Éurns Y PqDER ncor,tóMrco EN sANToDOMTNGO (STGLO XWil). NOTAS PARA
SU ESTUDIO
ANroNro GurlÉnn¡z EscuosRoEscuela de Estudios Hispano-Americanos
CSIC, Sevilla
Suele def,nirse el término élíte como la "minoría que dentro de la sociedad global ocupaun lugar de privilegio por su saber, riqueza o funciones de mando o control". Pero una cues-tión bien diferente, en determinadas sociedades, es tratar de fijar cuestiones tan controver-tidas como quiénes componen esa élite e incluso si en dichas comunidades están presenteslos tres modelos de élites (religiosa, militar y económica) según la tipología establecida porGaetano Moscar.
El problema anterior se vuelve especialmente arduo en un lugar como el Santo Domin-go español del siglo XVI[, un territorio con un índice de ocupación del suelo de entre 0,4 aI habitante por kilómetro cuadrado, con tendencia a la formación de núcleos poblacionalesdispersos *de los que sólo dos podrían considerarse como ciudades propiamente dichas (lacapital Santo Domingo y Santiago de los Caballeros, que además no llegaban a los seis milhabitantes cada una)- y con unos vecinos de costumbres lo más alejadas posible de la lla-mada "vida urbana" si hacemos caso de los informes de que disponemos.
En efecto, un posible grupo de "élite económica" -los propietarios de ganado de SantoDomingo- son descritos, en términos generales y con las necesarias excepciones, comopersonas extremadamente sobrias, de costumbres morigeradas, nada dados al lujo y ostenta-ción, alojados en "malísimas barracas abiertas a todos los tiempos, de las cuales las mejoresno le cuestan más que poco trabajo" y con la ventaja de "no hacer grandes gastos en vesti-mentas, pues el cálido clima los pone en el caso de no advertir ninguna de las estaciones"del año2. Por el inventario de los bienes del hatero Antonio Yázquez, en 1785, sabemos quesu "casa de morada [era] un bohío de tabla maltratado", y eso que poseía un ingenio decaballo, una canoa, diversas joyas de oro, plata y perla, 27 bestias caballares, 22 cabezas dechivos, una yunta de bueyes, 1 10 reses, 1.400 pesos de "acciones del sitio de San Ildefonsocon monterías", un esclavo "mulatito pequeño" y un negro criollo, etc., etc.3.
l. Mosca, Gaetano: Histr¡ria de las doctrinas políticas, Madrid, 1984.2. Véase Silié, Rubén: Economía, esclavitud y población. Ensayos de intetpretación histórica del Santo Do-
mingo español en el siglo XVIII, Santo Domingo, 19'16, p. 24.3. Cassá, Robefo: Historia social y económica de la República Dominicana, Santo Domlngo, 1997, tomo 1,
a Aa A¡¡ronn GunÉRREz Esc u DERI
Siempre resultará problemático, por tanto, tratar de demostrar si en las llamadas "zonas
marginales" de1 imperio hispano en Ultramar se alcanzaron, aun cuando fuese a reducida
escala lógicamente, las mismas pautas de comportamiento que en los grandes virreinatos o
en las capitanías, gobernaciones y territorios más imporlantes de tan vastos dominios. Tén-
gase en cuenta, por ejemplo, que en un estudio reciente se ha llegado a dudar de la existen-
cia de una oligarquía económica hispanodominicanaa. Por ese motivo, y en el caso concreto
que nos ocupa debeíamos analizar no solo si podemos hablar de la existencia de uno o de
varios tipos de élites, sino si ese grupo estaba en condiciones de erigirse en impulsor y/o
generador del progreso y desarrollo de la sociedad de la cual formaba parte, o en otras pala-
bras si nos encontramos con una élite conservadora o una élite progresista según el modelo
acuñado por Pareto5.
Lafalta de 1a documentación precisa es una dificultad añadida para cualquier acerca-
miento al tema que nos propongamos. Los avatares históricos, el clima y otros agentes ex-
ternos han hecho que en los repositorios de República Dominicana no exista la documenta-
ción necesaria para el análisis de determinadas cuestiones referentes a su pasado colonialó.
Sólo en el Archivo General de Indias podemos encontrar las referencias con mayor enjun-
dia, y ello teniendo en cuenta que los documentos en é1 contenidos tienen. en su mavor
parte, carlcter oficial en cuanto depositario de los papeles emitidos por la Administración
dei Estado.
