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2º the Arrangement

Date post: 06-Jul-2018
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    ÍndiceSinopsisCapítulo 1 

    Capítulo 2 

    Capítulo 3 

    Capítulo 4 

    Capítulo 5 

    Capítulo 6 

    Capítulo 7 

    Capítulo 8 

    Capítulo 9 

    Capítulo 10 

    Capítulo 11 

    Capítulo 12 Capítulo 13 

    Capítulo 14 

    The Arrangement 3 

    Sobre el Autor 

    Créditos 

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    Sinopsisa vida de Avery se le está escapando entre los dedos. Todo por lo que hatrabajado desaparecerá si no acepta este trabajo.

    A Avery no le atrae la idea de ser una prostituta, pero sí lo hace su primer

    cliente. Sean es demasiado difícil de resistir.

    Esta podría ser la oportunidad de arreglar sus cuentas y encontrar el amor. Sólotiene que tener suficientes agallas para llevarlo a cabo.

    The Arrangement #2

    L

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    Capítulo 1Traducido por Pandora Rosso

    Corregido por Clau12345

    os ojos de Sean están trabados con los míos. No reacciona ante mispalabras. No hay una sonrisa en sus labios, ni una sensación de alivio oalegría. En cambio, se queda a un suspiro de mis labios, con sus dedos

    acariciando gentilmente mi mejilla. Su otra mano está sujetándomeposesivamente contra su cintura. Su cuerpo es tan duro. Mis pensamientossiguen desviándose a la idea de pasar mi lengua por su firme estómago. Esohace que los dedos de mis pies se curven y me siento avergonzada, pero noaparto la mirada.

    Nadie me había mirado así antes. Quiero decir, no es una mirada tierna ydulce. Los ojos de Sean están llenos de un deseo que los oscurece a cadasegundo. Es como si sus ojos pudieran devorarme por completo. Esa miradacarnal hace que mi cuerpo se caliente. Mi corazón golpea contra mis costillascomo si estuviera intentando salvarse, como si supiera que Sean es malo paramí.

    No sé qué espero que haga Sean, pero es lento en hacerlo. Se burla de mí,dejando sus labios tan cerca de los míos que tiemblo. Para el momento en que

    Sean acorta la distancia entre nosotros, apenas puedo controlarme. Roza sulabio inferior sobre el mío. La electricidad que se ha estado construyendo entrenosotros se enciende y respiro de forma sobresaltada. Mis piernas se sientencomo si quisieran correr, pero no puedo. Mis músculos se contraen como si miinstinto de luchar o huir estuviera tomando el control, pero contengo lasensación. No hay modo de que Sean me lastime. La señorita Black dejó en

    L

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    claro que ella lo lastimaría si algo me sucedía. Mi corazón por otro lado, bueno,esa es otra historia.

    Me quedo de pie mientras el cuerpo de Sean se presiona fuertemente contra elmío. Cada curva, cada músculo, se deslizan en su lugar hasta que no hay

    espacio entre nosotros. Su cuerpo está caliente y duro como una roca. Losiento a través de la suave tela y sé cuánto me desea.

    Los dedos de Sean se enredan suavemente en mis rizos mientras sus labios rozanlos míos otra vez. Mi estómago cede y siento que estoy cayendo. El beso es tandelicado, tan perfecto. Hace que me maree, como si estuviera borracha, y tanpronto sus labios se han ido, quiero más. Mis ojos se abren. No me había dadocuenta de que los había cerrado.

    Sean retrocede y me observa con esa intensa mirada. Marca un camino entremis ojos y labios. Sean inclina su cabeza y descansa su frente contra la mía,trabando nuestro ojos. Siento su tórax expandirse mientras toma una respiracióninestable. La excitación está rebosante, apenas contenida.

    No sé qué quiero, o qué quiero que él haga. Mi mente está perdida en unacaverna de lujuria y no puedo encontrar la salida. Demonios, ni siquiera sé siquiero salir. Mi vida es una mierda y este pequeño respiro es el cielo. No hayrazón para pensar, nada de qué preocuparse. Después de esta cita tendré loque necesito, además de recuerdos para mantenerme caliente en noches

    frías. Entonces, ¿por qué estoy temblando? ¿A qué le tengo miedo? Hice laspaces con esta decisión. Sí, sigue diciéndote eso, dice una voz amarga en mimente.

    Me toma un momento, pero me doy cuenta que Sean me asusta en unamanera que no puedo comprender. La mayoría de los miedos en mi vida sontangibles, pero este no lo es. Mis emociones están aturdidas, como si nosupieran qué es real y qué es falso. Sean no me ama realmente. Yo no lo amo,pero aun así… hay algo entre nosotros y me atrae.

    El modo en que sus ojos me devoran, la forma que sus manos se sienten sobremi piel y la manera en que me provoca, me vuelven loca. Nunca habíareaccionado así ante un chico en toda mi vida. Nunca hubo ningún calor, nisiquiera una chispa. Eso es lo que hace que las cosas con Sean sean másintensas. Desde el primer día, sentí algo por él. Llegó a mi vida y llenó unagujero que ni siquiera sabía que tenía. Es demasiado pronto para eso. Luego

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    de un par de besos y sonrisas, sueno como si estuviera lista para casarme con eltipo. ¿Qué demonios está mal conmigo?

    Sean me mira atentamente mientras pienso. Mis senos presionan más fuertesobre su pecho cada vez que inhalo. Se siente bien. Quiero más. Como si

    pudiera leer mi mente, Sean baja sus pestañas, mirando fijamente mis labios.Cuando baja su boca para encontrar la mía, los pensamientos escapan de mimente. Estos corren como un río creciente, y se han ido antes de que puedapestañear.

    Los dedos de Sean se deslizan hasta mi mejilla, e inclina mi cabeza a un lado.Mi corazón late más fuerte en mi pecho. Sus labios son llenos y suaves, buscanlos míos, aplicando la ración justa de presión y profundizando el beso.

    Presiono mi cuerpo contra su pecho y rodeo su cuello con mis brazos. Juegocon el cabello en su nuca mientras me besa, sintiendo las sedosas hebrasdeslizarse entre mis dedos.

    Mientras nos besamos, un pensamiento cruza mi mente, una advertencia. Algosobre besar. Revolotea en mi mente, confuso. Sean lame la comisura de mislabios una vez, y luego dos veces. Mi corazón se acelera mientras lo hace,estoy lista para abrir mi boca y dejarlo besarme más profundamente. Quieroque lo haga. Lo quiero a él. Mi cuerpo está cargado, listo para ese beso. Cadacentímetro de mí está temblando. Hay una ola de deseo dentro de mí y su

    beso la liberará.

    Su beso, besar… 

     — No puedo — digo en su boca mientras el recuerdo me golpea. Jadeando loalejo y aparto la mirada.

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    Capítulo 2Traducido por flochiCorregido por A яia

    l beso se rompe. Apenas puedo respirar. El rápido ritmo de mi corazón nodisminuye. Mis manos tiemblan en su cuello y no tengo manera deocultarlo. Me alejo de él y el aire frío llena el espacio, dándome

    escalofríos.

     — Lo siento.

    Sean no dice nada al principio. Me observa. Siento sus ojos deslizarse por micuerpo. Notan el leve temblor, el modo en que envuelvo mis brazos alrededorde mi estómago, y la manera en que no puedo mirarlo a los ojos. En lugar de

    exigir mis servicios, Sean vuelve sigilosamente a su silla, como si no le importara. — No hay nada por lo que disculparse.

    Lo miro por encima de mi hombro. No le creo. Mi mirada le dice eso.

    Sean me sonríe.

     — Es parte del paquete, señorita Smith. Las vírgenes asustadizas son atractivas. — Esa es la mirada que me dio cuando mi auto se averió. Algo en el modo enque me observa me hace sentir como si tuviera un torbellino de emociones.

    Mi cara se ruboriza y aparto la mirada. ¿En qué estaba pensando? No puedohacer esto. No puedo estar con él, no cuando me afecta de esta manera.Todo el asunto del sexo es un pasatiempo para él, pero para mí no lo es.Acepté este trabajo porque necesito el dinero, pero es incluso más que eso, loacepté porque tengo sentimientos por Sean. Me gusta la manera en que mehace sentir. Quiero conocerlo mejor. Quiero que sea mío.

    E

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     — ¿Me estás diciendo idiota? — Las comisuras de mi boca se elevan. ¿En serio?¿Qué le pasa?

    Sean se ríe como si no tuviera idea de lo que estoy hablando, y me gira haciaél.

     — ¿Qué? — La sonrisa alcanza sus ojos.

     — Sabes lo que pasa cuando supones1, ¿no?

    Levantando una ceja hacia mí, inclina su cabeza y chasquea la lengua.

     — ¿Humor de escuela primaria? ¿En serio? ¿Esta noche se deterioró hasta esepunto? — Sean niega con la cabeza y se vuelve a sentar, desplomándose en lasilla.

    Me encojo de hombros y doy un paso hacia él.

     — Podría ser diferente si me dices qué querías. Yo también podría querer eso. — Cruzo mis tobillos y lo contemplo. Lo que sea que haya tenido planeado parala noche se cayó a pedazos cuando entré por la puerta.

    La oscuridad se desplaza en los ojos de Sean, como si recordara algo quequiere olvidar. Cambia su postura confiada y sus hombros se hunden un poco.Su pecho se tensa junto con su garganta. Los músculos se estiran mientrasintenta no reaccionar. No quería hacerle eso. Sé que es debido a lo que dije.

    Me siento terrible por eso y quiero quitarle el dolor que veo en sus ojos.

    Me acerco a él, sin tener un plan, simplemente haciendo lo que siento que escorrecto.

     — Sean  — digo con suavidad. Cuando no me mira, pongo una mano en suhombro. Sigue sin reaccionar. Levanto una pierna con cuidado y me cierno ahorcajadas en su regazo. Eso le llama la atención. Sus ojos se muevenrápidamente hacia los míos. Una advertencia se dispara en mí, pero la ignoro.Hay algo peligroso acerca de él, puedo sentirlo.

    Estoy parada sobre Sean y lentamente bajo hasta que estoy sobre su regazo,mirándolo a la cara. Apoyo mis muñecas en su nuca y lo miro a los ojos.

    1  Supones: En inglés, assume. Es un juego de palabras de chicos que dice que cuando uno

    supone, hace de sí mismo y de la otra persona, idiotas. ASS (idiota) U/you (tú) ME (yo).

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    Sean no se mueve. No dice nada. Enredo mis dedos en los rizos de la base desu cuello y me inclino más cerca. Con el corazón latiendo rápidamente,presiono mis labios en su mejilla. Repito la acción, y lo hago una y otra vez,hasta que llego a su cuello. Mi estómago da un vuelco cuando el espacio

    entre mis piernas se hace más caliente. Inclino mis caderas, e intento cambiarmi peso sobre su regazo, pero Sean me detiene.

    Mirándome a la cara, desliza ambas manos debajo del dobladillo de mivestido. Sus palmas calientes recorren el exterior de mis muslos hasta quedescansan en la curva de mi trasero. Sean me sostiene con fuerza, y me llevamás arriba de su regazo. Ese es el momento en que siento su dura longitud através de sus pantalones. Jadeo y clavo mis dedos en sus hombros.

