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Cuskelly,J. Esp. Carisma, Misión MSC

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    ESPIRITUALIDAD, CARISMA,

    MISION DE LOS MISIONEROS

    DEL SAGRADO CO RAZ O N

    Misioneros del Sagrado Corazn

    Madrid

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    ESPIRITUALIDAD, CARISMA,

    MISION DE LOS MISIONEROS DELSAGRADO CORAZON

    Separata de la obra Man with a mission, Jules Chevalier, escrita por A. J. Cuskelly, M. S. C.

    J. F. Lescrauwaet, M. S. C.

    TRIPTICO PARA UNA

    ESPIRITUALIDAD DEL CORAZON

    Misioneros del Sagrado CoraznMADRID

    1976

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    Ad modum manuscripti

    ESCELICER, S. A.Comandante Azcrraga, s/n.Madrid -1 6

    A. J. Cuskelly, M. S. C.

    ESPIRITUALIDAD, CARISMA, MISION

    DE LOS M ISION EROS DEL SAGR AD O

    C O R A Z O N

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    I N D I C E

    Pgs.

    Espiritualidad, carisma, misin ..................... 9Espiritualidad de Chevalier ..................................10

    El ca r ism a ............................................................. ......17

    Preocupacin de Chevalier por la Huma-nidad ............................................................ ......22Devocin al Corazn de Jess. Un Cristo

    compasivo y solcito por la Humanidad......23Una misin de amor: notificar la benevo-

    lencia de Dios ..................................................27Espiritualidad del Padre Chevalier...............31

    La misin .............................................................. ......32

    C o r a je ...........................................................................40Obediencia y caridad m u tu a .................................40R enun cia ..................................................................... 43Devocin al Sagrado Corazn? .......................... 45Reparac in ............................................................ ......46Nuestra Seora del Sagrado Corazn ...............49N o t a s ....................................................................... ..... 50

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    ESPIRITUALIDAD, CARISMA, MISION

    Jules Chevalier fue un hombre de accin, fuerade lo comn. Por ello, cualquier intento de historiarsu vida supone una larga relacin ,de hechos y deobras realizadas. Algo que intento evitar en estetrabajo es que precisamente la apreciacin de los

    hechos y de las obras nos haga olvidar al hombre.Comprenderemos su vida si llegamos a conocer losmotivos profundos que le movan y su recia perso-nalidad. Slo esas realidades interiores darn luzclara a los acontecimientos importantes de su bio-grafa.

    Lo que predomin en l fue un gran tesn, apo-yado en el convencimiento de que, pasara lo quepasara, Dios siempre iba a estar con l1. En segun-do trmino estaba su seguridad de que haba sidollamado para una misin especial dentro de la

    Iglesia.Solamente en contadas ocasiones y bajo fuertesestados emocionales vacil su confianza; pero to-dava en tales casos supo conservar la entereza,pues estaba convencido de que, aun cuando algunavez se pudiera equivocar respecto a sus aprecia-ciones de la voluntad de Dios, su confianza en Elnunca sera confundida. Ni siquiera las grandesdificultades exteriores, como la persecucin en Fran-cia, debilitaron esa fe en su propia misin.

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    En dos nicas coyunturas se pudo apreciar uncierto titubeo. Tuvo lugar el primero durante loslargos aos en que le faltaban voluntarios y slotena por compaero al padre Piperon; el segundose produjo en la ltima fase de la crisis interna porla que pas su congregacin msc.

    No es posible tanta tenacidad y seguimiento dela voluntad divina si no se han recibido abundantesdones de la gracia y si no se ha correspondido ge-nerosamente a ellos. Verdad es que el temperamentode Jules Chevalier era muy decidido, pero su casoes el del hombre que ha ido ms all de sus posibi-lidades naturales, para entregarse totalmente a Cris-to en el contexto de una espiritualidad slida y ab-negada.

    Analizando el proceso de tal espiritualidad, podre-mos comprender m ejor el espritu que pretendi dara las diversas instituciones que nacieron de su ins-piracin.

    ESPIRITUALIDAD DE CHEVALIER

    Se puede decir que una espiritualidad se hace.Se puede decir, con mayor fundamento todava, queel hombre espiritual se va forjando bajo el influjo

    de diversos agentes que actan en l capacitndolopara ser un instrumento de la voluntad de Dios.Veamos brevemente ese proceso en la vida de

    Jules Chevalier. Es de advertir que una espiritua-lidad no se elabora fra y sistemticamente en unamesa de trabajo, combinando con primor distintosmodelos espirituales. Las experiencias vividas sonun factor decisivo. S, la intuicin primera y des-pus las lecciones que la vida ofrece fueron calandosu mente y su corazn, hasta modificar su ser. Cuan-

    10

    do esto ocurre, nada falta, de lo esencialmente cris-tiano, al camino espiritual. Lo bsico es comn atodas las espiritualidades o escuelas de espiritua-lidad. Las diferencias vendrn del acento que se da uno u otro de los elementos comunes, como su-cedi, por ejemplo, con San Francisco, al imitar

    intensamente a Cristo en la pobreza.Al darse en la vida de un hombre una experienciafuerte o una intuicin intensa, se produce ciertatransformacin en todos los elementos de su vidaespiritual, por la luz que proyecta sobre ellos aquelacontecimiento.

    No se desecha nada importante, pero el valor delconjunto va a depender de la relacin que m antengacon aquel valor dominante o principal. Muy rarasveces una vivencia as es un hecho suelto, desco-nectado de otros elementos existenciales. Lo corrien-

    te es que anime lo que ya existe, y de esta manera,resulta que, en la providencia de Dios, lo anteriorno es otra cosa que una preparacin.

    El proceso entero es algo parecido a lo que ocurrecon un incendio. La chispa o la llama son la fuentede energa, o elemento caracterstico. Pero no losern si se producen en el vaco. Es preciso queestn all los materiales inflamables ya preparados.Entonces, s; al haber fuego, las llamas se propagany aquello se convierte en una hoguera.

    En la vida del Padre Chevalier la chispa incen-diaria fue el descubrimiento de la devocin al Sa-grado Corazn, que no puede aislarse de su vidaanterior, sino que hay que imaginar como entrandoy transformando lo que ya en ella haba.

    En la vida de Chevalier se encontraba arraigadode antes el espritu de fidelidad a una vocacin y alo que Dios pudiera pedirle, en grado fuera de locomn. Esto se aprecia viendo cmo se enfrent alas dificultades que se haban interpuesto entre ly su vocacin al sacerdocio, vocacin de la que

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    nunca haba dudado, a pesar de tantos obstculoscomo tuvo. Jams dejaba las oraciones acostum-bradas, no porque recibiera grandes luces de ellas,sino porque estaba convencido de que deban ha-cerse. Trabaj de aprendiz durante mucho tiempoy estudiaba los ratos libres, aguardando con pacien-

    cia a que Dios le ofreciera la oportunidad y el mo-mento. Viva un poco apartado de los chicos de supromocin y de sus diversiones, porque pensabaque as podra ser ms fiel a la propia vocacin per-sonal.

    Fidelidad, generosidad, ideal: hermosas cualidadespara ser puestas de todo corazn al servicio deCristo. Que las tena, se ve por una carta que es-cribi a sus familiares, siendo seminarista: Sersacerdote para estar al servicio de Dios y no al demi familia; para conquistar almas a Cristo y nopara enriquecer a mis parientes 2. La misma en-trega total confirman los testimonios de sus com-paeros.

    Los clsicos de la literatura espiritual acostum-bran a llamar segunda conversin al proceso porel que se entra en una espiritualidad ms slida ointensa. Es llamado as por el parecido que tienecon la primera conversin a la fe. Es como un nuevodarse a Dios y a su voluntad. Para que sea verdad,tiene que ser generoso, decisivo, firme y constante.

    Podr llegar de golpe o lentamente. Siempre, den-tro del proceso, estn presentes ciertos factores,ju nto s o sepa rado s. Tres de tales fa ctore s qu e ap a-recen en los tratado s de espiritualidad 3 se dieron,con toda evidencia, en la vida del Padre Chevalier.Vamos a enumerarlos y veremos despus cmo semanifestaron en su vida. Son:

    a) Una revelacin repen tina de la nad a de lascosas humanas, coincidente con la comprobacin deque Dios lo es todo. As fue, por ejemplo, la expe-riencia de San Francisco de Borja ante el fretro

    12

    de la emperatriz Isabel. Tales situaciones dan de sa veces la decisin de entregar la vida toda a Dios.

    b) Tambin puede ocurrir que la conversin aDios venga despus de una difcil victoria sobreuno mismo; victoria que es posible llegue acompa-

    ada de una fuerte luz e impulso de la gracia, co-mo fue el caso de San Francisco de Ass. No es di-fcil de comprender: imponerse un sacrificio porDios ya es comprometer al alma en algo serio.

    c) Unos ejercicio s espiritu ales, con su silencio,sus reflexiones y su oracin tal como los pedaSan Ignacio son frecuentemente tiempo de graciay conversin.

    De Chevalier podemos decir que era un hombrems difcil de convertir que otros; o tambin quesu conversin fue lenta y no segn las teoras con-vencionales. En l, efectivamente, se dieron las tresexperiencias aludidas durante los aos de Semi-nario. La primera, es decir, la revelacin de la nadade las cosas humanas ante Dios, la tuvo despus decaer a un precipicio. Otros seminaristas habrncado antes y despus en algn despeadero. Sicontramos todos estos percances, seguro que elde Chevalier figurara entre los ms interesantes.Ocurri en invierno, probablemente en 1842, estan-do en el Seminario de SaintGaultier. Era un dade excursin por las proximidades del ro Creuse,cerca del castillo de Conives. Tres de los seminaris-tas ms audaces haban decidido tomar el caminoms empinado para salvar un lugar abrupto. Res-balaron en la nieve, y dos de ellos consiguieronagarrarse a los matojos, a una altura de treintametros sobre el suelo. Chevalier caa al precipicio.Cuando lo recogen, no daba seales de vida; tenatodas las apariencias de haberse matado, hasta elpunto de que el sacerdote responsable de la gira nocrey que pudiera drsele la absolucin. Todos con-

    vencidos de que ya era cadver. Fue llevado al13

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    castillo, donde le pusieron dos cirios a entramboslados, mientras los compaeros le rezaban las ora-ciones del alma 4. _El dir ect or del Sem inario, alserle notificada la muerte, mand, profundamenteabatido, a un doctor y un carruaje para recoger elcuerpo. Mientras tanto, el cadver haba dejadoescapar un profundo suspiro, con gran susto paralos que lo velaban. Por su parte, el director tenaconvocados a los alumnos en una de las aulas, ylean, despus de haber rezado el pe profundis,unos pasajes bblicos a propsito de las muertesrepentinas. Al sentirse el ruido del carruaje, salierontodos a recibir al estudiante qu crean muerto;pero cul no sera su sorpresa al or a Chevaliermismo gritar que l no estaba difit. La nicavctima del accidente result ser el director, que

    estuvo enfermo durante varios das.Tal es la presentacin humorstica de una his-toria de la que no se poda esperar as como as latotal conversin de Chevalier. A pesar de todo, paral aquello result una profunda experiencia, en laque vio de cerca la muerte. Se hizo ms serioen adelante y vivi ms cara a la fe 5.

