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El Sacerdote Confesor y Director Espiritual

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    LIBRERIA EDITRICE VATICANA

    CONGREGACIN PARA EL CLERO

    EL SACERDOTE

    CONFESOR Y DIRECTOR ESPIRITUAL

    MINISTRO

    DE LA MISERICORDIA DIVINA

  • 8/3/2019 El Sacerdote Confesor y Director Espiritual

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    Copyright 2011 - Libreria Editrice Vaticana - 00120 Citt del VaticanoTel. 06.698.85003 - Fax 06.698.84716

    ISBN 978-88-209-8552-3

    www.libreriaeditricevaticana.com

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    PRESENTACIN

    Es preciso volver al confesionario, como lugar en el cual cele-brar el sacramento de la Reconciliacin, pero tambin como lugar enel que habitarms a menudo, para que el fiel pueda encontrar mise-ricordia, consejo y consuelo, sentirse amado y comprendido por Diosy experimentar la presencia de la Misericordia divina, junto a la pre-sencia real en la Eucarista 1.

    Con estas palabras, el Santo Padre Benedicto XVI se diriga du-rante el reciente Ao sacerdotal a los confesores, indicando a todos ycada uno la importancia y la consiguiente urgencia apostlica de re-descubrir el Sacramento de la Reconciliacin, tanto en calidad de pe-nitentes, como en calidad de ministros.

    Junto a la Celebracin eucarstica diaria, la disponibilidad a la es-cucha de las confesiones sacramentales, a la acogida de los penitentesy, cuando sea requerido, al acompaamiento espiritual, son la medidareal de la caridad pastoral del sacerdote y, con ella, testimonian que seasume con gozo y certeza la propia identidad, redefinida por el Sa-cramento del Orden y que nunca se puede limitar a mera funcin.

    El sacerdote es ministro, es decir, siervo y a la vez administradorprudente de la divina Misericordia. A l queda confiada la gravsima

    responsabilidad de perdonar o retener los pecados (cfr.Jn20, 23); atravs de l, los fieles pueden vivir, en el presente de la Iglesia, por lafuerza del Espritu, que es el Seor y da la vida, la gozosa experienciadel hijo prdigo, el cual, cuando regresa a la casa del padre por vil in-ters y como esclavo, es acogido y reconstituido en su dignidad filial.

    Donde hay un confesor disponible, antes o despus llega un peni-tente; y donde persevera, incluso de manera obstinada, la disponibili-dad del confesor, llegarn muchos penitentes!

    Redescubrir el Sacramento de la Reconciliacin, como penitentesy como ministros, es la medida de la autntica fe en la accin salvficade Dios, que se manifiesta con ms eficacia en el poder de la graciaque en las estrategias humanas organizadoras de iniciativas, incluidas

    las pastorales, que a veces olvidan lo esencial.

    1 BENEDICTO XVI, Discurso a los participantes en el XXI Curso sobre el Fuero interno or-ganizado por la Penitenciara apostlica, 11 de marzo de 2010.

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    Acogiendo con intensa motivacin la llamada del Santo Padre ytraduciendo su intencin profunda, queremos ofrecer con este mate-rial, fruto maduro del Ao sacerdotal, un instrumento til para la for-macin permanente del Clero y una ayuda para redescubrir el valorimprescindible de la celebracin del Sacramento de la Reconciliaciny de la direccin espiritual.

    La nueva evangelizacin y la renovacin permanente de la Iglesia,semper reformanda, obtienen dinmica linfa vital de la santificacin realde cada miembro; santificacin que precede, postula y es condicinde toda eficacia apostlica y de la invocada reforma del Clero.

    En la generosa celebracin del Sacramento de la divina Miseri-cordia, cada sacerdote est llamado a hacer experiencia constante dela unicidad y de la indispensabilidad del Ministerio que se le ha enco-mendado; esta experiencia contribuir a evitar esas fluctuaciones deidentidad, que no pocas veces caracterizan la existencia de algunospresbteros, favoreciendo el estupor agradecido que, necesariamente,colma el corazn de quien, sin mrito propio, ha sido llamado porDios, en la Iglesia, a partir el Pan eucarstico y a dar el Perdn a loshombres.

    Con estos deseos encomendamos la difusin y los frutos del pre-sente material a la Santsima Virgen Mara, Refugio de los pecadores yMadre de la divina Gracia.

    Vaticano, 9 de marzo de 2011Mircoles de Ceniza

    Mauro Card. PiacenzaPrefecto

    X Celso Morga IruzubietaArzobispo tit. de Alba martima

    Secretario

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    INTRODUCCIN: HACIA LA SANTIDAD

    1. En todo tiempo y en todo pueblo es grato a Dios quien leteme y practica la justicia (cfr. Hch10,35). Sin embargo, fue voluntadde Dios el santificar y salvar a los hombres, no aisladamente, sin co-nexin alguna de unos con otros, sino constituyendo un pueblo, quele confesara en verdad y le sirviera santamente 2. En el camino haciala santidad, a la que el Seor nos llama (cfr. Mt5,48; Ef1,4), Dios haquerido que nos ayudramos mutuamente, hacindonos mediadoresen Cristo para acercar a los hermanos a su eterno amor. En este hori-zonte de caridad se insertan la celebracin del sacramento de la peni-tencia y la prctica de la direccin espiritual, objetos de este documen-to.

    A este propsito, llaman nuestra atencin algunas palabras de Be-nedicto XVI: En nuestro tiempo una de las prioridades pastoraleses sin duda formar rectamente la conciencia de los creyentes ; yaada el Papa: A la formacin de las conciencias contribuye tam-bin la direccin espiritual. Hoy ms que nunca se necesitanmaestros de espritu sabios y santos: un importante servicio ecle-sial, para el que sin duda hace falta una vitalidad interior que debeimplorarse como don del Espritu Santo mediante una oracin in-

    tensa y prolongada y una preparacin especfica que es necesarioadquirir con esmero. Adems, todo sacerdote est llamado a admi-nistrar la misericordia divina en el sacramento de la Penitencia, me-diante el cual perdona los pecados en nombre de Cristo y ayuda alpenitente a recorrer el camino exigente de la santidad con concien-cia recta e informada. Para poder desempear ese ministerio indis-pensable, todo presbtero debe alimentar su propia vida espiritual ycuidar la actualizacin teolgica y pastoral permanente 3. En estalnea se presenta este material de ayuda a los sacerdotes en cuantoministros de la misericordia divina.

    El ao dedicado a recordar la figura del santo Cura de Ars, en el150 aniversario de su muerte (1859-2009) ha dejado una huella imbo-

    2 CONCILIO ECUMNICO VATICANO II, Constitucin dogmtica Lumen gentium, 9.3 BENEDICTO XVI,Mensaje al Em. Card. James Francis Stafford, Penitenciario Mayor, y a

    los participantes en la XX edicin del curso de la Penitenciara Apostlica sobre el fuero interno, 12 demarzo de 2009.

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    rrable sobre todo en la vida y ministerio de los sacerdotes: el com-promiso de renovacin interior de todos los sacerdotes, para que sutestimonio evanglico en el mundo de hoy sea ms intenso e incisi-

    vo 4.Esta renovacin interior de los sacerdotes debe comprender toda

    su vida y todos los campos de su ministerio, plasmando profunda-mente sus criterios, motivaciones y actitudes concretas. La actual si-tuacin exige el testimonio y requiere que la identidad sacerdotal se

    viva en la alegra y en la esperanza.

    2. El ministerio del sacramento de la reconciliacin, fuertemente

    vinculado al consejo o direccin espiritual, tiende a recuperar, tantoen el ministro como en los fieles, el itinerario espiritual apostlico,como retorno pascual al corazn del Padre y como fidelidad a su pro-yecto de amor a todo el hombre y a todos los hombres5. Se trata deemprender de nuevo, dentro de s y en el servicio a los dems, el ca-mino de relacin interpersonal con Dios y con los hermanos, encuanto camino de contemplacin, perfeccin, comunin y misin.

    Alentar la prctica del sacramento de la penitencia en toda su vitalidad, y tambin el servicio del consejo o direccin espiritual,significa vivir ms autnticamente la alegra en la esperanza (cfr.Rm12,12) y, a travs de ella, favorecer la estima y el respeto de la

    vida humana integral, la recuperacin de la familia, la orientacin de

    los jvenes, el nacer de las vocaciones, el valor del sacerdocio vivi-do y de la comunin eclesial y universal.

    3. El ministerio del sacramento de la reconciliacin con relacina la direccin espiritual, es urgencia de amor: Porque el amor deCristo nos apremia al pensar que, si uno muri por todos, todospor tanto murieron. Y muri por todos, para que ya no vivan paras mismos los que viven, sino para aquel que muri y resucit porellos (2Cor5,14-15). Esto presupone una particular entrega paraque verdaderamente los seguidores de Cristo no vivan ya para smismos (ibid.), sino que se realicen en la caridad y en la verdad.

    Todo el trabajo pastoral del apstol Pablo, con sus dificultadescomparadas con los dolores de parto, se puede resumir en la ur-

    4 BENEDICTO XVI, Carta de proclamacin del Ao Sacerdotal con ocasin del 150 aniversa-

    rio deldies natalis de San Juan Maria Vianney, 16 de junio de 2009.5 PABLO VI, Carta encclica Populorum progressio (26 de marzo de 1967), 42:AAS59

    (1967), 278.

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    gencia de formar a Cristo (cfr. Gal4,19) en cada uno de los fieles.Su objetivo era hacer a todos los hombres perfectos en Cristo (Col1,28), sin limitaciones y sin confines.

    4. El ministerio de la reconciliacin y el servicio del consejo o di-reccin espiritual se insertan en el contexto de la llamada universal a lasantidad como plenitud de la vida cristiana y perfeccin de la cari-dad6. La caridad pastoral en la verdad de la identidad sacerdotal debeconducir al sacerdote a proyectar todos sus ministerios hacia la pers-pectiva de la santidad, que es armonizacin de pastoral proftica, li-trgica y diaconal7.

    Es parte integrante del ministerio sacerdotal estar disponibles aorientar a todos los bautizados hacia la perfeccin de la caridad.

    5. El sacerdote ministro, en cuanto servidor del misterio pas-cual que l anuncia, celebra y comunica, est llamado a ser confesory gua espiritual, como instrumento de Cristo, partiendo tambin dela propia experiencia. l es ministro del sacramento de la reconci-liacin y servidor de la direccin espiritual y es, al mismo tiempo,beneficiario de estos dos instrumentos de santificacin para su per-sonal renovacin espiritual y apostlica.

    6. El presente Material de ayuda pretende ofrecer algunosejemplos sencillos, factibles y generadores de esperanza, que hacen

    referencia a numerosos documentos eclesiales (citados en los diversospuntos) para una eventual consulta. No se trata de una casustica, sinode un servicio actualizado de esperanza y de aliento.

    6 CONC.ECUM.VAT.II,Constitucin dogmtica Lumen gentium, 40.7 Cfr. JUAN PABLO II, Carta apostlicaNovo millenio ineunte(6 de enero de 2001), 30:

    AAS93 (2001), 287.

