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Versión en castellano de éste artículo:

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Título: La evolución del hábito hematofágico en los triatominos (Heteroptera: Reduviidae)

Título corto: EVOLUCIÓN HEMATOFÁGICA EN TRIATOMINOS

[Evolution of hematophagous habit in Triatominae (Heteroptera: Reduviidae)]

FERNANDO OTÁLORA-LUNA1*, ANTONIO J. PÉREZ-SÁNCHEZ1, CLAUDIA

SANDOVAL1 & ELIS ALDANA2

1Laboratorio de Ecología Sensorial, Centro Multidisciplinario de Ciencias, Instituto

Venezolano de Investigaciones Científicas, (IVIC), Loma de Los Guamos, Parroquia Jají,

Edo. Mérida, República Bolivariana de Venezuela. Telf. +58 274-8086830

2Laboratorio de Entomología “Herman Lent”, Departamento de Biología, Facultad de

Ciencias, Universidad de Los Andes, La Hechicera, Mérida 5101, República Bolivariana de

Venezuela.

*Autor correspondiente: [email protected]

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RESUMEN

Todos los miembros de la subfamilia Triatominae (Heteroptera: Reduviidae), vectores

potenciales del parásito Trypanosoma cruzi, agente etiológico de la enfermedad de Chagas,

se alimentan de sangre. A través de la evolución estos insectos han adquirido aptaciones

(adaptaciones y exaptaciones) morfológicas, fisiológicas y de comportamiento adecuadas

para alimentarse de sangre. La filogenia del grupo sugiere que los triatominos

evolucionaron a partir de reduvideos depredadores que a su vez descendieron de hemípteros

fitófagos. Ciertas características plesiomorficas, desarrolladas por los reduvideos

ancestrales de los triatominos, facilitaron y modelaron la hematofagia en estos insectos.

Entre ellas resaltan el aparato bucal, la composición de la saliva, enzimas y simbiontes

digestivos. Sin embargo, el evento decisivo que permitió el salto de la depredación a la

hematofagia fue un cambio de comportamiento. La asociación de un reduvideo depredador

con un vertebrado nidícola (≈110-32 millones de años) permitió el cambio de una presa

artrópoda por un hospedador vertebrado. En este trabajo revisamos la filogenia y dispersión

de los triatominos, y el actual debate sobre la monofilia o polifilia del grupo. También,

discutimos cómo estos insectos podrían haber superado, e incluso haber tomado ventaja de,

diversas barreras ancestrales y físicas para aptarse a la hematofagia sobre un hospedador

nidícola.

Palabras clave: América Latina, enfermedad de Chagas, filogenia, hematofagia,

Triatominae.

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INTRODUCCIÓN

Los triatominos son una subfamilia de insectos perteneciente a la familia Reduviidae del

orden Hemiptera, conocidos a través de diversos nombres en diferentes regiones de

América, entre los más comunes están: vinchuca (desde Ecuador hasta la Patagonia), chipo

(Venezuela), pito (Colombia), barbeiro (Brasil), chinche (Centro América y México) y

kissing bug (EEUU) (Lent y Wygodzinsky 1979; Schofield y Galvão 2009). Los miembros

de esta subfamilia corresponden casi en su totalidad a insectos hematófagos, aunque existen

casos donde algunas especies se alimentan de otros invertebrados (Sandoval et al. 2004,

2010). Es sabido que los triatominos conviven con vertebrados nidícolas de los cuales

extraen sangre para alimentarse, y ciertas especies se asocian a domicilios y edificaciones

de origen antrópico (Noireau y Dujardin 2010). Todos los triatominos se suponen

potenciales vectores del parásito Trypanosoma cruzi (Chagas), agente etiológico de la

enfermedad de Chagas; sin embargo sólo una veintena de especies se consideran de

importancia epidemiológica por su compromiso directo en los ciclos de transmisión

domésticos y peri-domésticos. Las especies Triatoma infestans (Klug), Rhodnius prolixus

(Stål), Triatoma dimidiata (Latreille) y Triatoma brasiliensis (Neiva) son reconocidas

como los principales vectores en América Latina (Lent y Wygodzinsky 1979; Bargues et al.

2010; Rabinovich et al. 2011; Stevens et al. 2011).

El hábito hematofágico marcó la historia natural de los triatominos. Además, este

hábito les ha conferido trascendencia antrópica por estar vinculado a la transmisión de T.

cruzi, puesto que incluyó a este grupo en el ciclo de vida del parásito y eventualmente al

humano como su hospedador. Cómo los triatominos pasaron a la hematofagia dependió del

repertorio genético que estos organismos heredaron de sus ancestros no hematófagos a

través de los diferentes mecanismos evolutivos propuestos, y de las restricciones impuestas

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por su entorno físico (sensu Dusenbery 2001; Figura 1). Además de considerar el valor

adaptativo de ciertos rasgos morfológicos, fisiológicos y de comportamiento asociados a

este hábito, es menester considerar cómo las leyes físicas y químicas que han regido el

funcionamiento del universo hicieron posible su aparición. En otras palabras, dado que la

expresión fenotípica no está limitada exclusivamente por restricciones funcionales, sino

también por los mecanismos de fabricación (restricciones físicas) y por su pasado

(limitaciones históricas o filogenéticas), es preciso suponer que la fuerza o motor de

cambio podría ser tanto histórico-genético como ambiental (sensu De Renzi 2009;

Dusenbery 2001; Figura 1). La teoría de la morfología funcional o biomorfodinámica ha

avanzado notablemente en la dirección de este pensamiento neo-evolutivo (De Renzi 2009),

y nos ha permitido comprender mejor la evolución de los triatominos (e.g., González et al.

2009). En esta revisión presentamos una reseña de la filogenia y radiación del grupo, y

mostramos cómo estos insectos podrían haber superado, e incluso haber tomado ventaja de,

diversas barreras físicas y ancestrales para adaptarse a la hematofagia de un hospedador

nidícola. Discutimos como el paso de la depredación a la hematofagia fue mediado, entre

otras cosas, por un cambio de comportamiento en los reduvideos ancestrales de los

triatominos.

FILOGENIA DE LOS TRIATOMINOS

Hemiptera

El origen del orden Hemiptera se remonta al Carbonífero tardío, hace 300 millones de años

(m.a.), con fósiles que datan del Pérmico Temprano (Wootton 1981; Burmester 2001;

Grimaldi y Engel 2005) (Tabla 1). Cerca de 82.000 especies han sido descritas dentro de

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este orden monofilético, y es por mucho el grupo más grande de insectos hemimetábolos,

cuya diversidad probablemente está relacionada con la radiación de las angiospermas

(Gillot 2005; Grimaldi y Engel 2005; Forero 2008). De acuerdo con Dolling (1991) el éxito

de hemíptera podría estar fundamentado en las siguientes características: i) cuerpos

compactamente planos, un rasgo que les permite encontrar refugio y en algunos casos

alimento; ii) capacidad de vuelo durante el estadio adulto (propio de la mayoría de las

especies), una característica importante para explotar nuevos y mejores recursos; iii) un

sistema nervioso enormemente concentrado que les permite rapidez y diversidad de

movimientos y iv) la presencia de un aparato bucal perforador-succionador con el cual

pueden acceder a diversos fluidos vegetales y tejidos animales. En este sentido, se piensa

que el primer hemíptero fue fitófago y que tanto la entomofagia como la hematofagia

evolucionaron de estos insectos succionadores de savia y fluidos vegetales (Grimaldi y

Engel 2005).

