Diaspora, migration, communication technologies and transnational identities Diasporas, migrations, technologies de la communication et identités transnationales
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Diásporas, migrações, tecnologias da comunicação
e identidades transnacionais
Diásporas, migraciones, tecnologías de la comunicación
e identidades transnacionales
Diaspora, migration, communication technologies
and transnational identities
Diasporas, migrations, technologies de la communication
et identités transnationales
Denise Cogo
Mohammed ElHajji
Amparo Huertas
(eds.)
Diásporas, migrações, tecnologias da comunicação e identidades transnacionais Diásporas, migraciones, tecnologías de la comunicación e identidades transnacionales
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Comitê Científico / Comité científico / Scientific Committee / Comité scientifique:
Adela Ros – Migration and Network Society Programme // Internet Interdisciplinary
Institute (IN3) Universitat Oberta de Catalunya (España)
Aly Tandian – Université Gaston Berger de St. Louis (Senegal)
Carmen Peñafiel Sáiz – Universidad del País Vasco (España)
Jamal Eddine Naji – l'Institut Superieur de l'Information et de la Communication de Rabat
(Marruecos). Director Titular de la Cátedra Orbicom Unesco en Comunicación Pública y
Comunitaria
João Maia – Universidade Estadual do Rio de Janeiro (Brasil)
José Ricardo Cavalheiros – Universidade da Beira do Interior (Portugal)
Manuel José Damásio – Universidade Lusófona de Humanidades e Tecnologias (Portugal)
Marta Rizo García – Universidad Autônoma de la Ciudad de México (México)
Miquel Rodrigo Alsina – Universitat Pomepu Fabra (España)
Raquel Paiva – Universidade Federal do Rio de Janeiro (Brasil)
Rosa Cabecinhas – Universidade do Minho (Portugal)
Denise Cogo, Mohammed ElHajji & Amparo Huertas (eds.) (2012): Diásporas, migrações, tecnologias da comunicação e identidades transnacionais =
Diásporas, migraciones, tecnologías de la comunicación e identidades transnacionales = Diaspora, migration, communication technologies and transnational identities
= Diasporas, migrations, technologies de la communication et identités transnationales. Bellaterra : Institut de la Comunicació, Universitat Autònoma de
Barcelona. ISBN 978-84-939545-7-4
Editores / Editors / Editeurs:
Denise Cogo
Mohammed ElHajji
Amparo Huertas
Contribuintes / Colaboradores / Contributors / Contributeurs:
Ramon G. Sedó
Yolanda Martínez Suárez
© Institut de la Comunicació (InCom-UAB) Universitat Autònoma de Barcelona Campus UAB - Edifici N, planta 1. E- 08193 Bellaterra (Cerdanyola del Vallès) Barcelona. Espanya http://incom.uab.cat ISBN: 978-84-939545-7-4
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Un modelo de análisis para comprender, desde la comunicación, la identidad de una audiencia diaspórica: Aproximación exploratoria sobre los hábitos de consumo mediático de la comunidad pakistaní en Barcelona
Amarela Varela Huerta
Profesora Investigadora, Academia de Comunicación y Cultura, Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM). México
Resumen: En este trabajo se justifica la centralidad de pensar la relación que guardan las transformaciones identitarias de sujetos que migran con relación a sus hábitos de consumo mediático, con el objetivo de interpretar las estrategias de asentamiento en el lugar de instalación de los migrantes, al tiempo que sostienen relaciones transnacionales con los lugares de proveniencia que ejercen los inmigrados miembros de diásporas con identidades culturales desterritorializadas. Palabras clave: identidad cultural diaspórica, audiencia diaspórica, consumo de medios, etnografía de los media, migración, transnacionalismo. Resumo: Neste trabalho justifica-se a centralidade de pensar a relação que guardam as transformações identitárias de sujeitos que migram com relação a seus hábitos de consumo mediático, isto para poder interpretar as estratégias de assentamento no lugar de acolhida, paralelamente ao sustento de relações transnacionais com os lugares de proveniência que exercem os imigrados membros de diásporas com identidades culturais desterritorializadas. Palavras chave: identidade cultural diaspórica, audiência diaspórica, consumo de mídia, etnografia de mídia, migração, transnacionalismo. Abstract: The main argument of this paper refers to the central importance of thinking about the relationship between the transformations of cultural identity of individuals who migrate with respect to their habits of consuming media. It intends to interpret these strategies in the context of arrival to their new home, along with the maintenance of transnational relations with people and territories of origin. It also analyses the deterritorialized cultural identities that subscribe or imagine these migrants. Keywords: diasporic cultural identity, diasporic audience, habits of consuming media, media ethnography, migration, transnationalism.
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“La transformación de las subjetividades cotidianas por obra de la mediación electrónica y el trabajo de la imaginación
no es sólo un hecho cultural. Está profunda e íntimamente conectada con lo político, a través del modo nuevo en que las
lealtades, los intereses y las aspiraciones individuales cada vez se intersectan menos con las del Estado-nación.” (Arjun
Appadurai. La modernidad desbordada)
Producto de la masificación y desordenamiento poscolonial de las migraciones contemporáneas en un
mundo globalizado, los flujos de personas y con ellas, de los sentidos que le otorgan a la realidad,
mucho se ha teorizado sobre las transformaciones culturales que dichos flujos producen en las
sociedades que estos migrantes abandonan o habitan.
