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Date post: 16-Oct-2018
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Fe y el Medio Ambiente Reporte del Programa Internacional de
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Fe y el Medio AmbienteReporte del Programa Internacional de Edificación y Competencia sobre el Medio Ambiente

Prólogo

Los ecosistemas naturales de nuestro planeta están perdiendo su capacidad para sustentar a la comunidad humana, debido al cambio climático que resulta de la irrespetuosidad, la injusticia y el abuso hacia el medio ambiente. La explotación del medio ambiente natural, polución, depleción, sequía, etc., está llevando hacia una injusticia más profunda y al colapso medioambiental.

En esta situación, debemos reconocer que no estamos al margen de la crisis que enfrenta nuestro planeta. Nosotros compartimos las consecuencias, así como compartimos la responsabilidad por causar este problema.

La humanidad recibió el dominio sobre la tierra y el medio ambiente. Este dominio otorgado por Dios es una responsabilidad sagrada para la mayordomía de la tierra. Como seres humanos, no tenemos licencia para abusar de la creación de la cual somos parte. No somos los dueños de la creación, pero sí sus mayordomos. Hemos sido llamados “para guardar y cuidar” (Génesis 2:15). Se nos ha dado la responsabilidad de conservar y renovar la tierra, no para agotar o destruir la tierra que Dios redimió y restauró (Romanos 8:18-23).

La destrucción de nuestro clima es el resultado del pecado de la codicia humana y del alejamiento de Dios y la naturaleza. La consecuencia es la polución del aire limpio, el agotamiento de los recursos no renovables, el calentamiento global, la extinción de varias formas de vida, la erosión, que lleva a una agricultura y forestación inestable, escasez de alimentos, migración, violencia, guerra, etc.

Es por tal motivo, que las iglesias, organizaciones no gubernamentales, gobiernos y todos los interesados que abogan por la preservación de la madre tierra necesitan juntar las manos para trabajar duramente y tomar acciones en el proceso de frenar la catástrofe medioambiental, haciendo frente a nuestra generación.

Estamos en la encrucijada. Escuchamos el llanto de la creación. El futuro de la tierra está amenazado. Somos capaces de salvar o destruir la creación. Es nuestra oportunidad. Hemos sido llamados a ser mayordomos, para nutrir, para proteger y preservar la creación de Dios.

Que Dios ayude a su Iglesia para ser un instrumento en el avance de la conservación, protección y preservación del medio ambiente.

Rev. Dr. Wakseyoum IdossaPresidente de la Iglesia Evangélica de Etiopía Mekane Yesus

Programa de Edificación y Competencia sobre el Medio Ambiente - Una Introducción

Historia/ antecedentes

En 2009, Noragric realizó una evaluación del compromiso medio ambiental en los proyectos del portafolio de Digni. A pesar de que el reporte hizo una evaluación positiva de los proyectos relacionados con el medio ambiente, existen áreas que necesitan ser mejoradas. Por ejemplo, el reporte remarca el potencial de la iglesia para movilizar a la comunidad local. Equipar a las iglesias y entidades basadas en la fe, con capacitación técnica y teológica para involucrarse en la mitigación del cambio climático y en esfuerzo legales – para abordar temas medioambientales en el contexto local y hablar en nombre de los pobres – fue tarea clara y de particular importancia para Digni y ha servido como señal para iniciar un proyecto para la edificación de competencia en fe y medio ambiente.

En 2011, posteriormente a las audiciones preliminares entre miembros y socios, Digni comisionó a la Sociedad Misionera Noruega y a Jakob Vea para dirigir un programa para la edificación de competencia enfocando el compromiso medioambiental. El Programa para la edificación de Competencia Medioambiental (ECBP, siglas en inglés) se llevó a cabo en el periodo 2012 – 2014. Además de Digni y la Sociedad Misionera Noruega, el programa incluyó a dos organizaciones noruegas miembros, Normisión y Aeropagos, y a organizaciones socias de China (Concilio Cristiano Chino, La Fundación Amity), Etiopia (La Comisión de desarrollo y servicios sociales de la Iglesia Evangélica Mekane Yesus), India (Fondo del Servicio Mundial Luterano) y Madagascar (Iglesia Luterana de Madagascar).

En una fase inicial se instituyó un comité organizativo (El Grupo Verde) conformado por representantes de las organizaciones noruegas miembros y Digni. Durante todo el periodo del programa, este grupo fue designado para la planificación y coordinación de las actividades del programa, especialmente en relación a tres conferencias internacionales realizadas con los participantes en un periodo de tres años (ver abajo).

Metas

La meta principal del proyecto fue establecer la relación entre el compromiso medioambiental y nuestra fe cristiana. La presunción fue que, cuando fijamos nuestro compromiso con el medio ambiente dentro de nuestra fe e identidad cristiana, pueden suceder dos cosas:

1. Veremos un compromiso más sostenible a través de una sólida apropiación.2. Mas iglesias y ONGs cristianas se involucraran en la causa

Como iglesias, necesitamos un fundamento teológico para construir nuestro involucramiento. Necesitamos aplicar acción a la fe. Necesitamos crear un puente que una el desfase entre la persona común y su involucramiento para proteger el medio ambiente, ambos en términos teológicos, la preocupación acerca del cambio climático y la destrucción del medio ambiente. Este planteamiento – tomando la teología como punto de partida- fue unánimemente confirmado por todas las organizaciones e iglesias participantes, tal como muestra el informe.

Estructura del Reporte

El presente reporte comprende tres capítulos.

El primer capítulo resume los puntos principales del aprendizaje, hallazgos y recomendaciones del programa.

El segundo capítulo está enfocado en la teología, construyendo un argumento de las razones para el cuidado del medio ambiente como tema central para la iglesia y puntualizando sus implicaciones en la iglesia y los creyentes.

El tercer capítulo (no disponible en francés ni español) incluye los estudios de casos provistos por los diferentes participantes, resaltando el trabajo que se lleva a cabo localmente y los desafíos particulares del medio ambiente en sus respectivos contextos. Mientras el cambio climático representa la amplia fotografía, el Programa de Edificación y Competencia sobre el Medio Ambiente hace un mayor énfasis en las intervenciones de gente común en su hábitat local, selva y tierra. Nuestro enfoque toma el compromiso de las bases como punto de partida, como un camino inmediato y accesible para abordar el cuidado medioambiental.

En todas partes, el reporte refleja las discusiones y consultas que hicieron los participantes del programa y las lecciones aprendidas respecto a nuestra fe y sus consecuencias prácticas. Hemos visto que las redes establecidas y la cooperación durante estos tres años han contribuido a nuestro conocimiento, comprensión y nuestra motivación para ver las dificultades medioambientales en nuestra sociedad.

Esperamos que este documento provea un consejo útil e inspire a otros lectores, basándose en el compromiso por la fe para salvar el medio ambiente.

