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Octavo Man Damien To

Date post: 06-Jul-2018
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  • 8/18/2019 Octavo Man Damien To

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    JOSE ANTONIO GALERA

    OCTAVO

    MANDAMIENTO

    «LA LENGUA...»

    ----

    S U M A R I O

    PAGINAS

    roducción ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... 5

    veracidad ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ll

    dad, caridad y humildad ... ... ... ... ... ... . 14

    tra verdad, mentira ... ... ... ... ... ... ... . 17

    ocultación de la verdad ... ... ... ... ... ... . 21

    tiras de «arte menor» ... ... ... ... ... ... .. 25

    Hipocresía ... ... ... ... ... ... ... ... ... .. 25

    Engreimiento o jactancia ... ... ... ... ... ... 26

    Adulación ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... 27

    Burla y sátira ... ... ... ... ... ... ... ... .. 28

    tiras de «arte mayor» ... ... ... ... ... ... .. 29Calumnia y detracción. Murmuración ... ... ... .. 32

    Juicio temerario ... ... ... ... ... ... ... ... 37

    Falso testimonio... ... ... ... ... ... ... ... 38

    Injuria ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... . 38

    obligación de reparar ... ... ... ... ... ... ... 39

    fidelidad ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... 42

    liografía recomendada sobre el tema ... ... ... . 47

    RODUCCION

    Una actitud característica de la generación joven de nuestro tiempo es, sin

    guna, el afán de sincerida, de autenticidad. Las gentes tienen hambre de ve

    ominan de todo lo que pueda oler a enredo; hipocresía, pura forma sin cont

    éntico. Hay en buena parte una marcada tendencia a romper con el pasado, a

    presente intenso y a no preocuparse demasiado por el futuro. Una vez más pare

    mo si el movimiento pendular de la historia siguiera implacablemente su

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    rollando a su paso absolutamente todo incluso cuanto de noble y limpio encon

    su caminar. Se trata simplemente, es verdad, de una mera apariencia pero

    nto tal, nos impresiona y nos conmueve.

    Realmente no es así. La historia no es algo ciego que se nos i

    emediablemente; somos los hombres los que en uso de nuestra libertad damos, n

    cas veces, a los acontecimientos un giro polar: de extremo a extremo y de fo. Y es que en última instancia es mucho más sencillo seguir esta trayecto.

    , a la que nos lleva la simple inercia, que permanecer con tensión, con esfu

    el punto exacto justo . Por eso, siendo fácil, es dificil la virtud.

    nadie le es dado pensar que ia sinceridad, la autenticidad, sea algo

    veniente que su con-

    5

    aria. Pero, por ser virtud, exige llegar a ella manteniéndose en el preciso

    dio de dos extremos igualmente viciosos. Según esto -en una falsa consideraci

    virtud- podríamos llegar a pensar que la virtud es la mediocridad -punto medin embargo, nada más lejos de la realidad. La virtud es la virtud: más all

    io y más acá también. Lo vamos a ver en función del tema que nos ocupa y con

    l el lector podrá sacar consecuencias para las demás virtudes.

    a sinceridad -el ser auténticos, verdaderos "sin trampa ni cartón" es una v

    se halla igualmente distante de dos situaciones que casi nada tienen que ve

    a , a no ser por el hecho de que procediendo de ella misma, comó pùnt

    tida, al àbusar de su elasticidad se ha estírado tantó  que ha producid

    remediable rompimiento: unas veces por exceso y otras por defecto. En el p

    o estaría la naturalidad a ultranza- `el "naturalismo" espontáneo y procaz

    resion: desgarrada llevavada hasta la ordinariez y mala, educacion

    nudismo en todas sus manifestaciones graduales, y el “payasismo” con todasncecuencias de carnavalada permanente. En el segundo caso estaría el hermet

    cerrazón ,la permanente desconfianza, la hipocresíã, la falsedad en todas

    nifestaciones é   incluso, por falta de apertura y “pueblerismo mental"

    amación y la calumnia .

    El octavo mandamiento del decálogo puede reducirse a una sola palabra, expr

    concepto pleno de sentido y significado: Sinceridad. Decir la verdad siempr

    ecipitarse en los juicios, ser auténticos; hablar de otros con justicia; oi

    s campanas” antes de emitir un juicio y solo emitrilo si tenemos verd

    igacion de hacerlo actuar ''a las claras'', sin rodeos hipócritas y engañ

    scindir del eufemismo y "llamar al pan, pan y al vino, vino". Todo naturalm

    n las limitaciones que ponga la caridad en cada momento, como tendremos ocir viendo a lo largo de estas páginas.

    A veces, se me ha ocurrido la posibilidad de buscar un símbolo para cada u

    mandamientos, que, como regla nemotécnica, sirviera para condensar en él

    rico contenido de cada precepto del decálogo. Con respecto al octavo no

    la menor duda: la imagen que lo condensa clara y nítidamente es la lengua

    gua grande -lengua humana tiene que ser, porque lo animales no mienten ni cr

    an, amplia en su zona media, arraigada al fondo de la faringe con raíces fu

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    , en este caso, 11egan hasta el corazón al menos en sus terminales, pero co

    acterística muy peculiar que la distingue de la lengua propiamente human

    de exterior se halla afilado de tal manera, y vibra con tal inten sidad, que

    la pudiera clasificar en el grupo de los reptiles ofídios. Y ahora se comp

    porqué, de buena ley, podemos denominar a este órgano tan necesario d

    iología humana: "lengua viperina".

    La lengua es el simbolo como acabo de decir, pero lo mas importante e

    azón, de donde "proceden los malos pensamientos, las fornicaciones, los hu-

    os, los homicidios, los adulterios, las codicias, las maldades, el fraude

    úreza, la envidia, la blasfemia, la altivez; la isensatez..." (Mc 7, 21),

    nen su manifestación externa a través de la lengua.

    7

    a lengua, por tanto, no pasa de ser más que un mero instrumento de expresió

    municación de lo que en el silencio se urdió, se elaboró y se preparó para yectado hacia fuera en el momento considerado más preciso.

    La lengua a lo largo de la historia de la humanidad ha sido un azote -un fl

    rsistente- que al igual que ha sido capaz de grandes cosas, también ha salp

    su baba viscosa personas e instituciones respetables y con tal sana y furo

    chas veces ha sido imposible su rehabilitación o, al menos, las ha dejad

    to maltrechas.

    Muy expresivas son al respecto las palabras que se leen en la Epístol

    tiago, en su capítulo 3: "Si alguno no peca de palabra, es varòn perfecto, ca

    gobernar con el freno todo su cuerpo. A los caballos les ponemos freno e

    a para que nos obedezcan, y así gobernamos todo su cuerpo. Ved tambiénves, que, con ser tan grandes y estar empujadas por vientos impetuosos

    iernan por un minúsculo timón a donde quiere el impulso de quien la dirige

    mbién la lengua, con ser un miembro tan pequerio, se gloría de grandes cosas.

    un poco de fuego basta para quemar todo un bosque. También la lengua e

    ego, un mundo iniquidad. Colocada en nuestros miembros, la lengua contamina

    cuerpo, e inflamada por el infierno, inflama a su vez toda nuestra vida

    mina diciendo como hombre experimentado, que muy probablemente sufrió en su

    aguijón de la envidia lanzada por bocas anónimas: "Todo género de fieras

    es. de reptiles, de animales marinos es domable y ha sido dominado por el ho

    ro a la lengua nadie es capaz de dominarla; es un mar turbulento y está lle

    tífero veneno. Con ella bendecimos a Dios y Padre nuestro, y con ella malde

    os hombres, que han sido hechos a imagen de Dios. De la misma boca pròceddicion y la béndición. Y esto, hermanos míos, no debe ser así. ¿Acaso la f

    ha por el mismo eaño agua dulce y amarga? ¿Puede acaso, hermanos míos, la hi

    ducir aceitunas o higos la vid? Tampoco un manantial puede dar agua salada Q

    ce".

