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Escritos, 1932 - 1933 · 2021. 1. 1. · Escritos Tomo 4 1932 - 1933 volúmen 2 7 Los dirigentes de...

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  • Escritos1932 - 1933

    Tomo IVvolumen 2

    TrotskyLeón

    30 marzo 1933 - 19 julio 1933

  • Edición OriginalWritings (1932 -33)Pathfinder Press, New York, 1972

    Traducción deAlba NeiraDaniel Acosta

    CarátulaRodrigo Cortés

    © by Editorial Pluma Ltda.Bogotá, 1976Printed in ColombiaImpreso en Colombia

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    Los sindicatos ante la embestidaeconómica de la contrarrevolución1

    Declaración de los representantes de laOposición de Izquierda (bolcheviques

    leninistas) al Congreso Contra el Fascismo

    30 de marzo de 1933

    Toda la historia moderna atestigua que el proleta-riado no es nada sin sus organizaciones de clase.

    Al mismo tiempo, la experiencia demuestra que lasorganizaciones obreras pueden convertirse en un obs-táculo para la lucha revolucionaria. Más de una vez elmovimiento proletario resultó aplastado por esta con-tradicción. El ejemplo más trágico es la catástrofe deAlemania, en la que las organizaciones dirigentes, cadauna a su manera, paralizaron al proletariado desde arri-ba y lo entregaron inerme al fascismo.

    El Partido Comunista se impone como fin conduciral proletariado al poder, sólo puede realizar su misiónrevolucionaria ganando a la mayoría del proletariado y,

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    5por consiguiente, a sus organizaciones de masas, prin-cipalmente los sindicatos.

    El partido debe librar su lucha por ganar influenciaen los sindicatos de manera tal que no frene las tareasinmediatas de la organización de masas, que no lasrompa, ni produzca en los obreros la impresión de quelos comunistas desorganizan el movimiento de la cla-se. Los principios rectores de esta lucha aparecen esbo-zados en el Manifiesto Comunista, se desarrollaron enla teoría y en la práctica del movimiento obrero y en-contraron su expresión más elevada en la obra del bol-chevismo.

    El partido es la flor y nata de la clase, su élite revo-lucionaria. El sindicato abarca amplias masas obreras,de distintos niveles. Cuanto más amplias son las ma-sas que abarca, más se acerca el sindicato al cumpli-miento de sus objetivos. Pero en la medida en que laorganización gana en amplitud, pierde en profundidad.Las tendencias oportunistas, nacionalistas y religiosasque cunden en los sindicatos y en sus direcciones mues-tran que éstos no sólo reúnen a la vanguardia sinotambién a una pesada retaguardia. Así, las debilidadesde los sindicatos surgen de lo que los hace fuertes. Lalucha contra el oportunismo en las organizaciones sin-dicales significa fundamentalmente trabajar persistentey pacientemente para unir esa retaguardia con la van-guardia.

    Quienes separan a los obreros revolucionarios delos sindicatos, quienes construyen, paralelamente a lasorganizaciones de masas, sindicatos revolucionarios,puros -según el término irónico empleado por Lenin-pero pequeños y, por lo tanto, débiles, no resuelven latarea histórica sino que renuncian a solucionaría; peor

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    6aun, obstaculizan la lucha por ganar influencia en laclase obrera.

    Los organizadores de este congreso integran la In-ternacional Sindical Roja, de oposición. La historia deestas organizaciones es la de la violación criminal delos principios del marxismo en el terreno sindical. LaInternacional Sindical Roja no es sino un partido co-munista, o parte de un partido comunista, con otronombre. Esta organización no vincula el partido a lossindicatos; por el contrario, lo separa de ellos. Su debi-lidad numérica no le permite remplazar a los sindica-tos en el terreno de la movilización de masas, y tam-poco puede influir desde afuera, puesto que aparececomo organización hostil y opuesta a los sindicatos.

    Para justificar la política de la Internacional SindicalRoja, así como la del social-fascismo, la burocracia sta-linista apela al hecho de que la dirección de los sindi-catos alemanes se demostró dispuesta a actuar de la-cayo de Hitler, como en el pasado lo fue de losHohenzollern. Señalando el papel abyecto de Leipart yCía.,2 los stalinistas franceses se oponen a la fusión delas dos organizaciones sindicales de Francia. Aceptanla unidad con una sola condición: la dirección de lossindicatos conjuntos debe estar en manos de comba-tientes revolucionarios, no de traidores.

    Con ello los stalinistas demuestran una vez más que,igual que los Borbones franceses, no aprendieron nadani olvidaron nada. Exigen que se les entregue organi-zaciones de masas con direcciones revolucionarias pre-fabricadas, y condescienden a participar en esos sindi-catos. En otras palabras, esperan que los demás reali-cen la tarea histórica que debería constituir el objetivofundamental de su propio trabajo.

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    7Los dirigentes de los sindicatos alemanes, como los

    de los sindicatos ingleses y norteamericanos y los delos sindicatos reformistas franceses, son -como dijo RosaLuxemburgo3 hace muchos años - los canallas másgrandes del mundo. La tarea más importante de laComintern ha sido, desde su fundación, echar de lossindicatos a los canallas. Pero, cuando se trató de cum-plir esta tarea, la burocracia stalinista demostró subancarrota total.

    El hecho de que la Organización Sindical Roja no sehaya pasado al bando de Hitler constituye un méritopuramente negativo del que, en general, no corres-ponde jactarse en las filas revolucionarias. Pero su im-potencia, la impotencia del PC Alemán, la impotenciade la Comintern, reside precisamente en que los cana-llas como Leipart y Cía. siguen al frente de los sindica-tos de masas. En cuanto a la Organización Sindical Roja,antes de que se produjeran los grandes acontecimien-tos había demostrado ya ser un castillo de naipes.

    El lugar de los comunistas está en los sindicatos.Deben ingresar en ellos con las banderas plegadas o alviento, para actuar al cubierto o al descubierto, segúnlas condiciones políticas y policiales imperantes en elpaís. Pero deben actuar, no cruzarse de brazos.

    Respecto de su participación en el movimiento sin-dical, generalmente los comunistas no pueden exigircondiciones a la clase obrera o a la burocracia refor-mista. Si la clase obrera comprendiera de antemanolas ventajas de la política comunista no toleraría la pre-sencia de traidores reformistas al frente de sus organi-zaciones. Por su parte, la burocracia reformista persi-gue consecuentemente el objetivo de mantener a loscomunistas fuera de los sindicatos y por eso rechaza

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    8toda condición que podría facilitar siquieramínimamente el trabajo de aquéllos. El revolucionarioproletario no inventa ultimátums arrogantes, pero ab-surdos, para justificar su deserción del sindicato; pe-netra en éste salvando todas las barreras y obstáculos.El comunista no pretende que los burócratas sindicalescreen las condiciones favorables para su trabajo; lascrea él gradualmente, en la medida en que adquiereinfluencia dentro del sindicato.

    El hecho de que este congreso, que llama a prepa-rar la resistencia ante la embestida del capital y el fascis-mo, haya sido convocado por organizaciones que sonsectarias por principio -las organizaciones alemana,polaca e italiana afiliadas a la ISR- nos obliga a elevarcon redoblada fuerza nuestro llamado a todos los co-munistas auténticos, a luchar contra los métodos fata-les de la burocracia stalinista, que aíslan a la vanguar-dia proletaria y le cierran el camino a la victoria.

    ¡Camaradas comunistas, obreros conscientes!¡Implantad en el terreno del sindicalismo la plena vi-gencia de los principios del marxismo, tal como los for-mularon los cuatro primeros congresos de la Comintern!¡Limpiad el polvo stalinista de vuestros zapatos! ¡Vol-ved al camino de Marx y Lenin! ¡Sólo este camino llevahacia adelante!

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    Declaración ante el Congreso contra elfascismo4

    De los delegados de la Oposición deIzquierda Internacional (bolcheviques

    leninistas)

    Abril de 1933

    La victoria de Hitler en Alemania demuestra que elcapitalismo no puede vivir en condiciones democrá-ticas que ni siquiera puede vestir los andrajos de lademocracia. ¡Dictadura del proletariado o dictaduraabierta del capital financiero! ¡Soviets obreros o ban-das armadas del populacho pequeñoburgués desespe-rado!

    El fascismo no tiene ni puede tener programa algu-no para solucionar la crisis de la sociedad capitalista.Pero ello no significa que automáticamente caerá vícti-ma de sus propias contradicciones. No; mantendrá laexplotación capitalista arruinando el país, degradando

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    10la civilización capitalista e introduciendo en grado cre-ciente la barbarie en la cultura. El triunfo del fascismoes el resultado de la incapacidad del proletariado paratomar en sus manos los destinos de la sociedad. Elfascismo vivirá mientras el proletariado no se levante.

    La socialdemocracia entregó a la burguesía la Revo-lución de 1918, salvando así una vez más al capitalis-mo decadente; es exclusiva responsabilidad suya quela burguesía haya podido apoyarse en el bandidaje fas-cista en la etapa siguiente. Descendiendo cada vez másen su búsqueda del mal menor, la socialdemocraciavotó finalmente al reaccionario mariscal Hindenburg,quien a su vez colocó a Hitler en el poder. Aldesmoralizarlo con ilusiones democráticas en medio dela decadencia del capitalismo, la socialdemocracia lequitó al proletariado todo su poder de resistencia.

    Los intentos de echar esta responsabilidad históricafundamental sobre los hombros del comunismo sonabsurdos y deshonestos. De no existir el comunismo,hace mucho tiempo que el ala izquierda del proletaria-do habría tomado la senda del anarquismo, del terro-rismo, o simplemente habría pasado a engrosar las tro-pas combatientes del fascismo. El ejemplo de Austriademuestra con toda claridad que allí donde el comu-nismo es sumamente débil y la socialdemocracia es elamo supremo de la clase obrera dentro del estado de-mocrático que creó, su política prepara, paso a paso, eltriunfo del fascismo.

    Los dirigentes de la socialdemocracia alemana tra-tan ahora de adaptarse al régimen de Hitler para noperder los retazos de legalidad que les quedan y losbeneficios correspondientes5 ¡Es en vano!

