+ All Categories
Home > Documents > Acción Educativa - Num6

Acción Educativa - Num6

Date post: 06-Nov-2015
Category:
Upload: famgh
View: 21 times
Download: 4 times
Share this document with a friend
Description:
Acción Educativa - num6.pdf
Popular Tags:
133
Transcript
  • CONSEJO EDITORIAL

    Margarita Baz y Tllez, Universidad aUtno-ma metropolitana / Ana Rodrguez, Universi-dad aUtnoma de madrid / Blanca Margarita Noriega Chvez, Universidad pedaggica na-cional / Ana Hirsh Adler, iisUe Universidad nacional aUtnoma de mxico / Jos Con-treras Domingo, Universidad de Barcelona / Axel Didriksson, iisUe Universidad nacional aUtnoma de mxico / Juan Delval, Universi-dad aUtnoma de madrid / ngel Daz Barriga Casals, iisUe Universidad nacional aUtnoma de mxico / Olac Fuentes Molinar, die insti-tUto politcnico nacional / Gilberto Guevara Niebla, ffyl Universidad nacional aUtnoma de mxico / Manuel Prez Rocha, Universidad aUtnoma de la ciUdad de mxico / Jos ngel Pescador Osuna, el colegio de sinaloa / Hugo Aboites, Universidad aUtnoma metropolitana xochimilco/ Juan Luis Pintos, Universidad de santiago de compostela/ Prudenciano Moreno Moreno, Universidad pedaggica nacional.

    comit editorial

    Rodrigo Lpez Zavala, Miguel ngel Rosales Medrano, Martn Pastor Angulo y Emigdio Urrea Moreno

    editor responsaBleliBerato tern olgUn

    UNIVERSIDAD AUTNOMA DE SINALOACENTRO DE INVESTIGACIONES Y

    SERVICIOS EDUCATIVOS

    DIRECTORIO

    RECTORMC Hctor Melesio Cun Ojeda

    SECRETARIO GENERALMC Renato Palacios Velarde

    DIRECTOR DE SERVICIOSESCOLARES

    Ing. Csar Snchez Montoya

    CENTRO DE INVESTIGACIONES YSERVICIOS EDUCATIVOS

    DIRECTORAMC Ana Luca Escobar Chvez

    COORDINADORA ACADMICAMC Carmen B. Audelo Lpez

    COORDINADOR ADMINISTRATIVOProfr. Guillermo Ramrez Blanco

    REVISTA ACCIN EDUCATIVA

    DOMICILIO Y CORRESPONDENCIA: Centro de Investigaciones y Servicios Educativos (CISE). Calle Platn 856, Villa Universidad, C.P. 80010, Culiacn, Sinaloa,

    Telfono (667)753 41 69, Fax (667)753 19 63, CORREO ELECTRNICO: [email protected]

    DISEO EDITORIAL: Rosi Aragn / Juan Bonardel / El Alquimista IMPRESIN Y ENCUADERNACIN

    Imprenta de la UASDISTRIBUCIN: CISE y Editorial UAS

    Direccin electrnica: htpp://cise.uasnet.mx/revista

  • Editorial

    5 Las comunidades de aprendizaje. Nuevos horizontes para la investigacin y la intervencin en psicologa de la educacin Csar Coll

    27 Madurez paradigmtica y algunas repercusiones en las instituciones de educacin superior Lewis McAnally- Salas

    33 Referentes conceptuales y prcticas discursivas sobre formacin docente Miguel ngel Rosales Medrano

    68 Teoras de las redes sociales Jos de Jess Lara Ruiz

    87 Notas sobre neoliberalismo y cultura crtica en la universidad pblica Mara Guadalupe Leyva Cruz

    104 Moral y poltica en las instituciones educativas privadas Anselmo Rodrguez Alarcn

    115 Percepciones emergentes y sistema educativo. Un texto aproximado al pensamiento de Niklas Luhmann Francisco Ren Bojrquez Camacho

    Contenido

    A fondo

    Adelantos

  • Reseas

    Noticias

    122 Poltica y educacin en Mxico. Temas emergentes en el nivel superior Santos Lpez Leyva

    129 Logros institucionales

    131 Protocolo para colaboradores

    L

    Ilustra este nmero: Alejandro Mojicaserie / lneas y letras

  • Editorial

    Persistiendo en el propsito declarado al inicio de la nueva poca de la revista Accin Educativa, con fecha de noviembre de 2006, debido a su periodicidad semestral, entregamos el nmero 6 de la misma, como siempre esperando el comprensivo juicio del lector. Esta vez nuestras pginas se honran con la presencia del ilustre pensador y maestro cataln Csar Coll, quien amable y solidariamente autoriz la publicacin de un trabajo suyo presentado en un coloquio internacional, ciertamen-te en fecha no reciente, pero s indito y dedicado al tratamiento de una de las iniciati-vas ms creadoras y sugerentes de la educacin contempornea. Al agradecer al doctor Csar Coll su estimable gesto, aprovechamos para invitar a nuestros lectores a que se acerquen, conozcan y den seguimiento a su propuesta respecto de las comunidades de aprendizaje (CA) y, asimismo, al conjunto de su relevante obra.

    En el curso de los ltimos seis meses tuvimos en el CISE la visita para un curso en la Maestra y su intervencin en el acto formal de presentacin del nmero 5 de Accin Educativa, del maestro Lewis McAnally-Salas, acadmico de la UABC campus Ensenada y director de la muy prestigiada publicacin hermana, la Revista Electrni-ca de Investigacin Educativa (REDIE). Su contribucin, adems, con un interesante artculo suyo, es otra muestra elocuente de la colaboracin fructfera que aspiramos incrementar en adelante entre las comunidades acadmicas de la UABC y la UAS, entre el CISE y el Instituto de Investigacin y Desarrollo Educativo (IIDE), as como entre nuestras dos publicaciones especializadas.

    Las dems colaboraciones que determinan el contenido de este nmero: de los doctores Miguel ngel Rosales Medrano y Jos de Jess Lara Ruiz, de los alumnos del Doctorado, Mara Guadalupe Leyva Cruz y Anselmo Rodrguez Alarcn, y del maestro Francisco R. Bojrquez Camacho, son aportes de la comunidad, diramos de casa, pero no por ello menos importantes.

    Entre los hechos acadmicos motivo de muchas salutaciones y de la feliz difusin de la obra de acadmicos del CISE y de la UAS, figur durante estos meses un paquete de publicaciones lanzadas junto con Ediciones Pomares, por la UAS y con otros organis-mos coeditores. Una de las primeras, aqu enumeradas, tiene reflejo en la autorizada resea del doctor Santos Lpez Leyva, como tambin la muestra grfica de parte de ellas en primera y segunda de forros de Accin Educativa. Esperamos en los prximos nmeros dar cuenta pormenorizada del contenido de cada una de estas novsimas obras. Vaya, de esta forma, un nuevo puado del saber educativo al espritu generoso

    de nuestros lectores, con los mejores deseos para todos por el nuevo ao.

  • Introduccin

    El concepto Comunidades de Aprendi-zaje (CA) se ha ido configurando en el transcurso de los ltimos diez o quince aos

    como una alternativa a las numerosas y su-

    cesivas propuestas de innovacin y reforma educativa que han intentado, a lo largo de la segunda mitad del

    siglo XX, afrontar las carencias y limitaciones de la educacin

    formal y escolar. En este sentido, el alcance y el inters del

    movimiento de CA no reside tanto, a mi juicio, en el plano

    pedaggico si bien, como se argumentar despus, incluye

    una visin hasta cierto punto novedosa de la enseanza y del

    aprendizaje, como en el hecho de constituir una de las ex-

    presiones ms representativas del malestar creciente ante la

    acumulacin de evidencias sobre lo que parece ser la incapaci-

    LAS COMUNIDADES DE APRENDIZAJENUEVOS HORIZONTES PARA LAINVESTIGACINY LA INTERVENCIN ENPSICOLOGA DE LA EDUCACIN*

    Csar Coll

    Docente titular e investi-

    gador del Departamento

    de Psicologa Evolutiva i

    de IEducaci Facultat de

    Psicologa, Universitat

    de Barcelonc.

    [email protected]

    *Ensayo indito originalmente presentado por su autor como

    ponencia al IV Congreso Internacional de Psicologa y Edu-

    cacin. Simposio Nuevos horizontes en Psicologa de la Edu-

    cacin, Almera, 30-31 de marzo y 1-2 de abril de 2004.

    A fondo

  • 6 / Accin EducAtivA n 6

    cEntro dE invEstigAcionEs y sErvicios EducAtivos

    A F

    ondo

    dad de la educacin formal y escolar para sa-

    tisfacer las necesidades educativas de la po-

    blacin en general y de las nuevas generacio-

    nes en particular. As, el movimiento de CA

    aboga, al menos en algunas de sus manifesta-

    ciones, por una revisin a profundidad de la

    manera como estn organizadas la educacin

    formal y escolar y los sistemas educativos.

    Una revisin que no se limita a cuestionar

    el qu los objetivos y los contenidos y

    el cmo los mtodos pedaggicos, sino

    que alcanza tambin y muy especialmente al

    quin los agentes educativos, al dnde

    los escenarios educativos y, sobre todo,

    al para qu las finalidades de la educa-

    cin (Owens y Wang, 1997).

    Resumen:Las denominadas Comunidades de Aprendizaje (CA), toda una nueva manera de entender tanto la organizacin de la enseanza como el conocimiento, es vista aqu con profundidad y espritu creativo. El autor comienza presentando una suerte de tipologa de las CA, luego revisa significados y prcti-cas de las mismas y concluye con los predicamentos que hoy enfrentara esta formulacin. Para todo acadmico y las preocupaciones de cambio que, de vez en vez, laten con fuerza en el seno de las universidades pblicas mexicanas, nada de lo que aqu se dice ser indiferente.

    PalabRas clave:Comunidades de aprendizaje, pedagoga, psicologa de la educacin, educacin formal, innovacin y reforma.

    abstRact:Learning Communities (LC) are a whole new way to understand the organization of education and knowledge, they are locally seen with deepness and creative spirit. To this effect, their author begins displaying a form of typology of the LC; then he reviews the meaning and practices of these; and con-cludes on the predicaments that this formulation would face these days. For every academic person and the preoccupations of change which time to time, beat in the society with force in the Mexican public universities, nothing of which it is said here will be indifferent.

    KeywoRds:Learning Communities, pedagogy, psychology of the education, formal education, innovation and reform.

    Ciertamente, la teora y la prctica de las

    CA estn an lejos de constituir, en el mo-

    mento actual, un mbito de conocimientos

    y de experiencias articulado y coherente.

