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Desarrollo de tierras áridas y semiáridas: obstáculos y perspectivas ...

Date post: 07-Jan-2017
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Desarrollo de tierras áridas

y semiáridas Obstáculos y perspectivas

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Desarrollo de tierras áridas

y .semiáridas 1 Obstáculos y perspectivas

Serbal/ m

Título original: Development oj’ arid and semi-arid lands: obstacles and prospects (MAB technical notes, 6)

Traductora: Morrtserrat Domingo de Miró, Dra en Geología La traducción española ha sido realizada con la ayuda financiera de la linesco

Primera edición 1982

Q 1977, Unesco - 7 Place de Fontenoy - 75700 París

Ediciones del Serbal, Roger de Flor, 172 - Barcelona-l 3 Impreso en España Depósito legal: B. 20736-1982 Composicion: MMJ, Barcelona Impresión y encuadernación: Romanyà Valls, Verdaguer, l- Cape- Hades (Barcelona) ISBN 92-3-30 1484-3 Unesco ISBN 84-85800-28-l Ediciones del Serbal

Sumario

Prefacio. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7

1. Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ll Delimitación de regiones áridas y semiáridas, ll. Precipitación escasa y variable, 12. Principales factores de diversidad, 15

II. Evaluación de obstáculos para el desarrollo. . . . . . . . . . Dificultades de la crianza de.animales, 23. Obstáculos para el desarrollo de la agricultura, 3 1. Obstáculos para el desarrollo urbano, industrial y turístico, 41.

III. Propuestas para el desarrollo. . , . . . . . . . . . . . . . . . . Propuestas para zonas áridas, 50. Propuestas para zonas semiáridas, 5 1. Aspectos no zonales: industrialización y urbanización, 68.

. 23

. 49

Iv. Conclusión: límites y posibilidades . . . . . . . . . . . . . . . . . . .77 Transferencia de tecnología, 79. Necesidades en investigación, 80.

Bibliografía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 84

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Prefacio

Aproximadamente la mitad de los países del mundo padecen proble- mas de aridez. La diversidad de situaciones físicas, biológicas, socio- económicas y políticas en estos países da lugar a una gran variedad de problemas. Sin embargo, todas las zonas áridas comparten un proble- ma común: la fragilidad del equilibrio en los ecosistemas áridos y la consiguiente amenaza potencial de desertización provocada en la ma- yoría de los casos por la intervención del hombre en esos ecosistemas. En términos prácticos, la desertización, que se caracteriza por la expan- sión de las condiciones propias del desierto más allá de las lindes de és- te o por la intensificación de las condiciones desérticas en las regiones áridas, va acompañada de una disminución de la productividad. En tér- minos humanos, la desertización puede concebirse como una mengua de la capacidad de sustentar ganado, una disminución de ltis cosechas, una reducción progresiva de los ingresos reales o del bienestar social y, por lo tanto, una reducción del número de habitantes que puede sus- tentar una región árida.

Durante dos décadas, la comunidad internacional se ha interesa- do de manera activa por los problemas de las zonas áridas y semiáridas. Entre 195 1 y 1962 la Unesco llevó a cabo un programa a escala plane- taria de estudios sobre zonas áridas a fin de promover y estimular la investigación en diversas disciplinas científicas que versan sobre los problemas de regiones áridas. Dicho programa dio como resultado la publicación de unos 30 volúmenes de Arid Zone Research, que tratan

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de hidrología, salinidad del suelo, ecología vegetal, ecología humana y animal, climatología, recursos energéticos, etc., así como del desarro- llo de centros de investigación y capacitación en grandes zonas áridas y la instalación de unas 200 unidades de investigación en 40 países. Además, en la última decada la Unesco ha estado implicada en la pre- paración de varios mapas temáticos que presentan conocimientos cien- tíficos actualizados de los recursos naturales de regiones áridas.

Las actividades actuales de la Unesco más directamente relaciona- das con los problemas de zonas áridas y semiáridas son el Programa El Hombre y la Biosfera (MAB) y el Programa Hidrológico Internacional (IHP). Dos de los 14 grandes temas de investigación del Programa MAB tienen que ver directamente con estos problemas. El Proyecto 3 trata del impacto de las actividades humanas y las prácticas de utilización del suelo en pastizales, comprendidos los de regiones áridas y semiári- das, mientras que el Proyecto 4 se refiere al impacto de actividades hu- manas en la dinámica de ecosistemas áridos y semiáridos, con una aten- ción particular a los efectos del riego.

Hace unos años, una sequía y hambruna generalizadas en la zona saheliana de Africa occidental y en Áfiica oriental llamaron la atención del mundo respecto al problema de la gestión de áreas áridas y semiári- das. Dos resoluciones adoptadas por las Naciones Unidas en 1974 pe- dían una atención específica a este problema.

La Resolución 3337 (XXIX) de la Asamblea General sobre coope- ración internacional para combatir la desertización asignaba gran prio- ridad al desarrollo de una acción internacional concertada para comba- tir la desertización y solicitaba a la Secretaría General de las Naciones Unidas la celebración de una Conferencia de la ONU sobre Desertiza- ción. Se asignó al Programa de las Naciones Unidas para el Medio Am- biente (PNUMA) la responsabilidad de ejecutar esta resolución, y se convocó la Conferencia de Nairobi para agosto-setiembre de 1977.

En agosto de 1974, el Consejo Económico y Social (ECOSOC), en la Resolución 1898 (LVII), pedía a la Secretaría General que convo- cara a un equipo ud hoc pluridepartamental versado en regiones áridas para identificar problemas todavía no resueltos por la ciencia y la tec- nología con los que tropiezan los países en vías de desarrollo. Al equi- po de expertos se le pidió también identificar obstáculos a la aplica- ción de tecnología disponible, comprendidos obstáculos de tipos so- cial, económico, institucional y de otro tipo, así como preparar un in- ventario de acciones y programas de investigación y desarrollo en cur- so, con miras a preparar un programa mundial de investigación para el

Prefacio 9

desarrollo y de aplicación de la ciencia y la tecnología a la resolución de los problemas específicos de regiones áridas.

Posteriormente, un grupo pluridepartamental sobre Zonas Áridas se reunió en Ginebra en octubre de 1974 y decidió que, en vista de su experiencia en este campo, la Organización de las Naciones Unidas pa- ra la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) debía asumir la res- ponsabilidad de emprender el estudio y convocar al equipo de exper- tos para una sesión de trabajo antes de mediados de marzo de 1975. El grupo consideró, además, que el estudio debía analizar el estado de los conocimientos sobre problemas de las zonas áridas y las grandes lí- neas de investigación y desarrollo, los obstáculos para la aplicación de los conocimientos al desarrollo de zonas áridas, así como las lagunas y las necesidades futuras de investigación y tecnología. Tambien indicó que el acento debía ponerse en la necesidad de unos tratamientos inte- grados e interdisciplinarios del tema.

A Paul Pélissier, Profesor de Geografía Tropical en la Universidad de Nanterre (París), la Unesco le encargó preparar un borrador en con- sulta con especialistas de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Meteorológica Mundial (OMM).

Las sesiones de trabajo para la elaboración final del informe se ce- lebraron en la sede de la Unesco en París del 30 de enero al 2 de febre- ro de 1975. Presidió la reunión Gilbert White, Director del Institute of Behavioural Sciences de la Universidad de Colorado, Boulder, Colora- do (USA). Participaron los especialistas señores M. Batisse (Unesco); F. di Castri (Unesco); J.P. Charvet (Francia); J. Defay (Bélgica); Sra. G. Dehoux (Bélgica); B. Déom (OMS); J. Dresch (Francia);P. Dubres- son (Francia); H. Einhaus (Oficina de las Naciones Unidas de Ciencia y Tecnología); A.T. Grove (Reino Unido); R.N. Kaul (India); G. Lam- ber-t (OMS); H. Le Houérou (FAO); J. Lemoyne de Forges (Francia); J. Maunder (OMS); P. Pélissier (Francia); A. Sasson (Unesco); N.L. Ve- ranneman (OMS). Los señores M. Baumer (PNUMA), R.G. Fontaine (FAO), M. Kassas (Egipto), V. Kovda (URSS) y R.A. Perry (Australia) no pudieron asistir al encuentro, pero enviaron comentarios por escri- to al borrador.

El informe de estas reuniones es el documento E/C:8 WG 1/3 de ECOSOC y fue estudiado por el grupo de trabajo intergubemamental del Comité sobre Ciencia y Tecnología para el Desarrollo en su prime- ra sesión en abril de 1975. Por falta de tiempo, se acordó que el infor- me debería concentrarse en el examen de los obstáculos para el desa-

10 Prefacio

rrollo en zonas áridas y semiáridas, y que el inventario de programas de investigación y de actuación se pospusiera para más tarde. El grupo de trabajo aprobó el informe y recomendó que, después de su revisión a la luz de los comentarios propios y los recibidos de organismos o in- dividuos apropiados, fuera publicado por la Unesco para una amplia difusión. Así pues, el documento se enmendó teniendo en cuenta los comentarios del grupo de trabajo. Además, determinadas partes del in- forme, en concreto las que tratan de las características físicas de zonas áridas y semiáridas, de agricultura de regadío, turismo, desarrollo in- dustrial y desarrollo urbano y transferencia de tecnología se han estu- diado con mayor profundidad.

La actual Nota Técnica de MAB está, pues, basada en este docu- mento revisado y ampliado. Trata de esclarecer las principales caracte- rísticas físicas, sociológicas, institucionales y biológicas de tierras ári- das y semiáridas, para identificar los principales obstáculos del desarro- llo de estas zonas y para proponer unas cuantas soluciones prácticas, así como algunos enfoques teóricos y temas de investigación. Puesto que el desarrollo de regiones áridas y semiáridas va asociado a cambios sociales e institucionales y a la aplicación de tecnología nueva, convie- ne señalar de antemano que la publicación de esta Nota Técnica ayu- dará a llamar la atención de quienes se dedican a la investigación de re- cursos naturales y desarrollo de tierras áridas, así como de miembros de la administración y estudiantes universitarios, sobre los principales problemas asociados a la gestión de tierras áridas y semiáridas y a las líneas maestras para el desarrollo en el particular ambiente físico y hu- mano de estas áreas.

La Unesco desea manifestar su reconocimiento a cuantos partici- paron en los trabajos del equipo pluridepartamental, así como a quie- nes colaboraron con la Unesco en la preparación de esta Nota Técnica.

I. In traducción

El territorio de la mitad de las naciones del mundo se halla en parte o totalmente en las zonas áridas o semiáridas. La escasez de la precipita- ción y su irregularidad anual e interanual caracterizan estas tierras, que ocupan una tercera parte de la superficie terrestre y albergan un 15 por ciento de su población [ Batisse 1969 ; Sasson 19701.

Por iniciativa de la Unesco, desde 1950 la investigación sobre los problemas de las zonas áridas ha constituido motivo de colaboración internacional. Entre los países en vías de desarrollo de las zonas áridas y semiáridas, la tasa de crecimiento económico ha sido rápida en na- ciones ricas en petróleo y población escasa, y lenta en cualquier otro caso. En algunas regiones, sequías excepcionales han degradado progre- sivamente los recursos esenciales y han acentuado agudos problemas socioeconómicos. Es importante y urgente determinar los obstáculos para el desarrollo en aquellas áreas: los debidos a una falta de conoci- mientos técnicos y científicos y los que son consecuencia de un fraca- so en su aplicación.

Delimitación de regiones áridas y semihidas

La transición de regiones semiáridas a regiones subhúmedas en general es gradual, salvo allí donde coincide con un accidente geográfico dife- rencial, como puede ser una cordillera. Por consiguiente, la mejor defi-

12 Introducción

nición es la de una faja de anchura variable en cuyo interior se produ- cen oscilaciones muy grandes. En el Sahel, por ejemplo, puede haber una diferencia de varios centenares de kilómetros entre una isoyeta de 1972 y la misma isoyeta calculada como media de 30 años. Quedan in- cluidas aquí las regiones que reciben menos de 600 mm de precipita- ción bajo regímenes de lluvia tropical estival y las que reciben menos de 400 mm en regímenes de precipitación invernal de latitudes medi- terráneas, y también regiones áridas y semiáridas continentales de lati- tudes más altas (de la zona “templada”). El área así delimitada está ca- racterizada por una gran variabilidad pluviométrica.

Aquí se menciona la transición de semiárido a árido porque más adelante se proponen soluciones en un contexto zonal. Las regiones en las que es posible un cultivo basado únicamente en la lluvia, de secano, se consideran semiáridas, por más que, debido a la incertidumbre cli- mática, lo que se practica es una agricultura de gran riesgo. Dado que esta definición es bastante vaga, la transición entre árido y semiárido puede situarse esquemáticamente en la isoyeta de 250 mm. En térmi- nos prácticos, sin embargo, y puesto que las medias climáticas no exis- ten en una situación de la vida real, resulta más preciso hablar de la probabilidad de determinados fenómenos, como, por ejemplo, tres es- taciones lluviosas consecutivas con una precipitación inferior a la me- dia a largo plazo. La extremada variabilidad de la precipitación en el tiempo y el espacio es, de hecho, una característica esencial de esas re- giones.

Precipitación qcasa y variable

Distribución espacial

En términos de la distribución espacial de la precipitación, el estudio de las isoyetas revela una aridez creciente. Estas isoyetas son valores medios calculados a partir de series estadísticas de duración variable, según las estaciones. Pero en una misma estación lluviosa se dan irregu- laridades espaciales muy acusadas. Por ejemplo: - entre las estaciones de Bakel y Dakar (Senegal), ambas situadas en

la isoyeta de 500 mm, en 1972 se registró una diferencia de 270 mm.

- en una distancia más corta, entre Atar y Akjoujt @lauritania), que sólo distan 150 km y se hallan en una zona climática compa-

Precipitación escasa y variable 13

rable, en 1970 se registró una diferencia de 160 mm, que repre- senta más que la media anual de cualquiera de las dos estaciones [Académie des Sciences d’outre-Mer 19751.

Variaciones temporales

La precipitación varía con el tiempo, tanto en su distribución estacio- nal como en su distribución entre distintos años. Un mapa de variabili- dad interanual de la precipitación en el planeta como el de Petterssen [Petterssen 19411 muestra claramente las regiones áridas y semiáridas. La variabilidad de la precipitación generalmente aumenta con la aridez. Por eso la variabilidad relativa de la precipitación (cociente entre des- viación media y media anual, multiplicado por 100) es mucho mayor en el Sáhara central (79 por ciento en Djanet, 92 por ciento en Adrar) o en la costa del mar Rojo (127 en Qseir) que en el borde septentrio- nal del Sáhara (40 por ciento en Biskra, 30 por ciento en Colomb Be- char). Más significativos todavía son los valores absolutos, en especial en casos extremos. En Swakopmund, en la costa de Namibia, los regis- tros correspondientes a un período de 25 años indican que un año ca- yeron 148 mm de precipitación y otro sólo 1 mm. Por último, el he- cho de que cada estación dada es única, incluso si se la compara con las más próximas, se pone de manifiesto tanto en años de “excedente” como en años secos. En 1957, durante un período particularmente hú- medo en Níger, en Agadez no cayeron más que 64 mm, mientras que la media anual es de 164 mm. Esto es menos de lo que cayó en los anos de sequía de 197 1 y 1972, cuando se registraron 94 mm y 74 mm, res- pectivamente. Por otra parte, la lluvia caída en 1958 en Agadez fue de 297 mm

La distribución de la precipitación durante la estación lluviosa, que ejerce una influencia directa en los cultivos de secano, es un factor de variación adicional. En Aritunga, por ejemplo, en el centro del de- sierto australiano bajo el trópico de Capricornio, la precipitación me- dia de marzo es 52 mm, pero en marzo de 1910 cayeron 340 mm y en marzo de 1911 sólo 5 mm. Si bien los totales anuales de los 2 años pueden resultar muy parecidos (600 mm en 1956 y 1957 en Zinder, Níger), la estructura de la estación lluviosa a menudo es muy diferen- te. En 1956 la lluvia no empezó hasta el mes de junio (33 mm) y entre julio y agosto se registraron 535 mm; en cambio, en 1957 hubo inten- sas lluvias ya en mayo (78 mm) y en junio (101 mm) y cayeron sólo

14 Introducción

388 mm entre julio y agosto, distribución temporal que en conjunto resulta mucho más conveniente.

Intensidad de la evaporación

Los efectos de la irregularidad y la variabilidad de la precipitación so- bre los recursos hídricos y la vegetación se agravan todavía más por la intensidad de la evaporación. Un estudio reciente sobre la sequía en el Sahel, que abarca 78 cuencas experimentales [Académie des Sciences d’outre-Mer 19751 demuestra que en esta región la evaporación varía más o menos inversamente a la precipitación: cuando disminuye la precipitación, aumenta la evaporación. Por consiguiente, la aridez au- menta mucho más deprisa de lo que insinúan las isoyetas. Las conse- cuencias son más importantes, ya que el suelo, casi desnudo y sobreca- lentado, está muy mal dotado para almacenar las primeras lluvias. Por eso la precipitación errática que cae a principios de la estación lluviosa puede hacer peligrar gravemente los cultivos de secano. Se está todavía lejos de contar con una medida precisa de la aridez, a causa de la difi- cultad inherente a la gran variedad de datos climáticos que deben ser tenidos en cuenta. Se han propuesto y utilizado muchos índices dife- rentes; en la gran mayoría de casos los límites que estos indican son muy parecidos, en especial a una escala pequeña.

Factores principales generadores de aridez

Es importante tener presentes los principales factores que crean aridez a escala planetaria. En la mayoría de los casos las grandes zonas áridas son consecuencia de una combinación de varios de estos factores, se- gún demuestra la distribución de los cinturones áridos (por ejemplo, el cinturón que se extiende desde el Sáhara por los desiertos de Arabia, Irak, Irán y Turquestán hasta el de Gobi). Los principales responsables de la aridez son los cinturones de alta presión que ocupan latitudes tropicales; pero, además, hay que considerar otros elementos, com- prendidos los siguientes: - continentalidad: cuanto mayor es el adentramiento en el interior

de masas continentales compactas, tanto menor es la probabilidad de que la precipitación sea abundante (desiertos de Asia Central);

- la existencia de cordilleras que paran vientos cargados de lluvia y

Principales factores de diversidad 15

que además provocan vientos foehn, que aumentan la evaporación en las laderas a sotavento (zonas semiáridas emplazadas en la re- gión abrigada de la lluvia o de sombra pluviometrica de los Andes y las Montañas Rocosas);

- los efectos de corrientes oceánicas frías a lo largo de ciertas costas (los desiertos costeros de Perú, Chile y Africa austral).

La gran variedad de situaciones en el mundo árido y semiárido viene determinada no sólo por el clima, sino también por la topografía, hi- drografía y condiciones del suelo, tipos diferentes de organización so- cial, historia y tipos de usos del suelo, naturaleza y disponibilidad de los recursos minerales, etc. Las posibles clasificaciones deben tener en cuenta el gran número de combinaciones posibles entre los numerosos parámetros naturales y la diversidad de situaciones humanas resultan- tes de contextos socioculturales, divisiones políticas y condiciones his- tóricas de desarrollo.

Principales factores de diversidad

Condiciones climáticas

Condiciones climáticas diversas originan situaciones muy diferentes. Más allá de una simple clasificación en regiones áridas y semiáridas, es importante considerar la duración de la escasa y dispersa precipitación y considerar la duración y la cronología de la estación lluviosa. Por ejemplo, es obvio que los problemas de agricultura de regadío y de se- cano y los movimientos pastorales no se resolverán de la misma mane- ra en el borde norte del Sáhara, donde llueve en invierno, que en el borde sur, donde la precipitación cae en verano. En el caso del cultivo dependiente de la lluvia, las técnicas agrícolas de secano son muy ade- cuadas para zonas de precipitación invernal, por cuanto la evaporación es entonces relativamente escasa y parte del agua puede ser almacena- da como subterránea y utilizada por las plantas el año siguiente. En cambio, estas técnicas no son muy efectivas en zonas de precipitación estival, porque la evaporación es muy alta en esta Cpoca del año. La originalidad climática de una zona semiárida dada aparece, pues, en gran parte como una función de las características generales de la zona subhúmeda adyacente y un importante factor creador de diversidad.

Además, la precipitación registrada por pluviómetros no siempre es la única fuente de agua; una de las características originales de re-

16 Introducción

giones áridas y semiáridas costeras o subcosteras es la presencia de una precipitación encubierta (como el rocío), resultante de una mayor hu- medad de la atmósfera (Chile, Mauritania, Marruecos, Tunicia, etc.).

Por último, las temperaturas varían ampliamente de una región árida o semiárida a otra: desiertos cálidos de los trópicos (el Sáhara y los desiertos de Arabia) suelen contraponerse a desiertos de zona tem- plada (como los de Turquestán), caracterizados por inviernos fríos y una variación anual de temperatura muy grande a causa de su emplaza- miento continental. En general, desde los trópicos hacia latitudes más altas la variación anual de temperaturas resulta mayor que la variación diaria. En desiertos cálidos, la variación anual es de 15 a 25OC (2 4.4OC en Timimun en el Sáhara argelino); es marcadamente mayor en los de- siertos continentales de la zona templada (37.7OC en Turgai, Asia Cen- tral), donde la variación de las temperaturas extremas es excepcional (a veces, de más de 9OOC). A consecuencia de ello, la crudeza de las temperaturas invernales en las estepas de Asia Central crea condiciones completamente diferentes de las relativamente benignas que reinan en las estepas que orillan el mundo mediterráneo, donde las restricciones impuestas al hombre no son tan grandes.

