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Jose Lama Do

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    Frederick B. Meyer

    Jos:

    el amado

    CLIE

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    NDICE

    Captulo 1 Primera juventud 3Captulo 2 El pozo 9Captulo 3 En la casa de Potifar 17Captulo 4 El secreto de la pureza 25Captulo 5 Malentendido y encarcelamiento 29Captulo 6 Los peldaos del trono 39Captulo 7 La primera entrevista de Jos con sus hermanos 49Captulo 8 La segunda entrevista de Jos con sus hermanos 58Captulo 9 Jos se da a conocer 66Captulo 10 La administracin de Jos en Egipto 74Captulo 11 El padre de Jos 81Captulo 12 Jos junto al lecho de muerte de Jacob 89

    Captulo 13 El secreto de la fecundidad 98Captulo 14 El secreto de la fuerza 105Captulo 15 El secreto de la bendicin 109Captulo 16 Los ltimos das y la muerte de Jos 116

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    Captulo 1Primera juventud

    Fue dicho por Coleridge que nuestra ms grande misin era la derescatar las verdades admitidas del descuido causado por su admisinuniversal. Hay mucha fuerza en esto. Cuando una verdad est luchando porsu existencia, compele a los hombres, la amen o no, a considerarla. Perocuando ha asegurado su posicin, viene a ser como una moneda muy usada,o el texto familiar que est colgado sobre la pared y no se advierte. Es unagran misin librar semejantes verdades del descuido, arrojar sobre ellas unafuerte luz que atraiga la atencin.

    Desempear el papel de Vieja Mortalidad, que, con su cincel en la manosola limpiar el moho, por descuido, de los monumentos de los contratantes,

    para que la leyenda fuera vista claramente es algo como esto lo que yoprocuro hacer por esta exquisita historia. Pensamos que la sabemos a fondo;y sin embargo, puede haber profundidades de significacin y belleza que,

    por su misma familiaridad se nos escapan. Consideremos juntos la historiade Jos; y al hacerlo, veremos muchas veces prefigurado a Aquel que fueechado en el pozo de la muerte, pero que ahora est sentado a la diestra delPoder, como un Prncipe y un Salvador.

    Diecisiete aos antes del principio de nuestra historia, Raquel la mujerfavorita de Jacob, dio a luz un niito. Jacob entonces era administrador de suto Labn en los antiguos pastos de Corn, situada en el valle entre elufrates y el Tigris, de donde Abraham su abuelo haba sido llamado porDios. El nio fue recibido gozosamente por sus padres, y desde el principiodio grandes esperanzas. Era como uno de aquellos nios, que a vecesencontramos en las grandes familias, que hacen un contraste marcado conlos dems; y que crece como algn hermoso sajoncito, en medio de losmorenos nativos de una tienda de hngaros que se lo han robado.

    Pero qu historia ha pasado en este intervalo! Cuando era muy nio, sumadre le tom apresuradamente, y le sostuvo en sus brazos sobre un camelloligero, instado a su mayor velocidad, en huida al travs del desierto que seextenda, con un solo oasis, entre la ribera del Eufrates y las verdes llanurasde Galaad. Apenas pudo recordar del pnico que se extendi por el

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    campamento cuando vino la noticia de que Esa, el temido to, venamarchando con cuatrocientos hombres. Ni pudo olvidar jams la tarde de

    preparacin, la noche de espera solemne y la maana cuando su padre entrcojeando en el campamento, estropeado el cuerpo, pero con la mirada de un

    prncipe en el rostro.

    Ms recientemente todava pudo acordarse de la huida apresurada de losidlatras enconados de Siquem; y aquellas horas solemnes en Betel donde

    probablemente su padre le haba enseado el mismo sitio en que habadescansado al extremo de la escalera mstica, y donde toda la familia entrformalmente en un nuevo pacto con Dios. Puede ser que ste fuese el puntode partida de su vida. Semejantes acontecimientos hacen una impresin

    profunda en los corazones de los jvenes. Al pararse juntos en aquel sagradositio, y or de nuevo la historia muchas veces repetida, unieron sus manos en

    un pacto solemne; puede ser que los otros hijos de Jacob fuesen espectadorespoco conmovidos, pero fue hecha una impresin profunda en el susceptiblecorazn del jovencito, que sentira tal vez: Este Dios ser mi Dios parasiempre jams; ser mi Gua, aun hasta la muerte.

    Si esto fue as, estas impresiones pronto se profundizaron por tres muertes.Cuando llegaron a la colonia de la familia, hallaron que Dbora, la antiguanodriza, estaba moribunda. Ella era el ltimo vnculo que una el presentecon aquellos das dichosos cuando Rebeca, su joven ama, cruz el desierto

    para ser la esposa de Isaac; y la sepultaron con muchas lgrimas debajo deuna encina antigua pero esplndida. Y nunca pudo olvidar la siguiente. Lalarga caravana se mova lentamente a lo largo de la angosta loma dondeestaba la antigua villa de Beln: de repente se orden una parada; la amadaRaquel no poda seguir ni un paso adelante; all al ponerse el sol, entreescenas donde mas tarde Rut encontr a Booz, y David cuid a sus ovejas, yel buen Jos anduvo al lado del paciente asno con su preciosa carga, allRaquel, la madre de Jos, muri. Esta fue la ms grande prdida que jamshaba tenido. Un poco despus, el jovencito se detuvo con su padre y sushermanos delante del venerado sepulcro de Macpela, para sepultar a Isaac

    donde le esperaban Abraham, Sara y Rebeca, cada uno en un angostoanaquel; y donde, despus de un intervalo de veintisiete aos, haba decolocar los restos de su padre Jacob.

    Estas cosas hicieron a Jos lo que fue. Y la poca simpata que recibi de sufamilia no hizo ms que separarle y compelerle a vivir cerca de la fuente(Gn. 49:22), y echar sus races ms profundamente en las cosas de Dios.

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    Puede ser que estas palabras sean ledas por jvenes de diecisiete aos quehayan tenido experiencias no distintas de las de Jos: que hayan perdidoamigos santos, hayan sido vaciados de vasija en vasija, que se sientan sloen medio de su hogar... Permtaseme preguntar si han entrado en conciertocon Dios. Han confesado que Dios es su Dios? Han puesto su mano en lamano del poderoso Dios de Jacob? Es una pregunta urgente, porque larespuesta puede sealar una crisis en su vida. Escoged a Cristo; y, alescogerle escogeris la vida, y la bendicin, y el Cielo. Despus de haberleescogido, andad cerca de l, y enviad las raicillas de vuestra experienciamuy abajo a las fuentes de comunin y compaerismo.

    Jos estaba dotado de una inteligencia muy notable. Casi pareca que l erael pastor jefe, (Gn. 37:2), y que los hijos de Bilha y Zilpa eran sussubordinados y ayudantes. Los Rabes le describen como un hijo sabio,

    dotado de conocimientos superiores a sus aos. Fue esto, combinado con ladulzura de su carcter, y la memoria de su madre, lo que le atrajo el amor

    peculiar de su padre: Israel amaba a Jos ms que a todos sus hijos.

    Y este amor le provey la tnica de diversos colores. Hemos estadoacostumbrados a pensar en esta tnica como una especie de colcha deretacitos, y nos hemos admirado de que hubiera hombres que fuesenmovidos a tanta pasin al ver a su joven hermano ostentando los colores del

    pavo real. Pero conocimientos ms exactos corregirn estos pensamientos.La palabra hebrea significa sencillamente una tnica que llegaba hasta lasextremidades, y describe un vestido usado comnmente en Egipto y lastierras adyacentes. Imagnese un vestido talar de lino blanco, que se extendahasta los tobillos y las muecas, y con un angosto bordado de coloralrededor de la bastilla y las mangas, y se tendr un concepto bastante clarode esta famosa tnica.

    Ahora podemos entender la envidia de sus hermanos. Esta especie de tnicano era usada sino por los opulentos y nobles; por los hijos de reyes, por losque no tenan necesidad de trabajar para vivir. Todos los que tenan que

    ganar el pan por medio del trabajo usaban ropa corta y de color que nomostraba las manchas, ni estorbaba el libre movimiento de los miembros.Tal era la suerte de los hijos de Jacob, y tales eran los vestidos que usaban.Tenan que pasar por cenagales, subir cerros, llevar ovejas perdidas sobresus hombros, pelear con salteadores y bestias de rapia; y para semejantestrabajos la ropa talar no habra sido en ninguna manera adecuada. Perocuando Jacob regal semejante vestido a Jos, declaro en efecto que de

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    semejantes trabajos y labores su hijo favorito haba de quedar exento. Puesbien, en aquellos das la voluntad del padre era la ley. Cuando, pues, vierona Jos adornado con su vestido de gala, los hermanos adivinaron que lhaba de tener la rica herencia, mientras ellos tendran que seguir una vida detrabajos: Y viendo sus hermanos que su padre lo amaba ms que a todossus hermanos, le aborrecan, y no podan hablarle pacficamente (vs. 4).El caso fue agravado por su franqueza: Y Jos traa la mala fama de ellos asu padre.

    A primera vista esto no parece ser un rasgo noble de carcter. El amor cubremultitud de pecados, as como los dos hijos mayores de No cubrieron lavergenza de su padre. Al mismo tiempo puede haber habido circunstanciasque justificaran y aun demandaran la revelacin. A veces, la bondad msverdadera, despus de amonestaciones debidas y repetidas, es revelar los

    hechos malos de aquellos con quienes vivimos y trabajamos. Si se lespermite seguir en pecado, aparentemente no descubierto, se endurecern y seenvalentonarn, y anhelarn portarse an peor. Adems de esto, es probableque fuese Jos puesto sobre ellos, y hecho responsable ante su padre, de suconducta. Era celoso del nombre de la familia, que ya se haba hechoabominable con los moradores de aquesta tierra: Anhelaba la gloria deDios, cuyo Nombre de continuo era blasfemado por medio de ellos.

    Y, por esto, sin procurar ocultar el mal, deca a su padre, precisamente cmose portaban. Pero esto bast para hacer que lo odiaran: Todo aquel que haceel mal aborrece la luz. Yo le aborrezco, dijo el enfurecido Acab,hablando de Miqueas, porque nunca me profetiza bien, sino solamentemal. No puede el mundo aborreceros a vosotros, dijo nuestro Seortristemente, mas a M me aborrece, porque Yo doy testimonio de l, quesus obras son malas. As ser siempre: si el mundo nos ama y habla bien denosotros, podemos dudar seriamente si somos sal, pura y picante, en mediode su corrupcin, o luces en la oscuridad de su noche. Luego que nuestravida viene a ser un fuerte contraste y reprensin, despertaremos su odioeterno: Qu mal he hecho -dijo el Cnico antiguo-, para que todos los

    hombres hablen bien de m?.Pero ms an, Jos so que haba de llegar a ser el centro de la vida de lafamilia. Todos los jvenes suean. A menos que nuestra suerte haya sidoespecialmente dura y funesta, todos nosotros, en los das ureos de la

    juventud, nos ponemos la tnica de Jos y soamos... Cun grandes ydichosos hemos de ser! Cun nobles y heroicos! Cunto bien hemos derecibir y dar! Los cielos nos llovern dulcemente bendiciones! la tierra

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    dar flores para nuestros pies y frutos para nuestro paladar! Sobrepujaremosa todos los que nos han precedido! Nos sentaremos sobre el trono de lasupremaca, mientras detractores y enemigos nos hacen reverencia! Ay!,nuestra ropa pronto chorrea sangre, y nos hallamos metidos en el pozo, ovendidos al cautiverio.

