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Nave de Los Locos 16

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    DIRECTORIODIRECCIONRosarioHerreraGuidoSUBDIRECCIONBernarda driana egaCONSEJO ONSULTIVOJosPerrs,Gregorio aremblitt,DanielGerber,MirtaBicceci,NstorA. Braunstein,ridaSaal,HeliMorales,MaraTeresaOrvaanos,Horacio oladori, uillermo elahanty,Adalberto evi-Hambra,abloEspaa,COlBORADORESFernando avaterRamnMartnez caranzaJulioOrtegaMarioTeoRamrezFernanda avarroCristina amrezReneBaosaRalGarcsJaimeVieyraSilviaFigueroaRocoAvilaNaranjoZenaida driana inedaSalomn errezacoMPostcloNBernarda driana egaMONTAJE DSEORosario erreraGuidoCORRESPONDENCIAApdo.Postal510 C.P.58000Tefs:6.90.1 , 6.22.38 6'97'42Morelia, ich.,Mxico.Nmeros nterioresal costoactualENVIOS ORCODCONTENIDO

    INDICEt GuenaJeanBaudrillardLa NovelaPolicialHoraciooladodUnCuentoRenne aosat Socledadontrael EsladoPierre lastresUnPoemaZenadaAdrianainedaRlodeLlantoRannMartnez caranzaEl Des(e)ordene aSeruaclnJulioOrtega obadillaLacan, iempo PoeslaHeliMoralesOctavioPaz:Su(r)realsmoRosario errera uidoUnPoemaCristina amrezanetoElDescubrimiento,eFrcudSergeCottetUnPoemaRoco vilaNaranio[ MacroticaeApelMario eoRamrezJarchasBernardadriana egaCertezas llusionesJosPerrsPorJugnral deseoRosarioHeneraGuidoGorghso el AbsmoOntolglcoRalGarcsoblecaPensar l AfuenJaimeVieyra

    D.R. @ 1990 Edltorlal Lust

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    El Enemigo a DesaparecidoEntrevistaonJeanBaudrillard propsito

    de laguerra

    Tomada del semanario alemn Der Spiegel del 4 defebrero de 1991, pp. 220-221.

    Traduccin: Salom6n Derrezala indiferencia del hombre. El exceso de imgenesanula toda imaginacin. No se puede digerir, nose puede interpretar; no ha y tiempo para hacerlo.Adems, en el reino de las imgenes no hay nin-g n criterio para distinguir entre lo verdaderoy lo falso. Todo es vivido como parte de un libre-to, formamos parte de una gran producci6n.SPIEGEL: Que los m'isiles vuelen sobre Tel Aviv,est o no est en el l ibreto, no puede ser slocine para los israeles.BAUDRILLARD: He odo que las autoridades israe-lfes han advertido a la poblacidn qu e cuando cami-ne n po r la calle de noche deben tomar en cuentalo s combates areos entre Patriots y Scuds. Trasel primer susto, la gente hizo caso omiso deIa advertencia de no tomar a la guerra conoun espectculo. Es o va rpido. Es algo as comodigestin mental. Lo s modos de percibir la guerra,empujados por el viento de lo s media, se virtuali-zan a s mismos.SPIEGEL: Una guerra con muertos y heridos nopuede se r de ningn modo un buen espectculo.BAUDRILLARD: Tampoco los muertos y los heri-dos arruinan el espectculo general. No sabemossi la muerte como imagen no ha sido manipulada.SPIEGEL: Pero Estados Unidos no va a la guerracomo a un espectculo sino a destruir el poderde un agresivo dictador. Es por eso que arriesgansus vidas la s tropas aliadas.BAUDRILLARD: El verdadero desaffo no se llamaSaddam Hussein. El verdadero desaf-io provienede l fundamentalismo islmico. Jomeini quiso unduelo, un juego de vida o muerte contra lo s valo-res occidentales.

    SPIEGEL; Seor Baudrillard, cada da la televisinnos - muestra la guerra de manera ininterrumpida,qu podemos ver cuando contemplamos -esasimgenes? l a realidad o s6lo engao y simulacro?BAUDRILLARD: Con la televisin uno no rienenunca contactos concretos co n la realidad enel sentido de algo aut6ntico. Lo s media vuelvenvirtual a la realidad, esto es , la decodifican enimgenes electrnicas fugaces e intercambiables,la s cuales evaden la experiencia verdadera.SPIEGEL: Pero la guerra es algo que realmenresucede.BAUDRILLARD: Lo virtual no domina nicamentea lo s media, tambin ha atacado a la realidad.La guerra del Golfo ser conducida electrnicamen-t-e._ El enemigo como contrincante, la personade l enemigo, ha desaparecido. El campo de visinse reduce, para lo s interesados, a lo que apareceen la s pantallas de sus radares y sus miias telesc6-picas. Lo s sucesos de la guerra po r s mismostranscurren en lo incierto.SPIEGEL: Pero lo incierto radica en 'la censura.BAUDRILLARD: Esta guerra, de hecho, no requie-re de ningn censor. La s imgenes se censurana sl mismas. Au n cuando ninguna informacinfuera retenida no no s sera posible alcanzar ningu-na representacin acerca de lo qu e ocurre. Enla embriaguez de la s imgenes electrnicas, quese difunden a la velocidad de la luz, la realidadno tiene tiempo de acontecer.SPIEGEL: Pero existen imgenes, algunas imgenesde casas destruidas y civiles heridos, en las cualesse puede apreciar la realidad de la guerra.BAUDRILLARD: Debe tomarse siempre en cuenta 1

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    SPIEGEL: Y Saddam i,no juega con la vtda yla muerte?BAUDRILLARD: Saddam no es ms que un trampo-so . Ha sido alimentado po r occidenter vive deoccidente. Refuncionaliz al islam tle acuerdoa sus metas, justo como hizo con los sentimientosde las masas rabes a quienes util iz como rehe-nes para sus propsitos. Yo creo que l es, enmucho, un cmplice de occidente.SPIEGEL: Usted brornea.BAUDRILLARD: No. As me lo parece algunasveces, como es el caso de que occidente apenasevoque el conflicto de la naturaleza hbrida Este-Oeste para borrar las cosas.SPIEGEL: iQu cosas?BAUDRILLARD: Los americanos tienen intersen el bloqueo o en la neutralizacin total delis lam.SPIEGEL: Esos representantes radicales del Satnamericano de la guerra santa han aclarado que...BAUDRILLARD: Los americanos no se tomanen serio ese antagonismo. Simplemente no puedenconcebir qu e el mundo pueda ser malo. Son tanegocntricos qu e no pueden representarse a lo sotros colno otros.SPIEGEL: Por qu tendran los americanos querepresentarse a su adversario si lo qu e quierentan slo es ombat i r lo?BAUDRILLARD: Los americanos no luchan comoguerreros sino como misioneros. Tienen una con-ciencia buena y su omnipotencia -esa es todasu concepcin del niundo. Es por es o que paraesta uerra no hay, en estricto sentido' ningunaraz6n: los contrincantes no estn parados sobreel mismo terreno, no sobre el suelo de la mismarealidad. Amrica no acepta el desafo de losotros. Se puede neutralizar al as l lamado enemigo,pero no derrotario.

    SFIEGEL: Acepta entonces el islam el despor occidente? No desconfan los musulmfundamentalistas de la forma de vida occidentalBAUDRILLARD: Asf debe entenderse. Ellos quieren llegar a internalizar es e mundo viry mediado, esa sociedad llena de simulacrinseguridad. Puede ser que por esa razn nosoen occidente despreciemos a veces a lo s musunes, pero ellos s que tienen un enorme desprhacia nosotros.SFIEGEL: Pero las diferentes posiciones cultury religiosas deben divulgarse, de acuerdo a algreglas universalmente vlidas, en forma pacy conjunta.BAUDRILLARD: La . paz es quizs tan slo utopfa. El equil ibrio en otras sociedades no funna con base en la neutralizacin de las fuerAll acaba de jugar la fuerza; la alternatlvasiste en sublimarla a travs de rituales, sacrifiy magia. Las sociedades modernas y raciontienen esta ltima forma de liquidar la fuePero ahora nos encontramos sin una fuerza. desiva simblica contra el desa fro de las sociedno modernas.SPIEGEL: El sentimiento de superioridad occidtal, po r lo menos en lo qu e a la guerra de l Gconcierne, parece intacto.BAUDRILLARD: Eso es cuestin de fe. Nosoconocimos la realidad del mundo, sea estoque sea, de acuerdo a lo que se poda realmaterialmente. Otras culturas toman lo ilusolos sueos, como componentes no menos redel mundo y tratan as, mgica o ldicamde arreglrselas. En nuestro hiperrealista mude los .'mdia, esta represin cobra venganza: pcemos la fuerza de lo i lusorio ahora qu e no temos ya los medios para domearla. Sf, yatenemos ms cultura.

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    *SPIEGEL: Un profundo anhelo de experinrentarla realidad asalta a muchas juventudes a causade esta guerra incomprensib le. Los jvenes alema-nes no pernlanecen rns frente a los televisoresy se lanzan a las cal les a protestar contra laguerra. Lo s jvenes ingleses son jalados de laspanta l las hacia las of ic inas de reclutamiento.cConstituye esto un a fuga al hechizo de los media?BAUDRILLARD: En efecto. Por supuesto que tene-mos un profundo anhelo de lo real, no estamosde acuerdo con el mundo puro de la virtualidad.Nos vemos as, a travs de esa pared de cristal,tentados a romperlo. Pero la protesta es tambinun a escena del l ibreto de los media. Cuando nosasqueamos de nosotros mismos frente al televisor,caemos n is y ms profundamente en su mundode inrgenes. Es este un proceso paradjico, catas-trf ico.SPIEGEL: Z,Cmo entender eso?BAUDRILLARD:Existe, naturalmente, esta volun-tad de lo real, de la accin, de regresar a lascategoras del cuerpo y del espritu, de la volun-tad y el deseo, de to do lo qu e es humano y no svincula a la realidad. Pero existen hoy en damuchos medios para detener ese anhelo y disolver-lo en la v i r tual idad.SPIEGEL: ZOpina usted, entonces, qu e es el anhelode realidad lo qu e lleva a los soldados a enrolarseen esa guerra?BAUDRTLLARD: Si ha y algo qu e en general esreal, eso debera ser de hecho la guerra. y por

    es o es interesante observar cmo esta guerraca e en el abismo de la virtualidad. Ya s qu ees o suena casi metaf-rsico, pero tal vez esta gue-rr a es slo una prueba para saber si todava puedehaber guerras.SPIEGEL: Y no transcurre esa prueba nicamenteen su cabeza?BAUDRILLARD: Estamos obligados a explicarnosesta guerra como imaginaria, ya que no tenemosningn lenguaje, ninguna explicacin para ella.Ni tampoco ninguna imagen. Una guerra sin' inrge-ne s es una profunda decepcin para todos.SPIEGEL: O solamenre para el pesimista profesio-nal Baudr i l lard?BAUDRILLARD: Todo escurre de prisa a travsde lo electrnico en el tiempo autntico qu eya todo ha transcurrido ya en un corto circuito'Ya no existe es a distancia entre el suceso y laimagen, entre la imagen y el ju ic io. Esa fa l tade intermediacin es lo qu e vuelve a la guerratan obscena, tan pornogrfica. Estamos en unclip donde todos lo s cuadros se traslapan y donde'po i consiguiente, no puede haber punto de referen-cia.SPIEGEL: Tal vez ahora surja ms claridad: hemosoido qu e usted ha ofrecido participar en la guerracomo corresponsal.BAUDRILLARD: Me alimento de virtualidades.Si yo me resignara a lo real... (re).