    Sean no sonríe. En cambio, tengo al Sean del vestíbulo, el que es

    completamente oscuro, sin nada de luz en sus ojos. Sus dedos se presionan enmi piel y recorren el borde de mis bragas de encaje.

    Ninguno de nosotros habla. Sean me mira, sin quitar su mirada de mis labios amedida que inclina nuestras caderas, haciendo que su erección se frote contramis finas bragas. No puedo ocultar lo mucho que me gusta. Con sus manos enmi trasero, me tira contra él y luego yo retrocedo. Estoy retorciéndome en suregazo, mis ojos trabados con los de él. Mi cuerpo ansia su toque. No estoysatisfecha con sus manos en mi trasero. Las quiero en mis pechos, sobre todo micuerpo. Las quiero dentro de mí. Inclino mi cabeza hacia atrás y me muevocontra él. Al arquear mi espalda, mis pechos se presionan contra mi sujetador.Gimo en voz alta, y su nombre se desliza de mi boca.

    Esa acción lo deshace. Sean se pone de pie repentinamente, llevándome conél.

     — Envuelve tus piernas a mi alrededor — dice, mientras se pone de pie y caminaa través de la habitación. El lugar entre mis piernas se presiona contra él amedida que nos lleva a la cama. Su mirada no cambia. El calor en sus ojos diceque me devorará. Me pregunto qué hará. Sean me recuesta en la cama y memira — . Dime qué quieres  — dice, subiéndose a la cama y acostándose a milado. Su mano acaricia mi mejilla.

     — A ti — susurro — . Quiero estar contigo.

    Los ojos de Sean se deslizan sobre mi cuerpo después de que se acuesta sobresu costado.

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     — Dime cuándo detenerme.

    Asiento. La aprehensión se dispara a través de mis venas, pero la lujuria estáardiendo más caliente. Las manos de Sean están sobre mí y mis ojos se cierran.Mi espalda se arquea en su mano, queriendo sentir su tacto. Sean empieza en

    mi cuello, su dedo dibujando lentamente una línea al costado de mi garganta,a través de mi clavícula y entre mis pechos. El movimiento es dolorosamentelento, provocándome y encendiendo el calor que surge a través de mi cuerpo.

    Ligeramente, su dedo traza la curva de mis pechos y los vuelve a rodear,deteniéndose en mi ombligo. El dedo de Sean se sumerge en el pequeño surcoy sigue bajando más allá de mi vestido, y no se detiene. Jadeo cuando eseligero toque alcanza la pendiente entre mis piernas. Los ojos de Sean estántrabados en los míos mientras su dedo hace su camino entre mis muslos.

    No puedo apartar la mirada de su rostro. Me siento atrapada, a pesar de saberque puedo decirle que se detenga. La mano de Sean regresa a mi cara, y estavez, cuando la traza por mi cuello, sus dedos permanecen en mi piel. El vestidovioleta tiene un escote bajo, y Sean sumerge su dedo bajo la lujosa tela,trazando la curva de mi pecho con su dedo.

    Respiro con dificultad, queriéndolo ahí, deseando que me hiciera cosas quenunca pensé que querría. Mis pezones se endurecen y presionan contra elsujetador de encaje. Una imagen de los dientes de Sean tirando suavemente

    de la piel sensible parpadea en mi mente. Gimo y empujo mi pecho hacia él,pero no me toca así. Todo es suave, como un copo de nieve tocando mi piel.Su otra mano refleja el movimiento, trazando la suave piel a lo largo de micuello y bajando hasta mi pecho. Cuando termina con ambos costados, estoyretorciéndome en la cama. Cada pedazo de mi cuerpo está caliente. Nuncaquise tanto a un hombre. No sé qué hacer. Mis instintos dicen que lleve suslabios a los míos, pero no puedo.

    En cambio, agarro su camiseta y tiro de él hacia mí. Me siento en la cama y lequito la camisa, deshaciendo torpemente los botones, uno a la vez, hasta queestán sueltos. Sean me deja desvestirlo sin decir una palabra. Cuando le quitola camisa, casi muero. Cada centímetro de él tiene los músculos marcados,como los de una maldita estrella de cine. La piel bronceada es lisa y tensa. Losmúsculos se elevan y bajan a la perfección. El cuerpo de Sean es material dedios griego. Lo miro fijamente y extiendo mi mano, pero las de Sean se estiranhacia adelante y sujetan mi muñeca, deteniéndome.

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    Negando con la cabeza, dice:

     — Nada de tocar.

    La decepción me inunda y siento que mi labio inferior hace un puchero antes

    de que note lo que estoy haciendo.

     — Pero, ¿por qué?

    Sean sonríe malvadamente y se inclina hacia mí. Sus ojos fijos en mi boca.

     — Pon ese labio en su lugar ahora mismo o, lo juro por Dios, te besaré con tantafuerza que te correrás.

    Sus palabras me sorprenden. Mi labio regresa a su posición normal, pero el lugarentre mis piernas palpita ante su sugerencia. Mis ojos se traban con los suyos y

    siento que una mirada sorprendida y esperanzada llena mi cara. Con elcorazón latiendo con fuerza, digo:

     — ¿Realmente puedes hacer eso?

    La única respuesta que obtengo es una sonrisa malvada. Antes de que puedadecir algo más, Sean me hace sentar. Sus manos alcanzan mis costados yempieza lentamente a bajar la cremallera del vestido. La manera en que memira me hace sentir excitada e inquieta a la vez. Me quedo perfectamenteinmóvil, intentando no reaccionar. Aunque dije que nada de besos, no puedo

    dejar de mirar su boca. Imágenes de un beso que me haga venir parpadeanen mi mente.

    Sean debe verlo en mi cara, porque me sonríe.

     — Simplemente pídelo, señorita Smith.

    Le devuelvo la sonrisa mientras sus manos se deslizan en el interior del vestido,sintiendo la suave curva de mi cintura.

     — No contenga la respiración, Sr. Jones.El regocijo brilla en sus ojos, y mi vestido desaparece. Estoy yaciendo en lacama, apoyada sobre mis codos en nada más que mi ropa interior. Sean estáarrodillado en la cama junto a mí. Absorbe mi cuerpo como si no pudiera tenersuficiente. Sus ojos abrasan mis pechos primero y luego bajan a mi cintura,antes de que su mirada permanezca en mis bragas. Intento estar tranquila y

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    confiada, del modo en que la señorita Black me dijo que me comportara, perono puedo.

    Le sonrío tímidamente y aparto la mirada. Algo dentro de mí quiere cubrir micuerpo para que él no pueda verme. Los dedos de Sean reanudan su trazo

    lento. Cuando la yema de su dedo índice se desliza sobre mi pezón, no puedosoportarlo más. Lo agarro por la muñeca.

     — Si no me tocas, y me refiero a tomarme en tus brazos y presionar tus manossobre cada centímetro de mi cuerpo, voy a gritar.

    Sean me sonríe. Se inclina más cerca, poniendo sus labios junto a mi oído, yresponde:

     — ¿Gritarás mi nombre? Porque me gustaría escucharlo. — Antes de que pueda

    responder, Sean presiona sus labios en mi garganta, me agarra en sus brazos, yme recuesta en la cama. Su cuerpo está sobre el mío. Siento su dura longitudcontra mí.

    Ese cuerpo duro es todo mío. Mis dedos rasguñan su espalda a la vez que besami cuello. Los bordes de mi visión titilan. Cuando cierro mis ojos, aparecenráfagas blancas de luz. El latido entre mis piernas se conecta a cada beso.Lentamente, mis piernas se abren y lo quiero ahí.

    En ese momento la noche se va al demonio. En cuestión de segundos, todo va

    del completo éxtasis al completo desastre. Escucho un sonido agudoproveniente del otro lado de la habitación. Sean alza la mirada al mismotiempo que yo. Ninguno de los dos reconoce el sonido.

     — ¿Es tu celular? — pregunta Sean.

    Negando con la cabeza, respondo:

     — No. Mi teléfono no hace ese sonido. — Y no tengo idea de qué lo hace. 

    Sean se pone de pie y me deja acostada en la cama. Me pongo de costadomientras va hacia la ventana, hacia el ruido. Presiona sus manos contra el vidrioy mira hacia abajo.

     — Mierda.

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    Capítulo 3Traducido por PimientaCorregido por☽♏єl

    ué es eso?Antes de que pueda contestar, hay un golpe en la puerta.Sean gira a tiempo para ver la puerta abrirse, y deja caer una

    caja negra en mi bolso.

    La señorita Black está parada al lado de dos hombres grandes. Están vestidoscon trajes caros como los clientes del hotel, como si estuviesen aquí para unacena de negocios. Deben ser los ninjas golpeadores que Mel mencionó.

    La señorita Black entra en la habitación. Agarro la colcha entre mis manos y me

    cubro.

     — Sr. Ferro, creo que usted está violando su contrato.  — Ella ni siquiera me miracuando cruza el umbral — . Vístase señorita Stanz. Se va.

    No entiendo lo que está pasando. Cuando no me muevo, la señorita Blackmueve una mano hacia uno de los hombres grandes y calvos que laacompañan. El que tiene la piel oscura y ojos negros como la tinta comienza acaminar hacia mí. Agarra el vestido del suelo y me lo entrega.

     — Vístase, señorita Stanz, o haré que él lo haga por usted.

    Sean se apoya en el marco de la ventana con los brazos cruzados sobre supecho. Parece estar enojado.

     — ¿Le importaría decirme cuál regla fue violada?

    ¿Q

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     — Sabe muy bien de cuál regla se trata, Sr. Ferro.  — La señorita Black mira suvestido, como si estuviera buscando una pelusa. Se alisa la falda y me miramientras me pongo el vestido por encima de mi cabeza. No tengo idea de loque está pensando o qué hicimos, pero ella está aquí.

     — Ilumíname  — responde Sean. La mirada en sus ojos dice que no estácontento. El músculo de su mandíbula se mueve mientras espera.

    Black lo mira con su ceño fruncido.

     — Muy bien. Sacaste nuestra propiedad de las instalaciones. Nosotros no damostres avisos, Sr. Ferro. Fue descuidado y sabe, tan bien como yo, qué pasa conlos clientes descuidados en este negocio.

    Sean camina hacia ella lentamente.

     — Soy muy consciente. Sin embargo, la violación fue un descuido. La señoritaStanz me siguió afuera.

     — ¿Por qué hiciste eso?  — La señorita Black desliza su mirada de Sean a mí. Lamiro fijamente, con el corazón acelerado, sabiendo que voy a ser despedida.Sean tendrá otra virgen para follar, y a mí me mandaran de una patada a lacalle.

    Abro la boca para confesar, pero Sean me interrumpe.

     — Porque yo se lo pedí.