Organizaciones participantes

Fundación Amity (China)

Aeropagos (Noruega)

Concilio Cristiano Chino (China)

Digni (Noruega)

Foro Acción Social Evangélico (India)

Fondo Indio Servicio Mundial Luterano (India)

Normisión (Noruega)

Iglesia Evangélica Mekane Yesus (Etiopia)

La Iglesia Luterana de Madagascar (Madagascar)

La Sociedad Misionera Noruega (Noruega)

Cronograma

Oct 2009 Reporte de Evaluación de Noragric a pedido de Digni. La evaluación de la situación y sus recomendaciones constituyen la línea base de la iniciativa para generar un programa para la edificación y competencia sobre el medio ambiente.

2010 Presentación del tema en reuniones de red en Mali, India e internamente para todos miembros de Digni.

2011 Se establece un plan preliminar. Proceso de identificación de miembros motivados para participar en el programa. Tres miembros con dos socios cada uno, se inscriben como participantes.

Ene 2012 Decisión de anclar el compromiso en SMN. Documento del programa consensuado. Se establece el “Grupo verde”.

Ago 2012 Se organiza el primer encuentro en Chiang Mai, Tailandia. “Enfoque basado en la Fe para la Edificación y Capacitación sobre el Medio Ambiente”.

Ago 2013 Segundo encuentro organizado en Chiang Mai, Tailandia.

2013-2014 Escribiendo y recopilando artículos y contribuciones para el reporte final.

Nov 2014 Tercera y última conferencia organizada en Hosaina, Etiopía.

Dic 2014 Informe final presentado por el gerente del programa.

Capítulo Uno

HALLAZGOS Y RECOMENDACIONESEste capítulo resume los principales puntos aprendidos, desafíos y recomendaciones del Programa Internacional para la Edificación y Competencia sobre el Medio Ambiente.

Principales puntos aprendidos1. Necesitamos descubrir el nexo entre nuestra fe y el compromiso con el medio ambiente

El objetivo principal de este proyecto ha sido comprender la conexión entre el compromiso medioambiental y nuestra fe cristiana. La mayordomía y el respeto a la creación de Dios deben ser parte inherente y natural de nuestras vidas, como individuos cristianos y como iglesia cristiana.

Enfocando la relación existente entre nuestra fe y el medio ambiente, la mayoría de los participantes del programa hemos llegado a comprender nuestro lugar como seres humanos y el valor de la creación de Dios; se ha reafirmado nuestro mandato como creyentes e iglesia; se ha incrementado nuestra confianza en la creación continua de Dios, la sanación y la esperanza.

El rol de la iglesia y su capacidad para abordar los temas medioambientales se fortalecieron cuando se los relacionaron con la identidad y misión propia de la iglesia. De hecho, esto es un prerrequisito para la acción, como demuestra la experiencia obtenida en el programa de edificación y competencia. Necesitamos entender el “por qué” correcto (fundamento teológico) antes de encontrar el “cómo” apropiado (acción de las iglesias por el medio ambiente).

El programa ha ayudado a reavivar nuestros deberes y responsabilidades como cristianos, para contribuir al mejoramiento del medio ambiente en una forma holística; sustentando las funciones de la naturaleza, diseñadas por Dios, desde un punto de vista teológico, ético y práctico.

Por supuesto, también debe haber un despertar general en el mundo occidental y en la iglesia globalizada. Para Digni, sus miembros y socios es de particular importancia, el Compromiso de Ciudad del Cabo 2010 del movimiento evangélico Lausana, que despierta la preocupación por el medio ambiente en la misión integral de la iglesia. Como lo planteamos en la Cumbre del Clima de la ONU en Paris 2015, nos urge cuidar, compartir y hacer algo para actuar como iglesias.

2. Educación básica y capacitación pueden lograr una diferencia enorme

Sensibilizar a la gente acerca de la conservación medioambiental e introducir técnicas prácticas y herramientas no dañinas para el medio ambiente, son las intervenciones primarias en la mitigación y están a mano en el mundo en desarrollo. Es también una relación de ganancia – ganancia: adaptando métodos no dañinos al medio ambiente se tiende a incrementar la producción, mejora la salud, así como previene la degradación medioambiental.

Este punto fue maravillosamente demostrado en la visita de campo que hicieron los participantes del programa a un par de granjas en las afueras de Hosaina en Etiopía. Como resultado de su capacitación, los granjeros habían protegido sus tierras de la erosión y de la degradación rápida; al mismo tiempo que su producción agrícola se había incrementado. Eran capaces de asegurar la alimentación de sus familias y la educación de sus hijos a través del incremento de la capacidad productiva de sus fuentes de cosecha propia. Generaban sus ingresos con la venta de diferentes vegetales, frutos y semillas en los mercados locales. Demostraron mucho cuidado por los recursos naturales como el suelo y el agua, sabiendo que sus tierras solo son capaces de generar frutos sí se aplican diferentes métodos de conservación.

En el segundo capítulo encontraremos historias de casos similares, donde se adoptaron herramientas no dañinas al medio ambiente y se desarrollaron técnicas que incrementaron los medios de vida de las comunidades, mientras se contrarrestaba la degradación. Ejemplos de intervenciones sensibles abundan, así como la introducción de estufas efectivas a leña, energía solar, biogás, prácticas de agricultura orgánica, etc.

3. Necesitamos comprender nuestro rol y guiar con el ejemplo

A pesar de reconocer la necesidad de aprender más acerca de las cuestiones medioambientales y del cambio climático, participando en el programa hemos incrementado nuestro conocimiento y conciencia sobre la urgencia que rodea estos asuntos. Poniendo sobre la mesa los insumos y la información traídos de diferentes partes del mundo hemos mejorado nuestra comprensión sobre los desafíos contextuales particulares que hemos encontrado.

El programa nos ha alentado y empoderado para poner más énfasis en el significado y consecuencias de nuestras propias acciones, ya sean individuales o colectivas; estimulando la adopción de hábitos amigables al medio ambiente y el ejercicio de la moderación, manteniendo en mente las necesidades de otros. Necesitamos dirigir con el ejemplo y ser el cambio que deseamos ver en el mundo.

En términos prácticos, varios participantes han apuntado la necesidad de promover el “consumo responsable”, reconociendo la realidad y las oportunidades ofrecidas por el mercado, en vez de rechazarlo. Crear un espacio para rendir cuentas y forjar un desarrollo económico justo y sostenible, continúan siendo los más cruciales desafíos de nuestros tiempos, para lo cual necesitamos hacer compromisos personales e institucionales/organizacionales.

Los participantes también han referido que la importancia de la protección medioambiental ha ganado un punto de apoyo entre el liderazgo de sus respectivas organizaciones/iglesias, dando lugar a una plataforma vital para generar el compromiso dentro de estos organismos y entre la gente a la que estos llegan.

4. Somos fuertes cuando trabajamos juntosEl programa nos ha encomendado la cooperación con otras organizaciones de ideas afines. Hemos aprendido unas de otras. Para encarar los desafíos medioambientales necesitamos estar juntos y ser fuertes. Necesitamos formar redes y alianzas y responder a los signos de los tiempos.

El involucramiento y la motivación de los participantes se incrementaron claramente durante el programa. La relación establecida entre los participantes y el intercambio de experiencias en el área de medio ambiente es una fuente de motivación.

