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Servicios de salud y sexualidad: una investigación desarrollada como dispositivo de gestión

Date post: 07-Feb-2023
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Silvana Inés Weller S ERVICIOS DE SALUD Y SEXUALIDAD: U NA INVESTIGACIÓN DESARROLLADA COMO DISPOSTIVO DE GESTIÓN Tese apresentada a Facultade de Ciencias Médicas da Universidade de Campinas, como requisito parcial à obtençao do título de Doutora em Saúde Coletiva. Área de concentraçao: Gestao e subjetividad Orientador: Dr. Professor Gastao Wagner de Sousa Campos Campinas Facultade de Ciencias Médicas da UNICAMP
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Silvana Inés Weller

SERVICIOS DE SALUD Y SEXUALIDAD:

UNA INVESTIGACIÓN DESARROLLADA COMO DISPOSTIVO DE GESTIÓN

Tese apresentada a Facultade deCiencias Médicas da Universidadede Campinas, como requisitoparcial à obtençao do título deDoutora em Saúde Coletiva.

Área de concentraçao: Gestao esubjetividad

Orientador: Dr. Professor GastaoWagner de Sousa Campos

Campinas

Facultade de Ciencias Médicas da UNICAMP

2004

2

FICHA CATALOGRÁFICA ELABORADA PELABIBLIOTECA DA FACULDADE DE CIÊNCIAS MÉDICAS

UNICAMP

SLP

3

Weller, Silvana Inês W458s Serviços de saúde e sexualidade: uma pesquisa

desenvolvida como dispositivo de gestão / Silvana Inês Weller. Campinas, SP : [s.n.], 2004.

Orientador : Gastão Wagner de Sousa CamposTese ( Doutorado) Universidade Estadual de

Campinas. Faculdade de Ciências Médicas.

1. Saúde reprodutiva. 2. HIV ( vírus). 3. Saúde coletiva. I. Gastão Wagner de Sousa Campos. II. Universidade Estadual de Campinas. Faculdade de Ciências Médicas. III.

Agradecimientos

A Rosana Onocko Campos, mistura única de argentina y

brasileña.

A Gastao, por su inteligencia y su generosidad es decir por

su sabiduría.

A Claudio Bloch, por la valentía y la compañía.

A Mimis Weller, por la confianza y el apoyo.

A los compañeros de la Coordinación Sida de la Secretaría

de Salud del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, en

particular a Agustín Rojo, Fernando Silva Nieto, Sergio

Maulen, Ana Bordenave, Ariel Adaszko y Malala Carones.

Desde diciembre del año 2000 compartimos el desafío

cotidiano de llevar a la práctica un modelo de gestión “a

la brasileña” (por lo menos a la brasileña que nosotros

tenemos en la cabeza), animado por las finalidades de

construir una mejor salud que atienda también a la

producción de coeficientes crecientes de autonomía de los

equipos y usuarios de nuestro sistema. Es sin duda la

existencia de este ámbito de trabajo cotidiano el que ha

posibilitado el desarrollo y escritura del presente

trabajo.

4

A Mónica Gogna y Fabian Portnoy, juntos desarrollamos una

etapa del trabajo.

A los profesionales y usuarios del sistema de salud

entrevistados.

A los profesionales Sebastián Ares, Graciela Barboni,

Cecilia Carranza, Patricia Coll, Celia Cuzzolino, Silvana

Larocca, Rubén Luca, Ana María Molina, Marcela Ortiz de

Zárate, Hernán Ostuni, Gloria Pomito, María Elena

Seidenstein, J. Van der Velde, Sandra Vázquez y Silvina

Vulcano por su participación activa en el análisis conjunto

de los resultados preliminares.

A Susana Hermosid, Marcela Ortiz de Zárate, Silvina Vulcano

y María Eugenia Gilligan, quienes aceptaron el desafío de

ser al mismo tiempo investigados e investigadores. En el

nombre de ellas, a todas las personas que participaron de

los espacios de reflexión colectiva.

5

INDICE

INTRODUCCIÓN 7

Resumen 10

Abstract 11

PRIMERA PARTE: PRESENTACIÓN DEL PROBLEMA 12

Sexualidad, Estado y servicios de salud: la necesidad de dar respuestas 12

La salud reproductiva como respuesta: alcances y límites 17El caso de la salud reproductiva en la Ciudad de Buenos Aires 21

Formulación del problema 25

SEGUNDA PARTE: UNA INVESTIGACIÓN CON DOBLE FINALIDAD 31

Síntesis del problema 31

El objeto de la investigación 32

Contexto de la investigación 35

Objetivos 40

Pasos de la investigación 41

TERCERA PARTE: EL REGRESO DE LOS ACTORES 48

El sistema en funcionamiento 50Los equipos de salud: composición y características diferenciales 50El sistema de salud donde “viven” los equipos 54

Lidiando con la sexualidad en la consulta 62La sexualidad en el marco de la consulta: la necesidad de su atención y los tipos de obstáculos detectados 62Las posiciones y prácticas de los servicios de salud ante la reproducción y anticoncepción en personas que viven con VIH 77Posiciones de los profesionales en materia de uso de métodos anticonceptivos 80La anticoncepción en las personas que viven con VIH (y posiblemente de las que no tienen VIH): un cortocircuito dentro del sistema 82

La investigación como dispositivo 85

6

Producción colectiva en los espacios 88

Obstáculos identificados por los profesionales participantes del encuentro en el accionar de los servicios de salud 88

Elementos facilitadores para cambiar la atención detectados por los profesionales 89

CUARTA PARTE: DEL CIELO A LOS TERRITORIOS 97

Consideraciones sobre el método de investigación 99Sobre la articulación del HIV-sida y la salud reproductiva 99Consideración de los actores como parte del problema 103

Dificultades de los servicios de salud para trabajar los temas vinculados a la sexualidad, los cuidados anticonceptivos y los deseos y temores de formar familia en las personas que viven con HIV 109

Consideración de los actores como parte de la solución: la investigación como dispositivo de gestión 119

Referencias bibliográficas 124

Abreviaturas utilizadas

Programa de Salud Reproductiva y Procreación Responsable (PSRPS)

Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires (GCBA)

Ciudad de Buenos Aires (CBA)

Personas que viven con VIH-sida (PVVS)

Transmisión vertical (TV)

7

Introducción

He buscado dar lugar en este trabajo de investigación a

diferentes aspectos y momentos de mi vida profesional. Me

he dado una oportunidad de detenerme sobre interrogantes

que se me fueron planteando en situaciones muy diversas.

El trabajo ha sido hecho por una psicóloga que si bien

siempre ha buscado diferenciarse del psicoanalismo (Castel,

1980) que caracteriza fuertemente el medio profesional

porteño1nunca dejó de pensar que contar con una perspectiva

psicoanalítica para observar a las personas (dentro y fuera

de un consultorio), a los grupos y a las instituciones,

genera un plus de comprensión que no es posible de suplir

con otras disciplinas sociales.

Escribe aquí una profesional / trabajadora de la salud que

posiblemente por haber nacido a la vida laboral un poco

“indisciplinada”, compartió los diferentes espacios de

trabajo con personas que venían de otras disciplinas o

saberes.

En los diez años de trabajo en un Centro de Salud de la

Ciudad de Buenos Aires (1990-2000), compartimos el desafío

de construir equipos para desarrollar el Programa de

Procreación Responsable y luego el de VIH/sida con

1 En la Argentina se llama “porteño” a la persona nacida en la Ciudad de BuenosAires.

8

compañeros que eran médicos y trabajadoras sociales; el

paso del tiempo y los aprendizajes nos permitieron ampliar

el equipo con las enfermeras, los administrativos, los

vecinos, y con personas que vivían con VIH/sida.

A partir del año 1986 inicié un camino en investigación en

salud, fundamentalmente en los temas de salud y

subjetividad, VIH-sida, salud reproductiva, evaluación de

programas de salud; mis docentes y colegas fueron

psicólogos, sociólogos, estadísticos, antropólogos, médicos

sanitaristas, economistas.

También escribe aquí una mujer que nació en el año 1963,

que cuando tenía 12 años empezó a vivir en un país que era

gobernado por militares, hecho que se interrumpió cuando

tenía 19 años y pudo escuchar por primera vez la palabra

política. Palabra que se siguió pronunciando como “mala

palabra” durante muchos años. Esto no le impidió acercarse

a un partido político porque tenía ganas de “participar”

(hacer algo, tener alguna otra identidad colectiva además

de la preferencia por el rock nacional).

La posibilidad de ver legitimada la articulación de estas

tres esferas en el campo de la salud– la teórica, la

técnica y la política- la encontré por escrito por primera

vez cuando leí la inolvidable “matriz” con el Postulado de

Coherencia de Mario Testa (1989) y la comencé a vivir al iniciar

mi relación “transferencial” con la Salud Pública y la

9

Salud Colectiva brasileña. Este vínculo se fue construyendo

desde el comienzo de los ´90, por el conocimiento de

personalidades brasileñas que participaban de eventos de

debate en mi país; por la lectura de revistas y libros; por

mi posterior interés y contacto con el Programa Nacional de

VIH-sida de Brasil durante la gestiòn de Pedro Chequer y

finalmente, cuando tuve la buena suerte de iniciar mi

doctorado en Salud Colectiva en el Departamento de Medicina

Social y Preventiva de la Facultad de Ciencias Médicas de

la UNICAMP , con Gastao Campos.

Habrá sido la alegría de este gran encuentro, la que me

movió a desafiar algunas reglas no escritas (por lo menos

en mi país) y hacer una tesis que hable sobre sexualidad,

pero no sobre los trastornos de la misma, ni sobre la

sexualidad de las minorías sexuales. Una tesis casi basada

en la sexualidad de los heterosexuales; una tesis sobre la

sexualidad y los servicios de salud.

Una tesis que pretende ser académica, pero que mira a los

sistemas públicos de salud, a sus equipos, y pretende ser

escuchada fundamentalmente por aquellos que le dan vida a

la formulación de políticas, a los gestores y a los

equipos. La intención de establecer un diálogo con un

auditorio profundamente heterogéneo en saberes y prácticas

ha guiado lo que puede parecer un recorrido levemente

ecléctico donde son tratados de modo poco exhaustivo

conceptos provenientes del psicoanálisis, los estudios de

10

género, la gestión de los sistemas, las relaciones entre lo

público y lo privado, la salud reproductiva, el VIH-sida.

Estos cuerpos teóricos y campos temáticos han sido

“invocados” con la intención de responder a la pregunta por

el difícil encuentro del Estado y la sexualidad, en la

instrumentación de políticas y realización de prácticas

preventivo - asistenciales.

La producción de los últimos años de Vera Paiva y su equipo

con referencia a la salud reproductiva de las personas que

viven con VIH, me alentó a orientar el trabajo de campo en

esta misma dirección, apostando a conocer como se articulan

la prevención del VIH/sida desde el Programa de Salud

Reproductiva y Procreación Responsable de la Ciudad de

Buenos Aires así como a conocer qué respuesta estamos dando

a la salud reproductiva de las personas que viven con VIH y

son usuarias del sistema público de salud. Esta decisión se

basa en entender que esta articulación de lo que son dos

programas históricamente verticales (Salud Reproductiva,

VIH/sida) ofrece una superficie catalizadora de las

dificultades más generales del campo de la salud para

trabajar con la sexualidad de las personas, para ver los

aspectos vitales en las personas “enfermas de algo” y los

aspectos potencialmente problemáticos en las personas sin

patología de base conocida (las usuarias de los programas

de salud reproductiva).

11

A quienes lean el trabajo les tocará decir, si además de

cierta mejoría en mi integración yoica, se ha logrado hacer

algún aporte al mejoramiento de la comprensión y gestión de

nuestros servicios públicos de salud a la hora de atender

problemáticas donde está en juego la sexualidad de las

personas.

12

Resumen

El propósito de la tesis fue mostrar, a través de un

estudio de caso en la Ciudad de Buenos Aires, la

importancia de focalizar los esfuerzos de gestión en un

nivel tradicionalmente simplificado: el de los trabajadores

de la salud. Un avance cualitativo para la implementación

de las políticas en salud reproductiva podría lograrse al

considerar esta dimensión.

Apoyados en los desarrollos teóricos que destacan la doble

finalidad productiva de los sistemas de salud públicos –

producir salud y producir personas- se desarrolló una

investigación desde un espacio de gestión, que tuvo como

soporte empírico la toma de entrevistas a médicos

infectólogos, ginecólogos y obstetras que trabajan en VIH-

sida.

El estudio mostró que más allá de las pautas formales de

organización del sistema (leyes, programas, relaciones de

jerarquía) hay otras lógicas que gobiernan los sistemas,

con alto poder de definición en la implementación efectiva

de las políticas. También se describen obstáculos que se

les presentan a los médicos al momento de ofrecer recursos

de cuidado para el ejercicio de la sexualidad. La

reconstrucción del proceso de atención de las personas que

viven con VIH, permitió detectar un “agujero negro” en

13

materia de salud reproductiva, cortocircuito que parecería

estar afectando también a la población general.

Articulando desarrollos del campo de la gestión, la salud

reproductiva y la sexualidad, el estudio busca brindar

insumos que mejoren las prácticas en salud atendiendo a la

subjetividad de trabajadores y usuarios.

14

Abstract

The purpose of this thesis is to show, through a case study

of Buenos Aires, the importance of focusing the management

efforts on health workers sector. We consider that taking

into account this dimension it is possible to improve the

implementation phase of the reproductive health policy.

Literature underlines the double productive goals of public

health systems: on the one hand, to produce health and on

the other, to produce people. Based on this theoretical

development, we developed a research through depth

interviews to physician, and people who live with aids.

The study shows three main results. On the one hand, we

found that formal rules (such as, laws, programs,

hierarchical relationship) live together with other

informal ones that govern the health system, with high

impact on policy implementation. On the second hand, we

identified some obstacles that physicians find when they

need to talk about sexual practices. Finally, the

reconstruction of the health attention circuit followed by

people with aids, allowed us to detect a “black hole” in

the reproductive health system, which also affects general

population.

By articulating concepts from three different fields-

management, reproductive health and sexuality- this

15

research study brings up some inputs and findings to

improve the heath attention, taking into account the

subjectivity of health workers and clients.

16

Primera parte: Presentación del problema

Sexualidad, Estado y servicios de salud: la necesidad de dar respuestas

El trabajo en el campo de la Salud Reproductiva nos

confronta a intervenir sobre aspectos de la vida humana que

son tratados con soltura y elegancia por la filosofía y el

arte. Nos referimos al amor y al desamor, a la finitud y a

la trascendencia, a la sexualidad. Trabajamos sobre esta

superficie existencial y enigmática, lo tengamos más o

menos presente.

Y dado que el trabajo en salud, o al decir de Merhy, "la

producción de salud" (Merhy, 1997ª) es trabajo de personas

(trabajadores de la salud) con personas (usuarios),

trabajar con la trascendencia, la finitud, la sexualidad de

los otros es también trabajar desde nuestra propia posición

con respecto a estos temas. Planteadas las cosas de esta

manera, la primer tentación (poética) es la huida hacia

"atrás", a un momento mítico donde el sexo, la

reproducción/ concepción y la muerte transcurrían más cerca

de nuestro "ser mamíferos" que de nuestro Ser Humanos

(ahora con mayúscula, ¡es la cultura!).

Pero no hay forma, estamos más que socializados, trabajamos

en salud y defendemos la vida. Vivimos en un mundo

17

desigual, donde la vida está ligada a los recursos sociales

que en ella se inviertan. ¿Por qué la sociedad actual

precisa de la intervención de la biomedicina / atención

sanitaria en los diferentes aspectos que hacen a la

reproducción humana? No es difícil encontrar respuestas

vitales a esta pregunta.

El mundo de las mujeres se divide entre aquellas que

consiguen acceder a métodos anticonceptivos modernos y

seguros y las que no; entre aquellas que pueden realizar

abortos seguros y aquellas que no; entre aquellas que

pueden contar al momento del parto con todo el auxilio de

la tecnología de avanzada y aquellas que no. Así, en muchos

países del mundo, el principal problema de salud de las

mujeres sigue siendo la falta de acceso a métodos

anticonceptivos seguros, el aborto provocado es la

principal causa de muertes maternas y las complicaciones

por aborto hechos por no médicos o por médicos en

condiciones sanitarias inadecuadas constituyen la segunda

causa de egreso hospitalario en los hospitales de grandes

ciudades (Dirección de Estadísticas para la Salud, 2002;

Giffin, 1994). Las mujeres que no acceden a los avances

logrados en el siglo XX siguen enfermando e incluso

muriendo en muchas partes del mundo por algún evento

vinculado a su reproducción.

Las voces que defienden a las mujeres reclaman

reivindicaciones que por momentos parecen contradictorias.

18

El slogan "métodos anticonceptivos para no abortar, aborto

seguro para no morir" sigue teniendo enorme vigencia en

nuestros países del sur del Ecuador; de modo simultáneo,

hay también voces que alertan adecuadamente sobre la

medicalización de la vida reproductiva de las mujeres

(Bretín, 1996; Guarino, 1996;Tanaka & Alvarenga, 1999)

especialmente de aquellas que cuentan con mayores recursos

económicos (Weller et.al., 2003). Por ejemplo, para el caso

de los métodos anticonceptivos, el reclamo se concentra en

que los métodos modernos cada vez están más ligados a la

industria farmacéutica, y su uso requiere de mayor

dependencia de los sistemas de salud. Aquello que se

reclamaba para aumentar la independencia de las mujeres,

genera nuevos mecanismos de dependencia. Conviene sin

embargo tomar posición sobre la génesis de estos fenómenos.

¿La industria presiona para que las mujeres usen

anticonceptivos, o la industria respondió a una necesidad

social? Creemos que la segunda opción es la acertada.

¿Por qué los métodos anticonceptivos se volvieron una

necesidad social? Esta respuesta excede al campo de la

medicina. Hechos sociales son los que transforman un hecho

"natural" en un problema social que requiere de una

respuesta. La biomedicina ha ganado un lugar preponderante

en la reproducción humana, en la medida que ha conseguido

que las mujeres que logran acceder a ciertos beneficios, no

arriesguen sus vidas por mantener relaciones sexuales.

19

Razonamiento similar podría realizarse para analizar el

papel de la medicina frente al problema de la esterilidad.

Algunos estudios disponibles (Chandra & Stephen, 1998;

Larsen, 2000; Schmidt et al., 1995; Wulff et al., 1997)

indican que en las últimas décadas no ha habido

modificaciones significativas en la incidencia de

infertilidad primaria y secundaria (alrededor del 10% de la

población femenina de entre 15 y 45 años), sin embargo los

estudios detectan modificaciones sustanciales en la

proporción de mujeres y/o parejas que buscan en la medicina

una respuesta a este problema. Más aún, los estudios

reseñados indican que son las mujeres de mayores recursos

económicos las que pueden acceder a los beneficios de la

reproducción asistida, logrando así distanciarse una vez

más de sus hermanas más pobres, padeciendo también en mayor

medida los efectos iatrogénicos potencialmente derivados de

estas prácticas (Tubert, 1993;Oliveira, 1996; Corea, 1996;

Chatel, 1996).

También las mujeres con VIH que cuentan con recursos

económicos privados o provistos por políticas públicas,

pueden reproducirse casi sin riesgo de transmitir el virus

a sus hijos, gracias a los desarrollos científicos de los

últimos años de las ciencias biomédicas, la atención

sanitaria adecuada y los logros de la industria

farmacéutica. Queremos enfatizar entonces, que es preciso

considerar en el análisis de la relación entre la medicina

y la sociedad, que la primera basa parte de su legitimidad

20

social en su capacidad de intervenir eficazmente en

problemas (a veces enfermedades) vinculados a la

reproducción.

Sin embargo, también precisamos sostener el otro aspecto

del problema, esto es los obstáculos que aparecen cuando la

medicina/los servicios de salud intervienen en la

producción de conocimiento y prácticas en áreas donde el

eje es la salud (como es el caso de la Salud Reproductiva)

y no la enfermedad; donde el núcleo del trabajo es la

prevención (y no la cura de enfermedades); donde la

superficie de trabajo es un aspecto vital y errático (la

sexualidad) y no una patología.

Nuestros sistemas de salud, los equipos y los trabajadores

de la salud deben atravesar, para llegar a algún puerto,

estas superficies filosóficas y existenciales con

herramientas llamadas técnicas. Así estamos...

Dado que, como se ha dicho, no hay a dónde volver “para

atrás” ya que no sería deseable imaginar la ausencia de la

participación pública como respuesta a los problemas de

salud reproductiva de las mujeres, con especial énfasis en

las más pobres, será necesario seguir para adelante. ¿Qué

quiere decir esto? Ahora es preciso volcar lo dicho en una

formulación positiva: los sistemas de salud, los equipos y

los profesionales tenemos que instrumentar políticas

públicas, desarrollar programas de acción y contar con

21

modelos de atención de la salud que nos permitan actuar

sobre superficies sumamente resbaladizas, donde se ponen en

juego las dimensiones de lo humano que el paradigma

positivista de la ciencia busca olvidar, esquivar o

derrotar: el "no saber" de nuestro ser racional, los

"acasos", la pasión, el conflicto, el placer pero también

el goce (entendido como aquello que nos compele a un más

allá del principio del placer).

Y si hablamos de políticas sociales, es imprescindible

mencionar el papel de los Estados. Para decirlo de una vez,

desarrollar políticas que respondan a los lineamientos de

una salud reproductiva centrada en la equidad, el género y

los derechos individuales de las personas a disfrutar

libremente de su sexualidad, significa la existencia de

Estados que apuestan a construir - a través de sus

políticas públicas, de sus sistemas legislativos y

normativos, de sus sistemas de salud - ciudadanos

autónomos. ¡No ha sido este el papel tradicional de los

Estados en los últimos siglos! Los conocidos desarrollos de

Foucault (1974) sobre el origen de la salud pública como

política de Estado ponen de manifiesto que el motor de la

intervención de los estados en materia de salud, ya sea

sobre los ambientes, o sobre las personas, así como sobre

la sexualidad de las mismas ha sido la necesidad de los

Estados de garantizar la reproducción y el control de la

población en función de intereses superiores a los de la

felicidad de cada individuo.

22

La intención de control se vuelve aún más explícita para el

caso de la atención de la sexualidad. Tal como bien

sintetiza Weeks (1998), en los comienzos del siglo pasado

asistimos a un traspaso (¿o una ampliación?) de agentes de

la definición de lo sano y lo patológico y agentes también

de tratamiento: gran parte del poder que ostentaba la

religión fue tomado por los nuevos actores (educadores,

pedagogos, psicólogos, sexólogos, etc.).

Todas estas tensiones y contradicciones dejan de ser

consideraciones abstractas cuando se activa el encuentro

entre consultante y equipo de salud, a raíz de demandas

vinculadas al campo de la salud reproductiva, tal como

buscaremos ejemplificar en este trabajo.

El párrafo siguiente, orientado a la problemática del uso

del preservativo, ilustra con mayor claridad la complejidad

de la situación clínica en materia de salud reproductiva.

"Los técnicos del condón no prestan oído a la complejidad

ambigua de los consejos que prodigan. 'Haga el amor tal

como yo le hablo de él', es decir como si no existiera. No

es de extrañar que el auditorio se estremezca presa de

reacciones divergentes. O bien sucumbe ante la racionalidad

que habla o cede al vértigo (...) Ustedes, los que

prescriben conductas razonables, ¿no saben acaso que

trabajan al servicio de un gracioso querubín que dispara

sus flechas con los ojos vendados? “(Gluksmann, 1987:10).

23

Los expertos en marketing (y los bienintencionados equipos

de salud) insisten (insistimos) en la necesidad de

embellecer el producto, comparando la "venta" de Coca Cola

con la "venta" de preservativos (¿de salud?). ¿Es posible

promocionar el uso del preservativo negando que su uso

evoque la presencia de aquello que se quiere olvidar? (El

sida, el miedo a una enfermedad ligada hasta hace pocos

años a un diagnóstico mortal en el sentido civil y

biomédico)? El ingreso de los nuevos actores al campo de la

salud - los comunicadores - ponen de manifiesto la

pregnancia de un vínculo emisor - receptor que evoca el

tipo de comunicación dominante entre profesionales -

usuarios. "Comportémonos, como si los deseos no

existieran".

Una de las respuestas que nuestra sociedad ha producido

como intento de respuesta al desigual acceso a la

información y a los servicios de salud necesarios para no

padecer por problemas derivados del ejercicio de la

sexualidad es la propuesta de la Salud Reproductiva, nuevo

paradigma que ha logrado una gran impronta en las políticas

públicas de los últimos diez años.

La salud reproductiva como respuesta: alcances y límites

“Absurdo es suponer que el paraíso,

24

es sólo la igualdad, las buenas leyes

el sueño se hace a mano y sin permiso,

arando el porvenir con viejos bueyes”

(Silvio Rodríguez, cantautor cubano)

La Salud Reproductiva es –desde nuestro punto de vista- el

paradigma más avanzado con el que contamos hoy para pensar

y generar acciones en torno a los aspectos saludables y

problemáticos vinculados a la vida sexual y reproductiva de

las poblaciones. A diferencia de los modelos de comprensión

anteriores centrados en el control demográfico (Hardy,

1999), el principal basamento filosófico de la Salud

Reproductiva reposa en el derecho individual a disfrutar, o

por lo menos a no padecer, por el ejercicio de la

sexualidad (sea esta con intenciones reproductivas o no).

En la Conferencia Internacional sobre Población y

Desarrollo (CIPD) celebrada en El Cairo en 1994, se alcanzó

una nueva política global de consenso que puso énfasis en

un enfoque de “salud sexual” y reproductiva basado en los

derechos. Los compromisos internacionales se centraron en

la atención de la salud desde una perspectiva de género, en

el enfoque de la salud de la mujer basado en su ciclo de

vida, en la prevención de la violencia contra las mujeres,

en la maternidad sin riesgo, en la atención del embarazo no

deseado y del aborto realizado en condiciones de riesgo, en

el reconocimiento de la “salud sexual” y reproductiva del

adolescente, la prevención de las enfermedades de

transmisión sexual, incluyendo VIH/SIDA, y en la

25

problemática de la fecundidad (Family Care International,

2000).

El cumplimiento de los compromisos asumidos por los países

en la CIPD de 1994, ratificados en la Conferencia Mundial

sobre la Mujer de Beijing en 1995, involucraba disponer de

sus sistemas y servicios de salud para abandonar los

objetivos demográficos en planificación familiar, cumplir

con las expectativas reproductivas y con el bienestar de

las usuarias, lograr la integración de los servicios y de

los programas de organización tradicionalmente vertical,

incluir la sexualidad y el género, promover la capacitación

del personal y la existencia de infraestructura adecuada, y

establecer mecanismos para la colaboración intersectorial y

el diálogo entre los gobiernos y la sociedad civil.

Las políticas de Salud Reproductiva han tenido origen

global y se han buscado imponer de desde niveles

supranacionales en las agendas de los países que

suscribieron los acuerdos internacionales de El Cairo y

Beijing ya mencionados. Esto significa, tal como señalan

diversos autores (Salles & Tuirán, 1996; Langer,

1999;Galvao & Díaz, 1999; Damián, 2001), que el gran

desafío es la implementación de los lineamientos que fueron

acordados.

Si bien una gran cantidad de países han generado leyes,

normas y programas como respuesta nacional a los acuerdos

26

internacionales, es frecuente observar que se ha tratado

más de cambio de nombres que de organización de nuevas

estructuras y nuevas lógicas. Los hoy llamados programas de

Salud Reproductiva se desarrollan, sin grandes cambios, a

partir de las viejas estructuras de atención materno

infantil y/o planificación familiar (Askew & Berer, 2003).

