Date post: | 05-Dec-2014 |
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INTRODUCCIÓN A LA ORATORIA MODERNA
LA COMUNICACIÓN ORAL
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La Comunicación Oral
4ta. edición aumentada
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I I.S.B.N. 950 - 21 - 0390 - 4
~ I ~ ) © 1992 by Editorial Plus tntra
1) Callao 575 - 1022 Buenos Aires l· ) Impreso en la Argentina - Printed in Argentina
1) Queda hecho el depósito que previene la ley 11.723 l' )
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INTRODUCCIÓN
Históricam~nte, primero existió la lengua y luego la grp.mátiCa, justificada como una codijkación ordenadora del fenómeno lingüís Hco, con fines normativos y didácticos. En forma análoga, primero existieron los oradores y después la retórica, concebida como sistematización transferible de las técnicas y recursos expresivos empleados por aquéllos. Era natural que así acaeciera, porque la. ciencia no sustituye a la naturaleza, sino que la interpreta.
La retórica, entendida como metodología delfenómeno oratorio. no como sustituto, estaba ya constituida entre los griegos y los romanos y gozaba de gran prestigio en el mundo de la antigüedad. que no conoció la prensa. la radiofonía, la televisión. y escasamente el libro y la escuela. En ese periodo de comunicación esencialmente oral, la palabra hablada estaba sometida con igual rigor a exigencias estéticas y prácticas.
Con la marcha de los siglos algunos tratadistas y maestros. corifundiendo el mapa con el terreno. hicieron de la retórica unfin en sí mismo y llegaron a mezclarla con la poética. la estética y la preceptiva literaria, cuando no con lafilosofía ideológica, que abarcaba en una misma pretensión a la lógica, la metafísica y la retórica. Sobrevino el
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desprestigio de esta disciplina, que el romanticismo, con su carga de libertarismo y de individualismo, acabó de consumar.
En la actualidad, la retórica ha renacido como arte de la palabra hablada. Se la considera una disciplina instrumental sinfin en sí misma, o más exactamente, como una técnica para encauzar en formas verbales el fenómeno profundo de la expresión del hombre. En este sentido, se la ha separado con meritoria prudencia del ámbito estrictamente literario para combinarla con los dominios de la psicología, la sociología y las ciencias de la educación y de la comunicación.
Este enfoque ha ampliado y superado a la vieja retórica. Ésta pretendía que el orador expresara, con belleza, sus ideas y sentimientos, mientras que el moderno arte de la palabra busca que el individuo "se exprese", esto es, que consiga entregar objetivamente, con palabras, su subjetividad, en todas las circunstancias de la vida.
Tal planteo comporta una problemática distinta de la clásica grecolatina, por cuanto aspira, desde el punto de vis ta formativo general, a facilitar la realización del ser humano, que no es plena mientras se ahoga en la incomunicación expresiva y, desde el punto de vista particular de su actividad profesional y social, a otorgarle un instrumento técnico valioso.
También el contenido de la oratoria se ha visto enriquecido con nuevas especies impuestas por la evolución social de nuestra época, que ha convertido al diálogo, en todas sus formas, en el vehículo insustituible para el acuerdo de voluntades, el análisis de los problemas y la toma de decisiones. Al lado del clásico monólogo, la oratoria moderna h<t instalado, con igualdad de títulos, a la deliberación.
En un mundo que desborda las añejas-jormas de comunicación humana, se comprende que los
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nuevos planteas, métodos, formas y fines encuentren una debidajustificación.
El arte de la palabra oral, así concebido, se ha constituido paulatinamente a través de los siglos en un patrimonio cultural sin dueños nifórmulas mágicas. y la tipificación de los temas o capítulos que lo componen se ha ido formando por acumulación sucesiva de aportes. que en última instancia reconducen a los maestros de Grecia y Roma.
El presente trabqjo intenta ofrecer al lector un panorama estructurado y actualizado de la oratoria, con su temática y metodología, tanto antigua como moderna, compuesto a partir de los más reputados tratadistas del género.
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1. FUNDAMENTOS DE LA ORATORIA
1. EL ARTE DE LA PALABRA
El hombre es el único ser viviente que habla, y la palabra es uno de los dones más extraordinarios que posee, pues le permite manifestar la prodigiosa riqueza de su alma y establecer relación con sus semejantes.
El ejercicio efectivo de la palabra se apoya en dos bases: la naturaleza y la educación. Todas las personas hablan, pero muy pocas lo hacen con eficacia, pues la facultad elocutiva requiere, como cualquier otra facultad del hombre, cultivo y educación. Los seres elocuentes por naturaleza son la excepción del orden normal humano.
La elocuencia ha sido definida de las más diversas formas, tanto por los antiguos como por los modernos. Para Cicerón, el máximo orador romano, es un movimiento continuo del alma, y Dionisia de Halicarnaso la ha definido como el arte de hacerse creer. Podríanse agregar así muchas otras definiciones, pero en la aparente disimilitud de todas ellas hay un fondo común de coincidencia: la elocuencia es el testimonio externo de un alma profunda.
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La gramática y la retórica
La gramática tradicional se ha definido como "el arte de hablar y escribir correctamente". Sin embargo, la experiencia ha demostrado que el conocimiento teórico de las formas de una lengua-cualquiera no es suficiente para dotar al individuo de una buena capacidad expresiva. Por ello. los estudios de gramática se han complementado desde la antigüedad con otras disciplinas más pragmáticas. La corrección gramatical es sólo un aspecto del arte de hablar.
En tiempos de los griegos y los romanos, existía una disciplina llamada "retórica", que trataba particularmente del arte de hablar y escribir, no ya desde un mero punto de vista gramaticalista, sino desde un ángulo real y práctico. Numerosos tratados nos han llegado de aquellos tiempos, entre los cuales sobresalen el de Aristóteles (Arte relórica), y los de Cicerón (De la invención, Del orador, Bruto, El orador y De la perfección oratoria) y Quintiliano (Instituciones oratorias). En los tiempos actuales, esos tratados han cobrado nueva vigencia, pero modernizados y adaptados a las necesidades del hombre contemporáneo. Es así como han surgido tratados especializados de 'elocuencia', 'arte de la palabra', 'arte del bien decir'. 'oratoria' y otras denominaciones' que enseñan a las personas a expresarse con eficiencia. En esto, las universidades y los tratadistas norteamericanos tienen la primacía de la originalidad con sus cursos de speech, professional speech, public speaking, modem speech, eifective speaking, speech arts, discussion, argumentation, persuasion, etcétera. 1
1 Sobre otras formas modernas de las artes habladas y métodos de enseilanza. consultar AuCE EVELffi CRAlG, The speech arts; a textbook of oral English. Nueva York. The Macmillan Company. 1937. Mi libro El lenguqje oral: Fundamentos. fonnas y técnicas (Bs. As., Plus Ultra. 1984). trata del mismo asunto.
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En lo esencial, estas disciplinas son derivaciones de la retórica clásica, complementadas con aportes de la psicología, la sociología y las ciencias de la comunicación, que han llegado a penetrar con notable profundidad en el fenómeno de la creación literaria, en la intimidad anímica d~ orador, así como también en la del público o el / participante de una discu$ión.
Siempre se ha debatido sobre la pOSibilid~d y utilidad de sistematizar en cuerpos de ensenanza la oratoria, pero en la actualidad parece prevalecer la opinión de que toda persona puede ser elevada sobre su rutina expresiva por medio de métodos, procedimientos y maestros adecuados. El oficio hace al maestro, se ha dicho desde antiguo.
!AL!etóri<;!l~ el arte del bien decir_
Se denomina retórica -del griego rhétor, orador- al "arte del bien decir, de embellecer la exj
presión de los conceptos, de dar al len~aj e ~§.: c ' hablado eficacia bastante para d~~~itaL
ersua Ir conmover. srífeza'eTIéxico de la Aca emm spano a.
La retórica es, pues, un conjunto de preceptos y reglas para bien hablar. Esta definición presupone, lógicamente, la posibilidad de hacer elocuente al hombre mediante la enseñanza de ciertos principios. Acerca de esta posibilidad se ha discutido y aún hoy se discute si el orador nace o se hace. Si nace, la retórica no tiene juS-tificación. l -
De ninguna manera podría sostenerse que no hay hombres naturalmente elocuentes. pues la experiencia lo desmentiría. La genialidad y el talento no reconocen escuela. ya que el hombre superior lleva en sí el asiento de toda sabiduría y
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conocimientos. Pero los preceptos de la retórica no son una creación arbitraria de los hombres sino que han sido tomados de la realidad mism~ de la palabra humana, del verbo de los hombres ta~entosos. Esto equivale a afirmar, pues, que pnmero existieron los grandes oradores y la gran oratoria, y luego surgió la retórica, como codiIicación de los mejores ejemplos de elocuencia.
Por otra parte, si bien es cierto que los genios lo encuentran todo en sí mismos, no lo es menos q~e la mayor parte de los hombres no son genios ru talentos y necesitan de la retórica para apren-
. de~ o perfeccionar su habitual decir y que, ademas, hasta los mismos genios de la oratoria han llegado al dominio de la palabra por el estudio. Dentro de esta línea de pensamiento debe inscribirse la opinión de Baudelaire: "Las retóricas y las prosodias no son tiranías inventadas arbitrariamente' sino una colección de reglas reclamadas por la organización misma del ser espiritual"2.
Por supuesto que no hay arte que pretenda formar genios, ni tampoco lo pretendería la retórica. Pero se puede llegar a ser un discreto oradar o conferenciante por medio de esta disciplina. El grado de altura de la elocuencia a que llegue cada uno dependerá de las condiciones que traiga de nacimiento. Pero todos pueden ascender por virtud de ella más alto de donde los dejó la naturale~a. El espíritu se enriquece y perfecciona con este o cualquier otro aprendizaje.
La retórica tiene legítimos títulos para existir en el mundo de la cultura, a condición de que no s~ la confun?a con un recetario de farmacopea, ~ c?n una fo~ula mágica capaz de dotar de geruahdad a qUIen no la tiene, y siempre que se la
•• 2 HOUGARDY, MAuRlCE. La parole au publico Essai sur la rhétorique et 1 eloquence ruyourd hui et dans le passé. p. 21. Paris-Bruselas Baude 1946. . .
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interprete como una· transferencia util de experiencias ajenas en beneficio de la propia capacidad expresiva. Nunca será sana la disciplina que intente sobreponerse y asfixiar al espíritu del hombre o que intente trastrocar la naturaleza en vez de encauzarla o conducirla. Ocurriría entonces lo denunciado por Pascal en su frase: "La elocuencia se burla de la elocuencia".
Cicerón, con haber escrito varios tratados retóricos, ha dejado bien clartllcada su opinión al respecto, declarando que, a su entender, la retórica deriva de la palabra elocuente y no la elocuencia de la retórica.3
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Concebida así. la retórica o arte de la palabra responde al pensamiento del más grande preceptista de la antigüedad. el romano Quintiliano, quien lo dejó definitivamente establecido en una
. frase inmortal: "El orador se hace, el poeta nace".
Los ('mes de la elocuencia
Los fines específicos de la elocuencia han sido también materia de debate desde los tiempos antiguos. Historiar la diversidad de opiniones seria caer en una bizantina y fatigosa enumeración, ya que. en esencia, coinciden casi todas ellas. La divergencia de opiniones tiene su origen en los cambios de perspectivas de las distintas épocas, países u oradores.
Para Cicerón, la elocuencia tiene por fines instruir, deleitar y conmover. Aristóteles señala: alabar y vituperar, persuadir y disuadir, acusar y defender. San Agustín, por lo que se refiere a la elocuencia religiosa, pide enseñar, conmover y agradar, y Fenelón, refiriéndose a la elocuencia en general. postula: probar, conmover y pintar .
3 CICERÓN. MARco Tt)uo. Del orador. libro 111, cap. l. 146: "lntellego esse non eloquentiam ex artifICio. sed art!ficium ex eloquentia",
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.!Y!9~rp.a!UenÍ~. André Siegfried sostiene: "~e ha_ blª-Rª!'~ conmover, para persuadir o para én!?~:,\ ñar. Sencíliémrente;-"S~lrátaQeconvencer o de !i,exponer .. :>t'"--··,_·>··_······_='~~«w_---- -;~s'-coillcidencias son lógicas. pues todas tienen f en cuenta el repertorio posible de intenciones hu;' manas y la aparente diferenciación no es más que . un desdoblamiento sutil de los conceptos. La tota-lidad del ámbito oratorio queda abarcada adoptando la clasificación que sigue. con todas las implicaciones que cada término encierra:
------------- " a)~ y ense!}dr:. es decir. transmitir co-nocim,ientosa-=-otraS personas o investigarlos y adquirirlos en délioeraciones.
b) ~suadir, o sea convencer a otras personas <;le que nuestras opirúones son las verdaderas y moverl;ts., .. de acuerdo con esto. a la acción.
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c) CQnmov~r, esto es, provocar en el espíritu ajeno detertÍlinados sentimientos pasiones o emociones.
;'.--_ .......... -. d) Agradar;, vale decir, producir por medio de
las paiabrasen el alma ajena un sentimiento de ,'placer, con fines determinados.
/ En la realidad oratoria estos fines pueden darse solos o -lo que es 'muy frecuente- combinados entre sí. Tanta es la variedad de formas, temas, ocasiones, lugares, sujetos y fines que se pone de manifiesto en el ejercicio real de la palabra.
Teorías sobre el bien hablar
Los críticos se han preguntado en todo tiempo qué es hablar bien. El criterio para discernir qué
4 SIEGFRIED. A'llDRÉ. El arte de hablar en público. Traducción y notas de Maria Luisa Martínez Alinari. p. 17. Buenos Aires. Edit. Central. 1957.
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es una pieza oratoria lograda no ha merecido tampoco acuerdo entre los tratadistas. Se han propuesto diversas pautas para juzgar la oratoria, y ellas son distintas unas de otras.
En opirúón de Mc Burney y Wrage, esta duda ha tenido grandes respuestas, las que pueden agruparse en cuatro criterios: 1) teoría de los resultados; 2) teoría de la verdad; 3) teoría ética y 4) teoría artística.
De acuerdo con la teoría de los resultados, es buena la oratoria que logra los objetivos que se ha propuesto el orador; según la teoría de la verdad, debe considerarse buena oratoria aquella cuyo contenido se concilia con la verdad' desde
I ' el puntd de vista ético"Jos mejores discursos son los que encierran un contenido moral; y en base a la teoría artística, el fundamento principal de toda elocuencia es la belleza estilística5•
He aquí una cuádruple opción que todo orador debe resolver por su propia cuenta. La historia de la elocuencia pone a nuestra disposición ejemplos de afamados oradores que han tomado como norma, separadamente, esos criterios para componer sus piezas. Los ha habido también quienes adoptaron dos o más criterios simultáneamente.
No es dificil aportar argumentos en defensa o censura de cada uno de estos criterios de valoración. La decisión corresponde en conciencia a cada orador. Mas, considerando la enorme influencia que ejercen los oradores sobre los hombres y los pueblos, y el extraordinario prestigio de la palabra sobre la mentalidad de los auditorios, no dañará a nadie acordar con este otro principio integral: bueno es el discurso hermosamente escrito y pronunciado. que obtiene resul-
5 Mc BuR.'\"EY, JAMES H. y WRAGE, ERl'"EST J., El arte del bien hablar. Tratado de elocuencia. Traducción y adaptación de Juan Pelito ps. 23~ 25. Barcelona. Angos, 1955.
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tados positivoS sobre los oyentes. exponiendo la verdad y el bien. La palabra es un don gratuito en el ser humano. y es lícito exigir a quienes se sirven de ella, para comunicarse con el semejante, que hagan un uso acorde con su alta dignidad de origen y destino.
Elementos de la elocuencia
La elocuencia. como cualquier arte, tiene sus propios elementos que q,e.h~coP:9C.,~L~t9da persona que aspirare a la jerarquía d~ oraaof:~Ntr-se 'viOÍan impunemente las experiencias CUlturales.
J¿Lnrato.r.ia....eS..Jd.!l_ill'i~_ en ~Lg:!l~~ .. sx!steE: ... ..tres elemenlOs.-cada uno de ellos tan importante c'()"nÍólos otros. Tomemos la enseñanza del antiguo ~uien en su célebre Arte retórica
expresaba: "~L~'!Ji:?.~"~rs ... ,2~sta de tr~ t~S51r~ª~~ .... aQ~~~ Lem1i11!L~uld y el auditorio al cual se hasra~Hay que evitar 1a"eiToñe"a~creenciaQe(ÍLi"e' éCst':ijeto de este oficio es sólo el orador. Toda elocuencia es una comunicación entre orador y público por medio de- un instrumento, la palabra hablada. ~!d~ es J!IL hecho sodal y no individuql.
-Por esta razón, todo estudio o crítica de la elocuencia debe hacerse analizando estos elementos, y es también por esta razón por la cual todo tratado de retórica estudia separadamente al orador, al discurso y al público.
~la~elocuencia
I1ay taEta~.,ª~ __ ~!2~~~g~!-ª ... <;'.º!Po temas._ ToGa clasificación en este sentido es muy difícil
6AR1srÓTELES, Arte retórico, libro 1, cap. 11\, pár. l.
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por la gran variedad de matices de los discursos, la cual se complica cuando entra a considerarse el tipo de público, la ocasión en que se pronuncia. el sujeto que habla, la forma de producción y los fines que se persiguen.
Aristóteles expresó en su siglo que no hay más que tres clases de discursos: los deliberativos, los judiciales y los demostrativos. Esta clasificación es sin embargo incompleta. y atiende sobre todo a las formas de oratoria pública vigentes en su
é~Ún~~~~~~más radical, moderna y completa de la elocuencia, debe considerar los siguientes tipos:
1) ~~jif.g~~ llamada también 'académica' o 'ateneísta'. Su objeto específico es enseñar, informar. transmitir conocimientos. ~._.,-.",*", __ ~J.~"!-""'t<""""~"""'''~~~'''''', '''!M-'''""",,,:,,,_,,,,_~
2) El~lde11k.ia 12Q~~cuyo fin propio es e1fQ.o}ler o debatir todas las cuestiones relacionadas coñ-'ergof:)iemo~cre~laCüsa:"Düollca:----~~'-'"-
"«,, __ -. .. _.,., .... "'> .. _.:.,.,,, ... ~""'-'!.>.!, •• _-i. .... """~.,wIil'~_~~~~~~~L~~. I ... :w __
3LElOClJI:J:J&~§.!!_qjuqic;jgJ, es la que tiene lugar en el ejerciciO del derecho.
~}.~El{)cUellciª".[~If..gjQ~a. denominada también 'sacra' o 'sagrada'. E.sJ;;LmJ.~cJ:r~ta sobre asuntos de fe y religión.···"····· ·'Ó."·"."'."""'" '--5) I2QfY;,t}!)~l9:...Ee'{J~lJlQlJ.tal, llamada también 'augurar, es'fá que tiene por ámbito propio las múltiples ceremonias humanas.
. ) 6) Elocuencia artística, cuyo objeto es producir
placer-estet1co'~~~'"'~'''~''~'"''''''"''''' "....,,,---.,."" ~~~~~
7) ElQC~i1.i.taJ:;., que tiene por objeto inspirar la defensa de la patria y estimuI'ar las virtudes patrióticas y el heroísmo en los soldados.
8) ElocuenCia deliberativa, es la que tiene por objeto -ercreoareodiscusioñ, y ocurre en las
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asambleas, reuniones o~tas en. que suelen f~~_~!illJ§iJr2.t!!!~!]f[:Rft.rll,,~~~"ES:91qE!~.~d~_tr contrastar opini9nesL ) .' ,""'Caa:a~uño"de e'stas tipos de elocuencia tiene i
( f sus leyes propias y sus fonnas típicas usuales. ) " ./'
El ejercicio de la oratoria no puede desentenderse de la verdad y la moral. En los últimos tiempos se vienen realizando esfuerzos pe?ag~~icos por poner fin al vicio llamado "prevancaclOn lingüística" _que consiste en eI,!!~le~E_la .;pala.?r~ .12ara glen.1ir ~ ocultar eLQensamlent~._~ tingUISta Max Black ha denunciado categoncamente esta práctica malsana: " .. JªJ:.~~lÓ;! de.lleng~e consiste tanto en Q,isimular el pensamieg~, GQillo efifraúsmiÜrlo". --~-Y~J,,",,~ r 'En~Iengiiaje corriente se la de~omina ~ambién
"doble lenguaje". Sus manllestaclOnes mas generalizadas son el empleo de palabras sin sentido (anemia semántica), ambigüedad en las afinnaciones, palabras o frases hechas que ocultan un juicio (estereotipos), vocablos elegaI1~e_~.qll:~_Q<?ult",an ideas duras (eufemiSiños},'~lrasés rituales enganoSltstITsó"presimbólico del lenguaje), mentiras so~apadas, hablas en clave, deCir indirecto, expreslOnes incOñiprens{5!€S Uergas exóticas}, lenguaje meramente emocional (palabras coloreadas) y otros dislates que resultaría muy extenso detallar. En cierto país un organismo estatal tiene prohibida la frase "crimen político" la cual debe ser reemplazada por "privación ilegítima de la vida". En una provincia extranjera se decretó prohibir el uso del término "Dios" para evitar así en las escuelas las controversias religiosas con lo cual quedó automáticamente permitida la palabra "Diablo".
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Aunque resultaría Utópico establecer un código de ética para quienes hablan en público, las recomendaciones morales que se han fonnulado estriban en lo siguiente:
«J) N.Q usar @~.2Ees persuasivas para con~ck..M.~ª~_.illlL~t2rob=<Íilli!!. ileJ'P~~~ an~!~arl~g~b~ment~
(,>' -:'\ ~J;io..iundamentaLJJD.a-QPiDió.n pro~-
....rr.ierldcLa..,m:gum~nlQ§~~.§lYl!1!,@_c!ºr~:L<i~L2Q!Ql.-.~l f~tis~_t;I~~!~29~E",Qtm~L.RastQ~~2..~~ ~J>.{Q._9.~VltJilL,~I!.ggft5~§g!!1e!lt~ .. JJ!l,.ltm,'QQ§!tºJ~e,
~ªtPJJl:U,i~,qh,-1>.~!§gnªLQj!!§,t!tl!~~g!lJ!!,~" h~~!ill:_ .d~ir~~L!lY~~,,,§.~.,J?r~~y,gt~_~~,,,~.~,~~t? .. ~,~~~~ ,
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'~":"~::~~Q,Simular:,,autOridatl.título_,n .. ,r.epres,eJlta7,.., , ció:h que no se tiene realmente para ganar pres-~~§1Úrg!t~;,,· ~~J¡;¡'lO\~~:~'~:~ev-,
No dañar a nadi~;~.,_,,,_~~ ~~~~ í6) d.t¡,:,-, ",,, .,
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l\ análisis, la iiñPro~ñ1O~ste, Siem-, • f (llI,~,J?~!:~!?la E~Jº.-9.ld~,§_~,~ªJ2e~$e, improvisan la L ~ 1) l..estructu[.9- y las palabras, no las idea~. (!;í)?1
I í) - ®14iscursº-com!?:illctdo. - En elocuencia, como ) en todo lo nemas, la bondad suele estar en un
n" /\ A plano intermedio. Es rarísima la improvisación I ¡ J)J ~ absoluta. ~l_q.iSC.1l!.§Q.~§~l2i!l~ipn , . _tí _ sabia.de.Dr~~1i~~-
• I nlll j (1)'' t 01 :];:!tw;ii ~f es pIezas ora arias no.~igl-RLQ,\1§,ª.!u~más, en " -, e sentrcroa"11Smüfo.La improvisación <insoluta • , ' il!1 coiñosIStema,'"fio-es de ninguna manera reco~ , mendable y prácticamente tampoco existe.
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", han aconsejado no improvisar absolutamente ni IJ~~il~r: discursos de memoria:' La-'1ñil5rovisaclon, . pues:5'Upone "en Hrre'árraad oratoria un largo trabajo de preparación, anotación del esquema, estudio de las transiciones, memorización de las frases de efecto y de los principales razonamientos, análisis detenido de la introducción y de la conclusión, en fin, una maduración intf'lectual anterior al acto. Hay quienes escriben su discurso previamente en forma total. lo dejan grabado en su mente y en el momento de pronunciarlo se entregan a la improvisación, pero conducidos por esa forma mental que tienen fijada; hay quienes los escriben' parcialmente, en sus pensamientos principales y dejan librada a la improvisación la forma del discurso; hay quienes no escriben ni el esquema ni las frases de efecto, e improvisan casi totalmente en el momento; hay, en fin. toda una serie intermedia de métodos, que combinan en mayor o menor proporción la preparación y la improvisación. No existe método único en esto:
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lo aconsejable es que cada conferenciante u orador. a~opte el .mé~o~o que más convenga a su pecuhandad pSlcologlca, entregando a la memoria y a la meditación anterior todo aquello que no sea capaz de improvisar. En otras palabras, se ha de saber necesariamente, por cualquier método que sea, lo que se ha de decir. A esta combina~ión se la denomina método mixto, que es el mejor de todos, y que puede sintetizar se con esta definición de Sertillanges: "Escribir lo esencial y aprenderlo perfectamente; pero sin preocuparse por eso de una meditación profunda y de múltiples ensayos interiores y abandonar lo accesorio a la elección e inspiración del momento"7.
La facultad de improvisar se tiene por naturaleza o se adquiere por la práctica. Al principio no se puede prescindir del aprendizaje; habrá que preverlo casi todo,. hacer esquemas muy amplios, re ,tener gran cantIdad de palabras, frases y aun parrafos enter~s, pero al cabo de un tiempo la facultad estara perfeccionada y nos habilitará para improvisar en una gran parte nuestra disertación.
En estos tiempos es frecuente el ensayo previo al compromiso oratorio, sobre todo si el orador ha~l,ará en representación de un grupo u organizaClOn. El responsable 10 hace una o varias veces, en presencia de sus compañeros de equipo y, s.uperior~s, ~uienes asumen el papel del hipotebco a~dItono y fomlulan sus criticas y reco~endacl~nes·'~~1,.Sl expo~!tor me-
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7p. S~LLA¡I/GES, O. P., El orador crisfi?no; tratado de predicación. TraduccJOn del R. P. Fr. Jesús García Alvarez, O. P., 287. MadridBuenos Aires, Ediciones Studium, 1954.
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2. LA FORMACIÓN DEL-º.RADOR ~-----._- -------- •.
"Esta necesidad de comunicar el propio pensamiento es inherente a la naturaleza del hombre", ha dicho Hugo Foscolo. Ésta es una de las tendencias innatas que mueven aí ser humano. Todos desean expresarse, porque la palabra es un placer. Hay una alegría de la palabra, que la experimenta en su propio ser quien convence, persuade, conmueve o enseña. Pero este profundo y sano regocij o del alma sólo es patrimonio de quienes dominan el instrumento expresivo.
¿Tienen todos los seres humanos el don de hablar con poder de conviccióri, claridad y elegancia? Con esta ardua pregunta se relaciona el don oratorio, en que intervienen, en distinta proporción y según los individuos, las condiciones naturales y las condiciones adquiridas.
El orador debe reunir en sí, para el ministerio de la palabra pública, cualidades físicas, intelectuales y morales.
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Cualidades físicas t;/ \
En el orden de las condiciones físicas hay un ideal, pero muy pocos hombres puede decirse que lo satisfacen. Como estos atributos no dependen del individuo ni pueden modificarse, vale
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C2..,ualidades intelc::ct~~!
El ejercicio de la palabra requiere inteligencia, sensibilidad, imaginación y memoria, en tanto grado como cualquier otra actividad profesional.
Inteligencia. - En la relación verbal no sólo tieneaerecñ(rs~el talento excepcional o l~ genialidad. Hay también lugar para la inteligencia media o el sentido común, puesto que no toda oratoria es científica o académica. Hay oratoria de todos los asuntos y en todas las ocasiones. Por otra parte, es cierta aquella afirmación de "que el sentido común es la cosa mejor distribuida del mundo", como sostenía Descartes. Es muy raro que a un hombre de mentalidad media le falte el sentido común necesario como para enfrentar a un auditorio. Lo importante es contenerse en las ambiciones, no ceder al peligro de sobreestimarse en demasía y saber impostar la pretensión de su conferencia en el cuadro de la humanidad y de la sinceridad. Además, es de pensar que ante
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la duda, el conferenciante sabrá tomar el consejo de los maestros y trabajar lo suficiente en el estudio de su asunto.
Una cultura general adquirida en el aprendiza-_$_:p.aciente a través de los años es una efectiva garantía de sabiduría. Esto es innegable, porque da al hombre una visión total de la vida, los he-chos y las personas, capaz de interesar a cual-quier auditorio. ~s es posible, también, una in-~ ¡ .!9ITE~~n Q~aslQllªL§.Qln:~~1l:g~1~}:rla deteITIlinaoa: / .W(~, ~rlEl~~5}i~2"Y.,~.fL~ni~<p~ar!~~~~~Yit:ai.il:~~ ;' §ªQ~Q._1!nª,.,~!,!!?~r«ª!ivQjl~~,"1}~tllL~~~~.:encia ó un \
_ de~~te. En una palabra, o se tieheprévmm~rrte lacultura necesaria para exponer un asunto ante el auditorio, o se la adquiere en cada ocasión por los maestros, los libros o la investigación. Como no es fácil improvisarse en hombre culto, conviene ir haciendo el propio equipo de conocimientos paulatinamente, día a día, para estar bien dotado en cualquier momento. sobre todo si nuestro modo discursivo ha de ser la improvisación. "No pensemos. con esto, que la elocuencia sea un arte selectivo, privilegio de gente ilustrada", dice Joseph Folliet1
•
Aunque la competencia de un orador depende en gran parte de su capacidad y acervo intelectual, conviene sin embargo prevenirse contra la idea de que un discurso debe estar hecho solamente sobre la base de la inteligencia. Un exceso
~~\:€~~~if~:~~~~~ La inteligencia sirve para hacemos conocer con
claridad y distinción los problemas y asuntos; desarrollarlos analíticamente; captarlos en sus relaciones con los demás temas afines u opues-
1 FOLUET. JOSEPH. Oratoria; introducción al arte de la palabra pública. p. 21. Buenos Aires. Ediciones del Atlántico. 1958.
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tos; coordinarlos y conciliarlos con el complejo total de las cosas que sabemos e incorporarlos como sustancia viva a nuestro mundo de ideas, opiniones y creencias y, sobre todo, no pensar que la ciencia cubre toda la realidad. Hay un gigantesco mundo de lo desconocido, adonde no ha llegado la ciencia, y éste es un sector de la realidad que también debe merecer nuestra meditación. No tomar las cosas por las palabras, pues las palabras son nada más que un signo convencional de las cosas mismas.
Es ineludible para un orador el cultivo de su inteligencia. Éste puede hacer confonne a las reglas, métodos y procedimientos expuestos por filósofos y maestros. y aunque no existe. en verdad. método alguno infalible y cada persona puede crear el propio, no debe olvidarse tampoco que el comercio con las personas cultivadas. la observación. la lectura y el sentido común son métodos también de aprendizaje.
Sensibilid~ - La inteligencia sola no basta para hacer un buen discurso. Es una condición fundamental, por supuesto, pero no lo es todo. Los oradores esencialmente intelectualistas corren el riesgo de limitar su público a un número restringido de especialistas. de no hacerse entender por los grandes auditorios o de dejar indiferentes a los oyentes. Salvo excepciones raras, el tono exclusivamente intelectual de un discurso lo deshumaniza. lo seca, lo desvitaliza. Hace falta otra condición más humana. más común. ,más conm6\redora: la sensibilidad.
\ l ej La sensibilidad es la capacidad de conmcruer~1 \:. Jn~l~.<~L~,:~J?~ct_~c_~Io ?: la vida y_~os h<2.m-
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que por el cerebro. Muchos discursos ejemplares
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pierden al poco tiempo su vigencia y su actualidad por no haber sido más que un amontonamiento de razones, por haberles faltado emoción. "En la carrera de un orador. un alma sensible es una fuerza considerable", recuerda Maurice Hougardy2. La oratoria tiene algunos puntos de <$ contacto con el lirismo y la poesía. .Jf, I
El secreto de la sensibilidad está en el amor ~; Oi las cosas y a las personas. Se siente emoción por .: ~ , aquello que se ama, y este sentimiento afectivo! ./fl'l¡ es el que despierta en un alma las simpatías, l~ i
generosidad, el patriotismo, la fe. la piedad, la clemencia. la compasión. Quintiliano pedía una elocuencia saturada de sentimiento. Horacio. por su parte, exigía, al orador: "Si quieres que yo llo-re, llora tú antes"3. .
El público reacciona inmediatamente, como diapasón, a la emoción y sensibilidad del orador; liLfibra sen~~~n!::l tes }a f!1ás. ~id~~ segura. e,!l~.9ralQ.r.~§l. U'ébeTenena siempre el orador. a condición de que sea verdadera, sincera y esté sometida a la honestidad de fines.
La sensibilidad quiere también sus límites. La sensiblería es el defecto paralelo que debe evitarse, pues es ridículo, poco edificante y nada convincente.
El sentimiento es un ingrediente más del discurso y no la médula sustancial. Los oradores excesivamente afectos a esta tendencia son descubiertos en seguida por el público, que los rechaza a poco de conocerlos. pues el ansia de ideas, natural al espíritu del hombre, queda insatisfecho. Un exceso de sensiblería es sospechoso y poco duradero en vez de conmover, provoca risas; en vez de emocionar, aburre y disgusta.
2 HOUGARDY. MAUruCE. op. cit.. p. 53. 3 HORACIO. Arte poética. v. 102-103: Si vis me flere. doleundum est
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N o existe regla para desarrollar o perleccionar la sensibilidad. Ella se origina en una comprensión especial de la vida, que puede explicarse, comunicarse, pero esto no es suficiente: requiere ser sentida. La sensibilidad debe ser pura, sin contaminación, sincera. para ser oratoria y moral. El fingimiento y la mezcla con finalidades inconfesables llevan en sí su propia condena y repudio. La conCiencia de cada uno dirá cuándo debe apelar en su discurso a la sensibilidad y cuándo será moral su empleo.
Imaginación. - La imaginación es la facultad, \1 1, que permite cOll.~ir las ideas de~c!~".un nueYQ \ ¡ 1 Iii¡iftQ.~V[~~¡¡llE.liíill]'fgªTÓ~as concre.-
1I ~~ti~i?M:ti~:§)Jees~·=;:r~~Y~ 1 ¡ atractivo cuño. U1TrmrginaeiÓrC'1)ues,~Daf.i~.-1\\,\" cu1tad"ae'~c'reaCión original y embellecimient
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éle'·é1ia""'ño~Uede"''-ña~~~niñgún arte. ~'s~~cre>'~uc-¡i'a's~veces'qüé~grañCíeS'~ son, demasiado conocidas y que ex resadas en forma r . erden el encanto de la origina 1 ad y la novedad.- TócaTe entonces a la5.i.l:J2acidad !!!laginativa del orador revestirlas de formas originales decirI~(fe-sc6nocmas'·1ias1:a'''en-
~f~i~~fc~g~~~~k~~:~~I~~ p~ft~c:t~~ ras:¡Fa-ñcres"~rEalfáclones de los hombres sobre el destino, las costumbres, la política, la vida, la amistad, están encerradas en fórmulas envejecidas y son bastante conocidas, porque las ideas sustanciales y mayores de la humanidad no son tantas ni tan desconocidas como pudiera creerse. Si ante estos asuntos el orador no las recrea, no las rejuvenece, no las informa de nuevas palabras, correrá el riesgo de caer en la vulgar repetición de cosas ordinarias. Hay que recurrir a nuevas fuentes, a nuevos motivos. y esto se logra por medio de la imaginación; ella. a poco que
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se la estimule. habrá de proveernos de los nue-vos trajes. '
De la imaginación ha dicho un autor que colorea los acontecimientos con un tinte mágico, desarrolla un magnífico cortej o de sueños, y "transforma lo cotidiano en eterno, lo relativo en absoluto". El hombre debe mostrar en imágenes ~ <t. las ideas y los pensamientos, hacer ver, es decir, .-realizar 10 teórico y lo abstracto. El oyente, por "-su parte, no se satisface si el orador no ha toca-do todas sus facultades. S4 '&,_,
La imaginación debe situarse a igual distancia de 'la sequedaa'Y la divagación, es decir, lejos de ambos ~ Si se abusa de las imágenes en un discurso y no hay ideas, el discurso parece (\;'\ ...... _' dar vueltas, iU ven!s. .. ~!n .~Rrc::§arx.llada. El dis- "iI,,,,. curso-debe decir algo, y este algo lo provee la inteligencia. ~&~jmª~,!!!ación, pues, es.J.Ul,aJ~~ awQ}jªL.,,&lve no tiene"aeLechQ~LEI2E~ sino sub-ordinados a los intelectuales. --~ Tamp'oco-"'ñ~lY ·üña·'Jóñiíma~ para desarrollar o
perfeccionar la imaginación, pero, en cambio, puede ser fortificada por las lecturas, el trato con personas imaginativas, la observación detenida y la ejercitación. ..
'1\iIe,mOri -ka memori~es~~ ~ 1 e retener yrecordar. La generalidad de los homlJt'és fieñé' cO'ñ'Ociñiieñtos de muchas más cosas de las que habitualmente recuerda. Es éste un material de gran valor, que, por deficiencia o insuficiencia de la memoria, no se aprovecha. Sin , embargo, la psicología nos enseña que no están definitivamente perdidos. Los datos recogidos en la experiencia cotidiana son alojados en la subconciencia, que en un momento determinado, y mediante la obra de estímulos apropiados, los devuelve a nuestra conciencia. !-a improvis-ª.ción ~íom:J.a~el :recuerdQ._
Un orador de excelente memoria tiene asegu---,.."""""';'~ •. ,,.,.,..,.,,,..,,.,,~~~.,,..,,~"'*".,-""'~ .. "'"~-~¡~
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r~o en cua~ier ITlQ..lJlentQ el manantial de ide: as que puede necesitar paiaelatrornr-t11í15'tiéñ CfisetrrstJ."rs-erTesoto-cret~Cífttdur."'donde"'s~stód'fá'n'1asO>'riquezas que ofrecer~ en su momento. Todo cabe en él: frases, vocablos, citas, imágenes, ideas, pensamientos.
No todos tienen una memoria feliz. Pero todos pueden perfeccionarla, más quizá que la inteligencia, la imaginación o la sensibilidad. Hay varios tipos de memoria, según el órgano en que ésta se apoya. Hay una memoria intelectual. que recoge las ideas y las palabras en general; y hay también una memoria visual, una auditiva, una motor, que retienen las formas y colores, los sonidos, las acciones, respectivamente. El orador bien dotado necesita de todas estas formas, pero la más importante. la que conviene estimular y ejercitar, es la intelectual.
Cualidades morales ~---
Un orador es, ante todo, un hombre. y esto de ser hombre es una gran responsabilidad. Las cualidades morales que adornan al orador tienen decisiva importancia en su carrera. Sucede como expresa un antiguo adagio: se puede engañar siempre a una persona. muchas veces a algunas, pero siempre a todas, no. El orador con fallas morales, pronto será descubierto por el público y repudiado.
El orador, por la seducción que ejerce sobre el público, debe ser un hombre de profunda moralidad. La oratoria es una de las artes que más exige esta condición, precisamente porque el fundamento del poder de convicción radica en el prestigio y la confianza. La antigüedad exigía que el orador fuera un bonus vir, un hombre hones-
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to, y Aristóteles recordaba que el orador persuade por tres medios: la razón. la probidad y la ben~volencia. El público guarda respeto y admiraClon por la virtud. y esto obedece a una razón que la psicología colectiva aclara. El triunfo de la inmoralidad o el demérito es una excepción pasajera en la historia de la oratoria.
Fenel?n ha expresado en una gran frase este reqUIsito de la palabra pública: "El hombre digno de ser escuchado es aquel que no se sirve de la palabra sino para el pensamiento. y del pensa~iento sino para la verdad y la virtud". QuinUhano. por su parte. enumeró las cuatro cualidades principales que el orador debía poseer: probidad. benevolencia. modestia. pru-dencia. .
