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¿Para qué sirve la gramática...

Date post: 02-May-2018
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¿Para qué sirve la gramática tensiva?* Claude Zilberberg (Centro Nacional de Investigación Científica de París, CNRS Recibido: 22/11/08 Aprobado: 19/01/09 Contratexto n. O 17, 2009, ISSN 1025-9945, pp. 103-135. RESUMEN: A la pregunta provocativa ¿Para qué sirve la gramática tensiva?, Claude Zilberberg responde con una reflexión que resume sus teorías sobre la tensividad y su función en la producción de sentido. Después de una pun- tualización sobre la “lengua y el sentido”, plantea los problemas mismos de la gramática tensiva, comenzando por la construcción de las categorías que le son propias: la intensidad y la extensidad, fundamentalmente, como valencias que definen y determinan los valores; el intervalo que regula los problemas de la cantidad; la sintaxis de la intensidad y sintaxis de la extensidad; para terminar con la problemática del valor, que es el que está siempre en el punto de mira. Palabras clave: Gramática tensiva - lengua y sentido - categorías tensivas - intervalo - sintaxis intensiva - sintaxis extensiva - utilidad - aplicaciones. ¿What is tense grammar for? SUMMARY: The interesting question ¿What does tense grammar is for?, is an- swered by Claude Zilberberg with a reflection that captures its theories about tensivity and its function in the production of sense. After a clarification on “language and sense”, he raises the issues of tense grammar, starting with the construction of its own categories: intensity and extensity, mainly, as valences that define and determinate there own values; the interval that regulates the quantity problems; the syntax of intensity and syntax of extensity; to finish with the value problematic, which is always in the sight. Key words: Tense grammar - language and sense - tense categories - interval - intensive syntax - extensive syntax - usefulness - applications. * Traducción. Desiderio Blanco.
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¿Para qué sirve la gramática tensiva?*Claude Zilberberg

(Centro Nacional de Investigación Científica de París, CNRS)Recibido: 22/11/08Aprobado: 19/01/09

Contratexto n.O 17, 2009, ISSN 1025-9945, pp. 103-135.

RESUMEN: A la pregunta provocativa ¿Para qué sirve la gramática tensiva?,Claude Zil ber berg responde con una reflexión que resume sus teorías sobrela tensividad y su función en la producción de sentido. Después de una pun-tualización sobre la “lengua y el sentido”, plantea los problemas mismos dela gramática tensiva, comenzando por la construcción de las categorías que leson propias: la intensidad y la extensidad, funda mentalmente, como valenciasque definen y determinan los valores; el intervalo que regula los problemas dela cantidad; la sintaxis de la intensidad y sintaxis de la extensidad; para terminarcon la problemática del valor, que es el que está siempre en el punto de mira.Palabras clave: Gramática tensiva - lengua y sentido - categorías tensivas -intervalo - sintaxis intensiva - sintaxis extensiva - utilidad - aplicaciones.

¿What is tense grammar for?SUMMARY: The interesting question ¿What does tense grammar is for?, is an-swered by Claude Zilberberg with a reflection that captures its theories abouttensivity and its function in the production of sense. After a clarification on“language and sense”, he raises the issues of tense grammar, starting with theconstruction of its own categories: intensity and extensity, mainly, as valencesthat define and determinate there own values; the interval that regulates thequantity problems; the syntax of intensity and syntax of extensity; to finish withthe value problematic, which is always in the sight.Key words: Tense grammar - language and sense - tense categories - interval -intensive syntax - extensive syntax - usefulness - applications.

* Traducción. Desiderio Blanco.

Le mystère est que, dans le moment mêmeoù le langage est ainsi obsedé de lui-même, illui est donné, comme par surcroît, de nousouvrir à une signification.*

M. MERLEAU-PONTYE l título provocador: ¿para qué sirvela gramática tensiva? no nos perte-

nece. Proviene de los brasileños L.Tatit, I. Lopes y W. Beividas. Desde elpunto de vista subjetal, la locucióninterrogativa: ¿para qué sirve? corres-ponde a la configuración del desafío, lacual, según Greimas,1 pone en duda lacom pe tencia del enunciatario paraejecutar el programa propuesto. Unade dos: o el enunciatario no respondeal desafío, y, en ese caso, queda desca-lificado; o acepta el desafío y su reali-zación es actualizada, es decir, antici-pada como in suficiente por el enun-ciador [de la pregunta]:

En el caso de la provocación por de sa -fío, que es la que nos interesa en estemo mento, el mensaje per suasivo delsu jeto manipulador que acompaña laproposición de contrato consiste ensignificar al sujeto que uno se preparaa manipular su falta de competencia:el sujeto S2 es así invitado a ejecutarcierto programa (PN) y al mismotiempo queda advertido de su insufi-

ciencia modal (del “no poder hacer”)para efectuarlo.2

Desde el punto de vista objetal, lalocución: ¿para que sirve? deja entreverun fondo de escepticismo en el casomás favorable, si es que no de nihilis-mo, dando a entender que las cons-trucciones conceptuales son, como losseres de la naturaleza, perecibles, yque basta, en suma, con tener pacien-cia, y que los libros perduran, conesfuerzos y cuidados considerables,como plano de la expresión, pero no,ciertamente, como plano del con-tenido. La locución ¿para qué sirve?, siel enunciatario la recibe, se convierteen una invitación al heroísmo, o alridículo si es que no logra el objetivoque se ha fijado: convencer a su con-tendor en potencia.

El programa propuesto comportauna segunda demanda no modaliza-da: el lenguaje y el sentido. Ambasdemandas son muy diferentes. La pri-mera: el lenguaje y el sentido, es unainvitación a evaluar el grado de comu-nicación que se puede establecer entredos magnitudes que presentan, ya unaire de familia, una relación de simila-ridad según Jakobson, ya una vecin-

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* “El misterio reside en que, cuando el lenguaje se ve obsesionado por sí mismo, adquiere,como por añadidura, la capacidad de abrirnos a una significación”.1 GREIMAS, A. J. “El desafío”. Del sentido II, 1989, pp. 242-254. Como hace con frecuencia,Greimas toma por punto de partida, por germen, la definición del diccionario: el desafíoes “una declaración pro vocadora por medio de la cual uno le hace saber a alguien que loconsidera incapaz de hacer una cosa”.2 Ibídem, p. 244.

dad, una relación de contigüidad,siempre según Jakobson. La segundademanda: ¿para qué sirve la gramáticatensiva? conlleva una dimensión per-sonal en la medida en que yo he podi-do contribuir al desarrollo del puntode vista tensivo; en ese sentido, apelaa la dimensión argumentativa e inter-subjetiva del discurso, puesto que nosenfrentamos siempre a entimemas, esdecir, según Aristóteles, a silogismostruncos. Comenzaremos por la prime-ra demanda: el lenguaje y el sentido.La lengua y el sentidoUna observación preliminar se impo-ne: consideraremos aquí las relacio-nes entre la lengua y el sentido. El tér-mino de lenguaje tiene dos acepcio-nes: una acepción elevada, cuando de -sig na una facultad superior, y actual-mente, una acepción corriente, cuan-do designa la presencia de un códigosumario, como por ejemplo el semáfo-ro que regula la circulación de losvehículos. Lo mismo se puede decir

de otras tantas señales que algunosseres ani mados inter cam bian entre sí,como por ejemplo el lenguaje de lasabejas descifrado por Von Frisch, aun-que la distancia con el lenguaje huma-no es tan considerable que el términoparece francamente abusivo. La pro-blemática relativa a la facultad dellenguaje pertenece indudablemente ala antropología y las cuestiones quetrata son de temer. Desde el punto devista diacrónico, la aparición del len -gua je desafía el pensamiento. Por suparte, Lévi-Strauss estima que el len-guaje, tal como se revela,3 “no ha po -di do nacer más que de golpe”:4 enefecto, una creación progresiva repo-sa en una petición de principio, pues-to que el sujeto, en ese caso, ¡deberíaactualizar lo que ignora! Pero una crea ción espontánea tampoco es pen-sable. Desde el punto de vista sincró-nico, el problema más ar duo reside enla tipología de las lenguas, y está muylejos de haber sido re suelto. Por lo de -más, lenguas no estudiadas desapare-

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3 En el capítulo “Tipología de las estructuras lingüísticas” de la obra titulada El lenguaje,Hjelmslev precisa, a partir de su teoría de las relaciones, las principales articulaciones alas que recurren las lenguas (1968). 4 “Cualesquiera que hayan sido el momento y las circunstancias de su aparición en la esca-la de la vida animal, el lenguaje no ha podido nacer más que de un solo golpe. Las cosasno han podido ponerse a significar progresivamente. Como consecuencia de una trans-formación, cuyo estudio no corresponde a las ciencias sociales, sino a la biología y a lapsicología, se produjo un salto de un estadio en el que nada tenía sentido, a otro en el quetodo lo tenía. Ahora bien, esta observación, en apariencia banal, es importante, porque esecambio radical no tiene contrapartida en el dominio del conocimiento, el cual se elaboralenta y progresivamente” (“Introducción a la obra de M. Mauss”, en MAUSS, M. Sociologíay antropología, 1979. [p. XLVII de la edición francesa, París: Minuit, 1960]).

cen sin que siquiera ten gamos noticiade ellas, de suerte que la búsqueda ti -pológica, aunque tuviera éxito, seríasiempre incompleta.