    Hasta aquí, Santlago Apostol, pariente y discípulo del Señor, en su epí

    ólica. Cita larga pero que valía la pena traer a colación por su rico conteni

    cisión y expresividad. Pocas personas en tan escasas palabras han podido

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    vida interior de amor de Dios- y de respeto por todo lo ajeno, entre lo que

    luirse naturalmente el honor y el derecho a la buena fama. Los cristianos sa

    "con la medida con que midiéremos, serernos medidos", y con base a

    abras de Jesucristo,¿por qué no intentamos más bien hacer nosotros mejor l

    mos que otros hacen mal o que podrían hacer mejor?

    En la parábola de los talentos, el Señor se enfrenta con el siervo miedomodón, que no ha querido hacer fructificar el capital que le entregó su amo po

    mor a perderlo, y ante la actitud de éste, el Señor le espeta: "Siervo ma

    leal, por tu propia boca te condenas" (Lc 19, 22). Es muy difícil que el hom

    e que no domina el freno de su boca, tarde o temprano, no venga a ser atrapa

    misma ligereza y falta de dominio. "Que callen los labios mentirosos

    erbios y despectivos, dicen inconveniencias contra el justo" (Ps 31, 19).

    VERACIDAD

    Entre las virtudes llamadas "sociales", ocupa ésta un lugar eminente por su

    anscedencia. Tradicionalmente viene siendo definida como la conformación

    mportamiento y las palabras al pensamiento. Se trata, pues, de una adecuacimente a la acción, de un obrar consecuente y concorde

    ll

    n lo que se piensa o se cree. Consiste, al fin y al cabo, en mostrarse tal

    o es sin más complicaciones, sin hacer suyo lo que le pertenece, ni en más

    os.

    omo consecuencia de ésto se puede distinguir entre verdad de vida y verda

    resán: una veraad de comportamiento y una verdad en las palabras como form

    resión de lo que se piensa. Sin embargo, habitualmente, cuando se habl

    racidad, se hace referencia a esta segunda forma, lo cual 11o deja de ser, poos, un planteamiento incompleto, por que si importante es este mod

    nifestarse, la verdad, no lo es menos la sinceridad en el comportamiento, qu

    aduce inmediatamente en lo que podríamos llamar autenticidad de vida. Porqu

    n es cierto que la verdad como forma de expresión es una virtud moral, tambí

    que la veracidad de vida o de comportamiento es el objeto de todas las virtud

    ada hay que proporcione más satisfacción al alma que la veracidad e

    mportamiento. No hay nada que dé más vuelos al espíritu que la fidelidad en to

    e el ser consecuente con lo que, por convicción, ocupa toda nuestra capacid

    eer y amar. "Si permanecéis en mi palabra, seréis en verdad discípulos mí

    oceréis la verdad y la verdad os hará libres" (Ioh 8, 31-32). No hay hombr

    re que aquel que busca, porque quiere, agradar en todo a Dios, aun a sabiend su actitud no será comprendida a veces por sus semejantes. Y así con frecuen

    a, este hombre, sin pretender ser ejemplar, con su integridad de vida dejar

    ela admirable, luminosa y permanente, que servirá de estímulo a más

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    uno con más dificultad quizás para comportarse adecuadamente.

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    n nuestro mundo toda autenticidad resulta difícil y no tanto porque al homb

    este estar en tension como porque muchas veces le puede resultar antipátic

    rtud. En principio, todo lo bueno, lo noble, lo justo, lo sencillo, lo amabl

    ritativo... al penetrar en la sociedad se enquista. Es como un injerto en cu

    raño con todos los peligros del "rechazo". Ha de transcurrir tiempo para que

    asimilación por el organismo social sea un hecho. ¿Puede extrañarllos e

    uede incluso, desanimarnos? En modo alguno: el mundo estaba en tinieblas; sto que era la Luz, y aquéllas no le recibieron. "Y no es el discípulo más q

    stro".

    ro es que, además, dice un refrán castellano: "no Hay mal Que Por bien no ve

    así, la misma virtud se siente estimulada a su crecimiento. La existencia d

    ncipio de oposición hace posible el avance: andar sobre arena de pla

    ierto, caminar por la nieve, es molesto y dificultoso hasta el punto de que

    tomas de fatiga se hacen patentes más pronto y el avance es menor qu

    cunstancias normales. Sin embargo, caminar sobre suelo duro asfalta

    pedrado, caminar por tierra apelmazada por la lluvia y el sol, permite ir

    idos, andar más seguros. Cuando la dureza del terreno es mayor -cuando el s

    haza de plano la presión del calzado- es cuando mejor logramos caminar. Por la virtud necesita en principio para crecer y avanzar,"la dureza d

    omprensión quizá, una cierta hostilidad, incluso una razonada -aunque no razo

    - oposición.

    13

    o hày que sentir el desánimo cuando llega la prueba, el dolor, la contraried

    zás la calumnia, la murmuración y el enredo. A veces sentimos, ante tanta ma

    mo el deseo de desertar del campo de batalla. Sin embargo, la perseveranci

    s momentos no sólo no disminuirá nuestras posibilidades de virtud, sino qurementará en un grado insospechado.

    en el terreno de la virtud que nos ocupa, nuestro lema no podría ser otro q

    mismo Cristo: "sea vuestro sí, sí; sea vuestro no, no. Porque todo

    que pasa de aquí, de mal principio proviene".

    RDAD, CARIDAD Y HUMILDAD

    iendo 1a veracidad una virtud muy importante -porque nos ayuda a va

    stras posibilidades y a enjuiciar enteramente, sin apasionamiento, lo que

    rodea- sin embargo por encima de ella, y por encima de todas, está la rei

    virtudes: la caridad. Caridad que es amor, comprension querer al prójimo

    r semejante al que nos tenemos nosotros mismos. Porque si bien es verdad quenitud del amor se encierra en el amor de Dios, también es cierto que el m

    sto ha ideritificado el amor a Dios con el amor al prójimo, constituyendo el

    miento del amor -a Dios y al prójimo por Dios el primero y principal, en el q

    ume todo lo prescrito en la Ley y en los Profetas. Tan es así, que se

    gados por el amor, por la medida de nuestro amor, por el grado alcanzado

    r.

    gún esto tenemos: por un lado el amor al prójimo, y por otro la verdad en nu

    nducta y en nuestra expresión. Se trata de combinar ambos elementos y obten

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    ultante, que sera a buen seguro algo muy positivo.

    n qué medida, hasta qué limite, podemos ser verdaderos en nuestras relacione

    prójimo? La contestación no puede ser otra -aunque parezca de perogrullo- q

    medida, en el límite del amor, que es tanto como decir, en la medida y e

    mite en que yo querría ser amado en verdad y caridad por los demás.

