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Karl Polanyi - La gran transformación.

Date post: 27-Jun-2015
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1 Karl Polanyi LA GRAN TRANSFORMACIÓN Critica del liberalismo económico Quipu editorial
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  • 1. Karl PolanyiLA GRAN TRANSFORMACIN Critica del liberalismo econmico Quipu editorial 1

2. 2 3. Ttulo original: THE GREAT TRANSFORMATIONEdiciones de La Piqueta Ediciones Endymion C/ Cruz Verde, 22 28004 MadridISBN: 84-7731-047-5 Depsito legal: M-38870-1989Impreso en Grficas Garca-RicoC/ Mara del Carmen, 3028011 MadridGenealoga del podercoleccin dirigida porJulia Vrela y Fernando lvarez-UraDiseo de la cubierta:Roberto Turgano Portada: CIFRA, tcnica mixta, 1989, original de Santiago Serrano (Estos datosson de la edicin Original)Reedicin, nicamente en formato PDF:2007 Quipu editorialwww.quipueditorial.com.arEn esta versin hemos puesto una fotografa del autor en la portada.3 4. LA GRAN TRANSFORMACINCritica del liberalismo econmico4 5. KARL POLANYILA GRAN TRANSFORMACINCrtica del liberalismo econmicoPresentacin y traduccin: Julia Vrela y Fernando lvarez-Ura 5 6. (Las pginas en blanco estn a efectos de mantener la paginacinoriginal que se mantiene tal cual.)6 7. 7 8. 8 9. NDICEPresentacin..11 Primera parte.EL SISTEMA INTERNACIONALCap. 1. La paz de los cien aos... 25Cap. 2. Aos veinte conservadores, aos treinta revolucionarios 51 Segunda parteGRANDEZA Y DECADENCIA DE LA ECONOMA DE MERCADOI. Satanic Mill o la fbrica del diabloCap. 3. Moradas versus mejoras 69Cap. 4. Sociedades y sistemas econmicos 83Cap. 5. La evolucin del modelo de mercado.103Cap. 6. El mercado autorregulador y las mercan- cas ficticias: trabajo, tierra y dinero.121Cap. 7. Speenhamland, 1795.135Cap. 8. Antecedentes y consecuentes.. 149Cap. 9. Pauperismo y utopa 175Cap. 10. La economa poltica y el descubrimiento de la sociedad.. 187II. La autoproteccin de la sociedad.Cap. 11. El hombre, la naturaleza y la organizacinde la produccin. 215 9 10. 8IndiceCap. 12. Nacimiento del credoliberal223Cap. 13. Nacimiento del credo liberal: inters de clase y cambio social..247Cap. 14. El mercado y el hombre.267Cap. 15. El mercado y la naturaleza. 289Cap.16. El mercado y la organizacin de la produc- cin.309Cap. 17. La autorregulacin en entredicho. 321Cap. 18. Tensiones de ruptura333Tercera parteLA TRANSFORMACION EN MARCHACap. 19. Gobierno popular y economa de merca-do . 351Cap. 20. La historia en e1 engranaje del cambio so- cial 371Cap. 21. La libertad en una sociedad compleja.. 389 COMENTARIOS SOBRE LAS FUENTESCap. 1.I. El equilibrio entre las potencias........ 409II. La paz de los cien aos ..... 414Cap. 2.I. La ruptura del hilo de oro . 416II. Golpe pendular tras la primera guerra mundial .. ............ 417III. Las finanzas y la paz 419Cap. 4.I. Referencias bibliogrf|cas sobre Sociedades y siste-mas econmicos 420Cap. 5.I. Algunas referencias sobre la evolucin del modelode mercado .424Cap. 7.I. La literatura de Speenhamlad 430II. Textos de poca sobre el pauperismo y las antiguasleyes de pobres .. 433III. Speenhamland y Viena 435 10 11. Indice9Cap. 8.I. Por qu no triunf el proyecto de ley de Whitbread? 437Cap. 13.I. Las dos naciones de Disraeli y el problema de lospueblos de color ................. .439Comentario adicional:I. La ley sobre los pobres y la organizacin del trabajo 442Indicede materias ............453Indice de autores................ 46111 12. 12 13. PRESENTACIN La gran transformacin se public por vez primera enNueva York en 1944. Un ao despus se edit en Londres ydesde entonces este libro rotundo y fascinante ha sido traducidoa varias lenguas. Su redescubrimiento data sin embargo de estosdiez ltimos aos. El largo periodo que permaneci sumido enel olvido se debe en parte a la fecha de su publicacin y tambina la radicalidad de las tesis que en l se defienden. Esta obrasupona y supone un giro copernicano en la interpretacinde la gnesis del fascismo con anterioridad haba publicadoKarl Polanyi en Londres (1935), The Essence of Fascism, ascomo una valoracin nueva de los efectos sociales provocadospor el reinado del liberalismo econmico. La crisis econmica,que se hizo patente a mediados de los aos setenta en los pasesoccidentales, y la catastrfica poltica neo-liberal del gobiernoReagan, contribuyeron paradjicamente a rehabilitar esta obramaestra. Karl Polanyi (1886-1964) es conocido entre nosotros sobretodo por un libro del que fue co-editor: Comercio y mercado enlos imperios antiguos. En l se estudian las economascapitalistas y se muestra como la accin econmica puede estarpresente en diversas dimensiones de la conducta. Los numerosostrabajos que lo componen constituyen una muestrarepresentativa de lo que se ha dado en denominar la escuelasustantivista en antropologa econmica de la que Polanyi fuefundador. Estos problemas haban sido ya formulados sinembargo en La gran transformacin que es sin duda alguna suproduccin principal, hasta el punto de que todos sus trabajosposteriores giran en torno a las cuestiones13 14. 12Fernando lvarez-Ura y Julia Vrelaque en ella se plantean. Las interrogaciones y hallazgos queeste libro nos proporciona sobre temas tan variados como elnacimiento de las teorias sociolgicas, la legislacin socialeuropea de finales de siglo, las utopas sociales y las raiceshistricas del fascismo se articulan en torno a un hilo con-ductor: el proceso de formacin y desarrollo de la sociedad demercado. Un intelectual frente al poder Este ensayo de Karl Polanyi est escrito en una encrucijadade la historia universal, cuando las grandes potencias sedisponan a repartirse el mundo en zonas de influencia ycuando algunos pases occidentales comenzaban a poner lasbases del Welfare State. Es pues una investigacin de un radicalque sabe descubrir en los proyectos de una sociedad armnicaRobert Owen el deseo imperioso de los hombres depreservar la sociabilidad. A diferencia de su esposa, IlonaDuczynska, militante comunista que particip activamente enla revolucin hngara de 1919 y a quien dedica el libro que todo lo debe a su apoyo y a sus crticas, la actividadpoltica de Polanyi se circunscribe fundamentalmente al trabajoen los medios acadmicos. Hijo de padres hngaros naci en laprodigiosa Viena de fin de siglo. Estudi Filosofa y Derecho enBudapest y Viena. Durante la primera guerra mundial combati como capitndel ejrcito austro-hngaro afincndose posteriormente enViena donde adquiri reputacin de escritor y editor liberal.Desde 1924 hasta 1933 fue miembro del Consejo de redaccinde la Revista Der Osterreichische Volkswirt, publicacin crticade economa para la que escribi artculos de teora econmicay poltica. Como tantos otros intelectuales de origen judio serefugi en Londres junto con su familia huyendo de la ascensindel fascismo. Adquiri la nacionalidad britnica y fuecontratado por la Universidad de Oxford y la de Londres comoprofesor de extensin universitaria. Las principales tesis de Lagran trasformacin surgieron de su trabajo en clases tutorialesdurante el ao acadmico 1939- 14 15. Presentacin 1340 en los cursos organizados por la Workers EducationalAssociation. Una beca de la Fundacin Rockefeller le permitipermanecer en los Estados Unidos desde 1941 a 1943, discutirsus tesis en seminarios y conferencias, y redactar el libro. Elprefacio que le dedic R.M. McIver no poda iniciarse de unmodo ms elocuente: He aqu un libro que hace que la mayorade los libros de este mismo campo queden obsoletos osuperados. Un acontecimiento tan poco frecuente es un signo delos tiempos. Aqu, en esta hora crucial, surge un nuevo modode comprender la forma y el significado de los asuntoshumanos. En un clima de guerra fra la lucidez deba de pagar un altoprecio. Polanyi sufri, tras su retorno a Estados Unidos, juntocon otros muchos intelectuales antifascistas, la caza al hombrepromovida por el maccarthysmo lo que le oblig a abandonarNueva York en 1947. Efectivamente, a pesar de que nunca fuemarxista, ni socialdemcrata, a pesar de que no se adhiri aningn partido, no dej de manifestar en los momentos crticossu adhesin al socialismo y su simpata por la Unin Soviticaque en los aos veinte ensayaba aisladamente, y con grandesdificultades, nuevas soluciones econmicas, tericas yprcticas, a los problemas sociales. En Viena mostr ennumerosas ocasiones su solidaridad con los trabajadores y susintervenciones intelectuales se caracterizaron como sealaGodelier en el prlogo a Comercio y mercadopor lacontundencia con que demoli la creencia de los economistasen los principios universales de la racionalidad econmica ypor tanto las bases de una teora general de lo econmico. Enlos ltimos aos de su vida se lamentaba sin embargo de nohaber proporcionado al Crculo Galileo club de estudiantese intelectuales que fund en 1908, y del que surgieronmiembros destacados del socialismo hngaro una dimensinclaramente poltica que habra permitido articular formas deresistencia contra el empuje de la barbarie fascista. En todocaso quizs una de las causas de la actualidad de sus escritosradique precisamente en la superacin de la escisin entrecabeza y corazn que preside hoy el panorama del trabajointelectual. Las consideraciones ticas y morales sustentan susinvestigaciones so- 15 16. 14 Fernando lvarez-Ura y Julia Vrelaciolgicas precisamente porque son las urgencias del presente yla resolucin de problemas la razn de ser de sus ensayos. Setrata, escribe, de buscar la verdad y cuando los tabes de latradicin se convierten en barreras que impiden el paso espreciso actuar conforme a los postulados de la tica, pese a quelos amantes de los compromisos y los oportunistas denigrenesta actitud calificndola como un gesto de superidealismo,una desviacin juvenil, una muestra de quijotismo, osimplemente la consideren un acto de inexperiencia o deirreflexin. Se trata de optar por la justicia enfrentndoseincluso con la ley, y de ensalzar la autoridad de los hroes de labelleza y de la verdad sobre las ruinas de la autoridad de lasconveniones, del cinismo, de la ignorancia, y de la inercia delalma. En los escritos de este humanista societario no se recurre ni ala condena fcil, ni a la indignacin moral. Los capitalistas,considerados aisladamente, no son objeto de sus crticas; lo quecombate es el sistema. Ahora bien, en su cartografa de losefectos devastadores del laissez-faire no hay concesiones alromanticismo, ningn oscuro deseo de retornar a idealizadospasados o a parasos perdidos que nicamente pueden recobrarrealidad en los sueos. Lo que caracteriza y mueve suinvestigacin genealgica es la apuesta de un intelectual que, ennombre de su ciudadana, no renuncia a contribuir con suesfuerzo a construir, sobre los rescoldos an humeantes de unagran transformacin, una sociedad democrticamentevertebrada. Economa y sociedad En la Inglaterra de finales del siglo XVIII se inici la Re-volucin Industrial y con ella tuvo lugar el momento funda-cional de una utopa econmica capaz de reducir todos loselementos de la produccin al estado de mercancas. Las ra-cionalizaciones de la economa poltica, promovidas en unprincipio por los representantes de la ilustracin escocesa,contagiaron de optimismo a emprendedores hombres de ne-16 17. Presentacin 15gocios y a industriales que se convirtieron en los predicadoresde una nueva religin