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La globalización de la fruta, los rural en América Latina ...dentro de este sector forman...

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Revista eure (Vol. XXV, Nº 75), pp. 77-102, Santiago de Chile, septiembre 1999 La globalización de la fruta, los cambios locales y el desigual desarrollo rural en América Latina: Un análisis crítico del complejo de exportación de fruta chilena Warwick E. Murray* Abstract Some comentators see Chile as the most ‘successful’ example of a developing country which has become involved in the global fruit export complex. The neoliberal reforms of the 1970s and 1980s helped precipitate a large ‘boom’ in such exports. At the present time, Chile is the major fruit exporter in the Southern Hemisphere. Inevitably, contact with global forces has induced rapid local and regional change, mediated through (largely) multinational companies. This has fundamentally altered the nature of social and economic relations of production in the Chilean countryside. The objective of this article is to illustrate how neoliberalism has led to unequal and unsustainable rural development in Chile, and how well-targetted state regulation could alleviate some of the problems currently facing the fruit sector. More generally, the article intends to be critical of the neoliberal ‘consensus’ which is now almost hegemonic among Latin American states. Resumen Algunos ven a Chile como el ejemplo más ‘exitoso’ de un país en desarrollo que exporta fruta no tradicional. Las reformas neoliberales de las décadas de los 70 y 80 ayudaron a precipitar un gran boom en las exportaciones de fruta. Actualmente, Chile es el mayor exportador de fruta en el Hemisferio Sur. Inevitablemente, el contacto con las fuerzas globales ha inducido a un rápido cambio a escala local y nacional, mediado por empresas frutícolas en gran parte multinacionales, quienes han alterado funda- mentalmente la naturaleza de las relaciones sociales y económicas de la producción en el campo chileno. El objetivo específico de este artículo es ilustrar cómo el neoliberalismo ha llevado a un desarrollo rural desigual en el campo chileno y, más crucialmente, cuán útiles pueden ser la efectiva intervención y regulación del Estado para contribuir a aliviar tensiones. Desde un punto de vista más general, este artículo intenta adoptar una posición crítica del ‘consenso’ neoliberal imperante en América Latina. * Department of Geography, School of Social and Economic Development, The University of the South Pacific, Fiji Islands, e-mail: [email protected] [77] artículo
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Revista eure (Vol. XXV, Nº 75), pp. 77-102, Santiago de Chile, septiembre 1999

La globalización de la fruta, loscambios locales y el desigual desarrollo

rural en América Latina:Un análisis crítico del complejo de

exportación de fruta chilena

Warwick E. Murray*

Abstract

Some comentators see Chile as the most ‘successful’ example of a developingcountry which has become involved in the global fruit export complex. The neoliberalreforms of the 1970s and 1980s helped precipitate a large ‘boom’ in such exports.At the present time, Chile is the major fruit exporter in the Southern Hemisphere.Inevitably, contact with global forces has induced rapid local and regional change,mediated through (largely) multinational companies. This has fundamentally alteredthe nature of social and economic relations of production in the Chilean countryside.The objective of this article is to illustrate how neoliberalism has led to unequaland unsustainable rural development in Chile, and how well-targetted stateregulation could alleviate some of the problems currently facing the fruit sector.More generally, the article intends to be critical of the neoliberal ‘consensus’ whichis now almost hegemonic among Latin American states.

Resumen

Algunos ven a Chile como el ejemplo más ‘exitoso’ de un país en desarrolloque exporta fruta no tradicional. Las reformas neoliberales de las décadasde los 70 y 80 ayudaron a precipitar un gran boom en las exportaciones defruta. Actualmente, Chile es el mayor exportador de fruta en el HemisferioSur. Inevitablemente, el contacto con las fuerzas globales ha inducidoa un rápido cambio a escala local y nacional, mediado por empresasfrutícolas en gran parte multinacionales, quienes han alterado funda-mentalmente la naturaleza de las relaciones sociales y económicas dela producción en el campo chileno. El objetivo específico de este artículoes ilustrar cómo el neoliberalismo ha llevado a un desarrollo rural desigualen el campo chileno y, más crucialmente, cuán útiles pueden ser laefectiva intervención y regulación del Estado para contribuir a aliviartensiones. Desde un punto de vista más general, este artículo intentaadoptar una posición crítica del ‘consenso’ neoliberal imperante en AméricaLatina.

* Department of Geography, School of Social and Economic Development, The University ofthe South Pacific, Fiji Islands, e-mail: [email protected]

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artículo

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Warwick E. Murray

I. INTRODUCCIÓN. LA AGRICULTURA

GLOBAL, LA FRUTA Y AMÉRICA

LATINA

Los mecanismos intercontinentales que constituyen el sistema global agrícola se están profundizando y

ampliando (Le Heron, 1993). De los va-rios sectores dentro de la agricultura, elsistema frutícola es quizás el más visi-blemente globalizado (Friedland, 1994).Los patrones de comercio e inversióndentro de este sector forman ‘cadenasglobales de productos’ o, más precisa-mente, ‘complejos’ que unen todos losrincones del mundo (Whatmore, 1995).El cambio cultural y económico que traela globalización ha brindado una ‘venta-na’ de oportunidades de exportación parauna serie de países ‘en desarrollo’. Másy más los países del Hemisferio Sur es-tán penetrando importantes mercados‘contraestacionales’ (invierno en el He-misferio Norte); ellos son Japón, los Es-tados Unidos y la Unión Europea. Lo an-terior ha facilitado en algunos paíseslatinoamericanos (por ejemplo, Chile, Ar-gentina, Guatemala, Honduras y Para-guay) la reestructuración económicaneoliberal, la cual incluye la apertura delas economías a la inversión extranjera,la liberalización de los mercados, y lasmedidas para elevar la competitividad delas exportaciones. En algunos casos sehan alcanzado ‘éxitos’ macroeconómicosconsiderables, contribuyendo así las ex-portaciones de fruta no tradicional albalance del comercio, las reservas decambio extranjero y el Producto Geográ-fico Bruto (PGB).

Chile es mencionado por algunoscomo el ejemplo más ‘exitoso’ de un paísen desarrollo exportador de fruta no tra-dicional. Las reformas neoliberales de lasdécadas de los años setenta y ochentaayudaron a precipitar un gran boom enlas exportaciones. Actualmente, Chile esel mayor exportador de fruta en el He-

misferio Sur (Murray, 1997a). Inevita-blemente, el contacto con las fuerzasglobales ha inducido un rápido cambioa escala local y nacional, mediado porempresas frutícolas en gran parte multi-nacionales, que han alterado fundamen-talmente la naturaleza de las relacionessociales y económicas de la producciónen el campo chileno. Algunos comenta-ristas celebran el auge del neoliberalismoy la orientación hacia el exterior en lossectores rurales chilenos —ellos insistenen que la introducción de los imperati-vos de la competencia ha aumentado laeficiencia precipitando una gama de re-percusiones que son indicativas de ‘de-sarrollo’—, por ejemplo, han aumentadolas oportunidades de trabajo, el progre-so de la infraestructura como tambiénel bienestar material (Hojman, 1993;Universidad Católica de Chile, 1991).Siendo lo anterior en parte cierto, esteartículo plantea que tales reflexiones noexpresan por completo la gama de lastensiones sociales, económicas y ambien-tales que han evolucionado en las locali-dades pertinentes y en el país completodebido al crecimiento de las expor-taciones de fruta no tradicional (XFNT).Estas tensiones siguen exacerbando lasdesigualdades espaciales y sociales, au-mentando la dependencia de fuerzas de-terminadas más bien desde el exterior,teniendo, a largo plazo, el potencial dedebilitar la sustentabilidad de los com-plejos de exportación de fruta locales y,tal vez, nacionales. Así, el modelo impe-rante es defectuoso en dos aspectos. Pri-mero, desde una perspectiva de desarro-llo ajena a la corriente ortodoxa,1 sepuede cuestionar la existencia de un ‘de-sarrollo’ rural real. Segundo, las ame-nazas a la capacidad de sustento, quesin duda existen, socavan la habilidad

1 No existe ninguna perspectiva de desa-rrollo de una tendencia claramente ‘no-orto-doxa’. Esto se debe a que no existe un enfoqueúnico de desarrollo ‘ortodoxo’. En este artículo,

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del paradigma ortodoxo para cumplir conlos objetivos a los que aspira a largoplazo. Este artículo plantea que los pro-blemas existentes en el sector hanemergido, en gran parte, como conse-cuencia de una búsqueda dogmática delas políticas socioeconómicas neoli-berales en el Chile rural. El objetivo es-pecífico de este artículo es ilustrar cómoel neoliberalismo ha llevado a un desa-rrollo rural desigual2 en el campo chile-no y, más crucialmente, cuán útilespueden ser la efectiva intervención y re-gulación del Estado para ayudar a ali-viar tensiones. Desde un punto de vistamás general, este artículo intenta adop-tar una posición crítica del ‘consenso’neoliberal imperante en América Latina.La globalización de la agricultura (espe-cialmente de la fruta) ofrece potencialesbeneficios a los países latinoamericanosque no pueden ser menospreciados. Sinembargo, el optimizar estas oportunida-

des está supeditado a la maximizaciónde la equidad y de la capacidad desustentabilidad a largo plazo. Tal proce-so de optimización requiere mirar másallá del neoliberalismo y necesita un vi-raje paradigmático que amplíe el concep-to de desarrollo general como tambiénrural (Shepherd, 1998).

II. EL COMPLEJO GLOBAL DE AGRO-ALIMENTOS Y EL DESARROLLO

DESIGUAL EN AMÉRICA LATINA

Antes de esbozar la naturaleza del com-plejo de la globalización de la fruta fres-ca, y analizar sus repercusiones en elcambio en el Chile rural, es necesarioresumir brevemente algunas ideas enevolución sobre la naturaleza del com-plejo agrícola global en general. Laglobalización de la fruta no se puedeseparar teórica o empíricamente de esteúltimo. Es más, es útil ofrecer algunasideas preliminares sobre los impactos dela globalización de la agricultura en tér-minos de la perpetuación del desarrollodesigual en los países del Tercer Mundoy las localidades que los constituyen.