    Verdad y caridad son dos virtudes íntimamente ligadas entre si. Es imposib

    aración. Tan imposible resulta una verdad sin caridad, como una caridad qu

    a verdadera. Ambas nos llevan de la mano a: hablar bien del prójimo siempre;

    rmitir malos pensamientos de otros; a rechazar supuestas malas intenciones e

    más; a no injuriarles; a no arriesgarnos a la calumnia; a no decir de otros

    sabemos y que, aunque sean verdaderas, no tienen otros por qué conocerlas; a

    les, nobles, sinceros, veraces. A ser fieles a nuestra amistad y a nue

    mesas.

    Y todo ello, con tan pleno convencimiento de que debe ser así, que al pens

    fallos ajeños no olvidemos nunca la pobreza de nuestra condición hu

    alquier fallo que observemos en otros bien podría serlo nuestro. No olvinca que al héroe lo hacen las circunstancias, y que al pecador, al miserabl

    idor, en no poca medida también. Cuántas veces nos permitimos coment

    geros, o menos ligeros, sobre comportamientos ajenos, sin caer en la cuent

    yendo en ella, pero callando de que nosotros en circunstancias similares quizá

    15

    iéramos actuado en forma igual, parecida o más deleznable aún.

    El mismo hilo del discurso nos ha llevado casi sin darnos cuenta a la te

    rtud, practicamente inseparable de las otras dos: la humildad virtud fundameica, cimiento del edificio espiritual, clave de . No puede extrañarnos q

    mildad este intimamente ligada a la verdad , porque en frase de la santa doc

    Avila, la humildad es “andar en verdad”.

    Si por humildad entendemos el reconocimiento de nuestra poquedad, humildad

    mbién ser consciente de lo mucho que hemos recibido. Si humildad es llega

    ocimiento de nuestra poca virtud hasta el punto de que a veces queremos acar

    arañamos, tarmibien es humildad percatarse de que en otras ocasiones que

    riciar y acariciamos. La humildad no es la mentira, la humildad no es apoca-

    nto, modestia falsa, que es doble inmodestia.

    Humildad -verdad- que no es pusilanimidad sino animo esforzado. Humildad -ver

    e puede ser “poner la otra mejilla" en silencio o decir también rotundamente

    sto: "por qué me pegas". Humildad -verdad- que es ser sencillo, pero ta

    udente. Humildad -verdad- que es tener misericordia con la humanidad -ama

    rir con ella, y también hacer un látigo y fustigar, para evitar que lo de

    convertido en cueva de ladrones.

    Sinceridad, humilda y caridad. Tres virtudes en íntima ligazón, y perfecta

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    azadas, como por vaso comunicantes. Tres virtudes a las que el cristiano h

    estar su mayor atención porque son las que mejor resumen lo que fue la vid

    sto entre

    otros. Y si quisiéramos reducir las tres a una, no podríamos decir otra cosa

    caridad es el resumen, el compendio, el denominador común de todas las

    rtudes. Toda la ley de Dios se reduce a esto: "Que os améis los unos a los

    mo yo os he amado" (Ioh 13, 34). No améis sólo de palabra o con la lengua,

    obras y de verdad. "En ésto conocerán todos que sois mis discípulos: en que

    amáis" (Ioh 13, 35).

    uscándole la contrapartida a la formulación negativa del octavo mandamient

    ás falso testimonio ni mentirás"- podríamos decir, que este precepto,

    alquiera de los otros nueve del Decálogo, se puede redactar diciendo: "amar

    jimo como a ti mismo". Nunca dijo el Señor que tuviéramos que querer igual

    misma forma, a todos los hombres: sería por lo menos un desorden. Nos debemoos que más debemos, lo cual no excluye tener un corazón grande, enorme, en do

    quepa la exclusión.

    NTRA VERDAD, MENTIRA

    levando el tema a su máxima simplicidad, no cabe duda que la aberración

    acteristica de la verdad es la mentira.

    hora bien,en la mentira caben matizaciones y aspectos, que están en función

    to de mira que se adopte. La carencia de verdad pues, no tiene lugar siempre

    do momento de la misma forma. Su mayor o menor gravedad está en función de lo

    e se afirma o niega de esa misma verdad; y su modo de aparecer o manifestaará también en fun-

    17

    n de la misma verdad que se trata de negar o tergiversar.

    or eso no es igual una simple mentira que no decir la verdad al juzgar

    mportamiento de otro, o atribuirle defectos que no tíene, o ensalzarlo con

    tudes de las que carece, o adoptar actitudes de deslealtad, o aparentar lo qu

    es o no se siente, o juzgar con ligereza, etc.

    stas distinciones, resaltando sus elementos más característicos, son las qu

    a ocupar hasta el final de este folleto. Vamos, pues, a tratar de explicita

    versas formas de mentira, con el fin de que el lector pueda ir ahondando e

    avo precepto del Decálogo.

    l hombre tiende a no querer enfrentarse con la verdadera realidad, creándo

    do de fantasía -irreal, por tanto- en el que vive y se mueve con el recelo p

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    que en cualquier momento puede ser descubierto. Tiende a no querer conecers

    edo a no gustarse; a no esforzarse en el conocimiento de los demás y mantel

    una desgarbada actitud de superficialidad, simplemente a flote frente a las r

    dades que se le imponen.

    lamente la gracia de Dios puede llegar a obrar maravilias en el hombre hacié

    mbre en su más pleno sentido. Y así  se puede llegar a destruir el murtención de su interioridad y Perder el miedo a ser conocido y a conocer. Y cu

    e momento -al orbitarse en Dios y desorbitarse de sí   mismo (egoís

    centrismo)- puede descubrir su capacidad de amar y de amarse dn defensa a

    a el Creador. En su justa forma

    puede, pues, extrañarnos la dificultad que a veces sentimos en ser sinceros

    monio es el padre de la mentira y el mundo tiene por padre al diablo: la v

    nca estuvo con él" (Ioh 8, 44). Y de esta manera se comprende mejor por qu

    grada Escritura está llena de imprecaciones contra el hombre falaz y la lañosa, que es como el "leif motiv" de gran parte de los Salmos y de

    verbios, en el Antiguo Testamento.

    autor de los Proverbios, en el capítulo 6, dice así: "Seis cosas aborrece

    aún siete abomina su alma: ojos altaneros, lengua mentirosa, manos que der

    ngre inocente, corazón que trama intranquilidad, pies que corren presuroso

    , testigo falso que difunde calumnias y enciende rencores entre hermanos".

    e realmente impresiona por la forma en que está redactado y en nuestro ca

    amos desarrollando el 8º mandamiento- porque viene como anillo al dedo a lo

    í pretendemos: Dios abomina de la lengua falaz, del corazón que trama iniqui

    des, del que difunde calumnias y enciende rencores, porque todo eso es menti

    s es la Verdad. Es la Luz y las tinieblas frente a frente: la luz queriendominar y las tinieblas que no quieren ser iluminadas porque dejarían de

    ieblas y el demonio así  perdería su esfera de influencia. Es la perma

    sión.

    e la verdad dijimos que era conformidad del pensamiento con la realidad. D

    tira tendremos que decir, por el contrario,que es una clara disconformidad

    dos términos en re!ación. Es gesto, actitud o palabra que no corresponde

    pensamos. Dar una impresión a los demás de lo que ni

    19

    quiera nosotros estamos convencidos. Es una "apariencia" de verdad. Un disimul

    ro para que la mentira lo sea con efectividad, hace falta un acto de volunta

    erer-, una intención de provocarla, y un deseo de que el que nos mire o es

    a engañado con nuestra actitud. Solamente así habrá mentira. Por eso la

    nzada sin más pretención que hacer pasar un buen rato a los demás, aunque

    ada en una inexactitud o clara mentira, no puede llegar a tener entidad moral

    el mismo tono en que está propuesta.