Los antiguos tratados de retórica enumeran y analizan en detalle cada una de las cualidades morales y. al respecto. son severos en sus exigencias. Algunos tratados modernos también 10 hacen. Todo esto puede resumirse en una sola palabra: carácter. El orador deberá ser un carácter. un modelo humano. si es que pretende erigirse en conductor de sus oyentes.
~s conveniencias o precauciones oratorias --------_. __ . __ . __ .. ----' En el orden de la práctica profesional. convie
ne tomar nota de algunas actitudes directamente relacionadas con el ejercicio de la palabra o cualidades específicas. profesionales diriam~s, que no excluyen. por supuesto, el fondo altamente moral que conviene al orador, en cuanto ser humano y social. A ellas se las, denomina conveniencias o precauciones oratorias. ~::~ª.s-:~nv~en~ prof~Q.!!~les o esp~.!ncas sQn;.~~~oleñCIa:-áuforidaa:'· .ªmbicion. . --,----~~_ ...... -'
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Cada una de estas cualidades tiene su opuesta, que es el vicio concomitante. Bien entendido, el ejercicio de cualquiera de estas cualidades presupone un justo equilibrio que asegure al orador un comportamiento correcto, pero al mismo tiempo efectivo, en el ejercicio de su importante [unción. ~d es lo mismo que la compostura o
fdrmalidad, ys~1lTca:-por éonsigüIente, una actifüCfC1~J1IT$..ªQ!}I~[[f~as·Cir.s.uns~an~aas~~á~I~~2:§..y',.~ª,J,9~L9y'en~~. ~ª _§~,[!~~=a e~
1Wrlua¿i~~e~.()kl'~¿r~d~9á~ó~?~~~;:~u~~~s~~:~ poFerracIo"'serio, grave, responsable. Esto implica una selección de las ideas, los argumentos, las frases, para no caer en la ligereza o la superficialidad. Tampoco se opone la seriedad a la claridad y a la sencillez de la exposición, requisitos que deberán considerarse cuando la mentalidad mayoritaria del auditorio no esté en situación de comprender.
Por la modestia, el orador evitará las posturas de petulancia, o!111!llQ, "pedantería, fatuidad.Estos son vicios que el público ñ'(:)'U)lera ni perdo~ay qu~,,§ermºa~§tQ._~gJº~ g~§@, __ en la ~presión:~eii~ laestimación,"d~_ ... §tm~ ~e...!:.~n Jgualceio"cuidará el orador de nCLCaer. en la Jalsa modestia, porque ésta tampoco es aceptada por "los oyentes y por la sociedad. La falsa modestia es en esencia una forma del orgullo y la vanidad. Hay que permanecer simple, sincero, mostrar las propias condiciones y la sabiduría -si se la tiene-, pero con honradez espiritual. Está reñida con esta condición el falso patetismo, la simulación de pasiones y sentimientos, la teatralidad de los gestos.
La benevolencia supone un especial sentimiento hacia .el público y su capacidad, o hacia nuestros adversarios en el debate. Debe llevarse
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con particular diplomacia la controversia y la oposición de ideas, para no herir ni ofender y, sobre todo, para tratar de comprender, con generosidad y altura, aun las opiniones más ilógicas de los demás. Se debe superar al adversario si es necesario y justo, pero es prudente no avasallarlo ni aplastarlo. En todo momento, tengamos presente que el opositor nuestro tiene derecho a sus propias ideas, y que no siempre una idea errada procede de una mala fe. La benevolencia se manifiesta en comprensión y generosidad para con la ignorancia aj ena, tolerancia para los errores y flexibilidad espiritual para adaptarse al tono mental del adversario u oyente. ~ autºr~dad_ es el sentido interno que cada
orador tiene de su mensaje y de sus conocimientos. Es una condición necesaria para dirigirse al público. ~l públic~, en general, e.§R~E-ª-"~~~R!:e ~1lª-~~~~~._,~_~l.l~_~~da~!-,"ll!g=~§?,2!.~~~iÓ~ ~ sus ~!JgUletudes, una enseñanza a su aescó'nocF--d IDieñto~Eñ1Onces, el orador deberá tener la sufifiente autoridad para atender, a satisfacción, estas req ·s.,~torias en cuanto se presente la oportunida! i se habla en nombre de un grupo o de una sociación, este hombre deberá tener presente que a su autoridad personal, se suma la autoridad del grupo que lo delegalt.La autoridad supone un imperio sobre los d~ás, en el sentido más cabal del término, porque la verdad tiene necesariamente su imperio sobre la ignorancia.
La ambición no es lo mismo que el orgullo. El concepto ambición tiene un sentido noble, y es el de superación de la propia persona, el de ascender siempre en la vida, hacia mej ores y más altos destinos. Es lícita, así, la ambición en el orador, lo mismo proyectada en el orden personal y humano que en el profesional. Distinta de la ambición noble es la concupiscencia, la codi-
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cía irrefrenable de posiciones o de glorias. La competencia limpia es legítima en el hombre, y por ella el orador tiene el derecho de lograr los éxitos que su virtud. su mensaje o sus cualidades le merecen.
El miedo oratorio .-----------_._-----------_._-~
~m,~:~~~~li!~~";Jlt;: "gárita,produce'tráiísplracIoñ:--eYfgenafa m~vi
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riás"'(rabála'~111¡cuíación y la y~!~ que es peói~"'obliU'6IIa"'Ia'~eñ!ª:"'Eñ""iina palabra, es un fenómenopsiqmcó~paralizante. Para comprender y superar este fenómeno tan frecuente en la carrera oratoria. conviene estar advertido sobre al-gunos puntos. ,
El miedo es un fenómeno común en casi todos los oradores, incluso en los más famosos. Lo mismo sucede con los artistas en el escenario. Cicerón mismo consideraba muy feliz al orador que no sintiera erizarse los cabellos ~nte la presencia del público. Juvenal se refirio a la emoción que experimenta quien habla en público, asemejándola a la de quien pone un pie desnudo sobre un reptil.
Pero si el miedo no es morboso y obsesivo, desaparece a poco de comenzar a hablar. ~stides Briand, el famoso parlamentario frances, reéonocía que Jamás pudo abordar un público sin un verdadero malestar ftsico: boca seca, garganta cerrada. manos muertas. Pero confesaba que este estado duraba más o menos el mismo tiempo que el exordio. pues luego volvía a ser amo de sí mismo. "Tener miedo antes de hablar, perderlo cuando se habla, es la marca del buen artista", dice un experto.
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Por otra parte el miedo no está en relación con el número de oyentes y con la calidad del auditorio. Algunos oradores no temen frente a grandes públicos. pero se atemorizan ante un grupo de salón, mientras que otros temen al público grueso de las asambleas públicas, y en cambio se desempeñan a la maravilla delante de auditorios escogidos o académicos. Cada orador deberá discriminar con exactitud cuáles son los públicos y circunstancias que 10 atemorizan, pues de esta manera habrá avanzado un paso en la eliminación de ese temor.
En cierto sentido, la timidez es un signo positivo en el ser humano, pues obedece. desde el punto de vista psicológico, a una especial sensibilidad del alma y, muy a menudo, a una intensa vida interior. Esta condición es preferible a la inconsciente temeridad del ignorante pues, superado el temor, quedará como fondo importante para la oratoria el riquísimo caudal de las intensas experiencias internas.
Hay que poner toda la voluntad y decisión posibles para evitar que el mi~do natural se convierta en manía obsesiva. Esta implicaría una falta de confianza en la propia personalidad y una falla grave de la voluntad. En realidad, cuando un hombre siente que tiene algo importante que decir, que su mensaje es útil, verdadero y valioso, tiene motivos suficientes como para anular el temor inicial y lanzarse en el campo de la oratoria.
¿Existe algún remedio contra el temor oratorio? Si el miedo es el que naturalmente experimenta todo orador o artista que se presenta ante el público, lo hay. Pero en el caso de que este miedo sea terror obsesivo, la solución se interna en el dominio de la psicoterapia. En numerosísimos tratados de oratoria, particularmente en los modernos, se proponen métodos interesantes para
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superar las inhibiciones propias del orador incipiente.
Se parte, por supuesto, de una investigación psicológica del fenómeno del miedo, el que en definitiva se origina en un estado físico de nerviosidad patológica, en un complejo de inferioridad -permanente o transitorio-, en una sobre- . estimación excesiva del propio yo -que lo torna sumamente celoso e intolerante con el mínimo fracaso-, en la falta de suficiente preparación o en la natural reacción que experimenta toda persona al internarse en una situación inhabitual. El orador tiene miedo a olvidarse su discurso, a equivocarse, a promover un espectáculo ridículo, a transmitir un mensaje mediocre y deslucido, a atemorizarse ante el püblico, a enfrentarse con eventos azarosos e imprevistos.
Del análisis de este fenómeno, sus causas, manifestaciones y efectos, se derivan los consejos para vencer el miedo oratorio. De los numerosos métodos propuestos, son especialmente recomendables el de Lew Sarett y William Trufant Foster, expuesto en su tratado Basic principles 01 speech4 y el de Donald C. Bryant y Karl R. Wallace, desarrollado en el libro Fundamentals oJ public speakinif·
Sintéticamente expuesto, el método de Sarett y Foster contiene sugestiones para 1) controlar los signos externos de inestabilidad emocional; 2) hacer un buen uso de las reacciones fisiológicas naturales en el momento de hablar; 3) simplificar la situación compleja de la oratoria; 4) trasladar la atención que el orador se presta a sí mismo, hacia los demás y sus intereses.
43ARETI. LEw y FOSTER. Wn.uAI,{ TRUFAI'IT. Basic principles 01 speech. edición revisada. ps. 52-76. Boston. Houghton. Mifflin Company. 1946.
. 5 BRYAlvr. DONALD C. y WAllACE. KAru. L .• Fundamentals 01 pub/.ic speaking. ps. 60-84. Nueva York-Londres. D. Appleton-Century Company Ine .• 1947.
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Esto debe bace:tse.~a tr.allés d~ 11~9Í2!l.f!.et ,t~a: Elija un tema de .su pro
pia experiencia. Elija un tema que provoque en usted una actitud mental de apoyo. Elija un tema que provoque en usted un espíritu de lucha.
2) ~~ d~ Pr,epare un esquema en que .lªs ide,as ,t<??g~_1!.~a~.L:'o!:~~~~. Escriba completamente las tres o cuarro pnme-ras frases y memorícelas. Escriba completa~ente y memorice las últimas frases. Memorice el esquema tan a fondo que cuando usted cierre los oj os pueda verlo claramente en su totalidad. Lleve su esquema al estrado y si es necesario, colóquelo en el pupitre.
3) Contr;q~ 4Llg.Jr!i~s;lJJJjk(L.~CQ1;P.JlCJJl: Rompa el círculo vicioso de la tensión muscular (el miedo produce temblor y el sentirse tembloroso aumenta el miedo) mediante el relajamiento muscular. ~ lill~~e en su asi~~~~~q~~lar. Relájese en el estraQo:~ una actituQ comoaa en el estrado. Realice algunos movimientos corporales que le alivien la tensión (tome un libro, acomode las fichas, tome un diagrama, escriba algo en el encerado, acomode sus libros de citas, etc.). R~'§J2!!~~honda-menl~ara calmarJa tensión. . """.". .. ,""'"'~,,,.,.
o'. ~~Mo~;'R"1'\.""';r".~,":r,~"-"!:;, .... ,
4) lJ,cs~~"JneI!iCf..~e.§"""",df! sos~!!t: Existen tres actitudes mentales P2:!:~._,~1?~o .. Y§lrse Psico16gfcaiiieñle:~arTaacfífua-'ae' ansia por distribuir (eager-to-shareJ: Cuando tiene para entregar algo qqe entusiasme a su espíritu, el orador tiende a olvidarse de sí mismo; b) la actitud de deseo de combatir (will-to-flfJhtJ: Si el orador se enfrenta al auditorio con decidido espíritu de lucha, tiene grandes probabilidades de' atraerlo; el la actitud de hablar por una causa (speakingJor-a-cause): Cuando el orador habla fuertemente convencido de la bondad de su causa o princi-pios, se toma naturalmente elocuente. /'''''--/
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Sarett y Fuster agregan a este método otros consejos para desarrollar el aplomo: pensar que la anticipación a la turbación es peor que la turbación misma: no hablar sobre las propiq.s aprehensiones: no mezclarse con el público antes de hablar, salvo raras excepciones: recordar que la mayor parte de las catástrofes que tememos no suceden y, finalmente, no avegonzarse de la propia nerviosidad, ya que ésta es una situación normal en el ser humano.
Más importantes, aún, son los métodos de compensación psicológica tendientes a suprimir o sustituir. real o imaginariamente. los propios defectos. La compensación psicológica es el esfuerzo consciente efectuado por el orador en estado de inferioridad para balancear un rasgo o una circunstancia indeseable por otra deseable. atraído intencionadamente. Entre los métodos de compensación recomendados se cuentan estos:
l. Compensación por ataque directo del defecto: El orador hace un esfuerzo consciente y sostenido, enfrentando su minusvalía, hasta destruirla.
2. Compensación por desarrollo de otras virtudes: Si un defecto no puede vencerse directamente, el orador desarrollará méritos en otro sentido: la nerviosidad física puede compensarse con la simpatía, la poca originalidad con una evidente buena disposición de ánimo hacia el público, y así otros muchísimos casos.
3. Compensación por ayuda a otros in.fortunados: Este proceso de ayuda a quienes son más infortunados, fortifica la moral del individuo. Un orador puede tonificarse espiritualmente y recobrar la confianza en sí mismo. si entiende que su palabra sirve al prójimo.
4. Compensación por hallazgo de un puesto de autoridad: Toda persona puede compensar su sentimiento de inferioridad si encuentra en la vida social o en el trabajo un empleo o situación
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en que sean notorios su superioridad y conocimientos con respecto a los demás. Lo mismo sucede con el orador cuando encuentra el tema en que puede desenvolverse con autoridad y éxito. &
5. Compensación por consagración a una cau§t.l f o institución.: MuChOS
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superación dedicán ose a a elensa e una, causa o institución. Esto permite ganar poder personal. social y profesional.
El método propuesto por Bryant y Wallace no difiere sustancialmente del anterior y se apoya en fundamentos psicológicos más o menos semejantes. Comprende estas reglas:
l. Minimizar el riesgo: Recqnocer que hablar en público no difiere mayormente de una conversación en privado. Conocer tanto como sea pOSible' al público. Comprender en la práctica cómo los demás soportan las mismas experiencias. Comenzar la preparación de un discurso lo más tempranamente posible y prepararlo totalmente.
2. Enfrentar el riesgo: Disipar la idea de que el peligro sólo puede ser combatido mediante el aislamiento o la fuga. Reemplazar el miedo por otra emoción (indignación. humor, piedad. simpatía, etc.). Evitar los movimientos de huida y sustituirlos por otros de confianza y equilibrio.
Los tratadistas rechazan en general los estimulantes artificiales, porque con ellos se arriesga más de lo que se puede ganar, y, además, porque su empleo es una manera de eludir el problema y no de resolverlo. En lo físico, se recomienda la respiración abdominal que desconges-tiona y tranquiliza. '
En síntesis, todas las teorías y métodos aconsejan, con mínimas diferencias entre sí, ?D pre-f3el1!.~~,.s!!~~~n.~· el tema y conocer la totalidad de ,los factort~
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·Por último, son auxiliares algunos trucos o estratagemas, como por ejemplo, el de mirar fijamente a una sola persona; suponer que se habla sin público; mirar lo menos posible a la sala dirigiendo la vista un poco por encima de ~lla nunca ab~j o; cerrar momentáneamente los oj os: como h~clendo coincidir este gesto con algún pensamIento de nuestro discurso, y abrirlos sólo ~u~ndo hay~ pasado el temor. No por simple deJara de ser util el humorístico consejo de Joseph Folliet: "En todos los casos, repítase a sí mismo que nadie queda nunca libre del susto. Conviene tomar las cosas con filosofía"6.
6 FOLUEr, JOSEPH. op. cit., p. 28.
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n. ELABORACIÓN DEL DISCURSO
3. LA BÚSQUEDA :PE IDEAS O INVENCION
El tema es el punto de partida de la tarea oratoria. Suele hacerse a menudo distinción entre el tema elegido libremente y el tema impuesto. Este distingo se refiere nada más que a los orígenes posibles de un discurso y de ninguna manera señala una diferencia del trabaj o intelectual en sí, pues la elaboración sigue un proceso común.
El tema
Lo ideal es poder elegir en cada oportunidad el tema de la propia disertación, pero esto no siempre es posible. El buen orador debe estar en amplia .. dispOnibilidatFlÍltelec1uarQe-Sállsta~r~ qiieliiñiemn~"''alefroS:''''Sin'''ehi6aJg'''o'''"convteh~'''tlts-
.... _..,.,,~,,~,·.,,~..,..1t'7-';'.I.~".,..~ .. ""~·. ''''~=? . , , . . -' tinguir esta alspoIDollidad de la charlatanería del ignorante o el audaz, capaces de aceptar irresponsablemente cualquier compromiso oratorio. El sentido moral indicará a cada orador las fronteras de sus compromisos, pues no hay elocuencia posible fuera de la sabiduría y el conocimiento. No se trata, en muchos casos, de tener en el instante mismo de contraer el compromiso la suma de conocimientos totales del tema, sino de estar potencialmente en condición de adquirirlos con profundidad hasta el momento de la disertación.
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Ciertos temas pueden ser afrontados por la generalidad de los hombres. mientras que otros. por su carácter técnico o científico: están reservados únicamente para los especialistas. Similar reserva debe formularse con respecto a la jerarquía del auditorio y la ocasión del discurso. ya que ellos condicionan también al orador. Salvo en el tipo de disertación científica o académica. y otras pocas especies. como la oratoria sagrada o la forense. queda siempre abierta la posibilidad de que un orador interese a su auditorio. porque todo hombre es en sí mismo una permanente instancia de atracción. Todo dependerá del mensaje que tenga para transmitir. de la forma como lo transmita y de la circunstancia en que lo haga.
Contrariamente a la temeridad de algunas personas. están otras inhibidas por falsos prejuiciOS acerca del uso de la palabra. pensando que para hablar en público son necesarios arrebatos pasionarios. inspiración esotérica. exclusividad de algún conocimiento. nivel intelectual óptimo. excelencia insuperable en el dominio gramatical o literario y muchos otros sofismos de perfil vulgar. Todo lo que inhiba o limite la posibilidad expresiva de un hombre debe desterrarse de la conciencia. poniendo en su lugar una exacta y ecuánime valoración de las propias condiciones e ideas.
La frase del poeta romano Horacio. inserta en su Arte poélia. seguirá siendo la mejor recomendación para el orador y el artista: proponerse un asunto al alcance de sus fuerzas y meditarlo largamente. que a quien elige el tema que le conviene. no le faltará ni la abundancia ni la claridad ni el orden l .
IlloMCIO. Arte poética. V. 38-41: Sumite materiam vestlis qui scribitis aequam / viribus ... Cuí leda potenter eri.s res, / nec facundia deseret hunc nec lucidus ardo.
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Etapas de la elaboración
Una vez determinado el tema y compilado el material. debe elaborarse el discurso. Esta tarea se descompone en tres pasos distintos. que en sustancia. son las mismas etapas de toda labor literaria: 1) invención; 2) composición; 3) elocución. Esta división del trabaja literario y retórico proviene de los antiguos griegos y romanos y ha conservado vigencia a través del tiempo.
La invención es la búsqueda y elección de los pensamientos. La composición es el ordenamiento y desarrollo de esos pensamientos. La elocución es la expresión de esos pensamientos me-diante las palabras. , .
Estas tres operaciones son sustancialmente distintas, pero no inseparables. pues muchas veces se encuentra el pensamiento y la expresión simultáneamente. y otras nos ocurren los pensamientos ya ordenados. De todos modos. esta dasificación tiene un valor práctico inestimable. a condición de que no se la interprete con exceso. La mecánica de la creación estética es bastante más complicada que cualquier simplificación didáctica.
La inspiración inicial
La invención parte siempre de una inspiración inicial. Acerca de la inspiración se ha escrito mucho. pero. en última instancia. su naturaleza permanece todavía en el dominio de lo misterioso. lo incomprensible o lo inexplicable. Existen excelentes y cautivantes definicione!5 sobre la inspiración, pero ninguna es completa. En general. es primariamente una idea confusa que se nos presenta al espíritu en un momento determinado y se nos impone con una especie de en-
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tusiasmo que nos seduce y nos domina. Atisbamos, presentimos que esta idea es fecunda, que tiene encerrada en su seno una serie de derivaciones y consecuencias valiosas, y que merece ser aceptada y analizada. Todo hombre puede confirmar en su experiencia cotidiana casos de inspiración, dentro de la actividad en que se ocupa. La inspiración no es patrimonio exclusivo de los oradores o de los escritores, sino que se presenta en el arte, el comercio, la industria, la conversación, y todo otro lugar donde hay creación2 •
La idea inicial de una obra es siempre confusa, amorfa, y por consiguiente debe ser desplegada. Esto presupone un estudio del tema, información y meditación. Es importante darse tiempo para poder hacer estos trabajos: "Por no haber pensado bastante sobre su tema, es por lo que un autor se ve embarazado para escribir", solía decir Buffon. En efecto, las ideas no siempre aparecen en el momento en que las necesitamos. Esto significa que el asunto no está lo suficientemente maduro. Habrá que seguir meditando y esperar a que el tema se tome fecundo. La madurez se logra a veces sin que tengamos necesidad de meditar directamente sobre el asunto. El subconsciente tiene una gran importancia en la invención, y trabaja por nuestra cuenta mientras nosotros dormimos o estamos dedicados a otras cosas. Las facultades psíquicas trabajan por nosotros y.nos dan gratuitamente la solución de muchos de nuestros problemas que en la vigilia nos preocupaban y no podíamos resolver. Se adjudica a un poeta ruso esta expresión: "Yo no sé lo que voy a cantar, pero mi canción está madurando".
2 cr. HAYARAWA. s. l.. Languaje in action; a guide to accurate thinking. reading and writing. Nueva York. Harcourt. Brace and Company. 1948.
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Aunque parezca extraño, esto es así, y puede confirmarlo todo artista, escritor u orador. La inspiración es un fenómeno absolutamente misterioso. No existen, en verdad, reglas sobre ella, ni podrían existir desde que no están conocidos sus detalles. Lo recomendable es estimular la creación por medios indirectos, como ser la lectura de modelos, la observación, etcétera.
La búsqueda de pensamientos
Una vez delimitada la idea esencial del discurso, viene la tarea de buscar la materia· que acompañará a este núcleo primero. lo desarrollará y le dará fuerza demostrativa y elegancia conceptual. En esto los métodos difieren, según la idiosincrasia del autor. Es natural entonces, que cada uno elija el que más se adapte a su personalidad3
•
Algunos oradores suelen escribir primero el plan desarrollado de su discurso y luego giran alrededor de él, tratando de encontrar pensamientos que puedan incluirse dentro del esquema así preparado. Trabajan de esta manera hasta que el discurso queda concluido. Otros, en cambio, no escriben su plan por extenso, sino que trabajan al azar, dando vueltas en tomo al asunto principal, anotan por separado todos los pensamientos que se les van presentando en la meditación, sin orden y a medida que ocurren. Al final buscan un plan que se adapte a la serie
3 Para un estudio detallado del método de trabajo intelectual. pueden consultarse: JEAN GurITON. El trabajo intelectual; consejos a los que escriben. Buenos Aires. Ediciones Criterio, 1955: CHAVlGNY. 'PAUL MARrE V¡CfOR, Organización del trabqjo intelectuaL Barcelona-Buenos Aires, Labor, 1932; SERTILLA.'\IGES, A. D .• La vida intelectual; espúitu, condicio· nes, métodos. Buenos Aires, Sinopsis. 1958: RAMÓN y CAJAL, SAN!1AGO, Tónicos de la voluntad; reglas y constVos sobre investigación científICa. Buenos Aires, Espasa-Calpe Argentina. 1945.
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de ideas encontradas, dándoles una motivación y derivación lógicas. Cualquiera de los dos procedimientos es bueno: todo depende de las preferencias y modalidades psicológicas del orador. A! primero de los procedimientos se le puede adjudicar la ventaja de que permite conducir la reflexión en orden y en forma sistemática, con lo que gana la unidad del discurso, mientras que al segundo se le otorga la excelencia de permitir al espíritu desplegarse con mayor libertad.
No hay inconveniente alguno, por supuesto, en que ambos métodos se apliquen combinados. Puede elaborarse previamente el plan, buscar las ideas que se adapten a su estructura, anotar también las ideas que ocurran y no guarden estricta relación con ese esquema fijado, y reformar finalmente el plan hasta ajustarlo al material obtenido. Si bien el plan facilita el ordenamiento del trabajo, tampoco debe concebírselo como una norma rigida, inflexible, que no permita el agregado o supresión de ideas en el transcurso del desarrollo. En definitiva. éste es el mejor de los métodos y el que mejor responde a la dinámica psíquica.
El testimonio histórico prueba que excelentes oradores han aplicado uno y otro métodos en la invención y búsqueda de ideas. Nada nos obliga. al comienzo del trabajo, a comprometemos con un plan riguroso y severo, que a lo mejor no podemos luego cumplir. Muchas veces, a punto de concluir el discurso descubrimos una idea superior a la inicial. o se han producido acontecimientos que obligan a modificar nuestro primer punto de vista. Insensato sería no tirar al cesto el plan primero y recomenzar la tarea con otra perspectiva que nos garantice un mejor resultado. En materia espiritual. la libertad es una de las condiciones del éxito y resulta triste convertirse en esclavo de uno mismo. La opinión de
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Sertillanges merece cuidadosa atención en este punto: "Componer así. por medio de islotes que se fusionan para formar el futuro continente, hacer preceder el trabajo de organización por una libre inspiración esporádica o, si se quiere, fijar puntos para la curva y multiplicarlos para trazar la línea de un golpe en el momento oportuno, es librarse de la fatiga de una composición ob.ligatoria y de la ansiedad que provoca la página blanca: es asegurarse el trabajo creador"4.
¿Cómo encontrar ideas? ¿Dónde buscarlas para nuestro discurso? Ha llegado uno de los momentos más decisivos de nuestro trabajo. Las fuentes de ideas son muchas y es saludable tenerlas presentes para contar con ellas en el ins-tante preciso. .
Los más famosos retóricos y preceptistas se han preocupado intensamente de encontrar recursos y procedimientos que beneficien la labor de creación intelectual. En general. el acto creador proviene siempre de un antecedente, y a ellos conviene acudir para nuestro objeto. Las principales fuentes de información son: 1) la cultura propia; 2) las lecturas; 3) la observaCión; y 4) la reflexión e imaginación.
La cultura propia. - Cicerón ha dicho: "El fundamento de la elocuencia. como el de cualquier otra cosa, es la sabiduría". Evidentemente, toda comunicación espiritual con el prójimo presupone un conocimiento previo. personal, del mensaje que deseamos transmitir. En el precepto ciceroniano, la palabra 'sabiduría' no Significa un conocimiento radical y supremo de las cosas, sino lo que en castellano entendemos por 'saber' o 'buen sentido'. Si así no fuera. quedaríamos excluidos del uso público de la palabra la gran
4 SERIlUA.'liGES. O. P .. op. cit .. p. 300.
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mayoría de los seres mortales. Todo ser humano, sin necesidad de ser sabia, puede tener un mensaje interesante que transmitir a sus sem~jantes, aun sobre los hechos aparentemente mas nimios e insignificantes, como un viaje, una noticia, o una experiencia vital cualquiera.
La cultura propia está constituida por el conjunto de conocimientos que se tiene de. las cosas, las personas y los hechos. Pero fehzmente, no es sólo esto. Cultura es mucho más que una simple acumulación de datos obtenidos en los. libros, o sea lo que habitualmente se deno~a 'instrucción'. Una persona puede ser muy mstruida y tener poca cultura, si los conocimien~os obtenidos en las aulas o en los libros no han SIdo asimilados humanamente, si no la han provisto de una concepción acertada de la vida. si no la han habilitado para la percepción de los hechos históricos, sociales y humanos, si, en definitiva, no la han convertido en un ser amplio, comprensivo, inteligente, bondadoso. La experiencia vital nos enfrenta día a día con estas dos clases de personas, que podríamos llamar librescas y vitales, para diferenciarlas. Todos conocemos a personas de escasa o mediana instrucción, pero que en punto a este tipo de cultura son superiores a muchas dotadas de un gran equipo intelectual.
Esto no es, por supuesto, una invitación a la ignorancia. Sólo significa que, desde el punto de vista oratorio, la cultura es más valiosa que la instrucción. Son innumerables las ocasiones en que una sola idea, pero fecunda en ~~licac~ones, sugerencias y contenido, se concilia mejor con la elocuencia que una retahíla desconcertada incoherente e inarmónica de ideas o noticias. Es' preferible, en este campo, una sola idea profunda antes que varias superficiales. Esto senala una opción entre dos posibilidades, de la cual queda naturalmente descartada la ignorancia.
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El cultivo del espíritu es arduo, constante y paciente. Se llega a él por el sacrificio y el trabajo, lo cual demanda un sistema de vida bien orientado y consciente de sus objetivos. Esta fuente espiritual aportará a cada instante un v~ lioso sustrato de ideas por la íntima trabazón que/ ~ la conciencia hace de unos datos con otros. Repetimos la famosa fras~ del filósofo norteameri~ano Emerson, que aclara este panorama: "Todo hombre que quiere hacer bien una cosa, debe descender a ella de más alto". El fulgor de la palabra está en la íntima conexión con la cultura de cada individuo. Un hombre superior será, por natural gravitación de sus antecedentes, más atractivo que uno vulgar, a condición de que esta superiOridad lo sea real, sustancial y no aparen-te, externa o superficial.
Las lecturas. - La lectura debe considerarse como una de las mejores fuentes de información. Toda sabiduría está en los libros, y en ellos se contiene la suma de conocimientos disponibles de la humanidad. El hábito de la lectura es la mejor práctica intelectual, pues favorece la creación de pensamientos, activa las facultades espirituales, orienta la constitución de nuestro fondo ideológico y nos ahorra tiempo en la formación persona15 •
Es común que los escritores, antes de escribir, se acerquen a la literatura para encontrar inspiración e ideas: "La lectura es el gran secreto. Lo enseña todo, desde la ortografía hasta la construcción de las frases", dice Albalat6 • ¿Qué se debe leer para obtener provecho? Esta cuestión
5 Sobre métodos para el aprovechamiento de las lecturas pueden consultarse: FAGUET. EMILE. El arte de leer. Buenos Aires. El Ateneo. 1951 y CASTAGNlNO. RAÚL H .• Perspectivas de la lectura. Santa Fe. Instituto Social de la Universidad Nacional del Litoral. 1958.
6 ALBALAT. ANTaINE. El arte de escribir y lafonnación del estilo. Traducción de Luis Castillo. 2' ed .• p. 30. Buenos Aires. Atlántida. 1949.
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ha motivado distintas respuestas. En primer lugar, es aconsejable la lectura de autores y temas que estemos en condiciones de asimilar, es decir, de incorporar a nuestra vida. Luego, conviene leer autores de distinta posición para conocer los puntos de vista ajenos. Toda ideología comporta una toma de posición, y su defensa presupone necesariamente el conocimiento de las ideas opuestas. Por último, leer a los maestros. La bibliografía moderna es tan abundante en títulos y autores, que no cabe otra solución que seleccionarlos. Es muy útil seleccionar autores de gran responsabilidad científica, moral y artística, y no perder el tiempo con segundones o tercerones. Generalmente, estos proceden de aquéllos, y es sensato saltearlos para ir directamente a las fuentes. .
Disienten los tratadistas sobre si conviene leer muchos o pocos libros. Por supuesto, cuanto mayor sea la lectura hay más probabilidades de sabiduría. Pero tampoco debe creerse que la abundancia de lecturas sea suficiente para dar de por sí la sabiduría. La asimilación y el provecho de las lecturas está en relación directa con la inteligencia y sensibilidad del lector. La lectura indiscriminada, difusa y sin método, por abundante que sea, es improductiva. Debe, pues, leerse con sistema y criterio selectivo.
La lectura de un solo autor o de pocos es perniciosa, pues se corre el riesgo de perder amplitud y profundidad en el pensamiento. Timeo hominem unius libri, dice un antiguo adagio. Se corre además el riesgo de imitarlo inconscientemente y convertirse en un esclavo de él. Debe leerse con espíritu crítico, es decir, con independencia de critero y disposición inquebrantable de someterlo todo a la meditación, al análisis y a la comprobación.
Conviene, asimismo, supeditar las lecturas a nuestra finalidad. Hay autores que son útiles
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para la formación intelectual; otros son valiosos únicamente por su estilo y, finalmente, existen quienes pueden enseñarnos lo mismo en materia de fondo que de forma.
La mej or manera de aprovechar las lecturas es tomar apuntes o hacer fichas. El enciclopedismo de cualquier especialidad, en el mundo moderno, exige una portentosa memoria. Pero ésta requiere sus auxiliares. Leer sin tomar notas es como no leer. En poco tiempo las urgencias de la vida nos harán olvidar lo leído, si no hemos tomado notas. La ficha, por otra parte, permite recordar en pocos minutos una lectura que de-, mandó días enteros y pone a nuestra disposición, en el acto, las enseñanzas de todo libro. "La verdadera memoria consiste no en recordar, sino en tener a mano los medios de volver a encontrar", dice Albalat.
La forma más simple de tomar notas es hacerlo en las mismas páginas del libro, en los márgenes, en las páginas en blanco o cualquier otro lugar disponible. Resulta un recurso eficaz también el subrayado de los pensamientos capitales y la subdivisión del texto en párrafos, mediante el agregado de signos, palabras o números convencionales. Este sistema tiene el inconveniente, en cambio, de no ser sistemático, pues en cada caso tendremos que disponer del libro y repasarlo. La ficha, en cambio, permite que se las agrupe en grupos por temas, autores, pensamientos, etc., con lo que se facilita su empleo en cualquier momento.
Las fichas conviene hacerlas con cartulina, ordenadas por orden alfabético de autores, por temas, por materias, por nacionalidad, o de acuerdo con cualquier otro criterio que resulte útil al lector. El hombre culto moderno las usa, y en ellas se apoya la erudición. Se pueden resumir libros, recoger pensamientos importantes, copiar
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citas, seleccionar frases famosas, codificar artículos y publicaciones sobre un mismo asunto, y en fin, ensamblar cualquier información dentro de un conjunto, de modo que su empleo sea factible en el momento oportuno.
Es recomendable hacer las fichas a medida que se lee o inmediatamente después de la lectura, antes de olvidar nada. Para esto son aconsejables diversas técnicas, pero, repetimos, cada autor deberá valerse preferentemente de su propio criterio de acumulación, de acuerdo con los fines de su estudio.
La observación. - Uno de los medios recomendables para obtener información y datos sobre las cosas, fuera de los libros, es la observación del mundo que nos rodea. La realidad es uno de los más grandes maestros. Se ha dicho que el que sabe más cosas y las sabe mejor, es el que mejor ha sabido observar y escuchar. El espíritu menos sagaz y agudo, a fuerza de mirar con inquietud a los hombres, de fijar su preocupación en los sucesos y hechos del mundo, de prestar atención a la naturaleza, acaba por disponer de un buen equipo de conocimientos. Hay que tener presente que toda ciencia deriva, en gran parte, de la experiencia, pues la ciencia no es en definitiva, más que una codificación de los datos que nos ofrece el mundo que nos rodea.
En muchas materias, la capacidad de observación es más importante que la misma lectura, sobre todo cuando el tema es concreto, particular y delimitado a un lugar o asunto. La capacidad de observar puede afinarse mediante la práctica y la comparación sistemática de unas observaciones con otras. Al cabo de un tiempo se logra una agudeza perceptiva que nos extraña y sorprende. Este entrenamiento supone el respeto de algunos requisitos que nos preserven de
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errores. Ante todo es necesario ser objetivo, esto es, interpretar los hechos observados según son ellos mismos y sin que los interfieran nuestras propias ideas, opiniones o pasiones. En segundo lugar, la observación tendrá que ser directa. inmediata y asidua, con lo cual se evita una falsa o deformada comprensión. La eficacia del resultado de la observación guarda relación con la cantidad de observaciones efectuadas sobre un mismo hecho o asunto. Por último, la observación debe ir a lo esencial, sustancial y determinante de los hechos y cosas, y no a lo superficial, accidental, accesorio o variable.
La experiencia propia de las cosas tiene un imponderable valor en oratoria, ya que el tono personal de la exposición y las propias opiniones individuales sobre las cosas son más atractivas e interesantes, para el público, que las meras generalizaciones librescas o pensamientos vagos o impersonales.
Dentro del orden de la observación tienen especial importancia la asimilación de las experiencias u opiniones ajenas, obtenidas mediante el diálogo y la conversación. El hombre inteligente pregunta más de lo que habla, y así se convierte en un receptor rápido de sabiduría ajena. En síntesis, la observación está fuertemente trabada con la vida y la verdad.
La reflexión e imagÚ1ación. - Los datos e informaciones que se obtienen por las lecturas y la observación no son suficientes para el completo dominio de un asunto. Se impone luego la propia reflexión sobre ellos y el empleo de nuestra capacidad imaginativa, para descubrir las relaciones que tienen nuestros conocimientos y nuestra experiencia con ellos, y sobre todo, para organizar esos datos de manera que formen un conjunto sistemático y coherente de ideas.
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Toda palabra o idea despierta en nuestra conciencia y subconciencia una serie nueva de ideas, de emociones, de tendencias, que dan un contorno personal a esas ideas adquiridas y permiten la manifestación de nuestra íntima individualidad. La reflexión fortifica el espíritu, descubre aspectos insospechados en los pensamientos y las cosas y relaciona lo conocido con lo nuevo. Se facilita así la expresión de nuestro yo. La meditación habitúa el espíritu al método, lo aguza en el descubrimiento de relaciones y, sobre todo, lo acostumbra a centrarse sobre un asunto y resolverlo, evitando la dispersión, la ilogicidad y la incoherencia.
Por medio de la imaginación, proveemos un alma a las cosas, damos forma sensible a lo abstracto y concebimos situaciones, hechos, objetos y formas que hacen interesante nuestra exposición. La imaginación tiene un lugar importante en el discurso, sobre todo porque da realidad a nuestros pensamientos, les confiere colorido, vivacidad, realidad, y toca la sensibilidad del auditoriQ.
La ciencia de hablar no estriba únicamente en la imaginación, o sea en la creación de imágenes, pero ésta la nutre sustancialmente de formas ricas, atrayentes y demostrativas.
Los lugares comunes o tópicos
Por más que la invención no sea un procedimiento mecánico de encontrar ideas y requiera sobre todo un auténtico proceso creativo del orador, es posible, de alguna manera, servirse de técnicas que ayuden a la creación.
Los antiguos retóricos, cuyas enseñanzas estaban dirigidas específicamente a la instrucción de oradores. llegaron a establecer una serie de pun-
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tos de vista, desde los cuales el orador podía . considerar el tema de su disertación. Desde aquellos tiempos de la antigüedad griega y romana, se los llama tópicos o lugares comunes. Más propiamente, pueden ser considerados como aspectos principales de todo asunto. Su validez, por supuesto, no es la de un dispositivo para inventarlo todo, sino la de una ayuda para recordar todo cuanto conviene saber de un tema. Algunos tratadistas no le reconocen más valor que el meramente mnemónico, o el de estimulante de la invención.
Los principales lugares comunes o tópicos son: definición, partes, género y especie, causa y efectos, atributos, semejanzas y, desemejanzas, relaciones y contrarios.
l. La definición señala la esencia de las cosas o personas.
2. Las partes de un objeto son los elementos que lo integran.
3 y 4. El género y la especie señalan, respectivamente, las cualidades que una cosa tiene de común con otra de mayor o menor ámbito.
5 y 6. Las causas son los motivos o antecedentes que originan algo, lo mismo en lo físico que en lo moral, y los efectos son las consecuencias de un fenómeno o actitud.
