+ All Categories
Home > Documents > Políticas desde la invisibilidad. De la caza con armas de fuego a la caza con la cámara

Políticas desde la invisibilidad. De la caza con armas de fuego a la caza con la cámara

Date post: 23-Jan-2023
Category:
Upload: kfunigraz
View: 0 times
Download: 0 times
Share this document with a friend
14
Transcript

«No todos pueden darse el lujo de tomar un baño de multitud; gozar de la turba es un arte»

Baudelaire

SUMARIO

5...Editorial

8...Presentación...Pablo Lópiz Cantó

11...HキヮルデWゲキゲ ヮ;ヴ; ┌ミ; ゲ;ノキS; SWマラIヴ=ピI; SW ノ; Iヴキゲキゲ...Raúl Royo Fraguas

17...DWHビ;ヴW...Pablo Lópiz Cantó

29...Endeudados, suicidas, enemigos...Daniel Delgado Huerga

38...PラノケピI;ゲ SWゲSW ノ; キミ┗キゲキHキノキS;S...Mónica Cano Abadía

46...El retorno de las masas...Pablo Gómez

56...CヴケピI; SW ノ; R;┣ルミ P┎HノキI;...Miguel Matute López

62...La potencia de la precaridad...Sergio Pons Garcés

71...S┌ヮWヴ;ヴ ノ; ┗キラノWミIキ;...Andrea de la Serna

77...F┌ミS;マWミデ;Iキルミ YピI; SW ノ; ┗キラノWミIキ; キミゲ┌ヴェWミデW...Jerónimo Jaramillo

84...Sラマラゲ Iラミ。キIデラ...Xayide García Cáceres

#38

Políticas desde la invisibilidad* De la caza con armas de fuego a la caza con la cámara

Los mecanismos políticos utilizados hoy en las calles parecen no tener en cuenta el marco panóptico de vigilancia en el que nos encontramos y optan por un enfrentamien-to directo, a cara descubierta, con las fuerzas del Estado. Existen otras formas de hacer política que buscan estrategias basadas en la luidez, en la no identidad, en la rapidez y en la invisibilidad, y que se ocultan en los intersticios de la lógica política tradicional para tratar de dirigir sus fuerzas hacia lugares imprevistos y desprotegidos

Mónica Cano Abadía

Atrapados como cualquiera en el interior de una realidad tan inestable como violentamente destructiva, nos abstenemos de olvidar este dato de la experiencia, que nos parece apropiado para resistir: que la acción de unos pocos individuos, o de grupos humanos muy reducidos, puede tener, con un poco de suerte, rigor y voluntad, consecuencias incalculables.

René Riesel y Jaime Semprún

Introducción

Este artículo pretende interrogar so-

bre la utilidad de los mecanismos po-

líticos que aún se utilizan en la calle (manifestaciones, concentraciones, protestas silenciosas o ruidosas) y que siguen una lógica de enfrentamiento

directo con las fuerzas del orden y de

gobierno. Partiendo de la idea de que los grupos que protestan son una fuer-za, se plantea la posibilidad de rediri-

girla hacia otros lugares imprevistos,

utilizando la invisibilidad como lugar

privilegiado desde el cual poder articu-

lar acciones políticas.

Se hace necesario rastrear las posibi-

lidades que ofrecerían organizaciones políticas diferentes, que no se basa-

ran en la identidad (del grupo y de sus componentes), sino que fueran grupos anónimos, luidos, móviles, capaces de actuar rápidamente y disolverse.

Además, siguiendo la misma idea de

la invisibilidad y la movilidad, urge re-

lexionar sobre las formas de acción directa, teniendo en cuenta que, ante el endurecimiento legislativo al que nos enfrentamos, se hace convenien-

te explorar nuevas formas de oculta-

miento de las identidades de personas

activistas.

Mirada panóptica

Elegir la invisibilidad como lugar des-

de el que actuar políticamente se hace necesario dado que el principio de ins-

pección es básico en las políticas de

control social desde la Modernidad.