Análogamente, el calor excepcional de algunos desiertos (tanto en valores absolutos como en duración) impone tipos diferentes de adap- tación a la vida animal y ejerce sobre el hombre efectos fisiológicos y neurofisiológicos que limitan su actividad.

Finalmente, dado que la intensidad de la evaporación es función de la temperatura, la cantidad de agua con la que en realidad se puede contar para el desarrollo vegetal varía considerablemente para un mis- mo volumen de precipitación, según la latitud y la continentalidad de la región considerada.

Ríos alógenos y otros cursos de agua

La presencia de ríos alógenos, que nacen en regiones no áridas (el Co- lorado en Estados Unidos, el Amu Darja y el Syr Darja en Asia central sovietica, el Indo en Paquistán, el Nilo en Egipto, los uadis que bajan del Atlas en Africa septentrional, etc.), puede modificar radicalmente el desarrollo de una región. Estos ríos a menudo han hecho posible ex- tender considerablemente las superficies regadas, pero en otros casos todavía están muy subutilizados (el Níger, el Logone-Chari, el Sene- gal, etc.) o pueden usarse de modo diferente.

Principales factores de diversidad 17

Las características del caudal de estos ríos introducen una variabi- lidad considerable. Por ejemplo, el caudal del Nilo, que depende prin- cipalmente de la lluvia tropical, ‘es muy diferente del de los ríos de montaña de latitudes más altas, sujetos a la retención de la nieve, en algunos lugares combinada con retención cársica. Adkmás, la utiliza- ción del agua superficial y subterránea varía con la topografía y la geo- logía; de ahí la diferencia del Sahara o Arabia con Asia central y los países andinos.

Por lo que concierne al agua subterránea, esencial para la agricul- tura y el poblamiento humano, conviene distinguir las regiones cuyo zócalo geológico son rocas cristalinas, generalmente duras e impermea- bles, de las de rocas sedimentarias de composición variada. El agua sub- terránea de terrenos cristalinos antiguos (“escudos”) tiene una impor- tancia de carácter únicamente local y sus reservas son limitadas; ade- más, a veces resulta difícil evaluar su volumen y su presión con preci- sión. En este caso el caudal de agua subterránea somera (inferoflux), presente en los aluviones producidos por desintegración mecánica en el zócalo cristalino, es importante; con todo, si el uadi en el que aflora está relativamente bien alimentado durante una parte del año, el cau- dal queda sujeto a las variaciones climáticas, precisamente debido a su limitado volumen.

Por el contrario, en terrenos sedimentarios los mantos freáticos subterráneos pueden ser grandes y puede haber varios, a diferentes ni- veles (por ejemplo, los mantos freáticos de la zona continental inter- media y de la zona continental terminal en el Sáhara, separados por un terreno no apto para almacenar agua).

Para utilizar estos recursos es esencial hacer la distinción entre los niveles freáticos renovables, que se recargan de manera constante, aun- que a menudo irregular, y los fósiles (que hoy no se recargan). Las ven- tajas de las cuencas sedimentarias sobre las de zócalo cristalino y los escudos son obvias, y la estructura geológica de regiones áridas y semiá- ridas es, pues, un factor importante entre los que determinan la dispo- nibilidad de agua.

Condiciones del suelo

Las condiciones del suelo varían mucho con la distribución de la roca madre, las condiciones climáticas y la topografía. En muchos casos no hay verdadero suelo y aflora el substrato original. Cuando hay suelo,

18 Introducción

los suelos arenosos parecen los mejor dotados para almacenar el agua de las raras e irregulares precipitaciones. En zonas de regadío, en algu- nos aspectos son mejores los suelos de limo que los arenosos, pero pre- sentan el inconveniente del riesgo a la degradación, en especial allídon- de el avenamiento natural es pobre (delta del Nilo, llanuras del curso inferior del Éufrates, etc.).

La acumulación de sales suele ser importante (NaCI, CO3 Na:!, S04Na2, SO,,Ca, etc.) debido a la alta evaporación, y en muchas re- giones debido al régimen endorreico, de cuenca cerrada, Esta concen- tración de sales es máxima en el centro de depresiones, donde por el clima y la topografía los ríos no pueden llegar al mar. En estas condi- ciones (llamadas playas en Norteamérica, takyrs en Asia central, seb- khas en Africa septentrional) sólo pueden crecer plantas halófilas.

Finalmente, todo suelo de las zonas áridas y semiáridas es vulnera- ble en mayor o menor medida a la erosión. De ahíla importancia pri- mordial de todas las operaciones de fijación, conservación y restaura- ción del suelo, operaciones de la máxima urgencia por cuanto en algu- nos casos los suelos existentes son fósiles, es decir, se crearon bajo con- diciones climáticas diferentes, y por tanto son incapaces de reconsti- tuirse por sí mismos si son destruidos.

Posición continental

La situación continental de muchas zonas áridas y semiáridas influye en las posibilidades de desarrollo en tanto el desarrollo moderno impli- ca contacto con el mundo exterior. Las regiones costeras tienen, pues, ventajas sobre regiones situadas a miles de millas del mar. La facilidad y la frecuencia de los contactos con países ricos tecnológicamente avanzados, o incluso con los centros neurálgicos de una nación, suelen ser decisivas. Ello se pone de relieve, por ejemplo, en el contraste entre la cuenca del Chad y Méjico septentrional.

Inversiones

La posición ocupada por las regiones áridas y semiáridas en los países correspondientes (marginal, importante, esencial o incluso vital) es un factor determinante de la atención que los gobiernos les prestan y, en particular, de las inversiones públicas o privadas con que se cuenta pa-

Principales factores de diversidad 19

ra su desarrollo. Es muy raro que atraigan tales inversiones las regiones en las que el rendimiento inmediato es mucho menos seguro que en cualquier otra parte.

Densidad de población

La densidad de población es un elemento esencial de diferenciación. En Australia, por ejemplo, el desarrollo de regiones semiáridas es di& cultado por la escasez de mano de obra. En otras regiones, la pobreza de sus habitantes se debe a lo numerosa que es la población, en com- paración con las posibilidades ambientales en un contexto social, eco- nómico y técnico dado. Las grandes poblaciones humanas o animales pueden provocar una sobreexplotación peligrosa y causar graves danos al ambiente. Los mapas de distribución de población y ganadería esta- blecidos por la Societé pour 1’Etude du développement Cconomique et social [DGRST - SEDES 19761 para el Sahel subrayan algunos contras- tes importantes y permiten identificar las zonas más amenazadas.

De todos modos, muchos otros factores pueden crear problemas de desarrollo muy diferente en áreas de densidad de población pareci- da y condiciones naturales equiparables. En diferentes contextos cul- turales (norteamericano, suramericano, musulmán, australiano) el am- biente y sus problemas pueden ser percibidos de maneras diferentes. Las propuestas de modificación deberían estar adecuadamente adapta- das a ellos.

El nivel de desarrollo económico, social y técnico constituye otro factor que puede ensanchar o reducir la gama de elecciones posibles y en cierta medida afecta a la distribución de la población en regiones rurales o urbanas.

Por último, dado que los problemas sociales y psicológicos de adaptación a nuevas formas de vida son mayores que los técnicos, el enfoque para el desarrollo diferirá en función de la proporción de ha- bitantes nómadas, seminómadas y sedentarios de una región dada.

Bajo estas condiciones, en lugar de promover la acumulación de grandes concentraciones de población en tomo a áreas de regadío, pa- recería preferible planear unas medidas de desarrollo más variadas y de conjunto. Además, puesto que en algunos países el contexto técnico cuenta con pocas probabilidades de mejora, ni siquiera a plazo medio, y que la presión de la población creciente sin duda agravará las conse- cuencias de fluctuaciones climáticas impredecibles, surge una pregunta

20 Introducción

fundamental concerniente al futuro de las regiones áridas y semiári- das: allí donde hay posibilidades de elección idebe mantenerse el ex- ceso de población en su ambiente original, o, por el contrario, debe reubicarse en regiones más favorables?

Recursos minerales y energéticos

La disponibilidad de recursos minerales y energéticos, así como las condiciones de su utilización, introduce nuevas divisiones. El acceso y la extracción son importantes, pero los cambios de precio en el merca- do mundial pueden hacer rentable la explotación de depósitos que an- tes no se consideraban tales o incrementar mucho el valor para ciertos estados de combustibles minerales o materias primas. Las posibilidades de procesamiento local obviamente tienen un peso directo en el desa- rrollo económico y social. Las fases intermedias del procesamiento de productos industriales por lo general están pobremente representadas en las zonas áridas y semiáridas. En algunas regiones predominan in- dustrias mineras, o de procesamiento básico (concentración de una mena, por ejemplo), mientras que en algunos oasis hay industrias lige- ras altamente tecnificadas (por ejemplo, la electrónica), como en los Estados Unidos. Finalmente, el desarrollo reciente del turismo ha sido definitivamente ventajoso para algunas regiones. Este desarrollo depen- de de varios factores (presencia de playas o de yacimientos arqueológi- cos, facilidad de comunicaciones con los países que “envían” turistas) que crean una gran variedad de situaciones.

Esta gran Adiversidad hace extremadamente difícil la elaboración de modelos de desarrollo que ignoren las características regionales. A pesar de todo, dadas unas restricciones comunes ligadas a la irregulari- dad del suministro de agua y a la consiguiente inseguridad del uso de ésta por el hombre, los problemas más graves surgen en las zonas semi- áridas, no en las áridas. Existen soluciones específicas para las zonas áridas, basadas en la división en unidades de utilización especializada del suelo. En cambio, en zonas semiáridas hay que elegir entre diversos métodos de desarrollo (agricultura o crianza de animales), elección to- davía más difícil conforme aumentan las densidades de población.

En la primera parte de esta Nota Técnica se examinan los princi- pales obstáculos para el desarrollo: - problemas de ganadería; - obstáculos al desarrollo de la agricultura;

Principales factores de diversidad 21

- obstáculos al desarrollo urbano e industrial, y a la expansión del turismo. El hecho de que estos problemas se presenten por separado no im-

plica en modo alguno la búsqueda de soluciones puramente sectoriales. En la parte segunda se proponen algunas soluciones prácticas y temas de investigación.

El término “desarrollo” se emplea para indicar no algún logro es- pecífico o una conquista técnica particular, sino cualquier medida que pueda ser difundida entre una población para mejorar su nivel general de vida. Se centra la atención en problemas específicos de las tierras áridas en países tanto en vías de desarrollo como desarrollados.

II. Evaluación de obstáculos para el desarrollo

Dificultades de la crianza de animales

La pastoría desempeña un papel vital porque la crianza de animales es capaz de utilizar casi todo el suelo, y a menudo es un sector esencial de la economía. También sustenta civilizaciones basadas en formas di- versas de nomadismo. Se calcula que en conjunto las zonas áridas y se- miáridas contienen más de la mitad de las existencias de ganado vacu- no del mundo entero, más de un tercio del ovino y dos tercios de sus cabras. De todos modos, la productividad del ganado en países no in- dustrializados no representa más que el 10 a 20 por ciento de la obte- nida en la crianza moderna de animales. Por ser vital, aunque de baja productividad, la ganadería en países áridos y semiáridos es, por lo tan- to, extremadamente vulnerable. Las hecatombes resultantes de la re- ciente sequía en Etiopía han constituido un trágico recordatorio de es- ta vulnerabilidad.

iCuáles son, pues, las dificultades principales implicadas en la ra- cionalización y, en algunos casos, la preservación de esta actividad tan antigua y todavía vital? Las dificultades más difícilmente salvables son causadas por el propio ambiente natural. El clima impone severos lími- tes a los recursos con los que abrevar y alimentar el ganado y produce una profunda inseguridad. Los recientes arios de sequía en el Sahel afri- cano nos recuerdan las permanentes dificultades con que debe enfren- tarse el manejo de animales y que justifican sus técnicas, en particular su movilidad.

24 Evaluación de obstáculos para el desarrollo

Características de los terrenos de pasto

La naturaleza estacional y a menudo esporádica de la precipitación útil, la duración y severidad de la estación seca, la intensidad de la evapora- ción y la gran variabilidad de la precipitación de un año a otro deter- minan que los recursos hídricos sean inciertos e intermitentes. Debido a la desigual distribución espacial de estos recursos, grandes extensio- nes de terrenos de pasto no pueden utilizarse más que durante la breve estación huviosa, cuando abundan las charcas temporales. Durante la mayor parte del año, los rebaños deben ser conducidos a regiones de clima más húmedo (de latitud o de altitud diferentes) o reunidos en valles de corrientes alógenas o en áreas en las que resulten fácilmente accesibles los puntos de agua y los pastos. Las diferencias climáticas y las posibilidades que ofrecen los contrastes regionales resultantes de la configuración del terreno crean una diversidad considerable de siste- mas pastorales y de movimientos nómadas.

El progreso técnico, en particular la profundización de los pozos, ha aumentado el número de puntos de agua permanentes. Pero ello únicamente mejora el suministro de agua de ganado cuya nutrición se basa casi exclusivamente en la vegetación natural. Aunque se da una diversidad considerable de pastos naturales, la capacidad de los mis- mos para sustentar ganado es invariablemente baja y disminuye rápida- mente con el aumento de la aridez. El sobrepastoreo es tanto más gra- ve cuanto más frágil es la cobertura vegetal.

En segundo lugar, la sequía reduce o destruye el desarrollo de la hierba estacional y estimula la expansión de la maleza, a menudo haló- fitos, en las estepas subdesérticas de precipitación invernal (del Magrib a Irán), y de los espinos, en particular acacias, que cubren inmensas extensiones de estepa desde Mauritania hasta el desierto de Thar o, en el hemisferio sur, desde el Chaco argentino hasta el Kalahari y el sur de Madagascar. Aunque existe un poco de vegetación herbácea estacio- nal, la duración de la estación seca, combinada con las altas tempera- turas y una radiación solar considerable, la transforma en una cobertu- ra discontinua de escaso valor como pasto. La única presencia regular de matas densas de hierbas de crecimiento rápido se observa en suelos fangosos depositados por las aguas de crecida de los deltas interiores de los grandes ríos alógenos, como el Níger, el Logone-Chari, el Nilo o el Zambeze,

El tercer factor común a los terrenos de pasto de zonas áridas y semiáridas, que es consecuencia del anterior, es la considerable varia-

Dificultades de la crianza de animales 25

ción, tanto en calidad como en cantidad en las diferentes épocas del año, del forraje que brindan al ganado. Abundante y a veces rico en la estación lluviosa, muy rápidamente resulta inadecuado y de bajo valor nutritivo durante la prolongada estación seca; entonces los rebaños pierden peso, se debilitan y aumenta la propensión a la enfermedad.

Una dificultad adicional vinculada a los problemas precedentes es la resultante de la frecuente discrepancia entre agua y pasto, agravada en las décadas recientes por diversas políticas de aprovisionamiento de agua. Éstas, al producir mejoras localizadas en el abrevamiento del ga- nado, han provocado concentraciones anormales de animales, que, por sobmpastoreo, han acarreado el deterioro o la destrucción del pastizal. Éste ha sido con frecuencia el caso en los alrededores de los numero- sos pozos profundos abiertos desde la última guerra mundial. En las regiones afectadas por las sequías excepcionales recientes, las pérdidas considerables y a veces catastróficas de ganado las causó el hambre, y la sed sólo en casos contados.

Crisis del modo de vida pastoral tradicional

La respuesta de los pastores de regiones áridas y semiáridas a estas difi- cultades siempre ha sido, y sigue siendo, la movilidad geográfica, com- binada con una adaptación de la densidad de la población humana y animal y de la composición de los rebaños para manetenerlos en con- sonancia con la capacidad sustentadora y, con ello, con el limitado y precario potencial de los diversos ambientes. Esta movilidad se mani- fiesta bajo una gama tan variada de formas que cualquier clasificación resultaría arbitraria. En regiones muy áridas,los movimientos pastora- les no siguen ningún tipo de esquema periódico y son tan irregulares como la propia lluvia. En cambio, en zonas mediterráneas y tropicales marginales, la movilidad de pastores y rebaños se ajusta a un ritmo es- tacional; la trashumancia, que a menudo supone Iargas distancias, tie- ne lugar entre zonas de climas complementarios. Este es, por ejemplo, el caso de los pastores del piedemonte sahariano que pasan el verano en el Tell, o el de los movimientos simétricos de los tuaregs del Sáhara meridional. Un tercer tipo de movilidad lo posibilitan las areas en las que se encuentran condiciones climáticas sumamente diferentes en contacto inmediato a altitudes diferentes. Tales modelos de trashuman- cia se siguen, por ejemplo, en las regiones montañosas de Irán y Afga- nistán y en la región andina y sus orlas áridas. Únicamente en el borde

26 Evaluación de obstáculos para el desarrollo

de la zona semiárida, o bien allí donde el relieve o la presencia de cur- sos de agua alógenos crean condiciones ecológicas excepcionales, la crianza sedentaria de animales puede existir como parte de sistemas de producción agrícola relativamente integrados.

Pero los delicados equilibrios logrados o perseguidos por las for- mas tradicionales de ganadería trashumante se han subvertido en todas partes durante las décadas recientes. El deterioro general de los terre- nos de pasto da fe de este fenómeno. La situación de la crianza de ani- males y la de quienes la practican se convierte, pues, en crítica, provo- cada por el propio hombre y caracterizada por los numerosos obstácu- los que impiden el funcionamiento y, a fortioti, el desarrollo de eco- nomías pastorales.

Las causas principales de esta crisis son la superpoblación de gente y animales en los países en cuestión, particularmente en las regiones semiáridas donde la producción agraria y ,la ganadera resultan formas competitivas y no complementarias del uso del suelo. En parte esas presiones son atribuibles al crecimiento demográfico que caracteriza a las poblaciones de casi todos los países del Tercer Mundo. Aunque to- dos los datos se combinan para demostrar que el crecimiento de la po- blación entre los grupos que practican formas diversas de nomadismo es notoriamente menor que entre los granjeros asentados, las zonas ári- das y semiáridas siguen produciendo un exceso de población, como han venido haciendo en el transcurso de la historia. Debido a la pobre- za del ambiente, este aumento de la población conduce a la sobreex- plotación y la emigración. Simultáneamente, el tamaño de los rebaños ha aumentado a consecuencia de la mejora de las condiciones sanita- rias, la provisión de numerosos puntos de agua y la instalación de una infrastructura moderna, uno de cuyos efectos ha sido el facilitar el de- sarrollo de formas diferentes de seminomadismo, a veces motorizado (en el desierto libio y en los piedemontes andinos):

Al mismo tiempo, la faja semiárida, donde tradicionalmente el ex- ceso de población pastoral era absorbida y se instalaba, ha sido testigo de un crecimiento sin precedentes de la población sedentaria. Además, los granjeros en todas partes han tratado de ampliar la extensión de sus tierras cultivadas y de plantar no sólo cultivos de subsistencia sino también productos agrícolas para la venta inmediata. Por último, la emancipación de determinados grupos sociales que antes constituían una parte integrada de sociedades pastorales ha ido acompañada de su asentamiento. Estos nuevos miembros de la población sedentaria se han vuelto granjeros y, a su vez, se han apropiado de tierra a expensas

Dificultades de la crianza de animales 27

de la ocupada por las manadas y los rebaños. Bajo la presión combina- da de la incrementada disponibilidad de mano de obra y las necesida- des mayores, y en algunos casos mediante la utilización de equipo mo- derno (por ejemplo, tractores),se han abierto “frentes de colonización” que han mermado el dominio tradicional de los pastores desde el At- lántico a Irán, y en Am6rica latina los terrenos de pasto han retrocedi- do durante las últimas tres décadas ante una expansión desordenada de nuevas fincas agrícolas.

Esta verdadera competición por el uso del suelo ha extendido los terrenos de pasto hacia zonas más inhóspitas. El Sahel africano consti- tuye el ejemplo más notorio de esta tendencia, tendencia estimulada por la fase climática relativamente húmeda comprendida entre los dos períodos de sequía más recientes: el que duró de 1940 a 1944 y el que empezó en 1966. Así pues, durante un período de unos 20 anos ha ha- bido un desplazamiento general hacia el norte (en otras palabras, de las zonas semiáridas a las áridas) de todas las gentes cuya ocupación principal es la pastoría. A consecuencia de ello, gentes sedentarias se han asentado en latitudes que durante siglos habían sido exclusiva- mente el dominio de un modo de vida pastoral. A este respecto es ca- racterístico el caso de los pastores pehl del Sahel. La presión de los granjeros, que les lleva a su invasión regular de los pastizales, ha alcan- zado tales proporciones que, en uno de los pocos países en que las au- toridades públicas han demostrado cierta preocupación por los intere- ses del pastorío (Níger), ya se había introducido una legislación para limitar el desbroce del terreno para la agricultura mucho antes del ini- cio de la sequía reciente.

Pero iqué significado real puede tener una frontera trazada en un área tan sujeta a cambios como el Sahel? Por ejemplo, se ha demostra- do que, en sólo diez años, una tercera parte del inmenso territorio de Mauritania era o desierto o terreno de pasto que atraía rebaños de ga- nado. El retroceso del pastoreo hacia las regiones más áridas, que los granjeros no podrían explotar, es en gran parte responsable de la vul- nerabilidad de la crianza del ganado y de los desastrosos efectos de la reciente sequía en el Sahel.