    Otro paso importante fue cuando se sinti obli-gado a una generosa renuncia. El incidente podraclasificarse como de escasa importancia; Chevaliermismo no le dio gran importancia en el orden es-

    piritual. Se propuso, eso s, renu nciar a una a mistadpreferente que lo una a un compaero seminarista.Chevalier pensaba que tal amistad le impeda entre-garse totalmente a Cristo y avanzar en la virtudrequerida por el sacerdocio. Y ms tarde, considercomo una gracia de Dios haber renunciado a aque-lla amistad, que pudo ser un grave obstculo a suvoca cin 6.

    Crey Chevalier haber recibido una tercera gra-cia significativa durante unos ejercicios en Bourges, predicados por el P. Mollevaut, de San Sulpicio.

    14

    Sus palabras sencillas, fervorosas y llenas de fe,causaron una impresin profunda en mi alma. Salde estos ejercicios convertido y deseoso de ser unseminarista ejemplar 7.

    Puesto a punto por estas y otras incidencias, as

    como por las gracias que le ocasionaron, Jules seentreg decididamente a la voluntad de Dios, abrien-do su alma a las influencias sobrenaturales. Simul-tneamente, se iba formando segn la espiritualidad de la escuela francesa, a la sombra y siguiendo elejemplo del Padre Ruel, su director, que formabaparte del equipo de Padres Sulpicianos a cargo delSeminario de Bourges.

    Aquella espiritualidad era cristocntrica y sacer-dotal. Segn ella, Cristo, Sumo Sacerdote, es el que,por excelencia, da gloria a Dios y cumple la volun-

    tad del Padre. Conceda mucha importancia a lavirtud de religin Cristo era llamado el perfectoreligioso de Dios y al culto de Dios. La tareadel sacerdote a la que Jules se senta llamado con-sista esencialmente en participar y continuar elhacer de Cristo. Cristo tena, pues, que tomar po-sesin de l y vivir en l. Un sacerdote tena laobligacin de olvidarse de s mismo, de mo rirse paras mismo, dejando que Cristo viviera y actuara enl, de modo que toda su vida y comportamientofueran dirigidos a la gloria de Dios. La vida delsacerdote ha de centrarse en la eucarista y en elsacrificio de la misa, pues es principalmente ahdonde Cristo perpeta su accin de dar gloria a Diosy consuma la obra de la redencin del hombre.

    Se insista mucho en la necesidad de llegar a re-producir en uno mismo los estados interiores deCristo teniendo a la vista los distintos misterios desu vida.

    Eran favoritas dos citas de la Sagrada Escritura:Ya no vivo yo, vive en m Cristo s, y Entoncesdije: Aqu estoy yo, para realizar tu designio, Dios

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    mo9. Si Cristo ha de vivir en nosotros, nosotrostenemos que morirnos para nosotros m ismos. Cristoes el modelo, al anonadarse en la Encarnacin y alsacrificarse en la cruz y en la eucarista.

    Al centrarse en Cristo como Sumo Sacerdote y

    como Mediador, esta espiritualidad contemplaba,por lo mismo, las dos caras del sacerdocio: elCristo que tributa suprema gloria y adoracin aDios, y el Cristo que comunica vida y salvacin alos hombres.

    El mtodo de oracin, asimismo cristocntrico,se resuma en tres actitudes: Cristo a nuestros ojosmeditacin reflexiva y adoracin; Cristo ennuestros corazones nuestra respuesta afectiva ycomunin; Cristo en nuestras manos unin conCristo en la accin.

    La validez de este mtodo de oracin est en quenos asocia con Cristo en su adoracin al Padre y,a la vez, en su actuar para la salvacin de los hom-bres. Durante toda su vida, Jules Chevalier reservitna predileccin especial para los textos de la Cartaa los Hebreos (12, 2 y 3, 1), que nos invitan a ponerlos ojos en Jess, Apstol y Sumo Sacerdote denuestra religin.

    Resumiendo, podemos describir todo el procesoformativo de Jules Chevalier en los siguientes pa-sos:

    a) Por temperam ento y por el ambiente de suvida familiar, lleg a desarrollarse en l un gransentido del deber, al que hay que aadir la constan-cia de su carcter. Fue fiel y generoso en el cultivode esas cualidades, ponindolas al servicio de Dios.

    b) La cada en el precipicio le facilit la pers-pectiva de la soberana divina y de la total depen-dencia de las criaturas.

    c) Renunciar a aquella am istad le dio un grandesasimiento de las cosas, dejando su corazn libre

    para Dios.16

    d) Aquel retiro memo rable le proporcion lagracia de una dedicacin sobrenatural que lo capa-citaba para responder de lleno a las exigencias de lavoluntad de Dios.

    e) Los sacerdotes de San Sulpicio le imp artieronuna espiritualidad cristocntrica, desasida, fortale-

    cedora del deseo de vivir y actuar con Cristo parala gloria de Dios y la salvacin de los hombres.f) Razones naturales y sobrenaturales desarro-

    llaron en l una profunda atencin a cuantos vivanafectados por los males de la sociedad moderna.

    g) Por ltimo, est el descub rimiento de la de-vocin al Sagrado Corazn, que fue la chispa quecomunic fuego a su vida, transformndola y dn-dole una unidad y un objetivo.

    EL CARISMA

    Todas las influencias que hemos sealado confi-guraron a un fundador. Tal vez resulte ms intere-sante el carisma del fundador que el proceso de suformacin. Sobre todo despus del Vaticano II,cuando el carisma debe ser objeto de estudio y dis-cusin, a la hora de renovar y adaptar los institu-

    tos religiosos 10. Sin profundizar demasiado en losorgenes y significacin de la palabra carisma,aceptamos para nuestro ensayo la definicin quelo describe as:

    Es un don del Espritu dado a una persona parabien de otros...; quien lo recibe, el fundador, fijasu atencin en un aspecto particular de la vida deJess; esta contemplacin lo mueve al seguimientode Jess, y al servicio de los dems por amor deEl, segn un modo peculiar

    El carisma del Padre Chevalier fue una visin

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    dinmica propia, que le peda una respuesta deter-minada. La descripcin rigurosa de tal carisma pre-senta dos dificultades serias: primera, cmo aislarel elemento dinmico que constituye el carisma, deuna vida con ms de cincuenta aos de sacerdocioy con tantos escritos acumulados? Segunda, cmo

    separar lo esencial del carisma de aquellos elemen-tos ligados a la poca y condicionamientos cultura-les, que pueden haber afectado a la expresin delmismo?

    Obviamente, se necesitan investigacin histricay anlisis. Ello ya lleva dificultad intrnseca, puesun investigador tambin es una persona condicio-nada histrica y culturalmente; el investigador miraligado a un tiempo que tiene sus limitacionesla obra del fundador, igualmente limitada y ligadaa un tiempo; nadie, pues, hoy puede conocer exac-tamente lo que pens y sinti el fundador acercade la vocacin, dinmica y vida de su comunidadrel igio sa 12.

    Afortunadamente, el investigador puede compro-bar el resultado de sus pesquisas, contrastndolascon la experiencia de las comunidades vivientes.Pues el carisma del fundador de una comunidadreligiosa es el mismo carisma, pero tal como esvivido ahora. Como no pudo mantenerse en el aire,tiene que estar en aquellas personas, y no en otras,

    que en la actualidad comparten y viven el caris-ma 13. El carisma es una gracia para otros.Esto no quiere decir que podamos leer la historiahacia atrs, o poner en boca del fundador cosas quede hecho ni pens. Pero la expresin actual del ca-risma de un instituto s nos ayuda a establecerunas bases donde calibrar las conclusiones de nues-tra investigacin histrica. Por ese camino evitamosa nuestros lectores perderse por entre una espesurade textos, en la que podran preguntarse adondebamos a parar.

    Intentaremos, por lo tanto, echar una mirada aalgunas de las expresiones recientes y oficiales denuestro carisma, tal como es vivido en los institutosexistentes. Despus entraremos en el anlisis de lapropia experiencia Chevalier.

    Tres Congregaciones religiosas deben al Padre

    Chevalier su fundacin o, al menos, su inspiracin:los Misioneros del Sagrado Corazn, las Hijas deNuestra Seora del Sagrado Corazn y las Misio-neras del Sagrado Corazn del Hiltrup14. Estu-diando la actual expresin del espritu de talesCongregaciones, esperamos encontrar ciertas notasy caractersticas comunes, todas ellas situadas enel mbito del carisma del fundador. Veamos.

    En los documentos del Captulo General de losMisioneros del Sagrado Corazn, 1969, nos hallamoscon estos textos:

    1. Nuestro espritu est hecho de volun tad deju st ic ia , de aten cin a todo s los ho mbr es , en p ar-ticular a los ms pobres 15.

    Nuestra vida religiosa nos brinda la ocasin dellevar a todos un mensaje de esperanza, principal-mente a aquellos que buscan el sentido de su vida,a aquellos que viven en condiciones inhumanas, aaquellos cuyos derechos no son reconocidos 16. Entodo hombre que espera, en todo hombre que sebusca a s mismo y aspira a la unidad de una huma-

    nidad renovada dentro de un mundo justo y fra-terno, en todo hombre oprimido, descubrimos elrostro de Cristo 17.2. Cuando sacrific la vida por sus amigos,,

    cuando su costado fue abierto, Cristo nos dio suespritu. Este espritu siembra en nuestros cora-zones el amor y la voluntad de convertimos enservidores nosotros tambin. Cuando contemplamosa Aquel que fue alanceado en la cruz, descubrimosel corazn nuevo que Dios nos ha dado, y nos entrael deseo de mostrarlo a todos los hombres. Descu-

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    brimos el amor de un Dios hecho hombre para losdems, y creemos en l. Nos proponemos anunciareste amor y la vida nueva que posibilita a la huma-nidad 1S.

    3. Nuestro espritu es un esp ritu de familiay de fraternidad. Est hecho de caridad, de dulzura,de humildad, de sencillez, de hospitalidad, de sen-tido del humor 19.

    Las Hijas de Nuestra Seora del Sagrado Co-razn:

    1. Se sienten interesadas po r cualqu ier ser hu -mano, de cualquier raza, credo o condicin 20.

    2. Ven en el corazn traspasa do y glorioso (deJess) el smbolo del amor de Dios, hecho carne 21.La Congregacin... da a conocer las sobreabundan-tes riquezas del amor de Dios, reveladas en Cris-

    to 22.Consagradas a una particular participacin ensu misin salvfica..., del mismo modo que El fueenviado al Padre, son ellas enviadas por la Iglesiapara dar a conocer que El es la revelacin del amorinfinito de Dios a los hombres; que El los ama conun corazn humano; que El es la respuesta a susesperanzas, a sus preguntas y a todas sus nece-sidades 23.

    3. Procura n conseguir la actitud humilde (deJess)... Se esfuerzan en manifestar, mediante laspropias vidas, la caridad, la dulzura, la amabilidaddel Seor, que fue manso y humilde de corazn 24.

    En estas dos muestras existe una coincidenciaclara en tres puntos:

    1. Una pro fund a solicitud po r todos los hom -bres.

    " 2. Fe en el am or de Dios revelado en Cristo,ju n to con el conv encimiento de que los ho mbrespueden encontrar en ese amor la respuesta a susexigencias ms profundas. La misin de llevar ese

    amor a los hombres es la consecuencia de tal cons-tatacin.