Una de las claves conceptuales para reflexionar sobre estas transformaciones es la noción de diáspora
(del griego día “a través de” y speirein “dispersar, esparcir”) que para algunos intérpretes de lo social
(como Edward Said (2009) y James Clifford, apenas como ejemplos de dos aproximaciones)
representa una especie de bisagra conceptual para comprender la auto y heterorrepresentación que
los pueblos imaginan e instituyen sobre el binomio “Nosotros/Otros”, ejercicio profundamente
político, porque determina, normativa y culturalmente, quien es sujeto político de una comunidad y
aquellos que no lo son. Por eso, el concepto de diáspora es polisémico y el uso social que los
discursos académicos y políticos hacen del mismo también es variable. Las formas en que se ha
categorizado la noción de diáspora es pues todo un hilo conductor en los debates contemporáneos
sobre las identidades que se entrelazan, desordenan y complejizan cuando se involucra la migración,
las fronteras estado/nacionales y lo(s) racismo(s) en las sociedades contemporáneas.
Avtar Brah (2011, p. 215), en su libro Cartografías de la diáspora, propone que “[…] la identidad de la
comunidad diaspórica imaginada está lejos de ser preconcebida. Se constituye dentro del crisol de la
materialidad de la vida diaria; en las historias cotidianas que nos contamos individual y
colectivamente”. Sin embargo, argumenta esta autora, se han hecho pocos estudios para teorizar la
diáspora desde experiencias concretas y con perspectivas interdisciplinares. Ese es el desafío que
apuntaba en 1994 James Clifford, cuando expuso que “no es fácil evitar el desnivel entre la diáspora
como concepto teórico, los discursos ‘diaspóricos’ y las distintas ‘experiencias’ históricas de diáspora.”
(CLIFFORD citado en BRAH, 2011, p. 210). De ahí que este capítulo es un esfuerzo concreto de
teorizar sobre la noción de diáspora cuando se utiliza para comprender las transformaciones
societales que experimentan migrantes y las sociedades (que abandonan y en las que se instalan) desde
una perspectiva comunicacional.
El texto tiene por objeto compartir, en forma sintética, la apuesta por comprender la relación que
guardan las transformaciones identitarias de sujetos que migran con relación a sus hábitos de
consumo mediático, un ejercicio analítico que realizamos como tesina doctoral en Barcelona durante
el 2005.1 En concreto, poniendo atención en los migrantes pakistaníes que configuran, según
demostré con datos concretos a lo largo del trabajo, una diáspora en proceso de asentamiento en el
Estado Español.
En el trabajo, partimos de las premisas de que con los migrantes se trasladan también significados,
operan flujos de sentido. Porque, por la experiencia migratoria, las identificaciones que estos sujetos
en tránsito suscribían se reinventan y el papel de los mass media como dispositivos, como canales de
interconexión, juegan un papel fundamental en la configuración de estas nuevas identidades. Los
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mass media, además de posibilitar la interconexión, de ser los vehículos para sostener vínculos
transnacionalizados entre los sujetos que migran y los que se quedan, intervienen también de forma
protagónica para situar a los recién llegados en las prácticas cotidianas de la “sociedad de acogida”,
actúan de dispositivos de inserción. Por eso la pertinencia de abordar dichas transformaciones
identitarias desde la Comunicación como disciplina social transfronteriza, una apuesta por cierto
deudora de la preocupación contemporánea que entre los intérpretes de esta disciplina suscitan hoy
las migraciones internacionales. Porque, para los estudiosos de la comunicación y la cultura, los flujos
humanos constituyen una de las características principales de lo contemporáneo. La migración,
opinamos, es la marca definitoria de la modernidad tardía, su dimensión, en términos de grandes
migraciones internacionales, resignifica permanentemente los espacios públicos de las sociedades de
las que parten los migrantes y los de las sociedades en las que se instalan.
El campo de acción para la investigación sobre diásporas y comunicación
Luego del cierre de las fronteras nacionales de los países norte y centro europeos con tradición de
acogida, que los expertos sitúan entre la crisis petrolera de 1973 y el establecimiento de un espacio
común europeo en 1985, España se transforma de un país mayoritariamente de emigración a un
territorio receptor de inmigrados. Además, con su entrada a la Unión Europea en 1985, España se
instaura en el imaginario social de los pueblos de países expulsores como un país destino, o la puerta
de entrada a las economías europeas.
Así, cuando esta investigación se realizó, en 2005, vivían en España 42,7 millones de personas, de las
cuales 2,6 millones eran extranjeras (6,24% de la población), y más de un 70% de ellas eran
inmigrantes de países “periféricos”.2 De entre todos los “periféricos” destacan diásporas
mayoritarias: ecuatorianos, colombianos, dominicanos, peruanos, marroquíes, senegambianos, chinos,
rumanos, rusos, ucranianos, búlgaros, polacos y pakistaníes. En concreto, los pakistaníes que vivían
en el Estado Español, 40 mil según miembros de la diáspora y más de 15 mil según los registros de la
Administración, representaban la sexta comunidad mayoritaria de inmigrados asentados en Cataluña,
la Comunidad Autónoma en la que se centra esta investigación.3
Así, partiendo del reconocimiento de España como uno de los principales países receptores del
sistema migratorio europeo, a su vez uno de los cuatro sistemas migratorios en el mundo
contemporáneo, tomamos la realidad de Cataluña como ejemplo y campo de acción para el análisis
por ser ésta la primera Autonomía receptora de inmigrantes y por ser Barcelona, la capital catalana,
donde residen el 61,2% de los inmigrantes pakistaníes que eligieron España como su país destino. Y,
tomamos de entre todas las diásporas mayoritarias que pueblan el espacio público catalán a la
comunidad pakistaní, porque proponemos que esta comunidad evidencia, de una manera privilegiada,
la complejidad interpretativa que nos plantea la noción de audiencias diaspóricas. Porque, por la
investigación documental realizada para la tesina doctoral, ahora sabemos que la mayoría de los
miembros de la diáspora pakistaní que circunda el sistema migratorio europeo, asentados
específicamente en España, viven en Barcelona, que son transmigrantes que vienen de una trayectoria
migratoria que incluye a los países del centro y norte europeos y por ello mantienen estrechos
vínculos con los miembros de esta diáspora en esos países.
