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1 Cacciari La Ciudad

Date post: 24-Dec-2015
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Escritos de Massimo Cacciari sobre la Ciudad. Reflexiones acerca del urbanismo y la ciudad contemporánea
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Prcxcntatidn

Cupftulo 1

Poli; y ci1/itus: la miz étnica y la concepcién mévil

de is Ciudad

Cupftulo 2

La Ciudad european: entre rnorsda y espacio de

nqgatium

Capftula 3,E1 advcnimiento de la metrépoli

Capitulo 4

La Ciudad-terntorio (0 la posmetrépoli)E1 cuerpo y cl lugar

Espacios cerrados y espacios abiertos

El territorio indetdnidoEspacio y tiempoUn apunte: la polivaleucia de los edificios

Capituln 5

LJ perspectiva gnésticaz el halntar hun'muo entreel cielo y la tierra

Cnpitula 6

Para acabar con. ._ bclleza

7

EnzQTEE

ArPresentacién

Este texto tiene su origen en un seminario celebrado en

el Centro Sant`Apo1]§\nare de Fiesc>1e.Las ponencias de

Massimo Cacciari han sido transcritas cuidadosaniente porTuuino Nasuto y rcvisadas por el responsable de] Centro,

A pcsar de que el texto conserve voluntariamente cier-

to estilo “hab1ado”, no esta exento de diHcu1tad debido a

la complejidad del tema que, en ocasiones, parece rnzar la

contradicciéu. Por ello, debe tencrse presence aquello que el

propio Cacciari dijo al imcio de su exposiciéri: “Dcsde sus

origenes, la Ciudad esté ‘i.uvcstida` de una doble corriente de

‘desens’: dcscamos la ciudad como ‘regazo`, como ‘madrc’,

5; al mismo tiempo, como ‘maquina’, como ‘imtruruento’;querernos que sea ethos en el sentido originario de mora-

da y estancia 5; al mismo tiempo, uri mcdio complejo de

funCl0neS;1e pedimos seguridad y ‘paz’y; al mismo tiempo,pretcudemos que teuga unas eHciencia, eficacia y movilif

dad extremas, La Ciudad esta sometida a preguutas contra-

dictorias, Querer superar tales coritradiccioncs es una mala

utopia.Al contrario, se requiere davle_/Qrrmu. La Ciudad en su

historia es el experimento pereuue para dar forma a la con-tradiccién, al conf1icto”_

Capftuln 1

Polis y civitas:Ia raiz étnica y Ia

I Iconcepc|on mévilde Ia ciudad

Corueuzaremos con algunas precisiones hiscérico-terminmlégicas, pues hablar dc la Ciudad en térrninos generales no

tiene mucho sentido. No existe Ia Ciudad, sine que exis-

ten diversas y diferenciadas forrnas de v1da urbana. No es

casualldad que “Ciudad” se dig; de diferentes maneras.

Por ejernplu, en latin no exists una palabra correspondlen-te a la guega pnlis. La diferenma entre zunbos 1diomas annie

al origen de ln Ciudad y constituye una diferencia esencia1_

Cuando un griego habla de polis, en primer lugar se rcierea la sede, 3 la morada, al lugar donde tiene su raiz un deterf

minado germs, una dctermmada escirpe, una genre (gen:/

genus). En griego el término palis resuena inrnediatamente a

una xdea fuerte de arraigo. La polis es aqucl lugar donde unagente decerrninada, especiH::a por sus rradiciones, por sus

costumbrcs, tiene su sede, su propio ethos. En griego ethos es

un cérmino que alude a la misrna raiz latina scdes y careee

3dadLaaiuMassimoCacciari

dc cualquier signiHcado simplemerite moral, que, en cam-bio, si tiene el mos latino. Los mom; latinos son tradiciones,eostumbres; el ethos griego es la sede, antes y mas origina-riamcrite que toda costumbre y tradicién, el lugar donde m1

genre tiene su morada tradicional.Y la palis es prccisamenteel lugar del ethos, el lugar que sirve como sede a una gentc.

Esta determinacién ontologica y geuealégica del termi-rio polix no se encueutra en el teruiino latino £i1/itas. La dife-reucia cs radical porque, si redexionamos detenidamente, enel terinino latino Li'1/fra.: se manitiesta su proccdencia a partirdel ci1/is, y los five; Forman un corjunto de personas que sereunen para dar vida a una Ciudad, El gran Lingiiista cen-troeuropeo Emile Benveniste ya puso de man1Hesto todoesto hace mucho tiempo.

Por tanto, no existe madame la ville, como tampoco exis-te monsieur Ie capital o madume la term Ci:/itas es un términoquc deriva de ci1/is, de modo que, en cualquier caso, aparececomo el producto de los di/as en su concurrcucia conjun-ta cn un mismo lugar y en cl sumetimiento a las mismasleyes. Eu carubio, en griego la rclacién es totalmente inver-sa porque el término fundamental es pnlis, y el derivado es

polites, el ciudadano. Notese la perfecta correspondenciaentre la desinencia de polite; y de :ii/fins; en cl ultimo termi-no se aludc a la Ciudad, en el primcro al ciudadano, Desdeel inicio, los romanos consideraron que la air/iras era aque-llo que se produce cuando cliversas personas se son-ieten a

las ruismas leyes,ir1dependicnte1nente de su determinaciénetmca o religion. Este es un rasgo absolutamenre caracte-ristico y extraordinario de la Constitucién romana respec-to a toda la historia de las ciudades griegas y helenisticasprecedentes, rasgo fundamental para encencler después toda

la fucrza politica de la historia romana, el acento politico

-en el sentidu actual del términof que domina la histofria romana.

En la civilizacién griega, la Ciudad es fundamentalmentela unidad dc personas del rnisrno género y por tanto, puedecoruprenderse como polis, una idea que ren-nite a un todoorgalnco, es anterior a la idea de ciudadano_ En cambio,desde los origenes #tal como narra el propio mito fun-

dacional roxnanof en Roma la ciudad es la concurrenciaconjunta, el confluir de personas muy diferentes por reli-

gion, etnia, eta, que concuerdan solo en virtud de la ley

Es el gran rmto de la Concordla romana que dornina la

Obra de Tito Livio y que se l'1:|l.l:| en los cixnientos de todala historlografia romana. Dc hecho, si leenaos el primer libro

de la historia de Roma, /-lb mba' mnditaf esta idea aparece

clarisimamente, y mas tarde pasaré a ser un tema fundamen-tal de toda la politologia y de la Hlosoda politica europea,

El primer dios a quien se erigié un ternplo en Romafue cl dios Asrlum. Roma se funda a traves de la obra con-Junta de gente que habia sido desterrada dc sus cludades;cxpauiados, errantes, proilgos y bandldos que confluyeron

en un mismo lugar y fundaron Roma. Este aspecto dominatoda la historia romana: la idea de ciudadania no tiene nin-guna raiz de caracter étnico o religioso. Es cierto que habiaesclavos, pero entre los laombres l1bres se es ciudadano indefpendientenmente de cualquier distincién de esmrpe o Credo.

Este hecho constituye una cxcepcion respecto a la historia

de las ciudades griegas y helenisticas anteriorcs a Roma.Por influencia romana, mas tarde esta idea de ciudadania

también se difundiria a otras cludades y a toda la Cuenca

mediterranea cuando esta se convierte cn l\/lare NosLrurn_

_ILivio,Tito, Al; nuke cundlm (version

castellana: Hzsmriu dr Roma desde nt

jundmdn, Edmmal Grcdos, M-adnd

1990-1997) [N de1”lTl.

5LaciudadriMassimoCaccia

El recorrido se cierra con la famosa Constitucién antoni-niana de Caracalla de las prnueras décadas del siglo HI d. C.,en la que todos los hombres libres que viven dentro de loslimites del irnperio pasan a ser dues romani, con indepen-dencia de tocla deternunacién étnieo-religiusa, sean éstosafricanos, de Asia Menor, espanoles, galos, etc.

Antes de la influencia romana y de su domimo nocncontramos nada de todo esto en ninguna de las puleisgnegas; por el contrario, en el_las prevalece el principio de“pertenezco a esta polis porque alli tiene la sede rnigenos".Obviarnente, no se excluye la posibilidad de podcr esta-blecerjinedera, pactos entre ciudades (este hecho es fun-damental para cntender la historia de Grecia) pero cadauna de ellas se rnantiene sustancialmence a1slada a causadel arraigo de estirpc y de género. Como consecucnciase produce el aislamiento dc cada una de las pulls respectsdel resto.Aunque e><1stcn las olimpiadas, las grandcs Hestas,las ciudades griegns permanccen como islas y solo duran-te brevisimos periodos pueden federarse bajo la presionde acontecimientos extremos particularmente draméticos‘por ejcmplo, a principios del siglo V a. C. por las guerraspersasf o porque una de ellas asume la hegemonia, aunquepor poco tiempo (la hegemonia de Arenas dura poquisi-mo y la de Esparta todavia memos). Por tanto, a las ciudadesgriegas les rcsulta imposible dar vida a unidades federadasmis ;|mpl_1as,jusran1ente porque cada una cle ellas no cs unaci1/im.: y porque en el_las mismas no pueden absorber 111 inte-grar lo distinto_

Quien cs libre en la pvlis, pero no pertenece al genus,

tiene la condicién del meteco, del huéspcd, una condl-cién rnuy similar a ln que ostentaban judios y cristianos

&

en las ciudades musuln1anas_De hecho, algunos historia-

dorcs soscienen que cl derecho de hospicalidad de las ciu-

dades rriusulmanas fderecho por el cual durante siglos

éstas pasan a ser ciudades Verdaderamcnte mulciculturales

y inulnconfesinnales en la cuenca niediterréneaf deri-

va precisaxnente de la insritucién de la hospitalidad hacia

el extranjero libre presence en las ciudadcs helenisricas, un

extranjero que cs toralmenre tolerado y a quien se le reco-nocen derechos persouales, tradiciones propias y libcrtad de

culto, aunque sin el ejercicio de derechos politicos,

Nos encontramos, pues, ante esta gran distincién quc

nos lleva a pregunrarnos que entendemos por ciudad:

gle otorgarnos un valor fuerternente étnico o la entendemosen el sent-ldo de ri1/itas? Al pemar en la democracia atenicn-se, no debenios olvidar que esta funcionaba sobre la base de

una idea étnica y religiosa, mientras que desde el punto de

vista romano se tram de un producto artincial; es decir, en

Roma uno pasa a ostentar plenamente el Litulo de ciudafdans con todos los derechos simplernente porque acuerda

someterse a unas lcyes y obedecer ese regimen: fancordia

tiene este signincado,Naturalmente, la sede de Roma, la Urbg Liene un gran

vdor simlmélico; venerarla es uno de los debercs ineludibles

del ci1/is. Roma es el cenrro del imperio, el lugar donde se

encuentran las grandes instituciones politicas (el Senado,

la Republica y més tarde el en1perador),pero en Roma no

Vive una determinada estirpe 0 raza quc, como ml, tenga el

inando; su primacia no tiene de ningun modo su origen enrazones como aquellas que hacian creer a un ateniense que

Arenas era realmente el nucleo, el valor fundamental, de la

Hélade.

