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transgredidas - Ilka Editorial

Date post: 06-Feb-2023
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Transcript

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Ilka Oliva Corado

Primera edición Fotografía de portada: pintura, Carolina Vásquez Araya Diseño logo: Carolina Vásquez Araya Febrero, 2018

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TRANSGREDIDAS

RELATOS

ILKA OLIVA CORADO

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El futuro es mío en tanto vivo.

-Clarice Lispector.

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Para Carolina Vásquez Araya.

Miel de cerezos en mi vida.

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INTRODUCCIÓN

La trata de personas es un crimen de lesa humanidad y afecta con especial énfasis a

mujeres adultas, niños, niñas y adolescentes, de preferencia pobres y marginados. Es

decir, ese sector de la sociedad ajeno al desarrollo e ignorado en los procesos de toma de

decisiones políticas y económicas. Son seres humanos a los cuales no llega el discurso de

la solidaridad ni el rebalse de la empatía.

Transgredidas es una serie de relatos cortos, son testimonios de adolescentes y mujeres

víctimas de trata de personas. Publicados originalmente como una serie en mi blog

Crónicas de una Inquilina y posteriormente recompilados para este libro.

Nombres propios han sido cambiados para protección de quienes narraron sus

experiencias.

Ilka Oliva Corado.

Febrero de 2017, Estados Unidos.

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ROSARIO

Está golpeada, su rostro sangra, no logra distinguir con claridad,

¿cuántos la han violado ya? La golpean y la abusan los

narcotraficantes que custodian la casa-bodega. Piden un rescate de

veinte mil dólares a su tía que vive en Nueva York.

Rosario es hondureña, tiene trece años, es la mayor de cinco

hermanos. Se fue de su natal Comayagua porque la mara

Salvatrucha la quería reclutar para los envíos de paquetes de droga,

de no hacerlo su vida corría peligro. ¿Cuántos la han violado ya?

Cómo olvidar la noche en que le pasó encima la mara como castigo

por negarse a ser mensajera. ¿Cuántos fueron? No lo recuerda,

apenas tiene noción de cuando despertó en un hospital, le dijeron

que los bomberos la sacaron inconsciente del fondo de un

barranco.

¿Otra vez? No quiere pensar. No quiere sentir. Quiere que su

mente vuele lejos de ese lugar. No quiere sentir ese dolor en medio

de sus piernas. Escuchar su piel rasgarse cada vez que la vulneran.

No quiere verse de nuevo empapada en sangre, acurrucada en una

esquina de la habitación. Gritar, ¿para qué? Nadie irá a rescatarla,

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la casa-bodega está en medio de la nada en pleno desierto de

Arizona.

¿Otro hijo? No. Otro hijo producto de la violación. Gracias a la

comadrona del pueblo pudo abortar cuando la violó la mara, en

Arizona nadie la podría ayudar, ruega a la Virgen de Suyapa no

quedar embarazada nuevamente. Que termine pronto esa pesadilla.

¿Veinte mil dólares? De dónde los sacará su tía.

¿Por qué esa suerte? ¿Por qué ese destino? Si ella solo quería

estudiar y ser enfermera. ¿Por qué la mara tuvo que poner sus ojos

en ella? Ella no quería emigrar. Ella no quería ir a Estados Unidos.

Ella quería estudiar y ser enfermera.

¿Por qué los cayotes tuvieron que secuestrarla y exigir rescate?

¿Por qué la violan? ¿No era suficiente con que la violaran los

policías en Naco, Sonora? Como dádiva fueron entregadas todas

las niñas y adolescentes a la policía que custodia el desierto de

Sonora, las violaron durante tres días y luego las devolvieron a los

coyotes. Muchas no regresaron, dicen que no sobrevivieron y que a

otras las pusieron a trabajar en un bar. ¿Cuántas eran? No lo

recuerda, habían de El Salvador, Guatemala, Honduras y

Colombia. ¿En dónde están?

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¿Por qué no se muere? ¿Por qué no la matan de una vez por todas?

Su tía no tiene esa cantidad de dinero, apenas logró ajustar siete

mil dólares, pide tiempo para pagar el resto. No se lo dan.

Rosario es llevada junto a otras niñas y adolescentes al bar de la

Calle Love. No serán liberadas nunca, ahí se les pudrirá la vida.

Entre torturas y violaciones.

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LAS PUTAS DE LA CALLE LOVE

A las niñas y adolescentes las visten de colegialas: faldas cortas

con paletones, calcetas blancas hasta las rodillas, la zapatilla la

cambian por zapato de tacón alto. Blusa blanca de tres botones. No

usan sostén y siempre les mojan el área de los pezones para que

sobresalgan en la tela. Una moña les sujeta el cabello. Son las más

codiciadas y hacen ganar fuertes sumas de dinero a sus dueños

cuando las anuncian como vírgenes y las hacen desfilar ante los

clientes que las manosean y escogen como mercancía.

Dejaron de ser personas y las convirtieron en objetos desde que las

secuestraron para llevarlas a trabajar a la Calle Love. Un bar

atemporal donde se vende alcohol, drogas y sexo.

Visitado por gente de gobierno, artistas, deportistas y empresarios.

Un bar que se llena de gente común, que lo visita el hombre que

conduce el autobús, el bombero, el plomero. El docente de

universidad, el recolector de basura, el agente del seguro, el

estudiante universitario, el jardinero, el tierno padre de familia. En

la Calle Love hay mujeres para todos los estratos sociales, gustos y

tamaño de billeteras.

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Tienen asiáticas, europeas, latinoamericanas y africanas. En la

Calle Love se celebran despedidas de soltero, cumpleaños,

graduaciones, ascensos laborales, contratos millonarios. El manjar

son las mujeres que aprenden a gemir y a inventar orgasmos

explosivos, que se vuelven gatitas o fieras salvajes para que el

cliente se sienta el macho más potente del mundo, las que se dejan

golpear, cortar, las que se dejan sodomizar porque si dicen no la

paliza que les espera las dejará en cama una semana y al servicio

de los guaruras del lugar, las violaciones grupales son el aperitivo.

Las inservibles tienen treinta años y por la edad ya no generan

ganancias en igual cantidad que las niñas y adolescentes, las sacan

a las calles y se apuestan en las esquinas bajo la vigilancia de un

padrote que les mide el tiempo, han aprendido a contener las

lágrimas, ya no gritan cuando las golpean, han aprendido a

moverse estrictamente para provocar el placer de los clientes. Han

perdido el número de los hombres que las han abusado, no reciben

dinero, solo dos platos de comida al día y la pastilla diaria de

ketamina que las mantiene sedadas. De ser una inyección diaria de

heroína que las vuelve adictas, pasa a ser un premio para la que

tenga más clientes en la noche.

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A las niñas y adolescentes les dan pequeñas dosis de jombina que

las mantiene excitadas y dispuestas, para aguantar a40 clientes al

día, 19 horas diarias los 7 días de la semana. Les dan ketamina

para dormir. Las esterilizan recién llegando al infierno en el que se

convertirán sus vidas. Pasan las semanas que se vuelven meses que

terminan en años encerradas en el mismo lugar, recibiendo golpe

tras golpe, tumbándose de espaldas, abriéndose de piernas, han

perdido hasta la memoria con tanta droga. A las que han intentado

escapar las torturan durante semanas hasta que les borran el ímpetu

de sobrevivencia y entran en un estado de sumisión permanente.

Las putas de la Calle Love tuvieron sueños, alegrías, sonrieron y

amaron. Las han convertido en jirones humanos que aprendieron a

seguir órdenes para evitar las torturas. A gemir para que los

clientes no se quejen y las castiguen. A repetir que les gusta que les

den por el culo porque eso excita al cliente. A gritar que le gustan

los miembros grandes porque son los únicos que las dejan

satisfecha. A atragantarse chupando falos. A pretender no estar ahí

e imaginarse en otro lugar donde la vida duela menos y los deseos

de suicidio no seas la alarma constante.

Las niñas, adolescentes y mujeres de la Calle Love se encuentran

en cualquier lugar del mundo, a todas horas. Son nuestras

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hermanas, hijas, amigas, conocidas, las extrañas con las que no nos

une ningún lazo sanguíneo pero sí el humano que es más poderoso.

Si usted es hombre, ¿iría a pagar por placer a la Calle Love? ¿Si

usted es mujer se atrevería a persignarse y a señalarlas como las

mujeres de la mala vida? ¿Qué es lo que corresponde hacer como

humanidad con estos miles de bares donde se secuestra, tortura,

explota y asesina a nuestras mujeres? ¿Qué espera para actuar, que

le toquen la sangre? El cliente de la Calle Love siempre está más

cerca de lo que imaginamos.

¿Se quedó sin aliento solo de imaginar? Respire, y tome acción.

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GABRIELA

El coyote quita llave, entra a la habitación del hotel junto a otros

cinco hombres, son trabajadores del Instituto Nacional de

Migración.

Adentro se encuentran veinticinco migrantes esperando las

indicaciones del coyote para salir en la madrugada a abordar el tren

La Bestia para atravesar Veracruz sin ser interceptados por las

autoridades migratorias.

Cada uno ha pagado dos mil dólares al pollero, pagarán los otros

cuatro mil cuando estén en tierra estadounidense. Eso acordaron

cuando otro coyote los contactó en Guatemala, El Salvador y

Honduras. Todo es seguro, les dijeron.

Entre los veinticinco hay mujeres y una adolescente de nombre

Gabriela. Tiene 17 años, es hondureña.

Es ella, les dice el coyote a los hombres del INM y la señala, la

apartan del grupo a tirones de pelo.

La suben al vehículo oficial y se la llevan. Gabriela permanece dos

semanas secuestrada en un rancho a las afueras del poblado. Todos

los días llegan agentes del INM a violarla.

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La sodomizan, la drogan, la golpean. La transgreden una y otra vez

durante todo el día, todos los días.

El último día le inyectan una substancia que la hace perder el

conocimiento, le tapan el rostro y la suben al vehículo oficial.

A Gabriela la encuentran unos campesinos en un baldío, con un

disparo en la sien. Nunca cruzará la frontera, nunca retornará a su

natal Honduras. Nunca podrá denunciarlos, nunca se hará justicia

por su secuestro, su violación y su asesinato.

Gabriela es un caso más de los miles que intentan llegar a la tierra

que cuentan, es donde los sueños se hacen realidad.

¿Cuántas Gabrielas hay en las fosas clandestinas?

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MARÍA GUADALUPE

La aparta del grupo, es media noche en el desierto de Sonora. El

coyote le dice a María Guadalupe que lo siga hacia un matorral o

la dejará abandonada en medio del desierto. Se han alejado

bastante del último poblado fronterizo.

Se levanta y lo sigue, nadie del grupo de indocumentados

interviene, son 20 entre ellos tres adolescentes salvadoreñas. María

Guadalupe tiene trece años y quiere llegar a Estados Unidos a

reencontrarse con sus padres que viven en el Estado de Michigan,

viaja sola.

En su natal Sonsonate se han quedado a cargo de la abuela paterna

sus dos hermanos de 10 y 8. Uno a uno se los llevarán, fue el

cometido de sus padres, uno a uno y todos terminarán viviendo en

el país de las oportunidades. Lejos, muy lejos de la pobreza, las

maras y las extorsiones. María Guadalupe tiene ilusión de conocer

la nieve. De volver a abrazar a sus papás, de tener nuevamente una

familia completa.

Se levanta y sigue al coyote, el silencio del desierto es fantasmal,

todos están atentos y saben lo que ocurrirá pero Estados Unidos los

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espera y no quieren problemas con el pollero, cualquier intento de

rescate es poner la vida en riesgo. Ella no será la primera ni la

última que viva la desgracia fronteriza.

Se alejan del grupo, atrás de un arbusto los esperan policías que

custodian la frontera, el coyote la entrega es el pago para dejar

pasar a los 20 sin comisión económica o que los deporten desde

Sonora. Le amarran un pañuelo en la boca y mientras dos le abren

las piernas y las sostienen, otros dos la sujetan de los brazos, uno a

uno la violan. Festejan satisfechos porque “la pollita les salió

virgen”. El coyote se saborea quiere ser el séptimo pero no hay

tiempo, María Guadalupe se tiene que recuperar antes del

amanecer porque una buena suma de dinero pagaron sus padres por

su seguridad.

Terminan y se alejan. La niña no puede levantarse se ha

desmayado, el coyote la lleva en brazos hacia donde está el grupo.

La vuelven en sí con palmadas en el rostro y acercándole un bote

de alcohol a la nariz. Ella llora en silencio y se revuelca de dolor,

tiene su ropa interior empapada en sangre; las otras la abrazan, los

hombres también sollozan ante la impotencia. Amanece y tienen

que avanzar, se rotan de dos en dos para ayudarla a caminar porque

no puede dar el paso sola. Logran cruzar la frontera sin ser

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interceptados por la Patrulla Fronteriza. La niña ya no va sola,

lleva un hijo en el vientre producto de la violación.

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REMEDIOS

Me agarró del pelo y me tiró sobre las vías del tren, me dijo que si

no colaboraba me iba a ir peor. Yo llevaba a mi niña de tres años

porque en California nos esperaba su papá, mi esposo. Ya había

enviado a mis dos niños grandes de 10 y 12 años. Se los llevó un

coyote del pueblo y los pasó por el lado de Tijuana. Solo

quedábamos mi niña y yo, esperamos un año para ahorrar y ajustar

para pagar lo del coyote y el traslado.

Pues uno vive en la miseria y buscando sustento y mejor vida para

nuestros hijos fue que decidimos emigrar. Él trabajaba de

ordeñador en una finca pero apenas alcanzaba lo que le pagaban,

yo lavaba ropa ajena. Primero se fue mi esposo y a los dos años

mandó por mis hijos y un año después por nosotras.

El coyote que contratamos nos dijo que nos iríamos en la Bestia

porque era lo más seguro en esos días pero nos engañó porque solo

llegamos a Veracruz y nos entregó a unos narcotraficantes. Nos

vendió, ahí mismo le dieron mil dólares por cada uno, éramos

nueve. El infeliz se fue contento con su dinero y nos dejó ahí.

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A las mujeres nos violaron ahí mismo, nos dijeron que teníamos

que colaborar o nos iba a ir peor. Uno de ellos me agarró del pelo y

me tiró sobre las vías, no me recuerdo cuántos nos pasaron encima

porque nos golpeaban y nos insultaban mientras nos abusaban. A

mí me dejaron sangrando toda, no podía ni caminar. Iban niñas

también que viajaban solas con otros coyotes, a esas pobres

criaturas se les fueron encima como chuchos los desgraciados, las

hicieron leña.

A los hombres los golpearon con bates y los amarraron de las

manos y de los pies con unos cables de luz.

A mi niña me la quitaron y se la llevaron no sé para dónde.

Nos tuvieron veinte días en una bodega y llamaron a nuestras

familias en Estados Unidos para que pagaran el rescate, mi esposo

pagó $10,000 por mí pero por mi niña querían $15,000 y como no

ajustamos me dijeron que jamás la volvería a ver. Les imploré que

nos dieran más tiempo pero no quisieron. Me dijeron que les

pagaban mejor si la vendían en un burdel para que se la cogieran,

así me dijeron con esas palabras. Se reían los desgraciados, me

dijeron que en los burdeles pagan buen dinero por las niñas tiernas.

¿En dónde está mi niña?

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Salimos de El Salvador buscando progreso y nos desgraciaron la

vida.

Remedios, salvadoreña, 37 años, indocumentada. Trabaja cortando

naranjas en Estados Unidos.

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APOLONIA

Llegamos a Matamoros después de atravesar Guatemala y México.

Éramos 40 de ese viaje y en la puerta de la casa nos entregó el

coyote que venía con nosotros desde El Salvador nos dijo que ahí

quedábamos en manos de otros polleros que nos pasarían a Estados

Unidos y que allá serían otros lo que nos entregarían a nuestros

familiares.

La casa estaba rodeaba de hombres armados, vestidos de negro y

tenían de esas armas que les dicen cuernos de chivo, cuando

entramos vimos que había más gente alrededor de unas cincuenta

personas que estaban encadenadas de pies y manos, todas sin ropa

los hombres solo en calzoncillos y las mujeres en sostén y blúmer,

nos ordenaron que nos quitáramos la ropa y nos pusieron las

cadenas. En las habitaciones tenían a menores de edad, varios

niños y adolescentes.

Soy de El Salvador de un departamento llamado La Libertad en el

grupo veníamos hondureños, guatemaltecos y salvadoreños todos

nos juntamos en Tapachula cerca del río Suchiate el coyote ya

había quedado así con cada uno pero nadie sabía cuántos éramos

solo nos había dicho que había más gente de otros países. Emigré

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porque me separé de mi esposo que me pegaba mucho y violó a mi

niña mayor que tiene trece años, no es su papá pero sí el de mis

otros cuatro niños. Ella es producto de una violación que me hizo

un hermano de mi papá cuando yo tenía catorce años, mi familia

no quiso denunciarlo y así se quedó. Tengo veintidós años de edad.

Mi esposo tiene orden de captura pero se desapareció y ni su

familia sabe en dónde está. Me vine a buscar un futuro para mis

hijos porque no quiero que se queden analfabetas como yo, no

quiero que tengan la misma suerte por eso preferí dejarlos. Es bien

dura la vida cuando no se tiene estudio cualquiera se aprovecha de

la situación.

En la casa nos encadenaron de pies y manos y nos dijeron que

nuestra suerte había cambiado. Intentamos resistirnos cuando

llegamos pero no pudimos porque tenían a muchos hombres con

armas de fuego apuntándonos. Nos violaron a todos a hombres y

mujeres.

Nos tuvieron veinte días ahí y durante ese tiempo llegaban

hombres y les pagaban para poder violarnos, no estoy segura pero

creo que diez dólares por veinte minutos. Por los niños pagaban

más creo que treinta. Era un infierno eso porque los pobres niños

lloraban tanto y gritaban pero les tapaban la boca con pañuelos que

les amarraban.

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Solo un tiempo de comida al día nos daban que era un pan tieso y

un vaso de agua. Estábamos en la sala ahí nos tenían todo el

tiempo y cuando llegaban esos hombres nos mentían de dos en dos

en las habitaciones y ahí nos violaban, a los veinte minutos

entraban otros, nos rotaban pero siempre durante el día nos

violaban de diez a veinticinco hombres.

A los hombres también los vendían por ellos pagaban quince

dólares y los dejaban una hora con cada cliente, también

encadenados para que no hicieran nada.

Para ir al baño solo nos dejaban dos veces al día, una en la mañana

y otra en la noche. A los que ya tenían 20 días se los llevaban y los

cruzaban a Estados Unidos.

Cuando llegó nuestro turno ya había llegado otro grupo de unas

sesenta personas y ellas se quedaron en las mismas circunstancias

que nos tocó a nosotros. Nos subieron a carros de doble tracción y

en la frontera otro coyote nos cruzó, del lado de Estados Unidos ya

en Texas nos esperaba un grupo de polleros que nos subió a un

camión de mudanza y nos llevó a una casa-bodega.

Tres días nos estuvieron violando y después llamaron a nuestros

familiares para pedirles dos mil dólares más y les dijeron que si no

los tenían para el día siguiente nos iban a matar. El dinero tenían

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que llevarlo para el día de la entrega. De uno en uno nos iban

entregando.

A mí me esperaba un primo y me entregaron en el estacionamiento

de un centro comercial. De ahí viajamos en carro hasta Nueva

York.

Así llegué a Estados Unidos ya llevo seis meses viviendo aquí y

trabajo en una fábrica empacando cubiertos desechables. Me pagan

a seis dólares la hora y trabajo de doce a catorce horas dirías de

lunes a viernes y los fines de semana limpio oficinas ahí me pagan

a cinco dólares la hora, trabajo de ocho a once horas cada día.

Vivo en el apartamento de mi primo, ahí renta otra familia más. El

apartamento es de dos habitaciones cada familia tiene tres hijos y

usan un cuarto para cada una, comparten la sala y la cocina, yo

duermo en un sillón en la sala.

Estoy ahorrando para pagar el dinero que presté a mi primo para

poder llegar a Estados Unidos, son doce mil dólares eso costó la

cruzada. Estoy enviando dinero a mi mamá para la escuela de mis

hijos y sueño con comprarles una casita juntar para poner un

negocio y regresarme, estar aquí no es vida.

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CATALINA

Tiene 24 años de edad, es originaria de Jalapa, Guatemala.

Vive en el Estado de Texas, trabaja de mucama en un hotel.

Limpia de 18 a 21 habitaciones por día. Gana $6.25 por hora.

Indocumentada. Vive con su esposo y su hijo de 9 años de edad.

Su compañero es originario de Jutiapa, Guatemala.

Él cruzó la frontera en el año 2005. Llegó a Texas donde lo recibió

un primo hermano. Cruzó el río Bravo. Indocumentado. Trabaja

desde entonces en el oficio de albañilería. En el 2010 mandó a

traer a su hijo que en ese entonces tenía cinco años. Pagó la

cantidad de $9,000 por cruzarlo por la línea. –Línea llaman a las

cercanías de las fronteras donde se realiza el cruce vehicular entre

Estados Unidos y México-.

En el año 2012 mandó por Catalina su esposa desde que tenía ella

14 años de edad y él 20. El plan era que el coyote la llevara con

visa mexicana desde Tapachula hasta el Distrito Federal, irse en

autobús y allá contactar a otros coyotes para que la llevaran a la

frontera entre Tamaulipas y Texas. Cruzaría por Matamoros. No

obtuvo la visa y los planes tuvieron que reajustarse, se fueron

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pidiendo favores a pilotos de tráileres y lograron llegar sin novedad

hasta San Luis Potosí. Les tomó quince días desde que salieron de

Guatemala.

Hasta ahí llegó el coyote salvadoreño que la entregó a otro

contacto de una organización mexicana. Cobrarían $8,000 por

cruzarla hasta Texas, su esposo ya había pagado los $6,000

acordados con el coyote salvadoreño, el monto total había quedado

en la palabra de $14,000 entregada ella en Texas.

Las cosas cambiaron cuando Catalina quedó en manos del otro

coyote, inmediatamente fue llevada a una casa bodega donde la

separaron con otras mujeres que ya llevaban días ahí, por la noche

llegó otro grupo de coyotes con varias adolescentes, en la

madrugada fueron trasladadas a una casa de citas donde se les

obligó a tener relaciones sexuales con varios hombres. Fue le

principio de un infierno que duró 5 meses.

Se les inyectaba heroína y solo se les daba de comer una vez al día.

En la casa había un grupo de 19 mujeres la más pequeña era una

niña de 13 años y la mayor tenía 28. La Niña de 13 era la más

codiciada por la que cobraban a cada cliente la cantidad de 2,000

pesos mexicanos por 20 minutos con ella. La mantenían sedada y

acostaba en una cama amarrada de manos y piernas.

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Las otras eran obligadas a vestirse en minifaldas y zapatos de

tacón, no usaban blusas, solo sostén. Desfilaban frente a los

clientes quienes decidían a quién llevarse a la habitación. Por ellas

cobraban 500 pesos mexicanos por 20 minutos.

En la orgías eran obligadas a llenarse las fosas nasales con cocaína,

por la cantidad de 200 pesos ellos podían golpearlas.

Catalina y las mujeres fueron cambiadas de casas por lo menos en

quince ocasiones en los cinco meses que estuvo secuestrada. Al

mes de habérsele privado de su libertad los coyotes se contactaron

con su esposo y pidieron la cantidad de $15,000 dólares para

dejarla en libertad y con vida. Dieron de tiempo dos semanas para

recaudarlo.

Su esposo prestó el dinero con conocidos y pudo juntarlo sin

embargo a Catalina no la entregaron hasta cinco meses después.

Los días lunes las mujeres eran entregadas como día recreativo a

los guardias del lugar, quienes en todo momento demostraron ser

más abusadores que cualquier cliente. Las golpeaban con cinchos

mojados, las hincaban y el esperma se lo echaban en las narices

mientras otros las sujetaban de las manos, ellas no podían respirar,

se los hacían tragar por las fosas nasales.

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Fueron obligadas a practicar zoofilia y grabadas en videos que

fueron vendidos a los mismos clientes.

Entre las víctimas de trata con fines de explotación sexual con las

que estuvo en cautiverio durante cinco meses, Catalina conoció a

mujeres de toda Latinoamérica, también chinas, japonesas,

españolas y marroquíes. Las rotaban y cada tres semanas los

grupos eran distintos.

Algunas ya llevaban dos años ahí porque les eran más rentables

para el negocio que entregarlas a los familiares. Otras que fueron

secuestradas para el fin exclusivo de la explotación sexual no

tenían esperanza alguna en ser rescatadas.

A los cinco meses le comunicaron que sería entregada en Texas y

fue trasladada a Tamaulipas, cruzó por Matamoros y llegó a la

ciudad de Brownsville, Texas donde la recibió su esposo en el

estacionamiento de un centro comercial. Ahí terminó un infierno,

el más feroz, pero comenzaría otro, el de la reconstrucción de una

vida amancillada.

Catalina es adicta a la cocaína y heroína, no puede dormir un sola

noche de corrido, se despierta a deshoras a causa de las pesadillas

que la acorralan.

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Ha tenido dos intentos de suicidio en los que se ha cortado las

venas en los brazos. No soporta que su esposo la toque, ni siquiera

su hijo. La paranoia la persigue a todos lados. Están a punto del

divorcio. Ninguno de los dos quiere regresar a Guatemala.