Sabemos también que los pakistaníes instalados en Barcelona, para ese 2005, eran en su mayoría
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hombres de entre 16 y 64 años, buena parte de ellos adeptos al islam, que los locales administrados
por miembros de su diáspora (y en especial las peluquerías) son los puntos de encuentro y
socialización; que la mitad de los pakistaníes en Barcelona manejan con fluidez el inglés y que la
mayoría hablan el punjabí como lengua materna, porque en su mayoría provienen de la zona del
Punjab; que sólo un 40% de ellos se siente “competente” para entender el castellano y que apenas 1
de cada 10 pakistaníes habla catalán. Que casi todos trabajan en servicios, hostelería y construcción y
que una parte importante de esa comunidad permanece “irregularizada” por el Gobierno Español.4
Los conceptos y las categorías de las que se nutre este modelo de análisis
Así, una vez definido el campo de acción para el análisis y los protagonistas del fenómeno que nos
interesó descubrir, lo que necesitábamos construir era un modelo de análisis que se apropiara de los
debates vigentes en la comunicación, la antropología, la psicología y la sociología de las migraciones.
Lo que sigue es una síntesis del marco teórico-conceptual en el que sustentamos las preguntas de
investigación y el método, la etnografía de los medios, que guió el trabajo de campo de esta
investigación.
Proponemos el concepto de identidades culturales diaspóricas como hilo conductor de este esfuerzo
interpretativo. A la identidad la entendemos como un constructo socio-cultural, como procesual,
como dialógica, como incompleta, como impura. Por diaspórica hacemos referencia a las identidades
culturales no ligadas al Estado-Nación, pero sí al imaginario que éste creó en sus miembros.
Así, proponemos entender a las identidades culturales diaspóricas como identidades
posnacionales en flujo, que son usadas por los colectivos que las suscriben para negociar con las
alteridades, para otorgar continuidad y coherencia a las transformaciones generadas por migrar. En
otras palabras, el concepto que se propone se refiere a las identidades que se construyen a partir de la
identidad nacional que suscriben pero, por estar en situación de diáspora, la identificación opera
desde marcos transnacionales y está siempre en constante hibridación.
La trasnacionalidad la entendemos como la práctica cultural que configuran sujetos capaces de
realizar acciones, tomar decisiones y desarrollar identidades en red que los sostienen conectados con
dos o más sociedades simultáneamente. Y de tal concepto se deriva el de migrantes, es decir, sujetos
en flujo que desarrollan y mantienen relaciones múltiples (familiares, económicas, sociales,
organizacionales, religiosas y políticas) que pasan por encima de las fronteras nacionales.
De tal suerte que si las identidades diaspóricas son identidades nacionales reconfiguradas por el flujo
y la interacción con alteridades radicales, proponemos la categoría de audiencia diaspórica que hace
referencia a los sujetos consumidores de mensajes mediáticos, pero que involucra además de la
identificación como nudo, la representación de la identificación: su mediación electrónica. En otras
palabras, la categoría de audiencia diaspórica nos sirve para analizar cómo los migrantes consumen
mensajes mediáticos re-localizados y a través de éstos construyen una imagen del Otro con el que
ahora conviven.
Lo que se debate en este trabajo son específicamente las representaciones y las mediaciones de las que
hace uso una identidad cultural diaspórica para situarse a sí misma en el contexto de alteridades
radicales. Llegados a este punto también hay que especificar que en esta investigación entendemos a
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los mass media como mediaciones, como dispositivos de sentido, que sirven de canales, de puntos
de contacto, para la construcción de representaciones y para el sostenimiento de vínculos
transnacionalizados.
Con esta batería de conceptos y categorías intentamos describir densamente cómo transforman estos
migrantes las conexiones y la información que consumen en capital social para su asentamiento en
Barcelona, así como para su vinculación diaspórica, transnacional. Que intentamos responder con
base en los principales trabajos que hacen referencia al consumo, circulación y producción de
mensajes mediáticos, la identidad y las identificaciones, las desigualdades, las desconexiones, las
diferencias, la nación, la globalización, las migraciones económicas, el capitalismo global.
A manera de guía, hay que decir que el debate sobre identidades culturales transnacionalizadas
establece a la interculturalidad como el marco donde se condensan a su vez los tres ejes nodales de la
discusión sobre la conformación, representación y mediación de identidades diaspóricas. Estos tres
ejes nodales se refieren al contexto, el motor y los dispositivos que hacen posibles tales identidades.
En materia del contexto en que toman lugar estas identidades, estuvo en auge un amplio debate
sobre la globalización o mundialización y, una vez definido el periodo histórico en el que toma lugar,
los autores debaten hoy con pasión sobre el motor que genera y sostiene tales identidades: el trabajo
de la imaginación. Una discusión que, por su fuerza, reinauguró un espacio de discusión que mucho
tiempo se restringió a los estudios de audiencia en la comunicación, los medios como mediaciones,
que hoy (por la evidente relación entre imaginarios globalizados y dispositivos mediáticos) abordan
desde perspectivas metodológicas diferentes los investigadores en comunicación.