La traducción de la plataforma de la Salud Reproductiva a

políticas nacionales que puedan organizar respuestas

satisfactorias significa considerar una cantidad de niveles

de mediación que hacen a la implementación plena de una

política social. Sonia Fleury (1999) llama la atención

sobre la complejidad de la definición de las políticas

sociales. Dirá que:

“(…) como un campo de la política, la política social se

trata en última instancia, de las reglas y mecanismos que

permiten el ejercicio, manutención o cambio, concentración

o distribución del poder” (Fleury, 1999:1).

La complejidad del campo de las políticas sociales es fruto

de los diferentes y generalmente contradictorios factores

que determinan su configuración y dinámica. Hacemos propia

la visión de la autora cuando enumera los siguientes

niveles de mediación en los que se origina, se dirime y se

expresa una política social. Estos son:

- Un conjunto de valores compartidos: la política social

está fundada en la existencia de un principio de justicia

27

que se produce como parte de la construcción social que es

generada a partir de valores compartidos socialmente y

normas colectivas que orientan la conducta. Si bien la

política social expresa una decisión gubernamental, ella

tiene como fundamento una construcción colectiva de valores

y prioridades. La suposición de valores compartidos, no

desconoce el conflicto entre diferentes intereses que

convergen en la constitución de políticas sociales.

- Un campo de lucha: el campo de políticas sociales es

atravesado por las luchas y enfrentamientos de diferentes

fuerzas sociales. Concepciones sobre la vida, el bienestar,

la salud, la ciudadanía, los bienes públicos, son

constantemente redefinidos y resignficados, a partir de su

articulación a los diferentes proyectos de hegemonía. Este

proceso de lucha ideológica es también un proceso de

constitución de actores sociales.

- Un proceso de acumulación: la política social tiene

también un fuerte contenido económico, en la medida que

encuentra en el proceso de acumulación, la definición de

sus posibilidades y sus límites, mediados por el componente

político y por el institucional. En años recientes y cada

vez más, las políticas sociales son determinadas también

por los intereses generados por los sectores empresariales,

sea porque representan la posibilidad de consumo de las

mercancías por ellos producidos (medicinas, equipos

hospitalarios, etc.), o sea porque se generan formas

28

empresariales de las prácticas y servicios sociales que

dependen del financiamiento y/o de la regulación del poder

público.

- Un aparato institucional: los intereses de los grupos

sociales deben insertarse en la arena de la política

pública, en la medida en que el Estado tiene roles

fundamentales como formulador de políticas, garante de los

derechos, proveedor, regulador y financiador. La

materialización de las políticas sociales a través de

instituciones y organizaciones concretas es también un

factor que debe ser tomado en cuenta en el análisis de la

determinación de las políticas sociales. Su traducción en

estructuras organizacionales, culturas institucionales,

capacidad humana y técnica instalada, recursos financieros

disponibles.

- Un campo de conocimientos y prácticas específicas: las

políticas sociales participan en el proceso de reproducción

de la sociedad, produciendo instituciones y modalidades de

práctica profesional, reproduciendo normas que definen los

límites entre lo normal y lo patológico. Actuando como una

red de micropoderes relacionada a la provisión de servicios

sociales, las políticas sociales se caracterizan tanto por

la incorporación, producción y reproducción de tecnologías

y procesos, como también por el hecho de que el consumo o

utilización del servicio es generalmente mediado por la

presencia de un profesional.

29

“El resultado de las políticas sociales está profundamente

determinado por las prácticas de interacción entre usuario

y profesional, interacción que es al mismo tiempo, un

coloquio singular y una actualización / dramatización de

las relaciones y estructuras sociales prevalecientes”

(Fleury, 1999:9).

En cada uno de estos niveles se juegan lógicas y actores

diferentes, así como se movilizan recursos de diferente

orden: económicos, humanos, técnicos. Esta heterogeneidad

de lógicas y recursos exigen que para que se logre el

cumplimiento de la política haya ciertos niveles de

coherencia entre los diferentes estamentos.

Tal como se ha dicho, la plataforma de la Salud

Reproductiva fue generada a partir de un consenso obtenido

entre diferentes actores (representantes de gobiernos,

activistas del movimiento de mujeres, académicos,

sanitaristas, economistas) en un nivel supranacional (Lush

et.al., 1999; Avila & Corrêa, 1999).Coincidiendo con

diferentes estudiosos, este origen negociado por fuera de

los campos nacionales ha abierto posibilidades pero también

marcado ciertos límites de origen, que se expresan en las

dificultades de implementación del mismo. Lush expresa el

concepto de la siguiente manera:

“Much has been written since the Internacional Conference

on Population and Development concerning the gulf between

30

reproductive health rethoric and reality in low income

countries”. (Lush et.al., 1999:774)

La lectura de trabajos publicados que brindan testimonio

sobre los procesos de implementación de políticas de salud

reproductiva ocurridos en países y ciudades de la región

(Avila & Correa, 1999; Rostagnol, 2001; Diez, 2001;

Cesilini & Gherardi, 2002) muestran percursos similares a

los que tuvieron lugar en la Ciudad de Buenos Aires –Ciudad

en la que fueron desarrolladas las investigaciones

empíricas sustrato de la presente tesis- , con algunas

variaciones locales. En todos los casos ha habido un

énfasis en la producción de marcos legales y normativos,

con poca eficacia en la producción de cambios de impacto

real sobre la población beneficiaria de estas acciones.

El caso de la salud reproductiva en la Ciudad de Buenos Aires

Si bien la Salud Reproductiva y los derechos sexuales y

reproductivos constituyen temáticas cuya relevancia pública

a nivel internacional ha crecido desde los años ochenta, en

la Argentina estas se hicieron públicas una década después.

Hasta esa fecha la ausencia del tema se debió básicamente a

dos motivos (CEDES, 2002). Por un lado, las restricciones

normativas con relación a la planificación familiar

vigentes en la Argentina desde mediados de los años 70

hasta mediados de los años 80, y por el otro, a la ausencia

de un debate social que ubicara los intereses y derechos de

31

las mujeres con relación a la sexualidad y la reproducción

en el centro de la agenda pública (Ramos et.al., 2001).

En 1974, el gobierno de Isabel Perón sancionó el Decreto Nº

659, que prohibía las actividades destinadas al control de

la natalidad y establecía medidas coercitivas sobre la

venta y comercialización de anticonceptivos, así como la

realización de una campaña de educación sanitaria para

destacar los riesgos de las prácticas anticonceptivas. En

1977, la última dictadura militar impuso el Decreto 3938

que contenía los “Objetivos y Políticas Nacionales de

Población” entre las que se incluía el de “eliminar las

actividades que promueven el control de la natalidad”.

Si bien con alguna tardanza, el advenimiento del régimen

democrático2 conllevó la derogación de estas normas. A

fines de 1986 mediante el Decreto 2274 fueron levantadas

las prohibiciones que habían regido en los servicios de

salud pública y de obras sociales, pero ello no supuso la

inmediata ni generalizada implementación de acciones

positivas (CEDES, 2002).

En el año 1988, se creó en la Ciudad Buenos Aires el primer

Programa de Procreación Responsable del país (MCBA, 1988),

con el objetivo de suministrar información, asistencia y

provisión gratuita de métodos anticonceptivos a la

población en edad fértil. El Programa fue impulsado desde

la Dirección de Materno Infancia de la Secretaría de Salud2 Presidencia del Dr. Raúl Alfonsín (1983-1989).

32

de la entonces Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires

(a partir de 1996, Gobierno de la Ciudad Autónoma de

Buenos Aires), y contó con el apoyo formal de diversas

instituciones vinculadas a la temática en el nivel local,

sociedades científicas de obstetricia y ginecología, así

como con representantes de organizaciones no

gubernamentales que trabajaban por la salud de las mujeres,

y del campo legislativo sensibilizados con estas

problemáticas.

Los objetivos generales del programa eran “fomentar edades

adecuadas para la reproducción, favorecer y estimular

períodos ínter genésicos no menores de dos años y evitar

los embarazos no deseados” (MCBA, 1987:3). Eran

destinatarios del programa “la población general y las

mujeres en edad fértil demandantes en establecimientos de

salud, pertenecientes a su área programática” (MCBA,

1988:8).

La participación de los diferentes actores del movimiento

de mujeres y de la legislación fue permitiendo obtener la

sanción de decretos y ordenanzas que permitieron contar con

un fuerte marco legal e incluso una partida presupuestaria

fija para la ejecución del programa3

En la Constitución de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires,

del año 1996, dice en el artículo 37 que: “se reconocen los3 Decreto Poder Ejecutivo Nacional Nº 1772/92, en su artículo 1º inciso 3 yOrdenanza (municipal) 47.731 publicada en el Boletín Municipal 19.863.06/09/1994.

33

derechos reproductivos y sexuales, libres de coerción y

violencia, como derechos humanos básicos, especialmente a

decidir responsablemente sobre la procreación, el número de

hijos y el intervalo entre sus nacimientos. Se garantiza la

igualdad de derechos y responsabilidades de mujeres y

varones como progenitores y se promueve la protección

integral de la familia”.

En el año 2000 se promulga la Ley de Salud Reproductiva y

Procreación Responsable (Ley 418 de la Ciudad de Buenos

Aires) que consolida el marco legal y permitiría replantear

los objetivos y estrategias del Programa. El artículo 7 de

la citada ley contempla entre otras, las siguientes

acciones: Información completa y adecuada y asesoramiento

personalizado sobre métodos anticonceptivos, su efectividad

y contraindicaciones, así como su correcta utilización para

cada caso particular; prescripción de métodos

anticonceptivos; provisión de los recursos necesarios y en

caso de ser requerido la realización de la práctica médica

correspondiente al método anticonceptivo elegido;

información acerca de que el preservativo es por el momento

el único método anticonceptivo que al mismo tiempo previene

de la infección por VIH y del resto de las enfermedades de

transmisión sexual.

En cuanto a los beneficiarios del Programa, se destaca que

se trata de toda la población sin ningún tipo de

discriminación y específicamente quienes se encuentran en

34

edad fértil. Estos conceptos se ven respaldados por la

existencia de leyes (en particular la Ley Nº114/99 de los

Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes y la Ley Básica de

Salud de la Ciudad, la Nº 153/99) que garantizan de modo

explícito la cobertura universal y gratuita a los menores

de edad.

Los proveedores del Programa dentro de la Ciudad se

encontrarían localizados en todos4 los establecimientos de

los que dispone la Secretaría de Salud de la Ciudad5, una

extensa red financiada con recursos del erario público de

la Ciudad6, de acceso universal y gratuito para los

usuarios. Esta red involucra a 13 Hospitales Generales de

Agudos (prácticamente todos cuentan con Maternidad), 2

Hospitales Pediátricos, 1 Maternidad, 3 Hospitales de Salud

Mental (Psiquiátricos), 1 Hospital de Enfermedades

Infecciosas, los Toco ginecólogos del Plan Médico de

Cabecera que atienden en los 28 Consultorios Médico

Barriales y los 34 Centros de Salud y Acción Comunitaria,

dependientes administrativamente de los diferentes

Hospitales Generales de Agudos que actúan como referencia

de mayor complejidad para cada área (Ver en Anexo I el

4 Con la excepción de algunos hospitales monovalentes o de especialidad como esel caso del Hospital María Ferrer de vías respiratorias, el Udaondo deGastroenterología, el Lagleyze que es oftalmológico, etc.

5 Información provista por la Coordinación del Programa de Salud Reproductiva yProcreación Responsable, junio del 2004.

6 Esta amplia red de proveedores públicos insume 1200 millones de pesosanuales, lo que representa más del 25% del presupuesto público del Gobierno dela Ciudad de Buenos Aires.

35

organigrama de la Secretaría de Salud y la estructura de la

red de proveedores).

Además se implementaron también en los últimos años algunos

mecanismos de monitoreo y control social (Defensoría del Pueblo,

2000; AGCBA, 2003) que produjeron información sobre el

funcionamiento del programa.

El Informe Final de la Auditoria General de la Ciudad de

Buenos Aires sobre el Cumplimiento de la Ley Nº 418 de

Salud Reproductiva y Procreación Responsable (AGCBA,

2003:20) expresa en sus conclusiones lo siguiente:

“En la Ciudad de Buenos Aires existió voluntad y decisión

política para garantizar a su población el acceso a los

medios que aseguren su salud sexual y reproductiva,

aprobando el Programa de Procreación Responsable en el año

1988, dictando la Ordenanza Nº47.731 en el año 1994 que le

asigna un presupuesto propio de un millón de pesos, y

sancionando la ley Nº 418 en el año 2000.

Esta auditoria comprobó que no se abasteció adecuadamente a

los proveedores de bienes y servicios. Paradójicamente, se

registró una sub-ejecución presupuestaria del 73 al 75%

durante los ejercicios 2000/2001 (…) Sigue siendo escaso el

porcentaje de población que accede a los beneficios del

Programa. El 5.2% en el año 2000 y el 9.7% en el 2001. A

pesar de existir este marco normativo y disponibilidad de

recursos financieros, la Ciudad no logró modificar los

indicadores de salud reproductiva y alcanzar las metas del

36

programa, persistiendo el aborto como segunda causa de

egreso de los Hospitales públicos 7 8 , aumentando los índices

de población en edad fértil con serología positiva para

VIH, y representando los nacimientos de Embarazos

Adolescentes el 6% del total de la tasa de nacimientos de

la Ciudad”.

Formulación del problema

¿Por qué contando con un Programa, un presupuesto fijo,

normativas y leyes, una sistema público de salud gratuito

con gran cantidad de prestadores y profesionales, agencias

privadas y públicas de monitoreo y control social, no ha

sido posible hasta el momento abordar de modo eficaz el

problema de la salud reproductiva en la Ciudad de Buenos

Aires? ¿Qué debemos revisar? ¿En qué línea debemos avanzar?

¿Hacia dónde dirigir nuestros esfuerzos futuros?

Antes de traducir estos grandes interrogantes en las

preguntas de investigación que organizaron el trabajo

empírico, es preciso desarrollar brevemente los puntos de

partida teóricos que guiaron las indagaciones.

Nuestro trabajo parte de la necesidad de revisar tres

puntos clave inherentes a los desarrollos en materia de

7 El subrayado es nuestro

8 Para mayor detalle ver Egresos según diagnósticos más frecuentes y residencia habitual –Hospitales Generales de Agudos – Enero y marzo del 2002. Gobierno de la Ciudad de BuenosAires (Secretaría de Salud, 2002).

37

Salud Reproductiva, sobre los que es preciso avanzar para

darle una nueva fuerza a esta política. Estos son:

1) Las recomendaciones en materia de mejoramiento de la

salud reproductiva se basan en la existencia de un sistema

de salud organizado en función de normativas, con una línea

de mando única y con proveedores articulados por canales de

referencia y contrarreferencia;

2) El interés por enumerar las prácticas que contempla una

buena cobertura en materia de salud reproductiva ha ido en

desmedro de un análisis más detenido sobre la especificidad

del trabajo en salud cuando está en juego la sexualidad de

las personas;

3) Los modos habituales de pensar en la salud reproductiva

enfatizan la necesidad de contar con normas y programas, y

consideran con especial énfasis la categoría de “calidad de

la atención” desde la perspectiva del usuario / cliente,

quedando prácticamente por fuera del campo de las

preocupaciones y conceptualizaciones, la existencia y

complejidad de las instituciones que brindan salud así como

la de los equipos que tienen la misión de llevar adelante

estas prácticas.

LOS SISTEMAS DE SALUD SON INSTITUCIONES HIPERCOMPLEJAS en

las cuales es posible detectar la existencia de lógicas

diversas, que desbordan con su fuerza las supuestas normas

38

de funcionamiento del sistema (Testa, 1993). Estas lógicas

permiten entender porque fracasan de modo sistemático los

intentos de ordenar un sistema de atención “piramidal”

basado en referencias y contrarreferencias (Campos, 1997,

1998; Cecilio, 1997), tal como fuera postulado ya en 1978

en el documento de Atención Primaria de la Salud. La

consideración de relaciones no explícitas pero con alta

vigencia entre los sectores públicos y privados permite

también comprender fracasos en la “atención integral” de

los pacientes.

Este fenómeno analizado por Campos para la atención de la

salud en general (Campos, 1997), cobra un sesgo particular

en el campo de la salud reproductiva, en la medida que en

la mayoría de los países de América Latina, las prácticas

de salud más frecuentes que requieren las mujeres (abortos,

uso de ciertos métodos anticonceptivos, ligadura de

trompas) están prohibidas y por lo tanto las mujeres (más

allá de las coberturas privadas, de la seguridad social o

pública) se ven compelidas a recurrir a circuitos privados,

en muchos casos ilegales (Giffin, 1994; Weller et.al.,

2003).

En segundo lugar, consideramos que es necesario detenerse

en el análisis de las especificidades que implican la

atención desde el sistema de salud (en particular desde el

sistema público) de cuestiones de la vida vinculadas a la

sexualidad. Teniendo como telón de fondo la moral judeo

39

cristiana todavía dominante en amplios sectores de la

sociedad, es preciso distinguir (Pintaguy,2001) dentro de

las prácticas que contempla la salud reproductiva, algunas

que “tocan el cielo” - las vinculadas a la “mujer madre”

(Fernández, 1993)- tales como la realización de controles

prenatales, asistencia al parto, asesoramiento y/o

realización de prácticas tendientes a revertir los

problemas de fertilidad, atención del menor en los primero

años de vida, detección de cánceres vinculados al aparato

reproductivo y otras que “tocan el infierno” (las que

evocarían la “mujer prostituta”): educación en materia de

sexualidad, educación y atención especialmente orientada a

población en edad adolescente, provisión de métodos

anticonceptivos, atención de aborto y post-aborto,

diagnóstico y atención de enfermedades de transmisión

sexual y VIH/sida.

Si bien tanto las prácticas que “tocan el cielo” como

aquellas que “tocan el infierno” pueden ser traducidas

desde una postura gerencial administrativista (Campos 2000) en

“procedimientos”, prácticas en salud integrables, es

preciso distinguir las connotaciones culturales y morales

diferenciales que ellas implican. Es preciso recuperar el

carácter histórico social – lo que supone introducir las

dimensiones de poder, tensión y conflicto- de las

diferentes prestaciones, en la medida que estas dimensiones

son las que vuelven diferente organizar, por ejemplo, una

campaña de vacunación, de una campaña de distribución

40

masiva de métodos anticonceptivos o preservativos para

prevenir el VIH-sida.

Será preciso detenernos en la reflexión sobre la

especificidad del objeto de estudio e intervención de la

salud reproductiva, que no es otro que los avatares

vinculados a la sexualidad de las personas. ¿Cuáles son los

alcances y los límites del sistema de salud cuando debe

intervenir sobre aspectos de la vida que no sólo no son

patológicos sino que responden a aspectos casi

existenciales de las personas? ¿Cuáles son los valores y

conceptualizaciones que guían nuestra práctica? ¿Será, como

dicen los manuales de salud reproductiva, que es preciso

"sensibilizar a los profesionales" para que aborden temas

de sexualidad? ¿Cómo lidian los profesionales y los

usuarios con las consultas vinculadas a la sexualidad, en

el marco del consultorio?

Finalmente, pasemos a considerar el papel de los equipos.

La implementación de cambios en salud, como es el caso de

la instalación de nuevo tipo de prestaciones, requiere de

esfuerzos excepcionales en materia de gestión (en su dimensión

de generar, crear) (Onocko, 2003b). Esta necesidad se vuelve

más urgente o imprescindible cuando se trata de generar

cambios en prácticas con alto nivel de conflictividad

social como es el tratamiento de la sexualidad; carga

moral, intereses económicos creados, etc. Esto ha sido

minimizado en las agendas de los impulsores del paradigma

41

de la Salud Reproductiva. Si bien ha sido considerado en el

nivel enunciativo no se han analizado las mediaciones

necesarias para pasar de los enunciados a la práctica

efectiva.

Y considerar las mediaciones significa no sólo una

operación teórica, sino una redefinición de escenarios y

actores: entre las políticas y los resultados, se

encuentran las instituciones y los equipos de salud

(Onocko, 2002, 2003a). La construcción de nuevas propuestas

para atender los problemas de salud requiere de

diagnósticos acertados, de habilidad técnica para proponer

caminos alternativos a los procedimientos que se están

llevando a cabo, y también y fundamentalmente del

compromiso de los actores involucrados en las propuestas de

cambio.

Esta forma de plantear la gestión de la salud parte de un

modo de pensar que si bien no es el más tradicional, cuenta

hoy en día con desarrollos conceptuales y de aplicación a

nivel de centros de salud, de hospitales y también

aplicados al gobierno de sistemas de salud a nivel

municipal (Campos, 1997, 2000).

En el modo más tradicional de la gestión de la salud

pública, se destaca la disociación entre los que planifican

y los que normatizan por un lado (los gestores o

funcionarios) y los que ejecutan los planes y las normas

42

(las direcciones de los establecimientos y los equipos de

salud) (Campos, 1998, 2000).Tal como destaca Campos en las

obras citadas la realidad es más compleja, en la medida

que en los servicios públicos de salud (y posiblemente

también en los privados) todos los actores (las direcciones

de los establecimientos, los profesionales de la salud, el

personal técnico administrativo, los usuarios del sistema)

tienen diferentes grados de poder y por ende capacidad de

planificación.

Este modo de pensar la gestión en salud se sustenta en una

apuesta política de mayor envergadura que es la siguiente:

la producción de salud pública tiene una doble finalidad que es

la de producir salud pero también la de producir sujetos –

los profesionales, los usuarios- con niveles crecientes de

autonomía (Campos, 2000), misión esta la de la construcción

de autonomía que rige (o por lo menos debería…) los caminos

de los gobiernos democráticos (Nunes, 1994, Fleury, 1997).

Este es un eje básico que potencialmente diferenciaría la

producción de salud pública (Merhy, 1997ª) de la producción

de salud privada.

El modo en el que se suele organizar la atención de la

salud reconoce de modo explícito una sola lógica, que es la

lógica del poder formal y de la norma. Todo aquello que

sucede por fuera de estos canales es traducido como falla

de sistema y clasificado como fracaso. Emerson Merhy

(Merhy, 1997a) propone en cambio considerar las fallas de

43

sistema como ruidos a ser escuchados. El dirá que las fallas

del sistema (es decir las fallas al procedimiento

normatizado) están denunciando la presencia de otras

lógicas que no está siendo consideradas por el técnico /

planificador a la hora de proponer nuevas tecnologías de

trabajo.

Así, la tercer línea que nos guía en este trabajo es la de

pensar que el mandato de tener que trabajar/ producir

prácticas de salud donde está en juego la sexualidad de los

pacientes/usuarios, “hace ruido” (Merhy, 2003) al interior

de los equipos y establecimientos de salud. Habría una

resistencia silenciosa pero activa que está dificultando el

cumplimiento de los contratos que la Ciudad tiene con sus

habitantes (garantizar los derechos reproductivos). Creemos

que es preciso profundizar sobre estas lógicas, y esto es

lo que se propone nuestra investigación.

44

Segunda parte: Una investigación condoble finalidad

Síntesis del problema

Tal como hemos desarrollado en el apartado anterior, en la

Ciudad de Buenos Aires estarían dadas la mayoría de las

condiciones que la literatura recomienda (Cesilini &

Gherardi, 2002) a fin de dar respuesta a los problemas más

urgentes en materia de salud reproductiva. Así mismo, hemos

buscado mostrar que los logros legislativos,

presupuestarios y programáticos no han logrado traducirse

en una respuesta lo suficientemente eficaz, persistiendo el

aborto provocado como la causa más importante de egreso de

los hospitales públicos de la Ciudad.

De las numerosas hipótesis que podrían generarse para

avanzar en la comprensión de este fenómeno (Lindstrom,

1998; Marston & Cleland, 2003), aquí se ha priorizado –

siguiendo los desarrollos de Sonia Fleury y otros autores

(Palmer et.al., 1999; Lush et.al., 2003)- indagar el campo

de los niveles de determinación que median en la realización de

una política social; en particular los referidos al aparato

institucional (entendido como espacio donde se dirimen las

tensiones y las luchas de poder entre diferentes grupos

sociales) y al campo de conocimientos y prácticas

45

específicas, esto es la realización de las políticas en el

encuentro con los beneficiarios de las mismas.

Las consideraciones anteriormente citadas de Campos, Onocko

Campos y Merhy con respecto a la especificidad de la

producción de salud así como sobre la doble finalidad de los

sistemas públicos de salud (producir sujetos, producir

salud) nos orientan a focalizar nuestra atención en las

dimensiones subjetivas de los trabajadores de la salud.

Estas se expresarían en los tipos de vínculo que estos van

construyendo con relación a su trabajo (la Obra9) y a los

diferentes actores que conforman el sistema de salud

(jefes, compañeros de equipo, subordinados), incluido los

usuarios del mismo así como con relación a las leyes y

normas que desde el punto de vista formal reglamentan su

práctica profesional.

El objeto de la investigación

La atención en el marco del sistema público de la salud

reproductiva de las personas que viven con VIH-sida

Con el fin de mejorar la comprensión sobre como lidian los

profesionales de la salud y los propios usuarios con los

aspectos vinculados a la sexualidad en la consulta médica

9 Campos define la Obra como “o resultado de trabalho sempre que se logrearticular (aproximar) Objeto de investimento do trabalhador (objeto sobre elcual consigue investir afetos) com Objeto de trabalho e com a produçao devalores de uso” (Campos, 2000: 235).

46

y/o con el equipo de salud se eligió trabajar sobre un

recorte particular de objeto, que es el encuentro entre la

atención de la salud reproductiva y la problemática del

VIH. Este encuentro tiene dos direcciones, en la medida

que: 1. es preciso prevenir el VIH en población en edad

reproductiva (promoción de la llamada “doble protección”10)

y 2. es preciso considerar la salud reproductiva de las

personas que viven con VIH esto es el ejercicio de la

sexualidad, el derecho a formar una familia y el derecho a

evitar los embarazos no deseados con un método adecuado a

su estado de salud y a sus preferencias personales.

El respeto a la vida sexual de las personas que viven con

VIH y a sus decisiones reproductivas constituye también una

estrategia que favorece la detención de la epidemia, hecho

que se torna más inmediato cuando consideramos la

prevención de la transmisión vertical del VIH. Desde el

inicio de la epidemia hubo voces que llamaron la atención

sobre la falsa contradicción que se había instalado entre

los derechos individuales de las personas con VIH y la

protección de la salud pública (Tomasevski, 1991). La

detención de la transmisión vertical ejemplifica una vez

más la necesidad de articular las dos lógicas.

El problema de la transmisión vertical del VIH, tiene una

importante relevancia epidemiológica en la Ciudad de Buenos

10 Por doble protección se entiende el uso de un método anticonceptivo y un métodode barrera para prevenir ITS.

47

Aires, tal como se puede observar en los datos que se

presentan a continuación (Secretaría de Salud, 2002, 2003):

La transmisión vertical es el antecedente del 7.4% del

total de casos de sida atendidos en la ciudad.

Casi el 1% de las mujeres embarazadas que son atendidas

en la Ciudad tienen VIH.

A diferencia de lo que ocurrió en la década anterior,

donde el diagnóstico y la atención de PVVS se

concentraba fuertemente en dos hospitales de

referencia11, en los últimos años todos los hospitales de

la Ciudad están diagnosticando y atendiendo personas con

VIH.

Otro cambio ocurrido en los últimos cinco años tiene que

ver con la distribución de los casos en función de la

vía de transmisión del VIH. Así, la primera vía de

transmisión del VIH son las relaciones sexuales sin uso

de preservativo entre personas heterosexuales y hay una

creciente participación de las mujeres en las nuevas

infecciones reportadas (Razón hombre/mujer 1.9).

La mayoría absoluta de la población afectada por el VIH

está en edad reproductiva.