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    LaNovelaPolicialHoracio oladoriI\,iuchose ha escrito ltirnamente sobre lanovela policial (t,2,314,5').Congresos y encuentrosdan cuenta del grado de discusin alcanzado,as conro del inters po r explicar un fenmenomarginal ( tanto con respecto a la l i teratura t tser iat tconro a la " f icc in" de la invest igacin pol icial).I ln todo caso no se trata de corregir a otrospensadoressino de aportar un nuevo ngulo devis in sobre el tema. Aparte de los "rot leros"y descriptivos, ha n aparecido otros ensayos qu emerecen una lectura profunda y cuidadosa, deigual modo que la novela pol icial tarnbin larequiere para poder ver trs all y descubrira l asesino.Entre el los, E. i r4andel (6) e destaca comoun lector apasionado y un crt ico contundente.

    Su visin sociolgica no ofrece cuestionamientosni lagunas, a no ser porque no puede dejar deleer lo obvio: e l cr imen no es una cuest inindiv idual s ino socia l y tobre todo de la sociedadburguesa. Esta conclusin, a la que arriba enel l t imo prrafo -si bien es congruente con supunto de v ista y hasta con e l nuestro- no a lcanzaa expl icar e l porqu de un fennieno masivo,incluso en e l n iundo socia l is ta, e l porqu de ungusto y de un consumo (no necesar ianentecapi ta l is ta) de este gnero raleado. Sus estadlst icassobre los ndices de cr iminal idad, su anl is is dela mafia y de los servic ios de contraespionajesiguen el esti lo del suspensode las propias novelas,ignorando otros niveles posib lesde anl isis queexpl iquen, por ejemplo, la del imi tacin precisadei gnero, que discuta cul es la ampl i tud delmismo, en suma, que def ina qu es una novelapol ic ia l . Y este problema es tanto ms agudoya que muchos otros comentar istas y ensayistascaen en el mismo bache: la novela pol ic ia l esaquel la que presenta un cr imen.

    Esta vis in descr ipt iva netamente def in idano profundiza en la esencia del tema. No sepuede explicar as po r qu el pasaje bblico deAbel y Can no const i tuye una novela pol ic ia l 'po r qu Eclipo Rey tampoco lo es y menos a nla razn de que nadie incorpore en la histor ia

    de la novela policial el caso de Macbeth. Porotro lado, y ha y que reconocerle a E. t\4andeuna bril lante intuicidn, t' la carta robadatt deE. A. Poe, es una de las mejores novelas polia pesar de no existir crimen. Incluso coincidimco n lu'landel n qu e es superior a "e l doble cride la cal le La Morgue' r . En el otro extremo'Ian Fleming no es un escr i tor de novelas pol isi bien no estn en duda sus dotes para maneel suspensoy su magistral desarrollo de ia intde l contraespionaje. Tampoco conforntan novepoliciales lo qu e ha n producido algunos compacubanos en los ltimos aos. A mi juicio, dichtextos se inscriben en las novelas de espionamuy de moda l t imamente, con una ambientaparticular que hace al desarrollo de la defensde la sociedad socialista pero qu e no tienen (menos en las qu e he ledo) el corazn gestorde un proceso deductivo. Analizaremos este nrengln ms adelante.Def inamos pues el ncleo centra l y el desde la novela pol ic ia l . Ms a l l de las def in ic iclsicas de Va n Dine y de otros autores -queslo tocan el aspecto literario- es posible desun a esenciar eu incluso lvlandel menciona pequ e no analiza en sus consecuencias:La novepol icial es un rompecabeza, un ttPuzzlet tcomdirlan los ingleses. Quin, cmo, cundo, po rde qu nlanera, etc.' so n la s piezas qu e ha yi r armando del rompecabeza, rabajo que reauna mente colect iva en part icu lar : autor- lectoen una estructura combinada de aparatos psqConviene sealar qu e cada autor tiene su forde plantear esto; desde el tradicional SherlocHolmes y el Dr . \rvratsonr iempre ha y un a duadialogal qu e constituye un a unidad, y qu e en apariencias se puede presentar -como uninvestigador, como el criminal, corno un par policas o incluso conio un equipo de miliciano un CDR. O sea qu e el lector-autor va realel develamiento de la s claves bajo la s sugere

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    del autor-lector. El puzzle no requierenecesariamente de un crimen. Si se hamayoritariamente elegido ese centro es po rotros motvos, por ejemplo, para Mandel serlael desarrollo de una burguesta aseslna' pero paraFreud sera el deseo de matar al padre en unare-edicin del complejo de Edipo; en fin, cadaquien puede tener su lectura, la s qu e no seranexcluyentes sino qu e aportarfan diversos nivelesde articulacin del anlisis. Pero en el fondo,el crimen es secundario. Lo qu e importa es elrompecabeza que debe ser presentado comomisterio. Qu quiere decir esto? Qu e existeuna diferencia entre el rompecabeza de cubosque le presentamos a un nio pequeo donde todoel misterio est en armarlo, Porque ha y ya unmodelo presente, y el de la novela policial dondesuceden otras cosas:- La s piezas pueden estar dadas vuelta.- Las piezas pueden combinar ms o menos bienen varios lugares.- La s piezas se deforman con el avance de latrama.- Podemos incluso no saber de qu lado van.- Las piezas son inf in i tas y ms an la tota l idadno tiene lmites, no tiene marco... hasta la

    l t ima pgina.Esta cual idad pol iva lente y pol imorfa delrompecabezaes magistra lmente manejada porVan Dine en su primer caso. En el caso Benson(7)e l rompecabeza se arma una y otra vez paracada uno de los sospechosos,demostrando qu etodos tenan motivos, ya qu e la s coartadas erantodas falsas, todos encubran algo' etc. Uh o trasotro lo s personajes van pasando po r el banquil lode los acusados y demostrando su posibleimpl icancia. F inalmente, Vance dentuestra quela pieza clave la const i tuye el t ipo de cr imenreal izado que se ar t icu la con la psicologa delcr iminal y es desde este ngulo que es posib le,ahora s, condenar a uno de los tantos sospechosos.En suma, e l rompecabezaarmado tota lmentepuede aceptar otros armados que puedan ser mst'fielestt a esa totalidad buscada.O sea que hay una di ferencia cual i ta t iva entreun rompecabeza infant i l y la novela pol ic ia l ,pero anbos so n juegos. El rompecabeza debeser presentadocomo mister io, como inexpl icable 'como inentendib le,corno ambiguo e indef in ido.I is te manejo estratgico del mister io aludi r almiedo, a lo desconocidoen el lector-autor ' quienpaso a paso atar sus propios cabos a lo largodel proceso. No importa si esos cabos estn bieno mal atados, son hiptesis de trabajo, proyectostlneas de desarrollo, parte de l control que ha yque hacer del mrster io - in tento de racional izacin-o cono di r an los gesta l t is tas, ir logrando unamejor forma, que t iende a imponerseautomticamente como necesidad.Esteronrpecabezadebe ser concreto, lo suf ic ienteconio para contener un caso.

    Tambin hay que tomar en cuenta el est i lo 'Se trata de un adecuado manejo del suspenso'que como dir a Liberman(8), nos deja siempre

    co n la intensin de preguntar algo. O sea qu eel esti lo literario -suspenso-configura un plantearpreguntas, o mejor diho, plantear la s cosas deia l hodo qu e se a el lector-autor qu e se la s vayaformulando. Y aqu es donde se ata co n eldevelamiento de l misterio' ya qu e quien haceun a pregunta es porque tiene un a -respuesta; an"cesii de ir dando respuesta abre m s preguntasde las qu e cierra.omo otra caracterstica central de la novelapolicial tenemos el dicho popular de que elcriminal siempre vuelve a la escena de l crimen'No se trata de tornar al pie de la letra lapropuesta sino rle descubrir en su interior a loqu e aluAe. As en la novela policial- se visualizan a repeticin de la escena primordial, pero enotto pf"no sustancialmente diferente al inicial 'de tal modo qu e la repeticin es algo meramenteformal. Seams m s explcitos: la escena inauguraldel rompecabeza lo constituye un a accin qu eeJ conocida por sus efectos. El ncrimen" (y el-:ntrecomillado corresponde al sentido de quepucde no haber crimen en absoluto) muestrainmediatamente un entrete j ido de pistas que clamanpor una ordenacin planificada, Por un abecodificacin, po r un descubrimiento de loinrplcito. Esta escena qu e deja -a l lector comoviendo a travs de l agujero de la cerradura, plasmaun encuentro-desencuentro' ya qu e sus personajesso n desconocidos:he all el misterio' Lainvestigacin, el procedimiento, la pesquisa ysobre todo la decodificacin de lo s indiciosconstituyen la trama qu e lleva a la repeticinde la escena, y no slo porque muchas veceshaya qu e oficiar una reconstrucci6n del crimenpaia entender lo qu e no se ha comprendido'Por lo tanto' cuando el proceso deductivogua hacia un esclarecimiento sobreviene el armadoe l rompecabeza; pero esta conjuncin no perteneceya -n i -siquiera en el caso de la reconstruccin-l dominio-de la accin. Es una reconstruccinsimblica, es una puesta en palabras de lo acaecido,es un relato qu e rehistoriza la escena primordial'Podramos decir qu e la historia se escribe desdeel a poster ior i r atr ibuyendo signi f icacin aelementos qu e no la haban tenido en el rtally entoncestt, po r lo menos de es e modo tantoncreto. Por tanto la repeticin formal esinevitable, pero a su ve z encubre un nuevo gradode ttsolucinl'de l misterio, no slo por el resultadoaportado en el esclarecimiento, sino porque este-.resultado constituye una elaboracin de l ttcrimen"'un a puesta en pal,abras'un a interPre-tacin; en,uma, ttut"iende el ttcrimen como sntoma deun grupo humano*. Y todo esto si n abordar la snotbles reflexiones de Lacan(9), para quientt la carta robada" constituye un ejemplo prototpicohasta del modelo del inconsciente.

    Desde esta definicin, la s novelas de espionajeo simplemente de mister io no conf iguran novelaspoliciales. Hames Bond es ms un cow bo y modernoqu e lucha contra lo s indios disparando miles debalas y realizando innumerables proezas ffsicasterminando si n un rasguo, qu e un detective de l5

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    estilo de Maigret, Dupin, Perry Mason o PhilMarlowe no podrla superar. Sin embargo, HamesBond es incapaz de realizar una deduccin sagaz.Este punto, a nuestro juicio, es el qu e hace ladiferencia. Vayamos por partes.El l lamado proceso deductivo, se desarrollacon el avance cientfico y tecnolgico. Es ciertoqu e la s novelas policiales iniciales -desde Poeen adelante- aparecen como una novela cientffica.Este aspecto que desagrada a Mandel, debe serledo desde el tipo de lectura qu e se realizade la realidad. La novela policial muestra unay otra ve z qu e la realidad es engaosa, qu e sibien los sentidos pueden darnos una apreciacinde l detalle, no podemos quedarnos all para armarel rompecabeza. La coli l la de cigarri l lo es muchascosas ms qu e la coli l la de cigarri l lo, condensamuchos enigmas, es un sntoma -en sentidopsicoanaltico- que deberla ser decodificado. Noes posible confiar a ciencia cierta en lo qu enuestros sentidos no s informan. Por ello, la novelapolicial ofrece un a lectura distinta de la realidad'diferente de la lectura ingenua, cotidiana. Perono es de asombrarse; Foucault(10) a partir delas teoras de Nietzsche, Marx y Freud, ya proponaun modelo interpretativo de la realidadespecialmente dlvergente de l qu e estamosacostumbrados. El problema es que en la novelapoticial las cosas pueden no ser y ms comnmenteno son lo que parecen. La novela policial no esun a novela romntica, es un intento develadorde la realidad o de un trozo pequeo y particularde la realidad. Tomemos el ejemplo de nl a cartarobadail. Las cosas estn allf, simplemente ha yque saber verlas, hay que contar con unametodologla adecuada de lectura y ms an,con una actitud de sana desconfianza. Es lo obvio-que tantas veces nos maravil la en la novelapolicial- lo qu e se nos escapa, la sencil lez msall de lo visible. Conan Doyle es bril lante enesto, mantiene un a prudente distancia entre elrazonamiento de Sherlock Holmes y el de WatSonquien, como nosotros, muchas veces se pierdeen los detalles si n importancia. Pero ello no rompela unidad autor-lector que se solidifica en estabsqueda de explicacin permanente.Por tanto, este tipo particular de lectura-que proviene de las ciencias sociales- se aplicaal rompecabeza donde, por lo sealado' debecomenzar a organizarse el material segn nlasintuicionesn o mejor an los ninsightstr-comoprefieren llamar los analistas. Lo inteligqnte noes tanto deducir qu e si la coli l la de cigarri l lotiene lpiz labial, es qu e fue fumado po r un amujer, esto lo dicen los sentidos est allL Elproblema es poder deducir si po r la manera enque aparece no habr sido puesto por otro paradespistar, o en todo caso si no lo poda haberfumado un travesti, o po r un nio jugando, etc.

