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PROGRAM FOR THE DOCTORAL STUDENT …¡gina | 4 en la infraestructura y como éstos se correlacionan...

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Departament d'Història Econòmica, Institucions, Política i Economia Mundial Av. Diagonal, 690 08034 Barcelona PROGRAM FOR THE DOCTORAL STUDENT SEMINAR 2016-17 PHD IN ECONOMIC HISTORY DEPARTAMENT D'HISTÒRIA ECONÒMICA, INSTITUCIONS, POLÍTICA I ECONOMIA MUNDIAL UNIVERSITAT DE BARCELONA Carolina Delgado (Universitat de Barcelona) El modelo agroexportador y el desarrollo del ferrocarril (1850 - 1929), perspectivas desde la política fiscal colombiana Please do not quote Date: Tuesday, December 20, 2016 Hour: 14:00 a 15:30 hours Place: Room 329, Espai de Recerca en Economia (ERE), Facultat d’Economia i Empresa, Universitat de Barcelona
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Departament d'Història Econòmica, Institucions, Política i Economia Mundial Av. Diagonal, 690 08034 Barcelona

PROGRAM FOR THE DOCTORAL STUDENT

SEMINAR 2016-17

PHD IN ECONOMIC HISTORY

DEPARTAMENT D'HISTÒRIA ECONÒMICA, INSTITUCIONS, POLÍTICA I

ECONOMIA MUNDIAL

UNIVERSITAT DE BARCELONA

Carolina Delgado (Universitat de Barcelona)

El modelo agroexportador y el

desarrollo del ferrocarril (1850 - 1929),

perspectivas desde la política fiscal

colombiana

Please do not quote

Date: Tuesday, December 20, 2016 Hour: 14:00 a 15:30 hours

Place: Room 329, Espai de Recerca en Economia (ERE), Facultat d’Economia

i Empresa, Universitat de Barcelona

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EL MODELO AGROEXPORTADOR Y EL DESARROLLO DEL FERROCARRIL (1850-1929)

PERSPECTIVAS DESDE LA POLÍTICA FISCAL COLOMBIANA

Carolina Delgado Esguerra. Estudiante Doctorado Historia Económica.

Departamento de Historia Económica, Universidad de Barcelona

[email protected]

1. Introducción

La inversión en infraestructura es un factor determinante en el desarrollo económico de largo

plazo. Sin embargo, históricamente Colombia ha llevado a cabo la política de transporte bajo un

esquema de corto y mediano plazo, que no ha permitido generar los efectos esperados, por

ejemplo, en el comercio internacional (Vasco Correa, 2012).

Tradicionalmente se ha explicado el atraso en el desarrollo de la infraestructura de transporte en

la topografía del territorio colombiano (Coatsworth & Williamson, 2004; Melo, 1987), el cual está

atravesado por tres cordilleras en medio de las cuales se encuentra ubicada la capital del país y

las zonas que históricamente han concentrado la producción de los principales bienes de

exportación, las cuales, además, se encuentran relativamente lejos de los puertos marítimos.

Estas especiales características hacen más costosa la construcción de carreteras o corredores

férreos y, por ejemplo, para 2012 “el costo promedio de construcción de un kilómetro de

carretera en Colombia tanto en terrenos llanos ($3 millones USD) como en los andes ($10

millones USD) es superior frente al de países como EE.UU. ($2,25 millones USD) o Europa ($2,6

millones USD)” (Tellez & Suárez, 2012). Al atraso en el desarrollo de la infraestructura se atribuye

los elevados costos internos del transporte de carga. Por ejemplo, para finales de 2012 Colombia

era “el país más costoso de la región para transportar un contenedor estándar de 20' pies por

1807,5 USD (…) mientras que en países de la región y competidores directos en el mercado

internacional el costo es mucho menor (1200 USD Venezuela, 450 USD Chile)” (Tellez & Suárez,

2012), y, en términos comparativos, para el año 2014 “Movilizar un contenedor en tractomula

desde el Altiplano hasta los mares de Colombia, cuesta en promedio U$2.350; esto es el costo de

sacarlo del Perú (U$900) y llevarlo al Asia (U$1.500)” (Duque Escobar, 2014). Sin embargo, esta

problemática no es nueva ya que para el año 1842 la Nueva Granada también tenía los mayores

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costos para transportar una tonelada de bienes desde Inglaterra, y casi el 95% de dicho costo lo

constituía el transporte desde el puerto hasta la capital (Coatsworth & Williamson, 2004; Prados

De La Escosura, 2009). Otras razones que explican los elevados costos de transporte al interior

del país provienen del hecho que, tras la independencia, las regiones más pobladas se

encontraban relativamente aisladas entre sí, porque los caminos existentes eran muy difíciles de

transitar y porque se habían desarrollado mercados locales relativamente autosuficientes. Estas

circunstancias conllevaron a que las iniciativas para desarrollar proyectos de infraestructura vial

durante el siglo XIX estuvieran enfocadas en rutas que unieran las regiones que concentraban la

producción y extracción de los bienes agrícolas de exportación con los puertos al exterior, antes

que unir las regiones entre sí. Dichas iniciativas incluían la navegación a través del rio

Magdalena1, la mejora de los caminos de la colonia con el fin de hacerlos carreteables y la

construcción del ferrocarril (Melo, 1987). Por último, un problema recurrente en la inversión en

infraestructura de transporte en Colombia ha sido la falta de consenso político en la prioridad

que merece esta actividad y en la localización de los proyectos a los que se destinan los ingresos

estatales, así como la falta de interés del gobierno colombiano para invertir en infraestructura a

pesar de la problemática ya advertida (Duranton, 2015)

Desde el punto de vista académico, el problema de los medios de transporte y su impacto en el

crecimiento económico ha sido catalogado como el más fundamental en la historia económica

del país (Safford, 2010). Esto se debe a que la dificultad para invertir en infraestructura es una

constante en el largo plazo, y que, en cada modelo económico al que se ha adscrito Colombia,

esa dificultad ha tenido consecuencias negativas para el crecimiento económico colombiano.

La política fiscal propia del modelo agroexportador de finales del siglo XIX y principios del siglo XX

se caracteriza por una marcada dependencia de las aduanas y del crédito externo como medios

de apalancamiento del gasto en infraestructura de transporte. Esta estructura fiscal tuvo efectos

favorables para varios países latinoamericanos, cuyo Estado fue lo suficientemente fuerte para

impulsar las exportaciones por medio de la construcción de ferrocarriles que abarataron los

costos de transporte interno. El caso colombiano es particularmente especial porque aun 1 El rio Magdalena fue el principal medio de transporte fluvial en Colombia. Conectaba el centro del país con el mar Caribe a través del puerto de Honda ubicado a aproximadamente 200 km. de la capital.

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siguiendo la pauta general antes descrita, no tuvo éxito en la construcción de una red ferroviaria

que estuviera dentro de los estándares internacionales para el periodo de análisis y que, por lo

tanto, impulsara las exportaciones de café.

En el periodo 1870 – 1913 Colombia pudo haber caído en la trampa de no desarrollo según la

cual el comercio exterior y los ingresos fiscales no crecieron lo suficiente debido al escaso

desarrollo del ferrocarril, y simultáneamente, el ferrocarril no creció lo suficiente debido al bajo

nivel de comercio exterior y por consiguiente la escasez de recursos fiscales (Bignon, Esteves, &

Herranz-Loncán, 2015). Sin embargo, que la construcción del ferrocarril fuera inferior a lo

estimado, refleja la existencia de obstáculos adicionales a la expansión de la red ferroviaria. Esta

conclusión puede hacerse extensiva hasta 1929 por cuanto Colombia en los años posteriores a la

Primera Guerra Mundial logró una afluencia de recursos provenientes de créditos extranjeros y

logró consolidar su comercio exterior basado en la exportación de café, pero aun así la

construcción del ferrocarril no desempeñó el papel de motor del crecimiento económico

colombiano.

Por lo anterior, en este trabajo se abordan los aspectos históricos que han definido el problema

del transporte interno en Colombia, y los factores que explican la trayectoria divergente seguida

por Colombia a partir de la Independencia en relación con la construcción de infraestructura de

transporte y que la siguen ubicando como uno de los países con los costos de transporte interno

más caros de la región. La elección del periodo comprendido entre 1850 y 1929 se fundamenta

en la importancia histórica que tuvo para América Latina la inversión en infraestructura realizada

al amparo de la primera globalización, y que marca diferencias importantes entre los países de la

región por los beneficios que obtuvieron debido al acceso al mercado mundial (modelo

agroexportador) y el acceso al mercado de capitales, y el uso de dichos recursos en el desarrollo

de una política fiscal fuerte para la inversión en capital físico.

De esta forma, el objetivo principal de este trabajo son los aspectos históricos que definieron el

desarrollo divergente de Colombia en la baja inversión en ferrocarril en Colombia y su relación

con el modelo agroexportador, entre la independencia y la crisis de 1929, bajo un enfoque

estructural, de forma tal que se pretenden definir los factores específicos que explican el atraso

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en la infraestructura y como éstos se correlacionan entre sí, dejando al país inmerso en la

trampa de no-desarrollo antes mencionada (Bignon et al., 2015).

2. Marco teórico e histórico.

Este proyecto se enfoca en la presentación de los determinantes de la construcción del

ferrocarril en Colombia, su dependencia con el modelo agroexportador implementado desde la

segunda mitad del siglo XIX y su relación con la débil estructura fiscal colombiana; y los

determinantes de los ingresos fiscales colombianos, relacionados a su vez con el modelo

agroexportador y la estructura política del siglo XIX.

Teniendo en cuenta dicho marco de investigación, el atraso del ferrocarril en Colombia pudo

deberse a una codependencia sistemática o estructural de factores relacionados con el modelo

agroexportador, tales como la volatilidad de los términos de intercambio, que impidió un

aprovechamiento constante y uniforme de la primera globalización, y el hecho mismo de que

Colombia hubiera ingresado tardíamente al mercado mundial, a partir del modelo

agroexportador, cuando ya los términos de intercambio de los productos primarios habían

comenzado a descender. De igual forma, la construcción de infraestructura ha estado

relacionada con la insuficiencia de recursos fiscales, determinada por la fragmentación de

ingresos y rentas debido a la inestabilidad política del siglo XIX, la dificultad para encontrar un

producto de exportación que hiciera atractivo al país para los capitales extranjeros y la

característica misma de que ninguno de los bienes elegidos permitiera trasladar el costo de la

tributación afuera, lo cual supuso que la estructura fiscal colombiana estuviera fundamentada

casi exclusivamente en las aduanas; sin embargo, dicha estructura requería a su vez de un sector

exportador fuerte que financiara las compras al exterior y de un mercado interno interesado y

capaz de importar bienes continuamente, de los cuales carecía Colombia por la misma

naturaleza de su modelo agroexportador. Finalmente, una constante en la historia colombiana

ha sido la falta de consenso al momento de tomar las decisiones de inversión del gasto público,

lo que dificultó y dispersó los recursos fiscales, impidiendo que el ferrocarril generara mayores

beneficios para la economía colombiana.

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El atraso en la infraestructura de transporte y los elevados costos de transporte interno no solo

tienen repercusiones para la importación de bienes destinados al mercado interno y a la

acumulación de capital físico, sino que también pueden afectar los modelos de desarrollo

enfocados hacia el exterior, como el modelo agroexportador implementado por Colombia entre

la independencia y la Gran Depresión.

A continuación se presenta el marco teórico e histórico en relación con el atraso histórico en la

infraestructura de transporte, y los determinantes económicos y fiscales de dicho problema en

Colombia, en comparación con América Latina, con énfasis en el modelo agroexportador y la

política fiscal propia del periodo comprendido entre 1820 y 1929.

2.1. Marco teórico

Bignon et al. (2015) consideran la construcción del ferrocarril como el principal motor de

crecimiento de las economías latinoamericanas durante la primera globalización; sin embargo,

para dichos autores la relación era bidireccional toda vez que el crecimiento económico

dependía principalmente de las exportaciones y éstas, a su vez, estaban estrechamente

asociadas a la construcción del ferrocarril, la cual dependía del capital extranjero y del apoyo e

ingresos estatales. Durante casi la totalidad del siglo XIX y hasta la crisis de 1929, la estructura

fiscal de la mayoría de los países latinoamericanos era similar y los ingresos nacionales

dependían fundamentalmente de los impuestos sobre el comercio exterior (Coatsworth &

Williamson, 2004; Cortés-Conde, 2008; Marichal, 2008). Sin embargo, los resultados respecto del

crecimiento económico, los recaudos y el gasto en la construcción de ferrocarril son divergentes

entre los países de la región, lo cual indica que la causalidad mutua entre ingresos del gobierno y

crecimiento de las exportaciones, como consecuencia del desarrollo del ferrocarril, pudo haber

ocasionado lo que Bignon et al. (2015) denominan como la trampa del no-desarrollo. En el caso

de Colombia, el gobierno siguió la pauta general según la cual los ingresos públicos provenían

mayoritariamente del comercio exterior (derechos de aduana sobre las importaciones), y,

además, su economía estaba orientada al mercado exterior a través del modelo agroexportador,

sin embargo no tuvo éxito en la construcción de una red ferroviaria que estuviera dentro de los

estándares latinoamericanos para el periodo posterior a la independencia, y que, por lo tanto,

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impulsara la exportación del café. Así, la trampa del no-desarrollo pudo haber ocurrido en

Colombia, pues a la falta de ferrocarriles se le atribuye el lento crecimiento de las exportaciones

de café, a la vez que la falta de recursos públicos explica el estancamiento en la construcción del

ferrocarril (Ocampo, 2010; Safford, 2010).

Esta dificultad para invertir en infraestructura se ha mantenido en el largo plazo y, como se

expuso al principio, ha tenido consecuencias negativas para el crecimiento económico

colombiano. ¿Qué explica que Colombia entre la independencia y la crisis de 1929, siguiendo la

misma tendencia económica y fiscal latinoamericana, haya tenido una trayectoria divergente en

la configuración de un sistema que permitiera al estado recaudar ingresos suficientes para

apalancar el desarrollo del ferrocarril y con ello impulsar el éxito del modelo agroexportador?

La divergencia en el desarrollo económico de los países que, como los latinoamericanos, fueron

objeto de dominio colonial ha sido explicada tradicionalmente a través del papel que juegan las

instituciones y la geografía en el crecimiento económico del largo plazo. Según la teoría

institucional, las sociedades que han heredado de sus colonizadores instituciones que aseguran

los derechos de propiedad para la mayoría de la población, como contraposición a las

instituciones extractivas donde los derechos de propiedad están concentrados en una pequeña

élite que es capaz de modelar las instituciones en beneficio propio, son más propensas a

incentivar la inversión, el desarrollo de sistemas fiscales equitativos y el desarrollo económico

(Acemoglu, Johnson, & Robinson, 2001, 2002, 2005). De igual forma, la geografía ha sido tomada

como un factor diferencial en el tipo de instituciones que los colonizadores establecieron en

América Latina, de forma tal que aquellos países cuya dotación de factores permitía una

explotación rentable de cultivos comerciales o yacimientos mineros, heredaron instituciones

extractivas que, una vez lograda la independencia, tendrían consecuencias negativas para el

crecimiento económico (Sokoloff & Engerman, 2000). Así mismo, se ha relacionado la incidencia

de la geografía en el crecimiento económico a largo plazo a partir de factores como la ubicación

de los países en zonas tropicales o templadas, la presencia o no de costa sobre el mar o ríos

navegables con salida al mar, y la densidad poblacional (Gallup, Sachs, & Mellinger, 1999).

Página | 7

Otras teorías se centran en el papel que tiene la mayor o menor apertura al comercio exterior en

el desarrollo divergente de los países. Una primera teoría establece que la apertura económica

puede incrementar el gasto y las inversiones públicas, factores trascendentales para el

crecimiento económico de los países menos desarrollados, a través de dos vías: (a) el

mejoramiento de los términos de intercambio, caso en el cual el país puede trasladar el costo de

la tributación fuera de su territorio y con ello el gasto social es menos costoso, siempre que los

bienes exportados sean diferenciados; o (b) el aumento del riesgo por la apertura al comercio

exterior, por cuanto el estado aumenta las transferencias públicas como mecanismo

estabilizador, siempre que los bienes exportados sean sustitutos cercanos de los importados

(Epifani & Gancia, 2009). Otro estudio, por su parte, sugiere que la volatilidad de los términos de

intercambio es uno de los factores que mejor explica el bajo crecimiento económico de los

países especializados en la producción y exportación de bienes primarios, principalmente porque

reduce los flujos de capital extranjero y de inversión extranjera directa, afectando con ello la

acumulación de capital (Blattman, Hwang, & Williamson, 2007).

Este trabajo se enmarca en este segundo grupo de teorías que, apartándose de la visión

institucional o geográfica, explican el desarrollo económico divergente de los países

latinoamericanos después de la independencia, a partir de algunas variables del comercio

exterior. La elección de dichas teorías responde a dos razones: en primer lugar, la mayoría de

países latinoamericanos estuvo adscrito al modelo agroexportador que insertaba sus economías

al mercado mundial a partir de uno o varios productos primarios; y, en segundo lugar, la

financiación del gasto público, en especial la construcción de infraestructura que potencializara

dicho modelo, se realizó a partir de los tributos que gravaban las exportaciones y las

importaciones, y del acceso al mercado internacional de capitales. Así, para estudiar el retraso

que históricamente se ha atribuido a la inversión en ferrocarril en Colombia, en primer lugar, se

plantea el análisis del desarrollo del ferrocarril y su relación con el modelo agroexportador, con

el fin de determinar si el ferrocarril tuvo un desarrollo tardío teniendo en cuenta las etapas en

las que el modelo agroexportador se dio en Colombia. En ese sentido, se analizará la relación

entre el ferrocarril y el modelo agroexportador, con el fin de determinar la relación de causalidad

entre uno y otro, así como la incidencia del tipo de cultivo y la fragmentación del mercado

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interno. En segundo lugar, este trabajo pretende establecer si el retraso en la construcción del

ferrocarril se debe a la insuficiencia de recursos, derivada de las dificultades en la

implementación de la política fiscal que históricamente acompañó al modelo agroexportador; a

la falta de consenso político para la construcción de una red nacional férrea; al determinismo

geográfico o a una combinación de todos los factores mencionados.

2.2. Marco histórico

2.2.1. La economía de Colombia durante el primer siglo tras la

independencia (1820-1929)

Colombia declaró la independencia de España el 20 de julio de 1810 pero la misma fue

definida el 7 de agosto de 1819, tras una larga guerra. Esta sección se referirá a los principales

hechos económicos que tuvieron lugar en los años posteriores a la independencia, teniendo en

cuenta que, aún en dicho periodo, subsisten algunos enfrentamientos de carácter político-

militar.

2.2.1.1. La transición del oro al café en las exportaciones de Colombia

La evolución de la economía colombiana después de la independencia estuvo marcada

por el declive de la minería y el desarrollo del sector agroexportador a partir de la mitad del siglo

XIX, que se consolidaría con el café que fue el producto que finalmente insertó a Colombia en el

mercado mundial. En ese sentido, Colombia siguió la pauta latinoamericana en la transición del

modelo exportador colonial, basado en metales preciosos, hacia el modelo de la primera

globalización, fundamentado en productos primarios tropicales (Tabla 1 - Gráfico 1). Al auge

cafetero se le atribuyen el mejoramiento de los ingresos nacionales2, la creación del mercado

interno y el desarrollo del ferrocarril. Sin embargo, a pesar de los beneficios derivados del

modelo agroexportador, Colombia siguió un desarrollo divergente respecto del resto de América

Latina. En ese sentido, esta sección se referirá a los principales rasgos del modelo

2 Principalmente aquellos derivados de empréstitos pues hasta 1929 la carga tributaria reposó sobre los derechos de aduana que gravaban las importaciones.

