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11 - Jaime Eyzaguirre - Chile y Bolivia

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    J A I M E E Y Z A C U I R R E

    C H I L E

    BOLIVIA

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    C H I L E Y B O L I V I AEsquema de un proceso dipIomtico

    Por JAIME EYZAGUIRRE

    La historia d e las relaciones diplomticas

    entre Chile y Bolivia es materia de inters

    americano, puesto que los vnculos culturales

    y econmicos de los pueblos del mismo ori-

    gen hacen imposible toda prescindencia de su s

    problemas. Po r desgracia, a lo largo de l tiem-

    po han surgido discrepancias entre dos nacio-

    nes llamadas a complementarse. El nacimien-

    to y desarrollo de estos conflictos h a sido

    analizado en el presente trabajo, que logra ya

    en un ao su tercera edicin.

    Escrito al respaldo d e una documentacin

    seria y con nimo constructivo, el estudio que

    ofrece Jaime Eyzaguirre busca clarificar el

    origen de los malos entendidos y dirigir la vo-

    luntad al encuentro de soluciones que supe-

    ren los enconos y resentimientos.

    SU autor ejerce desde hace treinta aos c-

    tedras universitarias de Historia, pertenece a

    numerosas corporaciones cientficas america-

    nas y europeas y exhibe una larga lista de

    obras, varias de Ias cuales han recibido honro-

    sos premios.

    Empresa Editora Zig-Zag, S. A.

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    CHILE Y BOLIVIA

    Esquema de un proceso diplomtico

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    J A I M E E Y Z A G U I R R E

    C H I L E

    BOLIVIA

    Esquema de un proceso diplomtico

    3.a Edicin

    Z I G - Z A GSANTIAGO DE CHILE, 1963

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    DESDE hace ms d e me dio siglo y con un rit m o peri-dico, la Repziblica de Bolivia se empea en conmover laopin in i~ ter na cio na l cusalzdo a Chile de haberle privadode todo acceso al mar y condenado as; a uw irremediableatraso.

    Po r esta persistente campurta se afirm a qu e Bo livia,como sucesora de la Audiencia de Charcas, era dueiia dercna amplia costa; que Chile desencaden tlna guerra paraarrebatrsela; qzce ante la pres inJe l ~ e n c e d o r , olZuia sev i q forzada a renunciar a su acceso Y*! al ocano, y que

    siendo, en fin, el Tratado d e pcy e1 producto d e una oac-cin brutal, se hace necesario reuisarlo y devo lver al enci-do lo que ifimerecidamente se le qtl i t.

    d

    Para apreciar debidamente el .valor de estas acasacio-nes colzzriene pregantarse:

    Bolivia, como heredera de los territorios de la atatigudAudiewcia de Charcas, ~ t u u o istricumetzte derecho a macceso al mar?

    ;Ejerci Bo livia actos posesorios em el desier to de A ta -cama y dej all alguna huella de su soberana?~ P r o u o c Ch#e @ guerra de 1879, e n q ae B olivia fue

    vencida?El Tratirdo de paz de 1904 fue im pt le sf o por la fuerza?~ B o l i v i ust boy d h ealmente enclaustruda y s in posi-

    biZidad de ejercer libremente szl comercio y comunicacz'minternacionales?

    Lar pginas siguientes procrcrarn responder a estasinterrogantes.

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    1 LAS FRONTERAS EN LA EPOCA ESPAROLA

    Al iniciarse el proceso de la organizacin administra-tiva espaola en los territorios de la Amrica del Sur, sedio un paso trascendental con la constitucin de fa RealAudiencia de Lima, por real cdula de 20 de noviembrede 1542. Al ao siguiente, por una nueva ley fechada413 de septiembre, se fijaron los lmites de su jurisdiccin,que vino a abarcar prcticamente la casi totalidad d e los

    territorios hispanos de la Amrica meridional. La ltimanorma legal dispone que estn sujetas a su imperio "otrascualquier provincias que se descubrieren y poblaren hastael Estrecho de Magallanes y en el paraje de las dichasprovincias la tierra adentro".. En consecuencia, segn esta disposicin, los territoriosde Ias actuales repblicas de PeN, de Bolivia y de Chileestuvieron incluidos en el mbito jurisdiccional de la Au-

    diencia de Lima.

    Pero en 1559 la corona dispuso la creacin de una

    nueva Audiencia en la ciudad de La Plata de los Charcas,y orden al virrey del Per que sealase su territorio. Estefuncionario, a la sazn el conde de Nieva, determin e l 22

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    de mayo de 1561. ue lo fuera "la dicha ciudad de La Pla-ta con ms de cien leguas de tierra alrededor por cada par-

    te". Sin embargo, los reclamos elevados a la corte por lanueva Audiencia, en razn de lo exiguo de su jurisdiccin,movieron al rey Felipe 11 a dictar el 29 de agosto de 1563una real provisin que incorpor a la Audiencia de Char-cas los territorios de Tucumn, Jures y Diaguitas, que per-tenecan a Chile, y otros lugares, entre ellos la ciudad delCuzco y sus trminos. Pero en 1568 se dividieron los tr-minos del Cuzco entre las Audiencias de Lima y de Char-cas, dejando a la ltima desde el Collao "hacia la ciudadde La Plata", esto es, los territorios al sureste. Charcas eraas apartada de toda vecindad con el mar.

    El mismo da 29 de agosto de 1563, en que se amplia-ban y definan los lmites de la Audiencia de Charcas, re-cin creada, Felipe 11 dict otra provisin encargada deprecisar que la Audiencia de Lima "tenga por lmites ydistrito todo lo de la provincia de Chile, con los puertos,que hay de la dicha ciudad de los Reyes hasta las dichasprovincias de Chile y los lugares de la costa dellas".

    Esta cIara norma demuestra que la creacin de la Au-diencia de Charcas no rompi un solo instante la continui-dad territorial entre el Per y Chile, y que sigui ininte-rrumpidamente imperando, desde Paita hasta el trminode la costa del Pacfico, la jurisdiccin de la Audiencia deLima. Charcas no conoci as directamente el mar. Por otraparte, una ley de 22 de junio de 1592 dispuso que el puer-to de Arica, aunque perteneciente a la Audiencia de Lima,obedeciese las rdenes de Charcas para recibir de all y en-

    caminar a las personas desterradas, prueba clara de queCharcas careca de un acceso propio al ocano.

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    Una nueva segregacin sufri la .Audiencia de Limaal-instituirse el 17 de febrero de 1609 la Real Audiencia

    de Chile. Esta comprendi todo el territorio de la CapitanaGeneral de este nombre. Su lmite directo con el Per nofue alterado.

    4. NADA NNOVA LA ' i R E ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ 6 ~ ' pE INDIAS.

    '.

    En 1680 se promulg la "Recopilacin de leyes de losreinos de Indias", que recogi y refundi orgnicamentelas principales normas promulgadas por la corona espaio-la para Amrica. En su libro 11, ttulo XV, se ocup de lasAudiencias del Nuevo Mundo.

    As, la ley 5, al rderirse a la Audiencia de Lima, dis-\

    puso que ella "tenga por distrito la costa que hay desde di-cha ciudad hasta el reino de Chile exclusive y hasta el puer-to de Paita inclusive y por la tierra adentro a San Miguelde Piura, Cajamarca, Chachapoyas, Moyobamba y los Mo-tilones inclusive y hasta el Collao exclusive por los trmi-nos que se sealan a la Real Audiencia de la Plata".

    La ley 12 alude, por su parte, a la Audiencia de Chile,+

    y dice que sta ha de tener "por distrito todo el dicho rei-no de Chile, con las ciudades, villas, lugares y tierras que seincluyen en el gobierno de aquellas provincias, as lo queahora est pacfico y poblado, como lo que se redujere,poblare y pacificare dentro y fuera del Estrecho de Maga-llanes y la tierra adentro hasta la provincia de Cuyo inclu-sive".

    4Es evidente que ledas una y otra ley de la "Recopila-

    cin", nada hay en ellas que demuestre que en 1680 hubierasufrido algn cambio la colindancia entre el Per y Chile.Sin embargo, ha querido demostrarse lo contrario, aducien-do un trozo de la Iey 9, referente a la Audiencia de Char-

    cas, donde se dice que ella confina "por el levante y po-niente con los dos mares del Norte y del Sur". Se sostiene,

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    entonces, fundndose en esta frase, que Charcas habra te-nido acceso al Pacfico o mar del Sur, y que, en consecuen-cia, la continuidad territorial del Per y Chile estara rota.Bolivia, sucesora de Charcas en la era republicana, podraas heredar costa.

    Se hace preciso tener a la vista el texto de la ley 9para analizarlo con cuidado. Ordena el rey en ella que laAudiencia de Charcas "tenga pot distrito la provincia delos Charcas y todo el Collao desde el pueblo de Ayavirepor el czmino de Hurcosuyo, desde el pueblo de Assillopor el camino de Humasuyo, desde Atmcarza por el camiaode Arequipa hacia Za parte de los Charcas, inclusive conlas provincias de ~aagabana, Carabaya, Iuries y Dieguitas,Mojos y Chunchos, y Santa Cruz de la Sierra, partiendotrminos, por el septentrin con la Real Audiencia de Limay provincias no descubiertas, por e l mediodia con la RealAdietacia de Chile y por el Eeuante y poniente con los dosmares del Norte y del Sar y lnea de la demarcacin entrelas coronas de los reinos de Castilla y Portugal por la par-te de la provincia de Santa Cruz del Brasil".

    Ante todo hay que advertir que la lnea que corre"desde Atuncana por el camino de Arequipa hacia la partede los Charcas" corresponde al punto culminante y adya-cente "por el poniente con el mar del Sur". Atuncana'estaa 21" 45' sur y dista unas ocho leguas de la costa. Arequipa,por su parte, se halla a l G O 12' sur y a unas trece leguas delmar. La provincia de Charcas se encuentra al este, es decir,

    a l interior, y no tiene ningn punto hacia el oeste del ca-mino que une esos lugares. Entre dicho camino y la costahay una amplia faja de territorio que sigui siempre enpoder de la Audiencia de Lima. Si esto no fuera as, seraimposible explicarse la ley 15 del mismo titulo XV, libro11 de la "Recopilacin", ya citada anteriormente, que dispo-ne "Que el corregidor de Arica, aunque sea del distrito dela Audiencia de Lima, cumpla los mandamientos de la de

    las Charcas". Fue necesario apuntar de manera expresa estaservidumbre de Arica a Charcas, no obstante corresponder

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    el puerto a la provincia de la Audiencia de Lima, porqueCharcas no tena acceso a la costa, En otra forma Arica,que est situada en l S O 28', o sea, entre los paralelos deAtuncana y Arequipa, 1e hubiera pertenecido natural-mente.'

    En fin, parece inoficioso aadir que cuando la ley dela "Recopilacin" alude a la demarcacin de Charcas "porel medioda con la Real Audiencia de Chile" lo .hace bien,pues Charcas colindaba al sur con la provincia de Cuyo,entonces perteneciente a Chile.

    5 . O CHARCAS N EL VIRREINATO DEL Rfo DE LA PLATA.

    La necesidad de reforzar la defensa de los dominios es-paoles contra las incursiones inglesas por el Atlntico, ori-gin en 1776 la creacin del virreinato del Ro de la Plata.