Proponemos por lo tanto avanzar en la discusión a través de estos tres ejes para justificar la
pertinencia de categorizar a una identidad cultural transnacionalizada como audiencia diaspórica, una
categoría que hace referencia a la mediación electrónica que opera cuando el trabajo de la imaginación
construye/transforma identificaciones culturales en diáspora.
Globalización/mundialización, o sobre el agotamiento del mito de las identidades
nacionales en estado puro
Partiendo del debate vigente sobre el debilitamiento del Estado-Nación como productor de
referentes identitarios de la globalización, como campo de acción para la constitución de identidades
transnacionales (BENHABIB, 2005), retomamos al epistemólogo chileno Martín Hopenhayn (2004)
cuando plantea que la fluidez global de la circulación del dinero, la información y los símbolos, diluye
la idea unitaria de Estado-Nación como principal referente de pertenencia territorial y cultural y que,
a medida que se deslocalizan los sistemas productivos y los emisores de mensajes, prolifera un cierto
“nomadismo identitario” que va de la mano con el carácter transnacional de la economía.
Dice este epistemólogo, siguiendo a Benedict Anderson (1995), que los discursos de la modernidad y
el desarrollo lograron generar un orden y un imaginario centrado en conceptos como los de Estado-
Nación, territorio e identidad nacional; y que hoy, estos conceptos se ven minados por afuera y por
debajo, pero también radicalizados y transformados mediante el uso estratégico que los sujetos hacen
de ellos.
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También para el antropólogo Néstor García Canclini, la globalización está poniendo en jaque a los
referentes simbólicos construidos para sostener un imaginario nacional puro. Por eso propone pensar
la globalización como una época en la que, además de relacionarnos efectivamente con muchas
sociedades, podemos situar nuestra fantasía en múltiples escenarios a la vez.
“Más allá de las paredes de la comunidades nacionales se dispersan bienes, personas y mensajes […
que] envían relatos de un país a otro, y se amplia el horizonte de cada cultura nacional y se construyen
rituales compartidos que ablandan las fronteras. Casi suprimen la distancia.” (GARCÍA CANCLINI,
2000, p. 55)
De tal suerte que una definición de globalización debería pensarse como la suma de procesos de
homogeneización y, a la vez, de fraccionamiento articulado del mundo, que reordenan las diferencias
y las desigualdades sin suprimirlas. El antropólogo indo-norteamericano Arjun Appadurai (2001)
propone cambiar la interpretación de que la globalización tiene como fin la homogeneización, por el
reconocimiento de que los procesos de globalización han redefinido los imaginarios nacionales. Así,
pensar el agotamiento del Estado Nación es pensar también el agotamiento de la nación como metáfora
de la que hablara Homi Bhabha (1990). Dice el antropólogo argentino Alejandro Grimson que nación
y nacionalismo fueron parte de una dimensión ideológica y de un sistema clasificatorio que se
articulaba con la afectividad y que, en consecuencia, lo que queda como tarea en esta época global para
los teóricos de la comunicación es: “… investigar las dinámicas específicas de las identificaciones
nacionales, locales y globales, los nuevos modos en que se plantean las fronteras entre ‘nosotros’ y los
‘otros’, los sentidos de pertenencia, de historia, de comunidad y sus fronteras.” (GRIMSON, 2000, p.
38)
Por lo tanto, en esta investigación consideramos partir de pensar entonces que si el mito de las
identidades nacionales puras se desvanece en el contexto de esta etapa específica de lo
contemporáneo, lo que queda como tarea para la comunicación es descifrar de qué elementos se
constituyen estas nuevas formas de identidades híbridas y, en este estudio específicamente, una
identidad cultural diaspórica.
El trabajo de la imaginación, o sobre los mass media y los espectadores desterritorializados
El sociólogo polaco Zygmunt Bauman (2001b) propone que por la globalización de las imágenes
todos nos movemos. Viajamos por la red, por la televisión de cable o satélite. Pero, aún en el discurso
nómada de este autor, se reconoce que tal accesibilidad virtual, tal reducción de la distancias, tienen
como muralla o como frontera la inaccesibilidad de la realidad no virtual, la que padecen los
“sedentarios” y los vagabundos, quienes se quedan o no pueden moverse como los turistas.
Para nosotros, los migrantes, vagabundos desde la perspectiva de Bauman, son quienes viven las
fronteras no virtuales y las virtuales de manera más intensa y traumática, son quienes representan la
antítesis del festejo nomadista de los teóricos posmodernos pero, paradójicamente, también son
quienes nos evidencian los procesos globalizadores, quienes tienen marcados en sus historias vitales
las “consecuencias humanas de la globalización”. Y por eso retomamos a García Canclini (2000)
cuando propone que para ocuparse de procesos globalizadores hay que hablar, sobre todo, de gente
que migra o viaja, que no vive donde nació, que intercambia bienes y mensajes con personas lejanas,
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mira cine y televisión de otros países, o se cuenta historias en grupo sobre el país que dejó. Se reúne
para celebrar algo lejano o se comunica por correo electrónico con otros a los que no sabe cuándo
volverá a ver.