Ultimamente, la agricultura ha cam-biado de manera casi irreconocible. Esevidente que la naturaleza del cultivoagrícola y la producción de alimentos seha movido desde un modelo tradicionalbasado en la producción familiar paramercados locales y nacionales, a lo queWhatmore (1995) ha llamado un ‘com-plejo agroalimenticio’ con un alcanceglobal. Este complejo se ha definido como“el set de actividades y relaciones queinteractúan para determinar qué, cuán-to, y por qué método y para quién seproducen y distribuyen los alimentos” (p.37). Whatmore conceptualiza el sistemacomo compuesto de cuatro partes inter-relacionadas: la industria de la agro-tecnología (A), la industria de los culti-vos agrícolas (B), la industria alimenticia

desarrollo ‘ortodoxo’ se define como el llamado‘ajuste estructural’ normalmente (pero nosiempre) favorecido por las instituciones depréstamo global tales como el Banco Mundialy el Fondo Monetario Internacional, los cualesenfatizan una orientación exportadora, la efi-ciencia y el crecimiento económico. Si bien escierto no se rechazan las potenciales ventajasde los imperativos anteriores per se, el desa-rrollo “no-ortodoxo”, por otra parte, enfatizatemas como la equidad, la sustentabilidad, lainclusión política y la armonía social. Se re-conoce que tal concepción es muy simplista.No obstante, la exploración de las complejida-des de tal debate está más allá del alcancede este artículo.

2 El desarrollo rural desigual se define aquícomo ‘desarrollo’ rural que exacerba la des-igualdad y que es ‘no-sustentable’. Algunosargumentarían que ésta es una característicainherente de un desarrollo rural capitalista detendencia dominante (Shepherd, 1998). Paraotros, tales como los ‘neoestructuralistas’ (Dietz,1995; Sunkel, 1993) a pesar de que los ele-mentos de ‘desigualdad’ son inevitables, éstosse pueden reducir a niveles tolerables y aún‘óptimos’ a través de la intervención estatal(incluyendo el apoyo a la sociedad civil) dise-ñada para engendrar un crecimiento económi-co rural equitativo y sustentable.

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(C) y el consumidor de alimentos (D).Entre estos grupos, existen varios gru-pos de cuerpos reguladores; entre A yB se conceptualizan varias sucursales deextensión (comercio minorista, con-sultoría y crédito); estas actividades sonrealizadas por una combinación de agen-tes comerciales, estatales y reguladores.Entre B y C, cuerpos principalmenteestatales regulan la calidad y comer-cialización, además de desempeñar otrasactividades de intervención. Finalmente,entre C y D entidades, principalmenteestatales, desempeñan labores regu-ladoras tales como la calidad y seguri-dad de los alimentos y las medidas denutrición y salud. Las relaciones inter-activas y mutuamente determinantes queexisten entre las varias partes del com-plejo de Whatmore no le da ascendenciaa ningún sector sobre el otro. Al centrodel asunto, la nueva disposición proyec-ta una nueva luz en los límites concep-tuales tradicionales entre sectores pri-marios, secundarios y terciarios de laeconomía que han caracterizado el aná-lisis en la geografía económica en gene-ral (Gwynne, 1998).

Mientras que en el pasado los asun-tos de la producción alimenticia y de laasignación de recursos agrícolas se re-solvían a un nivel de espacios producti-vos locales, hoy día se tratan a una es-cala global. De acuerdo a Whatmore, estecambio ha sido empujado en gran partepor el aumento de la agroindustria y subúsqueda de ganancias. El campo dejuego de estos aspectos, a través de unacombinación de integración vertical di-recta (basada en la propiedad) e indirec-ta (basada en un contrato), se ha glo-balizado cada vez más. Por lo tanto, lasdiferentes partes del complejo agroali-menticio están insertas en distintas ubi-caciones internacionales. Al emplearmodos de análisis de regulación, unnúmero de autores (Whatmore, 1995; LeHeron, 1993; Friedman y McMichael,

1989) ven este cambio como una transi-ción entre los diferentes ‘regímenes deacumulación’ en el complejo agrícolallamada ‘food regimes’ o ‘regímenes ali-menticios’. Dentro de esta conceptualiza-ción, el período previo a la Primera Gue-rra Mundial se ha indicado como ‘elprimer régimen alimenticio’ asociado alos patrones de comercio e inversiónestablecidos durante el período colonialy a la persistencia de las relaciones neo-coloniales de la producción posterior ala independencia. Siguiendo a la crisisde reestructuración precipitada por laGran Depresión y la Segunda GuerraMundial, se inició un segundo régimenalimenticio. Este se caracterizó por la re-estructuración del sector agroalimenticioprincipalmente a través de capitaltransnacional (Le Heron, 1993). SegúnWhatmore, uno de los mayores impac-tos de éstos ha sido la creación de unanueva división internacional del trabajoen la agricultura, la que respalda laglobalización reciente.3

A. Las exportaciones agrícolasno tradicionales en AméricaLatina y las relaciones depoder globales

Siguiendo la crisis de endeudamiento deprincipios de los años 80, muchos paí-ses latinoamericanos volvieron la vista ala promoción de exportaciones agrícolas

3 Una discusión amplia y completa delconcepto de los regímenes alimenticios no esposible en el espacio limitado aquí. Vale lapena destacar que de acuerdo a los defensoresde esta tesis, en este momento somos testi-gos de la agonía de una crisis de reestruc-turación de la agricultura, la que está asen-tando las bases para una transición hacia untercer régimen alimenticio. Esta crisis secaracteriza por una gama de problemas queincluyen una crisis en el comercio mundialoriginando una “inestabilidad en los precios,una avería en los acuerdos multilaterales yuna mayor competencia en los mercadosexportadores” (Le Heron, 1993). Otra caracte-

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no tradicionales4 como una solución parasus males económicos. Este proceso for-mó parte de un mayor viraje hacia unmodelo de desarrollo orientado hacia elexterior que siguió a lo que fue percibi-do como fracaso del modelo de la indus-trialización para la sustitución de impor-taciones (Barham et al., 1992). Para talespaíses, la globalización de la agriculturaofreció una ‘ventana’ de oportunidadespara las exportaciones permitiéndolesexplotar sus ventajas comparativas enla producción de ítemes contraesta-cionales en el mercado global. A pesar

de que el viraje hacia tales productoscontribuyó a menguar los efectos de larecesión de los 80, al mismo tiempo ésteha dado origen a una gama de preocu-pantes problemas a todos los niveles deanálisis. Los siguientes son algunos delos impactos generales:

En el modelo contemporáneo del agro-complejo de Whatmore, la autora noasigna un poder determinante o domi-nante a ninguno de los elementos enespecial dentro del complejo agroali-menticio (aunque la misma implica ensu análisis las repercusiones del nuevosistema para los países en desarrollo).Sin embargo, en el contexto de los paí-ses en desarrollo, la asimetría de poderentre los diferentes elementos del com-plejo es cada vez más clara y significa-tiva en la profundización del desarrollodesigual. ¿Cuáles son las principales re-percusiones de la globalización de laagricultura para los países latinoameri-canos que están ‘enredados’ en el nuevocomplejo? ¿Cómo puede la participacióncrear una situación en que las estructu-ras globales dominen, llevando a unaprofundización del desarrollo desigual yno sostenible?

• La globalización de la agriculturase ha caracterizado por la ubicación dela parte ‘extractiva’ del complejo en lospaíses de América Latina. La mayoría delas empresas que dominan la tecnologíaquímica e industrial, la biotecnología, elmarketing, la distribución, el proceso yla venta de productos se encuentran enlas economías ‘avanzadas’. Tales corpo-raciones captan gran parte del valoragregado que se genera dentro del com-plejo (Gwynne, 1998).

• La sustitución de la producción dealimentos por la producción para la ex-portación ha llevado a una inseguridadalimenticia en los países latinoamerica-nos, lo que ha conducido a un aumento

rística de esta crisis es la incapacidad del GATT

para resolver los problemas más abrumantesen el comercio agrícola. Los comentaristas sólopueden especular sobre la posible naturalezadel próximo tercer régimen. Para Le Heron,nos estamos moviendo desde una etapa in-tensiva (el segundo régimen alimenticio) a unaetapa integrada que se caracteriza por “unenfoque emergente en ‘alimentos formulados yfrescos’, ofreciendo los servicios especialmentea diferentes consumidores de altos ingresos ydistintos orígenes raciales” (p. 22, 1993). Es-tos servicios pueden implicar una mayor im-portancia para la producción biotecnológica dealimentos, lo que a través de la diversidadproductiva de las economías avanzadas puedereducir la necesidad de ‘ir al extranjero’ dismi-nuyendo la inversión en los países periféricos.El concepto de los regímenes alimenticios y losregímenes de acumulación general ha sidocriticado por algunos como demasiado gene-ralizador y excesivamente determinista. En sudiscusión de estas ideas relacionadas con laagricultura en América Latina, Llambí (1991)acusa a los autores de, por ejemplo, ‘enva-sar el vino viejo en botellas nuevas’. Por otraparte, el enfoque del régimen ofrece un marcode organización útil para el análisis de laglobalización de la agricultura.

4 Barham et al. (1992) definen las XANT comoaquellas exportaciones que caben dentro de almenos una de las tres categorías siguientes:1) Un producto de exportación que no ha sidoproducido antes en un país dado (Ej. arvejasen Guatemala); 2) Un producto que era tradi-cionalmente producido para el consumo domés-tico que ahora es comercializado internacio-nalmente (Ej. flores en Costa Rica, manzanasen Chile); 3) Un producto de exportación ‘tradi-cional’ enviado a un nuevo mercado (Ej. pláta-nos del Caribe a Rusia).

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de los alimentos importados en la ma-yoría de los países (Kay, 1995).

• Aunque la disminución de los im-pactos más dañinos de la exposición afuerzas globales es, en teoría, posiblea través de la acción estatal, la adop-ción de las políticas neoliberales en laseconomías latinoamericanas (la que hasido necesaria para competir en los mer-cados globales) significa que la regula-ción es a menudo mínima, conduciendoa un despliegue de problemas sociales,económicos y ambientales.