basada en la f en el progreso. La tesisfuerte que Polanyi defiende con argumentos bien avaladosdocumentalmente es la idea de que el liberalismo econmico,quizs sin que lo pretendiesen los liberales, promocion elprogreso al precio de la dislocacin social. Los pioneros del absolutismo econmico soaron con unasociedad sin trabas para el comercio de modo que viviese alritmo marcado por el desarrollo de un mercado autorregulador.Pero este pilar central del credo liberal que proporcionarefuerzo y sentido a otras piezas fundamentales del sistema demercado del siglo XIX tales como el patrn-oro, el equilibrioentre las potencias y el propio Estado liberal, dej a lassociedades a merced de los vaivenes imprevisibles provocadospor la especulacin, el afn de lucro y la libre competencia enlos negocios. Por primera vez en la historia de la humanidad lasociedad se converta en una simple funcin del sistemaeconmico y flotaba sin rumbo en un mar agitado por laspasiones y los intereses, como un corcho en medio del ocano.La tierra, los hombres y el dinero se vieron fagocitados por elmercado y convertidos en simples mercancas para sercompradas y vendidas. La naturaleza y los hombres, comocualquier otro objeto de compra-venta sometido a la ley de laoferta y de la demanda, quedaron al arbitrio de un sistemacatico que ni tan siquiera conspicuos industriales, hbilespolticos y sagaces financieros acertaban a gobernar. Las viejasformas de sociabilidad fueron sacrificadas al nuevo dolo delmercado autorregulador. Las territorialidades locales fueronbarridas y las sociedades se vieron despojadas de su soportehumano y natural. No es extrao que en ese mundo en tensinse produjesen zarpazos y sacudidas como la primera granguerra y, ms tarde, la gran crisis del 29. Pero ladescomposicin de la sociedad de mercado y el largo periodo deletargo de la razn que acompa al absolutismo econmicoalumbr an monstruos ms temibles que se presentaron bajoel estandarte de la salvacin de los pueblos. Los nuevos lderescarismticos se hicieron con el poder para preservar la ley y elorden de la nacin an al precio de hacer marchar a lahumanidad al paso de la oca. Para com- 17 18. 16 Fernando lvarez-Ura y Julia Vrelaprender el cataclismo que supuso el nacional-socialismo, paracomprender ese imperio de muerte que fue el fascismo, espreciso, nos dice Polanyi, tomar distancia: es preciso re-montarse a la Inglaterra de Ricardo. La gran transformacin no es en esencia ms que un in-teligente y logrado intento de compreder el fascismo, esanegra noche que encaden los sentimientos de humanidad.Tesis pues antipositivista y arriesgada para intentar explicar, ypor tanto contribuir a hacer irrepetible, ese fenmeno dictatorialque redujo la civilizacin occidental a cenizas. Karl Polanyianaliza la historia de la sociedad de mercado y evala susefectos, realiza, a travs de pasos sucesivos, la genealoga deuna nefasta utopa que atenaz a las sociedades durante cientocincuenta aos, muestra, en fin, el apogeo y la decadencia delhomo oeconomicus. El lector encontrar en este libro resonancias weberianaspues se trata de dar cuenta en trminos de racionalidad de unproceso histrico; pero tambin percibir los ecos de la obra deMarx y de Durkheim. De este ltimo no toma Polanyi tantosus preocupaciones por la antropologa cuanto la importanciaque concede a la sociabilidad y, en funcin de ella, a laeducacin, la transmisin de los valores morales y la poltica.Por lo que se refiere al marxismo se interesa mas por Lasituacin de la clase obrera en Inglaterra que por los anlisis delas formaciones sociales realizados a partir de lasdeterminaciones econmicas. Precisamentesucuestionamiento de la centralidad de la economa de mercado lepermitir reprochar a Marx, y sobre todo a los marxistas, laprimaca que conceden a las relaciones de produccin a la horade desentraar la verdad profunda de las variadas formas queadoptan las relaciones sociales. Esa funcin heurstica de laeconoma sera un efecto inducido en la marxismo por elcredo liberal que tiende a proyectar sobre la historia de las so-ciedades la interpretacin econmica que pretende institu-cionalizar en la sociedad de mercado. Karl Polanyi invierte lapropuesta: precisamente porque en las sociedades en las quereina a sus anchas el mercado autorregulador la sociedadpermanece prisionera de las relaciones econmicas el libera-lismo econmico promueve un sistema de excepcin radical-18 19. Presentacin17mente pernicioso que atenta contra los fundamentos mismos dela sociedad, contra la sociabilidad en cuanto tal. Lo que se debate a lo largo de este hermoso estudio es jus-tamente una cuestin central en la actualidad: el estatuto de laeconoma en una sociedad compleja. Y es aqu donde el brillode la inteligencia, fruto de un riguroso trabajo y de una vastaerudicin, nos ofrece un amplio fresco de sociologacomparada de los sistemas econmicos. Polanyi entronca conla mejor tradicin anglosajona de antropologa social. A partirdel trabajo de R. Firth, Primitive Economics of the NewZeland Maori (1929), pero sobre todo de B. Malinows-ki,Argonauts of the Western Pacific (1930), de R.C. Thurn-wald,Economics in Primitive Communities (1932), y MJ.Herskovits, The Economics Life of Primitive Peoples(1940), muestra como en las sociedades no industrializadas, enlas denominadas sociedades primitivas, el sistema de in-tercambio estaba integrado en la organizacin general de lasociedad. El homo oeconomicus es una invencin reciente,pues es a la vez proyecto y producto de las sociedades del lais-sez-faire. La subordinacin de lo social a lo econmico que con empecinamiento continan defendiendo hoy losadalides del neoliberalismo no solo ha generado en Occidenteuna ola de miseria que el trmino cuestin social eufe-miza,sino que ha destruido en las comunidades dependientes defrica, Asia y Amrica las formas de vivir comunitarias y, porconsiguiente, las razones de vivir. El hambre y la pobreza que seciernen sobre estos continentes no son cataclismos naturales, nicastigos bblicos, son efectos derivados de una destruccinsistemtica de las raices de las organizaciones socialesadaptadas a la tierra. El tercermundismo, ese concepto quereenva a condiciones extremas de desarraigo y pobreza, y delque con ligereza se sirven algunos intelectuales orgnicos paradescalificar a sus adversarios, es en realidad un producto delliberalismo desplegado a escala internacional. Andr Gorzextrajo las conclusiones de esta explicacin cuando seal quelo mejor que podramos hacer por el tercer mundo es ayudarloideolgica, poltica y tcnicamente a ahorrarse un tipo deindustrializacin que nosotros estamos en vas de superar.19 20. 18Fernando lvarez-Ura y Julia Vrela La libertad en una sociedad compleja En un congreso de sociologa que se celebr en Inglaterra en1946 Polanyi sintetiz algunas de las lneas de La grantransformacin en los tres puntos siguientes: 1. El determinismo econmico es primordialmente unfenmeno del siglo XIX que en la actualidad ha cesado de seroperativo en la mayor parte del mundo; nicamente funcionen un sistema de mercado que est a punto de desaparecerrpidamente de Europa. 2. El sistema de mercado ha deformado unilateralmentenuestra visin del hombre y de la sociedad. 3. Esas percepciones deformadas constituyen hoy uno delos principales obstculos que nos impiden resolver losproblemas de nuestra civilizacin. La crtica de la racionalidad econmica, el cuestiona-mientode un corpus tcnico-cientfico de carcter formal yuniversalizante que pretende convertirse en la ltima ratio, esdecir, en razn fundante de la produccin y de los inter-cambios, constituye un punto de partida para evitar que laspolticas sociales se vean supeditadas a los tecncratas quienes,al divinizar los parmetros econmicos, se convierten en lossumos sacerdotes del orden social. La tan manida retricasobre la recuperacin de excedentes, el crecimiento de laeconoma, e incluso el milagro econmico o la moderniza-cin, funciona como una cascara vaca cuando se la desvinculade las poblaciones directamente concernidas y del modo comolos distintos grupos sociales se ven afectados por esosparmetros macroeconmicos. La clave por tanto del nuevomarco de interpretacin est en determinar cmo los procesoseconmicos se institucionalizan en diversos tiempos y lugares. Polanyi, a diferencia de Talcott Parsons y de los seguidoresde la teora de sistemas, que han insistido en la tendencia de lassociedades a diferenciarse en subsistemas dotados de unalgica propia idea que para A. Gouldner no es sino el20 21. Presentacin 19efecto inducido en el interior de la teora por la autonomaprctica del mercado en las sociedades del laissez-faire,distingue los principios de reciprocidad, de redistribucin y deintercambio para dar cuenta de las formas histricas que hanadoptado las relaciones econmicas en las diversas for-maciones sociales. En consecuencia el conocimiento de lassociedades primitivas, o de las sociedades del pasado, no slonos permite una crtica del carcter separado, excluyente yexclusivo de la economa liberal, sino que nos proporciona uncontraste alternativo del que podemos extraer lecciones parauna integracin ms ecolgica y humana de la economa en lasociedad. Y no es precisamente esa vieja aspiracin a laigualdad la raiz misma del proyecto socialista? La obstruccin de los liberales a toda reforma que implicaseplanificacin, reglamentacin y dirigismo ha hecho, escribePolanyi, que fuese prcticamente inevitable la victoria delfascismo. Tal fue el resultado de la defensa a ultranza de lalibertad individual y de la fe ciega en el mercado frente acualquier tipo de racionalidad colectiva. Correlativamente, en1944, ya no se haca grandes ilusiones respecto a la UninSovitica: La URSS, que ha utilizado la planificacin, la re-glamentacin y el dirigismo, no ha puesto en prctica todavalas libertades prometidas en su Constitucin y, segn opinan loscrticos, no lo har posiblemente nunca. El nacimiento en los pases occidentales del Estado delBienestar constituy una especie de tercera va. A la luz de Lagran transformacin se puede comprender mejor la ruptura quesupuso la instauracin del Estado social respecto al sistemaliberal. Los principios de la reciprocidad y la redistribucin seconvirtieron en moduladores del mercado. El Estado asumi unpapel central en la planificacin econmica y en la proteccindel tejido social. La fijacin de un salario mnimo, los seguros deenfermedad y desempleo, en suma, la seguridad social, constituael trasfondo de las polticas econmicas caracterizadas a su vezpor la fijacin de tipos de inters, la determinacin de zonasprioritarias de inversin, la regulacin de los flujos monetariosa travs de los bancos centrales... Economa y sociedad searticulaban as a travs del papel mediador del Estado, motorde la economa, principal 21 22. 