El desarrollo dentro de la Iglesia Luterana Mekane Yesus (EECMY) en Etiopía puede servir de ejemplo. Habiendo sido parte del Programa de Edificación y Competencia sobre Medio Ambiente, a través de su Comisión de Desarrollo y Servicios Sociales (DASSC), la iglesia invitó a uno de nuestros conferencistas, el Dr. Bård Mæland, a participar en las reuniones del Comité Anual de Responsabilidad Cristiana(CMCR) realizado a principios del 2013, para compartir las perspectivas cristianas de la preocupación por el medio ambiente y asistir en el desarrollo de una nueva política medioambiental. El EECMY ha priorizado el medio ambiente, incorporando la enseñanza de mayordomía en el programa de estudios de sus escuelas de teología. Por otra parte, respondiendo a las necesidades de las comunidades, la iglesia está realizando una serie de actividades así como: la

formación de grupos voluntarios, incrementando el alerta, tareas prácticas, celebración de los días verdes y movilización de sus congregaciones para alcanzar a sus respectivas comunidades.

Inspirados por el desarrollo en Etiopía, el liderazgo de la Iglesia Luterana Malagasy está buscando la forma para que la preocupación por el medio ambiente sea parte de la estrategia de la iglesia, proponiendo por ejemplo, la inclusión de la enseñanza sobre mayordomía en el currículo de sus escuelas bíblicas. Otro ejemplo, los socios locales de China y Madagascar han conformado una cooperación para las instalaciones de biogás.

Entonces, aprendiendo de los desafíos de unos y otros y escuchando las voces de las víctimas del clima, se revela la naturaleza intrincada del cambio climático. Estamos enlazados intrincadamente y somos mutuamente responsables de las acciones de unos y otros. El llanto de hermanas y hermanos cristianos, quienes sufren las consecuencias del cambio climático y de la degradación medioambiental, es un llamado poderoso para la acción de la iglesia global. Porque ”si un miembro sufre, todos los miembros sufren con él; y si un miembro recibe honra, todos los miembros con él se gozan” (1 Cor. 12:26)

5. Tenemos responsabilidades y roles diferentes para actuar de acuerdo a nuestro contexto

Mientras el promedio de CO2 que un etíope emite por año en la atmósfera es de 0,1 toneladas, el promedio que emite un noruego es de 11,7 toneladas. Claramente se ve que las responsabilidades y expectativas varían según el contexto. Mientras el llamado a la moderación en términos de consumo personal cala hondo para los ricos, la urgencia de moderación tiene menos sentido para los pobres. Y mientras la legislatura a nivel nacional o internacional puede ser una opción para algunos, los esfuerzos locales para detener la degradación del suelo y asegurar suficiente alimento pueden ser las opciones más agudas y sensibles para otros. Necesitamos identificar nuestras responsabilidades y roles de acuerdo a nuestros recursos y contextos.

Reflexionando sobre el tema subyacente, aquí no se trata solo de diferencias contextuales, sino del tema de la justicia. Los menos responsables de la crisis medioambiental experimentan impactos mayores y enfrentan desafíos en su desarrollo debido a las emisiones globales.

6. Necesitamos usar nuestros talentos

Cuando diseñamos los proyectos de desarrollo, proyectos medioambientales, tendemos a focalizar las necesidades de la comunidad. Generalmente estas necesidades se definen como recursos faltantes (dinero, conocimiento etc.). En vez de enfocar lo que hace falta, deberíamos enfocar más lo que ya existe allí. Debemos empezar por lo que conocemos y tenemos, cualidades que están a la mano. Tenemos que identificar qué tiene la comunidad en términos de habilidades y otros recursos. El potencial del poder humano debe ser identificado para hacer a las comunidades dependientes de ellos mismos y no de los recursos externos.

Todo hemos sido creados con potenciales y talentos, que son cualidades. Tomando como punto de partida la parábola de los talentos (Mateo 25:14-30), la Iglesia Luterana Malagasy y la NMS han desarrollado el concepto de “Usa tus Talentos”, para movilizar a los agentes de cambio de la iglesia en las comunidades locales. Antes que tener dirigidas las necesidades por otros, el planteamiento basado en las cualidades de “Usa tus Talentos” motiva a la congregación local para jugar un rol proactivo en el desarrollo movilizando a los congregados y a los miembros de la comunidad para la

acción social, clasificando los desafíos y recursos de la comunidad, promoviendo respuestas independientes y comunales a los problemas locales. De esta manera, la iglesia obtiene una presencia activa en las comunidades, la personificación de Cristo. En Madagascar, el concepto ha significado la formación de comisiones de desarrollo en las congregaciones, liderando el trabajo, coordinando actividades y administrando los ingresos y gastos. No existe financiamiento externo. El concepto ha sido adoptado por las iglesias en varios países, incluyendo Etiopía.

“Usa tus Talentos” es una expresión de lo que podemos llamar “diaconía congregacional”, el trabajo social voluntario de la congregación que difiere de la “diaconía institucional”, el trabajo social profesionalizado de la iglesia. Esto no implica una dicotomía, al contrario, estas dos expresiones del trabajo social de la iglesia existen y trabajan complementariamente.

Los desafíos principales1. Uniendo la iglesia en el mensaje medioambiental

Cuando la iglesia está unida, puede ser la promotora del cambio. El éxito del programa “Usa tus Talentos” en Madagascar es un buen ejemplo de esto (ver más abajo). Desafortunadamente, mientras algunas iglesias han estado en la vanguardia para promocionar el cuidado del medio ambiente, lo contrario puede suceder. Diversas iglesias, sus miembros y misiones tienen visiones y opiniones opuestas incluso sobre si se debe o no responder a los desafíos del cambio climático. Un debate central es que si el cuidado del medio ambiente debe ser o no un tema para la iglesia. El presente documento afirma claramente la centralidad del tema del cuidado medioambiental como parte de la misión de la iglesia, pero aún queda mucho por trabajar para enraizar esta idea.

2. Creando la apropiación de la agenda verde dentro de la estructura de la organización/iglesia

Muchos participantes reportaron falta de apropiación en los temas medioambientales dentro de sus respectivas organizaciones e iglesias. La incorporación del compromiso con el cuidado del medio ambiente en las iglesias no va a ocurrir de la noche a la mañana. Esto requiere que nosotros actuemos de manera estratégica, involucrando a figuras claves del directorio, promocionando el concepto de mayordomía, trabajando para que las escuelas teológicas adopten la enseñanza sobre la teología y el medio ambiente, propagando información sobre el cambio climático y apelando a la justicia y responsabilidad.

3. Propagando el mensaje y movilizando a las congregaciones

Un desafío central, hecho eco por todos los participantes, es la cuestión de cómo propagar el mensaje a las congregaciones y/o a las organizaciones locales. Movilizar a la gente para el cambio y la justicia suele ser difícil. La urgencia del cambio climático es dura de asimentar, porque es un fenómeno que se produce lentamente. La naturaleza del cambio simplemente puede resultar demasiado abrumadora, algunos dirán:¿Acaso podemos hacer algo para cambiarla? Para encarar estos desafíos, necesitamos guiar con el ejemplo, distribuir información fidedigna y esforzarnos en propagar una voz, un mensaje teológico sencillo y no fraccionado para la acción. También debemos tener en cuenta la brecha existente entre quienes están generalmente preocupados por el medio ambiente y la mayordomía: líderes y equipo profesional y aquellos que pueden priorizar diferente: congregaciones, pastores y laicos – las comunidades cristianas – por el otro.

