SECEM Guía de indicios de los mamíferos de España
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Topillo de Cabrera Iberomys cabrerae (Thomas, 1906)
Introducción
I. cabrerae es uno de los mayores topillos
ibéricos. Su pelaje dorsal es pardo
con tonos amarillentos y oliváceos, y
el ventral crema-sucio. En los jóvenes
presenta tintes grises oscuros. Sus
poblaciones están formadas por parejas
territoriales y por individuos solitarios que
se instalan temporalmente en territorios
desocupados mientras se dispersan o se
trasladan a poblaciones cercanas. Tiene
partos de 3-7 crías que se destetan con
15 días. Se alimenta casi exclusivamente
de tallos y hojas de herbáceas.
Habita herbazales vivaces asociados
a suelos húmedos de fondos de valle o
cercanos a fuentes y arroyos, muy densos,
con más de 15-20 cm de altura, dominados
por juncos y gramíneas (esencialmente
Brachypodium phoenicoides o Agrostis
castellana) y frecuentemente salpicados
de arbustos (Rubus, Rosa, Crataegus).
Los indicios generados por I. cabrerae
En cada territorio construye uno o varios
nidos ocultos en la base una masa de jun-
cos o arbustos, aunque si la vegetación
no ofrece suficiente protección pueden si-
tuarlos al final de una galería subterránea.
De ellos parte una red de sendas abiertas
entre la hierba, a lo largo de las cuales el
animal sitúa letrinas y se alimenta dejan-
do restos de comida. No todos estos indi-
cios son fáciles de encontrar: mientras los
carriles y excrementos aparecen en casi
todos los territorios y es frecuente hallar
restos de alimento, es raro localizar nidos
o bocas de galerías (Tabla 1). En más de
1000 contactos con la especie, jamás en-
contramos ninguna huella que mereciera
ser estudiada porque no se marcan en
el suelo compactado de los carriles y, de
hacerlo, son rápidamente borradas por el
paso reiterado de los animales.
Tabla 1. Indicios encontrados en los contactos establecidos con I. cabrerae, A. sapidus y M. duodecimcostatus en Andalucía. * = su presencia debe considerase “inflada” porque la mayor parte de los muestreos se realizaron en herbazales densos mientras se estudiaba la presencia de I. cabrerae, y es inusual encontrarlos en otros hábitats.
Tipo de indicio I. cabrerae A. sapidus M. duodecimcostatus
Carriles 1038 (98,02%) 578 (95,22%) 82 (19,25%)*
Excrementos o letrinas 993 (93,77%) 516 (85,01%) 31 (7,28%)*
Restos de alimento 625 (59,02%) 153 (25,21%) 7 (1,64%)*
Nidos 5 (0,47%) --- ---
Bocas de galería sin tierra 15 (1,41%) 33 (5,43%) 113 (26,53%)
Montones de tierra -- --- 385 (90,38%)
Total de contactos 1059 607 426
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Las características de estos indicios
pueden cambiar según el nivel de uso
del territorio (parejas estables frente a
individuos divagantes) o si el hábitat es
perturbado obligando a los animales a
adoptar comportamientos anómalos.
Este documento se basa esencialmente
en datos obtenidos en Andalucía y
Extremadura, aunque algunos de ellos
también proceden de Madrid. En las dos
primeras regiones sus indicios pueden
confundirse con los producidos por
Microtus duodecimcostatus (de Sélys-
Longchamps, 1839) o Arvicola sapidus
(Miller, 1908), por lo que prestaremos
mucha atención a delimitar características
que los diferencien. En otras zonas puede
coincidir además con Microtus agrestis
(Linnaeus, 1761), Microtus arvalis (Pallas,
1778) o Microtus lusitanicus (Gerbe,
1879), y sería necesario hacer estudios
que permitan diferenciar sus indicios para
evitar citas erróneas.
Carriles o sendas
I. cabrerae crea los carriles al usar
repetidamente los mismos itinerarios.