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    in embargo, hay dos tipos de mentira que requieren por nuestra parte esp

    nción. Está, en primer lugar, aquella que beneficia al que la propa

    perjudica a nadie; y en segundo lugar, aquella que nos beneficia perjudican

    ros. Siendo esta segunda más grave -pudiendo llegar a ser gravísima- no q

    ir que la primera no tenga su importancìa.

    mos algunos ejemplos.

    odo buen cristiano ha de saber que la mentira no está autorizada en ningún

    siquiera cuando no perjudique a nadie; y que al fin bueno que nos proponemo

    a acción nunca puede justificar la utilización de medios malos: en este cas

    ntira. Me ha parecido conveniente traer a colación este principio básico d

    al católica, porque muy fácilmente puede penetrar en el ámbito en que nos mo

    asi insensiblemente- la idea contraria, por influencia de medios de opinión

    poco a poco socavando los principios de moral más elementales. El cine

    evisión y la literatura, principalmente, pueden a la larga llegar a causar m

    emediables en la formación de la conciencia si. de alguna manera, no

    20

    e compensan de otra forma: no son pocos los filmes y telefilmes en los qu

    esenta al protagonista como un hombre "bienhechor de la humanidad", cargad

    ena voluntad, pero sin ningún reparo en utilizar cualquier medio a su alcan

    ntira, el disimulo, la hipocresía..., etc.- para tratar de conseguir y cons

    benéficos fines. Sería como aplicar a todo el falso adagio popular de que "

    a a un ladrón tiene cien años de perdón". Es muy conveniente saber que quien

    n ladrón, es un ladrón, aunque sea un ladrón a quien robe. El fin nunca just

    medios. Y, aunque nos propongamos algo muy noble y beneficioso para nosotr

    ra la humanidad, nunca podremos utilizar como arma la mentira, la falacía

    año.

    OCULTACION DE LA VERDAD

    ¿Y no podría originar trastornos indudables al hombre honrado, el hecho de qu

    da utilizar las mismas "bazas" que los demás? En la vida ordinaria

    judicará   notablemente al cristiano el hecho de tenerse que mantener en

    mites -a veces no muy anchos- de la moral?

    ndudablemente, sí. "El que algo quiere algo le cuesta". Pero en contrapa

    drá la tranquilidad y la paz en el alma, la satisfación del deber cumplido, l

    ibilidad de "mirar a la cara" sin tener que aver gonzarse de nada ni de nadie

    cual no quiere decir que tenga la obligación siempre,de decir toda la verdad

     la verdad pero, en determinadas circunstancias justificadas, no toda. Ya Sanstín decía que "aunque todo el que miente quiere

    21

    ultad la verdad, no todo el que oculta la verdad, miente". A veces ócurre

    que se conozca la verdad, ni se puede decir, ni se debe. Son los casos

    reto profesional, del secreto de oficio, del secreto natural y, especialment

    gilo impuesto al sacerdote en el sacramento de la Penitencia. En otros c

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    e la posibilidad de decir la verdad, pero no toda la verdad, sin que por e

    ga en la mentira. Santo Tomás de Aquino, dice que: "no es lícito mentir...

    lícito ocultar rotudentemente la verdad bajo alguna disimulación". Ahora, es

    preciso tomar medidas de prudencia, ya que el pretexto de la disimulación,

    , nunca puede llevarnos a la mentira.

    Ya se ve que todo está en función de la legitimidad del que pregunta. Y no gitimado, naturalmente, el simple curioso o aquel que pretende sonsacarnos

    sarnos algún perjuicio u ocasionárselo a un tercero.

    La ocultación de la verdad sólo podría justificarse habiendo una insosla

    esidad, existiendo una causa razonable y no utilizando medios o manera

    nsecamente malos. Y con ello llegamos al consabido tema de la restricción me

    el que he de confesar paladinamente que no siento ningún especial entusiasmo

    La restricción mental equivale a limitar voluntariamente el sentido y alcan

    palabras, del que le es propio y natural. acomodándolo al interés persona

    mento. Si me preguntan si conozco Suecia y digo que sí, pensando que a trav

    ografías, estoy restringiendo la mente a lo que me conviene, que es decien ese momento por la razón que

    re. Pero indudablemente estoy mintiendo por mucha restricción mental que hag

    ón es obvia: no doy salida a mi interlocutor a que Fueda pensar otra cosa.

    do una contestación ambigua. Ha sido tajante y concreta.

    in embargo cabe un tipo de restricción mental amplia, que siempre dej

    erlocutor -hombre prudente- la posibilidad de interpretar que dadas las

    cunstancias se le ha contestado "eso"; que bien puede significar otra cosa. o, por ejemplo, del comerciante que pondera un artículo de consumo con el f

    ilitar su salida, no parándose en los aspectos negativos y fijándose tan só

    ventajas. El no miente porque dice verdad en lo que dice, y aunque conoc

    verso de la medalla, lo omite. Sin que por ello se pueda decir que está mintie

    ay todo un capítulo de restricciones mentales que pudiéramos llamar "inofensi

    el que hace relación a ciertos formulismos sociales: la llamada telefonica

    e se contesta: "no está" (entendiéndose que: "para usted" y concretamente

    e momento"). O bien ante la visita inoportuna y su ademán de marcharse ya

    nsabidas frases de: "¿pero se van tan pronto?", "hemos pasado un rato muy

    le", etc., etc., que en muchas ocasiones no responden a la realidad, pero qu

    ima ponemos la cortesía. Lo mismo podríamos decir de otro tipo de situacion que manifestar la verdad con toda su crudeza, iría contra el más elem

    ncipio de caridad. De este rango son las mal llamadas "mentiras piadosas"

    más bien recursos caritativos: tranquilizar al enfermo diciéndole que

    or; decirle a una persona preocupada por su delgadez u obe-

    23

    dad que tiene mucho mejor aspecto que la última vez que la vio; decirle

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    mbre maduro que "se conserva" muy bien, etc., etc. Todo ello se justifica

    ón de la delicadeza -que como ya vimos está por encima de la misma verdad-,

    terios de educación y buenos modales que son formas, en último extremo

    idad. Sin embargo, si el hecho de tranquilìzar excesivamente a un enfermo, pu

    evarle a que no se prepare convenientemente a bien morir, entonces no se pue

    oluto justificar esa "mentira" que deja de ser "piadosa" para convertirse en

    usto que le priva de enfrentarse con la realidad de su situación y de poner dios humanos y sacerdotales a los que tenía derecho.

    para concluir este epígrafe diremos a modo de resumen: que conviene en

    mento actuar "a las claras", procurando siempre que sea nuestro sí, sí; y nu

    no. Que hemos de evitar todo tipo de restricciones mentales, porque p

    varnos, con su uso y abuso, a una actitud permanentemente de insinceridad. Q

    medida de lo posible -y no siempre lo será- utilicemos como arma el silencio

    lar no te arrepentirás nunca; de hablar, muchas veces" (Camino, 639).

    ngamos en gran aprecio a la verdad aunque nos pueda acarrear la muerte (Ca

    ; y que la fomentemos con nuestro comportamiento ejemplar. Y, por último, qu

    r ser veraces a ultranza, por convencimiento, siempre nos supondrá  lucha,

    es no pequeña; pero que compensa con creces.

    Nunca quieres afrontar la verdad. Uns veces, por corrección. Otras -las más

    darte un mal rato. Algunas por darlo. Y siempre por cobardía.