    3. Ese am or debe ser dado a conocer me diantela caridad, la dulzura y la amabilidad de quieneshan sido llamados a participar en la misin deCristo, que no es otra que hacer visible la bondad

    de Dios 25.El mismo nfasis se deja ver en los documentosde las Misioneras del Sagrado Corazn.

    Estas son llamadas a amar a los pobres con laternura del Corazn de Cristo 26, reconociendo queen el mundo de hoy encontramos pobreza en mu-chas y variadas formas, tales como inseguridad,sufrimiento, soledad, desavenencias entre las nacio-nes, injusticias, opresin, esperanzas frustradas,,desesperacin, falta de vivienda, hambre y otras,formas de necesidad 27. Han aprendido a mirar ala persona de Cristo, donde se dan la mano lasaspiraciones del hombre y la gracia de Dios en laencarnacin redentora 2S. Su misin es comunicara los dems que Dios, con su amor, lleno de gra-cia, est siempre presente en el mundo por mediode Cristo 29. Su servicio consiste en asistir e ins-truir, animar y consolar, ayudar y curar 30.

    Estn obligadas a una caridad que sepa mostrarseamable31, que ofrezca verdadero afecto humano alos otros, que respete su dignidad de personas 32.Su tradicin ha insistido siempre en las virtudes dela mansedumbre y de la humildad, en la pobrezade espritu: Todo lo que tenemos y somos es undon de El; por eso estamos delante de Dios, cons-cientes de nuestra nada, totalmente abiertas a Ely dependiendo de su benevolencia 33.

    En las tres transcripciones que llevamos hechashay unas lneas de pensamiento convergentes. Ad-mitiendo que existen ciertas diferencias naturalesen cuanto al nfasis 3i, se advierten tres constantes:inters por los hombres; fe en la bondad amorosa

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    de Dios, manifestada en Cristo, y la vocacin decomunicar esto a travs de nuestra caridad, denuestra amabilidad y de nuestra compasin. Ahorabien, como el carisma de un fundador sigue viviendoen las Congregaciones por l fundadas, debemoscreer que en el carisma del Padre Chevalier estu-vieron presentes esas tres constantes.

    De hecho, la investigacin histrica deja claro queesos eran los constitutivos de la visin que l tenade su vocacin. Los iremos contemplando por se-parado, advirtiendo que son las experiencias vividaslas que inspiran y van dando forma al carisma.No hay necesidad de esforzarse en seguir el mejororden lgico o teolgico.

    1. Pr eocupacin de Chevalier por la Human idad.

    Los documentos ms antiguos de la Congregacinreflejan la preocupacin del Padre Chevalier por losmales de nuestro tiempo. Precisamente porquevio en la devocin al Sagrado Corazn un remedioa los males de nuestro tiempo, decidi constituiruna asociacin de sacerdotes que tuviera como fincombatir tales calamidades 35. Al escribir la Frmu-la Instituti y las primeras Constituciones, exponien-do la oportunidad y los fines de su nueva Congre-gacin, proclama que la devocin al Sagrado Co-razn fue revelada como un remedio eficaz parasanar los males de un mundo cada vez ms fro yatrib ula do 36.

    Resulta ilustrativo un folleto de propaganda, im-preso en 1866, que reserva la primera pgina y me-dia a describir el mal moderno y el remedio deese mal. En la lista donde se enumeran las causasdel mismo estn el protestantismo, el jansenismo yel racionalismo. Sin embargo, sera un error supo-ner que Jules Chevalier pensaba en tales ismos

    22

    como sistemas abstractos. Los vea afectando a per-sonas humanas, conducidas al rigorismo y a la in-felicidad por la propaganda de unos valores equivo-cados, resultantes del olvido de Cristo y de su amor.Tras los sistemas, l vea a las almas tan amadaspor Cristo 37.

    Sera un fallo igualmente pensar que a Chevalierle preocupaban esos sistemas o doctrinas en s mis-mas. Actualmente, con los vientos de ecumenismoque corren, no podemos clasificar al protestantismocomo un mal moderno. Nos preocupa ms el ma-terialismo que el racionalismo. Y el jansenismo haquedado tan restringido que ya no es una preocu-pacin para los que trabajan en el reino de Cristo.Chevalier vea, ms all de cualquier sistema con-creto, el egosmo y la indiferencia como los ver-daderos males a combatir38. Ese egosmo respecto

    a Dios y respecto a los derechos del hombre, tienehoy otras expresiones. Quien se sienta solidario dela Humanidad, sabe dnde estn.El Chevalier joven senta compasin de la gente

    que sufra a causa de los males de su tiempo. Vivapreocupado por las calamidades sociales de su po-ca 39. Tuvo u n inte rs especia l p or los p obre s e nsu doble indigencia, material y espiritual40, porser ellos precisamente los amigos predilectos deCristo41. Como, al llamar a los pobres amigospredilectos de Cristo, nunca pretendi que fueran

    los nicos o exclusivos, el apostolado de las Con-gregaciones por l fundadas se encamin a cuantospudieran ser enriquecidos con la espiritualidad delCorazn de Cristo.

    2. Devocin al Corazn de Jess. Un Cr isto com-pasivo y solcito por la Humanidad.

    No fueron ni los estudios del Seminario, ni laespiritualidad de la escuela francesa, los que en-

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    cendieron en el alma de Jules Chevalier la llamacapaz de transformar una respuesta generosa ordi-naria a la gracia de Dios en una gracia especialcarismtica. El chispazo fue al entrar en su vidala devocin al Corazn de Jess. Hasta entonces,para l, las prcticas religiosas eran el cumplimien-

    to de un deber que le impona la virtud de religin.El descubrimiento le metamorfose la vida, dn-dole una nueva inspiracin espiritual y apostlica42.Cuando el profesor de teologa se ocupaba en ex-poner las tesis del Sagrado Corazn con muchapiedad y competencia, esa doctrinadice l mismo,se fue derecha a mi corazn; cuanto ms me en-traba en ella, ms atractiva la encontraba 43.

    No fue aquello una reaccin emocional ante unadevocin privada, como algunos creen ahora,cuando ya tenemos un ms amplio desarrollo b-

    blico y teolgico. Para Chevalier result una expe-riencia espiritual profunda. He aqu algunas con-sideraciones que nos han llevado a entenderlo as.Empecemos notando que por entonces en muchosSeminarios:

    la catequtica enseaba las verdades de la fey las obligaciones cristianas;

    las prcticas religiosas obligaban por la vir-tud de religin;

    los estudios escritursticos estaban ms inte-resados en la exgesis textual que en los gran-des temas de la Biblia;

    la teologa dogmtica estudiaba las verdadesde la fe.

    Slo la devocin al Corazn de Jess ofreca unaimagen de la religin donde se revelaba el amor deDios y se exiga al hombre una respuesta de amorrecproco.

    Desde antes, haba Jules Chevalier fijado los ojos

    en el pionero y consumador de la fe, Jess 44.Haba aprendido a admirar a Cristo como el refle-

    jo de la glor ia de Dios, la im pro nta de su ser 40.Fue en ese momento cuando se dio cuenta de queDios es amor 46. Entonces lleg a comprender cmoel Hijo, engendrado desde toda la eternidad del

    Corazn de Dios Padre, es la revelacin del amorque Dios tiene a los hombres 47. Para Jules Che-valier es en ese momento cuando se hizo visiblela bondad de Dios y su amor por los hombres 4S. An-teriormente, haba conocido a Cristo, el Adoradordel Padre; ahora encontraba al Cristo que tenalstima de la gente 49, al Cristo que es capaz decompadecerse de nuestras debilidades50.

    Esta visin nueva no destruy las imgenes deantes, sino que las complet. Jess segua siendo elnico que tribu ta un a adoracin perfecta al P ad re81.El corazn es el centro de su divina humanidad.En ese altar sagrado es donde Jess ofrece a DiosPadre una adoracin perpetua y digna de su gran-deza. Es ese divino Corazn el glorificador por ex-celencia de la divina majestad 52. La religin sigueobligando al hombre, y Jess es la religin porexcelencia 53. Sin embargo, si la religin es ata-dura como lo es, no ser precisamente una ata-dura de amor, la nica capaz de realizar tal vincu-lacin de amor? Y si nosotros tomamos la palabra"religin en el sentido de una alianza rota y res-tablecida, yo pregunto: No es el amor el que haproducido esa alianza, juntando los dos extremosque estaban separados? 54.

    Esta revelacin del amor de Cristo como la ex-plicacin ltima de todas las cosas le lleg al fun-dador en el momento en que s senta ms inquietopor los hombres, presos del miedo a Dios, la frial-dad y la indiferencia. Constataba ahora que Cristosenta por la humanidad una solicitud mucho ma-yor que la que pudiera afectarle a l: Durante su

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    vida mortal gustosamente volc todo el afecto desu corazn en los pequeos, los humildes, los po-bres, los sufrientes, los pecadores y en la malasuerte de la humanidad. La visin de una adver-sidad, de un infortunio o de un dolor, despertaba lalstima en su corazn 55.

    Lleg de esta manera a la conclusin de queCristo est lleno de amor y de gracia 56. El Co-razn de Cristo es esencialmente misericordioso 57.La piedad de su divino Corazn aparece en cadapgina del evangelio 5S. Una de las ideas que msle llenaban era la del Cristo Buen Pastor. Dedicabaa este tema un buen nmero de meditaciones 59, glo-sando los distintos aspectos y presentando a susreligiosos el modelo y los ejemplos de Cristo encada una de las mencionadas dimensiones60.

    El Padre Chevalier no hubiera concedido impor-

    tancia a la diferencia, apuntada mucho ms tarde,entre ir directamente a la persona de Cristo e ira Cristo a travs de su corazn. Como se ha dicho,vivi en un tiempo en que el Sagrado Corazn, yslo l, presentaba al Cristo compasivo del Evan-gelio. Es cierto tambin que en su poca la genteera ms sensible a los simbolismos, aun entendiendoque el smbolo deba llevar inmediatamente a losimbolizado, sin constituirse por s mismo en unobjeto que absorbiera la atencin.

    El Corazn de Jess es el resumen y la expre-

    sin viviente de su divina Persona... Dios mo, tucorazn eres t... As, pues, su Corazn y El sonuna misma cosa 81.

    Esta divina caridad, asumida en toda su exten-sin, o sea, en s misma y en sus distintas manifes-taciones, es el objeto formal..., el objeto primarioy espiritual del culto al Sagrado Corazn62.

    Para l no haba problema. Pensaba en el Cristocuyo corazn senta compasin por las muchedum-bres; el Cristo que, por manso y humilde de cora-

    zn, podra aliviar las cargas de quienes llegaranhasta El en busca de descanso para sus almas. Peroun Cristo manso no es un Cristo dbil; el Corazn deJess posee en grado perfecto las virtudes del va-lor, la fortaleza, la constancia y la generosidad63.

    Jules Chevalier acababa de descubrir su carisma:La visin del Cristo de los evangelios desde unngulo muy particular, un acento especial o n-fasis sobre cierta manera de seguirle y un modoconcreto de servirle en los dems 64.

    Hemos repasado la visin peculiar que tena deCristo; despus hemos anotado cmo sta encajabaen su preocupacin por los hombres. Nos queda eltercer aspecto del carisma Chevalier, que puede ex-presarse del modo siguiente:

    3. Una misin de amor:notificar la benevolencia de Dios.Esta misin se cumple mediante un trabajo de

    servicio y mediante un modo de realizar ese ser-vicio: con amor y amabilidad.

    a) El servicio consiste en ser misionero del amorde Cristo y afanarse p or liberar a los hombres de losmales de su tiempo.