20Fernando lvarez-Ura y Julia Vrelaagente de los servicios asistenciales, instancia redistribui-dora por antonomasia, centro de apropiacin en la comuni-dad. De este modo la poltica pas a ocupar el puesto demando. El sistema poltico deba garantizar a la vez la liber-tad de los ciudadanos y promover su igualdad mediante unreparto ms justo de la riqueza y de las rentas obtenidas me-diante el sistema fiscal. En unos pases fueron los partidossocialdemcratas quienes desarrollaron este nuevo modelode gobierno, mientras que en otros el protagonismo corres-pondi a los democristianos, e incluso a los conservadores,lo que prueba la comn voluntad de las naciones democrti-cas de preservar a toda costa el espacio social tras la segundaguerra mundial. Los fallos ms destacados de la sociedadeconmica en la que vivimos son su fracaso en proporcionarpleno empleo y su arbitraria y desigual distribucin de la ri-queza y de las rentas escriba Keynes en el ltimo captulode su Teora general de la ocupacin, el inters y el dinero(1935). La regulacin econmica desde el Estado se mostra-ba pues como la solucin providencial. No hubo que esperar a la crisis del petrleo, tras la dcadaprodigiosa, para que surgiesen los problemas, pese a que esacrisis y los cambios que en estos diez ltimos aos se han su-cedido ante nuestros ojos hayan contribuido a idealizar lamemoria de tiempos pasados en aquellos pases que no pade-cieron dictaduras. En 1956 C. Wright Mills escriba La litedel poder para referirse a la poderosa minora reinante en losEstados Unidos de Amrica, a esas jerarquas que controlanel Estado, las empresas econmicas y el ejrcito y se arroganen exclusiva las grandes decisiones. Este triangulo acapara-dor de poder constituye el directorio que mina el poder socialde los ciudadanos. En la sociedad de masas, las muchedum-bres solitarias se ven asistidas y controladas por organiza-ciones e instituciones burocratizadas y distantes que las re-ducen a la condicin de sujetos sometidos. El homopsycologicus, preocupado sobre todo por su salud y su segu-ridad, y enquistado en el narcisismo, toma as el relevo delhomo oeconomicus. La amenaza neoliberal no debe pueseclipsar las realidades ya que el Estado del Bienestar descan-sa en un sistema de funcionamiento antidemocrtico, ms 22 23. Presentacin 21prximo al despotismo ilustrado todo para el pueblo pero sinel pueblo que al ideal de una sociedad participativa yautogestionada. Si el discurso del retorno de la sociedadcivil puede gozar hoy de alguna credibilidad ello se debe a quese nutre, como si fuese la nica opcin posible, de la or-ganizacin piramidal y corporativa de las instituciones, asicomo de los desajustes existentes en el funcionamiento de losservicios pblicos. En el momento actual, cuando Europa cuenta con decenas demillones de parados, cuando se extiende el trabajo precario, lainseguridad social, y crecen sin cesar las desigualdades entrelos grupos y las clases sociales, as como la distancia entre lospases ricos y los pobres, retornan los cnticos laudatorios almercado, al individuo y a la cultura empresarial en nombre deun redivivo neoliberalismo. Las multinacionales imponen su leya los gobiernos que, en un clima de internacionalizacin delcapital, no saben como resover el dilema que el desempleo y lacrisis generan en una espiral infernal: promover la inversin decapitales y asegurar a los inversores la obtencin de excedentesal precio de un abaratamiento de la mano de obra,contratacin temporal, exenciones fiscales, limitacin dederechos laborales y sindicales, en suma imponiendo ladegradacin de las condiciones de empleo, o bien, resistir esechantaje de los inversores haciendo valer derechos socialesfundamentales, fomentando la democracia obrera y velando porel cumplimiento del derecho laboral al precio de dejar depresentar un aliciente para la inversin de los capitalistas con laconsiguiente agudizacin de los problemas de desempleo,depauperizacin y fuga de capitales. El capital no tiene patria,tampoco tiene corazn; es como un tejido canceroso que crecediluyendo lo social, aniquilndolo. El principal mrito de la obra de Karl Polanyi consiste endesemascarar histricamente ese chantaje econmico queutiliza a la sociedad como rehn. Es preciso romper el falsodilema planteado en trminos economicistas, descubrir en lasnuevas apologas del mercado autorregulador el retorno de losviejos fantasmas del pasado, es preciso, en consecuencia,promover el socialismo a escala nacional e internacional 23 24. 22 Fernando lvarez-Ura y Julia Vrelaporque lo que est en juego no es simplemente la defensa de laclase obrera sino una cuestin de vida o muerte para la hu-manidad. Los proyectos de creacin de un espacio social europeo, losprocesos de democratizacin que se estn operando conaltibajos en los pases del socialismo real, el empuje de movi-mientos democrticos en pases del Tercer Mundo, son algunossignos que nos ayudan a encarar el futuro y que contrastan conel auge del fundamentalismo religioso, las tramas negras de lacorrupcin, el esplendor del capitalismo especulativo y delnarcisismo nmada. La gran transformacin sienta las basesde un proyecto socialista porque de los anlisis realizados porKarl Polanyi se desprende la necesidad de buscar nuevasmaneras de vivir acordes con una sociedad cada vez ms libre,justa e igualitaria, en suma, con una sociedad democrtica deeconoma planificada que defender conscientemente elobjetivo de la supervivencia de la humanidad.Fernando Alvarez-Ura y Julia Vrela 24 25. Primera parteEL SISTEMA INTERNACIONAL 25 26. 26 27. CAPTULO 1 LA PAZ DE LOS CIEN AOS La civilizacin del siglo XIX se ha derrumbado. Este librotrata de los orgenes polticos y econmicos de este suceso ascomo de la gran transformacin que ha provocado. La civilizacin del siglo XIX se asentaba sobre cuatro insti-tuciones. La primera era el sistema de equilibrio entre lasgrandes potencias que, durante un siglo, impidi que surgieseentre ellas cualquier tipo de guerra larga y destructora. Lasegunda fue el patrn-oro internacional en tanto que smbolode una organizacin nica de la economa mundial. La tercera,el mercado autorregulador que produjo un bienestar materialhasta entonces nunca soado. La cuarta, en fin, fue el Estadoliberal. Podemos agrupar estas instituciones sealando quedos de ellas eran econmicas y dos polticas. Si adoptamosotro criterio de clasificacin nos encontramos con que dos erannacionales y dos internacionales. Pero en todo caso estascuatro instituciones confieren a la historia de nuestra civiliza-cin sus principales caractersticas. El patrn-oro, entre todas ellas, ha sido reconocido comode una importancia decisiva; su cada fue la causa inmediatade la catstrofe. Cuando se desplom, la mayora de las otrasinstituciones ya haban sido sacrificadas en un esfuerzo estrilpara salvarlo.27 28. 26 Karl Polanyi La fuente y la matriz del sistema se encuentra sin embargoen el mercado autorregulador. Es justamente su nacimiento loque hizo posible la formacin de una civilizacin particular. Elpatrn-oro fue pura y simplemente una tentativa para extenderal mbito internacional el sistema del mercado interior; elsistema de equilibrio entre las potencias fue a su vez unasuperestructura edificada sobre el patrn-oro que funcionaba,en parte, gracias a l; y el Estado liberal fue, por su parte, unacreacin del mercado autorregulador. La clave del sistemainstitucional del siglo XIX se encuentra, pues, en las leyes quegobiernan la economa de mercado. La tesis defendida aqu es que la idea de un mercado que seregula a s mismo era una idea puramente utpica. Unainstitucin como sta no poda existir de forma duradera sinaniquilar la sustancia humana y la naturaleza de la sociedad,sin destruir al hombre y sin transformar su ecosistema en undesierto. Inevitablemente la sociedad adopt medidas paraprotegerse, pero todas ellas comprometan la autorregulacindel mercado, desorganizaban la vida industrial y exponan asa la sociedad a otros peligros. Justamente este dilema oblig alsistema de mercado a seguir en su desarrollo un determinadorumbo y acab por romper la organizacin social que estababasada en l.Esta explicacin de una de las crisis ms profundas quehan existido en la historia de la humanidad puede parecerdemasiado simple. Nada resulta ms absurdo en aparienciaque intentar reducir una civilizacin, su sustancia y su ethos, aun nmero inmutable de instituciones entre las cuales una serala fundamental, as como partir de esta comprobacin parademostrar que la autodestruccin de esta civilizacin era unhecho ineluctable derivado de una determinada cualidad tcni-ca de su organizacin econmica. Las civilizaciones, como lavida misma, nacen de la interaccin de un gran nmero defactores independientes que, por regla general, no pueden redu-cirse a instituciones claramente definidas. Tratar por tanto deobjetivar y definir un mecanismo institucional que explique la28 29. ________________________ La paz de los cien aos 27decadencia de una civilizacin puede parecer una empresadisparatada. No obstante, esto es lo que nosotros pretendemoshacer, y al hacerlo adaptamos conscientemente nuestroobjetivo a la extrema particularidad del problema a estudiar, yaque la civilizacin del siglo XIX fue nica en el sentido de quereposaba sobre un mecanismo institucional muy determinado yespecfico. Las explicaciones no resultarn aceptables a no ser queayuden a comprender el carcter imprevisto del cataclismoque entonces tuvo lugar. En un momento dado, un torrente deacontecimientos se precipit sobre la humanidad como si lasfuerzas del cambio hubiesen estado contenidas durante unsiglo. Una transformacin social de carcter planetario condu-jo a guerras de una intensidad sin precedentes, en el curso delas cuales una veintena de Estados se destrozaron con estrpito.La silueta de nuevos imperios surgi de un ocano de sangre.Pero este hecho, de una violencia demonaca, no hizo ms queocultar una corriente de cambios rpidos y silenciosos que,con frecuencia, engullen el pasado sin que tan slo un replie-gue entorpezca su marcha. Un anlisis razonado de la cats-trofe debe dar cuenta a la vez de esta accin tempestuosa y deesta disolucin tranquila. No emprendemos aqu un trabajo histrico. Lo que in-vestigamos no es una secuencia convincente de sucesos re-levantes, sino una explicacin de su tendencia en funcin de lasinstituciones humanas. Nos sentiremos pues con la libertad dedetenernos en las escenas del pasado, con el nico objeto deproyectar luz sobre los problemas del presente. Analizaremosdetalladamente perodos crticos, y relegaremos casi comple-tamente las fases intermedias. Con este nico objetivo nosadentraremos en territorios propios de disciplinas diferentes. Empezaremos por tratar el derrumbamiento del sistema in-ternacional. Intentaremos mostrar que el sistema de equilibrioentre potencias no poda asegurar la paz una vez desestabili-zada la economa mundial sobre la que este sistema se asen-taba. Esto explica el carcter brusco de la ruptura y la incon-cebible rapidez de la descomposicin. 29 30. 