    24

    í, con ese miedo a ahondar, jamás serás hombre de criterio" (Camino, 33).

    RMAS DE ARTE MENOR DE LA MENTIRA

    llamarles así no es que quiera disminuir su importancia. He de dejar claro principio que una actitud permanente de insinceridad -en cualquiera de los

    ormas a los que vamos a referirnos seguidamente- puede llegar a plantear un s

    blema de conciencia, hasta el punto de agravarse en el plano moral lo que, en

    mienzos, no paso quizá de ser una ligereza sin mayor entidad.

    a Hipocresía es uno de estos productos de la mentira. Es una actitud repugn

    fingimiento de lo que no se es. Es un tratar de aparentar con la conducta

    e en absoluto responde al modo de pensar. Es un modo de disimular. Hipócri

    uel que quiere parecer, ante los demás, lo que realmente no es. Las frase

    ras que recoge el Evangelio, pronunciadas por Jesucristo, están dirigidas c

    fariseos y doctores de la ley que eran el prototipo, en su época, de hipoc

    adosa", hasta el punto de que el término "fariseo" ha pasado a nuccionario como expresión de falta de veracidad, de actitud fingida y falsa

    al del capítulo ll del Evangelio de San Lucas y en el capítulo 23 de San Mat

    coge la reprensión fuerte -violenta, diríase mejor- de Cristo a los farise

    tores de la Ley: cuyo interior está lleno de rapiria y maldad..., que son com

    ulcros que no se ven y que los hombres pasan por encima sin saberlo..., que p

    diezmos y descuidan la justicia y el amor de Dios..., que echan car-

    25

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    adulación es roña que ataca los metales más nobles, las joyas más preciosas

    íritus más preclaros. De la adulación hay que defenderse porque pudiera ser

    que -sin buscarlo- podriamos exponernos, al ser atacados por todos los flanco

    vez, sin solución de continuidad, y especialmente

    27

    los casos en que por hallarse "situados" en la sociedad, algunos, si no mu

    dieran esperar la concesión de alguna prebenda no fácil, quizás, de lograr

    es utilizar la adulacion.

    llamado también por algunos "tiralevitismo". En lenguaje ya antiguo "tirar

    vita" era semejante a adular, a alabar desproporcionadamente. Se da el cas

    sonas que, ciegas ante el deslumbramiento que les proporcionan sus é

    fesionales, no pueden vivir sin una corte de "aduladores" que les sirve

    ceros o amplificadores de sus múltipres hazañas. Peligrosa conducta ésta,

    cho más pelìgrosa aún, para aquellos que se prestan a ello, sin escrúpulo

    rtapisas morales, incluso pensando que así es el juego de la vida y que como

    y que someterse a sus reglas. De estos segundos bien puede destacarslealtad, no obstante parecer unos “iñcondicionales" a ultranza. Ellos serán

    meros en desertar del campo cuando, por avatares de la vida, "su idolo" quiz

    ga abajo o caiga en el ocaso del olvido.

    burla y la sátira

    pecial peligro reviste en personas ingeniosas y con notable agudeza mental

    la o la sátira incisiva.

    n no pocas ocasiones lo único que se pretende es hacer pasar un buen rato a

    sonas que nos rodean con bromas referidas a algunos de los presentes, pero qu

    an de ser una ocasion de divertimiento, sin más.

    n embargo, a veces, la finalidad no es tanto ésta como la de ridiculizar a

    sona poniéndola en

    28

    dencia, al relatar de ella defectos físicos o morales. No es, pues, propia

    clara injuria o insulto, pero fácilmente se acefca a ellos, porque de alguna

    era queda malparado el honor del prójimo.

    ara no pocas personas constituye su particular arma defensiva. Ordinaria

    ge unas cualidades especiales en la persona, ya que no a todos es dado te- facilidad para este tipo de ofensa al prójimo.

    n el género poético existe también un modo satírico o burlón de expresarse, q

    nomina epigrama. De éste decía Iriarte que: "A la abeja semejante -para que

    cer- el epigrama ha de ser, pequeño, dulce y punzante".

    efectivamente, estas son las características más sobresalientes también,

    la o sátira. Cuanto más pequeña, más incisiva, más punzante y dolorosa:

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    verdadero aguijón.

    Es clara, pues, su malicia, porque atenta contra el derecho del prójimo a

    imado y considerado (va, por tanto, contra la justicia), y también contra la

    dad si se pretendiera claramente el desprecio del prójimo.

    Su gravedad está en función -como dice Santo Tomás- del mayor o menor respetdeba a la persona sobre quien recaiga la burla, y por este orden: Dios, las

    tas, los padres, las personas justas, las demás personas, etc.

    RMAS DE ARTE MAYOR DE LA MENTIRA

    En el Génesis se describe con imágenes vivas y expresivas la creación del uni

    olamente al hablar de la creación del hombre se dice que "fue hecho

    29

    imagen y semejanza de Dios" (Gen 1, 26). Lo cual significa que en el hombrifiesta en forma incomparable toda la dignids;d y la grandeza que le da

    ser un reflejo del mismo Dios.

    El hombre es el rey de la Creación. Todo ha sido hecho para él. El ma

    erativo: "Creced y multiplicaos y dominad la tierra" (Gen 1, 28), es como el

    ma musical dominante de esta maravillosa rinfonía de la Creación que -como

    fonía- tuvo su comienzo y tendrá su fin.

    No es el hombre como la bestia que nace, crece, se reproduce y muere. El homb

    mal racional, es un ser pensante, un ser libre y como tal, capaz de determi

    un sentido u otro de acuerdo con su razón y bajo el imperio de su voluntad.

    ncreto -el hombre individualizado ya- considerado como persona, es por sí petable portador de derechos inviolables.

    Por ser un compuesto de cuerpa y espíritu merece todo respeto y considera

    ene una dignidad. Y su espíritu hace posible que sea elevado por Dios al o

    renatural.

    e ha dicho del hombre que es un "animal social", en el sentido de que precis

    demás para el total despliegue de su existencia. Es solidario con los d

    ro también la comunidad humana precisa del hombre, en primer lugar porque s

    habría comunidad, y en segundo lugar, porque la comunidad social -cada comun

    á lo que sean los hombres que la compongan.

    De aquí se produce el porqué el hombre tiene derecho a ser protegido po

    iedad, en cuanto es portador de valores que la enriquecen. Y en cuanto

    sociedad reconce en él estos valores, éste se hace acreedor al honor y

    nidad que le es debída. Y ello, con independencia de la mayor o menor bondad

    sujeto: lo único importante es que es persona, y como tal ya merece

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    sideración. Lo cual no es óbice para que, además, algunos merezcan una especi

    sideración en virtud del mérito personal que, por cualquier circunstancia,

    traído ante la sociedad. Este especial honor es lo que llamamos fama.

    este honor y esta buena fama tiene el hombre el deber moral de protegerl

    enderla en su caso, porque es más importante muchas veces que la misma vid

    como decía Calderón: "Al Rey la hacienda y la vida se ha de dar, peror..., el honor es un patrimonio del alma, y el alma sólo es de Dios".

    pocas veces la defensa del honor y de la buena fama se constituye en oblig

    ludible, no tanto porque el inocente salve su prestigio, como por

    picaduras que ineludiblemente caerían sobre los suyos ocasionándoles,

    iblemente, perjuicios quizá irreparables.

    os injustos ataques al honor y a la buena fama personal quedan incluidos tam

    el octavo mandamiento. La difamación, la calumnia, la murmuracion, la inj

    baba viscosa y repugnante que chorrea sin cesar de la lengua del in

    rjudicando gravemente su alma y ocasionando verdaderos estragos a la soci

    has pueden ser las causas que originen estas situaciones pero nunca jamás esá justificado este comportamiento, ni siquiera por el afán de resarcirse d

    usticia de los hombres, actuando por cuenta propia: nunca es lícito acumular

    31

    usticia sobre injusticia. Porque pecados contra la justicia y la caridad

    os.