     — Sr. Ferro, las reglas están escritas en piedra. No podemos permitir que losclientes las ignoren. Las reglas no son sugerencias, son obligaciones. Me temoque tendrá que saciar sus necesidades en otro lugar.  — La señorita Blackchasquea los dedos hacia mí  — . Venga, señorita Stanz. — La señorita Black girasobre sus talones y sale por la puerta. Miro hacia Sean con impotencia. Él inclinaun poco la cabeza, diciéndome que me vaya. Agarro mi bolso y sigo a laseñorita Black hacia la salida. Los dos hombres grandes están detrás de mí.

    Las zancadas de la señorita Black son rápidas. Me apresuro para mantener elritmo.

     — ¿Qué pasó? — pregunto mientras las puertas del ascensor se cierran. Estamossolas.

    Ella suspira, como si estuviera molesta.

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     — ¿Realmente te dijo que lo siguieras afuera?  — Asiento, fiel a la historia. Ellaaprieta sus dedos bien cuidados contra su sien — . Los hombres como él no sonnada más que problemas. Siempre presionando los límites para ver si puedensalirse con la suya. Siento haberte puesto en medio de esto, Avery. No volverá a

    suceder. — No entiendo cómo lo supiste. No fuimos muy lejos. ¿Y qué era ese pitido?

     — Hay un transmisor en tu pulsera.  — Ella mira mi muñeca — . Ya te lo dije.Sabemos exactamente dónde te encuentras. ¿Dónde está?

     — Me lo puse en la pierna.  — Señalo y todavía está allí  — . Quedaba grande enmi muñeca.

    La señorita Black actúa como si yo fuera una niña de primer grado.

     — Muñeca, Avery. Tiene que estar en la muñeca. Haré que reajusten el tamaño. — Ella niega con la cabeza, como si yo fuera idiota.

     — Lo siento. No lo sabía.

     — Bueno, no lo sabrías. Acabas de comenzar. El pitido era un localizador quepusimos en tu bolso.  — Agarra mi bolso y lo abre, sacando una pequeña cajanegra — . Se apaga cuando estamos afuera del edificio. Eso sólo ocurre si elcliente viola su contrato. Te hace saber que estamos llegando. Normalmente

    no me presento personalmente en todos los casos, pero como eres nueva,pensé que no confiarías en el personal de seguridad.

    Asiento y miro mi bolso, preguntándome cuando lo puso adentro. Pensé que lohabía tenido conmigo toda la noche. Sean debió ver el localizador cuando seacercó a la ventana. Tenía la parte superior abierta y estaba al lado de laventana. Me pregunto cómo sabía lo que significaba. Sean parecía saber quela señorita Black estaba en camino.

     — ¿Él había hecho esto antes?

    La señorita Black me mira, confundida. El ascensor desacelera a medida quellega a la planta baja. Cuando las puertas se abren, Black reanuda su ritmoacelerado. Mirando por encima del hombro, contesta:

     — No, no que yo sepa. Era un nuevo cliente.

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    Un auto nos está esperando en la acera. La señorita Black camina hacia él,con la cabeza bien alta. Un valet mantiene la puerta abierta y ella se deslizadentro del auto. La sigo. Los hombres que habían entrado en la habitación deSean con la señorita Black se han ido. No los veo por ninguna parte.

     — Deja de buscar, querida. Son invisibles cuando tienen que serlo. — La señoritaBlack se hunde en el asiento. Su ceño está fruncido y sus ojos se presionancerrados — . ¿Qué tan lejos has llegado? Dime que todavía eres virgen, porfavor. — La señorita Black mira al frente. Estoy sentada a su lado en el asientode la limusina.

     — No llegamos tan lejos. Y sí, lo soy. — Y no estoy feliz por eso tampoco. O tal vezsí. No lo sé. Esta noche no fue para nada como pensé que sería.

     — Bien  — dice la señorita Black, aliviada — . Te pagaremos por tus servicios deesta noche. El Sr. Ferro tuvo que pagar por adelantado. Por lo tanto, no tienesque preocuparte por ser estafada2.

     — Ese es un mal juego de palabras.

    Ella se ríe y me mira. Estoy mirando hacia adelante, neurótica.

     — Eres una chica divertida.

     — Esa es una forma de decirlo  — murmuro. Mirándola, digo — : Lo siento. Me

    siento un poco trastornada. Pensé que iba a… Ella me interrumpe.

     — Lo sé. Este trabajo puede ser una montaña rusa emocional. Pero no tepreocupes. Se hace más fácil.

    Lo dudo, aunque no digo nada. Llegamos a lo de la señorita Black y salgo de lalimusina. Antes de que pueda irme, ella dice:

     — Voy a encontrarte otro cliente para el fin de semana. Esto no será en vano. Te

    lo prometo. Ven, vamos a poner esto en orden.

    Asiento y la sigo en silencio. Me paga una insana cantidad de dinero enefectivo. No es lo que pensé que iba a recibir, pero es suficiente para un par de

    2 Ser estafada: En inglés: getting stiffed. Significa al mismo tiempo ser estafado y tener sexo.

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    semanas, siempre y cuando nada salga mal. Agarro mi dinero, lo meto en mibolso y me dirijo a mi auto.

    Después de rociar el motor, enciende enseguida. Conduzco de vuelta alapartamento, temblando, con el viento invernal contra mi cara. Consideré

    sellar la ventana con cinta adhesiva, pero parecería aún más marginal.

    Cuando llego al interior de la residencia de estudiantes, evito mi habitación porel momento y voy a buscar a Mel. Su puerta está entreabierta. Es un pocodespués de la medianoche. Llamo a la puerta de madera y empujo paraabrirla.

     — ¿Mel? ¿Estás aquí?

    Asia, su compañera de habitación, está sentada en la cama hablando por

    teléfono. Ella niega con la cabeza hacia mí, moviendo su corto cabello negrobrillante.

     — Un segundo  — le dice a la persona en el teléfono. Alzando la voz, Asia medice — : Mel está trabajando hasta tarde. Dijo que no volvería hasta después delas 2:00 am.

    Asiento con la cabeza.

     — Gracias.

    Aturdida, camino de regreso a mi habitación. Si Amber obstruyó la puerta denuevo, voy a matarla. Meto la llave en la cerradura y giro. Sorprendentemente,la puerta se abre. Mi pequeña y pobre habitación está vacía. ¡Gracias a Dios! Tan pronto sé que estoy sola, las lágrimas aparecen y no se detienen hasta queme desmayo en mi cama.

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    Capítulo 4Traducido por Belle 007Corregido por Laurence15

    a mañana siguiente apesta. Amber y Dennis están peleando. Cubro micabeza con una almohada, pero aun así no consigo silenciarlos. Como sifuera poco, Amber tiene la calefacción tan alta que estoy sudando. Me

    levanto y apago el calefactor. Esconderme bajo las mantas no sirve cuando lahabitación está a 65 grados.

     — ¡No toques eso! — me espeta Amber  — . Me estoy congelando.

     — Me estoy derritiendo, Amber. Déjalo apagado por un rato.  — Suenorazonable. Pero ella me hace una mueca. Tan pronto como me alejo, Amber

    vuelve a prender la cosa.Dirige su enojo hacia mí.

     — Eres tan perra, Avery. No puedes hacer lo que quieras, cuando quieras.¡También vivo aquí!

    Amber está furiosa, como si tuviera razón. Dennis la mira, pero sus ojos giranhacia mí cuando exploto.

    Me vuelvo contra ella, gruñendo, con mis manos apretadas en puños a mis

    lados.

     — ¿Estás completamente loca? ¡Nunca puedo hacer lo que quiero! ¡Estás aquítodo el tiempo, bloqueas la puerta, me dejas fuera de mi propia malditahabitación! ¡Tienes sexo en mi cama cuando no estoy aquí y tus novios usan mismantas para limpiarse después de que meten su polla en tu ser desagradable!

    L

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    ¡Si alguien es una perra, eres tú! — Amber me está mirando, sus ojos volviéndosebrillosos, como si fuera a llorar. No me importa. No me importa ni un poco.

     — Eres tan mala, Avery.  — Amber solloza y se vuelve hacia Dennis, que lasostiene en sus brazos flojamente.

    Él escuchó mi pequeño griterío. Está callado por un segundo antes depreguntarle:

     — ¿Qué quiso decir con novios?  — Enfatiza la parte plural de la palabra — .¿Pensé que éramos exclusivos, Amber? ¿Has estado follando a otros chicos? — La empuja lejos y grita en su cara.

    Estoy tan enojada. Agarro mis ropas y corro fuera de la habitación. Mientras lapuerta se cierra detrás de mí, escucho a Amber sollozando, diciendo cosas

    desagradables sobre mí, negando haber estado con alguien más. No sé porqué a él le importaría. Dennis folla a cualquier chica que levante su falda.Enfurecida, camino hasta lo de Mel y golpeo. Aún es temprano.

    La puerta cruje abierta y ella me mira con ojos nublados.

     — Oh, diablos. ¿Quieres que vaya a golpear a Puticienta en la cara? Porque lagolpearé en todas partes. Sólo di la palabra. Pude escucharlos gritando desdeaquí. — Mel bosteza la última parte y echa un vistazo pasillo abajo. Cuando norespondo, pestañea fuertemente y pasa frente a mí  — . Voy a pegarle una

    patada en su trasero blanco. Ven conmigo y observa.

    Agarro el brazo de Mel y la detengo.

     — Quizá más tarde.  — Ella me mira y luego de nuevo al pasillo. Trato deconvencerla — . Déjame usar la ducha y te invitaré el desayuno.

    Mel me da una mirada que es claramente de Mel. Es toda actitud.

     — Quiero panqueques con chips de chocolate, y no esa mierda que sirven enla cafetería. ¿Estamos hablando de La casa Internacional de los panqueques?

    Río.

     — Sí, si eso es lo que se necesita.

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    Capítulo  

     5 

    Traducido por PaolaS

    Corregido por flochi

    l soborno está infravalorado. Creo que si sobornara a Mel con una pila depanqueques con chispitas de chocolate, podría hacer que golpeara aAmber. Mel se los come, inundados en jarabe de fresa. Los panqueques

    se ven como si hubieran sido fusilados.

     — ¿Cómo puedes comer eso?  — le pregunto. Es tan dulce. Yo tengo huevos ytocino. Bueno, tenía tocino. Mel ya se lo comió.

     — Es jodidamente fantabuloso. Todo el mundo debería comer esto dedesayuno. Todos los días. Es el desayuno de los campeones. — Ella se mete otro

    montón de panqueques esponjosos en su boca. Una gota de jarabe cae por lacomisura de su boca.

     — El cereal lo es. Y te ves como una vampiresa así.  — Toco la esquina de miboca e inclino la cabeza hacia ella, diciendo — : Tienes jarabe. ¿O eso esbaba?

    Mel se pone tiesa mientras limpia la mancha roja. Me señala con un tenedorlleno de panqueques y me dice:

     — Yo no babeo. No a menos que sea un tipo particularmente caliente.Entonces quizás babee, un poco.  — Mastica y toma un trago de leche, luegopregunta — : Entonces, ¿cómo te fue anoche? ¿Todavía estás en el equipo V?

    Me río.

     — Eres tan estúpida. Equipo V. Sí, todavía estoy en el equipo V. Las cosas sesalieron de control anoche. Black apareció y me sacó de allí.