Ensimismada y callada Catalina se levanta todos los días a las

cuatro de la mañana, prepara el desayuno de su esposo y su hijo, el

almuerzo suyo y de su esposo, a las seis en punto comienza su

rutina laboral que con regularidad termina a las ocho de la noche,

con horas extras que no son remuneradas como corresponde. Una

vida ultrajada en la frontera de la perversidad, una indocumentada

en el país de la falsa oportunidad. Una mujer mancillada que solo

quería soñar.

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MARTA

Marta de 18 años de edad. Viuda, madre de dos hijos .

Salvadoreña. Su pareja fue asesinada en un ajuste de cuentas entre

maras. Fue forzada a tener relaciones con el jefe de la mara de su

colonia cuando tenía catorce años y dada como regalo al segundo

al mando quien la tomó como pareja, Marta no pertenecía a la

mara y nunca estuvo involucrada en ninguna.

Sucedió con ella lo que generalmente pasa con las adolescentes

que viven en territorios marcados por estas pandillas. Donde

ninguna ley se respeta. Su familia fue amenazada de muerte si no

dejaban que se fuera a vivir él. Así fue como se convirtió en mamá

y dejó de estudiar para dedicarse a cuidar a sus hijos y a no salir de

su casa sin órdenes y vigilancia de su pareja quien la agredía física

y emocionalmente, en noches de fiestas la entregaba como

diversión sexual a sus amigos, Marta sin derecho a objeción alguna

tenía que cumplir o era torturada días enteros.

Cuando murió su pareja decidió emigrar y alejarse de ahí lo más

pronto posible, antes que sucediera lo habitual entre las normas

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internas de la mara: ser entregada a otro cabecilla que defendería el

honor de la hombría del compañero que murió.

A sus dos hijos de cinco y tres años de edad los dejó a cargo de su

madre y se fue con lo del pasaje. En una mochila echó dos mudas

de ropa, una chamarra, un litro de suero, dos naranjas y una

fotografía familiar. El día que encontraron su cuerpo en las vías del

tren en las cercanías de Ixtepec, Oaxaca la mochila no estaba con

ella.

Unos meses antes un grupo de hombres armados que se cubrían los

rostros con gorros pasamontañas asaltó el tren, de

aproximadamente mil migrantes que viajaban en el lomo de veinte

furgones fueron secuestrados alrededor de ochenta. Varios heridos

de bala, otros golpeados con bates de béisbol. Murieron alrededor

de quince que cayeron de la altura de los furgones ya con el tiro de

gracia en la cabeza.

A las mujeres las abusaron sexualmente ahí mismo y a las niñas y

adolescentes se las llevaron en grupo separado al de los hombres.

Las llevaron a una bodega en las afueras de Oaxaca donde las

explotaron sexualmente.

Entre los capos de la localidad se juegan partidas de baraja en las

que apuestan fuertes sumas de dinero, con la modalidad de que

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cada jugador se tiene que bajar los pantalones, debajo de la mesa

están niñas y adolescentes realizándoles sexo oral mientras ellos

juegan, quien pierda la concentración debido al goce del sexo oral

será silenciado con un tiro de gracia.

Al finalizar la partida de baraja las niñas son abusadas sexualmente

por los guardaespaldas de los capos que las toman una para tres:

uno vaginal, otro anal y el tercero mientras espera para penetrarla

ella le realiza sexo oral. Tienen derecho a golpearlas con cualquier

objeto y a la mayoría la inyectan con sustancias que utilizan en las

veterinarias para que le provoque ligeramente excitación sexual.

Marta no fue la excepción la tuvieron durante tres meses en esa

bodega junto a treinta niñas más, después las rotaron de ese lugar

fueron llevadas a una casa en las cercanías de la central de abastos

donde atendían cada una a un promedio de cuarenta hombres

diariamente.

Varias de las niñas, adolescentes y mujeres mientras son abusadas

sexualmente por clientes de las casas en donde las tienen

secuestradas, sufren de heridas internas, las contagian de

enfermedades venéreas, a la mayoría le toca lidiar con el SIDA.

A Marta un despiadado le cortó la vagina con una navaja uniéndola

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en canal con el recto, por esta fantasía él pagó al encargado del

negocio quinientos dólares y pagó cien dólares extras por

cercenarle un pezón, esa misma madrugada un veterinario la zurció

sin anestesia alguna, no la dejaron recuperarse de la herida y a los

días fue obligada a trabajar nuevamente, lo que le ocasionó una

infección que le supuró durante una semana, tiempo en el cual el

encargado de la casa decidió eliminar el problema de raíz, una niña

enferma no le ocuparía una cama y comida sin desquitarlas.

En la madrugada fue estrangulada y metida en una bolsa negra,

unos migrantes que esperaban en las cercanías de la línea del tren

vieron acercarse un vehículo de doble tracción con vidrios

poralizados, desde donde lanzaron una bolsa negra que cayó sobre

la ferrovía.

Adentro encontraron el cuerpo desnudo de una adolescente, con la

herida aun fresca en uno de sus pezones y en la vagina. No tenía

ningún documento de identificación, las autoridades dedujeron que

por estar en las vías se trataba de una migrante indocumentada por

lo cual no hicieron ningún tipo de investigación rutinaria y

decidieron ese mismo día enterrarla en las fosas clandestinas de

algún cementerio de la localidad. En alguna fosa clandestina donde

nadie nunca la encontrará.

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CHARITO

Charito tiene trece años es originaria de Nicaragua. Sus padres que

emigraron hacia Estados Unidos cuando ella tenía cinco años de

edad, contactaron a un pollero para que la llevara clandestinamente

desde Nicaragua hasta ese país, acordaron pagar la cantidad de

diez mil dólares, la primera mitad fue enviada en remesa desde

Nueva York, la otra sería enviada en la misma forma cuando

Charito fuera entregada en la puerta del apartamento que alquilan

sus padres.

El pollero arregló pagarle a traileros para que la escondieran en los

camarotes a la hora de pasar las fronteras de los países

centroamericanos, el pago no sería en efectivo tal como se lo

había prometido a Charito sino ella misma servida en la cama del

cabezal, lo entendió así cuando el primer hombre la forzó y la

abrió de piernas. Éste tenía aproximadamente cincuenta años de

edad.

Llegaron a Tapachula.

Ahí abordaron como pudieron el Tren de la Muerte y a la altura

del poblado llamado Medias Aguas fueron asaltados por un

36

comando de policías, éstos hicieron detener el tren para una

revisión de rutina, es lo que recuerda que dijeron cuando los

migrantes preguntaron por qué se detuvo La Bestia. Eran

alrededor de sesenta uniformados e identificados como policía

federal y bajaron a los migrantes a punta de pistola, los

golpearon con bates, a muchos les quebraron las extremidades.

Charito recuerda que vio cómo las vísceras salían de los

estómagos partidos en dos por policías que de un machetazo

lanzaron a los migrantes sobre las vías.

Estaba oscuro ya era de noche a las mujeres las violaron ahí mismo

en el monte, sobre las vías y a otras en los vagones. A varios

hombres de un filazo les cortaron el cuello y se reían y los

insultaban, les decían que por qué andaban invadiendo territorio

que no era de ellos, que se regresaran a sus países.

Escogieron alrededor de cincuenta migrantes, los más fuertes y lo

más jóvenes y se los entregaron a otros grupos de hombres

vestidos de negro que llegaron en camiones.

A las niñas y adolescentes se las llevaron los policías, entre ellas

Charito que fue ultrajada durante tres semanas en las cárceles

de una comisaría, no sabe en qué poblado.

37

Ahí en una celda tuvieron a veinticinco mujeres hacinadas y a

todas las violentaron los policías que estaban de turno. A la cuarta

semana las subieron a un autobús de la policía y las trasladaron de

estación donde también fueron violentadas sexualmente por otros

policías, durante diez días. Nunca firmaron ningún papel ni se

registraron sus entradas ni salidas de las estaciones policiales.

El tercer traslado se hizo de Estado y fueron a parar a una cárcel

de Querétaro, en donde tampoco se registró movimiento alguno de

las niñas y adolescentes migrantes. A las mujeres adultas las

separaron de celda y se las entregaron a otro grupo de hombres

vestidos de negro que entraron y las sacaron arrastradas del

cabello.

En esa cárcel, recuerda que las hicieron vestirse con faldas cortas,

les llevaron zapatos de tacón y pinturas, las obligaron a salir al

patio en donde se encontraban hombres vestidos de

particular esperando a que desfilaran para escoger a cuál llevarse.

Charito recuerda que había niñas de ocho años de edad, que

lloraban porque también iban en el tren que asaltaron en otro

poblado y que también habían sido macheteados y balaceados

varios migrantes entre ellos los coyotes que las llevaban.

38

Los policías las daban en alquiler durante tres días por cinco mil

pesos y las tenían que regresar antes de las doce de la noche o el

cliente pagaba una multa de tres mil.

Muchas regresaban golpeadas, con cortadas de navaja en el rostro,

en los brazos, con moretones en todos lados. Charito también fue

alquilaba a un hombre de cuarenta años de edad que la ató de

piernas y manos en una cama y la violentó sexualmente junto a

cuatro hombres más, dos días y dos noches, al tercer día la desató y

la puso a limpiar su casa, por la noche la volvió a ultrajar antes de

irla a dejar a la cárcel.

Recuerda que no podía caminar de tanto dolor en medio de las

piernas, no había comido, en la cárcel tampoco les daban comida,

solo un vaso de agua y un pan frío dos veces al día.

Estuvo ahí dos meses y cada tres días eran alquiladas y

devueltas. Cinco no regresaron, aparecieron muertas y mutiladas

en un vertedero de basura. No salió en ningún noticiero, no se

supo qué hicieron con sus cuerpos las autoridades.

Una noche las sacaron a todas juntas y las subieron en un camión,

las lanzaron al suelo y les tiraron una lona encima, no sabe cuánto

tiempo estuvieron en carretera pero de pronto de detuvieron y las

bajaron a golpes, desde arriba las lanzaron y cayeron en las

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cercanías de la línea del tren en los alrededores de Veracruz. Las

amenazaron que si contaban algo de lo sucedido las matarían.

Amaneció y lograron llamar por teléfono a sus casas, con ayuda

de vecinas y vecinos del poblado, así supo que el coyote la estaba

buscando en Veracruz y que había dejado un número en dónde lo

podía localizar, se reencontró con éste y volvieron a abordar el

tren una y otra vez hasta llegar a Sonora. La entregó a otro

coyote que la cruzó junto a otras sesenta personas por el desierto,

llegaron a tierra estadounidense por el lado de Douglas, Arizona.

Otro coyote la condujo en su automóvil junto a dos migrantes más,

que iban hacia Nueva Jersey. Como última pasajera bajó Charito

frente al edificio en donde alquilan un apartamento sus padres.

Se reencontró con ellos y conoció a sus dos hermanos que nacieron

en Estados Unidos. Le hablan en inglés y no entienden español.

No le gusta el país y aunque quiere a sus papás y los extrañó

durante los años que estuvieron separados, está pensando en

regresarse a Nicaragua de donde dice, nunca debió de haber salido.

Es una adolescente que sufre de ansiedad, no logra dormir por las

noches, no sale del apartamento ni para ir a la escuela, conversa

muy poco con sus padres, son dos desconocidos a los que no les

tiene confianza. Cuida a sus hermanos pues ambos trabajan todo el

40

día. Extraña a su abuela materna y a la tía Tula, a quien

acompañaba todas las tardes al molino cuando iban a hacer la

masa y regresaban caminando por toda la orilla de la calle

empolvada de su natal Jinotega. De su natal Jinotega.

41

NAYARA

Nos cogieron ahí en el carro, a la fuerza. Yo iba saliendo de la

iglesia, el culto termina a las nueve de la noche y me acababa de

despedir de mis amigas, iba sola para la casa ya quedaba poco

como medio kilómetro, esa noche no pudo ir mi mamá porque uno

de mis hermanos tenía paperas y no lo quería dejar solo.

Mi papá nos abandonó cuando se enamoró de otra mujer y formó

otra familia.

Apareció un carro con vidrios poralizados y medio se detuvo y

bajaron cuatro hombres, me taparon la boca y me subieron al carro,

no me dio tiempo ni de correr ni de gritar cuando sentí ya los tenía

ahí y me manearon. En el carro había dos niñas más que las tenían

acostadas en el suelo y ellos con los pies puestos en sus espaldas,

sobre ellas me tiraron a mí. Nos dijeron que no gritáramos o que

nos iban a golpear y no querían hacerlo.

Fue un trayecto largo no sé qué camino tomaron porque no podía

ver, las tres llorábamos y teníamos miedo. Se detuvo de pronto y

escuchamos que conversaban con otros hombres que se subieron al

carro, era una camioneta Suburban de esas grandes. En sillón a

42

cada una nos tiraron y nos cogieron por atrás y por adelante, todas

gritábamos de dolor entonces nos abofetearon para que no lo

siguiéramos haciendo y nos dijeron que nos iban a golpear más si

seguíamos gritando como niñas caprichosas. Yo tenía recién doce

años cumplidos era virgen como las otras dos niñas que estaban en

el carro aquella noche. Nos desgarraron todas, yo duré dos

semanas llorando del dolor porque ni orinar podía. Quienes nos

violaron se fueron y volvieron a subir los hombres que iban de

principio con nosotras.

Nos llevaron a una casa grande con muchas habitaciones, tenía

piscina y también varias empleadas del servicio doméstico, era

como esas mansiones que salen en las telenovelas. Nos metieron

en un cuarto muy bonito pero sin ventanas, tenía alfombra y cuatro

camas, nos dijeron que nos bañáramos porque pronto el jefe quería

vernos y teníamos que estar presentables, nos dieron toallas,

champó y jabón.

No podíamos ni sostenernos en pie por el dolor, en el carro nos

violaron dos hombres a cada una, dijeron que querían probar si la

mercancía estaba en buenas condiciones, mientras nos cogían

decían que estábamos apretaditas y que así era como le gustaban al

jefe.

43

Nos bañamos porque teníamos miedo que nos siguieran pegando,

después entró una mujer que para mi sorpresa conocía, era una

muchacha que tenía apenas dos meses de estar asistiendo a la

iglesia, no era de la colonia decía que iba a visitar a un familiar y

que le gustaba ir al culto porque el sermón del pastor era muy

interesante. Resultó que también las otras dos niñas la conocían

por las mismas circunstancias ahí me enteré que también las

secuestraron saliendo de sus iglesias. La mujer se presentó como la

encargada de pintarnos y vestirnos para presentarnos con el jefe,

nos dijo que no llorábamos porque nos íbamos a ser ricas si

hacíamos bien las cosas, ella fue la que nos vigiló durante el

tiempo que asistió al a iglesia y dio nuestros datos a quienes nos

secuestraron. Llegó el jefe, un hombre como de cincuenta años

muy elegante y hablaba muy bonito, era alto, tenía ojos azules y

cabello rubio, fumaba un puro.

Nos habló muy suave y con cariño. Nos dijo que era nuestra

oportunidad de salir de pobres pero que si nos atrevíamos a

denunciar ellos matarían a nuestra familia, nos sentaron en las

camas y nos mostraron fotografías de nuestras familias, de nuestras

casas y hasta de nuestras amigas. Nos explicaron que nuestro

trabajo era simple, nos darían un teléfono celular al cual nos

llamarían cada vez que un cliente quisiera cogernos y que un taxi

44

estaría esperándonos afuera de nuestras casas para llevarnos y

traernos. Que no nos harían daño pero que si hablábamos de esto

con alguien más matarían a nuestras familias.

Nos dieron todas las indicaciones detenidamente, nos llevaron de

cenar. Antes de salir de la habitación el hombre al que le llamaban

jefe y que nos había hablado bonito, se transformó y nos jaló el

pelo y nos tiró al suelo y nos dijo que había hombres en

motocicletas vigilando nuestras casas las 24 horas del día, por si a

alguien se le ocurría salir a denunciar lo que pasaba nos matarían a

todos. Nos dijo que podíamos contar a nuestras familias porque de

todas formas ya sabían.

Nos pagarían doscientos dólares por cada vez que saliéramos con

un cliente y que teníamos que complacerlo en todo.

Durante toda la noche se escuchaban gritos de otras niñas a las que

estaban goleando y violando en otras habitaciones. A la mañana

siguiente en otro carro nos fueron a dejar a la puerta de nuestras

casas, el carro no tenía placas pero de nada me servía memorizarlas

porque tenían vigilada a mi familia.

Cuando llegué mi mamá estaba muy angustiada me dijo que un

grupo de hombres armados había entrado a la casa para decirle

que su hija estaba bien pero que estaba por iniciar un trabajo que

45

les daría mucho dinero y que cualquier denuncia a las autoridades

los matarían a todos. Le conté lo que sucedió y no paraba de llorar,

cierto como dijeron ahí estaban los hombres. Por órdenes del jefe

no dejé de realizar mis actividades, nos dijo que teníamos que

actuar normal como si nada pasara.

A los tres días llegó la primera llamada y a los 20 minutos ahí

estaba el taxi esperándome, me dieron ropa, zapatos, lociones y

preservativos . Ahí en el taxi me cambié y me dijo el conductor

que en baúl había más cosas para que me las llevara a mi casa

porque tenía que estar elegante para cada cliente.

Esa primera noche me llevó el taxista a una casa muy elegante,

estaba un hombre esperándome con una copa de vino que me tuve

que tomar, nunca había ingerido alcohol pero me tocó porque

cualquier negación de mi parte era poner en peligro a mi

familia. Me dijo que no estaba su esposa ni sus hijos en su casa

porque andaban de vacaciones por Europa y que la noche era toda

nuestra, me violó varias veces y no pude hacer nada más que

dejarme y no poner las cosas más difíciles de lo que estaban.

Me dio mil quinientos dólares en un sobre. El taxista me fue a

recoger en la madrugada. Tomé los doscientos de mi pago, le di los

46

cincuenta correspondientes al conductor y envié con él, el resto al

jefe.

Durante tres años estuve así, saliendo cuatro o cinco noches por

semana. Algunas veces eran clientes solos, en otras eran fiestas:

cumpleaños, despedidas de soltero, graduaciones, partidos de

fútbol que veían en casas privadas y nos llevaban para que nos

desnudáramos y les sirviéramos las bebidas, les

chupábamos mientras miraban el juego y después nos cogían.

Cuando era así siempre nos tocaba que nos violaron tres, uno por

adelante, otro por atrás y al tercero le teníamos que chupar

mientras llegaba su turno.

Cada tres meses nos llevaban a chequeo médico a una clínica en el

centro de la ciudad, íbamos en la noche cuando ya estaba cerrado

el edificio de oficinas para que no nos vieran entrar a todas juntas,

solo estaba el doctor y un enfermera. Querían que estuviéramos

limpias de cualquier enfermedad porque había clientes que exigían

y pagaban más cuando no se usaba preservativo. A ellos les

encantaba que nos tragáramos el semen.

Claro que pensé en salir de ahí y denunciar pero era imposible, es

una red que está aliada con la policía y todas las autoridades, de

47

nada sirve denunciar. Una vez intenté decirle a uno de los clientes

que estaba ahí obligada y que por favor me ayudara, me dijo que

me ayudaría pero lo que hizo fue decirle a mi jefe y éste me golpeó

tan fuerte que me dejó en cama dos semanas y a uno de mis

hermanos, el hombre que nos vigilaba en la motocicleta, le

quebró un hueso de una pierna con un bate, eso solo como aviso.

Un día una de las chicas del grupo ya no aguantó y se fue a poner

la denuncia al Ministerio Público pero de nada le sirvió porque de

ahí mismo le avisaron al jefe de la organización que una de sus

putas se había quejado, fue terrible le mataron a toda la familia

descuartizada y ella nunca apareció ni viva ni muerta.

Yo tampoco ya no aguanté y con lo que habíamos ahorrado con mi

mamá de los pagos que me daban en dólares pagamos a unos de la

mara 13, para que con capuchas puestas golpearan a los dos tipos

de las motos que rondaban la casa. Porque desde que me quejé con

el cliente, mi jefe puso dos vigilantes en mi casa.

Les pagamos muy bien y los golpearon tanto que los dejaron

inconscientes esa noche salimos de la casa y del país. Mi familia

cruzó hacia otro país que prefiero no mencionar el nombre por su

seguridad. Y estoy trabajando duro para mandarlos a traer, tiene

que ser de forma indocumentada porque sus nombres están

48

fichados por la organización y si van a sacar pasaporte o visa no

pueden porque ahí darán con ellos y seguro que los matan.

Pagué a un coyote para que me pasara hacia Estados Unidos, mi

mamá desde El Salvador llamó por teléfono a una amiga suya

que vivía en Estados Unidos y ella le dijo que con gusto me

recibía.

Todo iba bien hasta que el coyote me entregó a otro mexicano que

era el que me iba a cruzar por el lado de Ciudad Juárez.

Ahí en la casa donde me tuvieron durante tres días violaron cinco,

todos coyotes y por más que les pedí que usaran condón no

quisieron, no me opuse, qué me iba andar oponiendo si me iba a

doler más y encima iba a terminar desfigurada de la cara de tanto

golpe. Sí me cruzaron y logré llegar a Estados Unidos, pero me

tocó pagar el doble porque pidieron rescate de lo contrario dijeron

que me iban a matar. La amiga de mi mamá pagó dos mil dólares

más, en total me salió en doce mil dólares la cruzada de México a

Estados Unidos.

A las semanas cuando ya no me bajó mi regla me di cuenta que

estaba embarazada, lo perdí cuando tenía dos meses, se me vino

cuando me caí de unas escaleras en un edificio cuando lo

andábamos limpiando.

49

Tengo 16 años de edad y vivo en casa de la amiga de mi mamá,

trabajo en una compañía de limpieza, entramos a las cinco de la

mañana y salimos a las ocho de la noche. Me pagan a seis dólares

la hora. Trabajamos los siete días de la semana. Limpiamos

apartamentos, casas y oficinas.

Tengo un año viviendo en Estados Unidos. En principio pensé

mandarlos a traer, reunir dinero y que pagaran un coyote que los

cruzara, pero después de lo que viví en la frontera no quiero

arriesgarlos, que se queden en donde están, algún día nos vamos a

volver a reencontrar, sino pues no importa, yo prefiero que nunca

nos volvamos a ver y saber que están bien, a que los hayan

secuestrado en la frontera o matado ahí mismo.

No, a El Salvador no pensamos volver ni mi familia ni yo, lo que

queremos es olvidar lo que vivimos ahí. Aquí no es como la gente

cree, aquí también estamos encarcelados, sin documentos no

podemos hacer nada. Nos explotan mire que gano menos del

salario mínimo y trabajamos tantas horas y sin derecho a quejarnos

porque nos despiden y hasta la migra nos echan. Pero me conformo

porque desde aquí puedo ayudar a mi familia a que salga adelante.

50

ISAURA

A nosotras nos engañaron porque nos dijeron que íbamos ir a

trabajar de meseras en varios restaurantes de

Guadalajara pensamos que teníamos todo arreglado porque quien

nos contrató nos dijo que viviríamos en una pensión todas juntas

ya hasta el pago quincenal teníamos resuelto.

Fue una mujer la que nos contrató. Sí, con ella firmamos el

contrato y arreglamos lo de los honorarios y la forma de viajar, lo

hicimos con visas pero no con nuestros nombres, no sé cómo ella

arregló eso con la embajada pero la cosa es que los pasaportes y

visas no tenían nuestros nombres reales, no fuimos a firmar nada a

ningún lugar, ella llegó de una vez con los pasaportes y las visas en

las manos y nos las entregó el mero día que viajamos. Viajamos en

autobús. Y en los pasaportes aparecíamos como mayores de edad.

De aquí del pueblo nos fuimos diez, todas menores de edad la más

pequeña tenía catorce y la mayor estaba por cumplir los 18,

somos del occidente de Guatemala.

También viajaron con nosotras otras de la capital menores de

edad, cuatro de ellas eran mamás solteras, a Florencia recuerdo

que contó que la había violado un ex novio de la mara Salvatrucha,

51

se enojó cuando terminó la relación con él y en venganza la violó

con cuatro amigos más, ella no sabe de quién es el hijo.

Marisol que era de allá pegado a la salida yendo para el Irtra de

Aguas Calientes una noche nos contó que su hermano mayor la

había violado y que aparte le cortó un pezón con la punta del

machete, por eso le daba vergüenza que la miráramos desnuda, la

embarazó y cuando nació la niña se la dejó a su mamá y se fue a

trabajar con nosotras.

Todas pensábamos que íbamos a trabajar de meseras, en ningún

momento se nos pasó por la mente que nos iban a prostituir. Adela

lloraba tanto porque tenía dos niñas y las dejó con su mamá, ella sí

se había juntado con un hombre pero él le pagaba mucho y decidió

dejarlo y buscar trabajo en otro lugar. Mire que bien engañadas nos

hicieron porque decidimos irnos porque la paga era buena, mejor

de lo que podíamos ganar en Guatemala trabajando de sirvientas

en casa privada. La mayoría de nosotras no había terminado la

primaria.

En total nos fuimos 30. Llegamos sin novedad a Guadalajara pero

el infierno encontramos cuando en lugar de llevarnos a la

pensión que nos había dicho la mujer que nos contrató, fuimos a

52

dar a un bar de esos en donde bailan las mujeres desnudas y se

prostituyen.

