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RITUAL FUNERARIO Y COMENSALIDAD EN LAS SOCIEDADES DE LA EDAD DEL BRONCE DEL SURESTE PENINSULAR: LA CULTURA DE EL ARGAR FUNERARY RITUAL AND COMMENSALITY IN THE BRONZE AGE OF SOUTH-EASTERN IBERIA: THE ARGAR CULTURE TRABAJOS DE PREHISTORIA 63, N o 2, Julio-Diciembre 2006, pp. 117-133, ISSN: 0082-5638 GONZALO ARANDA JIMÉNEZ (*) JOSÉ ANTONIO ESQUIVEL GUERRERO (*) RESUMEN En el presente trabajo se plantea el desarrollo de ritua- les de comensalidad asociados al ritual funerario argárico. Las evidencias arqueológicas de estos rituales estarían re- lacionadas por una parte con la producción de un conjunto normalizado de vasijas cerámicas asociadas con la presen- tación y consumo de alimentos y bebidas, y en donde des- tacan sus propiedades visuales relacionadas con prácticas sociales de exhibición y escenificación. Por otra parte, la aparición de restos faunísticos en las sepulturas argáricas supone que, como parte de ritual, se procedió al sacrificio de bóvidos u ovicápridos, fundamentalmente en edades jó- venes de los que una parte, los extremos distales, fueron in- troducidos en las tumbas. El resto de la especie o especies sacrificadas, en un momento óptimo para su consumo, se- rían consumidas como parte de los rituales de comensali- dad. El acceso socialmente diferenciado a estas prácticas co- mensales contribuiría a la creación de un sentido de comunidad al tiempo que se escenifican y naturalizan unas relaciones sociales claramente desiguales. ABSTRACT In this paper we will explore the relationship between commensality and the funerary ritual of the Argaric culture. Evidences of feasting can be related to two main archaeo- logical domains; firstly, the production of special ritual pottery vessels with a high degree of standardization linked to the presentation and consumption of food and drink. In these vessels the visual and display properties have been clearly emphasised, which probably means their perform- ance in social practises based on display and dramatiza- tion. Secondly, the appearance of faunal remains, as part of the funerary ritual, implies the slaughter of cattle and ovicaprids mainly in young ages, the ideal moment to be consumed. The eating of these species would be part of rit- ual feasting, with the exception of the legs of these animals that were introduced in the burial as grave goods. The clearly differential social access to these commensal prac- tices would involve not only the construction of a strong sense of community but principally the naturalization of unequal social relationship. Palabras clave: Edad del Bronce. Cultura de El Argar. Sudeste de la Península Ibérica. Comensalidad. Ritual fu- nerario. Key words: Bronze Age. Argar Culture. Southeast of Ibe- ria. Commensality. Feast. Funerary ritual. 1. INTRODUCCIÓN Las investigaciones relacionadas con la Edad del Bronce que se han desarrollado desde finales del siglo XIX en el sureste de la Península Ibérica han permitido acumular una riquísima evidencia ar- queológica sobre el ritual funerario de la denomina- da Cultura de El Argar. Posiblemente la inclusión de las sepulturas en el interior de los poblados habitual- mente bajo los pisos de las habitaciones, junto a las propias características del ritual, han permitido un (*) Departamento de Prehistoria y Arqueología. Universidad de Granada. Campus Cartuja s/n. 18071 Granada. Correo electró- nico: [email protected] Recibido: 30-III-06; aceptado: 5-VII-06.
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RITUAL FUNERARIO Y COMENSALIDAD EN LAS SOCIEDADESDE LA EDAD DEL BRONCE DEL SURESTE PENINSULAR:LA CULTURA DE EL ARGAR

FUNERARY RITUAL AND COMMENSALITY IN THE BRONZE AGE OF SOUTH-EASTERNIBERIA: THE ARGAR CULTURE

TRABAJOS DE PREHISTORIA63, No 2, Julio-Diciembre 2006, pp. 117-133, ISSN: 0082-5638

GONZALO ARANDA JIMÉNEZ (*)JOSÉ ANTONIO ESQUIVEL GUERRERO (*)