7. Los atributos son las cualidades de un ser.
8. Las semejanzas y desemejanzas enseñan a qué cosa se parece o de cuáles difiere un objeto.
9. Las relaciones señalan las cosas o hechos con los cuales guarda cierta vinculación el objeto tratado.
10. Los contrarios indican lo que se contrapone a una cosa, objeto, persona o cualidad.
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Además de lo anterior, deberán tenerse en cuenta en un discurso las circunstancias, que tienen un gran valor, y que son uno de los grandes recursos de la oratoria. Las principales circunstancias de una cosa o hecho son las de persona, lugar, tiempo, modo, medio, etc., que anteceden, acompañan o siguen a una cosa o persona. Tratándose de personas, esas circunstancias son nombre, nacimiento, familia, fortuna, situación, costumbre, inclinaciones, talento, herencias, etc. Cualquiera de las otras circunstancias puede ser análogamente discriminada.
Para desarrollar, pongamos por caso, el tema "La novela"; podría expresarse que es la narración en prosa de un hecho real, ficticio o combinado (definición); que en ella, como en las demás obras literarias, hay un fondo o asunto y una forma o estilo, y el suceso se presenta a través de la exposición, nudo y desenlace (partes); que pertenece al ámbito de la literatura narrativa en prosa (género) y puede ser pastoril, picaresca, de caballerías, bizantina, histórica, de aventuras, satírica, de costumbres, social, sentimental, romántica, epistolar, psicológica o policial (especies); que se origina en la necesidad íntima de todo escritor de causar placer o comunicar un mensaje apelando al gusto de los seres humanos por ver reproducida la vida (causas) y que repercute en la formación de hábitos, costumbres y modos de ver, pensar y sentir de la sociedad (efectos); que deben intervenir personajes atrayentes, pintarse pasiones, costumbres e ideas, ofreciéndose así un panorama inventado, copiado, mejorado o rebajado de la vida, pero siempre con valor estético (atributos); que guarda cierta semej anza con la epopeya, el drama y el cuento (semejanzas); y se aparta esencialmente de la poesía lírica (desemejanzas); que participa en algunos casos de la sociología, la historia y la psi-
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cología (relaCiones) y que de ninguna manera puede estar compuesta en verso (contrarios).
Esta disertación podría completarse citando a grandes novelistas, como Cervantes o Dostoyevski (personas), o señalando la evolución del género novelesco a través de la historia (tiempo) o de los países (lugar). o analizando el fenómeno contemporáneo de la extraordinaria predilección por las obras novelísticas (modo), o, si se considera oportuno, haciendo la semblanza de un novelista célebre, de quien podría relatarse su vida, familia, inclinaciones, situación, talento, etcétera.
Si bien se mira, se comprenderá que los lugares comunes son el repertorio de aspectos posibles de todo tema. Su empleo en el desarrollo de un tema cualquiera presupone el conocimiento exhaustivo de dicho tema o asunto. En la práctica, podemos asimilarlos a una lista de subtemas que deben conocerse acerca del asunto tema principal. Se ha dicho, con razón, que su utilización puede ser instintiva o sistemática, pues en el fondo están fundamentados en la lógica del pensamiento humano.
Roustan ha escrito a propósito de estos lugares comunes: "Estos instrumentos no nos servirán siempre para todos los asuntos; nosotros mismos podremos intentar hallar otros y hasta es de desear que así lo hagamos ... De todos modos debemos reconocer que la investigación metódica es siempre más fecunda que una exploración vagabunda".
La elección de pensamientos
A medida que nuestra cultura, las lecturas, la observación, la reflexión y la imaginación proveen materiales para nuestro discurso, debemos anotarlos para no olvidarlos, dentro de un orden
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o un plan más o menos primario. Sin embargo al repasarlos. comprendemos que no todos son aprovechables en nuestro trabajo, sea porque resultan inconvenientes para la ocasión o auditorto, porque carecemos de demostración suficiente para ellos, porque se salen del cuadro, del tema o por cualquier otro motivo. Resta ahora efectuar una selección de los pensamientos que habremos de emplear.
En principio, podemos hacer una selección de lo que diremos y de 10 que dejaremos de decir, abstrayéndonos de la ordenación que habrán de tener en definitiva en el texto del discurso. Para esto. es necesario tener en cuenta ciertos principios muy útiles.
Por de pronto, el primer criterio de selección es desechar las ideas, aun las más atractivas y efectivas, que no se ajusten a los fines y al tema de nuestra disertación. El sacrificio de ideas y frases bellas es tarea ingrata para el orador y el escritor, pero más vale perder una hermosa idea o dejarla para otra oportunidad, que decirla fuera de ocasión. Nada debe decirse en un discurso que no sirva a los fines que nos proponemos. Esta eliminación debe desechar todo 10 que desborde, ensanche o alargue inútilmente el discurso, y además, todo aquello que no aclare la inteligencia del público, no cautive su imaginación, no toque su sensibilidad. Con ello se logra dar al discurso claridad conceptual y unidad. "Quien no sabe limitarse. jamás sabrá escribir", ha dicho un preceptista y lo mismo puede afirmarse de la expresión oral. El sobreexceso es fatigante, y en esto de hablar ante un auditorio, es preferible pecar en menos que en más. Los discursos cortos son mejor recibidos que los largos, y esto 10 sabe hasta un escolar. Elección es exclusión.
El segundo criterio selectivo es discernir lo principal de lo accesorio. En cada una de las
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partes del discurso debe ponerse sólo lo esencial, la idea central, capital, el hecho principal, la idea dominante, dejando lo demás fuera del texto. Los detalles oscurecen la claridad del texto, aletarg~ la duración y complican innecesariamente la es::: tructura, provocando en el oyente una impresión
. de desorden. La demasía de ideas es contraproducente en oratoria, pues entonces la elocuencia toma el carácter de desfile interminable y agota la capacidad de atención del oratorio.
Por último, la selección debe realizarse teniendo siempre presente el auditorio, pensando en las almas a las cuales tenemos que dirigirnos. Debemos poner en nuestra boca, únicamente aquellas ideas y frases que nl}estros oyentes comprenderán y celebrarán. aquellas que conmoverán su espíritu y provocarán el aplauso celebratorio. aquellas que hablarán a su intimidad anímica, a sus gustos, sus opiniones, sus anhelos, sus esperanzas y su vida. Una bella idea o una frase estética no son válidas para cualquier auditorio ni para cualquier ocasión. Rechacemos todo cuanto no conduzca a nuestros fines oratorios.
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4. LA ORGANIZACIÓN DE LAS IDEAS O COMPOSICIÓN
Una vez reunidos los materiales del discurso y seleccionados los que habrán de emplearse, hay que ordenarlos y distribuirlos del modo más adecuado a nuestros fines. A esta tarea se la denomina composición o disposición. Esto es más importante que lo que pudiera suponerse de primera impresión, pues el orden es uno de los elementos indispensables del buen discurso. La gran regla aquí, es que cada parte de la obra ocupe el lugar que conviene a su importancia y no otro.
Se trata, pues, de disponer de cada parte del discurso de acuerdo con su importancia relativa, derivación e interés en la forma más perfecta posible. Este trabajo requiere cálculo y aplicación sutil de la inteligencia, pues un buen pensamiento puede ser inutilizado por una incorrecta colocación. Hay que organizar todo de modo que resulte un encadenamiento natural y lógico, un ensamblaje perfecto. En suma, la composición es el desarrollo natural de la idea primera, beneficiada por el conjunto de elementos esenciales que ha suministrado el trabajo de invención. Buffon decía acerca de esto: "Para escribir bien es preciso poseer plenamente el asunto; hay que reflexionar bastante sobre el mismo para ver cla-
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ram ente el orden de los pensamientos y formar con ellos una serie. una cadena continua. cada uno de cuyos eslabones representa una idea ......
La composición no puede ser capriehosa ni arbitraria. Por el contrario, debe responder a una lógica interna del pensamiento esencial, o sea que el ordenamiento de las ideas debe respetar la naturaleza íntima de los hechos y de las cosas. en una palabra. y atenerse a su orden propio. El orador no puede imponer a su antojo el desarrollo de un discurso, so riesgo de fracasar. Nada hay violento en el mundo de la inteligencia y del arte. La estructura de un discurso tiene las mismas exigencias de cualquier otra obra humana o natural; proceder por etapas necesarias. Dicho con palabras de Fenelón, esto significa: "Todo autor que no da orden a su discurso. no posee suficientemente la materia ......
Requisitos de la composición
La composición de un discurso debe cumplimentar tres requisitos ineludibles: la unidad. la variedad y el movimiento. Por el primero de ellos, la obra debe tender, en su totalidad, a un solo fin y no separarse de él. Por el segundo, este fin debe ser beneficiado por una cantidad tal de elementos que evite la monotonía. Y por el tercero, el discurso debe marchar inexorablemente a su fin.
El buen orador será intransigente y severo en el cumplimiento de estas condiciones, porque atañen a la naturaleza de toda obra de arte. Horacio se ha burlado de quienes no respetan esta exigencia intrínseca del arte, y terminan pintando monstruos: cabeza de mujer, cuello de caballo. busto de animales diversos. revestido de plumaje, y cola de pescado. Los remiendos literarios
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y oratorios han sido ridiculizados desde la antigüedad.
Componer un discurso es formar un organismo total. con armonía. simetría. donde los elementos estén organizados. articulados realmente unos con otros, y no meramente amontonados o agregados. La forma de lograr esta composición es teniendo siempre presente el conjunto del dis- , curso, al cual debe subordinarse cada parte. El trabajo es similar al del pintor que, cuando pinta cada una de las zonas de su tela. tiene presente cómo resultará el conjunto que ha imaginado.
Para esto debe seguirse una política de subordinación de lo secundario a lo importante o. lo que es lo mismo, suprimir lo superfluo. lo redundante, lo embarazoso. lo inútil. aun cuando sean bellos fragmentos. La visión <;lel conjunto y del objetivo debe presidir esta tarea de organización. Las ideas dominantes y las finalidades de nuestro discurso deben estar al fin de la pieza oratoria y no en otra parte. Para comprender esta exigencia, recordemos la frase del P. Lacordaire. quien decía que hacer un discurso es abrir un pozo y llenarlo.
El discurso debe tener además un movimiento de las ideas, una acción interna que lleve todos los elementos hacia el fin previsto. Elegido el rumbo y la meta hacia la cual desearnos llegar, todo debe converger a ella. en continuo movimiento de ideas, sin descanso. en marcha continua. No significa esto que el discurso deba ir rá": pido, sin pausas ni reposos, sino que todo el texto debe tender implacablemente al fin. apuntar hacia él. como un caudal de agua que se vierte en el mar.
La lentitud de las desviaciones de ese objetivo retardan la marcha de la obra. desvían la tensión del público y hacen perder el interés. El discurso debe marchar siempre hacia adelante. Esta
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marcha no deberá ser tan evidente que revele la intención del autor y la estructura mental de su discurso, pues un poco de misterio es necesario para avivar el interés. Cuando el oyente ha advertido desde temprano adónde vamos, nuestro discurso está perdido. Finalmente, tampoco trasuntemos apuro en llegar al objetivo, pues el público responderá a esta inquietud con otra similar.
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Para conseguir estos resultados, hay un solo expediente: trazar con anticipación un esquema o plan de nuestro discurso. ''Todo depende del plan", solía decir Goethe, y en esto nadie lo ha refutado, ni podría hacerlo. Un buen plan es la base más segura de una buena ejecución. Para escribir o hablar hay que atenerse a un plan previo, como en toda 'tarea. El análisis de los mejores discursos de todos los tiempos permite la descomposición del texto en un esquema. Éste es el que hace que en el discurso no falte ni sobre nada y que los elementos guarden entre sí . un equilibrio.
L,as ventajas d~J~!~!}-LJ~!~E_. meditado, pue,g~!:sintetizarse así: ~l.I?~ite coTocar en un or_2~ri-~[e(l!ªº_QjQdQ§JQ~ ~1~meni2§-;'$e~S~Eg!:!Iª.!..E~J,ª~,9E. Y. ... °El~ti"9.i.lJ1J?ri.s~~r~1 Q]yido ~ q,~~,~I~UL~ irnI2o}1qg!~~ .. ~!!~a~!~~ ~l~arrOITo del discurso y facilita la unidad artística Y:!º¡l~~(:1ErI~~!§~:~[gª~raiitiZaTa~'craHcraa Y la comprensión or arte deI'aúaífOrlo:''''~~ .~. ~"~ .. ' , .. ",. "J?r_~".,:Q_, .• _".· . ,., '._"~'.'~,~._.~'
--"ACerca del momento más oportuno para trazar el plan, no hay ninguna opinión de validez absoluta. Lo importante es hacerlo en algún momento, pero dotado de tal flexibilidad que permita ir ajustándolo paulatinamente, a medida que toma
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c~erpo el trabajo. En la práctica, la operación de busqueda y elección de ideas y de elaboración del plan suele hacerse a veces simultáneamente pues una idea hallada nos sugiere su ubicació~ dentro del plan y viceversa, la necesidad de completar un paso del plan nos sugiere el pensamiento que falta.
El procedimiento más aconsejable es trazar primero un plan previo y provisional, un esbozo aproximado de lo que tenemos que decir y, luego de acumuladas las ideas, ajustar el plan primero a los elementos disponibles. De esta manera, nuestro trabajo sigue en todo momento un orden y un sistema.
Algunos oradores no se siIven· de plan alguno. Una vez conocido el tema de su disertación, comienzan a esbozar ideas, según les vienen a la conciencia, y agregan aquí, quitari allá, cambian esta frase, amplían aquella otra, y así, a tanteos, llegan hasta el fin. En esos casos, la marcha del discurso está expuesta a innumerables peligros, que sólo algunos oradores de excepción logran evitar.
Las partes del discurso
Los antiguos y también los modernos han escrito mucho acerca de la división ideal de un discurso. En general, todos han dado capital importancia a la división del discurso. Cicerón 10 dividía en exordio, proposición, confirmación, refutación y peroración. G. V. Vico reprodujo con leves variaciones la división de los antiguos, sosteniendo que el discurso debe dividirse en exordio, narración, proposición, confirmación, confutación y peroración.
Los modernos, más prácticos y menos amigos de las clasificaciones nominales, han convenido en
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que el discurso. como toda cos~ natural. tiene un principiO. un medio y un fm. Angel Majorana .10 dice con expresión feliz: "Hacer un buen exordIo; desarrollar el argumento según las diversas maneras que exijan éste. las circunstancias y el ambiente; sentar una conclusión eficaz"!.
Resulta superfluo insistir en las sutilezas de los retóricos antiguos sobre la división. Es suficiente que un discurso tenga una introducCió~ .(0 exordio). un cuerpo (b medio) y una concluslOn (o peroración), y que. de acuerdo con una norma apoyada en el sentido común. primo ne me~ium, medio neo discrepetimum, o sea que el medIO no discrepe del principiO ni haya discrepancia entre el fin v el medio. Dos de ellas son por lo menos imprescindibles, de acuerdo con el precepto de Aristóteles. pues "necesariamente hay que exponer un caso y luego demostrarlo"2.
No debe olvidarse que las distintas clasificaciones tienen carácter erudito y provienen de épocas muy dadas a las sutilezas abstractas. Algunos tratadistas han criticado .las d~visiones clásicas, con razón unas veces, sm razon otras. Lo cierto es que a pesar de las frágiles casillas de la retórica clásica, los oradores antiguos nos han dado excelentes piezas oratorias, como las de Demóstenes y Cicerón, por ejemplo, de lo cual es lícito inferir que las divisiones no asfIXian de ninguna manera el talento del hombre: Pero inversamente, los modernos tienen en su haber tan magníficas piezas como los clásicos, y ellas han sido compuestas sin sujeciÓn a las divisiones clásicas, de lo cual podemos deducir, con el mismo derecho, que tampoco ellas son estrictamente necesarias para producir excelentes discursos.
1 MAJORA.'iA, Á"GEL. Arte de hablar en público. Trad. Francisco Lom'
bardía. p. 151. Madrid. La España Moderna. s. f.
2 ARIsróTELES. Arte retórica.lib. m. cap. XIII. pár. 1.
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En realidad, uno y otro sistema tienen ventajas e inconvenientes, pues si por una parte las divisiones encaminan al orador, 10 orientan, 10 conducen y le impiden desviarse o perderse en su camino, por otra se corre el peligro de coartar, con normas convencionales, la libertad de movimientos del orador. Lo más aconsejable -lo prueba la experiencia- es seguir una división previamente efectuada y estudiada, por 10 menos durante la gestación y preparación del discurso, y en el acto de pronunCiarlo, estar dispuesto en cualquier momento a romper con esta obligación creada por nosotros mismos, si la ocasión, el auditorio, o la aparición súbita de nuevos e inesperados pensamientos, nos revelan la necesidad de seguir un rumbo distinto al fijado. Libertad dentro de la ley, podriamos decir con esto. Los tiempos modernos han introducido la libertad en la oratoria, y bien está que nos sirvamos de ella cuando de su usufructo pensamos obtener beneficios. Por extraordinaria traemos al caso una frase de Paul Valéry, citada por el P. Sertillanges: "Hay dos peligros que no cesan de amenazar al mundo: el orden y el desorden"3. Tengamos por válida esta magistral afirmación en la preparación de nuestros discursos.
Hay casos en que la división clásica es útil, y otros en que su aplicación seria ingenua y ridícula. No se puede imponer, pues, al orador, ninguna regla, y debe dejárselo en libertad para que en cada ocasión, y frente a cada tema, decida con su criterio el mejor método, pero recordando que si decide prescindir del plan, en el sentido riguroso del término. no podrá sin embargo prescindir del orden4
•
3 SERllLLA1IIGES. P .. op. cit .• p. 329. 4 RICHARD C. BORDEN propone una división psicológica basada en las
cuatro etapas de la reacción de todo oyente: 1) ¡Eh! (Ho hum!): 2) ¿A qué viene eso? (Why bring that up?); 3) ¿Por ejcmplo? (Vor instance?J; 4) ¿Y a mí qué? (So what?J. (CL Public speaking as listeners like itI. Nueva York. Harper Brothers. 1935).
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Una disertación sobre "El libro y su destino", por ejemplo, podria desarrollarse de acuerdo con este plan:
INTRODUCCIÓN:
1. El hombre primitivo: ignorancia y aislamiento.
2. La necesidad de la comunicación: nacimiento de la escritura y la imprenta.
CUERPO:
1. El libro y el mejoramiento social: a) atenuación de las diferencias sociales b) nacimiento de la opinión pública c) ruina de los despotismos: la democracia d) la industria editorial y la creación de
nuevas fuentes de trabajo.
2. El libro y la difusión de la cultura: a) la sabiduría al alcance de todos b) internalización de la ciencia, la técnica y
las artes c) instrumento esencial de la escolarización
contemporánea.
3. Los vicios del libro:
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a) la difusión de ideas malsanas y perniciosas
b) la literatura pornográfica, sensacionalista y mercantilizada
c) la depravación de los gustos y costumbres
d) el envilecimiento de algunos autores.
CONCLUSIÓN:
l. El libro contemporáneo está frente a una encrucijada. ~
2. Debemos bregar por un destino de sabidu- /' ría, belleza y verdad. .&
Este plan admite un desarrollo mucho más ' analítico e, inversamente, puede sintetizarse también. Todo dependerá de lo que el orador desee decir. Pero en él se puede apreciar el esquema típico de una disertación:
1. INTRODUCCIÓN: 1 ........................................................ .
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n. CUERPO: 1 2 3
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III. CONCLUSIÓN: 1 ....................................................... ..
La introducción o exordio
El principio de toda cosa tiene una importancia capital o, como lo decía Aristóteles, "el comienzo es más que la mitad del todo~. En oratoria, las primeras palabras tienen una influencia decisiva, pues provocan la primera impresión del auditorio. Hay una razón psicológica para que esto sea así: la espera crea en el oyente un esta:" do especial del alma que se exacerba por, el silencio. El público calla y atiende: las primeras palabras provocan un clima de atención y expectativa, y el público espera interpretar al conferenciante, adivinarlo, juzgarlo para ver si satisfa-
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rá o no su inquietud intelectual. Si el orador atina a decir lo adecuado, rompe esa inquietud mezclada de desconfianza y conquista al auditorio para todo el acto. El exordio es el puente que el orador debe tender entre su alma y la de los oyentes, para establecer así la comunicación.
Los antiguos tratados de retórica distinguen cuatro clases de introducción o exordio:
l. Exordio ex abrupto.
2. Exordio por insinuación.
3. Exordio directo.
4. Exordio pomposo.
El exordio ex abrupto es una entrada inesperada, brusca y categórica en el tema, con el objeto de impresionar hondamente al auditorio. satisfaciendo la gran inquietud o preocupación general que está en los ánimos. Son comienzos explosivos, especialmente recomendables para dirigirse a las grandes asambleas en momentos de Singular expectativa, provocada por sucesos graves o vitales que suceden o se espera que sucedan. y que han originado previamente sentimientos de odio. patriotismo. temor, indignación, etc. En circunstancias así. se comprende que el ex abrupto caiga como un rayo en el estado sentimental colectivo.
El más célebre ejemplo y modelo de exordio ex abrupto será siempre el Quousque tamdem Catilinao pronunciado por Cicerón en el senado romano para denunciar ante ese cuerpo la conspiración de Catilina, jefe del partido popular que pretendía sustituir al gobierno por una dictadura. Cicerón. que debía hablar en la oportunidad, rompió sorpresivamente la expectativa de los senadores. diciendo: "¿Hasta cuándo. Catilina, abusarás de nuestra pacienciaT. Catilina. denunciado y descubierto. debió huir de Roma.
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Existen otros excelentes ejemplos históricos de este tipo de exordios.
El exordio por insinuación es más usual. y consiste en entrar en contacto con el público de manera suave y progresiva. creando paulatinamente el clima de comunicación, lo que permite al orador sondear la mentalidad colectiva del público con precaución y darle tiempo también para colocarse espiritualmente en situación de recibir el discurso. Este tipo de exordio es apto para cualquier oportunidad y se presta a cualquier tema. El comienzo lento ha sido empleado por grandes oradores que necesitaban unos minutos para superar el temor inicial y adquirir la fuerLa oratoria. T. B. Macaulay. en la sesión de la Cámara en que se debatía el proyecto sobre reformas populares. se oponía a la moción de Thomas Duncombe de que se oyese en la Cámara a los firmantes del peUtorio que había motivado la cuestión. Macaulay, que se iba a oponer a esta moción. inició así su famoso discurso:
Señor: Tengo particular empeño en decir algunas palabras sobre este asunto, porque en una tarde anterior, cuando se discutió una moción del honorable representante por Rochdale, me vi privado de estar en mi puesto por circunstancias accidentales. Yo sé que la ausencia de alguno de los miembros del último gobierno, en esa ocasión, fue considerada y comentada como muestra de desdén hacia este asunto o falta de simpatía por los intereses de las más humildes clases populares de este país. Por mí puedo responder que me vi obligado a ausentarme a causa de una pasajera indisposición. A un noble amigo mío, a cuya ausencia se hizo particular alusión, le fue imposible asistir a la cámara por circunstancias puramente aCCidentales; y a ningún miembro del último gobierno, estoy persuadido, privó de exponer sus opiniones sobre este asunto ningún motivo indigno. En las obser-
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vaciones que haré ahora a la cámara intentaré imitar en todo lo que pueda al mismísimo carácter del discurso del muy honorable barón, secretario de Estado en el Departamento del Interior; pero si me traicionase el uso de algunas expresiones no enteramente conformes con el punto de vista tranquilo de la cuestión, la cámara deberá atribuirlo al interés con que miro esta materia en general y nadie que conozca mis sentimientos lo atribuirá a falta de cariño o de buena voluntad hacia aquellos que han firmado la petición presentada a la cámara.
Son muchos los tratadistas que afirman la necesidad de que no se entre de lleno en el asunto, pues la autoridad se adquiere con lentitud. Hay oradores que han empleado este modo de introducción en forma voluntaria y sistemática, maniobrando hábilmente con el alma de los oyentes, hasta colocarlos en el punto psicológico que les interesaba. Otros en cambio, solicitan para cierto tipo de conferencias, como las universitarias, por ejemplo, una introducción directa, sin rodeos. Esto piensa André Siegfried, rescatando un pensamiento aj eno expresado en esta fórmula: "¡La autoridad no se solicita, se toma!"5.
El exordio directo es el comienzo sin preparativos ni precauciones. Se recomienda para el ejercicio de la cátedra y para aquellos casos en que se está de antemano en la posesión del sentimiento previo de los oyentes, como en la cátedra sagrada, la oratoria fúnebre, la militar, etc. Un exordio de este tipo tiene el famosísimo discurso pronunciado en Gettysburg por Abraham Lincoln:
Ochenta y siete años ha. nuestros padres dieron a la luz en esta tierra una nueva na-
5 SIEGFRIED, ANDRÉ, op. cit., p. 121.
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ción, concebida en la libertad y dedicada a la proposición de que todos los hombres son cre~dos con igualdad. Hoy estamos comprometIdos en una gran guerra civil, probando si nuestra nación, o si cualquier nación, así concebida ya tal fin dedicada. puede subsistir por largo tiempo.
El exordio pomposo es el menos frecuente de todos'y se lo considera una creación del siglo XVII
frances, el siglo de Luis XIV. Es apto para ocasiones de gran solemnidad, en que la elevación del pensamiento y del sentimiento se ajustan a la nobleza y magnificencia del acto o del asunto. Es la introducción para las más grandes ocasiones en que pueda hacer uso de' la palabra el hombre, la oratoria patriótica, la cátedra sagrada, los panegíricos fúnebres de personalidades extraordinarias, etc. En realidad, en nuestro tie~~o este tipo de exordio ha dejado de ser, practicamente, usual. Uno de los más grandes oradores religiosos de todos los tiempos, Bossuet, se caracterizó y distinguió en el empleo del exordio pomposo. Muy festejado es el correspondiente a la oración fúnebre de Enriqueta María de Francia, reina de la Gran Bretaña, pronunciado en 1669, en la iglesia de Santa María de Chaillot:
Señor: Aquel que reina en los cielos y del que dependen todos los imperios; aquel a quien únicamente pertenecen la gloria, la majestad y la independencia, es también el único que se glorifica dictando ley a los reyes y dándoles, cuando le place, grandes y terribles lecciones. Ora levante los tronos, ora los humille, ora comunique su poder a los príncipes, ora lo recoja en sí mismo, dejándoles solamente su propia debilidad, siempre les enseña sus deberes de una manera soberana y digna de él. Porque al darle su poder les ordena que lo usen como lo emplea él mismo, para
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el bien del mundo; y al retirárselos, les hace ver que toda majestad es prestada, y que, por estar sentados en el trono, no dejan de encontrarse bajo su mano y suprema autoridad. Así es que no instruye a los príncipes con discursos y palabras solamente, sino que también con hechos y con ejemplos. Et nunc, reges, intelligite: erud¡min~ qui iudicatis terram
En modo general el exordio debe respetar ciertas exigencias naturales del arte oratorio. En primer término, debe guardar una estrecha relación con el conjunto del discurso, en materia y tiempo. Hasta se ha previsto una duración de cinco a diez minutos, a lo sumo, en una disertación de tres cuartos de hora a una hora.
Además, aprovechar el exordio para lograr la captatio benevolentiae, es decir, la benevolencia, la buena voluntad y la simpatía del público. Esto requiere diplomacia en los rodeos. El público debe ser tratado tal como es, sin afectación, desdén. suficiencia, ni vulgaridad: si el público es calificado, podrá hacérsele notar que así lo consideramos. con elegancia y sin remilgos: si es un público popular, no aceptará el trato desdeñoso.
Deberá despertar interés por el tema que desarrollará, lo cual se logra con una presentación ingeniosa e inteligente. Para ello enunc~ará con claridad el asunto principal de la reunion, pero no anticipará la conclusión a que se ha de llegar. A lo sumo, y cuando las circunstancias lo requieran, dará una idea vaga de la conclusión, pero no en detalle. Hay que dejar para el cuerpo del discurso la serie de argumentos fundamentales. las afirmaciones rotundas, las ideas decisivas. Es de rigor que al terminar el exordio, el orador haga una pausa antes de pasar adelante.
Finalmente. en lo que se refiere al contenido mismo del exordio, no existen reglas fijas. El contenido estará aconsejado por las circunstancias: puede ser una narración; una cita famosa;
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el recitado de versos; la lectura de un fragmento interesante; una pregunta; una aseveración rotunda; una acción sorpresiva. como romper un objeto, mostrar algo. hacer un ademán; un refrán, etc. Todo esto, es lógico. requiere una ineludible preparación anterior.
El estilo del exordio deberá ser claro. conciso, sencillo. sin alarde de elocuencia. No deberá empezarse nunca con un tono retórico elevado, porque la linea estilística debe ir subiendo a medida que se desarrolla el discurso. Sobriedad. moderación, sencillez. claridad, son condiciones generales de todos los exordios. Luego vendrá 10 deslumbrante durante el desarrollo del medio o cuerpo.
La actitud del orador tiene importancia en la introducción. El orador se presentará con humildad y autoridad. simultáneamente, sin hacer ostentación ninguna. con gran confianza y seguridad en sí mismo, y, si es posible, con Simpatía y cordialidad.
El cuerpo o medio
El cuerpo o medio es el núcleo central del discurso. En él se desarrolla el asunto o tema, se dan los argumentos. se refutan las ideas. se ejemplifica la demostración, se adopta una posición. El medio es la conferencia misma.
Las retóricas clásicas han estudiado la división interna de esta parte del discurso. reduciéndolas algunos tratadistas a dos. tres o cuatro partes. según los autores. Estos ensayos de división han caído en la sutileza escolar y, como consecuencia, han perdido prestigio. En la actualidad no tiene sentido discutir sobre estas divisiones. así entendidas, porque la elocuencia se rige por un criterio más realista que nominalista. En efecto.
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carecen de valor práctico y más complican que resuelven las cosas.
Es cierto que el cuerpo o medio de un discurso debe estar dividido de alguna manera, pues esta división ayuda a conducir el pensamiento dentro de cierto orden y coherencia, y al mismo tiempo facilita la retención, librando al discurso de improvisaciones y tanteos. Pero de ninguna manera conviene que esta división sea tan rigurosa, analítica y contundente que ponga freno a la espontaneidad y libertad del orador en el momento mismo de enfrentar el tema ante su auditorio. Llevada al exceso la división, se corre el riesgo de hacer varios discursos dentro de uno mismo, y no dar impresión de unidad.
Así pues, las divisiones del discurso deben hacerse, pero no dándole más valor que el de auxiliares del pensamiento, el orden y la memoria. Pero ni aun esto debe tomarse al pie de la letra, pues todo dependerá de la mentalidad del orador. Si a su peculiaridad psicológica conviene una división minuciosa, podrá hacerla. Si su característica personal es el enfoque en grandes grupos de las ideas. saludable será que respete su modo de ser. Lo que se quiere significar es que en la actualidad. ha desaparecido la obligatoriedad de la división en tantas o cuantas partes. Cada uno elegirá lo que más condiga consigo mismo.
En general. la división muy analítica se impone cuando el discurso es largo: favorece el encadenamiento del desarrollo y permite pausas psicológicas de descanso a los oyentes. Lo mismo cuando se traten temas de gran rigor lógiCO y demostrativo. que no admiten saltos ni vacilaciones.
En los demás casos. se aconseja que las divisiones no sean muchas, dos o tres a lo sumo, de manera que no fragmenten demasiado el discurso y sean fáciles de recordar. Cada una de estas
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partes encerrará una idea dominante y en tomo de ella se agruparán las ideas y demostraciones secundarias.
En el desarrollo del cuerpo del discurso. deben atenderse ciertas exigencias, a saber:
a) Unidad: Todo lo que se diga en el cuerpo del discurso deberá tener una unidad, es decir, cada idea tendrá que estar relacionada con las otras, y todas, con el conjunto del tema. No debe haber mezcla de cosas sin sentido, no debe decirse nada que no guarde estricta adecuación con el asunto. Se oponen a esta regla, los siguientes defectos: 1) las digresiones o salidas del tema; 2) las redundancias o repeticiones de cosas ya dichas o de detalles inútiles o sobreentendidos; 3) las exageraciones, que amplifican o disminuyen injustificadamente los hechos, las ideas o las personas; 4) los alargamientos que llevan el análisis de los asuntos hasta el extremo, sin necesidad; 5) las omisiones. que suprimen sin razón ideas, razonamientos o hechos que hacen falta.
b) Orden: Las ideas deben estar desarrolladas por su orden lógico y los razonamientos deben derivarse unos de otros, de manera que el asunto se despliegue en forma natural. Esto es lo que suele llamarse el "hilo del discurso", que en ningún momento debe perderse.
c) Progresión: El conjunto debe desarrollarse paso a paso. marchar en forma creciente hasta el punto culminante o nudo del asunto, para dar lugar entonces a la solución final. Este proceso acrecienta recíprocamente el interés del auditorio y permite ir refutando paulatinamente las opiniones contrarias, por orden de importancia, o confirmando las nuestras, también por su orden jerárquico.
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d.) Transición: Se denomina transición, en retórica, al paso de un asunto a otro. Son partes muy difíciles de realizar bien y que conviene atender con sumo cuidado. Las transiciones de una idea a otra, de un párrafo a otro, no deben ser meros artificios del lenguaje, sino que deben apoyarse en reales transiciones del pensamiento. De otra manera, el cuerpo da la impresión de ser un simple amontonamiento de ideas y razonamientos, y no un conjunto.
En la preparación de un discurso, debe preverse mayor cantidad de material que el estrictamente necesario, para estar a salvo de cualquier olvido, mal cálculo del tiempo, desviación impuesta por las circunstancias. etcétera.
La conclusión o peroración
La conclusión o peroración es la parte última del discurso. No se concibe que el orador termine sorpresivamente su discurso y se retire, dejando en suspenso al auditorio. Como dice un tratadista, "el silencio final también se prepara".
La conclusión es, muy a menudo, la parte más difícil de un discurso. A veces, es también la parte más decisiva, porque según lo que en ella se diga se arriesga todo lo logrado durante la exposición. El orador insuficiente o no preparado, suele dar vueltas sin saber cómo cerrar la conferencia, o en otros. casos, anuncia. con poco conocimiento de la psicología del público, que va a terminar su disertación y rompe así el encanto de la peroración.
Este paso debe llegar como una consecuencia necesaria del discurso. cuando el mismo público y el orador tienen la impresión de que ya no queda nada por decir. Esto supone una disertación
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bien meditada y bien conducida, porque en rea- ~~ @ lidad no basta expresar la fórmula tradicional "He dicho" para crear en la mente del público la idea de que todo ha concluido. ~
La conclusión puede estar compuesta a vece~ ~ de dos partes: una corta recapitulación de lo ex- / .s puesto y un llamado en favor de la causa soste- (, nida. No siempre, sin embargo, es posible cumplimentar estos dos pasos, uno para la razón y otro para el corazón, como los califica Hougardy. La ocasión y el tema indicarán al orador sobre lo conveniente en cada caso.
No debe ser muy larga ni amanerada, pues su valor radica en la pOSibilidad que tiene de dejar en el espíritu de los oyentes u,na conclusión o idea perdurable. Este efecto se pierde si la peroración es complicada. En ella no deben interca-1arse repeticiones ni ideas accesorias o complementarias. porque el lugar de estas cosas está en el cuerpo, y lo que no se dijo en su momento, no se puede decir aquí.
Aristóteles es categórico a este respecto: "Para terminar definitivamente, conviene suprimir las conjunciones, a fin de que el público comprenda bien que se está en la peroración y no frente a un nuevo discurso. Diréis: "He dicho. me habéiS oído. ya lo sabéis, juzgad, entonces"6.
No siempre es posible ser tan categórico y contundente. y las conveniencias del lugar o la ocasión reclaman una conclusión suave, descendente. "Hace falta mucho arte para terminar con una fórmula que resuene netamente como una puerta al cerrarse", afirma Siegfried. y esto es muy cierto. En muchas oportunidades no se atina con esa fórmula ni lo consiente el auditorio.
6 ArusrÓ'fELES. Arte retórica. lib. 111. cap. XIX. pár. 6.
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Por lo general, la peroración exige ciertas condiciones artísticas, cierta dosis de pulimento literario y estético que dejen la impresión· de un perfume permanente. Todo esto, como es natural, resulta difícil improvisarlo en el momento mismo de la terminación del discurso. Requiere, necesariamente, una preparación previa y bien meditada. Los mejores oradores han llevado siempre preparada su peroración.
No existe, tampoco, receta fija para la peroración. Los tratadistas aconsej an diversas formas, y los retóricos antiguos han cultivado abundantes sutilezas sobre el particular. Se puede terminar con un resumen de lo dicho; con una expresión de cortesía hacia el público; con una exhortación a seguir la idea explicada; con una cita poética o en prosa; con una anécdota o frase de buen humor; con una gradación descendente de pensamientos o sentimientos; con un resumen; con un retomo al exordio, etc., e incluso con un ex abrupto, si la ocasión, el tema y el auditorio lo permiten y si tenemos para ello la suficiente capacidad artística.
Es prudente evitar las fórmulas estereotipadas en esta parte de la oración, como aquella de "Bueno, no teniendo más que decir, vaya concluir", o "Como el tiempo apremia y ustedes están fatigados ... ", o "Bien, señores, suspendemos aquí nuestro t.ema. En la próxima reunión tendremos el placer de volver sobre el mismo", etc. Al concluir el desarrollo del tema, el orador deberá hacer una pausa, anunciadora de la peroración, y sólo entonces decirla, teniendo cuidado de pronunciar las últimas palabras con una caída del tono de voz.
Los apuntes o guías
Los oradores expertos no usan, por lo general, los apuntes, notas o fichas, pues se desempeñan
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con holgura y seguridad sin ellos. Sobre todo cuando se habla de pie, es particularmente inaceptable su empleo. Cuando se habla sentado, en una conferencia, un congreso o un debate, puede utilizárselos. Para el caso de que el orador tema olvidarse el encadenamiento de su discurso, o le sea necesario efectuar alguna cita textual difícil y no confíe en su memoria, o cuando requiera ineludiblemente un fuerte sostén psicológico, no le queda más solución que usarlos, pero a condición de que sean sacados ostensiblemente en el momento mismo de iniciar la disertación y colocados a la vista del auditorio. Ocultar los apuntes, mirarlos de reojo o empezar a utilizarlos en medio de la exposición, son actitudes reproQhables.
En la confección de los apuntes, cada orador puede seguir la técnica que más se adapte a sus características psicológicas: puede ser extenso o breve; analítico o sintético; transcribir o no las frases principales o las ideas matrices y secundarias; escribirlos con letra manuscrita o de máquina; emplear símbolos, dibujos, números, subrayados, tintas de varios colores o cualquier otro recurso que convenga a su mentalidad.
Los apuntes deben seguir estrictamente el plan de la disertación y es preferible que contengan únicamente los temas y subtemas enunciados someramente. No conviene que reproduzcan párrafos enteros, a menos que se trate de citas textuales anotadas para ser leídas en su momento. No debe olvidarse que su único fin es el de fijar las ideas dominantes del discurso y su relación recíproca.
La memorización del discurso
Aun cuando el orador hable sin apuntes o fichas, se comprende que deberá retener fielmente
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en su memoria la totalidad del plan de su disertación. En cualquier tratado práctico sobre la memoria pueden encontrarse procedimientos mnemotécnicos que facilitan la recordación.
Los métodos varían de orador a orador, ya que cada persona se asegura a su manera. El plan puede memorizarse gráficamente en su totalidad reteniendo, a través de sucesivos ensayos, la imagen de su disposición y títulos.
Otra forma consiste en reducir el título de cada tema a palabras claves -que pueden estar incluidas en las frases o ser convencionales- de manera que el orador sólo deba hacer el esfuer.w de recordar una serie de ocho o diez palabras que le reconstruyen la secuencia de la disertación. En el ejemplo del plan expuesto anteriormente, esos vocablos podrían ser: primitivo. comunicación, mejoramiento. cultura. vicios, etc. Este mecanismo se toma desventajoso cuando el plan es muy analítico y requiere recordar una larga serie de términos porque acaban mezclándose en nuestro recuerdo.