    El fascismo ha traído consigo una plaga de langos-

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    11tas famélicas y ávidas que monopolizarán todos lospuestos y funciones. El derrocamiento de la burocraciareformista, subproducto de la derrota de las organi-zaciones proletarias, es el precio que debe pagar lasocialdemocracia por la cadena ininterrumpida de trai-ciones que se inicia el 4 de agosto de 1914.

    Los dirigentes de otros partidos socialdemócratastratan de separarse de sus hermanos de armas alema-nes. Sin embargo, sería una irresponsabilidad inconce-bible creer en las palabras de los críticos izquierdis-tas de la internacional reformista, cuyas secciones seencuentran todas en distintas etapas del mismo proce-so. Como en la época de la guerra imperialista, en elproceso de la caída de la democracia burguesa cadasección de la Segunda Internacional está dispuesta areconstruir su reputación sobre las espaldas de otropartido nacional. Pero, en lo fundamental, todas hacenel mismo trabajo. León Blum6 apoya al gobierno fran-cés militarista-imperialista. Por lo que sabemos,Vandervelde,7 presidente de la Segunda Internacional,no ha retirado su firma del mismo Tratado de Versallesque le permitió al fascismo alemán llegar a sus dimen-siones actuales.

    Todas las tesis principistas fundamentales de loscuatro primeros congresos de la Internacional Comu-nista - sobre el carácter decadente del capitalismo im-perialista, la inevitabilidad de la descomposición de lademocracia burguesa, el impasse del reformismo, lanecesidad de la lucha revolucionaria por la dictaduradel proletariado- han sido confirmadas sin atenuantespor Alemania. Pero su justeza fue demostrada por elabsurdo, no por el triunfo sino por la catástrofe. Si apesar de los casi quince años de existencia de la

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    12Comintern la socialdemocracia pudo llevar la políticadel mal menor hasta sus últimas consecuencias, esdecir, hasta el peor mal que puede concebirse en lahistoria moderna, debemos buscar las causas en elhecho de que el comunismo de los epígonos se mostróincapaz de cumplir su misión histórica.

    Hasta 1923 la Comintern avanzó en todos los paísescasi sin detenerse, debilitando y expulsando a la so-cialdemocracia. En los últimos diez años no sólo nologró nuevos avances cuantitativos sino que sufrió unaprofunda degeneración cualitativa. El naufragio delPartido Comunista oficial en Alemania es la culmina-ción fatal de la línea general que propició las aventu-ras de Estonia y Bulgaria, la capitulación ante elKuomintang, la no menos infame capitulación ante laburocracia sindical británica, la aventura de Cantón,8

    las convulsiones del tercer período,9 la ruptura conlos sindicatos de masas, la teoría y práctica del social-fascismo, la política de la liberación nacional y larevolución popular, el repudio del frente único, eldestierro y persecución a la Oposición de Izquierda y,por último, el amordazamiento total de la independen-cia de la vanguardia proletaria mediante la sustitucióndel centralismo democrático por un aparato imbécil ycarente de principios.

    La esencia del burocratismo reside en su descon-fianza hacia las masas y su tendencia a remplazar laactividad revolucionaria consciente de éstas por ma-niobras por arriba u órdenes inapelables. Tanto en Ale-mania como en otros países, la burocracia stalinistacontinuamente presentó ultimátums a la clase obrera.La dirección decretaba arbitrariamente las fechas paralanzar huelgas, tomar las calles, las jornadas rojas

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    13o los meses rojos; ordenó a la clase obrera aceptarsin critica sus consignas y zigzags; exigió que se reco-nociera de antemano y sin cuestionamiento su hege-monía en el frente único. Sobre la base de esteultimatismo monstruoso libró su lucha, falsa desde elprincipio hasta el fin e impotente frente al fascismo.

    En la lucha del proletariado son inevitables los erro-res. Los partidos aprenden, seleccionan sus cuadros yeducan a sus direcciones a través de sus propios erro-res. Pero en esta Comintern no hay errores sino unsistema erróneo que imposibilita la elaboración de unapolítica correcta. Los agentes sociales de este sistemaconforman un gran estrato burocrático, armado de in-mensos recursos materiales y técnicos, independientede las masas y embarcado en una pugna furiosa por susupervivencia, cuyo precio es la desorganización de lavanguardia proletaria y su debilitamiento frente al ene-migo de clase. Tal es la esencia del stalinismo en elmovimiento obrero mundial.

    Durante los últimos años, la Oposición de Izquierdaanalizó a la vista de todo el mundo, la marea fascistaen todas sus etapas y elaboró una política de auténticorealismo revolucionario. Ya en el otoño de 1929, esdecir, hace tres años y medio en el comienzo mismo dela crisis mundial, la Oposición de Izquierda escribió:

    Así como más de una vez el conflicto entre el libe-ralismo y la monarquía provocó situaciones revolucio-narias que superaron a ambos antagonistas, tambiéndel choque entre la socialdemocracia y el fascismo -elementos antagónicos de la burguesía - puede resul-tar una situación revolucionaria que superará a am-bos.

    Para un revolucionario proletario de la época de la

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    14revolución burguesa sería indigno no saber apreciarjustamente el conflicto entre los liberales y la monar-quía y encerrar a ambos oponentes en una misma bol-sa. No vale un cobre el comunista que, ante los cho-ques entre el fascismo y la socialdemocracia diluye estehecho agitando la fórmula hueca del social-fascismo,carente de todo contenido.

    Se debió haber elaborado la política del frente únicoen base a esta estrategia general. En el transcurso delos tres últimos años la Oposición de Izquierda siguiópaso a paso el desarrollo de la crisis política en Alema-nia. Analizó en sus periódicos y en una serie de folletostodas las etapas de la lucha; desenmascaró el carácterultimatista de la fórmula sólo desde abajo; cuandopudo tomó la iniciativa de crear comités unitarios dedefensa, fomentó la actividad de los obreros en esesentido y exigió incesantemente que se extendiera esainiciativa a todo el país. Si el PC Alemán hubiera toma-do resueltamente este camino, la burocracia reformis-ta habría demostrado su impotencia para frenar la pre-sión obrera a favor del frente único. A cada paso elfascismo se habría estrellado contra un nuevo obstá-culo, mostrando así todas sus heridas. Los comités dedefensa locales habrían crecido en forma irresistible,inclusive se habrían transformado en consejos obre-ros. Por este camino, el proletariado alemán habríaasestado el golpe decisivo al fascismo y barrido a todala oligarquía dominante, porque la situación brindabalas posibilidades para el triunfo revolucionario del pro-letariado alemán.

    En cambio, la burocracia alemana tomó el caminodel sabotaje a la revolución, inconsciente pero real.Prohibió a los comunistas hacer acuerdos con las orga-

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    15nizaciones socialdemócratas, liquidó los organismosconjuntos de defensa creados por los obreros y a todossus militantes que seguían una política correcta losacusó de contrarrevolucionarios expulsándolos. Po-dría decirse que el objetivo de esa línea de conductaconsistía en aislar a los comunistas, consolidar los vín-culos entre los obreros socialdemócratas y sus dirigen-tes, sembrar la confusión y la desintegración en lasfilas del proletariado y preparar el libre acceso de losfascistas al poder. ¡Los resultados están a la vista!

    El 5 de marzo, cuando el destino del proletariado yaestaba sellado, el Comité Ejecutivo de la Comintern sedeclaró dispuesto a formar el frente único desde arriba- si bien a escala nacional, no internacional - y asimis-mo, para satisfacer a la burocracia reformista, aceptórenunciar a la critica recíproca mientras durara el fren-te único. ¡Un salto desde la más increíble estupidez yla arrogancia más ultimatista hasta las concesiones sinsentido! La burocracia stalinista, que ahogó la críticadentro de su propio partido, evidentemente ha perdidola noción de lo que significa aquélla en la lucha políti-ca. La crítica revolucionaria determina la actitud de lavanguardia proletaria, el partido más crítico de la so-ciedad contemporánea, hacia todas las clases, parti-dos y agrupaciones. Que un partido comunista autén-tico renuncie a la critica siquiera por un sólo día es lomismo que si un organismo viviente se abstuviera derespirar. De todas maneras, la política del frente únicono excluye la crítica; al contrario, la exige. Suspenderla crítica sólo puede interesar a dos aparatos burocrá-ticos -uno cargado de traiciones y el otro de una seriede errores fatales- que transforman así el frente únicoen una conspiración de silencio a espaldas de las ma-

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    16sas, con el solo objetivo de asegurar su supervivencia.Los bolcheviques leninistas afirmamos que jamás, enninguna situación, nos uniremos a semejante conspi-ración, sino que, la denunciaremos implacablementeante los obreros.

    Al mismo tiempo que acepta renunciar a la crítica,la burocracia stalinista utiliza la actitud repugnante deWels, Leipart y Cía., que le lamen las botas a Hitler,para revitalizar la teoría del social-fascismo. En reali-dad esta teoría sigue siendo tan falsa como ayer. Losque hasta hace poco eran los amos de Alemania, caí-dos ahora bajo la bota del fascismo, lamen esa botapara ganar la indulgencia de los fascistas; esto es in-herente a la miserable naturaleza de la burocracia re-formista. Pero de ninguna manera significa que los re-formistas no hacen diferencias entre la democracia yla bota fascista y que las masas socialdemócratas sonincapaces de luchar contra el fascismo cuando el cami-no de la lucha les presenta una salida.

    La política fascista se apoya en la demagogia, lamentira y la calumnia. La política revolucionaria nopuede construirse sobre otra base que la verdad. Poreso nos vemos obligados a denunciar enérgicamenteal Buró Organizativo por la forma en que convocó aeste congreso. Al mencionar en la convocatoria el po-deroso avance del fascismo, traza un cuadro falsamen-te optimista de la situación alemana. La realidad delmomento nos muestra a los obreros alemanes retirán-dose sin pelear y en completo desorden. Tal es la amargaverdad que no se puede ocultar con palabras. Para po-nerse de pie, reagruparse, unir sus fuerzas, el proleta-riado alemán, representado por su vanguardia, debecomprender qué ha ocurrido. ¡Abajo las falsas ilusio-

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    17nes! Precisamente ellas condujeron a la catástrofe.Debemos decir la verdad tal cual se presenta, clara,honesta y abiertamente.