    Explicando la razn de ser de sus Misioneros delSagrado Corazn, el Padre Chevalier insista en dos

    puntos de apoyo: Por un lado, la excelencia (dela devocin al Sagrado Corazn), y por otro, laextensin y la profundidad del mal que aquella de-vocin est en condiciones de remediar65. Estedoble motivo, en su pensamiento, estaba pidiendo lafundacin de una congregacin especial, cuyosmiembros, por gusto, por sentirse atrados a elloy por vocacin personal, se consagrasen al serviciodel Sagrado Corazn, hacindose sus apstoles, paraas aplicar la medicina y difundir sus beneficios66.

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    Esta manera de exponer el tema da la aparienciade que se persiguen dos objetivos. Resulta msexacto presentarlo como un nico sistema de en-camar el mensaje cristiano del amor salvador enla vida del hombre, tanto personal como social. ElPadre Chevalier, en su libro sobre el Sagrado Co-razn, citando a Mons. Baudry, indica cmo la de-vocin al Sagrado Corazn es el remedio para losmales de su tiempo: Al egosmo de nuestra poca,a sus querencias sensuales y a su indiferencia reli-giosa, contrapone el culto ms desinteresado, mspuro, ms sacrificado, ms tierno y ms compa-sivo 67.

    Con aplicaciones ms concretas, el Padre Cheva-lier va indicando cmo la presentacin de un Cris-to humilde ayuda a sobreponerse al orgullo; cmoun Cristo sometido totalmente a la voluntad delPadre desafa con su obediencia el espritu de totalindependencia del hombre; Cristo, con su inmensacaridad y su deseo de unidad, vence el espritu dedivisin; y, finalmente, Cristo, con su noble y gene-rosa fortaleza, nos libra del espritu servil al Es-tado, cuando ste pretende de nosotros algo injusto.Los cristianos, dispuestos a dar al Csar lo que esdel Csar, deben tener el valor de defender los de-rechos de la verdad y de la justicia 6S.

    b ) El modo de servir: con amor y amabilidad.Naturalmente, la primera respuesta a nuestra vi-

    sin de Cristo en su amor, ser un amor de recipro-cidad y un participar en su amor a los dems. Leserviremos practicando sus virtudes: su celo porla gloria de Dios, su paciencia, su caridad con noso-tros, su bondad, su humildad, su espritu de po-breza... 69.

    Dios, que es la misma bondad (Dios es caridad),

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    cuyo corazn est lleno de amor por los que lloran,gimen y sufren, quiere ver a sus hijos semejantesa l 70.

    Puesto que la imagen de Cristo como buen pas-tor le gustaba a Chevalier, es natural que la usarapara expresar el modo cmo sus misioneros deban

    servir: Con la caridad operante de Cristo hacia loshombres, especialmente con su inmensa ternura porla oveja perdida 71. Bondad, caridad, compasin,son las virtudes que el Espritu Santo nos recomien-da incesantemente 72.

    Una inmensa compasin, s, pero que se expre-se del modo ms sencillo y humano: Con palabrassalidas del corazn, dichas con inters, con amor,con bondad compasiva... 73.

    Especialmente, debemos practicar la mansedum-bre que se nos ha enseado, la prescrita por Jess

    como la virtud privilegiada de su Corazn... Esavirtud es indispensable...; con ella alcanzaremoslas dems. Ya que no podemos, de hecho, ser man-sos si no somos humildes, caritativos, pacientes,mortificados, dueos de nosotros mismos y de nues-tras pasiones 7i.

    En realidad, la palabra mansedumbre no llega aexpresar todo lo que Chevalier tena en su cabeza.Para l significaba fortaleza para dominar el orgu-llo, el cansancio, el desfallecimiento; era fe en quecada hombre es un hermano, en todo el sentidode la palabra 76; y era proceder con cada hombreamablemente y aceptando sin condiciones su per-sona. Esto se encuentra perfectamente expresado enel texto de las constituciones de los Misioneros delSagrado Corazn: A fin de mostrarse verdaderosdiscpulos de aquel que se proclam a s mismomanso y humilde de corazn, unirn la mximamansedumbre hacia sus prjimos con una profundahumildad y completo olvido de s mismos. En nadapondrn tanto inters como en persuadir a los hom

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    bres de que el yugo de nuestro amantsimo Salvadores suave y su carga ligera. Siguiendo las huellas delBuen Pastor, no dudarn en ganar a sus ovejas conbenignidad, en atraerlas con vnculos de caridad y,si fuera necesario, cargarlas sobre sus hombros.Con todas sus fuerzas impugnarn el espritu opues-

    to de temor y rigorismo con el que Jansenio hizotanto dao a la Iglesia T6.A pesar de que esto fue escrito posteriormente,

    es la expresin, en esencia, de lo que Chevalier vioclaro cuando, siendo seminarista, tom concienciadel carisma de su vida.

    En verdad es esclarecedor insistir en cmo elcar cter de Chevalier estuvo posedo de ese caris Ima, el cual transmu t totalmente su modo de ser. ;El haba dicho que la doctrina de la devocin al {Sagrado Corazn se haba ido derecha a su corazn.Pero de su corazn no se proyect hacia el exterior finmediata me nte. En su esfuerzo po r vivir la vida es ?;piritual, se volvi serio, afectado en su trato, conlos dems, taciturno 77. Durante el retiro que pre-cedi a su ordenacin de subdicono, hubo un pe-queo milagro a los ojos de sus compaeros semi-naristas. El da de su ordenacin, escribi el ad-mirado Piperon, pareca otro..., un hombre comple-tamente renovado, un subdicono amable, jovial ysonriente. Nos maravillbamos de aquel sbito cam-

    bio, conseguido en unos das de retiro, y ponder-bamos la gracia propia de las rdenes sagradas. Eljove n Chevalie r ac ab ab a de ver claro que el bienhay que hacerlo de la forma ms atrayente, por elcamino de una cordialidad sazonada con santa ale-gra y trato amable. Una vez tomada esta decisin,la llev adelante con su tesn temperamental, sinun solo fallo. Quienes antes le haban esquivado,despus se sentan atrados por su alegra y sim-ptica chchara, que l saba derivar hacia Dios,con gran provecho de sus oyentes 78.

    Cincuenta aos despus, el recuerdo de esta trans-formacin, radical y ya sin retroceso, segua pre-sente en la memoria de Piperon: An hoy, escribe,despus de cincuenta aos, le vemos siempre bon-dadoso, sensible y amable con cuantos se le acer-can. Se ha hecho todo a todos, a fin de ganarlos a

    todos para Cristo. Es ese el gran secreto con el queatrae a tantas almas de cualquier pas. Nadie sesepara de l sin llevarse una palabra amable yconsoladora, sin un propsito de hacer el bien 79.

    El Padre Chevalier vivi su carisma de bondaddurante cerca de sesenta aos80.

    Espiritualidad del Padre Chevalier

    Cuando se vive la espiritualidad cristiana, si hayun carisma, ste se hace presente en la vida, dandoun color peculiar a la visin del misterio cristiano,apuntando acentos y prioridades en la prctica delas virtudes cristianas. El carisma debe abarcarlotodo, nada puede dejar que sea vital o esencial enla espiritualidad cristiana. Los maestros de noviciosy directores espirituales de la Congregacin no po-drn perderse tales detalles. Aqu no es necesario,ni tampoco posible, descender hasta ellos. An serams difcil si nos atuviramos a la teora de aquelautor espiritual que sostiene la existencia de tantasespiritualidades como hom bres. Ocurre tambin queen una Congregacin religiosa la espiritualidad vi-vida del instituto est enriquecida con los donesespirituales de cada miembro. Por lo tanto, cual-quier intento de describir ahora exhaustivamente laincidencia del carisma de Chevalier en la espiritua-lidad de su instituto religioso, podra dar un resul-tado o reiterativo o incompleto. No obstante, hayciertos puntos importantes que conviene tratar bre-vemente. En primer lugar, la cuestin de:

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    LA MISION

    El Padre Chevalier puso el nombre de Misioneros i

    del Sagrado Corazn a su instituto. No fue un ttulo pue sto a la ligera, sino elegido entre ms, jcomo el de Sacerdotes del Sagrado Corazn. Con l }intentaba dar forma verbal a la intuicin de su jcarism a particu lar. El trmino misioneros no te |na el significado restr ing ido de enviados a los que !an no han recibido el evangelio, ni a las Iglesias |de otros pases. Seguro, sin embargo, que el fun |dador no se olvidaba de la actividad misional, yadesde los das de Seminario81; siempre fue consi-derad a como un apostolado imp ortan te en las Con igregaciones fundadas por l. El sentido que quisodar al nombre de Misioneros del Sagrado Coraznfue, con todo, el amplsimo de enviados a los que jestn pasando necesidad, a fin de llevarles los te-soros de amor y misericordia del Corazn de Je-ss 82.

    No obstante, quiero sealizar en la misin deChevalier el aspecto que se refiere a Aquel que en-va al misionero (misionero significa uno que hasido enviado). Yo tengo para m que en este asun-to el fundador cont con la intuicin de una verdadque los telogos del posconcilio estn acentuando,al tratar de la vida religiosa activa.

    Toda comunidad apostlica debe fundarse y mo-delarse siguiendo el ejemplo de Jess en el cum 1plimiento de la misin que recibi como Hijo del Padre 83. Los religiosos tambin son enviados porel Padre, como Cristo, unidos a El en la oracin yen la accin, y movid os po r s Esp ritu M. ;

    El Padre Chevalier escribi: Jess es el primermisionero de su Corazn... El fue quien primero

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    dio a conocer a los hombres el amor que tena porellos... En todo lugar, siempre, en cualquiera desus actuaciones, estaba ejerciendo la misin quehaba venido a cumplir en la tierra 85.

    El fundador descubri el origen de su vocacin alapostolado en la misin de Cristo, que l se sintillamado a compartir. Esto fue para l ms que

    una especulacin teolgica; fue la conciencia de unarealidad, que con el tiempo creci dentro de l.Empez, como muchos en nuestros das, preocu-

    pndose por la necesidad de fe, de amor y de va-lores cristianos que los hombres tienen. Duranteun tiempo no vea la posibilidad de atender efec-tivamente tales necesidades. Despus vino el des-cubrimiento de un Cristo compasivo, ms profun-damente ligado que l a la humanidad. As fuecmo lleg a caer en que, mientras que l con suinquietud poda hacer pocoS6, el amor de Cristosalvaba:Su amor ha salvado al mundo, su sangre lo hapurificado, su gracia lo ha cambiado y su piedadlo conserva 87.

    Acab superando el sentimiento de impotencia alcomprender que era llamado como instrumento delpoder salvador de Cristo, y enviado como El habasido enviado, es decir, con el poder y el amor delPadre.

    Esto hace Jesucristo por la conversin de lasalmas: Nos llama a todos para que unamos nues-tros esfuerzos a los suyos y as trabajemos con Elen la conversin de las almas que se haban perdi-do De este modo nos ponemo s po r encima decualquier esfuerzo puramente humano. Intentamosreproducir en nuestros corazones los sentimientosdel Corazn de Jess... (por la vida interior); Cris-to se va configurando en nosotros, y llegamos avivir con su espritu y vida 89. Esto no ocurre, sloen la vida privada; ocurre tambin en el ministerio

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    mismo de cada uno, donde no es el hombre, sinoDios en persona, quien acta, habla y santifica90.

