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Nuevos datos sobre una alineación de menhires en el norte de Burgos: el yacimiento de Las Atalayas,...

Date post: 26-Jan-2023
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La revista científica Sautuola se encuentra incluida en los Catálogos LATINDEX y DICE, así como en las Bases de DatosISOC, DIALNET (España) y REGESTA IMPERII (Alemania)

© De la presente edición:De los originales los autores, de la maqueta y composición el Instituto de Prehistoria y Arqueología “Sautuola”

Edita:Instituto de Prehistoria y Arqueología “Sautuola” con el patrocinio deConsejería de Educación, Cultura y Deporte del Gobierno de Cantabria

Redacción: Instituto de Prehistoria y Arqueología “Sautuola”C/ Santa Lucía 45 - 2ºE39003 - Santander (Cantabria, España)Correo electrónico: [email protected]

• Consejo de Redacción

Dirección:Dr. Miguel Ángel García Guinea

Vocales:Ramón Bohigas RoldánElena de Diego AnbuhlCarmelo Fernández IbáñezCarmen Martín Gutiérrez Rosario Olabe Fernández

Coordinación:Carmelo Fernández IbáñezRamón Bohigas Roldán

Asesor lingüístico:Peter Smith

I.S.S.N: 1133-2166

Depósito Legal: SA - 1097 - 2010

Impreso en España / Printed in Spain

Impresión, maquetación y fotomecánica: Gráficas Copisán - [email protected]

La publicación de un trabajo en esta revista científica, no implica que la Redacción ni el Gobierno de Cantabria esténde acuerdo ni se solidaricen con el contenido de aquel. Las opiniones y los hechos consignados por los distintos au-tores de los artículos, son de la única y exclusiva responsabilidad de ellos mismos, en el uso de su plena libertad inte-lectual. / The publication of a paper in this scientific journal does not imply that that Editorial Committee or the Go-vernment of Cantabria agree with or support its contents. The opinions and facts given by the different authors of thepapers are their own and exclusive responsibility, within the full use of their intellectual freedom.

Los textos de los artículos son reproducción de los originales entregados por los autores, siendo necesario citar la pro-cedencia en cualquier transcripción o reproducción total o parcial de los mismos. / The texts of the papers are a re-production of the authors' original manuscripts and it is necessary to cite the source of any total or partial transcrip-tion or reproduction.

• Comité Científico

Dr. D. J. Antonio Abásolo Álvarez (Universidad de Valladolid)Dr. D. Germán Delibes de Castro (Universidad de Valladolid)Dr. D. Francisco Etxeberría Gabilondo (Universidad del País Vasco)Dr. D. Cesar González Sáinz (Universidad de Cantabria)Dr. D. J. Avelino Gutiérrez González (Universidad de Oviedo)Dra. Dña. Salete da Ponte (Instituto Politécnico de Tomar, Portugal)Dr. D. Ignacio Ruiz Vélez (Institución Fernán González, Burgos)

INDICE / INDEX

IN MEMORIAM

Miguel Ángel García Guinea (1922-2012) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7-9

I. PALEO-MESOLÍTICO / PALAEO-MESOLITHIC

El yacimiento arqueológico de “El Bosque” (Entrambasaguas, Cantabria). Algunas reflexiones entorno a los yacimientos al aire libre del paleolítico en el centro de la región cantábrica

The Archaeological Site of “El Bosque” (Entrambasaguas, Cantabria). Some reflections on open-air Palaeolithicsites in the centre of Cantabrian Spain

Ramón MONTES BARQUÍN, Emilio MUÑOZ FERNÁNDEZ, José M. MORLOTE EXPÓSITO,Silvia SANTAMARÍA SANTAMARÍA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13-36

Paleoambiente en el Nivel III (Gravetiense) del abrigo de “El Cuco” (Castro Urdiales, Cantabria)Palaeo-environment in Level III (Gravettian) at "El Cuco" Rock-Shelter (Castro Urdiales, Cantabria)

Pedro RASINES DEL RÍO, Emilio MUÑOZ FERNÁNDEZ, Silvia SANTAMARÍA SANTAMARÍA, José Manuel MORLOTE EXPÓSITO y Igor GUTIÉRREZ ZUGASTI . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 37-44

Personal ornaments in Europe during the Solutrean: Evidences from Cantabrian Spain Los objetos de adorno-colgantes en Europa durante el Solutrense: los datos de la región Cantábrica

Esteban ÁLVAREZ-FERNÁNDEZ . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 45-52

El yacimiento del abrigo de Santa María (Valdáliga, Cantabria)The Rock-Shelter of Santa María (Valdáliga, Cantabria)

Mercedes PÉREZ BARTOLOMÉ, Jesús RUIZ COBO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 53-67

II. PREHISTORIA RECIENTE / RECENT PREHISTORY

Nuevos datos sobre una alineación de menhires en el norte de Burgos: El yacimiento de Las Atalayas,en Avellanosa del Páramo (Burgos)

New information about a menhir alignment in the North of Burgos: The site of Las Atalayas, Avellanosa del Páramo (Burgos)

Miguel Á. MORENO GALLO, Germán DELIBES DE CASTRO, José A. LÓPEZ SÁEZ, Saúl MANZANORODRÍGUEZ, Rodrigo VILLALOBOS GARCÍA, Alberto FRAILE VICENTE, Javier BASTONCILLOS ARCE . . . . . 71-93

III. EDAD DEL HIERRO / IRON AGE

Grabados zoomorfos sobre pizarra y otros epígrafes inéditos en castros asturianos Zoomorphic Carvings on Slate and other Epigraphs at Asturian hillforts

Ángel VILLA VALDÉS. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 97-112

IV. ÉPOCA ROMANA / ROMAN PERIOD

Pallantia romana (primera etapa). Conclusiones establecidas a partir de los trabajos de excavaciónrealizados en el núcleo urbano de la ciudad de Palencia

Roman Pallantia (first stage). Conclusions from the excavation work performed in the centre of the city of Palencia

Mª Julia CRESPO MANCHO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 115-144

Actuación arqueológica en los números 3 y 5 de la plaza de la Inmaculada de PalenciaArchaeological Fieldwork at numbers 3 and 5 in Inmaculada Square, Palencia

Gregorio J. MARCOS CONTRERAS , Miguel Ángel MARTÍN CARBAJO, Jesús Carlos MISIEGO TEJEDA,Francisco Javier SANZ GARCÍA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 145-162

Datos para una reconstrucción integral del sistema defensivo del fuerte romano de A Cidadela(Sobrado dos Monxes, A Coruña)

Defensive System of the Roman Fort at A Cidadela (Sobrado dos Monxes, A Coruña): Data for a Reconstruction

José Manuel COSTA GARCÍA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 163-177

El horno tardorromano de vidrio del antiguo Convento de los Padres Paúles (Ávila): ProduccionesThe late Roman Glass Furnace at the former Convent of Padres Paules (Ávila): Productions

F. J. MARCOS HERRÁN, Mª. S. ESTREMERA PORTELA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 179-186

Soldados galaicos en las tropas auxiliares romanasGalician soldiers among roman auxiliary troops

Narciso SANTOS YANGUAS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 187-198

La producción y el comercio de libros en el Imperio RomanoBook publishing in the Roman Empire

Javier ALONSO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 199-213

El cementerio tardorromano de Aguilar de Anguita y la problemática de las necrópoliscon ajuares “tipo Simancas-San Miguel del Arroyo”

The Late Roman Cemetery at Aguilar de Anguita and the problem of necropolises with “Simancas-San Miguel delArroyo-type” grave-goods

Fernando PÉREZ RODRÍGUEZ-ARAGÓN, Magdalena BARRIL VICENTE . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 215-237

V. TARDOANTIGÜEDAD Y MEDIEVO / LATE ANTIQUITY AND MEDIEVAL PERIODS

Arqueología del cristianismo de la antigüedad tardía en Cantabria: hacia un estado de la cuestiónArchaeology of Christianity in Cantabria in late Antiquity: the state of the art

Leticia TOBALINA PULIDO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 241-262

Nuevas evidencias sobre el uso de las cuevas de Cantabria durante la Tardoantigüedad yla Alta Edad Media. Primeros resultados del Proyecto Mauranus

New evidences about cave use in Cantabria during Late Antiquity and Early Medieval Age. First results of the Proyecto Mauranus

Enrique GUTIÉRREZ CUENCA, José Ángel HIERRO GÁRATE . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 263-280

La necrópolis de San Martín de Ontón (Castro Urdiales, Cantabria)The Necropolis at San Martín de Ontón (Castro Urdiales, Cantabria)

José Manuel MORLOTE EXPÓSITO, Ramón MONTES BARQUÍN, Silvia SANTAMARÍA SANTAMARÍA,Emilio MUÑOZ FERNÁNDEZ . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 281-293

Las iglesias medievales en las cuencas de los ríos Saja y Nansa (Cantabria) Medieval Churches in the Saja and Nansa river basins (Cantabria)

Ana RUBIO CELEMÍN, Jesús RUIZ COBO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 295-318

Los alfares de época medieval y moderna en ValladolidMedieval and Modern Kilns in Valladolid

Antonio BELLIDO BLANCO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 319-330

VI. EDADES MODERNA Y CONTEMPORÁNEA / AGES MODERN AND CONTEMPORARY

La batería de Cabo Menor en Santander: Historia y potencial arqueológicoCabo Menor Battery in Santander: History and Archaeological Potential

Rafael PALACIO RAMOS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 333-342

Recuperación y análisis de los restos humanos de la cueva 2741 de Matienzo (Ruesga, Cantabria)Recovery and Study of the Human Remains in Cave 2741 in Matienzo (Ruesga, Cantabria)

P. SMITH, F. ETXEBERRIA, L. HERRASTI, M. P. de MIGUEL, M. MARTÍNEZ, S. CARDOSO, L. PALENCIA,J. M. AZNAR, A. BECARES, C. ALBISU, J. RUIZ, J. CORRÍN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 343-351

Los últimos ocupantes de las cuevas de Matienzo: Hacia una arqueología de los huidos de la postguerraThe Last Occupants of Matienzo Caves: Towards an Archaeology of the Fugitives in the Post-Civil War

Peter SMITH . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 353-359

VII. ARTE RUPESTRE / ROCK ART

Magia y religión en el Paleolítico SuperiorMagic and religion in the Upper Paleolithic

Raquel LACALLE RODRÍGUEZ . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 363-374

VIII. CONSERVACIÓN DEL PATRIMONIO / CONSERVATION OF HERITAGE

Dossier: “Los Acabados de Magnetita en la Siderurgia Prerromana”Dossier: Magnetite Finish in Pre-Roman Metal-working

Jesús ALONSO LÓPEZ, Paloma LÓPEZ SEBASTIÁN, Isabel ORTIZ DE ERRAZTI (coords.) . . . . . . . . . . . . . 377

IntroducciónIntroduction

Jesús ALONSO LÓPEZ . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 379-380

Perspectivas sobre la conservación, restauración e investigación de las armas antiguas. Desiderata de un arqueólogo e historiador militar