Esos migrantes, viajeros instalados en su mayoría en un exilio económico, son los espectadores
desterritorializados de los que habla Appadurai, y por eso sus relatos son para la comunicación los
relatos de desgarramientos y conflictos que dan cuenta de fronteras que se renuevan y anhelos de
reconfigurar unidades nacionales, étnicas o familiares perdidas. Por eso el culturalista británico Ian
Chambers propone que los relatos derivados de la experiencia migratoria nos hablan pues de:
“[…] un movimiento en el que el lugar de partida y el punto de llegada no son inmutables ni seguros.
Relatos de la exigencia de vivir en lenguas, historias e identidades que están sometidas a una constante
mutación.” (CHAMBERS, 1995, p. 19)
Y, por eso, defendemos la pertinencia de pensar la globalización desde la comunicación partiendo de
la relación entre espectadores desterritorializados que se enfrentan a mensajes también
desterritorializados, co-producidos por empresas transnacionales de la comunicación. Espectadores y
mensajes desterritorializados replantean, por tanto, la idea de identidad nacional y culturas nacionales
impermeables y abren la puerta al debate sobre la interculturalidad de las sociedades contemporáneas,
además que como consecuencia de las migraciones masivas, como efecto de las representaciones
transmitidas por los dispositivos mediáticos.
“Los medios audiovisuales, el correo electrónico y las redes familiares o de amigos volvieron
incesantes los contactos intercontinentales que en el pasado llevaban semanas o meses. No es lo
mismo el desembarco que el aterrizaje, ni el viaje físico que la navegación electrónica. La
interculturalidad se produce hoy más a través de comunicaciones mediáticas que por movimientos
migratorios.” (GARCÍA CANCLINI, 2000, p. 79)
Jesús Martín Barbero (1997) hace más explicito el rol de los mass media en este proceso cuando
propone que, durante la modernidad, los medios se constituyeron en voceros de la interpelación que
desde el Estado convertía a las masas en pueblo y al pueblo en nación; que, junto con la escuela, los
medios proporcionaron una experiencia primordial de integración. Y que por eso fue posible traducir
la idea de nación a vivencia cotidiana; pero que en la actual época global los medios más bien configuran
el dispositivo más poderoso de disolución del horizonte cultural común a la nación y que hoy
priorizan constituirse en dispositivos que proyectan representaciones de la heterogénea trama de
imaginarios que configuran la identidad de las ciudades, las regiones, el espacio local y barrial.
Appadurai, que habla desde la experiencia migratoria, pone el énfasis en la relación de esta mediación
electrónica y los flujos masivos de personas:
“Cuando las yuxtaponemos [a las migraciones masivas] con la velocidad del flujo de imágenes,
guiones y sensaciones vehiculizados por los medios masivos de comunicación, tenemos como
resultado un nuevo orden de inestabilidad en la producción de las subjetividades modernas”
(APPADURAI, 2001, p. 19-20)
Estamos por tanto ante lo que Appadurai llama “creación de esferas públicas en diáspora”, imágenes
en movimiento encontrándose con espectadores desterritorializados. Una figura que da cuenta de la
relación cambiante e imposible de pronosticar que se establece entre los eventos puestos en
circulación por los medios electrónicos, por un lado, y las audiencias migratorias, por otro, una figura
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que define pues el núcleo del nexo entre lo global y lo moderno. Y es en este contexto que la
imaginación funge como un espacio de disputas y negociaciones simbólicas mediante el cual los
individuos y los grupos buscan anexar lo global a sus propias prácticas de lo moderno (GARCÍA
CANCLINI, 2000). Así, en el mundo postelectrónico, dice Appadurai, la imaginación sirve a los
espectadores desterritorializados como un recurso simbólico para sustituir el hábitus por la
improvisación en el lugar destino. Porque lo que el autor llama diásporas de la esperanza, diásporas
del terror y diásporas de la desesperación, introducen la fuerza de la imaginación (como memoria o
como deseo) en su vida cotidiana y en la interacción con otros sujetos. La imaginación les sirve
también a los migrantes para restituir su capacidad de agencia perdida por el tránsito. Porque la
imaginación es una construcción colectiva y un combustible para la acción. Y a los analistas de la
comunicación, inferimos, nos sirve considerar la imaginación para interpretar que los mass media
hacen posible (a raíz de producir condiciones colectivas de lectura, crítica y placer) la
generación/transformación de una comunidad que siente e imagina cosas como grupo más allá de su
pertenencia a una identidad nacional.
Así, la imagen (que pensaran algunos de los teóricos de la escuela de Frankfurt), lo imaginado
(ANDERSON, 1995) y el imaginario (CASTORIADIS, 1993) son términos que apuntan hacia algo
verdaderamente crítico y nuevo en los procesos culturales globales: “la imaginación como práctica social”.
La imaginación pues como un campo organizado de prácticas sociales, una forma de trabajo y una
forma de negociación entre posiciones de agencia y espectros de posibilidades globalmente definidos.
Visto así, abundan los ejemplos de procesos globales que involucran textos en circulación y
audiencias migrantes que generan situaciones implosivas, que condensan un manojo de tensiones de
carácter global en pequeños ámbitos previamente politizados produciendo culturas locales de una
manera nueva y globalizada. Por ejemplo, las identidades culturales diaspóricas que se alimentan del
consumo mediático de mensajes sobre lo propio y lo ajeno.