    Muchas de estas verdades tenan como fuente loque haba aprendido en la escuela francesa de es-piritualidad. Gradualmente se fueron situando enla espiritualidad del Sagrado Corazn, que profe-saba. De este modo, su humanitarismo se convirti

    en misin. La atencin a los dems, el deseo de ha-cer algo para favorecerlos, es ya un don de Dios.Pero esta atencin, este deseo de hacer algo, po-

    dran quedarse fcilmente en una preocupacin de-masiado humana, dando de s ansiedades, disgustosy hasta desmoralizacin, cuando los resultados norespondieran a las esperanzas. El Padre Chevalier,comprendiendo la realidad que hemos expuesto,transform de una vez todo su inters humano eninters por la misin de Cristo, sintindose llamadoa compartirla. Vio cmo el trabajo apostlico deJess hubiera sido intil, de haber prescindido desu ntima relacin personal con el Padre de losCielos. La obra de Jesucristo fue salvfica porque,unido como estaba con el Padre mediante una filia-cin viviente, condujo a los hombres hacia el Padre,atrayndolos hacia S. Unicamente por su unin conel Padre, pudo darnos al Espritu.

    Cualquier apostolado es una participacin en laaccin apostlica de Jess, a partir del Padre y conla fuerza del Espritu. T ambin los religiosos de vidaactiva necesitan de la oracin y la contemplacin,en buena medida, para estar en situacin de man-tener un contacto vivo con la fuente de su misin.Si as no fuera, y en el caso de actuar por su cuen-ta, no sera posible llamarlos misioneros, en el ver-dadero sentido de la palabra.

    Fiel a la tradicin sulpiciana, el Padre Chevaliersaba que los misioneros, si queran que Cristo tra-bajara valindose de sus manos, deberan tenerloa El a la vista y dentro de sus corazones, mediante

    la oracin y la contemplacin. Unicamente podranestar seguros de ejercer la misin de Cristo cuandodejaran a Cristo amar a travs de sus corazoneshumanos, y cuando permitieran que el afn deCristo por los pobres se viera a travs de su bondadhumana.

    Por eso escribi que sus misioneros deben unirsea ese divino Corazn, penetrarse de sus sentimien-tos, cooperar con sus designios misericordiosos, co-mo dciles instrumentos91. Jesucristo, hablando desu misin, dijo: El que me envi est conmigo,nunca me ha dejado solo..., no estoy solo, estconmigo el Padre 2. Para el Padre Chevalier la ne-cesidad de no quedarse solo, la necesidad de tenera Cristo consigo, era vital en su concepto de lamisin.

    Cuanto ms avanz en su visin de lo amplio y

    profundo que es el amor redentor del Padre, reve-lado en Cristo, ms la Persona de Jess (vista a tra-vs del smbolo bblico del corazn) fue primandoen su idea de la misin. Con ello, no vena a menossu aprecio de la humanidad, sino que Cristo se ibahaciendo ms importante. No disminuy, pues, suinters por los dems; lo que s disminuy fue suansiedad, al darse cuenta de cunto el inters deCristo sobrepasaba al suyo. Su confianza creci,porque comprenda que todo lo que l senta y vi-va no era ms que participar en el amor de Cristo

    a la humanidad. As, lo que con facilidad hubierapodido degenerar en preocupacin excesivamentehumana, ahora se converta en misin. El la vea,ya, como vocacin a dejar que Cristo amara a tra-vs de su corazn; a que los hombres vieran atravs de sus actividades, vida y oracin cmoam Dios al mundo.

    En llegando hasta aqu, el Padre Chevalier yapoda ir en busca de otros que se le unieran. Ensu mismo carisma de fundador estaba implcita la

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    urgencia, y tambin el don preciso para conseguirque otros participaran de su visin y sintonizarancon ella. Ni siquiera la oposicin de su primer bien-hechor, el P. Champgrand, le pudo quitar el con-vencimiento de estar llamado a fundar una Congre-gacin religiosa, en vez de una agrupacin de sacer-dotes. Este es uno de los dos elementos de aquella

    intuicin que lo impela a insistir en una Congre-gacin de misioneros. Por un lado, sola repetir antealgunas quejas de cierto compaero:

    Somos misioneros, no contemplativos. Por otro,(segn ms adelante iban a precisar muchos te-logos), deca que la profesin religiosa es consa-gracin para una misin. Le interesaban compae-ros que fueran algo ms que hombres de accin.Quera hombres que se dejaran llevar a Cristo conla idea de participar en el inters que Cristo tienepor los dems; de este modo, los deseos de ayudaral prjimo, e incluso cualquier humanitarismo, po-dran ser asumidos por Dios y transformados enmisin. La profesin religiosa purificara, fortale-cera y consagrara, de esta forma, el inters por loshombres.

    Consgratelos con la verdad... Como t me en-viaste al mundo, al mundo los envo yo tambin;por ellos me consagro a ti, para que tambin elloste queden consagrados de verdad 93.

    Es ms verdad decir que por la consagracin reli-

    giosa Dios nos consagra para El, que decir que no-sotros le consagramos nuestras vidas a El. Pareci-damente, en la misin bien podemos decir que so-mos enviados por Cristo; pero es ms exacto decirque estamos destinados a participar en la misinde amor que a Cristo le confi el Padre, hasta elpunto de que es Cristo quien vive en nosotros yquien trabaja a travs de nosotros. Parece que enesta perspectiva vio Chevalier su misin y la misinde su congregacin misionera.

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    Es posible que hubiera etapas en la visin espi-ritual del Padre Chevalier (aunque advirtiendo quefueron complementarias y no contradictorias). Elinters dominante en la primera eran los hombresy el mal moderno. En la segunda, la devocin alSagrado Corazn. En esta segunda fase, a veces serecibe la sensacin de que despierta mayor lstima

    el pastor abandonado que las ovejas perdidas: ElSagrado Corazn, fuente de luz, de verdad y de vida,,no es bastante conocido, no es bastante amado !!4.Es evidente el carcter complementario de los

    dos estadios o etapas, si tenemos en cuenta que elCristo preferente en la visin de Chevalier es elCristo compasivo, el Cristo Buen Pastor, el Cristocon el corazn lleno de amor y de misericordia porla humanidad. Chevalier est menos urgido en elsegundo estadio por la preocupacin humanitaria,pero es siempre la Caritas Christi la que le estcompeliendo a gastarse en la causa de Cristo.La urgencia de este impulso aparece clara en laspalabras escogidas para aquel texto que describe locaracterstico de la Congregacin de Misioneros delSagrado Corazn (principios que han perdido fuer-za de tan familiares como se han hecho): Unaverdadera, sincera y siempre ferviente dileccin ha-cia el Corazn del Verbo encarnado, que, al mismatiempo, ser en cada miembro el sello de su santi-dad, les llevar a llenarse de los sentimientos y vir-tudes de ese Divinsimo Corazn y las comunicarla caridad operativa de Cristo por los hombres, es-pecialmente su inmensa misericordia por las ove-

    ja s perd id as95.Un amor a Cristo que sea respuesta ferviente al'

    evangelio debe provocar inters por los hombres,y una preocupacin cristiana por los hombres debeprovocar un acercamiento a Cristo. De ah puedensalir dos visiones distintas de la espiritualidad msc,que en el fondo son una misma.

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    La primera podra tomar la salida en el textode San Juan: Hemos conocido el amor que Diosnos tiene y hemos credo en l96.

    La segunda podra ser una respuesta a la exhor-tacin de San Agustn en sus Confesiones: Entrateen tu corazn y encuntralo all.

    A partir del pensamiento de San Juan, podemos

    considerar cuatro aspectos de nuestra fe en el amorde Dios, que describen la espiritualidad msc:1. Hemos credo en el amor person al que Dios

    nos tiene a cada uno de nosotros. Esta vivenciaprovoca la entrega de nuestros corazones a Cristo.Tal es el origen de la total dedicacin de la personaa Cristo y a su Reino por toda la vida.

    2. Hemos credo en el am or que Dios tiene atodos los hombres, un amor que, si ellos lo acepta-ran, dara sentido y finalidad a sus vidas. Ah estla fuente de todo el intento misionero y apostlico.

    3. Porque creemos en ese am or de Dios a todoslos hombres, a quienes quiere salvar y llevar alconocimiento de la verdad; porque creemos que esemismo amor trabajar a travs de los que le con-sagren a l sus vidas, confiamos en que, si ponemosnimo y confianza, Dios conceder el incremento.

    4. Si realme nte somos un grupo que se ha re-unido por haber credo todos en el amor de Dios,reinar entre nosotros una autntica caridad fra-ternal.

    Esto, que puede ser enunciado muy fcilmente yser vivido muy superficialmente, slo formar partede una espiritualidad fuerte y satisfactoria, si nostomamos la molestia de ponderar estas cosas ennuestro corazn. Con San Agustn, tenemos queentrar en nuestro corazn para encontrar a Dios.Debemos escuchar los lamentos del corazn humanoy detectar las necesidades profundas del hombre.Por ejemplo, sus interrogantes, sus ansiedades, sunecesidad de dar un sentido a la vida, su bsqueda

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    de un amor verdadero que sea noble y animador.Necesitamos ser comprensivos para las dudas yoscuridades que apesadumbran frecuentemente alespritu humano.

    Cuando decimos que creemos en el amor de Diosque se ha manifestado en Cristo, expresamos la con-viccin de que tal amor puede dar sentido y pro-psito a la vida humana, que puede contestar a laspreguntas ms difciles y que puede sosegar el in-quieto corazn humano.

    Esto implica una vivencia de lo que puede lla-marse espiritualidad del corazn. Para ello:

    a) Debemos entra r en lo ntimo de nuestra pro-pia alma, en busca de cules son nuestras necesida-des profundas y personales de vida, de amor eintelectuales.

    b) Debemos enco ntrar, por la fe y la reflexin,

    respuesta a nuestras preguntas en el Corazn deCristo, es decir, en las profundidades de su persona,all donde se dan la mano las aspiraciones del hom-bre y la bondad de Dios en su encarnacin reden-tora.

    c) Cuando nos hayamos enriquecido con estafuerza, nuestro corazn ser un corazn compren-sivo, abierto, sensitivo y entregado a nuestros her-manos y hermanas en Cristo.

    d) No nos descorazonarem os o desanimarem osante las dificultades. Seguimos a Cristo, que am

    con un corazn humano, como nos lo recuerda elVaticano II; que comparti nuestra naturaleza paradescubrirnos el amor eterno de su Padre. El daescogido de Dios, su amor omnipotente, triunfar.Ese es el amor en que hemos credo.

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    CORAJE

    Coraje, fortaleza, constancia eran las virtudes

    propias del Corazn de Jess para el Padre Cheva-lier, porque expresan las cualidades del amor au-tntico. Este coraje es la fuerza que le dio nimosal Padre Chevalier para las empresas difciles por lacausa de Cristo, porque confiaba en su amor. Porejemplo: al recibir la invitacin para hacerse cargode la misin de Melanesia y Micronesia, escribi alPadre Jouet, el 25 de junio 1881, deshaciendo losreparos del P. Guyot: Nuestros religiosos, sin serguilas ni santos, no son inferiores a otros en de-vocin, obediencia... Aceptaremos esa misin, por-

    que Dios siempre bendice y recompensa la obedien-cia y el sacrificio.Coraje fue saber perseverar por encima de tan-tas dificultades como hall en el curso de su vida.