    Sucedi adems que los sueos de Jos predecan no slo su propiaexaltacin, sino la humillacin de sus hermanos. Si l era la gavilla central,las gavillas de ellos deban hacerle reverencia cayendo a tierra en derredorde ella. Si l estaba en el trono, el sol, la luna y las estrellas tenan quehacerle homenaje. Esto fue ms de lo que pudieron soportar los espritusorgullosos de sus hermanos, y aadieron a aborrecerle ms.

    Pero la raz de su enemistad era an ms profunda. En el Edn, dirigindose

    a la serpiente, Dios dijo: Enemistad pondr entre ti y la mujer, y entre tusimiente y su simiente.

    Esto es uno de los dichos ms profundos en la Biblia. Es la clave de laEscritura. Todo lo que viene despus no hace ms que probar la virulencia yla universalidad del conflicto entre los hijos de Dios y los hijos del diablo.Se mostr entre Can y Abel. Ha amargado a toda la familia. Ha divididotodo hogar. Algn da ha de estremecer a todo el universo. Este fue elsecreto del conflicto que se trab en derredor de Jos. Concedo que el hogarestaba mal organizado; que todos los males inherentes a la poligamia estabanall, que Jacob era incompetente para dirigir, pero, no obstante, veo all unejemplo de aquel conflicto del que habl Cristo: He venido para poner endisensin al hombre contra su padre, y a la hija contra su madre (...) y losenemigos del hombre sern los de su casa.

    Sabes t por la triste experiencia lo que Jos senta debajo de aquelloscielos siracos? Te asaltan? Ests solitario y triste, y pronto a desmayar?Anmate! Mira la hierba pisada y las ramitas cortadas; otros han pasado poreste camino antes que t. Cristo tu Seor fue tratado justamente as por los

    suyos. Sigue haciendo bien, en nada te amedrentes por tus adversarios. Scompasivo y manso; perdona y ten paciencia. Cuida especialmente de no

    procurar vengarte a ti mismo; no demandes desagravio en tonos imperiososy vengativos. Si son siervos, no respondan. Den sus cuerpos a los heridores,y sus mejillas a los que les arrancan los cabellos. No os venguis a vosotrosmismos, sino ms bien poned vuestros pies en las huellas de vuestroSalvador, que dej un ejemplo para que lo siguiramos. As, Cristo no hizo

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    pecado ni fue hallado engao en su boca; y, sin embargo, cuando fueinjustamente maldecido, no volvi a maldecir, cuando padeci bajo lacalumnia y vituperio, ni siquiera record a los perpetradores del justo juiciode Dios, sino fue mudo como un cordero, y no amenazaba, sino que seencomendaba a Aquel que juzga rectamente.

    Y cul fue el resultado? Jos fue sostenido contra el odio y la oposicin desus enemigos y sus sueos fueron literalmente cumplidos en los ureos dasde prosperidad, que al fin vinieron. Justamente como Cristo se sent a ladiestra de Dios, como Prncipe y Salvador. Y vendr tu tiempo al fin,hermano que sufres, cuando Dios vindicar tu carcter, y vengar tus

    pesares: Guarda silencio ante Jehov, y espera en l. No te alteres conmotivo del que prospera en su camino, por el hombre que hace maldades (...)Porque los malignos sern destruidos, pero los que esperan a Jehov, ellos

    heredarn la tierra (Sal. 37: 7, 9).

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    Captulo 2El pozo

    La cruz de nuestro Seor Jesucristo es el centro de la historia humana.Es el sol al rededor del cual el firmamento se revuelve; es la clave de toda lahistoria y de las tipos de la Escritura; el hecho que da significacin y bellezaa todos los dems hechos. Menospreciar la cruz es repetir el error de losantiguos filsofos que enseaban que la Tierra, en vez del sol, era el centrode nuestro sistema, y para quienes, de consiguiente, los mismos Cielosestaban en confusin. Conocer y amar la cruz, estar al lado de ella como lohicieron las mujeres fieles cuando muri Jess, es obtener un discernimiento

    profundo de las armas de todas las cosas en el Cielo y en la Tierra.

    Es extraordinario saber que, en el da de la pasin de nuestro Salvador, porser el equinoccio, todo el mundo habitado estuvo iluminado entre las 9 a. m.y las 6 p. m. Si un ngel pudiera haberse detenido en el aire durante aquellashoras memorables, habra visto cada continente baado sucesivamente conla luz del sol. A las 9 a. m., era medioda en India, y toda el Asia hasta susorillas ms orientales estuvo iluminada; al medioda toda la Europa y toda elfrica estaban en la luz; a las 6 p. m. todo el continente de Amrica haba

    pasado a la gloria urea. Esto puede servirnos como una parbola. Colcatesobre la cruz; mira hacia atrs a la maana de la historia de la Tierra, y hacia

    adelante hasta la tarde de ella: y todo ser luz. Y es que el resplandor que sedesprende de la cruz ilumina todos los acontecimientos y disipa todaoscuridad.

    Cuando un artista de la msica, del color o de la piedra, concibe una ideahermosa, parece reacio a abandonarla: la insina antes de expresarla en sucompleta belleza; ni queda satisfecho hasta que ha agotado su arte por lavariedad de maneras en que ha expresado su pensamiento. El sentido

    prctico puede descubrirlo ya en la sinfona, ya en el coro; ya en el plangeneral, y tambin en el detalle minucioso. Recurre y vuelve a recurrir, allest la insinuacin, el bosquejo, el sntoma ligero, anticipando la revelacinms plena y rica. No es esto cierto tambin de la muerte de nuestro amadoSeor? El Gran Artista de todas las cosas, enamorado de la maravillosa cruz,llen el mundo con insinuaciones y anticipaciones de ella desde muchotiempo antes de que se viera con los brazos extendidos sobre el pequeocerro del Calvario. Se pueden hallar en mitos paganos o en dichos y cantos

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    antiguos. Se pueden hallar en incidentes conmovedores de la historiahumana. Y sobre todo se pueden hallar en las pginas de la Biblia. Lasedades que estn en este lado de la cruz estn llenas de referencias a ella lesdan forma como la dan a cada catedral; pero supongo que las edades al otrolado de ella estaban igualmente llenas de ellas, aunque puede ser que losobservadores no las hayan visto tan claramente.

    El sol, que ahora brilla, por decirlo as, desde el otro lado de la cruz, demodo que arroja su sombra hacia adelante clara y distinta sobre el lienzo del

    presente, antes brill desde donde ahora estamos, arrojando su sombra haciaatrs sobre el lienzo del pasado. Una de estas sombras est cogida y retratada

    para nosotros en esta dulce historia de Jos.

    Para el lector casual, la historia de los perjuicios que sufri Jos, y de su

    levantamiento desde el pozo al poder casi real, es sencillamente interesantecomo tiene que serlo siempre una historia del antiguo mundo, por susencillez arcaica y el conocimiento que nos proporciona del pasado. Pero

    para el hombre en cuyo corazn la cruz esta grabada por el recuerdocarioso, hay un inters mucho ms profundo. Es el Calvario en miniatura.Es el bosquejo de la obra completa del Artista. Es un ensayo del mas grandedrama que se haya representado entre los hombres.

    No podemos hacer cosa mejor que estudiarlo rengln por rengln, y notar elcumplimiento de la sombra en la gloriosa realidad. Y habit Jacob en latierra donde peregrin su padre.

    Cuando haba sepultado a su anciano padre sigui para vivir en el Valle deHebrn, donde Isaac haba morado por casi doscientos aos, y dondeAbraham vivi antes que l. Este fue el centro de su vasto campamento. Peroaunque los pastos de Hebrn eran frtiles, no bastaban para sostener todoslos ganados y rebaos. Los hijos tuvieron que conducirlos en lentas jornadasa partes distantes de la tierra; y aun fueron forzados, por la dura necesidad, aarrastrar la ira del pueblo de Siquem, al que haban perjudicado gravemente,

    y quienes haban jurado vengarse de ellos por su conducta inicua.

    Fue esto lo que dio significacin a las palabras de Jacob: Tus hermanosapacientan las ovejas en Siquem. Les haba odo hablar de ir all a buscar

    pastos; haban pasado algunas semanas desde que haba recibido noticiasacerca de su bienestar, y la memoria de lo pasado le hizo temer mucho por

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    ellos. Y esa solicitud vino a ser tan grande, que le forz a hacer lo que deotro modo nunca habra entrado en sus pensamientos.

    Estaba solo en Hebrn, con Jos y Benjamn; ellos eran sus hijos msamados; su corazn los amaba con algo de la devocin intensa que habasentido para con la madre. Benjamn era nio; pero Jos tena diecisiete aosde edad. El anciano los guardaba consigo, no queriendo perderlos de vista.Hebrn quiere decir asociacin, y era una residencia adecuada paracorazones tan ntimamente unidos como lo estaban los suyos. Con todo, porotra parte, el anciano senta un amor ansioso por sus hijos ausentes; y al fin,despus de muchas luchas y vacilaciones, de repente dijo a su muy amadoJos:Ven y enviarte he a ellos; ve ahora, mira como estn tus hermanos ytreme la respuesta.

    Por parte de Jos no hubo ni un momento de vacilacin. Como un relmpagose le presentaron los peligros de la misin: peligros de aguas, peligros desalteadores, peligros de fieras, peligros en las noches solitarias, peligrosentre falsos hermanos, que le odiaban amargamente. Mas a ninguna de estascosas hizo caso, ni tuvo su vida por cosa preciosa a s mismo. Luego quesupo la voluntad de su padre, respondi: Hme aqu. Y envile Jacob, yvino a Siquem.

    Pero Jos no fue en busca de sus hermanos sencillamente porque su padre leenvi. Si hubiera sido este el caso, habra vuelto a casa cuando hall quehaban salido con salud del temido Siquem. En lugar de esto los busc

    porque los amaba, y fue tras ellos hasta hallarlos.

    No rebosa todo esto de un tema ms sublime? Nuestro Seor nunca secans de llamarse el Enviado del Padre. Apenas hay una pgina en elEvangelio de Juan en que no diga ms de una vez: Yo no vine por Mmismo, sino que mi Padre me envi.

    Le gustaba hallar una analoga con su misin, en el riachuelo que flua cerca

    del orculo de Dios, y que es llamado Silo (que siendo interpretadosignifica enviado). As lleg a ser una expresin constante de losescritores del Nuevo Testamento: Dios envi a su Hijo. El Padre envi alHijo para ser el Salvador del mundo.

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    Sin duda fue difcil para Jacob separarse del amado Jos: y esto puede serapreciado por los que han perdido seres amados. Pero quin puede estimarcunto cost al Dios infinito enviar a su Hijo Unignito, que haba moradoen su seno, y que era su compaero desde la eternidad? No debemos pensarque Dios es tan impasible como la esfinge, que, con rostro sin expresin, ycon ojos de piedra, mira fijamente, sin sentido, al travs del desierto. Si suamor es como el nuestro (y sabemos que tiene que serlo), tiene que sufrir porlas mismas causas que despedazan nuestros corazones, con la nicadiferencia de que tiene que sufrir en proporcin a la fuerza e infinidad de sunaturaleza. Cunto pues debe habernos amado Dios para que haya tenido lavoluntad de enviar a su Hijo! Verdaderamente Dios am al mundo de talmanera! Pero quin puede sondear las profundidades de esta pequeaexpresin?