Desde la segunda mitad del siglo XVIII

se vive una auténtica obsesión por

eliminar la sombra de las sociedades

y de las vidas de las personas que en ellas habitan y actúan1. Quizás el

1 Cf. Michel FOUCAULT: “El ojo

* La mayoría de los asuntos tratados en este texto, en especial el análisis de Guerrilla de T. E. Lawrence, es fruto del trabajo conjunto del grupo El Orenz, que surgió temporalmente en 2011 al calor del 15M y del efímero CSO El Paraguas.

39#

ejemplo más conocido es el proyecto

de cárcel denominado Panóptico, de

Jeremy Bentham. Este proyecto, muy

claro en su propósito, muy gráico en su presentación, no quedó solamente en el papel, sino que fue implantado en nuestras sociedades más allá in-

cluso de lo que Bentham previó como aplicable.

El Panóptico de Bentham juega con la

circularidad arquitectónica del ediicio y con la transparencia del mismo. El

objetivo de la estructura panóptica es

conseguir que las personas que vigilen inspeccionen sin ser vistas; el ojo que del poder”, en Jeremy BENTHAM: El

panóptico, Barcelona, La piqueta, 1979, pp. 9-26.

todo lo ve, y que nunca es visto. Las personas que vigilan están fuera del alcance de las personas que se sitúan bajo la mirada, pero ésta está siempre

presente en la imaginación: la vigilan-

cia «obra más sobre la imaginación

que sobre los sentidos»”2.

La mirada ajena y, en concreto, la mi-

rada de las instancias del poder, con-

diciona nuestro actuar político. Cuanto

más visibles seamos, más control ten-

drán los mecanismos estatales sobre

nuestras acciones. Así, una de las

operaciones a través de las cuales los

Estados se aseguran menor agitación

social es el incremento de la visibili-

dad; dicho de otro modo, la disminu-

ción al mínimo de zonas de sombras

que se escapen a sus ojos. En las sociedades occidentales contemporá-

neas, las técnicas de visualización no

han dejado de actualizarse para tra-

tar de captar cada vez más zonas de

sombra, de forma permanente y pro-

batoria. Se ha pasado, como bien dice

Donna Haraway3, de vivir persecucio-

nes con armas de fuego a vivirlas con

cámaras. Las cámaras, hoy, iluminan

zonas de sombra, amplían la visión de

las instancias del poder y siguen obe-

deciendo a la misma lógica panóptica:

vigilar sin saber quién se esconde tras la vigilancia, sin saber siquiera si hay alguien tras ese aparato. Así, la vigi-

lancia está simbolizada. Quien vigila

no es una persona, sino una presen-

cia en nuestra conciencia. El poder se

2 Jeremy BENTHAM: El panóptico, op. cit., p. 35.

3 Donna HARAWAY:“Maniiesto para cyborgs: ciencia, tecnología y feminismo socialista a inales del siglo XX”, en Donna HARAWAY: Ciencia,

cyborgs y mujeres. La reinvención de la

naturaleza, Madrid, Ediciones Cátedra-Universitat de València-Instituto de la Mujer, 1991, pp. 251-311.

#40

densiica a la vez que se diluye en esta operación de interiorización de la vigi-

lancia.

Zonas temporalmente au-tónomas

¿Qué hacer ante los-ojos-que-todo-lo-quieren-ver? Hakim Bey habla de la impotencia y el desasosiego que produce la idea de un enfrentamiento

directo contra los poderes del Estado:

En estos momentos, una colisión fron-

tal con el Estado terminal, el Estado

mega-corporativo de la información,

el imperio del Espectáculo y la Simu-

lación, no produciría nada más que un fútil martirio. Todas sus armas apuntan

hacia nosotros, mientras nuestros ridí-

culos dardos no encuentran nada con-

tra lo que disparar, sólo una histéresis, una rígida nada. Un fantasma capaz

de absorber cada chispa en un ecto-

plasma de información, una sociedad

que ha capitulado regida por la imagen omnipresente de la policía y el ojo om-

nipresente de la televisión4.

Ante esta pretendida omnipresencia

de los poderes del Estado, nos queda la búsqueda de las sombras, intentar fomentar la aparición de grupos que se constituyen y actúan en las sombras.