Los pastores, hoy aislados en las regiones menos accesibles, se en- cuentran también con que están perdiendo gradualmente el acceso a los pastas a los que solían ir en la estación seca, donde podían hallar agua y forraje. Por ejemplo, el ganado solía tener acceso al rastrojo de los campos en cuanto terminaba la estación lluviosa, pero hoy el suelo está ocupado en algodón durante varios meses de la estación seca. Aná-

28 Evaluación de obstáculos para el desarrollo

logamente, cada vez es mayor la invasión de las márgenes de ríos y char- cas, bien sea por cultivos de recesión de las crecidas o por arroz, de modo que el libre acceso de los rebaños al aguay a los pastos ricos de las tierras inundadas les es disputado cada día más. Llega incluso a ocu- rrir que las plantaciones agrícolas modernas copan súbitamente los pas- tizales más valiosos que siempre habían constituido el último recurso de los criadores de ganado (como ha ocurrido en el valle de Awash en Etiopía).

Todos estos sucesos conducen a conflictos. Se desencadenan ten- siones y a veces choques en zonas todavía reservadas a los nómadas allí donde los habitantes originarios se encuentran hoy en competen- cia con otros pastores expulsados de sus pastos por los granjeros. Sur- gen muchos conflictos entre pastores nómadas y ganaderos sedentarios que tratan de detener los movimientos de los rebaños, o por lo menos de echarlos de las áreas hoy ocupadas por cultivos.

A los pastores les afecta profundamente la posición geográfica- mente marginal a la que han sido relegados, porque ello se ha visto acompañado de una inversión de su posición política y social, lo cual frecuentemente representa un obstáculo para la expansión de la crian- za de ganado.

Históricamente hablando, los pastores nómadas han desempeñado un papel preeminente, no sólo en los desiertos, donde controlaban to- dos los movimientos, y en los oasis, sino también en las lindes de los desiertos, donde se asentaba el exceso de población y donde su supe- rioridad militar a menudo les daba el control sobre las gentes sedenta- rias. Además, la coexistencia de la pastoría con el cultivo de secano y el control de la intrusión por los pastores en tierras pertenecientes a granjeros sedentarios se lograba con la máxima eficiencia mediante la organización firme y centralizada de grandes confederaciones nómadas, como en Irán, por ejemplo, en el Zagros y sus regiones limítrofes. Esta superioridad histórica, sin embargo, incluso en los estados de la penín- sula Arábiga, hoy ha desaparecido. Un ejemplo muy bien estudiado de este desarrollo y sus consecuencias es el de los tuaregs del Sahel en Ní- ger [Bernus y Bernus, 19721.

Un factor adicional es el de que las sociedades nómadas tienen por doquier tasas de fertilidad, y en particular tasas de crecimiento de la población, sensiblemente inferiores a las de las comunidades agríco- las vecinas o con las que comparten el territorio. De este modo, el cre- cimiento de su población es mucho más lento que el de las gentes se- dentarias. Además, en una comunidad cultural dada parece que cuanto

Dificultades de la crianza de animales 29

más los diversos grupos se confinan a sí mismos exclusivamente a acti- vidades pastorales, tanto menor es su tasa respectiva de crecimiento, y que cuanto más alta es ésta, más se integra la gente en una economía agrícola.

De todos los factores que podrían explicar este cambio, los más generales y más objetivos son sin duda la falta de equipamientos y de organización administrativa de las zonas áridas, la naturaleza periférica de su economía y, finalmente, la marginalización de su población. La actitud de los estados hacia los nómadas y, más en general, hacia los ganaderos es todavía responsable en la mayoría de los casos de la falta de atención mostrada hacia el modo de vida pastoral. Indudablemente, esta actitud dificulta una actividad que es la mejor adaptada a la seve- ridad del ambiente.

La movilidad sigue siendo la adaptación más efectiva para la utili- zación de recursos escasos que son esporádicos y efímeros. En cambio, en virtud de su naturaleza, fines y métodos, y debido a su propia es- tructuración, el estado moderno es opuesto a esta movilidad, sean cua- les sean sus opciones políticas.

Las poquísimas excepciones -y de hecho no hay más que una que merezca este nombre-- no invalidan la regla y son de naturaleza circunstancial y, por lo mismo, temporal. Esta hostilidad de cualquier gobierno moderno a la movilidad de los pastores se encuentra bajo to- dos los regímenes, y el propósito, a veces explícitamente definido co- mo en Siria, es terminar con el nomadismo y la organización social que conlleva. Incluso gobiernos surgidos de la civilización beduina, co- mo en Jordania y Arabia Saudí, están induciendo a todas sus gentes a asentarse y a no oponerse a la usurpación (mediante diversas formas de agricultura especulativa) de tierras tradicionalmente nómadas. El estado afgano constituye una excepción, por cuanto continúa facilitan- do la vida nómada, por lo menos la de las gentes cuya movilidad con- tribuye a la integración de las áreas de montaña de Afganistán central en la vida de la nación.

La acción en contra del uso nómada del suelo viene avalada por todo un arsenal de medidas legislativas y administrativas. Estas medi- das van todas encaminadas a restringir, impedir y controlar los movi- mientos de hombres y rebaños. Esta acción está también respaldada por la provisión de facilidades que aumentan el atractivo de la vida se- dentaria, sea agrícola o urbana. Pero lo más destacable de todo es que la mayoría de las inversiones ostensiblemente destinadas a los pasto- res, con el consentimiento y a veces el apoyo de gobiernos, se han des-

30 Evaluación de obstáculos para el desarrollo

viado de su objetivo original, en beneficio no sólo del asentamiento de nómadas sino también de los agricultores. Así, pozos profundos a me- nudo han atraído tan gran número de granjeros que los pozos han re- sultado inaccesibles a los rebaños de ganado. En la región Ferlo de Se- negal, la apertura de pozos ha acelerado la migración hacia el este de los granjeros y ha contribuido a la reducción de la tierra disponible pa- ra el pastoreo. Aquí, como en todas partes, las autoridades públicas casi nunca se ponen del lado de los pastores, y la excavación de pozos ha fomentado la ocupación y la utilización agrícola de tierras hasta en- tonces dedicadas exclusivamente al pastoreo.

En algunas áreas incluso los sistemas tributarios son perjudiciales para la pastoría. En el África al sur del Sahara, por ejemplo, el ganado está sujeto a un pasturaje por cabeza,mientras que el granjero está exen- to de impuestos. Los pastores consideran esta distinción entre las dos fuentes de producción un prejuicio discriminatorio que contribuye a situarlos en una posición marginal en la comunidad nacional y penali- za sus actividades.

Problemas económicos

Finalmente, existen obstáculos económicos para el desarrollo de lapas- toría. No hay otra actividad que produzca menos dinero o cuyos ren- dimientos sean más azarosos. Esta situación es consecuencia, en pri- mer lugar, del aislamiento en el que viven los pastores especialistas y, por consiguiente, de las distancias considerables que generalmente les separan de los centros de consumo. Es también consecuencia de las condiciones del mercado, porque el mercado suele estar en manos de intermediarios, dotados de redes bien organizadas de compra y venta, que sacan más provecho del ganado que los propios productores. Los productores también están penalizados por el hecho de comerciar con animales vivos que rara vez pueden ser entregados directamente a las carnicerías. Por último, la extremada irregularidad del suministro, liga- da a la falta de organización de los productores, la naturaleza estacio- nal de su visita a mercados y de sus necesidades de dinero, constituye una de las causas principales de que la crianza de animales no propor- cione buenos rendimientos. Aunque los mercados de carne y de leche son generalmente asequibles, el suministro es a veces superabundante, pero lo más corriente es que sea deficitario, con lo cual un país que es un exportador potencial importa para suministrar a sus ciudades. Tal

Obstáculos para el desarrollo de la agricultura 31

desorganización del mercado ejerce efectos desgraciados en los pre- cios y desalienta a los productores.

Con respecto a ello, conviene denunciar una vez más una falacia comúnmente sostenida, salvo pocas excepciones: la actitud general de los pastores, en particular de los más altamente especializados entre ellos, no es de hostilidad a la comercialización de ganado. Su deseo de acumular el mayor número posible de animales y de conservar lo que a menudo se considera un número excesivo de animales viejos es princi- palmente una precaución contra los riesgos de su ambiente. Si se les abriera un mercado rentable y si se les aseguraran garantías mínimas, como las que disfrutan muchos granjeros, lo comerciarían todo de bue- na gana. Son perfectamente conscientes de la necesidad de mejorar sus operaciones pastorales aliviando la presión ejercida por el ganado so- bre los pastos.

La posición marginal de la pastoría y la naturaleza periférica de su producción parecen ser los obstáculos fundamentales para el aumento de la producción y la mejora del nivel de vida de los propios pastores. En países carentes de una tradición pastoral, estas dificultades se han superado mediante la especialización del ganado que se cría, ligada a un sistema racional de comerciahzacióma escala nacional. En este sen- tido, las regiones patagónicas de Argentina y Chile han sido integradas en las economías nacionales respectivas.

Obstáculos para el desarrollo de la agricultura

Dificultades del riego

En demasiadas ocasiones se propone el riego como una solución a los problemas de las áreas áridas y semiáridas sin prestar la suficiente aten- ción al hecho de que Ia agricultura en estas condiciones es cara y re- quiere experiencia probada y precauciones específicas. Son muy nu- merosos los ejemplos de suelos degradados y arruinados para la produc- ción a consecuencia de planes de riego inadecuadamente concebidos o mal ejecutados. Las dificultades más graves no son las relacionadas con la detección y obtención de agua, sino los efectos secundarios del rie- go, que malogran el éxito a largo plazo.

Hay que distinguir varios grupos de obstáculos.

32 Evaluación de obstáculos para el desarrollo

Irregularidades de suministro de agua En cuanto al suministro de agua, la irregularidad es aún más limitante que la escasez. Un estudio reciente sobre la población rural en Marrue- cos demuestra que una cantidad de agua dada sustenta el triple de po- blación si está distribuida regularmente que si llega en forma de aveni- das [Noin 19711. Una solución consiste en acumular el agua en presas. Pero, puesto que la irregularidad estacional de la precipitación está complicada por marcadas diferencias interanuales, las presas -para ser realmente eficientes- deben tener capacidad para poder contener por lo menos el suministro de agua correspondiente a un año, y, a ser posi- ble, más de uno; de ahí las dimensiones gigantescas de algunos proyec- tos. Los embalses represados plantean por lo menos dos problemas téc- nicos. En primer lugar, existe el problema de la colmatación con limo, que puede producirse muy rápidamente si la cuenca de drenaje no se ha preparado antes contra los efectos de la erosión. En segundo lugar, existe el problema de la intensa evaporación desde estos embalses. Da- do que el volumen de agua que se evapora es proporcional a la exten- sión superficial del embalse, cuanto más extenso es el cuerpo de agua, mayores son las pérdidas. De esta manera la pérdida de agua corre pa- reja al aumento de la salinidad en el embalse.

Gestión de recursos hidráulicos Otra dificultad es la relacionada con la gestión de los recursos de agua. Por término medio, el 50 por ciento del agua de riego se pierde por in- filtración y evaporación antes de llegar a las plantas cultivadas, si bien el uso de tuberías subterráneas y canales de obra ayuda a reducir estas pérdidas. La consecuencia más catastrófica del empleo de técnicas ina- decuadas de gestión del agua es la creación o la reposición del nivel freático subterráneo, que rápidamente induce al anegamiento del sue- lo. Cada proyecto de riego, en especial en llanuras de tierras bajas, de- bería acompañarse de estudios hidrológicos, supervisión y, en caso ne- cesario, de un drenaje sistemático, todo planificado de antemano y no improvisado después. Es esencial controlar el ascenso del agua subterrá- nea. Ello implica un aumento de los costos del proyecto, pero garanti- za el éxito a medio plazo.

También debería controlarse la calidad del agua para regar. Si no es satisfactoria, hay que lixiviar el suelo. Ello incrementa el vertido de aguas cargadas de sal río abajo y provoca dificultades especiales cuan- do estas aguas atraviesan una frontera nacional.

Obstáculos para.el desarrollo de la agricultura 33

Salinización La salinización puede conducir a la alcalinización de suelos y a proble- mas todavía más graves dadas las grandes dificultades para invertir el proceso. Los suelos relativamente compactos son más sensibles a la sa- linización y a la alcalinización que los suelos arenosos. Los suelos den- sos suelen encontrarse muy frecuentemente en llanuras de tierras ba- jas, precisamente en las áreas donde es más difícil instalar un sistema de drenaje y frenar el ascenso del agua subterránea.

Las zonas vulnerables a daños por saturación y salinizaci6n repre- sentan el 50 por ciento en Paquistán, el 50 por ciento en el valle del Éufrates en Siria, y el 30 por ciento en Egipto. En Siria el área del al- godón ha aumentado rápidamente con el regadío, pero, por falta de drenaje, las cosechas han bajado más de una tercera parte, debido a la salinidad incrementada y a la saturación de los suelos. En Paquistán se calculó en 1963, cuando se iniciaron las medidas correctoras, que más de 40 000 ha de tierra productiva se echaban a perder cada año por anegamiento y aumento de la salinidad. En Egipto, la transición al rie- go permanente, que conlleva una afluencia marcadamente incrementa- da de agua a zonas regadas, ha hecho subir el agua subterránea en mu- chos de los sectores cultivados del delta hasta un nivel que resulta crí- tico para la mayoría de los cultivos.

Suelos El cultivo de los suelos de zonas áridas y semiáridas generalmente es una operación muy incierta. Estos suelos raramente están bien equili- brados, son pobres en materia orgánica y tienen una inestabilidad es- tructural marcada y una densidad alta. El hecho de que se mantengan húmedos por riego permanente agrava el problema. Hay que tener mu- cho cuidado con el laboreo de suelos húmedos, y un error puede cau- sar daños difíciles de reparar. Una desecación intensa del suelo mejora- ría la situación, pero ello supondría el abandono temporal del cultivo y resultaría difícil de realizar si obedeciera a razones únicamente eco- nómicas. Conviene subrayar que, en conjunto, la adición de agua por riego produce un efecto desfavorable en la estructura del suelo. Final- mente, conviene señalar que en determinados casos el factor que limi- ta la producción no es la falta de agua sino la naturaleza del suelo a re- gar, como ocurre en las partes secas del noreste de Brasil, donde las aguas del río Sáo Francisco resultan en gran parte inaprovechables pa- ra el riego.

34 Evaluación de obstáculos para el desarrollo

Valor económico No es fácil resolver la cuestión del valor económico real de soluciones para el uso del suelo basadas en el riego. En muchos países ya se han realizado las operaciones más inmediatamente rentables. El emprender nuevas obras de riego casi invariablemente debería acompañarse de la instalación de un sistema eficiente de drenaje, lo que supone inversio- nes adicionales. Hablando en términos generales y teniendo en cuenta los incrementados costos de los materiales necesarios, puede afumarse que el abrir nuevas áreas de regadío será progresivamente más caro. Además, a menudo es preferible mejorar las redes de riego ya existen- tes que crear nuevas áreas de regadío. Muchos países han llegado al punto en que el cultivo por sí solo no basta para proporcionar los ren- dimientos necesarios que pudieran hacer provechosas las inversiones. Debe señalarse a este respecto que la agrkultura de regadío practicada en instalaciones modernas que suponen grandes inversiones será cada vez más sinónimo de la agricultura comercial de base científica, en otras palabras, una forma de agricultura que requiere personal bien adiestrado.

Sin embargo, la tendencia que parecen tener los gobiernos de los países implicados (y los países que les ayudan de distintas maneras) en favor de proyectos grandes tiene a menudo más que ver con el presti- gio interno y de cara al exterior que con el resultado de un análisis de- tallado de la efectividad económica del proyecto. Por lo menos en cier- to número de casos, proyectos modestos y relativamente menos costo- sos tendrían una repercusión mayor en la economía y las mejoras para mucha gente. Con todo, una consecuencia potencialmente significativa de las obras hidráulicas es el desarrollo de la piscicultura. Sus exigen- cias básicas son una motivación suficiente y una.capacitación mínima de un sector de la población.

La combinación del cultivo de arroz y la piscicultura practicada desde hace muchos años en algunos países podría dar buenos resulta- dos. Esta técnica, que utiliza parcelas anegadas por 10 a 50 cm de agua durante el ciclo vegetativo del arroz (un ambiente muy parecido al que se encuentra en las llanuras de inundación de determinados ríos alóge- nos como el Níger), puede producir considerables excedentes de ali- mentos. Una de sus principales limitaciones, sin embargo, es la necesi- dad de un tratamiento químico de las plantas. Por ahora poco se sabe acerca de los efectos de herbicidas e insecticidas en los peces [Worthing- ton 19771.

Obstáculos para el desarrollo de la agrkultura 35

Obstáculos legales o sociales Ciertos obstáculos de carácter legal o social pueden impedir posibles iniciativas de convertir en regadío nuevas extensiones de tierra: por ejemplo, tierras que no son propicias a la mecanización, ni siquiera par- cial, derechos complejos y rígidos de utilización del agua, relaciones de los agricultores que tienen sus tierras en arriendo bajo condiciones contractuales injustas para el cultivador. En general, tales situaciones se dan en zonas que han estado habitadas por el hombre desde hace. mucho tiempo, pero en algunos terrenos recientemente colonizados las dificultades estriban en superar estructuras sociales tradicionales.

El riego inadecuadamente organizado puede aumentar la pobla- ción de los mosquitos de la malaria o de los caracoles que son portado- res de la cistosoma que produce la cistosomiasis. La multiplicación de estos vectores se ve particularmente favorecida por la presencia de aguas estancadas o de movimiento lento colonizadas por plantas acuá- ticas. Si bien es incorrecto afirmar que el riego en sí mismo aumenta la incidencia de la cistosomiasis o la malaria, lo que sí es cierto es que un mantenimiento inadecuado (o un mal diseño) de las instalaciones de riego puede provocar la formación de charcas y la acumulación de agua desaprovechada, junto con el crecimiento de plantas que hospedan las larvas del mosquito Anopheles y caracoles que son portadores de la cistosoma. De todos modos, conviene señalar que la multiplicación de estos caracoles está ligada a la composición química del agua. Ello ex- plica la ausencia de estos animales en algunas partes del mundo, como Perú y Chile. En cambio, en otras regiones hubo en el pasado que aban- donar áreas regadas debido al aumento de las enfermedades causadas por un mal mantenimiento de las obras de riego.

En cualquier caso, lo cierto es que la agricultura de regadío, que reclama un gran dispendio de energía humana, requiere operarios sa- nos. Trabajadores procedentes de regiones previamente regadas y con- taminadas pueden llevar la malaria o la cistosomiasis a regiones nuevas de regadío.

La gran movilidad del vector de la oncocerciasis (moscas negras, en particular Simulium damnosum) supone que existe un riesgo de crear áreas favorables a su propagación allí donde los diques crean cas- cadas artificiales. Por eso la política de construir pequeñas presas en el Alto Volta ha transformado cada embalse en un criadero de Simulium spp. y ha extendido la terrible enfermedad de la oncocerciasis a valles en los que antes era desconocida.

Así pues, la construcción de los embalses necesarios para el riego

36 Evaluación de obstáculos para el desarrollo

ha tenido efectos tanto positivos como negativos por lo que respecta a las enfermedades parasitarias. Encima de la presa, la reducción del flujo y de la turbulencia del agua produce un efecto adverso en las moscas simulideas pero crea condiciones favorables para la prolifera- ción de caracoles y mosquitos anofeles. Bajo la presa, la turbulencia del agua no favorece el desarrollo de los vectores de la malaria o la bil- harziosis, pero crea condiciones favorables para la propagación de la oncocerciasis.

En términos generales, la “cementación” de un sistema de riego constituye un progreso técnico y una mejora de las condiciones sani- tarias. Idealmente, los canales de riego deberían ser cerrados y, a ser posible, subterráneos. Estas soluciones son costosas pero efectivas, co- mo lo ha demostrado el ejemplo del sur de Tunicia [Worthington 19771.

La bilharziosis y la oncocerciasis no son más que dos de los ejem- plos de enfermedades transmitidas por vectores que afectan al bienes- tar de poblaciones humanas en las regiones que consideramos. Desde luego, existen muchos otros factores ecológicos humanos de importan- cia, en particular los relacionados con la nutrición. Sólo después de que se hayan tomado en cuenta todas las precauciones tecnicas y sani- tarias, el riego puede resultar un medio indudable de desarrollo.

ObstGculos para el desarrollo de la agricultura de secano Los obstáculos para el desarrollo de una agricultura sustentada única- mente en la precipitación, a la que el hombre no complementa con otro aporte adicional de agua, se deben esencialmente a la brevedad e irre- gularidad de la estación lluviosa. Al parecer estos son los factores limi- tantes, más que la precipitación total, que reducen la gama de vegeta- les cultivables y a la vez explican la gran variación de los resultados ob- tenidos en dicha gama. La duración de la estación lluviosa, que como mucho alcanza cuatro meses, se reduce rápidamente con el adentra- miento en las zonas más áridas. Por consiguiente, el hombre puede uti- lizar únicamente aquellas variedades de cultivos que tienen un ciclo ve- getativo breve, dependiente de la relación entre la cronología de las lluvias y la distribución de la temperatura. Por eso, existe una marcada distinción entre la gama tropical de maíces y sorgos, que requieren una combinación de calidez y humedad, y la gama más templada de trigos y cebadas, mejor adaptados a las lluvias de la estación fría del clima mediterráneo.