    Tampoco el Salvador vino solamente porque fue enviado; vino porqueamaba su misin. Vino a buscar y a salvar lo que se haba perdido. Yespecialmente vino en busca de sus hermanos, de los suyos, los hijos de laraza hebrea. Si t pudieras haberle preguntado, mientras atravesaba aquellosmismos campos, Qu buscas?, habra contestado en las mismas palabrasde Jos: Busco a mis hermanos. Ni se content con buscar a los perdidos;sigui tras ellos hasta hallarlos: Entonces Jos fue tras sus hermanos, y loshall en Dotn.

    Aunque es hermosa la parbola del Hijo Prdigo, para m no hay menosexquisita belleza en las parbolas de la oveja y la moneda perdida, en la quecada persona mencionada buscaba lo que no poda soportar perder, y no dejde buscar hasta que haba hallado lo perdido. Puede ser que el Seor Jess teest buscando a ti: por muchos das cansados ha estado buscndote, con piessangrados o con vela encendida. Puede ser que t nunca tengas el deseo o elvalor para buscarle a l; sin embargo no te desanimes, puesto que nunca sedar descanso hasta que te haya hallado.

    Ellos le vieron de lejos, antes que llegase cerca de ellos, y pensaron contra

    l para matarle. Y sin duda habra sido muerto sin piedad, y su cadverarrojado en algn pozo lejos de la habitacin de los hombres, a no haber sido

    por los ruegos compasivos de Rubn, el hermano mayor: Y fue que comoJos lleg a sus hermanos, ellos hicieron desnudar a Jos su ropa, la ropa decolores que tena sobre s, y tomronle y echronle en la cisterna.

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    Nuestra madre Tierra ha visto muchos crmenes negros cometidos sobre susuperficie, por sus hijos; pero nunca ha visto uno ms negro que ste. Fue unhecho miserable, cobarde, inicuo, que nueve hombres atacaran a un joventmido e indefenso. La prosa tranquila del historiador no se detiene en la

    pasin de los hermanos, ni en la angustia de aquel joven corazn, quehallaba tan difcil morir, tan difcil decir adis a la hermosa Tierra; tan difcildescender en aquella cisterna oscura, cuyos lados inclinados quitaban todaesperanza de poder subir hasta su boca. Pero la confesin que aquelloshombres crueles hicieron el uno al otro despus de pasados veinticinco aos,nos ayuda a completar la pintura de este horrible crimen.

    Aos despus dijeron el uno al otro: Verdaderamente nosotros hemospecado contra nuestro hermano, que vimos la angustia de su alma, cuandonos rogaba, y no omos.

    Qu revelacin hay en estas palabras! Parece que vemos a Jos entreaquellas manos rudas, como un cordero blanco en las quijadas de un tigre.Lucha para librarse. Les suplica con amargas lgrimas, que le suelten. Lesruega por amor a su anciano padre, y por el vnculo de la hermandad. Laangustia de su alma se evidencia claramente en sus amargos gritos, lgrimas,y splicas. Ay pobre joven! Ojal que pudiramos creer que los tuyos eranlos nicos clamores de angustia que la pasin brutal ha arrancado de lamansa inocencia!

    Qu gnesis de crimen hay aqu! Hubo tiempo cuando el germen de estepecado cay sobre sus corazones en la forma de un sentimiento intranquilode celos contra el joven soador. Si tan slo lo hubieran extinguidoentonces, su progreso habra sido detenido. Pero no lo extinguieron,

    permitieron que obrara dentro de ellos como la levadura en la harina:Y la concupiscencia, despus que ha concebido para el pecado; y el pecado,siendo cumplido, engendra muerte.

    Ten cuidado de no permitir que un slo germen de pecado caiga y se quede

    sobre tu corazn. Permitirlo es casi la ruina segura. Tarde o tempranoadquirir una fuerza abrumadora. Trata aquel germen como trataras el

    primer germen de fiebre que entrara en tu hogar. En la primera conciencia depecado, lmpiate en la preciosa sangre de Cristo.

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    El pecado no perdonado es un terrible azote. Ao tras ao pasaron; pero losaos no pudieron borrar de su memoria aquella mirada, aquellos gritos,aquella escena en el verde valle de Dotn, rodeado por las altas peas,abovedado por el cielo azul, cuya expansin estaba iluminada por el sol demedioda. Procuraron enterrar el esqueleto en su ms secreta alacena; peroste logr salir y presentrseles an en sus horas ms retiradas. A veces

    pensaban que vean aquel joven rostro angustiado, en sus sueos, y oanaquella voz lastimera en el viento de la noche. El anciano padre, que llorabaa su hijo como muerto, era ms feliz que ellos, que saban que viva. Uncrimen puede as oscurecer toda una vida. Hay quienes ensean que Dios esdemasiado compasivo para castigar a los hombres; sin embargo, ha hecho elmundo de un modo que el pecado es su propio Nmesis, el pecado llevaconsigo la semilla de su propio castigo. Y los hombres que llevan consigo elsentido de pecado no perdonado sern los primeros en creer que hay un

    buitre que siempre desgarra los rganos vitales, un gusano que nunca muere,un fuego que nunca se apaga.

    Pero la angustia de Jos fue una verdadera anticipacin de la de Cristo:A los suyos vino; y los suyos no le recibieron. ste es el heredero, venid,matmosle, y la heredad ser nuestra (...) Y tomndole, lo echaron fuera dela via, y le mataron.

    Partieron sus vestidos entre s. Le vendieron a los gentiles. Se sentaron paraverle morir. La angustia del alma de Jos nos recuerda el gran clamor y laslgrimas vertidas por la naturaleza humana de Cristo, al ver de cerca sus

    padecimientos desconocidos como la propiciacin. La inocenciacomparativa de Jos nos recuerda la perfeccin del Cordero que no tenamancha, y cuya inculpabilidad fue atestiguada repetidas veces antes de sumuerte. Ninguna vctima destinada para el altar fue jams inspeccionada

    para descubrir algn cabello negro o algn defecto como lo fue Jess por losque fueron al fin compelidos a confesar: ste ningn mal hizo.

    Aqu, empero, el paralelo termina. Los padecimientos de Jos terminaron

    antes de llegar al punto de la muerte; Jess gust la muerte. Lospadecimientos de Jos fueron personales; los padecimientos de Jess fueronlos de un Sustituto y Mediador: muri por nosotros. Los padecimientos deJos no tuvieron eficacia para hacer propiciacin por el pecado que loscaus; pero los padecimientos de Jess expan no slo el pecado de susasesinos, sino el pecado de todos: l es la propiciacin por nuestros

    pecados; y no solamente por los nuestros, mas tambin por los de todo el

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    mundo. Con dura indiferencia tomaron su comida de medioda loshermanos de Jos: Y sentronse a comer pan (Gn. 37:25).

    Justamente en ese momento una vista nueva y agradable se les present.Estaban sentados en la llanura de Dotn, un sitio que todava retiene suantiguo nombre; y cualquiera que est all, y mire al Este hacia el valle delJordn, podr trazar el camino principal que conduca desde los vados delJordn, hacia la costa del Mediterrneo. Este era uno de los caminos realesde Palestina; conectaba a Galaad y los otros territorios de ms all delJordn, con la costa del mar; y una vez que llegaban a la costa, el camino erafcil para el sur, pasando por Filistea y la Delta del Nilo. A lo largo de estecamino en ese momento, pasaba una caravana. Los hermanos pudieronfcilmente ver la larga hilera de pacientes camellos que venan lentamente

    por el valle hacia ellos. Adivinaron inmediatamente quines eran los dueos

    y de dnde venan. Sin duda eran de raza rabe; eran los caminantes deldesierto en todas las edades, descendientes de Ismael; y venan de Galaad,trayendo especias y blsamo y mirra, productos aromticos naturales queabundan en los bosques y pastos de la Palestina Oriental, y que seapreciaban mucho en Egipto para los fines del embalsamamiento.

    La vista de estos mercaderes ambulantes sugiri otros pensamientos a losconspiradores. Saban que haba en Egipto gran demanda de esclavos, y queestos mercaderes tenan la costumbre de comprar esclavos al pasar yvenderlos en aquella tierra, que ha sido siempre el gran mercado de esclavosdel mundo. Por qu no deban vender a su hermano? Sera una manera fcilde disponer de l. Los salvara del fratricidio. As, siguiendo la sugestin deJud, sacaron a Jos de la cisterna y, no siendo su objeto ganar muchodinero, le vendieron por veinte anillos de plata.

    Fue obra de pocos minutos; y entonces Jos encontr que era uno de unalarga lnea de esclavos encadenados, que se dirigan a una tierra extraa.No era esto casi peor que la muerte? Qu angustia despedazaba todava su

    joven corazn! Cmo anhelaba justamente un ltimo mensaje a su padre! Y

    con todos estos pensamientos, se mezclaba un pensamiento del gran Dios aquien haba aprendido adorar. Qu dira l a todo esto? Poco pensaba lentonces que ms tarde se acordara de este da como uno de los eslabonesde gracia en una cadena de providencias amantes... No os entristezcis; nios pese de haberme vendido ac; que para vida me envi Dios delante devosotros.

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    Es muy dulce, mientras pasa la vida, mirar hacia atrs a los acontecimientosmisteriosos y tristes, y descubrir la mano de Dios donde antes veamos slola malicia y crueldad del hombre. Sin duda vendr el da cuando podremoshablar as de todos los pasajes oscuros de nuestra vida.

    Jos fue entregado por sus hermanos; Jess por su amigo. Jos fue vendidopor dinero; as sucedi a nuestro Seor. Jos fue en la caravana de cautivos ala esclavitud; Jess fue contado con los transgresores. El crimen de loshermanos de Jos cumpli el plan divino; y las manos inicuas de los quecrucificaron de Jess cumplieron el determinado consejo y providencia deDios.

    Dios har que la ira del hombre le glorifique y el resto de las iras reprimir.Oh profundidad de las riquezas de la sabidura y de la ciencia de Dios!

    Cun incomprensibles son sus juicios e investigables sus caminos!.

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    Captulo 3En la casa de Potifar

    Los mercaderes madianitas en cuyas manos los hermanos de Jos levendieron, le llevaron a Egipto, aquella tierra de pastos verdes en medio delos desiertos de arena. En algn gran mercado de esclavos fue expuesto a laventa, juntamente con otros centenares, que haban sido capturados porfuerza o astucia, de los pases en derredor. Sin duda las regiones del Alto

    Nilo y de frica Central eran recorridas entonces como ahora para satisfacerla insaciable demanda de esclavos. Y el joven de delicada tez se hallara

    junto a los hijos oscuros de las tierras que estn bajo el sol tropical; tierrasque han sido pisadas en tiempos recientes por soldados ingleses, y que sern

    para siempre sagradas para nuestros compatriotas, por los sepulcros de lossoldados que estn esparcidos por los desiertos de arena.