    E

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     — Eres tan desquiciada. Eso no es lo que pasa. No sé si pueda hacerlo denuevo.

     — Es sólo un hombre, una vez. — Me recuerda.

    Asiento.

     — Así se suponía que sería esta vez.

    Después del desayuno, me dirijo a la biblioteca para ponerme al día con eltrabajo escolar. El edificio es enorme y huele a libro viejo. Una vez que llego alas estanterías, la iluminación es un asco. Navego a través de la enormeconstrucción hasta que encuentro mi silla en la esquina. Es un buen lugar

    porque nadie viene aquí. Hay un escritorio y una silla contra la pared al final deuna de las filas. Lanzo mi mochila en él y saco mi trabajo.

    Después de unas horas, me inclino con la mano en mi cabello, mirando lapared de cemento en frente de mí. No me puedo concentrar. No tengo ideade qué hacer. Pensé que mis problemas financieros estarían resueltos y quepodría volver a estudiar. Sean era el cebo ideal, pero luego Black lo mandó avolar. No sé si puedo hacerlo con alguien más.

    Los recuerdos vuelan por mi mente y puedo sentir las manos de Sean en mi piel.

    Deseo que Black no hubiera aparecido. Deseo que las cosas hubieranprogresado más. Me pregunto cómo se sentiría tener mi cuerpo cubierto desudor, deslizándose sobre el suyo, cómo se sentiría tenerlo en mi interior. Micuerpo se calienta con la idea.

    Estoy tan perdida en mis pensamientos que no escucho a Marty llegar hastaque está a mi lado.

     — Bueno, miren lo que tenemos aquí.

    Salto asustada cuando me habla y giro en la silla. No tenía idea de que estabaahí. Marty se ríe de mí. Lleva unos jeans oscuros con parches deshilachados enlos muslos, una camiseta y una chaqueta de mezclilla. Su cabello rubio estápeinado en puntas. Se ve como un fragmento de los años 80.

    Me giro hacia Marty, queriendo darle una palmada a su pierna, pero él esquivami mano.

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     — ¡Me has asustado de muerte! — le susurro medio gritando.

    Se ríe y deja caer su mochila en el suelo al lado de mi escritorio, y luego apoyasu cuerpo extra alto contra la pared. Metiendo las manos en los bolsillos, dice:

     — Sólo las personas que tienen algo que ocultar se ponen así de nerviosas.¿Qué has hecho? ¿Besaste a una chica? — Me guiña un ojo y sonríe.

    Cubro mi corazón con la mano, pretendiendo que reanude su ritmo normal,pero me ignora. No miro a Marty cuando habla y él lo comprende.

     — Así que, sí tienes algo que ocultar. ¿Es jugoso?  — Lo miro, pensando que elcontacto visual directo ayudará, pero el chico ve a través de mí. En voz aguda,chilla — : ¡Oh Dios mío! ¡Tienes que decirme!  — Mientras Marty habla, cae derodillas y se mueve hacia mí, apretando sus manos debajo de su barbilla, como

    si estuviera rogando.

    Me río.

     — No hay nada que contar. — Me retuerzo en mi silla y vuelvo a leer mi libro detexto.

     — Eres una mala mentirosa.

    Suspirando, le digo:

     — Ya sé.  — Me desplomo hacia adelante, poniendo mi cara en el libro — . Nopuedo mentir, pero no lo puedo decir.

    Agarra mi hombro y me levanta. Lo miro a la cara mientras me preguntaentusiasmadamente:

     — ¿Se trata de las preguntas que me hiciste el otro día?  — Mi cara deberesponder por mí, porque Marty se entusiasma más — . Oh, Dios mío, has hechoalgo moralmente deplorable, ¿no es cierto? ¿Qué hiciste?

    Cuando no respondo, comienza a razonar, cosa que me asusta a muerte.Levanta sus dedos:

     — Bueno, los dos sabemos que no es nada relacionado con mentir. Así que esodeja engañar.  — Levanta un segundo dedo y hace una pausa, mira a mishombros caídos, y dice — : No me imagino eso tampoco. Estás programadapara no hacer trampa. Eso deja robo y adulterio...

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     — ¿Vas a enumerar los siete pecados capitales y esperar que confiese cuandollegues al mío?

    Apunta con un dedo a mi cara.

     — ¡Ajá! Eso quiere decir que es uno de los siete grandes.

     — Eres un idiota. Déjame en paz.  — Finjo leer mi libro. Marty agarra las páginas ytira de ellas — . ¡Oye!

     — Me cuentas todo, ¿por qué esto no?  — dice, sosteniendo mi libro fuera de mialcance. Intento capturarlo y fallo. Él es demasiado alto.

     — Porque no puedo. Y de todos modos no importa, porque todo está jodido. — Dejo de saltar por mi libro y me siento con fuerza en la silla. Siento como si una

    ola de desesperanza cayera sobre mí. De repente, no puedo respirar y micorazón late con fuerza. Me agarro el cabello de los lados de mi cabeza ymiro al suelo, diciendo — : No puedo hacer esto.  — Mi respiración se vuelvedificultosa, como si estuviera teniendo un ataque de asma.

    Marty baja mis libros y se arrodilla junto a mí, poniendo su mano en mi espalda.

     — Vaya, Avery. Cálmate. Respira lentamente.

    Las lágrimas brotan de mis ojos, pero no caen. Por una vez, me gustaría que lohicieran. Ojalá pudiera llorar y terminar con esta parte de mi vida de una vez.

    Me balanceo en el asiento.

     — No puedo hacer esto.

     — ¿Hacer qué, cariño? Sé más específica. — La mano de Marty frota pequeñoscírculos en mi espalda. Se inclina hacia mí  — . Dime, amor. Voy a ayudarte en loque pueda.

     — Pero de eso se trata.  — Miro hacia él con los ojos vidriosos — . No me puedesayudar, nadie puede. Tengo que hacer algo que no quiero hacer. Estoy jodida

    en todos los sentidos, hasta el cuello y sin salida.

    Marty mantiene su mano en mi hombro y me mira con una expresión que nopuedo leer. No es lástima, es otra cosa. Es como el primo bastardo de lalástima.

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     — Avery, ¿alguna vez piensas que estás sola porque quieres estarlo?  — Me erizoante la sugerencia, pero él presiona un dedo en mis labios para cerrarlos, yniega con la cabeza — . No, no hables. Escucha. Hay un tiempo para escuchar,y eso es ahora. Sé que no tienes a nadie y que estás sola, pero no tiene que ser

    así. Estoy aquí y también lo está Mel. Nos rechazas, Avery. Cuando las cosas seponen difíciles, te refugias en ti misma y nadie puede pasar a través de esosmuros que levantas. No tiene por qué ser así. Los amigos son tu familia ahora. Yosé que haría cualquier cosa por ti, ni siquiera tienes que pedirlo.

    Mierda. Sus palabras provocan lágrimas que se apresuran por mi cara. Martyme sonríe, como si fuera sabio. Tal vez lo es. Tal vez soy yo la que está jodida. Talvez no tengo que hacer todo sola, pero no me imagino de otra forma. Lasúnicas personas de las que podía depender en las buenas y en las malas eranmis padres. La familia lo era todo para ellos, para mí. Ahora que no tengo una,

    me siento perdida, como si no perteneciera a ningún lugar, como si no pudieraconfiar plenamente en nadie.

    Me seco las lágrimas de la cara con el dorso de la mano.

    Marty mete la mano en su bolsillo y me entrega un pañuelo limpio y blanco.Está perfectamente doblado en cuartos y parece que estuviera planchado. Losostiene hacia a mí.

    Me río, medio ahogándome con la flema en mi garganta. Agarro el pañuelo y

    lo paso por mis ojos antes de sonarme la nariz.

     — Me hiciste llorar. Nadie me hace llorar.

     — ¿En serio? — pregunta con ironía — . Todo me hace llorar. ¿Por qué crees quetraigo un pañuelo? — Él me sonríe.

    Miro hacia la tela blanca en mis manos, húmeda por las lágrimas. La confesiónse escapa de mi boca.

     — Me ofrecieron un puesto para ser una prostituta cara. Si lo acepto, se

    resuelven mis problemas de dinero. Puedo terminar la escuela y seguir adelantecon mi vida.

     — Pero…  — dice, sin asumir nada. Marty es así de bueno. Él no me condena.

     — Pero lo que es obvio. Pero estaría vendiendo mi cuerpo. Pero estaría dejandoa un extraño tener sexo conmigo. Pero estaría entregando mi virginidad a una

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    persona rara... — Mi voz se desvanece mientras digo las palabras, pensando enSean.

    Marty sonríe suavemente y añade:

     — Pero te gusta alguien.

    Levanto la vista hacia él.

     — ¿Cómo lo sabes?

    Se encoge de hombros.

     — Es sólo una corazonada. Es algo en el modo que suena tu voz, como que haymás de lo que estás diciendo. Entonces, ¿quién es este tipo?

    Miro mis manos mientras hablo. — Nadie. Ni siquiera lo conozco. Él me ayudó cuando me robaron mi auto. Lohe visto un par de veces, y luego me dieron la oferta de trabajo. Después dehablar contigo el otro día, lo hice... acepté el trabajo porque él era el cliente.Luego, las cosas se arruinaron y ahora no puedo tenerlo.  — Mi voz se atora enmi garganta mientras hablo. Sacudiendo la cabeza, pregunto — : ¿Qué pasaconmigo? ¿Cómo puedo querer a un tipo que es tan retorcido? Pidió unaprostituta virgen.

     — Y apareciste tú — dice Marty, palmeando mi rodilla — . Mira, la vida no siempretiene sentido. Tal vez todo esto está en tu destino. Tal vez se supone que debesestar con este chico al final, no sé, pero me parece que eso es lo que tedetiene.

     — ¿Qué?

     — El chico retorcido. ¿Estás totalmente segura de que no hay manera de quesea tu cliente de nuevo?

    Mis ojos se encuentran con los suyos. Niego con la cabeza. — No, la madama estaba muy enojada.

     — Bueno, sube la apuesta. Dile que es él o nada.

     — ¿Y si dice que no? — Estoy jodida si ella dice que no.

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     — Entonces no estarás peor de lo que estás ahora. ¿Por qué no tratas deconseguir el dinero y el hombre? Ve por el oro, chica. Sólo serás joven una vez.

     — Golpea su hombro con el mío y me sonríe.

     — ¿Tienes más clichés que te estés muriendo por usar?

     — Nop, sólo sé lo mucho que te irritan. Ve a buscar a tu jefa, prostituta. Y sihaces que funcione, te voy a llevar de compras.  — Marty consigue una miradaaturdida de mis ojos — . Vi un pequeño vestido perfecto en Black Label. Acualquier chico le encantaría arrancártelo.

    Me río y me inclino en su hombro. El agujero en el centro de mi pecho, esedolor tormentoso que me estaba consumiendo, se marchita y siento que tal vezpueda hacer esto. Tengo que convencer a la señorita Black para que recuperea Sean. Yo puedo hacer eso.

    Creo.