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agroexportador en Colombia y las características que lo diferencian de los demás países

latinoamericanos que siguieron el mismo modelo.

Para Ocampo (1984, 1987) el desarrollo del modelo agroexportador durante el siglo XIX e

inicios del XX se caracterizó por la búsqueda de un producto de exportación estable y rentable, la

existencia de bonanzas temporales seguidas de periodos de estancamiento, y la aparición al final

del periodo del café como principal producto de exportación. La síntesis de la evolución de los

ciclos de exportación entre 1830 y 1929 se presenta en la Tabla 1, siguiente.

Tabla 1. Ciclos de exportación, productos y ubicación (1830-1929)

Periodo Características Principales productos y ubicación

1830 - 1850 Caída en las exportaciones reales como consecuencia de la disminución de los yacimientos de oro.

Oro

Chocó y Pacífico. Nuevos yacimientos en Tolima, el Cauca medio y Antioquia

1850 - 1870

Se presentó una tendencia alcista de las exportaciones a través de diversos productos alternativos al oro como el tabaco y la quina, la cual estuvo acompañada de un incremento del precio de las exportaciones y de los términos de intercambio.

Tabaco

Ambalema (Tolima), Carmen de Bolívar3 y

en menor medida Santander.

Quina

Cundinamarca y la parte nororiental del actual departamento del Cauca, Tolima y el

territorio de San Martín.

1870 - 1873

Colombia también disfrutó de un periodo de bonanza por cuenta de la quina y el café, suficiente para compensar la crisis tabacalera y que, sin precios excepcionales de exportación, aumentó los términos de intercambio.

Café

Santander, Norte de Santander,

Cundinamarca y el sur de Antioquia.

Quina Santander

1874 - 1877

Este periodo entre se considera de estancamiento por la crisis interna derivada de las guerras civiles, aunque los términos de intercambio mantuvieron su tendencia ascendente mejorando la capacidad de compra externa del país.

Café Santander, Norte de

Santander

3 Aunque Ambalema (Tolima) movía el 80% de la producción total de tabaco, Carmen de Bolívar fue la principal región productora para exportación desde mediados de 1865 hasta su decadencia (Sástoque, 2011).

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Periodo Características Principales productos y ubicación

1878 - 1882

Nuevo periodo de bonanza con muy buenos resultados en cuanto a precios de las exportaciones y términos de intercambio.

Quina Santander

Café

Santander, Norte de Santander

Cundinamarca y el sur de Antioquia.

1883-1892

Los precios de las exportaciones y los términos de intercambio experimentaron un deterioro considerable como consecuencia de la crisis de la quina, aunque la recuperación se iniciaría a partir de 1887 gracias a los precios del café y el incremento de las exportaciones de metales preciosos y tabaco.

Café

Santander, Norte de Santander,

Cundinamarca y el sur de Antioquia.

Tabaco Ambalema (Tolima) y

Carmen de Bolívar

Metales preciosos

Tolima, el Cauca medio y Antioquia

1893 - 1898 Se presentó una bonanza cafetera que no sería extensible al resto del sector exportador

Café

Santander, Norte de Santander,

Cundinamarca y el sur de Antioquia.

1898 - 1910

El sector exportador vivió una depresión4 severa reflejada en el deterioro de los precios de las exportaciones y las relaciones de intercambio, y agravada por la tendencia alcista de los precios de las importaciones en la primera década del siglo XX

Café

Crisis y estancamiento de la producción

cafetera de Santander, Norte de

Santander, Cundinamarca y

Antioquia se estancaron.

1910 - 1914

El país se benefició de la bonanza cafetera, la cual sería interrumpida por el colapso de la globalización por causa de la Primera Guerra Mundial;

Café

Antioquia, Viejo Caldas (Actualmente

Caldas, Risaralda y Quindío – Eje

Cafetero-), Valle y el Norte del Tolima.

1922 - 1929

El sector exportador vivió la última bonanza del periodo sustentada en el alza de los precios internacionales del café y el incremento del volumen de café remitido al exterior, la cual duraría hasta el colapso de la economía como consecuencia de la crisis mundial de 1929

Café

Antioquia, Viejo Caldas (Actualmente

Caldas, Risaralda y Quindío – Eje

Cafetero-), Valle y el Norte del Tolima.

Fuente: Elaboración propia a partir de (Bejarano, 1987; Ocampo, 1984, 1987; Sástoque, 2011).

4 Entre 1899 y 1900 se registró un significativo descenso en el precio internacional del café y se redujo la producción de grano (Melo, 1979).

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Para Ocampo (1984) la inestabilidad en los productos de exportación vivida hasta fines

del siglo XIX se explica en el desarrollo de un modelo de producción-especulación a través del

cual se alternaban los productos según las necesidades del mercado internacional, esto es,

aprovechando las ganancias que dejaba la escasez y, por lo tanto, dejando a un lado la

acumulación de capital necesaria para la creación de capacidad productiva, la reinversión de

utilidades que llevaran a un incremento de la productividad vía cambio tecnológico, y la

inversión de capital en actividades alternas como la manufactura (Grafico 1). Este ciclo del

modelo agroexportador se caracteriza, por lo tanto, por su alta dependencia a las condiciones

aleatorias del mercado mundial, y cuya debilidad estructural estaba dada por el carácter de

periferia secundaria, lo cual, en términos de Ocampo (1984) define que la escasa integración al

mercado se haya llevado a cabo a través de capitales locales escasos, sin gran afluencia de mano

de obra extranjera y bajo la sombra de un estado fiscalmente débil que era incapaz de garantizar

la paz política ni de asumir proyectos de infraestructura necesarios para el desarrollo

exportador. Solamente la expansión cafetera pudo romper los ciclos de producción-especulación

mencionados anteriormente, y a finales de siglo XIX, el café se consolidaba como el producto

que insertaría a Colombia al mercado mundial, que le permitiría acceder de nuevo al mercado

internacional de capitales, y que mejoraría la capacidad para importar, trayendo con ello un

efecto positivo en el incremento de los ingresos fiscales vía tarifas aduaneras y empréstitos, y en

la expansión del gasto público, especialmente en obras de infraestructura (Bejarano, 1987).

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Gráfico 1. Composición de las exportaciones según valor Fuente: Elaboración propia a partir de (GRECO, 2002; Melo, 1987)

El gráfico 1 muestra con claridad la transición desde el modelo exportador colonial,

basado en la exportación de metales preciosos, hacia el modelo de la primera globalización

basado en los productos tropicales. En este sentido, Colombia sigue la pauta latinoamericana. En

términos generales en la primera etapa del modelo agroexportador Colombia mejoró sus

términos de intercambio pese a la volatilidad expuesta previamente, y con ello el sector exterior

impulsó el crecimiento económico del país, permitiendo también el acceso a una variedad de

productos importados de consumo e inversión (Kalmanovitz & López Rivera, 2009). Por su parte,

el principal estímulo para el crecimiento económico colombiano en las primeras décadas del

siglo XX fue la rápida expansión de las exportaciones de café, las cuales para 1920 representaron

0%

10%

20%

30%

40%

50%

60%

70%

80%

% s

ob

re e

l to

tal

de e

xp

orta

cio

nes

Tabaco Quina Cueros Algodón

Sombreros Maderas Ganado Otros

Metales preciosos Café/Bananos Café

Página | 13

el 51.2% de las exportaciones totales (Meisel R, Ramírez G, & Jaramillo E, 2016). Sin embargo, en

dicho periodo la volatilidad también estuvo presente y el país no alcanzó los niveles de términos

de intercambio anteriores, no obstante las bonanzas cafeteras de 1910 y de 1922-1929

(Kalmanovitz, 2007a). Asimismo, la volatilidad de los términos de intercambio siguió una pauta

similar en el conjunto de países latinoamericanos toda vez que al aumento de los precios reales

de los productos agrícolas y minerales iniciado en 1870 le siguió un cambio generalizado en la

tendencia de los mismos, el cual también se encuentra asociado principalmente a las crisis de

principios de siglo, la Primera Guerra Mundial, la deflación mundial de 1920-21 y la crisis

económica de 1929 (Bértola & Ocampo, 2010; Coatsworth & Williamson, 2004).

Para Bértola & Ocampo (2010), en 1830 las exportaciones colombianas como proporción

del PIB se encontraban dentro del promedio latinoamericano, excluyendo Cuba, pero a partir de

1870 y hasta 1929 se observa una divergencia con el resto de países, toda vez que Colombia

mantiene niveles muy bajos (9% en promedio) mientras las exportaciones de países como

Argentina, Chile y Uruguay alcanzan niveles que rondan el 30% del PIB (Tabla 2). Respecto del

café, a pesar del auge vivido durante las primeras décadas del siglo XX las exportaciones

colombianas nunca superaron el 10% del mercado mundial, mientras Brasil concentraba en

promedio el 75% de las exportaciones mundiales (GRECO, 2002).

Tabla 2. Exportaciones como porcentaje del PIB

1830 1870-1874 1910-14 1925-29

Colombia 8,0% 3% 9% 14%

México 3,3% 6% 7% 13%

Brasil 8,8% 15% 9% 15%

Cuba 37,6% 9% 26% 44%

Venezuela 10,9% 18% 14% 30%

Argentina 12,2% 20% 24% 20%

Chile 9,6% 31% 35% 43%

Uruguay ---- 61% 38% 36%

Fuente: Elaboración propia a partir de (Bértola & Ocampo, 2010).

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A pesar del tardío impulso económico fomentado por la bonanza cafetera, ni el ciclo de

producción-especulación durante las décadas inmediatamente posteriores a la independencia, ni

el café, a partir de finales del siglo XIX y especialmente en las dos primeras décadas del siglo XX,

fueron suficientes para impulsar el desarrollo económico colombiano (Bejarano, 1987). De un

lado, las economías de exportación resultaron ser débiles, cíclicas y de corta duración como para

permitir una acumulación de capital estable y significativa, y de otro, las continuas crisis de la

agricultura de exportación agotaban el capital incipientemente acumulado (Bejarano, 1987).

Adicionalmente, los cultivos de los principales productos de exportación se ubicaron en su

inmensa mayoría en la Región Andina colombiana, esto es, entre las tres cordilleras que

atraviesan el país desde el suroccidente hasta el nororiente, aunque dispersos entre sí. Así, el

café inicialmente se localizó en el centro y nororiente colombiano (Santanderes y Cundinamarca)

y posteriormente en el Eje Cafetero, sur de Antioquia y Norte del Tolima (centro – occidente). La

quina también estuvo dispersa en los diversos auges, desde el suroccidente (Cauca) hasta el

nororiente (Tolima – Santander), con una pequeña porción en los Llanos Orientales (San Martín).

Por su parte, el tabaco se ubicó en el centro del país, a orillas del Río Magdalena (Ambalema –

Tolima) y en el norte, muy cerca al Mar Caribe (Carmen de Bolívar – Bolívar). Aunque el modelo

agroexportador latinoamericano generalmente coincide con el periodo de la primera

globalización (1870-1914), en Colombia este inicia alrededor de la mitad del siglo XIX con la

búsqueda de los productos agrícolas que reemplazarían el oro, pero solo se consolida a inicios

del siglo XX con la finalización de las guerras civiles y la expansión cafetera. Así, en Colombia

dicho modelo se habría desarrollado tardíamente, cuando los términos de intercambio de los

países agroexportadores, en conjunto, habían comenzado a deteriorarse, y finalizaría

abruptamente con la crisis de 1929 (Bejarano, 1987) que colapsaría el mercado internacional de

café e interrumpiría la entrada de flujos de capital extranjero (Ocampo, 1987).

Esta temporalidad, la inestabilidad en los productos agrícolas de exportación, la baja

participación de las exportaciones respecto del PIB y la volatilidad de los términos de

intercambio son algunos de los factores a los cuales se atribuye el fracaso del modelo

agroexportador como impulsor del crecimiento económico y la divergencia que tendría

Colombia respecto de otros países de la región.

Página | 15

2.2.1.2. Política fiscal: Estructura política, ingreso y gasto en

infraestructura férrea

Los ingresos fiscales de la Nueva Granada a finales de la época colonial estaban

compuestos de la siguiente manera: (a) Los estancos y monopolios del tabaco y el aguardiente,

que provenían de la organización de la producción de dichos bienes como una renta del

gobierno colonial; (b) Los quintos sobre el oro, que se pagaban cuando el metal era llevado a las

Casas de Moneda de Santa Fe y Popayán para ser fundido, acuñado y quintado. En las primeras

épocas de la colonia era el 20% del oro producido por las minas, pero al final de la colonia

correspondía al 3% de la producción; (c) Los diezmos, que recaían sobre la producción

agropecuaria y eran recaudados por la Corona pero estaban destinados al sostenimiento de la

iglesia. Estaban exentos del diezmo los productos agrícolas producidos por los indígenas y que se

vendían en mercados locales; (d) La renta de aduanas, que estaba compuesta por varios

impuestos que gravaban el comercio de importación, tales como el almojarifazgo, la avería, la

internación, la alcabala de mar, etc.; (e) La alcabala, que gravaba todas las transacciones

comerciales de bienes muebles e inmuebles y operaciones de crédito como los censos e

hipotecas. Estaban exentos, como en el caso de los diezmos, los artículos comercializados por los

indígenas; y (f) el resto de ingresos fiscales, que provenían de gravámenes que recaían sobre

actividades tan diversas como las riñas de gallos, peajes por caminos y puentes, bula de cruzada,

bula para comer carne en la cuaresma, oficios vendibles, medias anatas, espolios eclesiásticos,

etc. (Jaramillo Uribe, 1987). De esta forma, la estructura fiscal que recibe la nueva república

estaba fundamentada principalmente en el desarrollo de actividades productivas por parte del

estado (los monopolios), y una serie de gravámenes dispersos establecidos en la forma de

impuestos indirectos y que, por lo tanto, recaían sobre el consumo y las actividades económicas,

y no en la propiedad de bienes ni en la generación de riqueza. Esta tendencia se mantendría

durante el siglo XIX y principios del siglo XX, pero esta vez la tributación indirecta recaería

especialmente sobre el comercio exterior (McGreevey, 1982).

A partir de 1820, la nueva república enfrentó tres tipos de gastos que requerían la

consecución de amplios recursos. En primer lugar, los gastos militares que entre 1826 y 1827

Página | 16

alcanzaron el 62% de los egresos del estado, y entre 1829-1842 supusieron el uso del 44% del

presupuesto nacional. En segundo lugar se encontraba la burocracia estatal y, en tercer lugar, el

servicio de la deuda externa e interna5 proveniente de la guerra de independencia y los primeros

años de la república (Tovar Pinzón, 1987).

En 1821, el Congreso de Cúcuta mantuvo una de las principales rentas coloniales, esto es,

el monopolio del tabaco, y sustituyó el del aguardiente por un gravamen sobre la destilación y

sobre la patente de venta al detalle de dicho licor. De igual forma se conservaron los diezmos y

los quintos, y la alcabala para las operaciones que recayeran sobre bienes inmuebles, aunque a

una tasa menor. Así, los gravámenes abolidos se restringían a algunos tributos menores y a la

alcabala para las ventas internas (Tovar Pinzón, 1987). Se resalta el establecimiento de un

impuesto sobre la renta cuyo recaudo fue muy deficiente y tras una suspensión temporal fue

abolido en 1826 (Tovar Pinzón, 1987). El hecho de que durante el periodo inmediatamente

posterior a la independencia la política fiscal no tuviera cambios importantes se atribuye a que

no surgieron alternativas de ingresos estatales que facilitaran el abandono del sistema tributario

colonial (McGreevey, 1982).

A mediados de siglo, con el triunfo de los liberales en el gobierno, primaron las ideas

según las cuales: (a) se debía limitar la intervención del estado en la economía, al cual le estaba

reservado el impulso a la educación pública y el desarrollo de obras, especialmente las vías de

comunicación, (b) se debía eliminar el sistema fiscal colonial centrado en los monopolios, y (c) el

desarrollo dependería del crecimiento del comercio internacional (Tovar Pinzón, 1987). Producto

de lo anterior, en los años posteriores la producción y el comercio de tabaco quedaron libres de

todo gravamen (Tovar Pinzón, 1987). Adicionalmente, con las leyes expedidas en 1850 y 1851 se

llevó a cabo una “descentralización de rentas y gastos” por medio de la cual se cedieron a las

provincias algunas rentas como los diezmos y quintos, y los ingresos por aguardientes, peajes,

fundición de oro, entre otros (Tovar Pinzón, 1987). Como se observa en el Gráfico 2, la

transferencia de varios impuestos a los departamentos y municipios, la supresión del monopolio

5 En 1839 se disolvió la Gran Colombia (compuesta por Colombia, Venezuela y Ecuador) y a Colombia se le asignó el 50% del total de la deuda externa contraída por aquella, la cual ascendía a $31.8 millones de deuda externa y $19.9 millones de deuda interna (Tovar Pinzón, 1987).

Página | 17

del tabaco, así como la reducción de las alcabalas internas y externas al comercio y la reforma al

sistema arancelario, debilitaron los ingresos del gobierno central, cuya fuente de recaudo quedó

concentrada en los impuestos a la importación (Kalmanovitz, 2007b; McGreevey, 1982). La

participación de las aduanas respecto del total de los ingresos se mantuvo en ascenso durante

todo el siglo XIX, y a finales de dicho periodo representaban aproximadamente el 80% de los

ingresos nacionales (Gráfico 3).

Gráfico 2. Ingresos nacionales, provinciales (o estatales) y municipales Fuente: Elaboración propia a partir de (Melo, 1979)

Gráfico 3. Ingresos fiscales nacionales durante el siglo XIX, promedios quinquenales Fuente: Elaboración propia a partir de (Melo, 1979)

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Total de ingresos Aduanas Aduanas (%)

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Los cambios en la estructura fiscal del gobierno central coinciden con la proporción que

suponen los impuestos respecto del PIB, tal como lo demuestran Kalmanovitz & López Rivera

(2009) cuando comparan dicho indicador para las últimas décadas del periodo colonial y el

primer siglo de independencia. Al final de la colonia (1771-1810) los impuestos representaban

entre el 4% y el 11% del PIB, suma que para Kalmanovitz & López Rivera (2009) era muy alta para

los patrones premodernos. Con la reducción de impuestos y diezmos y la descentralización fiscal

impulsada por los liberales6, los tributos nacionales llegaron a alrededor del 2% del PIB

(Kalmanovitz & López Rivera, 2009). En efecto, en las primeras décadas de la segunda mitad del

siglo XIX, el gobierno central vio debilitados sus ingresos por la descentralización de rentas y

gastos impulsadas por los liberales 7 y, por ejemplo, para 1860 la carga tributaria total

representaba un 5.2% como porcentaje del PIB, de la cual el 2% provenía de rentas nacionales y

el 3.2% de rentas descentralizadas (Kalmanovitz & López Rivera, 2009).

