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ARQUITECTURA La conex1on Files/fundacion... · ARQUITECTURA La conex1on . / americana • Sáenz de...

Date post: 18-Jun-2020
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ARQUITECTU RA . / La conex1on americana Sáenz de Oíza: De la apasionada persecución de una integridad orgánica y de las vicisitudes de una torre a través del espíritu de una década. Torre de los Caballe ros, de K. ROCHE. e UANDO Oíza empezó el Concur- ra, aún la de una torre, puede mu y so del Banco de Bilbao mira ba bien consist ir en una retícula de pila- tres torres: la CBS de Saari- res suficientemente arriostrada. nen, la Klin e de J ohnson y la de los Aunqu e parece qu e Oíza piensa de Caballeros de K. Roche ¿Qué es lo que ot ra manera. Pod ría hacerse la analo- le interesaba en estas torres? Ahora lo gía del dip lodocus: el hu eso de un di- mu y bie n. Era la correspond encia plodocus no se sopor ta por el apil ado en tre la escala de la es tru ctura portan- de huesos de conejo, ponga mos por ca- te - real o aparente- y la del edificio. so. De ahí qu e Oíza se interesa tanto En una torre, para Oíza, el probl e- por el Ce ntro Po mpid ou y por esas ma de la estructura portante es el fac- dramáticas y gigantescas rót ulas. tor más determinante de su forma. No Viendo el ce nt ro Pompidou, o los hay más que recordar To rres Blancas. Concursos de Oíza pa ra Mónaco, para Pero todos sabemos que un a es tru ctu- Altos Ho rnos y para el Cen tro Islámi: 32 Banco de Bilbao Alfonso Valdés co, comp rendemos cómo la justifica- ción de una megaestructura como so- po rte a vie nto para una torre no se sostiene como tal en estos edificios de no demasiada altura;, a unqu e ta mbién de gran escala. De ahí mi convicción de que Oíza pla ntea la estructura con la escala de l edificio y no ún i came nte con su a ltura. Más que ninguna o tra , a Oíza le se- ducía la Torre de los Caballeros de K. Roche. Existía más de un a razón. La primera e ra esa mega-es tructura - por otro lado presente en Louis Kahn o en
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ARQUITECTURA

. / • La conex1on americana Sáenz de Oíza: De la apasionada persecución de una integridad orgánica y de las vicisitudes de una torre a través del espíritu de una década.

Torre de los Caballeros, de K. ROCHE.

e UANDO Oíza empezó el Concur- ra, aún la de una torre, puede muy so del Banco de Bilbao miraba bien consistir en una retícula de pila-tres torres: la CBS de Saari- res suficientemente arriostrada.

nen, la Kline de J ohnson y la de los Aunque pa rece que O íza piensa de Caballeros de K. Roche ¿Qué es lo que otra manera. Podría hacerse la analo-le interesaba en estas torres? Ahora lo gía del diplodocus: el hueso de un di-sé muy bien. Era la correspondencia plodocus no se sopor ta por el apilado entre la escala de la estructura portan- de huesos de conejo, pongamos por ca-te - real o aparente- y la del edificio. so. De ahí que Oíza se interesa tanto

En una torre, pa ra Oíza, el proble- por el Centro Pompidou y por esas ma de la estructura portante es el fac- dramá ticas y gigantescas rótulas. tor más determinante de su forma. No Viendo el centro Pompidou, o los hay más que recordar T orres Blancas. Concursos de Oíza pa ra Mónaco, para Pero todos sabemos que una estructu- Altos H ornos y para el Centro Islámi:

3 2 Banco de Bilbao

Alfonso Valdés

co, comprendemos cómo la justifica­ción de una megaestructura como so­porte a viento para una torre no se sostiene como ta l en estos edificios de no demasiada altura;, aunque también de gran escala. De ahí mi convicción de que Oíza plantea la estructura con la escala del edificio y no únicamente con su a ltura.