Con estas precauciones, la palabramás misteriosa, la más embarazosatam bién es, sin duda, la conjunción“y” en la medida en que proyecta en -tre los términos que enlaza una si me -tría, una igualdad, un contraste o almenos una conmensurabilidad: el díay la noche, el bien y el mal, lo duro ylo blando, para Bachelard… La con-junción de coordinación “y” constitu-ye una suerte de “caja de herramien-tas” mental en la cual rebuscamos. Enesa “caja” encontramos principalmen-te el “porque” y el “por tanto”; el“porque”, que inyecta causalidad enel discurso; el “por tanto”, que apela ala racionalidad. Con esto consoli-damos la “y” de nuestra redacción,pues la lengua proporciona al sujetohablante útiles preciosos que le prece-den y sobreviven.

La “y” interesa al plano de la ex -pre sión y proporciona una escena a larelación que conviene establecer entreel sentido y la lengua. A partir del in -ven tario de las relaciones estruc tu ra -les establecidas por Hjelmslev en losProlegómenos,5 se presentan dos posi-bilidades: 1) la indiferencia y la coin-cidencia, que recibe el nombre de

“constelación”; 2) la interdependenciay la dependencia unilateral, que deno-minamos “determinación”. La respues -ta depende, en parte, de la concepciónde la lengua que uno adopte. Si unotiene una concepción bastante laxa dela lengua, el sentido se organiza segúnsus vías y sus tensiones propias, y lalengua no es más que un vehículo.Después de todo, la narratividad ca -nónica derivada de los análisis dePropp no debe a la lengua el sentidoque manifiesta, lo mismo que las ca -racterísticas de una melodía agrada-ble son ajenas al soporte sobre el cualestán grabadas.

A W. Humboldt se debe, sin duda,una de las primeras formulaciones dela tesis que plantea la dependencia delsentido de la lengua que lo enuncia:“Lo que distingue las lenguas entre síno son tanto los sonidos y los signos,sino las visiones del mundo que orga-nizan”. En eso residen, según Hum-boldt, el fundamento y la meta últimade toda investigación sobre el lengua-je.6 Sin embargo, la postulación de lanoción de visión del mundo no tieneel mismo sitio que el que nosotrosestamos dispuestos a atribuirle. Paranosotros, es el sujeto; de ahí, por ejem-plo, la derivación, en el plano de laexpresión, de un adjetivo a partir deun nombre propio respetado, como

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5 HJELMSLEV, L. Prolegómenos a una teoría del lenguaje, 1971, p. 42.6 CASSIRER, E. Filosofía de las formas simbólicas, tomo 1, 1998, p. 112.

“Balzac” que da por extensión “bal-zaciano”, o “Mozart”, “mozartiano”...

Cada lengua es portadora de unasubjetividad compartida, y la convo-cación de las lenguas funda una obje-tividad para Humboldt: “La subjetivi-dad del conjunto de la humanidad seconvierte en algo objetivo”.7

La expresión “visión del mundo”puede prestarse a un malentendidoen la medida en que parece tomar encuenta la percepción visual para reco-nocer el estado de los lugares. Lametáfora a la que recurre Humboldtes musical: “Si los hombres se com-prenden, […] es porque tocan lamisma cuerda de su instrumento espi-ritual, lo cual desencadena en cadauno de los interlocutores conceptosque se corresponden entre sí sin serexactamente los mismos”.8

En el mismo espíritu, significarconsiste en hacer, así como la músicano comienza hasta que el ejecutantehace sonar su instrumento; de ahí laformula: “[…] el lenguaje no es unaobra (ergon) sino una actividad (enér-geia)”.9 Este punto de vista es retoma-do por Hjelmslev en los Principios degramática general: “Lo sincrónico esuna actividad, una enérgeia”.10 Así,

en presencia de la bifurcación intri-gante entre morfología y sintaxis, lasignificación como propuesta de sen-tido está más bien del lado de la frase.

Hjelmslev mantiene categórica-mente la tesis de la dependencia uni-lateral del sentido en relación con lalengua: “La lengua es la forma porme dio de la cual concebimos el mun -do. No existe teoría del conocimiento,objetiva y definitiva, sin recurso a loshechos de lengua. No hay filosofía sinlingüística”.11

En los Prolegómenos, Hjelmslevpro pone dos ejemplos de la depen-dencia estrecha que existe entre laepis temología y la lingüística. En pri-mer lugar, identifica la “deducción” yel análisis:

El único procedimiento posible parades cubrir el sistema que sostiene untexto es un análisis que considere eltex to como una clase analizable encom ponentes; esos componentes se -rán, a su vez, considerados como cla-ses analizables en otros com ponentes;y así sucesiva mente, hasta agotar laspo sibilidades de análisis. […] Lalingüística contemporánea […] hadesignado este procedimiento […]con el término de deducción.12

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7 Ibídem.8 Ibídem, p. 114.9 Ibídem.10 HJELMSLEV, L. Principes de grammaire générale, 1928, p. 56.11 HJELMSLEV, L. “Essai d’une théorie des morphèmes”. Essais linguistiques, 1971, p. 173.12 HJELMSLEV, L. Prolegómenos a una teoría del lenguaje, 1971, pp. 25-26.

Luego, en el capítulo diez, identifi-ca el “análisis-deducción” con la“con clu sión lógica”:

Nuestras definiciones en nada contra-dicen o impiden el empleo de la pala-bra de ducción en el sentido de “con-clusión lógica”. Creemos que es posi-ble de cir que proposiciones que sededucen de otras proposiciones resul-tan así por análisis: en cada nivel delprocedimiento, las proposiciones de -ducidas son objetos que depen denunos de otros de manera homogénea,así como de pen den todos de la pro -posición presupuesta.13

El segundo ejemplo se refiere a larelación que engarza entre sí el sincre-tismo y la implicación. En principio,un sincretismo, o también la neutrali-zación, “consiste en el hecho de que,con ciertas condiciones, la conmuta-ción entre dos invariantes puede sersuspendida”.14 El concepto de impli-cación es introducido en los siguientetérminos:

Si, en una lengua, las consonantes sor-das y sonoras establecen una conmu-tación mutua, y si, delante de otraconsonante, esa conmutación es sus-pendida, de tal suerte que una sordase trasforma en sonora delante de otrasonora, hay implicación.15

La dinámica de la relación se esta-blece así: “[…] en determinadas con-diciones, una consonante sorda im-plica una consonante sonora, y unaconsonante sonora es implicada poruna consonante sorda”.16 La asunciónde la implicación lógica por la impli-cación lingüística es prácticamenteobvia para Hjelmslev:

Se puede observar que el empleo quehacemos del término implicación con -cuerda exactamente con el que hace lalógica y no es más que una aplicaciónparticular del mismo. La implicaciónes una función “si…entonces” que, ennuestros ejemplos se aplica no a pro-posiciones, sino a magnitudes demenor extensión: si tenemos la magni-tud de expresión glosemática p en unare la ción dada con alguna otra, en -tonces tendremos q. La implicaciónlógica en tre proposiciones constituyeotro caso particular de la implicaciónlin güís tica.17

A partir de estos dos casos, la len-gua obliga al pensamiento.

La actitud de la semiótica greima-siana a propósito de la implicación tra-duce cierto embarazo en la medida enque reduce la implicación a la presu-posición: la proposición introducidapor “si” es planteada como presupo-

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13 Ibídem, p. 52.14 Ibídem, p. 125.15 Ibídem, p. 128.16 Ibídem, p. 129.17 Ibídem.

niente, la proposición que introduce“entonces”, como presupuesta; la pre-suponiente implica la presupuesta. Porotra parte, la implicación interviene enel funcionamiento del cuadrado se -miótico, puesto que es ella la que seencarga de los pasajes de [no S1] a [S2]y de [no S2] a [S1], pero esa transitivi-dad ha sido puesta en duda en nom-bre de la gradualidad y de la comple-jidad. Como señalaba B. Pottier, el“no-rico” no es forzosamente “po bre”:solamente lo es con una condición queel cuadrado semiótico ignora.

A modo de ilustración, se puedecitar la tesis de F. Mauthner, quiencon sidera que la tabla de las catego -rías establecida por Aristóteles no ha -ce más que calcar las categorías de lagramática griega, lo cual significa quenadie estaría en capacidad de pensarmas allá o fuera de la lengua que uti-liza. Dentro del mismo espíritu, sonmuchos los que subrayan la relacióntan estrecha que tiene la filosofía deHeidegger con la lengua alemana, y,

en menor medida, con la len gua grie-ga.18 En efecto, para Heidegger, pen-sar consiste en desenmarañar el juegode prefijos y sufijos de una palabracualquiera. La misma preocupaciónencontraremos en W. Benjamin: “Laconvicción que me guía en mis tenta-tivas literarias […] [es] que toda ver-dad tiene su mansión, su residenciaancestral en la lengua…”.19 Pero esadisposición no se limita a los pensa-dores y a los creadores si atendemos aCassirer: “En ese sentido, palabrasque pertenecen a lenguas diferentesjamás pueden ser sinónimas”.20 Deesa dependencia de las significacionesen relación con la lengua y la culturaque son las nuestras aportaremos otroejemplo. En una de las sesiones delseminario que dirigía, Greimas advir-tió la reacción de un suizo a la lecturade su estudio sobre la cól era;21 el sui -zo le hizo una objeción embarazosa:que su estudio analizaba la cólerafrancesa, es decir, una cólera específi-ca, tributaria de la lengua y de la cul-

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18 Según G. Steiner: “Y ya en Ser y Tiempo, Heidegger acude a la etimología. La palabra sim-ple, aceptada desde siempre, servirá precisamente para que encierre, según él, la mayorcarga de una percepción inicial y válida. Y así, las palabras antiguas y claras son las másricas de sentido. Lo que pasa es que nosotros hemos olvidado su fuerza fundamental-mente incisiva y su testimonio existencial. Por medio de una meditación antigua, acom-pañada de una suerte de vehemente esfuerzo de penetración, acerca de la etimología y dela historia primitiva de una palabra, el pensador puede obligarla a liberar su formidablequantum de iluminación y de energía” (Martin Heidegger, 1981, p. 20).19 ARENDT, H. Walter Benjamin 1892-1940, 2007, p. 102.20 CASSIRER, E. Op. cit., p. 267.21 GREIMAS, A. J. “De la cólera, estudio de semántica lexical”. Del sentido II. Op. cit., pp. 255-280.

tura francesa. Nosotros añadiríamospor nuestra cuenta que en Michaux seencuentran varios textos referentes ala cólera, que se alejan de la perspecti-va greimasiana.