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    Capítulo 6Traducido por SoñadoraCorregido por Clau12345 

    uego de prometerle a Marty que iríamos de compras en la noche, medirijo a mi auto. Tirando del asiento hacia adelante, lanzo mis libros a laparte de atrás. Cuando voy a empujar el asiento de nuevo, no se mueve.

    Hoy no hace tanto frío, pero igual, estar parada sola en un estacionamiento espedir problemas. Mis antecedentes de ser robada son vergonzosamente altos.Tiro del asiento, pero está atorado. Trepo a la parte de atrás y uso todo mi pesopara jalarlo, tratando de obligarlo a que se enderece. Hay un ruidosochasquido y luego el asiento se libera y vuelve a su posición. Trato de metermeentre el asiento y la puerta para que no se atore de nuevo, pero no entro. Asíque soy forzada a trepar por entremedio de los asientos, con la cabezaprimero, y casi caigo por la puerta. Me paro, sacudo mi ropa, y entro en elauto. Me inclino hacia atrás antes de agarrar el cinturón de seguridad. Losviejos cinturones de mierda. Medio esperaba que se desprendieran.

    Enciendo mi auto mágico y voy hacia las oficinas de la señorita Black. Cuandollego, el lugar está lleno de gente. Nunca antes había visto a nadie allí. Haytrabajadores en los escritorios. Oigo a una mujer en el teléfono diciendo algosobre el seguro para los empleados. Me quedo parada en la entrada con laboca abierta, estupefacta. ¿Se necesitan tantas personas para administrar un

    burdel? El teléfono suena sin parar. Es como el centro de atención al cliente deprostitutas.

    La señorita Black me ve desde la otra punta de la habitación. Está parada en elescritorio de un hombre mayor, dándole un archivo. Una mirada irritadaaparece en sus ojos y rápidamente camina hacia mí en su traje entallado.Mete los archivos restantes bajo su brazo.

    L

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     — ¿Puedo ayudarte?

    Asintiendo, la miro.

     — Sí, eso creo.

     — Muy bien, ven conmigo.  — La señorita Black tiene una postura perfecta,incluso en esos tacones. Camina frente a mí y la sigo hacia su oficina, dondecierra la puerta — . Es extremadamente poco profesional venir sin avisar, Avery.

     — Lo siento  — digo, agarrando una silla. Me siento al borde de mi asiento ypongo mis manos en su escritorio. La señorita Black está inclinada en su silla conlas piernas cruzadas — . Necesitaba discutir algo con usted.

     — Lo permitiré esta vez. Sin embargo, en el futuro, si quieres hablar conmigo,

    debes esperar hasta tu chequeo durante el fin de semana. — Ese es el punto. Como las cosas se complicaron la otra noche, no iba a venira chequearme este fin de semana y no quería esperar a que me llamara.Decidí que no sirvo para esto.  — Mi corazón está golpeando mientras hablo.Trato dificultosamente de que mi cara no muestre mis nervios. Mis manosdescansan perfectamente en su escritorio. No hay temblor en mi voz — . Estoyretirando mi aplicación. Gracias. — Me levanto, como si fuera a irme.

    Su pequeño discurso sobre la rara conveniencia que soy, es mi única carta a

    favor. Estoy fingiendo. Necesito este trabajo, pero lo quiero en mis términos.Camino a la puerta y agarro el picaporte. La señorita Black no dice nada hastaque estoy lista para abrir la puerta.

     — Espera  — dice ella. Me detengo y giro a mirarla — . Siéntate por favor.  — Laseñorita Black se endereza en su silla y se inclina hacia adelante. Sus ojos merecorren mientras voy a sentarme frente a ella — . Lo de la otra noche fue unaanormalidad. Ese no es el curso habitual de los eventos. En todo mi tiempohaciendo esto, esa fue apenas la segunda vez que tuve que intervenir. Medisculpo si eso hizo que cuestionaras tu elección de trabajar aquí. Hay otros

    clientes que han estado con nosotros durante más tiempo, que tienenantecedentes comprobados y seguros. Me aseguraré… 

    La interrumpo:

     — No estoy interesada. La cosa es que, no me sentí amenazada la otra noche,y si bien pudo haber roto sus reglas, él no me hizo sentir como una prostituta. No

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    esperaba que eso sucediera. Yo fui la idiota que lo siguió afuera. No fue élquien rompió la regla, fui yo.

    La señorita Black me mira con sus ojos oscuros. Las yemas de sus dedos sepresionan una tras otra mientras me mira desde atrás de su escritorio.

     — Hay algo que no me estás diciendo. ¿Qué es?

     — Consideraré quedarme si me es dada una segunda oportunidad con esecliente. No saldré del hotel esta vez. Haré mi trabajo y usted tendrá su dinero. — Mi garganta se tensa mientras hablo. Mi corazón late muy rápido. Esto measusta muchísimo. Todo el asunto. Y aquí estoy yo, diciéndole qué hacer. Hastadonde sé, ella tiene a esos ninjas fortachones encerrados en su armario y ellossaldrán a romperme la cara por sugerir semejante cosa.

    La señorita Black me mira. No respiro. Mi lengua está entre mis dientes paraevitar que siga hablando nerviosamente. Sus dedos índices están presionados

     juntos y luego los golpea tres veces, como si estuviera decidiendo algo.

     — Así que, ¿esto es por el dinero?

    No.

     — Sí.

     —Y… — indaga.

     — Y no creí que podría hacer esto, pero después de la otra noche, sé quepodría hacerlo con él.

     — Incluso si quisiera, no creo poder recuperarlo. Intercambiamos algunaspalabras concisas luego de lo que pasó.  — La señorita Black golpea suescritorio. Me mira.

    Digo lo que quería decir rápidamente.

     — Sólo dígale. Si se niega, consideraré a alguien más. ¿Estamos de acuerdo?La señorita Black no es estúpida. Se inclina hacia mí y dice:

     — Hay algo más sucediendo aquí, de eso estoy segura. Sin embargo, no estoydispuesta a dejar escapar un buen negocio por una suposición. Le preguntarébajo la condición de que si dice que no, continuarás trabajando para nosotros,de que confiarás en mi criterio cuando seleccione a otra pareja para ti.

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    No quería esta parte. Soy pésima mintiendo. No puedo simplemente decir quesí, lo verá en mis ojos. Mi estómago se retuerce mientras extiendo mi manohacia ella.

     — Trato hecho — digo, y estrechamos las manos sellando el acuerdo.

    Accedí a estar con otro hombre si Sean no me acepta.

    Ruego a Dios que diga que sí.

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    Capítulo 7Traducido por Nanami27Corregido por Samylinda

    lla no usará ese vestido de ninguna maldita manera — dice Marty,con las manos cruzadas sobre su pecho. Se eleva sobre Mel, que

    está sentada a su lado en medio de una tienda ostentosa. De cualquier modo,necesito un vestido para mi próxima cita. Todavía estoy esperando tenerrespuestas de si será con Sean o no. Mi estómago se está retorciendo. No tengoganas de ir de compras, pero esperaba que me distrajera. Ya que Mel y Martyno concuerdan en nada, ha sido una noche interesante.

     — ¿Cómo puedes decir eso? — dice Mel, exasperada. Este es el séptimo vestido,el séptimo par de zapatos y el séptimo juego de accesorios que me puse

    durante la última hora y media — . Mira cuán pequeña se ve su cintura en esacosa. Es EL vestido.

    Marty se levanta y se para a mí lado. Estoy de pie en una pequeña plataforma,delante de un espejo. La encargada de la tienda me mira, pero no dice nada.Marty señala mis caderas:

     — Es cierto, ¡pero no hace nada por esta región, ni por sus pechos! Dios mío,parece que parió dieciséis hijos. Los vestidos sin sujetador son para las chicascon pechos falsos, no para nuestra Avery.  — Marty hace un gesto hacia mi

    escote en este vestido, o hacia la falta del mismo. Miro hacia abajo. Bueno, talvez tenga razón — . Un buen vestido no sacrifica un dote por otro.  — Chasquealos dedos hacia la asistente — . ¡El siguiente, por favor!

     — Eres una reina del drama  — le digo cuando salgo del cubículo. Agrego — : Ydeja de chasquear los dedos como si la chica fuera un perro. Ya te odia losuficiente.

    E

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    Él agita sus pestañas, mirándola.

     — Lo siento, cariño. Me siento tan emocionado. Estás haciendo un trabajoestupendo. Mantenlo así.

    Amanda, la empleada, sonríe y asiente, pero estoy segura de que se estáimaginando estrangulando a Marty en su mente.

     — Voy por el siguiente vestido elegido. Deja ese en el vestidor que yo lo pondréen su lugar.

    Asiento y vago hacia el vestidor. Bajo la cremallera del vestido y tiro de la suavetela por encima de mi cabeza antes de volver a colocarlo en el soporte. Estoyde pie en ropa interior cuando mi teléfono vibra. No lo hubiera escuchado si noestuviera en el vestidor. Lo saco y reconozco el número. Es la señorita Black. Mi

    corazón comienza a latir con fuerza de inmediato y la esperanza llena mipecho.

     — ¿Hola? — digo, contestando el teléfono con un golpe de mi dedo. Estoy tanemocionada, tan aterrorizada. Quiero el vestido perfecto para Sean. No puedoesperar a escuchar cuándo será nuestra próxima cita. Sean hizo parecer comoque nos estaríamos viendo mucho el uno al otro.

     — Señorita Stanz, buenas noches.  — La señorita Black parece la misma desiempre. Es difícil leer sus emociones. Tal vez no tenga ninguna — . He

    contactado al Sr. Ferro y quería llamar para decirle los resultados de nuestraconversación. Como sospechaba, él ya no está interesado en usar nuestrosservicios.

    Una ráfaga de aire abandona mis pulmones, y me siento con fuerza en elasiento inflado dentro del vestidor.

     — ¿Le dijo que sería yo?

     — Sí, lo hice. Estaba bastante firme en su decisión de no seguir el acuerdo

    contigo, incluso después de habérsele informado que solicitaste la llamadapara corregir la situación. Te encontraré otra pareja. Dame un poco de tiempoy tendremos todo arreglado. Te llamaré cuando todo esté listo. Que tengas unabuena noche.

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    Y entonces la llamada se corta. Me quedo mirando a mi teléfono. Me sientocomo una calabaza vacía. Pongo mi cabeza entre mis manos y trato decalmarme.

    Las palabras de Black rebotan en mi mente. No es hasta después de un

    momento que me doy cuenta de lo que significaban… Sean no me quería. Élme rechazó. La preocupación aparece en mi cara mientras me pregunto quéhice. ¿Por qué diría que no? Todo parecía perfecto la otra noche. No entiendopor qué haría esto. Pensé que le gustaba.

    Llaman a la puerta. La voz de Amanda me hace respingar.

     — Tengo la siguiente selección aquí.  — Abre la puerta y cuelga el vestido en ungancho. Cuando se gira para mirarme, su sonrisa desaparece — . ¿Estás bien?Pareces enferma.