    Fue comprado por Potifar, capitn de los de la guardia; el margen nos diceque era el ejecutor principal del castigo corporal o el jefe de los verdugos. Esmuy probable que fuese el jefe de la fuerza militar empleada como cuerpo deguardia real, en los recintos de la corte. Los monarcas egipcios tenan el

    poder absoluto de vida y muerte, y no vacilaban en mandar imponer unavariedad de castigos sumarios o sanguinarios, cuya elocucin era confiada a

    la guardia militar, que siempre estaba a la mano, y era el instrumento mspronto y ms eficiente para la tortura o la muerte.

    Potifar era un noble de Egipto; miembro de una aristocracia orgullosa, tenaun oficio alto y gozaba del favor de la corte. Sin duda vivira en unesplndido palacio, cubierto con jeroglficos y lleno de esclavos. El jovencautivo, acostumbrado a la ternura de su hogar sencillo y amado, sin dudatembl al pasar por la avenida de columnas, por las puertas guardadas poresfinges, a los corredores de aquel extrao y vasto palacio egipcio dondehablaban un idioma del cual no entenda ni una palabra, y donde todo era tannuevo y extrao. Pero, Jehov fue con Jos; el sentido de la presencia y

    proteccin del Dios de su padre penetraba y tranquilizaba su alma, y leguardaba en perfecta paz; y, aunque separado de cuantos conoca, le dabadescanso y fuerza sentir que las alas misteriosas grabadas en los prticos detantos edificios egipcios le eran emblemas de las alas extendidas; delcuidado de su gran Padre, un cuidado que no dorma nunca y debajo del cual

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    su alma podra esconderse siempre. Quin no escogera, despus de todo,ser ms bien Jos en Egipto con Dios, que los hermanos con un vestidomanchado de sangre en sus manos y el sentido de pecado en sus almas?Jehov fue con Jos; y fue varn prspero (Gn. 39:2). Las versionesantiguas de la Biblia dan aqu una traduccin curiosa: Jehov fue con Jos;y era un sujeto de buena suerte.

    Supongo que esto significa que todo lo que l haca sala bien. El xito lesegua tan de cerca como su sombra, y tocaba todas sus plantas con su varamgica. Potifar y los de su casa tomaron la costumbre de esperar que esteextrao cautivo hebreo pudiera desatar todo nudo, desenredar toda madeja, yhacer salir bien los arreglos ms intrincados.

    Acaso, aunque desnudado de su tnica, Jos no haba sido desnudado de su

    carcter. Cuidad, jvenes, de que nadie os robe sto: todo lo dems, conexcepcin de esto, puede reemplazarse. S, Jos era industrioso, pronto,diligente, obediente, digno de confianza. Cuando fue enviado a buscar a sushermanos, haba cumplido, no slo con la letra de las instrucciones de su

    padre, no dndose descanso hasta no seguirlos desde Siquem hasta Dotn. Yste fue el espritu de su vida. Haca su trabajo no porque estaba obligado ahacerlo, sino porque Dios se lo haba dado a hacer, y le haba llamado ahacerlo. Lea la voluntad de Dios en los quehaceres diarios, la tarea comn:Me envi Dios aqu (Gn. 45:5).

    Senta que era el siervo no tanto de Potifar como del Dios de Abraham eIsaac. All en la casa de Potifar poda vivir una vida devota y sera tanverdaderamente como cuando pasaba los das largos y felices en la tierra deJacob: y lo hizo. Y fue esto lo que le hizo tan concienzudo y cuidadoso,cualidades que en los negocios no dejan de asegurar el xito.

    Mientras sus compaeros de servicio malgastaban los momentos ureos,Jos los llenaba de actividades. Mientras ellos se contentaban presentado una

    buena apariencia, l buscaba el xito desde fundamentos cuidadosamente

    puestos. Mientras ellos trabajaban sencillamente para evitar el ceo o elltigo, l trabajaba para ganar la sonrisa del gran Protector, cuyo ojo siemprele miraba. Con frecuencia le sealaban con envidia, y tal vez decan, es unsujeto venturoso. No pensaban que su ventura era su carcter; y que sucarcter significaba Dios. Con frecuencia los hombres hablan as el uno delotro: siempre tuvo suerte, naci bajo buena estrella, est seguro detener buena suerte. Pero no hay tal cosa como la suerte, sino que la suerte

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    significa carcter. Y si deseas poseer tal carcter que te asegure buen xitoen la vida, no hay verdadera base para l, sino Jesucristo. Debes edificarsobre l; de otro modo tu edificio ser llevado por el primer huracn. Perouna vez que hayas puesto el fundamento sobre la piedra viva, entonceslevanta el edificio segn el plan dado en su propia hermosa vida. Levntalafila sobre fila: y hallars que la piedad a todo aprovecha; porque tiene la

    promesa de esta vida presente, y de la venidera.

    Todo lo que l hacia, Jehov lo prosperaba en su mano. Jehov bendijo lacasa del Egipcio a causa de Jos, y fue la bendicin de Jehov sobre todo loque tena as en casa como en el campo.

    Esta bendicin no es privilegio exclusivo de Jos: est prometida a todoaquel que, oyendo, oyere la voz de Jehov Dios para guardar, para hacer

    todos sus mandamientos (vase Dt. 28: 1 y 2).

    Con frecuencia semejantes bendiciones seran nuestras si anduviramos tancerca de Dios como lo hizo Jos. Vale poco clamar como Jabes si me dieres

    bendicin; a menos que, como l, aadamos y me librares de mal. Perocuando viene la bendicin se enriquece, y no aade tristeza con ella.Cuidemos de vivir de modo que Dios pueda estar con nosotros... Jehov escon vosotros, si vosotros fuereis con l; si le buscaris, ser hallado devosotros, mas si le dejaris, l tambin os dejar.

    Estas palabras pueden ser ledas por siervos de varias clases: el domstico dela casa, el nio de la oficina, el aprendiz, el dependiente. Y si es as,seguramente sern ayudados por el ejemplo de este noble joven. No seentreg a pesares intiles ni a lgrimas que no le aprovecharan. Se civaronilmente para hacer segn sus fuerzas lo que le vino a la mano parahacerlo. Era fiel en lo muy poco, en los deberes ms humildes y trivialesde su oficio. Crea que Dios le haba puesto donde estaba; y sirviendo bien asu amo terrenal, senta que realmente agradaba a su gran amigo celestial, queestaba cerca de l en aquellos palacios adornados de jeroglficos as como en

    las tiendas de Jacob. He aqu el espritu con el que debe hacerse todoservicio...

    De este modo, las cosas ms insignificantes se hacen bajo los principios mssublimes, justamente como la forma de la gota de roco que tiembla sobre el

    ptalo de una rosa es determinada por las mismas leyes que dirigieron elmoldeamiento de nuestra Tierra en su presente forma.

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    Nuestras suertes en la vida son mucho ms iguales de lo que pensamos. Noes tan importante lo que hacemos, como lo es la manera en que lo hacemos.El motivo que nos inspira es la verdadera norma y medida del valor oimportancia de nuestra vida. Un hombre mezquino puede apocar los asuntosms importantes por la bajeza de su espritu. Un hombre noble puedeengrandecer asuntos insignificantes por su nobleza de tal manera que lleguena ser asuntos de conversacin de serafines flamantes, o de querubines condobladas alas.

    No podemos estimar el valor de un verdadero siervo cristiano. Afortunadala casa que esta as equipada! Potifar el egipcio sin duda se sorprendiagradablemente por la repentina corriente de prosperidad que fluy hacia l.Todo iba bien: su ganado se aument en el campo, sus negocios prosperaronen la casa. Tal vez con frecuencia se preguntara la causa, pero poco adivin

    al principio que lo deba al esclavo hebreo: Jehov bendijo la casa delegipcio a causa de Jos.

    Dios le pag bien por cuidar a su siervo. As es todava. Amos incrdulosdeben muchas bendiciones a la presencia de un siervo o empleado cristiano

    bajo de su techumbre. Ningn ngel se posara all jams, ningn manantialvivo brotara all, ninguna msica jams dulcificara la rutina diaria deltrabajo, ninguna escalera unira aquella casa con los Cielos, si no fuera poralgn Eleazar, o Jos, o Rhoda, que viven all. Cuando lleguemos al Cielo, y

    podamos descubrir el origen de las cosas, hallaremos que muchas de lasbendiciones ms preciosas de nuestra vida nos fueron procuradas por lasoraciones o la presencia de personas muy oscuras y no reconocidas que erancaras a Dios.

    Pasaron los aos y Jos lleg a ser hombre prspero: el mayordomo en lacasa de su amo. Dej todo lo que tena en la mano de Jos, ni con l sabanada ms que del pan que coma. Y justamente aqu Jos encontr la msterrible tentacin de su vida.

    Podemos esperar tentacin en los das de prosperidad y desahogo, ms bienque en los das de privacin y trabajo. No en los declives glaciales de losAlpes, sino en los llanos amenos de la Campagna; no cuando el joven estsubiendo arduamente la difcil escalera de la fama, sino cuando ha entradoen las puertas de oro; no donde los hombres le miren ceido, sino donde lemiren con dulces sonrisas de exquisita adulacin. Cuidado! Si llevasarmadura a alguna parte, debes, sobre todo, llevarla aqu. Sin embargo esto

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    es muy difcil. Es fcil llevar la armadura al subir el desolado paso de lamontaa, luchando contra el viento despiadado, y temiendo que detrs decualquier peasco se esconda un asesino; pero es difcil guardarla bien sujetacuando hemos llegado al feliz valle, con su aire sofocante. Pero a menos quellevemos all la armadura, nos perderemos... Velad y orad para que noentris en tentacin; la carne es enferma.

    Es ms difcil resistir la tentacin cuando viene de la parte menos esperada.Puede ser que la esposa de Potifar no fuese peor que muchas de su sexo,aunque nos sonrojamos de leer sus proposiciones infames. Sin dudasobrecogieron a Jos como el sacudimiento de un terremoto, llenndolo deun tumulto repentino de pensamientos. La apelacin inesperada a sus

    pasiones, revisti a la tentacin con fuerza doble. Dios lo ha arreglado as,que por lo regular el marinero sea amonestado de la tempestad que viene;

    puede arriar sus velas, y cerrar las troneras, pero, ay de l si le coge unrepentino chubasco! Cristiano, cudate de los chubascos repentinos! Loshombres son cogidos de repente por faltas.

    La poltica y la conciencia estn con frecuencia discordes con respecto a latentacin. Pareca esencial para Jos estar bien con la esposa de su seor.Agradar a ella asegurara su adelanto. Desagradarla, la hara su enemiga yarruinara sus esperanzas. Cuntos habran razonado que, cediendo por unsolo momento, podran ganar influencia que despus usaran para losmejores resultados! Un acto de homenaje al diablo les conferira poder que

    podran usar despus para derrumbarle. Este raciocinio es uno de lostraidores ms fatales al corazn del hombre. Es esta la poltica que conducea muchos a decir, cuando son tentados a obrar mal por el amo o la ama o elsobrestante, o el marchante principal: No quera yo hacerlo. Ced porque mi

    pan dependa de ello; no me atrev a ofenderlos.