    A 61 se incorporaron, entre otras, las provincias de Potosi,Santa Cruz de la Sierra y Charcas, que integran la actualRepblica de Bolivia. En nada alter este hecho los lmitesque dichas provincias habian mantenido hasta entonces.Apenas dos aos despus, el virrey de Lima, don Manuel deGuirior, en carta de 20 de mayo de 1778 al Consejo deIndias, deca que "por la parte del sur y trminos de Ata-cama, est dividido el reino del Per del de Chile por undespoblado de cien leguas". E l mismo funcionario, en Iamemoria que dirigi a su sucesor, en 23 de agosto de 1780,repite que el Per "por la parte de la costa se extiende des-de Paita hasta llegar a trminos de la Audiencia de Chile".El virrey don Teodoro de Croix, en una comunicacin de16 de mayo de 1789, alusiva a la defensa naval, dice quele ser difcil mantenerla "principalmennre en los puertos

    1 Miguel Hurtado: "Memoria sobre e1 limite septentrional-

    de la Repllblica de Chile", 1859. (En "Boletn de la AcademiaChilena de la Historia", N . O 41, segundo semestre de 1949.)

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    y ensenadas de la dilatada costa confifialzte cota las prouhz-cias adjadicadas al virreiaato de Buenos Aires", con lo que

    declaraba implcitamente que ste no salia al Pacfico. Y,en fin,,en 1795, el virrey del Per, don Francisco Gil deTaboada y Lemus, en la memoria escrira para su sucesor,advierte que el Per linda "por el sud con el reino de Chile,de quien lo divide el dilatado desierto de Atacama", y se-ala adems como el extremo accidente geogrfico el roLoa. En ninguno de los documentos virreinales peruanosse da pie a la posibilidad de un acceso al mar del nuevovirreinato rioplatense, heredero de Charcas."

    Se ha invocado en favor de la posible salida del virrei-

    nato rioplatense al Pacifico el hecho de que la intendenciade Potos, incorporada a 61, tuviese una provincia llamadaAtacama. Esto es efectivo, pero se trataba de una provinciainterior, que no puede confundirse con el desierto de Ata-cama, poseedor del litoral.

    Veamos el juicio de gegrafos y cartgrafos acerca delparticular.

    En la "Relacin histrica del viaje a la Amrica Me-

    ridional hecho de orden de Su Mag.", por don Jorge Juany don Antonio de Ulloa, "impressa de orden del Rey Nues-tro Sefiar", en Madrid, en 1748, al hablar de Chile en susegunda parte, libro 2.O, p. 335, se dice: "Ocupa el dilata-do reino de Chile aquella parte de la Amrica meridionalque desde los extremos del Perd corre hacia el polo australhasta el Estrecho de Magallanes, haciendo la divisin entreambos reinos, segn queda dicho en otra parte, el despo-

    2'.yMemorias de los virreyes que han gobernado el Per du-rante el .tiempo del coloniaje", tomo VI (Lima, 1859).

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    blado de Atacama, que entre la provincia del m i sm o n o m -bre, It ima del Perd, y el valle de Copayap, ydcorrompidoen Copiap, primera de Chile, se extiende por espacio de80 leguas., ."

    Esta diferencia entre provincia y desierto de Atacamase advierte de inmediato con slo revisar el ndice de lacitada obra. En efecto, en la segunda parte, tomo IV, p.548, se lee: "Atacama -pone trmino a la Audiencia deChuquisaca, no 326, es corregimiento del Arzobispado deLa Plata, no 3 3 6 " . .. Y en seguda: " A t a c a m , Despoblad_o-e m pi ez a con l el reino de Chile,

    no

    551".Se

    trata, pues,de dos cosas diversas y queda adems muy claro que conel desiesto de Atacama empieza el reino de Chile.

    Esto que fue evidente para los gegrafos don JorgeJuan y don Antonio de Ulloa en 1748, no vino a alterarsecon la integracin de Charcas en el nuevo virreinato delRo de la Plata en 1776. Un testimonio oficial as lo com-prueba. Es el mapa titulado "Demostracin geogrfica de

    las provincias que abraza cada intendencia de las estableci-das en la parte del Per pertenecientes al virreinato delRo de la Plata, formado por don Joaqun Als con ordensuperior del Excmo. seor virrey y anuencia del seor super-intendente", mapa que fue elevado por el virrey de BuenosAires, don Juan Jos de Vrtiz, a la corte el 31 de diciembrede 1783. All aparecen en color las provincias correspon-dientes a las intendencias del virreinato rioplatense, entre

    ellas una con el nombre de Atacama, con la cual colindapor el occidente una zona sin color y, por consiguiente, noincluida en aquel virreinato y antigua zona de Charcas,que lleva la indicacin "costa" y que aparece como una sim-ple prolongacin del virreinato limeo, que se seala tam-bin sin color inmediatamente al norte. Este mapa coinci-de perfectamente con la frase antes citada de la comunicacina la corte, en 1789, del virrey Croix, en que habla de la

    dilatada "costa colzfi.nalzte con las provincias adjudicadasal virreinato de Buenos Aires". Es evidente que entre Char-

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    cas y el mar se interpona un trozo de costa que no era desu pertenencia y que le cerraba su acceso al mar.3

    El quiteo don Antonio Alcedo, en su "Diccionariogeogrfico e histrico de Amrica", editado en Madrid en1786, hablando de Chile dice: "Confina por e l norte conel Per.. ., se extiende del norte al sur 472 leguas, com-prendiendo las Tierras Magallnicas hasta el estrecho, des-de las llanuras o desierto de Copiap que es la parte msseptentrional". Del Per, afirma: "Tiene principio el Penen el golfo de Guayaquil.. ., b a t a el desierto de A ta c a wque es el l imite boreal del ~ e i n oe Chile". Y en otro sitio,dice de Moxicones ( o Mejillones) : "baha de la costa delreino de Chile en el distrito y corregimiento de Copiap:est en 23 grados de latitud".

    Este testimonio de Alcedo, a igual que el de los ge-grafos Juan y Ulloa, consagra al desierto de Atacama comoel principio del reino de Chile; precisa que se le llamabatambin "desierto de Copiap"; y muestra, como lgico co-rolario, que e l valle de Copiap, situado en 27O, no es elcomienzo de la jurisdiccin de Chile, sino la cabecera de suprimer corregimiento, con control del desierto y de la costa,concretamente de Mejillones, en 23'.

    En su "Relacin del viaje hecho a los reinos del Peny Chile", por encargo de la corona, por el cientfico donHiplito Ruiz, que permaneci en el ltimo pas en 1782,se lee que es "el corregimiento de Copiap la ltima po-blacin de Chile y desde cuya villa sigue el despoblado que

    llaman hasta el Per.. ." De nuevo se advierte aqu quelo poblado de Chile se inicia en Copia$, y que el desiertocomienza all y llega hasta el Per, es decir, se halla com-prendido en los limites de Chile. 3n

    JEliodoro Viilazn: "Alegato de parte del Gobierno de Bo-livia en el juicio arbitral de fronteras con la Repblica delPer", pp. 214-215 (Buenos Aires, 1906).

    Bautista Saavedra: "Defensa de los derechos de Bolivia an-te el Gobierno argentino", tomo 1, pp. 300-301 (Buenos Aires,1906).

    3? "Relacin" citada, p. 243 (Madrid, 1931).

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    Todo lo anterior guarda, asimismo, consonancia con loque expresa el sabio peruano don Hiplito Unanue en Su

    "Gua poltica, eclesistica y militar del virreinato del Pe-r", pubIicada en 1793, por encargo del virrey Gil de Ta-boada y Lemus. All anota al hablar del Per: "La ensenadade Tiimbez lo separa por el norte del Nuevo Reino de Gra-tiada y el rio Loa por el rzr del desierto de A t a ~ a ~ arei-no de Chile". No se da aqu cabida a un acceso al Pacficodel virreinato rioplatense por las provincias de Charcas al incorporadas. Queda, adems, en claro que el ro Loa,situado en 21' y fraccin, es lmite del desierto y reino deChile a la vez. Lo contrario sera suponer que e1 desierto-sera tierra de nadie, puesto que expresamente se le excluyedel Per.

    A los referidos testimonios hay que aadir otro mapaoficial del mismo ao de 1793. Es el titulado: "Plano gene-ral del Reyno de Chile en la Amrica meridional que com-prehende desde 21E hasta 47 grados de Latitud S. y desde61% hasta 75 de Longitud Occidental de Cdiz, hecho de

    orden del Excmoi'Sr. Virrey del Pcri, Fr. D. Franco Gil yLemus, por D. Andrs Baleato, ao de 1793". En las notascon que se .acompaa, se k e o que sigue: '"De este modose ve que el reino de' ChiIe, esto es, la porcin de' terrenoque poseen los espnoles, sin incluir el de los indios ni elgobierno de Chilo, est comprendido de N. a S. desde los24 grados de Latitud en el desierto de Atacama.. . ' j 4 .

    Las expresiones de Baleato son muy: precisss: Chile seinicia desde'2li/2 grados, es decir, desde la desembocaduradel ro Loa, con el que comienza el mapa; pero la "porcinque poseen los espaoles" se inicia en el grado 24. Y esque precisamente a esa altura aparecen en la costa los pri-meros puntos poblados. Uno de ellos era Miguel Daz, deque se hablar ms adelante, como dependiente del corre-gimiento de Copiap.. .

    4 El citado mapa aparece publicado ntegro por Jos Tori-bio Medina en "Cartografa Hispano Colonial de Chile", Minis-terio de Industrias y Obras Pblicas (Santiago, 1 9 2 4 ) .

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    Interesa, por ltimo, sealar, entre las opiniones degegrafos oficiales, la de la "Carta esfrica de las costas delreino de Chile, comprendidas entre los paralelos de 30 y22 grados de latitud sur, levantada de orden del rey en elao de 1790 por varios oficiales de su real armada; y pre-sentada a S. M. por mano del Excmo. seor don Juan deLngara, Secretario de Estado y del despacho universal deMarina. Ao de 1792". La obra pertenece a miembros de laclebre expedicin cientfica de Alejandro Malaspina yno abarca todo el inmenso litoral de Chile, sino slo unfragmento. Pero dentro de l los autores incluyen costas apartir del grado 22, esto es, de la zona prxima a la desem-bocadura del Loa; y .adems, por el solo hecho de extenderla costa hasta el grado 30, imposibilitan en la zona una sa:lida al ocano de Charcas y su heredero, el virreinato si;-platense.

    7.' EL REINO DE CHILE E N S E O R E ~ L DESIERTO.

    . Al venir desde el Per, el desierto de Atacama era lapuerta de Chile. Esta inmensa soledad fue llamada a veces,como se ha dicho, despoblado de Copiap, por ser el primerpueblo de importancia e impartirse desde alli el gobiernosobre los escasos habitantes indgenas que circu1,aban comopescadores por sus costas. La presencia de la jurisdiccinde Chile en esa dilatada regin se advierte en repetidosactos. As, el 4 de julio de 1679, el gobernador de Chile,don Juan Henrquez, concedi al maestre de campo donFrancisco de Cisternas, corregidor que era de Copiap, unamerced de tierras cuyos lmites eran la quebrada del Paposo,Miguel Daz, el mar y la sierra. La quebrada y rada delPaposo se encuentra en 2 5 O y era entonces un centro depesca de los indios changos. Miguel Daz es una punta queest a 24' 35'.