£2ciudadLaMassimoCacciari

Otra idea interesarite, que nacc precisamerite en este Conftexto, es que en su esericia la Ciudad es “m6vil”. Uno de losepitctos mas sigriificativos de la época tardorroinam es elde Roma mobilir, justarriente porque este dinamismo extrefmo del propio mito de los origenes le permitc imaginarsea si misrria y Construir su propio rnito a través de la sintesisde los elementos mas disparesffodo el esfucrzo de Virgilio ytoda la ideologia de Augusto we basan en la idea de los ori-geues, y los origcnes de una Ciudad sicrripre son su porixsimupays (tal como aparecc en el Codice de justiniano), su partemis fuerte, porque el origcu es aquello que funda la Ciu-dad. Sin embargo, tal como los representa la ideologia deAugusto, los origenes de Roma se cncuentrari precisamcri-te en la confluerieia de pueblos diversos; los propios latinosno son los enenugos que son conquistados y sometidos.La prmuesa de Zeus ajuno Consists en que, si bien los tro»yanos seran los vencedores, después serari a su vez absorbi-dos por la lerigua y el nombre de los latiuos. Es Eneas quieuse acerca a los etruscos para suplicarlcs su a1ianza_ Se pro-duce toda una Confiueneia de elementos diversos, de tra-dicinnes y lenguas diversas, y ésta es precisanierite la riuimr.Es por encontrarse bsgo una misma idea, es mas, bajo unamisuia estrategia (mas que una idea fundadora), por lo quese mantiezien uuidos estos ciudadanos tan diversos; no porsu origeu, sino por el objetivo comun. La Ciudad proyectadaen su futuro reune a los Ciudadauos, no el pasado de la gens,ni la sangre; los ciudadanos se refinen para perscguir un Hu,de ahi la Rama mobilis. Todo esto esté clararnente enunciadoen el gran poema deVirg11io.

Pero, écuél es el Hn que hay que alcarizar? La respucsta esel impefium rinejne. De los lugures uias diversos, de Europa,

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5ciudadlaMassimoCacciari

sieuipre crece: otro término clave y erxxblemético sobreel que 3 veces me he explayadu con amigos romzmistasy que domina nuestros lenguajes y uucstro patrirnoniocultuml. Este térmjuo resulm inconcebible en lo que sc

reHere a la polisfal leer 3 Platén y aArist<3teles, uno se dacucnta de que su dramético problema consistia en que la

polis no sc agraudase demasiado, porque si esto ocurria,écémo haria para mautcnerse arraigada a su genus?En La Repéhlim y en Las Leycs de Platén, y en La Politita

de Aristétclcs el problema radica en mantener espacial-ruente controlables los caracteres de la polis, de lo contrariotoda su coustruccién se hubiese derrumbado, E11 cambio, elcarfacter fundamental, programético, de la :i1/itas consiste encrecer; no hay ri1/itat que no sea azggesrem, que no se dilate,que no de-lire (1a‘lira’ es el surco, la huella que delimitabala c1udad;‘de]_1rio’ quicrc dccir salirse fuera de la `lira`, 11' mésallé de los limites de la Ciudad). Por su naturalczada zivitus

es, pues, nqgesfemg ]para un romana no es posible una d1/flax

que no de-lirelEn la formacién de la pol{5 no puede eliminarse el cri~

terio fundamental del gmux, como podemos ver tsuubiénen la obra de Platén y Aristételcs. Que la polis esté formadapor animales politicos clotados de logos es evidence, pero el

logos es el griego. Los griegos fueron casi cxclusivamentemouolingiics a lo large de toda su historia, en cambio clImperio romano es prograniéticamente bilingtie (un tasgointeresantisimo si lo comparamos con el carécter culturaldel impcrio americano, al menos entre sus dirigeutes).En toda la literatura griega, desde el siglo 1 al siglo V1 d.C,,no se citan los autorcs latinas: niVirgilio, ni Horacio, 111

Ovidio ni Lucrecio; casi todos son ignorados en la préctiea

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y en la sustancia. La cultura griega conrinuaba creyendo que

el propio logos -puesto que cn sus vznrios dialectos pertefnece a ese germs y lo caracterizaf era universal jusmmentepor estar “arraigado"; por estar tan unido a su propia sedes,

a su propio ethos (en el sentido anteriormente descrito).

Es decir, para los griegos cl Ingo; :ambien tenia un s1gn1fl-

Cade étnico y no era en absolute un rnero instruments de

cileulo y de Conxunic:1ci6n,Los heleuos no tenian ningunaidea instrumental del lenguaje y éste era lo que los caracfterizaba frente a los bérbaros. Es imposible escindir ambos

aspectos: por un lado el ethos, por otro el logos. Uno de los

elementos fundamentales del ethos griego es su lengua-je, que tiene esas caractcristicas de meclida, articulaeién y

riqueza, y que es el flmco lenguaje quo los griegns, sobre

todo durante el sigle v, sienteu que es capaz dc purrefiu

(de hablar france, libre). El unico Iago; capaz de producirflialugos, donde el elements dlalégico del convencixnientoy de la persuasibu results cruc1al.

En el resto de lenguas se percibia més bien un tono de

mando, cle tlrania, de lndistincién, como sucedia en la gran

tierra asiética, espamo geogrélico de lo 1nd1stinto, una tierra

que no estaba organizada en poleis aucénornas, celesas de

su propia autonomia y de los cultos propios de los que sen-

tiau su especincidad. Bien es merto que existia un Olirnpocomun, peru no entenderiarnos nada de la nutologia griega

si no supiéramos cuén localxzada estaba, cuén“territor1aliza-da” estaba su forma (écuéntas tunmbas de Heracles habia portoda Grecua y cuéntas del resto de l1éroes?). Este era Grecia:

una familia heeha de dlstinciones celesas, de diferencias,

y ésa fue su debllidad. de mode que este nulagro duré hasta

la guerra del Peloponesn.

Nsa

cludadLaMassimoCacciaril

Tal como ya han exphcado Carl Schmitt y otros autores, elnomar, la ley que tiene una raiz terrenal (nomos es el paste),es _justamente la particién de la tierra_ Originalmente la leyera aquel proccso por el cual se divide la tierra, el paste.La tierra indistrnta se articula y ello se hace sobre la basede un Inga; Esta clam que el nomo; terrcnal debe respe-tar una juiticra mas alta: este es el discurso de los Hléso-fos (Heraclito, Empéclocles y otros) que, sin embargo, lodeclinan srcnrpre en polérnica con su polls, con sus conclu-dadanos. Estes no saben escuehar el logo.; y por ellos perma-necen srendo infwztes,

La muerte dc Sécrates Fue el gran pecado de la polir, quecondeua al _justo para defender su Constituerén material.A ojos del Hlésofo, dc quien dice “cscuchar el lqgos", el

nomo; cle la pall: cleberia “arrnonizar con la divina Diké"y sur embargo, era exclusivarnente terrenal. Esto es lo quesucede en flosofm durante dos siglos, hasta llegar a Platén,mientras que Aristételes pasa pagina construyendo unafcnomenologia cle las Constituciones politicas. Pero no seescucha a Platén hasta el punto cle que se tome La Replihlimcomo la suprcrua indicacién cle aquello que la pulix debe-ria ser para que funcionase con mcdicla yjustreia, algototalmcnte irreal rcspecto al Funclonamiento de la poli5verdadera.

Adernas, el arraigo terrenal cunstituia una referencia sim-bélica muy fuerte porque el guna; y el Zagat expresaban esosrnitos, esas tradiciones y esas costurnbres. 5D6ndc aprendianlos griegos a leer y escribir sino en I-Ioumero y Hesiodu?El testimonio cle tocla la BlosoEa grrcga es que la rela-cifm con la Diké césuuca, urania, es siempre incierta yproblematica.

~

Sobre Ia raiz cle polix se ha dicho de todo. GiambattistaVico decia que cl térmiuo cstaba formado sobre In ulismaraiz de polcmos (guerra), algo que mais tarde han repetidoCar] Schmitt y tanto; otros, Es cierto que Ia raiz de palis,

si es que es iudoeuropea, indica pluralidad y lnultiplicidad,pero no cs del todo seguro que tenga una raiz indoeuropea,mediterrinea, semitica, mesopntzimica n acadia. Es sabido

que muchisimos térmmos griegos, sean toponimicos o no,eieneu una raiz que no es indoeuropea, sino mediterrénea,pclésgma, Acadia. Probablemente tamb1ér1 sea porque en

acadio exlsten varios sustantivos con este étimo que indicanfortaleza, Castillo, lugar fortiueado,

»4>LaCiudadMassimoCacciari

Czlpffulo 2

La Ciudad europeaentre moraday espacio denegotium

En sustancia, la perspectiva europea no se dcsarrolla a parf

tir dc Grecia, sino de Roma. De hecho, pensauios la Ciudad

Como un lugar donde gentes diferentes Convienen en acepf

tar y obedecer una leyTodo el derecho europeo se dcsarrcflla sobre la base de esta idea, que deriva directamente del

derecho romana; y no sélo el derecho europeo, sine que

también una grim imtitucién occidental Como la lglesia esta

toda ella doruinada por esta idea, Ni la Ciudad del hnmbrc

ni la de Dios se interpretan sobre la base de parémictros

dc tipo étnicn. San Agustin dice que en su percgrinaje la

Iglesia acoge en su seno sin atcnder a las difcrencias étnicas,

de lengua o de Co§tumbrCs_

Sin embargo, esta situaciénn Crea un gran problems de§de

el punto de vista de las modalidades dcl habitar. Es como si

llevérainos dcutro de nosotros la nostalgia dc la pulis, de la

Ciudad morada, algo quc entra en Confhcto Con la tensién

l'iaC1a la universalidad. Pensarnus que para tener dimen-

siones hunianas la Ciudad debe recordar de alguna uiaricf

ra a la polis. ]Cuanta retérica sobre la pnlis, sobre la politica

que vicne desde la polis! (Todos los politicos repiten este

estribi_l_lo)_ ;Querernos volver a un espacio bien detinido,

a un territorio bien dclirnitado que pcrmita intercanibios

sociales, relaciones sociales ricas y Compartidas? En la pulis

esto sucedia sobre la base de ese Criterio no indiferente,

que ticnde a olvidarse, por el Cual eran unos pocos quie-ncs decidian en las asarnbleas; Como mucho se limitaban

a un rnillar de personas que intercarnbiaban Cargos en el

agora, que tornaban decisiones libres Conjuntarncnte (Cnrno

rnéxinio eran quince o veince mil los hombres libres que

Vivian en Atenas). éEs esta la idea de Ciudad que queremos

Cultivar, o bien la gran idea romana, de gente diversa que

viene dc todas las partes, que habla todas las lenguas, que

practica todas las religionesl éuna unica ley, un Senado,

un Cmperador y una inisién? éQue rcfcrencia escogeniosl

gel origen o el f_n?, gel vinculu de estirpe 0 la lcy? Este es

el dilema, pues de otro inodo, gcéino se hace una Coniunifdad?, érnediante los sirnples pactos entre intereses diversos,

mediante armisticios, treguas y Cornproniisos precarios?

Esta Cs una prirnera Cuestién que hay que examinar.

Hay una segunda tensién que Caracteriza nuestra relaeién

Con la Ciudad y que es rnas especiica de la Ciudad moder-na_ Cuando se habla de Ciudad, nosotros que pertenece-mos a las Civilizaciones urbauas -los priineros testimonies

arqucolégicos de vida urbana en el cntorno mediterraneosc rernontan al 35004000 a,C.; nos encontramos pues a tan

sélo seis mil anos de una Civilizacién urbana que tiene sus

CiClos, sus apogeos, sus Crisis- siernpre hemos mantenido

N

o~LaciudadMassimoCacciari

una poscura doble y Contrzidictoria frence a esta forma devida asoCiada_ Por un lado Consideramos ia Ciudad Comoun lugar donde encontrarnos, donde reconoccrnos ConioComunidad; la Ciudad Como un lugar aCogedor,ur1“rega-zo”, un lugar donde encontrarse bien y eu paz, una Casa (la

Casa como idea reguladora a la que, desde los origencs, noshcmos aCerCado en esta revolucionaria forma de Vida asc-Ciada). Por otro, cada vez mas Consideramos la Ciudad Comouna maquina, una fuucién, un insrrumenco que nus perniitahaccr nuestros negatia (negocios) Con la ininiina resisten-cia, Por un lado tenemos Ia Ciudad Como un iugar de otium,lugar de intercambio humans, seguramenre e6Caz, activo,inteiigente, una morada en deHniriva;§§ por otro, el lugardonde poder desarrollar los nec-otia del modo mas encaz.