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    I.EL MINISTERIO DE LA PENITENCIA

    Y DE LA RECONCILIACINEN LA PERSPECTIVA DE LA SANTIDAD CRISTIANA

    1. Importancia actual, momento de gracia

    Una invitacin urgente

    7. Al inicio del tercer milenio, Juan Pablo II escriba: Deseo pe-

    dir, adems, una renovada valenta pastoral [ ] para proponer demanera convincente y eficaz la prctica del sacramento de la reconcilia-cin8. El mismo Papa afirmaba sucesivamente que era su preocupa-cin reforzar solcitamente el sacramento de la reconciliacin, in-cluso como exigencia de autntica caridad y verdadera justicia pas-toral recordando que todo fiel, con las debidas disposiciones inte-riores, tiene derecho a recibir personalmente la gracia sacramen-tal 9.

    8. La Iglesia no slo anuncia la conversin y el perdn, sino queal mismo tiempo es signo portador de reconciliacin con Dios ycon los hermanos. La celebracin del sacramento de la reconcilia-cin se inserta en el contexto de toda la vida eclesial, sobre todo

    con relacin al misterio pascual celebrado en la eucarista y hace re-ferencia al bautismo vivido y a la confirmacin, y a las exigenciasdel mandamiento del amor. Es siempre una celebracin gozosa delamor de Dios que se da a s mismo, destruyendo nuestro pecadocuando lo reconocemos humildemente.

    La misin de Cristo operante en la Iglesia

    9. La misin eclesial es un proceso armnico de anuncio, celebra-cin y comunicacin del perdn, en particular cuando se celebra elsacramento de la reconciliacin, que es fruto y don de la Pascua delSeor resucitado, presente en su Iglesia: Recibid el Espritu Santo. A

    8 JUAN PABLO II, Carta apostlicaNovo millenio ineunte, 37: l.c., 292.9 JUAN PABLO II, Carta apostlica Motu ProprioMisericordia Dei, sobre algunos as-

    pectos de la celebracin del sacramento de la penitencia (7 de abril de 2002): AAS 94(2002), 453.

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    quienes perdonis los pecados, les quedan perdonados; a quienes selos retengis, les quedan retenidos (Jn20,22-23).

    La alegra del perdn se convierte en actitud de gratitud y genero-sidad en el camino de la santificacin y de la misin. Quien ha expe-rimentado el perdn, desea que otros puedan llegar a este encuentrocon Cristo Buen Pastor. Por tanto, los ministros de este sacramento,pues ellos mismos experimentan la belleza de este encuentro sacra-mental, se hacen ms disponibles a ofrecer dicho servicio humilde,arduo, paciente y gozoso.

    10. La prctica concreta, alegre, confiada y comprometida del sa-

    cramento de la reconciliacin, manifiesta el nivel en el que un creyen-te y una comunidad son evangelizados. La prctica de la Confesinsacramental, en el contexto de la comunin de los santos que ayudade diversas maneras a acercar los hombres a Cristo, es un acto de feen el misterio de la redencin y de su realizacin en la Iglesia 10.

    En el sacramento de la penitencia, fruto de la sangre redentora delSeor, experimentamos que Cristo fue entregado por nuestros peca-dos, y resucitado para nuestra justificacin (Rm4,25). Por tanto, SanPablo poda afirmar que Dios nos reconcili consigo por Cristo ynos confi el misterio de la reconciliacin (2Cor5,18).

    11. La reconciliacin con Dios es inseparable de la reconciliacincon los hermanos (cfr.Mt5,24-25). Esta reconciliacin no es posible

    sin purificar, de alguna manera, el propio corazn. Pero toda reconci-liacin proviene de Dios, porque es l quien perdona todas las cul-pas (Sal103,3). Cuando se recibe el perdn de Dios, el corazn hu-mano aprende mejor a perdonar y a reconciliarse con los hermanos.

    Abrirse al amor y a la reconciliacin

    12. Cristo impulsa hacia un amor cada vez ms fiel y, por tanto,hacia un cambio ms profundo (cfr.Ap 2,16), para que la vida cristia-na tenga los mismos sentimientos que l tuvo (cfr. Fil2,5). La cele-bracin, y si fuera menester tambin comunitaria, del sacramento dela penitencia con la confesin personal de los pecados, es una granayuda para vivir la realidad eclesial de la comunin de los santos.

    10 JUAN PABLO II, Bula Aperite Portas Redemptori (6 de enero de 1983), 6: AAS75(1983), 96.

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    13. Se tiende a la reconciliacin plena segn el Padre nuestro,las bienaventuranzas y el mandamiento del amor. Es un camino depurificacin de los pecados y tambin un itinerario hacia la identifica-cin con Cristo.

    Este camino penitencial es hoy y siempre de suma importancia,como fundamento para construir una sociedad que viva la comunin.La sabidura de la Iglesia ha invitado siempre a no olvidar la realidaddel pecado original, incluso en la interpretacin de los fenmenos so-ciales y en la construccin de la sociedad: ignorar que el hombre po-see una naturaleza herida, inclinada al mal, da lugar a graves errores enel campo de la educacin, de la poltica, de la accin social y de lascostumbres11.

    El testimonio y la dedicacin de los pastores

    14. En todas las pocas de la historia eclesial se encuentran figurassacerdotales que son modelos de confesores o de directores espiritua-les. La exhortacin apostlica Reconciliatio et Paenitentia(1984) recuerdaa San Juan Nepomuceno, San Juan Mara Vianney, San Giuseppe Ca-fasso y San Leopoldo di Castelnuovo. Benedicto XVI, en un discursoen la Penitenciara Apostlica12, aade a San Po da Pietralcina

    Recordando estas figuras sacerdotales, Juan Pablo II aade: Pe-ro yo deseo rendir homenaje tambin a la innumerable multitud de

    confesores santos y casi siempre annimos, a los que se debe la sal-vacin de tantas almas ayudadas por ellos en su conversin, en lalucha contra el pecado y las tentaciones, en el progreso espiritual y,en definitiva, en la santificacin. No dudo en decir que incluso losgrandes Santos canonizados han salido generalmente de aquellosconfesionarios; y con los Santos, el patrimonio espiritual de la Igle-sia y el mismo florecimiento de una civilizacin impregnada de es-pritu cristiano. Honor, pues, a este silencioso ejrcito de hermanosnuestros que han servido bien y sirven cada da a la causa de la re-conciliacin mediante el ministerio de la Penitencia sacramental 13.

    11 BENEDICTO XVI, Carta encclica Caritas in veritate, 34; la Encclica cita el Catecis-mo de la Iglesia Catlica, n. 407.

    12 BENEDICTO XVI, Discurso a los Penitenciarios de las cuatro Baslicas PontificiasRomanas (19 de febrero de 2007): AAS 99 (2007), 252.

    13 JUAN PABLO II, Exhortacin apostlica postsinodal Reconciliatio et paenitentia(2 dediciembre de 1984), 29:AAS77 (1985), 255-256.

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    15. En muchas Iglesias particulares, sobre todo en las baslicasmenores, en las catedrales, en los santuarios y en algunas parroquiasms cntricas de las grandes ciudades, se observa actualmente unarespuesta muy positiva por parte de los fieles al esfuerzo de los pasto-res de ofrecer un servicio asiduo del sacramento del perdn. Si conel sacramento de la penitencia (los ministros) reconcilian a los pe-cadores con Dios y con la Iglesia 14, esta misma celebracin peni-tencial puede dar lugar al servicio de la direccin o consejo espiritual.

    16. Los munera sacerdotales estn fuertemente vinculados entres, en beneficio de la vida espiritual de los fieles. Los presbteros son,

    en la Iglesia y para la Iglesia, una representacin sacramental de Je-sucristo, Cabeza y Pastor; proclaman con autoridad su palabra; re-nuevan sus gestos de perdn y de ofrecimiento de la salvacin,principalmente con el bautismo, la penitencia y la eucarista; ejer-cen, hasta el don total de s mismos, el cuidado amoroso del reba-o, al que congregan en la unidad y conducen al Padre por mediode Cristo en el Espritu15.

    17. Por esto, la misma exhortacin apostlica Pastores dabo vobisinvita a los ministros a hacer uso de esta prctica, como garanta de su

    vida espiritual: Quiero dedicar unas palabras al Sacramento de laPenitencia, cuyos ministros son los sacerdotes, pero deben ser tam-bin sus beneficiarios, hacindose testigos de la misericordia de

    Dios por los pecadores . Y repite cuanto escrito en la ExhortacinReconciliatio et paenitentia: La vida espiritual y pastoral del sacerdote,como la de sus hermanos laicos y religiosos, depende, para su cali-dad y fervor, de la asidua y consciente prctica personal del Sacra-mento de la penitencia [...]. En un sacerdote que no se confiesa o seconfiesa mal, su ser como sacerdote y su ministerio se resentirnmuy pronto, y se dar cuenta tambin la Comunidad de la que espastor 16. Pero cuando soy agradecido porque Dios me perdonasiempre, como escriba Benedicto XVI, dejndome perdonar,aprendo tambin a perdonar a los otros 17.

    14 CONC.ECUM.VAT.II, Decreto Presbyterorum Ordinis, 5.15 JUAN PABLO II, Exhortacin apostlica postsinodal Pastores dabo vobis(25 de mar-

    zo de 1992), 15:AAS84 (1992), 680.16 Ibidem, n. 26: l.c. 699; cita la Exhortacin apostlica post-sinodal Reconciliatio et pae-

    nitentia, n. 31.17 BENEDICTO XVI, Carta a los seminaristas, 18 de octubre de 2010, 3.

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    18. La fecundidad apostlica proviene de la misericordia deDios. Por esto, los planes pastorales son escasamente eficaces si sesubestima la prctica sacramental de la penitencia: Se ha de ponersumo inters en la pastoral de este sacramento de la Iglesia, fuentede reconciliacin, de paz y alegra para todos nosotros, necesitadosde la misericordia del Seor y de la curacin de las heridas del pe-cado [...] El Obispo ha de recordar a todos los que por oficio tienencura de almas el deber de brindar a los fieles la oportunidad de acu-dir a la confesin individual. Y se cuidar de verificar que se den alos fieles las mximas facilidades para poder confesarse. Considera-da a la luz de la Tradicin y del Magisterio de la Iglesia la ntimaunin entre el sacramento de la reconciliacin y la participacin enla eucarista, es cada vez ms necesario formar la conciencia de losfieles para que participen digna y fructuosamente en el banqueteeucarstico en estado de gracia 18.

    El ejemplo del Santo Cura de Ars

    19. El ejemplo del Santo Cura de Ars es muy actual. La situacinhistrica de aquel momento no era fcil, a causa de las guerras, de lapersecucin, de las ideas materialistas y secularizadoras. Cuando llega la parroquia era muy escasa la frecuencia del sacramento de la peni-tencia. En los ltimos aos de su vida, la frecuencia lleg a ser masiva,

    incluso de fieles provenientes de otras dicesis. Para el Santo Cura, elministerio de la reconciliacin fue un largo martirio que produjofrutos muy abundantes y vigorosos. Ante la condicin de pecado,deca no se sabe qu hacer, no se puede hacer nada sino llorar y re-zar. Pero l viva slo para los pobres pecadores con la esperanzade verlos convertirse y llorar 19. La confesin frecuente, aun sin pe-cado grave, es un medio recomendado constantemente por la Iglesiacon el fin de progresar en la vida cristiana 20.

