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Nuevos Medios, Percepción y Estructura Social: Notas críticas sobre la obra de Marshall McLuhan

Date post: 19-Jan-2023
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Magister en Comunicación Social Instituto de Comunicación e Imagen Universidad de Chile Nuevos Medios, Percepción y Estructura Social: Notas críticas sobre la teoría de Marshall McLuhan. Álvaro Encina
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Magister en Comunicación Social

Instituto de Comunicación e Imagen

Universidad de Chile

Nuevos Medios, Percepción y Estructura Social: Notas críticas sobre la

teoría de Marshall McLuhan.

Álvaro Encina

Resumen

El siguiente artículo tratará el tema de los llamados “nuevos medios” y su

relación con el desarrollo de nuevas formas de significación y percepción de la

realidad social, además de discutir sobre las posibilidades y relaciones de estos

medios con la estructura social económica, política y sociocultural.

Para este ejercicio se recurrirá principalmente a una interpretación de dos

textos clásicos de Marshall McLuhan, “Contraexplosión” y “Comprendiendo los

Medios”, donde se explicarán algunos conceptos claves del esquema del autor y

que nos permitirían acercarnos al análisis de nuestro objeto desde la perspectiva

anteriormente descrita. Respecto al campo de la percepción de la experiencia

entregada por los medios, se complementarán algunos espacios con aportes

desde la teoría crítica, particularmente algunos elementos de la obra de Walter

Benjamin, en un esfuerzo por reunir dos corrientes que muchas veces se

mantienen separadas para sortear el marcado determinismo tecnológico de la

teoría mcluhaniana.

Luego de la discusión teórica, se pasará a abordar algunos tópicos de

interés para concluir con algunas ideas de investigación y conclusiones

preliminares respecto a las posibilidades críticas de análisis de los nuevos medios.

I

Durante las últimas décadas los desarrollos asociados a las tecnologías de

la información y la comunicación han tenido un impacto transversal en las

sociedades actuales, partiendo por su penetración creciente. Particularmente en

Chile, según cifras de la SUBTEL1, la penetración por hogares de conexiones a

internet alcanza un 39,2% y un crecimiento sostenido desde el año 2000, varias

veces superior a las dos cifras. La cantidad de abonados totales a la telefonía

móvil alcanzó en 2012 una proporción de 129,29 personas por cada 100

habitantes, con más de 22 millones de cuentas suscrita mientras que conexiones

desde dispositivos móviles alcanza un 49,6% de penetración sobre el total.

La masificación de la conectividad e Internet en muchas partes del mundo

es más que una pura posibilidad (aunque sus potencialidades siguen en disputa),

mientras las computadoras personales y las grandes máquinas de procesamiento

son omnipresentes y las consecuencias de sus desarrollos pueden encontrarse

repartidas en la educación y el mundo del trabajo, en las finanzas y la política. La

concentración de funciones en menos aparatos cada vez más diminutos ha sido

un objetivo de la informática desde el inicio de manera que hoy, con un par de

toques en una pantalla, puedo encontrarme imágenes en altas definición y sonido

envolvente proveniente en vivo desde cualquier parte del mundo.

La tecnología ha cambiado y, con ella, nuestra medida del tiempo y el

espacio. Las nuevas tecnologías han logrado desarrollar aparatos electrónicos de

alto poder de procesamiento y almacenamiento, interconectividad a múltiples

dispositivos y plataformas, portabilidad y acceso a recursos audiovisuales con sus

cámaras de alta definición, asistentes personales inteligentes, geolocalización vía

GPS, todo en un tamaño que con suerte excede la palma de la mano.

