Post on 22-Feb-2023
transcript
CUADERNOS DE FILOSOFÍA POLÍTICA II
IDEOLOGÍAS
Fco Javier Benítez Rubio
2
ÍNDICE GENERAL
Índice general 2
IDEOLOGÍAS
1. PUERTA A o PUERTA B 5
2. CRÍTICA A LA IDEOLOGÍA DE KARL MARX 6
3. LA IDEOLOGÍA POSIDEOLÓGICA 8
4. PREGUNTAS DE DIFÍCIL RESPUESTA 10
5. POSICIONES PREVIAS E IMPLICACIONES 13
LIBERALISMO 17
1. LOS PILARES BÁSICOS 19
2. CONSECUENCIAS 21
3. JANO 28
Epílogo 35
CONSERVADURISMO 37
1. LOS PILARES BÁSICOS 39
2. VISHNU 44
3. CONSECUENCIAS 46
Epílogo 50
SOCIALISMOS 53
1. AVE FÉNIX 55
2. LOS PILARES BÁSICOS 64
3. CONSECUENCIAS 67
Epílogo 69
CUADERNOS DE FILOSOFÍA POLÍTICA II
IDEOLOGÍAS
Fco Javier Benítez Rubio
3
NACIONALISMO 72
1. LOS PILARES BÁSICOS 74
2. CONSECUENCIAS 76
3. PROTEO 79
4. LOS CONFLICTOS Y SU REGULACIÓN 82
Epílogo 87
TOTALITARISMO Y AUTORITARISMO 91
1. GOODWIN:DISOLUCIÓN Y DESCARTE DEL TOTALITARISMO 94
2. WILFORD: ASCENDENCIA DEL FASCISMO 97
3. AUTORITARISMO 100
Epílogo 103
A MODO DE CONCLUSIÓN 104
Bibliografía 109
CUADERNOS DE FILOSOFÍA POLÍTICA II
IDEOLOGÍAS
Fco Javier Benítez Rubio
5
1. PUERTA A O PUERTA B
En el monumental corpus del pensamiento político, y su praxis, a lo largo y ancho de
la historia, la cuestión de la ideología es una de las más recientes. Desde que el hombre
comenzó a asociarse hace algunos eones, comenzaron sus dificultades de convivencia en
común. A la posteridad han pasado los intentos de aquellos antiguos de arreglarse y ajustar
cuentas en su cotidianidad, por ejemplo en el Código de Hammurabi. Luego comenzaron las
primeras puestas en práctica de las aporías clave del gobierno de la humanidad. Grecia, y su
democracia de las polis, se convirtieron en el primer gran referente; aun siendo una isla en
un enorme mar de Imperios impuestos por entidades autoritarias, ha marcado sin duda toda
la posterior reflexión política, siendo la fuente primigenia de la mayoría de los conceptos
políticos. Tuvieron que pasar un buen puñado de siglos para que Maquiavelo instituyera la
teorización consciente y racional de todo aquello que durante siglos había sido realizado más
o menos, usando una expresión coloquial, al vuelo. Pero tuvieron que pasar todavía unos
siglos más, hasta el XVI – XVII, para que todo ese corpus, y esa praxis, se vieran alineados en
varias facciones o modos de pensarlo y llevarlo a cabo. La ideología no es lo primero,
genéticamente hablando, en política. La ideología acoge, hace suya, la materia prima
elaborada por siglos y siglos de convivencia humana. Lo que ocurre es que ahora parece que
no se puede ver el mundo político sin esos filtros. Por eso la mayoría de los manuales de
teoría política, incluido este, comienzan por describir esos compartimentos estancos de
apropiación de la realidad que llamamos ideologías.
Destutt de Tracy pasa por ser el inventor del vocablo (Bealey, 2003:219; Eccleshall,
2004:31; Molina, 2008:62). Para este filósofo francés, autor de 'Elementos de la Ideología', es la
ciencia o el estudio de las ideas, un saber enciclopédico y socialmente útil, por la vertiente
CUADERNOS DE FILOSOFÍA POLÍTICA II
IDEOLOGÍAS
Fco Javier Benítez Rubio
6
educativa que tendría sobre la ciudadanía. Pero no mucho después, Napoleón Bonaparte
denostó a su paisano acusando a la ideología de fervor doctrinario. La ideología era una
perspectiva parcial y desfigurada de la sociedad, lo que era absolutamente incompatible con
el pragmatismo del conquistador. Desde un primer momento quedan patentes las dos
grandes vertientes de la ideología: como marco teórico y como manipulación.
‘Ideología’ puede ser un vocablo lleno de contenido analítico, nuclear, incluso, en la
reflexión y análisis de la política. Una somera aproximación nos dice que son un conjunto de
ideas características y sistemáticas que manejan cierto grupo de personas. Por este
razonamiento toda doctrina política coherente puede ser llamada ‘Ideología’. Si queremos
profundizar algo más podríamos decir incluso que es un conjunto de elementos filosóficos,
teóricos y prácticos, que varían según los autores que los piensan y los políticos que los
ponen en práctica, y que evolucionan a partir de las tradiciones culturales y los procesos
políticos e históricos en los que se insertan (Antón, 2007:104). O ser una “mera etiqueta que se
aplica a las doctrinas que rechazamos” (Goodwin, 1997:26), cargada de un sentido peyorativo
que tiene más que ver con ‘manipulación’, ‘adoctrinamiento’ 'persuasiones y engaños'
'evocación de sentimientos y de miedos' o ‘dogmatismo’.
2. CRÍTICA A LA IDEOLOGÍA DE KARL MARX
El análisis profundo del concepto ideología comienza con Marx. En esto están de
acuerdo la mayoría de los analistas. Marx no se limita a proponer una definición de la misma
sino que la entresaca de todo un estudio de la sociedad y de las relaciones que se establecen
en ella.
CUADERNOS DE FILOSOFÍA POLÍTICA II
IDEOLOGÍAS
Fco Javier Benítez Rubio
7
Las causas materiales determinan todos los hechos y los fenómenos del mundo. Todo
lo que puede o podrá albergar la conciencia del hombre, teorías, pensamientos e ideas, están
determinadas por factores materiales y por las circunstancias sociales. Lo económico
determina todas y cada una de las estructuras de la sociedad, de cualquier sociedad. Todo lo
que conlleva lo económico es contrapuesto a la homogeneidad. Es decir, no todos los
miembros de esa sociedad tienen la misma cuota de actividad y participación económica. Así
que todo sistema económico da lugar a la existencia de clases en la sociedad. A esto le sigue
que el conocimiento y las creencias de las personas vienen a determinarse por su particular
posición de clase en la sociedad en la que vive.
La realidad social no es que sea heterogénea, es que es contradictoria: existen dos
clases en conflicto directo, a saber, la burguesía y el proletariado; y lo están porque sus
intereses son opuestos. La raíz de la ideología hay que buscarla en los intereses particulares.
Aquí tendremos dos concepciones de ‘ideología’, una por cada bando de contendientes: una
que preserve el status quo y otra dedicada a criticarlo. Las clases acomodadas querrán
resolver el conflicto en el plano abstracto del pensamiento: apelan a esos intereses comunes
de todas las clases y también a la naturaleza orgánica de la sociedad, esto es, que cada clase
hace lo que le corresponde según el orden natural. Las clases menos desfavorecidas o bien
no son capaces de articular su propia ideología o bien nadie les prestaba una mínima
atención.
Marx indica que aquí la ideología sería un intento de solucionar lo irresoluble: un
instrumento de represión de la clase dominante para engañar a las clases subordinadas con
la finalidad de perpetuar su dominio. La economía no es más que ideología disfrazada de
ciencia (Eccleshall, 2004:32). El trabajador es invadido por dicha ideología lo que lo conduce a
CUADERNOS DE FILOSOFÍA POLÍTICA II
IDEOLOGÍAS
Fco Javier Benítez Rubio
8
ser explotado. Y la razón por la que el trabajador quiere mejorar no es otra que convertirse
en un acomodado más, disfrutando así de todos sus privilegios y dejando atrás sus penurias.
El trabajador debe abandonar esa falsa conciencia y desarrollar la suya propia, asumir su
condición de explotado y mostrar sus verdaderos intereses. Constituir una “clase para sí” y
pasar a la acción política.
En definitiva, para Marx, la ideología, es un conjunto de creencias que van asociadas a
un grupo o clase social determinada (Eccleshall, 2004:33). Por tanto, será una deliberada
distorsión de la realidad, el método más delicado y denigrante método de opresión (Goodwin,
1997:30).
3. LA IDEOLOGÍA POSTIDEOLÓGICA
El impacto de la Segunda Guerra Mundial deja heridos de gravedad no sólo a la salud y
al espíritu de la Humanidad, también a la economía: hay que reconstruir naciones enteras; y
a las ideologías: todos fueron testigos de las masacres cometidas por el nazismo y el
estalinismo. En este ambiente posbélico se introduce el análisis keynesiano que ataca al
capitalismo autorregulado. Es un tiempo de penuria y el capitalismo del laissez-faire, además
de insensible ante la situación crítica de medio mundo, era incapaz de mantener el desarrollo
del mismo. La solución pasaba por establecer un modelo mixto entre el capital privado y el
Estado. La gran parte del pastel correría a cargo del Estado: nacionalización de las industrias
esenciales, inversiones, empleo, salud, educación y servicios sociales. Pero esto no
neutralizaba a lo privado que seguía manteniendo una cuota importante de negocio. Esto es
lo que se ha llamado ‘Estado del Bienestar’, una economía capitalista bajo la protección del
CUADERNOS DE FILOSOFÍA POLÍTICA II
IDEOLOGÍAS
Fco Javier Benítez Rubio
9
Estado benefactor. Durante algunas décadas todas las fuerzas políticas y los analistas
tomaron por bueno este modelo, o al menos no hubo críticas radicales. Conservadores y
socialdemócratas, cada uno por razones diferentes, en un sui generis pacto de no agresión,
aceptaron esta especie de consenso o convergencia ideológica. Como propagar creencias con
fervor doctrinario era pernicioso para el correcto funcionamiento del mundo, a la teoría
política se le pedía, o se le obligó según quién cuente esta historia, a asumir que la ideología
ha sido superada por el consenso. La teoría ya no tiene que entrar a valorar; su nuevo papel
pasa por analizar los usos y los significados de los términos políticos. Este es el contexto en el
que se instaura ‘el fin de las ideologías’ (Eccleshall, 2004:15)1.
Ahora bien, no todos los autores ven con buenos ojos esto que ha venido a ser
denominado como ‘el fin de las ideologías’. Estos acusan a los que lo proclaman de tomar el
concepto de ideología de manera peyorativa. Y es que con el uso de ciertas palabras,
propagar, fervor y pernicioso, ya están indicando una fuerte animadversión muy ideológica
que contrasta con su supuesta cesación ideológica. Para estos autores que critican el 'fin' lo
realmente pernicioso es la presencia del pensamiento único. El fin de las ideologías ha
supuesto la ausencia de confrontación política, pero bajo esta supuesta calma subyace una
ideología opresora. Explica Eccleshall8 que lo que se había acabado era el conflicto
ideológico, no la ideología. El ‘fin de las ideologías’ supone, realmente, la hegemonía
ideológica dominante y tecnocrática. Una élite, que se beneficia del consumismo, es la
dominadora; que además fomenta la creencia de que no hay necesidad humana que no pueda
ser satisfecha mediante la tecnología.
1 Bealey, por su parte, cita en su Diccionario a R. Aron y a D. Bell como los principales defensores de esta interpretación de la ideología.
CUADERNOS DE FILOSOFÍA POLÍTICA II
IDEOLOGÍAS
Fco Javier Benítez Rubio
10
Este panorama de confrontación entre dos interpretaciones antagónicas, es el
contexto en el que se ha movido el análisis político de finales del siglo XX y comienzos del
XXI. Unos acusan a los otros de promover el pensamiento único y monolítico, otros acusan a
los unos de que romper ese consenso es muestra de radicalismo reaccionario. Del consenso
se ha pasado al compromiso a una u otra postura. Haciendo un juego de palabras podemos
decir que se pasado de la ideología postideológica a la postideología ideologizada.
4. PREGUNTAS DE DIFÍCIL RESPUESTA
Dice Eccleshall (2004:13) al comienzo de su libro que “las ideologías comparten dos
características principales: una representación de la sociedad y un programa político”. La
definición que propone Goodwin (1997:40) no difiere mucho: una ideología es una “doctrina
acerca de cuál es el modo correcto o ideal de organizar una sociedad y conducir la política,
basada en consideraciones más amplias sobre la naturaleza de la vida humana y el
conocimiento”. A mi modo de ver el planteamiento de ambos autores británicos respecto a la
ideología se parece mucho al de la medicina, al seguir un triple movimiento. En el mundo de
la medicina se establece la anamnesis, el diagnóstico y finalmente el tratamiento. En el
mundo de la política el primer movimiento de la ideología es capturar el momento real desde
una posición determinada; el segundo, exponer el ideal propio al que se aspira a llegar; y el
tercer y último movimiento es propiciar la convergencia entre la realidad dada y el ideal
propuesto. Y eso ocurre mediante recomendaciones que van desde pequeños retoques hasta
la reconstrucción del orden político. La ideología, según este planteamiento, es de una
CUADERNOS DE FILOSOFÍA POLÍTICA II
IDEOLOGÍAS
Fco Javier Benítez Rubio
11
utilidad franca: “proporciona una perspectiva coherente que permite llegar al conocimiento del
mundo social y actuar en consecuencia” (Eccleshall, 2004:14).
Cada una de las ideologías hace su particular triple movimiento. Respecto al primero,
y utilizando un nuevo símil cotidiano, cada ideología fotografía la realidad desde su ángulo
particular, con lo que cada toma será diferente aunque el modelo sea el mismo. Luego, cada
ideología facilita su propio catálogo de principios y fundamentos. Y finalmente, cada
ideología propone las recomendaciones que les parecen convenientes en forma de programa
político. El resultado de esto es evidente e inevitable: conflicto y colisión de unas contra
otras. A partir de aquí se pueden plantear una serie de preguntas de difícil, o incluso
inexistente, respuesta.
¿Hay algún modo racional de determinar la verdad de los contenidos de las
ideologías? ¿Son clasificables las ideologías en una escala de veracidad-falsedad? ¿Es posible
el conocimiento de la sociedad y la actuación sobre ella de forma imparcial y neutral? Estas
cuestiones tienen que ver con el “estatus epistemológico” de las ideologías (Eccleshall, 2004:33).
¿Son los conflictos sociales los que determinan las ideologías o es al contrario? ¿Reflejan las
ideologías en puridad esos conflictos o lo hacen distorsionados? Estas, y otras cuestiones,
tiene que ver con la “dimensión sociológica” de las ideologías (Eccleshall, 2004:34). ¿Qué hay
detrás de las proclamas y soflamas de las ideologías? ¿Son clasificables las ideologías en una
escala de bondad-maldad? ¿Por cuál ideología se decantan las personas, por la que mejor
explica su situación vital, por aquella que le dice lo que quiere oír, por aquella otra a la que
aspira a medrar o por aquella que entiende puede mejorar sus condiciones de vida? ¿Es el
ser humano un mero receptáculo vacío y acrítico en el que las ideologías vuelcan su
CUADERNOS DE FILOSOFÍA POLÍTICA II
IDEOLOGÍAS
Fco Javier Benítez Rubio
12
contenido, es así qué los individuos no poseen criterios y voluntad propios? Éstas, y otras
cuestiones, tienen que ver con el “aspecto proselitista” de las ideologías (Eccleshall, 2004:34).
La respuesta a todas estas preguntas, y a esas otras no formuladas que cualquiera
puede plantear, es la clara y patente muestra de que las ideologías existen, y que siguen
participando de la vida político-social del hombre. Pero, a pesar de las diferencias
conflictivas, el fondo de todas ellas sigue siendo común, una especie de lógica interna
comunal: los “conceptos compartidos”, el “terreno lingüístico” donde se mueven y las
“cambiantes circunstancias sociales”. Los conceptos raíces, que veremos más adelante, como
son la nación, el estado, el poder, la justicia, la libertad, etcétera, no son monopolizados por
un solo grupo. Cada una de las ideologías hace una interpretación sui géneris de las mismas,
pero todas lo hacen con un “repertorio lingüístico común”. Además, y para terminar, sólo
hacer mención a lo evidente: las circunstancias sociales cambian. Las ideologías no se
anquilosan en posiciones arcaicas inamovibles, sino que van modificando y rectificando sus
posturas para adecuarse a los tiempos. Podemos intuir un clásico proceso de
retroalimentación: la sociedad influye en la ideología y la ideología influye en la sociedad.
Se pregunta Eccleshall (2004:39), a la vista de que cada ideología nos muestra un
mundo parcial y unas soluciones partidistas a los problemas que surgen en el mismo, si “¿no
deberíamos, pues, dejar de lado la controversia ideológica y perseguir un saber social más
fiable?”. La respuesta que propone, y que suscribe quien escribe, viene a ser que si
eliminamos el debate ideológico de la política, si damos la espalda a la diversidad de
interpretaciones de las ideologías, estaremos negando la propia diversidad intrínseca del ser
humano en la sociedad. Si no pensamos en el hombre en sociedad como una uniformidad
simple, no podemos pensar que no exista la ideología. Una sociedad sin juicios de valor no
CUADERNOS DE FILOSOFÍA POLÍTICA II
IDEOLOGÍAS
Fco Javier Benítez Rubio
13
existe, no ha existido nunca, de hecho (Goodwin, 1997:38-39). Por tanto, es imposible concebir la
política sin ideología, libre de valores. La política sin valores no existe, no ha existido nunca,
de hecho, y una vez más. Se hace necesario, pues, reflexionar sobre qué valores defiende cada
ideología y de qué modo lo hace, esto es, a qué argumentos recurre para hacerlo.
5. POSICIONES PREVIAS E IMPLICACIONES
Antes de exponer mi propio análisis quisiera hacer una breve mención de los varios
puntos de partida que he adoptado. Los paso a enumerar:
Molina (2008:62): “Conjunto de coherente de ideas, creencias y prejuicios relacionados
entre sí que, aunque han sido elaborados por un grupo o un individuo aislado, pretenden influir
de manera general sobre la organización y el ejercicio del poder en una sociedad”.
Rodríguez (2008:30): “…tales tensiones existen y continuarán existiendo… a menos que
creamos que ha tocado fin el conflicto entre los modelos ideopolíticos rivales, entre las
diferentes concepciones generales acerca de cómo debemos organizar la vida en común en las
sociedades en que vivimos. Pero tal creencia –como en su momento señaló I. Berlin- es una
noción absurda”.
Caminal (2007:176): Todos los ‘ismos’ “responden a la pregunta sobre cómo se gobierna
o tendría que gobernarse una sociedad en todos sus ámbitos y, por consiguiente, sobre que eso
tendría que ser la relación entre individuo, sociedad y Estado”.
Eccleshall (2004:37): “La sociedad se asemeja a un campo de batalla donde compiten las
ideologías para quedar victoriosas. Pero esta confrontación no supone un eterno combate entre
sistemas de creencias arcanas y terminantes, sino que todas las ideologías se adaptan a las
CUADERNOS DE FILOSOFÍA POLÍTICA II
IDEOLOGÍAS
Fco Javier Benítez Rubio
14
cambiantes circunstancias sociales. (…) Los contendientes ideológicos persiguen una ventaja
estratégica sobre los demás mediante una constante redefinición y ajuste de su propia postura”.
Goodwin (1997:40): “Una ideología es una doctrina acerca de cuál es el modo correcto o
ideal de organizar una sociedad y conducir la política, basada en consideraciones más amplias
sobre la naturaleza de la vida humana y el conocimiento”.
Existe un fondo común a todas las ideologías. Si hacemos un análisis de las diferentes
ideologías podemos trazar una estructura básica y común a todas ellas. Luego, el contenido
con que se rellena esa estructura varía según la ideología. La ideología trata de los
pensamientos y las actuaciones de los seres humanos, de personas no vistas como
entelequias, sino insertas en un entramado de relaciones y tratos al que llamamos sociedad;
visto desde ese contexto es normal pensar que todas ellas hablan de las mismas cosas
diciendo cosas distintas. La estructura básica de análisis que trataré de exponer se compone
de dos áreas tenuemente delimitadas: las Posiciones Previas y las Implicaciones.
Toda ideología parte de una serie de presupuestos, de concepciones previas a las que
no pide ningún tipo de demostración o verificación: no sólo los da por supuestos y válidos,
también por buenos y convenientes. Son una serie de principios fundamentales
incuestionables, esto es, aceptados como verdaderos, para la provisión de criterios generales
de actuación. Ya Aristóteles dejó escrito que los primeros principios no pueden ser ni
derivados ni demostrados2. Es el punto de partida, el núcleo y la zona cero de toda ideología,
2 “Aristóteles sabía de seguro que lo que está al comienzo, es decir, los principios, no pueden ser
ni derivados ni demostrados” en Gadamer, Hans-Georg Mito y Razón, Paidós Studio 126 Barcelona
1993 p.77
CUADERNOS DE FILOSOFÍA POLÍTICA II
IDEOLOGÍAS
Fco Javier Benítez Rubio
15
el tarro de las esencias. Lo que coloquialmente se expresa como ‘su verdad’, sus profundas
convicciones. En este primer círculo se trata de responder antes que nada a la pregunta
antropológica nuclear: ¿Qué es el hombre, qué caracteriza al ser humano? Toda ideología lo
primero que hace es trazar un esbozo más o menos claro de lo que entiende por ser humano,
apuntando cada una de ellas a una serie de características en su pensamiento y en su
comportamiento. La pregunta subsiguiente a esta irá dirigida a la vertiente social del ser
humano: ¿Cómo se relaciona el ser humano entre sí? Toda ideología marca también, junto a
la antropología, una apuesta sociológica previa de cuáles son los rasgos básicos de
comportamiento del hombre en sociedad. Así que, las posiciones previas responden a la
pregunta de ¿quién soy, qué somos?
Enlazados a estos presupuestos, y emanando necesariamente de los mismos,
encontramos una serie de implicaciones subsiguientes. Este otro anillo concéntrico está
conformado por las repercusiones que tienen esos principios fundamentales. Por un lado,
son la consecuencia de llevar más allá de sí mismos a los principios previos. Por otro, son
estrategias de salvaguarda de las ideas primarias. Estos tampoco necesitan de demostración
ni de verificación objetiva e indudable, ya que les basta con emanar de la fuente primigenia.
Las implicaciones también surgen de la confrontación de los axiomas anteriores con la
realidad histórica y cotidiana, también del roce en la arena pública de unos axiomas contra
los otros axiomas de las otras ideologías: ¿Cómo se va a gobernar al hombre en la sociedad?
En definitiva, toda ideología es un situarse frente al hombre y frente al mundo,
mirándolo de una forma particular y tratando que se conduzcan por la realidad de una
determinada manera. Este conjunto de axiomas o pilares básicos y sus resultados no han
sido siempre inmutables, los acontecimientos históricos por un lado, y los autores
CUADERNOS DE FILOSOFÍA POLÍTICA II
IDEOLOGÍAS
Fco Javier Benítez Rubio
16
desarrolladores por otro, han incidido seriamente en ellos. Así cada época histórica y cada
autor han añadido raíces a los axiomata y éstas, a su vez, nuevas especificaciones a las
implicatio, complementando, o perfilando, o puliendo, o matizando, los contenidos que ya
estaban. Con lo que podemos decir que el asunto ideológico no es una vía muerta. Al
contrario, aunque la ideología trata de imponer cierta impronta sobre el hombre y su
realidad, también es permeable a que las vicisitudes puntuales de la vida se introduzcan en
ella modificándola. En el análisis que viene a continuación, la evolución histórica de las
ideologías se encuentra muy resumida: básicamente lo que hago es aportar las génesis y los
padres fundadores de las diferentes ideologías así como las principales transformaciones
que sufrieron hasta llegar a nuestros días. Asumo plenamente lo bueno y lo malo que esto
conlleva. Lo que aquí se expone es la caracterización actual, a caballo de los siglos XX y XXI,
de las tres ideologías más importantes, a saber, liberalismo, conservadurismo, y socialismo. Y
no está de más pararnos, aunque sea brevemente, en otros dos ismos ideológicos de gran
peso en el siglo XX, como son el nacionalismo y el autoritarismo.
