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La Prudencia en Aristóteles - Aubenque

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    LAPRUDENCIAENARISTOTELES

    CRTICA/FILOSOFADirectora:VICTORIACAMPS

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    PIERREAUBENQUE

    LA PRUDENCIA EN ARISTTELES

    con un apndice sobreLA PRUDENCIA EN KANT

    CRTICAGRIJALBOMONDADORIBARCELONA

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    Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorizacin escrita de los titulares del copyright, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproduccin total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprograa y eltratamiento informtico, y la distribucin de ejemplares de ella mediante alquiler oprstamo pblicos.

    Ttulo original:LA PRUDENCE CHEZ ARISTOTE

    Traduccin castellana de M. JOS TORRES GMEZ-PALLETE

    Cubierta: Luz de la Mora, sobre una creacin de Enre Satu 1963: Presses Universitaires de France, Pars 1999 de la traduccin castellana para Espaa y Amrica:

    CRTICA (Grijalbo Mondadori, S. A.), Arag, 385, 08013 BarcelonaISBN: 84-7423-914-1Depsito legal: B. 585-1999Impreso en Espaa1999. - NOVAGRFIK, S. L., Puigcerd, 127, 08019 Barcelona

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    PRLOGO

    Todos estos grandes nombres que se suelen dar a las virtudesy a los vicios despiertan en el espritu ms bien sentimientos confu

    sos que ideas claras. A pesar de esta severidad de Malebranche1respecto a un vocabulario moral que haba florecido durante todala Antigedad y la Edad Media, la filosofa contempornea, menos

    persuadida de lo que se estaba en el siglo xvu de la transparenciade la existencia humana a las ideas claras, ha reencontrado elcamino para una teora de las virtudes,234Pero si la moral permanece, las virtudes pasan de moda y no se puede decir que lapruden-cia, que siempre ha sido materia de consejos, sea hoy de aquellas

    que ms admiran los hombres y celebran los filsofos. Vanamentese la buscar en el ndice de un moderno Tratado de las virtudes.Y un autor que no debera ser menos sensible a a permanencia delas virtudes cardinales que a las variaciones de la lengua cree msexpeditivo el mtodo de arrinconar la prudencia que explicar al lector moderno que es algo ms (y mejor) de lo que l cree.* Cierta

    mente, desde la poca en que la Prudencia no inspiraba slo a lostelogos y los filsofos, sino tambin a los pintores y los escultores,desde aquella en que La Bruyre todava la asociaba a la gran

    deza* la palabra se ha devaluado considerablemente. Pero esta de

    1. N. de Malebranche, Trait de morale, I, 2, 2, ed. Joly, p. 15.2. Cf. especialmente: N. Hartmann, Ethik, 1926; V. Janklvitch, Trait des

    venus, Pars. 1949; O. F. Bollnow, Wesen und Wandel der Tuge rulen, Frankfurt, 1958,y la bibliografa dada por este ltimo autor, p. 203.3. R.-A. Gauthier, La morale d'Aristote, pp. 82 ss.; comentario a la tica a

    icmaco de Gauthier y Jolif, p. 463.4. Donde est ausente la prudencia, encontrad la grandeza, si podis (Carac

    teres, XII, ed. Hachette, p. 385).

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    8 LA PRUDENCIA EN ARISTTELES

    valuacin no es culpa de la prudencia. Se dice; un automovilistaprudente; pero tambin: un nio sensato (sage), lo cual no impideque la sabidura (sagesse) sea alabada an por los filsofos, aunqueslo sea por educacin. Las variaciones del juicio sobre la pruden

    cia tienen sin duda causas diferentes de las semnticas. No es ca

    sual que fuera considerada una virtud estpida en el Siglo de lasLuces,567o que Kant la desterrara de la moralidad porque su imperativo no era sino hipotticof La prudencia ha sido vctima menos dela vida de las palabras que de los avatares de la filosofa y, msen general, del espritu pblico. La prudencia fue vctima primero del

    racionalismo y ms tarde del moralismo. Ligada a ciertas cosmovi-siones, deba quedar asociada a su declive.Querramos intentar encontrar el lazo de unin entre la exalta

    cin tica de la prudencia y la cosmovisim que supone en aquel quefuera su primer teorizador. En un cierto sentido, todo se ha dichoya sobre la prudencia. Pero, en otro sentido, nada se ha dicho hastaque no se haya explicado por qufue Aristteles, y no cualquierotro, quien hizo la teora correspondiente. La verdad es que no se

    puede disociar la teora tica de la prudencia de las doctrinas me

    tafsicas de Aristteles. La prudencia es, tambin y ms que ningu

    na otra, una virtud metafsicamente fundada. Y si llegramos amostrar que el tema de la prudencia tiene races muy anterioresa Aristteles, esto significara que la exaltacin de esta virtud no es

    extraa a una cierta cosmovisin que, si era an la de Aristteles,fue, en gran medida y por largo tiempo, la de los griegos.Este enraizamiento de la virtud de la prudencia en la tradicin

    griega parecera alejarnos de ella para siempre, dejando nuestrainvestigacin sin ms inters que el puramente histrico. Pero nobasta con decir que las lecciones de la filosofa son eternas; hace

    falta aadir que no siempre se las comprende cuando son pronun

    ciadas Vque hay palabras, de entrada indistintas, que slo se articulan despus de bastantes siglos. El mundo redescubre hoy lo quelos griegos sospechaban hace ms de dos mil aos: que las grandes

    palabras provocan las grandes desgracias;1que el hombre, esa

    5. Carta de Voltaire a La Harpe, 31 de marzo de 1775.

    6. I. Kant, Fundamentacin de la metafsica de las costumbres, seccin 2(trad. fr. de Delbos, pp. 127 ss.).

    7. Sfocles, Antgona, vv. 1.350-1.351.

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    PRLOGO 9

    cosa extraa entre todas las cosas* no es aquello que debe ser superado, sino preservado, y en primer lugar contra s mismo; que elsuperhombre es lo que ms se parece a lo inhumano; que el bien

    puede ser el enemigo de lo mejor; que lo racional no siempre es razonable y que la tentacin de lo absoluto (que ellos llamaban vgig)es la fuente siempre resurgente de la desgracia humana. La prudencia poda ser quiz una virtud estpida para un siglo que crea no

    poder cumplir con la vocacin del hombre ms que superando suslmites y que quera realizar sin demora el Reino de Dios sobre laTierra. Pero nosotros volvemos a descubrir hoy que el mundo es con

    tingente y el porvenir incierto, que lo inteligible no es de este mundoy que, si se presenta en l, es slo en forma de sucedneos y a la medida de nuestros esfuerzos. La prudencia no es una virtud heroica,si se entiende por tal una virtud sobrehumana; pero a veces hace

    falta coraje, aunque slo sea el del buen juicio,para preferir el biendel hombre, que es el objeto de la prudencia, a aquello que nosotroscreemos que es el Bien en s. Quiz, finalmente, esta virtud tengatodava su oportunidad en una poca que, cansada de los prestigios,contrarios entre s, pero cmplices, del hroe y el alma bella,busca un nuevo arte de vivir del que sean desterradas todas las formas, incluso las ms sutiles, de la desmesura y el desprecio.89

    Para designar lo que la tradicin latina denominarprudentia,

    prudencia, y que es necesario distinguir de la nocin vecina, peromuy diferente, de sabidura (sapientia, oocpa), Aristteles empleala palabra (pQvrjmg. Pero en Aristtelesphrnesis no significa sloprudencia, y se distingue mal a veces de la sofa Las variacionesde esta palabra presentan un problema a la vez filolgico y filosfico. En la Primera parte de esta obra desmenuzaremos los trminosde las mismas. La Segunda parte, necesariamente ms larga, pro

    pondr una interpretacin de laphrnesis en el sentido de prudencia. La Tercera parte se esforzar por poner de relieve una fuente cuyo descubrimiento iluminar (pensamos) la interpretacinglobal. Hace falta recordar que nos han llegado tres ticas bajoel nombre de Aiistteles: latica a Eudemo, latica a Nicmaco y

    8. Ibid., vv. 332-333.9. .. .la Desmesura, madre impdica del Desprecio (Ptndaro, Olmpica,

    n. 13).

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    10 LA PRUDENCIA EN ARISTTELES

    los Magna Moralia? Estas tres ticas no pueden ser puestas en elmismo nivel: su nmero y sus interferencias plantean problemas,quiz irresolubles, de cronologa y; en el caso de la tercera, de autenticidad. Pero no tenemos tantos textos sobre la prudencia como parano poder abarcarlos todos:1011tomaremos como base laEtica a Nic-maco,pero teniendo en cuenta las otras dos cada vez que la clarifican o, al contrario, se separan de ella" Adems, si bien este estudiose basta a s mismo, evidentemente est en conexin con la inter

    pretacin de la Metafsica que hemos propuesto en otra obra.12Finalmente, hemos de sealar desde el principio otro vnculo,y

    tambin una deuda: se podr comprobar que, ms all de la doctrina propia de Aristteles, el problema de a prudencia remite a undebate famoso y oscuro que los antiguos denominaban sobre los

    posibles.13Los mltiples aspectos de este debate, lgico, fsico ymoral, as como sus resonancias siempre actuales, han sido objetono slo de una reciente obra de P.-M. Schuhl,14sino tambin de estudios que l dirige en su seminario de Investigaciones sobre elPensamiento Antiguo, en el cual tuvimos el privilegio de participardurante aos. Que estas investigaciones, en especial sobre la nocin de xcuQg,15no estn an publicadas en su totalidad nos obli

    10. Slo se trata ex professo de la prudencia en el libro VI de la Etica a Nicmaco (sobre las virtudes dianoticas) y en un captulo de Magna Moralia (I, 34).El libro VI de la tica a Nicmaco es uno de los libros denominados comunes asta y a la tica a Eudemo, y, por lo tanto, no tiene paralelo en sta (lo cual no quiere decir que ignore por lo dems el concepto aristotlico de phrnesis).

    11. Admitiremos provisionalmente lo siguiente: a) la tica a Eudemo y latica a Nicmaco son dos versiones de un curso de Aristteles sobre la tica, siendola primera en su conjunto ms antigua que la segunda; b ) la tesis de la inautenticidadde Magna Moralia ha prevalecido durante largo tiempo. Pero, tratndose de Aristteles, los conceptos de autenticidad e inautenticidad son muy relativos; si la obra pa

    rece haber sido redactada por un discpulo tardo, ste sin duda ha utilizado notas, quiz muy antiguas, de Aristteles mismo; se puede admitir, pues, con el ltimo granexegeta de Magna Moralia, que sta es ein Werk des Aristteles selbst, zum mindes- ten inhaltlich (F. Dirlmeier, Aristteles. Magna Moralia, 1958, pp. 146-147).

    12. P. Aubenque, Le problme de Pitre chez Aristotv. Essai sur la p roble manque aristotlicienne, PUF, Pars, 1962 (hay trad. cast.: El problema del ser en Aristteles,Taurus, Madrid, 1987 ).

    13. ...obscura quaestio, quam t e q vvarwv philosophi vocanl; illam ...contentionem quam j z e q vvazwv appellant (Cicern, De Jato, I, I; IX, 17).

    14. P.-M. Schuhl, Le dominateur et les possibles, PUF. Pars, 1960.15. P.-M. Schuhl, De Pinstant propice, Revue philosophu/iic (1902). pp. 69-72.