La información viaja a velocidades que ya se cuentan en terabytes por

segundo2, a través de líneas de fibra óptica en el fondo de los océanos, de ondas

1 Obtenidas desde la sección Estudios y Estadísticas del sitio web www.subtel.gob.cl el día 5 de Julio de 2013. 2 Corresponden a 1012 bit/seg. Un millón de millones de bits por segundo.

satelitales que rebotan desde el espacio o a través del aire, usando la

radiotransmisión como soporte. Sin embargo, a pesar de la explosión reciente,

donde la rapidez del desarrollo tecnológico ha servido intereses que van más allá

de la pura autoexpresión de la tecnología misma y si, según McLuhan (1971),

miramos con un poco más de atención, podemos notar que la zona cero

expresada en la mejora constante de la base científica y tecnológica de los medios

de comunicación, desde los medios digitales multiplataforma pasando por la radio

y la televisión sigue un movimiento que puede rastrearse hasta la imprenta de

Gutenberg.

II

La tribu oral se rompe, haciendo la analogía con Levi-Strauss, con la lección

de escritura, en la reproductibilidad exacta y cerrada a la interpretación donde el

poder encuentra un lugar para posicionarse. La ley puede sostenerse fijada en la

piedra del texto. Con la imprenta se hace posible la rápida reproducción de un

conjunto de caracteres estándar, permitiendo la expansión de una onda en la que

la experiencia y el conocimiento del mundo se hacen personales, desplazando el

lugar primordial del sonido de la palabra y la tactilidad del diálogo, volcándose

hacia la reflexión interior. En la lectura silenciosa, visual sobre todos los demás

sentidos, la percepción del lector se altera ineludiblemente cambiando también su

forma de “leer” el mundo. Mientras Gutenberg muere en la ruina, su invento

cambió los medios de comunicación para siempre.

Desde esta perspectiva, las consecuencias del desarrollo de los medios de

comunicación particularmente en la era electrónica tienen un cariz distinto y que

sirve como base para el desarrollo de este artículo: es durante el tiempo actual

donde queda más claro que nunca que el medio, esa extensión de nuestros

sentidos, es el mensaje. Para evitar malentendidos aclaremos que, en primer

lugar, McLuhan considera el medio en sentido amplio como cualquier técnica o

tecnología que funciona como extensión de nuestro cuerpo y nuestros sentidos

que tienen la capacidad de “modela(r) y controla(r) la escala y forma de las

asociaciones y trabajo humanos” (McLuhan, 1996, pág. 30). De esta manera,

McLuhan dirá que los medios de comunicación son nuevos ambientes, podríamos

entenderlos incluso como sistemas complejos que permiten distintas maneras de

sentir y organizar la información y dar sentido de la misma. Que el medio sea el

mensaje quiere decir, por tanto, que el contenido no es tan importante como el

medio mismo, ya que sus efectos son reales en tanto que imponen un sesgo a la

experiencia sensible que no varía demasiado entre un caso y otro de manera

independiente a de qué trate el libro o el programa de televisión (McLuhan, 1971).

La especialización de los sentidos asociada a la fragmentación ha hecho de

la visualidad el receptor principal, dejando de lado el olfato, el habla y el tacto. La

percepción, que para McLuhan es originalmente un hecho sinestésico, ha estado

marcada en Occidente por una fragmentación, rastreable al desarrollo de las

tecnologías de la escritura. Dirá de esta manera que los medios son calientes o

fríos dependiendo del grado de participación en el trabajo de completitud del

sentido, por ejemplo un medio es caliente ahí donde menos trabajo se requiere,

siendo por el contrario los medios fríos aquellos donde se requiere requiere mayor

esfuerzo por completar el contenido (McLuhan, 1996). La imprenta es caliente, el

teléfono es frio, la fotografía es caliente, la radio es fría. La calidez es alta

definición, representa los detalles, la solidez y la precisión, la baja definición es

fría, es la falta de distinción, por lo que se requiere trabajo para “rellenar” los

espacios.

Un medio nuevo no elimina al anterior, sino que aumenta los límites de la

frontera, utiliza su tecnología como parte integrante del nuevo desarrollo. Los

medios electrónicos conjugan a los anteriores de una manera tal que, según

McLuhan, lograrían invertir la fragmentación centrada en la visualidad para

entregar una experiencia multisensorial y sinestésica. La aldea global ha barrido

las distancias debajo de la alfombra, los nuevos medios nos permiten disfrutar de

una comunicación sin tiempo y el advenimiento digital la ha convertido todo en

partículas holográficas.