28Karl Polanyi Si bien el desencadenante del hundimiento de nuestracivilizacin ha sido el fracaso de la economa mundial, ste noha sido la nica causa. Sus orgenes se remontan a hace ms decien aos, a la conmocin social y tcnica producida cuandonaci en Europa Occidental la idea de un mercado autorre-gulador. Es en nuestra poca cuando esta aventura se ha vistoconsumada y con ella se cierra una fase especfica de lahistoria de la civilizacin industrial. En la ltima parte del libro nos ocuparemos del mecanismoque ha guiado el cambio social y nacional en nuestra poca.Consideramos que, en trminos generales, es preciso definir lacondicin presente del hombre en funcin de los orgenesinstitucionales de la crisis. En el siglo XIX se produjo un fenmeno sin precedentes enlos anales de la civilizacin occidental: los cien aos de pazcomprendidos entre 1815 y 1914. Si exceptuamos la guerra de Crimea -acontecimiento ms omenos colonial- Inglaterra, Francia, Prusia, Austria, Italia yRusia no entraron en guerra entre ellas ms que dieciochomeses en total. Si consideramos los dos siglos precedentes seobtiene para cada pas una media de sesenta o setenta aos deguerras importantes. Pero incluso la ms feroz de las confla-graciones del siglo XIX, la guerra entre Francia y Prusia, de1870-71, finaliz en menos de un ao cuando la nacin venci-da entreg una suma inslita a ttulo de indemnizacin, y ellosin que las monedas afectadas sufriesen ningn cambio. Este triunfo del pacifismo no excluye sin duda la existenciade graves motivos de conflicto. Esta gran parada pacfica haestado acompaada de cambios casi continuos en la situacininterior y exterior de las naciones poderosas y de los grandesimperios. Durante la primera mitad del siglo XIX las guerrasciviles y las intervenciones revolucionarias y contrarrevolucio-narias estuvieron a la orden del da. En Espaa, bajo el Duquede Angulema, cien mil hombres tomaron Cdiz por asalto. EnHungra la revolucin magiar amenaz con destruir el propioimperio y fue definitivamente aplastada por un ejrcito rusoque combati en suelo hngaro. Intervenciones armadas enAle- 30 31. ________________________ La paz de los cien aos 29mania, Blgica, Polonia, Suiza, Dinamarca y Venecia pusieronde relieve la omnipresencia de la Santa Alianza. Durante lasegunda mitad del siglo XIX la dinmica del progreso se violiberada: los imperios otomano, egipcio y jerifiano se desplo-maron o fueron desmembrados; ejrcitos de invasin obligarona China a abrir sus puertas a los extranjeros; y un gigantescogolpe de mano permiti el reparto del continente africano.Simultneamente dos potencias, los Estados Unidos y Rusia,adquirieron una importancia mundial. Alemania e Italiaobtuvieron su unidad nacional. Blgica, Grecia, Rumania,Bulgaria, Servia y Hungra adquirieron o recobraron su lugarde Estados soberanos en el mapa europeo. Una serie casi ince-sante de guerras abiertas acompa la penetracin de lacivilizacin industrial en el mbito de las culturas en declive ode los pueblos primitivos. Las conquistas militares rusas enAsia central, las innumerables guerras de Inglaterra en la India yen frica, las hazaas de Francia en Egipto, Argelia, Tnez,Siria, Madagascar, Indochina y Siam crearon entre laspotencias problemas que, por regla general, nicamente lafuerza poda arbitrar. Y, sin embargo, cada uno de estosconflictos permaneci localizado, mientras que las grandespotencias bloqueaban, mediante su accin conjunta, o hacanabortar, mediante compromisos innumerables, nuevas ocasio-nes de cambios violentos. Los mtodos podan cambiar, elresultado era siempre el mismo. Mientras que en la primeramitad del siglo XIX el constitucionalismo se eriga enestandarte y la Santa Alianza haba suprimido la libertad ennombre de la paz, a lo largo de la segunda mitad del siglo, losbanqueros, ansiosos de hacer negocios, impusieron constitu-ciones a dspotas turbulentos -y ello siempre en nombre de lapaz-. De este modo, bajo formas distintas y en nombre de ideo-logas permanentemente cambiantes -unas veces en nombre delprogreso y de la libertad, otras invocando la autoridad del tronoy del altar, a veces mediante la bolsa y el carnet de cheques,otras sirvindose de la corrupcin y del trapicheo, en ocasionesutilizando incluso el argumento moral y recurriendo a la opi-nin ilustrada,y,porltimo,31 32. 30 Kan Polanyiapelando al abordaje y a las bayonetas se obtena un nico ymismo resultado: se mantena la paz. Esta proeza casi milagrosa provena del juego de equilibrioentre las potencias que tuvo en este caso un resultado quehabitualmente no tiene. Este equilibrio normalmente obtieneun resultado completamente diferente, es decir, la superviven-cia de cada una de las potencias implicadas. De hecho estejuego de fuerzas se asienta en el postulado segn el cual tresunidades o ms, capaces de ejercer poder, se comportarnsiempre de modo que se combine el poder de las unidadesms dbiles contra el crecimiento de poder de la unidad msfuerte. En el territorio de la historia universal el equilibrioentre potencias afectaba a los Estados, en la medida en quecontribua a mantener su independencia. Este fin no seconsegua, sin embargo, ms que a travs de una guerracontinua entre asociados cambiantes. Un ejemplo de sto es laprctica de los Estados-ciudades de la Antigua Grecia o de laItalia del Norte: guerras entre grupos cambiantes de combatien-tes mantuvieron la independencia de estos Estados durantelargos perodos. La accin de este mismo principio salvaguarddurante ms de doscientos aos la soberana de los Estados queformaban Europa en la poca del tratado de Mnster y deWetsfalia (1648). Cuando, sesenta aos ms tarde, lossignatarios del tratado de Utrecht declararon que se adheranformalmente a este principio, constituyeron por este medio unsistema y crearon as, tanto para el fuerte como para el dbil,garantas mutuas de supervivencia sirvindose de la guerra. Enel siglo XIX, el mismo mecanismo condujo ms bien a la pazque a la guerra, lo que plantea un problema que supone undesafo para el historiador. Adelantemos que el factor que supuso una innovacinradical fue la aparicin de un partido de la paz muy activo.Tradicionalmente un grupo de este tipo era considerado algoextrao al sistema estatal. La paz, con sus consecuencias paralas artes y los oficios, era valorada habitualmente como algoequivalente a los simples ornamentos de la vida. La Iglesiapoda rezar por la paz del 32 33. ________________________ La paz de los cien aos 31mismo modo que lo haca por una abundante cosecha, pero enlo que se refiere a la accin del Estado, ste no dejaba desostener la intervencin armada. Los gobiernos subordinabanla paz a la seguridad y a la soberana, es decir, a objetivos queno podan conseguirse ms que recurriendo a medios extremos.Se consideraba que existan pocas cosas ms perjudicialespara una comunidad que la existencia en su seno de un grupoorganizado de partidarios de la paz. Todava en la segundamitad del siglo XVIII Juan Jacobo Rousseau arremeta contralos negociantes por su falta de patriotismo, ya que losconsideraba sospechosos de preferir la paz a la libertad. Despus de 1815 el cambio fue rpido y completo. Losalborotos de la Revolucin francesa reforzaron la mareaascendente de la Revolucin industrial para hacer del co-mercio pacfico un objetivo de inters universal. Metternichproclama que lo que quieren los pueblos de Europa no es lalibertad, es la paz. Gentz califica a los patriotas de nuevosbrbaros. La Iglesia y el trono emprenden la desnaciona-lizacin de Europa. Sus argumentos parten de la ferocidad dela guerra bajo sus nuevas formas populares y del valor enormeque representa la paz para las economas nacientes. Los portavoces del nuevo inters por la paz eran, comoes habitual, aquellos que se beneficiaban ms de ella, es decir,ese cartel de soberanos y de seores feudales cuya situacinpatrimonial se vea amenazada por la ola revolucionaria depatriotismo que anegaba el continente. Durante casi un terciode siglo la Santa Alianza proporcion as la fuerza coercitiva yla impulsin ideolgica necesaria para una poltica de pazactiva. Sus ejrcitos recorran Europa reprimiendo a lasminoras y yugulando a las mayoras. Desde 1846 hastaaproximadamente 1871 -uno de los cuartos de siglo msconfusos y ms densos de la historia europea1- la paz fue noobstante menos slida, las fuerzas decadentes de la reaccin seenfrentaron entonces con las de la industrializacin ascen-dente. En el1. R. SONTAG, European Diplomatic History, 1871-1932, 1933. 33 34. 32Karl Polanyicuarto de siglo que sucedi a la guerra franco-prusiana se asistea un renacimiento del inters por la paz, representado por unanueva y pujante entidad: el Concierto europeo. Los intereses, sin embargo, al igual que las intenciones, sequedan en un plano necesariamente platnico si ciertos resortessociales no los retraducen al mbito poltico. Aparentementefaltaba este instrumento de transformacin. La Santa Alianzay el Concierto europeo no eran, en ltima instancia, ms quesimples asociaciones de Estados soberanos independientes;dependan pues del equilibrio entre las potencias y de susmecanismos de guerra. Cmo preservar entonces la paz? Parece claro que todo sistema de equilibrio entre laspotencias implica una tendencia a impedir aquellas guerrasque nacen de la incapacidad de una determinada nacin paraprever el realineamiento entre las potencias que se produciracomo consecuencia de su tentativa para modificar el statu quo.Bismarck es un ejemplo bien conocido en este sentido, ya quefue l quien desconvoc en 1875, a partir de la intervencin deRusia y Gran Bretaa, la campaa de prensa contra Francia (laayuda austraca a esta nacin era considerada segura): en estaocasin el Concierto europeo jug en contra de Alemania que seencontr aislada. En 1877-78 Alemania fue incapaz de preveniruna guerra ruso-turca, pero logr impedir que se extendiesealimentando la envidia que senta Inglaterra ante la idea de unmovimiento de Rusia hacia los Dardanelos: Alemania eInglaterra apoyaron a Turqua contra Rusia y salvaron as lapaz. En el Congreso de Berln se elabor un plan a largo plazopara la liquidacin de las posesiones europeas en el Imperiootomano lo que supuso suprimir la ocasin de guerras entre lasgrandes potencias -a pesar de todas las transformacionesulteriores del statu quo-, pues las partes implicadas podanprcticamente conocer por anticipado, y con seguridad, lasfuerzas contra las que tendran que librar batalla. En todos estoscasos la paz fue un agradable subproducto del sistema deequilibrio entre las potencias.Tambin aconteci que cuando el futuro de pequeas34 35. ________________________ La paz de los cien aos 33potencias estaba en juego se evitaron guerras suprimiendodeliberadamente las causas. Las pequeas naciones eranmantenidas a raya con mano frrea y se les impeda alterar elstatu quo cuando esto poda precipitar la guerra. En 1831 lainvasin de Blgica por los holandeses consigui la neutraliza-cin de ese pas. En 1855 Noruega fue igualmente neutra-lizada. En 1867 Holanda vendi Luxemburgo a Francia y,ante la protesta de Alemania, Luxemburgo se convirti en unpas neutral. En 1856 la integridad del Imperio otomano fuedeclarada esencial para el equilibrio de Europa y el Conciertoeuropeo intent mantener este Imperio. Cuando, despus de1878, se consider necesaria su desintegracin para mantenerese mismo equilibrio, se procedi a su desmembramiento deun modo igualmente metdico -a pesar de que en amboscasos la decisin implicaba la vida o la muerte de muchospequeos pueblos-. Entre 1852 y 1863 Dinamarca, y entre 1851y 1856 Alemania, amenazaron con poner en peligro elequilibrio cada vez que las grandes potencias forzaban a lospequeos Estados a someterse. Las grandes potencias utiliza-ron pues la libertad de accin que les ofreca el sistema paraservir a un inters comn, que resultaba ser la paz. Pero, a pesar de los ajustes oportunos de las relaciones defuerza, y a pesar de la aceptacin impuesta a los pequeos Es-tados de la maciza paz de los Cien Aos, se estaba lejos de laprevencin puntual de las guerras. El desequilibrio internacio-nal poda presentarse por innumerables causas -desde unconflicto de amor dinstico hasta la canalizacin de un ro,desde una controversia teolgica hasta una invencin tcnica.El simple incremento de la riqueza y de la poblacin o, llegadoel caso, su simple disminucin, poda desestabilizar a lasfuerzas polticas y el equilibrio exterior reflejaba invariable-mente el equilibrio interior. Incluso un sistema organizadode equilibrio entre las potencias no puede asegurar una pazque no se vea permanentemente amenazada por la guerra, msque si es capaz de actuar directamente sobre los factores inter-nos y de prevenir el desequilibrio in statu nascendi. Una 35 36. 