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    PRLOGO 11

    ga a confesar expresamente aqu cuntos estmulos hemos encontra

    do en ellas, cuntas sugerencias, principalmente para el captulo 1 dela Segunda parte de nuestro estudio. Por esta deuda, y por muchasms, expresamos nuestro vivo reconocimiento a P.-M. Schuhl, quiendesde hace tantos aos es nuestro maestro y se encuentra de mlti

    ples maneras en el origen de este trabajo. Sanos permitido igual

    mente agradecer aqu a las dos instituciones que han facilitado laredaccin y la publicacin de esta obra: la Fundacin Hardt parael Estudio de la Antigedad Clsica, en Vandceuvres (Ginebra), y elCentro Nacional de Investigaciones Cientficas, en Pars.

    Besan^on, 12 de marzo de 1962

    N o t a a l a t e r c e r a e d i c i n f r a n c e s a

    Esta tercera edicin ha sido aumentada con dos nuevos apndicesde longitud desigual que estudian el destino de laphrnesis(pruden-cia) despus de Aristteles. Laphrnesis en los estoicos apareci

    primero en las Actas del VII Congreso (AixenProvence, 1963) de laAsociacin Guillaume Bud, Belles Lettres, Pars, 1964, pp. 291292.

    La prudencia en Kant apareci en laRevue de Mtaphysique et deMorale, LXXX (1975), pp. 156182. Agradecemos a los editores elhabernos autorizado a reproducir estos textos.

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    P r im e r a pa r t e

    EL PROBLEMA

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    Mr]a|io3 ocM.o0i xaGagjc; vreL.eaai (ppvii-aei k\' f\ xE.

    Pl a t n ,Fe clon.68b

    VT]TCt CpQOVEV XQlj O v q T j v (plUTlV.

    S foc l e s , fr. 590, Pearson

    I. Los TEXTOS

    En varios pasajes de su obra, Aristteles, fiel al uso platnico,emplea la palabraphrnesispara designar, por oposicin a la opinino a la sensacin, que son cambiantes como sus objetos, el saber in-

    mutable del ser inmutable. As, recuerda en el libro M de la Metafsica, que para salvar un tal saber admiti Platn la teora de lasIdeas, pues dice l, habiendo reconocido con Herclito que lo sen-sible est en perpetuo movimiento, bien hace falta admitir la exis-tencia de cosas diferentes de las sensibles, si se quiere que hayaciencia y saber de alguna cosa, juorr||xri tivg xai q)QVT]alc;., En

    elDe Celo,alaba a los eleatas por haber sido los primeros en des-cubrir la verdad de que sin la existencia de naturalezas inmvilesno puede haber conocimiento o saber, yvtboig r\ cpQvr]oig.12Unafrmula anloga se vuelve a encontrar en la Fsica, donde Aristte-les retoma claramente, sin referirse esta vez a sus predecesores, latesis de la incompatibilidad del saber y del movimiento: saca de ahla consecuencia de que no es por gnesis, sino por reposo y deten-

    cin, que el entendimiento (ivoia) conoce y sabe, maraoOaixai cpQOvev, y que es por retorno del alma a la paz despus de la

    1. Met., M ,4 . 1078b 15.2. De Celo, III, I, 298b 23.

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    16 LA PRUDENCIA EN ARISTTELES

    agitacin que le es natural que un sujeto se haga sabio y conoce-dor, cpQovijxo'v xai marfj^ov.3Finalmente, en los Tpicos, Aris-tteles recurre a una asociacin de palabras anloga para recordarque los ejercicios dialcticos no carecen de utilidad para el co-nocimiento y el saber filosfico, jtQg t e yvcooiv xal xqv xaxcpiXoaoqpav (pQvqaiv.4En estos cuatro textos, Aristteles se sir-ve de los trminos cpQOvev y (ppvr)aig, constantemente asociadosa moiripTi o a yvcboig, para designar la forma ms elevada del sa-ber: la ciencia de lo inmutable, de lo suprasensible, en una palabra,el saber verdadero, filosfico. Aristteles no otorga a este saber el

    mismo contenido que Platn, aunque, a diferencia de su maestro,cree posible alcanzar, en el seno mismo de la fsica, la exigenciacientfica de estabilidad; no obstante, en estos textos laphrnesisde-signa un tipo de saber conforme al ideal platnico de la ciencia, queen nada se diferencia de lo que Aristteles describe ampliamente alcomienzo de laMetafsica, bajo otro nombre, el de sopha: la pruebade ello es que, para caracterizar sta y mostrar que es la ciencia pri-mera, arquitectnica, aquella que no tiene otro fin, sino que es paraella misma su propio fin, no duda en calificarla dephrnesis.5

    Sin embargo, en laEtica a Nicmacola misma palabraphrnesisdesigna una realidad completamente distinta. Ya no se trata de unaciencia,67sino de una virtud. Esta virtud es, ciertamente, una virtuddianoticafpero en el interior de la dinoia, no es ni siquiera la vir-

    tud de lo sublime. Aristteles introduce, en efecto, una subdivisinen el interior de la parte racional del alma: por una de sus partesconsideramos las cosas que no pueden ser de modo distinto a comoson; por la otra conocemos las cosas contingentes. Si esta es deno-minada por Aristteles calculadora (XoyiCFXixv)89o incluso opi-nadora(o^aoxixv),gno resultar extrao que la primera sea de-nominada cientfica (maxr]povixv).10Lo ms extrao es que la

    3. Fsica, VIL 3, 247b 11, 18.4. Tpicos, Vm, 14, 163b 9.5. Metafsica, A, 2, 982b 4.6. t. Nic., VI, 5, 1140b 1: ovx v e^ r| cpQvrioic; morr||.ui.7. AQeiT] iavo7]Ti>tr|: t. Nic., I, 13, 1103a 6. Aq e t t ] xr

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    EL PROBLEMA 17

    phrnesis-,que pareca asimilada a la ms elevada de las ciencias enotro contexto, no sea aqu no slo una ciencia, sino ni siquiera lavirtud de lo que hay de cientfico en el alma razonable: la phrnesisdesigna, en efecto, la virtud de la parte calculadorau opinadoradelalma.11Otra variacin no menos sorprendente: as como laphrnesisserva para oponer, al comienzo de la Metafsica, el saber desinte-resado y libre, que no tiene otro fin que l mismo, a las artes, que,nacidas de la necesidad, apuntan a la satisfaccin de una necesidad,laphrnesisde la tica a Nicmacono es reconocida ms que a loshombres cuyo saber est ordenado a la bsqueda de los bienes hu-

    manos (v0Q()Jtiva ya0 ),12y que saben por ello reconocer loque les es beneficioso ( t auptpQOVta ecortog).13En fin, laphrnesis, que era antes asimilada a la sopha, es aqu opuesta a sta: lasabidura trata de lo necesario, ignora lo que nace y perece;14 es,

    pues, inmutable como su objeto;15 laphrnesis trata de lo contin-gente,16es variable segn los individuos y las circunstancias.17 Ascomo la sabidura es presentada en otro lugar como una forma desaber que sobrepasa la condicin humana,18 laphrnesis debe a sucarcter humano, demasiado humano, el llegar a un rango que ya noes el primero. Es absurdo pensar que la prudencia sea la forma mselevada del saber, si es verdad que el hombre no es aquello que hayde ms excelente en el Universo.19Ahora bien, es obvio que no loes: existen, en efecto, otros seres mucho ms divinos que el hom-

    bre: por ejemplo, para atenemos a los ms manifiestos, los Cuerposde los que est formado el Universo.20Se habr reconocido en esta concepcin de una virtud que, para

    ser intelectual, evoca menos los mritos de la contemplacin que losdel saber oportuno y eficaz, en esta modesta rplica a escala huma-

    11. 5, 1140b 26.12. 5, 1140b 21; 7, 1141b 8.13. 7, 1141 b 5. Cf. Magna Moralia, I, 34, 1197b 8: H (pQvr|(Jig k e q t

    auficpBQov vQWJtO.14. Oepiag yg cniv yevaewg (VI, 13, 1143b 20).15. VI, 7, 1141a 24.16. VI, 5, 1140b 27; 6, 1140b 36; 8, 1141b 11.17. VI, 7, 1141a 25.

    18. Metafsica, A, 2, 982b 28.19. VI, 7, 1141a 20.20. 1141a 34. Estos Cuerpos son los astros.

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    18 LA PRUDENCIA EN ARISTTELES

    na de una sabidura ms que humana, lo que la tradicin latinatransmitir al Occidente cristiano bajo el nombre deprudencia. Peroesta traduccin tradicional, que ha diferenciado con precisin unode los dos sentidos de la palabra, no debe ocultarnos lo que hubie-ra podido tener de sorprendente para los oyentes y los lectores deAristteles, ni lo que puede todava tener de problemtico el empleodel mismo trminophrnesis en dos acepciones tan diferentes, porno decir opuestas, sin que explicacin alguna justifique la coexis-tencia de estos dos sentidos o la transicin de uno a otro. Cualquieraque haya podido ser la indiferencia de los autores antiguos respec-

    to de las fijaciones etimolgicas,21 hay pocos ejemplos en la histo-ria de la filosofa de una desenvoltura tal, al menos aparente, en eluso de un concepto filosfico que atae a lo esencial: la naturalezadel saber humano, las relaciones de la teora y la prctica, la rela-cin del hombre con el mundo y con Dios.

    2. L a t e s i s d e W. J a e g e r

    Corresponde a la filologa moderna plantear un problema cuyoscomentaristas antiguos y medievales, poco interesados en el cotejocrtico de los textos, parecen no haber advertido. Si bien las contra-dicciones de Aristteles apenas haban influido en los comentadores,

    iban a proporcionar el alimento esencial de las hiptesis genticas deJaeger: Aristteles no habra podido contradecirse al mismo tiempo,y lo que nosotros tomamos por tesis contradictorias debera ser re-conocido como fases de una evolucin. Desde esta perspectiva, lasvariaciones de sentido de una palabra dejaban de ser signos de in-coherencia para pasar a ser testigos de una gnesis, a condicin,ciertamente, de que se desprendiera una cierta continuidad de estas

    variaciones. Son estos principios metodolgicos los que W. Jaegeriba a aplicar brillantemente a la nocin de phrnesis en su librode 1923 sobre Aristteles.

    La tesis de Jaeger es, en resumen, la siguiente. Aristteles paitede la nocin platnica dephrnesis tal como se encuentra desarro-llada principalmente en el Filebo, donde designa la contemplacin,

    21. Cf. Platn, Repblica, VII, 533de: No es, pienso, el momento de discu

    sobre una palabra cuando tenemos tantas cuestiones tan importantes a debatir.

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    EL PROBLEMA 19

    percibida no en s misma, sino como componente de la vida buena

    y fundamento de la accin recta. Este uso todava platnico corres-pondera a la fase teolgica del pensamiento de Aristteles. La teo-loga especulativa se prolonga en una moral tenoma, segn lacual Dios, objeto de la contemplacin, valdra tambin como normamoral absoluta, de la misma manera que en Platn el conocimientode lo inteligible aportaba su principio y su norma a la rectitud de laaccin. Pero el abandono por parte de Aristteles de la teora de lasIdeas provoc una primera sacudida en el universo moral del plato-nismo: La unidad del ser y del valor se hunde. Metafsica y tica

    se separan ... Entonces se consuma el divorcio, lleno de conse-cuencias, entre la razn terica y la razn prctica, que no estabantodava disociadas en laphrnesis.22Esta primera crisis se situara,segn Jaeger, entre el Protrpticoy la tica a Eudemo.Pero si Aris-tteles renuncia a las Ideas, no ha renunciado, sin embargo, a latrascendencia de lo divino: respecto a Dios, Aristteles ser todasu vida platnico.23No obstante, el Dios trascendente se aleja cadavez ms de las preocupaciones y de la actividad de los hombres:Solamente a lo lejos emerge el polo inmvil, en el horizonte de laexistencia, indicando la direccin ltima.24Si en la tica a Eudemo,cuya moral sigue siendo tenoma, Dios permanece como principioregulador de la accin humana, no es lo mismo en el libro VI de latica a Nicmaco: Dios est en lo sucesivo oculto o mudo, el hom-

    bre no debe contar ms que con sus solas fuerzas para organizarla vida en la tierra; la accin no tiene ya nada ms que esperar de lateora, es decir, de la contemplacin: Aristteles quita a laphrnesistodo significado terico,25 para ver en ella una especie de sentidomoral, capaz de orientar la accin hacia aquello que es inmediata-mente til y bueno para el hombre, pero sin referencia alguna a lanorma trascendente.

