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LA VIRGEN DE ÁVILA: SANTA TERESA

Date post: 24-Jul-2016
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“La Vierge d'Avila: Sainte Thérèse” es la recreación teatral de la vida de Teresa de Jesús estrenada en París en 1906 contra cuya representación se rebelaron los abulenses aclamando a su paisana en un momento en el que algunos creyeron que su figura había sido atacada, desprestigiada y denostada, lo que trajo los fantasmas de hechos incendiarios ocurridos en la ciudad y otros profanadores de iglesias, templos y símbolos religiosos en tiempos de la invasión francesa.
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“LA VIRGEN DE ÁVILA: SANTA TERESA” - JESÚS Mª SANCHIDRIÁN GALLEGO. 1 LA VIRGEN DE ÁVILA: SANTA TERESA Jesús Mª Sanchidrián Gallego “La Vierge d'Avila: Sainte Thérèsees la recreación teatral de la vida de Teresa de Jesús estrenada en París en 1906 contra cuya representación se rebelaron los abulenses aclamando a su paisana en un momento en el que algunos creyeron que su figura había sido atacada, desprestigiada y denostada, lo que trajo los fantasmas de hechos incendiarios ocurridos en la ciudad y otros profanadores de iglesias, templos y símbolos religiosos en tiempos de la invasión francesa. Dicho acontecimiento nos sirve ahora para acercarnos a Teresa de Jesús y al contexto social de su reivindicación cultural que tanto atrae, imanta y sugestiona a cuantos contactan en el escenario con su biografía o comparten pasajes de su vida en la lectura, la oración, la devoción, la manifestación o la simple admiración. Y es que, aunque la presencia de Santa Teresa se nota de forma permanente en la vida religiosa, e incluso literaria y cultural de la sociedad de nuestros días, especialmente de la abulense, son los acontecimientos novedosos y de actualidad de cada época los que sirven de revulsivo para su revitalización. Sarah Bernhardt interpreta a Santa Teresa en la obra “La Vierge d´Avila” estrenada en París el 9 de noviembre de 1906. Biblioteca Nacional de Francia.
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LA VIRGEN DE ÁVILA: SANTA TERESA

Jesús Mª Sanchidrián Gallego “La Vierge d'Avila: Sainte Thérèse” es la recreación teatral de la vida de Teresa de Jesús estrenada en París en 1906 contra cuya representación se rebelaron los abulenses aclamando a su paisana en un momento en el que algunos creyeron que su figura había sido atacada, desprestigiada y denostada, lo que trajo los fantasmas de hechos incendiarios ocurridos en la ciudad y otros profanadores de iglesias, templos y símbolos religiosos en tiempos de la invasión francesa. Dicho acontecimiento nos sirve ahora para acercarnos a Teresa de Jesús y al contexto social de su reivindicación cultural que tanto atrae, imanta y sugestiona a cuantos contactan en el escenario con su biografía o comparten pasajes de su vida en la lectura, la oración, la devoción, la manifestación o la simple admiración. Y es que, aunque la presencia de Santa Teresa se nota de forma permanente en la vida religiosa, e incluso literaria y cultural de la sociedad de nuestros días, especialmente de la abulense, son los acontecimientos novedosos y de actualidad de cada época los que sirven de revulsivo para su revitalización.

Sarah Bernhardt interpreta a Santa Teresa en la obra “La Vierge d´Avila” estrenada en París el 9 de noviembre de 1906.

Biblioteca Nacional de Francia.

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Estas líneas se aprovechan entonces de la celebración del V centenario del nacimiento de Teresa de Cepeda y Ahumada (1515-1582), igual que en otras ocasiones la excusa fueron las distintas efemérides también centenarias, como su beatificación o canonización. Y todo sin olvidar que Ávila honra cada año a la Santa con tradicionales fiestas patronales, igual que las distintas comunidades religiosas hacen lo propio en sus conventos y museos carmelitanos, en lo que también confluyen centros diversos, como el Teresiano Sanjuanista abulense. Como punto de partida de nuestra disertación tomamos un singular hecho que gira en torno al teatro, porque es en el escenario donde mejor se produce la exposición pública y la recreación biográfica de Teresa de Jesús, una monja cercana que es mujer, madre, esposa, hermana, amiga, paisana, activista y rebelde que se convierte en un personaje de carne y hueso que respira, habla, mira y te toca. Y tal fuerza demostró el teatro hace cien años, que los abulenses, gente pacífica y mayoritariamente conservadora, se levantaron en “armas” con rezos y oraciones de munición, también con versos, para defender a su patrona y paisana Teresa de Cepeda de un ataque que se intuyó cometido por los franceses, nada menos, de los mismos que saquearon la ciudad en la guerras napoleónicas y que predicaban el libertinaje. La fecha elegida por la ciudad de Ávila para celebrar esta singular onomástica fue el domingo 25 de noviembre de 1906, un día en el que se mezclaron la festividad religiosa, la manifestación popular, la reivindicación identitaria y las muestras de protesta y desagravio. Esta exhibición de unidad callejera se produce como reacción contra una afrenta imperdonable, dicen los organizadores, producida contra la Santa, cuya imagen preside la plaza del Mercado Grande, y contra el profundo sentir de los abulenses y de

tantos devotos y religiosos carmelitas que oran en silencio ajenos a polémicas externas. Y todo ocurrió porque unas semanas después de que la ciudad de Ávila festejara a la Santa, como bien narra en otra oportunidad Francisco Grandmontagne (“El Sol, 11.06.1927), con jura de bandera de la Academia de Administración Militar y misa de campaña incluidas (ABC, 21.10.1906), en París acababa de estrenarse el 9 de noviembre de 1906 la obra de teatro “La Vierge d'Avila: Sainte Thérèse” (ABC, 10.11.1906), según libreto de Catulle Mendès (1841-1909), autor que ya había hecho que la obra formara