    No creo que la rigurosidad cientfica -e l fairplay- vaya en desmedro de la novela. Por elcontrario al ser una novela como en la cienciaficcin -Se requiere de un grado considerablede verosimilitud acerca de lo qu e se plantea.6

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    Si no hay proceso deductivo, no ha y novelapol ic ia l . Como en e l caso de Nero Wol fe y muchoms en el de trThe ol d I\1an n the Cornert', dela Baroneza de Orczy( l l ) , no es necesar ioestarpresente para armar el rompecabeza, de la mismaforma qu e no es necesario ver el tablero parapoder jugar al a jedrez. Al l est la d i ferenciaentre una buena novela y una nla la (no desdeel punto de vista l i terar io , c laro est) .Si lo qu e tenemos es puro suspensoy misterio'el resultado es una novela de espionaje dondelo que surge se organiza en dos modelos. O elcow boy sealado, qu e a fuerza de bravura, fuerzaffsica, empeo y aparatos sofisticados, es capazde ganar cueste lo qu e cueste, o el caso de unsistema muy acei tado, colect ivo, donde cadaquien hace -por d iscip l ina- lo que t iene que hacer 'donde la burocracia termina derrotando alcontrincante, qu e es el caso de las novelascubanas.Todo es un problema de plani f icacin,dbffie incluso la informacin se obtiene po rdenurc ia inf i l t rados y dems). Esto es la negacindel s istema deduct ivo. En la novela pol icial e lcaso est cerrado cuando se arm el rontpecabeza;e l problema legal de si hay pruebas urd icamenteadecuadas o no, es un detalle insignificante. Noimporta si e l asesinoha sido atrapado' loin iportante es que haya sido descubier to. Es unproblema cient f ico, no moral . Hay una famosanovela de Perry Viason donde incluso se justificael cr imen y se le hace pagar el precio del mismoa otro indiv iduo inocente pero repugnante.Estetema quedara para nluchos debates leguleyos,no le interesa a la novela pol icial ; el c ierre dela novela pasa a segundo plano cuando se denostrquin es e l asesino.

    Es claro qu e hay diferencias co n los tiempos,y quin mejor qu e llandel para sealarlo y explicaralgunas de sus razones, pero el ndulo no esten la pintura, en la ambientacin en lo exter ior :cuando Salomn ut i l iza una famosa estratagenapara descubrir a la verdadera rnadre, muestraun ingenio sin parale lo y se convier te ' a mi modode ver, en el primer detective de la historia.

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    De os Guentos e AlexisElSalvador elReyCaptulo

    ReneBarbosaAngn

    En la carrera me haba preocupado po r salvarnle, conro todos lo s qu e sefueron antes que yo. l i l i fami l ia fue una de las pr imeras que lo$raron sal i r ,inc lusive se dieron el lu jo de l levar consigo a lgunas de las cosas de valor yotras de su aprecio.No haba ms; esto se estaba derrumbando,bastaban unos nr inutos paraque el puente terminara de caerse. Constance lo cruz corr iendo, le s iguiI l to i le y detrs de e l la se que el dest ino escogi para mi prometido; yo lopas con toda la precaucin que ameri ta pasar un abismo extendindoseatus pies, ese nlaldi to puente no nrs de una vez re haba producic lovrt igos,mareos y pesadi l las.Cada una de las veces que me v obl igada a cruzar lo para entrar en laconrarca, le ped a Dios que me salvara de caer en 1. Con e l pnico de quienno soporta las a l turas y le t iene sienrpre rn iedo a la profundidad, o atravessin ver nrs que adelante hasta pasar del otro lado. I tero en la carrera mehaba o lv idado de vol tear, estaba a punto de subi r al cabal lo de Constancecuando un deste l lo me l lan l a ver por l t ima vez ese trozo del espacio.Entonces lo descubr, ah estaba, Alexis trel salvador del rey" con.io loapodaban, oven, apuesto, recargado en una de las pi lastras que en buenost ienrpos sostenan as cuerdas de las que uno se detena a l atravesar el puente.Tena los brazos cruzados, e l cuerpo rela jado, a punto de caerse y elevarse,esa erasu act i tud natura l , s iernpre pens que podra ser un ngel conposibi l idad de sumirse y elevarse, con acceso a l paraso y al averno, poseala l lave que abre todas l i s puertas. . .iAlexis! , gr i t , corr en di reccin contrar ia a todo e l mundo tropezndotnecon los pocos que fa l taban de sal i r . Llegu al f ina l del puente en donde todavase pisaba f i rn le, : ;e senta la t ierra tenrb lar s , pero no era la danza nracabraque sostena ' i puente sobre el barranco. El segua ah i rnpvido, sonr indonie,a lurbrndolo todo con sus enormes ojos, no tocando nada con sus manos denisico, despeinaclo mgico conio era.

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    Cruza de una vez el puente' no me asustes -le dije, agachada a mediaspara sortear el vaivn de la tierra, agarrndome apenas de la ltima pilastradel puente, esa qu e tena en piedra labrado el nombre de un lugar qu e estabacondenado a desaparecer ho y para pactar con la eternidad. Alexis -desespersuplicndole, despus de todo habla mimado mis juegos en tardes solitarias'haba secado mi l lanto sentado junto a m en noc hes de tot al desconcierto'y como otras veces es a madrugada intent convencerlo de que estabaequivocado, de qu e un suicidio nunca lleva a nada, despus de todo yo mehaba propuesto como su redentora. Saca tu ltima carta, le susurr con nliedoa qu e no me escucnara.- iSaca tu l t ima carta Alexis! , ipuedes jugar la todava, la vida mientrasse tenga se puede apostar!-lnclusive a perderla? -nte contest. Helada bajo su voz que pareci msronca, ms grave, adul ta y convencida,sbi tantenteentend. I Iasta entoncesme d cuenta de lo absurdo de mis argumentacionespiet is tas y re l ig iosas.Se trataba de hacer milagros dentro de nuestras posibil idades?, t'se tratabade exper imentar lo imposib le de lo posib le?. tNada te detendr; entonces cquinpodra negar qu e bien puedes se r un dios?" me haba dicho una multitud deveces para convencerme de que precisamente nuestra funcin es la de matarla rnuerte.Atrs casi despuntaba el da, algunos rayos de sol me alcanzaron cuandorne incorpor, oa los gritos de Constance llamarmen crugan las entraas de lpiso, se rompan la s cuerdas Para sostenerse, respir profundo, eso era se rfe l iz , no necesi taba sogas para evi tar e l vr t igo, avanc y cada paso haciaadelante fue un ascenso no una cada.ttSlo los cobardes nlueren de noche, de espaldas y con los ojos vendados.Los locos y los amantes mueren a la rn i tad de la frontera nt ientras y despuntael da" eso, il o haba dicho yo?It ' tea larg los brazos, se i rgui bel l s imo y al to, cuntas veces lamentanlosel no poder amarnos?, si n ernbargo se senta bien subvertir al destino, acariciarlo prohibido, verse desde otros ojos.Se sol t la l t ima cuerda, la t ierra se aquiet en seal de que la arrentet idaf inal ser a la peor. Y ah estaba yo, en medio del debastarr iento: a la mitad.Y antes de que el puente cayera, juranros antarnos para siempre.An no s si despert despus...

    *

    ;.ry

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    La SociedadGontra l EstadoPierreClastres

    Texto tomado de La Socit contre l'tati n"lii.rln.s d' anthropologie pol itiqu,e ti-.. ni"ions de lt4inuit, Pris, 1974'Chapit

    Introduccin: Fernando SavaterTraduccin: Rosario Herrera Guido

    Introducci6n:Cules son lo s puntos de vista fundamentalesde Pierre Clastres, ta l como lo s exPone en suobra en aportaciones tericas, tt l -a sociedad contrael Estadot'? En sustancia, podemos decir qu e setrata de un a crt ica radical de la s opiniones habi-tualmente sostenidas respecto a la s sociedadesprimitivas. Desde hace por lo menos cuatro siglosie sabe qu e ha y numerosas sociedades salvajessi n Estado ni cualquier otro tipo de poder institui-do y separado, es decir, sociedades que ignoranla ivisi6n entre lo s especialistas . en mandar y

    los obligados a obedecer. Fueron precisamentelas tribus sudamericanas la s qu e brindaron losprimeros ejemplos de estas sociedades si n Estadov los misioneros se asombraban de encontrar unos pueblos ttsans Roi, Fo i ni Loitt, en losqu e no poda seialalrse ni atisbo de un a divinidadnica y creadora, ni tarnpoco un a jefatura estable-cida con efectivas funciones de mando. Un filsofode l Siglo XVIII, el escocs David Hume, escribeen su* ?rTratado de la naturaleza humanatt: ItElestado de sociedad si n gobierno es un o de lo sms naturales estados de lo s hombres... la s tribusde Amrica viven en concordia y amistad entre *

    lo s miembros de cada comunidad sin ningno establecidorr. Lo s ttefestt qu e podeml.Lr un estos pueblos son sencil lamenteiadores de la Palabra, es decir, algooradores sagrados que repiten incanslo s mitos fundacionales de la tribu' perde toda posibil idad individual de motradic in e ordenar efect ivamente arito en provecho propio. Lo s salvajCl"rtr"r, son iguales porque no soporta,itl]ru,itacil de l poder, no ha y eatisbos de la pirmide burocrtica' Hioo ut*oniza ms o menos bien con loEl conf icto se in ic ia cuando considede lo s ms caros dogmas de la teoraprimero, que estas Jociedades viveny sin jefes-porque padecen la ms.ex$emi", t economia est reducida al mnimciniible para la subsistencia; segundocuanto el desarrollo de la s fuerzasaumenta sus r iquezas y permi te una ade excedente, surgen inmediatamente lo sres qu e se apoderan de ste y establecedo cmo forma de proteger su privilegio10

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    al primer punto, la opinin tpica es la expuestapo r Ernest Mandel en su nTratado de economlamarxistatt, donde afirma: ttCuando ms primitivoes un grupo, tanto mayor parte de su trabajoy de su existencia toda est ocupada po r la bs-queda y produccin de alimentos... Si se admiteque la humanidad existe desde hace un millnde aos, ha vivido po r lo menos 980,000 en nuestroestado de indigencia extrematf. Pues bien, Clastres,apoyado en los escritos sobre economa primitivade Marshall Sahlins, Jacques Lizot y otros especia-listas, niega precisamente este supuesto. Los primi-tivos viven en la abundancia,si po r tal entendemosel t ener t odas sus necesidades perfectamentecubiertas con un mlnimo de dos horas de trabajodiarias; incluso en las condiciones ms duras,raros son lo s salvajes qu e deben trabajar msde cuatro horas al da, incluyendo en stas lasactividades de caza, pesca, recoleccin y fabrica-cin de instrumentos. Estos pueblos no producenm s y no acumulan excedente porque no 7es da 7areaT gana hacerTot aunque posib i l idades mater ia lesno les faltan; su ideal econrnico es la autarqua,e l bastarse a s mismos, y en cuanto la alcanzancesan el trabajo y se dedican al canto, la teologao gastarse bromas unos a otros. Y el Estado?Clastres sostiene qu e el Estado no aparece comoconsecuencia de la divisin social en explotadoresy explotados, para salvaguardar la s riquezas ylo s privilegios de los primeros, sino que es precisa-mente su aparicin la que provoca la divisinsocial en clases, la acunrulacin de excdentey el resto de lo qu e llanramos ttl-l istoriatt.La primeradiv is in no es econmica, s ino po1t icat nosepara a 7os que t ienen de. 7os que no t ienentsino a fos que nandan de 7os qu e obedecen.I-os salvajes procuran evitar po r todos los nrediosa su alcance la aparicin de un jefe qu e t'setome en seriott, de un lder qu e pretenda institucio-nal izar la pr in laca puntual que ha tenido enunas cuantas expediciones de caza o en algunosencuentros blicos; porque cuando ta l jefe aparecepor una u otra raz6n, de l der ivan la obl igacinde trabajar ms al l de lo imprescindib le, la glori-f cacin de unos intereses privados como itbiencomntr c le un ente abstracio, e l pueblo o laNacin, que el je fe encarna, y la burocrat izacinprogresiva de la sociedad. Consecuencia lgicade esto es suponer que mientras no se l iquenla s desigualdadesde poder, permanecer la explota-cin en la sociedad, pues es irnposible acabarco n sta conservando aqulla, ya. que la s un euna reaccidn de causa y efecto.