Come views on the Conservation, Restoration and Research of Ancient Weapons. Desiderata of anArchaeologist and Military Historian

Fernando QUESADA SANZ . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 381-387

Los recubrimientos de magnetita. Estado de la cuestión y propuestas metodológicaspara su estudio y conservación

Magnetite Coverings: State of the Art and Methodological Proposals for its Study and Conservation

Jesús ALONSO LÓPEZ . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 389-433

Contribución científico-tecnológica para el conocimiento de los recubrimientos de magnetitay bronce-magnetita en armas prerromanas

Scientific-technological contribution to an Understanding of Coatings of Magnetite and Bronze-Magnetite onPre-Roman Weapons

Laura GARCÍA SÁNCHEZ, Antonio J. CRIADO PORTAL, Jorge CHAMÓN FERNÁNDEZ,A.Javier CRIADO MARTÍN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 435-456

Algunos aspectos de la metalurgia de la Edad del Hierro en BurgosSome aspects of Iron Age Metallurgy in Burgos

Ignacio RUIZ VÉLEZ, Adelaida RODRÍGUEZ RODRÍGUEZ . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 457-470

La conservación y la restauración de objetos de hierro en la bibliografía arqueológica españolaConservation and Restoration of Iron Objects in Spanish Archaeological Literature

Carmelo FERNÁNDEZ IBÁÑEZ . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 471-482

IX. HISTORIOGRAFÍA / HISTORIOGRAPHY

La puesta en valor de cavidades: Monte Castillo (Puente Viesgo) a través de su historiamoderna (1903-1971)

The Development of Caves: Monte Castillo (Puente Viesgo) in Modern History (1903-1971)

Marcos GARCÍA DIEZ, Daniel GARRIDO PIMENTEL, José María CEBALLOS DEL MORAL . . . . . . . . . . . 485-496

Cueva de La Clotilde: Un modelo de la destrucción del arte rupestreCueva de La Clotilde: A model in the destruction of cave art

Virgilio FERNÁNDEZ ACEBO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 497-511

Síntesis historiográfica sobre los “Barros Saguntinos”Historiographical notes on “Barros Saguntinos”

Macarena BUSTAMANTE ÁLVAREZ . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 513-518

X. VARIA / VARIOUS

Primera campaña de prospección en la cabecera de los ríos Carrión y Pisuerga. Término municipalde La Pernía (Palencia)

First season of surveying at the head of the rivers Pisuerga and Carrion. Municipality of La Pernía (Palencia)

P. DIEGO ESTÉBANEZ, A. VALLE GÓMEZ . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 521-560

La sal como ofrenda en los rituales mortuorios. Nuevas perspectivas de estudioThe Role of Salt as an Offering in Mortuary Rites: New Approaches to its Study

Pedro Javier CRUZ SÁNCHEZ . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 561-579

Fe de ErratasErrata . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 581

Notas para la admisión de originales Notes for the submission of manuscripts . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 583-589

Sautuola / XVI-XVIIInstituto de Prehistoria y Arqueología “Sautuola”Santander (2010-12), 71 - 93

ISSN: 1133-2166

Nuevos datos sobre una alineación de menhiresen el norte de Burgos: el yacimiento de Las Atalayas,

en Avellanosa del Páramo (Burgos)1

New information about a menhir alignment in the north of Burgos: The site ofLas Atalayas, Avellanosa del Páramo (Burgos)

Miguel Á. MORENO GALLO2

Germán DELIBES DE CASTRO3

José A. LÓPEZ SÁEZ4

Saúl MANZANO RODRÍGUEZ5

Rodrigo VILLALOBOS GARCÍA6

Alberto FRAILE VICENTE7

Javier BASCONCILLOS ARCE8

RESUMEN

Se presentan los resultados de un sondeo arqueológico realizado al pie del menhir de La Buena Moza (Avellanosa del Páramo, Burgos),que confirman la cronología prehistórica del monumento. A partir de ellos y de otros muchos datos obtenidos en prospección, se avanza enel estudio de la alineación de menhires que, a lo largo de un centenar de kilómetros, une las cimas del Sistema Cantábrico y los páramos cal-cáreos del Noroeste de Burgos.

ABSTRACT

The aim of this paper is to present the results of archaeological work underneath the standing stone of “La Buena Moza” (Avellanosa delPáramo, Burgos). They confirm its prehistoric chronology. In the light of these results and new data obtained in a wide regional survey, we dis-cuss a surprising alignment of menhirs that link the Cantabrian Mountains and the limestone plateaus located in Northwest Burgos.

PALABRAS CLAVE: Alineación. Larga duración. Megalitismo. Menhir. Prehistoria.

KEYWORDS: Alignment. Longue durée. Megalithism. Menhir. Prehistory.

I. INTRODUCCIÓN

La comarca de Valdeolea, al Sur de Cantabria, en lazona limítrofe con Palencia, es un sugestivo lugar decolinas desnudas y valles planos, casi endorreicos, queanticipa la majestuosidad del Alto Campoo. En estepunto de transición del páramo a la alta montaña seconocen desde siempre siete menhires (TEIRA, 1994)que forman una alineación Este-Oeste. Razones de ve-cindad invitan a establecer, además, una relación en-

tre ellos y las grandes piedras hincadas de Los Lagos(GUTIÉRREZ MORILLO, 1999) de Mazandrero, que serepite también con los menhires palentinos de Sansónen Villanueva de Henares y de Canto Hito en Revilla dePomar (ALCALDE, 1992), o con el burgalés de La Cues-ta del Molino (MORENO GALLO, 2005), en el páramode Valdelucio.

Igualmente, al observar el conjunto dibujado sobreun mapa, surge el impulso de prolongar la línea hacia

1. Investigaciones realizadas en el marco de un proyecto financiado por laConsejería de Cultura y Turismo de la Junta de Castilla y León.

2. Departamento de Ciencias Históricas y Geografía. Facultad de Humanida-des y Educación. Universidad de Burgos. Correo electrónico: [email protected]

3. Departamento de Prehistoria. Facultad de Filosofía y Letras. Universidad deValladolid. Correo electrónico: [email protected]

4. Grupo Investigación Arqueobiología. Instituto de Historia (C.S.I.C.). Ma-drid. Correo electrónico: [email protected]

5. Grupo Investigación Arqueobiología. Instituto de Historia. (C.S.I.C.). Ma-drid. Correo electrónico: [email protected]

6. Departamento de Prehistoria. Facultad de Filosofía y Letras. Universidad deValladolid. Correo electrónico: [email protected]

7. Departamento de Prehistoria. Facultad de Filosofía y Letras. Universidad deValladolid. Correo electrónico: [email protected]

8. Asociación Geocientífica Burgalesa. Correo electrónico: [email protected]

el Noroeste y hacia el Sureste dada la profusión de ya-cimientos megalíticos existentes en esta zona de laprovincia de Burgos (MORENO GALLO, 2004), inclui-dos varios menhires, que festonean la zona más meri-dional de la Lora y los páramos situados al Oeste de lacapital (Fig. 1).

Los vestigios aislados, algunos ciertamente llamati-vos, cobran de repente una especial significación cuan-do se proyectan sobre el mapa. En algunos casos, co-mo en Valdeolea, la acusada proximidad de unos men-hires respecto a otros obliga a usar escalas amplias pa-ra visualizar el conjunto. Otras veces, en cambio, la im-presión de vacío aconseja invertir la escala para en-tender la continuidad entre unos yacimientos y otros.Al final, el resultado es que medio centenar de gran-des piedras, la mayoría hincadas, aunque otras yazganderribadas junto a sus lugares de erección, forman unaalineación, prácticamente recta, entre los páramos cal-cáreos que se asoman a los valles de los afluentes delArlanzón, y las cumbres del sistema Cantábrico.

¿Es exactamente una recta? No del todo. La corre-lación de los puntos individuales es elevadísima y ad-mitiría cualquier control estadístico, pero bajando aldetalle se aprecia que en realidad se trata de una línealevemente sinusoidal que va buscando los lugares másllanos, los cambios de cuenca por los sitios más pro-picios, los encharcamientos que mantienen el verdor alo largo del estío, en definitiva, una sucesión de paisa-jes amenos que permiten pasar desde las comarcas de

cereal intensivo hasta las brañas cántabras sin grandesdesniveles, sin tener que cruzar ríos caudalosos y sinadentrarse -a juzgar por la flora actual y por lo que su-giere el subsuelo- por bosques o lugares de vegetaciónespesa.

II. ALGUNAS HIPÓTESIS SOBRE LA ALINEACIÓN

Aceptada la alineación de los menhires, el princi-pal problema que se plantea es su interpretación. Por-que una línea une puntos, pero separa planos. Una lí-nea puede representar el lugar de confluencia de dosespacios diferentes, un camino a recorrer, la fronteraque no se debe sobrepasar, etc. Una línea es un río yun cordal montañoso, el límite y la intersección. La ali-neación de menhires que nos ocupa puede corres-ponder, además, a una de las categorías anteriores oa varias.

Si se amplía la visión del conjunto, en torno al tra-zado abundan los dólmenes y las estructuras tumula-res, en número próximo al centenar. La línea tambiénpodría entenderse, entonces, como una pintoresca ave-nida funeraria que partiera del conjunto del Collado deSejos (alto Saja, en Cantabria), con un menhir, con undolmen y, sobre todo, con un crómlech cuyos ortosta-tos grabados, como defiende Bueno (1982), guardanrelación con las estatuas-menhir y estelas antropomor-fas que en el III milenio a.C. se erigían en toda EuropaOccidental y, muy especialmente, con las representa-ciones tipo Peñatu (BUENO y FERNÁNDEZ MIRANDA,

72 NUEVOS DATOS SOBRE UNA ALINEACIÓN DE MENHIRES EN EL NORTE DE BURGOS: EL YACIMIENTO DE LA ATALAYAS, …

Figura 1: Alineamiento de menhires en las provincias de Burgos, Palencia y Cantabria.

1981). Camino del Sur estaría el conjunto de Los Lagosde Mazandrero, en Cantabria. Excavado por GutiérrezMorillo (1999; 2001; 2002; 2003) y con una dataciónradiocarbónica de 3270±70 B.P. Los Lagos aparecetambién citado por Teira, quien coincide en contextua-lizar el conjunto en un momento tardío del megalitis-mo cántabro. Y al entrar en Castilla y León, la línea secompletaría asimismo con los túmulos de la Lora deValdivia (Palencia) aún inéditos, con los del páramo deValdelucio en Burgos ( ARATIKOS, 2001; MORENO GA-LLO, 1999; MORENO GALLO; 2005 y DELIBES, 2007a)y con otros manifiestamente dolménicos apenas refe-renciados bibliográficamente (MORENO GALLO, 2004).

La línea de menhires, que en una primera hipóte-sis constituiría el festón de los enterramientos megalí-ticos, también sirve por tanto como divisoria de dosespacios, uno con abundantes yacimientos dolméni-cos (Cantabria, Palencia, Loras de Burgos) y otro, a po-niente, desprovisto de ellos. A pesar de algunas apro-ximaciones geográficas, sigue siendo una incógnita laacumulación de megalitos de los páramos de Burgosen contraste con el silencio de las campiñas y valles,por más que se ajuste al modelo de distribución peri-férica -excepción hecha del dolmen de Los Zumacalesde Simancas (ALONSO DÍEZ, 1985) de los sepulcrosmegalíticos de toda la cuenca del Duero.