Heteroptera

Tradicionalmente el orden Hemiptera ha sido dividido en dos grupos o subórdenes,

Homoptera (Sternorrhyncha y Auchenorrhyncha) y Heteroptera, donde se incluye a los

triatominos (Dolling 1991; Gillot 2005). Con cerca de 40.000 especies conocidas,

Heteroptera es a veces aceptado como un orden pleno y como un taxón monofilético

(Dolling 1991; Forero 2008; Weirauch y Schuh 2011). Este grupo es reconocido

principalmente por su primer par de alas en forma de hemiélitros, las cuales presentan una

zona quitinosa desde la parte anterior hasta la parte media (corium) y una zona membranosa

desde la parte media a la distal (Grimaldi y Engel 2005; Weirauch y Schuh 2011). No

obstante, la presencia de gula, glándulas de olor en el metatórax y abdomen, y una fuerte

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reducción del tentorium son las principales características sinapomórficas del grupo (Forero

2008; Weirauch y Schuh 2011). Aunque las glándulas de olor son bastantes conspicuas en

el grupo, están ausentes en algunas formas acuáticas (Staddon 1979; Weirauch y Schuh

2011). La aparición de una boca succionadora de gran versatilidad funcional y efectiva

pudo haber marcado la evolución del grupo (Vázquez y López 1999) a través de procesos

de aptación, es decir, procesos de adaptación y exaptacióna (sensu Gould y Vrba 1982; De

Renzi 2009). Nótese que asociamos el término funcional al concepto de adaptaciones y el

término efectiva a las exaptaciones, de manera que las adaptaciones poseen funciones,

mientras que las exaptaciones tienen efectos (Gould y Vrba 1982; De Renzi 2009). Sólo

Heteroptera posee gula dura y conspicua, un área de la cutícula cercana a la región ventral

de la cápsula cefálica que separa las partes bucales del prototórax, la cual representa una

aptacióna morfológica especializada que permite la succión de líquidos (Lent y

Wygodzinsky 1979; Grimaldi y Engel 2005). El resultado ha sido la capacidad de mover el

rostro hacia adelante, y permitirles mayor libertad de movimientos en relación con los

miembros de Sternorrhyncha y Auchenorrhyncha. De manera que esta versátil probóscide

permite a los heterópteros explotar una mayor variedad de recursos alimentarios,

incluyendo el tejido animal (Grimaldi y Engel 2005). El hecho de que en Homoptera no

existan grupos depredadores y en Heteroptera sí, sugiere que la aparición de hábitos

depredadores precedió la aparición de la hematofagia, lo cual pudo marcar la divergencia

de los Reduviidae y eventualmente de los Triatominae dentro de los Heteroptera (Vázquez

y López 1999).

La depredación es común en los heterópteros, y muchas de sus familias consisten en

su totalidad de depredadores de insectos (entomófagos) que ocupan una amplitud de

hábitats mayor que los otros miembros fitófagos. Al parecer la hematofagia ha surgido más

de una vez a partir de heterópteros depredadores. Algunas familias, tales como Cimicidae,

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Polyctenidae y Reduviidae han desarrollado la capacidad de alimentarse de sangre de

vertebrado (Lehane 2005). Cimicidae (chinches de cama) se alimentan sólo de sangre de

vertebrados, usualmente de aves, murciélagos y seres humanos; mientras que todos los

miembros de la pequeña familia Polyctenidae (e.g., Eoctenes spasmae Waterhouse) se

alimentan de murciélagos tanto del viejo como del nuevo mundo (Kim 1985; Lehane 2005).

Dentro de la familia Reduviidae, los miembros de la subfamilia Triatominae se alimentan

de sangre de diversos vertebrados nidícolas. De esta forma, es probable que los

heterópteros hematófagos de las familias Cimicidae, Polyctenidae y Reduviidae sean todos

descendientes de formas depredadoras tempranas o primitivas, las cuales no necesariamente

hayan estado íntimamente relacionadas desde el punto de vista filogenético; de modo que la

hematofagia pudo haber aparecido más de una vez en la historia evolutiva de estos grupos.

Los registros de hematofagia en otras familias heterópteras han sido anecdóticos o

sólo han mostrado hematofagia facultativa. La mayoría de los representantes de la familia

Lygaeidae (tribu Cleradini), descendientes de formas fitófagas-granívoras tempranas, son

consumidores de semillas. Pero algunos miembros se alimentan de otros insectos, y

también pueden, tal como es el caso de ninfas más desarrolladas y formas adultas de

Clerada apicicornis (Signoret), robar sangre de triatominos recién alimentados o

alimentarse directamente de vertebrados en estado de reposo bajo condiciones de

laboratorio (Torres et al. 2000). Aparentemente, algunos miembros de la familia

Anthocoridae o chinches de las flores, específicamente Anthocoris pilosus (Jakovlev) y

Lyctocoris campestris (Fabricius), son consumidores de sangre facultativos. Algunas

especies de la familia Miridae o chinches de las hojas se alimentan de sangre de vertebrado

sí se les permitiera hacerlo, y al menos un miembro de la subfamilia Physoderinae

(Reduviidae), Cryptophysoderes fairchildi (Wygodzinsky & Maldonado), puede también

alimentarse de sangre (Carcavallo et al. 2000). No obstante, la mayoría de las picaduras de

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estos grupos son aparentemente exploratorias y no conllevan a una alimentación

prolongada.

Reduviidae

Los reduvideos comprenden 25 subfamilias y cerca de 6.800 especies descritas (Maldonado

Capriles 1990; Hwang y Weirauch 2012). Representan una familia plesiomórfica dentro de

los heterópteros, cuyos registros fósiles sugieren la aparición de las primeras formas

depredadoras a partir de hemípteros fitófagos durante el Pérmico-Triásico hace 230 m.a.

(Maldonado Capriles 1990; Grimaldi y Engel 2005; Tabla 1). Aunque ciertos estudios

moleculares apuntan a una fecha más reciente, colocando su origen a mitad del Jurásico,

hace 178 m.a. (Hwang y Weirauch 2012). Estos mismos estudios sugieren que la

diversificación de linajes ocurrió a finales del Cretáceo hace 97 m.a., y continuó a lo largo

del Mioceno. Comparativamente, la subfamilia más primitiva sería Peiratinae (originada

hace 97 m.a.) mientras que la más derivada sería Triatomine (Hwang y Weirauch 2012),

cuyo origen será retomado y discutido en secciones posteriores. La familia Reduviidae es

vista en su mayor parte como tropical, sin embargo los reduvideos se distribuyen a lo largo

de todos los continentes. Según Aldrich (1988), en los reduvideos (y fimátidos) el modo

sedentario para capturar presas y el uso de la probóscide para el ataque y defensa parece

haber contribuido con la reducción de las glándulas de olores metatorácicas y dorso

abdominales, junto con la evolución de nuevas glándulas exocrinas. Así, dos pares de sacos

o bolsas semejantes a glándulas han emergido: las glándulas de Brindley localizadas en el

extremo lateral del metatoráx (Staddon 1979). La secreción de ácido isobutírico está

siempre presente en las glándulas de Brindley de los triatominos, excepto en Dipetalogaster

maximus (Uhler) que carece de dichas glándulas (Guerenstein y Guerin 2004). La presencia

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de un rostro (labium) en su mayor parte bastante corto y robusto, conspicuamente arqueado

y separado del cuerpo, que no se extiende más allá del prosterno, es una característica única

de los reduvideos. Estos rasgos del aparato bucal se han perdido de manera secundaria en

los triatominos y en algunos miembros de la subfamilia Harpactorinae, quienes presentan

un labio más alargado y flexible. Al igual que otras familias, todos los reduvideos son

capaces de estridular frotando el ápice del rostro en un surco transversamente estriado

ubicado en el prosterno (i.e., surco estridulatorio) y la inserción de las antenas es lateral.