Al analizar el mito de Narciso, McLuhan (1996, pág. 61) se centra en el

cómo "el hombre en seguida se siente fascinado por cualquier extensión suya en

cualquier material diferente de él". La extensión del cuerpo induce necesariamente

a un entumecimiento como forma de protección frente a la sobre estimulación

sensorial provocada por dicha extensión. La auto amputación entrega un alivio

instantáneo al sistema nervioso. El enamoramiento de Narciso, por tanto, no fue

tanto por un enamoramiento de sí mismo, sino que de su imagen, la que tomó de

cierta forma posesión del joven enamorado, entumeciéndola y adoptándola

completamente.

En la era eléctrica, donde el órgano del cuerpo que ha sido extendido es el

sistema nervioso central, el entumecimiento es general frente a una irritación

específica. Los sentidos se cierran en busca de una suerte de equilibrio retroactivo

tras la experiencia del shock provocada por la extensión de la experiencia: a la

extensión de la radio se habría acoplado el despertar las memorias tribales del

hombre visual, mientras el cine sonoro completó de raíz lo que la pantomima

buscaba. Para participar de la experiencia nueva de los sentidos extendidos a

través de los medios tenemos que lograr abrazarlas en primer lugar, aceptando

tanto el shock como el desplazamiento de la percepción, formando con las

tecnologías una relación de adormecimiento similar a la que tendrían las abejas

con las flores que polinizan, facilitando inconscientemente su reproducción y la

generación de nuevas formas.

III

El tema del shock como respuesta frente a una sobre estimulación de la

psiquis de parte de la experiencia sensual no es un tema tratado solamente en

McLuhan. Un tratamiento muy acabado sobre la relación entre percepción,

significación y experiencia puede encontrarse en el ensayo de Benjamin sobre

Baudelaire (2007): ahí donde el recuerdo de la experiencia vivida nos permite

organizarnos frente a la repetición de los estímulos, el shock representa el fracaso

de la protección frente a esos estímulos. El atropellado sigue soñando con su

accidente para prepararse retroactivamente a la experiencia en un esfuerzo por

revivir de manera correcta y subvertir el trauma causado por el atropello

intentando convertir otorgar a dicha respuesta, correcta y fantasmática, en una

experiencia vivida, protegiendo de esta manera a la conciencia.

Esta experiencia del shock habría sido puesta por Baudelaire en el núcleo

mismo del proceso creativo. El grito desgarrado del artista cuando se ve

enfrentado en un duelo a muerte frente a sus propios impulsos creativos, los

cuales debe vencer sólo para enfrentárselos de nuevo, en un proceso que se ve

acrecentado con el desarrollo de las grandes masas urbanas, las cuales, de

manera hasta cierto sentido análoga a lo que ocurre con McLuhan, se presentan

como un nuevo ambiente, gaseoso y fluido, donde los sentidos se extienden a

límites insospechados, es solo que acá no se trataría tanto del oído, la vista, el

olfato o su relación entre ellos como de los límites del sujeto mismo en su relación

con un otro. El tacto pareciera ser aquel sentido transversal a ambas experiencias

(la tecnológica de McLuhan y la subjetiva de Baudelaire), el sentir la piel de otro

como una experiencia que contiene múltiples sentidos conjugados.