Tampoco se puede descartar que la alineación depiedras hincadas expresara o simbolizara la condiciónde lugares de encuentro de los páramos respecto a losvalles próximos, como si se tratara de las vértebras deuna espina dorsal. En muchos casos se ha comproba-do que los menhires no sólo están en lugares culmi-nantes de las lomas, sino que se reparten de acuerdocon un segundo eje transversal correspondiente a lasvaguadas que comunican las altiplanicies con las zonasmás bajas de las cuencas hidrológicas próximas.

Por último, si se valoran otras atractivas particulari-dades de la alineación, como su paso por zonas endo-rreicas, por horizontes despejados, por pastizales, porfuentes, etcétera, queda margen también para la hi-pótesis de que los menhires pespuntearan un caminonatural seguido por las manadas de grandes herbívorosen sus movimientos estacionales. Para entender esteplanteamiento es necesario situarse en un momentode la Prehistoria, tal vez el Paleolítico, en el que la pre-sencia humana no fuera determinante para el equili-bro de los ecosistemas. Parece evidente que las especiesque se alimentan principalmente de pasto tendrán lanecesidad de buscar los mejores lugares, que rara-mente permanecen todo el año; al contrario, lo normales que los pastos de invierno estén alejados de los pri-mavera o de los de verano. En invierno, hasta la pri-mavera, los páramos castellanos permiten sobrevivir sinaporte de forraje a importantes rebaños de ovejas, ca-bras o vacas. Pero cuando comienza el estiaje, no exis-

te más alternativa que desplazarse a la montaña, en unmovimiento de trashumancia o trasterminancia quegarantice el acceso a nuevos pastos frescos. Natural-mente, la llegada de las nieves, hacia el mes de no-viembre, obligará de nuevo a hacer el camino inverso,esto es, a abandonar las cumbres de brañas y a buscarrefugio en lugares de menor altitud (CABO, 1994).

Como resumen, puede decirse que en la zona dereferencia existen numerosos menhires a los que, porsus similitudes tipológicas y aparente alineación, cabeconsiderar un conjunto; que todos ellos se localizanen entornos megalíticos; y que al menos en determi-nados casos, a juzgar por sus grabados, por su pecu-liar morfología o por lo que indica el carbono 14, re-miten a fechas propias de la Prehistoria Reciente. Noobstante, aún estamos lejos de conocer cuál es el mo-tivo de su agrupación lineal. Hay variadas teorías sobresituaciones comparables detectadas en el Sur de Fran-cia y Bélgica (BENÉTTEAU, ROUSSELEAU y GANDRIAU,2000; PIGEAUD, 2006; TOUSSAINT et alii, 1999;TOUSSAINT y HUBERT, 1995), en Italia (SAULIEU,2004) y en Córcega (CESARI, 1985; D’ANNA, LEANDRIy MARCHESI, 2000; GROSGEAN, 1964). E incluso enPortugal, como las expuestas por Rocha (1997), Forte(1998) y Duque (2005). Pero ninguna de ellas es defi-nitiva. En algunos casos se apela a diferencias geoló-gicas, como si la alineación correspondiera a la fron-tera de grupos que hacen un aprovechamiento singu-lar del territorio en función del sustrato lítico. Pero enotros casos se ha hablado también de rituales, de mar-cas en el camino, etc.

Para el caso que nos ocupa, entre las provincias deCantabria, Palencia y Burgos, se observa alguna dife-rencia geológica, pues los de Cantabria suelen ser deorigen silíceo y los de Castilla y León calizos, pero noparece que éste sea el factor determinante. Si la aline-ación correspondiera a una delimitación, tal vez se po-dría deber a la disimilitud, ya denunciada, entre la grandensidad de enterramientos megalíticos al Noreste deltrazado, y la práctica inexistencia de tales yacimientosal Suroeste. Pero no deja de ser una formulación hi-potética que, de momento, no conduce a nada. Y exis-te asimismo la opción, como insinuamos antes, deconsiderar que se trate de una señalización, ritual o deotro tipo, de una ruta de desplazamiento transtermi-nante entre los páramos del Norte del Duero y los pra-dos de la cordillera Cantábrica. Demasiadas posibili-dades difíciles de contrastar. Por eso, antes de conver-tir cualquiera de ellas en una hipótesis convincente,parece importante determinar la sincronía de los ele-mentos de la alineación. Con ese fin se han llevadohasta el momento algunas intervenciones en Burgos yPalencia, de cuyos resultados -recogidos muy por en-cima en el epígrafe siguiente- contribuyen a acotar po-co a poco un tema cuya investigación, sería absurdonegarlo, continúa presentándose muy abierta: el sig-

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nificado de la alineación de menhires sigue siendoesencialmente un enigma.

III. LA NECESIDAD DE CONTEXTUALIZAR Y DEDATAR LOS MENHIRES: PRIMEROS RESULTADOSDE UN PROYECTO

La línea dejaría de ser línea si las unidades que anuestro entender la componen, los hitos de piedra, ca-recieran de un mínimo de homogeneidad tipológica ycronológica. La primera es evidente -el inventario deque disponemos responde sobre todo a este criterio-y discernir hasta qué punto es asumible la segunda seha erigido en uno de los ejes y una de las principalespreocupaciones de nuestra investigación. La labor decontextualización, realizada básicamente sobre el te-rreno, conlleva normalmente dos tipos de actuaciones:por medio de la prospección perseguimos localizarcualquier yacimiento prehistórico próximo a los men-hires con el que pudieran estar asociados; y la excava-ción tiene por objeto una lectura individual del con-texto de cada monolito, con la doble pretensión deobtener muestra para datación radiométrica y de per-filar su significado (p.e. saber si está hincado, comosucede a veces, sobre un contexto funerario). En todocaso, el alcance de la excavación siempre sería míni-mo: una pequeña cata, con la finalidad de evitar dañosmayores a los yacimientos.

Con estas premisas se comenzó en 2005 un pro-yecto de investigación, aún en curso, que por el mo-mento se ha traducido en la prospección de los alre-dedores de medio centenar de menhires burgaleses,palentinos y cántabros, y en la realización de sondeosal pie de media docena de ellos. Aquel trabajo ha ve-nido a confirmar, no sin excepciones, que menhires ytúmulos megalíticos (?) comparten prácticamente losmismos espacios. Las catas, en cambio, han propor-cionado frutos desiguales, no habiéndose logrado entodos los casos la anhelada contextualización. Másadelante presentamos una muestra de la referida com-plementariedad entre túmulos y menhires en el pára-mo de Las Atalayas, en Avellanosa, que nos parece su-ficiente, de momento, para obtener una idea de dicharealidad. La presentación de los resultados de las catas,sin embargo, exige un repaso, siquiera somero, de ca-da una de las actuaciones.

El primer sondeo se acometió al pie del menhir ro-to de la Cuesta del Molino (Villaescobedo), en el pára-mo de Valdelucio, a unos cientos de metros de una fe-nomenal acumulación de dólmenes dados a conoceren las jornadas del Primer Congreso de Arqueologíade Burgos (MORENO GALLO, 2005). La parte hincadadel menhir, con menos de un metro de vuelo, se erigíaen un litosuelo en el que apenas había un arrasado tú-mulo de veinte centímetros de altura. Es decir, un es-pacio lunar, sin apenas acumulación de tierra, que no

hacía prever la existencia de yacimiento alguno. Porello, en julio de 2005 la sorpresa fue mayúscula cuan-do en la estrecha cata efectuada al Sur del pequeñoortostato se sucedieron los hallazgos: casi en superfi-cie, y en posición desplazada o secundaria, los huesosfracturados de al menos dos personas de entre 17 y25 años para los que se obtuvo una fecha (GrA-30209) de 2875±35 BP; inmediatamente por debajola coraza intacta de un túmulo, y en la base de éste -sin duda posterior al menhir, a juzgar por cómo seapoyaba en él- la fosa del ortostato con unos provi-denciales restos de madera carbonizada en su rellenoque remontan el hincado a 4460±BP, según datacióndevuelta por el laboratorio de Gröningen (GrA-30210).La secuencia alude, pues, a un menhir inicial, de fina-les del Neolítico; a una remonumentalización del sitiomediante la construcción de un túmulo funerario, se-guramente en los inicios de la Edad del Bronce; y porúltimo a la violación de éste, que se traduce estrati-gráficamente en ese echadizo de huesos localizado atecho de la formación (MORENO GALLO y DELIBES,2007a).

La campaña efectuada un año después en el im-ponente menhir del Canto Hito, en Pomar de Valdivia,no lejos de la Cueva de los Franceses, no fue tan afor-tunada a la hora de constatar el posible carácter pre-histórico de un monumento que goza de gran prota-gonismo en numerosas tradiciones populares. El son-deo, que registró claras huellas de remoción moder-na, no pudo llegar hasta el fondo de la fosa de ci-mentación por el riesgo de que el ortostato, partidocerca de la base, cayera. Pero, así y todo, es digno devalorarse el hallazgo casi superficial a un metro delmonumento de restos tallados de sílex -un pedernalblanco de gran calidad ajeno a la litología de la zona-entre los que destaca el fragmento mesial de una lá-mina ancha de tipología dolménica, cuyo dorso reco-rren dos aristas longitudinales paralelas.

En agosto de 2007 el yacimiento sondeado fue laPiedra Alta, sito en el páramo que bordea por el Oes-te el pueblo de San Pedro Samuel (Burgos), y cabe de-cir que los resultados en absoluto defraudaron las ex-pectativas de partida. Además de acreditar, medianteprospección, un estrecho vínculo espacial entre elmenhir y varios túmulos presuntamente megalíticos delos alrededores, las excavaciones dieron cuenta de laexistencia al pie del primero de los restos de un ente-rramiento múltiple a los que acompañaban cerámicasy útiles de sílex de cronología prehistórica. La impor-tante alteración del yacimiento no permite asegurarque el monolito estuviera ya hincado durante el usode la tumba, ésto es, no queda claro si el enterra-miento buscó la vecindad de un menhir previo (porejemplo para significarse espacialmente) o si fue hin-cado precisamente con ocasión de la clausura del se-pulcro, sancionando la condición sagrada del sitio. En

74 NUEVOS DATOS SOBRE UNA ALINEACIÓN DE MENHIRES EN EL NORTE DE BURGOS: EL YACIMIENTO DE LA ATALAYAS, …

todo caso Piedra Alta reproduce la misma asociacióndocumentada en Cuesta del Molino, y las fechas de ra-diocarbono que arroja invitan a pensar que, como mí-nimo, el sitio se hallaba en funcionamiento en la pri-mera mitad del II milenio a.C. (MORENO GALLO y DE-LIBES, 2007b) (Fig. 2).