• Los países latinoamericanos sehan involucrado en un sistema de co-mercio global a menudo injusto paraéstos (como también ineficiente) que secaracteriza por altos niveles de protec-cionismo en las economías ‘avanzadas’.

• El crecimiento de XANT de AméricaLatina ha conducido a una reasignaciónde recursos a un sector cuyos produc-tos han sufrido una depreciación enprecios a largo plazo relativo a los pro-ductos manufacturados debido a unabaja elasticidad de demanda (la fruta esuna excepción en el sector agrícola, peroesto podría cambiar en el futuro si pier-de su estatus de ‘exótica’ en los merca-dos). Las consecuencias del comercio deestos productos a largo plazo son preo-cupantes, dado que la mayoría de lospaíses latinoamericanos son importa-dores netos de productos manufactura-dos.

De particular relevancia en este artí-culo son los impactos locales de la in-serción en los mercados globales. En dis-cusiones sobre la globalización de laagricultura se argumenta que las estruc-turas globales económicas y políticas nopueden determinar del todo los resulta-dos locales y que los actores locales, através de su respuesta a imperativos es-tructurales a altas escalas de resolución,

pueden provocar una reconstitución delsistema desde el fondo (Le Heron, 1993).Mientras que la propuesta de ‘estructu-ración,5 entre actores individuales y lasestructuras (Giddens, 1984) debe seraceptada en teoría y ha sido, sin duda,observada en momentos y lugares espe-cíficos (especialmente en el centro eco-nómico global), en el contexto de los sec-tores agroexportadores de América Latinase argumenta que las estructuras globa-les de influencia determinante a menu-do dominan la capacidad de los actoreslocales de responder efectivamente. Esteaspecto forma el principal punto de aten-ción en la discusión del caso chileno. Sinembargo, es importante destacar:

• Al motivar la inserción de los sec-tores agrícolas en los mercados globales,los gobiernos latinoamericanos hanpuesto sus localidades a la disposiciónde fuerzas globales impredecibles y vo-látiles, las cuales están en gran partemás allá de su control. A menudo en laslocalidades de XANT se desarrollan mo-nocultivos que son alentados por lascompañías exportadoras, lo cual creauna vulnerabilidad económica y ambien-tal.

5 El intento de Giddens de resolver elproblema de estructura y agencia (o actores)debería “proveer pistas de como no enfocar laGeografía Humana” (Cloke, Philo y Sadler,1991). Eso quiere decir que la investigación nodebería conceptualizar ni la estructura (como enel marxismo estructural) ni los actores (comoen el humanismo y algunas formas de post-modernismo) como totalmente determinantes odeterministas. Así, en la teoría de la estructu-ración, las localidades son los contextos dentrode los cuales los individuos son actores en-tendidos e informados. Esta información serefiere a la capacidad de inferir de los “pro-cesos de la sociedad y elegir las estrategias ytácticas más ventajosas” (Johnston, 1991). Deesta manera, dependiendo de su capacidad deactuar, su localidad puede ser habilitante olimitante. En última instancia, “la Historia noes ni determinada, ni abierta” (Johnston, 1991).

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• Las empresas multinacionales noreguladas (dado el modelo neoliberal)ejercen un gran poder en los mercadoslocales (Korovkin, 1992). Estos merca-dos a menudo están compuestos poragricultores políticamente no organiza-dos (el neoliberalismo no promueve laorganización civil). Así el cambio globaleconómico y estructural, que sin dudaafecta las políticas de las compañíasmultinacionales, provoca un impacto quecondiciona a los individuos en el ámbitolocal. Lo anterior es de mayor relevanciapara los pequeños agricultores.

En sus discusiones sobre las cade-nas globales de productos, Gereffi (1994)ve el sistema agrícola global como pri-meramente impulsado por el comprador,argumentando que los comerciantesmayoristas y las empresas comercialesjuegan un papel fundamental y podero-so en el establecimiento de redes deproducción descentralizada (Gwynne,1998). En este sentido, la perspectiva deGereffi es más relevante para la realidadlatinoamericana y es la que será emplea-da para analizar los impactos de la XFNT

chilena al sector frutícola global.

III. LA GLOBALIZACIÓN DEL

COMPLEJO DE FRUTA FRESCA

Mientras que en general se reconoce lanaturaleza dudosa de las conceptua-lizaciones ‘cronológicas’, es útil separarel desarrollo del sistema de fruta globalen dos períodos diferentes: pre y postSegunda Guerra Mundial. Estas divisio-nes se unen convenientemente (y no porcoincidencia) a aquellas concebidas paralos ‘regímenes alimenticios’ discutidosanteriormente.6 La discusión se centraen el segundo de estos períodos.

A. El sistema de fruta frescapre-Segunda Guerra Mundial

En general, hasta fines de la SegundaGuerra Mundial, el sistema de fruta fres-ca operaba dentro de una escala de re-solución local y nacional. Esta situa-ción estaba en parte determinada tec-nológicamente; la infraestructura y lastécnicas de transporte internacional deproductos perecibles a larga escala noestaban bien desarrolladas. También ha-bía un rango de factores económicos ysociales que dificultaban el desarrollo deun sistema globalizado (ver sección post-Segunda Guerra Mundial). Una notableexcepción al patrón general de suminis-tro de fruta ‘localizada’ fue la economíadel plátano. Los plátanos son fruta rela-tivamente no perecible y pueden resistirun período largo siendo transportados encondiciones ‘naturales’. Este comercio deexportación se inició en el siglo XIX, conla exportación de la entonces ‘exótica’banana desde las colonias (Asia del Su-deste, América Central y el Caribe) a lospoderes coloniales y neo-coloniales (prin-cipalmente en Europa). Posteriormente,un número de empresas multinaciona-les privadas —notablemente Dole, Chi-quita y Del Monte— comenzaron a par-ticipar en la comercialización de plátanosy la exportación a EE.UU. aumentópreponderantemente (Friedland, 1994).

El sistema de provisión de productosfrescos relativamente perecibles a ‘largadistancia’ fue fundado en EE.UU., don-de el desarrollo del ferrocarril y luego latecnología de la refrigeración facilitaronel comercio interregional. La provisión devegetales inter-Estado, tales como la le-

6 El concepto de los regímenes de frutatodavía tiene que ser explorado en la literatura.

El hacerlo va más allá del alcance de esteartículo. No obstante, se espera que el trans-mitir la posibilidad de un mejor trabajo en estecampo sea una motivación para la incursióninvestigadora.

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chuga y tomates, representa los prime-ros ejemplos de la provisión ‘fresca’ alarga distancia. Este proceso se aplicó ala fruta de Estados Unidos en la décadade los años treinta (Friedland et al.,1981).

B. El complejo de fruta frescade la post-Segunda GuerraMundial. Las redesglobalizantes

El sistema de la fruta de la post-guerrase ha caracterizado por el aumento delos complejos agroindustriales y agro-alimenticios dentro del contexto de la‘industrialización de la agricultura’(Whatmore, 1995). Las empresas multi-nacionales cada vez más móviles hansido fundamentales en el desarrollo deeste sistema —en busca de mano de obrabarata, de una infraestructura de trans-porte relativamente desarrollada al igualque de climas donde sean posibles lascosechas ‘contraestacionales’ (especial-mente para la Navidad). En los añossetenta y ochenta, el proceso de globa-lización se facilitó y aceleró con la adop-ción de la política económica neoliberal(en parte como un gran medio de ajusteestructural ‘recomendado’) en una gamade países en desarrollo. La adopción detales principios, entre otras cosas, haabierto las economías a la inversión ex-tranjera directa, ha ayudado a mante-ner bajos los costos de mano de obracomo también ha girado el énfasis de laspolíticas centrales hacia una orientaciónexportadora. Estas condiciones se hancomprobado como ideales para las gran-des empresas multinacionales.

Junto a lo anterior, existe una gamade cambios sociales, económicos y tec-nológicos relacionados con el sistemafrutícola, los que han engendrado suglobalización especialmente ‘profunda’.Se destacan dos tendencias sociales: Enprimer lugar, el crecimiento de la clase

media en los países capitalistas avanza-dos después de la Segunda Guerra Mun-dial condujo a un desarrollo materialvariado e importante como, por ejemplo,salarios notablemente altos. Los cambiosen los estilos de vida de la clase media,especialmente los viajes, contribuyeronal contacto con nuevos alimentos. Aúnmás, este sector de la sociedad comenzóa tomar conciencia de una dieta saluda-ble. En segundo lugar, el envejecimien-to de la población ha tendido a aumen-tar la demanda por la fruta, ya que laspersonas mayores tienen el tiempo, es-pecialmente después de jubilar, de in-formarse de asuntos que les concier-nen (la salud y la longevidad); a menudoéstas tienen acceso a recursos y viajangastando una proporción relativamentealta de sus ingresos en alimentos. Ade-más, los cambios económicos en la post-guerra también han sido de importan-cia, dado que la demanda por la frutaes elástica con respecto al ingreso. Así,el aumento de los salarios en la post-guerra ejerció una influencia en el cre-ciente gasto proporcional en fruta. Elcambio tecnológico también ha sido ins-trumental. Primeramente, el desarrollode las cadenas de refrigeración integra-das, o ‘cadenas frías’ en gran parte adap-tadas del sector de vegetales frescos deEstados Unidos, y aplicadas a la frutaen la década de los sesenta, ha permiti-do el largo trayecto del transporte de losproductos frescos perecibles (Carter yTurner, 1988). Segundo, el proceso dela transferencia de la tecnología ha ju-gado un rol fundamental en el desarro-llo del sistema. En los países de ingre-sos altos este aspecto siempre ha sidoregulado por el Estado o por una com-binación de empresas privadas y estata-les. Los países financieramente constre-ñidos se han apoyado en empresasmultinacionales para la investigación yel desarrollo tecnológico junto con latransferencia de la tecnología —un pro-ceso que ha sido realzado y fortalecido

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por la movilidad de capital (Friedland,1994).