“Cuando los trabajadores turcos en Alemania miran películas provenientes de Turquía en sus
apartamentos de Berlín, y los coreanos de Filadelfia miran las imágenes de las Olimpiadas de Seúl que
les llegan de Corea vía satélite, y los conductores de taxis pakistaníes que viven en Chicago escuchan
casetes con grabaciones de lo sermones pronunciados en la mezquitas de Pakistán o Irán que les
envían sus parientes y amigos por correo, lo que vemos son imágenes en movimiento encontrándose
con espectadores desterritorializados.” (APPADURAI, 2001, p. 20)
Mediaciones, o sobre las audiencias diaspóricas y sus identificaciones
Dice James Clifford (1992) que uno de los objetos claves de investigación de la antropología (y
nosotros añadimos de la comunicación) deben ser las culturas translocales, las mediaciones entre los
espacios donde se habita y los itinerarios, y que es preciso por ello repensar las culturas como sitios
de residencia y de viaje. Tal y como Bhabha propone:
“todas las formas de la cultura están en constante proceso de hibridación. Pero para mí la
importancia de la hibridación no reside en ser capaz de determinar dos momentos originales del que
emerge un tercero, sino que más bien, en mi criterio, la hibridación es el tercer espacio que hace posible
la emergencia de otras posiciones.” (BHABHA, 1990, p. 211)
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391
Por ello, la categoría de audiencia diaspórica, con la que proponemos avanzar en el análisis de los
hábitos de consumo mediático de la identidad cultural pakistaní en flujo, nos permitirá trabajar con
una cultura translocal, ese tercer espacio de una identidad que emergió con rasgos propios cuando
comenzó el éxodo.
¿Desde donde construir esa narración del tercer espacio? Desde las crónicas de las diásporas, diría
Chambers, porque esos testimonios históricos interrogan y socavan cualquier sentido claro o simple
de los orígenes, las tradiciones y el movimiento lineal. Narraciones del destierro que de tanto
reinventarse se constituyeron en poderosos imaginarios posnacionales. Identidades construidas como
co-producción y sostenidas en el imaginario que transmiten los medios, en tanto dispositivos que
disuelven el horizonte cultural común a la nación. Fluyen los mensajes, pero también fluyen los
sujetos, y con ellos viajan estas nuevas formas de imaginar la pertenencia.
“Necesitamos prestar atención a la relación entre los medios masivos de comunicación y las
migraciones, los dos hechos apuntalan mi noción de la política cultural de lo moderno global. En
particular, necesitamos examinar en detalle la variedad de esferas públicas diaspóricas que surgieron en los
últimos años.” (APPADURAI, 2001, p. 37)
Audiencias diaspóricas que conectan a productores y a audiencias al margen de las fronteras
nacionales, dando lugar a nuevas conversaciones e intercambios entre los que se fueron y los que se
quedaron. Audiencias diaspóricas que hacen confluir en ese tercer espacio que propone Bhabha los
relatos del allá con las apropiaciones y reinterpretaciones de los productos materiales y simbólicos
ajenos, las narrativas del aquí. Audiencias diaspóricas que, como dice Martín Barbero, nos ayudan a
comprender lo global como el espacio/tiempo del mercado y las tecnologías y que nos obligan a no
obviar la sospecha de que transitamos del Estado-nación al espacio mundo que, como las
construcciones de los Estados modernos, se sostiene de las segregaciones de la hegemonía del
mercado.
Por ello, y en síntesis, este trabajo propone la categoría de audiencia diaspórica para estudiar la
relación entre el consumo de mensajes desterritorializados o re-localizados y el uso social que hace de
tales mensajes la identidad cultural pakistaní en Barcelona. Porque con esta categoría hacemos
confluir las posibilidades de hacer etnografía del trabajo de la imaginación en la configuración de ese
tercer espacio que representa la identidad cultural diaspórica recién instalada en el espacio público
catalán. Y porque con esta categoría acotamos nuestro objeto de estudio que son, como lo
adelantamos al principio, los sujetos que se identifican como parte de la diáspora pakistaní en
Barcelona y que, en tanto consumidores de mensajes mediáticos, forman parte de una audiencia
diaspórica a la que cabe preguntarle sobre la representación de la identificación que suscriben, es
decir, a la que hay que interrogar sobre la mediación electrónica que los nombra a ellos y a todas sus
alteridades.
Es decir, hemos construido esta batería de conceptos y categorías para poder leer las identificaciones
con las que opera y negocia la diáspora pakistaní su inserción en el Estado Español y, paralelamente,
sostiene vínculos transnacionalizados. Un objetivo así de amplio proponemos abordarlo desde el
concepto/campo de paisaje mediático, que acuñara Appadurai (2001), para describir a los medios como
proveedores de un gigantesco y complejo repertorio de imágenes y narraciones sobre las identidades
contemporáneas. Porque son estos paisajes mediáticos, según este teórico, los que ofrecen a las
audiencias transnacionales, las diaspóricas, elementos para componer los guiones de vidas imaginadas
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(tanto propias como alternas) y que constituyen un dispositivo para ponerse en las pieles de los
muchos Otros que limitan estas identidades transmigrantes.
Entonces, podemos inferir, los paisajes mediáticos son un motor para guionizar la vida cotidiana de
maneras cambiantes y, por ello, sirven como concepto/campo para abordar la relación entre flujos
humanos, consumo de medios y configuraciones identitarias. De tal suerte que para entender el rol de
los mass media en la configuración/transformación de la identidad cultural, más en concreto de la
audiencia diaspórica pakistaní en Barcelona, describimos el paisaje mediático que configuran éstos
sujetos a través de escrutar sus hábitos de consumo mediático. Porque, si los pakistaníes residentes
en España, en Barcelona, son una identidad cultural diaspórica y, en tanto consumidores de mensajes
mediáticos, son una audiencia diaspórica, son migrantes encontrándose con mensajes
desterritorializados, lo que intentó explicarse es cómo tal audiencia diaspórica genera y transforma su
identidad en relación, entre muchas otras variantes, a sus hábitos de consumo mediático.