Una intervención posterior -no la última9- tuvo co-mo escenario finalmente la piedra hincada de La Bue-na Moza, en el páramo de Las Atalayas, en Avellano-sa del Páramo. La misma constituye, básicamente, larazón de ser de este trabajo. Pero antes de presentarlos resultados del sondeo correspondiente, tenemosespecial interés en dar a conocer los frutos de la pros-pección de los alrededores del yacimiento, muy ilus-trativos del “ambiente megalítico” que tan profunda-mente se respira en estas tierras.

IV. RESTOS MEGALÍTICOS EN EL PÁRAMO DEAVELLANOSA-SUSINOS

El páramo de Las Atalayas donde se localiza elmenhir de La Buena Moza es una extensa planicie, conel eje mayor Norte/Sur delimitado al Este por el Río Ru-yales, y al Oeste por el río Hormazuelas; el primero deellos tributario del segundo, y éste último, a su vez,del Arlanzón. Desde los ríos principales se accede alpáramo por numerosos vallejos que drenan hacia elEste y hacia el Oeste las aguas de las zonas altas. Pre-cisamente Las Atalayas se encuentra en un punto muypróximo a dos vaguadas enfrentadas o, por decirlo deotra manera, en un estrechamiento del páramo. Encuanto a la hidrología, pertenece a la cuenca del Due-ro, subcuenca del Arlanzón, por más que sea necesa-rio señalar que en el páramo propiamente no hay pun-tos de agua pues las fuentes, que manan en un estra-to inferior, se limitan a festonear los bordes de la pla-taforma.

El sustrato geológico es terciario, con predominiode rocas calizas, como corresponde a todas estas co-marcas de páramos y campiñas próximas al río Arlan-zón. No hay en las proximidades recursos mineros,cuevas, ni otros indicios geomorfológicos sobresalien-tes. El páramo tiene una altitud homogénea de unos1.000 metros sobre el nivel del mar, y presenta con fre-cuencia, en el nivel superior, un estrato de calizas muyalteradas, sobre arcillas, margas y dolomías. Precisa-mente el menhir de Las Atalayas es una laja de aqueltipo de caliza.

El suelo que recubre estas formaciones calcáreas esexiguo y en la coronación de los páramos se desarro-lla sobre materiales arcillosos, restos de la meteoriza-ción de las calizas, por lo que presentan una baja per-meabilidad.

El clima es mediterráneo moderadamente cálido yseco, con inviernos frescos, y se correspondería conplanicaducifolios, planiperennifolios esclerófilos, segúnla fitoclimatología de Allué. La duración media del pe-riodo frío (heladas) es de 5 a 7 meses, con unas 2.000horas de sol al año, una temperatura media anual delentorno de los 9ºC y una precipitación media anualque no llega a los 700 milímetros. El balance hídricoanual es muy equilibrado, coincidiendo prácticamen-te la transpiración con la precipitación, lo que no im-pide que durante seis meses el balance hídrico sea ne-gativo.

El suelo, cambisol cálcico, arable y con apenaspendiente ni erosión, raramente presenta más detreinta centímetros de profundidad, hecho que ha lle-vado en los últimos tiempos al empleo de maquinariapesada para romper el sustrato calizo y limpiar las fin-cas de piedras. El cultivo actual preponderante es elcereal, si bien en las proximidades hay un pinar de re-población, y algunas fincas en baldío, como la propiade Las Atalayas que, por su escasa arabilidad, se hadedicado desde tiempo inmemorial al pasto. En la ve-getación de la comarca dominan los robledales su-pramediterráneos de tipo atlántico, quejigares, melo-jares, etcétera. Pero, nuestro páramo se presenta bá-sicamente denudado, con el adorno del pinar de re-población mencionado y de ciertos rodales aisladosde aulaga y quejigo. Por último, el rendimiento del ce-real es levemente superior a la media provincial y lafauna -perdices, corzos, conejos y liebres- la propia decualquier zona de páramo con una mínima coberteravegetal.

IV.1. Menhires y túmulos

En este desolador páramo de Las Atalayas se yer-gue todavía hoy el menhir de La Buena Moza (coor-denadas 42º 29’ 28,5” N; 3º 52’ 55,9” W; 1000m.s.n.m.), como parte de un interesante y variado

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Figura 2: Menhir de Piedra Alta (San Pedro Samuel).

9. La última realizada hasta el momento (julio de 2009) tuvo lugar en el men-hir de Sansón en Villanueva de Henares (Palencia).

“paisaje megalítico” que se extiende además de porAvellanosa por los vecinos municipios de Las Hormazasy Pedrosa de Río Úrbel. Allí, en efecto, se registra laexistencia de varios menhires y sobre todo de nume-rosos túmulos, solitarios y agrupados, de los que almenos uno cobija todavía en su interior y en perfectoorden la mayoría de los ortostatos correspondientes alesqueleto de un canónico sepulcro de corredor (Fig.3).

En lo concerniente a los menhires, a escasos cen-tenares de metros al Sur de la Buena Moza se conser-vaban en tiempos otros dos conocidos como El BuenMozo y El Borquillo. El Buen Mozo, de tamaño algomenor que su “buena compañera”, se ubicaba en unmajano en el cruce del camino de Susinos a Los Tre-mellos con el de las Hormazuelas (coordenadas 42º29’ 23,7” N; 3º 53’ 02,3” W; 1003 m.s.n.m.), hastaque desapareció hace unas décadas con motivo de laconcentración parcelaria. Por su parte, en el pago deEl Borquillo se alzaba hasta hace cinco años otro men-hir (coordenadas 42º 29’ 23,1” N; 3º 52’ 58” W; 1000

m.s.n.m.) que, al cabo, sucumbió durante la explana-ción de unas fincas. De esta solitaria laja se sabe quealcanzaba 1,30 m de altura, siendo sus medidas 0’90m en el eje Norte-Sur y 0,30 m en el Este-Oeste. Perono son los únicos menhires de la zona: a unos 5 km alSur y en el término municipal de Pedrosa de Río Úrbelse levanta el formidable ejemplar de Piedra Alta (coor-denadas 42º 26’ 51,8” N; 3º 53’ 26,9” W 960m.s.n.m.) que, como vimos, corona una sepultura deinhumación múltiple a la que se asocian materialesprehistóricos diversos.

Más abundantes en este entorno son las construc-ciones tumulares. A menos de un kilómetro al Surestede los tres menhires de Avellanosa existen varios pe-queños túmulos en el Páramo Mayor, en cuya parteoriental, ya en el Vallejo del Río Ruyales (coordenadas42º 29’ 00” N; 3º 52’ 20” W; 940 m.s.n.m.), se en-cuentran otro par de ejemplares, mayores, que alcan-zan los 10 m de diámetro. Esta estrecha relación entremenhires y monumentos tumulares, de la que ya se hi-zo eco Uríbarri (1975) hace más de treinta años, se re-

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Figura 3: Construcciones monumentales del páramo de Las Atalayas.

pite aún con mayor claridad en Piedra Alta, en cuyoentorno aparecen los túmulos de Carralba, Rosario yMarcuero Rosilla. Y nuevas construcciones similares sehan documentado salpicadas por diferentes localiza-ciones de la misma paramera, como el desaparecidotúmulo, de 6,5 m de diámetro y 0,9 m de altura deEspinillaibal (coordenadas 42º 28’ 11,9” N; 3º 52’47,9” W; 978 m.s.n.m.), en Avellanosa, el campo detúmulos de Cerro de Olimpia (coordenadas 42º 31’05,9” N; 3º 54’ 22,4” W; 1000 m.s.n.m.) y el túmulosolitario de 14 m de diámetro de Fuente de la Estaca(coordenadas 42º 30’ 17,2” N; 3º 53’ 01,9” W; 1000m.s.n.m.), pertenecientes los dos últimos al municipiode Las Hormazas.

No se puede asegurar de antemano que la totali-dad de estos monumentos sean prehistóricos, perotambién pecaríamos de falta de objetividad pasandopor alto las nada desdeñables evidencias que apun-tan en dicha dirección. En este sentido es, sin duda,significativa la abundancia de cerámica a mano quese advierte en el campo tumular de Cerro de Olim-pia, pero aún lo es más la identificación en este mis-mo término municipal de Las Hormazas, concreta-mente en El Corral, de un clásico sepulcro de corre-dor (coordenadas 42º 30’ 55,2” N; 3º 53’ 40,1” W;1.000 m.s.n.m.) (Figs. 4 y 5). En efecto, hacia el cen-tro de un muy degradado túmulo de por lo menosuna decena de metros de diámetro, se perciben níti-damente los restos de una cámara ortostática de laque parte un pasillo en dirección Sureste. En este ca-so, por tanto, la tipología arquitectónica avala la ads-cripción del megalito al IV milenio AC, y la posibilidadde que la mayoría de los monumentos tumularesmencionados revista parecida antigüedad gana ente-ros visto el resultado de una datación por radiocar-bono obtenida para un nuevo túmulo, El Silo, quecomo vamos a ver a continuación, hay que dar irre-misiblemente por perdido10.

IV.2. Un túmulo neolítico, destruido, en El Silo

En el año 2004 uno de nosotros (M.M.G.) localizóal Suroeste de Avellanosa del Páramo, en el pago de ElSilo, un túmulo de 20 metros de diámetro y 2 de altura(coordenadas 42º 27’ 06,6” N; 3º 53’ 46,5” W; 958m.s.n.m.), que presumimos prehistórico tras reconocersobre él y en sus proximidades restos líticos tallados(Fig. 6). Dos años después una nueva visita revelaba,con desolación, que el yacimiento había desapareci-do, había sido completamente arrasado en el trans-

curso de labores agrícolas acometidas con maquina-ria pesada, y que en su lugar apenas sobrevivía un len-tejón de tierra oscura cuajada de huesos humanos: unhúmero, varios cúbitos, vértebras, costillas... Se trata-ba, pues, de un monumento funerario, con toda pro-babilidad un enterramiento colectivo, lo que nos im-pulsó a utilizar uno de tales huesos -el húmero en con-creto- como muestra para una datación radiocarbóni-ca que ha aportado los siguientes resultados:

Laboratorio GrA-38105Datación BP 4955 ± 30Cal. 1 sigma 3772-3699 ACCal. 2 sigmas11 3791-3658 AC

El elevado número de dataciones absolutas dis-ponibles para sepulturas dolménicas constituye unexcelente marco de referencia para ubicar la de El Si-lo en el heterogéneo y temporalmente dilatado fe-nómeno megalítico de la Submeseta Norte (Fig. 7).Las más vetustas fechas con que contamos son lasdevueltas por los materiales constructivos lígneos deldolmen simple de Fuentepecina II, que sitúan el pun-to de arranque de este uso funerario, en sepulcros or-

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10. También en los páramos localizados un poco al Sur de nuestra zona, enHornillos del Camino, pudieron existir yacimientos megalíticos a juzgarpor el frecuente hallazgo de puntas de flecha de pedernal de tipologíadolménica (MONTEVERDE, 1969: 225)

Figura 4: Planta y corte del túmulo ortostático de El Corral (Las Hor-mazas).