Las provincias, por su parte, eliminaron los diezmos y los quintos casi en forma

generalizada, y buscaron reemplazar dichos ingresos a través de la creación de una “contribución

directa”, de estructura similar al abolido impuesto sobre la renta nacional, aunque la mayor

parte de los ingresos provenían del monopolio de los aguardientes y de los impuestos indirectos

como el impuesto al degüello que gravaba el consumo de carne, derechos de consumo, peajes,

etc. Producto de la descentralización de rentas y de los cambios en la estructura fiscal, las

provincias incrementaron sus ingresos significativamente durante las décadas de preeminencia

liberal (Gráfico 4). Sin embargo, aun cuando la descentralización también había asignado a las

provincias el “impulso a las vías de comunicación” (Tovar Pinzón, 1987), el aumento de los

ingresos fiscales regionales no se reflejó de forma significativa en la inversión de construcción de

infraestructura toda vez que para 1886, fecha en la cual se rompe el federalismo político, el

desarrollo ferroviario era aún incipiente (Gráficos 13 y 14).

6 Al punto cumbre del liberalismo político se llegaría en 1863 con el establecimiento de un gobierno federal. 7 Los gobiernos liberales incluyen la Confederación Granadina y los Estados Unidos de Colombia, los cuales comprenden el periodo de 1858 a 1886.

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Gráfico 4. Evolución de los ingresos provinciales (miles de pesos) Fuente: Elaboración propia a partir de (Melo, 1987)

La tendencia descentralizadora descrita anteriormente empieza a revertirse a finales del

gobierno federal con el ascenso de las ideas conservadoras y centralistas, y, finalmente, con el

triunfo del movimiento político de “La Regeneración” y la expedición de la Constitución de 1886.

Este cambio de ideas políticas se vio reflejado en la política económica del país. En materia fiscal,

las tarifas de los aranceles se incrementaron en 1880, 1883 y 1884, y a partir de 1886 el

gobierno central recargó la tarifa con un 25% adicional, con el fin de compensar a los

departamentos por la eliminación de los impuestos al consumo de productos extranjeros que

recaudaban dichas entidades territoriales. En todo caso, el gobierno enfrentó una disminución

del recaudo efectivo debido a la devaluación monetaria “pues al fijar los impuestos en valores

específicos por kilogramo, el valor real de las sumas pagadas, comparado con los precios en oro,

tendía a disminuir” (Melo, 1987), situación que intentó compensarse con nuevos recargos a las

tarifas aduaneras realizados en 1895 y 1897. Adicionalmente, el nuevo gobierno conservador

pretendió aumentar los ingresos del gobierno central a través del establecimiento del impuesto

de degüello como de carácter nacional en 1886, la creación del monopolio oficial para la

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fabricación y venta de cigarrillos en 1892, y la creación de un impuesto a las exportaciones de

café en 1894-95, el cual tuvo que ser eliminado rápidamente por la oposición recibida por el

gremio cafetero. Estos nuevos ingresos no fueron suficientes para afrontar los gastos estatales,

especialmente los relacionados con el ejército debido a las guerras civiles de 1885, 1895 y, sobre

todo, la Guerra de los Mil Días (1899-1902), y, por lo tanto, el gobierno acudió a la emisión de

moneda como mecanismo de ajuste fiscal (Melo, 1987). De igual forma, el aumento de los gastos

militares supuso el incumplimiento del pago de la deuda externa heredada de la independencia y

de la disolución de la Gran Colombia, lo cual tendría repercusiones para el acceso al crédito

externo con posterioridad (Melo, 1987). La finalización de la Guerra de los Mil Días traerá como

resultado nuevos aumentos del impuesto de aduanas, la explotación del monopolio rentístico de

las salinas que no pertenecía a los departamentos, y la administración de algunos impuestos y de

la renta de las salinas por parte del sector privado (R. Junguito & Rincón, 2004). Si hasta 1906 la

presión fiscal se atribuye a los gastos militares y el pago de la deuda interna originada en

obligaciones de la Guerra de los Mil Días, a partir de 1907 el crecimiento del gasto “estuvo

vinculado, ante todo, con la inversión pública en carreteras y ferrocarriles” (R. Junguito & Rincón,

2004).

De igual forma, durante el siglo XIX Colombia no pudo generar ingresos suficientes para

pagar las deudas internacionales contraídas durante la guerra de independencia, lo que a su vez

llevó a una falta de acceso al crédito internacional (Meisel R et al., 2016); esta situación y la falta

de un producto exitoso de exportación creó un círculo negativo de escasez de capital extranjero

y dificultó el impulso de obras de infraestructura que a su vez apalancaran el sector exportador.

En las primeras décadas del siglo XX los desajustes o desequilibrios fiscales fueron

cubiertos con créditos, la refinanciación de las obras de infraestructura y el recorte del gasto

público (R. Junguito & Rincón, 2004). A lo anterior habría que sumarle el hecho de que aunque

en 1913 se habían elevado de nuevo las aduanas, el recaudo como porcentaje del PIB se vería

afectado por el impacto de la Primera Guerra Mundial sobre el comercio internacional, que

redujo el recaudo de los gravámenes arancelarios, y, por otro lado, la coyuntura internacional

cerró el acceso al crédito externo (R. Junguito & Rincón, 2004). En este contexto se realizaron

Página | 21

algunos intentos para consolidar un sistema impositivo moderno, no tan dependiente de los

aranceles. En 1914 y 1917 se crearon los impuestos al consumo suntuario por medio de los

cuales se cobraba un impuesto a las ventas a nivel manufacturero, para la cerveza, fósforos y

naipes. En 1918 se creó el impuesto a la renta aunque su aplicación solo iniciaría a partir del año

1922, y cuyo recaudo efectivo quedaría supeditado a las modificaciones introducidas con la ley

64 de 1927 (González & Calderón, 2002). No obstante, la expedición de las normas mencionadas

anteriormente, hasta 1929 el recaudo tributario seguía dependiendo de los impuestos

indirectos, siendo el principal de ellos las tarifas arancelarias, y, como se observa en el Gráfico 5,

el recaudo de ingresos provenientes de impuestos directos no fue significativo (como proporción

del PIB) en ningún año del periodo objeto de análisis.

Gráfico 5. Distribución de la carga tributaria después de la Guerra de los Mil Días Fuente: Elaboración propia a partir de (R. Junguito & Rincón, 2004)

Durante la década de 1920 el gobierno colombiano realizó acciones tendientes a

restablecer el crédito externo con el fin de financiar las obras de los ferrocarriles, al tiempo que

destinaba parte del crédito interno a cubrir las reclamaciones de la Guerra de los Mil Días (R.

Junguito & Rincón, 2004). Dichas acciones estuvieron representadas en reformas a las

instituciones económicas como la creación del Banco Central, la adopción del patrón oro, leyes

bancarias, etc., producto de las recomendaciones de la Misión Kemmerer (Meisel R et al., 2016).

De igual forma, entre 1922 y 1929 la economía colombiana vivió la denominada “prosperidad a

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Impuestos directos Impuestos indirectos Carga tributaria

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debe” y/o “danza de los millones” que consistió en la “confluencia de una serie de factores que

mejoraron tanto la situación del sector externo como de las finanzas gubernamentales”

(Bejarano, 1987). Esta época está marcada por el aumento del valor y del volumen de las

exportaciones de café, la recepción entre 1923 y 1926 de la suma de US$25 millones por

concepto de la compensación por la pérdida de Panamá, y el nuevo acceso a los mercados

internacionales de capital por parte del gobierno central, los departamentos y los municipios,

especialmente en el periodo comprendido entre 1926 y 1929 (Bejarano, 1987). Es precisamente

al financiamiento externo al que Bejarano (1987) le atribuye el aumento del gasto y la inversión

pública durante este periodo, especialmente en infraestructura de transporte (Gráficos 13 y 14),

toda vez que el bajo nivel de renta per cápita generaba que la carga tributaria siguiera

concentrada en el comercio exterior. Esta conclusión es respaldada por McGreevey (1982) que

considera que la mitad del capital extranjero se hallaba concentrado en el sector de transporte,

especialmente en el de ferrocarriles. Entre los efectos que trajo consigo el endeudamiento

externo, la compensación por Panamá, los mayores ingresos aduaneros y el mayor recaudo en

términos absolutos debido a la expansión económica, entre 1921/23 a 1928/29 los ingresos

fiscales se incrementaron en un 585% a nivel del gobierno central, 150% a nivel departamental, y

112% a nivel municipal (Bejarano, 1987). Este buen momento de los ingresos fiscales se vio

reflejado en un incremento en los gastos del sector público, como se observa en el Gráfico 6.

Gráfico 6. Gasto público (1923-1928) Fuente: Elaboración propia a partir de (Bejarano, 1987)

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Total Obras públicas % Obras públicas sobre el total nacional

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Meisel R et al. (2016) cuantifican en 160 millones de dólares el monto de los créditos

recibidos por Colombia a partir de 1922, los cuales, junto con la compensación por la pérdida de

Panamá se destinaron a obras públicas relacionadas con el transporte, debido al enorme rezago

que tenía el país en infraestructura como consecuencia del limitado crecimiento de las

exportaciones en el siglo XIX y el consenso político en cuanto al que el principal problema del

país era precisamente su infraestructura de transporte. Por tal razón, entre 1926 y 1929, más del

60% del total de las inversiones públicas del país se destinaron a los ferrocarriles; sin embargo,

contrario a lo sucedido anteriormente, “el desarrollo ferrocarrilero de los años veinte se orientó

hacia la integración de la economía nacional y sólo de un modo secundario a completar las vías

de comunicación dirigidas hacia el mercado mundial” (Bejarano, 1987) pues el principal objetivo

era promover el comercio interno a través de la consolidación de un mercado nacional. El

desarrollo ferroviario se vería interrumpido por la crisis de 1929 que afectaría las finanzas

públicas por la interrupción de los flujos de capital, la reducción del recaudo arancelario y los

pagos de la deuda adquiridos durante los años de bonanza, lo que llevaría a que “los gastos del

gobierno nacional, excluyendo los pagos de la deuda, disminuyeron entre un 60% y un 70% entre

1928 y 1932” (Ocampo, 1987), y cuyos efectos más notorios se reflejaron en la paralización de

las obras públicas, incluido el ferrocarril (Gráfico 13).

Como se anticipaba al final de la sección anterior, “la historia exportadora (…) determinó

la evolución de las finanzas públicas, que más rápida que lentamente pasaron a depender de los

recaudos aduaneros” (Ocampo, 2011). Esta situación fue generalizada para aquellos países que

implementaron el modelo agroexportador como se expone en el siguiente apartado. Sin

embargo, en Colombia las particularidades propias del modelo agroexportador mencionadas en

la primera sección y la inestabilidad en la definición del sistema político, tuvieron efectos

negativos que se reflejan en la incapacidad del estado para generar ingresos fiscales suficientes,

entre otros por la inconveniencia de gravar las exportaciones, la alta dependencia de las aduanas

sin que el país tuviera las condiciones necesarias para sustentar dicha estructura fiscal, y la

dificultad para obtener empréstitos durante la época de mayor auge financiero a causa de las

moratorias en el pago de la deuda externa. Con ello el gasto destinado a la construcción

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ferroviaria no fue suficiente para apalancar el modelo agroexportador a partir de la construcción

del ferrocarril.

2.2.1.3. El modelo agroexportador y la construcción de ferrocarril en

Colombia

Para Blattman et al. (2007) la elección del producto de exportación en Colombia estuvo

influida, entre otros, por el costo de la construcción de carreteras y ferrocarriles que en la

práctica suponía que el transporte por tierra era casi prohibitivo y que, por lo tanto, solo se

justificaba por productos de alto valor-peso, como el oro, o productos relativamente livianos y

de alto valor, como el tabaco y el café. Para 1820, un viaje de Bogotá a la costa atlántica tomaba

de 2 a 5 meses e incluía trayectos en bongos (una especia de balsa) sobre el rio Magdalena, así

como el uso de mulas y tercios en la zona montañosa, éstos últimos especialmente durante la

época de lluvias (Horna, 1982). Por tal razón, en el año 1842 los costos de transportar una

tonelada de bienes desde Inglaterra hasta Bogotá eran de £52.9, mientras que hasta Buenos

Aires y Montevideo eran de £2, Lima £5.12, Santiago £6.58, Caracas £7.76, Ciudad de México

£17.9, Quito £21.3 y Sucre o Chuquisaca £25.56 (Coatsworth & Williamson, 2004). De este costo,

el principal componente lo constituía el transporte desde el puerto hasta la capital (Prados De La

Escosura, 2009), como se observa en el Gráfico 7. Dicha tendencia se ha explicado,

tradicionalmente, por las características propias de la geografía colombiana (Coatsworth &

Williamson, 2004; Melo, 1987), cuyo territorio está atravesado por tres cordilleras en medio de

las cuales se encuentra ubicada la capital del país y las zonas que concentraron la producción de

los principales bienes de exportación (Región Andina), entre ellas el “eje cafetero”. Otras razones

que explican los elevados costos de transporte al interior del país provienen del hecho que, tras

la independencia, las regiones más pobladas se encontraban relativamente aisladas entre sí,

porque los caminos existentes eran muy difíciles de transitar y porque se habían desarrollado

mercados locales relativamente autosuficientes. Adicionalmente, un problema recurrente en la

inversión en infraestructura de transporte en Colombia ha sido la falta de consenso político en la

prioridad que merece esta actividad y en la localización de los proyectos a los que se destinan los

ingresos estatales. Estas circunstancias conllevaron a que las iniciativas para desarrollar

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proyectos de infraestructura vial durante el siglo XIX estuvieran enfocadas en rutas que unieran

las regiones que concentraban la producción y extracción de los bienes agrícolas de exportación

con los puertos al exterior, antes que unir las regiones entre sí. Sin embargo, Horna (1892)

menciona que la navegación del río magdalena durante los 1820´s muestra que antes del

modelo agro exportador y la conexión de los centros productivos con los puertos, hubo interés

en unir geográficamente al país y minimizar el aislamiento de los poblados coloniales. La

navegación a vapor también contó con el apoyo de la industria tabacalera (ubicada al margen del

rio magdalena en el centro del país en el municipio de Ambalema - Tolima), pero con el colapso

tabacalero solo fue hasta el auge cafetero de finales de siglo XIX que se revitalizó dicho medio de

transporte.

Gráfico 7. Costos de transporte en Latinoamérica, 1842 Fuente: Elaboración propia a partir de (Prados De La Escosura, 2009)

Para Safford (2010), el problema de los transportes en el siglo XIX se enmarca en la falta

de una economía nacional integrada, donde los altos costos de transporte limitaron no solo el

comercio internacional sino también el desarrollo de mercados regionales pues la falta de

movimiento comercial disminuía los incentivos particulares para mejorar el transporte y reducía

los recursos fiscales. A mediados de siglo se inició el mejoramiento del transporte fluvial a través

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Flete promedio desde Inglaterra Costo de transporte desde puerto hasta la capital

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del Rio Magdalena, pero en las rutas que atravesaban las cordilleras se seguía utilizando las

mulas o caballos incluso hasta fin de siglo. Estas restricciones explican que durante la primera

mitad del siglo XIX el transporte era costoso en términos de fletes, de tiempo y de las pérdidas y

daños que sufría la carga tanto en el transporte fluvial como en el terrestre, especialmente en

época de lluvias (Safford, 2010).

El modelo general seguido por Colombia para la construcción de las líneas férreas

durante el siglo XIX fue un sistema de concesiones que otorgaba a los inversionistas nacionales o

extranjeros el privilegio de explotación de la vía durante un largo periodo, a cambio de la

construcción de la obra con recursos propios pero con garantías sobre intereses o rendimientos

de capital de entre el 5% y el 7% (Fischer, 2002). En ocasiones, el contrato se acompañaba de

subsidios globales o por kilómetro construido (Meisel R et al., 2016; Pachón & Ramírez, 2006).

Adicionalmente, el contrato se acompañaba de otros beneficios como exenciones tributarias

locales y nacionales, especialmente de los derechos de importación de bienes de capital,

adjudicación de baldíos a lado y lado de la vía férrea, derechos de explotación de los recursos

naturales en las zonas adyacentes, etc. (Correa Restrepo, 2010, 2012a, 2012b, 2013b, 2015;

Rippy, 1943). Esta estructura contractual, los ciclos de exportación cortos y los productos

ubicados de forma dispersa en la región Andina dejaron a Colombia con menos de 600

kilómetros de vías férreas y 0.15 kilómetros por cada mil habitantes, para finales del siglo XIX

(Meisel R et al., 2016).

Por su parte, el inicio del siglo XX siguió marcado por un panorama económico incierto,

pues hasta 1910 el sector vivió una depresión derivada de los precios de las exportaciones y la

caída de los términos de intercambio, aun cuando ya Colombia había iniciado su inserción al

mercado mundial a través del café. De 1910 a 1914 Colombia empezaría a vivir la bonanza

cafetera pero pronto se enfrentaría al shock externo producido por la primera guerra mundial, la

deflación el periodo de entreguerras y el proteccionismo de este nuevo periodo. Sin embargo, a

partir de la década de 1920 el Estado sí jugó un papel más determinante en la financiación de las

obras, alentado por el aumento de ingresos fiscales, el acceso al crédito externo y el uso de la

compensación recibida por la pérdida de Panamá.

Página | 27

A continuación, me referiré a las tres (3) etapas que pueden diferenciarse en la

construcción del ferrocarril, las cuales siguen en gran medida los ciclos del modelo

agroexportador descrito en la sección anterior8..

2.2.1.3.1. Primeras líneas (1850-70)

La primera obra férrea que emprendió Colombia durante el siglo XIX fue la construcción

del Ferrocarril de Panamá. La discusión política sobre la necesidad o conveniencia de emprender

dicha obra inició muy temprano pues ya desde 1828 el gobierno nacional encargó la

investigación de una ruta para la línea férrea intercontinental del istmo de Panamá y entre 1830

y 1848 se llevaron a cabo negociaciones con Estados Unidos y Francia para el diseño y

construcción de la línea, aunque las mismas no llegaron a buen término. A pesar de lo anterior,

la inversión fue realizada exclusivamente con capital americano por medio de la Panama Railroad

Co. y su construcción finalizaría a mitad de siglo. Por último, esta línea no se concibió con la

finalidad de conectar núcleos de producción con el comercio internacional sino que tuvo como

propósito de conectar el continente y crear una ruta de paso entre el Océano Pacífico y el

Atlántico (Correa Restrepo, 2010).