    En efecto, dentro de los precisos márgenes de la virtud de la justicia, pu

    tinguirse tres formas o modos de ésta que responden a otras tantas formas

    icas de relación social: "la justicia conmutativa o reparadora, que regulación del individuo con el individuo; la justicia distributiva o asignadora,

    gula la relación de la comunidad en cuanto tal para con sus miembros, es de

    individuos; y la justicia legal o general, que regula la relación de los

    mbros para con el todo social" (Pieper).

    Pues bien, estas formas de "arte mayor" de la mentira, de las que ve

    lando, no sólo atentan contra la caridad y contra la virtud de la sinceridad

    no también y de modo muy especíal contra la justicia. Esto es lo que hará 

    ndremos ocacion de ver-- que producido el hecho difamatorio, no se solvente

    conciéncia personal sìmplemente con el arrepentimiento, sino que sea preci

    o positivo y externo de restitución de la fama del projimo.

    oda las posibles manifestaciones de "arte mayor", a las que nos vamos a ref

    eden quedar englobadas bajo el término genérico de DIFAMACION, porque todas

    llevan otra intención que ésa: hacer que el prójimo pierda la buena

    quirida, quizás, con verdadero esfuerzo, a lo largo de toda una vida. Es de

    acreditarle, hacerle perder injustamente el crédito que tenía ante los demás

    calumnia y la detracción

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    ndo se propalan falsedades de una persona física o moral (institu

    poración, etc.), con el fin

    32

    lograr más fácilmente su desprestigio y perjudicar su honor, tiene lugar lmamos calumnia.

    aturalmente se trata de una gravisimá   iniusticia, porque utiliza como

    damental la mentira, que no sólo tiene lugar cuando se emite un juicio o se

    pala una espede, sino tambien ciertos gestos o actitudes hacen suponer lo qu

    ria con palabras. Una actitud de inhibición -un dejar hacer o un no hacer- p

    ilmente desembocar en cooperacion a la calumnia pese a no haber intervenido

    ecta e inmediatamente en su propagación.

    Es evidente, por otra parte, que la gravedad de la calumnia aumenta en funci

    calidad de la persona -física o moral- contra quien se dirige o de quien pro

    pocas ocasiones personas de buena fe se ven sorprendidas por especies calumni lanzadas por desaprensivos ohcecados que no reparan en procedimientos par

    ro de sus fines al precio que sea. En estos casos es necesario actuar

    rtaleza y tratar -evitando la murmuración- de informarse bien de los he

    curando mientras tanto no emitir ningún juicio que pudiera constituirle

    eslabon de 1a cadena insisiosa. En un primer momento el silencio puede se

    or arma para evitar la complicidad, porque ésta, moralmente, hace ante Dio

    ponsable casi como aquel que inicio el proceso difamatorio. Y téngase en c

    un hecho de este tipo no pierde grevedad -sino que la mantiene en tod

    ensidad aunque se utilicen fórmulas de expresión "tabú", tales como: "sin áni

    criticar, te diré...", "me han dicho de buena tinta...", "como me lo han dic

    digo...", "te lo contaré pero no se lo digas a nadie...". Y les llamo

    33

    mulas "tabú", porque ingelluamente algunos pueden pensar que iniciando así

    versación quedan liberados de toda responsabilidad moral con respecto a lo

    dieran decir a continuación.

    odría darse el caso de querer esclarecer la verdad de un hecho "que se dice

    e de obtener la resultante entre las dos tendencias: favorable y adversa. Co

    verdad no fuese algo objetivo y hubiera de componerse en función de impres

    sonales. Solamente cuando una persona ha sido sujeto paciente de un

    umnioso puede darse cuenta en toda su intensidad de hasta qué punto es doloroima la actitud del "amigo" que acude al enemigo "del enemigo el consejo", d

    ra que le de su opinión sobre un asunto controvertido. "¡Cuánto duele a Dio

    nto daño a muchas almas -y cuánto puede santificar a otras- la injusticia de

    tos" (Camino, 450).

    Cuando en la vida civil se desea honradamente obtener información sobre

    rsona o una asociación, no se pide a sus enemigas un consejo. Se acude al

    eresado y se va también a quien puede dar un informe objetivo, porque conoc

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    nto; pero no se saca un término medio entre los que están a favor y los que

    contra, porque la verdad nunca ha sido el producto de una mediá áritmética"

    s Soria, Con verdad y caridad, en "Studi Cattolici", XI-XXI, 1963, n.º 39

    xime cuando se trata de personas honorables o de instituciones que merecen

    respetos.

    demás de todo esto, la calumnia puede traer como consecuencia daños difícilarables para la persona e institución misma y para sus familiares y aso-

    34

    dos. Es perfectamente posible destruir o desear simplemente a una persona -f

    moral- como consecuencia de una especie cslumniosa propalada con viso

    ealidad". El "calumnia, que algo queda" es una verdad incuestionable que, e

    or de los casos, exige el paso de mucho tiempo Dara liberarse absolutamente d

    a del infundio.

    , por fin, quiero dejar constancia de un aspecto positivo relacionado con ma, y es el de la obliación en conciencia que tiene todo hombre de sali

    enza de aque11 que él conoce bien, frente a tendenciosas opiniones de

    umnioso. Es un deber de justicia y de caridad actúar en estos casos con vál

    decisión, poniendo sobre el lapete la verdad por encima de todo. Muchas

    girá   una buena dosis de audacia frente a una opinión hostil

    encionadamente se ha generalizado, pero se trata de un deber de lealtad, por

    a verdad y por al prójimo, que: se impone ineludiblémente.

    uy relacionada con la calumnia está la llamada detracción o murmuración. Mie

    e en aquélla -en la calumnia- se denigra al prójimo con base a una mentira,

    pretende lo mismo, pero sin faltar a la verdad. Se trata pues, de difamar al

    mo divulgando algún vicio o defecto oculto que es injusto dar a conocer a sonas.

    onviene mucho que el lector se percate de esta forma de difamación, todavía

    itual que la primera, porque es frecuente estimar que, por tratarse de una v

    nocida por uno, no debe haber inconveniente en que la lleguen a conocer otro

    embargo, aun pareciendo tall inofensivo, puede llegar a ser grave.