C. La geografía del comercioglobal de fruta

La combinación de los factores anterio-res ha creado una masa de mercado enel mundo capitalista avanzado para unacreciente variedad de productos frutí-colas, la cuál consta con un sistema glo-bal de provisionamiento capaz de serrelativamente confiable a lo largo de todoel año. Esto ha dado origen a un patrónde interacción geográfico complejo y cadavez más voluminoso entre ‘Norte y Sur’a través de la inversión y el comercio,existiendo una división internacional defunciones relativamente claras dentro delsistema frutícola global. Así la mayoríade la fruta comercializada es consumidaen Norteamérica, Europa Occidental yJapón. Este patrón ha sido respaldadopor un aumento significativo en la de-manda de la fruta fresca en estas socie-dades recientemente. Por ejemplo, enEstados Unidos, entre 1970 y 1989, elconsumo de fruta aumentó de 79.4 a96.6 libras per cápita. En el Reino Uni-do, se observa una tendencia similar(Cook, 1990). Un aumento relativamen-te grande de fruta importada en el Me-dio Oriente, Asia del Este (excluyendoJapón) y América Latina todavía esperapor la compensación del dominio de esosmercados; todo esto a pesar de que mien-tras los ingresos promedios aumenten enAsia del Este y América Latina las futu-ras importaciones de productos sin dudaaumentarán (Murray, 1998a).

La gama de los países exportadoresde fruta es bastante más amplia que lade los países importadores de la misma.Los países capitalistas avanzados talescomo Estados Unidos, Holanda, Italia,España, Sudáfrica y Nueva Zelandia jue-gan un rol importante en el suministrode fruta. Sin embargo, como se ha men-

cionado antes, el sistema global se hacaracterizado por crecientes exportacio-nes desde países de ingresos más bajos,especialmente en el Hemisferio Sur. Unnúmero de países tales como Chile, Mé-xico y Argentina ya juega un papel pro-porcionalmente muy importante. La va-riedad de los países exportadores de estetipo se amplía constantemente, espe-cialmente en América Latina, y a unamenor escala, Africa y el Pacífico Sur.También en el Hemisferio Norte los paí-ses en desarrollo —especialmente deAsia— juegan un rol crecientemente im-portante (Israel, Turquía, China, India).Sin embargo, el crecimiento de la expor-tación en estos países no ha sido tanrápido como en el Hemisferio Sur. Estose debe a que los productores del Nortetienen que competir directamente en losmercados estacionales con productoreslocales en los mercados mayores quie-nes, a menudo, están bien protegidos porun muro de barreras tarifarias y notarifarias. En general, en los países endesarrollo, dado el viraje a las políticasorientadas hacia la exportación, es posi-ble que el aumento en el abastecimientode productos sobrepase la demanda enel futuro inmediato, lo que implica unaumento en los niveles de competenciay posible baja de precio.

IV. EL BOOM DE LA FRUTA CHILENA

De alguna manera, la ‘ventana’ de laglobalización se abrió con una fecha al-tamente fortuita para Chile. Cuando laJunta Militar se tomó el poder en sep-tiembre de 1973 la economía chilenaestaba en profundos problemas (Bos-worth et al., 1994). En un intento de ‘es-tabilizar’ la economía, el régimen militarse embarcó en un austero, rápido y drás-tico proceso de reforma basado en prin-cipios económicos neoliberales (Bosworthet al., 1994). Las tarifas en los insumosimportados bajaron, y se redujeron los

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costos de mano de obra a través deldesmantelamiento de la actividad orga-nizada; por otra parte, se alentó la in-versión extranjera, los procedimientos deexportación se simplificaron y tuvo lu-gar una serie de grandes devaluaciones.

Las reformas radicales de comercio ymercado permitieron que las ventajascompetitivas que Chile posee en la pro-ducción de fruta funcionen en el espa-cio global (Bosworth et al., 1994). Estasincluyen características climáticas, cali-dad del suelo en las áreas pertinentes, y‘contraestacionalidad’ en los mercadosglobales (Murray, 1997b). Además, a tra-vés de estas reformas, se permitió queoperaran varias ventajas comparativasinducidas institucionalmente. Al respec-to, se destacan tres factores: primero,la inversión en el sector frutícola enca-bezada por el Estado y centrada en elplan de desarrollo frutícola de Frei en1968 había determinado los avances tec-nológicos dentro del sector (Jarvis, 1992).Segundo, los diversos programas de re-forma agraria que comenzaron con lapresidencia de Frei (1964-70) y que con-tinuaron con la de Allende (1970-73) ycon el primer período de Pinochet (1973-77), terminaron con un altamente ine-ficiente sistema de propiedad de la tie-rra precipitando el desarrollo de unmercado de tierra competitivo y eficien-te (Gwynne y Meneses et al., 1994; Kay,1974). Finalmente, los costos de manode obra bajaron significativamente porlas reformas laborales post-golpe. Debi-do a una tendencia de demanda favora-ble en los países de altos ingresos, elsector exportador de fruta chilena seexpandió rápidamente (Murray, 1998a).

A. Las exportaciones de frutasno tradicionales.La historia de un éxitomacroeconómico

En los veintidós años entre 1974 y 1997,el valor nominal de las exportaciones defruta chilena aumentó de US$ 30 millo-nes a casi US$ 1 400 millones. La figu-ra 1 muestra que entre 1973 y 1982,dentro del contexto de una política neo-liberal extrema,7 se registraron aumen-tos relativamente graduales en el valornominal de las exportaciones. Entre1982 y 1983, las consecuencias de lasobrevaloración del peso junto con unaempeorada situación económica globaldisminuyeron los valores nominales delas exportaciones (Gwynne, 1990; Uni-versidad Católica de Chile, 1993). Entre1983 y 1988, en un intento de levantarla economía chilena de una profunda re-cesión, el régimen militar adaptó su po-lítica neoliberal ‘extrema’ hacia un mo-delo de desarrollo más pragmático (Gwy-nne y Kay, 1997). Dentro de este virajede políticas de cambio, una serie de de-valuaciones del peso junto a diversos in-centivos tributarios fueron de gran rele-vancia para el sector de exportaciónfrutícola (Barham et al., 1992). Con es-tas políticas, las exportaciones de frutaprosperaban vigorosamente hasta que elcrecimiento fue interrumpido por laspérdidas en el mercado de Estados Uni-

7 Gwynne y Kay (1997) conceptualizan elneoliberalismo durante la dictadura chilena entérminos de dos períodos. El primero (1973-82) se define como un neoliberalismo ‘extremo’durante el cual no hubo políticas agrarias ex-plícitas (excepto por la contrarreforma agraria)dentro del cual se dejó al sector agrícola “ala misericordia de la política macroeconómicaneoliberal”. El segundo período (1983-89) in-cluyó un set de políticas más ‘pragmáticas’,incluyendo un apoyo técnico limitado para lospequeños agricultores, y un limitado proteccio-nismo de ciertos sectores tradicionales (Ej:remolacha) y un apoyo a precios mínimos dealgunos productos clave.

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dos, con el episodio de las ‘uvas envene-nadas’ en 1989 (Chilean-AmericanChamber of Commerce, 1990). A conti-nuación siguieron los dos años de creci-miento más rápido, elevando el valornominal de las exportaciones de frutachilena a US$997.4 millones en 1991.Luego estos valores declinaron por dosaños consecutivos. Lo anterior se debióa la imposición de cuotas físicas en elprincipal mercado importador de man-zanas chilenas, la Unión Europea. En losúltimos dos años se ha visto un alzaimpresionante en los valores de las ex-portaciones debido, en parte, al creci-miento en los mercados de fruta ‘no tra-dicionales’ tales como América Latinaquien ha recibido ganancias de US$1.000 millones por primera vez. Dentrode este mercado en evolución, las man-zanas y en especial la uva han sido deuna gran importancia proporcional. Aun-que la concentración ha declinado, en1994 éstas especies fueron responsablesde sobre un 70% de las ganancias (uva50%, manzanas 20%).

Las exportaciones de fruta represen-tan el componente primordial en el totalde las exportaciones agrícolas. Más aún,el importante papel de las exportacionesagrícolas en el total de las exportacio-nes (11% en 1994) implica que en 1994casi un 9% de las ganancias por expor-tación se debieron a la fruta. En gene-ral, el sector de exportación frutícola jugóun rol crucial en la economía chilena enla década de los años setenta y ochentacontribuyendo a la construcción de unasólida base para los altos niveles de cre-cimiento que fueron relativamente cons-tantes en ambas décadas (excluyendo1982 y 1983). Quizás aún más impor-tante es el hecho de que los beneficios yganancias del sector de exportaciónfrutícola sirvieron para diversificar laeconomía, aparte de las exportaciones decobre. En 1971, la minería fue respon-sable por un 85% de las ganancias tota-les de exportación; en 1994 —debido alcrecimiento de las exportaciones indus-triales y agrícolas no tradicionales— la

Fuente: Asociación de Exportadores de Chile (varios años).

Figura 1Exportaciones de fruta fresca chilena,

1977-1996 (valor en US$)

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1.000

1.200

1.400

Años

US

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cifra disminuyó a un 44%. En el esce-nario mundial, Chile ha llegado a ser ellíder en la exportación de fruta en elHemisferio Sur. Es el mayor exportadorde uva de mesa en el mundo y uno delos mayores exportadores de manzanas.En suma, a una escala de análisis macro-económico, el desarrollo del sector de ex-portación frutícola chileno representa el‘éxito’ más rotundo de la reestructu-ración neoliberal (Apey, 1995).