Es difícil apreciar el alcance de latesis sostenida por Hjelmslev. Si nosatenemos solamente a la retórica ar -gumentativa, es muy fuerte, puestoque afecta a dos operaciones mayorese incesantes: la deducción y la impli-cación; pero esa fuerza es también sulímite. Nos gustaría mostrar, a propó-sito de un ejemplo, también limitado,que entre la lengua y la práctica seconstata un isomorfismo, sin que poda-mos, no obstante, zanjar la cuestiónde la anterioridad. El estudio diacró-nico muestra que la expresión deltiempo y la expresión del aspecto, esdecir, de los modos de actuar, sondesiguales; que la expresión de losmodos de la acción es más rica que ladel tiempo, con frecuencia demasiadosumaria y más tardía. De esa riqueza,Cassirer da una idea en las líneassiguientes:

Distinguimos la acción que co mienza‘bruscamente’ de la acción que se de -sarrolla poco a poco, la que se cumplede un salto de aquella que se desarro-lla en continuidad, la que constituyeun todo único de la que puede des -com po ner se en fases idénticas que serepiten con cierto ritmo.22

Además, repetitivas, las accionesde los hombres tienen su tempo, su to -no, su ritmo, su cifra, en una palabra,su prosodia inmanente que condicionasu eficiencia inmediata y que apreciael cuerpo agente, y su transmisibili-dad. En la primera frase, Cassirertoma en cuenta eso que nosotros he -mos llamado modo de eficiencia, es de-cir, la alternancia entre el “sobreve-nir” como principio del evento y el“lle gar a” como principio del ejercicio.Pero, ¿dónde está la residencia prime-ra o última del evento? ¿En la lenguao en la vivencia? El evento está “en” lalengua si se conviene en hacer de laexclamación el pivote sincrético de laestructura frástica, pero está igual -men te “en” la retórica tropológica, se -gún Fontanier, y soporta una figurararamente mencionada, la abrupción:

El nombre de Abrupción le convieneme jor que cualquier otro, sin duda, ala figura que aquí tenemos en vista.Este nombre expresa bastante bien, sino me equivoco, lo que puede enten-derse por pasaje brusco, imprevisto,por pasaje “ex abrupto”. Se trata preci-samente de designar una figura por lacual se suprimen las transicionesusuales entre las partes de un diálogo,o delante de un discurso directo, a finde hacer la exposición más animada ymás interesante.23

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22 CASSIRER, E. Op. cit., p. 191.23 FONTANIER, P. Les figures du discours, 1968, p. 342.

Si Fontanier hace del evento una fi -gura, H. Focillon lo acepta como unacategoría estética, o sea, como unamagnitud metalingüística: “¿Qué es elevento? Acabamos de decirlo: una‘brusquedad’ eficaz”.24 El evento está,pues, “en” el sentido y “en” la lengua:en el sentido, en virtud de las valen-cias extremas de tempo y de tonicidadque manifiesta, y en la lengua, en ra -zón de la forma exclamativa o inter-jectiva que selecciona:

Se dice en particular que la expresión“manitu” es empleada siempre que lare pre sentación y la imaginación sonexcitadas por algo nuevo y extraor di -na rio: si, du rante la pesca, uno atrapauna especie aún desconocida de pe -ces, eso hace surgir de inmediato laexpresión de “manitu” […]. Las ex -presiones de “wakan” y de “wa kan -da”, entre los Sioux, parece que re -montan etimo ló gicamente a interjec-ciones que traducen el asombro.25

Registramos una correspondencia,una concordancia entre el sentido y lalengua de acuerdo con la condiciónindicada al comienzo por Humboldt:los contenidos “se corresponden sinser exactamente los mismos”.

¿Para qué sirve la gramáticatensiva?Quisiéramos, primero, llamar la aten-ción sobre la economía singular de lateoría en las llamadas ciencias huma-nas. Anticipando un poco, considera-mos que la sintaxis tensiva comportados vertientes: una sintaxis intensivaque procede por aumentos y por dis-minuciones, y una sintaxis extensivaque procede por selecciones y pormezclas, las cuales no tienen nada depeyorativo, puesto que presuponen,respectivamente, análisis y síntesis.Existen dos vías para que una teoría sedesarrolle: una aproximación axio má -tica que propone principios, de hechodefiniciones, a partir de los cualesdeduce consecuencias que, por in-versión, se convierten en presuponien-tes. Este acercamiento es el que sepractica en Semiótica 1, especialmenteen las entradas “densas” como “cua -dra do semiótico” y “recorrido generati-vo”. Un segundo acercamiento, total-mente diferente, consiste en mezclar-los, a partir de “deudas” y de présta-mos declarados. Eso es lo que nosotroshemos tratado de hacer en el estudioconsagrado a la obra de Greimas enRaison et poétique du sens.26 Allí distin-guíamos seis “herencias”: la herencia

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24 FOCILLON, H. Vie des formes, 1996, p. 99.25 CASSIRER, E. Op. cit., tomo 2, p. 110, n. 7.26 ZILBERBERG, Cl. “Greimas et le paradigme sémiotique”. Raison et poétique du sens, 1988,pp. 65-94.

ginebrina (Saussure), la herencia pra-guense (Jakobson), la herencia danesa(Bröndal y Hjelmslev), la herenciarusa (Propp), la herencia francesa (Tes-nière), la herencia alemana (Husserl,Merleau-Ponty).

Considerada en esa perspectiva,una teoría puede ser evaluada deacuerdo con tres criterios: el número,el acento y la pulidez. El número delos préstamos puede ser reducido oam plio. Por ejemplo, Hjelmslev no re -co noce más que un solo predecesor:Saussure.27 Por acento, entendemos laselección del préstamo decisivo, aquelque le da a la teoría su orientación; sicomparamos Semántica estructural ySemiótica 1, esta última debe su orien-tación a la adopción de la epistemo-logía austera desarrollada en los Pro-legómenos y no a la que se presenta enLa categoría de los casos. Finalmente, lapulidez designa, para un observadoratento, la calidad de homogeneidadobtenida, puesto que una mezcla eslograda si las trazas de las magnitu-des en préstamo han sido borradas,virtualizadas. Si ninguna teoría con-sistente, o lo que es lo mismo, recibi-da, puede evitar esa dependencia res-pecto de aquellas que la han precedi-do, es porque las teorías, como losproductos del bricolaje en su orden,aparecen como puntos de vista, lo quede ninguna manera las descalifica.

Bajo estas premisas, las teorías pre-sentan cierta analogía con los juegos decartas. De un juego a otro, las mismascartas, afectadas de valores diferentes(Saussure), son regidas por reglassintácticas diferentes. Cada juego tienesus reglas particulares, su sintaxis, ave ces sumaria, porque depende am -plia mente del azar, a veces sutil, queexi ge grandes competencias y unaprác tica continua. En El pensamientosalvaje, Lévi-Strauss ha propuesto otrametáfora, la del bricolaje: del bricoler,Lévi-Strauss escribe que

[…] su universo ins tru mental estácerrado, y la regla de su juego consis-te siempre en arreglarse con los“medios que tiene a mano” es decir,con un conjunto a cada instante finitode instrumentos y de materiales,heteróclitos a lo sumo, ya que la com -po si ción del conjunto no está en rela-ción con el proyecto del momento ni,por lo demás, con ningún proyectoparticular, sino que es el resultadocontingente de todas las ocasionesque se han presentado de renovar elstock o de con servarlo en buen estadocon los residuos de construcciones ode destrucciones anteriores.28

El análisis del bricolaje apela a laindulgencia. Otra metáfora apareciódespués, la del reciclaje. ¿La conse-cuencia? Se enuncia así: si todas las

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27 Para Hjelmslev, “Un solo teórico merece ser citado como antecesor indiscutible: el suizoFerdinand de Saussure” (Prolegómenos a una teoría del lenguaje, 1984, p. 17).28 LÉVI-STRAUSS, Cl. El pensamiento salvaje, 1984, pp. 35-36.

teorías están combinadas, mezcladas,juzgar una teoría es juzgar una plura-lidad, una diversidad de hecho. Enesas condiciones, el rechazo de unateoría en ciencias humanas no es cosafácil. Si volvemos a la teoría greima-siana, esperamos haber mostrado quedicha teoría incorpora adquisicionesapreciables y para algunos sin dudadefinitivas.29 Como indica Vendryes,la negación no siempre logra su ob -jetivo.