Libreto de la obra “La Vierge d´Avila (Sainte Thérèse)” de Catulle Mendès estrenada en París en 1906.

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parte de la Comédie-Française desde 1901, y de quien en 1910 se estrenó en Barcelona la comedia trágica “Scarron” precedida de gran éxito en teatros del extranjero (“La Vanguardia, 10.05.1910). Después de alguna discusión con el autor (New York Times, 16.03.1902), la protagonista de la obra fue la actriz más famosa del momento, Sarah Bernhardt (1844-1923), quien estuvo acompañada de la música en directo del compositor venezolano Reynaldo Hahn de Echenagucia (1874-1847) en un ambiente sobrecogedor decorado por M. Paquereau. Todo un espectáculo en el que Ávila aparecía recreada en su plaza, el convento de la Encarnación, un calvario y el paisaje circundante junto a Alba de Tormes y El Escorial. Pues bien, tanto el texto, como la interpretación y puesta en escena fue calificada por la prensa española de aberrante, blasfema, cínica, irrespetuosa, falsa, antinacional, bufonada, grotesca y ridícula, entre otros calificativos de rechazo. Y es que los franceses metidos a contar la historia de España hace tiempo que sólo dicen las “consabidas tonterías” llenas de prejuicios caricaturescos, había escrito Ramiro de Maeztu (“La Correspondencia”, 2.12.1906). La noticia teatral detonante de tan inusitada reacción había saltado a la opinión pública en el número de noviembre de la revista londinense Saturday Review, de la que se hizo eco la prensa española con especial adhesión de Maeztu (Por esos mundos, 1.12.1906; La Correspondencia Española, 2.12.1906; El siglo futuro, 4.12.1906), donde R. B. Cunninghame hizo una encendida crítica de la representación: “Aparte de una Biblia cómica, sería difícil imaginar nada de peor gusto que la última creación de Mme. Sarah Bernhardt, La Vierge d’Avila. No es necesario ser cristiano, no es necesario ser creyente

en lo sobrenatural para asquearse de la astracanada de los señores Bernhardt y Mendès. La Santa de Ávila, aparte de su santidad y de sus grandes facultades de organización y vida práctica, fue un verdadero artista literario. Fray Luís de León, gran poeta lírico él, dice que «el estilo de la madre Teresa fue la elegancia misma.» Nadie que haya leído sus Moradas o su Camino de perfección, dejará de percibir su preeminencia espiritual y artística. Y a esta mujer, copatrona de España como el mismo Santiago, los Sres. Bernhardt y Mendès han querido ridiculizar en su melodrama sentimental”.

Artículo crítico sobre la obra “La Vierge d´Avila (Sainte Thérèse)” escrito por R.B. Cunningham y foto de la manifestación de protesta en Ávila.

Revista “Por esos mundos”, 1 de diciembre de 1906.

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P.S.- Esta mañana me escribe un español amigo mío para decirme que los de Ávila han celebrado una inmensa manifestación y procesión, presidida por el obispo, para pedir al Gobierno que prohíba se represente en España la porquería de ese Catulle Mendès, que ridiculiza a «nuestra» Santa. El autor de la crónica, Robert Bontine Cunninghame Graham (1852-1936), fue un destacado escritor, periodista y político (el primer laborista del parlamento inglés y líder nacionalista escocés). Sentía especial admiración por la Santa igual que su esposa, Gabriela de Balmondiere - Carrie Horsfall (1858-1906), quien había escrito en 1894 una interesante biografía de Santa Teresa, con cuyo motivo el matrimonio recorre Ávila y otros lugares teresianos, y en España conoce a Azorín, Baroja, Maeztu, Pérez de Ayala y Pardo Bazán, todos fascinados por Teresa la andariega.

La prensa de la época enseguida se hizo eco de los actos reivindicativos de la sociedad abulense, esencia espiritual del catolicismo dice con rigor sobre ello Eduardo Cabezas (Los de siempre, 2000), y de su manifestación en defensa de la figura de Teresa de Jesús y contra lo que consideraba un “atentado”. “Una profanación absurda por la que España ha protestado enérgicamente en nombre de su religión, de su historia y de su literatura, contra la estupenda monstruosidad llevada a las tablas obscenas de París” (La Basílica Teresiana, 15.12.1906). Autoridades civiles, militares y religiosas arropadas por muchedumbres de fieles, niños y viejos, vecinos de la ciudad y de los pueblos circundantes, y la población entera se dieron cita todos a una para protestar contra los franceses.