En relación a su comportamiento, los reduvideos componen un grupo importante de

depredadores agresivos, siendo la mayoría de las especies cazadoras, pues acechan y

sujetan a sus víctimas con sus patas delanteras que en muchos casos están modificadas para

ello. Estas características morfológicas y de comportamiento desarrolladas durante la

depredación en Reduviidae sin duda pudieron haber facilitado de manera funcional y

efectiva el camino para la radiación de la subfamilia Triatominae.

Triatominae

La subfamilia Triatominae se compone de 144 especies descritas, agrupadas en 15 géneros

y cinco tribus (Lent y Wygodzinsky 1979; Galvão et al. 2003; Schofield y Galvão 2009;

Bargues et al. 2010; Da Rosa et al. 2012; Gonçalves et al. 2013; Tabla 2). La mayoría de las

especies están concentradas en América, aunque seis especies del género Linshcosteus

habitan la India continental y ocho especies del género Triatoma (complejo rubrofasciata)

se distribuyen desde el sureste de Asia hasta Nueva Guinea y el norte de Australia (Bargues

et al. 2010). No se han encontrado especies autóctonas o endémicas en el continente

africano. A excepción de algunas especies pertenecientes al género Belminus, todos los

miembros de Triatominae son hematófagos que viven en asociación con sus hospedadores

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vertebrados, bien sea en hábitats silvestres como palmas, nidos de aves, madrigueras de

roedores, cuevas, o en el hábitat doméstico y peridoméstico (Lent y Wygodzinsky 1979;

Sandoval et al. 2013). Algunas especies ocupan diversos ecotopos y se alimentan de

diferentes hospedadores (Carcavallo et al. 1998), no obstante otras son más especializadas,

tal como lo ocurre en el género Psammolestes cuyos miembros están asociados a aves de la

familia Furnariidae o Triatoma delpontei (Romaña & Abalos) que está asociada a la especie

de loros psitácidos Myiopsitta monachus (Boddaert) (Salvatella et al. 1993). Otros ejemplos

son Triatoma rubrofasciata (De Geer) y Cavernicola pilosa (Barber), especies que se

alimentan preferentemente de roedores y murciélagos respectivamente (Lent y

Wygodzinsky 1979; Noireau y Dujardin 2010).

Monofilia, polifilia o parafilia

La primera hipótesis filogenética para la subfamilia Triatominae señala un origen

monofilético (Usinger 1944). Esta hipótesis fue acogida y desarrollada por Lent y

Wygodzinsky (1979) sobre la base de tres autoapomorfias: i) el hábito trófico hematófago;

ii) la presencia de un labio con conexiones membranosas flexibles entre el segundo y tercer

segmento del aparato bucal, lo cual permite proyectar el segmento puntiagudo y distal del

rostro de manera ascendente cuando está en posición de alimentación; y iii) la perdida de

las glándulas dorsales productoras de olores en ninfas. No obstante, existe una controversia

con marcadas diferencias de opinión acerca de sí dicho hábito apareció una o más veces

dentro de la historia filogenética del grupo. Schofield (1988) es el principal exponente de la

hipótesis de la polifília para la subfamilia, y plantea que no sólo los miembros de la tribu

Rhodniini, sino que otros géneros dentro de la tribu Triatomini (Dipetalogaster,

Panstrongylus y Eratyrus) pueden representar grupos originados de reduvideos diferentes

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no relacionados filogenéticamente. Esta idea fue inicialmente basada en la disparidad

morfológica exhibida por los miembros de estas tribus, junto con las diferencias existentes

a nivel de la fisiología de sus glándulas salivares y los parámetros poblacionales (Schofield

1996; Catalá 1997; Ribeiro et al. 1998). El estudio de la diversidad nucleótidica entre los

miembros de las tribus Rhodniini y Triatomini aportado por Marcilla et al. (2001) se

propone como argumento a favor de esta hipótesis. De Paula et al. (2005) presenta la

primera evidencia molecular del origen polifilético de la subfamilia, al señalar una

separación entre las tribus Rhodniini y Triatomini por grupos depredadores. En ese trabajo

se sugiere a la subfamilia Reduviinae como grupo hermano de Triatomini y las subfamilias

Salyavatinae y Harpactorinae como grupos hermanos de Rhodniini. Según Schofield y

Galvão (2009), existe evidencia sustancial que apoya el origen polifilético de los

triatominos, sustentada principalmente en comparaciones genéticas utilizando el marcador

mitocondrial 16S, y en comparaciones morfométricas basadas en la forma de la cabeza y

alas. Estos autores señalan que las reconstrucciones filogenéticas previas, resultaron de

artefactos en los análisis, producto de la exclusión de taxones depredadores bien

caracterizados de Reduviinae. El escenario evolutivo que vislumbra este enfoque, es que el

hábito hematófago se originó varias veces dentro de Triatominae, entonces la subfamilia

actual representaría un ensamble polifilético de especies definido sobre la base de los

caracteres apomórficos convergentes relacionados a la hematofagia (Schofield 1988;

Schofield y Galvão 2009).

En la última década se han publicado varias reconstrucciones filogenéticas que

recuperan la monofilia o la parafilia de Triatominae. Sin embargo, es pertinente señalar que

aún se está lejos de llegar a algún consenso sobre el origen de los Triatominae. Hypša et al.

(2002) emprendieron el primer trabajo de filogenia molecular de la subfamilia, que incluyó

57 taxones de Triatominae con representantes del Nuevo y del Viejo Mundo. Como grupos

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externos se introdujeron diferentes taxones pertenecientes a Reduviidae y no Reduviidae.

Estos autores concluyen, que la monofília de Triatominae se soporta por las observaciones

derivadas de su estudio. Se comprueba la parafilia de Rhodnius respecto a Psammolestes

como lo había expuesto Lyman et al. (1999). Este hallazgo ilustró cómo los cambios

morfológicos y ecológicos resultan en la perdida de los caracteres diagnósticos que se

espera fuesen compartidos por los miembros de un mismo grupo monofilético. Los géneros

Panstrongylus, Dipetalogaster, Eratyrus y las especies del clado asiático se agruparon con

el género Triatoma, lo cual se constituyó como la primera evidencia del origen neotropical

de la subfamilia. En consecuencia, los autores sugieren que al menos la hipótesis de

orígenes separados de los géneros que conforman la tribu Triatomini no parece ser cierta.

Subsecuentemente, Weirauch (2008) brindó apoyo a la hipótesis de monofilia con su

amplio trabajo cladístico, en el cual incluyó el análisis de 162 caracteres morfológicos en

75 especies de varias subfamilias de Reduviidae y algunos taxones de los Triatominae.

Weirauch y Munro (2009) presentaron un análisis cladístico de Reduviidae que incluyó 94

taxones (89 de Reduviidae y cinco grupos externos), basado en los datos moleculares de un

marcador mitocondrial 16S y tres marcadores nucleares 18S, 28SD2, 28SD3-5. Este estudio

ofreció argumentos a favor de la hipótesis que expone que el hábito hematófago evolucionó

una sola vez dentro de Triatominae y arrojó luz sobre los probables grupos hermanos de

Triatominae. Así mismo, Patterson y Gaunt (2010) a través del análisis del marcador

nuclear (28SD2) y los marcadores mitocondriales, citocromo oxidasa (cox1, cox1 3’ y

cox2), y el citocromo b (cob) dieron apoyo a la hipótesis de monofilia. Este trabajo incluyó

por primera vez un representante de la tribu Bolboderini (Microtriatoma trinidadensis

Lent) en los análisis de la subfamilia.