    35

    mos dicho que se trata del esclarecimiento injusto de un vicio o defecto, pel caso de que fuera justo darlo a conocer, ya no se trataría de una detrac

    es el caso de la obligáción de denunciar a un criminal, de poner de manif

    ciertas razones la ineptitud de un candidato para un cargo público, descubr

    edimento oculto en uno de los futuros cónyuges que hace inviable un posible

    rimonio, etc.

    hecho de que los defectos puestos de manifiesto hagan referencia a una pe

    fallecida, tampoco excusa de la obiigación de observar con su memori

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    icadeza mínima que se debe al prójimo. "El derecho a la fama acompaña al h

    allá del sepulcro. No es lícíto, por consiguiente, difamar a los muertos,

    r con justa y proDorcionada causa, y siempre a base de datos verdaderos,

    umniosos. Téngase en cuenta, además, que la denigración de un difunto fácil

    ercute sobre su familia, que puede ser inocente de los crímenes del muerto"

    vo Marín, Telogía de la Caridad, B. A. C. n." 192).

    odavía podríamos señalar aquí algún matriz distintivo entre la detracción

    muración. Esta tiene por objeto sembrar discordia entre amigos. Etimológica

    uivale a "ruido sordo y prolongado", es decir "susurro" que entibira las hu

    aciones mediante la crítica acerada y no pocas veces morbosa, que por hace

    rtadillas o ocultamente, resulta todavía más perjudicial. Es el vulgar "ch

    provoca el enfriamiento de la amistad -y lo que es peor, de la ca

    stiana-, y no pocas veces su disolución. Se puede ser susceptible

    muración por falta de fortaleza para cortar todo enredo, o por

    36

    ilidad de carácter, sin excluir, por supuesto, la mala voluntad.

    l juicio temerario

    Juzgar tenìerariamente es tanto como admitir, como ciertas y seguras,

    ndolo, o no teniendo razones de peso suficientes para ello- malas intenc

    ides malas en el prójimo. No es pues, una simple sospecha que lleva a la

    o convencirniento logrado sobre bases inseguras,dándolas por firme

    ncluyentes, fruto, no pocas veces, del odio entre personas o de la envidia

    ene por qué traslucirse externamente y puede quedar en el interior como s

    resión subjetiva pero con trascendencia externa, ya que sirve como dato para

    rar seguida mente.

    e trata de una actitud siempre pecaminosa porque atenta contra la caridad

    ticia, y puede llegar a ser grave, como es natural, si el mal que se atribuye

    grave y hay por parte del que enjuicia, plena voluntariedad.

    an Mateo recoge en su Evangelio unas palabras del Señor que vienen como anil

    do para lo que venimos diciendo: "Con la medida con que midiereis, seréis med

    7, 2). Y también el Señor por San Lucas dice: "No juzguéis y no seréis juzg

    condenéis y no seréis condenados, absolved y seréis absueltos" (Lc 3, 37).

    ara no caer en el juicio temerario nuestra lucha debe centrarse en no

    esivamente impresionables y evitar todo tipo de apasionamientos inconscientesidad, saber escuchar, ecuanimidad y... juzgar solo

    37

    ndo tengamos obligaición de hacerlo y con todos los datos necesarios.

    falso testimonio

    De todas las formas aberrantes de la virtud de la sinceridad es ésta una d

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    exigen menos explicaciones, porque su mismo enunciado es tar, expresivo

    no requiere especiales aclaraciones.

    Emitir un falso testimonio es equivalente a mentir en favor o en perjuicio

    jimo manifestando haber sido testigo de un hecho -no siendo cierto- que p

    judicar a otra u otras personas, pero también beneficiarlas.

    Como se ve sin paliativos -lisa y llanamente- una mentira que produce in

    ño.

    falso testimonio, como género, se especifica en forma singular y caracterís

    ndo se emite ante un tribunal de justicia, porque en este caso no sólo incur

    ntira, sino en injusticia y perjurio. Este último, por la violación del jura

    vio de decir verdad, que siempre se exige al testigo. Pudiendo decirse

    clusión, que adoptar esta actitud siempre supone incurrir en grave pecado

    ísimas excepciones.

    a hemos visto -y simplemente recordamos- que en la moral católica el fin

    tifica los medios claramento ilícitos e injustos.

    injuria

    injuria equivale al insulto personal con el que se ataca al honor de una pe

    se halla ante

    otros. Insulto que puede tener lugar de palabra o de obra.

    ay una clara diferenciación entre la injuria y las otras formas de difamlumnia y detracción), ya que en la injuria se ataca el honor de una persona

    e se `halla presentë, mientras en la calumnia y detracción se atenta contr

    ma del prójimo ausente.

    muy propio de la injuria el producir escándalo entre la concurrencia, y po

    neralmente su malicia puede llegar a verse complicada con transgresiones mo

    otro orden: contra la caridad fraterna, la piedad, la religión, etc.

    OBLIGACION DE REPARAR

    este un apartado de gran importancia por tener relación con cuanto aquí ve

    iendo, especialmente con lo expuesto bajo el epígrafe de "Mentiras de yor": calumnia, detracción, falso testimonio, injuria...

    ualquiera de estas manifestaciones mentirosas suponen claramente una flag

    usticia. Y toda injusticia ha de separarse en la medida humanamente posibl

    al quiere decir que, en el plano moral, no es suficiente con el mero arrep

    nto que puede desembocar en una confesión contrita, es necesario también rep

    isfacer, restituir la fama o el honor conculcados.

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    esposeer del honor o de la fama al prójimo, es privarle de algo a lo que

    recho: es robarle un derecho, es privarle de un bien. Y de la misma manera

    fesarse de un robo exige no sólo el dolor, sino poner los medios par

    titución -por

    39

    procedimiento que se vea más prudente- de lo sustraído, así en este tip

    ados es imprescindible poner los medios también para devolver al difamado l

    dio: su honor, su buen nombre, su fama.

    La restitución es un comportamiento que se deriva de la justicia conmutativ

    que hablamos antes- que tiene por objeto dar a cada uno lo quele correspo

    tenece. En este caso devolver a la persona perjudicada lo que antes tenía y a

    ve privado de ello en virtud de la maledicencia.

    Y la gravedad de la restitución es tal, que exige urgencia en devolver la fa

    honor, por lu lado, y por otro responder de todos los daños y perjuicios, taeriales, que se hayan irrogado como consecuencia de tan infame actitud.

    La detracción y la calumnia es como un incendio devorador que exige una inme

    ervención para evitar que se propague en forma verdaderarnente irreparable

     la urgencia en poner los medios para resarcir, reparando el mal causado

    cuando la calumnia se produce por pura ligereza o frivolidad, en cuant

    quiera conciencia de ella, habrá que actuar sofocando Ia chispa: ahogando

    mal en abundancia de bien. Y tengase muy en cuenta que negarse, por la razó

    ere, a rectificar o satisfacer, constituye una manifiesta injusticia con tod

    vedad que el caso imponga. Y si se tratara de una especie propagada

    lquiera de los medios habituales de la opinión pública (radio, televinsa, etc.), hay obligación de retractarse utilizando esos mismos procedimien

    la suficiente claridad como para que no quede lugar a

    das de que se está rectificando un comportamiento anterior inadecuado.

    eparar una calumnia o una detraccion puede resultar humillante, pero por tra

    algo tan grave obliga a hacerlo incluso con gran incomodidad del que la pro

    en es verdad que a veces podrá ser posible hacerlo salvando la propia fama y

    eso dejar de salvar la ajena, pero si esto no fuera factible, habráonerse a las consecuencias, aun con prejuicio del propio detractor o calumnia

    n el caso del insulto o injuria, se satisfará pidiendo perdón al ofendido y,

    o, mostrando hacia él el afecto y respeto que antes no se tuvo. En el caso

    racción o murmuración y de la mera crítica, -aunque tengan como base

    dadero pero que nunca debería haberse dado a conocer a otros- habrá que pro

    bar a la persona difamada delante de aquellos mismos que fueron tes

    esenciales de la difamación, y tratar de quitar importancia a lo que entonce

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    o, excediéndose en ver lo que de positivo hay en esa persona, liberándola de

    ga infamente.

    n frecuencia puede suceder que, por ligereza, se enjuicie a una persona dejá

    ncasillada” peyorativamente, con carácter definitivo en nuestros moldes ment

    estos casos, hay que tratar de rectificar la intención, evitando que la op

    econcebida pueda influir decisivamente en nuestro comportamiento futuro consona.