    20. Juan Pablo II en la Carta del Jueves Santo de 1986 a los sacer-dotes, para conmemorar el segundo centenario del nacimiento delSanto Cura, reconoca que es sin duda alguna su incansable entre-

    18 JUAN PABLO II, Exhortacin apostlica postsinodal Pastores Gregis(16 de octubre

    de 2003), 39:AAS96 (2004), 876-877.19 BEATO JUAN XXIII, Carta encclica Sacerdotii nostri primordia, 85, 88, 90:AAS51

    (1959), 573-574.20 Cfr. ibidem, n. 95: l.c.,574-575.

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    ga al sacramento de la penitencia lo que ha puesto de manifiesto elcarisma principal del Cura de Ars y le ha dado justamente su fama.Es bueno que ese ejemplo nos impulse hoy a restituir al ministeriode la reconciliacin toda la importancia que le corresponde . El he-cho mismo de que un gran nmero de personas por diversas razo-nes parecen abstenerse totalmente de la confesin, hace urgenteuna pastoral del sacramento de la reconciliacin, que ayude a loscristianos a redescubrir las exigencias de una verdadera relacin conDios, el sentido del pecado que nos cierra a Dios y a los hermanos,la necesidad de convertirse y de recibir, en la Iglesia, el perdn co-mo un don gratuito del Seor, y tambin las condiciones que ayu-den a celebrar mejor el sacramento, superando as los prejuicios, losfalsos temores y las rutinas. Una situacin de este tipo requiere almismo tiempo que estemos muy disponibles para este ministeriodel perdn, dispuestos a dedicarle el tiempo y la atencin necesa-rios, y, dira tambin, a darle la prioridad sobre otras actividades.De esta manera, los mismos fieles sern la recompensa al esfuerzoque, como el Cura de Ars, les dedicamos 21.

    Ministerio de misericordia

    21. El ministerio de la reconciliacin, ejercido con gran disponibi-lidad, contribuir a profundizar el significado del amor de Dios, recu-

    perando precisamente el sentido del pecado y de las imperfeccionescomo obstculos al verdadero amor. Cuando se pierde el sentido delpecado, se rompe el equilibrio interior en el corazn y se da origen acontradicciones y conflictos en la sociedad humana. Slo la paz de uncorazn unificado puede borrar guerras y tensiones. Los desequili-brios que fatigan al mundo moderno estn conectados con ese otrodesequilibrio fundamental que hunde sus races en el corazn huma-no. Son muchos los elementos que se combaten en el propio interiordel hombre 22.

    22. Este servicio de reconciliacin, ejercido con autenticidad, invi-tar a vivir en sintona con los sentimientos del Corazn de Cristo. Esuna prioridad pastoral, en cuanto es vivir la caridad del Buen Pas-

    tor, vivir su amor al Padre en el Espritu Santo, su amor a los hom-21 JUAN PABLO II, Carta a los sacerdotes con ocasin del Jueves Santo de 1986, 7: AAS 78

    (1986), 695.22 CONC.ECUM.VAT.II, Constitucin pastoral Gaudium et spes, 10.

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    bres hasta inmolarse entregando su vida 23. Para retornar a Dios Amor, es necesario invitar a reconocer el propio pecado, sabiendoque Dios est por encima de nuestra conciencia (1Jn3,20). De aquse deriva la alegra pascual de la conversin, que ha suscitado santos ymisioneros en todas las pocas.

    23. Esta actualidad del sacramento de la reconciliacin se presentatambin en la realidad de la Iglesia peregrina, que siendo santa y ne-cesitada de purificacin, avanza continuamente por la senda de la pe-nitencia y de la renovacin 24. Por esto la Iglesia mira a Mara, que precede con su luz al peregrinante pueblo de Dios como signo de

    esperanza cierta y de consuelo, hasta que llegue el da del Seor 25

    .

    2. Lneas fundamentales

    Naturaleza del sacramento de la penitencia

    24. El sacramento del perdn es un signo eficaz de la presencia,de la palabra y de la accin salvfica de Cristo redentor. En l, el mis-mo Seor prolonga sus palabras de perdn en las palabras de su mi-nistro mientras, al mismo tiempo, transforma y eleva la actitud delpenitente que se reconoce pecador y pide perdn con el propsito deexpiacin y correccin. En l se actualiza la sorpresa del hijo prdigo

    en el encuentro con el Padre que perdona y hace fiesta por el regresodel hijo amado (cfr. Lc15,22).

    Celebracin pascual, camino de conversin

    25. La celebracin del sacramento es esencialmente litrgica, fes-tiva y gozosa, en cuanto se dirige, bajo la gua del Espritu Santo, al re-encuentro con el Padre y con el Buen Pastor. Jess quiso describir es-te perdn con los colores de la fiesta y de la alegra (Lc15,5-7.9-10.22-32). Se hace, as, ms comprensible y ms deseable la celebracin fre-cuente y peridica del sacramento de la reconciliacin. A Cristo se leencuentra voluntariamente en este sacramento cuando se ha aprendi-do a encontrarlo habitualmente en la eucarista, en la palabra viva, en

    23 JUAN PABLO II, Exhortacin apostlica postsinodal Pastores dabo vobis, 49:745.24 CONC.ECUM.VAT.II,Constitucin dogmtica Lumen gentium, 8.25 Ibidem, n. 68.

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    la comunidad, en cada hermano y tambin en la pobreza del propiocorazn26.

    26. En este sacramento se celebra la llamada a la conversin co-mo retorno al Padre (cfr. Lc15,18). Se llama sacramento de la peni-tencia pues consagra un camino personal y eclesial de conversin,de arrepentimiento y de satisfaccin27. Se llama tambin sacramentode la confesin ya que la acusacin, la confesin de los pecados alsacerdote, es un elemento esencial de este sacramento. En un sentidoprofundo es tambin una confesin, reconocimiento y alabanza dela santidad de Dios y de su misericordia con el hombre pecador 28. Y

    se llama sacramento del perdn, porque, a travs de la absolucinsacramental del sacerdote, Dios otorga al penitente el perdn y lapaz , y de la reconciliacin, porque comunica al pecador el amorde Dios que reconcilia 29.

    27. La celebracin sacramental de la conversin est vinculadaa un esfuerzo para responder al amor de Dios. Por esto, la llamada ala conversin es un componente esencial del anuncio del Reino30.

    As el cristiano se inserta en el movimiento del corazn contrito(Sal51,19), atrado y movido por la gracia (cfr.Jn6,44; 12,32) a res-ponder al amor misericordioso de Dios que nos ha amado primero(cfr. 1Jn4,10) 31.

    En el camino de sanitidad28. Se trata de un itinerario hacia la santidad requerida y hecha

    posible por el bautismo, la confirmacin, la eucarista y la Palabra deDios. As se acta la realidad ministerial de gracia que San Pablo des-criba con estas palabras: En nombre de Cristo somos, pues, emba-jadores, como si Dios exhortara por medio de nosotros. Os suplica-mos: reconciliaos con Dios! (2Cor5,20). La invitacin del Apstoltena como motivacin especial el hecho de que Dios trat a Cristo

    26 El sacramento de la penitencia, que tanta importancia tiene en la vida del cristiano,hace actual la eficacia redentora del Misterio pascual de Cristo: BENEDICTO XVI, Discurso alos Penitenciarios de las cuatro Baslicas Pontificias Romanas (19 de febrero de 2007): l.c., 250.

    27 Catecismo de la Iglesia Catlica, n. 1423, b.28 Ibidem, n. 1424.29 Ibidem; cfr. 2Cor5,20;Mt5,24.30 Ibidem, n. 1427.31 Ibidem, n. 1428.

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    como pecado por nosotros, para que vinisemos a ser justicia deDios en l (2Cor5,21). De esta forma, libres del pecado, fructificispara la santidad (Rm6,22).

    29. Es posible entrar en esta dinmica de experiencia del perdnmisericordioso de Dios desde la infancia y antes de la primera comu-nin, tambin por parte de almas inocentes movidas por una actitudde confianza y alegra filial32. Es necesario preparar dichas almas a estafinalidad con una adecuada catequesis sobre el sacramento de la peni-tencia antes de recibir la primera comunin.

    30. Cuando se entra en esta dinmica evanglica del perdn, esfcil comprender la importancia de confesar los pecados leves y lasimperfecciones, como decisin de progresar en la vida del Esprituy con el deseo de transformar la propia vida en expresin de la mise-ricordia divina hacia los dems33. De esta forma, se entra en sintonacon los sentimientos de Cristo que, el nico, expi nuestros peca-dos (cfr. Rm3,25; 1Jn2,1-2) 34.

    31. Cuando el sacerdote es consciente de esta realidad de gracia,no puede no alentar a los fieles a acercarse al sacramento de la peni-tencia. Entonces el sacerdote ejerce el ministerio del Buen Pastorque busca la oveja perdida, del Buen Samaritano que cura las heri-das, del Padre que espera al hijo prdigo y lo acoge a su vuelta, del

    justo Juez que no hace acepcin de personas y cuyo juicio es a lavez justo y misericordioso. En una palabra, el sacerdote es el signoy el instrumento del amor misericordioso de Dios con el peca-dor 35. El buen Pastor busca la oveja descarriada. Y encontrada, lapone sobre los mismos hombros que llevaron el madero de la cruz, yla lleva de nuevo a la vida de la eternidad 36.

    Un misterio de gracia

    32. El respeto del secreto sacramental indica que la celebracinpenitencial es una realidad de gracia, cuyo itinerario est ya marcadoen el Corazn de Jess, en una profunda amistad con l. De esta for-

    32 Cfr. JUAN PABLO II,Alocucin a los seminaristas yugoslavos, 26 de abril de 1985.33 Cfr. Catecismo de la Iglesia Catlica, n. 1458.34 Ibidem, n. 1460.35 Ibidem, n. 1465.36 SAN GREGORIO NACIANCENO, Sermn45.

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    ma, el misterio y la dignidad del hombre se esclarecen, una vez ms, ala luz del misterio de Cristo37.

    Los efectos de la gracia del sacramento de la penitencia consistenen la reconciliacin con Dios (recuperando la paz y la amistad conl), en la reconciliacin con la Iglesia (reintegrndose en la comuninde los santos), en la reconciliacin consigo mismo (unificando el pro-pio corazn). Como consecuencia, el penitente se reconcilia con loshermanos, agredidos y lesionados por l de algn modo; se reconci-lia con la Iglesia, se reconcilia con toda la creacin 38.

    33. La dignidad del penitente emerge en la celebracin sacramen-

    tal, en la que l manifiesta la propia autenticidad (conversin) y elpropio sentimiento. En efecto, l se inserta, con sus actos, en la ce-lebracin del sacramento, que se cumple tambin con las palabras dela absolucin, pronunciadas por el ministro en el nombre de Cris-to 39. Por esto se puede afirmar que el fiel, mientras realiza en su

    vida la experiencia de la misericordia de Dios y la proclama, celebracon el sacerdote la liturgia de la Iglesia, que continuamente se con-

    vierte y se renueva 40.