Pero, ¿desde dónde pensar esta pregunta y sus preguntas derivadas? Nosotros proponemos abordarlas
desde la etnografía de los media, preguntarnos por los hábitos de consumo de una audiencia como la
diáspora pakistaní instalada en Barcelona.
¿Por qué estudiar los hábitos de consumo de una audiencia diaspórica?
Siguiendo a Appadurai (2001), diremos que las prácticas de consumo socialmente reguladas son las
que tienen la función de estructurar los ritmos espacio-temporales, de establecer la medida temporal
mínima sobre la cuales se organizan patrones de conducta, de sociabilidad.
Entonces, por un lado, hacer etnografía de los hábitos de consumo de medios entre los pakistaníes de
Barcelona, describir su paisaje mediático, es un esfuerzo de conocer los patrones de sociabilidad de
una alteridad recién instalada en el espacio público catalán. Pero, por otro lado, es un esfuerzo que
también suscribe la duda que García Canclini propone a los estudiosos de la interculturalidad: “[…]
hay que averiguar cómo transforman las conexiones y la información en capital social actores con
posiciones diferentes y desiguales.” (GARCÍA CANCLINI, 2004, p. 75)
Es decir, al etnografiar los hábitos de consumo mediático de la audiencia diaspórica pakistaní en
Barcelona, queda en evidencia cómo transforman estos migrantes las conexiones y la información
que consumen en capital social para su asentamiento y vinculación diaspórica. Así, escrutar el
consumo mediático de los pakistaníes residentes en Barcelona es una manera de abordar el papel de
la imaginación -siempre desde el ámbito del paisaje mediático construido por estos migrantes- para
procesar, dialogar, completar, reinventar, negociar, dar continuidad y coherencia a su identidad
cultural diaspórica.
Consumo de medios, vida cotidiana y construcción de sentido: la etnografía de los medios
Abordamos la descripción del paisaje mediático de la audiencia diaspórica pakistaní desde la
etnografía cosmopolita que plantea Appadurai (2001, p. 64), una etnografía que sea capaz de “atender
y concentrar nuestra atención en la dinámica cultural de lo que hoy se denomina como
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desterritorialización”. Porque, en la medida que los grupos humanos, lo etno de la etnografía, se
mueven, se reagrupan en nuevos lugares, reconstruyen sus historias y reconfiguran sus proyectos
étnicos, la etnografía contemporánea, la actual, ha de ser capaz de construir prácticas descriptivas para
la aproximación a formas culturales desterritorializadas, transnacionalizadas, diaspóricas.
Por eso, ante la tradición moderna de la etnografía y ante sus practicantes, Appadurai nos propone un
replanteamiento que contemple los flujos humanos y los medios de comunicación en el contexto
global, y que rebase las premisas con las que hasta ahora la etnografía describía las relaciones sociales
que configuran identidades colectivas. Estas premisas suscriben a la institución familiar (si bien
también múltiplemente imaginada) como el eje central de las identidades colectivas e imaginan las
relaciones sociales de estas identidades inscritas en una temporalidad y especialidad inalterables. A
estas premisas hay pues que oponer prácticas antropológicas que describan densamente la producción
de identidades transnacionales, en flujo, re-imaginándose. Entonces, lo que se propone es replantearse
los límites espacio-temporales de la etnografía, pero lo que incluso Appadurai reconoce, como
paradigma vigente y necesario, es la práctica misma de la etnografía.
La etnografía, siguiendo a GEERTZ (1992), es la escuela metodológica para mirar y otorgar sentido a
lo diferente; es el oficio descriptivo en el que confluyen subjetividad y objetividad y cuyo eje rector es
la percepción, porque la etnografía es el oficio donde los significados conforman la parte densa de la
labor del investigador. Europea, nacida en el siglo XIX en el marco de la expansión colonial, la
etnografía es una disciplina antropológica de la que nuestro campo, la comunicación, ha tomado toda
una batería de conceptos y categorías para pensar los procesos comunicativos y, hoy, representa la
tarea fundamental de quienes realizan estudios de recepción: los etnógrafos de los media. Eje para la
aproximación al “campo”, este tipo específico de etnografía (de los medios), comienza a ser
practicada aproximadamente desde la década de los 80’s por los investigadores de la comunicación
que la usaban y la usan para trabajar la relación entre vida cotidiana, uso social de los media y
producción de sentido de sujetos, a los que estos investigadores les restituyeron, en el campo de lo
académico, la capacidad de agencia como consumidores y ciudadanos.
Según afirma el comunicólogo danés Thomas Tufte (2000), la etnografía de los medios fue impulsada
en un primer momento por el investigador estadounidense James Lull en la década de los ochentas y
representa hoy una línea de investigación de los estudios de comunicación basada en el trabajo de
aproximación cualitativa a la recepción de mensajes mediáticos y sus usos sociales.
Sobre la densidad epistemológica de esta línea de investigación, Tufte explica que se sustenta en las
pautas de la discusión que desde el marco de los estudios culturales han dado autores como Lull con
su trabajo disparador “The social uses of televisión” (1980); el británico Roger Silverstone con el
trabajo “Television and Everyday Life” (1994) o el también británico David Morley con trabajos
pioneros como “The Nationwide Audience” (1980) y “Space of identity. Global media, electronic
landscapes and cultural boundaries” (1995).