4. Abordando la brecha del conocimiento

El cambio climático y la conservación del medio ambiente es un vasto y complejo campo. Conseguir los datos e identificar los esfuerzos correctos para su mitigación es un desafío para todos nosotros y no menos importante en términos de capacidad. ¿Cómo podemos filtrar la vasta cantidad de información y qué debemos hacer con la información que recibimos? ¿ Cómo aumentamos el flujo de información dentro de nuestra propia estructura y nos mantenemos unos a otros actualizados sobre el desarrollo en cada uno de sus contextos?

6. Trabajando más estratégicamente dentro de nuestra capacidad

Nosotros hemos estado trabajando en un marco conceptual para un enfoque basado en la fe en el cuidado medioambiental. Hemos puesto al medio ambiente como tema transversal en nuestro trabajo en desarrollo. ¿Pero qué significa esto en la práctica? Y ¿cómo podemos asegurarnos que se continúe trabajando sobre las lecciones aprendidas y las relaciones formadas durante el programa de edificación y competencia? Hemos experimentado frecuentemente que cuando ya no existen los recursos extraordinarios y la estructura en el lugar, todos vuelven a sus labores anteriores. En nuestros ajustes, necesitamos definir claramente cómo facilitar estas estructuras en el trabajo estratégico con temas medioambientales, debido a que frecuentemente nos encontramos con falta de recursos humanos y financiamiento para temas de medio ambiente. Necesitamos identificar y emparejar nuestros recursos “profesionales” y organizacionales, con los recursos voluntarios, tanto tangibles como intangibles. No hay mejor lugar para emprender este emparejamiento de profesionalismo y voluntariado que las iglesias.

7. Comprometiendo las causas del cambio climático

Mientras que la iglesia tiene una historia honorable llegando hacia los pobres, su trayectoria es ambigua cuando se trata de localizar las causas fundamentales del sufrimiento. Ubicar las causas que originan el cambio climático y la degradación medioambiental requiere del compromiso en las esferas políticas y económicas (nacionales y globales). Sin embargo existen varios escollos. En algunos contextos, la esfera política no puede ser abierta en la iglesia o ello implicaría mucho peligro. Por otra parte, el involucramiento de la iglesia en la política es un tema contencioso, se tienen argumentaciones basadas en que la iglesia debe permanecer “neutral” o debe quedar fuera de las cuestiones “mundanas”. Mientras estemos de acuerdo en que la iglesia debe esforzarse por una neutralidad política y no apuntar al poder político, los valores de la iglesia no son más que neutrales – nuestra postura es que es necesario que se actúe, aun cuando las consecuencias sean políticas. Afortunadamente, no estamos solos, somos varios. Formando alianzas con iglesias de ideas afines, ONGs y movimientos verdes, integrándonos a redes nacionales e internacionales y grupos de presión se habrá recorrido un largo camino hacia la respuesta al llamado de abordar las causas fundamentales.

Recomendaciones

1. Guiar con el ejemplo

La manera más eficiente para abogar por la conciencia por el clima es a través de predicar con el ejemplo. La integridad es la palabra clave.

2. Fundamento teológico

La iglesia necesita un fundamento teológico sólido, simple y no divergente para tener un compromiso con el cambio climático y el cuidado medioambiental. Cuando dichas intervenciones son consideradas fuera de la tarea central de la iglesia, nuestros esfuerzos no tendrán legitimidad ni soporte entre los congregados.

3. Hacer del medio ambiente una prioridad

Las iglesias y organizaciones están limitadas por su economía y sus recursos humanos. No podemos esperar que la preocupación por el medio ambiente esté al tope de otras tareas. El medio ambiente necesita ser una tarea prioritaria, con un equipo dedicado. Necesita ser parte de las estrategias y políticas.

Preparando y adoptando políticas medioambientales ayudará a crear una apropiación práctica de la agenda verde dentro de las iglesias/organizaciones. Generalmente es el primer paso para despertar la preocupación por el medio ambiente.

CAJA DE DATOS: Gestionar en tu iglesia: buenos consejos de los participantes

Llegar a conocer a la junta directiva de tu iglesia y aprender cómo comunicarse con ellos.

Promocionar el concepto de mayordomía. Trabajar para lograr que el cuidado por el medio ambiente sea incluido en el

documento de las políticas de la iglesia o adoptar una política medio ambiental. Sugerir se incluya el tema de Medio Ambiente en el currículo de colegios bíblicos

/seminarios. Predicar y enseñar la mayordomía cristiana, alentar el consumo responsable. Para despertar el compromiso, organizar eventos amigables con el medio ambiente,

campamentos y eventos. Organizar seminarios para los líderes locales de la iglesia en áreas de medio ambiente

protegido.

4. Adoptar planteamientos holísticos y basados en cualidades

Dada la enormidad de la tarea, necesitamos conectar el profesionalismo con el voluntariado. El planteamiento basado en las cualidades es central en este proyecto, tomando como punto de partida a los recursos locales y el conocimiento existentes.

Los programas deben ser diseñados holísticamente para mostrar la realidad completa donde humanos y medio ambiente son parte de un mismo sistema. Uno no puede separar el bienestar del medio ambiente del de la comunidad o viceversa. En todos los proyectos deben incorporarse evaluaciones de impacto medioambiental.

5. Actuar localmente (pero pensar globalmente)

La mayoría de nosotros puede lograr cambios en nuestro contexto local, como claramente ha demostrado el ejemplo del capítulo dos. Necesitamos promover la fórmula de ganancia-ganancia en las prácticas amigables con el medio ambiente, que mejoran tanto el medio de vida como las condiciones del medio ambiente.

6. Maximizar la comunicación

Para conseguir alcanzar al “público en general” necesitamos utilizar los canales de comunicación disponibles, aún si fueran varias formas de medios, eventos comunales, servicios religiosos y otros. No debemos tener miedo de hablar.

Es importante apoyarnos el uno al otro para encontrar los desafíos locales y los esfuerzos para mitigarlos. Es de particular importancia comunicar testimonios personales de gente que ha sido afectada por el cambio climático. Porque “si un miembro sufre, todos sufren juntos” (1.Cor.12:26).

7. Promocionar las ideas de mayordomía, responsabilidad y justicia

La tierra no es nuestra, pertenece a Dios y a las futuras generaciones. Nuestro mandato es ser mayordomos de la tierra, no explotar todos sus recursos para beneficio propio. Ante Dios, ante nuestro prójimo y ante aquellos que vendrán después de nosotros, somos responsables de no extraer más que lo justo de los recursos naturales existentes, para no comprometer la sostenibilidad de la Tierra. Es una cuestión de justicia: entre aquellos quienes disfrutan sin mesura de las bondades de la naturaleza y aquellos quienes sufren las consecuencias de este disfrute, y entre nuestra generación y las que nos seguirán.