    Por esta reconstruccin Jaeger tena el mrito no slo de orde-nar textos dispersos y aparentemente contradictorios; aportaba una

    22. Aristteles. Grancllegung einer Geschichte seiner Entwicklung, p. 85. Ci

    tamos esta obra segn la edicin alemana (1923; nueva edicin sin cambios, 1955),

    teniendo en cuenta eventualmente las correcciones aportadas por el autor a la segunda

    edicin de la traduccin inglesa de R, Robinson (1948).

    23. IbicL, p. 85, n 1.24. Ibid.

    25. Ib id .,p. 83.

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    20 LA PRUDENCIA EN ARISTTELES

    motivacin, se podra decir dramtica, a una de las teoras en quela posteridad iba a ver la simple reaccin del buen sentido o delempirismo de Aristteles frente a los excesos del idealismo

    platnico. Jaeger planteaba el problema en el nico marco en el cualpoda desarrollar sus verdaderas dimensiones: el de las relacionesentre la teologa y la moral, entre la metafsica y la tica. Sugeraque una tica de la prudencia deba tener sus races en un aleja-miento progresivo de las preocupaciones teolgicas o, para serms exacto, en la teologa de un Dios lejano, en un divorcio en-tre el conocimiento metafsico y las normas inmediatas de la accin,

    o, ms precisamente, en una metafsica del divorcio y de la esci-sin. Desgraciadamente, Jaeger no iba a estar a la altura de su pro-pia interpretacin. Algunas pginas despus ya no vea en la teorade la prudencia de la tica a Nicmacoms que un retorno a lo quePlatn denominaba la virtud popular (r|jioaa QTr|).26 Olvi-dando las motivaciones trgicas que, segn su propia interpretacin,haban obligado a Aristteles a este retorno, Jaeger ya no vea en lavirtud popular ms que una cada desde las cotas en las que el disc-

    pulo no haba sabido mantenerse como en el Protrpticoy la tica aEudemo, cuando todava prolongaba la gran tradicin especulativadel platonismo. Lo que podra haber sido entendido como una filo-sofa de la cada se encontraba reconducido, conforme a la inter-pretacin tradicional, a una cada de la filosofa en el empirismo, el

    humanismo, la justificacin del oportunismo o, para retomar untrmino que Jaeger haba empleado a propsito de Iscrates, de laprudencia pequeoburguesa. Jaeger autorizaba con ello el resumenque Taylor iba a dar de su interpretacin de Aristteles: la de un pla-tnico que pierde su alma.27Sin saberlo estaba ilustrando a propsi-to de Aristteles las duras palabras de Pguy sobre la evolucin de lafilosofa griega, una degradacin de la mstica en poltica.

    De hecho, es una perspectiva de este gnero la que Jaeger iba adesarrollar, algunos aos ms tarde, en un artculo sobre el origen y elciclo del ideal filosfico de la vida.28All mostraba que toda la filo-

    26. P. 250.27. A. E. Taylor, Critica! Notice on Jaegers Aristteles, Mind, 1924,

    pp. 192-198.28. ber Ursprung und Kreislauf des philosophischen Lebensideals, Actas

    de la Academia Prusiana de las Ciencias, seccin de Historia de la Filosofa, 1928,

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    EL PROBLEMA 21

    sofa griega se caracterizaba por la oscilacin entre un ideal de vida

    contemplativa y un ideal de vida poltica. Antes de Platn, el prime-ro estaba representado por Parmnides, Anaxgoras y Pitgoras; elsegundo, por los sofistas. El procedimiento socrtico era un primerintento de conciliacin que tenda a fundar el ideal prctico sobre unabase reflexiva. Pero es Platn quien propone la verdadera sntesis deestos dos ideales, al hacer del conocimiento de las Ideas, en particu-lar el de la Idea del Bien, el fundamento de la vida poltica misma.Aristteles, separando de nuevo la teora y la prctica, disociandola vida contemplativa, relegada al rango de ideal lejano, y la vida

    propiamente tica, inaugura una disolucin progresiva29 de lasntesis platnica, disolucin que ser consumada en la escuela peri-pattica, en la que se asistir, segn el testimonio de Cicern,30a unapolmica decisiva entre Teofrasto, partidario de la vida contemplati-va, y Dicearco, partidario de la vida activa.31La falta de sentido tericodel Liceo, su indiferencia respecto de la especulacin, bien pronto se-guidas del rechazo escptico de toda teora, iban a dar una victoria,al menos provisional, al ideal prctico. Cicern slo podr asimilarms tarde la filosofa griega a la sustancia de la cultura romana des-

    preciando el profundo respeto que le inspiraban Platn y Aristtelesy adoptando el ideal de vida poltica de Dicearco.32

    En este marco general W. Jaeger procede a una nueva recons-truccin de la evolucin del sentido de laphrnesis.El trmino, an-

    tes de Platn, habra tenido un sentido esencialmente tico y prctico.Scrates el primero le habra dado una coloracin terica haciendode l una especie de intuicin moral (sittliohe Einsicht, moral msight),considerada como unidad de la teora y de la prctica. Platnsubordina hasta tal punto la prctica a la teora, la accin recta a lacontemplacin de las Ideas, que olvida lo que el concepto socrticodephrnesiscomportaba todava con referencia a la accin, para ha-

    cer de l un sinnimo de oocpa, voug o ejiLOxfipq. Aristteles con-

    pp. 390-421. Citamos este artculo de acuerdo con la segunda edicin de la traduc

    cin inglesa de R. Robinson (On the Origin and Cycle ofthe Philosophic Ideal of Life),

    publicado con ocasin de la segunda edicin de su traduccin de Aristteles.

    29. On the Origin, p. 440.

    30. AdAtt., 11,16,3.

    31. P.451.

    32. P. 461.

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    22 LA PRUDENCIA EN ARISTTELES

    serva este sentido terico dephrnesisen el Protrpticoy la tica a Eudemo: la prueba es que Anaxgoras y Pitgoras, smbolostradicionales del ideal contemplativo, son citados en estas obrascomo ejemplos tpicos de phrnesis. Por el contrario, en la ticaa Nicmacoasistimos a una descomposicin de la concepcin pla-tnica de laphrnesisen sus elementos de origen: ya no significams que la intuicin moral prctica, siendo excluido en adelantetodo contenido terico.3334Hace falta por ello otro trmino para desig-nar la contemplacin y el ideal contemplativo; Aristteles especia-liza en este sentido el trmino sopha: as, en contradiccin directa

    con el Protrpticoy la tica a Eudemo, la calidad de cpQvijjiog esdenegada a filsofos como Anaxgoras o Tales: stos son en ade-lante aotpo, y es Pericles, prototipo del poltico ms deseoso deaccin eficaz que de teora, el que ilustra en adelante eh personajedel phrnimos?5

    Finalmente, Magna Moralia, tratado del cual Jaeger cree poderprobar que no es autntico y que naci en el medio aristotlicocuanto menos bajo el escolarcado de Teofrasto,3637aportara un testi-monio postaristotlico sobre la evolucin del concepto. La sepa-racin de la sophay de laphrnesises considerada en l como algoadquirido, y el autor insiste, ms an que Aristteles, sobre la vo-cacin prctica, utilitaria incluso, de la prudencia, por oposicin ala especulacin desinteresada que representa la sabidura.Llega in-

    cluso a asombrarse de que, all donde se trata de moral y de inves-tigacin poltica, se mencione la sabidura Inmediatamente acontinuacin, es cierto, restablece una relacin de subordinacin en-tre la prudencia y la sabidura, siendo aqulla en relacin a stacomo el intendente al jefe; de la misma manera que el intendentese ocupa de los asuntos del jefe para proporcionarle los momentosde reposo que corresponden a su vocacin liberal, del mismo modo la

    prudencia, al regir las partes inferiores del alma, crea las condicio-nes que permitirn a la sabidura, liberada de preocupaciones sub-

    33. Protrptico, fr. 11 Walzer, p. 49; 5b W (1. 6 ss.) (Anaxgoras y Pitgoras); t. Eud., I, 4, 1215b 2 (Anaxgoras); cf. 1215b 6-14; 5, 1216a 11-16.

    34. On the Origin, p. 437.35. t. Nic., VI, 7, 1141b 2 (sobre Anaxgoras y Tales), 1140b 7 (para Pen

    des).

    36. On the Origin, p. 440, n. 1.37. Magna Moralia, 1, 34, 1197b 28-30.

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    EL PROBLEMA 23

    alternas, realizar su propia tarea.3839Con este comentario el autor

    deMagna Moralia no hara, segn Jaeger, sino recordar la estrictaortodoxia aristotlica frente a discpulos demasiado celosos que,yendo ms all del pensamiento de su maestro, habran llegado aafirmar la primaca de laprudencia sobre la sabidura.3 W. Jaegercree incluso poder adelantar que Magna Moralia retomara unargumento de Teofrasto contra Dicearco: el primero, al separar lacontemplacin de la accin, no rechazando mucho ms que su maes-tro el ideal contemplativo, mientras que el segundo, al hilo de unainterpretacin abusiva de la doctrina desarrollada en la Etica a Ni-

    cmaco, no habra visto ms que supervivencia en el elogio, quetodava presenta Aristteles, del ideal contemplativo, y la habradesestimado definitivamente en provecho de la vida activa.

    La doctrina aristotlica de la prudencia representara un mo-mento en una historia ms general: la de la evolucin del ideal filo-sfico de la vida que caracterizara una especie de alternanciaentre el elogio de la vida activa y el de la vida de ocio. Si, de los

    presocrticos a los sofistas, la curva va de la contemplacin a laaccin, Scrates y, sobre todo, Platn le otorgan una inflexin pro-funda hacia la vida contemplativa. Parecera que Platn pone fin ala concurrencia de los dos ideales, haciendo de la contemplacinuna norma. Pero esta sntesis se encuentra de nuevo disociada porAristteles. Es cierto que ste mantiene la superioridad de derecho

    de la vida contemplativa, pero de una manera tal que parece situa-da en adelante ms all de la condicin humana. El aristotelismo delos epgonos no podr mantener por largo tiempo este ideal dema-siado lejano y se conformar con virtudes menos elevadas de lavida poltica.

    3. C r t i c a a l a t e s i s d e W. Ja e g e r

    Esta reconstruccin es criticable en varios puntos, si bien es nece-sario reconocerle, como a otros anlisis aristotlicos de W. Jaeger,el mrito de haber dado un nuevo impulso a la investigacin. Nues-

    38. Ibid.y I, 34, 1198b desde la p. 9.39. Encontramos una tesis de este gnero en la Curia a Meneceo de Epicuro:

    xai cpiA.oaoJt;Xet tppvrjOLg (132, 8).