    La situación alemana es sumamente trágica. El car-nicero recién comienza su obra. Millares de víctimas sesumarán a los cientos y miles de obreros del PC que yaestán en las cárceles. Severas pruebas aguardan aquienes permanezcan fieles a su bandera. Los trabaja-dores honestos de todo el mundo simpatizan plena-mente con las víctimas del carnicero fascista. Pero se-ría el colmo de la hipocresía callar ante la funesta polí-tica stalinista porque sus representantes alemanes sonahora sus víctimas. Los grandes problemas históricosno se solucionan con sentimentalismos. La ley supre-ma de la lucha es que ésta apunte al objetivo finalbuscado. Sólo la explicación marxista de lo sucedidopuede darle confianza en sí misma a la vanguardia. Nobasta con que ésta exprese su simpatía por la suertede las víctimas; debe fortalecerse para derrocar y es-trangular al carnicero.

    El fascismo alemán sigue obsecuentemente el ejem-plo italiano. Sin embargo, eso no significa que Hitlertenga por delante varios años de poder, como ocurriócon Mussolini.10 La Alemania fascista inicia su existen-cia en circunstancias en que la desintegración del capi-talismo se encuentra muy avanzada, la miseria de lasmasas ha alcanzado niveles sin precedentes en la his-toria moderna y las relaciones internacionales son muytensas. El desenlace puede estar mucho más próximode lo que piensan los amos del momento. Sin embar-go, no vendrá solo. Es necesario producir un shock re-volucionario.

    La prensa socialdemócrata coloca sus esperanzas en

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    18las grietas que se puedan producir en el bloque guber-namental alemán. Pravda de Moscú, que hasta ayernegaba la existencia de antagonismos entre el fascis-mo y la socialdemocracia, hoy sigue esencialmente lamisma senda que ésta al ilusionarse con las diferen-cias entre Hitler y Hugenberg.11 Es innegable que exis-ten contradicciones en el bando que ejerce el poder.Pero éstas, por sí mismas, no pueden detener el avan-ce victorioso de la dictadura fascista, que depende dela situación de conjunto del capitalismo alemán. Nodebemos esperar milagros. Sólo el proletariado pondráfin al fascismo. Para que los obreros avancen por elcamino que les señala la historia, se debe producir unviraje decisivo en la dirección revolucionaria. Es nece-sario volver a la política de Marx y Lenin.

    Los bolcheviques leninistas no venimos al congresoa fomentar ilusiones ni a salvar reputaciones falsas.Nuestro objetivo es allanar el camino para el futuro.Naturalmente, no nos cabe duda de que este congresorepresentará a decenas, quizás a centenas de millaresde obreros realmente preparados para la lucha. Asi-mismo no dudamos que la mayoría de los delegadosestarán seriamente dispuestos a hacer todo lo posiblepor aplastar al fascismo. No obstante, estamos profun-damente convencidos de que el congreso, por la formaen que se lo ha concebido y convocado, no tendrá unprofundo carácter revolucionario. El fascismo es unenemigo tremendo. Para combatirlo necesitamos ma-sas compactas de millones y decenas de millones deobreros bien dirigidos y organizados. Necesitamos unabase firme en los talleres y sindicatos. Necesitamosque las masas depositen su confianza en una direcciónprobada en la lucha. Este problema no se resuelve con

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    19reuniones solemnes ni con discursos espectaculares.Este congreso, improvisado en muy breve tiempo,representa a grupos aislados y desvinculados, que des-pués del congreso estarán tan alejados como antes delas masas proletarias.

    Los individuos aislados provenientes de los círcu-los intelectuales burgueses darán su toque de color alCongreso Contra el Fascismo, el mismo que le dieron alCongreso [antibélico] de Amsterdam No es un colormuy duradero. Es cierto que los obreros avanzadosagradecen enormemente la simpatía que les demues-tran los mejores representantes de la ciencia, la litera-tura y el arte. Pero eso de ninguna manera significaque los científicos o artistas de izquierda sean capacesde remplazar a las organizaciones de masas ni de diri-gir al proletariado. Y, sin embargo, ¡este congreso pre-tende dirigir! Los representantes de la intelectualidadburguesa que realmente deseen participar en la lucharevolucionaria deben partir de una clara definición pro-gramática y ligarse a la organización obrera. En otraspalabras, para tener derecho al voto en un congresodel proletariado combatiente, los aislados deben de-jar de serlo.

    Ni el trabajo antibélico ni la marcha contra el fascis-mo requieren arte especial alguno que sea superior ala lucha general del proletariado. La organización queresulte incapaz de analizar la situación con precisión,de dirigir las batallas ofensivas y defensivas cotidia-nas, de agrupar a su alrededor a las más amplias ma-sas, de lograr la unidad en la acción defensiva con losobreros reformistas, liberándolos al mismo tiempo desus prejuicios reformistas, naufragará ante el fascismoal igual que ante la guerra.

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    20El Congreso de Amsterdam ya demostró su incohe-

    rencia cuando la ofensiva de los bandidos japonesescontra China. Ni siquiera en el terreno de la agitaciónlogró resultados importantes la alianza de la burocra-cia stalinista con los pacifistas aislados. Hay que decir-lo abiertamente: el Congreso Contra el Fascismo, cuyacomposición internacional lo revela como una reuniónun tanto fortuita, tiene por objeto crear la impresiónde que hay acción justamente en el momento en quelo que faltó fue la acción. Si este congreso, de acuerdocon el proyecto de sus organizadores, lanza un llama-do estéril y se contenta con eso, corre el riesgo deconvertirse, en el curso de la lucha contra el fascismo,no en una nulidad sino en un factor negativo, porqueen las circunstancias imperantes no existe crimen másgrave que engañar a los obreros respecto del verdade-ro estado de sus fuerzas y de los auténticos métodosde lucha.

    El Congreso de Lucha Contra el Fascismo podría des-empeñar un papel progresista, aunque modesto, conuna sola condición: que se sacuda la hipnosis inducidapor los empresarios burocráticos que aguardan traslas bambalinas, y elabore un temario para la libre dis-cusión de los siguientes puntos: las causas de la victo-ria del fascismo alemán; la responsabilidad de las or-ganizaciones dirigentes del proletariado, y un auténti-co programa de lucha revolucionaria. El congreso seconvertirá en un factor de reanimamiento revoluciona-rio si, y sólo si, toma esta orientación.

    El programa de la Oposición de Izquierda Interna-cional plantea las únicas directivas correctas para lalucha contra el fascismo. Entre las medidas más inme-diatas y apremiantes, los bolcheviques leninistas pro-

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    21ponemos las siguientes:

    1. Aceptar inmediatamente las propuestas de laSegunda internacional de concertar un acuerdo a es-cala internacional (el cual no excluye, sino exige, laconcreción de consignas y métodos para cada país enparticular).

    2. Rechazar por principio la fórmula del frente únicosolamente por abajo, que equivale a rechazar el fren-te único en general.

    3. Rechazar y repudiar la teoría del social-fascismo.4. En ningún caso ni ocasión renunciar al derecho

    de criticar a los aliados circunstanciales.5. Restablecer la libertad en el seno del Partido Co-

    munista, de las organizaciones que controla y de lasque integran el congreso.

    6. Renunciar a la política de las organizaciones sin-dicales comunistas independientes; participar acti-vamente en los sindicatos de masas.

    7. Renunciar a la infame competencia con el fascis-mo con las consignas de liberación nacional y revo-lución popular.

    8. Renunciar a la teoría del socialismo en un solopaís, que nutre a las tendencias nacionalistas peque-ño-burguesas y debilita a la clase obrera en la luchacontra el fascismo.

    9. Movilizar al proletariado europeo contra el chovi-nismo pro y antiversalles, levantando la bandera de losestados unidos soviéticos de Europa.

    10. Realizar una discusión abierta y franca y convo-car a un congreso de emergencia en cada sección de laComintern en un plazo de un mes, con el objeto deestudiar la experiencia de la lucha contra la contra-rrevolución y elaborar un programa de acción para el

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    22futuro.

    11. Convocar un congreso de la Comintern demo-cráticamente preparado en un plazo de dos meses.

    12. Permitir el reingreso de la Oposición de Izquierdaa las filas de la Comintern, de sus secciones y de todaslas organizaciones que controla.

    La Segunda y la Tercera internacional deben iniciarla discusión, ubicando al problema de Austria en el pri-mer punto del temario. No todo está perdido en esepaís. El proletariado austríaco, si inicia de inmediato ladefensa activa, podría, con ayuda del proletariado detodos los países de Europa y mediante una ofensivaconsecuente y valerosa, arrancar el poder de manosdel enemigo; la relación de fuerzas interna garantizala victoria. Una Austria roja se convertirá inmediata-mente en una fuente de energía para los obreros ale-manes. La situación en su conjunto dará un vuelco fa-vorable a la revolución. El proletariado europeo se sen-tirá poseedor de una fuerza invencible. Y esta concien-cia es lo único que necesita para liquidar a sus enemi-gos.

    A la URSS le cabe ocupar el lugar central en el com-bate por liquidar a la contrarrevolución mundial. Eneste terreno, menos que en ningún otro, los bolche-viques leninistas aceptamos la optimista política ofi-cial. Para la burocracia, todo está bien cinco minutosantes de la catástrofe. Tal fue el caso de Alemania.Aplica el mismo método en la Unión Soviética, pero lasituación del primer estado obrero está más tensa quenunca. La política, falsa hasta los cimientos, de la bu-rocracia incontrolada provocó en el país privacionesintolerables, el conflicto entre el campesinado y el pro-letariado, sembró el descontento entre las masas tra-

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    23bajadoras, ató al partido de pies y manos, debilitó to-dos los pilares y puntales de la dictadura. La Revolu-ción de Octubre no necesita amigos que entonan fal-sos himnos y corean cada frase de la burocracia domi-nante. La Revolución de Octubre necesita militantesque digan la verdad, por amarga que sea, pero que a lavez mantengan una lealtad inconmovible en la horadel peligro.

    Hacemos sonar la alarma ante el proletariado mun-dial: ¡la patria soviética corre peligro! Solo la reformaradical de toda su política la salvará. El programa deesa reforma es el de la Oposición de Izquierda de laURSS. Miles de sus mejores combatientes, con CristianRakovski a la cabeza, llenan las cárceles y lugares dedestierro de la Unión Soviética. Desde la tribuna deeste congreso enviamos un saludo fraternal a nuestrosvalientes camaradas de armas. Su número crece. Laspersecuciones, por intensas que sean, no disminuiránsu coraje. En las jornadas difíciles que se avecinan, ladictadura proletaria tendrá en ellos no sólo sabios con-sejeros sino también soldados abnegados.