    La revisin de la bibliografa especializada

    y el anlisis de las experiencias concretas,

    documentadas hasta el momento, muestran

    la coexistencia, bajo la misma denominacin

    genrica de Comunidades de Aprendizaje,

    de un amplio abanico de significados, prc-

    ticas y propuestas. Sin embargo, ms all de

    esta heterogeneidad de significados y prcti-

    cas (Coll, 2001a), es posible detectar ya una

    serie de elementos que revisten un especial

    inters en lo que concierne a la direccin en

    que puede y, segn algunos autores, debe

  • Noviembre 2006 /

    univErsidAd AutnomA dE sinAloA

    A Fondo

    orientarse la revisin a profundidad de la

    educacin escolar y de los sistemas de edu-

    cacin formal (Coll, 2003a), y que afectan a

    algunos de sus planos o niveles esenciales:

    las aulas, los centros educativos, el contex-

    to social y comunitario y la utilizacin de las

    nuevas tecnologas de la informacin y la co-

    municacin.

    En el marco de este simposio, dedicado

    a explorar nuevos horizontes, el objetivo de

    esta ponencia es ms bien sealar y comen-

    tar algunos de los retos y desafos que plan-

    tea el movimiento de las CA en este mbito

    de conocimiento y de prctica profesional

    fronterizo entre la psicologa y la educacin

    en que nos situamos y que se ha convenido

    en denominar Psicologa de la Educacin.

    Procederemos, para ello, como sigue. En

    primer lugar, har una breve revisin de

    diferentes tipos de CA con la finalidad de

    sealar sus rasgos definitorios y sus ingre-

    dientes bsicos. Seguidamente, identifica-

    r, tras la heterogeneidad de significados y

    prcticas que conforman en la actualidad el

    movimiento de CA, algunos rasgos compar-

    tidos que revisten especial inters cuando

    se contemplan desde la perspectiva de la

    Psicologa de la Educacin. Y, por ltimo,

    sealar y comentar algunos de los desa-

    fos y retos ms importantes que plantean,

    a mi juicio, los aspectos identificados, tanto

    desde el punto de vista de la construccin

    del conocimiento psicoeducativo como del

    ejercicio profesional.

    lAs comunidAdEs dE AprEndizAjE: AltErnAti-vAs A lA EducAcin formAl y EscolAr

    Las propuestas, iniciativas y experiencias

    dirigidas a constituir CA muestran una he-

    terogeneidad considerable tanto en lo que

    concierne a las tradiciones disciplinares,

    tericas y conceptuales en las que se encua-

    dran, como a los objetivos que persiguen.

    Esta heterogeneidad cubre un vasto campo

    de preocupaciones y propsitos que va desde

    los intentos de mejorar la educacin escolar

    mediante reformas pedaggicas, didcticas,

    organizativas o curriculares, hasta la puesta

    en marcha de estrategias de desarrollo co-

    munitario, pasando por la bsqueda de nue-

    vos planteamientos, criterios y parmetros

    para la definicin de polticas educativas

    y la planificacin y gestin de los sistemas

    educativos. Con el objeto de dar cuenta de

    esta heterogeneidad, hemos propuesto en

    otro lugar (Coll, 2001a) una clasificacin de

    CA, atendiendo fundamentalmente a dos cri-

    terios: el contexto sociocultural en que se

    enmarcan, y que pretenden de algn modo

    transformar, y las preocupaciones y prop-

    sitos que presiden y orientan su creacin y

    las actividades que en ellas se desarrollan. La

    aplicacin de ambos criterios a las propues-

    tas, iniciativas y experiencias de CA permite

    clasificarlas en una u otra de las cuatro cate-

    goras siguientes:

  • / Accin EducAtivA n 6

    cEntro dE invEstigAcionEs y sErvicios EducAtivos

    A F

    ondo

    Comunidades de aprendizaje, referi-

    das al aula Classroom-based Learning

    Communities

    Comunidades de aprendizaje, referidas

    a la escuela o centro educativo School-ba-

    sed Learning Communities

    Comunidades de aprendizaje, referidas

    a una ciudad, una comarca, una regin o una

    zona territorial de extensin variable en la

    que reside una comunidad de personas

    Community-based Learning Communities,

    Community Learning Networks Learning

    Cities, Learning Towns, Learning Regions

    Comunidades de aprendizaje que ope-

    ran en un entorno virtual o en lnea Vir-

    tual Learning Communities

    Pese a las zonas de indeterminacin que deja

    sin cubrir hay experiencias y propuestas

    concretas de CA que, por sus caractersticas,

    pueden incluirse en dos o ms de estas ca-

    tegoras, y otras que no encuentran un aco-

    modo fcil en ninguna de ellas, esta cla-

    sificacin cubre razonablemente el amplio

    abanico de prcticas relacionadas con las CA.

    Adems, y lo que es quizs ms importan-

    te para el hilo argumental de esta ponencia,

    desde cada una de las cuatro categoras de

    CA mencionadas se ofrecen planteamientos

    y enfoques alternativos, relativamente nove-

    dosos, a otros tantos aspectos esenciales de

    la organizacin y el funcionamiento actual

    de los sistemas educativos y de la educacin

    formal y escolar. As, las iniciativas dirigidas a

    organizar las aulas como CA introducen una

    nueva visin de la enseanza y el aprendizaje,

    abren el camino a prcticas docentes alejadas

    de los modelos transmisivos y otras prcticas

    pedaggicas tradicionales y ofrecen ejemplos

    concretos de cmo los alumnos pueden lle-

    var a cabo aprendizajes significativos y cultu-

    ralmente relevantes (ver Cuadro 1).

    Las aulas organizadas como CA mues-

    tran un grupo de personas, integrado habi-

    tualmente por un profesor o profesora y un

    grupo de alumnos y alumnas, con diferentes

    niveles de experiencia, conocimiento y pe-

    ricia, que aprenden juntos mediante su im-

    plicacin y participacin en actividades au-

    tnticas y culturalmente relevantes, gracias

    a la colaboracin que establecen entre s, a

    la construccin del conocimiento colectivo

    que llevan a cabo y a los diversos tipos de

    ayuda que se prestan mutuamente. Las ex-

    periencias tendientes a organizar los centros

    educativos como CA, por su parte, muestran

    que es posible generar en estas instituciones

    una cultura de aprendizaje y permiten iden-

    tificar algunos de los factores y procesos que

    son decisivos para conseguirlo (ver Cuadro 2).

    En los centros educativos organizados

    como CA, todas sus instancias y todos sus

    miembros estn comprometidos en la cons-

    truccin y adquisicin de nuevos conoci-

    mientos y habilidades. Las estructuras jerr-

    quicas y burocrticas de organizacin han

    sido sustituidas por el trabajo colaborativo,

    el liderazgo compartido, la participacin y la

  • Noviembre 2006 /

    univErsidAd AutnomA dE sinAloA

    A Fondo

    coordinacin. Profesores y alumnos aparecen

    implicados de forma conjunta en actividades

    de indagacin e investigacin pedaggica

    y culturalmente relevantes que atraviesan

    diferentes disciplinas y mbitos de conoci-

    miento, rompiendo de este modo con la tra-

    dicional divisin del currculo en comparti-

    mentos estanco. Son, adems, instituciones

    integradas en la comunidad, que proyectan

    sus actividades sobre ella, son sensibles a sus

    preocupaciones y necesidades, utilizan los

    recursos comunitarios de todo tipo perso-

    nales, culturales, de equipamientos y servi-

    cios, asociativos, etctera, ponindolos al

    servicio de la educacin y la formacin de su

    alumnado, y buscan y consiguen en buena

    medida la corresponsabilidad y el compromi-

    so de los agentes sociales y comunitarios en

    esta tarea.

    Las CA que tienen el territorio como refe-

    rente apuntan a nuevos modelos de organiza-

    cin de la educacin basados en el compro-

    miso y la corresponsabilidad de los agentes

    sociales y comunitarios, al tiempo que subra-

    yan la necesidad de adoptar nuevos criterios

    y planteamientos en el diseo de las polticas

    educativas (ver Cuadro 3). Las CA basadas en

    el territorio o en la comunidad son las que

    apuntan con mayor claridad hacia una trans-

    formacin global de los sistemas educativos.

    La adopcin del concepto aprendizaje a lo

    largo de la vida como principio organizativo

    de la educacin y como objetivo comunita-

    rio, junto con la puesta en relieve del apren-

    dizaje no formal e informal, sugieren no slo

    la necesidad de un cambio en los objetivos,

    la organizacin y el funcionamiento de las

    instituciones de educacin formal, sino tam-

    bin en los criterios y planteamientos que

    han orientado tradicionalmente la definicin

    y el establecimiento de polticas educativas.

    Por ltimo, las Comunidades Virtuales de

    Aprendizaje ilustran cmo las tecnologas de

    la informacin y la comunicacin pueden ser

    utilizadas con provecho para configurar re-

    des de comunicacin y de intercambio y para

    promover el aprendizaje entre los usuarios

    de estas redes, y ello tanto en el marco de la

    educacin formal como mediante la creacin

    de nuevos espacios y escenarios educativos.

    Las Comunidades Virtuales de Aprendi-

    zaje (CVA) son grupos de personas o insti-

    tuciones conectadas a travs de la red, que

    tienen como foco un determinado contenido

    o tarea de aprendizaje. Las CVA se caracte-

    rizan por la existencia de una comunidad

    de intereses y por el uso de las TIC en una

    doble vertiente: como instrumento para faci-

    litar el intercambio y la comunicacin entre

    sus miembros y como instrumento para pro-

    mover el aprendizaje. Conviene sealar, sin

    embargo, que la mera utilizacin de las TIC

    por un grupo de personas o instituciones no

    basta para que dicho grupo funcione autom-

    ticamente como una Comunidad de Aprendi-

    zaje. De hecho, el uso eventual de las TIC es

    una dimensin que cabe considerar en cada

    uno de los otros tres tipos de CA.

  • 10 / Accin EducAtivA n 6

    cEntro dE invEstigAcionEs y sErvicios EducAtivos

    A F

    ondo

    AlgunAs cArActErsticAs dE lAs comunidA-dEs dE AprEndizAjE quE intErpElAn dirEctA-mEntE AunquE no nicAmEntE A lA psi-cologA dE lA EducAcin

    La breve descripcin que precede permite

    identificar, ms all de las caractersticas

    propias y especficas de estos cuatro tipos de

    CA, una serie de planteamientos y tenden-

    cias generales que apuntan a una nueva ma-

    nera de entender la educacin en general y

    la educacin escolar y formal en particular, y

    que interpelan directamente el conocimien-

    to educativo y psicoeducativo, a las prcticas

    docentes y a todos los profesionales de la

    educacin. Son planteamientos y tendencias

    que se manifiestan con particular claridad e

    intensidad, segn los casos, en el movimien-

    to de CA, pero sus races e implicaciones su-

    peran con creces este movimiento. Por una

    parte, tienen su origen en una serie de ca-

    rencias y limitaciones de los sistemas educa-

    tivos, que vienen manifestndose de forma

    reiterada y cada vez ms acuciante desde me-

    diados del siglo pasado y, por otra, responden

    a las exigencias ineludibles de adaptacin de

    los sistemas educativos al nuevo escenario

    social, econmico, poltico y cultural, presi-

    dido por los procesos de globalizacin y el

    empuje del paradigma de la tecnologa de la

    informacin (Castells, 1996:103). Algunos

    de estos planteamientos y tendencias son, a

    mi juicio, relevantes para la Psicologa de la

    Educacin aunque no slo para ella, en

    la medida en que abren nuevos espacios a

    la investigacin e intervencin psicoeduca-

    tiva, al tiempo que comportan una redefini-

    cin de los existentes. Este es el caso, entre

    otros, de los siguientes.