34Karl Polanyivez que el movimiento de desequilibrio ha alcanzado di-namismo, entonces nicamente la fuerza puede frenarlo. Es unhecho generalmente admitido que, para asegurar la paz hay queeliminar las causas de la guerra, pero con frecuencia se olvidaque para conseguir esto es preciso disponer del flujo de la vidaen su origen mismo. La Santa Alianza encontr el medio de lograrlo con la ayudade instrumentos propios. Los reyes y las aristocracias deEuropa formaban una internacional de parentesco y la iglesiaromana les proporcionaba, en Europa meridional y central, uncuerpo de funcionarios devotos que iban desde el ms elevadonivel de la escala al ms bajo escaln de la sociedad. Lasjerarquas de la sangre y de la gracia se unieron convirtindoseen un instrumento de gobierno local eficaz que nicamenteprecisaba del apoyo de la fuerza para garantizar la pazcontinental. El Concierto europeo que sucedi a la Santa Alianza, estabadesprovisto, sin embargo, de esos tentculos feudales yclericales. Como mucho, constitua una federacin laxa cuyacoherencia no poda equipararse a la obra de arte realizadapor Metternich. Era raro que se pudiese convocar una reuninde grandes potencias, y sus envidias dejaban un amplio campoa la intriga, al cambio de corrientes y al sabotaje diplomtico.La accin militar conjunta no era frecuente. Y, sin embargo,lo que la Santa Alianza con su unidad perfecta de pensamientoy accin no haba podido conseguir en Europa ms quemediante numerosas intervenciones armadas, la vaga entidaddenominada Concierto europeo lo consigui a escala mundialgracias a una utilizacin menos frecuente y menos opresiva dela fuerza. Para explicar este hecho sorprendente es precisosuponer que, oculto en el interior del nuevo dispositivo, estabaen actividad un poderoso resorte social capaz de desempearun papel comparable al que haban desempeado en el antiguodispositivo las dinastas y los episcopados a fin de hacerefectivo el inters de paz. Ese factor annimo era la hautefinance. Hasta el presente no se ha realizado una investigacin globalsobre la naturaleza de la banca internacional en el 36 37. ________________________ La paz de los cien aos 35siglo XIX, por lo que apenas esta misteriosa institucin surgedel claroscuro de la mitologa poltico-econmica 2. Algunoshan afirmado que se trataba de un simple instrumento de losgobiernos; otros que los gobiernos eran los instrumentos de sused insaciable de beneficios; unos piensan que sembraba ladiscordia internacional y otros que vehiculaba un cosmopoli-tismo afeminado que saboteaba la fuerza de las naciones viriles.Nadie de los que as opinan se equivoca completamente. Lasaltas finanzas, institucin sui generis propia del ltimo terciodel siglo XIX y del primer tercio del siglo XX, funcionaron,durante este perodo como el elemento de unin principal entrela organizacin poltica y la organizacin econmica mun-diales. Esta institucin proporcion los instrumentos de unsistema de paz internacional que fue construido con la ayudade las grandes potencias pese a que stas, por s solas, nohabran podido crearlo ni mantenerlo. Mientras que el Con-cierto europeo nicamente actuaba de forma intermitente, lasaltas finanzas funcionaban como un agente permanente decarcter enormemente flexible. Independientes de los gobier-nos particulares, incluso de los ms poderosos, las altas finan-zas estaban en contacto con todos; independientes de losbancos centrales, incluido el Banco de Inglaterra, mantenanrelaciones estrechas con ellos. Existan ntimas conexionesentre las finanzas y la diplomacia, y ni la una ni las otraselaboraban el ms mnimo plan a largo plazo, ya fuese pacficoo belicoso, sin asegurarse de que existan buenas disposicio-nes por ambas partes. Y, a pesar de todo, el secreto del mante-nimiento de la paz general resida, sin ninguna duda, en la po-sicin, la organizacin y las tcnicas de las finanzas interna-cionales. El personal, as como las motivaciones de este cuerposingular, le conferan un estatuto que tena slidas races en laesfera privada del inters estrictamente comercial. LosRothschild no estaban sometidos a ningn gobierno2 H. FEIS, Europe, the Worlds Banker, 1870-1914,1930. Hemos utilizado confrecuencia esta obra. 37 38. 36 Karl Polanyinico. En tanto que familia encarnaban el principio abstractodel internacionalismo. Su lealtad constitua un pilar alldonde el crdito, en una economa mundial en rpidocrecimiento, se haba convertido en el nico lazo supranacionalentre el poder poltico y el esfuerzo industrial. En ltimotrmino, su independencia responda a las necesidades de lapoca, que reclamaba la existencia de un agente internacionalque inspirase una misma confianza a los hombres de Estadonacionales y a los inversores internacionales: a esta necesidadvital la extraterritorialidad metafsica de una dinasta debanqueros judos, domiciliada en las capitales de Europa, leproporcion una solucin casi perfecta. Y no es que fuesenpacifistas, puesto que haban hecho su fortuna financiandoguerras; eran impermeables a las consideraciones morales y nopresentaban ninguna objecin frente a pequeas guerras,breves o localizadas por muy numerosas que fuesen. Pero siuna guerra general entre las grandes potencias afectaba a losfundamentos monetarios del sistema, sus negocios sufriran lasconsecuencias. La propia lgica de las cosas les haba procura-do la suerte de verse obligados a mantener las condiciones ne-cesarias para la paz general en el corazn mismo de la trans-formacin revolucionaria a la que estaban sometidos los pue-blos del planeta. Desde el punto de vista de la organizacin, las altas finanzasconstituyeron el ncleo de una de las instituciones ms comple-jas que la historia humana haya producido. A pesar de sucarcter transitorio en razn de su universalidad, y a pesar de laprofusin de sus formas y de sus instrumentos, esta organiza-cin resulta nicamente comparable con el conjunto de lasactividades industriales y comerciales de la humanidad, activi-dades de las que es en cierto modo el espejo y la contrapartida.Si exceptuamos el centro internacional -las altas finanzaspropiamente dichas- nos encontramos con media docena decentros nacionales que gravitaban en torno a sus bancos deemisin y a sus bolsas. Adems, la banca internacional no secontentaba simplemente con financiar a los gobiernos en susaventuras guerreras y pacficas, sino que se ocupaba tam-38 39. ________________________ La paz de los cien aos 37bien de invertir en el extranjero, concretamente en la industria,en los trabajos pblicos y en la banca, as como de concederprstamos a largo plazo a sociedades extranjeras pblicas yprivadas. Repitmoslo, las finanzas nacionales eran unmicrocosmos. Inglaterra contaba, por su parte, con cerca decincuenta tipos diferentes de bancos. La organizacin bancariade Francia y de Alemania tambin era especfica y en cadauno de estos pases las prcticas del Ministerio de Finanzas, ysus relaciones con las finanzas privadas, variaban del modoms sorprendente y con frecuencia haciendo gala de gransutileza y detalle. El mercado del dinero, al mismo tiempo queresponda a las operaciones cotidianas y a otras especialidadesde los agentes de cambio, era el lugar de paso de una multitudde efectos comerciales, de tratos con capitales extranjeros, deefectos puramente financieros. La red se haca cada vez msdensa por la presencia de una variedad infinita de gruposnacionales y de personalidades, cada uno con su particularprestigio y posicin social de autoridad, con sus clientes, susactivos en dinero y contratos, sus inversores y su aura social. Las altas finanzas no tenan la vocacin de ser un ins-trumento de paz. Esta funcin, como diran los historiadores, laasumieron accidentalmente, mientras que los socilogosposiblemente preferiran hablar de la ley de disponibilidad. Elmvil de las altas finanzas era la ganancia. Para conseguirla erapreciso mantenerse en buenas relaciones con los gobiernoscuyo objetivo era el poder y la conquista. Llegados a estepunto podemos descuidar sin temor la distincin entre poderpoltico y poder econmico, as como entre los objetivoseconmicos y polticos de los gobiernos. De hecho lo quecaracterizaba a los Estados-nacin de esta poca era la ausenciade un fundamento real de esta distincin, pues cualesquiera quefuesen sus objetivos, los gobiernos se esforzaban porconseguirlos mediante la utilizacin y el desarrollo del podernacional. Por otra parte la organizacin y el personal de lasaltas finanzas eran internacionales, sin ser, por consiguiente,completamente independientes de la organizacin naci-39 40. 38 Karl Polanyinal, ya que las altas finanzas, en tanto que centro que esti-mulaba la participacin de los banqueros en las fusiones yconsorcios, en los grupos de inversin, en los prstamos alextranjero, en las redes del control financiero o en otrastransacciones de ambiciosa envergadura, estaban obligadas abuscar la cooperacin con la banca nacional, con el capitalnacional, con las finanzas nacionales. Aunque stas ltimasestuvieron generalmente menos sometidas al gobierno que laindustria nacional, se encontraban, en gran medida, bajo sudependencia, por lo que las finanzas internacionales mostraronun vivo deseo de mantener contactos directos con los propiosgobiernos. Como, sin embargo -en virtud de su posicin, de supersonal, de su funcin privada y de sus relaciones-, eran dehecho independientes de tal o cual gobierno particular, seencontraban en situacin de ponerse al servicio de un nuevointers, carente de organizacin propia y para el que no existaninguna otra institucin disponible, y que, adems, era de unaimportancia vital para la comunidad: la paz. No se trata de lapaz incondicional, ni tampoco de una paz que implicara larenuncia de las potencias concernidas a la ms mnimaparcela de independencia, de soberana, de gloria adquirida ode aspiraciones para el futuro, sino de la paz susceptible de serobtenida sin tener que realizar sacrificios de ese tipo. As estaban las cosas. El poder prevaleca sobre el beneficio.Por muy profunda que fuese la interpenetracin entre ambosdominios, a fin de cuentas era la guerra quien dictaba su ley alcomercio. Francia y Alemania, por ejemplo, eran nacionesenemigas desde 1870, lo que no exclua que existiesen entreellas prudentes transacciones. Se formaban consorcios banca-rios circunstancialmente para conseguir objetivos transitorios;los bancos comerciales alemanes tenan empresas situadas alotro lado de la frontera, participaciones que no constaban en losbalances; en el mercado de prstamos a corto plazo los bancosfranceses descontaban las letras de cambio y concedan prsta-mos a corto plazo sobre garantas subsidiarias y comerciales.Cuando existan inversiones directas, como suceda en40 41. La paz de los cien aos 39el caso del consorcio del hierro y