    Un siglo despus, el diligente gobernador don. Ambro-

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    sio O'Higgins, preocupado de fomentar la pesca en lascostas del partido de Copiapi'se dirige desde sr;;itiag;> al

    subdelegado y cabildo de esta villa, el 13 de diciembre de1788, para hzblarle de los indios que se dedican a esa ocu-pacin "en el Obispo, Paposo y dems caletas de esta costa".Al mismo funcionario escribe de nuevo el 16 de diciembrede 1789 acompandole el ttulo de diputado del territo-rio del Paposo e n favor de Gregorio Almendriz. Y ennueva comunicacin dirigida al subdelegado de Copiap,el 15 de febrero de 1789, toma nota de las informacionesrecibidas sobre haberse divisado una embarcacin, posible-mente inglesa, "cerca de las costas del Paposo y de Cobija",lo que demuestra que el control de la costa del desierto deAtacama por autoridades de Chile se extendi hasta muyal norte, pues Cobija est a 22' 33'.

    El deseo de mejorar la condicin de los habitantes dellitoral atacameo hito que el gobernador de Chile se em:penara en fundar una viceparroquia y erigir un templo enel Paposo, que era el ncleo de la escasa vida de la regin.

    Estos propsitos fueron aprobados por el rey en nota cnvia-da al Presidente de chile, el 3 de junio de 1801, lo queconstituye un reconocimiento expreso de su jurisdiccin enIa zona.

    Pero la corona quiso ir ms all y en una real. ordende 1.O de octubre de 1803 expres su preocupacin por el"abandono en que se halla el puerto de Nuestra seoradel Paposo y szcs inmensas costas en el mar del sur" que

    podran abrir horizontes a la pesca y beneficio de metales,y dispuso el establecimiento de una poblacin organizadaen dicho puerto bajo la vigilancia del obispo auxiliar donRafael Andreu Guerrero. En esta real orden se dice ademsque "son tan interesadas las provincias del Ro de Ia Plata ydel Peru como ese reino de Chile, pues concu rrer~ as ex-t~enz idades e los tres gobiernos en el territorio indefensodel Paposo". Es evidente que habra sido imposible imagi-nar la concurrencia del Per en esa zona si de por mediose hubiese interpuesto el virreinato del Ro de la Plata

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    con una salida al Pacfico. La frase de la real orden pruebaque entonces segua limitando Chile con el Per por el

    ro Loa, comienzo del desierto, y que fronterizas a la costadel ltimo estaban las provincias interiores de Charcas in-corporadas a l virreinato del Plata. Su creacin en nadahaba alterado las demarcaciones existentes entre Chile yel Per.

    Cabe, en fin, advertir que la corte comunic tambinal gobernador de Chile su deseo de que el territorio delpaposo fuese incorporado al Per. Esta orden no alcanz

    a llevarse a efecto, pues estaba sujeta a la exigencia previade que el obispo Andreu Guerrero regresara al Paposo einformase de la conveniencia de la medida, lo que no tuvolugar. Pero la ley de 1803, aunque no aplicada, demuestra,en primer trmino, que la corte consideraba hasta el mo-mento el desierto de Atacama como integrante de Chile,puesto que ordenaba su desprendimiento de l; y, adems,que la frontera norte de Chile no era Charcas o su heredero

    el virreinato rioplatense, sino el Per, al cual, como terri--torio inmediatamente fronterizo, se mandaba aadir elPaposo.

    El Paposo sigui bajo la jurisdiccin de Chile, y estoocurri hasta el trmino de la dominacin espaola. El 1 . O

    de diciembre de 1817, el subdelegado de Copiap, donMiguel Gallo, comunic al Ministro de Estado don MiguelZaartu que haba recibido ocho ejemplares del bando de

    proclamacin de la independencia de Chile; qne se habzprocedido de inmediato a cumplir las prescripciones reque-ridas con los hsbitantes de la villa y los diputados del par -tido, "a excepcin del Paposo, que por la distancia quemedia, demanda algn tiempo ms"."

    La Repblica de Chile, heredera de la jurisdiccin dela capitana general o reino del mismo nombre, haca asvaler sus derechos soberanos en el desierto de Atacamadesde los albores de su vida independiente.

    5 Miguel Luis Arnuntegui: "La cuestin de lmites entreChile y Bolivia", pp. 125-154 (Santiago de Chile, 1863).

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    11 LOS PRIMEROS CONFLICTOS LIMITROFES

    La Repblica de Bolivia, continuadora de Charcas, na-ci como resuhado de una Asamblea reunida en Chuqui-saca, convocada por el Mariscal don Antonio Jos de Sucre,que declar la independencia de esa regin el

    6de agosto

    de 1825. El nuevo Estado se llam Bolivia en homenaje alLibertador Simn Bolvar.

    El clebre venezolano, que en un principio se mostrreticente a la creacin de la nueva repblica, acab poracoger su existencia y hasta interesarse por dotarla de unasalida al mar, aunque fuera por regiones que nunca le ha-ban pertenecido. Sucre, su lugarteniente, al ordenar en sunombre la bsqueda de salida al ocano, dice con todanaturalidad: "Hay tres puertos de los que puede escogerseel mejor, que son el que se llama de Atacama ( o sea, Co-bija), el de Mejillones y e l de Loa. Los dos primeros notienen agua, y el ltimo, por ser un t o , dicen que no esbueno en su fondeadero; aunque el Libertador tiene por linclinacin, por tener ya ese ro y porque es el ms cerca-no a Potos". N o haba, pues, ms titulo justificativo delfuturo puerto boliviano que la voluntad del LibertadorBolvar. Los antecedentes histrico- jurdicos de las demar-caciones indianas no contaban aqu para nada.

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    2.' UN OLIVIANO NIEGA PUERTO A BOLIVIA.

    Conocido por Bolvar el informe del experto FranciscoBurdet O'Connor, enviado por Sucre a recorrer el litoral,declar habilitado a partir del 1 . O de enero de 1826 elpuerto de Cobija, al que puso el nombre de La Mar. Tanextraias haban estado la antigua Charcas como la nuevaBolivia a la vida martima en la costa del desierto, queO'Connor, al visitar ese sitio, no encontr all ms que unhombre de esa procedencia.

    Pero Bolvar y Sucre aspiraron a dar a Bolivia unpuerto mejor que el que podran ofrecer las soledades deldesierto y pusieron sus ojos en Arica. En 1826 hicieron lagestin para que el Per lo cediera, pero se estrellaron conla negativa del Presidente de ese pas, que por singularparadoja era entoniies el boliviano don Andrs SantaCruz. El notable historiador Alcides Arguedas, al hablar desu patria, en el proceso de su generacin, apunta: ". erauna creacin artificial, como los dems Estados, algunos delos cuales se presentaban en peores condiciones, un orga-nismo endeble destinado a vegetar obscuro e ignorado,si no alcanzaba a entrar en dominio de ~lmz-fajd de t e r r i -torio que lo llevara al mur y a su costa, es decir, al terri-torio de Arica. Y (Bolvar) quiso prevenir el mal con mi-rada zahor de .estadista, pero su intento fue desbaratadopor las interesadas coaliciones que echaion por tierra susplanes.. . Y fue vencido Bolvar, el vidente, y qued Bo-livia, por gracia de uno de sus hijos y contra los deseos delLibertador, metido entre inaccesibles montaas ahogndo-se. .

    Por un hecho singular, Santa Cruz, que como Presi-

    6Alcides Arguedas: " ~ i i t o r i a General de Bolivia. El pto-ceso de la nacionalidad. 1809-1921" (L a Paz, 1 9 2 2 ) .

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    dente del Per haba negado a Bolivia el puerto de Arica,pas en 1829 a ser Presidente de esta ltima repblica yal ao siguiente negoci con el Per un canje de territoriopara conseguir Arica para Bolivia. Pero esta gestin fra-cas y entonces Santa Cruz se preocup de dar impulso ala caleta de Cobija, para hacer de ella el puerto de Bolivia.Instituy all un gobierno litoral independiente de otrasautoridades provinciales e hizo a Cobija puerto franco. Ensu mensaje al Congreso, de 6 de agosto de 1833, en que diocuenta de la vista que haba hecho a esa regin de1 desiertode Atacama, habla de "nuestro nico puerto de Cobija".

    : -Qu haca entre tanto Chile? Abandonaba todo de-recho en el vasto despoblado de Atacama?

    4.'. LA REPBLICA E CHILE SE H A C E PRESENTE E N ELDESIERTO.

    As como en los tiempos de la Capitana General, aho-ra en los de la Repblica, Chile segua considerndose so-berano del desierto de Atacama. Se ha dicho ya que en eldistrito del Paposo se proclam la independencia nacionalal finalizar el ao 1817. Adems, en las Constituciones Po-liticas se consign claramente la soberaaa nacional en esazona.

    En .e l artculo 3 . O de la Constitucin de 1822 se lee:"El territorio de Chile conoce por lmites naturales: alsur, el Cabo de Hornos; al norte, el despoblado de Ataca-ma". Es indudable que el sentido es incluyente para uno ypara otro accidente geogrfico. Nadie ha puesto jams enduda que el Cabo de Hornos ha pertenecido a Chile; y,en consecuencia, no podra negarse por el contexto de lafrase una situacin semejante a l desierto de Atzcama.

    .- La Constitucin de 1823 reproduce una frmula an-loga en su articulo 4 . O : "El territorio de Chile conzprelzde

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    de sur a norte desde el Cabo de Hornos hasta el despobla-do de Atacama".--' Las Constituciones de 1828 y 1833, manteniendo el mis-mo concepto, le dan otra redaccin. La primera, en su ar-tculo 2 . O , anota que el territorio de Chile "comprede,de norte a sur, desde el desierto de Atacama hasta el Cabode Hornos"; y la de 1833 afirma en su artculo l.": "Elterritorio de Chile se extiende desde el desierto de Ataca-ma hasta el Cabo de Hornos".

    El examen comparativo del texto de las ltimas dosCartas polticas con la de 1822 permite apreciar que no hasufrido ninguna alteracin esencial el sentido de la frase.Si parece fuera de duda que en 1822 tanto al Cabo de Hor-nos como al desierto de Atacama se los consideraba parteintegrante del territorio de Chile, resultara incongruenteimaginar que apenas seis u once aos ms tarde uno uotro, sin razn especial, quedaran fuera de sus lmites. Eluso del vocablo "desde" en las Constituciones de 1828 y1833, en ningn caso podra invocarse como argumento pa-ra excluir de Chile al desierto de Atacama. A la fecha dela redaccin de ambas Cartas polticas, los diccionarios dela Real Academia Espaola, definidora of i~ia l e los tr-minos del idioma, consideraban la palabra "desde" coma"adverbio que denota principio de lzrgar y tiempo de al-guna cosa". Al afirmar, pues, que Chile se extiende "desdeel desierto de Atacama", se dice sin ambages que Chile prin-cipia en el desierto de Atacama. Este ltimo no est fuerasino incluido en los limites nacionales, a los que encabeza.

    En cambio, resulta sugestivo consignar que en las Cons-tituciones bolivianas, slo en 1831, es decir, durante SantaCruz, que se posesion de Cobija, se agrega por primeravez a los departamentos antes enumerados, como integran-tes de la repblica, la llamada provincia litoral, que enla Carta de 1843 se denomina "distrito litoral de Cobija".