CUADERNOS DE FILOSOFÍA POLÍTICA II
IDEOLOGÍAS
Fco Javier Benítez Rubio
18
El liberalismo nació reformista. Eso es, al menos, lo que pensaríamos si
situados en el siglo XVII escucháramos decir que todas las personas son iguales
y poseen de forma natural una serie de derechos: a la vida, a la libertad, y a la
búsqueda de la felicidad; y que el gobierno ha de garantizar que se cumplan esos
derechos. En su génesis, tras siglos de feudalismo medieval y absolutismo, el
liberalismo supuso una ruptura progresista de las jerarquías sociales
tradicionales.
Efectivamente, frente aquella sociedad feudal teocéntrica y de rigidez
estamental orientada al mantenimiento del status quo de los grupos
dominantes, frente a una sociedad en la que no tienen vigencia la distinción
entre los ámbitos de la vida: público o privado y lo político o lo económico; frente
a todo esto es como nace el liberalismo, que se entiende a sí mismo como una
“filosofía del progreso y propugna, en su esencia, una liberación total de las
potencialidades de los individuos, coordinando así factores idealistas de óptica
individual con factores sociales materialistas de desarrollo económico” (Antón,
2007:105).
En la misma línea se expresa Vallespín (2009:54): “El liberalismo nace como
una nueva ideología capaz de dar cabida y de racionalizar las necesidades de
una nueva época. Su fuerza responde a su mismo carácter de novedad, de ruptura
con una determinada concepción del mundo; a la plena consciencia del
protagonismo de una nueva clase en expansión que se encuentra a sí misma en
su soledad histórica, renunciando al pasado, a la tradición, creando el mundo a
partir de su propia identidad con la razón como bandera”.
CUADERNOS DE FILOSOFÍA POLÍTICA II
IDEOLOGÍAS
Fco Javier Benítez Rubio
19
Luego, la historia que vino a continuación, fue eso mismo, otra historia.
1. LOS PILARES BÁSICOS.
Individualismo. El hombre es un ser autónomo. El individuo es un ser que
tiene una vida independiente. La preservación del individuo autónomo y el logro
de la felicidad individual son objetivos supremos de la teoría liberal. La persona
individual se considera inviolable y toda vida humana es sagrada. La violencia se
prohíbe, salvo en los casos de salvaguarda de la sociedad liberal.
Racionalidad. Otro atributo fundamental del ser humano a los ojos del
liberalismo es su capacidad racional de decisión. El individuo es esencialmente
racional, está capacitado para conducir su conducta, también para determinar
sus necesidades y preferencias. Es el que mejor conoce sus intereses y posee la
capacidad de proporcionárselos racionalmente. Además, la razón es el medio de
eliminar el oscurantismo y actuar de modo útil y eficaz para alcanzar los fines
que se han propuesto.
Libertad. El estado natural del hombre es la libertad. El individuo es
soberano de sí mismo, posee por sí mismo el derecho natural a la libertad y a la
igualdad con todos los otros. El liberalismo siempre ha sido defensor de los
derechos fundamentales. Todos los seres humanos por el hecho de serlo, esto es,
por su humanidad y dignidad, tienen una serie de derechos morales. Estos
derechos son naturales, no son creados u otorgados por el Estado sino sólo
reconocidos y garantizados por éste; y universales, se reconocen a todas y cada
CUADERNOS DE FILOSOFÍA POLÍTICA II
IDEOLOGÍAS
Fco Javier Benítez Rubio
20
uno de las personas con independencia de su raza, sexo, lengua o religión
(Vallespín, 2009:54)3.
El instinto de apropiación convierte al individuo en Sujeto Posesivo. La
motivación más importante del ser humano, aquella que incluso lo caracteriza,
es la satisfacción del interés propio mediante el cálculo racional de beneficio o
utilidad. “Cada persona sabe mejor que nadie cuáles son su propios intereses”
nos dice Goodwin (1997:55). Todo individuo ha de proteger sus intereses. El ser
humano tiene todo el derecho a preservar y salvaguardar su propiedad: su vida,
su pensamiento, su libertad, y sus pertenencias privadas. Por tanto, el individuo
es propietario. Acumula posesiones y compite con otros.
Cuando los liberales ponen el énfasis en el derecho de propiedad, no sólo
están instaurando la garantía de la independencia material del individuo, ahora
propietario. La propiedad permite al individuo educarse en la autonomía y la
responsabilidad de su propio destino. Por el desarrollo de sus capacidades
individuales primero, y luego, por la posesión y disfrute de los bienes materiales,
es como llega el ser humano a la felicidad.
Moral común de autodisciplina y respeto mutuo. Podemos decir que es la
culminación del optimismo antropológico del liberalismo. Es el corolario de lo
dicho con anterioridad. El paternalismo protector es inaceptable. Aquellos
individuos autónomos, autoperfeccionables y dotados de razón, que viven en
3 Según Vallespín los derechos fundamentales se compartimentan en dos grandes bloques, los Derechos Humanos y los Derechos Civiles. Los primeros se desarrollan a través del derecho a la libertad y a la igualdad, los segundos a través de los derechos procesales y las garantías institucionales.
CUADERNOS DE FILOSOFÍA POLÍTICA II
IDEOLOGÍAS
Fco Javier Benítez Rubio
21
libertad tendrán más posibilidades de adquirir las virtudes de la confianza en
uno mismo, la prudencia, la tolerancia, el esfuerzo por conseguir mejores cosas
en la vida, y también, desde el respeto a sí mismo, respetar a todos los demás.
2. CONSECUENCIAS
El Contrato y la esfera privada. Ya hemos visto que la vida del ser humano
puede ser caracterizada como la búsqueda de la satisfacción del interés propio.
Es el interés propio e individual lo que mueve a los hombres en la sociedad. Pero
como el individuo no deja de vivir junto a otros pueden surgir varias alternativas
que dependen, primero, si la conducta de los ciudadanos es competitiva-agresiva
o competitiva-cooperativa; y segundo, si los recursos limitados pueden o no
satisfacer a todos. Para manejar todas estas situaciones de trato de unos con
otros, de modo racional, el liberalismo aboga por establecer un contrato social
sobre bases cooperativas que produzca beneficios para todos. Así podemos decir
que el hombre vive en sociedad de forma voluntaria y consensuada. Eso sí, es
una concepción débil de sociedad en la que, lo que busca es la armonía o el
equilibrio de los intereses privados. La sociedad es un agregado de individuos y
no una identidad específica. Es un artificio creado por conveniencia, para hacer
posible la vida en común.
Las actividades más importantes que el ser humano realiza tienen lugar
en las esferas económica y social. Y para el liberalismo, la libertad individual, la
racionalidad, la moral autodisciplinada y la satisfacción plena de sus intereses
CUADERNOS DE FILOSOFÍA POLÍTICA II
IDEOLOGÍAS
Fco Javier Benítez Rubio
22
pertenecen al ámbito privado, no al público. El ámbito político es el medio en el
que se dirimen los conflictos, por tanto la política es un medio y no un fin.
El constitucionalismo y la ley: el Estado de Derecho. La libertad, connatural
al hombre, es la única fuente de legitimidad de la autoridad política. Se elimina
a la religiosidad como fuente de legitimación política. La razón nos dice que la
legitimidad hay que buscarla en factores pragmáticos: el bien común. La
racionalidad del Bien Común lleva a los hombres al contractualismo primero y al
constitucionalismo después. La Constitución es la ley de leyes, la norma
suprema del ordenamiento jurídico que controla el poder político.
Además, debe existir en todo gobierno una separación de poderes para que
los derechos de los individuos sean salvaguardados y se evite toda tentativa de
tiranía. Las funciones del Estado, que son tres (la función legislativa pertenece al
Parlamento, la ejecutiva al Gobierno y la judicial a los Tribunales de Justicia),
han de estar debidamente separadas y se mantendrá un sistema de corrección y
fiscalización para que cada función realice la actividad que tiene encomendada.
La ley no parte del Estado hacia los individuos, sino de éstos hacia aquel.
El Estado de Derecho significa tanto el sometimiento del estado a la Ley, como al
conjunto de mecanismos procedimentales que garantizan la libertad de los
ciudadanos y su participación en la vida política (Vallespín, 2007:79)4. Ese
entramado de formalismos legales impide que el gobierno transgreda los
acuerdos en detrimento de los individuos. Estos mecanismos son la legalidad de
4 “El Estado de derecho vincula la política a la ley y al derecho, somete todo ejercicio de poder estatal al control judicial y garantiza así la libertad de los ciudadanos”.
CUADERNOS DE FILOSOFÍA POLÍTICA II
IDEOLOGÍAS
Fco Javier Benítez Rubio
23
la Administración, la independencia del poder judicial, la constitucionalidad de
las leyes y las garantías procesales e institucionales. En paralelo, la ley impide
que los individuos rompan los acuerdos al actuar unos contra otros. La libertad
debe ser reconducida en aras de salvaguardarla de la propia libertad. Y esto se
puede hacer mediante la ley, una regla jurídica que marque los límites con
exactitud.
El liberalismo es la respuesta al poder arbitrario de monarcas y
aristócratas que dominaron el Occidente durante siglos. Pero lo que nunca
abogará el liberalismo es trasladar al otro extremo, el que ocupa el anarquismo,
la cuestión de la libertad. La ausencia de ley, y de gobierno, son igualmente
lamentables. En opinión de Eccleshall (2004:77), “la solución liberal consistía en
cambiar el poder arbitrario, las reglas de una élite aristocrática, por un marco
impersonal de derechos y libertades formalmente iguales: la norma de la ley”.
La teoría liberal pone el acento en el papel de la ley como reaseguro de la
libertad individual. Una libertad sin ley no es tal, es libertinaje, que es tan
destructiva como no gozar de libertad alguna. No hay realidad humana sin
conflicto, al menos dicen desde el liberalismo, dotémonos de las herramientas
necesarias para su resolución: la ley. El propósito de un sistema liberal es
establecer procedimientos que mejor contribuyan al logro de los objetivos de
felicidad y libertad individuales.
Gobierno mínimo y representativo. En el liberalismo, la fundamentación
filosófica de la autonomía moral de la persona se desarrolla en el tiempo desde
CUADERNOS DE FILOSOFÍA POLÍTICA II
IDEOLOGÍAS
Fco Javier Benítez Rubio
24
un pragmatismo primario basado en la paz y la seguridad (Hobbes) hasta otro
pragmatismo mas armado y complejo que tiene en ‘la maximización de la
felicidad’ a su postulado central (Bentham y J.S. Mill). En esta ética teleológica,
“el bien de las personas y, por extensión, de las instituciones públicas se define
como aquello capaz de producir la maximización de sus deseos, placer o felicidad”
(Vallespín, 2009:64). El binomio utilidad-felicidad en el plano individual se combina
con el reconocimiento de que los otros son igualmente dignos de consideración.
Así que, toda reforma social ha de maximizar la utilidad-felicidad al mayor
número posible de individuos. El ineludible paso siguiente es la graduación de
los bienes-placeres superiores e inferiores y luego, afrontar que la imposición de
determinadas políticas puede suponer un quebranto de las tan alabadas
autonomía y libertad individuales. Las preguntas que se hacen aquí los liberales
son: ¿Qué tipo de fuerza y poder puede ejercerse legítimamente sobre la
persona? ¿Se puede mantener la paz y el orden dado el pluralismo y el conflicto
inherente a la libre competencia? ¿Cómo proteger los derechos individuales de
las interferencias? ¿Cómo tomar decisiones políticas cuando hay tantos
intereses individuales en conflicto?
Problemas como estos hacen que el liberalismo necesite, como mal
necesario, la existencia del Gobierno. La idea que tiene el liberalismo de un
gobierno adecuado es minimalista: su función es la salvaguarda de las libertades
civiles del hombre. Proteger la vida, la libertad y las posesiones individuales.
Usando una metáfora actual, diríamos que debe ser el árbitro en el juego
socioeconómico entre individuos. El pueblo es quien legitima, dando su
CUADERNOS DE FILOSOFÍA POLÍTICA II
IDEOLOGÍAS
Fco Javier Benítez Rubio
25
consentimiento, al gobierno. Nunca al contrario. El Estado es un instrumento al
servicio de los ciudadanos y no al contrario, el Gobierno es necesario pero no
natural. El Estado desde la esfera pública ha de proteger al máximo a la esfera
privada. Este consentimiento se expresa mediante el libre acto de votar.
Generalmente el gobierno basado en el consentimiento debe ser democrático.
Aunque no lo implique directamente, la democracia es la mejor garantía del
liberalismo, ya que la democracia como forma constitucional que limita los
poderes del gobierno, salvaguarda los derechos del pueblo contra toda tentativa
de tiranía, la que evidentemente coartaría la libertad.
Respecto a la libertad, el gobierno deberá proporcionar las condiciones
para que el hombre pueda gozar del máximo posible de libertad dentro de un
marco de legalidad. Toda aquella disposición social que haga depender unos
seres humanos de otros (bien sea la esclavitud o el trabajo no asalariado) es
condenada. Así que, el gobierno autoritario es contrario a la libertad y ha de ser
rechazado. Es en este punto donde más clara se ve la evolución del pensamiento
liberal, porque ese espíritu primigenio minimalista de gobierno se ha ido
convirtiendo con el paso del tiempo en una concepción más absorbente. El
programa político que tiene que ser implementado tiene en cuenta la promoción
de la igualdad de oportunidades, las reformas educativas, el desarrollo de las
potencialidades de la persona y finalmente, las políticas sociales redistributivas.
Respecto al sujeto racional, para el liberalismo el hombre político
maximiza sus utilidades a través de la participación y la elección juiciosa. Con
este planteamiento, está plenamente justificada la existencia de un gobierno
CUADERNOS DE FILOSOFÍA POLÍTICA II
IDEOLOGÍAS
Fco Javier Benítez Rubio
26
participativo y no autoritario. Respecto al sujeto posesivo, el gobierno de espíritu
liberal tendrá la tarea de ayudarlo a satisfacer sus intereses, nunca a lo
contrario. Especialmente en lo que se refiere a lo económico.
Se nota mucho el ejercicio de equilibrismo que los autores liberales han
tenido que hacer para poder mantener una proporcionalidad entre la dicotomía
individuo y sus derechos y el Estado y sus poderes. Para evitar la concentración
de poder en manos de una persona o un monopolio. Para hacerlo la forma más
adecuada es el gobierno representativo, que no tendrá un papel esencial, sino
instrumental; un mecanismo que preserve otros fines que sí son esenciales.
Libertad de elección y de acción. Que la libertad es el valor primario para el
liberalismo, y que se ha de suprimir todo lo que impide o frene la libertad
individual, ya ha sido apuntado. Pero tras esto, los diversos autores liberales
apuntalan la idea de que al ser la libertad la gran necesidad humana es un bien
y un fin en sí misma, y no un medio para lograr un fin. La concepción liberal de
la libertad ha sido identificada con la elección material como norma general y
con el laissez-faire en el vértice económico: mínima regulación y máxima libertad
de acción. El hombre sociopolítico verdaderamente libre, consumidor según sus
posibilidades y votante racional, busca siempre el máximo en el mercado social
en el que habita. Es un sujeto autónomo que quiere y sabe buscarse la vida.
Contrario a subsidios e intervenciones que coartarían esa capacidad resolutiva e
independiente.
CUADERNOS DE FILOSOFÍA POLÍTICA II
IDEOLOGÍAS
Fco Javier Benítez Rubio
27
Por esto, el liberalismo, desde muy pronto, unió su suerte a la del
capitalismo. En un sistema de competencia económica autorregulada, el
capitalismo, la independencia económica origina no sólo riqueza y la
consiguiente mejora en las condiciones de vida, también independencia moral.
Así, el ideal de la comunidad es que con independencia de las riquezas y el
patrimonio personal que uno pueda conseguir a lo largo de su vida, por sus
capacidades y méritos, todos los individuos de la sociedad liberal comparten esa
misma moral, apuntada anteriormente. Por tanto, la empresa capitalista es el
elemento clave del autogobierno y el principal instrumento liberal, es piedra
angular de la construcción de la sociedad, a los ojos del liberalismo.
La libre competencia y los méritos. Para el liberalismo todos comenzamos la
vida en las mismas condiciones. Se defiende la igualdad jurídica de todos los
hombres. En su teoría todos los individuos nacen con la misma razón y con los
mismos derechos ante la ley. Esta igualdad no anula la competencia entre
individuos, antes bien, la potencia en un contexto de igualdad de oportunidades
que garantiza un resultado justo: los individuos más valiosos obtienen las
recompensas.
Ahora bien, como el liberalismo ha aparecido asociado siempre al
capitalismo, algunos autores dudan de que alguna vez haya existido esa
igualdad sustancial que luego pueda favorecer realmente la igualdad de
oportunidades. Para Goodwin (1997:54-56) “la teoría liberal iguala formalmente a
CUADERNOS DE FILOSOFÍA POLÍTICA II
IDEOLOGÍAS
Fco Javier Benítez Rubio
28
los individuos, aunque los individuos reales tengan diferentes niveles de riqueza,
competencia e inteligencia”5.
En la teoría liberal todo parece encajar como una magnífica maquinaria de
relojería. Tenemos la igualdad y la libertad de elección, tenemos individuos
independientes que saben perfectamente qué quieren y cómo conseguirlo,
tenemos el libre mercado y tenemos la competencia legislada, todo esto produce
una justa distribución de los ingresos y los bienes.
“La teoría liberal y su puesta en práctica social creen haber descubierto la
clave del progreso humano. Se ha creado un sistema de organización social en
donde la búsqueda individual de riquezas produce el bien común. Razón por la
que se deja a las esferas económica y social que se regulen por sí mismas” (Antón,
2007:111).
Lo que queda por encajar es que los individuos ganen recompensas en
directa proporción a su talento y a sus méritos. El input es todo aquello que el
individuo mete de provechoso en la sociedad, el output que extrae es la
recompensa moral y monetaria. En teoría, el sistema liberal quiere provocar que
todos los individuos, sea cual fuere su extracción social y nivel económico meta
en la sociedad lo mejor de sí mismo y saque como recompensa, de este mérito,
5 Abstractas, de ficción y mitológica son los adjetivos con los que Goodwin califica la igualdad de oportunidades.
CUADERNOS DE FILOSOFÍA POLÍTICA II
IDEOLOGÍAS
Fco Javier Benítez Rubio
29
algo tangible y cuantificable. Se recompensa mejor a quien lo merece, de modo
que gana más quienes más lo merecen6.
3. JANO.7
Varios han sido los padres y diversas las cunas del liberalismo. Dentro de
la larga historia de la política, podemos aventurarnos a afirmar que inaugura el
campo de las ideologías. Fue la primera ideología que logró estandarizarse, que
escribió su propio corpus de directrices. Tras ella fueron surgiendo las otras,
con su propia idiosincrasia, pero también, y en buena medida, como respuesta
al liberalismo. Ese debut, parece haberle dado una posición hegemónica en el
pensamiento político de la civilización occidental desde la Modernidad8.
6 Una vez más Goodwin objeta con firmeza. Meritocracia o justificación ad hoc de las
diferencias irreconciliables entre ricos y pobres. Goodwin, 1997. Op. cit. pp. 54 y 55.
7 JANO. Deidad peculiar de los romanos que no corresponde a ningún dios helénico. Supone Jano un símbolo de totalización, de anhelo de dominación general. Tenía dos cabezas, por lo que se le ha considerado como el dios de las puertas, el que las abría y cerraba, protegiendo así la entrada y salida de las casas de la ciudad. Román, Mª. Teresa Diccionario de las Religiones Alderabán Madrid 1996 p. 174.
8 Sobre esta hegemonía parece haber consenso entre los autores:
Goodwin, 1997. Op. cit. p. 79. “La corriente principal del liberalismo, perfeccionado de acuerdo a los cambios históricos, continúa siendo la ideología dominante en Occidente”.
Eccleshall, 2004. Op. cit. p. 44. “… el liberalismo es la ideología que está más íntimamente ligada con el resurgimiento y la evolución del mundo capitalista moderno. De suerte que en determinado aspectos… es la ideología hegemónica de la sociedad posfeudal…”.
Roberto Rodríguez, R. La Tradición Liberal en Ciudad y Ciudadanía. Senderos contemporáneos de la Filosofía Política. Edición de Fernando Quesada. Trotta 2008 p. 7. “De hecho, constituye aquella tradición de pensamiento político que ha gozado de amplia hegemonía en la civilización occidental casi desde sus propios orígenes en la modernidad, y quizás por ello mismo, ha sido la corriente ideopolítica contra la cual se han definido y conformado buena parte de las restantes”.
Vallespín, 2009. Op. cit. p. 53. “No hay que olvidar que la misma idea de constitucionalismo moderno, con todos los contenidos que abarca –declaraciones de derechos, separación de poderes, estado de derecho, etc.- es ya una aportación liberal. Su contingencia en tanto que mera ideología política se ve compensada así por el ‘trato de favor’ que en cierto sentido ha recibido por parte de la
CUADERNOS DE FILOSOFÍA POLÍTICA II
IDEOLOGÍAS
Fco Javier Benítez Rubio
30
Convirtiéndola en una especie de ideología entre ideologías, el sustrato básico y
natural de todas ellas. Este tema, peliagudo y tormentoso, ha ocupado y ocupa
innumerables páginas de análisis político. Tratando de delimitar claramente las
líneas que se entrecruzan, dejaremos para otro momento las cosas que tienen
que decirse las ideologías unas a otras9. Y nos centraremos en si el liberalismo
ha sufrido el impacto de la historia en sus creencias.
Comenzamos el capítulo tildando al primer liberalismo como reformista.
Es cierto que la génesis del liberalismo se produjo en un entorno revolucionario
(Rodríguez, 2008:9-10). La Revolución científica, la Reforma protestante, la
Revolución económica con la instauración del capitalismo y, finalmente las
Revoluciones políticas (en Inglaterra, Estados Unidos y Francia) son el contexto
donde brota el liberalismo en la pluma y el genio de Locke, Montesquieu, Hume,
Bentham, Constant, Paine y algunos otros. Los autores liberales fueron tomando
elementos e interpretando de la realidad que les tocó vivir hasta dar con un
núcleo ideológico y un novedoso discurso filosófico.
tradición política occidental. Lo queramos o no, el liberalismo es la ideología creadora de las reglas de juego en las democracias modernas”
9 Eccleshall, 2004. Op. cit. p. 51. Para Eccleshall es posible rastrear en las otras dos grandes ideologías, un buen puñado de ideas tomadas prestadas del liberalismo: “Son tantas las ideas que en principio fueron liberales y que posteriormente se han moldeado en el seno de perspectivas sociales alternativas, que la ideología liberal puede aparecer hoy como desmembrada: un revoltijo de creencias que se derraman por doquier. Lo cierto es que los actuales liberales parecen estar sentados, y no muy cómodos por cierto, a caballo entre dos mundos ideológicos existentes: el conservador y el socialista”.
Rodríguez, 2008. Op. cit. p. 29. “Este acercamiento… quizá tenga su origen en la condición fronteriza entre el conservadurismo y el socialismo; condición que ha facilitado la absorción de buen parte de su ideario por aquellas tradiciones, en especial a causa de la respectiva proximidad a ellas de cada uno de sus rostros”.