Para efectos de este trabajo, el Ferrocarril de Panamá no resulta representativo de la

tendencia seguida por Colombia en la construcción de infraestructura férrea, no solo por

temprana iniciación y rápida ejecución, sino también por la forma de financiación y la finalidad

que se perseguía con ella. Adicionalmente, a partir de 1903 esta línea dejó de pertenecer a

8 La información de las líneas férreas fue obtenida por los autores consultados a partir de fuentes

primarias como el Archivo General de la Nación, comunicaciones del Despecho de Hacienda y Fomento, informes del inspector Oficial del Ferrocarril, informes de la aduana de Sabanilla (Correa Restrepo, 2012b); prensa de la época donde se evidencia la discusión sobre las decisiones de inversión (Correa Restrepo, 2015); reportes anuales del British Council of the Corporation of Foreign Bondholders (1873-1914), de las leyes de la época, Anuarios Generales de estadística y Anales Diplomáticos y Consulares (Rippy, 1943); Archivo Histórico de los Ferrocarriles, Archivo de Aquileo Parra (Secretario de Hacienda y fomento) y Diarios Oficiales (Correa Restrepo, 2013a); documentos de la Compañía Ferrocarril del Pacífico, el Archivo General de la Nación - Fondo: Archivo Histórico de los Ferrocarriles Nacionales de Colombia y el Archivo de Aquileo Parra (Correa Restrepo, 2013b)

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Colombia por la separación de Panamá, la cual estuvo influida por las interferencias extranjeras

en la disputa territorial, principalmente de Estados Unidos y Francia. Con ello Colombia perdió la

primera obra de infraestructura férrea, y aquella que le había permitido atraer capitales

extranjeros, situación que no se repetiría hasta la década de 1920 con la “Danza de los Millones”.

Con ello, este episodio también pudo haber condicionado negativamente el acceso al capital

extranjero con destino a las líneas férreas durante el periodo de mayor auge del mercado de

capitales. Sin embargo, la separación de Panamá provocó la reparación otorgada por Estados

Unidos en la década de los años 20, lo cual, como se expuso anteriormente, favoreció la

construcción de otras obras de infraestructura.

Por su parte, en 1869 inició la construcción del Ferrocarril de Bolívar que tenía como

objetivo conectar el puerto marítimo sobre el Mar Caribe con el puerto fluvial ubicado

Barranquilla, con el fin de regularizar el comercio exterior del país que se realizaba a través del

mar Caribe. Esta obra fue desarrollada con capital extranjero privado alemán e impulsada por el

Estado Soberano de Bolívar, durante el periodo federal; para 1871 el Ferrocarril de Bolívar

permitió conectar el Rio Magdalena con Puerto Salgar, que en esa época era el Puerto Marítimo

de exportación. Desde 1873 se discutió la prolongación de la ruta hasta la bahía de Nisperal,

donde habían mejores condiciones para recibir buques de mayor calado que en Puerto Salgar,

pero dicha obra no se llevó a cabo porque el Ministerio de Hacienda y Fomento recomendó

dragar la desembocadura del rio Magdalena (Bocas de Ceniza) para hacer navegable el trayecto

fluvial hasta Barranquilla. Esta recomendación no fue favorable y después de varias cesiones

contractuales, para 1888 se había redefinido nuevamente el trazado de la vía férrea y se ubicó el

muelle en Puerto Cupino (hoy Puerto Colombia) donde se podrían fondear barcos de mayor

calado (Correa Restrepo, 2012b).

Fueron estas obras las que permitieron que Barranquilla conectara los productos de

exportación con el mercado mundial, a través del mar Caribe; para 1877 los principales

productos de exportación que se movilizaron a través del Ferrocarril de Bolívar fueron tabaco,

café, quina, tagua y cueros (Correa Restrepo, 2012b). Con dichas obras el Puerto de Barranquilla

y el Ferrocarril de Bolívar participaban en más del 67% del comercio internacional,

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especialmente durante el auge exportador cafetero de la década de 1920. Desde su

inauguración, el Ferrocarril de Bolívar fue muy rentable (Horna, 1982) y con ello, se debatió la

posibilidad de recomprar el Ferrocarril; en 1930 el Congreso autorizó al gobierno la compra de la

línea férrea y del muelle en Puerto Colombia, la cual se concretó en 1934. Sin embargo, en este

mismo decenio el gobierno participó en dos obras que afectaron el Ferrocarril de Bolívar: la

canalización de Bocas de Ceniza y la carretera entre Barranquilla y Puerto Colombia. Con ello el

servicio se suspendió en 1941 y se procedió a levantar los rieles.

Tabla 3. “Primeras Líneas (1850-1870)”

Períodos de construcción

Línea Km. (a 1914)

Trayecto propuesto

Financiación Apoyo

estatal / regional

Productos y regiones

involucradas

Año de inicio de la obra

Primeras líneas

Ferrocarril de

Panamá 84 km.

Océano Pacífico – Océano Atlántico

Capital extranjero

EEUU N/A Interoceánico 1850

Ferrocarril de Bolívar

27 km9.

Barranquilla (Puerto fluvial)

con Puerto Colombia -

Puerto marítimo)

Capital extranjero

privado (alemán)

Estado Soberano / Nación

Región Andina – Café,

tabaco, quina, etc.

1869

Fuente: Elaboración propia a partir de (Correa Restrepo, 2010, 2012b, 2015; Rippy, 1943; Sástoque, 2011).

Como se observa, las dos líneas más tempranas que desarrolló Colombia se realizaron

con capital privado extranjero, entraron en funcionamiento y fueron exitosas y rentables para los

inversionistas. Desde la perspectiva económica nacional, el Ferrocarril de Bolívar resultó

estratégico para la definición del modelo agroexportador pues determinó las rutas de salida de

los productos agrícolas hacia el atlántico y el trazado que tendrían las líneas férreas cuya

construcción se iniciaría con la fiebre ferrocarrilera.

9 Rippy (1943)

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2.2.1.3.2. Fiebre ferrocarrilera (1870-1900)

El éxito del Ferrocarril de Bolívar y la importancia que tomó dicho medio de transporte en

Estados Unidos y Europa, dieron origen a la fiebre ferrocarrilera en Colombia. Horna (1982)

reporta cómo las élites colombianas consideraron que el ferrocarril podía solucionar los

problemas económicos, políticos y sociales de sus regiones, a través de la revisión de panfletos,

periódicos e incluso poemas que resaltaban las bondades y beneficios de la “máquina de hierro”.

Los proyectos de infraestructura férrea iniciados a partir de la década de 1870 tenían

como finalidad principal conectar las regiones productoras de bienes exportables con el resto del

mundo, a través del rio Magdalena y su conexión con el mar Caribe por medio de los puertos de

Barranquilla, Cartagena y Santa Marta (Correa Restrepo, 2012b).

Sin embargo, dichos proyectos enfrentaron una dificultad estratégica en el marco del

federalismo colombiano de fin de siglo: la Constitución de 1863 impedía al gobierno federal

intervenir en el desarrollo de ferrocarriles o cualquier medio de transporte que no tuviera

relevancia nacional, de tal forma que los ingresos nacionales solo podían emplearse (a) en la

construcción de infraestructura de transporte interoceánico, (b) en el mejoramiento de la

navegabilidad de los ríos que atravesaran más de un Estado Soberano o (c) en infraestructura de

transporte que conectara a Colombia con una estado fronterizo (Correa Restrepo, 2015; Horna,

1982). Ahora bien, desde mediados del siglo XIX Colombia inició la búsqueda de un cultivo de

exportación que le permitiera financiar sus crecientes importaciones y obtener los recursos

fiscales que apalancaran el modelo agroexportador por medio de la construcción del ferrocarril

(Bejarano, 1987; Horna, 1982; Ocampo, 1984, 1987; Sástoque, 2011). Esto ocasionó que los

gobernantes hicieran caso omiso a la norma que impedía el apoyo del gobierno central a líneas

férreas internas, principalmente ante la presiones de los hacendados e impulsores del comercio

exterior, y empezara a participar en las obras de infraestructura que permitieran a Colombia

insertarse en el mercado mundial a través de los productos agrícolas por medio de subsidios

(Horna, 1982); sin embargo, como dichos productos fueron inestables, en gran medida, explican

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por qué las líneas férreas al final del periodo estaban aisladas y dispersas geográficamente,

según el producto de exportación y la región a la que servían, como se muestra a continuación:

- El auge cafetero y quinero de los años 1870-1873 (Tabla 1) trajo como resultado las

labores de construcción del Ferrocarril de Cúcuta y del Ferrocarril de Antioquia. Sin

embargo, como la zona que concentraría la producción cafetera de inicios de siglo XX

fue el “eje cafetero” (el “Gran Caldas” – actualmente Caldas, Quindío y Risaralda- y el

sur de Antioquia), el Ferrocarril de Cúcuta perdió importancia y durante el siglo XX se

privilegió el Ferrocarril de Caldas como receptor de inversión.

- Aunque los productos del Gran Cauca tuvieron un desempeño muy modesto a finales

del siglo XIX, la élite caucana logró el apoyo del Gobierno Nacional para la

construcción del Ferrocarril del Pacífico, que uniría el Valle con la costa pacífica, con

la idea de constituirse como alternativa de comunicación interoceánica.

Posteriormente las obras de dicho Ferrocarril se fundamentaron en el auge cafetero y

la eficiencia que se lograría al sacar el café del Eje Cafetero por el pacífico, en lugar de

usar el Ferrocarril y la navegación del rio Magdalena para lograr la salida por el

atlántico.

- El tabaco de Ambalema (Tolima) definió la extensión del Ferrocarril de La Dorada

pues a pesar de su ubicación estratégica a orillas del rio Magdalena definieron, el

trayecto hasta Honda era de difícil navegación.

- Los Ferrocarriles de La Dorada, Girardot y Tolima también hicieron parte de las líneas

que servirían al café desde finales del siglo XIX.

A partir de 1870, en términos generales las líneas férreas se financiaron a través de tres

mecanismos: endeudamiento externo, contratos privados de concesión y recursos propios

provenientes del recaudo fiscal. Teniendo en cuenta que la moratoria en el pago de las deudas

contraídas en las guerras de independencia bloqueó el acceso temprano al mercado externo de

capitales y que las restricciones fiscales no permitían la participación activa del Estado en dichas

obras, las obras de infraestructura se financiaron principalmente bajo el sistema de concesiones

(Correa Restrepo, 2010, 2012a, 2012b, 2013b, 2015; A. Junguito, 1997; Meisel R et al., 2016;

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Rippy, 1943). Rippy (1943), a partir de la información de los reportes anuales del British Council

of the Corporation of Foreign Bondholders (1873-1914), de las leyes de la época, Anuarios

Generales de estadística y Anales Diplomáticos y Consulares, expone que, en términos generales,

los ferrocarriles colombianos se financiaron a través de inversiones privadas, subsidios en

efectivo, garantías gubernamentales de intereses sobre el capital invertido y tierras públicas. Los

subsidios y los intereses pagados por el gobierno se obtuvieron principalmente por la venta de

bonos en el mercado de Londres y no de ingresos públicos, con el agravante que los bonos

nacionales se vendían con grandes descuentos, a pesar de las altas tasas de interés. Ante la

debilidad fiscal del gobierno, las primeras líneas que corresponden a la fiebre ferrocarrilera se

desarrollaron con capital privado e, incluso, con una importante participación de capital local

Las tres principales líneas de la Fiebre ferrocarrilera son el Ferrocarril de Antioquia, el

Ferrocarril de Cúcuta y el Ferrocarril del Cauca. El Ferrocarril de Antioquia tiene origen en el

periodo federal y fue impulsado por el Estado Soberano de Antioquia para conectar la región con

algún rio navegable y se ejecutó bajo el sistema de concesión de explotación; sin embargo, esta

línea logró el aval del Estado Nacional (Unión) por cuanto fue declarada como de utilidad pública

y los inversionistas obtuvieron mejores condiciones que aquellas otorgadas para las restantes

líneas. Correa (2012a) a través del uso de fuentes primarias como el Archivo Histórico de

Antioquia y periódicos de la prensa que le permiten identificar las discusiones que dicha obra

suscitó en la sociedad del momento. Sin embargo, el contrato fue modificado en varias

ocasiones, hasta su liquidación final en 1885, y el avance de obra fue insuficiente: con cada

modificación se evidenciaba la escasez de recursos del inversionista y la incapacidad del

gobierno local y nacional para asumir el pago de las subvenciones prometidas (Correa Restrepo,

2012a). Los gobiernos local y nacional siguieron impulsando la obra a través del sistema de

concesiones o con la participación directa de las autoridades en la construcción de las vías y la

emisión de bonos, y se consiguieron 109 kilómetros de trazado. Las obras siguieron en los

primeros años del siglo XX y para la década de 1910 se consiguieron créditos extranjeros

importantes por parte del Departamento que se respaldaron con las rentas del tabaco, y, en la

década de 1920 la obra también se benefició de la distribución de la indemnización recibida por

la pérdida de Panamá. Aunque la construcción fue lenta, los efectos de la ruta fueron positivos

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para el comercio de exportación de productos agrícolas, para el comercio de ganado que incluso

se benefició de la adecuación de las instalaciones y material rodante, y posteriormente para la

exportación de café. Sobre la importancia de dicha obra hubo siempre un consenso regional y la

élite antioqueña fue muy hábil en la consecución de recursos; así, a pesar del incumplimiento de

los inversionistas extranjeros fue llevada a buen término cumpliendo en términos generales con

los objetivos propuestos inicialmente (Correa Restrepo, 2012a).

El Ferrocarril de Cúcuta entró en funcionamiento en 1887 y tuvo como objetivo la

exportación del café que se producía en Santander y Norte de Santander, especialmente durante

el auge de la década de 1870, e igual que las anteriores obras, fue impulsado por el Estado

Soberano de Santander durante el periodo liberal (Correa Restrepo, 2013a; Ramírez, 2000). El

contrato de la línea norte (Zulia) siguió la suerte de las concesiones del siglo XIX y se otorgó

derecho de exclusividad, exenciones en derechos de importación, tierras baldías, etc.; sin

embargo, la obra no contó con subsidios y los contratistas, principalmente locales, invirtieron

recursos propios o gestionaron el capital necesario (Correa Restrepo, 2013a). Esta línea siempre

obtuvo el respaldo de la región pues la finalidad era el comercio de exportación, principalmente

de Café, cuyo cultivo había iniciado a comienzos del siglo XIX y alcanzaría cerca del 90% dela

producción nacional en 1874, aunque cedería su participación a cerca del 55% para 1888,

principalmente por los altos costos de tránsito por Venezuela. Sin embargo, el auge cafetero de

la década de 1870 permitió el impulso de esta línea férrea, aunque no tenía como objetivo

conectar las zonas productivas con el rio Magdalena sino con el rio Zulia, o conectar

directamente la línea con el Ferrocarril de Encontrados en Venezuela, y aprovechar a Venezuela

como ruta de tránsito comercial (Correa Restrepo, 2013a). Entre 1894 y 1898, 87% del café

colombiano era exportado a través del Puerto de Barranquilla y el Ferrocarril de Cúcuta.

El Ferrocarril del Pacífico (o del Cauca) fue construido entre 1872 y 1907 se inició con el

fin de favorecer el comercio exterior de productos agrícolas (tabaco, cacao, azúcar y granos, etc.)

provenientes de la región del Gran Cauca y e incluso de los mercados de Quindío, Pacífico,

Antioquia y Tolima (tabaco, café, etc.), a través del puerto de Buenaventura que los conectaría

con el Océano Pacífico. En ese sentido, esta línea se diferencia de las demás pues no se buscaba

Página | 34

un medio de trasporte multimodal (ferrocarril-navegación a vapor) para los productos de

exportación, sino que el ferrocarril comunicaría los productos del valle geográfico del rio Cauca

directamente con el exterior, a través del puerto sobre el Océano Pacífico ubicado en

Buenaventura. Para los dirigentes regionales, se debía reemplazar el camino que unía Cali con

Buenaventura por una línea férrea más eficiente y con mayor capacidad de carga. Como había

sucedido con las anteriores líneas férreas esta obra se hizo a través del sistema de concesiones;

sin embargo, Correa (2013b)10, , identifica que contrario a otras líneas férreas que suscitaron

controversia sobre la prioridad y recursos que debían destinarse a su construcción, el Ferrocarril

del Cauca tuvo apoyo de los dirigentes regionales y del presidente Manuel Murillo Toro pues se

consideraba una obra de fomento fundamental para el país y la vía para construir una

comunicación interoceánica; así, la élite política del Cauca muy hábilmente logró convencer al

gobierno nacional que el Ferrocarril del Pacífico era la vía para conectar el océano pacífico y el

atlántico11 (Horna, 1982). La construcción de esta obra se fundamentó en siete (7) contratos de

concesión con inversionistas extranjeros y el otorgamiento habitual de garantías sobre capital,

privilegios de explotación, exenciones de tributos, autorización para explotar los recursos

naturales que se necesitaran en las tierras baldías aledañas, y la cesión a título gratuito de varios

cientos de miles de hectáreas a lado y lado de la ruta. Inicialmente la concesión estuvo a cargo

del Estado Soberano del Cauca, durante el periodo liberal, hasta que en 1880 el Gobierno

Nacional se hizo cargo de los pagos de los Estados Soberanos (Correa Restrepo, 2013b). Con esta

reestructuración se construyó el primer trayecto hasta Córdoba con buenos resultados en

reducción de costos de transporte respecto del antiguo camino, y en criterio de Correa (2013b)

el contratista pidió la rescisión de los contratos debido a que había llegado al límite de la

financiación y capacidad estructural por las otras obras que realizaba en el país, y finalmente se

liquidó en 1885 y se entregó la obra al Estado Soberano del Cauca hasta 1888 cuando en virtud

10

Correa (2013b) usa fuentes primarias como los documentos de la Compañía Ferrocarril del Pacífico, el Archivo General de la Nación - Fondo: Archivo Histórico de los Ferrocarriles Nacionales de Colombia y el Archivo de Aquileo Parra 11 A pesar de que para realizar dicha travesía era necesario el uso del ferrocarril desde el Puerto de Buenaventura hasta el valle geográfico del rio Cauca, continuar el trayecto en mula a través de la zona montañosa andina y terminar el viaje a través del rio Magdalena y, además, sin considerar que la conexión entre los dos océanos, en dicha época, ya se había logrado con la construcción del Ferrocarril de Panamá.

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de la guerra civil de 1885 ganada por el movimiento de la Regeneración y la Constitución de

1886 de marcado corte centralista, se promulgó la Ley 144 que revirtió la propiedad del

Ferrocarril a la Nación (Correa Restrepo, 2013b). Además de los problemas usuales de

paralización de obras debido a la falta de recursos del contratista, con el quinto contrato tuvo

lugar un pleito que enfrentó a los inversionistas con el Gobierno colombiano y que fue dirimido

por la Corte Suprema de Estados Unidos en 1903 con resultados desfavorables para Colombia

(Correa Restrepo, 2013b). De igual forma, la Guerra de los Mil Días afectó las obras y deterioró el

trayecto construido considerablemente. Por las particulares dificultades de la obra, para 1907 el

Ferrocarril del Cauca había tenido un desarrollo incipiente y no alcanzó a llegar a la ciudad de

Cali. Para Correa (2013b) esto se debe a las desventajas con las que se firmaron los contratos

relacionados anteriormente, que generaron elevados costos por kilómetro de vía, lo que supuso

un efecto negativo del despegue cafetero en el occidente del país, por la falta de infraestructura

de transporte que facilitara la exportación del producto. Sin embargo, Horna (1982) reconoce

que los primeros 31 kilómetros desde el Puerto de Buenaventura hasta Córdoba redujo los

costos de transporte aproximadamente en un 50%.