Tenemos que decir algunas pala-bras sobre la formamisma de la teoría.Dicha forma depende del objeto queuno elige. Si nos remitimos, comoperso nalmente lo hacemos con fre-cuen cia, a las obras ejemplares deWölfflin, llegamos a dos observacio-nes simples: en primer lugar, unmicrouniverso responde a un estilo,según la acepción que le da Merleau-Ponty en La prosa del mundo: “Un esti-lo es lo que hace posible toda su sig-nificación”.30 En segundo lugar, unestilo está em pa re jado con otro endiacronía o en sincronía. En materiade estilo, la unidad es dos, la unidades una dualidad. En otras palabras,solo la compa ra ción es ilustrativa. Lacosa se complica un poco si se consi-dera que, para Wölfflin, el arte delRenacimiento se coloca más bien del

lado del “llegar a” y el arte barrocomás bien del lado del “sobrevenir”.De todos modos, esa distribución noes fortuita: en el microuniverso pro-saico de Baudelaire, tal como emergede eso que se llama los “diarios”: Fu-sées y Mon coeur mis à nu, dos vías leparecen posibles al poeta, la del traba-jo asiduo, solidario del “llegar a”, y ladel juego solidario del “sobrevenir”.En su Tratado de lo sublime, Longinoopone Demóstenes a Cicerón en lossiguientes términos: “En efecto, De-móstenes es grande por lo que tienede cerrado y de conciso; Cicerón, porel contrario, lo es por lo difuso y ex -tendido”.31 Demóstenes y Cicerón seoponen en función de los lugares res-pectivos que ocupan en el espacio ten-sivo, y podríamos multiplicar los ca -sos. De este examen rápido surgendos puntos de reflexión: (i) la formade la teoría es tributaria de las cate-gorías que elige como directrices; (ii)por análisis o catálisis, dichas catego -rías, una vez analizadas o completa-das, responden a categorías tensivas,en este caso a las que agrupamos en elmodo de eficiencia, es decir, a la alter-nancia existencial entre el “sobreve-nir” y el “llegar a”.

Es preciso decir ahora unas pala-bras sobre la forma de la hipótesis ten-

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29 Según Hjelmslev, “En el dominio científico, se puede muy bien hablar de resultados defi-nitivos, pero apenas de puntos de vista definitivos” (El lenguaje, 1968, p. 27).30 MERLEAU-PONTY, M. La prose du monde, 1999, p. 81.31 Longino. Traité du Sublime, 1995, p. 93.

siva. La teoria greimasiana, tal comoaparece en Semiótica 1, es una teoríaestratificada y dual. El “recorridogenerativo” que la resume comprendetres niveles, y cada nivel es a su vezdoble, puesto que incluye una dimen-sión semántica y una dimensiónsintáctica. En el caso de la semióticatensiva, el objeto está constituido poruna pareja, de tal modo que la formade la teoría es dual. Tiene por planode la expresión esa pareja, y por planodel contenido una complejidad consti-tuida por un par de magnitudes: laintensidad y la extensidad, valencias de-finicionales que están correlacionadasentre sí. Es también dual porque, enconcordancia con la esquicia de la ten-sividad en intensidad y extensidad,desdo bla la semántica en semánticain ten siva y semántica extensiva, yprocede del mismo modo con la sinta-xis, en la medida en que distingueigualmente una sintaxis intensiva yuna sintaxis extensiva. Evi-dentemente, se produce una cierta cir-cularidad, puesto que la teoría se forjaa imagen del objeto que se da a símisma, pero no so tros creemos queesa circularidad es virtuosa. En fun-ción de las características señaladas: elpunto de vista y la forma, las teoríasse presentan como variaciones a partirde un fondo de invariantes, que repre-senta, por un tiempo que hay que pre-cisar, la episteme válida.

Las categoríasQue una teoría proponga categoríases lo menos que se puede pedir. Sinembargo, el término de “categoría” seha hecho tan corriente que recubre di-ferencias notables de interpretación.Las categorías semióticas y lingüísti-cas, comparadas con las categorías fi-losóficas o conceptuales, presentanuna particularidad: los términos quecons tituyen la categoría ocupan un lu -gar en la cadena. Esa exigencia expli-ca la centralidad de la conmutación,que permite fijar el efectivo de la cate-goría: “la prueba de conmutación espertinente para el análisis del conteni-do lingüístico”.32 Esa adhesión al “or -den de las posiciones” en el procesodistingue la categoría semiótica de lacategoría filosófica. Ese mismo em -peño constituye el mérito implícito ydefinitivo del trabajo de Propp.

Las magnitudes no están simple-mente yuxtapuestas unas a otras, sinocoordinadas o subordinadas entre sí:constituyen una estructura comoprincipio de la definición de los valo-res. Para una teoría que propone losconceptos asociados de jerarquía y dedependencia, los primeros pasos sondecisivos. Hemos tomado de Hjelms-lev la pareja [extenso vs intenso], invir-tiendo sus aportes. Esta pareja [exten-so vs intenso] se sitúa en el umbral dela deducción de las categorías. Para el

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32 HJELMSLEV, L. Prolegómenos a una teoría del lenguaje. Op. cit., p. 107.

autor de los Prolegómenos, esa oposi-ción se refiere a la presencia/ausenciade una propiedad sintáctica: la direc-ción. Los exponentes extensos, o mejorverbales [del verbo] ostentan dichapropiedad, los exponentes intensos, omejor nominales, carecen de direc-ción. El polo marcado es, por tanto, elde lo extenso. A nuestra escala, noso-tros oponemos la intensidad, comosuma de los estados de alma, a laextensidad, como suma de los estadosde cosas; esta partición responde alreparto entre la propioceptividad y laexteroceptividad. La marca recae ahorasobre la intensidad, que se proponecomo regente de la extensidad [a laque consideramos como regida]. Esadesigualdad no es la única: aceptamos

la intensidad en calidad de manifesta-da y la extensidad como manifestante.

Creemos que este recurso a la ma -ni festación permite resolver una difi-cultad perenne, a saber, la relaciónque existe entre las categorías lingüís-ticas y las categorías semióticas. Ladeuda que tiene la semiótica con lalingüística es considerable, pero no esnuestro propósito ocuparnos ahora deese aspecto. Queremos solamente ilu-minar la zona en la que la lingüísticay la semiótica entran en contacto launa con la otra hasta el punto de con-fundirse. Lo haremos a partir de unpasaje de La poética del espacio, deBachelard, consagrado a la /redondez/del pájaro, en la cual Michelet ve unafigura de la /concentración/:33

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33 Michelet escribe: “El pájaro, casi esférico, es ciertamente la cúspide, sublime y divina, dela concentración viviente. No se puede ver ni imaginar siquiera un más alto grado de uni-dad”, citado por G. Bachelard en Poética del espacio, 1997, p. 276. Véase ZILBERBERG, Cl.“Portrait de la rondeur”, en PAROUTY-DAVID, Fr. y Cl. ZILBERBERG. Sémiotique et esthé-tique, 2003, pp. 99-112.

Plano de la expresión: rödoer: rondeur[redondez]

Manifestada: la concentración

Plano del contenido

Manifestante: la redondez[la rondeur]

Este esquema muestra el encaje delas dos funciones: (i) la función semió-tica, que deriva en este caso del análi-sis lingüístico, reúne el significante/rõdoer/ con el significado /rondeur/[redondez]; (ii) la función simbólica,que procede del análisis semiótico,acepta la /redondez/ como una mani-festante de la /concentración/ en cali-dad de manisfestada. Esta última fun-ción es interna al plano del contenidoy proporciona al metalenguaje, ocasio-nal o sistemático, su base. Desde elpunto de vista discursivo, la funciónsimbólica es una respuesta a la pre-gunta directa: ¿pero cuál es la significa-ción discursiva de la /redondez/? La/redondez/ es, para Michelet y Bache-lard, la /concentración/. Lo esencial,sin embargo, está tal vez en otra parte:si se admite que la manisfestada esideal, nocional o incluso conceptual…,vemos que la función simbólica dota ala manifestada, en concordancia con lahipótesis del esquematismo en Kant,de una imagen, o mejor aún de unicono. Varias observaciones se impo-nen en este punto: las magnitudes delcontenido reconocidas como lexicalesno son todas del mismo orden; lasmanifestantes pueden ser asimiladas alos semas figurativos, mientras que lasmanifestadas, magnitudes fugurales,dependen de las valencias y de lassubvalencias; la diferencia remite a

una desigualdad fuerte en la episte-mología hjelmsleviana, a saber, que loque hace sentido es la desigualdad y ladinámica de los inventarios: los inven-tarios ilimitados se retiran ante losinventarios limitados. Y de hecho, lossemas son en número si no ilimitado,al menos considerable, mientras quelas valencias y las subvalencias son –ytocamos aquí el corazón mismo delproceder hi po té tico, cualquiera quesea– en número restringido. Si interro-gamos ahora a la manifestada, podre-mos constatar que es ella la que le per-mite a Hjelmslev articular una oposi-ción mayor en La categoría de los casos,pero ausente en los Prolegómenos: laoposición entre el término intensivo yel término extensivo: “La casilla que seescoge como intensiva tiene tendenciaa concentrar la significación, mientrasque las casillas elegidas como extensi-vas tienden a expandir la significaciónsobre las otras casillas, de tal modoque llegan a invadir el dominio se -mán tico ocupado por la zona”.34 Desuerte que el tratamiento de una cues-tión semántica se reduce a observar ladensidad semántica de las magnitudespuestas en discurso: ¿tal maguitud esincompartida y exclusiva?, ¿o bien di -fusa, compartida, indefinidamentedistribuida?