Las sombras no son lugares para vi-

vir, sino que son zonas autónomas temporales. Hakim Bey habla de estas

zonas autónomas temporales (abre-

viado TAZ por sus palabras en inglés:

Temporary Autonomous Zone). Si bien

no estoy del todo de acuerdo con el

discurso de Bey, que me parece naïf en su concepción de libertad sin poder,

creo que aporta algunas pinceladas in-

teresantes que podrían aprovecharse

4 Hakim BEY: T.A.Z. Zona Autónoma

Temporal, Barcelona, Anagal, 2005, p. 9.

para repensar las acciones políticas

desde la invisibilidad. Bey considera

las TAZ como lugares en los que el sueño anarquista se vive de hecho, aunque temporalmente; son espacios ajenos al poder, fuera del poder, o más

allá del poder. En este punto mi pers-

pectiva diiere de la de Bey: aquellos lugares de sombras a los que me reie-

ro no son zonas autónomas, libres del

poder, sino solamente libres temporal-

mente de la mirada del poder. Otros

mecanismos diferentes del poder

continúan allí operando. Sin embargo,

considero provechosa su idea de TAZ

como grupos que funcionan como una guerrilla. Las TAZ ocupan de forma

clandestina ciertos lugares desde los

cuales pueden, durante un tiempo,

atacar a las instancias del poder; des-

pués, antes de que sean detectados, estos grupos se disuelven y cambian

de lugar: “atacan y escapan”5.

Las TAZ , así, son «una forma de su-

blevación que no atenta directamente contra el Estado, una operación de

guerrilla que libera un área –de tie-

rra, de tiempo, de imaginación– para

después terminar autodosolviéndose y

reconstruirse en cualquier otro lugar o tiempo, antes de que el Estado pueda aplastarla»6.

Las TAZ juegan con la invisibilidad,

con la penumbra, con la desaparición

como arma política. Ante sociedades

que aplican cada vez más, y cada vez en más ámbitos, el principio de visibi-

lidad del Panóptico de Bentham, las

TAZ no son, a mi modo de ver, zonas

autónomas de libertad en las que po-

damos refugiarnos, sino que son es-

pacios temporales desde los cuales

intentar articular una acción política

que se mueva en los espacios de pe-

5 Ibíd., p. 11.

6 Ibíd., p. 9.

La mirada ajena y, en concreto, la mirada de las instancias del poder, condiciona nuestro ac-tuar político

41#

numbra y que actúe de forma impre-

vista por los poderes que pretenden ejercer el control. De esta manera, en

palabras de Bey:

La mayor de sus fuerzas [de la TAZ] resi-de en su invisibilidad –el Estado no puede

reconocerla porque la Historia carece de deinición para ella. Tan pronto como una TAZ es denominada –representada, me-

diatizada– debe desvanecerse, va a des-

vanecerse, dejando tras de sí una cáscara

vacía, resurgiendo de nuevo en otro lugar,

de nuevo invisible en tanto que indeinible bajo los términos del Espectáculo7.

Una TAZ se disuelve, y otra surge en

otro lugar, tratando de no establecerse

en ningún ámbito para no ser detecta-

da y atacada: «La “máquina de guerra nómada” conquista antes de ser de-

tectada y se desplaza antes de que el mapa pueda ser reajustado»8.

Guerrillas y máquinas de guerra nómadas

Al hablar de «guerrilla» y de «máquina de guerra nómada», es inevitable pen-

sar en Guerrilla de T. E. Lawrence9. La

guerrilla de Lawrence tiene dos funda-

mentos: la movilidad para la defensa

y el pensamiento, que ha de aplicarse al ataque. La guerrilla lucha por la li-bertad, que no puede disfrutarse si se encuentra la muerte en la acción o, en

el contexto actual, si se acaba en la

cárcel por convocar una manifestación

o por participar en una sentada pacíi-

ca. Las acciones han de ser pensadas

detenidamente, siempre teniendo pre-

sente que hay que mantener a distan-

7 Ibíd., p. 10.

8 Ibíd., p. 11.

9 T.E. LAWRENCE: Guerrilla, Madrid, Acuarela, 2004.

cia al enemigo, no exponerse, nunca

ser blanco. En este sentido, la guerrilla

establece una guerra de separación,

no de contacto. Se actúa desde la le-

janía y la invisibilidad: «La mayoría de

las guerras son guerras de contacto,

ambas fuerzas pugnan por mantener

el contacto para evitar dar lugar a la

sorpresa táctica. Pero la guerra árabe

era una guerra de separación: conte-

ner al enemigo mediante la amenaza

silenciosa de un vasto desierto desco-

nocido, sin revelarse hasta el momen-

to preciso del ataque»”10.

