma (uide supra n. 114), o los de algu-

nas piezas de altar monumental de Neumagen (Esperandieu, 1907, n.º 5174; von Massow, 1932, p. 112-117, n.º 167-168, figs. 61 y 67, lám. 19 s.).

Lámina 18. Cat. n.º 40 (fot. M. Claveria).

Los altares monumentales con pulvini del nordeste peninsular 371

de pulvino cat. n.º 24; es muy probable que las dos últimas piezas correspondan al mismoaltar, e incluso se han publicado juntas, al parecer montadas149, aunque por el momento nohemos podido corroborar su relación personalmente. Las correspondientes parejas de estosfrentes pulvinares, cat. n.º 4 a (lám. 4) y 5 a, se documentan en sendas fichas del Museud’Història de la Ciutat como asimismo halladas en la muralla romana, pero anteriormente alas excavaciones de 1959, sin concretar dónde. Sin embargo, es posible que todos procedie-ran de la misma torre, a juzgar por la referencia que les hace J. Serra Ràfols, en su publica-ción de 1964, al tratar el material de esta torre: …”Después aparecieron restos correspon-dientes por lo menos a dos sepulcros monumentales en forma de torre de planta cuadran-gular, rematados por piezas cilíndricas colocadas horizontalmente, decoradas con escamas uhojas imbricadas y terminadas por sus extremos con cabezas de Medusa en relieve. (…) estosrestos (entre los que figuran cuatro faciales de Medusa)”…150. Esto nos ha llevado a conside-rar dos posibilidades: que los cuatro frentes pulvinares correspondan a dos altares distintos:cat. n.º 4 a y 4 b a uno, y cat. n.º 5 a y 5 b a otro, como podría pensarse a simple vista tenien-do en cuenta los ejemplos de altares con cuerpo en forma de “dado” mejor conservados151, oque los cuatro pertenezcan a un solo altar. Contemplamos esta última posibilidad por elhecho de que los cuatro pulvini responden a un mismo modelo iconográfico, medidas pare-cidas e idéntico estilo como hemos tratado anteriormente152, mientras que se observa que latónica dominante es que los ornamentos de los frentes de los altares monumentales, aúnsiendo parecidos, se distinguen entre sí, repitiéndose solo en los pulvini de un mismo altar,como si dentro de una cierta homogeneidad del tipo se buscara un toque de distinción; porello es posible que en este caso, por el lugar que ocupara este presunto altar (bien visible dediversos lados) o para hacerlo más monumental, se hubieran decorado las cuatro caras de sucoronamiento, como sucedería habitualmente con el tipo más tardío de altares monumen-tales monolíticos que coronaban la cámara sepulcral153. De hecho pocos altares de tipo adado, es decir con la cámara sepulcral constituyendo el mismo cuerpo cuadrangular del altar,como sería el caso de nuestros ejemplares, se han conservado completos, por lo que no sepuede comprobar si este caso fue normal.En esta torre también se hallaron cuatro aras inscritas, fechadas entre la segunda mitad delsiglo II y principios del siglo III154, dos epígrafes en piedra de Montjuïc – como la mayoría depiezas funerarias de Barcino, incluidas las aras anteriores y nuestros pulvini –, pertenecientesa la época augustea y al siglo I d.C.155, y un tercero del mismo material dedicado al centurión

149 Duran i Sanpere, 1973, tercera fig. entre p. 32 y 33. Otros dos fragmentos de tallos pulvinares que encajan perfecta-mente entre ellos (cat. n.º 16 a-b) fueron hallados por el mismo arqueólogo entre 1943-1944 en la muralla romana,aunque no se determina dónde; el estrecho parecido con el fragmento anterior, así como la coincidencia de fechas yarqueólogo, nos ha llevado a pensar que todas ellas pertenecieran a un mismo altar, sin embargo las medidas de cat.24 y cat. 16 a-b no coinciden lo suficiente para defender este extremo; vid. Serra Ràfols, 1967, figs. en p. 134.

150 Cf. Serra Ràfols 1964, p. 18-23 y, especialmente, p. 20 donde figura esta cita textual; cf. también Serra Ràfols, 1959,p. 133.

151 Por lo que respecta a este tipo de altares monumentales, que fue el primero en desarrollarse en Italia en las postrime-rías del siglo II a.C., vid. La Rocca, 1984, p. 92 s.; von Hesberg, 1994, p. 197-202, y, sobre todo, Gros, 2001, p. 388 s.y 392-399.

152 Uide supra p. 353 y n. 78.153 Respecto a este segundo tipo de altares monumentales coronados por pulvini documentado a partir de finales del siglo

I d.C. vid. La Rocca, 1984, p. 93 s.; von Hesberg, 1994, p. 203-205, y, especialmente, la síntesis de Gros, 2001, p. 440-443.

154 Serra Ràfols, 1964, p. 22 s.; IRC, IV Barcino, n.º 201, 257.155 IRC, IV Barcino, n.º 223 y 59, respectivamente.

156 Serra Ràfols, 1964, p. 20-22; IRC, IV Barcino, n.º 44.157 Cf. Gros, 2004, p. 395; Beltrán Fortes, 2004, p. 136 s.158 Uide supra n. 155.159 IRC, IV Barcino, n.º 265.160 Puig i Cadafalch, 1909, p. 99, 221-222, fig. 98; Albertini, 1911-1912, p. 417, n.º 162, fig. 187; Puig i Cadafalch, 1934,

p. 202 s., fig. 258.161 Cf. Torelli, 1968, p. 32 ss.; Gros, 2001, p. 394 s.162 Albertini,1911-1912, p. 413 s., n.º 156-157, fig. 176 s.

Publius Audifius156; esta última inscripción fechada en el segundo cuarto, o mediados del sigloII, fue atribuida por J. Serra Ràfols a los restos de altares monumentales anteriormente indi-cados (cat. n.º 4 a-b, 5 a-b). Esta asimilación es sugerente, si tenemos en cuenta que variosmonumentos de esta índole, sobre todo los más tempranos, han sido relacionados con lacolonización militar157. Sin embargo, esta asociación no es exclusiva y además fue diluyén-dose con el paso del tiempo (esta inscripción ya es bastante tardía para la difusión y uso deeste tipo de monumentos), y Serra Ràfols no aporta las pruebas suficientes para sostener estacorrespondencia; ya hemos visto en la torre anterior que materiales de distintos monumen-tos se hallaban reutilizados como sillares casi contiguos y que de otras piezas que debieronpertenecerles no queda rastro alguno. También en esta misma torre hay otras inscripcionesfunerarias158 que por fecha se avienen mejor con el estilo de estos pulvini, aunque por lasincertidumbres que por lo general conllevan los materiales reutilizados, lógicamente, nopodemos proponer esta posibilidad.Otros ejemplares de este mismo sector de la muralla son el fragmento de tallo lateral cat. n.º20, hallado en 1963 en la torre n.º 16, y, más al este se exhumó otra parte de un lateral depulvino distinto (cat. n.º 25), en las excavaciones de la calle Sotstinent Navarro. En la torrede planta semicircular que marca el punto de inflexión entre los lados este y sudeste de lamuralla J. Serra Ràfols desenterró el frente de pulvinus cat. 8, en las excavaciones de 1968, asícomo una inscripción muy deteriorada159 que poco aporta a nuestro material. Finalmente, setiene constancia de que varias piezas de nuestro catálogo fueron exhumadas en este sectorseptentrional de la muralla, en excavaciones realizadas anteriormente a 1959, pero se desco-noce el lugar concreto de su hallazgo; estas piezas son el frente pulvinar cat. n.º 6 (lám. 6),los dorsales cat. n.º 12 a-b, y los tallos laterales cat. n.º 15 a-b, 17, 18 (lám. 9), 19, 21, 22,23 (lám. 10) y 26.En este mismo sector se han encontrado otros materiales que por su pertenencia a la esculturaarquitectónica deberíamos mencionar. A parte del friso con guirnalda y máscaras teatrales cita-do más arriba al tratar los hallazgos de la torre número 6, dos fragmentos de otro friso fuerondescubiertos en 1872 en el lado este de la muralla, junto a la calle de la Baixada de Viladecols.Se trata de dos piezas de un friso dórico de piedra de las canteras de Montjuïc, con máscaras enlas metopas, n.º inv. 19012 y 19013 del Museu d’Arqueologia de Catalunya160. El uso de frisosdóricos en monumenta de la clase que tratamos está bien documentado, precisamente en los detipo a dado más tempranos161, por lo que se avendría con los frentes pulvinares más antiguos deBarcino; no obstante, debemos tener muy presente que estos dos fragmentos de friso se exhu-maron junto a capiteles y otros restos escultóricos, como un torso y el borde de la túnica y lospies de esculturas en bulto redondo, con la iconografía típica de los retratos funerarios162.Ciertamente, estos vestigios son más propios de un monumento sepulcral en forma de edícu-la, que de un altar. Los restos de altares monumentales más cercanos son el frente de pulvinuscat. n.º 8 (lám. 8), procedente de la torre n.º 33 y cuya datación nos lleva a época adrianea,

372 Montserrat Claveria

163 Aparte de los mencionados en n. 145, procedentes de la torre n.º 6, contamos hasta 14 fragmentos en la torre n.º 23(Serra Ràfols, 1964, p. 47, fig. de la p. 46) y suponemos que se pudieron haber encontrado más en el relleno de otrastorres, ya que parece que Serra Ràfols se refiere a éstos en caso de hallarlos en cantidad, sin embargo, la manera comolos cita denota que no otorgó demasiado interés a esta clase de material.

164 De éstas hemos visto por lo menos seis piezas en el Museu d’Història de la Ciutat de Barcelona (depósito de la ZonaFranca, de las que conocemos los n.º inv. 13219, 226 y 4044), más las dos esquinas ornamentadas con gorgoneia yconservadas en el mismo museo (n.º inv. 211 y 220), excavadas por Duran i Sanpere en 1943, en la plaza de RamónBerenguer (Duran i Sanpere, 1973, p. 35 s. y fig. superior en la lám. junto a p. 32).