    (i) Hacia una visin amplia de la educacin. Las

    Comunidades de Aprendizaje reflejan con

    nitidez la tendencia creciente a recuperar el

    sentido amplio original del concepto educa-

    cin, un concepto que se ha ido restringien-

    do y limitando progresivamente de manera

    injustificada hasta identificarse prcticamen-

    te con la educacin formal y escolar. Como

    hemos sealado en otras ocasiones (ver es-

    pecialmente Coll, 2003a), la generalizacin

    y ampliacin progresiva de la educacin bsi-

    ca y obligatoria durante la segunda mitad del

    siglo XX ha llevado a la educacin formal y

    escolar a adquirir un protagonismo destaca-

    do, en relacin con otros tipos de prcticas

    educativas y otras facetas de la educacin y

    la formacin de las personas.

    El auge de la educacin escolar ha teni-

    do, sin ningn gnero de dudas, muchas e

    importantes consecuencias positivas para el

    desarrollo personal y social en todos los pa-

    ses en los que ha llegado a implantarse con

    cierto grado de generalizacin, pero ha te-

    nido tambin algunos efectos preocupantes.

    As, y por mencionar slo los ms evidentes,

    en primer lugar la importancia otorgada a la

    educacin escolar ha conducido a infravalo-

    rar o ignorar, en algunos momentos, otros

  • Noviembre 2006 / 11

    univErsidAd AutnomA dE sinAloA

    A Fondo

    escenarios y prcticas educativas como

    las que tienen lugar en el seno de la familia,

    en las relaciones de trabajo, en las activida-

    des de ocio o en otras actividades sociales

    y comunitarias, que tienen una incidencia

    igualmente determinante sobre el desarrollo

    personal, la educacin y la formacin de las

    personas. En segundo lugar, se ha producido

    un fenmeno de relativa des-responsabiliza-

    cin social ante la educacin (Coll, 1999);

    es decir, la educacin de las personas ha de-

    jado de ser percibida en buena medida como

    lo que en realidad es, una responsabilidad

    compartida que debe asumir el grupo social

    en su conjunto, instalndose en su lugar la

    idea de que es una responsabilidad que com-

    pete fundamentalmente al sistema educativo

    y que deben asumir de forma prioritaria y

    aun exclusiva los profesionales que trabajan

    en l es decir, el profesorado, sus res-

    ponsables polticos y sus gestores y tcnicos.

    Y en tercer lugar, y como consecuencia de lo

    anterior, las escuelas, los institutos y los cen-

    tros educativos en general se han convertido

    en los receptores ltimos y prcticamente

    nicos de todas las expectativas y exigencias

    relacionadas con la educacin y la formacin

    de las personas. La toma de conciencia de

    que la identificacin abusiva entre la educa-

    cin y la educacin escolar ha llevado a pro-

    yectar sobre esta ltima unas expectativas

    y unas responsabilidades que a menudo no

    puede cumplir bien porque no tiene los

    medios para hacerlo, bien porque su influen-

    cia y su capacidad de actuacin al respecto

    es limitada es uno de los factores que

    explican la tendencia creciente a recuperar

    un concepto amplio de educacin, como el

    que subyace en las CA. En sntesis, la idea

    fundamental es que la educacin enten-

    dida como el conjunto de prcticas sociales

    mediante las cuales y gracias a las cuales los

    grupos humanos promueven el desarrollo y

    la socializacin de sus miembros, incluidos

    los ms jvenes es una responsabilidad

    que compete a la sociedad en su conjunto.

    Adoptar una visin amplia de la educacin

    obliga a postular la necesidad de una mayor

    articulacin entre, por una parte, la edu-

    cacin escolar y, por otra, los escenarios y

    prcticas educativas no escolares que tienen

    una influencia igualmente decisiva sobre el

    desarrollo, la socializacin y la formacin de

    las personas. Y esto, a su vez, comporta la

    exigencia de redefinir las funciones, compe-

    tencias y responsabilidades de los diferentes

    escenarios y agentes educativos, as como de

    potenciar el establecimiento de un compro-

    miso entre todos ellos en torno a esta redefi-

    nicin (Coll, 2000).

    (ii) Estrechamente relacionada con esta visin

    amplia de la educacin, encontramos la ten-

    dencia, igualmente presente en buena parte

    de las propuestas, iniciativas y experiencias

    de CA, a favor de la superacin de las barre-

    ras entre el aprendizaje y la educacin

    formal, no formal e informal. De acuerdo con

  • 12 / Accin EducAtivA n 6

    cEntro dE invEstigAcionEs y sErvicios EducAtivos

    A F

    ondo

    Faris y Peterson (2000:17), se entiende por

    aprendizaje formal la adquisicin intencional

    y sistemtica de conocimientos, habilidades,

    actitudes y valores mediante la participacin

    en actividades educativas o de entrenamien-

    to, realizadas por instituciones educativas

    que proporcionan una acreditacin o certi-

    ficacin de los aprendizajes adquiridos. En

    el aprendizaje no formal, por su parte, se

    producen unas adquisiciones igualmente

    intencionales y sistemticas, pero estas ad-

    quisiciones tienen lugar en espacios ajenos a

    las instituciones de educacin formal por

    ejemplo, en la familia, en el lugar de trabajo,

    en la comunidad, en organizaciones cultura-

    les o de voluntariado, etctera y no son

    objeto de una certificacin o acreditacin.

    Finalmente, el aprendizaje informal es asis-

    temtico, no planificado, no intencional y

    se produce por azar, como consecuencia,

    por ejemplo, de la participacin de las per-

    sonas en actividades o relaciones sociales

    o a travs de los medios de comunicacin.

    Si bien la toma en consideracin de los tres

    tipos de aprendizaje formal, no formal e

    informal es uno de los rasgos tpicos de

    las Comunidades de Aprendizaje basadas en

    el territorio o la comunidad, la insistencia en

    su importancia para el desarrollo, la sociali-

    zacin y la formacin de las personas est

    presente de una u otra manera en prctica-

    mente todas las experiencias y propuestas de

    CA.

    (iii)La adopcin del concepto de aprendizaje a lo

    largo de la vida como principio organizativo

    de la educacin y como objetivo comunita-

    rio. Otra tendencia que est contribuyendo

    de forma decisiva a la recuperacin de una

    visin amplia de la educacin es la impor-

    tancia creciente otorgada a lo que ha dado

    en llamarse la formacin o el aprendizaje a

    lo largo de la vida lifelong learning, o

    aprendizaje permanente (Comisin Europea,

    1995, 2001). Los cambios que se estn pro-

    duciendo en la estructura del mercado del

    trabajo y en las profesiones sugieren que la

    formacin inicial, identificada prcticamente

    con la formacin escolar y formal, dejar de

    ser en el futuro una garanta para el desa-

    rrollo personal y profesional de las personas.

    Crecen espectacularmente empleos y profe-

    siones relacionados con el sector servicios,

    especialmente en los sectores relacionados

    con la informacin. Aparecen nuevos m-

    bitos de trabajo, nuevas profesiones, que

    exigen la adquisicin y desarrollo de nuevas

    habilidades y competencias. En este marco,

    la formacin permanente, el reciclaje, apare-

    ce como una necesidad ineludible. Algunos

    analistas sealan que los nios y jvenes que

    se encuentran en las escuelas y los institu-

    tos se vern obligados a cambiar varias veces

    de profesin a lo largo de su vida laboral y

    tendrn que llevar a cabo nuevos procesos

    de formacin. La educacin y la formacin

    dejarn de ser han dejado de serlo ya en

  • Noviembre 2006 / 13

    univErsidAd AutnomA dE sinAloA

    A Fondo

    buena medida procesos limitados al pe-

    riodo inicial en la vida de las personas, para

    convertirse en procesos que podrn tener

    lugar en cualquier momento. La separacin

    entre la formacin inicial y la formacin

    permanente, entre la fase de formacin y la

    fase de actividad profesional, se desdibuja.

    Los trabajadores y profesionales transitarn

    de una a otra situacin formacin, ejerci-

    cio profesional varias veces en el transcurso

    de su vida laboral. Los sistemas y servicios

    educativos actuales, organizados en torno a

    la existencia de un periodo de formacin ini-

    cial netamente diferenciado del periodo de

    ejercicio profesional posterior, debern ser

    revisados para adecuarse a esta nueva rea-

    lidad. En suma, en este nuevo escenario la

    educacin y el aprendizaje se conciben cada

    vez ms como procesos que tienen lugar

    desde el nacimiento hasta la muerte y que

    dependen tanto de las oportunidades ofre-

    cidas por la educacin formal, como de las

    opciones y motivaciones individuales y de las

    posibilidades que encuentra cada persona en

    su entorno social y comunitario (educacin

    no formal e informal).

    (iv)El potencial de las Tecnologas de la Informa-

    cin y la Comunicacin (TIC) para configu-

    rar nuevos espacios y escenarios educativos

    y para transformar los existentes. Como en

    los casos anteriores, pese a no ser un ras-

    go totalmente compartido, la tendencia a

    incorporar las TIC a las actividades y prc-

    ticas educativas se manifiesta tambin con

    fuerza en el movimiento de CA. No slo hay

    un tipo especial de CA, las CVA, cuyo rasgo

    distintivo es el uso de las TIC, sino que hay

    pocas dudas de que las CA, sea cual sea la

    categora a la que pertenezcan el aula, el

    centro educativo, el territorio y los obje-

    tivos que persigan mejorar el aprendizaje

    en las aulas, promover e instalar una cultura

    del aprendizaje en los centros educativos,

    impulsar y apoyar el desarrollo comunitario,

    etctera pueden incrementar considera-

    blemente su eficacia cuando utilizan las tec-

    nologas digitales para consolidar las redes

    de intercambio y comunicacin en su seno

    y como instrumento para potenciar y promo-

    ver el aprendizaje de sus miembros.

    El impacto de las TIC sobre la educacin

    tiene tres vertientes distintas, aunque com-

    plementarias, que conviene analizar por se-

    parado (Coll y Mart, 2001; Coll, 2003b). En

    primer lugar, debido, entre otras razones, a

    su presencia y ubicuidad crecientes en nues-

    tra sociedad, y al igual que ha ocurrido a lo

    largo de la historia de la humanidad con otras

    tecnologas de la informacin y la comunica-

    cin, las tecnologas digitales estn contri-

    buyendo a la aparicin de nuevos espacios y

    escenarios educativos cada vez ms influyen-

    tes y decisivos en los procesos de desarrollo

    y socializacin de las personas en general

    y de las nuevas generaciones en particular.