El enfrentamiento directo con las fuer-

zas de seguridad del Estado diiculta las posibilidades de victoria de una

revuelta. Así, se hace necesario un

cambio de estrategia que podría ser el del ejército árabe de El Orenz: “Sus

cartas eran la velocidad y el tiempo, no

el poder de impacto, y éstas les dieron

fuerza estratégica más que táctica. El poder de alcance tiene que ver más con la estrategia que con la fuerza”11.

Las fuerzas de seguridad del Estado

son organizaciones jerárquicas y dis-

ciplinadas; es evidente que las fuerzas rebeldes actuales no están organiza-

das, ni jerarquizadas, ni disciplinadas. Sin embargo, esto puede ser precisa-

mente su fuerza. La disciplina asixia la individualidad y la eiciencia individual, reduciendo el factor de incertidumbre

tan necesario para realizar acciones

móviles e inesperadas. Así, la fuerza

contra el sistema reside en el descon-

trol, la movilidad, el factor sorpresa.

Lawrence diferencia así a los ejércitos

y a las guerrillas árabes: «Los ejércitos

son como plantas, inmóviles como un

todo, enraizados, nutridos por largas

ramas que llegan hasta la cabeza. Los árabes eran como un vapor llevado

10 Ibíd., p. 50..

11 Ibíd., p. 54.

#42

por el viento»12. Hoy, las fuerzas a las

que nos enfrentamos siguen siendo plantas, y nosotras quizás tendríamos que arabizarnos. Así pues, extrapolando las estrategias

de guerrilla de El Orenz al activismo

político actual, sería interesante dejar

de perseguir el centro de poder del

enemigo: «La opinión militar estaba

obsesionada con el dictum de Foch

según el cual las reglas básicas de la

guerra moderna consisten en buscar

al ejército enemigo, identiicar su cen-

tro de poder y destruirlo en batalla»13.

Hoy, seguimos con esta obsesión. Sin

embargo, Lawrence cree mucho más

afectivos los movimientos excéntricos

y vaporosos que nunca puedan poner en peligro a las personas que compo-

nen la guerrilla. Cuando las fuerzas del

Estado han percibido el ataque, ya no hay atacantes a quienes perseguir. De esta manera, el enemigo ha de quedar desorientado, siempre sorprendido y

defendiéndose demasiado tarde.

Políticas de coalición fe-ministas

Donna Haraway se opone a las políti-

cas identitarias que necesitan un nú-

cleo duro, una carta de presentación,

un sujeto constituido previo para poder

activar sus relexiones y acciones po-

líticas. Ante este sujeto político que se pretende constituir de manera monolí-

tica, Haraway propone el cyborg: «El

cyborg es un organismo cibernético, un

híbrido de máquina y organismo, una criatura de realidad social y también de

icción»14. El cyborg nos proporciona

12 Ibíd., p. 48.

13 Ibíd., p. 44.14 Donna HARAWAY: “Maniiesto para cyborgs: ciencia, tecnología y feminismo socialista a inales del siglo XX”, op. cit.,

otro tipo de política que el sujeto polí-tico tradicional: es una quimera que se sitúa en las intersecciones de los dua-

lismos, rompiéndolos, evidenciando

que no son compartimentos estancos sino construcciones históricas, cultura-

les, que han servido para jerarquizar los sectores de la sociedad que bajo ellos se acogen. Haraway nos indica

cuáles de estos dualismos son los más

preocupantes: «yo/otro, mente/cuer-

po, cultura/naturaleza, hombre/mujer,

civilizado/primitivo, realidad/aparien-

cia, todo/parte, agente/recurso, cons-

tructor/construido, activo/pasivo, bien/

mal, verdad/ilusión, total/parcial, Dios/

hombre»15.