RESUMEN

En el presente trabajo se plantea el desarrollo de ritua-les de comensalidad asociados al ritual funerario argárico.Las evidencias arqueológicas de estos rituales estarían re-lacionadas por una parte con la producción de un conjuntonormalizado de vasijas cerámicas asociadas con la presen-tación y consumo de alimentos y bebidas, y en donde des-tacan sus propiedades visuales relacionadas con prácticassociales de exhibición y escenificación. Por otra parte, laaparición de restos faunísticos en las sepulturas argáricassupone que, como parte de ritual, se procedió al sacrificiode bóvidos u ovicápridos, fundamentalmente en edades jó-venes de los que una parte, los extremos distales, fueron in-troducidos en las tumbas. El resto de la especie o especiessacrificadas, en un momento óptimo para su consumo, se-rían consumidas como parte de los rituales de comensali-dad. El acceso socialmente diferenciado a estas prácticas co-mensales contribuiría a la creación de un sentido decomunidad al tiempo que se escenifican y naturalizan unasrelaciones sociales claramente desiguales.

ABSTRACT

In this paper we will explore the relationship betweencommensality and the funerary ritual of the Argaric culture.Evidences of feasting can be related to two main archaeo-logical domains; firstly, the production of special ritualpottery vessels with a high degree of standardization linked

to the presentation and consumption of food and drink. Inthese vessels the visual and display properties have beenclearly emphasised, which probably means their perform-ance in social practises based on display and dramatiza-tion. Secondly, the appearance of faunal remains, as partof the funerary ritual, implies the slaughter of cattle andovicaprids mainly in young ages, the ideal moment to beconsumed. The eating of these species would be part of rit-ual feasting, with the exception of the legs of these animalsthat were introduced in the burial as grave goods. Theclearly differential social access to these commensal prac-tices would involve not only the construction of a strongsense of community but principally the naturalization ofunequal social relationship.

Palabras clave: Edad del Bronce. Cultura de El Argar.Sudeste de la Península Ibérica. Comensalidad. Ritual fu-nerario.

Key words: Bronze Age. Argar Culture. Southeast of Ibe-ria. Commensality. Feast. Funerary ritual.

1. INTRODUCCIÓN

Las investigaciones relacionadas con la Edad delBronce que se han desarrollado desde finales delsiglo XIX en el sureste de la Península Ibérica hanpermitido acumular una riquísima evidencia ar-queológica sobre el ritual funerario de la denomina-da Cultura de El Argar. Posiblemente la inclusión delas sepulturas en el interior de los poblados habitual-mente bajo los pisos de las habitaciones, junto a laspropias características del ritual, han permitido un

(*) Departamento de Prehistoria y Arqueología. Universidadde Granada. Campus Cartuja s/n. 18071 Granada. Correo electró-nico: [email protected]

Recibido: 30-III-06; aceptado: 5-VII-06.

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buen nivel de conservación de las necrópolis argá-ricas, que en muchas ocasiones han sobrevivido enmejores condiciones que los propios poblados mu-cho más expuestos a procesos de desestructuraciónde los contextos arqueológicos. Afortunadamenteen la actualidad disponemos de múltiples necrópolisque han permitido una caracterización minuciosadel ritual funerario empleado y de su ordenaciónespacio-temporal.

Los diferentes estudios realizados fundamental-mente en las últimas décadas sobre estas necrópo-lis se han centrado básicamente en el análisis de laestructura social de estas poblaciones; característi-cas como el tipo de enterramiento, la variabilidadcuantitativa y cualitativa de los ajuares funerarios,las paleopatologías y patrones de actividad de losindividuos inhumados y las relaciones espacialesentre diferentes sepulturas y de estas con las unida-des de habitación a las que se asocian han sido uti-lizadas para proponer una sociedad fuertementejerarquizada y organizada en clases sociales (Mo-lina 1983; Lull 1983, 2000; Lull y Estévez 1986;Contreras et al. 1987-88; Lull y Risch 1996; Arte-aga 1993, 2000; Cámara 2001; Aranda y Molina2005, 2006). Sin embargo la riqueza de informa-ción que el propio ritual funerario ofrece nos per-mite avanzar en nuevas lecturas sobre las prácticassociales de estas poblaciones. En este sentido nosproponemos analizar las evidencias arqueológicasque nos permiten plantear el desarrollo de ritualesde comensalidad asociados a la muerte, y cómoestos rituales forman parte de los procesos mediantelos cuales los grupos sociales negocian las relacio-nes entre ellos, persiguen objetivos económicos opolíticos, compiten por el poder, y reproducen y/osubvierten las representaciones ideológicas estable-cidas. Antes de analizar en más detalle estos aspec-tos es necesario introducir algunos planteamientosteóricos previos sobre la naturaleza de la comensa-lidad (Wiessner y Schiefehövel 1996; Dietler yHayden 2001a; Parker 2003a; Bray 2003a).