De modo que seguinws pidiéndole a la ciudad dos Cosas

opuestas. No obstante, esto resulta Caracteristico de la hiatu-ria de la ciudad: cuando defrauda demasiado y sc convierteunicaiiiente en negocio, entonces Comicnzan las huidas dela Ciudad tan bien recogidas cn nuestra literatura: las arCa-

dias, las nostalgias de una época no urbana mas o inenosmirica, Por otra parte, Cuando la Ciudad asuiue realincnrelos rasgos del égora, del lugar de encuenrro rico desde elpunto de vista simbolico y Comuriieativo, entonces inme~diatainencc nos apresuramos a desrruir este tipo dc lugarporque Contrasta Con la Hineionalidad de la Ciudad comouiediu, como n1aquir1a.5Qué ha sucedido en la hisnoria delurbanisuio en los ultimos siglos? Desde el sigio XV al XX,

se ha producido, en nombre de la Ciudad instrumcnto, unade§LruCC1én de todo aqueilo que en Ia Ciudad precedenreimpcdia ese moVim1cnto,obstaCu]\zaba la dinainica de los

»1egolIu.Esto ha sucedido cn todai las Ciudades europeas

m3LaCiudadeumpea=entremmaayespaeindenegmm

de una nianera sisteméirica y programética n'1a> 0 menosviolent; (en Italia en rnenor medida que en otros lugarcs,no porque los italianos arnaramos rnés nuestro pasado, sino

sirnplemence porque henios tenido un desarrollo tardio, de

inode que la violencia del impacto de la induscria-mercado

sobre la Ciudad antigua ha sidu xnés lcnto respecm a otrospaises).

Antes de discutir Sobre elecciones urbanisdcas debcmos

hacernos una pregunta: équé le pedirnos a la Ciudad?

5Le pedirnos que sea un espacio donde se reduzca a la

minima exprcsién Coda forma de obstéculo al movinucuto,a la inovilizacién universal, al intercambio? &O le pedimos

que sea un espacio donde liaya lugares de Comunicacién,

lugares fecundos desde el punto de vista simbélico, dondese prcste atencién al otium? Desgraciadamenre sc pidenainbas Cosas Con la misina 1ntensidad,peru dc ningun modopucden proponerse anibas Conjuncarnence y, por tan to,

nuestra postura ficnte a la Ciudad parece cada vez inas

literallnente esquizofréniCa_

Esno no quierc decir que sea una postura “desespera-

da”; al Contrario, resulta fascinance porque quién sabe que

cs lo que surgira. SC crata de una Contradiccién tan fuerte

que podria ser la prcmisa de Cualquier nueva Crezicién y asi

ocurrié también en la disolucién dc la forma urbana del

rnundo ant1guo:la disolucién radical de esas furmas dio

vida al nuevo espacio urbano Conunentznl europeo a craves

dc instltuciones que jamés ixadle hubiera aonado 0 inven-

tado (nuevas ideas de dereCl1<i,nuevas relaciones de donu-nio, nuevas fonnas de Coinunidad,Co1‘no la monastica, una

forma Coinunitzma fundamental en la promocién de nuevos

rnodelos de desarmllo uzbano).

NooLaCiudad

MassimoCacciari

Puede suceder que nuestra preguuta, tan Violentarncntecontradictoria, anuucic soluciones crcanivas que no estén encontinuniad con la historia que cargamos a nuestrm espal-das. Invito siemprc a urbanistas y a arquicectos a razonar enestos téruunos, y no en téruxinos de conscrvacién, inten-tando desmperadaluente recortar pcdaciros de égcra, u deaval critico de la movillzacién universal: un mods de pcusarlos opuestm cnmo si fuescn dos cams de la misma moneda,porque el futurismo y el conservadurismo total siempre han1do parejos eu todo: cn urbanismo, cu arte, en po1it1ca,encualquier parte. Eu cambio, es nccesario partir dc la comra-dicuén inherente a esta pregunta e lutcnmr darle un valorcnmo tal, haciendo que explore. Es mejor hacer proyectosde arquitectura y de urbamsmo que pcngan en evidenciaante el pvflblico el carécrer concradicrorio propio de In pre-guuta, sin cubrir m nustiicar esta situacién, sin preteudcrsupcrarla con cualquier huida hacia delante o volvicndo alpasado de Arenas. No habré umés Agora,

zgl Capirulo 3

¥

EI advenimientode Ia metrépoli

éPero podemos adn halalar hoy cle Ciudad? Quizés en

Italia es posible todavia en algén caso, co1no,pur ejemf

plc, Florencia; pero en los casos de Milan, Roma, Napolcs

y Palermo se hace di6cil_ La metrépoli de la zmtigiiedad

tardia, Roma znubilis, la Urbs que dehta a partir dc su surco,

tiene muchos rasgos en comiux con lo que voy a decir. La

historia europea de las ciudades hasta la época barroca mos-

trara una Ciudad que, sm embargo, se parece de algun modea aquella que aparece descrita en el fresco Alqgoria del lzucn

gobierno del palacio de Slena, obra cle Ambrogin Lorcnzettlz

una ciudad donde el elemcnco de comunién y de Comuni-

cacién esta presente mis alla del “aura” mitico con la quc se

rcprcsenta (seguramente en aquella ciudad habia conflictosdebidos generalmente a la cercania como factor de enemlsf

tad). Esa cxudad fue destrmda por el impetu conjunto de

industria y mcrcado, y de este modo aparece la ructrépoli,

la Gnwktadl, dominada por las dos “liguras” clave, los dos

“cuerpos" que la regulan: la imixutria y el mevcadtm

Al igual que on las ciudades meclievales lo era la cate-

dral y el palacio de gobierno o el palacio del pueblo, en

la ciudad moderna las presenclas slave son los lugares dc

w cCiudadLaMassimoCacciari

m

produccién y los de intercan1l>io.Todo sc articula alredefdor de ellos como factores capaces de crmferir sig-nificacionsimbélica al conjunto, pero, al mjsmo t7ien1po,la Ciudad seorganiza y se regula en torno a estos momentosg en tornoa ellos se constituye una urbanistica, sc elaboran interven-ciones programéticas alrededor de estos factores domi-nantes que permiteu la solution de la “ecuaci6n" en tantoque “Valores conocidosf De hecho, sc sabe que la indus~tria tiene deterrninadas exigencias de ubicacién, comportacletcrtninadas funciones, de vivienda an primer lugar, a lasque hay que dar cobqo niediante un deterrninado tipo dcediHcio. De este mode, el espacio se organiza alrededorde estos cuerpos relativamente notorios, rigidos y tijos_En Hsica se 11amarian“cuerpos galileanos” de referencia, yla metifura no results cxtemporénea, puesto quc el propioAlbert Einstein nos invina a razonar sobre la base de unametéfora que tiene que ver con la historia de la ciudad, dclpaw de una relatividad lilmtada a una general, donde la pri-mers es aquella cn la que los cucrpos de referencia permi-teu todavia unas uiétricas que tieucn que ver con todo elsistenm.

La evolucién hacia la nletrépoli ha sido posible por-que cl punto de partida de la Ciudad curopea no ha sido lapolis griega, sino la ci:/im: romana. Nuestra idea de Ciudades totalmente romana, es :iv/itas molvilis n14ge§tms, y hasta quepunto csto results iludamental lo demuestra la liistoria delas transformaciones urbanas, de las revoluciones politicasque Lienen la Ciudad como Centro, a diferencia de lo quesucede en otras civilizaciones donde lajhma mrhis se hamodincado precimmcnte por la influencia, o mejor aim,por el asalto dc la civllizacién occideutal. Las civilizaclones

31

advenimientodeIamekrépcliVU

urbanas de la antigucdad que hey conocenms son riqui-siruas, pero son estables en su forrr1a:tod:1s deuxuesnran el

arraigo £errenz|1,ya sean las grandes ciudades mesopuui-micas o las ciudades orientalea (Kinto, Shanghai y Pekin

fueron megalépoli en ciernpos en los que Paris y Loudres

cran aldeas, pero sus fornmas han permanecldo relanivamen-re estables durante siglos), Las increibles revoluciones de

lafnmm u/his derivan de cstc acercamlento a In Ciudad que

se tiene con Ia aparieién de la fi1/im.: romana. Las formas

urbanas europeas occidentales dcrlvan de laa caracceristi-

cas de la rivims. La eiudad contemporénea es la gran ciudad,la metrépoli (de hccho, este es el rasgo caracrerisuco de la

Ciudad modems planeraria). Se ha disuelto todajnmm 14rbx'_v

cradiciunal. En su mo1\\ento,l:|s forrnas dc la ciuclad emuabsolutamence diferences (véase, por ejemp1o,1as difcrcnciasentre Roma, Florencm yVeuecia).Ahora sélo hay una [mica

fnrmn urbis, o mejor mlm, un unico proccso de disolucién de

toda identxdad urbana.Este proceso (que, como veremos, se Heva a cabo en la

Ciudad-ter1’1torio,1a Ciudad posmetropohtzma) neue su ori-gen en la airmaciéu de] papel central de la unién de lugar

de producmén y de mercado. Cada scnudo de la relacién

humans se reduce a la prnduccién, el mtercambio y el mer-cado. Es aqui donde se Concentra toda relaciéu; entoncestodo lugar de la ciudad es visto, proyecrado, rcproycctsdo y

transformado en funcién do cstas Variables fijas, de su Valor,

Los lugares mnbélicos sélo se convierccn cn escos anteriores

y dcsaparecen aquellos que habian sido los lugures sirnbé-hcos tradicionales, sofocadm por la aHrmaciE>n de los lugaf

res del inrercarnbio, cxpresién de la movilidad de la ciudad,

de la Nrrx/anlebm [la vida nerviosa] dc la ciudad. Las nuevas

mNLaciudadMassimoCacciari

construcciones son luacizas, dominan, son Hsicamcnre volu-minosas, grandes conteuedorcs (imaginad la arqultectura dclm tipicas ciudades industriales, la fasciuacién que ejerce entodas partes la arquxtectura-fébrica) cuya esencia consiste,no obscantc, cn ser rnéviles, en dinamizar :Oda la vlda, Soncucrpos que producen una cnergia movihzadora, dcsqui-ciante y dcsarrnigante, Estas presencias disuelven 0 ponenentre parémesis las preseuclas simbélicas Lrndicionales que,de hecho, se reduccn al Centro histérico. Es nsi como macee1“ceutru hist6rico":mier1tras la ciudad se arucula ya cnbase a la prexencla domiuanfe y central dc los eleuxentosde produccién e intercamblo, la memoria se convlertc cnmuseo, dejando asi de ser memoria, porque esta tiene senftido cuando es inxaginaniva, recreativa, dc lu conrrario Se

convierre en una diruca donde llevamos uucstros recuerdos,Hemo> “hospica].izado" nuestra mernoria, asi como nucstrasciudades histéricas, hacicndo de ellas museos.