V. LA FRUTA CHILENA EN UNA

CADENA DE PRODUCTOS GLOBAL

Y EL ROL DE LAS EMPRESAS

MULTINACIONALES

Es útil emplear la adaptación de Gwynnedel concepto de Gereffi (1994) de las ca-denas de productos globales para asíaclarar la estructura y la dinámica delsector chileno de XFNT. Según Gwynne(1998), la cadena de fruta global impul-sada por el comprador se puede dividiren cuatro partes: el consumo; el marke-ting y la venta minorista; la distribución,incluyendo el transporte y el almacena-miento en frío; y la producción. Los la-zos entre estas cuatro funciones noinvolucran usualmente una propiedaddirecta, sino que se basan en una ‘red’de acuerdos contractuales.8 Estos acuer-dos incluyen: el contrato informal entrelos consumidores y su cadena de super-mercado preferida; los contratos másformales que existen entre las cadenasde supermercados y los mayoristas eimportadores, por una parte, y los dife-rentes tipos de compañías exportadorasde fruta (las transnacionales y los con-

sorcios de agricultores individuales), porotra parte; por último, también se in-cluyen los contratos entre las empresasexportadoras y los productores. EnGwynne (1998) se conceptualiza el bos-quejo chileno desde una perspectiva decomercio minorista y marketing en elReino Unido.

En el Reino Unido, los supermerca-dos representan a los principales agen-tes del comercio minorista de la cadenarecibiendo un 64% de la fruta chilenaimportada. Los mayoristas reciben un34%, el que se vende a los minoristas ya los supermercados. De acuerdo a Gwy-nne, los supermercados y los minoristastienen contratos con cuatro diferentestipos de agentes de distribución respon-sables del marketing de la fruta chilena.Ellos son: empresas frutícolas a mayor omediana escala como Dole, Chiquita,United Trading Company, Unifrutti yZeus; empresas exportadoras chilenasque incluyen David del Curto, Copefrut,Río Blanco y Frusan; grandes consor-cios de agricultores quienes usualmen-te subcontratan servicios entre el agri-cultor y el sector del comercio minorista;un gran número de pequeñas y media-nas compañías exportadoras quienesparticipan en el abastecimiento de losmercados especializados (mercados denicho).

A. La articulación del cambioglobal. Los lazos entre lascompañías exportadoras ylos productores

Los lazos que existen entre los distribui-dores y los productores (alrededor de8.000 en Chile trabajando en 10.000propiedades) son de gran importancia enel marketing internacional de la frutachilena. Es crucial el hecho de que, da-dos los bajos niveles de reglamentaciónen el sector, las compañías exportadorasson receptáculos a través de los cuales

8 Aunque esto es cierto, en general las ten-dencias actuales indican una creciente incli-nación hacia una integración vertical completaen la economía global de la fruta. Un buenejemplo es la reciente adquisición de Fresh delMonte por el conglomerado árabe, quien poseeUnited Trading Company y tiene el objetivo deaumentar la integración (Friedland et al., 1998).

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los cambios económicos a altas escalasde resolución repercuten y provocan unimpacto en las localidades. La naturale-za del rol de estas empresas tiene trescaras: el marketing, la adopción, adap-tación y transferencia de la tecnología yla provisión de financiamiento para losagricultores.

1. El marketing. Las compañías ex-portadoras son cruciales en el marke-ting de los productos frutícolas chile-nos de dos maneras principales. Enprimer lugar, ellas proveen los serviciosnecesarios para la preparación, el em-balaje y el almacenamiento en frío de lafruta. En segundo lugar, ellas reúnencantidades suficientes de mercancía parajustificar la inversión en tales servicios,obtener economías de escala del trans-porte y generar un poder negociador deprecios en los países recibidores. Estoes de particular importancia para lospequeños productores, quienes tienenque enfrentar barreras considerables alcomercializar sus productos indepen-dientemente.

2. La adopción, adaptación y transfe-rencia de tecnología. El Plan de Desarro-llo Frutícola de Frei en 1968 formó unpiso importante para los avances tecno-lógicos en el mercado de la fruta (Jarvis,1992). Sin embargo, en los años post-golpe, especialmente en los años seten-ta, el mismo sector quedó a cargo de suspropios recursos. Así, las empresas ex-portadoras jugaron un papel crítico enla identificación, adaptación y a la largala transferencia de varias tecnologíasfrutícolas. Algunos ejemplos incluyen laadopción, adaptación y transferencia dela variedad Californian Thomson Seed-less que la compañía chilena exportadoralíder, David del Curto, llevó a cabo. Tam-bién se incluye el desarrollo de técnicasde almacenamiento y de control de cali-dad del período crítico de la postcosechade una gama de empresas (Jarvis, 1992).

3. La provisión de financiamiento paralos agricultores. Tal vez el rol más impor-tante de las empresas de marketing fueel de desarrollar un sistema de finan-ciamiento para los agricultores. David delCurto fue fundamental en establecer estemodelo de provisión de crédito en el cuallas empresas efectivamente actuaroncomo bancos. Este sistema fue crucialen el desarrollo del sector de la pequeñaagricultura ya que muchos bancos noestaban dispuestos a prestar dinero a lospequeños agricultores. En este sistema,el abastecimiento de la uva de exporta-ción se asegura por medio de acuerdoscontractuales (Korovkin, 1992). En elpasado estos acuerdos han incluidoacuerdos de precio mínimo; sin embar-go, la forma de contrato más frecuentesigue siendo el acuerdo a consignacióna un año, como se explica más abajo.

Al agricultor se le ofrece el crédito auna tasa de interés real, en este momen-to alrededor de 8-12%. Este anticipo seusa normalmente para cubrir todos loscostos de producción más una propor-ción de los gastos de vida. Se espera queel agricultor siga un estricto programade aplicación de insumos a lo largo dela temporada. En muchos casos estosinsumos sólo pueden ser proveídos porla empresa, la que envía a un(a) agró-nomo(a) para monitorear la operación.Una vez que se ha cosechado el produc-to, el agricultor lo envía al servicio deembalaje, en la fecha que la empresa loexige. La fruta debe cumplir con los re-quisitos estipulados en el contrato, delo contrario no será aceptada por laempresa. Una vez embalada, la fruta setraslada para ser refrigerada y luegotransportada. El pago de la fruta se lle-va a cabo a través del sistema de pre-cios a consignación. Así, el retorno netoserá equivalente al precio total recibidopor la fruta menos el total del anticipomás el interés, junto con el costo deinsumos y/o la maquinaria proveída por

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la firma (que algunas veces incluye lamano de obra) más un margen de ga-nancia para la empresa por estos ítemes,los cargos por los servicios del(a) agró-nomo(a) y una comisión (entre 8-12% deretorno bruto). Cuando un agricultorestá endeudado, los costos pueden tam-bién incluir otra tasa de interés sobre elmonto de la deuda (usualmente 10%).Puede que la deuda se presente cuandoel retorno bruto del agricultor no seasuficiente para cubrir los anticipos decrédito, los costos y el interés. Normal-mente, una cláusula sobre deudas esti-pula que el agricultor deberá entregartoda su producción exclusivamente a laempresa hasta que haya cancelado to-das las deudas.

En los años ochenta, virtualmentetodas las compañías exportadoras yainvolucradas y también entrando en elsector utilizaron el sistema de crédito decontrato y consignación (CCC). Así, en losaños del boom, a mediados de los añosochenta, hubo una explosión en los ni-veles de crédito disponibles para losproductores. En este período, muchos delos pequeños agricultores se incorpora-ron al sistema.

B. El difícil período deprincipios de la década delos años 90 y lareestructuración del sectorexportador

Como se ha dicho anteriormente, en1989, 1992 y 1993 el valor nominal delsector exportador frutícola se redujo.Esta situación se debió a tres factores:1) El rápido aumento del valor del pesocon relación al dólar durante este perío-do; 2) El ingreso de nuevos competido-res en los mercados globales de fruta enese período (especialmente Sudáfrica); 3)Un creciente proteccionismo en las eco-nomías avanzadas, especialmente en losmercados de la manzana de la Unión

Europea donde la competencia con losproductores locales es alta. Lo anteriorcondujo a una disminución significativaen el valor real de las ganancias por ex-portación de fruta (Murray, 1998a), lascuales en 1994 alcanzaron su punto másbajo en 8 años.

Esta tendencia dio origen a una sig-nificativa reestructuración de las opera-ciones de las compañías exportadoras,las cuales, a su vez, tuvieron un impac-to devastador en muchos productores defruta —especialmente los productores amenor escala. El mercado se ha rees-tructurado de tres formas principales:

• En primer lugar, las presiones delmercado han alentado la formación delas compañías exportadoras ‘descom-prometidas’. Estas empresas no partici-pan en el complejo sistema CCC. Másbien, ellas actúan como simples inter-mediarios comprando y vendiendo losproductos generalmente contratando losservicios y la infraestructura de las em-presas más grandes para su actividadde postcosecha. De esta manera, talescompañías han reducido sus riesgospudiendo explotar más fácilmente losmercados de nicho y retirarse fácilmen-te si es necesario. Debido al hecho deque las empresas ‘descomprometidas’ re-quieren productores independientes entérminos de capacidad financiera ytecnológica, los pequeños productores ge-neralmente no participan en este siste-ma.

• Un segundo cambio reciente, dadala evolución de las relaciones de contra-to más estrictas con muchas empresasexportadoras, ha sido el aumento de aso-ciaciones exportadoras de productoresmayores. Según un productor mayor enel Norte Chico de Chile, la escala míni-ma de eficiencia de este tipo de empresaes de alrededor de 100.000 cajas poraño. Este requisito junto con la inver-

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sión pertinente han sido los dos facto-res que han impedido la formación deasociaciones de pequeños productores.

• En tercer lugar, algunas empresasparticipan en la compra de tierra y laorganización de su propia producción.A menudo estos terrenos han perteneci-do anteriormente a productores despla-zados quienes han perdido su tierradurante un período de paralización eco-nómica.