Aunque existen diferentes matices en las aproxi-maciones a la definición de comensalidad realiza-das por diversos autores, en términos generalespodemos destacar una importante coincidencia enlas características básicas de este fenómeno. En estesentido la comensalidad ha sido definida como unaforma de actividad ritual pública centrada en elconsumo comunal de comida y bebida para un pro-pósito u ocasión especial (Dietler 1996, 2001;Wiessener 2001; Clark 2001; Bray 2003b). El cri-terio que define el ritual sería que son actividades

simbólicamente diferenciadas de las actividadesrealizadas diariamente en términos de forma deacción y propósito. La comensalidad es una parti-cular forma de ritual en la que la comida y bebidaconstituyen el medio de expresión y el consumocomensal constituye el lenguaje simbólico (Soren-sen 2000; Dietler 2001).

El elemento central en los rituales de comensa-lidad consiste por tanto en el consumo comunal decomida y bebida que se convierte de esta forma enun recurso simbólico de primera magnitud. Aunquela comida y la bebida se encuentran entre las nece-sidades esenciales del ser humano, su consumo noes simplemente un acto biológico. Muy al contra-rio está cargado de significados normativos. Lacomida es importante para estructurar el tiempo ylas relaciones sociales, formando y reproduciendoidentidades, forjando relaciones de poder, de géne-ro y edad así como para proveer a la sociedad de in-tricados símbolos y metáforas (Sherrat 1996; Par-ker 2000, 2003b; Bray 2003b). La unión de eventossociales especiales, junto con el consumo de comi-da y bebida, supone el marco inmejorable para laescenificación y naturalización de las relacionessociales. En ese contexto la comensalidad debe serentendida como uno de los principales dominios dela acción política, y supone una importante escena-rio para la representación y manipulación de lasrelaciones sociales (Dietler 2001), a diferencia delas propuestas realizadas desde la ecología culturalen donde el ritual ha sido considerado como unmecanismo adaptativo que mantiene la solidaridadsocial mejorando las oportunidades de superviven-cia y reproducción (Hayden 1998, 2001).

Aunque no hay que ignorar que los rituales sir-ven comúnmente para crear y mantener un sentidode comunidad, recientemente se ha centrado la aten-ción en el rol que juega el ritual en crear, definir ytransformar las estructuras de poder. En la creacióny mantenimiento de las diferentes formas de domi-nación, el desarrollo ritual es fundamental ya que esla forma mediante la cual la ideología dominante esnaturalizada limitando la percepción de posiblesalternativas o el reconocimiento de su arbitrariedad.Quien controla el ritual posee el medio para impo-ner su propia visión del orden social protegiéndolade otros modos de pensamiento. El ritual, por tan-to, es entendido como un instrumento de domina-ción, como un lugar para la naturalización simbóli-ca, para la mistificación pero también como unmedio de contestación y transformación del poder(Bloch 1989; Dietler 1999, 2001).

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La eficacia del ritual en su relación con las es-tructuras de poder se relaciona con varias caracte-rísticas. Los más convincentes y efectivos, símbo-los o rituales, son aquellos que no son abiertamentepolíticos sino más bien tienden a basarse en unacierta ambigüedad que mezcla intensas experien-cias personales de identidad existencial con las es-tructuras de poder. Esta sería la razón por la queeventos traumáticos como la muerte son utilizadoscomo medio para el desarrollo de estas prácticassociales (Cohen 1979; Morris 1992; Dietler 1999).En este contexto el poder emocional del ritual tam-bién se deriva de la utilización de medios teatralescomo la música, danza, trajes y maquillajes efectis-tas (Kock 2003), del uso de sustancias narcóticaspara acentuar las experiencias sensoriales (Sherrat1991, 1996) o de simbólicas referencias al pasadocon la finalidad de crear la percepción de continui-dad temporal y de naturalización del orden estable-cido (Bloch 1989; Blake 2005).