Cupitulu 4

La Ciudad-territorio (0 laposmetrépoli)

Hoy nos encontramos en um fase posterior. Mientras que

dichas presencias todavia articulaban el espacio cn las metréfpoh, fundaban unas métricas bien reconocibles en la dia-

léctica entre Centro y periferia y cunsiltuian lm criterlosdominantes dcl urbanismo clésmo de los siglos XIX y xx (las

difcrentes funciones productivas, residencialca y terciarias),

en la actua_lid41d esm posibili/:lad esté completarnentc superadzx

La ciudacbterritoriu implde cualquier forma de programa-cién de este género. Nos eucontrarnos ya en presencia de un

espacio iudcinjdo, homogéneo, indifereute en sus lugares,

donde los acontecimientos suceden sobre la base de légicas

que ya no corresponden a ningun proyccto global unitario.Como tales, dmchos acontccimielxtos cambian con una rapi-clez increible: cicrto es que la Etbrica no era la catedral, pues

no tenia la estabilidad cle los viejos Centro; cle lajT>rv11a urlzis,

pero si tcnia cierta estabi]_1dad.Ahora la rapidcz de las trans-

formaciones impide que sc conserven recuerdos del paiado

en el lapse de una generacién. Esta comporta encontrarnos

tu

JaLaciudadMassimoCacciari

ya en una situacién donde casa y no casa se eouectan; mora-da y no morada son dos catas de la uusma mnneda.

Auuque tiene su Centro inipulsor en Occidente, este profceso alcanza ya todos los cor1tirieutcs_Er| 1950 halaia oclaen-ta y tres ciudades en el mundo con mas dc un millén del1ab1mr1tes,y dc ellas cincucuta se encontraban en los paisesindustrializados. En la actualidad, hay trescientas ciudadescon mas de un millén de laabitautes y en su mayor parte se

encuentran en los paises pobres_ En 2015 habré treinca y tresciudades con una poblacién superlor a los Veinte inillonesdc habitantcs y veintisiete de ellas se encontrarau en los pai-ses pobrcs. &C6mo estarén hechas? Si extrapolamos a partirdc la situamén actual, seria demasiadu fécil preverlo: vastisi-mas areas atquitectéuicamcrite iudlfercnciadas rebosantes dcfunciunes de representacién, Hnancicras y directivas con api-lauueritos alrededur de areas pcriféncas residencialcsfgueti-zadas" unas respects de las otras, zouas cmuerciales de masas,“restos” dc produccién manufacturera. El rtoigunto, conestado por"acontecimientos” oensiouales, es indcpendientede toda légica urbani§tica y adrninistrativa. Para las granclesmasas la “casa” sera el miniapartamento estandarizado. Comorezaba una pulnliciclad en Senegal:“Co1nprad uuestras Casas

asi de pequef1as,pues podréls estar con la mujer y el hijo y al

fin podreis dejar de hospcdar a los fau1i_l_iares que vienen delcampo”_ Estas pcrlferias para la Clase media baja burécrata,que es una de las patologias més inauditas dc los paises sub-desarrollados (cn Africa las burocracias publlcas dan empleo a

diez veres mas personas que las que empleaban en cl periodocolonial), son consecuencia del proccso cle megaurbanizaciénde dichas areas, porque han destruido los recursos y las cul-turas locales y han multiplicado las rentas, Este es el plsui para

35

Ciudad-termovie<0|apnsmemspori)LaV

estos territories: por un lado, centros direc€iv0§,represe1'|tati-

vos y terciarios a la rnanera occidental 5; por onro, periferiaspnpulares al inodo occidental Con tiernpos dc degradacion

de pocos afzos, para acahar en bidafzvilles. Otro modelo con-siste en la unica ciudad, conio cnjapén, donde a lo largo de

la costa no hay solucion de concinuidad desde el norte hasta

Hiroshima; la ciudad coincide con todo el territorio.No cabe duda de que el territorio donde vivirnos cons-

tituye un desafio radical a todas las formas tradicionales de

la vida co1'nunitaria.El desarraigo que produce es real.

Todas las forrnas terrenales tienden a disolverse en la red de

las relaciones teinporales (véase :nas adelante). No obsmnte,para elln se hace neccsario que el espacio asurna justamenteel aspecto de una forma a priori, equivalente y hnrnogéneaen todos sus puntos; es decir, que desaparczca la dimensiondel lugar, la posihilidad de dehnir lugarcs eu el interior del

espacio o caracterizar este ultimo segun una jerarquia de

lugares simbolicarnente significativos.

5Es posible vivir sin lugar? 5Es posiblc hahitar alli donde

no se produceu lugarcs?

El habitat no se produce a.l_l_i donde se duerrne y de vez

eu cuando se come, donde se mira la television y sc juegacon el ordenadnr personal; el lugar del habitar no es cl aloja-miento. Solo una ciudad puede ser habitada, pero no es posi-

ble habitat la ciudad si esta no se dispone para el hahimr;es decir, si no "proporciona" lugares. El lugar es alli donde

nos paranios: es pausa; es algo analogs al silencio cn una par-

titura. La niusica no se produce sin el silencio. El territorioposmetropolitano ignora el silencio; no nos pernxite parar-

nos,“recogcrnos" en el habitar. No conoce,11o puede conn-cer distancias; éstas son su cnemigo. En su interinr todo lngar

uimCiudadLaMassimoCacciari

parece destinado a acartonarse, a perder intensidad hastatmnsfornmrse en nada mas que en un pasaje, un momentode la “movi.lizaci6n” universal.

Uno se encuencra cn una Ciudad que es y no es casa,

donde se esta y no se esté, una Ciudad que so vive como unacontmdiccion. éCualos son las consccuencias? Afrontar elproblenaa con la idea de restaurar lugarcs, en el sentido trafdicional del término, es una forma regresiva y reaccionaria.Tnmbién se puede aplaudir cl proceso en Curso y su diné-lnjca, el rnovimlcnto de disoluclén dc los lugares Imperiu-saumente en la praccica. “Vivimus ya en el antiespacio; todosnuestros asenramientos se rnueven en el cibcrespacio; debefmos imaginar nucsnras Casas como sensores” (son palabrasdel arquitecco estadounidense \X/illiarn J. Mitchell en su libroCity ¢y'bitx);2 sin embargo, este ilturismo information es laotra cara de la postura cousewadora reaccionaria que anhelala resrauracién del agnra y de la polis.

Concretar scmejanne contradiccifsn para poder vivirla ycompreuderla, y no sole para padecerla y sufrirla. coustituyeun problcma teorico que hay que aiionmr. Si segulmos sien-do de los lugares, gcémo podemos no querer lugares? Noobscante, los lugares deseables ya no puedcn ser los de la polix,

ni tampuco los de la motrépolj industrial; deben ser lugaresdonde puedan vcrse representados los rasgos de la rnoviliza-cién universal.

El cuerpo y el lugar

Pero, épor que tenemos rieccsidad de lugares? Por algo quecoucierne a uuestra prnpia dinieusién fisica niés origiuaria.

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cmibmags (Mass), 1995 [N 461 11.

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Ciudadenelbasque,1982

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ciudad»territoriu(oIaposmetrépoll)LaV

Me reidero a la phi5i5 en su sentido mis propio (‘Hsica' vienede phixis, ‘n.Jturaleza`). @Seria alguna vez concebible un espa-cio-sm-lugar 51, como resulta evidente,“resiste” ese lugarabsolutamente fundamental que es nuestro cuerpo?, écémoresolver este lugar en el continuum temporal?, in cémo redu-cirlo a una funcién uwramcntc depeudicnrc at partir de sufleipliegue? Si somos lugar, écénlo poclremos no buscar luga-res? La flosofia del territorio posmetropolitano parece exi-gir nuestra metamorfosis en alma; puras, 0 en pura dimzmix,

cncrgia iutelectual. Quizsi nueatra alma Sea realmente a-oikos,

sin casa, como cl eros platéruco, pero... gnuestro cuerpo, la

razfm de nuestro cuerpo? él\lo tiene el propio némzzda quevcr dc todos modes con cl lugar? Va dc un lugar a otro, noQe detiene en uinguun, pero siempre couoce lugpres. QY quercprcscntan sus grandcs alfombras smo la casa, cl lugar de

Su Casa, que lo Sigue a cualquier parte y donde lxabitaba en

e§enci:|? Puede que llegue un dia *como ya ha Sucedido en

las “profecias" de la ciencla flcclénf eu que nuestro cuerposea transmimble como cualquier otra informacién. Entoncesquizét sc rcsuclva cl problcma dc au razéu cspcciuca y, portanto, del lugar y del habitar. Pero, gseré ese homlwre real-mente wuperhomlmre en todo y para Endo? Pndemos imagi-uérnosln cn "trans111isi6r1" pcrcnnc, épero no dcbcré “tomarticrra” cn alguu punto, en algun ruomcuto? 5Ser;i pererme-meme msomne o peregrinante, como las almns que vuelanalrededor del Pocta del Paraiso, 0 deberé todavia detenerse?éD6nde?, éen estacinnes de “rec:|rg:|"?, gen distribuidoresde energiai go todavia tendré que hacerlo cn lugares? Pero,

équé lugarcs? Es evrdentc quo cstc hombrc nunca podrzi

rcconocer como propios los lugares de los amuguos espaciosurluauos ni ln; de la; antiguas metrépolis.

-x>c\ciudadLaMassimoCacciav

I-le aqui, pues, el gran y fascinantc problema con el que se

miden todos quienes, con conciencia critics y f1_los66ca,

afrontan la perspcctiva del territorio posmctropoljtauu bajolos diversos perHles administrativos, urbanisticos y arqui-tectfmicos. Ninguna afluranza reaccionarla hacla la Licrra

“bien fundada” de la Urlvsg ninguua voluntad nostélgica derestaurar-recuperar los lugares de la antigua ciudad: esta sélopodria dar lugar a “local_ismos" vernéculos, a una Heimarkuwst,un arte regional vacio e insensato, Pero, igualmeute, gninguna

“huida hacia el futuro”, ninguua idculugia de lo “futurible"!Una tendencia Qiimlar hacc que la arquitectura sea un jucgopuramente formal y que pierda :Oda potencia comtructiva,toda serieclad y respoixsabilidad. iQue hacer eutonces?

En el espacio metropohtano todavia subsistia una jerar-quia precisa entre edificios 0 “contenedores" que desa-rrollaban la fuucién de ser cuerpos de referencia. Sobre el

“reloj" de estos cuerpos se recalcaba la metrics del conjunto.El urbzmismo contexuporéneo sieiupre se ha movido rués0 menus alredednr de la oricntacién que garantizaban loscuerpos, mtentando racionalizar cl uso del espacio alrededorde ellos.Todu cuerpo-ediHcio de refercncia esré llamaclo a

desarrollar una tarca cleinida, tiene unas cualidades y propie-dades especiHcas. Bajn este perfil, el cspacio rnetropolicanono se djferencia susmncialmentc del espacin urbano sino porel hecho de exccdcr todos sus viejos l.in1itc§,lanZ5nd0se a lolargo de las directrices dc su movimiento.

Estzis son las contradiccionea que obligan a ir nxés allé dela 1netr6poli_ Por un lado, su esencia consiste en la irradiafcién eu un espacio como forma pura a priori; por otro, su

irradiacién se contradice constantemente con la “gravedad"de los cuerpos de refereucia que la ocupavi.

47

ciudadderritorio(oIaposmetrépnli)La

Para estar a la altura de esta :area urbanistica es necess-rio cnfrentarse a un problerna f1loséEco &1ndamental,o almemos localizarlo: ées pmible ehminar el espacio mienrrassigauxos siendo cuerpos?

Pedimus al mundo exterior que se disuelva cn virtualmientras seguimos siendo el lugar dc nuestro cuerpo, milesde millones de moléculas de las que nos cumpouemos yque tienen cierta forma espacial ;Cémo podemos haccrcouvivir cl lugar que somos con la elimjnacién externa detodo lugar? Sc trata de un problcrna esencial, Podria hacer-se ciencia Eccién inteligente, tal como hace Philip K. Dick:en cunnto consiga tfunsmitirme como un fax n como unCorreo electrénico, el problema cstaré resuelto.