Suele también usarse una palabra clave, cada una de cuyas letras o sílabas sea la inicial de una palabra escogida de cada título o subtítulo: los maestros medievales usaban las palabras Barbara Celarent Darii Ferio para recordar los cuatro modos del silogismo y retener por su orden estas vocales: AAA, EAE, AlI, EIO.
En algunos tratados mnemotécnicos se recomienda la frase absurda, que consiste en ligar las palabras claves de cada título en una frase lo más insólita posible, que facilite su recordación.
Cicerón refiere en uno de sus tratados que los oradores romanos recurrían en sus discursos a la memoria tópica o de lugares: referían cada una de las diversas partes de su discurso a los distintos lugares de un sitio. y luego. recorriendo con la vista los diferentes sitios, reconstruían por
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su orden la secuencia del discurs07 • Esto mismo se puede aplicar imaginando una serie conocida de lugares o una historia fantástica, cada uno de cuyos pasos recuerde a una parte del discurso.
Otro de los recursos mnemotécnicos muy usado es el de representar con dibujos simbólicos cada una de las partes, de manera que el orador sólo tenga que recordar una serie de gráficos, antes que palabras o frases.
Lógicamente, estos son recursos de la llamada memoria artificial, que si bien ayudan, tienden a sustituir la verdadera memoria, la natural, que consiste en retener las ideas por su orden, neceSidad y coherencia.
7 CICERÓN. MARco TULlO. Del orador. lib. 11. cap. IJeXXVIl. Lo mismo en QtlINl1LlA"IiO. M. FABlo. Instituciones oratorias. libro XI. cap. 11. p. 3.
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5. PROCEDIMIENTOS DE DESARROLLO
Después de acumuladas y dispuestas en el esquema previo las ideas del discurso. viene el trabajo de desarrollarlas. es decir. desplegarlas. extrayendo de ellas. todos los elementos de convicción. belleza y fuerza que enCierran, para presentarlas de modo elocuente. Para este desarrollo es muy útil el conocimiento de las llamadas 'figuras' retóricas.
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Las figuras re~Q..Il.c~r;:t,ª;Ljor!!m'§~íL,,, P~~~JQ~ . .H~~ª"-ru!~~~nttUl!~lltº'~ m~!Lles.S~I}.J113Y..QLOOlezaJ,iierª,(,~"'l<llJ~~",,,~,, 12res~os retóricos han estudiado y clasificado un gran número de figuras. y han llegado en ciertos casos a tan prolijas distinciones. que resultan difíciles de retener. En los tiempos modernos. los tratadistas tienden a suprimir de los estudios las clasificaciones engorrosas y tipificadas que nos ha transmitido la antigüedad clásica. En general. fundan su oposición en razones de naturalidad. suponiendo que la expresión, cuando más espontánea. es más valiosa. No todos los tratadistas comparten este criterio, ya
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que el estudio analítico de las figuras no conduce necesariamente a la artifkiosidad de la frase, como no los ha conducido a los clásicos. Una vez más, el talento y el gusto literario del orador deben decidir'la cuestión.
El conocimiento de las figuras es, en nuestra opinión, seguramente útil para el escritor y el orador, a pesar del mal uso que algunos artistas puedan hacer de ellas. De ninguna manera debe creerse que sea imprescindible retener en la memoria los nombres de las figuras, pues basta sólo con conocerlas y dejar luego lugar al trabajo de la propia conciencia. La tipificación y denominación obedecen a razones de didáctica y de comercio intelectual, pero las figuras mismas han sido extraídas de la realidad oratoria.
El origen natural de las figuras puede comprobarse en el lenguaje del pueblo y del vulgo, que las crea espontáneamente, y las utiliza, sin saber siquiera su nombre ni su clasificación retórica. El lenguaje de los campesinos es particularmente notable en este sentido. Las personas cultas suelen emplearlas menos en la conversación habitual. En el discurso, el buen sentido del orador debe discernir cuáles figuras le conviene emplear y cuáles no. La oratoria exige el empleo de figuras literarias más que cualquier otro género, pero, al mismo tiempo, es menester recordar que su aplicación depende en buen grado de la ocasión del discurso. el tipo de pieza y el auditorio. Un discurso técnico o un pú bUco culto soportan menos las figuras, mientras que ellas son de gran efecto en los discursos públicos o en los sacros.
Un reputado orador señala, con respecto a ellas. que "las figuras son felices cuando se las puede representar, cuando se las puede realizar". Las figuras ayudan a presentar de manera efectiva el pensamiento, facilitan la comprensión del auditorio, y dan elegancia. color y fuerza a la ex-
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presión. Es importante comprender que las figuras no pueden suplir al pensamiento, pues entonces se convierten en meros artificios insustanciales que el oyente nota y repudia. Las figuras deben envolver a las ideas, servirlas y nunca sustituirlas, y para ello es necesario que sean verdaderas, propias y naturales y que no se abuse de ellas.
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l. ~~~r,Jl1tJ'y~."",,-que sirven para mostrar los objetos con viveza y claridad.
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Figuras descriptivas
Las figuras descriptivas son las que sirven para mostrar con mayor viveza y claridad los objetos. Las principales figuras descriptivas son:
Descripción. - Consiste en presentar. por medio de palabras. lugares, escenas. personas o cosas, de un modo vivo y artístico. La descripción, en oratoria, no debe ser prolija, pues conviene que vaya a 10 esencial, típico. característico y llamativo. Puede hacerse por simultaneidad o por sucesión.
El estilo más adecuado a la descripCión es el simple y natural. Una descripción está lograda cuando hace figurar en la mente del oyente el cuadro completo, produciendo un efecto psicológico llamativo. La descripción debe ser viva, ani-
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mada, dar ilusión de realidad y colocar ante la imaginación del público el objeto.
Esto se consigue percibiendo lo fundamental de un objeto y presentándolo en forma ordenada, según la importancia de los elementos constitutivos. Describir es una de las tareas más difíciles, y no todos los escritores u oradores son descriptivos. En la descripción tiene particular importancia' el empleo de los adjetivos, ya que ellos sirven para caracterizar a los objetos.
El tono y el lenguaje de la descripción deben guardar relación con el tipo del discurso y el auditorio, para no incidir en discrepancias negativas. El tono y el vocabulario de la descripción pueden exaltar o disminuir un objeto, ennoblecerlo, significarlo o ridiculizarlo. Una descripción es buena cuando logra el efecto que el orador pretende.
La descripción puede originarse en la observación directa o indirecta. La primera está tomada del natural; la segunda, de fuentes intermediarias, como fotografías, láminas, conversaciones, etc. Desde el punto de vista literario, interesa poco que el autor haya visto o no, con sus propios ojos, el objeto natural, mas nunca debe darse la impresión de hablar en base a pura imaginación. Los principales peligros de la descripción son: la vulgaridad, la exageración y la fantasía. "La descripción es la piedra de toque de la imaginación del poeta -dice Blair en su retórica-, y la que distingue a un ingenio original del que no es más que un copista". Roustan ha señalado los tres requisitos de la descripción: "Mirar bien, retener bien y reconstruir bien".
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La Biblia. Libro prodigioso aquel, señores, en que el
género humano comenzó a leer treinta y tres siglos ha; y, con leer en él todos los días, todas las noches, y todas las horas, aún no se
ha acabado su lectura. Libro prodigioso aquel en que se calcula todo antes de haberse inventado la ciencia de los cálculos; en que, sin estudios lingüísticos, se da noticia del origen de las lenguas; en que, sin estudios astronómicos, se computan las revoluciones de ~ astros; en que, sin documentos históricos, se,l' cuenta la historia; en que, sin estudios fisicos, <$ se revelan las leyes del mundo. Libro prodigioso aquel que lo ve todo, que lo sabe todo, que sabe los pensamientos que se levantan en el corazón del hombre, y los que están presentes en la mente de Dios; que ve lo que pasa en los abismos del mar, y lo que sucede en los abismos de la tierra; que cuenta o predice todas las catástrofes de las gentes, y en don-de se encierran y atesoran todos los tesoros de la misericordia, todos los 'tesoros de la justicia, y todos los tesoros de la venganza.
Donoso Cortés, La Biblia.
Retrato. - El retrato es la descripción de una persona. Puede ser físico o moral, o ambas cosas al mismo tiempo, según que atienda al aspecto corporal de una persona, al carácter, o combinadamente a una y otra condición. El retrato puede referirse a un personaje histórico, vivo o real, o a un personaje imaginario, fantástico o novelesco. La técnica descriptiva es siempre la misma.
El retrato histórico, sin embargo, exige veracidad, obj etividad de información y gran sutileza de interpretación psicológica, pues sin estos atributos, se corre el riesgo de falsear la historia. Es necesario, para ello, realizar previamente un estudio completo del personaje, la época, las circunstancias y el ambiente humano.
En todos los casos, es necesaria una gran capacidad de' observación para apreciar los pormenores físicos y psicológicos, una gran comprensión
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para interpretar el carácter del personaje y una especial delicadeza expresiva para comunicar esos matices. Como requisitos comunes a todos los tipos de retratos, se cuentan la sinceridad, la subordinación de lo accesorio a lo esencial, la armonía en el desarrollo de la descripción, "de suerte que de la complejidad se destaque la unidad", como lo exige el preceptista Miguel de Toro y Gómez:
y la horda era Facundo; Facundo, encarnación de la más agresiva y procaz de toda la barbarie ambiente; Facundo ramificado en pequeños satélites que le secundaban sin igualarle y reflejado como por una proyección luminosa en ese Restaurador, que había aprendido a barnizar de cultura sus instintos. disimulando el "facón" bajo el frac. pero que no era sino una edición~n pasta de aquel original en rústica; Facundo. cuyo redomón se diría empujado por todos los vendavales del desierto y cuyos ojos negros brillaban entre la maraña de la melena y las barbas como dos pupilas de pantera en una selva; Facundo, cuya nervuda diestra apretaba una lanza de ébano con virolas de plata. mientras hundía la mirada en quién sabe qué ideales sugeridos por quién sabe qué salvajes atavismos misteriosos: Facundo, en fin. que para ejemplo y consuelo y enseñanza. había de morir dos veces: primero. bajo el puñal de un asesino. y después bajo el plumazo de Sarmiento.
Belisario Roldán, Echeverria.
Narración. - La narración es la exposición ordenada de un hecho o suceso. Ella está, como la descripción, en el fondo de toda obra literaria. Puede narrarse un hecho real o un hecho imaginario, pero en ambos casos las exigencias retóricas son las mismas. Cuando la narración es de carácter histórico, las exigencias son mayores y
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más severas, pues el· relato debe ajustarse estrictamente a la verdad, tal como está comprobada y documentada hasta el momento. Por ser, en suma, una reconstitución histórica, rigen para ella las reglas de la metodología histórica. Los otros tipos de narraciones (novelescas, mitológicas. anecdóticas) permiten más libertad al orador.
En oratoria. es útil el recurso de inventar hechos y narrarlos como reales, sobre todo por la fuerza demostrativa que encierran los relatos. Esta creación de supuestos hechos se refuerza en grado sumo cuando el propio orador se presenta como actor del hecho narrado.
La narración debe ser real, y si es inventada, debe ser verosímil. En su desarrollo, debe ser breve. clara, ordenada, coherente y proporcionada, en extensión y en tono, al contexto del discurso. Es preciso no dar demasiado lugar a la imaginación, a fin de no peIjudicar la verosimilitud del relato. El orden es igualmente importante, para evitar idas y venidas que desfiguran y oscurecen el hecho narrado. La claridad se logra prescindiendo de lo inútil; la coherencia. desa-. rrollando el hecho por orden cronológico. La proporción se consigue adecuando la extensión del relato al total del discurso, pues las narraciones demasiado largas son fatigosas y molestan al auditorio:
El pueblo madrileño. aquel día no midió sus armas, ni contó las enemigas. ni pensó en el desenlace. ni escogió la ocasión. ni detuvo el brazo para la deliberación o para el concierto: el alrna nacional se declaró presente y afirmó su voluntad de vida e independencia. que son una sola cosa. Para esta obra insigne de la espiritualidad colectiva fueron iguales todos los madrileños. borradas. en la común alteza del sentimiento patrio. todas las diferencias de condición. ¡Prerrogativa del alma por la cual
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somos hermanos! Y sí. ahora. vedlo: no hay en Madrid quien. por excelso que sea su linaje, por grandes que sean las proezas memorables de sus mayores, no se enorgullezca con la gloria de aquella multitud anónima; y el mismo Rey, la Majestad misma, cumbre de toda grandC'¿a y fuente de todo honor, aquí está, ufanándose de ser hijo de Madrid y partiendo con los más humildes aquella herencia de luminosa nobleza.
Antonio Maura, en la inauguración del monumento al pueblo del Dos de Mayo.
Definicibn. - Consiste esta figura en expresar lo que es un objeto, mostrándolo en sus aspectos esenciales. Desde el punto de vista oratorio, no es necesario que la definición coincida con lo que se denomina definición lógica. Conviene, en los discursos, que las definiciones no sean largas ni oscuras:
El niño es flor, es luz, es pureza, es armonía siempre. Como el rosal de Francia, que perfuma toda una casa con uno solo de sus capullos, él, aunque ya descolorido y mustio por el ambiente criminal de una familia maldita. pone sus emanaciones de azucena, su pincelazo de candidez, su chasquido de beso, su rocío de fraternidad sobre las cosas y los hechos más innombrables y hace pasar una rápida iluminación, un relámpago de nobleza por el alma sucia de los más sucios, por el corazón de piedra de los hombres y las mujeres, que le rodean como los cardos a una verbena.
Pedro B. Palacios (Almafuertel. El niño.
Enumeracibn. - Consiste en la presentación rápida de una serie de ideas u objetos, referidos todos a un mismo asunto. Su calidad esencial es
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la viveza e interés de los casos enumerados. Se la denomina también 'acumulación':
Aquí son las batallas. aquí las caídas. aquí las victorias. aquí las coronas; quiero decir que aquí son las caídas de los flacos. aquí las victorias de los esforzados y aquí las coronas de los vencedores. y aquí. finalmente. toda la milicia y ejercicio de la virtud; porque en domar estas fieras y en enfrentar estas bestias bravas consiste una muy gran parte del ejercicio de las virtudes morales.
Fray Luis de Granada, Guía de pecadores.
Comparación. - Es una figura que consiste en expresar las semejanzas que existen entre dos ideas u objetos, con el fin de dar más claridad, relieve o elegancia al pensamiento. Naturalmente, se comprende que el segundo término de la comparación debe beneficiar la claridad del primero y nunca peljudicarla. Se usa con frecuencia para hacer más comprensibles las cosas abstractas. Se la llama también 'semejanza' o 'símil'.
Señores, la humanidad es como el hombre. Tres facultades intelectuales descubrimos en el hombre: la sensibilidad que le relaciona con el mundo exterior; la inteligencia. esfera donde se forman las nociones; y la razón, último extremo de nuestras facultades. hermoso templo de las ideas. A estas tres facultades pertenecen tres períodos históricos. Cuando la sensibilidad predominó en los pueblos, el feudalismo los cautivó amedrentándolos con su tajante espada y deslumbrándolos con su colosal poder; pero cuando la inteligencia dominó la sensibilidad, la tiranía perdió su fuerza, los magnates perdieron susfueros, y el trono. institución venerada. institución antiquísima. concentró en sí todós los derechos; hasta que la razón. soberana del mundo. levantó el pue-
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blo al absoluto ejercicio de la soberanía que por derecho le corresponde.
Emilio Castelar. Discurso del 22 de septiembre de 1854.
Anlílesis. - Esta figura es la contraria de la comparación. Consiste en anteponer una idea a otra. con el objeto de hacer resaltar y dar fuerza a la que explicamos. Es más efectiva y brillante cuanto más simétrica es la construcción de ambas frases y cuanto más opuestos son los vocablos con que la expresamos. Se la denomina también 'contraste':
Si os preguntan pues: ¿cuántos sois? responded: somos uno; porque nuestros hermanos somos nosotros mismos y nosotros nuestros hermanos. Dios no ha creado ni pequeños ni grandes. ni amos ni esclavos. ni reyes ni vasallos; sino que ha hecho a todos los hombres iguales.
Lamennais. Amaos y ayudaos los unos a los otros.
Figuras patéticas
Las figuras patéticas son formas artísticas de expresar pasiones y sentimientos. con el obj eto de reforzar la expresión. Las principales figuras son:
Apóstrofe. - Esta figura consiste en dirigir, de pronto, la palabra a una persona o ser personificado. presente o ausente:
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Padre nuestro que estás en la Gloria; señor de las agitadas horas liminares. al través de las cuales cruzó tu imperturbable serenidad
de república como un astro sobre un campo de batalla; caballero de la benignidad y la concordia, a quien ni las tiranías ni el somatén de las turbulencias diarias consiguieron disminuir un momento el inmutable equilibrio de tu numen; electo de este gran corazón argentino que hiciste de tu vida un modelo y de tus balcones un altar, a cuyo pie se agruparan las nerviosas multitudes para recibir el Verbo inspirado. que a veces cayó sobre las cabezas como riego bienhechor en campo seco; insuperada conjunción de todas las virtudes nativas. tan exuhcrante de gravitaciones irresistibles que sin hablar. sin accionar. sin erguirse. sin aparecer -con sólo vivir- ejercías. a la manera del Sol sobre los mundos del sistema. el imperio dinámico de la total armonía ...
Belisario Roldán. Mitre.
Conminación. - Consiste en amenazar o anunciar graves daños a la persona o cosa personificada a la que fingimos dirigir la palabra. para producir temor y evitar daños:
¡Tres veces felices los que estén con nosotros! Prosperarán en su hacienda y en su condición. ¡Felices los que permanezcan neutrales! Tendrán tiempo para conocernos y se pondrán a nuestro lado. Pero ¡desventurados. tres veces desventurados los que se armen por los mamelucos y combatan contra nosotros! No habrá esperanzas para ellos: ¡todos perecerán!
Napoleón Bonaparte. A los egipcios. al desembarcar en Alttiandria.
Optación. - Esta figura consiste en formular un deseo vehemente:
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Danton. Sobre la situación política, 10 de marzo de 1793.
Execración. -- Se comete esta figura cuando expresamos, en un arranque de dolor y desesperación, el deseo de que esos males recaigan sobre nosotros mismos:
¡Persígame el enemigo, y apodérese de mi. y estrélleme contra el suelo y reduzca a polvo mi gloria!
Salmos, VII, 6.
Exclamación. -- Esta figura es la expresión viva, a modo de grito, de un sentimiento, emoción o pasión, en forma admirativa:
Amigos míos. escuchad una palabra, una sola palabra. Dos siglos de depredaciones y de pillajes han cavado el abismo en que el reino está próximo a ser tragado. ¡Es necesario llenar ese vacío espantoso! Y bien, he aquí la lista de los propietarios franceses. Elegid entre los más ricos. a fin de sacrificar menos a los ciudadanos; pero elegid: ¿porque acaso no es necesario que perezca un corto número para salvar a la masa del pueblo? Vamos, estos dos mil notables poseen con qué llenar el déficit. Poned en orden las finanzas. la paz y la prosperidad del reino... ¡Golpead. inmolad sin piedad a esas tristes víctimas! ¡Precipitadlas al abismo! Éste se cerrará de nuevo ...
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Vosotros retrocedéis con honor ... ¡Hombres inconsecuentes! ¡Hombres pusilánimes!
Mirabeau. Sobre la bancarrota. 26 de septiembre de 1789.
Hipérbole. - Consiste en exagerar, extremadamente, las cosas y los hechos, para impresionar el ánimo de los oyentes o de los lectores. Es una figura muy usada en oratoria:
¡Dios! ¿En dónde podré hallar un asilo contra tu cólera, si mi conciencia llegare a acusarme? Aunque saliese del mundo. siempre me alcanzarlas. ¿Podría el ciclo ocultarme. si quisiera huir lejos de ti?.. ¡Estás allí! ¿El abismo? ¡Estás allí! ¿Podría la muerte sustraerme a tu poder? Nada ¡oh. nada puede sustraerme a ti! ¡Por doquiera estás cerca de -, mI.
Federico Schiller, Presencia de Dios.
Pennisión. - Estriba en autorizar a alguien, con despecho e ironía, para que haga o continúe haciendo algún malo dai'io que resulta peIjudicial:
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Yo ya sé. quisiera ignorarlo, que hay quienes dicen que ése es un sentimiento arcaico; acaso vosotros lo oiréis decir alguna vez. ¡Tenedles lástima a los que lo dicen! Padecen la embriaguez de un naturalismo embrutecedor y no saben que su propia impotencia les preserva de la regresión a una semibestialidad salvaje. Porque el sentimiento de la Patria es uno de los atributos que. con valla infranqueable, nos separa de los ·irracionales.
Antonio Maura. A los voluntarios catalanes supervivientes de la guerra de África.
Personificación. - Estriba en atribuir cualidades humanas. propias de las personas, a los seres o cosas inanimados o abstractos:
~ La locomotora, después de haber recorrido / ~
centenares de leguas. ha entrado por fin en la ~ Tierra Prometida -la tierra del sol ardiente. del suelo fecundo y del laurel altivo que ha abatido sus frondosas hojas para alfombrar su paso. Ella ha venido. y ella es la industria. el comercio. el arte, la ciencia. la poesía. la conductora de hombres y la regeneradora de pueblos. Esta tierra es desde hoy suya; y yo le entrego en dominio perpetuo los árboles de la selva virgen, la caña azucarada. el café aro-mático, el añil con sus vivos tintos y los pro-duelos todos del suelo intertropical. para que los derrame pródiga y triunfante por los de-más pueblos privados de estos dones.
Nicolás Avellaneda. En la inauguración del Ferrocarril Central Norte.
Esta figura se denomina 'prosopopeya' cuando se hace hablar a esos seres inanimados.
Interrogación. - Es una figura bastante generalizada en la oratoria. por medio de la cual formulamos una pregunta. no en espera de una respuesta. sino con el objeto de dar una forma más atractiva a nuestras ideas. Equivale, en esencia, a una afirmación:
Tiende los ojos por todo este mundo visible. y mira cuántas y cuán hermosas cosas hay en él. ¿Cuánta es la grandeza de los cielos? ¿Cuánta claridad y resplandor del sol y de la luna y de las estrellas? ¿Cuánta hermosura de la tierra. de los árboles, de las aves y de todos los otros animales? ¿Qué es ver la llanura de los campos, la altura de los montes, la verdura de los valles, la frescura de las fuentes. la
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gracia de los ríos repartidos como venas por todo el cuerpo de la tierra, y sobre todo la anchura de los mares poblados de tantas diversidades y maravillas de cosas?
Fray Luis de Granada, Guia de pecadores.
Subyección. - Es la combinación en el discurso, de una pregunta y una respuesta, formuladas ambas por el orador:
¿Es necesario obrar? Ellos peroran. ¿Es necesario deliberar? Ellos quieren comenzar por obrar. ¿Están calmos los tiempos? Ellos se oponen a todo cambio útil. ¿Están tormentosos? Ellos hablan de reforma para trastornarlo todo. ¿Queréis contener a los sediciosos? Ellos reclaman la clemencia de César. ¿Queréis arrancar a los patriotas de la persecución? Ellos os proponen como modelo la severidad de Bruto. Ellos descubren que tal persona ha sido noble cuando sirve a la República. y no se acuerdan más de ella cuando la traiciona. ¿Es útil la paz? Ellos invocar! las palmas de la victoria.
Robespierre, Discurso sobre los principios rrwrales que deben guiar la Convención,
18 del Pluvioso del año II -7 de febrero de 1794.
Obtestadón. - Es unjuramento de orador, en que se pone por testigo a Dios o a los hombres. Se denomina también a esta figura juramento:
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El magistrado que escojáis será sin duda un iris de concordia doméstica. un lazo de fraternidad. un consuelo para los partidos abatidos. Todos los colombianos se acercarán alrededor de este mortal afortunado; él los estrechará en los brazos de la amistad. formará con ellos una familia de ciudadanos. Yo obedeceré con
el respeto más .cordial a este m .. agistrado legítimo; lo seguiré cual ángel de paz. lo sostendré con mi espada y con todas mis fuerzas. Todo añadirá energía. respeto y sumisión a vuestro escogido. Yo lo juro. legisladores; yo 10 prometo a nombre del pueblo y del ejército colombiano.
Simón Bolívar. Mensaje al Congreso Constituyente de Colombia, el 20 de enero
de 1830. día de la instalación de aquel cuerpo.
Esta figura toma el nombre de 'imposible' cuando se expresa que antes se alterarán las leyes de la naturaleza que deje de cumplirse lo que afirmamos.
Figuras lógicas
Son formas de presentar los pensamientos de modo que tengan más claridad y fuerza demostrativa. Las principales figuras lógicas son:
Amplificación. - Consiste en expresar una idea bajo distintos aspectos; su utilidad radica en que permite explayar un pensamiento, hacerlo comprender mej or y darle mayor fuerza de demostración. Es un gran recurso oratorio y facilita excelentes despliegues artísticos:
Quiero ser español. y sólo español; yo quiero hablar el idioma de Cervantes; quiero recitar los versos de Calderón: quiero teñir mi fantasía con los matices que llevaban disueltos en sus paletas Murillo y Velázquez; quiero considerar como mis pergaminos de nobleza nacional la historia de Viriato y del Cid; quiero llevar en el escudo de mi patria las naves de los catalanes que conquistaron a Oriente. y las naves de los andaluces que descubrieron el Occidente. quiero ser todo de esta tie-
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ITa. tendida entre los riscos de los Pirineos y las olas del gaditano mar; de toda esta tierra. ungida. santificada por las lágrimas que le costara a mi madre mi existencia; de toda esta tierra. redimida. rescatada del extranjero y de sus codicias. por el heroísmo y el martirio de nuestros inmortales abuelos.
Emilio Castelar. La patria.
Gradación. - Se la denomina también expolición o conmoración. Es una forma de exponer las ideas. en forma gradual y progresiva, ya sea aumentando, ya disminuyendo el tono. Se la denomina también clímax:
Sube ahora. elévate. asciende. danos tu alma y tu numen, transfigúrate en luz. desvanécete en núcleo, magnificate en astro. constélate en sol... Sé para nosotros los que quedamos la lumbre propicia que nos guíe en las horas supremas de la tribulación y el desconcierto; inspíranos. señor, que aquí. en el seno de esta tieITa que te amó como pueblo alguno osó jamás a un hombre. tu recuerdo retoñará eternamente en las notas graves y pausadas del himno de la Patria ...
Uelisario Roldán. Mitre.
Anticipación. - Se comete esta figura cuando se rebate, por anticipado. alguna objeción que presumiblemente hará el oyente a nuestra afirmación:
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¡El arte! Al oír esta palabra, aunque tomada de los labios del mismo Goethe. habrá algunos que me coloquen entre los partidarios de las reglas convencionales. que usurparon mucho tiempo ese nombre. Protesto solemnemente contra semejante aserción, y no creo que mis antecedentes lo justifiquen. Yo no
encuentro el arte en los preceptos estériles de la escuela ...
Andrés Bello. Discursos.
Se la conoce también con el nombre de protepsiso
Paradqja. - Consiste esta figura en unir dos ideas o hechos a primera vista inconciliables:
Qué satisfactorio <;!s para mi, señores. verme hoy, como en otro tiempo Timoleón, acusado ante un Senado que él había creado, acusado por los jóvenes. acusado por malversación, después de los servicios que había hecho a la República, y el poderos decir sus mismas palabras al principio del juicio: oíd a mis acusadores --decía aquel grande hombre-, oídios, señores, advertid que todo ciudadano tiene derecho de acusarme, y que en no permitirlo daríais un golpe a esa libertad que me es tan glorioso haberos dado.
Antonio Mariño, Discurso de defensa.
Sentencia. - Denominase así a una reflexión o pensamiento importante expresado en forma sucinta en una frase. Es condición esencial de la sentencia que ella se ponga de manifiesto en forma nítida y terminante dentro del discurso:
¿Hasta cuándo has de abusar de nuestra paciencia, Catilina? ¿Cuándo nos veremos libres de tus sediciosos intentos? ¿A qué extremos se arrojará tu desenfadada, audacia? ¿No te arredran ni la nocturna guardia del Palatino ni la diurna vigilancia de la ciudad, ni la alarma del pueblo, ni el acuerdo de todos los hombres honrados, ni este fortísimo lugar donde el Senado se reúne, ni las frases y semblantes de todos los senadores? ¿No com-
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prendes que tus designios están descubiertos? ¿No ves tu conjuración fracasada por conocerla ya todos? ¿Imaginas que alguno de nosotros ignora lo que has hecho anoche y antes de anoche, dónde estuviste, a quiénes convocaste y qué resolviste? ¡Oh, qué tiempos! ¡Qué costumbres!
Cicerón, Primera Catilinaria.
Dentro de la denominación genérica de sentencia, se comprende también el apotegma (sentencia creada por algún autor famoso y que se toma conocida), la máxima (sentencia que encierra un consejo mora}), y los adagios, refranes, proverbios, que son frases de carácter popular, expresadas en lenguaje pintoresco y que encie-
. rran una enseñanza extraída de la mera experiencia.
Epifonema. - Es un pensamiento enfático, exclamativo, que se hace al final de un párrafo o del discurso, para rematar 10 dicho con anterioridad:
Sea éste mi último consejo y mi última lección. Os la doy con mi palabra, os la doy con mi persona. ¡Y contad conmigo en todos los terrenos y en todos los teatros de donde no hay fuerza humana capaz de arrojarme, porque tengo una voluntad de hombre libre y una bandera sacrosanta! ¡De las astillas de las cátedras destrozadas por el despotismo, haremos tribunas para enseñar la justicia y predicar la libertad!
José Manuel Estrada, Despedida.
Corrección. - Consiste en sustituir un pensamiento o palabra por otro, para corregirlo aparentemente, rectificarlo, aumentarlo o disminuirlo:
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Perdón ... ¡No! La caridad cristiana perdona al que se purifica en el arrepentimiento y el dolor; pero la conciencia cívica no perdona a los tiranos, ni la muerte los sustrae del anatema transmitido de una a otra edad. Rosas, que perseguía el cadáver de Lavalle para deleitarse como un chacal, gruñendo sobre sus carnes descompuestas; Rosas, que daba muerte al feto palpitante en las entrañas de una mujer ... no, no será perdonado.
José Manuel Estrada, La tiranía de Rosas.
Concesión. - Esta figura consiste en aceptar aparentemente un argumento ajeno, para rebatirlo en seguida con fuerza y elegancia, dando así impresión de gran seguridad en el razonamiento:
No ol'iridéis que fuimos un día pueblo civilizado. Nosotros llevamos la civilización a América. Verdad es que América fue ingrata; pero los pueblos tienen que ser ingratos con los pueblos para ser agradecidos con la humanidad.
Emilio Castelar, Discurso del 22 de septiembre de 1854,
sobre la democracia.
Figuras ingeniosas
Las figuras ingeniosas, oblicuas o indirectas, son aquellas que sirven para ocultar, velar o disimular el pensamiento, a fin de presentarlo con provecho en el discurso. Las principales figuras ingeniosas son:
Perifrasis. - La perífrasis expresa mediante un rodeo de palabras lo que puede decirse con menos vocablos o con uno solo. Su finalidad es hacer notar un-matiz de nuestro pensamiento, en
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forma bella, agradable, graciosa, variada o conveniente:
Vencido por la debilidad corporal que iba aligerándole el alma en anticipada elevación de vuelo. entornó con la serenidad de los buenos y de los fuertes. sus ojos claros de niño preguntón; y para decirlo con la más cariñosa de sus metáforas, el gran sueño cayó sobre él como una parva sobre un chingolo. Feliz quien puede dormirlo así. bajo la dorada pesadez de sus mieses.
Leopoldo Lugones. Oración fúnebre ante la tumba de Ricardo GÜiraldes.
Alusión. - Consiste en evocar algún recuerdo o hecho conocido del público, mediante una referencia rápida:
Ningún hombre de Estado ha desdeñado en este siglo el poder de la frase. sin exceptuar a Metternich que fabricaba artísticamente sus proverbios para que circularan en las cortes de Europa; e incluyendo a I3ismarck. cuyos discursos vulgarizados hoy por la versión francesa. presentan un nucvo y grande orador al estudio y a la admisión de sus contemporáneos.
Nicolás Avellaneda. Una Jrase.
Ironía. - Por medio de ella, damos a comprender lo contrario de lo que decimos, expresando al mismo tiempo desprecio, burla o indignación:
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Cuando la presidencia de Sarmiento recibía el fuego implacable de la oposición. refieren que el estadista genial exclamó un día con honda pesadumbre: Aquí se necesita más he-
roísmo para. hablar bien de un gobierno que para hacer una revolución. Yo he envejecido, señores. sin ensayar este segundo valor, porque nunca he sido revolucionario. pero siento el coraje de la justicia y no callo, ni oculto su voz impecable.
Roque Sáenz Peña, Discurso programa.
Cuando la ironía es mordaz, cruel e injusta, se denomina sarcasmo.
Atenuación. - Esta figura consiste en expresar menos de lo que corresponde a una persona o a un hecho, para dar a entender, por contraste, que es mucho más. Se presta a la ironía y al sarcasmo, según es notorio:
He visto muchas cosas más tarde, por aquello de que ve bastante el que camina, por distraído que sea, y he conocido la cara de casi todas las crisis en varios pueblos, dándome cuenta al final de que el asiento geológico de los males más diversos era el anotado: los oficios y las profesiones descuidadamente servidos.
Gabriela Mistral, El sentido de la proJesión.
Asociación. - Consiste esta figura en incluirnos dentro de lo que decimos de otras personas o en incluir a otras dentro de lo que afirmamos de nosotros mismos. Esta forma de expresarse permite hacer reproches, con delicadeza, o velar con modestia, nuestros propios méritos:
En el discurso que esta noche me honro en pronunciar ante ustedes, no trato de dar ninguna definición abstracta de la belleza, pues los que trabajamos en el arte no podemos aceptar teoría alguna a cambio de la belleza
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Osear A. Wilde, A los estudiantes del arte.
Preterición. - Por medio de ella expresamos que no hablaremos de un asunto, cuando en realidad ya lo damos a conocer con esta simple aclaración:
No queremos repetir lo que tantas veces se ha escrito: la explosión de entusiasmo con que fue saludado el joven orador que apareció de improviso en Catamarca, pronunciando aquellos dos discursos patrios que conmovieron toda fibra argentina, y corrieron rápidamente por la América.
Nicolás Avellaneda, Mamerto Esquiú..
Procedimientos modernos de desarrollo
Aparte de las figuras retóricas clásicas, se aplican en la oratoria moderna ciertos procedimientos destinados a dar variedad y fuerza a la exposición.
Los ejemplos, reales o hipotéticos, suelen introducirse en el discurso para aclarar o ilustrar ideas generales o conceptos de dificil comprensión. No siempre son reales, ni necesitan serlo. Basta que sean verosímiles, honestamente propuestos y de vigor demostrativo. Lo particular, lo inmediato, lo concreto, lo vital, lo sucedido, impresionan más al auditorio y tienen mayor poder de convicción que lo general, lo remoto, lo abstracto, lo teórico o lo irreal.
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Las estadísticas son un recurso bastante generalizado en cierto tipo de disertaciones. Prueban. aclaran y ejemplifican por el prestigio de los números. Las referencias estadísticas deben darse en forma sumamente clara y con exactitud científica. Las presunciones o la mera opinión individual no son estadísticas. No deben abundar demasiado y conviene presentarlas en forma comprensible, para lo cual se aconseja traducirlas a formas y cifras habituales a la mentalidad común. Es más convincente decir que en el mundo, de cada tres personas dos viven sin suficiente alimento. vivienda. ropa y asistencia sanitaria. que referir aritméticamente los datos abstractos pertinentes.
Las historias, biografías, anécdotas y fábulas son otra forma de ilustración. Pueden originarse en hechos históricos reales, en la leyenda, la mitología o la experiencia propia del orador. El público moderno se interesa particularmente por las que tienen relación con su experiencia inme-diata. .
Las citas son transcripciones de palabras ajenas. Deben escogerse con criterio selectivo y venir al caso. El orador deberá respetar la textualidad de la frase y en todos los casos, mencionar el autor o la fuente de origen. Se presupone que la.cita se hará recurriendo a fuentes de gran autoridad.
Las ilustraciones son de gran utilidad en cierto tipo de disertaciones. Pueden emplearse mapas, gráficos, diagramas, modelos u objetos reales, diapositivas, películas cinematográficas, encerados, discos, grabadores, pinturas, teatralizaciones y todo cuanto sirva para esclarecer la palabra. Las ilustraciones tienen la vent3Ja de aflojar la tensión psicológica del expositor, animar y variar el ritmo del discurso, llamar la atención del público y ayudar la retentiva.
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lencios mientras presenta las ilustraciones y hacerlo siempre mirando al público. Normalmente. el uso de ilustraciones se practica con anterioridad para evitar errores o eventualidades desagradables.
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6. LA EXPRESIÓN DE LAS IDEAS O ELOCUCIÓN
Después de preparado el plan y escogidos los pensamientos que en él tendrán cabida. ha llegado el momento de escrihir el discurso. si será leído, o de ser pensado en detalle. si se lo improvisará. En otras palabras. ha llegado el momento de poner en vocablos el discurso. Esta etapa se denomina elocución. La elocución es la expresión, en forma idiomática. de los pensamientos, imágenes y sentimientos.
Estilo y persona
Ella está íntimamente condicionada por la manera individual de expresarse que tiene cada persona. Se ha discutido mucho acerca de si el buen estilo es un don gratuito que existe en algunas personas o si es el fruto del estudio. A este propósito se suele recordar con insistencia la frase de Qulntiliano, Orator jit, poeta nascitur, que es lo mismo que sostener que el orador se hace y el poeta nace. 1
El talento oratorio. según algunos, no es más que una aptitud que se desarrolla con el estudio y el ejerCicio. BuITon solía decir que todos los días aprendía a escribir, señalando así a la facultad
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de escribir como el fruto natural de la práctica. Algunos refranes populares aluden también a las bondades de la ejercitación como medio de adquirir una nueva naturaleza; valga aquí el conocidísimo paremia español: "El ejercicio hace maestro". Los partidarios de las condiciones naturales sostienen, por su parte, que el don oratorio, como los demás dones artísticos, se traen del nacimiento y no hay academia capaz de superarlos. Estos son los que se pertrechan tras del refrán: "Lo que natura non da, Salamanca non presta".
No toca decir aquí sobre tan debatida materia, porque no tendrá decisión definitiva jamás. La experiencia, en cambio, es testigo de que los más grandes escritores y los más famosos oradores de todos los tiempos han sido formidables trabajadores y han elaborado su estilo artístico a fuerza de estudio, ejercicio y paciencia. No en balde se ha dicho que el genio no es más que una larga paciencia. Lo cierto es, por otra parte, que el estudio y la ejercitación han elevado siempre a los artistas por encima de sus propias condiciones naturales. En la historia de la elocuencia, basta sólo con pensar en los largos y pacientes estudiOS de Demóstenes, Cicerón y Lincoln, para comprender que tampoco los hombres superiores han podido sustraerse a esta inexorable ley del arte. '
El estilo oratorio
El estilo oratorio existe. La palabra hablada está por naturaleza sujeta a condiciones distintas de la palabra escrita, y ésta es una incontrovertible verdad que todo orador conoce. No se habla como se escribe. Por esta razón, el discurso escrito para ser leído debe componerse de acuerdo con las características del estilo hablado.
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La lengua hablada tiene sus propias leyes, que no son las mismas de la lengua escrita. El lenguaje oral permite -y aún más, necesita- repeticiones, suspensos, interrogaciones, exclamaciones, y toda una suerte de procedimientos que son totalmente desaconsejables en la composición escrita. En cuanto a la frase oratoria, es muy diferente en su estructura de la escrita ya que debe tener un ritmo y una extensión que no tolera el lenguaje escrito. Idéntica afirmación puede hacerse con respecto al vocabulario. Asimismo, los errores sintácticos o de construcción son menos graves en el discurso hablado, pues el público en general no los percibe, ni tienen tampoco gran importancia.