Pese a todo, en un anterior artículo nuestro, donde tratábamos de detectar ios efectos
del llamado "reformismo borbónico" en Santo DomingoT, defendíamos la idea de que "po-
dría afirmarse que en aquellas regiones hispanoamericanas donde por distintos motivos las
reformas borbónicas no fueron tan intensas -como en e1 caso de Santo Domingo- no fal-taron, sin embargo, proyectos de todo tipo y personas firmemente decididas a impulsar su
progreso a través de la presentación de una serie de planes e ideas, que con mayor o menor
fortuna han quedado recogidas en la documentación pefiinente. Queremos decir que con
independencia de las directrices generales o concretas emanadas desde el gobierno central
y dirigidas a las diferentes autoridades indianass, a un lado y otro del Atlántico podemos
encontrarnos con una excelente representación de individuos empeñados en contribui¡ con
su esfuerzo particular a esta tarea de renovación".
Este cambio de mentalidad favoreció la aparición de personas que a título particular
asumieron misiones que en principio correspondían a1 gobierno metropolitano {omo ten-
p. 130. Sobre las formas de vida en Santo Domingo pueden consultarse también 1as obras de ivloreau de Saint-
Mery, M.L.: Descripción de Ia parte española de Santo Domingo, Ciudad Trujillo, 19J4. l Rodríguez Demorizi,
EmlLio Viajeros de Francia en Santo Domingo, Santo Domingo, 1979.
4. Véase Domínguez, Jaime de Jesús: "La inexistencia de una oligarquía económica en la época colonial",
CLIO.núm. 163. pp. l7l-2 10.
5. Véase Pareto, Vilfredo: Escritos sociológicos, Madrid, 1987.
6. Véase Cassá, Roberto: Directorio de Archivos de la República Dominicana, Madrid, Fundación Histórica
Tavera, 1996.
7. Véase Gutiérrez Escudero, Antonio: 'Acerca del Proyectismo y del Reformismo Borbónico en Santo Do-
mingo", enTemas Americanistas, núm. 13, Sevilla, 1997, pp. 17-30.
8. Sobre 1os efectos de la entronización de los Borbones en España y sus repercusiones en Hispanoamérica,
así como sobre el "reformismo borbónico" pueden consultarse 1o estudios de Navarro García, Luis: Hisprtnoarné-
rica en el siglo XVIil, Sevilla, 1992, y "Carlos III y América" en La América españoln en Ia época de Carlos III.
Sevilla, 1986, pp. 9-15.
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13. A este respecto \¡1760-1805, Sevilla, 1971. r
14. Véase Gutiérrez E125-170.
15. Señalemos que freen Guadalajara 1a cabaña ;
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Etnts v pootn ECoNóMrco au Stvro DoutNco (smo XVIil). Noz¡s p¿R¡ su ESTUDII
dremos ocasión de demostrar- y que quizás contribuyeron a despertar de su letargo a buenaparte de esa población hispanodominicana tan afectada por las graves consecuencias deriva-das de la devastación de la parte occidental insular entre 1605 y 1606, cuyo principal efectonegativo fue la formación de la colonia francesa de Saint Domingue en los territorios aban-
donadose. Sin duda que tras el siglo XVII, una centuria de inacabables miserias y desgracias(epidemias, plagas, terremotos, ciclones, crisis económicas, etc.)rO, la llegada de la "nueva
corriente" del reformismo borbónico propició la necesaria circulación de é1ites -según laformulación de Pareto- y que como causa básica de los cambios en la sociedad permitiópasar de una élite conservadora a otra progresista esencial para el desarrollo económicode Santo Domingo, tal como es evidente a partir de la década de 1730 y en especial con elinicio del gobierno de Alfonso de Castro (I73I-1141)t1 .
Somos conscientes, no obstante, O" n"" ", ;"ciso relativizar los datos que puedan apor-tarse para este y otros asuntos. Y sobre todo creemos necesario un análisis comparativo conlos parámetros que es posible encontrar en otras regiones hispanoamericanas, aunque losresultados finales pudieran ser los mismos si bien matizados por la mayor o menor impor-tancia de los territorios en cuestión. Pongamos un ejemplo. En estas mismas "Jornadas so-bre Élites en Hispanoaméica",la Dra. Carmen Castañeda nos ha hablado acerca de la éliteganadera de Guadalajara (Nueva España)12, poseedora de decenas de miles de cabezasl3.