    34. La celebracin del sacramento actualiza una historia de graciaque proviene del Seor. A lo largo de la historia y en la praxisconstante de la Iglesia, el ministerio de la reconciliacin(2Cor5,18), concedido mediante los sacramentos del bautismo y de

    la penitencia, se ha visto siempre como una tarea pastoral muy rele- vante, realizada por obediencia al mandato de Jess como parteesencial del ministerio sacerdotal 41.

    35. Es un camino sacramental, en cuanto signo eficaz de gracia,que forma parte de la sacramentalidad de la Iglesia. Es tambin el ca-

    37 Cfr. CONC.ECUM.VAT.II, Constitucin pastoral Gaudium et spes, 22. El ministeriode la reconciliacin debe ser protegido en su sacralidad, no slo por motivos teolgicos,jurdicos, psicolgicos, sobre los que me he detenido en precedentes anlogas alocuciones,sino tambin por el respeto amoroso debido a su carcter de relacin ntima entre el fiel yDios: JUAN PABLO II, Discurso a la Penitenciara Apostlica(12 de marzo de 1994), 3:AAS87 (1995), 76; cfr. Catecismo de la Iglesia Catlica, n. 1467.

    38 Catecismo de la Iglesia Catlica, n. 1469; cfr. JUAN PABLO II, Exhortacin apostlicapostsinodal Reconciliatio et paenitentia, 31, V: l.c., 265.

    39 RITUAL ROMANUM - Ordo paenitentiae(2 de diciembre de 1973), Praenotanda 11:editio typica (1974), pginas 15-16.

    40 Ibidem.41 JUAN PABLO II, Carta apostlica Motu ProprioMisericordia Dei: l.c., 452.

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    mino trazado por el Padre nuestro, en el que pedimos perdnmientras ofrecemos nuestro perdn. De esta experiencia de reconci-liacin nace en el corazn del creyente un anhelo de paz para toda lahumanidad: El anhelo del cristiano es que toda la familia humanapueda invocar a Dios como Padre nuestro! 42.

    3. Algunas orientaciones prcticas

    El ministerio de suscitar las disposiciones del penitente

    36. La actitud de reconciliacin y penitencia o conversin, des-de los inicios de la Iglesia, se expresa de formas diversas y en momen-tos diversos: celebracin eucarstica, tiempos litrgicos particulares(como la Cuaresma), el examen de conciencia, la oracin filial, la li-mosna, el sacrificio, etc. Pero el momento privilegiado es la celebra-cin del sacramento de la penitencia o reconciliacin donde se da, porparte del penitente, la contricin, la confesin y la satisfaccin y, porparte del ministro, la absolucin con la invitacin a abrirse ms alamor.

    37. La confesin clara, sencilla e ntegra de los propios pecadosrecupera la comunin con Dios y con los hermanos, sobre todo en lacomunidad eclesial. La conversin como regreso a los proyectos

    del Padre, implica el arrepentimiento sincero y, por tanto, la acusaciny la disposicin a expiar o reparar la propia conducta. As se vuelve aorientar la propia existencia hacia el camino del amor a Dios y al pr-jimo.

    38. Elpenitente, ante Cristo resucitado presente en el sacramento (ytambin en el ministro), confiesa el propio pecado, expresa el propioarrepentimiento y se compromete a expiar y a corregirse. La gracia delsacramento de la reconciliacin es gracia de perdn que llega hasta laraz del pecado cometido despus del bautismo y sana las imperfec-ciones y las desviaciones, dando al creyente la fuerza de convertirseo de abrirse ms a la perfeccin del amor.

    39. Los gestos exteriores con los que se puede expresar esta acti-tud interior penitencial son mltiples: oracin, limosna, sacrificio, san-tificacin de los tiempos litrgicos, etc. Pero la conversin y la pe-

    42 BENEDICTO XVI, Carta encclica Caritas in veritate, 79.

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    nitencia diarias encuentran su fuente y su alimento en la Eucaris-ta 43. En la celebracin del sacramento de la penitencia se experi-menta el camino del regreso descrito por Jess con la parbola del hi-jo prdigo: Slo el corazn de Cristo, que conoce las profundida-des del amor de su Padre, pudo revelarnos el abismo de su miseri-cordia de una manera tan llena de simplicidad y de belleza 44.

    40. Esta gracia de Dios, que ha tenido la iniciativa de amarnos,hace que el penitente pueda cumplir estos gestos. El examen de con-ciencia se realiza a la luz del amor de Dios y de su Palabra. Recono-ciendo el propio pecado, el pecador asume su responsabilidad y, mo-

    vido por la gracia, manifiesta el propio dolor y el propio aborreci-miento del pecado, sobre todo ante Dios que nos ama y juzga conmisericordia nuestras acciones. El reconocimiento y la acusacin inte-gral de los pecados al sacerdote, con sencillez y claridad, forma parte,pues, de la accin del Espritu de amor, que va ms all del dolor decontricin (por amor) o de atricin (por temor a la justicia divina).

    Celebracin litrgica

    41. La celebracin del sacramento de la reconciliacin es un actolitrgico que, segn el Rito de la penitencia, se desarrolla partiendo deun saludo y de una bendicin, a los que sigue la lectura o recitacin dela Palabra de Dios, la invitacin al arrepentimiento, la confesin, con-

    sejos y exhortaciones, la imposicin y aceptacin de la penitencia, laabsolucin de los pecados, la accin de gracias y la bendicin de des-pedida45. El lugar visible y decoroso del confesionario, provisto deuna rejilla fija entre el penitente y el confesor, que puedan utilizar li-bremente los fieles que as lo deseen 46 constituye una ayuda paraambos.

    42. La forma ordinaria de celebrar la confesin, es decir, la con-fesin individual, tambin cuando est precedida por una prepara-cin comunitaria, es una excelente oportunidad para invitar a lasantidad y, por consiguiente, a una eventual direccin espiritual(con el mismo confesor o con otra persona). Gracias tambin a sundole individual, la primera forma de celebracin permite asociar

    43 Catecismo de la Iglesia Catlica, n. 1436.44 Ibidem, n. 1439.45 BENEDICTO XVI, Exhostacin apostlica postsinodal Verbum Domini, 61.46 Cdigo de Derecho Cannico (CDC), can. 964, 2.

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    el sacramento de la penitencia a algo distinto, pero conciliable conello: me refiero a la direccin espiritual. Es pues cierto que la deci-sin y el empeo personal estn claramente significados y promo-

    vidos en esta primera forma 47. Cuando sea posible, es conve-niente tambin que, en momentos particulares del ao, o cuando sepresente la oportunidad, la confesin individual de varios peniten-tes tenga lugar dentro de celebraciones penitenciales, como prev elritual, respetando las diversas tradiciones litrgicas y dando unamayor amplitud a la celebracin de la Palabra con lecturas apropia-das 48.

    43. Aunque en casos de necesidad grave se puede recurrir a lacelebracin comunitaria de la reconciliacin con confesin generaly absolucin general, segn las normas del Derecho, los fieles,para que sea vlida la absolucin, deben hacer el propsito de con-fesar individualmente los propios pecados graves, en el tiempo de-bido 49. Juzgar si se presentan las condiciones requeridas confor-me a la norma del Derecho, corresponde al Obispo diocesano, elcual, teniendo en cuenta los criterios acordados con los demsmiembros de la Conferencia Episcopal, puede determinar los casosen los que se verifica esa necesidad 50.

    Por esto, la confesin individual e ntegra y la absolucin con-tinan siendo el nico modo ordinario para que los fieles se recon-cilien con Dios y la Iglesia, a no ser que una imposibilidad fsica omoral excuse de este modo de confesin []. La confesin perso-nal es la forma ms significativa de la reconciliacin con Dios y conla Iglesia 51.

    Las normas prcticas establecidas por la Iglesia como expresin de la caridad pas-toral

    44. En los cnones del Cdigo de Derecho Cannico se encuentraorientaciones prcticas sobre la confesin individual y la celebracin

    47 JUAN PABLO II, Exhortacin apostlica postsinodal Reconciliatio et paenitentia, 32: l.c.267-268.

    48 BENEDICTO XVI, Esortacin apostlica postsinodal Verbum Domini, 61.49 Catecismo de la Iglesia Catlica, n. 1483; cfr. CDC, can. 962, 1; Codex Canonum Eccle-

    siarum Orientalium(CCEO), can. 721.50 CDC, can. 961; cfr. CCEO 720.51 Catecismo de la Iglesia Catlica, n. 1484.

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    comunitaria52, y sobre el lugar y modo de disponer el confesionario53.Respecto a los ministros, se refieren normas garantizadas por la tradi-cin eclesial y por la experiencia, como la facultad de confesar ordina-riamente y la facultad de absolver en algunos casos especiales54. Esnecesario atenerse, en todo, a los criterios de la Iglesia sobre la doctri-na moral55. Es necesario comportarse siempre como servidores justosy misericordiosos, y as proveer al honor divino y a la salvacin delas almas 56.

    45. Estas normas ayudan tambin a actuar con la prudencia debi-da atendiendo a la condicin y edad del penitente 57, tanto parapedir como para ofrecer orientaciones prcticas e indicar una satis-faccin oportuna 58. Exactamente en dicho contexto del misterio dela gracia divina y del corazn humano se encuadra mejor el secretosacramental59.

    Otras normas ofrecen algunos elementos para ayudar a los peni-tentes a confesar con claridad, por ejemplo con referencia al nmeroy especie de los pecados graves60, indicando los tiempos ms oportu-nos, los medios concretos (cules pueden ser, en qu ocasin, los in-trpretes) y sobre todo la libertad de confesarse con los ministrosaprobados y que ellos pueden elegir61.

    52 CDC, cnones 959-963; CCEO, cnones 718-721.53 CDC, can. 964: 1. El lugar propio para or confesiones es una iglesia u orato-

    rio. 2. Por lo que se refiere a la sede para or confesiones, la Conferencia Episcopal dnormas, asegurando en todo caso que existan siempre en lugar patente confesionariosprovistos de rejillas entre el penitente y el confesor que puedan utilizar libremente los fie-les que as lo deseen. 3. No se deben or confesiones fuera del confesionario, si no es porjusta causa. Cfr. tambin CCEO, can. 736 1.

    54 CDC, cnones 965-977; CCEO, cnones 722-730.55 CDC, can. 978, 2.56 CDC, can. 978, 1; CCEO, can. 732 2.57 CDC, can. 979.58 CDC, can. 981; CCEO, can. 732 1.59 Cfr. CDC, cnones 982-984; CCEO, cnones 731; 733-734.60 Cfr. CDC, can. 988: 1. El fiel est obligado a confesar segn su especie y n-

    mero todos los pecados graves cometidos despus del bautismo y an no perdonados di-rectamente por la potestad de las llaves de la Iglesia ni acusados en confesin individual,de los cuales tenga conciencia despus de un examen diligente. 2. Se recomienda a losfieles que confiesen tambin los pecados veniales.

    61 Cfr. CDC, cnones 987-991; CCEO, can. 719.

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    46. En el Rito de la Penitenciase encuentran orientaciones doctrina-les y normas prcticas semejantes: preparacin del sacerdote, acogida,celebracin con todos sus detalles. Estas orientaciones ayudarn alpenitente a plasmar la propia vida a la gracia recibida. Por esto la ce-lebracin comunitaria, con absolucin individual, constituye una granayuda a la confesin individual, que permanece siempre la forma or-dinaria de la celebracin del sacramento de la penitencia.