Uno de los problemas de la agricultura tropical es la fecha de la

Obstáculos para el desarrollo de la agricultura 37

siembra, la cual debe efectuarse al principio de la estación húmeda, cuando la evapotranspiración es elevada y el riesgo de una interrup- ción prolongada de las lluvias es considerable. A orillas del Mediterrá- neo los cultivos más adecuados son las variedades tempranas resisten- tes a la sequía de trigo y cebada, que necesitan menos de 200 mm de agua durante el período de crecimiento.

De todos modos, lo que constituye el obstáculo máximo para el desarrollo, porque conlleva la inseguridad en el suministro de alimen- to, que es tanto más grave porque afecta a regiones cuya población es- tá aumentando rápidamente, no es tanto lo limitado de la gama de productos cultivados disponibles, sino la irregularidad de los resulta- dos obtenidos. En el Próximo oriente y en América latina las tasas de aumento de la población entre 1955 y 1970 fueron del 3.6 por ciento en zonas de precipitación escasa. En Africa estas tasas fueron menores (2.9 por ciento), pero tienden a aumentar. Cada estación agrícola es, pues, algo así como una apuesta a corto plazo, cuyos resultados depen- den de los caprichos del clima.

En las regiones marginales semiáridas ciertamente se registra una variabilidad interanual muy alta por lo que respecta tanto a la precipi- tación total como al número de días de lluvia. En Senegal, en 1972, el déficit global llegó a ser del 50 por ciento al norte de la línea que va de Dakar a Bakel, del 70 por ciento a lo largo de la costa y del 80 por ciento en la región del Cabo Verde. En Kairouan, en las estepas tuneci- nas, en 1934 se registraron 545 mm de lluvia y en 1945 sólo 54.6 mm. En el Chad, en Bol, donde la media correspondiente a un período de treinta años fue de 328.7 mm, cayeron sólo 59.4 mm en 1972 y 207 mm en 1973.

Multitud de ejemplos demuestran, además, que la irregularidad in- teranual varía en razón inversa a la precipitación media. En algunos ca- sos no se registra precipitación durante un período de varios años (por ejemplo, en las áreas secas del noreste del Brasil). Ello hace sumamen- te vulnerables las regiones semiáridas, no sólo en regiones que lindan inmediatamente con desiertos, sino también en una ancha orla en la que caen hasta 600 mm de lluvia estival o 400 mm de precipitación in- vernal. A mayor distancia las fluctuaciones todavía se dejan sentir, pe- ro las consecuencias son menos catastróficas.

Además de la incertidumbre relativa a la precipitación total, exis- te la incertidumbre respecto a la fecha de las primeras lluvias útiles, de la que depende la apertura de la estación agrícola. Así, la caída en for- ma de precipitaciones intensas de otoño de 300 mm, seguida de un lar-

38 Evaluación de obstáculos para el desarrollo

go período de sequía, no sirve en absoluto para el cultivo de cereales al norte del Sáhara. La catástrofe de vastas proporciones de 1945, que afectó a una extensión que va desde la región de El Gharb en Marrue- cos hasta las llanuras tunecinas, indica el grado de inseguridad en re- giones que normalmente están mejor protegidas de las fluctuaciones. En el borde tropical de la zona árida, un período seco subsiguiente a las primeras lluvias pospone el inicio real de la lluvia útil, arruinando las primeras siembras y obligando a los labradores a volver a gastar se- milla de sus reservas.

El crecimiento de los cultivos depende no sólo del volumen total de precipitación y del número de días de lluvia sino, por encima de to- do, de la distribución de la lluvia por toda la estación lluviosa. Esta distribución es por lo menos tan importante como el volumen total de agua disponible, y tal vez incluso más importante. Una producción mayor se obtiene muy a menudo en años en que hay una precipitación global menor distribuida de un modo más adecuado a las necesidades del ciclo vegetativo. Dado que la irregularidad en la distribución de la precipitación es un factor permanente, el hombre se ve obligado a con- siderar la agricultura como una especie de lotería, en particular en re- giones próximas al desierto.

Este fenómeno afecta también a los valles en los que la disponibi- lidad permanente de agua ha llevado al hombre a extender susactivi- dades agrícolas y a aprovechar el agua de las crecidas y sus efectos. El cultivo de receso de las crecidas es íntimamente dependiente del sumi- nistro de agua en cuencas de drenaje, el cual está regido por el ritmo y la regularidad de la precipitación. Salvo en los grandes ríos alógenos de Asia (bien alimentados de agua procedente de altas cordilleras) y en los ríos que nacen en los Andes, las crecidas reflejan fielmente varia- ciones de precipitación, las cuales dan lugar a que se inunde una exten- sión mayor o menor y determinan el tamaño del área cultivable. El caudal del Senegal puede bajar de 4200 ms/seg a 1600 ma/seg en el valle de su curso medio, inundando 800 000 ha o una cuarta parte de esta extensión, respectivamente. En 1973 el caudal medio anual del Chari y el Logone no llegó a la tercera parte de lo normal y el sorgo de retroceso de la crecida ni siquiera llegó a la fase de formar espigas. También los valles, lo mismo que los inte,fluvios, están pues sujetos a los avatares de un suministro de agua poco seguro.

En la agricultura de secano el agua disponible para las plantas pro- cede exclusivamente de la infiltración de agua de lluvia. Sólo en raras ocasiones se han efectuado mediciones de balance hídrico del suelo.

Obstáculos para el desarrollo de la agrkultura 39

La infiltración de agua en el suelo y su capacidad erosiva dependen en gran medida de la irregularidad de la precipitación y de variaciones de su intensidad. Por eso, el desencadenamiento súbito de una tormenta dará lugar a una escorrentía considerable, por cuanto los suelos no son lo suficientemente permeables como para que pueda penetrar en ellos toda el agua de superficie. De todos modos distintos tipos de suelos producen efectos diferentes. Los suelos arenosos de dunas o ergs tie- nen una gran capacidad de infntración (de 4 a 7 cm/h) mientras que los vertisols permiten un cierto grado de retención, en particular en sus grietas, y posteriormente se hinchan, se anegan y se vuelven tem- poralmente hidromórficos.

La fertilidad es menos importante que la dinámica hídrica (que depende de la estructura del perfil), en cuanto a factores determinan- tes del potencial agrícola del suelo. Los suelos que ofrecen ventajas substanciales son al mismo tiempo los más vulnerables a la erosión. Por ejemplo, los suelos arenosos permeables permiten una penetración del agua a una buena profundidad, lo cual limita la evaporación. Su contenido en humedad alcanza y rebasa rápidamente el punto de mar- chitez, lo que promueve el crecimiento vegetal, Por esta razón, los ha- bitantes del lugar utilizan estos suelos arenosos a gran escala. Pero el equilibrio suelo-vegetación-cultivo es precario y la erosión eólica se lleva los horizontes de arriba con particular facilidad en el caso de sue- los livianos. Además, durante la estación lluviosa el efecto mecánico de la precipitación da lugar a una separación selectiva de los elementos en base a la distribución por tamaños de grano. Las pérdidas afectan principalmente a la fracción coloidal (arcilla y humus), lo que exacer- ba el daño causado por la erosión.

Un rasgo característico de las tecnicas de producción empleadas por civilizaciones que viven en lindes semiáridas es el de que el cultivo agrícola y la crianza de animales se mantienen totalmente separados o están inadecuadamente asociados. De todos modos, las situaciones son muy variadas. En el África saheliana raramente se emplea el ganado va- cuno para labores agrícolas. Como mucho, cabe encontrar casos en que se han establecido contratos con pastores nómadas para el aprovi- sionamiento de estiércol. En el norte de Africa el arado lo hacen los bueyes en suelos densos; se emplean mulas en áreas montañosas, y el dromedario más raramente, salvo en Tunicia, al sur de la sierra princi- pal, y en Libia. En la parte central del altiplano boliviano (desierto de gran altitud) a veces se utilizan cerdos para preparar el terreno antes de la siembra. Pero no se da una integración real entre cultivos agríco-

40 Evaluación de obstáculos para el desarrollo

las y crianza de ganado; lo existente no pasa de ser una mera yuxtapo- sición de dos actividades en la misma área, hasta cierto punto favoreci- da por la cantidad de barbecho.

Ciertamente, en la agricultura tradicional se encuentra a menudo la practica de un sistema de rotación mediante el cual se alternan los cultivos con el barbecho en un ciclo bianual; este mdtodo resulta esen- cial para la agricultura allí donde suelen faltar medios de fertilización del suelo, el cual está sujeto a una intensa erosión. Otra ventaja más de estas tierras en barbecho es que retienen el agua de dos estaciones llu- viosas para una única cosecha. Las raras excepciones a este sistema de rotación cultivo-barbecho se dan en regiones muy limitadas en los de- siertos de Chile y Perú. En el valle de Chilca (6.5 km al sur de Lima) se utilizan todavía técnicas antiguas consistentes en excavaciones genera- lizadas efectuadas en el suelo llamadas pukios (1 OO x 5 0 y 30 x 30 cm) a fin de retener la humedad para el cultivo de maíz, hortalizas y fruta- les. La misma técnica se emplea en arboricultura (viñas e higueras) en Lanzarote, en las Islas Canarias.

En los bordes semiáridos con precipitación de invierno la arbori- cultura es una actividad importante. En zonas mediterráneas, los pro- ductos de los árboles (en particular higos y aceitunas) poseen un alto valor nutritivo. Higueras, olivos, almendros y pistachos no producen cosechas satisfactorias fuera de la zona semiárida. Una técnica agrícola de secano célebre es la conservada por los habitantes de Sfax, que ha servido como medio de desarrollo de enormes plantaciones olivareras, desde las estepas tunecinas hasta Tripohtaniá, donde la precipitación media es de sólo 170 a 250 mm. Esos resultados se logran mediante una técnica de desagregación del suelo por arado y de cultivo en super- ficie que desgraciadamente desconocen la mayoría de estos arboricul- tores.

A consecuencia del aumento actual de la población y de la expan- sión de los cultivos de productos para la venta inmediata, los produc- tos agrícolas dependientes de la lluvia se van extendiendo cada día más hacia las áreas en las que las cosechas son en su mayor parte cues- tión del azar.

El cese de la práctica del barbecho, el agotamiento de los suelos no abonados y su vulnerabilidad a la erosión que de ello resulta, junto con la necesidad de ganar dinero que tienen los labradores, han induci- do a éstos a extender sus actividades hacia regiones en las que el riesgo es todavía mayor. Al establecerse en las inmediaciones de pozos, utili- zan infraestructuras previamente proyectadas para la crianza de anima-

Obstáculos para el desarrollo urbano, industrial y turístico 41

les. Se han instalado grandes haciendas mecanizadas en las que el trac- tor ha reemplazado al arado para la producción de algodón y cereales (Irán nororiental, Irak, Jordania, Marruecos oriental) [Sébillotte 19731. Esta extensión de las regiones cultivadas se ha producido a expensas de los pastizales, a pesar del hecho de que los resultados económicos, que son en gran parte cuestión de azar, no justifican esta ocupación nada recomendable de tierras. El aumento de las superficies cultivadas ha. supuesto muy a menudo una utilización inadecuada del suelo, con- secuencia obvia de la cual es la destrucción de la frágil cobertura vege- tal y el incremento de la erosión. Ello lleva consigo el proceso común de desertización inducida por el hombre, que sigue siendo la causa principal de la extensión de las áreas de desierto.

Obsticulos para el desarrollo urbano, industrial y turlstico

Los problemas fundamentales de la ganadería y la agricultura están di- rectamente relacionados con la dureza del ambiente ; en cambio, el% de- sarrollo industrial y turístico no están limitados a la zona árida. Donde el clima es árido, templado o tropical húmedo, los problemas de aloja- miento, desempleo y tráfico son principalmente problemas urbanos. Sea cual sea la latitud, el estudio de un mercado industrial está siem- pre sujeto a las mismas variables (costo de energía y de materias pri- mas, costos de procesamiento y distribución). Además, el desarrollo urbano e industrial han ejercido poco impacto en los niveles de vida de poblaciones predominantemente rurales. Los obstáculos reales para el desarrollo hay que buscarlos en los sistemas económicos y sociales, y no en las limitaciones ambientales. Con todo, en el desierto y sus lin- des estas limitaciones (calor, escasez de agua e insolación) a menudo parecen agravar los problemas de cualquier ciudad o unidad industrial.

Obstáculos para el desarrollo urbano

En las ciudades del mundo árido la urbanización ha sido rápida y es- pectacular. La muy alta tasa de natalidad y la afluencia masiva desde el campo, aumentada por la incertidumbre climática y los períodos malos (como el de la sequía de 1972 en el Sahel y la India) han incre- mentado la migración hacia las ciudades. La población de Nouakchott era de 17 000 en 1965, de 40 000 en 1970 y de más de 100 000 en

42 Evaluación de obstáculos para el desarrollo

1974. En Niamey, a los inmigrados les corresponde el 7 por ciento de una tasa media de aumento de la población de 9.6 por ciento. La po- blación de Bagdad pasó de 800 000 en 1957 a 2 000 000 en 1972; de 3.5 millones en 1972, Teherán se prevé que llegue a 5.5 millones en 199 1. La población de Lima aumentó de 1.8 millones en 196 1 a 3 mi- llones en 1969, y se calculaba de 5 millones en 1980. Este incremento de la población urbana a menudo se manifiesta en una desigual distri- bución nacional de la población. Un quinto de la población iraquí vive en Bagdad, y en 1980 un tercio aproximado de todos los peruanos, en Lima-Callao.

Los problemas urbanos son todos muy agudos en el desierto por- que, si bien su expansión demográfica es muy reciente, estas ciudades son de fundación antigua. El viejo mundo produjo una civilización ur- bana temprana basada en el tráfico de caravanas y la expansión del is- lam. En Africa, como en cualquier otra parte, el islam llevó a la crea- ción de ciudades (ciudades guarnición, centros administrativos y co- merciales) apiñadas alrededor de sus mezquitas. La colonización de África del norte y América latina, junto con la explotación de recursos mineros y energéticos, también ha cambiado las antiguas ciudades y ha dado lugar a la construcción de ciudades nuevas.

Hoy estos centros urbanos se encaran con una explosión demográ- fica sin precedentes. Están mal equipados o no tienen capacidad algu- na para alojar, dar trabajo, alimentar y suministrar agua a una masa de inmigrantes empobrecidos. El desarrollo urbano no debe confundirse con una proliferación de construcciones no integradas. Entonces la ne- cesidad de agua se hace mucho mayor.

Así pues, un modo de vida urbano, debido a la variedad de usos domésticos, implica un aumento del consumo diario de agua. El con- sumo mínimo por persona en una ciudad como Bagdad es de 60 litros por día, pero en la mayoría de las ciudades puede llegar a 100 o tal vez 200 litros. De todos modos, la mayoría de las grandes ciudades es- tán en buenas cuencas de captación: faldas de montañas bien alimen- tadas de agua (Teherán, Damasco), cuencas intramontañosas (Shiraz), ríos alógenos (Kabul, El Cairo), regiones cost’eras dotadas de plantas de desalinización (Kuwait., Arabia Saudr’). Pero los elevados costos de estas plantas siguen siendo un obstáculo para paises pobres.

Un problema específico para la urbanización de zonas áridas es el gran consumo de agua en las ciudades (Bagdad consume 34 000 000 de metros cúbicos por día del Tigris), y la competencia por el agua en- tre agricultura, industria y ciudades. Además, el mal uso, el despilfarro

Obstáculos para el desarrollo urbano, industrial y turístico 43

y varias pérdidas acarrean consecuencias graves y pueden provocar subsidencia local allí donde no .se repone el agua subterránea. En el área urbana de Tucson se ha registrado un hundimiento de 254 mm.

Según la política económica, el agua puede limitar el desarrollo urbano. Las necesidades de agua son también cualitativas; no basta te- ner una cantidad suficiente de agua, ya que el agua debe ser potable. El agua puede estar cargada de cantidades peligrosas de sales minerales disueltas o de sólidos en suspensión. Muy a menudo el agua no satisfa- ce los patrones de toxicidad establecidos por la OMS. Los habitantes de las ciudades se niegan a beber agua salobre que acertadamente con- sideran peligrosa. Por último, si bien algunas ciudades tienen un siste- ma satisfactorio de distribución de agua, únicamente unas pocas cuen- tan con un sistema subterráneo de alcantarillado y sólo excepcional- mente cuentan con una planta de depuración de las aguas negras. Los sistemas de aguas residuales malos constituyen un gran peligro para la s&d pública.

El efecto del calor en la gente es otro obstáculo para el desarrollo urbano. En viviendas mal diseñadas pueden darse hipertermia, insom- nio, fatiga y problemas de adaptación. El efecto de la enorme cantidad de radiación solar que reciben los edificios solía solventarse mediante técnicas simples, pero relativamente eficientes, en viviendas tradiciona- les (aprovechamiento de la sombra, ventilación natural). Como conse- cuencia de la explosión demográfica, y del crecimiento urbano anár- quico, estas viviendas han sido substituidas bien sea por las construc- ciones totalmente inadaptadas llamadas modernas, bien sea por las vi- llas de chabolas construidas con materiales mediocres incapaces de proteger al hombre del calor. Convendría tambiCn tomar en cuenta otros problemas climáticos: las inversiones atmosféricas características de la troposfera inferior en las zonas áridas estimulan la concentración de contaminación sobre las ciudades (contaminantes industriales y ga- ses de escape de los automóviles).

En esas ciudades no sólo faltan equipamientos colectivos y vivien- das adecuadas, sino que en determinados casos las construcciones ni si- quierg reúnen condiciones para cumplir los requisitos de la vida urba- na moderna (por ejemplo, la contaminación industrial y del automóvil).

El legado histórico ha hecho sumamente difícil el desarrollo del área urbana. Las partes centrales de las ciudades musulmanas, atravesa- das por un laberinto de callejuelas, han quedado en general anticuadas y están mal ventiladas. Estas dificultades a menudo se agravan por la topografía (cerrados y peñones estratégicamente emplazados). Los dis-

44 Evaluación de obstáculos para el desarrollo

tritos muy poblados son los más desvencijados y los más necesitados de renovación, renovación que debería tomar en cuenta los aspectos positivos de la arquitectura tradicional. Las ciudades establecidas por gobiernos coloniales tienen una estructura doble. En tomo a un nú- cleo de edificios modernos dispuestos según un plan geométrico han surgido espontáneamente enjambres de distritos periféricos caóticos y superpoblados, totalmente carentes de equipamientos públicos.

Por último, la presión urbana ha extendido las ciudades despro- porcionadamente: Bagdad tiene 30 km de longitud, y Teherán, que hoy mide 25 km, llegará a 100 km en 1991. Cada día resulta más difí- cil organizar el transporte, y los costos de los equipamientos se han disparado. La subida de los precios del suelo en el centro incrementa la segregación, expulsando hacia la periferia a la mayoría desposeída.

Obstáculos para el desarrollo industtil

Si bien la desigual distribución de recursos naturales crea un desequili- brio entre las naciones que poseen y las que no poseen combustibles fósiles o minerales básicos, determinados obstáculos para el desarrollo industrial son comunes a todos los países del mundo árido y semiárido.

Las condiciones climáticas, la rala cobertura vegetal y los aflora- mientos superficiales de rocas facilitan el descubrimiento y la explota- ción de minerales, en general sin causar danos graves al ambiente. De todos modos, el calor excesivo puede producir efectos considerables en la capacidad laboral del hombre.

El primer efecto es la deshidratación. Se calcula que las exigencias de agua del hombre se cifran en 10 litros por dr’a para un trabajo fuer- te a una temperatura de 3O’C. Una gran tendencia a sudar se acompa- ña de una aceleración de los latidos del corazón y de una gran pérdida de sal. Los vasos sanguíneos dilatados pueden causar desórdenes circu- latorios, y también se produce una disminución de la atención y una pérdida de reflejos.

Se ha demostrado que en el Sáhara la curva de accidentes en la in- dustria petrolífera se ajusta mucho a la curva. de temperaturas. Estu- dios sobre el deterioro en trabajos que exigen vigilancia han demostra- do que a más de 34’C el número de errores aumenta exponencialrnen- te con la temperatura. Estas limitaciones climáticas, junto con ia en- fermedad endémica y los males conectados con la extensión del rega- dío, constituyen un obstáculo realmente serio para el desarrollo.

Obstáculos para el desarrollo urbano, industrial y turístico 45

Los recursos hídricos y en particular la disponibilidad de grandes cantidades de energía a bajo costo son dos de las condiciones básicas de la industrialización. En las modernas técnicas de producción se con- sumen grandes cantidades de agua: 600 ms por tonelada de abonos ni- trogenados, 1300 m3 por tonelada de aluminio, 150 a 300 ma por to- nelada de acero, 3 ms para refinar 150 litros de petróleo. Pero por la extremada escasez y variabilidad de la precipitación, los niveles freáti- cos en el desierto no se recargan adecuadamente. Por ejemplo, en el desierto de Kalahari prácticamente no hay formación actual de reser- vas de profundidad, y los niveles freáticos se recargan una vez cada 10 anos por término medio. En regiones semiáridas la infiltración es más frecuente, pero las fluctuaciones de los niveles freáticos constituyen un obstáculo importante para el establecimiento de actividades indus- triales que requieren un suministro regular de agua. El desarrollo de fundiciones de Monterrey (Méjico), por ejemplo, se ha visto frenado por el progresivo agotamiento de niveles freáticos a consecuencia del bombeo de profundidad. Para remediarlo sería preciso trasvasar las aguas del río Grande o incluso instalar una planta desalinizadora y un acueducto.

