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DisparatarioEl espírituen fuera-de-Iugar

Al momento en que aparezcan esta .líneashabrán cesado los rumores provenientes delescándalo que acompañó la celebración delúltimo campeonato mtUldial de fútbol. Talvez, es lo deseable, el sentimiento de frus­tración colectivo haya cedido su lugar a laesperanza en el surgimiento de un futuromejor mientras las caras ayer largas semuestran alegres; aunque, a decir verdad,no menos melancólicas. Todos en fm, hom­bres y mujeres, autores y lectores, aparta­dos ya del terrible tráfago deportivo, nosaprestamos a ejercer nuestros oficios, lejosde las deformaciones competitivas que roena los deportes comercializados.

El editor, por ejemplo, se entrevista· conel poeta que somete a su consideración unabrumador conjunto de papeles que él, eleditor, observa con explicable aprensiónaunque no por ello con hipócrita simpatía.Podemos adivinar que después de cruzar laspalabras de rigor, ambos se despiden con laformal promesa de que en el plazo de unaño volverán a reunirse para charlar sobreun asunto que vienen repitiendo desde unquinquenio atrás. Se estrechan la mano y eleditor, precavido, no se atreve a brindarleun whisky a su cíclico e infatigable visitan­te.

El poeta, no a fuerza otro diferente aldel párrafo anterior, ya sin el aturdimientodel fútbol a escala ecuménica, preparará susarm~ para escribir un poema más con elcual podría seducir (¿será esta la ocasión? )la reticencia de los jurados de un jugosoeertamen de poesía.

Otro tanto ocurrirá con el prosista quedurante largos meses ha venido apilando­cuartilla sobre cuartilla. Hábil narrador re­fiere en ellas, por ejemplo, cómo la policíaurbana persigue con Saña ciudadana a lasmarías; en distintas páginas no menos inten­sas, relata cómo la policía rural acosa confuria pueblerina a las manas, no a fuerzasotras diferentes de las mismas; y en páginascon gran carga de contenido social cuentacómo los intelectuales justamente indigna­dos alun la voz en favor de los desvalidosal tiempo que condenan a los policías

urbanos y a los policías rurales, quienes-expresa- no tienen a fuerza por qué serdiferentes unos de otros.

El prosista aguarda con merecidos tÍtu­los obtener medalla de oro y el premio enmetálico de un concurso convocado por lasautoridades de una ciudad del interior, enla que la práctica del fútbol a niveles huma­nistas ha impedido que la persecusión a lasmarías sea lo que se dice un trauma social.

Por razones de pluralismo resultaría pési­mo que la república literaria estuviera cons­tituida sólo por poetas y prosistas. Porfortuna no es así; en ella también coexistenensayistas, filósofos con patente y sin ella,correctores de pruebas y estilo, lectores,gacetilleros, resefiadores de libros, solapis­tas, prefacistas, periodistas y otros muchoscreadores y artesanos más de la palabrasabia. Estos, ya desvanecidos los rumoresmalignos del fútbol, se hallarán entregadostambién a sus honestas labores en pro delprogreso del espíritu, si cabe.

El ensayista habrá leído y anotado laprensa que reproduce con intensidad zooló­gica los avatares del campeonato futbolísti­co con objeto de acumular la documenta­ción necesaria con la cual aplicar los méto­dos de aproximación a un mundo enajena··do por la más alharaquienta de las prácticasdeportivas.

El ensayista habrá hecho caso omiso desus propias experiencias a fm de impedirlos penaltis, con perdón, del subjetivismo;pero eso sÍ, se habrá dado vuelo cambiandoimpresiones con los choferes de los taxis,en quienes reconoce que son, banderazomenos, banderazo más, conciencias dearn­bulatorias de la política nacional. A mayorabundamiento, habrá escuchado los comen­tarios deportivos de sus vecinos de mesa en

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Dibujos de Carlos Herrera

bares burgueses y en cantinas populistas,procurando ingerir bebidas amables y nofuertes, las que le impedirían distinguir encaso de apurarlas los matices y los tonosque estructuran una conversación normal ypor lo sobria no sujeta al rudo etilismo debebistrajos desconsiderados.