    La nica armadura contra la poltica es la fe que mira hacia el futuro lejano ycree que al fin se hallar que es mejor haber obrado bien y haber esperado lavindicacin y la bendicin de Dios. Result mejor para Jos no obedecer las

    sugestiones de la poltica: al haberlo hecho as, podra haber adquirido unpoco ms de influencia en la casa de Potifar; pero no podra haber durado ynunca habra llegado a ser primer ministro de Egipto, o haber tenido unhogar propio, o haber hecho que sus muchachos recibieran la bendicin desu padre moribundo.

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    La fuerza de una tentacin est en la respuesta de nuestra naturaleza a sussugestiones. Se dice que los grmenes de la enfermedad de la papa y la vidflotan siempre en el aire; pero no pueden hallar ningn lugar de operacin enlas plantas sanas. Pero luego que las plantas degeneran y llegan a serimpotentes para resistir a sus ataques, entonces ahogan las esperanzas delagricultor en una espantosa ruina. As es con nosotros; si tan slo furamossemejantes a nuestro Seor, pasaramos ilesos por un torbellino detentaciones; no hallaran nada en nosotros. Es por ser nuestros corazones tandesesperadamente malos, por lo que necesitamos vigilar constantemente:Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazn; porque de l man la vida.

    No hay pecado en tener ciertas tendencias, apetitos, y deseos; de otro modoel hambre sera un pecado, y el adormecimiento que conduce al dulce sueo.Pero el peligro consiste en gratificarlos en un grado inmoderado o por

    motivos malos e impropios. La naturaleza humana es muy dada a esto, tieneesta tendencia; y las aguas hurtadas son dulces. Por esto Jos debe habersufrido ms.

    Debemos siempre distinguir cuidadosamente entre los apetitos y deseos quenos son naturales; y los que hemos adquirido por hbitos malos. Acerca deestos no necesitamos vacilar. No podemos consentirles en lo ms mnimo.Deben ser arrancados por completo; as como las yerbas del suelo del jardn,son tiradas donde el sol pueda quemarlas hasta que mueran. Pero aquellosnecesitan vigilarse con cuidado; porque aunque en s mismos son naturales yhermosos, sin embargo siempre tienden a demandar una gratificacinexcesiva con respecto a objetos rectos o una gratificacin en direcciones queno son naturales y que son prohibidas, y no debemos esperar nunca quellegue el tiempo, en este lado de la muerte, cuando estas tendencias naturalessean desarraigadas; y mientras queden en nosotros, constituirn un nido en elque los grmenes de la tentacin pueden sembrarse, y dar fruto. Ningn

    pensador que sabe su propia debilidad puede aventurarse a afirmar suinmunidad de tentacin, o la imposibilidad de ceder. Si est firme, es slo

    por la gracia de Dios.

    Hubo elementos peculiares de prueba en el caso de Jos. La tentacin estuvoacompaada por la oportunidad: No haba nadie de los de casa all encasa.

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    El tiempo era propicio, y si hubiera cedido, la tentadora nunca hubierapublicado su propia vergenza. Tambin la tentacin fue repetida da trasda. Cun terrible debi haber sido aquella persistencia! El agua, goteandode continuo, gastara las rocas; y la tentacin que procura vencer al fin porsu misma importunidad, ha de temerse ms que ninguna otra.

    Sin embargo Jos qued firme. Raciocin con ella. Le mordi la confianzaque no se aventuraba a traicionar. Procur infundir en ella un sentido de loque le convena como la esposa de su seor. Pero hizo ms. Cambi el casodesde el tribunal de la razn hasta el de la conciencia, preguntando con

    palabras que deben recordarse siempre, y que han dado el secreto de lavictoria a las almas tentadas en todos los siglos: Cmo hara yo estegrande mal, que pecara contra Dios?.

    Se dice que las tentaciones de nuestras grandes ciudades son tantas y tanfuertes, que los jvenes no pueden resistirlas. A veces los hombres hablancomo si el pecado fuera una necesidad. Deben rehusar pensar endeclaraciones tan peligrosas. Mientras se tenga descrito el caso de Jos, seruna contradiccin a todo esto. Un joven s puede resistir; puede vencer;

    puede ser puro y casto. Debemos, sin embargo, obedecer los mandatos de laEscritura y el sentido comn. Evtense todos los lugares, libros y gente quefomenten pensamientos malos. Resstase la primera pequea tentacin, portemor de que abra una brecha tan grande que admita el ocano. Acurdate deque ninguna tentacin puede vencerte a menos que la admitas dentro de tunaturaleza; y puesto que eres demasiado dbil para guardar cerrada la puertacontra ella, suplica al poderoso Salvador que se coloque contra ella. Todo elinfierno no puede romper la puerta que confes a la guardia de Jess.

    Qu lema es este para todos nosotros! Cmo hara yo este grande mal?.Podra haber sido mejor que Jos no entrara en la casa para hacer su oficio;

    pero probablemente tena que hacerlo. Tena cuidado en no estar con ellams que lo necesario (vase Gn. 39:10). No tenemos derecho de esperar queDios nos guarde si voluntariamente nos metemos en tentacin. Pero si somos

    compelidos a ir all por las circunstancias de nuestra vida, podemos contarcon su fidelidad. Si el Espritu nos empuja al desierto para ser tentados,

    podemos esperar gozar tambin del ministerio de los santos.

    Jos obr sabiamente, huyendo. La discrecin es con frecuencia la parte mssabia del valor. Es mejor perder una prenda de ropa y otras muchas

    posesiones ms valiosas, que perder una buena conciencia:

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    Huye de los deseos juveniles. Es decir, no juegues con las tentaciones. Note quedes cerca de ellas. Si lo haces, te vencern: Escpate, sobre tu almano mires tras de ti, ni pares en toda esta llanura.

    No es pecado ser tentado. Aquel que nunca pec fue tentado del diablo. Elmotn puede golpear en las puertas del palacio; pero la vida nacional estsegura mientras el pecado no penetre en el saln del trono para meterse en lasilla real. La voluntad es la ciudadela de nuestra hombra; y mientras sta noceda, todo queda firme. No pueden acusarme de recibir bienes hurtados, sisencillamente me suplican que los reciba en casa, una splica que se repudicon indignacin. El pecado entra cuando consiento y cedo. Al mismotiempo, es sumamente imprudente descuidar de la batalla hasta que entra enel santuario interior de nuestro ser. Es mucho mejor oponerse en el primercrculo de la defensa, en la primera sugestin, insinuacin o deseo. Resiste al

    diablo all y huir de ti; y evitars una lucha interior, que dejar suscicatrices en tu alma, por muchos aos.

    Ojal que tengamos gracia y fe para imitar el ejemplo de Jos, y, sobre todo,de nuestro Seor, sin mancha. Podemos estar completamente seguros de queno se permitir que ninguna tentacin nos tome fuera de las que soncomunes a los hombres, o de las que podamos resistir, y de que la graciasuficiente est con seguridad dentro de nuestro alcance. Y el PadreTodopoderoso quiere conducirnos a usar de aquella fuerza y valernos de susrecursos: Cualquiera que permanece en l, no peca; cualquiera que peca,no le ha visto, y no le ha conocido.

    No te olvides de que los que creemos en Jess estamos sentados con l a ladiestra del poder; ni que Satans es ya en el propsito de Dios un enemigovencido debajo de nuestros pies. Deja que el Vencedor entre en tu corazn,

    para que l entre en ti, como venci en su propia vida mortal (vase 1 Jn.4:4; Jn. 16:33). Abre todo tu ser a la gracia vencedora del Espritu Santo; yas seremos ms que vencedores por Aquel que nos ama...

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    Captulo 4El secreto de la pureza

    Jos aprendi, centenares de aos antes de que nuestro Salvador loenseara desde el Monte de las Bienaventuranzas, lo bendito que son lospuros de corazn. No podra haber anticipado la exquisita simetra de laforma en que la ley de aquella bienaventuranza fue expresada. Por ciertoDios le concedi gozar mucho de la dulzura y luz divinas como premio de su

    pureza varonil.

    No hay nada que nos guste ms que la pureza que, como el rayo del sol quepenetra la atmsfera de algn patio mal oliente, puede pasar por lascondiciones ms inmundas sin perder nada de su gloria celestial. Loshombres que estn familiarizados con el secreto del imperio sobre s mismos-o quienes, no habiendo estado expuestos a las tentaciones que acometen yrinden otras vidas, nunca han manchado sus vestidos- siempre atraen hacia sla admiracin y reverencia de sus semejantes. Las cimas cubiertas de lanieve de la pureza, en su majestad sublime, parecen ser tan inaccesibles a loshombres ordinarios, que se asombran de que cualquiera pueda trepar por suslados speros y respirar la atmsfera de aquel mundo celeste.

    Debemos siempre recordar que no hay ninguna parte de nuestra naturaleza,

    ninguna funcin de nuestra vida humana que sea en s misma comn oinmunda. Cuando vino Adn de la mano de su Creador, y se par delante deEva en su inocencia primitiva, ni siquiera necesit el vestido de hojas. Todol era dulce, puro y recto y muy bueno. No haba deseo ni apetito de sunaturaleza que en s mismos dejaran de ser sagrados. Y si tan slo hubieraacatado la voluntad de Dios, si tan slo hubiera guardado supremos en sucorazn la voluntad, la ley y el propsito de Dios, no habra habido nunca enel mundo ninguna concupiscencia, ni deseo ni pasin desordenados. Ascomo Moiss, el gran legislador, en la marcha por el desierto, que recibi losmandamientos de Dios y los pas a los oficiales y ancianos para laobediencia de la muchedumbre, as podra la conciencia haber recibido deDios y transmitido a la economa entera de nuestra naturaleza humana,aquellos mandatos, cuyo resultado legtimo habra promovido la gloria deDios por una parte, y el bienestar del hombre por la otra.

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    Pero cuando el hombre pec en el paraso, cambi el eje de su ser desdeDios hacia s mismo, am y sirvi a la criatura ms que al Creador, quit elsol del centro de la esfera interior, la cual inmediatamente cay enconfusin, obrando cada parte para su gratificacin egosta y personal. Ydesde aquel tiempo la ley ms elevada del hombre ha consistido en laindulgencia del apetito, arrojando las riendas sobre el cuello del deseodesordenado, sea de la grosera indulgencia fsica, o sea de la imaginacin y

    pensamiento; no teniendo ningn freno sino el temor de las consecuenciasfunestas para el hombre o la posicin.

    Debe recordarse este hecho al considerarnos a nosotros mismos o a otros; ydebemos tener en cuenta la operacin de la gran ley de herencia, por la cualhemos llegado a poseer apetitos y tendencias, que, por ms puras que hayansido en su intencin original, han sido viciados por el abuso de ellos de las

    muchas generaciones de las que hemos descendido. Y hay, por lo tanto, unafuerte tendencia en todos nosotros por naturaleza, hacia el fruto prohibido.Quin hay entre nosotros que no haya sentido con frecuencia una tendenciahacia la indulgencia egosta en dos maneras distintas? En primer lugar, agratificar los sentidos en direcciones que son del todo prohibidas; y ensegundo lugar, a gratificarlos hasta un grado excesivo en direcciones que sonen si legtimas.