Además, el contenido en sal del agua de escorrentía suele ser ele- vado y varía según la naturaleza de las rocas de la cuenca de captación: se encuentra cloruro de magnesio en el mar Muerto, yeso y cloruro só- dico en Tunicia meridional, sulfatos en Paquistán occidental y nitratos en el desierto chileno.

Si la estructura geológica es favorable pero no hay nivel freático profundo (norte del Sáhara, sur de África), o allí donde no hay posibi- lidades de llevar agua desde otra parte (desiertos costeros al pie de los Andes), la escasez y la calidad del agua disp.onible hacen necesaria, en la mayoría de casos, la desalinización industrial (por intercambio ióni- co, electrodiálisis, ósmosis inversa o destilación). De todos modos, el costo del agua así obtenida, comprendida el agua dulce obtenida por desalinización del agua marina, sigue siendo prohibitivo. Es más, la de- salinización, que debe concebirse como una solución a largo plazo del problema del agua, exige grandes cantidades de energía, cuyo elevado costo y escasez constituyen un obstáculo importante para el desarrollo industrial. En Afganistán, el bajo nivel de producción de energía y la ausencia de una red de distribución nacional son los principales facto- res que limitan ka industrialización. Los países productores de petróleo también han tenido que afrontar estos problemas. En Arabia Saudí, la electricidad sigue siendo rara y cara y su transmisión muy difícil.

46 Evaluación de obstáculos para el desarrollo

La industrialización es inconcebible sin una red de comunicacio- nes efectiva. Desde hace mucho el ferrocarril ha sido un modo seguro de salvar distancias sin que le afectara la aridez (el motor diesel funcio- na casi sin nada de agua). Aunque la topografía es generalmente favo- rable, con la salvedad de las grandes altitudes de los desiertos andinos, las condiciones desérticas son muy variadas (las vastas costras calcáreas y regs son superficies de desierto muy estables, pero las dunas y los tramos arenosos resultan más difíciles de atravesar). Durante la cons- trucción del Transcaspiano, para cruzar el Karakumy fue preciso esta- blecer trincheras, consolidar sus márgenes con paredes de zarzas y plan- tar Arthrophytum persicum o A. haloxylon; sin embargo, estas solu- ciones no son aplicables por doquier, y en particular no en el Sáhara.

De todos modos, los obstáculos principales son económicos. Un sistema de comunicaciones evidentemente no resultará de provecho si no hay bienes suficientes que transportar, Pensando en ello, una red así es concebible únicamente para minería. La vía férrea que conecta F’derik con Nouadhibou es rentable sólo por los trenes de carga lar- gos, pesados y, por consiguiente, muy lentos que la utilizan. En los países del mundo árido y semiárido, a la complejidad de la situación se suma la desigual distribución geográfica de recursos. Los países árabes de Oriente Medio, por ejemplo, poseen más del 60 por ciento de los recursos petrolíferos identificados; igualmente, los ingresos de Chile y Mauritania proceden casi exclusivamente del cobre y el hierro. En cam- bio, Malí, El Chad y Sudán hoy no pueden confiar en exportar energía 0 materias primas.

Los problemas del desarrollo industrial no pueden ser considera- dos en los mismos términos para uno que para otro de estos dos gru- pos de países. Además, los países que producen elevada renta per cápi- ta (Abu Dhabi, Kuwait, Libia, Qatar, Arabia Saudí) poseen unos re- cursos financieros que van incrementándose rápidamente. Pero su po- blación es pequeña. A consecuencia de ello padecen de escasez de ma- no de obra industrial y de un mercado interno limitado. Su infrastruc- tuctura de transporte está subdesarrollada y los minerales básicos esca- sean o están todavía subexplotados. Por otra parte, en aquellos países productores de petróleo con una renta per cápita más baja (Argelia, Irak, Irán), las condiciones son más favorables para la industrialización. La fuerza de trabajo es mayor, el sistema de comunicaciones está bien desarrollado (aunque en algunos casos es todavía insuficiente, como en Irán) y los recursos mineros son más diversificados y a menudo ya se están explotando. Sea cual sea la situación, la mayoría de estos paí-

Obstáculos para el desarrollo urbano, indystrial y turístico 47

ses cuentan ya con industrias mineras y producen una variedad de bie- nes de consumo destinados a evitar, y progresivamente a substituir, importaciones (textiles, industria ligera, materiales de construcción, por ejemplo).

Estos obstáculos se agravan todavía más en países que carecen de salida al mar. La lejanía de los puertos, la longitud y las dificultades de las comunicaciones lastran gravemente los costos del transporte. Las fronteras de Níger, por ejemplo, están a 650 km del océano, y la dis- tancia del Chad al golfo de Guinea supera los 1500 km y debe salvarse, sucesivamente, por carretera, ferrocarril y a veces canales fluviales, co- mo entre Pointe Noire y N’Djamena. Los efectos de la insolación y las grandes distancias se dejan sentir al máximo porque la población está desigualmente distribuida y a menudo suele ser necesario atravesar re- giones deshabitadas o de escasa población entre regiones de gran densi- dad, como en Malí. El cerco de tierra en que se hallan estos países, que como consecuencia afecta desfavorablemente a la balanza de pa- gos y frena las inversiones, sigue siendo uno de los grandes obstáculos para el desarrollo.

Turismo

Las características físicas y climáticas de las zonas áridas y semiáridas son particularmente favorables para el desarrollo del turismo, dados un clima adecuado para el turismo de invierno, paisajes que se salen de lo corriente, en algunos casos yacimientos arqueológicos célebres, re- giones costeras atractivas y la posibilidad de establecer parques nacio- nales con nimia dificultad. En base a estos factores, varios países con- ciben el turismo como una industria básica e incluso como el vehículo para su desarrollo global. El desarrollo del turismo tiene varios efectos positivos que, teóricamente, pueden beneficiar a otros sectores de la economía: mejora y mayor rapidez de la rentabilidad económica en cuanto a carreteras y telecomunicaciones, aumento del número de ho- teles, grandes inversiones para la sanidad pública y la provisión de agua potable, creación de puestos de trabajo. Por eso, para satisfacer las de- mandas crecientes de una civilización del ocio en los países industriali- zados, el desarrollo del turismo en las regiones áridas y semiáridas pro- bablemente será muy rápido.

Sin embargo, este desarrollo tropieza con diversos obstáculos vin- culados a fluctuaciones económicas, modas internacionales y financia-

48 Evaluación de obstáculos para el desarrollo

ción exterior. Por su propia naturaleza el turismo es sumamente de- pendiente de la demanda extranjera. Así pues, está sujeto a competen- cia internacional y a las fluctuaciones de un mercado estacional. Tam- bién resulta notablemente sensible a la incertidumbre política. Estu- dios económicos efectuados en Tunicia han demostrado que el turis- mo entraña la importación de productos acabados caros, que se calcu- la que suponen entre el 14 y el 27 por ciento de los beneficios brutos. Ello tiende a reducir los ingresos que suponen las divisas extranjeras. En la mayoría de los casos el Estado interviene en la financiación de estos proyectos (directa o indirectamente, ayudando con facilidades de pago o subvenciones) incluso en casos en que ello supone endeuda- miento. Además, la naturaleza estacional del turismo inmoviliza capi- tal en equipamientos de lujo en países generalmente pobres. El desa- rrollo del turismo a lo largo de vastas extensiones costeras a veces des- poja a los granjeros de tierras valiosas. Más graves son los efectos sobre el suministro de agua; en un ambiente en el que el agua no resulta fácil de conseguir, el turismo resulta un nuevo competidor. Además, el efec- to multiplicador del turismo, muy considerable en algunos países ári- dos industrializados, requiere un contexto socioeconómicoespecífco. Por último, junto con una industria destinada a satisfacer las necesida- des de los extranjeros, conviene desarrollar recursos recreativos princi- palmente para poblaciones locales.

III. Propuestas para el desarrollo

En toda planificación para el desarrollo hay que evitar dos extremos: - el romanticismo pasado de moda que aboga por un retorno a for-

mas tradicionales de utilización de las zonas áridas y semiáridas y que rápidamente conllevaría la transformación de estas regiones en parques naturales o lugares de exhibición de civilizaciones tra- dicionales para turistas más o menos informados;

- un punto de vista científico y futurista que, bajo el disfraz de pre- pararse para el siglo XXI, pretende que todos los problemas pue- den resolverse mediante la ciencia y la tecnología y se concentra en la investigación fundamental más que en la introducción de técnicas prácticas encaminadas a facilitar la satisfacción de necesi- dades inmediatas de la población local o a mejorar su situación.

Si bien no cabe ignorar las posibilidades que puedan ofrecer los descu- brimientos técnicos futuros, conviene tratar de evitar una ruptura de- masiado brusca con la tradición. Cualquier cambio en las relaciones simbióticas y en los equilibrios entre las sociedades humanas y el am- biente natural exige una cuidadosa reconsideración del conjunto. Tam- bien debe hacerse la distinción entre lo que sería de desear y lo que de hecho es posible, así como entre ciencia ficción y ciencia aplicable en el mundo real. Finalmente, hay que revisar algunas estructuras institu- cionales, por cuanto constituyen obstáculos para el desarrollo (estos obstáculos institucionales se han mencionado al tratar sobre la agricul- tura y la crianza de animales). La educación y la capacitación profesio-

50 Propuestas para el desamollo

nal evidentemente son importantes para el desarrollo de estas zonas, pero ésos son factores esenciales en cualquier proyecto de desarrollo y su importancia ya se ha subrayado en otras partes.

Propuestas para zonas áridas

En regiones áridas, los poblamientos humanos pueden establecerse únicamente bajo condiciones hidrológicas e hidrogeológicas especiales (excluida la minería de extracción, para la cual se llegan a pagar gran- des costos para tener agua). Areas urbanas grandes, como Lima, pudie- ron desarrollarse gracias a la facilidad para llevar agua de otra parte y por su emplazamiento próximo al mar. Los problemas de estas exten- sas áreas urbanas son fundamentalmente los mismos que los de las áreas urbanas de otras zonas climáticas, en particular por lo que respecta a la conveniencia de desarrollar unidades urbanas de tamaño menor (me- diante una política de ciudades medianas).

La crisis de los oasis tradicionales en el Viejo Mundo es un hecho menos corriente. Salvo contadas excepciones, la agricultura de oasis ya no puede competir con las empresas modernas del sector. Un servicio civil o una pensión militar modestos, por no mencionar los salarios que se pagan en proyectos de obras públicas o en proyectos de campos petrolíferos, proporciona un ingreso mayor que el obtenido de la agri- cultura. Muchos oasis del Sáhara del norte, como el de GhadamCs en Libia, deben su supervivencia al dinero que les llega de fuera. En algu- nas circunstancias, la palmera datilera que produce el fruto de alta ca- lidad de la variedad “deglet nour” podría ser la clave para la moderni- zación, pero exige muchos cuidados y mano de obra y está a merced de los ataques de “bayoud”, una enfermedad fungosa de la que poco se sabe.

En oasis modernos o modernizados, deberían aplicarse procedi- mientos de precios especiales para el agua destinada a fines agrícolas, puesto que ‘existe un riesgo de que otros usuarios que pueden pagar precios mucho más altos monopolicen todas las existencias para su propio provecho. Así ocurre en Tunicia, donde el agua que usan los turistas va en detrimento de la arboricultura; en Lima, es tal la canti- dad de agua utilizada domésticamente por los habitantes de la ciudad que queda poca para los huertos. Se hace necesario el uso de técnicas para reciclar agua y para utilizarla en agricultura.

La crianza de animales en zonas áridas está asociada con una for-

Propuestas para zonas semiáridas 51

ma de vida que parece condenada a la desaparición. Su supervivencia está ligada a la de determinadas instituciones cuya revitahzación a tra- vés del desarrollo económico no es realista, ya que se negaría a los pas- tores la única función remunerativa de la que antes gozaban, la de con- ductores de caravanas o “guías del desierto”.

Propuestas para zonas semihidas

Desarrollo de la ganadería

Modernizar el pastoreo, mejorar su productividad, asegurar su integra- ción en la economía nacional y su existencia armoniosa codo a codo con otras actividades -0 sea, convertirlo en un sector en desarrollo al tiempo que compite por la tierra con los cultivos que de todas mane- ras no se libran de los riesgos climáticos-, todo ello exige decisiones técnicas difíciles y un empeño político tenaz. Además, los planes no son todos igualmente apropiados. Si bien se han logrado importantes resultados en la prospección y la extracción de agua, en particular de agua subterránea, y se ha incrementado el ganado gracias a los avances en medicina veterinaria, poco se ha avanzado en la mejora de los pas- tos.

El primer requisito en el desarrollo de la crianza de animales es asegurar para los rebaños comida más abundante, regular y nutritiva. Si se alimentan de vegetación natural del pastizal, el objetivo principal debería ser el de asegurar su utilización racional. El hacerlo implica, en primer lugar, limitar el número de animales. Pero las causas del sobre- pastoreo demuestran las dificultades de una operación que sólo puede tener Cxito en el contexto de una política global de gestión del suelo y de un desarrollo económico integrado. Ello conlleva la búsqueda de soluciones ecológicas tales como las que contemplan la estructura del Proyecto 3 del programa El Hombre y la Biosfera @IAB) de la Unesco y el programa de FAO sobre Gestión Ecológica de los Pastos Aridos y Semiáridos en África y en el Oriente próximo y medio (EMASAR), así como la preparación de mapas de utilización del suelo como el Mapa Mundial de Suelos [Unesco-FAO].

La utilización racional de los terrenos de pasto también implica un cambio de gestión. Ello puede lograrse precisamente mediante una política de gestión del suelo. Demasiado a menudo el uso de los pastos se ha visto perturbado por la fragmentación de sociedades pastorales,

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el debilitamiento o incluso la desaparición de sus antiguas estructuras organizativas y la invasión de los granjeros. Cualquier intento de resta- blecer estas tierras de pasto debe, por consiguiente, implicar la asigna- ción de tierra específicamente para fines de crianza de animales allí donde en particular el movimiento de manadas y rebaños pueda ser or- ganizado de manera racional. Implica tambien la asignación de esta tie- rra a unidades pastorales coherentes, con capacidad de gestión, que pueden revestir diversas formas legales, desde la simple asociación de grupos tradicionales a una cooperativa o una compañía. Experimentos en Kenia y Siria demuestran que la división de la tierra, junto con la asignación de sectores reservados al ganado a organizaciones de pro- ductores responsables no es una idea abstracta, sino algo ya llevado a la práctica. Una medida de este tipo tambien evitaría que se usaran pa- ra otros fines (con lo cual los pastores casi nunca se aprovechan) las in- versiones destinadas en principio a beneficiar a los pastores, en espe- cial los puntos de agua.

Es también en la trama de áreas pastorales defmidas con precisión donde cabe introducir medidas de un tercer tipo para mejorar los te- rrenos de pasto. Ello implicaría, antes que nada, limitar el número de cabezas de ganado, en particular en las estepas y las sabanas, donde se dan los problemas principales de sobrepastoreo y donde la supercon- centración de ganado provoca la desaparición de las mejores especies forrajeras, como se ha visto en Somalia. Además, los pastizales se em- plearían rotativamente, como en determinadas sociedades de Africa y del Próximo Oriente, reservando áreas en las que no se pasta más que al final de la estación seca y que se dejan regenerar espontáneamente durante ocho o diez meses de reposo en la estación lluviosa. Para una mejora directa de los pastos naturales, son pocas las propuestas practi- cables que cabe formular aquí, dada su diversidad (ligada a la naturale- za del suelo, composición de la comunidad vegetal, densidad de vege- tación, valor nutritivo, biología, etc.) pero también debido a que en este ámbito no se han realizado investigaciones.

La importancia de los árboles como sustento animal en general se ha subestimado. Podrían instituirse diversas medidas protectoras para promover una utilización racional, y muchas especies podrían aumen- tar su población mediante una plantación sistemática (en particular de especies leguminosas) para proporcionar reservas de pienso nutritivo para la estación seca. Una política sistemática que estimule la arbori- cultura para pienso podría ser una piedra angular de programas de ges- tión del suelo. En el caso de la crianza de animales ello no sólo resolve-

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ría el problema de las reservas de pienso para el final de la estación se- ca, sino que además permitiría el uso de la tierra querodea los puntos de agua, la cual queda abandonada durante la mayor parte del año por falta de pasto.

Por lo que respecta a la mejora de pastos anuales y, en particular, al emiquecimiento del barbecho en las rotaciones de cultivos de cerea- les, apenas es posible hacer ninguna propuesta concreta. Si bien diver- sos autores se han referido a los cultivos del posible pienso y de legu- minosas, parece que el único ejemplo se halla fuera del Tercer Mundo, en el sur de Australia, donde el suelo en barbecho está siendo transfor- mado en terreno de pasto mejorado mediante la introducción de tré- bol subterráneo. Éste es un campo de investigación prácticamente inex- plorado, por lo menos en aquellas regiones en que la precipitación no llega a 500 mm, ya que parece que Stylosanthes ybledicago sólo dan resultados satisfactorios si la precipitación anual pasa de 500 mm.

Conviene referirse al uso racional de los cultivos para pienso en te- rrenos de regadío. Por ahora, su papel ha quedado extremadamente li- mitado, debido tanto a la alta población de estas áreas como al bajo precio de la carne, lo que explica por qué los escasos ejemplos de cam- pos de alfalfa de regadío no se encuentran más que con granjas espe- cializadas en producción de leche, como en Siria o Chile.

En cuanto a la gestión del agua, se cuenta con un buen cúmulo de experiencias y una amplia gama de técnicas probadas. Donde debería ponerse el acento es en la gestión racional de los abrevaderos. La expe- riencia del Sahel africano destaca los riesgos que entrañan los pozos de gran caudal. Al promover concentraciones anormales de ganado se co- rre el peligro de llevar a un sobrepastoreo que rápidamente destruye la cobertura vegetal y vuelve inútiles los propios puntos de agua. Siempre que sea posible, una política basada en nubes de pozos ubicados racio- nalmente es preferible a la profundización sistemática de pozos ya profundos. Por encima de todo, es vital que cualquier política de ges- tión del agua vaya acompañada de un plan de gestión del suelo, de mo- do que se mantenga un equilibrio entre el número de cabezas de gana- do que emplean los manantiales o los pozos y el número que puede utilizar los terrenos de pasto correspondientes. Ello implica preparar una política de aguas y pastos a nivel nacional en colaboración con las sociedades pastorales; ‘la demarcación de los pastos podría dar el mar- co para este tipo de política. Estas áreas deberían confiarse a la ges- tión de grupos responsables; la propiedad de tales áreas debe quedar claramente definida desde el principio.

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La gestión racional de la tierra es, además, un requisito esencial de los metodos modernos de producción de ganado, en particular por lo que respecta a la especialización regional. Considerando la diversidad de los países en cuestión y el lugar tan desigual que las regiones áridas y semiáridas ocupan en ellos, es fútil tratar de diseñar un modelo gene- ral de una especialización tal. Un análisis de las iniciativas espontáneas más prometedoras, tomadas para remediar la baja productividad co- mún a los rebaños, sugiere que los países secos con pastoreo nómada deberían especializarse en la reproducción y establecer relaciones con los países o las áreas que engordan ganado, bien sea de regiones más húmedas, donde los granjeros suelen poder engordar ganado en naves o en su suelo, o bien de áreas donde la tierra de regadío se emplea para esta modalidad comercial.

Esta última solución hoy resulta difícil de aplicar en países no in- dustriales por razones económicas, en especial por los precios no satis- factorios obtenidos de la carne y, aún peor, del ganado vivo. Por eso, la cuestión de la organización de las salidas y el mercado es vital. Con- lleva una política nacional concerniente a las relaciones entre las ciu- dades y las regiones desarrolladas por un lado y las áreas de países marginales por otro, y a las relaciones entre países afectados por cli- mas áridos y continentales y los países en los que reman unas condi- ciones naturales más favorables. Sin embargo,una dificultad importan- te radica en la explotación de las áreas de reproducción por especialis- tas en engorde de ganado. Los ejemplos demuestran que se compra ga- nado vivo por casi nada a las puertas de las modernas instalaciones in- dustriales de engorde, y que son los hombres de negocios quienes sa- can el máximo provecho de la operación. Las soluciones técnicas más satisfactorias resultan ineficaces para el desarrollo si no están integra- das en un sistema organizativo que asegure que se beneficien los pro- ductores.

Desarrollo de cultivos de regadío

La gestión racional del agua a nivel nacional reviste particular impor- tancia en países áridos para evitar el despilfarro y regular mejor el uso del agua en varios sectores.-Un organismo central responsable de la po- lítica de aguas podría lograr este objetivo, como ocurre, por ejemplo, en Hungría e Israel.

En cualquier caso, el desarrollo de regiones de regadío siempre de-

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bería basarse en estudios minuciosos sobre la cantidad y la calidad del agua disponrble. Cuando un curso de agua pasa de una zona regada a otra o de un estado a otro, debe haber acuerdos que definan el volu- men de agua, así como determinados patrones de calidad (contenido en sales, proporción de sólidos en suspensión, etc.). Además, el agua subterránea debe ser cuidadosamente analizada antes de emplearse pa- ra regar. Hay que estudiar los cambios en el tiempo y ene1 espacio de las aguas subterráneas fósiles que no se reponen o de reposición pobre. Modelos análogos, como los hechos para el agua subterránea del norte del Sahara y la cuenca del Chad, pueden servir para la explotación de otros sistemas hídricos. También deben preverse los efectos sociales y económicos de la utilización de este agua.