Esta multiplicidad de conjugaciones de los sentidos en relación con la

experiencia posibilitada por los desarrollos tecnológicos de los medios de

comunicación se manifiesta en lo que Benjamin (1989) denomina un nuevo

sensorium, entendido como un juego bidireccional entre percepción, sensibilidad y

transformación de las estructuras organizadoras de la sociedad. El shock

experimentado por Baudelaire frente a la multitud sería una toma de conciencia

adelantada ante las nuevas formas de percepción que el ambiente entregaba,

condiciones que a su vez posibilitarían la expresión de nuevas tecnologías de

comunicación como el cine o la fotografía, como también la posibilidad de

transformaciones sociales importantes que surgieran al alero de tales o cuales

desarrollos tecnológicos. La politización del arte se desprende de dicha posibilidad

de resignificación que acompaña el surgimiento de una nueva sensibilidad que

logre resistirse a las corrientes hegemónicas de interpretación de la realidad.

Las nuevas tecnologías, tomando el ejemplo del cine, permitirían a la vez

un acercamiento como una fragmentación de la conciencia, una dispersión de la

percepción expresada en múltiples planos y lenguajes nuevos que trajo este

nuevo medio. Aquí yace, según Benjamin, el secreto del éxito de Baudelaire

décadas después de su primera publicación: debía extenderse un sensorium

adecuado para entender las experiencias de shock y de dispersión planteadas en

su obra, logrando sumergirse la masa en la experiencia estética de la obra de arte.

Volviendo al origen, y contrastando con el enfoque de Benjamin, no cabe

duda que la teoría de McLuhan tiene un fuerte determinismo tecnológico. Para el

autor, los medios son los que determinan el desarrollo de otros medios a través

del cambio en los modos de percepción, el camino pareciera ser de una evolución

que va de la mano con la necesidad casi autogestionada de ampliar los límites

asociada a las necesidades materiales, donde poco importa el contenido y el

tiempo, quién lo use o cómo, los ambientes generan espacios inconscientes donde

se insensibiliza a los usuarios de sus límites al tiempo que entrega nuevas

experiencias que enriquecen un sentido sobre otro.

IV

De esta manera podemos empezar a aterrizar un poco algunos conceptos

preliminares para un análisis de los nuevos medios. En primer lugar, y esto no es

sorpresa, advertir que los nuevos medios no son vehículos para cambios políticos

ni sociales. La revolución no la harán las redes sociales, pero su interconectividad

e inmediatez si permite la sincronización a distancia y el conocimiento de

realidades de shock que obligan a una reorganización de la experiencia. El

surgimiento de los debates sobre propiedad intelectual y derechos de autor sólo se

explican sobre el desarrollo feroz de la hiperreproductibilidad de los nuevos

medios digitales, donde ya no existe el original y la comunicación e intercambio

son globales, y sus consecuencias económicas y políticas hace un tiempo ya que

afectan a personas más allá de los límites y las fronteras nacionales. El ambiente

generado por los nuevos medios se manifiesta no solamente en el contenido de

los mensajes, sino en las posibilidades de percepción y construcción de sentido

del mundo que se configuran de manera general en un nuevo sensorium.

Se ha logrado generar un efecto de cercanía de lo lejano y distancia de lo

cercano a través de la omnipresencia de los medios con efectos quizás similares a

los ya notados por los trabajos clásicos de comunicación estadounidense. El

surgimiento de causas globales ha facilitado la identificación con valores

transnacionales, los nuevos usos de las tecnologías han logrado canales de

producción de contenido con capacidad de volverse viral y tomar el mundo por

sorpresa, aunque como diría McLuhan el contenido quizás no importa tanto y es

ahí donde radica el riesgo: la despreocupación por el contenido del mensaje

legitima la normalización del mismo, o al menos no lo discute. Las posibilidades de

transformación inherentes a la aparición de nuevos modelos de percepción se ven

limitadas no tanto por la preeminencia de un sentido sobre otro, sino que también

por lo que podríamos denominar resignificaciones contra hegemónicas, contra-

usos que acarrean contra-sentidos que en la era electrónica hiperconectada y

multiplataforma no pueden seguir siendo observadas bajo los estándares de los

medios tradicionales.