La comensalidad es, por tanto, un medio para larepresentación simbólica de las relaciones socialesque, como otros rituales, expresa conceptos ideali-zados como la manera en que la gente cree que lasrelaciones existen o deberían existir antes de comoestas relaciones realmente se manifiestan en la vidadiaria. Tales representaciones pueden camuflar onaturalizar el poder, o ser el lugar de lucha sobre elcontrol de las representaciones simbólicas y su in-terpretación. Junto a la idealizada representacióndel orden social, los rituales ofrecen un importan-te potencial de manipulación de individuos o gru-pos sociales que pueden competir los unos con losotros, bien sin alterar el orden social establecido quela comensalidad reproduce, o bien subvirtiendodicho orden (Dietler 1999, 2001).

La comensalidad es una formula particularmentepoderosa de actividad ritual que además es poten-cialmente visible en el registro arqueológico. Estasprácticas, debido a su naturaleza, habitualmentegeneran importantes acumulaciones de residuos enlos lugares en donde se celebran y/o aparecen aso-ciadas a construcciones específicas para estos fines.Además el carácter culinario de la comensalidadnecesita el uso de contenedores tanto para su prepa-ración como consumo, lo que facilita, a partir de laintroducción de la cerámica y del metal, su recono-cimiento arqueológico (Dietler y Hayden 2001b;Hayden 2001; Blake 2005). Las posibilidades deidentificación de prácticas comensales son muyvariadas y dependen del contexto cultural específi-co y del tipo de comensalidad desarrollado. No obs-

tante entre los elementos más recurrentes destaca elanálisis de restos faunísticos y vegetales ya sea porsus propiedades específicas (Ej. Narcóticos) o porel contexto o patrón de deposición (Kim 1994; She-rrat 1996; Parker 2000; Kelly 2001; Pauketat 2002;Ray y Thomas 2003). Las características formales,decorativas y contextuales de los conjuntos cerámi-cos así como el análisis de sus contenidos han sidofrecuentemente utilizadas como indicadores decomensalidad (Clark y Blake 1994; Hayden 1995;Welch y Scarry 1995; Junker 2001); igualmente seha usado la aparición de construcciones y materia-les especializados en estas prácticas rituales (Brown2001; Dunbabin 1998). Finalmente los textos escri-tos y las representaciones pictóricas también supo-nen importantes evidencias (Haltead y Barret 2005).

2. PRÁCTICAS DE COMENSALIDAD ENEL RITUAL FUNERARIO ARGÁRICO

Los ajuares funerarios argáricos han sido tradi-cionalmente considerados como ofrendas que per-tenecían a un universo de creencias difícilmenteaccesible desde la arqueología. Su análisis, comoanteriormente ha sido indicado, se ha realizadobásicamente desde una perspectiva social interpre-tando la variabilidad existente en los ajuares comoel reflejo de una clara diferenciación de clases.Nuestro interés por avanzar en la prácticas socialesargáricas y en su significado nos lleva a plantearque al menos una parte de los ajuares, tradicional-mente considerados como ofrendas, pueden haberformado parte o son el reflejo de prácticas en las queparticipa al menos una parte de la comunidad másque de un acto ritual intimo del núcleo familiar. Lascaracterísticas de una parte de los ajuares especial-mente cerámicos y ofrendas cárnicas, junto a otrosdatos arqueológicos nos introducen en la hipótesisde que el ritual funerario podría haber estado aso-ciado a rituales de comensalidad.

2.1 Los ajuares cerámicos argáricos

Las investigaciones relacionadas con los con-juntos cerámicos argáricos en general y los ajuarescerámicos en particular han estado basadas en bue-na medida en preocupaciones taxonómicas y cro-nológicas. De esta forma, desde el inicio de las in-vestigaciones a finales de siglo XIX y hasta los años80, las cerámicas documentadas en contextos fune-

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rarios han sido utilizadas para el desarrollo de pro-puestas de clasificación tipológica (Siret y Siret1890; Cuadrado 1950) u ordenación cronológica(Blance 1971; Schubart 1975; Ruiz-Gálvez 1977).