Los proyectos de riego deberían estar integrados en una red de ac- tividades complementarias e interdependientes, en el contexto de una cuenca de drenaje particular. La propuesta de desarrollo debería plani- ficar la gestión global del suelo y tener presente el modo en que tradi- cionalmente se ha venido utilizando la tierra,

La construcción de una presa no es en sí misma un signo de desa- rrollo. Para que una presa sea efectiva hay que considerar su impacto en todo el valle, lo mismo aguas arriba que aguas abajo. Si no se toman las medidas necesarias para proteger el suelo de la erosión valle arriba, el lago del embalse es susceptible de colmatarse más rápidamente. Si no se prevé el drenaje aguas abajo, vastas extensiones pueden volverse estériles inmediatamente. La regulación de las cantidades de agua a disponer para riego debe calcularse en función de los datos climáticos, los resultados que se pretende obtener del regadío y la calidad del agua a utilizar. Bajo determinadas condiciones del suelo es posible re- gar con agua relativamente bastante salada (3 a 4 g de sal/l) si ello se acompaña de un drenaje adecuado. Los estudios efectuados sobre el tema, en particular en Tunicia, podrían resultar útiles para otros paí- ses.

Los embalses enormes pueden generar más problemas que venta- jas. Por consiguiente, en cada caso conviene examinar minuciosamente todas las alternativas posibles, como, por ejemplo, una serie de embal- ses de menor volumen. Hasta el presente no se han encontrado tecni- cas efectivas para reducir la evaporación en embalses, a consecuencia de la cual se produce una perdida considerable de agua en los lagos de almacenamiento (casi un litro de cada ocho en Asuán, por ejemplo). Por otra parte, el gran volumen de agua que pueden contener estas presas posibilita el mitigar los efectos de sequías prolongadas.

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La gestión económica y social de las regiones regadas es tan im- portante como su gestión técnica. Si hay que hacer asignaciones de tie- rra de regadío, hay que cuidar de dividir de tal manera que las parcelas resulten lo suficientemente grandes y capaces de producir excedentes que aseguren que pueden devolverse los prestamos. El plan de finan- ciación debe permitir que las instalaciones asociadas se desarrollen al mismo ritmo que las principales obras de ingeniería. Los retrasos en aquellas operaciones a menudo acarrean consecuencias desastrosas tan- to para la agricultura como para la salud y, en última instancia, tam- bien desde el punto de vista financiero, porque las inversiones ya he- chas no dan réditos satisfactorios. Conviene proveer desde el principio el dinero necesario para el rápido establecimiento de las instalaciones secundarias y para su conservación permanente.

Acertar en la elección de las dimensiones de las regiones regadas es esencial para asegurar un rendimiento adecuado de la inversión. Una investigación reciente [Worthington 19771 basada en informes de los comités nacionales de la Comisión Internacional para el Riego y el Dre- naje de 29 países y que implica 91 regiones regadas (de dentro y de fuera de regiones áridas y semiáridas) demuestra que la excesiva com- plejidad de muchas instalaciones para la gestión del agua a menudo provoca pérdidas de agua muy superiores a las resultantes de la infil- tracion y evaporación en los canales de riego. .Los mejores resultados se obtienen a dos escalas diferentes. El tamaño óptimo de las unidades de rotación parece situarse entre 70 y 300 ha. Por encima de 600 ha y por debajo de 40 ha., la gestión del agua disponible generalmente sufre un deterioro marcado. El tamaño óptimo de las zonas de‘regadío pare- ce situarse entre 3000 y 5000 ha y la gestión del agua disponible se de- teriora marcadamente por encima de 10 000 ha y por debajo de 1000 ha. Como consecuencia, se ha sugerido que las unidades a crear no ten- gan menos de 1000 ha y que las grandes zonas de regadío (de más de 10 000 ha) se subdividan en bloques de 2000 a 6000 ha.

Estas conclusiones coinciden con la idea ya expresada de que las proporciones gigantescas de determinados proyectos no necesariamen- te garantizan el exito y sin duda alguna no son la forma más efectiva de utilizar el agua disponible. En cada bloque las condiciones topográ- ficas, así como el tamaño de las diferentes granjas, evidentemente de- termina los límites de cada unidad de rotación. Sin embargo, parece importante que en diferentes unidades la rotación de la provisión de agua a granjeros sea independiente de su distribución a unidades adya- centes, para evitar en lo posible las pérdidas de agua de riego.

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Finalmente, en última instancia el Bxito de las zonas de regadío depende del tipo de granja que se haya establecido o promovido. A es- te nivel, las soluciones pueden ser muy variadas, según las condiciones históricas y demográficas o las opciones políticas. En Australia la ex- tensión del regadío en la cuenca del Murray se ha visto impedida por falta de mano de obra. Contrariamente, en otros países resulta difícil dar cabida a todos (en Africa del Norte, por ejemplo). En una misma zona de regadío cabe encontrar, una junto a otra, diferentes tipos de granjas (grandes granjas capitalistas, granjas gestionadas por una admi- nistración estatal, pequeñas granjas tradicionales independientes, culti- vo de parcelas “sociales” más o menos bien conectadas a cooperativas, etc.), como ocurre en Marruecos.

Un estudio reciente sobre la modernización de la agricultura en la zona de Dez de Khuxistán en Irán [op. cit.] ha subrayado la dificultad de obtener resultados que sean satisfactorios tanto económica como socialmente debido a que la mecanización aumenta el desempleo. El establecimiento de empresas agrícolas que gestionan entre 10 000 y 20 000 ha ha conllevado un aumento substancial de la productividad, pero ha reducido la mano de obra necesaria en un 75 por ciento. A es- te respecto, los complejos agroindustriales, como el de Haft Tappeh, resultan de lo más ventajoso. Aunque lo que rinde la inversión es mu- cho menos, emplean una fuerza de trabajo numerosa. Esta fuerza de trabajo, que ha dejado disponible la mecanización de la agricultura, se ha empleado localmente en plantas de procesamiento de caña de azú- car. Las industrias alimenticias, y de manera más general las industrias implicadas en el procesamiento básico de productos agrícolas, pueden ofrecer unos cuantos puestos de trabajo a los granjeros que quedaron sin empleo a consecuencia del uso generalizado de máquinas y del rea- grupamiento de tierras. Por eso, el establecimiento de complejos agro- industriales parece muy conveniente, por razones económicas y espe- cialmente por razones sociales.

El mismo estudio revela que la producción de excedentes comer- cializables por los granjeros tradicionales en las regiones regadas no exige la desintegración de comunidades sociales tradicionales ni la su- presión de todas las estructuras agrarias preexistentes. Si bien el culti- vo de alimentos básicos como los cereales a veces resulta más rentable en campos extensos con potentes máquinas para reducir costos de pro- ducción, otros cultivos pueden reservarse a pequeños granjeros tradi- cionales que son perfectamente capaces de desarrollar su producción con sólo recibir una buena remuneración y un apoyo técnico y comer-

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cial adecuados. Ello puede conseguirse mediante una red de coopera- tivas, cuya efectividad dependerá de una solución intermedia acepta- ble entre dos extremos: cooperativas muy grandes, poderosas por su. organización y su impacto en la economía, pero que apenas tienen que ver con las aspiraciones de los granjeros, y cooperativas pequeñas, más cercanas a los granjeros y controladas por ellos, pero que no alcanzan el tamaño necesario y carecen de medios suficientes para influir en otras organizaciones económicas y sociales.

Otro experimento interesante [Balbo 19751 que hoy se sigue en algunos países del Sahel (Malí, Senegal, Chad) parece indicar, por lo menos en algunos casos, que los grandes proyectos de regadío y los lle- vados a cabo a pequeña escala en aldeas tradicionales no son incompa- tibles, sino que pueden complementarse mutuamente. Los grandes proyectos (que aprovechan grandes ríos alógenos) contribuyen al desa- rrollo a largo plazo, en particular en el Sahel. Sin embargo, estos gran- des proyectos sólo tendrán Cxito si a su debido tiempo se toman nu- merosas medidas de precaución. Además, sus costos de construcción y sus costos de funcionamiento son muy elevados y las técnicas de ges- tión altamente avanzadas que exigen los grandes proyectos limitan la participación de la población local.

En proyectos a nivel de pequeñas aldeas (zonas de regadío de en- tre 10 y 25 ha con agua de bombeo, por ejemplo) la gestión del agua dista mucho del nivel óptimo de los patrones modernos. De todos mo- dos, estos proyectos ofrecen muchísimas ventajas. Dado que los costos de construcción y conservación son bajos, la propia construcción pue- de ser muy rápida. Ello puede ser importante en vista de los urgentes problemas de algunas zonas densamente pobladas. El valor demostrati- vo de estos proyectos también es muy importante, por cuanto en las fases iniciales no son indispensables las técnicas importadas de alto costo y puede emplearse mano de obra local en todas las operaciones sin perturbar a las comunidades agrícolas. Una participación local a gran escala parece garantizar el éxito, por cuanto la gente conserva con más empeño y mayor efectividad las obras que ha ayudado a construir. Finalmente, en este proceso pueden adquirirse hábitos nuevos y nueva destreza y estas unidades básicas pueden llegar a incorporarse a pro- yectos mayores con más medios a su disposición. Así pues, parece que los grandes proyectos modernos y las operaciones a escala de pequeña aldea se pueden complementar mutuamente siempre que el ambiente sea adecuado. Mientras esperan su incorporación a programas mayo- res, los proyectos pequeños proporcionan enseñanzas sobre las técni-

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cas de regadío e involucran mucho más a los labradores en su propio desarrollo.

De todos modos, sería absurdo suponer que. las zonas de regadío permiten sustentar poblaciones grandes y proporcionar un nivel de vi- da adecuado a sus habitantes. Parece particularmente importante evi- tar crear dominios de prosperidad que atraen grandes movimientos mi- gratorios de regiones desamparadas. Los esfuerzos por planificar y mo- dernizar la economía deberían extenderse a regiones enteras, y no que- dar confinados únicamente a zonas de regadío. Por último, a otro ni- vel, la comercialización de los productos agrícolas reclama una red de comunicaciones efectiva hacia los centros vitales de un país o de otros países.

En casos contados en los que las inversiones a gran escala no están limitadas por la necesidad de un provecho financiero inmediato ,la agri- cultura de regadío basada en las técnicas más avanzadas y que propor- ciona resultados excelentes puede ser establecida en unas cuantas áreas. De todas maneras estas empresas, poco frecuentes pero no imposibles, deben quedar encuadradas en la trama de una política integrada de gestión del suelo.

El cultivo en zonas de regadío requiere técnicas particularmente exigentes y especializadas (un arado muy cuidadoso del campo, la pro- tección del cultivo, etc.) que no pueden improvisarse. Su introducción en regiones en las que se desconoce exige una transformación difícil de los comportamientos tradicionales (la transformación de pastores nómadas en granjeros o la de simples labradores en labradores de rega- dío muchas veces no ha resultado). Un ejemplo entre otros lo propor- ciona el desarrollo del área de Jhashim el Girba en Sudán. Este proyec- to, iniciado en 1964, se diseñó para reasentar a los nubienses, cuyas tierras habían quedado inundadas por las aguas del lago Nasser, aguas arriba de la presa alta de Assuán. Otro objetivo del proyecto era asen- tar en tierra de regadío a poblaciones nómadas y seminómadas que has- ta entonces habían vagado por la región. Los resultados insatisfacto- rios obtenidos hasta el presente son atribuibles en parte a dificultades técnicas, pero en su mayoría se deben a problemas de adaptación. Las diversas poblaciones transferidas a la zona no habían sido suticiente- mente preparadas para su reubicación. Ello dio lugar a un gran absen- tismo (los nubienses todavía mantenían intereses permanentes en algu- nas ciudades, y a las poblaciones nómadas y seminómadas les seguía atrayendo la crianza del ganado), incompatible con un desarrollo efec- tivo de la agricultura de regadío.

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Así pues, el riego exige no sólo personal tecnicamente adiestrado con un buen conocimiento de la agronomía, sino también gente que haga el trabajo efectivamente. Los errores son frecuentes y las equivo- caciones suelen acarrear consecuencias graves. La necesidad de una su- pervisión constante de cambios en el suelo y el agua requiere que las operaciones técnicas vayan acompañadas de programas de educación e información.

La educación sanitaria de la población es tambien una parte esen- cial de todas las medidas de prevención de enfermedades parasitarias asociadas a la expansión del regadío, así como de programas de erradi- cación de tales enfermedades, como los programas de control de la on- cocerciasis emprendidos por la OMS.

Por lo tanto conviene recordar que el riego, tanto en sí mismo co- mo en las medidas asociadas que exige, implica técnicas que requieren un manejo muy cuidadoso. Cualquier proyecto relacionado con agri- cultura de regadío debe ir precedido de estudios interdisciplinarios concienzudos. Los estudios del preproyecto deben empezar a nivel de granja individual y de campesino individual.

Evidentemente, para seleccionar los cultivos a plantar hay que te- ner en cuenta las posibilidades climáticas. Hay que establecer un equi- librio correcto entre cultivos de consumo propio y cultivos para la ven- ta; la comercialización de estos últimos debe ser organizada de manera satisfactoria, evitando en particular el sistema de vender cultivos en la fase de crecimiento. Suele ser conveniente reservar por lo menos una parte de la tierra de regadío para cultivar pienso. Ello permite una me- jor integración entre agricultura y ganadería, teniendo en cuenta que esta integración sigue siendo una componente esencial de cualquier “revolución” agrícola.

Una asociación intima entre producción agrícola y crianza de ga- nado es mutuamente beneficiosa. Los animales mejor alimentados son más productivos; la fertilidad del suelo, que se agota rápidamente por el riego, puede ser mejorada regularmente mediante la adición de es- tiércol. El riego estacional y el de todo el año crean sus propios pro- blemas especiales. El paso del primer tipo de regadío al segundo, que con frecuencia aparece como la solución ideal cuando los recursos hí- dricos son suficientes, no siempre es conveniente (debido al riego de anegamiento y salinización del suelo y al de agotamiento del suelo). Por otra parte, conviene resaltar las ventajas de alternar la agricultura de secano con la de regadío en el mismo campo si el clima lo permite. Este método permite usar menos y mejor los aportes de agua; además,

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la desecación durante un período breve ayuda al suelo a reestructurar- se.

Desarrollo de la agricultura de secano

La producción agrícola de países donde llueve poco tiene una impor- tancia vital para su economía. Un informe de la FAO estima que el 37 por ciento del PNB en estas áreas procede de la agricultura, que em- plea al 67 por ciento de la población activa. Ademas, aumenta la ex- tensión de las zonas cultivadas. En Africa del Norte y el Próximo Orien- te, la zona cerealtra aumentó de 10.6 millones de ha en la década de 1950 a ll .7 millones de ha en 1970, y en la región de Sahel-Sudán, de 16.3 millones de ha en 1960 a 17.2 millones de ha en 1970. Se han apreciado aumentos muy considerables en el Sudán y Etiopía.

Esta expansión se ha logrado a expensas de los terrenos de pastura y sólo ha servido para seguir reduciendo los recursos pastorales, mien- tras que los resultados (bajas cosechas de cereales de 700-800 kg/ha) no compensan los efectos perjudiciales. La producción va muy rezaga- da en relación a las necesidades creadas por el considerable crecimien- to de la población. Por eso el progreso técnico y la incrementada pro- ducción, que son vitales pana el desarrollo, exigen la estabilización y h- mitación de zonas de cultivo. La respuesta radica no tanto en cultivar extensiones mayores sino en mejorar las cosechas y cambiar las técni- cas. Hay dos líneas de actuación posibles: establecer grandes granjas capaces de hacer rentable el empleo de medios de producción moder- nos o bien difundir el conocimiento de tecnicas nuevas iniciando acti- vidades entre todos los pequeños granjeros. Dado que una solución no excluye la otra, he aquí algunas ideas susceptibles de aplicarse en un futuro inmediato por granjeros en zonas semiáridas. Se han descartado los vastos programas de ámbito planetario por cuanto la experiencia ha demostrado que eran utópicos.

Desarrollo de técnicas de secano La primera mejora puede hacerse en el sembrado de variedades, la ro- tación de cultivos y la eliminación del barbecho o su reorganización, según las circunstancias específicas.

Si se emplean variedades nativas y resistentes ya seleccionadas por siglos de experiencia de los labradores, es perfectamente factible obte-

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ner plantas que resisten la sequía y que se adaptan al contenido en agua del suelo, dando una cosecha mínima en períodos desfavorables y cul- tivos excelentes cuando la lluvia abunda. Ya se conocen variedades de sorgo en regiones tropicales (la variedad Federita en Sudán). Varieda- des de trigo muy productivas han dado buenos resultados en Méjico. Queda mucho por hacer con las legumbres (lentejas, garbanzos, judías) que enriquecen el suelo con nitrógeno y cuyas cualidades nutritivas (riqueza en proteínas) son bien conocidas. Estas mejoras deberían ex- tenderse a los productos agrícolas para la venta inmediata, a las semi- llas oleaginosas y a las fibras (cacahuete de ciclo corto, algodón sin go- sipol).

La difusión de estas variedades, combinada con la introducción de legumbres, puede eliminar la necesidad de los barbechos en regiones de lluvia invernal. De este modo, mediante una rotación apropiada, las cosechas de cereales pueden incrementarse substancialmente y los resi- duos de los cultivos producidos podrían emplearse para alimentar ani- males o venderse. Una experiencia efectuada en Australia con legum- bres de origen mediterráneo (p. ej. Trifolium subterraneum) podría ser de gran aplicación en regiones del Próximo Oriente y Africa del Norte dotadas de agua suficiente. En aquellas regiones que reciben la lluvia en verano la cuestión del barbecho es objeto de controversia, El desa- rrollo de la mandioca en algunas partes del Sahel africano es, sin em- bargo, sorprendente (Senegal, Níger). El valor alimentario de esta plan- ta, que, paradójicamente, es de origen ecuatorial, y la considerable contribución que podría suponer para la ganadería merecen atención y publicidad.

Las cosechas pueden también mejorarse mediante la propagación de medidas sencillas y baratas tales como la desinfección de las semi- llas y el almacenamiento del grano en silos a salvo de roedores. Es lógi- co suponer que ciertas técnicas de cultivo con las que se aprovecha al máximo la humedad disponible podrían difundirse inmediatamente, por ejemplo, la preparación del suelo antes de las lluvias para asegurar una buena retención del agua; el distanciamiento y la profundidad de la siembra para facilitar el inicio del crecimiento; y el desherbaje cuan- do las plantas han nacido. El empleo de fertilizantes y de herbicidas exige un buen conocimiento de las cantidades a emplear. De todos modos, la subida de los precios de estos productos debería conllevar una gran cautela, en vistas al gravoso endeudamiento de muchos gran- jeros.

La planificación agrícola en regiones secas, en especial la selección

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y distribución de cultivos de secano, debería basarse en un aprovecha- miento más sistemático de la información meteorológica. A este res- pecto, los resultados de los trabajos ya completados sobre agroclimz- tología deberían difundirse mejor: debería ser más efectiva la transfe- rencia y publicidad de los conocimientos logrados en este ámbito. En ciertos casos los estudios agroclimatológicos también podrían contri- buir a elecciones más racionales entre cultivos de secano y de regadío.

Empleo sistemático de árboles Para combatir la erosión y estabilizar las zonas de cultivo es perfecta- mente factible la propagación de técnicas sencillas destinadas a evitar la erosión. Un experimento efectuado entre 1966 y 197 1 en Ader- Doutchi (Níger) demuestra que el dividir las parcelas con pequeños muros de piedra dispuestos según el trazado de las curvas de nivel o con hileras de Andropogon gayanus, junto con un arado a nivel y so- mero, ha dado cosechas considerablemente mayores (97 a 192 por ciento en algodón, 60 a 80 por ciento en cacahuetes). Además, el sue- lo quedaba bien conservado durante y después de las lh~ias. Este ejem- plo demuestra que pueden conseguirse rápidamente resultados modes- tos pero efectivos para la comunidad agrícola sin necesidad de recurrir a proyectos “de lujo” de gran envergadura. Las diversas técnicas de conservación y restauración del suelo, incluida la fijación del suelo con vegetación de ambientes más áridos (por ejemplo, plantas del Sáhara introducidas en regiones áridas degradadas), deberían difundirse. En algunos casos desde luego también son posibles métodos más costosos o más elaborados (como el cubrimiento con una capa empleando hi- drocarburos y residuos bituminosos).