    El desarrollo del movimiento obrero internacional,sobre todo el europeo, llegó a un punto decisivo. ElPartido Comunista Alemán ha sido aplastado. Creer quees posible reconstruirlo sobre los viejos cimientos ycon la antigua dirección es una utopía insostenible. Hayerrores imperdonables. Ahora, el Partido ComunistaAlemán se construirá sobre bases nuevas. De los ele-mentos del viejo partido, sólo aquellos que se hayanliberado de la herencia del stalinismo se hallarán entrelos constructores. ¿Se repetirá esta sucesiónorganizativa en las demás secciones de la Comintern?La historia no respondió definitivamente todavía. Exis-

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    24te un hecho cierto: queda muy poco tiempo para co-rregir los errores monstruosos. Si se pierde este tiem-po, la Internacional Comunista pasará a la historia consu glorioso comienzo leninista y su infame fin stalinis-ta.

    Los bolcheviques leninistas proponemos que la ex-periencia del derrumbe del comunismo alemán sea elpunto de partida para el renacimiento de las demássecciones. Estamos dispuestos a concentrar nuestrasfuerzas con ese fin. En nombre de esta tarea, extende-mos la mano a nuestros enemigos más feroces de ayer.Ni qué decir tiene que en la lucha contra el fascismo,tanto en la ofensiva como en la defensiva, los bolche-viques leninistas ocuparán su lugar en las filas comu-nes, como lo han hecho siempre y en todas partes.

    ¡Bajo la bandera de Marx y Lenin, adelante, hasta larevolución proletaria mundial!

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    ¿Qué es la objetividad histórica?12

    1° de abril de 1933

    Todas las personas digieren sus alimentos y oxigenansu sangre. Pero no cualquiera se atreve a escribir untratado sobre digestión y circulación sanguínea. Noocurre lo mismo con las ciencias sociales. Puesto quetodas las personas viven bajo la influencia del mercadoy de los procesos históricos en general se consideraque basta con tener sentido común para escribir trata-dos sobre temas económicos y, sobre todo, histórico-filosóficos. En general, lo único que se le exige a untrabajo histórico es que sea objetivo. En realidad,cualquiera que sea el sentido de este término altiso-nante en el lenguaje del sentido común, el mismo notiene nada que ver con la objetividad científica.

    El filisteo, sobre todo cuando se encuentra separadoen el tiempo y en espacio del escenario de la lucha, seconsidera por encima de los bandos en pugna por elsolo hecho de no comprenderlos. Con toda sinceridadopina que su ceguera respecto del obrar de las fuerzas

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    26históricas es el colmo de la imparcialidad, ya que estáacostumbrado a usarse a sí mismo como medida nor-mal de todas las cosas. No obstante su valor documen-tal, son muchos los trabajos históricos que se escribende acuerdo con esas pautas. El autor que lima las as-perezas mediante una distribución pareja de luces ysombras, la conciliación moralizante y la simulación desus simpatías consigue fácilmente para su obra histó-rica la elevada reputación que deriva de la objetividad.

    Cuando el tema de investigación como la revoluciónes un fenómeno que se concilia tan mal con el sentidocomún, la objetividad histórica dicta a priori conclu-siones inmutables: la causa de la conmoción reside enque los conservadores fueron excesivamente con-servadores y los revolucionarios excesivamente revo-lucionarios; ese exceso histórico que se llama guerracivil podrá evitarse en el futuro si los propietarios sevuelven más generosos y los hambrientos más mode-rados. Un libro escrito de acuerdo con estos lineamientoses bueno para los nervios, sobre todo en una época decrisis mundial.

    La ciencia -no la objetividad filistea de salón- exi-ge que el autor señale los factores sociales que condi-cionan los acontecimientos históricos, por mucho queesto altere los nervios. La historia no es un vaciaderode documentos y sentencias morales. La historia esuna ciencia no menos objetiva que la fisiología. Exigeun método científico, no una imparcialidad hipócrita.Se puede aceptar o rechazar la dialéctica materialistacomo método histórico científico, pero es menester te-nerla en cuenta. La objetividad científica puede y debeser inherente al método empleado. Si el autor no logróaplicar correctamente su método, hay que señalar exac-

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    27tamente dónde ocurrió.

    Traté de basar mi Historía [de la Revolución Rusa],en los cimientos materiales de la sociedad, no en missimpatías políticas. Enfoqué la revolución como un pro-ceso, condicionado por el pasado, de lucha de las cla-ses por el poder. Mi atención se centró en los cambiosprovocados en la conciencia de las clases por el ritmofebril de su propia lucha. Observé a los partidos y agen-tes políticos bajo la exclusiva óptica de los cambios ychoques entre las clases. De esa manera, el trasfondode la narrativa está constituido por cuatro procesossimultáneos, condicionados por la estructura social delpaís: la evolución de la conciencia del proletariado en-tre febrero y octubre; los cambios producidos en elestado de ánimo del ejército; el incremento del deseode venganza campesino; el despertar e insurgencia delas nacionalidades oprimidas. Al revelar la dialécticade una conciencia de masas que supera su punto deequilibrio, el autor quiso mostrar la clave más inme-diata de todos los acontecimientos de la revolución.

    Una obra literaria es auténtica o artística cuandolas relaciones entre los protagonistas se desarrollan,no según los deseos del autor, sino de acuerdo a lasfuerzas latentes en los personajes y en el ambiente.Existe una gran diferencia entre el conocimiento cien-tífico y el conocimiento artístico. Pero ambos tienenalgunos rasgos en común, que se definen en el hechode que la descripción depende del objeto descrito. Unaobra histórica es científica cuando los hechos se com-binan en un proceso total que, al igual que en la vidareal, se desenvuelve según sus propias leyes internas.

    ¿Es verídica la descripción de las clases en Rusia?Estas clases, por intermedio de sus partidos y perso-

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    28neros políticos, ¿hablan su propio idioma? Los aconte-cimientos -naturalmente, sin que se los fuerce-, ¿secorresponden con su origen social, es decir, con la lu-cha de las fuerzas históricas vivas? La concepción ge-neral de la revolución, ¿choca con los hechos?

    Debo reconocer con gratitud que muchos críticosenfocaron mi obra precisamente desde el punto de vis-ta de estos criterios genuinamente objetivos, vale de-cir, científicos. Sus observaciones podrán resultar jus-tas o erróneas pero son, en su amplia mayoría, cons-tructivas.

    En cambio, no es casual que los críticos que se la-mentan de mi falta de objetividad se olvidan total-mente del problema del determinismo histórico. Enrealidad se quejan de la injusticia del autor Para consus adversarios, como si no se tratara de una investi-gación científica sino de un boletín escolar donde secalifica la conducta. Un crítico se ofende en nombre dela monarquía, otro en nombre de los liberales, un ter-cero en nombre de los conciliadores.13 Puesto que larealidad de 1917 no fue indulgente con las simpatíasde dichos críticos ni las reconoció, ahora les gustaríaencontrar consuelo en las páginas de la historia, asícomo algunos buscan refugiarse de los golpes del des-tino en las páginas de la literatura romántica. Pero nadamás lejano del pensamiento del autor que pretenderbrindar consuelo a persona alguna. En su libro sóloquiso interpretar el fallo del propio proceso histórico.Dicho sea de paso: las personas ofendidas, a pesar delos quince o dieciséis años transcurridos, jamás trata-ron de explicar las causas de lo que les ocurrió. Lacolonia de emigrados blancos14 no produjo una sola obrahistórica digna de ese nombre. Todavía trata de atri-

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    29buir sus infortunios al oro alemán,15 al analfabetismode las masas, a las conspiraciones criminales de losbolcheviques. El rencor personal de los apóstoles de laobjetividad -confío en que nadie lo pondrá en duda-será necesariamente tanto mayor, cuanto más convin-centemente demuestre la narrativa histórica que sudestrucción era inevitable y su futuro carece de pers-pectivas.

    Los más cautelosos de entre los críticos políticamentedesilusionados suelen ocultar las verdaderas razonesde su escozor con la queja de que el autor de la Histo-ria se permite utilizar la polémica y la ironía. Aparente-mente, creen que ese tipo de recursos no va con ladignidad del gremio científico. Pero la revolución mis-ma es una polémica que se transforma en acción demasas. Y el proceso histórico tampoco carece de iro-nía; durante una revolución, la misma puede medirseen millones de caballos de fuerza. Los discursos, reso-luciones, cartas y memorias de los protagonistas sonnecesariamente de carácter polémico. No hay nada másfácil que conciliar todo este caos de luchas envene-nadas según el método del justo medio; pero tampocohay nada más estéril. El autor se esforzó por definir laverdadera fuerza relativa que tuvieron todas las opi-niones, consignas, promesas v reivindicaciones en elcurso de la lucha social mediante la selección y descar-te críticos (o, si se quiere, polémicos). Redujo lo indivi-dual a lo social, lo particular a lo general, lo subjetivo alo objetivo. En nuestra opinión, en esto reside, preci-samente, el carácter científico de la historia como cien-cia.

    Hay un grupo muy especial de críticos que se ofen-de personalmente en nombre de Stalin; para ellos la

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    30historia, fuera de ese problema, no existe. Se consi-deran amigos de la Revolución Rusa, pero en reali-dad, no son sino abogados defensores de la burocraciasoviética. No es lo mismo. La burocracia se fortaleció amedida que se debilitó la actividad de las masas. Elpoder de la burocracia es un reflejo de la reacción con-tra la revolución. Es cierto que esta reacción se desa-rrolla sobre las bases sentadas por la Revolución deOctubre, pero no por ello deja de ser reacción. Los abo-gados de la burocracia son frecuentemente los aboga-dos de la reacción contra Octubre; y este hecho nocambia por que cumplan sus funciones inconsciente-mente.

    Como el tendero enriquecido que se fabrica una ge-nealogía más acorde con su nueva posición, la castaburocrática que surgió de la revolución creó su propiahistoriografía. Cuenta con cientos de imprentas, perola cantidad no compensa la falta de calidad histórica.Aunque hubiera querido complacer a los amigos másdesinteresados de las autoridades soviéticas, no podíadejar de referirme a esas leyendas que quizás resultenmuy halagadoras para la vanidad de la burocracia peroque, no obstante, tienen la desgracia de contradecirlos hechos y los documentos.