    En segundo lugar, es cada vez ms evidente que

    la aparicin de estos nuevos espacios y escena-

  • 14 / Accin EducAtivA n 6

    cEntro dE invEstigAcionEs y sErvicios EducAtivos

    A F

    ondo

    rios, distintos y a menudo ajenos cuando

    no contradictorios en cuanto a finalidades,

    objetivos y contenidos a los propios de la

    educacin formal y escolar, hace ineludible

    e inaplazable la necesidad de una revisin

    a profundidad del papel, las funciones y la

    organizacin de los sistemas educativos tal

    como se han ido configurando a lo largo de

    los dos ltimos siglos. Pero adems, y en

    tercer lugar, las TIC no slo estn transfor-

    mando la educacin escolar desde fuera, si

    se me permite la expresin, obligando a una

    redefinicin de su papel, sus funciones y sus

    finalidades, sino que la estn transformando

    tambin desde dentro, debido fundamen-

    talmente a su capacidad para modificar las

    relaciones entre los tres elementos del trin-

    gulo interactivo profesor, estudiantes y

    contenidos y, en consecuencia, al impacto

    que tienen, o pueden llegar a tener, sobre los

    procesos de construccin del conocimiento.

    (v) La construccin de un conocimiento colectivo

    como contexto, plataforma y apoyo a los pro-

    cesos individuales de aprendizaje. Una ltima

    tendencia presente en el movimiento de CA

    sobre la que conviene llamar la atencin por

    su relevancia psicoeducativa es la que se re-

    fiere a la concepcin misma del aprendizaje.

    Dos hechos merecen ser destacados a este

    respecto. En primer lugar, la mayor parte de

    las experiencias y propuestas que se iden-

    tifican a s mismas como CA afirman, con

    mayor o menor nfasis segn los casos, ser

    tributarias de, o al menos compatibles con,

    una visin constructivista del aprendizaje.

    Esta vinculacin suele ser ms explcita y a

    mi juicio tambin a menudo ms justificada

    y argumentada, en el caso de las CA referidas

    al aula, en las que es frecuente el recurso a

    los principios constructivistas en particu-

    lar a los relacionados con el constructivismo

    de orientacin sociocultural (Coll, 2001a)

    para justificar y fundamentar tericamen-

    te sus propuestas. Las alusiones a los prin-

    cipios y los planteamientos constructivistas

    del aprendizaje, ya sea en su versin ms

    cognitiva, ya sea en su versin ms social,

    son tambin frecuentes en las experiencias

    y propuestas de CA referidas a los centros

    educativos, aunque es forzoso admitir que

    en ocasiones resulta difcil establecer una re-

    lacin directa entre algunos de los rasgos de-

    finitorios de este tipo de CA por ejemplo,

    la adopcin de un currculo orientado a la in-

    sercin en el mundo laboral, o el nfasis en

    la participacin de los agentes sociales en las

    decisiones curriculares y dichos principios

    y planteamientos. Las CA referidas al terri-

    torio, por su parte, se sitan a este respecto

    en el extremo opuesto al de las CA referidas

    al aula: las alusiones al constructivismo, aun-

    que tambin frecuentes, son por lo general

    indirectas, genricas y poco precisas, y rara

    vez se utilizan para justificar y argumentar

    propuestas concretas. Finalmente, las CVA

    constituyen de nuevo un caso especial, ya

    que, si bien no es infrecuente que recurran

  • Noviembre 2006 / 1

    univErsidAd AutnomA dE sinAloA

    A Fondo

    a los principios y planteamientos construc-

    tivistas para justificarse, las justificaciones

    y argumentos adolecen a menudo de la ne-

    cesaria solidez y concrecin, limitndose a

    menudo a postular sin ms la bondad del

    aprendizaje colaborativo y del aprendizaje

    autodirigido.

    En segundo lugar, y como han sealado

    diversos autores (ver, por ejemplo, Bielaczyc

    y Collins, 1999; Onrubia, 2003), una de las

    premisas en las que se basan las CA es que

    el aprendizaje individual es inseparable del

    aprendizaje colectivo. El aprendizaje colec-

    tivo no es la suma de una serie de apren-

    dizajes individuales. Lo que sucede, desde

    este punto de vista, es ms bien lo contrario:

    el aprendizaje colectivo proporciona el con-

    texto, la plataforma y los apoyos que hacen

    posible el aprendizaje individual. De ah la

    importancia que suelen atribuir las experien-

    cias y propuestas de CA especialmente en

    el caso de las CA referidas al aula, pero no

    slo en ellas a lo que el grupo como tal

    aprende, conoce y comprende como resulta-

    do de las actividades desarrolladas. En otras

    palabras, se trata, en primera instancia, de

    que el grupo aprenda, porque slo partici-

    pando e implicndose en las actividades de

    un grupo que aprende pueden los individuos

    que lo conforman llevar a cabo aprendiza-

    jes individuales. Las CA presentan, en este

    sentido, fuertes similitudes con las Comu-

    nidades de Prctica, expresin utilizada por

    Wenger (199, 1999) para designar un gru-

    po de personas que se implican activamente

    en procesos colaborativos de resolucin de

    problemas, apoyndose en la experiencia y el

    conocimiento al mismo tiempo compartido y

    distribuido entre todas ellas.

    comunidAdEs dE AprEndizAjE y psicologA dE lA EducAcin: rEtos y dEsAfos

    Estas tendencias que acabamos de sealar,

    presentes todas ellas con mayor o menor in-

    tensidad en las experiencias y propuestas de

    CA, abren nuevos y apasionantes horizontes

    en Psicologa de la Educacin y plantean una

    serie de retos y desafos a la investigacin

    y la intervencin psicoeducativa que bien

    merecen un anlisis y una reflexin pau-

    sada. Obviamente, hacer un anlisis y una

    reflexin en profundidad sobre las implica-

    ciones de estas tendencias para la Psicologa

    de la Educacin est fuera del alcance de

    la presente ponencia. Mi propsito, mucho

    ms modesto, es simplemente argumentar a

    favor del inters y la urgencia de acometer

    esta tarea. Dedicar, para ello, la ltima par-

    te de mi intervencin a comentar brevemen-

    te algunos de estos retos y desafos en tres

    mbitos de actividad en los que la Psicologa

    de la Educacin ha tenido tradicionalmente

    una presencia relevante. Los dos primeros

    los procesos de transformacin y mejora

    de la educacin y el asesoramiento y la in-

    tervencin psicopedaggica corresponden

    ms bien, al menos en primera instancia, a

  • 16 / Accin EducAtivA n 6

    cEntro dE invEstigAcionEs y sErvicios EducAtivos

    A F

    ondo

    lo que podramos llamar la vertiente profe-

    sional, mientras que el tercero el estudio

    de los mecanismos de influencia educati-

    va remite sobre todo a una temtica de in-

    vestigacin. No son, por supuesto, los nicos

    mbitos ni mucho menos el nico tema de

    investigacin de nuestra disciplina en los

    que las tendencias apuntadas plantean nue-

    vos retos y desafos, pero nos bastarn para

    el propsito de mostrar el alcance e inters

    de la reflexin propuesta.

    (i) La Psicologa de la Educacin ante los proce-

    sos de transformacin y mejora de la educa-

    cin escolar. Las limitaciones y carencias de

    la educacin escolar para satisfacer de for-

    ma adecuada las necesidades educativas de

    toda la poblacin han sido una preocupacin

    constante desde el momento mismo en que

    se establecen los objetivos bsicos de gene-

    ralizacin y universalizacin de la enseanza

    hacia mediados del siglo XX. Los sucesivos

    procesos de reforma educativa llevados a

    cabo en numerosos pases en el transcurso

    de las ltimas dcadas han contribuido de

    forma decisiva a mejorar la situacin, pero

    han puesto tambin de relieve la existencia

    de un techo en cuanto a la capacidad de es-

    tas reformas para hacer frente a fenmenos

    como, por ejemplo, la persistencia de tasas

    relativamente altas de fracaso, ausentismo

    o abandono escolar en prcticamente todos

    los sistemas educativos. Las razones de este

    hecho son, sin duda, muchas y diversas, pero

    hay indicadores suficientes que apuntan en

    la direccin de que al menos una de ellas

    tiene que ver con los objetivos y la orienta-

    cin de estas reformas, tributarias de unos

    planteamientos que tienden a identificar la

    educacin con la educacin escolar y formal

    y limitadas, por tanto, en sus propuestas de

    cambio y transformacin, a tal o cual aspecto

    de la organizacin y funcionamiento de los

    sistemas de educacin formal.

    Sin negar en absoluto que los sistemas

    de educacin formal pueden y deben experi-

    mentar todava muchas mejoras en su organi-

    zacin y en su funcionamiento internos hay,

    sin embargo, la sospecha creciente de que

    algunas de sus carencias y limitaciones slo

    podrn abordarse de forma efectiva mediante

    unas reformas en profundidad que contem-

    plen, junto a la educacin formal y escolar,

    otros tipos de escenarios y prcticas sociales

    que tienen tambin una incidencia decisiva

    sobre los procesos de desarrollo personal, de

    socializacin y de formacin de las personas;

    es decir, mediante reformas educativas que

    atiendan efectivamente a una visin amplia

    de la educacin. Situados en este perspec-

    tiva, ya no basta con intentar mejorar tal o

    cual aspecto del currculo, de la metodologa

    didctica, de la formacin del profesorado,

    del funcionamiento de los centros o de cual-

    quier otros elementos del sistema escolar; es

    necesario, adems, actuar simultnea y co-

    ordinadamente sobre otros agentes y esce-

    narios educativos que conforman, junto con

  • Noviembre 2006 / 1

    univErsidAd AutnomA dE sinAloA

    A Fondo

    las instituciones y los agentes de educacin

    formal y escolar, el nicho educativo real de

    las personas y, en concreto, de los nios y

    jvenes, en nuestra sociedad.

    Las experiencias y propuestas sobre Co-

    munidades de Aprendizaje proporcionan ya

    una valiossima fuente de informacin sobre

    cmo acometer procesos de transformacin

    y mejora educativa de este tipo. Sin embar-

    go, los procesos documentados hasta hoy son

    ms bien, por lo general, de carcter secto-

    rial; es decir, estn centrados en el aula, en

    los centros educativos, en la comunidad o en

    la configuracin y explotacin de entornos

    virtuales. Para seguir avanzando en esta di-

    reccin, es necesario superar este estadio y

    abordar directamente el tema de la articula-

    cin de los procesos de cambio sectorial en

    el marco ms amplio de un proceso de trans-

    formacin global de la educacin escolar. En

    efecto, desde el punto de vista de una visin

    amplia de la educacin, la organizacin de

    las aulas como Comunidades de Aprendizaje

    adquiere toda su potencialidad en el seno de

    unas instituciones educativas que estn or-

    ganizadas, a su vez, como Comunidades de

    Aprendizaje; y la viabilidad y eficacia de stas

    depende, en buena medida, de su insercin

    en una red de aprendizaje comunitario sufi-

    cientemente rica y compleja.