Más recientemente, Hwang y Weirauch (2012) a través de la reconstrucción de la

filogenia de los Reduviidae inferida con cinco marcadores moleculares y 178 taxones

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representantes de 18 de las 25 subfamilias reconocidas de los Reduviidae, no lograron

recuperar la monofilia de la subfamilia, pero tampoco encontraron soporte para la hipótesis

de polifilia. Por el contrario, sus resultados muestran que Triatominae es parafilético

respecto a los Reduviinae del género Opisthacidius con alto soporte estadístico o que es

parte de una politomía que también incluye a Opisthacidius. Estos autores llaman la

atención sobre la idea de que datos adicionales son requeridos para probar las relaciones

entre los clados implicados y que la discrepancia de sus resultados con estudios anteriores

es explicada por el hecho de incluir en el estudio un número mayor de taxones y el carácter

del muestreo de los mismos. Es pertinente mencionar aquí que previamente autores como

Hypša et al. (2002), Schaefer (2003) y Patterson y Gaunt (2010) habrían asomado la

posibilidad de que el origen de esta subfamilia podría incluir la hipótesis de parafilia.

La controversia aparentemente disputa tres propuestas, pues actualmente no está

claro si la subfamilia Triatominae descendió de uno (monofilética), más (polifilética)

ancestros, o si el grupo incluye al ancestro común pero no a todos los descendientes

(parafilética). Sin embargo, esta última posibilidad no descarta la monofilia, pues

simplemente sugiere que los descendientes disponibles para su estudio están incompletos

(Schaefer 2003, 2005). Trabajos realizados por Lent y Wygodzinsky (1979), Hypša et al.

(2002), Schaefer (2003, 2005), Schofield y Galvão (2009), Bargues et al. (2010), Stevens et

al. (2011) y Hwang y Weirauch (2012) proporcionan discusiones críticas al respecto.

ORIGEN Y RADIACIÓN DE LOS TRIATOMINOS

Atados a las hipótesis sobre el origen de cualquier taxón subyacen varios interrogantes, el

más común cuestiona el período en que surgió un determinado grupo y los eventos

geológicos o biogeográficos a los cuales estaría relacionado. Está por demás mencionar que

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los interesados en el estudio de Triatominae no han sido ajenos a estas indagaciones. Como

se mencionó anteriormente, el origen y radiación de Triatominae es un tópico en plena

discusión y está relacionado con el mono, poli o parafiletismo del grupo. Ciertamente, la

idea de una evolución polifilética reciente en Triatominae implica la potencialidad de que

existiesen varios centros de radiación (Schofield y Galvão 2009), y por lo tanto, es de

esperar que los grupos monofiléticos dentro de la subfamilia no necesariamente se hayan

desarrollado al mismo tiempo ni en el mismo lugar. No obstante, la radiación de

Triatominae sólo puede ser inferida a partir de las evidencias existentes y de la distribución

del grupo en la actualidad. Dada la completa ausencia de triatominos en Europa, la ausencia

de formas endémicas en África, la existencia de muy pocas especies en Asia, estando la

mayoría en América, se podría suponer su origen en el Nuevo Mundo. Sin embargo, la

presencia de especies de los géneros Triatoma y Linshcosteus en el Viejo Mundo llevó a

algunos a sugerir un origen fuera de América, para uno o ambos géneros (Gorla et al. 1997;

Schofield y Galvão 2009). Esta última consideración implicaría niveles considerables de

extinción poblacional en triatominos anteriormente distribuidos en Asia y el norte de

América, y a su vez un evento de evolución de la hematofagia previo a un número

considerable de eventos vicariantes (Patterson et al. 2001; Schaefer y Coscarón 2001;

Schofield y Galvão 2009). Las opiniones más recientes fundamentadas en diversos análisis

de reconstrucción filogenética con base en marcadores moleculares y análisis morfológicos

plantean que todos los triatominos tienen origen en el Nuevo Mundo, y que por lo tanto las

especies de los géneros Triatoma y Linshcosteus del Viejo Mundo son derivadas de una

población de T. rubrofasciata (Patterson et al. 2001; Hypša et al. 2002; Patterson y Gaunt

2010; Hwang y Weirauch 2012).

En las últimas décadas se han generado varias hipótesis acerca de la escala de

tiempo en la cual se originaron los triatominos mediante la implementación de relojes

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moleculares (ver Bargues et al. 2000; Gaunt y Miles 2002; Patterson y Gaunt 2010; Hwang

y Weirauch 2012). La primera hipótesis bajo un enfoque polifilético fue propuesta por

Bargues et al. (2000), quienes postulan la aparición de Reduviinae junto con el origen de

América del Sur, e indican tiempos de divergencia entre las tribus Triatomini y Rhodniini

de 48.9-64.4 m.a. durante el comienzo de la separación entre América del Sur, la Antártida

y Australia (Tabla 1). Posteriormente, Gaunt y Miles (2002) predicen que el origen de

Triatominae yace entre 99,8-93,5 m.a., lo cual coincide con la formación de lo que hoy es

América del Sur durante el rompimiento de Gondwana (>95 m.a.). Este estudio también

hace hincapié en la correspondencia con los megafósiles de palmas que datan de 83,3-71,3

m.a., abriendo la posibilidad de la existencia de coevolución entre las palmas y el género

Rhodnius o la divergencia entre Rhodniini y Triatomini como resultado de la adaptación de

un género a un hábitat específico. Recientemente Patterson y Gaunt (2010) hacen un

análisis más completo para obtener una escala de tiempo entre los reduvideos depredadores

y los triatominos, con la diferencia de que fueron incluidos cinco marcadores diferentes y

un número mayor de taxones de tres de las cinco tribus reconocidas en Triatominae. Los

resultados mostraron una alta coincidencia entre los cinco loci utilizados. El tiempo de

divergencia entre Reduviinae (Zelurus spp. y Opisthacidius spp.) y Triatominae se calculó

entre 109-107 m.a. Estos reduvineos depredadores están restringidos al sur del continente

americano y por lo tanto, la evolución habría ocurrido antes de la ruptura de Gondwana,

mientras la evolución de los Triatominae se calcula que haya ocurrido durante el origen de

América del Sur (95 m.a.).

Una tercera hipótesis propone que los triatominos son aún más recientes y que

evolucionaron en el Oligoceno, es decir, cuando América del Sur se encontraba aislada de

la Antártida y de la conexión con Norte América. Por lo tanto, los eventos a gran escala que

estarían relacionados serían un período bien documentado de radiaciones de los mamíferos

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neotropicales y de las aves, y una etapa de alta diversificación de ecotopos (Hwang y

Weirauch 2012). Según Hwang y Weirauch (2012) esta última hipótesis tiene una ventaja

metodológica sobre las demás debido a que el análisis incluye un reloj molecular relajado y

no uno fijo, lo cual se traduce en un significativo progreso de las estimaciones, porque no

asume una tasa constante de variación. Estos autores proponen la aparición relativamente

reciente de Triatominae, la cual en comparación con Cimicidae (aproximadamente 100

m.a) podría ayudar a explicar el menor grado de selectividad de hospedador con respecto a

este grupo más antiguo.