S1 pudieramm tratar nuestro cuerpo como una informa-cién entre otras muchas, el problema estaria resuelto, pucstoque ya somos dueios de la informacléu, de su manipulaciény su trausnnisién. Pero, gnu es estn lo que csté ocurriendo?5 No esté tratando la cienc1a médica el cuerpo como unccujunto de informaciones? Mucha gcnte habla de biopoflitica, de un rratamiento de la vida sobre la base de expccta»t1\/as y aparatos técr1ico»pu]iticos,y esto,lejos do ser cienciaflccién, constituye ya una realidacl (la buena ciencia Hcciénsiemprc ha tratado de ideas-l_{m_ite y reguladoras de unaforma real); esta perspectiva es un hecho: tratamos ya nues-tru cuerpo técluca y politicameute como un conjunto deinfnrmaclones.

Debcmos :|f}ontar esta paradoja Hlos65ca y estetica.La energia que emzma el terr1tor1o posmetropolitznno cs

esencialmente desterritorializantc, antiespacial. Es cicrto quees posible aHrmar que este proceso ya se habia iniciado conla metrépoli moderna, peru sélo hoy tiendc a expllcarse en

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ciudadLaMassimoCacciar

su pczfeccién. Se considera que toda mémca cspacial cons-tituye un obsféculu que hay que salvar. La idea reguladora es

siempre la de una“angelépol_is” absoluramente desarraigada.Esta es también la idea reguladora, o la flosoia de base, delas tecnologias informénicas; mejor dicho, pam eims cecnolcy-gias,la supcracién del vinculo espacial no rcprcscnta més queel primer paso hacla la superacién Lambién del vinculo temfpnral, hacia la posibilidad dc una forxua de comuuicaciénverdadera y completamente angcljcal (de l1ecl1o,los éngelesse enticndcn entre si sin mediaclén a_lguna, cu la iumcdia-tcz del mem pensa1mer|to)_ Una forma Lal de cornunicaciélxhace que el espacio sen purfeccamente indnferente y homo-géneo. Este no presents ya runguna “der1sidad" particular,ninguu“nodo"sig11i6carivo ya natur;;J_menre, el efecto de suehminacién consistiré en la perfccta tramparencia y Habili-dnd de las 1uformacioues_ De hecho, si éstas no cncuentranniugun obstéculmya no deben ser “transpurt:1das", ya no Qe

producirén malcntcndldos ni equivocos. El mico o la ideolo-gia de la perfecta descerricorializaciéu se ve acompauado porel de una forma immediate de comunicaciéu, o mejor aim,cle la total elimiuaciéu de los malentendldos.

Pero, desgraciadamentc, [cl cspacio se venga de este descode ubicuidadl, y lo hace de dm maneras: eu primer lugzar,

ya no rms rnovemos por las ciudadcs 21 causa de los pro-blemas del tréHco (si, todos los diss nos vemos obligadus a

descubrir que todavia somm unos cuerpos, y nos movemoscon medics que todavia son unos cucrpos que no puedencompenetrarse: sc csté poniendo de 1\\an1Hesto quc la ilusiénde que nuesrras exigencuas de movimiento Sslco se redu-cirian con las tccnologias infnrmécicas son pura 1deulugia,porque cuanto més crecc la velocidad de la informamén,

49

Laciudad-territorio(0Iapasmetvépnli)l

mas parece aumentar el dcsco dc movimieuto fisico y de

ubicu1clad)_ El espacio se venga, pues, inmovilizarmdonos

en las ciudades, Pero también se venga por otro rever-so: las arquitecturas que se construyen por todo el mundocontrastan radiealmente con esta ansia de movirniento y

cle “espirima]izacion”, y a menudo resultan de una pesafdez monumental extraorclinaria, Se consnruyen cuerposextremadamente rigidos, voluminosos y monovalentes. La

arqmtectura neue un anhelo paradéjico y patético por el

simbolismo del edi6cio (en Berlin puede vcrsc el munffo del éufasis y de lo n1ouumental,nIas alla de la cualiclad

cspccifica dc los cox-ltenedoree particulares, como si hubie-ran querido construir la nucva Acropolis o cl parlamentode Estados Unidos de Huales del siglo XVIII). Cuando inter-viene a escala urbana, y con iudependenua de la calidad cle

uno u otro arquitecto, el lenguaje arquitecténico lo hace

con una fllosofia que coutraclice totalmente esta cendencia3 la lnovilizacién uniVersal.A lo suum, fucron los grandesmacsrros dc haue algunas generaclones quienes pensa-rnn unos ediH<:ios realuxcnte tra1Ispareutes,uuos “pasajes”.

Esto sucede por una razén esencial: la exigencia de Haertcs

presencias, sig~niGcati\m y simbélicas, en el territorio posfmetropolitano constituye un indicador de una cxigencia

psicolégica insuperable, que, sin embargo, sc da de bofetadascon la dc la ulncuidad.

Espacios cerraclos y cspacios abiertos

Se Lrata de un problexua que ya ha sido abordado, pero las

respuescas slguen parecieudo inaclecuadas. La existcncia

uiociudadLaMassimoCacciari

posnietropolitana continfia cstando “congclada” en espa-cios cerrados.A los contenedorcs tradicionalcs sc les anadenotros, pero con cxactarnente la mjsma log-ica. Los contene-dnres se disponen segfin érdenes y mot-ivaciones difereutcsde las que todavia prcsidian la organizacién metropol_itan:|,pero continiian siendo contcnedores, Aumcnta la tempo-rahdad, la aparentc arbitrariedad do su colocacién, pero sucualidad es siemprc ésa: cada uno tiene propiedadcs rela-tivamcnte Hjas, estéticas. Continua siendo un “cucrpo” dereferencia, o Sigue pretendiéudolo (cada vcz con mayoresfuerzo, puesto que en la indiferencia del territorio ya escasi imposible erncrger de verdad). Se multiplies, pues,el énfasis, la retérica del contenedor, y cuzmto més :lumen-ta, mas dcstacada es su pobreza siiiibéljca. La presencia deestos espacios cerrados, la resistencia que estos “cuerpos”ejcrcen contra el despliegue de la vida posmetropolitanaresulm cada vez mas claraniente intolerable. Naturalincnte,el cspacio cerraclo no es solo el cdiicio deHnido cn basea una Funcién, a una 1f1nica“propiedad”; cs taniluién el sim-ple barrio “rcsidencial", los cspacios cerrados que constitu-ycn los parques de atracciones, donde la propia diversion sc"crox1iHca", como la enferniedad en los l1ospitales,la ense-fianza en las escuclas y en los campus, y la Cultura en losmuseos y en los teatros.

El fenénieno se hace particularmente evidcnte en laevolucién de la Ciudad norteamericana, pero succde unpoco lo miamn en todas partea. Frente a la intensi6caci6n,probablemente insostenible, cle Csta vida nerviosa y ante laimposibilidad de encoutrar lugares en cl espacio-tiempo delterriturin, quien puede permit-irselo Vive durante parte dcsu jornadsi en esta movilizacion universal y mis tarde liuye

51

Ciudad-terviinvio<0rapu=m¢¢rf>p<»|i>La

hacia lo que los sociélogos norteamericanos llaman las _gated

communities [comunidades ccrradasl, Se encierran en algu-na parte, por la tarde se vuelven a encerrar, cuando su nivel

adquisitivo se lo permite, en un lugarvprision. Cuando mas

Hsiolégicamente in-saturn cs la vida en la Ciudad-territorio,tanto mas se busca el imposible sine-[urn de la “morada”,

En Italia nos encontramos todavia en los inicios y exis-ten poems ejcrnplos de este fenémeno, pero cn Esmdos

Unidos es algo que ya esta muy difundido. Los ticos hanabandonado Manhattan y se van a un pueblecito dc Nueva

_lersey a pasar la tarde mirando la tele, como cn un fortin,

y al dia siguiente se Vuelven a meter en el trafico metro-polimno: en esto cousiste su vida. Esta necesidad de cornu-nldades cerradas responde probablemente a una exigenciaprofuncla de nucstra pfiirhe, porque no es facil vivir en la

iuovillzacion universal, en una metrica meramente temporalSin embargo, la contradiccxén se hace patente: si por un

laclo el espacio cerrado tiene necesidad de co1uunidad,porotro la tiene de prh/any en lo que sc rcBerc tanto al estilo de

vida como a la conccpcion y practica del derecho,éCén1o hacemos para hablar de Ciudad intentando

otorgar una Valencia cornunitaria zu este térmiuo, si la ciuv

dad esta regulada por forums de derecho privado? Si cs asi,

entonces se trata solaniente de un conjunto dc personas

que cntrelazari relaciones sobre la base del mterés recipro-co, come cmprcsas que se relacionan mediantc contratos

comerciales. Que la teoria dcl derecho publico se vaya

reduciendo a una forma contractual es ya un process inevi-table. Sin embargo, so :rata de un prnblema grave porqueentonces nucstra Ciudad no es una palis ni una civitas, sins,como decia Platén, una sivmiquia, una cohabitacién. Somoa

inNciudarlLiMassimoCacciari

personas indiferentes las unas respecto a las omis, pero per-sonas que cohnbitzm; rcgulamos nuestras relaciones en baseal dereclw privado, Pero, si es asi, nos “movemos” en algoque nos ohstinamos en llamar ciudad, pero nos “paramos",vivinios en un condominio

5Nos encontramos en este punto? Hay quien dice que laindiferencia del coudouiinio constituye un mal nienor, pucsalli donde existcn vinculos fuertes y simbélicos, acabamossiempre en guerra, uxientms que en el condominio comomucho sc prnducen peleas, En la raiz del coudonunio soloexists la pluralidad, mientras que en la de la Ciudad proba-bleuiente también haya palemns, la guerra. En deHnitiva, lasguerras civiles son mis frecuentes eu las ciudades que en loscondon1_inios,y este también nos podria hacer conservarcierta espcranza.

El territorio indefinido

“gQué liabitamos l1oy?”, se preguncan los teéricos mis pers-picaces. 5Habir:¢n1os ciudades? No,l'1al:»itamos territorios.éDénde acaba una Ciudad y comienza ocra? Los limites sonpuramente administrativos y artiHciales y no Lienen nin@nsentndo geogr;Sfico,simb6l1co o politico. Habitamos territo-rios indefinidos, las funciones se discribuyen on el interior,iudcpendientcs de coda logics programética, de todo urba-nisino; se ubicmx segun interescs especulativos y presionessociales, pero no segvlm un proyecto urbanistico que, tarn-bién en el caso de los grandes maestros urbzmistas, derivabaprecismuentc del hecho de que sc podia razonar en base a

aquellas Rmciones Fundameutales. Mis que desaparecidas,

53

aposmetrépnli)Ciudad-territorin(u|LaI

dichas funciones Qe han difurnjuadu y djscminado: la desindustrializacién, el En cle esas presencias productivns con su

carécter masivo, no ha ocasiomdo la desaparicién de la produccién, sinn que ésta ya no se concentre en algunos espa-cios pudiendu encontmrse, chsemiuada, eu cualquier lugur.

También las funciones de iutercambio se encuentran portodas partes.