del carbn o en el de lafbrica Thyssen en Normanda, se limitaban a regionesfrancesas bien delimitadas y sufran el fuego permanente delas crticas tanto nacionalistas como socialistas. Estas inver-siones eran ms frecuentes en las colonias, como muestran losesfuerzos tenaces de Alemania para asegurarse en Argeliamineral de alta calidad o la enmaraada historia de las parti-cipaciones en Marruecos. De todos modos, el hecho cierto esque en ningn momento, despus de 1870, fue suprimida en labolsa de Pars la prohibicin oficial, aunque tcita, que pesabasobre los valores alemanes. Francia simplemente eligi noarriesgarse, a comprobar, como la fuerza del capital recibidoen prstamo3 se volva contra ella. Austria tambin era sospe-chosa: durante la crisis marroqu de 1905-1906 la prohibicinse extendi a Hungra; los medios financieros parisinosclamaban por la admisin de los valores hngaros, pero losmedios industriales sostenan un gobierno firmemente opuestoa hacer la menor concesin a un eventual antagonismo militar.La rivalidad poltico-diplomtica continu sin tregua. Cual-quier iniciativa susceptible de acrecentar el potencial del pre-sunto enemigo chocaba con el veto del gobierno. En ocasionespareca que el conflicto haba llegado a su fin, pero los mediosbien informados saban que simplemente se haba desplazadohacia puntos todava ms profundos, disimulados bajo las bue-nas relaciones de superficie. Pongamos otro ejemplo: las ambiciones de Alemania enOriente. Aqu de nuevo la poltica y las finanzas se entremez-clan, pero la poltica es la que prevalece. Tras un cuarto desiglo de querellas peligrosas, Alemania e Inglaterra firmaronen junio de 1914 un compromiso global sobre los ferrocarrilesde Bagdad. Algunos piensan que demasiado tarde para impe-dir la Gran Guerra. Otros han sostenido, por el contrario, quela firma de este acuerdo probaba de forma concluyente que laguerra entre Inglaterra y Alemania no haba estado causada porel choque de3H. FEIS, op cit., p. 201.41 42. 40 Karl Polanyidos expansionismos econmicos. Ninguna de estas dosopiniones responde realmente a los hechos: en realidad elacuerdo dejaba sin resolver la cuestin principal. Seguasiendo imposible prolongar la lnea del ferrocarril alemn msall de Basora sin el consentimiento del gobierno britnico, ylas zonas econmicas previstas en el tratado no podan sinoconducir en el futuro a una colisin frontal. Entre tanto lasgrandes potencias continuaban preparndose para el Gran Da,el cual estaba mucho ms cerca de lo que pensaban 4. Las finanzas internacionales tuvieron que hacer frente a lasambiciones y a las intrigas contrarias de las grandes y de laspequeas potencias; sus proyectos se vean contrarrestados porlas maniobras diplomticas, sus inversiones a largo plazo com-prometidas, sus esfuerzos constructivos frenados por el sabota-je poltico y por la obstruccin subterrnea. Las organizacionesbancarias nacionales, sin las cuales eran impotentes se conver-tan con frecuencia en cmplices de sus propios gobiernos, yno exista ningn plan slido si antes no se fijaba el botn decada participante. Suceda sin embargo, tambin frecuente-mente, que estas finanzas del poder no eran las vctimas, sinolas beneficiaras de la diplomacia del dlar, punta de lanzadura en el campo de las finanzas, ya que el xito en los negociosimplicaba el uso implacable de la fuerza contra los pases msdbiles, la corrupcin generalizada de las administracionesatrasadas, la utilizacin para conseguir sus fines de todos losmedios clandestinos familiares a la jungla colonial y semico-lonial. Y, sin embargo, cay en suerte a las altas finanzas pordeterminacin funcional el impedir las guerras generales. Enestas guerras la amplia mayora de los que detentaban valoresde Estado, as como los otros inversores y negociantes, estabancondenados a ser los primeros perdedores, sobre todo si lasmonedas se vean afectadas. La influencia ejercida por las altasfinanzas sobre las grandes potencias, fue constantemente4Cf. Comentarios sobre las fuentes.42 43. ________________________ La paz de los cien aos 41favorable a la paz europea; y como los propios gobiernosdependan por ms de una razn de su cooperacin, estainfluencia fue eficaz. En consecuencia el partido de la pazno dej de estar representado en los consejos del Conciertoeuropeo en ningn momento. Si a esto aadimos el creci-miento del inters por la paz en el interior de cada nacin,en la que la costumbre de invertir se haba afianzado, co-menzaremos a comprender por qu la temible innovacinrepresentada por la paz armada de docenas de Estadosprcticamente movilizados, ha podido cernirse sobre Eu-ropa desde 1871 hasta 1914 sin que en ese lapso de tiempoestallase una conflagracin devastadora. Las finanzas (uno de los canales de influencia) jugaron elpapel de un poderoso moderador en los consejos y en laspolticas de un cierto nmero de pequeos Estados soberanos:los prstamos y su renovacin, dependan de sus crditos, ystos de su buena conducta. Como el comportamiento, en unrgimen constitucional (los que no lo eran estaban mal vistos)se refleja en el presupuesto, y como el valor exterior de lamoneda no puede ser disociado de la valoracin concedida aese presupuesto, los gobiernos endeudados haban sidoadvertidos para que vigilasen cuidadosamente sus cambios yevitasen determinadas polticas que podan poner en peligro lasolidez de la situacin presupuestaria. Esta til mxima seconverta en una regla de conducta apremiante una vez que unpas adoptaba el patrn-oro, lo que limitaba al mximo lasfluctuaciones tolerables. El patrn-oro y el constitucionalismofueron los instrumentos que llevaron la voz de la City deLondres a numerosos pases pequeos que haban adoptadoesos smbolos de adhesin al nuevo orden internacional. Sibien la Pax Britannica, para mantener su dominacin, se vioobligada a veces a echar mano de los prestigios amenazadoresde los caones de los navios de guerra, se impuso, sinembargo, mucho ms frecuentemente tirando de los hilos de lared monetaria internacional. La influencia de las altas finanzas estaba tambin aseguradapor el hecho de que gestionaba oficiosamente las finanzas devastas regiones semicoloniales y entre ellas los 43 44. 42Karl Polanyiimperios decadentes del Islam, situados en la zona enor-memente explosiva del Medio Oriente y del frica del Norte.Fue all donde el trabajo cotidiano de los financieros jug conlos factores sutiles que subyacen al orden internacional,proporcionando una administracin de facto a esas regionesinestables en donde la paz era muy vulnerable. De este modo,las numerosas condiciones previas planteadas a las inversio-nes de capital a largo plazo en esas regiones pudieron sercumplidas superando obstculos casi insalvables. La epopeyade la construccin de los ferrocarriles en los Balcanes, enAnatolia, Siria, Persia, Egipto, Marruecos y China es unahistoria de resistencia fsica sembrada de incidentes que ledejan a uno sin respiracin: esta odisea recuerda las proezasdel mismo tipo que conoci el continente Norteamericano. Elprincipal peligro que acechaba a los capitalistas europeos noera sin embargo el fracaso tcnico-financiero sino la guerra -nouna guerra entre pases pequeos (se los poda aislar fcil-mente), ni una guerra declarada a un pequeo pas por unagran potencia (accidente frecuente y por lo general muycmodo), sino una guerra general entre las mismas grandespotencias-. Europa no era un continente vaco y en ellahabitaban por millones viejos pueblos y pueblos jvenes: todonuevo ferrocarril deba atravesar fronteras de una solidezvariable y algunas de ellas podan verse fatalmente debilitadaspor este contacto, mientras que otras se vean reforzadas de unmodo importante. nicamente la mano de hierro que lasfinanzas hacian pesar sobre los gobiernos postrados de regionesatrasadas podan aplazar la catstrofe. Cuando en 1875Turqua incumpli sus compromisos financieros, estallaroninmediatamente conflictos militares que duraron desde 1876hasta 1878, ao en el que se firm el Tratado de Berln.Durante los treinta y seis aos posteriores, la paz fuemantenida. Esta llamativa paz fue hecha efectiva por el decretode Muharren (1881) que estableci la Deuda otomana enConstantinopla. Los representantes de las altas finanzas fueronlos encargados de gestionar el conjunto de las finanzas turcas.En numerosos casos, formulaban compromisos entre laspotencias; 44 45. ________________________ La paz de los cien aos 43en otros, impedan a Turqua suscitar dificultades por supropia cuenta; algunas veces, se convirtieron simplemente enagentes polticos de las potencias; en fin, en todos los casossirvieron a los intereses financieros de los acreedores y, en lamedida de lo posible, a los capitalistas que intentaban obtenerbeneficios en Turqua. Esta tarea se complic enormementepor el hecho de que la Comisin de la Deuda era no tanto uncuerpo representativo de intereses privados cuanto unorganismo de derecho pblico europeo en el que las altasfinanzas se haban establecido nicamente de un modooficioso. Pero fue precisamente esta capacidad anfibia lo queles permiti superar la fosa existente entre la organizacinpoltica y la organizacin econmica de la poca. Ahora el comercio estaba ligado a la paz. En el pasado laorganizacin del comercio haba sido militar y guerrera, era laotra cara del pirata, del corsario, de la caravana armada, delcazador y del cuatrero, de los comerciantes portadores dedagas, de la burguesa urbana armada, de los aventureros y delos exploradores, de los colonos y de los conquistadores, de loscazadores de hombres, de los traficantes de esclavos y de losejrcitos coloniales de las compaas por contrata. Todo estohaba sido, sin embargo, olvidado. El comercio dependa desdeahora de un sistema monetario internacional que no podafuncionar si se produca una guerra general. Para el comercioera, pues, necesaria la paz, y las grandes potencias seesforzaban en mantenerla. Pero, como hemos sealado, elsistema de equilibrio entre las grandes naciones no poda pors mismo asegurarla. Las finanzas internacionales constituanuna buena muestra, por su propia existencia, del principio dela nueva dependencia en la que se encontraba el comercio enrelacin a la paz. Nos hemos habituado a pensar con demasiada facilidad laexpansin del capitalismo como un proceso poco pacfico y aver en el capital financiero el principal instigador de innumera-bles crmenes coloniales y de agresiones expansionistas. Susrelaciones ntimas con la industria pesada hicieron a Leninafirmar que el capital financiero45 46. 