La información que provee el registro fósil sobre las subfamilias de Reduviidae y

que se considera confiable, proviene del Eoceno y Mioceno, lo cual proporciona pocas

luces sobre el período de mayor diversificación de los linajes en este grupo (Hwang y

Weirauch 2012). Poinar (2005) reportó un triatomino (Triatoma dominicana Poinar)

infectado con tripanosomas (Trypanosoma antiquus Poinar) y pelos de murciélagos

fosilizados en ámbar dominicano, lo cual indica la existencia de una asociación entre

triatominos, tripanosomatidos y vertebrados nidícolas en el Terciario Medio,

específicamente en el Eoceno Tardío y el Mioceno Temprano (Tabla 1). En este sentido, el

grado de especiación particularmente alto alcanzado en aves y mamíferos nidícolas de la

zona tropical de América, como consecuencia de varios factores operantes en la región

amazónica durante el Cenozoico (Nores 1999), pudo haber suministrado una alta diversidad

de hábitats nidícolas “vacantes” para los triatominos haciendo posible su diversificación en

la región y posteriormente su radiación (Linshcosteus) hacia el continente asiático. Por su

parte, la radiación de especies de Triatoma del Viejo Mundo probablemente ocurrió en un

período no mayor a 350 años, tal como sucedió con T. rubrofasciata, especie asociada a

ratas domesticas diseminadas por barcos y navíos durante la explotación humana de las

rutas comerciales marítimas (Patterson et al. 2001). Hay quien sugiere que Reduviidae no

18

desarrolló la hematofagia obligada en África, posiblemente debido a la competencia con

Cimicidae, familia que parece ser evolutivamente más primitiva y cuyo origen se encuentra

en África centroriental (Schofield 2000a; Schofield y Galvão 2009).

REQUERIMIENTOS PARA LA HEMATOFAGIA

Como se mencionó anteriormente, las aptaciones (adaptaciones y exaptaciones)

morfológicas, fisiológicas y de comportamiento heredadas y moldeadas por los primeros

hemípteros depredadores, es decir, por los ancestros reduvideos de los triatominos,

facilitaron y afectaron la hematofagia en esta subfamilia. Los depredadores reduvideos ya

habían desarrollado piezas bucales perforadoras, enzimas digestivas para proteínas,

comportamientos agresivos y de acecho ante sus presas, así como asociaciones con

vertebrados nidícolas (Schofield 2000b; Lehane 2005). Pareciera que el camino hacia la

hematofagia fue trazado (en un sentido ortogenético) y la recompensa trófica, la sangre

nutritiva, sirvió como fuerza directriz. No obstante, otras características inherentes tal como

la saliva venenosa predecesora, el pobre contenido vitamínico de esta nueva fuente de

alimento y el manejo de los nuevos metabolitos producto de la digestión sanguínea

(sustancias cito-tóxicas) representaron algunos obstáculos que tuvieron que ser superados

por el o los ancestros de Triatominae.

Rostro

Una de las características morfológicas más importantes que facilitó la evolución de la

hematofagia en Heteroptera fue la aptación previa para la perforación (sensu Lehane 2005),

la cual abrió una ruta para la evolución del hábito hematófago en al menos las tres familias

19

que mencionamos anteriormente: Cimicidae, Polyctenidae y Reduviidae. Sin embargo,

algunos cambios en el aparato bucal de los depredadores reduvideos ancestrales

permitieron una extracción eficiente de sangre dentro de la subfamilia Triatominae. Cuando

se comparan a los depredadores reduvideos actuales con los triatominos hematófagos, se

observan algunas diferencias de estructura y función en el rostro. Las partes bucales de los

depredadores, generalmente cortas, robustas, fuertemente quitinosas y en algunos casos

curvadas, permiten una perforación eficiente de presas con exoesqueleto duro. En lugar de

eso, los triatominos desarrollaron, en forma de módulo, una probóscide más alargada,

delgada, recta, esbelta y con conexiones membranosas entre los segmentos del rostro, capaz

de perforar el integumento relativamente suave de un vertebrado en búsqueda de vasos

sanguíneos luego de la penetración (Carcavallo et al. 2000; Lehane 2005).

Saliva

Otro obstáculo que los triatominos tuvieron que sortear fue la saliva venenosa de sus

ancestros reduvideos con la finalidad de facilitar la ingesta regular de sangre a partir del

hospedador (Carcavallo et al. 2000). Es ampliamente aceptado que para evitar las

reacciones defensivas de los vertebrados hospedadores, estos insectos desarrollaron una

saliva más benigna con proteasas en bajas concentraciones (Schofield 2000b). La mayoría

de las picadas de los depredadores reduvideos son muy dolorosas para los vertebrados

debido a su saliva marcadamente proteolítica, la cual es fundamental para paralizar y

digerir sus presas invertebradas (Carcavallo et al. 1998). La presencia de transcritos de

tripsinas en el sialoma de T. infestans y Panstrongylus geniculatus (Latreille) sugieren un

papel muy diferente al digestivo para estas moléculas (Ribeiro et al. 2014). Así mismo,

desde el punto vista de la evolución del hábito predador a hematófago, es interesante la

20

detección de una proteína con actividad paralizante en la saliva de T. infestans, función que

sólo había sido detectada en insectos depredadores (Alves et al. 2011).

La saliva de los triatominos contiene además, anti-hemostáticos, proteínas analgésicas y

otras pequeñas moléculas que inhiben el proceso de coagulación de la sangre, facilitan la

penetración de la piel y neutralizan la respuesta inflamatoria (Andersen et al. 2005;

Assumpção et al. 2012). Así, esta aptación permitió incrementar las oportunidades de

sobrevivencia de los triatominos en los episodios más riesgosos de sus vidas, como el

momento de picar y el de alimentarse sobre el hospedador.

Enzimas digestivas

Teniendo localizada y transferida la sangre del hospedador al intestino medio o mesenteron,

estos insectos necesitaron lidiar con el contenido rico en proteínas de su alimento. La

subfamilia Triatominae preserva algunas características digestivas de sus ancestros

entomófagos, habiendo heredado de los reduvideos depredadores un conjunto particular de

proteínas digestivas para la lisis de las células sanguíneas. Los ancestros fitófagos de los

reduvideos tempranos perdieron su capacidad para usar tripsina, la proteasa digestiva

común, debido a que la savia de las plantas carece virtualmente de proteína y las semillas

tienen potentes antitripsinas (Savelkoul et al. 1992; Lehane 2005). Así, los depredadores

reduvideos y los triatominos hematófagos desarrollaron la capacidad de secretar catepsinas

en el intestino para la digestión de las proteínas de las cuales es rico su alimento (Lehane

2005; Ribeiro et al. 2014). Las catepsinas son una familia de proteasas normalmente

presentes en los lisosomas intracelulares, las cuales generalmente se activan a pH bajo

(óptimo 5, 5-6), de manera que los triatominos desarrollaron un sistema de acidificación de

la sangre ligeramente alcalina (pH ≈7.4) (Terra et al. 1996). La detección de proteasas

21

(tripsinas) en la ampolla rectal de R. prolixus es congruente con la pérdida de su función

digestiva en los triatominos (Ribeiro et al. 2014).