165 Von Hesberg, 1994, p. 73-75; Gros, 2001, p. 443; Vaquerizo, 2002b, p. 170.166 Cf. von Hesberg, 1994, p. 76; Gros, 2001, p. 440-442.167 Cf. von Hesberg, 1994, ap. 4.1.1.168 En este sector también se hallaron dos cráteras de gres de Montjuïc, procedentes, una del lienzo de la muralla entre las

torres n.º 11-12, y la otra de esta última torre (Serra Ráfols, 1964, p. 32 ss.; Balil, 1981, p. 12, n.º 68 s., láms. VII-VIII).Piezas parecidas se usaron como remate ornamental de los cipos angulares de recintos sepulcrales; ejemplos bien docu-mentados se hallan en altares monumentales de Aquileia y el Valle del Po, como el de la tumba de los Concordii enReggio Emilia (Toynbee, 1982, fig. 20). No obstante, sin haber procedido a un análisis detallado, estimamos que susmedidas de 52 cm de alto se adecuan mejor al coronamiento de un monumento no muy grande, tipo edícula con naïs-kos (Gros, 2001, p. 404 s., figs. 470-471, 473-474). Los restos de un fuste y varios fragmentos de cornisas, en la torre n.º11, y de sillares bien tallados en la n.º 12, así como la mención a otros elementos de escultura arquitectónica sin deter-minar en este mismo lugar, más bien reforzarían esta última opción (Serra Ràfols, 1959, p. 132 s.; id., 1964, p. 32-33y 35).

cuando el friso dórico ya no se usaba en este tipo de altares, y el lateral de pulvinus cat. n.º25 de la calle Sotstinent Navarro. Aunque en contextos arqueológicos constituidos por mate-riales de reutilización no es posible sacar conclusiones, sí debemos tener en cuenta que seofrece un panorama más propicio para la relación de este friso con un edificio de tipo edí-cula, que para un monumento en forma de altar. En este sector, además, se han exhumado una cantidad importante de fragmentos de murosde cierre de recintos funerarios163. Éstos son bajos (unos 37 cm de alto de media), de sec-ción semicircular, con bases salientes de perfil a modo de listel estrecho y plano, y en sumayoría de gres de Montjuïc. Asimismo, se han hallado otras piezas del mismo material yforma parecida, pero de mayor altura y a veces ornamentadas con gorgoneia, correspon-dientes a las esquinas, tipo cipo, de estos muretes de cierre164. Esta clase de muros limitan-tes con cipos angulares, ornamentales, no muy altos y enriquecedores del monumentofunerario central, los hallamos documentados, bajo multiplicidad de variantes, en la pri-mera época imperial, en Italia central, e incluso más decorados, en recintos sepulcralesjulio-claudios de la Italia Septentrional165. Tenemos en cuenta estas piezas barcelonesas por-que su estructura y material apelan a recintos propios de sepulcros monumentales. Sunúmero, nada despreciable, hace pensar que fue un tipo de recinto bastante utilizado parala delimitación de sus monumentos funerarios. Además, su estructura indica una cronolo-gía temprana, que en otros lugares no debió sobrepasar el siglo II d.C., que es cuando segeneralizan los recintos de muros altos, favorecedores de una mayor intimidad en la cre-ciente celebración de los ritos funerarios familiares166. El conjunto de estos datos nos llevaa pensar que algunos de los altares barcinonenses pudieron estar delimitados por estosrecintos, por cuanto el altar es un tipo monumental, asimismo bien documentado enBarcino, en este mismo sector de la muralla, y durante el mismo período de difusión deestos muretes; además, su forma a dado entra dentro del tipo de monumentos, que estosrecintos tempranos tenían la función de realzar167. Obviamente, otro tipo de monumenta,como los de edícula – de los que asimismo tenemos restos – también pudieron ser delimi-tados por estos recintos168.

373Los altares monumentales con pulvini del nordeste peninsular

169 Elías de Molins, 1888, p. 20, n.º 19025.170 Uide infra cap. III.2.171 Ya las dos restituciones (varias veces publicadas en fotografía) que proyectaran J. Ripoll y J. de C. Serra Ràfols en el

Museo Arqueológico de Barcelona (hoy Museu d’Arqueologia de Catalunya) probablemente entre 1940-1960 se hicie-ron en este sentido; Gamer, 1979, p. 125; Beltrán Fortes, 1990, p. 195 ss.; von Hesberg, 1993, p. 167; id., 1994, p. 199;Rodà, 2000, p. 178.; Gros, 2001, p. 395.

172 Varène, 1970, p. 109.

Finalmente, debemos referirnos al frente de pulvinus cat. n.º 2 (lám. 2) de nuestro catálogo.Sobre su lugar de hallazgo tenemos las noticias recogidas por A. Elías de Molins en suCatálogo del Museo Provincial de Antigüedades de Barcelona, de 1888169. Éste lo cita “procedentede la iglesia de Santa Eulàlia de Provensana, sita en las inmediaciones de Sants”, y por tanto enun lugar alejado de las cercanías más próximas al pomerium que nos han ocupado hasta aquí.Por estas escuetas noticias nada sabemos sobre el contexto arqueológico en el que se exhu-mó la pieza; sin embargo, por la naturaleza del lugar de hallazgo, es posible que ésta perte-neciera a un altar situado en el sector suburbano occidental cercano a Barcino170.

Conclusiones sobre las piezas de Barcino:De las consideraciones anteriores y los resultados del análisis estilístico del material barce-lonés, podemos deducir que se conservan restos de, por lo menos, 16 altares monumentalesdiferentes (cat. n.º 1 a-f; 2; 3 a-j; 4 a-b + 5 a-b; 6; 7; 8; 9; 10; 11 + 28 a-f (?); 12 a-b; 14 a-d;15 a-b; 23 a-b; 17 + 18 (?); 29 a-b), suponiendo que los pulvini cat. n.º 4 a-b y 5 a-b perte-necieran a un mismo altar, si no, sumarían 17; quedan además, un dorsal (cat. n.º 13) ynueve laterales de pulvinos (cat. n.º 19-27), de los que no podemos determinar si formaronparte de las piezas calculadas o no.Estos ejemplares ya han sido asignados hace tiempo al tipo de altar funerario monumen-tal romano primeramente desarrollado171, es decir el que contiene la cámara sepulcral ensu mismo cuerpo, el cual parte sobre un zócalo no muy alto desde el nivel del suelo, y porello es conocido por su forma a dado. Las considerables medidas de los pulvinos barcelo-neses así lo indican, pues éstas, como por ejemplo las de los pulvini del altar de Aemilia deNimes172, oscilan entre los 80 y 90 cm de largo, llegando hasta los 120 cm en algunos deellos, como sucede con los cat. n.º 3 a, 3 b (lám. 3) y 6 (lám. 6). Además, estas medidasnos permiten obtener una idea, siempre aproximada, de las dimensiones que pudieronalcanzar estos altares barcinonenses. A este respecto conocemos la profundidad total delcoronamiento de dos altares, precisamente de los que fueron reconstruidos en el Museud’Arqueología de Catalunya (cat. n.º 1, lám. 1, y 3, lám. 3), siendo de 2,15 m de máximala del primero y de 3,43 m la del segundo. También conocemos la longitud total del tallolateral cat. n.º 15 a-b, que mide 2,54 m; a esta medida le debemos sumar aproximada-mente un metro más, resultante de la longitud que suelen tener las caras laterales del fren-te y del dorsal del pulvinus completo. Según estos datos, estos altares oscilarían entre los2,10 m y los 3,50 m de profundidad. La longitud de las caras frontal y dorsal de estos alta-res no la podemos determinar, por cuanto no sabemos qué distancia (si la había) separa-ba los dos pulvini desde el eje central del edificio. A pesar de ello, podemos considerar,como punto de partida, la medida resultante de la suma de las dos longitudes de los pul-vini frontales y dorsales, la cual alcanza las medidas siguientes: 1,60 m (cat. n.º 10), 1,74m (cat. n.º 12 a-b), 1,78 m (cat. n.º 8), 1,80 m (cat. n.º 9), 1,82 m (cat. n.º 7), 2,28 m(cat. n.º 5 a-b), 2,34 m (cat. n.º 3 a-b), 2,345 m (cat. n.º 4 a-b), 2,48 m (cat. n.º 6). Por lo

374 Montserrat Claveria

173 Cierto es que algunos autores han aplicado distintas modulaciones para calcular las medidas totales de estos monu-menta a partir de algunas de sus partes (vid. Varène, 1970, p. 110-112; Vaquerizo, 2001, p. 131 ss.); sin embargo, porlos resultados obtenidos y los datos que se pueden extraer de los altares monumentales conservados o restituidos,más bien parece que no hubo una norma determinada e invariable para la construcción de estos altares en las dis-tintas partes del Imperio, por lo que aplicar cualquiera de ellas nos parece poco definitivo (cf. Vaquerizo, 2002 a,p. 189, n. 90).

174 Nótese que, por ejemplo, los conocidos altares llamados “La tumba dórica”, la de los Rabirii” y la “de las guirnaldas”(Eisner, 1983 n.º A13, A14 y A16, lám. 13 s., respectivamente) de la Via Appia de Roma son restituciones que no con-templan la profundidad total de los edificios.

175 Uide supra n. 113-114, respectivamente, de 3,8 m de longitud de frente la primera, y 4,5 m de altura por 3,3 m de lon-gitud la segunda.

176 Kockel, 1983, cat. Sur 3, p. 53, con un volumen de 5,4 m2.177 Beltrán Fortes, 2004, p. 133, n. 68.178 No nos ha sido posible proceder al examen y medición directos de ambas piezas, dada su situación en el relleno de la

torre, fuera del alcance de la pasarela de acceso a ésta, por lo cual se precisaría de un complejo sistema de andamiaje. 179 Para la relación entre la altura de los pulvini y la de su frontón intermedio también en aras y cupas de Barcino cf. Beltrán

Fortes, 1990, p. 197; id., 2004, p. 133, n. 67.180 Gamer, 1989, p. 125; sobre esta relación cf. también Beltrán Fortes, 1990, 197 s.; id., 2004, p. 133.181 Agradezco a la conservadora del museo M. Raya las indicaciones que nos hizo al respecto.