Es cierto que todavia existen polaridades en este “espa-cio", que todavia existen actividadcs que podemos deiinircomo “centrales” y que alrededor de ellas se orientan las

formas de conexién, la movilidad, etc. Pero cada vcz mlfls

dichas polaridades pucdcn orgsnizarse en cualquier lugan

Los sucesos producidos a partir de decisiones de mvcrsiénproductiva, Comercial, administrativa, etc., pueden locali-zarse sin tener en Cuenca los ejes tradicionales de expansiéude la ciudad. Los papeles de Centro y de perifeua pue-den intercaumbiarse contmuameute y dichos iutercauxbiossc producen accidentalmente o segun légicas mercantilcsy especulativas que rechazau toda“mal1a”funcioml pre-construida. El territorio contix1ua“especializéndose", peroindependientemeute de cualquier proyecto global. Se trata

realmente de la muerte de todas las “codiHcacior|es" del

movimjento moderno, de su pensar la Ciudad como agrega-

cxén sucesxva de elementos, de ln vivieuda al edihcio, de ahi

al polo funcional, a toda la emdad como “contenedor de

contenedores". Es la muerte de toda tipologia abstracta.iQue signidca csto? 5Es necesariamente el fin de toda

“forma” comunitaria, o se :rata de un pmcesn cle libera-ciéu dc los vinculos que la caracterizaban? &Se trata dc undesencadenamiento de los “espiritus anin1a_lcs” del si§tema,

o bien precisarucutc esto escéx haciendo sexias a un intelecto

un a:iudadLaMassimoCacciavi

general capaz de “rctomar terreno" en divcrsas foruias delpasado, libre de todo arraigo Hjo y terrenal? Eu otros téruxi-nos, ées el territorio posmetropolitano la negacién de todaposibilidad de lugar, o bien podrén “inventarse” lugares pro-pios de la epoca en la que parcce negarse su vitalidad?

La Ciudad se encucntra en todas partcs, luego ya no hayciudad.Ya no habitamos ciudades, sino territories (gentranganas dc utilizar una etimologia err6nea!Terr1torio de temzo

tener micdo, mostrar terror). La pmpia posibihdad de esta-blecer los limites dc la Ciudad parece boy iucoxicebible,0 mqot auri, se ha reducido a un asunto puramente técnico-administrative. Llamanios Ciudad a esta “area” por razonesabsolutarncrite ternporales Sus limites no son mas que unmem artiticio. El territorio posnietropnlitario constituyeuna geografia dc acontecimieutos, una puesta en praccicade curiexiones que atraviesan paisqes hibridos_ El "limite"del espacio posrnetropolitano no viene dado mas quc porcl “conE_n" alcsmzado por la red de las comunicaciones;a medida quc la red se espacia, podeinos decir que “sa]_uuos"

de la posmetrépoli, pero es evidente que se trata de uu“curiirx” sui géneris: cxiste sélo para ser supcrada Este seencuentra cn crisis permanente.

En este sentido, puede decirse con una férrriula paradé-jica que vivirrios en uu /crriforio dusrerritovializudu, Habitamosuuos territories cuya iriétriea ya no es cspacial; ya no cabsmnguna posibilidad de deiuir, como sucedia en la metré-poli antigua, los rccorridos de diiisién o de “delirio” segunejes cspaciales precisos (aqui se encuentra el ccutro, aquila periferia)_ El models radial quc parte del Centro sc@ndetcrrriinados e_]es prcveia que a medida que se salia delCentro por vias bien deHnidas, casi antiguos cariales,

55

ciudad-territoriu(0Iaposmetrdpali)LaV

se encontraban las funciones residencxales, industriales,etc.Todas estas légicas tipicas de la sistcruatizacién urba-na y metropolitana han desaparecido. Pueden encoritrarselas inisrnas funciones en cualquier lugar, en particular si se

acentua el gran problerna de la reudllzauén de los viejosespacios industrialcs; pueden entonces encontrarse imciofues riquisinias y centrales en la antigua pcriferia (Vease el

caso de la fébrica Pirelli en Milan, donde puede aparecer___

[el teatro de la Scala!).Toda métrica tradicional ha desapaf

recido por Completo. No hay uingfm proyecto urbanisticoen base al cual se haga el teatro de la Scala en Sesto San

Giovannl; temporalmeute se ha detcrnunado alli un vacio

que debia llenarse y ha surgido la ocasion para hacerlo; cn el

future podré llenarse con un superrncrcado, con unas oHci~

nas, con una universidad, etc. No se sabe, no ie puede aabcr,

es iruposiblc predecir que es lo que llenara csc vacio.

El desarrollo de la Ciudad desde la mctrépoli al territoriono es, por tanto, prograrnable, lo que constituye el drama de

todos los arquitectos y urbanistas. La diicultad no depeudede su incapacidad o de la voluntad politica de los adminisftradores,si11o de la uuposibilidad de prograrna1,ta1nbién

porque omite todo limite adniinistrativo; todos los limitesadmmistmtivos son ficticios, artiiciales, pero continuan exis-

tiendo y esto hace todavia mas imposible una programaciénseria, porque de ningun nxodo es posible saber o calculardonde, por ejeniplo, acaban los limites de Florcncia y dondeenipicza Scandicci.

La pérdida de “valor sirulzéljco” de la Ciudad crece

proporciomlrnente; asistimos, o nos parece que asistimos,

a un desarrollo sin objetwo; es decir, literaln-icutu insensato, a

urn proceso que no representa uiuguna dimension "organ.ica”.

vio~ciudadLariMassimoCaccia

Se trata realmeute de la rnetrépoli del intelecto zzbstracto,

douiinado unicamerite por el “Hn” de la procluccién y del

intercambio de mercancias. Es absolutamente “natural” queel “cerebro” de un sisterna tal considers todo clcmcnto cspafcial como un obstéculu, un lastre inutil, un residue del pasa-do que hay que “idealizar"y “Vol;1t1_ljzar”. Sin embargo, al

mismn tiempo y por la misma razén, esto provocs la improfgramabilidad del curjuuto. Nadie ostenta el poder sobre las

conexiones entre las partes, sobre la légica cle las relacioues,que constituye lo esencial. Domina el juego *por deini-cién imprevisiblc- de los intereses privadus. La “ocupaciérfdel territorio ya no conoce niugun nomo; (pues nomo; leg

*no lo olvidcmosf origiualrriente signjhcaba subdivisién,reparto de un territorio, un “paste” [nomar] cietcrmjnado).

Espacio y tiempo

Quien haya estado enTok1o, en S50 Paulo o en Shanghéi,sabe que ya no tiene ningun sentido hablar de ciudad.Se trata de territorios y habitamos territorios cuya métricaya no tiene iunglfm sentido especial, sirio, sélo cu cl mejorde los cases, temporal. Hacemos todas nuestras cuentas enbase al tiempo, no al espacio; ya nadic iudica la distaucia a la

que se encuentra una Ciudad, sino el tiempo que se tarda enllegar at ella. El cspacio se ha cuuvertidu unicamente en unobstéculo, Es cierto que el espacio se venga de esss métri-css temporales riuestras, pues posee una inercia, como biensabian los Hlésofos: no se puede erradicar del todo ru vular,al memos por el moments, para cubrir pequeiias distan-c1ss,La vcriganza del espacio es que lo sintariios como un

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rio<0|ap¢sme¢r<sp¢>|i>ciudad-territoLaV

impediments, una Condena. En efecto, pensamos en la felicifdad Como cn la ub1Cuidad,lo que resulta un gran problenm,

pues nuestra meme razoria ya en térrrunos de ubicuidad porun lado 5; por tanto, vive el espacio Como una Condcua; y,

por Otto, pedimos que la Ciudad sc orgamce en lugares y que

ademés sean acogedores.Pero, geémo unos lugares acogedores, simbélicamen-

te r1Cos, logran no Conscituir unos obstaculos espaciales?

Pediums atravesar la Ciudad en tiempo real 3 sin embargo,

qucremos que sea bella. Nu es posiblc Coustruu' la Cfipula

de Filippo Brunelleschi cn un lugar determinado y que al

mismo tiempo sea atiavesable al instante Esto solo puedeocurrir en una Ciudad puramence Virtual, desencanmda,Como aquella que se habia pensado para losjaponeses a las

puertas de Venecia: al desembarcar del aeropuerto, en lugar

de ir a la Ciudad hubicran entmdo en una especie de sala

cinematograica tridimensional para ver una pclicula sobre

Venecia. Es Cierco que una Ciudad Con1oVeneCia se resB»

ce a Lransformarac cn pura virtualidad, pero esto Constituye

un grandisimo problerna, porque en la Ciudad moderria el

esfuerzo consistfia ya en cransformar la Ciudad en lugar dc

paso (Como sucedio Con las tramformaciones de todas las

grandc> Ciudades europeai a Hnales del siglo xxx).

Hoy tenemos la necesidad de trausfonnaciones aun

mis radicales, porque la demanda de movilidad ha Creci-

do can desmesuradamente gracias a las nuevas tecriologias,

que han entrado cn Conflicts Con el espacio, sobre todo alli

donde este cs resistente o bien no se ha transfornxado Con

aurcrioridad.Adeinés, en el espacio posmetropoliczmo las funcioncs

asumen el aspecro de awntecimicntox, también gmC1:|s a la

uvmLacludadriMassimoCaccia

rapidisima tra_usformac1én del propio territoriu: mas queubicar una Funcién, alli sucede algo, se construye un super~mercado, que es un acoutecimiento, y en el transcurso dealgunos auos en el lugar del superrnercado surge otro.De este ulodo, en Shanghai Q en Tokio, mis que edlflciosexisten acontecimientos: se trata de un espacio para aconte-ciumientos urganizado segun medidas temporalcs v el terri-torio se prcsenta como una colacién dc aeontecimientos. Setrata de la ultima fase de la evolucién mctrnpolitana de laCiudad moderna, que irzadia desde su ceutro y que cs capazdc arrollar cualquier presencia antigua.

No obstante, asistimos a un fenémeno que, en unmoumento dcterminado, parece irreversible: esta expanslénse vuelve cada vez mas temporal, cada vez memos prografmada y goberuable, Cuantn mas sc dilata la “red uervioszf’umetropolitana, mas devcra cl territorio circundante, masparece perderse su “espiritu”; cuanto mas “poteute” se laaceesta red, umenos susceptible parece de ordenar y ramoualizarla vida que eu ella se desarrolla_ El intelccto metropolitanosufre una especie de “crisis espacial" que cs perfectaruenteanéloga a la que suiie el Estado leviatan, el Estado modernocon su soberania determinada territorialmeute. Los podercsque determinan el crecimiento metropolitano se esfucrzancada vez mas en “territorializarse", en “encarnarse” en unorden territorlal, en dar vida a formas de couvivencia legi-blcs y observables espacialmente en el tcrritorio.

A los halutantes del territorio se les pide que reaccio-ucn con mmediatez, como un sistema nervioso “sauo”, cnnvariacién de los estimulus, con variaaén de una prcsenciao una forma con una velocidad que no t1enc compara-cién alguna con otru momeuto cle la historia de nuestra

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ciudad-territoriu(oIaposmetrépoli)La

clvihzacién urbana.Y todavia coutinuauws pidléndolc a

nuestra Ciudad que nos ofrezca lugares de acogidaflargascstanciasf, como si nucstra cortcza ccrcbral hubicsc dcsarrofllado estas formas de movilidad impetuosa, Violenta, por unIndo, pero, por otro, cominuasc cxisticudo la naccsidad dc

una casa, de proteccién en alguna zona profunda de] cere-bro: una disociacion que ya Se ajusta a nuestra estructurafisiolégica.

Pero, mienrras tanto, el tiempo de la rnetrépoli contrast;draméucanlcntc con su organizaciéu cspacial, con la “pess-dez" de sus edlimos, con la xnasa de sus contenedores, Las

mnsas de la lnetropoli no se Lransforman en energia, sinoque, al contrario, la absorben, la consumen, exactamente locontrario de In que sucedia en la Ciudad, donde se produ-cia una correspondencla Cutrc los ncmpos dc las fuuclo-nes, de los Valores, de las relaciones y de la calidad de law

arquitecturas, donde la arquitectura euriquecia, potenciabala calldad dal coqjuuto,Dcbcn1os volvcr a cncontrar dichacorrespondencizx, pero resulta imposible hacerlo volvieudoa prupouer uuaforma urbis tradicional, Debemos “inventar”correspondencias, analogias entre el territorio posmetro-politano en el que vivimos y ediucios, lugares donde poderhabitar; debemos “invenmr” ediucios que sean lugares, pero

lugares pam la vida posmetropolitana, lugures que expreseny reflejen el tiempo, el movimiento.