44 Karl Polanyiera responsable del imperialismo, y ms concretamente, deluchas por las esferas de influencia, por las concesiones, por losderechos de extraterritorialidad, as como de las innumerablesformas con las que las potencias occidentales ahogaban a lasregiones atrasadas a fin de invertir en ferrocarriles, trabajospblicos, puentes y otras instalaciones permanentes de las quesacaban beneficios las industrias pesadas. En realidad, elcomercio y las finanzas fueron responsables de numerosasguerras coloniales, pero se les debe tambin el haber evitadoun conflicto general. Sus relaciones con la industria pesada, quenicamente en Alemania fueron particularmente estrechas, ex-plican uno y otro fenmeno. El capital financiero, organizacinque patrocinaba a la industria pesada, contaba con suficientesamarras en las diversas ramas industriales para permitir queun solo grupo determinase su poltica. Por cada intersvinculado a la guerra exista una docena de ellos que se veandesfavorablemente afectados por ella. El capital internacionalestaba naturalmente avocado a ser el perdedor en caso deguerra, pero las propias finanzas nacionales nicamentepodan sacar excepcionalmente beneficios -como ocurri confrecuencia con decenas de guerras coloniales- siempre y cuandolos conflictos se mantuviesen localizados. Cada guerra, o casicada guerra, fue organizada por los financieros, pero stos orga-nizaban tambin la paz. La naturaleza al desnudo de este sistema estrictamentepragmtico, que se empeaba con ahinco en evitar una guerrageneral, al mismo tiempo que permita el ejercicio tranquilo delos negocios a travs de una secuencia ininterrumpida deguerras menores, encontr su mejor ilustracin en los cambiosque dicho sistema aportaba al derecho internacional. En elmismo momento en que el nacionalismo y la industria tendanclaramente a una mayor ferocidad y generalizacin de lasguerras, se elaboraban tambin garantas efectivas para que elcomercio pacfico pudiese continuar en tiempo de guerra.Federico el Grande es conocido por haber rechazado -enrepresalia- legitimar en 1752 el prstamo silesiano realizadopor britni-46 47. La paz de los cien aos 45cos 5. Ninguna tentativa de este tipo fue realizada de nuevo,dice Hershey. Las guerras de la Revolucin francesa nos ofrecenlos ltimos ejemplos importantes de confiscacin de bienesprivados pertenecientes a sujetos enemigos que se encontrabanen territorio beligerante en el momento en que empezaron lashostilidades. Despus del comienzo de la guerra de Crimea,los navios comerciales enemigos obtuvieron permiso paraabandonar los puertos, prctica a la que se adhirieron durantelos cincuenta aos siguientes Prusia, Francia, Rusia, Turqua,Espaa, Japn y Estados Unidos. A partir de los comienzos dela guerra el comercio entre beligerantes goz de una indulgenciaespecial. Y as, por ejemplo, durante la guerra hispano-ameri-cana buques neutrales cargados de mercancas -y pertene-cientes a los americanos- que no provenan de contrabando deguerra, zarpaban hacia los puertos espaoles. Constituye unprejuicio pensar que las guerras del siglo XVIII eran a todasluces menos destructivas que las del XIX. El siglo XIX, en loque se refiere al estatuto de los enemigos, a la devolucin delos crditos detentados por ciudadanos hostiles, a sus bienes, oal derecho de abandonar los puertos del que gozaban losbarcos comerciales del adversario, supuso un giro decisivo enfavor de medidas destinadas a salvaguardar el sistemaeconmico en tiempos de guerra. El siglo XX invertir estatendencia. De esta forma, la nueva organizacin de la vida econmicasirvi de trasfondo a la paz de los Cien Aos. En el primerperodo, las clases medias nacientes fueron sobre todo unafuerza revolucionaria que pona en peligro la paz, como sepuso de relieve en las conmociones provocadas por Napolen;precisamente contra este nuevo factor de conflictos nacionalesorganiz la Santa Alianza su paz reaccionaria. En el segundoperodo, sali victoriosa la nueva economa. En lo sucesivolas clases medias sern portadoras de un inters por la pazmucho ms poderoso5A. S. HERSHEY, Essentials of International Public Law and Organization,1927, pp. 565-569.47 48. 46Karl Polanyique el de sus predecesores reaccionarios, inters que mantenael carcter nacional-internacional de la nueva economa. Enambos casos, sin embargo, el inters por la paz no se hizoefectivo ms que cuando se logr que el sistema de equilibrio delas finanzas se pusiese a su servicio, al otorgar a este sistemarganos sociales capaces de tratar directamente con lasfuerzas interiores activas en el campo de la paz. En tiemposde la Santa Alianza estos rganos eran la feudalidad y lostronos, sostenidos por el poder espiritual y material de laIglesia; en la poca del Concierto europeo lo fueron lasfinanzas internacionales y los sistemas bancarios nacionalesaliados a l. No es necesario insistir en esta distincin. Durantela paz de los Treinta Aos (1816-1848), Gran Bretaareclamaba ya la paz y el comercio, y la Santa Alianza nodespreciaba la ayuda de los Rothschild. Con el Conciertoeuropeo, repitmoslo una vez ms, las finanzas internacionalesnecesitaron con frecuencia asentarse sobre sus relacionesdinsticas y aristocrticas. Pero estos hechos tienden simple-mente a reforzar nuestra tesis, segn la cual, la paz fue en cadaocasin salvaguardada no simplemente gracias a laintervencin de las cancilleras de las grandes potencias, sinocon la ayuda de organizaciones concretas puestas al servicio deintereses generales. En otros trminos, el sistema de equilibriode las potencias pudo hacer que se evitasen las conflagracionesgenerales nicamente porque exista el trasfondo de la nuevaeconoma. Pero la obra del Concierto europeo fue incompara-blemente ms importante que la de la Santa Alianza, ya que, sibien esta ltima mantuvo la paz en una regin limitada sobreun continente que no sufra cambios, el primero logr realizarla misma tarea a escala mundial en un momento en el que elprogreso social y econmico cambiaba el mapa del mundo. Estehecho poltico de envergadura fue el resultado de la formacinde una entidad especfica, las altas finanzas, que sirvi depuente entre la organizacin poltica y la organizacin econ-mica de la vida internacional. Debe de quedar claro pues, en la actualidad, que la or-ganizacin de la paz descansaba fundamentalmente en la48 49. ________________________ La paz de los cien aos 47organizacin econmica. Ambos tipos de organizacin estabanlejos no obstante de poseer una coherencia similar. No sepodra hablar de organizacin poltica mundial de la paz msque en un sentido muy amplio, ya que el Concierto europeoera esencialmente no tanto un sistema de paz cuanto unsimple sistema de soberanas independientes, protegidas por elmecanismo de la guerra. De la organizacin econmicamundial podra decirse lo contrario: debemos convenir que, ano ser que queramos sacrificar la lucidez en aras de la prcticaal reservar el trmino organizacin a los rganos dotados deuna direccin central que actan por mediacin de sus propiosfuncionarios, nada habra podido ser ms preciso que los prin-cipios universalmente aceptados sobre los cuales se fundabaesta organizacin, y nada ms concreto que sus elementosmateriales. Presupuestos y armamentos, comercio exterior yaprovisionamiento de materias primas, independencia ysoberana nacionales se encontraban ahora subordinadas a lamoneda y al crdito. Desde 1875 los precios mundiales de lasmaterias primas constituan la realidad central en la vida demillones de campesinos de la Europa continental. Los hombresde negocios del mundo entero eran enormemente sensibles cadada a las oscilaciones del mercado londinense del dinero y losgobiernos discutan sus planes de futuro en funcin de lasituacin de los mercados mundiales de capitales. Solo uninsensato podra poner en duda el hecho de que el sistemaeconmico internacional constitua el eje de la existenciamaterial del gnero humano. Como ese sistema necesitaba lapaz para funcionar, el equilibrio entre las potencias fue puesto asu servicio. Si se hubiese suprimido este sistema econmico,el inters por la paz habra desaparecido de la poltica.Eliminado este sistema, desaparecera la causa que suscitabasemejante inters y la posibilidad misma de salvaguardar lapaz. El xito del Concierto europeo, nacido de las necesidadesde la nueva organizacin internacional de la economa, debainevitablemente llegar a su fin con la disolucin de la misma.La era de Bismarck (1861-1890) conoci el Concierto49 50. 48Karl Polanyieuropeo en su mximo esplendor. En el curso de los dosdecenios que siguieron inmediatamente al ascenso de Alemaniaal estatuto de gran potencia, esta nacin fue la principalbeneficiaria del inters por la paz. Alemania logr abrirsecamino hasta ocupar los primeros rangos en detrimento deAustria y de Francia; la beneficiaba, pues, mantener el statuquo y evitar una guerra que no poda ser ms que una guerra derevancha dirigida contra ella. Bismarck propugn deliberada-mente la idea de la paz como proyecto comn de las potenciasy esquiv los compromisos que habran podido coaccionar aAlemania a abandonar su posicin de potencia de paz. Elcanciller alemn se opuso a las ambiciones expansionistas enlos Balcanes y ultramar; emple con constancia el arma dellibrecambio contra Austria e incluso contra Francia; contra-pes las ambiciones de Rusia y de Austria en los Balcanes,haciendo jugar el equilibrio entre las potencias, permaneciasimismo en buenas relaciones con aliados potenciales y evitlas situaciones suceptibles de implicar a Alemania en la guerra.El agresivo conspirador de 1863-1870 se transform en elhonesto corredor de cambios de 1878 que desaprobaba lasaventuras coloniales. Para servir a los intereses nacionales deAlemania, Bismarck se puso conscientemente a la cabeza de loque consideraba que era la tendencia pacfica de la poca. A finales de los aos 1870, sin embargo, el perodo dellibrecambio (1846-1879) tocaba a su fin; la utilizacin efectivadel patrn-oro por parte de Alemania seala los comienzos deuna era de proteccionismo y de expansin colonial 6. Alemaniareforzaba ahora su posicin estableciendo una slida alianzacon Austria-Hungra e Italia. Poco tiempo despus Bismarckperdi la direccin de la poltica del Reich. A partir de estemomento Gran Bretaa pas a ser el leader del partido de la pazen una Europa que continuaba estando formada por un grupode Estados soberanos independientes, y que an estaba portanto some-6 F. EULENBURG, Aussenhandel undAussenhandelspolitik,en Grundriss derSoiialkonomik, Abt. VIII, 1929, p. 209. 50 51. ________________________ La paz de los cien aos 49tida al equilibrio entre las potencias. En los aos 1890 las altasfinanzas alcanzaron su cnit y la paz pareca ms segura quenunca. En frica los intereses britnicos y franceses erandivergentes; en Asia los britnicos y los rusos entraban encompetencia. El Concierto europeo segua funcionando deforma renqueante; a pesar de la Triple Alianza existantodava ms de dos potencias independientes capaces devigilarse entre s con escrupuloso cuidado. Pero esto nocontinu as por mucho tiempo. En 1904 Gran Bretaa firmun acuerdo general con Francia sobre Marruecos y Egipto; dosaos ms tarde estableci un compromiso con Persia y conRusia -y se form la contra-alianza-: el Concierto europeo, esafederacin flexible de naciones independientes, se vio endefinitiva reemplazado por dos grupos de potencias hostiles. Elequilibrio de potencias como sistema haba desaparecido apartir de ese momento; su mecanismo haba cesado defuncionar, pues solamente se mantenan con fuerza dos gruposde potencias: ya no exista un tercer grupo para unirse con unode los otros dos con el fin de frenar a aqul que, cualquieraque fuese, pretendiese incrementar su poder. Por la mismapoca los sntomas de la disolucin de las formas existentes dela economa mundial -la rivalidad colonial y la competenciapor los mercados exticos- adquirieron una forma aguda. Lasaltas finanzas perdan rpidamente su capacidad de evitar quelas guerras se extendiesen. La paz se mantuvo a duras penastodava durante siete aos, pero el fin de la paz de los CienAos, provocado por la desintegracin de la organizacineconmica del siglo XIX, ya no fue ms que una cuestin detiempo. Si aceptamos los hechos, tal y como han sido descritos hastaaqu, la verdadera naturaleza de la organizacin econmicaextraordinariamente artificial, sobre la que reposaba la paz, seconvierte entonces en algo de la mxima importancia para elhistoriador.51 52. 