La política del cyborg es aquella que tiene en cuenta el mosaico de interre-

laciones en el que se sitúa; interrela-

ciones que, por otra parte, cambian constantemente, haciendo necesarios

nuevos reajustes en las políticas. El

cyborg no se detiene ante los lími-

tes culturales impuestos; traspasa los ámbitos en los que una no se debe internar, mezcla sustancias que no se deberían mezclar: «Así, el mito de mi

cyborg trata de fronteras transgredi-

das, de fusiones poderosas y de po-

sibilidades peligrosas que gentes pro-

gresistas pueden explorar como parte

de un necesario trabajo político»16.

El cyborg rompe con las identidades

herméticas, estables y coherentes

-que tienden a formar grupos hermé-

ticos, estables y coherentes- y mues-

tra las potentes posibilidades políticas

que se derivan de pensarnos como identidades luidas:

Un mundo cyborg podría tratar de realida-

des sociales y corporales vividas en las que

p. 253.

15 Ibíd., p. 304.

16Ibíd., p. 262.

La fuerza contra el sis-tema reside en el des-control, la movilidad, el factor sorpresa

43#

la gente no tiene miedo de su parentesco

con animales y máquinas ni de identidades permanentemente parciales ni de puntos

de vista contradictorios. La lucha política

consiste en ver desde las dos perspectivas

a la vez, ya que cada una de ellas revela al mismo tiempo tanto las dominaciones

como las posibilidades inimaginables des-

de otro lugar estratégico. La visión única

produce peores ilusiones que la doble o que monstruos de muchas cabezas17.

Esta «desviación ligeramente perversa

en la perspectiva podría permitirnos lu-

char mejor por signiicados, así como por otras formas de poder y de placer

en las sociedades tecnológicamente

mediadas»18. Este cambio de pers-

pectiva pasa por admitir que el sujeto no es sólido, y por admitir que es más letal en la consecución de sus objeti-

vos al no presentarse como un sujeto

constituido antes de realizar sus accio-

nes políticas: «Los cyborgs son éter,

17 Ibíd., p. 263.

18 Ibíd., p. 263.

quintaesencia. La ubicuidad y la invi-sibilidad de los cyborgs son la causa

de que estas máquinas sean tan mor-tíferas. Políticamente son tan difíciles

de ver como materialmente»19. Los cy-

borgs son entes escurridizos: «están

en todas partes, pero son invisibles»20.

Los cyborgs además, «necesitan

conectar»21, pero sus conexiones son

ilegítimas y no permanentes, y se rea-

lizan atravesando las razas, las etnias,

las culturas, las historias, las naciones,

los lenguajes. Las conexiones se ha-

cen en base a ainidades cambiantes, y generan signiicados y posibilidades de coalición diferentes a las del sujeto

político moderno. Así, Haraway, al ha-

blarnos de grupos de ainidad, no está hablándonos de coaliciones de pensa-

miento único, sino de grupos móviles,

con identidades vaporosas, diferentes

entre sí e, incluso, desconocidas (sin egos, sin logos, sin banderas, sin nom-

bre); Haraway nos está hablando de la necesidad del reacoplamiento político

constante en las acciones de resisten-

cia.

Judith Butler también recoge esta pro-

puesta de políticas de coalición en El

género en disputa:

Sin la presuposición ni el objetivo de «uni-

dad», que en ambos casos se instituye en un nivel conceptual, pueden surgir

unidades provisionales en el contexto de

acciones concretas que tienen propósitos distintos a la articulación de la identidad.

Sin la expectativa obligatoria de que las acciones feministas deben instituirse des-

de una identidad estable, uniicada y acor-dada, éstas bien podrían iniciarse más rá-

pidamente y parecer más compatibles con

muchas «mujeres», para quienes el signii-

19 Ibíd., p. 261.

20 Ibíd., p. 260.

21 Ibíd., p. 256.

Las conexiones se ha-cen en base a ainida-des cambiantes, y ge-neran signiicados y posibilidades de coali-ción diferentes a las del sujeto político moderno

#44

en este tipo de grupos no importan, ni

siquiera se conocen; los egos no inter-vienen, no compiten, pues no hay un

grupo jerarquizado en el que se tenga que aparentar algo políticamente. La unión se da para la acción.