    l.lo se crea qu e Pierre Clastres idealiza alo s salvajes y predica una especie de retornoa lo pr imi t ivo. Por e l contrar io , mostr rnuy bienla absoluta necesidad qu e tienen las sociedadespr imi t ivas de mantenerse permanentemente enguerra con sus vecinos, como m'-{}o de asegurarsu independencia, dentidad y cohesin social. Tam-bin seal qu e la ausencia de Estado equivalea la perpetuacin rigurosa de lo tradicional' qu elos individuos t ienen que acatar s in in terveni ren su modif cacin para bien ni para mal. I'Jo11

    obedecer al capricho de otro supone aceptar comonorma lo establecido po r lo s Antepasados. Co nlo s primeros jefes hace el dominio de l hombre.por el hombre., la explotacin y la burocracia,pero tambin la proclamacin de lo social co nconstante invencin humana, reconocimiento dequ e los actuales hombres, vivos y activos (n odioses o hroes fundadores) tienen posibil idad,derecho y capacidad de modificar en cada monlen-to lo establecido, sea por coaccin de unos pocossobre los dems o por pacto mayoritario. En unapalabra; de la misma raz de la que srge elestado, brota tambin el proyecto de una autono-ma radical de la sociedad, autogestionada demodo igualitario y libre. El estudio de lo s pueblosprimitivos no brinda modelos a seguir, sino ilustra-ciones qu e nos permiten entendernos nrejor yproyectar con mayor conocimiento de causa loqu e deseamos alcanzar. En estos aspectos, laobra breve pero importante de Pierre Clastresha de brindarnos ayuda decisiva. Ojal qu e latarea po r l emprendida en busca de una antropolo-g a libre de los dogmatismos economistas y preocu-pada por la gnesis del poder poltico, tengacontinuadores lcidos y eficaces.

    Fernando SavaterLa s sociedades primitivas son sociedades slnEstado: este juicio esconde una opinin qu e acen-ta la posibil idad de una antropologa polticacomo ciencia rigurosa. Lo que se dice es qu elas sociedades primitivas estn privadas de algo-e l Estado- qu e es necesario a toda sociedad.Estas sociedades estn incompletas. No so n verda-deras -no estn civil izadas-, viven la experienciaquiz dolorosa de una carencia -carencia de Estado-que no pueden satisfacer. Esto dicen los viajerosy lo s investigadores: no puede pensarse en un asociedad sin Estado, el Estado es el destino detoda sociedad. Aqu se descubre un etnocentrismomucho ms slido po r ser inconsciente. La referen-cia inmediata es lo ms fami l iar . Cada cual l levaen s, como la fe del creyente, la certeza dequ e la sociedad es para el Estado. C6mo noconcebir a las sociedades primitivas, sino comouna especie de personas despreciadas po r la histo-r ia universal , como sobreviv ientes anacrnicosde un estadio le ano, rebasado tiempo atrs?Aqu est la otra cara del etnocentrismo, la con-viccin de qu e la historia tiene un sentido nico,que toda sociedad est condenada a la historia

    y a recorrer las etapas que van del sa lvaj ismoa la civ i l izacin. I 'Todos los pueblos civ i l izadoshan sido salvajestt, escribe Raynal. Pero la afirma-cin de una evolucin no funda una doctrina que,uniendo arbi t rar iamente el estado de civ i l izacina la civ i l izacin del Estado, seala a sre comotrmino necesario a toda sociedad. Podramospreguntar qu ha retenido a los l t imos pueblosque a n son salvajes.Tras la s formulaciones modernas, el viejo. evolu-cionismo sigue intacto. lvls diffcil de ocultarse

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    su medio. No se sabe cie nin5u;a sc ' ' : :se haya establecido, Por presin- exlei ' i - 'a "medio imposib le de dom nar. O ;esalerececambia de terr i tor io . Lo que scrprence conesquimales o los austra l ianos es la r iqueza,imginacin y la f neza de la act iv idad tcnIa ef cacia de sus herramientas. l iay que Irlos museos etnogrf icos, a observar la exact ide lo s instrumentos' qu e hace de cada unoobra de arte. No hay jerarqua hablando de tcca, ni superior n i in fer ior . Un equipamiento teclgico se mide por la capacrrlad .de satisfala i necesidades de la sociedad. De ninguna manla s sociedades primitivas ha n sido incapaces prealizar tal propsito. Es cierto qu e el potende innovacin tcnica lleva tienlpo. Nada sede golpe, existe la larga sucesin de ensae.ror:es, fracasos y xitos. Los estudiosos deprehistoria nos ensean los milenios qu e necesio n lo s hombres de l paleoltico para sustisu s grotescos garrotes po r lo s admirabies cuchide ii le* del solutrense. El descubrimientola agr icu l tura y la domest icacin de las placasi son contemporneos en Amrica y enmundo antiguo. Lo s Amerindios no son inferio-a l contrario- en el arte de seleccionar la s platiles.Detengmonos un momento en el inters funto qu e llev a lo s Indios a desear instrumenmetlicos. Se relaciona co n su economa, Pno como podra creerse. Estas sociedades estacondenadas a la economa de subsistenciasu inferioridad tcnica. Este argumento nofundado ni en derecho ni en hechos. No ha y espara medir la s trintensidadesrt tecnolgicas;equipo tcnico no es com-parable al de un a sodd-di ferente; no s i rve de nada comparar e lcon el arco. La Af queologfa, la Etnografa,Botnica, etc. ' demuestran la eficacia detecnologas salvajes. Si las sociedades primittienen un a economfa de subsistencia no es a fdel saber-hacer tcnico. La verdadera cueses : la economfa cl e estas sociedades es realmde subsistencia? Si no nos contentamos co n ende r economla de subsistencia como econsi n mercado . y si n excedentes -verdad simpor slo conitatar la diferencia- entonceseconomla permite subsistir a la sociedadfunda; se afirma que esta sociedad slo pra su s miembros con el mninlo necesariola subsistencia.

    Aqu hay un preju ic io tenaz' de que el saes perezoso. Si se dice "trabajar como un neen Amrica de l Su r se dice nperezoso comoIndio" . La opcin es: o bien el pr imi t ivo en economa de subsistencia o bien pasa laratos de ocio fumando en su hamaca. Fuque admir a lo s europeos de lo s Indios de l Breprobaron que hombres robustos y saludpreferan, como la s mujeres, pinturas y plen lugar de sudar en lo s campos. Gentesignoraban qu e ha y qu e ganar el pan con el sd la frenie. Er a demasiado y no dur' 'S epuso a trabajar y murieron. Dos axiomas g

    en el lenguaje de la antropologa qu e en el dela fi losofa, aflora en las categoras qu e se dicencientf icas. Ya sabemos que las sociedades arcai-cas estn determinadas negativamente' po r su scarencias: sin Estado, sin escritura, si n historia.Y se las determina en lo econmico: con econo-ma de subsistencia. Si con esto se dice qu e igno-ran la economa de mercado donde f uyen lo sexcedentes, no se dice nada, slo se subraya otradef ciencia ms, siempre en relaci6n co n nuestropropio mundo. Estn sin Estado, si n escritura'sin historia, sin mercado. Pero el sentido comnobjeta: para qu sirve un mercado sin excedentes?La idea de economa de subsistencia evela que'si esas sociedades no producen excedentes espo r incapacidad, porque estn ocupadas en lasobrevivencia. Antigua imagen, siempre eficaz,de la miseria de los salvajes. Y para explicarsu incapacidad de abandonar el vivir al dfa, sepretexta la inferioridad tcnica.Qu ha y de cierto en ello? Si po r tcnicase entiende el conjunto de procedimientos co n

    qu e se proveen lo s hombres, no para asegurarsede t dominio absoluto de la naturaleza (esto s6lovale para nuestro mundo y su demente Proyecto.urt"ri"no de l qu e aPenas empiezan a medirselas consecuencias),sino para asegurarse un dominiode l medio natural, relativo a sus necesidades,no puede hablarse de inferioridad tcnica' Su.apuidud para satisfacer su s necesidades es iguala la que enorgullece a la sociedad industrial 'Todo grupo humno llega a ejercer dominio sobreL2

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    a la civil izaci6n occidental. El primero: la verdade-ra sociedad se da a la sombra protectora de lEstado; el segundo enuncia un imperativo categri-co: hay qu e trabajar.En efecto, lo s Indios daban poco tiempo alo que se llama trabajo, no obstante, no morande hambre. Las crnicas de la poca nos hablande la hermosa apariencia de lo s adultos, la saludde los nios, la abundancia y variedad de la sfuentes alimenticias. La economa de subsistenciano impl ica la bsqueda angust iante, de t iernpoconrpleto, del a l imento. Es compat ib le con unal imi tacin del t iempo para las act iv idades product i -vas. Es el caso de los Tupi-guarans, cuya holgaza-nera tanto irritaba a los franceses y portugueses.Su vida se basaba en la agricultura y secundaria-mente en la caza, pesca y recoleccin. Una mismatierra era usada de cuatro a seis aos, luegose abandonaba, o porque era invadida po r un avegetacin parsi ta di f c i l de e l iminar. [ .o arduodel trabajo era para los hombres, que era desmon-ta r la superficie con hacha de piedra y co n fuego.La tarea, al f n de las l luv ias, novi l izaba a loshombres un o o dos meses. El resto -plantar, escar-dar, cosechar- por la divisin sexual del trabajo,era para las mujeres. Los hombres la n i i tad dela poblacin trabajaban idos meses cada cuatroaos! El resto era para cosas placenteras: caza,pesca, f iestas, y f inalmente, para su gusto apasio-nado po r la guerra.Estos datos, irnpresionistas, lo s confirman investi-gaciones recientes, que miden e l t ienrpo de trabajoen las sociedades con economa de subsistencia.Ya se trate de cazadores nrnadas del desiertode Kalahari o de agricultores arnerindios, la sci f ras revelan un t ie[ lpo in fer ior a cuatro horasdiar ias de trabajo. J. L izot , que vive con losindios Yanomami del Amazonas venezolano, diceque la duracin del t iempo dedicado a l t rabajo,apenas rebasa la s tres horas. l,Jo henl