Un grupo de hombres armados nos salió a encontrar y rodearon el

bus, en ese momento cambió por completo la mujer que nos había

contratado y dio el mando a un hombre que entró al autobús y nos

gritó, nos dijo que las reglas del juego habían cambiado y que si

nos portábamos bien podríamos trabajar para pagar nuestro rescate

porque desde ese instante estábamos secuestradas, nos dijo

que éste era de cincuenta mil dólares por cada una. Nos dijo que la

forma de pagarlo sería trabajando de putas.

Nos sacaron a todas a empujones y nos metieron en el lugar ese,

nos metieron a un cuarto en el sótano donde habían más de

cuarenta mujeres de varios países, unas drogadas, otras tomadas,

unas heridas en las piernas. Después supimos que los clientes las

golpeaban y así mismo nos tocó a nosotras.

Después de que nos metieron al cuarto entraron los mismos

hombres armados, eran tantos que no los pude contar, a cada una

nos agarraban entre cuatro: uno de los brazos, dos nos separaban

las piernas y el tercero nos violaba, luego se turnaban, a las treinta

que llegamos nos hicieron perder el conocimiento de tantos que

nos violaron, por adelante y por atrás.

53

Nos despertaron al siguiente día dándonos cachetadas,

pateándonos y jalándonos el pelo. Nos mandaron a bañar y nos

dieron un par de zapatos de tacón alto a cada una, una minifalda y

blusas de escote, un pintalabios rojo para todas y un peine. Nos

dijeron que una hora nos querían listas porque ya iban a abrir el

lugar y que los clientes empezarían a llegar.

Así vivimos cinco años, setenta mujeres en un sótano. No

podíamos dormir porque no había espacio para acostarnos,

dormíamos en el suelo no había un solo mueble en la habitación.

Dos veces por día nos daban comida. Frijoles y arroz, un vaso de

agua. También cuando estábamos con nuestro período menstrual

trabajábamos, de lunes a domingo y el mínimo de clientes por día

por cada una era de veinte.

Cobrábamos quinientos pesos por cada vez, pero el dinero lo

pagaban los clientes al hombre que estaba en caja cobrando, a

nosotras él nos entregaba una ficha de plástico, al final de la noche

contábamos las fichas y era la cantidad de hombres con los

que nos habíamos acostado y era el pago que obtendríamos, que

nunca nos dieron porque nos decían que lo estaban guardando

porque era para que pagáramos nuestro rescate. Los clientes nos

golpeaban, nos agarraban como querían y no nos podíamos quejar

con el dueño del lugar porque nos decía que para eso éramos putas,

para cumplir con los deseos del cliente.

54

Nos comenzaron a drogar a la fuerza, por cada trago que comprara

un cliente nos daban un porcentaje pero nunca lo vimos. A todas

las que estábamos ahí nos tenían a la fuerza. La mujeres

europeas hablaban muy poco español, a ellas también las

engañaron y las secuestraron, sus propios esposos que las

vendieron a organizaciones de trata de mujeres, a otras también las

enganchó una mujer que les ofreció trabajo en Estados Unidos.

A muchas nos embarazaron ahí mismo porque no se nos permitía

usar preservativo porque a los clientes no les gustaba, cuando

salíamos embarazadas llegaba un doctor que nos inyectaba y nos

hacía abortar. Yo resulté cuatro veces. Varias se intentaron

suicidar con sobredosis de droga pero nunca pudieron, entonces los

hombres que nos custodiaban se enteraban y las golpeaban y las

violaban entre todos y las dejaban inconscientes.

Cada mes nos violaban todos, se orinaban encima de nosotras, nos

hacían tragar el semen, nos lo echaban en la cara. Como en unas

cinco ocasiones llevaron perros y nos forzaron a tener sexo con los

animales, ellos grababan en video y se reían de nosotras, los videos

los vendían a los mismos clientes. No sé cómo hacían pero seguido

llevaban niñas que no pasaban de los ocho años de edad, las

escuchábamos gritar cuando las violaban los clientes, por ellas

pagaban en dólares. Siempre eran distintas, no nos dejaban hablar

con ellas, las rotaban seguido, cada dos semanas llegaban otras.

55

La mujer que nos cocinaba era la mamá de uno de los hombres que

cuidaba el lugar, a esa mujer le debemos la vida. Se armó de valor.

Nos contó que a ella también la habían violado cuando era niña y

que su hijo era producto de eso y que no sabía quién era el

padre, porque fue saliendo de la escuela cuando la agarraron unos

tipos y la violaron en un callejón, su mamá la echó de la casa y fue

así que emigró a la ciudad.

No, no podíamos denunciar que nos tenían secuestradas porque los

clientes mismos les contaban a los dueños del lugar y estos en

castigo nos pegaban con cinchos y nos violaban entre todos, nos

dejaban hasta una semana sin comer.

La misma policía estaba de acuerdo porque eran clientes fijos del

lugar y no pagaban por nuestro servicio y tenían las mujeres que

querían. Pedían cinco mujeres para cada uno, qué hacían con

cinco mujeres, nada. Era la pura perversidad de creerse machos,

sacaban polvo blanco y se lo mentían en la nariz y nos obligaban a

nosotras también.

Pasamos muchos meses hablando con la señora que cocinaba la

comida, doña Carmen. Resulta que el dueño del bar debía ya varios

favores a ciertos grupos de la mafia y lo andaban buscando para

matarlo. Ella los contactó y dio el paradero suyo pero con la

56

condición de que nos dejaran libres, los de la mafia cumplieron su

palabra, eran del mismo pueblo de donde era ella y por ser

paisanos le hicieron el favor de no matarnos o de secuestrarnos.

Muchos de ellos eran hijos de amigas de la infancia. Eso ayudó

mucho. Y logró que un día en el cambio de turno de la guardia del

bar, éste fuera asaltado por un grupo de hombres armados

que mataron a los custodios y nos rescataron.

Nos dieron la calle, salimos corriendo así como estábamos, a las

drogadas las arrastramos por los brazos pero no dejamos a

ninguna. Doña Carmen nos consiguió un lugar en donde

escondernos mientras pasaban las averiguaciones.

En los periódicos no salió nada. La noticia no fue cubierta porque

dentro del lugar se encontraban muchos jefes de la policía a

quienes mataron, también gente de gobierno y periodistas que

lograron escapar.

Lo más doloroso es que a la mayoría nos rechazó nuestra familia,

cuando llamamos por teléfono para decir que estábamos bien y

contar lo que nos había pasado nos dijeron que no nos querían

volver a ver porque nos habíamos hecho putas. Que no nos creían

una sola palabra.

Yo ya no regresé a Guatemala, muchas decidimos cruzar hacia

Estados Unidos de mojadas, a todas se nos había terminado la vida

57

ahí en ese infierno. Las mexicanas regresaron a sus casas pero

también las rechazaron, con muchas europeas no sé qué pasó

porque yo decidí cruzar hacia Estados Unidos lo más pronto

posible.

Trabajo en una fábrica donde empacan verdura, gano a seis dólares

la hora que es menos del salario mínimo. Alquilamos una casa con

las quince que cruzamos, somos nuestra única familia, unas

trabajan limpiando casas, otras lavando platos en restaurantes.

Ellas aun no se atreven a hablar de lo que vivieron, todas sufrimos

de ansiedad, no podemos dormir, nos sentimos perseguidas,

pensamos que en cualquier momento nos secuestrarán, no

podemos estar cerca de los hombres sin sentirnos intimidadas, nos

cuesta mucho la convivencia, pero dentro de nosotras hemos

formado una familia. Nos apoyamos las unas a las otras, hay una

maestra de inglés que llega a darnos clases a la casa gratuitamente,

porque muchas de mis amigas no se atreven a ir a la escuela y

compartir con más personas.

Estamos vivas. Muchas han muerto en esos lugares.

Hemos escuchado de la celebración del Día de Acción de

Gracias, es el primero que vamos a pasar aquí , trabajaremos ese

58

día pero en la noche cocinaremos comida de nuestros países y a

agradecer que logramos salir de ese infierno.

Pero no solo a nosotras nos han pasado desgracias, en la fábrica en

donde trabajo hay una mujer salvadoreña a la que violaron los

coyotes que la cruzaron por el río Bravo, quedó embarazada y su

niña tiene ahora tres años. Va a llegar a pasar la noche con

nosotras, las europeas comerán por primera vez pupusas de

chicharrón, ellas hablaron de un jamón especial que harán

horneado. La bebida será un ponche de frutas.

59

MARÍA JOSÉ

Eran cientos de personas las que se lanzaban sobre el tren en

marcha, yo también tenía que subirme pero no sabía cómo porque

me daba miedo caer en la vías y que me pasara encima.

Pasaban los vagones, cisternas y contenedores pero lo aconsejan a

uno a que se vaya en un vagón o en el techo de un contenedor

porque las cisternas son muy peligrosas de ahí se han caído

muchas personas y se han matado.

Crucé por el río Usumacinta a Tenosique, Tabasco. Soy

hondureña, viajamos en camioneta hasta el lado de el Petén,

Guatemala y de ahí cruzamos en una balsa. Pero solo pusimos los

pies en México y ya nos estaban pidiendo dinero los policías, las

otras personas que iban en mi grupo si pagaron pero yo solo tenía

lo de la comida de tres días y me lo quitaron y aparte me llevaron

para la patrulla y ahí se hizo de mí el jefe de los policías, me

obligó a que le hiciera sexo oral y también me agarró por atrás,

como si uno no sintiera dolor, piensan que gustoso está uno ahí de

espaldas, son unos perversos, viera cómo me decía, que nosotras

las centroamericanas eso íbamos a buscar a México

porque nuestros hombres no sirven.

60

Me dijo que todas éramos una putas que íbamos para trabajar en

bares de ficheras. Le aseguro que así no agarran a sus esposas.

Me dejaron ir pero me dijeron que si decía algo me iban a meter

presa un año y que después me iban a mandar para mi país. Yo ya

sabía que esto podía pasar porque ya me lo habían contado algunas

que regresaron deportadas a mi colonia, por eso me puse la

inyección para no quedar embarazada si eso pasaba.

Tengo 16 años de edad y dejé a mi niño de cinco meses al cuidado

de mi abuela materna, es hijo de mi tío Juan hermano de mi

mamá él me violó y me dejó embarazada yo le conté

inmediatamente lo que sucedió a mis papás pero dijeron que la

culpa fue mía por andar de sometida, mi tío ya está casado tiene

cuatro hijas. Me dijeron que si decía algo me iban a echar de la

casa y cuando la gente preguntaba de quién estaba embarazada

ellos respondían que no sabían porque yo no quería contarles.

Tuve a mi niño y se lo dejé a mi abuela que me aconsejó que me

fuera e Estados Unidos para poder criarlo. Yo lo quiero es mi hijo,

sangre de mi sangre, lo viera es bien galán, hermoso, pesó

casi nueve libras y se parece a mi mamá. Lo he visto en fotos.

61

No, yo no estudiaba trabajaba en una maquila cortando los ruedos

de pantalones de lona. Solo saqué la primaria. La verdad nunca

pensé en ir a la universidad esas voladas son para otro tipo de

gente no para uno que es pelado usted, a uno le toca ver de dónde

consigue para comer y pagar la luz y el agua para que no se la

corten.

Sí, a mi niño si quiero mandarlo a estudiar porque quiero que no se

quede bruto como su mamá, que sea doctor o lo que él escoja pero

a mí me gustaría que fuera doctor, tan elegantes que se miran con

sus batas blancas.

Bien, me dolió dejarlo pues si es mi hijo pero desde que me dejó

en cinta mi tío mi familia solo peleando conmigo se mantenía, mi

mamá pegándome porque decía que por caliente me había pasado,

que mi tío pobrecito porque se vio obligado como hombre a

hacerme el mal. Yo ya no podía vivir así y decidí irme mejor.

Fue muy difícil decidirme a saltar porque el tren iba muy rápido

pero si no lo hacía me quedaba ahí y yo lo que quería era llegar a

Maryland ahí vive una tía que es hermana de mi mamá. Después

de que se hizo de mí el policía no podía caminar y me avisaron de

un albergue para migrantes ahí me atendieron y me dieron

medicina para el dolor, viera usted qué gente tan bendecida es esa

que se quita el bocado de la boca para dárselo a desconocidos. No

62

solo yo era la violada había varias que también violaron en el

tren porque lo asaltaron unos encapuchados que decían que eran

de los Zetas. Les pidieron una cantidad de dinero en dólares y

como no tenían dicen que tiraron a unos del tren y a otros los

mataron con machetes. Yo vi a dos hombres sin piernas porque se

las quitó el tren cuando cayeron en las vías, cállese usted es una

salación esa.

Viene uno a penar a otra tierra usted por la necesidad, si uno

tuviera qué comer no se moviera de su país. Aunque mire yo

tenía qué comer la verdad aunque sea tortilla y sal pero mi

corazón no podía con tanto dolor, con tanto maltrato y humillación,

me tocaba ver a mi tío cuando llegaba con su familia a visitar a mis

papás y la esposa también supo lo que me hizo y me dejó de

hablar, también me echó la culpa.

En eso unas muchachas me contaron que iban a agarrar camino y

me vino con ellas, nos venimos con lo del pasaje nada más para

llegar a la frontera de Guatemala con México de ahí pensamos

trabajar aunque sea recogiendo basura en los locales para irla

pasando pero todas estábamos decididas de irnos. Unas tenían más

dinero que otras y todas más que yo definitivamente por eso me

63

agarró el policía solo a mí, a ellas ya no las vi porque se subieron

en el tren.

Si ya uno en tierra ajena no tiene amigos usted mire ellas se fueron

y no me esperaron y eso que son de la misma colonia en donde yo

vivo allá en Honduras, no sé qué fue de ellas la verdad ojalá estén

bien y no las hayan secuestrado o se hayan quedado por

ahí ahogadas en el río Bravo.

Me armé de valor y me tiré decidida apenas logré casarme mire

usted que si no es por un hombre que me agarra del pelo le digo

que me hubiera caído sobre las vías, él me subió y me encajó en la

escalera. Yo temblaba asustada viendo aquel volado y a aquel

gentío usted tirándose como desesperados. Me partió el alma ver a

tanta criaturita sola, niñas de seis años solitas iban.

La salación nos cayó después entrando a Tamaulipas ahí cuando el

tren se detuvo ya nos estaban esperando hombres vestidos de negro

bien armados con pistolas y machetes, cállese usted por dios

también los acompañaban policías y soldados los infelices estaban

de acuerdo, se nos dejaron venir con todo y nosotros empezamos a

saltar de los vagones y a salir corriendo entre las vías, unos

agarraban para el monte mire usted y del monte salían más policías

y soldados, la verdad muchos lograron escapar porque éramos

64

cientos pero a otros nos tocó la mala suerte. Llevábamos tres días

sin comer y llevando sol y aguantando frío, nos llovió un día

entero, ensopados nos agarraron.

Yo me imaginé lo que nos iban a hacer y pensé en mi niño en que

saber si lo volvería a ver y que yo iba a quedar ahí sin nadie que

me fuera a reconocer y sin entierro y lejos de mi casa. A muchos

hombres les cortaron las manos porque no tenían dinero para pagar

los cien dólares que pedían los hombres de negro que decían que

eran del Cartel del Golfo , ahí mire policías y soldados revueltos,

todos golpeando con las cachas de las pistolas los pómulos de los

migrantes, tronaban los huesos cuando se los quebraban.

Los dijeron que vivos no nos iban a dejar, a quien pagaba no le

tocaban un pelo y lo dejaban ir pero a quien no tenía se le iban con

todo. Nos violaron parejo a hombres y a mujeres, a los hombres

los pusieron a gatas y los hicieron bajarse los pantalones, también

los obligaron a que les chuparan sus cosas, los obligaron a tragarse

el semen de ellos, y después les daban un balazo en la frente. A

otros los violaban y de último les metían atrás un chile jalapeño

partido a la mitad y les decían que eso era para que no olvidaran

qué picante era el chile de los mexicanos. Imagínese usted

cargaban bolsas de chiles, son unos malditos.

65

A nosotras yo no sé qué fue lo que nos salvó la verdad porque

también nos violaron, yo perdí el sentido porque fueron muchos,

cuando desperté estaba ensangrentada y ya era de noche, estaba

tirada en el monte habíamos varias ahí y no nos pudimos levantar,

cállese que las mujeres del pueblo nos ayudaron porque dijeron

que las autoridades en eso no se meten y que los bomberos no

ayudan y que nos hospitales lo que hacen cuando llega un migrante

así es que lo matan y lo van a enterrar como equis equis en las

fosas para no andar en investigaciones de ningún tipo.

Unas vecinas nos ayudaron y nos llevaron a sus casas y ahí

nos atendieron estudiantes de medicina que colaboran con ellas, a

muchas de nosotras quienes las violaron les quebraron parte de los

huesos de la cadera, las niñas no sobrevivieron porque como no

daban de sí las desgajaron.

Mire mataron como a unas setenta personas esa noche y nada salió

en las noticias, ninguna autoridad se metió en nada. Los vecinos

del poblado lo que hicieron fue pedir permiso al velador del

cementerio y abrieron una fosa y ahí echaron los cuerpos que

cuentan no tenían manos, a otros les faltaban los ojos, unos

partidos en dos, muchos con balazo en la cabeza.

66

A cinco nos llevaron a la misma casa y las cinco nos agarramos

una de la otra mire usted con fe, eran dos guatemaltecas una

salvadoreña y habíamos dos hondureñas. Nos quedamos ahí a

recuperarnos, nuestros familiares de Estados Unidos enviaron el

dinero para pagar el coyote que nos cruzó por el río Bravo. Los

mismos vecinos nos recomendaron el coyote que bien cabal el

hombre, no todos son malos usted.

Fuimos a dar Brownsville, Texas. A cada una de nosotras nos

llegaron a recoger nuestros parientes, el canje se hizo en el

estacionamiento de una lavandería en un centro comercial. Mi tía

no tiene documentos por eso no manejó hasta la frontera pero llegó

con un amigo suyo que le hizo el favor.

Tengo dos años viviendo aquí en Maryland trabajo en un hotel con

mi tía limpiamos las habitaciones me tocan 18 en total

diariamente más ocho baños de los que están en los pasillos, gano

el salario mínimo.

Quisiera mandar a traer a mi niño pero mire con lo que yo viví fue

suficiente, aunque me odie por no estar allá con él que se quede

allá mejor, yo voy a trabajar aquí porque quiero que él vaya a la

universidad y quiero hacer mi casita, poner un negocio e irme

de regreso, estar aquí no es vida, uno está de esclavo no puede

67

salir porque la migra anda en todos lados, como si uno fuera un

delincuente.

Mis amigas me llaman por teléfono para preguntar qué consejo les

doy porque quieren agarrar camino para el norte, yo les digo que ni

de locas usted por dios, que ahí se sufre mares les digo pero ellas

no me creen piensan que porque ya estoy aquí no quiero que

vengan a conocer Estados Unidos, dice que ya me volví creída

porque le estoy construyendo la casa a mi abuelita.

Aun no puedo dormir bien, tengo pesadillas y el insomnio me está

matando todo se me revela, pero dicen que es normal que a

la mayoría que viene de forma indocumentada le pasa.

Sí, estoy estudiando inglés en las noches voy a la escuela para

adultos es gratuita tengo que aprovechar esa oportunidad. Ojalá y

dieran los papeles pero lo de la reforma migratoria, como dice mi

tía es cuento viejo.

68

ANNIE

Está en la sala de espera del aeropuerto internacional John F.

Kennedy en Queens, Nueva York. Su vuelo hacia Londres,

Inglaterra sale en dos horas.

Finalmente ha terminado la pesadilla y está a solo horas de

reencontrarse con su familia que nunca dejó de buscarla.

Quiere borrar de su memoria lo que vivió después de haber llegado

a Playa del Carmen, Quintana Roo, México. Viajó junto a un

grupo de amigas que festejaban una despedida de soltera,

decidieron hacerlo en el caribe México en ese lugar

paradisíaco. Estarían durante una semana pero a Annie se le

torció el destino en la segunda noche.

Las seis salieron a disfrutar de la playa y posteriormente fueron a

un club nocturno, una discoteca donde alguien puso algo en la su

bebida lo cual la mareó y optó por ir a lava manos a refrescarse un

poco, lo hizo sola pero avisó a dos de sus amigas que iría al baño.

La discoteca estaba a reventar y ellas destejando que la mayor del

grupo se casaba en solo dos semanas. Annie la menor de todas con

21 años y la mayor de 29.

69

Al llegar al baño dos mujeres la tomaron por los hombros y

colocaron una especie de trapo humedecido al un líquido fuerte

que la hizo perder el conocimiento, despertó atada de manos y

piernas en una cama de un lugar que no conocía.

Comenzó a gritar desesperaba, a pedir ayuda lo cual hizo

enfurecer a quienes la tenían en cautiverio, entró a la habitación

entonces uno de los cabecillas de la banda que traficaba con

personas le dijo que la soltaría pero que sería solo para que se fuera

a bañar y a vestir porque el jefe quería hablar con ella y tenía que

estar presentable, le informó que había sido secuestrada y que

desde ese instante laboraría como dama de compañía para una

empresa de edecanes que prestaban sus servicios en los hoteles

cinco estrellas de los alrededores.

Annie sigue gritando pidiendo que la suelten, que la dejen ir pero

es imposible por toda respuesta recibe una bofetada de mano del

secuestrador.

Minutos después Annie está parada frente al jefe de la

organización criminal el que le indica que es bienvenida también

le ordene que se quite el vestido, Annie se niega y éste molesto se

lo arranca de un tirón la toma por la espalda y la lanza sobre el

escritorio, la abre de piernas y la ultraja. Satisfecho le confirma

70

que está en el punto y será exquisitez de los clientes que atienden a

las reuniones en la cadena de hoteles.

Annie no solo es obligada a servir como dama de compañía sino

que es ultrajada noche a noche por magnates empresarios del

mundo hotelero del país. Ha tratado de escaparse en más de una

ocasión pero le ha sido imposible porque policías, guardias,

meseras, mucamas, jardineros todos están involucrados y cuando

ha intentado pedir ayuda lo que hacen es avisarle al jefe de la

banda quien la castiga golpeándola con toallas mojadas y la hace

comer su propio excremento y beber su propio orín.

No es solamente ella, Annie ha observado en la misma condición a

docenas de jovencitas que también son obligadas a servir de

desahogo sexual a empresarios que salen en revistas y en

televisión. Las tienen viviendo en una casa a las afueras del centro

turístico y por las noches las llevan en limosinas hacia los salones

de los hoteles donde serán las reuniones de gala. También asisten a

fiestas privadas en mansiones frente a la bahía ahí las obligan a

participar en orgías, a inyectarse droga, beber alcohol y a meterse

polvo blanco en la nariz quien no lo haga para consentir al cliente

es golpeada nuevamente y obligada al mismo ritual de alimento.

71

Dos años en la misma condición y Annie no piensa en su familia

en cómo estará si la estarán buscando, en sus amigas. Las amigas

permanecen durante dos meses en el Estado buscándola ya han

puesto la denuncia con las autoridades respectivas en con la

embajada de su país en México pero deciden regresar y esperar

noticias en su país, no se realiza la boda. Su familia ha estado

acudiendo a organizaciones de derechos humanos, ha viajado en

varias ocasiones a México en busca de pitas que los lleven a dar

con su paradero pero no han conseguido nada.

La movilizan de casa cada tres meses para que no las atrapen

grupos delictivos contrarios solamente, por las autoridades

policiales no se preocupan porque están de acuerdo el mismo

gobernados del Estado asiste a los festines en los hoteles cinco

estrellas y a las fiestas privadas, Annie ha sido ultrajada por él en

varias ocasiones.

Las autoridades saben perfectamente quién es su familia se han

entrevistado con ésta en varias ocasiones pero

descaradamente siempre les dan la misma respuesta: están

investigando y cuando tengan noticias se las comunicarán.

Una noche camino hacia uno de los hoteles es interceptada la

limosina por varios automotores de doble tracción de donde

descienden varios hombres armados con metralletas y granadas,

72

vestidos de negro y con chalecos anti balas, le disparan al

conductor y a los guardias y se llevan a las mujeres que son ocho

en total.

Vía helicóptero son llevadas la ciudad de México y las encierran

en una casa ubicada en Lomas del Pedregal, ahí son obligadas a

prestar servicios sexuales a jefes de policías, coroneles, generales,

contrabandistas, banqueros, empresarios de telefonía, aduaneros,

exportadores de azúcar y cerveza, también obligadas a drogarse.

Annie pasa seis meses en el lugar y luego son movilizadas a otro

país, en automóviles con placas del Estado de Texas cruzan la

frontera de Tijuana los policías del cruce fronterizo ya están

avisados y los dejan pasar sin mayor percance, son cinco

carros donde trasladan en total a treinta mujeres.

En San Diego, California las encierran en otra casa donde las

violentan jugadores de casinos, deportistas, transportistas,

policías, traficantes. Annie ya es un adicta a la heroína y cocaína

al igual que el resto de mujeres que llevan algunas más de seis

años en cautiverio. Deliran, han perdido la memoria algunas que

no recuerdan ni sus nombres, la única forma de mantenerse en pie

es inyectándose dos veces por día, ya no les importa quién ni

cómo las ultraje sus cuerpos a lo largo de los años han sido

73

golpeados: con puñetazos, puntapiés, bates, cachas de pistolas,

cinchos. Sus rostros escupidos, mordidos, quemados con colillas

de cigarrillos, la lindeza de sus muslos convertida en cloaca donde

depositan sus ganas quienes pagan por la diversión.