    Me limitaré a un solo ejemplo, que considero muyilustrativo. Dedico varias páginas de mi libro a contra-decir el cuento de hadas fabricado después de 1924 enel cual se dice que yo traté de postergar la insurrecciónarmada hasta después del Congreso de los Soviets,mientras que Lenin, aparentemente con el respaldo dela mayoría del Comité Central, consiguió que la insu-rrección se realizara en vísperas del congreso. Presen-té numerosas pruebas para tratar de demostrar -y creo

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    31que lo demostré más allá de toda duda- que Lenin,separado del teatro de los acontecimientos en virtudde su situación ilegal, estaba demasiado impacientepor iniciar la insurrección, deslindándola del Congresode los Soviets. En cambio yo, que contaba con el res-paldo de la mayoría del Comité Central, traté de que lainsurrección se efectuara en la fecha más próxima po-sible al congreso, para revestirla con la autoridad deéste. Este desacuerdo, pese a su importancia, era decarácter exclusivamente práctico y circunstancial. Masadelante Lenin reconoció con franqueza que se habíaequivocado.

    Mientras escribía mi Historia, no tenía a mano larecopilación de los discursos pronunciados en el mitinaniversario celebrado en Moscú el 23 de abril de 1920,en honor del quincuagésimo cumpleaños de Lenin. Enuna de las páginas de ese libro se lee el párrafo quetranscribo textualmente a continuación:

    Los integrantes del Comité Central resolvimos pro-ceder a fortalecer los soviets, convocar el Congreso delos Soviets, iniciar la insurrección y proclamar al Con-greso de los Soviets órgano de poder estatal. Ilich [Le-nin], que en esa época estaba en la clandestinidad, noestuvo de acuerdo y escribió [a mediados de setiem-bre- L.T.] que [...] era necesario disolver la Conferen-cia Democrática16 y arrestar a sus integrantes. Paranosotros, las cosas no eran tan sencillas [...] Todos losobstáculos, las trampas del camino nos resultaban másevidentes [...] A pesar de las exigencias de Ilich proce-dimos con ese criterio y el 25 de octubre se desplegóante nosotros la insurrección. Ilich nos miraba con unasonrisa intencionada y nos dijo: Sí, teníais razón.(Quincuagésimo aniversario de V.I. Ulianov-Lenin,

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    321920, pp. 27-28)

    El discurso arriba citado lo pronunció Stalin y datade unos cinco años antes de que él mismo pusiera encirculación la venenosa insinuación de que yo trato desubestimar el papel de Lenin en la revolución del 25de octubre. Si ese documento, que confirma plenamentemi versión (en términos más groseros, por cierto), hu-biera estado en mi poder hace un año, me habríaobviado la necesidad de aducir pruebas menos direc-tas y autoritarias. Pero por otra parte, estoy contentode que este librito, olvidado por todos, impreso en unpapel mediocre y editado de igual forma (¡1920, unaño difícil!) haya llegado a mis manos tan tarde, puesello contribuye a reforzar la objetividad, o más senci-llamente, la veracidad de mi narración aun en la esferade aquellos asuntos personales en discusión.

    Nadie, -y me permito afirmar esto del modo máscategórico posible- nadie hasta ahora ha encontradoen mi narración una sola violación a la verdad, lo cualconstituye una de las normas fundamentales para lanarración histórica y de otro tipo. ¡Es posible cometererrores de detalle pero nunca distorsiones tendencio-sas! Si en los archivos de Moscú fuese posible encon-trar un solo documento que directa o indirectamenterefutase o debilitase mis escritos hace mucho tiempoque habrían sido traducidos y publicados en todos losidiomas. La hipótesis inversa no es difícil de compro-bar: todos los documentos que en mayor o menor gra-do representen algún peligro para las leyendas oficia-les, están cuidadosamente apartados del público. Noes sorprendente que los defensores de la burocraciastalinista que se proclaman amigos de la Revoluciónde Octubre, se vean obligados a suplir su falta de ar-

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    33gumentos, con una excesiva dosis de fanatismo. Peroeste tipo de crítica altera muy poco mi conciencia cien-tífica. Las leyendas se olvidan, los hechos permane-cen.

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    Prólogo a Leninismo versus stalinismo17

    6 de abril de 1933

    La victoria del fascismo alemán pone fin a una eta-pa de la historia política e inicia una nueva. En el trans-curso del año pasado, la burocracia stalinista, sin que-rerlo, hizo todo lo posible por facilitar el triunfo delfascismo. En sus escritos dirigidos al proletariado mun-dial, la Oposición de Izquierda (bolchevique leninista)criticó implacablemente la política de la burocracia sta-linista y respondió a todos los problemas a medida quelos acontecimientos los planteaban.

    Ningún revolucionario proletario puede cerrar los ojosante la pugna entre dos fracciones que se libra feroz-mente en el campo del comunismo. El camarada OskarFischer18 cumplió una tarea importante y aleccionadoraal reunir y clasificar temáticamente las respuestas másclaras y globales que dieron la burocracia stalinista porun lado, la Oposición de Izquierda por el otro, a losproblemas teóricos y prácticos. Espero que esta ex-traordinaria colección de citas llegue a manos de todo

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    35obrero consciente. No se puede avanzar sin aprenderde los trágicos errores y derrotas del pasado.

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    El derrumbe del Partido ComunistaAlemán y las tareas de la Oposición19

    9 de abril de 1933

    El problema de la suerte del comunismo alemánocupa ahora el centro de atención de todas nuestrassecciones. Por lo que se puede colegir, la mayoría delos camaradas tiende a creer que en Alemania hablarde comunismo es hablar de un partido nuevo. Otros,en cambio, consideran que esa forma de plantear elproblema es incorrecta y sostienen que debemos man-tener la vieja consigna de reforma del partido segúnlos cánones leninistas. Esta es la posición de dos ca-maradas españoles, de dos camaradas alemanes, querepresentan a sendos grupos, y de un camarada ruso.No me cabe duda de que sus reparos reflejan el estadode ánimo de buena parte de la Oposición. Seria anor-mal que la necesidad de efectuar un viraje tan impor-tante no suscitara matices y diferendos en nuestrasfilas. Seria indigno de la Oposición mostrarnos incapa-ces de discutir de manera fraternal, aunque sin tapujos,

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    37las diferencias que surgieron. Semejante polémica nopuede redundar sino en un mayor crecimiento de laOposición y en el fortalecimiento de la democracia in-terna. En lo que hace a la esencia de las objeciones, nopuedo estar de acuerdo con ellas pero sí comprendersus motivaciones psicológicas. El error de los camara-das mencionados reside en que parten de las fórmulasde ayer, no de los hechos de hoy. Debemos aprender acorregir y remplazar las fórmulas a la luz de los nuevoshechos.

    Durante los tres últimos años nuestros cálculos sebasaron en que el PC Alemán, bajo la presión de lasmasas, seria capaz de cambiar oportunamente su polí-tica. Si definiéramos con toda precisión nuestro pronós-tico de ayer, diríamos: Todavía no podemos evaluaren qué medida los errores, zigzags y derrotas del pa-sado han debilitado a la clase obrera alemana ni hastaqué punto el sabotaje de la burocracia stalinista, com-binado con la capitulación de la socialdemocracia, lo-gró paralizar las energías del proletariado. Frecuen-temente expresamos nuestra esperanza de que, a medi-da que se acercaba el peligro fascista, las filas del pro-letariado se estrecharan y provocaran una capacidadde resistencia que le impidiera a Hitler copar todas lasposiciones de un solo golpe. Y cada retroceso en elavance de Hitler, aunque éste ya estuviera en el poder,redundaría inevitablemente en una mayor confianzaen las filas obreras. A su vez, el comienzo de la guerracivil provocaría la descomposición en el bando guber-namental y en el propio ejército fascista. Por su parte,las vacilaciones del enemigo incrementarían la fuerzaofensiva del proletariado, etcétera. Tal era la perspec-tiva dialéctica que nos parecía probable o que, en todo

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    38caso, no quedaba excluida. Y en virtud de ello debía-mos -era nuestro deber- agotar todas las posibilidadesque brindaba la situación de ayer.

    Ahora, en cambio, seria una locura dejarnos guiarpor una perspectiva que los acontecimientos han supe-rado. Los camaradas españoles preguntan ¿Es posibleque unas pocas semanas liquiden la perspectiva de lar-gos meses de guerra civil? Claro que sí, ya ocurrió.Pocas semanas, inclusive días, lograron destruir la po-sibilidad de que se produzca esa variante tan favorablecon la que contábamos. Hitler se apropió del aparatomaterial del poder. Sin encontrar la menor resistencia,destruyó el aparato del PC, privó a los obreros alema-nes de su prensa y obligó a los reformistas a rompercon la Segunda Internacional y someterse al régimenfascista.

    El brusco viraje de la situación se revela claramenteen el problema del frente único. Proponer en Alemaniael frente único de los dos partidos seria una demostra-ción de estupidez doctrinaria. En una época el aparatosocialdemócrata estaba atenazado por el yugo del fas-cismo en avance y la presión de sus propias masas,había que aprovechar esa situación. Ahora, despuésde la derrota, la socialdemocracia lame las botas deHitler y ve en ello su único medio de salvación. Si hacedos años a Breitscheid20 le pareció necesario asustar ala burguesía con un bloque con los comunistas, ahoraWels y Cía. se muestran deseosos de alejarse osten-siblemente no sólo de los comunistas sino también dela Segunda Internacional.

    La propuesta del frente único hoy sólo serviría paraponer en ridículo al Comité Central comunista y ayudara la dirección socialdemócrata. En política no existen

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    39las fórmulas absolutas. Las consignas son concretas,es decir, se adecuan a circunstancias específicas. (Porsupuesto que lo dicho no excluye, ni siquiera hoy, quelas organizaciones comunistas y socialdemócratas ha-gan acuerdos a nivel de fábrica, distrito, etcétera; tam-poco excluye los acuerdos con otros grupos de izquier-da que romperán inevitablemente con la social-democracia oficial.)

    El obrero alemán medio, así como el comunistamedio, se siente en la situación de un viajero que hanaufragado. La oleada fascista ahogó sus organiza-ciones, su prensa, sus esperanzas en un futuro mejor.Los náufragos no piensan en construir un barco nuevosino en conseguir refugio y un pedazo de pan. La depre-sión y la indiferencia política son las consecuencias in-evitables de tamaña catástrofe. Pero el despertar polí-tico de los elementos más resistentes, firmes y valero-sos estará inevitablemente ligado a la idea de un barconuevo.