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    noma, no procedera de la pura consideracinde su vida econmica, sera una etnologa dela descripcin, de un a dimensin no autnomade la vida social primitiva. Es ms bien cuandoesta dimensin pasa a un a esfera autnoma qu eaparece fundada la idea de una antropologfa econ-mica. Cuando desaparece el rechazo al trabajo'se cambia el ocio po r la acumulacin, cuandoun a fuerza externa nace en el cuerpo social,si n la qu e los salvajes no renunciaran al ocioy que destruye la sociedad primitiva, esa fuerzacrea el poder poltico. Pero as como la antropolo-g a deja de ser econmica y pierde su objetoal querer aprehenderlo, la economa se hacepoltica.Para el hombre salvaje, la actividad de produc-cin est medida por la s necesidades energticas.La produccin se vuelca sobre la reconstitucinde la energa gastada. Es decir, qu e es la vidacomo naturaleza qu e -e n la produccin de lo sbienes consumidos en las f estas- determina eltiempo consagrado a reproducirla. Aseguradala satisfaccin de las necesidades, nada podraincitar a desear 'producir ms, a alienarse enun trabajo sin destino, si ese tiempo puede se rpara el ocio, el juego, la guerra o la fiesta. E nqu condiciones puede transformarse esta relacinde l primitivo con la actividad de produccin?E n qu condiciones surge un a meta diferentede la satisfaccin de las necesidades energticas?Esto es plantear la pregunta po r el origen deltrabajo alienado.En la sociedad pr imi t iva, por esencia igual i tar ia ,lo s hombres son dueos de su actividad, de lacirculacin de los productos de es a actividad'actan slo para ellos mismos, mientras qu e laley de intercambio de bienes mediatiza la relacindirecta del hombre con su producto. Por ello,todo se altera si esa actividad es desviada, cuandoen lugar de producir slo para s, el hombre produ-ce tambin para los dems, sin intercambio ni

    reciprocidad. Es entonces cuando puedej hade trabajo, cuando la regla igualitaria de intebi o deja de ser el "cdigo civil" de la soccuando esa actividad tiende a satisfacerdems, cuando es a regla se sustituye po r elde la deuda. All estriba la diferencia ensalvaje amaz6nico y el Indio de l ImperioEl primero produce para vivir, el segundo tpara los dems, para lo s qu e no trabaiaseores qu e le dicen: tienes qu e pagar lonos debes, tu duda de po r vida.Cuando en la sociedad primitiva lo ecose deja identif icar como autnomo' cuanproduce el trabajo alienado, impuesto poque lo gozan, la sociedad deja de ser priy se transforma en sociedad dividida en sy siervos, es cuando se ha dejado de exlo que est dest inado a el iminar la: e l poel respeto al poder. La mayor divisin de ladad es la nueva disposicin vertical entre lay la cima, la gran ruptura poltica entre pores de la fuerza, guerrera o religiosa, y lostidos a esa fuerza. La relacin poltica deprecede y funda la relacin econmica de ecin. Antes de ser econmica, la alienacpoltica, el poder est antes que el trabaeconmico deriva de lo poltico, el Estado dna las clases.No es por lo incompleto qu e se revnaturaleza de las sociedades primitivas. se impone como algo positivo, corno ddel medio natura l y socia l , como voluntade no permitir qu e de su se r salga nadpudiera alterarlo, corromperlo o disolverlosociedades primitivas no son embriones retrde sociedades ulteriores, de los cuerpos scon despegue ttnormaltt interrumpido po rextraa enfermedad, ' no se encuentran elgica histrica qu e conduce al trmino ide antemano pero conocido a posteriori,

    oropio sistema social. (S i la historia es est

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    ca, cmo es que existen an sociedades r in l i t ivas?).En el p lano de la vida econnr ica se traducetodo esto en rechazo a un trabajo y un a produc-ci6n absorbentes, en la decis in de l inr i tar lasreservas a las necesidades, en la in tposib i l idadde la cornpetencia - ipara qu servi r ia ser r icoentre los pobres? En una palabra, en la prohib ic inde la desigualdad.

    cQu hace que en una sociedad pr imi t iva laeconoma no . se a poltica? Qu e la economa noes autnorna. Son sociedad es sin economa po rrechazo de la propia economa. Pero entonces,i tanb in cst ausente lo pol t ico en estas socieda-des? l - lay que adm tir que al ser sociedades"sin ley n i rey" , les fa l ta lo pol t ico? iNo caeniosen el etnocentr isrno para el que una carencianrarca a las d i ferentes sociedades?Llst la pregunta por lo pol t ico en las socieda-des pr imi t ivas. No es sl< l un problenratt in teresan-te" , un tenia para especia l is tas,porque la etnologase desarro l la en una teora general (por constru i r )de la sociedad y cle la histor ia . Las diversas orga-nizaciones socia les, no impiden un orden en ladiscont inuidad,una r educcin de di ferencias. Reduc-cin nrasiva ya que la histor ia nos ofrece dost ipos de sociedad, dos macroclases, Qu t ienenalgo en comn: estn las sociedades pr imi t ivasy las sociedades con Estado. Es la presencia oausencia de la formacin estata l (e rnl t ip lesforrnas) lo que da a cada sociedad su lugar lgico,que traza la d iscont inuidad. La apar ic in del Esta-do marca la gran div is in entre salvajes y civ i l iza-

    dos,e l cor te que transforn la el t iempo en Fl istor ia 'F iay, en el movimiento de la histor ia rnundia l ,c los aceleraciones decis ivas en su r i tmo. El ntotorde la pr imera fue la revolucin neol t ica (donlest i -cacin de los animales, agr icu l tura, e l ar te delte j ido y la cermica, sedentar izacin, etc ' ) ' Anviv in ios en la prolongacin de la segunda acelera-c in, la revolucin industr ia l del Sig lo XIX.No hay duda de que la ruptura neol t ica trans-form las condiciones de lo s pueblos paleolticos'Pero sta fue suf ic iente para afectar e l serde las sociedades? Hay un funcionamiento di feren-te en la s sociedades preneolticas o posneolticas?La exper iencia etnogrf ica indica lo contrar io 'El pot .l" l nomadisnio a la sedentar izacin serala consecuencia cle la revolucin neoltica, porqueha perni i t ido la formacin de ciudades y aparatosestaiales. Pero con esto se decide qu e todo "conl-p le jot ' tecnocul tura l , s in agr icu l tura,est conCenacicral nornadisnlo. Aqu tenemos algo etnogrf ica-mente inexacto. tJna economa de caza, pescay recoleccin no exige un a vida nn'ada' I)iversosejernplos, en Anlr ica y otros lados, lo atest iuan:l ausencia de agr icu l tura es conrpat ib le con lasedentarizacin. Se puede suponer qu e lo s pueblosque no haban adquiriclo la agricultura, no lu "po. inferioridad cultural, sino porque no tenannecesidadde e l la .

    La histor ia poscolombina de Amrica presentaagr icu l tores sedentar ios 9u, tras una revolucintcnica (conquista del cabal lo y de las armasde fuego) dejaron la agricultura por la cazal15

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    cr lyo rendint iento se mul t ip l icaba. Cuando fueronecuestres, las tr ibus de Amrica del Norte olas de Chacao en Amrica del Sur, extendieronsus desplazamientos, pero estaban le os del noma-cl isn lo en el que se encuentran las bandas decazadores-recolectores como los guayak del Para-guay) y el aband

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    y cmo es que lo s dems permten qu e surjalo qu e la sociedad primitiva ignora: la autoridad,la opresin, el Estado? Lo qu e se sabe de lassociedades primitivas no permite buscar ms enlo econmico el origen de lo polftico. Ah noest el rbol genealgico del Estado. No haynada en una sociedad primitiva -sin Estado- quepermita la diferencia entre ricos y pobres, porquenadie tiene el deseo barroco de hacer, poseer,parecer ms qu e su vecino. La capacidad, igualpara todos, de satisfacer la s recesidadesmateria-les, y el intercambio de bienes y servicios qu eimpide la acumulacin privada de bienes, hacenimposible ta l deseo, qu e es deseo de poder. Lasociedad primitiva no deja lugar al deseo de sobre-abundancia.La s sociedades primitivas hacen imposibleel Estado. Y sin embargo, todos los pueblos civil i-zados ha n sido primero salvajes. Qu fue loque hizo que el Estado dejara de ser imposib le?iPor qu lo s pueblos dejaron de ser salvajes?iQu revolucin hizo que surgiera el Dspota,qu e ordena a lo s qu e lo obedecen? De dndeviene el poder poltico? Misterio, quiz provisional,de su origen.Parece imposible determinar la aparicin delEstado, pero pueden precisarse la s condicionesde su no-aparicin, y lo s textos reunidos aquintentan delimitar lo poltico en las sociedadessin Estado. Sin fe , si n ley, sin rey. Lo qu e occiden-te deca de los indios de l Siglo XVI, puede exten-derse a toda sociedad primitiva.Esta es la distincinuna sociedad es primitiva si carece de rey contofuente legtima de la ley; es decir, de la mquinaestatal. De nlodo inverso, toda sociedad no primiti-va tiene Estado. Es po r lo qu e pueden agruparselo s _ despotismos arcaicos -reyes, emperadoresde China o de los Andes, y faraones-, monarquasrecientes -el Estado so y yo - o sisternas contempo-rneos, el capitalisn o liberal de Iiuropa Occidenral

    o de Estado, como en otros lugares...No hay r.ey en la tribu, sino un jefe qu e noes jefe de Estado. Qu significa esto? Qu e elefe no tlene autorida.d, poder de coacci6n, nopuede dar un a orden. El jefe no es un comandan-tc ; la tribu no tiene deber de obedecer. La jefatu-ra no t iene poder, y la f igura (mal l lamada) del"efett salva e no es la de un f uturo dspota. Noes de la jefatura de donde se deriva el Estadoen general. Z,Qu diferencia hay entre un jefede un a tribu y ur r jefe de Estado? Qu haceimposible esto en el mundo cie los salvajes? Estadiscontinuidad radical -que hace impensable unpaso progresivo de la jefatura primitiva a lanrquina estatal- se funda en la exclusin de lpoder poltico de la jefatura. Se trata de pensaren un jefe si n poder, pues la jefatura es extraaa su esencia, la autoridad. La s funciones de ljefe, no son de autoridad. Encargado de acabarcon los conf ictos entre individuos, familias, l ina-jes, etc., slo tiene el prestigio qu e le reconocela sociedad. Pero prestigio no es poder y lo srecursos de l jefe para pacificar se l imitan alus o de la palabra, no para arbitrar, ya que el

    jefe no es un juez, no puede tomar partido pornadie, slo puede -con su elocuencia- persuadirde apaciguarse, renunciar a las injurias, imitara los ancestros qu e vivieron en buen entendimiento.Empresa no segura, apuesta incierta, pues la pala-bra del jefe no tiene la fuerza de la ley. Si lapersuacin fracasa, el conflicto puede llegar ala violencia y el prestigio de l jefe puede derrum-barse, pues es prueba de impoiencia para lo quese esperaba de 1 .E n qu estima la tribu qu e un hombre esdigno de ser jefe? En su competencia "tcnica":dotes oratorias, puntera en la caza, capacidadpara coordinar la guerra. La sociedad no dejaque el je.fe vaya ms all, qu e su capacidad tcni-ca se transforme en autoridad poltica. El jefeest al servicio de la sociedad -verdadero lugardel poder- qu e ejerce su autoridad scbre el jefe.Po r ello es imposible qu e el jefe ponga a la socie-da d a su servicio o qu e ejerza pocler; la sociedadprimitiva no tolerar que su jefe se transformeen dspota.La tr ibu somete al jefe a una alta vigi ' lancia;es prisionero porque ella no lo deja salir. Pero,L7

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    de su grupo; es el instrumento de .s u sPero "f infortunio de l guerrero qu.iereprestigio logrado en la guerra se - pierdasi no se renuevan la s fuentes' La tribuiu qu" el je fe es slo el instrumento parasu uotuntu, olvida la s victorias pasadas dEl jefe nunca adquiere nada . definitivamesi quiere devolver la gent" la memoriano ' to lograr con sus viejas hazaas' snu"uo, hchos de armas. Un guerrero nlternativa: est condenado a desear laEs all qu e logra el consenso qu e Io rcomo jef. Si iu deseo de guerra coincel de I sociedad, sta sigue realizndola'Pero si el