Esta línea de investigación, la etnografía de los media, también es deudora de la “cartografía” que
Martín Barbero, en su texto “De los medios a las mediaciones”, puso sobre la mesa en 1987 en
América Latina y que ha dado lugar a una de las etapas más fructíferas del campo comunicacional en
ese continente. También los trabajos de teóricos europeos como Graham Murdock, Ien Ang, John
Fiske; o los de pensadores latinoamericanos como Néstor García Canclini, Renato Ortiz, Eliseo
Verón, entre muchos otros, son fundacionales de esta línea de investigación porque han debatido
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transdisciplinariamente y de manera apasionada sobre la validez epistemológica, la rigurosidad
metodológica que implica tal escuela para nuestro campo y la finalidad social con que se hace el
trabajo de etnografiar a los medios.
Y es paralelamente a todo este debate que investigadores como Jorge González, Guillermo Orozco,
Sonia Livingstone, Nora Mazzioti, Shaun Moores, Thomas Tufte, Valerio Fuenzalinda, Nilda Jacks,
Marie Gillespie, apenas como ejemplos, han practicado la etnografía de los media y propuesto
conceptos y categorías, pero sobre todo procedimientos, modelos metodológicos, para la etnografía
de los media.
El objetivo central de la etnografía de los medios, detalla Tufte, ha sido determinar el rol de las
audiencias en los procesos de comunicación, que son procesos de construcción de sentido; tal
objetivo ha tenido por ello que rebasar las pretensiones analíticas clásicas, la relación entre el mensaje
y el receptor, y considerar la polisemia de los mensajes (HALL, 1973), la heterogeneidad de las
audiencias (MARTÍN BARBERO, 1987; OROZCO, 1996) y el uso social que ellas hacen de los
media para configurar sus prácticas cotidianas (SILVERSTONE, 1994; MORLEY & ROBINS,
1995)
Por audiencia, y suscribiendo a Livingstone (1998) y Ridell (1998), entendemos una relación, algo más
allá que un grupo de gente, entendemos un “público”, el espacio donde toma lugar una conversación
colectiva, el espacio que conforman sujetos con capacidad de agencia, de públicos que negocian los
significados (GONZÁLEZ, 1997). Entonces, la etnografía de los media se practica en la
comunicación para interpretar la relación que se establece entre los hábitos de consumo mediático de
públicos que resemantizan los contenidos vistos, leídos, escuchados, ejercen mediaciones (MARTÍN
BARBERO, 1987) y la configuración de prácticas sociales en su vida cotidiana.
Así pues, en la disciplina comunicacional se usa la etnografía de los medios para explicar densamente
la agencia de los sujetos (audiencia) involucrados en la producción y reproducción de prácticas
culturales en la vida cotidiana. Así es como proponemos que la etnografía de los medios ha
demostrado ser útil teórica y metodológicamente para aproximarnos a la exploración de las
transformaciones sociales y culturales, para comprender la relación entre el uso de los media y la
formación de identidades culturales en las sociedades modernas.
Algunos ejemplos en clave de conclusión
Si bien este capítulo se basa en sistematizar la discusión teórica que sustentaría un modelo para
etnografiar los hábitos de consumo mediático de una audiencia diaspórica, porque consideramos que
puede aportar pistas concretas para describir densamente los procesos identitarios que se discuten en
el texto, se ofrecen a continuación algunos ejemplos de hallazgos de la investigación para la que el
modelo teórico se utilizó, porque es en el diálogo con realidades concretas que los modelos
demuestran su vigencia.
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Tabla 1: Ejemplo de matriz de campo. Diario de medios audiencias diaspóricas
Fuente: Elaboración propia
En el caso de la diáspora pakistaní, descubrimos que las y los migrantes asentados en Barcelona
hacían un uso diferenciado espacio-temporal de los mass media. Para informarse de las noticias de su
“allá” y la realidad global consumían medios en sus lenguas maternas (urdú y punjabi) a través de
servicios de televisión satelital, o la de la herencia colonial (inglés), lo mismo a través del servicio
británico BBC Urdu, que la cadena ARY Digital o GEO Tv, apenas como ejemplos.
Mientras que para comprender la realidad doméstica, o la dimensión europea y española, las y los
migrantes pakistaníes, consumen mensajes emitidos lo mismo por la cadena Euronews, los canales de
la televisión pública española (TVE) y los diarios de circulación estatal como El País, El Mundo o La
Vanguardia. En términos de lo local, los y la migrantes pakistaníes consumían los mismos canales que
la población “originaria”, es decir, los canales barriales y autonómicos de la televisión abierta. Con
estos ejemplos puede comprobarse que los hábitos de consumo que develaron las matrices de diarios
de medios, aplicados entre algunos miembros de la diáspora que nos ha ocupado, nos ofrecen pistas
para comprender la relación entre información y vida cotidiana para quienes están reinventándose sin
renunciar a identificaciones previas.
En conclusión, esperamos que la síntesis de la reflexión teórica para comprender las prácticas de
consumo de medios entre los pakistaníes instalados en Barcelona abone pistas para abordar la noción
de diáspora y los usos epistemológicos que Avtar Brah nos desafió a teorizar, desde miradas
interdisciplinares y con base en la interpretación de experiencias diaspóricas concretas.
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