8. Promover el consumo responsable

Al mismo tiempo que nosotros alcanzamos desarrollo y bienestar, dependemos de un desarrollo económico que está alimentado por el consumismo. Decidir no formar parte del mercado no es una opción. Al contrario, es necesario promover un consumo moderado y responsable.

Existen modelos de negocios sostenibles para financiar desarrollo en el área del medio ambiente, manejo de los recursos naturales, manejo de los riesgos de desastres, riesgo y prevención. No debemos tener temor de adoptar planteamientos comerciales en nuestras intervenciones.

9. No rendirse

No es tarde. Todavía podemos cambiar el curso de la historia. En realidad, el curso de la historia está cambiando mientras hablamos: las emisiones de carbono están disminuyendo, la energía renovable en contraposición de los fluidos fósiles, está ganando un puesto importante en el mercado; los líderes políticos se están comprometiendo personalmente para trabajar juntos en cambiar la dirección del barco. ¡Hay esperanza!

Capítulo Dos

Cómo se relaciona nuestra fe con los temas medioambientales

“Porque en El fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visible e invisibles” (Colosenses 1:16)

La gran narrativa:

¿Cuál es la perspectiva cristiana de la creación, naturaleza y el medio ambiente?

Dios es el Creador y la Creación le pertenece

La piedra angular para el cuidado del medio ambiente está en que Dios es el Creador del cielo y tierra (Génesis 1:1). Toda la creación es una expresión de Dios; cuando empezamos a comprender la creación podemos tener una idea de cómo es el creador. Por esto, el apóstol Pablo declara que las cualidades eternas de Dios pueden ser comprendidas a través de lo que Él ha hecho (Romanos 1:20). Sin embargo, Dios no está para ser identificado con su creación: Dios es distinto y a pesar de todo está incesantemente involucrado en su creación. Consecuentemente, nos encuentra donde nosotros vivimos, a través de sus regalos de la tierra. Estamos íntimamente ligados con el resto de la creación porque hemos sido formados de tierra.

El Salmo 24 indica que todo el universo pertenece a Dios y a Él solo. De el Señor es la tierra y su plenitud; el mundo y los que en él habitan (Salmo 24:1).Creados a imagen y semejanza de Dios, los seres humanos han sido encomendados para el cuidado de la creación de Dios (Génesis 1:26-28) Entonces dijo Dios, de acuerdo a Génesis 1 “Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra y en todo animal que se arrastra sobre la tierra”.

Estamos llamados a ser mayordomos sobre la tierra

Los primeros capítulos de Génesis muestran que la relación de la humanidad con el resto de la creación es ambigua: somos parte de ella y estamos por encima de ella. Somos parte de la tierra y hemos de gobernar sobre ella.

Somos criaturas de Dios y hechas a semejanza de Dios.

Estas verdades sostenidas en tensión mantienen la libertad cristiana entre los extremos del bio-centrismo y del antropocentrismo respectivamente. No debemos reducir la humanidad a la pura naturaleza y tampoco divinizar la humanidad. La cristiandad no es meramente antropocéntrica (centrada en el hombre), tampoco meramente bio-céntrica (centrada en el medio ambiente): es primordialmente teocéntrica (centrada en Dios).

Nuestra solidaridad con el resto de la creación debe servir para mantenernos lejos de una regencia opresiva. El dominio no es una regencia dictatorial, no somos señores sobre la creación: es una regencia delegada, una regencia que es responsable. Como mayordomos de Dios de la creación, seremos llamados para responder de cómo hemos tratado a Su tierra.

Dios ha dado a la humanidad la responsabilidad plena de actuar en el cuidado de Su creación. Para realizar este propósito, El Señor Dios tomo al hombre y lo puso en el Jardín del Edén para que lo trabajase y lo cuidase (Génesis 2:15). En otras palabras, el hombre estaba allí como mayordomo del jardín. Un mayordomo es alguien que administra los asuntos de otra persona, pero que hace una contabilidad de sus acciones ante el dueño de esos asuntos. La figura aquí es que Dios es el dueño de los asuntos, significando la tierra, y el hombre es el mayordomo nombrado para actuar en su cuidado.

La mayordomía es una tarea colectiva

Dios no esperaba que sólo una persona sea el mayordomo de toda la creación. Más bien, Él bendijo a Adán y Eva y los hizo fructíferos. Llenando la tierra es el medio por el cual la tierra es sometida por el hombre. Esta verdad esencial está personificada en el derecho de la vida. Cada persona nacida contribuye al bienestar de la sociedad. A través de oración, trabajo y descubrimientos, cada persona permite a otras, crecer en conocimiento y santidad. Permite, que no sea una sola persona que regente la tierra. Colectivamente, nosotros somos los mayordomos de la tierra.Sin embargo, cada uno de nosotros tenemos oportunidades y recursos a nuestra disposición que otros no los tienen. Tú puedes poseer una propiedad que nadie más ostenta. Sin embargo, comprendiendo a la mayordomía como colectiva, requiere que encontremos los caminos por los cuales podemos colaborar con otros para hacer que los recursos en nuestra posesión trabajen por el bien de todo, según lo previsto por Dios. Porque la mayordomía es colectiva y los recursos de la tierra son para toda la humanidad, en el presente y en el futuro, nuestro uso debería reflejar esa solidaridad. En otras palabras, no es simplemente para qué los utilizamos, es también cómo los utilizamos.

El pecado ha interrumpido el propósito de la mayordomía

Nuestro rol clave es ser fieles servidores en la mantención y cuidado de la creación de Dios. Al contrario de lo que Dios demanda que nosotros hagamos, los seres humanos nos hemos sublevado contra Dios e interrumpido su creación. El pecado nos aleja de nuestro creador Dios y de su Creación. El pecado nos ha llevado a explotar las bondades de la creación en beneficio propio.

La destrucción de nuestro clima es el resultado del pecado de la avaricia humana y nuestra separación de Dios y la naturaleza. Como consecuencia, la Creación entera está sufriendo: alteraciones del clima están causando inundaciones extremas, erosión, sequias, deshielo de los polos; está poniendo en peligro la producción de alimentos, el suministro de agua y el ecosistema entero. Dios nos habla a través de la Creación, no solo como una demostración divina de grandeza y hermosura, sino como el llamado a dejar una forma de vida que causa la destrucción de la creación de Dios y el sufrimiento humano.

El pecado de la injusticia

En el corazón del desastre ecológico en curso está deslumbrando la injusticia. Los pobres y las personas indigentes están siendo fuertemente azotados por el cambio climático, a pesar de que, son los que menos contribuyen a la destrucción del medio ambiente. Al mismo tiempo, estamos comprometiendo severamente el bienestar de las futuras generaciones, disturbando la sostenibilidad de la tierra mediante la desmedida explotación de los recursos naturales, la polución del aire y el agua y la emisión de gases de efecto invernadero. Cerrando nuestros ojos y oídos al sufrimiento y a la injusticia nos impide ver la cara de Jesús en los pobres, en los desamparados, los que sufren y los aún no nacidos, separándonos de Dios (Mateo 25:34-40, Isaías 58).