    Como es sabido, la psicologa en general,

    y la Psicologa del Desarrollo y de la Educa-

    cin en particular, han jugado un papel des-

    tacado, no exento en ocasiones de un cierto

    protagonismo, en la mayor parte de las re-

    formas educativas que han ido sucediendo

    a lo largo del siglo XX. Buena parte de los

    planteamientos pedaggicos innovadores

    que estn en el origen de estas reformas apa-

    recen asociados a teoras y enfoques psico-

    lgicos (la psicologa de la forma, psicologa

    funcional, conductismo, psicologa gentica,

    psicologa cognitiva, psicologa sociocultural,

    constructivismo, etctera), y buena parte de

    los psiclogos del desarrollo y de la educa-

    cin ms destacados del siglo XX son igual-

    mente reconocidos por sus aportaciones a

    la educacin y por haber inspirado de forma

    ms o menos directa procesos de transfor-

    macin y mejora de la educacin escolar

    (Claparde, Dewey, Thorndike, Piaget, Skin-

    ner, Vygotsky, Bruner, etctera). En paralelo

    con la identificacin progresiva entre edu-

    cacin y educacin escolar en el transcurso

    del siglo XX, la Psicologa de la Educacin ha

    ido conformando durante este mismo perio-

    do, en buena medida, como una Psicologa

    de la Educacin escolar. Sin embargo, en la

    medida en que se consolide la visin amplia

    de la educacin a la que nos hemos referido,

    la asociacin privilegiada entre Psicologa de

    la Educacin y procesos de transformacin y

    mejora de la educacin escolar corre el ries-

    go de debilitarse o incluso de desaparecer. A

    no ser, y ste es a mi juicio uno de los retos

    epistemolgicos, tericos y metodolgicos

    fundamentales que se nos plantea en la ac-

    tualidad, que asumamos tambin con todas

  • 1 / Accin EducAtivA n 6

    cEntro dE invEstigAcionEs y sErvicios EducAtivos

    A F

    ondo

    las consecuencias esta visin amplia de la

    educacin y seamos capaces de avanzar hacia

    una Psicologa de la Educacin no limitada,

    no restringida, a las situaciones y prcticas

    educativas escolares. En tanto que psiclogos

    de la educacin, nuestro objetivo sigue sien-

    do explicar, comprender e intervenir en los

    procesos de cambio que se producen en las

    personas, como consecuencia de su partici-

    pacin en actividades y prcticas educativas.

    Desde una visin amplia de la educacin, sin

    embargo, deberamos ampliar el foco en al

    menos una triple direccin: la toma en con-

    sideracin, junto a las actividades y prcticas

    educativas escolares y formales, de las prc-

    ticas y actividades de educacin y aprendi-

    zaje no formal e informal; el estudio de los

    procesos de cambio imputables a la partici-

    pacin en prcticas y actividades educativas

    que tienen lugar a lo largo de la vida, y la

    articulacin de los diferentes escenarios y

    prcticas sociales que conforman de hecho

    los nichos educativos de las personas en

    las sociedades actuales.

    (ii)La intervencin psicoeducativa ante una vi-

    sin amplia de la educacin. Basta con revi-

    sar los modelos y propuestas de intervencin

    psicoeducativa, as como los manuales y pro-

    gramas de formacin de los profesionales de

    la orientacin, el asesoramiento y la inter-

    vencin psicopedaggica, para darse cuenta

    de que en su inmensa mayora estn elabo-

    rados sobre el supuesto de que este espacio

    profesional tiene como epicentro, cuando no

    como referente nico, la educacin formal y

    escolar (ver, por ejemplo, Monereo y Sol,

    1996). Este supuesto, sin embargo, es alta-

    mente discutible desde la perspectiva de las

    Comunidades de Aprendizaje y de la visin

    amplia de la educacin que las sustenta.

    En efecto, por una parte, aunque de forma

    todava incipiente y poco significativa en tr-

    minos absolutos en muchos casos, empiezan

    a ser realidad los puestos de trabajo vincu-

    lados a escenarios y prcticas educativas no

    formales, o al menos no escolares, e incluso

    informales. Me refiero a la incorporacin

    de psiclogos de la educacin a espacios de

    ejercicio profesional como, por ejemplo, los

    servicios de atencin educativa a la infancia,

    la adolescencia y la juventud en contextos no

    escolares (familia, centros de acogida, cen-

    tros de adopcin, etctera); los programas

    y servicios de orientacin profesional y de

    acompaamiento en la insercin al mundo

    laboral; los programas y servicios culturales,

    recreativos y de ocio; la educacin de las per-

    sonas adultas y la formacin permanente a

    lo largo de la vida; los programas y servicios

    educativos de los medios de comunicacin

    en general y de las cadenas de televisin en

    particular; los centros de elaboracin y difu-

    sin de contenidos y materiales de aprendi-

    zaje multimedia y de e-learning, etctera. Por

    supuesto, al igual que sucede con la inter-

    vencin psicoeducativa y psicopedaggica en

    los contextos de educacin formal y escolar,

  • Noviembre 2006 / 1

    univErsidAd AutnomA dE sinAloA

    A Fondo

    no es esperable, ni desde una perspectiva

    ms amplia tampoco deseable, a mi juicio,

    que estos nuevos espacios sean ocupados en

    exclusiva por psiclogos de la educacin. No

    obstante, para que no suceda lo contrario

    es decir, para que se produzca tambin la

    incorporacin de psiclogos de la educacin

    a estos espacios profesionales, es impres-

    cindible que nuestra disciplina realice avan-

    ces significativos en las tres dimensiones o

    vertientes que la conforman como disciplina

    a la vez psicolgica y educativa de carcter

    aplicado (Coll, 19): en la vertiente terico

    conceptual, aportando modelos explicativos

    de los procesos de cambio que se producen

    en las personas como consecuencia de su

    participacin en estos escenarios y prcticas

    educativas; en la vertiente tecnolgica o pro-

    yectiva, contribuyendo al diseo de estrate-

    gias y modelos de actuacin que permitan

    intervenir sobre estos procesos de cambio,

    con la finalidad de orientarlos en unas deter-

    minadas direcciones y, en la vertiente tcni-

    coprctica, ofreciendo tcnicas e instrumen-

    tos de intervencin para la resolucin de

    problemas concretos.

    Pero la aceptacin creciente de una vi-

    sin amplia de la educacin no comporta

    nicamente la aparicin de nuevos espa-

    cios profesionales para los psiclogos de la

    educacin. La intervencin educativa y psi-

    copedaggica vinculada a los contextos de

    educacin formal y escolar que son y segui-

    rn siendo probablemente durante mucho

    tiempo los espacios de ejercicio profesional

    mayoritarios de los psiclogos de la edu-

    cacin se ven tambin interpelados por

    esta tendencia.

    En efecto, adoptar una visin amplia de la

    educacin implica asumir con todas sus con-

    secuencias que los alumnos participan simul-

    tneamente en una variedad de escenarios y

    prcticas educativas, ajenos a las escuelas y

    los institutos, y en buena medida desconoci-

    dos e inaccesibles para sus profesores, y que

    lo que hacen y aprenden en estos escenarios

    incide indefectiblemente sobre su actividad,

    su comportamiento y su aprendizaje en la

    escuela. Ahora bien, asumir esta visin tiene

    enormes implicaciones tanto para el anlisis,

    la comprensin y la explicacin de los pro-

    cesos escolares de enseanza y aprendizaje,

    como para la orientacin educativa y la in-

    tervencin psicopedaggica. Pensemos, por

    mencionar slo un ejemplo, en las tpicas

    situaciones de asesoramiento e intervencin

    psicopedaggica relacionadas con la aten-

    cin a la diversidad en sus mltiples y diver-

    sas manifestaciones y en la diferencia que

    supone en estos casos plantear la interven-

    cin, contando nicamente con los recursos

    personales, organizativos y materiales de la

    escuela o del instituto es decir, desde una

    visin restringida de la educacin o, por

    el contrario, situar en el centro de la inter-

    vencin la bsqueda del compromiso y la co-

    rresponsabilidad de los diferentes escenarios

    y agentes educativos y utilizando todos los

  • 20 / Accin EducAtivA n 6

    cEntro dE invEstigAcionEs y sErvicios EducAtivos

    A F

    ondo

    recursos comunitarios disponibles es decir,

    desde una visin amplia de la educacin.

    (iii) Los enfoques constructivistas y el estudio de

    los mecanismos de influencia educativa ante

    una visin amplia de la educacin. El alcance

    y las aportaciones de los enfoques construc-

    tivistas en educacin y, en consecuencia,

    el lugar que ocupan en la Psicologa de la

    Educacin actual, estn fuertemente condi-

    cionados, a mi juicio, por dos factores. En

    primer lugar, estos enfoques no han sido im-

    permeables a la restriccin progresiva que se

    ha ido produciendo en el concepto de educa-

    cin y que ha desembocado en la prctica de

    identificacin entre educacin y educacin

    escolar. Los enfoques constructivistas en

    educacin lo son, de forma abrumadoramen-

    te mayoritaria, de la educacin escolar, y se

    orientan sobre todo a comprender y explicar

    cmo los alumnos aprenden de forma signi-

    ficativa los contenidos escolares en las aulas

    y a proponer vas de actuacin para poten-

    ciar y favorecer este aprendizaje. No tiene,

    pues, nada de extrao que la relacin entre

    los enfoques constructivistas y la teora y la

    prctica de las CA sea particularmente visi-

    ble y slida en el caso de las experiencias e

    iniciativas orientadas a organizar las aulas, y

    en menor medida las escuelas, como CA. La

    relacin es mucho ms tenue y difcil de jus-

    tificar en los otros tipos de CA, especialmen-

    te en el caso de las CA referidas al territorio,

    por una simple razn: porque los principios

    explicativos y las propuestas de actuacin

    de los enfoques constructivistas conciernen

    fundamentalmente a la educacin escolar y

    pierden buena parte de su relevancia y utili-

    dad cuando se intenta aplicarlos a escenarios

    y prcticas educativas no escolares.

    En segundo lugar, en la medida en que

    atribuyen una importancia decisiva a las apor-

    taciones del aprendiz al acto de aprender y

    que subordinan la enseanza a la toma en

    consideracin de estas aportaciones, los en-

    foques contructivistas en educacin se han

    presentado tradicionalmente como enfoques

    centrados en el alumno y en el aprendiza-

    je, por oposicin a otros centrados en el

    profesor y en la enseanza. Esta idea, total-

    mente adecuada y vigente a mi juicio, ha lle-

    vado, sin embargo, en ocasiones a considerar

    que la enseanza ocupa un lugar accesorio

    o secundario, cuando no irrelevante, en la

    explicacin y mejora del aprendizaje escolar.

    En el caso sobre todo de los enfoques edu-

    cativos inspirados en el constructivismo cog-

    nitivo (Coll, 2001), la categora conceptual

    de la enseanza ha sido y es vista an con

    desconfianza. Algunas afirmaciones realiza-

    das por autores representativos de este tipo

    de enfoques como, por ejemplo, lo que im-

    porta en educacin no es la enseanza, sino

    el aprendizaje, o no se puede ensear, slo

    se puede aprender, o aun ensear algo a

    alguien equivale a impedir que lo descubra

    por s mismo, son ilustrativas de esta des-

    confianza.