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    24 LA PRUDENCIA EN ARISTTELES

    tras objeciones sern de tres rdenes: concernirn, respectivamente,a la historia de las ideas, la investigacin de las fuentes y la propiainterpretacin.

    I

    Acerca del primer punto, el esquema que hace de la doctrinaaristotlica de la prudencia una etapa hacia el triunfo, aunque sea

    provisional, del ideal de vida poltica es por lo menos paradjico.

    En el momento en que la disolucin de la ciudad griega se consumay el ciudadano de Atenas se convierte, aun cuando conserve ciertasapariencias, en sujeto de un imperio cuyo gobierno y leyes ya no es-tn sometidas a su deliberacin, no se ve cmo el elogio de la vida

    poltica podra ser, por ejemplo en Dicearco, otra cosa que un temade escuela. De hecho, se han descrito a menudo las consecuenciasespirituales de la desaparicin de la ciudad griega en trminos quecontradicen el anlisis puramente literario de Jaeger. Si la unidad dela vida privada y la vida pblica caracterizaba la edad de oro de laGrecia clsica, la ruptura del marco de la ciudad en beneficio deconjuntos ms amplios arruina dicha unidad. Aristteles mantenatodava que la virtud del hombre pblico y la del hombre privadocoinciden:40pero sta se vuelve intil en una sociedad que ya no es-

    pera del hombre privado una participacin en los asuntos pblicos.El filsofo, que en la Repblicade Platn simbolizaba la unidad dela teora y la prctica, se encuentra confinado en la teora pura des-de el momento en que la prctica deja de depender de l para de-pender de un amo extranjero. Es el momento en que la libertad delhombre libre, que hasta ese momento se confunda con el ejerciciode los derechos cvicos, se transforma, a falta de mejor solucin, en

    libertad interior;41 en que el ideal de autarqua, que buscaba hastaese momento satisfacerse por mediacin de la ciudad, no reconoce

    40. Poltica, III, 2.

    41. Esta evolucin ha sido presentada como resultado de una lgica interna porH. Gomperz (Die Lebensauffassung der griechischen Philosophie and das Ideal derinneren Freiheit, Leipzig, 1904) y, en menor medida, por Max Pohlcnz ((riechische

    Freiheit. Viesen und Werden eines Lebensideals, Heidelberg, 1955). Por el contrario,A. J. Festugire insiste sobre el papel determinante en esta evolucin de las condicio

    nes sociales y polticas (cf. Libert el Civilisation die z tes (aves, 1946, captulo I).

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    EL PROBLEMA 25

    otra va que la de la ascesis generadora de ataraxia;42 en que la es-peculacin pura se vuelve refugio y sucedneo de una accin frena-da. Esta atmsfera de retraimiento o, como se ha dicho, de abs-traccin43es caracterstica de las filosofas helensticas. Pero no sepuede pensar que haya sucedido sin ningn tipo de transicin a laspretensiones unitarias de la filosofa precedente, como si este resur-gimiento del ideal contemplativo representara una misteriosa alter-nancia. De hecho, se ha podido mostrar recientemente que estostemas helensticos estaban ya en germen en la filosofa de la anti-gua Academia.44As, en Espeusipo, que mantiene el principio de las

    ambiciones polticas del platonismo, se encuentra sobre todo unapredicacin de la imperturbabilidad o, como l dice, de Ximia. Encuanto a Jencrates, es conocido por haber prolongado en un senti-do puramente especulativo las doctrinas, indisolublemente tericas yprcticas, del platonismo. Por lo dems, tenemos la suerte de haberconservado dos fragmentos suyos en torno a la phrnesis. l habaescrito un ITe q l

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    26 LA PRUDENCIA EN ARISTTELES

    o tambin por la autarqua del sabio:4950515253temas que sern pronto carac-tersticos del estoicismo y del epicureismo. Con Polemn, Crantor yCrates, la Academia renunciar definitivamente a ejercer, en unasociedad ya extraa a la filosofa, una funcin activa. Ser la pocade lafuga mundiya predicada en la misma poca por las pequeasescuelas socrticas; ser tambin el comienzo de la literatura de con-solationes,como se puede ver en el pseudoplatnicoAxioquos.

    Ms an, le pareca que Aristteles mismo, por todo un aspectode su filosofa, favoreca un nuevo rebrote del ideal contemplativo.Ya se sabe la impresin profunda que ejercieron sobre el joven Aris-

    tteles las doctrinas de la teologa astral, en el momento mismo enque encontraban en elEpnomissu expresin ms acabada. As pues,sera interesante estudiar el uso de la palabraphrnesisen este dilo-go. Se descubrira fcilmente que designa la contemplacin, pero unacontemplacin que ya no es la norma de la accin recta y, en lo su-cesivo, se basta a s misma, descubriendo en el escenario del ordenceleste la fuente de una felicidad eterna. Ya desde el prlogo, laphrnesis se opone al arte de la legislacin, sobre el cual ya nos hemosextendido en detalle.31 El autor no oculta que la cosa ms impor-tante a descubrir, aquello que hace del hombre un sabio, no ha sidoan descubierta. La continuacin del dilogo nos ensea que este

    bien buscado es una ciencia, y que ninguno de los saberes que tie-nen por objeto nuestros asuntos humanos merece llevar este nom-

    bre.32 La ciencia buscada, es decir, la nica que vuelve al hombresabio, ser finalmente la ciencia del nmero, ciencia divina de la cualel Cielo es a la vez la fuente y el objeto.5' No obstante, esta ciencia,que es al mismo tiempo el ms elevado de los bienes, no es otra quelaphrnesis, que designa aqu la forma ms elevada del saber, es de-cir, la contemplacin astral.54Ms adelante, no es slo el hombre de

    49. Fr. 77 H.

    50. Es cierto que el autor del Epnomis nos dice una vez que aquel que la po

    sea ser un sabio y un buen ciudadano, que mandar y obedecer en la ciudad con sabidura y mesura (976d). Pero se trata de un tema platnico tradicional que elEpnomis repite sin conviccin y que se desva del tema que aqu interesa, que no es precisamente la poltica,

    51. 973ab.

    52. 974b.

    53. 977a.

    54. 977ab.

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    EL PROBLEMA 27

    la contemplacin el que ser denominadophrnimos, sino ms bienlos propios astros;55pues merece, en efecto, esta calificacin aque-llo que acta siempre siguiendo los mismos principios, de la mismamanera y por las mismas razones; ahora bien, esta es la naturaleza delos astros.56 Finalmente, el autor del Epnomis describir en trmi-nos de iniciacin y de xtasis el descubrimiento progresivo del ordenadmirable del Cielo, cuya contemplacin permitir a la inteligenciahumana participar en el Intelecto (cpQvqaig) divino.575859

    Si nos atenemos al uso del trminophrnesis, no se puede imagi-nar contraste ms sorprendente entre la inteligencia contemplativa del

    Epnomis, que presume de no ocuparse de los asuntos humanos, y laprudencia aristotlica. Pero sera un error limitar aqu la confronta-cin a un rasgo de vocabulario y sacar como conclusin la oposicintotal del aristotelismo a los temas de la teologa astral. W. Jaeger esquien ms ha contribuido a poner de manifiesto el parentesco entre lasobras de juventud de Aristteles, en especial el De philosophia, ylos temas msticos del Epnomis.Hemos tratado de mostrar en otraobra que el tema astral despojado de sus aspectos msticos noslo era caracterstico del joven Aristteles, sino que continuaba ani-mando toda su teologa dndole su sentido. Ms an, la divinidad delos astros se encuentra expresamente invocada en el libro VI de la tica a Nicmaco, en un contexto en el cual se trata de mostrar que la

    phrnesis, en adelante comprendida en el sentido de prudencia, no es

    la forma ms elevada del saber.60Esto tendera a probar que la ideaaristotlica deprudenciaest tan poco opuesta al ideal contemplativode la religin astral que sta, ms bien, proporciona su marco de com-prensin a aqulla. Es precisamente porque la contemplacin se veatrada por otro mundo que no es simplemente la reduplicacin inte-ligible de ste, por lo que encuentra en tal mundo un modo de co-nocimiento menos destacado y que se convierte en virtud, una cierta

    manera de guiarse por normas que carecen de solidez. Sera vano, porello, oponer al ideal de vida contemplativa un ideal de vida poltica

    55. 982bc.

    56. 982e. Cf. P.-M. Schuhl, Le dominuteur et les possi bles, p. 43.

    57. 986d.

    58. Aristteles , cap. 2. Reservamos aqu el caso del Protrptico, dado el

    carcter problemtico de su reconstruccin (cf. infra).59. Le problme de l'tre, Primera parte, cap. I $ I.

    60. VI, 7, 1 141a 20 ss. (cf. supra, p. 17).

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    28 LA PRUDENCIA EN ARISTTELES

    que se confundira con un pretendido ideal de la prudencia. Incluso silos epgonos lo han comprendido as, el problema nunca se ha plan-teado de este modo para Aristteles: la tica a Nicmaco misma,como bastara para probarlo el libro X, no conoce otro ideal que el dela vida de la inteligencia y el placer del estudio, y sigue tomandode l la imagen para pintar los temas extendidos por la nueva religinastral. La prudencia no ser nunca para Aristteles ms que el sustituto imperfecto de una sabidura ms que humana.

    As pues, no se puede explicar, como hace Jaeger, la teora aris-totlica de la prudencia ni las variaciones de esta teora en el marco

    de una lucha entre dos ideales filosficos de la vida y una victo-ria alterna de uno y otro. Pues en ningn momento de la carrera deAristteles se puede hablar de un ideal de la prudencia, ni siquierade un primado de la vida poltica. Desde el punto de vista de la his-toria de las ideas, Aristteles no es el precursor de la moral cvi-ca, que ser ms tarde la de los romanos (y de la cual Jaeger nosdice que habra sido tomada por Cicern de Dicearco), como tam-poco lo es de las morales del repliegue sobre s y de la salvacin in-terior, que sern las de la poca helenstica. Aristteles no opone launa a la otra, sino que mantiene ambas, la vocacin contemplativay la exigencia prctica. Pero sta no encuentra ya en aqulla su mo-delo y su gua, y debe buscar en su propio nivel una norma que, sinembargo, no deja de ser intelectual o dianotica. La prudencia re-

    presenta menos una disociacin entre la teora y la prctica y larevancha de la prctica sobre la teora61 que una ruptura en el interior de la teora misma.Pero estos son problemas de interpretacininterna del aristotelismo para la resolucin de los cuales no basta elrecurso a informaciones de orden psicolgico y sociolgico aporta-das por la historia de las ideas.

    61. Se podra objetar a Aristteles accesoriamente que la revancha de la prct

    no es necesariamente la de la poltica. Es un rasgo comn de las doctrinas helensti

    cas y tambin de la antigua Academia despus de Jencrates, como del Liceo despus de Tcolrasto, apartarse de la especulacin; pero menos en provecho de la actividad po

    li! ica que de la ascesis moral. Se debera desconfiar tambin de la accin colectiva,lano como de las leyes generales, para no ocuparse ms que de la dieta del par-liculti (c. Ileuiclides Pntico, fr. 76-89, Wehrli) y, ms tarde, de la salvacin del individuo A la vida eoulemplativa hay que oponer, pues, no uno. sino dos tipos devida imuva la vida polnica y la vida propiamente moral, a la cual se reducir progre-Mvaniciiic, dc*,|iii; de Plaln y Aristteles, la herencia de la sabidura socrtica.