Generalmente están muy bien marcados
y discurren sobre el suelo o los tallos
y hojas de herbáceas (Figura 1). Si
atraviesan masas de gramíneas, el animal
las deforma creando una estructura
tubular sobre el carril (Figura 2) que puede
presentar derivaciones verticales que
desembocan en “respiraderos” visibles
en la superficie externa del herbazal. Si
atraviesan masas de juncos o juncias con
tallos más duros, los carriles son más
irregulares al adaptarse a la disposición
de la vegetación. El animal mantiene
los carriles abiertos alimentándose de la
hierba que crece en su interior, dejando
bases de tallos verdes segados casi a ras
de suelo (“tocones”, Figura 3).
Estos carriles son más estrechos que
los de A. sapidus (Tabla 2, Figura 4).
M. duodecimcostatus también puede
crear carriles muy ocasionalmente en
herbazales densos, pero su anchura
suele ser menor (Tablas 1 y 2, Figura 4),
su trazado muy irregular con frecuentes
curvas y ensanchamientos, y al seguirlos
conducen a los típicos montones de
tierra suelta que crea esta especie, que
pueden extenderse al carril formando un
“pavimento”.
Figura 1. Vista en planta de un tramo de un carril en un área de hierba corta (Siles, Jaén).
Figura 2. Vista interior de un carril (Segura de la Sierra, Jaén).
Rodentia, Cricetidae, Iberomys cabrerae Topillo de Cabrera
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Excrementos
Aparecen en los carriles, generalmente
concentrados en letrinas situadas en
cruces ocultos por un junco o matorral
(Figura 5). Compuestos de materia
vegetal, son cilíndricos con los extremos
redondeados, pero pueden ser más
líquidos e irregulares cuando el animal
come hierba con mucho contenido en
agua. Cuando son frescos, su textura es
blanda pero consistente, el interior color
verde oliva, y la superficie brillante y
mucosa con coloración negra con tintes
oliváceos, pasando a negro azabache al
secarse. Si el animal basa su dieta en
hierba seca (como ocurre en verano en
los pastizales extremeños de Agrostis
castellana), los excrementos recientes
tienen superficie brillante y mucosa, pero
su color interior y exterior es pardo muy
vivo (Figura 6).
Los excrementos están sujetos a muchos
procesos que los destruyen o alteran. Al
envejecer, su superficie pierde brillo y, si
permanecen secos, acaba tomando un
color pajizo claro, pero si están húmedos
predominan tonos pardo-grises o incluso
blanquecinos por la proliferación de
Figura 3. Tallos de gramínea cortados por la base (Siles, Jaén).
Figura 4. Distribución de las medidas de las anchura de los carriles en I. cabrerae, A. sapidus y M. duodecimcostatus (ver también la Tabla 2).
Tabla 2. Anchuras en mm de los carriles en I. cabrerae, A. sapidus y M. duodecimcostatus, siempre medidas en los puntos más estrechos de los tramos estudiados.
Especie N media σ rango IC 99%
A. sapidus 403 78,30 9,66 51-110 77,05-79,54
I. cabrerae 531 56,82 4,48 40-70 56,32-57,33
M. duodecimcostatus 70 40,50 7,26 25-62 38,13-42,87
Figura 5. Letrina de I. cabrerae con excrementos en distintas fases de degradación (Villarrodrigo, Jaén).
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hongos (Figura 5). Además, el paso de los
topillos puede transformar las letrinas en
masas informes (Figura 7) o desplazar los
excrementos fuera de los carriles, por lo
que si no se encuentran en estos conviene
revisar entre la hierba de sus márgenes
o base. Finalmente, en primavera-
verano puede ser difícil encontrarlos al
ser devorados por caracoles e insectos
(Figura 8), y los temporales de lluvia
pueden arrastrarlos o cubrirlos con barro
(Figura 9).