    Coraje fue tambin saber esperar cuando los de-ms ya no, cuando otros pensaban que no habafuturo para la vida religiosa, al menos en Francia.El 4 de abril 1906 escriba al P. Carrire, provincialfrancs: La fe no ha muerto. De dnde ha sacadoel P. Meyer la idea de que las rdenes religiosastuvieron su tiempo, pero que ya no pueden levantar

    cabeza? Olvida que la vida de perfeccin es un com-ponente esencial de la Iglesia, y

    OBEDIENCIA Y CARIDAD MUTUA

    Asociar estas dos ideas en un mismo texto puedeparecer inadecuado. Por eso mismo algunos inten-

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    taron mejorar un antiguo pasaje del Padre Chevalier, separndolas, es decir, poniendo la obedienciadonde los votos y dejando la caridad mutua parael cptulo que habla del espritu de la congregacin,o el de la vida comunitaria. Al hacerlo as, quitaronal texto del Padre Chevalier toda la fuerza y sen-

    tido que l quera darle. La obediencia estaba muyligada a su carisma, y por el mismo motivo, laobediencia en la caridad mutua para l era unaspecto importante de la vida religiosa.

    De la escuela francesa proceda la estima que elfundador demostraba por el texto de la carta a losHebreos, donde Cristo dice que vino al mundo pararealizar tu designio, Dios mo97. Y tambin poraquello del salmo 40: Est pre scrito en el libro quecumpla tu voluntad, Dios mo; lo quiero, llevo tuley en las entraas 9S.

    El contenido y la forma expresiva de estos textosencajaba dentro de su visin del Corazn de Jess.La obediencia, igual que la humildad, la mansedum-bre o la caridad, haba que considerarla como unavirtud caracterstica de aquellos que aspiran a sermisioneros del divino Corazn99. Estos deben tenerpresente el ejemplo de Jess, que fue obedientehasta la muerte 10.

    El texto antes aludido es el siguiente: Quienesingresen en nuestra congregacin, pueden permitirque otros los adelanten en ciencia, en mortificacino en pobreza; pero cuando se trate de obedienciay de caridad mutua, no pueden permitir que otrosles ganen ventaja 101. Un pasaje importante. Esttomado de San Ignacio, pero el Padre Chevalierlo tom dndole un viraje tal que, as como queda,hara estremecer a un jesuta (cmo iba un hijode San Ignacio a permitir que otros le aventajaranen ciencia?). San Ignacio, en cuanto a obediencia,peda negacin de la propia voluntad y negacindel propio juicio, dos cosas que obviamente son una

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    cosa sola. No as la obediencia y la caridad mutua,por lo qu e debemo s pres um ir que Chevalier inoestaba intentando poner un remiendo de color/dis-tinto a un vestido prestado por los jesutas^ Laverdad es que quera asentar algo muy importante.

    Para valorar bien lo que deseaba dar a entender,debemos tener en cuenta que, a la hora de estable-cer tal principio, el fundador ya haba dejado dedepender de los jesutas. Haba buscado su ayudaen los comienzos, cuando andaba con el proyectoy el modelado de su congregacin religiosa. La ayu-da lleg con generosidad y result muy valiosa lacooperacin. Como es natural, primero no hizo msque copiar las reglas y las prcticas de los jesutas.Pero, de no renunciar al desarrollo de la congrega-cin, tena que aparecer ms claro el carisma ydarse forma a unos documentos y constituciones

    propias. La conciencia de identidad, que iba crecien-do, obligaba a camb iar frmulas antiguas y a p oneracentos nuevos. Que esto se fue haciendo, se veclaramente en la eliminacin de toda referencia aimgenes tomadas de la profesin militar. Aquellode un ejrcito bien disciplinado se sustituy poruna comunidad apostlica unida y vivificada porel amor. Comprendan los miembros del nuevoinstituto que las banderas militares podran espan-tar a las ovejas, ms que atraerlas con lazos deamor 102.

    Slo teniendo en cuenta la evolucin que descri-bimos, estamos en condiciones de entender por quChevalier una la obediencia y la caridad mutua.Podramos interpretarlo como si dijera: obedien-cia en la caridad mutua.

    Nos resulta comprensible el motivo por el queel Padre Chevalier insista. tanto en la gran impor-tancia de la obediencia. Efectivamente, tiene queser as, sobre todo en una congregacin donde elfin primordial no es el ''servicio entendido al

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    modo ignaciano, sino el amor de Dios, si es quese aspira a que esa congregacin subsista y realicesu misin. Pues de la misma manera que otrascongregaciones se apoyan, no slo en el espritupropio, sino tambin en una rgida organizacin alservicio de Dios, un instituto como el del PadreChevalier deba sacar su fuerza, ante todo, del es-

    pritu mismo 103.En una congregacin apostlica, la comunidadno puede contentarse con ser un grupo de gentesimptica. Es necesario que todos en ella estn fuer-temente unidos en la caridad de Cristo. Debe estaren condiciones de contar con la generosa coope-racin de sus miembros en la obediencia y en lacaridad mutua. Para lograrlo con eficacia, es pre-ciso el propsito de vivir nicamente para Cristo,que vino no a hacer su voluntad, sino la de suPadre.

    RENUNCIA

    El elemento que, segn est demostrado, consti-tuye el componente esencial de toda espiritualidades el ritmo vital que va de la renuncia a la uninpositiva... Ninguna espiritualidad ser autntica

    sin ese ritm o (evidenciado en las palab ras deCristo: "Si alguno quiere ser mi discpulo, rennciese a s mismo, tome su cruz lado negativoy despus sgame'' lado positivo104.

    Hemos contemplado la cara positiva as po-dramos llamarla del carisma Chevalier, que pudoparecer muy atrayente. No debe olvidarse la dimen-sin negativa, que es la renuncia de uno mismo, consus exigencias. De otra manera, estaramos convir-tiendo la enseanza del Padre Chevalier en una

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    especie de aguachirle, donde todo sera dulzura sinsustancia alguna.

    Su congregacin hay que edificarla en la caridady en una obediencia modelada en la de Cristo, quefue obediente hasta la muerte. El Padre Chevaliervivi con una intensa solicitud por los hombres,expresada en la total disponibilidad a darse diaria-

    mente en el apostolado. Estaba fascinado por elamor de Cristo, pero fue al mirar la profundidadde la herida de su Costado cuando pudo apreciarel tamao de este amor 105.

    El de Chevalier fue un carisma de cordialidad.Tal carisma peda ms que mostrarse afectuoso conla gente: Hay dos clases de amabilidad que nohay que confundir. Una viene de la gracia y de losesfuerzos que hacemos por adquirirla; la otra esnatural y resultado del temperamento. Esta ltima,si no se perfecciona con la virtud, fcilmente dege-nera en desinters. El carcter se hace ablico, in-dolente, aptico. El alma no tiene fuerza, ni ener-ga...; eso que llamamos un "temperamento bona-chn" resulta un defecto contra el cual debemosreaccionar; no es una virtud. La virtud que el Seornos pide consiste en algo bien distinto: es el frutode la oracin y de esfuerzos generosos; los tem-peramentos speros y malhumorados tendrn quehacerse violencia para adquirirla; semejante virtudno es natural en el hombre; ste necesita hacer es-fuerzos incesantes para adquirirla, con la ayuda deDios. Hemos nacido violentos, colricos, inclinadosa hacer nuestro gusto. La oposicin nos irrita; laresistencia nos enciende y la contradiccin nos ponefuriosos. Por qu? Porque nuestra naturaleza estviciada y nuestro corazn est lleno de orgullo...Es imposible para el hombre orgulloso ser cordial,o para el hombre irascible ser humilde. Por esoNuestro Seor junta la cordialidad con la humil-dad, recomendando vivamente ambas virtudes:

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    "Aprended de m, que soy manso y humilde de co-razn 106.

    No hay necesidad de detallar la renuncia de unomismo que pide la espiritualidad Chevalier. Peropara completar faltaba decir que l la considerabacomo algo que debe estar siempre presente y ope-rante.

    DEVOCION AL SAGRADO CORAZON?

    Hemos visto cmo el carisma del Padre Cheva-lier consista en: a) ver al Jess de los evangeliosdesde un ngulo muy particular: el Cristo compa-sivo, el Buen Pastor, el divulgador del amor queDios nos tiene. Y b), en el acento sobre un modoparticular de seguimiento, un determinado estilode servirle en los dems, como misioneros de suamor, en caridad y en cordialidad.

    Esta visin total y la respuesta que provoca hansido dibujadas en las pginas precedentes. Para elPadre Chevalier eso era vivir la devocin al Co-razn de Jess y ser un apstol de la misma.

    Quedan dos preguntas: Hasta qu punto la de-vocin al Sagrado Corazn es parte de su carisma?Hasta qu punto esa devocin fue la expresincultural e histrica condicionada por la formade hab lar y la poca 107 de unas realidade s bbli-cas y espirituales que se pueden expresar de otrasformas? A estas preguntas slo pueden dar res-puesta los miembros de las congregaciones quehoy estn viviendo el carisma del fundador. Co-piosa documentacin e investigaciones recientesparecen ofrecer contestacin a tales interrogantes.Sin embargo, sera una lstima que una polmicasobre los puntos aludidos llegara a oscurecer la luz

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    a propsito de la visin Chevalier, o disminuyerael dinamismo de su evidente carisma.

    REPARACION

    Qu lugar ocupa la reparacin en la espirituali-dad del Padre Chevalier? Antes de responder a estapregunta, habr que responder a otra: Qu lugarle corresponde a la reparacin en la devocin alSagrado Corazn?

    Despus de Santa Margarita Mara, se dio unagran importancia a la reparacin. Sera interesanteno perder de vista la distincin que se hace en lateologa espiritual entre la gracia mstica y la gra-

    cia carismtica. Esta se concede para bien de otros,aqulla es para que quien la recibe est en situa-cin de responder a una vocacin particular. Losmsticos son personas con una vocacin muy espe-cial y, ordinariamente, nica en la Iglesia. Muchode lo que Santa Margarita Mara escribi no erams que una relacin de sus gracias msticas per-sonales, cosa muy distinta de las revelaciones,donde se contena un mensaje para todos. Las gra-cias particulares y especiales que la santa recibino son para el uso comn. Sin embargo, una ge-

    neracin vida de gracias msticas no supo distin-guir debidamente, al publicarse el mensaje de ParayleMonial. Es preciso, pues, hacer algunas conside-raciones.

    1. La invita cin a consolar al Corazn de Jess,frecuente en el lenguaje comn de los msticos, sedirige sobre todo a la generosidad del santo mismo.Los intentos de trasladar esto a la piedad ordina-ria han dado a menudo como resultado unos arre-batos de amor a Jess sentimentales y complejos,

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    difciles de comprender. Por supuesto, esta dimen-sin no es esencial a la devocin del Corazn deJess, ni tampoco San ta M argarita la propu so a s 10S.

    2. Despus, el aspecto jurdico: E sto viene msbien del jansenismo que de las revelaciones deParay... Alguien tiene que ocupar el puesto de pe-cador y merecer para ste la salvacin, mediante el

    rezo y el sufrimiento... Tal manera de entender lareparacin olvida los atributos y larguezas del amormisericordioso. En lugar de insistir en un precio yapagado, concede al pecado una importancia exce-siva 109.