Los cambios anteriores, sin embargo,están ocurriendo mayormente en la pe-riferia del mercado. En la mayoría de loscasos, el modelo organizacional CCC per-siste. Además, un número de empresasque anteriormente ofrecían precios ga-rantizados han virado hacia este siste-ma después de sufrir pérdidas severasdebido a malos cálculos durante el em-peoramiento de la economía en 1989 y1992-93 (Gómez, 1996). No obstante, estesistema, y en particular la naturaleza dela negociación y acuerdos sobre los con-tratos, ha evolucionado considerable-mente. El análisis de 40 contratos a con-signación, 20 de 1986 y 20 de 1994,muestra un significativo aumento en larigurosidad de las condiciones contrac-tuales, la cual ha incluido pagos conaltos intereses, comisiones y la introduc-ción de varias cláusulas adicionales. Lasempresas también han alentado la hi-poteca de la propiedad y/o de los viñe-dos, incorporando esto a los acuerdoscontractuales. Finalmente, las exigenciasde calidad han aumentado entre los dosperíodos. Tres cláusulas adicionales sondignas de mencionar:

• En la cláusula ‘arbitraria’ la em-presa preselecciona un(a) abogado(a)quien arbitra en caso de existir una dis-puta entre las dos partes. En muchoscasos la empresa predispone seriamenteel resultado de los procedimientos lega-

les al seleccionar el/la abogado(a) oficialde la compañía.

• En la cláusula en el ‘área de lajurisdicción’ la empresa indica en quélugar físico se deben resolver las dispu-tas. Las empresas que funcionan en lasáreas periféricas del país a menudo se-leccionarán Santiago, ya que así la posi-bilidad de que los reclamos se haganpúblicos es mucho menor.

• En tercer lugar, como una reac-ción directa al episodio de las ‘uvas en-venenadas’, los contratos de 1993 inclu-yeron una cláusula de ‘catástrofe ex-terna’. Así, debido a un bloqueo inespe-rado por guerra, secuestro o cualquierotro factor, a los productores se les de-vuelve su fruta, la que recogen dondeésta se encuentre en ese momento. Deesta manera, la firma al liberarse de laresponsabilidad en un momento de cri-sis, puede evitar cualquier petición decompensación.

La increíblemente exacta naturalezade este tipo de acuerdo se ha ganado elnombre de ‘el contrato león’ en los cír-culos legales chilenos. El término se re-fiere a los contratos diseñados para fun-cionar casi exclusivamente en ventaja dela parte dominante. El impacto sobremuchos productores de este contrato haacarreado un aumento en la dependen-cia de las empresas exportadoras y unaobligación de aceptar un creciente des-pliegue de los riesgos que se corren enla operación de un sistema global. Losagricultores que operan bajo este siste-ma están a la vez insertos en un siste-ma global donde sus ganancias son de-terminadas por factores globales queestán más allá de su control.

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VI. EL BOOM DE LA FRUTA Y EL

DESARROLLO DESIGUAL

A pesar del ‘éxito’ del sector exportadorfrutícola chileno a una escala macro-económica, el aumento de XFNT en Chileestá produciendo una gama de tensio-nes sociales, económicas y ambientalesen el campo chileno. Tales tensiones,junto al desarrollo espacial desigual, ladiferenciación social local y los impac-tos ambientales locales, son exploradasa continuación. Se argumenta que estastensiones han evolucionado en gran par-te debido a la incapacidad del Estadochileno para reglamentar el impacto delas fuerzas económicas globales. Esto sedebe a una continua adherencia a unapolítica económica y social neoliberal enel sector rural y en la economía en ge-neral. Irónicamente, se argumenta quesi no se controlan tales tensiones éstaspueden explotar su potencial de socavarla capacidad del sector de sostenerse alargo plazo, la que ahora juega un papelcentral en el desarrollo económico.

A. El desarrollo espacialdesigual en el Chile rural

La inequidad espacial se ha exacerbadodebido a la influencia del boom de lasXFNT (Cruz, 1987; Gómez y Echeñique,1986; Gwynne y Ortiz, 1997). Muchasde las localidades rurales y en algunoscasos regiones completas han sido mar-ginadas del sistema dinámico. La ideo-logía de un libre mercado, que ha conti-nuado durante los gobiernos democrá-ticos de Aylwin (1990-94) y Frei (1994-99), ha impedido el desarrollo de unapolítica regional coherente diseñada paracorregir un desequilibrio espacial.

1. La diferenciación interregional. EnChile los huertos de fruta se ubican entrela III Región en el Norte (Atacama) y laIX Región (La Araucanía). Sin embargo,en 1993, más de 155.000 hectáreas de

un total de 178.000 con fruta se con-centraban en las cinco regiones: entrela IV y la VII (incluyendo la Región Me-tropolitana) (Murray, 1997b). Sólo pocomás de un 50% del total de la tierrausada para cultivos frutícolas se encon-traba en la VI Región y la Región Metro-politana. Los aumentos en la producción,al igual que los crecientes ingresos percápita, han sido algunos de los benefi-cios para las regiones especializadas enla exportación de fruta. Este ha sido elcaso en especial de la regiones que nohan estado involucradas en la produc-ción de cosechas de exportación comola IV Región.

Por otra parte, debido a razones cli-máticas y de ubicación (cercanía a ser-vicios portuarios, temporada de cosecha,nivel de infraestructura), en las regionesmás ‘periféricas’, la agricultura tradicio-nal (usualmente la de consumo local queincluye trigo, maíz, remolacha y produc-tos lácteos) domina las economías rura-les regionales. En este momento, dadala variedad de acuerdos de libre comer-cio que evolucionan en la región(Mercosur y NAFTA), junto con una con-tinua reticencia por parte del Gobiernoa ‘interferir’ en el mercado, parece casiimposible que la relativa posición delsector no exportador pueda mejorar (Kay,1997).

2. La diferenciación intrarregional. Den-tro de las regiones que cultivan fruta,la distribución de los beneficios tambiénse ha concentrado espacialmente. Cier-tas localidades —donde existen ventajascomparativas y competitivas en la pro-ducción de cultivos para la exportación—han disfrutado una abrumadora canti-dad de beneficios (Riffo-Rosas, 1992).Por ejemplo, en la IV Región ha habidouna considerable diferenciación espacialentre comunas. En Monte Patria, las ex-portaciones han prosperado con muchafuerza. Aquí convergen considerables

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variables climáticas que permiten la co-secha en el momento perfecto para elmercado de Navidad en Norteamérica.La existencia de un abastecimiento deagua permanente (notablemente regula-da por los embalses La Paloma y Cogotí)ha apoyado el crecimiento local (Gwynney Meneses et al., 1994). En la comunaubicada al Sur de Monte Patria, Punita-qui, la temporada de cosecha es dema-siado tarde para beneficiarse de los al-tos precios contraestacionales en EstadosUnidos. Además se tiene que mejorar lainfraestructura de abastecimiento deagua de una manera coherente. En con-secuencia, una de las comunas de cre-cimiento más rápido es vecina con unade las comunas más pobres en Chile.Aun dentro de las comunas, debido auna mezcla intrincada de característicasde infraestructura, de ubicación, de his-toria y de clima, el impacto espacial delcrecimiento de las XFNT ha sido desigual.En Monte Patria, por ejemplo, ValleLimarí Alto tiene un microclima parti-cularmente favorable, recibiendo agua demanera permanente en una tierra fértily plana, la que tiene una historia dereforma agraria. Por lo tanto, se ha vistoun enorme crecimiento en la exportaciónde uva de mesa (centrada en el pequeñopueblo rural llamado El Palqui). Cerca,en el valle Río Grande, sin embargo, hahabido muchos problemas que han im-pedido el desarrollo de la agriculturapara la exportación. Por ejemplo, hayproblemas de abastecimiento de agua,aislamiento y una vulnerabilidad a lasequía, lo que conforma una importanteexplicación para la alta incidencia depobreza rural en el valle (Ortiz y Schia-ppacasse, 1993).

También existe evidencia que sugiereque el boom de las XFNT favorece unainclinación urbana (Gwynne y Ortiz,1997). Por ejemplo, algunos centros ur-banos regionales, tales como Ovalle (IVRegión) y Curicó (VII Región) han cauti-

vado considerables beneficios multiplica-tivos a través del desarrollo del sectorde servicios, por ejemplo financieros, deinformación y asistencia, de alojamien-to, de entretención y transporte y, enalgunos casos, sectores manufactureroscomo insumos y maquinaria (Murray,1997a). Por otra parte, la baja calidadde los niveles de abastecimiento y otrasactividades siguen caracterizando lasáreas de producción y sus pequeñospueblos y asentamientos.

B. El crecimiento de las XFNT

y la diferenciación socio-económica en el Chile rural

Dentro de las localidades que participanen el sistema, las diferencias entre losgrupos socioeconómicos se han agudi-zado. Por ejemplo, los que no poseen tie-rras, los/las trabajadores(as) tempo-reros(as) y los pequeños agricultores(especialmente los minifundistas) estánen una relativa desventaja dentro dela sociedad rural (Kay, 1997; Murray,1997b). La siguiente sección se centraen la diferenciación en los mercados la-borales al igual que entre los gruposcon tierras de diferente superficie.

1. Los mercados laborales diferencia-dos. En todas la regiones y localidadesque se especializan en XFNT, el empleorural ha aumentado debido a una cre-ciente demanda por trabajo agrícola yde embalaje. Una diferencia en el mer-cado laboral, que a menudo es conside-rada positiva, es el alcance que se le hadado a la mano de obra femenina en elembalaje de la fruta. En muchos casos,esto ha llevado a las mujeres a emplear-se fuera de la casa por primera vez, loque les ha conferido cierto nivel de in-dependencia económica, y que segúnalgunos comentaristas es un paso im-portante para compensar la dañina ytradicional estructura social patriarcalque existe en el Chile rural (Bee y Vogel,1997).

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No obstante, la recompensa por eltrabajo en el mercado laboral frutícolaes diferenciada de acuerdo al estatus deltrabajo (temporario y no temporario) yal género. En el caso del primero, unaproporción significativa de la crecientedemanda laboral es de naturaleza tempo-raria (Riffo-Rosas, 1995). Esto ha origi-nado una inseguridad económica parala mano de obra durante la no tempora-da, al igual que una gama de problemasasociados con la afluencia migratoriaen busca de trabajo para la temporada(Ortiz, 1990). Además, dentro de estesector los salarios permanecen más ba-jos que en el sector laboral permanente.Este es el caso en particular de la manode obra femenina para el embalaje, quegeneralmente recibe menos que la mas-culina por un día de trabajo. Varias delas temporeras rurales también se hanquejado del trauma de trabajar ‘jornadadoble’ ya que ellas trabajan cada vez másfuera de la casa en las horas del día conluz natural (Barrientos, 1997). A la fe-cha, ha habido muy pocos avances en elaspecto de sindicalización y opción queel golpe de Estado eliminó y que el go-bierno democrático todavía no ha resuel-to (Barrientos, 1997; Kay, 1997).