Los excrementos de A. sapidus, que
también forma letrinas, son más grandes
especialmente en lo referido a la anchura
(Tabla 3), aunque como pueden solaparse
Figura 6. Letrina típica en Extremadura durante el verano. Los excrementos frescos, de color pardo más vivo, se destacan dentro de un círculo rojo (Jaraíz de la Vera, Cáceres).
Figura 9. Letrina parcialmente cubierta de barro (Génave, Jaén).
Figura 7. Letrina con excrementos aplastados por el paso de los topillos (Huéscar, Granada).
Figura 8. Ejemplar de Vitrina pellucida alimentándose de excrementos en una letrina (Siles, Jaén).
Tabla 3. Medidas (en mm) de los tamaños de los excrementos de I. cabrerae y A. sapidus.
Especie Origen n medida rango media
Arvicola sapidus Granada 35Longitud 7,0 – 16,0 10,5
Anchura 3,0 – 6,0 4,0
Iberomys cabrerae Madrid 42Longitud 4.8 - 9.6 7,05
anchura 1,8 - 3,2 2,7
Rodentia, Cricetidae, Iberomys cabrerae Topillo de Cabrera
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las medidas recomendamos realizar
determinaciones estudiando letrinas
en lugar de excrementos aislados. Los
excrementos de M. duodecimcostatus son
difíciles de encontrar (Tabla 1). Aunque no
contamos con medidas para esta especie,
pueden diferenciarse porque no suelen
formar letrinas (como mucho unos pocos
excrementos dispersos), y cuando son
recientes su coloración interior siempre
es parda y contienen tierra que el animal
ingiere al comer raíces y tubérculos.
En caso de duda, pueden usarse
procedimientos genéticos para diferenciar
los excrementos de I. cabrerae de los de
otras especies.
Nidos y bocas de galerías
Los nidos son difíciles de encontrar
porque están ocultos en masas de
vegetación densa, pero pueden aparecer
más expuestos en áreas resguardadas
de los predadores por vallados, o quedar
al descubierto al ser predados o debido
a limpiezas de vegetación o incendios
(Figuras 10 y 11). Son estructuras ovoi-
des compactas (15-20x10-15 cm) cons-
truidas con briznas de hierba y a veces
cubiertas con una capa exterior de hojas
de planifolios. Se abren en uno de los ex-
tremos, dando paso a un hueco interior
de unos 10x5 cm tapizado de briznas es-
pecialmente finas.
Encontrar galerías es aún más raro
(Tabla 1) porque sólo las excavan en
áreas alteradas por el pastoreo en las
que falta vegetación para ocultar los
nidos exteriores. En principio, son fáciles
de diferenciar de las de A. sapidus y
M. duodecimcostatus porque, como
I. cabrerae no agranda las galerías
nunca forma montones de tierra suelta
alrededor de la entrada. Sin embargo,
como estas otras dos especies también
puede mantener bocas sin montones de
tierra, para diferenciarlas debemos medir
el diámetro máximo de la boca (Tabla
4, figuras 12 y 13) y tener en cuenta
los datos obtenidos de los carriles y
excrementos que puedan encontrarse en
el entorno.
Restos de alimento
También aparecen a lo largo de los
carriles, bajo la forma de pequeñas
acumulaciones de fragmentos de hojas
y tallos de gramíneas o juncos con sus
Figura 10. Nido alterado por un predador (Santiago de la Espada, Jaén).
Figura 11. Nido que ha quedado al descubierto tras el incendio de un herbazal. Obsérvese que quedan restos de una cubierta exterior de hojas de arbustos (Siles, Jaén).
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extremos cortados en bisel, aunque
también pueden aparecer restos de hojas
de dicotiledóneas (p. ej. Bellis annua).
En el caso de las gramíneas, también es
posible encontrar inflorescencias, que el
animal desecha al comerse el eje central
de la espiga (Figura 14). No se pueden
diferenciar de los restos generados por
A. sapidus, constituyendo sólo un indicio
adicional de la presencia del topillo, que
siempre debe constatarse con el estudio
de excrementos o carriles.