Pues bien, en Santo Domingo, que tuvo en la ganadería uno de sus principales medios eco-nómicos -si no el más importante de todos sus recursos productivos gracias a la exportaciónde reses ala zora francesa de la isla (Saint Domingue)l4* el grueso de los propietarios conmayor número de animales difícilmente alcanzaba el millar de reses15.
Un censo de propietarios, hatos y reses vacunasl6 realizado en las ciudades de Santiagoe Hincha en 1742 nos aporta los siguientes datos (ver tablas página siguiente).
Desde luego que estos "señores de ganado" dominicanos no admiten la más mínimacomparación con sus homólogos de la Guadalajara mexicana en cuanto al volumen de ca-bezas de ganado de que disponían. Nos consta que en el citado territorio virreinal la familiaZea exportó fuera de su región un total de 66.159 reses por espacio de 40 años, ettre 1160
9. AGI, Santo Domingo 17. Real cédula de 6 de agosto de 1603 ordenando el t¡aslado de las poblaciones delnoúe y oeste hacia la banda orientai. Véase también Cassá, Historia social y económica, tomo I, pp. 93-109.
10. En general puede consultarse Moya Pons, Frank: Historia colonial de Santo Domingo, Santiago (Rep.
Dominicana), 7974y Peña Pérez, Frank: Cien años de miseria en Santo Domingo (1600-1700), Santo Domlngo,198-5.
11. Véanse Cassá, Historia socialy económica,Iomo I, pp. 115-116 y Gutiérrez Escudero,'Acerca del Pro-yectismo y del Reformismo", pp. 21 y ss.
12. Castañeda, Carmen: "Historiografía de las é1ites en la Nueva España".13. A este respecto véase Serrera Contreras, Ramó¡'. Guadalajara ganadera. Estudio regional novohispano,
1760-1805, Sevilla, 1977, pp. 1i9 y ss.
14. Véase Gutiérrez Escudero, A.: Población y Economía en Santo Domingo (1700-1746). Sevil1a, 1985, pp.
r25-r70.15. Señalemos que frente a las 250.000 cabezas de ganado vacuno que tenía Santo Domingo en el siglo XVIII,
en Guadalajara la cabaña ascendía a más de dos millones de cabezas. Serrera Contreras, Guadalajara ganadera,pp.16-11.
16. AGI, Santo Domingo 314. Testimonio de Autos sobre el abastecimiento de ganado a ios franceses (1744).
243
PRINCIPALES PROPIETARIOS DE GANADO EN SANTIAGO
NOMBRE NUMERO DE CABEZAS
Capitán Juan Felipe 1.000
Dr. D. Juan Pichardo Padilla (eclesiástico) 840
D. Tiburcio del Monte 800
Hijos de D. José de Torres '750
Teniente Coronel Leonardo del Monte 700
José Santa Ana 700
Vicario Dr. D. Carlos de Padilla y Guzmán 600
Diego de Sosa 600
Sacristán Mayor D. José Morel 500
Antonio Rodíguez Marmolej o 500
Carlos Mena y Nicolás Castillo 450
Capitán Juan Ximénez 450
Capitán Agustín de Contreras 425
Baltasar de Xaguez 400
Sargento Mayor D. Antonio Pichardo 35017
244 Anro tv t o Guu Énncz E s cu oBno
17. En 1a relación también figuran, entre otros, el capitán Cristóbal de Moya, D. Femando Morel y la "herma-
na del Dr D. Juan Pichardo Padilla, que vive bajo su protección", todos ellos con 300 reses.
18. Con un núme¡o menor de cabezas aparecen el alférez Esteban Franco, e1 sargento Juan Méndez Reyes y
el alférez Juan Castro (cada uno con 300 reses), además de dos mujeres: Ana Valero (350) y Catalina Hern¡índez
(300).
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90, pp. 57-74,
PRINCIPALES PROPIETARIOS DE GANADO EN HINCHA
NOMBRE NÚMERO DE CABEZAS
Petronila Hernández (viuda) 1.600
Coronel José de Guzmán 1.400
Diego Prudencio Bernal 943
Capitán Manuel Pérez del Río 800
AIférez Tomás de Araujo 700
Andrés Valero 600
Domingo de Sosa 550
Teniente Tomás de Santa María 400
Capitán Francisco Hernández de Torres 400
Alférez Mavor Antonio Ramírez 400
Capitán Blas Saldaña 400
LIférez Melchor de Andújar 37018
Ertres y poonn ECoNóMrco nu Su¡ro Do¡,nwco (stcro XVIil). Nor¡s p¡ac su ESTUDTI 245
y 1800, cantidad que puede darnos una idea de cuál sería exactamente el monto de animalesen propiedad para que las haciendas pudieran continuar con su ritmo de negocio. Otros ga-naderos destacados fueron la familia Dávalos, que remitierot43.305 cabezas en el mismoperiodo de tiempo; la familia Hijar (38.313); los condes de Miravalle (36.855), José Rome-ro (28.479) y Ramón Agustin Arriola (27 .935), entre orrosle.