Es sabido que la principal indicación para una persona que

vive con VIH es la de utilizar el preservativo, con el

triple objetivo de evitar contraer nuevas infecciones,

11 Sobre un total de 9515 casos de sida notificados de personas residentes enla Ciudad de Buenos Aires (1983-2003) , el Hospital Francisco Muñiz notificóel 46,5 % y el Hospital Fernández el 16,5%.

48

prevenir la transmisión del VIH a parejas sexuales

supuestamente no infectadas y prevenir embarazos no

deseados (en su calidad de método anticonceptivo)12. Sin

embargo, la información epidemiológica de nuestro país, así

como la reportada por investigaciones realizadas en otros

países, la realidad cotidiana de las personas que viven con

el virus así como las situaciones que afrontan los

servicios de salud ponen de manifiesto que la respuesta de

la población es bastante más heterogénea:

Hay personas que usan el preservativo de modo constante,

Hay personas que querrían usarlo pero encuentran

obstáculos de diferente orden para hacerlo

(conseguirlos, acordar el uso con la pareja, etc.),

Hay personas que quieren tener hijos y de hecho los

tienen,

Hay personas que no querrían tener hijos (“para siempre”

o “por el momento”), pero no pueden usar el preservativo

de modo constante y requerirían un método anticonceptivo

extra.

Investigaciones realizadas sobre poblaciones de personas

afectadas por el VIH confirman estas observaciones

empíricas ya que muestran que las PVVS mantienen su vida

afectiva y sexual luego del diagnóstico, que sólo una

proporción logra usar el preservativo de modo adecuado y

consistente, que muchas personas requieren de métodos12 Conviene destacar que esta es también la recomendación más indicada parapersonas que desconocen su serología respecto del VIH así como la de susparejas sexuales.

49

anticonceptivos para suplir o complementar el uso del

preservativo (Heard et.al., 2004), y que muchos hombres y

mujeres desean tener hijos luego del diagnóstico (Paiva et

al, 2002a, 2002b). Esto último parece ser especialmente

relevante en los casos de personas jóvenes que aún no

tienen hijos (Chen et al, 2001; Chu et al., 1996; Kline et

al., 1995; Lindsay et al., 1995).

Tal como subrayan diferentes autores ocupados de esta

problemática, y de la articulación entre el campo de la

salud reproductiva y el del VIH – sida, un aspecto poco

tenido en cuenta en la prevención de la transmisión

vertical es el de la sexualidad y la capacidad reproductiva

de las personas viviendo con VIH (PVVS) (Santos et.al.,

2002; Paiva et.al., 2003; Berer, 2003; Askew & Berer,

2003).

Así, es posible traducir el objeto de la investigación en

la siguiente pregunta: ¿Qué respuesta está dando el sistema

de salud a la vida sexual activa, la fertilidad, los deseos

de tener hijos o no tenerlos, de las PVVS?

Contexto de la investigaciónLa investigación como dispositivo de gestión

En el año 2001 fui invitada a formar parte del equipo de

trabajo de la entonces recientemente creada Coordinación

Sida de la Secretaría de Salud del GCBA, espacio de gestión

50

desde donde ha sido implementado nuestro trabajo de

investigación.

La Coordinación Sida ha buscado construir –en la medida de

lo posible- un modelo de gestión participativa que tiene

como horizonte estratégico político de todas sus acciones

el fortalecimiento de las capacidades autónomas de los

miembros del equipo que la conforman, así como la de los

equipos de salud que llevan adelante las acciones

preventivas y asistenciales en materia de VIH-sida dentro

del sistema público de salud de la Ciudad. En consonancia

con los desarrollos de Testa (1993) y Campos (1998; 2000)

se considera que:

“La democratización interna de la organización sanitaria es

uno de los eslabones imprescindibles para la transformación

del sector salud en un sistema organizativo que se

encuentre REALMENTE al servicio del conjunto de la

población” (Testa, 1993).

Una de las formas de llevar a la gestión cotidiana este

objetivo estratégico -¿utopía?- consiste en la búsqueda de

oportunidades para la construcción de espacios colectivos donde

diferentes actores del sistema y de la sociedad civil

puedan expresar sus puntos de vista, sus modos de definir

los problemas que requieren de intervención así como los

análisis de obstáculos y facilitadores para implementar las

acciones que se van definiendo como necesarias. La

51

atención de la prevención de la transmisión vertical fue

afrontada dentro de estos lineamientos generales.

Con el fin de generar un marco normativo común para la

atención de la transmisión vertical, se promovió desde la

Coordinación Sida un proceso participativo de trabajo que

concluyó con la redacción y edición impresa de las

Recomendaciones para la Prevención de la Transmisión Vertical del VIH, el

Tratamiento de la Infección en Mujeres Embarazadas y el Asesoramiento sobre

procreación y anticoncepción en parejas seropositivas o serodiscordantes

(Secretaría de Salud, 2002b)13.

Las Recomendaciones se ocupan de formular lineamientos sobre

algunas prácticas que gozan de consenso en el interior de

los equipos (prácticas de carácter biomédico) tales como la

necesidad de ofertar prueba de VIH a la mujer embarazada,

la necesidad de aplicar diferentes tratamientos preventivos

en función de los diversos escenarios que se plantean en la

atención de la mujer embarazada diagnosticada con VIH, la

promoción de la suspensión de la lactancia y provisión de

leche modificada para la alimentación del recién nacido y

el seguimiento del neonato hasta su diagnóstico defnitivo.

Pero también avanzan sobre otros aspectos poco legitimados

como es el caso del asesoramiento pre y post test14

13 Estas Recomendaciones fueron aprobadas mediante la Resolución 78/03 de laSecretaría de Salud, publicada en el Boletín Oficial del 30-01-03; lasRecomendaciones fueron distribuidas en los diferentes servicios de salud.

14 Si bien la Ley de Sida de nuestro país obliga a la realización del testeo enun marco de consentimiento informado, asesoramiento y confidencialidad, estasprácticas son escatimadas a la población, hecho que se expresa por ejemplo enla alta tasa de estudios realizados y no retirados (Weller, 2003).

52

acompañando el pedido del estudio del VIH, la oferta de

testeo para la pareja masculina de la mujer embarazada, y

la necesidad de incorporar al proceso de atención, en el

momento del post – parto, el asesoramiento en reproducción

y anticoncepción y la provisión de métodos anticonceptivos.

La recomendación de proveer de un componente de salud

reproductiva para las personas que viven con VIH merece dos

consideraciones especiales. Por un lado, esta propuesta

introduce un aspecto francamente novedoso dentro del

sistema en la medida que significa no solo hacer cosas que antes

no se hacían sino que obliga a revisar concepciones de alta

vigencia dentro del equipo profesional. Tal como veremos, y

pese a la complejidad de la problemática, la mayoría de los

profesionales restringen la oferta de propuestas de cuidado

en las relaciones sexuales de las PVVS a la consigna

normativa y universal de usar preservativo siempre. Pero

además, y tal como se ha desarrollado en el primer apartado

de esta tesis, la atención de la salud reproductiva no está

ni siquiera adecuadamente resuelta para la llamada

“población general”, esto es para la población no infectada

por el VIH.

Se planteaban entonces dos tipos de problemas sólo

separables a los fines analíticos: por un lado, era

necesario conocer con mayor profundidad y de modo

sistemático (investigar) qué prácticas se estaban llevando

adelante dentro de los servicios de salud con respecto a

53

estos puntos sobre los cuales las Recomendaciones se proponían

generar cambios; por otro lado, en la medida que no se

hiciera alguna clase de gestión con los equipos, las

directrices corrían serio riesgo de transformarse en “letra

muerta”, propuestas de buena calidad pero sin viabilidad

política para ser implementadas.

Fue en este contexto que se pensó en implementar una

investigación que pudiera servir también como dispositivo de

gestión, como herramienta que permitiera crear espacios

colectivos - esto es ruedas- donde los diferentes

protagonistas del sistema tuvieran oportunidad de

participar activamente en la definición de los problemas,

el análisis de las situaciones y la toma de decisiones

sobre estrategias a seguir.

“Espacio colectivo es un lugar y un tiempo específico en el

que ocurren encuentros entre sujetos, construyéndose

oportunidades para el análisis y la toma de decisiones sobre temas

relevantes. El Método de la Rueda se propone construir

activamente espacios con estas finalidades, integrándolos

en un sistema de gestión participativa según cuatro planos:

dos estructurados e inscriptos en los organigramas de las

organizaciones – los consejos de co – gestión y los colegiados de

gestión; y otros dos de carácter eventual y dependientes del

contexto y de la necesidad – dispositivos 15eventuales

(talleres, asambleas, seminarios, etc.) y encuentros

cotidianos entre distintos sujetos teniendo como objetivo

el análisis y la toma de decisiones” (Campos, 2000:232).15 El resaltado es nuestro.

54

El concepto de dispositivo tal como lo estamos empleando en

esta investigación, fue desarrollado inicialmente por

Campos (2000) en Um método para análise e co-gestao de coletivos

(Método da Roda), método que aspira a generar conceptos y

herramientas para modificar los modelos tradicionales de

gestión a través de diversos “arreglos” y “dispositivos”

(espacios colectivos de diferente naturaleza) con la

intención política de democratizar los modos de producir

salud y de vincularse entre los actores del sistema.

En trabajos posteriores, Onocko Campos (2003a, 2003b)

desarrolló el concepto y generó una amplia gama de recursos

conceptuales y técnicos con el fin de transformar la

actividad muchas veces burocratizada de planificación en

dispositivos que permitieran a los equipos revisar de modo

colectivo los sentidos de sus acciones. Según la autora,

“A organização ou estabelecimento produz ativa e

estruturalmente dominação, alienação e controle… essa

produção instituída numa direção, pode e deve ser

estimulada para produzir outros sentidos: criação,

solidariedade, amizade” (…) “a primeira questão seria

abrirmos para a gestão um lugar e um tempo. Criar e

instituir espaços nos quais possa-se experimentar tomada de

decisões coletivas. Espaços nos quais seja possível

formular projetos. Espaços que possam virar instâncias

(Lagache & Pontalis, 1992) no sentido de processar aquilo

55

que lhes chega, e ter um grau de análise da implicação

maior com aquilo que produzem” (Onocko Campos, 2003b:122).

“È função do planejamento fazer a mediação entre o objetivo

do trabalho em saúde e o reconhecimento – intervenção sobre

a subjetividade dos grupos que estão em ação. Assim,

atualmente retomamos a idéia de Planejamento como mediação

mas já não mais como tecnologia” (Onocko Campos, 2003a:31)

Camino similar emprendió Pereira Furtado quien encontró en

la tarea de evaluación de programas una oportunidad para

“estabelecer coerencia entre avaliaçao e sistema de gestao

participativa” (2001: 165) destacando la necesidad de

colocar en primer plano del proceso de evaluación a

“Os grupos de interesse em uma dada intervenção, a

consideração da complexidade e diversidade do contexto, os

dados e construções daí originados, a preocupação como a

utilização das informações e do próprio processo avaliativo

como dispositivos para o desenvolvimento dos programas e

serviços” (Furtado Pereira, 2001: 180).

Planteadas las cosas de esta manera, la investigación en

salud desde un espacio de gestión, puede ser una

herramienta válida en la medida que permite conocer de un

modo sistemático las diferentes lógicas e intereses que

están operando en el sistema en torno a un problema

concreto que se busca modificar. Al mismo tiempo, la

investigación en su calidad de dispositivo puede funcionar

56

como organizador de instancias colectivas de transferencia,

elaboración y análisis de informaciones diversas.

No nos referimos aquí a la investigación que parte de

considerar sujetos de investigación por un lado (los

investigadores) y objetos a ser investigados por otro (los

profesionales de la salud, los usuarios), sino a la

investigación de sujetos con otros sujetos. Los sujetos de

la investigación son actores inteligentes, que no solo

brindan información sino que tienen capacidad de

reflexionar sobre la información que brindan y de modificar

sus prácticas como resultado de este proceso.

¿A quiénes convidar a esta rueda, a este espacio colectivo

promovido por la investigación? Prevenir adecuadamente la

transmisión vertical del VIH significa en términos

operativos las siguientes acciones:

1) Prevención del VIH en la población en edad

reproductiva, a través de la promoción del uso del

preservativo y la oferta de testeo voluntario

2) Oferta universal del testo de VIH a la mujer

embarazada y su pareja

3) Atención adecuada del embarazo, parto y posparto de la

mujer diagnosticada con VIH

4) Inclusión del componente de asesoramiento en

reproducción y anticoncepción en parejas seropositivas

o serodiscordantes, con el fin de prevenir los

embarazos no deseados, espaciar de modo adecuado

nuevos nacimientos y contar con herramientas para

57

programar futuros embarazos que permitan encontrar a

la pareja en el mejor momento de su patología de base

para concebir un hijo.

Si traducimos estas líneas de trabajo a la organización del

sistema de salud, los actores de estos procesos son los

médicos infectólogos, los médicos obstetras16, los

ginecólogos del programa de salud reproductiva y

procreación responsable y los propios usuarios del sistema,

personas que viven con VIH. Los proveedores del PRSPR

jugarían en realidad un doble rol, en la medida que por

atender a población en edad reproductiva tienen un papel

destacado en la prevención del VIH antes de que tenga lugar

un embarazo; por otro lado, son los proveedores naturales

de asesoramiento y anticoncepción en las personas que viven

con VIH.

Objetivos

Objetivo general

Profundizar el conocimiento sobre las instancias de

mediación existentes entre la formulación de políticas

en salud reproductiva y la realización de las mismas en

los beneficiarios, con especial énfasis en las

dimensiones de aparato institucional y el campo de conocimientos y

prácticas específicas de los profesionales de salud

16 En Argentina, Obstetricia es la especialidad médica que atiende a lasmujeres durante el embarazo. Ginecología es la especialidad médica que atiendela salud de la mujer. En los Hospitales existen Servicios de Obstetricia yServicios de Ginecología.

58

Objetivos específicos

Explorar y describir redes informales y criterios

normativos que organizan el accionar cotidiano de los

profesionales de la salud

Explorar y describir posiciones y prácticas de los

profesionales de salud con respecto a la oferta de

cuidados relativos al ejercicio de la sexualidad de los

usuarios

Describir la implementación de una investigación como

dispositivo de gestión

Pasos de la investigación

El trabajo de investigación que hemos desarrollado a fin de

responder a los objetivos señalados ha significado las

siguientes etapas o pasos que se presentan en orden

cronológico:

a. Redacción de un protocolo de investigación

(Setiembre 2002)

b. Revisión y aprobación del protocolo por parte de un

Comité de Ética

c. Toma de entrevistas (diciembre 2002 –octubre 2003)

d. Primer análisis de las entrevistas

59

e. Encuentro de devolución de primeros resultados a

los profesionales entrevistados (noviembre 2003).

Crónica del encuentro.

f. Redacción del informe final de la investigación

(marzo-mayo 2004)

g. Organización y realización de un evento para

presentar y discutir el informe final (mayo – junio

2004). Crónica del encuentro.

h. Nueva edición de las Recomendaciones junto con el

informe final de la investigación.

i. Nuevo análisis de las entrevistas y de las crónicas

en función de los objetivos de la tesis.

j. Redacción del presente documento.

5. a. Redacción de un protocolo de investigación

En el mes de setiembre de 2002 se concluyó un protocolo de

investigación que llevaba por título Diagnóstico de obstáculos a

la promoción de los derechos sexuales y reproductivos en los servicios públicos

de salud de la Ciudad de Buenos Aires. Para la realización del

protocolo así como para la organización del trabajo de

campo la Coordinación Sida realizó un acuerdo de

colaboración de una institución académica, el Centro de

Estudios de Estado y Sociedad.

Los objetivos incluidos en el protocolo eran:

Objetivo general:

Identificar los factores culturales, institucionales y

subjetivos que facilitan u obstaculizan la atención de la

reproducción y anticoncepción en PVVS con el fin de contar

60

con insumos que permitan trazar líneas de gestión apoyadas

en estas realidades.

Objetivos específicos:

Identificar los grados de conocimiento y preocupación,

así como las actitudes que los diferentes grupos de

profesionales y los usuarios/pacientes tienen sobre este

problema

Identificar las opiniones de los integrantes del equipo

de salud ante los deseos de las personas de regular su

fecundidad así como tener un hijo en el momento más

adecuado para la patología de base

En los casos en los que ya se estuviera trabajando sobre

estos problemas, identificar el tipo de prácticas que se

estaban llevando adelante

Conocer las opiniones de los profesionales y los

usuarios de los servicios sobre las políticas que la

Coordinación Sida busca impulsar para avanzar en el

cumplimiento de las Recomendaciones, a saber: la

conformación de por lo menos un lugar de referencia en

la ciudad para asesorar e intervenir en los procesos

reproductivos de las PVVS e institucionalización de

prácticas de anticoncepción en PVVS como parte de la

respuesta de los equipos de los diferentes hospitales y

centros de salud.

Recolección de datos

61

Entrevistas en profundidad (Ver en Anexo II las guías de

entrevistas utilizadas) a profesionales del equipo de salud

y personas que vivían con VIH, usuarias del sistema público

de salud de la Ciudad.

En las entrevistas con los profesionales de salud se

indagaron, entre otras, las siguientes dimensiones comunes,

las que fueron adaptadas según la especialidad del

profesional: perfil sociodemográfico de la población

usuaria (sexo, edad, nivel educativo), temas habituales en

la consulta (propuestos por el profesional y propuestos por

el paciente), vida sexual y reproductiva (preguntas e

indicaciones más frecuentes, aconsejamiento, derivación),

grado de conocimiento acerca de las Recomendaciones para la

Prevención de la Transmisión Vertical. Opinión ante las mismas.

En las entrevistas con los usuarios se indagaron las

siguientes dimensiones: datos sociodemográficos,

experiencia con los servicios de salud (infectología, salud

reproductiva, obstetricia), decisiones reproductivas

(conocimiento y uso de métodos anticonceptivos y/o

preservativo; intención de nuevos embarazos, expectativas

de apoyo desde el sistema de salud).

Población entrevistada

Médicos infectólogos (10 entrevistas), médicos obstetras

(10 entrevistas), ginecólogos del programa de salud

reproductiva y procreación responsable (10 entrevistas) y

62

usuarios del sistema, personas que viven con VIH (10

entrevistas).

Criterios de selección de los profesionales y de las

personas con VIH entrevistadas

El estudio, de tipo cualitativo y exploratorio, se proponía

reconocer abanicos de situaciones que estuvieran teniendo

lugar dentro del sistema de la Ciudad no pretendiendo

obtener resultados cuantitativos ni generalizables.

Así, la selección de los entrevistados se basó en el

muestreo intencional o selección de unidades de análisis basada

en criterios. Tal como señalan Grotz & LeCompte (1988) la

selección basada en criterios exige que el investigador

determine por adelantado un conjunto de atributos que deben

poseer las unidades de estudio. En función del conocimiento

disponible sobre el funcionamiento del sistema de salud,

los entrevistados fueron seleccionados en función de su

institución de pertenencia, tomando para cada grupo de

entrevistados los siguientes atributos de las instituciones

donde se desempeñaban:

1. Infectólogos de servicios con alto volumen de pacientes

con VIH; infectólogos de servicios con bajo volumen de

pacientes VIH; infectólogos que atienden niños con VIH.

2. Ginecólogos de los equipos de Salud Reproductiva y

Procreación Responsable: hospitales con importante

63

trayectoria (“pioneros”); de hospitales con alto volumen

de pacientes con VIH y de los centros de salud.

3. Obstetras “expertos” en embarazo y VIH; obstetras en

servicios con alto volumen de partos que no

necesariamente son referentes para la atención del VIH.

Entrevistas con usuarias/os de servicios de infectología:

se tomaron tres atributos para la selección; el haber

participado o no del Programa de “Participación Ciudadana e

Inclusión Laboral de Personas que Viven con VIH” 17, el sexo

buscando entrevistar a varones y a mujeres, y el tener o no

hijos.

5. b. Revisión y aprobación del protocolo

El protocolo junto con las guías de entrevistas y los

modelos de consentimiento informado fueron enviados al

Comité de Ética del Hospital de Enfermedades Infecciosas

Francisco Muñiz18. Luego de algunas modificaciones y

pedidos de aclaración que fueron considerados, el protocolo

fue aprobado.

5. c. Toma de entrevistas

Se tomaron en total 40 entrevistas entre diciembre del 2002

y octubre del 2003. Con el consentimiento informado de los

entrevistados, las entrevistas de una hora cada una17 Programa impulsado por la Coordinación Sida en articulación con DesarrolloEconómico/ Programa laboral de Jefas – Jefes de Hogar. . El programa consisteen la capacitación e inclusión de personas que viven con VIH como agentes desalud dentro del sistema

18 El Hospital de Enfermedades Infecciosas Francisco Muñiz es referente en laCiudad en atención de VIH-sida.

64

(aproximadamente) fueron grabadas y luego transcriptas,

transformándose los textos en las unidades de análisis de

la investigación. Las entrevistas a profesionales fueron

realizadas siempre en sus lugares de trabajo, con horarios

previamente acordados. La captación de usuarios para la

realización de las entrevistas se realizó en la sala de

espera de dos hospitales donde se logró encontrar un

espacio adecuado (íntimo) para realizar el trabajo de

entrevista.

5. d. Primer análisis de las entrevistas

El plan de análisis de las entrevistas implicó cuatro

pasos, cada uno de las cuales permitió diferentes modos de

aproximación al problema bajo estudio:

1) El trabajo de análisis sobre cada una de las cuarenta

entrevistas permitió rescatar la lógica que siguió cada

entrevistado en sus argumentaciones, incluyendo tanto las

secuencias racionales como la aparición de marcas

subjetivas en el modo de lapsus, contradicciones, tonos de

voz, cambios de clima, risas.

2) La lectura de todas las entrevistas del mismo “grupo” de

entrevistados esto es las diez entrevistas a médicos

infectólogos, las diez a médicos obstetras, las diez a los

ginecólogos afectados al programa de Salud Reproductiva y

Procreación Responsable y las diez a los usuarios del

sistema de salud (personas viviendo con VIH) permitió

65

detectar las regularidades del grupo, así como la

existencia de abanicos de respuesta vigentes en el mismo.

3) La lectura comparativa de los cuatro grupos facilitó la

detección de especificidades así como la existencia de

rasgos comunes, más allá de la inserción de las personas

dentro del sistema. La comparación de los resultados por

grupo funciona también como herramienta de triangulación

metodológica, en la medida que por el propio diseño del

estudio, se ha buscado acceder a un mismo problema desde

diferentes ángulos o fuentes de información. El estudiar de

modo comparado la conformación de los diferentes equipos de

trabajo (los infectólogos, los obstetras, los que trabajan

en SRPPR) permite por un lado mejorar la comprensión del

funcionamiento del programa de SRPPR en su gestión

cotidiana teniendo al mismo tiempo como telón de fondo el

sistema más amplio en el cual están insertos y el

desarrollo de otros equipos que se desenvuelven en el mismo

sistema, esto es en el mismo tiempo y espacio.

4) Finalmente, la lectura de todas las entrevistas como

corpus permitió trazar ciertos rasgos que hacen al problema

bajo estudio como es la existencia de circuitos más o menos

logrados, el flujo de derivaciones, la existencia de ruidos

dentro del sistema.

5. e. Encuentro de devolución de los primeros resultados

sobre entrevistas a profesionales de la salud

66

Un primer procesamiento de los resultados de las

entrevistas a profesionales fue presentado en noviembre del

2003 a 22 de los 30 médicos entrevistados con el fin de

contar con instancias de discusión y validación de los

hallazgos. Se realizó una crónica del encuentro (ver paso

10).

5. f. Redacción del informe final de la investigación

Esta tarea se realizó en los meses de marzo y abril de

2004. Además del informe final se preparó un resumen

ejecutivo para aumentar las posibilidades de difusión de

los resultados más relevantes.

5. g. Organización y realización de eventos para presentar

y discutir el informe final

El 3 de junio del 2004 se presentó el informe final de la

investigación ante un auditorio de más de 100 personas

compuesto por profesionales de los diferentes equipos de

salud y personas que viven con VIH. El trabajo fue

discutido además por referentes de cada uno de los cuatro

grupos entrevistados, quienes habían contado con un

ejemplar impreso del informe final para organizar su

presentación19. Finalmente, el 1 de julio el informe fue

presentado para su discusión en una reunión de la que

participaron la Coordinadora general del programa de salud

reproductiva y procreación responsable de la Ciudad, así19 La médica tocoginecóloga Silvina Vulcano del Programa de Salud Reproductivay Procreación Responsable, la médica infectóloga Marcela Ortiz de Zárate, lamédica obstetra Susana Hermosid y la Sra. María Eugenia Gilligan, coordinadorade la Red de Mujeres Viviendo con VIH de la Ciudad de Buenos Aires.

67

como todos los coordinadores de cada uno de los equipos de

SRPPR que llevan adelante el programa en los diferentes

establecimientos públicos.

Estos espacios respondieron a una doble finalidad inherente

a la construcción de esta investigación: por un lado fueron

instancias donde se analizaron de modo crítico los hallazgos,

funcionando como fuente de validación y generación de

nuevos datos e hipótesis. Por otro lado, y atendiendo a los

objetivos de la gestión, han sido lugares de debate que

permiten abrir el camino para la instalación del tema y la

creación de viabilidad para las nuevas propuestas. Se

realizaron crónicas de ambos encuentros (ver paso 10).

5. h. Nueva edición actualizada de las Recomendaciones

junto con el informe final de la investigación

En agosto se editó el informe final de la investigación que

llevó por título definitivo: Éxitos médicos, desafíos humanos:

Reproducción y anticoncepción en personas que viven con VIH/sida. Este

documento se anexó a una nueva edición actualizada de la

Recomendaciones20

5. i. Nuevo análisis de las entrevistas y de las crónicas.

Finalmente, se hizo un nuevo análisis de las entrevistas

produciendo nuevos resultados que cubrían objetivos

teóricos de la presente tesis que no coincidían de modo

estricto con el objetivo de gestión. Las crónicas

20 En prensa de la Imprenta del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.

68

realizadas en los pasos anteriores sirvieron también como

insumo para el análisis de la investigación como

dispositivo de gestión.

5. j. Redacción del presente documento

Tercera parte: El regreso de los actores

La Ciudad de Buenos Aires cuenta con recursos legislativos,

normativos y programáticos que sustentan la existencia de

una política en salud reproductiva. La extensa red de

servicios públicos de salud, integrada por hospitales de

segundo y tercer nivel de complejidad, centros de salud y

consultorios médicos barriales (primer nivel de atención)

es de acceso gratuito. El mantenimiento del sistema insume

el 25% del presupuesto público de la Ciudad, teniendo

además el Programa de Salud Reproductiva un presupuesto

propio que por Decreto no puede ser utilizado para otra

finalidad que la de la compra de insumos (fundamentalmente

métodos anticonceptivos). Sin embargo, el aborto provocado

persiste como principal problema de salud de la ciudad -

medido en términos de Egresos Hospitalarios- y el impacto

de las acciones es insuficiente en función de la población

beneficiaria potencial.

69

Este problema, que guarda un alto interés teórico, se

transformó también en un problema para la gestión de la

Coordinación Sida a la hora de implementar un componente de

salud reproductiva como parte de sus acciones para

disminuir la tasa de transmisión vertical del VIH-sida.

Por ello, a fin de responder al interés teórico y al

interés de gestión, se decidió implementar una

investigación que tuviera la doble finalidad de, por un

lado, conocer con más detalle las instancias

tradicionalmente menos atendidas que hacen a la realización

de las políticas sociales, que son los niveles denominados

por Sonia Fleury como nivel del aparato institucional y el de los

conocimientos y prácticas que realizan los equipos en el momento del

encuentro con los usuarios.