    Por consiguiente, es inevitable que comencemos la vida bajo desventajasserias, puesto que por nuestro mismo origen, estamos relacionadosntimamente a una raza que, a travs de las edades de la historia previa, hasido corrompida por el veneno de la obstinacin, y movida por lastempestades de la pasin. Es inevitable que comencemos bajo desventajasms serias que las de Adn. No es que seamos condenados por el pecado del, porque se nos dice que el segundo Adn ha satisfecho para nosotros todasaquellas consecuencias penales que de otro modo habran sido amontonadassobre nosotros por aquella cuenta; pero somos terriblemente estorbados porla desventaja de ser los hijos de una raza cada.

    Y no es esto lo que significa el trmino teolgico pecado original, y lafrase de Pablo la ley en mis miembros? Y si se alegara que algn cambiomisterioso ha pasado sobre nuestra naturaleza fsica, por el cual la operacinheredera y mrbida del apetito natural ha sido trastocada, pedimos pruebas

    bblicas de ella, por cierto; la presencia de enfermedad en los cuerpos dealgunas de las personas ms santas es una fuerte prueba presunta de quesemejante cambio no haya sido efectuado. O tenemos que sostener que ya

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    hemos recibido el cuerpo resucitado, o que hay tendencias naturales ypervertidas hacia gratificaciones malas y egostas.

    Para guardarnos de toda mala interpretacin posible, reiteramos que nosostenemos que el pecado consiste en un estado o acto meramente fsico;sino que estamos predispuestos a pecar por la misma naturaleza que hemosheredado y la cual es tan susceptible a la tentacin satnica por una parte, ytan sutil, pronta y desastrosa en su influencia sobre la voluntad por la otra:que ninguna filosofa de la vida interior puede ser satisfactoria si noreconoce la presencia de este cuerpo de carne, que en s mismo no es

    pecado, pero que se presta tan fcilmente a sugestiones malas, que, cayendosobre l como chispas sobre plvora, tienden a inflamar la imaginacin,corazn y voluntad.

    Mientras pues estamos en el cuerpo, no podemos decir que estamos dondeestuvo Adn cuando sinti que la mano de Dios acababa de moldearlo. Hayuna gran diferencia entre nosotros y l, en que en ese momento su naturalezanunca haba cedido al mal; mientras la nuestra lo ha hecho miles de veces,tanto en aquellos de quienes la hemos recibido, como en nuestros propioshechos egostas tantas veces repetidos. Viene el tiempo gozoso cuandocambiaremos este cuerpo de humillacin por uno semejante al cuerporesucitado de nuestro Salvador. Entonces ser quitada una gran fuente detentacin y fracaso, y entonces no tendremos que quejarnos de que la ley ennuestros miembros lucha con la ley de nuestra mente, con el propsito de

    ponernos en su fatal cautiverio.

    No hay pues ningn libramiento en esta vida de aquel cautiverio?Seguramente que lo hay; la ley en los miembros puede guerrear contra la leyde la mente y, no obstante, no lograr meterla en cautiverio, porque serdefendida por la ley del espritu de vida que es en Cristo Jess y que laliberta de la ley del pecado y de la muerte.

    El nico poder suficiente por el cual las sugestiones de nuestra naturaleza

    mala pueden ser refrenadas es el del Espritu Santo que mora en el corazn ylo llena: Andad en el Espritu; y no cumpliris los deseos de la carne;

    porque el deseo de la carne es contrario al deseo del Espritu y el deseo delEspritu es contrario al deseo de la carne, de manera que no podis hacer loque quisiereis.

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    Nunca en esta vida cesar el tentador de atacarnos. An en los lugarescelestiales, las regiones superiores de la experiencia espiritual, todavaestaremos expuestos a los ataques de ejrcitos de espritus malvados; ymientras moremos en este cuerpo, llevaremos consigo aquellasusceptibilidad al mal que es el resultado amargo de la cada de Adn. Comoun estremecimiento de electricidad penetra en un slo momento por todo unsistema telegrfico, as un relmpago de sugestin impura puede atravesartoda nuestra naturaleza, hacindola vibrar y estremecerse por un momento.

    Pero cuando el Espritu Santo nos llena, el tentador puede hacer lo peorposible, y sus sugestiones caern infructuosas y sin efecto a nuestros pies;nuestra naturaleza no responder a las sugestiones que se le hacen desdeafuera. Todos sabemos lo que sucede cuando se rasca una cerilla sobre unasuperficie hmeda; y ser as con nuestras tentaciones. La vieja naturaleza,

    que antes era tan inflamable como la plvora, ser privada, por decirlo as,mientras el Espritu est en posesin, de su terrible facilidad de responder. Yan ms, cuando el Espritu ejerza su gran poder en el interior, quitar elmismo deseo de ceder al pecado, y cambiar el antiguo amor en odio, demodo que aborreceremos y nos estremeceremos de horror al pensar en lascosas que antes ambamos.

    Y en muchos casos, donde la fe en l es completa, tan quieta yefectivamente adormece las tendencias pecaminosas, que el feliz recipientede su gracia supone que han sido extractadas de su naturaleza. Parece que yano existen. El egosmo parece invernar, y esta bendita experiencia contina

    justamente el tiempo que el alma vive en el pleno goce de la obra del benditoEspritu. Ojal que suceda as con cada lector de estos renglones!

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    Captulo 5Malentendido y encarcelamiento

    Entre el pozo y la crcel no hubo sino un rayo pasajero de sol yprosperidad. El cielo de la vida de Jos volvi a nublarse. Porque cuandoPotifar oy la declaracin falsa pero plausible de su esposa, y vio el vestidoen su mano, el cual reconoci como el de Jos, su ira se inflam; no quisoor ninguna palabra de explicacin, sino que le meti en la crcel del estado,de la cual l estaba encargado.

    sta no era una crcel como las de ahora, sino un hoyo miserable. Acasonos recuerda las palabras que describen la antigua crcel con que Bunyancomienza su alegora sin igual: Pasando yo en una ocasin por el desiertode este mundo, me detuve en cierto lugar donde haba una cueva, yhabindome recostado, me qued dormido y so.

    Dos o tres pequeos aposentos, llenos de prisioneros, mal ventilados, ftidoscon olores malos, tal vez medio sepultados de la bendita luz del sol, sta fuela especie de casa en que Jos pas aquellos dos miserables aos.

    Los que han visto la lgubre crcel de Tnger podrn formarse mejor

    concepto de lo que haya sido aquel hoyo. Imaginaos un gran salnlgubre, sin ventanas, pavimentado con piedras negras de suciedad, sin luzni aire con excepcin de lo que puede pasar por la angosta abertura con rejasde hierro, por donde los amigos de los miserables prisioneros o algunosextraos compasivos pasan el alimento y el agua que es el nico sostn de lavida; no hay arreglos de ninguna clase para la limpieza, o la separacin delos prisioneros. Todo el da se oye el sonido sordo de las cadenas en los pies,mientras las vctimas se arrastran lentamente sobre el suelo, o rodean decontinuo la inmensa columna de piedra que sostiene el techo, y en el que losextremos de sus cadenas estn fijos.

    Esto fue bastante duro para uno que estaba acostumbrado a andar librementepor las amplias llanuras de Siria. El encierro es intolerable para todosnosotros; pero especialmente para los jvenes, y ms para los jvenes encuyas venas fluye algo de aquella sangre rabe que teme la muerte menosque el cautiverio. No me admira la historia pattica que nos relata cmo,

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    sobre el Puente de Londres, un marinero tostado del sol, nuevamente venidodel desembarcadero, compr muchas jaulas en las cuales estabanaprisionados muchos pjaros silvestres, dejndolos volar regocijados a sus

    bosques nativos, diciendo a los que le miraban admirados que habavegetado demasiado tiempo en una crcel de tierra extraa para dejar desaber cun dulce era la libertad. No sabemos cun preciosa es la libertad

    porque nunca la hemos perdido. Y Jos nunca la apreci como cuando sehall encerrado en este hoyo maloliente.

    Fue amarrado y sus pies fueron lastimados por grillos. Es verdad que gozabadel favor del carcelero, y tena libertad excepcional dentro de los lgubresrecintos para comunicarse con los encarcelados; pero, no obstante, a dondequiera que iba, el crujir de los grillos le recordaba que era todava un

    prisionero. Esto nos hace pensar en otro de los prisioneros del Seor, Pablo,

    quien tom de la mano de su amanuense la pluma con qu poner su firma dela genuinidad y autenticidad: ...que es mi signo en todas mis cartas. Y alhacerlo as sinti el estirar de la cadena que le sujetaba a la guardia imperial;y casi podemos or el crujir del hierro en las palabras acordaos de mis

    prisiones (Col. 4:18).

    Adems de todo esto, los ideales religiosos de Jos aumentaron en granmanera su afliccin. Haba sido enseado por Jacob en la teora que se

    presenta con tanta claridad en los discursos de los tres amigos de Job, y queera tan generalmente sostenida por todos sus maestros y asociados en aquelantiguo mundo oriental, filosfico, y profundamente pensador: la de que l

    bien vena a los buenos y el mal, a los malos; que la prosperidad era la sealdel favor divino, y la adversidad de la ira divina. Y Jos haba procurado ser

    bueno. No haba guardado siempre los mandatos de su padre y obradorectamente, no obstante que sus hermanos eran hombres de mala reputacin,y procuraron hacerle tan malo como lo eran ellos mismos? Pero qu habaganado por su integridad? Sencillamente el celo y el odio sanguinarios de losde su propia carne y sangre. No haba l, no obstante la plena fuerza de su

    pasin juvenil, resistido los halagos de la hermosa egipcia, porque no quera

    pecar contra Dios? Y qu haba ganado? Sencillamente el reproche queamenazaba fijarse en l, de haber cometido la misma iniquidad que era tandifcil de resistir; y por aadidura, un castigo no merecido. No haba sidosiempre bondadoso y compasivo con sus compaeros en la prisin,escuchando sus historias y derramando consuelo en sus corazones? Y quhaba ganado con esto? Juzgando por lo que l vea, sencillamente nada; y lehabra valido lo mismo portarse de otro modo.

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    Qu provecho haba, pues, en obrar bien? Podra ser verdad lo que supadre le haba enseado de que el bien vena a los buenos, y el mal a losmalos? Haba un Dios que juzgaba rectamente en la Tierra? Vosotros quehabis sido mal entendidos, que habis sembrado semillas de santidad yamor y no habis segado nada sino la desilusin, prdida, padecimiento, yodio, vosotros sabis algo de lo que senta Jos en aquel miserable calabozo.Tambin la desilusin verti sus amargas gotas en la amarga copa. Quhaba sido de aquellos sueos de su juventud, aquellos sueos de la grandezavenidera, que llenaban su joven cabeza con esplndidas fantasas? No eranstas de Dios? l lo haba pensado, s, y su venerado padre haba pensado lomismo; y l deba haberlo sabido, porque haba hablado con Dios muchasveces. Seran estas fantasas las ilusiones de un cerebro febril, o mentiras

    burladoras? No habra verdad, ni fidelidad en el Cielo ni en la Tierra?Dios le habra abandonado? Su padre le habra olvidado? Nunca

    pensaran en l sus hermanos? Nunca procuraran encontrarle? Haba depasar todos sus das en aquel calabozo, arrastrndose por los cansados aos,no volviendo nunca a sentir la bienaventuranza de la libertad: y todo porquese haba aventurado a obrar bien? Es extrao que el joven corazn sintieraque se quebrantaba bajo este peso?