Hagamos las oportunas comparaciones para una mejor comprensión de la cuestión. Elanterior y ya citado censo ganadero dominicano fue confeccionado para determinar conexactitud cuánto ganado se podía suministrar a los franceses sin que se vieran perjudicadosel abastecimiento a las carniceías de la ciudad de Santo Domingo, la cabaña dominicana engeneral y la de los hatos en particular, la contribución al diezmo eclesial y el consumo in-terno de las haciendas2o. Si aplicamos estos parámetros a la principal propiedad de Hincha,la de la viuda Petronila Hernández, quien declara poseer 1.600 reses, el número máximo decabezas que esta ganadera podía vender o exportar sería de 120 animales al año21, que si semultiplica por 40 para su correcta homologación nos da un total de 4.800 cabezas, es deciruna cifra remotamente lejana de las 66.159 que empleó la familia Zea el Guadalajara paraidénticos fines comerciales durante cuatro décadas.
Pero dicho todo esto, inmediatamente debemos añadir que en el Santo Domingo espa-ñol, tanto Petronila Hernández, el coronel José de Guzmán, Diego prudencio Bernal y elcapitán Manuel Pérez deI Río, en Hincha, como el capitán Juan Felipe, el Dr. Juan Pichar-do, D. Tiburcio del Monte, etc., en Santiago, representarían 1o que podíamos llamar la "éliteganadera" en este territorio hispano, por mucho que el número de cabezas en propiedad noalcanzara ni una décimapafte de las que poseían sus homólogos de Guadalajara. Es decirque gozarían de los mismos privilegios, distinciones, facilidad de acceso a cargos represen-tativos, etc. que otras élites continentales en sus respectivas regiones.
Ya de por sí resulta significativo que gran parle de estos propietarios pertenezcan a lasmilicias locales, gozando de una alta graduación, como podemos comprobar en los doscuadros anteriores, junto a la aparición de personajes vinculados a la Iglesia. Pero es queademás, al menos en Santiago, hay una repetición de apellidos entre los hacendados (DelMonte, Morel, Pichardo, etc.) que nos remite a auténticas dinastías ganaderas acaparadorasde tierras, medios y recursos económicos. Sin ir más lejos, la familia Morel fue una delas más poderosas de Santiago de los Caballeros22, en cuyo seno naceía el famoso obispoPedro Agustín Morel de Santa Cruz y Lora, quien e.jercería tan alto ministerio en la isla de
1 9. Serrera Contreras, Guadnlaj ara g anade ra, p. 122.20. AGI, Santo Domingo 314. Testimonio de Autos sobre el abastecimiento de ganado a los franceses (1740).21. Según los cálculos efectuados en la época se supone que el hato de ia viuda Hern ández tenía un incremen-
to reproductivo anual de 240 cabezas. De éstas, 12 debían quedarse en la hacienda para ia necesaria multiplicaciónde 1a especie, 48 eran consumidas en la propia explotación,24 eslaban destinadas a 1a Iglesia en concepto dediezmo,48 se enviaban a la ciudad de Santo Domingo y otras 48 podían venderse a 1os franceses. Hemos sumadolas tres últimas cantidades para alcanzarla cifra de 120 bestias susceptibles de enajenación. Véase Gutiérrez Escu-dero, Poblacióny Economía,pp.162-165 y "Diferencias entre agricultores y ganaderos en Santo Domingo. SigloXYIll", en Actas del IX Congreso Internacional de AHILA, Sevilla, 1992, vol. I, pp. 275-279.
22. Yéanse Machado Báez, Manuel A: Santiagueses ilustres de Ia colonia, Santo Domingo, 1972 y rJtera,fray Cipriano de: "Morel de Santa Crtz", CLIO, Academia Dominicana de ia Historia, mayo-agosto 1951, núm.90, pp.57-74,
246 ANroNto GurtÉnnaz Escuorno
Cuba y que además representa otra de las facetas inherentes a las élites: la facilidad para el
acceso a la cultura y a la formación intelectual.