52 53. CAPTULO 2AOS VEINTE CONSERVADORES, AOS TREINTA REVOLUCIONARIOS El derrumbamiento del patrn-oro internacional constituyel lazo invisible de unin entre la desintegracin de la econo-ma mundial a comienzos del siglo XX y la transformacinradical de una civilizacin que se oper a lo largo de los aostreinta. Si no se tiene conciencia de la importancia vital de estefactor, resulta imposible tener una visin adecuada del meca-nismo que condujo a Europa directamente a su ruina y de lascondiciones que explican por qu -cosa verdaderamente pas-mosa- las formas y el contenido de una civilizacin tenan quebasarse en unos pilares tan frgiles. Ha sido preciso que se produjese el fracaso del sistema inter-nacional bajo el que vivimos para que pudisemos captar suverdadera naturaleza. Casi nadie comprenda la funcin polti-ca del sistema monetario internacional, y su terrorfica trans-formacin repentina cogi a todo el mundo por sorpresa. Y,sin embargo, el patrn-oro era el nico pilar que subsista de laeconoma mundial tradicional; cuando se desplom, los efectostenan por fuerza que ser inmediatos. Para los economistas li-berales el patrn-oro era una institucin puramente econmi-ca, hasta el punto de que rechazaban incluso considerarlo co-mo parte de un mecanismo social. Esto explica que los pasesdemo-53 54. crticos hayan sido los ltimos en darse cuenta de la verdaderanaturaleza de la catstrofe y los ms lentos a la hora de com-batir sus efectos. Incluso cuando la catstrofe les haba ya al-canzado, los dirigentes nicamente vieron, tras el derrum-bamiento del sistema internacional, una larga evolucin que,en el seno de los pases ms avanzados, haba vuelto a un siste-ma anacrnico. En otros trminos, eran incapaces de entenderentonces el fracaso de la economa de mercado. La transformacin aconteci de un modo mucho ms a-brupto del que ordinariamente nos imaginamos. La primeraGuerra mundial y las revoluciones que la siguieron pertene-can todava al siglo XIX. El conflicto de 1914-18 no hizoms que precipitar, agravndola desmesuradamente, unacrisis que dicha confrontacin no haba provocado. Pero en esapoca no se podan discernir las races del dilema; y los ho-rrores y las devastaciones de la Gran Guerra fueron perci-bidos por los supervivientes como la causa evidente de losobstculos para la organizacin internacional que habansurgido de forma tan inesperada, ya que el sistema econmicomundial y el sistema poltico dejaban de golpe de funcionar, ylas terribles heridas inflingidas por la Primera Guerra algnero humano aparecan como una explicacin posible. Enrealidad los obstculos para la paz y la prosperidad surgidostras la guerra tenan los mismos orgenes que la propia GranGuerra. La disolucin del sistema econmico mundial, quehaba comenzado hacia 1900, era la causa de la tensinpoltica que desemboc en la explosin de 1914. La salida dela guerra y los Tratados, al eliminar la concurrencia alemana,atenuaron superficialmente esta tensin, al mismo tiempoque agravaron las causas y, en consecuencia, acrecentaroninmensamente las dificultades polticas y econmicas paramantener la paz. Los Tratados mostraban, desde el punto de vista poltico, unacontradiccin fatal. Mediante el desarme unilateral de lasnaciones vencidas hacan inviable toda posible reconstruccindel sistema de equilibrio entre las potencias, ya que el poderes una condicin indispensable para 54 55. Aos veinte conservadores... 53un sistema de este tipo. En vano Ginebra intent la restauracinde este sistema en el interior de un Concierto europeoampliado y mejorado: la Sociedad de Naciones. En vano elpacto de la Sociedad de Naciones proyectaba medidasconcretas para la consulta y la accin conjuntas: la condicinprevia esencial, la de la existencia de potenciasindependientes, ya no exista ahora. La Sociedad de Nacionesno pudo nunca llegar realmente a fundarse; no se hizoefectivo nunca el artculo 16 sobre la aplicacin de los Tratados,ni el artculo 19 sobre su revisin pacfica. La nica solucinviable al problema candente de la paz -la restauracin delsistema de equilibrio entre las potencias-estaba por tanto almargen de las soluciones posibles; tanto era as que el pblicono comprenda cul era el verdadero objetivo de los hombresde Estado ms constructivos de los aos veinte, ni tampocoque se continuase viviendo en un estado de confusin casiindescriptible. Ante el turbador hecho del desarme de ungrupo de naciones, mientras que el otro grupo continuabaarmado -situacin que impeda cualquier paso constructivo endireccin a la organizacin de la paz-, prevaleci una actitudemotiva en virtud de la cual la Sociedad de Naciones seconvirti de forma misteriosa en la mensajera de una era de pazque nicamente precisaba frecuentes estmulos verbales paraconvertirse en permanente. En Amrica se haba extendido laidea de que las cosas habran tomado un giro diferente si losEstados Unidos se hubiesen adherido a la Sociedad deNaciones: nada poda probar mejor que no haba concienciade las debilidades orgnicas del llamado sistema depostguerra. Y digo llamado porque, si las palabras significanalgo, se podra decir que Europa careca entonces del msmnimo sistema poltico. Un puro y simple statu quo de estetipo no poda, pues, durar ms que el tiempo que tardan enagotarse fsicamente las partes. No es, por tanto,sorprendente que el retorno al sistema del siglo XIX sepresentase como la nica salida posible. Entre tanto elConsejo de la Sociedad Europea pudo al menos funcionarcomo una especie de directorio europeo, muy prximo alConcierto europeo en poca de auge, aun-55 56. que slo fuese por la regla fatal de la unanimidad que convertaa un pequeo Estado protestn en arbitro de la paz mundial. Elabsurdo dispositivo del desarme definitivo de los paisesvencidos haca difcil cualquier tipo de solucin constructiva.Ante este desastroso estado de cosas, la nica va a seguir erala de establecer un orden internacional dotado de un poderorganizado capaz de trascender la soberana nacional. Sinembargo esta opcin estaba totalmente alejada del horizontede la poca. Ningn pas de Europa, por no hablar de losEstados Unidos, estaba dispuesto a someterse a un sistema deeste tipo. Desde el punto de vista econmico, la poltica de Ginebra,que trabajaba por la restauracin de la economa mundialcomo segunda lnea de defensa de la paz, resultaba mucho mscoherente, pues incluso si se hubiese conseguido restablecer elsistema de equilibrio entre las potencias, ste no habracontribuido a la paz ms que si se hubiese restaurado elsistema monetario internacional. Sin la estabilidad de loscambios, sin la libertad de comerco, los gobiernos de lasdistintas naciones, como ocurri en el pasado, no encontrabanms que un inters menor en la paz y no estaban dispuestos adefenderla cuando algunos de sus intereses fundamentales sevean comprometidos. Woodrow Wilson parece haber sido elprimero entre los hombres de Estado de la poca que se diocuenta de que la interdependencia existente entre la paz y elcomercio garantizaba no slo el comercio, sino tambin lapaz.No resulta sorprendente que la Sociedad de Nacioneshaya combatido obstinadamente para reconstruir la orga-nizacin internacional de las monedas y el crdito comonica salvaguarda posible de la paz entre Estados soberanos, yque el mundo se fundase, como nunca con anterioridad lo habaestado, en las altas finanzas. J. P. Morgan haba reemplazadoa N. M. Rothschild como demiurgo de un siglo XIX rejuve-necido. Si nos guiamos por los criterios de ese siglo, el primerdecenio de la postguerra apareca como una era revolucionaria:visto desde nuestra perspectiva reciente fue justamente locontrario. El perfil de este decenio fue profunda- 56 57. Aos veinte conservadores...55mente conservador y refleja la conviccin casi universal deque slo el restablecimiento del sistema anterior a 1914,realizado ahora sobre bases slidas, poda volver a traer lapaz y la prosperidad. En realidad, el fracaso de este esfuerzopor volver al pasado fue lo que promovi la transformacin delos aos treinta. Por muy espectaculares que fuesen las revo-luciones y las contrarevoluciones en el decenio de postguerra,representaban simples reacciones mecnicas a la derrotamilitar o, como mucho, un relanzamiento sobre la escena deEuropa central y oriental del drama liberal y constitucionalfamiliar a la civilizacin occidental; nicamente en los aostreinta elementos enteramente nuevos se incorporarn alpanorama de la historia europea. Pese a su teatralidad, las sublevaciones y contrasuble-vaciones que tuvieron lugar desde 1917a 1920 en Europacentral y oriental fueron simplemente rodeos para reconstruirlos regmenes que haban sucumbido en el campo de batalla.Cuando la humareda contrarevolucionaria se disip se fueconsciente de que los sistemas polticos de Budapest, Viena yBerln no eran muy diferentes de los que existan antes de laguerra. Este fue el caso, grosso modo, de Finlandia, los EstadosBlticos, Polonia, Austria, Hungra, Bulgaria, e incluso Italia yAlemania hasta mediados de los aos veinte. En determinadospases se realizaron grandes progresos en el campo de laindependencia nacional y de la reforma agraria -progresos queconoci toda Europa occidental desde 1889; Rusia en estesentido no constitua una excepcin-. La tendencia de la pocaconsista simplemente en establecer -o restablecer el sistemacomnmente asociado a los ideales de las revoluciones inglesa,americana y francesa. No solamente Hindenburg y Wilson sesituaron en esta continuada tradicin occidental sino tambinLenin y Trotski. A comienzos de los aos treinta, el cambio se produjobruscamente. Los acontecimientos que lo marcaron fueron elabandono del patrn-oro por parte de Gran Bretaa, losplanes quinquenales en Rusia, el lanzamiento del New Deal, larevolucin nacionalsocialista en Alemania y57 58. la desintegracin de la Sociedad de Naciones en beneficio delos imperios autrquicos. Mientras que al final de la GranGuerra prevalecan los ideales del siglo XIX, y su influenciadomin durante los aos veinte, al consumarse los aos treintatodo vestigio de estos ideales haba desaparecido del sistemainternacional y, salvo raras excepciones, las naciones vivan enun marco internacional completamente nuevo. Nuestra tesis es que la causa fundamental de la crisis fue laamenaza del derrumbamiento del sistema econmico interna-cional. Este, desde principios de siglo, haba funcionadoespordicamente ya que la Gran Guerra y los Tratados habancontribuido a consumar su ruina. El hecho result evidente enlos aos veinte, cuando no exista una sola crisis interna enEuropa que no alcanzase su apogeo ligada a una cuestin deeconoma exterior. Los observadores de la poltica agruparon apartir de entonces a los diversos pases, no por continentes sinoen funcin de su grado de adhesin a una moneda slida.Rusia haba sorprendido al mundo al destruir el rublo, cuyovalor haba sido reducido a la nada por la simple va de la infla-cin. Para incumplir el Tratado Alemania repiti esta mismamaniobra desesperada; la expropiacin de los r


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