Más que ninguna otra, a Oíza le se­ducía la Torre de los Caballeros de K. Roche. Existía más de una razón. La primera era esa mega-estructura - por otro lado presente en Louis Kahn o en

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Planta de la torre de los Caballeros, de K. ROCHE

K enzo Tange y tantos metabolistas­que en el caso del Banco de Bilbao no sólo resolvía un problema de escala, sino que también resolvía muy razona­blemente el apoyo de la torre en el te­rreno, salvando el túnel del ferrocarril que ,atravesaba en diagonal el solar, con 1as pilas que forman la mcgaes­tructura.

Otro motivo de la Torre de los Ca­balleros que seducía a Oíza era la coincidencia entre estructura portante y «espacios servidores», tan del afecto de Louis Kahn. En el caso de K. Ro­che las cuatro pilas portantes alberga­ban las escaleras, los aseos, los con­ductos de instalaciones y los imple­mentos mecánicos.

Una última razón era esa presenta­ción de «apilado de plantas». En la Torre de los Caballeros se distingen perfectamente las plantas lanzadas en­tre los pilonos. Incluso las vigas que soportan las plantas arrojan sombra sobre la fachada, subrayando esa in­tención de mostrar las plantas como apila.das.

Para Oíza, és te es un principio que siempre mantiene como leit-motif en su discurso sobre la arquitectura. De có­mo la arquitectura puede expresar esa condición de modernidad del hombre de la era industrial como horno Ja­ber y que, como tal, se mueve en el plano de máxima economía, que es el plano perpendicular a la dirección d e la gravedad, y cuánto un edificio de oficinas es un edificio en el que predo­minantemente se expresa esa condi­ción de edificio para trabajar, de edifi­cio industrial. Esta concepción del edi­ficio que aparece como apilado de pla­taformas donde se enfatiza tan íntensa­mente el plano horizontal.

Pero existían problemas que hacían que la Torre de los Caballeros no re­sultase exactamente adecuada. El pri-

Oíza. Concurso de J\1ónaco.

mero era fun cional. Las pilas de servi­cios y comunicaciones no estaban en un lugar óptimo respecto de la planta. Al estar en las esquinas, las circulacio­nes ocupaban gran cantidad de espa­cio, las dos diagonales, espacio prohi­bitivo a no ser que se concibiesen las plantas como oficinas-paisaje, donde el espacio entre mesas y el circula torio coinciden. Las propias pilas en las es­quinas ocupaban lugares idóneos para el uso de oficinas.

El segundo problema era estructu­ral. En K . Roche las pilas estructura­les se disponen lo más distantes entre sí que la planta permite y la estructura resultante tiene fuertes luces que sal­var, luces que se salvan de modo isos­tático: con un enorme coste estructural tanto económico como en cantos y pe­sos de forjados.

Por último, en la Torre de los Caba­lleros existía un problema de escala. Allí estaban los pilonos a la escala del edificio y estaban también las vigas horizontales que constituían la escala de la planta y, por lo tanto, la del ser humano. Pero faltaba una escala inter­media que relacionase una con la otra.

Ya en Torres Blancas, donde rigen los mismos principios estructurales y de escala, tales como las pantallas de borde de toda la altura de la torre y las bandejas de terrazas que significaban la altura de .una planta, Oíza establece un nuevo principio clarificador al al­ternar dos tipos de vivienda -en una planta y en duplex- lo que hace que se puedan contar los pisos de la torre, pues dicha alternancia de tipos marca sectores de torre como escala interme­dia, que relacionan la escala del edifi­cio con la escala de la planta.

· En los croquis que siguen la evolu­ción de anteproyecto del B. B. , se ve el esfuerzo «oiziano» por solucionar los problemas manteniendo los principios

ARQUITECTURA

Oíza. Concurso del centro islámico de Madrid, 1980.

Oíza. T orres Blancas, l 962.

comentados. En la fase inicial se apunta una pri­

mera solución con acceso perimetral, ensayada más tarde para el Concurso del Colegio de Arquitectos de Sevilla y del que Oíza nos dará un día un proyecto espléndido. Este acceso tipo corrala, solucionado en Sevilla a dis­tinto nivel que el de las oficinas, no sólo resuelve un problema de comuni­cación sino también un problema de fachada, creándose un «hiperespacio» entre exterior e interior con ese «um­bral» tan anhelado por Oíza ta ntas ve­ces y del que Aldo Van Eyck nos ha hablado tan poéticamente a través del T eam-x. U mbral que se convertirá en leit-motif del B. B.' y que se consolida­rá en una exquisita fachada.