    En cuanto a la caracterización de la situación en quese encuentran las capas más profundas del proleta-riado alemán, atribuyo extrema importancia al informede que las células nazis expulsaron y reemplazaron alos viejos comités de fábrica. Esta reforma se hizo enforma tan silenciosa que ni siquiera apareció un infor-me en la prensa extranjera. Pero acá no se trata delconsejo editorial de un periódico, ni de la CasaLiebknecht (cuartel general del PC), ni siquiera de unbloque parlamentario; es decir, no se trata de algo quesucede por arriba sino de un hecho que afecta a lapropia base del proletariado productor: la fábrica. Lafalta de resistencia ante la expulsión de los comités defábrica demuestra una aguda parálisis de la voluntad

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    40de las masas, fruto de la traición y el sabotaje de lasdirecciones.

    En el transcurso de los últimos años el PC Alemánhabía llegado a obtener hasta seis millones de votos.Sin embargo, no arrastró a la lucha ni siquiera a cienmil personas. Ni los militantes del partido respondie-ron al llamado del Comité Central. Esto basta parademostrar el terrible aislamiento del aparato, queaumentará día a día. A las masas no les interesan losmatices y las pequeñeces. Aprehenden los hechos ensu totalidad. Es inevitable que le vuelvan la espalda alpartido que adormeció su ansiedad con fórmulas hue-cas, con balandronadas sobre las victorias del maña-na, y luego las llevó a la catástrofe.

    Las dos o tres semanas de marzo provocaron uncambio radical en la situación del PC, cambio que enépocas normales y pacificas no se hubiera produ-cido ni en el transcurso de dos décadas. En general, laépoca imperialista es una época de virajes abruptos.Hay que aprender a seguirlos atentamente para no tro-pezar y romperse la cabeza. No debemos engañarnos;tenemos que comprender la catástrofe en toda su mag-nitud, claro que no para llorar desconsolados sino paraemprender la larga y difícil obra que nos espera, segúnun plan nuevo y sobre bases históricas nuevas.

    Casi todos los camaradas que no coinciden con estaevaluación se oponen a trazar una analogía entre el 4de agosto de 1914 y el 5 de marzo de 1933 pues, veanustedes, los socialdemócratas traicionaron consciente-mente al proletariado y, así, se acercaron al poder; encambio, los stalinistas no supieron defender al prole-tariado y dieron con sus huesos en la cárcel. La dife-rencia es por supuesto, de mucho peso y nada fortuita,

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    41pero no debemos exagerar su importancia política. Enprimer lugar, la mayoría de los socialdemócratas nobuscaban, ni siquiera en 1914, hacer carrera sino sal-var las organizaciones proletarias, así como los diri-gentes del PC Alemán, que obedecen ciegamente lasórdenes de la burocracia moscovita, piensan antes quenada en su aparato. En segundo lugar, si en 1914 lasocialdemocracia se acercó a las sedes del poder, en1933, a pesar de su servilismo y obsecuencia, se acer-có a las cárceles. No dudamos de que, en definitiva,será aplastada y hasta tendrá sus Matteottis.21

    Pero, ¿acaso eso cambia nuestra evaluación de lapolítica reformista?

    Lo que repudiamos en el aparato del PC Alemán noes su estupidez ni su incapacidad (para emplear lostérminos que utilizan, de manera totalmente incorrec-ta, ciertos camaradas) sino su centrismo burocrático.Se trata de una corriente política específica basada enun estrato social especifico, ante todo en la URSS, yadapta su política a las necesidades de dicho estrato.Hasta antes de los últimos acontecimientos, seguíaabierto el interrogante acerca de qué factor se impon-dría en el seno del PC Alemán -los intereses de la buro-cracia stalinista o la lógica de la lucha de clases-. Aho-ra ya hay una respuesta definitiva. Sí acontecimientosde tanta magnitud no pudieron corregir la política delPC Alemán, eso significa que el centrismo burocráticono tiene salida. Y de allí surge la necesidad de un par-tido nuevo.

    ¡Pero el problema se resuelve a escala interna-cional!, exclaman los adversarios, transformando asíun pensamiento histórico correcto en una abstracciónsuprahistórica. El problema de la victoria del proleta-

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    42riado -y no sólo el de su derrota- también se resuelve aescala internacional. No obstante ello, el proletariadoruso, que triunfó en 1917, sigue aguardando a que seproduzca la victoria en otros países. Y el proceso opuestotambién puede desarrollarse de manera desigual: a lavez que el PC Alemán oficial queda políticamente liqui-dado, en otros países, principalmente en la URSS, elpartido no pasó aún por una prueba decisiva. Los acon-tecimientos se desarrollan sin respetar el tablero de laComintern.

    Pero, ¿acaso la Comintern no es la responsable de laderrota alemana? Decididamente, sí. Sin embargo, enel tribunal de la historia, igual que en un tribunal bur-gués común, el castigo no recae sobre el principal res-ponsable sino sobre el que cayó preso. Ahora, desgra-ciadamente, es el aparato del PC Alemán el que estácercado por las tenazas de la historia. La aplicación delcastigo es verdaderamente injusta Pero, en general,la justicia no es uno de los atributos del proceso histó-rico, y los fallos de ese tribunal son inapelables.

    Pero no calumniemos al tribunal de la historia; esmucho más serio que un tribunal burgués. La liquida-ción del PC Alemán es sólo una etapa, y no la última. Silas demás secciones de la Comintern aprenden la lec-ción de Alemania se harán, con toda justicia, acree-doras a un trato indulgente por parte de la historia. Enel caso contrario, estarán condenadas. De esta ma-nera, la marcha de la historia les da tiempo para reca-pacitar a las demás secciones. Nosotros, los de la Opo-sición de Izquierda, sólo interpretamos la marcha delos acontecimientos, por eso no rompemos con la Ter-cera Internacional.

    Pero, ¿cómo podemos construir un partido nuevo

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    43en Alemania sin romper con la Comintern?, preguntanlos que, a pesar de todo, querrían obligar a las contra-dicciones del proceso histórico a ceñirse a los límitesde los estatutos formales. Debo admitir que este as-pecto de la cuestión me parece el menos importante.Cuando se nos expulsó de la Comintern y nos consti-tuimos en fracción de la misma, el problema de losestatutos no fue muy importante. Para nosotros es unacuestión de línea política, no de teneduría de libros.Por supuesto, si alguna sección de la Comintern lograreconstruirse sobre bases sanas, utilizaremos ese he-cho como punto de partida para apurar la reconstruc-ción de toda la Comintern; en ese caso nuestras rela-ciones formales también mejorarán enormemente. Si,en cambio, la burocracia stalinista lleva a la URSS a laruina, nadie se acordará de los estatutos: será nece-sario construir una cuarta internacional.

    Pero volvamos a Alemania. En los primeros días demarzo, el PC Alemán contaba todavía con un aparatocentralizado, con decenas de periódicos, con miles decélulas, con decenas de miles de militantes, con millo-nes de votos. Nos declaramos parte integrante de esepartido y con ello asumimos, ante el mundo exterior,una responsabilidad por el partido en su conjunto; desdeluego, no en función del aparato stalinista sino de lascélulas de base. Con la ayuda de éstas esperábamos,antes de la catástrofe, renovar la dirección del partido.Ahora que el aparato oficial, maniatado por elultimatismo y la clandestinidad, debe transformarsecompletamente en una agencia stalinista, ni siquierase puede pensar en influir sobre él a través de un es-trato inferior del cual se encuentra totalmente aislado.

    La prensa stalinista de todo el mundo habla, por

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    44cierto, de la regeneración del PC Alemán clandestino(Rote Fahne [Bandera Roja] ilegal, volantes, etcétera).Ya de antemano resultaba claro que las organizacioneslocales, pasado el estupor inicial, empezarían a mover-se. El hecho de que el aparato de un partido tan gran-de, con tanto personal y dinero a su disposición, puedapublicar una cierta cantidad de literatura ilegal ysemilegal no tiene nada de sorprendente. Pero debe-mos repetirlo una vez más: el PC Alemán no tiene unaparato clandestino ligado a las masas. Lo que tieneson los restos de una vieja organización que, por vo-luntad de Hitler, se encuentra en la clandestinidad, queno es lo mismo. Si el PC Alemán sigue activo se debe aque Hitler recién comienza su tarea de verdugo y a quela reacción todavía no penetró profundamente en elpartido. Pero ambos procesos están planteados y sedesenvolverán de manera paralela, nutriéndose y ace-lerándose recíprocamente.

    Un partido comunista clandestino necesita genteseleccionada, que comprenda la magnitud de la catás-trofe y tenga una perspectiva clara y confianza en suprograma. La selección de dichos elementos sólo pue-de hacerse en base a una crítica implacable del pasa-do. El derrumbe de la organización de los stalinistas,de por si inevitable hará surgir esos elementos y alla-nará el terreno a la creación de un partido revoluciona-rio ilegal.

    Pero -responde uno de los camaradas alemanes- sibien es cierto que el partido está muerto políticamente,organizativamente sigue vivo. Esta fórmula revelamejor que ninguna otra lo erróneo de la posición de miadversario. Un partido políticamente muerto no puedetener una organización viva, puesto que la organiza-

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    45ción es tan sólo una herramienta de la política. Si elpartido está muerto, debemos hacer público este diag-nóstico y las conclusiones pertinentes, para que todoslos trabajadores lo sepan. ¿Qué parte de la vieja he-rencia pasará al patrimonio del partido nuevo? ¿En quéforma se efectuará esa transferencia? ¿Cuáles seránlas etapas del desarrollo del partido nuevo? ¿Cómo se-rán las relaciones entre los constructores y los restosde la organización vieja?, son todos interrogantes degran importancia, cuyas respuestas dependerán de lamarcha de la situación en su conjunto. Pero para queesas respuestas no sean falsas ni ilusorias debemospartir de un hecho establecido irrevocablemente por lahistoria: el partido stalinista está políticamente muer-to. No podemos permitirnos ambigüedades ni engaños;Sólo servirían para desviarnos de nuestro camino.