11. Calibraciones de acuerdo con el software OxCal 4.1 y la curva de calibra-ción IntCal 09.

tostáticos simples, durante el último tercio del V mi-lenio cal AC (DELIBES y ROJO, 1997). No mucho des-pués, en el tránsito del V al IV milenio cal AC, variasmuestras de carbones recogidas bajo los túmulos deCiella, La Cabaña y El Moreco (DELIBES y ROJO, 1997)aportan las más antiguas evidencias de construccio-nes de sepulcros de corredor, el modelo arquitectó-nico megalítico más extendido no sólo en tierras bur-galesas, sino en toda la Meseta. Pese a ello, no se tra-ta del único tipo de sepultura colectiva en uso porentonces, puesto que las fechas que ofrecen las tum-bas-calero sorianas de La Peña de la Abuela o La Si-

ma fase I se remontan a los primeros siglos del IV mi-lenio cal AC (ROJO et alii, 2005). En el extremo meri-dional del valle del Duero, por último, un carbón dela base del túmulo del sepulcro de Dehesa de Río For-tes viene a revelar que durante el primer tercio del IVmilenio cal AC (ESTREMERA y FABIÁN, 2002) no ha-bía acabado la época de la construcción de estastumbas monumentales.

Éste sería el contexto en el que el túmulo de Ave-llanosa fue utilizado por los habitantes de estos pára-mos, siguiendo un proceder funerario plenamenteaceptado ya desde medio milenio atrás. Y no puededecirse que estuviera cerca el ocaso de este mundo,conociéndose la utilización de tumbas como las tam-bién burgalesas de La Vega I de Jaramillo Quemado(DELIBES et alii, 1992) o Las Arnillas (DELIBES, 1984),así como otras como el tholos de La Sima fase II (RO-JO et alii, 2005) o el redondil de Los Zumacales (DELI-BES, 2010) a lo largo de los dos últimos tercios de es-te IV milenio cal AC, pudiéndose incluso datar la sin-gular clausura ceremonial de El Miradero en un mo-mento previo, pero no muy lejano, al 3000 cal AC (DE-LIBES y ETXEBERRÍA, 2002). El carácter tumular de ElSilo y la antigüedad de los restos humanos recupera-dos permiten sostener, sin duda alguna, la correspon-dencia de este yacimiento con un modélico enterra-miento colectivo monumentalizado, propio del Neolí-tico Final. Cabe también añadir que el análisis de uncarbón recogido en el potente nivel neolítico de El Por-talón de Cueva Mayor (ORTEGA et alii, 2008), en laSierra de Atapuerca, indica que de forma sincrónica ala utilización del túmulo de Avellanosa estas cuevaseran frecuentadas, probablemente por las mismasgentes cuyos rituales funerarios se desarrollaban en losvarios sepulcros megalíticos sitos al pie de esta sierraburgalesa (PALOMINO et alii, 2006).

IV.3. Dudas razonables sobre la autenticidad delos dólmenes de Ruyales del Páramo

Resulta obligado referirse a estos monumentos ha-bida cuenta de la escasa distancia -una decena de ki-lómetros- que les separa de los megalitos más septen-trionales del páramo de Las Atalayas. Fueron citadospor primera vez en 1971, en la entonces magra rela-ción de yacimientos megalíticos burgaleses que se ad-juntaba a la memoria de excavación del sepulcro decorredor de Cubillejo de Lara (OSABA et alii, 1971). YUríbarri (1975), cuatro años más tarde, se detuvo adescribirlos y a presentar sus plantas a la vez que ofre-ció mayores detalles sobre su localización y tipología.De La Mina 1 se dice allí, sin demasiado fundamentoporque los únicos tres ortostatos conservados en pieno dibujan ninguna geometría reconocible, que se tra-ta de un sepulcro de corredor, mientras que La Mina 2se describe como “una cámara completa de plantaelíptica” de cinco metros y medio de diámetro.

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Figura 6: Túmulo de El Silo, en un momento previo a su destruc-ción.

Figura 7: Algunas dataciones absolutas del megalitismo meseteño.

Figura 5: Apunte del natural de la cámara ortostática del túmulo deEl Corral (Las Hormazas) efectuado por Ángel Rodríguez González.

No faltan argumentos de algún peso para defen-der la inclusión de tales monumentos en una relaciónde dólmenes de la provincia de Burgos. El primero, suconstrucción ortostática que en poco difiere de la delos monumentos más genuinos. Tampoco el ampliodiámetro de La Mina 2 es rasgo insólito, pues casiiguala el de El Moreco de Huidobro y resulta inclusoun metro inferior al de Cubillejo. Y hasta el propio to-pónimo con el que se conocen las ruinas -La Mina- noes otro que el que se atribuye a múltiples dólmenesburgaleses, de por ejemplo Sedano, Moradillo o Ro-bledo (URÍBARRI, 1975: 62), todos ellos víctimas in-evitables del expolio desatado por la casi universal le-yenda del oro.

No podemos evitar cierta desconfianza, sin em-bargo, a la hora de valorar otros detalles. La plantaelíptica de La Mina 2 es completamente inusual; nin-guna de las dos arquitecturas cuenta con un mínimode protección terrera que pueda delatar la huella deun primitivo túmulo; tampoco el emplazamiento deLa Mina 2 puede considerarse típico sino al contrario,pues se localiza en una zona bien deprimida en vezde dominante; y dato por completo desconcertantees que la cámara de este mismo monumento apa-rezca, en palabras del propio Uríbarri, “cruzada porun arroyo”.

Está claro que nunca nos hubiéramos detenido arepasar con tanto pormenor estas “irregularidades”de los presuntos dólmenes de Ruyales de no ser por-que recientemente ha venido a añadirse a ellas otrade diferente naturaleza -no es constructiva ni remitea cuestiones de emplazamiento- pero no de inferiorcalado. Los trabajos de Hoskin (2001), que han inci-dido nada eventualmente en el estudio arqueoastro-nómico de los sepulcros megalíticos de la penínsulaIbérica, insisten en la regularidad de las orientacionesde las tumbas y en la importancia que, en general, elnaciente solar tuvo a la hora de alinear sus pasillosde entrada, trasunto de ciertas creencias religiosas.La observación parece aplicable, asimismo, a los se-pulcros de corredor salmantinos (LÓPEZ PLAZA etalii, 1991). Y no otra cosa distinta plantean los re-sultados de un trabajo de medición sistemática deorientaciones en los dólmenes de Burgos. En este úl-timo caso se dispone de los datos de 26 yacimientosy el azimut de la inmensa mayoría de ellos apunta alSE (118º de media) revelando que están orientadoshacia el amanecer del solsticio de invierno (GIL-ME-RINO et alii, 2009). Las dudas sobre la autenticidadde los dos dólmenes de Ruyales se incrementan irre-misiblemente al comprobar que, junto con otro deAtapuerca, son los únicos monumentos burgalesesque presentan una orientación no estándar, apun-tando abiertamente al Suroeste (Fig. 8). Habrá quepermanecer atentos, pues, a posibles futuros hallaz-gos asociados a estos controvertidos yacimientos,

para juzgar con mayor solvencia su condición dol-ménica.

IV.4. El menhir de la Buena Moza

Ya citado con anterioridad, volvemos sobre él porconstituir el eje principal de este trabajo. Se encuentra

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Figura 8: Orientación del corredor en los sepulcros burgaleses, segúnGil-Merino et alii (2009).

Figura 9: Vista de Las Atalayas / La Buena Moza desde el Oeste.

Figura 10: Vista de Las Atalayas / La Buena Moza desde el Sur.

en una zona desolada, un páramo llano en el que aflo-ra el sustrato calizo. El lugar recibe el nombre de “LasAtalayas” (Las Talayas, dicen los paisanos) y administra-tivamente corresponde al municipio del Valle de Santi-báñez (pedanía de Avellanosa del Páramo). Pero “la pie-dra” también es considerada propia por los habitantesde Susinos del Páramo y de Los Tremellos, otros dospueblos de la comarca. Al parecer, el terreno (el pasti-zal, más bien) era un lugar de aprovechamiento comu-nitario al que accedían los rebaños de varias localida-des. Incluso algunos mayores recuerdan que junto a laBuena Moza se reunían periódicamente los pastores dela comarca. Sin embargo, la línea de mojones, que nocoincide con la alineación megalítica, está situada a es-casos cien metros al Oeste del menhir confirmando laubicación de éste en tierras de Avellanosa.

Se trata de una laja caliza de 1,90 metros de altu-ra, por 1,10 metros de anchura máxima y un espesorde 22 centímetros, orientada en un eje Norte-Sur, conun desvío de 15º al Noreste (Figs. 9 y 10). La losa pre-senta abundantes agujeros, típicos de las calizas delpáramo, aunque cabe reseñar la tradición popular dela comarca sobre estos orificios, que los lugareñosachacan a los impactos de huevos que tiraban los agri-cultores cuando iban al mercado de Villadiego. Se tra-ta de un relato oral que ha pasado de generación engeneración, hasta el punto de que algunos vecinos delos pueblos limítrofes conocen también Las Atalayascomo la Peña del Huevero. Esta tradición es exacta a laque escuchamos en 2007 durante la excavación delmenhir de Piedra Alta, en el cercano pueblo de San Pe-dro Samuel. Aunque Piedra Alta era una laja muchomás compacta, también presentaba orificios similares,y por el mismo motivo se suponía en la tradición oralque las luchas de los hueveros a ambos lados del or-tostato causaron los agujeros…

V. UN SONDEO AL PIE DEL MENHIR DE LA BUENAMOZA

La intervención se proyectó, como ocurre en es-tos casos, con la esperanza de obtener un mínimo deinformación contextual, ya que se carecía de cual-quier referencia al respecto: ni constaba la existenciade restos arqueológicos en las inmediaciones del hi-to de piedra, ni se habían detectado grafías signifi-cativas sobre su patinada superficie. Optamos, en-tonces, por trazar una cata de 2,5 por 1,5 m (con unapequeña ampliación en uno de los lados mayores im-puesta, a última hora, por el desarrollo de las exca-vaciones), que se planteó al Sur del menhir y que in-cluía en su interior la mitad meridional de éste, todocon la razonable pretensión de disponer al términode los trabajos de una sección del monolito y de sufosa de hincado (Fig. 11). Un planteamiento, justo esdecirlo, que tuvo la precaución de dejar en reserva unespacio similar al excavado -a septentrión y en para-

lelo- por si en el futuro surgía la necesidad de rein-tervenir en el sitio.

La excavación, que se llevaría a cabo por tallas ar-tificiales de diez en diez centímetros, acabó adaptán-dose a la realidad estratigráfica del yacimiento, resu-mida en cuatro grandes estratos de disposición más omenos horizontal: abajo, a partir de 50 cm respectode un suelo sensiblemente plano, la roca madre o lo-sa caliza del páramo relativamente compacta (IV); in-mediatamente por encima, un nivel de clastos, mayo-res en la base y más reducidos a techo, fruto de la des-composición del anterior (III); cubriéndolo, y aproxi-madamente entre -15 y- 30 cm, un nivel de arcillaamarillenta con piedrecitas incluidas y algunos restosprehistóricos (II); y como montera un nuevo lecho ar-cilloso más oscuro y rico en materia orgánica que secorresponde grosso modo con el suelo que sirve de so-porte a la vegetación actual (I).