    Pero no slo la ley constitucional chilena reitera laafirmacin de ser el desierto de Atacama parte integrantede la repblica. El 2 de septiembre de 1830 el Congreso

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    Nacional sancion un decreto del gobierno por el que sedispona "que se habilite en el despoblado de Atacama unpuerto denominado E t Flamenco para extraer metales decobre en bruto". En 1834 se hace un censo de los pobla-dores "diseminados en toda la extensin de la comarca'!.En 1835 el gobernador de Copiap, don Juan Melgarejo,comunica al intendente de la provincia de Coquimbo queest preocupado del contrabando que se hace en el litoraldel desierto, y que piensa dirigirse "hasta el Paposo paratomar un conocimiento de todos los puntos de desembar-que, de los trabajos de minas, que en crecido nmero hay

    en el da en toda la costa y promover un arreglo cual co-rresponde".. Los actos de jurisdiccin de Chile en la zona son, pues,evidente^.^

    Algunos chilenos de considerable empuje haban re-corrido las inhspitas playas del desierto de Atacama ycomprobado all la existencia de yacimientos de guano.Tan lejos se hallaba Chile de poner en duda sus derechosen esa regin, que el Presidente Bulnes, impuesto de Iosdescubrimientos realizados, envi unos expertos a recono-cer la costa atacamea. De esto dio cuenta al Congreso enun mensaje dirigido el 13 de julio de 1842, en que informa

    que juzg "necesario mandar una comisin exploradoraa examinar el litoral comprendido emtre el puerto de Co-qzcimbo y el morro de Mejz'llones con el fin de descubrirsi en el terri torio de la Repzblica existan algunas guane-ras cuyo beneficio pudiera proporcionar un ramo nuevode ingreso a la hacienda pblica.. ." Como resultado dedicha investigacin se dict la ley de 13 de octubre de1842, que declar de propiedad nacional las guaneras al

    7 Amuntegui, obra citada, pp. 156-182.

    [ 27 1

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    sur de la baha de Mejillones, y que ningn barco podracargar este producto sin permiso de las autoridades chi-

    lenas. Se facultaba adems al Presidente de la Repblicapara gravar la exportacin del guano con derechos deaduana. ' - .

    Con esta ley Chile reconoca tcitamente que sii lmiteseptentrional era Mejillones, situado en 2 3 . O de latitud sur,aunque sus ttulos histricos podan justificar sus preten-siones 'hasta el paralelo 21 45', correspondiente al rioLoa, ltimo accidente geogrfico del Per. Esta actitudcoincida con el parecer emitido pocos aos antes por donBernardo O'Higgins, en una carta enviada desde Lima alcapitn Coghlan de la marina britnica, el 20 de agostode 1831. En ella el prcer afirmaba que "Chile viejo ynuevo se extiende en el Pacfico desde la b a h b de Meji-Llones hasta Nueva Shetland del Sur.. ."8 O'Higgins sa-ba, sin embargo, que los lmites septentrionales de Chilepodan ampliarse ms al norte. Lo demostr con su decre-to de 2 0 de abril de 1819, por el que dispuso el bloqueo de

    los "puertos del Per" por la escuadra chile-na para evitarque este virreinato, controlado por los espaoles, recibie-ra auxilio externo. Dicho decreto estableci en los siguien-tes trminos cul 'era para l la extensin del litoral delPer: "Todos los fondeaderos del mar Pzcfico que estnsituados erltre los 21 48' y los 2 O 12' ~ a t i r u d ur, es decir,la lnea de costa desde Zqz~iqzdehasta Guayaquil inclusive".Al sur de Iquique, o sea, del Loa, no caba decretar blo-

    queo, porque se estaba en territorio propio, en el de Chile.El citado decreto fue confirmado expresamente por otrode 20 de agosto de 1820, da del zarpe de la expedicinlibertadora del Per, al mando de San Martn y ~ o c h r a n e . ~

    8 "Revista Chilena" (Santiago, 1923 ) .9 "Archivo de don Bernardo O'Higgins", tomo XII, p. 165,

    y tomo XIV, pp. 27-28 (Santiago de Chile, 1953 y 1962 ).La importancia del decreto de 1819 la ha sealado por pri-

    mera vez Conrado Ros Gallardo en su obra: "Chile y Boliviadefinen s u s fronteras, 1843-13(?4" (Santiago, 1363).

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    Sin duda la generosidad americanista que empuj lasdecisiones de los prceres hizo que O'Higgins condescen-

    diera en 1831 con la ocupacin de Cobija realizada enton-ces por Bolivia para proveerse de puerto. Su amistad conSanta Cruz, autor principal de esta salida de Bolivia alocano, no pudo ser indiferente en semejante determina-cin. Por otra parte, el estrecho contacto epistolar quemantuvo O'Higgins en sus ltimos aos con personeros delgobierno de Bulncs, y que produjo como resultado tornarefectiva la presencia de Chile en Magallanes, puede asimis-

    mo haber influido en la dictacin de la ley que hizo deMejillones la meta norte del pas.

    6.' = LOS RECLAMOS DE BOLIVIA.

    . ~ l '0 de enero de 1843, el Ministro de Bolivia en San-tiago, don Casimiro Olaeta, pas ,una nota al gobierno deChile por la que solicitaba la revocacin .de la ley recindictada, pues, a su parecer, su patria era soberana del de-sierto hasta el ro Salado, por el sur, accidente geogrficoque situaba en 2G0. En una nueva nota, Olaeta establecique el'salado se hallaba en 25''. .

    E l Ministro de ~ilaciones ~xteriores de Chile, donRamn Luis Yrarrzaval, respondi el G de febrero queel gobierno no pda alterar las leyes existentes sin pro-ceder antes 'a un cuidadoso examen de los ttulos queuna y otra parte pudieran invocarse 'sobre derechos en eldesierto.

    '

    ' . Este anlisis de los ttulos vino 'a iniciarse en 1847, enque el Encargado de Negocios de Bolivia, don Joaqunde Aguirre, dirigi a la cancillera chilena ufi .memorn-dum donde hacia valer !os argumentos histricos en favorde su patria. El gobierno chileno se mostr dispuesto a en-

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    trar al estudio de un tratado de lmites. Pero el trastornopoltico de Bolivia impidi que avanzara la negociacin.

    Interesado el gobierno chileno en poner trmino a lasdificultades surgidas, propuso en 1858 al de Bolivia es-tablecer relaciones permanentes, con un agente de uno uotro pas. La repblica del altiplano accedi a este pedido,y acredit entonces en Santiago como Ministro a don Ma-nuel Macedonia Salinas. El nuevo agente present a la can-cillera chilena un segundo memorndum, en que ampliabael de Aguirre e invocaba como ste opiniones de gegrafos

    e historiadores para justificar como lmite entre ambos pai-ses el ro Salado. E1 .Ministro de Relaciones Exteriores deChile, don Jernimo Urmeneta, hizo notar en su respuestaque la mayora de los testimonios que se presentaban eranopiniones de individuos sin ca'rcter oficial, que no haban

    pisado jams el territorio atacameo. Adems esos parecereschocaban entre s, pues mientras unos ponan el ro Sala-

    do en27',

    otros lo situaban en 25". Contra esas opinionesel seor Urmeneta pudo oponer otras del *mismo valor,que situaban el lmite en los grados 24, 23 y hasta 21.Pero en realidad eran las normas jurdicas de la legisla-cin indiana las que merecan crdito, y a ellas no se asi-laba Bolivia en su alegato. En cuanto al ro Salado, a quese aluda con tanta frecuencia, el seor Urmeneta dejconstancia de que ya no exista y que su situacin, por los

    pareceres contradictorios invocados, era imposible determi-nar. En fin, llam la atencin al hecho de que mientras e1

    Ministro seor Salinas pretenda que la lnea divisoria erael ro Salado, que habra corrido entre 25' 30' y 26" 27',declaraba al mismo tiempo que Bolivia no se atribua paras el distrito del Paposo, situado en la latitud 25'. "Si e1Salado - a rgu y Urmeneta- es el lmite septentrional deChile, el Paposo, que est al norte de este ro, no puedepertenecerle, y si, por el contrario, el Paposo le pertenece,el Salado no es el verdadero lmite."

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    La presencia de Chile en e1 desierto desde el paralelo23 de Mejillones al sur sigui mantenindose inalterable,como antes lo haba sido durante el rgimen espaol. Ex-ploradores, capitalistas y obreros chilenos constituan lacasi total poblacin que actuaba en el litoral. Bolivia quisonegar la posesin de Chile, como antes lo haba hecho conel dominio o soberana. Pero a ello respondieron con fir-meza los cancilleres don Jernimo Urmeneta y don ManuelAntonio Tocornal. Uno y otro hicieron ver que si bien ni

    Bolivia ni Chile podran sentirse dueos absolutos del te-rritorio en litigio, puesto que slo un tratado de limites .

    llegara a definir con claridad el seorio en la zona, eraevidente que cada pas debera mantenerse dentro de losrespectivos limites que ocupaba. Ahora bien, resultabafuera de dudas que era Chile y no Bolivia quien veniaejerciendo hacia tiempo jurisdiccin sobre el desierto,desde 23' al sur, con actos reiterados, y que era pues a l yno a Bolivia a quien corresponda la posesin de la zona.Tocornal recordaba en 1864 al Ministro plenipotenciariode Bolivia en Santiago, don Toms Frias, que "desde lafecha de la promulgacin de la ley del ao 42, a loque el gobierno sabe, ningn buque, no slo nacional sinoextranjero, ha dejado de cumplir con la obligacin desacar las licencias que ella les pre~ciibe,'~ a aduana solade Valparaso ha otorgado licencias para cargar en Me-

    jillones, Angamos, Santa Mara, Lagartos, etc., desde aque-lla poca' a 113 buques de todas naciones". De estos bar-cos, 91 eran ingleses, franceses, alemanes, italianos, norte-americanos y de otras naciones, con lo que quedaba de-mostrada a la faz del mundo la posesin notoria de Chileen la regin en litigio.

    Ante la persistencia boliviana de que Chile deba des-alojar el territorio disputado como paso previo a la dis-cusin de un tratado de lmites, Tocornal afirm en su

    nota de 8 de enero de 1864 al representante del altiplano,

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    seor Fras: "Chile no puede abandonar por un instantelos derechos de que disfruta desde hace siglos en el territo-

    rio del desierto de Atacama. Poseedor de ese territorio yposeedor legtimo, apoyado en ttulos antiguos, autnticose incontestables, tiene el derecho de ejercer en l los actosgropios de la soberana y del imperio; por consiguiente,de legislar, de administrar justicia'y de tomar todas las me-didas gubernativas y administrativas que adopta o puedeadoptar un pas soberano e independiente en su propio te-rritorio. Las leyes y providencias que dictare no pueden sermateria de protestas de una nacin amiga y limtrofe, ytales protestas no son capaces de alterar de manera algunalos derechos de las Partes n\i de variar Ia lnea de conductaque Chile se ha propuesto -seguir respecto del territorioreclamado por Bolivia, mientras el estado actual en cuantoa la posesin y el dominio no sea modificado por un pacrointernacional o por cualquier otro medio reconocido por elDerecho de Gentes".l0

    La misin diplomtica confiada en Santiago a don To-ms Fras estaba condenada de antemano al fracaso, porla actitud agresiva del Canciller don Rafael Bustil!~. Enefecto, el nombramiento de Fras coincidi con la dicta-cin de una ley en junio de 1863 por la que se autorizabaal gobierno del altiplano a declarar la guerra a ~ h k e iste no desocupaba el litoral. "La efervescencia de este cuer-po -anota el historiador Arguedas- haba tocado los lin-des de la locura, contagindose con la mana de grandezasmanifestada por el Canciller Bustillo en su mensaje espe-cial al Congreso, documento lrico, de un desbordante ypeligroso optimismo, en que se deca y aseguraba, bajo la

    1oEn la Memoria de Relaciones Exteriores de Chile, corres-pondiente a 1862, se incluye completa la correspondencia inter-cambiada entre la Cancillera chilena y la representacin diplo-mStica boliviana en Santiago, desde 1843, en que se inici el con-flicto de limites.