Microorganismos mutualistas

La sangre como alimento, aunque rica en proteínas, no tiene todos los nutrientes que los

triatominos requieren para sobrevivir, así que estos insectos como hematófagos necesitaron

evolucionar un mutualismo con microorganismos que produjeran vitamina B (tiamina,

ácido pantoténico, piridoxina, ácido fólico y biotina), la cual es deficiente en la sangre de

vertebrado (Douglas y Beard 1996; Sassera et al. 2013). Estos simbiontes son tan

importantes que la mayoría de los hematófagos los conservan dentro de bacteriocitos o

micetocitos (Douglas 1989), células que recubren el ventrículo del mesenteron en la mosca

tsé-tsé, o en órganos especializados conocidos como micetomas, presentes, por ejemplo, en

los piojos (Anoplura) (Burkhart y Burkhart 2006). Es bien sabido que los hemípteros

fitófagos frecuentemente albergan simbiontes cuya función primaria es la síntesis de

nutrientes esenciales, en cavidades o ciegos especializados del mesenteron o en los

micetocitos (McCutcheon et al. 2009; Chapman 2013). No obstante, los simbiontes

intestinales fueron perdidos en las familias depredadoras de Heteroptera (Dolling 1991),

por lo cual es de esperar que los triatominos no hayan heredado de su ancestro depredador

hipotético células u órganos especializados para contener simbiontes. De hecho, se ha

observado que los simbiontes de los triatominos viven libres en el lumen del mesenteron y

son adquiridos a través de la ingesta de heces de conespecíficos y por canibalismo (Douglas

y Beard 1996; Schaub y Eichler 1998; Eichler y Schaub 2002). Entre los simbiontes

intestinales de los triatominos se ha dado mucho énfasis a Rhodococcus rhodnii

(Goodfellow & Alderson) por su uso potencial como estrategia para reducir la competencia

22

vectorial en estos insectos (Hurwitz et al. 2012); sin embargo, existen otros

microorganismos que han sido aislados del intestino medio de R. prolixus, tales como

bacterias de los géneros Streptococcus, Staphylococcus, Corynebacterum, Mycobacterium,

Pseudomonas y Escherichia (Douglas y Beard 1996). El recambio acelerado del enorme

volumen de sangre ingerida, a través de la excreción de grandes cantidades de agua y sales,

así como el comportamiento gregario de los triatominos facilitan la transmisión de los

simbiontes entre conespecíficos (Figueiras y Lazzari 2000; Kollien et al. 2001).

Patas delanteras

Las patas delanteras de los reduvideos experimentaron adaptaciones morfológicas

interesantes relacionadas con sus diferentes formas de vida, desde formas depredadoras

hacia formas hematófagas. En el primer caso, las extremidades delanteras son usualmente

largas y adaptadas con órganos adhesivos en la tibia (fossulae spongiosae) para atrapar y

manipular la presa invertebrada (Gorb y Beutel 2001). La presencia de esta fossula

spongiosa o foseta esponjosa es un carácter plesiomórfico en Reduviidae (Weirauch 2005,

2007). Aunque las patas delanteras están más simplificadas en triatominos, algunas

especies exhiben órganos adhesivos extensibles similares, que aquí también llamaremos

fosetas esponjosas, en las tibias delanteras y medias de los adultos que permiten escalar

superficies lisas (Gillett y Wigglesworth 1932; Weirauch 2005, 2007), una adaptación útil

para hemípteros que vuelan y viven en árboles tales como especies del género Rhodnius

(Beutel y Gorb 2001). No obstante, desde este punto de vista adaptativo no se explica la

ausencia de las fosetas esponjosas en Eratyrus mucronatus (Stål) y D. maximus, o su

aparición en ninfas y adultos de Microtriatoma y Parabelminus, y sólo en adultos en el

resto de los triatominos (Lent y Wygodzinsky 1979; Weirauch 2007). A la luz de estas

23

observaciones queda en entredicho el compromiso que tengan las fosetas esponjosas en la

adaptación a depredar y trepar. Es más conveniente utilizar el término “aptaciones” para

describir estas formas, pues su “función” y su “adaptación” no son obvias. Aunque este

tópico no será desarrollado en este trabajo, se abre una ventana para el debate y revisión de

la importancia de las fosetas esponjosas en estudios filogenéticos del grupo. Revisiones

preliminares, hechas por nosotros, de la presencia de estos órganos en E. mucronatus

apoyan lo anteriormente expuesto.

DEL COMPORTAMIENTO ENTOMOFÁGICO AL HEMATOFÁGICO

Aparte de las aptaciones estructurales mencionadas anteriormente también existen cambios

de comportamiento que hicieron posible la hematofagia. Los triatominos, a diferencia de

otros insectos hematófagos, tales como los mosquitos o moscas tsé-tsé, son insectos que

ocupan la morada del hospedador y se alimentan de él durante la noche mientras éste

duerme. En otras palabras, son insectos hematófagos nidícolas. Vertebrados arborícolas

tales como aves, reptiles, perezosos y didelfos, así como vertebrados de cuevas o

madrigueras tales como armadillos, cávidos, conejos, roedores y murciélagos son los

hospedadores habituales de los triatominos. De manera que, recintos subterráneos, nidos en

árboles huecos, nidos de aves, troncos caídos, frondes de palmas, bromelias, rendijas entre

las cortezas de árboles y espacios similares albergan a estos insectos.

Probablemente, el paso decisivo que permitió el cambio de la depredación a la

hematofagia fue un cambio de comportamiento (Figura 1). Otros ejemplos han demostrado

que el comportamiento puede iniciar aptaciones evolutivas para un nicho ecológico

(Futuyma 1998). Tal como menciona Mayr (1963): “…un cambio a un nuevo nicho o zona

adaptativa es, casi sin excepción, iniciado por un cambio de comportamiento”. Las otras

24

aptaciones a cierto nicho, particularmente las estructurales, de acuerdo a esta teoría, son

fijadas de manera secundaria y accesoria, ya sea como adaptaciones o exaptaciones, es

decir, de manera funcional o efectiva. Con la selección trófica y del hábitat jugando el

papel más preponderante dentro de una zona aptativa -un fenómeno etológico-, es evidente

la importancia del comportamiento en el comienzo de nuevos eventos evolutivos.

La mayoría de los investigadores están de acuerdo que el cambio de “presa” que

tomó lugar en Triatominae fue desarrollado de una asociación entre un depredador

reduvideo y un vertebrado (Schofield 2000b; Lehane 2005), lo cual derivó en una

hematofagia nidícola. Esta conclusión se fundamenta en el conocimiento de la filogenia y

las aptaciones de comportamiento de los reduvideos depredadores y triatominos actuales.

La mayoría de los reduvideos depredadores actuales son normalmente cazadores activos de

vida libre que buscan y atacan presas, mientras que otros adoptan una estrategia de

emboscada esperando que la presa pase cerca para atacarla por sorpresa, y muchos se han

encontrado viviendo en nidos y madrigueras de vertebrados, incluso alimentándose de

triatominos (Carpintero 1981). Algunos de éstos pudieron haber sido formas

“transicionales” entre un depredador y un reduvideo hematófago (i.e. grupos hermanos de

Triatominae). Varios autores han sugerido que los miembros de las subfamilias

Physoderinae, Reduviinae, Harpactocorinae, Emesinae y Peiratinae son potenciales grupos

hermanos de Triatominae dentro de Reduvidae (Lent y Wygodzinsky 1979; Carcavallo et

al. 2000; Schofield 2000a, b). Algunas especies de estas subfamilias depredadoras muestran

similitudes morfológicas con los triatominos y también de comportamiento pues muchos

pueden aparentemente alimentarse de sangre si se les permite, no obstante, el conocimiento

de su biología es considerablemente pobre. Actualmente, la hipótesis de parentesco que

presenta la evidencia más robusta, considerando el muestreo alcanzado a través de la

familia Reduviidae y publicada hasta el momento, sugiere a los géneros de la subfamilia

25

Reduviinae Zelurus y Opisthacidius como los grupos filogenéticamente más cercanos a los

triatominos (Hwang y Weirauch 2012).