Durante la fiebre ferrocarrilera también se inició la construcción de los Ferrocarriles de la

Dorada, Girardot, Santa Marta, Sabana, Norte, Tolima y Sur, que conectarían los centros

productivos de Ambalema (Tabaco), Cundinamarca y Tolima (Café), Santa Marta (Bananos), y

Bogotá y sus alrededores con el rio Magdalena, para el tránsito de dichos productos al exterior a

través de los puertos en el Atlántico. De igual forma se inició el Ferrocarril de Cartagena, que

conectaría el puerto marítimo con el rio Magdalena a la altura de Calamar (Rippy, 1943).

Como se observa en la Tabla 4, la fiebre ferrocarrilera dio como resultado la dispersión de

la inversión en diversas líneas férreas que servían, principalmente, al mercado de exportación y

el transporte de materias primas y bienes agrícolas desde las regiones productoras al rio

Magdalena y a los puertos marítimos; sin embargo, el sistema no fue integrado, las líneas

estaban aisladas unas de otras, eran de corta extensión y no unían a las principales ciudades

entre sí (Meisel R et al., 2016).

Tabla 4. “Fiebre Ferrocarrilera (1870-1900)”

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Períodos de construcción

Línea Km. (a 1914)

Trayecto propuesto

Financiación Apoyo

estatal / regional

Productos y regiones

involucradas

Año de inicio de la obra

Fiebre de

1870

Ferrocarril de

Antioquia 169 km

Puerto Berrío (rio Magdalena)

con Medellín

Capital extranjero

EEUU

Estado Soberano

de Antioquia

Cueros y Café 1874

Ferrocarril de Cúcuta

71 km

Cúcuta con el rio Zulia (Tránsito al exterior a través de Venezuela y

el Golfo de Maracaibo)

Capital local privado

principalmente, inversión del gobierno local

e inversión extranjera

N/A Café 1878

Ferrocarril del

Pacífico 147 km

Puerto de Buenaventura

(Océano Pacífico) con Cali

Capital extranjero

Estado Soberano del Cauca

/ Gobierno nacional

Tabaco, cacao, azúcar y granos, etc.) provenientes de la región

del Gran Cauca y e

incluso de los mercados de

Quindío, Pacífico,

Antioquia y Tolima

(tabaco, café, etc.),

1878

Ferrocarril de la

Dorada 111 km

Paralelo al río Magdalena (cerca de la

ciudad de Honda donde la

navegación era peligrosa)

n.d. n.d. Ambalema (Tabaco)

1882

Ferrocarril de

Girardot 132 km

Bogotá con el rio Magdalena

n.d. n.d. Café de

Cundinamarca 1881

Ferrocarril de Santa

Marta 94 km

Santa Marta con el rio Magdalena

(solo llegó a Fundación)

n.d. n.d. Banano 1882

Ferrocarril de

Cartagena n.d.

Cartagena con el rio Magdalena (en Calamar)

n.d. n.d. Exportación 1891

Ferrocarril de la

Sabana n.d. Bogotá Capital local n.d. n.d. 1882

Ferrocarril 62 km Bogotá con las Capital local y n.d. n.d. 1891

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Períodos de construcción

Línea Km. (a 1914)

Trayecto propuesto

Financiación Apoyo

estatal / regional

Productos y regiones

involucradas

Año de inicio de la obra

del Norte ciudades al norte y noreste

capital extranjero

EEUU

Ferrocarril del Tolima

n.d.

Ibagué con el rio Magdalena

(cerca a Girardot)

Capital local n.d. Café 1893

Ferrocarril

del Sur 30 km

Bogotá con las ciudades al sur

de la sabana n.d. n.d. n.d. 1896

Fuente: Elaboración propia a partir de (Correa Restrepo, 2010, 2012a, 2012b, 2013a, 2013b, 2015; Meisel R et al., 2016; Ramírez, 2000; Rippy, 1943).

Solamente las principales líneas férreas de la fiebre ferrocarrilera han sido estudiadas a

profundidad; sin embargo, es necesario un estudio más detallado de las restantes líneas,

especialmente por la dispersión de recursos y esfuerzos que supusieron en la consolidación de

un sistema férreo que impulsara el modelo agroexportador.

2.2.1.3.3. Auge cafetero y “Danza de los Millones”

La Guerra de los Mil Días (1899-1902) marca el fin de las confrontaciones civiles surgidas

con posterioridad a la independencia y con ello el inicio de la reconstrucción económica y

política del país. Dicha reconstrucción incluía, entre otros, la promoción de la agricultura de

exportación y la reforma al sistema de transportes que envolvía la ampliación de la red

ferroviaria, de carreteras y obras para mejorar la navegación por el rio Magdalena (Bejarano,

1987). En particular, a partir del final de la Guerra de los Mil Días el auge del modelo

agroexportador impulsado por el café favoreció la creación de un mercado interno,

principalmente a nivel urbano, que empezó a demandar bienes agrícolas e industriales de

consumo, y que, además, sustentó la constitución de la red de transporte ferrocarrilera y la

ampliación y diversificación del mercado (Bejarano, 1987). Con ello, el gobierno colombiano

gradualmente tomó control de la financiación, construcción y manejo de los ferrocarriles (Horna,

1982), aunque dicho control solo fue efectivo a partir de la década de 1920 con la afluencia de

Página | 38

créditos extranjeros en el periodo conocido como “prosperidad a debe” o “danza de los

millones”.

Para Horna (1982) fue la búsqueda de un producto de exportación lo que facilitó el

mejoramiento del transporte de carga, pero también reconoce que la modernización del

transporte dependía del éxito de los cultivos de exportación, como fue expuesto por Bignon et

al. (2015). La relación directa entre el auge cafetero y el desarrollo del ferrocarril se da por

cuanto el crecimiento de las exportaciones dependía de los avances tecnológicos que

permitieran reducir los costos de transporte (McGreevey, 1982; Ocampo, 1987), pues el café era

el producto de exportación que más necesitaba de los ferrocarriles en tanto los cultivos se

encontraban en la zona montañosa, por encima de los 1200 metros sobre el nivel del mar

(Horna, 1982). Dicha relación se puede observar con el mayoritario porcentaje de las vías férreas

que era usado para la exportación de café (Gráfico 6) y por el hecho de que coinciden los

periodos de mayor desarrollo ferroviario con aquellos de bonanza cafetera (1922-1929), como

se observa en la Tabla 1 y en los Gráficos 8 y 9. Sin embargo, las bonanzas cafeteras de la pre-

guerra no fueron suficientes para generar los ingresos necesarios para el ferrocarril, a la vez que

el café pudo haber tenido un mejor desempeño en el mercado exterior si hubiera tenido mayor

respaldo de la red ferroviaria en la disminución de los costos de transporte pues aún para 1910

el principal medio de transporte de dicho producto era el uso de mulas (Palacios, 1980; Ramírez,

2000).

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Gráfico 8. Total de kilómetros de vías férreas en Colombia Fuente: Elaboración propia a partir de (Bértola & Ocampo, 2010)

Gráfico 9. Crecimiento de la red ferroviaria: kilómetros en uso para años seleccionados, 1885-1949. Fuente: Elaboración propia a partir de (McGreevey, 1982). Nota: el grupo I (Zonas Cafeteras) incluye los ferrocarriles de Antioquia, Cúcuta, La Dorada, Girardot, Pacífico y Tolima; el grupo II incluye los ferrocarriles de Ambalema-Ibagué, La Sabana, Central del Norte 1ª, Central del Norte 2ª, Nordeste, Caldas y Nariño; y el grupo de Otros Ferrocarriles incluye los ferrocarriles de Bolívar, Cartagena y Santa Marta, y otros.

0

500

1000

1500

2000

2500

3000

1840 1850 1860 1870 1880 1890 1900 1913 1930

Kil

óm

etr

os

de v

ías

férreas

0

500

1000

1500

2000

2500

3000

3500

1885 1890 1904 1909 1914 1922 1934 1949

Km

en

uso

Grupo I (zonas cafeteras) Grupo II - Total

Otros ferrocarriles -Total Total todas las líneas

Página | 40

Fue solamente a inicios del siglo XX que los ingresos derivados de la exportación de café

permitieron al gobierno pagar la deuda externa y posibilitaron el acceso al crédito externo

(Meisel R et al., 2016). De igual forma, en la década de 1920 el país implementó reformas en su

régimen monetario, creó el Banco Central independiente y adoptó el patrón oro, como

consecuencia de la misión Kemmerer, lo cual incidió favorablemente en el flujo de créditos

externos hacia el sector público y privado. Meisel R et al. (2016) estiman en 160 millones de

dólares los créditos recibidos por el sector público, los cuales sumados a los 25 millones de

dólares de la compensación por Panamá, se invirtieron principalmente en obras públicas

relacionadas con el transporte: canales, caminos, puentes y especialmente, ferrocarriles. Sobre

la indemnización recibida por la pérdida de Panamá, alrededor del 60% se destinó a los

ferrocarriles, así como el 45% de los préstamos extranjeros (Meisel R et al., 2016); sin embargo,

dicha inversión fue “atomizada y sin estudios de viabilidad o de costos, ni se identificó un

problema central, lo que imposibilitó la formulación de una política. Los recursos se asignaron a

ocho líneas sin destinar partidas a conservación y mantenimiento de las existentes; no hubo una

dirección clara de la política ni protecciones legales a los contratos suscritos” (Hartwig, 1983).

Aunque el 60% destinado a ferrocarriles se invirtió en casi 20 líneas férreas, el 70% de dicha

inversión se concentró en los Ferrocarriles del Norte (sección 1, que conectaba Bogotá con

Nemocón, y sección 2, que conectaba Santander con Puerto Wilches – rio Magdalena), las líneas

de Tolima, Huila y Caquetá, el Ferrocarril del Pacífico, la conexión del Ferrocarril de Antioquia

desde Medellín hasta el rio Cauca (Ferrocarril de Amagá) y la conexión del Ferrocarril de Cúcuta

con el rio Magdalena (Meisel R et al., 2016). Del total de líneas cuya ampliación se realizó con

base en la compensación recibida por Panamá y el acceso al mercado de capitales, se observa un

patrón similar: la mayoría está localizada en la región andina, en tres centros productivos y

demográficos principales: el eje cafetero y los santanderes, la zona de Bogotá y Cundinamarca y

el Valle del Cauca (Tabla 5). Adicionalmente, aunque algunas de las líneas se enfocaron en el

comercio exterior, principalmente las cafeteras, con las demás se pretendía interconectar las

ciudades y sus respectivas regiones (Bejarano, 1987; Meisel R et al., 2016).

Por ejemplo, el auge cafetero de inicios de siglo determinó la construcción del Ferrocarril

de Caldas, con el fin transportar el café del Eje Cafetero hacia el océano pacífico, mediante una

Página | 41

línea que conectara Manizales con el rio Cauca hasta Cali y desde ahí se procediera a continuar el

camino a través del proyectado Ferrocarril del Pacífico. Esta obra debía reemplazar los caminos

de herradura que comunicaban a Manizales con Honda, para exportar por la Costa Atlántica a

través del rio Magdalena y el puerto de Barranquilla, y el camino de Pereira y Armenia a Cartago,

donde se embarcaba el café en vapores por el rio Cauca hasta Cali. La construcción de esta línea

tuvo amplio consenso regional y obtuvo el apoyo del gobierno nacional. Los resultados de esta

obra fueron bastante favorables pues disminuyó el costo de transporte desde el interior de

Caldas a Buenaventura. De igual forma, en 1913 se inició la construcción de un cable aéreo que

conectaría Manizales con Mariquita, donde el Ferrocarril de La Dorada transportaría el café

hasta el rio Magdalena con destino al puerto de Barranquilla (Poveda, 2003).

De igual forma, a pesar de que el Ferrocarril de Cúcuta existentes desde finales del siglo

XIX conectaba los centros productivos de los santanderes con el exterior, a través de la línea

norte que empalmaba con Venezuela vía fluvial o férrea, en las primeras décadas del siglo XX se

discutió también la construcción de la línea sur con el fin de conectar el comercio de exportación

con el rio Magdalena. La principal discusión política de esta época era que el gobierno nacional

consideraba que el trayecto debía ser construido por la Nación, con los recursos derivados de la

indemnización de Panamá, mientras que el departamento no quería perder el control de una

línea que consideraba estratégica. Finalmente, en 1922 se firmó el contrato con el

Departamento, con el apoyo estatal, bajo el sistema de concesiones tradicional pero con una

subvención que no tuvo la línea norte. Esta línea no llegó a completarse, dejando por fuera el

territorio cafetero más importante de la región. Fue suspendida definitivamente en 1936,

después de las dificultades para operar durante la época de lluvias y la competencia de la

carretera (Correa Restrepo, 2013a).

Tabla 5. “Auge Cafetero y Danza de los Millones (1905-1929)”

Períodos de construcción

Línea Trayecto

propuesto Financiación

Apoyo estatal / regional

Productos y regiones

involucradas

Año de inicio de la obra

Auge cafetero y Danza de los

Ferrocarril de Caldas

Manizales con el rio

Aduanas / Subvenciones

Departamento y

Café (Eje Cafetero –

1905

Página | 42

Períodos de construcción

Línea Trayecto

propuesto Financiación

Apoyo estatal / regional

Productos y regiones

involucradas

Año de inicio de la obra

millones (1925-29)

Cauca (Para exportar vía

Océano Pacífico –

Ferrocarril del Pacífico)

/ Préstamos externos /

Compensación por pérdida

de Panamá

Estado nacional

“Gran Caldas” –

Hoy Caldas, Quindío y Risaralda)

Ferrocarril de Amagá

Antioquia con el rio Cauca

Préstamos externos /

Compensación por pérdida de Panamá /

Capital privado

Estado Nacional

Café 1909

Ferrocarril del Norte (Sección

1)

Bogotá con Nemocón

Préstamos externos /

Compensación por pérdida

de Panamá

Estado Nacional

1891

Ferrocarril del Norte (Sección

2)

Puerto Wilches con Comuneros (Santander)

Préstamos externos /

Compensación por pérdida

de Panamá

Estado Nacional

Café 1922

Ferrocarril de Tolima – Huila – Caquetá

Tolima – Huila –

Caquetá

Préstamos externos /

Compensación por pérdida

de Panamá

Estado Nacional

Café 1893

Ferrocarrildel

Pacífico

Puerto de Buenaventura

(Océano Pacífico) con

Cali

Préstamos externos /

Compensación por pérdida de Panamá /

Capital privado

Estado Nacional

Tabaco, cacao,

azúcar y granos, etc.) provenientes de la región

del Gran Cauca y e incluso de

los mercados de Quindío,

Pacífico, Antioquia y

Tolima (tabaco,

café, etc.),

1878

Página | 43

Períodos de construcción

Línea Trayecto

propuesto Financiación

Apoyo estatal / regional

Productos y regiones

involucradas

Año de inicio de la obra

Fuente: Elaboración propia a partir de (Correa Restrepo, 2010, 2012a, 2012b, 2013a, 2013b, 2015; Horna, 1982; Meisel R et al., 2016; Ramírez, 2000; Rippy, 1943).

Ahora bien, Ramírez (2000) establece la relación bidireccional entre exportaciones de

café y la expansión de los ferrocarriles, pero concluye que la magnitud en la que una de las

variables genera cambios en la otra es baja. Esto pudo deberse a que el sistema férreo tuvo

líneas pequeñas y desconectadas entre sí, que no pudieron sustituir completamente los medios

tradicionales de transporte del Café por tierra, al menos durante los primeros 30 años del siglo

XX. Por lo anterior, para Ramírez (2000), los ferrocarriles no jugaron un papel determinante en el

crecimiento de las exportaciones de café, en contraste con la interpretación tradicional, al

menos en el periodo comprendido entre 1914 y 1929.

Adicionalmente, el desarrollo ferroviario se vería interrumpido por la crisis de 1929 que

afectaría las finanzas públicas por la interrupción de los flujos de capital, la reducción del

recaudo arancelario y los pagos de la deuda adquiridos durante los años de bonanza, lo que

llevaría a que “los gastos del gobierno nacional, excluyendo los pagos de la deuda, disminuyeron

entre un 60% y un 70% entre 1928 y 1932” (Ocampo, 1987), y cuyos efectos más notorios se

reflejaron en la paralización de las obras públicas, incluido el ferrocarril.

Una vez superada la Crisis de 1929 los ferrocarriles se enfrentan con la presión del

vehículo automotor como medio más flexible y eficaz de transporte en Colombia, de cara al

crecimiento de la industria. El impulso que tuvieron las carreteras después de la crisis de 1929 se

atribuye a la nueva política implementada por el Partido Liberal y al interés de la industria

automovilística norteamericana en la expansión de sus mercados en América Latina. Durante

este periodo se sustituyen y abandonan paulatinamente los ferrocarriles y se da paso a las

carreteras, que se construyeron bien paralelamente a las vías férreas o sobre éstas mismas

(Pérez, 1998), y que superaban al ferrocarril en calidad, seguridad, puntualidad del servicio y

velocidad (Pachón & Ramírez, 2006).

Página | 44

2.2.2. Los ingresos fiscales, el acceso al mercado de capitales y la

inversión en infraestructura férrea: una comparativa respecto de

América Latina

Una vez revisada cuál fue la evolución que tuvo el modelo agroexportador y la estructura

fiscal en Colombia durante las décadas posteriores a la independencia, esta sección se referirá a

cuál era la situación fiscal de los restantes países en el mismo periodo histórico, con el fin de

comparar el desempeño de Colombia y los efectos que las posibles diferencias tuvieron en la

construcción de infraestructura férrea.

2.2.2.1. Ingresos tributarios

Para Marichal (2008) “la mayoría de los gobiernos latinoamericanos dependieron de los

impuestos sobre la importación o exportación como la principal fuente de ingresos por casi un

siglo (hasta 1930, de hecho)”. Esta tendencia fue posible porque las economías de América

Latina estaban orientadas hacia los mercados externos, de tal forma que los gobiernos

prefirieron fundamentar sus ingresos en impuestos indirectos como las aduanas (Cortés-Conde,

2008), aunque era contraria a lo que sucedía en Europa, Asia y Estados Unidos a partir de 1885

aproximadamente. En Brasil, por ejemplo, entre 1822 y 1899, el 60% de sus ingresos fiscales

provenían de impuestos sobre las importaciones y exportaciones (Marichal, 2008). Para el caso

de México, durante los años inmediatamente posteriores a la independencia se abolieron los

tributos de indios y los impuestos mineros, y para compensar la pérdida de recaudo, la principal

fuente de ingreso serían las aduanas con una participación superior al 50% entre 1826 y 1831

(Marichal, 2008). El caso de Chile es similar pues los ingresos provenientes de los impuestos al

comercio exterior fueron suficientes para financiar los gastos del gobierno, sin incurrir en

déficits. Para los años 1850-1873 el auge de las exportaciones de cobre y trigo incrementó las

importaciones, y con ello los ingresos por conceptos de aduanas, y para 1880 se acudió a los

impuestos sobre las exportaciones de nitratos, con resultados favorables sobre los ingresos

fiscales (Marichal, 2008). De esta forma, los ingresos gubernamentales entre 1879 y 1895

Página | 45

habrían influenciado toda la economía por efectos del multiplicador fiscal, y habría evitado los

déficits fiscales que acompañaron al resto de América Latina (Cortés-Conde, 2008). En Argentina

los ingresos fiscales originados en las aduanas también se incrementaron debido a la expansión

del comercio exterior, favoreciendo sobre todo al gobierno central que entre 1880 y 1890

incrementó sus ingresos aproximadamente un 300%; así, los impuestos a las importaciones

fueron la principal fuente de financiación y representaban más del 60% del ingreso total nacional

(Cortés-Conde, 2008). En ese mismo sentido, Marichal (2008) resalta que el auge exportador

colombiano de 1850-1873 fue determinante para que el país abandonara su dependencia en los

ingresos de los monopolios del tabaco y el aguardiente, y fundamentara sus ingresos en las

aduanas siguiendo la tendencia latinoamericana, tal como quedó expuesto en la sección

anterior.