    47. Tambin la Carta Apostlica Motu ProprioMisericordia Dei,sobre algunos aspectos de la celebracin del sacramento de la peni-tencia, del Papa Juan Pablo II, ofrece muchas normas prcticas so-bre los posibles modos de realizar la celebracin sacramental y so-bre cada uno de sus gestos.

    Orientar en el camino de santidad en sintona con la accin del Espritu Santo

    48. En todas estas posibilidades de celebracin, lo ms importan-te es ayudar al penitente en su proceso de configuracin con Cristo. A

    veces un consejo sencillo y sabio ilumina para toda la vida o impulsa atomar en serio el proceso de contemplacin y perfeccin, bajo la guade un buen director espiritual. El director espiritual es un instrumentoen las manos de Dios, para ayudar a descubrir lo que Dios quiere decada uno en el momento presente: su ciencia no es meramente hu-

    mana. La homila de una celebracin comunitaria o el consejo privadoen una confesin individual pueden ser determinantes para toda la vi-da.

    49. En todo momento es necesario tener en cuenta el proceso se-guido por el penitente. A veces se le ayudar a adoptar una actitud deconversin radical que conduzca a recuperar o reavivar la eleccinfundamental de la fe; otras veces se tratar de una ayuda en el procesonormal de santificacin que es siempre, armnicamente, de purifica-cin, iluminacin y unin.

    50. La confesin frecuente, cuando hay slo pecados leves o im-perfecciones, es como una consecuencia de la fidelidad al bautismo ya la confirmacin, y expresa un autntico deseo de perfeccin y de re-greso al designio del Padre, para que Cristo viva verdaderamente ennosotros para una vida de mayor fidelidad al Espritu Santo. Por esto

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    teniendo en cuenta la llamada de todos los fieles a la santidad, se lesrecomienda confesar tambin los pecados veniales62.

    Disponibilidad ministerial y acogida paterna

    51. En primer lugar son esenciales la oracin y la penitencia porlas almas. As ser posible una autntica disponibilidad y acogida pa-terna.

    52. Quienes tienen la cura de almas deben proveer que se oigaen confesin a los fieles que les estn confiados y que lo pidan ra-zonablemente; y a que se les d la oportunidad de acercarse a laconfesin individual, en das y horas determinadas que les resultenasequibles 63. Hoy se hace as en muchos lugares, con resultados muypositivos, no slo en algunos santuarios, sino tambin en muchas pa-rroquias e Iglesias.

    53. Esta disponibilidad ministerial tiende a prolongarse suscitandodeseos de perfeccin cristiana. La ayuda por parte del ministro, anteso durante la confesin, tiende al verdadero conocimiento de s, a laluz de la fe, en vista de adoptar una actitud de contricin y propsitosde conversin permanente e ntima, y de reparacin o correccin ycambio de vida, para superar la insuficiente respuesta al amor deDios.

    54. El texto final de la celebracin del sacramento, despus de laabsolucin propiamente dicha y la despedida, contiene una gran ri-queza espiritual y pastoral, y convendra recitarlo, ya que orienta el co-razn hacia la pasin de Cristo, los mritos de la Bienaventurada Vir-gen Mara y de los Santos, y hacia la cooperacin por medio de lasbuenas obras subsiguientes.

    55. As, pues, el ministro, por el hecho de actuar en nombre deCristo Buen pastor, tiene la urgencia de conocer y discernir las enfer-medades espirituales y de estar cerca del penitente, de ser fiel a la en-seanza del Magisterio sobre la moral y la perfeccin cristiana, de vi-

    vir una autntica vida de oracin, de adoptar una actitud prudente enla escucha y en las preguntas, de estar disponible a quien pide el sa-cramento, de seguir las mociones del Espritu Santo. Es siempre una

    62 JUAN PABLO II , Carta apostlica Motu ProprioMisericordia Dei, 3: l.c., 456.63 CDC, can. 986; CCEO, can. 735.

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    funcin paterna y fraterna a imitacin del Buen Pastor, y es una prio-ridad pastoral. Cristo, presente en la celebracin sacramental, esperatambin en el corazn de cada penitente y pide al ministro oracin,estudio, invocacin del Espritu, acogida paterna.

    56. Esta perspectiva de caridad pastoral evidencia que la falta dedisponibilidad para acoger a las ovejas descarriadas, e incluso parair en su bsqueda y poder devolverlas al redil, sera un signo dolo-roso de falta de sentido pastoral en quien, por la Ordenacin sacer-dotal, tiene que llevar en s la imagen del Buen Pastor. [] En par-ticular, se recomienda la presencia visible de los confesores [] y la

    especial disponibilidad para atender a las necesidades de los fieles,durante la celebracin de la Santa Misa64. Si se trata de una conce-lebracin, se exhorta vivamente que algunos sacerdotes se abstengande concelebrar para estar disponibles a los fieles que quieren accederal sacramento de la penitencia 65.

    57. La descripcin que el Santo Cura de Ars hace del ministerio,acenta la nota de acogida y disponibilidad. Este es el comentario deBenedicto XVI: Todos los sacerdotes hemos de considerar comodirigidas personalmente a nosotros aquellas palabras que l pona enboca de Cristo: Encargar a mis ministros que anuncien a los peca-dores que estoy siempre dispuesto a recibirlos, que mi misericordia es

    infinita

    . Los sacerdotes podemos aprender del Santo Cura de Ars noslo confianza infinita en el sacramento de la Penitencia que nos im-pulse a ponerlo en el centro de nuestras preocupaciones pastorales,sino tambin el mtodo del dilogo de salvacin que en l se debeentablar. El Cura de Ars se comportaba de manera diferente con cadapenitente 66. En dicho contexto se comprende la explicacin que dioa un hermano sacerdote: Le dir cul es mi receta: pongo a los pe-cadores una penitencia pequea y el resto lo cumplo yo 67.

    64 JUAN PABLO II, Carta apostlica Motu ProprioMisericordia Dei, 1b-2: l.c., 455.65 CONGREGACIN PARA EL CULTO DIVINO Y LA DISCIPLINA DE LOS SACRA-

    MENTOS, RespuestaQuaenam sunt dispositionessobre las normas que se refieren al momentode la celebracin del sacramento de la penitencia (31 de julio de 2001):Notitiae37 (2001)259-260 (EV 20 [2001] n. 1504).

    66 BENEDICTO XVI, Carta de proclamacin del Ao Sacerdotal con ocasin del 150 aniversa-rio deldies natalis de San Juan Mara Vianney.

    67 Cfr. ibidem.

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    Una formacin renovada y actualizada de los sacerdotes para guiar a los fieles enlas diversas situaciones

    58. Se puede aprender del Santo Cura de Ars el modo de diferen-ciar los penitentes para poderlos orientar mejor, en base a su disponi-bilidad. Aunque ofreca los ms fervientes modelos de santidad, a to-dos exhortaba a sumergirse en el torrente de la divina misericordia ofreciendo motivo de esperanza para la correccin: El buen Dios losabe todo. Antes de que os confesis, ya sabe que pecaris todava ysin embargo os perdona. Qu grande es el amor de nuestro Diosque lo impulsa a olvidar voluntariamente el futuro, con tal de perdonar-

    nos! 68

    .Este esfuerzo de caridad pastoral era para l, sin duda, la mayorde las prcticas ascticas, un martirio . Por esto el Seor le con-ceda reconciliar a grandes pecadores arrepentidos, y tambin guiar ala perfeccin a las almas que lo deseaban 69.

    59. El confesor es pastor, padre, maestro, educador, juez espiri-tual y tambin mdico que discierne y ofrece la cura. El sacerdotehace las veces de juez y de mdico, y ha sido constituido por Diosministro de justicia y a la vez de misericordia divina, para que proveaal honor de Dios y a la salud de las almas 70.

    60. Mara es Madre de misericordia porque es Madre de Cristo

    Sacerdote, revelador de la misericordia. Es la que como nadie, haexperimentado la misericordia [...], es la que conoce ms a fondo elmisterio de la misericordia divina y, por esto, puede llegar a todoslos que aceptan ms fcilmente el amor misericordioso de una ma-dre 71. La espiritualidad mariana del sacerdote har entrever, en sumodo de actuar, el Corazn materno de Mara como reflejo de la mi-sericordia divina.

    Nuevas situaciones, nuevas gracias, nuevo fervor de los ministros

    61. Es necesario reconocer las dificultades actuales para ejercerel ministerio de la penitencia, debidas a cierta prdida del sentidodel pecado, a cierta indiferencia hacia este sacramento, a no ver la

    68 Ibidem.69 JUAN PABLO II , Carta a los sacerdotes con ocasin del Jueves Santo 1986, 7: l.c., 695.70 CDC, can. 978 1; CCEO, can. 732 2.71 JUAN PABLO II, Carta encclica Dives in Misericordia,n. 9; l.c., 1208.

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    utilidad de confesarse sino hay pecado grave, y tambin al cansan-cio del ministro atareado en tantas actividades. Pero la confesin essiempre un renacimiento espiritual que transforma al penitente ennueva criatura y lo une cada vez ms a la amistad con Cristo. Poresto es fuente de alegra para quien es servidor del Buen Pastor.

    62. Cuando el sacerdote ejerce este ministerio vive de nuevo, deforma particular, su condicin de ser instrumento de un maravillo-so acontecimiento de gracia. A la luz de la fe, puede experimentar elcumplirse del amor misericordioso de Dios. Los gestos y las pala-bras del ministro son un medio para que se realice un verdadero

    milagro de la gracia. Aunque existen otros instrumentos eclesialespara comunicar la misericordia de Dios, por no hablar de la eucaris-ta, mxima prueba de amor, en el sacramento de la penitencia elhombre es alcanzado de forma visible por la misericordia deDios 72. Es un medio privilegiado para alentar no slo a recibir elperdn, sino tambin para seguir con generosidad el camino de laidentificacin con Cristo. El camino del discipulado evanglico, porparte de los fieles y del mismo ministro, tiene necesidad de estaayuda para mantenerse a un nivel de generosidad.

    63. Esta perspectiva de aliento exige al ministro una mayoratencin a su formacin: Por tanto, es necesario que, adems deuna buena sensibilidad espiritual y pastoral, tenga una seria prepa-

    racin teolgica, moral y pedaggica, que lo capacite para com-prender la situacin real de la persona. Adems, le conviene cono-cer los ambientes sociales, culturales y profesionales de quienesacuden al confesionario, para poder darles consejos adecuados yorientaciones espirituales y prcticas Adems de la sabidura hu-mana y la preparacin teolgica, es preciso aadir una profunda

    vena de espiritualidad, alimentada por el contacto orante con Cris-to, Maestro y Redentor73. Para este fin es de gran utilidad la for-

    72 JUAN PABLO II,Homila en Maribor (Eslovenia), 19 de mayo de 1996.73 BENEDICTO XVI, Discurso a los Penitenciarios(19 de febrero de 2007); se vea tam-

    bin el discurso del 7 de marzo de 2008. Los discursos de Juan Pablo II y de BenedictoXVI a la Penitenciara ofrecen una catequesis abundante sobre el modo de celebrar el sa-cramento de la penitencia, animando a los ministros a vivirlo y a ayudar a los fieles en estaexperiencia de perdn y de santificacin. Adems de otros documentos ya citados, consul-tar ms ampliamente: RITUAL ROMANUM Ordo Paenitentiae (2 de diciembre de 1973);JUAN PABLO II, Carta encclica Dives in Misericordia(30 de noviembre de 1980); Exhortacinapostlica postsinodal Reconciliatio et Paenitentia(2 de diciembre de 1984); Carta apostlica Motu

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    macin permanente, por ejemplo las jornadas de formacin del cle-ro, con cursos especficos, como los ofrecidos por la Penitenciara

    Apostlica.