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    promesa y la palabra de estadista, que las naciones de1mundo civilizado se pondran todas de parte de Boliviahasta obligar a Chile a devolver el territorio usurpado. ..En medio de estas desviaciones, en que slo vibraba el acen--drado sentimiento del patriotismo lastimado, hubo aisladasvoces de cordura que aconsejaron no extremar las provoca-ciones a Chile."ll

    Un hecho exterior inesperado vino a moderar el ten-so estado de las relaciones chileno-bolivianas y a abrir ca-mino a un arreglo. La presencia de una escuadra espaolaen el Pacfico, que exigi del Per la reparacin de da-os causados a sbditos de la Madre Patria, y procedi aocupar como garanta las islas Chinchas, importante de-

    psito de guano de aquel pas, produjo un movimientode solidaridad en toda Amrica ante los posibles intentosreivindicacionistas de Espaa. El curso de los acontecimien-tos fue comprometiendo czda vez ms a Chile en el asuntoperuano, al punto de que en 1865 estall la guerra conEspana. Chile y el Per firmaron una alianza, y Bolivia,tocada por el peligro comn, se puso de parte de estospases. El Presidente don Jos Joaqun Prez acredit enton-

    ces ante e l gobierno de Sucre, como Ministro plenipotencia-rio, a don Aniceto Vergara Albano, con el fin de removertoda desavenencia y zanjar "en las trminos ms amistososy equitativos una cuestin que considera insignificante allado de Ios grandes intereses de Amrica". El dictador Ma-riano Melgarejo acogi esta invitacin al avenimiento ydestac como su agente diplomtico en Santiago a donJuan Ramn Muoz Cabrera.

    Las negociaciones de un tratado se llevaron en el alti-

    1 1 Arguedas, obra citada, pp. 236-237.

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    plano y su firma se solemniz en Santiago el 10 de agostode 1866, entre el Canciller chileno don Alvaro Covarrubias

    y el plenipotenciario de Bolivia ya nombrado. Por este con-venio se produca una transaccin: el paralelo 24, desde elmar a los Andes, iba a ser la lnea divisoria entre ambospases contratantes. Esta transaccin era anloga a la yapropuesta en 1853 por el Presidente Belz al agente chile-no don Jos Joaqun Vallejo. Sin perjuicio de ella, se esta-bleci en el tratado que los dos pases se repartiran pormitad los impuestos provenientes de la exportacin delguano descubierto y por descubrir entre los grados 23 y 25,como tambin los derechos de exportacin que se percibie-sen de los minerales. extrados e n la misma zona.

    A este tratado de lmites se aadi la adhesin de Bo-livia a la alianza chileno-peruana contra Espaa. Pero estepaso no constituy ningn beneficio prctico, sino una me-ra declaracin platnica. El dictador Melgarejo, temiendopor la suerte del puerto de Cobija, el nico de su pas,pidi a Chile que enviara a ese sitio una guarnicin desoldados para defenderlo. El Presidente Ppez, muy cir-cunspecto, le contest que estaba dispuesto a remitir loshombres solicitados mando el Ministro boliviano en San-tiago, seor Muoz Cabrera, comunicase que se habandado las rdenes a aquel puerto a fin de que no se pusie-sen obstculos a la entrada de soldados chilenos en territo-rio boliviano. La reticencia demostrada por el Ministro bo-liviano hizo al gobierno de ChiIe suspender el envo de

    tropas, no obstante haber insistido Melgarejo nuevamenteen ello.12 Resulta imposible conciliar este rasgo delicado deChile con la acusacin que ms adelante se le hara porpersonas del altiplano de estar entonces preparando la con-quista del litoral boliviano, que careca de defensa.

    12 "Correspondencia (del Ministerio de Relaciones Exterio-res de Chile) con los Gobiernos extranjeros, 1855-1866" (E n Ar-chivo Nacional de Santiago de Chile).

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    111 ENTRE LA CONFLAGRACION Y LA PAZ

    1 N U E VA S IFICULTADES.

    La cada de Melgarejo en 1871 hizo que el Congresoboliviano declarara nulos todos los actos realizados bajo sudictadura. Chile pudo, por esta circunstancia, considerarabrogado el convenio de 1866 y hacer valer sus derechossoberanos hasta Mejillones, pero se abstuvo de dar este pa-so. No obstante, dicho tratado encontr serios obstculosen la aplicacin prctica de la reparticin de impuestos queconsagraba. A pesar de que el 5 de diciembre de 1872 sefirm un acuerdo entre el Encargado de Negocios de Chileen Bolivia, don Santiago Lindsay, y el Canciller del alti-plano, don Casimiro Corral, destinado a aclarar los puntoscontrovertidos, nada logr avanzarse. Las relaciones diplo-mticas, por otra parte, alcanzaron un nuevo punto de ten-sin, como secuela de la agitada vida poltica del altiplano.El general Quintn Quevedo, antiguo adicto de Melgarejoy refugiado en Chile, prepar una expedicin para derro-car al gobierno boliviano. El agente diplomtico de estepas en Santiago, don Rafael Bustillo, crey su deber pedira l Ejecutivo chileno el castigo de sus cmplices, pero en sunota lleg a1 extremo desorbitado de afirmar: "Los inme-diatos promotores y encubridores del crimen estn ac, bajola alta jurisdiccin del Excelentsimo Gobierno de Chi-le". Ante tal frase, que envolva una ofensiva acusacin decomplicidad con Quevedo, el gobierno chileno exigi a Bus-

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    tillo que precisara sus trminos; y como guardase silenciopor espacio de siete das, le dio un plazo de cuarenta y ocho

    horas para personalizar sus cargos. Bustillo se limit a de-volver la nota. El gobierno corto entonces toda relacin conl y lo hizo saber al Ejecutivo boliviano.

    Este incidente, en el que ni se pudo demostrar partici-pacin alguna del gobierno chileno en los planes de Que-vedo, ni intentos de aduearse del litoral cedido a Boliviapor el tratado de 1866, acrecent, sin embargo, en este 1-timo pas los recelos hacia Chile, y lo empuj a un entendi-miento secreto en su contra con el Per.

    2.' EL TRATADO DE 1874.

    +Entre tanto el gobierno de Chile segua empeado en

    buscar un arreglo definitivo a las diferencias con Bolivia,y en 1873 acredit en ese pas como Encargado de Nego-cios a don Carlos Walker Martnez, con el fin de gestionarun nuevo acuerdo. Por una singular coincidencia el agentediplomtico inici sus conversaciones en los precisos das enque el Canciller boliviano, don Mariano Baptista, prestabaoficial ratificacin a1 pacto secreto de alianza de su patriacon el Per. No fue, sin embargo, obstculo este hecho,

    ignorado por el seor Walker, para que las gestionesse realizaran en un ambiente cordial y con resultado posi-tivo. Ayudaron a el!o, desde el primer momento, la ostensi-ble sinceridad y honradez de miras que caracterizaron alagente chileno, y que lograron infundir confianza al Can-ciller del altiplano. As naci el tratado del G de agosto de1874.

    El nuevo convenio mantuvo como lmite el paralelo

    24 y estableci as la renuncia de Chile a sus derechos msal norte. Pero, a cambio de esto, Bolivia se comprome-ti en el artculo 4 . O , y por el trmino de 25 aos, a que

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    t t

    las personas, industrias y capitales chilenos" situados enla zona renunciada por Chile al norte del paralelo 24, noquedaran "sujetos a ms contribuciones, de cualquieraclase que sean, que a las que al presente existen".

    Esta clusula era considerada por el gestor del conve-nio, seor Walker, como la fundamental. "A mi juicio -de-

    ca en su correspondencia-, la parte principal de nuestroconvenio y su base, su esencia, por decirlo es, es este ar-ticulo 4.O." Y era evidente, pues si Chile renunciaba a lasoberana sobre un territorio que crea pertenecerle, era acondicin de garantizar por un perodo prudente la pac-fica actividad econmica que all estaban realizando mu-chos de sus hijos, con el aporte de sus capitales y el esfuerzode sus brazos.

    3.' EL IMPUESTO Y LA GUERRA.

    A pocos meses de obtenida la ratificacin del tratado,un golpe militar puso en la presidencia de Bolivia al ge-neral don Hilarin Daza. Bajo su gobierno se iba a dictar ladisposicin que echara por tierra el convenio suscrito yprecipitara a los pueblos contratantes en una doloros3guerra.

    En febrero de 1878 la Asamblea Legislativa boliviana

    aprob una ley que gravaba con diez centavos el quintalde salitre que exportase la Compaa de Salitre y Ferroca-rril de Antofagasta. La corporacin afectada con el indi-cado gravamen era integrada por chilenos, p como tal, bajoel amparo del articulo 4. del tratado de 1874, que pro-hiba nuevos impuestos por espacio de veinticinco aos.E l gobierno de Santiago crey su deber proteger los de-rechos d i la Compaia y dio instrucciones en este sentido

    al Encargado de Negocios en Bolivia, don Pedro NolascoVidela, para que entablara las necesarias gestiones en el al-tiplano. Todos los argumentos que se hicieron valer por e1

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    agente chileno resultaron intiles. El gobierno de Daza semantuvo firme en aplicar el impuesto, alegando que se tra-taba de un asunto de derecho privado y, como tal, extraoal cauce diplomtico. Intil fue la advertencia del repre-sentante de Chile de que s l i renuncia a derechos territoria-les estaba condicionada a la aplicacin de la clusula cuarta,que exima por veinticinco aos a los industriales chile-nos de la zona cedida y que su falta de cumplimientoimportaba la ruptura del uatado. Data resolvi ir hasta elfin, y orden al prefecto de Antofagasta cobrar e l impuesto.

    En un ltimo esfuerzo, el gobierno de Santiago instru-

    y a Videla para que propusiese a Daza el sometimientodel asunto al arbitraje, y que mientras se dirimiera el casola ley quedase en sus enso. Pero esta proposicin tampocofue acogida. Por un %creto de 1.' de febrero de 1879, Da-za "reivindicaba Ias salitreras detentadas por la Cornpaia".A esto contest6 Videla con una comunicacin en la queexigil que en el trmino de cuarenta y ocho horas se ledijese si Bolivia aceptaba o no someter el asunto al arbi-

    traje, como lo haba propuesto Chile. No habiendo recibidorespuesta, se retir del pas, suspendiencio las relaciones di-plomticas. Su ltima nota al gobierno de Daza resumetoda la doctrina chilena, y anuncia las consecuencias porvenir: "Roto el tratado de 6 de agosto de 1874, porque Bo-livia no ha dado cumplimiento a las obligaciones en lestipuladas, renacen para Chile los derechos que legtima-mente haca valer antes del tratado de 1866 sobre el terri-torio a que ese tratado se refiere. En consecuencia, el Go-bierno de Chile ejercer todos aquellos actos que estimenecesarios para la defensa de sus derechos y el Excelenti-simo Gobierno de Bolivia no debe ver en ellos sino el re-sultado lgico del rompimiento que ha provocado y de sunegativa reiterada para buscar una solucin justa e igual-mente honrosa para ambos pases"?"