“Se ha celebrado en la catedral (de Ávila) la solemne función religiosa de desagravio a Santa Teresa, y al mismo tiempo de protesta contra la obra de Catulle Mendès, La Vierge d´Ávila. Ha ofrecido el obispo de la diócesis, pronunciando un notable sermón, D. Gervasio Esteban, dignidad de magistral. Asistieron al acto las autoridades en pleno y toda la población de Ávila. Después se ha organizado una procesión a la que han concurrido 50 cofradías, los niños de las escuelas públicas y particulares, los asilados de la Inclusa y muchos elementos de los pueblos cercanos, con sus autoridades al frente.

Tarjeta postal de la actriz Sarah Bernhardt en el papel de Santa Teresa en

“La Vierge d´Avila”. París, 1906. Biblioteca Nacional de Francia.

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Presidieron el gobernador interino, el alcalde y el presidente de la Diputación. Al llevar la imagen de la Santa al convento en donde se venera, diéronse numerosos ¡vivas! (Mayoral, ABC, 26.11.1906) “Los numerosos devotos de la Santa, en Ávila, han tomado tan a pecho la profanación del asunto místico, que se ha organizado, como protesta, un acto de desagravio. Este se verificó en la

expresada ciudad el día 25 y consistió en una función religiosa y una procesión… En la procesión figuraron infinidad de fieles, los niños de la provincia, las comunidades religiosas, patronatos, clero, etc. La presidieron el gobernador interino, el obispo, el acalde y el presidente de la Diputación. El pueblo que la presenciaba dio muchos vivas a la Santa” (Nuevo Mundo, 26.11.1906).

Procesión de desagravio con ¡vivas a Santa Teresa! celebrada en Ávila el 25 de noviembre de 1906 contra las ofensas producidas en la representación teatral de la obra “La Vierge d´Avila” de Catulle Mendès protagonizada por la actriz Sarah Bernhardt. Revista “Nuevo Mundo”, 26.11.1906.

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La manifestación ciudadana recordó entonces al levantamiento que tuvo lugar cien años provocado por la ocupación y asolación que sufrió Ávila por las tropas del general Hugo, el militar que era el padre del escritor Víctor Hugo, quien siguió a Santa Teresa y los místicos al adentrarse en el misterio poético del Ser. Por el contrario, en París la obra de teatro de Catulle Mendès y la interpretación de Sarah Bernhardt tuvo un gran éxito, más poético y declamatorio que dramático, a pesar de que la obra se tiñe de “ultrajes a la verdad histórica” y de “fantasías pintorescas”, reseñó la prensa (ABC, 13.11.1906). Todo lo anterior contrasta con el enorme fervor popular francés por el Carmelo a partir de su primera fundación en París en 1604 por las religiosas Ana de Jesús y Ana de San Bartolomé junto a otras cuatro monjas. Si bien es verdad, Francia era considerada entonces como un país de herejes que necesitaba ser evangelizado de nuevo. Y también llama la atención el ejemplo movilizador de Ávila y España por sus santos, los franceses hicieron lo propio por la proclamación de su propia Santa carmelita de Lisieux, María Francisca Teresa Martín Guérin (1873-1897), conocida como Santa Teresita del Niño Jesús, quien fue canonizada en 1925, cuya memoria de santidad se venera en una impresionante basílica levantada en 1929, mientras que en Alba de Tormes languidecía el proyecto neogótico de Repullés en obras desde 1898. Casi coincidiendo con las funciones teatrales de Sarah Bernhardt, la revista que se edita en París “Le Tour du Monde” nº 30 de 27 de julio de 1907 publica un reportaje sobre Ávila de Jane Dieulafoy (1851-1916), donde la autora se detiene en el convento carmelita de La Encarnación y se fija con atención en la figura de Santa

Teresa por su valentía, entre otros muchos aspectos de la ciudad. Lo cual cobra especial relevancia al saber que Jane Dieulafoy fue una mujer fascinante e increíble, escritora de novelas y libros de viajes, periodista, interesada en la investigación histórica y arqueológica, y fotógrafa vocacional, así como una “feminista” reivindicativa que se vistió de hombre para ir a la guerra y recorrer países orientales, adoptando después este aspecto de forma definitiva como mujer en rebeldía constante (JM Sanchidrián, Diario de Ávila, 20.10.2013).

Procesión de Santa Teresa a la entrada de la iglesia de San Juan. Foto de L.Lévy que ilustra un artículo sobre Ávila y Teresa de Jesús de Jane Dieulafoy publicado en la revista parisina “Le Tour du Monde” el 27 de julio de 1907.