El concurso “poiético” de la di -men sión de la intensidad y de la

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34 HJELMSLEV, L. La categoría de los casos, 1978, p. 155. Nuestra posición a propósito de ladeuda personal que tenemos con la terminología hjelmsleviana se puede formular así: asu-mimos la pareja [intensivo vs extensivo], pero no asumimos la pareja [intenso vs extenso].

dimensión de la extensidad puede, siintervienen ciertas convenciones sen-cillas, ser representado gráficamente:(i) por una convención de definicióncontrastiva: la dimensión de la inten-sidad tiene como funtivos lo /fuerte/ ylo /débil/; la dimensión de la extensi-dad tiene como funtivos lo /concen-trado/ y lo /difuso/; (ii) una conven-ción de composición asociativa, cuyadinámica la hemos tomado de G.Deleuze, a saber, que si no se tomaninguna precaución,

[... ]la intensidad se explica, se desa-rrolla en una extensión (extensio).Dicha extensión la transporta a la am -pli tud (extensum), donde aparecefuera de sí, recubierta por la calidad.La diferencia de in ten sidad se anula o

tiende a anularse en ese sistema; peroes ella la que crea ese sistema expli -cándose.35

Podemos organizar así un espaciotensivo colocando la intensidad en laordenada y la extensidad en la abscisa;dicho espacio queda definido, como lorecomienda Hjelmslev, por una doble“intersec ción”:36 la intersección de lo/fuerte/ con lo /concentrado/ producelo /estallante/ [o lo /brillante/], la inter-sección de lo /débil/ con lo /difuso/produce lo /distribuido/, [o lo /opaco/],que es, en principio, simétrico e inver-so de lo /estallante/, aunque los diccio-narios no proponen antónimo satisfac-torio de /estallante/. Eso nos da elsiguiente esquema:

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35 DELEUZE, G. Différence et répétition, 1989, p. 294.36 “Los ‘objetos’ del realismo ingenuo se reducen, pues, a puntos de intersección de esos ha -ces de relaciones” (Prolegómenos a una teoría del lenguaje). Op. cit., pp. 40-41.

distribuido [opaco]

estallante [brillante]

fuerte

intensidad

débil

extensidad concentrado difuso

intensidad

extensidad

estallante[brillante]

[opaco]distribuido

Desde el punto de vista terminoló-gico, lo /estallante/ y lo /distribuido/son valores. Un valor semiótico es defi-nido por la “intersección” de unavalencia intensiva y de una valenciaextensiva. Desde el punto de vistaespistemológico, una definición recaesobre una complejidad, y como loenseña Hjemslev: “Eso nos lleva a ladefinición de la definición: por defini-ción entendemos una división sea delcontenido de un signo, sea de laexpresión de un signo”.37

Un sistema como dispositivo, co -mo espacio conmutativo, reúne parael sujeto coerciones y latitudes. El sis-tema propone ante todo una alternan-cia, un “o bien… o bien”, en este caso,de orden axiológico. La coerción cifra-da, por tanto hipotética, estipula queel producto de las valencias para cadauno de los casos, lo /estallante/ y lo/distribuido/ obedezca a un principiode constancia que, con “los medios deque disponemos”, podríamos trans-cribir así:

Lo que equivale a decir, después deuna inversión, que la intensidad fun-ciona como un dividendo, la extensi-

dad como un divisor, y el valor comoun cociente que tiende a la esta-bilidad. Con esto tocamos dos pro-blemáticas conexas: (i) el tratamientode ciertas estructuras postula innega-blemente la subyacencia de una canti-dad no numérica, distinta de aquellatratada por la comparación de grados:¿cómo pensar, sin esa demanda insóli-ta, la simultaneidad decadente de laintensidad y la expansión de la ex -tensión que acoge esta intensidad dis-persándola?; (ii) ese principio de constancia sería uno de los compo-nentes de la identidad personal ocolectiva. Para poner un ejemplo fácil,que resulta, ciertamente, un lugarcomún, pero que, precisamente poreso tiene un valor indudable, ¿el tempodel citadino no pasa por ser más rápi-do que el tempo del campesino?Observador atento de la intero-ceptividad, Michaux anota:

Cada cual trata, sin que nadie se lo ha -ya indicado, de mantener su tempo. Entodos los niveles: en los acontecimien-tos, en las emociones, en las aventuras,así como requiere mantener igual sutemperatura lo mismo en estacionesfrías que en lugares tórridos. Por medio de un balance sabio y cons-tante, entre las incitaciones que unoacepta y aquellas otras que deja delado, por medio de un equilibrio com-

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37 Ibídem, p. 104.

Fuerte x concentrado ≈ débil x difuso ≈ k

plejo, donde las pe queñas ralentiza-ciones y las pequeñas aceleraciones seencuentran ingeniosamente compen-sadas.38

Bajo estas premisas, la compleji-dad, la definición analizante y la divi-sión se convierten en puntos de vistarecíprocos.De la cantidad al intervaloHemos hablado de una cantidad nonumérica, fórmula que por el momen-to participa del oxímoron. La canti-dad está por todas partes, y tal vezpor eso le resulta fácil disimularse. Seencuentra en el corazón del elogio, esdecir, del género epidíctico, si vamosa creer a Baudelaire cuando hace elelogio caluroso de actor [comediante]Philibert Rouvière:

[Las obras meditadas] contienen lagracia literaria suprema, que es laenergía. Ocurre lo mismo con Rouviè-re: tiene esa gracia suprema, decisiva– la energía, la intensidad en el gesto,en el habla y en la mirada.39

De acuerdo con el uso, una gramá-tica comprende una morfología, esdecir, una semántica, y una sintaxis, esdecir, una lista probablemente finitade operaciones simples.40 Para la se-miótica greimasiana, la morfología esproporcionada por las estructuras ele-mentales de la significación, y a partirde Semiótica 1, por el cuadrado semió-tico. Dos reproches se le han hecho aesa asignación: (i) las estructuras ele-mentales desconocen, de hecho si node derecho, la cantidad y la graduali-dad; sin duda, las dos operaciones decontradicción: [S1→ no S1] y [S2 → noS2] eran planteadas posiblementecomo graduales, pero en los hechos, esdecir, en los análisis concretos, no haynada de eso. Uno se puede preguntarsi la atención y la importancia que lossemióticos han atribuido después a laaspectualidad no fue una manera indi-recta de aborbar esa gradualidad queel cuadrado semiótico escondía. Elmismo Saussure deja entender en unaobservación sibilina que el término de“diferencia”, central en el Curso delingüística general, se presta al malen-tendido: “Diferencia, término incómo-do, porque eso admite grados”;41 (ii) el

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38 MICHAUX, H. Oeuvres complètes, tomo 2, 2001, p. 373.39 BAUDELAIRE, Ch. Philibert Rouvière. Oeuvres complètes, 1954, p. 984.40 La simplicidad es, después de la exhaustividad y de la no-contradicción, el tercer términodel “principio de empirismo” de Hjelmslev.41 Citado por PARRET, H. “Réflexions saussuriennes sur le temps et le moi. Les manuscritsde la Houghton Libary à Harvard”, en ARRIVÉ, M. y Cl. NORMAND. Saussureaujourd`hui, 1995, p. 46.

segundo reproche se refiere a la com-plejidad: desde el punto de vista sis-temático la complejidad se plantea dosveces, por el término llamado comple-jo [S1 + S2] y por el término neutro [noS1 + no S2]. Sin embargo, por lo queconocemos, no ha sido propuestoningún recorrido que pase ni por eltérmino complejo ni por el términoneutro. Los dos reproches están conec-tados, en la medida en que los tér-minos graduales son complejos, y lostérminos complejos son graduales.

Para superar esos inconvenientesconviene, entonces, partir de la canti-dad, declarándola de entrada y suscri-biendo la opinión de Bachelard: “Enefecto, debemos comprender desdeahora que hay más y no menos en unaorganización cuantitativa de lo realque en una descripción cualitativa dela experiencia”.42

Como nuestro propósito es la con-ciliación ex abrupto de la cantidad, dela complejidad y de la gradualidad,

planteamos, en nombre del derecho ala inciativa, que un continuum finitopuede ser analizado, escalonándolode la manera siguiente:

[S1…….S2………S3…….....S4]La gradualidad y la cantidad son

satisfechas por las premisas conserva-das. Según la orientación retenida,habrá “más” en [S2] que en [S1], y recí-procamente: habrá “menos” en [S1]que en [S2]. La complejidad tensivadifiere de la complejidad que emanadel cuadrado semiótico, en el sentidode que todos los términos son comple-jos, aunque no lo son de la mismamanera. Partiremos de un ejemplosencillo, es decir, de una alegoría. Seael intervalo [grande ← → pequeño];admitiremos que “grande” contieneuna valencia 1 de /grandor/ y unavalencia 0 de /pequeñez/, e inversa-mente para “pequeño”; lo cual nos dael gráfico siguiente:

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42 BACHELARD, G. Le nouvel esprit scientifique, 1958, p. 66.