Por otro lado, la investigación tenía también la intención

de transformarse en una herramienta (dispositivo) para la

construcción de espacios colectivos que permitieran a los

equipos repensar su tarea en función de sus propias

dificultades e intereses, teniendo siempre como telón de

fondo la existencia de los intereses de los usuarios.

En este capítulo se buscará mostrar una visión menos

frecuentada por los estudios académicos sobre el

funcionamiento de los sistemas de salud, que estará

centrada en las tensiones experimentadas de modo cotidiano

por los profesionales en el momento de desarrollar sus

70

tareas al interior de instituciones y sistemas

hipercomplejos. El Sistema de Salud y su organización

formal, las Leyes, los Programas y Directrices promovidos

desde niveles centrales constituyen instancias de un nivel

de abstracción mayor que requieren de instancias más

concretas para realizarse.

El primer apartado del capítulo se detendrá en la

descripción de aspectos cotidianos de estos niveles. ¿Cómo

se organiza el proceso de trabajo en salud? ¿Qué niveles de

control y márgenes de autonomía tienen los diferentes

profesionales? ¿Qué impacto tiene esto en el cumplimiento

de normas y leyes? ¿Qué diferentes clases de poder se

ejercen de modo cotidiano más allá del poder formal de tipo

jerárquico que supuestamente guía la “cadena de mando” de

un sistema público de salud?

En el segundo apartado se caracterizarán las tensiones y

conflictos que surgen en el encuentro entre los

profesionales y los usuarios cuando es el momento de

ocuparse de los cuidados referidos al ejercicio de la

sexualidad, y se hará una descripción de las posiciones y

de las prácticas de los equipos en materia de reproducción

y anticoncepción en PVVS.

El principal basamento empírico para la construcción de

estos dos apartados ha sido el análisis de las entrevistas

realizadas a los profesionales de la salud y a los usuarios

71

de los servicios. En algunos casos se ejemplifican las

afirmaciones volcadas en el texto, con citas textuales de

entrevistas.

En el tercer apartado del capítulo se hará una descripción

de cómo fue utilizada la investigación como dispositivo de

gestión y se presentarán los resultados más relevantes que

fueron fruto de los intercambios producidos en los espacios

colectivos creados. Para esto último, se tomó como soporte

empírico las crónicas de lo conversado en los encuentros.

El sistema en funcionamiento

Los equipos de salud: composición y

características diferenciales

Las entrevistas con los profesionales mostraron que, de

modo general, el trabajo en salud se desarrolla a partir de

un equipo. Así, en sus relatos se refieren de modo

espontáneo a personas con las que trabajan juntas de modo

cotidiano, a relaciones frecuentes de trabajo en equipo e

interconsulta con otros profesionales y equipos, así como

relaciones con servicios de otros hospitales.

Sin embargo, no todos los profesionales viven su trabajo

dentro del sistema del mismo modo, pudiéndose detectar

algunas regularidades vinculadas a la profesión. En las

entrevistas de Los infectólogos se destacan los recuerdos

72

de lo difícil que fue afrontar los comienzos de la epidemia

del VIH-sida, refieren haber vivido momentos de gran

soledad, y han ido formando equipos a partir de los

vínculos de trabajo que fueron forjando en la atención de

los pacientes21. Han tenido también ciertos grados de

autonomía para organizar el proceso de atención y para

crear espacios de capacitación.

A diferencia de lo observado en el grupo de los

infectólogos, los profesionales de obstetricia, aun los que

se dedican de modo específico a un problema relativamente

reciente como es el del VIH/sida, parecen vivir en un mundo

más ordenado, donde no se sienten tan solos. El pertenecer

a servicios instituidos22 y con larga tradición dentro del

sistema les daría la ventaja de estar mejor ubicados en

cuanto a lugares físicos de trabajo, recursos, equipo. Tal

vez la desventaja sea la de estar sometidos a relaciones

con menores márgenes de autonomía. Algunos profesionales de

obstetricia asumieron los casos de embarazo y VIH por

pertenecer a o venir trabajando en “embarazo de alto

riesgo”. Como se verá en los apartados siguientes, son los

21 En los hospitales generales de agudos de la Ciudad no existe un Servicio deInfectología. Los médicos infectólogos forman parte del Servicio de ClínicaMédica. Esta falta de reconocimiento de una estructura formal para laespecialidad es una reivindicación gremial que cobró gran impulso con laaparición de la epidemia del VIH-sida. La aparición de la epidemia significóun aumento en el caudal de la población atendida por los médicos infectólogosasí como un aumento en el número de profesionales dedicados a estaespecialidad.

22 Con excepción de los dos hospitales generales de agudos que no tienenmaternidad, todos los hospitales generales de la Ciudad cuentan con Serviciosde Obstetricia.

73

que tienen una mirada más fragmentada del proceso de

trabajo.

Los relatos de los profesionales que trabajan en el PSRPR23

muestran una alta variedad de situaciones que van desde

profesionales que trabajan en soledad hasta equipos que

cuentan con una composición que no necesariamente se ha

basado en una planificación intencional, sino más bien en

las voluntades convocadas en cada lugar para trabajar la

temática. Son los que refieren más soledad en la toma de

decisiones.

“Trabaja cada uno por su cuenta 24 , no hay un espacio de

discusión, por ahí casos puntuales, alguna paciente muy

específica pero la relación es médico a médico, no es todo el

equipo” (ginecólogo PSRPR).

Se menciona con frecuencia el desempeño actual o pasado de

personas no rentadas, así como de modo recurrente la

pérdida de integrantes del equipo por falta de renta o por

ser desafectados del trabajo en el Programa para

desempeñarse en el hospital o centro de salud en otras

actividades.

“Pero lo que pasa es que a los directores no les interesa, si no

mirá lo que me pasó a mí... tenía tres médicos y me sacaron uno23 Los profesionales y equipos que se dedican al PSRPR están insertos dentro delos Servicios de Obstetricia y/o dentro de los Servicios de Ginecología. Demodo similar a lo que ocurre con los médicos infectólogos, no hay unreconocimiento formal de la tarea que realizan.

24 Todos los subrayados son nuestros.

74

(…) ahora tenemos sólo dos médicos y un consultorio que es de

terror. También tenía psicólogas y asistente social... las

psicólogas no siguieron viniendo porque lo hacían ad honorem y

aunque tratamos de conseguirles un nombramiento no se pudo... y

la asistente social... y bueno... no daban abasto en el

servicio, necesitaban otra y ¿de dónde la sacaron? de mi

consultorio...” (Ginecóloga PSRPR).

A partir de lo dicho por los profesionales del PSRPR,

aparece la necesidad de contar con un equipo

interdisciplinario, en algunos casos desde la valoración de

lo que el otro con su saber diferencial puede aportar, y en

otros casos como “auxiliares” de los profesionales médicos.

No sería casual esta mención a la necesidad de equipos,

dado que parecen ser los más aislados y que se guían por

sus propios criterios. Esta falta de vinculación se vuelve

más notoria por el contraste con la articulación que se da

entre las otras especialidades; del mismo modo se puede

observar el peso que tienen los criterios de quienes

dirigen las instituciones sobre la importancia de las

diferentes actividades, hecho que se expresa en la

asignación o falta de asignación de profesionales a los

diferentes equipos. Se destaca la referencia a dificultades

institucionales para llevar adelante la tarea (problemas

sucedidos en el pasado y/o en el presente con directores de

hospital, jefes de los servicios a los que pertenecen,

otros).

75

El trabajo más articulado para la atención de las PVVS

parece darse entre los infectólogos, los obstetras y los

neonatólogos, con diferente participación de profesionales

de otras disciplinas como obstétricas25, trabajadores

sociales, psicólogos y equipos de profesionales de la

Residencia Interdisciplinaria de Educación para la Salud.

En algunos hospitales ocupan un lugar novedoso y

significativo, como colaboradores de la tarea (agentes de

salud, PVVS capacitadas para el trabajo en salud26).

Con excepciones, la mayoría de los médicos hace alusión a

diferentes tipos de relación con los otros profesionales.

Se detectan relaciones de tipo simétrico (pares) y de tipo

jerárquico (colaboradores).

Pares/ínter consulta: infectología, neonatología,

ginecología, médicos del PSRPR.

Colaboradores: las obstétricas, el servicio social/las

asistencias sociales, los psicólogos/sicopatología,

psiquiatría. Se mencionan también agentes de salud y

trabajos recientes con PVVIH PVVS en el rol de agentes

de salud.

25 La obstétrica es una profesional de menor jerarquía que la del médicoobstetra. Si bien la formación de la obstétrica transcurre en las Facultadesde Medicina del país (formación de grado de cuatro años de duración que da eltítulo de Licenciada en Obstetricia), su rango en la escala profesional esequivalente al de la Enfermera Profesional. La obstétrica, llamadaanteriormente “partera”, está habilitada para trabajar a las órdenes delmédico y puede hacer seguimiento de los embarazos normales y acompañar orealizar los partos normales.

26 Ver nota del Programa Jefas jefes

76

La necesidad de dar respuesta al VIH dentro del sistema

comenzó en la misma época de la implementación del programa

de salud reproductiva y procreación responsable27. Tantos

los equipos de VIH como los del PSRPR son estructuras

informales dentro del sistema, en la medida que no cuentan

con cargos de la estructura (tales como Jefe de Servicios,

Jefes de Departamento, Jefes de Unidad, etc.) ni con

personal propio ni con espacios físicos legitimados.

Así, la constitución de estos equipos reposa fuertemente en

mecanismos de poder de índole informal, negociaciones

permanentes28. Esto explica la alta movilidad de los

equipos (recursos heterogéneos que “entran y salen”). Sin

embargo es posible detectar dos tipos de equipos, los

“equipos fuelle” que se agrandan y se achican pero

mantienen el movimiento, figura que se aplica a los equipos

que trabajan con VIH, y los “equipos pinchados” que se

aplica a los equipos de SRPR donde se partió de una

cantidad de recursos humanos y el paso del tiempo generó

sólo pérdidas de colegas en los equipos.

27 Si bien el primer caso de sida dentro del sistema se reportó en el año 1983,el salto cuantitativo se produce del año 1987 (24 casos reportados) al año1988 (83 casos reportados). El Programa de Procreación Responsable comenzó ainstalarse en el año 1988.

28 Los profesionales que ingresan a trabajar dentro del sistema de salud, sonincluidos dentro de Servicios y no en Programas. Los profesionales que decideno son invitados o son obligados por sus jefes inmediatos a trabajar enProgramas (como es el caso del PSRPR) o en ciertas problemáticas (como es elcaso del VIH-sida) no reciben reconocimiento formal (cargo en la estructura)ni monetario por desempeñarse en los Programas. Son profesionales de unServicio que cuenta con un Jefe que toma decisiones sobre la asignación de susrecursos humanos.

77

Quienes trabajan en el PSRPR han buscado en algunos casos

recomponer los equipos perdidos a través de derivaciones a

otros servicios (Sicopatología y Servicio Social) como modo

de recuperar el abordaje “bio-psico-social” original que

tenía el Programa en su espíritu. Esto ha generado un hecho

paradójico en la medida que en la búsqueda de una “mirada

integral” se aumenta el número de consultas que debe

realizar la mujer para acceder a un método anticonceptivo,

hecho que incrementa los problemas de accesibilidad de las

personas que lograron llegar al sistema.

Son también indicadores de la falta de legitimidad del

Programa los sentimientos de desvalorización de la tarea

que refieren los profesionales entrevistados, así como el

tener que negociar de modo permanente hasta el nombre del

mismo. Dice al respecto una médica, al momento de

presentarse para la entrevista:

“Yo estoy a cargo de la sección de endocrinología ginecológica y

climaterio, y del área de salud reproductiva o procreación

responsable o planificación familiar según como le guste a quien

está adelante. Con mi jefe en general no es ese el problema,

tampoco con el jefe de departamento, pero a veces tiene que ver

también con los directores y demás.” (Ginecóloga PSRPR).

El sistema de salud donde “viven” los equipos

“En el ámbito de la ciudad de Buenos Aires la atención primaria

de la salud es una cosa, y todos los hospitales son otra cosa,

78

entonces lo que sucede es que todos hacemos todo y ahí nos

perdemos” (infectólogo hospital)

Tal como fuera descrito en el apartado anterior (Ver Anexo

I) el sistema de salud público de la ciudad se encuentra

formalmente constituido por los hospitales, los centros de

salud y los centros/consultorios médicos barriales (CMB).

La Ciudad se encuentra dividida desde el punto de vista

sanitario, en 14 Áreas Programáticas, cada una de las

cuales está compuesta por un Hospital de Agudos que

funcionaría como hospital cabecera (hospital de referencia

de segundo nivel de complejidad) y la cantidad de centros

de salud y CMB de que dispone el área. Las relaciones

formales de referencia y contrarreferencia son las

habituales dentro de un sistema con estas características,

supuestamente estructurado siguiendo los lineamientos de

proveedores por nivel de complejidad (Centros de salud y

CMB – primer nivel- , Hospitales de Agudos – segundo nivel-

, Hospitales de Especialidad -Tercer Nivel-). La conducción

política formal del sistema reposa en la Secretaría de

Salud, y la mayoría de las prácticas que llevan adelante

los diferentes equipos se encuentran reguladas por leyes y

normas de carácter universal.

En este apartado hemos hecho el ejercicio de reconstruir el

sistema de salud tal como aparece a partir de los relatos

de los entrevistados. Vamos a describir primero los

componentes que conforman el sistema así como las

79

relaciones que se establecen entre los mismos a partir de

las derivaciones que los profesionales refieren hacer y la

circulación de los pacientes. Luego, describiremos algunas

relaciones de poder vigentes y el peso de los marcos

normativos formales en las prácticas de los profesionales y

los equipos.

Composición del sistema

El sistema de salud estaría compuesto – siguiendo los

relatos de los profesionales- por 1) los hospitales de la

ciudad, en su calidad de espacios donde existen a su vez

diferentes servicios de salud y grupos de trabajo (equipos

de salud), 2) los hospitales públicos situados fuera de la

ciudad, fundamentalmente en su rol de proveedores de

pacientes, 3) las fundaciones privadas, muchas de las

cuales funcionan en espacios cedidos por los hospitales

públicos, 4) proveedores privados y 5) centros de salud.

1. Hospitales de la Ciudad

“Yo creo que cada hospital… es como que nos manejamos como islas

perdidas” (médica tocoginecóloga PSRPR).

80

El actor fundamental del sistema sin duda es el hospital,

conformado a su vez por los diferentes Servicios de Salud y

grupos de trabajo que le dan vida (de aquí en más “equipos

de salud”). Parecería ser que lo que funciona como unidad

básica es el equipo de salud, y no el hospital. De este

modo, cada equipo de salud realiza derivaciones a otro

equipo de salud del mismo hospital, o bien a un equipo de

salud de un hospital diferente.

Las derivaciones de pacientes entre equipos de salud se

basan en los siguientes criterios: proximidad geográfica

(derivaciones a otros equipos del mismo hospital),

proximidad de criterios profesionales y/o acuerdos

ideológicos (derivación a equipos de otros hospitales en

quienes tiene confianza o lazos consolidados de trabajo

conjunto dentro de las lógicas del sistema público),

existencia de relaciones laborales de tipo privadas tales

como la participación de los equipos de diferentes

hospitales en estudios multicéntricos con financiamiento

privado29.

29 A modo de información contextual (no surgida de las entrevistas) convieneaclarar que los estudios multicéntricos son promovidos por laboratoriosprivados que reclutan médicos que son funcionarios de hospitales públicos,para que estos a su vez recluten pacientes para entrar en los ensayos clínicos(protocolos) de nuevas drogas o tratamientos. En general, los profesionalesreciben dinero por parte del laboratorio privado en función de la cantidad depacientes que reclutan para las pruebas. La atención de los pacientes “bajoprotocolo” (dentro del ensayo clínico) es realizada de acuerdo a lassiguientes tres modalidades: 1) por el profesional en el consultorio delhospital público; 2) por el profesional que lleva el paciente del hospitalpúblico a una fundación privada que funciona dentro del edificio del hospital;3) por el profesional que lleva el paciente del hospital público a unafundación privada o institución médica privada que funciona por fuera deledificio del hospital y de la cual el profesional también forma parte.

81

Conviene destacar que las derivaciones entre equipos de

salud responden a lógicas diversas, en algunos casos el

hospital no cuenta con algún servicio (por ejemplo,

obstetricia). En ese caso, por ejemplo, los médicos

infectólogos tienen que hacer una derivación para sus

pacientes con VIH al momento del embarazo. En otros casos,

fundamentalmente en el caso del PSRPR, el hospital puede

contar con un equipo que se dedica a esta tarea, pero no

muestra los grados de accesibilidad necesarios (restricción

de horarios, restricción en la provisión de métodos por

motivos “ideológicos”30, selección de pacientes, etc.).

Si bien algunos circuitos de relación entre los equipos y

de derivación de pacientes están legitimados con los

niveles políticos de la Secretaría de Salud,

fundamentalmente a través de la promoción de Redes formales

de trabajo dentro del sistema, la mayoría son desconocidos

por las sucesivas conducciones políticas, por lo menos de

modo formal.

2. Hospitales públicos que no pertenecen

administrativamente al sistema de la Ciudad de Buenos Aires

Los equipos de salud de la Ciudad reciben grandes flujos de

pacientes no residentes en la Ciudad. Esta llegada se debe

a dos vías básicas de derivación, la primera sin duda es la30 Una proporción importante de profesionales que forman parte del PSRPR seniegan a colocar el DIU.

82

propia autonomía de los pacientes con mejores recursos para

traspasar las fronteras de sus hospitales de referencia,

buscando mejor calidad para su atención31. La segunda es

producida por equipos de salud de hospitales fuera de la

jurisdicción.

3. Fundaciones privadas

Dentro de algunos hospitales públicos funcionan fundaciones

que gozan de la estructura edilicia y los servicios

públicos provistos por el hospital (luz, gas,

comunicaciones telefónicas, etc.) así como del trabajo

rentado de personal que pertenece administrativamente al

mismo. Se trata (de igual modo que lo reseñado para el caso

de los estudios multicéntricos o protocolos) de auténticas

zonas grises de articulación de intereses públicos-privados

(Weller et. al., 2003)32. Estas fundaciones seleccionan

pacientes del hospital público como beneficiarios de

programas de investigación que cuentan con financiamiento

privado. A su vez, en materia de derivación, funcionan como

cualquier proveedor público.

31 El Informe de Diagnósticos de Egreso de los Hospitales Generales de Agudosde la Ciudad de Buenos Aires (Secretaría de Salud, 2002a), muestra que de los20.690 egresos que tuvieron lugar entre los meses de enero y marzo del 2001,el 58% (11.979) correspondía a personas cuya residencia habitual era la Ciudadde Buenos Aires.

32 Sólo a modo de ejemplo, conviene destacar que uno de los médicosentrevistados que fue seleccionado por el diseño por pertenecer a un hospitalcon alto volumen de pacientes, respondió a toda la entrevista desde su lugarcomo médico de una Fundación. La entrevista fue realizada en el hospitalpúblico, en el horario de trabajo del profesional, que desde el punto de vistaformal reviste como funcionario público.

83

4. Proveedores privados

En el presente estudio se detectaron (a partir del material

levantado por las entrevistas) derivaciones a proveedores

privados en dos circunstancias diferentes: los

profesionales entrevistados refirieron en varios casos

derivar pacientes a lugares privados para lograr

prestaciones que no están contempladas entre las

prestaciones del subsector público.

“Para las parejas serodiscordantes eso ya lo tengo solucionado

hace bastantes años, yo tengo un centro de derivación de

esterilidad que es un… ¿puedo decir el nombre?” (Médica

infectóloga).

Pero también se producen “captaciones” de pacientes

públicos para los consultorios privados, hecho que es

relatado por algunos pacientes entrevistados.

5. Centros de salud

Si bien los profesionales que trabajan en los centros de

salud tienen como referencia a los hospitales generales de

agudos –los de segundo nivel- , no se detectó en ningún

caso una situación inversa. Los profesionales que trabajan

en los hospitales no cuentan en su red de derivaciones con

la existencia de los profesionales o equipos que se

desempeñan en los centros de salud. Es decir que no

estarían llevando adelante las derivaciones de

84

“contrarreferencia”. Así, se pierde la posibilidad de

contar con recursos sumamente valiosos para el trabajo con

los pacientes y en el de la atención del post parto. Esto

es especialmente problemático para el caso del PSRPR en la

medida que el mayor desarrollo del programa, con mejores

niveles de accesibilidad se da en los Centros de Salud.

Relaciones de poder y marcos normativos

Si nos atenemos a las voces de los profesionales y los

usuarios, debemos concluir que las leyes, los programas y

las normas se construyen en los espacios legislativos y

ejecutivos formales, pero se dirimen y reevalúan en cada

hospital y en cada servicio de salud. Este estado de cosas

afecta por igual a todos los grupos profesionales

entrevistados, sin embargo se han seleccionado para los

ejemplos los impasses de poder y normativos que afectan

fundamentalmente al desarrollo del PSRPR.

El poder de los directores de hospital, de los jefes de

servicio y de los equipos

El testimonio que presentamos a continuación es

paradigmático de lo que buscamos desarrollar en este

apartado:

“Dentro de nuestro hospital hay un consultorio del PPR orientado

a adultos, también están todos estos consultorios de

85

adolescencia, y después en la sala de maternidad, donde están

todas las puérperas, hay también gente formada que le dicen a

todas las mamás cómo cuidarse, como consultar al servicio del

hospital. Recién el año pasado (2002) empezamos a funcionar en

forma comunicada, porque hubo un cambio en la dirección del

hospital, y el director nuevo es obstetra y tiene una fuerte

inclinación por lo que es salud reproductiva. Hasta ahora a

todos los directores que habían pasado por el hospital este tema

no los convencía mucho, entonces se hacia exclusivamente en

adolescentes, desde el año 89 se hace en adolescentes. Nosotros

trabajábamos en forma autónoma, dependíamos del Gobierno de la

Ciudad, pero no con una estructura del hospital sino del

servicio.

I: ¿o sea que el programa dentro del hospital es algo nuevo?

E: es algo relativamente nuevo hace un año mas o menos que está”

(médica tocoginecóloga SRPPR).

Es decir que, de acuerdo al relato de la médica

entrevistada, un equipo de profesionales decidió en el año

1989 y de modo autónomo trabajar desde el Servicio de

Adolescencia, en el programa de salud reproductiva y

procreación responsable. Luego otros profesionales de otros

equipos fueron generando prácticas con otras poblaciones

(adultos, puérperas) pero la falta de apoyo político de los

sucesivos directores fue impidiendo que este trabajo se

articulara y potenciara. Es preciso también destacar que la

falta de apoyo de los directores no impidió la continuación

de la provisión del servicio hacia la población

adolescente, con recursos del nivel Central. Es con la

llegada de un director preocupado personalmente en la

86

problemática, que el Hospital (y no los equipos de salud)

se constituye en un proveedor de la política.

El siguiente testimonio ilustra también el peso del

director del hospital en la definición de la política:

“Lo que pasa es que en general en las direcciones de los

hospitales no quieren saber nada… a nosotros por eso nos costó

implementar el programa ... Le demostramos la cantidad de

abortos séptico que tenemos en el servicio y que era preferible

dar anticonceptivos a tener mujeres que se mueran por un aborto

séptico y bueno, en su momento se nos autorizó con la condición

de que tuviéramos un especialista en métodos naturales, que la

tuvimos durante bastante, tres o cuatro años la tuvimos a la

doctora, muy buena, excelente pero no son pacientes para esos

métodos, todas nos volvían embarazadas” (médica tocoginecóloga

PSRPR).

El abandono, desinterés o impotencia de los niveles

centrales sobre los equipos de salud no sólo no logra

imponer el cumplimiento de las leyes sino que también ha

habilitado la creación de “políticas de servicio”

contrarias a las leyes vigentes. El testimonio que se

muestra a continuación pone de manifiesto la violación a la

87

Ley de Sida33 que prohíbe de modo expreso el pedido

compulsivo del test del HIV:

“El jefe de acá siempre insistía con hacer el diagnóstico del

HIV por la cuestión de la población que considera que es de alto

riesgo. Por eso el decidió que si la mujer venía a parir sin

controles previos, la paciente no se iba de alta sin el HIV, eso

previo a que se planificara en la Municipalidad, entonces nos

tiene la regla de que todo HIV positivo antes del alta tiene que

hacer conexión con infectología. Si no consta en la historia

clínica que hicimos el contacto (entre obstetricia e

infectología), el jefe no le da el alta” (médica obstetra).

Trabajo individual, con criterios individuales

“Me preocupa también que haya algunos servicios que no brinden,

teniendo los medios suficientes para hacerlo, que no brinden la

debida atención a los usuarios por razones puramente... Digamos,

de carácter ideológicas o dogmáticas” (ginecólogo PSRPR).

Las entrevistas realizadas a los profesionales que llevan

adelante el PSRPR comenzaban por una serie de preguntas que

tenían que ver con las formas de trabajo con la población

en general (Ver en Anexo 2 las guías), esto es no haciendo

énfasis en las mujeres que viven con VIH. Las respuestas a

estas preguntas permitieron observar que cada equipo y aún

33 Lei Nacional de AIDS N° 23.798/90 com seu decreto de regulamentação N°I244/91. A Lei 25.543/02, que trata em particular das mulheres grávidas,reforça a necessidade do consentimento previamente informado (art. 3) edetalha o tipo de informação que deve ser fornecida (art. 4) para a mulher demodo prévio à realização do teste.

88

más, cada profesional han organizado una mecánica propia de

trabajo.

Si bien el documento del PSRPR (Municipalidad de la CBA,

1988) contempla la provisión de un método anticonceptivo

transitorio para ser entregado a los usuarios tan pronto

acceden al servicio, las informaciones obtenidas a partir

de las entrevistas muestran que pocos equipos implementan

esta política claramente orientada a mejorar la

accesibilidad al sistema. Se ha detectado una gama variada

(siempre muy extensa) de exámenes de laboratorio y otras

prácticas complementarias como condición para la provisión

de un método anticonceptivo.

“Le pedimos rutina de laboratorio que consiste en exámenes de

sangre con serología para VDRL, hemograma, coagulograma,

hepatograma, un perfil renal, análisis de orina, una orina

completa. En las pacientes que no menstrúan, se les pide un test

de embarazo. El examen de HIV que se le pide como serología,

este, a todas las pacientes o sea, aquellas que hayan tenido su

bebe acá, ya lo tienen, y aquella paciente que no es paciente

del servicio, a lo mejor no tuvo oportunidad de realizarlo

nunca, el HIV, entonces se lo pedimos a todas”. (Ginecólogo

SRPPR)

Otra muestra de la existencia de prácticas heterogéneas que

además constituyen obstáculos a la accesibilidad y

violación de leyes vigentes es la implementación por parte

89

de varios equipos de SRPPR del pedido de análisis del VIH

como condición para acceder a un método anticonceptivo.

“La paciente que venía la primera vez le decíamos que, por una

cuestión de reglamentación, le pedíamos el HIV y si nos dan el

consentimiento, y se lo hacíamos, alguna que otro puede haber

dicho que no, pero en general se lo hacíamos” (tocoginecóloga

PSRPR).

Es evidente que esto significa obstáculos de accesibilidad

para las personas que lograron acceder al sistema, porque

aunque los estudios complementarios son también gratuitos

dentro del sistema, significan diferentes viajes al

hospital y entrar en diferentes tiempos de espera vinculado

a los diferentes circuitos e insumos de cada lugar donde se

debe concurrir.

Lidiando con la sexualidad en la consulta

La sexualidad en el marco de la consulta: la

necesidad de su atención y los tipos de obstáculos

detectados

Como se buscará ejemplificar a continuación, la

conversación sobre temas vinculados a la sexualidad en el

marco de la consulta, no es tarea fácil ni para los

usuarios ni para los profesionales.