que respecta a su altura no poseemos dato alguno que nos permita un cálculo aproximati-vo173. En verdad, no es fácil hallar paralelos orientativos por lo que a estas dimensiones tota-les respecta, puesto que hay muy pocos monumenta de este tipo completos, siendo la mayo-ría de ellos restituciones parciales174. Aún y así, partiendo de los datos obtenidos, y teniendomuy en cuenta los condicionantes aducidos, podemos suponer que nuestros ejemplaresalcanzaron unas dimensiones más parecidas a los altares de las guirnaldas o de los Rabirii deRoma175, que a los más monumentales, tipo M. Porcio de Pompeya176.Como hemos indicado mas arriba, otro de los aspectos que no hemos podido esclarecer esla estructura exacta del coronamiento de estos altares en sus caras frontal y dorsal, lo cual nopermite una restitución certera de estos monumentos. A pesar de nuestra búsqueda expresaen los fondos del Museu d’Arqueologia de Catalunya y del Museu d’Història de la Ciutat deBarcelona, no hemos hallado pieza alguna que por forma, medidas y paralelos pudiera enca-jar en este lugar. Sólo cabría considerar dos fragmentos triangulares embutidos en el rellenoque todavía hoy queda in situ en la torre n.º 17, bajo la calle de la Tapineria, y que formaparte del recorrido de los restos romanos del Museu d’Història de la Ciutat de Barcelona. Laposibilidad de que éstas pertenecieran al eje central de coronamientos de altares monumen-tales con pulvini de Barcino, ya fue advertida por J. Beltrán Fortes en su publicación de 2004177;las medidas de la cara triangular, que podrían ser de aproximadamente 40-45 cm de lado178,se avendrían bien con la altura de los pulvini frontales, que oscilan entre los 40 y 47 cm179;además, con esta pieza triangular entre los frentes pulvinares, el desarrollo de estos corona-mientos se asemejaría al de los altares no monumentales barcinonenses, posibilidad que yahabía defendido G. Gamer para la restitución de estos monumentos180. Sin embargo, hayvarios aspectos que no acaban de encajar: el saliente de una de estas piezas indica una lon-gitud excesiva para haber tenido esta colocación; en una de estas piezas hay una muesca deunión difícil de explicar en el centro de los pulvinos, pareciendo más propia de la junturapor ánima entre dos piezas de superficies iguales. Por estas razones, más bien pudieran per-tenecer al coronamiento de una estructura frontonal181, aunque por el momento no hemoshallado ningún paralelo adecuado para determinar su verdadera función. Por esta últimarazón, así como por el escaso número de coronamientos de altares monumentales con pul-vinos conservados completos, y por el hecho de no haber podido analizar estas piezas trian-

375Los altares monumentales con pulvini del nordeste peninsular

182 Nogales Basarrate – Márquez Pérez, 2002, p. 125 s.; Beltrán Fortes, 2004, p. 135.183 Así, por ejemplo, las dimensiones del edificio al que pertenecieron las piezas de cat. n.º 3 a-j. serían de 2,34 m de largo

las caras frontal y dorsal por 3,43 m de longitud de las caras laterales.184 Cf. por ejemplo, los altares de Porcius y de los Alleii de Pompeya (Kockel, 1983, cat. Sur-3, p. 53, lám. 6 b-7 a, y Norte-

37, p. 164, lám. 59 s., respectivamente), o la llamada “torretta” junto a la Porta Maggiore de Roma (Gros, 2001, p. 393,fig. 447).

185 Como el sepulcro de la Gens Rusticelia del Monte Testacio (Gros, 2001, p. 389, fig. 443).186 Ya Balil (1963, p. 68; id. 1988, p. 31, n.º 169) relacionó los frisos barcinonenses de tipo dórico con los pulvini de plu-

tei exentos.187 Cf. Torelli, 1968, p. 32 ss.188 Gutierrez Behemerid, 1990, p. 205 ss.189 Von Hesberg, 1993, p. 167; Gros, 2001, p. 395.190 Beltrán Fortes, 2004, p.131; cf. también al respecto Balil, 1979, p. 68.191 Puig i Cadafalch, 1909, p. 181, fig. 185; Albertini, 1911-1912, p. 418 s., n.º163, fig. 188; Puig i Cadafalch, p. 202, fig.

259; Rodà, 2000, p. 178 s., lám. 17.

gulares más de cerca debido a su complicada situación, no desechamos definitivamente laposibilidad de su pertenencia a estos altares, aún que ésta nos parece poco probable. Otraposibilidad sería aplicar la propuesta que T. Nogales defendió respecto a los pulvini emeri-tenses182, a los de Barcino. Según ésta, los pulvinos se juntarían en el centro del edificio porel ancho de sus alargamientos. Sin embargo, en el caso de las piezas barcinonenses, en lasque abundan largos tallos laterales indicativos de edificios de notable profundidad, queda-rían unas medidas de las caras frontal y dorsal demasiado estrechas respeto a las laterales183,cuando la tendencia más generalizada es que los cuatro lados sean de dimensiones seme-jantes184, o que estas caras sean mayores que las laterales185. Por todo ello, más bien nos incli-namos por la solución más habitual, a saber, sin frontón intermedio y con los pulvini sepa-rados entre sí.Otro aspecto poco claro para la restitución de los altares barcinonenses es su ornamentación.Las reconstrucciones erigidas en el Museu d’Arqueologia de Catalunya y en el Museud´Història de la Ciutat hasta su remodelación de finales del pasado siglo, favorecieron suconsideración como una estructura austera, con una ornamentación limitada a sus pulvinos.No obstante, algunos autores han indicado la posibilidad de que esta decoración estuvieraenriquecida con frisos esculturados, destacando entre ellos los que defienden que dichos fri-sos fueron de tipo dórico186. En efecto, los estudios de M. Torelli187 acerca del friso dórico, yde M. A. Gutiérrez Behemerid188 respecto al desarrollo de éste en Hispania, han demostradola relación de éste con monumentos funerarios tempranos con edículas sobre podia o del tipode altar de forma a dado, así como la difusión de esta combinación a las provincias occiden-tales precozmente colonizadas. Partiendo de estos supuestos y del creciente conocimiento delos monumenta en forma de altar itálicos e hispanos, H. von Hesberg y P. Gros han sostenidola relación de estos altares barcinonenses con frisos dóricos, sin concretar cuales189. En ver-dad, la comprobación de este extremo se ve ensombrecida por la falta de datos sobre el con-texto arqueológico original de estas piezas, sin embargo, como ya observó J. Beltrán Fortes190,llama la atención que en un lugar como Barcino, en el que se documenta una importantenomina de altares monumentales en forma de dado, ésta no se corresponda con el númerode frisos dóricos llegados a nuestros días. En realidad sólo contamos con los restos de tresfrisos distintos de este tipo, conservados todos ellos en el Museu d’Arqueologia de Catalunya:uno lo conforman los dos fragmentos número de inventario 19016191, los cuales muestransus metopas adornadas a base de cabezas bovinas y rosetas de hojas acantiformes con botóncentral, o de pétalos espiraliformes; otro es el pequeño fragmento número de inventario

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192 Uide supra p. 372 y n. 160.193 Uide supra p. 372.194 Beltrán Fortes, 2004, p. 132.195 Raya, 1993, p. 99 ss., quien propone la posible relación de los frisos corridos con motivos vegetales barceloneses con

monumenta funerarios en forma de altar o tipo edícula.196 I. Rodà (2000, p. 178) contempla la relación de los frisos barcinonenses de tipo dórico y de composición corrida con

motivos vegetales con los pulvini gorgónicos.197 Balil, 1981, p. 16, n.º 73, lám. X.1; Raya, 1993, p. 99, fig. 1 b.198 Balil, 1981, p. 16, n.º 74, lám. X.2; Raya, 1993, p. 99 s., fig. 2 b.199 Raya, 1993, p. 99, fig. 2 a.200 Uide supra n. 147.201 Uide supra p. 369 s.202 Uide supra n. 138 s.203 Cf. supra p. 368.

19014, que presenta una sola metopa, con una cabeza de res más cercana a un bucraneo quea un bóvido sin descarnar y restos de los triglifos que la limitan por cada lado; y el terceroconsiste en los dos fragmentos con máscaras en las metopas n.º inv. 19012-13 hallados enla Baixada de Viladecols, y al que ya nos hemos referido al analizar el material exhumado enel sector este de la muralla192. De los dos primeros se desconoce el lugar de hallazgo, aunqueno se duda de su procedencia barcelonesa, pero respecto al tercero ya hemos visto que es másprobable su relación con un edificio tipo edícula, que con un monumento en forma dealtar193, de manera que las posibilidades de relación “friso dórico-altares monumentales” quevenimos comentando quedan reducidas sólo a dos casos. Esto nos lleva a considerar la pro-babilidad de que estos pulvini no sólo se conjugaran con frisos dóricos, sino también conotros de tipo distinto. J. Beltrán Fortes, al observar una circunstancia parecida en la arquitectura romana del AltoGuadalquivir, propuso que el friso dórico podría haber sido sustituido por otros tipos de frisoscomo los de roleos acantifomes y los de “metopas alternas” para decorar la parte alta del cuer-po de algunos de los monumentos en forma de altar”, aunque también los reconoce apropiadospara otros tipos de mausoleos turriformes194. En el caso de Barcino, donde los altares representanuna parte importante de la arquitectura funeraria monumental, podría defenderse una situa-ción semejante. En este sentido sería pertinente recuperar aquí una serie de frisos, sobre los cuales M. Raya195

e I. Rodà196 ya habían propuesto como posibles ornamentos de estos monumenta. Nos referi-mos a los ejemplares n.º inv. 11458197, 11459198 y 4035199 del Museu d’Història de la Ciutat,cuyo lugar de hallazgo es desconocido, aunque no se duda de su procedencia entre el mate-rial reutilizado en la muralla. Éstos muestran una decoración dispuesta a modo de friso corri-do, con tallos de parra repletos de sarmientos y racimos de uva picoteados por pájaros, el pri-mero, sencillos roleos vegetales, el segundo, y una sucesión de tondos formados por cálicesacantiformes ocupados por gorgoneia y rosetas, el tercero. A ellos se les sumaría el fragmentode friso n.º inv. 2991200 del mismo museo, al que nos hemos referido más arriba al tratar delmaterial hallado en la torre n.º 6 de la muralla201, y cuya representación muestra máscarasteatrales como guirlandophoros y una figura marina en su lateral. Excluimos de esta serie losfrisos acantiformes n.º inv. 19015 y 19009 del Museu d’Arqueologia de Catalunya202, los cua-les ya hemos tratado al analizar el material del sector meridional de la muralla, y para losque ya hemos justificado la mayor probabilidad de que pertenecieran a un monumento tipoedícula203. La iconografía, así como la disposición a modo de friso corrido del relieve de estosfragmentos, nos lleva a vincular estas producciones locales con una de las tendencias clave,

377Los altares monumentales con pulvini del nordeste peninsular

204 Cf. Gros, 2001, p. 396.205 Gamer, 1989, p. 125.206 García y Bellido, 1949, p. 307; Balil, 1964, p. 153 s.; id., 1979, p. 63; Trillmich et alii, 1993, p. 334 s., láms. 218-219 a,

respectivamente. cf. también para un estado de la cuestión hasta el momento Beltrán Fortes, 2004, p. 127 s.207 Rodà, 2000, p. 178 s.208 Beltrán Fortes, 1990, p. 196; id., 2004, 127 s.; cf. también von Hesberg, 1993, p. 166; Gros, 2001, p. 395, donde refie-

ren la misma fecha de inicio.