El alcance de esta percepción se ve sobrepasado por el adormecimiento de

los sentidos y embelesamiento de la nueva técnica o el nuevo medio, obedientes y

acríticos en un nivel inconsciente, viviendo perpetuamente en el shock y el

desajuste sin lograr avanzar hacia la aprehensión integral de su experiencia, algo

posible según McLuhan como nunca en la era electrónica donde por primera vez

“se ha extendido tecnológicamente hasta implicamos con toda la humanidad e

incorporarla toda en nuestro interior, participamos necesaria y profundamente de

las consecuencias de todos nuestros actos” (McLuhan, 1996, pág. 26).

V

Se esté de acuerdo o no con la totalización del rol de la tecnología en el

desarrollo de la especie en general y de la “civilización occidental” en particular,

quisiera convenir en que ciertamente la base tecnológica descrita de esta manera

si posee una importancia mayor que la que muchos estudios en comunicación han

querido tener, centrados tanto en el extremo de la medición de consumo, donde lo

que importa es la pregunta por el “cuántos”, como también del lado de aquel

culturalismo relativista posmoderno con sus afirmaciones sobre la neutralidad o

lisa y llana bondad de los nuevos medios y sus efectos sobre la ampliación de la

esfera pública. Mayor importancia, si, pero no total: el impacto de la imprenta no

hubiera sido tal si no hubiese existido una burguesía desarrollada con los medios

económicos y los intereses políticos que facilitasen su utilización con fines que

desembocaron en el advenimiento de la modernidad y su reflexión silenciosa e

individual de la misma manera como muchas tecnologías contemporáneas vieron

la luz debido a la necesidad que tenían ciertos sectores de extensión de sus

sentidos. El hecho de que el mismo Gutenberg murió en la ruina y los libros de

imprenta se extendieron puedo significar que la imprenta, por si sola, podría haber

muerto en su taller y quizás tendríamos otro sensorium sobre el cual se hubiera

construido una forma distinta de leer el mundo.

De la misma manera pronosticar sobre los efectos que tendrán los nuevos

medios llevaría a jugar a la bola de la fortuna y esa no es la intención. La

velocidad de los cambios sólo es superada por la velocidad de las adaptaciones,

muchas veces no contempladas, de los usos y apropiaciones de estos nuevos

ambientes con un nivel de conciencia de los mismos que no se tenía hasta el

advenimiento de la era eléctrica, y hasta aquí estoy de acuerdo con McLuhan,

pero hay que tener en cuenta también que la infraestructura social no está

compuesta de manera tan determinante por el elemento tecnológico en sí mismo,

donde las posibilidades de uso de las tecnologías y sus usos concretos, muchas

veces, es cierto, independiente del contenido, también contribuyen en la

configuración de la percepción de experiencia y, desde acá, la posibilidad también

de modificación de la misma, reposicionando a un sujeto mediático en el campo de

batalla política por las significaciones y categorías de organización de la

percepción y la experiencia.

El medio si es el mensaje, pero ciertamente no es el único mensaje. Si bien

la tecnología si cambia el mundo en tanto entrega nuevas formas de sentir y

categorizar la experiencia en base a la extensión de uno o más sentidos en

detrimento de otros, el descartar radicalmente el componente histórico, social y

cultural del desarrollo de dichas herramientas como también en el campo de los

efectos recíprocos entre la estructura social y el desarrollo tecnológico me parece,

para utilizar la misma terminología de McLuhan, un adormecimiento involuntario

causado por el fortalecimiento del rol de la tecnología en una era electrónica

donde debiéramos abogar por el retorno a las posibilidades de percepción

sinestésicas, múltiples, y al desarrollo de una comunicación como lugar de

encuentro y reconocimiento de otra interpretación posible.

Bibliografía Benjamin, W. (1989). Discursos Interrumpidos I. Buenos Aires: Taurus.

Benjamin, W. (2007). On Some Motifs on Baudelaire. En W. Benjamin, Illuminations. New York

City: Schocken Books.

McLuhan, M. (1996). Comprender los Medios. Barcelona: Paidós.

McLuhan, M. (1971). Contraexplosion. Buenos Aires: Paidós.


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