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Más aún, siguiendo a Germán Masid Valiñas en su estudio sobre “La mística castellana en la bibliofilia francesa” (Seminario de estudios medievales y renacentistas, Salamanca, 2011), diremos: “El interés por Teresa de Ávila y por San Juan de la Cruz cuenta con una tradición muy arraigada en Francia, ya sea en el ámbito popular, ya en el ámbito de la cultura, desde las primeras publicaciones en el siglo XVII hasta las más recientes”. “Las manifestaciones populares también siempre han sido relativamente abundantes en Francia, sobre todo las que se refieren a Santa Teresa: postales, estampas caladas, tallas de madera, vasos de cristal con la imagen de la Santa grabada, láminas litográficas de gusto popular –a veces con doble título en francés y español–, papeles pintados, etc. Con lo que todo este conjunto decorativo también pone de manifiesto la importancia del mito de esta figura”. Así, en Francia, las obras de Santa Teresa han sido históricamente objeto de especial atención por editores, intelectuales e hispanistas franceses como Edmond Cazal, Paul Claudel, Paul Valéry, Louis Bertrand, Marcelle Auclaire o Florence Delay. Y en este sentido, nos llama la atención la recreación iconográfica del libro del historiador Henri Guerlin sobre la representación artística de la Santa a través de la pintura, incluyendo imágenes de su exhibición en andas procesionales que recorren la ciudad (H. Guerlin, Sainte Thérèse, 1917). A pesar entonces de tantas opiniones contestatarias por la interpretación francesa de la vida de la Santa abulense, Sarah Bernhardt se convirtió en esta época en el icono y rostro de Teresa de Jesús para los franceses, tanto que su imagen retratada sobre el escenario con hábito carmelitano se reprodujo en la prensa gráfica

y en millares de tarjetas postales que circularon con gran éxito comercial por las estafetas de correos. Y finalmente, la postalmanía de la imagen de la actriz francesa rememorando a la Santa, junto al ánimo fervoroso y de admiración por Teresa, prevaleció entre la sociedad parisina, lejos de las alucinaciones poéticas que algunos quisieron ver en la obra teatral que la puso de actualidad. De todo lo que sucedió entonces y de la representación teatral no nos queda más testimonio que los retratos de Sarah Bernhardt, el texto de Catulle Mendès y la música de Reynaldo Hahn, aparte de los comentarios y críticas publicados en la prensa española y

Tarjeta postal de la actriz Sarah Bernhardt interpretando a Santa Teresa en “La Vierge d´Avila” entre otros muchos personajes que caracterizó para el

teatro. París, 1906. Biblioteca Nacional de Francia.

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francesa, por lo que nuestra opinión será siempre parcial e incompleta pues nos falta una toma de contacto directo con la escenografía en su conjunto, lo mismo que debió sucederle a la mayoría de los manifestantes que protestaron. Sin embargo, no acabamos de entender la actitud repulsiva española, pues es incomprensible que la actriz más famosa de la escena internacional del momento, junto con uno de los autores más consagrados y uno de los compositores más prestigiosos, se unieran para dramatizar la vida de una de las figuras más importantes de la Historia con intenciones provocativas, vejatorias y burlescas. Y tampoco sabríamos explicar cómo uno de los teatros más señeros y exitosos de la capital parisina, el “Sarah Bernhardt”, fue el escenario de más de medio centenar de funciones de “La Vierge d'Avila”, si no fuera por la fuerte atracción del personaje, incluso para los franceses más liberales. Sea como fuere, lo que importa es que la figura de Santa Teresa cobró entonces un especial protagonismo como figura de gran hondura humana, además de espiritual, que hoy equipararíamos a uno de los más relevantes activistas que quieren cambiar y mejorar la sociedad en la que les ha tocado vivir. Y de la prensa francesa nos quedamos con los siguientes atributos predicados de Santa Teresa, “patrona unánime venerada de la católica España”, dice el cronista: Celeste visionaria, pasional, emotiva, simbólica, triunfadora, cautivadora, dulce, misteriosa, piadosa, bondadosa, clemente, pacífica, rebelde y heroína como Juana de Arco (“Le Figaro”, 11.11.1906; “Le Gaulois”, 11.11.1906; “Les Temps”, 12.11.1906).

Y en esta línea sobresale el libro de la vida de la Santa que en forma de biografía novelada compuso la escritora, hispanista y periodista francesa Marcelle Auclair (1899-1893), con quien descubrimos su modernidad y plena actualidad (La vie de Sainte Thérése d'Avila. La dame errante de Dieu, 1950): “(Santa Teresa) decía de las mujeres de su época cosas como éstas: «Basta pensar que soy mujer para que se me caigan las alas», «mujer y ruin», «de muchas mujeres juntas, Dios nos libre». De las feministas actuales hubiera pensado lo que yo, que tienen mucha razón, pero que demuestran una agresividad excesiva y eso no les ayuda. (Marcelle Auclair, El País, 31.05.1979).

La escritora y “biógrafa” de Santa Teresa y García Lorca, la hispanista

Marcelle Auclair. Diario “Patria”, 7 de septiembre de 1962.