Un npunte: 1:1 polivalencia de los ediicios

Vxvnnos obscsionados por imégenes y mites de Velocidady ubicuidad mientras que los espacios que coustruimos

o\ociudadlaMassimoCacciari

Lnsisten pcrtinazinente en de6nir, dehmitar y con6nar_Necesitaznos lugares donde habitar, pero éstos no puedenser espacios cerrados que contradigan el tiempo en el terri-torio donde, nos guste o no,viVi1u0s. iQue enredn de C115-

culmdes y problemaslPor utilizsr una rnetéfora procedente de ln Hsica con-

temporénea, el espacio metropolitano todavia era unespacin de “rclatividad li_1nitada"; cl del territorio posrncfcropolimno dcberé ser un espacio dc “relatividad general?Aqui no solo cualquier edJ_6cio debe poder serv-lr comocuerpo de referencla, sino que los cuerpos deben podcrse“de-forrnar" 0 tmnstormar durante su movimlento. De este1nodo,la distribucion de la rnateria cn este espacio mutaréconsmntc e imprevisible1uente_ El espacio global resulta-ré de la interaccién de sus divcrsos cuerpos: elésticosfde-formables”, capaces dc “acogersc” entre si, de peuetrar unosdentm de los otros, como esponjas y rnoluscos. Cad; unoserzi polivalente, no solo en cuanto que cngloba diversasfuuciones en si rnismo, probablemente "conf1néndol:|s” denuevo a su interior, apreséndolas en si mismo, sino en cuan-to que estzi cn relacién intima con lo difcrente a si misrnoen tanto que cs cnpaz de reflejarlo. En un espacio tal, cadaParte es como una rnénada que acoge cn si misma el todo,que lleva eu si misma la légica del todo: una individualidaduniversal. En absolute se trata de una operacién cornpleta-monte ideolégica de supresifm del l_in1ite: cualquier cucrpnpresents linxites, so pens dc anularse_Tan1poco sc trata deconfundir “anérqu1ca1nente” las relacioncs entre los diverfsos twnipos de los diversos lugures, sino que sc tram misbien de acordar sin confundir, haciendo que Viva cl todo,la forma del todo en la cualidad de cada parte.

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65

ciudad'{erritori0(0Iaposmetrépoli)La

Nunea podreruos senrirnos habitantes de lugares segre-gndos del conjunto del territorio; acabaremos siutiéndo-nos todzlvia mas alienados en lugares “protegidos" que enun vagon del metro. Para sentirrxos en casa no buscamoslugares separados, cerrados ui protcgidos, como tampocopodrernos habitar un Lren, un automévil, una esracién, unaeropuerto... Quizé pocirernos habitat alli donde la perfec-ciéu formal del lugar eoncuerde con la universalidad de las

informaciones que rccibiumos, alli donde lo individual rms

eouiunica lo universal. QES posible imaginarlo? Debemosproyectar nuestros ediHeios como asentamieritos en el

anciespacio de la red informética, como nodos de la red,polivalentes e iutercambiables. Debernos construirlos comosensores, casi interfaces de ordenador. Cuanto mils rica y

eomplcja sea la infnrmacion que reeibarnos, mis movil seraen el tiempo, menus “arraigada” estaré en propiedades rigi-das, mas problemas nos suscitaré su presencia, mas respon-derém estos problemas a la irrefrenablc exigencia del habitar,

Pero nuestro habitar eu este Liernpo -el tiempo delGeneral Intcllert y de la Movilizaeién Universal- no es, ynunea llegaré a ser, la utopia del desarraigo total del tiempode toda metrica espacial y de la desencarnacién de nuestraalma. Estos son males gnostieismos, hijos de una fe mgermao, mejor auri, de una creencla superstieiosa en el “progre-so tecnolog-1co”, Para el territurio posmetropolitauo nece-sitamos esa urchitecmme szientin de la que ya lrablaban losantiguos: capacidad de construir lugares adecuados al uso,lugares que correspondan a las exigeucias y a los problemasde nu estro Liempo,

Entonces los politicos y los arquiteetos deberiari intentarsuperar la morxofuncionalidad, pensar en ediHcios realmente

mo~ciudadLaMassimoCacciari

polivalentes. Sin embargo, todavia existen el hospital, laescuela, la uuiversidad, el ruuseo, el teatro y las oHcinas delayuntamiento: se continua proycctando e iuterviniendoarquutectonica, poljtica y urbanisticarnente por separacién,creando cuerpos rigidos. Solo el hecho de decir que el edifHcio debe ser plurifuncional, que debe servir a mas usos,que debe ser utihzado por diferentes personas (jévenes,ancianos, gentes con dlversos oflaos) y para varias funcio-nes, haria que ese lugar fuera mas coherente con la formade vida actual.

Por Otra parte, ya en su mornento, en Florencia 0 enVenecia la residencia no fue nunca sélo tal, sino que ta1n»bién era almacén, tienda y Laller. La rnaravillosa plurifun-cionalidad del rnonasterio estaba mucho mas adelantadaque las cosas que hacemos ahora: era hospital, hotel, lugarde culto, estacion, otlcina de correos,rr1ercado,escue-la, umversidad, todo cllnjunto. Como ya se ha observado,nosotros, en carnbin, hacemos de todo una clinica: la cljnifca para las obras de arte, para los estudiantes, otra para losenferruos, para los apasionados de la opera que van al teatroTodo es rigido en un territorio donde ya no hay nmgunlugar. Por parte del publico se necesitaria dotar a la Ciudadde valencias simbolicas; el politics administrador rcspondecon teatros, universiclades, hospitales, etc,, y “sufri1nos”loya construido, la Ciudad cx1ster1te,quc ocupa espacio parasus calles, sus aparcanuentos y sus nuevos “contenedores”,tras los cualcs ya no se eucuentra la persona ni la comufnidad entre las personas, y a lo sumo exlstirzin “connités”en defensa de intereses absolutarnentc privados. Un lugarasume valor srrrrbolico, por el cuntrarios cuando entre laspersonas cxiste un ethos com\§Lr1,si no una vcrdaclera rrligio

57

Laciudad-territorio(olaposmetrépoli)

fwilis. De otro modo es imposible construir ayuntamicn-toxjuzgados, tcatros, nj ig1esias_ En defiuidva, es imposibleconstruir unos lugares que tengan valor simbélico en uucspacio posruetropolitano. Se necesita quizi comenzar a

proyectar en voz baja, modesta_mentc,“ycndo dc paisano”,renunciar a las grande; prenensiones sunbélicas que amena-zau a cada instantc Con csc! en el ridiculo e inteutar com-binar més Rmcmnes al construir ediicios. No sabria decirsi csro da satisfaccién a nuesrra exigencia de lugares, Sé quehoy vivlmos en estas contrachccioncs cstridentes, en estas

disociacionex

o\oo

LaciudadMassimoCacciari

La perspectivagnéstica: el habitarhumano entre Iatierra y el cielo

Aunque no poder rcnunciar al espacio exterior parezcanuestra conviccién eterna, ello no sig11iHca que no se logre.éNo es esta quizé la aspiracifm Fundamental dc nuestra civi-lizacién? No es casualidad que, por muchas sutilezas histo-riogré6c;|s que puedan imaginarse, el tono fundamental denucstra Cultura gricga, helenistica y cristiana sea la sospechay la duda sobre las “razoncs del cuerpo", incluso su rechazu.

La perspectiva gnéstica de destcrritnrializar los cuerposes realrnente la ideologia dominance hoy en el proyectotécnico-cientificu. Nuestro destiuo consiste cu un radicaldesarraigo de toda condicién terrenal. Si reflexionamossubre los discursos donunantes de la Cultura contempo-rénea, este hecho se advierte en cuslquier parte, desde eldiscurso apenas cnustruido sobre la Ciudad, pasaudo porla representacién artistica abstmcta hasm lo espiritual en el

arte, se rnanifiesta el dcsarraigo de las condiciones cstético-

sens1bles,Estamos rodeados de érdenes sin arraign (Ordnungsin Ovrxmg, como dirian Carl Schmitt o Ernst Jijxlget), Esta

petspectiva gnostica domina en todas partes. No tiene nada

que ver con la pcrspcctivajudaica y judeocristiana original;sin embargo, es imposible no Ver la preseucia de este penfsamiento en la evolucion de la Europa de ln Cristiandacl,De hecho, los clesarrolloa de la f_losoHa y la teologia crisv

tianas son inseparables del platonismo y del neoplatonismo.Aun sin ser Clualista, no Calle duda de que la perspcctiva clcl

platomsmo cristiano exige el retomo A la patria no terrefnal, Somns £{1/aifuturi, la verdadera Ciudadania reside en el

futuro; de esto trata san Agustin y tocla la t-radicién Cristia-

na. Nuestra raiz se encueutra en lo alto (arbor im/evra: unérbol al reves). Nuestra ciudadania, riucstra politeia, esté en

los cielos. Existe una reserva fundamental respecto a todoarraigo terrenal, a toda posibilidad de decir: “l\/Li patria esta

aqui", Esta duda radical frcntc a toda ciudadania terrenales la razon por la que los romanos consideraban "ateos" a

los juclios y cristianus, pues ellos rechazaban el valor de las

divimdades pagnnas, iucluso las de la £i1/itux, por su carzictermovil, augesfens. Los Cristianos desdeiaban rendir culto a la

Ciudad, porque esa ciudad no era la Ciudad Celeste.

Los romanos siemprc fueron tolerantes con todos los

cultos y no ewcisten huellas de la mas minima persecucién de

ninguua religion cu toda la hlstoria de Roma, a excepciémde los cristtiarms. Es cierto que lus roinarzos llcvaron at cabo

masacres también eu sus eniicntamicntos con los judios(en el afio 70 y cn cl 140 d.C.), pero la razon fue que los

judios sc rcbelaron mas veces. En cambio, san Pablo iuvitaa loS cristianos a no declarar la guerra al Lmperio, y durantc

siglos de persecuciones no se produqo ni un solo atentado

~4 aLacludadriMassimoCaccia

cristiano a la autoridad romana. La gran estrategia cristizmafue dcshacer el Imperio romano desde dentro, sin la minimaoposicién politica, sin descender nunca a su terreno, como,en cambio, si hicieron los judios. Los judios a veces comba-tieron al irnperio cn nombre del esperado reiuo mesianicodc cariz nauonalista; los cristiauos prctendieron sustituirlornecliantc la espera escatolégica del reiuo celestial.

Julian el Apéstata es un caso coxnpletamcnte anémalo,un verdaderu reaccionario; no es un romano, sino uu grie-go que se enfrcnta ferozmcute con el Senado rolnano, esta a

favor de la polis y todavia considera el helcnisxnn como unaestirpc propm. No ama Roma, sino Atenas; no azna la ciu-dad que crece y se expande; es un nostélgico de las letras yde la polis, Su utopia es regresiva y no se la puede conside-rar como una rcaccién romana al crisrianismo_ En cambio,Constautino es un gran romano que precisamentc buscacon el cristianisrno ahmentar la rfnm/aria imperii con sedc enRoma, y parece que le funcioné. Constantine espera que elcustianismo, por entonces particularmente fuerte y potente,pueda, como lo hacian el rcsto de religiones, constituir unnuevo carburante, un nuevo alimento en la gran forja delderecho roumano.

Sin embargo, no sucedlé aai porque el universalisnmcristiano es intrzmsigente. Con efectos algo narcéticos sobreel patriciado romana, una vez plenamcnte leg1ti_mado yreconocido, el cristianismo unpone por prixnera vez unareligion cle Estado en el imbito del i_1npe\‘io_ El conceptode religion de Estado es tipicanlente crisriano y Roma nolo conocia, pues alli habia nuxnerosos cultos, lo que impidiéla realizacién del proyecto de Constantmo tal como el lohabia ausp1ciaclo.