2. La marginalización y la pro-letarización de los pequeños agricultores.El aumento de las XFNT en Chile ha teni-do un impacto diferente en los diversosgrupos de agricultores. Como ya se hamencionado, la posición relativa demuchos agricultores tradicionales, sinacceso al mercado de XFNT, ha empeo-rado. Este ha sido especialmente el casode los minifundistas, quienes han esta-do severamente limitados para obtenerel crédito necesario para iniciar la pro-ducción de fruta (Kay, 1997). El iniciarun cultivo es un proceso costoso. Porejemplo, en el Norte Chico, el cultivarsólo una hectárea de uva de mesa pue-de costar hasta US$35.000. En el ValleCentral, donde el abastecimiento de agua

es abundante, el costo es considerable-mente menor, pero aún prohibitivo paralos pequeños agricultores. Desde la res-tauración de la democracia en Chile, eldebate se ha centrado principalmente enla reconversión como una estrategia desobrevivencia para los pequeños agricul-tores. Así a éstos se les motiva a conver-tir su producción en cultivos que seancompetitivos en el mercado global talescomo la fruta. Existe un creciente con-senso de que los pequeños agricultores,en particular, enfrentan una serie de res-tricciones que pueden dificultar los es-fuerzos de ‘reconvertir’ seriamente. Es-tas incluyen la falta de financiamiento,de información, de poder de negociacióny la necesidad de asegurar el ingresopara la subsistencia como también deminimizar los riesgos. Dado este consen-so, dentro del contexto de la políticapostdictatorial de ‘neoliberalismo con unrostro humano’, el gobierno le ha pues-to más atención a los agricultores ‘via-bles’ poniendo a su disposición fondoslimitados para ‘reconvertir’ (Kay, 1997).

No obstante, estudios recientes handemostrado que la sola reconversión ala producción de fruta no es suficientepara garantizar la sobrevivencia de lospequeños agricultores. En el sector ca-pitalista agrofrutícola parece haber unadiferenciación en desarrollo en términosdel tamaño de la parcela o fundo. Losgrandes agricultores (con 50 hectáreasy más) se han beneficiado claramentecon el desarrollo de la exportación frutí-cola. Sin embargo, los pequeños y media-nos agricultores enfrentan grandes difi-cultades dentro del contexto neoliberal.En general, tales agricultores fueronincorporados a través de contratos conempresas exportadoras de fruta, a me-nudo multinacionales, como se ha dichoanteriormente. Estos contratos han sidoelaborados explotando asimetrías en elpoder económico y político existente en-tre las firmas y los agricultores. Esta asi-

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metría ha creado una situación dondelas firmas han podido establecer un sis-tema de contrato que funciona claramen-te a su favor. Dado el bajo poder de nego-ciación, los pequeños agricultores tie-nen pocas alternativas a aceptar las con-diciones de estos documentos contrac-tuales. Esto ha permitido a las empre-sas alterar el sistema transfiriendo unaproporción importante de los costos deoperación y proteger sus márgenesde rentabilidad en tiempos difíciles. Ta-les problemas se han agravado aún máspor el hecho de que a muchos de lospequeños agricultores se les ha alenta-do (y algunas veces obligado) a practicarmonocultivos en sus tierras para poderobtener economías de escala. Lo ante-rior ha aumentado la vulnerabilidad eco-nómica y ambiental junto con presen-ciar el desplazamiento de la producciónsostenible originando una inflación enlos costos de consumo de alimentos (Mu-rray, 1998b).

Una gran proporción de los parcele-ros del sector frutícola está sumamenteendeudada con las compañías. Cada vezmás los agricultores están teniendo queentregar sus tierras en pago de estasdeudas. Los productores que han tenidola desgracia de quedarse sin tierra ge-neralmente tienen que recurrir a empleosde temporada mal pagados o a activida-des informales; algunos de ellos estánmigrando a las ciudades. Como conse-cuencia, en el sector productor frutícolachileno se puede ver claramente la re-concentración de la tierra (un aumentoen el tamaño promedio de las tierras) yaque las empresas y los mayores produc-tores obtienen cada vez más acceso a latierra que ha pertenecido a los par-celeros. En la tabla 1, las cifras de losniveles de endeudamiento de 26 agricul-tores encuestados en 19959 en las dife-

rentes parcelaciones en la localidad ru-ral de El Palqui (En el Valle Limarí, NorteChico) reflejan el grado del problema.

La tabla 2 muestra el impacto delendeudamiento, en términos de la recon-centración en las tierras de la mismalocalidad. Similares encuestas realizadasa los pequeños productores de manza-nas en el sector del Valle Central de Chilehan revelado que procesos parecidos—aunque menos considerables— estánteniendo lugar allí (Murray, 1998c). Enestas áreas estudiadas, la tierra ha sidoabsorbida por mayores productores y

9 Las entrevistas a los pequeños producto-res formaron parte del trabajo en terreno para

Tabla 1ENDEUDAMIENTO PROMEDIO EN LAS PARCELACIONES

DE EL PALQUI, 1995, IV REGIÓN

ParcelaciónDeuda

promedio (US$) Año promediode comienzo

San Antonio 84 383 1987

Los Litres 49 600 1991

Santa Rosa 31 528 1988

Total 50 217 1989

Fuente: Entrevistas personales en terreno.

Tabla 2DISTRIBUCIÓN DEL TAMAÑO DE PROPIEDADES

EN EL PALQUI, 1983 Y 1985

Tamaño 1983 1994

<10 ha 17% 10%

10-20 ha 5% 8%

>20<50 ha 4% 9%

>50 ha 74% 73%

Fuente: Calculada por los roles de ImpuestosInternos.

la investigación de una tesis doctoral en estetema. Este trabajo fue realizado en un periodode un año en las localidades de Ovalle y Curicóen 1994 y 1995 (Murray, 1997b).

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compañías exportadoras en pago de susdeudas.

Por otra parte, los grandes agriculto-res han sobrevivido y, en algunos casos,prosperado dentro del ambiente especial-mente competitivo de principios de ladécada de los noventa. Estos agriculto-res a mayor escala son de dos tipos: losque mantuvieron sus grandes terrenosdespués de las reformas agrarias de losaños setenta permaneciendo en la agri-cultura y agricultores que administransus tierras desde las áreas urbanas. Es-pecialmente los productores con más de200 hectáreas de terreno se han benefi-ciado frente a los menores agricultoresen al menos cuatro aspectos: un relati-vo alto poder de negociación con las com-pañías exportadoras, lo que se tradujoen contratos en términos más favorablespara ellos; un acceso a crédito y capitalen fuentes diferentes de las compañíasexportadoras, lo que significó menor de-pendencia y mayor flexibilidad; unmayor acceso y control de la informa-ción, lo que dio la posibilidad de pla-near las acciones a largo plazo incluyen-do las inversiones productivas; y unmayor espectro para la diversificación adiferentes tipos de productos (incluyen-do la producción de otros productos ade-más de fruta) en terrenos relativamenteamplios (Gwynne, 1998; Murray, 1999).

Como se puede apreciar, en el sectorde los pequeños agricultores la mar-ginalización, la carencia de tierra y unafinal proletarización son cada vez reali-dades más comunes en un sector quese supone relativamente dinámico en loscírculos de Gobierno. La sola ‘reconver-sión’ no es una panacea y las altas ga-nancias del principio, gracias a la en-trada en los mercados globales, duraronun corto plazo. Es interesante destacarque muchos de los pequeños producto-res que no quisieron o no pudieron orien-tar su producción a la exportación han

permanecido en el sector, admitiendorecibir bajas ganancias a corto plazo,pero sobreviviendo basados en la pro-ducción para los mercados locales y enla subsistencia y la participación en losmercados laborales locales de la tempo-rada en el sector frutícola.

C. Las tensiones locales medio-ambientales

La última característica del cambio lo-cal en ser investigada es aquella que serefiere a las tensiones locales ambienta-les. La rápida expansión de la intensivaagricultura frutícola está causando pre-siones en el medio ambiente local y re-gional especialmente los ‘ambientesmarginales’ en el Norte (sobre todo en elNorte Chico) donde aumentan la esca-sez y la contaminación de agua ademásde la salinidad del suelo junto a otrasformas de degradación del mismo (Gwy-nne y Meneses et al., 1994). En un estu-dio del sistema del Valle Limarí, Gwynney Meneses et al. (1994) identificaron unagama de tensiones ambientales creadasa través de la rápida adopción y expan-sión de tierra con uva de mesa. En par-ticular, los autores destacan que losrápidos patrones de adopción han gene-rado severos problemas de abastecimien-to de agua. Aunque el área se sirve deun número de embalses, la demanda poragua sobrepasa la cantidad abastecida.Lo anterior ha originado la utilización demétodos de irrigación cada vez más efi-cientes y costosos —principalmenteel riego ‘a goteo’—. A pesar de que estetipo de riego ha compensado los proble-mas de escasez de agua inminentes, lomismo ha tenido el impacto ‘paradójico’de reducir el excedente de agua disponi-ble para filtrar los suelos (Gwynne y Me-neses et al., 1994). En consecuencia, lasalinidad del suelo se ha transformadoen un problema considerable en el área.Los problemas en esta región se hanagravado debido al cambio climático lo-

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cal, el que ha originado una disminu-ción constante en el promedio de aguacaída al igual que un número de perío-dos de sequía en los últimos diez años(Downing, 1994).