    Todo cuanto venimos diciendo con relación a la reparación, satisfacci

    ractación, es esencial para que el culpable pueda lograr la paz en el alma.

    ciso, pues, que el arrepentimiento manifestado en

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    fesión vaya acompañado del firme y efica; propósito de satisfacer por el

    sionado al ofendido.

    rectificación -restituyendo la fama o el honor conculcado- exige, es verdad,

    a buena dosis de fortaleza y humildad; pero nadie queda excusado de poner

    dios para reducir al máximo las funestas consecuencias que se han seguido d

    mportamiento innoble. En todo caso habrá   que estar a lo que recomiend

    fesor, dejándose guíar de su prudencia para actuar con recta conciencia.

    FIDELIDAD

    ha parecido adecuado poner punto final a este folleto, haciendo referencia a

    rtud estupenda que es reflejo vivo de esa otra que hemos llamado al prin

    RACIDAD, porque no otra cosa es la FIDELIDAD.

    er fiel es tanto como mantenerse a base de rectificar, en la línea recta d

    ducta intachable. Es vivir con verdad, "sin doblez ni engaño" (roh 1, 47).

    permanecer en el terreno firme de la lealta,por encimade todo, sin

    ncesiones a la galería". Es la veracidad de toda una vida, "a pesar de los pe

    res". Es nobleza, sinceridad, comprensión con todos y corazón abierto. N

    pia, como no es utópica la santidad, que al no ser posible lograr en un ins-

    nte, exige el esfuerzo de toda una vida, poco a poco, serenamente, sufrien

    lando, sufriendo y amando.

    idelidad que es lealtad. Es decir, perseverancia en lo que vale la pena, p

    e la pena. Lealtad con Dios, primero, y lealtad con el prójimo después, ; que

    como Dios se nos va manifestando cada dia y en cada minuto de todos los días

    idelidad que; es perseverancia en el amor, poniendo los medios -llegado el

    ra evitar que se enfríe y acabe en la indiferencia. Perseverancia en el amor

    manifiesta, más bien, en infinidad de detalles pequeños acumulados un día y

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    en grandes y ostentosas manifestaciones que no siempre serán necesaria

    tibles. Perseverancia en el amor que es tanto como delicadeza, finura

    iritu, corrección en las formas, atenciones que parecen innecesarias..., y h

    dado del aspecto externo.

    n ocasiones tenemos la impresión de que el espíritu crítico irrumpe sin po

    mediar y en forma tan verdaderamente inoportuna que en un momento es capatruir todo lo que labramos tras años de paciencia casi heroica y de compre

    mitada. Y nos preguntamos hasta qué punto el espíritu crítico es malo en su

    trastocarlo todo, de revolverlo, de quererlo hacer distinto...

    puede decirse, sin más, que que el espíritu crítico sea algo malo en sí mis

    bien se puede decir que, en principio, es algo bueno y conveniente, propio d

    eligencia del hombre. Pero para ello es preciso esforzarse en lograr que no

    vierta símplemente en mera alma destructura o aniquiladora. Un espíritu cr

    itivo, con afan de superàcìon y de mejora, es bueno, y más que bueno, buenis

    conveniente para el progreso de personas y estructuras. Una sana crític

    esaria.

    ero, como todo, el espíritu crítico exige un cauce, un modo de hacer, para q

    convierta en instrumento destructor, sin más. Se puede destruir siem

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    que esté uno dispuesto a superarse, a construir algo mejor o que uno

    nradamente que va a ser mejor, siempre que se tengan un plan futuro estudia

    n elaborado. Y eso también es fidelidad, porque es afán de superación.

    hora bien, todo acto virtuoso-y en algún momento, destruir o renovar puede sge por su misma naturaleza un orden, un sistema, un modo. No puede ser un

    rquico, fruto de un pronto o de una ocurrencia momentánea.

    n el comportamiento de quienes nos rodean nos parece descubrir, a veces, mod

    er y actitudes que desdicen de lo que esperamos o deberíamos esperar de ello

    tos casos la crítica interna surge espontánea: hay que ayudarles, hay que p

    medios para que se den cuenta y traten de reformarse. Este es el momento

    er en práctica algo tan evangélico como la llamada corrección fraterna, ver-

    dera crítica leal y constructiva. Corrección que será efectivamente evangéli

    ando a un lado todo tipo de excusas y sacudiendo la pereza, buscamos el mom

    opicio para -a solas can el interesado exponerle nuestro punto de vista

    ridad y delicadeza al mismo tiempo.

    turalmente esto exige por parte del que la recibe una actitud de agradecimien

    poca dosis de humildad, es decir, de sentido comun para recibir la ayuda l

    terna que le va a llevar a mejorar en su comportamiento. Por eso si

    eríamos estar dispuestos a ver con bllenos ojos que aquellos que nos quier

    ecisamente porque nos quieren- nos digan las verdades a la cara, valientemen

    rodeos. ¿Cuántos comportamientos y situaciones des

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    adables evitaríamos si estuviéramos dispuestos a ayudar a nuestra hermano,

    uridad de que él agradecerá nuestro desvelo por hacerle ver lo que no va!

    s preciso por parte del que corrige una buena dosis de audacia y de pacien

    que si el defecto se halla muy arragiado, no se logrará la rectificació

    conducta en un instante..., exigirá   tiempo, incluso contando con la untad del corregido.

    l mismo Senor que dijo: "No juzguéis y no seréis juzgados, no condenéis

    éis condenados..." (Lc 6, 37), también dijo: "Si tu hermano peca contra ti,

    rígele a solas... Si te escucha, habrás ganado a tu hermano..." (Mt 18, 15).

    or obra de caridad que la de corregir lealmente a otro, ganándolo para

    ándolo como hermano!

    lo largo de estas páginas hemos ido desarrollando el contenido del o

    damiento de la Ley de Dios. Si has tenido la paciencia de llegar hasta aquí

    porque tienes deseos de mejorar, de conocer lo que el Señor quiere de ti

    rle más y servirle mejor.

    a ves que el camino no es fácil; sin embargo, es perfectamente asequible, p

    mandato del Señor -"Ser perfectos"- es para todos sin distinción.

    el mandato es imperativo.

    e he llevado de la mano hasta e! epígrafe final -Fidelidad-con toda inten

    rque todo lo que no sea fidelidad es lo demás: insinceridad, trapisonda, ch

    muración o calumnia. Espíritu crítico mal dirigido.

    jalá   te animes a poner en práctica lo que aquí  te digo, sin dar luga

    aliento. Piensa que ser bueno

    45

    á bien, pero es poco. Has de ser santo, que es tanto como excederte const

    te: no limitarte a cumplir lo preciso de tu obligación... Lo tuyo ha de ser

    gustoso caminar por agradar a Dios y amarle cada vez más. Y ya sabes qu

    dida del amor es no tener medida.

    Que cómo sabrás tú que amas a Dios? Dándote generosamente al prójimo. Haz

    pósito -ponte como lema de tu vida-no hablar nunca innecesariamente mal de n

    car siempre una excusa al comportamiento de tu hermano. Comprender. Tener

    todo visión positiva. Así caminarás síempre con alegría y paz en el alma. Y mbiarás por nadie.

    erás feliz.


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