Sin duda que la desahogada situación familiar permitió a Pedro Agustín desplazarse
hasta la ciudad de Santo Domingo, estudiar en el Colegio Gorjón23, graduarse en el Con-
vento de Predicadores y aspirar a una mejor situación social, al igual que sus hermanos, y
todo ello pese a las dudas sobre "labmpieza de sangre" de la familia. Precisamente en una
carla del arzobispo Juan de Galavis acerca de la carencia de individuos idóneos para ocupar
1a vacante de chantre se afirma que "no hay sacristanes mayores de las ciudades, villas y
lugares de tierra adentro con calidad paratal puesto, salvo quizás el sacristán mayor de la
ciudad de Santiago, José Morel de Santa Cruz, en quien aunque se halla el óbice de pardo
por parte de madre, es óbice que no ha embarazado ni a él ni a ninguno de sus hermanos
para obtener los primeros cargos de la república"2a.
Otros detalles no menos importantes corroboran nuestra hipótesis. Un rápido análisis de
la composición de los cabildos dominicanos nos pone de manifiesto la presencia de estas
mismas familias ejerciendo los principales cargos municipales25, cuando no acaparándolos
con la sucesión en los distintos puestos de personas que llevan idénticos ape1lidos26. A des-
tacar, en los ejemplos que incluimos, la significativa presencia del estamento militar, que en
este caso adquiere un protagonismo propio y destacado sobre los otros dos tipos de elites
que estableciera Gaetano Mosca ya señalados al principio.
Cabildo de Santiago. 171L
- Alcaldes ordinarios: capitan Andrés de Medrano y capttán Francisco de Almonte.
- Atcaldes de la Santa Hermandad: Francisco Disla y Contreras y Francisco Manuel
de Moya.
- Alcalde de la Visita: Francisco Manuel Lfuatzo.
- Fiel Ejecutor: Pedro Santiago de Almansa.
- Alguacil Mayor: Francisco Muñoz de Guzmán.
- Regidores: Francisco Gil de la Mota, Francisco Disla y Contreras y Francisco del
Rosario Quiñones.
- Escribano de Cabildo: Luis de Reina.
Cabildo de Santiago. 1716
- Atcaldes ordinarios: capitán Juan Gerardino de Guzmán y Tiburcio de Almonte.
- Alcaldes de la Santa Hermandad: Juan José de Almonte y capitán José Gabriel de
Ortega.
23. Véase García del Pino, César. La visita eclesiástica (Morel de Santc Cruz), La Habana, 1 985.
24. AGI, Santo Domingo 317. Información del arzobispo de Santo Domingo, 1.6 de marzo de 1137.
25. Datos tomados de AGI, Escribanía 13 C, 14 A y 16 B'26. Un extenso estudio genealógico sobre ias familias de Santo Domingo es el de Lanazábal Blanco, Carlos:
Familias dominicanas, Santo Domingo, 1967-1978,6 vols.
Eurns v pootn EcoNóMICo
.dlcalde de la'Fiel Ejecutor:
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Alférez Mayor
Regidor: Fran,
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Cabildo de Santiago
Alcaldes ordirCruz.
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Cabildo de la ciudad
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Alcaldes de l¡Felipe de Lara
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Regidores: Fe
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Cabildo de la ciudat
Alcaldes ordiCabral de Plas
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Visitador de lFiel EjecutorTeniente de A
Regidores: ca
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Éuras v poorn ECoNóMrco ¿¡v.!¡¡vro DoutNco (stcto XVIil). Norts ..¿nt su ESTUDII
- .A.lcalde de la Visita: Mateo Hernández Guillén.
- Fiel Ejecutor: sargento Juan Gómez.
- Alguacil Mayor: alférez Leonardo de Almonte.
- Alférez Mayor: Francisco Muñoz de Guzmán.
- Regidor: Francisco Gil de la Mota.
- Escribano de Cabildo: Luis de Reina.
Cabildo de Santiago. 1734
- Alcaldes ordinarios: capitán Cristóbal de Moya Peláez y Fernando Morel de Santa
Cruz.
- Fiel Ejecutor: alférez Pedro de los Ángeles.
- Alguacil Mayor: Juan Gregorio Betancort.
- Llférez Real: capitán Baltasar Cabral de Plasencia.
- Regidores: capitán José de Luna y Contreras y capitán Juan Morel de Santa Cruz.
Cabildo de la ciudad de Santo Domingo. 1716
- Alcaldes ordinarios: capitán Jerónimo Maldonado y licenciado Gonzalo Fernández
de Oviedo.