90

Listaremos en primer lugar las situaciones detectadas a

partir de las entrevistas, que marcan la necesidad de

lidiar de alguna manera con esta superficie de trabajo,

condición ineludible para realizar ofertas a ser

consideradas por el usuario, que sirvan como potenciales

insumos para mejorar su capacidad de cuidado.

Luego se presentan, a modo de hipótesis, un abanico de

obstáculos que pueden estar operando en el contexto clínico

y que dificultan lo que entendemos una escucha adecuada

para trabajar sobre esta temática.

Basándonos en lo dicho por los entrevistados, Desplegamos a

continuación las razones por las cuales es preciso trabajar

sobre la sexualidad de los usuarios, como condición

ineludible de brindar una respuesta clínica centrada en la

persona. Muchas PVVS entrevistadas se han infectado por el

VIH a través de relaciones sexuales sin protección. La

mayoría de las PVVS tenía “información” en el sentido

cognitivo del término (tenia la información sobre las vías

de transmisión y los métodos de prevención), pero no logró

articular esa información con su situación concreta.

Consideraban que por su “estilo de vida” estaban por fuera

de este problema.

“No, no tenía información, tenía la información esta de que los

adictos y los homosexuales, del actor norteamericano que se

murió... ya te digo, la tenía Rock Hudson, pero nada” (varón).

91

“Sabía las formas de contagio, todo, fantástico, nunca me cuidé

yo para eso porque a mí no me podía pasar con pareja estable y

si están gorditos todos lindos, claro, no, eso es imposible”

(mujer).

Otras personas sabían que era preciso usar preservativo,

pero no lograron llegar a un acuerdo sobre este tema con su

pareja. Estas dificultades no necesariamente se “remueven”

por el hecho de haberse infectado y por lo tanto es preciso

trabajar sobre ellas.

Algunos profesionales directamente desconocen la existencia

de particularidades en la vida sexual de las PVVS

“Entrevistador: ¿Ustedes tienen algo explorado respecto de cómo

el saber que uno es seropositivo afecta la vida sexual, o sea

tienen…?

Infectólogo: No, no tenemos (…) Eso sí lo podes consultar mejor

con la gente de psicología que ellos tienen las entrevistas más

profundas.”

Otros dicen que la dimensión del tema los excede:

“Querer tener un hijo, las parejas heterosexuales, y las parejas

serodiscordantes, o sea blanquear los sentimientos, los miedos y

ese tipo de cosas que tenían ellos que... eso nos excede a

nosotros por eso nosotros muchas veces buscamos el apoyo (en

otros profesionales) y muchas veces no lo encontramos”

(infectólogo).

92

Otros brindan consejos que no necesariamente pueden ser

asimilados por el paciente:

“Se le explica fundamentalmente que a pesar de estar infectados

tienen que tener sexo protegido, que tienen que proteger a otras

personas, sobre la estabilidad de la pareja, algunos lo cumplen,

otros no” (infectólogo).

Las PVVS conocen las indicaciones, sin embargo no siempre

pueden asimilarlas, en la medida en que en las relaciones

sexuales –relaciones eminentemente afectivas–, hay muchas

cosas en juego: la necesidad de ser amado, de no perder el

afecto del otro, de sostener la confianza como parte del

vínculo.

“Fue muy difícil el tema de... del uso de preservativo

porque...yo ya sabía lo que tenía, y mi pareja creía que yo era

la Virgen de Lujan. Entonces, no se quería cuidar. Cuando yo

llego a la relación sexual con él, él era ‘no’ y yo ‘sí’. No y

sí, no y sí... En ese momento, tuve relaciones sexuales sin

preservativo. Lo primero que se me cruzó es ‘además no lo quiero

perder’. O sea que en ese momento flaqueé y me sentí boluda

porque lo pude haber contagiado.” (Mujer).

La asimetría de poder existente en las relaciones entre

hombres y mujeres también se expresa en la diferente

capacidad que tiene cada uno de los miembros de la pareja

para poner condiciones en el contexto de las relaciones

sexuales (Grimberg, 1999).

93

“E: ¿Cuando se cuidan usan preservativo o usan algún otro método?

– Preservativo, sí, pero él dice que no se quiere cuidar, yo por

mí, por la salud de él y la mía, yo toda la vida, pero me dice

que no y si yo le digo ‘no’ es como que va a pensar que no lo

quiero o que estoy con otro, porque es así la forma de pensar

que tiene él (mujer, su pareja sabe que ella tiene VIH).

Los profesionales que logran trabajar sobre esta dimensión

destacan que es preciso establecer una relación de

confianza y que esto requiere de tiempo:

“Qué tipo de vida tiene, algunas chicas que son prostitutas y en

la primera no te lo van a decir, entonces después de un tiempo

se genera confianza y te lo cuenta. Entonces vos la podés

orientar a cómo cuidarse… hay cosas que van surgiendo después,

con la relación médico-paciente” (infectólogo).

“Mucho no los conozco como médico para preguntarle o para que él

me haga preguntas” (mujer).

También las personas consideran que es preciso establecer

un vínculo de confianza –condición necesaria pero no

suficiente–, en la medida en que casi todos arrastran

historias previas de vergüenzas y dificultad para hablar

sobre estos temas. Hablar sobre aspectos de la vida sexual

es referido como un tema tabú desde su familia y desde

ellos mismos, y esto se conecta con las dificultades para

hablarlo en la consulta. Es posible intercambiar recetas de

medicamentos desde la primera vez, pero no conversaciones

sobre aspectos íntimos.

94

“En mi familia es tabú, mi mamá es educada a la antigua, mi papá

también” (mujer).

“Por ahí hablamos con un grupo de pibes, por ahí sí, llevabas

una revista pornográfica y la mirabas, pero con mis hermanos,

no. En mi casa nadie se pasea en calzoncillos delante uno del

otro. Ni de mi hermana ni de nosotros mismos entre hermanos.

Ahora, tipos grandes, delante de mi mamá nadie se pasea en

calzoncillos y yo veo en otras casas que sí. Siempre tuvimos… un

pudor ¿me entendés? Vos tenés que estar tapado, delante de tu

mamá, de tus hermanos, creo, ¿no? no sé, por ahí” (varón).

“Yo empecé a tener relaciones sexuales grande, porque tuve una

crianza media estricta, entonces viví todo atrasado, yo empecé a

ir a bailar a los 18 años, cuando terminé el secundario, antes

nunca, jugué a las muñecas hasta los 15, así que imaginate que

yo empecé a tener relaciones tarde, a los 24 años” (mujer).

Muchas de las personas entrevistadas manifestaron problemas

en su vida sexual luego del diagnóstico. En el plano de las

relaciones nuevas, parece perfilarse una trayectoria.

Primero habría cuidado sin decir nada, se implementan

diferentes recursos (mentiras) para usar preservativo sin

decir la verdad. Esto es más dificultoso para las mujeres y

genera grandes niveles de culpa el temor a transmitir el

virus a la pareja (aun cuando sea esta la que no se quiere

cuidar).

95

“‘No, ¿para qué vas a usar eso?’... Siempre pongo la excusa,

viste, ‘¿Y si vos estás enferma? ¿Y si yo estoy enfermo?’, ‘¿Vos

te hiciste algún...?’, ‘No, pero...’, ‘Bueno, pero yo tampoco me

lo hice’. ‘Yo qué sé si tengo o no tengo, yo qué sé si vos tenés

o no tenés’, con esa historia siempre la convencés y te dejan

usarlo, porque hay muchas mujeres que no quieren que use

preservativo. ‘No, que es una estupidez’ ” (varón).

“Ahora me quedé embarazada, él no se quería cuidar porque dice

que no era lo mismo mantener relaciones con preservativo que sin

preservativo, me daba miedo y siempre aflojaba, y ahora, no sé,

ojalá que no, no, no quisiera que él esté en mi lugar porque una

vez me dijo que si le pasaba eso se iba a morir, que no sabía

cómo lo iba a afrontar, ya sabía que no tenía, pero si seguimos

teniendo relaciones yo tengo miedo” (mujer).

Cuando la relación va ganando en afecto se plantea la

necesidad de contar la verdad. Algunos entonces huyen para

evitar que aumente el compromiso y tener que decir lo que

no se puede. Otros cuentan la situación o incrementan

alguna mentira para finalmente explicitar la situación.

“Y hay veces que vos también te planteás la otra situación.

Cuando vos tenés una pareja, le tenés que explicar que tenés

HIV, porque toda tu vida no podés usar preservativo delante de

ella y si te dice ‘vamos a concebir un hijo’, ¿cómo le explicás?

‘No, no puedo’, ‘No, no quiero’. Entonces te encontrás entre la

espada y la pared, o la hacés participar de que estás enfermo o

directamente la tenés que dejar” (varón).

96

“Y bueno, tuve que hablarlo con él, no me quedó otra, gracias a

Dios le salieron negativas las reacciones, igualmente, a pesar

de eso, yo ya había decidido no seguir la relación, no me podía

aguantar las dos cosas, entonces preferí cortar” (mujer).

En el marco de la consulta con el médico / equipo de salud

se actualizan al menos las siguientes tensiones que hemos

logrado diferenciar con fines analíticos, y que estarían

obstaculizando de diversas maneras una comunicación fluida

sobre aspectos vinculados a la vida sexual. Estas son:

1) La presión que el modelo biomédico ejerce sobre el

profesional al momento no tanto de escuchar como de

“aconsejar” al paciente;

2) El considerar la vida sexual como algo eminentemente

privado de la vida del paciente, que queda por fuera

de las competencias o campo de la práctica profesional

y del sistema de salud (obstáculo liberal)

3) La presión que ejerce la tradición de la medicina como

herramienta de vigilancia, control y castigo sobre la

vida de las personas (obstáculo autoritario)

4) Una variante menos virulenta que la anterior es la

proyección de los propios preconceptos y fantasías

sobre la vida sexual “normal” sobre la vida de los

usuarios (obstáculo normativo)

97

5) La tensión que ejerce sobre los profesionales el

patrón cultural dominante de “doble moral sexual”

basado en el silenciamiento del doble standard34 para

varones y mujeres, y de la existencia de diferentes

patrones de comportamiento sexual diferentes al

“oficial” de la monogamia. El profesional quedaría

preso del dilema/encierro de sostener o derrumbar el

silencio

1) Presión del modelo biomédico en la relación profesional – paciente

Desde los profesionales hay una especie de escisión /

tensión permanente entre lo que piensan, dicen u opinan

como personas y lo que “corresponde” decir u opinar “como

médico”. Tal vez por este motivo –entre otros– hablar de

sexualidad con los pacientes es entrar en un terreno de

“confidencias” o de “intimidad” que aparece connotado como

“poco profesional”.

“Lo que yo le sugiero a la paciente, una vez que ya ha tenido a

su bebé, es que ellas se tienen que seguir cuidando y bueno, ese

es un comentario que hacemos así como si fuera en familia

digamos, como si fueran dos amigas que están hablando” (médica

obstetra).

34 Por “doble standard” nos referimos a la existencia de una moral sexual paralos varones que valora por ejemplo el inicio temprano de las relacionessexuales como modo de demostración de la virilidad, las relaciones sexualescon múltiples parejas, etc. Para el caso de las mujeres, la moral sexualindica iniciar relaciones sexuales en el marco de una pareja estable y sepromueve la entrega y fidelidad como valor adecuado para ser una “buenamujer”.

98

Esta escisión del “médico” y la “persona” se expresa

también en algunos ruidos de la comunicación vinculada a

las decisiones reproductivas de las PVVS: así, si bien

desde el “consejo médico” plantean que “no hay 100% de seguridad

de tener un hijo sano o sin infección”, como “persona”, pueden

comprender los deseos de tener hijos de los pacientes.

“Lo que yo aconsejo como persona (...) como médico, o sea que

nadie te va a dar una posibilidad de decir que te va a nacer el

nene un 100% que no sea portador. Yo aconsejo de no embarazarse,

por las complicaciones, porque hay drogas que no se permiten

durante el embarazo, hay que cambiar esquemas terapéuticos que

por ahí no se toleran bien, entonces es complicado. La mayoría

se embaraza, en el sentido que si me piden un consejo yo trato

de decir que no, pero bueno qué sé yo, está en cada uno hacer lo

que uno quiere” (infectólogo).

La dificultad de considerar como “profesional” o como parte

de la “consulta médica” una intervención que contemple

aspectos subjetivos además de los biomédicos, se expresa

con mucha fuerza en el testimonio de una médica obstetra,

quien refiere mantener cursos de actualización de modo

permanente para trabajar de un modo más integral:

“Es una cuestión de tratar mucho a la gente, creo que es una

cosa un poco intuitiva, no es muy científico lo que te estoy

diciendo, te quiero decir que una ya con los años, no sé cómo ni

me preguntes por qué pero uno da en el clavo justo preguntando

algunas cosas (…) Yo hice muchos años, y sigo haciendo, cursos

99

de embarazo adolescente o sea curso de pre parto, creo que lo

que más me preocupa es llegar a la gente como para que fuera de

la consulta médica también haya una persona que escucha alguna

otra cosa, obviamente esto a veces se transforma en un

consultorio sociológico y uno se engancha y conoce muchas

historias por charlas (...) si uno puede colaborar en algo a

veces uno se pone en una postura que no sé si es médica o sea

tratar de solucionar algunas cuestiones sociales o sugerir,

aconsejar, mandar al psicólogo, o que traiga a la pareja”

(médica obstetra).

En cambio, los pacientes parecen poder ver a la “persona”

en la figura del médico, tanto en sus aspectos positivos

como negativos. Pueden comprender sus dificultades para dar

un diagnóstico, para no poder dar más contención, para

hablar de sexualidad, pero también pueden ver la

discriminación en la mirada, aunque el discurso sea el

“políticamente correcto”.

“Como una vez dijo el médico: ‘A veces no sabemos qué hacer con

tal paciente’, entonces creo que hasta a veces a ellos, ni

siquiera ellos tienen la contención. Yo te digo, es variado, yo

me voy dando cuenta porque tengo muchos años, porque veo gente,

porque he estado en otros lados” (mujer).

2) La sexualidad es privada y queda por fuera del campo de la acción profesional

Tanto desde el lado de los pacientes como de los

profesionales aparece la dificultad de considerar a la

sexualidad como espacio de encuentro para una conversación,

100

en la medida que esta esfera de la vida está connotada como

perteneciente a la vida privada, al espacio íntimo. Del

lado de los pacientes, la dimensión que cobra mayor

relevancia es la del pudor, la vergüenza, y en

consecuencia, la necesidad de crear un vínculo de cierta

confianza e intimidad como condición para poder preguntar

algo con respecto a esto.

“Tiene una simpatía el doctor para atenderte que bueno, decidí

que me siga atendiendo él, pero tampoco se da ese momento de

decir que me va a hacer preguntas sobre la sexualidad, eso no”

“Así, mucho no lo conozco como médico para preguntarle o para

que él me haga preguntas” (mujer)

Del lado de los profesionales este obstáculo, se expresa

con diferentes matices:

a) La sexualidad es algo de la intimidad de las personas, no es

campo del sistema de salud el trabajo sobre la misma; por

extensión, las decisiones reproductivas y/o la decisión de

utilizar métodos anticonceptivos quedan también del lado de

las “decisiones privadas”. A modo de ejemplo:

“No te puedo decir qué método anticonceptivo termina utilizando

en la vida privada porque nosotros no la vemos, porque nosotros

no la seguimos” (médico obstetra).

b) Lo sexual queda teñido por diversas imágenes que remiten

a su dimensión “incontrolable”, utilizándose la imagen del

101

control / descontrol de modo alternativo para la sexualidad

en sí misma, los deseos “irracionales” de los pacientes de

tener hijos y/o nuevas parejas, la dificultad /

imposibilidad que tendrían las mujeres en poner freno a los

“descontrolados” deseos de sus parejas sexuales (varones). En

este último caso, se observa una particular

“naturalización” por parte de algunos profesionales, de los

hallazgos de la literatura sobre género que han permitido

comprender la desigual distribución de poder en la toma de

decisiones en varones y mujeres, asimetría que se expresa

también en el campo de las decisiones vinculadas a los

cuidados en materia de relaciones sexuales.

Estos hallazgos que le servirían a los profesionales como

insumos para comprender las dificultades de negociación de

las mujeres, y en consecuencia abrir el abanico de ofertas

(brindar herramientas de negociación, generar estrategias

de captación de las parejas varones, etc.) son utilizados

como argumentos de peso para justificar la prescindencia

del sistema de salud hacia situaciones que quedan “fuera del

control del sistema”.

Así, si bien pareciera que para los pacientes la

posibilidad de crear un vínculo (paso de tiempo,

construcción de confianza) habilitaría a la posibilidad de

introducir el tema en la consulta, para muchos

profesionales el carácter privado / “incontrolable” de la

sexualidad es el sello que hace de esta esfera algo

102

estructuralmente ajeno a la práctica profesional. “Lo que

no se puede controlar, no se puede atender”.

3) El peso de la tradición de la vigilancia y el control enlas prácticas de salud

El lenguaje de control abundantemente estudiado por las

corrientes críticas al modelo médico hegemónico (Menéndez,

1979; 1992) y a la epidemiología de los riesgos (Castiel

1994:1996; 1999, Luz, 1997; Ayres, 1996), tiene alta

vigencia en las expresiones de los profesionales, que

traducen en lenguaje policial las preguntas sobre la vida

afectiva de las personas generando una enorme distancia

entre el hecho afectivo y la modalidad de intervención.

Preguntada una médica obstetra sobre cómo se ofrece el test

del VIH a las mujeres embarazadas, la respuesta es la

siguiente:

“Le hacemos el interrogatorio de averiguaciones de historia o

sea de antecedentes toco ginecológicos, investigamos el número

de parejas… la paciente sabe que hay un motivo por el cual tiene

que sincerarse y nos tiene que dar la información. Esto después

lo cotejamos con el equipo de infectología” (obstetra)

La paciente se transforma en “sospechosa”, que estaría hasta

tal punto dispuesta a mentir (potencialmente) que vuelve

necesario “cotejar” la información sobre sus “antecedentes” con

otro “interrogador profesional”. La paciente “sospechosa”

puede ser tratada en el peor de los casos detectados por

103

este estudio, como “culpable” aún sin pruebas. Ese fue el

caso de una paciente que –según palabras de la obstetra

entrevistada- era “promiscua y tenia antecedentes muy cargados” y

que fue tratada durante el parto como si fuera una

seropositiva (se le administró AZT durante el parto a ella

y al recién nacido). Las pruebas de laboratorio posteriores

mostraron que la mujer era seronegativa.

Al referirse a los nuevos embarazos en mujeres que viven

con VIH es frecuente que los profesionales se refieran a

las mismas como “reincidentes”. Las mujeres que viven con VIH

tienen alta percepción de las sanciones de las que serían

pasibles en el caso de volver a tener un embarazo cuando el

cuerpo profesional le prohibió que tal cosa ocurriera.

Dice una médica refiriéndose a una paciente:

“Yo creo que cambió de hospital porque sabía que la iban a retar

porque se había embarazado, como que no había hecho bien los

deberes” (obstetra)

Otros pacientes que han desafiado la autoridad médica

“reincidiendo” en un nuevo embarazo, concurren al mismo

hospital donde atendieron el embarazo anterior pero lo

hacen en un momento avanzado del mismo (la semana en la que

ya saben que deben iniciar con el protocolo 076 para

prevenir la TV) a fin de evitar las reprimendas. Una vez

finalizado el parto, se retiran del hospital sin el alta

médica, que por experiencia saben puede ser demorados a

104

través de recursos que si bien son ilegales gozan de alta

vigencia dentro del sistema de salud.

“Fijate al punto que llegan para evitar la consulta hasta un

término que ya saben, porque ya lo tienen estudiado hasta donde

pueden, reciben la medicación, la paciente es atendida, recibe

la medicación en el parto y después se fuga (médico obstetra).

Las modalidades más sutiles de control se ponen

especialmente de manifiesto cuando se trata de la atención

de las mujeres “sanas” que demandan un método

anticonceptivo. La mujer concurre al consultorio porque

quiere usar un método pero “planificación no le regala todo”, sino

que:

“Les explica, les vuelve a explicar, le toma un papanicolau,

después la van citando para una mamografía, o sea control como

corresponde…” “a la gente le cuesta mucho entender todos los

métodos anticonceptivos, que las pastillas son caras, o que

tienen que hacerse un montón de estudios para tomar un método

anticonceptivo” (médica SRPPR)

Tal como señalamos en el apartado anterior, la cantidad y

heterogeneidad de prácticas complementarias para la entrega

de métodos anticonceptivos permite hipotetizar que estas

prácticas responden a la necesidad de generar “límites” al

ejercicio de los derechos de las consultantes. También

parecen ocupar este papel de control, en algunos casos, las

derivaciones “de rutina” de las mujeres consultantes al

servicio de sicopatología:

105

“El tema de la sexualidad es tratar de conocer hasta ese momento

cómo ella se cuida realmente y probablemente de una manera no

muy bien, porque por algo ella tiene los chicos HIV positivos,

por algo ha llegado a dos parejas, ahora va por la tercera.

Cuando vos hablás de sexualidad hablás de todo, si es

heterosexual, si no es heterosexual, como es el vínculo con sus

hijos, con su nueva pareja, con su marido… de todas maneras les

tiene que quedar grabado cual es la manera de cuidarse, nosotros

también trabajamos con sicopatología, todas van a sicopatología,

lo que pasa es que a veces no logramos que sea siempre” (medico

obstetra)

4) Proyección en los pacientes de las fantasías y/o prácticas sexuales de los profesionales

Ya en 1988 el fallecido Néstor Perlongher denunciaba en su

libro Los fantasmas del sida (Perlongher, 1988) que los equipos

de salud promovían en sus pacientes homosexuales, cuidados

basados en prácticas sexuales que no eran las de los

usuarios (“la sexualidad que usted dice no tiene nada que

ver con lo que yo hago”).

Es posible hipotetizar que con el paso del tiempo, los

profesionales hayan adquirido cierto respeto por la

alteridad de las prácticas sexuales de las personas

“claramente diferentes” como es el caso de las llamadas

minorías sexuales. Sin embargo, al tratar con mujeres

embarazadas esta distancia parece desaparecer, dándose por

sentado cierto comportamiento “normal” y “esperable” basado

en la falta de conocimiento de los profesionales sobre la

106

complejidad y variedad de las prácticas sexuales de la

población.

A modo de ejemplo, se han detectado las siguientes

situaciones a partir de lo dicho en las entrevistas por

algunos médicos obstetras que atienden mujeres embarazadas

que viven con VIH.

Describir como “edad sexualmente activa” la que va de los 20

a los 40 años, equiparando actividad sexual con “edad

adecuada” para la reproducción;

Dar por sentado que las mujeres al momento de estar

embarazadas no mantienen relaciones sexuales, y en el

caso de hacerlo, sólo lo harían con sus parejas sexuales

estables;

Dar por sentado que una mujer adolescente embarazada

soltera “no está ni pensando en mantener relaciones sexuales con otra

persona, pues está viviendo el momento del embarazo”.

5) La tensión ejercida sobre el profesional de la doble moral vigente en la sociedad

Ofertar el preservativo a la mujer casada con hijos que

acude a una consulta de procreación responsable porque

quiere utilizar un DIU (oferta de “doble protección”) y

ofertar el test del VIH a la mujer embarazada, significa

aceptar desde un espacio público (el sistema de salud) la

vigencia de prácticas sociales y sexuales que cuestionan

pilares todavía vigentes de la moral sexual dominante desde

el punto de vista ideológico. Si las parejas se casaran

107

vírgenes, si la “infidelidad” no existiera en nuestra

sociedad, ninguna de estas ofertas de recursos de salud

tendría ningún sentido35.

Si bien las leyes y los programas de salud vigentes en la

Ciudad han superado con sus postulados este impasse de la

doble moral, el espacio de la consulta sigue siendo un

momento tenso y conflictivo para la mayoría de los

profesionales de salud, que tienen que implementar en el

cara a cara con los usuarios la legitimación del cambio del

paradigma.

Para los equipos de SRPPR la oferta de preservativos a las

consultantes adolescentes es una práctica relativamente

legitimada, sin embargo esta propuesta para una mujer mayor

de edad, con hijos, genera vergüenza

“pues le estoy insinuando que su pareja puede no serle fiel; la

paciente también puede pensar que yo pienso que ella no es fiel

a su marido” (ginecóloga PSRPR).

El sentimiento de los profesionales de ser los

“descubridores” de las infidelidades al interior de las

parejas alcanza ribetes dramáticos cuando se trata de dar

diagnósticos de VIH en el transcurso de un embarazo.

35 La oferta de cuidados sólo se restringiría a personas que hubieran recibidodonaciones de sangre de dudosa calidad o bien que fueran usuarias de drogasintravenosas. Ambos factores de riesgo han disminuido abruptamente en losúltimos años en la Ciudad.

108

“Al hacer el diagnóstico de VIH positivo en la mujer, la pareja

tiene un fantasma ¿no?, es como que no se sabe bien la vía de

contagio o por dónde vino la situación, hay muchas parejas que

son reticentes o que no vienen a hacerse el análisis, se los

cita se los recita y si vos le preguntas “va a venir mañana, va

a venir pasado” y es difícil ¿si?” (Médica obstetra)

El profesional queda expuesto a lidiar con situaciones que

son tan angustiantes para las personas que está atendiendo

como para él mismo, y su “caja de herramientas” para

afrontar estos procesos está restringida a sus recursos

personales, ya que carece de recursos profesionales (“como

médico”) para dar respuesta a estos dramas humanos.

“Generalmente los pacientes sienten una culpabilidad que es

intensa y es difícil de manejar y creo que ahí comienza el

conflicto interno de una familia, ahí empieza un problema… uno

se hecha culpa a otro, el otro a otro pero hay uno de ellos que

no se hace el análisis por las dudas de que haya sido el

transmisor. Por ahí la pareja también lo sabe, o no lo quiso

ver” (médico obstetra)

“Es muy complejo porque la paciente está en un momento en que ya

tuvo su bebe, generalmente son puérperas porque las detectamos

con el HIV rápido o con el último que le pedí que es al final

del embarazo y por ahí ya tuvieron el parto, no le hiciste una

cesárea porque no lo sabías y es un sacudón muy fuerte porque

además, no se como será el tema pero.... la paciente...

imaginemos que no hay... imaginemos si se contagio... no hay una

sexualidad extramatrimonial o extrapareja a los seis o siete

meses de embarazo, me parece a mi, entonces generalmente el

109

tema recae sobe el marido... y es todo un problema, es todo un

problema...” (Obstetra varón)

Como se desprende del último testimonio, el profesional

actuante debe atravesar una serie de situaciones altamente

conflictivas, en la medida que no sólo debe lidiar con las

reproches cruzados, sino que además no puede evitar quedar

encerrado en una “trampa de género” que lo obligaría a

establecer algún marco de alianza, para este caso concreto,

o bien con la “mujer engañada” o bien el “marido infiel”

(situaciones supuestas a partir del relato del

profesional).

Estas reflexiones pretenden ilustrar como muchas veces

detrás de ciertas reticencias aparentemente caprichosas o

burocratizadas a realizar algunas prácticas de salud

(ofrecer preservativos, ofrecer pruebas de VIH) , pueden

esconderse auténticas percepciones del carácter altamente

conflictivo que representan prácticas llamadas

sintomáticamente “rutinarias”.