  • Noviembre 2006 / 21

    univErsidAd AutnomA dE sinAloA

    A Fondo

    Lo que este tipo de afirmaciones ponen

    de relieve es, a mi juicio, la identificacin de

    la accin educativa intencional, ingrediente

    esencial de cualquier situacin o prctica

    educativa, con una cierta manera de enten-

    derla y ejercerla; o, cindonos a la educa-

    cin escolar, la identificacin de la enseanza

    con una determinada visin de la enseanza.

    Es cierto que la categora conceptual de la

    enseanza ha estado durante mucho tiempo

    cautiva de una visin transmisivo receptiva

    que vincula directa y mecnicamente los re-

    sultados del aprendizaje de los alumnos a la

    accin educativa e instruccional del profesor,

    y que es, en consecuencia, incompatible con

    los principios constructivistas. Sin embargo,

    el rechazo frontal de esta visin transmisi-

    vo receptiva de la enseanza totalmente

    justificado a mi juicio ha estado histri-

    camente asociado a la consideracin muy

    discutible y en mi opinin esencialmente

    incorrecta de que la enseanza ocupa un

    lugar secundario en el aprendizaje escolar.

    La tarea con la que se enfrentan los enfo-

    ques constructivistas en educacin no es

    slo, a mi entender, comprender y explicar

    cmo aprenden los alumnos, sino tambin

    cmo se puede impulsar, promover y orientar

    mediante una accin educativa intencional

    el proceso de construccin de significados y

    de atribucin de sentido que subyace al ver-

    dadero aprendizaje y, muy especialmente,

    cmo se puede conseguir una articulacin y

    un ajuste adecuados entre ambos procesos,

    el de la construccin del conocimiento que

    llevan a cabo los alumnos y el de la accin

    educativa que ejercen el profesor y los com-

    paeros en el transcurso de las actividades

    escolares.

    La situacin ha empezado ciertamente a

    corregirse como consecuencia de la apari-

    cin y aceptacin creciente de enfoques ins-

    pirados en el constructivismo de orientacin

    sociocultural de races vygotskianas. En estos

    enfoques, la atencin y el inters se desplaza

    desde los procesos de construccin del cono-

    cimiento de los alumnos y de sus aportacio-

    nes al acto de aprender hacia la dinmica in-

    teractiva y comunicativa de co-construccin

    del conocimiento entre profesor y alumnos.

    Por supuesto, para comprender esta dinmi-

    ca de co-construccin es necesario tomar en

    consideracin lo que aportan los alumnos,

    pero no es menos necesario tomar tambin

    en consideracin las formas de estructu-

    racin y gua que proporciona el profesor

    como apoyo a los procesos de construccin

    de significados y de atribucin de sentido y

    que llevan a cabo los alumnos cuando apren-

    den. Es en este contexto en que adquiere

    pleno sentido, a mi juicio, la propuesta de

    recuperar el concepto de enseanza como

    una categora explicativa importante para

    los enfoques constructivistas. Por supuesto,

    no de la interpretacin ingenua y felizmente

    superada de la enseanza como un proceso

    transmisivo receptivo unidireccional que

    vincula en forma directa y mecnica la ac-

  • 22 / Accin EducAtivA n 6

    cEntro dE invEstigAcionEs y sErvicios EducAtivos

    A F

    ondo

    cin docente del profesor con los resultados

    del aprendizaje de los alumnos. Pero s de

    la enseanza entendida como el ejercicio de

    la accin educativa intencional en contextos

    de educacin formal; o lo que es lo mismo,

    como el conjunto de procesos, mecanismos

    y dispositivos de naturaleza diversa mediante

    los cuales, y gracias a los cuales, se ejerce la

    influencia educativa en este tipo de entor-

    nos educativos.*

    El objetivo de alcanzar mayor y mejor

    comprensin de cmo se ejerce la accin

    educativa intencional en los diferentes tipos

    de escenarios y prcticas educativas adquiere

    an mayor importancia e inters, si cabe, en

    el marco de la visin amplia de la educacin,

    convirtindose en un reto y en una priori-

    dad para la investigacin psicoeducativa de

    orientacin constructivista. Se trata, por una

    parte, de extender el estudio de los meca-

    nismos de influencia educativa a escenarios

    y prcticas educativas no escolares. Y, por

    otra, de acometer la investigacin sistemti-

    ca de las relaciones e interconexiones entre

    la influencia educativa que se ejerce sobre

    los alumnos en las aulas y la que se ejerce

    igualmente sobre ellos en otros escenarios

    y prcticas educativas en las que participan

    ms o menos en paralelo. Ciertamente, am-

    bas lneas de investigacin plantean enor-

    mes desafos tericos y metodolgicos. No

    parece, sin embargo, que estos desafos

    puedan soslayarse fcilmente cuando se

    adopta una visin amplia de la educacin

    como la que proponen las Comunidades de

    Aprendizaje.

    *Para un mayor desarrollo y justificacin

    del concepto de mecanismos de influencia

    educativa y su relacin con el concepto en-

    seanza, ver Coll y otros (1992), Onrubia,

    1993; Colomina, Onrubia y Rochera, 2001;

    Coll 2001b.

    Cuadro 1. El AulA como comunidAd dE-AprEndizAjE: unA visin AltErnAtivA dEl AprEndizAjE y dE lA EnsEAnzA

    ElAborAcin colEctivA dEl conocimiEn-

    to como objEtivo y compromiso con El ob-

    jEtivo dE construir y compArtir conocimiEn-

    tos nuEvos

    insistEnciA En El cArctEr distribuido

    dEl concEpto EntrE profEsorEs y Alumnos

    y EntrE Alumnos, E importAnciA otorgAdA A

    los distintos tipos y grAdos dE pEriciA dE los

    pArticipAntEs

    nfAsis En El AprEndizAjE Autnomo y Au-

    torrEgulAdo, En lA Adquisicin dE hAbilidAdEs

    y EstrAtEgiAs mEtAcongnitivAs y En AprEndEr A

    AprEndEr

    sElEccin dE ActividAdEs dE AprEndizAjE pEr-

    cibidAs como AutnticAs y rElEvAntEs por los

    pArticipAntEs

    puEstA En mArchA dE EstrAtEgiAs didcticAs

    dE AprEndizAjE colAborAtivo

    utilizAcin sistEmticA dE EstrAtEgiAs y

    procEdimiEntos disEAdos con El fin dE quE

  • Noviembre 2006 / 23

    univErsidAd AutnomA dE sinAloA

    A Fondo

    todos los pArticipAntEs puEdAn compArtir los

    AprEndizAjEs

    Adopcin dE EnfoquEs globAlizAdorEs o

    intErdisciplinArEs y rEchAzo A lA orgAnizAcin

    trAdicionAl dEl currculo En mAtEriAs o disci-

    plinAs AislAdAs

    co-rEsponsAbilidAd dE profEsorEs y Alum-

    nos En El AprEndizAjE

    prioridAd A lA profundidAd rEspEcto dE lA

    ExtEnsin En lA rEAlizAcin dE AprEndizAjEs

    utilizAcin dE rEcursos ExtErnos pArA El

    AprEndizAjE y EstAblEcimiEnto dE vnculos con

    otrAs AulAs y con lA comunidAd

    ExistEnciA dE Altos nivElEs dE dilogo, dE

    intErAccin y dE comunicAcin EntrE los pArti-

    cipAntEs

    Fuentes: Bielaczyc y Collins, 1999; Brown, 199;

    Brown y Campione, 1994, 1996, 199; Onrubia,

    2003; Rogoff, Matusov y White, 1996; Scardamalia y

    Bereiter, 1999; Wilson y Ryder, s/f, etctera.

    Cuadro 2. lAs EscuElAs como comuni-dAdEs dE AprEndizAjE: unA AltErnAtivA A lA orgAnizAcin y El funcionAmiEnto dE lAs

    institucionEs

    ExistEnciA dE unos objEtivos y vAlorEs

    compArtidos EntrE todos los miEmbros dE lA

    institucin

    ExistEnciA dE un lidErAzgo compArtido

    trAbAjo En Equipo y colAborAtivo dEl pro-

    fEsorAdo

    trAbAjo mutuo EntrE los miEmbros dE lA

    institucin

    nuEvAs frmulAs dE orgAnizAcin y Agru-

    pAmiEnto dEl AlumnAdo

    nuEvAs frmulAs dE orgAnizAcin dEl cu-

    rrculo (mEdiAntE lA Adopcin, por EjEmplo, dE

    plAntEAmiEntos globAlizAdorEs o intErdiscipli-

    nArEs)

    nuEvAs mEtodologAs dE EnsEAnzA (por

    EjEmplo, introduccin dE mtodos dE AprEn-

    dizAjE coopErAtivo, sEminArios rEducidos, En-

    sEAnzA bAsAdA En El Anlisis dE cAsos, En lA

    rEAlizAcin dE proyEctos, En lA rEsolucin dE

    problEmAs, EtctErA

    utilizAcin dE procEdimiEntos y EstrAtE-

    giAs dE EvAluAcin formAtivA y oriEntAdorA

    nfAsis En lA ArticulAcin tEorA/prcticA

    E invEstigAcin/Accin

    pArticipAcin dE los AgEntEs sociAlEs En El

    EstAblEcimiEnto dEl currculo

    fuErtE implicAcin dE los pAdrEs y dE

    otros AgEntEs comunitArios En El trAbAjo con

    los Alumnos

    Fuentes: Hill, Pettit y Dawson, 1997; Levine, 1999;

    Owens y Wang, 1997; Prawat, 1996; Shapiro y Levine,

    1999.

    Cuadro 3. El tErritorio como comunidAd dE AprEndizAjE: unA EstrAtEgiA dE dEsArrollo comunitArio y unA AltErnAtivA A lA orgAnizA-

    cin dE los sistEmAs dE EducAcin formAl

    insistEnciA En lA incApAcidAd dE los sistE-

    mAs dE EducAcin formAl pArA sAtisfAcEr lAs

    nEcEsidAdEs EducAtivAs dE lA ciudAdAnA En El

    mundo ActuAl

  • 24 / Accin EducAtivA n 6

    cEntro dE invEstigAcionEs y sErvicios EducAtivos

    A F

    ondo

    importAnciA AcordAdA, junto Al AprEndizAjE

    quE tiEnE lugAr En lAs institucionEs dEl sistEmA

    EducAtivo formAl, Al quE tiEnE su origEn En lA

    AmpliA gAmA dE ActividAdEs quE llEvAn A cAbo y

    En lAs quE pArticipAn lAs pErsonAs Al mArgEn dE

    EstAs institucionEs

    rEconocimiEnto dE quE En lA comunidAd

    ExistEn muchos rEcursos EducAtivos, Econ-

    micos, cvicos, dE sErvicios, dE EquipAmiEnto,

    EtctErA quE puEdEn ponErsE Al sErvicio dEl

    AprEndizAjE

    importAnciA dE lA pArticipAcin y dEl pAr-

    tEnAriAdo En lA constitucin, orgAnizAcin y

    gEstin dE lA cA

    orgAnizAcin dE lAs cA En torno A unA

    doblE dimEnsin: geogrfiCa, puEsto quE Estn

    formAdAs por grupos dE pErsonAs quE hAbitAn

    un tErritorio, yA sEA En zonAs rurAlEs o urbA-

    nAs; y funCional, puEsto quE lAs pErsonAs quE

    hAbitAn un tErritorio slo puEdEn constituir

    unA cA En lA mEdidA En quE compArtAn unos dE-

    tErminAdos intErEsEs, objEtivos y vAlorEs

    Adopcin dEl concEpto dE AprEndizAjE A lo

    lArgo dE lA vidA como principio orgAnizAtivo y

    como objEtivo comunitArio

    nfAsis En El AprEndizAjE como instrumEn-

    to pArA AlcAnzAr los objEtivos sociAlEs y Eco-

    nmicos dE lA comunidAd

    Fuentes: Faris y Peterson, 2000; Henderson et al., 2000;

    New Economy Development Group, 199; Owens y

    Wang, 1997; Torres, 1999; Yarnit, 2000; 200.