Salvación y restauración

A pesar de todo lo que causan los efectos de la caída, Dios aún se preocupa por la tierra. Él no se ha lavado las manos, de hecho el cuidado que Él tiene por la tierra, ha sido demostrado con la venida de Jesús. La compasión divina está dirigida para el mundo entero. Va más allá de la humanidad para abrazar “todas las cosas” en la reconciliación de Cristo (Colosenses 1:15-20).

La introducción del pecado ha tenido consecuencias para la creación entera. Similarmente, la redención de Cristo tiene consecuencias en la creación entera. La salvación no es meramente una cuestión individual, es la sanación del pueblo de Dios y el cosmos, del medio ambiente natural. La creación incluye la humanidad y la naturaleza; de la misma manera, la salvación también incluye tanto la humanidad como la naturaleza. Estamos comisionados para cuidar la creación, que ahora está en cautiverio para su destrucción y muerte, con la esperanza que esta creación conocerá la liberación que espera, (2 Pedro 3:13).

A través de la muerte y resurrección de Cristo, la relación entre Dios y la humanidad se ha restablecido. Somos libres para servir a Dios y a su creación. Mientras nosotros continuamos limitados por las consecuencias del pecado, las semillas para un mundo nuevo ya están presentes. Nosotros estamos al frente para crear signos de un futuro diferente aquí y ahora, en medio de las dificultades de la tierra; las semillas de renovación darán fruto cuando el tiempo haya llegado.

El cuidado de la creación está integrado en la misión holística de la iglesia

Es como una tarea urgente para la teología, explicar la interconexión entre la memoria viva de Jesús y los temas que confronta la comunidad global. Difundiendo la palabra de Cristo mientras se hace caso omiso a las necesidades humanas básicas, es predicar un Evangelio incompleto, como muestra la experiencia del movimiento misionero. El movimiento evangélico de Lausana, en el Compromiso de la Ciudad del Cabo estableció que:

“La misión integral significa el discernimiento, la proclamación y el vivir de la verdad bíblica que es el evangelio de las buenas nuevas de Dios, a través de la cruz y la resurrección de Jesucristo para los individuos, para la sociedad y para la creación. Todos estos tres están destrozados y sufriendo por causa del pecado; todos estos tres están incluidos en el amor redimido y la misión de Dios; todos estos tres deben ser parte de la amplia misión del pueblo de Dios”.

Por tanto, la acción ecológica no es solo una responsabilidad ética, sino es radicalmente cristiana, así como la práctica de la fe del discipulado cristiano. Es por esto que la iglesia debe tomar la responsabilidad para guiar cómo las congregaciones pueden aumentar su compromiso en la protección medioambiental, como pueblo perdonado por su pecado; empoderado por el amor de Dios para cuidar, servir, mantener y honrar la integridad de la creación.

La esperanza Cristiana concierne el presente y el futuro

Para los cristianos el concepto de “esperanza” adquiere una gran dimensión. Es nuestro derecho de nacimiento. No en la esencia como está enraizada en nuestras propias habilidades como seres humanos, pero como un potencial poderoso para transformación y salvación que está establecido a través de nuestra relación con Dios, El Creador y Redentor, quien nos ha prometido estar con nosotros “siempre, hasta el fin de los días” (Mateo 28:20).

La promesa de la esperanza cristiana concierne por igual al futuro y al presente. Es una corriente activa, no una cuenta de ahorro. Para rechazar la esperanza de la salvación futura es suficiente con abandonar la esperanza, rechazar nuestro derecho de nacimiento y desaprovechar nuestros talentos. Una iglesia que busca a Dios, vive y respira esperanza en un mundo destruido.

Fuentes:

Este capítulo combina contribuciones de diferentes fuentes, principalmente de participantes del programa y conferenciantes. Frases orales y modificadas, extractos e inspiraciones vertidas por el Rev. Dr. Wakseoum Idossa en su discurso de apertura en el Seminario de Hosaina, del documento La justicia del clima, publicado por Creación y sostenibilidad ( una cooperación entre la Iglesia Noruega, El Concilio Cristiano Noruego y la Ayuda de la Iglesia Noruega), el Compromiso de Ciudad del Cabo del Movimiento de Lusana (2010), y de la comunidad Taizé (Esperanza Cristiana, Carta de Taizé 2003/3).

Extraído del Texto del Compromiso de Ciudad del Cabo del Movimiento de Lausana:

A) Amamos el mundo de la creación de Dios. Este amor no es un mero afecto sentimental por la naturaleza (que la Biblia en ninguna parte ordena), y mucho menos una adoración panteísta de la naturaleza (que la Biblia expresamente prohíbe). Más bien, es el resultado lógico de nuestro amor por Dios en el cuidado de lo que le pertenece. “De Jehová es la tierra y su plenitud”. La tierra es la propiedad del Dios que decimos amar y obedecer. Cuidamos de la tierra, sencillamente, porque pertenece a quien llamamos Señor [Salmo 24:1; Deuteronomio 10:14].

Cristo creó y redimió la tierra [Colosenses 1:15-20; Hebreos 1:2-3]. No podemos decir que amamos a Dios mientras abusamos de lo que pertenece a Cristo por derecho de creación, redención y herencia. Cuidamos de la tierra y usamos en forma responsable sus abundantes recursos, no según las razones del mundo secular, sino por causa del Señor. Si Jesús es Señor de toda la tierra, no podemos separar nuestra relación con Cristo de la manera en que actuamos con relación a la tierra. Porque proclamar el evangelio que dice “Jesús es el Señor” es proclamar el evangelio que incluye a la tierra, dado que el señorío de Cristo es sobre toda la creación. El cuidado de la creación es, por lo tanto, un tema del evangelio dentro del señorío de Cristo.

Este amor por la creación de Dios exige que nos arrepintamos de nuestra parte en la destrucción, dilapidación y contaminación de los recursos de la tierra y nuestra complicidad en la idolatría tóxica del consumismo. En cambio, nos comprometemos a una urgente y profética responsabilidad ecológica. Apoyamos a los cristianos cuyo llamado misional específico es a la defensoría y la acción ambiental, así como a aquellos comprometidos con el cumplimiento piadoso del mandato de proveer para el bienestar y las necesidades de los seres humanos ejerciendo un dominio y una mayordomía responsables.

La confesión cristiana y la teología de la creación y del medio ambiente

Las Confesiones Ecuménicas

A lo largo de la historia de la iglesia, la creencia en Dios como el creador del cielo y tierra ha sido la piedra angular de la confesión cristiana y la creencia en Dios. Sin embargo, esta dimensión ha sido cubierta y hasta ignorada por el enfoque dado al Dios Hijo, Jesucristo nuestro Salvador, eclipsando a Dios el Creador. Esta parte de la doctrina, sin embargo, nunca ha sido discutida dentro de la Iglesia. No obstante, ha sido una parte necesaria para la confesión cristiana ya que marca límites ante otras posiciones religiosas, tal como la teología dualística, donde Dios es visto como separado de la Creación, o la teología panteísta donde Dios y la creación difícilmente pueden ser separados uno de otro. En la clásica teología cristiana, Dios está íntimamente relacionado con la Creación, y aun así se halla separado de ella.