Se trata de movimientos acéfalos en

los que las personas que pertenecen no son individualidades sino que son anónimas, y son legión. Se puede

identiicar y detener a una de ellas, pero no por ello se desarticula ningu-

na cúpula, pues no hay liderazgos ni

jerarquías. Para atacar las élites del poder, se constituyen multitudes no eli-

tistas y conectadas, masas críticas no

identitarias que utilizan internet para organizarse políticamente.

La protección de la identidad de las

personas activistas es fundamental

para estos movimientos. Para ello, de-

sarrollan técnicas y herramientas que permiten la invisibilidad y el anonima-

to. Las grandes corporaciones pueden

verse obligadas por los gobiernos en

caso de actividad considerada como

delictiva a ofrecer datos de las perso-

nas que utilizan sus servicios informá-

ticos, pero existen cada vez más estra-

tegias que aseguran el anonimato de nuestras acciones en la red.

El hacktivismo busca también hackear

las mentes de las personas para cam-

biar conciencias, en la línea de T. E.

Lawrence cuando airma en Guerrilla:

«Las rebeliones pueden hacerse con

un 2% de la fuerza en activo, siem-

pre que el 98% pasivo simpatice con la causa. Los pocos rebeldes activos

deben poseer las cualidades de resis-

tencia, velocidad y ubicuidad»24.

24 T.E. LAWRENCE: Guerrilla, op. cit., p. 60.

cado de la categoría es permanentemente

discutible22.

Somos anónimas. Somos legión

El activismo descentralizado busca la

invisibilidad como forma de atacar los

centros de poder. Yolanda Quintana y

Mario Tascón23 analizan el recorrido de

los últimos treinta años del activismo

online, que se apoya en las nuevas tecnologías y teje redes en la perife-

ria para atacar los centros de poder. El

hacktivismo es una forma de activismo

invisible que utiliza herramientas móvi-les, veloces y anónimas cada vez más

sencillas y accesibles a cualquiera que quiera aprender a utilizarlas. El acti-vismo online rompe límites, se marca

objetivos antes inalcanzables y teje re-

des en la periferia para atacar el cen-

tro; pretende comunicarse de forma conidencial, mantener el anonimato y protestar de manera efectiva teniendo

siempre en cuenta la protección de la

identidad de la persona activista.

Este tipo de activismo se basa precisa-

mente en redes, no en grupos homo-

géneos que pretenden perdurar en el tiempo con las mismas individualida-

des. Si se puede hablar de grupos de

hacktivistas, son formas de coalición

que permiten acciones luidas, rápidas y descentralizadas. No se busca la

pertenencia a un grupo identitario, sino

la acción política como ataque inespe-

rado y no rastreable. Las identidades

22 Judith BUTLER: El género en disputa,

El feminismo y la subversión de la

identidad, Barcelona, Paidós, 2007, p. 48.

23 Yolanda QUINTANA y Mario TASCÓN: Ciberactivismo, las

nuevas revoluciones de las multitudes

conectadas, Madrid, Los libros de la Catarata, 2012.

El activismo descentra-lizado busca la invisibili-dad como forma de ata-car los centros de poder

45#

Conclusiones

El enfrentamiento directo con las fuer-

zas estatales en la forma de manifes-

taciones, sentadas pacíicas, rodeos masivos a ediicios emblemáticos, etc., no va a suponer una victoria de-

initiva y la obtención de más libertad. Sin embargo, es fundamental para vi-

sibilizar ciertas luchas y ganar el apo-

yo de las multitudes, de ese 98% del que hablaba Lawrence. Por otra par-te, los ataques quizás podrían pasar a ser móviles y rápidos, no convocados

masivamente, sino planeados estraté-

gicamente en grupos de ainidad redu-

cidos, grupos que no se basan en la pertenencia y en la unidad.

Una revisión de las estrategias políti-

cas actuales podría conducir a cam-

bios más profundos en las estructuras

de poder y a nuevas formas de comu-

nidades no mediadas por las identi-

dades cerradas sino móviles, luidas y temporales.


Recommended