Otra manera de combatir la erosión es el uso sistemático de una cobertura arbórea en la que determinadas especies son sumamente va- liosas como estabilizadoras del suelo. El mejor ejemplo lo constituye la Acacia albida, cuyo ciclo vegetativo invertido brinda tres ventajas notables. Puesto que pierde sus hojas en la estación lluviosa, la Acacia proporciona al suelo cantidades considerables de materia orgánica. De hecho, bajo la Acacia la proporción de materia orgánica se dobla y su presencia es todavía perceptible a una profundidad de 120 cm. Se da un entiquecimiento muy considerable en fósforo, así como un aumen- to de nitrógeno, bases intercambiables y elementos fertilizantes. Una mejora de este tipo en base a los árboles es equivalente a la aplicación anual del abono PZ05 , de cal normal CaO, o, cuando lo que falta es

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materia orgánica y nitrógeno, al esponjamiento con cien toneladas de estiércol fresco. La segunda ventaja estriba en que el árbol no proyecta sombra alguna durante la estación de cultivos y promueve el desarrollo de plantas bajo su copa. Durante la estación seca, su follaje protege el suelo del viento y del sol. Por último, sus brotes y hojas sirven como pienso excelente para el ganado en la época del año en que el pasto re- sulta insuficiente. Si se alterna con largos barbechos de maleza, el uso de Acacia albida también brinda oportunidades para asociar la crianza de animales con la agricultura, al tiempo que estabiliza el terreno en un suelo fértil y mejorado. Si se proporcionara más protección a la co- bertura vegetal (zonas protegidas, rotaciones organizadas y movimien- tos de ganado estrictamente supervisados) podrían observarse muchos más ejemplos de la utilidad de la vegetación. En esta línea, consultan- do con los agricultores cabe escoger los árboles a utilizar en los nuevos sistemas agrícolas. Además de la Acacia albida del Sahel, otras especies interesantes de árboles y arbustos son Acacia aneura de Australia, Pro- sopis tamarugo de Chile, Prosopis cheranh del desierto de Thar, varias especies de A tnplex erre1 norte de Africa y Chile, etc.

Generalizando mas, es necesario aumentar la protección de las áreas “arboladas” y estimular su expansión, debido al importante pa- pel desempeñado por la cobertura arbórea y arbustiva en la protección del ambiente y la alimentación de ganado. En algunos casos, los corta- vientos y los cinturones verdes de bosque ayudan a mejorar las condi- ciones ecológicas.

Dado que las condiciones ambientales son precarias y que, en par- ticular, la precipitación es estacional y de distribución errática, resulta difícil diferenciar “bosque ” “matorral” o “terreno de pasto” (como , en las regiones templadas, por ejemplo) porque árboles, arbustos y hierbas están estrechamente entremezclados y son ecológicamente in- terdependientes. Esta íntima interdependencia de diversas formas de vegetación se resume en el hecho de que en condiciones más secas el período vegetativo de plantas herbáceas se hace progresivamente más breve con el aumento de la aridez y estas plantas se presentan princi- palmente al abkigo de árboles y arbustos.

La segunda causa de la dificultad de segregar suelo para usarlo en un único modo de desarrollo es detipo económico. Debido a lo desfa- vorables que son las condiciones ambientales, la vegetación natural es abierta, y varía desde bosques a árboles escasos y aislados y maleza. Ello hace que el desarrollo y la gestión de la vegetación para la produc- ción de madera no sean por sí mismos rentables. Al mismo tiempo, de-

Propuestas para zonas semtiridas 65

bido a la precipitación errática, los rendimientos medios de los culti- vos no sólo son bajos sino que están sujetos a amplias fluctuaciones. Durante períodos de sequía prolongada la’única vegetación que sobre- vive es la leñosa y proporciona forraje tanto para el ganado domestico como para los animales salvajes. Así pues, para la gestión del bosque es necesario admitir la dependencia del hombre (y de su ganado) de la comida, la madera, las fibras y otros “valores sociales” de la misma área, tanto si se les llama bosque como si son pastos.

Las estrategias de desarrollo del suelo, incluido el desarrollo fores- tal, deben aspirar a una “producción total” mediante un desarrollo in- tegrado y el uso múltiple de todos los recursos disponibles. De todas maneras, este enfoque exige una metodología nueva de gestión del sue- lo, basada en aportaciones de diversas ramas de las ciencias físicas, bio- lógicas, sociales, económicas y empresariales, lo cual supone mucho más que la mera coordinación de las aportaciones por parte de las gran- des disciplinas tradicionales de uso del suelo que son la agricultura, la ganadería y la silvicultura.

Análogamente, en regiones de precipitación invernal cabe exten- der mucho el cultivo de árboles frutales. Las técnicas de secano aplica- das cerca de Sfax han conducido a una diversificación de la produc- ción que evita los riesgos del monocultivo. Así, pueden plantarse junto almendros y alfóncigos, higueras y albaricoqueros y a veces melocoto- neros. Éxitos recientes de cultivo de fruta en Afganistán demuestran que estas posibilidades son reales.

Organización del campo La difusión de técnicas nuevas no supone gran cosa si no forma parte de una política de desarrollo global. Los gobiernos deben de ser cons- cientes de que el progreso agrícola depende de la política de propie- dad de la tierra, que debe oponerse a formas de cultivo ambulantes. Debe haber una definición clara de cómo va a usarse la tierra y de los derechos y la utilización por parte de poblaciones diferentes. Ello im- plica el reconocimiento de los derechos de pasturaje tradicionales y el evitar la extensión a troche y moche del cultivo. Mediante el control de la utilización de la tierra, gracias a estructuras flexibles adaptadas a condiciones sociales específicas, el Estado puede así estimular el pro- greso técnico trabajando con la población rural existente o empren- diendo proyectos piloto a gran escala; ambas cosas no son incompati- bles. Estos principios ya los han reconocido determinados países (pas-

66 Propuestas para el desarrollo

turajes colectivos en Siria, haciendas agrupadas en Kenia, ley sobre tie- rras del Estado en Senegal).

En algunos casos esta política de tenencia de la tierra debe acom- pañarse de un cambio total en las estructuras legales. iCómo pueden los aparceros dar un apoyo entusiasta a una política de desarrollo cuan- do el grueso de lo que producen es monopolizado por absentistas? Cualquier esfuerzo para el desarrollo exige una conciencia colectiva que presuponga que los granjeros deben estar trabajando en primer lu- gar para sí mismos. La política de propiedad de la tierra no es más que uno de los aspectos de una política agrícola que debería proporcionar a los productores una organización efectiva a través de medios tales como el establecimiento de un precio mínimo para los productos prin- cipales, la organización de facilidades de credito y la expansión de la mecanización ligera.

Aun cuando es técnicamente posible incrementar la producción agrícola en zonas semiáridas, sería ilusorio suponer que es posible man- tener densidades de población cada vez mayores. Los gobiernos debe- rían pensar en términos de aliviar la presión sobre las tierras cultivadas para brindar las máximas oportunidades de éxito a la agricultura de se- cano. Una política de migración o de asentamiento de la gente fuera de las regiones cultivadas puede basarse en el establecimiento de indus- trias agrícolas (industrias cárnicas, harineras, manufactura de pieles y cuero) o en las necesidades de mano de obra de los centros de otras partes. Tales migraciones deberían formar parte de una estrategia re- gional que asociara las regiones semiáridas al resto del país. Los esfuer- zos deberían, pues, incluir todo el país y ser controlados. Así se evita- ría la situación actual de migración espontánea ante la sequía. En las áreas abandonadas no ha habido progreso técnico y en las áreas de re- cepción proliferan las villas de chabolas suburbanas. No deberían acep- tarse las migraciones como una predestinación fatal del destino.

A este respecto son dignas de mención ciertas iniciativas tomadas por algunos gobiernos latinoamericanos. Se pretende reducir la presión de la población en las regiones áridas desarrollando áreas tropicales hú- medas; por ejemplo, el desarrollo del Amazonas con gente del nores- te del Brasil; de las yungas de Bolivia con la ayuda de la gente del alti- plano árido; de zonas tropicales húmedas de Méjico con gente de las altiplanicies áridas. Pueden surgir diferentes problemas, pero estos ejemplos demuestran la necesidad de políticas nacionales integradas de uso del suelo e ilustran la conveniente complementariedad de diferen- tes zonas climáticas.

Propuestas para zonas semtiridas 67

Mejoras sustanciales de la producción agrícola son posibles en zo- nas semiáridas. Por lo que respecta a la agricultura de secano, los es- fuerzos deberían concentrarse en el cultivo de productos alimenticios, lo que exige una íntima integración de las actividades agrícolas y pe- cuarias.

Tipos de integración entre agricultura y ganadería

En la mayoría de zonas áridas y semiáridas la agricultura y la crianza de animales compiten por el uso del suelo. Para el desarrollo es esen- cial no sólo tomar medidas técnicas, sino definir las áreas respectivas de estas dos actividades y asegurar su coexistencia armoniosa. La aso- ciación de la agricultura y la ganadería en las mismas áreas y, a ser po- sible, en las mismas fincas, resultaría de considerable interés desde un punto de vista económico y técnico (en especial agronómico). Pero al parecer esta posibilidad está restringida a dos áreas relativamente mar- ginales: las áreas de regadío y las orlas más húmedas de la zona árida.

Ya se ha visto que en áreas de regadío el desarrollo de piensos de- pende de un aumento de los precios de la producción pecuaria. Pero dado que rara vez se emplean los animales de tracción para regar, in- cluso el riego por bombeo suele verse limitado por los costos. Una for- ma de integración a introducir en haciendas pequeñas sería, pues, el empleo.de la tracción animal en el bombeo del agua para regar (y, des- de luego, para abrevar a los animales), así como para trazar los surcos. Ésta sería una forma barata de extender el área de regadío a lo largo de las márgenes de determinados ríos.

En las lindes de todas las regiones semiáridas, la crianza de anima- les puede aprovecharse de los subproductos de la agricultura y al mis- mo tiempo proporcionar a los labradores estiercol y fuerza motriz. Ra- zones históricas explican por qué es difícil asociar ambas actividades (la competición entre los pastores y las poblaciones sedentarias), ade- más de determinadas características culturales (el hecho de que el Afri- ca negra tradicionalmente no ha usado ni la rueda ni la tracción animal), problemas técnicos (la dificultad de adiestrar animales que se despla- zan de un lugar a otro) y deficiencias sociológicas (carencia de institu- ciones para coordinar las actividades pecuarias con las agrícolas). En los bordes meridionales del Sáhara todas estas dificultades se combi- nan, situación de lo más paradójica por el hecho de que hay más gana- do allí que en otras áreas. Acacia albida, que es un instrumento eficaz

68 Propuestas para el desarrollo

en el doble desarrollo agropecuario sedentario, también se encuentra en esta región.

Este árbol, cuya importancia ya se ha subrayado, fertiliza el suelo y facilita el cultivo continuo y además permite al ganado permanecer en una zona, ya que le proporciona pienso aéreo nutritivo durante la estación seca. Las únicas poblaciones que realmente comprenden el papel que desempeña este árbol y que actúan para mantenerlo y pro- pagarlo son las que cuentan con una arraigada tradición agropastoral, porque en los sistemas tradicionales el responsable de su expansión es el ganado ovino, dado que las semillas sólo germinan después de haber sido ingeridas por rumiantes. Pero el hombre moderno ya ha descubier- to cómo asegurar su germinación y plantación. Una política para pro- mover la fijación y fertilización simultáneas de las tierras cultivadas, para mantener rebaños sedentarios y para usarlos como fuente de ma- teria orgánica, tracción, carne y leche y para la reforestación y gestión del área debe basarse en Acacia albida; ello queda claro en los análisis de manchas de alta densidad en la zona de Sahel-Sudán. De todos mo- dos, es imposible determinar con precisión la amplitud potencial de es- te árbol. No se sabe qué grado de aridez ni qué profundidad máxima del agua subterránea puede tolerar. Pero puede decirse que Acacia al- bida es muy valiosa para el desarrollo agrícola y pecuario en todas las regiones donde la precipitación estival mínima es de 400 mm, y donde durante la estación seca el nivel freático es accesible.

Aspectos no zonales: industrialización y urbanización

Desarrollo industtil

Entre las zonas áridas y semiáridas, unas cuentan con energía y recur- sos naturales y otras no, con lo cual las perspectivas de desarrollo in- dustrial resultan muy desiguales. Además, y sea cual sea la riqueza en materias primas, hay que tener en cuenta la posición geográfica de los desiertos y sus lindes en relación con los centros vitales de los países concernidos. Las facilidades para la capacitación profesional y en espe- cial los mercados potenciales casi nunca se encuentran en el desierto, salvo en contados casos aislados (las orillas del golfo Pérsico y las ciu- dades costeras del Perú). Ello explica por qué una industrialización co- mo la del oeste de Estados Unidos, que ha dado lugar a la creación de oasis urbanos con una concentración de industrias ligeras altamente

Aspectos no zonales: industrialización y urbanización 69

tecnificadas, muy productivas (Phoenix, Tucson), no puede tomarse como modelo por la mayoría de países.

Además, la industrialización (que supone una serie de actividades integradas, y no una simple.operación minera) no depende únicamente de la existencia de depósitos minerales. Conviene examinar con todo cuidado los costos de producción y las estructuras de los precios. No se colocan fundiciones en medio del desierto, lejos de los mercados, aunque allí abunden el mineral de hierro y la energía. El gas y el petró- leo de Argelia, por ejemplo, se emplean en las áreas costeras urbaniza- das, distantes de los lugares de donde originariamente se extraen. Ra- zones económicas, así como las condiciones específicas de un ambien- te árido, no dejan otra alternativa más que un emplazamiento urbano, en particular en el caso de industrias básicas. De todos modos, los am- bientes semiáridos densamente poblados cuentan con mayores posibi- lidades, en especial para industrias livianas productoras de bienes de consumo.

En países industriales la minería ha sido con frecuencia un estí- mulo porque quedaba integrada en un proceso global de desarrollo. En las presentes condiciones no cabe esperar que la economía minera de países áridos y semiáridos (importancia de inversiones extranjeras, ex- portación de hidrocarburos y minerales básicos) promueva un desarro- llo integrado. Engranadas en necesidades foráneas, estas industrias ape- nas están vinculadas al resto de la economía. La coordinación de uni- dades económicamente complementarias depende más de la naturaleza del sistema económico y de la lógica en que se basa el desarrollo que de la simple existencia de unidades de producción. En otras palabras, la construcción de una fábrica siderúrgica o de cualquier otra unidad de industria pesada no garantiza la creación de una región industrial.

Además, conviene considerar el previsible agotamiento de algunos recursos. Se ha calculado que los campos petrolíferos actualmente en explotaci$r podrían agotarse en 70-80 años, y el gas natural en 50 anos. El derroche de minerales útiles para países ricos afectará primero a países exportadores no industriales; si el crecimiento del consumo prosigue a las tasas actuales, las reservas conocidas de cobre se agota- rán en 40 años, las de plomo en 15 años y las de cinc en 18 años. Los productos derivados de los recursos minerales no pueden mantener un crecimiento a largo plazo. Además, son vulnerables a la evolución tec- nológica. Así pues, debe contemplarse la utilización interna de otros recursos. En este contexto, y excluyendo circunstancias excepcionales (Kuwait, Emiratos Arabes Unidos), el desierto únicamente puede utili-

70 Propuestas para el desarrollo

zarse como área de servicio pero en compensación debería beneficiarse de inversiones para riego o reorganización pecuaria.

De todos modos, vale la pena considerar varias posibilidades de in- dustrialización del mundo árido y semiárido si las industrias se selec- cionan bien.

Países semiáridos En las franjas semiáridas densamente pobladas en que no abundan las materias primas, una de las oportunidades principales consiste en el es- tablecimiento de complejos agroindustriales conectados con la mejora de una producción agrícola y pecuaria que ya da excedentes (molinos de harma, industrias cárnicas, leche y subproductos animales). Estas unidades industriales podrían aliviar la presión demográfica que pade- cen las áreas cultivadas, a la par que absorberían localmente parte de la mano de obra creando puestos de trabajo. Ello reduciría la migra- ción rural hacia los grandes centros urbanos, no adaptados para reci- birla. Estos tipos de industria ligera, que nunca alcanzan las proporcio- nes gigantescas de determinadas industrias básicas, requieren poca in- versión y dan un rápido movimiento de capital. Finalmente, los avan- ces en los transportes terrestres, en particular por camión, como con- secuencia de la extensión de las redes de carreteras y de la mejora de pistas de ceniza, facilita una política flexible de emplazamientos.

Aunque la proximidad de la energía ya no es imprescindible para el establecimiento de una central, el suministro eléctrico sigue siendo un gran obstáculo. En la fase actual de investigación no se emplean de forma generalizada ni el viento ni la energía solar. El primero requiere parajes azotados por el viento, no puede almacenarse y es poco de fiar, porque los vientos cambian. La segunda requiere inversiones que hoy por hoy son demasiado caras. De todos modos, la considerable insola- ción de las zonas áridas y semiáridas podría, a largo plazo, convertirse en un factor positivo. Los desiertos y sus confines, por su latitud y por su nubosidad generalmente baja, gozan de largos períodos de sol, hasta 3000 a 4000 horas por año, y reciben entre 300 y 650 calorías/cm2/ día. Por eso se prestan a estudios encaminados a la mejora de las técni- cas existentes, en particular de conversión fotoquímica y fotoeléctri- ca, cuyos costos y rendimientos siguen siendo prohibitivos. (El costo de una célula fotovoltaica es de un millón de dólares por kw). La úni- ca aplicación practica de hoy sería la producción de electricidad a pe- queña escala para el funcionamiento de equipo doméstico y, posible-

Aspectos no zonales: industrialización y urbanización 71

mente, pequeñas industrias. No obstante, el problema del suministro de energía puede resolverse parcialmente, desarrollando la producción de energía hidroeléctrica ligada a programas de regadío o bien expio- tando capas potenciales de hidrocarburos en desiertos cercanos.

Países áridos Allí donde el desierto ocupa todo el territorio nacional o buena parte de él la situación es más compleja. Si bien muchos desiertos poseen considerables recursos energéticos, la distribución de los yacimientos minerales es muy desigual. El tamaño y la población de los estados son también factores a tener en cuenta. Así, el potencial de inversión de Kuwait y Libia (de superficie pequeña y grande, pero ambas escasa- mente pobladas) es claramente mayor que las posibilidades reales de industrialización. Irán, en cambio, con una población numerosa y con- siderables recursos minerales, parece hallarse en una posición mejor.

Para los países áridos productores de petróleo pueden hacerse va- rias sugerencias. En el caso de países con insuficiente mano de obra y un mercado interior reducido, el desarrollo industrial debería dirigirse hacia sectores que requieren un fuerte consumo de energía, o hacia in- dustrias petroquímicas vinculadas al transporte de petróleo (varaderos de reparación de buques). Este tipo de empresa es posible en países del golfo Pérsico, donde abunda la energía y ya funcionan centrales desalinizadoras (Bahrein, Kuwait, Qatar).

De todas maneras, el desarrollo de la industria depende de las po- sibilidades de comercialización. Una estrategia basada en la construc- ción de complejos petroquímicos destinados a exportar su producción puede tropezar con un mercado químico mundial saturado. La puesta en marcha de todos los proyectos propuestos hasta la fecha daría co- mo resultado esta situación catastrófica, y convertiría en inútiles los bienes fundamentales de estos países. Los países dotados de mucha fuerza de trabajo podrían plantearse una mayor diversificación, en el contexto de una asociación entre las industrias de bienes de consumo existentes, las industrias de bienes de capital con alto valor añadido y enlaces importantes (por ejemplo, transportes, equipo electrice 0 agrí- cola) y la agricultura intensiva que, para los estándares actuales, no ne- cesariamente se considerarán rentables.

72 Propuestas para el desarrollo

Relaciones con países industrializados Si las materias primas se hallan en el desierto o en su periferia, es esen- cial procesar los recursos en el país de origen. Es igualmente importan- te establecer la producción industrial a un nivel que no la limite exclu- sivamente a mercados nacionales. Así pues, los intercambios interre- gionales e internacionales son una condición fundamental del desarro- llo industrial. Desde 1945 la mayor parte de las políticas de industria- lización se han basado en el concepto de la transferencia de tecnolo- gía, que se ha erigido como dogma en la economía política del desa- rrollo industrial. Siguiendo este concepto se establece un punto de “despegue” (el take off de Rostow) para las fases de desarrollo, que determina los volúmenes de las inversiones.

Pero la transferencia de tecnología, que incluye conocimiento teórico y experiencia, tropieza con numerosos obstáculos. El nivel científico de la tecnología actual contribuye a ensanchar la fosa entre lo que los países industrializados tienen para ofrecer y lo que los paí- ses pobres son capaces de asimilar. En las fases iniciales las transferen- cias se situaban principalmente en el terreno de las patentes y las licen- cias de fabricación. Ello creó un nuevo tipo de “dependencia tecnoló- gica”. En la segunda fase, las transferencias se situaron en la venta de fábricas clave, y hoy compañías industriales proporcionan el mercado junto con la factoría.

Bajo estas condiciones existe un gran riesgo de planear proyectos de prestigio, mal adaptados a las necesidades de los países a los que se destinan. Además, las transferencias generan nuevos gastos, que están Ligados a múltiples regalías y a unos costos de explotación excepciona- les resultantes de acuerdos sobre la producción (creciente aumento de las importaciones de productos semiacabados, alto costo del consumo intermedio, necesidad de desgravar las exportaciones, liberación de im- puestos ligada a la propiedad de las tecnologías).

Además, la baja capacidad de gestión y las dificultades encontra- das en la capacitación profesional de trabajadores especializados de- muestran que los problemas de desarrollo industrial no son únicamen- te técnicos. Los‘países áridos y semiáridos no son “tierras nuevas”; el legado de civilización sigue siendo considerable y la posible utilización de las ganancias del petróleo para las grandes inversiones necesarias no es el único elemento a considerar. La realización de una política de de- sarrollo industrial debería tomar en cuenta este legado histórico y so- cial.