     — Estoy bien  — consigo decir en voz ahogada. Pienso fingir por el resto de lanoche, ocultando los sentimientos que me bombardean. Le entrego el vestidoque me hizo parecer plana y me pongo este. Es de un azul profundo conpuntadas plateadas a lo largo del dobladillo. Hay un cinturón fino en la cinturay un escote que cae en una profunda “V”. La falda se ciñe en mis caderas y seensancha en los muslos. Es sexy y lindo, todo en un mismo vestido.

    Deambulo como un zombi hacia el centro de la tienda y muestro el vestido.Hay una falsa sonrisa estampada en mi rostro. Mel y Marty jadean cuandosalgo. Es una buena señal.

    Marty habla primero:

     — Ese es el vestido, como el  vestido fóllame de todas formas hasta que seamartes.

    Amanda parpadea, como si nunca hubiera oído una palabra grosera antes.

     — ¡¿Quieres callarte, cincuenta sombras de gay, y dejarla mostrar el vestido?! — 

    Mel le dice a Marty y salta para mirarme — . Date la vuelta, cariño. Muestra loque tienes. — Giro lentamente con las palmas levantadas mientras me miran — .Te ves caliente, Avery. Estoy de acuerdo con la reina del drama. Tienes quecomprarte este. Es perfecto. A Sean le va a encantar.

    Trago saliva y mantengo la sonrisa en mi cara.

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     — No es para Sean.

     — ¿Qué? — dicen al unísono.

    Marty mira a Amanda y mueve la mano mientras habla.

     — Tráenos agua cristalina, cariño.  — Amanda sonríe y se va. No tengo duda deque escupirá en la de él. Marty y Mel se ponen a mis costados. Nos miramos enel espejo mientras hablamos en voz baja — . ¿Qué pasó? ¿Cómo lo sabes?

     — Recibí una llamada mientras estaba en el vestidor. Sean rechazó lapropuesta.

    Los ojos de Mel se abren salvajemente y mira a Marty, que está extrañamentesilencioso. Mel se hace cargo. Ella desliza su mano por mi cintura y dice

     — Al diablo con él, entonces. No lo necesitas, Avery. Era un placer para los ojos.Una obsesión. Nada más. Te ayudaré a elegir un chico nuevo, alguien mejor.

    Marty la mira.

     — ¿Tú también? ¿Toda la escuela se está prostituyendo ahora?

    Mel toma la defensiva. Cruza los brazos sobre su pecho y entrecierra los ojos.

     — ¿Tienes algún problema con eso?

     — No — dice Marty, casi gimiendo — . Me siento excluido.

    Eso me hace reír. También toma a Mel con la guardia baja, quien resopla tanfuerte que suena como un cerdo. Los dos la miramos fijamente.

     — ¿Esperabas que dijera eso? — Sacudo la cabeza — . ¿Dónde encontraste estacanasta gay, de todos modos?

     — Él es mi compañero de laboratorio  — respondo, esperando a ver qué haceMarty sobre la acusación de que es gay, pero él le resta importancia. Me

    pregunto qué está pasando por su cabeza. La última vez que asumí que sabíaalgo acerca de alguien por la forma en que se veía, bueno, no salió bien.Resulta que la mujer no estaba embarazada. Desde entonces, no suelto lascosas de esa manera.

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     — Eso fue ingenioso  — dice Marty, presionando la mano contra su barbilla yexaminando a Mel como si nunca la hubiera visto antes — . Me gusta lo quehiciste.

    Los dos charlan y yo miro el vestido azul oscuro y sé que algún otro chico va a

    quitármelo. Trago y camino de vuelta al vestidor para quitármelo. Este es elvestido que tendré puesto cuando resuelva mis problemas financieros. Este es elvestido que un tipo me quitará la noche que pierda mi virginidad.

    Varios cientos de dólares más tarde, salgo de la pequeña tienda ostentosa conun nuevo vestido y zapatos de seda. Costaron una buena parte del dinero quegané con Sean, pero es necesario para hacer lo que sea que siga. Despuésque salimos, pongo las cosas en mi auto.

     — Vamos a comer algo — dice Marty.

     — Me parece bien — contesta Mel.

    Marty aplaude como si tuviera cinco años y grita:

     — ¡En el blanco! — Este es un giro importante en los acontecimientos desde quevino a la tienda conmigo. Mel se reunió con nosotros y trajo su auto.Echándome un vistazo, él me dice — : No te ofendas cariño, pero tu auto measusta.

     — No me ofendo  — le digo — . Oigan, voy a hacer un mandado y luego iré. Notengo hambre todavía. Almorcé tarde.  — Estoy mintiendo, pero ninguno medice nada. Saludo y me meto en mi auto.

    Tengo que recoger mi último cheque de mi empleador anterior. En el momentoen que llego allí, está oscuro. El sol se pone tan temprano en esta época delaño. Mi suéter no hace mucho para mantenerme caliente. Tengo que comprarun abrigo. Mi madre me habría gritado por usar algo tan fino. Dios, la echo demenos. En noches frías como esta, ella estaría cocinando sopa de pollo confideos. El pan habría estado en el horno durante todo el día, llenando la casa

    con ese maravilloso aroma. Recuerdos así me asaltan en los peores momentos.Me siento en el auto por un momento, tratando no pensar en el pasado.

    Moviéndome rápido, corro por el estacionamiento y camino hacia el frente delrestaurante. Hay una fila de gente esperando para sentarse. Un hombre estáhablando con la mesera. Hay una mujer hermosa en su brazo. Ella tiene elcabello de color marrón oscuro con un toque de rojo. Un vestido negro se

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    aferra a su cuerpo curvilíneo. La envidio por un momento, deseando tenercurvas así.

     — Hola, Stacy — digo mientras me acerco a la mesera — . Sólo pasé a recoger micheque.

     — Claro, pero no estaban listos cuando entré. Puede que tengas que esperar.

    Asiento, con la intención de pasar por delante de ella. Estoy vestida como unavagabunda, con jeans ajustados y mi suéter perforado. Destaco como unabailarina exótica en un preescolar. Un escalofrío se apodera de mí cuandoestoy a punto de pasar frente a ella. El hombre en el podio se gira. Sus ojosazules se traban en los míos y me congelo.

    Sean.

    Nos miramos el uno al otro por medio segundo. Sean está vestido con un trajenegro que le sienta muy bien. Hace resaltar sus hombros y sus músculos. Lacamisa que lleva es del color del cielo nocturno, un perfecto azul oscuro, comomi vestido nuevo. Un escalofrío encierra mi corazón mientras este trata de subirpor mi garganta. No puedo hacer otra cosa que mirar.

    La chica en su brazo se inclina posesivamente cerca de él.

     — ¿Hay algún problema? — espeta.

    Parpadeo y sacudo la cabeza. La odio. Odio todo acerca de ella. Quieroarrancarle la cara. Mis dedos se flexionan a mis lados mientras lo pienso, peroprefiero que Sean no sepa cuán obsesionada con él estoy.

     — No, señora  — le digo, sabiendo que “señora”  molesta a cualquier personamenor de treinta años — . Su mesa estará lista en un momento.

    Abro mi camino con el hombro, dejando a Sean mirando detrás de mí.

    Llego a la habitación de atrás y encuentro la oficina de Lenny. Es mi jefe, o lo

    era hasta que la señorita Black me contrató.

     — Hola — digo, mi corazón sigue latiendo por haber visto a Sean — . ¿Mi chequeestá listo?

     — Sí. Acabo de terminarlo. Aquí está. Espero que vuelvas, si alguna veznecesitas un trabajo de nuevo. Eres una buena chica.

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    Lenny me entrega mi cheque. Él es un hombre mayor con barba gris en la cara.Su pelo blanco es fino y descansa a un lado. Cuando no le está gritando alpersonal, me recuerda a mi padre.

    Asiento, con los dedos en el cheque.

     — Lo haré. Gracias por todo.

     — No hay problema, Avery.

    Le sonrío y salgo de la oficina. Me dirijo a la cocina y tengo suficientes miradasde odio para toda la vida, pero tengo que llegar a la puerta de atrás. No haymanera de que me vaya por el frente. Soy afortunada de haber mantenido micompostura la primera vez. Si veo a Sean de nuevo, voy a enloquecer.

    Salgo por la puerta de recepción y camino por el estacionamiento, de vuelta ami auto. El estacionamiento está bien iluminado, pero hay pedazos que no loestán. Miro a mi auto y me apresuro, caminando rápido y frotándome losbrazos para tratar de mantener el calor. Una chaqueta es indudablemente unaprioridad. Cuando llego a mi auto, meto mi cheque en la guantera y agarrouna lata de éter. Levanto el capó y lo sostengo mientras rocío el éter,conteniendo la respiración para no aspirarlo.

     — Señorita Smith — dice una voz familiar detrás de mí.

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    Capítulo 8 

    Traducido por Fer_lul

    Corregido por☽♏єl

    s una noche maravillosa para un auto rocía y enciende  — diceSean. Sorprendida, retrocedo, y la lata de éter sale volando de mimano. Golpea mi parabrisas, astillándolo, antes de rodar hacia el

    motor. Sean estira el brazo bajo el capó y agarra la lata — . Estás un poconerviosa, ¿no?

     — Sí, lo estoy — le digo, agarrando la lata después de cerrar el capó — . Cuandochicos desconocidos se me acercan, las cosas nunca terminan bien. — Trato depasar por delante de él para entrar a mi auto, pero él no se mueve. Cuando lomiro a la cara, estoy enojada — . Mejor regresa con tu nueva puta. En mi

    opinión, no parece una mujer paciente.

     — No pedí tu opinión — dice con una confianza que yo nunca he sentido.

     — Qué agradable. Realmente me asustaste, y rompiste mi parabrisas. A menosque planees robarme, vete.  — Cruzo los brazos sobre mi pecho y miro a todaspartes menos a Sean. El estacionamiento está completamente vacío. Es la horade la cena y el restaurante está lleno. Siempre está lleno.

     — ¿Qué robaría? Ese vestido que tienes en el asiento trasero… 

     — Dime qué quieres o vete  — digo. Mis uñas están penetrando mi piel a travésdel suéter. Aprieto mi mandíbula tratando, con mucho empeño, de no deciralgo estúpido.

     — ¿El vestido es para tu próximo amante?

    E

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     — No es para ti, si eso es lo que estás preguntando. — Estoy enfurecida. No es miintención. No quiero estarlo, pero no puedo evitarlo. Sean hace que mi sangrebombee y mi cuerpo simplemente reacciona.

    Los ojos de Sean se mueven rápidamente sobre mí, como si se estuviera

    entreteniendo.

     — No uso vestidos, pero aprecio tu intención.

     — Déjame entrar en mi auto  — siseo y dejo caer mis manos a mis costados. Élestá bloqueando la puerta.

     — ¿Qué vas a hacer si digo que no? — Sus ojos brillan, como si pensara que estoes divertido.

    Me inclino, acercándome a su cara. Una perversa sonrisa se desliza a través demis labios mientras hablo.

     — Voy a arrancarte tus bolas, y luego te atropellaré.