    3. Nos equivocaramos si hiciramos consistirla reparacin en contemplar a un Cristo afligido,y realizar a continuacin unos ejercicios especialesde expiacin 110.

    4. La r epar acin au tnt ica es nuestra devocinmisma, es la ofrenda de nuestras personas hecha alCorazn de Jess confiando en su misericordia, enla paz de un alma que se abandona a l. Es, porencima de todo, el propio Corazn de Jess, vc-tima de nuestros pecados y precio a la vez de losmismos. El, y slo El, puede reparar por nosotros.Tal reparacin se hace realidad, especialmente enel sacrificio de la misa. All, El se ofrece al Padre;nosotros lo ofrecemos a El y nos ofrecemos a no-sotros mismos con El 111.

    Esta ofrenda de nosotros mismos (siempre comouna parte de la reparacin autntica) traer consigoque vivamos da a da el misterio del Cristo total,o sea, del cuerpo mstico:

    uniendo nuestras penas y alegras a las delSeor;

    rezando, asociados con los otros hombres:perdona nuestros pecados;

    combatiendo el pecado en nuestras vidas y enel mundo que nos rodea.

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    Parece suficientemente claro que slo esta re-paracin autntica se ajusta a la espiritualidad delPadre Chevalier. Cierto que en sus libros y demsescritos cit con frecuencia a Santa Margarita Ma-ra. Pero, notmoslo una vez ms, en la devocinde Paray el aspecto esencial es, por una parte, elamor de Cristo que descubrimos en la contempla-

    cin y en el culto de su imagen, y por otra, la con-sagracin de nuestras vidas como respuesta a talamor. El aspecto reparacin es como un adornoaadido a la devocin (repitamos que, para noso-tros; para Santa Margarita Mara era distinto)112.

    Esta manera de asumir la devocin coincide conla visin que inspir al Padre Chevalier el deseode hacerse apstol del Corazn de Cristo. Tal de-seo, dice l que le vino despus de leer la vida deSanta Margarita Mara escrita por Mons. Languet113. El libro de referencia lleva un bellsimo

    prlogo sobre la devocin al Sagrado Corazn quean ahora se lee con gusto. Este prlogo est llenodel gozo que produce el descubrimiento del amorde Dios, revelado en Cristo, y de la infinita ter-nura manifestada por ese Dios al encarnarse paranuestra salvacin ll.

    Todo hombre, al expresar sus ideas, refleja lacultura de su tiempo. Por lo mismo, no siempreChevalier supo sealar la distincin debida entrelas gracias msticas de Santa Margarita Mara yel mensaje destinado al pblico. De todos modos,

    no resulta difcil aislar en sus escritos aquelloselementos que son accesorios, pues sabemos seguroque el Padre Chevalier no fue un mstico de laconsolacin, sino un mstico del amor y de la mi-sericordia. Tambin fue, por influjo de la escuelafrancesa, un mstico del culto, de la adoracin yde la alabanza.

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    NUESTRA SEORA DEL SAGRADO CORAZON

    La devocin a Nuestra Seora desempea un pa-

    pel dominante en toda la vida y la obra del PadreChevalier. Ya l escribi un libro sobre NuestraSeora del Sagrado Corazn, y no hay necesidad deescribir otro aqu.

    Solamente voy a aludir a dos hechos, de los quees posible extraer numerosas consecuencias.

    El primero de los hechos es que, en la visindel fundador, estaban el Sagrado Corazn es de-cir, Jesucristo en su amor y la indigencia del mun-do. Mara, naturalmente, tena su puesto dentro deesta visin. Se hallaba prxima a Cristo, situada

    entre Cristo y el mundo necesitado. Al fijar la aten-cin en las manifestaciones del amor misteriosode Jess, a Mara se la ver revestida con el es-plendor de todas ellas, Si contemplamos el mundoindigente o necesitado, Mara, por compartir la so-licitud de su Hijo, aparecer dispensando todo elamor y todas las gracias que estn en su mano.

    Es fcil, pues, comprender cmo algunos llega-ron a deducir de esto que la devocin a NuestraSeora del Sagrado Corazn consiste primordial-mente en presentar a Mara desempeando el oficiode medianera de la gracia y auxiliadora de la hu-manidad. Pero esto es slo una consecuencia, unaparte de la visin Chevalier. En la visin completaque l tena Mara es, evidentemente, la Mujer em-bellecida con el esplendor de las mltiples mani-festaciones del amor divino revelado en el Coraznde Jess.

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    Ver Captulo XI.Chevalier, Manuscrito Notas Intimas, p. 19.

    Cf. art. Conversin en Diccionario de Espiritualidad. Chevalier, "Histoire Religieuse dIssoudun depuis sa fondation jusqua nos jours, Issoudun, Gaignault,1899, p. 407. Cf. tambin Manuscrito Notas Intimas,pginas 14 y ss.Cf. Vermin, pp. 30 y ss.Chevalier, Manuscrito Notas Intimas, pp. 1921.ib., p. 21.Ga. 2, 20.Hb. 10, 7.Aplicacin de Perfectaes Caritatis, especialmente n. 2.Futrell S. J., "Discovering the Founders charism,en The Way, Suplemento n. 14, 1971, p. 63.

    ib., p. 65.ib., pp. 63 y 69.Para detalles histricos, ver Captulo VI.Documentos de Renovacin, n. 12.ib., n. 5.ib., n. 1.ib., n. 3.ib., n. 12.Constituciones del Captulo General, 1969, n. 3.ib., n. 9.ib., n. 8.ib., n. 12.ib. n. 14.

    Tt. 3, 4.Captulo General, 1967, n. 23.Captulo General, 1972.ib.Captulo General, 1967, n. 7.ib.; n. 56.Constituciones, 1922, n. 9.Captulo General, 1967, n. 46.Captulo General, 1972.Para citar un ejemplo, las Hijas de Nuestra Seoradel Sagrado Corazn escribieron: "Su carisma par-ticular es la dedicacin total al Corazn del Verbo

    Encamado, en un in con M ara. Constituciones, 1969,nmero 9.

    36 Chevalier, Manuscrito Annales de la Pet ite Socit,pginas 12.

    36 For mula Inst itu ti, n. 1; cf. Const ituciones, 1877.37 Rgles, 1857.38 ib.39 Chevalier, Le SacrCoeur de Jsus, 4. edicin. Pa-

    rs Vie et Amat, 1900, libro 3, captulo 3, pp. 229 y ss.

    40 Chevalier, Mdit at ions pour tous les jour s de lan-ne selon lespr it du SacrCu r , 4.a edicin, Issou-dun. Plerinage, 1892, Vol. I, pp. 7374.

    41 ib., p. 74.42 No fue entonces cuando oy hab lar por p rimera vez

    de la devocin; pero s fue cuando la descubri y acept de corazn.

    43 Chevalier, Manuscrito Nota s Int imas, p. 23.44 Hb. 12, 2, un texto cita do a menu do por l.46 Hb. 1, 3. cita do var ias veces en Md ita tion s.46 El Deus Cha ritas est de I Jn. 4, 8.16, sale de su plu-

    ma frecuentemente.41 Chevalier, " Ecole du SacrCoeur eu Leons de Per-

    fection, 6.a edicin. Issoudun, Plerinage, 1892, p. 341.48 Tt . 3, 4.49 Mt. 15, 32, frecuen tem ente cita do por Chevalier, v. g.

    "Mditations. Vol. II, pp. 112, 116, 128.Hb. 4, 15.

    61 Chevalier, "Le Sacr Coeur d e Jsus, p. 69.62 ib., pp. 7475.63 ib., p. 76.54 ib., p. 76.65 Chevalier , " Md ita tion s, Vol. II , p. 32.56 Una expr esin repetida en las pr imera s Reglas y

    Constituciones.67 Chevalier, Mdita tions, Vol. II , p. 61.

    88 ib ., p. 62.59 Chevalier , "Md ita tions, Vol. I, pp . 520543; Vol. II rpginas 4755.00 En muchas versiones de sus Constituciones, tam bin

    en el Directorio Comn, 1897.01 Chevalier, "Le SacrCur de Jsu s, p. 132.62 ib., p. 148; cf. p. 5.63 ib., p. 182.04 Fu tr ell, art . cit., p. 68.65 "La Socit des Missionnair es du SacrCoeur de J

    ss", Issoudun, 1872, p. 14.66 ib., p. 14.

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    67 Chevalier, Le Sacr Coeur de Jsu s, p. 235.a ib., pp . 238242.*9 Chevalier, " Mditations, Vol. II, p. 43.70 ib., p. 115.71 Dir ector io Comn, n. 6.72 Chevalier , " Mdita tion s, Vol. II, p. 464.73 " Mditations" , Vol. I, p. 74.74 ib., p. 525.75 Mdit at ions, Vol. II , p. 466.76 Con stitu ciones, 1877, Cap. II I, n. 3.77 Piperon, Man uscr ito Le T. R. P. Chevalier , pp. 3435,

    citado por Vermin p. 74.78 ib.7'J ib., p. 7475.

    Un desarrollo ms amplio en Captulo XI. Como seha visto en el Captulo III, el mismo carisma fuecompartido por Chevalier y sus compaeros.

    81 Se vio en el Cap tulo IV.82 Rgles, 1855, n. 1.M Malatesta S. J., Conscration and Mission, en The

    Way, Suplemento n. 13, 1971, p. 13.84 Ver los dos artculos del P. Beyer S. J. Apostolatoy Apostolato e Discemimento en Vita Consacrata,1973.86 Chevalier, man uscr ito, citad o por Ver min, p. 368.86 Chevalier, Mdita tions" , Vol. II , p. 120, donde cita

    a Jn. 15, 5: Sin m no podis nada".87 Reles 1857 n 188 Chevalier , Mdit ations" , Vol. II , p. 57.89 ib., pp. 4546.80 Md ita tions, Vol. I, p. 515.91 Plan de la Socit des Missionnaires du Sacr

    Coeur, Bourges, Pigelet (1864), p. 2.92 Jn. 8, 29; 16, 32.

    98 Jn. 17, 1719.94 Rgles. 1857, n. 1.95 Dir ector io Comn, n. 6.9 I Jn. 4, 16.97 Hb. 10, 59.98 Sal. 40, 8.99 Rgles y Constituciones a cada paso.

    100 Flp. 2, 8, a menudo citado.101 For mula Institu ti, p. o. 4, 3.102 Ms detalles sobre esta transicin, en el libro del P.

    Vermin, Cap. 18.108 Ver min, p. 374.i4 Diccionar io de Espir itu alid ad , Vol. IV, 1, col. 121 ci

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    tando Mt. 16, 24, en el artculo Escuela de Espiritua-lidad.Chevalier, Le SacrCur de Jsus, p. 15.Chevalier, "Mditations", Vol. II, p. 108110.Futrell, art. cit., p. 65.Esta teora se encuentra desarrollada en los dos li-bros de Jean Ladame "Les faits de ParayleMonial",Paris, SaintPaul, 1970; y "Ce Coeur si passion", Pa-ris, SaintPaul, 1974.Ladame, Ce Coeur si passion", pp. 139140.Ladame, "Les faits de ParayleMonial", p. 202.ib.ib., pp. 201202.Chevalier, Manuscrito Notas Intimas, p. 23.Languet, "La vie de la vnrable Mre MargueriteMarie, Avignon, Seguin Ane, 1830, p. XVI.