Desde Quintana Roo un narcotraficante muy poderoso se ha

enamorado de una de las mujeres y quiere sacarla de ahí, es una

alemana que fue secuestrada cuando tenía trece años y ya lleva

ocho en cautiverio pero ella no se va si no sueltan a las otras por lo

cual obliga a su enamorado a arreglar un trato con el quien las

explota sexualmente. Sabe que está perdidamente enamorado de

ella y que por la buenas lo puede manipular. Ella le promete que se

involucrará en la organización y será quien reclute jovencitas y

quien las ubique para secuestrarlas. Le dice que las que están ahí

ya están maduras para la explotación sexual que por las jovencitas

pagan más y rinden más en una noche.

El trato es que trabajarán un año en Estados Unidos y luego

las dejarán en libertad, él se encargará de comprar la libertad de

cada una de ellas. Les conseguirán pasaportes de sus países de

origen y el boleto de avión. Ella jurarán no comunicarse con

ningún tipo de autoridad en sus países de origen y no hablar del

74

asunto con nadie de lo contrario las matarán, no importa en dónde

estén las buscarán y las matarán.

A finales de la fecha acordada paga con dólares y paquetes de

droga la cantidad cien cincuenta mil dólares por cada una.

Las dispersan en diferentes Estados de la nación y vuelan en días y

horarios distintos. Annie aborda el avión que la llevará a Londres

ha estado más de tres años secuestrada.

Es la última es hacerlo todas han regresado ya a sus países de

origen. Su amiga alemana quien se sacrificó por todas al saber que

todas están ya a salvo, camina por el patio de la mansión de su

amante, está rodeada de hombres armados, se encuentra en la cima

de una arista en el sector privado del puerto de Acapulco, al llegar

a la orilla se lanza sobre el acantilado, ella prefiere morir antes que

obligar a otras niñas a vivir el infierno que ella experimentó.

Su cuerpo fue encontrado destrozado nadie lo reconoció, o las

autoridades no quisieron reconocerlo porque la denuncia estaba

hecha desde hacía ocho años atrás, fue enterrado en fosa común

como equis, equis.

Annie está en Londres con su familia finalmente tratando de

sobreponerse a la catástrofe emocional y física que vivió en manos

de criminales, está internada en un centro asistencial en donde le

están limpiando la sangre de tanta droga que llevaba dentro.

75

Ninguna de las rescatadas sabrá nunca que la amiga alemana se

suicidó.

76

LEANDRA

Salió de su natal Sonsonate, El Salvador con destino a Estados

Unidos. En la nación del norte la esperaban sus papás que habían

emigrado hacía doce años cuando ella apenas tenía cinco meses de

edad, creció con su abuela materna. Sus dos hermanos mayores –

de trece y catorce años respetivamente- ya habían emigrado en la

misma forma dos años atrás y se encontraban en compañía de sus

padres solo faltaba ella para que estuviera la familia completa en

Estados Unidos.

Para facilitar el traslado clandestino el coyote ideó falsificar el

acta de nacimiento y hacerla pasar como hija propia, con

autorización de la abuela y sus padres.

No fue difícil cruzar la frontera entre El Salvador y Guatemala, lo

hicieron por el lado de Jalpatagua, ya en la capital guatemalteca

abordaron otro autobús que los condujo a la frontera con

Tapachula, México. Durmieron del lado guatemalteco en un

pensión cerca a la aduana. Por la madrugada cruzaron el río

Usumacinta. Leandra había sido entrenada durante un mes para

aprender el nombre del pollero, y algunos pasajes familiares

77

inventados para evitar cualquier contratiempo a la hora de ser

detenidos por autoridades guatemaltecas o mexicanas y que no

quedara ninguna duda que el par era padre e hija.

Llegando a Tapachula el pollero cambió de plan y de ruta,

mientras los padres de Leandra pensaban que iban en autobús

atravesando México él decidió ahorrarse lo del pasaje y hoteles y

optó por abordar con la niña el tren La Bestia en Chiapas.

Llegaron sin novedad hasta La Patrona, Veracruz. Leandra fue

testigo mientras el tren se deslizaba sobre la interminable

ferrovía de la forma en que un grupo de mujeres paradas en la

orilla de la línea sobre unos matorrales lanzaban bolsas con comida

y botellas de agua, brazos salían de los vagones intentando atrapar

las bolsas en el aire, docenas de manos extendiendo los dedos para

agarrar las botellas. Gritos y llanto. ¡Gracias! Gritaban, gracias.

Tres días sin probar bocado viajando en las entrañas y en el lomo

del tren de la muerte.

En el poblado vecino les cambió la suerte cuando el tren se detuvo

ya los estaban esperando docenas de hombres armados vestidos de

negro, rodearon cinco vagones las personas que iban en los otros

pudieron escapar pero no ellos. Los hombres les exigieron la

cuota de cien dólares por persona o les dijeron que los mataban

78

ahí mismo, el coyote se negó a pagar y dijo que no tenía dinero,

también negó que esa niña fuera su hija mientras ella llorando lo

llamaba papá.

Disparos se escuchaban, gritos y llanto, súplicas que salían de las

entraña de otros vagones, cuerpos que eran lanzados desde las

alturas y caían en las vías. Mujeres que lloraban y que suplicaban

que nos las violaran. Hombres que eran violados suplicaban que

nos los mataran. Leandra lloraba abrazando las piernas del coyote,

una mano la separó de un tirón era uno de los hombres vestidos

de negro que sentenció al pollero de no pagar la multa impuesta

violarían a su hija, que de encontrarle el dinero lo mataban ahí

mismo, él sin embargó negó que tuviera dinero.

Lo registraron y no le encontraron nada. Lo golpearon, con

puntapiés y con puñetazos en el rostro, a Leandra la lanzaron al

suelo la abrieron de piernas y con un cuchillo le cortaron la vagina

la violaron siete hombres vestidos de negro. Leandra recobró el

conocimiento en la camilla de una clínica clandestina, ya habían

suturado la abertura hecha con el cuchillo en su vagina. Estuvieron

una semana durmiendo en una pensión , el coyote la sentenció de

no hablar de lo ocurrido o de lo contrario los atraparía la policía y

los deportarían y no podría ver ni a sus papás ni a sus hermanos.

79

Leandra nunca supo en dónde llevaba guardado el dinero el

coyote porque lo desnudaron los hombres vestidos de negro y no le

encontraron nada. Lo odió porque por su culpa la violaron, por no

haber entregado el dinero la violaron. Pudo morir y a él no le

importó, además no habían llamado ni a la abuela en El Salvador

ni a sus papás en Estados Unidos para avisar que no iban en bus y

para contarles lo ocurrido.

Con Leandra aun convaleciente el coyote optó por lanzarse de

nuevo a las fauces del tren de la muerte, esta vez en el lomo de un

vagón. La amarró con su cincho de una mano al extremo de

un tubo para que si dormía no se cayera a las vías, así se

fueron hasta llegar a Sonora.

Viajaron en taxi clandestino hasta a un hotel ubicado en el

poblado fronterizo de Napo ahí el coyote se despidió de ella y la

entregó a otro que sería quien la cruzaría por el desierto hasta

llegar a Arizona.

Saldrían en dos días mientras llegaban las otras personas que

cruzarían con ellos.

En el hotel fue puesta en una habitación que cerró con llave el

nuevo por el lado de afuera el nuevo coyote, minutos después

entraron dos hombres que la violaron por el recto. Dos días

después al atardecer Leandra estaba iniciando la travesía que duró

80

tres días perforando las entrañas de los desiertos de Sonora y

Arizona, llegó a Phoenix a donde la esperaba su papá. La entrega

se realizó en el estacionamiento de un parque de diversiones.

Viajaron en hasta Colorado lugar donde reside su familia. Leandra

estuvo internada en una clínica durante veinte días, tenía

infectada el área donde colocaron los puntos y también una fisura

anal.

Leandra tiene seis meses viviendo con su familia tratando

de conocer y reconocer a esas dos personas a las que durante doce

años solo vio en fotografías y escuchó por teléfono. Por las

noches no puede dormir tiene pesadillas, se despierta gritando no

puede olvidar la imagen de los cuerpos de dos niñas que iban en el

lomo de un vagón el día en que los asaltaron los hombres vestidos

de negro, las vio caer sobre las vías ya muertas tenían un disparo

en la cabeza cada una.

No puede dormir se despierta a deshoras gritando, llorando

pidiendo que por favor no la corten, pidiendo que por favor no la

tomen por la espalda.

Leandra ya está con su familia el sueño que había alimentado

en sus cortos doce años de edad , el sueño de sus padres se hizo

81

realidad: el de tener en Estados Unidos a sus tres hijos para

brindarles mejores oportunidades de vida: para que aprendan

inglés, para llevarlos a Disneylandia. Para que tenga cada uno una

ordenadora, un juego de nintendo, un armario lleno de ropa,

muchos zapatos, para que coman carne todos los días. Para que

duerman amontonados en un apartamento de una habitación. Para

que abandonen la escuela antes de terminar los básicos y para que

trabajen el jornal al igual que ellos.

82

SHAZADI

Fue secuestrada en Cartagena cuando salía de la fiesta de

cumpleaños de su mejor amiga. Se la llevaron junto a otras tres

jovencitas que nunca aparecieron. Estarán puestas quizá en otra

casa, en otras casas… Shazadi de origen turco nació en Colombia

de donde desapareció cuando tenía once años de edad. Fue llevada

a una casa donde la obligaron a trabajar junto a otras niñas

realizando sexo oral a los clientes que asistían en los que observó

a hombres vestidos con uniforme militar y a otros con elegantes

trajes sastre. Lo recuerda bien. El único que la poseyó y la

desvirgó fue el dueño de la casa que la tomaba cuando estaba

drogado completamente extasiado, cuando no sabía ni recordaba su

nombre, su edad, su sexo.

Cuando la lanzaba sobre la cama, sobre una silla, en el suelo,

cuando la golpeada.

Después de ocho meses fue llevada a otra casa en la frontera con

Panamá donde fue obligada a tener relaciones sexuales con clientes

que solamente buscaban niñas menores de trece años. En aquella

casa recuerda había cincuenta niñas más. En habitaciones

separadas en otro sector de la casa al que no tenía acceso salvo

83

para las inyecciones anticonceptivas que les ponían cada mes

observó a mujeres adultas que también eran obligadas a tener

relaciones sexuales con clientes que accedían por otra puerta.

Recuerda las paredes enmohecidas y el piso de granito hediondo a

orín y vómito. Dormían en las mañanas y trabajaban durante la

tarde y noche hasta altas horas de la madrugada. Por barco fueron

trasladas veinticinco de ellas a El Salvador.

Las ubicaron en una casa de citas en la capital del país donde las

mantuvieron durante un año y seis meses prestando servicios

sexuales a clientes que pagaban por estar veinte minutos con ellas

la cantidad de cincuenta dólares. Veinte minutos de explotación

sexual. No vio a ninguna mujer mayor de veinte años en el lugar,

todas eran niñas y adolescentes. Dormían todas juntas en una

habitación, contó cinco colchones húmedos tirados en el suelo de

cemento. La puerta con llave donde solo salían para atender a

clientes que las esperaban ya en habitaciones enumeradas. La

puerta que solo se abría cuando el encargado quería hablar con

ellas y recordarles el cuidado de clientes especiales. La puerta que

se habría solo para lanzarles un plato de sopa fría y un vaso de

agua.

De aquel grupo solo se quedaron cinco las otras fueron enviadas a

otras casas. Recuerda que apenas pudo abrazarlas todas tenían un

84

nombre que no era el propio, un nombre inventado por quienes las

secuestraron.

Shazadi después del tiempo cumplido fue traslada de nuevo junto

a otras once niñas a México donde las encerraron en una bodega.

Ahí guardaban celulares robados, droga y armas de alto calibre.

En parte del recinto organizaban fiestas los capos de una

organización de la que no recuerda el nombre. Una noche en que el

encargado de la bodega y del negocio en donde las

obligaban estaba de cumpleaños le exigió a Shadazi bailar

desnuda para él y luego la ultrajó: mientras eso sucedía en un

instante de debilidad le contó que estaban liados con autoridades

colombianas y que pronto serían enviadas a Estados Unidos vía la

frontera de Tijuana.

Nueve meses después ella y quince niñas y adolescentes fueron

puestas en el contenedor de un tráiler que trasportaba verduras

hacia Estados Unidos, la doble pared del contenedor donde ellas

iban escondidas detuvo el calor del calor del verano y las hizo

perder el oxígeno, cinco de ellas murieron y las que sobrevivieron

fueron llevadas a una casa en Nuevo México. Los cuerpos de las

que murieron fueron deshechos con acido sulfúrico. Los pusieron

en toneles que contenían el líquido. Todas fueron obligadas a ver

el macabro escenario como forma de intimidación y dejar en claro

85

lo que les esperaba si intentaban escapar o denunciar con los

clientes que no estaban ahí por su voluntad.

Dieciséis meses tenía de estar siendo explotada sexualmente en

esa casa de citas cuando un incendio que misteriosamente no se

sabe quién provocó hizo llegar a los bomberos y a autoridades

policiales. Los traficantes expertos en el negocio de la explotación

sexual y la trata de personas para no tener problemas con las

autoridades del país decidieron dejarlas escapar. No había tiempo

para trasladarlas a otra casa ni para deshacer sus cuerpos en los

toneles guardados cuidadosamente en la esquina del patio de atrás.

Huyeron ellos y huyeron ellas.

Shadazi inmediatamente se comunicó con sus familiares en

Cartagena para avisar que estaba viva y en qué país. Un cliente

del lugar les consiguió alimento y techo a la mayoría de ellas que

de decidieron quedarse de indocumentadas en Estados

Unidos. Los padres de Shadazi realizaron los trámites necesarios

para viajar inmediatamente a Estados Unidos y llevar a su hija de

regreso a casa. A la hija que creían muerta en manos de

paramilitares.

Shadazi retornó con catorce años y seis meses de edad. No quiso

que su familia le organizara fiesta de quince años. Solo quería

86

respirar y sentir el regazo de su madre y el abrigo de su padre. El

calor de sus hermanos y la seguridad de no volver a morir en vida.

La seguridad de no volver a ser secuestrada. De no volver a ser

ultrajada. De no volver a ver niñas morir. De no volver a sentir

cuerpos excitados golpeándola, insultándola. Solo quería regresar a

la fiesta de cumpleaños de su mejor amiga y no salir nunca más de

ahí para no recordar lo que le convirtió la vida en un infierno.

Para volver a ser la niña de once años que no tenía mayor

responsabilidad que la de ser feliz y vivir su infancia. No denunció

nada con las autoridades policiales ni migratorias del país

estadounidense. De sobra sabía que no serviría de nada, que su

palabra de ultrajada e indocumentada no valía nada. La versión

oficial es que intentó cruzar de indocumentada a Estados Unidos y

que ya estando en el país se arrepintió, fue esa la razón de su

retorno. Como la de muchas…

87

ROMINA

Mi mamá me echó de la casa cuando supo que estaba embarazada

de mi padrastro. Él dijo que yo no le daba vida cuando estábamos

solos en la casa y ella le creyó. Me pegó y me sacó el hijo, me

pegó tan fuerte en todo el cuerpo que me dejó desmayada. Tenía

tres meses y ahí se me cayó toda la sangre en medio de las piernas

encharcado quedó el patio y la criaturita tirada, de ahí me fui a la

casa de mi abuela y me quedé por unos días. Ella habló con un mi

tío que estaba aquí –Estados Unidos- y él me mandó a traer con un

coyote.

Mi padrastro me violaba tres días por semana cuando mi mamá no

estaba y me tenía amenazada que si decía algo la iba a matar. Por

eso nunca hablé con nadie porque no quería que le pasara nada a

ella. Él es malo anda armado siempre. No trabaja no sé de dónde

saca dinero para comprar sus botellas de guaro. Me violó desde

que yo tenía nueve años y ando en los trece.

Con el coyote que es de un pueblo vecino en bus nos fuimos

desde Asunción Mita hasta la frontera y cruzamos el río

encaramados en unos salvavidas hechos de llantas infladas así fue

88

como llegamos a Tapachula y de ahí nos fuimos en camiones que

trasportaban verduras, el coyote me consiguió papales mexicanos

pero eran falsos y en dos garitas de registro le tocó pagarle a los

policías para que nos dejaran pasar pero en la última los policías

dijeron que sí nos dejaban pasar pero si me quedaba un día ahí con

ellos y el coyote dijo que sí y ahí en un cuarto me violaron no

recuerdo cuántos exactamente pero fueron más de seis y en la

noche me dejaron salir, afuera estaba el coyote esperándome me

dijo que no llorara porque eso nos pasaba a todas y que debía de

dar gracias que nos dejaron continuar. Viera que cómo me dolía el

cuerpo y en medio de las piernas me sangraba, sentía como si

cortada hubiera andado, en cada parada tenía que estarme

limpiando para no mojar el vestido y para orinar era un ardor que

me hacía llorar. Unas pastillas para el dolor de cabeza me

compró él en una farmacia pero a mí me dolía mire usted más que

la cabeza el alma, que suerte tan ingrata la mía. Pero así nos pasa a

las mujeres siempre decía mi abuelita y que tenemos que aguantar

porque ese en nuestro destino. Ser fuertes y continuar.

Atravesamos todo México y en quince días ya estábamos en la

frontera por el lado de Tamaulipas.

89

Ahí me dejó en manos de otro coyote que fue quien nos cruzó.

Igual que en el otro río que divide Guatemala de México solo

que éste se llama río Bravo el otro no recuerdo el nombre la

verdad me lo dijeron pero se me olvidó. En el río Bravo nos

cruzaron en llantas a mí me agarró el coyote de la mano porque era

la más chiquita de edad todos eran adultos ya, cruzamos como

veinte personas y nomás llegamos a la otra orilla salimos

corriendo a meternos en el monte.

Ahí estuvimos un día y medio porque mucha patrulla pasaba y

también avionetas, andaban con sus perreras listos para atraparnos,

el coyote dijo que no nos moviéramos a mí se me entumieron las

canillas y tenía hambre llevaba dos días sin comer. Al fin llegaron

los carros en donde nos trasportaron a la casa donde estuve como

una semana y de ahí me fueron a dejar a un centro comercial donde

me fue a recoger otro coyote que fue quien me trajo a California.

Aquí vivo en casa de mi tío con su esposa y sus cinco hijos,

vine hace cinco meses y trabajo en el corte de fruta en los campos

del sur. Trabajo de cinco de la mañana a seis de la tarde. No me

quiero regresar a Guatemala ya que crucé aquí me quedo, a mi

mamá le mando sus lenes cada mes para ayudarla para que coman

mis hermanos. Tengo seis. Su esposo no le ayuda en nada solo

chupando se mantiene. Macho de bolo llega todos los días. Yo la

90

ayudo porque pobrecita ella tiene la carga de todo y yo aquí pues

estoy ganando más o menos y me ayudo con la renta porque solo le

pago poco a mi tío y lo de la comida.

Sí, me gustaría estudiar pero ya ve que no se puede hay que

trabajar porque sino no como olvídese y la verdad es que quiero

comprarle a mi mamá su refri, su estufa, una su tele y quiero que

mis hermanos vayan a la escuela y dejen de andar trabajando de

mozos en el campo. Viera qué duro es ese trabajo.

Sí, me gustaría casarme y tener tres niños o niñas lo que Dios me

regale. Pues ya vamos a ver mi tío dice que hay un muchacho que

me quiere cortejar y que ya habló con él yo no lo conozco de lejos

lo he visto nada más, es hondureño. También trabaja ahí en el

campo pero en otro sector él es de los que fumiga y corta las ramas

secas y recoge las frutas rancias. Se ve buena gente el muchacho.

Pero la verdad quisiera estudiar y ser doctora para curar niñas

embarazadas…

91

DASHA ALEKSANDRA

No lo hubiera imaginado ocho años atrás, no. No hubiera

imaginado ser capaz de controlar la paranoia, de enfrentar el

miedo, de darle la cara al pavor, de lanzar allende los infiernos.

Durante varios años Dasha Aleksandra pasó pensando en lanzar al

bote de la basura los recipientes con droga antidepresiva, recurrió

al engaño de esconderlos para no encontrarlos en el gabinete del

baño, en la cocina, en la mesa de noche junto a su cama, en su

bolsa de diario, en su máquina de coser. Para no tomarlos, abrir la

tapa y beberse las pastillas que la mantuvieron sedada, que le

dijeron que reducían los niveles de ansiedad, que la convirtieron

como un ser inmóvil sin poder pensar, como una sonámbula

caminando sin dirección, las tragaba para no recuperar la

conciencia y sentirse un despojo. El pavor de enfrentarse con el

reflejo en el espejo y ver su propio cuerpo zanjeado de cicatrices,

de recuerdos, de gritos, de golpes, de abuso, de lasciva, de poder,

de control.

No, jamás hubiera imagino quedar libre de las pesadillas, de las

visiones, de las voces, de los rostros de sus captores. Quedar libre

92

de la persecución de la sensación de las manos ardientes quemando

sus pezones, de sus falos empotrados en sus muslos golpeados y

débiles. Jamás imaginó poder acariciar sus labios y no sentir el

charco de semen húmedo de eyaculaciones continuas cuando

estuvo en esclavitud.

Observa las muñecas de sus manos y ya no siente la brasa viva de

los lazos anudados atados a la viga de un umbral, de una puerta

siempre abierta tampoco las cadenas en sus tobillos sujetas a la

pata de un sillón. Los recuerdos ya no la persiguen, ya no la

acorralan, ya no le roban el aliento, ya no le quitan el hambre.

Dasha Aleksandra toma el recipiente donde ha mantenido durante

ocho años las recetas médicas de sexólogas, psiquiatras, las tareas

para realizar en casa dictadas por psicólogos, coloca sobre una

mesa las anotaciones, las observa, lee las fechas y las horas, tiene

entre sus manos los recipientes con pastillas: Trazodone,

Sertraline, Clonidine, son varios con distintos nombres y cantidad

de miligramos todos con efecto sedativo, todos con la misión de

no dejarla sentir ni pensar, con el objetivo de mantenerla viviendo

y esconder los deseos de suicidio que la han atacado cada vez que

regresa la conciencia de su realidad.

93

Recién hace unos días cumplió veintiocho años, vive sola en un

apartamento tipo estudio que alquila en el ático de un edificio

antiguo utilizado como bodega. No socializa, trabaja como

costurera en una lavandería de dueños rusos, es uno de los pocos

lugares donde se permite hablar su idioma materno y de vez en

cuando para las fiestas de fin de año en los convivios de la

comunidad rusa en la ciudad.

Dasha Aleksandra viajó hacia Estados Unidos realizando la

travesía de forma indocumentada, perforó las fronteras de varios

países de Latinoamérica hasta llegar a la línea divisoria con

Estados Unidos fue en Matamoros cuando la vida le cambió, tuvo

la desdicha de toparse con polleros que traficaban con personas en

el negocio de la trata y la prostitución.

Engañada junto a otro grupo de jóvenes que viajaban solas desde

distintas partes del mundo con la única ilusión de llegar a Estados

Unidos y enviar dinero para ayudar en la economía familiar.

Cruzaron la frontera y tocando tierra en Texas fueron secuestradas

y llevadas a una casa de seguridad controlada y cuidada por

traficantes de personas que se hacían pasar por coyotes y polleros.

Dasha Aleksandra en ese entonces de veinte años de edad fue

puesta a disposición de la lasciva del cliente que pagara por

94

poseerla, la ataron de manos y la colgaron de dos ganchos

sujetados a un umbral, la abrieron de piernas y le encadenaron los

tobillos a las patas de dos sillones.

La golpearon en el rostro, en los muslos, le mordieron los pezones

hasta vérselos sangrar, la transgredieron por el recto e infringieron

la intimidad de su oquedad una y otra vez.

En varias ocasiones tuvo puesta una pistola en sus sienes más de

un encabritado drogado la amenazó con matarla si no gemía de

placer, varios le pegaron con cinchos en la espalda, mordieron sus

glúteos golpeados, su cabello largo y liso lo enrollaban en sus

manos y lo jalaban hacia atrás cuando la transgresión era por su

espalda.

Cuando los clientes querían ser tres a la vez, se sorteaban las

posturas era entonces cuando llenaban su boca, sus labios y su

rostro de semen mientras ella era un objeto, un harapo

enmohecido, un cuerpo trasgredido con las manos y piernas

atadas.

Cuando un cliente no quería escucharla llorar, le amarraban un

pañuelo en la boca.

Cuando querían hacerla gritar de dolor le golpeaban el estómago o

mordían sus pezones, éste era el tipo de cliente con privilegios por

pagar un poco más de la cuota habitual.

95

Han pasado ocho años, desde que estuvo en cautiverio durante tres

meses, llegó a perder la cuenta de los hombres que la violaban

diariamente, pasaban los cuarenta. También estaban otras mujeres

y adolescentes en el lugar, niñas vírgenes que se escuchan gritar.

Pagar la cuota dijeron los traficantes, al término de tres meses la

dejaron libre cuando la madre de una amiga de infancia que la

esperaba en Carolina del Norte pagó el rescate, se subió en su carro

y la fue a traer a un centro comercial en el corazón de Texas. Ahí

estaba Dasha Aleksandra sentada en el sillón de atrás de un

automóvil último modelo con dos hombres armados que le tenían

las pistolas puestas en las costillas mientras el jefe del grupo

cobraba el rescate que fue entregado en un sobre de papel del cual

contó la cantidad de doce mil dólares.