- Alcaldes de la Santa Hermandad: capitán Pedro Pimentel de Figueroa y capitán
Felipe de Lara.
- Alcalde de la Visita de negros: capitán LopeLópez de Morla.
- Fiel Ejecutor: Felipe Laureano Franco de Quero.
- Depositario General: Juan Esteban Páez Maldonado.
- Regidores: Felipe de Lara, Bernardino de Tapia, Pedro Pimentel y Sandoval y LopeLópez de Morla.
Cabildo de la ciudad de Santo Domingo, 1725
- Alcaldes ordinarios: maestre de campo Juan López de Morla y capitán MiguelCabral de Plasencia.
- Alcaldes de la Santa Hermandad: Domingo de Heredia y capitán Damián del
Castillo.
- Visitador de Negros: capitán Pedro Pimentel de Figueroa.
- Fiel Ejecutor: Antonio de Coca y Landeche.
- Teniente de Alguacil Mayor: Antonio de Viñas.
- Regidores: capitán Juan Esteban Páez Maldonado, capitán Pedro Pimentel de Figue-roa, capitán Damián del Castillo, capitán Tomás de Heredia, capitán Pedro Fernán-
dez de Castro y Antonio de Coca y Landeche.
)41
248 Att roNto GunÉnnrz Escuorno
- Padre de Menores: capitán Tomás de Heredia.
- Mayordomo de los Propios: Manuel Martínez Bello.
Cabildo de la ciudad de Santo Domingo. 1731
- Alcaldes ordinarios: capitán Jerónimo Maldonado y capitán Francisco de MiesesPonce de León.
- Alcalde de la Santa Hermandad: teniente coronel Antonio de Coca y Landeche yteniente coronel Damián del Castillo.
Visitador de Negros: capitán Pedro Fernández de Castro.
- FieI Ejecutor: capitán Juan Javier deLara.
- Teniente de Alguacil Mayor: Antonio Viñas.
- Regidores: teniente coronel Antonio de Coca y Landeche, capitán Juan EstebanPáez Maldonado (depositario general), capitán Pedro Pimentel de Figueroa (padrede menores), teniente coronel Damián del Castillo, capitán Tomás de Heredia, capi-tán Pedro Fernández de Castro.
Mayordomo de Ios Propios: Manuel Martínez Bello.
Cabildo de la ciudad de Santo Domingo. 1732
- Alcaldes ordinarios: Damián del Castillo y Lope López de Morla.
- Alcaldes de la Santa Hermandad: Francisco de Mieses y Pedro de Castro.
- Visitador de Negros: Juan Maldonado.
- Padre de Menores: Pedro de Castro.
- Regidores: Juan Maldonado y Pedro de Castro.
- Depositario General: Juan de Maldonado.
- Mayordomo de los Propios: Manuel Martínez Bello.
Por otra parte, dada la escasa población que mantuvo la parte española de Santo Do-mingo durante los siglos XVII y XVIII no fue un fenómeno extraño que la mayor parte delas familias más destacadas en cada una de las ciudades estuvieran relacionadas entre sí porlazos de parentesco más o menos cercanos. Si continuamos con el ejemplo de Santiago, quehacia 1140 tendría unos seis mil habitantes2T, nos encontramos con detalles muy curiosos.Con motivo de la residencia del alcalde mayor Antonio Pichardo Vinuesa, los testigos lla-mados a declarar manifiestan sus grados de afinidad28:
27 .Yéase Gutiér¡ez Escudero, Población y Economía, pp. 57 .
28. Detalles e informes sobre estas familias pueden consultarse en Machado Báez, Santiagueses ilustres de lacolonia.
Eures y pooBn ECoNóMrc(
- Antonio de SiPichardo por r
y Juan de Ortr
Manuel Ferná
Córdoba, escr
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- Juan del Rosa
- Luis de Men¿
Cruz, y así mi1os caballeros
- José María de
Rosario y Qui
- José Joaquín,
- Juan YázqtezFemández, pacapitán Anton
- Juan José de
alcalde ordina
Tampoco la capit,
liares que consolidabrísticas endogámicas.distinción que merarrtos" parentescos3o. Qtesorero de la real ha,
cha y Ferrer. gobernaMaría del Rosario Li"con las casas ¡'tamLara y Mañón. que s
Una idea más exatancias lo ratifica el I
mana es Josefa Lucí¿
Haina y otras mucha
29. AGI. Escribanía l.30. AGI, Santo Domir31. AGI. Santo Domir32. Estaba casada con
de la isla" pues ha heredadmo y "dos mayorazgos de
Ertrns v poota ECoNóMtco ¿¡ S¡¡vro Do¡,nNco (stcto XVIII). Nor,qs p,qa,s su ESTt-tDro
- Antonio de Silva, secretario y receptor de número de la Audiencia es "compadre dePichardo por dos hijos que le llevó a la pila...tío en afinidad del capitán José Gabriely Juan de Ortega y cuñado del capitán Francisco de Ortega Franco".