Finalmente, el estudio de los problemas sobre desarrollo industrial

Aspectos no zonales: industrialización y urbanización 73

no debería restringirse a las limitaciones impuestas por el hecho de la ubicación en zona árida. Los mecanismos responsables de la falta ac- tual de industrialización son atribuibles no tanto a los efectos del calor o la precipitación, sino a la naturaleza de las relaciones entre los países industrializados y el resto del mundo.

Desarrollo urbano

Varios tipos de medidas pueden ayudar a regular la expansión urbana.

Regionalización En países industriales la existencia de una red urbana, o de una jerar- quía de ciudades que mantienen relaciones funcionales, a menudo es consecuencia del desarrollo económico. En cambio, en los países semi- áridos muy poblados estas redes no existen. Es tan fuerte la atracción de las grandes ciudades que existe un peligro real de una superconcen- tración de la población en uno o dos puntos del territorio.

Las ciudades medianas situadas en regiones que un día estuvieron ocupadas por poblaciones hoy involucradas en el proceso de urbaniza- ción no desempeñan más que un papel menor en la regionalización, por el momento. A menudo habitadas por absentistas o por agriculto- res empobrecidos, en la mayoría de los casos no son más que escalas temporales de emigrantes en su vía hacia la capital. Por esta razón su desarrollo aparece como una alternativa útil a las ya demasiado dese- quilibradas ciudades capitalinas. Ello implica una redistribución geo- gráfica de funciones y tareas en el sector servicios, así como que haya poderes de decisión a nivel regional. Esta política de regionalización podría basarse en la creación de puestos de trabajo en la industria en conexión con programas de desarrollo agrícola. De todas maneras, la posición de industrias nuevas debería elegirse de tal manera que no tengan que disputarse el suministro de agua de manera competitiva con la agricultura. En este contexto, la modernización de la red de transporte, junto con un esfuerzo por aumentar el número de vehícu- los a motor, en particular de vehículos pesados, podría proporcionar una gran variedad de opciones, al dar lugar a ciudades de tamaño me- diano con un papel dinámico en el desarrollo regional: punto de reu- nión de materias primas, mercados de carne y forraje, redistribuciones varias en conexión con la capital, procesamiento de productos agríco- las y actividades afines.

h

74 Propuestas para el desarrollo

Así pues, las ciudades medianas podrían actuar como un filtro re- gional, absorbiendo parte de la corriente migratoria que se dirige a la capital y contribuyendo a una distribución geográfica más justa del de- sarrollo.

Planeamiento urbano En los centros urbanos debe de establecerse un control de la propie- dad del suelo para evitar la especulación sobre los solares de construc- ción y para asegurar que estos terrenos no aumentan a expensas de la tierra agrícola rica tan urgentemente necesaria. Este sistema de control debería regular el uso del suelo urbano (por nacionalización, munici- palización o cualquier otra medida al servicio de la comunidad). A este respecto, la preparación de planes rectores, proyectos para el uso del

.suelo y zonificación, y otras formas de planeamiento son un requisito básico en cualquier intento por poner coto a la anarquía del crecimien- to de las ciudades.

Esta anarquía se refleja hoy en las villas de chabolas que crecen rapidísimamente y en el deterioro de las condiciones de vida urbanas. Para parar esta tendencia descendente los estados deben, en primer lu- gar, dotarse a sí mismos de armas estatutarias y legales efectivas, que puedan contribuir materialmente a una estrategia urbana al servicio de todos los habitantes de la ciudad.

En este contexto, parece posible ejecutar una política de vivienda (renovación o desarrollo) vinculada a las necesidades de las poblacio- nes de bajos ingresos. Los centros urbanos poblados por millones de habitantes no pueden transformarse total ni rápidamente y por lo tan- to conviene considerar soluciones de transición. Ello no significa de- fender el statu que en los suburbios de chabolas; no lo supone más de lo que lo supone el proponer una transformación rápida que exigiría inversiones imposibles de proporcionar por parte de la mayoría de paí- ses. Es obvio que una renovación completa de sectores urbanos anti- cuados y el control total del crecimiento urbano sólo son concebibles en relación con el desarrollo económico global. Análogamente, la me- jora de las viviendas entraña un aumento de los ingresos familiares, lo que a su vez implica progreso económico a nivel nacional, así como una redistribución justa de los ingresos.

Los diversos experimentos urbanos llevados a cabo en América la- tina, Asia o Africa pueden servir para las ciudades del mundo árido y semiárido. Conviene estudiar cuidadosamente el fracaso de las políti- cas de vivienda que priman las casas prefabricadas (no para los miem-

Aspectos no zonales: industrialización y urbanización 75

bros de servicios civiles, sino para los pobres). La insuficiencia de los ingresos de los ocupantes, debido a la escasez de recursos, en la mayo- ría de los casos ha dado como resultado un deterioro rápido de estos edificios por falta de mantenimiento. Además, este tipo de vivienda suele resultar inapropiado para los descendientes de sociedades agríco- las que mantienen prácticas rurales en centros urbanos (un huerto y la crianza de unos cuantos animales).

Con todo, se han conseguido ciertas mejoras cuando las adminis- traciones se han hecho cargo de obras de infrastructura y equipamien- tos colectivos (sistemas de carreteras, agua, electricidad), mientras los habitantes construían sus propias casas. Si se tiene esto presente, una política de créditos podría facilitar la adquisición de materiales de la construcción y promover, por ejemplo, el establecimiento de coopera- tivas de viviendas, que para conseguir creditos de organizaciones pare- cerían más solventes que los individuos. Así pues, la búsqueda de un equilibrio temporal éntre vivienda y recursos podría ayudar a evitar el tipo de despilfarro característico de programas a menudo ambiciosos pero no adaptados a las necesidades de los pobres.

Además, una política global de alojamiento debería adoptar un estilo arquitectónico. Por consiguiente, incumbe a los arquitectos na- cionales responsabilizarse de la concepción y realización de programas de vivienda. En este contexto, la utilización de materiales locales y la adaptación de técnicas tradicionales que reducen el calor podrían resul- tar de gran utilidad.

La aplicación de nuevas técnicas utilizando la energía solar parece conveniente. En algunos países (Australia, Israel, Estados Unidos) ya se han cubierto necesidades domésticas tales como acondicionamiento de aire, refrigeración y conservación de alimentos. La utilización a pe- queña escala de la energía solar resolvería graves problemas, entre los que se incluyen los de equipamientos colectivos, y mejoraría el cono- cimiento técnico de la población.

Finalmente, el desarrollo urbano es inconcebible sin un sistema de suministro de agua que tenga en cuenta la limitación de los recursos. Por esta razón, además de la investigación relativa al agua salobre, de- be de plantearse el reciclaje sistemático del agua. Una política de sumi- nistro de agua debería incluir también un programa de tratamiento de las basuras y de depuración de las aguas residuales [OMS 19741.

IV. Conclusión: límites y posibilidades

Este examen de los obstáculos para el desarrollo en tierras áridas y se- miaridas toca una amplia variedad de situaciones y problemas de 10s que se está ocupando la investigación científica y tecnológica. Gracias a la labor ya realizada hasta la fecha, las dimensiones de varios de los problemas característicos de zonas áridas y semiáridas hoy se compren- den más claramente que cuando se emprendió la primera ofensiva in- ternacional sobre ellos, hace 25 años, bajo los auspicios de la Unesco. La Conferencia de la ONU sobre el Agua y la Conferencia sobre Deser- tización (1977) permitirá una puesta al día del estado de nuestrosco- nocimientos en estos ámbitos. A este respecto, es importante subrayar el particular papel de coordinación que ha desempeñado PNUMA en este terreno desde 1973. La capacidad humana para enfrentarse con estos problemas ha aumentado, y los descubrimientos científicos se han aplicado de diversos modos. En algunas áreas ha mejorado la cali- dad de vida. En otras la situación no ha variado. Y en otros intentos de desarrollo bien intencionados se ha degradado y puesto en peligro tanto el bienestar humano como la base a la que se recurría.

Se ha demostrado que el desarrollo de una agricultura estable -sea de pasto o de regadío- es mucho más compleja de lo que habían creí- do los entusiastas que habían confiado en soluciones técnicas aisladas, como pozos, desalinización, lluvia artificial, nuevas semillas y planta- ción de árboles, para transformar tierras áridas. Algunos problemas, como la conservación de la cobertura vegetal en terrenos de estepa de

78 Conclusión: límites y posibilidades

gran densidad de población, han demostrado ser intratables en tanto no se efectúen cambios básicos en la organización social o en los mo- delos de poblamiento. Hoy se admite que hay dificultades.

En 25 años, desde 1950, la capacidad técnica para servirse de los recursos de la zona árida y semiárida cambió significativamente en unas direcciones y no en otras. Nuevas hipótesis sobre la variabilidad climá- tica están invalidando planes de desarrollo basados en condiciones de los lo-20 años precedentes, condiciones que se esperaba que se man- tuvieran en el futuro. Ha mejorado el grado de comprensión sobre las relaciones ecológicas entre suelo, agua y plantas. Se ha progresado en la cartografía e inventario de recursos y en las técnicas nuevas de cap- tación a distancia, en especial desde satélite. La confección de mode- los de simulación del agua subterránea y del agua superficial se ha con- vertido en una herramienta útil; se han logrado mejorar los métodos para incrementar el suministro de agua por agricultura de secano, riego con agua salada, reciclaje del agua ya usada y perforación de pozos. En unas cuantas áreas se han puesto en práctica ciertas medidas destina- das a conservar el agua mediante reducción de pérdidas, innovaciones en los métodos de riego y cultivos en ambiente controlado.

Una mayor atención a la reproducción de vegetales ha dado nue- vas especies de cultivos resistentes a la sequía y de alto rendimiento. Se han encontrado metodos efectivos para predecir y hacer frente a los movimientos de la langosta del desierto. Se han conseguido algunas mejoras por lo que respecta a las enfermedades de animales y en frenar la ceguera fluvial (oncocerciasis). Tambien se ha progresado en sanidad pública y se reconoce la necesidad de que se efectúen estudios bien planteados y detallados sobre factores que afectan a poblaciones obli- gadas a vivir en condiciones áridas;

Las soluciones sugeridas en este informe son posibles si se apoyan en programas de investigación que exijan poco dinero y tiempo. De- ben implicar particularmente la creación de nuevas variedades y el de- sarrollo de técnicas destinadas a incrementar los rendimientos agríco- las y pastorales en condiciones en las que falta agua y existe el riesgo de la salinidad. También implican los diversos aspectos de la ciencia y la tecnología del agua, así como la tecnología urbana y la medicina tropical en un ambiente seco o de regadío. En cambio otras investiga- ciones no han colmado las expectativas que habían levantado. La llu- via artificial por siembra de nubes todavía plantea muchos problemas en muchas regiones y las técnicas se aplican sin que se cuente con un conocimiento completo de los procesos físicos implicados. La desalini-

Transferencia de tecnología 79

zación del agua marina y la conversión de energía solar no pueden em- prenderse satisfactoriamente más que en unas pocas regiones. Las in- novaciones en la concepción y la construcción de viviendas urbanas si- guen siendo Limitadas. La transferencia de tecnología nueva y de des- cubrimientos científicos relativos a la gestión del ambiente y a la orga- nización de los asentamientos humanos ha sido muy lenta.

Transferencia de tecnología

Si bien la transferencia de tecnología es esencial para el desarrollo mo- derno de regiones áridas y semiáridas, la situación actual dista mucho de ser satisfactoria por diversas razones : - Los ambientes implicados no son todos iguales. Por ejemplo, los

logros y experimentos recientes en Australia o Estados Unidos re- lativos a la racionalización de la crianza de animales se han produ- cido en regiones no sujetas al mismo grado de incertidumbre cli- mática que las regiones pastorales del viejo mundo. En éste, los pastores a menudo han sido expulsados por los cultivadores de ce- reales hacia zonas más marginales, mientras que en países del nue- vo mundo la ganadería se encuentra a menudo en condiciones se- miáridas, que no excluyen el cultivo de cereales.

- La tecnología propuesta es cada día más compleja. Los resultados de la revolución verde han demostrado las limitaciones de una apli- cación precipitada de técnicas tan avanzadas en un ambiente social mal preparado para recibirlas. Si bien algunos granjeros ricos se han aprovechado de ellas, la mayoría no han contado con los me- dios financieros para seguir su ejemplo.

- Entre los países en vías de desarrollo con regiones semiáridas con- viene diferenciar los que ya cuentan con una sólida infrastructura técnica y científica (Brasil, India, Méjico) y son más capaces de asimilar tecnicas nuevas.

- En muchos casos de transferencia tecnológica, la transferencia se Limita a una sola de las fases de la tecnología, lo cual crea una de- pendencia que en la práctica puede impedir el verdadero desarro- llo. Costos aparte, un requisito importante es que la tecnología transferida esté adaptada a las necesidades y a la situación del país que la recibe [Marques dos Santos 19751. Lo ideal sería el inter- cambio de tecnología, no la transferencia. Para los tiempos que corremos y para la mayoría de los países afectados, las ventajas de

80 Conclusión: limites y posibilidades

las técnicas intermedias merecen ser mencionadas. Según Myrdal (1974) dichas tecnicas no son las que han quedado anticuadas en países industrializados, sino aquellas que, aplicando los últimos resultados de la investigación científica, son las más adecuadas pa- ra un aprovechamiento máximo de la fuerza de trabajo.

Siguen en pie el problema de la adaptación a los ambientes sociocultu- rales de los países huésped y el de la armonización con experimentos técnicos locales. La creación de un contexto favorable a la introduc- ción de técnicas nuevas es un proceso largo que requiere programas de educación apropiados. Teniendo esto presente, los programas de edu- cación de adultos para los obreros, ligados a programas de desarrollo, parecen más adecuados para conseguir las transferencias deseadas que no el actual sistema escolar.

Necesidades tqn investigación

La investigación que se realiza es todavía notoriamente insuficiente. 0 sea, el reducir los costos de un kW de energía solar a la quinta parte de su valor actual no va a resultar más difícil que la fusión nuclear con- trolada, siempre y cuando se destinen a ello unos presupuestos compa- rables y tiempo suficiente. Un logro tal modificaría substancialmente la economía de las zonas áridas.

Las principales lagunas del saber, y su aplicación, podrían salvarse a plazo corto o medio, o sólo a largo plazo. Pero en cualquier caso el verdadero desarrollo no está ligado a la investigación en un sector par- ticular, sino más bien a una organización y directrices globales para el ambiente.

A plazo corto y medio, un uso mejor de los escasos recursos de agua, que son irregulares en el tiempo y el espacio, depende de una mejor comprensión del clima. El incremento de las observaciones per- mitirá revisar los mapas y obtener medidas más precisas, por lo menos en algunas áreas, de los poco conocidos balances hídricos en los tipos principales de suelo. Además, el agua subterránea y su reposición, la calidad del agua y el efecto que produce una utilización más o menos intensa en sus niveles, deberían ser tema de estudios hidrogeológicos precisos. En regiones de regadío, el control efectivo de la salinización y el encharcamiento exige una aplicación más integral de tecnicas ya existentes. En cuanto a cultivos sin riego, la selección de variedades aptas para el consumo humano o animal, de ciclo corto, poco exigen-

Necesidades en investigación 81

tes en agua y bien adaptadas a un regimen pluvial dado parece posible en un futuro próximo. Por lo que a ello concierne, la mayor atención debería centrarse en variedades capaces de ser difundidas en el contex- to de la agricultura tradicional, más que a variedades “milagrosas”, di- fíciles de popularizar más allá de las estaciones experimentales.

La lucha contra la desertización obviamente implica una compren- sión mejor de los ecosistemas, pero más que nada la aplicación siste- mática de técnicas bien fundadas de protección y regeneración biológi- ca.

Debe prestarse una atención particular a las condiciones sanitarias en áreas de regadío. Tal como han demostrado numerosos ejemplos, el establecimiento de un control del agua efectivo no es incompatible con la atención a las necesidades de la salud pública. Análogamente, en ciudades, determinadas técnicas de construcción adecuadas pueden contribuir a la mejora de las condiciones sanitarias y de vida.

Dado que en los cambios de estilo de vida los obstáculos sociales son cuando menos tan importantes como los ttknicos, en el futuro de- berían utilizarse de manera más sistemática las diversas ciencias socia- les. La preparación de programas educativos adecuados debería basar- se en este conocimiento. En este contexto, los estudios llevados a cabo por investigadores locales probablemente sean los que mejor conecten con las realidades locales, en particular con realidades psicosociales.

A largo plazo, sin duda alguna se progresará considerablemente en cuanto las técnicas de desalinización de agua salobre, y luego de la sa- lada, puedan proporcionar un adecuado suministro de agua a precios razonables. El dominio de la energía solar indudablemente conllevará otros cambios importantes, en particular en cuanto a sus aplicaciones potenciales a la gestión del agua y a la desalinización de agua salobre y finalmente salada. Sin embargo, incluso cuando se hayan obtenido re- sultados tangibles, que en gran parte dependen de las inversiones dedi- cadas a la investigación, todos estos avances tecnicos todavía deberán ser integrados en una estrategia global de gestión del suelo.

La coexistencia de diferentes sistemas de utilización del suelo uno junto a otro implica no sólo su yuxtaposición sino también numerosas relaciones de competición a nivel de la organización espacial global. Si en el futuro las cosas no cambian, las consecuencias de períodos de se- quía excepcional serán todavía más catastróficas, no como resultado de la aridez creciente del clima, sino simplemente debido a la mayor densidad de población, por cuanto lo más probable es que aumenten los conflictos entre diferentes tipos de utilización del suelo y conduz-

82 Conclusión: límites y posibilidades

can a los agricultores hacia áreas menos favorables y a los pastores ha- cia pastizales marginales. Por eso, cualquier estrategia de desarrollo de- bería basarse en una planificación global coherente de la utilización de la tierra y el agua, ya que el uso de una está estrechamente vinculado al de la otra en zonas semiáridas. A este respecto, podrían efectuarse estudios precisos sobre: - la utilización racional del agua y una buena distribución entre los

principales consumidores (agricultores, pastorío, industria, turis- mo, ciudades, etc.) y al mismo tiempo la supervisión constante de la calidad y cantidad de agua de riego y el reciclaje del agua usada;

- la fijación de límites climáticos (con la debida consideración a las condiciones del suelo) a la expansión del cultivo de secano, en es- pecial del cultivo mecanizado, que parece el más perjudicial para el ambiente;

- la demarcación de terrenos de pasto para organizar la utilización rotativa y al mismo tiempo los vínculos entre el pastoreo y las áreas de regadío;

- la proteccián de áreas arboladas, en particular alrededor de las principales ciudades, pero tambien en todas las zonas habitadas, para evitar la desaparición de bosques. Dada la avanzada degrada- ción de algunas áreas (por ejemplo, alrededor de Ouagadougou o Niamey, o las ciudades principales del Oriente Medio) no bastará la protección, y habrá que tomar medidas de regeneración especí- ficas; el mantenimiento de los bosques es también muy beneficio- so para la agricultura y el pastoreo; análogamente, la creación de parques nacionales (como el de Azraq en Jordania) puede contri- buir al desarrollo del turismo [ALECSO-PNUMA 1975 1;

- la regulación del crecimiento urbano. Es evidente que la distribución del espacio disponible (y del agua dis- ponible) reclama opciones políticas y criterios políticos. Los planes de desarrollo globales que tienen en cuenta los vínculos entre diferentes ámbitos de actividad (por ejemplo, el plan de desarrollo del lago Nas- ser, que permite el desarrollo simultáneo de la pesca, la agricultura, el transporte y el turismo, junto con la protección de la salud pública) son preferibles a acciones sectoriales [FAO 197.51. Tales planes globa- les de gestión del suelo y el agua deben ser aceptados por las diversas poblaciones implicadas. Ello exige una trama institucional adecuada que represente los intereses y aspiraciones del pueblo, en la que éste también comparta la responsabilidad de la correcta aplicación de unas decisiones tomadas como resultado de consultas.

Necesidades en investigación 83

Este último punto plantea el problema de cómo medir el desarro- llo. La rentabilidad no puede ser el único punto de referencia, ya que no tiene el mismo significado para un granjero que emplea técnicas avanzadas en su propia granja, para un fellah que labra con una azada en la tierra de un absentista, o para un seminómada que, además del “cultivo de gran riego”, cuida animales con resultados muy variables de un año a otro. La construcción de una presa enorme, o la instalación de una gran fábrica o de un área hotelera de lujo no deberían tomarse por sí mismos como signos de desarrollo; el éxito debe medirse más bien en la mejora de las condiciones de vida de la población local y de la distribución de ingresos debida a transformaciones económicas.

Se ha puesto de manifiesto que, si bien cabe esperar que se obten- ga provecho de futuras investigaciones, la necesidad más urgente es que se hagan planteamientos integrados mejores para la planificación y la gestión de programas de desarrollo. Los precedentes demuestran que estos esfuerzos, incluidos los que conducen a iniciativas de granje- ros o pastores a título individual, no serán efectivos si sólo giran ente- ramente en tomo a soluciones puramente técnicas. Y tampoco puede presuponerse que la investigación científica y técnica pueda trasladar- se directamente a aplicaciones de campo. La mayoría de esfuerzos se han resentido de un centrarse únicamente en estrechos campos de es- tudio, en detrimento de una visión integrada que tenga en cuenta el complejo conjunto de necesidades de recursos y humanas de una región y que busque la aplicación práctica de los descubrimientos.

84

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