Quienquiera que haya tenidó que corregir alguna vez la versión taquigráfica de un discurso propio e improvisado, comprenderá rápidamente lo difícil que resulta adaptarlo para la lectura, y hasta es muy probable que no reconozca en esa versión su propio estilo escrito. La palabra hablada, en síntesis, pertenece a un orden de cosas especial, donde rigen exigencias propias.
¿Cuáles son las cualidades del estilo oratorio? El estilo oratorio debe tener: verdad, claridad, belleza, vitalidad, adecuación, ritmo y naturalidad.
Cualidades del estilo oratorio <.... ----
Verdad. - En primer lugar, la palabra lLablá-" da debe ser verda . a.h>' ~6e ariuñaar sóiO la yer a _X~ envolver nunca la mentira. ,~rl!>lrn. significa aqm el acüe:..~.~_~!~!Q3(ú-é:J?:~!2~§1!nii§ yro-que decirrm~ecrr, no ser artificiosos fictlcios:--rnl~t!~:J~:r'pü15rrco' ~'acrvierté> . en'ség~l a cllañcroer autor habla de algo en lo que no cree,' algo que no siente, ni le brota con necesidad de
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lo íntimo de su alma. Por otra parte, no hay elocuencia fuera de la sinceridad, pues no podemos contradecir impunemente nuestro yo, sin delatamos por la frialdad de la expresión o la teatralidad del gesto.
El orador falsQ es en~da ~eser!!!!ascaraQo p~ ~us oyente~..\-9!!.t:lo sanctQ!lªl!~.2!}_,w~~!ndif~renc~a t~~,3!~~~JlQLPIimeIa.l!;ez-""~- con el d~QI:eclo m~"illI.ª-~-. Un estilo que no sea verdadero no tiene ninguna probabilidad de imponerse, porque no brota de adentro del alma, porque no tiene el fuego de la convicción, porque no tiene fuer/-a ni vigor. Un estilo así es deplorable, y 10 que es peor, inútil. No sirve ni al oyente ni al orador.
La palabra que no surge de un pensamiento no es nada. "Concebir las cosas tal como son y decirlas tal como se piensan, he ahí el estilo", dice el P. Sertillanges l . El amaneramiento es una de las más frecuentes manifestaciones de la insinceridad y es también la forma de mentira que más percibe el público. Debemos hablar como nos es natural, y emplear los recursos aprendidos a medida que ellos vayan incorporándose naturalmente a nuestra manera de pensar y de decir. El hombre colocado en orador resulta pedante. fatuo y ridículo. si no lo es en realidad. Hay que volar hasta donde nos llevan las propias alas. Estilo verdadero es el que nos es propio y natural.
<Qari~ La segunda condición es la clari'aad. Este prinCipio se apoya en el más elemental
sentido común: ha, lamas para comunicarnos con el prójimo y est comunicación es impoSible
o nos expresamos con c ari a , .. _ o pensam eno es :onfundtdu entre un montóii ==-~"""""'~'='-~;-~"'''''''''''·'T_~, ;.~" '" __ ~_~, .... :"",r."""",,,,,,,,;.,,.\_,,,,,r.,...,,.;,=rt~I-1'>··'~~"""~-"··"""""""~=:""'I"" ....... '_. -~.~ ..
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1pa equivalente ~~ridad de p.t:!lsamien~, ppes no se ve como pueda explicarse claramente lo que se entiende en [amIa confusa. Además, la claridad está en relación con la mentalidad común del auditorio y la naturaleza del tema. Lo que puede ser claro para un público académico o especializado, no lo será para un público común de plaza. Una disertación de análisis matemático será ininteligible para un auditorio de niños de primeras letras, pero no para estudiantes universitarios.
Atenta principalmente contra la claridad del discurso el empleo de un vocabulario rebuscado. extraño a los oídos del común de los oyentes. Es un error muy común el creer que un discurso está mejor hecho cuando más insólitos son los témIinos que se emplean. La verdadera elocuencia es clara, nítida, y convence o conmueve por los pensamientos y no por las meras palabras. Hay que habituarse a emplear las formas más sencillas de expresión, y entre una fonna y otra, escoger siempre la más inteligible. La belleza del discurso no tiene nada que ver con el vocabulario extraño ni con la sintaxis desacostumbrada.
Conviene prevenirse, sin embargo, contra la idea de que la claridad y sencillez del habla sean lo mismo que el habla vulgar. insípida y elemental. Una cosa es decir pensamientos profundos con sencillez, y otra muy distinta decir necedades en forma también sencilla.
Belleza. - Un discurso es también una obra de arte. y por consiguiente. debe cumplimentar la belleza. Importa distinguir aquí 10 que es belleza. para que no se confunda con el alambicamiento literario. Bello es un término muy amplio, que comprende varios grados. Hay varios modos
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de belleza, que van desde 10 elegante hasta 10 sublime. Se comprende, entonces, que la belleza de un discurso deba estar subordinada, en cierto modo, a la finalidad del discurso, al auditorio, al tema. Un discurso científico será bello cuando sea claro, bien organizado, sobrio, demostrativo, y si es posible, algo elegante. Un sermón sacro, en cambio, para ser bello, tendrá que conmover hasta 10 más profundo el corazón y la mente de los feligreses, elevar el espíritu hasta el éxtasis religioso y provocar en ellos el amor infinito, y esto sólo se consigue con la sublimidad oratoria.
El imperativo de verdad, naturalidad y claridad que se exige a todo discurso, no significa que la pieza oratoria sea banal, trivial, vulgar o chabacana. Un discurso requiere un mínimo de belleza, de acuerdo con su naturaleza: debe estar bien escrito o bien dicho. Ese mínimo impone que la sintaxis sea por 10 menos correcta, que los vocablos sean dignos y acertados, que no se intercalen vulgaridades, necedades o indiscreciones. que la lengua sea la castellana sin mezclas espurias de vocablos extranjeros -salvo las excepciones insalvables-, que no haya vulgarismos, ni tecnicismos, que no sea retorcido el pensamiento ni la frase, que sea pronunciado en correcta condición, entonación y articulación.
La belleza en materia oratoria suele ser mal interpretada a menudo, y es conveniente precaverse contra ese preconcepto. Se pretende que un discurso, para ser bello, debe ser pomposo, rotundo, grandilocuente, exagerado. ¿Es que la sobriedad no puede ser belleza, como la modestia y la sencillez? El prejuicio indicado suele llevar a los creadores inadvertidos a la verbomanía, la teatralidad. la verborrea insustancial, la exageración y, de paso, al ridículo. Esta belleza será una orgía verbal, como la calificara un autor, y
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nunca elocuencia. Para lograr la belleza, es inútil el empleo de los procedimientos de desarrollo o figuras de pensamiento.
En íntima relación con la belleza está la mesura que debe regir el discurso. Hay que saber contenerse para ser artista. En la antigüedad no se exigía esta condición, pues se pretendía que todo discurso fuera abundante y que el orador revelara poseer esa "boca redonda" que Horacio admiraba en los griegos. Cicerón usaba de la abundancia expresiva, porque en aquellos tiempos el concepto de la elocuencia 10 exigía.
Modernamente, las cosas han cambiado. Hasta las grandezas de un Castelar nos parecen hoy fuera de ocasión. El siglo xx es un siglo realista. natural, contrario a la copioSidád expresiva. Se exige más pensamiento y menos forma. más sustancia y menos envoltorio. La sensibilidad actual no tolera superabundancias retóricas, y prefiere la síntesis demostrativa y la elegancia escueta.
Tampoco la mesura debe interpretarse como sequedad y penuria de elementos. Ella comprende el empleo justo, equilibrado, suficiente, de recursos retóricos; expresar todo 10 que se deba expresar, emplear todos los recursos estilísticos y retóricos que sean necesarios, pero ni uno más. Para obtener este fin. deben evitarse las acumu-1aciones injustificadas de sinónimos, eludir los paréntesis abundantes y las intercalaciones innecesarias, no abusar de las imágenes, de las comparaciones ni de los objetivos, relegar al olvido los términos pedantes y eruditos, en una palabra, ser sobrio dentro de la riqueza.
Cvit~~~:-\- ~abrª, hablada debe tener un:ª~~<rr~ita1.L a'._'J._¿~]~~rª;.1~aTIai~~-contrario de esto es el discurso'palido, morteci-no, sin dinamismo, frío, que se dice sin pasión
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ni sentimiento. No hay que creer que la vitalidad del discurso involucre gestos desmesurados, frases pomposas, epítetos altisonantes y toda una serie de defectos en que suelen incurrir los oradores de teatro. Por vida debe entenderse lo contrario de muerte, y un discurso es muerto, cuando no nos llega en nuestra condición de hombres.
La vida es, simultáneamente, ruda, generosa, cruel, triste, emotiva, risueña. trágica: no falta en ella nada. Tampoco debe faltar en el discurso. En cada momento, en cada oportunidad. debe ser de esas maneras, de todas las maneras como es la vida misma. El discurso debe tener una liqueza de tonos. una gama de expresiones que lo abarque y comprenda todo.
Ésta es la razón por la cual se repudian los discursos relamidos. afectados. pulidos. retocados como fotografías. No revelan realismo. Esta cualidad se logra desterrando las expresiones rebuscadas. las frases simétriCas, las palabras desusuales. los objetivos postizos y repetidos, los enlaces gramaticales abstractos, las metáforas triviales, los clisés habituales. los lugares comunes expresivos, el impersonalismo retórico del orador, la estilización falsa de las frases. las comparaciones remanidas, la falta de anécdotas, ejemplos, las citas demasiado frecuentes, los versos fuera de tiempo, el abuso de términos abstractos. la continua referencia a ideas y no a
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va~aneaaa,-en retorica. ~~~~,~¿nUP1!-d'wiJl!L.lQI!2~' d .. tL.~ursos. de_,P!gcg:2:~~<:n~?S. El discurso no puede S'el rnonocorue, siempre igual a sí mismo. sin sorpresas, sin novedades. sin imprevistos. EJ..QJ{S!nte ~9E~~~~:::,~~a monotonía y cae en el fastIdIo y el aourrIrrilento. ------"""""''''''~', ... ·"·,,,,,~ .• ,.¡;~"¡é~;"'Ú\S._~..:.~~~!~~,_,,,,, ....... _~~:.-~ .. ~.,," . ..:._,_,,_;"'_"'_~~
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El buen orador sabe cómo variar los modos de su discurso con procedimientos formales. Alterna las frases cortas con las largas, intercala anécdotas, deslumbra súbitamente con una fr~ se profunda, hace la broma oportuna cuando He- ,:f ga el momento, llama la atención con un gesto. <$ profiere interrogaciones y exclamaciones. inter- "". pela a un oyente. invoca a la patria o a Dios, jura. efectúa citas, guarda silencio, acelera o re-tarda la velocidad de su discurso. eleva o baja el tono de la voz.
En lo que concierne al contenido de su disertación .. !l~a el~é!~~ni1lSldad. lo conserva eu:e!mis.t.e,~~la,§J-l:Q,ilam.eIk-te, cuand.9..1!,1!n~s~,,§.e.,<~.,2...Jl4~,ªn.á lisis .sull:.. les. pronuncia liases con11:!ºy~dg,ras,,.,en,.fin • ..1rata.. de(¡Uéli·expo'SIéióñ"·ofrezca un anorama múlti-~l :O--'<: .... _'''''''''·....".'--'~· ... ,'i "."":"'~~";.G'''''-"\;"~..,r""..;:.,~-c,..""-.,"-"",.;=",,,..,..,;.,,,,,,,,,,.,....-~_!.~e~,,,".~~r:~,..,l~~~~ pe. ----~
Adecuació - Una cualidad importantísima en re anca se logra subiendo o bajando el lirismo de acuerdo con la altura del asunto. gesde .el lenguaje famiJiar al solemne. Existen frases y pa-i'a6iáS"¡j'aranarmrrclerneroe muerto como del triunfador deportivo, para hablar del despotismo del tirano y de la santidad del monje. existe un estilo de carne, de bronce, de hierro, de mármol, de granito, de acero, como dice un tratadista. Lo inlportante es atinar con el tono justo que exige el tema. Amiel solía decir: "El único estilo que me agrada es el estilo de las cosas", Ahí radica el secreto: hablar de cada cosa con el estilo que condice con su naturaleza.
La segunda f~rma de adaptación es la del estilo al auditorio. Este debe ser tomado tal como es, y no con lamentos sobre cómo debería ser. El orador está obligado a ser realista con su público y hablarle a cada oyente como es. Esto exige que antes de hacer uso de la palabra, el orador
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recabe toda la información necesaria, para saber en qué escala de espiritualidad están colocados sus oyentes.
Al preparar el discurso, debemos pensar continuamente en nuestro público, ponderar cada palabra, cada frase, cada pensamiento, cada recurso estilístico, en función de nuestros próximos oyentes, anticipándonos a la reacción que éstos tendrán frente a nosotros. '
El estilo debe ir directamente al público, al hombre, a su condición humana. La palabra debe ser una especie de diálogo entre el orador y el público, una comunicación directa entre ambos. El orador no debe dar la impresión de estar hablando a un conjunto impersonal, anónimo, que lo escucha desde abajo. Por el contrario, aunque nos dirijamos a un conjunto, debemos emplear un estilo expresivo que haga sentirse a cada oyente como destinatario particular de nuestro mensaje. El oyente no puede verse solo, ni vernos sólo a nosotros, hablando desde la altura de nuestro estrado.
Esto se consigue empleando interrogantes, apóstrofes, interpelaciones hablando en plural, contestando por ellos, anticipándonos a sus objeciones, señalándolos con la mano, mirándolos con habilidad, y cuando la ocasión lo permite, dirigiéndonos con preguntas o interpelaciones a alguno de ellos, y aun tratándolos por su nombre si viene al caso.
La norma es establecer un contacto humano y real entre el público y nosotros. Esto hará sentirse a cada oyente al lado nuestro y comprenderá que hablamos para un público humano, para él y para 10ca30 no ~ar~ un sUje~o anónimo y teórico.
Por ultImo, el ntmo. El ritmo es el /' Jlli>vimiento de la frase. En prosa, el ritmo es li-
( b.re, sin :n:~lo:a:§ fIJas, mientras que en poesía el ntmo esta ÍlJ ado por reglas. De la oratoria se ha '~ ,,,", ,,l
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dicho que su ritmo debe situarse a mitad de camino entre ambos. La lectura en voz alta de algunos famosos oradores, en su lengua original, nos revela en seguida su dominio del ritmo.
El ritmo tiene sus resortes que conviene conocer. Así, los períodos largos son más apropiados para ternas majestuosos, mientras que los cortos se adecuan mejor a los temas cotidianos. Los períodos largos son lentos, los cortos rápidos, y la rapidez y la lentitud tienen relación con la nobleza del asunto. El discurso político admite un ritmo majestuoso; el docente, no. El terna apasionado requiere un ritmo más acelerado y corto, el calmo uno más retardado.
En realidad, cada orador d~be imponer a su discurso el ritmo que es consustancial a su naturaleza, a su modo de sentir las cosas; entonces ese ritmo será natural, grato y no artificioso. ]:~ra 1j~g,r.~r.Jlg_122¿en Wno, deb~e\[itar~-
~~oE~~l~* que aernar las [rases"cOrtas' con'1aslargas, y ambas con los silencios oportunos. La puntuación debe cuidarse especialmente, respetando los signos respectivos. Deben vigilarse, asimismo, las uniones de unas palabras con otras, para evitar hiato~,g,~§Jlg~ª-dables.
~ ~s'hablar en forma 1!~~.JWlP art1fl.gQ§.a_~,J:ec.,ur,tit,.ª, .. j51nañfa$m .. Q:rr~tllu -st¿ales, .. ~S>,!!!QU~,~gª~,.,.,~~r,~mQP¡Q$a~"J)Jl}~~m~e llamativas.
El estIroOratorio moderno tiende cada vez más .aJ,d~nttl1carse coner::comrllilI~~c:.liarno d§b~. corifundirse.~~~fU!9-!,,:Ylllggr_o fi~
_miliar. Es efesffio propio de la conversación Tormal, el equivalente en lo escrito al empleado en los diarios serios.
La falta de naturalidad es sobre tOdo.2!Q"table"., eñeT uso ael vocabularto::Y~Lm~ill?~~.!!'l:)~._,<" ,,-,,-,,_._--_._. __ ....... ---_.~- . . . . ' ..
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sintaxis o construcción de las oraciones y párrafos. Es mucho más conveniente decir beso que
< - llrJ5iiSa ue céf7rO;Y-mflF-€J.u@--'fJtétay~ currir a un léxico a arfiblcado-no~iñfpresiO'na al oyente contemporáneo; antes bien. suscita sospecha y desconfianza. Por otro lado. la proliferación de vocablos ajenos a la experiencia cultural del auditorio no se confunde en estos tiempos con la profundidad de pensamiento ni con una inteligencia superior.
Análogo razonamiento es aplicable a la construcción sintáctica. Giros como acrecentamiento numérico en lugar de incremento. o evidencia corroborativa en lugar de prueba sólo sirven para distanciarse del público y no alcanzan a convencerlo.
Aspectos idiomáticos
En este orden de hechos. son aconsejables algunas normas relacionadas con la selección del vocabulario. la primera de las cuales consiste en emplear toda vez que sea posible el idioma español en su forma pura. sin contaminación de extranjerismos. No decir, por ejemplo.face toface en vez de cara a cara, ni mise en scene en lugar de puesta en escena. a menos que no exista la palabra castellana para expresar un objeto. hecho o idea. como es el caso de rating o tantos otros términos de la ciencia y la tecnología actuales. En esos casos. si el extranjerismo es inevitable debe traducírselo para asegurarse la interpretación del auditorio. Aunque no son propiamente extranjerismos en sentido estricto pues están incorporados en el diccionario de la lengua española. los latinismos tampoco son convenientes por su carácter arcaico: a priori (en principio). álter ego (persona de confianza). y muchos otros.
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Para los hispanohablantes las palabras regionales pueden convertirse en un problema. Debe-· mas usar una lengua común y comprensible para todos. evitando los regionalismos: pibe (Buenos Aires), gurí (litoral argentino), botija (Uruguay), en sustitución de niño. que es totalmente comprensible en todo el orbe hispánico. Cuando fuera ineludible, deberá insinuarse hábilmente su traducción: taita (bravucón del arrabal porteño).
Cuando se habla en público debe tratarse de no recurrir a las frases hechas o lugares comunes, que aunque no siempre incorrectos gramaticalmente. reflejan escaso dominio idiomático. Frases como la nave del Estado. la espada de Damocles. abnegado servidor público, la segunda madre (maestra) y mil más, se consideran como un pobre recurso en el lenguaje.
Por último, el orador aprenderá a través de la experiencia que muchos vocablos, pese a ser correctos, carecen de altura expresiva. Todos tenemos recuerdos de expositores que en el curso de su disertación. parecen dar de pronto un traspié y caer en un vocablo que no concierta con la dignidad del resto: macana por mentira. plata por dinero.
Los tres estilos clásicos
Las retóricas y poéticas se ocupan desde antiguo de los estilos literarios. Las clasificaciones varian con los criterios de los autores, pero para el caso particular de la oratoria. mantiene vigencia todavía la división triple, que con distintas denominaciones, recomiendan Dionisia de Halicarnaso, Cicerón, Quintiliano, san Agustín y otros preceptistas posteriores: el estilo simple (común), el moderado (templado o mediano) y el
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sublime (grave o grandioso). Cada estilo está determinado por el asunto del discurso y el carácter del orador y del público, pues se comprende que las palabras han de estar adecuadas a los objetos2
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El estilo simple es el que corresponde a la conversación y a la expresión habitual de las personas cultas. En la oratoria moderna, coincide exactamente con el que se aplica en la especie denominada charla o comentario:
Ved aquí, señores. las reflexiones que en medio de la muchedumbre de negocios que me rodean he podido ordenar a costa de inmensos afanes. Cuando proyecté este discurso yo no preví que acometía una empresa, no sólo superior a mis talentos y corta instrucción. sino también al tiempo que me d~jan libre las diarias funciones de mi empleo. Más despacio, y después de un estudio más serio y reflexivo. hubiera tal vez expuesto mis ideas con menos aridez y difusión; pero trabajando interrumpida y precipitadamente. distraído el ánimo a mil varios importunos objetos, yestimulado a todas horas el deseo de venir a manifestaros mi gratitud, ¿qué podía yo producir que fuese digno de la gravedad de la materia y de la instrucción de! auditorio?
Gaspar Melchor de Jovellanos, Discurso de ingreso en la Heal Academia de la Historia.
2 Sobre condiciones. características y cultivo de los estilos, los manuales de preccptiva codifican útiles estudios. Pueden leerse en los más divulgados: GÓMEZ HER.\!OSIll.A. JosÉ, Arte de hablar en prosa y verso. París-México. Bouret 1905: TORO y GÓMEZ. MIGUEL DE. El arte de escribir en veinte lecciones. París. Annand Colín. 1922: ÜWELA, CAUXTO. Teoria literaria. Buenos Aires. Estrada, 1902: ALONSO. MARrlN, Ciencia del lenguqje y arte del estilo. Madrid. Aguilar. 1955. Están también los tratados de Blair, Roustan. Montau, Coll y Vehi. etc. Muy usado en la actualidad por su método práctico y utilitario es el de ALBALAT. A.",.OINE. El arte de escribir y laformación del estilo. Trad. de Luis Castillo. 2~ ed., Buenos Aires. Atlántida. 1949.
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El estilo moderado es intermedio, supera en ornato y elegancia al simple, sin llegar a las excelencias y adornos del sublime. En los tiempos actuales, es más frecuente y aceptado:
Murió Pompeyo por vuestra desdicha: vivió César por vuestra ruina: mátole yo por vuestra libertad. Si esto juzgáis por delito, con vanidad lo confieso; si por beneficio, con humildad os lo propongo. No temo morir por mi patria; que primero decreté mi muerte que la de César. Juntos estáis y yo en vuestro poder, quien se juzgare indigno de la libertad que le doy, arrójeme su puñal. que a mí me será doblada gloria morir por haber muerto el tirano.
Francisco de Quevedo y Villegas. Vida de Marco Bruto.
El estilo sublime es el que por imperio de una gran concentración de pensamiento, la ocasión de un terna extraordinario y el dominio de la expresión, llega a alturas de belleza raramente alcanzadas. Es poco frecuente en la oratoria moderna, por razones de época y gusto:
Dichosa edad y siglos dichosos aquellos a quienes los antiguos pusieron nombre de dorados, y no porque en ellos el oro (que en nuestra edad de hierro tanto se afirma) se alcanzase en aquella época venturosa sin fatiga alguna, sino porque entonces los que en ella vivían, ignoraban estas dos palabras de "tuyo* y "mío". Eran en aquella santa edad todas las cosas comunes: a nadie le era necesario para alcanzar su ordinario sustento tomar otro trabajo que alzar la mano, y alcanzarlo de las robustas encinas que liberalmente los estaban convidando con su dulce y sazonado fruto. ~~ claras fuentes y corrientes ríos. en magmfIca abundancia, sabrosas y transparentes aguas le ofrecían. En las quiebras de las peñas y en los huecos de los árboles formaban
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su república las solícitas y discretas .abejas, ofreciendo a cualquier mano. sin interes alguno, la fértil cosecha de su dulcísimo trabajo.
Miguel de Cervantes Saavedra. El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, 1, cap. XI.
111. EL EJERCICIO EFECTIVO DE LA PALABRA
7. LA VOZ
La voz tiene especial significación en la orato· na. Una buena voz facilita la miSión del orador y le da un apoyo filme. Por lo general, se descuida en la vida cotidiana este aspecto de la expresión oral y se disminuye así el interés de la conversación.
Para hablar en público, lo ideal seria satisfacer las cualidades que Quintiliano exigía: una voz expedita. llena, suave, flexible, sana, dulce, amable, clara, limpia, penetrante y que dure en los oídos l . Pero las cualidades vocales se traen desde el nacimiento. Habrá que perfeccionar, pues, a partir de esas condiciones innatas, la calidad vocal. Lo principal es darse cuenta de las virtudes o defectos de la propia voz, para aprovechar las primeras y corregir, en lo posible, las segundas.
Hay tres elementos detenninantes de la voz humana: el organismo, el ambiente y la personalidad. La parte orgánica condiciona la voz, pues ésta depende en gran parte de la confonnación del aparato vocal y del estado fisico general. El ambiente tiene también su importancia, pues
I QUI:\l1UA~O. M. FABlO. lnslüuciones oratorias, lib. XI. cap. 111, p. 3: • ... voxJacilis. magna. beata.jlexibilis.ftrma, dulcis. durabais. pura. se' can. aera, auribus sedens",
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muchos hábitos elocutivos provienen de la imitación o del contagio, como por ejemplo, la típica tonada o acento regional. Por último, la personalidad también influye. La inteligencia, la entonación, la dirección, etc., revelan indudablemente el temperamento, el carácter, el yo.
La voz humana ~
La voz humana tiene, como todo otro sentido, ~es propias. Ellas son: t~ timbre, can..: tidad e intensidad. Tono es la aItu'"ra musical de la voz. Según el
toño, las voces humanas se clasilican eh agudas o graves. La escala de registros de altura pennite clasificar a las voces masculinas, por lo común, en tres categorías: tenór, baritono y bajo. Existen también tipos de voces intennedias. Desde el punto de vista oratorio, la mejor voz es la del barítono.
Timbre es el matiz Ee~~al de la voz. Es un fenómeno complejo, y está aetenninado por el tono fundamental y los annónicos o tonos secundarios. Por el timbre se reconoce a la persona que habla. aun cuando no se la perciba. Hay voces bien timbradas y agradables, mas las hay también blancas, roncas y chillonas.
Cantidad es la duración del sonido. Según la cantict'ád, los 'SOñicrospuecferi ser largos o breves, con toda la gama intennedia de semilargos, semibreves, etc. La cantidad suele depender, en general, de las características de cada idioma, de los hábitos lingüísticos de las regiones o paises, de la psicología del habitante, etcétera.
Intensidad es la mayor o menor fuerza .q)l:L~.> se produce la voz. HayV5CesIúértes voces déb-ile-s:--'-""" . "'- ... >~.,,--, -'gnTonética, se denomina acento al conjunto de los anteriores elementos, cuya combinación es-
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pecial en cada idioma, en cada región de un mismo idioma, y aun en cada individuo, da a ese idioma o habla una característica distintiva. EI;S> idioma castellano o español tiene un acento es- ~ pecial, 9istin~0 ~~l f~ancés o ?el inglés, pero den- ~ I
tro del area ImguIstIca del mIsmo castellano, hay ..... un acento argentino, uno mejicano, y así tantos como los paíse$ donde se habla. La diferencia de acentos existe también entre zonas o provincias de un mismo país, y aun entre barrios de una misma ciudad.
Por último, los sonidos tienen una distinta escala de perceptibilidad o alcance. Hay sonidos que por propia naturaleza se escuchan desde más lejas, como la vocal a, mientras que otros se . .. ... "'. "'_ ... c
escuchan sólo a menor distancia, como la u. Las voces tienen también distinto alc~mce o perceptibilidad' según las personas.
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Cualidades de un, J.uen~--v,;z7í, --------~-___ L;¡
Una buena voz, desde el punto de vista de la oratoria, debe reunir estos requisitos: imposta~n, calidad, alcance, intensidad, claridad. pureza, resIs.m!!l2a y fleXibilidad.
~~ Toda persona qu~ haga uso profesional de la palabra debe tener SJ;1 voz impostada, es decir, colocada correctamente. Cüando no lo está, se 1:L'!e~~~.r.Q..<!.1fcentras: tomos que el orador debe evitar. Hablar con Iavoz fmpostada esna~siiieS1Ue'fZó, con naturalidad. aprovechando al máximo las condiciones fisiológicas del aparato de fonación.
La impostación de la voz consiste en 'apoyarla en la base de la caja torácica. respirando de manera que descienda la tráquea, el aire salga con libertad y produzca los sonidos con amplitud y en su mejor cualidad. Esto requiere una educa-
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ción especial que suele estar a cargo de médicos foniatras, profesores de canto u otros especialistas. Sólo así conseguirá el orador colocar su voz en el tono que le es natural para mantener por más tiempo la palabra sin fatigarse y matizarla con amplitud, en su grado óptimo.
Por lo general, las personas no saben cuál es el tono natural de su voz y no lo conocen. La ayuda de un profesional es necesaria para descubrirlo. Existen, sin embargo, procedimientos prácticos que permiten al individuo descubrirla por sí mismo o con ayuda de terceros.
/~ Existen personas con voces n~turalmente hermosas, que cal!-~ºl $u tinID[e J:LQt!H~ _mQ ..ll~~ tras, en cambio, las tienen rudas, demasiado suaves, graves, saltarinas, blancas (sin forma ni timbre), cavernosas, arrastradas, demasiado breves, cortadas, etc., en una palabra, defectuosas. Una voz hermosa es una gracia de la naturaleza, pero una voz desagradable puede corregirse en gran parte mediante ejercicios y educación. Una voz de buena calidad estética produce sobre el auditorio efectos cautivadores. Quien no posea esta gracia deberá esforzarse al máximo para superar los defectos mediante una ejercitación adecuada.
~~ Alcance.;-. Un orador debe estar en condicio-
n~~L_J~:ñªhlª!._.a- cüalqtiTer-mstancüi:--El ofictOlo exige, para superarlas-coríIlngeñclas de las salas demasiado grandes, los actos al aire libre o la ausencia de amplificadores. El alcance de la voz no es el mismo que la sonoridad o la fuerza. Hay voces fuertes que no llegan lejos, mientras que las hay débiles que lo consiguen.
Indudablemente, la acústica del salón tiene gran importancia cuando falta el micrófono, pero en ausencia de condiciones favorables. es una necesidad para el orador hacer llegar su voz has-
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ta la última fila del público. Hay un límite humano, por supuesto. Para ello, es necesaIio te-ner presentes algunas reglas. ,
En las salas pequeñas debe hablarse con poca voz pero sin apagarla. En las salas grandes, se debe hablar fuerte, pero sin gritar. La mejor forma de hacer llegar lejos la voz es dando salida al aire lo más adelante posible, y dirigiendo la columna de aire un poco hacia arriba con el cuello algo levantado, como si apuntáramos con la boca a la última fila. .,dJ'lt§físraQiiji~ vollJi1J1tiJ-;;r- La intensidad es la
fuerza con que se habla. La voz debe emitirse conintensidad, pero sin grito. Nunca debe vociferarse, pero tampoco debe caerse en el defecto opuesto de hablar tan quedo que no se escuche. La intensidad debe variarse, para evitar la mo-notonía. '
Los discursos bien dichos no empiezan jamás con mucha intensidad. Es conveniente empezar con voz baja y mantenerla unos minutos, para concitar la atención del público. Además, la intensidad deberá variarse de acuerdo con los pensamientos que se expongan. El orador debe acostumbrarse a conocer la sala ni bien comienza su discurso, para no equivocar la intensidad ni demorar tiempo en conocerla. "Se debe sentir la sala al borde de los labios", dice un experto con frase envidiable. La voz se exteriorizará entonces con dominio, proyectándose sobre la totalidad del auditoIio.
Cada expositor ha de conocer por entrenamiento previo el alcance de su voz máxima, sin recurrir a los gIitos. Esto se logra con mediciones efectuadas por cada uno, en una sala cualquiera vacía, y con la ayuda de un oyente que se aleja paulatinamente hasta precisar la distancia en que la voz pierde audibilidad. El expositor ha de hablar en público con una voz de doble inten-
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sidad con que lo hace en una charla de persona a persona. Cuando su voz resulta poco intensa, para subirla al volumen requerido ha de ~ag.inarse mentalmente que habla ante un audItono de cien a ciento cincuenta personas. En este caso, la voz resulta animada, el cónferenciante es escuchado sin fatiga y' proyecta una imagen enérgica, impositiva y satisfactoria.
Claridad. - Una buena voz debe ser clara, esto es, perfectamente perceptible. Deben escucharse todas y cada una de las palabras del discurso, aún las de tono bajo y menor intensidad. Esto requiere que se articulen perfectamente todos los sonidos, con las diferencias naturales que existen entre ellos, para evitar confusiones. Es necesario, además, que el orador no cometa vicios de dicción que oscurezcan los sonidos. La voz debe emitirse libremente, sin forzar ninguno de los medios naturales de producción del soni-do. (j~ !&--Glªri.djl~Ltlene-_IeJa(Mm-.con la pureza de .1a voz. Una buena voz debe ser pura, enersenÜefo--ae-ño estar viciada por defectos del aparato vocal o fallas de articulación y fonación.
Vicios que deben curarse, corregirse o evitarse, según el origen, sOn~gosidad, el tartamudeo.+.Ja_n_a.sllLizª~!ºJl-,_ e1J_ªJ~º .... " et::!2!~]Jiseo, el hablaI:...slbnml.t~Y __ ~.~_ taI1~~_<?:. Estos defe~n por lo general incompatibles con el uso publIco de la palabra, a menos que se corrijan. Entre los defectos derivados de la articulación o fonación, deben contarse: el ceceo, el seseo, el rotacismo, el sigmatismo.
Están proscriptos de la palabra pública los acentos vulgares y arrabaleros. (ResisteTlCtCt,_ ... -'/La resistencia y duración son
coruncn:rné:'.fiíaturales de la profesión del orador. El orador tiene que hacer esfuerzos grandes para
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hablar durante largo' tiempo y esto no podrá realizarlo sin una voz durable y resistente. Una vez más, la condición fundamental reaparece: la impostación. Las voces mal colocadas se fatigan y agotan.
~iliiij¡jff;i)- La última cualidad de la voz es la flexibilidad o sea la capacidad que debe tener de variar el tono, la intensidad, el alcance, la velocidad, la entonación y las pausas, para darle una fisonomía variable y atrayente. Nada es tan contrario a la oratoria como una voz monótona, siempre igual a sí misma, que no se modifica a lo largo de una disertación. Esto fastidia la atención del público y provoca el desinterés. ~ay~ ser.rl~xible.y
lrásunta~n caaa momento la variación y ~., lJilª.c!~s intelectualé3, rii.or~nes~·vcirrnv-ás·y-señsibIes de--nuesffá a1ri:úl;- c-ü'i1fOnné"lásvámos"clés-p.§.~~~d()éJ.1-la p~!~!lt~!,_.,-<·· --.--.''.'''.-'.,- ... '-.. -
La fonación y la articulación
El sonido articulado se produce en virtud de una serie de movimientos orgánicos que constituyen la espiración, o salida de la columna de aire desde los pulmones a través de los bronquios y la tráquea; la fonación, o producción del sonido en la laringe, y la articulación, o transformación de ese sonido elemental en sonido articulado, en la cavidad bucal. la cavidad faríngea y la cavidad nasal, mediante los movimientos de los labios, la mandíbula inferior, las mejillas. la lengua y el velo del paladar. Estos dos últimos actos tienen especial interés para el orador.
El estudio de la articulación indica el lugar exacto donde se producen las vocales y las consonantes, y los órganos que intervienen. o sea, la producción misma de esas vocales y conso-
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nantes, solas o combinadas en sílabas, en palabras o en frases.
Estos procesos son estudiados en detalle por la fonética, y no cabe sean analizados con la misma profundidad en este lugar. Conviene, sin embargo, tener presente que deben considerarse aceptables la articulación y pronunciación del hombre culto medio, conforme a las modalidades idiomáticas del país. Según Navarro Tomás, conocido fonetista de la lengua española, debe considerarse como nom1a general de buena pronunciación, la que se usa corrientemente en Castilla en la conversación de las personas ilustres, por ser la que más se aproxima a la escritura. El ámbito de esta pronunciación correcta -prosigue el autor-, no se limita a esa región de España, sino que se prolonga en muchas otras personas doctas, pues el modo correcto ha llegado hasta ellas por medio de la escuela, la escena, la tribuna y la cátedra. Este patrón rechaza todo vulgarismo provinciano y toda forma local o regional, y rechaza también toda depuración pedante en las gentes cultas que se esfuerzan por introducir rectificaciones. El modelo de pronunciación ha de ser, según esto, la pronunciación castellana sin vulgarismo y culta sin afección2
•
Este canon, con ser tan sabio, no puede ser adoptado al pie de la letra ni en la Argentina ni en ningún otro país hispanoamericano porque a su vez resultaría una pronunciación afectada o imitativa. En nuestro país se ha de tomar por modelo el habla de la gente de cultura general media, también sin vulgarismos ni pedantismos.
La pronunciación correcta: Hay una pronunciación culta y otra popular o vulgar. En toda
2 NAVARRO. ToMAs T .. Manual de pronunciación española. 6" ed .• ps. 8-9. Madrid. Consejo SupeIior de Investigaciones Científicas. 1950.
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exposición pública queda proscripta la pronunciación vulgar o chabacana, desprolija y aun coloquial y familiar. Un prudente consejo impide rebajar la pronunciación a límites incompatibles con el decoro que merece la expresión ante un público.
Todo expositor ha de recordar que, aunque una excelente forma de comunicación es siempre natural y cordial, no es lo mismo hablar ante un auditorio que en un grupo familiar o de amigos. La exposición pública se efectúa siempre desde cierto nivel de dignidad que no puede rebajarse.
No se consideran defectos en Hispanoamérica el yeísmo (pronunciación igual de la y y la LO, ni el seseo (pronunciación idéntica de la s, c y z). El acento regional o "tonada" tampoco se considera vicio fonético.
La velocidad
Se llama rapidez o tempo a la velocidad ordinaria de la conversación o discurso. La rapidez del discurso varía según la personalidad del orador, las circunstancias, y principalmente, según las emociones o ideas que se expresan. Habitualmente las personas se expresan con distinta rapidez, y lo que en unas es natural y agradable. en otras es falso y desagradable. '
Según Navarro Tomás, faltan datos precisos para determinar si la rapidez de la conversación normal española es mayor o menor que la de otros idiomas. A los extranjeros suele parecerles que nuestro idioma es rápido, mientras que a nosotros nos sucede lo mismo con respecto a otras lenguas.
De un modo general. las diferencias personales de rapidez son admitidas. a condición de que no afecten la inteligibilidad del discurso. no fas-
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Asimismo, la exposición de ideas abstractas, de estadística, de razonamientos difíciles o complicados, debe ser lenta, mientras que las ideas sencillas pueden decirse con mayor rapidez. En cuanto a las emociones, las de alegría, gozo, son más rápidas que las de dolor, pena y tristeza. Los discursos solemnes exigen también un ritmo majestuoso, lento, mientras que las arengas militares o la polémica permiten más rapidez.
Las pausas y silencios
En íntima relación con la rapidez y duración de un discurso están las pausas. Éstas se anuncian en lo escrito por los signos de puntuación, y en el discurso oral, por la duración relativa del silencio.
En el discurso leído, las pausas se hacen normalmente en mayor número que los signos escritos. Deben aprovecharse en todos los casos para aspirar aire. Las pausas se utilizan para separar los grupos naturales de ideas de un párrafa, para anticipar palabras, frases o ideas que deseamos destacar, y para meditar lo que se va a decir a continuación. En el último caso, el oyente no deberá notar esta estratagema.
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8. LA ACCIÓN
La acción es de capital importancia en el discurso. Los antiguos la l1amab,an 'discurso del cuerpo'. El discurso no es sólo el conjunto de palabras expresadas, sino que es también la voz con que ellas se pronuncian y la acción de los brazos, las manos, el cuerpo, y principalmente, los gestos del rostro. De Cicerón es esta célebre definición: ''Todo el hablar consiste en la acción y en la elocución".
En la antigüedad griega y romana, la acción tenía primordial importancia debido a que los discursos se pronunciaban al aire libre. En nuestros días la situación es muy diferente, pues la mayoría de los discursos se pronuncia en lugares cerrados y con la ayuda de los amplificadores, pero no obstante esto, la acción no ha disminuido de importancia.