que marcaron el proceso de evolución de estos sepulcros en forma de altar, a partir de la épocade Augusto. Ésta consiste en la progresiva predilección de los frisos corridos con roleos y tallosvegetales, sobre los de friso dórico, y se observa vehiculada por la difusión de la iconografíamás propia de la ideología gubernamental204; no obstante, ésta debía ser adaptada a la capa-cidad técnica y los gustos de los talleres y comitentes locales, como parece desprenderse delos ornamentos, poco sujetos a la iconografía oficial, de estos frisos provinciales. Por todo lodicho hasta aquí consideramos que el cuerpo de estos altares barcinonenses debió ser orna-mentado, en su parte superior, por frisos dóricos y de tipo corrido, con variantes locales delos frisos acantiformes de la iconografía oficial; sin embargo, la desproporción numéricaentre los pulvini y los frisos conservados, nos lleva a suponer que también los habría de mássencillos, con el cuerpo igualmente construido en opus quadratum, pero sin decorar (fig. 1).En cuanto a la cronología de estos altares, en el apartado de análisis de los materiales, el aten-to examen del desarrollo estilístico en la imagen del Gorgoneion romano, junto a la conside-ración del período por hoy reconocido como el de uso y expansión del altar monumental enHispania, nos ha llevado a determinar como pieza conservada más antigua el frontal de pul-vinus cat. n.º 6 (lám. 6), fechado en el período augusteo, en una fase no alejada a la de fun-dación de Barcino. Tras éste podrían colocarse los frentes pulvinares cat. n.º 1 a-f (lám. 1), 4a- b, 5 a-b (láms. 4-5), 7 y 9 (lám. 7) y 10 y probablemente también los tallos laterales cat.n.º 19, 23 (lám. 10), 29 a-b, 15 a-b, 16 a-b, 17,18 (lám. 9), 21, 22, 24-27, considerados todosellos de la época julio-claudia. Los fragmentos conservados más tardíos corresponden a loscat. n.º 2 (lám. 2), 3 a-j (lám. 3), 8 (lám. 8) y 11 y los tallos pulvinares cat. n.º 28 a-f, 11 y29, los cuales siguen modelos iconográficos y estilísticos de la época adrianea, y por tanto secolocan – por lo menos – en la primera mitad del siglo II. Entonces, el pulvinus cilíndrico cat.n.º 2 (lám. 2) deja de ser el punto de partida de la serie barcelonesa, como lo definió G.Gamer205, para pasar a ser una de las piezas tardías de esta producción. También se avanzanlas cronologías dadas por García y Bellido (siglo III), y A. Balil (finales del siglo I-primer ter-cio del siglo III), e incluso la de M. Blech, quien concentró dos modos de talla de épocas dis-tintas en la segunda mitad del siglo I d.C.206. De ello resulta, por tanto, un período inicialsituado – como indicaran I. Rodà207 y J. Beltrán Fortes208 – en época augustea, con una expan-sión de su uso en el resto del mandato julio-claudio y su prolongación, aunque visiblemen-te minorante, en el siglo II.

III.2. Mataró y Llerona

Para las piezas de Llerona (cat. n.º 39-40, láms. 17-18) y Mataró (cat. n.º 38 a-q, lám. 16),nos sirve de indicativo su talla en mármol, así como su lugar de hallazgo próximo a las rutasde comunicación con Barcino. Los ejemplares barcinonenses son en su mayoría de gres de Montjuïc. Su cronología, comoacabamos de ver, es temprana, abarcando desde época augustea hasta mediados del siglo II.

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Figura 1. Hipótesis de reconstrucción de un altar monu-mental barcinonense. El pulvino dibujado corresponde ala pieza cat. n.º 6, y el fragmento de friso al conservadoen el Museu d’Història de la Ciutat n.º inv. 2991, halla-do en la torre n.º 6 de la muralla de Barcino y mencio-nado más arriba (dib. M. Claveria).

209 Uide supra p. 359, 366.210 Menéndez, Solías, p. 157 ss., especialmente p. 160 s.211 Martí Bonet, 1981, p. 418, n. 34.212 Ibid., p. 411; Vallicrosa, 1990, p. 20-27.213 Vallicrosa, 1990, p. 20.214 Cf. Bosch de Doria, 1998, p. 127 ss., especialmente p. 128-130.

De entre las piezas de Barcino, sólo una (cat. n.º 2, lám. 2) es un trabajo en mármol, y pre-cisamente se trata de uno de los ejemplares barcinonenses más tardíos, puesto que su estiloe iconografía son propios de época adrianea209. Este frente pulvinar, tampoco fue reutilizadocomo los demás en la muralla tardía, sino que procede de un contexto extramuros, alejadodel núcleo urbano y, en cambio, mejor relacionado con el territorio suburbano jalonado porlas vías de comunicación que llevaban hacia Ad Fines (Martorell)210. Como esta pieza, losejemplares de Llerona y Mataró son de mármol. El fragmento de frente (cat. n.º 39, lám. 17)y el de lateral de pulvino (cat. n.º 40, lám. 18) de Llerona se conservan en lugares distintos:en la parroquia medieval de Santa María, el primero, donde hoy sostiene una pila bautismalmoderna en la entrada de la nave, pero donde está documentado su propio uso como picabautismal por lo menos desde 1508211. La segunda (cat. n.º 39, lám. 17) pertenece a unacolección particular, situada a unos 2 km de la iglesia en sentido suroeste. Ambos lugarescontienen vestigios romanos212, entre ellos restos relativos a villae de época imperial, enterra-mientos y claros indicios de una vía romana posiblemente importante, por la probable pre-sencia de un miliario en las cercanías de la parroquia de Santa María de Llerona213. Su estre-cho parecido estilístico – sobre todo parangonable en la talla y profundidad de las hojasimbricadas del lateral del frente y la cara visible del tallo –, así como la semejanza visual deambos mármoles, nos llevan a pensar que pertenecieron a un mismo altar, erigido por losdueños de una villa, en las proximidades de la vía romana. Relacionado con un entornoparecido se documenta el altar de Mataró (cat. n.º 38 a-q, lám. 16), hallado al pie de la VíaAugusta, a 1,3 km del núcleo urbano de la antigua Iluro (Mataró)214. Al igual que la de Barcino,

379Los altares monumentales con pulvini del nordeste peninsular

215 Uide supra p. 359. 216 Uide supra p. 359.217 La producción de tallas y relieves en las cercanías de la localidad lleronense la indican la existencia de otros fragmen-

tos escultóricos, como las máscaras de Can Santa Digna del mismo municipio (vid. Vallicrosa, 1990 figs. en p. 27) qui-zás pertenecientes a otros monumentos funerarios, o a muros de cierre monumentales de recintos funerarios. Estaspiezas, que vuelven a mostrar un estrecho parecido iconográfico y estructural con alguna de las piezas con máscarasprocedentes de Barcino y conservadas en el Museu d’Arqueologia de Catalunya, seguramente ratificarán en estudiospróximos las influencias de los talleres barcinonenses sobre otros puntos de producción local bien conectados conesta colonia por la red viaria.

218 Y previsiblemente hacia otras zonas bien conectadas con este centro colonial por la red viaria, como indica estas mis-mas piezas y la localización del pulvinus del barrio barcelonés de Sants (cat. n.º 2, lám. 2).

219 La tendencia a monumentalizar mediante el material marmóreo un tipo funerario tradicionalmente usado en piedraen Barcino podría deberse al afán de remarcar el prestigio de algunas familias de esta rica zona agrícola mediante lamarmorización de un tipo monumental bien reconocido en el territorio.

220 Uide supra p. 346 s., n. 12.221 Cf. López Vilar, 2006, vol. I, aps. 4.2-4.3, p. 229-238 y fig. 273. 222 Cf. Puig i Cadafalch, 1934, p. 144.

también estas piezas se fechan en el siglo II, como ya hemos visto en el segundo apartado, pare-ciendo la de Mataró la más tardía de nuestro catálogo215.En el apartado de iconografía hemos notado que las piezas de Llerona y Mataró se avení-an perfectamente con el carácter de los pulvinos producidos en los talleres barcinonen-ses216, siendo diferente el estilo, lo que atribuimos a su factura en puntos de elaboracióndistintos217. Semejante afinidad y, sobre todo, lo que hemos observado en el párrafo ante-rior, nos induce a pensar que el uso del altar monumental en esta zona llegó inicialmentea Barcino, introducido por los primeros habitantes foráneos de esta colonia de nueva fun-dación; su aspecto formal debió ser perfilado por los artesanos – probablemente itineran-tes y locales – que trabajaron en los talleres de la localidad. De aquí, ya definido el tipo y,al parecer, en un período avanzado de su uso, se difundió hacia el norte (Llerona – VallèsOriental) y el nordeste (Mataró – Maresme)218, donde se prefirió el mármol, para remarcarsu aspecto monumental219.

III.3. Tarraco

Tárraco nos ofrece un panorama distinto. Ya hemos notado anteriormente que en esta pro-ducción local se observa una mayor atención a los modelos itálicos. Por otra parte, el núme-ro de piezas conservadas es bastante menor, y los datos que se puedan relacionar con laestructura original de estos altares son todavía más dispersos e inciertos que en el caso deBarcino. Los siete ejemplares conservados (cat. n.º 30-37, láms. 11-15) son lo suficientemente diver-sos entre ellos como para afirmar que corresponden a siete altares distintos. La documenta-ción de cinco de ellos en la primera memoria de excavación de la necrópolis paleocristiana220

es indicio claro de su reutilización en las sepulturas de este recinto funerario tardío. Esteespacio perteneció al suburbio occidental de la ciudad, donde se ha ido documentando unaextensa zona cementerial desarrollada desde época altoimperial, alrededor de la reciente-mente definida red viaria221, que partía de Tarraco por este lugar. Entonces, nos parece muyprobable que los altares de los que formaron parte estos fragmentos de pulvini estuvieran ori-ginariamente erigidos en este sector222. Sin embargo, ninguno de los restos funerarios monu-mentales descubiertos en esta zona puede relacionarse de manera más o menos clara con

380 Montserrat Claveria

223 Uide supra p. 347, n. 15.224 Uide Del Amo – Barriach, 1975, p. 111 s., fig. 1.225 Von Hesberg, 1993, p. 159 y 164, fig. 78 a.226 Koppel, 1985, n.º 98-100, 115-16.227 Oliva – Tulla – Bertrán, 1927, n.º 43-53 entre otros; Ruiz de Arbulo et alii, 2004, p. 120.228 Cat. n.º 30, lám. 11: 56 cm de longitud; cat. n.º 31, lám. 12: 44 cm de longitud; cat n.º 32, lám. 13: 49 cm de longi-

tud; cat. n.º 34, lám. 14: 45 cm de longitud. La forma corta de los pulvini se nota por el corte seco (cat. n.º 30-1, 34-5) del alargamiento lateral, y por el listel de acabado en el extremo vertical del alargamiento (cat. n.º 31, lám. 12), adiferencia de cat. n.º 34, lám. 14 que conserva un largo de 92 cm y por ello más próximo al formato de los grandespulvini barcinonenses. Para los anteriores se aviene una colocación separada de los frentes pulvinares, con un espaciovacío considerable en el centro; como cat. n.º 31, los cat. n.º 35 y 36 (lám. 15) montan sobre listel liso incorporadosin reborde saliente, el cual debía seguir a lo largo del coronamiento frontal para unirse con el del otro frente, y ele-var para hacer más visibles los pulvinos.