Como se mencionó anteriormente, en algunos casos los impuestos sobre el comercio

exterior no solo recayeron sobre las importaciones sino que también se gravaron las

exportaciones. Para Bértola & Ocampo (2010), la tributación más elevada fue aquella establecida

sobre las exportaciones mineras de productos que tuvieron una alta participación en el mercado

mundial. En efecto, Chile impuso gravámenes sobre las exportaciones mineras y ello, junto con la

participación en las regalías, aumentó los ingresos fiscales del 5% en 1830 al 25% en 1880, 47%

en 1890, 56% en 1900 y 53% en 1910, lo que supuso que entre 1879 y 1895 los ingresos

estatales se multiplicaran por diez y evitó al estado la tarea de imponer a los restantes

contribuyentes la mayor carga tributaria (Cortés-Conde, 2008). Del mismo modo, durante el

boom de la exportación cafetera de inicios del siglo XX y teniendo en cuenta su posición casi

monopolística en el mercado internacional, Brasil pudo transferir al exterior la carga tributaria,

evitando con ello la resistencia política interna (Cortés-Conde, 2008). En Colombia, muy pronto

después de haber logrado la independencia, se redujeron progresivamente los derechos de

exportación de aquellos productos que tenían posibilidades de entrar al mercado mundial y de

aquellos que ya se exportaban, como el café, el cacao y el algodón (Melo, 1979). En 1894-95 se

aprobó un gravamen a las exportaciones de café al cual se opusieron por igual los terratenientes

de las zonas cafeteras, los cafeteros medianos, los comerciantes y los banqueros (Kalmanovitz,

2007b; Melo, 1979). Dicho gravamen coincidió con una caída de los precios internacionales del

Página | 46

café (1896) que repercutió negativamente en la capacidad de importar y en los tributos de

aduanas, y finalmente fue eliminado tras un corto periodo de implementación. Estas posiciones

encontradas entre los países latinoamericanos respecto de su estructura fiscal suponen que:

“en aquellos países cuyas exportaciones disfrutaron de una posición dominante en el

mercado, los impuestos a la exportación (…) fueron la principal fuente de sus ingresos

(principalmente Café brasileño y el cobre chileno). Ese no fue el caso de otras

exportaciones, donde los impuestos habrían afectado negativamente a un gran número

de productores; allí, los impuestos se recaudaron principalmente sobre los bienes de

consumo importados”. (Cortés-Conde, 2008).

En efecto, no todos los países participaron de igual forma en la bonanza que el auge

exportador trajo para las finanzas públicas de los países latinoamericanos durante la primera

globalización. Respecto de Colombia, Rubio (2006) expone que las exportaciones per cápita

fueron las más bajas de la región y, con ello, fue el país que menos “rendimiento absoluto tuvo

por participar en los mercados internacionales”. En segundo lugar, aunque para la mayoría de

países las aduanas representaban entre el 50% y el 75% del total de los ingresos fiscales y, siendo

Colombia el país con las tarifas aduaneras más altas para 1912, Colombia recaudó relativamente

pocos ingresos en términos per cápita (Rubio, 2006). En ese sentido, para Rubio (2006),

Colombia fue el país que menos beneficios obtuvo de su relación con los mercados mundiales

durante la primera globalización: tuvo las menores exportaciones per cápita de la región y el

gobierno fue de los que menos ingresos per cápita recaudó provenientes de las aduanas, junto

con Perú y Venezuela. Adicionalmente, sus ciudadanos fueron de los que menos importaron del

comercio mundial, y, al mismo tiempo, soportaron las mayores tarifas aduaneras promedio en la

región.

Para las primeras décadas del siglo XX el comercio internacional siguió su tendencia

positiva para el contexto de países latinoamericanos y, por consiguiente, los ingresos fiscales

también se incrementaron durante dicho periodo (Cortés-Conde, 2008). Sin embargo, la

disminución del comercio internacional ocasionado por la Primera Guerra Mundial y el

proteccionismo adoptado por los países desarrollados después de la guerra, fue el detonante

Página | 47

para que América Latina implementara reformas fiscales que redujeran su dependencia de un

sistema fiscal basado en impuestos sobre el comercio exterior, aunque, en la práctica, las

reformas más importantes solo se llevaron a cabo después de la Crisis de 1929 (Cortés-Conde,

2008).

2.2.2.2. Mercado de capitales

Además de los ingresos fiscales que el comercio internacional proporcionó a los países

latinoamericanos, otra fuente de ingresos provino, de forma generalizada, a través del mercado

de capitales. De 1850 a 1875 prácticamente todos los países latinoamericanos accedieron a

préstamos europeos con tres propósitos: refinanciar deudas, atender gastos militares y

desarrollar obras públicas (Marichal, 2008). En el Gráfico 10 se muestra una comparación del

acceso al mercado de capitales durante el periodo 1850-1875, y en la cual se observa que

Colombia fue uno de los países que menos capital extranjero recibió, y cuyo destino fue

principalmente refinanciar deudas contraídas con anterioridad, probablemente en las guerras de

independencia (Marichal, 2008).

0%

20%

40%

60%

80%

100%

120%

Gastos militares Obras públicas Refinanciación de deudas

Página | 48

Gráfico 10. Destino de los créditos extranjeros en América Latina 1850-75 Fuente: Elaboración propia a partir (Marichal, 2008)

De igual forma, mientras Colombia solo tuvo acceso a dos créditos, Argentina, Brasil,

Chile y Perú tuvieron entre 7 y 8 créditos que además superaban varias veces el valor recibido

por Colombia (Marichal, 2008). Argentina, por ejemplo, recibió más de cinco veces el valor

recibido por Colombia, Brasil recibió más de diez veces el valor prestado a Colombia, y los

créditos recibidos por Perú fueron más de veinte veces superiores a los recibidos por Colombia

(Gráfico 11).

Gráfico 11. Créditos extranjeros en América Latina, 1850-75 Fuente: Elaboración propia a partir (Marichal, 2008)

Para Marichal (2006) el acceso a los créditos mencionados permitió realizar importantes

inversiones que impactaron positivamente el desarrollo económico, particularmente en

Argentina, Chile y Brasil, al tiempo que en Perú la mayor parte de los créditos fue destinada a la

construcción del ferrocarril. De igual forma, para 1914 el 30.9% de la inversión extranjera directa

en América Latina estaba destinada a obras ferroviarias, aunque Colombia, para dicho año, solo

0

1

2

3

4

5

6

7

8

9

-

10,000

20,000

30,000

40,000

50,000

60,000

mer

o d

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édit

os

Valo

r n

om

inal

en

(m

iles

de l

ibras

est

erli

nas)

Valor nominal (miles de libras esterlinas) Número de créditos

Página | 49

recibió el 1% de la misma, mientras México y Brasil recibían cada uno el 16% y Argentina el 43%,

y fue el país, junto con Nicaragua, que menos inversiones recibió en millones de dólares per

cápita (Gráfico 12).

Gráfico 12. Cuantía de las inversiones privadas extranjeras, 1914 (per cápita) Fuente: Elaboración propia a partir de (Bértola & Ocampo, 2010)

Clemens & Williamson (2004) analizan el destino del capital europeo antes de la Primera

Guerra Mundial. Para 1913, América Latina recibía aproximadamente el 20% del capital

británico, el 13% del francés y el 16% del alemán. En el caso del capital británico, los autores

demuestran que la inversión directa se dirigió a los lugares más rentables, principalmente

aquellos con fuentes importantes de recursos nacionales de exportación, tales como Argentina y

Chile. En el caso colombiano, la moratoria en el pago de la deuda contraída a inicios del siglo XIX

con motivo de la Independencia, condicionó negativamente el acceso al crédito y los ciclos de

producción-especulación desincentivaron la inversión extranjera directa representada en capital

físico para la infraestructura (Clemens & Williamson, 2004).

0

50

100

150

200

250

300

350

400

450

Mil

lon

es d

e d

óla

res

Página | 50

2.2.2.3. La estructura fiscal latinoamericana, el modelo agroexportador

y la construcción del ferrocarril

Respecto de la relación entre ingresos públicos (fiscales y crediticios) y el modelo

agroexportador, tenemos que, durante la primera globalización, Argentina fue el país que más

atrajo capitales extranjeros, principalmente provenientes de Gran Bretaña; en materia de

inversión extranjera directa, el capital británico estaba concentrado mayoritariamente en

ferrocarriles. Dicha inversión permitió el crecimiento del PIB a través de la exportación de

productos como lana, granos y carnes, producto de la extensión de las redes ferroviarias

controladas mayoritariamente por capitales británicos (Lanciotti & Lluch, 2015).

Durante el periodo objeto de análisis, Chile también siguió una pauta exportadora a

través de ciclos de materias primas: Plata (1830-1860), primer ciclo del cobre (1830-1880) y

nitrato (1880-1930), que le permitieron insertarse al mercado internacional muy temprano

desde el siglo XIX. A diferencia de Colombia, dichos ciclos fueron más estables y duraderos y

facilitaron la acumulación de capital; el Estado, por su parte, asumió la construcción y operación

de ferrocarriles priorizando la zona central y sur del país donde se encontraban los poderes

públicos, había más densidad de población y agricultura comercial, mientras que el capital

privado se encargó de la construcción de infraestructura para la exportación de minerales.

Después de la primera guerra mundial, la inversión en ferrocarriles privados se retrasó por el

impacto de la economía mundial sobre el sector exportador, pero la inversión estatal se

incrementó (Guajardo Soto, 2015). Ahora bien, la elección del ferrocarril como impulso del

sector exportador también estuvo dado por las características del nitrato que es un producto a

granel de gran volumen y peso para el cual no existían medios alternativos de transporte al

puerto; con ello, el ferrocarril resultó ser eficiente aunque los costos no fueran bajos

comparados con el transporte marítimo hasta Europa. Igual que en Colombia, las líneas eran

dispersas e independientes y conectaban los centros de extracción con los puertos y el

ferrocarril fue determinante para hacer viable la economía exportadora (Guajardo Soto, 2015).

Página | 51

El caso Uruguayo sigue un patrón similar al colombiano en cuanto a la temporalidad en el

inicio de la construcción del ferrocarril puesto que las iniciativas no empezaron hasta mediados

de los años 1860´s. Sin embargo, los resultados obtenidos entre 1870 y la Primera Guerra

Mundial si presentan una divergencia en cuanto Uruguay ya había construido una red de 2.577

km, lo que la convertía en una de las más densas del continente (Herranz-Loncán, 2011). El

patrón de construcción fue similar al seguido por la mayoría de países latinoamericanos y el

avance en la construcción se concentró en el periodo 1885-1891. La finalidad de las obras era

conectar los puntos extremos del territorio con Montevideo, que era el puerto de salida de los

productos de exportación, y la totalidad de la red era propiedad de empresas británicas. Sin

embargo, los ferrocarriles en Uruguay no fueron determinantes en la exportación de bienes

durante el modelo agroexportador de la primera globalización, principalmente por la

disponibilidad de otros medios de transporte y la topografía.

De forma similar a lo sucedido en Colombia, los ferrocarriles construidos en Perú a finales

del siglo XIX e inicios del siglo XX permitieron sustituir los sistemas tradicionales de transporte en

mulas y llamas pero solamente en algunas rutas. El territorio peruano carece de ríos navegables,

razón por la cual, en ausencia de ferrocarriles, el transporte interno se realizaba usando animales

u hombres. La justificación de la construcción de ferrocarriles a partir de 1850 se dio por la

ventaja que podría sacar Perú para la extracción de recursos naturales (mineros y agrícolas), y

logró un amplio consenso político y social. Ahora bien, contrario a lo sucedido en Colombia, en el

periodo 1865-1878 la principal fuente de recursos para la infraestructura férrea provino del

Estado, que invirtió parte de los recursos fiscales obtenidos durante el boom del Guano. Durante

este periodo, Perú logró pasar de 87km a 1.509 km de líneas férreas. De igual forma, algunas de

las líneas fueron destruidas en la Guerra del Pacífico (1879-1883) y el conflicto afectó como

ocurriría en Colombia en las confrontaciones civiles, principalmente la Guerra de los Mil Días. A

partir de dicha coyuntura, la construcción, reconstrucción y operación de los ferrocarriles

empezó a realizarse mediante contratos de concesión, sin obtenerse resultados muy favorables

en términos de km construidos (se pasó de 1.509 km en 1883 a 1.848 km en 1905 (Zegarra,

2013). Durante las primeras décadas del siglo XX la red ferroviaria peruana se incrementó hasta

los 3.478 km en 1918, sin alcanzar el desempeño de países como Chile, Argentina, Costa Rica y

Página | 52

Uruguay. Para dicha fecha, Perú solo sobrepasaba a Colombia, Ecuador y Venezuela en

Suramérica. Adicionalmente, el sistema ferroviario consistía en varias líneas, principalmente

cortas y desconectadas entre sí; además, solamente dos líneas conectaban la sierra con el

océano pacífico. De esta forma, igual que lo sucedido en Colombia, la mayoría de líneas

conectaban los puertos con las plantaciones ubicadas en los valles, de tal forma que el principal

uso de los ferrocarriles vino por parte del sector exportador (cobre y plata desde la sierra y

azúcar y algodón desde las tierras costeras); sin embargo, los productos agrícolas del Valle de

Mantaro en el departamento de Junín, no tuvieron una participación importante en el uso del

ferrocarril, principalmente por los altos costos de transporte (Zegarra, 2013).

México inició muy temprano en el siglo XIX la construcción de su red férrea usando, igual

que Colombia, el sistema de concesiones. Inicialmente, la red se estructuró sobre una matriz de

circulación interna cuyo centro era la ciudad de México, probablemente debido a que los

productos agrícolas mexicanos no competían en el mercado internacional. Bajo el Porfiriato

(1876-1911) se impulsó la minería de exportación a través de la construcción de 19.000

kilómetros de vías férreas, pero el sector agrario no recibió el mismo apoyo estatal que en el

caso Chileno para la construcción de infraestructura y transporte, y México no pudo competir

con el trigo argentino, el café brasileño o el azúcar y el tabaco cubanos. Sin embargo, igual que lo

sucedido en Chile, el capital privado extranjero si tomó la iniciativa en la expansión de

ferrocarriles durante el periodo mencionado y pronto se consolidó un sector exportador más

complejo ya que no solo se exportaban minerales en bruto sino también refinados,

especialmente en el norte del país. Igual que en Colombia, esta etapa se caracteriza por la

relación entre crecimiento de vías férreas y sector exportador, pues el mercado interno no dio

estímulos para llevar la red hacia muchas zonas del país (Guajardo Soto, 2015).

Bogart (2009) analiza el periodo de la primera globalización respecto de la

nacionalización de los ferrocarriles12. La tendencia general muestra que para mediados del siglo

XIX la mayoría de los ferrocarriles pertenecían a empresas privadas pero para 1913 los gobiernos

12 A partir de estadísticas del Ministerio de Comercio de Gran Bretaña, publicados en los “Statistical Abstract for the Principal and Other Foreign Countries” y “Statistical Abstract for the Several Colonial and Other Posessions of the United Kingdom”

Página | 53

ya habían adquirido alrededor del 30% del kilometraje; en América Latina esta tendencia se dio

principalmente a partir de la nacionalización de líneas férreas debido a las dificultades de los

inversionistas privados para obtener el capital necesario para la construcción, mantenimiento y

funcionamiento de las mismas. Aunque el autor concluye que la nacionalización en América

Latina se dio en los países con una mayor red férrea en relación con su nivel de ingresos, tales

como Argentina. Colombia siguió la misma pauta y durante el siglo XX el Estado asumió la

construcción de los ferrocarriles que los inversionistas privados del siglo XIX no habían podido

finalizar, por razón de las dificultades económicas para obtener el capital necesario para la

construcción (Bogart, 2009).

Bignon et al. (2015) hacen referencia a tres factores que hacían más atractivo un país

para efectos de la inversión extranjera directa a través de empresas dedicadas a la construcción

de infraestructura durante el periodo de la primera globalización (1870-1913). Estos factores son

la estabilidad institucional post-independencia, la capacidad estatal para subsidiar el sistema

ferroviario y el crecimiento de las exportaciones de uno o varios productos con alta demanda en

el mercado mundial. El aporte del Estado en las iniciativas ferroviarias pudo hacerse por dos vías,

a través de subsidios a la inversión privada, por ejemplo, garantía de intereses mínimos,

subsidios fijos por kilómetro construido, o asumiendo directamente la construcción de las líneas.

Dicha participación fue tan determinante que las líneas construidas sin soporte estatal fueron

usualmente líneas baratas, que conectaban cortas distancias entre los centros de producción

(cuya empresa a veces era propietaria de la misma) con el puerto. De igual forma, la necesidad

de la participación pública en el desarrollo de capital de infraestructura se explica por tres

factores: la necesidad de garantizar la rentabilidad de la inversión, por ejemplo, teniendo en

cuenta la incertidumbre de que la actividad exportadora empezara a tener éxito e hiciera a los

ferrocarriles rentables. En segundo lugar, los efectos redistributivos que pudieran afectar la

decisión de iniciar determinados proyectos, tales como el incremento en el valor de la tierra, la

integración de los mercados de bienes y mano de obra, la distribución del ingreso entre las

diversas regiones por donde pasa el ferrocarril, etc. Estos efectos redistributivos debían ser

compensados con la habilidad y recursos públicos a través de la negociación con las partes

afectadas por las rutas de cada línea. Finalmente, el nivel de comercio exterior no solo era

Página | 54

importante como indicador de rendimientos potenciales para inversionistas extranjeros, sino

también la principal fuente de ingresos fiscales.

Con el apoyo de los ingresos fiscales estatales y el acceso al crédito externo por parte del

estado y de los inversionistas privados, Argentina, Uruguay, Chile, Cuba, México y Brasil pudieron

completar para 1914 redes ferroviarias densas; sin embargo, el resto del continente no tuvo un

desarrollo comparable y la construcción fue lenta: las líneas estaban escasamente conectadas y

en ocasiones consistían en unas pocas líneas aisladas que conectaban las áreas de producción

con los puertos de exportación (Herranz-Loncán, 2014). Esta tendencia también la siguió

Colombia como se ha expuesto en líneas precedentes.

El factor diferenciador en los casos de Argentina y Uruguay lo determina un gran boom

exportador y un alto ingreso de capital extranjero y migrantes. Tanto Argentina como Uruguay

accedieron al mercado mundial de la primera globalización con productos animales como carne,

lana, pieles, etc., y Argentina con las exportaciones de trigo y maíz: esto solo fue posible por la

disponibilidad del ferrocarril para acceder a las Pampas (Cortés-Conde, 1979; Herranz-Loncán,

2014). Brasil tuvo un desempeño exportador menos rentable que dichos países, pero en gran

parte la exportación de café de la región de Sao Paulo fue posible por el acceso a los puertos a

través del ferrocarril.