Las posiciones y prácticas de los servicios de

salud ante la reproducción y anticoncepción en

personas que viven con VIH

La “recomendación número uno” para una persona con VIH es

el uso del preservativo en todas sus relaciones sexuales, y

110

nuestro estudio ha encontrado PVVS que acuerdan de modo

teórico e incluso aparentemente práctico con esta

recomendación. Como hemos visto en el apartado anterior,

hay PVVS que han suspendido durante algún período su vida

sexual activa a partir del diagnóstico de VIH. Otras han

logrado adecuar su situación vital a la recomendación y

mantienen una sexualidad activa y protegida de nuevas

infecciones. Sin embargo, es preciso considerar una gama de

situaciones vitales que ocurren de hecho también en la vida

de las PVVS, y que tienen alta repercusión en la atención

de la salud de las mismas por parte de los profesionales

que se desempeñan en los equipos de salud. De modo

simplificado las situaciones detectadas por las entrevistas

a PVVS son las siguientes:

1) Hay personas que desean tener hijos y que, de acuerdo a

su propia experiencia con los servicios de salud,

buscarán o no compartir las preocupaciones vinculadas a

esta decisión con los profesionales. En la práctica, lo

más frecuente es que las personas concurrieron

directamente a atender su embarazo.

2) Hay personas que no desean “por el momento” o “ya no

desean” un nuevo embarazo, pero encuentran diferente

clase de dificultades para ser usuarias sistemáticas del

preservativo. Estas personas requerirían de apoyo extra

para negociar de modo exitoso el uso del preservativo

con su pareja, y/o de un método alternativo y/o

111

complementario al preservativo, a fin de poder mantener

su vida sexual activa sin riesgo detener un nuevo

embarazo.

3) Las entrevistas mostraron que hay PVVS que ha tenido muy

poco acceso a la información sobre métodos

anticonceptivos y otra gente que ha tenido acceso a

información, pero poco o ningún acceso a los métodos

incluso antes de saberse infectada por el VIH.

Los deseos de tener hijos de las PVVS es un tema que

moviliza fuertes tomas de posición tanto entre los

profesionales como entre las personas afectadas. Los

profesionales enfatizan que han variado sus posiciones y

destacan el valor positivo que han tenido los hijos para

los pacientes, cambio que se expresa en un mejoramiento del

estado general y de la adherencia a los tratamientos. Otros

piensan, tanto médicos como PVVS, que en la medida en que

no hay 100% de seguridad de que el bebé nazca sin el virus,

“es una locura arriesgarse”. La mujer que, a pesar del temor, se

juega por su deseo, es culpabilizada. La culpabilización de

la mujer con VIH aparece en los discursos de algunos

profesionales y también de algunas PVVS.

Hay profesionales y usuarios que muestran en sus respuestas

lo dilemático que les resulta aún este problema:

“No me molesta la idea de estar enfermo, pero también me molesta

que tenés un montón de vacíos que no los llenás. El no saber si

112

podés todavía concebir o podés tener una mujer... ¿cómo

explicarle a una mujer que estás enfermo? Claro, ¿cómo se la

explicás la situación? Sale pirada” (varón).

“Ese es un tema que tenemos pendiente, todo lo que es

procreación; es un tema que todavía no hemos trabajado. Yo creo

que nos supera” (infectóloga).

De los relatos de las PVVS entrevistadas se desprenden

también por lo menos dos posiciones. Una, que ya fue

mencionada, es la de culpabilización (las personas serían

“egoístas”, “no piensan”, “sólo piensan en ellas”). Otros en cambio

ponen de manifiesto que las decisiones reproductivas tienen

que ver fundamentalmente con su propia historia

reproductiva, sin que esto implique negar o desconocer la

enfermedad. En estos casos, la decisión de tener un hijo se

vincula a la situación económica, laboral, de vivienda, al

momento que atraviesa la pareja, al no haber tenido todavía

hijos o al hecho de querer tener otro hijo para ampliar la

familia. Este “grupo” de personas, que busca cumplir sus

aspiraciones de formar una familia, es decodificado por

algunos profesionales como si no entendieran las

“instrucciones”.

“La mayoría ya viene embarazada. La mayoría chau, no le importa,

bueno… qué sé yo… O no le dicen a la pareja o buscan a otro que,

digamos, les haga un chico sin decirle que son positivas”

(infectóloga).

113

Algunos profesionales, en cambio, distinguen la existencia

de embarazos deseados así como de embarazos a los que las

mujeres llegan por falta de una respuesta desde el sistema.

Estos manifiestan su preocupación por casos de mujeres que

tuvieron una cesárea y al poco tiempo volvieron

embarazadas. Manifestaron percibir allí una especie de

“ruido” que genera la sensación de no haber cumplido bien

la tarea, que sería necesario agregar a los circuitos que

ya están armados (diagnóstico, atención del embarazo, del

parto, del niño) la articulación con asesoramiento adecuado

para la reproducción y una resolución más efectiva en

materia de oferta y provisión de métodos anticonceptivos.

Tanto en las entrevistas a profesionales como en las de

PVVS aparecen relatos de mujeres que cambian de hospital

porque sienten que si vuelven al mismo van a ser retadas, y

otros casos de mujeres que llegan en el tercer trimestre

porque ya saben por la experiencia de un embarazo anterior

que allí tienen que comenzar a recibir el tratamiento. Las

dificultades de los equipos para lidiar con estos temas

hacen que las mujeres vuelvan con el problema “ya resuelto”,

o sea, embarazadas.

En el caso de los profesionales de PSRPR, la mayoría de los

entrevistados manifestó no enfrentarse con frecuencia en su

práctica a la situación de pacientes seropositivos que les

planteen el deseo de tener un hijo. Como hipótesis, podría

pensarse que este escaso contacto con la problemática se

expresa en la reticencia de estos profesionales a aceptar

114

el embarazo de las PVVS y en lo “inconveniente y angustiante” que

les resulta esta problemática, en contraposición a otros

grupos de profesionales en que el contacto más cercano y

cotidiano con estos pacientes les cambió la visión del

asunto.

“A la ginecóloga le pregunté: ‘¿Qué pasa si yo quiero tener un

hijo?’. Me dice: ‘Bueno, primero embarazate’. ‘Va a ser muy

difícil’, le digo. Ella sabe que soy portadora. Me dijo: ‘Lo que

pasa, es que tenés que ir a ver a un obstetra’. ‘Pero los

obstetras no me van a atender si yo no estoy embarazada’, y

entonces me dice: ‘Bueno, hablalo con tu infectólogo’. (...) Me

dijo: ‘Primero embarazate’. ¡Ridículo total! Yo necesito ayuda”

(mujer).

Con respecto entonces a qué hacer con los deseos de

embarazo de algunas parejas (pocas) que consultan, se han

encontrado tres respuestas desde los equipos:

1) Se aconseja no embarazarse (ejemplos que ya hemos

revisado).

2) Se busca que el embarazo ocurra dentro de los mejores

parámetros de estado de salud general de la mujer y/o

la pareja. Se propone la realización de inseminaciones

“caseras” o dentro del consultorio del hospital

público. Se realizan derivaciones dentro del sistema

público.

115

3) Se realiza derivación de la pareja con serología

discordante a un servicio público y/o a un lugar

privado.

“Bueno la pareja discordante... existen los dos; si el positivo

es el padre y la mujer es negativa, para eso ya lo tengo

solucionado hace bastantes años. Yo tengo un centro de

derivación de esterilidad (…) El problema que tengo yo ahora es

el otro: mamá positiva en muy buen estado clínico, sin

tratamiento, que tiene muchas ganas de ser mamá con un papá

negativo. Y que qué hacemos con esas madres ¿no? Y más que somos

médicas acá nosotras ¿no?” (Infectóloga).

Posiciones de los profesionales en materia de uso de métodos anticonceptivos

Las respuestas de los profesionales, más allá de su

especialidad, permiten describir tres posiciones con

respecto al uso de métodos anticonceptivos en PVVS. Las

posiciones parecen organizarse básicamente alrededor de la

posibilidad de “soportar” o poder lidiar con la tensión que

se produce entre lo que “debería ser” (usar preservativo

siempre) y la percepción de que se está ante un problema

mucho más complejo, donde lo que “debería ser” es sólo una

de las dimensiones de la respuesta necesaria. Tal como

hemos señalado anteriormente, es posible que detrás de

estas respuestas haya otra dimensión latente que es lo que

cada uno entiende por respuesta, consejo o indicación

médica. Las posiciones detectadas fueron las siguientes:

116

1) No es posible prescribir métodos anticonceptivos en

personas que deben usar preservativo siempre, en la medida

en que durante las relaciones sexuales sin uso de

preservativo estas personas pueden transmitir el virus y/o

pueden reinfectarse.

2) Se aceptan las diversas dificultades que ya hemos

reseñado para el uso universal y sistemático del

preservativo y se afirma que sería necesario ofrecer a las

personas una alternativa. Sin embargo, a la hora de definir

lineamientos de acción, no es posible encontrar un método

adecuado. Habría acuerdo en lo general, pero esto no puede

expresarse en una intervención positiva, en la

recomendación de un método. A modo de ejemplo, algunos

profesionales dijeron que “el DIU podría ser un buen método, pero no

es seguro que las personas realicen los controles, puede producir Enfermedad

Pélvica Inflamatoria”. Los anticonceptivos “ofrecerían riesgo de

interferencia con los antirretrovirales; además que sería aumentar el número

de comprimidos para personas que están tomando muchos remedios

diariamente”, etc. En algunos casos, los únicos métodos que

se imaginan como posibles son métodos a los que la

población prácticamente no tiene acceso y que no son

provistos por el PSRPR, como es el caso del diafragma o las

esponjas espermicidas descartables.

3) Aceptación de la necesidad de ofrecer métodos,

aceptación de la posibilidad e implementación activa de

procedimientos. Estos profesionales logran una especie de

117

mirada epidemiológica para la resolución de los casos

clínicos. Logran considerar los riesgos potenciales, por

ejemplo del DIU, pero inscriben estos riesgos en una gama

más amplia de situaciones potencialmente problemáticas,

como sería un nuevo embarazo no deseado, la posibilidad de

un aborto en condiciones inadecuadas, etc. Dicho de otra

forma, logran establecer una “jerarquía de riesgos”, pensar

en “el mal menor”.

La anticoncepción en las personas que viven con VIH (y posiblemente de las que no tienen VIH): un cortocircuito dentro del sistema

El análisis de las prácticas de atención, esto es cómo se

pasa de la percepción del problema (necesidad de un método

extra al preservativo) a la resolución del mismo (provisión

del método) muestra diferencias con lo analizado para el

caso de la reproducción. Los profesionales que están de

acuerdo con la reproducción (o no niegan la posibilidad)

logran instrumentar respuestas o bien realizar derivaciones

adecuadas (a otros equipos del hospital, a equipos de otros

hospitales, a lugares privados). En el caso de la

anticoncepción, se genera un vacío de responsabilidad sobre

el tema que parecería estar afectando también a las mujeres

que no tienen diagnóstico por VIH. Esto se puede ver con

especial intensidad en el análisis de los testimonios de

los obstetras, que son los mismos profesionales que

atienden a las mujeres sin VIH36. Ellos mismos lo marcan.36 Si bien algunos obstetras se han especializado en embarazo y VIH, ello nosignifica en ningún caso que restrinjan su atención a estas pacientes. Todoslos obstetras participan además, de la atención regular de los servicios.

118

Presentamos a continuación algunos testimonios que

ejemplifican esta afirmación.

Desde los infectólogos se atribuye la responsabilidad de

proveer asesoramiento y métodos anticonceptivos a las PVVS,

a los obstetras o al PSRPR:

“Una de las falencias es el tema de la planificación familiar y,

digamos, el tema de la anticoncepción porque hay un alto

porcentaje de mujeres que vuelven a embarazarse y no es una cosa

planeada sino que falló la anticoncepción porque uno sabe que

preservativos tienen pero por ahí lo usan por ahí no” (…) “estas

pacientes que tienen pautas de conducta un poco diferentes uno

sabe que es insuficiente...

“Desde infectología tenemos consultorios destinados a la

embarazada, la parte obstétrica también está resuelta, para las

pacientes que se controlan no tenemos transmisión vertical. En

los últimos tiempos nos estamos manejando con [menciona un lugar

privado] que le ha dado respuesta también a los pacientes del

hospital en cuanto a inseminación, lavado de semen Pero las que

no están embarazadas es un problema porque no está esto en el

pensamiento de los infectólogos” (infectólogo).

“Los obstetras, eh, tendrías que entrevistarlos, pero no les

preocupa el tema. Empiezan con la concepción y terminan en el

parto” (infectólogo).

“Eh… con ginecología es difícil el trato. Son todos del Opus

[Dei]” (infectólogo).

119

Desde Obstetricia no se considera que la provisión de

métodos anticonceptivos sea es parte del trabajo y suponen

que el PSRPR se ocupa:

“No se llegó a incorporar un ginecólogo, una ginecóloga al

equipo, entonces caemos en el vacío” (médica obstetra).

“Nosotros llegamos hasta el puerperio, esa es nuestra función37,

seguimos a la paciente en internación” (médico obstetra).

“Nosotros no hablamos de ese tema porque atendemos a la mujer en

otra etapa, ella está disfrutando de eso y nosotros la atendemos

y ya te digo que no sabemos si ellas van después a Procreación,

nosotros las mandamos pero sé que la mayoría no van” (médico

obstetra).

“Y ahí llegamos, después dejamos librado a cada una su derecho a

ser madre (…) Pero bueno, es difícil, es un tema complejo, es un

tema por ahí privado en el que cada pareja tiene que decidir,

¿no?” (Médico obstetra).

“No es que la paciente llega a los nueve meses, o sea la

paciente viene controlándose y allí me parece, esto es una

reflexión que hago, que podríamos darle mucha más información,

37 Conviene señalar como dato de contexto que si bien la función básica delobstetra dentro del sistema es la atención de la mujer embarazada y el parto,la consulta de puerperio así como el asesoramiento y provisión de métodosanticonceptivos estaría incluida en sus acciones. Este componente podría estarincluido en los cursos de psicoprofiláxis del parto, así como en el momento dela consulta de puerperio. La médica de la entrevista señala una posiciónpersonal sobre como entiende su tarea, y no una reglamentación de suprofesión.

120

muchísima más… que bueno… también me pregunto por qué no se la

damos al resto de la población” (médico obstetra).

“Vuelven acá las pacientes, vuelven acá, se les extrae los

puntos, a veces las veo yo, lo que pasa es que ya una vez que

han tenido familia... ya las puérperas, es como que yo no hago

puerperio” (médica obstetra).

“¿La anticoncepción? Bueno… [Ríe]” (médico obstetra).

“Siempre nos costó el trabajo con procreación responsable”

(médico obstetra).

Desde de los profesionales del Programa de Salud

Reproductiva y Procreación Responsable:

La mayoría de los entrevistados manifestó no haber

asesorado a un gran número de pacientes con VIH/sida y

algunos dijeron que no atendieron nunca a ninguna mujer con

VIH.

“No tuvimos muchas pacientes [VIH] positivas. En general creo

que fueron una o dos pacientes nada más, en dos o tres años que

hicimos la experiencia” (ginecóloga PSRPR).

“Nunca atendí a una paciente HIV. Supongo que eso lo atiende el

médico que la atendió en el embarazo o el infectólogo”

(tocoginecóloga PSRPR).

121

Se hizo referencia a estas mujeres como “pacientes

especiales”, que concurren a buscar un método

anticonceptivo y luego no vuelven a controles, como una

actitud negativa de ellas.

Desde los usuarios:

Cuando se les preguntó a las PVVS si habían recibido alguna

clase de asesoramiento con respecto a métodos

anticonceptivos, las respuestas fueron prácticamente todas

negativas. Conviene destacar también que al relatar su

trayectoria previa en el uso de anticonceptivos, las

descripciones eran bastante heterogéneas, aunque se podían

apreciar recorridos muy similares a los de las mujeres

seronegativas. Algunas habían usado métodos de modo

consistente, otras habían realizado usos erráticos de

diferentes métodos y otras nunca habían tenido a acceso ni

a información ni a métodos antes del diagnóstico de VIH.

“E: ¿Te acordás alguna recomendación que te dieron durante el

embarazo?

– No, no me acuerdo, pero todo bien, bueno, que el pecho no le

tenía que dar.

E: ¿Y te hablaron de otro embarazo?

– No, lo único que me dijeron es que tenía que esperar, que no

podía tener muy seguidos porque tenía con cesárea, nada más”

(mujer).

122

“E: Y acá, con los infectólogos, ¿no se da que ellos te planteen

el tema de la sexualidad o de métodos anticonceptivos?

– No, no, porque yo con este médico recién hace un mes va a

hacer, pero lo vi dos veces nada más.

E: ¿Y con los otros de antes?

– Tampoco.

E: En general no son temas que charlan...

– Claro, no” (mujer).

La investigación como dispositivo

Tal como fuera señalado en el Diseño de la Investigación, el

tercer objetivo de la tesis era describir la implementación

de una investigación como dispositivo de gestión. Las

características principales del dispositivo –tal como fue

definido por Campos (2000) son: 1) su potencial para crear

espacios de encuentro donde puedan alterarse los modos

jerárquicos y burocratizados de toma de decisión, y 2) el

carácter eventual, que lo distingue de otros espacios

colectivos más estructurados y que forman parte de los

organigramas de las organizaciones.

A fin de transmitir los resultados que se obtuvieron de la

experiencia de implementar una investigación como

dispositivo de la gestión de la Coordinación Sida, se

presenta una tabla (Tabla 1) donde se ubican en la primer

columna cinco pasos de la investigación, en la segunda

columna se consigna el sentido del paso desde el punto de

vista de la investigación tradicional y en la tercera

columna se señala cuál fue el sentido que tuvo el mismo

123

momento desde el punto de vista de la gestión. Luego se

hace una breve descripción del encuadre y se muestra la

sistematización de la producción colectiva de los dos

principales espacios colectivos: la devolución de

resultados preliminares a los profesionales entrevistados

(Tabla 1- paso 3) y la presentación del informe final ante

los actores relevantes (Tabla 1- paso 4).

124

Tabla 1: Doble lectura de los pasos de la investigación

I Pasos de lainvestigaciónseleccionados

II. Investigación comoherramienta paraproducir conocimiento

III. Investigacióncomo herramienta degestión

1. Análisis deluniverso bajoestudio yselección depersonas aentrevistas

Definición depoblación yconformación de lamuestra intencional

Reconocimiento deactores que operan enel sistema para eltema que ocupa a lagestión

2. Toma deentrevistas

Levantamiento de datosprimarios

Espacio de encuentrodonde se empieza atrabajar sobre un temanovedoso y seintercambiainformación

3. Devolución deresultados aprofesionalesentrevistados

Análisis de laconsistencia de losresultados,levantamiento denuevos datos ehipótesis. Cuidado deaspectos éticos de lainvestigación.

Espacio de encuentrocolectivo donde seproduce una nuevainstalación delproblema, seintercambiainformación y se haceanálisis de modoconjunto.

4. Presentación delinforme finalante actoresrelevantes

Divulgación delconocimiento producidopor la investigación

Creación de un espaciode encuentrointerdisciplinario, apartir de unapropuesta de formaciónde equipos, donde sepresenta para debateun tema que carecía depresencia públicainstitucional hastaese momento.

5. Publicación delos resultados

Divulgación delinforme final

Incorporación delproducto de lainvestigación comoparte de lasRecomendaciones de laSecretaría de Salud enmateria de prevenciónde la transmisión

125

vertical.

126

Producción colectiva en los espacios

Encuentro de devolución de los primeros resultados a los

profesionales entrevistados

Una vez finalizado el levantamiento de entrevistas a

profesionales de la salud, se hizo una primera

sistematización de los datos aportados por las mismas. Se

preparó una presentación que incluía básicamente los

antecedentes y objetivos del estudio, el diseño

metodológico y los principales resultados: composición de

los equipos; modos de trabajo; modalidades de derivación de

los pacientes; posiciones, conocimientos y prácticas

detectadas en lo referido a la reproducción y

anticoncepción en PVVS.

Se convocó a una mañana de trabajo a los 30 profesionales

que habían sido entrevistados, de los cuales concurrieron

22. El director de la Coordinación Sida presentó el sentido

y objetivos del encuentro, se presentaron los resultados a

lo largo de una hora, y luego se abrió el espacio de debate

que se extendió por dos horas. A continuación se listan las

conclusiones del debate.

Obstáculos identificados por los profesionales participantes del encuentro en el

accionar de los servicios de salud

127

Dificultad por parte de los equipos de salud de

“recordar” los aspectos vinculados a la vida sexual y

reproductiva de las personas. La hipótesis que tuvo más

alta aceptación fue la que vinculó este déficit a la

formación “tanto de grado como de postgrado”.

Dificultades en la implementación concreta del PSRPR. Se

mencionaron como obstáculos los siguientes:

Falta de apoyo político de algunos directores de

hospital al programa, lo que se expresaba en la poca

disponibilidad de recursos humanos y espacio edilicio

afectados a esta prestación.

Horarios restringidos de atención de algunos equipos

del PSRPR.

Falta de dinamismo en la provisión de los servicios

por parte de algunos equipos afectados a esta tarea,

lo que se expresaba en procedimientos de atención que

no se ajustan a los recursos efectivamente

disponibles, y demoran hasta el límite los tiempos que

transcurren entre que una persona demanda un método y

el momento en el que logra utilizarlo. Exceso de

rutinas de laboratorio. Problemas de accesibilidad a

la población que efectivamente demanda las

prestaciones.

128

Existencia en algunos profesionales de las diversas

especialidades aquí estudiadas y también en algunos

profesionales que se desempeñan dentro del PSRPR, de

creencias y prejuicios respecto a ciertos métodos

anticonceptivos.

Fragmentación de la atención obstétrica.

Elementos facilitadores para cambiar la atención detectados por los profesionales

Las mujeres que viven con HIV (PVVS) establecen en

general un vínculo fuerte y positivo con el obstetra que

atiende su embarazo. Se detectaron las siguientes

situaciones cotidianas donde se podría introducir el

tema de la oferta de asesoramiento y provisión de

métodos. Estos momentos eran:

En la primera consulta, indagar sobre métodos de

cuidado previos al embarazo.

En los controles pre natales, en particular cuando se

habla por ejemplo de la suspensión de la lactancia.

En sala de internación, luego del parto.

En consulta de posparto, en particular aquellas

mujeres que se han realizado una cesárea.

129

En las instancias en que se hace el seguimiento de la

serología del recién nacido.

El vínculo con el médico infectólogo es altamente

valorado por los usuarios, quienes de hecho hacen a

veces largos recorridos dentro del sistema hasta

encontrar un profesional que sea de su “confianza”. El

infectólogo es en la mayoría de los casos el médico de

cabecera de las PVVS. El infectólogo tendría también

oportunidades de indagar sobre los cuidados de las

personas que atienden, esto se vería facilitado por

ejemplo, cuando se proponen drogas que son iatrogénicas

para una mujer embarazada.

Hay claras razones de orden médico que vuelven necesario

introducir la oferta de asesoramiento y provisión de

cuidados para regular la fecundidad. Estos son:

La mayoría de las mujeres que viven con VIH tienen

partos por cesárea. Es fundamental aumentar los

esfuerzos para garantizar un período ínter genésico de

por lo menos dos años.

La inhibición de la lactancia acelera los tiempos de

reinicio del ciclo de ovulación. Las mujeres con VIH

recuperan su fertilidad antes que las mujeres que

amamantan.

130

Los abortos en mujeres inmunodeprimidas presentan

riesgos aumentados.

La posibilidad de disminuir la tasa de transmisión

vertical en parejas que desean tener un hijo se basa

en la posibilidad de programar los embarazos.

La existencia de medicamentos absolutamente

contraindicados para mujeres embarazadas.

La mayoría de los profesionales, se mostró sumamente

interesada en aumentar su conocimiento sobre estas

temáticas, proponiendo la creación de ámbitos no sólo de

capacitación en el sentido más formal del término sino

también de espacios de debate ético.

Hubo también alto consenso en la necesidad de revisar

los circuitos de atención dentro de los hospitales y

dentro del sistema, a fin de buscar caminos alternativos

a las prácticas que se están llevando adelante hoy en

día.

La mayoría de los obstáculos detectados para la atención

de la salud reproductiva de las PVVS son comunes a los

que encuentra la población general. Es preciso producir

cambios en la atención general; mientras se construyan

estos nuevos caminos, es posible mejorar aun más la

131

calidad de atención de las PVVS, considerando que el

número anual de partos en PVVS es relativamente bajo.

Los espacios para asesoramiento en la implementación de

cuidados en las relaciones sexuales, maternidad y

paternidad en PVVS, así como la provisión de métodos

anticonceptivos deben existir a nivel local (sin

derivación o con derivación dentro del hospital o del

primer nivel de atención, incluyendo los equipos

conformados dentro de los centros de salud). Se

propusieron tres modos de construir estos circuitos,

construcción que en principio debe responder a cada

realidad local. Estos son:

1) Los equipos del PSRPS existentes en el hospital

donde la pareja atendió su embarazo y realizó el

parto. En el caso de no contar con este recurso a

nivel hospitalario, incorporar como espacio de

referencia los equipos conformados en el centro

de salud más cercano al domicilio de la pareja.

2) El equipo de obstetricia que acompañó todo el

embarazo extiende el proceso de atención en PVVS

hasta incluir estos procedimientos.

3) Derivación a “servicios amigables” para tratar la

problemática, que estén localizados dentro de

hospitales y/o centros de salud del sistema.

132

En cuanto a la posibilidad de brindar apoyo tecnológico

para disminuir la transmisión sexual y vertical en

parejas serodiscordantes cuando la pareja tiene la

decisión tomada de tener un hijo, se ha detectado que

por un lado hay algunos servicios de la ciudad que están

realizando prácticas de complejidad media

(inseminación). Por otro, hay acuerdo en la necesidad de

proveer desde el sistema público las prácticas que se

realizan a nivel privado, que son técnicas más

sofisticadas de fertilización asistida y lavado de

semen. Dado que estos procedimientos requieren de cierta

tecnología y de equipos especializados, se propone que

lo ideal sería contar con un centro de referencia dentro

de la ciudad, dispuesto a recibir derivaciones del resto

del sistema.

Presentación con discutidores del informe final ante los

actores relevantes del sistema de salud

Cuando se terminó el informe final de la investigación que

incluyó el análisis de las entrevistas a usuarios así como

las producciones colectivas surgidas del paso anterior, se

organizó desde la Coordinación Sida una convocatoria que

incluyó a infectólogos, obstetras, ginecólogos del PSRPR,

otros miembros de los equipos de salud de diferentes

profesiones y PVVS que tienen participación activa dentro

del sistema de salud.

133

Se prepararon cinco copias del Informe Final que fueron

entregados para su lectura previa a la Coordinadora del

PSRPR y a una persona que había participado como

entrevistada por cada uno de los grupos entrevistados: una

médica infectóloga, una médica obstetra, una médica

ginecóloga del PSRPR y una referente de la “Red de Mujeres

que viven con VIH”.

El encuentro tuvo lugar en la Maternidad Sardá, única

institución de la ciudad que se dedica exclusivamente a la

atención de mujeres embarazadas. La misma fue elegida por

su carácter emblemático así como por la cantidad de partos

anuales que realiza (el 30% de los partos ocurridos en los

hospitales públicos de la Ciudad). La actividad fue abierta

por el subsecretario de salud de la Ciudad, el director de

la Coordinación Sida y la responsable del PSRPS. Luego se

presentaron los resultados de la investigación y a

continuación, cada una de las discutidoras hizo su

devolución. En el recuadro de abajo se incluye, a modo de

ejemplo, la presentación de la médica infectóloga Marcela

Ortiz de Zárate de la Maternidad Sardá38.

“Indudablemente el COMPROMISO, en países en vía de

reconstrucción como el nuestro, sigue siendo la palabra clave.

Para esta reconstrucción, como para cualquiera, es necesario

tener en cuenta todos los elementos que van a participar en la

38 La Dra. Ortiz de Zárate había traído el texto escrito y aquí se respetan losdestacados que ella utilizó.

134

misma, pero problemas de falta de presupuesto y de planificación

impiden que las cosas se hagan de esta manera.