80 NUEVOS DATOS SOBRE UNA ALINEACIÓN DE MENHIRES EN EL NORTE DE BURGOS: EL YACIMIENTO DE LA ATALAYAS, …

Figura 11: Desarrollo de la excavación.

Figura 12: Materiales arqueológicos recuperados en el “suelo” iden-tificado en el nivel II.

En cuanto a los restos arqueológicos mencionados,se reducen a una decena de fragmentos de cerámicaoscura, elaborada a mano, y a tres lascas de sílex, unade ellas con retoque abrupto, que se reparten sin gran-des vacíos por la superficie de la cata. Aunque dos delos restos cerámicos puedan atribuirse a vasijas de fon-do convexo y base discretamente aplanada, en gene-ral se trata de materiales de valor diagnóstico casi nu-lo. No es intranscendente, sin embargo, significar quetodos ellos reposaban sobre sus caras mayores y en unmismo plano, sin duda acomodados a un suelo, y queen general mostraban escaso rodamiento, segura-mente por yacer en posición primaria (Fig. 12). Y pa-recido interés tiene, por último, el reconocimiento,

asociada al mismo plano, de una concentración demaderas quemadas, con seguridad un pequeño pun-to de fuego, de las que nos servimos como muestrapara datación 14C con los siguientes resultados:

Laboratorio GrA-40518

Datación BP 2405 + 30

Cal. 1 sigma 511-406 AC

Cal. 2sigmas 734-690 AC662-650 AC546-398 AC

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Figura 13: Perfil estratigráfico del sondeo.

Figura 14: Detalle de los calzos del menhir en la fosa de hincado. Figura 15: Vista del sondeo una vez concluidos los trabajos.

Sin duda es destacableque en aquel desamue-blado y monótono pára-mo, en un punto sin elmenor protagonismo oro-gráfico y en un lugar quediríamos por completoirrelevante de no ser porla adjetivación cultural delmenhir, se registren restosde actividad humana deépoca prehistórica. Enten-demos que esta concu-rrencia no es un hechofortuito, trasladable acualquier sitio de la para-mera, sino una realidadsignificativa per se que re-fuerza la impresión deque nos encontramos an-te un espacio singular y,con bastante seguridad,ante un escenario simbóli-co. En otras palabras, elhito de piedra y los restosde actividad localizados asus pies son partes de unmismo todo que se retro-alimentan argumentalmente y que translucen el ca-rácter monumental del yacimiento12.

Estamos lejos de aclarar con exactitud, sin embar-go, la cronología del monumento. No puede negarseque la datación 14C obtenida para los carbones del pe-queño hogar localizado al pie del menhir nos sor-prendió por su excesiva modernidad. El arcaísmo delos materiales asociados (los tres elementos de piedratallada y el conjunto de cerámicas a mano toscas, biencierto que dotadas de fondos planos) nos había hechopensar, de entrada, en algún momento anterior, comomínimo de la Edad del Bronce, pero los datos remitenconcluyentemente a mediados del primer milenio an-tes de Cristo, al tránsito de la Primera a la SegundaEdad del Hierro, una etapa, no se olvide, en la que losalfareros de la zona todavía no empleaban el torno.

La lógica interna de la asociación menhir / hogue-ra / restos de actividad constituye un indudable avalpara sostener que aquel se encontraba hincado unaspocas centurias antes del cambio de Era. Pero ¿desde

cuánto tiempo antes? La documentación estratigráfi-ca no aclara en absoluto este asunto: sólo es definiti-vo (porque sus sedimentos recubren la parte superiorde uno de los grandes calzos que sujeta la base del or-tostato en la mitad oriental de la cubeta) que el men-hir fue izado en el transcurso de la formación del de-pósito que bautizamos como estrato II (Figs. 13 y 14).Pero los problemas para identificar, debido a las re-mociones modernas, el borde superior del hoyo dehincado impiden saber con precisión si la excavaciónde éste fue anterior a la frecuentación a la que corres-ponden las cerámicas, los sílex y la hoguera (la bocaestaría por debajo del plano en que se situaban todosellos) o prácticamente simultánea. Si en el sedimentointerior de la cubeta, intacto a todas luces, se hubiesedetectado algún material cronológicamente significa-tivo (todo cuanto se recuperó fue un canto de cuarci-ta golpeado) o si hubiera sido posible tomar allí mues-tra para datación radiocarbónica, el enigma de la fun-dación del menhir de la Buena Moza hubiera queda-do desvelado. Pero ahora mismo, en rigor, cuanto pue-de asegurarse es que hace dos mil quinientos años, asus pies, se celebró una ceremonia, y que desde en-tonces la tierra que rodea su base ha sido mil veces re-movida tanto por el visitante curioso, depositario dealgunas lozas, como por los lirones caretos a los quela protección de la piedra animó asiduamente a anidaren sus inmediaciones. En definitiva, un menhir prehis-tórico, sí, pero cuya antigüedad absoluta sigue sién-donos una realidad esquiva (Fig. 15).

82 NUEVOS DATOS SOBRE UNA ALINEACIÓN DE MENHIRES EN EL NORTE DE BURGOS: EL YACIMIENTO DE LA ATALAYAS, …

12. La misma complementariedad entre el hito de piedra y los materiales ar-queológicos que yacen a sus pies se defiende en el caso del menhir de Ar-lobi, en Álava, con la diferencia de que en éste los restos parecen ante-riores al monolito. Da la impresión, entonces, de que hincando éste seprocedía a monumentalizar un espacio singular previo (LOBO URRUTIA,2006).

Figura 16: Materiales descontextualizados hallados en el páramo.

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Figura 17: Unida-des morfo-estruc-turales en la zonade estudio.

Figura 18: Rocascompetentes car-bonatadas en lazona de estudio.

Durante los trabajos de excavación del menhir deLa Buena Moza se estableció contacto con vecinos delos pueblos próximos que dieron noticia de la recupe-ración de algunos materiales arqueológicos en la zona.Inmediato al menhir se consigna el hallazgo de dosbellas piezas, un molino de mano de arenisca y un ha-cha pulimentada que podría ser de ofita. Más cercadel pueblo de Susinos del Páramo apareció una puntaPalmela (Fig. 16).

VI. SOBRE LA LITOLOGÍA DE LOS MENHIRES DEPIEDRA ALTA Y DE LA BUENA MOZA

La geología regional alrededor del alineamientopermite distinguir tres unidades morfoestructurales: alSur, las facies terminales carbonatadas del Terciario dela Cuenca del Duero que dan forma a las paramerasentre Sasamón y Huérmeces; en la zona central, laBanda Plegada de Montorio, que se extiende hacia elNoroeste en paralelo al curso remontante del río Úrbel;y por último, en la parte más septentrional, los mate-riales de la plataforma estructural de los ‘Páramos me-sozoicos’, los cuales afloran en una sucesión de cerrosmesetarios conocidos como ‘loras’ (Fig. 17). En los tresámbitos es posible encontrar abundantes afloramien-tos de roca susceptibles de proporcionar bloques suel-tos fáciles de extraer.

La litología de los menhires es heterogénea y de-pende de la naturaleza de los materiales competentesque afloran en los alrededores de sus emplazamien-tos, por lo que la elección del tipo de roca parece res-ponder a criterios de proximidad a las zonas más fa-vorables para la extracción de bloques con el menoresfuerzo, tratando de optimizar el proceso constructi-vo (acopio-transporte-hincado).

Tanto el menhir de Piedra Alta como el de La Bue-na Moza están constituidos por sendos bloques decaliza de naturaleza micrítica y color crema. Las pie-dras no presentan fracturas ni diaclasas, aunque susuperficie es muy irregular, con múltiples oquedadescentimétricas de tipo alveolar que les confieren un pe-culiar aspecto. Por sus características se relacionancon las calizas de la formación Páramo inferior, queen toda esta zona afloran intercaladas con margas enbancos decimétricos casi horizontales, formando es-calones naturales en el terreno. Esta formación se dis-pone a techo de la sucesión margosa de las FaciesCuesta y es también el sustrato calcáreo de los suelosdesarrollados sobre los cerros y parameras del bajoÚrbel.

Hacia el Norte los términos de la formación Páramoson más carbonatados y menos margosos, y puedenalcanzar hasta 20 metros de potencia; pero en el bor-de meridional las capas calizas son más escasas y apa-recen a menudo “arruinadas”, convertidas en acumu-

laciones de cantos y lajas sueltas de dimensiones va-riables, entre las que es posible encontrar algunas deun tamaño y forma apropiados para cumplir la fun-ción de monolitos. La textura nodulosa de estas calizases la que determina su modelado por erosión diferen-cial, también apreciable en los bloques y cantos quesalpican la paramera y que, a menudo, sirven de ele-mento decorativo en jardines y parterres.

Análogamente, las formaciones mesozoicas quecoronan los páramos de Las Loras constituyen la can-tera natural para los menhires de Canto Hito y Cuestadel Molino, también formados a partir de prismas deroca caliza. Las piedras utilizadas en estos casos mues-tran formas más regulares en sus caras, como corres-ponde al modelado natural de las calizas sobre las quese asientan, por lo que no parecen encontrarse muylejos de su lugar de origen. De hecho es posible en-contrar bloques sueltos de parecidas dimensiones enlos alrededores.

No obstante, hay una característica que compar-ten dos de las unidades morfo-estructurales donde seemplazan los menhires: tanto los del Norte como losdel Sur se han erigido sobre paisajes de acusada ten-dencia horizontal, con escasas referencias topográfi-cas a media o gran distancia. Y ello llama la atenciónpor contraste con lo que sucede en la zona intermedia,la Banda Plegada, donde el número de menhires cata-logados es significativamente menor. Sobre este terri-torio, de mayor verticalidad visual, se erigen numero-sos hitos naturales que pueden ser adoptados comoreferentes espaciales, como es el caso de Peña Amaya,Peña Ulaña o Peña Mesa (Fig. 18).

VII. LA VEGETACIÓN EN EL PÁRAMO DE LASATALAYAS HACE 2500 AÑOS. RESULTADOS DE UNANÁLISIS POLÍNICO

VII.1. Introducción

El análisis palinológico (pólenes, esporas y microfó-siles no polínicos) se sustenta en una muestra de sedi-mento tomada en el sector occidental de nuestro son-deo, en el denominado Estrato II (-28 cm). Por el hechode yacer directamente sobre el mismo plano en el queapoyaban las cerámicas a mano, los pedernales y la ho-guera, se considera de su misma época, esto es, sedi-mento depositado hacia mediados del I milenio cal. AC,en un momento en el que en los alrededores de La Bue-na Moza -hincada con anterioridad- pudo celebrarsealgún tipo de ceremonial. El sentido de este tipo deanalítica está directamente relacionado con el interésde reconstruir la paleovegetación de la zona, entreotras razones para valorar si entonces los menhires, adiferencia de cómo ocurre hoy, se vieron enmascara-dos por una más pujante vegetación arbórea.