    13 Gonzalo Bulnes: "Guerra del Pacfico", vol. 1, p. 92 (San-tiago d e Chile, 1955).

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    Poco despus de entregada esta nota dos compaas desoldados, al mando del coronel don Emilio Sotomayor, pro-cedieron a ocupar la ciudad de Antofagasta y hacer efectivala reivindicacin de los territorios condicionalmente cedi-dos por el tratado de 1574.

    Para apreciar en debida forma cun ausentes habanestado los hijos del altiplano en la vida social y econmicade esa zona que pretendan como propia, basta reproducirla siguiente estadstica de la poblacin de Antofagasta ha-cia 1874, tomada de la "Historia General de Bolivia", dedon Alcides Arguedas:14

    Chilenos 93%BoIivianos 2%Europeos 1x%Americanos del N. y del S. 1%Asiticos y otros 134%

    Chile no haca, pues, ms que recuperar lo que le per-teneca por herencia histrica y por la voluntad denodadade sus hombres de trabajo. Pero este paso legitimo desen-caden la dolorosa guerra con Bolivia y su secreto aliado,el Per.

    Interesa consultar el parecer de algunos escritores be-nemritos del Per y de Bolivia sobre esta interrogante de-cisiva.

    1 4 Arguedas, obra citada, p. 349.La Municipalidad de Antofagasta se fund en 1872 'con nue-

    ve miembros, seis de ellos chilenos y ninguno boliviano. Los ele-gidos al ao siguiente, a excepcin de un alemn, fueron todoschilenos. El Prefecto boliviano del Departamento, don AnicetoArce, alab en una nota la labor desarrollada por este segundoconcejo, "que ha sabido -dice- elevarse hasta ser modelo delos municipios del litoral". Y esto, sin recibir el menor auxiliodel Gobierno de Bolivia. (Oscar Bermdez: "Historia de la Mu-nicipalidad de Antofagasta, 1872-1885". En "Revista Chilena deHistoria y Geografa", N . O 126, 1958.)

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    La opinin del doctor Jos de la Riva-Agero, ilustrepor su saber histrico y humanstico y su leal amor a laperuanidad, est recogida en estas palabras: "El pretexto,el muy leve pero imprudente impuesto boliviano, infrac-torio a la verdad del espiritu del tratado de 1874, produjogeneral desagrado y zozobra en el Per. "El Comercio"lo conden con energa. . "15

    E1 ms sobresaliente hisroriador peruano de nuestrosdas, doctor Jorge Basadre, al analizar las causas de la gue-rra, recuerda que "El afn del gobierno de Daza por cobrarel impuesto fue censurado por "El Comercio" de Lima, yreproduce esta opinin de don Guillermo Grell en "LaIlustracin Espaola y Americana": "Si bien Chile, en elderecho que podramos llamar histrico, no tena razn, latena indudablemente en la inmediata y tcnica del derechointernacional: se habda vziioludo ult tratado".16

    Dos perSonalidades bolivianas, cuyo pstriotisrno nopuede ponerse en duda, han expresado un parecer anlo-go. El poltico y diplomtico don Alberto Gutirrez anota:

    "Queremos conceder, empero, que esa ley dictada por elCongreso boliviano de 1878 era contraria a2 texto y al es-PZritu del artculo 4. O del tratado chileno-boliviano de 6de agosto de 1874".17 Don Enrique Finot reconoce, por suparte: "Este impuesto contravena indudablemelzte la clu-sula expresa del tratado de 1874.. . Es verdad que Bolivia,mejor aconsejada por la prudencia, pudo buscar los mediosde conjurar el peligro, pero no lo . hizo".18

    Y como un corolario a todo lo anterior, cabe recordarestas palabras del profesor de la Facultad de Derecho de la

    l q o s de la Riva-Agero: "Historia del Per", tomo 11, p.224 (Lima, 1953) .

    16 Jorge Basadre: "Historia de 13 Repblica del Per", tomo11, pp. 162-163 (Lima, 1949) .

    . 17Alberro Gutirrcz: "La Guerra de 1879, p. 99 (Pars,1914) .

    lBEnrique Finot: "Nueva Historia de Bolivia. Ensayo de in-terpretacin sociolgica", pp. 297-298 (La Paz, 1954).

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    Universidad de La Paz don Federico Diez de Medina, es-critas en 1874, es decir en el ao del tratado: "Pueden

    tambin disolverse los tratados por la infidelidad de unode los contratantes, quedando entonces al injuriado el de-recho de apelar a las armas para hacerse justicia o declararroto el pacto".lg

    5.' LA TREGUA.

    La guerra entre Chile y Bolivia fue de corta duracin.El 26 de mayo de 18S0, os ejrcitos de esta ltima eran ba-tidos, y desde entonces la contienda qued circunscrita aChile y el Per. Bolivia se repleg a sus montaas y dejentregado a su suerte al aliado de la vspera. Coma al finel ltimo, despus de una larga resistencia, se avino a fir-mar un tratado de paz en 1883, Bolivia, perdida ya toda es-peranza, convino en suscribir con Chile un pacto de tre-gua, el 4 de abril de 1884.

    Se trataba de i 2 ~cuerdo de carcter provisorio desti-nado a "preparar y facilitar el ajuste de una paz slida yestable", como lo deca el mismo documento. Bolivia se to-maba as tiempo para pensar con calma lo que estimsems conveniente a sus intereses, dentro de su condicin de

    ~ o ten c ia encida. Mientras, el pacto declaraba suspendidaslas hostilidades y sujetaba a l "rgimen poltico y adminis-trativo que estabIece la ley chilena, los territorios compren-didos desde, el paralelo 23 hasta la desembocadura delro Loa en el Pacifico". Restableca, adems, las relacionescomerciales entre ambos paises y liberaba de impuestoaduanero la recproca internacin de productos de ambos

    19 Federico Dez de Medina: "Nociones de Derecho Inter-nacional Moderno", p. 7 4 (2.a edicin, La Paz, 1874).

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    pases. Dispona, asimismo, el libre trnsito por Antofa-gasta de las mercaderas extranjeras que se introdujeran aBolivia.

    El documento en referencia no aludi para nada a losterritorios situados entre los paralelos 23 y 24, cedidos con-dicionalmente por Chile a Bolivia por el tratado de 1874,que sta torn nulo por su incumplimiento. Dichos terri-torios haban revertido automticamente a la soberanachilena, y Bolivia reconoca ahora de manera tcita estehecho, Por eso el pacto habla de la faja litoral situada entreel paralelo 23 y el ro Loa, frontera anterior del Per, fajasobre la cual Chile no haba antes invocado derechos, aun-que los tena histricamente.

    El arribo a un tratado de paz fue lento y laborioso, ytranscurrieron varios aos antes de conseguirlo.

    En 1895 se suscribi en Santiago un convenio por elque se incorporaba definitivamente al dominio de Chile ellitoral boliviano ocupado desde el pacto de tregua, y Chilese comprometa a dar a Bolivia una salida al mar, sea porla cesin de los antiguos territorios peruanos de Tacna yArica, en el caso de que la soberana de stos, sujeta a unplebiscito, le fuese concedida, sea por la entrega de la ca-leta de Vitor u otra anloga hasta la quebrada de Cama-rones.

    Pero este pacto sufri diversas objeciones y propues-tas de enmienda por los poderes pblicos bolivianos, hastaque al fin, el 7 de noviembre de 1896, el Congreso de estarepblica declar que se reservaba e1 derecho "exclusivode calificar si el puerto y zona que pudiera ofrecer Chileen cualquiera de los dos eventos previstos como subsidia-

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    rios de Arica, reunan o no las condiciones establecidas enlos Pactos".

    Esta resolucin que restaba autoridad y firmeza a los

    convenios entre las cancilleras y entregaba al juicio fluc-tuante d e una asamblea poltica la aplicacin de un tratado,torn imposible todo avenimiento. Por otra parte, el go-bierno peruano, conocedor de las negociaciones anteriores,declar enrgicamente que no estaba dispuesto a renunciara las expectativas que el tratado de paz con Chile le dabansobre Tacna y Arica a travs de un futuro plebischo, ni ahacer cesin alguna de esas provincias en favor de Chile,

    Bolivia u otra potencia. Los convenios de 1895 naufraga-ron as definiti~amente.~~

    7." EL TRATADO DE PAZ.

    Transcurrieron algunos aos en que la diplomaciaboliviana, ilusionada con las discrepancias de lmites exis-tentes entre Chile y la Repblica Argentina, so en borrarcon mano ajena las consecuencias del desastre cosechadoen la guerra. Pero el sometimiento al arbitraje inglCs deldiferendo entre ambos pases elimin la posibilidad de unconflicto armado y con ello las esperanzas del altiplano.

    En 1902 el diplomtico boliviano don Flix AvelinoAramayo, de paso por Santiago, cumpli una misin con-fidencial de su gobierno encaminada a buscar un arreglodefinitivo sobre la base de la renuncia del litoral. Las ne-gociaciones siguieron un cauce satisfactorio y en ellas tu-vo especial ingerencia el nuevo Ministro plenipotenciario

    2 0 Jaime Eyzaguirre: "Chile durante el Gobierno de Err-mriz Echaurren, 1896-1901", p. 123-145, 172-196 308-329 (2.'edicin, Santiago d e Chile, 1957).

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    de Bolivia, don Alberto Gutirrez. Despus de un cuida-doso estudio por ambas partes, el seor Gutirrez y el

    Canciller chileno, don Emilio Bello Codesido, suscribie-ron en Santiago, el 20 de ocrubre de 1904, el tratado depaz entre Bolivia y Chile. Las ratificaciones fueron can-jeadas en la capital de esa repblica, el 10 de mayo de1905, quedando as sus clusulas en plena vigencia.

    E l importante convenio consagr "el dominio absolutoy perpetuo de Chile" en los territorios ocupados en virtuddel pacto de tregua, lo que signific, por parte de Bolivia,

    la renuncia a una salida propia al mar. Retornaba as a lasoberana de ChiIe el litoral que tuvo bajo su jurisdiccineli el momento de producirse la independencia nacional yque despus alcanz vida slo gracias a la constancia y alarrojo de sus hijos. La aportacin boliviana para desarrollaresa zona desrtica fue del todo inexistente. As lo reconocacon toda honradez el destacado poltico de esta nacionali-dad Mariano Baptista, en un discurso pronunciado en el

    Congreso de su patria en 1883: "En el litoral no pasabanuestra poblacin de 796, siendo relativamente nulo el ca-pital nuestro, separados de esa costa por ese desierto be

    Sahara que cortaba nuestra accin hasta policiaria, siendoimpotentes para proveer esos pueblos hasta de pan, car-ne y agua".21 Y es que Bolivia, por el imperativo de la his-toria y de la geografa, naci pas mediterrneo, de espal-das al mar y slo vino a comunicarse con l, con real efi-

    cacia para su economa, gracias al tratado de 1904. Porquees preciso recordar que ste impuso a Chile fuertes gra-vmenes en favor del pas vencido. En efecto, dicho acuerdoconsagr :

    a ) "El ms amplio y libre trnsito com~rcial" por elterritorio de Chile.

    b) La construccin por Chile de un ferrocarril desde

    21Luis Paz: "Biografa de don Mariano Baptista", p. 294-295 (Buenos Aires, 1908).

    C 44 1

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    el puerto de Arica hasta la ciudad de La Paz, al travs deuna extensin de 450 Km., de difcil trazo por su ascensoa gran altura y con un costo de 6: 3.334.120 de aquellosaos. La parte de esta lnea ferroviaria que corre por te-rritorio boliviano y que comprende 244 Km., fue cedidagratuitamente por Chile a Bolivia.