En croquis posteriores vemos cómo se mueven las pilas de la fachada al interior, liberándose la esquina para espacio de oficinas. Y también vemos

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ARQUITECTURA

Torre de ST. MARK, F. LL. WR!GTH.

cómo se desdoblan las circulaciones: por un lado se mantienen las pilas pa­ra escaleras de escape y ascensores pri­vados y por otro aparece un nuevo ele­mento, un espacio lineal con las bate­rías de ascensores más públicos y ves­tíbulos definiendo un eje en el edificio.

Finalmente se vuelven a mover las pilas, coincidiendo nuevamente con las baterías de ascensores y conducciones técnicas y acercándose éstas de una forma no homogénea en torno a dicho eje lineal.

Esta solución definitiva pasaba por acercar las pilas estructurales todo lo posible en una dirección, de modo q ue, reduciendo luces a l máximo, salvarán el túnel del tren. En la otra dirección las pilas se juntan prácticamrntr, for­mándose dos núcleos compuestos por dos pilas y un descansillo cada uno, constituyéndose así los dos polos de un eje lineal.

Entiendo que se dibuja así una solu­ción ejemplar. Por un lado, se logra una confluencia de los aspectos funcio­na les, estructurales, de servicios y de

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:., n :.. •t •

Torre Jolmson, sección. F. LL. WRIGTH.

escala, en un a rtefacto integrador, di­ríamos que orgánico, que da respuesta a todos los aspectos arquitectónicos. Por otro lado se logra un tipo, un siste­ma abierto, que permitirá sucesivas respuestas a los distintos cambios y exigencias que el desarrollo d e la torre irá planteando.

Si por un lado se constituye un orga­nismo Wrightiano que satisface todos los principios arquitectónicos y su inte­gración en un todo edilicio, por otro lado este organismo plantea un tipo que permitirá una apertura para el de­sarrollo de un proyecto cuya compleji­dad imprevisible -y éste es el caso de todos estos edificios de gran escala y sofisticación tecnológica- implicará sucesivos cambios y modificaciones que el tipo, y no el organismo como tal, logrará salvar.

Funcionalmente, la ausencia de un núcleo evita la j erarquización de espa­cios. El acceso a estos espacios d e ofici­nas no se hace desde un punto, sino desde un eje con múltiples entradas. Por tanto, el edificio resultante es di-

Torre Johnson. F. LL. IVRIGTH.

reccional, implicando dos cruJias de oficinas que dan a las fachadas y otra de servicios en el interior que atiende a éstas de la forma más económica. El eje de servicios no queda colmatado, permitiendo su propia ocupación en función de las sucesivas exigencias téc­nicas que irá planteando la torre. Véanse las diferencias del anteproyec­to al proyecto con la aparición de nue­vos ascensores, más escaleras y mayo­res aseos.

El problema estructural queda si­multáneamente resuelto con el fu ncio­nal. En este aspecto se destruye la caja estática de K. Roche, con apoyos en las cuatro esquinas, en favor de un concepto de organismo más dinámico donde se suprima la d iscontinuidad isostática en favor de una continuidad hiperestática y donde los apoyos se acercan a su punto más económico, re­duciendo luces y compensando el mo­mento de dichas luces con el de los vuelos.

El edificio sufre, en un solo proyec­to, la evolución que experimenta

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Daily Express. Londres, O. Willians.

Wright desde el Larkin, con núcleos en las cuatro esquinas, pasando por el Hotel Imperial, donde ya ensaya una estructura hiperestática, a la torre de St. Mark y a la torre de laboratorios de la J ohnson, que devienen finalmen­te en modelos para el B. B.

Pues, ¿cómo no?: habiendo emplea­do Oíza los mismos principios que Wright en su torre, se acercará cada vez más a las del maestro americano.