84 NUEVOS DATOS SOBRE UNA ALINEACIÓN DE MENHIRES EN EL NORTE DE BURGOS: EL YACIMIENTO DE LA ATALAYAS, …

VII.2. Metodología

El tratamiento químico de la muestra se llevó a ca-bo en el Laboratorio de Arqueobiología del CCHS(CSIC). El método usado para la extracción, tanto delos palinomorfos polínicos como no polínicos, fue elclásico en esta disciplina (FAEGRY e IVERSEN, 1989;MOORE, WEBB y COLLINSON, 1991). Consiste en unprimer ataque al sedimento con HCl para la disolu-ción de los carbonatos, seguido de NaOH para la eli-minación de la materia orgánica, y finalmente con HFpara la eliminación de los silicatos. El sedimento setrató además con ‘licor de Thoulet’ para la separa-ción densimétrica de los microfósiles (GOEURY y DEBEAULIEU, 1979). La porción del sedimento que seobtuvo al final del proceso se conservó en gelatinade glicerina en tubo eppendorf. No se procedió a latinción de la muestra por la posibilidad que existe deque enmascare la ornamentación de ciertos tipos po-línicos. Tras el tratamiento y conservación, la muestrase montó en portaobjeto con cubreobjeto y posteriorsellado con histolaque, para proceder al recuento delos distintos tipos polínicos y no polínicos al micros-copio óptico.

Los morfotipos polínicos han sido establecidos deacuerdo a Valdés y otros (1987), Faegry e Iversen(1989), Moore y otros (1991) y Reille (1992 y 1995).En la distinción de la morfología polínica del géneroPlantago se siguió a Ubera y otros (1988). Los micro-fósiles no polínicos se identificaron básicamente segúnVan Geel (2001).

Se ha considerado que la muestra es válida, esta-dísticamente hablando, dado que su suma base polí-nica ha superado los 200 procedentes de plantas te-rrestres, albergando además una variedad taxonómicamínima de 20 tipos polínicos distintos (LÓPEZ SÁEZ,LÓPEZ GARCÍA y BURJACHS, 2003; SÁNCHEZ GOÑI,1994). En el cálculo de los porcentajes se han exclui-do de la suma base polínica los taxa hidro-higrófilos ylos microfósiles no polínicos, que se consideran de ca-rácter local o extra-local, por lo que suelen estar so-brerrepresentados (LÓPEZ SÁEZ et alii, 1998; LÓPEZSÁEZ, VAN GEEL y MARTÍN SÁNCHEZ, 2000; LÓPEZSÁEZ, LÓPEZ GARCÍA y BURJACHS, 2003; WRIGHT yPATTEN, 1963). Además se han excluido de ésta a Ci-chorioideae y Aster tipo debido a su carácter antropo-zoógeno (BOTTEMA, 1975; BURJACHS, LÓPEZ GAR-

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Figura 19: Resultados del análisis polínico.

CÍA e IRIARTE, 2003; CARRIÓN, 1992; LÓPEZ SÁEZ,LÓPEZ GARCÍA y BURJACHS, 2003). El valor relativo delos palinomorfos excluidos se ha calculado respecto ala suma base polínica.

VII.3. Resultados

En la siguiente tabla se muestran los valores por-centuales relativos de los tipos polínicos y no políni-cos identificados, agrupados según su biotipo (Fig.19).

VII.4. Discusión y conclusiones

El análisis polínico de una sola muestra, en el paleo-suelo anexo al menhir de Las Atalayas, tiene una limi-tación temporal evidente, y es que éste sólo puede es-tar representando un momento cronológico muy con-creto que es el recogido por la muestra, sin que pue-dan advertirse patrones evolutivos, diacrónicamentehablando, sobre la historia de la vegetación en el áreade estudio.

Los datos aportados por la tabla anterior demues-tran, entonces, un paleopaisaje relativamente defores-tado, donde la cobertura herbácea es del 46,1%. En-tre ésta destacan elementos de carácter antrópico y ni-trófilo, caso de Cichorioideae y Aster, que serían indi-cativos de una presión humana relativamente impor-tante sobre el entorno inmediato del monumento(BEHRE, 1981; 1986; LÓPEZ SÁEZ, LÓPEZ GARCÍA yBURJACHS, 2003).

La evidencia más importante de antropización pa-rece corresponder al impacto de actividades ganade-ras, posiblemente de tipo pastoril en el medio circun-dante, ya que en esta muestra son bastante frecuentesciertos tipos polínicos de carácter antropozoógeno, ca-so de Plantago lanceolata, Plantago major/media yChenopodiaceae (GALOP, 1998), así como ciertos mi-crofósiles no polínicos indicativos precisamente de es-te tipo de actividades. Éste es el caso de ascosporasfúngicas de especies coprófilas del género Sordaria,cuya relativa abundancia indicaría, sin duda alguna, lapresencia in situ de una cabaña doméstica y sus ex-crementos asociados (LÓPEZ SÁEZ y LÓPEZ MERINO,2007). Este tipo de actividad, indudablemente, habríafavorecido la extensión de zonas de pastizal, básica-mente de gramíneas palatables, siendo por ello el por-centaje de Poaceae el más elevado de todos los tipospolínicos identificados.

En cierta manera, es probable que las actividadesanteriores llevaran aparejados ciertos procesos de in-cendios antrópicos, como elemento de aclareo del bos-que, para así crear zonas abiertas dispuestas al ganado.Esto implicaría la presencia de esporas fúngicas de es-pecies carbonícolas como Coniochaeta o la preponde-

rancia de un elemento pirófilo como Asphodelus albus,e incluso el origen de ciertos fenómenos erosivos enparalelo demostrados por la importancia cobrada porGlomus (LÓPEZ SÁEZ y LÓPEZ MERINO, 2007).

Sea como fuere, lo que el espectro polínico de estamuestra parece demostrar es precisamente un paisajerelativamente abierto, de vocación pastoril en el entor-no inmediato del menhir, con parches de vegetación ar-bórea y arbustiva. En definitiva, un paisaje ganadero nomuy diferente del que ha sido descrito, para periodosmás o menos contemporáneos, en otras zonas de laMeseta Norte (LÓPEZ SÁEZ, 2007; LÓPEZ SÁEZ et alii,2003; LÓPEZ SÁEZ, RODRÍGUEZ MARCOS y LÓPEZ GAR-CÍA, 2005; LÓPEZ SÁEZ y LÓPEZ MERINO, 2007).

La vegetación potencial actual del territorio, losquejigares supra-mesomediterráneos basófilos deQuercus faginea, está representada en el espectro po-línico exclusivamente por el morfotipo Quercus cadu-cifolios, cuyo 6,1% ofrecería el panorama de un bos-que muy alterado, muy abierto, con pies de quejigodispersos; cuyo subvuelo se poblaría también de undosel arbustivo propio de etapas seriales degradativasdel tipo brezal (Erica arborea) o jaral (Cistus). Su ubi-cación, en una zona relativamente húmeda, habría fa-vorecido el desarrollo de pastizales hidro-higrófilos deCyperaceae y abundantes helechos. Precisamente, enreferencia a éstos, el alto porcentaje del tipo 181 per-mitiría admitir la existencia de ciertos remansos deagua o zonas de encharcamiento con tendencia a laeutrofía a causa de la consiguiente antropización yacitada (LÓPEZ SÁEZ et alii, 1998; LÓPEZ SÁEZ, VANGEEL y MARTÍN SÁNCHEZ, 2000).

Las zonas cercanas a los ríos, igualmente defores-tadas, aún mantendrían ciertos elementos arbóreos,siempre con escaso bagaje, como alisos (Alnus), olmos(Ulmus), fresnos (Fraxinus), e incluso abedules (Betula)y avellanos (Corylus), aunque es probable que estos úl-timos, como el arraclán (Frangula), también pudieranformar parte del cortejo florístico de las formacionesde quercíneas caducifolias. La presencia puntual decastaño (Castanea) sólo cabe señalar su más que pro-bable origen alóctono. En cuanto a los pinos (Pinussylvestris), su porcentaje es notable, superior al 10%,pero no suficiente para admitir su presencia local, sinoque probablemente haría referencia a formaciones deconíferas existentes entonces bien al Sur de la Cordi-llera Cantábrica bien en el Sistema Ibérico Septentrio-nal (LÓPEZ MERINO et alii, 2008).

VIII. MENHIRES Y VISIBILIDAD

Una de las hipótesis más sugerentes respecto a laacumulación de menhires es la de su intervisibilidad. Sinembargo, conviene antes hacer algunas precisiones: Laprimera, y fundamental, es el desconocimiento de la

86 NUEVOS DATOS SOBRE UNA ALINEACIÓN DE MENHIRES EN EL NORTE DE BURGOS: EL YACIMIENTO DE LA ATALAYAS, …

distribución de la vegetación en la Prehistoria, y másconcretamente durante el tiempo de erección de estoshitos megalíticos. Por supuesto, a través del análisis po-línico será posible tener una aproximación a la abun-dancia o carencia de determinado tipo de árbol, arbus-to o herbácea, pero salvo que se demuestre la inexis-tencia de vegetación de alto porte, es casi imposible sa-ber, más allá de los porcentajes estimados, la situaciónexacta de los bosques, de los claros y de los rodales. Porotra parte, parece evidente que la vegetación, al sercambiante -por lo general creciente-, puede arruinar enpocos años cualquier intención de comunicación visual.

La segunda limitación es el alcance visual del ojohumano. Podemos apreciar una cordillera a 50 kiló-metros de distancia, pero es difícil reconocer (VÁZ-QUEZ MAURE y MARTÍN LÓPEZ, 1989), para un ob-servador de 1,5 metros de altura (de los ojos), un de-talle del paisaje a más de 4,6 kilómetros. Esta distan-cia se reduciría considerablemente en caso de presen-cia de vegetación arbustiva, y sobre todo cuando seintentara ver una piedra estática, probablemente en-tresacada del mismo contexto geológico, y por lo tan-to de color similar, de un tamaño parecido al de unapersona. Otra cosa diferente sería que la orientaciónde los menhires tuviera relación con la dirección que si-gue la línea virtual, pero cabe suponer que el hincadoestá más bien relacionado con las diaclasas del sustra-to pétreo, sin que se haya apreciado por el momento

ningún detalle que permita suponer una teoría máselaborada que la ley del mínimo esfuerzo.

Para estudiar el alcance visual desde los menhirespuede recurrirse a la aplicación del módulo de visibili-dad en un Sistema de Información Geográfica, quepermite elaborar un mapa en el que se aprecia el te-rritorio que alcanza la vista. En nuestro caso se consi-deran como puntos de referencia los menhires de LasAtalayas (La Buena Moza), Borquillo y Piedra Alta, per-fectamente alineados, pero sin conexión visual apa-rente (Figs. 20, 21 y 22).

En los mapas resultantes se aprecia que Piedra Al-ta, de San Pedro Samuel, tiene una amplia visión sobrelos páramos del Suroeste del río Úrbel, pero apenas al-canza hacia el Norte. Su dominio se circunscribe a laslomas y zonas altas, con nulo alcance a los vallejos pró-ximos.