A partir de 1980 se producen importantes cam-bios resultado de la introducción de nuevas pers-pectivas de investigación y metodologías de análi-sis. El desarrollo de técnicas estadísticas aplicadasa la clasificación de los conjuntos cerámicos hapermitido, por una parte, la sistematización de lainformación evitando valoraciones basadas en cri-terios intuitivos, y por otra, el análisis de la varia-bilidad en los atributos morfológicos y tecnológi-cos de la producción cerámica. Sin olvidar laspreocupaciones taxonómicas o cronológicas, eldiferente grado de normalización en las produccio-nes cerámicas, y por tanto, la presencia o ausenciade estandarización se va a convertir a partir de es-tos momentos en uno de los principales objetivos deinvestigación. Desde esta perspectiva se han reali-zado diversos estudios de los conjuntos cerámicosbien para todo el ámbito argárico (Lull 1983; Aran-da 2004) o bien para asentamientos específicoscomo La Cuesta del Negro (Contreras 1986), Cerrode la Encina (Aranda 2001), Peñalosa (Contreras yCámara 2000), Fuente Álamo (Arteaga y Schubart2000), Gatas (Castro et al. 1999) o la Bastida deTotana (García 1992).

Como resultado, la producción cerámica argári-ca puede ser caracterizada por la variabilidad exis-tente en formas y tipos aunque con un alto grado deestandarización formal y tecnológica dentro de cadagrupo cerámico (Aranda 2004). Además la compa-ración entre los conjuntos cerámicos procedentes deajuares funerarios y de otros contextos arqueológi-cos ha puesto de manifiesto la existencia de un ma-yor grado de estandarización en los conjuntos fune-rarios, documentándose determinadas formascerámicas, patrones morfométricos y tecnológicosespecíficos de estos contextos (Lull 1983;2 Contre-ras et al. 1987-88; Contreras y Cámara 2000; Aran-da 2001). La documentación de estos patrones su-pone una intencionalidad clara en la elección de lascaracterísticas de, al menos, una parte importante delas cerámicas que se utilizan en el ritual.

Otro de los importantes cambios que se produ-cen a partir de los años 80 ha consistido en el aná-lisis de la variabilidad cualitativa y cuantitativaexistente en los ajuares funerarios con el objeto deestablecer consideraciones de carácter social. Eneste contexto los conjuntos cerámicos son uno delos principales elementos que han sido utilizados

para el análisis del grado de riqueza de las sepultu-ras a partir de criterios de cantidad y cualidad. Enlas necrópolis argáricas aparecen desde sepulturassin ningún ajuar hasta enterramientos en donde sehan llegado a documentar 12 vasijas cerámicasentre otros elementos de ajuar (Aranda y Molina2006). Desde una perspectiva cualitativa las formascerámicas típicas del ritual funerario tanto por suscaracterísticas morfológicas, morfométricas o tec-nológicas se asocian a los ajuares de mayor rique-za. En yacimientos como por ejemplo el Cerro dela Encina (Aranda 2001) o la Cuesta del Negro(Contreras et al. 1987-88) cerámicas como las co-pas, botellas o cuencos lenticulares aparecen aso-ciadas a las tumbas más ricas.

La tendencia es similar cuando se analizan laspropiedades tecnológicas de las cerámicas especí-ficas del ritual. Nos referimos a la aparición de de-terminadas producciones que presentan pastas muydepuradas, superficies muy bruñidas, que propor-cionan el típico aspecto metálico, y sobre todo unacocción a bajas temperaturas (Contreras et al. 1987-88) lo que genera cerámicas de escasa dureza quehace imposible un uso que implique una manipula-ción continuada (1). Estas propiedades tecnológicasse asocian con los tipos y subtipos exclusivos de losajuares y a su vez con las sepulturas de los nivelessociales más elevados (Contreras et al. 1987-88;Aranda 2001, 2004). Junto a esta situación, en losajuares cerámicos también aparecen vasijas que nopresentan diferencias ni formales ni tecnológicasrespecto a los conjuntos domésticos y que habitual-mente se encuentran asociadas a las sepulturas debajo nivel social. Por tanto, los ajuares cerámicosfunerarios presentan una gradación en la cantidad ycualidad paralela a las diferencias sociales.