El siguiente paso en el proceso es­tructural p lan teará que, dadas las enormes luces que existen entre las pi­las, el problema de saltarlas no se solu­cionará planta a planta, pero tampoco de una sola vez. Tanto el apoyar el edificio en una sola base o el colgarlo de una sola cabeza parece aberrante, pues no se habrá cambiado la escala de actuación, y la megaestructura no proporcionará las ventajas que impor­taría dicho cambio de escala. Si, por ej emplo, colgáramos el edificio de una sola cabeza, la suma de descensos o de elevaciones de las distintas plantas en su a lternancia de edificio cargado o descargado provocaría tales problemas constructivos que habría que precom­priniir los pilares sometidos a tracción, no obteniéndose ninguna de las ven­tajas que proporciona la esbeltez, en función de eludir el pandeo al ser el edificio colgado.

Oíza, que conoce muy bien los edifi­cios de oficinas de Amancio Williams o Louis Kahn, ya se ha planteado este tema en el Concurso de Mónaco. Pro­pone varias plataformas hiperestáticas de hormigón en las que apoyar o col­gar bandejas muy esbeltas de acero. La torre se constituirá en sectores de cinco plantas colgadas o apoyadas en d ichas plataformas de hormigón. De esta manera, una d e cada cinco plan-

Torre en Fi/adeljia. L. Ka/111.

tas, un veinte por ciento del edificio, puede quedar sin pilares, diáfana. Frente a la enorme tentación de colgar las bandejas de las pla taformas, Oíza d ecide apoyarlas, constituyéndose en planta libre la inmediata inferior a la plataforma, y ganando así todo el es­pacio de su entrevigado. Otro princi­pio «oiz:,iano» de a rquitectura quedará establecido y será que la altura de una planta es función de la superficie libre d e ésta (principio expresado por los clásicos, tales como Alberti o Palla ­dio) .

O íza, en un principio, se propondrá alojar en el canto de dichas platafor­mas los complejos de instalaciones, de modo que cada sector sea autónomo no sólo estructural o funcionalmente ( el B. B. proponía distintos sectores de oficinas, incluso algunas para a lqui­lar), sino tecnológicamente. Y aquí otra idea «oiz:,iana», la de que el avance tecnológico consiste en la diversifica­ción más que en la masificación, y re­cordamos su elogio del j eep luna r con un motor a cada una de las cuatro rue­das, o su defensa del Girasol de Co­derch, con un ascensor por vivienda, como expresión de modernidad tecno­lógica. Finalmente, y por compromisos con los ingenieros de estructuras, se sacaron las plantas de instalaciones del entrevigado de las plataformas; pero el tipo, el sistema que resulta, subsistirá más allá del contexto orgánico que lo propone, y en vez de establecerse una sola planta tecnológica en cabeza, per­manecerán tres plantas dispuestas sec­toria lmente.

Es ta idea de megaestructura hori­zontal y concepción sectorial de la to­rre apunta también a l problema de la escala, con las plataformas horizonta­les como elemento intermedio entre la

ARQUITECTURA

To,re de oficinas. Amancio Willia11.,.

escala de la megaestructura de las pilas que abarca todo el edificio y la de las bandejas apiladas que expresan estra­tificadamente la escala h umana.

Planteado así el edificio, en su pro­ceso generativo, nos damos cuenta de la cantidad enorme de principios y normas, la cantidad de ideas que con­curren para configurarlo. Y de cómo el proyecto resulta d e la invención de una forma donde convergen y con­fluyen todos esos aspectos, tanto espa­ciales y funcionales como estructurales y tecnológicos, e incluso constructivos, dando lugar así a un organismo inte­gral. Al final ningún aspecto es conse­cuencia de otro de una manera meca­nicista, sino que todas las variables confluyen en ese esfuerzo integrador de invención que supone el proyecto.

Donde Oíza tiene más dudas es en la formalización exterior de la torre. Si en la concepción del organismo se aprecia una lucha intensa y continua hasta consegir un resultado deseado, en la fachada de la torre se aprecia una irresolución llevada hasta el final.