Los otros dos menhires, tan próximos, ofrecen unoscampos de visión similares, bastante reducidos, parti-cularmente en el caso de El Borquillo, si bien La Bue-na Moza amplía el abanico hacia los lugares situadosal Norte y Oeste de la comarca.

En general, como se puede apreciar en el mapa deconjunto (Fig. 23), los valles son lugares sin visibilidaddesde los menhires, y en muy pocos casos los páramos

Miguel Á. MORENO GALLO et alii 87

Figura 20: Visibili-dad desde Borqui-llo.

88 NUEVOS DATOS SOBRE UNA ALINEACIÓN DE MENHIRES EN EL NORTE DE BURGOS: EL YACIMIENTO DE LA ATALAYAS, …

Figura 21: Visibili-dad desde La Bue-na Moza.

Figura 22: Visibili-dad desde PiedraAlta.

son vistos a la vez desde los tres menhires, excepciónhecha de algunos puntos culminantes situados al Su-reste de Piedra Alta o al Oeste de La Buena Moza.

Otra característica que se observa es la enorme dis-tancia entre Piedra Alta y Borquillo, que impide la co-municación visual directa. Aunque ésta se produjera,seguramente resultaría imposible identificar una laja (elBorquillo, de poco más de un metro de altura) desdeuna distancia que roza los 5 kilómetros de distancia.

La visibilidad en arqueología ha sido estudiada deforma genérica, relacionada con la clasificación de re-des (CRIADO, 1993; POLO, 1996) o vinculada a los Sis-temas de Información Geográfica. También se ha ana-lizado con carácter generalista (ESPIAGO y BAENA,1997; MARTÍN DE LA CRUZ y BERMÚDEZ SÁNCHEZ,1997); en ocasiones referida a épocas concretas, comoel Calcolítico (BERMÚDEZ SÁNCHEZ, 1997; KALB yHÖCK, 1997; PIÑÓN VARELA, 1995;), Bronce Final(BAENA y BLASCO, 1997); la Edad del Hierro, cuandoparece encontrarse una relación entre la altura, la visi-bilidad y la ubicación de los poblados (PARCERO-OU-BIÑA, 2002; ROYO GUILLÉN, 1984), a veces con refe-rencias al intercambio visual entre poblamientos y en-terramientos (GRAU, 2001). Asimismo se encuentranreferencias espaciales de visibilidad durante el pobla-miento Ibérico (RUIZ RODRÍGUEZ y MOLINOS, 1984),

y asimismo hay interesantes estudios correspondien-tes al Megalitismo (CRIADO, 1984; CRIADO y VILLOCH,1998; CUMMINGS y WHITTLE, 2003; VAQUERO LAS-TRES, 1994) en algunos de los cuales se vincula la vi-sibilidad con el control de las zonas de paso o los cur-sos de los ríos (MARTÍN BRAVO y GALÁN, 2000), o conla integración en el paisaje (VENTURA, 1999), o con laocupación de pequeñas colinas (ROUGHLEY, 2004). Entodos los casos se trata de estudios parciales de losque parece desprenderse que los monumentos, enparticular los megalíticos, no son faros en el territorio,lugares que todos ven, sino más bien observatoriosdesde los que mirar. Los menhires se convertirían así enpuntos de observación, en referencias espaciales, ennodos territoriales, lugares de encuentro y partida cu-yo significado no es evidente, aunque sí sugerente.

En nuestro caso, atendiendo al estudio polínico,puede suponerse que la visibilidad no sería muy dife-rente de la actual en cuanto a la presencia de bosques,claros y zonas arbustivas, pero intentar ir más allá se-ría una temeridad que sólo aportaría una aproxima-ción especulativa a la supuesta intervisibilidad de losmenhires, sobre todo teniendo en cuenta que se co-nocen los porcentajes de cada tipo de vegetación, pe-ro no es posible determinar en qué lugar exacto se en-contraban los espacios abiertos de herbáceas y los ce-rrados de bosque.

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Figura 23: Visibili-dad entre Borqui-llo, Buena Moza yPiedra Alta.

IX. CONCLUSIONES

La prospección arqueológica de La Buena Mozapermite añadir datos a una investigación, la del ali-neamiento de menhires, que ya tiene cierto recorri-do temporal aunque, sin duda, obligará a continuartrabajando en el futuro para desentrañar las cir-cunstancias de esta singular acumulación de piedrashincadas de los páramos del Oeste de la provincia deBurgos, el Noreste de Palencia y el Sur de Cantabria.De momento, lo que más llama la atención es la re-currencia de menhires en una posible línea recta queapenas se desvía para apostar por el mejor paso a lahora de cambiar de cuenca hidrográfica, para bus-car las pendientes más suaves o para reducir al mí-nimo el número de vados de ríos y arroyos a atrave-sar.

La concentración de menhires no es una novedaden la Península Ibérica. Hay un grupo compacto en Na-varra y Guipúzcoa (ALTUNA, 1982; RIPA, 1991), otroen Gerona (TARRÚS, 2002), y un tercero en Portugal(CALADO, 2010). El resto de manifestaciones megalí-ticas de este tipo se corresponde con casos relativa-mente dispersos, excepción hecha de los abundantesejemplos de Cantabria (TEIRA MAYOLINI, 1994) quese vinculan, en su extremo occidental, con los de Pa-lencia y Burgos.

A la acumulación se suma otra característica signi-ficativa: la persistente relación con otros vestigios me-galíticos. Allí donde hay menhires (o posibles menhi-res) también hay dólmenes y túmulos (Navarra y Gui-púzcoa, Gerona, Portugal, Cantabria, Burgos...), aun-que, paradójicamente, la existencia de tumbas mega-líticas es razón necesaria, pero no suficiente, para lapresencia de menhires.

Una tercera cuestión comienza a abrirse paso: enprácticamente todos los menhires intervenidos hay evi-dencias prehistóricas. Ya hemos hablado del caso deSejos, Los Lagos, La Cuesta del Molino, Canto Hito, Pie-dra Alta, y ahora La Buena Moza. Es muy probable queen otros menhires no haya resto alguno que pruebe sucronología. De hecho, el motivo de las prospeccionesllevadas a cabo en los últimos años no era tanto fecharla erección de los monumentos, cuanto saber cómo ha-bían sido hincados, cuáles eran las técnicas constructi-vas y, si había una especial suerte, poder recoger mues-tras que permitieran datación por 14C. En este sentido,los resultados han sido sin duda superiores a los espe-rados en cuanto a la recogida de vestigios.

La cuarta reflexión que suscita el estudio de estosmenhires tiene que ver, precisamente, con las datacionesradiocarbónicas y con los restos arqueológicos. Cavilan-do sobre el significado de menhires y estelas, S. Cassenanota sagazmente que aunque suelan remitir a hechos

del pasado (por ejemplo cuando monumentalizan ente-rramientos), no dejan de formar parte de paisajes vividosen presente y aún ser depositarios de expectativas de fu-turo alentadas, si más no, por su frecuente significadomágico o apotropaico (CASSEN, 2009: 26). He ahí lacomplejidad de la cronología de los menhires y un anti-cipo del aún más complejo problema de la cronología deuna alineación constituida por un alto número de ellos.Los datos de la media docena de yacimientos sondea-dos, desde luego, no se compadecen con la idea de unizado general sincrónico; pero tampoco esto suponemenoscabo de la hipótesis de la alineación porque éstapudo formarse mediante la suma de unidades de dife-rente antigüedad y comprendiendo, por tanto, añadi-dos y reposiciones. En definitiva, la alineación, como lagran muralla china -a la postre una adición de diferen-tes lienzos construidos entre el siglo V a.C. y el XVId.C.-, en absoluto deja de serlo por tener cierta trayec-toria temporal y por ser un monumento de larga dura-ción. En nuestro caso es evidente que muchos de losmenhires de la línea o de los eslabones de la cadena fue-ron erigidos en la prehistoria, pero puede que otros seizaran con posterioridad, durante la protohistoria o in-cluso en momentos más recientes13.

Y, por último, puestos a completar la historia de to-dos ellos, parece asimismo inevitable asumir que conel paso del tiempo, a la par que la alineación iba per-diendo su sentido originario (camino, frontera, monu-mentalización de lugares de tránsito), cada uno de losmenhires, ya a título individual, debió seguir ejercien-do como reclamo territorial, cual se deduce del ha-llazgo común a los pies de cualquiera de ellos de ob-jetos depositados en épocas históricas más o menosrecientes.

En suma, no es imposible que nos encontremos an-te una realidad de larga duración, cuyas raíces se re-trotraen a la prehistoria reciente.

Si después de mirar dentro de las catas arqueoló-gicas alzamos la vista y recorremos el horizonte, en lainmensa mayoría de los casos, por no decir en todos,nos encontramos con espacios abiertos, de ampliasperspectivas, sensiblemente llanos, sin apenas fondoescénico. No puede asegurarse que siempre haya sidoasí, aunque la presencia de litosuelos (en el caso de lameseta) y zonas nivales (en el extremo occidental deCantabria) permiten suponer que la visibilidad no ha-brá tenido grandes cambios a lo largo de los siglos.

Más difícil es asegurar la visibilidad o intervisibili-dad entre todos los menhires. Desconocemos cuántoshabía en cada momento, cuántos han desaparecido o

90 NUEVOS DATOS SOBRE UNA ALINEACIÓN DE MENHIRES EN EL NORTE DE BURGOS: EL YACIMIENTO DE LA ATALAYAS, …

13. En trabajo reciente, Torres (2010: 708-713) incluye túmulos y menhires delNorte de Palencia, como los de Brañosera, entre los lugares de culto pre-rromanos.

cuántos pueden ser de reciente factura. Pero inclusoen el caso de considerar fosilizada la alineación, la in-tervisibilidad tampoco sería necesariamente un hechorevelador: los mojones territoriales de hoy en día tam-poco son visibles entre sí. Un menhir no deja de seruna piedra de dos o tres metros de altura, que apenasse ve más allá de un kilómetro de distancia.

Por último, parece corroborarse el carácter pastorilde los espacios ocupados por los menhires, no sólo enel pasado -a la vista de ciertos análisis polínicos- sinoincluso en la actualidad. Ni siquiera la Política AgrariaComún, que tanto ha promocionado a finales del sigloXX y comienzos del siglo XXI el cultivo de cereal en es-pacios marginales, ha podido acabar con el uso gana-dero de los terrenos en los que encontramos la mayo-ría de estas grandes piedras.

Acumulación, megalitismo, evidencias prehistóri-cas, larga duración, espacios abiertos y lugares de pas-to. Seis características de un proceso que se antoja ar-duo y prolongado. Aún es pronto para obtener con-clusiones, más allá de las individuales de cada inter-vención arqueológica, pero se van abriendo nuevasventanas y, sobre todo, se va confirmando que no esmera casualidad la presencia de menhires a lo largo deun recorrido que une los páramos de la meseta caste-llana con los altos prados de la Cordillera Cantábrica.La investigación sigue abierta.

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