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    EL PROBLEMA 29

    II

    W. Jaeger, como hemos visto, ha sacado la consecuencia de una

    presunta evolucin de la doctrina de laphrnesiscuyas etapas seran:el Protrptico, la tica a Eudemo y la tica a Nicmaco {MagnaMoraliaprolongara la misma curva pero ms all de la enseanza deAristteles mismo). El Protrpticosera, en este punto como en otros,el reflejo del platonismo del joven Aristteles. A partir de la signifi-cacin platnica del trmino, tal como se la encontrara todava en el

    Protrptico, Jaeger interpreta las doctrinas de la tica a Eudemoy latica a Nicmacocomo ms o menos alejadas del platonismo, y porello como ms o menos recientes. Este esquema plantea dos series deproblemas: qu valor tiene la reconstruccin del Protrptico y quconclusiones se pueden sacar en cuanto a la evolucin de las con-cepciones ticas de Aristteles? Conviene buscar en la nocin platnica de laphrnesis la fuente a partir de la cual se habra consti-

    tuido, por reaccin, la doctrina aristotlica de la prudencia?La reconstruccin del Protrpticode Aristteles, ya se trate de la

    de Rose,62 la de Walzer63o la de Ross,64est basada casi enteramentesobre el Protrpticodel neoplatnico Jmblico. Desde Bywater, queest en el origen de estas reconstrucciones,65 pareca ya admitidoque Jmblico haba plagiado ampliamente la obra del mismo nombreque escribi Aristteles, hasta tal punto que no se dudaba en atribuiral Estagirita pasajes cada vez ms amplios del filsofo neoplatnico.66

    No habra ninguna razn para detenerse en este tema si un estudio re-ciente de M. Rabinowitz67 no nos hubiese recordado las reglas de laprudencia crtica. Estudiando los cinco primeros fragmentos reunidospor Rose y conservados por Walzer y Ross, Rabinowitz descarta casienteramente la atribucin a Aristteles, y se puede prever que sus con

    62. Aristotelis...fragmenta,1870 (vol. V de la edicin de la Academia de Berln); Teubner, 18863.

    63. Aristotelis dialogorum fragmenta, Florencia, 1934.64. Aristotelis fragmenta selecta, Oxford, 1955 (trad. ingtesa en The Works of

    Aristotle translated into English, vol. XII, 1952).65. On a lost dialogue of Aristotle, Journal ofPhilology (1869), pp. 55-69.66. Jaeger,Aristteles, pp. 65 ss.; P. Merln, From Platonism to Neoplatonismo

    cap. VI; Festugire, Rev. Phil. (1956), pp. 122 ss.67. Aristotles Protrepticus and the Sources of its Reconstruction. Berkeley-Los

    ngeles, 1957.

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    30 LA PRUDENCIA EN ARISTTELES

    alusiones relativas a los otros fragmentos no seran menos negativas.Por ms que esta reaccin parezca excesiva, ha obligado a los defen-sores de la tesis tradicional a reconocer que la atribucin a Aristtelesde amplios fragmentos del Protrptico de Jmblico no se basa enpruebas, sino slo en convergencia de probabilidades.68Ms recien-temente, Dring, retomando todos los elementos del debate, ha soste-nido la atribucin a Aristteles de un amplio fragmento del Protrpticode Jmblico,69admitiendo a la vez que ste haya podido modificaren algunos pasajes la terminologa y el estilo de su modelo.70

    Esta ltima consideracin bastara para ponernos en guardia con-

    tra una utilizacin sistemtica de los fragmentos del Protrpticopara el estudio de la evolucin de un trmino aristotlico. Pero, auncuando se admita que Aristteles, escribiendo todava en la atmsfe-ra del pensamiento platnico,71no tena razn alguna para no emplearuna palabra cuyo uso haba sido consagrado por su maestro, quedarapendiente de probar, si es que se quiere hacer del Protrpticoel pun-to de partida de una evolucin doctrinal, que Aristteles quiso darnoscon l una doctrinade laphrnesis; pues slo con esta condicin sepodra poner en paralelo esta doctrina con las de la tica a Eudemoy la tica a Nicmaco.Ahora bien, nada permite pensar que sea as.Gadamer ha subrayado desde hace tiempo que el gnero protrpticoen cuanto tal excluye toda discusin propiamente doctrinal: tratndo-se de incitar al no filsofo a la filosofa, es evidentemente inoportuno

    desplegar las disensiones de los filsofos, como habra sido el casosi Aristteles hubiera defendido sus propias posiciones frente a lasposiciones comunes de la escuela platnica. Hay que reconocer algnero protrptico eine theoretische Anspruchslosigkeit la ausenciade toda pretensin terica.72No se debe buscar en l una posicin fi-losfica, sino la posicin de la filosofa en general.73 Y Gadamer

    68. S. Mansin, resea de la obra de Tabinowitz, Revue Philosophique de Lou-vain (1958), pp. 316-320, esp. pp. 319-320.

    69. Cap. V, p, 34, 5-36, 20; VI-XII, p. 36, 27-60, 10, Pistelli (I. Dring, Aris-lo tles Protrepticus. An Attempt at Reconstructiotu 1961, pp. 14, n. 3).

    70. I. Dring, op. cit., p. 17.

    7 1. Segn Dring (p. 29), el Protrpticohabra sido escrito hacia el 350, cuan

    do Aristteles era un miembro activo de la Academia.

    72. Der aristotelische Protreptikos und die entwicklungsgeschichtliche Be-trachlung der aristotelischcn Ethik, Hermes, t. LXIII (1928), p. 155.

    73. bid., p. 145.

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    EL PROBLEMA 31

    concluye: Un protrptico no es una tica, ni siquiera el esbozo de

    una tica. Lo que no toma sobre s la responsabilidad del concepto nodebe ser medido por el rasero del concepto.7475

    Sobre todo, Gadamer plantea una ley general, que sera pruden-te tener en cuenta cada vez que se estudia la presunta evolucin deun concepto en Aristteles, y segn la cual ste emplea palabrasconvencionales en su sentido tradicional, refirindose incluso a teo-ras banales, que no son necesariamente las suyas, cuando no tratade ellas ex professo.Ahora bien, no es dudoso que la nocin dephr-nesis no es ni poda ser el centro de la argumentacin del Protrp

    tico.15 Todo induce a creer que Jmblico habra transcrito exacta-mente los pasajes correspondientes de Aristteles, que ste utilizabael trmino sin pensar en darle una significacin tcnica precisa,76re-servando para investigaciones esotricas la concrecin terminol-gica que permitira distinguir laphrnesisde las nociones prximasde nosy epistme, sopha, etc. De hecho y se trata de una cir-cunstancia significativa, que impide utilizar las variaciones del sen-

    tido dephrnesiscomo criterio cronolgico, el trmino no es em-pleado en el sentido aristotlico de prudencia ms que en los tratadosticos, y en ninguna otra parte del resto de las obras, incluso lasesotricas de Aristteles.77Antes hemos citado textos, en especial

    74. Ibid., p. 146. S. Mansin (Contemplation and Action in Aristotles "Pro-

    trepticus, en Aristotle and Plato in the Mid-fourth Century. 1960, p. 68, n. 5)contesta este punto de vista, alegando que el Protrptico defiende una idea bien de

    finida de la filosofa ... por medio de argumentos que se enraizan en ciertas pers

    pectivas filosficas totalmente precisas. Pero esta concepcin bien definida no es

    otra que la notio comrmmis de la filosofa, tal como reinaba en los crculos a los que

    perteneca Aristteles. El estilo sostenido (I. Dring, op. cit., p. 17) del Protrptico

    bastara para distinguir este escrito tanto de las discusiones escolsticas de la Acade

    mia como de las intrincadas investigaciones del Aristteles de los escritos esotricos,

    y para manifestar que se trata de una obra popular (1. Dring, ihid.).75. Ni siquiera se puede decir con certeza que los pasajes en los que Jmblico

    parece distinguir sopha y phrnesis (35, 8-9; 36, 9-10, Pistelli) sean postaristotli

    cos, como sostiene Jaeger, que los atribua a Porfirio (Aristteles, p. 62; Gadamer,

    p. 149). Bastar admitir que Aristteles vuelve aqu al sentido popular de phrnesis

    (cf. infra e I. Dring, op. cit., pp. 191, 195-196, que no ve razones para excluir estos

    textos de las citas tomadas de Jmblico a Aristteles, fragmentos 27 y 29 D).

    76. Cf. I. Dring, op. cit., p. 191 (a propsito dephrnesis ): Aristotle avoids

    strict terminology in the Protrepticus.

    77. Se encontrar en la Retrica (1, 9, 1366b 20) y en los Tpicos (V, 6, 136b

    10; VI, 6, 145a 30; cf. la discusin de IV, 2, 121b 31) la definicin de la phrnesis

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    32 LA PRUDENCIA EN ARISTTELES

    de laMetafsica, que prueban quephrnesises en ellos sinnimo desophao epistme,designando el conocimiento por excelencia, exac-tamente como en el Protrptico.78 Parece como si Aristteles, poruna especie de vacilacin terminolgica de la cual podemos encon-trar otros ejemplos en su obra, siguiera empleando el trmino en susentido platnico, cuando en realidad ha renunciado a l en el terre-no tico, o bien lo ha criticado expresamente.7980

    Sin embargo, conviene matizar, como ya lo hemos hecho en otraparte,1" las indicaciones tan oportunas de Gadamer. Sera falso creerque Aristteles emplea el trmino phrnesis en su sentido vulgar

    cuando no trata de l ex professo, o en las obras esotricas, y quereservara el sentido culto para los anlisis ms cientficos de lasticas. Pues, en realidad, sucede lo contrario. El sentido de cono-cimiento filosfico que se encuentra en el Protrpticoo en la Metafsica no ha sido nunca el sentido corriente de phrnesis: no seencuentran ejemplos de ste ms que en la literatura platnica. Porel contrario, en las ticas^ singularmente en la tica a Nicmaco,Aristteles retoma el sentido popular del trmino. Esta correccinno contradice, por lo dems, la indicacin de Gadamer: cuando notrata de ello ex professo, Aristteles permanece fiel al sentido filo-sfico banal, es decir, en la poca en que escriba, el platnico; enel contexto ms tcnico de la tica a Nicmaco, restaura el honor,no quiz sin alguna afectacin de simplicidad y de arcasmo, un

    sentido que los filsofos haban rechazado desde haca tiempo comovulgar, exactamente como hoy da tal filsofo recurre de buena ganaal sentido prefilosfico de los trminos, considerado ms esencialpor ms original. Esta voluntad de retorno a las fuentes ms all de

    como virtud de la inteligencia (Xo y l o t i x o getri), pero no (la nica cosa que

    sera decisiva) de la parte inferiorde la inteligencia (A.oyicmxv no tiene este sen-tido restrictivo ms que en la tica a Nicmaco).

    78. No se entiende qu llev a Jacger a escribir: A s com o el Protrpticoconcibe la ipQvqois en un sentido totalmente aristotlico, como el conocimiento filosfico en general, la Metafsica ya no conoce este concepto (,Aristteles,p. 83).

    79. Ms an, se encuentra el sentido platnico de tpQOvev, tpQvqoig en lasticas incluso all donde no se hace mencin expresa de l; cf. t. Nic., I, 4, 1096b

    17, 23; VII, 12, 1152b 15-16; 13, 1153a 21; t. Eud., I, 4, 1215b 2; 5, 1216a 19.80. A. Mansin, Autour des thiques attribues Alistte,Revue no-sco-

    iastique de Philosophie (1931), p. 222.