Ya en la memoria del anteproyecto se entiende un aparente desprecio por el resultado formal, que queda patente en los párrafos que entresacamos a continuación. «Queremos huir de toda argumentación retórica y de todo fa­chadismo.» «Si tuviéramos que propo­ner un modelo, pensaríamos en una formulación matemática o en un cere­bro electrónico.» «Suscribimos las pa­labras de H annes Mayer: Este edificio no es hermoso ni horroroso. Demanda ser evaluado como una invención es­tructural.» «Nuestro problema es el problema de un contenedor homogé­neo sin calidad de "obj eto visual" .» «La respuesta a la movilidad de la or­ganización interior y el confort fisioló-

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ARQUITECTURA

Almacenes Sclwcken. Mendelsoh11.

gico construyen y fundamentan nues­tra forma. Es suficiente problema ar­quitectónico poner treinta plantas una sobre otra, ponerlas con juicio, como para relegar al olvido ridículas inten­ciones u operaciones decorativas.»

En un primer intento, y sugestiona­do por Paco Alonso, Oíza se propone una fachada doble, constructivista, con yuxtaposición de elementos y colapso constructivo. Fachada autón,oma que se concibe como autoportante. De ella mostramos unos dibuj os y una antigua maqueta d e un aeroplano realizada por Sáenz de Oíza en su juventud, en que se sugiere esa posible fachada; fa­chada donde se hacen patentes las in­fl uencias de la Torre de Tatlin.

Más tarde el desdoblamiento de la fachada será más jerárquico, planteán­dose una primera, fachada a bsoluta­mente tersa con los maineles enrasa­dos, eludiendo toda apariencia estruc­tural, incluso aumentando su condi­ción tersa por la curvatura de las es­quinas, y volando desde dicha fachada una segunda, protectora del sol.

Desde el principio, esta segunda fa­chada estuvo separad a por un vacío de la primera; un vacío en el que, en al­gún momento, se propusieron escale­ras de escape, en clara analogía con las escaleras de incendios de los edificios norteamericanos. Si en muchos mo­mentos este parasol tuvo rejillas o ele­mentos d e vidrio verticales, siempre estuvo constituido por un complejo plano horizontal, que sirve para prote­ger del sol y para efectuar la limpieza del edificio. Este plano horizontal su­brayó siempre ese concepto de apilado de la torre que Oíza tenía en mente. Es dificil no recordar aquel sentido de

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Edificio J olm Deere. Eero Saari11e11.

la expansión horizontal de Wright, y el canto de Walt Wittmann a las vas tas praderas. Igual que aquella viga hori­zontal autónoma a rrojando sombra so­bre la fachada de la Torre de los Ca­balleros. Del mismo modo que es pre­ciso volver a mirar el Daily Express de Owen Williams, con su fachada tan tersa y esa viga de cuelgue de la bar­quilla de limpieza. Claro que, en este caso, el parasol horizontal es mucho más potente y está más cerca de la John Deere de Saarinen, aunque con mucha mayor sutileza constructiva, aproximándose a la ligereza del Edifi­cio para la Exposición de Estocolmo de Asplund y con una redundancia que sólo encontraremos en Mendel.­sohn.

Lo que hace más intensamente poé­tico al parasol es esa su clara separa­ción de la fachada proponiéndose co-

Exposición de Estocolmo. E. C. Asplund.

mo elemento autónomo, y no mera prolonganción del interior, y arroj ando una sombra que se distingue del pro­pio parasol por una franja de luz co­rrespondiente al vacío de separación; una sombra que se constituye en una banda oscura e intensa según se arroja sobre la tersa superficie de acero, difu­minándose al alcanzar el vidrio.

El parasol se convierte en el signo que representa al forjado y la sombra que arroja sobre la fachada, en la ima­gen virtual del propio forjado. Por otro lado, el parasol conlleva en alguna ma­nera la condición de forjado a l estar constituido por una tensa cinta hori­zontal, siendo a la vez indicación y re­lación con un objeto ( el forjado) y también manifestación de sí (como pa­rasol) , construyendo una representa­ción duplicada. Así lo dice la Logique de Port-Royal: «El signo encierra dos

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Laboratorios en Leicesler. J. Stirling.

ideas, una la de la cosa q ue representa (un plano horizontal que protege del sol) y otra la de la cosa representada (la bandeja horizontal interior como plano de trabajo) y su naturaleza con­siste en excitar la· primera por medio de la segunda.» Como una moneda de oro (y no como en el caso de un billete de papel) , que no sólo representa un precio marcado por ella sino que cons­tituye en sí misma un valor precioso.