Para Bértola & Ocampo (2010) la construcción del ferrocarril vino a desarrollarse a partir

de 1870 en América Latina tardíamente, salvo la excepción de Cuba, en comparación con su

expansión en Europa y en Estados Unidos. En este aspecto también se observa una historia

divergente entre los países latinoamericanos toda vez que en términos comparativos, para 1930

Argentina había construido 19 veces las vías férreas de Colombia; Brasil superaba en cerca de 17

veces el número de kilómetros construidos en Colombia, e incluso Uruguay había construido casi

el doble de kilometraje de Colombia, siendo Uruguay un país 6.4 veces más pequeño (Bértola &

Ocampo, 2010), sin perjuicio de las diferencias geográficas existentes entre ambos territorios

(Tabla 2). Como resultado de lo anterior, la construcción del ferrocarril por kilómetro de vías

férreas por habitante en Colombia era una de las más bajas de América Latina (Gráfico 17). En

cuanto a la temporalidad en la construcción del ferrocarril, entre 1840 y 1900, los países

Página | 55

latinoamericanos en su conjunto habían construido aproximadamente la mitad de las vías

férreas que se alcanzarían a final del periodo, mientras que Colombia solo había alcanzado el

20% del kilometraje total. Esto supone que, para las primeras décadas del siglo XX, momento en

el cual se consolida el modelo agroexportador colombiano a partir del café, y con ello su

participación en el mercado mundial, ya Colombia traía un rezago respecto de la región.

Adicionalmente el periodo de mayor bonanza cafetera (1913-1929) no sería suficiente para que

Colombia convergiera con la región, y el kilometraje finalmente construido diferiría en gran

cantidad con el alcanzado por las economías líderes como Argentina, Chile, Brasil y México, tanto

en términos absolutos (Gráfico 13) como en términos per cápita (Gráfico 14). De esta forma, la

expansión ferroviaria se retrasó en su inicio y se vio detenida abruptamente con la llegada de la

Gran Depresión (Ocampo, 2011).

Gráfico 13. Kilómetros de vías férreas (1840-1929) Fuente: Elaboración propia a partir de (Bértola & Ocampo, 2010)

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Gráfico 14. Km. de vías férreas por 1000 hab. (1870, 1913, 1930) Fuente: Elaboración propia a partir de (Bértola & Ocampo, 2010)

Ahora bien, la relación entre exportaciones y la construcción del ferrocarril muestra

resultados disímiles. Colombia revela una relación positiva cuando se compara la expansión de

las líneas férreas en las exportaciones como porcentaje del PIB (Gráfico 15). Sin embargo, esta

relación no es tan clara para el resto de países de América (Gráficos 16, 17,18 19 y 20).

Gráfico 15. Colombia: Ferrocarril y exportaciones Fuente: Elaboración propia a partir de (Bértola & Ocampo, 2010)

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Gráfico 16. México: Ferrocarril y Exportaciones Fuente: Elaboración propia a partir de (Bértola & Ocampo, 2010)

Gráfico 17. Chile: Ferrocarril y exportaciones Fuente: Elaboración propia a partir de (Bértola & Ocampo, 2010)

Gráfico 18. Argentina: Ferrocarril y exportaciones Fuente: elaboración propia a partir de (Bértola & Ocampo, 2010)

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Gráfico 19. Uruguay: Ferrocarril y exportaciones Fuente: elaboración propia a partir de (Bértola & Ocampo, 2010)

Gráfico 20. Brasil: Ferrocarril y exportaciones Fuente: elaboración propia a partir de (Bértola & Ocampo, 2010)

En conclusión, respecto del resto de países de la región, Colombia participó tardíamente

de la primera globalización por la dificultad en encontrar un producto de exportación estable

como lo fue el café en las primeras décadas del siglo XX (Tabla 1), y su acceso al mercado

internacional no fue suficiente para garantizar una fuente importante de ingresos bien fuera a

través de los impuestos sobre el comercio exterior, o por medio de los créditos externos y la

inversión extranjera directa. Por tal razón, la construcción del ferrocarril se vio afectada por la

carencia de recursos y, al terminar el periodo analizado, Colombia no había alcanzado los

estándares de los países más avanzados de América Latina, sino que, por el contrario, era uno de

los más atrasados en la inversión de obras públicas en la región, afectando con ello el éxito del

modelo agroexportador.

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3. Las distintas interpretaciones del impacto de los ferrocarriles en Colombia

3.1. El desarrollo del Ferrocarril durante el siglo XIX: las primeras líneas y la fiebre ferrocarrilera

Bignon et al. (2015) establecen que en el periodo 1870 – 1913 Colombia pudo haber

caído en la trampa de no desarrollo según la cual el comercio exterior y los ingresos fiscales no

crecieron lo suficiente debido al escaso desarrollo del ferrocarril, y simultáneamente, el

ferrocarril no creció lo suficiente debido al bajo nivel de comercio exterior y por consiguiente la

escasez de recursos fiscales. Sin embargo, que la construcción del ferrocarril fuera inferior a lo

estimado, refleja la existencia de obstáculos adicionales a la expansión de la red ferroviaria, tales

como la incapacidad para lograr consenso nacional en cuanto a la política de transporte

ferroviario.

Para Horna (1982), la modernización del transporte en Colombia durante el siglo XIX

favoreció principalmente al sector cafetero. La mayoría de líneas fueron cortas y desconectadas

entre sí y construidas con el único propósito de proveer café, algunos otros productos agrícolas y

materias primas a las naciones industrializadas; por esta razón, Colombia no obtuvo un provecho

mayor del ferrocarril decimonónico, en tanto no contribuyó a la construcción de una red que

conectara los centros urbanos entre sí, centralizando los beneficios en el sector exportador y

favoreciendo el desarrollo del monocultivo (Meisel R et al., 2016).

Para Rippy (1943) hay seis factores que explican por qué la construcción del ferrocarril

estuvo marcada por dificultades técnicas, políticas y económicas durante el siglo XIX: en primer

lugar, Colombia era un país con una población relativamente pequeña y estrictamente

concentrada en la región montañosa andina y en la costa norte. Con ello, el transporte en

ferrocarril estaba destinado principalmente a la exportación, desaprovechándose el transporte

de bienes hacia el consumo interno, y haciéndolo menos rentable. En segundo lugar, la deuda

externa contraída durante la Independencia condicionó negativamente los recursos disponibles

para la construcción del ferrocarril y el acceso al crédito externo. En tercer lugar, la inestabilidad

política y la disparidad en la composición social dificultaron la unidad nacional y la armonía social

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necesarias para lograr consenso en cuanto a las políticas públicas, a la par que los conflictos

civiles que duraron hasta finales de siglo XIX impactaron negativamente las obras. En cuarto

lugar, la estructura administrativa colombiana se debatió entre el federalismo y el centralismo

hasta finales del siglo XIX; sin embargo, ni los Estados Soberanos ni el gobierno central tenían los

recursos suficientes para construir las obras, a la par que dichos recursos se dispersaron según

los intereses regionales. En quinto lugar, la clase dirigente colombiana no tenía un gran interés

en ciencia y tecnología y las clases bajas no se encontraban en buenas condiciones físicas y de

salud. Por ello, a Colombia le tomó muchos años adquirir habilidades en la construcción y

operación de los ferrocarriles, siendo necesario acudir a la asistencia técnica y el capital

extranjero. En sexto lugar, la topografía y el clima hicieron que la construcción del ferrocarril, su

reparación y conservación fueran tareas muy difíciles de realizar, aunque los sobrecostos fueron

muy superiores, incluso teniendo en cuenta dicha dificultad. No obstante, dichas dificultades,

Rippy (1943) considera que los ferrocarriles fueron una mejora importante respecto de los

anteriores medios de transporte, especialmente en aquellas regiones donde había ausencia de

ríos navegables o donde la navegación fluvial era peligrosa (por ejemplo, el rio Dagua, cerca de la

costa pacífica, y el rio Magdalena en cercanías de Honda). Así mismo, para 1930 la mayoría de

líneas férreas se habían nacionalizado.

Safford (2010) atribuye a tres factores el lento desarrollo de los transportes en Colombia

durante el siglo XIX. En primer lugar, el factor geográfico que incluye la topografía misma del

país, atravesado por tres altas cordilleras y profundos valles; las variaciones estacionales de la

lluvia, que dificultaba la construcción y manutención de los medios de transporte; el clima y su

impacto sobre la salud, especialmente por las enfermedades presentes en las regiones calientes

y húmedas; la demografía y la distribución de la población, que a criterio de Safford (2010) era

escasa y se concentraba en el interior del país, aunque dispersa entre los valles montañosos y

lejos de los ríos navegables. Estos aspectos geográficos sumados al alto costo del transporte

limitaban el comercio regional, a su vez que los asentamientos dispersos a lo largo de las

cordilleras principales (Oriental y Central) fragmentaron los esfuerzos para unir los centros

poblados con el Rio Magdalena, lo cual tendría efectos negativos en la construcción de proyectos

nacionales en materia de infraestructura. En segundo lugar, Safford (2010) ubica los factores

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políticos y financieros que agrupan los déficits fiscales, la ausencia de incentivos capaces de

atraer capital extranjero a invertir en la construcción del ferrocarril (productos de exportación)13,

las continuas guerras civiles y los sucesivos cambios entre federalismo y centralismo cuyo

principal efecto fue la dispersión de recursos entre las provincias durante la época federal y las

pugnas durante el centralismo por los proyectos que favorecían unas regiones sobre otras, que

al final terminaron dificultando enormemente la asunción de proyectos de infraestructura de

alcance nacional14. Sobre el segundo factor expuesto, Safford (2010) es enfático en considerar

que la dispersión en los esfuerzos por construir infraestructura de transporte hizo imposible fijar

prioridades en los proyectos durante todo el siglo XIX. Este factor fue palpable especialmente en

los enfrentamientos que generó la Ley del 5 de junio de 1871 que priorizaba la discusión política

sobre el Ferrocarril del Norte como medio para unir los estados de Cundinamarca, Boyacá y

Santander con el Rio Magdalena, por cuanto la “intención de concentrar una proporción

abrumadora de los recursos fiscales de la nación en beneficio de la cordillera Oriental suscitó un

resentimiento fuerte en el occidente del país y en la costa caribe”(Safford, 2010), que incluso jugó

un papel importante en la guerra civil de 1876 y la vuelta al centralismo a partir de 1886. De esta

discusión hay una buena evidencia empírica a través de las cartas e intervenciones públicas del

entonces Secretario de Hacienda y Fomento de corte liberal, Salvador Camacho Roldán, así como

las crónicas de prensa de la época. De esta forma, para Safford (2010) la dificultad o

imposibilidad política de establecer prioridades en el desarrollo de los transportes por las

esperanzas o aspiraciones de dispersas comunidades regionales, fue uno de los mayores

problemas que enfrentó la construcción de los ferrocarriles en Colombia durante el siglo XIX.

Finalmente, en tercer lugar, Safford (2010) expone los factores técnicos que impidieron un

aprovechamiento temprano de las novedades tecnológicas, debido a la limitación en los

conocimientos y costumbres técnicos y al retraso en la fundación de facultades de ingeniería.

Dichos factores técnicos explican por qué el primer ferrocarril colombiano (Ferrocarril de

13 Para Safford (2010) “Por carecer de una necesidad urgente de extraer los productos de Colombia, los países del mundo atlántico invirtieron poco en los ferrocarriles colombianos”. Esta tesis contradice la hipótesis predominante que atribuye la poca inversión extranjera al historial crediticio negativo con posterioridad a la independencia. 14 Un ejemplo de la dispersión de recursos durante la época federal es la ley del 3 de junio de 1836, que distribuyó los fondos del derecho nacional de caminos entre todas las provincias en razón del número de sus habitantes. Con ello no se generaba discriminación entre las provincias, pero la dispersión de fondos hizo imposible proyectos de importancia (Safford, 2010).

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Panamá 1850-1855) se construyó completamente bajo la dirección de ingenieros

norteamericanos.

Correa (2010), por su parte, atribuye al modelo de producción-especulación vivido por

Colombia en el siglo XIX, la lenta modernización del sistema de transporte colombiano, ya que

éste postergó hasta la década de 1870 el debate público sobre la necesidad de diseñar y

construir las líneas férreas que conectaran los diversos centros productivos con el comercio

internacional, a través de la navegación a vapor en el Rio Magdalena. Para Correa (2010), la

particularidad del modelo agroexportador colombiano del siglo XIX explica la evolución que

siguieron los proyectos de infraestructura férrea en dicho periodo, pues la atomización de

centros productivos generó una dispersión de líneas férreas no conectadas entre sí con las que

se buscaba una salida hacia el comercio internacional más que la construcción de una red

general de transporte. Esta característica genera una restricción en cuanto a la capacidad

potencial de carga pues limita la rentabilidad según los productos primarios que cada centro de

producción tuviera para ofrecer al mercado exterior. Otro factor que explica el atraso en la

construcción de las líneas férreas son los altos costos incurridos a los modelos de contratación

utilizados debido a la escasez de capital local y extranjero durante el siglo XIX, a causa de las

continuas guerras civiles, la inestabilidad política y la moratoria en el pago de la deuda externa

contraída durante la guerra de independencia (Correa Restrepo, 2012a). Dicho contexto fiscal

imposibilitó que el gobierno nacional emprendiera con recursos propios la construcción de

ferrocarriles en el siglo XIX, condujo a que las obras se hiciera mediante el sistema de concesión

a través del cual se otorgaba a los inversionistas privados o extranjeras subsidios y subvenciones,

garantías de rendimientos mínimos, adjudicación de tierras baldías, etc., muy poco favorables

para el gobierno por las condiciones asimétricas en que se firmaban ni para el país por la demora

en las obras y los pocos kilómetros logrados al final del periodo (Correa Restrepo, 2013b).

Para Vasco Correa (2012), las causas del retraso en la infraestructura de transporte en

Colombia en el siglo XXI y su efecto negativo sobre la inserción en el mercado mundial a través

de los tratados de libre comercio suscritos recientemente, deben ser analizadas desde el siglo

XIX por la confluencia de tres factores: la difícil topografía colombiana, la distribución geográfica

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de los centros productivos lejos de los puertos marítimos y la visión regional al momento de

diseñar el desarrollo y las políticas de inversión para el transporte de infraestructura, en

detrimento de una visión nacional. Estos tres factores explican los altos costos de exportación,

por cuanto en Colombia dicho costo está compuesto principalmente por costo de transporte.

Finalmente, Meisel et al. (2016) atribuyen el atraso en la construcción de infraestructura

férrea durante el siglo XIX a varios factores: en primer lugar, las condiciones topográficas y

geográficas que dificultaban el trazado y construcción de las líneas férreas. En segundo lugar, los

ingresos estatales que eran limitados e impidieron el pago de la deuda adquirida durante la

guerra de independencia, lo que al final imposibilitó el acceso a créditos extranjeros. Además,

como el país no había encontrado aún un producto de exportación exitoso, no era atractivo para

inversionistas extranjeros. En tercer lugar, la debilidad institucional que se manifestaba en la

asimetría contractual y las continuas guerras civiles. En cuarto lugar, la inhabilidad del gobierno

para establecer prioridades para el desarrollo de la infraestructura de transporte. En quinto

lugar, la dispersión espacial de la población que hacía aún más difícil y costoso la construcción de

mejoras en el transporte terrestre.

Los autores citados coinciden en dos factores que pueden explicar el bajo desempeño del

modelo agroexportador en relación con la construcción y disponibilidad de un medio de

transporte como el ferrocarril. En primer lugar, la falta de recursos públicos y el escaso acceso al

mercado de capitales internacional, que dificultó el apoyo estatal directo o indirecto a la

construcción de infraestructura, pero que a su vez puede estar determinado por la falta de un

producto de exportación rentable y estable que insertara a Colombia en el mercado mundial y lo

hiciera atractivo para la inversión extranjera directa y el acceso a capitales extranjeros. En

segundo lugar, la falta de consenso nacional en relación con el destino de los recursos obtenidos

y el trazado de las líneas férreas, que ocasionó una dispersión de infraestructura distante y

aislada entre sí, que, si bien sirvió a los productos de exportación, no lo hizo a tiempo o lo hizo

de forma insuficiente para impulsar el modelo agreoexportador.

Sin embargo, la construcción del ferrocarril pudo haber sido suficiente para impulsar los

centros de producción atomizados mientras duraran los periodos de auge característicos del

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proceso de producción – especulación, a pesar de las restricciones fiscales propias del siglo XIX.

Así, el ferrocarril no sería la causa del comportamiento del modelo agroexportador, sino que

éste pudo haber determinado la construcción del ferrocarril en su dimensión temporal y

espacial. Así, se hace necesario revisar las características propias de cada línea para determinar

la relación que tiene el tipo de cultivo y su comportamiento en el mercado internacional, con la

fragmentación del sistema ferroviario colombiano, así como el poder de convicción que tuvieron

las élites de cada centro productivo para dirigir los recursos fiscales a sus regiones.

3.2. El desarrollo del ferrocarril durante el siglo XX: una revisión bibliográfica

Para Meisel et al. (2016) fue a partir de la segunda mitad del siglo XIX, cuando Colombia

intentó integrarse a la economía mundial, a partir de la exportación de productos tropicales

como el café y el tabaco, que los costos internos de transporte empezaron a ser un problema

importante. Sin embargo, dichos autores consideran que la construcción empezó tarde y que

solamente a partir de 1920 fue posible construir un número significativo de líneas férreas.

Ramírez (2001) analiza los efectos del desarrollo de la infraestructura ferroviaria sobre el

crecimiento económico colombiano durante el siglo XX (1914-1980). Para ello, utiliza como

variables el ahorro social y la elasticidad de la demanda del transporte de carga y pasajeros para

establecer el impacto en la reducción de costos de transporte. En segundo lugar, analiza el papel

del ferrocarril en el despegue de las exportaciones cafeteras, usando técnicas de series

temporales (vectores autorregresivos VAR). En último lugar, examina el aporte del ferrocarril a la

integración de un mercado nacional a través del uso de coeficientes de variación y de

convergencia para examinar si las reducciones en los costos de transporte explican la reducción

en la divergencia de los precios agrícolas en las diversas regiones colombianas. Ramírez (2001)

concluye que los ferrocarriles no jugaron un papel excepcional en la economía colombiana del

siglo XX debido a la baja magnitud del ahorro social y a su escasa influencia en la integración del

mercado interno y en la expansión del externo. El problema radicó en que los ferrocarriles se

construyeron muy tarde, justo cuando inició el auge del transporte automotor, y al hecho de que

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no se implementara en Colombia un sistema de transporte multimodal, lo que supuso que las

carreteras y los ferrocarriles compitieran entre sí (Ramírez, 2001).

McGreevey (1982) en su libro “Historia económica de Colombia, 1845-1930” hace un

análisis económico de los ferrocarriles durante los dos periodos de análisis y calcula la tasa de

ahorro social y la tasa de retorno de aquellos, concluyendo que los ferrocarriles fueron rentables

para el país. En particular, McGreevey (1982) atribuye el impulso ferrocarrilero al auge cafetero,

principalmente por cuanto el crecimiento de las exportaciones del producto que insertaría a

Colombia en el mercado mundial dependía de los avances tecnológicos que redujeran los costos

de transporte, y en ese sentido Colombia apostó al ferrocarril. Para McGreevey (1982) los

ferrocarriles destinados a insertar a Colombia al mercado mundial aportaron mayores beneficios

que aquellos construidos con el objetivo principal de integrar el mercado interno.