229 Basamento Necrópolis Paleocristiana: 380 cm de longitud (zócalo) y 2,40 cm de longitud (cuerpo); Base Pere Martell-Eivissa: 4 m de longitud (zócalo) y 260 cm de longitud (cuerpo).

230 Adserias – Pociña – Remolà, 2000, p. 139-140.231 Remolà, 2004, p. 83 ss.; no olvidamos la estructura funeraria monumental hallada en la calle Roviri y Virgili a finales

de la década de los ochenta (Terré, 1989-1990, p. 49 s.); pero su estructura y situación bastante más al norte nos llevaa no considerarlo de momento.

232 Adserias – Pociña – Remolà, 2000, p. 139.

estos fragmentos, en algunos casos por la ambigüedad de su misma estructura, en otros porla imprecisa información publicada hasta ahora sobre ellos. Recuperemos aquí el basa-mento monumental citado al principio de este artículo, al referirnos a la relación que J. Puigi Cadafalch indicó entre éste, la estructura de los altares de la Italia septentrional y estosfragmentos pulvinares reutilizados223. Su forma se asemeja mucho a otra base monumentalexhumada en 1972 en la esquina que une las calles de Pere Martell y Eivissa, el cual fue asi-mismo interpretado como un ara sepulcral, por comparación con el anterior y por la pre-sencia de estos restos pulvinares en la necrópolis paleocristiana224. A nuestro parecer, ambasson estructuras más acordes con la tectónica habitual de los monumentos tipo edícula mástempranos, como determinó H. von Hersberg para con la interpretación del primer basa-mento225. También juegan a favor de este supuesto las tantas veces citadas esculturas tardo-rrepublicanas226 halladas en la misma excavación inicial de esta necrópolis tardía, y posi-blemente algunos de los numerosos restos de columnas, capiteles e inscripciones referidosen la misma memoria de excavación227. Somos conscientes de que varios de los pulvinostarraconenses conservados, a diferencia de los barcinonenses, son relativamente cortos228,¿una tendencia local?, lo cual permitiría su colocación en el coronamiento del cuerpo deestos monumentos ocupando tan sólo una tercera parte de la longitud de su frente229; esto,que entra dentro de lo corriente en coronamientos de altares, no permite desechar justifi-cadamente la propuesta de Puig i Cadafalch. Pero aún y así son basamentos que no acabande responder a las categorías más comunes de los altares monumentales, más masivo el tipoa dado, y más elevado y suntuoso el que erige el altar sobre la cámara funeraria o el tipoestructural de la Italia septentrional. Por ello no acabamos de reconocer en estos restos laposible relación esgrimida. Otros hallazgos monumentales se han ido produciendo más recientemente en las excava-ciones de urgencia del llamado PERI 2230 y en las de la avenida del Cardenal Vidal iBarraquer231, todas pertenecientes a esta misma zona suburbial, como uno de planta cua-drangular construido con masivos sillares bien escuadrados, u otras tumbas turriformes deépoca julio-claudia, algunas de las cuales tenien un coronament de carácter monumental que úni-cament podem intuir a partir de les malmeses restes conservades232. Estos hallazgos vienen a

381Los altares monumentales con pulvini del nordeste peninsular

233 TED’A, 1987, p. 163-186.234 Ruiz de Arbulo et alii, 2004, p. 121, fig. 6.235 Uide supra n.º 203.236 Eisner, 1986, n. R 1, p.17 s., lám. 1; Gros, 2001, p. 401 s., fig. 464 s.237 Gros, 2001, p. 402 s, figs. 466-469.

ampliar la visión elaborada por el TED’A en 1987233 sobre el entorno funerario de Tarraco, yde entrada ya indican un rico panorama en el ambiente funerario altoimperial de la zona, enel que cabría perfectamente el desarrollo del altar monumental; no obstante deberemosesperar a la publicación de estudios más detallados sobre estos nuevos materiales para valo-rar hasta qué punto se pueden obtener más datos respecto a los monumenta coronados porestos fragmentos de pulvini.Finalmente, queda por mencionar un sillar relativo a un friso ornamentado con roleos acanti-formes, el cual fue hallado reutilizado en 1996 en la parte alta de la ciudad, en uno de los murosdel foro provincial Flavio234. En este caso se debe ahondar en el estudio de la escultura arquitec-tónica temprana local, para poder determinar su factura en época tardorepublicana-augusteatemprana, como se ha propuesto, porque en este caso, por el desarrollo al parecer más tardío delfriso vegetal en los altares monumentales235, sería más plausible relacionarle con sepulcros edi-culares sobre podio, tipo el de Bibulus en Roma236 o el “de las guirnaldas” en Pompeya237.

IV. CATÁLOGO

I. BARCELONA

I.1. PULVINOS CILÍNDRICOS

1 a-f. Pulvinos de un altar monumental con gorgoneia en el frente (lám. 1)

Publicados cuando ya formaban parte del Museo de Santa Àgueda de Barcelona; Albertini(1911-12) dio noticia de que cat. n.º 1 b había sido adquirido por el entonces MuseoMunicipal. Localización actual (Loc.): Museu d’Arqueologia de Catalunya. N.º inv. 1a: MAC-Barcelona 9531; 1b: MAC-Barcelona 9532. Material (Mat.): Piedra de Montjuïc.Dimensiones (Dim.): Frentes: 1a: 33 cm Ø (frente), 21 cm Ø (en su parte posterior), 33 cmprof. 1b: 36 cm Ø (frente) y 22 cm Ø (parte posterior), 36 cm prof. - Tallos laterales: 1c: 23cm Ø, 82 cm long. 1d: 23 cm Ø, 85 cm long. Extremos dorsales: 1e: 23 cm Ø, 95 cm long.1f: 23 cm Ø, 85 cm long.Bibliografía(Bib.): Elías de Molins, 1888, p. 22, n.º 1425; Albertini, 1911-12, n.º 171, fig. 198(cat. 1 a), n.º 223, fig. 256 (cat. n.º 1 b.); Cat. Monumental. Barcelona, 14, fig. 38; Puig iCadafalch, 1934, p. 143 s., figs. 170 s.; García y Bellido, 1949, p. 307, n.º 307, lám. 246;Gamer, 1989, n.º B 45, p. 188, lám. 137b; 138d-e; Beltrán Fortes, 1990, fig. 2; Portabella,1996-1997, p. 160; Beltrán Fortes, 2004, fig. 4.Pulvini cilíndricos completos de un altar monumental, con gorgoneia en el frente, pequeñashojas de laurel imbricadas en los laterales, y largos y anchos canales en su parte dorsal. Lasgorgonas tienen alas sobe la frente, serpientes junto a los lagrimales y nudo de Heracles bajola barbilla. Propuesta de cronología (Prop. cronol.): finales del siglo I a.C.-período julio-claudio avanzado.

382 Montserrat Claveria

2. Frente de pulvino cilíndrico con cabeza de Medusa (lám. 2)

Procedente de las inmediaciones de la iglesia románica de Santa Eulàlia de Provençana(Hospitalet de Llobregat, Barcelona). Estuvo en el Museo de Santa Àgueda como depósito dedon Francisco de P. Villas. Luego pasó al Museo Arqueológico (n.º inv. 1296). Loc.: Museud’Arqueologia de Catalunya. N.º inv. MAC-Barcelona 19025. Mat.: mármol blanco. Dim.: 52cm alt., 55 cm long., 31 cm prof.Bib.: Elías de Molins, 1888, p. 20, n.º 1296; Albertini, 1911-1912, p. 425, n.º 174, fig. 202;García y Bellido, 1949, p. 308, n.º 312, lám. 248; Balil, 1979, p. 63, n. 3; Gamer, 1989, n.ºB 48, p. 189, lám. 138 h.; Portabella, 1996-1997, p. 15; Menéndez, Solias, 1997, p. 160 s.;Bosch de Dòria, 1998, p. 134.Frente de un pulvinus de altar monumental con el relieve muy deteriorado y pátina de polvogruesa y muy incrustada. Su frente está ocupado por la cabeza de Medusa, con abundantepelo despeinado, levantado y ensortijado sobre la frente, alada y restos del nudo de Heraclesbajo la barbilla. Prop. cronol.: adrianeo.

I.2. PULVINOS CON ALARGAMIENTOS HACIA EL INTERIOR

3 a-j. Pulvinos de un altar monumental con gorgoeia y escenas de caza (lám. 3)

Hallados a mediados del siglo XIX en la zanja de cimentación del convento de la Enseñanzade Barcelona. Luego pasaron a formar parte de la colección de la Real Academia de BuenasLetras, para ser trasladados más tarde al Museu de Santa Águeda. Loc.: Museu d’Arqueologiade Catalunya. N.º inv. pulvinus der.: 3a: 9577.5 (frente), 3c: 9577.4 (lateral junto a frente),3d: 9577.3 (lat. central), 3e: 9577.2 (lat. junto a dorsal), 3f: 9577.1 (dorsal); N.º inv. pulvi-nus izq.: 3b: 9579.6 (frente), 3g: 9579.7 (lat. junto a frente), 3h: 9579.8 (lat. central), 3i:9579.9 (lat. junto a dorsal), 3j: 9579.10 (dorsal). Mat.: piedra arenisca gris de Montjuïc.Dim.: pulvinus der.: 3a: 48 cm alt., 119 long., 41 cm prof. 3c: 46 cm alt., 118 cm long., 47 cmprof. 3d: 46 cm alt., 53 cm long., 47 cm prof. 3e: 45 cm alt., 74 cm long., 42 cm prof. 3f: 45cm alt., 57 cm long., 42 cm prof.; pulvinus izq.: 3b: 46 cm alt., 115 cm long., 44-47 cm prof.3g: 45 cm alt., 89 cm long. 43,5, cm prof. 3h: 45 cm alt., 48 cm long., 48 cm prof. 3i: 45 cmalt., 88 cm long., 44 cm prof. 3j: 45 cm alt., 58 cm long., 44 cm prof.Bib.: Elías de Molins, 1888, 22, n.º 1138-1140; Puig i Cadafalch, ARC, 1909, fig. en p. 112; Albertini,1911-1912, cat. n.º 172, figs. 199-200; CIL II n.º 4595; Puig i Cadafalch, ARC, 1934, p. 143, figs.167-168; García y Bellido, 1949, p. 306 s., n.º 306, lám. 246; Mariner, Inscripciones de Barcelona,n.º 227; Gamer, 1989, n.º B 44, p. 188, lám. 137a; Beltrán Fortes, 1990, fig. 1; id., 2004, fig. 5.Pulvini completos de un altar monumental con gorgoneia en sendos frentes; ambas presentan pelocorto recogido en redondeados rizos compactos y alas salientes horizontalmente desde la sien. Dosescenas de caza mitológica ocupan el frente de los alargamientos laterales de ambos pulvinos. Enel derecho aparece el cazador de frente atacando a un jabalí perseguido por un perro. La del izquier-do es muy parecida, pero dispuesta simétricamente a la anterior y el cazador aparece de espaldas.La parte visible de los tallos laterales se cubre de grandes hojas con marcada ranura central escalo-nadamente superpuestas, recogidas por baltei bocelados en el centro de ambas piezas. Prop. cronol.: primera mitad del siglo II.