Importancia de la acción
La acción acompaña a las palabras y las hace más notables e inteligibles. por eso se ha dicho que subraya el discurso. Va dirigida directamente a los sentidos y toma más inmediata la comunicación. Muchas veces, un gesto vale más que
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una palabra. Un orador que no emplee con acierto los ademanes, o que los utilice fuera de conveniencia. desluce su discurso y revela una desarmonía que el público percibe en seguida. En algunos casos excesivos. los desaciertos arruinan totalment6 el discurso: un orador que se mueve' como animal enjaulado en el estrado o un conferenciante inmóvil como una estatua, se exponen al ridículo y al repudio del auditorio.
La comunicación del orador con el público requiere. fatalmente, la acción del cuerpo. Los movimientos trasuntan la personalidad del conferenciante. El auditorio no se satisface únicamente con el contenido conceptual del discurso: desea más, entender. comprender la psicología. el alma y la intimidad del orador. Sólo después de haber percibido esta intimidad le dará su adhesión o se la negará. Nace de ahí la necesidad de que el orador muestre. en su acción. toda la riqueza que lleva en su alma.
Los retóricos antiguos han estudiado en detalle los movimientos y gestos. y nos han legado reglas muy minuciosas acerca de cómo comportamos fisicamente durante el discurso. Algunos modernos no han descuidado tampoco este aspecto de la elocu encia y han clasificado a su vez los movimientas y los gestos. Entre los antiguos. Cicerón y el maestro Quintiliano han sido los más precisos.
Los excesos en la reglamentación antigua han provocado una saludable reacción entre los contemporáneos. Hay incluso oradores y maestros de oratoria que se inspiran en las reglas del teatro para fijar los movimientos y los ademanes. Estos elementos pueden ser útiles, según el grado de la aplicación. y mientras no se confunda al orador con el actor de teatro. Es fundamental recordar que el orador debe hacer los movimientos que son correlativos a su contenido anímico, mientras que los del actor deben ser los propios
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de la naturaleza y psicología del personaje que representa. El gesto en el orador es casi siempre el resultado natural de su personalidad y de su mensaje, es un producto casi inconsciente y no tiene la misma importancia que en el teatro. ~
Prejuicios acerca de la acción
Acerca de la acción en el discurso existen prejuicios bastante generalizados sobre los que conviene estar advertidos. De un lado se sitúan los que la califican despectivamente de mímica y la proscriben radicalmente. De otro. se agrupan los partidariOS de la excesiva regu~ación. que confundiéndola con la acción teatral. recetan procedimientos excesivamente minuciosos. La verdad está en el punto medio.
Suelen pensar algunos que la acción oratoria es el ademán ampuloso. exagerado, cuando no la gesticulación desmesurada. Cierto es que debe hablarse con todo el cuerpo, pero con moderación. Los gestos y movimientos deben dar una impresión de libertad del cuerpo y del alma. de naturalidad y de facilidad. y revelar un tono muscular fláccido, libre, espontáneo.
Tampoco deben preverse a tal extremo los movimientos que el orador se convierta en un muñeco mecánico, con movimientos duros. rígidos y rápidos. La excesiva preparación en este sentido quita espontaneidad al orador y distrae su conciencia y atención. Ha de evitarse, pues, la nerviosidad derivada de esta concentración de la mente en los movimientos, para que la acción no resulte tampoco automática, mecánica ..
Los movimientos deben concordar, sin excepción, con el temperamento y la naturaleza del orador y del tema. Algunos oradores se han distinguido por la vehemencia y la amplitud de sus
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movi~ientos, mientras que otros han logrado tamblen la fama con mucha menos acción. Lo que resulta natural y conveniente en uno, no lo es en otro. Los movimientos son susceptibles de belle~a ~omo las palabras. Y esto se consigue con la practica y un poco de previsión, antes que con un maestro de teatro. La acción debe ser integral, es decir, armonizar con la totalidad de los elementos constitutivos de la oratoria, desde el rostro del orador hasta la naturaleza del público.
Principios generales
Existen algunos principios generales que gobiernan la acción en el discurso. Importa mucho que estos principios no sean tan abundantes que lleguen a los detalles más insignificantes, a fin de permitir que el orador se mueva con libertad interpretativa dentro de ellos.
Como regla esencial se ha señalado la naturalidad, es decir, la concordancia de los movimientos con el conjunto integral, físico, temperamental y conceptual del orador. Lo que no aparezca con;o un brote natural del momento y de la idea, esta mal hecho. Los movimientos y la acción deben ser los propios de cada individuo, de modo que es desaconsej able todo intento de imitación Sigamos la receta de Sertillanges: "No se imite: pu~s, la acc~ón de los demás, como tampoco su estilo . ~ su ~enero, como decíamos a propósito de la utIhzaclOn de los maestros. Un modelo es siempre precioso, pero bajo el beneficio de una adaptación, de una trasposición"l.
Como segunda recomendación, ha de tenerse en cuenta ~a pureza de los movimientos. Por pureza se entiende la ausencia de todo movimiento
1 SERl1IJ.A.'I1GES. P .• op. cit. p. 401.
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antinatural, automático, nervioso, como los tics, las manías, o los gestos y actos estereotipados. El orador que se presente con gestos o movimientos descomunales, caerá en el ridículo.
La tercera condición es la variedad, para evitar la repetición insistente o la monotonía que aburre. Los gestos deben ser distintos según la pasión de lo que se dice y el contenido de cada pensamiento. A cada idea 'corresponde un modo más o menos convencional en el género huma~ no, de expresarse corporalmente. Pero no se caiga en el error de pensar que pueden existir tantos movimientos como ideas. El repertorio de' movimientos corporales es sumamente limitado en relación con el pensamiento, de modo que no da lugar a una búsqueda caprichosa ni forzada.
Además, la acción debe hacerse en concordancia con el contenido del discurso .. Debe seguir el curso del pensamiento, progresar de acuerdo con la línea expresiva del texto, ajustarse a la vitalidad del discurso, efectuarse coordinadamente con los otros movimientos totales del cuerpo, y, finalmente, realizarse en el momento oportuno, es decir, cuando conviene subrayar una idea o pensamiento, y nunca a destiempo. No debe olvidarse tampoco la adecuación de los gestos a la situación, pues éste es un aspecto no menos importante. Una sala grande, un auditorio numeroso, exigen movimientos y gestos amplios y lentos, mientras que un pequeño grupo coloquial, una mesa redonda, toleran muy poco la amplitud y la lentitud. Se ha dicho que la amplitud de los movimientos está en relación con la amplitud del auditorio y del lugar.
La actitud o porte
La actitud o porte del orador en la tribuna tiene sus exigencias. El porte tiene alguna relación
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con el aspecto físico de la persona, pe:o más !k tiene con la personalidad y la psicologla. El publico comienza a juzgar por la actitud inicial del orador, aun antes de que éste haga uso de la palabra. De ahí la necesidad de adaptarse a alguna exigencia en este sentido.
La actitud oratoria exige, en primer lugar, serenidad y distinción. El movimiento nervioso es contraproducente, así como la inmov~~da? y dureza del cuerpo. Debe evitarse la tenslOn mtema a todo costo, porque revela una desarmonía de la personalidad y un proceso psicológico de inseguridad que el público aprecia inmediatamente. El porte debe permanecer también tranquilo frente a nuestros estados emotivos secretos, y no revelarlos.
Asimismo, el porte no debe denotar arrogancia, petulancia, provocación, desafío, menosprecio; indiferencia, falsa solemnidad. El orador esta obligado a una nobleza de alma, libre de conta- . rninaciones malsanas, y su actitud general debe trasuntar esta buena cualidad y no otra. Debe revelar también, cortesía, amor, interés y sinceridad. La mirada debe ser directa, sin huir de la gente ni seguirla con aspereza.
Si se habla de pie, el cuerpo debe mantenerse erguido, sin violencia, ofreciendo una perspect~va ligeramente asimétrica, es decir, con el ~le derecho un poco adelantado con respecto al lZ
quierdo; esto facilita los movimientos y permite además el movimiento fácil del brazo derecho. En el caso de que el izquierdo subraye la acción, ~eberá cambiarse esta posición, adelantando el lZ
quierdo. En ambos casos, el peso del cuerpo, debe descansar sobre ambos pies. Debe evitarse la rigidez del cuerpo, de las manos y del cuello. El cuerpo puede adelantarse, de vez en cuando hacia adelante y hacia atrás, pero no mucho. El cuello no debe estirarse, ni las piernas ni los
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brazos deben estar pegados, ni muy abiertos. Los brazos y manos deben estar en actitud conveniente.
Al subir o bajar del estrado, el orador debe cuidarse de no producir una impresión desagradable. Conviene marchar con naturalidad y elegancia, sin rapidez -que denota nerviosidad- ni lentitud -
. que denota timidez-o Hay que ir al estrado directamente, con sencillez, paso firme y seguro. La salida debe hacerse en la misma forma.
Al ubicarse, es aconsejable hacerlo en el centro del escenario o del estrado, mirando al centro de la sala y situarse lo más cerca posible del auditorio, sin echársele encima ni hacer equilibrios al borde. No moverse mucho en el estrado, de adelante hacia atrás o hacia los costados, es decir, no pasearse. En general, con respecto al movimiento en el escenario, debe tenerse presente que la inmovilidad está proscripta. El cambio de lugar aviva el interés y rompe la monotonía. yal mismo tiempo, el moverse hace descansar al orador y lo libera de la tensión. Pero los pasos no deben ser muy frecuentes ni los recorridos largos. El andar puede aprovecharse también para llamar la atención sobre lo que estamos diciendo, para concitar la mirada de un grupo o del salón entero, o para utilizar la resonancia del salón. Ha de evitarse a toda costa andar sobre el escenario para impresionar teatralmente a nuestro auditorio o revelar vanidad y petulancia. La violencia y la velocidad del andar son también contraproducentes. .
Si el orador habla de pie y con un pupitre delante, debe evitar que éste 10 separe del público. El orador no debe esconderse detrás de él, ni asomarse como por sobre un balcón.
En los casos en que el orador deba pronunciar su discurso o disertación sentado, es importante tener el cuerpo derecho, no volcado sobre la
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mesa ni tendido hacia atrás. El cuerpo debe perm;necer recto, las piernas sin cruzar, lige:amente separadas una de otra, los pies con ca1?a normal vertical, ni muy adelante ni muy atraso Las manos apoyadas naturalmente sobre la tapa superior, la derecha ligeramente, adelantada, pues es con la que accionamos m~s. El c';lerpo puede moverse hacia adelante o grrar haCIa los costados en los pasajes en que des,eamos llam~r más la atención y avivar el intereso Los mOVI:mientas del orador sentado no deben ser amplios, sino moderados.
La fisonomía y los gestos
El rostro del orador debe acompañar las palabras, sin gesticulaciones ni visajeS exagera~o.s propios de la pantomima. La mirada d~be dIngirse al centro del salón, como si se mIrara un edificio a 10 lejos, y dominar la totalida~ de .la sala. No se mire nunca ni al fondo del salan n~ a la primera fila. Mírese hacia la fila del ~edlO. Conviene girar la vista paulatinamente a dIestra y a siniestra, y evitar la insistencia sobre una sola dirección, para que el di~curso ~o parezca dirigido a un solo grupo. La Ílsonomla .no debe denotar contrariedades internas, y convIer:e ~ue exprese interés, sinceridad, amor por el publIco. En algunos casos, sobre todo en los ~póstro[es, puede dirigirse el orador a una determmada 'pe~sana o sector, como recurso para provocar vItalIdad e interés. La mirada debe preceder a la expresión para ayudar a la ~elaCi?n c~n el público. No debe ser vaga ni dOrmIda smo VIva. El rostro de piedra es antielocuente.
Los gestos son los movimientos del rostro. No tienen nada que ver con las muecas y deformaciones del gesto natural, que están totalmente
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proscriptas en la oratoria. Los gestos tienen la ventaja de revelar más aún nuestros pensamientos y nos permiten granjearnos la atención. Los gestos deben inspirar simpatía y no impresionar desfavorablemente. No hay que hacer 'contorsiones del rostro. Sonreír es saludable de vez en cuando y estimula la amistad y el cariño del púbUco. Cuando llegue la ocasión, habrá que saber mostrar un rostro de firmeza, de intransigencia, de gravedad, de dolor, de tristeza.
Existen algunos gestos o ademanes que son verdaderas triquiñuelas para determinados fines, como por ejemplo, esperas de silencio, tosecillas, carraspeos, sacar el pañuelo, secarse el rostro, pasarse la mano por la frente, etc. Estos recursos deben usarse con gran modéración, oportunidad y, sobre todo, parecer naturales, para evitar la teatralidad, pero en general, debe considerárselos inconvenientes, a menos que se tenga una gran maestría en su uso o sean imperiosamente ineludibles.
En modo general, los gestos deben partir de las ideas mismas. Acompañan, habitualmente, a las ideas capitales del discurso. El principio en que se fundamenta su empleo es el de la utilidad. En caso contrario, es mej or prescindir de ellos.
Los ademanes
Los ademanes son igualmente importantes. Reservamos este vocablo para los movimientos de los brazos y las manos. Los brazos y las manos son muy-importantes, particularmente el brazo y la mano derechos, que los antiguos califican de "lanza del orador". En oratoria, la derecha es más importante que la izquierda.
Los brazos y manos no deben apoyarse sobre las caderas, ni tomarse del chaleco o la chaque-
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ta, ni colocarse entrecruzados atrás o sobre el vientre, ni mucho menos en los bolsillos. Deben caer naturalmente sobre el cuerpo y moverse con armonía y libertad. El movimiento de un brazo no debe contradecir el del otro. Lbs hombros no deben levantarse para manifestar indiferencia ni otro estado de ánimo. Los brazos no deben adelantarse simétricamente hacia adelante ni en cruz. Tampoco deben levantarse hasta el máximo posible. salvo casos excepcionales. Quintiliano no pem1itía que el ademán pasara más allá de la cabeza.
En cuanto al ritmo o estilo general de los ademanes, ténganse presentes estas recomendaciones: que no sean angulosos ni tajantes; sino curvos y elegantes: que no sean demasiado rápidos ni se paren con brusquedad; que no se empleen con reiteración frecuente; que no sean estereotipados; que no sean nervios~s, que se utilicen menos cuando más solemne sea el discurso: que no sean imprudentes ni descomedidos: que no lleguen después de haberse enunciado la idea a la cual deben acompañar y, finalmente, que no se utilicen en caso de duda acerca de su efectividad.
Con respecto a las manos, debe saberse que son un gran recurso expresivo y su empleo tiene también requisitos. No deben contraerse ni crisparse los dedos: el dedo índice es el más revelador de todos.
De un modo general, si el orador habla de pie, conviene dejar caer las manos a los lados del cuerpo, moviéndolas únicamente en los ademanes exigidos por las circunstancias. La práctica enseña dónde colocarlas en cada oportunidad y el orador debe tratar de olvidarlas durante el desarrollo del discurso, pues sólo así las manejará con soltura. Cuando uno piensa en las manos y no sabe dónde ponerlas, es porque no sabe utilizarlas.
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El empleo de material ilustrativo
En algunas disertaciones didácticas se hace necesario el empleo de material ilustrativo audiovisual. Cuando esto ocurra, el expositor deberá atenerse a ciertos principios válidos en esta materia:
1. Los medios audiovisuales son un apoyo de la exposición, no un sustituto. Tienen el carácter de "ayudas audiovisuales" y no más. Acompañan y clarifican las palabras del conferenciante y no las reemplazan. Por esta razón resulta absurdo proyectar un texto escrito y leerlo, o mostrar gráficos o proyecciones que distraigan la atención en vez de concentrarla. '
2. Una buena exposición no debe estructurarse únicamente sobre la base de una mera explicación de las ilustraciones. El informe personal, liberado de toda dependencia visual, es irreemplazable, y constituye la parte principal de una conferencia. La ilustración sólo debe permitir "visualizar" la idea. Todo exceso de material ilustrativo peIjudica la disertación.
3. Un gráfico o ilustración no debe anticipar simultáneamente la totalidad de la exposición, pues quita interés a lo que sobrevendrá. Cada ilustración debe presentarse a medida que se desarrolla la idea respectiva, por su orden. Una vez utilizada es conveniente retirarla de la vista del público para no distraerlo. La ilustración total puede emplearse, en cambio, al final como un resumen totalizador de lo expuesto.
4. Antes de su presentación cada ilustración debe ser anticipada para no sorprender y desconcertar al oyente, y al mismo tiempo, debe darse la clave de su interpretación con el obj eto de prevenir errores y orientar la observación ha-
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cia el aspecto dominante que se intenta probar: "A continuación podrán ver ustedes un mapa ferroviario de la República Argentina y comprobar que la red nacional confluye en su totalidad hacia el puerto de Buenos Aires como un embudo con su pico hacia el Río de la Plata."
5. Cada recurso ilustrativo tiene su propia técnica de diseño y de manejo que es necesario conocer con suficiente antelación para evitar imprevistos. Un buen ensayo es la mejor manera de anticiparse, pero aun así, el expositor deberá tener programada una solución alternativa para el caso eventual de que la exhibición resultara impOSible o frustrada.
6. El material ilustrativo debe qjustarse a estas condiciones:
a. Claridad: Como la función de una ayuda audiovisual es clarificar, reforzar y permitir la memorización de una idea, se comprende que deberá ser más clara aún que las palabras explicativas. El secreto de la claridad radica en la conceptualización. esto es, en la reducción de una idea extensa a un sólo concepto, el cual será representado por la ilustración. Es la tarea más dificil.
b. Simplicidad: Una buena ayuda visual no debe contener demasiada información o abarcar muchos temas simultáneamente. El oyente deberá captar el mensaje fácil y rápidamente. Por esto es recomendable su brevedad y simplicidad.
c. Facilidad de lectura: El gráfico o ilustración debe leerse con comodidad y sin apuro durante el tiempo que dura su presentación. No conviene incluir textos largos sino palabras claves; las figuras simplificadas son las mejores. Los blancos deben usarse con generosidad.
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7. Cada medio es conveniente para ciertos casos y no para todos. Desde el tradicional pizarrón y tiza hasta el más actualizado equipo de televisión educativa, de filmación y proyección en la misma aula, son útiles según las circunstart-¿/ cias. En la medida en que aumenta la tecnología ~ del recurso la preparación y utilización del mate- (. rial resulta más compleja y riesgosa, y al mismo tiempo, requiere mayor aprendizaje previo.
8. La técnica de aplicación de las ayudas audiovisuales exige:
a. Planificar y practicar por anticipado cuál recurso se empleará y en qué momento.
b. Mantenerlos fuera de la vista y ordenados para presentarlos en el momento oportuno. El orden de presentación debe ser preferentemente sucesivo para no dispersar la atención del oyente. Una vez utilizado debe retirárselo.
c. Presentarlos con claridad y explicarlos.
d. Hablar al auditorio, no a la ilustración. En ningún momento dar la espalda al público, hablar hacia abajo o hacia los costados.
e. Asegurarse de que todos los oyentes lo vean u oigan.
f. No abrumar y fatigar al auditorio con exceso de material.
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i! 9. EL PÚBLICO
Contrariamente a 10 que supone la opmlOn vulgar. los retóricos clásicos conocían ya los modos de reacción psicológica de 'los jueces y los espectadores, y anticiparon algunas de las leyes que la pSicología social contemporánea ha sistematizado y perfeccionado. Aristóteles sabía ya que el pensamiento de los oyentes puede ser modificado u oscurecido por las pasiones y los sentimientos' y conocía también que en presencia de ciertos auditorios es dificil acudir a la ciencia para sacar argumentos convincentes, porque el silogismo o pensamiento deductivo es adecuado sólo a quienes tienen el hábito de la dialéctica. mientras que para la multitud es preferible usar la ejemplificación inductiva l.
También Quintiliano sabía que "el mover las pasiones se hace necesario cuando no hay otra forma de traer el juez a la razón, pues muchas veces hacen este oficio hombres ignorantes, a quienes es preciso engañarlos para que hagan lo justo". Agregaba. naturalmente: "Verdad que deben confesar todos, y yo principalmente, que no separo el oficio del orador de la bondad mora1"2.
I ARIsrÓTELES. Arte retórica. libro l. cap. 1, pár. 12 Y Tópicos, VIll, 2. 1 QUl!\'11lJA.'10, Instituciones oratorias, libro 11, capítulo XVIll.
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Los psicólogos y sociólogos modernos hc:n ampliado el campo de los conocimientos c1asicos, aportando valiosos datos so',?re la condu~ta ~umana y las formas de reaccion de los audItonos. Aun cuando estén superadas en ciertos aspectos, las ideas de Gustavo Le Bon siguen teniendo vigencia en lo que respect~ a la psi:o~ogía de las multitudes. Estudios mas especIalIZados han ahondado particularmente en el público y los auditorios, como los de Gabriel Tarde, H. D. Hollingworth, J. Eisenson, Robert T. Oliver, L. L. Schücking y otros3
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Psicología de los oyentes
La sociología demuestra que el hombre actúa en privado de acuerdo con sus propios motivos, pero que en grupo -como lo es un au.ditorio- a?oI?ta formas de comportamiento del conjunto. El publIco es una entidad distinta del hombre considerado individualmente, susceptible de ser comprendida en sus motivaciones, intereses y reacciones y es posible obrar sobre él a partir de ese conocimiento. "Para una persona inexperta -dice Mark Hannauna charla en público parece un espantoso proyecto. Piensa que el auditorio es un monstruo con miles de ojoS, dientes afilados y una perpetua mir,ada de sorna. Teme terriblemente que se burle de el, y acaso lo trate con irrisión cuando la temible prueba haya pasado. Tartamudea y lo oprime la idea de ser el centro de una inamistosa atención. La verdad es que los auditorios no son así"4.
3 Pueden consultarse: TARDE. GABRIEL. L'opinion et la Jou/e; LE BON,
GU5rAVE, Psychologie desJou/es; How:XGWOIml, L. L .. The psychology oJ speech; OUVER, ROBERI' T., Psychology oJ persuasiue speech; BLOI\'DEL.
CHARLES. Introducción á la psychologie coUective; SCHÚCKiNG. L. L .. El gusto Uterario; SAUVY. ALFRED. L'opinion publique.
4 I-lA.,\-;-¡A. MARR. PubUc speaking withoutJear and trembUng. ps. 31-32. Nueva York. The Macmillan Company. 1949.
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La oratoria es un fenómeno psicosocial que debe comprenderse. Normalmente el auditorio es paciente, gentil y tiene la secreta esperanza de que el orador y el discurso le resulten gratos, porque es sensible a la belleza y porque le resulta psicológicamente doloroso presenciar el fracaso o el ridículo.
Cualquiera sea la finalidad del discurso -persuadir, agradar, conmover, instruir-la tarea del orador consiste en crear estímulos psíquicos en los oyentes a través de las palabras, la voz, la acción y otros recursos específicos -ilustraciones, proyección de diapositivas, etc.-, de manera que las respuestas de los oyentes a esos estímulos, sean las que el orador, desea. Las respuestas posibles son: la aceptación, el rechazo o la indiferencia. El orador buscará, naturalmente, la primera.
Se produce, así, una oposición o polémica psíquica entre el orador y los oyentes, una actitud de contraste, en que por un lado están los modos de pensar y sentir del orador, y del otro, en coincidencia o no, los del público. De este contraste, una de las dos actitudes saldrá gananciosa. Si se impone la del público, el orador ha fracasado: en caso contrario, el orador habrá cumplido con éxito su misión.
La respuesta favorable no puede obtenerse sino a partir de la peculiaridad psíquica del oyente, es decir, penetrando en ella, tal como es, obrando sobre sus estructuras ideológicas, sentimentales o volitivas, y modificándolas, atenuándolas, simplificándolas, excitándolas o encauzándolas, de modo que por un proceso de asimilación, imitación o identificación, se transformen en 10 que el orador desea. Dicho de otra manera, el orador debe entrar en el espíritu del oyente, para traerlo después hacia sí mismo, por más que, como reconoce Schücking, "el intento de conducir al pú-
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blico a un terreno distinto de aquel en que prtmero se concentró; no siempre se puede realizar fácilmente y sin sacrificios"5.
Aristóteles reconocía ya en su siglo que "todas las acciones humanas se originan necesariamente en estas siete causas: ocasión, naturaleza, compulsión, hábito, reflexión, cólera y deseo"6. Quintiliano, por su parte, refiérese en múltiples lugares de su tratado a la necesidad de llegar al ánimo del oyente para producir en él la respuesta esperada, o sea que también interpreta el fenómeno oratorto en la misma fonna: "La fuerza de la elocuencia -dice- consiste, no precisamente en causar en el juez los efectos que le causaría la misma naturaleza de la cosa, sino en excitar los que no tiene, o si los tiene, avivarlos más"7. La finalidad de un discurso, según esto, radicará en motivar en los oyentes nuestros pro-pios puntos de vista. .
Los estudios más cumplidos sobre psicolog1a del auditorto coinciden con bastante aproximación entre sí. Figuran en ellos descripciones sobre los motivos básicos de la conducta humana. Al oyente le resultan gratos los temas que refirman sus deseos de preservación de la vida, salud, alimentación, seguridad, estabilidad, riqueza, bienestar, reproducción, cambios favorables, bien común, alegría, amor, libertad, etc. En otras palabras, lo que en un cierto sentido humano podrá denominarse "lo bueno". Los temas opuestos o que ponen en duda o riesgo estos deseos innatos son recibidos con desagrado.
La opinión individual y la pública tienden a seleccionar, consciente o inconscientemente, las noticias, datos, hechos y verdades, para lograr un
5 ScHÚCKlNG. L. L. El gusto literruiD. 3' edición. ps. 65·72. MéxicoBuenos Aires. Fondo de Cultura Económica, 1960.
G ArusrÓTELES, Arte retórica, libro l. cap. x, pár. 8. 7 QUU;I1UANO, Instttuciones oratorias. libro VI. cap. n, pár. 2.
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apoyo psicológico a los instintos y voliciones naturales en el ser humano. La deformación se hace siempre en el sentido que favorece al interesado que las piensa: si están en juego sus intereses materiales, la desviación se produce en el sentido que facilita su defensa; si son las pasiones o sentimientos los que están en juego, la desviación tiende a reforzarlas; si se trata de los intereses de un grupo o colectividad, la defoffimción se produce para aumentar la cohesión y justificar la lucha que sostiene: y aun en el caso de que las desviaciones sean inconscientes o involuntarias, las desviaciones se verifican también, en la linea tendiente a defender la posición adoptada por el individuo, según la teoría de Alfred SauyyB.
De modo genérico, puede afirmarse también que el sentimiento y la pasión privan sobre la razón, lo mismo se considere al público en general que a cada oyente como individuo en particular. Por eso, "los conductores de la opinión obran principalmente sobre las cuerdas sentimentales", como lo prueba la investigación sociológica.
De lo expuesto, pueden inferirse las Siguientes características generales del auditorio: a) el público es una entidadpsicosocial con modalidades propias y diferentes de las del individuo considerado aisladamente: b) normalmente, su actitud inicial frente al orador es de mera expectativa y no de oposición, pero responderá al fin con aceptación, rechazo o indiferencia. según haya sido la influencia reCibida; c) el público se resiste, consciente o inconscientemente, a salir de su propio modo de pensar, sentir y querer; d) sus motivaciones básicas son las que tienden a favorecer su vida y felicidad, y en tal sentido, deforma las ideas o hechos que le son desfavorables,
8 SAuvv. ALFRED. L'opinion publique, ps. 25-28. Paris, Presses Uníversitaires de Francc. 1958.
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en sentido favorable; e) en el público, en general, priva el sentimiento sobre la razón; f) para atraerlo a su punto de vista, el orador debe comenzar por introducirse en su mundo psíquico y desde allí reconducirlo.
Actitud y reacción del oyente
Como la comunicación es ante todo un acto psicosocial, el orador ha de conocer al menos algunos principios obtenidos de la ciencia de la comunicación con respecto al público.
En esencia, el fenómeno expresivo oral puede reducirse a esta afirmación: el hablante reduce su pensamiento a un conjunto de signos lingüísticos (codifica) que el oyente percibe e interpreta (decodifica).
Pero puesto que el hablante efectúa la codifi-cación en palabras que considera adecuadas al fin que se propone, el oyente, por su parte, al recibir ese sistema de signos, los decodifica e interpreta según sus posibilidades intelectuales, profesionales, expectativas, papel empresario, interés económico, situación biológica, dominio idiomático, sexo, edad, etcétera, es decir, según su propia persona total y el contexto situacional en que se encuentra.
La misión del expositor es tratar de reducir o anular este aparato de decodificación de sus oyentes, en lo que ellos están equivocados o des-informados.
Algunas constataciones fundamentales deben ser consideradas:
1. No existe acto comunicativo puro, sin factores deformantes, dada la condición del ser hu-mano.
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2. Todo oyente deforma en alguna dirección el mensaje recibido, pero esta deformación no es caprichosa sino que obedece a ciertas constante~ de la naturaleza humana, relacionada con sus motivaciones más profundas. Cada persona tiene una forma de percibir, una forma de inter-pretar y una forma de reaccionar. .
El problema se reduce entonces a determinar un punto de convergencia honorable, en que el expositor no negocie la verdad de su pensamiento y el oyente no se vea reducido a una víctima del acto comunicativo.
3. Los oyentes no perCiben todo 10 que se les emite, sino sólo una parte, o porque su atención se diluye o porque al escuchar seleccionan del mensaje los <;ontenidos especiales en que están interesados. Esta es la razón por la cual el orador debe adecuar su mensaje y evitar discordancias o barreras.
4. Siendo esto así, el disertante ha de estar advertido de que si su público está compuesto por veinticinco personas, su mensaje será interpretado en veinticinco formas distintas. Esto es inevitable y únicamente puede enfrentarse con conocimiento y arte.
5. La percepción del público está sometida a leyes registradas por los psicólogos:
a. Intensidad: De dos mensajes o estímulos. el más fuerte se impone en la psique del oyente: hablar de la virtud es más fuerte y estimulante 'que hacerlo de la debilidad moral.
b. Dinamismo: Entre lo estático y lo dinámico, se impone lo segundo: es más interesante hablar de los animales que de los árboles, y de los árboles que de las piedras.
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c. Familiaridad: Entre lo·familiar y lo ext:año. lo conocido y lo desconocido. el oyente atIende más a lo familiar: hablarle a un provincia~O de su comarca es mejor que hacerlo de una cmdad extraña.
d. Organización:. Entre un mensaje desorganizado y otro organizado, la percepción del oyente se inclina por este 'último porque le resulta menos fatigoso y más esclarecedor.
e. Tota/.ídad: Un mensaje completo que no oTI1ite ningún aspecto esencial es preferido a~ incompleto: es insatisfactorio escuchar a un dIsertante que deja de tratar puntos de un tema.
6. El público no es una abstracción teórica sino una realidad existente. y como tal, suele enfrentarse al disertante con una de estas tres ac-titudes:
a. Oposición: Tiene ideas y actitudes cont:~rias a las que expone el disertante. ~a So.luclOn es no enfrentarlo con violencia o desden. SIlla ton1ar en cuenta este hecho, reconocer los a~p~ctos ciertos de su posición y a partir de al11 .rrIo persuadiendo con fuertes hechos y razonanuentos. Refutar la idea y salvar al hombre.
b. Neutralidad: El público es indiferente o neutral frente al tema o idea propuestos. El enfoque oratorio radica en descubrir el punto de interés motivacional en que se mueve, por ta~t.eos sucesivos, y luego reforzar la argumentaclOn en esa dirección.
c. Apoyo: El público está de ac?erdo con el pensamiento del expositor y se mc:niflesta fav~rable. Es el caso más fácil de relaciono El expo~lt~r desarrollará su tema apoyándose en las comCldencias, y teniendo especial cautela de no roz~r o crear disensiones. Habitualmente, los pensam1en-
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tos más generales son los seguros; los de detalle pueden generar conflictos.
La historia y la experiencia recuerdan intere- _l'f---;! ' santes casos de todos estos tipos de relación ex-<$I ~iii positor-oyentes. Entramos aquí en un mundo / .. · complejo y sutil donde tienen cabida por igual la I;y I • inteligencia, la intuición, la experiencia, la per- " sonalidad, la educación de los oyentes y el contenido del mensaje en relación con las motivaciones básicas de los oyentes.
Las multitudes
Lo expuesto se refiere a todo grupo de personas que participan como oyentes en una reunión oratoria. Sin embargo, desde un punto de vista más analítico, conviene diferenciar la 'multitud' (o masa) del 'público', porque revelan signos propios. No es lo mismo un grupo de veinte o treinta personas que escuchan una conferencia magistral, que un mitin político de varios miles de personas. En el primer caso, se habla de público, mientras que en el segundo se está en presencia de una multitud o masa, cuyo comportamiento es diferente.
Las multitudes se caracterizan, ante todo, porque "el orgulloso sentimiento de su número embriaga a los hombres reunidos y los hace despreciar al hombre aislado que habla", según apunta Gabriel Tarde9
• Este sentimiento grotesco es real, y el orador se encontrará en dificultades si no canaliza en su mensaje la opinión y los intereses propios de esa masa. Estará aislado en medio de una muchedumbre. La experiencia demuestra que por esta razón los hombres que hablan a grupos
9 TARDE, GABRIEL, L'opinion publique. p. 44, Paris. Alean. 1901.
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multitudinarios son los que la conducen como líderes o pretenden asumir este liderazgo, hablándoles en su lenguaje y de su mundo animico.
Como todo grupo social revela tipos de conducta y creencias comunes, el individuo actúa en el conjunto absorbido por los sentimientos o ideas colectivas, y deja de lado en gran parte sus propias experiencias u opiniones particulares. El hombre, ganado por el sentimiento, incapaz de razonar según sus propias convicciones, admite en bloque toda la doctrina y todo el programa, dice un sociólogo.
De ahí que la oratoria para las multitudes se proyecte hacia las grandes ideas colectivas aceptadas por el grupo y se aparte de disquisiciones o minucias racionalistas, que no son susceptibles de ser comprendidas ni asimiladas en el momento, y que, por otra aparte, tampoco inter~san. "No se convence a las masas con razonamiento, sino con palabras", dice Bernard Grasset lO • Maisonneuve recuerda que las creencias y opiniones se expresan por palabras y trae al caso la opinión del publiCista neoyorkino Walter Lippman, quien sostiene que "la inmensa mayoría de los suj etos no juzga sobre las cosas, sobre los hechos, sino sobre sus representaciones de los hechos". Y agrega Maisonneuve que entre el mundo y nosotros se levantan estereotipos, clisés. o sea frases, pensamientos o palabras ya hechas, que hacen de su manipulación un medio considerable de propaganda y de distorsión sistemática 11.
Ya se sabe qué significan para ciertos grupos ideológicos vocablos como "imperialismo", "capitalismo", etc. Probablemente para cada individuo aisladamente signifique una cosa distinta o sig-
10 Citado por I-IOUGARDY. MAurnCE, op. cit.. p. 63. 11 MAlSO;\1\'ElNE. JEA.";. Psicowgía social. Traducción de Silva Naisberg.
1" edición castellana. p. 82. Buenos Aires. Editorial Paidós. 1960.
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nifique menos o algo distinto de lo que en realidad son, pero las palabras estereotipadas son de gran efecto convencional. La multitud no es critica ni racionalista.
La muchedumbre sustituye la actitud intelectual frente a su orador por la actitud instintiva, imaginativa, fantaSiosa, y se deja dominar por el inconsciente impulsivo. Recordemos el caso de oradores populares o de demagogos, y comprobaremos el fabuloso desborde de planes y promesas que efectúan en sus discursos. Es que, como conductores de masas, saben que éstas tienen apetitos de quimeras y fantasías, y las aceptan, por lo menos durante el acto oratorio, como verdaderas. ,
Otras características de las multitudes, apuntadas por Tarde, son su intolerancia prodigiosa, su orgullo grotesco, su susceptibilidad enfermiza, el sentimiento enloquecedor de su irresponsabilidad nacido de su poderío y de la pérdida total del sentido de la mesura, que partiCipa el exceso de sus emociones naturalmente exaltadas12 •
Resurge aquí, una vez más, el problema de la moralidad del orador, quien impostado mentalmente en el ángulo de su auditorio, sólo debe valerse de la palabra para canalizar hacia el bien la mentalidad colectiva.
El público
El público, en cambio, es una reunión de personas que conservan su propia personalidad y espíritu crítico. Se dice que el públicQ moderno comenzó a constituirse realmente en el Renacimiento, pero acaso sea más acertado remontarlo
12 Citado por Maurice Hougardy. op. cit., p. 646.
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a la antigüedad misma. como 10 prueban los simpoSios y las academias griegas.
De todos modos, el público se da normalmente en un local cerrado, asiste sentado a la disertación y se presenta en actitud intelectiva antes que emocional o instintiva como la multitud. El número de integrantes de un público puede variar desde la limitada cantidad de alumnos de una clase hasta un gran auditorio ubicado en una sala de espectáculos. La diferencia no radica propiamente en el número de personas, ni en las características del local, sino en la actitud psicológica con que los oyentes participan del acto.
Por supuesto que en todo público, como en toda multitud, hay que reconocer la existencia de remisos. indiferentes. contrarios, escépticos. Pero debe caber en los cálculos de todo orador la presencia de una razonable cantidad de personas en actitud antagónica .
Para el caso de la oratoria ante un público. la palabra del orador deberá ser equilibrada. esencial, meditada y artística. sin olvidar, sin embargo, que "es pequeña la clase de personas para las cuales las razones lógicas en la aceptación de ideas son superiores. incluida aun la clase propiamente llamada de científicos"13.
Lo ideal es el discurso donde se combinan armónicamente la razón y la pSicología.
La actitud objetiva
Un orador, frente a su auditorio, sea éste una multitud o un público, en los sentidos analizados, puede colocarse en actitud subjetiva o en actitud objetiva. Por la primera. el orador se ins-
13 DUNIAP. K .... 'GHT. Socíalpsychology .p. 249. Baltimore. Williams and Wilkins Co. 1925.
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tala en su propio mundo espiritual y habla desde él, a la espera de que sus oyentes lo comprendan y lo acepten. Por la segunda, el orador piensa y vive en el mundo de sus oyentes, habla en su lenguaje, le comunica el mensaje que éste ansía y le ofrece un panorama acorde a sus necesidades; "Un orador efectivo es usualmente objetiva... Este es uno de los principios básicos del discurso", dicen Sarett y Fosterl 4 •
La actitud objetiva se fundamenta en 10 que podría denominarse el fenómeno de la descarga, que consiste en facilitar la expresión de las ideas, sentimientos y deseos comunes de los oyentes a través de la palabra que se pronuncia en el estrado. El oyente no tiene posi1?ilidad de expresarse verbalmente cuando integra un auditorio. pero desearía verlo hecho por la palabra del orador. Cuando el orador concentra en su verbo el estado espiritual común del grupo que lo escucha, se produce el fenómeno de la descarga.
El otro fenómeno frecuente en los auditorios es el del contagio. Los estados de ánimo se difunden de uno a otro oyente y pueden llegar en casos excepcionales a imponerse sobre la totalidad del grupo. De esta comprobación se deriva la técnica de insistir sobre aquellos puntos o asuntos que entusiasman a la mayoría de los oyentes o a grupos aislados, con el objeto de ir creando paulatinamente el contagio en los restantes miembros del auditorio.
Persuasión y autoridad
Se han propuesto métodos, basados en las investigaciones psicológicas, para facilitar la tarea
14 SARETl'. LEW y FOSTER. WlLUAM TRUFA;\'T, op. cit., p. 489.
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del orador. En lo fundamental, pueden citarse dos: el de la persuasión y el de la autoridad.
El método de la persuasión consiste en invadir paulatinamente el campo de la atención del público y llevarlo por progresivos razonamientos al punto de vista del orador. El de la autoridad consiste en imponer por presión psicológica la personalidad del orador, e incluidas en ella, sus ideas. Podría decirse, metafóricamente, que en la persuasión el alma del orador se insinúa en la del oyente y ambas terminan por confundirse en una sola, mientras que en la autoridad, el alma del orador se desborda y anega la del oyente.