Descendió del automóvil y caminó hacia el otro vehículo donde la

esperaba la madre de su amiga, sentada en el asiento del copiloto

Dasha Aleksandra en absoluto silencio viajó hasta el Estado en

donde reside.

No se atrevió a contar a nadie lo vivido dentro la casa de los

polleros, porque la amenazaron y porque el alma aun ocho años

después no le da para contar a amigos y familiares lo sucedido.

Recién está intentando tener una relación con un amigo de la

escuela de inglés, un joven polaco que realiza trabajo comunitario

96

en los barrios pobres de la ciudad. Ha decidido dejar los infiernos y

darse la oportunidad de amar, de sentir, de desear de

reincorporarse, de reencontrarse, de renacer, de emerger, de vivir.

Durante ocho años ha asistido a una clínica psiquiátrica donde ha

recibido terapias individuales y grupales, citas con psiquiatras,

sexólogas y psicólogos. Ha decidido dejar de frecuentarla y de

tomar los medicamentos.

Ya no la persigue la paranoia, ya no se le aparecen los

fantasmas cuando aborda el tren, tampoco cuando apaga las luz de

su cuarto en las noches, ni en la regadera, ni escucha sus voces

gritándole cuando abre la puerta de su apartamento.

Ya no camina con las manos empuñadas deseando que se le

exploten las venas y desangrarse de ira, de cólera, de rabia. Ya no

ha pensado en la idea fatal del suicidio como única solución a su

tortura emocional.

Se ha inscrito a clases de violín, siempre quiso aprender a tocar

violín.

Dasha Aleksandra ve los frascos de pastillas, los toma entre sus

manos y los lanza al bote de basura, ha donado también la ropa de

su armario, no quiere nada que le recuerde a los años de tormento

emocional y de autocastigos, llena la tina de agua y se acuesta a

97

disfrutar del agua caliente abriendo sus poros, es capaz de ver su

cuerpo desnudo y de gustarse a sí misma, de tocarse, de

disfrutarse, de quererse.

Está vida no ha muerto, no la enterraron en vida, no la pudieron

vencer, no la pudieron desaparecer, existe y resiste. Se mete dentro

de un pantalón, busca un abrigo, una bufanda y sale a encontrarse

con el primer día de otoño, ha decidido desayunar fuera y comprar

flores de la estación. Aun no sabe que lleva un cría en su vientre y

que Bojek la sorprenderá por la tarde con una llave en la mano

y con la invitación a que inicien una vida juntos en un casa al

norte de la ciudad que acaba de comprar para ella.

98

MARIANA

Cuando acordó ya los tenían rodeados, recuerda que era un grupo

de aproximadamente veinte hombres vestidos de negro y portaban

armas de grueso calibre. Realizaron el asalto en las primeras horas

de la madrugada, el grupo de donde iba Mariana dormía, el

cansancio los tenía exhaustos llevaban cuatro días caminando

sobre la línea del tren iban rumbo al desierto de Sonora

para cruzar la frontera en Arizona. El cansancio los venció y

durmieron en un vagón de uno de los trenes que estaba en

reparación, ahí los despertaron a golpes de puntapiés.

Separaron a las mujeres de los hombres, ahí mismo fueron

violentadas sexualmente, a los hombres los obligaron a

practicarles sexo oral y varios de ellos fueron

sodomizados. Escogieron a las adolescentes y se las llevaron, al

resto del grupo lo dejaron ahí. Fue en las primeras horas de la

madrugada cuando inició la pesadilla que Mariana no olvidará por

el resto de su vida.

Fueron lanzadas sobre el piso de un vehículo de doble tracción,

atadas de manos y pies, vendadas. Las bajaron a golpes y les

99

quitaron los pañuelos que no les permitían la visibilidad cuando

llegaron a una bodega donde se guardaba pescado congelado. Las

instrucciones fueron claras habían sido secuestradas para

prostituirse en casas privadas donde se realizaban fiestas en honor

a los altos mandos del ejército del Estado de Sonora.

Serían las anfitrionas y tenían que hacer todo lo que el invitado

uniformado deseara. Así fue cómo Mariana de trece años de edad

tuvo su primera experiencia sexual, violada en las entrañas de un

vagón de tren y después seguirían muchas más acompañadas de

golpes e insultos.

Nativa de Jalisco iba rumbo a Estados Unidos a reencontrarse con

sus papás que la esperaban en Atlanta. Viajó con la guía de un

coyote que en Sonora dio por terminado el trabajo. Mariana

recuerda a cuatro más de las adolescentes que viajaban solas, eran

centroamericanas pero nunca descendieron del vehículo de doble

tracción la madrugada en que las secuestraron, en la casa donde

se realizaban las fiestas encontró a varias adolescentes de

distintas partes del mundo. A todas las golpeaban, a todas

las obligaban a ingerir drogas, a beber alcohol y a practicar sexo

sin preservativos.

100

Estuvo en esa casa dos años y medio y de ahí fueron vendidas en

un bar de la localidad, antes de dejarlas en libertad les

exigieron pagar la cantidad de doce mil dólares con

trabajo. Entonces las adolescentes al ver la oportunidad de su

libertad, buscaron tener la mayor cantidad de clientes posibles y

realizar algo más que contacto sexual para que con el pago extra

pudieran ahorrar para saldar la cuenta. Así fue como Mariana

conoció de dejarse violentar por tres hombres a la vez, buscaba

clientes que gustaran de sodomizarla porque era equivalente a pago

extra, se hizo de clientela especializada en los extremos del

masoquismo, ahí había buena paga.

Después de cuatro años Mariana logró pagar su libertad. Salió de

aquel infierno caminando por la puerta de atrás, donde entraban

los repartidores de gaseosas y licores, antes fue golpeada y

amenazada de muerte por si llegaba a denunciar el lugar. Salió de

ahí con cuatro meses de embarazo, en los días siguiente perdería

el bebé debido a la paliza propinada. Mariana logró cruzar la

frontera, hoy vive en Atlanta junto a sus papás, trabaja en una

empacadora de carne trece horas diarias los siete días de la semana.

101

LAS PRIMAS

Llegan al primer edificio a las ocho de la mañana, los

tienen enumerados son doce en los cuales prestan servicio de

lunes a domingo.

En los doce edificios solo viven hombres indocumentados

emigrados de distintas partes de Latinoamérica: obreros,

jardineros, cocineros, empacadores, proletarios.

A las ocho y cinco minutos de la mañana del día lunes en el primer

apartamento las esperan los ocupantes, que nunca bajan de ocho y

llegan a los quince, pagan por sus servicios sexuales la cantidad de

cincuenta dólares por el tiempo de veinte minutos máximo en la

privacidad de una habitación.

Las Primas es como las llaman, se hacen acompañar por un

padrote que se hace llamar El Primo: siempre lleva consigo

un radio transmisor, un teléfono celular y una pistola. Él es quien

cobra y lleva el tiempo con la ayuda de un cronómetro.

El servicio incluye preservativos simples, si los quieren de colores

y de sabores frutales deben pagar la cantidad extra de cinco

dólares, veinte más si el cliente desea sexo rectal, quince por sexo

102

oral y cincuenta si desea realizar un trío en donde puede participar

otro de los clientes que están en línea de espera en la sala del

apartamento, de ser así El Primo aumenta el tiempo a cuarenta

minutos y todos los cobros los realiza él.

Las Primas se turnan debido al poco espacio en el lugar: una

semana una trabaja sobre la cama y la otra sobre la alfombra o

piso.

Las primas atienden un total de cuarenta y cinco hombres por día.

Lo que El Primo recolecta al final de la jornada si es que todo

servicio ofrecido ha sido el siempre, lleva en las bolsas del

pantalón dos mil doscientos cincuenta dólares. Lo que hace un

total de quince mil setecientos cincuenta en la semana.

Efectivamente Dorita y Laura son primas hermanas, emigraron de

su natal Tegucigalpa en el año dos mil, realizaron la travesía juntas

subieron al tren de la muerte y lo sobrevivieron, así como al

infierno del desierto de California, madres solteras que dejaron a

sus hijos al cuidado de las abuelas, cuando llegaron a tierra

estadounidense se dedicaron a laborar en limpieza de casas, una

noche de rumba les cambió la suerte.

103

Fueron a bailar a una discoteca en el barrio obrero de la ciudad,

salir de la rutina, del cansancio mental y físico, del encierro y del

trajín de ir todos los días de su casa al trabajo y viceversa.

Alguien les informó del salón de baile y la armonía las hizo ir.

Dorita y Laura la primera de veintidós años y la segunda de

diecinueve nunca se percataron que dentro del recinto se

encontraban dos hombres que pertenecían a una red internacional

de trata de personas, dos de sus secuestradas habían muerto

víctimas de violencia perpetrada por un capo que pagó por

degollarlas y por el placer de verlas morir, había que cubrir el

espacio inmediatamente pues la clientela esperaba.

Al salir del salón de baile en la madrugada caminaron por la

avenida en busca de un taxi y lo que les salió al paso fue una

vehículo Hummer de dónde descendieron un puñado de hombres

quienes las forzaron a subir.

Fueron llevadas a una casa donde se encontraban otras mujeres

atadas de manos y pies, todas secuestras en distintos puntos del

mundo, porque Dorita y Laura fueron golpeabas y violadas por el

encargado de la casa. Inmediatamente en base a sus documentos de

identificación la banda de trata de personas hizo el contacto

internacional y ubicaron a sus familias, fotografiaron a sus hijos y

les colocaron un vigilante autorizado a matarlos en el primer

104

intento de escape. Dorita y Laura fueron obligadas a trabajar en

servicio sexual a domicilio, como el resto de las mujeres que

encontraron cuando las secuestraron.

Cada tres meses las rotan de casa, y son nuevos clientes y nuevos

edificios los que visitan. Las llegan a dejar en una camioneta

Caravan y las recogen en una Suburban. Los vehículos también

son rotados y los teléfonos celulares y El Primo, que es diferente

hombre con el mismo seudónimo.

Las Primas se hacen llamar todas por orden del capo que maneja la

organizaron con sucursales en zonas rosas en el continente

Americano a donde son llevadas las niñas y adolescentes para

saciar la lujuria de políticos y de millonarios.

Por ellas la cuota es de cinco mil dólares por noche con derecho a

golpearlas y a todo tipo de vejación, y si el cliente pide sangre por

veinte mil dólares extras tiene a su merced la vida de su víctima.

Las mujeres son divididas por edad, peso, grado de escolaridad y

aspecto físico. Es así como son ubicadas en las diferentes casas y

sectores.

Dorita y Laura llevan siete años de encierro, sus familiares en

Tegucigalpa las dan por desaparecidas, rogando a todos los santos

que no estén muertas o siendo víctimas de la trata de personas.

105

MARÍA HORTENSIA

Le tomó la mano y dijo “puje mija que la criatura está por salir”

no es la primera vez que María Hortensia trae a una cría al mundo,

es comadrona desde que tenía trece años de edad, recuerda que

recibió a su hermano Eustaquio cuando a su madre le arreciaron

los dolores de parto, vivían en el corazón de la selva

Lacandona. Llovía recio y no pudo salir en busca de ayuda el río

estaba crecido, con instrucciones de su madre recibió y esperó a su

hermano, nunca olvida dice el color y la forma de la placenta, ese

mundo donde nadan los bebés. Se convirtió en la ayudante de la

comadrona de la aldea y ahí aprendió de hierbas y menjurjes.

María Hortensia se encuentra lejos a miles de kilómetros de su

natal Chiapas, en sus hombros pesan cincuenta años de edad y una

nube empolvada de testimonios de cientos de migrantes que ha

rescatado de las garras de la trata de personas, de las secuelas que

deja la frontera y sus mil demonios.

Nunca parió, no pudo tener hijos fue esa la razón por la cual su

esposo la golpeaba diariamente al regresar de su trabajo de

albañil completamente ebrio, tres años aguantó las palizas que

eran obligatorias , le dijo su papá: “porque es el hombre quien

106

manda en la casa y es la mujer la que debe de

obedecer, comprender a un hombre que jamás verá a un heredero

varón y que será la burla de todos”, su madre por su parte del dijo

que no se quejara que si no recordaba el trato de sus abuelos a sus

abuelas y el de su padre a ella misma, obedecer así lo dicto la

iglesia y lo explica el padre Juan. –El párroco de la iglesia-.

María Hortensia no quiso obedecer y tampoco soportar más golpes

e insultos, fijó su mirada en el norte, más allá de las murallas, más

allá de la frontera y hacia allá se dirigió, con un costal de manta

colgado bajo un hombro, un perraje, un par de caites y dos

vestidos, un cutumbo de agua con masa para la sed, un puñado de

frijol negro cocido guardado en hojas de guineo y unas cuantas

tortillas. Vendió cuatro de sus gallinas y tres conejos, tres docenas

de huevos y un quintal de máiz, dos perrajes que había bordado

para dárselos al padre en la iglesia, también los vendió. Buscó

debajo de la pata de cama un retazo anudado donde tenía sus

ahorros de las ventas de pepita verde y con lo recaudado se

marchó. Estaba por cumplir los veintiún años cuando abordó un

autobús rumbo a la ciudad de México, ahí transbordó otro que la

llevó a Ciudad Juárez.

107

Ha cortado el cordón umbilical y entrega la niña a su madre para

que se conozcan, Mereque tiene catorce años de edad y fue

violada en su paso por México, viajaba con su padre y un tío

también soñaban con conquistar la anhelada travesía y llegar a

tierra de libertad tal y como anuncian los medios de

comunicación mundial, pero fueron otras de las víctimas de las

emboscadas preparadas por policías federales y narcotraficantes, a

su padre y a su tío los mataron en el acto, les cortaron el cuello y a

ella se la llevaron, la bebé a quien ha decidido llamar Luz es

consecuencia de los ocho meses en que la tuvieron secuestrada en

un bar en Monterrey, Mereque es de origen filipino.

María Hortensia cuando llegó a Ciudad Juárez, cuenta que buscó

pasar la noche en una pensión antes de buscar

información para pagar los servicios de un coyote que la cruzara

al otro lado, en una fonda del mercado donde almorzó le

presentaron al pollero que le prometió cruzarla sin ningún

rasguño, al tercer día la pasó recogiendo en la pensión con un

camión de carrocería enlonada, ahí el conductor bajó una

escalera con un lazo y ella subió, dentro en completa oscuridad se

encontró con más mujeres que también iban a cruzar la

frontera, después de varias horas en carretera el camión se detuvo,

el pollero cambió el tono de voz y ordenó gritando que se bajaran

108

lo más pronto posible, afuera estaban en fila esperándolas hombres

armados con pistolas y cuernos de chivo, las veintiocho mujeres

fueron llevadas a una de las galeras de la hacienda.

Era una hacienda de un político de Monterrey recuerda , ahí llegó

una matrona que las trató de putas y les ordenó bañarse les dio

minifaldas, tacones y sostenes, María Hortensia nunca había usado

tacones y la primera noche tropezó con un escalón tubo una

fisura en el tobillo que no fue tratada por esa razón tiene dificultad

al caminar, tampoco le permitieron usar otro tipo de zapato, por

la noche cada una fue violada por varios políticos y jefes de policía

que celebraban el cumpleaños del hijo de un coronel retirado.

Durante las semanas siguientes varió en muy poco lo que les

esperaba en las noches, celebración tras celebración y cuando no

había fiesta programada las vulneraban los hombres que

trabajaban como seguridad de los políticos, fueron

transgredidas durante un mes.

Una noche llegó la matrona y las sacó de la galera afuera estaba el

mismo pollero con el mismo camión de carrocería enlonada,

condujo por la carretera durante varias horas, se detuvo y las bajó

en un sitio baldío en las cercanías de frontera.

109

Sin dinero y violentadas las mexicanas retornaron a sus Estados,

desistieron emigrar, María Hortensia junto a seis

centroamericanas cruzaron solas la frontera y llegaron a San

Diego, California ya en tierra estadounidense cada una tomó su

propio sendero, la campesina de la selva Lacandona con el

ahorro de tres años de trabajo limpiando oficinas alquiló una casa

que después compró y la convirtió en refugio de mujeres

migrantes, labor que ha desempeñado durante veintiséis años,

nunca se volvió a casar, divide su tiempo entre su trabajo de

limpieza de oficinas y el refugio, es comadrona.

No confía en las autoridades migratorias ni policiales de Estados

Unidos, tiene vasta experiencia en noches enteras esperando en

estaciones de policía, dando declaraciones, acompañando a

denunciantes de abusos sexuales, escuchando testimonios que

nunca son creídos y avalados por las autoridades, entregando

pruebas que nunca cuentan, yendo a cortes donde los jueces

desestiman los testimonios de mujeres indocumentadas, no: María

Hortensia sabe que ser mujer indocumentada en Estados Unidos es

algo más que un estigma.

A su refugio han llegado durante veintiséis años cientos de

mujeres, que han sido violentadas, algunas sin piernas que

perdieron en la caída de un vagón de tren, mutiladas por castigos

110

perpetrados por padrotes, infectadas con enfermedades de

trasmisión sexual, golpeadas, quemadas, cortadas, todas con una

huella física y emocional de la frontera. La emigración

indocumentada.

María Hortensia ha viajado al desierto de Ocotillo,

California durante años a emprender jornadas de rescate, ahí ha

encontrado madres agonizando con sus hijos muertos en los

brazos, cuerpos de hombres siendo devorados por aves de rapiña,

mujeres desangrándose víctimas de asaltos y de violaciones

masivas, cráneos y cuerpos desmembrados devorados por

animales del lugar.

En su más reciente hazaña logró rescatar a Mereque en Monterrey

supo que la tenían secuestrada en un bar donde la prostituían,

prestó dinero a sus amistades y con una amigo planificaron el

rescate, éste pagó por el servicio mientras afuera lo esperaba María

Hortensia con el motor del carro encendido, el espía rescatador

logró sacarla y corrieron sin voltear a ver atrás, saltaron sobre la

palangana del carro que los esperaba, los dos hombres que estaban

como seguridad en la puerta no se dieron cuenta del rescate porque

un tercer involucrado en el rescate les regaló un polvo blanco que

también contenía un somnífero.

111

Cruzaron la frontera en un camión de mudanzas con placas de

California, dentro de los muebles escondida en el algodón de un

sillón, iban Mereque y su bebé.

María Hortensia que no cuenta con la policía ni con las

autoridades migratorias, ni de México ni de Estados Unidos, lleva

curtidas en la piel las lágrimas de cientos de personas que la

abrazaron desconsoladas al saber a sus familiares muertos, a sus

hijas violadas, a sus madres mutiladas, a sus padres

desmembrados, mantener a flote un refugio es una obra titánica

que solo las mujeres libres de pensamiento y de corazón pueden

sostener, porque solo la emancipación del alma es capaz de

fortalecer el espíritu cuando lo demás sucumbe ante tanta vejación

humana.

Ella es una comadrona de frontera, un roble de ciudad, un abrigo

en descampado, una ilusión que invita a soñar, María Hortensia la

campesina Lacandona, la chiapaneca que es universal.

112

FELIPA Y ANTONIA

A las cuatro de la mañana en punto cientos de policías rodean

la lavandería, dentro se encuentran mil quinientas personas

laborando en el primer turno, lavan ropa de hospitales y de

fábricas.

A la señal de una alarma abren las puertas sin aviso alguno y

entran docenas de policías a realizar la redada, los y las

trabajadoras corren despavoridos buscando un lugar donde

esconderse o la puerta de salida de emergencia pero las han

cerrado todas, cada persona es atrapada por dos o tres policías que

se lanzan sobre ella con toda la fuerza humana que da un

entrenamiento de alto rendimiento.

En el lugar no hay ningún delincuente –aparentemente- ,

porque ellos no van en busca de delincuentes van al contrario a

arrestar personas honestas y trabajadoras que no cuenten con los

documentos legales que agencien la estadía en el país de la eterna

hipocresía.

Los inmovilizan y luego les colocan las esposas, los enchachan y

los suben a los autobuses para llevarlos a un centro de detención

113

migratoria, sin abrirles proceso alguno sino a la espera de un

espacio en un avión para lanzarlos como confeti fuera del país.

De los miel quinientos trabajadores ochenta son indocumentados,

entre ellos Felipa y Antonia dos menores de edad: Felipa de origen

boliviano que tiene quince años y Antonia de origen panameño que

tiene catorce.

Ambas realizaron el viaje de indocumentadas desde sus países de

origen, perforaron más de una frontera y acuñaron más de una

vejación vivida en el trayecto, llegaron a tierra de La Jaula de Oro

con la ilusión que al final consume a millones y se convierte en

penar: la jaula no tiene puerta de salida.

Tan indocumentadas como la Estatua de la Libertad. En el centro

de detención son abusadas sexualmente por dos policías que

eliminan toda evidencia, no hay forma de comprobar la

transgresión. Pero mucho antes que ellos, han sido violentadas

durante meses por el supervisor de la sección donde laboran:

secado y planchado.

Un estadounidense de cuarenta años de edad, racista e hirviente en

xenofobia, abusó a cuanta jovencita llegó a solicitar trabajo,

siempre indocumentadas porque sabía que en la tierra del

114

capitalismo una persona sin permiso de trabajo y sin la tarjeta

verde es polvo en tarde de vendaval.

Antonia y Felipa no han sido la excepción las ha abusado dos

veces por semana en la bodega y con la sentencia de que si te

atreven a hablar llamará al departamento de migración para

deportarlas.

Felipa vive con sus padres que también son indocumentados,

Antonia con una tía y tres primos, temerosas de toda reacción

deciden callar y soportar la transgresión. Las golpea con toallas

mojadas cuando se resisten a tener sexo rectal, él las desfloró y

luego invitó a tres supervisores más al festín de la carne tierna.

Les ha dicho que sabe en dónde viven y que sus familiares no

tienen documentos, que al menor intento de denunciarlo llamará la

migra para deportarlos a todos, que tiene contactos importantes y

que nada de lo que ellas digan tendrá valor alguno ante un juez.

Sus palabras fueron ciertas porque los familiares de ambas

recurrieron inmediatamente a los servicios de un abogado cuando

ellas se atrevieron a contar la verdad, se realizó la denuncia formal

y se abrió un juicio legal contra la empresa y los

supervisores, Antonia y Felipa fueron dejadas en libertad con un

grillete electrónico puesto en los tobillos, no podían salir de sus

115

casas, largos años de trámites y de declaraciones repetidas una y

otra vez.

Los supervisores mantuvieron a pie junto la versión de que ellas

solicitaban insistentemente con sed de verano, ser las queridas. La

defensa fabricó tarjetas de identificación falsas con números de

seguro social falsos y denunciaron que éstas fueron presentadas

por las empleadas como identificación formal cuando fueron a

solicitar los trabajos, que los pobres supervisores fueron seducidos

por dos mentirosas que se hicieron pasar como mujeres mayores de

edad. Que de haber sabido que eran apenas unas adolescentes ellos

jamás las hubieran tocado.

Sin embargo después de cuatro años de litigios y zancadillas

impuestas por los abogados de la empresa de lavandería, los

testimonios de Felipa y Antonia no fueron tomados en cuenta y al

contrario señalados por el juez como falsos. Como falsos también

sus denuncias de violación por dos policías de migración. Como

falsas también sus denuncias de explotación laboral, fueron

obligadas a trabajar horas extras que no les remuneraron en ningún

momento.

Ya habían cumplido la mayoría de edad cuando el juicio se dio por

terminado y fueron deportadas a sus países de origen

116

inmediatamente, sentencias por el juez de querer estafar a la

empresa de lavandería con una indemnización millonaria. Ningún

tipo de cargo fue se les adjudicó a los supervisores y en ningún

momento dejaron de laborar en la lavandería. Al contrario fueron

advertidas de que si seguían en la necedad de querer estafar a la

empresa con mentiras entonces se les impondrían cargos e irían

inmediatamente a la cárcel a cumplir una condena de años y

después serían deportadas.

Ninguna ley que ampare el testimonio honesto, sufrido y

transgredido de una mujer que como pecado capital atravesó la

frontera por la vía de la valentía, la necesidad y el hambre.

117

LAS ADELITAS

Esa noche un grupo de hombres armados de la banda delictiva

Los Zetas asaltó el tren de la muerte donde viajaban cientos de

migrantes indocumentados.

Sucedió al sur del Estado de Veracruz.

A medida que se acercaba el tren al poblado y en la noche cerrada

tomaron por asalto los vagones donde viajan las personas

migrantes. Les exigieron cien dólares como pago a cada una y

quien no tenía era lanzada desde el techo del vagón a los rieles de

la línea del tren. Muchos ya iban muertos cuando cayeron sobre las

vías pues los mataron con armas de fuego y armas blancas.

Muchos degollados, otros con el tiro de gracia. Muchas de las

personas que sobrevivieron no pudieron hablar pues les cortaron la

lengua.

Cuerpos fueron cayendo sobre los rieles a lo largo de nueve

kilómetros en las cercanías del poblado de no más de tres mil

habitantes, sobre la calle de grava se encharcó la sangre de docenas

que aún con vida intentaron huir.