    C) El pago por Chile de obligaciones en que incurrie-ra Bolivia por garantas hasta de 5% sobre los capitalesdestinados a la construccin de los siguientes ferrocarrilesinteriores: Uyuni a Potosi; Oruro a La Paz; Oruro, porCochabamba, a Santa Cruz; La Paz a la regin del Beni;y Potos, por Sucre y Lagunillas, a Santa Cruz.

    d ) La cancelacin por Chile de crditos concedidos porBolivia por indciilnizaciones de obligaciones qu,e afectabanel litoral por ella renunciado y que excedieron de los seismillones de pesos oro de 18 peniques.

    e) El pago por Chile de 300.000 en dinero efectivo.En suma, la renuncia de Bolivia a la mera expectativa

    de un litoral sobre el que no tuvo verdaderos derechos, fuecompensada por una apreciable indemnizacin. Poner elacento en el primer punto y silenciar el siguiente es tor-cer la letra y el espritu del tratado de 1904.22

    E l tratado de 1704 no fue una imposicin de la fuer-za. Las operaciones militares haban cesado ya veinticuatro

    . . .

    29 Emilio Bello Codesido: "Anotaciones para la historia delas negociaciones diplomticas con el PerJ y Bolivia" (Santiagode Chile, 1919).

    Germn Riesco: "Presidencia de Riesco, 1901-1905", pp. 251-260 (Santiago de Chile, 1350).

    Alberto Gutirrez: "El Tratzdo de Paz con Chile" (L a Paz,1905 ) .

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    aos antes. N i un solo soldado chileno presionaba a lapoblacin y al gobierno de Bolivia cuando ste resolviconcertar el acuerdo de paz. Los hombres pblicos que in-tervinieron en esta gestin obraron con plena libertad y co-nocimiento de lo que hacan. Las negociaciones se inicia-ron bajo la presidencia del general Pando y cuando ste ibaa concluir su perodo. E l general don Ismael Montes, quehaba estado conforme con su poltica con Chile y serv-dole como Ministro de Estado, enarbol precisamente elproyecto de tratado como bandera de su candidatura al si-lln supremo de la nacin. Y cmo reaccion su patriafrente a esta actitud? Lo contesta don Alberto Gutirrez,otro de los negociadores del tratado: "Los pueblos de Bo-livia respondieron en las nforas de mayo de 1904 con unamayora de votos de que no existe precedente en la histo-ria de nuestro sufragio libre. El plan de gobierno trazadopor el candidato, y en el ctcal figzcraba el acuerdo con Chi-le , bajo la base de compensaciones que no sean ilusorias,como las de 1895, sino que respondan a posibilidades efecti-vas de aquel pas, as como a necesidades comprobadas delnuestro, obtuvo la adhesin de 38.000 sufragios de Bolivia,cifra que puede llamarse sinnimo de unanimidad, den-tro de las proporciones de nuestra estadstica electoral".Otro tanto ha reconocido en la Memoria de Relaciones Ex-teriores de Bolivia del ao 1905 el Canciller doctor Clau-dio Pinilla, al decir que el "voto nacional prosumiado e scifras respetables ratific en Bolivia el programa delExcmo. seor Montes para sustituir el rgimen provisoriode la tregua".

    El tratado con Chile estuvo, pues, sujeto a un verda-dero plebiscito nacional. An ms, su principal gestor, elgeneral Montes, volvi a ser elegido Presidente en 1913;y asimismo fue ascendido al mando supremo de la nacinboliviana, en 1909, don Eliodoro Villazn, que como M i-nistro de Relaciones Exteriores del seor Montes negociel tratado. Si este convenio hubiese constituido un vejamen

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    para Bolivia, u n a extorsin inicua, jcmo se expl ica que lanacin demost rara una re i te rada confianza a los hombresque lo haban concertad^?^^

    23 "Memoria que presenta el Ministro de Relaciones Exterio-res y Culto, doctor Claudio Pinilla, al Congreso Nacional de1905", p. 17 (La Paz, 1905).

    Contado Ros Gallardo: "Despus de la Paz...

    Las relacio-nes chileno-bolivianas" (Santiago de Chile, 1926).El periodista boliviano don Luis Espinosa Saravia, e n su li-

    bro "Despus de la Guerra. Las relaciones chileno-bolivianas"(La Paz, 1929), escrito para refutar a la obra de Ros Gallardoantes nombrada, pretende demostrar la impopularidad del Tra-tado de 1904 en su patria trayendo al recuerdo el manifiestolanzado en su contra por la minora parlamentaria y la actitudopuesta de la representacin de Potos. Lo anterior no prueba,en realidad, sino que fue an mayor el nmero de los partida-rios del Tratado, pues ste recibi la aprobacin del Congreso.Por lo dems, en la pg. 52 de su libro, el seor Espinosa confie-sa con toda hidalgua: "Quin sabe si la mayor parte de quienescombatimos hoy ese pacto, hubisemos quizs prestdole nuestraaprobacin al haber compartido en esa poca los deberes y obli-gaciones que imponen las altas funciones pblicas".

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    IV LA GUERRILLA PERIODICA

    1 LA PALABRA EMPEADA.

    Chile fue cumpliendo una a una las clusulas del tra-tado de 1904: entrega puntual de las cuotas pecuniarias;cooperacin en el trazo de ferrocarriles internos que dieronconsiderable impulso a la vida boliviana; establecimientode la lnea frrea de Arica a La Paz y cesin del sector deella que corre en territorio boliviano; acceso, en fin, am-

    plio y libre de Bolivia al mar por los puertos chilenos.Como todo tratado, el de 1904 trajo para la otra po-

    tencia signataria obligaciones correlativas. Lo esencial paraBolivia, derrotada en una guerra, fue la cesin de su pe-queo litoral. Esta fue una condicin bsica de las negocia-ciones que dieron cima al acuerdo. As lo entendierontodos los hombres pblicos bolivianos que participaronen la gestin: los Presidentes Pando y Montes, el canciller

    ~ i l l a z n , l agente confidencial Aramayo, el plenipotencia-rio Gutirrez. As lo comprendi, por lo dems, todo elpueblo de Bolivia, que reiter su asentimiento a esta po;Itica en las consultas electorales. Slo partiendo de la bue-na fe de los pactantes, del sincero deseo de poner fin a unestado de emergencia, se pudo llevar a trmino la negocia-cin del tratado de paz chileno-boliviano.

    Fue precisamente la lealtad boliviana la que invoc en

    carta de 26 de abril de 1883 el canciller de este pas, donAntonio Quijarro, al de Chile, don Luis Aldunate, para

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    abrir las conversaciones que remataron en .el% acto de tre-t t

    gua: Bolivia quiere que amigos y enemigos sepan a cien-

    cia cierta que se puede contar sobre su palabra y fiar enla lealtad de sus compromisos. Chile no tratara con nos-otros si le asistiese un convencimiento contrario a este res-p e ~ t o " . ~ ~

    Porque crey en la lealtad boliviana, Chile firm elpacto de tregua, y porque sigui creyendo en ella suscri-bi veinte aos despus el tratado de paz. El canciller bo-liviano doctor Claudio Pinilla en su ya citada Memoria Mi-nisterial presentada al Congreso en 1905 dice que el desen-volvimiento final de esta Itima~negociacin fue relativa-mente corto y fcil, pues los plenipotenciarios de Boliviay Chile nos cotoc~mos n e2 terreno de la shcerz'dcad y dela confiafiza''. Puede entonces Bolivia, despus de compro-meter su palabra, alegar derechos de que se desprendi conplena libertad y reflexin al cabo de varios lustros de ter-minada la guerra? Puede, en nombre de esos supuestosderechos, pretender la revisin de un tratado que la otra

    parte ha cumplido religiosamente en cada una de sus clu-sulas?

    El eminente jurista Paul Fauchille, fundador de la"Revue Gnrale de Droit lnternational Publicy' y miem-bro del Instituto de Derecho Internacional, en su "Tratadode Derecho Internacional Pblico" (Pars, 1922; tomo 1,pg. 3 5 0 ) , afirma de manera contundente:

    "Los rratados regularmente concluidos son rigurosa-

    mente obligatorios para los Estados que los han celebrado.La inviolabilidad, la santidad de los tratados pblicos, de-ben ser para todos los Estados una ley impuesta por laesencia del Estado. Los Estados deben respetar sus compro-misos. Han negociado y concluido como soberanos e in-dependientes. Deben observar sus promesas y -cumplir lasobligaciones por ellos contratadas. Si no, faltan al respeto

    24Memoria de Rehciones Exteriores de Chile, 1883, p.CLXXXVIII.

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    que deben a los otros Estados y destruyen as el principiomismo del respeto recproco que tendran derecho de es-

    perar. Aunque el tratado hubiera sido impuesto por la fuer-za, y todos los tratados de paz no estn en este caso, debeser cumplido por los signatarios. Si los Estados tuvieranel derecho de romper sus compromisos por la simple raznde que la carga que les imponen es pesada, odiosa y queellos estn impacientes por sustraerse a ella, las relacionesinternacionales llevaran fatalmente a guerras incesante-mente renovadas o a una hostilidad latente, a una lucha

    sorda, peor que la situacin creada por el tratado".

    2.' ESCARAMUZAS FRUSTRACIONES.

    Ninguna de las razones anteriormente expuestas hasido obstculo para que Bolivia, a pocos aos del tratado

    de paz, ensayara su destruccin. La ofensiva se abri conun memorndum de la cancillera pace6a a las de Limay Santiago, el 22 de abril de 1910, en el que expuso su espe-ranza de que un da todo o parte del territorio de Tacna yArica, litigado entonces por Per y Chile, le fuese cedido."El gabinete de La Paz -deca la nota- estara dispuestoa proponer bases y compensac~ones satisfactorias a los deSantiago y de Lima." Este primer paso, dado bajo la pre-

    sidencia de1 seor Villazn, que como canciller haba ges-tionado el tratado, era por lo menos una tentativa moderadapara barrenar lo suscrito. Se ofrecan entonces "compensa-ciones". En adelante se hablara slo de derechos, de rei-si~dicacin. El segundo paso le tocara darlo al generaldon Ismael Montes, que como Presidente de Bolivia sancio-n el tratado. Ahora en su calidad de Ministro plenipoten-ciario en Francia, elev una nota a su gobierno, el 14 de

    enero de 1919, para alegar derechos preferentes de su pa-tria en; Tacna y Arica y anunciar que los hara valer antela Liga de las 'Naciones. U n a circular del canciller de Bo-

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    livia don Alberto Gutirrez, firmante del convenio de1904, dirigida a las representaciones diplomticas de su pa-tria, el 24 de febrero de 1919, vino a complementar el pasodel general Montes y a desarrollar la tesis de la revisinde los tratados y del derecho a puerto de Bolivia. El Per,sintindose aludido, respondi con otra circular, de 30 deabril del mismo ao, protestando de las aspiraciones bo-livianas sobre territorios que juzgaba propios.

    Constituy la etapa decisiva de la operacin iniciadapor el seor Montes la solicitud que se elev a fines de1919 a la Liga de las Naciones para obtener la revisin deltratado de 1904, demanda que fue renovada en septiembrede 1921 ante la Segunda Asamblea de dicho organismo. E lesfuerzo desplegado por Bolivia fue grande, pero del todoinfructuoso. Al cabo de muchos debates, se desemboc enel informe de una comisin de tres juristas: Manuel dePeralta, de Costa Rica; A. Struycken, de Holanda, y VittorioScialoja, de Italia, que desestim de plano la peticin bo-liviana. A juicio de los expertos, la Liga de las Nacionesno poda por si misma modificar ningn tratado; slo in-cumba hacerlo a los Estados signatarios. Bolivia prefiriinclinarse frente al dictamen de los juristas y retirar sudemanda antes de producir una votacin dep la Asambleaque le iba a ser adversa.