Determinación de niveles de uso del territorio
En los territorios ocupados por parejas
estables siempre encontraremos algunos
excrementos frescos en las letrinas,
el recorte reiterado de los “tocones”
impedirá que la hierba crezca dentro de
los carriles y aparecerá restos frescos de
alimento. Si el área está abandonada o
es poco visitada, rebrotarán los tallos
y hojas en los “tocones”, y se sumarán
al movimiento natural del resto de
la vegetación dando a los carriles un
aspecto “sucio” (Figura 15). Además,
faltarán restos de comida frescos, y al
no utilizarse las letrinas, sólo aparecerán
excrementos viejos (Figura 16).
Tabla 4. Medidas (en mm) del diámetro máximo de bocas sin acumulación de tierra en I. cabrerae, A. sapidus y M. duodecimcostatus.
Especie N media σ rango IC 99%
A. sapidus 20 72,29 14,88 55-106 66,47 – 82,03
I. cabrerae 11 53,00 5,23 45-63 47,99 – 58,00
M. duodecimcostatus 110 32,76 4,89 23 - 49 31,54 – 33,98
Figura 13. Boca de madriguera en I. cabrerae (Santiago de la Espada, Jaén).
Figura 12. Distribución de las medidas del diámetro máximo de las bocas de madriguera en I. cabrerae, A. sapidus y M. duodecimcostatus (en este último sin acumulación de tierra; ver también la Tabla 4).
Figura 14. Restos de alimento formados por fragmentos de tallos e inflorescencias de Avena sp. (Santiago de la Espada, Jaén).
Rodentia, Cricetidae, Iberomys cabrerae Topillo de Cabrera
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En cualquier caso, debemos tener en
cuenta que incluso en los territorios
estables puede cambiar la extensión del
área explotada, por lo que si en un punto
de muestreo sólo aparecen indicios de
actividad viejos solo podremos constatar
que la localidad no está ocupada tras
encontrar la misma situación en el resto
de la mancha de herbazal.
ReferenciasAlasaad S., Sánchez A., García-Mudarra J.L.,
Jowers M.J., Pérez J.M., Marchal J.A., Romero I., Garrido-García J.A. & Soriguer R.C. 2011. Single-tube HotSHOT technique for the collection, preservation and PCR-ready DNA preparation of faecal samples: the threatened Cabrera’s vole as a model. European Journal of Wildlife Research, 58: 345-350. DOI 10.1007/s10344-011-0526-x
Alasaad S., Sánchez A., Marchal J.A., Píriz A., Garrido-García J.A., Carro F., Romero I. & Soriguer R. C. 2010. Efficient identification of Microtus cabrerae excrements using noninvasive molecular analysis. Conservation
Genetics Resources, 3: 127-129. DOI 10.1007/s12686-010-9306-2.
Alasaad S., Soriguer, R.C., Jowers M.J., Marchal J.A., Romero I. & Sánchez A. 2011. Applicability of mitochondrial DNA for the identification of Arvicolid species from faecal samples: a case study from the threatened Cabrera’s vole. Molecular Ecology Resources, 11: 409-414. DOI: 10.1111/j.1755-0998.2010.02939.x.
Pita, R., Mira, A. & Beja, P. 2014. Microtus cabrerae (Rodentia: Cricetidae). Mammalian Species, 46 (912): 48-70. DOI: http://dx.doi.org/10.1644/912.1
Sánchez-Piñero F., Garrido-García, J.A. & Sori-guer, R.C. 2012. Dung beetles (Scarabaei-dae, Coleoptera) of latrines of the Iberian endemic rodent Microtus cabrerae (Rodentia: Cricetidae: Microtinae) at Sierra de Segura (S. Iberian Peninsula). Boletín de la Sociedad Española de Entomología, 36: 451-455.
José Antonio Garrido-García &
Ramón C. Soriguer
Figura 16. Letrina abandonada (Huéscar, Granada).
Figura 15. Tramo de carril poco usado, en el que están comenzando a rebrotar los tallos de gramíneas (Siles, Jaén).