118

En uno de los vagones viajaban las Adelitas tres hermanas

hondureñas que decidieron emigrar juntas. Adela María, Adela

Guadalupe y Adela Josefina. Viajaban solas, sin dinero y sin

coyote, las alimentaba la ilusión de cruzar la frontera y sorprender

a su madre en Atlanta. No avisaron a nadie de que se iban, solo

dejaron una nota en la mesa de la cocina para que alguien se la

leyera a la abuela analfabeta, ahí le avisaban que se iban para el

norte a buscar a su mamá para reencontrarse con ella.

A ellas también les pidieron los cien dólares, no los tenían y

también fueron lanzadas desde lo alto del tren en marcha, pero

antes fueron violentadas por treinta hombres, con un cuchillo les

cortaron las vaginas para que no fuera difícil penetrarlas, también

les cortaron los pezones, los labios y la nariz. Con un machete les

cortaron las orejas, las manos y los pies. Los pies fueron

lanzados uno por uno al monte de la orilla de las vías, lo mismo

con las orejas y las manos, los pezones se los metieron en la boca y

se los hicieron masticar.

Las sodomizaron y con un tiro de gracia en la cabeza sus cuerpos

cayeron sobre la grava de la orilla de la línea del tren.

Esa noche más de veinticinco mujeres fueron violadas por los

hombres armados que asaltaron el tren, todas lanzadas desde la

altura de los vagones ninguna de ellas murió, algunas sí tuvieron el

119

dinero para pagar y se salvaron del tiro de gracia pero no de la

caída ni de los golpes y del ultraje.

Muchas personas que fueron lanzadas lograron salvarse

porque pobladores de alrededor las auxiliaron, no se dio aviso a la

policía porque la autoridad y los grupos delictivos están pactados ,

muchos fueron llevados a casas de vecinos para pasar la noche,

curar las heridas y brindarles alimento. Más de setenta personas

fueron heridas con arma de fuego y arma blanca. Las fallecidas se

contaban por docenas, ninguna tenía documentos de identificación

porque fueron desaparecidos por los delincuentes.

Sus cuerpos fueron enterrados en los cementerios clandestinos por

los vecinos del lugar.

También las Adelitas que tenían nueve, diez y doce años de edad.

Ellas no lograron salvarse de La Bestia, porque las ilusiones se las

arrancaron a golpes de puñetazos, a cortadas de cuchillo y de

machete y a dolor de transgresión.

Serán también las Adelitas tres cruces sembradas en las tumbas

invisibles de los cementerios clandestinos de la migración

indocumentada.

120

TAÍS

Está parada en la estación acaba de descender de un autobús,

ninguna maleta en mano solo la muda puesta y los zapatos lleva el

rostro y el cabello cubiertos por un pañuelo, no quiere que nadie la

reconozca por la avenida y le pregunte o se desmaye por la

impresión de verla. Frente a ella imponente sobresale en la

periferia la Favela da Maré lugar en donde está su hogar, sus

recuerdos de infancia y toda su familia.

Cuatro años han pasado desde la noche en que cinco hombres la

secuestraron en el callejón Esquinó. Taís regresaba de haber

vendido tapioca en la tienda del final de la calle cuando

desconocidos le salieron al paso, le taparon los ojos y se la

llevaron.

Está por llover tendrá que subir pronto hasta la cima o se mojará,

¿mojarse? Hace mucho tiempo que no siente la lluvia acariciando

su rostro, comienza a caminar lentamente entre los callejones que

conducen hacia su casa, su cuerpo tiembla, hace cuatro años que la

creen muerta posiblemente, un nubarrón de preguntas la asalta las

121

mismas que le han perforado los sesos durante todo ese tiempo,

¿estarán bien? ¿La estarán buscando aún? ¿La creen muerta acaso?

¿Cómo reaccionarán cuando la vean? ¿Qué hará ella al verlos?

¿Les podrá contar del maltrato vivido durante su tiempo de

ausencia? No, no podrá estropearles la vida con tanto tormento, se

lo guardará y no se lo contará a nadie pero, ¿cómo regresar

después de cuatro años de ausencia sin contar en dónde estuvo?

¿Sin llamar ni una sola vez para avisar que estaba bien? Tendrá

que contarles definitivamente pero tomará su tiempo, que no la

presionen, sí que no la vayan a presionar porque no podrá con

tanto.

¿Su hija? Su pequeña Carió ha de estar grande, ¿cuánto habrá

crecido en cuatro años? ¿La extrañará? ¿Quién la estará cuidando?

Su compañero fue asesinado seis años atrás en un pelea callejera

entre dos bandos que se peleaban la venta de drogas en la favela,

Taís quedó sola con su hija de dos años de edad, tenía dos años y

tres meses cuando la secuestraron, lleva la cuenta exacta de su

edad, de los meses y de los días. El recuerdo de su sonrisa y el

calor de sus abrazos la mantuvo viva durante ese tiempo. Por ella

resistió, por ella no se dio por vencida, por ella siguió respirando,

por ella que es su razón de existir.

122

Camina sobre la cuesta de gradas con la cabeza baja con su llanto

salado mojando sus mejillas, con su corazón palpitante, con sus

tormentos anudados a la espalda, camina, camina…

La noche en que la secuestraron le dijeron que fue por una deuda

que dejó sin pagar su esposo y que el jefe del cartel exigía como

pago enviarla fuera del país y alejarla de su hija, sería ése el cobro

para que el difunto se revolcara de dolor en su tumba.

No solo la enviaron fuera del país sino que la entregaron a una red

de trata de personas, Taís fue esclava sexual en diez países

latinoamericanos y en Estados Unidos. Golpeaba con látigos y

lazos, sodomizada con tubos de metal, obligada a practicar la

zoofilia para clientes que pagaban fuertes cantidades de dinero por

el espectáculo.

Muchas de sus compañeras murieron en manos de clientes que

disfrutaban con el masoquismo y las torturaron hasta verlas

fallecer sin aliento alguno por la vida.

Ha comenzado a llover Taís siente el agua mojando su pañuelo y

su cuerpo, siente las gotas de lluvia acariciando sus brazos. Lluvia,

lluvia en la favela…

¿Cómo les contará que escapó? ¿Qué fue un golpe de suerte?

Nadie le creería la forma en que escapó pero fue real, así fue como

escapó.

123

Fue una noche cuando las trasladaban de lugar hacia otro centro

de prostitución las llevaban de Arizona hacia Nuevo México, iban

cuarenta de ellas entre: asiáticas, europeas, africanas y

latinoamericanas, escondidas en un camión de mudanza.

El piloto se durmió y volcó en la carretera, por el golpe las puertas

del camión se abrieron y salieron corriendo despavoridas, quienes

estaban heridas fueron ayudadas por las que no sufrieron mayor

percance, corrieron entre el desierto durante horas hasta que

exhaustas encontraron una casa escondida en medio de la

nada, se atrevieron a tocar la puerta, resultó ser la de una de una

familia de la tribu Comanche quienes inmediatamente les

brindaron auxilio.

No avisaron a las autoridades migratorias del país y al contrario se

reunieron con los y las ancianas de la tribu quienes decidieron

buscar sus propios medios para que las transgredidas retornaran a

sus países de origen.

Taís ha llegado a la puerta de su casa, está empapada, se

despoja del pañuelo que cubre su cabello y su rostro. Tiene

diecinueve años de edad. Siente que ha envejecido veinte durante

ese tiempo fuera de casa. Extiende el brazo y toca la puerta de

madera enmohecida. Nunca contará a nadie cómo fue que viajó

124

desde Nuevo México hasta Brasil, ése es un secreto que comparte

junto a las cuarenta adolescentes y la familia de la tribu

Comanche, un secreto en común que guardarán hasta el día en que

la vida se les convierta en cenizas.

Una voz de mujer pregunta desde dentro, es la de su madre,

¿quién es? Soy Taís.

125

ZAHIRA

Su verdadero nombre nadie en La Casa lo sabe. Desde aquella

noche fue nombrada Zafiro.

Una tarde cuando era niña le dijo su mamá que su nombre Zahira

significaba flor de colores brillantes, luminosa y sublime como

toda ella y su origen islámico.

La menor de tres hermanos, Zahira fue secuestrada en un poblado

de Surakarta, Indonesia una noche que regresaba de una fiesta en

compañía de sus dos hermanos y su madre, un automóvil atropelló

a uno de ellos descendieron varios hombres del automotor y

fingieron ayudar a trasladar el herido a un hospital pero a quien se

llevaron fue a Zahira. Tenía diez años de edad.

Pasó la noche atada de manos y con un pañuelo cubriéndole los

ojos acurrucada sobre una manta tirada en una esquina de una

habitación solitaria. A la mañana siguiente entraron un hombre y

dos mujeres éste ordenó que la limpiaran y arreglaran para el

cliente, también le repitió su nuevo nombre Zafiro y la hizo

jurar nunca más pronunciar el propio. Por la tarde Zafiro olía a

perfume y vestía uniforme escolar, así la deseaba ver el cliente era

126

ésa su fantasía poseer a una niña inexplorada en uniforme escolar

por la cual pagaría veinticinco mil dólares.

Zafiro fue puesta en un automóvil y conducida a la suite principal

de uno de los hoteles más prestigiosos de Jakarta ahí la esperaba su

primer verdugo un hombre de la tercera edad.

Zafiro tiembla de miedo y comienza a llorar, el hombre le ofrece

una paleta de chocolate y la sienta en sus piernas, comienza a oler

su piel, a besar su cuello y a acariciar su cabello, desabotona la

blusa y lame el lugar en donde emergerán los pezones, los succiona

e introduce una de sus manos en medio de las piernas de Zahira,

ella sigue llorando, él tapa su boca con un pañuelo y la lanza sobre

la cama, la abre de piernas y la posee. Rompe ferozmente la

inocencia que nunca más recuperará la niña del poblado

de Surakarta.

Le da una pastilla para que duerma y la deja ahí en la habitación

acostada sobre un charco de sangre y con la herida de la

transgresión, horas después el mismo conductor del automotor la

va a recoger y la traslada a la casa donde la tienen secuestrada,

cuando Zahira recupera el conocimiento está nuevamente en la

misma habitación acostada sobre la manta y atada de manos.

127

Le curan las heridas las mujeres con lienzos tibios de aceite de

ajonjolí, dos veces por semana Zafiro es conducida a diferentes

hoteles aunque el pago por la deshonra ya no el mismo ha perdido

su castidad.

Es necesario rotarlas no es solamente Zafiro la secuestrada en La

Casa necesitan niñas vírgenes, las deshonradas ya no valen para

mantener en pie el negocio y satisfacer los gustos de los clientes

es así como las trasladan al continente americano vía marítima

escondidas en una caja de madera, una vez por día baja una mujer

al compartimento de equipaje y las alimenta.

Llegan al puerto de Veracruz y en la zona más prestigiosa del

Estado son obligadas a trabajar para servicios sexuales de

embajadores, cónsules y políticos del país quienes gozan de violar

a niñas totalmente indefensas. Ahí conoce el significado de las

orgías pues la especialidad del lugar es ofrecer cinco niñas para

quince hombres que las disfrutan durante tres horas a cambio de

cinco mil dólares, no usan preservativos pues las han inyectado

con anticonceptivos. Zafiro ha estado a expensas de todo tipo de

vejación a lo largo de cinco años, ha visto llegar y partir grupos

de niñas, adolescentes y mujeres que en la misma condición han

sido explotadas. Ha aprendido a hablar español y jamás ha

pronunciado su nombre islámico.

128

También asisten al lugar clientas exclusivas que gustan del placer

exquisito de una flor en botón. A finales del quinto año en

Veracruz Zafiro junto a un grupo de adolescentes será rotada de la

casa y enviada a Estados Unidos vía la frontera de la muerte.

Serán indocumentadas custodiadas por cinco hombres armados

que tienen instrucciones de matarlas en el primer intento de

escape. De Zafiro se ha enamorado la esposa de un artista plástico

que asiste regularmente al lugar exclusivamente para estar con ella

y paga la noche completa para dormir en sus brazos y acariciar su

piel joven. Se ha enterado por un amigo político que varias chicas

serán rotadas y enviadas hacia Estados Unidos entre ellas su

Zafiro, pide entonces a su amigo como un favor personal armar

una emboscada para rescatarlas.

Es así como en el desierto de Sonora el grupo de adolescentes y los

cinco hombres son detenidos por soldados del ejército

mexicano, en el mismo lugar los cinco hombres son ajusticiados

con el disparo de un arma con silenciador, las adolescentes son

trasladadas a una vivienda en el Distrito Federal donde les bridan

comida, una ducha fresca y en los días siguientes son puestas en

libertad a escasos metros de las embajadas y consulados de sus

países de origen. Nunca sabrán quién las rescató.

129

Zafiro pronuncia finalmente su nombre Zahira en la calle Julio

Verne N. 27 Colonia Polanco en la Ciudad de México frente al

escritorio del embajador de Indonesia. Retornó a su natal Surakarta

el día de su cumpleaños número dieciséis.

130

SOLEDAD

Salió de Chinandega con tres mudas de ropa, un par de

zapatos con las suelas rotas, un álbum de fotografías, las

bendiciones de su madre atadas al corazón y la ilusión de llegar a

Estados Unidos.

Soledad subió al tráiler la última noche de octubre de mil

novecientos noventa y seis, tenía trece años de edad.

Era la mayor de ocho hermanos, junto a su madre vendía agua de

coco en la carretera en la entrada a Chinandega, en el

estacionamiento donde pernoctaban los traileros que iban de paso

recorriendo países con los furgones llenos de mercancía. Por la

noches vendían empanadas Soledad caminaba entre las hileras

de cabezales tocando las puertas ofreciendo su venta, ya la

mayoría de adolescentes de su colonia había emigrado hacia

Estados Unidos la oportunidad la ofrecían los conductores de los

cabezales quienes se prestaban a llevarlas escondidas en los

camarotes, adelantarles el camino y contactarlas con otros

conductores para que siguieran hacia el norte, varias se quedaron

131

entre Honduras, México y Guatemala siempre

en similares laderas en diferente tierra.

Otras que se negaron a emigrar ofrecían sus servicios sexuales a

cambio de lo que quisiera dar el conductor del tráiler, una dádiva

que alcanzara para comprar la comida del día. A cuántas de sus

amigas púberas Soledad encontró siendo abusadas entre dos

hombres que fantaseaban con penetrar vaginas tiernas y con

golpear pezones en botón, con morder labios y azotar

espaldas, nunca dijeron nada porque hablar y denunciar no era de

importancia de ninguna autoridad y al contrario significaba perder

la entrada al estacionamiento.

Y sin embargo aun con los golpes crudos en la piel entrada la

noche volvían a tocar las puertas de los cabezales pidiendo la

caridad de unas monedas a cambio de prestar su cuerpo para

concebir alucinaciones de depravados, se los exigía el hambre de

sus hermanos menores, el abuso de sus padres y el cansancio de

sus madres que lavaban ropa ajena, vendían comida en la carretera

o limpiaban casas de extrañas.

La vida en la periferia y en la cloaca exige más que temple para

sobrevivir a la miseria de la inmundicia de un sistema que hunde

en pantanos a los más desprotegidos de la sociedad.

132

De dos en dos, de tres en tres se fueron las adolescentes de la

barriada todas abrigando la ilusión de llegar al país de los dólares y

enviar las remesas para darles a sus hermanos menores y a sus

hijos la oportunidad de la educación formal que ellas no tuvieron,

para sacar a sus madres de trabajar, para comprar una cama, poner

un techo, construir cuatro columnas, comprar medicinas: se fueron

niñas, adolescentes y mujeres jóvenes todas invadidas por la

misma efervescencia, por el azote de la pobreza y de la

invisibilidad.

Soledad luchó por no verse obligada a tocar la puerta de ningún

conductor borracho, drogado, abusador y tener que abrirse de

piernas y entregar la desnudez de su cuerpo aun jilote a la destreza

de un pervertido.

Pero las circunstancias la obligaron, Soledad optó por emigrar

cuando ninguna puerta se abrió más para comprar sus empanadas

pero sí para invitarla a entrar a los camarotes húmedos de semen y

lujuria, fue entonces que con la oscuridad aturdiéndola, el hambre

de sus hermanos clamando y la salud deteriorada de su madre tomó

la decisión de tocar la puerta y emprender semejante empresa, la

travesía de varias fronteras yendo escondida en el camarote de

un cabezal.

133

La desfloró un guatemalteco de cincuenta años de edad que vio

en su cuerpo la lozanía de la flor de las diez, respiró su aroma de

niña a pétalos de rocío y la abrió de par en par hasta que sació su

más inmundo capricho, aquella última noche de octubre de mil

novecientos noventa y seis Soledad contrajo sida.

Cruzó las fronteras de Honduras y Guatemala escondida bajo el

colchón del camarote, diez veces más la ultrajó el sediento

conductor. En la frontera entre Guatemala y México la entregó

a otro piloto para que la llevara a Tijuana, un sádico que se

excitaba con la sangre de pubis maltratado la golpeaba todos los

días y la llevó encadenada de manos y de pies cubierta con un

poncho en el rincón del camarote. Antes de infringirla cortaba su

clítoris con una navaja y se tragaba la sangre, solo le permitía

comer una vez por día, pan y agua. Durante la travesía en

territorio mexicano Soledad contrajo sífilis y herpes.

El sanguinario también la sodomizó.

La entregó en Tijuana a otro piloto que la llevaría hasta California,

Soledad minuto a minuto recordó a su madre y a sus hermanos,

una cansada y con la diálisis semanal que no se podía costear, los

otros recogiendo basura en los alrededores y reciclando botellas de

134

vidrio para venderlas, su padre los abandonó cuando su madre

enfermó.

Cruzó la frontera escondida en las cajas de la mercadería del

furgón, el gringo también gozó con su tierno pubis mancillado. En

California la esperaban dos de sus amigas que habían migrado años

antes, dos mujeres que dejaron a sus hijos a cargo de las abuelas.

Soledad cumplió la mayoría de edad en un campo de moras,

trabajaba diecisiete horas diarias, logró que todos sus hermanos

culminaran la educación media, su madre murió en la camilla de

un dispensario la noche en que ella cruzó la frontera

estadounidense, fue atropellada por un cabezal conducido por un

piloto ebrio.

Soledad murió indocumentada en California, intoxicaba por el

veneno que fumigaron en la plantación sin avisar a los

trabajadores, junto a ella veinte personas más perdieron la vida.

Nadie fue culpado por ninguna autoridad.

Su cuerpo retornó a su natal Chinandega quince años después de

haber emigrado aquella última noche de octubre de mil

novecientos noventa y seis, siendo apenas una adolescente de

periferia abrazada a la ilusión de llegar al norte y enviar las

remesas de las que tanto había escuchado hablar. Nunca pudo estar

135

en la intimidad con ningún hombre. Sus quince años de exilio los

pasó entre el campo de moras, escondiéndose de la migra e

intentando dormir en el apartamento que compartía con diez

personas más.

Cuando abrieron el ataúd sus hermanos el día del

velorio, encontraron en sus manos el álbum de fotografías que la

acompañó desde el instante en que se despidió la noche que

emigró.

136

BENITA

Ese día por la tarde Benita regresó de la escuela estudiaba en la

jornada vespertina y caminó lo de diario ocho kilómetros en

atajos, su madre no estaba en casa tampoco sus hermanos, su

padre había emigrado desde hacía dos años a la capital trabajaba

como agente de seguridad privada y regresaba solamente un fin de

semana al mes.

Benita lavó el nixtamal y se fue al molino a hacer masa, de

regreso en el camino se encontró con su tío el único hermano de

su madre quien sin mediar palabra la lanzó sobre la hierba y la

desfloró. Antes le amarró un pañuelo en la boca para que no

gritara. Benita tenía diez años de edad y su tío treinta y dos. La

amenazó con matar a su familia si se atrevía a denunciarlo. A

partir de aquella tarde su tío Dimas comenzó a abusarla todos los

días a la misma hora cuando su madre se encontraba lavando ropa

ajena y no había nadie más en casa.

Tres años habían pasado y una noche de un fin de semana que su

padre estaba de visita sintió una mano áspera bajo sus sábanas

hurgando en su cuerpo era la de su padre quien totalmente ebrio

137

la ultrajó. Benita quedó preñada aquella noche. Lo supo cinco

meses después cuando acarreando agua del río resbaló sobre una

laja y cayó golpeándose el vientre con una rama seca, perdió ahí

mismo la cría. En la aldea fue rechazada por furcia porque nunca

quiso decir quién era el padre de su criatura. Su madre también la

rechazó y la echó fuera de la casa.

Benita fue a hablar con la dueña de la única tienda de la aldea

quien le encontró trabajo en la capital como sirvienta. Su primer

mes de pago lo tuvo que entregar por el favor. Juntó lo suficiente

en un año para abordar un autobús rumbo a la frontera, había

escuchado hablar a otras trabajadoras del sector acerca de un tren

donde se trasportaban emigrantes que iban rumbo a Estados

Unidos. Sin necesidad de tener que pagarle a un coyote.

Compró una mochila en la dieciocho calle de la zona uno, un

suéter negro, tenis del mismo color y dos mudas de ropa oscura.

Benita tenía quince años cuando emigró. No se despidió de nadie.

Desde Tapachula, México llamó por teléfono a la señora de la

tienda de su aldea y le dejó el encargo de avisar a su madre que

estaba bien y que iba rumbo al norte que cuando estuviera en

Estados Unidos la volvería a llamar.

Han pasado siete años y su madre no sabe nada de su paradero. Ha

tocado incansablemente las puertas de consulados, hospitales,

138

morgues, iglesias y estaciones de policía buscándola. Ha llorado

sobre las tumbas de los muertos del tren, un sitio donde se entierra

en fosas a los cuerpos que yacen sobre los rieles sin ser

identificados.

Ahí en ese mismo camposanto está el cuerpo de Benita a escasos

cien metros de donde ha llorado su madre. Endosado con el de

otros que vivieron el mismo infortunio. No cayó del tren nunca se

subió a éste. La tarde que llamó a la señora de la tienda fue

secuestrada cuando caminaba por la orilla de la línea férrea. Un

grupo de jóvenes que esa noche formarían parte una mara

realizaron con su cuerpo el ritual de iniciación.

La violaron veintitrés hombres y viva le sacaron el corazón que

después se comieron en pedazos, la desmembraron y sus

extremidades dejadas dentro de un costal en la orilla de la misma

vía férrea donde Benita alguna vez soñó con saltar sobre el tren en

marcha esconderse en un vagón y escapar hacia aquel enorme país

del que tanto hablaban las muchachas que trabajan limpiando casas

en La Cañada.

139

HARU

Se liberó. Se cansó del ahogo en la oscuridad de su habitación

perpetrada por fantasmas de frontera.

Haru originaria de Perú emprendió el viaje con su maleta de

ilusiones rumbo al país de los sueños rotos. Iba a reencontrarse con

sus padres quienes habían migrado ocho años antes por la misma

vía, la de la invisibilidad.

El pollero que la transportó desde su país por el trayecto de la

clandestinidad la entregó a otro grupo de coyotes en Tijuana donde

en teoría cruzaría la frontera hacia Estados Unidos en pocas horas,

así se lo prometieron a sus padres que confiados pagaron la

exorbitante cantidad en dólares.

Haru nunca llegó el día ni la hora acordada al otro lado donde la

esperaban sus padres. Fue secuestrada, golpeada y violada en

innumerables ocasiones por los traficantes de indocumentados que

se apropiaron de ella. La mantuvieron en un apartamento junto a

otro grupo de niñas y jóvenes que habían corrido con la misma

suerte. A cada familia le pedían la cantidad de cinco mil dólares

extra para liberarlos, al apartamento llegaban hombres que

140

pagaban a los coyotes por los servicios sexuales de las niñas que

no pasaban de trece años de edad entre ellas Haru de doce.

También los jóvenes que no pasaban de los diecisiete todos

víctimas de trata.

Atadas de manos y pies solo les soltaban la sogas de los pies

cuando llegaba un cliente dispuesto a pagar la cantidad por el

suculento manjar de la fragilidad de la infancia.

Haru estuvo un mes esperando por el rescate de sus padres quienes

trabajan cortando hortalizas en California y no pudieron juntar el

dinero en el tiempo exigido por los coyotes, cinco mil dólares los

juntaron prestando entre los compañeros de trabajo y vecinos.

La entrega se realizó en el estacionamiento de un centro comercial

un mes después. Finalmente Haru se reencontró con sus padres.

Se enteraron de los constantes ultrajes a los que fue sometida

cuando leyeron la nota que dejó, la escribió en las urgencias del

suicidio trepada en la terraza del edificio donde alquilaban un

sencillo apartamento de ratonera latinoamericana.

Ahí explicó que había sido violada por más de cien hombres

durante el tiempo que estuvo en cautiverio, que ninguno usó

ningún tipo de protección, que las golpeaban porque también

habían otras niñas en la misma habitación que sufrían los mismo,

141

algunas ya se habían ido porque sus padres pagaron el rescate

pronto pero otras ya llevaban seis meses en el mismo lugar.

Describió los lamentos de las niñas más pequeñas a las que les

tapaban la boca con trapos mojados para que no escucharan los

vecinos del edificio el llanto. No podían dormir por el dolor

en medio de las piernas sangrantes, los golpes en el cuerpo y el

hambre.

Se despidió y pidió perdón por haber tomado esa decisión.

Haru antes de lanzarse al vacío desde la terraza del edificio de

trece pisos de altura se cortó las venas con el vidrio de una botella

de cerveza que quebró.