Las tensiones ambientales no se hanlimitado a los sectores marginales sola-mente. En la ‘reconversión’ hacia la pro-ducción de fruta para la exportación,muchos agricultores han transformadosu producción de un tipo relativamentediversificada/no-intensiva a una de mo-nocultivo/intensiva. Este es el caso par-ticular de los pequeños agricultores,quienes tienen poca opción de especiali-zarse de esta manera, lo que está origi-nando una degradación del suelo enmuchas áreas. Además, el intensivo usode pesticidas y herbicidas ha contami-nado las aguas. Por el momento, no hahabido estudios a gran escala que in-vestiguen estos procesos en detalle. Sinembargo, hay evidencia anecdótica acu-mulada en 1995 que parece apoyar és-tos argumentos.

En el caso de la degradación de lossuelos y la escasez de recursos, el másperjudicado es el agricultor más peque-ño y más pobre. En el Norte Chico, porejemplo, algunos pequeños agricultoresestán teniendo que dejar el mercadodebido al rápido aumento de los preciosdel agua y de la necesidad de utilizarequipos de irrigación más sofisticados.Es más, dada la insistencia de las com-pañías exportadoras para que los peque-ños agricultores practiquen el monocul-tivo en sus pequeñas parcelas, losproblemas de la calidad del suelo se con-centran justamente en estos terrenos.Así, las tensiones ambientales origina-das por la rápida expansión de las XFNT

chilenas exacerban la desigualdad so-cial en el campo.

D. El desarrollo rural desigualy el problema de lasustentabilidad en general

El boom de la exportación de fruta chi-lena no ha traído beneficios ubicuos. Alcontrario, el crecimiento de las XFNT haprecipitado y exacerbado desigualdadespacial y socioeconómica. Por otra par-te, la operación del sistema ha desenca-denado un número de tensiones queamenazan la sustentabilidad de los sis-temas locales basados en la producciónde fruta de la siguiente manera:

• En primer lugar y más obviamente,los problemas ambientales llevan a de-bilitar a los sectores locales. Este esel caso particular de las áreas margina-les y en alguna medida también es cier-to en general. Dado lo impredecible quees el sistema climático local reciente enel contexto de la oscilación de la Corrientedel Niño, la posibilidad de sequías se-rias y debilitantes siempre está presente.

• En segundo lugar, en las localida-des donde ha evolucionado una especia-lización de monocultivos casi por com-pleto la vulnerabilidad a las fuerzas decambio global es potencialmente peligro-sa. Los gustos de los consumidores enlos mercados recibidores están cambian-do rápida y permanentemente al igualque las medidas proteccionistas, en par-ticular en los sectores de economíasavanzadas. Los pequeños agricultores, enespecial, no tienen ni la habilidad ni lainformación para mantenerse al día contales tendencias. Las empresas expor-tadoras, por otra parte, dada su crecientenaturaleza descomprometida, bien pue-den trasladarse a nuevas áreas dondeexistan cultivos de fruta que esté ‘demoda’.

• En tercer lugar, algunos comenta-ristas arguyen que la continua exclusiónde la mayoría de la población rural para

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recibir los beneficios del crecimiento dela exportación amenaza la sustenta-bilidad política del sistema (Vergara,1994; Kay, 1995). La sociedad rural po-pular tal vez está perdiendo pacienciacon el modelo de orientación exportado-ra. En el contexto de la restauración dela democracia en Chile (desde 1990) cadauno de estos agricultores tiene derechoa voto (lo use o no ). Ya el gobierno de laConcertación de Partidos Políticos estáperdiendo votos debido a su percibidaincapacidad de brindar un progreso so-cial en el país en su totalidad.

Pareciera justificable argumentar quevarias localidades específicas estabanmejor económicamente antes del ‘empu-jón’ hacia los mercados globales. En lossistemas tradicionales, la producción eradestinada a las realidades y limitacio-nes locales y, a la larga, era más soste-nible. Es desde esta perspectiva que loscríticos del paradigma dominante dedesarrollo podrían abogar por una pro-puesta ‘alternativa’. Por otra parte, aúndesde una perspectiva ortodoxa, la ame-naza al sostenimiento local mencionadoanteriormente pone en duda la adheren-cia al neoliberalismo, al menos en su for-ma actual.

E. El legado del neoliberalismoen Chile

Aunque el Estado chileno en sí, a travésde su orientación hacia el exterior en elsector frutícola, no ha ‘creado’ los pro-blemas mencionados —ya que éstos sonsintomáticos de una exposición local apoderosas fuerzas globales de poder—,de todas maneras se le puede criticarpor su continua reticencia a regular ta-les impactos. La adhesión a las políticasneoliberales de los gobiernos democráti-cos de Aylwin (1990-1994) y Frei (1994-1999) representa una continuidad depolíticas más radicales que comenzaronbajo el régimen autoritario. Ha habido

ciertas alteraciones marginales ya que losgobiernos democráticos han buscado ali-viar algunas de las desigualdades ma-yores (Kay, 1997). No obstante, a pesarde los cambios en las políticas de gobier-no hacia un ‘neoliberalismo con un ros-tro humano’ o a un ‘cambio productivocon igualdad social’ (Hojman, 1995), laspolíticas permanecen afianzadas dentrode un paradigma de libre mercado. Lanecesidad de un cambio fundamental enel sector rural chileno es cada vez másobvia. Sin embargo, existen prejuicios encontra de mayores esfuerzos para engen-drar un sostenimiento, promover laigualdad y otorgar poder a los gruposrurales marginados. Estos prejuicios vie-nen de una presión internacional parano alterar radicalmente el enfoque comotambién son un ‘vestigio’ autoritario queincluye, entre otras cosas, la presenciade los senadores designados, quienes ob-viamente continúan impidiendo la apro-bación de proyectos de leyes más ‘pro-gresistas’.

En el contexto de los temas de desa-rrollo rural desigual explorados en esteartículo se puede responsabilizar clara-mente a la abrumadora ausencia de po-líticas globales y regionales, a la caren-cia de apoyo para los pequeños agricul-tores, al fracaso en asistir a los mismosen promover grupos sociales como coo-perativas de productores y, finalmente,a una pobre supervisión ambiental yregulatoria. Podría decirse, sin embar-go, que bajo todos estos fracasos en lareglamentación yace la completa incapa-cidad y falta de voluntad del Estado paraenfrentar al sector de las empresasexportadoras y diseñar métodos de in-centivos para que así éstas no actúende una manera miope y corta de miras.En la ausencia de tales medidas, laspolíticas de las empresas exportadorasestán siendo decisivas en las localida-des creando gran dependencia determi-

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nada en gran parte por los interesescreados de las mismas.

Las alternativas al paradigma actualsiguen evolucionando. Se debe destacara los/las pensadores/as de CEPAL quie-nes están comprometidos en la elabora-ción del ‘neoestructuralismo’. Algunas delas ideas de esta escuela ya están pene-trando los círculos de Gobierno. No obs-tante, los críticos de este enfoque en evo-lución arguyen que éste es sólo un in-tento de ‘juguetear con los márgenes’.Dada la arraigada naturaleza de la polí-tica chilena y de la presión internacio-nal, es posible que pase mucho tiempoantes de que se reconozca un paradig-ma verdaderamente nuevo y que real-mente se ponga en práctica.

VII. LAS REPERCUSIONES DE LA

GLOBALIZACIÓN DE LA FRUTA

PARA AMÉRICA LATINA

La globalización de la agricultura y, enparticular, de la fruta, se está amplian-do y profundizando, formando y conec-tando un despliegue de macroeconomías,regiones y localidades. Los beneficios detales cambios, al menos a una macro-escala, pueden ser muy significativos.Sin embargo, la globalización es desigualy contradictoria. A través de la creaciónde una red interconectada, esta globa-lización margina a aquellos lugares ygrupos que no participan en el proceso.Entre aquellas entidades que sí partici-pan, la distribución de los beneficios noes equitativa debido a las asimetríassubyacentes en el poder global. En Chi-le, la discusión anterior ha mostrado queestas posibilidades se manifiestan espa-cial, social y ambientalmente. Se handejado al descubierto similares impac-tos en otros países de América Latinainvolucrados en el complejo. Por ejem-plo, en El Salvador y Paraguay se hanobservado similares procesos de degra-

dación ambiental, carencia de susten-tabilidad económica y diferenciación so-cial (Barham et al., 1992; Carter et al.,1996). En particular, Carter et al. (1996)destacan que el crecimiento ‘exclu-sionario’ (la carencia de tierra entre pe-queños productores con una tasa deempleo rural en disminución) ha aumen-tado como consecuencia de un desarro-llo orientado hacia el exterior en Para-guay. En general, parece factible argu-mentar que efectivamente existe unatendencia al crecimiento exclusionario yno sustentable en la economía rural deexportación en América Latina (Murray,1998a; Kay, 1995). Tal tendencia no selimita a América Latina; investigacionespreliminares en los países del PacíficoSur han revelado procesos similares. Porejemplo, en Tonga, la campaña por au-mentar las exportaciones de fruta y ca-labaza está creando tensiones ambien-tales, políticas y económicas en el campo(Overton, Murray y Ali, 1999). Es posi-ble que tales procesos se extiendan aotros países también.

Los modelos de la globalización de laagricultura y el enfoque de la cadena dela mercancía no presuponen (ni tampo-co deberían hacerlo) un rol determinan-te en las fuerzas de la economía global,en la incapacidad de los actores localesde reconstituir el sistema global o en laevolución de la dependencia a un nivellocal. En estos términos, el rol del Esta-do regulador o de la sociedad civil (o talvez ambos) puede, en teoría, reducir yquizás ‘optimizar’ el impacto del cambioglobal. Lo anterior no sorprende dadoque se han desarrollado diversas ideasen y para los países capitalistas avanza-dos donde tales condiciones se han es-tablecido firmemente (aunque estén endecadencia). En la realidad contempo-ránea de Chile y América Latina, sinembargo, el sistema opera de maneradiferente. En última instancia, el con-senso neoliberal, que está impregnando

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la región debido a una combinación deintereses de una elite local e interna-cional, impide el establecimiento de unenfoque alternativo. Con el objetivo deatenuar las fuerzas del proceso de globa-lización de la agricultura en AméricaLatina es tiempo de explorar y poner enpráctica un nuevo paradigma de desa-rrollo rural.

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La globalización de la fruta, los cambios locales y el desigual desarrollo rural en América Latina


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