1

“pequeño”

“ grande ”

0

grandor

pequeñez 10

grandor

pequeñez

0

0

“grande”

“pequeño”

Entre “grande” y “pequeño” sepue den intercalar, especialmente gra-cias a los adverbios de intensidad,térmi nos intermedios que serán dimi-nutivos para “grande”: “es bastantegrande”, au mentativos para “pe que -ño”: “es bastan te pequeño”. Las valen-cias no son ente ros sino fraccionesmentales de /gran dor/ y de /pe que -ñez/. En tales con diciones, la proble-mática radica me nos en la compleji-dad que en la di vi sibilidad o indivisi-bilidad de las mag nitudes manipula-das por los sujetos.

Volvamos ahora a muestra serie decuatro términos para estudiar el casoen que el intervalo [grande ← → pe -que ño] sea excedido, si tomamos cadauno de los términos por origen:[pequeño → grande → x] y [grande →pequeño → y], situación que nos da,en ascendencia:

Conviene precisar que no hemoscambiado de problemática, sino sola-mente de punto de vista, y estirandola metáfora, hemos retrocedido. Estedispositivo sencillo de cuatro térmi-nos es evidentemente más rico enposibilidades que el precedente. Larelación más interesante sin duda esaquella que acerca, por sus propieda-des comunes: de una parte, [S1] y [S4],que solo tienen un punto de contacto:[S2] con [S1] y [S3] con [S4]; de otraparte, [S2] y [S3], que tienen dos pun-tos de contacto: [S1] y [S3] con [S2], y[S2] y [S4] con [S3].

La terminología adoptada deberíamanifestar las semejanzas y las dese-mejanzas manifiestas. Accedemos ados intervalos corrientes: un intervalomoderado: [S2 ← → S3], y un interva-lo extremo [S1 ← → S4]. Tenemos queadmitir que [S2] y [S3] forman subcon-

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S1

minúsculo

S2

pequeño

S3

grande

S4

inmenso

trarios, mientras que [S1] y [S4] consti-tuyen supercontrarios. En segundolugar, consideramos que [S1] y [S2]habitan la región átona del continuum,y [S3] y [S4] la región tónica. Así:

Este dispositivo se parece mucho–y no es por cierto un azar– al cuarte-to rimado a la francesa [A-B-B-A]. Enefecto, contentarse con señalar, comolo hacía el binarismo sumario de losaños sesenta, la oposición [grande vspequeño] es dejar escapar la vertientede la semejanza de la relación. Lasolución greimasiana, que consiste enla “sumación” de un “eje semántico”,replantea el cuestionamiento en lugarde resolverlo. La terminología debeintegrar –otro aspecto de la compleji-dad– la semejanza y la desemejanza.[S1] y [S2] son, uno y otro, átonos,pero divergen uno de otro en el gradode contrariedad; [S3] y [S4] son, uno yotro tónicos, pero divergen uno deotro en el grado de contrariedad. [S1]y [S4] se parecen en cuanto supercon-

trarios, pero difieren por la tonicidad;[S2] y [S3] se parecen en cuanto sub-contrarios, pero se diferencian por latonicidad. Lo mismo que la rima fran-cesa de los cuartetos exige dos mar-

cas: una “riqueza” fonética, a saber, elnúmero de sonidos idénticos, y unamarca de género: masculinidad ofeminidad, así una característica se-miótica demanda, a su vez, dos mar-cas: una posición en un continuumorientado y un grado.

Este dispositivo de cuatro términoslo designamos con el nombre dematriz, y, bajo beneficio de inventario,le reconocemos tres méritos elementa-les: (i) independientemente del hechode que se refiera aquí al espacio, todamatriz, si es satisfactoria, proporcionauna profundidad, un espacio de desa-rrollo, como lo sugiere de manera ini-gualable el comienzo del texto de Pas-cal titulado Desproporción del hombre;43(ii) dentro de los límites que implica elejemplo, elegido por su comodidad, la

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S1

minúsculo

supercontrario átono

S2

pequeño

sub-contrario átono

S3

grande

sub-contrario tónico

S4

inmenso

supercontrario tónico

43 PASCAL, B. Oeuvres complètes, 1954, pp. 1105-1106.

definición de cada una de las cuatromagnitudes tiene por definidores elgrado de tonicidad en relación con lasemejanza y el lugar que ocupa en elcontinuum orientado en relación conla desemejanza; la definición es cierta-mente una división, pero es igualmen-te una dehiscencia que ajusta una iden-tidad: la relación entre un supercontra-rio y un subcontrario,44 y una alteri-dad: la relación entre la tonicidad y laato nía; (iii) disponemos de dos in-tervalos notables: el intervalo mayor[S1 ↔ S4] y el intervalo menor[S2 ↔ S3], pero ante toda magnitudsemiótica con vocación de convertirseen un punto de vista, podemos proyec-tar uno sobre otro los dos intervalosdisponibles: la proyección de [S1 ← →S4] sobre [S2 ← → S3] hace aparecerun déficit de este último; inversamente,la proyección de [S2 ← → S3] sobre[S1 ↔ S4] produce, esta vez, la apari-ción de un exceso:

Nos hallamos en presencia de undispositivo, de una alternancia quegenera por sí misma y no por el hechodel comportamiento equivocado de talo cual actante, la carencia o el exceso.

La tensividad proporciona a lasemántica su dualidad, es decir, suparadigma: distinguimos así unasemántica intensiva, que tiene porpivote una medida (mesure), puestoque conocer un afecto consiste antetodo en medirlo, mientras que lasemántica extensiva actualiza unnúmero relativo a las magnitudes quemoran en el campo de presencia. Este“frente a frente” de una medida afec-tiva y de un número efectivo es la for-mulación más abstracta que hemospodido producir. Por lo demás, estáde acuerdo con la preocupación por lacantidad que hemos evocado másarriba:

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44 Para Wölfflin, la relación entre el arte del Renacimiento y el arte barroco se sitúa dentrode la tonicidad y no entre la tonicidad y la atonía: “El clasicismo busca el grandor, no locolosal. […] La iglesia más enorme del clasicismo nos da esa impresión de mesura que laiglesia barroca, incluso de dimensiones reducidas, no nos da ni quiere dárnosla” (Réfle-xions sur l’histoire de l’art, 1997, p. 68.

Proyección

de [S1 S4] sobre [S2 S3]

déficit

Proyección

de [S1 S3] sobre [S1 S4]

exceso

La estructura canónica del espaciotensivo, aquella que tiene por resorteuna correlación inversa, apela a loscuatro subcontrarios:

La sintaxis tensiva La sintaxis se define en el plano de laexpresión por el orden de las posicio-nes en la cadena; en el plano del con-tenido, por la naturaleza de las opera-ciones efectuadas. Como lo indicaSemiótica 1: “Otro problema se planteaentonces, el de saber si las relacionessintácticas son de naturaleza semánti-ca (si son significantes) o si están des-provistas de sentido”.45 Lo cual equi-vale, desde nuestro punto de vista, apreguntarse si las operaciones sintác-ticas son solidarias de la semánticatensiva bajo sus dos modalidades:intensiva y extensiva, o bien si le sonextrañas. En nombre de la homoge-neidad46 y del principio de simplici-dad, postularemos que las operacio-

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estructura paradigma

super-contrario átono

sub-contrario átono

sub-contrario tónico

super-contrario tónico

semántica intensiva

nulo

débil

fuerte

supremo

semántica extensiva

universal

común

raro

exclusivo

débil

fuerte

raro común

45 GREIMAS, A. J. y J. COURTÉS. Semiótica 1. Diccionario razonado de la teoría del lenguaje,1982, entrada “Sintaxis, 4”.46 HJELMSLEV, L. Prolegómenos a una teoría del lenguaje. Op. cit., pp. 48-49.

nulo débil fuerte supremo

universal común raro exclusivo

nes sintácticas son significantes y que,además, son las más simples posibles.¿Cómo determinarlas? Dando porsupuesto que la sintaxis está en con-cordancia con la semántica tensiva,las operaciones que satisfacen esademanda son aquellas que le permi-ten al sujeto desplazarse, recorrer enlos dos sentidos los dos paradigmasindicados. Para la semántica intensi-va, son operaciones de aumento, lite-ralmente “intensificaciones”, y opera-ciones de disminución. Para la semán-tica extensiva, son operaciones de

selección (tri) y de mezcla (mélange),que recaen sobre el efectivo de unaclase.

Debemos mencionar aún dos exi-gencias más. En primer lugar, tene-mos acceso a dos sistemas: el de laintensidad y el de la extensidad. Ensegundo lugar, el aumento y la dismi-nución, la selección y la mezcla inter-vienen unas veces como proceso,otras veces como objeto, lo cual dapara cada sistema cuatro combinacio-nes posibles a la espera de una co-bertura lexical plausible.