383Los altares monumentales con pulvini del nordeste peninsular

4 a-b. Frentes de pulvini de un altar monumental con gorgoneia y motivos vegetales (lám. 4)

El frente cat. n.º 4b procede de la torre n.º 8 de la muralla tardía (excavaciones de Duran iSanpere, 1943); cat. n.º 4a. también fue hallado en la muralla romana, en excavaciones ante-riores a 1959, pero se desconoce el lugar y la fecha concretos. Loc.: Museu d’Història de laCiutat. N.º inv. 4a: MHC 4102; 4b: MHC 4107. Mat.: piedra de las canteras de Montjuïc. Dim.:4a: 53 cm alt., 118,5 cm long., 38,5 cm prof. 4b 50 cm alt., 116 cm long., 46 cm prof. Bib.: Serra Ràfols, 1959, p. 133, 137; id., 1964, p. 20 s.; Duran i Sanpere, 1973, fig. entre p. 32 s.;Gamer, 1989, cat. n.º B 21, p. 186, lám. 139 b-c (4a).Frentes de pulvinos con cabezas de Gorgona marcadamente redondeadas; éstas tienen elpelo corto y ordenado, alas sobre el centro de la frente (en 4b perdidas por una profundarotura en su parte superior), serpientes salientes hacia los ojos y nudo de Heracles bajo labarbilla. Una cenefa de perlas ornamenta el marco circular de ambos pulvini. El frente de losalargamientos laterales se rellena con ornamentos vegetales de tipo acantiforme combinadoscon una roseta pentapétala que cierra la composición. Prop. cronol.: finales del siglo I a.C.-período julio-claudio avanzado.

5 a-b. Frentes de pulvini de un altar monumental con gorgoneia y motivos vegetales (lám. 5)

Como los ejemplares anteriores (cat. n.º 4a-b), cat. n.º 5b se exhumó en la torre n.º 8 de lamuralla tardía de Barcino, el 24 de marzo de 1944 en las excavaciones de J. Serra Ràfols; mien-tras que de cat. n.º 5a se sabe que también apareció en la muralla romana antes de 1959, perose desconoce la fecha y el lugar exactos de su descubrimiento. Loc.: Museu d’Història de laCiutat. N.º inv. 5a: MHC 4104; 5b: MHC 2997. Mat.: piedra de las canteras de Montjuïc.Dim.: 5a: 53 cm alt., 109 cm long., 38,5 cm prof. 5b: 45 cm alt., 119 cm long., 47 prof. Bib.: Serra Ràfols, 1959, p. 133, 137; id., 1964, p. 20 s.Ambos pulvini son iconográficamente iguales a los dos anteriores (cat. n.º 4a-b), en cambioéstos muestran una factura algo más descuidada, sobre todo el fragmento 5a. Ambos tienenuna importante rotura en la parte superior del círculo pulvinar.Prop. cronol.: finales siglo I a.C.-período julio-claudio avanzado.

6. Frente de pulvinus derecho con gorgoneion y motivos vegetales (lám. 6)

Procede de la muralla romana de Barcelona, constando que fue exhumado en las excavacio-nes anteriores a 1959, aunque no se conoce el momento ni el lugar concretos de su hallaz-go. Loc.: Museu d’Història de la Ciutat. N.º inv. MHC 4058. Mat.: piedra de Montjuïc. Dim.:44 cm alt., 124 cm long., 39 cm prof. Bib.: Gamer, 1989, n.º B 20, p. 186, lám. 139a.Frente de un pulvinus derecho con cabeza gorgónica alada de perfil claramente redondeado;pelo corto y distribuido en rizos compactos y ordenados. Serpiente saliente desde la sienizquierda y pequeño nudo de Heracles bajo la barbilla. Enmarcan la cabeza un primer fileteperlado, junto a otro de doble cuenta y un tercero que hace de límite externo a modo de sogaretorcida, y que se extiende también por el contorno frontal del largo apéndice lateral. Elfrente de éste se ornamenta con dos largos follajes de bordes acantiformes que cubren hojasaquiformes, todas ceñidas en su centro por dos boceles cordados entrecruzados.Prop. cronol.: augusteo.

384 Montserrat Claveria

7. Frente de pulvino izquierdo con gorgoneion (lám. 7a)

Procede de la torre n.º 6 de la muralla romana (excavaciones Duran i Sanpere, 1951).Loc.: Museu d’Història de la Ciutat. N.º inv. 11571. Mat.: piedra de Montjuïc. Dim.: 46,5 cmalt., 85 cm long., 62 cm prof. Bib.: Duran i Sanpere, 1969, p. 66, figs. 9-11, n.º 17 y fig. 12; Gamer, 1989, n.º B 27, p. 186,lám. 138c.Frente de pulvino con gorgoneia de perfil circular; flequillo formado por mechones serpenti-fomes, gruesas serpientes salientes hacia las sienes y gran nudo de Heracles bajo la barbilla.Frente del apéndice lateral liso.Prop. cronol.: finales siglo I a.C-período julio-claudio avanzado.

8. Frente de pulvino izquierdo con gorgoneion (lám. 8)

Procedente de las excavaciones llevadas a cabo en 1968 en la torre n.º 33 por J. Serra Ràfols.Loc.: Museu d’Història de la Ciutat. N.º inv. MHC 11550. Mat.: piedra de Montjuïc. Dim.: 45cm alt., 89 cm long., 46 cm prof. Bib.: Verrié, 1971 (1973), p. 774, fig; 5; Gamer, 1989, cat. n.º B 24, p. 186, lám. 138.Frente de pulvino izquierdo de un altar monumental, ornamentado por una cabeza deMedusa de perfil triangular, alas salientes desde las sienes y pelo contenido. El frente del alar-gamiento lateral se cubre de una ornamentación vegetal entrelazada.Prop. cronol.: Primera mitad del siglo II.

9. Frente de pulvino derecho con gorgoneion y motivo vegetal (lám. 7b)

Exhumado en la torre n.º 6 de la muralla tardía de Barcino, durante las excavaciones de Durani Sanpere de 1951. Loc.: Museu d’Història de la Ciutat. N.º inv. 11570. Mat.: piedra deMontjuïc. Dim.: 46,5 cm alt., 90 cm long., 37 cm prof.Bib.: Duran i Sanpere, 1969, p. 66, figs. 9-11, n.º 18, fig. 13; Gamer, 1989, n.º B 25, p. 186, lám. 138b.Frente de pulvinus monumental con máscara gorgónica, enmarcada por el cuerpo de dos ser-pientes, cuyas colas se anudan bajo la barbilla, y cuyas cabezas se afrontan sobre la frente,encima de éstas caen dos largas alas. El frente del alargamiento lateral muestra un sencillotallo vegetal acabado en espiral.Prop. cronol.: siglo I d.C.?

10. Frente de pulvino derecho con cabeza de gorgona y motivos vegetales

Procedente de Barcelona. Estuvo en la colección de la Real Academia de Buenas Letras deBarcelona, pasando luego al Museo de Santa Àgueda, y finalmente al Museo Arqueológico.Loc.: Museu d’Arqueologia de Catalunya. N.º inv. MAC-Barcelona 9574. Mat.: piedra deMontjuïc. Dim.: 46 cm alt., 79 cm anch., 58 cm prof. Bib.: Elías de Molins, 1888, 22 n.º 1140; Albertini, n.º 173, fig. 201; Puig i Cadafalch, ARC1934, p. 143, fig. 169; García y Bellido, 1949, p. 307, n.º 308, lám. 246; Gamer, 1989, n.º B46, p. 188, lám. 138 f.Fragmento de pulvinus perteneciente al frente derecho de un altar monumental. Se orna-menta con una cabeza de Gorgona redondeada, con grandes alas muy deterioradas en su

385Los altares monumentales con pulvini del nordeste peninsular

superficie sobre su frente. Decoración vegetal acantiforme en el verso del alargamiento late-ral. En general muestra su superficie muy desgastada, habiéndose perdido muchos detallesde su relieve.Prop. cronol.: finales siglo I a.C.-período julio-claudio avanzado.

11. Frente de pulvino izquierdo con roseta sextapétala

Procedente de Barcelona, aunque no se tienen documentados más detalles. Loc.: Museud’Arqueologia de Catalunya. N.º inv. 9588. Mat.: piedra de Montjuïc. Dim.: 45 cm alt., 59 cmprof. Bib.: García y Bellido, 1949, n.º 308; Gamer, 1989, n.º B 47, p. 189, lám. 138g.Frente de pulvinus izquierdo de un altar monumental, con una roseta de seis pétalos dispuestosen doble piso, alrededor de un bulbo central con seis hojitas cerradas y botón central.Prop. cronol.: siglo II.

12 a-b. Dorsos de pulvini de un altar monumental

Ambos fueron hallados en la muralla romana en las excavaciones efectuadas durante 1959-1960por J. Serra Ràfols. Loc.: Museu d’Història de la Ciutat. N.º inv. 12a: 4078. 12b: 4079. Mat.: pie-dra de Montjuïc. Dim.: 12a: 52 cm alt., 88 cm long., 45 cm prof. 12b: 52 cm alt., 86 cm long.,54 cm prof.Fragmentos de pulvini en su parte posterior, con el alargamiento lateral de perfil superior enforma pronunciadamente cóncava, y sin reborde bajo el pulvino. En sus caras dorsales no seconserva ornamentación alguna, mientras que en sus laterales cilíndricos se disponen deforma imbricada hojas de laurel con nervadura central trabajada en relieve; Listel salientefinalizando el tallo pulvinar.

13. Dorso de pulvinus

Documentado como integrante del fondo antiguo procedente del sector Pl. Nova – calle dela Tapineria del Museu d’Història de la Ciutat de Barcelona. Loc.: Museu d’Història de laCiutat. N.º inv. 20122. Mat.: piedra de Montjuïc. Dim.: 42 cm alt., 93,5 cm long., 47,5 prof.Bib.: Gamer, 1989, n.º B 26, p. 186, lám. 140b.Fragmento dorsal de un pulvinus monumental, con alargamiento de perfil superior cóncavoy sin reborde bajo el pulvino. No presenta ornamentación alguna.