    ProprioMisericordia Dei, sobre algunos aspectos de la celebracin del sacramento de la peni-tencia (7 de abril de 2002); PENITENZIERIAAPOSTOLICA, Il sacramento della penitenza nei Messaggidi Giovanni Paolo II alla Penitenzieria Apostolica- aos 1981, 1989-2000 - (13 de junio de 2000);PONTIFICIO CONSEJO PARA LA FAMILIA, Vademcum para los confesores sobre algunos temas demoral relativos a la vida conyugal(1997). En las notas se han citado tambin los discursos delPapa Benedicto XVI a la Penitenciara. Se vean tambin: Cdigo de Derecho Cannico, Lib.IV, parte I, ttulo IV; Catecismo de la Iglesia Catlica, II parte, art. 4.

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    II.EL MINISTERIO DE LA DIRECCIN ESPIRITUAL

    1. Importancia actual, momento de gracia

    Itinerario histrico y actual

    64. Desde los primeros siglos de la Iglesia hasta nuestros das, seha practicado el consejo espiritual, llamado tambin direccin, gua yacompaamiento espiritual. Se trata de una praxis milenaria que ha

    dado frutos de santidad y de disponibilidad evangelizadora.El Magisterio, los Santos Padres, los autores de escritos espiritua-les y las normas de vida eclesial hablan de la necesidad de este consejoo direccin, sobre todo en el itinerario formativo y en algunas cir-cunstancias de la vida cristiana. Hay momentos en la vida que necesi-tan de un discernimiento especial y de acompaamiento fraterno. Esla lgica de la vida cristiana. Es necesario redescubrir la gran tradi-cin del acompaamiento espiritual individual, que ha dado siempretantos y tan preciosos frutos en la vida de la Iglesia 74.

    65. Nuestro Seor estaba siempre cerca de sus discpulos. La di-reccin o acompaamiento y consejo espiritual ha existido durantelos siglos, al inicio, sobre todo por parte de monasterios (monjes deOriente y de Occidente) y en lo sucesivo tambin por parte de las di-

    versas escuelas de espiritualidad, a partir del Medioevo. Desde los si-glos XVI-XVII se ha hecho ms frecuente su aplicacin a la vida cris-tiana, como se puede comprobar en los escritos de Santa Teresa de

    Jess, San Juan de la Cruz, San Ignacio de Loyola, San Juan de vila,San Francisco de Sales, San Alfonso Mara de Ligorio, Pedro de B-rulle, etc. Aunque haya prevalecido la direccin espiritual impartidapor monjes y por sacerdotes ministros, siempre ha habido fieles (reli-giosos y laicos) por ejemplo Santa Catalina que han prestado di-cho servicio. La legislacin eclesistica ha recogido toda esta expe-riencia y la ha aplicado sobre todo en la formacin inicial a la vida sa-cerdotal y consagrada. Hay tambin fieles laicos bien formados

    hombres y mujeres que realizan este servicio de consejo en el cami-no de la santidad.

    74 JUAN PABLO II, Exhortacin apostlica postsinodal Pastores dabo vobis, 40: l.c., 723.

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    Formacin sacerdotal para este acompaamiento

    66. La direccin espiritual es una ayuda en el camino de la santifi-cacin para todos los fieles de cualquier estado de vida. Actualmente,mientras se observa una bsqueda de orientacin espiritual por partede los fieles, al mismo tiempo se advierte la necesidad de una mayorpreparacin por parte de los ministros, con el fin de poder prestarcon diligencia este servicio de consejo, discernimiento y acompaa-miento. Donde existe dicha prctica, existe renovacin personal ycomunitaria, vocaciones, espritu apostlico, alegra de la esperanza.

    67. En el perodo de preparacin al sacerdocio, se presenta siem-pre muy necesario y urgente el estudio de la teologa espiritual y la ex-periencia de esta misma vida. En realidad, el consejo y el acompaa-miento espiritual es parte integrante del ministerio de la predicacin yde la reconciliacin. El sacerdote, en efecto, est llamado a guiar en elcamino de la identificacin con Cristo, que incluye el camino de lacontemplacin. La ayuda de direccin espiritual, como discernimientodel Espritu, es parte del ministerio: Examinando si los espritus sonde Dios, [los presbteros] descubran con sentido de fe, reconozcancon gozo y fomenten con diligencia los multiformes carismas de loslaicos, tanto los humildes como los ms altos 75.

    68. La formacin inicial al sacerdocio, desde los primeros mo-

    mentos de vida en el Seminario, comprende precisamente esta ayuda: Los alumnos se han de preparar por una formacin religiosa pe-culiar, sobre todo por una direccin espiritual conveniente, para se-guir a Cristo Redentor con generosidad de alma y pureza de cora-zn 76.

    69. No se trata slo de una consultacin sobre temas doctrinales,sino ms bien de la vida de relacin, intimidad y configuracin conCristo, que es siempre de participacin en la vida trinitaria: La for-macin espiritual ha de estar estrechamente unida a la doctrinal y pas-toral y, con la colaboracin sobre todo del director espiritual, debedarse de tal forma que los alumnos aprendan a vivir en trato familiar yasiduo con el Padre por su Hijo Jesucristo en el Espritu Santo 77.

    75 CONC.ECUM.VAT.II, Decreto Presbyterorum Ordinis, 9.76 CONC.ECUM.VAT.II, Decreto Optatam totius, 3.77 Ibidem, n. 8.

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    Direccin espiritual y ministerio sacerdotal

    70. Los munera sacerdotales se describen teniendo en cuenta surelacin con la vida espiritual de los fieles: Vosotros sois los minis-tros de la Eucarista, los dispensadores de la misericordia divina enel sacramento de la penitencia, los consoladores de las almas, losguas de todos los fieles en las tempestuosas dificultades de la vi-da 78.

    En el acompaamiento o direccin espiritual, se ha dado siempregran importancia al discernimiento del Espritu, teniendo presente elfin de la santificacin, de la misin apostlica y de la vida de comu-

    nin eclesial. La lgica del espritu Santo impulsa a vivir en la verdad yen el bien segn el ejemplo de Cristo. Es necesario pedir su luz y sufuerza para discernir y ser fieles a sus directrices.

    71. Se puede afirmar que esta atencin a la vida espiritual de losfieles, guindolos en el camino de la contemplacin y de la santidad,tambin como ayuda en el discernimiento vocacional, es una priori-dad pastoral: En esta perspectiva, la atencin a las vocaciones alsacerdocio se debe concretar tambin en una propuesta decidida yconvincente de direccin espiritual [ ]. Por su parte, los sacerdotessean los primeros en dedicar tiempo y energas a esta labor de edu-cacin y de ayuda espiritual personal. No se arrepentirn jams dehaber descuidado o relegado a segundo plano otras muchas activi-

    dades tambin buenas y tiles, si esto lo exiga la fidelidad a su mi-nisterio de colaboradores del Espritu en la orientacin y gua de losllamados 79.

    72. La atencin a los jvenes, en particular con el fin de discernirla propia vocacin especfica en la vocacin cristiana general, com-prende esta atencin de consejo y acompaamiento espiritual: Co-mo deca el Cardenal Montini, futuro Pablo VI, la direccin espiri-tual tiene una funcin hermossima y, podra decirse indispensable,para la educacin moral y espiritual de la juventud, que quiera in-terpretar y seguir con absoluta lealtad la vocacin, sea cual fuese, dela propia vida; conserva siempre una importancia beneficiosa entodas las edades de la vida, cuando, junto a la luz y a la caridad deun consejo piadoso y prudente, se busca la revisin de la propia

    78 JUAN PABLO II, Exhortacin apostlica postsinodal Pastores dabo vobis, 4: l.c., 663.79 Ibidem, n. 40: l.c., 724-725.

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    rectitud y el aliento para el cumplimiento generoso de los propiosdeberes. Es medio pedaggico muy delicado, pero de grandsimo

    valor; es arte pedaggico y psicolgico de grave responsabilidad enquien la ejerce; es ejercicio espiritual de humildad y de confianza enquien la recibe 80.

    73. La direccin espiritual est habitualmente en relacin con elsacramento de la reconciliacin, al menos en el sentido de una conse-cuencia posible, cuando los fieles piden ser guiados en el camino de lasantidad, incluido el itinerario especfico de su personal vocacin: De manera paralela al Sacramento de la Reconciliacin, el presb-

    tero no dejar de ejercer el ministerio de la direccin espiritual. El des-cubrimiento y la difusin de esta prctica, tambin en momentosdistintos de la administracin de la Penitencia, es un beneficiogrande para la Iglesia en el tiempo presente. La actitud generosa yactiva de los presbteros al practicarla constituye tambin una oca-sin importante para individualizar y sostener la vocacin al sacer-docio y a las distintas formas de vida consagrada 81.

    La direccin espiritual que reciben los ministros ordenados

    74. Los mismos ministros tienen necesidad de la prctica de la di-reccin espiritual, que est siempre vinculada a la intimidad con Cris-to: Al fin de cumplir con fidelidad su ministerio, gusten de corazn

    del cotidiano coloquio con Cristo Seor en la visita y culto personalde la Santsima Eucarista, practiquen de buen grado el retiro espiri-tual y estimen altamente la direccin espiritual 82.

    75. La realidad ministerial exige que el ministro reciba personal-mente la direccin espiritual buscndola y siguindola con fidelidad,para guiar mejor a los otros: Para contribuir al mejoramiento de supropia vida espiritual, es necesario que los presbteros practiquenellos mismos la direccin espiritual. Al poner la formacin de susalmas en las manos de un hermano sabio, madurarn desde losprimeros pasos de su ministerio la conciencia de la importanciade no caminar solos por el camino de la vida espiritual y del empe-o pastoral. Para el uso de este eficaz medio de formacin tan ex-

    80 Ibidem, n. 81: l.c., 799-800.81 CONGREGACIN PARA EL CLERO, Directorio para el ministerio y la vida de los

    presbteros Dives Ecclesiae(31 de marzo de 1994), 54: LEV 1994.82 CONC.ECUM.VAT.II, Decreto Presbyterorum Ordinis, 18.

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    perimentado en la Iglesia, los presbteros tendrn plena libertad enla eleccin de la persona a la que confiarn la direccin de la propia

    vida espiritual 83.