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Sintaxis de la intensidad:

Proceso Objeto

Aumento

Disminución

Aumento

Aumento de un aumento redoblar

Aumento de una disminución

aminorar

Disminución

Disminución de un aumento atenuar

Disminución de una disminución

repuntar Sintaxis de la extensidad

Proceso

Objeto

Mezcla

Selección

Mezcla

Mezclar mezclas

fusionar Mezclar una selección

confundir

Selección

Seleccionar una mezcla detallar

Seleccionar una selección dispersar

Disminución de unadisminución

repuntar

Disminución de unaumentoatenuar

Aumento de un aumentoredoblar

Aumento de unadisminución

aminorar

Mezclar mezclasfusionar

Mezclar una selecciónconfundir

Seleccionar una mezcladetallar

Seleccionar una seleccióndispersar

Sintaxis de la extensidad:

Sintaxis de la intensidad:

Las denominaciones escritas encursiva son plausibles, aproximada-mente, y no podría ser de otro modo,puesto que si se considera, por ejem-plo, que /fusionar/ tiene por defini-ción semiótica “mezclar mezclas”, esfácil ver que las denominaciones y lasdefiniciones pertenecen a dominiosdiferentes: las denominaciones pro-vienen de la lengua corriente, las defi-niciones pertenecen a un metalengua-je construido a partir de un número lomás restringido posible de restriccio-nes y de valencias. A pesar de esadivergencia, las definiciones de losdiccionarios son con frecuencia comoun eco atenuado de las categorías ten-sivas. Así, según el Petit Robert, /fusio-nar/ remite primero a /fusión/, que sepresenta como una “unión íntimaresultante de la combinación o de lainterpenetración de seres o de cosas”.Para /confundir/, el mismo dicciona-rio propone: “Reunir, mezclar paraformar un solo todo”.

Si tomamos en cuenta la dimen-sión de la mezcla, /confundir/ apareceen posición de subcontrario, /fusio-nar/ en posición de supercontrario. Sise acepta que toda fusión implica unaprofundidad, una dinámica interna, undevenir, diríamos que la mezcla esmás favorecida por /fusionar/ que por/confundir/.

En segundo lugar, la sintaxis tensi-va está sobredeterminada por lo quehemos llamado modos de eficiencia. Elcampo de presencia es definido porlas magnitudes que acoge. El modo de

eficiencia designa la manera comouna magnitud se instala en esecampo: según el “llegar a” [arribar], esdecir, gradualmente, progresivamen-te; o bien según el “sobrevenir”, esdecir, según la sorpresa. El modo deeficiencia, además, perturba el modode junción, que regula la armonía delcampo de presencia: las magnitudesacogidas ¿están en concordancia conel sujeto? En tal caso, hablaremos deimplicación; si se instalan contra la vo-lición del sujeto, hablaremos de conce-sión. Existe, pues, una sintaxis tantoimplicativa, o sea “razonable”, comoconcesiva y desconcertante. Para esta-blecerla, acudiremos a los subcon-trarios del espacio directivo: [abrir vscerrar], y los proyectaremos una vezcomo proceso y otra vez como morfo-logía. Cuatro combinaciones tomancuerpo con esta operación: Dos com-binaciones transitivas: Abrir lo cerradoy cerrar lo abierto, y dos combinacionesreflexivas: Abrir lo abierto y cerrar locerrado. Desde el punto de vista tensi-vo, las combinaciones transitivas sonimplicativas y conformes con la doxa;las combinaciones reflexivas son con-cesivas y desconcertantes. Tienen porresorte interno la concesión: A pesar deque estoy en presencia de algo yacerrado, no obstante lo cierro [más]. Lomismo pasa con lo /abierto/. Desde elpunto de vista tensivo igualmente, lossintagmas concesivos son más tónicosque los sintagmas implicativos, locual nos conduce a aceptar los sintag-mas concesivos como concesivos-super-

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lativos; hiperbólicos en el plano delcontenido, esos sintagmas son ten-dencialmente exclamativos en elplano de la expresión. En el cuadrosiguiente hemos puesto en negrita lossintagmas concesivos y en cursiva losimplicativos:

En la medida en que la concesiónestá del lado del “sobrevenir” permi-te situar el evento. El evento no estáfuera del sistema, no está contra el sis-tema de las implicaciones vigentes.Sostener eso, como los surrealistas lohan creído de buena fe, es confundirel estatuto y la frecuencia: hijo del“sobrevenir”, el evento auténtico esraro, para algunos creyentes único, ydebe permanecer como tal; de lo con-trario, ¡reconstituiría muy pronto, aprorrata de sus reiteraciones, la reglaque él deniega!

De este examen superficial surge elhecho de que la sintaxis es muchomás compleja de lo que se imagina.Nos encontramos en presencia de dosniveles: (i) Un nivel superior, es decir,regente, constituido por la alternanciade la implicación y de la concesión;

(ii) un nivel inferior, regido, constitui-do por la alternancia de una sintaxisintensiva que opera por aumento ypor disminución, y de una sintaxisextensiva, que opera por selección ypor mezcla. Los valoresDesde el punto de vista semiótico, laproblemática del valor se reparte entredos ubi ca cio nes: el lugar eminenteque el Curso de lingüística general leasigna y el lugar que el es que ma narra-tivo, derivado de Propp, le reserva en

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morfología

proceso

lo abierto

lo cerrado

abrir abrir lo abierto abrir lo cerrado

cerrar cerrar lo abierto cerrar lo cerrado cerrar lo abierto

abrir lo cerradoabrir lo abierto

cerrar lo cerrado

la aproximación greimasiana. Si re mi -ti mos esas acepciones a las definicio-nes que han sido propuestas, tenemosderecho a pensar que nos hallamos enpresencia de homónimos, cuya expli-citación se formulará tanto como va -lores–formas, en la aproximación saus-suriana, tanto como valores–fines, en laaproxi ma ción greimasiana.47 Esa dua-lidad interna del valor es incluso sen-sible en el sintagma valor del valor, fre-cuente en la pluma de los semióticos.

El punto de vista tensivo puedecontribuir, en alguna medida, a pen-sar la solución de continuidad entrelos valores–formas y los valores–fines.En cierto modo, la problemática es lamisma que aquella que hemos encon-

trado a propósito de la sintaxis: ¿losvalores se encuentran o no bajo ladependencia del sistema de las cate-gorías tensivas? La conciliación de losvalores–formas y de los valores–finesresulta fácil en la hipótesis tensiva –talvez demasiado fácil–. En nuestro pro-pio universo de discurso, cuyo tono loda Baudelaire en el elogio de Ph. Rou-vière, los valores–fines están constitui-dos por los supercontrarios tónicos: (i)lo /supremo/, que tiene por valenciaintensiva el /redoblamiento/ y porvalencia extensiva la /selección/; (ii) lo/universal/, que tiene por valenciaintensiva el /aminoramiento/ y porvalencia extensiva la /dispersión/.Gráficamente:

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47 GREIMAS, A. J. “Un problema de semiótica narrativa: Los objetos de valor”. Del SentidoII. Op. cit., pp. 22-56.

universal

exclusivo

intensidad

fuerte

débil

concentrado difusoextensidad

intensidad

exclusivo

universal

En cuanto a la terminología, malinevitable, los valores que afirman lo/exclusivo/ a expensas de lo /univer-sal/ son para nosotros valores de abso-luto, mientras que los valores que afir-man lo /universal/ y desprecian lo/exclusivo/ son valores de universo. Deacuerdo con una oposición ya mencio-nada, el valor de absoluto aprecia unamedida alta, que tiene por correlatoun número reducido a la unidad, entanto que el valor de universo seadhiere al grandor de un número deunidades mezquinamente medido.Gráficamente tenemos:

La puesta en discurso de las diná-micas tensivas es particular. Dos casosmerecen nuestra atención, según queel enunciador argumente para sí mis -mo, o bien que se dirija a un enuncia ta -rio de opinión diferente. Si reflexionasin tener que afrontar a un interlocu-tor-contradictor, el que abo ga por valo-

res de absoluto se expresará más o me -nos en estos términos: Considero que losvalores de absoluto son superiores porqueson fuertes y están concentrados. Su pro-ceder es, pues, implicativo. Pero su es -tra tegia discursiva, en presencia de uncontradictor declarado, optará por lacon cesión: Considero que los valores deab soluto son superiores aunque esténconcen trados.

Colocado en la misma situación, eldefensor de los valores de univer so, sedirá a sí mismo: Considero que los valo-res de universo son superiores porque sondifusos y compartidos. Pero ante un con-

tradictor declarado, concederá: Con -sidero que los valores de universo son supe-riores aunque sean débiles. La concesiónes, pues, una elegancia que permite aun enunciador integrar la opinión deun contradictor, y manejar la posibi li -dad de un acuerdo en el desacuerdo. Este reparto del espacio tensivo en

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Valor de absoluto

lo exclusivo

Valor de universo

lo universal

intensidad

lo supremo

lo endeble

extensidad

la selección

la mezcla

referencia

la medida

el número

intensidad

extensidad

referencia

dos regiones simétricas e inversas ba -jo la doble relación de la intensidad yde la densidad coincide con la des-cripción de lo sagrado pro puesta porCassirer en el segundo volumen deFilosofía de las formas simbólicas:

La dis tinción es pa cial primaria, aquellaque no cesa de encontrarse, cada vezmás sublimada, en las crea cio nes máscomplejas del mito, es la distinciónentre dos provincias del ser: una pro-vincia de lo habitual, de lo siempre–accesible, y una región sagrada, que hasido des ta cada y se pa ra da de aquelloque la rodea, que ha sido cercada y quese protege del mundo exterior.48

Ilustraciones al pasoNos limitaremos a algunas alusiones asituaciones concretas. En razón del lu -

gar que atri buimos a la densidad, losdominios en los que interviene unaenumeración elevada jus ti fi can la al -ternancia entre valor de absoluto y valorde universo. En primer lugar, la or ga ni -zación social conoce bien esa tensión,que con frecuencia ha tomado la for -ma de un reparto entre una aristocra-cia49 limitada, exclusiva y de gran bri-llo y el resto de la población, nu me -rosa y opaca. Bajo el Antiguo Régi-men, ¿acaso el aristócrata no se desig-naba a sí mis mo como un “hombre decalidad”? La visión del mundo estabaconstituida por el contraste en tre unaélite, a su vez desigual, es de cir, queejercía sobre sí misma una segunda ysevera operación de selección [tri], yuna multitud, a la vez fuerte y débilen razón de su número.