14 a-d. Dorso y fragmentos de los laterales de pulvini con retícula vegetal

Prodecencia desconocida. Loc.: Museu d’Arqueologia de Catalunya. Mat.: piedra deMontjuïc. Dim.: 14a (fragmento dorsal): 42 cm alt., 43 cm long., 60 cm prof. 14b: 41 cm alt.,61 cm long., 38 cm prof. 14c: 39 cm alt., 84 cm long., 45 cm prof. 14d: 40 cm alt., 90 cmlong., 44 cm prof.Parte posterior y tres piezas más de tallos de uno o dos pulvini monumentales. Su decoraciónno reproduce el motivo de las hojas de laurel habitual. Más bien parece un entramado vege-tal muy geometrizado.

386 Montserrat Claveria

I.3. FRAGMENTOS DE LATERALES DE PULVINI

15 a-b. Dos fragmentos de un lateral de pulvinus

Procedentes de la muralla romana, ambos hallados en excavaciones anteriores a 1959,aunque se desconoce el lugar y la fecha concretos de su hallazgo. Loc.: Museu d’Història dela Ciutat. N.º inv. 15a: 4031; 15 b: 4029. Mat.: piedra de Montjuïc. Dim.: 15a: 43 cm alt.,126 cm long., 45 cm prof. 15b: 43 cm alt., 128 cm long., 46 cm prof.Bib.: Gamer, 1989, n.º B 22, p. 186, lám. 140a.Lateral de un pulvinus monumental trabajado en dos piezas. Su cara visible muestra un imbri-cado de hojas de laurel con nervadura central, recogidas en el centro por un fajo de foglie d’ac-qua anudado.

16 a-b. Dos fragmentos de un tallo de pulvinus.

Hallados durante las excavaciones de J. Serra Ràfols en la muralla romana de Barcelona entre1943-1944. Loc.: Museu d’Història de la Ciutat. N.º inv. 16a y b: 2995. Mat.: piedra de Montjuïc.Dim.: 16a: 43 cm alt., 62 cm long., 42 cm prof. 16b: 43 cm alt., 74 cm long., 42 cm prof.Dos fragmentos del tallo de un pulvinus con la representación de hojas de laurel con nerva-dura frontal y disposición imbricada.

17. Fragmento del centro de un lateral de pulvinus

Hallado en la muralla romana anteriormente a 1959. Loc.: Museu d’Història de la Ciutat. N.ºinv. 4019. Mat.: piedra de Montjuïc. Dim.: 45 cm alt., 81 cm long.Fragmento de tallo de un pulvinus con la representación de hojas de laurel con nervadura cen-tral y disposición imbricada entre ellas. En uno de sus extremos se conserva el balteus centralformado por tres boceles cordiformes separados entre sí.

18. Fragmento de la parte central de un lateral de pulvinus (lám. 9)

Exhumado antes de 1959 en la muralla romana. Loc.: Museu d’Història de la Ciutat. N.º inv.4020. Mat.: piedra de Montjuïc. Dim.: 46 cm alt., 74 cm long., 44 cm prof.Fragmento perteneciente a la parte central del tallo de un pulvinus monumental con un esti-lo e iconografía iguales al fragmento anterior.

19. Fragmento de la parte central de un lateral de pulvinus

Procedente de la muralla romana de Barcelona (excavaciones anteriores a 1959). Loc.: Museud’Història de la Ciutat. N.º inv. 20132. Mat.: piedra de Montjuïc. Dim.: 50 cm alt., 110 cmlong., 44 cm prof.Fragmento posiblemente perteneciente a la parte central del tallo de un pulvinus, con la repre-sentación de hojas de laurel con nervadura central; su disposición es imbricada y parte deuna cuerda delimitada simétricamente por las primeras hojas de laurel de ambos lados.

387Los altares monumentales con pulvini del nordeste peninsular

20. Fragmento del centro de un lateral de pulvinus

Procede de la torre 16 de la muralla romana de Barcelona, donde fue hallado en 1963.Loc.: Museu d’Història de la Ciutat. N.º inv. 7729. Mat.: piedra de Montjuïc. Dim.: 45 cmalt., 72 cm long., 47 cm prof. Fragmento de tallo de un pulvinus con la representación de hojas de laurel con nervadura cen-tral y disposición imbricada. En su mitad derecha se conserva una ancha tenia que sujeta lashoja de laurel diagonalmente, a su derecha se observan dos fajas más, talladas con otra orna-mentación distinta a las de las hojas de laurel, sin embargo esta parte del relieve ha sufridoprofundas roturas, previsiblemente a causa de su reutilización en la muralla tardía.Prop. cronol.: periodo flavio?

21. Fragmento de lateral de pulvinus

Hallado en la muralla romana anteriormente a 1959. Loc.: Museu d’Història de la Ciutat. N.ºinv. 4105. Mat.: piedra de Montjuïc. Dim.: 44 cm alt., 86 cm long., 44 cm prof. Fragmento de tallo de un pulvinus con la representación de hojas de laurel con nervadura cen-tral y disposición imbricada.

22. Fragmento de lateral de pulvinus

Hallado en la muralla romana anteriormente a 1959. Loc.: Museu d’Història de la Ciutat.N.º inv. 4103. Mat.: piedra de Montjuïc. Dim.: 37 cm alt., 118 cm long., 37-44 cm prof. Fragmento de tallo de un pulvinus con la representación de hojas de laurel con nervadura cen-tral y disposición imbricada.

23. Fragmento de lateral de pulvinus (lám. 10)

Procedente de la muralla romana, en excavaciones anteriores a 1959. Loc.: Museu d’Història dela Ciutat. N.º inv. 20140. Mat.: piedra de Montjuïc. Dim.: 45 cm alt., 86 cm long., 45 cm prof.Fragmento de tallo de un pulvinus con la representación de hojas lanceoladas con nervaduracentral y disposición imbricada.

24. Fragmento de lateral de pulvinus

Hallado por J. Serra Ràfols el 24 de marzo de 1944 en la muralla romana. Loc.: Museu d’Històriade la Ciutat. N.º inv. 2996. Mat.: piedra de Montjuïc. Dim.: 41 cm alt., 86 cm long., 46 cm prof.Fragmento de tallo de pulvinus con la representación de hojas de laurel con nervadura cen-tral y disposición imbricada.

25. Fragmento de lateral de pulvinus

Procedente de las excavaciones llevadas a cabo en la muralla a la altura de la calle SotstinentNavarro. Loc.: Museu d’Història de la Ciutat. N.º inv. 4067. Mat.: piedra de Montjuïc. Dim.:41 cm alt., 76 cm long., 44 cm prof.

388 Montserrat Claveria

Fragmento de tallo de un pulvinus con la representación de hojas de laurel con nervadura cen-tral y disposición imbricada.

26. Fragmento de lateral de pulvinus

Procede de les excavaciones de la calle de la Tapineria. Loc.: Museu d’Història de la Ciutat.N.º inv. 4068. Mat.: piedra de Montjuïc. Dim.: 39 cm alt., 77 cm long, 42 cm prof.Fragmento de tallo de un pulvinus con la representación de hojas de laurel con nervadura cen-tral y disposición imbricada.

27. Fragmento de lateral de pulvinus

Procedencia desconocida. Loc.: Museu d’Història de la Ciutat. Mat.: piedra de Montjuïc.Dim.: 30 cm alt., 41 cm long.Pequeño fragmento de tallo de un pulvinus en el que sólo se conservan ocho hojas de laurelcon nervadura central y disposición imbricada entre ellas.

28 a-f. Fragmentos de lateral de pulvinus

Procede de Barcelona. Loc.: Museu d’Arqueologia de Cataluña. Mat.: piedra de Montjuïc.Dim.: 28a: 49 cm alt., 68 cm long. 49 cm prof. (dorsal) 28b: 44 cm alt., 63 cm long. 39 cmprof. 28c: 47 cm alt., 130 cm long. 44 cm prof. 28d: 42 cm alt., 55 cm long. 38 cm prof. 28e:44,5 cm alt., 61 cm long. 46 cm prof. 28f: 44,5 cm alt., 88 cm long. 46 cm prof; Todos losfragmentos tienen un zócalo de 8 cm alt.Seis fragmentos de tallo de un pulvinus con largas hojas de punta redondeada y nervio cen-tral inciso. La disposición entre ella es en bandas escalonadas y superpuestas, no imbricadas.

29 a-b. Fragmentos de lateral de pulvinus

Procede de Barcelona. Loc.: Museu d’Arqueologia de Cataluña. Mat.: piedra de Montjuïc. Dim.:29a: 45 cm alt., 91 cm long. 37 prof. cm (dorsal) 29b: 45 cm alt., 39 cm long., 37 cm prof. Dos fragmentos de tallo de un pulvinus con hojas lanceoladas y perfiladas. Nervio centralmodelado en volumen creciente con el cincel. La disposición entre ellas es imbricada.

II. TARRAGONA

II.1. PULVINI CON ALARGAMIENTOS HACIA EL INTERIOR

30. Frente de pulvino izquierdo con roseta sextapétala y retrato (lám. 11)

Hallado entre 1923 y 1926 en la necrópolis paleocristiana de Tarragona (campaña de laMem. 88). Loc.: Museu i Necrópolis Paleocristians de Tarragona. N.º inv. MNAT(P) 2684.Mat.: piedra caliza (Santa Tecla?). Dim.: 29 cm alt., 56 cm long., 48 cm prof.Bib.: Oliva – Tulla – Bertrán, 1927, p. 65, n.º 54-58; Del Amo, 1979, p. 14; TED’A, 1987,n. 197; Gamer, 1989, n.º T 80, p. 278, lám. 140c-d.

389Los altares monumentales con pulvini del nordeste peninsular

Fragmento de un pulvino izquierdo de un altar monumental. Su frente está ornamentadocon una roseta de seis pétalos de perfil superior trilobulados, cuyo bulbo central está ocupa-do por la cabeza de un retrato femenino. Motivos vegetales se adivinan también llenando elfrente del alargamiento hacia el interior (muy fragmentado). Largas foglie d’acqua en dispo-sición imbricada adornan la superficie visible del tallo lateral del fragmento.Prop. cronol.: finales siglo II d.C.