El método de la persuasión se apoya en el empleo de ciertos procedimientos que responden a las modalidades psíquicas de los oyentes, y que se enuncian de distinta forma según los autores. En síntesis, consiste en hablarle al público de las cosas que le son familiares; presentarlas con cierta fuerza de convicción, en forma dinámica, con planteos ordenados, en que las partes guardan entre sí proximidad, similaridad, continuidad e inclusividad; que atiendan a las motivaciones íntimas de los oyentes; que confluyan todas a una misma idea central, etc. Se preconiza que el contenido desarrolle temas que interesen prácticamente al público (la naturaleza, los animales, el dinero, historias, dramas, acción, etc.): que el lenguaje sea concreto, popular, imaginativo, y que la acción, gestos, ademanes y demás recursos concuerden con esta finalidad.
El método de la autoridad se apoya en dos comprobaciones: una, es la de que todo orador, a la vista general de su público, se reviste de una cierta superioridad que le es conferida gratuitamente, porque se supone que el ejercicio de la palabra pública encierra un dominio particular de los temas y de las personas; la otra constatación es que una personalidad colocada en un
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plano superior -por mérito propio o por delegación de atribuciones- provoca en los demás una reacción psicológica de disminución. La autoridad puede emplearse en ciertas' ocasiones, pero sólo tendrá efecto si el orador ejerce realmente el liderazgo del grupo de oyentes y a condición de que sus mensajes encierren una auténtica verdad, que no desmientan los hechos posteriores. La autoridad está condicionada también a una actitud de dependencia o inferioridad real del auditorio y a la auténtica superioridad del orador.
Actuar según el principio de autoridad significa estar convencido de que uno tiene el dominio "de la materia y los oyentes deben reconocerlo y aceptarlo. El expositor parte de una cierta superioridad que se confiere a sí mismo y la hace notar al auditorio para obtener el dominio del acto comunicativo. No se habla aquí de la petulancia, la arrogancia, la vanidad, la soberbia u otros defectos morales análogos, pues están radicalmente proscriptos. Se trata más modestamente de sentirse maestro en el asunto y hablar en consecuencia.
La autoridad puede emplearse en ocasiones, con las cautelas oratorias adecuadas, sin llegar a manifestaciones deformadas, pero sólo será válida si el expositor es una personalidad realmente colocada en un plano superior por prestigio, antecedentes científicos o técnicos o méritos de otra naturaleza. El auditorio reconoce y acepta la autoridad sólo de un auténtico maestro.
La persuasión consiste en hablar al auditorio con cierta sencillez natural, para conducirlo poco a poco, a través de métodos no compulsivos, a la aceptación de la verdad propuesta. El expositor, aun teniendo el dominio intelectual del asunto, no lo impone violentamente ni pretende avasallar a sus oyentes, sino que busca convencerlos
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basado en razones. Invade paulatinamente el campo de atención del auditorio, se muestra tolerante y sereno, razona, argumenta, ejemplifica y termina conquistando con su personalidad y su inteligencia a quienes lo escuchan.
La persuasión y la autoridad no son excluyentes ni opuestas. Más bien son complementarias, y de una conjunción armónica de ambas actitudes, con la intención puesta en el servicio y respeto del prójimo, surge la mejor de las actitudes del expositor.
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N. TIPOS BÁSICOS DE DISCURSOS PÚBLICOS '
10. LA ORATORIA INDIVIDUAL
Puesto el ser humano en actitud de comunicación oral con sus semejantes, puede transmitir individualmente su mensaje a un grupo de personas que 10 escuchan sin intervenir en la exposición, o puede hacerlo, cooperativamente con los integrantes de un grupo, buscando entre todos. a través de la discusión, una opinión o decisión común. En el primer caso, la oratoria es individual y en el segundo deliberativa o de grupo. Una y otra forma comprenden especies propias y en ambas se aplican técnicas particulares; en la oratoria individual, la exposición, y en la deliberativa, la discusión.
La clasificación de los discursos individuales según la naturaleza del tema es sumamente extensa, ya que en verdad, puede hacerse oratoria con relación a cualquier asunto. En líneas gen,erales, hay elocuencia sentimental o evocativa, artística, política, forense, religiosa, militar y didáctica. Dentro ·:de cada uno de estos grandes grupos caben,a su vez, clasificaciones más minuciosas. Salvo la elocuencia sentimental o evocativa, todas las demás caen dentro del ámbito de especialidades profesionales y vocacionales.
La oratoria sentimental es la más frecuente en la vida cotidiana. Comprende toda una variada
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gama de discursos, muy diferenciados, pero que en esencia tienen como fin común la alabanza y el prestigio de un bien y, según la conocida fórmula, la exaltación de acontecimientos, hechos o personas. Se ha discutido bizantinamente sobre la legitimidad y sinceridad de los discursos pronunciados por imperativos circunstanciales, pero 10 real es que, según los casos y las personas, pueden variar desde el mero acto de cortesía hasta la más profunda y sincera expresión de sentimientos, ideas o deseos.
Los principales tipos de oratoria individual son: la conferencia, el discurso conmemorativo, el inaugural, de presentación, de bienvenida, de ofrecimiento, de aceptación o agradecimiento, de despedida, de augurio, de sobremesa, el brindis y el discurso fúnebre.
La conferencia. - Una forma típica de la oratoria individual moderna es la conferencia o disertación, muy usual en nuestra época para difundir ideas. En general, se supone que el conferenciante es un experto en la materia o tema que trata de comunicar a sus oyentes.
Las exigencias fundamentales de la conferencia Son: conocimiento profundo del asunto, necesidad y oportunidad de la difUSión de ese asunto, claridad de comunicación y adecuación al público y al ambiente.
Según la clase de público, el conferenciante puede adoptar distintos tonos y estilos, pero en todos los casos, debe analizar el problema que expone, confirmar los argumentos, rebatir las opiniones adversas o equivocadas, dejar claramente asentada su propia conclusión y promover inquietud intelectual, emocional o volitiva en los oyentes.
Si al término de la exposición el público puede formular preguntas y expresar sus opiniones, se
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denomina conferencia abierta al público (lecture fOffim en la nomenclatura inglesa).
Discurso conmemorativo. - El discurso con- . ~ I memorativo es uno de los más generalizados en ~ la vida actual. Su finalidad es evocar el recuerd6S> ~ de algún acontecimiento histórico, un hombre / ~ memorable o un hecho caro a los sentimientos { públicos o privados de un grupo. Son discursos "interruptores del olvido colectivo", y en general, se apoyan en la alabanza y la cele~:ació~. :ralen también como medio de ilustraclOn pub~lca y contribuyen a formar una conciencia comu;n.
Este tipo de discurso suele contener habItualmente estas ideas: a) alab~a del acontec.~iento, hecho o persona; b} apelacion a los sentlID1e~tos comunes del auditorio con respecto al asur:to, c} incitación a obrar el bien imitando la ensenanza de ese acontecimiento, hecho o persona.
Discurso inaugural. - Es el discurso que se pronuncia para entregar al público u~a .obra de interés colectivo, monumento, busto, lapI?a,. placa, o para abrir un congreso, curso academ.Ico o escolar, etc., botar una nave, colocar una pledra fundamental, etcétera.
El discurso inaugural responde por lo general a las siguientes exigencias: a} referencia al esfuerzo y a la obra realizada; b} recuerdo par~ lo.s autores, gestores o inspiradores; c}. alegna publ~-ca por los beneficios que reportara; d} agradeCI-!; miento; e} votos auspiciosos de bien y esperanza.
Discurso de presentación. - Es una pie~a congratulatoria con que se recibe en un acto publico a una persona y se la presenta ante u~ auditorio. Suele expresar 10 siguiente: a) elogIO de la personalidad del orado~; b) orgu~lo de contarlo en la tribuna que ocupara; c} motIvos de la presencia del huésped; d) anuncio claro del tema
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que desarrollará; e) creación del deseo y ansiedad por escuchar su palabra; O augurios de felicidad y éxito. La brevedad es una condición básica de toda presentación. Quien la efectúa, no debe aprovecharla para hacer alardes oratorios en beneficio propio.
Discurso de bienvenida. - Es el discurso con que se recibe y saluda a un visitante o invitado. Suele expresar las siguientes ideas: a} saludo al recién lleg~do; b} expresión de la importancia y valor que tIene la presencia de tal persona; cl deseos de que tenga una pern1anencia grata y útil.
Este discurso no debe ser largo ni minucioso, y el tono debe ser cálido. sincero y cordial.
Discurso de ofrecimiento. - Por medio de este tipo de .discurso se ofrece un cargo. un premio. o cualqUIer otra distinción a una persona. Debe manifestar estas ideas capitales: a} razones por las que se ofrece el premio o cargo; b} sentimientos de agrado y reconocimiento de todos por este acto de justicia; c} augurios de nuevos triunfos; d} entrega del premio o designación.
. Se presta este tipo oratorio para intercalar algun hecho emotivo o desconocido del público. algu~a frase o gesto típico del agasajado. o cualqUIer otro recurso emociona1. No debe ser muy prolijo ni largo.
Discurso de aceptación o agradecimiento. _ Aunque diferentes según la ocasión, estos dos tip~s se ajustan al siguiente contenido: a) expreSlon ~e reC?nocimi~nto emocionado por el premio o deslgnaclOn; b) cIta de las personas que tuvieron participación en el mérito; el aceptación del regalo o título como símbolo, en nombre del grupo, clase o institución que representa o a la que se pertenece; d} promesa de responder con honor al cargo o premio.
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No debe ser de estilo rebuscado o ficticio, sino natural y sentido.
Discurso de despedida. - Se pronuncia este tipo de discurso cuando una persona se retira de una sociedad, un empleo, un lugar. Conviene que exprese lo siguiente: a) alabanza de las personas con quienes se ha compartido el trabajo o ellugar; b) mención de una experiencia personal y filosófica tenida en el lugar. o narración de un hecho o anécdota emotiva y edificante; el promesa de recuerdo permanente.
Es condición principal la sinceridad y emotividad.
Discurso de augurio. - Es el que se pronuncia en ocasión de cumpleaños. bautismos, bodas. aniversarios familiares o fechas de especial significación para una familia. una inst itución o un grupo. Debe referirse a lo siguiente: al motivo de la reunión; b} alegría del festejo; c) augurios para los actores. No conviene que sean muy extensos.
Discurso de sobremesa. - El discurso de sobremesa suele interpretarse, equivocadamente, como una pieza que debe encerrar sin excepción una humorada. Estrictamente, puede estar basado en el humor o en la seriedad, según el carácter del orador, la condición de los concurrentes y el motivo de la reunión.
No hay recomendaciones precisas sobre esta especie oratoria. pero en general, no puede caer en un plano exageradamente filosófico. Si no se tiene sentido del humor, puede recurrirse al tono simplemente elegante. Puede contener, separada o combinadamente: a) el relato de una experiencia personal; b} explicación de una oQservación efectuada; c) anécdota, chiste, leyenda o suceso; d) otro tema ligero y agradable.
Es importante que este tipo de discurso se adapte al estado de ánimo de los concurrentes,
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para no desentonar. En ello triunfa el orador que mejor capta el estado de ánimo colectivo. La retórica de sobremesa suele apoyarse en la fórmula latina citada por Majorana: ¡Nunc est bidendum! ¡Gaudeamus igitur! (¡Ahora, a beber! ¡Alegrémonos pues!).
Brindis. - El brindis se resume en una fórmula esencial. Bebo a la salud ... No debe ser largo y debe expresar: a) salutación al agasajado o al conjunto reunido, según el caso; b) votos y augurios de grandeza.
Discurso fúnebre. - Se apoya en una larga tradición histórica que viene desde los tiempos más remotos, en que formaba parte de los ritos y ceremonias funerarios. La forma más pura es la que tiene lugar delante del cadáver (praesente eadavere). Vale tanto como la despedida última. En general, encierra los siguientes pensamientos: a) dolor por la irreparable pérdida que significa esa muerte; b) pensamiento filosófico o religioso sobre la muerte y su universalidad (Hodie tibi, eras mihi); c) panegírico y narración de las excelencias espirituales y obra del difunto; d) exhortación a imitarlo en sus hazañas y virtudes; e) consuelo para los deudos y amigos; f) despedida y votos de beatitud eterna.
Este tipo de discurso debe ser solemne, retóri-co, místico y encomiástico. .
El discurso radiado. - La radiotelefonía tiene características técnicas y psicológicas que todo orador debe conocer antes de enfrentar el micrófono l
. Por de pronto, no admite la improvisación, y esto por razones administrativas de las emisoras y por conveniencias precautorias para el pro-
1 Infonnación de gran utilidad puede encontrarse en AsBOT, WAWO.
Handbook 01 broadcasting, edición revisada. Nueva York, MacGrawHill Book Co. Inc., 1941 y otros manuales sobre la materia.
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pio orador. El tiempo y la responsabilidad impiden el riesgo ante el micrófono.
En cuanto al público, condiciona el estilo y el tono del discurso. Aun tratándose de cantidades inmensas y anónimas de oyentes, hay que recordar que en realidad los grupos que se forman alrededor del receptor son pequeños, de una a cuatro personas, más o menos, cada uno de los cuales actúa como un público particular. El discurso debe estar compuesto, entonces, en tono familiar, coloquial, "de hombre a hombre". Suelen citarse como magistrales en este género, las fireside chats de Franklin D. Roosevelt.
La lectura debe hacerse con pausa, con voz normal, articulando correctameI1te todos los sonidos, sin forzar la voz: el peligro más generalizado es el de pretender gritar o elevar la voz. Debe evitarse la monotonía al leer, para 10 cual se ha de variar el ritmo, la entonación, el volumen y los matices de la voz. Particular atención deben merecer las toses, carraspeos, murmullos. apartes. inflexiones bajas, golpes sobre la mesa, ruidos de papel. respiración fuerte, etc., todo 10 cual está proscripto severamente del discurso radiado. porque desluce la transmisión.
En 10 material han de consultarse previamente los detalles al personal técnico a cargo de la audición' si es que se carece de experiencia. Debe hablarse siempre de frente al micrófono, sin girar la cabeza. ni alejarse o acercarse, para evitar las caídas del volumen de la voz. Hay que cuidar siempre que el micrófono esté delante de la boca, a una distancia prudencial que aconsejará el 10-cutor, y que puede estimarse aproximadamente en veinte o treinta centímetros. No deben efectuarse desplazamientos ni movimientos.
Un recurso práctico aconsejado por un experto en cuanto al tono familiar del discurso, consiste en imaginarse a un amigo o grupo que nos está
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escuchando, y hablar para ellos como si estuviéramos a su lado. Si fuera posible, es aconsejable grabar antes la audición.
El discurso televisado. - La televisión, por su parte, tiene exigencias propias. Si la radiotelefonía no consiente la improvisación, la televisión en cambio, la requiere fundamentalmente. No es que no pueda leerse un discurso ante la cámara; esto es posible si el carácter y la ocasión del discurso 10 pemliten. Pero nODl1almente, rige la ley de la improvisación, pues da naturalidad y vida a la transmisión y al discurso.
El estilo de la palabra es también el natural, coloquial. de la conversación diaria, de la charla habitual. Pero ha de recordarse que la cámara revela la falsedad del tono y la insinceridad.
Pueden usarse esquemas, apuntes, notas, etc., pero es preferible no hacerlo. En caso extremo, no quedará más remedio, pero convendrá no ocultarlo al público, pues la lectura a escondidas, con los ojos vueltos hacia los costados o hacia abajo, provoca una pésima impresión de fraude.
En lo material, es excelente hablar detrás de una mesa, sentado con naturalidad. El orador puede levantarse, moverse, caminar, a condición de que lo haga con honestidad y evite la teatralidad.
Si se trata de una entrevista, una mesa redonda u otro caso similar, convendrá acordar previamente con el director los detalles sobre las preguntas y detalles totales, para evitar sorpresas. De modo general, puede decirse que hablar ante la cámara de televisión tiene, desde el punto de vista oratorio, la misma exigencia que para hacerlo directamente ante un público.
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11. LA ORATORIA DELIBERATIVA
La oratoria deliberativa comprende todas aquellas formas elocutivas en que participan alternadamente y a su turno dos o más personas: puede ~enomiI?-ársela también oratoria de grupo, y su metodo basico es la discusión. Según la definición de A. Craig Baird, "la discusión es el arte del pensamiento reflexivo y la comunicación, usualmente oral. cumplida por miembros de un grupo, cuyo objetivo es la solución cooperativa de un problema" 1 •
En la semántica castellana los términos "discusión", "debate" y "deliberación" son aproximadamente equivalentes, aunque en lengua inglesa involucran ciertos matices distintivos. originados convencionalmente en las varias formas concretas que la discusión adopta en la vida práctica.
En rigor, las formas reales de la elocuencia deliberativa o de grupo, son: la conversación (formal e informal), la entrevista (periodística, comercial, de relación laboral, etcétera), la discusión en grupo (reuniones de comités, juntas,
1 BAlRD. A. CRAlG, Discussion: principles and Lypes. p. 9. Nueva YorkLondres. McGRAw-I-Ilu. BOOK Co .. ¡xc., 1943: Discussúm is the art oJ rejlectíve thinking and communication. usually oral. by members qf a group. whose aim is the cooperative solulúm Di a problem
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comisiones, grupos de estudio, etc.), la discusión ante el público, el simposio, el debate y el Joro.
La conversación
El perfeccionamiento creciente de las formas y técnicas de comunicación oral en el mundo moderno, ha estimulado a algunos tratadistas a analizar la conversación humana, inferir de este análisis una teoría y establecer normas prácticas. Gran parte de los tratados modernos sobre oratoria, particularmente los de procedencia norteamericana' dedican páginas a la conversación, a la que se considera no solamente como un instrumento vital, sino también como un medio de equilibrio del pensamiento social. La mentalidad latina se resiste, en nombre de la espontaneidad y la naturalidad, a aceptar la teorización llevada a este extremo, si bien se la acepta y practica en algunos órdenes profesionales, donde la conversación es el principal medio para el ej ercicio de una tarea. Tal es el caso de las entrevistas comerciales, las de supervisión de personal en las empresas y otras, eh las que el diálogo no es libre sino condicionado por una finalidad prefijada.
Según Borchers y Wise, "la conversación es un discurso caracterizado por la impredictibilidad, prontitud, adaptabilidad, naturalidad, libertad y ausencia de exhibicionismo"2. Las condiciones señaladas por esos tratadistas para una exitosa conversación son: actitud aceptable, ideas importantes, lenguaje animado, voz expresiva y acción corporal comunicativa. La historia cul-
2 BORCHERS, GLADYS L., Y WISE, CIAUDE M .. Modern speech: an mtro· duction to speakmg and Ilnderstandmg, p. 32. Nueva York, Harcourt, Brace and Company, 1947.
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tural abunda en ejemplos de famosos conversadores -Samuel Johnson, Oliver Goldsmith, Napoleón, La Bruyere, etc.-, así como de clubes de conversación -los antiguos simposios griegos, el Literary Club de Londres en el siglo XVII, el salón de Mme. Rambouillet, en París, y otros más-.
Los estudios demuestran que, estadísticamente, las personas tratan en su conversación, y por orden de frecuencia, sobre los siguientes temas: el trabajo, el hogar, la política, las recreaciones, la salud y los acontecimientos de interés generaPo
Milton Wright ha estudiado psicológicamente al tipo medio de interlocutor, señalando que éste desea sentir su propia importancia, impresionar a los demás, ser cumplimentado, expresar su opinión, granjearse favores, tener otras personas que sepan algo acerca de él, ser apreciado, hablar de su hobby, descubrir que sus interlocutores tienen sus mismos intereses, encontrar que sus pequeñas necesidades son contempladas por los demás. estar libre de obligaciones y sentirse cómodo y tranquilo. De esta investigación concluye el autor las normas para una buena conversación: hablar a los demás de sus propias cosas, tener un real deseo de agradar y hacer feliz a quien comparte el diálogo.
Para la conversación en grupo, señala el mismo tratadista estas conveniencias: los temas deben ser agradables a todas las personas; cada persona debe hablar su parte y no más; no debe haber períodos de silenCiO; ningún tema debe ser tratado tan extensamente que llegue a fatigar; el tono debe guardar los requisitos de una buena urbanidad, y nada debe decirse que pueda afectar u ofender a los presentes.
3 WRlGlrI", MIL TON , The art oi conversation: and 1ww to apply its techniqlle, p. 109. Nueva York-Londres, McGraw-Hill Book Co. Inc .. 1936.
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Existe toda una técnica 'analítica para conducir con éxito una conversación, tanto el diálogo como la conversación en grupo, así como estudios caracterológicos de los distintos tipos de interlocutores posibles: personas de más edad que uno, de menor edad, superior jerárquico, inferior o persona de otro sexo. Existe también toda una sistematización de la técnica de las preguntas. de las respuestas, de la narración, de la argumentación, etc. La discutible ulilidad de estos estudios es apoyada por sus teorizadores en la neceSidad de participar con eficacia en las conversaciones formales y en el estímulo y creación de mejores formas de pensamiento en las reuniones informales: "Conversar -dice J. B. Priestley- es uno de los signos y marcas de civilización ... "4.
La entrevista periodística
La entrevista periodística es una de las más modernas formas de la oratoria. En ella, un periodista dialoga con alguna personalidad científica, política o de cualquier olra actividad humana, formulándole preguntas de evidente interés público. La reunión puede ser convenida previamente o accidental, con cuestionario anticipado o improvisado, por escrito u oral. En cualquiera de las formas, rigen las mismas condiciones.
El periodista no debe discutir con su entrevistado, ni poner en duda la veracidad de lo que se le responde, ni enjuiciar las opiniones recibidas, ni monopolizar el diálogo, ni interpolarlo con sus propias ideas sobre la cuestión, ni alterar la fornla o el contenido de las respuestas recibidas, ni prejuzgar sobre las intenciones de su entrevista-
4 PruESTLEY. J. B .. Talking. ps. 1-2. Nueva York; I-Iarper. 1937.
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do. D_esd~ el punto de vista de la opinión pública, solo mteresan las respuestas del entrevistado.
El único instrumento de que dispone el entrevistador para obtener la información que des~ es la pregunta, y en este orden de trabajo, deb~/ ejercitar su ingenio para obtenerla, en tono res- <:y petuoso y urbano, sin polemizar. e
El entrevistado, por su parte, actúa por medio de las respuestas. Como no toda opinión o información puede darse en un momento determinado. por múltiples razones, la habilidad dialéctica consiste en expresar sólo 10 que se debe sin caer en contradicciones reveladoras. ni mos~ trar turbación, desconcierto. nerviosidad. mala voluntad. descortesía o inseguridad.
Las preguntas y las respuestas, así en la entrevista periodística como en otros tipos de elocuencia deliberativa, responden a una técnica especial, ampliamente estudiada por espeCialistas, y que se analizan en este volumen al tratar de la técnica de la discusión.
La discusión en grupo
La discusión en grupo (en la nomenclatura inglesa conference y también infónnal discussion) es uno de los tipos más frecuentes de oratoria deliberativa. En ella, un grupo no muy extenso de personas debate conjuntamente un tema, con el objeto de analizarlo y estudiarlo o de tomar una decisión.
El director abre la reunión y presenta el asunto o problema. dirige el análisis. informa a los participantes sobre diversos aspectos de la cuestión y ayuda a encontrar una Solución, sometiendo finalmente al voto de los presentes el tema o proposiciones presentados, si fuera el caso.
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Los integrantes pueden dialogar entre sí, formular preguntas al director o a sus colegas, responder, efectuar exposiciones, presentar mociones, etcétera.
Esta forma deliberativa acaece en las reuniones de comisiones directivas de instituciones, subcomisiones, juntas, directorios de empresas, reuniones de profesores, etc., y tiene la ventaja de permitir el intercambio de ideas yexperiencias y de facilitar la participación activa de todos los miembros del grupo, en forma coloquial, amistosa y casi familiar, según la fórmula del give-and-take. No existe público.
La discusión ante el público
En esta forma deliberativa, llamada también 'mesa redonda' (en inglés panel discussion o round-table), un grupo, preferentemente no mayor de siete u ocho personas, discute un tema determinado ante el público y bajo la conducción de un director o moderador.
El director, en el centro del grupo y de frente al público, abre la reunión con breves palabras, expone la naturaleza del tema, presenta a los oradores uno por uno y explica el procedimiento a seguir en la discusión. Al término de la reunión' debe resumir las conclusiones obtenidas en un sumario imparcial y lúcido.
Los integrantes del grupo se sientan a derecha e izquierda del director, en tomo de una mesa en forma de herradura o similar -yen su defecto sobre el lado mayor de una mesa rectangu-1ar- cuidando de no dar la espalda al auditorio.
En la discusión ante el público, es fundamental que cada orador exponga su opinión, sobre todo desde su particular punto de vista, adaptando espontáneamente su argumentación al
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curso de las ideas que se van desarrollando. No existen reglas fijas de procedimientos, porque es un tipo de deliberación informal5•
El simposio
El simposio (symposium en la nomenclatura inglesa), es una reunión deliberativa ante público, en que varias personas hablan por tumo sobre un mismo tema. Los oradores no discuten entre sí, efectúan sus exposiciones en forma de discursos -leídos, improvisados o con apuntes-, en plazos de tiempo iguales que van habitualmente desde los cinco minutos a los treinta, sin participación del auditorio.
La finalidad del simposio no es debatir, sino simplemente explicar, instruir o informar un tema a través de expertos o personalidades de gran relevancia en un campo de actividades.
El director de un simposio es generalmente una autoridad en la materia. Su función se limita a abrir la sesión, explicar los motivos y finalidades de ella y anunciar y explicar brevemente el tema. Luego presenta y cede la palabra, por orden, a cada uno de los oradores y agradece al final de cada una de las disertaciones. Al fin de todas las exposiciones, debe cerrar el acto con un breve sumario de lo tratado. Es habitual, además, que al fin de cada discurso, tome fugazmente la palabra para establecer el paso de un orador a otro.
El simposio puede organizarse encargando a cada orador el desarrollo de un aspecto parcial del tema, o puede escogerse a un grupo de oradores que sostienen distintos criterios sobre un
5 SAA!;;rr, LEW y Fosnm, WllliAl,1 TRUFA."", op. cit. p. 467.
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mismo asunto y encomendarles su desarrollo en forma personal.
En ciertas ocasiones. el simposio puede adoptar una forma combinada: al término de cada serie de disertaciones. puede efectuarse un panel entre los oradores. o abrir la discusión al público presente. En otros casos el programa comprende el simposio propiamente dicho con las dos alternativas anteriores.
El debate
En el debate participan dos grupos de oradores. los que sostienen una posición afirmativa frente a una proposición y los que sostienen una negativa. conducidos por un director. Se realiza ante público y en él no se discute una pregunta sino una propuesta o proposición para establecer algo que hasta el momento no existe o no se practica. El grupo que está por la afirmativa tiene a su cargo la responsabilidad de probar que la nueva proposición es necesaria. A esta responsabilidad se la denomina burden oJ proof En tal sentido, es condición que el debate se centralice únicamente en una sola proposición, expresada en fomla declarativa y con absoluta claridad y precisión.
Esta fonna de elocuencia deliberativa cuenta con una larga tradición en los Estados Unidos. donde se la emplea con frecuencia en colegios y universidades. No se la ha practicado hasla el presente en la Argentina.
Está sometida a reglas precisas de procedinliento, que puntualizan las obligaciones de la afimlativa y las de la negativa, la mecánica del desarrollo y demás detalles. El director abre el debate y habla alternativamente un orador de cada posición.
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El foro
Es cualquier forma de oratoria en que participa el público. En castellano se la denomina también 'discusión abierta al público' y en inglés Jorum o openJorum.
Este tipo de deliberación se emplea para complementar otras formas de oratoria analizadas anteriormente: la conferencia, la discusión ante el público, el debate o combinaciones de esos procedimientos.
En la nomenclatura inglesa, la palabra Jorum colocada después del sustantivo que señala el tipo de oratoria, indica que al término de la reunión los oyentes podrán participar formulando preguntas. objeciones o exposiciones: lecture Jorum, panel Jorum, symposium Jorum, debate Jorum
El director abre el acto, anuncia el tema, presenta al orador o a los oradores y explica que después de la conferencia, el panel. el simposio o el debate, el auditorio será invitado a tomar participación.
En el momento de las preguntas, el director toma la palabra y explica claramente las normas que se aplicarán, procurando motivar inteligentemente al auditorio y crear el clima de confianza. Como la primera pregunta es la más difícil de obtener, tiene atribuciones para formular él mismo esa pregunta al orador e invitar directamente a algún miembro del auditorio a formularla. Debe también ayudar a los participantes efectuando explicaciones o repitiendo las preguntas o por cualquier otro medio que estime conveniente. Si nota que al final algo importante se olvida o se pasa por alto, puede él mismo sugerir que se efectúe una pregunta o exposición para cubrir ese vacío.
A veces se formulan las preguntas por escrito, en hojas en blanco o formularios preparados
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para el caso, pero son más aconsejables las orales. Si algún oyente formula preguntas excesivamente largas, complicadas o aprovecha la oportunidad para hacer exhibicionismo retorico, el director debe saber cortarlas con habilidad y cortesía. El riesgo de alargar una discusión es un peligro latente en toda deliberación. Para evitarlo, dos o tres minutos antes del tiempo fijado para la terminación del acto, el director anticipará que sólo queda tiempo para contestar una o dos preguntas más, y señalará cuáles serán en ese caso los oradores a los que por turno les corresponda formularlas.
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12. TÉCNICA DE LA DISCUSIÓN
La discusión de ideas ha sido objeto de prolijos análisis por parte de los especialistas. pues constituye el procedimiento esencial de la oratoria deliberativa.
La discusión es. ante todo. un método de investigación. y como tal se 10 practica en grupo cuando es necesario analizar a fondo un determinado problema o adoptar una decisión. Además de esto, la discusión es un método de enseñanza. de muy moderna concepción. que permite que varias personas intercambien sus experiencias. contrasten sus propias opiniones. perfeccionen sus hábitos de pensamiento. conozcan aspectos insospechados de un tema y se acomoden a los beneficios de la tolerancia y la cooperación. Como método didáctico, complementa al expositivo. y en ciertos aspectos, lo supera y perfecciona.
En suma. la discusión puede adoptarse cuando se persiguen, aislada o combinadamente, alguno de estos tres fines: a) analizar cooperativamente un problema; b) tomar una determinación; c) enseñar.
Los inconvenientes de la forma deliberativa de la enseñanza son la lentitud y el riesgo de su deformación en mera controversia desordenada. Estas eventualidades sólo pueden evitarse con
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una adecuada preparación y conducción del debate. que debe realizarse con perfecto conocimiento de la técnica deliberativa.
Preparación de la discusión
Cualesquiera sean los fines de la discusión. ésta debe programarse con sumo cuidado. La preparación de una discusión comprende cuatro etapas: a) análisis del grupo: b) elección del tema; c) estudio del lugar y la ocasión; d) planteamiento de la conducción.
Análisis del grupo. - Es de fundamental importancia que el grupo deliberante no esté constituido por más de siete u ocho personas. sobre todo si la discusión será ante público. pues un conjunto mayor agudiza los problemas de la conducción. Excepcionalmente, cuando se trate de un conjunto habitual e indivisible (comité, junta. alumnos de una misma clase, etc.) podrá exceder de ese límite.
El organizador o director debe detemlinar, con absoluta precisión. la finalidad del debate. para ordenar todo en función de ese fin. Además, deberá conocer con la mayor abundancia posible de detalles los antecedentes de cada participante y del grupo a que pertenecen; comportamiento, ideología, capacidad oratoria, actitud en las discusiones, motivos por lo~ que participan, inteligencia, responsabilidad técnica, científica y moral, representatividad, antagonismos o coincidencias entre ellos, sin olvidar que la conducta humana responde principalmente a finalidades o intereses.
Si la invitación para el debate está a cargo del director, estos datos previos le permitirán efectuar una selección razonada y eficiente.
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Elección del tema.- Cualquier tema no es apto para una discusión. Debe reunir ciertas condiciones que aseguren un resultado constructivo. En primer lugar. la proposición o tema debe ser debatible: no se ajusta a este requisito un asunto evidentemente cierto ni otro evidentemente falso. No debe. por esto mismo. estar conc.ebido en témlinos ambiguos ,ni abarcar generahdades vagas, ni aspectos elementales de una cuestión. Se requiere una cuestión específica, clara. concreta. particular. encerrada en una idea central. y al mismo tiempo breve, de modo que pueda ser debatida en el término disponible.
En segundo lugar, el tema deberá estar adecua~o. al nivel ~ntelectual e intereses del grupo partICIpante, aSl como a las inquietudes del público oyente.
Estudio del lugar y la ocasión. - Las condiciones físicas del lugar tienen que ser consideradas ~o~ atenc~ón .. El director. los participantes y el publIco -SI lo hubiere- deberán contar con todas las comodidades lógicas. Es conveniente que el salón no sea chico ni demasiado grande, y que cuente con buena acústica o parlantes ven-tilación y temperatura adecuadas. '
El director y los participantes deben ocupar un lugar bien visible desde todos los ángulos del salón. preferentemente un estrado. El conductor d~~~ dominar a todo el grupo y tener a su dispoSI~lOr:' en un lugar accesible, un encerado y demas m~pl~mentos para escribir, tablero para colocar lammas o pantalla para proyecciones. etc. Los participantes, a su vez, dispondrán en su lugar de papel y lápiz para tomar anotaciones ce-niceros. etcétera. ' '
El principio básico de distribución es que el director mire de frente. con los participantes sentados a su izquierda y derecha, sin dar la espal-
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El estudio de la oportunidad en que se realizará el debate escapa a reglas precisas. Se supone que el organizador o el director sabrán contemplar todas las probables eventualidades del acto, para que el debate se desarrolle con normalidad, sin interrupciones extrañas ni riesgos para nadie.
Planeamiento de la conducción. - El director deberá estudiar también con antelación suficiente el guión o esquema del debate. Este esquema es primordial para que la discusión se desarrolle con arreglo a un orden y no se desvíen o desnaturalicen los objetivos de la reunión.
Los teóricos sostienen opiniones distintas en cuanto al contenido del guión. Por supuesto que cada director redactará el que más se adapte a su idiosincrasia y técnica de conducción, pero es conveniente que tenga anotados, por 10 menos, los siguientes puntos: tema central de la discusión; nombre y antecedentes de cada participante; palabras iniciales del debate o resumen de ellas; notas sobre los distintos pasos del proceso que seguirá la discusión; palabras finales de cierre.
Como la responsabilidad mayor del conductor es lograr que la discusión arribe a un punto determinado 1
, es natural que el esquema deberá
1 Monroe. AJan H .. Principies and types oi speech. p. 365. Nueva York.
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contener, analítica o sintéticamente desarrollados, todos los aspectos del problema. ordenados en una secuencia lógica; las derivaciones posibles del tema central; los argumentos, objecio í\
nes, etc., para tratar de encauzar en cualquidr~ " 'I momento la discusión y resolver los problemas./ ~ I
que se planteen. 4.. ' l' 111
Se aconseja también que el director disponga 1 I de una planilla con el nombre de los participan- II tes, en la cual irá tildando la actuación de cada II participante y un resumen sucinto de sus ideas , 11'
y opiniones, las que le permitirán gobernar la W frecuencia de participación de cada orador y for- ti mular las conclusiones del acto al término de la I ",
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Conducción de la discusión
En general, los diversos tipos de elocuencia deliberativa en que participan dos o más personas, están bajo la conducción de un director, llamado también moderador o conductor. Las funciones del director son claras y típicas y pueden resumirse en estos términos: a) organizar el debate en todos sus aspectos preliminares; b) dirigir la discusión para que ésta llegue en forma ordenada a una conclusión.
La dirección misma de la discusión comprende las siguientes obligaciones: a) abrir el acto y presentar el problema a los participantes y al público; b) presentar por su orden a los oradores; e) conducir la discusión, con todas las implicancias de su desarrollo; d) cerrar la discusión.
Según A. Craig Baird2 , todo director debe conocer el tema del debate, los participantes, el
2 Baird. A. Craig. op. cit.. ps. 89 y sigo
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público y la ocaSlOn: tener tacto, amplitud de pensamiento, entusiasmo, ingenio y humor. Como se comprende. todo esto requiere estudio, preparación y dotes especiales.
La apertura. - La apertura debe hacerla el director con manera fáciles, seriedad y naturalidad. abandonando toda actitud solemne, para contribuir así a la creación de un ambiente de libertad y comodidad entre los participantes. En la apertura, deben seguirse las siguientes formalidades: a) saludar a los participantes y oyentes; b) enunciar el tema de la discusión: c) explicar los objetivos de la reunión; d) señalar el procedinliento al que se ajustarán los participantes y público;, e) presentar por orden a los participantes. enunciando claramente sus nombres y apellidos, antecedentes. títulos. condición o representación que invisten; D finalmente. el director podrá efectuar cualquier otra aclaración que considere oportuna y necesaria. tratando de no dar nada por supuesto y revisando el estado en que quedó la cuestión, si el debate continúa de otro anterior.
Debe evitar toda apertura de petulancia o pedantería y sobre todo, no aprovechar la circunstancia para hacer exhibicionismo, recordando que el público se interesa por la palabra de los participantes y no por la del director. La apertura puede durar de tres a cinco minutos, y debe ser clara, concisa y suficiente. A continuación, cederá la palabra al primero de los participantes, de acuerdo con el orden que corresponde. o formulará la cuestión a todo el grupo para que alguien solicite contestarla.
Desarrollo de la discusión. - El control y la orientación del debate es la mayor de las responsabilidades del director. Las preguntas son el principal expediente de que dispone para orien-
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tar la discusión y puede formularlas, a su criterio. cuando quiera obtener una aclaración cualquiera. hacer hablar a un participante. forzar a alguien a emitir su opinión. someter a juicio de los miembros del grupo alguna proposición, comprobar si se ha comprendido bien algo de lo e-:cpuesto. orientar la discusión hacia un fin preVIstO. hacer confirmar o rectificar alguna OpinióI1: expresada con ambigüedad. ayudar a alguien a aclarar su pensamiento. etcétera.
Las preguntas deben ser claras. concisas, breves, sencillas, necesarias e inspiradas en un fi? pr~c.is.o. No deben hacerse preceder de largas dIsqUlslclOnes o justificaciones. ni deben comprometer la posición de estricta neutralidad que corresponde mantener al director. ni encerrar malicia alguna. Pueden dirigirse directamente a uno, de los participantes o al grupo en general, segun convenga. .
Una vez formulada una pregunta, debe darse un tiempo razonable al interrogado para que responda. pero si no se obtiene una respuesta en plazo prudencial. el director debe mantenerse sereno y formular de nuevo la pregunta -en otros o en los mismos términos-, o girar la pregunta a otro miembro. o inquirir si la pregunta no ha sido lo suficientemente clara. Puede preguntar también si se desea que sea repetida, si existe alguna objeción contra ella. si se prefiere que sea subdividida, si no se desea contestarla o puede también recurrir a otra pregunta o efectuar alguna sugestión sobre su respuesta.
Cada respuesta debe ser agradecida por el director con una expresión verbal o ligero asentimiento de cabeza, cuidando especialmente que el rostro ni los ademanes ni el tono expresivo revelen sus reacciones internas -agrado, fastidio. etc.-. y que la fórmula de agradecimiento no encierre un juicio estimativo de la opinión verti-
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da, favorable o desfavorable, pues la impar~ialidad es una cualidad esencial en la personalIdad del conductor.
Las preguntas pueden tenerse previstas ~e antemano o ser formuladas como consecuenc:a de la marcha de la discusión. Las preguntas mas aconsejables son las dirigidas al grupo general, porque no violentan a nadie, pero las preguntas
----+lÍll'l{d=J-lividuales tienen la ventaja de lograr una participación equilibrada de todos los miemb:os.