CUADERNOS DE FILOSOFÍA POLÍTICA II
IDEOLOGÍAS
Fco Javier Benítez Rubio
31
En el siglo XVIII a la teoría política se añade la teoría económica y el
liberalismo adquiere ya una extraordinaria cota de influencia. Estamos en
tiempos de Adam Smith y del nacimiento del liberalismo económico o economía
política clásica. La economía se rige por una serie de leyes naturales con sus
propios mecanismos de autorregulación. Efectivamente, existe una clara
analogía entre el individuo y la economía. El ser humano se rige por una serie de
leyes naturales como son la individualidad, su instinto de apropiación, el afán de
lucro y la racionalidad. Si se le deja en libertad y sin trabas puede
autorregularse y llegar a ser feliz, conviviendo razonablemente bien con los otros
individuos. Del mismo modo existe una mano invisible que autorregula el
mercado, la división del trabajo, la ley de la oferta y la demanda y la libre
competencia. El mercado, según A. Smith, es el “punto de encuentro de los
distintos intereses y voluntades individuales” (Vallespín, 2009:70). El mercado es
una especie de mecanismo automático capaz de captar, si no tiene
constricciones, lo esencial de las distintas necesidades e intereses. Actúa como
una fuerza subliminal totipotente que surge de la conciencia colectiva de los
propietarios que lo conforman, y de ese modo es el único que puede convertir el
egoísmo del propio interés y de la ganancia propia en bienestar general.
Pero luego de la génesis encontramos los requiebros del liberalismo. Para
algunos es un pensamiento compacto y sin transformaciones, por lo tanto
universalizable a todas las épocas y sociedades. Por contra, entiende Eccleshall
(2004:50) que el liberalismo no es “un conjunto de creencias estáticas e
intemporales que se mantiene al margen de la historia”; y Rodríguez (2008:7) que
CUADERNOS DE FILOSOFÍA POLÍTICA II
IDEOLOGÍAS
Fco Javier Benítez Rubio
32
“la tradición liberal dista mucho de constituir un cuerpo homogéneo o cerrado de
ideas”. Y sigue argumentando Eccleshall (2004:71) que se equivocan los que
piensan que no se ha mostrado permeable a los avatares de la historia:”El primer
liberalismo, o liberalismo clásico, como ya vimos, se asociaba a la idea de un
estado minimalista, es decir, la creencia de que únicamente la economía de libre
mercado, sin interferencias políticas, podía salvaguardar los derechos y las
libertades individuales. El liberalismo moderno, o posclásico, por el contrario,
defiende ciertas medidas para la supervisión estatal de la economía y también
para liberar a las personas de las intolerables condiciones sociales”.
El espíritu de la época tiene mucho que ver en todo esto10. El ajetreado
siglo XIX supone un serio aldabonazo al optimismo, antropológico y político, del
liberalismo. Lo que comenzó como reformismo del Antiguo Régimen se ha
terminado por transformar en otro monolito omnicomprensivo. El tiempo de los
últimos es otro, puede, quizás quién sabe, si esa percepción positiva, por
hiperracionalista, de los seres humanos esté algo desencajada, ¡son tantas cosas
las que han pasado! El mundo es otro también, entre otras razones porque ese
primer liberalismo ayudó a modificarlo. Y sobre todo, porque ha entrado en
diálogo y confrontación con otras formas ideológicas de ver y tratar al mundo del
hombre. Este último liberalismo puede desdoblarse en dos tradiciones
10 La cita es larga, pero explica perfectamente esto de que el mundo es, desde luego, otro mundo. Rodríguez, 2008. Op. cit. p. 15 “…las sociedades a que da lugar el capitalismo industrial imperante hacia mediados del siglo XIX son ya muy diferentes de aquellas en las que nación el liberalismo hacia mediados del siglo XVII. El enorme desarrollo de la industria, el fin del capitalismo individual y la creación de gigantescas; la creciente importancia de las instituciones bancarias; la aparición de grandes sociedades anónimas; los nuevos métodos de organización del trabajo; a la emergencia de nuevos problemas económicos, sanitarios, educativos y laborales; la creación de diversos sistemas asistenciales y de seguridad social; el desarrollo del capital monopolista, la progresiva ampliación de los sujetos de derechos políticos y el consiguiente acceso de la ciudadanía a la política; el nacimiento de los partidos y los sindicatos de masas; la creciente racionalización, burocratización y oligarquización de la vida económica y política, o, en fin, el aumento de la intensidad y conflictividad de la lucha por el poder y la influencia política, …”.
CUADERNOS DE FILOSOFÍA POLÍTICA II
IDEOLOGÍAS
Fco Javier Benítez Rubio
33
distinguibles: el liberalismo social y el neoliberalismo conservador. Diferentes
programas de desarrollo, un mismo ideal. Se mantienen las praevia positio, se
reinterpretan las implicatio.
Estos distintos movimientos tratarán de apuntalar, unos, y reformar,
otros, ese liberalismo omnipresente al que ya acosan otras ideologías. Nos
encontramos con el Liberalismo Democrático defendido por Toqueville o John S.
Mill por ejemplo, de corte ilustrado, que “propugnaban la libertad de
pensamiento, de expresión y de asociación, la seguridad jurídica y política de
propiedad y el control de las instituciones políticas mediante una opinión pública
informada. Todo ello debería alcanzarse mediante gobiernos constitucionales
basados en el concepto clave de la soberanía popular” (Antón, 2007:116). Frente a
estos el Liberalismo Doctrinario en De Maistre o Guizot, por ejemplo, que se
enrocan en lo más clásico de lo clásico, mirando hacia el conservadurismo.
La llegada del siglo XX, ahora sí, cambia por completo la fisionomía del
liberalismo. El mundo es ya un lugar muy grande y son varias las ideologías que
se ocupan de su funcionamiento y que pugnan por habitar en los pensamientos
de los ciudadanos. Las relaciones entre los países se vuelven cada más compleja,
hasta el punto de que aparecerán terribles totalitarismo de diverso cuño. En los
países democráticos se reordena el ámbito de la representatividad política y la
redistribución de la riqueza es intervenida, en mayor o menor medida, por el
Estado. Con el crack del 29 muchos reconocieron que el liberalismo económico
clásico dejado a su libre albedrío era catastrófico. El Estado era llamado
irremediablemente a intervenir económicamente y corregir la deriva del
CUADERNOS DE FILOSOFÍA POLÍTICA II
IDEOLOGÍAS
Fco Javier Benítez Rubio
34
capitalismo. F. D. Roosevelt y su New Deal, en la Norteamérica de entreguerras,
es el ejemplo más conocido de esto.
Tras la Segunda Guerra Mundial se llega a una especie de entente tácito
para remar en la misma dirección: es el tiempo de gloria de J. Maynard Keynes y
el Estado del Bienestar. Pero como en todo armisticio que es inestable, la paz
política se truncó con la Crisis del petróleo de la década de los setenta. El
neoliberalismo que surgirá de esta época retoma en cierta medida el mismo
doble camino del s. XIX, que había sido semiabandonado en gran parte del s.
XX.
Frente a la misma realidad sociopolítica, los liberales hacen una
valoración crítica diametralmente opuesta. Para algunos teóricos, Hobhouse,
Hobson, Dewey, Keynes, Rawls, Bobbio o Dworkin entre otros, habría que dar
una respuesta al endurecimiento de las condiciones vitales y laborales. No se
podía seguir manteniendo impasiblemente esas posturas clásicas que lo que
realmente hacían eran dar cobertura al enriquecimiento de una minoría frente al
empobrecimiento de la mayoría. Pero otros teóricos, Spencer, Croce, von Mises,
Hayek, Sartori o Nozik entre otros, lo que veían era una proliferación del
intervencionismo, un reformismo social desembocante en el Estado del
Bienestar, y el fomento de la pasividad del individuo que se ha convertido en
adicto dependiente de las subvenciones del Estado. En tiempos del eje
transoceánico Reagan-Thatcher, estos últimos son los claros vencedores y los
que marcan los destinos de la geopolítica mundial: desregulación del mercado
laboral, privatización del sector público, autorregulación del mercado y
CUADERNOS DE FILOSOFÍA POLÍTICA II
IDEOLOGÍAS
Fco Javier Benítez Rubio
35
militarismo imperialista. Responder a todo los nuevos sucesos con las
consideradas seguras recetas de siempre, parece ser el espíritu del
neoliberalismo conservador hegemónico, más aún tras la catástrofe del 11S.
El liberalismo no ha intervenido en la realidad previa a su primera
conformación, se amoldó a lo que en ella iba surgiendo, la fue interpretando
para luego ir conformándose. Pero sí que ha intervenido, y mucho, en la realidad
que desembocó en las segundas de sus definiciones. Ambas posiciones liberales
han ido desgranado sus enmiendas al modelo clásico a lo largo del siglo XIX y
XX. Y todavía ahora, en el incipiente siglo XXI ambas líneas siguen progresando
y separándose. Y es que son tan diametralmente opuestas que cuesta creer que
tengan ancestros intelectuales comunes; y que la conclusión de Eccleshall
(2004:74) de que “los primeros y los últimos liberales han defendido programas
distintos para lograr el ideal de una comunidad uniclasista de ciudadanos que se
gobiernan a sí mismos”; sea difícil de entender. Aunque como veremos en el
siguiente capítulo, el neoliberalismo clásico, puede ser perfectamente enclavado
en la ideología conservadora.
Epílogo
Deliberadamente he dejado para el final de esta disertación sobre el
liberalismo el asunto del talante liberal. Aquella actitud mental de una persona
civilizada y tolerante, de ‘mente abierta’, defensor acérrimo de la libertad,
contrario enérgico contra todo aquello que signifique prohibir y clausurar, que se
CUADERNOS DE FILOSOFÍA POLÍTICA II
IDEOLOGÍAS
Fco Javier Benítez Rubio
36
siente y ejerce como sujeto racional, libre de todo prejuicio, incluso defensor de
causas en las que los derechos de las minorías se ven menoscabados. Ese
prohombre que está en contra de todo tipo de autoritarismo, que se opone con
firmeza a aquellas prácticas que descalifican a determinados grupos sociales
como postergados.
Creo importante distinguir esta hexis11 liberal del liberalismo como
conjunto de creencias o credo político. Cierto es que en sus orígenes, sus
primeros partidarios quisieron cultivar esa imagen de sujetos magnánimos que
preferirían el diálogo racional a la imposición abstrusa o al extremismo
ideológico. Pero este talante no ha sido siempre, ni es ahora actualmente, una
propiedad exclusiva de los adeptos al liberalismo. Seguro que un buen puñado
de socialistas estarán de acuerdo con este temperamento o, incluso, dirán de él
que es el modo de ser del auténtico progresista. Entonces llegará la
confrontación por los derechos de apropiación y legitimidad sobre ese talante.
Ese es, a mi entender, otro debate.
11 Aranguren, J.L.L. Ética. Alianza Editorial AUT/19. Páginas 22 y 23. El filósofo español distingue en su caracterización etimológica de la ética entre el êthos y la hexis. La hexis, como talante, modo de vivir anímico, temperamento o constitución, es el sentido previo y natural del êthos. Éste es mucho más profundo que el anterior y tiene que ver con el modo de ser del individuo, de situarse en la vida; es el carácter del hombre forjado a través de su vida por los actos.
CUADERNOS DE FILOSOFÍA POLÍTICA II
IDEOLOGÍAS
Fco Javier Benítez Rubio
38
El comienzo de la reflexión sobre el conservadurismo comienza con la
determinación de si es o no es una ideología propiamente dicha12, si es un cuerpo
estructurado de ideas y directrices o son un conjunto, más o menos coherente, de
intuiciones o disposiciones. No parece éste, desde luego, un tema menor habida cuenta
de las opiniones encontradas al respecto. Algunos autores no ven impedimentos para
situarlo en la lista de las ideologías y otros dan el visto bueno para poder encajonarlo en
su sitio pero con matices. Si seguimos los parámetros de los que entienden que el
conservadurismo es más un hábito mental que una doctrina política, y que prefiere
ceñirse a lo concreto en vez de teorizar; entonces, dice Eccleshall (2004:84) que, encajaría en
los parámetros de una preferencia subjetiva hacia una forma de vida establecida. Pero este
autor no está de acuerdo con este aserto. A primera vista sí que puede parecer simple,
pero al revisar los conceptos evitando el maleado uso diario que se hace de la etiqueta
‘conservador’ aparecerá otra cosa. Estamos otra vez en nuestra escalera de Escher al
encontrarnos con que cada ideología habla favorablemente de sí misma y en forma
contraria de las demás, desde sus también posturas ideológicas. No parecen quedar
instancias prístinas de argumentación y crítica objetiva. Volvamos a nuestro asunto, para
12 Goodwin, B. El uso de las ideas políticas. Península Barcelona 1997; y también Lleixá, J. El Conservadurismo en Manual de Ciencia Política. Miquel Caminal Badia (Editor) Tecnos 3ª Edición Madrid 2007. Goodwin, apoyándose en Mannheim, afirma (p. 181), que el conservadurismo no es una ideología explícita o constructiva. Más adelante, (p. 206), lo denomina como una especie de camaleón entre las ideologías, diciendo además que es una ideología esencialmente incompleta e insatisfactoria. Lleixá también aporta la conceptuación de Mannheim (p. 124 y p. 126) en ‘El pensamiento conservador’ (1929), que afirma que es un estilo de pensamiento, que a continuación adoptará una u otra coloración, uno u otro contenido ideológico concreto a lo largo de la historia. Bealey en la entrada ‘conservadurismo’ de su Diccionario, en la página 90 para ser exactos, va mucho más lejos y determina que es la negación de la ideología.
CUADERNOS DE FILOSOFÍA POLÍTICA II
IDEOLOGÍAS
Fco Javier Benítez Rubio
39
Eccleshall (2004:85) sí es con pleno derecho, una ideología, por ser un conjunto de creencias
que determinados grupos sociales empezaron a articular en un momento histórico concreto.
Goodwin (1997:182) argumenta sobre este asunto de forma hipotética: Si el conservadurismo
puede ser presentado como una ideología, esto se debe a que se deriva de un pequeño número de
creencias e intuiciones que forman una concepción del mundo coherente.
El conservadurismo tiene un punto de origen en la historia: el tiempo posterior a
las revoluciones, el pensamiento ilustrado y todo el entramado ideológico que surgió a
raíz de las mismas. La ideología política conservadora surge como un impulso reactivo
frente a estas revoluciones (Lleixá, 2007:125). Una reacción que abarca lo social, lo político,
lo intelectual y lo moral. Los conservadores entienden que la Revolución rompió el orden
natural de las cosas. Las rupturas revolucionarias desencajan las estructuras del gran
organismo que es la sociedad. La época de las Luces, su racionalismo, la defensa de los
derechos naturales del hombre, truncaban el funcionamiento ordenado de la sociedad.
¿Cuáles son, entonces, estas creencias, de las que hablan los expertos?
1. LOS PILARES BÁSICOS.
La imperfección humana. Los conservadores suponen que la naturaleza humana es
débil, egoísta e irracional. La debilidad del ser humano, su fragilidad y tendencia al
egoísmo y al juicio erróneo, es algo que no podemos dejar de tener en cuenta. Eccleshall
(2004:101) rastrea estas ideas hasta el siglo XVI y R. Hooker con su teoría del pecado
original como razón del pesimismo humanista. El hombre es incapaz de autogobernarse
CUADERNOS DE FILOSOFÍA POLÍTICA II
IDEOLOGÍAS
Fco Javier Benítez Rubio
40
o incluso llevar una conducta sociable y moral, cuando falta un elemento coercitivo. En
este contexto es celebérrima la sentencia de Thomas Hobbes: homo hominis lupi, el hombre
es un lobo para el hombre.
La desigualdad es ineludible. La igualdad es antinatural e imposible. Existen tres
niveles de desigualdad:
Los hechos inmutables de la biología humana en cuanto a la corporeidad,
las habilidades y destrezas y las energías.
La diversidad individual en el carácter, el talento, el pensamiento y las
ambiciones.
Las diferencias económicas en cuanto al acaparamiento de recursos,
propiedades, dinero y, por tanto, de poder.
El hombre no posee derechos naturales. El hombre pre-social (Lleixá, 2007:126-127) y su
libertad no existen, no existieron nunca; el contrato acordado in illo tempore, por tanto,
tampoco ocurrió. Por consiguiente, los derechos naturales del hombre, y la libertad
abstracta, son una falacia del racionalismo iluminista. Lo que existe son los derechos y las
libertades concretas recibidas en herencia de nuestros antepasados.
Contra el cambio. Respecto a este punto existe una importante divergencia entre los
autores expertos. La propia etiqueta de la ideología adelanta el concepto clave sobre el
que pivotará gran parte de la reflexión conservadora: preservar el orden. Por eso la
ideología conservadora se siente interpelada a criticar y a enfrentarse de manera
sistemática con las otras ideologías, tratando de impedir que éstas alteren lo que
CUADERNOS DE FILOSOFÍA POLÍTICA II
IDEOLOGÍAS
Fco Javier Benítez Rubio
41
consideran el rumbo natural de las cosas. Es importante, y antes que nada, reafirmar las
instituciones naturales existentes (Molina, 2008:27-28), incluso defenderlas de todos aquellos
que quieran modificarlas.
¿Es posible que la sociedad pueda algún día eliminar sus imperfecciones mediante
el progreso? Los conservadores creen que no y para apuntalar su creencia argumentan
con la experiencia histórica. La Historia es una gran maestra que ofrece importantes
lecciones a quien quiera oírla. Los conservadores la prefieren a un hipotético futuro de
progreso. Pero a decir de Eccleshall (2004:87), el oponerse al cambio está lejos de ser una
instancia inamovible, y por supuesto, que no se trata del ingrediente crucial del
conservadurismo.
Goodwin argumenta que el estar en contra del cambio sí es una posición nuclear
del conservadurismo. Rastreando a lo largo de la historia de la filosofía y la política
respecto a las creencias e intuiciones de corte conservador, podemos llegar a concluir que
los conservadores no gustan del cambio. Es más, cuanto mayor sea el cambio, peor el
mal. Y es que piensan que todo cambio equivale a la decadencia o presagia la disolución
el caos. Visto desde otro ángulo: están convencidos de que la estabilidad, la paz y el
orden son los ideales que hay que promover y defender, los que conformarán la mejor de
las sociedades. La estabilidad en el orden natural de las cosas es el objetivo a perseguir. A
lo sumo, se permiten los ajustes, ya que no se pueden predecir las implicaciones que
traerán los cambios. Goodwin (1997:183-184) ofrece los que supone son argumentos
conservadores contra el cambio. Estos pueden resumirse como sigue:
CUADERNOS DE FILOSOFÍA POLÍTICA II
IDEOLOGÍAS
Fco Javier Benítez Rubio
42
Imprevisibilidad. Nada ni nadie puede asegurar a ciencia cierta que los cambios
producirán mejoras en la sociedad. Todo cambio es arriesgado, puesto que el
efecto de la reforma no puede predecirse con precisión, y por consiguiente no
puede determinarse por anticipado si es deseable o no. No se puede prever los
resultados que tendrá una innovación social.
Hay que respetar a la tradición. Las formas políticas y sociales existentes, si
están basadas en la solemne y sagrada tradición, deberían conservarse sin
alteraciones. Es la tradición la que crea la continuidad social, y ésta su vez,
fomenta la tranquilidad y la seguridad, que es lo que en el fondo desean los
seres humanos. El tiempo es el mejor de los jueces. Entonces, lo que se preserva
en el tiempo será, por supuesto, el mejor los sistemas posibles. Por lo que no
deben realizarse cambios porque lo que existe es bueno
¿A qué se debe este tesón tan contrario al cambio, hasta el punto de pensar que
cambiar es degenerar? Los conservadores están convencidos de que la realidad posee una
esencia inmutable y de valor (Goodwin, 1997:185), esencia que hay que proteger y preservar de
los cambios. Existen, ciertamente, una serie de verdades inmutables que han de ser las
guías para la moral y la política para todas las épocas. Este asunto no queda zanjado aquí,
como se verá a continuación sigue estando presente.
Dios e Historia. El pensamiento conservador tiene profundas raíces en la historia de
la humanidad. Y aunque en su moderna constitución optara por anatemizar la ideología
política por ser ponzoñosa y manipuladora del orden correcto que ha de estar justamente
CUADERNOS DE FILOSOFÍA POLÍTICA II
IDEOLOGÍAS
Fco Javier Benítez Rubio
43
establecido, nunca jamás, en su historia, parece haberse desprendido de la impronta que
la ideología religiosa impregna en todas sus creencias, véase si no el indeleble sello que
Hooker ha dejado en las almas de los conservadores. Efectivamente, el conservadurismo
y la religión cristiana son corrientes paralelas que, incluso vistas de cierto punto de vista
cenital, pueden ser una y la misma. Sabemos que comparten la misma concepción
pecaminosa del ser humano: la humanidad está fundamentalmente podrida y débil (Goodwin,
1997:196). Junto a esto encontraremos, eso lo veremos a continuación, la proverbial
necesidad de un mesías político que guía a los descarriados al orden justo.
Si de Hooker incorporaron, a la ordenación del mundo, los principios morales
establecidos por Dios; de Burke incorporan, algo que no es abstracto, la experiencia de la
historia, la herencia adquirida. Si la individualidad es imperfecta, en la tradición y el
acumulo corporativo de costumbres está la sabiduría. Por eso la tradición es el reservorio
de sabiduría13, un depósito de la inteligencia colectiva y de los valores auténticos,
acumulada durante siglos que hay que conservar y reverenciar. Porque además, las leyes
y las instituciones son su magno resultado. En la historia están los ejemplos que lo
corroboran. Así que, para los conservadores la sociedad debe evolucionar dentro de un
orden moral trascendente. En la retórica conservadora los conceptos ‘evolución’ o
‘ajustes’, quizás ‘reforma’ son plenamente admisibles. Sin embargo, ‘progreso’ y ‘cambio’
tiene una carga de radicalismo inaceptable. Desechar la sabiduría práctica de las
13 Eccleshall. Op. Cit. Págs. 102 y 104. También en Lleixá. Op. Cit. Pág. 127. Finalmente, del orbe anglosajón salta este pensamiento hasta el orbe germano del romanticismo. Savigny afirma que el origen del derecho radica en la ‘consciencia común del pueblo, y la costumbre crea históricamente su propio régimen (Lleixá. Op. Cit. Pág. 128).
CUADERNOS DE FILOSOFÍA POLÍTICA II
IDEOLOGÍAS
Fco Javier Benítez Rubio
44
generaciones (Eccleshall, 2004:104) a favor de quimeras sin contrastar históricamente es
intolerable para el conservadurismo de todos los tiempos y lugares.
2. VISHNU.14
No solamente el conservadurismo es una ideología, sino que, para Eccleshall
(2004:102-104)15, en lo referente al modelo de Estado y Sociedad, tiene dos articulaciones
clásicas: la variante libertaria y la variante orgánica. El conservadurismo libertario adopta
ideas que han sido promovidas por el liberalismo: aboga porque el Estado no intervenga
en la economía, defiende el mercado libre y la propiedad privada. ¿Por qué ocurre esto?:
la economía libre fomenta la autodisciplina y vigoriza la fibra moral de los individuos (Eccleshall,
2005:90). El conservadurismo orgánico no comparte este modelo social. Abogan por una
sociedad interconectada jerárquicamente que se vincula mediante un entramado de
derechos y obligaciones. En su cúspide nos encontramos a los ricos y pudientes, que
además de tener el poder tienen la responsabilidad del bienestar y protección del resto de
la pirámide. Este modelo de origen claramente medieval y se fundamenta en la ‘nobleza
obliga’ y en el paternalismo benefactor aristocrático.