Precisamente el grado de estandarización de losconjuntos cerámicos junto a la distribución y con-sumo diferencial de las vasijas, especialmente evi-dente en los ajuares funerarios, nos ha conducido aplantear un contexto social de la producción carac-terizado por un determinado control político delproceso de manufactura. El acceso a determinadascerámicas estaría fuertemente limitado a los secto-res sociales más elevados, su uso como medio para

(1) La documentación de vasijas cerámicas con las pastascrudas o cocidas a bajas temperaturas también es una importantecaracterística de otros contextos funerarios como los pertenecien-tes al periodo dinástico antiguo de Mesopotamia. Como parte delos ajuares de las sepulturas de este periodo aparecen importantescantidades de cuencos y jarras realizados con las pastas crudascuya presencia en las sepulturas han sido asociada a rituales decomensalidad (Pollock 2003).

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exhibir la riqueza y el estatus social obligaría a uncontrol preciso de su distribución, lo que supone unimportante poder sobre quién y en qué posiciónaccede al ritual funerario o a determinados mediosde producción o consumo. Las importantes diferen-cias en la distribución de la cerámica y su relacióncon los sectores sociales de mayor estatus permiteplantear una organización de la producción basadaen artesanos dependientes, al menos en lo que serefiere a la producción de cerámicas específicaspara el ritual funerario (Aranda 2004).

Junto al desarrollo de producciones cerámicasespecíficas del ritual funerario, lo que implica larelevancia que estos contenedores adquieren en elritual, es posible destacar diversas características deestos conjuntos cerámicos que, desde nuestra pers-pectiva, se justifican por su participación en ritua-les de comensalidad. Además de ser produccionesfuertemente estandarizadas sus formas se corres-ponden básicamente con vasijas que pueden rela-cionarse con la presentación, consumo de alimen-tos y bebidas y posiblemente almacenaje a pequeñaescala. La forma cuantitativamente más caracterís-tica de los ajuares son los vasos carenados (Castroet al. 1993-94) que presentan una variabilidad for-mal importante. También son comunes los cuencosmás o menos profundos y las fuentes. Estas formasse caracterizan por ser vasijas relativamente abier-tas que facilitan el acceso a su interior y por tantoa sus contenidos. Especialmente típico de los ajua-res cerámicos son las copas, una forma nueva en elregistro arqueológico de la Prehistoria del sudestepeninsular que tradicionalmente ha sido considera-da como un elemento definitorio de la cultura argá-rica con un fuerte contenido ritual. En este caso suscaracterísticas formales apuntan hacia una funciónespecializada en el consumo de bebidas.

También aparecen como ajuares funerarios va-sijas con la boca muy cerrada como las formas len-ticulares que son tipos cerámicos casi exclusiva-mente funerarios, y las denominadas botellas,cerámicas de perfil globular u ovoide que marcanfuertemente el cuello. Formalmente estas vasijasdificultan el acceso a su interior por su forma cerra-da o muy cerrada pero mejoran el control sobre sucontenido, disminuyen las tasas de evaporación y,en el caso de las botellas, facilitan su vertido alposeer un borde curvo saliente. Todas estas carac-terísticas nos situarían ante formas diseñadas paracontener y almacenar líquidos a pequeña escala.Las propiedades de todas estas cerámicas, que sonlas más características de los ajuares funerarios,

parecen haber tenido un papel destacado en la pre-sentación y en el consumo de alimentos y bebidas.