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Al margen de la polémica sobre la dramatización de la vida de Santa Teresa que vino a perturbar en Ávila su apacible monotonía, la animada cartelera abulense, repleta de actuaciones de entretenimiento, gozaba en aquellos tiempos de 1906 de un aceptable éxito con inauguración de nuevas salas. Así, en este año abren sus puertas el Palacio Luminoso en la calle San Segundo, el Cinematógrafo Pinacho y la sala del Café de la Amistad de “Pepillo” en el Mercado Grande, y el Coliseo Abulense en la calle Estrada, donde se exhibían espectáculos musicales, teatrales y de cine mudo y variedades que promovían José Álvarez Portal “Pepillo” y otros empresarios. Y mientras en Francia las estrellas del teatro se ocupan de reinterpretar la vida de la Santa en la modernidad del momento, lo que hará de nuevo Marcelle Auclair medio siglo después, y también el joven Cioran, e incluso la polémica dibujante Claire Bretecher (El País, 19.08.1979), en España se recupera el misticismo de su estampa en la Exposición Nacional de Bellas Artes abierta en Madrid en el mes de mayo de 1906, lo que se produce con la exhibición del cuadro “Éxtasis de Santa Teresa” pintado por Manuel Alcázar (“La Ilustración Española y Americana”, 22.05.1906), sobre el que la crítica ya advertía: “Casi todo el que trata literaria ó artísticamente la figura da Santa Teresa, la maltrata. Es mucha, como que es incalculable, la excelencia de alma tan depurada, y muy difícil no calumniarla” (El Imparcial, 17.05.1906). Y este maltrato no sólo se produjo en la obra de Mendès, sino también en la novela histórica “Sainte Thérèse” (1921) del escritor francés Edmond Cazal, seudónimo de Adolphe d’Espie de la Hire (1878-1956), donde se daba una visión rocambolesca de la

biografía de la Santa, al decir de Joseph Pérez, al atribuir aquél sus éxtasis a un delirio místico de clara connotación sexual, lo que también fue duramente criticado por el hispanista Gaston Etchegoyen y por Azorín (ABC, 20.02.1921), y tal fue el rechazo que la novela se incluyó en el “Index librorum prohibitorum”.

“Éxtasis de Santa Teresa” pintado por Manuel Alcázar y presentado en la Exposición Nacional de Bellas Artes abierta en Madrid en el mes de mayo de 1906. “La Ilustración Española y Americana”, 22 de mayo de 1906.

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Pasada la euforia de reivindicación teresiana de 1906, la protesta santoral no tardó en estrellarse con la cruda realidad de situaciones de miseria por las que pasan los más menesterosos. Y así, poco tiempo después, los panaderos de Ávila hacen huelga en 1907 exigiendo un salario justo, al tiempo que se producen manifestaciones por la escasez de pan frente a la fábrica de harinas propiedad de Isidro Benito Lapeña, quien fue senador y promotor del sindicato católico que denominó Santa Teresa, “secuestrando” así el nombre de la Santa. Por estos años paran en Ávila el arquitecto Enrique María Repullés (1845-1922), los pintores Eduardo Chicharro (1873-1849) e Ignacio Zuloaga (1870-1945), y los escritores Alberto Insúa (1883-1963) y Amado Nervo (1870-1919), quienes, a su manera, testimonian el espíritu teresiano en sus obras. Repullés, que había proyectado en Ávila la Biblioteca-Museo Teresiano en 1898, se hallaba ahora inmerso en las obras de construcción de la Basílica de Santa Teresa de Alba de Tormes, cuyo proyecto neogótico había sido premiado en la Exposición Internacional de París de 1900. Chicharro pinta el cuadro “Las tres esposas” donde destaca la figura de la Santa en primer

plano arrodillada a los pies de Cristo crucificado, el cual fue galardonado con el primer premio de la Exposición Nacional de Bellas Artes celebrada en Madrid en 1908. Zuloaga pinta “Los flagelantes” (1909) y “El Cristo de la sangre” (1911) con Ávila de telón de fondo, cuadro éste que se exhibió en el Salón de la Société Nationale des Beaux-Arts de París de 1912, y del que Guillaume Apollinaire dijo: “Una imagen bastante precisa de la religión mística y sensual que subyace a las creencias de una España en la que se siguen celebrando procesiones de flagelantes y donde la alegría del dolor aún podría transportar las almas como en tiempos de Santa Teresa”. Alberto Insúa visita Ávila en 1907 y recuerda en sus memorias la atracción que comparte con Unamuno: ”Sentía admiración por Santa Teresa: una admiración sui generis. De heterodoxo. Una simpatía inefable por la mujer. Su ausencia de religiosidad le incapacitaba para comprender «del todo» a la Santa”. A lo que apuntilló Juan Ramón Jiménez: “Son los dos hermanos de nuestro Don Quijote, porque Santa Teresa fue en todo la mujer quijote española: idealista y andariega de caminos como Unamuno”.

Santa Teresa arrodillada ante Cristo.

Detalle del cuadro “Las tres esposas” de Eduardo Chicharro” premiado en la

Exposición Nacional de Bellas Artes de 1908.

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Amado Nervo, por su parte, cautivado por Teresa de Jesús recorre Ávila en 1909 y escribe una glosa al poema teresiano “Vivo sin vivir en mí”: “Vivo ya fuera de mí, después que muero de amor; porque vivo en el Señor que me quiso para Sí. Cuando el corazón le di puso en mí este letrero: Que muero porque no muero. A todos ellos se une el poeta y dramaturgo Eduardo Marquina (1879-1946) con una obra teatral que bien sirvió para contrarrestar el “agravio francés”. Y así llegó al escenario madrileño de la Princesa con el estreno el 15 de mayo de 1911 del auto teresiano “La Alcaldesa de Pastrana”, donde Marquina recrea la primera juventud de Santa Teresa de Jesús y su relación con la Princesa de Éboli. Y sin olvidar lo sucedido el en teatro de Sarah Bernhardt la crítica hizo bandera con la obra de Marquina: “La comedia es sencillísima y tiene por principal objeto reconstituir la noble figura de Santa Teresa de Jesús, tal como fue en vida, llena de serenidad y de majestad, sin mojigaterías y sin nerviosidades. Los escritores extranjeros que han visto en ella una histérica no la han comprendido, ni se ha tomado el trabajo de informarse. La Santa Teresa de Catulle Mendès no tiene el menor parecido con la verdadera Teresa de Jesús. Eduardo Marquina ha querido destruir esas mistificaciones extranjeras y devolver al