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    La muerte es el destino de l guerrero porquela sociedad primitiva no permite sustituir el deseode prestigio po r la voluntad de poder, est deantemano condenado a la muerte . El poder polticoseparado es imposible en la sociedad primitiva;no hay vaco que el Estado pudiera llenar.l 'lenos trgica, pero parecida, es la historiade otro lder indio, ms clebre qu e el oscuroguerrero amaznico, pues se trata del famosojefe apache Jernimo. Leer sus Memorias es muyinstructivo. Jernimo slo era un joven guerrerocuando los soldados mexicanos atacaron a su tribue hicieron una masacre de mujeres y nios. Lafami l ia de Jernimo fue exterminada tota lmente.La s diferentes tribus apaches se aliaron paravengarse de lo s asesinos y Jer6nimo condujo elcombate. Su xito fue total, pues los apachesaniqui laron la guarnic in mexicana. El prest ig iode Jernimo fue inmenso. Pero a partir de ahalgo le sucede a Jernimo. Porque si para losapaches, satisfechos con la victoria y la venganza,e l asunto est conclu ido, Jernimo quiere seguirvengndose, considera insuficiente la derrota san-grienta. Pero no puede ir solo al ataque de lo spoblados mexicanos. Trata de convencer a lossuyos de atacar de nuevo. En vano. La sociedadapache, una vez alcanzada la meta colect iva- la venganza- quiere descansar. Jernimo t ieneun deseo individual y quiere arrastrar a la tr ibupara cumplirlo. Los apaches no quisieron seguira Jernimo, como los Yanomami no s iguierona Fousiwe. Jernimo slo convence a unos cuan-tos, vidos de glor ia y r iqueza. El e jrc i to deJernimo, para un a de esas expediciones, heroicae irrisoria, er a de dos honbres. Lo s apaches ledieron la espalda cuando quiso realizar su guerrapersonal . Jernimo fue el l t imo gran jefe deSuerra norteamericano, qu e pas treinta aosde su vida queriendo t'ser jefet' y no lo logr...La esencia de la sociedad pr imi t iva, es e jercerun poder absoluto sobre todo lo que la compone,es prohibir la autonoma de alguno de sus subcon-juntos, es nantener todos los movimientos inter-nos, conscientes e inconscientes, en los lmitesy en la direccin queridos po r la sociedad. Latr ibu mani f esta ( incluso con v io lencia) , e l deseode fijar este orden, prohibiendo el poder polticoindividual, central y separado. Es un a sociedaddonde nada se escapa; todas las salidas estncerradas. Sociedad gue debera reproducirse eterna-mente sin que nada la afectara a travs del t iempoSin embargo, hay un campo que escapa alcontrol; es un t'f lujorr al qu e ella parece poderimponer slo un t'cdigott imperfecto; se tratade l terreno demogrfico, con reglas culturales,leyes natura les, espacio de una v ida enraizadaen_.o social y en lo biolgico, sede de una trmqui-nat' qu e funciona con mecnica propia y que estfuera de l alcance de la empresa social.Sin sust i tu i r un determin ismo econmico poruno demogrfco e inscr ib i r lo en las causas -elcrecimiento demogrf ico- la necesidad de losefectos - transformacin de la organizacin socia l -ha y que constatar, sobre todo en Amrica, elpeso socio lgico de la poblacin; e l aumento de 19

    la s densidades para conmoclonar -no decimosdestruir- la sociedad primitiva.En efecto, es probable que una condicinfundamental de la sociedad primitiva es la debil i-da d de su talla demogrfica. Las cosas slo funcio-nan si la poblaci6n es poco numerosa. para qu euna sociedad se a primitiva, debe ser pequea.Lo qu e se constata es una fragnrentacin en ttna-cionestr, tribus, sociedades, grupos qu e vigilansu autonoma en el seno del conjunto, ademsde hacer alianzas con vecinos ?rcompatriotasrr,si las condiciones -guerreras- lo exige. Estaatomizaci6n del universo tr iba l es una forn lade impedir conjuntos sociopolticos qu e integranlo s grupos locales y, ms an, un medio de prohi-b i r la emergencia del Estado que en su esencia,es unificador.Lo s Tupi-Guaran parecen, cuando Europa losdescubre, alejarse del modelo primitivo: la densi-dad demogrfica de sus tribus rebasa el de laspoblaciones vecinas; el tamao de lo s grupos loca-le s no se compara con el de la s unidades sociopol-ticas de la Selva Tropical. Por supuesto, lo spoblados Tupinamba, de mi les de habi tantes, noeran ciudades, pero acababan de pertenecer alhor izonte "clsicot ' de la d imensin demogrfcade las ciudades vecinas. Sobre este fondo de expan-sin demogrf ca se .destaca -hecho inhabi tualen la Anrrica de los Salvajes, si no en la delo s imperios- la tendencia de la s jefaturas haciaun poder desconocido en otra parte. Lo s jefestupi-guaran no eran dspotas, pero no eran jefessi n poder. En un extremo de la sociedad, el creci-miento denrogrfco, en e l otro, e l surg im entode l poder poltico. Sin duda qu e no toca a laetnologa -a ella sola- responder de las causasde la expansin demogrfica en una sociedadpr imi t iva. Contrar ia a esta discip l ina surge laarticulacin de lo demogrfico con lo poltico,el anl isis de la fuerza que ejerce e l pr imerosobre el segundopor intermediacin de lo socio lgi -co . En este texto, subrayamos la imposib i l idadinterna de un poder poltico separado en unasociedad pr imi t iva, la imposib i l idad de una gnesisdel Estado en el nter ior de la sociedad pr i rn i t iva.Y tenemos qu e evocar, contradictoriarnente, alos tupi -guaranf como una sociedad pr imi t iva dondecomenzaba a surgir lo qu e habra podido convertir-se en Estado.En estas sociedades se daba un proceso deconstitucin de una jefatura con un poder polticonada despreciable. Al grado de qu e los cronistasfranceses y portugueses no dudan en nombrara los jefes con los ttulos de t'reyes de provincia"o ttreyezuelostt. La transformacin de la sociedadtupi-guaran se interrumpe al l legar los europeos.S i el descubrimiento de l Nuevo Niundo se hubieraretrasado un siglo, se habra impuesto el Estadoa las tr ibus del l i tora l brazi leo? Es r iesgosohacer una histor ia hipott ica que nada desment i -ra. Pero, respondemos de manera negativa. Nofue la llegada de los occidentales lo qu e cortel surgimiento de l Estado con los tupi-guaran,sino un sobresal to de la sociedad pr imi t iva, un

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    levantamiento contra la s jefaturas, destructorde l poder de lo s jefes. Un extrao fen6meno,hacia el f n del s ig lo XV, agi taba a las tr ibustupi-guaran, la s prdicas de hombres QU, degrupo en grupo, llamaban a los indios a dejartodo para ir a la bsqueda de la Tierra sin N,ll,de l paraso terrestre.. Jefatura y lenguaje estn, en la sociedad primi-t_iva, muy ligados, la palabra es el nico poderdevuelto al jefe, es para l un deber. peio esotro discurso, no de jefes, sino de esos hombresqu e en lo s siglos XV y XV I llevaban a los indiospo r millares en locas migraciones en busca dela patria de lo s dioses; es el discurso de los Karai,es la palabra proftica, virulenta subversiva, deI lamar a los indios a la destruccin de la sociedad.El l lamado de los profetas a abandonar la malatierra, para llegar a la Tierra sin Mal, a la socie-da d de la felicidad divina, implicaba la condena-cin a muerte de la sociedad y sus normas. Un asociedad donde se impona cada vez ms la autori_dad de lo s jefes, su poder poltico naciente. Esposible decir qu e si lo s profetas, surgidos de lcorazn de la sociedad, proclamaban como matoel mundo, es porque descubran el mal en es a

    muerte lenta a la qu e lo s condenaba el surgimien-to del poder en la sociedad tupi-guaranf, comosociedad sin Estado. Co n la sensacin de qu eel mundo salvaje se derrumbaba, obsesionaospor la idea de un a catstrofe sociocsmica, lo sprofetas decidieron dejar el mundo de los hombresy ganar el de los dioses.Palabra proftica an viva, as lo dicen lostextos rrProfetas en la Junglatr y ttDe la unidadsin lo nrltiple'r. Lo s cuatro mi l guarans queviven en la miser ia en las selva de Paraguay,gozan an de la r iqueza inconmensurable queles ofrecen lo s Karai. Se duda que so n an con-ductores de tribus como sus ancestros de l sigloXVI, ya no ha y bsqueda de la Tierra sin Mal.

    Pero con la falta de accin el pensaha embriagado, permitiendo pensar en lade la condicin humana. Y este pensamieje, enceguecedor por exceso de luz, que el nacimiento del N,lal, de la desla unidad. Hay qu e hablar ms de lo queguaran designa con el nombre de Untemas favoritos del pensamiento guaran crneo son los mismos qu e inquietaban, hasiglos, a los Karai, lo s profetas. Pomundo es malo? Qu podemos hacer paral mal? Son preguntas qu e no dejan de pLos Karai de hoy repiten el discurso de tas de antao. Estos sablan qu e la Uel Mal, lo declan de pueblo en pueblo, ytes lo s segufan en la bsqueda de l Riende la no-Unidad. Se tiene pues en los tude la poca de l Descubrimiento, de unprctica -la migracin religiosa- inexplno se lee el rechazo de la directividad, ede l poder poltico separado, el rechazo dede l otro lado, un discurso proftico quea la Unidad con la ralz de l Mal y asegurde 1. C6mo es posible pensar en laEs necesario que su presencia, odiadada sea visible. Creemos descubrir qu eecuaci6n metaffsica que iguala el MalUnidad, ha y otra ecuaci6n m s secreta yqu e dice qu e la Unidad es el Estado. Elmo tupi-guaran es la tentativa hericsociedad pr imi t iva para abol ir la desdel rechazo radical de la Unidad comouniversal del Estado. Esta lectura "poluna constancia metaffs ica nos plantea unto, ta l vez sacrllega: n o podra somlectura semejante toda netasica de laZQu sucede co n la Unidad como Bieobjeto preferencial que, desde su albometafisica occidental . asigna al deseo del Hay una evidencia: el pensamiento de los

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    salvajes y el de lo s antigos griegos es el mismo:la Unidad. Pero el indio guaran dice que la Uni-da d es , el Mal, mientras que Herclito dice qu ees el Bien. Cmo es po.sitrlepensar en la Uniadcomo Bien?Volvamos, para conclu i r , ; i l rnunclo ejemplarde los tupi-guaran. Un a sociedad prirnitiva amena-zada po r la ascensin de los jefes, qu e provoca-a costa de un suicidio colectivo- el fracaso dela jefetura, la exterminacin de los reyes portadoresde ley. De un lado los jefes; del otro y contraellos, lo s profetas. Esta es la sociedad tupi-guarande finales del siglo XV. Y la 'rmquina" profticafuncion bien, pues los Karai l levaban tras ellosmasas de indios exaltados, al grado de acornpaar-los hasta la muerte.cQu quiere decir esto? Los profetas armadoscon su logos, podan hacer algo imposible enla sociedad pr iml t iva: uni f icar en la migracinre l ig iosa la d ivers idad ml t ip le de las tr ibus. El losrealizaron de un solo golpe el ttprogramatt clelos jefes. cArgucia de la h istor ia? Fatal ic ladque a pesar de todo d i r ige a la sociedad pr inr i t ivaa la dependencia?No se sabe. Pero la insurreccinde los profetas contra los jefes daba a los pr ime-ros, por un extrao cambio de las cosas, in f in i ta-

    mente m s poder qu e el qu e tenan lo s segundos.Ta l ve z ha y qu e rectificar que la palab seaopuesta a la violeltcia. Si el jefe salvaje tieneuna palabra inocente, la sociedad pr imi t iva puedetatnbin, escuchar otra palabra, coro un nanda-miento: a saber, la palabra proftica. En el discur-so de los profetas est tal vez en germen, eldiscurso de l poder, y bajo lo s rasgos exaltacjosde l conductor de hombres que dice el deseo delos hombres, se disimula ta l vez la f igura si lencio-sa del Dspota.Palabra proft ica, poder de eSta palabrai tr :n-dramos all el ortgen

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    Qu:es lu t:lu? Unu ihtsit,urm sontltru, una ticcidn,y el nttq'or Lien es peqrtcirt,' .que lodo Iu ti.du es snriu,ty /o s suerios steios o.(:AI,DEIIT)N DIi L4 I]AITCA

    NOCTURNOA nrcltc ntt subn

    qolpeobart su spet'f(s,ue mI caballosCnn iba a ssberlo

    si er a uno nochenluerlo,lletm de caraclles omarillos,! co n una lerrible lutm trcgra.