El ensayista con estos y otros instrumen­tos (la grabadora, la grabadora) emprenderála tarea de interpretar el fútbol a título defenómeno mágico-científico por un lado, ypor otro como una de las bellas artes(aunque pedestre) o expresión folklórica enel ejercicio de torturar cristianos con laayuda o sin la ayuda de entorchados suda·mericanos programados por la CIA.

El producto in telect ual del ensayistatendrá también un destino conocido: cual~

quier certamen literario convocado por ins­tituciones amantes del espíritu.

Por la núsma senda irá el mósofo al uso,estimulado asimismo por el cese del cam­peonato mundial de fú tbol. Para fortuna demuchos, la mos fía no mira en su derredorla competenc!u conwrsiva y por lo mismosu desinterés la hace menos vulnerable a lospuntapiés competitivos y a cualquier otrapráctica en la que el músculo suplanta a lainteligencia. ste lúcido comportamiento,sin embargo, no mueve al mósofo a dejarde visitar de tarde en tarde a su prósperoeditor, quien le da menos largas que alpoeta en busca de fama; lo trata sobre todocon deferencia y sí le brinda un whisky.

y para terminar reconocemos que lascosas se producen diferentes para el perio­dista raso. El carácter de su trabajo, conti­guo a la primera línea de fuego de larealidad informativa, lo compromete dema·siado con la prosa de la vida. Para supersona el fútbol no es ni de ayer ni dehoy ni de mal'lana (cada módulo temporalsin vinculación entre sí). El fútbol para éles la cosa más habitual, pan de hoy yeterno dominó; en una palabra, tacataca delteclazo mecanográfico en busca de ortogra­fía. En fm. Por lo núsmo, terminado elcampeonato futbolístico, él prosigue escu­chando a los comentaristas agoreros, losalaridos, los comerciales, los golpes de pe­cho, los servicios bancarios al alcance detodos, la diuresis cervecera, las amenazas deun mundo de resentidos, el triunfo canee-orígeno de cigarrillos y ciclamatos; el escán·dalo de quienes preguntan a dónde fuerona parar los millones dilapidados. Sólo eso.Para él no hay ni el oasis de un concursoliterario, ni el refugio etilizante de un edi­tor inteligente.

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Los casos podrían proliferar, pero noseremos durante más tiempo vehículo aestos desahogos del espíritu puesto en offside por el fútbol, más bien hemos vuelto(estando ya la casa sosegada) a nuestrastareas habituales con el ahínco que prescri­be la esperanza de ganar un premio litera­rio, por pequeño que sea, y beber elwhisky de un mecenas humanizado.

Carlos Illescas

Artespl~sticas

¿Para qué criticar?

Aceptar la invitación para colaborar en la sec­ción de artes plásticas de la revista de la Uni­versidad, es asumir la responsabilidad dedemostrar la validez de una posición en elcanlpo educativo de mayor complejidadque hay en el país. Por tanto, es necesarioprecisar una tesis central de orden negativoy otra. de orden positivo, como declaraciónde la lucha que nos proponemos. En reali­dad, esto es lo que hace toda posicióncrítica: afirmarse como tendencia en lalucha contra otras posiciones. De maneraque la explicitación de la tesis aclara lascondiciones de un juego limpio donde estesignifica lucha. Así pues, contra la búsque­da de sentidos inefables, de contenidosprofundos y de secretos en discursividadespuras, propondremos la comprensión de lasdeterminaciones concretas de la produc­ción, circulación y reproducción artísticas.Esto refiere por necesidad a una apropia­ción histórica capaz de transformar las de­terminaciones que el poder político propo­ne como eternas y universales. La pertinen­cia de este planteamiento será fácilmenteadvertible en un evento nacional que hadescubierto las deficiencias prácticas de ar­tistas, críticos e instituciones. En especial,nos interesa ahora precisar la función de lacrítica en esta situación.

