Alcanate VII [2010-2011]

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In memoriam:Jean Gautier Dalché (1913-2010)

El pasado mes de julio falleció Jean Gautier Dalché en Bergerac (Francia), donde había cursado sus estudios secundarios y donde estaba la casa familiar en la que residió durante sus últimos años. En realidad, nunca había dejado de vol-ver a la villa del Périgord, pero la mayor parte de su existencia trascurrió hasta ese momento en otros ambientes. El París donde hizo sus estudios superiores y se desarrolló su interés por la historia bajo el magisterio de Louis Halphen. El Madrid de antes y de después de la Guerra civil, desde donde descubrió España –incluido un delicioso pueblecito costero que se llamaba Benidorm, comentaba con gracia. Las ciudades de Rabat y de Casablanca, que resumían su larga experiencia marroquí, prolongada hasta su llegada a Niza en 1966, cuando se fundó su universidad. Invitado a hacerse cargo de los estudios de historia medieval, en ella se había de jubilar en 1981, pasando a formar parte de sus profesores eméritos.

En cierta forma, las habitaciones de la biblioteca del piso alto de la casa de Bergerac, ordenadas, sobrias y hermosas, guardaron la memoria de su vida viajera. Pero el visitante reparaba enseguida en que los libros, los recuerdos y los comentarios trasmitían sobre todo cuánto representaba allí la vivencia de España –su historia, su presente y sus amigos españoles–, y qué necesitaba él para hacer su paciente trabajo diario. Cuando cumplió los 90 años aún se sentía con vigor para discutir sobre la política monetaria del rey Alfonso X, su figura histórica preferida, o la actitud de la nobleza respecto al dinero, y había presen-tado poco antes la edición y traducción francesa del Victorial, la crónica de las

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andanzas del corsario Pero Niño. Y después continuó dando opiniones ponde-radas sobre sus lecturas y sobre las personas y las circunstancias de su larga vida.

Muchos de los episodios y de las actitudes que la esmaltan fueron rela-tados con afecto por su discípulo Denis Menjot hace años. Su larga perma-nencia en la enseñanza media y su entrada tardía en la carrera universitaria. Su participación en las campañas de Alsacia y Alemania –Jean Gautier Dalché fue infante de marina durante la Guerra mundial. Su compromiso en la organiza-ción de la Facultad de Letras de Rabat en el momento de la descolonización de Marruecos, y su compromiso en la Facultad de Letras de Niza durante la crisis del 68, cuando como responsable sindical animó las demandas de democratiza-ción de las instituciones universitarias. Su incansable dedicación docente, polari-zada en la historia medieval y en preparar a los futuros profesores de secundaria.

Desde los años 1960, Gautier iba construyendo en paralelo una sólida labor investigadora, más profunda que voluminosa. Una tarea donde las lecturas, la reflexión sobre las fuentes escritas (incluyendo un renovador uso de las cróni-cas, como queda apuntado), y la capacidad de hacerse preguntas, afloran guiadas por una técnica rigurosa, una coherencia de conceptos y una claridad expositiva ajenas a lo retórico y lo prolijo. Si leer a Jean Gautier Dalché es un ejercicio de método, mencionar sus estudios sobre Sepúlveda, el dominio de Santo Toribio de Liébana, la Peste Negra, la moneda, el papel del mercado, las sedes regias o la nobleza, es también recordar su significativo papel de “roturador” de grandes problemas y la sagacidad de sus enfoques. En efecto, el desarrollo del interés por la historia social y económica de la Castilla medieval debe mucho a las monografías sobre los temas citados, y todavía más a dos de sus panoramas de conjunto. Uno es su clásica historia urbana de Castilla y León desde el siglo IX al XIII, y el otro, el manual de historia de España que escribió junto a su com-pañero y amigo Charles-Emmanuel Dufourcq.

¿Qué opinaba él mismo de su trabajo? Con ocasión de su nombramiento como Doctor Honoris Causa por la Universidad de Valladolid en el otoño de 1997, que fue para él un momento de felicidad incomparable, Jean Gautier Dal-ché escribió: “Me he dispersado tal vez abordando temas muy diversos… Son sin duda demasiado múltiples mis curiosidades y hubiera podido profundizar más. Pero, al fin y al cabo, no me arrepiento: ha sido un placer que ilumina mi vida el andar de arriba abajo por el pasado medieval de Castilla y León”. Desde luego, quienes lo tratamos podemos dar fe de que la curiosidad inmensa y el trabajo como goce de la vida fueron aspectos claves de su particular pedagogía, de la influencia que irradió. Querido y valorado como pocos por sus colegas de España, fue hecho Comendador de la Orden de Alfonso X el Sabio a propuesta de la Sociedad Española de Estudios Medievales, presidida en ese momento

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por el profesor Manuel González Jiménez. Paralelamente, conocía, valoraba y divulgó como pocos “el prodigioso desarrollo de los estudios medievales en España desde los años sesenta” –según dejó escrito. Pues, además de resaltar con sabia modestia lo mucho que este proceso le había ayudado a matizar y ampliar sus puntos de vista, contribuyó con generosidad sabia a abrir los foros internacionales a los historiadores españoles. Descanse en paz el gran señor, el historiador metódico, el amigo alegre.

Pascual Martínez SopenaUniversidad de Valladolid

Investidura como Doctor Honoris Causa del profesor Jean Gautier Dalché

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