    El mismo camarada escribe: La consigna de reformacarece de significado, puesto que ahora no sabemosqué reformar ni cómo hacerlo; pero también nos opo-nemos a la consigna de partido nuevo, puesto que paranosotros todavia no está sellada la suerte del partidoviejo. Este camarada, a pesar de ser inteligente y buenobservador, acumula una contradicción tras otra. Si elpartido está muerto políticamente, quiere decir quesu suerte está sellada. El aparato no lo hará resucitar;la experiencia demuestra que un aparato puede matara los vivos pero no resucitar a los muertos. Si la con-signa de reforma del partido viejo carece de signi-ficado, no queda otra que la de partido nuevo.

    Lo que más asusta a los adversarios es la relaciónde fuerzas: los bolcheviques leninistas proclamamosla muerte de una organización grande, que todavía escapaz de publicar diez veces más literatura, disponer

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    46de fondos mil veces más grandes que nosotros. Sinembargo, proclamamos un partido nuevo en nombrede la pequeña Oposición de Izquierda. Plantear el pro-blema de esta manera es demostrar que se está total-mente imbuido del fetichismo aparatista. Hoy, comoayer, nuestra principal tarea es la de formar cuadros.Pero éste es un problema político, no meramenteorganizativo: los cuadros se forman en base a una pers-pectiva definida. Volver a insuflar vida a la consigna dereforma del partido significaría proponernos conscien-temente un objetivo utópico y, por consiguiente, con-denar a nuestros cuadros a sufrir desilusiones cada vezmás agudas. Con esa política la Oposición de Izquierdase convertiría en apéndice de un partido en descompo-sición, y desaparecería de la escena junto con él.

    Uno de los adversarios concuerda con que el partidoviejo está liquidado y hasta reconoce en esencia que lacreación de un partido nuevo es inevitable; no obstan-te, trata de retardar el proceso. Sus argumentos pue-den sintetizarse de la siguiente manera: sólo el diezpor ciento de los militantes, los más valiosos, poseenun espíritu crítico y nos escuchan; el noventa por cien-to restante, principalmente militantes nuevos, todavíano comprende los errores del partido. De allí resultaque debemos explicar a ese noventa por ciento, paso apaso, qué ha ocurrido, y a partir de allí iniciar la cons-trucción de un partido nuevo. Este es un enfoque pro-pagandista abstracto, no político -en términos filosófi-cos: un enfoque racionalista, no dialéctico- del proble-ma.

    Seria magnífico poder llevar a una gran escuela alnoventa por ciento de los jóvenes comunistas y dictar-les un curso completo. Pero, desgraciadamente, este

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    47noventa por ciento ya asiste a la escuela de Hitler. Hoyhan roto parcialmente no sólo con el partido sino tam-bién con la política en general. Una parte se pasará alfascismo; otra, más numerosa, caerá en la indiferen-cia. Estos procesos se desarrollarán en el curso de laspróximas semanas y meses; la contrarrevolución, igualque la revolución, actúa rápidamente. Bajo la influen-cia de la descomposición del partido, del reflujo de lasmasas y de la esterilidad política del aparato, los mejo-res elementos del partido se preguntarán a sí mismosy preguntarán a los demás: ¿qué hacer? En esta situa-ción, presentarles la consigna de reforma sería bur-larse de ellos. En momentos de gran crisis no debemospartir de los cambios que se operan en el estado deánimo de la base del partido sino de los cambios ob-jetivos que se producen en la situación política. Mu-chos de los comunistas que todavía temen romper conla burocracia mañana nos culparán de engañarlos, demantener la ficción del viejo partido; se alejarán denosotros para pasarse al bando de los brandleristas ode los anarquistas. Se dice que los brandleristas yallamaron a la creación de un partido nuevo; eso revelaque, si bien son oportunistas, son políticos. Si noso-tros, con nuestro programa revolucionario, actuamoscomo doctrinarios, los políticos oportunistas nos ba-rrerán siempre.

    Desde el punto de vista práctico, ¿cómo serán nues-tras relaciones con la organización stalinista alemanaen el próximo período? Este es, naturalmente, el pro-blema que más preocupa a nuestros camaradas. ¿De-bemos romper con las organizaciones locales del parti-do viejo?, preguntan nuestros oponentes. No, eso se-ría absurdo. Tenemos que captar a los revolucionarios

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    48de todas las organizaciones obreras, princípalmente delas células del partido viejo, en la medida en que éstassigan existiendo. Cuando la Tercera Internacional pro-clamó su ruptura total con la Segunda, ello no les im-pidió a los comunistas seguir trabajando durante largotiempo dentro de los partidos socialdemócratas e in-clusive ganar a la mayoría del partido francés y a superiódico, LHumanité. Nuestra política de un partidonuevo, ahora más que antes, no puede ni debe impe-dirnos trabajar en las células del partido viejo.

    Veamos otra objeción: la consigna misma de parti-do nuevo pondrá a la base en contra de nosotros. Esposible que se produzcan conflictos. Pero en el pasadoya los hubo, a pesar de que la consigna era reforma.De todas maneras, no debemos dudar que las célulasactivas del partido viejo dedicarán más tiempo al pro-blema de las relaciones con su propio Comité Centralque al de nuestras perspectivas. En este terreno pode-mos suponer que se producirán conflictos cada vez másagudos. El Comité Central defenderá a Stalin y se de-fenderá a sí mismo; ése es su objetivo principal. Elobrero comunista exigirá respuestas honestas y pers-pectivas claras. Mientras hablábamos de reforma nollamábamos a romper la disciplina. Ahora la situacióncambió drásticamente. En las reuniones de célula pro-pondremos que se ponga fin a la distribución de la li-teratura oficial, que no vale nada; que se boicotee alaparato, que se rompa con el Comité Central. Se entien-de que lo haremos con tacto e inteligencia, teniendoen cuenta el nivel de cada célula y las circunstancias.Pero nuestra línea principal será la de partido nuevo. Ydebemos estar seguros de que a pesar de esta línea,dada la situación de ilegalidad, nuestras relaciones con

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    49las células revolucionarias serán infinitamente másamistosas que en el período anterior, cuando sólo que-ríamos ser fracción.

    Tampoco debemos olvidar que el problema no atañeúnicamente al PC Alemán. Es muy probable que delderrumbe político de la socialdemocracia, surja un nuevopartido independiente. ¿Podemos suponer, siquiera porun instante, que el aparato stalinista será capaz deatraer a la socialdemocracia de izquierda, o por lo me-nos de influir sobre ella de manera revolucionaria? Esaposibilidad está excluida de antemano. Su ultimatismo,así como su pasado al que no quieren ni pueden re-nunciar, obligará a los stalinistas a frenar el desarrollode la oposición socialdemócrata, a desempeñar el pa-pel de espantapájaros al servicio de Wels. También estefactor coloca imperiosamente a la orden del día la pers-pectiva del partido nuevo.

    Tras la mayor parte de las objeciones políticas y ló-gicas subyace una posición implícita, de tipo senti-mental: el aparato stalinista sufre los golpes del fas-cismo; muchos camaradas valientes y abnegados empe-ñan todas sus fuerzas para salvar la organización; entales circunstancias, ¿es licito desalentar a los comba-tientes? Este argumento encuentra su mejor expre-sión en las siguientes líneas de un poeta ruso: La ilu-sión exaltada es, para nosotros, más preciosa que lanegrura de la amarga verdad. Pero la filosofía dePushkin no es la filosofía de Marx. Cuando a principiosde siglo combatimos las ilusiones pequeñoburguesas yel aventurerismo de los socialrevolucionarios, muchasbuenas personas, no sólo narodnikis22 sino también denuestra organización, rompieron indignadas con laIskra23 leninista, que, vean ustedes, se permitía criti-

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    50car implacablemente al terrorismo cuando los terroris-tas morían a manos del verdugo. Nuestra respuestaera: el fin que buscamos con nuestra crítica es preci-samente arrancar a los héroes revolucionarios del te-rrorismo individual para llevarlos a la senda de la luchade masas. Lo único que el aparato ilegal, apéndice deManuilski-Stalin, puede traerle al proletariado alemánson nuevos infortunios. Debemos decirlo abiertamentey sin demora para impedir que cientos y miles de revo-lucionarios despilfarren inútilmente sus energías.

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    La obediencia ciega, la disciplinarevolucionaria y la juventud24

    Declaración de la Oposición de IzquierdaInternacional (bolcheviques leninistas) a la

    Conferencia de la Juventud, París

    10 de abril de 1933

    Los obreros de todo el mundo se encuentran en unaencrucijada. Después de una serie de triunfos de lareacción imperialista, principalmente del fascismo, elproletariado tendrá que pasar por años de duras prue-bas y de luchas difíciles. Sólo se podrá asegurar la con-tinuidad del movimiento revolucionario con la condi-ción de que surjan nuevos batallones de combatientesde la joven generación, probados y plenamente conven-cidos.

    La socialdemocracia, con su huida ante Hitler, de-mostró de manera concluyente que sólo es capaz deformar lacayos, no combatientes. Nada puede enseñar

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    52este partido a los obreros jóvenes. Sólo la escuela deMarx y Lenin les muestra el camino para atravesar vic-toriosamente el infierno imperialista y fascista haciauna sociedad socialista.

    Aunque llamamos a los obreros a agruparse en tor-no a la bandera de la Comintern, creemos que es nues-tra obligación decir con toda claridad que su revisiónde los principios del comunismo y la degeneración bu-rocrática de su régimen son un obstáculo enorme paraque su influencia se difunda entre los obreros jóvenesy dificultan la correcta educación revolucionaria de losmismos.

    La revisión de los principios encuentra su peor ex-presión en la teoría del socialismo en un solo país,que socava el internacionalismo proletario y sirve paraencubrir en las filas obreras toda clase de tendenciaspequeñoburguesas, reaccionarias, utópicas y naciona-listas.

    En una serie de documentos programáticos basadosen la experiencia de los últimos diez años, la Oposiciónde Izquierda Internacional (bolchevique leninista) de-nunció las distorsiones fatales que el centrismo buro-crático introdujo en la teoría y la práctica del comunis-mo. Es necesario que esta Conferencia de la Juventudeleve una protesta vigorosa contra el régimen burocrá-tico incluido en el partido, que ahoga la vida interna dela vanguardia comunista y cierra toda posibilidad dedesarrollo independiente de la juventud.