El médico que realizó la autopsia les informó que Haru tenía dos

semanas de gestación.

142

DOMINGA

Fui a la aldea a despedirme de mi familia y les dije que me iba a

Estados Unidos que ya lo habíamos hablado con otras trabajadoras

de la maquila y que nos iríamos juntas una de ellas ya conocía el

camino no pagaríamos coyote. Así fue como agarramos camino las

nueve, ninguna era mayor de edad, no señor nuestras familias no

sabe en dónde estamos.

Cruzamos el río Usumacinta sobre las balsas de llantas de camión

y nos unimos a la procesión de migrantes que cruzan la frontera.

En Tapachula saltamos sobre el tren en marcha y nos guindamos

como pudimos de las parrillas hasta llegar al techo y nos

amarramos con nuestras playeras para que ninguna cayera al vacío

si el sueño nos vencía.

En Veracruz sufrimos el primer asalto, varios hombres vestidos de

negro y con metralletas subieron al tren cuando se detuvo y

tomaron vagón por vagón y a las mujeres nos violaron a la que no

se dejaba la tiraban desde el techo a que cayera en los rieles y allá

abajo la violaban más hombres y la dejaban toda quebrada, ya no

143

la podíamos subir ahí la dejábamos en la orilla para que alguien

que pasara por allí la ayudara, a mí me violaron dos. Sí señor así

fue ya se lo he dicho muchas veces a usted y a los otros.

Todas ensangrentadas ahí enfrente de los hombres que también

iban en el tren a varios de ellos también los violaron porque se

metieron a defendernos y eso no les gustó a los asaltantes.

Más adelante en otro pueblo nos detuvo la policía ya nos estaban

esperando porque cuando paró el tren varias patrullas estaban ahí y

nos pidieron los papeles y como no tenemos nos llevaron presas

ahí nos tuvieron una semana en la cárcel a las nueve y a otras,

viera agarraron a varias no cabíamos en las patrullas al nomás

llegar nos hicieron que nos desnudáramos y los mismos policías

que nos detuvieron nos violaron ahí en los corredores de la prisión.

Señor, ¿puedo ir al baño? Es que quiero hacer una necesidad. Está

bien señor, no, no pretendo escaparme es que estoy sangrando

mucho y me duele y quiero ir a orinar.

Todos los días llegaba un grupo distinto de policías y nos violaban

en la mañana y en la tarde, solo dos veces nos dieron un vaso de

agua y pan podrido para que comiéramos. Ahí murieron dos

porque estaban malas de la violación del tren y se soltaron en

hemorragias y se llevaron los cuerpos no sé a dónde ni qué

144

hicieron con ellas. ¿Está apuntando eso señor? Por favor apúntelo

tal vez se puede investigar quienes son.

Ahí en la cárcel nos violaron varios los jefes pasaban primero y

después los otros policías , el último día nos cambiaron de cárcel

solo para que nos violara otro grupo y en la noche nos fueron a

dejar tiradas en un basurero, ahí pasamos dos días sin podernos

levantar ni fuerzas teníamos para caminar. No sé la dirección señor

ya le dije que no somos de aquí.

Una señora que vivía por ahí nos dio de comer. Pero queríamos

llegar a Estados Unidos y no nos quisimos regresar, además ya

estebábamos deshonradas ningún hombre nos iba a querer pero

ninguna sabía lo que nos esperaba.

Pasamos al refugio de los migrantes y ahí estuvimos dos días nos

dieron de comer y donde asearnos esperamos a que llegara el otro

tren que nos llevaría a la mera frontera con Estados Unidos ya el

último tirón pero ahí nos salieron otros hombres de negro, eran

bastantes nos rodearon a hombres y mujeres, unos corrían como

locos tratando de escapar y ahí mismo les disparaban en la cabeza

a donde cayeran las balas, agarraron como a cincuenta de nosotros

y nos repartieron en grupos, nos subieron a carros de vidrios

oscuros y fuimos a dar a una casa grande.

145

A los hombres ya no los vimos saber qué hicieron con ellos pero

éramos veinte mujeres de Centroamérica y Suramérica, ya habían

otras ahí desde saber qué tiempos, nos metieron a un cuarto.

Al otro día nos dieron ropa y nos mandaron a bañarnos, siempre

nos vigilaban tres hombres armados ya bañadas nos volvieron a

meter en el cuarto y nos iban sacando de una en una no sabíamos

para qué porque muchas ya no regresaron, a mí me llevaron a otro

cuarto donde estaban tres hombres desnudos me amarraron a una

cama y me violaron y me golpearon, me pegaban con sus cinchos,

me mordían los labios y los pechos. De mucho no me recuerdo

porque perdí los sentidos de tanto golpe. ¿Lo está anotando señor?

Sí, no le estoy mintiendo eso pasó, no, no uso drogas señor no sé

que es eso nunca las he probado.

Ahí nos separaron del grupo de las nueve que íbamos juntas solo

quedamos dos a las otras se las llevaron no sé para dónde, a mi otra

compañera la golpearon más fuerte que a mí porque se escuchaban

los gritos en toda la casa ya no regresó al cuarto, ya no volví a ver

ninguna de ellas hasta cuando me tocó reconocer sus cuerpos. Sí

señor eran ellas yo sé que eran ellas, no señor de verdad ninguna

era drogadicta, ni borracha, no señor no somos prostitutas.

146

Estuve en esa casa veinte días hasta que logré escaparme una

noche que se emborracharon los tres que nos cuidaban ninguna

quiso acompañarme entonces yo solita salí rompí una ventana de

los cuatros de atrás de la casa y por ahí me salté sin voltear y corrí

sin descansar hasta que ya no me dieron más las piernas y me

desmayé me sangraba en medio de las piernas. No sé la dirección

de la casa señor, tampoco sé quienes eran porque me tenían

vendados los ojos. Sí señor así pasó ya se lo dije a los otros

policías que han venido a interrogarme antes que usted. No señor

no soy drogadicta.

Sí señor una patrulla de policías me encontró y me trajeron aquí ya

llevo quince días y no me dejan salir, ya les conté lo que sabía y

ellos mismos me llevaron a reconocer los cuerpos a la morgue, sí

ahí estaban mis amigas las vi con sus cuerpos quemados y

desmembradas yo di la información para que manden sus cuerpos a

sus familiares pero me dijeron que no hay dinero para eso que las

van a enterrar en el cementerio de la localidad como equis equis.

Déjeme ir ya estamos en la frontera, déjeme ir a intentarlo quiero

llegar a Estados Unidos, quíteme las esposas no me voy a escapar,

¿a dónde me lleva señor? ¡no, no me golpee! ¿Esa arma señor para

qué es? ¡No señor por favor no me dispare! ¡No me golpee! ¡No

147

me viole, no me viole! ¡No por favor no me queme! ¿Para qué esa

hacha señor?

148

JULITA

Despertó, abrió los ojos no pudo ver nada la densa oscuridad

dentro del ropero no le permitió ver absolutamente nada.

Está atada de manos y pies le duele todo el cuerpo. Comienza a

llorar de nuevo ya ha perdido la cuenta de los días que lleva

encerrada en ese lugar, lo último que recuerda fue cuando le

desataron los nudos de la sogas que tenía atadas en los pies y la

abrieron de piernas, un hombre con un cuchillo le cortó en medio

ahí en su parte privada, la que no debía enseñar a nadie le había

dicho su mamá por teléfono en muchas ocasiones.

Tres hombres se le subieron encima y le metieron eso ahí en su

parte íntima, la que no debía dejarse tocar por nadie.

Julita tiene nueve años de edad ha sido secuestrada para obligar a

su padre a abandonar las dos casas que poseen y entregarlas con

todo y escrituras, también las dos parcelas de tierra que compraron

a las afueras del pueblo, el picopito de doble tracción que acaba de

mandar de Estados Unidos.

Fidencio Aguirre es padre de cinco niños y de una niña, su Julita

seis en total casado con Macarena Sicoy una maestra de primaria

149

oriunda de Santa Catarina Ixtahuacán, ambos emigraron hacia

Estados Unidos dejando a sus hijos al cuidado de los abuelos

maternos.

Durante cinco años han trabajado en mil oficios para lograr darle a

sus crías la oportunidad de la educación formal, sustento, calzado,

vestido y un hogar propio.

Lograron comprar dos casas, después dos parcelas y el picopito

con el que siempre soñó Fidencio para retornar y trabajar haciendo

fletes.

Después de cinco años trabajando lavando platos en restaurantes,

limpiando ventanas en edificios y oficinas, limpiando casas,

cargando cajas en supermercados lograron juntar para poner una su

tienda de abarrotes ése fue el último de sus sueños y planearon

regresar para finales de ese verano.

Fidencio fue a depositar la remesa de todos los domingos ahí

enviaba el dinero ganado durante la semana por él y su esposa, en

Guatemala lo recibía su suegra y lo depositaba directamente a una

cuenta bancaria.

No supo cómo pero alguien se enteró de la cantidad ahorrada en el

banco y secuestraron a Julita al salir de la escuela, en un carro de

doble tracción con vidrios poralizados se la llevaron cinco hombres

armados y encapuchados. Lleva dos semanas secuestrada están

150

pidiendo por el rescate treinta mil dólares, el abandono de las

casas, las parcelas y entregar el picopito. Todo con escrituras en

mano.

El matrimonio no posee ese dinero y en tres días se vence el plazo

que dieron los secuestradores. No han escuchado la voz de Julita.

No saben que Julita ha sido vulnerada todos lo días, que su cuerpo

sangra, que la tienen atada dentro de un ropero que ahí orina y

defeca, que solo la sacan cuando la van a violar.

Llega la fecha estipulada por los secuestradores Fidencio y

Macarena han retornado al país no han logrado juntar la cantidad

de dinero solo diez mil dólares, entregan las escrituras de las casas,

de las parcelas y el título del picopito, en un sobre los diez mil

dólares en efectivo.

Esperan ver a Julita viva, pero Julita no llega con los

secuestradores como lo habían prometido a sus padres, su cuerpo

aparece dos días después en una bolsa negra plástica en un

basurero de la ciudad capital.

Fidencio nunca sabrá que quien secuestró, vulneró y mató a su

Julita fue su primo Chetío el militar. El mismo que montó guardia

junto a un grupo de soldados rasos cuando se iba a realizar el

canje. Los secuestradores escaparon con sus once ovejas…

151

Fidencio agarró a su esposa y a sus niños y emprendieron viaje

nuevamente hacia Estados Unidos decidieron perforar la frontera

asaltando los vagones del tren de la muerte, siguen desaparecidos

nadie sabe nada de ellos.

152

LOURDES, ARTEMIA Y EMILIA

A mi esposo lo desaparecieron, cuenta Lourdes. Y relata la

desgarradora historia. Entraron a su casa hombres que bajaron de

una panel blanca botaron la puerta a patadas y golpearon a su

esposo un maestro de la universidad de San Carlos mientras lo

acusaban de comunista, antes de llevárselo la violaron frente a él y

a sus cinco hijos. Lourdes recobró el conocimiento dos días

después en la sala de un hospital, le habían cortado de tajo los

pezones. Emigró, se cruzó la frontera de mojada con sus cinco

hijos, de su esposo nunca supo nada.

Lourdes perdió a cuatro hermanos y a dos cuñados, todos siguen

desaparecidos.

Ha llegado el trovador prepara su guitarra y comienza a cantar, la

gente se acerca y se abraza, hay cirios blancos encendidos, se está

quemando pom, en el recinto una nube de recuerdos se desploma

de pronto y se convierte en niebla que puebla cada poro, cada

alma, cada memoria, cada ser. Las huellas del genocidio

perpetuado en Guatemala están ahí latentes.

153

“¿Quién dijo que todo está perdido?, yo vengo a ofrecer mi

corazón, tanta sangre que se llevó el río, yo vengo a ofrecer mi

corazón…” cantan mientras unos lloran con las heridas vivas en la

memoria.

Se sirven café y caminan hacia una esquina, se repesan en la pared

y siguen conversando. Al mío, cuenta Artemia, lo sacaron del

rancho llegaron los soldados y le prendieron fuego al jacal.

Lourdes y Emilia la escuchan en silencio. Estábamos organizando

las mazorcas y el quintal de frijol cuando entraron y le pegaron con

las puntas de las botas, le dijeron que él era un comunista que

ayudaba a la guerrilla y que debía pagar por eso, ahí en el suelo del

jacal le cortaron los dedos con un verduguillo, tres dedos recogí

yo.

Lo colgaron de una rama de un árbol y le empezaron a pegar a mis

dos niñas también las violaron como a mí, la menor no sobrevivió

tenía cinco años, la grandecita estuvo una semana en el centro de

salud no abría sus ojitos dormidita todo el tiempo yo pensé que se

me iba a morir pero sobrevivió. A mí me arrancaron el corte y me

rompieron el güipil desnuda me dejaron tirada en el monte, no sé

cuántos fueron los que me violaron pero eran muchos me desmayé

y un vecino nos encontró. De mi compañero jamás volví a saber

nada.

154

“Nace una flor todos los días sale el sol, de vez en cuando escuchas

aquella voz…” Artemia también dejó su natal Huehuetenango

como lo hicieron miles y buscó refugio en otra tierra. Aprendió a

hablar español en Estados Unidos. Ahí fue a parar después de rodar

por territorio mexicano durante cinco años.

“¡No!, Permanecer y transcurrir, no es perdurar no es existir, ni

honrar la vida!…” Por primera vez en la historia de Guatemala se

está llevando a cabo un juicio contra uno de los genocidas que en

su gobierno masacró, torturó y desapareció personas. En el recinto

se ha reunido un pequeño grupo de las miles de personas que

fueron golpeadas por los años sangrientos que vivió Guatemala.

Cantan, recitan, se quedan en silencio y vuelven a emerger con

recuerdos, nombran a los desaparecidos, a las torturadas y los

masacrados a las violentadas, a los que nunca se han ido porque

están vivos en la memoria colectiva, a las que nunca dejaron de

existir porque siguen respirando en el día a día de quienes se

niegan a olvidarlas.

Emilia sorbe un poco de café, tiene la mirada perdida en la nada, el

humo blanco del pom le recuerda su natal Quiché, es

orgullosamente Ixil y porta su ropa con la elegancia propia de su

identidad . Salió corriendo junto a docenas de personas para

155

internarse en la selva, le mataron a toda su familia fue la única

sobreviviente, la violaron los soldados cuando regresaba de la

parcela con su papá, a él lo mataron ahí mismo y a ella la dieron

por muerta después de que le pasó por encima más de una docena

de esbirros. Emilia cuenta que tenía diez años de edad cuando eso

sucedió. Entró a territorio mexicano y luego emigró hacia Estados

Unidos.

“Todavía cantamos, todavía pedimos, todavía soñamos, todavía

esperamos…” están ahí reunidas las almas que se niegan a olvidar,

las que celebran que por fin la justicia esté despertando. Ahí

representando a las miles de personas que abandonaron el país

obligadas por la persecución de un gobierno de genocidas.

Lourdes, Artemia y Emilia son tres mujeres marcadas con el

estigma de la violencia perpetuada en sus cuerpos, tres de las miles

y de los millones en la historia de las dictaduras en el mundo

entero.

El trovador sigue tocando su guitarra las voces no paran de cantar,

al unísono a pulmón abierto, con el corazón desgarrado y la

memoria en carne viva. Proclaman, ¡justicia, Guatemala nunca

más!

¡Justicia, Guatemala Nunca Más!

156

SUYAPA

Encontraron el cuerpo junto al picopito despeltrado, a un lado de la

carretera de talpetate ahí encunetado, boca a bajo con el tiro de

gracia en la frente, en una mano las llaves y en la otra la billetera,

no le robaron nada sólo el tiro de gracia le dejaron.

No llegó a dormir dijo su viuda cuando la entrevistó el Ministerio

Público Pompilio nunca faltaba a dormir, tancada en llanto abrazó

a sus tres hijos y lamentó amargamente la muerte trágica de su

esposo.

Apenas señor fiscal mi esposo había iniciado con el negocio de

fletes recién se jubiló de Caminos y con el dinerito que juntó

compró ese picopito ahí andaba haciendo fletes para La Terminal y

para donde le saliera viaje. No señor fiscal él no tenía problemas

con nadie, era un hombre trabajador y honesto.

Tancada en llanto recordó todas las noches en que él la montó

inclusive en sus días de regla, las noches que la golpeó cuando ella

se negó y la terminó violando. Todas absolutamente todas sin faltar

ninguna la obligó a tener relaciones sexuales con él. Las

madrugadas que la despertaba para que lo lamiera y lo chupara. Ida

157

quiso contar las ocasiones en que la hizo sangrar cuando la

deshonraba.

No señor fiscal Pompilio era un buen esposo, un buen padre, un

hombre trabajador no sé quién pudo hacerle esto.

Sí señor fiscal tiene otros hijos yo soy su tercera esposa estos son

sus niños chiquitos.

Quince años tenía Suyapa cuando su papá la hizo trato con

Pompilio y la casó contra su voluntad con un hombre treinta años

mayor. Se la llevó a vivir a la capital a una periferia en el pueblón

que ella no conocía y donde la encarceló, dejaba la puerta con llave

cuando se iba al trabajo y hasta cuando regresaba por la noche

Suyapa podía salir a hacer la masa para hacerle sus tamales de

cambray y prepararle la cena. Nunca salió sola siempre la vigilaba

él, al mercado los domingos iba él y ella se quedaba enllavada

cociendo los tamales, haciéndole su atol blanco, planchándole la

ropa, lustrándole los zapatos, zurciéndole los calcetines y cuidando

de los hijos que le engendró a la fuerza de violación tras violación.

En el velorio se juntaron las tres mujeres y la docena de hijos

revueltos con nietos, una amante preñada llegó. El tiro de gracia le

dejaron a Pompilio y a Suyapa la viudez y tres hijos huérfanos.

Lo vio en la caja y le besó la frente, estaba ahí tieso, pálido, frío,

con algodón en los oídos y en los agujeros de la nariz, tan

desarmado, tan indefenso, recordó las ocasiones en que le pegó con

158

el cordón de la plancha hasta que le reventó la espalda y la hincó

sobre granos de maíz y la hizo jurar no negarse a tener relaciones

con él porque era su obligación como esposa.

El día en que la obligó a que le besara los pies delante de sus hijos

y lo llamara dios. La tarde en que a punto de parir su tercer hijo la

violó y le arreció los dolores de parto con los golpes que le

propinó. Recordó las semanas en que la castigaba comiendo

tortillas nacidas, frijoles descompuestos, las mañanas que la hacía

beberse su orín en la taza de café. Cuando llevaba a sus amigos a

su casa y se emborrachaban y la obligaba a lo que ellos quisieran

tener con ella en ese momento.

Repartió café con pan a los asistentes, encendió dos cirios más,

rezó el rosario y cantó, lloró desconsolada la ausencia de Pompilio

y al siguiente día lo enterró, lo dejó solo en la caja fría pudriéndose

entre sus propios caldos fermentados, lo dejó al goce de los

gusanos, al deleite de las larvas, a mansalva de su propio hedor.

La muerte le había llegado a su victimario, al padre de sus hijos, al

cabeza de hogar, a su violador, a su esposo, al trabajador, al

fletero, al jubilado, al agresor.

159

En el novenario entregó la otra parte del dinero tal como había

acordado cinco mil quetzales contados uno tras otro a quien lo

mató. Lo llevó a la cocina donde hervía la olla de café con canela y

donde estaba el canasto de pan, en la sala rezaban la novena,

encendían los sirios y observaban la fotografía del santo difunto.

Aquí está Manolo los otros cinco mil, logró sacarlos de donde

escondía el dinero Pompilio, Manolo abrazó a su cuñada se

despidió, esa noche buscó la frontera rumbo a un país del norte y la

cruzó.

160

ARCADIA

Lo ve asomar con sus once ovejas, cayéndose macho de bolo se ha

gastado el sueldo del mes nuevamente.

A Arcadia le contaron que lo vieron desde el medio día chupando

en el bar de la Maruca Quezada.

Desde la ventana de la cocina lo mira subir la cuesta de adoquín,

atrás camina la yegua con el aparejo vacío el asoleado no ha

comprado el frijol ni el máiz.

Ni la media de gas, ni las candelas, ni la libra de azúcar. Ni la sal

ni el bicarbonato, ya no hay cal para cocer el nixtamal, ni la media

de aceite para hacerle el purgante el cipote que está embotado.

Se asoma a la ventana nuevamente y le habla como si lo tuviera ahí

a la par suya, Alcides mueludo desperdiciaste el día ingrato no

fuiste a trabajar porque sabrá Dios desde qué horas de la mañana

andás bebiendo que hasta mojado trés el pantalón de meado que

venís.

Sigue torteando tragándose el humo de la leña verde, pone a hervir

agua en el batidor para prepararle café amargo. Su angustia crece

porque cada vez que Alcides se emborracha me mete unas

penqueadas que me deja en cama doctor y ya no quiero estar

161

viniendo al dispensario, por vida suya hable con el Alcides para

que se enderece y deje el trago.

El doctor la revisa en esta ocasión ha perdido dos dientes más, ha

perdido el cincuenta por ciento de la piel de la espalda, el dedo

meñique de la mano izquierda está quebrado, un edema en el lado

derecho del rostro a la altura del pómulo, las rodillas sangrando.

La primera vez que la atendió fue para el parto de su primera hija,

Arcadia tenía quince años de edad y llegó con la fuente rota a

punto de componerse, él trajo al mundo a María del Carrizo, era un

secreto a voces en el pueblo que uno de los tíos la había abusado y

la había preñado, nadie lo juzgó, ningún policía llegó a detenerlo,

ningún alcalde hizo escuchar su voz. Arcadia tenía quince y el tío

la preñó después de estarla abusando durante tres años.

Ve sus ojos son azules como el cielo de Jalpatagua en marzo, sus

rizos rubios, su piel blanca como la leche recién ordeñada, sus

labios de mulata, Arcadia tiene veinticinco años.

Su hija mayor tiene diez años, Bartolo cinco y Jacobo el menor un

año. Conoció a Alcides para una feria patronal, éste llegó a vender

hamacas , arcilla y vainas de cuero para machetes el negociante era

de otro municipio, ella le compró dos batidores y él se enamoró de

su estampa de yegua salvaje de las que abundan en los cerros del

oriente guatemalteco.

162

Antes de que la feria terminara fue a hablar con los papás de

Arcadia y arregló la dote que consistía en dos vacas, una ternera,

cinco cabros lecheros, una red de gallinas del país, cinco gallos

ingleses, tres cargas de leña y cinco mil quetzales en efectivo.

Por estar la novia ya mancillada la dote no requirió de la media

docena de caballos ni de matrimonio por la iglesia, ni por el civil.

Un día llegó y la fue a recoger para llevársela a otro pueblo,

Arcadia tenía dieciocho años y una hija de tres. En una caja de

cartón acomodó la ropa de la niña y en un costal la suya, los tres

caminaron hacia la estación del bus que los llevaría a otro destino.

Arcadia está dándole vuelta a las tortillas en el comal cuando entra

Alcides con el corvo envainado en la mano, la comienza a golpear

en las pantorrillas, luego en la espalda, en los brazos, le pega con

odio, con radia, nunca le pudo perdonar la mancilla, ¡el castigo de

juntarse con una mujer jugada por otro!, ¡ser el sobado del pueblo!,

¡unirse con una mujer que ya había parido una hija de otro!

Suelta el corvo y empuña la mano y comienza a agredirla en el

rostro hasta que le revienta los labios y le arranca dos dientes, con

un leño quiebra el comal y le lanza el batidor de agua hirviendo

sobre la espalda. La niña mayor se esconde con sus hermanos en el

163

granero, trata de que su padre no la encuentre porque cuando toma

la golpea y le dice que no es su hija, ¡que no lo llame papá!

Desde un agujero en la puerta trancada ve cómo su papá arrastra a

su mamá por el patio, le ha amarrado las manos y la sujeta del

cabello, se sube a la yegua la corre a galope y arrastra a su madre

por el camino de adoquín hasta llegar al talpetate del camino real,

las vecinas escuchan los gritos de dolor, los lamentos de Arcadia

pero solo la observan porque a la mayoría los esposos les hacen lo

mismo.

Alcides la deja tirada cerca del cementerio del pueblo y se va a

seguir la farra al bar de la Maruca Quezada allá las mujeres lo

consienten pues las invita a los tragos y les compra ropa a las que

se portan bien con él.

Hace mucho que dejó de ser comerciante ahora trabaja de caporal

en una de las fincas de tío Edelmiro Suárez uno de los hombres

más ricos del pueblo, hermano del alcalde. Ahí mantiene a raya a

los mozos que siembran el frijol, máiz y maicillo.

El doctor trata de curar las heridas en la espalda expuesta algo que

ya lo ha realizado en varias ocasiones a la mayoría de mujeres del

pueblo, pues los ha escuchado decir en el bar que un buen macho

de oriente no debe de dejar que la mujer se le monte encima y si

164

está mancilla antes del matrimonio los derechos son negados en

absoluto,¡ por putas!

Arcadia ya ha perdido dos crías que el mismo padre se las ha

sacado a patadas cuando ha estado borracho.

Arcadia nunca lo dejará porque fíjese doctor que si lo dejo me va a

buscar para matarme, yo no valgo nada ningún hombre me va a

querer con tres hijos, y tampoco lo voy a denunciar porque solo me

pega nada más, Alcides es un buen hombre me aceptó con una hija

que no era suya.