14 VISHNU ‘El Conservador’ es la más importante deidad hindú, que junto con Brahma
(‘El Creador’) y Shiva (‘El Destructor’) forman la Trimurti. Se nos aparece como el gran protector del universo, cada vez que se tambalea el orden, él se encarna para restablecerlo. [Román, Mª. Teresa Diccionario de las Religiones Alderabán Madrid 1996 Pág. 312] Se le representa en forma humana, como un hermoso joven sonriente de piel azul intenso, cuatro brazos y tiara en la cabeza; cabalga sobre el águila celeste Garuda y reposa sobre la serpiente de mil cabezas, símbolo de lo infinito. [Román, Mª. Teresa
Sabidurías orientales de la antigüedad Alianza Ensayo 235 Madrid 2004 Pág. 252]
15 En la página 97, Eccleshall, también aduce que rara vez se manifiestan en estado puro.
CUADERNOS DE FILOSOFÍA POLÍTICA II
IDEOLOGÍAS
Fco Javier Benítez Rubio
45
¿No hay, entonces, un choque entre ambas posturas? Eccleshall (2004:93) soluciona
este problema negándole a la ideología conservadora una identidad-eje central sobre la
que pivote todo el entramado ideológico. Así el auténtico pensamiento conservador se
presenta como un híbrido entre ambas tendencias. Goodwin lo llama, simple y
llanamente, pragmatismo. Hay que preservar el orden a cualquier precio y evitar las
reformas radicales. Ese fin justifica los medios. El pragmatismo es el único método
político válido. Los conservadores pueden abogar por políticas diferentes, incluso
contradictorias en épocas distintas, en pos de un objetivo: preservar lo bueno de la
sociedad, la cohesión y el status quo. Este pragmatismo es el vínculo que existe entre el
conservadurismo y el neoliberalismo clásico (Goodwin, 1997:197,202-206)16.
Si contamos con la concepción negativa del hombre, la posición central de la
autoridad, y el papel de la religión en la sociedad y el gobierno de los hombres, Hobbes
es, desde luego, un conservador al pié de la letra. Edmund Burke, en el siglo XVIII, es
considerado como el más importante de los teóricos políticos conservadores, más si cabe
si tenemos en cuenta su papel fundamental, no directa pero sí ‘espiritual’, en la Carta
fundacional de los Estados Unidos de América. También John Adams en Estados Unidos
y Joseph de Maistre en Francia son afamados conservadores de su época dorada. Ya en el
s. XX, se considera al neoliberal conservador Frederik von Hayek como el más importante
representante de esta ideología; pero para ilustrar hasta qué punto puede ser difícil
16 A Goodwin le parece que el conservadurismo no tiene suficiente empaque para dar forma a un corpus original, así que ha de tomar de las otras fábricas de ideas lo que ella no tiene, especialmente en lo que a la economía se refiere. Este es lo que ha difuminado la frontera entre el conservadurismo y los liberales.
CUADERNOS DE FILOSOFÍA POLÍTICA II
IDEOLOGÍAS
Fco Javier Benítez Rubio
46
etiquetar como conservadores a determinados autores y a determinadas obras, el inglés
Michael Oakeshott, conservador de corte más clásico, critica duramente al anterior por
introducir la racionalización en las entrañas del conservadurismo.
3. CONSECUENCIAS
Sociedad de estructura dominante. La sociedad es un organismo históricamente
regulado que se vertebra de forma natural por una jerarquía (Lleixá, 2007:137).
Efectivamente, los conservadores abogan por una sociedad clasista o jerárquica, en donde
la autoridad de la élite ha de derramarse hasta el fondo de la pirámide, el pueblo.
Algunos hombres son innatamente “superiores” a otros, así que no sólo es lógico que
gobiernen, sino que es lo natural. La élite del gobierno y la sociedad jerárquica no
igualitaria dividida en clases son consecuencias necesarias de la naturaleza humana. Las
diferencias de clases no tienen que dar forzosamente lugar a conflictos sociales o
desórdenes puesto que todos pertenecerán a clases a las que por naturaleza les
corresponde pertenecer, y la armonía orgánica reinará entre las clases. Cada clase ejerce
su función y ocupa su sitio correspondiente en el orden social. Es el modo en el que éste
funcionará correctamente y en armonía: es la analogía orgánica en palabras de Goodwin
(1997:190). El conservadurismo no se contempla a sí mismo como una forma excluyente de
plantear la sociedad. Todos tienen sitio en la sociedad conservadora, pero cada uno debe
estar en el lugar que la naturaleza y la tradición dispongan. Por tanto, la nivelación social
es imposible y si se intenta de llevar a cabo el resultado será la tiranía. Por tanto, también
CUADERNOS DE FILOSOFÍA POLÍTICA II
IDEOLOGÍAS
Fco Javier Benítez Rubio
47
la nivelación económica es impracticable y si se intenta de llevar a cabo el resultado será
el estancamiento socioeconómico. Así que no hay nada loable en una sociedad igualitaria.
Ha de existir un orden social donde cada cual ha de jugar el papel que le corresponde.
Sociedad de estructura meritocrática. El debate entre el conservadurismo y la
democracia ha ido adquiriendo, a lo largo de la historia, tintes de ferocidad dramática
que sobrepasan con mucho las pretensiones de este trabajo. Sí podemos apuntar que si la
democracia es aquella forma de gobierno que trata de imponer el igualitarismo de masas,
que es una igualdad antinatural para los conservadores, y encierra además un principio
nivelador que trata de sustituir la virtud del esfuerzo y la búsqueda de méritos por la
mediocridad y el plebeyismo (Lleixá, 2007:137), entonces, los conservadores no estarán
nunca a favor de ese modelo de democracia. Si el pueblo no se esfuerza, no trata de
mejorar y medrar aceptando el lugar que le corresponde, esperando además, que alguien
le solucione la vida, no merece tener la posibilidad de llevar las riendas del gobierno de la
sociedad.
Por tanto, los conservadores sí que quieren potenciar las minorías emprendedoras,
a través de su éxito económico (Eccleshall, 2004:96), ya que así habrán probado su valía en la
sociedad, como ya hicieron la burguesía y los comerciantes. Y no se puede obviar la
existencia de los inadaptados más radicales, de la ignorancia y la indolencia de unos
pocos que no saben o no quieren hacer méritos y aprovechar las oportunidades dentro de
este sistema jerárquico, y que es posible que actúen de modo reprensible e irresponsable.
Ante los potenciales peligros de esto es necesario ese Estado fuerte.
CUADERNOS DE FILOSOFÍA POLÍTICA II
IDEOLOGÍAS
Fco Javier Benítez Rubio
48
Contra una sociedad de siervos. No hay ideología que campe a sus anchas en el
mundo sin interaccionar con otras. Por eso, en primer lugar, se comportan como agentes
erosivos las unas con las otras. Y en segundo lugar, surgen modificaciones, o mejor dicho,
se producen renacimientos de entre sus cenizas como respuestas a esas interpelaciones. El
conservadurismo no iba a ser menos a lo largo y ancho del intenso siglo XX. El
individualismo ha sido eliminado por el colectivismo. El incentivo individual ha sido
suprimido por las tasas y los impuestos. Las empresas debilitadas llegan incluso a pedir
el amparo de los aparatos estatales. Habitamos en un Estado-nodriza que entumece la
elección individual y asfixia la iniciativa (Eccleshall, 2004:112). Este es el tremendo análisis
que, contrario al llamado Estado del Bienestar, Hayek y Milton Friedman realizan de la
situación subsiguiente a la 2ª Guerra Mundial. Para atajar lo que ellos creen una
catástrofe hay que volver a fortalecer la competencia y la competitividad. La única
función económica que ha de cumplir un gobierno es la de mantener estable el sistema
monetario (Eccleshall, 2004:111). Se debe reducir el gasto público y bajar los impuestos. La
empresa privada ha de retomar su lugar de acción predominante. Estas contrarreformas
socioeconómicas llevaran a una reforma moral: liberados del colectivismo que produce
inválidos y gorrones17 se producirá una vuelta a los valores morales civilizados. No será
solamente una cuestión de la clase política, llegan a vaticinar, será el propio descontento
popular el que pedirá hacer frente a la elevación de los índices de criminalidad, de la
17 Eccleshall. Op. Cit. Pág. 114. También, y sin que sirva de precedente (sic), en Goodwin. Op. Cit. Pág. 71.
CUADERNOS DE FILOSOFÍA POLÍTICA II
IDEOLOGÍAS
Fco Javier Benítez Rubio
49
permisividad moral, el incremento de la inmigración, que son propios de esta
servidumbre. Habrá que volver a la recia disciplina de la ley y la tradición.
Sea como fuere, los conservadores apuestan por una Sociedad-Estado fuerte, de
disciplina social y recio orden legal. Con los matices añadidos por cada una de las
articulaciones. El gobierno es la autoridad que se debe respetar, es un mero dispositivo
para mantener el orden.
El deber patriótico. Bien porque sea la unidad-orden natural; o bien porque sea el
producto de una tradición; la nación es un indestructible conglomerado de tierra,
costumbres e instituciones que debe ser defendida hasta las últimas consecuencias: la
nación es sacrosanta (Goodwin, 1997:195). Este espíritu patriótico representa el legítimo amor
a los orígenes: el lugar de nacimiento tanto físico como espiritual, la patria y la familia. Se
pretende de modo activo que sus valores, su cultura y su tradición se transmitan de
generación en generación.
Filantropía y Caridad. Para el conservadurismo llamado orgánico, cada individuo ha
de cuidar de sí mismo, cada cual ha de satisfacer sus propias necesidades, siendo
recompensados adecuadamente, aquí el que habla es el conservadurismo libertario, por
cumplir con su deber allí donde la sociedad los ha situado. Respecto a la pobreza y la
desigualdad, los ricos y pudientes deben de ayudar y proteger a los pobres y
desprotegidos. Como ya hemos visto, un Estado de Bienestar es una creación artificial
que destruye las relaciones naturales, que además, impide el noble y aristocrático deber
de la caridad.
CUADERNOS DE FILOSOFÍA POLÍTICA II
IDEOLOGÍAS
Fco Javier Benítez Rubio
50
Epílogo
Deliberadamente he dejado para el final de esta disertación sobre el
conservadurismo el asunto del instinto de conservación natural. Es un hecho biológico y
psicológico constatado que el ser humano trata de preservar su vida de todo daño. Las
reacciones instintivas de protección son un dato difícilmente rebatible. Incluso los
reformistas de izquierdas más sesudos e ideológicamente estructurados no pueden evitar
tener una psique con pulsiones inconscientes que le ordenan defenderse y conservan su
resuello vital. Cuando algunos tratan de trasladar estos primarios instintos de
conservación a situaciones prácticas de la cotidianidad política el análisis resulta
dificultoso, por no decir otra cosa. Es conocido por todos los analistas y estrategas de los
partidos políticos la tendencia a votar a partidos conservadores cuando hay períodos de
crisis y la ciudadanía ve amenazada su nivel de vida: bien económica, en épocas de gran
recesión; o bien social, en épocas en que la inmigración no encauzada o los altos índices
de criminalidad, por ejemplo, se convierte en un problema. Del mismo modo, cuando la
situación es más boyante y los recursos abundan, los votantes vuelven a mirar a partidos
considerados progresistas o de izquierdas y sus grandes reformas engalanadas con
grandes y hermosos discursos repletos de optimismo e invulnerabilidad.
Sería pertinente aportar aquí, también, la distinción que Mannheim18 realiza entre
tradicionalismo y conservadurismo. Siendo el primero de ellos un impulso psicológico
18 Lleixá. Op. Cit. Pág. 124. Esto nos llevar al entrecruzamiento ideológico que ocurre en
los tiempos actuales y cómo, en una regiones geopolíticas más que en otras, la ideología conservadora y los políticos que la defienden se ven severamente criticados, si no claramente agraviados, especialmente por sus posiciones previas, tildadas como negativas y pesimistas por
CUADERNOS DE FILOSOFÍA POLÍTICA II
IDEOLOGÍAS
Fco Javier Benítez Rubio
51
humano de apego a las tradiciones más clásicas y el segundo que es el concepto político y
sociológico históricamente determinado. Una vez más vemos aquí como se retuerce el
debate entre lo anímico y lo político, entre las actitudes mentales de eso que,
comúnmente, se llama talante tradicional con los conceptos ideológicos.
¿Hasta qué punto la gente tiene derecho o no a sentirse en peligro o defender lo
que cree suyo y actuar en consecuencia, protegiéndose con supuestas promesas
conservadoras? Este fatalismo que se traslada desde la conducta individual hacia la
práctica política puede ser entendido como algo natural o como algo artificial. Unos
entienden que hacen una labor descriptiva de las condiciones dadas y los otros que detrás
de esa negatividad hay un funesto intento de manipulación. Los conservadores defienden
la primera opción y casi todas las demás ideologías defienden la segunda, un
presupuesto de manipulación ideológica que sólo puede ser contrarrestado por otro
sus antagonistas políticos. También por defender su alto estatus económico en la pirámide social, frente a la pobreza y la carestía de muchos. El conservadurismo es, si se me permite usar una expresión coloquial del campo cinematográfico moderno, el ‘malo de la película’ en política. Es desposeído primeramente de toda dignidad teórica, y segundo, se le acusa de poseer todos y cada uno de los defectos achacables a una formación política. A pesar de ello, siguen existiendo en las grandes sociedades actuales los partidos conservadores. Y no sólo eso, mantienen grandes bolsas de fieles votantes y defensores intelectuales. El conservadurismo se encuentra con que sólo los suyos lo defienden y lo ven como una ideología aceptable para ser llevada a la vida real.
El moderno conservadurismo consciente de que la imagen que proyectan con su ideología puede generales animadversión en las sociedades actuales, han intentado limar alguna de sus más afiladas aristas. Frente a los que les acusan de reaccionarios, insolidarios y elitistas, intentan aparecer frente a la opinión pública como personas pragmáticas, a la vez que equilibradas; gente, en definitiva, previsible y digna de confianza, personas que están interesadas, antes que en prototipos de ingeniería social, en el orden basado en la sabiduría heredada, gente que proporciona tranquilidad y estabilidad, también dureza frente a los que actúan mal contra ese orden establecido. Si consiguen o no quitarse de encima los prejuicios, o si es cierto o no lo de su talante reaccionario, es algo que, como siempre, ha de dirimirse en la arena pública de los días de votación democrática.
CUADERNOS DE FILOSOFÍA POLÍTICA II
IDEOLOGÍAS
Fco Javier Benítez Rubio
52
supuesto igualmente ideológico. Como siempre subimos y bajamos escaleras sin rumbo.
En mi opinión no hay una manera clara y objetiva, o sea no ideológica, de solucionar esta
aporía sin que quede un ápice de oscuridad en ella; más aun con todo el tráfago de
ataques ideológicos que se lanzan actualmente los partidos políticos. En mi opinión,
frente al fatalismo de los instintos programados nada mejor que la profunda educación
de la ciudadanía. Solo fortaleciendo la phronesis19 del ciudadano-individuo se puede
aspirar a mejorar el nivel moral individual y colectivo.
19 Aristóteles desliga la trabazón que unía a la virtud y al conocimiento en la moral
socrático-platónica. Se separan el saber moral de la phronesis del saber teórico de la episteme. Y junto a ellos nos llama la atención de que existe un tercer saber, el saber técnico o tekne, que hace las veces de bisagra para que puedan articularse correctamente los dos primeros. La phronesis es, en palabras de Gadamer, racionalidad responsable, y en virtud de ella sabemos utilizar los medios adecuados para determinados fines.
Aristóteles diseñó la filosofía práctica, que abarca la política, en un debate explícito con el ideal de la teoría y de la filosofía teórica. Así elevó la praxis humana a una esfera autónoma del saber. «Praxis» designa el conjunto de las cosas prácticas y por tanto toda conducta y toda autoorganización humana en este mundo, e incluye también la política y dentro de ella la legislación. Esta, la política, es más bien el quehacer principal, cuya solución regula y ordena los asuntos humanos; ella es autorregulación a través de la «constitución» en el sentido más amplio de vida de una vida social y estatal ordenada.
[…] Entre los extremos del saber y del hacer está la praxis, que es el objeto de la filosofía práctica. Su
verdadero fundamento es el puesto central y el distintivo esencial del ser humano en virtud del cual éste no desarrolla su vida siguiendo la pulsión de los instintos, sino guiándose por la razón. Por eso la virtud básica en consonancia con la esencia del hombre es la racionalidad que preside su praxis. El griego lo expresa con la palabra phronesis.
Problemas de la razón práctica (1980) [HANS-GEORG GADAMER VERDAD Y MÉTODO II
SEPTIMA EDICIÓN EDICIONES SIGUEME SALAMANCA 2006 Tradujeron Manuel Olasagasti del original alemán Warheit und Methode. Ergänzungen – Register]
CUADERNOS DE FILOSOFÍA POLÍTICA II
IDEOLOGÍAS
Fco Javier Benítez Rubio
54
Si encontramos controversia a la hora de llenar los cajones de las distintas ideologías, con la
que ahora nos ocupa, el problema surge en el mismo momento que queremos ponerle la etiqueta al
dichoso cajón. Expongamos un breve muestrario:
De Francisco (2007:162): “Que la noción de socialismo es equívoca lo muestra la sempiterna necesidad de
adjetivarla. Según el adjetivo, así los diferentes tipos de socialismo: socialismo utópico, científico, ético, humanista o de
rostro humano, socialismo ricardiano, de mercado, factible, realmente existente….”.
Goodwin (1997:120): “Socialismo, marxismo y comunismo no son sinónimos. Tratarlos como tales equivale a
ignorar sus diferencias teóricas y las disputas que se dan en el marco de la ‘izquierda’. El socialismo es en realidad el
género teórico a partir del cual surgen como especies el marxismo por una parte y el anarquismo por otra…”.
Molina (2008:121): “Corriente de pensamiento dotada de una infinidad de expresiones ideológicas concretas
que vienen a coincidir…”.
Guiu (2007:141): “Sin embargo más que un ideario claramente definido, socialismo, en el sentido amplio de la
palabra, que incluye contenidos posteriormente identificados son los términos ‘socialismo’, ‘comunismo’ y ‘anarquismo’
designaba –y suele designar- un conjunto de ideas, más o menos relacionadas entre sí, que trataban de superar la
contradicción desarrollada por el capitalismo…”.
Sería necesario un volumen completo para resolver tal problemática. Pero como no tengo
tanto espacio, me limitaré a hilvanar los puntos esenciales, el incentro20 en el que todas esas familias
socialistas parecen coincidir de modo coherente. En busca de este punto, el ángulo de visión que
ofrece Taibo (2009:82) parece muy acertado: “De manera general, por socialismo entenderemos una visión que
reclama, con respecto al capitalismo y a otros regímenes económicos, cambios encaminados a establecer una nueva
organización social”.
20 Incentro se denomina al centro de la circunferencia inscrita en un triángulo, y equidista de sus tres lados. Es el punto donde se cortan las bisectrices de los ángulos interiores de dicho triángulo.
CUADERNOS DE FILOSOFÍA POLÍTICA II
IDEOLOGÍAS
Fco Javier Benítez Rubio
55
En el amplio abanico de posibilidades que tenemos para definir al socialismo, este ángulo es el
que más se acerca, que no clausura, una explicación del socialismo como aquella ideología que no
construye la realidad política; sino, lo que trata es de reaccionar contra ella, para reformarla, criticando
la realidad capitalista existente. En la entrada ‘Socialismo’ de su Diccionario, F. Bealey (2003:414) se
expresa de este modo: “El socialismo, sistema de pensamiento y movimiento, encuentra su mejor interpretación como
reacción contra la revolución industrial y sus consecuencias”.
Y aunque los detractores de la misma se quedan aquí parados, es rigurosamente necesario
seguir apuntando que en el espíritu socialista no se encuentran las oscuras pretensiones de un
Thanatos caprichoso, esto es, una clausura del orden político sin más. Al contrario, si algo nos enseña
la historia del socialismo es, en primer lugar, su capacidad de reordenar el mundo con los ladrillos que
otros construyeron y luego desparramaron: ‘otro mundo es posible’ es el típico perfil cuasiutópico que
siempre defenderán los socialistas. Y segundo, una inagotable capacidad de reinventarse. Y a eso
vamos.
1. AVE FÉNIX 21
Vincent Geoghegan realiza un breve sondeo histórico por la Gran Bretaña decimonónica y
victoriana, la auténtica ‘zona 0’ del socialismo. De entre los hitos que describe, los dos que
históricamente han sido más celebrados fueron protagonizados por el alemán Karl Marx (afincado
durante más de 30 años en Londres pero que también pasó por París en donde forjó parte de su
ideario político). Me refiero al año 1948, en el que se publica el ‘Manifiesto del Partido Comunista’22 en
21 FÉNIX. Ave fabulosa cuya vida era eterna, porque, según la leyenda, de tiempo en tiempo, ella
misma se consume en llamas y renace de sus propias cenizas. Venerada en Heliópolis, es el símbolo de la resurrección y de la eternidad. [Román, Mª. Teresa Diccionario de las Religiones Alderabán Madrid 1996 Pág. 134]
22 Sobre la historia ver Geoghegan, V. Socialismo en Ideologías Políticas Eccleshall, R., Geoghegan, V., Jay, R., Wilford, R. Tecnos 2004 Págs131-140. Sobre la vida y obra de Karl Marx se ha escrito una ingente
CUADERNOS DE FILOSOFÍA POLÍTICA II
IDEOLOGÍAS
Fco Javier Benítez Rubio
56
asociación con Friedrich Engels, y a 1864, en el que tiene lugar la fundación en Londres de la Primera
Internacional.
El punto de partida de Marx es una sociedad polarizada y asimétrica con una minoría formada
por una aristocracia ociosa y una burguesía capitalista enfrentada a una mayoría proletaria alienada
incapaz de desarrollarse, de autorrealizarse. Esta dicotomía no puede ser mantenida a perpetuidad ya
que la clase obrera terminará por entender su situación y reaccionará modificando ese status quo del
que es prisionera. El punto de llegada pretendido por Marx es “una nueva realidad sin diferencias de clase
social” (Molina, 2008:74). Las características más rechazables del capitalismo industrial son la falta de
humanidad y el aumento de la ignorancia en el proletariado debido a las carencias educativas y el
superávit de prácticas religiosas. El socialismo pretende una sociedad nueva, que haya superado la
represión económica y política, pero también la emocional y la sexual. Por eso, se defiende que el
papel de la mujer sea idéntico en igualdad al del hombre, que goce del mismo reconocimiento y que
tenga igualdad de desarrollo en su educación, trabajo y posición social.
Marx concede escaso relieve a la política y al Estado. Lo que de verdad le interesan son las
relaciones económicas y de producción. El Estado en una ‘superestructura’ que surge de la sociedad.
Más que el Estado en sí mismo, lo que le preocupa es que éste ha de estar supeditado a la sociedad, y
no al contrario como ocurre en realidad, convertido en un instrumento al servicio de la clase
dominante (Taibo, 2009:85)23. Lo que pretende Marx era impugnar el Capitalismo tanto en el plano
cantidad de obras. Haría falta mucho tiempo y espacio para resumir todo el pensamiento marxiano. El Manifiesto Comunista de Karl Marx y Friedrich Engels fue publicado en 1848. Previo al ‘socialismo científico’ de Marx y Engels encontramos el llamado ‘socialismo utópico’ (Bealey, 2003 Op. Cit. Págs. 414-415). Goodwin cita a los socialistas utópicos Fourier y Sant-Simon; Taibo cita también a Fourier y Sant-Simon y añade a R. Owen. Fue aquel, un movimiento ilustrado e intelectual más que obrero, con poco apego a la acción política, que “creía en la reforma de la sociedad a partir del progresivo establecimiento de comunidades ejemplares”. (Guiu, 2007. Op. Cit. Pág.145). 23 Guiu también defiende esta tesis. Afirma: “la obra de Marx y Engels se podría interpretar globalmente como una crítica a la inautenticidad de la política y a sus manifestaciones, en primer lugar del Estado. En ella la política se nos muestra como la expresión fenoménica de algo más real: las relaciones que mantienen los hombres entre sí para satisfacer sus necesidades”;
CUADERNOS DE FILOSOFÍA POLÍTICA II
IDEOLOGÍAS
Fco Javier Benítez Rubio
57
económico -por la ineficacia del Mercado y la supuesta ‘mano invisible’- como en el ético y normativo
-por la alienación y explotación de los obreros (Guiu, 2007:163-164).