carácter de la Santa todo lo que tuvo de humano, comprensivo y simpático” (“La Correspondencia de España”, 2.05.1911). Igualmente, sobre la versión de Santa Teresa de Eduardo Marquina, y los mejores versos que había escrito, dijo el crítico Caramanchel: “El interés del cuadro está en la pintura que hace Marquina de la Doctora de Ávila, devolviéndole aquel su carácter austero, sereno y llanamente castellano, tergiversado y desnaturalizado por algunos escritores extranjeros, especialmente por Catulle Mendès en su Vierge d’Avila” (La Vanguardia, 31.05.1911).

Escena del auto teresiano “La Alcaldesa de Pastrana” de Eduardo Marquina

estrenado en el teatro de la Princesa de Madrid el 15 de mayo de 1911, donde el papel de Teresa de Jesús es interpretado por la actriz María

Guerrero. Revista “Blanco y Negro”, 21 de mayo de 1911.

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El auto teresiano forma parte, junto con otras dos piezas más, “Las Cartas de la Monja” y “La muerte en Alba”, de la trilogía “Pasos y trabajos de Santa Teresa de Jesús” que escribió Marquina en esta época. El papel de Teresa de Jesús fue interpretado magistralmente en esta ocasión por María Guerreo Torrija (1867-1928), la mejor actriz española del momento que ya había actuado en París en 1898 ante Catulle Mendès (“La Vanguardia”, 22.10.1898) y que bien podía competir ahora con Sarah Bernhardt cuando declama: “No vengo a poner el suelo con lo celestial en guerra, sino a cultivar la tierra como un arrabal del cielo”. Y María Guerreo, como también gustaba a “la Bernhardt”, se retrató en el estudio del fotógrafo Antonio Cánovas “Káulat” metida en la piel de Santa Teresa, estampa que utilizó como regalo íntimo, como lo prueba la copia que dedicó a Margarita Xirgu poco tiempo antes de morir. Mucho antes de que Catulle Mendès fijara su poética y dramaturgia en Santa Teresa, ya lo había hecho Lope de Vega, quien le dedicó dos obras de teatro y varios poemas, a la vez que participó activamente en los actos celebrados por su beatificación y canonización (1614). He aquí los primeros versos de un hermoso soneto: “Herida vais del Serafín, Teresa, corred al agua, cierva blanca y parda, que la fuente de vida que os aguarda, también es fuego, y de abrasar no cesa”.

Retrato de la actriz María Guerrero ataviada con los hábitos de Teresa

de Cepeda y Ahumada, personaje que interpretó en la obra teatral “La Alcaldesa de Pastrana” de Eduardo Marquina estrenada el 15 de mayo

de 1911. Foto de Antonio Cánovas (Káulak)

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En la misma línea de desquite con la “escandalosa” obra de Catulle Mendès, mejor moderna y avanzada, en 1932, Marquina estrena en el teatro Infanta Beatriz de Madrid la obra titulada “Santa Teresa: estampas carmelitas” con la famosa Lola Membrives (1888-1969) como primera actriz. “Eduardo Marquina ha obtenido un magnífico triunfo con el estreno de su nueva y admirable comedia en verso `Teresa de Jesús´. Obra de una gran esencia poética, de un profundo valor de evocación, de psicología y de dominio escénico, la nueva comedia de Marquina es una de las mejor logradas entre las que forman la gran labor del dramaturgo”. (Nuevo Mundo, 02.12.1932). Al año siguiente, la compañía de María Palou Ruiz (1891-1957) inició una larga gira por España con la obra de Marquina.

“María Palou, la eminente actriz (es) a quien el gran poeta

Eduardo Marquina ha elegido para que al frente de una notable compañía dé a conocer por toda

España su última y admirable obra Teresa de Jesús”

(Revista “Blanco y Negro”, 1933).

Lola Membrives, primera actriz que interpretó el papel de Teresa de Jesús, con el autor de la obra Eduardo Marquina. Revista “Nuevo Mundo”, 2 de diciembre de 1932.

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Con igual éxito concluyó la gira por provincias que hizo la actriz madrileña Carmen Muñoz Gar (ABC, 5.03.1933), habiendo sido la representación de la obra de Marquina un ejemplo de pluralismo artístico: “Con espíritu elevado y respetuoso para todas las ideas se pueden presenciar obras de la tendencia que sea por personas de todas las ideologías y además que ésta que nos ocupa no persigue fin alguno fuera del arte” (El Porvenir Castellano, 4.05.1933). Tal fue el éxito teatral de la obra “Teresa de Jesús” de Eduardo Marquina, que el Ayuntamiento de Ávila, en sesión del 31 de marzo de 1933, acordó dedicarle la calle de los Tallistas al poeta y dramaturgo como reconocimiento a la labor divulgadora de la vida y obra de la Santa. Por la misma razón, el consistorio abulense también inauguró el 27 de septiembre de 2011 una calle dedicada a la escritora irlandesa Kate O´Brien (1897-974), autora de pasionales textos protagonizados por la ciudad y Teresa de Jesús ('Adiós España', 1937; 'Esa Dama', 1946; y 'Teresa de Ávila', 1951).