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    EL PROBLEMA 33

    las divagaciones dialcticas y vacas81 de los platnicos es, por lodems, una constante de la actitud aristotlica: hemos citado algu-nos ejemplos en otro lado.82sta encuentra un campo de aplicacin

    privilegiado en moral, terreno donde se podra establecer una con-frontacin elocuente entre las crticas a menudo amargas que Aris-tteles dirige a la doctrina platnica del Bien y el recurso compla-ciente a los proverbios o a las citas de los poetas gnmicos y trgicos,a quienes Aristteles considera, igual que Platn, grandes mentiro-sos.83 Este antiplatonismo, que aparenta descubrir ms filosofa enla sabidura popular que en la filosofa de los filsofos, no poda en-

    contrar mejor ilustracin que la rehabilitacin llevada a cabo porAristteles del sentido vulgar dephrnesis, injustamente despreciadopor los platnicos. De hecho, Aristteles se cuida de referirse a esteuso a lo largo de todo el libro VI de la tica a Nicmaco: Lo que,por confesin unnime, caracteriza al prudente ... Todos nosotrospensamos que Pericles y sus semejantes son hombres prudentes ...Considerar lo que est bien para cada gnero de ser, eso es lo quellamamos ser prudente ... Llegamos a denominarprudentes algunasespecies de animales ... Anaxgoras, Tales y sus semejantespasan

    porser sabios, pero no por prudentes.84Aristteles nos indica, pues, de qu lado conviene buscar las

    fuentes de su doctrina de la prudencia: sus fuentes no son cultas,sino populares, no platnicas, sino preplatnicas. Para el autor de la

    81. L EuiL, t. 8, 1217b 21.82. Le problme de l'tre, en especial pp. 82 y 97.83. Cf. el proverbio citado con irona por Aristteles en la Metafsica (A, 2,

    983a 3).

    84. L Nic., VL 5, 1140a 25b, 8; 7, 1141a 25, 27b, 5. En lo que concierne alejemplo de Anaxgoras y de Tales (y el ejemplo semejante de Pericles) parece tratar

    se de una retractacin de Aristteles (cf. los textos citados ms arriba, p. 22): si insis

    te tanto sobre el uso, es para medir mejor la aberracin que le haba hecho decir otrasveces, siguiendo el ejemplo de los platnicos, que Anaxgoras era un phrnimos,cuando el sentido popular tiene razn reservando este calificativo a hombres como Pericles, que, si no han contemplado nunca la Idea del Bien, saben al menos discer

    nir lo que es bueno para ellos mismos y para el hombre en general ( 1 140b 8).A travs de la rehabilitacin del sentido popular de phrnimos se opera aqu, comoya se ha dicho (R. Walzer, Magna Moralia und aristotelische Ethik, p. 190), una verdadera rehabilitacin de los hombres de Estado contra Platn, o al menos contra

    un cierto platonismo, en especial el de Gorgias. Aristteles vuelve al punto de vistade Gorgias y reconoce una cierta grandeza a la figura del poltico cuyo triunfo sedebe ms al instinto que a la ciencia.

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    34 LA PRUDENCIA EN ARISTTELES

    tica a Nicmacotodo sucede como si el uso platnico dephrnesis,al cual a veces sacrifica su propia intuicin, no fuera ms que un ac-cidente en la historia del concepto. Aqu como en otros terrenos, enespecial los de la retrica, la dialctica o la poltica, Aristteles pre-tende enlazar con una tradicin que el platonismo habra roto. Sepodra evidentemente preguntar acerca de la realidad de esta pre-tensin, recordar que las crticas que Aristteles dirige al platonis-mo estn a menudo prefiguradas en ciertos textos de Platn y queste, a su vez, conserva de la herencia de sus predecesores lossofistas ms de lo que deja entrever. Habra que matizar, en este

    punto como en otros, la oposicin de Aristteles y de Platn.85En elproblema que nos ocupa, se podran poner de relieve aquellos pasa-jes en que Platn da aphrnesisun sentido que no es, sin embargo,el sentido platnico, pero que parece anunciar el sentido aristot-lico. Pero, incluso en este caso, laphrnesisplatnica no anunciaralaprudencia aristotlica ms que porque evoca la phrnesis de latradicin.86Sobre sta debemos llevar a cabo nuestra investigacin:

    85. Sobre el problema general de las relaciones entre teora y prctica. Platndefiende a veces un relativismo ms cercano al aristotelismo que a la doctrina delGorgiaso de la Repblica. El Scrates del Mennllega a decir que la ciencia no pue

    de servir de gua a la accin poltica (oux ftv ei] v jioXixixfj jiqo l& i EJUorr|pr|f|yeptv. 99b), que, en este terreno, la opinin recta no es menos til que la cien

    cia (97c) y que, por ello, no es necesario ser un sabio para gobernar las ciudades

    (99b). En el otro extremo de la carrera de Platn, el Filebo reconocer que la ciencia de las Ideas no nos es de ninguna ayuda cuando se trata de reencontrar el cami

    no para volver a casa (62b), y que no es posible guiarse en un mundo inexacto ms que con tcnicas impuras. Pero, tanto en el Filebo como en el Menn, Platn deno

    mina phrnesis a esta sabidura demasiado elevada cuya insuficiencia prctica de

    muestra {Menn, 97b; en todo el Filebo , phrnesis designa la sabidura que tratade lo inmutable, cf. esp. 59cd): se puede, pues, admitir que la idea de la prudencia, es decir, de una sabidura inferior (cf. Filebo 59c), pero necesaria, ya est presente

    en estos textos de Platn, pero con la reserva de que phrnesis, en vez de designar enellos la prudencia, significa, por el contrario, aquello a lo que se opone.

    86. Habra que distinguir dos casos: 1) Los textos donde Platn opone su pro

    pia concepcin de la phrnesis-contemplacin a la phrnesis de la tradicin. Entoncesse percibira que sta estaba extendida mucho antes de Aristteles, como una espe

    cie de prudencia calculadora. As, el Scrates del Fednse burla de la estpida tem

    planza (8ut|0 t|OxpQoavTjv. 68e) de aquellos que creen renunciar a ciertos place

    res para conservar los otros; pues no es un modo correcto de intercambio en relacin

    a la virtud intercambiar as los placeres unos contra otros ... Quiz, por el contrario,no hay aqu ms que una moneda que valga y a cambio de la cual todo esto haya de ser cambiado: el pensamiento (phrnesis) (69a). No se puede dudar aqu que

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    EL PROBLEMA 35

    ya hemos esbozado la historia del trmino87y no volveremos a ellade momento; Aristteles nos pone sobre el camino de una investi-gacin ms limitada, pero guiz ms fecunda: si se refiere tan a me-nudo, sobre todo en las Eticas, a ejemplos o a citas tomados de

    poetas, no es temerario suponer que, entre otras fuentes de la moralde Aristteles, hace falta contar tambin con esta palabra potica, enparticular trgica, que oculta quiz en sus sentencias ms verdadsobre el hombre, el mundo y los dioses que la antropologa, la cos-mologa o la teologa sabia de los filsofos.

    m

    La investigacin de las fuentes no dispensa de la tarea esencialque es la interpretacin. Ms an, la interpretacin, y ella sola, per-mitir reconocer las fuentes. Por ella, pues, hay que comenzar. Losnumerosos escritos que han suscitado las pocas pginas de W. Jaeger

    sobre la phrnesis nos han enseado finalmente poco sobre el senti-do filosfico de la doctrina de la prudencia. Queriendo resituar a

    Platn juega con el trmino phrnesis, que designa la verdadera unidad de clculo, pero no en el sentido en el que lo entenda el uso popular. Igualmente, en boca de Calicles phrnesis yphrnimos designan la sagacidad, el saber inmediatamente eficaz y que vuelve potente al que lo posee (Gorgias, 490a, 492a); la discusin de490bd es un buen ejemplo de la ambigedad ya sentida del trmino: Scrates y Ca-

    liclcs convienen en que el hombre ms prudente es al mismo tiempo el mejor, t v (pQavipTEQOV Pe X.xl o), pero no lo entienden en el mismo sentido. Cf. tambin Rep

    blica, i, 348d. 2) Los textos en que Platn toma l mismo la phrnesis en el sentidode una sabidura de segundo rango, menos pura que la episme, pero ms cercana aeste mundo sensible en el que tenemos que vivir y sobre el cual debe ejercerse nuestra accin. En este sentido, Hipias Mayor281cd (donde se encuentra ya, a propsitodel ejemplo clsico de Tales y de Anaxgoras, la oposicin de sopha y de phrne

    sis );Leyes, 690c (dondephrnesis designa el sentido de la mesura, que ensea a te

    ner por verdadero el dicho de Hesodo segn el cual la mitad es a menudo ms queel todo); 693e (dondephrnesis es acercado a auxpgocrvq). Se puede citar tambinla etimologa fantasiosa del Cratilo, poco compatible con la acepcin de contemplacin de lo inmutable: la phrnesis sera cpoQCtg vqaig (inteleccin del movi-mento) o

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    36 LA PRUDENCIA EN ARISTTELES

    Aristteles en su contexto histrico, por reaccin a la tradicin de laexgesis, y multiplicar las investigaciones sobre las fuentes y sobrela evolucin, se ha acabado por poner el acento nicamente en tex-tos marginales, el Protrptico, la Etica a Eudemo o Magna Mora-lia,y por despreciar el texto esencial, que es el libro VI de la ticaa Nicmaco.Ms an, el trabajo filolgico de reconstruccin de lasfuentes y de la evolucin, si ha tenido por efecto despertar de susomnolencia una larga tradicin de parfrasis banal y de amplifi-cacin piadosa, ha contribuido a orientar la interpretacin en unadireccin que deja de lado lo esencial.

    Brevemente podramos resumir as nuestro planteamiento: a par-tir de los trabajos de fillogos como E. Kapp88 y W. Jaeger, se hasustituido el problema de la interpretacin de la tica aristotlica enel conjunto de la especulacin de Aristteles por el del lugar de latica a Nicmaco en la historia de la tica aristotlica y, ms en ge-neral, de la tica aristotlica en la historia de la tica. A la compren-sin, se podra decir, horizontal, que multiplica las conexiones conotras partes del sistema, se ha preferido la comprensin vertical dediferentes momentos en la historia de una nocin o de un problema:el resultado es que, a fuerza de ver en el aristotelismo una simpleetapa entre el prearistotelismo del joven Aristteles y el postaristotelismo de los epgonos, se ha terminado por olvidar lo que haba deespecfico en el aristotelismo mismo. Esta es la desventura que le ha

    acaecido a laphrnesis, desgarrada entre la contemplacin de la cualse desprende y la prctica hacia la cual se encamina; la doctrina aris-totlica de la prudencia no figura ya desde entonces ms que comotransicin entre el idealismo de los unos y el empirismo de los otros,entre las filosofas de la teora y las de la experiencia y la accin.As, el mtodo gentico, siempre ms preocupado por el proceso quepor las estructuras, ms dispuesto a poner de relieve las contradic-

    ciones de una doctrina que su coherencia, ms atento a la inestabili-dad de un pensamiento que a su intencin unitaria, tenda sin querera mudarse en interpretacin peyorativa, no viendo en todos lados

    88. Kapp ha abierto el camino con su tesis sobre Das Verhltnis der eudemchen zur nikomachischen Ethik, Berln, 1912 (sobre phrnesis, pp. 48-52). L. Oll-Laprune ya haba sealado la diferencia de acento entre las dos ticas, la tica

    a Eudemo revelara una inspiracin ms religiosa y ms platnica (Essai sur lamorale d Aristote, 1881, pp. 5 ss., 201-202), pero no haba sacado de ello una conclusin gentica.