Marx, que murió en 1883, no llegó a ver los rumbos que tomaron los ideales socialistas que
había dejado plasmados en su larga y prolija obra manuscrita. Ni el camino que los llevó a la
democracia, ni el camino que los llevó a la revolución y a la insurrección en un clima de soterrada
violencia difícilmente igualable. El primer camino, el del Revisionismo, es llamado por los analistas
‘Socialdemocracia’, y tiene su punto de partida en la Alemania del cambio de siglo, del XIX al XX.
Eduard Bernstein y Karl Kautsky, también Ferdinand Lasalle fueron sus legítimos progenitores al
amparo de la Segunda Internacional en 188924.
El segundo camino fue obra y gracia de V. I. Lenin en la Tercera Internacional cuya
inauguración tuvo lugar en Petrogrado en 1919. La eclosión en la realidad de muchas de las ideas y
proyectos marxianos tuvo lugar en un país cuyas condiciones de vida no parecían las mismas que la
dupla Karl Marx-Friedrich Engels había teorizado. Sea como fuere, en la patria de los zares ni oprimía
el capitalismo, ni alienaba la industrialización, ni existía una manipuladora burguesía. La Rusia
latifundista y agrícola, de boyardos y largas barbas, subdesarrollada e inculta no era precisamente el
ogro capitalista y burgués contra el que Marx montó todo su entramado ideológico. Lo cierto, ahí está
la Historia, es que ocurrió de tal modo, y aun hoy, en pleno siglo XXI seguimos asistiendo a sesudos
debates, desde dentro y desde fuera de la familia socialista, sobre cómo pasó lo que pasó, y también
porqué se pasó de la dictadura del proletariado a la dictadura sobre el proletariado y el exterminio
humano masivo en los Gulag.
más adelante puntualiza que “el Estado surge y es expresión de las contradicciones sociales, el estado es el instrumento de dominación de una clase sobre otra”. Guiu, 2007. Op. Cit. Págs. 146-147 24 Antes, en 1875 en Gotha se celebró un Congreso de las fuerzas obreras alemanas, lideradas por W. Liebknecht, A. Babel y F. Lassalle. Guiu, 2007. Op. Cit. Pág. 149
CUADERNOS DE FILOSOFÍA POLÍTICA II
IDEOLOGÍAS
Fco Javier Benítez Rubio
58
A partir de aquí se desdobla el camino, y seguiremos nuestras reflexiones por la senda de la
tradición socialdemócrata, el socialismo democrático (Santesmases, 2008:35); no porque fuera la primera
que traspasó la frontera de la virtualidad a la realidad cotidiana; sino porque este socialismo, que unirá
para siempre sus destinos al de la democracia, es el único que seguirá rodando y evolucionando en
busca de nuevos parámetros políticos. Las reformas sociales eran necesarias, sí, pero el socialismo
podía avanzar a través de las instituciones democráticas representativas y el Estado de Derecho, y
cambiar la sociedad mediante el sufragio universal. Frank Bealey (2003:413) apunta en su Diccionario
que “cuando los partidos socialistas de trabajadores descubrieron que podían servirse de medios parlamentarios para
conseguir muchas de las reformas defendidas por Marx y Engels en el Manifiesto Comunista asumieron los métodos
democráticos”.
Efectivamente, la revolución no tenía que ser forzosa si existiera una posibilidad, una vía
pacífica de modificar la realidad. Estamos ante la representación de un proceso gradual de cambio
frente al golpe de efecto violento, de la moderación frente a la insurrección. El socialismo puede ser
instaurado sin revolución ni violencia, es más, en la democracia los trabajadores pueden apoderarse
pacíficamente de los medios de producción (Taibo, 2009:88). Era posible acceder a los gobiernos
aceptando las reglas de juego electorales y la legalidad vigente, y ‘desde dentro’ ir corrigiendo
paulatinamente todas las desigualdades. La aspiración de abolir el Capitalismo deja de ser una
‘obsesión ideológica’: “la pervivencia de la propiedad privada sobre los medios de producción no se consideraba ya un
obstáculo para el socialismo; las desigualdades y las injusticias sociales que todavía existían podía erradicarse dentro del
contexto de una economía mixta y una democracia parlamentaria, conciliando, por supuesto, la equidad con la libertad y
la eficacia” (Geoghegan, 2003:145). Un triunfo comenzaba a entreverse: ‘lo público’. El surgir de esta
incipiente categoría ya es una victoria en sí misma. La existencia de algo mayor en rango y
trascendencia a lo individual y a lo privado, algo que sea igualitario y común, que englobe a toda la
ciudadanía sin excepción. Finalmente, el propio socialismo va aceptando la idea de tener que
CUADERNOS DE FILOSOFÍA POLÍTICA II
IDEOLOGÍAS
Fco Javier Benítez Rubio
59
interactuar con otras ideologías, con esas otras formas de entender al hombre y a la sociedad. Tiene
que aceptar que no puede eliminarlas, aun menos por el camino de la violencia, sino que tiene que
competir electoralmente con ellas. Pero además, la socialdemocracia llega a un punto clave en la
comprensión de las sociedades burguesas del siglo XX. Y este conocimiento lo obtendrá al prestar
atención al modus operandi de sus adversarios capitalistas y liberales: la cohesión de la sociedad no se
obtiene por la coerción sino por la hegemonía mediante “la manipulación de la sociedad civil”25 e inocular
de este modo las ideas y los valores propios a la población. Esta herramienta estaba allí, sólo había que
copiársela a los otros. El socialismo empieza a prestar mucha atención a los procesos de socialización,
a la educación y los sistemas educativos, a los medios de comunicación de masas, a la cultura en
general y a la literatura en particular como vehículo de transmisión de ideas y conductas.
Cuando el socialismo empieza a tomarse en serio a sí mismo, y los adversarios políticos
empezaban a ver en ellos a contrincantes a tener en cuenta, porque no trataban de distorsionar el
status quo a través de la violencia sino del debate, la intelectualidad racional y la ilustración; la clase
obrera se encuentra ante el dilema de, o bien seguir un camino de introspección autista y ocuparse,
sola y exclusivamente, de los asuntos proletarios, o por el contrario, salir al mundo exterior para
debatir y afrontar los grandes temas de la política. Definir qué es el Estado y cuál ha de ser la mejor de
sus constituciones, cuál es la mejor de las vertebraciones internas posibles en una nación, o cuál ha de
ser el papel que ha de tener el Estado ante asuntos tan importantes como las relaciones
internacionales, el desarrollo bélico, etc. Si algo queda bien claro tras la Gran Guerra es que el mundo
ya no está formado por compartimentos estancos. El Socialismo tiene que enfrentarse a un proceso de
apertura del mundo, que comienza a conocerse y a comunicarse cada vez con más celeridad.
Los datos descriptivos y analíticos marxianos sobre la situación de su tiempo fueron, por lo
general, certeros e incisivos. Puso el dedo en muchas llagas, demasiadas seguramente, a la vista de la
25 Antonio Gramsci dixit. Guiu, 2007. Op. Cit. Pág. 156 y Molina, 2008. Op. Cit. Pág. 74
CUADERNOS DE FILOSOFÍA POLÍTICA II
IDEOLOGÍAS
Fco Javier Benítez Rubio
60
larga lista de enemigos confesos que se llevó a la tumba. Pero en sus predicciones sobre el futuro
político y social no dio mucho de sí26. La propia fractura conminuta del movimiento ideológico y
político que felizmente lanzó al mundo en la Primera Internacional por ejemplo. El auge imparable de
los totalitarismos (me refiero al nazismo y al fascismo); la polarización social cuasi apocalíptica que
leemos en sus obras sirvió de poco acicate al escaso o nulo espíritu colectivo y aguerrido de las clases
obreras que terminaron siendo seducidas y aborregadas por el capitalismo consumista hasta
convertirse en ‘clase media’; la evolución del capitalismo decimonónico a un feroz imperialismo
consumista: no fueron los proletarios del mundo los que terminaron uniéndose: Fuero otros, los
capitalistas del mundo, los que sí se aliaron; y ya no digamos la conversión de la ideología en
‘partidología’, y cómo estos partidos trascienden las clases convirtiendo a la masa social, incluida el
venerable y vetusto proletariado, en electorado indistinto; eran asuntos que difícilmente podrían haber
sido previstos o analizados por Marx.
Como digo, cuando esta joven socialdemocracia trata de definir su ámbito de actuación y
pensamiento se encuentra con la mayor devastación que había sufrido Europa en su larga historia: la
Segunda Guerra Mundial. Y tras ésta un mundo partido en dos por un Muro, con dos poderes
hegemónicos y antagónicos luchando entre sí en la Guerra Fría. La socialdemocracia tuvo que
aprender a vivir con unos vecinos que habiendo salido del mismo tronco, el Estalinismo, los
despreciaba acusándoles de tibieza; y con otros vecinos, la Norteamérica liberal y capitalista, a la vez
que expansiva y conservadora, que criticaba sus principios y sus acciones. Fue en esta época en la que
la socialdemocracia europea ganó para siempre su merecida fama de expertos funambulistas,
dominando como pocos el difícil arte del equilibrismo sobre el alambre. Estamos en la época de
26 En esto, como en casi todo lo que tiene que ver con Marx, hay una gran controversia y disparidad de opiniones. Para unos el pensamiento de Marx es un marco teórico y conceptual en toda regla, mientras que para otros, el último tramo de la obra de Marx es pura profetología especulativa. Lo mejor, como siempre, es ir a beber directamente de la fuente y, por tanto, si se tiene tiempo y recursos de sobra, aconsejo leerse con detenimiento ‘El Capital’ y que cada cual saque sus propias conclusiones.
CUADERNOS DE FILOSOFÍA POLÍTICA II
IDEOLOGÍAS
Fco Javier Benítez Rubio
61
François Mitterrand, Olof Palme y de Willy Brandt. El Socialismo deja de ser solamente una fuerza
contraria al poder dominante y se convierte en una fuerza capacitada para detentar el poder, para
realizar, al fin, esos ansiados cambios. Convertirse en una ideología creadora de realidades. Es tiempo
del Estado del Bienestar, del desarrollo de la educación y la sanidad públicas, es momento para que las
poblaciones adquieran conciencia política. Se produce una apertura al humanismo ilustrado y a otras
ideologías favorables a la justicia social. Se pueden hacer compatibles la eficacia económica con la
cohesión social, la iniciativa empresarial y el Mercado con la planificación estatal. El socialismo es un
partido “capaz de enviar mensajes políticos a todo el mundo” (Santesmases, 2008:40). El viento sopla a favor,
todos son parabienes y éxitos.
Que no hay época de vacas gordas eternamente es una lección que tuvo que aprender el
Socialismo de primera mano. Mientras el bloque socialista del Este seguía encerrada en su subyugante
totalitarismo, la socialdemocracia despertó de su sueño bruscamente en un buen día del ‘Mayo francés
del 68’ y en la ‘Primavera de Praga’ del mismo año. Aquello fue una llamada de atención atronadora
ante lo que se venía encima. Las comodidades se acabaron con la Guerra del Vietnam, el tramo final
de la Guerra Fría, la crisis de los combustibles fósiles, la imparable escalada bélica mundial, el
incipiente impacto de la Industrialización sobre la ecología terrestre, y el todavía caliente rescoldo que
dejó el Colonialismo: el Tercer Mundo con sus tremendas hambrunas y el resurgir insondable, por
aquel entonces, del Islam. La burocratizada, y bien pagada de sí misma, socialdemocracia veía como el
mundo golpeaba a su puerta. Tras tres décadas de autocomplacencia conformista, la socialdemocracia
se enfrentaba a sus propios fantasmas, los cuales ya no le abandonarían nunca, siendo la sombra que
acarrean en su caminar. ¿Hasta qué punto la utopía puede hacerse realidad? ¿Cuál es la verdadera
dimensión de la utopía, la de una ilusión escapista ante un factum ineludible o la de un estímulo de
cambio? ¿Bastaban las buenas palabras y los razonamientos impecables para epatar al mundo y que
éste se aviniera a razones? ¿Hasta qué punto el socialismo es una alternativa válida, y democrática, al
CUADERNOS DE FILOSOFÍA POLÍTICA II
IDEOLOGÍAS
Fco Javier Benítez Rubio
62
capitalismo? ¿Cuántos de los valores del socialismo pueden entrar en el capitalismo para humanizarlo
sin que éste termine por vaporizar los ideales socialistas, llenando los bolsillos de su clase política? Un
nuevo modelo de socialismo comenzó a gestarse: el reformismo revolucionario (Santesmases, 2008:41). El
Socialismo de la década de los setenta se redescubrió a sí mismo, y pudo darse cuenta de los errores
que se cometen cuando se vive en la cresta de la ola y el sentido crítico se adormece por las mayoría
absolutas; y tuvo que volver a recordar la impronta crítica de su fundación.
Es bien andado este trecho cuando el socialismo español se una a la ya dilatada travesía
socialdemócrata europea, después de la larga e interminable Dictadura de Franco. A la especial
idiosincrasia del pueblo hispano hay que unir las cuatro largas décadas de separación de toda cultura
política saludable y democrática. El socialismo español se integra en el gran río de la socialdemocracia
sin haber pasado por esas otras fases y vivencias que sí pasaron los socialistas europeos. Además, su
reentrada en el panorama político patrio ocurre en la particularísima realidad de la Transición, hasta
que en la década de los 80 alcanzan el poder, acometiendo la tan necesaria modernización del país
(Santesmases, 2008:46)27.
El estruendo que ocasionó la Caída del Muro de Berlín en 1989 supuso un auténtico terremoto
en el mundo político, en todos sus planos, tanto en el práctico-institucional, como en el ideológico, y
dentro de éste, en todos sus niveles y espectros. Muchos entendieron que se había producido la
derrota completa y sin paliativos del Comunismo, y con él, había caído también todo un ideario, una
forma de vida y de pensamiento, el constructo utópico y evanescente del Socialismo. La Globalización
por un lado, y Jano, el híbrido conservador-liberal, se ha implantado con firmeza en un mundo cada
27 La política española de todo el final de siglo XX y comienzos del XXI está caracterizada por un
enconamiento entre las dos grandes fuerzas políticas e ideológicas con poco visos de llegar a un entente común entre otras cuestiones por ésta sobre la que argumenta Santesmases: “En el caso español todas las fuerzas parlamentarias aceptan los valores liberal-democráticos pero no coinciden en la interpretación de la historia pasada. Para la derecha conservadora el antecedente de la actual democracia remite a la época de la Restauración y para la izquierda a la Segunda República”.
CUADERNOS DE FILOSOFÍA POLÍTICA II
IDEOLOGÍAS
Fco Javier Benítez Rubio
63
vez más fragmentado, en el que el consumo se ha convertido en el eje central y único cemento de
unión. Es el tiempo de ajustar cuentas pendientes al enemigo con el fin de los tiempos, de la historia y
de las ideologías.
El Socialismo, como buen púgil encajador, ve como tiene que reinventarse de nuevo. Volver a
escribir un relato que le insufle nuevas fuerzas y que pueda defenderlos de los afilados dardos de los
teóricos neoliberales y neoconservadores. Es hora de recuperar, una vez más, el pretérito espíritu
crítico, volver a resurgir de entre sus cenizas. Volver a la fuente: el punto fuerte del socialismo no es
ser una ideología creadora de realidades sino reactiva frente a las mismas. A las dificultades de
siempre, se añade que los problemas ecológicos siguen estando ahí pero reagudizados y que la
diversidad cultural creaba cada vez más roces en las sociedades del primer mundo. Estos y otros
problemas esperaban una respuesta que no llegaba ni del supuesto Mercado autorregulado ni del
liberalismo. Mientras, el Socialismo que se abría a estas nuevas realidades multilaterales, dejaba en un
segundo plano, cuando no ninguneaba, las clásicas preocupaciones de la clase obrera (convertida ya en
clase media trabajadora) y su alienación. ¿Ha tirado la toalla el socialismo en lo que respecta al orden
laboral? Esto es lo que apunta García Santesmases (2008:45) al respecto: “Se trata de garantizar los derechos
laborales, las conquistas sociales, los servicios públicos, las políticas redistributivas, las pensiones, las vacaciones. Es como
si se asumiera que, ya que no es posible acabar con el sistema capitalista, intentemos al menos garantizar las reformas
que han permitido ir dulcificándolo, humanizándolo”. Las dentelladas de la realpolitik dejan grandes cicatrices,
como puede verse.
La globalización es como una gigantesca lezna que orada sin misericordia a todo el tejido
humano mundial. Junto a las grandes ventajas, encontramos unos, no menos, grandes inconvenientes
junto a severos conflictos de una tremenda violencia antropológica. Esto es ineludible, alguien tiene
que responsabilizarse de los daños causados y alguien tiene que intentar remediar, en lo posible, tanta
desigualdad. El espíritu internacionalista y multicultural del socialismo no yace impasible ante todo
CUADERNOS DE FILOSOFÍA POLÍTICA II
IDEOLOGÍAS
Fco Javier Benítez Rubio
64
esto, otra cosa es que sus políticas nacionales, allí donde gobiernan, puedan cambiar el rumbo de lo
acontecido; con lo que son los intelectuales ‘de izquierda’ los que han de tomar la voz crítica. El perfil
del socialismo que salió de su etapa utópica era ilustrado e intelectual, de ahí pasó a la mina, la zanja y
la fábrica; y de nuevo desanda el tránsito, sale de las calles y las industrias y se marcha a vivir en los
ámbitos intelectuales y culturales.
Y en esta cuestión estaba metido el Socialismo europeo, tratando de digerir el nuevo mundo
creado por la destrucción del WTC y las Torres Gemelas, el posterior Imperialismo militar
norteamericano y el gobierno en la sombra de las Multinacionales, el Mercado global y el Crecimiento
económico, cuando a finales de la primera década del siglo XXI estalla una crisis financiera mundial,
que se lleva por delante la economía de millones de personas.
2. PILARES BÁSICOS
Igualitarismo. Redistribución de la riqueza para superar las desigualdades. Si se entiende que el
socialismo encuentra su origen contra el capitalismo y propone una concepción de la sociedad y del
hombre alternativa a éste, entonces, lo que pone en marcha a esta ideología es, sin duda, la pobreza
económica y social de una gran parte de la sociedad. Entiende que la única manera de solucionar esto
es promoviendo la igualdad. Es más, la noción de igualdad se ha de extender de los ámbitos legal y
político al económico y social. Siendo concisos, el socialismo considera al capitalismo como una
sociedad desequilibrada28, donde el reparto de la riqueza no se hace en igualdad. Ésta solo se da en el
nivel formal de las Constituciones.
28 Cuando digo desequilibrio entiendo que algunos puedan, o quieran, entender que estoy emitiendo juicios de valor peyorativos. Quiero evitar el manejo de los conceptos ‘clase’ y ‘lucha de clases’ que no están en los mandamientos básicos de todas las familias socialistas; es aceptada plenamente por Marx y algunos de los movimientos posteriores pero la socialdemocracia hace tiempo que los apartó de su discurso y retórica,
CUADERNOS DE FILOSOFÍA POLÍTICA II
IDEOLOGÍAS
Fco Javier Benítez Rubio
65
A lo largo de la historia y de su ramificación familiar, el igualitarismo, como forma de remediar
la pobreza y el posterior reparto equitativo de la riqueza, ha ido evolucionando en diversas formas.
Pero el núcleo central no es imponer una uniformidad sino la igualdad de tratamiento con igualdad de
oportunidades. Así, el igualitarismo se convierte en justicia social, de la que Goodwin (1997:124) afirma
que es una cuestión de distribución y redistribución.
La idea de igualdad es la fuerza determinante sobre la que se apoyan todos los demás ideales
del socialismo. Es la piedra clave o angular sobre la que construyen su edificación ideológica.
Cooperación solidaria. Producción cooperativa para vencer la rivalidad antisocial. Los socialistas, una vez
más, quieren modificar lo que consideran parte fundamental del capitalismo, la riqueza privada. Este
asunto, que además suele despacharse con verbos de sentido agresivo del tipo arremeter o abolir o
destruir, le ha procurado al socialismo no poco enemigos y grandes animadversiones. Mucha
responsabilidad es propia desde luego, al no ser capaces de hacer ver de que hacen referencia a los
bienes productivos y no a las posesiones individuales. Cuando se habla de eliminación de la propiedad
privada se quiere decir que se crea la propiedad colectiva de los medios de producción. Según afirma
Ignacio Molina (2008:121), la propiedad privada es sustituida por la comunidad solidaria y la colectivización de
los medios de producción. Y es que, para el socialismo, la propiedad común es el mejor medio posible para
obtener la igualdad. Creen que la instauración del sistema público es el que garantiza la igualdad y la
forma de eliminar la competencia antisocial.
Optimismo Antropológico. Toda una batería de rasgos positivos definen el concepto que el
socialismo maneja del ser humano y que trata de rebatir al conservador lobo hobbesiano y al egoísta
posesivo del liberalismo clásico. Brevemente, los rasgos más importantes son:
centrando su objetivo en el concepto ‘electorado’. Como trato de buscar el incentro creo que estos conceptos ya no están en ese punto.
CUADERNOS DE FILOSOFÍA POLÍTICA II
IDEOLOGÍAS
Fco Javier Benítez Rubio
66
El individuo es parte de un todo. Los seres humanos son criaturas formadas por el medio
social, esto es, el conjunto de nuestros semejantes. La interdependencia física, cultural
y espiritual es ineludible.
Sociabilidad. El hombre es sociable y formado para vivir en sociedad. Es el capitalismo
el que tiende a crear personalidades aisladas y egoístas, despreocupadas por los
intereses de los demás.
Fraternidad. Se da por supuesta la buena voluntad entre los hombres que se expresa
mediante la solidaridad.
Creatividad. Los seres humanos son creativos y encuentran placer y satisfacción en el
trabajo, que tiene rasgos positivos, no es un castigo ni una alienación. En el corpus
socialista tienen cabida tanto la felicidad como el goce como la alegría como el ocio y el
tiempo libre.
Racionalismo. El socialismo cree en la racionalidad del ser humano. El bien puede ser
discernido claramente del mal, y la realidad, por muy compleja que sea, puede ser
aprehendida racionalmente. Por eso el socialismo está convencido de que el pueblo no
puede ser tratado como un rebaño de borregos, porque puede reconocer que la
situación en la que vive es insatisfactoria, y que otra alternativa racional es posible. La
superstición, la ignorancia y la manipulación pueden, y deben, ser combatidas. En este
sentido el socialismo es pleno deudor del optimismo ilustrado.
Libertad como posibilidad del desarrollo pleno de la persona. Dice Goodwin (1997:130), que en el
socialismo decir libertad es apelar a “la libertad de desplegar el potencial de cada uno, especialmente a través del
trabajo no alienado”. Si la libertad del liberalismo tenía el foco puesto sobre la elección, en el socialismo
lo encontramos sobre el desarrollo. Una persona libre es una persona formada y desarrollada, plena.
CUADERNOS DE FILOSOFÍA POLÍTICA II
IDEOLOGÍAS
Fco Javier Benítez Rubio
67
Internacionalismo. Toda la humanidad es una única raza. Las fronteras geográficas no deben
limitar los derechos humanos universales de igualdad, libertad, paz, etc. Incluso antes del famoso
¡Proletarios del mundo, uníos!, el espíritu internacionalista socialista era una de sus principales señas de
identidad. Ese impulso primigenio se vio abocado al fracaso durante gran parte del siglo XX, ya que
las dos Guerras Mundiales y los Socialismos totalitarios del Este de Europa y China eran poco
ejemplarizantes. El cambio de milenio y esta nueva etapa de la historia que unos llaman
Posmodernidad y otros Globalización, resitúa este alto ideal del socialismo en la búsqueda de la paz, la
igualdad y la lucha contra la pobreza y el hambre en el Tercer Mundo29.