    BiBliografaBIELACZYC, K. y A. Collins (1999), Learning commu-

    nities in classrooms: A reconceptualization of educa-

    tional practice, en Ch. M. Reigeluth (ed). Instructional-

    design theories and models: A new paradigm of instruc-

    tional theory, vol. II (pp. 269-292). Mahwah: Lawrence

    Erlbaum Associates, disponible en http://home.neo.

    lrun.com/ ourspot/learn001.txt

    BROWN, A. L. (199), Transforming schools into com-

    munities of thinking and learning about serious mat-

    ters, American Psychologist. 52 (4), 399-413.

    BROWN, A. L. y J. C. Campione (1994), Guided disco-

    very in a community of learners. En K. McGilly (ed),

    Classroom lessons: Integrating cognitive theory and

    classroom practice. (pp. 229-270). Cambridge, MA:

    The MIT Press.

    __________ (1996), Psychological theory and the de-

    sign of innovative learning environments: on procedu-

    res, principles, and systems. En L. Schauble y R. Glaser

    (eds.), Innovations in learning: New environments for

    education. (pp. 29-325). Hillsdale, NJ: LEA.

    _________ (199), Designing a community of young

    learners: Theoretical and practical lessons, en N. M.

    Lambert y B. McCombs, Barbara L. (eds.), How stu-

    dents learn: Reforming schools through learnercente-

    red education. (pp. 153-16). Washington, DC: Ame-rican Psychological Association.

    CASTELLS, M. (1996), La era de la informacin. Vol. 1.

    La sociedad red. Madrid: Alianza.

    COLOMINA, R., Onrubia, J. y Mara Ochera (2001),

    Interactividad, mecanismos de influencia educativa y

    construccin del conocimiento en el aula, en C. Coll,

    A. Marchesi y J. Palacios (comps.), Desarrollo Psico-

    lgico y Educacin, vol. 2. Psicologa de la Educacin

    Escolar (pp. 437-45) Madrid: Alianza.

    COLL, C. (19), Conocimiento psicolgico y prctica

    educativa. Introduccin a las relaciones entre psicologa

    y educacin, Barcelona: Barcanova.

    COLL, C. (1999), Algunos desafos de la educacin

    bsica en el umbral del nuevo milenio, en Perfiles

    Educativos, 83/84, -26.

  • Noviembre 2006 / 2

    univErsidAd AutnomA dE sinAloA

    A Fondo

    _________ (2000), Educacin, territorio y responsa-

    bilidad ciudadana, en J. A. Garde (ed.), Polticas socia-

    les y estado de bienestar en Espaa. Informe 2000 (pp.

    165-17). FUHEM/Editorial Trotta.

    _________ (2001a), Las Comunidades de Aprendizaje

    y el futuro de la educacin: el punto de vista del Frum

    Universal de las Culturas Barcelona-2004, Simposium

    Internacional sobre las Comunidades de Aprendiza-

    je, organizado por el Forum Universal de las Culturas

    Barcelona-2004, Barcelona, 5-6 de octubre de 2001,

    documento no publicado.

    _________ (2001b), Constructivismo y educacin: la

    concepcin constructivista de la enseanza y el apren-

    dizaje, en C. Coll, A. Marchesi y J. Palacios (comps.),

    Desarrollo Psicolgico y Educacin, vol. 2. Psicologa de

    la Educacin Escolar (pp. 157-16). Madrid: Alianza.

    _________ (2003a), La misin de la escuela y su ar-

    ticulacin con otros escenarios educativos: reflexiones

    en torno al protagonismo y los lmites de la educacin

    escolar, VI Congreso Nacional de Investigacin Edu-

    cativa, Conferencias Magistrales (pp. 15-56). Mxico,

    DF: Consejo Mexicano de Investigacin Educativa.

    __________ (2003b), Tecnologies de la informaci i

    la comunicaci i prctiques educatives. Barcelona: Uni-

    versitat Oberta de Catalunya. [Materiales didctics de

    la asignatura Psicologia de lEducacin. Mdul en for-

    mato web].

    COLL, C., Colomina, R., Onrubia, J. y Rochera, M. J.

    (1992), Actividad conjunta y habla: una aproximacin

    al estudio de los mecanismos de influencia educativa,

    Infancia y Aprendizaje, 59-60, 19-232.

    COLL C. y E. Mart (2001), La educacin escolar ante

    las nuevas tecnologas de la informacin y la comuni-

    cacin, en C. Coll, A. Marchesi y J. Palacios (comps.),

    Desarrollo psicolgico y educacin, vol. 2. Psicologa de

    la Educacin Escolar (pp. 623-651), Madrid: Alianza.

    Comisin Europea (1995), Libro Blanco sobre la edu-

    cacin y la formacin. Ensear y aprender. Hacia la

    Sociedad Comunidades de Aprendizaje, ponencia,

    Luxemburgo: Oficina de Publicaciones Oficiales de las

    Comunidades Europeas.

    Comisin Europea (noviembre de 2001), Hacer reali-

    dad un espacio europeo de aprendizaje permanente.

    Bruselas: Direccin General de Educacin y Cultura;

    Direccin General de Empleo y Asuntos Sociales, en

    http://europa.eu.int/comm/education/policies/III/life/

    communication/com_es.pdf

    FARIS, R. y W. Peterson (2000), Learning-based com-

    munity development: lessons learned for British Colum-

    bia, a report submitted to the Ministry of Community

    Development, Cooperatives and Volunteers.

    HENDERSON, L., R. Castles, M. McGrath y T. Brown

    (2000), Learning around town: learning communities in

    Australia. Australia: Adult Learning Australia (ALA).HILL, J., J. Pettit y G. Dawson (1997), Schools as lear-

    ning communities, NSW Department of Education and Training. Disponible en: www.schools.nsw.edu.au

    /staff/ F2.0/material/salc1.htm

    LEVINE, J. H. (1999), Learning communities: New

    structures, new partnerships for learning. The first-year

    experience, Columbia, SC: South Carolina University.

    MONEREO, C. e I. Sol (coords., 1996), El asesora-

    miento psicopedaggico: una perspectiva profesional y

    constructivista, Madrid: Alianza, New Economy Deve-

    lopment Group Inc. Ottawa, Ontario (199). Models

    of Community Learning Networks in Canada. Office

    of Learning Technologies Human Resources Develop-

    ment Canad. Disponible en: http://olt-bta.hrdcdr-hc.gc.ca/publicat/ alphpubs_e.htmlONRUBIA, J. (1993), Ensear: crear zonas de desa-

    rrollo prximo, en C. Coll y otros, El constructivismo

    en el aula (pp. 101-124), Barcelona: Gra.

    __________ (2003), Las aulas como comunidades de

    aprendizaje: una propuesta de enseanza basada en la

    interaccin, la cooperacin y el trabajo en equipo. De-

    partamento de Psicologa Evolutiva y de la Educacin,

    Universidad de Barcelona, Cooperacin Educativa Kiki-

    riki, 68, 37-46.

    OWENS Th., R. y Ch. Wang (1997), Community-ba-

    sed learning: a foundation for meaningful education

    reform, Norwest Regional Educational Laboratory.

    School Improvement Research Series, en http://www.

    nwrel.org/scpd/sirs/10/t0 0.html

    PRAWAT, R. S. (1996), Learning community, commit-

  • 26 / Accin EducAtivA n 6

    cEntro dE invEstigAcionEs y sErvicios EducAtivos

    ment and school reform. Journal of Curriculum Stu-

    dies, 28 (1), 91-110.

    ROGOFF, B., E. Matusov y C. White (1996), Models

    of teaching and learning: participation in a community

    of learners. En D. R. Olson y N. Torrance (Eds.), The

    Handbook of Education and Human Development (pp.

    3-414), Oxford: Blackwell.

    SCARDAMALIA, M. y C. Bereiter (1999), Schools as

    knowledge-building organizations. En D. Keating & C.

    Hertzman (eds.), Todays children, tomorrows society:

    The developmental health and wealth of nations (pp.

    274-29). New York: Guilford.

    SHAPIRO, N. S. y J. H. Levine (1999), Creating learning

    communities: A practical guide to winning support, or-

    ganizing for change, and implementing programs, San

    Francisco: Jossey-Bass.

    TORRES, R. M (1999), Educacin para todos: la pro-

    puesta, la respuesta, documento presentado en el panel

    Nueve aos despus de Jomtien, Conferencia Anual de

    la Sociedad Internacional de Educacin Comparada, To-

    ronto, 14-1 de abril de 1999, texto no publicado.

    WENGER, E. (199), Communities of practice: Lear-

    ning, meaning, and identity. New York: Cambridge

    University Press [Comunidades de prctica. Aprendiza-

    je significativo e identidad. Barcelona: Paids, 2001].

    __________ (1999), Communities of Practice. Lear-

    ning as a social system, disponible en: http://www.co-i

    -l.com/coil/knowledge-garden/cop/lss.shtml

    WILSON, B. y M. Ryder (s/f). Dynamic learning commu-

    nities: an alternative to designed instructional systems,

    disponible en: http://carbon.cudenver.edu/~mryder/

    dlc. html [Descargado el 13.0.01].

    YARNIT, M. (2000), Towns, cities and regions in the

    learning age. A survey of learning communities, a re-

    port submitted to the CERI/OCDE._________ (2001), Learning communities: the secret

    to their succes. In Learning Communities: strengthe-

    ning lifelong learning through practice, Seminar 2:

    Local organisations and community learning. Back

    Ground Paper. January 2001.

    A F

    ondo

  • 2

    La ya famosa cultura de la evaluacin, instaurada en las Instituciones de Edu-cacin Superior (IES) desde hace ya varios

    aos, ha trastocado el papel que tradicio-

    nalmente las IES y los profesores ejercan primordialmente. De ser evaluadores naturales, se han conver-

    tido en sujetos de evaluacin (Glazman, 2001).