    76. Para las cuestiones personales y comunitarias es necesariohacer uso del consejo de los hermanos, sobre todo de aquellos quedeben ejercerlo para la misin que se les ha confiado, segn la gra-cia de estado, recordando que el primer consejero o director essiempre el Espritu Santo, al que es necesario acudir con una ora-cin constante, humilde y confiada.

    2. Lneas fundamentales

    Naturaleza y fundamento teolgico

    77. La vida cristiana es camino, es vivir del Espritu (cfr. Gal5,25), como sintona, relacin, imitacin y configuracin con Cristo,para participar de su filiacin divina. Por esto todos los que songuiados por el Espritu de Dios, son hijos de Dios (Rm8,14). Elconsejo o direccin espiritual ayuda a distinguir el espritu de la ver-dad y el espritu del error (1Jn4,6) y a revestirse del hombre nue-

    vo, creado segn Dios en la justicia y en la santidad de la verdad (Ef4,24). La direccin espiritual es sobre todo una ayuda para el dis-

    cernimiento en el camino de santidad o perfeccin.El fundamento de esta prctica del acompaamiento o direc-cin espiritual est en la realidad de ser Iglesia comunin, CuerpoMstico de Cristo, familia de hermanos que se ayudan segn los ca-rismas recibidos. La Iglesia es un conjunto de mediaciones que co-rresponden a los diversos ministerios, vocaciones y carismas. Todostienen necesidad de los dems, tambin y especialmente en el campodel consejo espiritual. Se trata de buscar y aceptar un consejo que vie-ne del Espritu Santo por medio de los hermanos.

    En el bautismo y en la confirmacin, todos hemos recibido losdones del Espritu, entre los cuales es relevante el don de consejo.La experiencia eclesial demuestra que algunas personas poseen este

    don de consejo en un alto grado o que, al menos, estn llamadas aservir a los otros aportando el carisma recibido. La direccin o conse-

    83 CONGREGACIN PARA EL CLERO, Directorio para el ministerio y la vida de lospresbteros Dives Ecclesiae, 54.

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    jo espiritual se ejerce, a veces, basndose en un encargo confiado porla autoridad eclesial o por la comunidad eclesial en la que se vive.

    Objetivo especfico

    78. El objetivo de la direccin espiritual consiste principalmente enayudar a discernir los signos de la voluntad de Dios. Normalmente sehabla de discernir luces y mociones del Espritu Santo. Hay momen-tos en los que dicha consultacin es muy urgente. Es necesario teneren cuenta el carisma peculiar de la vocacin personal o de la comu-nidad en la que vive quien pide o recibe el consejo.

    79. Cuando se trata de discernir los signos de la voluntad de Dios,con la ayuda del consejo fraterno, se incluye eventualmente la consul-tacin sobre temas de moral o de prctica de las virtudes, y tambin elcomunicar confidencialmente la situacin que se quiere aclarar. Si fal-ta el deseo verdadero de santidad, se pierde el objetivo principal de ladireccin espiritual. Este objetivo es inherente al proceso de fe, espe-ranza y caridad (como configuracin con los criterios, valores y acti-tudes de Cristo) que se ha de orientar segn los signos de la voluntadde Dios en armona con los carismas recibidos. El fiel que recibe elconsejo debe asumir la propia responsabilidad e iniciativa.

    80. La consultacin moral, el exponer confiadamente los propios

    problemas, el poner en prctica los medios de santificacin, se han decolocar en el contexto de la bsqueda de la voluntad de Dios. Sin eldeseo sincero de santidad, que equivale a practicar las bienaventuran-zas y el mandamiento del amor, no existe tampoco el objetivo espec-fico de la direccin espiritual en la vida cristiana.

    Dinamismo y proceso

    81. Durante el proceso de la direccin espiritual es necesario en-trar en la conciencia de s mismo a la luz del Evangelio y, por tanto,apoyarse en la confianza en Dios. Es precisamente un itinerario derelacin personal con Cristo, en el que se aprende y practica con l lahumildad, la confianza y el don de s, segn el nuevo mandamiento

    del amor.Se ayuda a formar la conciencia instruyendo la mente, iluminandola memoria, fortificando la voluntad, orientando la afectividad y alen-tando una entrega generosa a la santificacin.

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    82. El proceso de la direccin espiritual sigue algunas etapasqueno estn rgidamente ordenadas, pero que se desarrollan como crcu-los concntricos: guiar al conocimiento de s, en la confianza del Dios

    Amor, en la decisin del don total de s, en la armona de purificacin,iluminacin y unin. Es una dinmica de vida en sintona con la vidatrinitaria participada (cfr.Jn14,23; Ef2,18) por medio de la configu-racin con Cristo (criterios, valores, actitudes que manifiestan la fe, laesperanza y la caridad) y bajo la accin del Espritu Santo, aceptadocon fidelidad y generosidad.

    Todo esto se desarrolla en una serie de campos (relacin conDios, trabajo, relaciones sociales, en unidad de vida) en los que sebusca la voluntad de Dios por medio del consejo y del acompaa-miento: camino de oracin-contemplacin, discernimiento y fidelidada la vocacin, donacin en el itinerario de santidad, vivir armnica-mente la comunin fraterna eclesial, disponibilidad al apostolado.El acompaamiento y el consejo llegan tambin a los medios concre-tos. En todo este proceso es necesario tener presente que el verdade-ro director es el Espritu Santo, mientras el fiel conserva toda la pro-pia responsabilidad e iniciativa.

    83. En el camino de la oracin(personal, comunitaria, litrgica) sernecesario ensear a rezar, cuidando en particular la actitud filial delPadre nuestro que es de humildad, confianza y amor. Los escritosde los santos y de los autores espirituales sern de ayuda al orientar eneste camino para abrir el corazn y alegrarse por su presencia (San-to Cura de Ars), en un cruce de miradas, yo lo miro y l me mira (elcampesino de Ars, siguiendo las enseanzas del Santo Cura). As seacepta la presencia donada de Jess y se aprende a hacer de la propiapresencia un estar con quien sabemos que nos ama (Santa Teresade Jess). Es el silencio de adoracin, de admiracin y de donacin,como una mirada sencilla del corazn Santa Teresa de Lesieux), y elhablar como Jess en Getseman.

    En todas las vocaciones eclesiales

    84. Partiendo de la llamada de Jess ( vosotros, pues, sed perfec-

    tos como es perfecto vuestro Padre celestial Mt

    5,48), el sacerdoteinvita a todos los fieles a emprender el camino de la plenitud de lavida propia de los hijos de Dios 84, para llegar al conocimiento vivi-

    84 JUAN PABLO II, Carta encclica Veritatis splendor, 115: l.c., 1224.

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    do de Cristo 85. Las exigencias de la vida cristiana (laica, religiosa, sa-cerdotal) no se comprenden sin esta vida espiritual o sea la vidaen el Espritu Santo, que conduce a anunciar a los pobres la buenanueva (Lc4,18).

    85. En el camino de la propia vocacin eclesial, se cuidan sobre to-do las motivaciones y la recta intencin, la libertad de eleccin, laformacin a la idoneidad o las cualidades.

    Los expertos en teologa espiritual describen al director espiritualcomo el que instruye en casos y aplicaciones concretas, da los moti-

    vos para donarse con generosidad y ayuda proponiendo medios de

    santificacin adecuados a cada persona y situacin, segn las diversasvocaciones. Las dificultades se afrontan en la perspectiva del autnti-co seguimiento de Cristo.

    86. Puede existir una direccin habitual o un acompaamientotemporal ad casum. Adems puede ser ms intensa inicialmente. Esfrecuente que algunos creyentes, en el camino de la vocacin, se sien-tan invitados a pedir la direccin espiritual, gracias a la predicacin, alecturas, a retiros y encuentros de oracin, o a la confesin. Una lec-tura atenta de los documentos del Magisterio puede suscitar tambinla exigencia de buscar un gua para vivir ms coherentemente la vidacristiana. Esta donacin en la vida espiritual conduce a un mayorcompromiso en la vida social: La disponibilidad para con Dios pro-

    voca la disponibilidad para con los hermanos y una vida entendidacomo tarea solidaria y gozosa 86.

    3. Orientaciones prcticas

    Itinerario o camino concreto de vida espiritual

    87. Partiendo de estas lneas fundamentales sobre la direccin es-piritual y teniendo en cuenta la realidad de hoy, en el cruce de gracia ysituaciones sociolgicas y culturales, se obtienen algunas orientacionesprcticas, siempre abiertas a nuevas gracias y a nuevas circunstancias.

    La aplicacin del consejo espiritual (direccin, acompaamiento)

    ha de tener en cuenta la vocacin eclesial especfica, el carisma parti-cular o las gracias especiales. Dado que la persona es una, es nece-

    85 Ibidem, n. 88: l.c., 1204.86 BENEDICTO XVI, Carta encclica Caritas in veritate, 78.

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    sario conocer sus circunstancias concretas de vida: familia, trabajo,etc. Si se trata de una vocacin y de un carisma especfico, es oportu-no prestar atencin a los diversos momentos del camino87.

    En todo momento es necesario prestar especial atencin a casos ysituaciones particulares, como el cambio de estado eclesial, los deseosde mayor perfeccin, la tendencia a los escrpulos, los fenmenos ex-traordinarios.

    88. Es oportuno iniciar el camino de la direccin espiritual, conuna relectura de la vida. Es de gran ayuda tener algunos propsitos oun proyecto de vida que incluya la relacin con Dios (oracin litrgica

    y personal), la relacin fraterna, la familia, el trabajo, las amistades, lasvirtudes concretas, los deberes personales, el apostolado, los instru-mentos de espiritualidad. En el proyecto pueden reflejarse las aspira-ciones, las dificultades, el deseo de donarse ms a Dios. Es muy tilprecisar los medios que se quieren utilizar en el camino de la oracin,de la santidad (virtud), de los deberes del propio estado, de la mortifi-cacin o de las pequeas dificultades cotidianas 88.

    89. Hayun momento inicialen el que se tiende a hacer brotar actitu-des de piedad y de perseverancia en las virtudes de oracin y adhe-sin a la voluntad de Dios, alguna prctica de apostolado, formacindel carcter (memoria, inteligencia, afectividad, voluntad), purifica-cin, formacin a la apertura y a una actitud de autenticidad sin do-bleces. Se afrontan, pues, los casos de aridez, inconstancia, entusias-mo superficial o pasajero, etc. Es el momento justo para extirpar... yplantar (Jer1,10), para conocer y orientar rectamente la pasin do-minante.

    90. Un segundo momento se llama tiempo deprogreso, en el que setiende al recogimiento o vida interior, a una mayor humildad y morti-ficacin, a la profundizacin de las virtudes, a mejorar la oracin.

    As se llega a un momento de mayor perfeccinen el que la oracines ms contemplativa, se trata de extirpar las preferencias, distin-

    87 En los Cdigos de las Leyes Cannicas se reglamenta la direccin espiritual en losSeminarios (CDC, can 239; CCEO, cnones 337-339), en las casas religiosas (CDC, can.630; CCEO, cnones 473-475; 538 3 - 539), en los Institutos Seculares (CDC, can. 719).Se vean otros documentos sobre la direccin espiritual en el sacerdocio ministerial, vidaconsagrada, Seminarios y noviciados, en la nota final del prrafo 134.