Duplicar el signo en la propia som­bra que a rroja el parasol, y que casi coincide con el forjado que ind ica, y ocultar ad emás el forj ado median te una tersa y hermética envoltura consti­tuye la culminación de esa exploración lingüística q ue realiza Sáenz de O íza en una asombrosa y exquisita fachada.

Exploración en la que Oíza no se limita a este juego de las referencias «circula res» sino que, lo mismo que en la estructura hace estallar la caja isos­tática, en el juego del parasol destruye el terso monolito del Banco de Bilbao haciéndolo de una manera no real sino conceptua l y virtual.

Oíza continúa el d iscurso q ue Stir­ling efectúa en la Torre de Laborato­rios de la U niversidad de Leicester so­bre el movimiento moderno. Remiti­mos a l a rtículo de Peter Eissemann publicado en esta misma revista: «Ge­nuinamente inglés. La destrucción de la caj a».

Stirling da un paso más en el proce­so de la destrucción d e la caj a clásica. Sobre la dislocación por yuxtaposición en múltiples elementos en la caj a he­cha por constructivistas y sobre la des­materialización fenoménica de la caj a realizada por los cubistas, Stirling es-

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1Hagriue.

ta?lece la erosión conceptual de la CaJa, lo que en O íza se convierte en la destrucción de la caja tanto de un mo­do conceptua l como virtual.

En la Torre de Laboratorios de Lei­cester, Stirling llega a tras tocar la , -cn­tana de vidrio rn volumen sólido por la triangula ridad que establece en la misma. Stirling tras toca asimismo el paño horizon.tal de ladrillo en elemen­to cr istalino, que de a lgún modo se en­tiende pasante por detrás del vidrio. Pero aquí, en el B. B., Sáenz de O íza torna las franjas de vidrio horizontales en monoli to acerado y torna el acero del parasol en membrana sutil, casi or­gánica, como un a la de mosca o de mariposa, que dialoga con el acero de la fachada de u n modo tr ia ngular, arrojando sobre ella esa increíble som-

bra que sólo podríamos expresar acu­diendo a la imagen de un cuadro, favo­rito pa ra nosotros, de Magritte.

En algún modo el edificio de Sáenz de Oíza quiere ser orgánico en su con­cepción. Sáenz de O íza rechaza la ra­cionalidad ana lítica, la del operador cinematográfico de Benjamín, que ori­ginó el movimiento moderno, pero q ue, degradada , ha dado lugar al Loop de Azca. Del mismo modo que Wright, que rechazó la racionalidad natura l d el Loop de Chicago que dio lugar a aquella degradada Exposición, Sáenz de Oíza aspira a una síntesis no clási­ca, sino funciona l. Y funciona l en el sentido biológico del término: a una síntesis orgánica.

Pero Sáenz de Oíza acaba pasando de una estructura integral a una es­tructura abierta, tipológica , en profun­da dialéctica con los problemas que le van surgiendo, y también, por q ué no decirlo, con el espíritu de la década que va transcurriendo.

Por las mismas razones la fachada va pasando de ser un elemen to biológi­co, esa «fachada-esponja d e piel sensi­ble» que reclama en la memoria el an­teproyecto, a ser un organismo lingüís­tico. Va pasando de ser un organismo fu ncional , plena respuesta a solicita­ciones de toda índole, a ser un sistema de significaciones.

Sáenz de Oíza y la evolución del B. B. son para nosotros una caj a de sorpresas. Pero él podría con testarnos lo mismo que Walt Wittmann:

«¿Me contradigo quizás? bien, en­tonces me contradigo. (Soy vasto, con­tengo multitudes.)»

Alfonso Valdés

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