Las recientes peripecias de un ConcursoNacional de Artes Plásticas, han descubiertolas carencias de una crítica capaz de incidircomo práctica transformadora, En efecto,

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Artes plásticas

dos grupos de jurados nombrados por elDep~mento de Artes Plásticas del Institu­to Nacional de Bellas Artes (INBA) selec­cionó alrededor' de 300 obras de entre másde 1000 presentadas, para que otra cuartetadecidiera declarar desierto. el .concurso ypropusiera algunos planteamientos sobre laeducación, la divulgación y la promocióndel arte; esto debido a que a ellos lespareció una ausencia evid,ente de. calidadpictórica. En sus afanes democráticos, elINBA convoca y se abroga el nombramien·to de dos jurados (selección y promoción);un jurado cumple la convocatoria y el otroaprovecha para discutir el concurso al ne­garse a premiar y propone en cambio unadiscusión sobre los trabajos presentados,que no parece tener más fundamento quela ausencia de calidad pictórica. Para algu­nos interesados, este es el caos propio dela política cultural nulificada por el propio.Estado; otros culpan a la impericia delactual jefe de artes plásticas; otros más, enfin, advierten un burocratismo imposible desuperar. Pero nadie, hasta ahora, ha culpa­do a los críticos y a la crítica, como tal, dela confusión reinante. Por ello, aunque noexclusivamente, sino porque quisiéramos to­car la raíz del problema, procuraremos pun­tualizar las dificultades y los recursos parátransformar esta situación.

1. Entre la crítica, el Estado y sus apa­ratos ideológicos, ha existido una relaciónde avenencia. Para conseguirla, críticos yEstado acuerdan sobre la base de sujetosheterónomos: el Arte, la Cultura, los Valo­res. Aún en los desacuerdos, hay un afán deavenencia que implica, por necesidad, la su­misión a los aparatos del Estado y laconsiguiente falta de alternativas frente aél. Todo en nombre del Arte, el Espíritu,

etc., sujetos nombrados en toda ceremoniaoficial.

2. Si esta relación de avenencia es pro­pia de toda formación social, que requierede la crítica para reproducir los intereses dela clase dominante; en el caso de México,se particulariza por la disputa nacionalistacon sus polos: la radicalización socialistacomo único modo histórico de realizar losintereses nacionales, y el populismo comoapariencia democrática de la hegemonía deuna clase supuestamente defensora de lanacionalidad.

3. La Escuela Mexicana de Pintura tienela virtud de proponer un nacionalismo ten­dencialrnente socialista, pero tiene el defec­to de haber entregado a los aparatos ideoló­gicos del Estado, sus posibilidades de reali­zación. En esta contradicción se han movi­do dos tendencias críticas: una que procuraidentificar los valores nacionales con ciertasformas, con ciertos mitos y ciertos ritos, pa­ra instalarlos como paradigmas; otra, que seafana por liquidar toda posición nacionalistapara abrir puertas al campo de las modas delos centros urbanos del imperialismo.

4. El Estado, por su parte, ha sabidoproducir los campos de avenencia con lastendencias críticas dominantes hasta hacer­las coexistir, tal como ocurre en el caso delconcurso inconcluso. Esto es así porque, niaquí ni en parte alguna, la ciencia de lahistoria y las ciencias sociales han concreta­do, en el estado actual de las luchas demasas, una posición clara y consistente enla lucha ideológico-artística. El realismo so­cialista, las urgencias político-económicas yel consiguiente desinterés de las organiza­ciones partidarias de tendencias socialistas,la carencia de alternativas a la educaciónburguesa (sobre todo en los sentimientos yen las percepciones), son las determinacio­nes principales de esta situación.

5. El monopolio de los medios de pro­ducción, necesaria a esta fase del capitalis­mo, reduce las posibilidades del trabajoartístico a la codificación colonialista y alnacil)nalismo epidérmico. Las tendenciascrítieas correspondientes operan subordina­das u la ideología dominante, y ejercen unalabor mercadotécnica capaz de reproducirel c:J:mpo fértil para fructificar las iniciati­varo del Estado y de los intereses imperialis­tar•• (No es casual la simultaneidad del casocomentado con el relanzamiento del artistafavorito de la üEA y la 1 Bienal Interameri­ama con patrocinio y orientación privada).

6. Pragmatismo de los productores,oportunismo de los críticos y voluntarismos


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