    Sean se estremece y da un paso lejos de la puerta. Paso delante de él,rozándole el hombro y luchando contra el impulso de lanzarme a sus brazos.Estoy tan dañada. Él está en una cita con una puta y yo todavía lo deseo.¿Cuántas veces me dejaron caer cuando era un bebé? No hay manera deque esto sea normal. Me siento con fuerza en el asiento del conductor y cierro

    la puerta de un tirón.Sean se inclina sobre esta, apoyando sus manos en el techo. Habla por laventana abierta:

     — Eres hermosa cuando estás enojada.

     — Vete al infierno.  — Giro la llave y arranco. El motor explota y ruge a la vida.Dios, ¿esto podría ser peor? ¿Él está aquí para burlarse de mí? No lo entiendo.Pongo el auto en reversa y acelero. Estoy lista para irme, pero sus palabras medetienen.

     — Hubiera preferido tenerte a ti.  — Sean se endereza y gira para alejarse. Tienelas manos en sus bolsillos mientras regresa al restaurante.

    El auto chisporrotea y se cala. Dejé de acelerar el motor sin darme cuenta. Lopongo en punto muerto y salgo.

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     — ¡Espera!  — Sean se detiene y gira para mirarme. La luz de arriba crea unresplandor dorado sobre su cabeza. Tiene las manos en los bolsillos y hay unaleve sonrisa en sus labios.

    Dejo mi auto donde está y corro los tres pasos hacia él.

     — ¿Qué quieres decir?

    Sean me mira como si hubiera inhalado demasiados gases.

     — Fuiste mi preferencia.

    Lo miro como si me hubieran golpeado en la cabeza con una tabla.

     — Entonces, ¿por qué le dijiste que no?

    Algo destella en sus ojos, pero se desvanece rápidamente. Trata de ocultarlomirando hacia abajo y empujando una piedra con su zapato.

     — No debería haberlo hecho — confiesa.

     — Entonces arréglalo. — Mi corazón late demasiado fuerte mientras lo miro.

    Sean alza la mirada y encuentra la mía.

     — Tenía la impresión de que no es el tipo de cosa que puedo arreglar.

     — Si no me quieres, supongo que podría follar a alguien más...  — Giro lejos deSean, pero me agarra la muñeca y me tira hacia él.

     — Nunca dije que no te quería. — Abre su teléfono y marca un número. Lo miro.Alguien contesta — . Cambié de opinión — dice sin ninguna introducción — . Sí, laseñorita Stanz. La quiero mañana por la noche en mi puerta usando solamenteun moño.  — Corta la llamada antes de que la persona pueda responder. Susojos están trabados en los míos todo el tiempo — . ¿Eso es lo suficientementeclaro?

    Una sensación de esperanza vertiginosa se agita dentro de mí. Estoy tandañada. ¿Por qué me gusta este tipo? Él está en una cita con una puta. Meordenó por teléfono. Me quiere desnuda, con un moño.

     — Tal vez.  — Trato de ocultar mi sonrisa, pero fallo en hacerlo. Froto mis brazos,tratando de ahuyentar el frío.

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    Sean se saca la chaqueta y la pone sobre mis hombros.

     — Ven adentro y cena con nosotros.

    Todo tipo de energía nerviosa se desliza a través de mí. Tuerzo las manos y digo:

     — ¿Contigo y tu puta? No me gustan los tríos. Sé que no está en mi lista todavía,pero estoy bastante segura de que no me gustan.

     — ¿Cómo lo sabes si no lo has probado? — Su voz es ligera, burlona. Él me sonríe.

     — Porque soy posesiva. No comparto.

    Sean me mira de arriba a abajo. El movimiento me hace sentir como si miestómago y mi cerebro se estuvieran yendo a la deriva. Sus pestañas oscurasson exquisitas.

     — Me gusta eso. Yo tampoco comparto. La mujer es mi contadora. Íbamos arevisar unos registros esta noche. No pensé que te volvería a ver, pero mealegra haberlo hecho. Ven adentro.

    Niego con la cabeza y miro hacia mi auto. La mitad está fuera del área deestacionamiento.

     — No puedo. Quiero decir, no debería. Black se molestará si se entera de esto. — Y actúas tan contradictoriamente que siento como si tuviera un latigazo

    cervical.

    La forma en que sus ojos me devoran me debilita. Sean logra acercarse a mí dealgún modo. Antes que lo note, está acariciando suavemente mi brazo con sudedo. Me mira por debajo de sus pestañas y dice:

     — Por favor.

    Me derrito. ¿Cómo puedo negarme? Él lo ve en mi cara. Ofrezco una últimaprotesta desanimada.

     — Pero no estoy vestida para la ocasión.

    Él agarra mi mano.

     — No me importa.  — Me tira hacia su pecho y envuelve sus brazos a mialrededor. La forma en que me mira me hace temblar. El deseo cobra vida

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    dentro de mí  — . Me gustaría poder besarte.  — Sus labios apenas rozan los míosmientras habla. Es un truco cruel, besar sin hacerlo realmente.

     — Tal vez, algún día.

    Esto lo hace sonreír.

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    Capítulo 9Traducido por DebsCorregido por Laurence15

    e acomodo en la mesa, con mi jeans andrajosos y un suéterdemasiado grande, sintiéndome fuera de lugar. Cuando alzo la vistade mi plato, Sean me está mirando. Él le explica a su contadora que

    soy una vieja amiga y que cenaré con ellos. Los ojos de ella pasan sobre mí,antes de darme una mirada que dice que no piensa que sea una amenaza. Loque sea.  Ella puede agarrar su cuerpo perfecto y metérselo por dónde lequepa. Además, toda la atención de Sean está dirigida a mí.

    Dayla tiene una tablet  sobre la mesa, donde presiona botones, pidiéndole aSean que esclarezca sus gastos.

     — No puedes tener una deducción de eso, Sean.

     — No habría venido aquí si la maldita unión de empresas se hubiera llevado acabo — dice Sean, arrancando un pedazo de pan de la hogaza en la mesa — .¿El viaje extra no es un gasto?

    Ella suspira.

     — Tu jet privado no es un gasto. Necesito la factura de combustible cuandovuelvas, junto con estos otros papeles.  — Sus ojos se mueven hacia mí  — .¿Puedes creerlo? Él evita Nueva York a toda costa, y una vez que llega, gastadinero como si fuera agua.

    No tengo idea de quién es Sean, de por qué está evitando Nueva York, o larazón de la repentina ola de gastos. Le sonrío educadamente y digo:

    M

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     — Sí, Sean siempre está derrochando dinero como un marinero borracho,cuando llega a la Gran Manzana.

    Sean me sonríe. Dayla pone los ojos en blanco.

     — No sería tan malo si me dijera qué son algunos de los gastos. Como éste.¿Qué te costó $ 8000 la semana pasada?

    Los ojos de Sean permanecen fijos en los míos, con diversión. Mi estómago serevuelve.

     — Entretenimiento — dice.

    Me toma un momento, pero me doy cuenta de en quién gastó ese dinero. Esefue el pago inicial para tenerme. Sean ve la comprensión en mi mirada y me

    guiña el ojo, mientras Dayla tiene la mirada fija en su tablet. El nerviosismorevolotea a través de mí, y sonrío torpemente.

    Dayla mira hacia arriba y dice:

     — Necesito más información, Sean. Honestamente, ¿cómo voy a ser tucontadora si no me das detalles? Necesito información específica.  — Ella memira, buscando ayuda.

    Me recuesto en la silla y digo:

     — No voy a meterme. Él es tu cliente. Arréglalo.

    Ella se ríe ligeramente y me da una mirada de si pudiera.

     — Dios bendiga a la mujer que lo haga entrar en razón.

    Sean no se ve afectado, pero sus ojos se mueven entre nosotras, como si lepreocupara. Corta nuestra conversación.

     — Si no hay más preguntas, tenemos que seguir nuestro camino.

     — Nada que ya no hayas evitado decirme. — Su cara bonita se tensa mientrasse desliza a través de su tablet, sacudiendo la cabeza.

    Sean se levanta y dice:

     — Haz lo mejor que puedas. No espero que encuentres una manera de deducir,reclamar o marcar todo como un gasto. — Ella asiente poco a poco, como si su

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    mente aún se estuviese recuperando de la reunión — . Por favor, toma tutiempo. Yo me encargo de la cuenta.

     — Mándame una copia por email — insiste — . Esta fue una cena de trabajo.

    Sean asiente y se dirige a la entrada del lugar. No sé cómo no lo vi cuandotrabajaba aquí. Lo habría recordado.

     — ¿Vienes mucho por aquí? — pregunto.

     — No, ¿por qué? — Le dice a la anfitriona que le gustaría pagar la cuenta con elcamarero. Ella va corriendo a buscarlo. Sean se gira hacia mí, esperando unarespuesta.

     — Trabajaba aquí, hasta hace unos días.

    Él me sonríe.

     — Me han dicho que conseguiste un trabajo mejor. Uno con beneficios.

    Me río.

     — Beneficios para ti, tal vez.

     — Señorita Smith, me despachó muy rápido. Le aseguro que este acuerdobeneficiará a ambas partes.

    La anfitriona vuelve con nuestro camarero. Los ojos de Sean me inspeccionan,admirando abiertamente mi cuerpo. Aparto la mirada, incapaz de procesar loque está sucediendo. Sólo cenamos. Eso es todo. Nosotros comimos juntos.Contrólate, Stanz.

    Sean paga la cuenta y le da al camarero una propina lo suficientementegrande como para dejarlo sin habla. Su mandíbula cae, mientras Sean semarcha conmigo en su brazo.

    El fresco aire nocturno me golpea la cara así que estamos afuera. Tiemblo y

    trato de correr hacia mi auto, pero Sean agarra mi muñeca.

     — ¿A dónde crees que vas?

     — A casa, loco. No se supone que esté contigo en este momento.

     — ¿Quién lo dice?

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     — Tú lo dices — le digo, sonriendo. Envuelve sus brazos alrededor de mi cintura ytira de mí hacia él. Imito su llamada telefónica de antes — . La quiero en mipuerta usando nada más que un moño.

    Sean sonríe. La forma en la que su sonrisa se dispersa a través de su cara hace

    que me derrita. ¡Dios mío!

     — Dije eso, ¿no? — Asiento — . Bueno, no hemos tenido postre.

    Me giro fuera de sus brazos, riendo suavemente.

     — No voy a comer postre contigo.

     — ¿Quién dijo que estaríamos comiendo? Tú eres el postre  — dice Sean, tirandode mi brazo juguetonamente — . Y no puedo esperar para probarte.

    No puedo borrar la sonrisa de mi cara. Riendo, me alejo de él nuevamente.

     — Me tengo que ir. Ve a comer un KitKat3. — Él me sigue a mi auto a través delestacionamiento. Me detengo frente a la puerta, esperando que trate debesarme, pero no lo hace. Sean permanece a dos pasos de distancia — .Gracias por la cena.

     — Fue un placer.  — Hay una mirada intensa en sus ojos, me hace querer serperseguida.

    Abro la puerta de mi auto y agarro la lata de éter. La rocío en el motor, caminode vuelta a mi asiento, entro y cierro la puerta. Sean está sentado a mi lado enel asiento del pasajero.