Cuando los cristianos de la mayoría de las iglesias confiesan el Credo de los Apóstoles o el Credo Niceno, dicen:

a.b. Hay un Dios,c. Dios es uno, no varios, yd. Dios es el poder y la mente detrás de la creación (“ creador del cielo y de la tierra”),

Que ha estado allí desde su creación, a través de la forma en que se conserva ahora (por Su Espíritu), y vendrá otra vez con gloria, en forma de un nuevo cielo y nueva tierra.

De esta creencia en Dios creador proviene entonces la creencia de la eternidad y universalidad: Dios ha puesto su sello en todo. No existe nada en la tierra o en el cielo que no esté relacionado a Dios de una u otra manera. El apóstol Pablo nos hace recuerdo en Romanos, donde Dios es descrito así: “Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa” (Romanos 1:20).

En el Credo Niceno, esta creencia está relacionada con la tercera persona de la Deidad, El Espíritu Santo, quien es descrito como el Dador de Vida. Así pues, uno puede trazar una línea desde el primer Dador de Vida, a través del Hijo quien vino trayendo vida en abundancia (Juan 10:10), y por último, hasta el Espíritu de Vida, quien constantemente está trabajando para mantener la vida y recordarnos nuestro servicio para protegerla donde sea que ésta esté amenazada (Gen. 2:7; Juan 3:8).

La Confesión Luterana

La tradición evangélica luterana tiene algunas declaraciones muy concretas sobre el significado de tener fe en Dios el creador. La explicación de Lutero sobre la fe en el Pequeño Catecismo es especialmente instructiva. Lutero aquí intenta dar una respuesta sobre lo que significa “yo creo en Dios el Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra”, y en forma muy concreta él dice:

“ Yo creo en Dios que me ha creado a mí y a todas las criaturas; que me ha dado cuerpo y alma, ojos, oídos, y todas mis extremidades, mi razón, y todos mis sentidos, y aún los provee; así mismo me ha dado, vestido y calzados, comida y bebida, casa y granja, esposa e hijos, campos, ganado, y todos mis bienes; que Él provee rica y diariamente con todo lo que yo necesito para sostener este cuerpo y esta vida, me protege de todos los peligros, me guarda y ampara de lo malo; y todo esto lo hace por su pura, fraterna, divina bondad y misericordia, sin ningún mérito o dignidad de mi parte; por todo lo cual, se lo debo a Él agradecer, orar, servir, y obedecer. Esto es ciertamente la verdad.”.

Como se ve, la creación es vista como una expresión de la divina provisión, preservación y protección. Para poner la fe en Dios el creador de ésta forma, hace un marcado énfasis en el aspecto “regalo” de Dios. Lutero en su Catecismo Largo hace una íntima conexión entre el Dios dándose a sí mismo en la creación, a través de su Hijo y a través del Espíritu Santo:

“Este sería, brevemente expuesto, el sentido del primer artículo [de la Creación], tal como es necesario que lo aprendan primeramente las almas sencillas, lo que recibimos y tenemos de Dios y también a lo que estamos obligados por ello. Tal conocimiento es grande y excelente pero, además, un tesoro mayor aún. Porque ahí vemos cómo se nos ha entregado el Padre juntamente con todas las cosas creadas y cómo nos provee en suma abundancia en esta vida, amén también de colmarnos de bienes inefables y eternos tesoros por medio de su Hijo y del Espíritu Santo (…).”

Por supuesto también existe otro aspecto de nuestra creencia en el Dios creador y la creación: no todos experimentan la provisión, preservación y protección de Dios porque han tenido duras experiencias con el medio ambiente. Si esta es la experiencia negativa de la creación, entonces Dios parecerá lejano y oculto. La teología Luterana tiene más aportes al respecto. Primero, hay una relación entre el sufrimiento y la teología de la cruz. Dios no promete solo gloria y prosperidad. El amor de Dios no fue revelado por nuestra especulación si Dios está presente o ausente en la creación, sino a través de su sufrimiento; el amor de Dios por la humanidad fue revelado en la Cruz.

Aunque esto podría ser entendido como una limitante de la teología cristiana, tanto la teología luterana de la cruz y la teología de la creación ayudan a los cristianos a ver la bondad de la creación como un regalo y hallar a Dios en la creación a pesar del sufrimiento y la falta de abundancia; este es el lenguaje es más fuerte.

Segundo, uno debería hacer más caso a la perspectiva crítica de Lutero sobre la forma como los humanos reciben los regalos de Dios. En su Catecismo Largo, Lutero no solo repite su enseñanza sobre la fe en la creación, pero también describe duramente el significado de no creer en Dios el Creador:

“(…) Porque, si lo creyésemos de corazón, obraríamos conforme a ello y no andaríamos orgullosos, tercos y engreídos, como si la vida, la riqueza, el poder y el honor, etc., procedieran de nosotros mismos. Hacemos, al fin como si hubiera de temérsenos y servírsenos; que así lo exige este mundo perdido y trastornado, que está sumido en su ceguedad, un mundo que abusa de todos los bienes y dones de Dios únicamente por su altanería, para su codicia, para su deleite y lujo, sin mencionar siquiera a Dios para agradecerle o reconocerle como Señor y Creador”.

Consecuentemente, al contrario de creer en Dios el Dador de regalos y dar una adecuada respuesta de agradecimiento, el humano hace abuso y explotación de los regalos de Dios para su beneficio propio. Aquí, Lutero hace clara alusión a la tradición de los siete pecados capitales: El punto de la tradición de los pecados mortales es que estos pecados no solo son pecados, sino que funcionan como bisagras. Una vez abiertas, toda clase de otros pecados podrán fácilmente avanzar y así pues acelerar nuestra dirección hacia la muerte. Mientras que la actitud fundamental del creyente es la oración humilde, el agradecimiento y gozo; el vicio de estos que no creen en la creación y en el Dador de vida, es un narcisismo corrupto, comúnmente descrito por Lutero como torcido hacia uno mismo.

Fuentes:

Este capítulo escrito por el Dr. Bård Mæland, basado en una presentación dada en Chiang Mai, 2012, como parte del Programa de Edificación de Competencia para el Medio Ambiente.

Diaconía

Diaconía es un concepto teológico que apunta a la identidad y la misión de la iglesia; el amor de Dios por todo su pueblo y toda la creación revelada a través de nuestra vida y servicio.

En la teología contemporánea la palabra diaconía presenta una variedad de connotaciones y representaciones, significando generalmente el servicio para cambiar la vida de la gente y el contribuir a la construcción de la ciudadanía de los menos afortunados. En este entendimiento, abordar la degradación medioambiental, la polución y el cambio climático, es el trabajo diaconal en su forma más pura. No es diferente que otras tareas diaconales más tradicionales de la iglesia: llegando a los pobres, dando refugio, servicios sanitarios y educación, etc. Es más bien, una promulgación del mandamiento de amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos, que las iglesias y misiones siempre han asumido.

Al interior del movimiento ecuménico, el término diaconía ha ganado importancia durante las últimas décadas, ya que muchos han coincidido con la opinión que ella expresa una dimensión importante del llamado a la iglesia para responder a los desafíos del mundo actual caracterizado por una pobreza persistente y un crecimiento desigual alimentado por la realidad devastadora del cambio climático.