- Manuel Fernández Portoalegre, alférez, es hermano del alférez José Fernández deCórdoba, escribano público, compadre de los capitanes Pedro Carvajal y SantiagoMorel, y del escribano de cabildo Luis de Reina. Además, el capitán Francisco de
Ortega Franco es tío carnal de su mujer, al tiempo que el capitán José Gabriel de
Ortega, el alférez Juan de Ortega y Guiomar de Ortega (mujer del capitán Andrés de
Medrano) son primos hermanos igualmente de su mujer.
- Juan del Rosario, vecino, es compadre del capitán Antonio del Almonte.
- Luis de Mena, vecino, es "hermano natural del capitán Santiago Morel de Santa
Cruz, y así mismo deudo natural del alcalde mayor, del capitán Pedro Carvajal y de
los caballeros Almonte".
- José María de Contreras, vecino, "pariente en tercer grado del a7férez Francisco delRosario y Quiñónez y compadre del capitán Santiago Morel de Santa Cru2".
- José Joaquín, vecino, compadre de Tiburcio de Almonte.
- Juan Yázquez de Ribera, sargento, es sobrino carnal del escribano público JoséFernández, pariente en cuafto grado del capitán José BatistaEscoto y compadre delcapitán Antonio de Almonte.
- Juan José de Almonte, alcalde ordinario, es pariente en cuarto grado del tambiénalcalde ordinario Juan Gerardino de Guzmán2e.
Tampoco la capital, Santo Domingo, quedaba exenta de estos estrechos vínculos fami-liares que consolidaban la existencia de una élite política y económica de marcadas catacfe-rísticas endogámicas. Así, el fiscal de la Audiencia habla de "las ocho casas de hombres dedistinción que meramente hay en esta ciudad, los cuales están entre sí enlazados con distin-tos" parentescos3o. Que su percepción era acertada se confirma con ocasión de la boda deltesorero de la real hacienda Antonio de la Rocha -hermano del coronel Francisco de la Ro-cha y Fener, gobernador y capitán general de la parte española de la isla (1723-173I)- conMaría del Rosario Landeche, pues tras el enlace se aflrma que ha conseguido emparentar"con las casas y familias de Landeche, Bastidas, Coca, Caro, Oviedo, Castillo y Mieses,Laray Mañón, que son los más extendidos hacendados y poderosos" en Santo Domingo3l.
Una idea más exacta de que en cualquier lugar de la isla se producían idénticas circuns-tancias 1o ratifica el hecho de que Maúa del Rosario Landeche era "mayorazgo, y su her-mana es Josefa Lucía de Landeche y Dávila32, también mayorazgo y dueña del ingenio de
Haina y otras muchas haciendas". Ambas hermanas eran a su vez primas de Ignacio Caro,
29. AGI, Escribanía 13 C. Testimonio de Autos (1718).30. AGI, Santo Domingo 258. Informe del fiscal, Santo Domingo, 24 de octubre de 1124.
31. AGI, Santo Domingo 259. Carta del canónigo de la catedra'l Francisco del Castillo, 1746.
32. Estaba casada con el gaditano Antonio de Coca de quien se dice que es "el vecino de más crecido caudaide la isla" pues ha heredado la hacienda del coronel Antonio de Landeche, su suegro, tras el fallecimiento del mis-mo y "dos mayorazgos de Francisco Landeche, su cuñado, también por muerte". AGI, Santo Domingo 256.
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"poseedor dd. mayorazgo de Oviedo y dueño del ingenio de San Cristóbal y hato de Pan-
taleón", al tiempo que tía y madre, respectivamente, del teniente Antonio de Coca, "dueño
del ingenio de San José y su hato; y de Antonia de Coca, mujer de D. Lorenzo Fernández
de Castro, hijo del regidor Pedro Fernández de Castro -de los más hacendados de esta ciu-dad- y de Melchora deLanz, hermana de la madre de la mujer de vuestro ministro que es
casada con José Polanco, vecino de esta ciudad y hermano de Pedro Polanco", dueño de
ingenios y hatos33.