3. CONSECUENCIAS
Economía mixta. Intervención pública en la economía. El modelo económico clásico de la
socialdemocracia es la conjunción de la propiedad pública con el libre mercado. No se elimina la
competencia pero trata de colocar unos límites y unas reglas que procure la igualdad a los
competidores. Es un intervencionismo estatal, como redistribución social, pero sin abolir el mercado
ni la propiedad privada. La socialdemocracia da por hecho que el capitalismo y el mercado no puede
ser eliminado ni clausurado. Ha de convivir con él, por tanto su intención es la de utilizar como
herramienta de igualdad. De algún modo hay que civilizar al capitalismo (Taibo, 2009:89), así que, el
intervencionismo socialista es una especie de domesticación política de la ‘bestia’: un dirigismo público
que elimine las disfuncionalidades del mercado y las desigualdades.
Nacionalización de los servicios públicos. Este es otro de los pilares de la economía de la
socialdemocracia clásica: la transferencia de empresas clave para el Estado (energía,
telecomunicaciones, servicios postales, etc.) del sector privado al público. Esta consecuencia se ha
29 http://www.internacionalsocialista.org/index.cfm?&LanguageID=3
CUADERNOS DE FILOSOFÍA POLÍTICA II
IDEOLOGÍAS
Fco Javier Benítez Rubio
68
visto profundamente modificada en las agendas políticas de las socialdemocracias europeas a
comienzos de la década de los 80 y 90. De la nacionalización se ha pasado a la desregulación (Molina,
2008:40), que supone la reducción, que no eliminación, del intervencionismo sobre la economía estatal.
Se ceden funciones del sector público al privado, incluso se llega a transferir activos de empresas
estatales a entidades particulares. Esta liberalización de sectores económicos monopolizados por el
Estado es justificado por las nuevas generaciones de socialdemócratas por el llamado interés general.
Estado de Bienestar. El Estado asume la responsabilidad de procurar la asistencia económica
(prestaciones sociales) a la sociedad, prestando una atención especial a determinados grupos
desfavorecidos bien por su edad, bien por motivos de salud o bien por estar desempleados (subsidios
por desempleo). El Estado reconoce como derechos determinados servicios sociales como son la
educación, la sanidad, las pensiones, el acceso a la vivienda, el pleno empleo, etc. La cuestión que se
plantea con esto es la siguiente: ¿de dónde es obtienen los ingresos para poder pagar todo este gasto
público? La economía del socialismo clásico entiende que la manera de financiar todo esto es, primero
mediante políticas de pleno empleo generado por un robusto sector público; segundo, por la
imposición progresiva directa (Bealey, 2003:159-160) y la deuda del Estado; y la aceptación de los déficits
presupuestarios manejables.
Del mismo modo que anteriormente, cuando hablábamos de la desregulación, la
socialdemocracia ha visto modificada su modo de actuación económica. Para empezar, la demografía
es un mal enemigo para el Estado del Bienestar que él mismo genera. El aumento del número de
nacimientos y el aumento de la esperanza de vida aumenta el número de subsidios por nacimiento y
por jubilación. Este aumento de la población aumenta el gasto en sanidad y en educación. Así que por
un lado tenemos que el gasto público se dispara por el ingente aumento de subsidios de todo tipo. Por
otro lado encontramos unos sectores públicos gigantescos y deficitarios, generalmente por falta de
mecanismos de control del gasto y de la gestión interna. La inflación desbocada agota las posibilidades
CUADERNOS DE FILOSOFÍA POLÍTICA II
IDEOLOGÍAS
Fco Javier Benítez Rubio
69
de generar empleo, con lo que así aumenta el paro, disminuyen la recaudación de los impuestos y
aumentan los subsidios de desempleo. A estas alturas, el déficit dista con mucho de ser manejable. A
este proceso se une en esta última epocalidad que vivimos, la globalización de la economía mundial y
la internacionalización de la competencia que lleva a las Multinacionales a llevarse sus fábricas a países
del Tercer Mundo, buscando grandes beneficios, y dejando enormes bolsas de parados en los lugares
donde se marcharon. Y en estas estamos, y seguiremos estando una larga temporada. La salida de este
entuerto, que la socialdemocracia está dando en los lugares en los que tiene encargadas las tareas de
gobierno, es una cuestión de imposible abordaje en esta obra.
Apertura a valores postmaterialistas. La socialdemocracia en estos tiempos de globalización que
vivimos ha adoptado un movimiento expansivo para acoger en su seno a otros movimientos
ideológicos como pueden ser el feminismo y el ecologismo, el Multiculturalismo y la integración de
minorías culturales.
Epílogo
Deliberadamente he dejado para el final de esta disertación sobre el socialismo el asunto del
presente y el futuro de esta ideología. Nos quedamos anteriormente en la crisis financiera de
comienzos del siglo XXI, en la que sale a la palestra un asunto que parecía caduco y superado. El
análisis que hacen los socialistas comienza con una pregunta parecida a ésta: ¿hasta qué punto el
Estado puede, y debe, intervenir para que las ciudadanías no se vean machacadas por un Mercado
insolidario que ha dado muestras evidentes que no es autorregulado?
El socialismo puede y sabe retorcerse en busca de respuestas a estas nuevas problemáticas,
como ya ha demostrado a lo largo de su historia. Pero se encuentra atenazado primero por sus
CUADERNOS DE FILOSOFÍA POLÍTICA II
IDEOLOGÍAS
Fco Javier Benítez Rubio
70
muchos y bien ganados detractores y enemigos (como las otras ideologías); y también por los que
quieren seguir dominando el Mercado a pesar de sus fallos y se resiste a toda intervención estatal.
Aunque realmente, el peor enemigo del socialismo ha sido siempre él mismo, su propia multivalencia,
ya que si mira hacia lo aprendido del pasado surgen las dudas: ¿de qué modelo de socialismo sacará las
enseñanzas que lo habilite para afrontar estos momentos de zozobra?
Porque para dar respuesta a esta pregunta se abre un debate interno muy candente: ¿hasta qué
consecuencias llevarán los socialistas sus principios? ¿Se centrarán en el modelo clásico y serán capaces
de llevar sus ideas hasta sus últimas consecuencias o se pondrán en manos del pragmatismo? La
historia los está colocando ante un nuevo ejercicio de funambulismo. Tanto en aquellos lugares en los
que tiene acceso al gobierno, como en los que sí se les tiene asignada la tarea gobernante, el principal
problema ha sido creado por ellos mismos en el pasado: el populismo electoral. En los segundos (caso
de España y el Reino Unido)30 le atenaza el temor a perder el poder, ya que tiene que adoptar medidas
de franca animadversión popular que los puede colocar fuera de los mandatos. Así el liderazgo
personalista tan típico del socialismo (Santesmases, 2008:40) lo arroja al más ramplón de los pragmatismos
no reconocidos, y éste termina guiando, y nublando, la brújula socialista. Y en los primeros (caso de
Francia y Alemania), la cosa es más complicada si cabe, ya que se abren dos peligrosas vías de agua.
Primero, tienen el mismo problema comentado anteriormente del liderazgo, que se agrava en las
situaciones de pérdida de votantes y privilegios de Gobierno, y esto es así por las luchas intestinas que
aparecen en todos los partidos políticos perdedores y que le hacen perder credibilidad ante la opinión
pública. Segundo, sumamos que la voluntad desaforada de obtener el poder y de derrotar al enemigo
político les puede llevar a un mensaje distorsionado, o bien apocalíptico, o bien utópico, que termine
30 En el año 2010 el Partido Laborista inglés de Gordon Brown pierde las elecciones al Parlamento. La victoria fue para David Cameron del partido conservador que gobierna junto a los liberaldemócratas de Nicholas Clegg. En el año 2011 el Partido Socialista Obrero Español pierde las Elecciones Generales. La victoria, con una amplísima mayoría, fue para el Partido Popular.
CUADERNOS DE FILOSOFÍA POLÍTICA II
IDEOLOGÍAS
Fco Javier Benítez Rubio
71
por hastiar a un electorado que termina decantándose por fórmulas clásicas y conservadoras, de esas
que parecen funcionar siempre, antes que la evanescencia de las posibilidades hipotéticas.
CUADERNOS DE FILOSOFÍA POLÍTICA II
IDEOLOGÍAS
Fco Javier Benítez Rubio
73
Durante gran parte de la Historia de la política el tema del nacionalismo se ocultó en un
silente segundo plano, alejado de los grandes titulares de la política y de las disputas
ideológicas. Pero en la política moderna ha encontrado un lugar en la primera plana trayendo
bajo el brazo a los conflictos, en muchas ocasiones, de severísima acrimonia. En la historia
evolutiva del Estado moderno, el nacionalismo ha sido, y sigue siendo, uno de sus fenómenos
fundamentales. Es un acicate para que los individuos se adhieran al Estado o en su contra, en
busca de otra autodeterminación nacional. Efectivamente, los conflictos de carácter
nacionalista dentro de los Estados o entre los Estados ha sido la tónica general de la Historia
política y social del siglo XIX y XX, y no parece que en el siglo XXI decaiga su vigencia.
Una primera aproximación al nacionalismo, la clásica, nos lo muestra vinculado con la
formación y evolución de la nación moderna. La otra aproximación, la contemporánea, nos
muestra al nacionalismo como ideología. Los primeros teóricos del Estado, el poder y la
legitimidad política, Maquiavelo o Hobbes, entendieron que el Estado soberano está antes que
la nación y que ésta es consecuencia de aquel, no al contrario. Los pensadores posteriores a
estos fueron dotando a la teoría del Estado de un armazón conceptual en el que la nación no
aparecía. Se preocuparon por ir eliminado el carácter plenipotenciario de los monarcas
medievales, convirtiendo al Estado en el poder soberano (Locke), propugnaron la soberanía de
los individuos (Rousseau); o defendieron, finalmente, la creación del estado de Derecho (Kant).
El punto en común fue procurar la compatibilidad entre el individuo, en el seno de una
sociedad, y el gobierno de su comunidad (Caminal, 2007:178). El Estado no solo detenta el poder
político sino que también homogeneíza al territorio y a la cultura (Maíz, 2009:427). Este es muy
grosso modo el papel del Estado que surge durante la Modernidad.
CUADERNOS DE FILOSOFÍA POLÍTICA II
IDEOLOGÍAS
Fco Javier Benítez Rubio
74
Son diversas las causas de que este modelo de Estado haya perdido pujanza. Sería
demasiado largo contar esta historia que, claro está, desborda la economía de esta obra. Así que
nos quedaremos con la idea de que el Estado ya no es un factótum omnicomprensivo. Se
empiezan a encontrar brechas en su armazón por donde pensadores, sociólogos y politólogos
pueden ir metiendo distintas cuñas. Una de estas tiene a la nación como protagonista principal
de todo un extenso entramado ideológico. Así que, realmente, ‘la nación’ tiene su nacimiento
en el teorizar de estos prohombres, de esta minoría aventajada. El cúmulo de líderes y
movimientos políticos junto a las emergente élites intelectuales propias, llegan a ser tan
potentes que son estos los que terminan creando todo este imaginario político nacionalista. La
nación no da lugar al nacionalismo sino que es el nacionalismo el que da origen a la nación
(Caminal, 2007:183; Maíz, 2009:478). El nacionalismo moderno no es ni un estado de ánimo (Jay,
2004:187), ni mucho menos la evidencia de una naturalidad ocultada o escamoteada por otros a
los habitantes de esa nación; es, sin embargo, una manufactura ideológica, al igual que las
otras ideologías. Queda claro por tanto, para el desarrollo posterior, que ‘nacionalismo’ es la
Praevia Positio y ‘la nación’ es la Implicatio.
1. PILARES BÁSICOS.
¿Qué hace falta para que aparezca el nacionalismo? ¿Cuáles son las condiciones necesarias
para su cristalización? Primero son necesarias una serie de precondiciones estructurales que
tienen que ver con lo étnico y con motivos sociales y económicos. Estas condiciones son, en la
mayoría de los casos, difícilmente rebatibles. Otra cosa es que haya poderosos intereses para
que esas precondiciones sean ascendidas a la clave de bóveda del edificio nacional. Luego es
CUADERNOS DE FILOSOFÍA POLÍTICA II
IDEOLOGÍAS
Fco Javier Benítez Rubio
75
necesario que se den un cúmulo de voluntades políticas encauzadas tanto a la formulación de
un discurso propio como al esfuerzo organizativo. Esto significa que el nacionalismo es un
movimiento que tiene su propio laboratorio de ideas que consume, al igual que las otras
ideologías, los conceptos y directrices que él mismo ha elaborado. El nacionalismo es un
movimiento organizado que utiliza los mismos componentes tácticos y estratégicos que las
otras ideologías, y que trata de llegar a una población diana para que entienda como evidencia
indiscutible a su nación. Es la misión civilizadora del nacionalismo, que cumple un
determinado servicio para con los seres humanos que conforman ‘la nación’: llevar la luz hasta
los oscuros rincones del espíritu de aquellos que han estado sometidos durante mucho tiempo y
a los que se les ha impedido el desarrollo natural de sus esencias.
Afirma Molina (2008:82) que “el éxito del nacionalismo se debe a la fuerza del vínculo que
une a los individuos en grupos que participan de los mismo rasgos culturales, religiosos, lingüísticos
o raciales”. El nacionalismo trata de legitimar la construcción del propio Estado sobre la
creencia de un legado cultural previo al territorio sobre el que se proyecta. El espíritu del
pueblo va antes que el ámbito geofísico, para luego apropiarse del mismo de forma excluyente.
Supone la politización del vínculo o ligazón entre territorio y grupo. Su gran éxito viene, en
parte, porque es más fácil, y más tangible, lograr la adhesión a un territorio físico concreto (de
montes y valles, ríos y costas), a una cultura, y a unos símbolos perfectamente materiales (un
escudo, una bandera, un himno, un héroe nacional, un acontecimiento puntual trascendente
bien sea una batalla ganada o perdida, etc.); que a una ideología y sus parámetros abstractos.
Estos generalmente fluctúan por un limbo etéreo que difícilmente se sustancia y cae siempre en
las interpretaciones ad infinitum. Aquello es algo palpable, tocable, esto es, el himno se puede
CUADERNOS DE FILOSOFÍA POLÍTICA II
IDEOLOGÍAS
Fco Javier Benítez Rubio
76
cantar, la bandera puede ondear en la plaza de los pueblos, se puede visitar tal o cual
monumento que conmemora una gesta, se pueden llorar a los muertos y llevarles flores, etc. El
símbolo está antes y tiene más categoría jerárquica que las personas y sus relaciones. Para el
nacionalismo, la preservación de los símbolos nacionales está por encima de todo y de todos, a
riesgo incluso de destruir la realidad de la sociedad. En definitiva, la cultura está por encima de
la política, la identidad por encima de la voluntad y la pertenencia, la conciencia natural, por
encima de los intereses.
Recapitulando, el nacionalismo es un movimiento ideológico cuyo eje gira en torno al
concepto de nación. Su principio rector es la ‘autodeterminación nacional’ y su forma de
organización política es la nación-Estado. Así lo afirma Caminal (2007:186):
“El nacionalismo, pues, convierte al Estado en nación en la medida que consigue crear una
conciencia nacional. Al mismo tiempo, el nacionalismo es la ‘ideología’ que sostiene el proyecto
político de una nación para constituirse en Estado”.
2. CONSECUENCIAS.
El nacionalismo universal no existe, tampoco hay fundadores generales, ni libros
genéticos donde se explique la ortodoxia nacionalista (Caminal 2008:52 y 64). Por eso, antes de
entrar en profundidades, hemos de advertir que el concepto de nación es muy esquivo, de
rasgos variables, y no suele llevarse bien con un modelo rígido y exacto de definición, sino que
encaja mejor con una definición descriptiva, no definitiva, de sus rasgos más importantes.
Además, los nacionalistas entienden que la definición que ellos hagan desde ‘dentro’ de ‘la
CUADERNOS DE FILOSOFÍA POLÍTICA II
IDEOLOGÍAS
Fco Javier Benítez Rubio
77
nación’ será más correcta y veraz que la que cualquier agente externo pueda hacer. Con todas
estas precauciones, veamos algunas de las definiciones de nación que manejan los expertos:
Bealey (2003:283): “Conjunto de personas que poseen la conciencia de una identidad común,
que los distingue de otros pueblos”.
Jay (2004:191): “Un pueblo autoconsciente de su identidad y unidad comunes, que se
manifiesta en una acción política colectiva o una cultura nacional distinta”.
Estas dos definiciones de nación nos la muestran como aquel pueblo que comparte una
serie de claves que pueden englobarse en un mismo concepto: el sentimiento identitario (Caminal
2008:53). La identidad es algo común y compartido que los une, y es, a la vez, algo singular que
los distingue y separa de otros. Eso que es lo común, hacia ‘adentro’, y eso que es lo exclusivo,
hacia ‘afuera’, es un fondo compartido de experiencias históricas comunes, cercanía geográfica,
cultura compartida (lengua y literatura, religión y mitología), de los mismos orígenes étnicos o
raciales y de ámbitos económicos colectivos. Este es el material con el que trabaja el
nacionalismo. Las naciones son, para Jay (2004:188) “unidades ‘naturales’ de la humanidad”.
Caminal (2007:183): “El nacionalismo implica la creación de una conciencia nacional –la
nación política- con la finalidad de constituir una nación jurídica por medio de la
autodeterminación, o de defender la nación jurídica constituida –el Estado-, que quiere consolidarse
mediante el establecimiento de unos mayores niveles de cohesión política y cultural. El nacionalismo
actúa, pues, en dos direcciones: por un lado, todo Estado-nación jurídica quiere llegar a ser, si no lo
es ya, nación política y cultural; por otro, toda nación cultural que toma conciencia política de su
identidad quiere legar a ser Estado-nación jurídica”.
CUADERNOS DE FILOSOFÍA POLÍTICA II
IDEOLOGÍAS
Fco Javier Benítez Rubio
78
Si hacemos caso a Caminal, una correcta sustanciación del concepto nación quedará
establecida si analizamos la tricotomía resultante de la interacción entre los perfiles jurídico,
político y cultural.
La Nación Política. “La voluntad política es la base constitucional de la nación política y
legitimadora del Estado” (Caminal, 2007:179). El fundamento radica en la voluntad de los
individuos que la integran. Es por tanto una opción subjetiva basada en esa voluntad de las
colectividades humanas. La nación política es una categoría histórica fruto de la legitimidad
que otorga la voluntad de las personas que libremente deciden agruparse. Desde la óptica de la
nación política, el Estado ha de ser homogéneo y tiene que estar por encima de las diferencias
que sí caracterizan a la sociedad civil: “Un Estado dividido no es concebible, porque no es un
Estado” (Caminal, 2008:57).
La Nación Cultural: “Cada pueblo tiene su propia naturaleza derivada del conjunto de
elementos que la diferencian de otros pueblos” (Caminal, 2007:182). El fundamento radica en la
naturaleza identitaria del pueblo. La identidad es un compendio de rasgos y relaciones
diferenciales: costumbres, simpatías, religión, historia, cultura, y, especialmente, el lenguaje.
Es una opción objetiva ya que toda persona desde que nace forma parte de una comunidad
cultural y lingüística específica. Desde la óptica de la nación cultural, la Nación, como
representación de todo ese cúmulo de cosas de la que ya hemos hablado, es sumamente
importante, innegable e irrenunciable, y tiene que estar por encima de la uniformidad que trata
de imponer el Estado.
La Nación Jurídica: “Es la reunión de personas que están vinculadas por derecho a un
Estado” (Caminal, 2007:182). Es el Derecho lo que garantiza al individuo la pertenencia al Estado.
CUADERNOS DE FILOSOFÍA POLÍTICA II
IDEOLOGÍAS
Fco Javier Benítez Rubio
79
Es también una opción objetiva, ya que todo ciudadano desde que nace está adscrito a una
‘nacionalidad’ y está sujeto a un ordenamiento jurídico concreto. Su objetivo es el de
homogeneizar y estabilizar la voluntad política y de cohesionar la cultura.
Cuando las tres coinciden nos encontramos con Estados que son también Nación y no
encontramos confrontación en su interior. Sus ciudadanos se sienten miembros plenos tanto del
uno como de la otra, hasta el punto en que se difuminan, incluso, las diferencias. Ejemplos de
este modelo son Portugal y alguno de los países nórdicos (Islandia, Noruega y Dinamarca)
3. PROTEO.31
El nacionalismo es la evidencia más palpable de hasta qué punto el ámbito ideológico es
un galimatías laberíntico, lleno de ambigüedades y contradicciones. Un ámbito donde una
misma cuestión, un mismo concepto o idea, pueden ser entendida e interpretada de una forma
y la contraria. Y no es que esté criticando la heterogeneidad y el pluralismo, la diversidad de
seres y estares frente al hombre y al mundo, que son completamente lícitas. Hago referencia a
cómo durante la construcción de esta ideología, aquellos que critican un argumento, por
ideológico (entiendo aquí este adjetivo como manipulación interesada en su contra), no tienen
reparos en utilizarlos luego a su favor cuando conviene en la construcción de su ideología. El
ejemplo más claro de esto que digo es que el nacionalismo critica con dureza que el Estado-
31 PROTEO. Divinidad marina griega llamada, como Nereo, ‘el anciano del mar’. En la Odisea es
el guardián de los rebaños de focas de Poseidón. Tenía su morada en la isla de Faros, en la desembocadura
del Nilo. Comparte con Nereo el poder de adoptar diversas formas, simbolizando así la fluidez del agua,
propiedad de la que participa. […] Proteo simboliza el poder del cambio voluntario. Simboliza la materia
original que sirvió para crear el mundo. René Martin (Director) Mitología griega y romana Espasa Madrid
Undécima edición 2008 p. 340.
CUADERNOS DE FILOSOFÍA POLÍTICA II
IDEOLOGÍAS
Fco Javier Benítez Rubio
80
nación se comporte de modo centralizador en lo económico y lo político y de modo
homogeneizador en lo cultural. Cuando él mismo se comporta del mismo modo: la nación tiene
una función política centralizadora, cuyo objetivo de acción política es promover la libertad, la
unidad y los intereses nacionales (Jay, 2004:188). Niegan en el centro lo que luego legitiman en la
periferia. Condenan esta actuación cuando entienden que se les hace a ellos pero no tienen
reparos en hacer lo mismo en su Nación-Estado.
Otro ejemplo de estas contradicciones internas, brevemente, tiene que ver con la
pretendida naturalidad del nacionalismo, o la suposición de que la identidad nacional es algo
innato (Jay, 2004:198). Es la naturalidad del nacionalismo frente al constructivismo de las otras
ideologías. Los nacionalistas creen firmemente poder demostrar que sus valores (lengua, etnia,
prosapia, geografía, símbolos, etc.) son hechos objetivos y naturales, esenciales frente a las
ideas manufacturadas por las otras grandes ideologías.
Si intentáramos representar gráficamente algunas de las contradicciones internas del
nacionalismo veríamos dos tipos de comportamiento político. En el primer caso tenemos dos
vectores que se encuentran chocando sobre un mismo punto y en antagonismo ideológico y
físico. En el segundo caso tenemos dos vectores que se separan en direcciones opuestas y
excluyente, o bien se da uno o bien se da el otro. Veámoslo.
En el eje A, el del poder del Estado, encontramos un vector que al entenderse como
sometido, está en contra de la metrópoli y del poder central y dominante. Frente a éste, choca
otro que trata de estabilizar y/o aumentar la nación y/o mantener al Estado unido. En el eje D,
el del nacimiento de la nación, encontramos un vector opositor, soberanista y popular
(nacionalismo periférico) que reclama el aumento de los derechos políticos efectivos. Frente a
CUADERNOS DE FILOSOFÍA POLÍTICA II
IDEOLOGÍAS
Fco Javier Benítez Rubio
81
este, choca otro que trata de salvaguardar al Estado frente a demandas populares de
autogobierno (nacionalismo de Estado). Estos vectores antagónicos y convergentes son la
expresión del conflicto Estado-nación vs Nación-estado. Por cosas como éstas se la conoce
como una ideología de doble dirección (Caminal, 2008:51)32.