En el importante documento sobre diaconía de la Federación Mundial Luterana, Diaconía en Contexto,1 se remarca este proceso e intenta contribuir a él desde una perspectiva luterana. Lo hace a la luz de la forma como la familia luterana está comprometida con el trabajo diaconal, a través del ministerio de asistencia de la Iglesia, que es expresión del Evangelio en acción: amando al prójimo, creando comunidades inclusivas, cuidando la creación y luchando por la justicia. La transformación, reconciliación y empoderamiento son los tres términos usados en este documento para indicar el núcleo de valores, la dirección del trabajo y también dar señales de cómo debe llevarse adelante la diaconía.

En este entender particular, el trabajo diaconal es visto como parte integral de la misión, es una acción audaz, no solo para aliviar el sufrimiento y compromiso en actos de misericordia, sino para enfrentar las raíces del sufrimiento humano y la injusticia. El cuidado de la creación involucra todo lo que Dios ha creado; la tierra y sus plantas, animales y seres humanos, los océanos, el aire y el sistema ecológico. “Porque del Señor es la tierra y su plenitud”. (1. Corintios 10:26) quiere decir que nosotros estamos llamados para cuidar algo que no es nuestro.

Practicar diaconía es servir a los seres humanos, a la creación de Dios y a Dios simultáneamente. Esta definición básica tiene consecuencias en la adoración y educación cristiana, incluyendo nuestro propio consumo personal y estilo de vida. El hecho que las personas individuales, las congregaciones y las organizaciones especializadas estén relacionadas y se ayuden mutuamente, suma los valores y cualidades de lo que se hace.

1 Rev. Dr. Kjell Nordstokke, ed. (2009). Diaconía en Contexto. Federación Luterana Mundial

Las consecuencias de la fe – ¿cómo respondemos?La piedad con contentamiento

Los seres humanos somos moralmente responsables ante Dios sobre cómo tratamos Su creación. Dios exige mandar sobre toda la creación de la misma la forma como en el reino de Dios. La libertad ejercida como seres humanos debe estar de acuerdo con la ley moral de Dios y la conciencia humana.

Dios dio a la mujer y al hombre la superioridad sobre todas las otras criaturas. La responsabilidad implica una apropiada mayordomía del medio ambiente. La autoridad otorgada debería buscar armonizar el cumplimiento de las necesidades de todas las criaturas. En cambio, estamos viviendo en un mundo caracterizado por grandes injusticias. Esto es una consecuencia del pecado humano.

Según Oxfam, el conjunto de la riqueza de los 80 billonarios más ricos equivale a la misma suma del 50% más pobre de la población mundial.2 Los más ricos también hacen uso de mayor cantidad de los recursos energéticos del mundo y contribuyen al mayor porcentaje de emisiones de gases de efecto invernadero. Por ejemplo, de acuerdo a las estadísticas del Banco Mundial, cada noruego produce 9,2 toneladas métricas de CO2 cada año, mientras que un etíope produce 0,1 toneladas métricas de CO2 por año.3

Alrededor del mundo hay probablemente un solo lenguaje compartido por todos: El del mercado. El desarrollo económico es probablemente nuestra herramienta más efectiva en la lucha contra la pobreza. Es un beneficio genuino para la raza humana. Pero este tiene también su lado oscuro. Nuestro sustento, el medio ambiente, está amenazado por el desarrollo económico insostenible basado en crecimiento y consumo sin fin.

La fe cristiana afirma claramente que la acumulación de riqueza material no debe ser el objetivo central de la vida. La gente está para usar los regalos de la creación sabiamente, para producir alimentos suficientes, vestimenta, salud y otros beneficios. Es obvio que el gran avance en la riqueza del siglo pasado solo ha sido posible en una pequeña proporción de países. El resto del mundo todavía lucha contra la pobreza.

Esto plantea un gran desafío para muchos de nosotros. Una vez, Mahatma Gandhi dijo sabiamente: “La tierra proporciona lo suficiente para satisfacer nuestras necesidades, pero no nuestra codicia”. En el Nuevo Testamento se nos alienta a tener “piedad acompañada de contentamiento”:

“Pero gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento; porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar. Así que teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto. Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición; porque a raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores (1.Timoteo 6:6-11).

2 Riqueza: Tenerlo todo y querer más. Informe Foro Oxfam, Enero 2015.https://www.oxfam.org/sites/www.oxfam.org/files/file_attachments/ib-wealth-having-all-wanting-more-190115-en.pdf

3 Las estadísticas están publicadas en internet: http://data.worldbank.org/indicator/EN.ATM.CO2E.PC:

Estas palabras son desafiantes. Aquellos de nosotros que tenemos cubiertas nuestras necesidades básicas de vida deberíamos estar contentos con lo que tenemos. Hay un mandato contundente en estas líneas. Las virtudes de la piedad y del contentamiento han movido a miles de cristianos a estar a la vanguardia de la sociedad en el compromiso y preocupación para el desarrollo de la comunidad contemporánea y la renovación socio-política.

Somos mayordomos de la propiedad de Dios. La forma de relacionarnos con el mundo creado y sus recursos es también parte de cómo nos relacionamos con Dios. Con el espíritu de contentamiento, necesitamos responder estas preguntas: ¿Cuánto es suficiente? ¿Cuánto de bienes materiales necesitamos para llevar una vida buena y digna? ¿Cuál es el límite, después del cual el empoderamiento económico cesa de mejorar nuestra calidad de vida?

Otra forma de leer 1. Timoteo 6:6-11 es observar que aquellos que contribuyen más al progreso en el mundo, son aquellos que requieren menos del mismo.

Las Escrituras establecen que somos mayordomos de la creación de Dios. La perspectiva cristiana sobre la relación de Dios hacia la creación forma necesariamente nuestro entendimiento de la relación de la humanidad con el mundo donde vivimos. Cuando nuestros niveles de consumo comprometen el bienestar de otros, no estamos respetando a nuestro prójimo, ni a Dios. Por otra parte, el peligro de la libertad económica y la riqueza material es llegar a quedar aislados de la comunión con los seres humanos, de la creación y de Dios.

Traduciendo esto en un lenguaje contemporáneo, el consumo responsable/juicioso podría ser la clave para el manejo sostenible de nuestros recursos naturales. Existe un límite de cuánto recurso natural podemos extraer, especialmente de los recursos energéticos no renovables. Esto requiere un planteamiento equilibrado entre el consumo de energía y una preocupación consciente de las hermanas y hermanos que están en más dificultades y en condiciones marginales, así también en las generaciones futuras.

Pasando del “por qué” al “cómo”

Más que nunca es esencial que el concepto cristiano de mayordomía nos mueva a entender que una tierra herida clama el servicio de la iglesia. Es necesaria la acción urgente para restaurar y proteger el medio ambiente. El presente capítulo ha enfocado primariamente la razón por qué la iglesia tiene un rol enfrentando el cambio climático, y cómo el mensaje de mayordomía es el núcleo de la misión de la iglesia. No obstante, enfrentada con la crisis climática actual, nuestra respuesta cristiana debe ser mayor que unos corazones y mentes comprometidos, se necesita el servicio de nuestras manos.


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