Otro punto de encuentro con Santa Teresa en Francia nos llega del filósofo francés de origen rumano Emil Cioran (1911-1955), quien dijo: “Si España fuera cíclope, Teresa de Ávila sería su ojo”. Al tiempo que en su etapa de juventud, atraído por el misticismo, presentó a Santa Teresa como la esposa de la canción: “Era una esposa de la canción, un corazón traspasado, el misterio del solitario, de una pasión divina imparcial, la misma fuerza”. “¿Cómo no sentirse cerca de Santa Teresa, ya que se le apareció Jesús, salió corriendo y bailó en el centro del convento, en un arrebato desesperado, tocando el tambor para llamar a las hermanas para compartir su alegría?” (Lacrime e santi, 1990).

Sin salir de Ávila, ni de sus teatros, traemos a colación la exhibición de la película muda titulada “Escenas de la vida de Santa Teresa” producida por Juan Vila, quien paraba en Martiherrero, y dirigida por los hermanos Bringola, la cual se estrenó el 1 de junio de 1926 en el telón del Teatro Principal de Ávila (El Heraldo de Madrid, 26.06.1926). Lo mismo que tres años después, en 1928 se exhibió el documental “Ávila y América” dirigido por el sacerdote José María Sánchez Bermejo con especial atención al paisaje y la ciudad teresiana, proyecciones que ya son parte de la historia del cine abulense que bien ha estudiado Emilio C. García Fernández (Ávila y el cine, 1995).

Procesión de Santa Teresa. Fotograma de la salida de la catedral de Ávila del documental “Ávila y América” dirigido por José Mª Sánchez Bermejo,

1928. Museo de Ávila

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Y gracias también al teatro, Ávila se reencontró con su ilustre vecina en la representación de la biografía dramática “Retablo de Santa Teresa” de Antonio Gala que fue puesta en escena en el Real Monasterio de Santo Tomás de Ávila y retransmitida en el programa de Estudio 1 de TVE el 16 de octubre de 1970 para conmemorar su nombramiento como primera doctora universal de la Iglesia concedido el 27 de 4 septiembre anterior: https://www.youtube.com/watch?v=plpzgqlGgEE Otras realizaciones cinematográficas sobre el personaje de Teresa de Jesús, igual que creaciones literarias y representaciones teatrales, se han sucedido con profusión a lo largo del tiempo, si bien su desarrollo en estas líneas excedería del planteamiento de este artículo, por lo que nos remitimos al resumen sobre cine y teatro de la Santa publicado por César Comarros (El Norte de Castilla, 7-8.04.2015). Siguiendo en los escenarios, cobran especial relevancia las mujeres que escribieron o representaron al sugestivo personaje de Santa Teresa, a través de cuyos trabajos nos contagiaron su magia y admiración. Y nos paramos en las mujeres porque ellas son el ejemplo de identidad femenina que tanto reivindicó Teresa Jesús, deteniéndonos ahora sólo en algunas escritoras y actrices en una nómina incompleta. Así, entre las escritoras sobresalen Gabriela de Balmondiere, Emilia Pardo Bazán, Concha Espina, Blanca de los Ríos, Kate O´Brian, Marcelle Auclair, Josefina Molina, Julia Kristeva, Cristiana Dobner, Espido Freire, Giselle Gómez, Cathleen Medwick, Rosa Mª Alabrús, Carme Riera y Clara Janés. Lo mismo que entre las actrices que interpretaron a Teresa de Jesús o declamaron sus textos o admiraron su personalidad nos

asaltan los nombres de Sarah Bernhardt, María Guerrero, Lola Membrives, María Palou, Carmen Muñoz Gar, Imperio Argentina, Margarita Xirgu, Aurora Bautista, Alicia Hermida, Berta Riaza, Mercedes Prendes, Concha Velasco, Carmen Bernardos, Mari Paz Ballesteros, Amparo Rivelles, María Jesús Valdés, Isabel Ordaz,

Aunque la representación teatral de la vida y obra de Santa Teresa nunca ha dejado de de estar presente en los escenarios, y la llegada del cine contribuyó a engrandecer y divulgar su figura de forma extraordinaria. Una de las primeras películas que se rodaron sobre Teresa de Jesús fue la dirigida por Juan de Orduña y protagonizada por Aurora Bautista en 1961.