    Y, sin embargo, las experiencias de Jos no son nicas. Puede ser que nuncahayas sido puesto en un calabozo; y no obstante, con frecuencia, te hassentado en tinieblas, y sentido en tu derredor la limitacin que te prohibahacer lo que deseabas. Puede ser que hayas estado portndote bien, y el

    portarte bien te haya puesto en dificultades no pensadas; y ests dispuesto adecir: He sido demasiado honrado. O puede ser que hayas estado tratandonoblemente a alguno, como Jos trat a Potifar, y hayas sido visto a una luzcompletamente errnea. Quin no sabe lo que es ser mal entendido, malrepresentado, acusado falsamente, y castigado injustamente?

    Cada cual comienza su vida con vigor y esperanza. La juventud, procurandola solucin del extrao problema de la existencia, no teme nada, no recelaningn mal. La esperanza canta en los tonos ms sublimes de exultacin. El

    sol brilla; las olas azules se quiebran musicalmente alrededor de la barquilla;las velas se abren suavemente; el amor y la belleza gobiernan el timn; yaunque se relatan historias de naufragios en la mar traidora, nadie teme quesemejantes experiencias sobrevengan a aquel barquichuelo. Pero pronto ladesilusin, pesar y desastre oscurecen el cielo y borran la hermosa

    perspectiva; y el joven marinero se despierta como de un sueo: Sera yo,quien imaginaba que nunca haba de ver el mal?. En seguida el alma se

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    entrega a luchas tremendas para librarse. Los msculos se ponen comocordones, el sudor baila la frente, pero todo esfuerzo no hace otra cosa sinoenredar los miembros hacindolos mis impotentes. Y al fin agotado defuerzas e imposibilitado, el joven deja de luchar, y est quieto, acobardado yvencido, como el animal indomable de las llanuras, cuando ha estado echado

    por horas enteras en el lazo del cazador seguramente habra algo de esto enel estado de Jos, mientras languideca en aquel miserable calabozo.

    Considerando en su efecto menos noble, este encarcelamiento sirvi alinters temporal de Jos; aquella crcel era el lugar donde los prisioneros deestado eran detenidos. Hasta all eran enviados los magnates de la corte quehaban cado en sospechas. El maestresala y el panadero no nos parecen ser

    personas de mucha importancia; pero estos eran ttulos de personajes muydistinguidos. Semejantes hombres hablaran libremente con Jos, y

    hacindolo, le diran muchas ideas de los partidos polticos, y unconocimiento de los hombres y las cosas en general, que en das posterioresdeben haberle sido muy tiles.

    Pero hubo ms todava... El Salmo 105:18, refirindose al encarcelamientode Jos, tiene una lectura alternativa notable: Su alma entr en hierro.

    Interpretando esto en nuestro idioma, quiere decir que su alma se hizo comoel hierro. No hay una verdad en esto? Puede ser que no sea la verdadenseada en este versculo; pero es una verdad muy profunda, la de que el

    pesar y la privacin, el yugo llevado en la juventud, la forzosa moderacindel alma, todo conduce a una tenacidad y fuerza de propsito; a una

    paciencia, una fortaleza como de hierro, que son la fundacin y armaznindispensables de un carcter noble. No te alejes del sufrimiento. Soprtaloen silencio, con paciencia y resignacin; y asegrate que es la manera de quese vale Dios para introducir hierro en tu ser espiritual.

    Como un muchacho, el carcter de Jos tenda a la debilidad. Era un pocomimado por su padre. Tena demasiado orgullo de su vestido. Era un poco

    chismoso. Estaba demasiado lleno de sus sueos y esperanzas de la grandezapredicha. Ninguna de stas eran grandes faltas; pero careca de fuerza,firmeza, poder de dominar. Pero qu diferencia obr en l suencarcelamiento! Desde ese momento se maneja con una sabidura,modestia, valor, y resolucin varonil, las cuales nunca le faltan. Obra comoun nacido para gobernar a los hombres. Lleva a un pas extranjero por la

    prueba de una gran hambre, sin que se manifieste un sntoma de revolucin.

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    Vive como igual con los aristcratas ms orgullosos de su tiempo. Promuevelos cambios ms radicales. Ha aprendido a guardar silencio y a esperar.Seguramente su alma se haba hecho como el hierro!

    Esto es precisamente lo que harn los padecimientos a favor de ti. El mundonecesita diques de hierro, batallones de hierro, msculos de hierro ytendones de acero. Dios necesita santos de hierro; y puesto que no haymanera de impartir hierro a la naturaleza moral sino dejando sufrir a su

    pueblo, lo deja sufrir: Ningn castigo al presente parece ser causa de gozo,sino de tristeza; empero despus fruto quietsimo de justicia da a los que porl son ejercitados.

    Ests en la crcel por haber obrado bien? Los mejores aos de tu vida se tedeslizan en una monotona inevitable? Ests estorbado por oposicin,

    malos conceptos, o difamacin, y desprecio, como la espesa maleza obstruyeel paso del leador? Entonces anmate; el tiempo no est mal gastado: Diosest infundindote el hierro. La corona de hierro de los padecimientos

    precede a la corona de oro de la gloria. Y el hierro est entrando en tu almapara hacerla fuerte y valerosa.

    Est leyendo estas palabras un anciano? Si es as, puede hacerse lapregunta, por qu Dios llena a veces una vida de disciplina, dando pocasoportunidades de mostrar el hierro del alma? Por qu da hierro al alma, almismo tiempo negndole el servicio activo? Eso es una cuestin que tiendemucho a probar nuestro destino glorioso. Tiene que haber otro mundo enalguna parte, un mundo de glorioso ministerio, para el cual estamos siendoeducados. Y puede ser que Dios considere una vida humana de setenta aosde padecimiento como no demasiado larga para educar el alma que ha deservirle por la eternidad. Es en la crcel donde Jos est siendo preparado

    para la vida desconocida del palacio de Faran; y si pudiera haber visto conanticipacin el futuro, no se habra admirado de la severa disciplina. Si

    pudiramos ver todo lo que nos espera en el palacio del gran Rey, no nossorprenderamos tanto de ciertas experiencias que nos acaecen en las celdas

    oscuras de la Tierra. Ests siendo educado para el servicio en el hogar deDios, y en los espacios superiores de su universo.

    Y estuvo all en la casa de la crcel. Mas Jehov fue con Jos. El Seorestuvo con l en el palacio de Potifar; pero cuando Jos fue a la crcel, elSeor fue all tambin. La nica cosa que nos separa de Dios es el pecado:entretanto que andamos con Dios, Dios andar con nosotros, y si nuestra

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    senda deja las llanuras baadas de sol para bajar al valle lleno de nieblasespesas, l ir a nuestro lado. El hombre piadoso es mucho msindependiente de los hombres y las cosas, que los dems hombres. Es Diosquien le hace bienaventurado. Como la ciudad celestial, no tiene necesidadde sol ni de luna porque el Seor Dios es su luz eterna. Si est en un palaciose regocija, no tanto por sus deleites, sin porque Dios est all. Y si est enuna crcel puede cantar alabanzas, porque el Dios de su amor est con l.Para el alma que esta absorta en Dios, todos los lugares y experiencias son

    poco ms o menos lo mismo: Si dijere, ciertamente las tinieblas meencubrirn, aun la noche resplandecer por causa de m: las tinieblas soncomo la luz.

    Adems de esto, el Seor le mostr misericordia. Maravillosa revelacin!No estuvo en un nicho en el lado de la montaa, como Moiss, mientras

    pasaba la solemne pompa; y sin embargo el Seor le mostr una gran visin:le mostr su misericordia. Aquella celda de la prisin fue el monte de lavisin, desde cuya altura vio, como nunca haba visto antes, el panorama dela divina bondad. Vala la pena ir a la crcel para aprender esto. Cuando losnios se renen para ver la linterna mgica, las figuras pueden estar en ellienzo, y no obstante ser invisibles, porque el aposento est lleno de luz. Siqueda en tinieblas el aposento, al momento el crculo de luz se ve llen de

    brillantes colores. Dios nuestro Padre con frecuencia tiene que quitar la luzde nuestra vida porque quiere mostrarnos su misericordia.

    Siempre que te metas en una prisin de circunstancias, espera algo. Lascrceles son lugares buenos para ver cosas. Fue en la crcel donde Bunyanvio su maravillosa alegora, y Pablo encontr al Seor, y Juan mir por la

    puerta abierta del Cielo, y Jos vio la misericordia de Dios. Dios no tieneoportunidad para mostrar su misericordia a algunos de nosotros, sino cuandoestamos en medio de un gran pesar. La noche es el tiempo para ver lasestrellas.

    Dios tambin puede levantar amigos para sus siervos en los lugares menos

    imaginados, y entre la gente menos probable: Jehov dio su gracia en ojosdel prncipe de la casa de la crcel.

    Es probable que fuese un hombre spero y nada bondadoso, bien preparadopara copiar las displicencias de su amo, el gran Potifar, y para amargar laexistencia diaria de este esclavo hebreo. Pero otro Poder obraba all, del cuall no saba nada, inclinndole hacia su prisionero, y conducindole a ponerle

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    en una posicin de confianza. Todos los corazones estn abiertos a nuestroRey: de su cinturn cuelgan las llaves con que pueden abrirse las puertasms duras... Cuando los caminos del hombre son agradables a Jehov, auna sus enemigos pacificar con l.

    Es tan fcil para Dios tornar el corazn de un hombre, como lo es para unlabrador volver el curso de un riachuelo para llevar fertilidad a una parterida.

    Hay siempre alivio para nuestras aflicciones, en la ministracin de otros.Jos lo hall as. Debi haberse regocijado por el alivio de la monotona desu pesar, cuando le fue confiado el cuidado de los prisioneros reales. Huboun nuevo inters en su vida, y casi olvid el peso de sus propias afliccionesmientras escuchaba las historias de los que eran ms desgraciados que l

    mismo. Es muy interesante notar qu profundo inters humano senta en loscasos distintos de sus prisioneros, notando la expresin de sus rostros,

    preguntando bondadosamente por su bienestar, y sentndose para escucharsus relatos. Jos es el principal de todos los filntropos de la crcel; pero sededic a esta santa obra, no porque primordialmente tuviera entusiasmo porella, sino porque le suministr un opio para sus propios pesares.

    No hay un anodino para el pesar del corazn, como el ministrar a otros. Si enla tela de tu vida se hallan las negras sombras del pesar, no te sientes paralamentar en soledad tu triste suerte, sino levntate para buscar a los que sonms miserables que t, llevndoles blsamo para sus heridas y amor para susquebrantos de corazn. Y si no puedes dar mucha ayuda prctica, nonecesitas abandonarte a la gratificacin de un pesar solitario, porque puedesayudar mucho a los hijos de la amargura, escuchando las historias de sudolor o sus sueos recelosos, a imitacin de Jos.

    Es un arte valioso escuchar bien. El corazn oprimido anhela contar suhistoria a un odo simpatizante. Hay un alivio inmenso en hablar de nuestra

    pena. Pero no puede ser apresurado, necesita bastante tiempo; y por eso los

    apesadumbrados se vuelven de los hombres ocupados en la vida activa, ybuscan a los que, como ellos mismos, han sido afligidos, y estn obligados aandar temblando con amargura de su alma, como lo haca Jos cuando lossiervos de Faran le hallaron en el calabozo egipcio. Si no puedes hacer otracosa, escucha bien y consuela a otros con la consolacin con que t has sidoconsolado de Dios.