Después de todo lo expuesto, y a expensas de más profundas investigaciones, sí pode-
mos afirmar que en Santo Domingo existió un reducido grupo que, apoyado en las explo-taciones ganaderas y de ingenios, pudo acceder a unos recursos económicos y a puestos de
mando y control dentro del territorio insular. Estaríamos entonces ante una "élite econó-
mica" dominicana, con todas las limitaciones que quieran establecerse. Del mismo modoque, por las razones antes apuntadas, podríamos hablar de una "élite militar", en cuanto que
por el sentido de la profesión de este colectivo y por el hecho de contar con un sueldo fijo,aunque sometido a los vaivenes de la llegada de los situados, disponían de un numerarioimportante para las transacciones económicas.
A este respecto, y como muestra, digamos que como fiadores de 1a esposa del brigadierFernando Costanzó y Ramírez, gobernador y capitán general de 1715 a 1123, se ofrecen
e7 alférez José de Acevedo y el alférez Nicolás de Guridi. El primero de ellos -de quien se
resalta que presta de su capital "de cuatro a cinco mil pesos para los socolros mensuales de
la Infantería"- declara poseer el ingenio llamado "San Felipe" (con un valor superior a los
diez mil pesos), el hato "La Luisa", con 500 reses vacunas y 80 bestias caballares (valorado
en tres mil pesos), una estancia con doce caballerías de tieras y todos sus aperos (tres milpesos) y dos casas de piedra "altas y bajas, cubiertas de vigas, ladrillos y alfarjías, están en
la calle que va del convento de Nuestra Señora de la Merced a la capilla de los Dávila y
valen ambas más de seis mil pesos". Guridi, por su parte, posee la cuafia parte del ingeniode Camba, en la jurisdicción de Santo Domingo, con todos sus cobres, utensilios, etc., cuya
tasación supera 1os veinte mil pesos3a.
Y desde luego fueron los militares, tanto del batallón fijo, como de las milicias loca-les, quienes demostraron más que ningún otro grupo ese "impulso de progreso" que debe
exigirse a toda élite en un aspecto tan importante como el de 1a repoblación del territorioinsular. Está fuera de dudas que, en cuanto a la erección de poblaciones se reflere, el sigloXVIII en Santo Domingo fue de una extraordinaria actividad. Nada menos que 12 nuevos
asentamientos se levantaron en el periodo comprendido entre 1704 y 1768 con el objetivo
primordial de impedir e1 avance de los franceses situados en la banda occidental de la isla35.
Y si bien las directrices esenciales de esta política fundacional correspondía al gobierno
metropolitano -y de hecho tuvo su apoyo decisivo por cuanto suponía la defensa de las
tierras indianas frente a otras naciones-, no por ello estuvo ausente la iniciativa parlicular o
privada, tal como señalábamos al principio y se comprueba a continuación.
33. AGI, Santo Domingo 297. Informe del fisca1 Manuel Felipe de Fromesta, 4 de junio de I'147.
34. AGI, Escribanía 13 C. Escrituras, 1725.
35. Véase Gutténez Escudero, A.: 'Asentamientos urbanos, poblaciones y villas en la Española, 1663-I'7'78",
Temas Amerícanlstas, núm. 11, Sevilla, 1994, pp. 22-24.
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A instancias del capitan Fernando de Espinosa se funda el pueblo de Las Caobas en el
paraje del mismo nombre36, mientras que el teniente coronel de milicias José de Guzmán,
quien según vimos eta el segundo mayor propietario de ganado de Hincha, levantaba en
tierras de su propiedad y a sus expensas el caserío de San Miguel de la Atalaya, fundación
que en 1778 alcanzaría la categoría de vil1a37. Son dos buenos ejemplos, creemos, de cómo
gracias a un meritorio espíritu de capacidad, decisión y talento en Santo Domingo, durante
el siglo XVIII comenzaron a alcatzarse objetivos tan deseados como un notable incremento
demográfico, una más intensa vida urbana, un aumento del comercio y de las actividades
económicas. etc.
36. AGI, Santo Domingo 979. Gobemador Azlor al rey. Santo Domingo, 31 de mayo de 1768'
37. AGI, Santo Domingo 1.005. Gobemado¡Azlor a1 rey. Santo Domingo, 31 de mayo de 1768'
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