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48 CASSIRER, E. Filosofía de las formas simbólicas, tomo 2, 1998, p. 118.49 Retomamos un ejemplo presentado en FONTANILLE, J. y Cl. ZILBERBERG. Tensión y sig-nificación, 2004, pp. 46-48.

multitud

élite

opacidad

medida

brillo

restringido amplio número

medida

número

multitud

élite

El cambio consiste en un desplaza-miento del “acento de sentido”, quepasa de la dimensión de la intensidada la dimensión de la extensidad. Esadi námica no se agota, ni mucho me -nos, en el dominio de lo social, porqueel mundo animal está, de cara al mun -do humano, en la misma posición quela multitud en relación con la élite. Enel seno de lo animado se ejerce igual-mente una operación de selección aso-ciada a la denegación de valor. Supon-gamos que esa operación de selecciónsea suspendida; ¿se extenderá en talcaso a los insectos?

Las figuras amorosas ofrecen lamisma alternancia, puesto que tene-mos, de un lado, la figura de Tristán,hombre de un solo amor, en concor-dancia por tanto con el valor de abso-luto, y del otro, a Don Juan, que sedeclara capaz de “amar a toda la tierra”:

En fin, no hay nada más dulce quetriunfar sobre la resistencia de unabella per so na; y en este asunto, yotengo la ambición de los conquistado-res que vuelan per pe tuamente de vic-toria en victoria y no pueden decidir-se a poner límite a sus deseos. No haynada que pueda detener la impetuosi-dad de mis deseos, me siento como unco razón dispuesto a amar a toda latierra; y como Alejandro, desearía quehubiera otros mundos para extender aellos mis conquistas amorosas.

Si la sinceridad de Don Juan fueracierta, habría llegado a conciliar elvalor de absoluto con el valor de uni-

verso; pero no es así, porque la pro-blemática de Don Juan no es la –in-decible– de la sinceridad. La singula-ridad de Don Juan reside, a nuestroparecer, en una conjunción de unaactualización eufórica y de una realiza-ción disfórica. Don Juan es el primeroen notar la decadencia próxima, pro-gramada, de la pasión amorosa. Enrelación con el primer punto, declaraél mismo: “Las inclinaciones nacien-tes, después de todo, tienen encantosinexplicables, y todo el placer delamor está en el cambio”, pero añadede inmediato: “Mas cuando uno seadueña de él una vez, no hay nadamás que decir, ni nada más que dese-ar, todo lo bello de la pasión ha termi-nado, y nos adormilamos en la tran-quilidad de tal amor, a no ser que unnuevo objeto venga a despertar nues-tros deseos y a presentar a nuestrocorazón los encantos atrayentes deuna nueva conquista”. Los efectos de-letéreos del número, el retorno de laserie, se ponen del lado no de la actua-lización sino de la realización.

Los efectos de dilución que produ-ce la presencia del número no se limi-tan al actuar: afectan también, en lapluma de los más grandes escritores,al sentir. En Ilusiones perdidas, Balzacha captado los efectos tímicos del des-cubrimiento de la inmensidad delnúmero por Lucien de Rubempré:

Sorprendido ante esa multitud entrela cual se sentía extraño, este hombrede ima gi nación experimentó una in -mensa disminución de sí mismo. Las

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personas que gozan en provincias dealguna consideración y que encuen-tran allí a cada paso una prueba de suimportancia, no se acostumbran a esapérdida total y súbita de su valor. Seralgo en su país y no ser nada en Parísson dos estados que requieren transi-ciones; y aquellos que pasan brusca-mente de uno a otro, caen en unaespecie de aniqui la miento.50

Personalmente, no tenemos nadaque añadir a ese comentario del autor,que es ya un análisis semiótico delvalor en términos de valencias intensi-vas y extensivas, una elucidación delos méritos de la aspectualización yuna confirmación de los efectos, salu-dables o calamitosos, del tempo sufri-do. La posición social de Lucien, queera considerable en Augulema graciasa la protección de Madame de Barge-ton, se derrumba en París; Lucienpasa, en ese momento de la novela, deuna esfera en la que los valores deabsoluto prevalecían sobre los valoresde universo, a una esfera donde suce-de todo lo contrario.

Para Balzac, un personaje noveles-co debe ser, según el “Prólogo” a laComedia Humana, una “gran imagen delpresente”, y de hecho, tenemos el dere-cho de preguntarnos, después detomar conocimiento de las siguientes

líneas de Valéry, si Balzac, el visiona-rio, no ha captado a la perfección lacondición del hombre modernoderrotado y desacreditado por elnúmero [o sea, por la multitud]:

Toda novedad se disuelve en las nove-dades. Toda ilusión de ser original sedisipa. El alma se entristece, y se ima-gina, con un dolor particular, mezcla-do con una pro funda e irónica piedad,a esos millones de seres armados deplumas, a esos innu me rables agentesdel espíritu, cada uno de los cuales sesintió, en su momento, causa primera,poseedor de una certeza, fuente únicae incomparable, y que ahora se en -cuen tra aquí envilecido por el núme-ro, perdido entre el pueblo siemprecreciente de sus semejantes, él, que nohabía vivido más que para distinguir-se eternamente.51

Aquí se impone una puntualiza-ción. Daría la impresión de que nues-tro análisis, así como la mayor partede los textos citados, otorgan ventaja alos valores de absoluto, en detrimentode los valores de universo. Si ese fuerael caso, nuestro análisis sería “enalgún punto”, defectuoso. En princi-pio, si existe un éxtasis de la medida,según la acepción tensiva de este tér-mino, hay lugar para prever una efu-sión del número, que no cede en nada a

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50 DE BALZAC, H. Les illusions perdues, 1966, p. 177.51 VALÉRY, P. “Remerciment à l’Académie Française”. Oeuvres, tomo 1, 1968, p. 731.

la exaltación de la medida. Si los valo-res del universo resultan altamentedecepcionantes, es probablementeporque son examinados y evaluadosen función de los valores de absoluto,que los han precedido y que haninfluido y controlado nuestro univer-so de discurso. Esta problemática nodeja de recordar el tema del “desen-canto del mundo”,52 tan caro a M.Weber.Para concluirEn un fragmento abrupto de los Cua-dernos, Válery anota: “La meta de laobra es la de asombrar al obrero”.53Esta máxima toca la profunda para-doja de la reciprocidad de los modosde eficiencia, a saber, el “llegar a”, y el“sobrevenir”. Existe, ciertamente, una“mi ra” de la obra, y por vía de conse-cuencia, una convocación del “llegara”, y no obstante es el “sobrevenir”,padre del asombro, el que es determi-nante. Nos hallamos no tanto en pre -

sencia de una espera focalizada cuan-to en presencia de una aventura, deuna esperanza de cierto tipo por lacual el hacer esperanzador es ejercidomenos por un agente que por unpaciente confiado y al acecho. Al dejarde definirse por su identidad, por sureproducción, o incluso por su grave-dad, el sujeto asombrado accede a sudiferencia: “Lo cual hace que el cami-nante se convierta en camino”.54

Desde el punto de vista objetal, setrata de que el sujeto refuerce, comple-te, enriquezca el campo de presencia,como lo sugiere Bröndal,55 acogiendoen él magnitudes, por decirlo así, aban-donadas. Pero el añadido de una mag-nitud cualquiera a un conjunto estruc-turado supone nuevas coordinaciones,un reordenamiento.56

En nuestra propuesta, ese reorde-namiento es solicitado al espacio tensi-vo, el cual ajusta razonablemente lacomplejidad, la gradualidad, y la reci-procidad. Al menos por un tiempo,

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52 WEBER, M. Le Savant et le politique, 2003, pp. 83-84.53 VALÉRY, P. Cahiers, tomo 2, 1973, p. 997.54 Ibídem, pp. 12-15.55 Según H. Jorgensen y F. Stjernfelt: “Se puede interpretar este pasaje a partir de estas per-sonificaciones. ¿De quién es la atención en cuestión? ¿Qué es lo que exige una descrip-ción? ¿Quién halla la descripción y propone el objeto? Se puede responder que, en todoslos casos, se trata de un proceso detrás del cual vemos al sujeto del discurso intentandoampliar las zonas de validez del discurso, enlazando, de manera relacional y descriptiva,más objetos cada vez al mundo del texto” (“Substance, substrat, structure”. Langages 86,junio de 1987, p. 83).56 Según Hjelmslev: “[La hipótesis] pretende que se definan las magnitudes por las relacio-nes y no a la inversa” (Essais linguistiques. Op. cit., p. 31).

porque, como Greimas lo había pre -sen tido cuando caracterizaba la se mió -tica ante todo, como un proyecto, paraconservar lo de hoy, hay que cam biar,acoger la novedad que sobreviene sinesperar nada más que una tregua, unabenevolencia pasajera.

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