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    EL PROBLEMA 37

    ms que transicin y paso entre extremos, all donde el punto de vista

    del autor hubiera permitido discernir una cumbre.Se nos permitir, pues, volver a una interpretacin interna de los

    textos aristotlicos, esencialmente de la tica a Nicmacoy, acceso-riamente, de la tica a Eudemoy deMagna Moralia, pero poniendoestos textos en relacin con lo que constituye su marco natural: lasdoctrinas metafsicas de Aristteles. El reconocimiento de tal rela-cin y de la necesidad de estudiarla parece evidente. Sin embargo,no parece haber tenido hasta ahora ningn efecto prctico. Y es quela mayora de los intrpretes, suponiendo que una especializacin

    excesiva no les haya impedido estudiar a la vez la Metafsica deAristteles y sus ticas, no ha conseguido jams relacionar una me-tafsica que crea sistemtica y una tica que, especialmente a tra-vs de la nocin deprudencia, hace gala, si se puede decir, de asistematicidad. El resultado es que la tradicin o bien ha proyectadosobre la prudencia el estilo intelectual i sta que se atribua a la Metafsicainsistiendo en el carcter intelectual de esta virtud, o bien,al contrario, no llegando a pensarla en los marcos aristotlicos de laciencia, ha desviado la prudencia hacia un empirismo sin principios,condenndola a no ser sino una especie de aptitud que dirige demodo inmediato la accin. Del primer tipo son algunas interpreta-ciones de inspiracin tomista, si bien, en este punto como en muchosotros, santo Toms ha comprendido mejor a Aristteles que algunos

    de sus discpulos. En esta perspectiva, se insistir en la idea de quela prudencia, como saber de lo particular, permite aplicar los prin-cipios de la moralidad, tal como estn definidos por la concienciamoral o sindresis, a la variabilidad indefinida de las circunstanciassobre las cuales se ha de ejercer la accin. Se habla de hiato ... en-tre las leyes morales rgidas, uniformes, intangibles, y la movilidadhuidiza de los actos mltiples y dispares, engarzados todos ellos en

    las circunstancias variables que forman la trama de nuestra vida.Pero se confa en la prudencia, trmino medio en el silogismo prc-tico, para realizar la juntura, llenar el hueco: es el interme-diario obligado entre el fin y los medios, entre las intenciones mora-les y las acciones morales.89Se podra considerar, finalmente, con

    89. H.-D. Noble, Introduction la prudence (Suma teolgica, lia Ilae, q. 47-56), d. de la Revue des Jeunes, 1,a ed., p. 8 (una segunda edicin de este opsculoha sido elaborada por T.-H. Deman, 1949).

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    38 LA PRUDENCIA EN ARISTTELES

    toda serenidad, el fundamento intelectual de la moral en Aristte-les .90 Pero, en realidad, equivaldra a hipostasiar el problema msque a resolverlo, y tomar los propios deseos por realidades. Pues, siel conocimiento de lo singular es requerido para asegurar, a su pro-pio nivel la rectitud de la accin, queda abierta la cuestin de sabersi en Aristteles es posible un conocimiento de lo singular, y si elhiato puede ser llenado de otra forma que no sea una decisin quela inteligencia no llega nunca a iluminar del todo. En esta interpreta-cin optimista faltaba explicar que el objeto propio de la pruden-cia sera lo contingente, es decir, aquello que ningn saber llegar

    jams a penetrar y, sobre todo, a prever, y tambin que Aristteleshabra puesto mucho cuidado en oponer la prudencia a la sabidura,la cual, precisamente porque es slo terica, no es de ninguna ayuda

    para la accin moral.Se comprende que estas dificultades hayan suscitado la reaccin

    de los intrpretes modernos: J. Walter, Zeller y Jaeger, en Alemania;Robin, en Francia; Ross, en Inglaterra. Estos autores insisten en elhiato entre lo universal y lo particular, entre la teora y la prcticay, finalmente, entre la ciencia y la prudencia, siendo sta depen-diente, no tanto de la deduccin que desciende del principio a laaplicacin, cuanto de un empirismo que se esfuerza por orientar-se mal que bien en el seno de lo particular mismo. Una nueva reac-cin contra esta concepcin no se ha hecho esperar. R.A. Gauthier

    se ha rebelado recientemente contra la interpretacin antiintelectualista, cuya paternidad atribuye a J. Walter,91 para recordar que, si laprudencia es un conocimiento de tipo especial requerido por su ca-rcter prctico, no por ello es menos un conocimiento. Ciertamen-te, en tanto que prctica, es decir, imperativa, incluye el deseo yla virtud; pero, en tanto que intelectual, es la determinacin delfin, y no slo de los medios: la eleccin de los medios no es ms

    90. Es el ttulo de una obra de Gillet (Friburgo, 1905).

    91. Es dar demasiada importancia a este voluminoso panfleto (Die Lehre vonder praktischen Vernunft in der grechischen Philosophie, Jena, 1874), cuya clera seexplicara mal si slo se viera en esto un episodio de la querella entre la escuela de Kuno Fischer (del cual J. Walter era discpulo) y la de Trendelenburg. J. Walter con

    sagra 573 pginas a demostrar que la razn prctica de Aristteles (que l asimila alaphrnesis) no es una ciencia prctica, es decir, un saber terico de los principiosde la accin, sino una facultad racional deliberativa o prctica (ein beratschla-gendes oder praktisches Vernunftvermgen).

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    EL PROBLEMA 39

    que uno de los momentos, el de la eficacia, en el interior de su fun-

    cin total, indisolublemente terica y prctica. R.A. Gauthier, con-trariamente a una tradicin venerable, no duda en traducirphrnesis

    por sabidura, queriendo sin duda poner de manifiesto que la nocinmoderna deprudenciaes incapaz de traducir las implicaciones inte-lectuales que conserva en Aristteles la phrnesis. Concluye criti-cando la atribucin a Aristteles de una especie de empirismo moralque consistira en conferir a la virtud y al deseo la determinacindel fin, como si la inclinacin de la virtud fuera una especie de su-cedneo que remplazara el conocimiento y lo hara intil .92Arist-

    teles no habra corregido el intelectualismo socrtico ms que en unpunto secundario: despus de todo, la inteligencia del bien no bastapara determinar inmediatamentela accin recta; es necesario elplus

    del deseo ,93 pero de un deseo que permanece subordinado a la de-terminacin intelectual del fin. Aristteles se limitara as a comple-tar y reforzar el intelectualismo socrtico haciendo descender la in-teligencia hasta las mediaciones afectivas y prcticas que Scrates

    haba despreciado.Intelectualismo o empirismo moral: es en esta alternativa donde

    se introduce el debate siempre renaciente sobre el sentido ltimo dela prudencia aristotlica. Esta problemtica tena como ventaja to-mar por punto de apoyo una posicin clara: la teora socrtica de lavirtudciencia y el desarrollo que Platn le haba dado haciendo de

    la ciencia de la Idea la norma y el motor de la accin recta. Depen-diendo de la distancia en la que se lo situaba en relacin a este pun-to de partida absoluto, se juzgaba que Aristteles haba evoluciona-do hacia el empirismo o que haba permanecido intelectualista. Estaproblemtica era, tal como hemos visto, la de W. Jaeger. Tambinera la de R.A. Gauthier, que critica la respuesta de Jaeger, pero sincriticar la cuestin misma. No obstante, es el planteamiento mismo

    del problema el que hay que poner en cuestin: hablar del empiris-mo o del intelectualismo de Aristteles, de su propensin menor omayor a la teora o a la prctica inmediatamente apoyada en la ex-

    periencia, no tiene ningn sentido y no puede llevar a nada, mien-tras no se haya cuestionado por qu Aristteles habra hecho de-pender la virtud del saber y, en caso afirmativo, de qu saber. Sin

    92. R.-A. Gauthier, La morale d'Aristote, pp. 95 y 94.

    93. Ibid.. p. 95.

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    40 LA PRUDENCIA EN ARISTTELES

    embargo, la respuesta a esta cuestin no se ha de buscar, al menosen su totalidad, en los tratados ticos, pues se trata de la estructurade la accin humana en general y, a travs de ella, del ser del hom-bre y del ser del mundo sobre el cual el hombre ha de actuar: nose puede hablar de la prudencia sin preguntarse por qu el hombretiene que serprudente antes que sabio o simplemente virtuoso. El

    problema de la prudencia y, secundariamente, ciertas variacionesextraas de su sentido, no poda ser resuelto mientras no se hicierade l un problema metafsico. Aristteles nos orienta, sin embargo,en el camino correcto: la prudencia no tiene por objeto, nos dice, lo

    contingente, que es denominado azar cuando somos afectados porl; es ms bien sabidura del hombre y para el hombre. Ser, pues,la sabidura de los dioses impotente o muda porque el mundo don-de vivimos es contingente? Ser, pues, porque el hombre no es undios que debe contentarse con una sabidura apropiada a su con-dicin? Estos problemas no eran nuevos y, sin embargo, no son

    platnicos. La tragediagriega estaba llena de interrogantes de estegnero: qu le est permitido conocer al hombre? Qu debe haceren un mundo en el que reina el Azar? Qu puede esperar de un fu-turo que le es ocultado? Cmo permanecer, puesto que somoshombres, en los lmites de lo humano? La respuesta, incansable-mente repetida por los coros de la tragedia, se resume en una pala-

    bra: cpQOvev. Se puede uno extraar, es cierto, de que no se haya

    percibido antes una filiacin tan manifiesta. Pero, por haber enfoca-do siempre a Aristteles a la sombra de Platn, se haba acabadopor olvidar que era ante todo un Griego, ms griego quiz que sumaestro, ms cercano que l a esaprudencia reverencial, verdaderomensaje trgico de Grecia, del cual Platn haba credo desterrar losltimos escrpulos, disipar las ltimas sombras, y que renace en elhombre aristotlico, el cual ya no llega, en un mundo dividido, a

    dirigir el espectculo de un Dios demasiado lejano.