31. Frente de un pulvinus izquierdo con roseta y hojas de laurel (lám. 12)

Procedente de la necrópolis paleocristiana de Tarragona, donde fue hallado entre 1923 y1926. Loc.: Museu i Necrópolis Paleocristians de Tarragona. Mat.: piedra local (Santa Tecla?).Dim.: 39 cm alt., 44 cm long., 54 cm prof. Bib.: Oliva – Tulla – Bertrán, 1927, p. 65, n.º 54-58; Del Amo, 1979, p. 14; TED’A, 1987, n. 197.Fragmento de pulvinus izquierdo con alargamiento lateral. Alta base lisa bajo el pulvino,roseta en el frontal de éste. Ésta tiene botón cóncavo central y tres corolas de pétalos super-puestas, de bordes lobulados la central, ondulados y más puntiagudos, la segunda, y lanci-formes la parte visible de las de la tercera. Listel circular de cuarto de caña hendido enmar-cando la roseta y limitando el frontal de pulvino. Pequeñas hojas de laurel imbricadas lle-nan el frontal del apéndice, limitado en su borde vertical derecho con un listel liso. El mismomotivo decora la superficie de lo conservado del lateral del pulvinus, aunque las hojas son detamaño bastante mayor.Prop. cronol.: julio-claudio?

32. Frente de pulvino derecho con motivos vegetales (lám. 13)

Hallado entre 1923 y 1926 en la necrópolis paleocristiana de Tarragona (campaña de laMem. 88). Loc.: Museu i Necrópolis Paleocristians de Tarragona. Mat.: piedra local (SantaTecla?). Dim.: 45 cm alt., 49 cm long., 120 cm prof.Bib.: Oliva – Tulla – Bertrán, 1927, p. 65, n.º 54-58; Del Amo, 1979, p. 14; TED’A, 1987, n. 197.Fragmento de un pulvinus derecho con apéndice lateral de forma triangular fragmentado. Elfrontal del pulvino muestra una roseta con botón central y cuatro pétalos alargados en formade cruz, los cuales se superponen a otros cuatro pétalos redondeados dispuestos en el fondo.Limita la roseta y el pulvinus frontal un listel circular ancho y plano. Un listel parecido debíaperfilar los extremos del frontal del frente del apéndice, el cual conserva todavía algunas delas hojas de laurel que debían llenarlo. Semejantes hojas de laurel, imbricadas y con nerviocentral se observan decorando la superficie del lateral del pulvinus.Prop. cronol.: finales del siglo I a.C.-primera mitad del siglo I d.C.

33. Frente de pulvino derecho con motivos vegetales

Hallado en 1945 durante unas obras de excavación de una casa de la calle Jaume I deTarragona. Loc.: por el momento desconocemos su lugar de conservación actual. Mat.: según sueditor tallado en mármol blanco. Dim.: 31 cm alt., 76 cm long. ,1,42 cm prof. (según SánchezReal).Bib.: Sánchez Real, 1948, p. 108, Lám. 1; TED’A, 1987, p. 183, n. 200.

390 Montserrat Claveria

Fragmento de pulvino derecho de un altar monumental. Su frontal se ornamenta con unaroseta pentapétala con hojas acorazonadas y distribuidas en dos ordenes, el interior demenor dimensiones y situado alrededor del bulbo central saliente, el mayor ocupando latotalidad del círculo pulvinar y enmarcado por el listel liso del extremo de éste. El alarga-miento hacia el interior del monumento es de perfil superior recto y notablemente largo, nodispone de ornamentación en su frontal. La superficie del lateral del pulvinus muestra unimbricado de hojas de laurel con nervadura central; quedan restos del balteus central, com-puesto por motivos ovales entre dos listeles.

34. Dorso de un pulvinus derecho (lám. 14)

Hallado entre 1923 y 1926 en la necrópolis paleocristiana de Tarragona. Loc.: Museu iNecrópolis Paleocristians de Tarragona. Mat.: caliza amarillenta (Santa Tela?). Dim.: 44 cmalt., 92 cm long., 54 cm prof.Bib.: Oliva – Tulla – Bertrán, 1927, p. 65, n.º 54-58; Del Amo, 1979, p. 14; TED’A, 1987, n. 197.Fragmento posterior de un pulvinus derecho con apéndice lateral de perfil superior cóncavo.Cara posterior lisa. Se conservan las dos últimas y la punta de la tercera filas de las hojas lan-ceoladas e imbricadas que decoraran la superficie del lateral del pulvinus. El extremo poste-rior del pulvino acaba con ancho listel de 14 cm compuesto por banda ancha en el centrocanal y cinta en los extremos.

35. Fragmento de la parte central de un lateral de pulvinus (lám. 15)

Procedente de la necrópolis paleocristiana de Tarragona, donde fue hallado entre 1923 y1926. Loc.: Museu i Necrópolis Paleocristians de Tarragona. Mat.: caliza (Santa Tecla?). Dim.:32 cm alt., 45 cm long., 60 cm prof.Bib.: Oliva – Tulla – Bertrán, 1927, p. 65, n.º 54-58; Del Amo, 1979, p. 14; TED’A, 1987, n. 197.Fragmento de pulvinus con apéndice lateral, en cuya superficie del perfil del pulvino se con-serva parte de la imbricación de hojas lobuladas muy bien labradas, con bordes onduladosy nervio saliente central. En uno de sus extremos se conserva buena parte de un ceñidor decuatro cintas entrelazadas en su parte superior central formando un nudo de Heracles. Restosde otras cintas similares se conservan en el extremo opuesto del fragmento.Prop. cronol.: finales del siglo I a.C.-primera mitad siglo I d.C.

36. Fragmento de lateral de pulvinus

Procedente de la necrópolis paleocristiana de Tarragona. Loc.: Museu i Necrópolis Paleocristiansde Tarragona. Mat.: piedra caliza (Santa Tecla?). Dim.: 44 cm alt., 100 cm long., 45 cm prof.Fragmento de tallo de un pulvinus con apéndice lateral. Su parte superior redondeada se hallaornamentada con hojas de laurel imbricadas, con nervio central y punta lanciforme. Dosanchas cintas, paralelas entre ellas, cortan en diagonal esta decoración vegetal, a modo desogas sujetadoras del fajo de hojas. Éstas se componen de tira ancha y lisa central rematada,en cada extremo largo, por un canal y borde estrecho y saliente. Se puede observar el acaba-do liso del lado menor e interno del apéndice lateral. Prop. cronol.: julio-claudio?

391Los altares monumentales con pulvini del nordeste peninsular

37. Fragmento de lateral de pulvinus

Necrópolis paleocristiana de Tarragona. Loc.: Museu i Necrópolis Paleocristians deTarragona. Mat.: piedra caliza (Santa Tecla?). Dim.: 38 cm alt., 55 cm long., 143 cm prof. Fragmento de tallo de un pulvinus ornamentado con largas hojas lanceoladas imbricadas ensu superficie; incisiones profundas y biseladas, y nervio central amplio.Prop. cronol.: julio-claudio?

III. MATARÓ

38 a-q. Fragmentos de un altar monumental con pulvini alargados (lám. 16)

Hallado en el “Camí del Mig”, vía romana Baetulo-Iluro, en 1976. Loc.: Museu de Mataró.N.º inv. 38a: MM 6501 (frente); 38b: MM 6502 (lateral pulvino); 38c-h: MM 6503-6508(placas cuerpo altar); 38i-q: MM 6510-6524. Mat.: mármol de Luni-Carrara. Dim.: 38a:36 cm alt., 46 cm long. ,17 cm prof. 38b: 34,5 cm alt., 60 cm long., 33,5 cm prof.Bib.: Bonamusa,1977, p. 1 ss.; Clariana,1978, n.º 5-6, p. 167 ss.; Balil, 1988, p. 31, n.º 169,lám. XIII, 2; Gamer, 1989, n.º B 57, p. 190, lám. 138 i.; Clariana, 1996, p. 30; Bosch deDoria, 1998, p. 127 ss.Frontal de pulvino izquierdo con gorgoneion y alargamiento liso. De los pulvinos de este mismoaltar también se conserva el centro de uno de los dos tallos laterales, reconocible por el balteus detres fasciae que sujeta el fajo de hojas de laurel que suele constituir la ornamentación de los latera-les de los pulvini. Las hojas presentan estría central y bifurcación de ésta en el extremo inferior.Además también se han conservado 11 fragmentos de las molduras del zócalo y el coronamientodel altar, así como seis placas de mármol lisas, correspondientes al revestimiento del cuerpo central.Prop. cronol.: primera fase severiana.

IV. LLERONA

39. Fragmento inferior de frente de pulvinus con alargamiento hacia el interior (lám. 17)

Hallado en 1972 formando parte del relleno de una rampa construida pocos años antes.Probablemente provenía de los campos de cultivo cercanos, donde también se han exhuma-do vestigios de una villa imperial, del paso de la vía romana por el lugar, y en las proximi-dades los enterramientos “de cal Forcaire”. Loc.: Can Rof, Llerona (Vallès Oriental). Mat.:mármol de Luni-Carrara. Dim.: 15 cm alt., 41 cm long., 31 cm prof.Bib.: Vallicrosa y Maynou, 1990, p. 27, lám. en p. 28; ficha técnica en tríptico exposición“Paraula de Medusa” Museu de Granollers, 15 diciembre 2006-11 febrero 2007.Fragmento del frente de un pulvinus izquierdo perteneciente a un altar monumental. Quedanrestos suficientes para observar que se trata de un pulvino con alargamiento hacia el interior.Se conserva el tercio inferior izquierdo del frente, con los restos del mentón, la boca y lasmejillas de un gorgoneion, enmarcado por un grueso listel liso que limitaba los extremos dela cara frontal de la pieza. En su parte lateral se aprecia el arranque del imbricado de hojasde laurel que debía llenar la superficie del tallo del pulvino. Éstas presentan el mismo aspec-to y talla que las del fragmento siguiente.

392 Montserrat Claveria

40. Fragmento de lateral de pulvinus (lám. 18)

Se documenta ya a principios del siglo XVI sirviendo como pila bautismal de la parroquia deSanta Maria de Llerona, erigida sobre restos de una villa romana, y en lugar no alejado de lafinca en la que se conservó el fragmento anterior. Loc.: Sirve de sostén de la pica bautismal(moderna) en la parroquia de Santa Maria de Llerona. Mat.: mármol blanco. Dim.: 28 cmalt., 66 cm long., 39 cm prof. Bib.: Martí Bonet, 1981, 418 s.; Vallicrosa – Maynou, 1990, p. 27, lám. en p. 28; Clariana,1996, p. 30; Bosch de Doria, 1998, p. 134.Fragmento de lateral de pulvinus con grandes hojas de laurel imbricadas; éstas, como en elfragmento anterior, están talladas en relieve notablemente saliente y compacto, sin una tallagradual desde el fondo hasta la superficie del relieve. Una incisión central bifurcada en losextremos marca el carácter vegetal de cada hoja de laurel. Su reutilización como pila bautis-mal, sin duda, motivó el rebaje de su parte inferior.

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393Los altares monumentales con pulvini del nordeste peninsular

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