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    Y mientras escuches, y consueles, y limpies las lgrimas que caen, hallarsque tu propia carga est ms ligera, y que un ramo o ramito del verdaderorbol -el rbol de la Cruz- ha cado en las aguas amargas de tu propia vida,haciendo que la Mara sea Noem, y los pantanos de lgrimas saladas sernsanadas En semejante comunin hallars lo que hall Jos: la llave queabrir las pesadas puertas con las cuales has sido encerrado.

    Diremos algunas palabras en conclusin a los que estn sufriendoinjustamente. No os sorprendis. Sois discpulos de Uno que fue malentendido desde la edad de doce aos hasta el da de su ascensin; el cual nohizo pecado, y con todo fue contado como pecador; acerca de quien se diounnimemente el testimonio: No hallo en l culpa alguna. Y, sinembargo, le llamaron Belzeb! Si hablaron as del amo de la casa, cuntoms dirn de los domsticos!

    No os maravillis cuando sois examinados por fuego como si alguna cosaperegrina os aconteciese. Slo estte seguro de que sufres injustamente, ycomo un Cristiano. No te canses de hacer bien. Jos podra haber dicho:Cedo... De qu provecho es mi rectitud? Me ir lo mismo si vivo comootros.

    Obr con mucha ms nobleza perseverando en bien hacer! Obra bienporque es justo hacerlo; porque Dios te ve; porque hace regocijarse elcorazn. Y entonces cuando seas mal entendido y maltratado, no vacilars nite sentars para quejarte y desesperar.

    Sobre todo, no te vengues. Cuando Jos narr sus aflicciones no acusduramente a sus hermanos o a Potifar o a la esposa de Potifar. Dijosencillamente: He sido hurtado de la tierra de los hebreos; y tampoco hehecho aqu por qu me hubiesen de poner en el hoyo.

    Podra haber ledo las palabras del apstol: No os venguis a vosotrosmismos. Esto es agradable, si alguno a causa de la conciencia que tiene

    delante de Dios, sufre molestias, padeciendo injustamente....

    Nos equivocamos mucho procurando justificarnos a nosotros mismos;obraremos ms sabiamente siguiendo nuestro camino, haciendohumildemente los deberes que se presentan, y dejando a Dios el vindicarnos:Exhibir tu justicia como la luz, y tu derecho como el medioda (Sal.37:6). Y qu triunfo proporcion Dios a su fiel siervo!

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    Vendrn horas en la vida de todos nosotros, cuando seremos mal entendidos,calumniados, acusados falsamente, perseguidos injustamente. En semejantesocasiones es muy difcil no seguir la poltica de los hombres del mundo ennuestro derredor. Desde luego apelan stos a la ley, la fuerza y la opinin

    pblica. Pero el creyente lleva su caso a un tribunal superior, y lo expone aDios. Est preparado para usar cualesquiera medios que parezcan sersugeridos divinamente.

    Pero depende mucho ms de la vindicacin divina que de sus propiosarreglos ms perfectos. Se contenta con esperar meses y aos, hasta queDios se levante para vengar su causa. En muy poco tiene el ser juzgadoadversamente en el tribunal de los hombres: no le importa sino el juicio deDios, y espera el momento cuando los justos brillarn en el Reino de su

    padre, como el sol cuando sale de detrs de todas las sombras nieblas.

    Cuando se manifestare Cristo que es nuestra vida, entonces vosotros tambinseris manifestados con l en gloria.

    Qu desenredo de misterios, qu correccin de equivocaciones, quvindicacin de carcter habr all! Vosotros los calumniados, bien podisesperar el veredicto de la eternidad, el de Dios, que sacar vuestra justiciacomo la luz, y vuestro juicio como el medioda.

    En toda la disciplina de la vida es de la mayor importancia no ver sino unasola voluntad que ordena y dirige al miramos nuestros encarcelamientos ydesgracias como el resultado de la malevolencia, nuestra vida se llenar deinquietud y tristeza. Es duro sufrir mal a manos del hombre, y pensar que talvez podra haber sido de otro modo.

    Pero hay una manera de considerarlo que es ms recta y ms consoladora, yes mirar todas las cosas como estando bajo la ley y direccin de Dios; demodo que aunque tengan su origen y lleguen a nosotros por el rencor ymalicia de nuestros semejantes, sin embargo, puesto que antes de quelleguen a nosotros, tienen que pasar por la Divina Presencia que nos rodea,

    han sido transformados en su propia bondadosa voluntad para nosotros. FueJudas quien maquin la muerte del Salvador, y llen el huerto con las bandasde soldados y las antorchas; y sin embargo el Seor Jess dijo que era elPadre quien pona la copa a sus labios.

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    Y aunque fue asesinado por los sumos sacerdotes y escribas, sin embargodio tan completa aquiescencia a la disposicin de su Padre, que habl de

    poner su vida, como si su muerte fuera por completo su propio acto. No haymal a los que aman a Dios; y el creyente pierde de vista las causassecundarias, por estar tan absorto en la contemplacin del desarrollo delmisterio de la voluntad de su Padre. Como dijo Kingsley al morir: todo est

    bajo ley.

    No debemos sorprendernos cuando suceden pasajes oscuros en nuestra vidaexterior, o en nuestra experiencia interior. La luz del sol no interrumpida nosvolvera locos; y la prosperidad perpetua del alma o de las circunstancias,

    producirla una excitacin espiritual que sera en sumo grado deletrea.Debemos ser privados a veces de sentimiento, para que adquiramos el artede andar por fe. Tenemos que ser privados de los cinturones de corcho para

    que seamos compelidos a confiarnos a las inquietas olas. Tenemos quedescender el valle oscuro para que probemos nosotros mismos lo seguro queson la vara y el cayado, que antes hemos considerado como superfluos ocomo adornos.

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    Captulo 6Los peldaos del trono

    Los pasos de la exaltacin de Jos desde la celda de la prisin dondele dejamos, hasta los peldaos del trono de Faran, se conocen tambin queno necesitamos describirlos detalladamente... Acordarte has de m dentrode ti, cuando tuvieres bien.

    Fue una splica modesta y pattica sta que hizo Jos al gran oficial delestado, a cuyo sueo haba dado una interpretacin tan favorable. Algunos,sin embargo, han dicho que no tena derecho a hacerlo. Han dicho que notena derecho de suplicar a este hombre que rogara a Faran, cuando lmismo tena acceso al Rey de los reyes, y poda en cualquier tiempo

    presentar su caso en su tribunal.

    No nos conviene juzgar duramente al cautivo en la obra de la ms profundaangustia de su alma. La fe ms fuerte ha vacilado a veces. Elas cay sobrelas arenas del desierto, y pidi morir. Juan el Bautista, desanimado ydesalentado, envi desde su lgubre celda en el castillo de Herodes

    preguntando si Jess era en verdad el Cristo. Savonarola, Lutero, EduardoIrving, pasaron por tinieblas tan densas que casi apagaron la antorcha de su

    fe heroica; y si en este momento Jos trat de agarrar ayuda humana,parecindole que fuese ms cercana y ms real que la ayuda de Dios...Quin de nosotros puede condenarle? Quin de nosotros dejar desimpatizar con l? Quin de nosotros no se habra portado de semejantemanera? Muchas veces cuando hemos profesado que nuestra alma esperabaslo a Dios, hemos insinuado ansiosa o mostrado abiertamente nuestrasnecesidades a aquellas de quienes esperbamos una ayuda probable.

    Este ruego, acordarte has de m, nos recuerda la oracin que el ladrnmoribundo dirigi a nuestro Seor mientras entraba en las densas tinieblas.Pero cun distinta fue la respuesta! La promesa se hizo inmediatamente y seguard pronto. Y cuando el sol se esconda detrs de los cerros occidentales,al arrepentido que haba credo, haba entrado en la ciudad que nunca est

    baada de la gloria del sol poniente, y haba aprendido lo que es estar en elParaso con Cristo. Muy distinto sucedi con Jos.

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    Sin duda, el gran hombre concedi fcilmente su splica, y prometi todo loque le pidi. Y, sin duda, movido por su gratitud, resolvi dar a Jos unlugar entre sus subordinados, o tal vez en las vias. Y al salir, podemosimaginar que dira: Adis, oirs de m pronto.

    Pero se olvid de l. Qu triste aquella palabra, se olvid! Cuntos denosotros sabemos lo que significa! Da tras da, mientras Jos desempeabasus deberes, esperaba recibir alguna seal del recuerdo y la intercesin de suamigo. Semana tras semana aguardaba el mensaje de libramiento, y confrecuencia se sobrecoga por algn sonido repentino que le haca pensar quela orden de su descargo haba venido. Entonces invent excusas ingeniosas

    por la dilacin: el prncipe de los maestresalas habra tenido que recibir lasfelicitaciones de sus amigos, los negocios que se haban atrasado yacumulado en su ausencia ahora demandaban su atencin; probablemente

    muchas cosas se haban descuidado, y se necesitaba tiempo y trabajo paraarreglarlas, o quizs esperaba una buena oportunidad para presentar el casode su amigo de la crcel al rey... Cuntas horas de pensamientos ansiososfueron gastadas as, esperando persistentemente, rechazando el temor quedebilita su corazn y que le pareca indigno retener! Pero al fin fue intilnegar la verdad desagradable, que lentamente forzaba una entrada en sumente, la de que haba sido olvidado.

    La esperanza diferida entristeci su corazn. Pero se qued firme. Si fuedecepcionado por el hombre, se adhiri con ms tenacidad a Dios. Dira enefecto: En Dios solamente repsate, oh alma ma; porque de l es miesperanza. l solamente es mi fuerte y mi salud.

    No confiaba en vano; porque por una serie de providencias maravillosas,Dios le sac de la crcel, e hizo ms por l de lo que podra haber hecho el

    prncipe de los maestresalas de la corte de Faran.

    Puede ser que algunos que lean estos renglones estn en perplejidad yafliccin que pueda compararse con la de Jos cuando estuvo en el calabozo.

    Y repetidas veces hayan procurado efectuar su propia liberacin. Queayudarn a un amigo a emigrar, entendindose que, si le fuera bien a l, leenviara dinero para ayudarle a ir tambin. Que hayan hecho splicas a

    personas que fueron favorecidas por ellos cuando vivan en la misma pobrecalle, pero que despus se han adelantado mucho en el mundo. Que hayanconseguido que ciertos fabricantes y hombres de influencia anotaran sunombre y direccin en su cartera. Pero nada ha resultado. Al principio tenan

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    muchas esperanzas. Crean que cada correo les traera la carta queesperaban. Hubo una mujer en Amrica que fue cada maana por diez aosal Administrador de correo de la villa, para pedir una carta de su hijo, que l

    prometi enviar, pero que nunca lleg.

    Pero las ascuas se enfran cada vez ms. La esperanza se acababa. Esbastante triste ser decepcionado; pero el aguijn de la decepcin es serolvidado. Dejos del hombre, cuyo espritu est en su nariz!.

    Ciertamente, no podemos vivir sin simpata y amistad h


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