    La obediencia ciega es una virtud útil al soldado deun ejército capitalista, no al combatiente proletario. Ladisciplina revolucionaría tiene sus raíces en el pensa-miento y en la voluntad colectivos. Un partidario delcomunismo científico no cree en las palabras; juzga

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    53todo a la luz de la razón y de la experiencia. La juven-tud no puede aceptar el marxismo por mandato; debeasimilarlo por sí misma, mediante un esfuerzo indepen-diente del pensamiento. Precisamente por eso debetener no sólo la oportunidad de educarse sino tambiénla de equivocarse, para poderse elevar, a través de suspropios errores, a una concepción comunista. La disci-plina burocrática y artificial se hizo polvo en un momen-to de peligro. La disciplina revolucionaria no excluye,exige, el derecho a la comprobación y a la crítica. sólopor esta vía se podrá crear un ejército revolucionarioindestructible.

    El obrero joven necesita que el partido lo dirija, perola dirección no puede ejercerse por decreto. Cuando, acada paso, se utiliza la coerción en lugar de la persua-sión, la organización pierde su aliento vital y, con ello,a la gente.

    Debemos repudiar y acabar implacablemente con larepresión, la calumnia y los métodos físicos en la pug-na entre los distintos grupos y fracciones del movi-miento obrero. Estos métodos viles no tienen nada quever con el arsenal de la educación comunista. La buro-cracia stalinista los introdujo en el movimiento obreroy durante los últimos diez años envenenaron la atmósfe-ra de la vanguardia proletaria, sobre todo entre la ju-ventud, y aislaron a las organizaciones de las ampliasmasas trabajadoras.

    Debemos liberar el programa revolucionario y el ré-gimen interno de todo vestigio del stalinismo y llevarnuevamente a la Comintern a la senda de Marx y Le-nin.

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    El marxismo como ciencia25

    11 de abril de 1933

    A Sidney Hook:Estimado profesor Hook:Leí con interés su artículo publicado en The Nation

    [La Nación]. El mismo me suscitó algunas dudas.1. El título de su artículo -El marxismo: ¿dogma o

    método?- me causa cierta inquietud. Esa alternativano agota el problema. El marxismo no es un dogma,pero tampoco es únicamente un método; es, también,una doctrina. La dialéctica materialista es un método.Pero Marx no se limitó a formular ese método, sino quelo aplicó en dos terrenos al crear la teoría de la econo-mía capitalista (ciencia) y la teoría de los procesos his-tóricos (la filosofía de la historia o, mas precisamen-te, la ciencia).

    2. Usted cierra su articulo con la siguiente frase:[el marxismo] no es dogma, ni mito, ni ciencia objeti-va, sino un método realista para la acción de clase.

    ¿Qué significa aquí la palabra realista? Objetiva-

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    55mente se basa en el verdadero conocimiento real delos procesos objetivos -en todo caso sociales-; el conoci-miento de lo objetivo es una ciencia. La politica marxistaes realista en la medida en que se basa en el marxismocomo ciencia.

    3. Usted dice que es tan fácil comprender la doctri-na marxista independientemente de sus objetivos revo-lucionarios como comprender las recetas de un médicoindependientemente del problema de la salud. Estacomparación es válida únicamente dentro de ciertoslímites. El único médico capaz de hacer recetas útileses el que basa su accionar en la anatomía, la fisiología,la patología y toda una serie de ciencias objetivas. ¿Có-mo es posible separar la práctica realista de la teoríacientífica? En última instancia, todo el conocimientocientífico -y no solamente en el terreno de la medi-cina- surge de las necesidades prácticas y sirve a esasnecesidades prácticas.

    4. Usted dice: De los postulados teóricos de estaciencia del marxismo resulta que la oposición revolu-cionaria a la guerra mundial de 1914 era utópica, por-que la guerra y la psicología de guerra derivaron ine-vitablemente del conjunto de factores socioeconómicosde la época. Esta contraposición me resulta incom-prensible. La lucha contra la guerra sería utópica por-que la guerra surge inevitablemente de las circuns-tancias objetivas. En primer lugar, las ideas utópicastambién surgen de las circunstancias objetivas. En se-gundo término, la lucha contra los acontecimientos in-evitables no es necesariamente utópica, porque losacontecimientos inevitables se encuentran limitados enel tiempo y en el espacio. En el caso particular de laguerra, este acontecimiento históricamente inevitable

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    56resultó utópico para el objetivo que perseguía, ponerfin al impasse imperialista.

    5. Usted afirma: El error más grave de Marx fue noatribuir mayor importancia a los coeficientes tempo-rales del proceso. Esta acotación es justa respecto amuchos marxistas vulgares, sobre todo de la época dela segunda Internacional, pero es absolutamente erró-nea en relación al propio Marx.

    Cuando las circunstancias me lo permitan volverésobre este tema para tratarlo de manera más extensa;mientras tanto, reciba mis saludos fraternales.

    L. Trotsky

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    Saludos a la oposición chilena26

    15 de abril de 1933

    Estimados camaradas:Les envío mis saludos más cordiales en ocasión del

    ingreso de su partido a la Oposición de Izquierda In-ternacional (bolchevique leninista). Recibí sus docu-mentos y, con la ayuda de un camarada francés quelee español, trataré de familiarizarme con la vida inter-na de la organización. Creo que el problema sindical,para ustedes como para todos los demás, desempeñaun gran papel en la lucha contra el stalinismo. Les en-vío un proyecto de declaración sobre el congresoantifascista que propician los stalinistas. La declara-ción no abarca el problema en su conjunto sino que selimita a proclamar los principios más elementales de lapolítica marxista en el terreno sindical. Tal vez les re-sulte útil. ¿Hay camaradas en su organización que co-nozcan idiomas extranjeros? De ser así, ¿quiénes son?Podríamos enviarles documentos en francés, alemán yruso, pero desgraciadamente no en español.

    Con mis mejores saludos comunistas,

    L. Trotsky

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    Nuevamente acerca de la discusión enNorteamérica27

    17 de abril de 1933

    Al Secretariado Internacional(Copia al Comité Central de la Liga norteamericana)Estimados camaradas:A ustedes les pareció que mi carta podría interpre-

    tarse como si yo tomara partido por la minoría y contrala mayoría del Comité Central de nuestra sección nor-teamericana. Si esa es la impresión que tienen, meexpresé mal. Al intervenir en este problema traté dehacer caso omiso de nuestras experiencias a nivel in-ternacional (el caso del camarada Shachtman)28 y se-guir paso a paso, sin la menor interferencia a favor deuno u otro bando, el desarrollo de los conflictos in-ternos y las diferencias en la sección norteamericana.

    Me parecía -y todavía me parece- que la minoríaatribuye una importancia excesiva a la conferencia na-cional: no la ve como una reunión política ordinaria deuna organización revolucionaria sino como un medio

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    59para resolver la lucha interna con métodos organizati-vos, es decir, esperando obtener eventualmente unareducida mayoría en la votación. Opino firmemente queen esta etapa no existen métodos organizativos quepermitan arribar a una decisión que favorezca el desa-rrollo de la propia organización. Todo lo contrario, sólolograran avanzar políticamente si tienen cuidado de noapurar excesivamente las cosas.

    También me pareció que la mayoría, como fraccióndirigente del Comité Central, demostró cierta impa-ciencia y aplicó o trató de aplicar medidas organizati-vas que, sin dar resultados permanentes, sólo servi-rían para agudizar el conflicto.

    Observo con satisfacción que la mayoría, por propiainiciativa, ha dejado sin efecto la medida que privabaal camarada Abern29 de voto efectivo en ausencia delcamarada Swabeck. Y, si mal no interpreto el sentidode las últimas actas, la reacción de la minoría me re-sulta bastante inquietante.

    Se trata de nuestras posibilidades en la FederaciónMinera de Illinois. A Cannon30 lo conocen bien allí; gozade cierto prestigio, debido sobre todo a su actividadsindical en el pasado. Todo parecía indicar que él debíair allá, donde había una situación prometedora. La con-tinuidad del trabajo iniciado también lo exige. Pero laminoría se opuso, planteando como alternativa la can-didatura del camarada Shachtman, y me temo que elComité Central seguirá indeciso.

    La única justificación de semejante actitud de laminoría sería la existencia de diferencias profundasrespecto de nuestro trabajo entre los mineros. No creoque las críticas de la minoría sean justas, lejos de ello,critican al camarada Allard31 por no insistir lo suficiente

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    60en las posiciones de la Oposición de Izquierda en elperiódico sindical que edita. Critican al camaradaCannon por aparecer como representante de los obre-ros progresistas y no como representante de la Liga.No veo en qué se basa la crítica mencionada en primertérmino; sólo he leído dos números del periódico encuestión. En uno de ellos los directores dieron granimportancia al discurso del camarada Cannon, discur-so que, desde luego, es también muy importante paranosotros. Es posible que el camarada Allard no aprove-che todas las posibilidades; pero está solo, o lo estabahasta hace poco. Además, se trata de un periódico sin-dical; el trabajo de redacción requiere gran prudencia.Me parece que la crítica dirigida al camarada Cannones producto de una intransigencia puramente formal.Creo que el camarada Cannon no debió presentarsecomo delegado de una organización política como lo esla Liga. En un sindicato, no se logra mucho con lasdemostraciones políticas, lo importante es penetrar,ganar autoridad, trabajar en sus filas, construir unaagrupación, la cual no debe utilizar el nombre de laLiga en todo momento, sobre todo mientras siga sien-do una pequeña minoría. El sindicato de masas no esun mitin de una organización política. Naturalmente,para estas cosas no hay reglas fijas; todo depende delas circunstancias concretas. Pero me parece -es muyposible que la distancia me induzca a cometer errores- que las objeciones de la minoría revelan un espíritude formalismo sectario. En todo caso, no creo que lasobjeciones sean de tanto peso como para impedirle alcamarada Cannon cumplir una tarea tan importantecomo la que está realizando entre los mineros.

    Puesto que he resuelto seguir paso a paso, el desa-

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    61rrollo de la lucha interna, les ruego que no piensen queesta carta es definitiva. Tiene por objeto complemen-tar la carta anterior, a la luz de nuevas experiencias.

    L. Trotsky

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    Respuesta al proyecto de resoluciónalemán32

    21 de Abril de 1933

    El proyecto de resolución, que desgraciadamente nolleva fecha, aclaró algun


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