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    Se g u n d a pa r t e

    LA INTERPRETACION

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    1. EL HOMBRE DE LA PRUDENCIA

    El deseo inmoderado de saber es tan brbaro en scomo el odio del mismo que los griegos dominaronpor su sentido de la vida ... Su instinto de conocimiento era insaciable, pues lo que aprendan, queran

    tambin vivirlo.N i e t z s c h e , El nacim iento de la tr agedia

    1. D e f i n i c i n y e x i s t e n c i a

    La tradicin moral de Occidente no ha retenido la definicin

    aristotlica de la prudencia. As como las definiciones estoicas de laphrnesiscomo ciencia de las cosas a hacer y no hacer o cienciade los bienes y los males as como de lo indiferente 1 se impondrnfcilmente a la posteridad,2 la definicin que da Aristteles en ellibro VI de la tica a Nicmacopresenta un carcter demasiado la-borioso o, si se quiere, demasiado tcnico para haber podido correr

    1. Las definiciones ms completas son dadas por Estobeo, Ecl., II, 59, 4:(pQvqcfLv elv a i morrripv (v jiOLqxov x a i ov jioiqTov xul oercQWv r\EniGrtrj(jiT|v aY

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    44 LA PRUDENCIA EN ARISTTELES

    la misma fortuna. La prudencia est definida all como disposicinprctica acompaada de regla verdadera concerniente a lo que esbueno y malo para el hombre .3

    Siguiendo un mtodo familiar a Aristteles, esta definicin espresentada como el resultado de un razonamiento a la vez inductivoy deductivo. Se parte del uso comn,4 se constata que se denomina

    phrnimos al hombre capaz de deliberacin;5 se recuerda que con-cierne a lo contingente, mientras que la ciencia atae a lo necesario:as pues, la prudencia no es una ciencia, ser un arte? No, pues la

    prudencia tiende a la accin, J ip is , y el arte a la produccin,

    jto/r]Gi5 : as pues, la prudencia no es un arte. Si la prudencia no esuna ciencia ni un arte, puede (XeJietai) que sea una disposicin(loque la diferencia de la ciencia) prctica (lo que la diferencia delarte). Pero esto probara como mximo que es una virtud. Para dis-tinguirla de las otras virtudes morales, habra que aadir otra dife-rencia especfica: dado que la virtud moral es una disposicin (prc-tica) que concierne a la eleccin ( jt Q o a iQ E T i x f |) ,6 la prudencia esuna disposicin prctica que concierne a la regla de eleccin; aquno se trata de la rectitud de la accin, sino de la exactitud del crite-rio; porque la prudencia es una disposicin prctica acompaada deregla verdadera. Pero esta definicin es an demasiado amplia, yaque se podra aplicar a cualquier virtud intelectual: para distinguirla prudencia de esta otra virtud intelectual que es la sabidura, se

    san Agustn (cognitio rerum appetendarum et fugiendarum, Lber 83 Quaestionum,q. 61, n. 4; cf. De libero arbitrio, I, 13), etc. Santo Toms dar una definicin escueta de la prudencia, inspirada esta vez en Aristteles: recta ratio agibilium (II a II ae,q. 47, a. 2, secl contra); pero veremos que esta simplificacin (sugerida sin embargopor t. Nic\ , VI, 13, 1144b 28) es discutible.

    3. Tqv pQvrjaiv eg iv e v a i \ix Xyou XrjBou; j t e q xa avOpcujuvaya JtQaxxixrjv (VI, 5, 1140b 20) y egiv X]0f) pcx Xyou jtQaxxixTjv jiepl

    xa vOQtJico yaG xai xax (ibid., 1140b 5). Ponemos esta segunda frmulajunto a la primera en lo que concierne a la funcin del epteto Xq0r|g: Apelt vahasta sustituir tXr|0fj por XqOoc; (cf. por lo dems la definicin del arte en 1140a21: e ^l c; xtg pexa Xyou XqOog jtoir)xtxr|); incluso si se admite que el XqOfjde 1140b 5 puede ser debido a una negligencia de Aristteles mismo, est claro queslo el Xyog puede en rigor ser denominado Xr|0r|g, y no la el=Lg. Cf. en este sentido Dirlmeier, Tricot; en sentido contrario, Bywater, Ross, Gauthier.

    4. 1140a 24.

    5. 1140a 31.6. Cf. supra la definicin de la virtud (II, 6, 1106b 36), que citamos ms ade

    lante.

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    LA INTERPRETACIN 45

    precisar que el dominio de la primera no es el Bien y el Mal en ge-neral, o el Bien y el Mal absolutos, sino el bien y el mal para elhombre.78

    Se podra reconocer en este planteamiento, que procede menospor determinaciones positivas que por exclusin progresiva de loque no es la prudencia, una aplicacin del clebre mtodo platnicode divisin.Hay dos actitudes fundamentales en el hombre: el saber,que trata de lo necesario, y el hacer, que trata de lo contingente. Enel terreno del haceren sentido amplio (para el cual no existe trmi-no griego propio), hay dos especies de disposicin, prctica o po-

    tica: la disposicin prctica concierne a la intencin o la regla deeleccin; sta tiene por norma el Bien absoluto o el bien humano.Por eliminaciones sucesivas se llega a la definicin buscada que, ensu formulacin, obedece al esquema clsico de la divisin del gne-ro en especies mediante la diferencia especfica.

    Pero esto es mera apariencia. Pues, en realidad, Aristteles noparte del gneropara descender, mediante divisiones sucesivas, has-ta la cosa a definir. Su punto de partida no es una esencia, cuyas de-terminaciones posibles se tratara de analizar, sino un nombre phr-nimos que designa un cierto tipo de hombres que todos sabemosreconocer, que podemos distinguir de otros personajes emparenta-dos y, sin embargo, diferentes, cuyos modelos nos son ofrecidos porla historia, la leyenda y la literatura. Todo el mundo reconoce al

    phrnimos, incluso si la persona no sabe definir la phrnesis.Al dis-tinguir laphrnesisde la ciencia, del arte, de la virtud moral y de lasabidura, el filsofo no har sino delimitar cientficamente una uni-dad semntica que le es entregada tal cual por el lenguaje, expresinde la experiencia moral popular. Se comprende, pues, que la investi-gacin sobre la definicin de la prudencia se abra con esta frase: Lamejor manera de captar qu es la prudencia consiste en considerar

    cules son los hombres que llamamos prudentes.* La existencia delprudente, tal como est atestiguada por el lenguaje de los hombres,precede a la determinacin de la esencia de la prudencia.

    Esta manera de proceder podra aparecer como un procedimien-

    7. Hemos resumido a qu el desarrollo que desemboca en la definicin de laprudencia (VI, 5, 1140a 24-b 6, a lo cual hay que aadir las lneas 6 y 7, que cons

    tituyen la conclusin de lo precedente).

    8. VI, 4, 1140a 24.

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    46 LA PRUDENCIA EN ARISTTELES

    to de investigacin, o, en todo caso, de exposicin, banal, si no estuviera relativamente aislado en la historia de la especulacin sobrelas virtudes. Si nos remontamos a la clasificacin platnica de lasvirtudes, aquellas incluso que sern a partir de san Ambrosio las virtudes cardinales,9nos daremos cuenta de que descansa, al igual quela definicin de cada una de las virtudes, sobre una divisin previa de las partes del alma. El alma comprende tres partes: apetitiva (em0u[jLT]TLXv), activa (Gupixv), racional (Xoyixv), a cada una delas cuales corresponden las tres virtudes de la templanza (aaxpQO-cnjvq), el valor (avgeia ) y la sabidura (oocpa o (pQvqaig);10 la

    cuarta virtud, la justicia (Lxaioavri), es responsable de la armona del conjunto." En cuanto a los estoicos, al menos a aquellos de

    9. De hecho, la teora de las cuatro virtudes (sabidura o prudencia, justicia, valor, templanza), ya sugerida por Platn (cf. nota siguiente), no se har clsica ms que con los estoicos (cuando por el contrario, presente en el Protrptico, fr. 52, p. 62,2 y 58, p. 68, 6-9, Rose, y en las partes antiguas de la Poltica, VII, I, 1323a 27 ss.,

    b 33-36 y 15, 1334a 22, es ignorada por las ticas de Aristteles); slo que, a loque Platn llama indiferentemente aocpa o, en las Leyes, cpgvqoig, y que designala sabidura , es decir, el conocimiento de lo inteligible, los estoicos sustituirn la(ptKSvqaig que, conforme al sentido popular de la palabra, designa una virtud intelectual orientada inmediatamente a la accin (los estoicos, que organizan la economa del mundo inteligible, ignoran evidentemente el concepto platnico de aocpa).Es Cicern el que, para traducir la cpQvqoig estoica, recurre al trmino prudentia(contraccin deprovidencia, lo cual evoca la idea de previsin, de saber eficaz), y es,

    finalmente, al De officiis de Cicern que san Ambrosio (De officiis ministrorum, I,24, 115), y a travs de l toda la Edad Media latina, toman prestada la lista de lascuatro virtudes cardinales (que san Ambrosio llama virtutes principales).

    10. Repblica, IV, 439d ss.; cf. ib id., 427e; Banquete, 196b;Leves, I, 631b (sloeste ltimo texto habla de cppvqaig, todos los dems hablan de aotpa). Sobre elorigen de esta lista, que se remontara al siglo vi (aunque no se pueda invocar a Pnda-ro,Nm.,3, 72-75), cf. E. Schwartz, Die Ethik der Griechen, Sluttgart, 1951, pp. 52-53.

    11. Ms tarde, Plotino retomar bajo el nombre de virtudes polticas la lista

    de las cuatro virtudes, fundndola sobre la divisin platnica de las partes del alma,pero llamar (pQvTjatg a la virtud del XoYi^pevov (I, 2, 1). En otra parte, quizbajo la influencia de Aristteles, Plotino distingue (pQvqoig y oocpia, la primeraestando subordinada a la segunda que, siendo ms general, le proporciona las reglas (I, 3, 6). En la tradicin latina, sapientia y prudentia sern a menudo confundidas yempleadas una en lugar de otra en las listas de virtudes (un buen ejemplo de esta confusin lo proporciona san Ambrosio, en De officiis, 25, que debe por lo dems hacercoincidir la prudentia de la tradicin estoica con la sapientia de las traducciones la

    tinas de la Biblia). Tan slo Cicern, inspirndose sin duda en textos de Posidonio y de Panecio (cf. tambin Plutarco, De la virtud tica,443c-444a) se esfuerza por distinguir laprudentia, quae est rerum expctendarum fugiendarumque scientia, de la

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    LA INTERPRETACIN 47

    ellos que no afirmarn, con Aristn, la unicidad absoluta de la vir-tud, conservarn la misma clasificacin de las cuatro virtudes fun-damentales con la diferencia de que sustituirn definitivamente lacpQvqoig por la aoqpa, fundndola esta vez sobre una divisinde sus objetos: la prudencia trata de las actividades que se han derealizar, la fortaleza trata de lo que se ha de soportar, la templanza,de las cosas por desear, y la justicia, de las cosas que se han de atri-buir. *12 En los dos casos, ya se trate de una clasificacin subjetiva uobjetiva, la teora de las virtudes, partiendo de una totalidad a dividiren sus articulaciones naturales, apunta a la exhaustividad, al sistema.

    Por el contrario, el carcter no sistemtico de la descripcin aris-totlica de las virtudes ha sido frecuentemente subrayado, sea paradeplorarlo1' o para alabarlo. 14 Aristteles, como ya lo hace en otrombito a propsito de la lista de las categoras, se contenta con unaenumeracin emprica, probablemente de origen popular, 15 que re-mite a una serie de personajes erigidos en tipos por el lenguajecomn. A una descripcin de estos tipos, es decir, una galera deretratos, se remonta el anlisis aristotlico de las virtudes ticas enlos libros III y IV de la tica a Nicmaco. Algunos de estos retra-tos alcanzan una perfeccin literaria que ha contribuido a acentuarsu carcter tpico: es el caso de la clebre descripcin del magnnimo, en la cual algunos han querido ver el retrato idealizado,16o por

    sapientia. ms terica, que es rerum divinarum et humanarum scientia {De offi-c(7s, I, 43, 153). Pero l mismo no se atiene a esta distincin (cf. ibid., I, 5, 15-16).

    12. Cf. SVF, III, 262-263; I, 201.

    13. Cf. L. Robin, que escribe al respecto sobre las virtudes ticas: No es po

    sible ... dejar de sorprenderse ... al constatar hasta qu punto Aristteles no estaba preocupado en absoluto por clasificarlas con rigor, y segn los principios que ha es

    tablecido l mismo, es decir, en relacin a las pasiones y las acciones (Ans


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