    Un nuevo intento fue la propuesta reivindicacionistapresentada en junio de 1925 ante el Congreso Internacio-nal de Derecho de Buenos Aires, que cay en completovaco.

    Frente a la sistemtica ofensiva boliviana, Chile decla-r en repetidas ocasiones que rechazaba de plano todo in-tento de revisin del tratado de paz de 1904; que se opo-na, asimismo, a la presin de pases u organismos extra-os para inducirlo a seguir una determinada poltica conBolivia, y que estaba dispuesto a escuchar a esta ltima ennegociaciones directas. Este concepto fue recogido de unamanera clara por el gobierno del Uruguay en un memo-rndum que su cancillera entreg a la de La Paz en 1922,

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    como resultado de una mediacin solicitada por Bolivia."Nuestra impresin -se lee en este documento- se inclinaa la constatacin de que Bolivia nada perder con allanar-se a tratar directamente este asunto con Chile, antes bien,tendr ocasin de utilizar la buena voluntad que el gobier-no de Chile reiteradamente le expresa. De los antecedentesde este asunto se desprende que la presentacin de la de-manda boliviana ante diversas naciones y jurisdiccionesproduce en Chile vivo desagrado, pudiendo malograr, qui-z, tentativas de arreglo por negociacin directa."26-

    En su guerrilla, renovada peridicamente, Bolivia seempe en aprovechar la disidencia existente entre e l Pery Chile por el definitivo destino de los territorios de Tacnay Arica. Estos se hallaban cedidos temporalmente a Chilepor el tratado de paz de Ancn de 1883 hasta la celebra-cin de un plebiscito sobre cuyas bases ambos Estados nose lograban poner de acuerdo. Pero al fin los discrepantesllegaron a un avenimiento. E l tratado de Lima de 3 de ju-nio de 1929 puso trmino a la larga polmica y adjudicdefinitivamente Tacna al Per y Arica a Chile. Un proto-colo complementario dispuso que ninguno de los sigoata-rios, sin previo y mutuo acuerdo, podra ceder a unatercera potencia el todo o parte de los territorios que aca-baban de adjudicarse. El espritu del tratado era, sin duda,afianzar la directa vecindad chileno-peruana, que histri-camente arrancaba de los tiempos espaoles. As lo subra-y durante su negociacin el Presidente Leguia, al recibiral primer embajador de Chile al cabo de dieciocho aos deruptura: "Ya es tiempo de volver por las tradiciones delpasado, que nos unieron fraternalmente a la sombra de unahistoria forjada por hroes comunes, y sobre un suelo cuyacoatinuidad trazd la masa de Dios".26

    25 Ros Gallardo, obra citada.

    Guillermo Barros Greve: "Esquema histricode

    las relacio-ues chileno-bolivianas" (Santiago de Chile, 1944).PGConrado Ros Gallardo: "Chile y Per Los Pactos de

    1929'; p. 218 (Santiago de Chile, 1959).

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    No ces, sin embargo, la accin boliviana. Un sectorsegua mirando a Arica; otro, a Antofagasta. A Arica, que

    jams fue ni de Charcas ni de Bolivia, sino del Per, que lacedi por un tratado a Chile. A Antofagasta, que funda-ron .chilenos en la costa de un desierto vivificado por sus

    manos exclusivas.. En 1950 se habl de abrir entre Bolivia y el mar uncorredor a travs del territorio chileno. Pero el proyectono satisfizo a nadie y muri en sus albores. El Per recor-d la clusula del tratado de Lima que prohiba a los sig-

    natarios, sin previo acuerdo, ceder a un tercero un palmode tierra en Tacna y Arica. En Chile se produjo una fuer-te reaccin ante la idea de que se pensara, por un momen-to siquiera, romper la continuidad del territorio nacional.La prensa de Bolivia, en fin, se desat en improperios con-tra Chile, pues allge crey que ste exiga, a cambio del"corredor", las aguas del lago Titicaca para regar el de-sierto del norte. Entonces ya nadie se recordaba de lasI

    compensaciones" ofrecidas en 1910. Se pensaba en e l puer-to como un derecho.

    3.". EL PRETEXTO DEL LAUCA.

    En 1939 inici Chile estudios para regar el valle deAzapa, en las proximidades de Arica, con el fin de propoi-cionar alimento a una poblacin que est bloqueada por eldesierto. Se trataba de utilizar para ese fin parte de lasaguas del ro Lauca, que nace en territorio chileno, y que,luego de enriquecerse all c on . numerosos afluentes e n unespacio de cien kilmetros, penetra a Bolivia, donde mue-re, sin ser aprovechado, en el salar de Coipasa. Las obrasque se pensaba realizar no constituan una desviacin delro, sino la utilizacin, por medio de un canal, de una can-tidad de agua que fluc* ,entre e l 16% y el 46,795 d e su

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    caudal. El .gobierno de Bolivia fue infornlad'o por 'el' 'deChile del plan, y en 1949 una comisin mixta de tcnicos

    de' ambos pases dio su visto bueno al proyecto. Boliviadej transcurrir el plazo de tres meses contemplado en laDeclaracin 72 de la Conferencia Interamericana de Can-cilleres celebrada en Montevideo en 1933 para formularobservaciones a las obras que sk emprendan en ros ribe-reos o condminos, por lo que e l gobierno de Chile noti-fic al de La Paz que se encontraba en condiciones de. ini-ciar las obras. Estas no se comenzaron; sin embargo, hasta

    1953, y ya muy avanzadas, Bolivia solicit de Chile queuna comisin mixta acreditara si se haban introducidomodificaciones a los planes originales. Chile accedi a estetrmite y dicha comisin inform en 1960 que no se'habaalterado el proyecto primitivo. Pero a pesar de esto, y enfoima inesperada, como si jams se hubiese tratado delasunto, el gobierno de Bolivia declar que la captacinde las aguas del Lauca constitua un acto inamistoso y vio-

    laba principios del Derecho Internacional. La Cmara deDiputados de este pas habl de "agresin" y el gobiernoanunci que recurrira a la Organizacin de los EstadosAmericanos por este motivo. El Presidente de Chile, antetal amenaza y burla a las negociaciones realizadas, ordenescurrir parte de las aguas del Lauca al valle de Azapa.

    La respuesta de Bolivia fue romper relaciones con Chi-le y procurar movilizar en su favor al Consejo de la Orga-

    nizacin de los Estados Americanos. No consigui, sin em-bargo, otra cosa que dicho cuerpo hiciese votos por elrestablecimiento de las relaciones diplomticas entre ambospases y la bsqueda de una solucin 'al dife-rendo. ..

    Chile hizo diversas tentativas para reanudar las rela-ciones. Pero sus esfuerzos en buscar un entendimiento cho-caron con la pertinacia boliviana. El 15 de diciembre de1962, el gobierno de La Paz entreg una nota al Secreta-rio General de la OEA en la que solicitaba que se inclu-

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    y e k en el temario de la futura XZ Conferencia Interame-ticana el tema: "Aspiracin portuaria de Bolivia".

    Quedaba as en descubierto que el problema del Laucano haba sido sino un pretexto para reabrir un debate cienveces agotado. De nuevo Bolivia quera aparecer ostentan-do su carcter de vctima, en circunstancias en que ibabien encaminada, como se expondr ms adelante, una ini-ciativa de Chile para ampliar las facilidades de transportey comercio boliviano^.^^

    Quien lea desprevenido las obras o artculos de prensaque algunos bolivianos fervorosos suelen escribir sobre laurgencia de salida al mar para su patria, podr imaginarseque esta repblica padece de una atroz asfixia, y que detan horrible hecho es exclusivo responsable Chile.

    Ya los hechos recogidos en este opsculo se han en-cargado de demostrar, sin mayor esfuerzo, que ~ o l i v i a , nlos escasos tiempos en que goz de litoral, vivi de espal-das a l ocano y que, por singular paradoja, ha sido el tra-tado de 1904, con su red de ferrocarriles y facilidades por-tuarias, el que ha puesto en contacto activo a dicha nacinmediterrnea con las aguas del Pacifico. Este libre trnsitoconstituy un anticipo de las normas que vinieron a gene-ralizarse slo despus de la Primera Guerra Mundial. Eleminente tratadista Paul Fauchille, al sealar este ltimohecho, se ha encargado de recordar que con anterioridad:"No se pueden citar ms que los tratados de 20 de octz~brede 1904 (articzclo 6 . O ) entre Chile y Bolivia; de 26 de oc-tubre de 1905, entre Suecia y Noruega, y de 10 de mayo de1914, entre Grecia y Serva, que hayan proclamado la li-

    27Repblica de Chile. Ministerio de Relaciones Exteriores."Ea Cuestin del Ro Lauca" (Santiago de Chile, 1963).

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    bertad de trnsito y la interdiccin de todas las medidassusceptibles de encrabarlo" ( pp. 488-489).

    Chile no slo no ha provocado la asfixia de Bolivia,sino que ha hecho entrar en ella e1 aire del ocano. EL queun pas carezca de puerto por obra de la nattiraleza o dela historia, en nada entraba su vida y desarrollo si gozade libre trnsito y sabe aprovecharlo. Lo prueba el caro deSuiza, enclaustrada en Europa y, sin embargo, prsperapor obra de sus hijos y la facilidad de comunicacin pres-tada por sus vecinos. Despus de la desmembracin de lamonarqua de los Habsburgos, tres nuevas repblicas que-daron sin salida al mar: Austria, Checoslovaquia y Hungra,no obstante lo cual continuaron desenvolvindose. Y valela pena recordar que Bolivia figur entre las naciones quedeclararon la guerra a los imperios centrales; y que asumias una cuota de responsabilidad junto a los que impusie-ron las'condiciones de paz. Pues bien, nadie recuerda queentonces se alzaran voces de protesta de algn representan-

    te boliviano por haberse privado de acceso propio al mar , ,a esos cultos pases.-Bolivia--hay que repetirlo- consigui fcil y expe-

    dito acceso al mar a partir de 1904. Pero conviene aadir,asimismo, que desde el ao siguiente del tratado de paz seha ido perfeccionando la servidumbre de trnsito de estarepblica al travs de Chile, gracias a nuevos y reiteradoscon;enios, hasta alcanzar una inusitada amplitud. Losacuerdos y declaraciones que a continuacin van a rese-arse constituyen una prueba de la generosa poltica se-guida por Chile, a Ia vez que una constante ratificaciny reconocimiento por parte de Bolivia del tratado de 1904,al que ataca por un lado y apela por otro para lograr n w ;vos beneficios.

    He aqu una sinttica enumeracin de. los principalesconvenios pactados despus de 1904 entre Bolivia .y Chile:

    1.Vo nue nci n paru la cotzstrucci~ explotacin delferrocarril de Arica a Lrs Paz, firmada en esta ultima ciu-dad el 25 de junio de 1905.

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    Basndose en el tratado de 1904, detalla y reglamentala construccin y explotacin del indicado ferrocarril in-

    ternacional. En e1 articulo IX dispone que: "Se uanspor-tar gratuitamente por ferrocarril la


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