El control y orientación del debate ~onsIste e? evitar que éste se desvíe del tema. SI ~ste fen~meno se produce, el director puede mtervelllr para reencauzar la discusión, usando alguno de estos procedimientos: a) formular una pregunta tal que su respuesta reconduzca al tema ce~tral; b) expresar francamente al grupo que la dISCUsión se está desviando, rogándole volver al tema; c) hacer una breve recapitulación sobre lo expuesto hasta el momento y volver a formular la primera pregunta u otra que permita el retorno al asunto que se debate; d) preguntar al grupo o a alguno de los participantes si opina que el nuevo asunto en que se ha entrado contribuye a esclarecer la cuestión, para proponer luego volver a ella; e) elogiar la importancia del tema incidental, pero proponerlo para que se discuta en otra oportunidad; f1 dar por concluido con un breve resumen el aspecto del asunto que se ha tratado hasta ese momento y proponer a continuación otro que esté en íntima conexión con el tema principal. .
La tarea de orientación del debate eXige una completa lucidez de parte del director y un.a rápida actividad intelectual. Para ello, ademas de fomentar la discusión mediante el aprovechamiento oportuno de las divergencias ?e ~rit~riO expuestas, debe recurrir a preguntas mcItatIvas y estimulantes. Debe evitar, en todo momento,
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que el debate se convierta en una mera discusión entre dos o más participantes, en agresión verbal contra alguno de ellos, en exhibicionismo, etcétera.
Si alguno de los participantes dirige alguna pregunta comprometedora al director, éste deberá recordar que debe mantenerse imparcial y no opinar, para lo cual puede eludir la respuesta desviándola al grupo, solicitando a alguno de los participantes que la conteste, pidiendo al mismo miembro que la formuló que le exprese cómo la contestaría, o afirmando abiertamente que sus obligaciones de director le impiden contestarla. Por último, si el conductor juzga que le corresponde responder, podrá hacerlo con tacto y cautela, sin entrar en compromisos.
Una forma de matizar el debate y romper la monotonía es recurrir a resúmenes o exposiciones intercaladas; utilizar gráficos o pizarras para computar y precisar las opiniones vertidas hasta ese momento, traer a colación citas o aclaraciones, etc. Al efectuar esta tarea de estímulo y fomento de la discusión, el director debe tratar de obtener el máximo de información posible de parte de todos los participantes, de modo que cada uno de ellos tenga la misma cantidad de oportunidades para expresarse y que ninguno monopolice la discusión o quede sin formular su opinión. Un sencillo anotador donde se anota cada vez que un participante habla, facilita esta tarea.
Otro importante aspecto del desarrollo es el ritmo o velocidad del debate. El mejor ritmo es el moderado, donde cada tema se desarrolla con amplitud y profundidad y permite llegar a una conclusión edificante en el tiempo previsto. La clave de un desarrollo tal está en la planificación y conducción acertada. Un tema demasiado amplio, las divagaciones de los participantes tolera-
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das por el director, la discusión entre los miembros del grupo, el bizantinismo minucioso de algunas exposiciones, tomarán escaso el tiempo,e inversamente, un tema muy restringido o un grupo desinteresado o inhábil, harán terminar un debate antes de tiempo. No existe regla fija para regular el ritmo de la discusión, pues ello depende de la habilidad del director y de su temperamento e inteligencia.
Si el debate se agota antes del tiempo previsto, es preferible darlo por terminado, antes que pretender alargarlo artificiosamente con preguntas superOuas, repeticiones o planteos de nuevas cuestiones. Si no concluye en el plazo correspondiente -caso más frecuente- no es aconsejable prol~:mgarlo demasiado, por lo cual conviene convocar a una nueva reunión. Es preferible tratar un asunto con profundidad y dejar pendientes los demás, que atropellarse sobre el temario desarrollándolo superficialmente. Aun en esta eventualidad, es obligación del director resumir y valorar el resultado parcial obtenido hasta ese monlento. Las proposiciones que pueden efectuar en este caso los participantes son: a) realizar otro debate para tratar el resto del tema: b) tratar el tema restante al principio de otro debate: c) incluir el tema restante dentro de otro de los asuntos programados y tratarlo conjuntamente.
El cierre de la discusión - El cierre de la discusión es una tarea delicada. En ella, el director debe efectuar: a) un resumen sumario de lo debatido y las conclusiones obtenidas; b) agradecimiento a los participantes y al público; c) anuncio de la próxima sesión u otra noticia de interés. Esta tarea requiere una gran capacidad de síntesis. Se comprende que el director habrá tomado nota. a través del debate de las opiniones expuestas, a fin de no demorar el resumen y
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efectuarlo respetando escrupulosamente el pensamiento de cada orador. No deberá consistir en una mera repetición de lo dicho sino en un verdadero análisis y valoración. con sentido instructivo. Si el debate no ha llegado a un acuerdo de voluntades o ideas que pueda resumirse en un juicio general. el director no se esforzará en hacer la síntesis y se limitará simplemente a poner en evidencia la falta de acuerdo y a presentar un balance breve de las posiciones sostenidas.
El cierre deberá realizarse en tiempo, para evitar apresuramiento. Un debate ha sido eficiente y valioso, cuando participantes y oyentes se retiran con la impresión de que se ha dejado hablar libremente. que los pensamientos han sido respetados y que la sesión ha sido ilustrada y aclaratoria.
Participación en la discusión
Así como el director o moderador debe conocer las conveniencias, mét.odos y riesgos de su labor, así también cada participante debe conocer los de la suya. La cuestión primera que se le plantea al orador es saber cuándo debe hablar. No existe en est.o una respuesta categórica y única. Sin embargo, AJan H. Monroe3 , da los siguientes consejos: no hablar fuera de oportunidad; hacerlo, naturalmente, cuando se tenga un comentario inteligente o una sugestión que hacer; cuando se deba responder a una pregunta: cuando se deba presentar un informe, cuando se pueda aclarar un punto que otra persona ha desarrollado mal; cuando se tenga que corregir un error; cuando se pueda ofrecer una infor-
3 MONROE, AlA" H .. op. cit .. ps. 370<372.
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mación adicional a lo dicho; cuando se debe fonnular una pregunta inteligente o cuando se pueda inyectar un poco de humor en el debate. En otras palabras, es necesario hacerlo cuando la palabra es útil, y cualquier momento no lo es para cualquier afinnación o pregunta.
El protocolo y las precauciones propias de toda discusión aconsejan tener presente ciertas reglas o nonnas que facilitan la participación. La primera es preparar con tiempo el terna y estudiarlo lo más profundamente posible (libros, publicaciones especializadas, revistas técnicas, opinión de autoridades, etc.); conocer con certeza la pos~ción que se adoptará; analizar los argumentos (pruebas y objeciones) a emplear y la técnica dialéctica con que serán expuestos y, finalmente, redactar un esquema de la propia exposición y sus eventuales variantes frente a derivaciones inesperadas.
Esta preparación presupone también conocer qué personas intervendrán en la discusión, sus ideologías, opiniones e intereses, la posible actitud que adoptarán frente a los distintos planteos, así corno también los fines, declarados o secretos, de la reunión, el lugar, el tiempo y el local.
Son de utilidad, asimismo, algunas nonnas sobre el comportamiento psicológico a adoptar durante una discusión, para crear un ambiente propicio a la propia persona. Deben aplicarse actitudes compatibles con las buenas relaciones humanas: no ofender ni lastimar moralmente; mostrarse naturalmente simpático; no dar la impresión de querer llevarse por delante a los demás; tratar con dignidad y altura a todos; no hacerse el pedante ni el suficiente; captar la confianza ajena; no mostrar indignación, ironía, hostilidad o desinterés hacia los demás, y no despertar recelos ni actuar sospechosamente. En una palabra, actuar con tacto humano.
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En lo que atañe a los demás participantes, conviene prestar suma atención a sus palabras, gestos y actitudes, para ir reconociendo caracterológicamente a los distintos tipos de reacción. Observar a las personas y tratar de discernir cuáles son sus verdaderas ideas, distinguiendo las que expresa de las que oculta, conocer sus aciertos y errores; ver qué piensan los demás de lo que sostiene cada uno, para tener una opinión fonnada sobre la tendencia general de la reunión; dejar hablar sin interrumpir, molestar ni apurar; descubrir las presuntas intenciones de los oradores; respetar sus opiniones; no pretender pensar por los demás; interrogar con cortesía cuando se necesita una declaración y no olvidarse de agradecerla; cerciorarse de que se ha comprendido exactamente el pensamiento ajeno; pedir las explicaciones que se estimen pertinentes y, sobre todo, tornar nota, mentalmente o por escrito, de lo que va diciendo, para ir confeccionando así el plan de la propia exposición.
La participación debe llegar en el instante preciso: no es conveniente apresurar la llegada de ese momento ni retardarla indebidamente. Por lo general, es mejor hablar después que otros oradores lo hayan hecho ya, pues se cuenta en ese caso con mayores elementos de juicio para impostar la propia exposición o propuesta.
Al disponerse a hablar, el orador cauteloso tendrá ya concebido su plan, y sabrá además, qué ideas apoyar y cuáles rebatir. Un buen plan de exposición incluye solamente lo esencial y desecha lo superfluo. La palabra de un orador diestro rebatirá cordialmente las opiniones contrarias que atañen al fondo del asunto; tendrá expresiones de reconocimiento para los méritos aj enos; se fundamentará en una sólida y lógica demostración; será generosa con la ignorancia o
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la impericia ajena: dejará a salvo el honor y el prestigio de los demás, pero no concederá nada que no deba conceder ni traficará con la propia conciencia.
Toda exposición debe hacerse en un lenguaje sencillo, claro. preciso, variado, adecuado al ambiente y convincente, recordando la expresión de Baird, según la cual "la discusión, como las otras fonnas de la oratoria. es una comunicación oral a través de las palabras, acción corporal y sonidos"4.
La arg~entación
La argumentación es el empleo de razonamiento para probar o refutar algo. Ella supone, pues, el examen del pro y el contra de toda opinión, principio, teoría o hecho. Los argumentos en favor se llaman pruebas, en tanto que los que están en contra se denominan objeciones. El primer tipo de argumentación se llama demostración y el segundo refutación. La demostración se efectúa, en la práctica oratoria. con dos fines: probar nuestra afirmación o convencer a otra persona de nuestra afirmación.
El secreto de toda argumentación consiste en el empleo adecuado de razonami.entos y en la claridad. fuerza y persistencia de ellos.
Los argumentos. - Los argumentos son los razonamientos lógicos (intelectuales) por medio de los cuales se realiza la demostración o la refutación. Las operaciones mentales o métodos por los cuales se efectúan los argumentos son los siguientes:
Deducción: Es el razonamiento por el cual se pasa de una ley general a un caso particular. Su
4 BAlAD. A. CRAlo. op. cit.. p. 116.
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~' ejemplo típico es el silogismo, descubierto por L<, Ci' Aristóteles: "El hombre es mortal. Sócrates es ¡j r~ I hombre. Luego, Sócrates es mortal". Para que sea "Ci \::,?,: 1 verdadero, debe serlo la primera premisa o jui- .:;,,: cia. Puede aplicarse a cualquier clase de objetos.
Inducción: Es el razonamiento en que se parte de varios hechos particulares para llegar a úrta conclusión general que los comprende a todos( Por ejemplo, de la comprobación de que el calor dilata a muchos cuerpos. se infiere la ley general de que el calor dilata a todos los cuerpos. Su fundamento radica en el principio de causalidad o de regularidad. Se emplea con los objetos naturales.
Analogía: Es el razonamiento en que se pasa de un hecho particular a otro particular. En otras palabras, consiste en inferir que si dos ob-jetos tienen semejanza en varios caracteres. 10 tendrán también en todos los demás. Por ejemplo, de ciertas analogías entre la chispa eléctrica y el fenómeno del rayo, se concluye que el rayo es también una chispa eléctrica. De la semejanza de la Tierra con otros planetas, se supone la habitabilidad de los demás. La analogía se fundamenta también en la regularidad de la natura-leza.
Es el más riesgoso de todos los razonamientos. Para que tenga legitimidad, debe tenerse presente que sólo tienen valor y significación aquellas semejanzas que están en relación directa con la propiedad inferida y que aquellas cualidades o caracteres que están en oposición con ella, anulan el valor del razonamientoS.
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5 La posibilidad de la demostración está relacionada con el tipo de objetos a que debe aplicarse. La escolástica llevó prácticamente este capitulo a sus últimas consecuencias. Existen argumentos ah absur' do. ad hominem. a jortiori. a simili, a priori., a posterinri., etc. que pueden consultarse en la lógica.
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Los hechos. - La segunda forma de demostración consiste en probar una afirmación con ejemplos verificables, testimonios de testigos, datos estadísticos, objetos físicos, literatura o escritos y toda otra especie de material perceptible por los sentidos, que no admita discusión ni sospecha.
Los sofismas
Son razonamientos incorrectos y por esa razón, no tienen validez. Se los denomina también paralogismos o falacias.
En toda argumentación debe prestarse especial atención a los sofismas, que son más comunes que lo que suele pensarse. La lógica clásica ha enumerado o clasificado los sofismas en detalle. Los 'más frecuentes son:
Ignorancia del asunto: Ocurre cuando se responde a otra cosa de lo que está en cuestión.
Equívoco: Es un argumento construido sobre una falsa interpretación del sentido de una palabra, o cuando en la argumentación se toma a una misma palabra en dos sentidos diferentes.
Petición del principio: Sucede cuando se da por acordado lo mismo que está en discusión.
Círculo vicioso: Es el argumento en que se intenta probar un juicio A por otro B y este B por elA.
Generalización abusiva: Consiste en inferir indebidamente, de uno o pocos casos, una ley general. Es muy frecuente en la discusión.
Falsa causa: Es el error que consiste en tomar una causa por otra.
Falsa analogía: Radica en equiparar dos cosas o procesos diferentes, por la sola coincidencia de algún carácter accidental.
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Ad verecundiam: Consiste en sostener maliciosamente la validez de una afirmación por la autoridad personal de quien la ha formulado.
Ad hominem: Consiste en querer llevar al adversario a aceptar una afirmación nuestra, sosteniendo que ésta deriva de una afirmación dicha por él.
Mala observación: Ocurre cuando se pretende interpretar un hecho, pero se lo deforma por preconceptos o intereses.
Observación incompleta: Sucede este sofisma cuando no se han observado ciertos hechos o cuando se han dejado de observar ciertas circunstancias de los hechos.
En toda argumentación, conviene recordar las cuatro famosas reglas del método intelectual que el filósofo francés Descartes ha dado para evitar errores en nuestros razonamientos.
l. Evitar la prevención y la precipitación: No tener prejuicioS previos sobre las cosas, los hechos, las personas o las ideas. No emitir juicios sino después de un examen lo más completo posible. Guardarse particularmente de las pasiones.
2. Percibir el punto preciso de la cuestión: Distinguir bien unas cuestiones de otras. Dividir las dificultades lo más posible y tratarlas sucesivamente. Captar en cuál de ellas radica la esencia del asunto que se trata.
3. Graduar las dificultades: No basta distinguir las dificultades de una cuestión, es necesario escalonarlas, graduarlas, yendo de las más simples a las compuestas, de las fáciles, a las difíciles.
4. Reunir todos los elementos y luego juzgar: No emitir un juicio hasta haber reunido la totalidad de los elementos de una cuestión, sin omisión alguna.
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Éstas son las cuatro operaciones que Descartes llama la "dirección del espíritu", y que pueden sintetizarse así: 1) Examinar; 2) Analizar; 3) Graduar; 4) Coligar.
Las preguntas y las respuestas
En el diálogo y la discusión se hacen necesarias las preguntas. Ellas permiten indagar si el interlocu tor nos ha comprendido, o si nos hemos expresado con claridad y precisión. Sirven además para hacemos aprobar en nuestros argumentos: ayudan a destruir las objeciones. obligando al interlocutor a puntualizar sus opiniones y a aclarar su posición. y penniten ganar tiempo para ordenar nuestros pensamientos o encontrar el argumento apropiado.
Las preguntas responden también a una técnica particular: deben fom1Ularse en forma tal que no admitan una propuesta contraria a nuestro razonamiento, deben llegar al fondo del asunto consultado y deben ser categóricas, breves y concisas.
Las respuestas, por su parte, obedecen. también a una técnica. La experiencia demuestra que conviene tenerlas previstas hasta donde sea posible. para emitirlas con acierto, seguridad y rapidez. En general, una pregunta u objeción se puede contestar de diversas formas, según sean las circunstancias del caso y la intención del interrogado. Por ejemplo, la respuesta a la pregunta: "¿Qué opina usted de la educación técnica de la juventud?", puede adoptar estas formas:
Directa: Consiste en responder con precisión al contenido de la pregunta: "La educación técnica debe acompañarse con la educación humanística y moral".
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Mayor: Se encierra la respuesta dentro de un tema más amplio y general: "Los problemas educativos deben replantearse en su totalidad en nuestro país. para ofrecer mejores perspectivas a la juventud".
Menor: Contesta solamente a un aspecto parcial de la cuestión: "En el ámbito universitario, es demasiado teórica".
Futura: Promete para otra oportunidad la respuesta: "En su momento daré a conocer una declaración sobre el particular".
Pasada: Expresa que ya se ha hablado anteriormente del asunto: "Eso ya lo he desarrollado en mi anterior conferencia".
Negativa: Consiste en negar la respuesta porque. real o fingidamente, no se conoce el tema, porque no compete al interrogado entrar en ese ámbito. o porque alguna razón obliga al silencio: "No contesto a esa pregunta".
Abstentiva: El interrogado expresa que prefiere no opinar sobre la materia: "Lo lamento, señor, pero prefiero no comentar ese tema tt.
Interrogativa: Estriba en responder a la pregunta con otra pregunta, sin esperar respuesta del entrevistador: "¿Cree usted que podemos hablar de educación técnica en el estado actual de nuestro país?~. O en recabarle al entrevistador su propia opinión sobre el asunto: "¿Y cuál es su idea al respecto?".
Repetitiva: Consiste en repetir la pregunta recibida, simulando no haberla entendido u oído, con el objeto de ganar tiempo y meditar la verdadera respuesta: "¿La educación técnica de la ju-ventud?". .
Adarativa: Pide aclaración, real o fingidamente, del alcance y contenido de la pregunta: "¿Se refiere usted a nuestro país o en general?".
Calificativa: Juzga y califica el carácter o intención de la pregunta, con el objeto de ponerla
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en evidencia ante quienes escuchan o de no contestarla: "Usted me hace una pregunta que requiere dos horas para ser contestada".
Evasiva: Consiste, prácticamente, en no responder a la cuestión esencial y derivar la respuesta hacia otro tema: "La educación debe ser la primera preocupación de todo gobierno".
Concf?siva: Aprueba o reconoce algo de importancia secundaria para atacar lo esencial: "Estamos en una etapa de tránsito, pero lo fundamental está aún por hacerse".
Condicional: Subordina el valor de la respuesta al cumplimiento de un requisito o condición que no depende del interrogado: "Si se cumple la legislación sobre la materia, la juventud tendrá buenas oportunidades para la especialización técnica".
Somática: El interrogado no pronuncia palabra alguna y hace un gesto o ademán que debe ser interpretado por el interlocutor.
Narrativa: El interrogado refiere un hecho, una anécdota. fábula. etc., cuyo sentido o moraleja es la respuesta a la pregunta: "Le voy a contar a usted lo que en cierta oportunidad le sucedió a ... ".
Humorística: Estriba en responder con una frase humorística o una chanza. Este recurso se utiliza cuando la pregunta, por su índole, no merece respuesta, cuando se desea eludir la responsabilidad de expresar un juiCio, cuando se quiere crear un ambiente de desahogomomentáneo, o cuando se pretende calmar el ánimo de alguien. No debe usarse jamás como recurso para el agravio o la ofensa.
En cuanto a las condiciones genéricas de toda respuesta, el citado Milton Wright enuncia éstas: deben ser rápidas, no deben parecer premeditadas, deben responder a la intención y no a las palabras de la pregunta y deben hacer resplan-
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decer la personalidad del interrogado. En otras palabras, debe ser ingeniosa y hábil.
La misma técnica de las respuestas suele emplearse, convenientemente adecuada. a la refutación de objeciones.
En la conversación y discusión suelen emplearse técnicas prácticas que facilitan la estrategia de la argumentación. Algunas fueron ya conocidas por los clásicos de la retórica antigua, y otras han sido extraídas de la experiencia cotidiana por
, I}I Té..cnica del 'Sí' (Yes response). Consiste en con- , j los tratadistas modernos.
. duClrlaconveisación o argumentación de tal .¡.;.\~ manera. que el interlocutor se vea precisado a;1 responder "sí" a una serie de preguntas que se le . van formulando, de modo que al final se vea pre- A cisado a contestar también afirmativamente a la 1 \ pregunta decisiva, por estar incluida dentro de '1 sus afirmaciones anteriores.
~------_._~~-_., .. ,-.~~.,~-,-~,-,,~,.~-_ ... ----.,.-="---..... """"""""'''''''-'''-'-_. -,,"~--,,,,.,,.....--.. Esta técnica tiene relación con el método de la mayéu tica usado por Platón en sus diálogos. Tiene especial aplicación cuando se trata de obtener aprobación para nuestras opiniones. La defensa contra esta técnica se hace: a) respondiendo negativamente a una de las preguntas : b) introduciendo una nueva premisa u objeción en el razonamiento. que permita desviar el curso de la conversación.
"¿.,f.~CniªL~]2g!~ (Yes, but): Es un recurso f dialéctico de contraataque, que consiste en
aceptar parte del argumento contrario o el aspecto menos importante de él, para rectificar o desaprobar el resto o lo de mayor gravitación,
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que se introduce con la palabra "pero" o conjunción equivalente.
Esta técnica fue usada 'especialmente por el orador romano Cicerón en sus famosos alegatos judiciales en el Foro. Se la denomina también 'concesión ciceroniana'.
1 ~~~~~~~~~;¡';~~_~~g~~cla~f;. Toda negativa es dolorosa para quien la !:~ci!>e. La~roITñ1Ccre-ñ-áce-iIa:"'rienfe'-a"uñ"argümeñtO-o proposición, sin herir susceptibilidades, es la siguiente: ,l1acer el rechazo con ,s::larida~in~ lª~!o_t:1~~, ,p~~~'Oql:l!:"~~~~Lg1!.~.<l~."f!~guI!~~~.E!t.. car las raz9rles del rechazo; . expresar pesar por 'no' p'óder' ace"ptar lo"~s'oncítam)''"Ll'~p'rb'pueStO: acoTnpañarh:t-negafíva"'corr~'atgttña'->satisraCc1óq iü~"1iCi.1l~~rar~"elf"1o]50'sib1e;-que"Ta"apJrOba: :1 .. ,-.' \Ción118;~g~f!~~~:~=--~-===
- '~~t"ecL1ica,.del. ·ESjQ,,,9~_ri.~ (This or noihing): Con-'/ siste esta técnica en demostrar que el puntOae
visTaopueslo al nuestr6esiITrpusttJ~'-T"O'de"'"e1 " . '-. ,. -O'" < ... - """"~""" ",,--, .,,-.-'" ".'" .,,, ,.. " .... " ,-,~" .. ""n_ .. " '''~'''.~'~TIra:
12eso cl!~Jª-ªIgumentáclºn",deb.S:ªRl~~9E§.y".~,_,go.>,!'::
_ !T~l~1~~~iit~~~~~~~~íf::~~Ei~!§1g) 5)
-', P "--'"''''~'''''''''''''-'~'''-'''''''''',-",,",,"~,l-,''' ¡;;:;;- . , .. , ",,,,,,,"',,,'''' '"'' . ". p éáiica de la ambigiledad:;Muchas veces, al ha-:' ,~ blar o e' criDit';'p~.cI¡r~:f'~'Il~cesario 'no arriesgar
W ) ~~~;:;!~~:~~(l~~:t~~"T~~¿:t~~ ;..y;/ XQJ:mª_d~J~yaS!Vél es lél c()ntestación élrnl:>igua, que . ' u,edeovseriñt '~-~~-~er~aa"eñ-'aoso~inasSeiiltaos.-
~,l ",,"'~;~fliE~~cl~~~~~"~~"~~~~~~~;~:;7cÍ-;;d~;~ Y """'íñ:eJ<>rcáUa:f'cfue responder. Todo buen orador sabe que un debate no se gana necesariamente refutando una por una todas las afim1aciones de su interlocutor o adversario. Es útil_.Qtlª-r sin refutar o contestar las opiniones o detalles sfu iiñ:-'- ....... ____ ." ... _'-....,,_ .. ___ ,,_'>,,~"'.~" .. '_'''C'._.~. ~,"~_k.~_ .-- "-'- "-,,, ·'·""'_.'-'-<.~h ..... ~, •. ~.'- :;, ,,,',, '",,:-~ .... r .. _"'''l'''''-''''
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..E.QJ:i@~ia .. ~atacax.,~Ia.s,~vitale,s..~ip_.,ªQ9_!)agaL~aL, adversario.
'4- : rtliiiTé;;:7ie~~~Estriba en posponer la ~ -"","'-=""
. . .~conside~ación o resolución final de ~n. pr.oblema Ij (
para mas adelante. cuando las condICIOnes apa- ¡ recen poco propicias para obtener una determi- .
, 'nación favorable. ..
~~iiK~ae'-lq~IúJiiifª:9P15fQ.,'ryj Al emitir la propia ("<;lpiÍ1iód. suele $é~/ conveniente ,que precélütoria-, ,/mente/se la e~pr<isa con palabras y tono'que tra~
suntyT1 ciefrto matiz de creencia antes que" dé dogn;iatisp-i'o categórico y c,errado, y (lue aL mismo t~1'pO, eItcie~re térm.inos de r(}al reconoci-
,. mi~~tgJmcia"JQ§~~~!itos ¡de ,la otra iB¡i:e. \
~\ ~ del u~g1JJ.rn;"'::E~~]p.a.léCHffifLr~l!:ªm~JJJe \9 .~!!.§.~Qa;~~rffieaio de la cual ~~J?r!!~n9~ ~?"~é!!""ª-",
los Tñref10cutores a aceptar" uña dete:rminad~ ~Q,§.mE~Sorcrpú~pncarseeñ c'asOs ~~~~~:e?ír~fanytJe~~~W~~¡ff~~~~~~~~ T~_ ,_.~-'-'_m_'_~,,~w.,,_ ••. ~~.,,~.E"'''C""'"_-~H"~R~_._,
,ultin:iámnr::J:ffbe recordarse, sin embargo. que los planteo s violentos., engendran r:~ªf!;;jºnes igüaíiñeñre-""'vtoientas=Y"gue' ñíngu'ña . persona ~cre-buengracro' ef=úrriñlarum:,,,-~rn="~.,,~.,-~~,~""",~~1_' ~--~., -._-,;::;."'¡':', '~,1'~"~~Ji·"',';.~~~..\\1\~·"·l'i'~N,I',""":: ''''."'; ,::",_.~~ __ - - ",~' "'-O---~;'''~7.f.1'l'~,,~~
El empleo de éstas y otras técnicas está. naturalmente subordinado a la ética. Tanto en la demostración como en la refutación. el orador debe actuar con seguridad. conocimiento del asunto y técnica dialéctica. teniendo presentes las reglas que el sociólogo Gustavo Le Bon daba para lograr el convencimiento del público: afirmar sin vacilaciones. repetir para hacerse comprender y convencer y, finalmente. ejemplificar para demostrar.
Entre los clasicos de la retórica, han efectuado detallados análisis de la técnica de la argumentació n (demostración y refutaCión), Aristóteles en su
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Arte retórica (libros II y m); Cicerón en su tratado De la úlVención, íntegramente dedicado a la materia' y Quintiliano en sus Instituciones oratorias. Los tratados modernos han abandonado la minuciosidad y sutileza de la antigua tradición, para adoptar métodos más simplificados y directos, aunque fundamentados, por supuesto, en la lógica del pensamiento y la experiencia del alma hu-mana6 • '
----------~ trategias y digresiones:'
En los debates suelen emplearse ciertos artificios para entorpecer, desviar, postergar o anular el tratamiento de un problema. Algunos podrían considerarse falacias o sofismas del razonamiento o falacias psicológicas; otros apenas son ardides viciosos de mala fe. De todos modos, un debatiente debe estar advertido de ellos, para actuar con adecuación en su momento, y en tal carácter los presentan los tratadistas. En varios tratados en lengua inglesa se los incluye dentro de las falacias psicológicas, bajo el nombre genérico de diversions, y en otr¡;ls se los considera como estrategias de la discusión.
Toman siempre la investidura de una opinión honesta, una afirmación' o una proposición, es decir, se expresan con todas las apariencias lingüísticas de una idea, pero no deben ser interpretados como auténticos pensamientos sino como actitudes personales de carácter operativo.
No hay una defensa completa, segura o perfecta contra ellos. La respuesta, por supuesto,
6 Muy difundidos son los dos de BAlRD, A. eRAJG, titulados Argumentation, discussion and debate, y Discussion; principles and types, así como el de Mc BUR'IEY, JA.'IIES H. Y &'l:CE, KEl\'NETII G., TIte principles and methods oi discussion.
212
\ tiene que consistir en una razón más fuerte, argumentada suficientemente, para no incurrir en el vicio criticado. Quedan la experiencia propia o el consejo ajeno para superarlos. ~
V él1b;~iZilil.~irz:~e~0~~~ :~];:intentar anular" . /' un argumento provocando la risa o burla sobre
él o sobre su autor u origen: "Pido que se inserte es~.,. g~lluzUQ..s,.n el acta".
~ e;;:~~'!:;a~u~'[!~~ p~~~s~~: idea o proposición con el objeto de obtener alguna ventaja: "Solicito que se traiga un traductor porque me expreso mejor en francés". C;JnsiSleiii;iér§Ji1i.rg=P:r&e.i!~amar la aten
Clan sobre aspe~t.o.~~icmJJes.JL!!1inúsculos d.e . la cU~~~_~<,L~lJllLón ... ~~W~
. !~J]if'E'ste asunto no puede ser tratado legalmente mientras no se provea a los señores asistentes de una copia certllicada ante escribano público de las declaraciones precisas del citado ciudadano. De lo contrario, nosotros nos abstendremos de participar".
~) Ee.rt.rrt[fali§~Aprovechar algún !' cerrar aiepo_~§~lliLla discusión hacia el:~'1rr~'"'
señor informante ha sosteñIao"'que"éfTest1go se puso lívido de miedo. Lo que realmente ocurrió fue que se puso pálido. Esto hay que aclararlo
V c~~§.:~ __ ~
~ Nada! sª!v2.1!bjec~Consiste en no apor-tar ninguna Ta:ea f5'0SifiVa y limitarse a criticar a
11t\10s demás. ~ Conqliciones ~posibles: Estriba en reclamar la
suma de '"'TaS'excelerrcrns de una proposición, como condición para tratarla o aceptarlp.. Es un "llamado a la perfección": "Esta propuesta no cuenta con mi asentimiento porque el plan apenas alcanza para dar una copa de leche a los escolares de cuatro provincias pobres. O la damos
213
a los niños de todo el país, o no aprobaremos la
@),propuesta'" '+- Silencio: No intervenir ni opinar (excusándose
o no) en determinado asunto. @ Exageración.. (maxímización o minimización):
Llevar' al extremo o al ridículo un argumento, ejemplificando o alegando por encima de lo razonable o verdadero: "Al final. Clodio sólo ha matado a un ignoto ciudadanu. ¿Y por eso caerá la república?" (minimización): "La presencia de este ruinoso edificio en nuestra ciudad comporta no sólo un contraste edilicio, sino mucho más aún, significa un agravio moral a los habitantes, una falta de reciprocidad con esta ciudad, y finalnlente una afrenta a toda la historia del país".
((i;,\ (Maximización). ~ Abuso de la en LdicjÓn;.. Consiste en intentar la
anulación de un razonamiento opuesto mediante el empleo abusivo de datos eruditos, generalmente no verificables en el momento. para apabullar al adversario: "El señor K. ha hecho una referencia traducida de un texto de Shakespeare. Lamentablemente, no podemos otorgarle autoridad para citar al dramaturgo inglés. desde que no conoce el texto original de Hamlet. escrito en lengua del siglo XVII, no ha demostrado conocer las referencias lingüísticas e históricas de la obra, ni los eruditos estudios de Dryden, el doc-
~ tor J ohnson, Lessing, Goethe y Coleridge". ~ Ref:eR:ewRr.4B-la..pru.eb.a: Argumentar en favor
o en centra de una tesis, ocultando la prueba demostrativa, para desacreditar "a último momento" al oponente: "Y bien, como el señor F. ha afirmado rotundamente que las exportaciones de nuestro país han sido de 8.000 dólares el año 1980, y no ha habido manera razonable de hacerlo aceptar su error, aquí le ofrezco personalmente un ej emplar de la memoria del Banco Central, donde se expresa oficialmente que las
214
exportaciones mencionadas llegaron a la cifra 4 exacta de 9.234.188 dólares".
"~'l CaDcjliac;i~ Intentar un resumen conciliatorio \"".,l entre las partes que sostienen posiciones distin-"das. G:11 ~sp.asit;;:i'm .. _(dilación): Prometer para una
oportunidad futura una opinión o dictamen sobre un asunto: "Antes de dar una respuesta pre-
'o' cisa. necesito consultar más detalladamente los antecedentes del caso. Para la próxima reunión
@'\prometoaUds.unadefiniciónsobreeltema'" \, l~ .",~1J,Q..Jje la discusión: Consiste en llegar
, a la actltud extrema de abandonar la reunión ru antes que perder la discusión. ~ ~~iosincrático: Consiste en el empleo
de vocablos o expresiones en sentido diferente u opuesto al que usualmente tienen en el contexto social, con lo cual se confunde o complica la discusión: Las palabras, "fascista", "democrático", "terrateniente", "capitalista" y muchísimas más, sobre todo de los campos político e ideológico, suelen invocarse dentro de contextos significati-(% vos diferentes.
'~ .,Ata ue alternativo: Estriba en defender una posición ,atacando a otra B, que no es precisamente su opuesto: "No es cuestión de hablar de clásicos o de románticos: ambos fueron movimientos esteticistas. El problema está en no querer ser moderno, yeso es lo que tenemos que debatir".
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BmLIOGRAFÍA SUMARIA
Se citan sólo las obras más accesibles y que versan estrictamente sobre el género oratorio. No se incluyen obras sobre preceptiva, estilo, fonética, método intelectual, psicología de los auditorios, etc. Cuando existe edición en castellano de obras extranjeras, se las menciona en lugar de las originarias.
Obras clásicas:
ARISTÓ1ELES: Retórica. Trad., prólogo y notas de Antonio Tovar. Madrid, Instituto de Estudios Políticos, 1953.
CICERÓN, Marco Tulio: De l'orateur. Texto establecido y traducido por Edmond Courbaud. París, Les Belles Lettres, 1922-30, 3 v.
- L'orateur. Du meilleur genre d'orateurs. Texto establecido y traducido por Henri Bornecque. París, Les BeBes Lettres, 1921, 2 v.
- Brutus. La peTjection oratoire. Texto establecido y traducido por Jules Martha. 2ª edición revisada y corregida. París, Les Belles Lettres, 1939.
- De l'invention. Texto revisado y traducido por Henri Bornecque, París, Garnier, s. f.
QUINl1L1ANO, M. Fabio: Instituciones oratorias. Traducción de Ignacio Rodríguez y Pedro Sandler. Buenos Aires, Joaquín Gil, 1944.
BAIRD, A. Craig: Díscussion; principles and iypes. Nueva York-Londres, Mc Graw-Hill Book Co., 1943.
- Argumentation, discussion and debate. Nueva York-Londres, Mc Graw-Hill Book Co., 1950.
BORCHERS, Gladys L.; WISE, Claude M.: Modem Speech: an introduction to speaking and unders-
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BORDEN, Richard C.: Public speaking as lis teners like it! Nueva York, Harper and Brothers, 1935.
BRYANT, Donald C.: WALLACE, Karl R: Fundamentals oJ public speaking. Nueva York-Londres, D. Appleton-Century C. Inc., 1947.
CRAlG: Alice Evelyn: The speech arts; a textbook of oral English. Edición revisada. Nueva York, The Macmillan Co., 1937.
FOLLlET, Joseph: Oratoria; introducción al arte de la palabra pública. Buenos Aires, Ediciones del Atlántico, 1958.
HANNA, Mark: Public speaking without Jear and trembling. Nueva York, The Macmillan Co .. 1949.
HOUGARDY, Maurice: La parole au public; essai sur la rhétorique et l'éloquence myourd'hui et dans le passé. París-Bruselas, Baude, 1946.
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SIEGFRIED, André: El arte de hablar en público. Traducción y notas de María Luisa Martírlez AHnari. Buenos Aires, Editorial Central, 1957.
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ÍNDICE
Pág. Introducción................................................... 7
1. FUNDAMENTOS DE IA ORATORIA ....... 11
\ 1. El arte de la palabra.............................. 11 La gramática y la retórica.................... 12 La retórica o arte del bien decir .......... 13 Los fines de la elocuencia.................... 15 Teorías sobre el bien hablar ................ 16 Elementos de la elocuencia ................. 18 Clases de elocuencia ........................... 18 Cuestiones de ética.............................. 20 Métodos oratorios................................ 21
2. Lafonnación del orador ......................... 27 Cualidades físicas................................ 27 Cualidades intelectuales...................... 28 Cualidades morales............................ 34 Las conveniencias o precauciones oratorias........ ... ................................... 35 El miedo oratorio................................. 38
n. IA ELABORACIÓN DEL DISCURSO...... 45
3. La búsqueda de ideas o invención ........ 45 El tema ................................. ¡............... 45 Etapas de la elaboración ..................... 47 La inspiración inicial ........................... 47 La búsqueda de pensamientos ............ 49 Los lugares comunes o tópicos............ 58 La elección de pensamientos ............... 61
4. La organización de las ideas o composición .. ............................ ~.... ....... 65 Requisitos de la composición............... 66
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El plan o esquema: su necesidad y utilidad.. .......................................... .... 68 Las partes del discurso ....................... 69 La introducción o exordio.................... 73 El cuerpo o medio ............................... 79 La conclusión o peroración.................. 82 Los a puntes o guías ............................ 84 La memorización del discurso ............. 85
5. Procedimientos de desarrollo ................. 89 Las figuras retóricas............................ 89 Figuras descriptivas............................. 91 Figuras patéticas ................................. 98 Figuras lógicas.................................... 105 Figuras ingeniosas .............................. 109 Procedimientos modernos de desarrollo 112
6. La expresión de las ideas o elocución .. 115 Estilo y persona .................................. 115 El estilo oratorio............................. ..... 116 Cualidades del estilo oratorio.............. 117 Aspectos idiomáticos ........................... 126 Los tres estilos clásicos ....................... 127
III. EL EJERCICIO EFECTIVO DE L'\ PA.LABRA....................................... 131
'9. La voz..................................................... 131 La voz humana ................................... 132 Cualidades de una buena voz............. 133 La fonación y la articulación............... 137 La velocidad........................................ 139 Las pausas y silencios.. ...................... 140
8. La acción ................................................ 141 Importancia de la acción..................... 143 Prejuicios acerca de la acción ............. 144
222
l Principios generales ............................. 144 La actitud o porte .............................. . La fisonomía y los gestos ................... . Los ademanes .................................... . El empleo de material ilustrativo ....... ..
9. El público ............................................... . Psicología de los oyentes .................... . Actitud y reacción de los oyentes ....... . Las multitudes ................................... . El público ........................................... . La actitud objetiva ............................. . Persuasión y autoridad ...................... .
IV. TIPOS BÁSICOS DE DISCURSOS PÚBLICOS ........................................... 171
10. La oratoria individual............................ 171
11. La oratoria deliberativa ............ ...... ....... 179 La conversación................................... 180 La entrevista periodística .................... 182 La discusión en grupo ......................... 183 La discusión ante el público ............... 184 El Sin1posio ......................................... 185 El debate ........... .................................. 186 El foro ................................................. 187
12. Técnica de la discusión ......................... 189 Preparación de la discusión ................ 190 Conducción de la discusión ................ 193 Participación en la discusión .............. 199 La argumentación ............................... 202 Los sofismas ....................................... 204 Las preguntas y las respuestas ...... ,..... 206 Algunas técnicas dialécticas................ 209 Estrategias y digresiones..................... 212
Bibliografía sumaria .................................. 217
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