Del centro del eje B, el de la identidad cultural, parte un vector que se expresa de forma
emancipatoria: los que se separan porque entienden que hay diferencias de unos respecto a
otros. Y además, parte otro vector que se expresa de forma homogeneizadora: los que se unen
porque entienden que hay algo que los une. Del centro del eje C, el del mantenimiento del
status quo del ámbito cultural, parte un vector que se expresa en forma de modernización: a
través de las innovaciones la cultura se revitaliza y otorga una pujanza y superioridad a la
nación. Y además, parte otro vector que se expresa en forma de conservación de las
tradiciones: hay que mantener la cultura a salvo del deterioro a la que es sometida por agentes
externos. Estos vectores excluyentes y divergentes son la expresión de la inasibilidad de la
cultura.
32 Ambos nacionalismos tienen el mismo fin pero son incompatibles cuando se disputan un
mismo territorio. El resultado final de esta confrontación es que el Nacionalismo de Estado logra
conseguir sus aspiraciones. Pero cuando los papeles se intercambian y es el Nacionalismo periférico el
que consigue hacerse con el poder, volvemos a empezar porque se convierte en Nacionalismo de Estado
que tendrá enfrente a un nacionalismo periférico.
CUADERNOS DE FILOSOFÍA POLÍTICA II
IDEOLOGÍAS
Fco Javier Benítez Rubio
82
4. LOS CONFLICTOS Y SU REGULACIÓN.
Cada nación tiene su particular visión de su entorno, de su historia, y de la prospección
de su futuro. Cada nacionalismo tiene su propio motivo de queja, y sobre todo, tiene su propio
Goliat contra el que luchar. Porque como afirma Caminal (2007:174), “el conflicto nacionalista
nace allí donde dos o más de dos compitan por el dominio de un mismo territorio o de un área
territorial determinadas”. Y es que el concepto ‘límite territorial natural’ como criterio de
nacionalidad lejos de resolver el problema lo que hace es añadir un ingrediente más de
dificultad.
Vimos anteriormente la articulación de la nación a través de tres ámbitos. Ahora nos
centraremos en las fricciones que existen entre ellos, porque el choque entre las tres
modalidades de nación tiene su transposición a la realidad política contemporánea.
CUADERNOS DE FILOSOFÍA POLÍTICA II
IDEOLOGÍAS
Fco Javier Benítez Rubio
83
Cuando existe coincidencia entre la nación jurídica y la nación política pero no
con la nación cultural. En estos casos, “la nación jurídica abarca un territorio
donde se produce una situación de multiculturalismo” y donde “no siempre la
identidad política primaria de todos los ciudadanos se corresponde necesariamente
con el Estado–nación” (Caminal, 2007:187). En estos casos el nacionalismo de
Estado tiene un marco democrático y funciona como una fuerza
homogeneizadora y canalizadora de la conflictividad a través de los cauces del
Estado de Derecho. Ejemplos de esta situación son Suiza, Canadá, España, y
Gran Bretaña.
Cuando existe coincidencia entre la nación jurídica y la nación cultural pero no
con la nación política ya que el ámbito territorial de la nación cultural rebasa al
del Estado. En este caso estamos ante un nacionalismo supraestatal que o bien se
formula como pannacionalismo, más o menos inestable, o bien con divisiones de
una nación en dos Estados por la deriva de la geopolítica internacional.
Ejemplos de esta situación son el panislamismo y la división de las dos Coreas.
Cuando en Estados plurinacionales la nación jurídica ni coincide con la política
ni con la cultural, el conflicto entre el nacionalismo de Estado y los
nacionalismos sin Estado es tan fuerte que la tendencia es que se termine
fracturando la nación jurídica. Ejemplos de esta situación la encontramos en
Estados del Tercer Mundo (Ruanda o Sudán) plagados de conflictos interétnicos
de una violencia brutal.
CUADERNOS DE FILOSOFÍA POLÍTICA II
IDEOLOGÍAS
Fco Javier Benítez Rubio
84
La regulación política del nacionalismo se traduce en un gradiente que va desde las
formas más democráticas y consensuadas hasta otras que no son solamente antidemocráticas,
sino profundamente execrables.
Políticas de Acomodación. Las nacionalidades sin Estado demandan autogobierno y
autonomía política. Son varias formas, dentro del más estricto espíritu democrático, en las que
esto puede darse.
La distribución territorial del poder se descentraliza y se crean instancias de decisión
propia en esas unidades descentralizadas. El Federalismo, que es “la forma de descentralización
por excelencia” (Maíz, 2009:496), puede ser semántico o real y simétrico o asimétrico. La primera
dicotomía hace referencia a la cantidad real de descentralización y competencias delegadas, que
a veces son un mero formalismo. La segunda de ellas tiene que ver con la coincidencia o no de
las unidades federales con la localización territorial de los grupos nacionales. Un ejemplo de
federalismo simétrico lo encontramos en Alemania y de federalismo asimétrico en España. Es
la forma más flexible, cooperativa y democrática que existe para regular el nacionalismo ya
que tiene en la multinacionalidad en convivencia pacífica a su principal virtud. Para Caminal
CUADERNOS DE FILOSOFÍA POLÍTICA II
IDEOLOGÍAS
Fco Javier Benítez Rubio
85
(2008:66) el federalismo “puede ser la ideología llamada a suceder al nacionalismo en las sociedades
democráticas y plurinacionales” 24.
El Consociacionismo se da en situaciones de múltiple plurinacionalidad, en una sociedad
con varios segmentos culturales divididos sin que ninguno de ellos tenga hegemonía numérica
y/o social. Este modelo, también el federalismo, requiere unos condicionantes previos que
tienen que ser respetados por todas las partes implicadas; tienen que ver con la moderación, el
antiradicalismo y la ausencia de demandas unilaterales excluyentes. Existe un gobierno de
gran coalición que funciona con mayorías recurrentes respetando un alto grado de autonomía
para cada grupo en las decisiones que afectan a los asuntos internos de cada segmento. Existen
varios ejemplos de este modo de regulación: Irlanda del Norte, Austria o Bélgica en Europa y
Malasia y Fiji en Asia.
La Secesión es una “acción colectiva por la que un grupo intenta independizarse del Estado
en el que se encuentra integrado” (Maíz, 2009:501). La secesión es una medida política que se
plantea de forma pacífica, por procedimientos democráticos y que es conseguida mediante la
negociación. Ejemplos de este modo de regulación lo encontramos en Noruega que se separó de
Suecia, Islandia de Dinamarca y Eslovaquia que se escindió pacíficamente de Checoslovaquia.
Es cierto que este tipo de procesos son excepcionales y que se dan en situaciones donde el área
geográfica no representa un problema ‘insalvable’. En el resto de las ocasiones nos moveremos
entre indeterminaciones difícilmente solucionables: ¿quién tiene el derecho a separarse? o ¿cuál
es la mayoría legítima exigible para que pueda haber escisión? Pero claro, una nacionalista
puede responder a estas preguntas con otras: ¿cómo puede negar una Nación la
CUADERNOS DE FILOSOFÍA POLÍTICA II
IDEOLOGÍAS
Fco Javier Benítez Rubio
86
autodeterminación de otra?, ¿quién está siendo contradictorio ahora si la una se otorga el
derecho a la autodeterminación negando lo mismo a la otra?
Políticas de Supresión. Este tipo de estrategias intentan eliminar el problema de la
diferencia con el objetivo de unificar un territorio estableciendo, la mayoría de las veces, un
Estado nacionalizador, esto es, “un estado al servicio de y para una específica nación” (Maíz,
2009:483). Esta lógica de nacionalización supone un deterior progresivo de la lógica de la
democratización ya que se establece una escisión entre los ciudadanos auténticos y los de
segunda clase que deben ser sometidos a una serie de degradaciones que van desde la
normalización lingüístico-cultural hasta otras formas mucho más agresivas, y por tanto,
inaceptables. Por esto, encontramos un abanico de formas posibles.
El Integracionismo es una medida de baja intensidad con varias formulaciones (Maíz,
2009:491): creación de una identidad común basada en el patriotismo cívico no étnico, el
federalismo atenuado de corte administrativo y la autonomía cultural de base étnica en
minorías que no se concentran territorialmente. Aunque no haya un reconocimiento de
derechos sustantivos sí se dan otros condicionantes: primero ponen en marcha medidas de
redistribución para reducir las diferencias políticas y económicas entre las distintas
comunidades y segundo, se muestra contraria a la segregación en los ámbitos urbanísticos y
laborales. Si la diferencia en el nivel de vida entre las minorías y las mayorías no son
insalvables se garantiza, en cierto modo, la estabilidad política.
El Asimilacionismo es una medida de intensidad alta que pretende la “eliminación
progresiva o la desactivación política de las diferencias nacionales interiores” (Maíz, 2009:491).
Trata de imponer una identidad colectiva étnico-cultural global y exclusiva, imponer una
CUADERNOS DE FILOSOFÍA POLÍTICA II
IDEOLOGÍAS
Fco Javier Benítez Rubio
87
lengua oficial en los principales ámbitos del Estado: la educación, la administración, los medios
de comunicación, etc., y finalmente, otorga privilegio y preferencia a la nación dominante en lo
político, lo jurídico y lo económico.
La Limpieza étnica es la “expulsión o migración de minorías nacionales, con abandono
forzoso del territorio de su residencia actual” (Maíz, 2009:491). Toda vez que se ha roto la lógica de
la democracia en estos Estados, este tipo de políticas de discriminación, ostracismo, expulsión,
etc., son congruentes con el objetivo final de conseguir un Estado-nación a toda costa.
El Genocidio puede ser o el asesinato de miembros de un grupo, o la causación directa y
deliberada de daños físicos y emocionales a miembros de un grupo en busca su destrucción
(Maíz, 2009:491). En todo genocidio de Estado se vienen a juntar una serie variada de prejuicios y
resentimientos que fueron alimentados durante generaciones; con dosis muy elevadas de
fanatismo, violencia y manipulación psicológica masiva; y finalmente, con una serie de
estrategias narrativas entre las que destacan poderosamente los mitos conspiratorios y la
superioridad racial. El genocidio nunca será capaz de resolver un conflicto étnico o
nacionalista, al contrario, lo que hace es eternizarlo, ya que las víctimas de ayer serán los
verdugos del mañana y viceversa.
Epílogo
Deliberadamente he dejado para el final de esta disertación sobre el nacionalismo el
asunto de la manipulación ideológica. Todas las ideologías son ideológicas. Todas y cada una de
ellas tratan de arrimar el ascua a su sardina, si se me permite tan pintoresca metáfora. Todas
creen que son ciertos su principios y conclusiones y por eso atacan a las otras. Todas ellas,
CUADERNOS DE FILOSOFÍA POLÍTICA II
IDEOLOGÍAS
Fco Javier Benítez Rubio
88
además, se acusan mutuamente de manipuladoras, de sesgadas, de contradictorias, de
radicales, de reaccionarias. Ninguna de ellas escatima para con las otras un largo etcétera de
acusaciones. Utilizan todo tipo de argumentos más o menos acertados. También abundan los
argumentos peregrinos e incluso la falta de respeto y el insulto. De todo hay, por desgracia, en
el mundo político.
Pero la cuestión que resalta respecto al nacionalismo es que las otras tres grandes
ideologías suelen coincidir en que sus argumentos son racionales y objetivos. ¿Cómo se
organiza-gobierna la sociedad? Buscan parámetros, directrices, estructuras y paradigmas,
conceptos todos que tienen un proceso de digestión racional. Por eso apelan al entendimiento
humano, tratan de convencer a la razón de que hay razones de peso para que apoyen a una
determinada ideología y no a otra. Las tres juegan en este tablero político en base a esta norma
no escrita de cumplimiento tácito. Pero el nacionalismo para poder entrar en ese tablero de
juego, para poder obtener cierto poder de movimiento en el mismo, de hacerse fuerte frente a
las otras ideologías ya aposentadas necesita de subvertir este normativismo implícito. Y lo hace
introduciendo en el debate político una serie de variables que no son ni objetivas ni racionales,
según esos parámetros de juego implícitos. ¿Quién forma parte de la nación? Se interpela
directa y personalmente a las entrañas de los individuos. Un sujeto que no está idealizado sino
inserto en un contexto cultural del que no puede evadirse. Los nacionalistas apelan a este
acervo racial y étnico, cultural e histórico. Hacen un llamamiento a una serie de pasiones y
sentimientos inveterados; toca lo que coloquialmente se llama ‘fibra sensible’. No apelan a la
razón sino al sentimiento identitario. Tratan de hacer ver a su nación de que alguien desde
fuera quiere hacerles daño, quiere hacerles menoscabo y que eso no se puede consentir. Por esto
CUADERNOS DE FILOSOFÍA POLÍTICA II
IDEOLOGÍAS
Fco Javier Benítez Rubio
89
la capacidad de movilización del nacionalismo es superior a la de cualquier otra ideología. Y las
grandes ideologías que vislumbran la potencia que tienen sobre la población humana
determinadas ideas básicas y pasionales, entienden que la población diana es más proclive a
entender ese mensaje directo a la caverna emocional, que a la argumentación racional política.
Especialmente en los tiempos que corren, vivimos en un mundo que se expande y
globaliza, con mejor o menor fortuna claro está. Donde muchos se embarcan en luchas
pacíficas y dialogadas por establecer puentes entre los que están separados. Donde todo está
interconectado, y la información está alcance de todo el que quiera cogerla: por eso quedan
descartadas las acusaciones de opresión. Por ejemplo, en los casos de nacionalismo en Europa,
salta a la vista el desarrollo creciente de las regiones con nacionalismo reivindicadores.
Aquí está realmente la gran asignatura pendiente de los nacionalismos, especialmente
los que se dan en países desarrollados y modernos. Si lo que está en boga es un
Internacionalismo como cosmopolitismo que enfatiza lo común entre los pueblos, que resalta lo
que nos une, como modo racional y honesto de que se acaben los enfrentamientos y la violencia
¿Realmente quiere el Nacionalismo jugar el papel de localismo que pone el énfasis en las
diferencias entre los pueblos?
El mismo razonamiento globalizador y aperturista que es válido para el nacionalismo
periférico, también lo ha de ser para el nacionalismo estatal que traba en más ocasiones de las
que debería el libre desarrollo de los individuos y los pueblos. Llevando más allá de lo aceptable
la homogeneización, negando el autogobierno, la plurinacionalidad y el multiculturalismo, y
CUADERNOS DE FILOSOFÍA POLÍTICA II
IDEOLOGÍAS
Fco Javier Benítez Rubio
90
mostrando a veces que no es más que un monolito cerril y rancio. ¿Es tan mala opción el
federalismo pluralista que ni siquiera pueda ser tomada en consideración?33
33 Caminal 2008. Op. cit. pp.66-67 “El pacto federal supone la unión libre y recíproca de dos o más
de dos, una unión que es compatible con la permanencia y el autogobierno de las partes que firman el pacto
federal y se vinculan mediante la constitución escrita. Esta federación, que se funda en la unión en la
diversidad, es el marco adecuado para dar salida a la plurinacionalidad y construir el demos, como la
comunidad política plurinacional y multicultural de ciudadanos libres e iguales”.
CUADERNOS DE FILOSOFÍA POLÍTICA II
IDEOLOGÍAS
Fco Javier Benítez Rubio
91
TOTALITARISMOS Y AUTORITARISMO
Tártaro
CUADERNOS DE FILOSOFÍA POLÍTICA II
IDEOLOGÍAS
Fco Javier Benítez Rubio
92
Realizar un análisis sistemático para determinar si esta familia conceptual es una
ideología o no es una tarea difícil, aunque algunos elementos básicos de la misma nos
salten a la vista rápidamente con sólo decir sus nombres. La principal dificultad que existe
para abordar este asunto está en la línea que separa lo teórico de lo fenoménico. Durante el
s. XX hemos asistido horrorizados a la mayor de las violencias antropológicas perpetradas
sin compasión por este conjunto de elementos. Si en las otras ideologías se parte de un
conjunto más o menos grande de ideas legítimas que pueden ser llevadas a la práctica real,
en el caso que ahora nos ocupa, la Humanidad entera ha sido testigo de sus terribles
consecuencias, millones de muertos así lo atestiguan. Se trata de ir entresacando de esa
maldita praxis los componentes previos, si es que los hubiere. Porque resulta que los pilares
básicos que sustentan las Implicatio son cuantitativamente escasos, pero cualitativamente
brutales. Y esto supone un problema, porque puede parecer, si no se hace con cuidado, que
se está legitimando tanta barbarie, o se está utilizando esa argumentación para otros fines
poco honrados. Con tan escaso y paupérrimo bagaje es posible que sea mucho premio
otorgarles la etiqueta de ‘ideología’.
Comenzaré con el totalitarismo que ha tenido una vigencia espacio-temporal
concreta, la Europa de la primera parte del s. XX. Pero antes de entrar a profundizar, parece
apropiado facilitar un punto de partida.
Según apunta Molina (2008:125-126), el totalitarismo es aquel “régimen político en el
que un partido único de masas, dirigido por un líder normalmente carismático, aspira al
control y la dirección total de la vida en un Estado. (…) pretende la politización de la
CUADERNOS DE FILOSOFÍA POLÍTICA II
IDEOLOGÍAS
Fco Javier Benítez Rubio
93
cotidianidad y la abolición definitiva de la sociedad civil, lo que elimina el menor atisbo de
pluralismo. (…) El Estado es el supremo rector de todos los ámbitos y los aspectos vitales, y
no puede existir, por tanto, ningún otro poder ni principio superior que lo legitime y
condicione”.
Parece, por tanto, que más que el desarrollo de una serie de ideas que hagan de la
sociedad un lugar mejor donde habitar o que se busque la más correcta articulación del
gobierno, lo que interesa al totalitarismo es el poder. Para hacerse con él o para
mantenerlo, no duda en usar la manipulación ideológica y la vigilancia de la población,
llegando a la extrema violencia para reprimir la desobediencia. Para Bealey (2003:437), lo que
garantiza la sumisión es el terror, que es una “política utilizada conscientemente por los
gobiernos para mantenerse en el poder a base de imponer la obediencia de sus temibles
órdenes”. Todas las actividades humanas (políticas, económicas, sociales, culturales e
intelectuales) están bajo el control estatal y se dirigen a cumplir los dictados del Estado. Si
no hay ideas, ¿puede llamarse ‘ideología’ al totalitarismo?
De modo general, se entiende que el totalitarismo tiene dos variantes o
manifestaciones: el fascista y el comunista. Dentro de la variante fascista34 nos
encontramos con la Italia de Mussolini y la Alemania de Hitler. Mussolini declaraba estar
en contra de todo tipo de dogma, que lo primero y principal era la disciplina y el Estado
(Molina, 2008:53). Y Hitler realizó una mezcla dramática de pureza de sangre, mitología
34 El término fascismo proviene del vocablo latino fasces, que era un haz de varillas atadas en el que se inserta un hacha y que era portado por los magistrados del Imperio Romano como símbolo de su autoridad pública.
CUADERNOS DE FILOSOFÍA POLÍTICA II
IDEOLOGÍAS
Fco Javier Benítez Rubio
94
racial, con una revitalización del espíritu nacional mediante el expansionismo. ¿Puede,
realmente, este simplismo repleto de irracionalidades y de crueles perspectivas aportar algo
digno a la ideología? Dentro de la variante comunista destaca el Estalinismo en Rusia. Por
estalinismo se conoce la enmienda totalitaria y nacionalista que Stalin realizó al
comunismo bolchevique instaurado por Lenin; que a su vez era una enmienda que Lenin
realizó al marxismo ortodoxo original (Bealey, 2003:50-51 y 63-69). ¿Contribuyeron Lenin y
Stalin al desarrollo de las ideologías en general y del socialismo en particular, o lo que
realmente le preocupaban era establecer un régimen que afianzara y organizara el poder, su
poder personal? La respuesta parece clara.
Cuando comprobamos estos sistemas dictatoriales de tan diversos orígenes, ¿puede
explicar un mismo concepto tan distintas expresiones políticas y por tanto agruparlas como
si fuera un mismo concepto?
1. GOODWIN: DISOLUCIÓN Y DESCARTE DEL TOTALITARISMO.
B. Goodwin describe, en primer lugar, una serie de enfoques del totalitarismo; para
luego, por distintas razones, ir rechazándolos uno a uno. Cada uno de ellos estudia este
fenómeno político de una manera particular35 y aunque cada uno de ellos registra hallazgos
reseñables, ninguno es capaz de analizarlo satisfactoriamente.
35 Descripción somera de los distintos enfoque rechazados por B. Goodwin respecto al
totalitarismo. Goodwin, B. El uso de las ideas políticas. Península 1997 pp. 208 a 224. A. Elementos del enfoque descriptivo-fenomenológico:
- Ideología oficial omnipresente que impide el pluralismo y la heterodoxia. - Partido único jerárquico conducido por un líder carismático. - Monopolio de la economía, las comunicaciones y la fuerza.
CUADERNOS DE FILOSOFÍA POLÍTICA II
IDEOLOGÍAS
Fco Javier Benítez Rubio
95
Desestima los enfoques descriptivo-fenomenológico y socio-histórico porque lo que
hacen es explicar varios casos particulares, en situaciones puntuales, como si fueran
universales; y no son capaces de dar cuenta ni de la naturaleza, ni de la motivación, ni de
los objetivos que hay detrás de todo movimiento totalitario. El enfoque esencialista, que sí
maneja elementos teóricos, se hace eco de estas cuestiones de fondo. En contra de los
Este modelo fue defendido en su ‘síndrome de los seis puntos’ por Friedrich y Brzezinski y
trata de caracterizar con las mismas notas a sistemas totalitarios tan dispares como el nazismo y el fascismo italiano, el comunismo de Rusia, los países del Este, Caribe y Asia.
B. Elementos del enfoque socio-histórico: - Comunidad tradicional que se derrumba. - Masa social ignorante, sin cultura política, que ha perdido su tradición, que es
manipulada por un líder omnipotente. - Establecimiento de una ‘solidaridad negativa’ como respuesta al aislamiento y la
pérdida de valores tradicionales. - Intelectuales que ponen sus capacidades al servicio de la legitimación del status quo
represor. - Existencia de chivos expiatorios en masa para que la población pueda atacarla.
Este modelo tiene en H. Arendt a su principal promotora, pero se apoya casi exclusivamente en el caso de la Alemania nazi.
C. Elementos del enfoque psicológico: Se juntan e interactúan en un mismo espacio-tiempo dos tipologías de personalidades aberrantes pero complementarias: la autoritaria y la obediente. La dialéctica que se da entre una y otra puede explicar la agresividad, los odios racistas y los abusos de unos, la pasividad, la dejadez y laxitud moral de otros. Se basan en varios estudios psicológicos experimentales desarrollados entre la posguerra y la década de los setenta por Adorno, Milgram o Fromm, entre otros.
D. Elementos del enfoque esencialista:
Los principales desarrolladores de esta explicación serían J.L. Talmon y K. Popper. Para
estos, el totalitarismo es una enmienda a la totalidad del liberalismo.
CUADERNOS DE FILOSOFÍA POLÍTICA II
IDEOLOGÍAS
Fco Javier Benítez Rubio
96
enfoques anteriores, que ve al totalitarismo como un fenómeno exclusivo del s. XX, el
enfoque esencialista lo entiende como una condición que puede darse en cualquier época y
lugar. Pero para Goodwin, este enfoque no es objetivo, aunque trate de aparentarlo, ya que
enmascara la posición del liberalismo individualista de corte popperiano. También trae a
colación un enfoque psicológico, que si bien no es una teorización política como las otras,
sí que arroja una serie de hipótesis que pueden ser validadas y suministra algunas pruebas
circunstanciales que apoyarían al enfoque esencial. Tampoco es resolutivo. Ninguno de los
enfoques ha podido demostrar que el totalitarismo sea un fenómeno político homogéneo.