    Con espritu de equidad y justicia se procura que los cri-

    terios de evaluacin sean iguales para todos, independiente-

    mente de la diversidad en los factores contextuales internos y

    externos que enfrentan las IES a lo largo y ancho del pas.

    Si a la evaluacin externa que sufren las IES aadimos la

    evaluacin interna, promovida y dictada desde el exterior, que

    se realiza sobre los acadmicos alrededor de su desempeo

    acadmico, podemos apreciar que la cultura de la evaluacin

    es el pan de todos los das y la homogeneidad de sus criterios

    e indicadores la espina dorsal de la competencia justa por los

    recursos.

    Una visin reduccionista de los procesos acadmicos y

    cientficos que se desarrollan en las IES no considera a los su-

    jetos, contexto y diversidad vocacional de las instituciones, que

    suele darles razn de ser a muchas de ellas. La identificacin y

    Madurez paradigmtica y algunas repercusiones en las instituciones de educacin superior

    lewis MCanally-salas

    Acadmico de la UABC,

    Ensenada, miembro del

    IIDE y director de la

    Revista Electrnica de

    Investigacin Educativa

    (REDIE). Candidato a

    doctor en Educacin In-

    ternacional.

    [email protected]

    A fondo

  • 2 / Accin EducAtivA n 6

    cEntro dE invEstigAcionEs y sErvicios EducAtivos

    reconocimiento de la vocacin u orientacin

    de las instituciones o de su personal aca-

    dmico puede jugar un papel preponderante

    en una evaluacin ms equilibrada hacia el

    respeto vocacional.

    Es comn que al trmino de un proceso

    de evaluacin exista la sensacin de que

    las medidas y criterios utilizados tienden a

    beneficiar o perjudicar a ciertas reas disci-

    plinarias y, como consecuencia, se fortalece

    un sentimiento que rechaza la evaluacin. Es

    en este contexto que el concepto desarrollo

    paradigmtico, partiendo de la propuesta de

    Kuhn (1970), pudiera iluminar las razones

    por las cuales ocurre esto; es decir, algunos

    campos disciplinares se ven ms beneficia-

    dos que otros. La consideracin del nivel de

    desarrollo paradigmtico, documentado para

    las diversas disciplinas, es un campo en la

    evaluacin institucional y de acadmicos que

    debera explorarse con el afn de diversificar

    los criterios evaluativos.

    Jeffrey Pfeffer (1993) revisa las barreras

    encontradas para el avance de la ciencia or-

    ganizacional. En su revisin, el autor iden-

    tifica cmo se mide y cul es el efecto del

    nivel de desarrollo paradigmtico y elabora

    comparaciones respecto de reas disciplinar-

    ias con mayor desarrollo paradigmtico.

    En este proceso de desarrollo paradig-

    mtico, dos son los factores que con mayor

    fuerza impulsan el establecimiento de un

    paradigma: el cuerpo terico que se com-

    parte entre los investigadores y acadmicos

    promotores y alineados a cierto paradigma y

    las aproximaciones metodolgicas adoptadas

    A F

    ondo

    resumen:La mirada crtica del autor confronta lo que ocurre en las instituciones educativas superiores de los pases desarrollados con el mismo punto de vista, pero de las naciones en vas de desarrollo. Apoyndose en la idea sobre desarrollo paradigmtico de Khun y en la triada conceptual de Pfeffer, sugiere la bsqueda de alternativas ms interesantes que repercutan en ejercicios evaluativos mucho ms interesantes en nuestras universidades que, efectivamente, contribuyan a una real superacin acadmica.

    PalaBras clave:Evaluacin, paradigma, consenso, teoras compartidas, aproximaciones metodolgicas.

    aBstract:The critical glance of the author confronts what happens in the superior educative institutions of developed countries, with the same point of view, but of the developing nations. Leaning on the idea of paradigmatic development from Khun and the conceptual triad from Pfeffer, it suggests the search of more interesting alternatives to create better evaluative exercises in our universities, which really contribute on an academic overcoming.

    Keywords:Evaluation, paradigm, consensus, shared theories, methodological approaches.

  • Noviembre 2006 / 2

    univErsidAd AutnomA dE sinAloA

    y desarrolladas en concordancia con el marco

    terico. Sin embargo, el elemento que le da

    la fuerza para establecerse como paradigma

    es, sin lugar a dudas, el consenso. As, de

    poco ayudara al establecimiento del para-

    digma la existencia de numerosas teoras y

    mtodos de trabajo, si no existe un consenso

    que lleve a unificar, integrando o sintetizan-

    do los conceptos tericos y metodolgicos

    ms importantes.

    Es alrededor de estos tres conceptos (con-

    senso, teoras compartidas y aproximaciones

    metodolgicas) que Pfeffer (1993) desarrolla

    su anlisis. Es, entonces, el nivel de desarrol-

    lo paradigmtico, el constructo que debe ser

    operado para el anlisis. Para ello, el autor

    revisa la literatura para identificar cmo se

    ha buscado determinar el nivel de desarrollo

    a partir de algunas variables claramente iden-

    tificables; as, encuentra que la bsqueda de

    medidas no obstructoras es muy variada.

    Pfeffer refiere la proporcin de PhD em-

    pleada como profesores despus de su grad-

    uacin, como la facilidad de obtener trabajo

    como Doctor en Filosofa (PhD) como uno de

    los indicadores; la cantidad de citas bibliogr-

    ficas obtenidas de sus trabajos en los cinco

    aos posteriores a la obtencin del grado de

    Doctor o PhD, como medida de la difusin

    y consenso de lo reportado; la longitud del

    resumen y la disertacin y la proporcin de

    publicaciones en forma de artculos contra

    libros, como indicador de la necesidad de

    explicar y justificar al detalle los elementos

    tericos y metodolgicos; la longitud de las

    cadenas de cursos seriados, partiendo del

    supuesto que cadenas ms largas sugieren

    consensos disciplinarios que permiten que

    el conocimiento se construya sobre el cono-

    cimiento adquirido en cursos anteriores.

    En su libro La estructura de las revolucio-

    nes cientficas, Thomas Kuhn (1970; Bird y

    Alexander, 2005) plantea que en el proceso

    del cambio paradigmtico los consensos ll-

    evan al surgimiento de publicaciones espe-

    cializadas y al surgimiento de profesiones; de

    ah que no es de extraar que los indicadores

    anteriores incidan en estas reas para deter-

    minar su nivel de desarrollo.

    La seleccin de asociar los indicadores

    alrededor del ltimo grado acadmico y, en

    particular, con el PhD (asociado ms con

    actividades de investigacin) es fcil de en-

    tender en un pas desarrollado. Es evidente

    que estos indicadores, alrededor del PhD,

    no son indicadores apropiados para pases

    en vas de desarrollo que normalmente no

    tienen sistemas educativos y de investigacin

    maduros, y en donde las rutas de movilidad

    acadmica e investigacin y desarrollo tec-

    nolgico no se pueden consideran maduras y

    en equilibrio. En pases en vas de desarrollo,

    el nivel de desarrollo de las disciplinas no pu-

    ede ser medido as. En el caso de Mxico, es

    evidente que la razn y la funcin del Doc-

    tor no es clara y ms bien parece responder

    al deseo de imitar, burdamente, a universi-

    dades como Bearkley, Princeton, Oxford o

    A Fondo

  • 30 / Accin EducAtivA n 6

    cEntro dE invEstigAcionEs y sErvicios EducAtivos

    Harvard (Gil Antn, 2004). Las polticas edu-

    cativas para equilibrar las cifras de doctora-

    dos con los socios del Tratado de Libre Co-

    mercio (TLC), Estados Unidos y Canad, nos

    ha llevado a una carrera por los grados, en

    muchas ocasiones con un descuido notable

    en la calidad, distorsionando y abaratando su

    papel en la sociedad.

    Es evidente que tratar de utilizar estos

    indicadores mencionados para el caso de

    Mxico sera un sinsentido por las grandes

    diferencias inherentes de los dos pases invo-

    lucrados. Sin embargo, el que no se puedan

    medir con los indicadores utilizados por Pfef-

    fer (1993), no quiere decir que no se ten-

    gan que identificar formas que nos permitan

    conocer los distintos niveles de desarrollo.

    Para considerar el nivel de desarrollo par-

    adigmtico como parte del contexto del cual

    establecer criterios para determinar indica-

    dores en las evaluaciones de las IES y aca-

    dmicos, ms que fijarnos en medir el nivel

    de desarrollo, es fundamental considerar sus

    consecuencias. Partiendo de que es injusto

    tratar igual a los desiguales, para lo que el

    estudio y comprensin del contexto es fun-

    damental, una evaluacin contextualizada

    debe considerar las posibilidades reales de

    las institucionales o individuales para alcan-

    zar los niveles considerados, de acuerdo con

    su rea disciplinaria. No es lo mismo evaluar

    la participacin en proyectos de investig-

    acin para un contador que para un bilogo,

    reconociendo que el rea de la contadura

    tiene una nivel de desarrollo paradigmtico

    mucho menor que el rea biolgica.

    La revisin que hace Pfeffer (1993) per-

    mite ver con claridad el sesgo favorable que

    se tiene hacia las reas disciplinarias duras,

    en contraste con las disciplinas blandas. Si

    en realidad buscamos promover el avance de

    nuestras IES y de los acadmicos, la evalu-

    acin contextual, fomento e incubacin de

    las reas menos desarrolladas sera un cami-

    no lleno de posibilidades, ya que, segn lo

    reportado por Pfeffer, la inercia natural de

    las reas disciplinarias es mantenerse en el

    mismo nivel de desarrollo mediante ciclos de

    autorreforzamiento.

    Con el afn de promover un desarrollo

    ms equilibrado de las disciplinas, es necesa-

    rio estipular polticas que incidan en el desar-

    rollo de las reas ms subdesarrolladas. Los

    efectos que los sesgos propios del nivel de

    desarrollo paradigmtico producen abarcan

    una diversidad de dimensiones del mbito

    acadmico, desde los apoyos econmicos, la

    dispersin de financiamiento y el talento, sal-

    arios, acceso a posiciones de poder, indepen-

    dencia de departamentos acadmicos, facili-

    dad de trabajo colaborativo, vnculos sociales

    y apoyos varios, tasa de rechazo de artculos

    para publicar y tiempos para publicar los re-

    sultados de investigaciones son, entre otras,

    algunas de las variables que son afectadas

    como consecuencia de desempearse en un

    rea disciplinaria particular (Pfeffer, 1993).

    Como parte integral del contexto, es dese-

    A F

    ondo

  • Noviembre 2006 / 31

    univErsidAd AutnomA dE sinAloA

    able su incorporacin como factores de bal-

    ance o equilibrio.

    Es verdad que en la mayor parte de las

    IES, sobre todo las pblicas, los salarios se

    determinan por niveles con base escala-

    fonaria y no tienen relacin con la disciplina.

    Sin embargo, en esa misma dimensin, los

    ingresos adicionales, va las Becas al Desem-

    peo Acadmico, al perfil PROMEP o ingreso


Recommended