Esa noche Arcadia se encuentra en su cama convaleciente por las

heridas de los golpes y de la arrastrada sobre el adoquín, Alcides

entra y tranca la puerta la busca en la cama y la monta una y otra

vez sin su consentimiento, Arcadia se tapa la boca con las manos

ahogándose en llanto y dolor, no quiere que sus crías se despierten

y vean a su padre abusándola.

El abusador ahogado en alcohol la estrangula hasta que ya no la

siente respirar. Yace satisfecho en el mismo instante en que

Arcadia muere.

Nadie pregunta, nadie sanciona, nadie investiga, nadie busca

justicia, Arcadia es una más de las difuntas en el cementerio del

165

pueblo, de las transgredidas que se vuelven polvo, de las que son

viento, de las que son ocasos que abrazan los cerros.

De las que son historia, de las que florecen en marzo convertidas

en izotes, pitos, chactés y alimentan a las crías del oriente

convertidas concienzudamente en flor de chipilín.

Alcides toma como su mujer a María del Carrizo la hija de

Arcadia, que tiene diez años y tres meses de edad.

166

ASUNCIÓN

Murió el Robalo.

En su casa de bajareque y teja acompañado de su miserable

soledad, los hermanos Garrobos que le sobrevivieron, en su agonía

se repartieron las vacas, las cabras y las cargas de leña seca.

Blandieron los machetes para pelearse el pedazo de tierra donde la

muerte sofocaba a su hermano.

Las sobrinas contaron las gallinas, los patos y las coquechas. Las

cluecas echadas que estaban a punto de reventar los huevos con las

nuevas manadas.

Los utensilios de cocina que no eran más que tres pailas, dos

batidores, dos cucharas y un cuchillo. El comal nuevo de barro

también lo desmontaron del polletón. El candil se lo quedó el

sobrino mayor el patantaco y coyoludo porque tenía en reserva una

media de gas. El machista que oprime a sus hermanas y a su

madre, tal como lo hace su padre y como lo hicieron sus tíos.

El machete cuto y la vaina de cuero se los quedó Florencio el

menor de los garrobos. El mayor buscó emergentemente los

sombreros y el único par de zapatos del moribundo.

167

Enchamarrado acostado en su catre agoniza el Robalo, el hombre

de ojeras marcadas, espalda jorobada por la edad, manos callosas

por el trabajo en el campo. El que fue mozo, el que visitó el bar de

las putas en la esquina de la entrada del pueblo. El que nunca se

rifó a la pijazos con un hombre de pantalones, pero que oprimió en

la más leal copia del machismo jutiapaneco a la mujer campirana

que se encontraba sola en los caminos y guindos.

Arrancaron de raíz la chatías y las matas de chile chiltepe. La laja

donde lavaba su ropa se la sortearon con una choca.

Las yeguas y mulas fueron llevadas a otro corral, el potro fue causa

de golpes a puñetazos entre garrobos.

Las camisas tendidas sobre el cerco de alambrado se las repartieron

frente a la cama del moribundo.

Con un cuaderno en mano la más mampluza de las sobrinas sacó

las garras y le hizo cuentas por la medicina comprada y las vacas

que tomaría en pago.

Un vaso de agua no le dieron para que mojara sus labios secos,

tampoco le prestaron un poncho para que entibiara sus huesos, lo

lloraron a lágrimas prestadas mientras daba sus últimos suspiros.

Tal vez se iba el tío favorito, el hermano más machista, el acosador

más añejo del pueblo.

168

El ensombrecido campesino que con machete en mano violó a su

única hermana desde la infancia hasta que la edad adulta.

No, eso no lo comentarían en el velorio tampoco en el entierro. No

hay nada que comentar es una acción normal en el oriente, en

donde la autoridad la ejercen los hombres y las mujeres obedecen.

Una caja de pino blanco compraron en la cabecera departamental

dos días antes de que cayera privado en fiebres y no probara más

bocado. Los cirios encendidos que él vio alumbrar la noche de su

agonía. Las piochas, chuzos y palas listas en el corredor para ir a

hacer el agujero al cementerio.

Tío Robalo se murió lloraban los sobrinos garrobos, mucho antes

de que éste expirara. Él mismo los escuchó fraguar el plan para

quedarse con las vacas preñadas y vender las terneras. Las vigas de

palo de guayabo fueron desmotadas y movieron el catre para una

esquina de la casa, la hamaca del corredor se la quedó la cuñada

más egoísta, nadie se la peleó.

Chotearon las dos sillas y el aparejo, los tres quintales de frijol

nuevo, el máiz amarillo en mazorca y la arroba de café. Cuatro

ayotes y el tecomate. Cortaron las flores de pito y las hicieron en

iguashte pero escondieron la comida, a la gente que llegó al velorio

le ofrecieron café de tortilla con marquesote.

169

Los ojos hundidos entre las ojeras y la piel en los huesos, se cagó

en la cama y nadie lo limpió. Entre sus propias miserias se cubrió

con la chamarra rota, llorando las lágrimas que no le salieron.

Ochenta años y muchas culpas. Analfabeta que detestó la escuela

pero bueno para violar mujeres en el monte. A las campesinas de

las aldeas vecinas, a las adolescentes de paso, a las mujeres que

nunca se atrevieron a mirarlo a los ojos, a la loca del pueblo, a nía

Tona la viuda que vivía en el sendero pa` Guarnición.

Su hermana Asunción lo observa desde el más allá y cuenta una a

una las veces en que la violó. La primera cuando tenía nueve años

y él dieciocho cómo la fue a encontrar cuando andaba aguando las

vacas y la forzó a acostarse en el zacate, le rompió la falta y la

penetró violentamente hasta que la hizo sangrar, luego la llevó a la

quebrada para que se bañara y la amenazó con no acusarlo porque

entonces diría al alcalde que fue ella quien lo sedujo y las cosas

quedarían resueltas y ella nunca encontraría con quien casarse.

En las mañanas mientras lavaba la ropa en la laja cuando no había

nadie en casa el Robalo dejaba de sembrar en el terreno y se dirigía

a la casa, asaltaba a su hermana por atrás la hacía abrir las piernas

a punta de patadas en los tobillos.

La salía a encontrar en las tardes cuando ésta iba a comprar azúcar,

170

sal y gas para el candil, entonces le pegaba un grito la abusaba de

pie atrás de la iglesia del pueblo.

Los hermanos garrobos cuando Asunción cumplió quince se la

sortearon para ver quién sería el que la desflorara pero el Robalo

les cortó el paso exigiendo su derecho de piso y sobre el cuerpo de

su hermana, los otros respetaron la rapidez del Robalo y nunca

tocaron a Asunción.

Cuando un posible enamorado se acercaba a Asunción el Robalo lo

amenazaba con la punta del machete y negando todo permiso a

éste para cotejar a su hermana.

Nía Prudencia que desde muy joven enviudó se enteró de las

barbaries que estaba haciendo su hijo con su hermana pero no

objetó ya que era algo absolutamente normal en el pueblo.

A ella misma también se lo hizo su hermano mayor y su padre.

Asunción murió de pena, de soledad, de autocastigo, de silencio,

de angustia, se fue antes que el Garrobo tal vez para castigarlo y

que éste no tuviera una sangre conocida para fornicar.

El dueño de la funeraria cuando fue a confirmar su fallecimiento

dijo que había muerto de un paro cardiaco. Pero no, Asunción

murió de vergüenza, de dolor, de opresión.

171

Cuando cumplió diecinueve la abusó a diario mientras la golpeada

en el granero cuando ella desgranada las mazorcas para cocer el

nixtamal, la tomaba a la fuerza mientras ordeñaba las vacas,

cuando menstruaba también.

La preño tres veces y en las tres ocasiones la hizo abortar a punta

de patadas en el estómago.

Los garrobos nunca intercedieron pues era mujer marcada y

pertenecía a su hermano. Los vecinos tampoco lo hicieron porque

cada buen hombre en el oriente fornica con una hermana, hija,

sobrina o con la mujer que le plazca aunque ésta no esté de

acuerdo.

Asunción se enamoró un par de veces y los enamorados perecieron

en extraños accidentes entre guindos y lajas en la quebrada.

Ningún hombre se quiso casar con ella porque el Robalo se

encargó de gritar a los cuatro vientos que su hermana le pertenecía

y que esa propiedad ajena no estaba en venta.

Cuando finalmente expiró aun con el cuerpo tibio fue llevado al

cementerio en donde tiraron la caja en un hoyo y los garrobos,

cuñadas y sobrinos fueron a cortar el alambre de púas que cercaba

la casa para dividir el ganado repartido. El sitio se los repartieron

por varas medidas.

172

Murió el Robalo, y la planta de chipilín que sembró Asunción un

día antes de morir milagrosamente comenzó a florear.

173

AMINTA

El cuerpo fue encontrado en la orilla del río Bravo dentro del

territorio estadounidense, estaba sin ropa y con dos puñaladas en el

costado derecho, múltiples golpes en el rostro y un tobillo

quebrado.

Fue llevado a la morgue del poblado más cercano su apariencia de

latinoamericana no alarmó a las autoridades migratorias del lugar

sería una más de las tantas víctimas de trata de personas, de

violencia intrafamiliar o bien de las que cruzan la frontera de

forma ilegal y que seguramente se encontró con un mal coyote

que le hizo ver su suerte.

Como un cuerpo XX fue enterrada la joven. Sin huella y sin

pasado, un cuerpo transgredido lanzado al río Bravo. ¿Quién

sería?

Un ser que en la línea divisoria no es más que una piedra en el

camino, que estorba.

A Joaquín las pesadillas lo persiguen es una más de las tantas que

lleva en su lista. Aminta de nacionalidad nicaragüense. Madre de

174

dos hijos, separada de su conyugue por violencia intrafamiliar,

caminó en el sendero de la muerte el corredor donde los migrantes

se convierten en polvo arrebatándoseles su condición de seres

humanos.

Diecinueve años de edad, analfabeta, su oficio: cocinera.

Tuvo la desgracia de caer en las manos equivocadas en las de un

coyoteen el que confió que la convirtió en carnada de trata de

personas, tres meses Aminta fue violentada durante días y

noches por hombres que pagaban fuertes cantidades de dinero por

ver a un perro en celo penetrar el frágil cuerpo de la joven.

Primero ellos descargaban sus frustraciones dentro de su cuerpo

desnudo y después sus aberraciones observando a un canino

satisfacer su instinto animal en la oquedad golpeada de la joven

Aminta.

Una de las tantas noches algo se salió de control uno de los clientes

combinó licor con droga y en una de sus alucinaciones la golpeó en

el rostro innumerables ocasiones quebrándole el pómulo y

destrozándole el maxilar superior, con un puntapié le quebró la

tibia y el peroné a la altura del tobillo, con su navaja le apuñaló un

costado.

La asfixió presionándole el cuello con ambas manos, en sus

alucinaciones quedó el último halito de vida de la joven madre.

175

El cliente un fino caballero respetado en la comunidad por su

prestigio de abogado que ofreció a cambio del silencio de

Joaquín un “lote” de quince niñas vírgenes centroamericanas para

el recinto y que se olvidara de lo acontecido.

Acompañado de los guardaespaldas del flamante abogado Joaquín

se deshizo del cuerpo transgredido de Aminta, lanzándolo sobre la

orilla del río del mismo lado de la frontera donde murió.

Una víctima particular para el coyote experimentado en el negocio

de trata de personas, Aminta no era una más de las que él

violentaba antes que cualquier otro en el lugar, era su hija mayor a

quien prometió llevar al otro lado, la tierra donde dicen que los

sueños se hacen realidad antes de que aparezca la alborada,

su condición de ser humano se esfumó en uno de los tantos

cuerpos que transgredió. La joven fue tratada como el resto de las

mujeres en el recinto, un sucio harapo amordazándole la boca, las

ilusiones y los sentidos, el hambre comiéndole los sesos y el dolor

cercenándole la razón y el corazón.

Joaquín recibió el lote de quince niñas menores de edad y el

cuerpo de su hija descansa en una tumba en tierra ajena, sin

nombre y sin cruz.

176

En Managua su madre camina sonámbula enfila marchas, toca

puertas, cuestiona frente a las puertas del gobierno, llora sola y

solloza cuando las lagrimas se secan, no sabe nada de Joaquín

quien fue su primer esposo y es padre Aminta, tampoco tiene

noticias de su hija, en un instante de lucidez abraza a sus dos

nietos esperando que en algún momento la frontera tenga piedad de

ella y se la regrese.

177

AMELIA

Finalmente sus padres juntaron lo suficiente para mandarla a traer

ocho años sin verlos y navidades, y cumpleaños en casa de sus

abuelos maternos, una llamada telefónica para celebrar, para

intentar abonar en el vacío de la distancia y de no estar presente.

Un abrazo de despedida dio a sus abuelos en la estación de buses

de Michoacán y emprendió el viaje tomada de la mano de un

coyote hacia el Estado de Sonora frontera con Arizona, Estados

Unidos en busca de sus padres que la esperaban ansiosos en

Kansas City, Missouri. El mismo viaje que realizan miles de

criaturas diariamente en busca del calor del hogar, de aquel padre o

de aquella madre que emigró por necesidad a atalayar el sustento y

con la ilusión de mejorar las oportunidades de vida para sus crías.

Faena, aventura, infierno que enfrentan miles de almas que no

existen más que para aquellos que las vieron partir o que las

dejaron esperando el abrazo de vuelta.

Amalia tenía trece años de edad y muchas ilusiones.

En Sonora el coyote contratado por la familia la entregó a otro

coyote que sería el encargado de realizar la travesía del desierto

178

con ella. Canje común en este tipo de aventuras. Después de cinco

días caminando en ambos desiertos exhaustos y deshidratados

lograron llegar a Phoenix, Arizona sin que los atrapara la policía de

la frontera. El coyote dio por terminado su trabajo al entregarlas a

otro grupo que los esperaba en la carretera con los motores de los

automóviles encendidos, para conducirlas a un lugar seguro, les

dijeron.

Junto al grupo de veinte personas que los acompañaban contando

cinco adolescentes más fueron llevadas a una casa de seguridad en

donde se les informó que serían entregadas a sus familiares, pero

nada de esto sucedió.

Esa casa se convirtió en el infierno para adolescentes, mujeres y

hombres que caían en manos de ese grupo de criminales de trata de

personas, Amelia junto a las otro cinco adolescentes fueron

encerradas en una habitación pestilente a heces fecales y

orina donde ya había otro grupo de niñas, fueron encadenadas de

pies y manos se les daba de comer una vez al día, un pan tieso

enmohecido y un vaso de agua.

Después del medio día eran conducidas a habitaciones divididas

por canceles de tela, se les encadenaba a los catres y se les

179

exponía a la trata, a ser violentadas por hombres que pagaban cien

dólares por tener sexo con ellas. Uno tras otro.

Amelia era la más jovencita del grupo la más débil que se negó a

probar bocado, ensimismada en su propio calvario.

Por cincuenta dólares más podían quemarles los pezones con

cigarros encendidos y por cien destrozarles el recto durante diez

minutos.

Por las tardes la cuota subía eran conducidas todas juntas a una

habitación en donde se les amarraban ambas manos a un lazo

colgado del techo, mantenidas en pie los clientes del lugar podían

satisfacer sus aberraciones sexuales poseyéndolas dos de ellos a la

vez, uno por adelante y otro por atrás.

Terminaban los días inconscientes, sodomizadas, con el deseo de

morir en cada instante y no despertar nunca. Ninguno de ellos

utilizó protección alguna Amelia fue una de las adolescentes que

resultó embarazadas de aquellas salvajes violaciones a las que

fueron sometidas durante tres semanas, en la casa donde se suponía

que sería un refugio para esconderse de las autoridades fronterizas

de Estados Unidos.

Uno de los clientes del lugar se compadeció de ellas y en un

instante de confusión se comunicó con un grupo de amigos que

180

armados con pistolas y rifles , inmediatamente rodearon la casa y

lograron rescatar a dieseis mujeres y a cuatro hombres que también

fueron sometidos a salvajes violaciones.

No llamaron a la policía para que las personas no fueran

deportadas, en su lugar se contactaron con grupos que brindan

apoyo a migrantes sin documentos e inmediatamente

fueron movilizadas a lo largo y ancho de la nación

Estadounidense.

Amelia viajó con el grupo de dieseis mujeres en un camión que

transportaba latas de frijol y alverjas llegaron a Boston donde las

esperaban médicos y enfermeras, psicólogas y trabajadoras

sociales, un grupo de voluntarias que traducían del español y

mandarín al inglés, pues también se encontraban dos asiáticas y

una nepalí.

Amelia la niña-adolescente de trece años de edad al igual que las

demás tenía las quemaduras de cigarro vivas en los pezones,

espalda y estómago el rostro inflamado por los golpes, moretones

en las piernas y las huellas de las cadenas marcadas en las muñecas

y tobillos, esa mirada perdida en la nada, el frío que amenaza

cuando la muerte ronda, cuando el deseo de desaparecer acuna en

sus mentes perturbadas.

181

Amelia no soportó con el peso de su desdicha no quiso esperar a

ver crecer el feto en sus entrañas y esa primera madrugada en el

refugio tomó una de las fajas con que las vendaron y se dirigió al

baño, se amarró la blusa en la boca para que no se escapara ni uno

solo de sus sollozos y se ahorcó en silencio, uno a uno fueron

agonizando sus fantasmas, sus temores, sus odios, sus ilusiones

hasta que se apagó por completo la luz de sus ojos y su corazón

desistió de aferrarse a la vida.

182

NATASHA

Sarátov la vio nacer en un caluroso día de verano, creció en un

hogar de los muchos de los barrios empobrecidos en las periferias

de la ciudad, la hija mayor de un matrimonio con tres crías, quiso

ser bailarina y su sueño siempre fue viajar a San Petersburgo para

tocar puertas en los grandes teatros de la ciudad, se iluminaban sus

ojos pensando en ese instante en que se sube el telón y

mágicamente el escenario cobra vida y se transforma en el Lago

de Los Cisnes, La Bella Durmiente, Gisselle y El Cascanueces.

Nunca lo vio hecho realidad porque una noche mientas regresaba

de sus ensayos en el teatro comunitario un automóvil se detuvo en

mitad de la calle, dos hombres se bajaron le taparon la boca y la

subieron en él, de Natasha nunca se volvió a saber nada en el

barrio en donde vivía tenía dieciocho años.

Fue víctima de trata y encerrada en una casa al oeste de la ciudad

de Estambul seis meses fue violada por poderosos funcionarios

públicos que pagaban fuertes cantidades de dinero por “la carne

fresca” como le llamaban a las recién ingresadas.

183

Fue dama de compañía en una casa de citas, en donde se

organizaban orgías para futbolistas en la ciudad de Lublin en

Polonia, luego llevada a Finlandia donde bailaba desnuda para

empresarios extranjeros que llegaban a la capital, ahí también

como en las otras ciudades fue ultrajada por poderosos que hacían

con su cuerpo un festín de lujuria y eyaculaciones.

En cada ciudad a donde era llevada era sometida a tener sexo con

el padrote del territorio luego entregada a los custodios del lugar

para que llevaran a cabo sus fantasías sexuales.

En Lituania su cuerpo de bailarina causó fascinación a un magnate

estadounidense que estaba de visita quien inmediatamente la

compró y llevó a su país.

Fue a dar a un prostíbulo donde los clientes eran importantes

empresarios rusos emigrados, grandes cantidades de dinero eran

recibidas por el magnate para que la bailarina rusa los encantara

con su destreza, entonces de una bocina se escapaba

la composición que haría Piotr Ilich Tchaikovski a la

que nombró El Lago de los Cisnes.

En ese momento la bella Natasha entraba en otra atmósfera donde

mágicamente aquellas paredes que guardaban lamentos de

transgresiones sexuales y emocionales se convertían en el

184

escenario del Teatro Mariinski, la obligaban a bailar desnuda con

la piel y el alma expuesta en carne viva, ella imaginaba tener

puesto el tutú, las medias y zapatillas y de aquella casa de trata y

de su infortunio hacía su sueño realidad, era ella la bailarina del

Ballet Ruso de San Petesburgo entre Allegros y Moderatos dejaba

su alma escapar hacia lejanos lugares de infancia donde habitaba el

calor de hogar, cuando la melodía desaparecía su burda realidad la

oprimía era llevada a una habitación donde su cuerpo era utilizado

para desahogos de hombres que hacían con él un campo minado

de feroces invenciones que provoca el poder del sometimiento.

Natasha murió en invierno fue encontrada aun con vida dentro de

un bote de basura, sus pechos habían sido cercenados por un

hombre sin escrúpulos que con una navaja de bolsillo a tirones la

cortó, sintiéndose ofendido cuando ella se negó a beber su semen

en una copa de coñac, su cuerpo tenía quince puñaladas, pasó

luchando por su vida cinco días pero desistió.

Natasha decidió ir a bailar a otros escenarios lejos de la

perturbación y del sometimiento allá no sería una víctima

clandestina, los aplausos la recibirían cuando se levantara el telón

y los vítores la enaltecerían cuando terminara la función.

185

TRANSGREDIDA

Trata por todos los medios de no perder el conocimiento de

mantenerse despierta tiene miedo de morir.

Dale, dale, dale celebran las voces al unísono, Athena trata de

movilizar su cuerpo pero le es imposible le han inyectado algún

tipo de sustancia que la tiene estática y débil.

Clava sus ojos como alfileres sobre los rostros de los tres

hombres, trata de hacer un recuento mental y se pregunta, ¿cómo

llegó a ese lugar? Pero su memoria desprende acetatos de imágenes

borrosas y confusas, solo recuerda haberse tomando una gaseosa

con uno de sus catedráticos de universidad justo en una cafetería

del campus, sí con uno de los tres hombres que tiene sobre ella en

ese momento.

Una gaseosa y comenzó a marearse a sentir cansancio y sueño

recuerda haber escuchado la voz de su profesor ofreciéndose a

llevarla a su casa, cansada Athena aceptó.

Observa su cuerpo desnudo e inerte sobre un sillón del automóvil

de su profesor, ha oscurecido se encuentran en un sitio baldío en

las afueras de la ciudad.

186

El profesor condujo hacia ese lugar muy relajado hablando de

métodos, hipótesis y conclusiones Athena cada minuto más débil

no perdió el conocimiento observó cómo el profesor detuvo el

automóvil en un terreno baldío de una sector en deforestación. Le

preguntó por qué se detenían y él contestó que necesitaba orinar.

Abrió la puerta y comenzó a quitarle la ropa a besarla con

desenfreno Athena sintió su mirada lasciva calcinándola palmo a

palmo no pudo defenderse su cuerpo inmóvil no respondió. Le

inyectó una sustancia en un brazo que terminó de debilitarla. Él

mordió sus labios el cuello y sus pezones…

Es el turno nuevamente del tercero, los ha enumerado se ha

grabado sus rostros y sus voces la lujuria que brota en sus poros la

siente quemándoles los sesos.

Ya la han poseído los tres, el primero fue su profesor él arrebató su

candidez él quitó su ropa a tirones, él disfrutó el dolor de su

primera vez.

…Los pezones se ensañó con las tetillas las golpeó las

mordió restregó su falo excitado sobre ellas una y otra

vez, lo introdujo en su boca luego la volvió a infringir hasta que

explotó totalmente complacido.

187

Por engreída le dijo, por altanera y soberbia porque a un hombre

no se le niega el derecho a disfrutar del placer de la carne,

porque nunca prestaste atención a las innumerables veces en que

te di a entender que me gustabas, distinto hubiera sido si humilde

hubieses acudido a mi refugio, te tenía que dar tu merecido.

Se bajó del automóvil y llamó por teléfono. Encendió un

cigarro se sentó en el sillón del piloto y contó historias de cómo

había desaparecido alumnas que lo habían rechazado, se quedó

callado y después de un momento le dijo estás rica muy rica nunca

imaginé que aun fueras virgen gracias por ese regalo.

Athena inmóvil observó su cuerpo transgredido y lastimado trató

de hablar pero no lo logró balbuceó palabras inteligibles

quiso gritar pero su voz se desboronó en su garganta, sus ojos

lloraron de dolor y de rabia, se preguntó en qué momento confió

en ese hombre para que la llevara a su casa, por qué nunca pudo

leer sus intenciones.

Otro automóvil se estacionó se bajaron dos hombres que había

visto en algunas ocasiones junto a su profesor en la cafetería del

campus. Olían a cerveza y a cigarro la bajaron del automóvil y la

lanzaron sobre la tierra ambos la poseyeron a la vez uno la

destrozaba por el recto y otro la penetraba en la vagina, el profesor

188

se unió a la fiesta frotando su bálano sobre sus labios, los sintió

eyacular sobre su cuerpo mancillado.

Una segunda y tercera ocasión los siente disfrutar con su

vulnerable inocencia, la golpean en el rostro con los puños

cerrados hasta hacerla sangrar, arrancan sus pezones a mordidas, la

patean hasta que la ven vomitar sangre, Athena respira con

lentitud, después se despiden de ella con un beso en la mejilla y

agradecen el manjar servido esa noche.

El profesor saca una cuerda del baúl y la amarra de pies y manos

conduce hacia el relleno del lago de Amatitlán, la sube en una

barcaza y se adentra entre las aguas mansas, la lanza hacia la

profundidad con un ancla atada a su cuerpo. De la desaparición y

del cuerpo de Athena nunca se supo nada.

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