     —Así que… postre.

     — ¿En serio? — Me río — . Este es el auto del infierno, ¿o lo olvidaste?

     — Oh, no lo he olvidado. Este auto está vívidamente grabado en mi memoria. — Sean agarra mi mano y la levanta hasta su boca, apretando sus labios

    suavemente. Una ligera sensación corre a través de mi cuerpo, tirando de míhacia esos labios, como si fueran magnéticos. Sean levanta sus ojos color zafiroy me mira.

    Me olvido de respirar. Me olvido de todo. Tomo una respiración irregular y tiro mimano de la suya.

    3 KitKat: Es una galleta bañada en chocolate.

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     — Me tengo que ir.

     — Voy contigo. — Sean agarra el cinturón y tira de él a través de su cintura, listopara meterlo en su lugar.

     — Yo no haría eso.

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    Capítulo 10Traducido por LizCCorregido por Samylinda

    l lo hace de todos modos. El metal suena, y su cinturón de seguridad estáabrochado.

     — Dime que me vaya si no quieres verme.

    Sean observa mi cara cuando lo dice, sabiendo que no quiero que se vaya.Lleva su mano hasta mi rostro, y arrastra sus dedos por mi mejilla. Imágenes decuerpos resbaladizos pasan por mi mente.

     — No es eso.  — Suspiro. Él está a unos centímetros de mis labios. Esa sensaciónme consume. Quiero cerrar la distancia y presionar mi boca en la suya, pero no

    lo hago.

     — Entonces, ¿qué es? — responde en voz baja.

    Me quedo en silencio por un momento. He olvidado de qué estoy hablando.Sus ojos son tan hermosos. La curva de esos labios es hipnótica. No es deextrañar que no pueda pensar a su alrededor. Encuentro mi cerebro y digo:

     — Ese cinturón de seguridad sólo se abrocha. No se desabrocha.

    Sean sonríe lobunamente, como si acabara de desflorar toda una multitud devírgenes, y yo fuera la siguiente.

     — Entonces supongo que voy contigo.

    Enciendo el auto, sacudiendo la cabeza ante su tenacidad. Sale delestacionamiento a trompicones y me dirijo a la carretera. Sean trata deencender la calefacción. Le digo que no, pero es demasiado tarde. Una nube

    É

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    de humo blanco sale disparada de las rejillas de ventilación. Giro el interruptor,apagándolo.

     — No toques nada.

     — ¿No hay calefacción?  — dice frustrado, pero cuando me mira, se vepreocupado — . ¿Por qué no llevas un abrigo?

     — Porque no tengo uno. Son caros y parecía un desperdicio de dinero. Cuandohace mucho frío, tengo un suéter que puedo usar.

     — ¿Te refieres a esa otra bola de hilo inmensa que te vi usar? — Asiento. Sus ojosse desplazan a la ventana que está abierta al lado de mi cabeza, haciendoque el aire frío agite mi cabello — . ¿Por qué sigues conduciendo esta cosa? Esuna trampa mortal.

    Le disparo una mirada asesina.

     — ¿En serio? ¿Me estás preguntando por qué estoy conduciendo un auto demierda? Porque no tengo ocho mil dólares para gastar cada vez que quiero.Apenas puedo mantener esto funcionando.  — Debe haber algo en la maneraen que lo dije, porque Sean no me presiona más. En cambio, el tema cambiahacia él.

    Los dedos de Sean están en la parte superior de la ventana, y él mira afuera

    hacia el cielo. — No he estado aquí en esta época del año en mucho tiempo. Había olvidadolo mucho que me gusta. El aire huele a nieve.  — Él me da una media sonrisa ypregunta — : ¿A dónde vamos?

     — Ya lo verás. — Conduzco hacia un parque. Está muy oscuro y no hay muchasluces a lo largo de la carretera una vez que estamos dentro.

    Sean mira a su alrededor y dice:

     — Si no estuviera atrapado en mi asiento, me preocuparía que me fueras acortar en pedazos y dejarme en el bosque.

     — Tengo que sacarte del cinturón de seguridad de algún modo  — le respondo.Sonriendo.

     — Eres un poco retorcida, ¿lo sabías?

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     — Oh, ¿y tú no lo eres?

     — Yo nunca he dicho eso. — Sean me mira y sacude la cabeza.

     — ¿Entonces qué?  — digo, conduciendo por delante del edificio que estaba

    buscando. Hay pocos autos en el estacionamiento. Conduzco por la partetrasera y detengo el auto, que se estremece y se apaga.

     — Me sorprendes, eso es todo.  — Sean mira a su alrededor y pregunta — :¿Dónde estamos?

     — En la pista de patinaje.  — Salgo del auto y camino hasta su lado. Abro lapuerta de un tirón, y lo encuentro tratando de liberarse del cinturón deseguridad — . Yo me encargo. Espera un segundo.  — Abro la guantera y agarroun destornillador. Me inclino sobre su regazo y lo meto en la hebilla del cinturón.

    Puedo sentir el aliento de Sean en mi mejilla. Su perfume me inunda mientrasagito el destornillador y la hebilla se abre — . Listo.

    La mirada de Sean es intensa, como si estuviera a punto de morir porque hicealgo muy sexy. La forma en que me mira hace que sienta cada nervio de micuerpo como si estuviera estirado firmemente. Me dan ganas de gritar deemoción y reír.

     — Gracias  — dice Sean, su voz un poco ronca. Me doy vuelta y me alejo. Seansale del viejo auto y cierra la puerta —. ¿Qué estamos…?  — pregunta, pero no

    tiene la oportunidad de terminar antes de ser golpeado en la cara con unabola de nieve.

    Me río histéricamente, de pie junto a la enorme pila de restos de hielo de lapista. Después de que arreglan el hielo, todas las virutas son desechadas paraderretirse. Agarrar un poco de hielo y lanzar una bola de nieve a alguien enverano es la cosa más divertida que hay. Ya que hace frío afuera, hay muchomás hielo de lo normal, porque todavía no se ha derretido, pero aun así… Seanno se lo esperaba. La expresión de su cara no tiene precio.

    Sean se gira hacia mí en cámara lenta, sus ojos notando la pila de nieve.

     — ¿Me trajiste aquí para tener una pelea de bolas de nieves?

    Asiento.

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     — Bueno, no puedo quitarme mi cinturón de castidad por cualquiera. Tienesque ganártelo, hombre.

     — Pensé que lo había comprado  — dice, caminando lentamente hacia la pilade nieve. Es más alta que nosotros dos. Se parece a esos grandes montones de

    nieve que se ven en los estacionamientos después de que los aradoresempujan toda la nieve a un lado.

    Me subo cuesta arriba, sonriendo como una lunática.

     — Compraste el cinturón, no la llave.

     —Voy a pretender que no estoy en un infierno metafórico y… 

    ¡Splash! Lanzo otra bola de nieve hacia él. Esta golpea su mejilla y explota en

    una nube de polvo. — Hablas demasiado. — Me río y empiezo a agarrar y lanzar bolas de nieve tanrápido como puedo.

    Sean no vacila. Corre hasta el montón de nieve en su traje y abrigo negro amedida. Sube la colina, así que está más arriba que yo. Lo golpeo en elestómago con algunos tiros antes que tenga tiempo para tomar represalias.Una bola de nieve golpea mi oreja y la nieve cae por mi suéter. Mis manoscomienzan a arder por la falta de guantes, pero no presto atención a eso. Nos

    estamos riendo y saltando alrededor de la colina de nieve, peleando comoniños pequeños. Sean se ríe tanto que sus ojos se llenan de agua. Cuandomenos me lo espero, corre directamente hacia mí. El cuerpo de Sean chocacontra el mío y me sujeta en la nieve, sosteniendo mis manos a mis costados.

    Grito cuando la nieve va a lugares que no debería ir.

     — ¡Apestas! ¡Déjame ir! ¡Déjame ir! ¡Déjame iiiiiirrr!  — Mi risa se convierte en gritoshistéricos cuando él tira de mis pies y la nieve se mete por mi espalda. Trato delibrarme de su agarre, pero él no me deja.

    Agitándome, sacudo mis piernas fuera de su agarre y giro. Mi pierna seengancha con la suya y Sean cae a mi lado. Aprovecho mi oportunidad y saltosobre él, sentándome a horcajadas, y metiendo nieve en su rostro.

     — ¡Eres tan malo! — Río, tratando de hacer que coma nieve.

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    Sean agarra mis muñecas y me tira hacia abajo, sobre él. Nuestros ojosconectan y no puedo apartar la mirada. Me estoy congelando, pero no meimporta. Lo deseo. Inclinándome poco a poco, pienso en besarlo, en cómo sesentiría. En ese momento alguien abre la puerta trasera de la pista de hielo y

    comienza a gritar. — ¡Malditos niños! ¡Salgan de ahí!  — Él no puede vernos, está muy oscuro, perohemos sido tan ruidosos que sabe que estamos aquí. Apunta una linterna a lapila de nieve.

    Mis ojos se agrandan y contengo una risa. Salgo de encima de Sean y lo ayudoa ponerse de pie, arrastrándolo por la muñeca a la parte trasera de la pila denieve. Nos quedamos ahí por un momento, hasta que el hombre se da porvencido, y luego río a carcajadas.

     — Mierda — dice él, con las manos en las rodillas y respirando con dificultad — .No me habían gritado así desde la secundaria.

     — Sí, ¿qué hiciste en ese entonces? — digo, riendo.

     — Empapelé el auto del director con papel higiénico... y fui atrapado por élcuando salió a almorzar temprano.  — Sean resopla una risa y sacude lacabeza — . Me dejó salirme con la mía.

    Le sonrío mientras nos dirigimos a mi auto. Siento que debería agarrar su mano,

    pero no lo hago. Nos sonreímos el uno al otro y entramos al auto. Respirandocon dificultad, lo miro. Mi rostro está helado y he estado sonriendo tanto que seha atascado en esa forma.

     — Gracias — le digo.

     — ¿Por qué? — Sean me mira, pero él no lo sabe todavía. Hay una mancha quemarca mi vida. Se cierne sobre mí como una nube gris.

     — No me he reído tanto en mucho tiempo.

    Sean agarra mi mano y la levanta hacia sus labios, sosteniendo mis dedoscongelados entre los suyos.

     — Yo tampoco. — Sean abre la boca, como si quisiera decir algo más, pero nolo hace. En su lugar, libera mi mano, y yo lo llevo de vuelta al restaurante,donde agarra su moto y nos separamos.

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    Capítulo 11Traducido por carogarciaezCorregido por flochi

    uando llego a casa, tengo frío y estoy cansada. Mi mente está dandovueltas, incapaz de comprender cómo esta noche pasó de serdesastrosa a ser feliz. Las líneas de risa en mi cara se ven como si fueran

    a estar grabadas en mi piel, hasta que entro a mi dormitorio. Amber está arribade algún tipo, montándolo como a un caballo, y los dos están desnudos. Mirohacia otro lado, pero no consigo hacerlo antes de captar una escena de suspechos rebotando, y de ruidos sexuales que


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