Su conclusión es que el totalitarismo se desarrolló en un momento histórico
determinado, pero que ahora (finales del s. XX) es un concepto que no tiene vigencia, se ha
disuelto y reducido a un “valor que podría ser adoptado por ideologías diferentes, e incluso
ser realizado por descuido o por un crecimiento desmesurado del Estado” (Goodwin, 1997:237).
El totalitarismo no es una ideología, ya que no se basa en un ideal político; son un conjunto
de métodos y prácticas. La teoría política tendría que descartarlo como concepto y manejar
otros conceptos tales como el ‘totalismo’ o el ‘autoritarismo’ (Goodwin, 1997:225).
Otro argumento de rechazo tiene que ver con que es una ideología vacía de capital
humano. Efectivamente, el totalitarismo es una ideología extraña desde el mismo momento
en el que hay que alinearse. Nadie se muestra orgulloso de ser totalitario, como sí lo están
de ser de derechas o de izquierdas, de ser liberales o nacionalistas. Es una ideología que,
salvo raras y peligrosas excepciones, no se reconoce sino que se imputa. En ese sentido es
una anti-ideología.
CUADERNOS DE FILOSOFÍA POLÍTICA II
IDEOLOGÍAS
Fco Javier Benítez Rubio
97
Otra razón que aduce Goodwin es que al eliminar este concepto se elimina también
la degradación a la que fue sometido. El concepto ‘totalitarismo’ ha sido tan manoseado
que se encuentra degradado a mero adjetivo peyorativo lanzado a diestro y siniestro por
todo el espectro político contra todos aquellos que no se alineaban en su parcela. Esta
trivialización en la argumentación política cotidiana, su uso peyorativo, impreciso y a
discreción ha terminado por desactivar y de vaciar de contenido teórico al concepto. Toda
vez que se inhabilite el concepto, será posible que al utilizarlo nuevamente, se haga para
exponer algo con veracidad y concreción, que todo el mundo pueda creerlo, que haya algo
sólido dentro del cajón etiquetado, y que sea tomado como lo que es, una amenaza a la
forma de vida democrática y plural.
2. WILFORD: ASCENDENCIA DEL FASCISMO.
R. Wilford (2004:219-249) se centra en identificar la ascendencia de las ideas que
nutren al fascismo, en vez de centrarse en las prácticas concretas del mismo. Respecto al
‘totalitarismo’, duda de la utilidad de tal concepto. Primero, por el uso excesivo que se ha
hecho de este concepto, y que ha terminado por despojarlo de todo valor analítico.
También, desecha el ‘síndrome de los seis puntos’ de Friedrich/Brzezinski36 aplicable tanto
a los regímenes de Mussolini y Hitler como a todos los sistemas comunistas del Este de
Europa, especialmente a la Rusia de Stalin. No parece posible que un mismo paquete de
36 C.J. Friedrich & Z. Brzezinski, ‘Dictadura totalitaria y autocracia’, 1965 Harvard U.P.
CUADERNOS DE FILOSOFÍA POLÍTICA II
IDEOLOGÍAS
Fco Javier Benítez Rubio
98
elementos pueda dar cuenta de tan dispares y antagónicos regímenes, que aun siendo
dictatoriales abundan en matices cualitativamente distintivos.
Que el fascismo tiene mucho de desviación patológica es algo que muchos
afirmaríamos sin problemas. Pero, ¿tiene el fascismo algún tipo de prehistoria intelectual
identificable y, por tanto, analizable? Si bien es cierto que el fascismo es una doctrina
propia de la Europa del s. XX, su gestación, esta prehistoria de la que hablamos, acaeció
durante gran parte del siglo XIX y comienzos del XX. El siglo XIX vivió una fertilidad
impresionante en muchos campos del conocimiento y el pensamiento humanos. Pero las
ideas, toda vez que son lanzadas por sus creadores al mundo vivo, pueden ser
malinterpretadas o manipuladas, incluso estranguladas hasta el paroxismo sin que quede
en ellas un ápice del contenido primario que le imprimió su autor. En este tiempo una serie
de estos elementos ideológicos desencajados pululaban por las mentes de muchos
intelectuales y políticos, que intentaron que éstas influyeran en la acción política cotidiana.
Brevemente podemos decir que fueron:
- Darwinismo social: Contra la doctrina liberal del individualismo racionalista y la
doctrina socialista del igualitarismo, comienza a gestarse y crecer, un movimiento
reaccionario que apostaba por un modelo orgánico de la comunidad y una concepción
bestial del ser humano. Es una tergiversación simplista de la teoría de la selección natural y
la lucha instintiva por la vida de Darwin. Si en la naturaleza es el más fuerte el que puede
seguir adelante con la evolución, en la sociedad será también el más fuerte el que tenga el
poder y el que esté encargado del gobierno de los seres humanos que necesitan una férrea
CUADERNOS DE FILOSOFÍA POLÍTICA II
IDEOLOGÍAS
Fco Javier Benítez Rubio
99
disciplina ya que no dejan de ser criaturas irracionales y amorales que se rigen por sus
instintos.
- Naturalismo nacional: El pueblo o el alma del pueblo, el Volk de Fichte y Herder, es
único, inmutable y natural, lo más importante y sagrado. El individuo estará supeditado a
este espíritu nacional que además otorga una superioridad frente a otros pueblos. Este
sentimiento de pertenencia, otorga un orgullo especial a sus componentes, una
superioridad racial que tiene que quedar patente en las expresiones culturales. Por tanto, se
ha de buscar la grandeza nacional. La superioridad biológica y espiritual otorga al Volk el
derecho a ejercer su poder sobre otros.
- Elitismo: La superioridad natural de los fuertes ha de imponerse sobre los pueblos
decadentes. La fuerza y el poder han de conducir a los más débiles. La minoría de personas
bien dotadas debe gobernar sobre la minoría de mediocres. Es la extrema y completa
desvirtuación de la filosofía del superhombre y de la ética heroica e individualista de
Friedrich Nietzsche.
- Estatismo: El Estado se funde, más bien, fagocita a la sociedad. Esta manipulación,
trata de llevar hasta el extremo el concepto de Estado de Hegel. El individuo está completa
y absolutamente subordinado al Estado.
- Corporativismo: Frente al internacionalismo socialista y el libre comercio del
liberalismo se opone una mezcla de autarquía agresiva y expansión imperialista que la haga
posible. El objetivo era la autosuficiencia económica. Esta comunidad nacional autárquica
que, por ejemplo, protegía el mercado nacional frente a los extranjeros, exige al individuo la
lealtad, el servicio y la obediencia plenas.
CUADERNOS DE FILOSOFÍA POLÍTICA II
IDEOLOGÍAS
Fco Javier Benítez Rubio
100
Comparten la concepción orgánica de la sociedad, pero dependiendo del énfasis que
se adjudique a cada elemento, así variará la tonalidad del fascismo. El fascismo italiano de
Mussolini y su ideólogo de cabecera, G. Gentile, ponen el énfasis en el estatismo y el
corporativismo. El fascismo alemán de Hitler y los nazis ponen el acento en la supremacía
racial, que no es sino la suma de los tres primeros elementos descritos.
3. AUTORITARISMO
Seguiremos el consejo analítico de B. Goodwin y centraremos el estudio en el
autoritarismo. F. Bealey (2003:38) define el autoritarismo como “toda forma de organización
o actitud que proclama el derecho a imponer sus valores y decisiones a quienes no tiene la
libertad o los medios para responder o reaccionar”. Desde este punto de vista, es el
antagonista de la democracia ya que reprime aquello que es tan importante para ésta: el
consenso y las libertades de expresión, reunión, asociación y oposición legítima al
gobierno.
Centrándonos en lo fenoménico, Colomer (2007:589) indica que “el autoritarismo
presenta históricamente modalidades e intensidades muy diversas: tribalismo dominado por
las castas guerreras, esclavismo, división estamental o por castas, satrapías, absolutismo,
etc., hasta las diversas formas de la dictadura. Sistemas, todos ellos, basados en la primacía
de la coerción y la inexistencia de niveles significativos de consenso”.
Bien, ya tenemos elementos suficientes para hacer nuestra particular aproximación
metodológica.
CUADERNOS DE FILOSOFÍA POLÍTICA II
IDEOLOGÍAS
Fco Javier Benítez Rubio
101
Pilares básicos. El autoritarismo es el ejercicio del poder sin atender a la aprobación
de la ciudadanía. El elemento definitorio fundamental es la coerción (Colomer, 2007:590). Este
es todo el bagaje previo del autoritarismo, mantener un orden arbitrario mediante la
represión a los gobernados. Desde este punto de vista, es el antagonista de los sistemas
políticos de consenso ya que reprime por la fuerza aquello que es tan importante para
estos: el consentimiento, el principio representativo, el sufragio general, las elecciones
competitivas y la garantía de derechos (Colomer, 2007:588).
Consecuencias. Por ser contrario a la participación popular y ciudadana los sistemas
autoritarios reducen el número de actores que participan en el ejercicio del poder.
Conviene no caer en el error de confundir este elemento con el pluralismo restringido. Esta
simplificación en la parte superior de la pirámide es complementaria a una movilización de
masas, más o menos permanente, que es utilizada como “instrumento de apoyo, de
adoctrinamiento o fuente de legitimidad” (Colomer, 2007:593). A estos elementos sumaremos
un tercero, la recreación semántica de forma de gobierno: la pseudoinstitucionalización.
En épocas pretéritas no hacía falta, pero en los tiempos actuales, todos los regímenes
autoritarios necesitan algún tipo de homologación internacional que los haga respetables.
Por eso tienen que dar una patina de legitimidad a sus atropellos y tropelías. Hay aquí un
enmascaramiento, una pantomima ridícula pero efectiva, toda una tramoya institucional
(Colomer, 2007:595) que proyecta una imagen al exterior que nada tiene que ver con lo que
ocurre en el interior.
CUADERNOS DE FILOSOFÍA POLÍTICA II
IDEOLOGÍAS
Fco Javier Benítez Rubio
102
El Tártaro37. Inspeccionaremos brevemente las modalidades de autoritarismos
existentes en la aldea global actual, proponiendo algunos ejemplos básicos las formas de
gobierno autoritario (Colomer, 2007:589).
Formas hereditarias. Arabia Saudí y los Emiratos del Golfo Pérsico
- Tradicionales
Formas Pseudoparlamentarias. Jordania y Marruecos
Militar. Sudán y Paquistán
- Fundamentalistas Teocrático. Irán de Jomeini en 1979
Exacerbación nacional. India (con matices)
Personalistas. España en la primera parte de la Dictadura de Franco, Chile en la
- Militares Dictadura de Pinochet
Corporativos. Juntas militares de Argentina en los setenta
- Coalición dominante cívico-militar o ‘democracia vigilada’. Argelia, Indonesia de Suharto,
Malasia. Turquía y Egipto (con matices)
Partido-Estado. Alemania nazi y Corea del Norte
- Partidista Partido-Control de masas. China y Cuba
Partido-Fachada. Argentina y el Peronismo, España y el Franquismo
- Étnicos. Nigeria, Congo, Liberia, Somalia, Ruanda, Burundi
37 TÁRTARO. “Región de los Infiernos donde sufrían tormentos eternos las almas de quienes, por sus crímenes, habían merecido ser castigados después de su muerte. Según la tradición más difundida, que se remonta a Homero, el Tártaro estaba situado en las más remotas profundidades del Universo, mucho más abajo que los propios Infiernos”. René Martin (Director) Mitología griega y romana Espasa Madrid Undécima edición 2008. Pág. 369.
CUADERNOS DE FILOSOFÍA POLÍTICA II
IDEOLOGÍAS
Fco Javier Benítez Rubio
103
Epílogo
Tal y como indica Colomer (2007:595), la diferencia que existe entre autoritarismo y
totalitarismo es una diferencia cualitativa y no cuantitativa: “el totalitarismo no es un simple
fenómeno de coerción en grado máximo”. El autoritarismo somete a la sociedad, el
totalitarismo conforma su sociedad. El autoritarismo termina por estabilizar la acción
coercitiva, el totalitarismo trata de conformar un sistema de valores y comportamientos a
los que hay que adherirse por la violencia antropológica. El autoritarismo se detiene toda
vez que el sistema político se ha estabilizado, el totalitarismo no parará hasta que consiga
hacer realidad su proyecto de ingeniería social, sea estatal o racial.
Sea como fuere, sean ideología o no, es innegable que a lo largo de la Historia este
tipo de concepciones y formas de gobierno han producido una violencia que ha costado la
vida de muchas personas, y el sufrimiento de muchas más. Especialmente horroroso ha
sido el siglo XX, donde asistimos a la existencia de un lugar llamado Auschwitz donde se
acabó sistemáticamente con la vida de cientos de miles de seres humanos. El mundo en el
que vivimos es ya otro desde entonces. Porque no fueron ideas abstractas plasmadas en
libros polvorientos los que perpetraron semejante crimen.
CUADERNOS DE FILOSOFÍA POLÍTICA II
IDEOLOGÍAS
Fco Javier Benítez Rubio
104
A MODO DE CONCLUSIÓN
Entre el dogmatismo y la realpolitik: ideología como punto de partida o como punto de
llegada. El político parece moverse siempre entre lo que se propone hacer y lo que puede o
tiene la oportunidad de hacer. Lo primero es la ideología o el programa y lo segundo el
pragmatismo o el casuismo. Si la ideología, el proyecto o el programa, no logra hacerse
realidad no sirve para nada, es una pieza de museo, bonita pero inservible. La cuestión
estriba aquí en cómo se manejan en la práctica diaria esos ideales y esos puntos de vista. Hay
dos formas de ver la cuestión. Realmente hay tres como veremos a continuación.
Están los que toman los ideales como punto de llegada, como si tuvieran entre manos
una especie de catecismo secular que hay que llevar a la práctica sí o sí, cueste lo que cueste,
rompiendo lo que haya que romper. Y los que toman los ideales como puntos de partida a
partir de los cuales todo puede ser cambiado-modificado-negociado sin límite. Pero, cuando
un político abandona los puntos esenciales de su ideología originaria, los partidarios más
duros le acusarán de traición o blandura. Y cuando otro se empeñe en llevar a cabo el
programa a rajatabla, los realistas le acusarán de ser inflexible y testarudo, de fanático
incluso.
CUADERNOS DE FILOSOFÍA POLÍTICA II
IDEOLOGÍAS
Fco Javier Benítez Rubio
105
Ambas posturas extremas son igualmente imposibles, una por dogmática y otra por
utilitarista. ¿Cuál es la salida a este choque de vectores? Ferrater Mora38 afirma que el
programa y la realidad son dos términos límites entre los cuales tiene que moverse el político.
Hacer una política realista, al día, pero proyectada hacia el futuro, y hacer política con un
programa sin dejar escapar el presente. Efectivamente, una política buena, perfectible, y
sobre todo, preferible, tendría que moverse entre ambos extremismos. Y esta es la tercera de
las formas, la que un buen político profesional tendría que ejercer. Estaríamos hablando de
un perfil político que recupere algunas de las esencias antiguas, especialmente la cercanía a
la gente y sus necesidades, y las mezcle con otras más actuales como una buena preparación
académica. Pero el asunto del perfil rebasa mis pretensiones actuales. Solo una última
cuestión, que es la de la sabiduría práctica, la phronesis de Aristóteles: la racionalidad
responsable, y en virtud de ella saber utilizar los medios adecuados para determinados fines.
Y ahí radica el problema: los políticos han dado la espalda a la ética. Lo importante no es ni la
ideología, ni la utilidad, ni la izquierda ni la derecha, lo importante es el Bien Común y tener
cintura suficiente como para, sin dejar de hacer lo correcto, ni traicionar los ideales ni
dejarse llevar por las atrocidades pragmáticas, hacer en cada momento lo que corresponde.
Es la antiquísima regla del término medio, tan denostada por muchos por eso mismo: por ser
solamente antigua. No se trata de que la política vuelva a la antigüedad de estar subordinada
a la ética. Sino que la política vuelva a reencontrarse en la ética. La política tiene un trabajo
ingente, no sólo gobernar y sacar adelante a la sociedad (en ocasiones acuciada por crisis de
distinto cuño), sino la de ser capaces de crear espacios intermedios y sin extremismos. Esto
38 Ferrater Mora, José Ventanas al Mundo Anthropos Ámbitos Literarios/Ensayo 14 1986
Barcelona p.257
CUADERNOS DE FILOSOFÍA POLÍTICA II
IDEOLOGÍAS
Fco Javier Benítez Rubio
106
es la dificultad tan tremenda de la política, tener el tino suficiente para acertar en el término
medio.
Zhanguo: la guerra sin cuartel39. Hay un último tema a tratar antes de terminar, que
deja la puerta abierta a una segunda parte en la res ideológica. La política, desde el análisis
de la ideología, es un mundo en lucha, de conflicto sin cuartel, confrontación por cada palmo
de terreno, pretensión de hegemonía sobre todas las demás. Esto por un lado, y por otro, está
el manifiesto relativismo en el que nos deja la ideología.
Toda ideología es, a la vez, insuperable y criticable. Toda ideología marca lo que
considera la fiel descripción del cosmos humano y social; y desde la convicción, todas
pretenden hacerlo de un modo que quede clausurado y explicado. Toda ideología entiende
que está diciendo la verdad y que está defendiendo la postura más acertada. Y toda ideología
entiende que la razón está de su parte y no con las otras. Pero a todas las ideologías se le
pueden impugnar sus presupuestos más básicos y las implicaciones que parten de ellos. A
esto le sumamos una pregunta que genera más tensión que respuestas claras y concluyentes:
¿cuánta diferencia hay entre el modelo ideal de cualquier ideología y la puesta en práctica del
mismo? ¿Cuánto camino hay entre lo abstracto hasta lo concreto? Para los que apoyan una
39 “La historiografía china conoce el período que va desde -453 a -222 como el período de los
estados en guerra (Zhánguó). Los tres estados surgidos de la desmembración Jin, el viejo y rico
principado de Qi, y los estados de Yan, Qin y Chu constituían siete potencias que, después de haber
absorbido todas las unidades políticas menores, se harían una guerra implacable y sin cuartel, de la
que finalmente uno de ellos, Qin, saldría victorioso y unificaría China bajo su férula en el siglo –III”.
Mosterín, J. Historia de la Filosofía 2. La filosofía oriental antigua Alianza Editorial 1º Edición 2ª
reimpresión Madrid 1997 p. 105.
CUADERNOS DE FILOSOFÍA POLÍTICA II
IDEOLOGÍAS
Fco Javier Benítez Rubio
107
determinada ideología la diferencia es escasa y siempre se está trabajado duramente para
acercar ambas orillas. Para los que no apoyan la ideología de la que se trate la diferencia es
un oscuro precipicio, difícilmente insalvable. En esto hay algo que llama poderosamente la
atención. Es seguramente una de las pocas cosas en la que todos los analistas, sean del bando
que sean, coinciden: arrogarse a sí mismos y a sus análisis la categoría de descriptiva y a los
otros las de normativa y justificativa; pero a su vez reciben las mismas críticas y aquellos que
las lanzan se autoimponen el mismo mérito.
Al ser visiones en conflicto lo normal es que sus líneas entrechoquen de forma más o
menos virulenta, y que los desencuentros se muestren en un amplísimo rango de
posibilidades que van desde la más educada crítica constructiva al vituperio más agrio. Cada
uno de los partidarios de las ideologías está plenamente convencido de la verdad de sus
principios, con lo que nadie convence a nadie, las posturas suelen ser inamovibles y son
escasas las ocasiones en las que puede convencerse a otro de que cambie de ideas o
principios. Ninguna de las ideologías quiere abandonar sus posiciones y dogmas para
encontrarse en un horizonte común que englobe varias posturas.
A mi entender la crítica a las ideologías es también, y plenamente, ideológica. No
puede salir del universo circular y concéntrico en el que está inscrita. No hay críticas desde el
afuera ideológico. Si lo ideológico es siempre subjetivo y todo está teñido de ideología no se
pueden arrogar, de buenas a primeras, la objetividad y la limpieza ideológica para salir a
criticar al contrario y luego volver al redil de la subjetividad ideológica. Esa pretensión de
querer salir afuera para mirar lo de dentro es muy frecuente, pero completamente
infructuosa porque una vez que se asume el ropaje normativo-prescriptivo no puede
abandonarse a capricho o a conveniencia para criticar lo normativo y luego volver a
CUADERNOS DE FILOSOFÍA POLÍTICA II
IDEOLOGÍAS
Fco Javier Benítez Rubio
108
ponérselo. No hay objetividad para criticar la ideología contraria, es cierto que sí que afirman
que son objetivos cuando critican pero, Schleiermacher dixit, se puede comprender lo dicho
mejor que aquel que lo dijo y descubrir lo que hay detrás. Los que quieran participar del
juego de la confrontación ideológica han de entrar en su universo y en sus reglas de juego
con todas las consecuencias. Seguramente la principal de todas ellas sea que absolutamente
todo esta barnizado de ideología. La composición del aire que respira y que hace posible toda
la vida dentro de ese gran conjunto de círculos concéntricos es ideología pura y dura, nadie
sale de él para hablar de él desde fuera. En cierto modo la política y la ideología están presos
de sí mismas como si transitaran por uno de los cuadros de M.C. Escher.
CUADERNOS DE FILOSOFÍA POLÍTICA II
IDEOLOGÍAS
Fco Javier Benítez Rubio
109
Bibliografía:
- Águila, Rafael del (Editor). Manual de Ciencia Política. Trotta 6ª Edición 2009 Madrid:
Fernando Vallespín. El Estado Liberal.
Carlos Taibo. Rupturas y críticas al estado Liberal.
Ramón Maíz Suarez. Retos contemporáneos de la política (II): Los Nacionalismos.
- Bealey, F. Diccionario de Ciencia Política. Istmo 2003 Madrid
- Caminal Badia, M. (Editor) Manual de Ciencia Política. Tecnos 3ª Edición 2007Madrid:
Joan Antón. El Liberalismo.
Joaquim Lleixá. El Conservadurismo.
Jordi Guiu El Socialismo.
Andrés de Francisco. El Marxismo y la Utopía Socialista.
Miquel Caminal Badia. El Nacionalismo.
Jaume Colomer. Los Autoritarismos.
- Eccleshall, R., Geoghegan, V., Jay, R., Wilford, R. Ideologías Políticas Tecnos 2004 Madrid [Publicado
originalmente en 1984]:
Robert Eccleshall. Introducción: El mundo de la Ideología.
Robert Eccleshall. Liberalismo.
Robert Eccleshall Conservadurismo.
Vincent Geoghegan. Socialismo.
Richard Jay. Nacionalismo.
Rick Wilford. Fascismo.
- Goodwin, B. El uso de las ideas políticas. Península 1997 Barcelona
- Molina, I. Conceptos fundamentales de Ciencia Política. Alianza Editorial 2008 Madrid
- Quesada Castro, F. (Editor) Ciudad y Ciudadanía. Senderos contemporáneos de la Filosofía
Política. Trotta 2008 Madrid:
Roberto Rodríguez. La Tradición Liberal.
Antonio García Santesmases. Los Socialismos.
Miquel Caminal Badia. Dimensiones del Nacionalismo
CUADERNOS DE FILOSOFÍA POLÍTICA II
IDEOLOGÍAS
Fco Javier Benítez Rubio
110
Material Fotográfico:
- Relatividad, litografía. M.C. Escher (1953)
- Busto del Dios Jano. Museos Vaticanos
- Estatua camboyana de Vishnu (s. XIII) Museo de Arte de la India Berlin - Dahlem
- Ganímedes y el Fénix. Obra original de René de Saint-Marceaux. Edificio Mutua Madrileña,
Paseo de la Castellana Madrid.
- Proteo Infernal de Erasmus Francisci 1695
- El Jardín de las delicias – El Infierno. (Panel derecho) El Bosco Museo del Prado Madrid
En Algeciras, 14 de diciembre de 2010
Fco. Javier Benítez Rubio