Cuando los cientitlcos snitienen que nuestrn destino no es

terrenal y que estamos inevitablemente llamados a colonizartodo el universo, que nuestra casa no es el planeta Tierra,este es el sello fundamental de todas las grandes gnosis, unagnosis secularizada. La cloctrina salvadora gnéstica es sus-

tancialmeute nihilista, es decir, no es un Hn determinado,una fi1/imsfutura prccisa, sino justameute una nmtalgia de

la marclaa, del desarrmgo inflnito, de la espiritualizacion.La I/Zfggemufgg' [la transformacién] dc todas nuestras relacio-nes comunitarias en relaciones eipirituales, es decir, deste-rritorializadas, incorpércas, constituye el rasgo caracteristicode la metropoli tal eomo informaron los grandes sociélogosde Hnales del siglo XIX. Nuestros intercambios Se producencada vez mas en una dimension comunicaciva que cvita la

mecliacién corpérea. El espacio que poco a poco se Va con-trayendo, “catastroflzando” a tiempo, podria suiiir una espe-cie de colapso gravitational, una contraccién, un espasmo,

éExisten en la actualidad civilizaciones susceptibles derebatir esta tendencia fundamental? E1 Islam es una religionexactainente igual de universalista que el cristianisnm, Cuyo

objetivo es la realizacién de Dar-el-Islam [la tierra del l>la1nl

en todo el planeta. Desde este punto de v1sta, se trata de uncompetidor, pero la competencia no es contratendenciaEl lsl:u'n_ pues, no es “lo otro".

La distmclén segun la Qual la globalizacién no es la occi-dcntalizacion del mundo Cs una de las tesis mas discutidas

y cl1scunbles,pues hasta ahora no existe ev1dencia algunaque la sostenga; hasta el momento la glohalizacion ha sideoccidentalizaciéu, Samuel P Huntington dice:“Si la glo-baljzacién signiHca occidentalizacién, habri enfrentarnien-to de civilizaciones, porque quienes no se reconocen en

\lNclurladLaMassimoCacciari

la civilizacién occ1der1tal se oponclrén a la global_izaci6n",No obstante, I-luntmgton no niega que hasta ahora la glo~baljzacién se haya llevado a cabo como occidentalizacién.Al contrario, subraya que hasta ahora todas las resisten-cias que la globalizacién ha encontrado Clerivau del lxecllode que ésta se presenta como occidentalizacién, de alxi las

reacciones, en part1cula1 las del Islam. ¢Es posible pcusaruna modcrnizacién que no sea occidentalizacifm salncndoque Occidente ya no tiene umgun signiHcado geograicoy que debemos entenderlo solamente como clominio cle

la técnica, cle la racionalldad técnicofcientitica totalmenteanénima e 1mpersonal?A partir cle Max Weber en adelanfte es neccsariu razonar cle esta manera cuando se p1cnsa enOccidente. Este Occidente se Va globahzando. 5E§<iste unaalternativa al domjnio de la racionaljdad técnico-cient-iflcaque no sea Occidental? éEs posible la esc1siér1 entre lo técfnico-econémico y la cultura? Dcscle un punto cle vlsta his-térico y floséfico, es una necedad sostencr la escisién, puessiguiflca iuterpretar el desarrollo técnico, cientitico y eco-némicn occidental como algo totalmeutc desligudo de todopresupuesto cultural, Hlos6Hco y religioso,

Algunas corrientes reformistas presentes en el Islam haniutcntadn desesperadamente pensar una via dc modernifzacién no occidental, escmdlendo el aspecto técr1ico»cco-némico del cultural (internalizar la técnica, la racionalidadc1entiHca, el mecanismo de mercado de Occ1dcnte, sindeiar de ser islamicos). No se ha conseguido en absoluto.éDerlva este trégico fracaso de los vicios originarios cle lacolonizaciéu, del irnperialismo, 0 de la incapacidad poli-tmca, de la miopia cultural? Es cierto que una iuterpretafcién de la técnica y de la ecouornia en clave mcrarnente

~|wLaperspectivagnéstica:elhahitarhumanoentreelcieloylatierra

teemeo-eeonémica es insostenible eu el plano historico y

f]_loséHco,pues sabernos que la Tecnica eu si misma cs fun-clamentalmente Gloséflca, es el producto de una vision delmundo, dc sigles de flosofia, de teologia, de eultura y de

c1v1_lizaci6n.P1'ueba de ello es, entre otras cos¢1s,la diferentereaecién suscitada por la globalizaciéu eu diferentes con-textos culturales, Parece que en los paises islémicos, en Cler-

tos paises afrieanos, etc., la introduccién de la raclonalidadtecnico-Cientitica puede producir un infarto a las formasculturales preexistentes, nnenttas que esto no ha ocurndoen el Oriente asiénico y enjapon, donde las culturas ante-riores han seguido de alguu modo vivas dentro del procesode oc<:1clental1zaci6n_ Sus Formas de Cultura, de e1vil1za<;i6n

y de reljgién, perrnirlan esta simbiosis. De todos modes,aunque esto no qulere decir que la racionalidacl occidentaldestruya las formas culturales precedentes, tampoco puedeaflrmarse que haya una separacién de principles entre el

aspeeto cultural y el tecnico-cientitlco cle una eivilizacién.Vuelve aqui, en su Hgura 111:35 dramética, el problems de

las relaeiones entre espaeio y tiempo, Es cleeir, se cuestionasi es alcanzable un nuevo order: espacial desde el momentoen que se admire la priumacia del tiempo en nuestras exis-tcncias, en uucstra expcriencia vivida. Eu primer lugar,

no podemos dar por descontado que este tnunfo del tiem-po no Vaya a desplegarse hasta Cousecueucias extremas.El ejercicio mental mediante el cual realmente el tiempopuede incluir en si mismo la experiencia espacial no es unapregunta vacia desde el punto dc vista f1los6ieo_ Kant mau-tiene un d1f1c1_lisi_mo eqmlibuo entre espaeio y tiempo, perotambién en su obra acaba por reconocerse la primacia del

tiempo, porque las formas del esquemausmo fel eje de

IfLaCiudadMassimoCacciari

la razon pura y de toda la Hlosofia kantiana que garantizanel paso de las categorias al fenomeno, permitiendo asi laconstruccién de una ciencia de la naturalezaf son formasdel tiempo; el esqucrnatismo acaece cn el tiempo, no en elespacio. l\/[és tarde, el tiempo doinina la flosoH:| contem-porénea; on Ser y tiempo,” Martin Heidegger reconoce quela unica via de acceso al scr es temporal, rnientras que en suobra el espacio se considera un producto, pura irnagen dela temporalidad del Dasein, como si falmse alguna topolo-gia. Desde este punto de vista, existe un fuerte nexo entreel Hlosofo judio Franz Rosenzweig y Martin Heidegger,como si el primero anticipara al segundo sosteniendo que lazxnrniacion prepotente del tiempo produce todo el conjun-to de las nuevas y particulates experieucias espaciales.

Esta podria ser una via de investigacion, no cabe duda.Para que el tiempo pueda abrirse a esas nuevas dimen-siones espaciales, es preciso que sea un tiempo particular.No puede ser un tiempo kantiano, forma a priori, comoel espacio, indifcrente y equivalents en todos sus instantes;debe ser el tiempo liturgico, que es discontinue, cnnstante-ments “deterininado”, un tiempo re-cortado, no indiferentcni homogéneo. Como el espacio, el tiempo dc Kant es unadimension hornogénea c indiferente en todos sus puntos;el tiempo de Rosenzweig es el liturgico, que atirma queun dia es distinto a otro. Si se tiene una idea de tiempo dceste género, entonces esc tiempo puede combiuarxc conun espacio; de otro niodo no. De lo contrario se reflexionnsobre este espacio-tiempo indiferente y vaeio, dondetodo punto es equivalente al otro y es rnesurablc en basea los ejcs cartesianos, Eutonces, para tener una expcriencialiturgica del tiempo y para tener una idea de tienipo que

73Heidegger, Mmm, Sem W1 /mr [1977]Vittorio Klostermann, Stuttgirt 1977<v¢m<an tastcllana' Sw y fffmpa TrotcaMadrid, my |N_ dei 1 1.

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llLacludadassimoCacciarM

Cnpfmlo 6

Para acabar conbeHeza

Alguien sc preguntaré si en toda esta problemintica urhanis-tica esta todavia presente la exigencia de bellcza que parecehaber caracterizado desde siempre la idea y la précticn delhztbitar.

Mi respuesta es que es necesario entenderse bien canel término ‘belleza’, con sus signiHcadus. Las bellezas sonmuchas, como muchas sou las forums dc la Ciudad. En laactuahdad estamos buscando un concepto de belleza que seubica en una dimensién purauiente estética (hello es aquefllc que gusta, que es agradable), pero la belleza no sélo tieneeste si@cado fenoménico estético. En el clasicismo noora asi; para el griego antigua kulon tenia otro s1gniHcadodistinto: significaba “mira cuén fuerternente esté construi-do”,“mira cémo se tiene en pie”,“mir;1 que bien esta enraifzado”: esto explicaba el término, significaba todo aquelloque esté formado, articulado, construido de un mode per-fecto, y que por ello puede perdurar. No se trataba de un_juicio subjetivo, sino que debia emerger objedvamente.Eutonces, équé queremos de uue>tra c1udad?, éque sea bellasegun este segundo signiticado? Para que pueda emer-gcr algo hello en esta acepcién, se neccsitaria que nuestros

ediicios explicaran plenamenre nuestra vida, sus razones, de

otro modo lo bello es algo inaprensible e indetlnible. En el

signincado clésico dc lealon habla unos metros, unas meclif

das, unos cénones, un fundamento nbjerivo solids, y no unaadhesion escética subjetiva. 5Perceuece 0 no pcrtcnecc ese

edincio a ese gran logos? gllespeta 0 no csc logos quc Has-cicnclc tocla obra parucular? Una estatua 0 un templo eranbellos Si se Correspondian con aquel canon que trascenclia la

postura escética subjeuva.Desde este punto de vista, nuestra ciudad es en cambio

la pama de la vuriezru. En los grancles tratados arquitecténi-cos del siglo XVI (y més tarde en la construccion de la Ciu-

dad barroca) ya no se cumplen los Cénones y rods normscs arri5cia_l, convenclonsl. En la ciudad entendicla comoterritorio, nuestra belleza se Conila a la vuvietas. En absolutepodcmos pcnsar cn restaurar unas medidas, unas logoi, unasrelaciones con v:|lote§ canénicos. Nuestras norrnas, nuesrrasmedidas y métricas no pucdcn tcucr uxés que un carécterartincial, com/enc1ona_l. Es imposible remontar la corrien-te y cnnstruir Inonumentos, pero la 1/miems puede scr una1/arictus quc gusts. El propw Leon Battist;1Albert1 dice en

su olzra De re uedyimrofiaz “Mirad que lo clésico no es aque-llc que piensan los anticuari0s'l5 Ln clésico es Lambien la

varicdad dc furmas y puede ser cunfinnitru, un Canto snxfof

nico (mm wmv: Canto conjunro). La idea de la belleza comocanfinnitns aparece en los siglos xv y xv1.Debemos ir en esa

di1'ecc1én,experimentarla cle nuevo.

,SAlbcrni, Leon Baum, nf fe ard:/'zmrma

0 La; dia: ffm ,if/l,Wff»m,1 < olegmoaml de Afqlmmos Técnicos omao1975 |N.@¢1m_

CréditosdelasobrasdeThomasBayrle

japmag ws.<i<>m~,m de 11 C/num mbsf. ww,new", fuwgnnqvwougmg sums

<:m4¢4 mf fr W; KWMMU." 1.u<1w»g, <'1<>1¢.m, fumgmm:Wolfgang Gumel

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