    La nochenr soblaque ntl caball.osloraban en la selta;que ios loros lrcrriblcs de la nluerlemuganen e l agua sinesl ro.

    Cnto iba a soberkts cra una nochemuert,ain.u,ndoda e salmosmlsf criososmurmuradzs al londo de Iu selua.

    La rnclte no sabfuEte se habtan muerft odos los csl.rellos;que los oros lnrribles de Ia mu,erlentuelon en el aoua sfnic.s/ra,"ty queen cl ciek nbaurn terrible una negra.

    RodeLlantoRamnMartnez cara

    PoetaMichoacano 1915-19S2ELEGIAT nonrot\,r'ABAtYt ro

    saluajede Ia ntuerle/a.sorcasdel ntslerio.

    Ilnt catttutdrel lrgico"alqbao"de lpuebb.

    T'odos os tlentetittsde Ia selo/rs.sc/rfurct,ttcl salnutr/r lr.s ltrlrs.

    Lo.s ,rejn.sttdiasIkruban crrn .srrs rr.o.se/ dese.srrs in is ro.

    Las ceibusse urroncobanlos brszosentre los

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    LAil,I iN'fOSA LA OI1ILLADtrL RIO

    A la I t l ( i l l )o l ia d0 t l l i l l t ' t l l l r l l t l( i r .nt ; t t lo, qt t i t ' t r e lr t 'ot r l r l l l l i lln l l ( ' ) ' l ( ' 1r 'r irr .r l i r r ' r l l r t l r lc l rc i l r -i l r r c i l lco ' aos, cl t las aguas dcll ' o .J l tcDt ' t , ( lLsrrro dtl ' l ' t : ] r r r i l l l t 'c -pcc, \ rer i t , r r rz) , la l loc l tc dc l lc in-'t i . , t io de agost,ode nil rolecicrlt 'osci l lc ' t l t ' t l1,a cuatro.

    IiA' A de cuolro nocllc.sett Io rilteruLuscandrosas loncospara la ausencia.

    Imo de cuslro nochesenlre k tterdebt Lscano rr.so.slorca.spara la muerle.

    I t t tu dt t : r ts l ro u, i tcsen lo lcjartoln scut do ro.srsla cr.spara Io blottctt.

    I ILa s uquas de kt t t t tar lc

    ta n cantnattdrtpor un silutcio llur-tr/c lirio.s locr.s.

    I .a huta la s contcmPludesdeo alloconu. n errillesueodewdes ollos.

    l l l

    At' , qu e a rida l lrradeiro del aguasrartdoarucolesdt ' ntttt 'untarqo!

    A!:, l t t t : u tdu lkmttlcnlrodc l rfutsoattdo aracol(sde wrdesgrlos!

    l \'

    El aqua ttuda sabed los nislcrio.squc lleran en su caucelo.s tios rnuerlrts.

    Junla prtr las riberoslrno.sosirtosqu e l'an ql mar salobrede los su.rpiros.

    Agua dc kts csbll losenlul.arksgur lleona Io tttorl lenosdc llanlo!

    .4ouo dc ltts toltolktsumorilksqne. learra la ntardqndo de gritos!

    Agua d.e os caballosde Io wrdeque llelana la marllenos de muerle!

    Morl ia. SePtienlrre 6 dc 1954.

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    ALEGORIADEL DESCONSIJEI,O LA HORA

    t l(, A' pjarc noelurtrctpas u nochellorandosoltrcel agua.

    l!altu llesad,)de uno seh,o.le jona.. .

    ,Sr/rret.s an sde la rccltedej una rrqttldeablaneo.

    Lut ' t t l . . ,/rrr/o.sr.s c.sIlorulnnv llttrulot.

    ll

    Qu kjanlas soonosen las riberasprotundasde la muerle!

    Cuntas lunosheridaspor lo oerde!

    Qui eterndodeslletrustle lo ottsctlc!

    tnPara k,s ilanas Iiros

    Itoy utta l ,orcaton tral untto tl t icntPode la esperan:o.

    La tnt tn,et t ts umoresdt l ricnlo t'ct'dny ti l tncasabenodie.si a c la ntu,crle..,

    l \ forel in, Serti tmlrre l9 de 1954.

    DE LAS SON{BRry1I oDO I

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    bosqucsde tulponesde t rislezallorandnentre las son?ros.

    'l'odrt o que $oitabasen lo s tiajesdel agualumulluosa:

    Ias ramss de los t'bolesquebrondo'el sueode la s rlsss.

    Todo lo que IIegarundo lus oiosenlrabonen Ia sonlt'u:

    las ala.s rislesde un arcngel no;su t idantisteriosa.

    1'odok que ya rndoreconslruye.

    To&t kt que la rnduretortlorla.

    Todt kt qtrese upor las heridasIetiblcsde Ia sontbra...

    IMorcl is, Sepl,iembre l9 de 1951

    N{USICADE LA N{TJERTEL]I I lY una murcha furc lLrrque made

    todns lns misterirsoscamrwsde mi alma.

    Es un llanto de oboesy de cornosque en la nochedromlieadel tentytleuts sr eslo/ttrcsobrea anliEn rosade la nwerle.

    Ilna desesperodot r i slez urecottslruyents gr imosde lnnltre.

    A'oc/res le lutolleonsonondrsu agonl.asobre o.spianos rolosperdidos en la neu.

    La ronca wz de la esperonzaquebrasu ritmo mislerioso.

    Y todo sabea coraznsnpuerlas;a lgr nrusst ojos;a nochesin deslino.\forclia, Scptienbrc 20 dc 1951.

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    AlgunasNotasSobreel Des(e)ordende la Sexuacin

    JulioOrtega

    y Lacan, curiosamente mayor es el signo dunidad qu e entre ellos hay. Tomemos porla proposicin de Lacan acerca de la trno resexualtt (central en el seminario XX), es unatin qu e me parece se encuentra sugerien el corpus Freudiano.En la "lntroduccin al Narcisisnrott(3) een 1914, Freud no s habla de los do s tipeleccin del objeto de aror (apuntalamienarcisista) ponindonos de manifiesto que enmidas cuentas, entre nosotros y el amor ahay siempre un tropiezo que pasa por la ancin de nuestra histor ia , nuestra subjetla natura leza del deseo y la puls in.Tambin, en "Psicologa de las masas y ade l yo"(4) fechada en lg2l encontramoscaptu lo VII I l lamado ttEnamoramientoe HipnottSe am a en virtud de perfecciones a qu easpirado para el yo propio y que ahorale gustara procurarse, para satisfacer el namo , por este rodeott.

    La desdicha y e dolor inherentes alque tanto han fascinado a Denis de Rougenquiz encuentran su raz6n en la imposide una fusin total, prisionero cada unoel amor es conro bien dice Lacan el (a)mu

    El presente trabajo es, ante todo, un ejerciciode comprensin y no pretendo que se a la nicalectura posible al tema qu e se refiere. Los lgicosse hallarn a disgusto si tratan de encontrar enestas notas un abordaje riguroso en la tradicinqu e va de Parmnides a Wittgenstein.La investigacin de los principios qu e rigenal inconsciente implica un proceso digestivo dela lgica qu e vulnera su s principios. En particularel trabajo de Lacan sobre las categoras aristotli-cas, plantea problemas de mtodo y de lenguajequ e no posibil itan una lectura fal ta de equvoco.Tratar, si n embargo, de interpretar la s articulacio-nes qu e han hecho qu e ste se defina a s lnismono conlo original, sino como i.tgico. Quiz seapertinente traer aqu la pregunta de Pommier( )sobre la lgica cuando se ha referido a la psicosis:triSe puede entonces extraer una lgica de loque se def ne como i lgico?" y part i r con losbrazos abiertos hacia la confusin.El texto de Lacan en donde la investigacinlgica queda impl icada por el Psicoanl is is es,desde luego, TTENCORETT(2),texto resistente ala traduccin y al cual, s in embargo, nos refer i re-mos en su versin espaola, in f e l pero al f ny al cabo, seductora.Encuentro dicho texto, reconfor tantementeFreudiano, cuanto ms diferentes parecen Freud

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    existe entre el hombre y la mujer, barrera algoce qu e se nos impone como nica posibil idadde existencia. Es cierto qu e hay encuentros sexua-les, pero all donde do s se juntarlan en uno, elcuerpo desfallece. La posesin del otro se desvane-c , para devolver a cada uno a su fertaleza,en el lugar de la pasin, surge quiz la gratitud,la esperanza de qu e en otro momento la fusinse complete.Es po r ello qu e eso insistir como lo hacesu hermano bastardo el sfntoma, una y otra vez,con un tacto doloroso pero grato. Tenso y hmedoel acto sexual no s promete lo qu e no se puedecumpl i r .As el amor se erige bajo un a carencia quehace qu e ste mismo pueda desplomarse, dejno-no s ante la perplejidad de qu e "n o ha y relacinsexualtr. Desde lo s tiempos de l Abate de Choisyse sabe que: tt...nos amamos siempre m s a noso-tros mismos de lo que amamos a los demstt;pero quiz m s all de la comprensin de lapropuesta Lacaniana desde la perspectiva narcisista,a f n de cuentas imaginaria, sea posible hacerun abordaje ms detallado tomando en cuentalo s registros simblicos y real faltantes.ttEncorert centra su ref lexin sobre rtla norelacin ...t ' en la s llamadas frmulas de la sexua-cin. Estas so n la forma en qu e Lacan despejala posic in del hombre y la mujer por una -uialgica qu e hace referencia (modificndola) a lalgica modal ar istot l ica, asocindolaa la cuant i f i -cacional, usando para tal f n una sintaxis tomadaentre otros, de Russell.Insiste Lacan en el us o de una estructuracuaternaria, un esquema co n cuatro puntas, recur-dese qu e no es la primera ve z que lo hace: Elesquema L, el R, el cuadro de la lgica de l fantas-ma , . so n _ algunos ejemplos. Esta vez, l partede Aristteles y de su cuadro de oposicin delo s enunciados categricos, a saber:

    Si quisiramos se rexpresar las relacionesy signos:ms sintticos podrlamossubstituyendo po r letras

    VtA$* Eo(co#(o:)at,aoco:gU'oCLoLo-

    3"Qxr

    (Disyuncin) ] x0

    Universql Af i rmat ivo(todoS es P)

    Part icular Af rmat ivo' (algnS es P)

    (ningn

    Part icularNegat ivo{algnS no es P)

    UniversalNegat ivoSesP)

    +-$-,.Proposicionesontrarias(lncompatibil idad)roo()

    Proposiciones ubcontrar ias.

    u"f- .-X"27.

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    La s reglas para las proposiciones sedefinencomo sigue:1) Contrarias: Ambas proposiciones no puedenser verdad a la vez' pero sf pueden se r falsasa la vez. vez.2) Subcontrariast Ambas no pueden ser falsasa la vez. pero s pueden ser verdaderas ala vez. Si un a de ellas es falsa sabemos qu ela otra es verdaderar pero si un a es verdadera,no sabemos si la otra Puede serlo.3) ContraclictoriasSon la s verdaderamente alter-nativas; si un a de ellas es verdad, la otraes falsa y viceversa. Conociendo el valor deverdad de una de ellas puede conocerse elvalor de verdad de la otra.4) Subalternas: Si la subalternante es verdadera,la subalterna tambin lo es ; si la subalternantees falsa, la subalterna tambin lo es .

    A su vez la s proposiciones so n clasificadaspor Aristteles como:I ) Asertr icas o Af i rmat ivas: Indican la simpleinherencia de l predicado. (A I, E y O;

    AyO,Eel ) .2l Apodcticas: Casos en que la af rmacin yla negacin se refuerzan respectivamente'como po . ejemplo, la necesidad y la imposibil i-ad (A y E).3) Problemticas: La af rmacin se debi l i ta hastala simple posib i l idad. ( l Y O).