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Paz Vega, Blanca Beneito, Blanca Portillo, María José Goyanes, Julia Gutiérrez Caba, Clara Sanchís, Candela Pérez y Marián Álvarez. En este año del V centenario del nacimiento de Santa Teresa (http://www.stj500.com/) se han confabulado todas las bellas artes, la música, la pintura, el baile, la novela, la poesía, el teatro, el ensayo, la historia, el cine, la televisión, la fotografía, etc. para honrar a la insigne figura. Y de todo ello da debida y detallada cuenta el blog del monasterio de Carmelitas Descalzas de Puçol (Valencia) https://delaruecaalapluma.wordpress.com/. Con tal motivo se han programado exposiciones, coloquios, conferencias, congresos, certámenes, espectáculos, toros, competiciones deportivas, representaciones dramáticas, conciertos, cuadros, proyecciones, oficios religiosos, festivales, celebraciones, procesiones, concursos, certámenes, jornadas y escenografías varias, y se ha realizado publicaciones, esculturas, documentales, películas y un lago etcétera. En esta tarea se han afanado museos, ayuntamientos, comunidades autónomas, bancos, obispados, bibliotecas, archivos, librerías, editoriales, fundaciones, orquestas, corales, restaurantes, agencias de viajes, oficinas de correos, cinematógrafos, blogs, webs, internet, periódicos, televisiones, universidades, colegios, parroquias, conventos, congregaciones, asociaciones, etc. Finalmente, la manifestación del V centenario nada tiene que ver con la que tuvo lugar en Ávila en 1906 contra la obra de Catulle Mendès y Sarah Bernhardt, pues en esta ocasión los procesionantes, es decir, los que se ha unido al evento reivindicativo en una multiplicidad de modalidades, son tan plurales como las ocupaciones siguientes:

Artistas, actores, monjas, frailes, curiosos, escritores, poetas, articulistas, alcaldes, ministros, músicos, periodistas, peregrinos, trovadores, caricaturistas, romanceros, cantores, transportistas, decoradores, viajeros, fotógrafos, turistas, programadores, artesanos, publicistas, restauradores, guías, historiadores, pintores, deportistas, predicadores, toreros, emprendedores, tenderos, comerciantes, regidores, modistas, sastres, productores, curas, obispos, devotos, profesores, conferenciantes, activistas, recitadores, militantes, militares, sastres, modistas, intelectuales, canónigos, monaguillos, sacristanes, empresarios, voluntarios, comunicadores, católicos, feligreses, miembros de confesiones diversas, ateos, agnósticos, políticos, etc.

Cartel conmemorativo del V Centenario del nacimiento de Santa Teresa de Jesús.

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Y como colofón, traemos algunos textos de referencia que completan el itinerario complicado que iniciamos al principio, donde tropezamos con protestas callejeras por una creación teatral cuestionada junto a la literatura francesa, quizás por falta de miras. Gerardo Diego, Rosa mística, 1922: “Era ella. Y nadie lo sabía. Pero cuando pasaba los árboles se arrodillaban”. John Dos Passos, Rocinante vuelve al camino, 1922: “Para el español Dios es siempre, en esencia, la más alta sublimación del alma humana. El mismo espíritu anima a los predicadores de la iglesia primitiva y a las obras de Santa Teresa”. Azorín, Una hora de España, 1924: “Teresa de Jesús (es) una fórmula en que la acción se alía, no a un fin terreno y limitado, sino a un anhelo espiritual, universal, y en que el sentido aristocrático llega a su más alta y refinada expresión: a la elegancia desafeitada”. Federico García Lorca, Teoría y juego del duende, 1933: “Recordad el caso de la flamenquísima y enduendada Santa Teresa, flamenca no por atar un toro furioso y darle tres pases magníficos, que lo hizo; no por presumir de guapa delante de fray Juan de la Miseria ni por darle una bofetada al Nuncio de Su Santidad, sino por ser una de las pocas criaturas cuyo duende (no cuyo ángel, porque el ángel no ataca nunca) la traspasa con un dardo, queriendo matarla por haberle quitado su último secreto, el puente sutil que une los cinco sentidos con ese centro en carne viva, en nube viva, en mar viva, del Amor libertado del Tiempo”.

Luís Cernuda, Vivir sin estar viviendo, 1949: No eres tú, sino sombra del amor que en mí existe antes que el tiempo acabe. Mi amor así visible me pareces. Manuel de Falla / José Mª Pemán, La Vanguardia, 24.11.1961: “El ideal de mi vida es escribir una Misa. Querría encontrar, para hablarle a Dios, una escritura sonora que fuera a la música lo que la prosa de Santa Teresa es a la literatura. Pero, claro… ¡habría que ser Santa Teresa!”. John Dos Passos, Años inolvidables, 1966: “En Ávila era como si Santa Teresa, otra de las grandes personalidades españolas, estuviera todavía viviendo allí”. José Luís López Aranguren, Ávila, 1993: “Su personalidad humana es tan egregia que honra incluso a la humanidad. Encontró en Ávila la proyección física, geográfica, arquitectural y social de su vida en el mundo”. José Jiménez Lozano, El aroma del vaso, 2010: “Santa Teresa es fascinante. Es una escritora de arriba abajo, y sin saberlo. Tiene tres o cuatro cerebros y dos o tres manos izquierdas”.

Clara Janés, Sta Teresa, entre pasión y razón, “El País”, 20.03.2015: “Pasión y razón, unidos a una honradez orientada hacia la verdad, son los puntales en que se apoyaron su personalidad y sus escritos”.

Jesús Mª Sanchidrián Gallego. Junio de 2015.


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