El trabajo con pacientes convivientes con el VIH, en el mejor de

los casos multidisciplinario, como refirió una de mis colegas,

se siente como UN FUELLE que se infla y se desinfla con el

ingreso y abandono sucesivo de participantes.

Médicos, pacientes, becarios, fundaciones, trueques, son todas

armas utilizadas para sobrevivir a la epidemia, pero en gran

parte de los casos, carentes de SUSTENTABILIDAD. Uno termina

aceptando que este mal, por ahora, tampoco parece tener cura, y

no me refiero al infeccioso. Médicos y pacientes seguimos

buscando lo mismo: respuestas, soluciones y contención, desde

sitios muy diferentes.

En muchas ocasiones, somos testigos de la SEGUNDA ENFERMEDAD que

ocasionamos iatrogénicamente en los usuarios del sistema,

claramente inoportuna…

La dificultad en las respuestas, el desconocimiento, los

múltiples criterios aún dentro de un mismo equipo, la

discriminación generada por la buena intención de encontrar

factores de riesgo aglutinantes, que como nos demostró la

evaluación de la epidemia, nos indujo a desproteger al resto,

los que ahora la padecen, el peregrinaje por los diferentes

centros de salud, buscando los medicamentos que yo como médico

te indico, el estado te regala, vos debés tomar y si no los

conseguís porque no hay es tu problema, tu responsabilidad y mi

culpa… conforman una extraña y agobiante telaraña.

135

Como infectóloga, el LLEVAR DE LA MANO es un hábito que se

repite en muchos centros, el acompañamiento del paciente,

fundamentalmente en el transcurso del embarazo para agilizar su

atención, intenta subsanar las falencias de un sistema en

desarrollo.

Pero este acto sólo está basado en la VOLUNTAD de cada

participante, y la voluntad de agota en el tiempo… se orada con

los cambios de políticas sanitarias, falta de reconocimiento

como una nueva labor, falta de acompañamiento y contención.

Estas situaciones, la coexistencia del VIH con el embarazo, con

la prevención y el manejo del mismo son nuevas para los usuarios

del sistema (léase: pacientes y trabajadores de salud) y como

todo lo novedoso requiere de un mayor esfuerzo hasta lograr la

fluidez y la cotidianeidad suficientes para sostenerse.

Y aquí volvemos a la necesidad del COMPROMISO de todas las áreas

involucradas.

Con la AUTONOMÍA que demasiadas veces nos brinda la soledad,

hemos ido conformando equipos activos y efectivos, plantando el

germen de la participación en grupos más jóvenes y aún en

algunos más experimentados.

La participación en esta encuesta39 nos conectó con otras islas

hospitalarias, predecibles pero desconocidas, hizo surgir la

necesidad de intercambiar experiencias y soluciones, además de

pacientes.

39 Se refiere a la investigación en la que ella participó como entrevistada

136

Nos enfrentó al parcializado manejo que hacemos de la

anticoncepción y a la necesidad de reformularnos como médicos,

desde un ángulo más personal y humanitario, el derecho a la

procreación o el derecho a la no procreación, en personas que

viven con esta patología, orientando y respondiendo de una

manera menos abstracta y más activa en estos temas.

Si logramos en muchos centros universalizar la solicitud del

estudio del HIV, debemos plantearnos ahora sobre que deberíamos

trabajar para lograr la fluidez y la eficacia en estos temas.

Este experiencia, además nos brindó, pues creo que fue un efecto

compartido, un esbozo de lo gratificante que puede llegar a ser

un ámbito y una rutina de discusión institucionalizada”.

Finalmente se abrió un espacio de debate que se extendió

por más de una hora e involucró la participación del

auditorio compuesta por unas cien personas. Se detallan a

continuación algunos nudos y conclusiones seleccionando los

tópicos que están más vinculadas con nuestro tema bajo

estudio:

Participantes de diferentes disciplinas propusieron la

necesidad de contar con directrices que orienten la

provisión de métodos anticonceptivos en PVVS. Estas

directrices tendrían que producirse en el marco de

reuniones interdisciplinarias de las que también podrían

participar PVVS.

137

Se levantó la necesidad de contar con la provisión

pública de prácticas en reproducción, “equivalentes a las que

se hacen en privado40”.

Se reflexionó sobre las dificultades que ocasiona

conversar con los pacientes sobre sexualidad. La

reflexión se expresó en la siguiente pregunta: ¿Cómo es

posible que podamos hablar de la muerte y no podamos hablar de la

sexualidad? Hubo consenso en la necesidad de trabajar en

equipo, como modo de compensar el déficit personal.

“Tenemos que dejar de pensar en el profesional individual”. Los médicos

infectólogos reclamaron la necesidad de involucrar a

pediatras y a clínicos como médicos de cabecera de las

PVVS.

“Los hospitales no están preparados desde el punto del vista de la

organización del espacio para conversar con la gente. Faltan lugares para

el trabajo grupal y fundamentalmente falta espacio de intimidad. Ante la

falta de intimidad revisás cuerpos, das órdenes y recetas. Para hablar de

cosas íntimas, el espacio debe acompañar”.

Varios profesionales expresaron el impacto positivo que

les producía escuchar “que nos cuenten qué pasa con nuestro

trabajo, porque nos permite ver los logros y también darnos cuenta de

cosas que se nos escapan por estar centrado cada uno en lo suyo”.

40 Se marca en letra itálica frases textuales dichas por los participantes delencuentro.

138

También tuvo alto impacto emocional para muchos

participantes la presentación de la mujer que habló

desde su lugar de PVVS. Una profesional lo expresó del

siguiente modo: “tal vez para acercarnos a las personas tenemos que

olvidarnos del HIV”.

139

Cuarta Parte: Del Cielo a losTerritorios

El derecho de las personas a disponer de los recursos que

permiten ejercer una vida sexual libre de ITS y regular la

fecundidad, tiene un alto reconocimiento formal en las

sociedades democráticas modernas. Sin embargo, los

obstáculos que aún se detectan en nuestros países del sur

del Ecuador, para la implementación de acciones positivas y

de alcance masivo, nos muestra que estamos ante un campo

todavía abierto a la investigación y a la experimentación

de nuevas estrategias.

Los actores políticos que han bregado por la creación de

programas y leyes que garanticen estos derechos tuvieron

que dar una pelea que se desarrolló tanto en las calles

como en los foros de carácter internacional y en espacios

legislativos locales, de nivel nacional y municipal.

Avanzar en la implementación efectiva de los acuerdos

significa la consideración de nuevos escenarios y actores:

nos referimos al sistema de salud y a los equipos que lo

conforman. Dicho de modo “épico poético”, si con Cairo

(1994) y Beijing (1995) se ha ganado el Cielo, es preciso

en estas épocas que corren avanzar por sobre los

Territorios.

140

Las visiones normativas sobre la estructuración y modo de

funcionamiento de los sistemas de salud vienen siendo

criticadas ya desde los años ´70 (Onocko Campos, 2003a).

Sin embargo, la ilusión de un sistema organizado de modo

funcional según niveles de complejidades crecientes e

intercomunicadas, mantiene vigencia en grandes sectores de

la sociedad. Y forma parte de los supuestos de no pocas

reformas que buscan el cambio sanitario; las propuestas en

materia de salud reproductiva no han quedado ajenas a esta

limitación.

La corriente de pensamiento socio sanitario desarrollado

fundamentalmente por autores latinoamericanos en las

últimas cuatro décadas (Nunes, 1991) nos abre fructíferos

caminos cuando nos permite pensar la salud como un hecho

social y los procesos de salud – enfermedad – atención como

escenarios donde también se dirimen los conflictos que

mueven a las sociedades.

“A administração pública tem sido considerada um

instrumento de operacionalização de política, embora

apresentada sob forma de uma técnica aparentemente

despolitizada (…) haveria que se reconhecer que a

administração de cada sistema de saúde, de cada empresa

pública, é uma instância de disputa política, de conflito

de classes, de várias concepções culturais, sociais e

históricas” (Campos, 1997: 198).

141

La atención a los niveles macroeconómicos, esto es a como

se estructuran y financian los sistemas de salud, no alivia

de la necesidad de enfocar el campo de la gestión de las

instituciones públicas de salud, y la consideración de los

actores que cotidianamente recrean las prácticas socio

sanitarias. Es en esa micro escena donde se realiza la

producción de salud, en el encuentro entre sujetos

profesionales y sujetos usuarios o pacientes.

Nuestra aproximación a esta escena es guiada por los

desarrollos teóricos que indican que en estos intercambios

operan dimensiones que escapan a las miradas sociológicas

tradicionales, nos referimos a los procesos de orden

subjetivo que se activan en los actores. Estos procesos a

su vez, expresan no solamente los matices individuales de

las personas sino que en esa superficie también se

escenifican, actualizan o recrean los conflictos sociales

que atraviesan a los grupos sociales41.

“O saber e a prática clínica – não só dos médicos, mas lato

sensu- não tomam como um problema a ser investigado

profissionalmente, ou até mesmo cientificamente, o fato de

que o processo de diagnóstico e de cura é sempre uma

relação entre dois sujeitos, nunca redutível a uma

objetividade positivista (…) A resistência do paciente à

intervenção do profissional sobre seu corpo, sua mente e

sua vontade, e o envolvimento parcial deste último, em

virtude de aspectos do caso ou do doente que lhe são41 Para una visión desarrollada de este punto de vista, sugerimos la lecturadel capítulo 2: A Co-produçao de sujeitos e de coletivos: a funçao Paidéia(Campos, 2000: 67-120).

142

desagradáveis ou lhe agridem a sensibilidade, podem levar

grande parcela dos serviços produzidos ao fracasso”.

(Campos, 1997: 184)

Guiados por estos conceptos, nuestra investigación se

propuso profundizar en el conocimiento de los procesos que

facilitan u obstaculizan la implementación efectiva de

procedimientos tendientes a proteger a la población de los

riesgos no deseados del ejercicio de la sexualidad,

situando el nivel de observación en los servicios de salud.

En este capítulo se realizan reflexiones analíticas sobre

el material desarrollado en los apartados anteriores,

siguiendo tres ejes: el de las decisiones metodológicas con

énfasis en los intereses teóricos que las guiaron, el de la

comparación de los hallazgos sobre sexualidad y servicios

de salud en función de investigaciones llevadas adelante

por otros autores y, finalmente, el de la experimentación

del uso de la investigación como dispositivo para la

gestión en salud pública.

Consideraciones sobre el método de investigación

El diseño de la investigación recuperó dos preocupaciones

teóricas de diferente orden: la búsqueda de articulaciones

entre la salud reproductiva y el HIV-sida, y el interés por

aumentar el conocimiento sobre el papel activo de los

actores; hecho tradicionalmente maltratado por las

143

corrientes de gerenciamiento del sector público (Campos,

1997; 2000).

Sobre la articulación del HIV-sida y la salud reproductiva

A más de veinte años de la aparición de los primeros casos

de HIV-sida, se observa todavía tanto en el plano

programático (existencia de Programas Verticales), en el

plano de las comunidades científicas (Sociedades de Sida,

Sociedades de Ginecología, Sociedades vinculadas a la Salud

Reproductiva, Grupos de investigación académica, etc.) así

como en el plano de los organismos financiadores

internacionales (de investigación y de implementación de

acciones) una dificultad en integrar agendas y acciones

(Richey, 2003; Askew & Berer, 2003; Berer, 2003).

“Similarly, many in the sexual and reproductive health

field rarely, if ever, read an AIDS journal or attend a

meeting where HIV is the main subject (or didn't until AIDS

money beckoned them). Many HIV specialists are similarly

remiss when it comes to reproductive (and even sexual)

health. Researchers in the two fields often do not consult

or reference one another's articles even when addressing a

topic of relevance to both. Papers on sexual and

reproductive health topics submitted to international AIDS

conferences rarely achieve plenary status, but rather are

tucked away on posters and the conference CD. A serious

meeting of the minds is long overdue, but both groups have

20 years of catching up to do on information produced and

144

experience gained on the other side of the fence, to avoid

reinventing the wheel” (Berer, 2003:32).

Trabajar sobre la salud reproductiva en PVVS es una

superficie catalizadora que permite observar de modo

amplificado las dificultades más generales que se les

presentan a los equipos a la hora de lidiar42 con la

sexualidad de las personas. En realidad, es posible pensar

que gran parte de los obstáculos para prevenir el VIH desde

el sistema de salud, en especial en población femenina,

estuvo ligado a esta clase de dificultades.

El VIH-sida ha afectado desde el comienzo de la epidemia a

personas que se encontraban en la llamada “edad reproductiva”

y, si bien en un principio de modo más desigual, afectó tanto

a varones como a mujeres. La prueba más elocuente de esto es

que, desde el comienzo de la epidemia, se han reportado casos

de VIH-sida por transmisión vertical43.

Los fuertes imaginarios que rodearon la enfermedad desde sus

inicios y que la vincularon a hombres homosexuales, a

usuarios de drogas inyectables44 (en su mayoría varones

heterosexuales) y su asociación con una muerte inmediata,

posiblemente dificultaron la consideración de varias

42 Se utiliza el concepto de lidiar en el sentido de “tomar parte en,participar de”.

43 En 1986 se reportaron los primeros casos de sida en niños por transmisiónvertical (Ministerio de Salud, 2003).

44 Conviene señalar como dato de contexto, que la distribución de los casosnotificados de sida en el país, según vía de transmisión 1982 -2003, muestraque el 36.3% eran usuarios de drogas intravenosas (Ministerio de Salud, 2003).

145

cuestiones que hacen a nuestro tema de estudio, esto es: que

las personas que se infectaron por compartir jeringas

contaminadas eran en su mayoría varones heterosexuales que

mantenían relaciones sexuales con mujeres; que una proporción

importante de personas que se infectaron por compartir

jeringas contaminadas eran mujeres en edad reproductiva; que

muchos hombres homosexuales también mantenían relaciones con

mujeres en edad reproductiva, y que algunos de ellos también

tenían y/o deseaban tener hijos, etc. Queremos enfatizar que

el VIH y la reproducción en personas que viven con el virus

fue un tema que “existió” desde el comienzo de la epidemia,

pero que por diferentes motivos de orden socio-subjetivo,

demoró en instalarse en las agendas científicas.

El campo de la atención del VIH/sida nos pone diariamente

ante nuevos desafíos para los que es preciso construir

respuestas que vayan más allá del descubrimiento de nuevas

drogas. En realidad, es en parte gracias a los avances

científicos en el campo de la biomedicina de los últimos

años –que han convertido al VIH/sida en una enfermedad

crónica– que hoy cobra mayor relevancia y visibilidad la

atención de los derechos reproductivos de las personas.

La existencia del protocolo 076, de la terapia

antirretroviral de alta eficacia (Highly Active Anti-

Retroviral Therapy - HAART), y de una política de

distribución gratuita de medicamentos antirretrovirales en

nuestro país y en nuestra ciudad, ha marcado un antes y un

146

después en la esperanza y calidad de vida de las personas

que viven con VIH (PVVIH). Esto ha generado diferentes

tipos de efectos positivos, susceptibles de ser más o menos

mensurados (Secretaría de Salud 2002, 2003; Miniserio de

Salud, 2003).

Los efectos positivos claramente mensurables son los

siguientes:

Disminución de la mortalidad por sida

Disminución de la aparición de nuevos casos de sida

Disminución del tiempo de internación en personas con

VIH/sida debido a la aparición de enfermedades

relacionadas

Aumento de la expectativa de vida

Disminución de la transmisión vertical

Disminución del número de niños que desarrollan la

enfermedad

Otro efecto positivo ocasionado por la existencia de los

nuevos tratamientos puede ser visualizado en el campo de la

prevención del VIH. Nos referimos al aumento de personas

que acceden al testeo y el consecuente aumento de personas

diagnosticadas de modo más precoz (en período

asintomático), hecho que se expresa con mayor impacto en

las mujeres en edad reprodutcitva, a paritr de la oferta

universal de la prueba diganóstica al momento del

embarazo45. 45 En 1997 fue aprobada la Norma Nacional de Sida en Perinatologìa.

147

La relación entre la prevención y el tratamiento de las

enfermedades es más estrecha que lo que se considera

generalmente. Así, el contar con respuestas para las PVVIH

genera un nuevo escenario en materia de promoción y toma de

decisión con respecto al test de VIH. La progresiva pérdida

de sentido de la vieja asociación entre el sida y la muerte

favorece que los equipos se sientan más cómodos para

ofertar la prueba y genera una mejor disposición en las

personas a conocer su serología. Dicho de otra manera, en

la medida en que bajan los niveles de temor y de

discriminación –pues la PVVIH deja de ser amenazante– los

profesionales pierden el miedo a trabajar sobre este

problema y las personas logran romper la organización

original de la enfermedad, que era “la enfermedad de

otros”46.

Finalmente, y no menos importante, el efecto más positivo –

tal como señala Veriano Terto (2003)– es el cambio

cualitativo que ha ocurrido en las PVVIH que han pasado de

un “proyecto de muerte” a la reorganización de un “proyecto

de vida” que incluye no sólo la posibilidad de inserción

social, sino también las esperanzas en formar una familia

y/o en tener hijos.

46 Esta afirmación se basa en diversos desarrollos que plantean queubicar el sida como “enfermedad de otros” es una estrategia ilusoriapero estrategia al fin de mantenerse “alejado del peligro” o “fuera depeligro” (Weller, 1999).

148

A partir de estas nuevas realidades, los equipos de salud

tenemos que responder a necesidades que antes no estaban

planteadas con tanto nivel de visibilidad. Es preciso

considerar en la atención de las PVVIH, que las mismas

mantienen, en la mayoría de los casos, su actividad sexual

luego del diagnóstico, y que tienen derechos y deseos (como

las demás personas) a regular su fecundidad con los métodos

más adecuados, así como a tomar decisiones informadas sobre

reproducción y contar con la tecnología más avanzada

disponible para ello.

Consideración de los actores como parte del problema

La decisión de trabajar con entrevistas a cuatro actores

importantes del proceso de atención de la salud

reproductiva de las PVVS se basó en la segunda preocupación

teórica de la tesis que es la sistematización de

conocimiento sobre el rol activo que tienen los

profesionales en su rol de mediadores de la realización de

las políticas.

El modelo tradicional de gestión – denominado por Campos

(2000) “modelo hegemónico gerencial” o “modelo taylorista

de producción de salud” – se basa en la división de tareas

entre los que piensan (los funcionarios políticos de los

niveles centrales, los directores) y los que ejecutan (los

profesionales y sus “colaboradores”).

149

“O modelo liberal – privatista, ao cosificar a relação

trabalhador – usuário, reduz o universo das necessidades e

dos saberes a ele referente a um processo sempre previsível

e estruturado, tratando os agentes deste processo como não

sujeitos e sim como meros cumpridores de rituais. E um

ritual nada interessante para ambos, principalmente para o

usuário, inclusive empobrecendo a própria visão de

problemas e necessidades ao não tratá-las na universalidade

que elas se comportam” (Merhy, 1997 c: 119) .

Sin embargo, las relaciones de poder dentro de los sistemas

de salud son infinitamente más complejas, hecho que

posibilita no sólo la “realización de rituales” con pérdida

del sentido último de las acciones (valorización del

procedimiento por encima de la cura o el abordaje integral)

sino también la existencia de infinitas modalidades de

atención basadas en criterios personales y/o locales, tal

como hemos visto en el caso estudiado de la ciudad de

Buenos Aires en el capítulo anterior.

Esta variedad de recorridos pone de manifiesto los grados

de autonomía con los que cuentan los equipos, pero también

los niveles de abandono en los que se encuentran en primer

lugar los usuarios del sistema (cuando la autonomía de los

profesionales pierde de vista la misión primaria que es la

atención de usuarios según sus necesidades) y en segundo

lugar los equipos, librados en muchos casos a su propia

capacidad de gestionar procedimientos y recursos para el

150

cumplimiento de sus tareas (lugares físicos, habilitación

por parte de las jefaturas para realizar prácticas

adecuadas, recursos materiales para desarrollar su tarea).

El hospital moderno, dice Campos (1997), desmiente la

hipótesis que condiciona el desarrollo organizacional de

una institución a la existencia de mecanismos unívocos de

comando y control.

En los hospitales hay dos líneas de poder, dos jerarquías:

1) Una tiene en la cabeza un director que administra el

hospital en sus aspectos financieros, materiales y

controla los “para médicos”.

2) La segunda línea de mando, no puede ser considerada en

rigor “línea de poder” porque la distribución de

derechos y responsabilidades es más horizontal: es el

modo como se organiza el llamado cuerpo clínico.

Campos (1997) reflexiona sobre el aporte de Focault que

introduce la noción de disciplina como nueva forma de

control, señalando que la introducción del poder

disciplinar en el hospital no se da de forma homogénea.

Para los pacientes –dice Campos- el hospital es una

institución total, ya que al ingresar deberían dejar afuera

cualquier esperanza de autonomía sobre su cuerpo y vida.

Situación intermedia es la de técnicos y auxiliares y

enfermeros que trabajan con régimen de empresa moderna. Con

151

mayor grado de libertad estarían los médicos y otros

profesionales.

Nuestra investigación ha privilegiado en las entrevistas a

profesionales y usuarios la búsqueda de sus visiones sobre

los problemas, sobre las normas así como la descripción de

prácticas de atención que involucran redes, recorridos de

los usuarios dentro del sistema. Los resultados permiten

confirmar la existencia de una gran cantidad de micro

poderes que permiten crear y sostener circuitos que se

encuentran por fuera de los canales formalmente

establecidos y por fuera del control público. En algunos

casos, estas redes permiten resolver problemas a favor del

interés de los usuarios: derivaciones personalizadas para

mejorar la atención, uso de recursos privados y de

fundaciones para suplir las prácticas que el sector público

no considera. En otros casos, se observa una auténtica

privatización del espacio público, donde las redes

informales priorizan los intereses particulares de

profesionales o grupos de profesionales, por encima del

interés y los derechos de los usuarios.

¿Por qué la investigación priorizó las entrevistas a los

médicos y no se trabajó también con otros profesionales que

participan de la atención de la salud? Entendemos que este

grupo profesional es el que tiene todavía el mayor poder de

decisión y de intervención dentro del sistema de salud

público de la ciudad de Buenos Aires. El modo de producción

152

estatal de servicios de salud está asentado sobre los

médicos.

“Na prática, a questão médica poderia ser considerada a

caixa-preta que os projetos públicos de saúde não

conseguiram sequer desvendar, quanto menos resolver”

(Campos, 1997:120).

“As recentes ampliações da composição qualitativa das

equipes de saúde na área pública, com a contratação de

enfermeiros, técnicos de enfermagem, psicólogos,

assistentes sociais, e outros profissionais, via de regra

tem representado um sopro de vida novo no corpo moribundo

dos serviços públicos. (…) No entanto, não conseguiram,

enquanto atores políticos, criar uma dinâmica política

capaz de superar a privatização e burocratização do sistema

público, prevalecendo, mesmo entre esses funcionários, uma

situação de progressiva adaptação à pasmaceira do sistema

público” (Campos, 1997: 124).

El trabajo con entrevistas a grupos diferentes buscando

reconstruir a través de las descripciones las prácticas de

atención cotidianas permitió visualizar obstáculos para la

atención de la salud reproductiva que no suelen ser

descriptos por estudios similares (Ramos et.al., 2001).

Posiblemente uno de los hallazgos más interesantes ha sido

la localización de un auténtico “Triángulo de las Bermudas”

o “agujero negro” que aparece cuando la mujer embarazada

153

(con o sin VIH) deja el servicio de salud luego de haber

tenido a su bebe.

Los médicos obstetras muestran en general que no consideran

el asesoramiento y provisión de métodos anticonceptivos

como parte de su trabajo y como ha sido mostrado, el grado

de desarrollo del PSRPR dentro del sistema no está en

condiciones de recibir la demanda ocasionada por los casi

30.000 partos anuales que realizan los hospitales públicos

de la Ciudad. El hecho se ve agravado por la falta de

articulación entre los hospitales (lugares donde se

realizan los partos) y los centros de salud y consultorios

médicos barriales, lugares donde el PSRPR tiene un mayor

desarrollo.

Esta situación institucional no es observada como problema

incluso por aquellos organismos defensores de las políticas

de salud de las mujeres. Ejemplo de esto fueron las

evaluaciones realizadas sobre el PSRPR de la Ciudad

(Defensoría del Pueblo 2000; Defensoría del Pueblo, 2002)

que aferrándose al marco conceptual de evaluación de la

“Calidad de la Atención”, circunscriben los esfuerzos de

pesquisa en los profesionales que efectivamente son

proveedores del PSRPR y las usuarias que efectivamente

lograron acceder y permanecer como usuarias del Programa.

En términos del sanitarista Merhy (1997a), esta visión de

evaluación de procesos en salud adolecería del problema de

154

centrarse en “N”, esto es la población que logra

involucrarse en un problema de atención y que logra ser

atendida por una institución de salud. Pero los problemas

se encuentran también en lo que Merhy llama “Z” que

representa a la población que requiere de atención pero no

logra ingresar a los servicios de salud. Para avanzar en la

investigación sobre esta problemática propone una

metodología de investigación de la cual nuestro proyecto se

ha nutrido.

El “fluxograma analizador” es una herramienta de

análisis pensada para:

“Perceber algumas situações e características importantes

sobre o ‘fazer a saúde’, e que permita refletir sobre como

é o trabalho no dia-a-dia dos serviços, o que lhe é

próprio, quem trabalha e como o faz, para que, por que, a

quem e como serve”. (Merhy, 1997 a: 115)

La propuesta es operar con un diagrama – resumen de “todos

os processos – chave que ocorrem e caraterizam um

determinado serviço de saúde, e que possa servir de ‘guia’

para a construção dos outros processos nele presentes”

(Merhy, 1997 a: 116). Esta herramienta guarda similitud en

su concepción con el modelo del programa Windows utilizado

en computación, al permitir ver una secuencia básica

resumen que puede a su vez facilitar la aparición de nuevos

contenidos en función de las preguntas que estén ocupando

al analista del proceso.

155

El esquema básico que permite encuadrar a cualquier

servicio asistencial de salud es el siguiente:

ENTRADA RECEPÇAO DECISAO MENU DE

OFERTAS SALIDA

Z + 100 100 90 SIM

/10 NAO

Donde Z + 100 representa a los usuarios que en un día

llegan a la puerta de un servicio. El uso de Z

“Procura mostrar que há pessoas que ou chegam e não

esperam para entrar, ou mesmo, por ‘experiência’, nem vão

ao serviço por saberem que isso não adianta, pois não serão

recebidas” (..) “é importante ter em mente a sua existência

para se poder registrar a informação de que uma parte dos

156

usuários procura, mas não entra no serviço” (Merhy, 1997

a :117).

Uno de los mayores desafíos del campo de la atención

primaria de la salud es ¿cómo llegar a los que no

demandan?, o ¿cómo pasar de la asistencia de los que

demandan a la búsqueda de las personas que presentan

problemas de salud pero no tienen acceso a los servicios?

La gravedad de esta situación se pone de manifiesto cuando

se considera el alto número de complicaciones por aborto

que atienden los hospitales de modo cotidiano. Nuestro

estudio, al analizar las prácticas que ocurren cuando el

usuario accede al sistema, en particular el pedido

exagerado de estudios complementarios, pone de manifiesto

“ruidos” sobre los que es preciso trabajar desde los

espacios de gestión.

Dificultades de los servicios de salud paratrabajar los temas vinculados a la sexualidad, loscuidados anticonceptivos y los deseos y temores deformar familia en las personas que viven con HIV

Las dificultades para lidiar con la sexualidad de las

personas no ocurren solamente en los servicios de salud de

la ciudad de Buenos Aires. Los estudios brasileños que han

investigado estas problemáticas en Centros de Referencia en

157

VIH/sida han encontrado situaciones semejantes, y han

generado también propuestas que vale la pena tener en

cuenta para enfrentar estos nuevos desafíos.