De los autores citados puede observarse una divergencia en el papel que juegan los

ferrocarriles en el impulso del modelo agroexportador, cuando Colombia logra ingresar al

mercado internacional con el monocultivo de café. Para McGreevey (1982) el ferrocarril es

determinante en el auge cafetero iniciado a partir de la segunda década del siglo XX mientras

que para Ramírez (2001) y Meisel et al. (2016), el ferrocarril tiene un papel modesto por su

tardía construcción en el contexto de la primera globalización.

En ese sentido, es necesario revisar el papel del ferrocarril respecto del crecimiento

económico colombiano, particularmente frente a las exportaciones de café provenientes del eje

cafetero que es la región que se consolida con dicho cultivo en el siglo XX, abandonándose las

primeras zonas cafeteras ubicadas en los santanderes y Cundinamarca. De igual forma, es

necesario revisar cuáles líneas fueron pensadas para integrar el mercado interno y qué factores

pudieron incidir en el menor o mayor aporte que realizaron para la economía colombiana previa

a la Gran Depresión, tales como la falta de consenso nacional para la construcción de una red

nacional férrea que apalancara las diferentes regiones por igual. Los debates abiertos sobre la

contribución de los ferrocarriles en determinados países muestran que el método del ahorro

social puede no capturar todo el impacto que dicho medio de transporte tiene sobre una

economía, tales como la integración del mercado interno y la convergencia de los niveles de vida

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dentro del país (Herranz-Loncán, 2007a). Por lo anterior, el método de contabilidad del

crecimiento ha sido aplicado para cuantificar el impacto de los ferrocarriles como nueva

tecnología, o la aplicación del sistema de vectores autorregresivos (VAR) con una perspectiva

agregada, es decir, tomando en cuenta la totalidad del sector de infraestructura de transporte,

así como al análisis de datos de panel que permitan explicar las divergencias regionales al

interior de un país, originadas en la disponibilidad desigual de la infraestructura de transporte

(Herranz-Loncán, 2006, 2007a, 2007b).

4. Problema de investigación, hipótesis y agenda

Como se expuso anteriormente, la finalidad de mi investigación es establecer qué explica que

Colombia, entre la independencia y la crisis de 1929, siguiendo la misma tendencia económica y

fiscal latinoamericana, haya tenido una trayectoria divergente en la configuración de un sistema

que permitiera al estado recaudar ingresos suficientes para apalancar el desarrollo del ferrocarril

y con ello impulsar el éxito del modelo agroexportador.

A partir de lo anterior, mi trabajo pretende explicar los aspectos históricos que definieron el

desarrollo divergente de Colombia en la baja inversión en ferrocarril en Colombia y su relación

con el modelo agroexportador, entre la independencia y la crisis de 1929; bajo un enfoque

estructural, se pretenden definir los factores específicos que explican el atraso en la

infraestructura y como éstos se correlacionan entre sí, dejando al país inmerso en la trampa de

no-desarrollo pues la contribución de los ferrocarriles al desarrollo económico fue insuficiente

(Bignon et al., 2015).

En ese sentido, los objetivos generales del trabajo son los siguientes: (1) analizar cuáles fueron

los determinantes de los ingresos fiscales durante el periodo 1820 a 1929; (2) establecer los

determinantes de la construcción del ferrocarril durante el periodo 1850 a 1929; y (3) cuantificar

la contribución de los ferrocarriles al crecimiento económico durante el periodo 1850 a 1929.

A partir de dichos objetivos, y con base a la literatura revisada anteriormente, se identifican las

siguientes variables explicativas:

Página | 67

Variable # 1: La volatilidad de los términos de intercambio trajo como resultado que

Colombia tuviera dificultades para recaudar ingresos suficientes que impulsaran de forma

constante el desarrollo de ferrocarril (Kalmanovitz, 2007a). En épocas de bonanza, por

razones de aumentos en la producción y volumen de exportaciones, o por el aumento de los

precios internacionales de los bienes exportados, Colombia podía aumentar sus

importaciones durante dicho periodo y, de paso, los ingresos tributarios; sin embargo, en

épocas de deterioro de los términos de intercambio la capacidad de importar del país se

reducía y, con ello, la capacidad del estado para recaudar ingresos públicos (Blattman et al.,

2007).

Variable# 2: Colombia ingresó tardíamente a la primera globalización, a partir del modelo

agroexportador, cuando ya los términos de intercambio de los productos primarios habían

comenzado a descender. La participación de Latinoamérica en los mercados internacionales

de bienes se realizó a partir de la exportación de bienes agrícolas y productos primarios. De

forma general, dicha participación fue favorable en los primeros años debido al alza de los

términos de intercambio de los productos agrícolas, la cual se revierte al final del periodo

con un deterioro generalizado que afectaría a toda la región (Bejarano, 1987; Ocampo,

1984, 1987). Sin embargo, aunque se considera que Colombia aplicó el modelo

agroexportador desde mediados del siglo XIX, solamente fue el café durante las primeras

décadas del siglo XX el producto que permitiría beneficiarse de la inserción al mercado

mundial, entre otros por el acceso al mercado de capitales y el aumento del recaudo de las

aduanas, aunque durante ambos periodos las exportaciones representaron un bajo

porcentaje del PIB, respecto de los demás países latinoamericanos, y la participación del

café colombiano en el mercado mundial no superó el 10% de las exportaciones mundiales

(GRECO, 2002; Meisel R et al., 2016). Esta particular participación tardía de Colombia en el

modelo agroexportador ocasiona que los años de mayor auge cafetero coincidan con el

declive de los términos de intercambio con el que finaliza la primera globalización, pero

también con la deflación y el proteccionismo que siguió a la Primera Guerra Mundial, razón

por la cual las ventajas no alcanzaron a ser suficientes para impulsar la construcción de

infraestructura ferroviaria a partir de los mayores ingresos fiscales y empréstitos, y

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finalmente, con la crisis de 1929 el periodo terminaría de forma abrupta y temprana para

Colombia.

Variable # 3: El producto que finalmente le permite a Colombia participar de los beneficios

de la primera globalización es el Café, el cual era sustituible por otros bienes en el mercado

mundial. De esta forma, la apertura no fomentó el aumento de las transferencias públicas

por cuanto Colombia no pudo trasladar el costo de la tributación gravando sus

exportaciones, como sí lo hicieron países como Chile y Brasil cuyos productos de

exportación tenían una alta participación en el mercado mundial (Kalmanovitz & López

Rivera, 2009; Melo, 1979); por lo tanto, las transferencias públicas no jugaron el rol

estabilizador descrito por Epifani & Gancía (2009) ante la existencia de bienes sustitutos

perfectos en el mercado mundial (el café brasilero). Así, la estructura fiscal que reposa sobre

el recaudo aduanero requiere, de un lado, de un sector exportador fuerte que financie las

compras al exterior y, del otro, de un mercado interno interesado y capaz de importar

bienes continuamente. En Colombia, el sector exportador durante las primeras décadas

después de la independencia se caracterizó por la inestabilidad en el producto exportable, lo

que conducía a periodos intermitentes de bonanza seguidos de deterioro (bajo el modelo de

producción-especulación), que se reflejaban también en las importaciones y en el bajo

recaudo de impuestos aduaneros (Bejarano, 1987; Ocampo, 1984, 1987); durante el auge

cafetero de finales del siglo XIX y especialmente de principios de siglo XX los términos de

intercambio habían comenzado a descender, razón por la cual las importaciones y con ello

los ingresos fiscales se deterioraron paulatinamente hasta la crisis de 1929 En ese sentido,

el hecho de que las exportaciones colombianas per cápita y como proporción del PIB

durante la primera globalización fueran las más bajas de la región, y que el café colombiano

no superara el 10% de las exportaciones mundiales, son factores que inciden en el menor

rendimiento absoluto que Colombia obtuvo por participar del mercado internacional

(Bértola & Ocampo, 2010; GRECO, 2002; Rubio, 2006). En segundo lugar, la dificultad de la

topografía colombiana, la escasez de caminos que conectaran las regiones entre sí, y la

vocación exportadora que concentró sus esfuerzos en conectar los centros de producción

con el exterior, habían dejado una serie de mercados locales aislados que tendieron al

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autoabastecimiento, y que, solamente con la bonanza cafetera y el impulso a los mercados

urbanos, fomentaría la importación de bienes sobre los que recaía el principal gravamen

fiscal.

Variable # 4: El acceso tardío al mercado internacional de capitales y el uso que se le dio a

los empréstitos al interior del país impidió que el país obtuviera y destinara los recursos

oportunamente a la construcción de infraestructura que impulsara el modelo

agroexportador. El incumplimiento de la deuda externa contraída en la guerra de

independencia, producto de la escasez de recursos y la necesidad de destinar los ingresos

fiscales, la emisión de moneda a las guerras civiles de fin de siglo, el contexto de la pérdida

de Panamá y la falta de un recurso nacional de exportación atractivo y rentable, tendría

repercusiones negativas en el acceso al crédito externo posterior. Contrario a lo sucedido en

Colombia, salvo por el caso del Ferrocarril de Panamá, el resto de países vivían una

coyuntura mucho más favorable frente al capital extranjero entre 1850 y 1875, y destinaron

dicho capital principalmente a la construcción de obras públicas (Marichal, 2008). Durante

las primeras décadas del siglo XX se intentó restablecer el crédito externo pero los capitales

recibidos no solo se invirtieron en la construcción del ferrocarril sino también en cubrir

reclamaciones derivadas de las guerras civiles; a dicho hecho habría que sumarle que,

abruptamente, la Primera Guerra Mundial hizo aún más difícil el acceso al crédito

internacional. De esta forma, solo fue a partir de 1922 que Colombia gozaría de un acceso

estable y continuo al mercado de capitales internacional (la “prosperidad a debe”),

impulsado por el auge de las exportaciones cafeteras, el cual estaba concentrado

mayoritariamente en la construcción de ferrocarriles. En consecuencia, el acceso al mercado

de capitales fue tardío y el capital recibido no se destinó de forma constante a la

financiación del ferrocarril, sumado al hecho de que como consecuencia de la crisis de 1929

y la moratoria de la deuda que declararía Colombia para salir de la recesión, el acceso al

mercado internacional de capitales se suspendería de forma indefinida (Ocampo, 1987).

Variable # 5: A partir de la independencia, Colombia se movió entre el centralismo político y

el liberalismo que propendía por una estructura descentralizada y federal. Entre 1850 y

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1886 se vivió el auge de la descentralización, con el punto cumbre en 1863 cuando se

escogió un estado federal. Esta época supuso también una descentralización de las rentas y

con ello una disminución de los ingresos del nivel central; sin embargo, ni el estado central

ni las provincias invirtieron significativamente en la construcción de infraestructura

ferroviaria. A partir de 1886 el gobierno central volvió a concentrar el mayor recaudo, pero

también tuvo que enfrentar múltiples guerras civiles, cuyo peor momento se presenta con la

Guerra de los Mil Días (1899-1902), y que afectarían negativamente el recaudo de

impuestos, y desviarían los gastos fiscales hacia el aparato militar y, posteriormente, al pago

de las reclamaciones y deudas contraídas durante el conflicto. La fragmentación regional de

los ingresos por los cambios derivados de la inestabilidad política propia del siglo XIX

dispersó los ingresos y dejó regiones con menores posibilidades de recaudo por la carencia

interna de bienes de exportación.

Variable # 6: Como consecuencia de lo anterior, el hecho de que la estructura fiscal reposara

de los ingresos derivados del comercio exterior y el insuficiente acceso al mercado de

capitales externo, fueron un factor negativo para el desarrollo de las inversiones públicas en

Colombia, toda vez que no contaba con las condiciones necesarias para el modelo

agroexportador aportara los recursos necesarios para financiar las necesidades de

infraestructura del país.

Variable # 7: La falta de consenso nacional, derivada de los cambios en la estructura político-

administrativa que tuvo Colombia durante el siglo XIX, llevó a que la construcción de

infraestructura se realizara con una perspectiva regional y de corto plazo, sin permitir al país

consolidar el modelo agroexportador y redistribuir los efectos positivos del mismo a la

mayor parte de la población (Vasco Correa, 2012). La falta de una visión nacional de largo

plazo también incide en el proceso de toma de decisiones y conlleva a que se prioricen otras

actividades antes que la infraestructura en el momento de invertir los ingresos provenientes

de créditos o impuestos, tales como la inestabilidad política, el pago de deudas contraídas

con anterioridad y las reclamaciones derivadas de los conflictos civiles, o a que los ingresos

se dispersen en múltiples líneas férreas que finalmente no se culminan. La tensión existente

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entre las decisiones que se toman para privilegiar a una u otra región con el impulso que el

ferrocarril otorgaba a las exportaciones, actuó como un factor de desviación o dispersión del

gasto público, coadyuvando con ello al atraso en la infraestructura necesaria para

potencializar el modelo agroexportador.

Variable # 8: La inestabilidad política y la destinación de recursos hacia los gastos que

implican las guerras civiles actuaron como un factor de desviación del gasto público hacia

actividades distintas a la inversión del ferrocarril, coadyuvando con ello al atraso en la

infraestructura necesaria para potencializar el modelo agroexportador.

Variable # 9: Tradicionalmente el atraso en la construcción de infraestructuras férrea se ha

explicado a partir de los elevados costos derivados de la topografía colombiana,

particularmente porque los centros productivos y la población se distribuían en las zonas

altas de las cordilleras de la Región Andina, y la construcción del ferrocarril que uniera

dichos centros con el rio Magdalena y los puertos de exportación, pasaba por escarpadas

montañas, profundos valles, fallas geológicas. Con ello, la topografía se ha identificado como

un obstáculo para la competitividad y la productividad del país contra el resto del mundo

(Coatsworth & Williamson, 2004; Melo, 1987; Vasco Correa, 2012).

Como se observa, entre las variables mencionadas se crea una codependencia sistemática o

estructural que explica la insuficiencia de la estructura fiscal, incapaz de generar suficientes

ingresos públicos y destinarlos adecuadamente a la inversión en infraestructura, y el atraso

histórico en la construcción de líneas férreas que apalancaran el modelo agroexportador,

generando con ello ahorro social, integración del mercado interno y convergencia en los niveles

de vida de las poblaciones beneficiadas por las líneas férreas, como se muestra en la siguiente

figura:

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En consecuencia, la volatilidad de los términos de intercambio (V1) y el acceso tardío de

Colombia a la primera globalización que ocasiona que los años de mayor auge cafetero coincida

con el declive de los términos de intercambio (V2); una estructura fiscal fundamentada en

aduanas y préstamos extranjeros (V3) con un acceso tardío al mercado de capitales debido a la

ausencia de uno o varios productos primarios rentables en el mercado exterior (V4); y la

fragmentación de ingresos debido a los cambios en el modelo político colombiano durante el

siglo XIX (V5), no permitieron que Colombia obtuviera las ventajas necesarias del modelo

Escaso desarrollo del ferrocarril

Insuficiencia de ingresos

Aportaciones del ferrocarril al crecimiento económico

Objetivo 2

Objetivo 1

Objetivo 3

Costes elevados por elementos topográficos

Volatilidad de los términos de intercambio

Tardío modelo de exportación basado en Café

Debilidad del comercio

Acceso tardío al mercado de capitales

Fragmentación

fiscal

Gasto militar

Insuficiencia fiscal

Falta de prioridad del gasto

V1

V2

V3

V4

V5

V6

V7

V8

V9

Ahorro social

Integración del mercado interno

Convergencia niveles de vida

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agroexportador para recaudar ingresos fiscales suficientes para la construcción del ferrocarril

(Objetivo 1).

Esa insuficiencia fiscal dificultó la participación del estado directa o indirectamente como

impulsor del modelo agroexportador mediante la construcción de infraestructura (V6), lo cual se

vio agravado con la falta de consenso nacional, la falta de prioridad en el gasto público y la

ausencia de una visión de largo plazo que terminaron dispersando los recursos en múltiples

líneas férreas aisladas, cortas y no conectadas entre sí (V7), a su vez que los ingresos se

desviaron a cubrir los efectos de los conflictos civiles y militares (V8) y los sobrecostos generados

por la difícil topografía colombiana (V9), terminaron por definir el atraso en la construcción de

infraestructura necesaria para potencializar el modelo agroexportador (Objetivo 2).

Por lo anterior, la contribución del ferrocarril al crecimiento económico no es un tema

sobre el cual haya consenso en el mundo académico, razón por la cual este trabajo pretende

cuantificar dicha aportación, a partir de la medición del ahorro social nacional y de las regiones

productivas con presencia de líneas férreas, del análisis de la integración del mercado interno y

de la convergencia en los niveles de vida de los centros productivos (Objetivo 3).

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6. Índice de tablas y gráficos

6.1. Índice de tablas

Tabla 1. Ciclos de exportación, productos y ubicación (1830-1929) .......................................................... 9

Tabla 2. Exportaciones como porcentaje del PIB .................................................................................... 13

Tabla 3. “Primeras Líneas (1850-1870)” ................................................................................................. 29

Tabla 4. “Fiebre Ferrocarrilera (1870-1900)” .......................................................................................... 35

Tabla 5. “Auge Cafetero y Danza de los Millones (1905-1929)” .............................................................. 41

6.2. Índice de gráficos

Gráfico 1. Composición de las exportaciones según valor ...................................................................... 12

Gráfico 2. Ingresos nacionales, provinciales (o estatales) y municipales ................................................. 17

Gráfico 3. Ingresos fiscales nacionales durante el siglo XIX, promedios quinquenales ............................ 17

Gráfico 4. Evolución de los ingresos provinciales (miles de pesos).......................................................... 19

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Gráfico 5. Distribución de la carga tributaria después de la Guerra de los Mil Días ................................. 21

Gráfico 6. Gasto público (1923-1928)..................................................................................................... 22

Gráfico 7. Costos de transporte en Latinoamérica, 1842 ........................................................................ 25

Gráfico 8. Total de kilómetros de vías férreas en Colombia .................................................................... 39

Gráfico 9. Crecimiento de la red ferroviaria: kilómetros en uso para años seleccionados, 1885-1949. .... 39

Gráfico 10. Destino de los créditos extranjeros en América Latina 1850-75............................................ 48

Gráfico 11. Créditos extranjeros en América Latina, 1850-75 ................................................................. 48

Gráfico 12. Cuantía de las inversiones privadas extranjeras, 1914 (per cápita) ....................................... 49

Gráfico 13. Kilómetros de vías férreas (1840-1929) ................................................................................ 55

Gráfico 14. Km. de vías férreas por 1000 hab. (1870, 1913, 1930) .......................................................... 56

Gráfico 15. Colombia: Ferrocarril y exportaciones .................................................................................. 56

Gráfico 16. México: Ferrocarril y Exportaciones ..................................................................................... 57

Gráfico 17. Chile: Ferrocarril y exportaciones ......................................................................................... 57

Gráfico 18. Argentina: Ferrocarril y exportaciones ................................................................................. 57

Gráfico 19. Uruguay: Ferrocarril y exportaciones ................................................................................... 58

Gráfico 20. Brasil: Ferrocarril y exportaciones ........................................................................................ 58


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