    88 BENEDICTO XVI, Carta encclica Spe salvi (30 de noviembre de 2007), 40: AAS99 (2007), 1018.

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    guiendo un aspecto activo y uno pasivo (o sea secundar fielmen-te la accin de la gracia que es siempre sorprendente), aprendiendo apasar la noche del espritu (noche de la fe). La profundizacin en lahumildad se trasforma en gestos de caridad.

    91. Cada una de las virtudes necesita de una atencin especfica.Las luces, las inspiraciones o mociones del Espritu Santo se recibenen este camino, que es de continuo discernimiento para una mayorfidelidad y generosidad. Los casos concretos de gracias especiales o dedebilidades espirituales o psquicas se afrontan con el debido estudio,comprendida la colaboracin de otras personas ms expertas, siempre

    con gran respeto.Es til seguir un proyecto de vida que se puede subdividir senci-llamente en un conjunto de principios, objetivos y medios. O sea, seindica dnde se quiere ir, dnde se encuentra, dnde se debe ir, quobstculos se pueden encontrar y qu instrumentos se deben utilizar.

    92. Influye directamente en la vida espiritual el sacrificio eucars-tico, fuente y cumbre de la vida cristiana89 para construir la unidad de

    vida, necesaria a los presbteros90 y a los fieles91. Entre los mediosconcretos de vida espiritual, adems de las fuentes principales (euca-rista, Palabra, oracin ), son relevantes por su aspecto prctico laLectio divinao meditacin segn mtodos diversos, la prctica asiduadel sacramento de la reconciliacin, la lectura espiritual, el examen de

    conciencia (particular y general), los retiros espirituales. La lectura es-piritual de santos y autores de espiritualidad es gua en el camino delconocimiento de s, de la confianza filial y de la entrega generosa.

    93. Es normal que el camino cristiano presente algunas crisis decrecimiento y de maduracin, que pueden verificarse en grado diver-so. La noche obscura de la fe se puede presentar en varios momen-tos, pero especialmente cuando la persona se acerca ms a Dios, hastaexperimentar una especie de silencio o ausencia de Dios que, enrealidad es un hablar y una presencia ms profunda de Dios mismo.El acompaamiento espiritual es ms necesario que nuca en aquelmomento, con la condicin de que se sigan las indicaciones que noshan dejado los grandes santos y maestros del espritu.

    89 CONC.ECUM.VAT.II,Constitucin dogmtica Lumen gentium, 11.90 Cfr. CONC.ECUM.VAT.II, Decreto Presbyterorum Ordinis, 14.91 Cfr. JUAN PABLO II, Exhortacin apostlica postsinodal Christifideles laici (30 de

    diciembre de 1988), 59:AAS81 (1989), 509.

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    En el apostolado hay momentos de aridez, de derrotas, de malen-tendidos, de calumnias y tambin de persecucin, la cual puede venir,por error, de personas buenas (la persecucin de los buenos ). Elconsejo espiritual debe ayudar a vivir el misterio fecundo de la cruzcomo un don peculiar de Cristo Amigo.

    94. En la vida cristiana se presentan situaciones particulares. Aveces se trata de luces y mociones del Espritu y deseos de mayor en-trega o apostolado. Pero hay tambin momentos de ilusiones engao-sas que pueden provenir del amor propio o de la fantasa. Puedenexistir tambin desnimos, desconfianza, mediocridad o negligencia y

    tambin tibieza, ansia excesiva de hacerse apreciar, falsa humildad,etc.

    95. Cuando se verifican casos o fenmenos extraordinarios es ne-cesario referirse a los autores espirituales y a los msticos de la historiaeclesial. Es necesario tener presente que estos fenmenos, que pue-den ser fruto de la naturaleza, o tambin en el caso que provengan deuna gracia, pueden expresarse de forma imperfecta por motivos psi-colgicos, culturales, de formacin, de ambiente social. Los criteriosque la Iglesia ha seguido para constatar su autenticidad se basan encontenidos doctrinales (a la luz de la Sagrada Escritura, de la Tradi-cin y del Magisterio), la honestidad de las personas (sobre todo lasinceridad, la humildad, la caridad, adems de la salud mental) y los

    frutos permanentes de santidad.96. Existen tambin enfermedades o debilidades psquicas vincu-

    ladas a la vida espiritual. A veces son de carcter ms espiritual, comola tibieza (aceptacin habitual del pecado venial o de las imperfeccio-nes, sin inters en corregirlas) y la mediocridad (superficialidad, fatigapara el trabajo sin un sostn en la vida interior). Estas debilidadespueden estar relacionadas tambin con el temperamento: ansia deperfeccionismo, falso temor de Dios, escrpulos sin fundamento, ri-gorismo, laxismo, etc.

    97. Las debilidades o enfermedades de tipo neurtico, ms vincu-ladas a la vida espiritual, necesitan de la atencin de expertos (en espi-

    ritualidad y psicologa). Habitualmente se manifiestan con una excesi-va riqueza de atencin o una profunda insatisfaccin de s (hyste-rein ) que trata de atraer el inters y la compasin de todos, produ-ciendo con frecuencia un clima de agitacin eufrica en el que puede

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    quedar involucrado el mismo director espiritual (creyendo protegeruna vctima o una persona privilegiada). Estas manifestaciones no tie-nen nada que ver con la verdadera contemplacin y mstica cristiana,la cual, admitiendo la propia debilidad, no trata de cautivar la atencinde los otros, pero se expresa en la humildad, en la confianza, en el ol-

    vido de s para servir a los otros segn la voluntad de Dios.

    El discernimiento del Espritu Santo en la direccin espiritual

    98. Con la ayuda del acompaamiento o consejo espiritual, a laluz de esta fe vivida, es ms fcil discernir la accin del Espritu Santo en

    la vida de cada uno, que conduce siempre a la oracin, a la humildad,al sacrificio, a la vida ordinaria de Nazaret, al servicio, a la esperanza,siguiendo el modelo de la vida de Jess, siempre guiada por el Espri-tu Santo: al desierto (Lc4,1), a los pobres (Lc4,18), a la ale-gra pascual en el Espritu (Lc10,21).

    99. La accin del espritu maligno est acompaada de soberbia, au-tosuficiencia, tristeza, desnimo, envidia, confusin, odio, falsedad,desprecio de los dems, preferencias egostas. Sobre todo cuando seaade el temperamento, la cultura y las cualidades naturales, es muydifcil, sin el consejo y acompaamiento espiritual, poner luz en cier-tos ambientes: estos campos necesitados de discernimiento son sobretodo los del camino de la vocacin (en las circunstancias de la vida de

    cada da), de la contemplacin, de la perfeccin, de la vida fraterna, dela misin. Pero se dan situaciones personales y comunitarias que exi-gen un discernimiento particular, como el cambio de estado de vida,las nuevas luces o misiones, los cambios estructurales, algunas debili-dades, los fenmenos extraordinarios, etc.

    100. Ya que el Espritu sopla donde quiere (Jn3,8), no se pue-den dar normas o reglas rgidas sobre el discernimiento; pero los san-tos y los autores espirituales remiten a ciertas constantes o signos dela accin del Espritu de amor, que acta por encima de toda lgica.

    No se puede discernir bien una situacin espiritual sin la paz en elcorazn, que se manifiesta, como don del Espritu Santo, cuando nose busca el propio inters o el prevalecer sobre los dems, sino el mo-do mejor de servir a Dios y a los hermanos. El consejo espiritual (enel contexto del discernimiento) acta, pues, con la garanta de la liber-tad interior, no condicionada por preferencias personales ni por lasmodas del momento.

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    Para realizar bien el discernimiento es necesario: oracin, humil-dad, desapego de las preferencias, escucha, estudio de la vida y doc-trina de los santos, conocimiento de los criterios de la Iglesia, examenatento de las propias inclinaciones interiores, disponibilidad a cam-biar, libertad de corazn. De esta forma se educa a una sana concien-cia, o sea a la caridad, que procede de un corazn limpio, de unaconciencia recta y de una fe sincera (1Tm1,5).

    Cualidades deldirector

    101. En general se pide que el director tenga un gran espritu de

    acogida y de escucha, con sentido de responsabilidad y disponibilidad,con un tono de paternidad y de fraternidad, y de respetuosa amistad,siempre como servicio humilde de quien ofrece un consejo, evitandoel autoritarismo, el personalismo y el paternalismo, adems de la de-pendencia afectiva, la prisa y la prdida de tiempo en cuestiones se-cundarias, con la debida discrecin y prudencia, sabiendo pedir con-sejo oportunamente a otros con las debidas cautelas, etc. Estas cuali-dades se integran con el don del consejo. No debe faltar una nota desano humor que, si autntico, es siempre respetuoso y contribuye areducir a sus justas dimensiones muchos problemas artificiales y a vi-

    vir ms serenamente.

    102. Para poder ejercer el don del consejo, se requiere el conoci-miento o ciencia (terica y prctica) de la vida espiritual, su experien-cia, el sentido de responsabilidad y la prudencia. La armona entre es-tas cualidades fundamentales se expresa como cercana, escucha, op-timismo, esperanza, testimonio, coherencia, en infundir deseos desantidad, firmeza, claridad, verdad, comprensin, amplitud o plurali-dad de perspectivas, adaptacin, perseverancia en el proceso o cami-no.

    Generalmente el director o consejero espiritual (elegido, propues-to, indicado) es uno slo, con el fin de asegurar la continuidad. En la

    vida de algunos santos se puede observar una gran libertad en consul-tar a otros y en cambiar de director cuando se constata que es mejorpara la vida espiritual. El eventual cambio de director ha de ser siem-pre posible y libre, cuando existen motivos vlidos para un mayorcrecimiento espiritual.

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    103. El director debe conocer bien a la persona que ayuda, parabuscar junto con ella los signos de la voluntad de Dios en el caminode santidad y en los momentos especiales de gracia. La diagnosis secentrar en la manera de ser, las cualidades y los defectos, el desarro-llo de la vida espiritual personal, etc. La formacin impartida corres-ponde al momento de gracia. El director no hace el camino, sino quelo sigue, asistiendo a la persona en su realidad concreta. Quien gua lasalmas es el Espritu Santo y el director debe favorecer su accin.

    Mantiene constantemente un respeto profundo por la concienciade los fieles, creando una relacin adecuada para que se d una aper-

    tura espontnea y actuando siempre con respeto y delicadeza. El ejer-cicio del poder de jurisdiccin en la Iglesia debe respetar siempre lareserva y el silencio del director espiritual.

    104. La autoridad del director no se funda en la potestad de juris-diccin, pero es la propia del consejo y de la orientacin. No permiteel paternalismo, aunque a dicha autoridad se debe responder con unafidelidad de base, tpica de la docilidad filial. La actitud de humildad yconfianza del director lo conducir a rezar y a no desanimarse cuandono logra ver los frutos.

    105. En las instituciones de formacin sacerdotal y de vida consa-grada, como en algunas iniciativas apostlicas, precisamente para ga-rantizar la formacin adecuada, se indican, habitualmente, algunosconsejeros (directores, maestros) dejando amplio margen a la eleccindel director personal, en particular cuando se trata de un problema deconciencia y de confesin.

    Cualidades de quien


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