Buscando indagar la percepción de las usuarias sobre los

servicios de salud a los que asistían, Santos et al. (2002)

Hallaron situaciones similares a las que encontramos en

nuestro estudio: que las mujeres atendidas evaluaban muy

positivamente a los servicios y a la mayoría de los

profesionales que los conforman; a la mayoría le gustaría

discutir cuestiones de sexualidad con sus médicos

infectólogos, que son los profesionales quienes tienen más

contacto, con los que se crean vínculos y con los que

tienen familiaridad. Las mujeres indican que no encuentran

espacio suficiente para conversar sobre su vida sexual,

espacio que debería existir si pensamos en el impacto que

tiene el uso del preservativo en su salud y la de sus

parejas.

Las entrevistas grupales con profesionales de la salud

mostraron que casi todos los profesionales no conversaban

sobre adhesión a uso del preservativo, sexo seguro o uso de

métodos anticonceptivos o cualquier otra cuestión

relacionada a la salud reproductiva de las mujeres, por lo

menos no con el mismo énfasis con el que conversaban sobre

adherencia a los antirretrovirales y otros medicamentos.

158

Oliveira (2002) observó el trabajo de profesionales de la

salud en centros de VIH/sida tanto en sesiones grupales e

individuales con mujeres (citas médicas, sesiones de

aconsejamiento, pre y post test, cursos de pre parto). Sus

hallazgos confirman las percepciones negativas reportadas

por los hombres y mujeres que fueron entrevistados. Si

desde el punto de vista de las personas sus necesidades

reproductivas son obvias, para el sistema estas no son

consideradas, son vueltas invisibles o tratadas como

problemas que surgen en el curso del tratamiento de

prevención madre-hijo o control clínico de la infección por

VIH. Si bien los trabajadores de la salud hacen seguimiento

de mujeres positivas futuras o potenciales madres,

encuentran grandes dificultades para hablar o tratar con

las singularidades del caso.

Un estudio (Paiva et al. 2002a) sobre 1.068 PVVS recurrió a

técnicas cuantitativas para crear un “escore” que

permitiera medir en mujeres y hombres (Paiva et al. 2003)

con VIH/sida el “espacio para hablar de sexualidad” basado

en las respuestas a las preguntas: “¿Usted tiene facilidad

para hablar de su vida sexual con: a) infectólogo, b)

ginecólogo, c) psicólogo, d) asistente social, e)

enfermero?” “¿Con quién se siente mejor para conversar

sobre sexualidad en el centro donde es atendida?” (Paiva

el.al, 2002a: 1616). El análisis de las respuestas de las

mujeres mostró en primer lugar la siguiente tabla (ver

Tabla 2) de frecuencias:

159

Tabla 2: ¿Con quién se siente mejor para hablar de

sexualidad en el hospital donde es atendida? (N=1.068)

Miembro del equipo de salud Porcentaje de acuerdo (%)Psicólogo 59Infectólogo 56Ginecólogo 51Asistente / Trabajador

social

33

Enfermero 25Fonte: PAIVA, V. LATORRE, M., GRAVATO, N., LACERDA, R. ENHANCING CAREINITIATIVE. 2002a. Sexualidade de mulheres vivendo com HIV / AIDS em SaoPaulo. Em: Cad. Saúde Pública, Río de Janeiro, 18(6): 1609-1620.

Cuando analizaron la escala de espacio para hablar de

sexualidad (a partir de la combinación de las respuestas de

cada mujer con los diferentes miembros del equipo), los

puntajes fueron muy bajos. En la escala que iba de 0 a 15,

el escore medio fue de 5.1. El 85% de las mujeres tuvo

hasta 8, lo que indica que esas mujeres encontraron poco

espacio para hablar sobre su vida sexual. El espacio para

hablar de sexualidad no se altera en función del tiempo de

diagnóstico ni tampoco por la edad de la mujer

entrevistada.

Paiva et al. (2003) realizó un estudio equivalente sobre

población masculina con VIH, y obtuvo los siguientes

resultados: sobre 250 hombres que refirieron tener

relaciones sexuales con mujeres, el 38% había tenido

160

también relaciones con hombres. De los que tenían relación

estable con mujeres, el 32% vivía con una mujer con VIH, el

60% con una mujer negativa y el 13% desconocía la serología

de su pareja. A la pregunta sobre si quería tener hijos en

el futuro, el 43% respondió que sí, el 52% que no y el 5%

que no sabía. Quienes querían tener hijos enumeraban

algunas de las siguientes razones: “no tuve hijos”, “adoro

los chicos”, “me hace sentir más hombre”, “quiero formar

una familia”, “me volví a casar”, “para tener continuidad,

dejar una semilla”.

Cuando les preguntaron cuán confortables se sentirían

hablando con los diferentes profesionales de salud sobre

sexualidad y reproducción, los pacientes entrevistados

consideraron que esto era más difícil de abordar que otros

temas, más allá de la especialidad del miembro del equipo

de salud. Consideraban al infectólogo como su médico de

cabecera, y con el que se sentirían más a gusto hablando de

estas cuestiones. En una escala de 1 a 12 para poner

puntaje a cuán cómodos se sentirían hablando sobre sus

vidas sexuales con profesionales de la salud a quienes

acceden, la media era menor a 6.4.

El trabajo “¿Sin derecho a amar: hombres y varones? La

voluntad de tener hijos entre hombres (y mujeres) viviendo

con HIV” (Paiva et al. 2002b) concluye que: hablar sobre

asuntos generales fue considerado siempre más fácil que

hacerlo sobre preocupaciones de la vida sexual y

161

reproductiva, independientemente del profesional que fuera;

el infectólogo fue considerado el profesional con quien

tendría más facilidad y comodidad, también para hablar

sobre sexualidad; y la media de confort fue baja para

todos, pero más baja todavía para las mujeres.

A las personas también se les preguntó lo siguiente: “Si le

decís al médico que te acompaña: ‘Yo quiero tener un hijo’,

¿cuál te parece que será su reacción?” La mayoría de las

mujeres pensaba que su médico se iba a oponer a priori, y

un tercio de ellas pensaba que el médico iba a decir “que

es una locura”. El 27% de las mujeres cree que el médico

les daría información para que ellas pudieran tomar una

decisión.

Cuando les preguntaron a los varones cómo imaginaban que el

médico iba a reaccionar si expresaban los deseos de tener

hijos, la mitad pensó que el doctor estaría en contra, 24%

esperaba una actitud imparcial, 10% pensó que iba a ser

apoyado. El 16% restante no podía imaginar la situación de

hablar con el médico sobre esto.

Los resultados, también observados en estudios similares,

muestran dificultad por parte de los servicios de salud

para recibir las demandas vinculadas a la maternidad,

dimensión tan central y eje de construcción de la identidad

femenina en nuestros países.

162

Al preguntar a los hombres y mujeres por el conocimiento

que tenían respecto a transmisión vertical, métodos

anticonceptivos adecuados para PVVS y momento ideal para la

reproducción con los menores riesgos de transmisión del

virus, los resultados mostraron que para muchas mujeres

faltaba información sobre cuál era el mejor método

anticonceptivo para ellas y de cuál era la mejor forma de

quedar embarazada disminuyendo el riesgo de que el bebé

naciera infectado.

Es alta la proporción de entrevistadas que no fue informada

de la existencia de métodos anticonceptivos más indicados

para mujeres que viven con VIH/sida (53%). La gran mayoría

de las mujeres no conocía ni el preservativo femenino47 ni

el diafragma. El 25% no fue informado de que podía

transmitir el virus al bebé, el 27% no sabía que el virus

se transmite durante el parto o el amamantamiento, ni que

existe medicación específica para la madre durante la

gestación (24%) y para el bebé (30%). Están mejor

informados sobre la necesidad de proteger a las parejas

sexuales y de protegerse a sí mismos de una reinfección el

85%. En el caso de los varones, estos tenían menos

información sobre TV que las mujeres. La fuente de

47 A modo de contexto conviene destacar que Brasil se dio una política de: a)distribución masiva de preservativos femeninos de modo gratuito parapoblaciones de bajos recursos, y b) acuerdos con la empresa productora parabajar el costo de los preservativos femeninos que se venden en las farmacias.Se realizaron también estudios de viabilidad de aceptación del método yestudios de evaluación de la política de promoción y aumento de accesibilidadal preservativo femenino. Mulheres aprovam camisinha feminina<www.aids.gov.br/mulheres.htm>

163

información habitual eran los medios de comunicación, no

los profesionales de la salud (Paiva et.al., 2003).

Los estudios citados ponen en evidencia, una vez más, el

peso de los valores culturales sobre la

maternidad/paternidad, las relaciones de poder entre

varones y mujeres en detrimento de la capacidad de elección

de esta última. Las intervenciones desde los programas de

salud no contemplan, en general, estos elementos y abordan

a las personas desde modelos individuales y exclusivamente

racionales. Esto conduce, muchas veces, a culpabilizar a la

persona por su incapacidad de controlar cuestiones que no

están a su alcance. A su vez, genera ruidos en la

comunicación que debilita el vínculo entre las personas que

acceden a los servicios y los profesionales que las

atienden.

Conviene recordar también, el gran peso que tienen las

acciones de los servicios de salud sobre la vida

reproductiva de las personas.

Knauth et al. (2003) realizaron un estudio a través de

entrevistas a 60 PVVS que atendían sus partos en dos

hospitales de San Pablo y Porto Alegre. Las mujeres fueron

entrevistadas en dos momentos: antes y después del parto.

Los resultados que encontraron fueron los siguientes: en

Porto Alegre 29 de 30 mujeres refirieron no querer tener

más hijos luego de ese embarazo. 21/29 refirieron querer

164

ser esterilizadas luego del embarazo que estaban cursando.

2/29 mujeres fueron esterilizadas en Porto Alegre. En San

Pablo 28/30 no querían tener más hijos, 22/28 quisieron ser

esterilizadas y 15/28 fueron esterilizadas. El estudio

permite extraer dos conclusiones importantes: la alta

proporción de mujeres con VIH que refirieron querer una

ligadura de trompas, y el peso que tiene la cultura

institucional en la provisión de métodos anticonceptivos.

Tal como señalan las autoras, las decisiones reproductivas

de las mujeres no ocurren solamente en la esfera privada,

más bien son condicionadas por un grupo de factores

institucionales y culturales que van más allá de los deseos

individuales y las experiencias.

Los estudios reseñados y el que fue llevado adelante por

nosotros en nuestros propios servicios muestran las grandes

dificultades existentes para encarar, en el marco de la

atención de salud, los aspectos vinculados a la sexualidad, a

la fertilidad y a los deseos de maternidad y paternidad de

las PVVS.

La dificultad para lidiar con estos aspectos afecta los

sentimientos de las PVVS (dolor, incomprensión y soledad,

culpa) pero también genera sentimientos negativos y dolorosos

en los profesionales: incomodidad, incertidumbre, angustia,

dilemas éticos que son vividos como “cuestiones personales”

en lugar de ser vistos como problemas sociales y éticos que

requieren de la conversación con otros para encontrar

165

soluciones o respuestas que sean vividas como “profesionales”

y no como decisiones “personales” (y por lo tanto

solitarias).

Pero además, y pensándolo ahora desde el lado de los

profesionales de la salud, la dificultad para incorporar

estas temáticas en la atención, genera efectos paradojales

que atentan contra la propia calidad del trabajo y aumenta

los sentimientos de frustración. “La mujer que fue tan bien

atendida, que tuvo un hijo negativo, vuelve a los pocos meses con un nuevo

embarazo. En algo fallamos.”

Nuestro estudio ha mostrado que efectivamente hay un

“agujero negro” (después del parto, ¿qué?) en la atención

integral de las PVVS, y esto tiene que ver con la

dificultad para “hacer algo” con la mujer/pareja que deja

el servicio de salud luego de haber sido atendida por un

equipo que realizó un trabajo que tiene una calidad

equivalente a las principales ciudades del mundo

desarrollado48.

Todos hemos sido socializados en un contexto cultural en el

cual la sexualidad se caracteriza por ser un tema privado,

confinado a la intimidad, y rodeado de pudor. Si bien hay

pautas morales muy fuertes alrededor de esto, conviven con

la convicción de que en materia sexual “cada uno hace lo

que quiere, y quién sería uno para opinar al respecto”. Si

48 Al 30 /08/2004 la tasa de TV era de 5.7% (Secretaría de Salud, 2004b).

166

bien la sexualidad de cada uno sería cosa de cada uno, no

ocurre lo mismo con los cuidados que es necesario

implementar para evitar embarazos no deseados y prevenir

enfermedades de transmisión sexual.

La distribución del conocimiento y el acceso a los métodos

de prevención de las enfermedades de transmisión sexual y a

los métodos anticonceptivos es absolutamente desigual en

nuestras sociedades, y se encuentra atado a los patrones

culturales y económicos de los diferentes grupos, tal como

hemos reseñado en la introducción de nuestro trabajo.

La existencia de abortos que se realizan de modo cotidiano

y la prohibición de realizarlos dentro de las pautas

legales son la muestra más cabal de los límites a la

libertad de la “vida sexual de cada uno”. Es allí donde el

sistema de salud encuentra la justificación para actuar,

proponer ofertas con relación a la vida sexual y la

concepción (o deseos de no concepción) de las personas. En

la medida en que las relaciones sexuales no protegidas

conllevan la posibilidad de un embarazo que podrá o ser

llevado a término, y que podrá finalizar en un aborto, y

sabiendo que el aborto es una práctica aún penalizada,

quienes forman parte del sistema de salud tienen la

obligación legal (Ley 418/200049) de realizar todos los

esfuerzos posibles para prevenir esta situación. La oferta

de métodos anticonceptivos en el contexto de un

49 Ley de Salud Reproductiva y Procreación Responsable de la Ciudad de BuenosAires.

167

asesoramiento adecuado es sin duda la práctica más

efectiva.

La formación médica tradicional actúa como obstáculo a

trabajar sobre esto en la medida en que encuentra

dificultades para considerar como “científico” aquello que

hace a aspectos de la vida subjetiva, y por lo tanto no

“controlables”, de las personas. Ante la vida sexual de las

personas, los equipos, efectivamente, pueden OFRECER

recursos, pero no pueden garantizar su efectiva

implementación. Es preciso vencer este límite donde una

acción médica adecuada sería aquella que IMPONE y no una

que OFRECE.

Los equipos de salud sí pueden ofrecer asesoramiento en

materia de reproducción y anticoncepción. Y también pueden

“intervenir” sobre las personas que efectivamente desean

adoptar un método anticonceptivo. Lo que no se puede ni se

debe, claro, es controlar sus vidas sexuales. ¿Pero sería

este el objetivo de una intervención de un equipo de salud?

Otro obstáculo detectado a partir de nuestro estudio tiene

que ver con la fragmentación del proceso de trabajo,

fundamentalmente en el caso de los profesionales que hacen

obstetricia. Es preciso (y urgente) redefinir el concepto

de “atención integral del embarazo” hasta incluir como

parte de esa atención la oferta de información y provisión

de métodos anticonceptivos. El PRSPR es una herramienta

168

para aumentar el acceso al control de la fecundidad por

parte de los ciudadanos, pero al mismo tiempo la Ley de

Salud Reproductiva y Procreación Responsable de la Ciudad

de Buenos Aires insta a la existencia de prestaciones de

este tipo en todos los servicios públicos de la ciudad. Que

en algunos proveedores de salud estos equipos estén

vinculados a los servicios de gineco-obstetricia en el

organigrama no excluye que otras personas no afectadas

directamente al Programa conversen con sus pacientes sobre

estos temas.

¿Cuáles son los obstáculos que se le presentan a los

profesionales al momento de entablar una conversación que

habilite la oferta de cuidados en las relaciones sexuales?

Nuestro estudio ha detectado un abanico de situaciones que

quedan formuladas en el estudio a modo de hipótesis de

trabajo.

Este abanico incluye una gama que va desde posiciones

autoritarias que identifican a los profesionales con

“policías” del comportamiento, mostrando una marcada

actitud del desprecio hacia la vida afectiva del paciente

(posiblemente este desprecio sea extensible a la vida del

paciente en general). Si bien el lenguaje médico se

encuentra estructurado fuertemente alrededor de metáforas

bélicas y militares, algunos profesionales carecen de la

menor distancia con respecto a este rasgo.

169

Con menor virulencia, pero manteniendo el esquema normativo

de comunicación, otros profesionales sólo logran considerar

al momento del encuentro con el paciente, aquellos

comportamientos que coinciden con el “bien hacer” con

respecto a los parámetros morales todavía dominantes en

amplios sectores de la sociedad, comportamientos que

coincidirían con un accionar “adecuado” – en el sentido

normativo del término- para la prevención primaria y

secundaria del VIH-sida. El profesional logra ver a la

persona más allá de la enfermedad, en el sentido de

suponerle una vida sexual y afectiva. Es por ello que le

indica medidas de protección que se basan en una mezcla de

preceptos de cuidado-preceptos morales (ser fiel, ser

heterosexual, no tener hijos, usar preservativos siempre,

etc.) que han sido abundamente criticados por las

investigaciones sobre representaciones sociales y VIH-sida

(Castiel, 1996; Petrillo, 1996; Grimberg et.al, 1997;

Weller, 1999; Biagini, 2000).

Finalmente el estudio detectó un tercer tipo de obstáculo

que es el que parece presentársele a los profesionales que

logran percibir el carácter conflictivo de la superficie

sobre la cual trabajan. Promover la realización del test

del VIH en mujeres y varones demandantes del PSRPR, en

mujeres embarazadas y sus parejas, supone que personas

supuestamente “normales” hayan incurrido en comportamientos

de riesgo que todavía tienen alta connotación moral

negativa en amplios sectores de la sociedad. Esta clase de

170

ofertas suponen, por su propia presencia, atravesar el

impasse en el que se encuentra la sociedad con respecto a

dos tipos de morales en tránsito: la “tercera moral”

descripta por Freud y la “cuarta moral” sistematizada por

Campos (2000), tal como se detalla a continuación.

En su texto Moral sexual civilizada e doença nervosa moderna escrito

en 1908, Freud señala que:

“Considerando a evolução do instinto sexual, podemos

distinguir três estágios de civilização: um primeiro em que

o instinto sexual pode manifestar-se livremente sem que

sejam consideradas as metas de reprodução; um segundo em

que tudo do instinto sexual é suprimido, exceto quando

serve ao objetivo da reprodução; e um terceiro no qual só a

reprodução legítima é admitida como meta sexual. A esse

terceiro estádio corresponde a moral sexual “civilizada” da

atualidade” (Campos, 2000: 94).

Campos señala que la perspectiva mecánica del planteo -que

dificulta considerar la coexistencia en todas las épocas de

prácticas asignadas por Freud a los diferentes estadios-,

no impediría continuar la serie proponiendo la existencia

novedosa de un cuarto modo dominante de relacionamiento

sexual.

“O terceiro estádio descrito por Freud foi certamente o

modelo que predominou na época vitoriana. Contudo, com a

progressiva extensão de direitos às mulheres, com a

independência de nações antes colonizadas e,

171

particularmente, com a revolução de costumes dos anos 60,

generalizou-se uma outra moral regulamentadora da

sexualidade (…) hoje, ainda são impostos limites ao desejo

sexual, porém este limite é demarcado pelo interesse do

outro, e não necessariamente por alguma cerimônia de

casamento ou por algum código preestabelecido de

procedimentos. (…) Como antes, também hoje, ainda se

verificam discursos discordantes. A Igreja Católica

continua insistindo no retorno à moral vitoriana: sexo

somente como prática reprodutiva e dentro da família

institucionalizada” (Campos, 2000: 95 -96).

Planteadas las cosas de esta manera, los profesionales

quedarían en una “encerrona trágica” (Ulloa, 1986) en el

sentido de vivenciar que la oferta de cuidados en materia

de sexualidad vinculados a los nuevos modos de

relacionamiento los coloca en el lugar de estar

viabilizando esta cuarta moral. Esto suscitaría

contradicciones internas con respecto a las diferentes

adscripciones ideológicas, morales y religiosas que los han

constituido así como posibles temores de herir los

sentimientos de las personas que atienden, o tener que

enfrentar los conflictos que pueden suscitar en el paciente

y/o en su pareja, la oferta de estas prácticas.

Siguiendo los desarrollos de Ulloa con respecto al concepto

de “encerrona trágica”, el psicoanalista argentino dirá que

el modo de romper el encierro se produce por la aparición

de terceros (discursos, instituciones, grupos) que permiten

172

llevar a la escena social lo que era una escena intra -

psíquica. Por ello nuestras propuestas van en la dirección

de abrir espacios colectivos donde estas temáticas puedan

ser analizadas en un plano grupal involucrando a los

profesionales de los equipos así como a los equipos de

gestión de nivel central, involucrando también la presencia

de actores de la sociedad civil en función de las

características y los tiempos de estos procesos.

Consideración de los actores como parte de la solución: la investigación como dispositivo de gestión

Para finalizar nuestro trabajo, presentamos algunas

reflexiones a partir de la experiencia que se hizo desde la

Coordinación Sida de usar una investigación como un

dispositivo o herramienta de gestión desde un nivel central

para trabajar con los equipos de salud de nivel local50.

La invitación a pensar de modo colectivo los problemas de

salud y la forma de resolverlos va en dirección contraria a

los planteos de la administración científica y los métodos

de planificación que parten del supuesto que los intereses

y deseos de los trabajadores obstaculizarían la gestión. La

creación de rodas para el intercambio de información, el

análisis conjunto y la toma de decisiones parte también de

50 La búsqueda y utilización de dispositivos para el trabajo en gestión implica supuestos y desarrollos que han sido exhaustivamentetratados por Campos (2000) en la presentación que hace de “Um método para análise e co-gestao de coletivos”.

173

otros supuestos tales como que todos los colectivos tienen

información de alguna clase, que en general se usa poco la

experiencia producida por los propios grupos, y que la

dificultad de un colectivo en analizar no es por ausencia

de información y si de obstáculos políticos,

organizacionales y subjetivos. (Campos, 2000).

Los planos donde los dispositivos producen efectos,

siguiendo a Campos (2000) son:

Político social: operando como espacio para el análisis

institucional, permitiendo la emergencia de nuevas

visiones del mundo, con reconstrucción de organización

así como de la subjetividad del grupo de las personas

(factor paideia).

Subjetivo: Funcionan como instancias de deliberación

política, espacios en los que se disputa el poder, la

construcción de proyectos, compromisos y contratos

Pedagógico: contribuyendo a educación continuada,

función pedagógica con inclusión de actividades

educativas, discusiones, lecturas sobre cómo hacer.

Gerencial: organizándose como instancia de gerencia

propiamente dicha, comprometida con la operación

concreta de lo cotidiano.

174

El objetivo de gestión de la Coordinación Sida era impulsar

nuevas modalidades de trabajo que, de acuerdo al

conocimiento técnico acumulado por el equipo, serían más

adecuadas para la prevención de nuevos casos de infecciones

por HIV así como para el mejoramiento de la atención

clínica de las PVVS. Algunas de las modificaciones que se

pretendían instalar, esto es algunas de las prácticas que

la Coordinación Sida necesitaba que los equipos de salud

implementaran eran las siguientes:

Oferta de testeo con asesoramiento a mujeres y varones

en edad reproductiva cuando estas personas demandaran

atención al PSRPR y/o al momento del inicio de los

controles prenatales.

Consideración de los deseos y derechos de las PVVS a

formar una familia contando con el asesoramiento

adecuado y la tecnología socialmente disponible;

Consideración de las dificultades de las PVVS, o de una

parte de ellas, para ser usuarias sistemáticas del

preservativo, posibilitando a las mismas el acceso a un

asesoramiento adecuado y a los métodos anticonceptivos

de los que dispone de modo gratuito el PSRPR.

Esta situación generó un abanico de preguntas tales como:

¿Quiénes eran los actores de estas prácticas? ¿En qué

medida se estaban llevando adelante algunas de estas

directrices? ¿Qué posiciones tendrían los diferentes

profesionales ante estas temáticas novedosas? ¿Cuáles

175

serían los elementos que obstaculizarían la puesta en

práctica de estos cambios? ¿Se podrían encontrar

situaciones del cotidiano de los equipos o del modo en el

que se encara la tarea que facilitaran la implementación de

estos cambios?

Estas preguntas y otras fueron sistematizadas en un

protocolo de investigación y como fue descrito en el

capítulo anterior, la necesidad de generar una muestra de

profesionales para ser entrevistados obligó al equipo de la

Coordinación a pensar los problemas de modo más integrado.

La fragmentación no está sólo presente en el trabajo

cotidiano de los equipos de salud locales, es un peligro

siempre latente en nuestros sistemas de salud modernos.

La selección de personas para entrevistar y el entrar en

contacto con ellas para organizar el tiempo y la forma de

la entrevista, así como la realización de la entrevista,

fueron pasos que luego se resignificaron como el comienzo

de la construcción de un vínculo más estrecho. Del mismo

modo, a posteriori se reflexionó que la entrevista

constituyó un espacio donde fue posible comenzar a

conversar sobre temas novedosos y conflictivos.

Una vez finalizado el trabajo de campo con los

profesionales, y habiéndose sistematizado la primera

información, se convocó a la primera roda. Si la lectura

sistemática de las entrevistas había transformado a

176

nuestros entrevistados en “un grupo” que sólo existía en la

cabeza del equipo de investigación, el momento del

encuentro entre los profesionales entrevistados y con el

equipo de investigación instaló un espacio absolutamente

novedoso e inédito dentro de las prácticas habituales del

sistema de salud, del tipo de relación entre un nivel

central y los equipos locales. Permitió también la creación

de un espacio colectivo donde pudieran interactuar

profesionales de diferentes especialidades y de diferentes

establecimientos de salud generando la potencialidad

subjetiva de salir de las “islas” y confrontar sus

preocupaciones y respuestas con otros, teniendo como soporte

un vínculo no amenazante a partir del esfuerzo realizado

por la coordinación de la reunión. En este contexto fueron

presentados los primeros resultados, habilitando a los

profesionales a reflexionar de modo crítico sobre los

hallazgos. La segunda roda fue más masiva y participaron de

la misma también PVVS en calidad de discutidores y de

público.

Tomando como insumos los resultados de las producciones

colectivas presentados en el capítulo anterior, es posible

decir que los espacios abiertos por la investigación

permitieron la emergencia de productos tanto en lo referido

al objeto primario del trabajo: mejorar las propuestas para

la atención de los usuarios; como al objeto secundario:

crear vínculos entre los profesionales involucrados y

disminuir –aunque de modo incipiente- los niveles de

177

fragmentación con su correlato subjetivo de sentimientos de

soledad.

Nuestro dispositivo de trabajo apostó a:

La generación de tiempos y espacios donde intercambiar

información y analizarla de modo colectivo.

Respeto por los procesos, los tiempos y los contextos

de trabajo de los equipos

Un proceso de construcción de confianza, diferente a

una “intervención” puntual, que habilita a la

instalación de vínculos

Una valoración de los diferentes saberes y respeto por

los diferentes puntos de vista.

Todas las características enumeradas, no son otras que

aquellas que imaginamos gustarían de sentir los usuarios en

el encuentro con estos profesionales. ¿Pero es posible dar

lo que no se tiene? Entendemos que este camino inaugura una

posibilidad.

“È isto: cada novo modelo teórico inventado durará até a

primeira falha, até o primeiro erro, até o primeiro

protesto; então estar-se-á novamente diante do

desconhecido, diante do incerto, e estarão os homens

obrigados a pisar passos no escuro do não-sabido porque, na

realidade, estarão tratando do nunca acontecido” (Campos,

2000: 110).

178

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