De manera que cabe preguntarse, ¿comparte alguna de estas especies características

morfológicas, fisiológicas y de comportamiento con los triatominos? Sería interesante

conocer si estos reduvideos depredadores se agregan en un refugio, son activos durante la

noche, prefieren buscar presas cerca de madrigueras de vertebrados, son atraídos por olores

de los mismos o comparten alguna otra característica de comportamiento con los

triatominos. Al respecto, Hwang y Weirauch (2012) señalan la presencia de Opisthacidius

rubropictus (Herrich- Schaeffer) en nidos de aves presumiblemente depredando artrópodos,

y es taxón de Reduviinae que irrumpe la monofilia de la subfamilia.

Los hábitos de algunas especies dentro de Triatominae vinculan a este grupo con la

entomofagia. Algunos triatominos actualmente se alimentan de invertebrados durante sus

etapas tempranas y adultas, tanto en condiciones naturales como de laboratorio. Por

ejemplo, algunos instares juveniles de E. mucronatus pueden alimentarse de hemolinfa de

arácnidos grandes (Amblypygi) habitantes de troncos y árboles huecos (Gaunt y Miles

2000), se ha reportado a P. geniculatus alimentándose de una polilla durante capturas

nocturnas (Garrouste 2009), mientras que Belminus herreri (Lent & Wygodzinsky) y

Belminus ferroae (Sandoval, Pabón, Jurberg & Galvão) han sido detectados alimentándose

de miembros de la familia Blattidae en domicilios de Colombia (Sandoval et al. 2004,

2010). Por otro lado, en condiciones de laboratorio, las ninfas de R.prolixus ejercen el

canibalismo y la cleptohematofagia (Piñero et al. 1988). Especies como B. herreri y

Belminus peruvianus (Herrer, Lent & Wygodzinsky) son incapaces de alimentarse

directamente de sangre de aves y mamíferos durante estadios tempranos, pero pueden

hacerlo de otros insectos repletos a través de cleptohematofagia o canibalismo (Sandoval et

al. 2000). Además, Lorosa et al. (2000) tuvieron éxito en alimentar todos los estadios

26

ninfales de Triatoma circummaculata (Stål) y Triatoma rubrovaria (Blanchard)

exclusivamente con hemolinfa de Blattidae bajo condiciones similares; no obstante, estos

autores aparentemente fallaron en completar el ciclo de vida de estas especies debido a que

necesitaron sangre de vertebrado para poder alcanzar una segunda generación. Pontes et al.

(2011) registraron que Triatoma pseudomaculata (Corrêa & Espínola) puede alimentarse de

artrópodos, específicamente de Periplaneta americana (Linnaeus), y más recientemente

Sandoval et al. (2013) culminaron por primera vez y de manera exitosa en Triatominae, el

ciclo de vida de B. ferroae a expensas de hemolinfa de Blaberus sp.

Ciertamente, existió una sucesión de pasos evolutivos desde el reduvideo

depredador al hematófago. El contacto temprano de los reduvideos con vertebrados definió

mucho de estos pasos evolutivos. Aves y mamíferos primitivos que aparecieron en la era

Mesozoica no fueron dominantes hasta que los dinosaurios estuvieron extintos hace 65

m.a.; no obstante, su gran radiación entre el Cretáceo Tardío y el Terciario Temprano

debieron haber provisto una amplia disponibilidad de nuevos nichos para diversos grupos

de especies artrópodas oportunistas (Kim 1985; Ericson et al. 2003; Delsuc et al. 2004;

Tabla1). Las nuevas especies de vertebrados ocuparon una mayor variedad de nichos

ecológicos y alcanzaron una mayor diversidad de estilos de vida que los reptiles tempranos,

y muchos de ellos fueron organismos pequeños con hábitos de nidificación en árboles y

madrigueras en el subsuelo (Ericson et al. 2003; Delsuc et al. 2004; Huggett 2004). Es

razonable asumir que los nidos de tales aves y mamíferos fueron invadidos y colonizados

continuamente por diversos artrópodos oportunistas, los cuales probablemente fueron

carroñeros y saprófagos alimentándose de remanentes orgánicos y beneficiándose del

refugio de los vertebrados (Lehane 2005). Los reduvideos depredadores ancestrales fueron

atraídos por un abundante suministro de presas. Presumiblemente, estos triatominos

tempranos primero se alimentaron de invertebrados suaves abundantes en los nidos o

27

madrigueras (e.g., larvas), y posteriormente intentaron perforar y penetrar la piel de los

vertebrados neonatos indefensos (Carcavallo et al. 1998; Gorla et al. 1997). Es probable

que estas “picaduras” fueran inicialmente exploratorias y ocurrieran de manera ocasional.

La asociación cercana y prolongada con mamíferos y aves nidícolas eventualmente resultó

en la especialización de alimentarse directa y eficientemente de vertebrados per se, y

minimizó el tiempo destinado a la búsqueda de alimento (Lehane 2005). A parte del

abundante suministro de alimento y la protección ante diversos enemigos, el nido también

provee condiciones microclimáticas favorables y constantes (Heger et al. 2006). La

protección contra condiciones climáticas extremas conllevó a una reproducción menos

dependiente de los cambios estacionales y a un incremento en la densidad poblacional de

los triatominos tempranos. Además, la agregación en ambientes cerrados cerca del

hospedador produjo efectos y ofreció ventajas: i) facilitó los encuentros sexuales y la

adquisición de microorganismos simbiontes a través de la ingesta de heces de

conespecíficos y canibalismo; ii) permitió el desarrollo de un sistema de alarma basado en

la intercomunicación entre conespecíficos, lo cual es de valor para lidiar con los

depredadores; y iii) determinó la producción y excreción de altas cantidades de desechos

con señales químicas útiles para que los triatominos regresen a sus refugios después de

aprovisionarse (Schofield 2000b).

CONCLUSIONES

Todos los miembros de la subfamilia Triatominae (Heteroptera, Reduviidae) están aptos a

la hematofagia. Las aptaciones, adaptaciones heredadas y las exaptaciones modeladas por

el entorno, facilitaron y afectaron la hematofagia desde los ancestros reduvideos

depredadores hasta los triatominos actuales. Las recientes hipótesis filogenéticas sugieren

28

que los triatominos evolucionaron de reduvideos depredadores. Ciertas características

primitivas, que fueron primero desarrolladas en reduvideos ancestrales, facilitaron y

modelaron la hematofagia en los triatominos, tales como piezas bucales, mecanismos

antihemostáticos, conexiones membranosas entre segmentos, saliva, simbiontes digestivos;

aptaciones propias para tomar y digerir la sangre. Sin embargo, el evento decisivo que

probablemente permitió el salto de la depredación a la hematofagia fue un cambio de

comportamiento. La asociación temprana de un reduvideo depredador con un vertebrado

nidícola permitió el cambio de una presa artrópoda por un hospedero vertebrado. Esta

asociación íntima y prolongada con aves y mamíferos nidícolas resultó eventualmente en la

especialización para alimentarse directa y eficientemente de estos animales. Si se considera

la selección trófica y del hábitat jugando el papel más preponderante dentro de una zona

aptativa, es evidente la importancia de un fenómeno etológico en el comienzo de nuevos

eventos evolutivos. El siguiente cambio de comportamiento de relevancia para el humano

por las implicaciones epidemiológicas en la transmisión de T. cruzi, es la adaptación de

estos insectos a lo que antropocéntricamente conocemos como el “hábitat humano”.