    Hasta aqu hemos tratado el cuadrado lgicode acuerdo principios de la lgica cuantificacio-nal, precisemos el signif cado de algunos signosya ut i l izados:V : Para todo X, todo X'3 : para algn X, existe un X' al menos un X'

    Un nuevo cuadrado lgico con las modanticas clsicas puede expresarse as:

    Necesario lmposnp o-

    - '0 - pPosible- OpCont

    . . . t t es su form...rr o bien tte

    Definamos lo s trminos:PosibTe Designado tambin como posible u,ul, ," caractriza po r el hecho de qu e lori' imptica lo posible. rrEs posible qu e ".' 'Contingente: Designado como posible bpues e"xcluye a la ve z a lo necesario y a lobl". ttEr contingente que ...t '

    X: el lugar de la variable' Planteada un a fun-cin la X "ser reemplazada por los valores qu ei""'""t."tponun. En el caso del trabajo sobreiu ,"^uu"in la X denotara lo s significantes sexua-le s Hombre/Mujer.Q: el lugar de la funcin' Para nuestro estudiono jodrla ,e.-rot.a que la funcin flica'

    -: La negacin.Ahora, procedamos a extender la s relaciones

    del cuadro lgico a enunciados modales'salvando

    la contradiccin que implica el abordaje aristotli-co - Enunciao mdal, cabe sealar es aquel. qu eencierra palabras irLt como "necesariott o t'posi-ble" o equivalentes de la s mismas'" ' - Ei i ig"n del trmino modal idad surge de laposibil idad de nratizar la inherencia de l predicadoal sujeto en un a proposicin .categrica' Un ejem-pio-.Liu"r"rstico de esta lgica qu e podrla llamar-se de l adverbio ei el ttul de l seminario ""'Oupi ret ' de l mismo Lacan.

    Necesario: ttEs necesario qu eo tres imposible qu e no ...ttImposibTe: t 'Es ' imPosib le quesario qu e no ...ttCreo que hasta aqul se puede decir,completad nuestro camino po r la s andala lgica de l consciente.mo entender lo s reposicionamieneste lenguaje qu e hace Lacan para introen la l6gica de la sexuacin?Volvamos al cuadro lgico y veamos qusiciones ha colocado Lacan esta vez:

    2A

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    NECESARIO_r-f fhrx YXNo cesa de escribirse oTd o lo niega una lectura detallada, el faloen .Freud . se presentifica en el pene imaginariode la madre, en la premisa loca de l rgano" nicoqu e sostienen la s teoras infantiles; el falo estambin, el himen que en la virgen sostiene supresencia ante el embate deseoso de l otro.El extremo superiorjzquierdo denotado po rla proposicin '- f x @' es un a referenciaal padre de la horda primitiva, el que dice nnona la funcin flica caracterizad po r ia castracin.Es tambin- el padre muerto, muerto por lo s hijos,

    pero tambin po r el significante, lo qu e nos, llevaa asociarlo con el rasgo unario. Este enunciadoconforma la excepcin necesaria para que seanude la . cadena proposicional de sujetos y lignifi_cantes., la regla -parte de este necesario- qu"- ttnocesa de escribirsert.

    IMPOSIBLE-t {xde no escribrso

    ACesa

    Encontramos un a serie de cambios sustanciales.Los singulares encabezan la estructura en la sproposiciones cuantif cacionales, cambiando as el sentido de la funcin proposicional. Recordemosqu e la clnica analtica razona po r principio apartir de lo s singulares, caso po r caso._ En lo qu e respecta a los enunciados modales,estos conservan su acomodo, a excepcin de sudeslizamiento entre lo s lugares de l,o posible ylo cont ingente.Por otro lado, Lacan procede a hacer recaerla negacin sobre el cuantor en las proposicionessituadas en A y O, negacin que no tiene funda-mento ya en Aristteles.La s frmulas de la sexuacin como bien diceMillot(6), estn construidas a partir de una lgicaproposicional en donde lo s sujetos. se distribuyende un lado o del otro segn la s proposicionesen que se inscriben, constituyndose en argumento.Se describen as cuatro maneras de relacionarseco n un a funcin nica: La funcin flica.Aqu el sexo biolgico es en absoluto indiferen-t, es la posici6n de cada un o en relacin alfalo lo qu e no s . sita como hombres o mujeres{ no la protuberacin o sinuosidad de la figura,destinada al engao de la mirada.Un a lectura superficial de Freud, dara laimpresin de qu e el hombre es el poseedor de lfalo y qu e de l lado femenino lo qu e se ve esla ausencia de ste. Lo qu e se representara as:

    HOMI}RES, .V*{ ^.,

    El extremo inferior izquierdo: rtcesa de escribir-se " denota en la proposicin ..vx b x alvarn, siervo de la funcin flica. Aqu'el signifi-cante hombre se encuentra excluido de l goc"absoluto gracias al tope de la exclusin de l t'Urva'teri l.Llamemos la atencin, sobre el hecho de qu eLacan viola la s relaciones lgicas, una vez ,hs,al no diferenciar e inctuso invertir los lugareide lo posible'y lo cont ingente.Entre ambas proposiciones ha y un a relacinde subalternos, se trata de proposiciones de lgicaasertrica._ Es importante sealar qu e el i lcudroLacanianott se sirve de las definiciones de larelacin entre dichas proposiciones y po r rantoha y qu e se r cuidadoso en no coniunir stas,a riesgo de adoptar la perspectiva de qu e el cua-drado es un puro sin sentido de l cua-l cualquierlectura es vlida. Es cierto Que, como sealaJ. Belinsky(7) la perspectiva Lacaniana no puedesostenerse en el marco. de la lgica proposicionalpero si pensamos qu e el ttcuadro Lacanianor esun a estructura, no puede obviarse el hecho dequ e toda estructura supone usos ms o menosexplicitos, correlaciones entre su s elementos vreglas de transformacin.Volviendo a nuestra perspectiva analftica dira-mo s que la propuesta de qu e todo varn es siervode la funcin flica es as un a implicacin deriva_da de-l.hecho de que existe un a excepcin, puntoya sealado.El extremo superior derecho: o Tx $- x , Ou "coresponde a la letra ttOtrdonde Lacan sita aque_ll o qu e ttno cesa de no escribirseil es po r defini-cin identif icado como t'Lo realrt, la insistenciade l imposible. Parafraseando el ttulo de un librode O. Mannoni nos encontraramos con ttun princi-oi o qu e no comienzatt.

    de escribirseY^ 'CONTINGENTE

    Cabe sealar .que Lacan opta po r hacer unaIregacin de l cuantor, procedimiento no vlidonn lgica. Un intento de lectura nos dara comoresultado: trninguna escapa a la Funcin Flica'lMUJERES pero tambin esta neglcidn de l cuanror anresI t i - mencionada introduce el problema de un lmite"f x (D x " a la funcin flica de l lado de la mujer. En otras' I palabras, la proposicin no afirma nada sobrela verificacin de la funcin flica del tado feme-nino y deja pendiente la cuestin de si algo de l

    -tJXcesa

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    Jenunciado se inscribe en dicha funcin.La ausencia de lmite , remite al hecho deque para la mujer, el decir interdictor soportadopo r la amenaza de castracin no tiene pertinencia.Recordemos, po r otra parte, qu e un universalse funda en lo qu e excluye (el enunciado "todoslos trazos son verticalesrt implica plantear untrazo qu e no lo es . El lfmite de la funcin expo-nencial dado por el valor X - O constituye elcaso en qu e la funcin no se satisface segnC. S. Pierce).Si no hay exclusin, no hay posibil idad dehablar de tt l -a mujertt es po r es o que ttlatt aparece-r en e l d iscurso Lacaniano tachado:t tLa mujer t ' .El conjunto queda abierto, unindose a otra seriede conjuntos abiertos: La lengua, el goce' la lerdad.F inalmente el extremo infer ior denotado"Vx Sx' )qu e se podra leer: "n o todas ellas estn sujetasa la funcin flicail o nn o toda mujer est someti-da a la funcin flica" son lecturas que implicanla dificultad propia, siempre qu e nos acercamosa entender a las mujeres.ttl l ,amujer" por un lado se dirige haciay por otro hacia el significante de lael otro.

    As encontramos en la lec cin delel resto del esquema:

    tXt

    el fa lofa l ta enI 3-3-73

    + - \ y*En 1, vemos a " A. amujertt ante una disyuntiva,frente a un goce dual, qu e en una de las alternati-vas va a un "ms all del falo" al deleite deun goce adicional qu e exige: trencorelt'Propondr otro cuadro m s que sintetiza algu-

    nas de las proposiciones examinadas:

    lre fi gtborca';f ,, i*.ryftrfnaf/i a rmnffrr i . . l :. : ;t t 'i c.r: i ; orl,:i 'r$.cv;r;:;

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    NECESARIOT.OCESAEESCRIBIRSEPadremueilo, IISi,signiricante et /nombrc elpadre./LF,(ntv',itEt{zoouEl'lC IERMNA

    ALugar elsigno.Exclusinelgoce bsoluto

    POSIBLI:

    IMPOSIBLEI.IOCESADE CESCRIBIRSEO Lo real.

    Relacin exual?UNPRINCIPIOQUE.IOCOMIENZA

    Cesade no escribirseamor?CONTINGENTE

    Finalmente agr, gar i . inos cor ie i l ta l ' ' ( )s ms,dir igidos a la ref le , ' i i i c i r ica. I i i , . - " . 'o c ie l hom-l.; l de acuerdl a :-'st s isoireri t. ' i '- ' dirige haciala parcialidad ii e tta' ' , !reu urtr jsi .' :tur., fetichis-ta* . NO eS di i . i l recnn' ' ( . r l . - . . ; , - i i i161, k; l fan-tasma en ese at ;rdaio . , . r . r ) i l . ( ' . r la rar . . , t ' r .El goce no :,rt lo , I '. .) rr c f;l ico de la mujerdar la cuenta dc .. iLr t , , ' ; ' r r i rgcncias de las l lama-da s ttdisfunciones se,\ :. r"( ' l lo dera de ser curioso- qu e el goce del hcrmbr pas(: por [a turgencianientras qu e eso qu e i falta de niejor lombrellamamos rrgoce vaginalrt no precisa de esta posi-bi l idad.Puede criticarse este escrito desde muchospuntos de vista. I' lo quieio terminario sin hacernotar qu e la eleccin de Lacan de la tabla catego-rial aristotlica es en s ya problemtica. El esta-girita presenta su tabla como si ctlrrestondieraa una ttnatura l idadtt , a un mapa dc.rn i t ivo delse r y hoy d a lo s lgicos han criticad, I la rtificiali-dad de ella. Lacan no creo que inorara estehecho, sin embargo, se ha sostenido sobre dichatabla quiz pensando qu e fues ste, el cuadrocategorial que mejor se adaptaba a lo qu e queraexpresar. Esto es, como bien se sabe, un momentode Lacan, cuyo valor tendr qu e se r sopesadocuidadosamente, a riesgo de precipitarse en unuso incontextuado, asistemtico, o peor an, con-vertirle en un nuevo fetiche.iRIBLIOGRAFIAl. Pontmier Gerrd. UNA LOGICA DE LAPSICOSIS. it1. Catlogos -Paradiso..- \ rgent ina, 985.2. Lacan Jacques. SE'4INARIO 20 . Ed . Paids't larcelona,1981.3. Freud Sigmund. INTRODUCCION ALi \AIRCISaS1O.bras Completas. Tono XIV.ld. Amorror :u. BuenosAires, 1979.

    4. Freud Sigmund. PSICOLOGIA DE LAS MASASY ANALISIS DEL YO. Obras Completas.Ed. Amorrortu. Buenos Aires' 1979.5. cl e lRougemont Denis. EL AMOIT Y OCCIDENTE.Ed. Kairs. Barcelona, 1979.6. Millot Catherine. EXSEXO. "Ensayo sobreeltransexualisnto". Hcl. Latalogos -Paradiso.Argent ina,1984.7. Belensky J. 'rlos matemas de la sexuacin.Una lgica imposible'r. Revista Apertura No. .Barcelona,1986.Anexo una


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