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    J. F. Lescrauwaet M. S. C.

    TRIPTICO PARA UNA

    ESPIRITUALIDAD DEL CORAZON

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    I N D I C EPgs

    Introduccin......................................................... 59Prlogo................................................................... 63Prim er panel: El alanceamiento de la cruz. 67

    El agua v iv a ................................................... 68

    El don de Dios ............................................. 71El agua que rebosa del altar .................... 74La corriente que brota del costado ......... 76Levantando la vista hacia el que fue tras-

    pasado ........................................................... 79

    Segundo panel: La revelacin a T o m s ........ 83El espritu, el agua y la sangre ............... 85Ms grande que nuest ros corazones ... 88

    Tercer panel: El ro que atraviesa la ciudad. 94La herida del futuro .................................. 97Mirar arriba, mirar atrs, mirar hacia

    ad elan te ....................................................... 99La eterna fuente de vida ........................... 102

    El trptico cerrado: Mi am or es mi peso ... 107N o t a s ...................................................................... 109

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    INTRODUCCION

    En la contemplacin del Corazn de Cristo,en la participacin de sus sentimientos,vea el Padre Chevalier el origende nuestra consagracin al Seor yde nuestro compromiso de servir a la Iglesia

    y a los hombres en el mundo entero (D. R. 1969)

    La Conferencia General M. S. C. de 1973 dio lasiguiente resolucin:

    La Administracin General pondr a disposicinde todos la documentacin relativa al esprituM. S. C., la devocin al Sagrado Corazn, etctera.Alentar la investigacin de este tema a todos losniveles.

    Apoyndonos en este acuerdo* hemos acudido al

    P. Lescrauwaet, M. S. C., miembro de la ComisinPontificia Internacional de Teologa, pidindole unensayo sobre el Sagrado Corazn, y l lo ha hechode buen grado. Al presentar este trabajo a la Con-gregacin, expresamos nuestra gratitud al P. Les-crauwaet.

    Esta exposicin no intenta presentar unas prc-ticas piadosas. Va directamente a la visin del mis-terio de Cristo, tal como se manifiesta original-mente en el Evangelio de San Juan, y luego se fue

    desenvolviendo en el mbito de la fe contemplativa

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    desenvolviendo en el mbito de la fe contemplativade los cristianos a lo largo de los siglos. El pasajems significativo es Juan 19, 34:

    Un soldado abri su costado con una lanza einmediatamente sali sangre y agua.

    Estas seales atrajeron la atencin de los cre-yentes hacia algunos de los ms esenciales y suges-tivos aspectos del misterio de Cristo. Contempln-dolos, los fieles comprendieron que eran invitadosa meditar las inmensurables riquezas de la graciade Dios y esa bondad suya para con nosotros,por medio del Mesas Jess (Ef 2, 8). As escmo se desarroll en la Iglesia una visin deCristo y una manera de vivir el misterio de Cristoque se caracterizan y distinguen por el corazn.En sntesis: analizando la figura de Jess, aparececlaro que Dios es amor. En ese hombre, Dios nosama con un corazn humano. Con Cristo y en Cris-to, en medio de la humanidad se hace presente unamor que acta como fuerza liberadora y regene-radora hasta que todas las cosas sean renovadasen l. A la vez, nos invita a una ofrenda personalde nosotros mismos a l, por amor. Por consecuen-cia, quedamos vinculados a l (mediante la fe en sunombre) y unos con otros, en el amor y el servicio.

    Esta visin de Cristo puede servir de inspiracinpara una espiritualidad. Lo fue para el P. JulesChevalier. Uno de los mritos de este ensayo delP. Lescrauwaet es que nos har apetecer participarde esa misma visin y de la inspiracin consiguien-te. Si nos dejamos llevar, nos encontraremos inme-diatamente con la estimulante compaa de SanAgustn y San Juan. El primero fue llamado Doc-tor de la Caridad. El segund resumi su experien-cia espiritual en su mxima: Hemos conocido elamor que Dios nos tiene y hemos credo en l.

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    Se nos invita con este ensayo a una reflexin seria.Realmente es un buen trabajo. Lo que de hechopretendamos, pues se nos haba pedido que fu-ramos a las verdaderas fuentes para una espiritua-lidad del corazn.

    Roma, 1975.

    Por la Administracin General.E. J. Cuskelly, M. S. C.Superior General.

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    PROLOGO

    La palabra trptico, que titula este ensayo, serefiere a una antigua costum bre de algunos pintoresy grabadores en madera. Estos, buscando expresarla conexin existente entre acontecimientos sepa-rados de la Historia de la Salvacin, pintaban ygrababan por separado, en tres paneles distintos,

    tales sucesos. Por ltimo, los paneles se yuxtaponancon imas bisagras. As, quien los miraba, poda verlas escenas una a ,una y despus, con la visin delconjunto, poda establecer la relacin entre ellas.

    Aquellos artistas estaban en condiciones de trans-mitir su mensaje sin palabras. Esto es imposibleen un ensayo; pero, tratndose de una espirituali-dad, tal vez las imgenes dirn ms que las defi-niciones. El evangelio nos ofrece diversas imgenesque nos dan la visin interior del misterio del Co-razn de Jess. Esas imgenes se relacionan unascon otras igual que los paneles de un trptico. Ascomo al examinar un trptico se puede contemplarel conjunto o cada panel aparte, y se puede mirarde derecha a izquierda, y viceversa, as tambineste ensayo se puede empezar a leer por el medio,por la ltima parte o por separado.

    Parte del ttulo se inspira en una carta circularenviada por el Consejo General en mayo de 1972,donde se hace referencia a una espiritualidad del

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    d t ti d i i l

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    corazn como un modo caracterstico de vivir lafe en nuestra comunidad apostlica. En la carta sedice con mucho acierto que el corazn ha de serentendido en el sentido bblico de la palabra, yque debemos pensar en el corazn de Dios y en eldel hombre. A decir verdad, para nuestra genera-cin, el lenguaje bblico y simblico es ms ade-

    cuado de cara a alimentar una espiritualidadque el lenguaje que se empleaba en los escritosdedicados a la veneracin del Corazn de Jess enel pasado. J. V. Bainvel un especialista en esostratados histricos, doctrinales y devocionalesobserva que, al popularizarse la devocin al Sagra-do Corazn, lo que originalmente era una espiritua-lidad intensamente contemplativa, se convirti enuna escuela de ascetismo. Al mismo tiempo, segnse iba transformando en una devocin popular, laperspectiva se fue estrechando y se perdi muchode la totalidad. Esa evolucin fue lo contrario de loque el P. Chavalier tena in mente. El nunca pensen trminos de una ejercitacin asctica, sino enuna misteriosa unin de vida entre el creyente yJesucristo 1.

    La orientacin que el P. Chevalier quera era esta:Poder entender el misterio del amor de Dios enCristo; llegar a ver al Corazn de Cristo en elcontexto del plan divino de salvacin, de formaque todas nuestras vidas fueran iluminadas, motiva-

    das y consecuentemente renovadas por esa visin.Por lo mismo, en este ensayo se intenta tratar msde una espiritualidad que de la prctica de unadevocin. El P. E. Cuskelly hace la siguiente des-cripcin del proceso inicial en una espiritualidad:Al darse en la vida de un hombre una experienciafuerte o una intuicin intensa, se produce ciertatransformacin en todos los elementos de su vidaespiritual, por la luz que proyecta sobre ellos aquelacontecimiento 2.

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    El P. Chevalier acrecent su experiencia de fecon su fidelidad a la Biblia, especialmente al evan-gelio de San Juan. El lo llam el evangelio delSagrado Corazn y mir a Juan como el apstolpredilecto, por su relacin afectuosa con el Seor.Varias veces hace referencia al lugar de Juan en laltima cea, a la derecha del Seor, y a su reclinarla cabeza sobre el pecho de Jess. All, escribe elP. Chevalier, recibi las confidencias ms ntimas,avist las cosas ocultas del futuro y tuvo las mssublimes intuiciones... segn dice San Agustn; fueentonces cuando Juan recibi la confidencia de losms profundos misterios de la sabidura de Dios ylos dones de gracias que slo l posey en medidasemejante 3.

    Esta afirmacin nos lleva de la mano a San Agus-tn, al pretender esbozar lo que es una espiritua-

    lidad del corazn. En la parte doctrinal del libroSacr Coeur, el P. Chevalier aduce 37 citas de estePadre de la Iglesia. De ellas 35 estn tomadas delcomentario de San Agustn al evangelio de San Juan.Se explica. Chevalier vea las profundas aspiracio-nes de su propia vida de fe claramente reflejadasen aquel gran Doctor de la Iglesia Occidental, tra-dicionalmente llamado doctor caritatis (el doctordel amor) y presentado en la imaginera como elobispo que lleva un corazn ardiente en la mano.El P. Chevalier quera para s y para sus compae-ros una espiritualidad en cuyo centro estuvieraaquella intuicin de San Agustn: Pondus meum,amor meus, o sea, mi peso es mi amor 4.

    A causa de esta afinidad entre Chevalier y Juan,las citas bblicas incluidas en este ensayo se cir-cunscriben a los escritos atribuidos al Apstol: elEvangelio, las Cartas y el Apocalipsis. Despus delo antes apuntado, resulta comprensible tambinpor qu San Agustn sea citado a menudo. El autorde este ensayo espera haber cumplido su empeo

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    con aquella sensibilidad espiritual que un ambienteChevalier inspir en l; igual q ue San Agustn, quienlleg a decir que su fe en el amor de Dios habasido inspirada en l por la humanidad del Hijo 5.

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    PRIMER PANEL:

    EL ALANCEAMIENTO DE LA CRUZ

    Cuius latus perforatum aqua fluxit et sanguine.De su costado abierto brotaron agua y sangre.

    Este verso est tomado de un himno eucarsticomuy conocido que comienza con el saludo: Salve,,verdadero cuerpo nacido de Mara Virgen. Proba-blemente fue compuesto en el siglo XIV por unautor desconocido, y originariamente era cantadoen la misa durante o despus de la consagracin..Es interesante saber que el P. Chevalier incluy'este sorprendente himno de alabanza al cuerpo delSeor nacido, sacrificado y alanceado por amora los hombres en las oraciones diarias de su co-munidad apostlica. Por desgracia, a partir de 1877en ChezalBenoit y despus en las otras comuni-dades esta oracin se sustituy por el Ave Admirabile (Salve, admirable Corazn de Jess), mspobre de contenido bblico.

    Al aludir la Biblia al misterio del corazn deJess, destaca el hecho de que el cuerpo del Seorfuera traspasado inmediatamente despus de sumuerte. Este penoso incidente fue silenciado porlos otros tres evangelistas. Es el cuarto evangelioel que lo introduce en la predicacin de la Iglesia.

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    Ad J l d ll N dicin mantenida entre la samaritana y Jess, cuandoste se presenta y habla de la necesidad de creer

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    Adems, Juan entra en algunos detalles. No diceslo que lo vio personalmente, sino que explica susignificado citando las profecas del Antiguo Testa-mento. Nos lleva hasta Zacaras, a un texto dondeDios declara: Derramar un espritu de compun-cin y de ped ir perdn (Za 12, 10). Tam bin citaotro lugar de Zacaras donde, adems, se anuncia:Aquel da se alumbrar un manantial contra lospecados e impurezas (Za 13, 1). El importantetexto del ev


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