APOSTILLAS

a De acuerdo con Gould y Vrba (1982) el término adaptación ha sido definido y reconocido

bajo dos criterios: uno de génesis histórica (rasgos o caracteres fijados por la selección

natural que representan actualmente el valor por el cual fueron fijados) y otro de utilidad

actual (aquellos rasgos o caracteres que hoy en día no representan la función por la cual

pudieron haber sido seleccionados, pero que tienen importancia en la adecuación/fitness de

las especies). En este sentido, Gould y Vrba (1982) hacen alusión a que existen estructuras

que rinden un servicio al organismo que las posee, sin estar modeladas por la selección

29

natural para su destino actual, tal como lo están las adaptaciones (De Renzi 2009). Gould y

Vrba (1982) introducen el término “exaptación” para hacer alusión a dichas estructuras.

Estos autores reunirían ambos conceptos como aspectos de uno más amplio, el de

“aptación”. La consecuencia de esto sería que la morfogénesis, por sus propias leyes, de

carácter interno, haría surgir estructuras que luego hallarían o no, una utilidad (De Renzi

2009). Se puede decir que toda adaptación es precedida por una exaptación (De Renzi

2009).

b Una de los mejores ejemplos del efectos de las exaptaciones es la evolución del plumaje y

la secuencia del vuelo en aves. El plumaje es considerado una adaptación que permitió

resolver problemas de aislamiento y termorregulación (perdida de calor) en los ancestros de

las aves y, subsiguientemente, una exaptación para otros asuntos o circunstancias

(depredación, mimetismo, selección sexual, entre otros; Gould y Vrba 1982).

Posteriormente, el desarrollo y arreglo de plumas grandes en el contorno del brazo surge

como una adaptación para la captura de insectos, y eventualmente se convierte en una

exaptación para el vuelo (Gould y Vbra 1982). Así, el plumaje junto con otras

características (esqueleto liviano) puede ser considerado como una exaptación al vuelo en

las aves actuales, lo cual no resuelve un problema sino presenta un efecto en la conquista de

un nuevo nicho ecológico, el estrato aéreo.

AGRADECIMIENTOS

Los autores agradecen todo el equipo anónimo que labora en el Centro Multidisciplinario

de Ciencias del IVIC por el apoyo de todos los días, a Patrick Guerin por corregir una

versión preliminar del manuscrito, a Eliecer Lizano por compartir todos sus conocimientos

acerca de los triatominos, a Andrés Solórzano por sus comentarios referentes a la geología,

30

a George Cleary por su colaboración en la traducción del manuscrito y a la Biblioteca

Marcel Roche del IVIC por financiar la publicación en acceso abierto.

CONFLICTO DE INTERESES

Los autores del manuscrito declaran que no existe conflicto de intereses.

CONTRIBUCIÓN DE LOS AUTORES

FOL, AJPS, CS y EA colaboraron en la redacción del manuscrito. Todos los autores

revisaron y aprobaron el manuscrito final.

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TABLAS Y FIGURAS

TABLA 1. Aparición de los insectos hemipteroides y vertebrados de sangre caliente en el

tiempo geológico del planeta. Los datos geológicos corresponden a millones de años (m.a.).

* En relación a la fecha de aparición de los triatominos como grupo existe un debate

amplio, para más información ver texto.

Era Período Época Fechas

(m.a.)

Grupo originado

(m.a.)

Cenozoico

Cuaternario

Holoceno 0.012 Domiciliación de los

triatominos

Pleistoceno 2.6

Neógeno

Plioceno 5.3

Mioceno 23 (diversificación de los

vertebrados nidícolas)

Paleógeno

Oligoceno 34

Eoceno 55

Paleoceno 65 Triatominae

(≈32-110)*

Mesozoico

Cretácico 144 Aves (≈150)

Mamíferos (≈200) Jurásico 206

Triásico 250

Reduviidae (≈230)

Paleozoico

Pérmico 290 Hemiptera (≈300)

Carbonífero 354

Devónico 417

Silúrico 443

Ordovícico 490

Cámbrico 543

39

TABLA 2. Tribus, géneros y especies dentro de la subfamilia Triatominae. Modificado de

Galvão et al. (2003), Schofield y Galvão (2009) y Bargues et al. (2010).

Tribus Géneros Número de

especies

Alberproseniini Alberprosenia 2

Bolboderini Belminus 8

Bolbodera 1

Microtriatoma 2

Parabelminus 2

Cavernicolini a Cavernicola 2

Rhodniini Psammolestes 3

Rhodniusb 17

Triatomini Dipetalogaster 1

Eratyrus 2

Hermanlentia c 1

Linshcosteusd 6

Panstrongylus e 14

Paratriatoma 1

Triatoma f 81

Total 15 144

a Previamente Galvão et al. (2003) incluyen a Torrealbaia martinezi (Carcavallo, Jurberg & Lent) dentro de la

tribu Cavernicolini debido a similitudes morfológicas marcadas con el grupo. Posteriormente, Forero et al.

(2004) identificaron la sinonimia existente entre los géneros Torrealbaia (Triatominae) y Amphibolus

(Harpactorinae), y re-describe a esta especie como Amphibolus venator (Klug) dentro de Harpactorinae.

b Incluye a Rhodnius montenegrensis sp. descrita por Rosa et al. (2012) para el estado de Rondônia en Brasil.

c Antiguamente descrito como Triatoma matsunoi (Fernández-Loayza) (Galvão et al. 2003).

d Fue propuesto como una nueva tribu (Linschcosteini) debido a su distribución geográfica y sus

características morfológicas no compartidas (Schaefer y Coscarón 2001: Galvão et al. 2003). No obstante,

comparaciones de secuencias de ADN (16S y 28S) sugieren que las especies del género Linshcosteus están

genéticamente emparentadas con T. rubrofasciata y podrían ser derivaciones locales de un ancestro común

(Hypša et al. 2002: Schofield y Galvão 2009).

e Incluye a Panstrongylus martinezorum descrita por Ayala (2009) y proveniente de los alrededores de Puerto

Ayacucho - Venezuela, ausente en los listados de Schofield y Galvão (2009) y Bargues et al. (2010).

f Incluye a los géneros Meccus (complejo phyllosoma), Mepraia (complejo spinolai) y Nesotriatoma

(complejo flavida) considerados anteriormente como taxones plenos (Galvão et al. 2003), aunque en la

actualidad se encuentran incluidos dentro de los grupos rubrofasciata e infestans del género Triatoma

(Schofield y Galvão 2009: Bargues et al. 2010). Incluye a Triatoma jatai descrita por Gonçalves et al. (2013)

para el estado de Tocantins, Brazil.

40

Figura 1. De acuerdo a la interacción histórica y físico-química ocurrida entre el ambiente y

los triatominos, las respectivas adaptaciones y exaptaciones han ido apareciendo y

cambiando, y estos cambios han quedado impresos como información genética. Estas

interacciones son ilustradas por las tres flechas de la izquierda. Es difícil ilustrar cómo la

historia natural es en parte producto de estas interacciones ocurridas, en el tiempo

evolutivo, entre los triatominos y el ambiente. En cualquier caso, la flecha de la derecha

ilustra cómo al menos parte de esta historia natural, que bien pudiera incluir la historia

geológica y climática, y con ello lo físico-químico, ha quedado registrada en el genoma de

los triatominos.


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