No obstante quizás la característica más sobre-saliente de las cerámicas que participan en el ritualfunerario, especialmente en las sepulturas de unnivel social elevado, sea el hecho de que han sidocreadas para ser observadas, para ser mostradas, portanto como un elemento de prestigio y de exhibi-ción de riqueza. Este hecho implicaría que en losrituales participaría al menos una parte de la comu-nidad que intervendría en la escenificación y na-turalización de un determinado orden social, posi-blemente, como proponemos, a partir de ritos decomensalidad. Las evidencias que apuntan haciauna producción cerámica funeraria para ser exhibi-da son variadas. En primer lugar podemos destacarla mayor inversión de trabajo en estas vasijas ya queuna de sus características es el intenso bruñido queles otorga un aspecto metálico a sus superficies.Aunque el bruñido también caracteriza a produc-ciones domésticas sin embargo alcanza su máximodesarrollo en la cerámica funeraria. En los trabajosexperimentales que hemos realizado reproducien-do el proceso de manufacturas de cerámicas argá-ricas el bruñido es una de las tareas que mayor es-fuerzo requiere en cuanto a tiempo empleado (2).Este hecho implica que los bruñidos alcanzados enlas vasijas funerarias, especialmente las que acom-pañan a las élites sociales, suponen una inversiónen tiempo de trabajo considerable.

A pesar de que las cerámicas argáricas se carac-terizan de forma mayoritaria por ser formas lisas sindecoraciones, al margen del bruñido, no es excep-cional la documentación de vasijas decoradas. Eshabitual la aparición de suaves mamelones quedecoran el labio exterior o que cuelgan de la líneade carenación. Estos adornos aparecen asociadoshabitualmente a copas y cuencos aunque no de for-ma exclusiva. Ejemplos de este tipo de decoracio-nes se documentan en necrópolis y poblados comoel Cerro de la Encina (Aranda 2001), Cuesta delNegro (Molina y Pareja 1975), Peñalosa (Contre-ras 2000) y Fuente Amarga (Fresneda et al. 1999).También se han documentado decoraciones demotivos florales o cruciformes conseguidas me-diante espatulado y situadas en la superficie inter-na fundamentalmente de copas aunque también decuencos. Cerámicas con estas características apa-recen en las necrópolis de Zapata, Ifre, El Argar

(2) Aranda, G. y Fernández, S. e.p.: “Reproducción experi-mental del proceso tecnológico de producción cerámica argári-ca”. Boletín de Arqueología Experimental.

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(Siret y Siret 1890), Fuente Álamo (Schubart2003), Lorca (Martínez et al. 1996) y Ciavieja aun-que en este caso la decoración aparece formada porun círculo central del que parten 8 radios (Suárez etal. 1987). El desarrollo de este tipo de decoracionesacentúa el carácter visual de las cerámicas especial-mente aquellas relacionadas con el consumo de ali-mentos y bebidas. En este sentido destaca el hechode que las decoraciones se concentran fundamen-talmente en las copas y cuencos.

Otra de las características de las cerámicas usa-das en el ritual funerario que resalta las propieda-des de exhibición de estas producciones sería queson formas estilizadas en comparación con las pro-piedades de vasijas documentadas en contextos nofunerarios (Lull 1983; Aranda 2004). La potencia-ción de propiedades más visuales o más funciona-les lleva a la producción de vasijas con tendenciasmorfométricas y tecnológicas diferentes. Caracte-rísticas como la estabilidad y la durabilidad sonenfatizadas en las vasijas documentadas en los po-blados frente a las cerámicas funerarias más es-beltas con un centro de gravedad más alto, y portanto menos estables, y con unas propiedades tec-nológicas que, en al menos una parte de la produc-ción, les confiere una baja durabilidad. Las cerámi-

cas de contextos de poblado por contra son muchomás planas y estables.

Estas características ya han sido destacadas paraalgunas vasijas como las formas carenadas (Lull,1983). No obstante el análisis de los conjuntos ce-rámicos del poblado y necrópolis del Cerro de laEncina (Aranda 2001) nos permite avanzar y mati-zar estas propiedades formales. En concreto hemosrealizado un análisis estadístico de las variablesdiámetro de la boca y altura total de los vasos care-nados pertenecientes tanto a ajuares funerarioscomo a contextos de poblado. La muestra analiza-da se corresponde con 23 vasijas completas o poten-cialmente reconstruibles. 11 vasijas pertenecen alos contextos funerarios del yacimiento (Tab. 1), enconcreto a las sepulturas 6, 8, 9 (2 vasijas), 10, 13,14 y 20 (2 vasijas). Las 2 vasijas que completan lamuestra pertenecen a sepulturas expoliadas, y portanto, no poseen adscripción a ninguna tumba. Las12 restantes vasijas que completan la muestra pro-ceden de contextos del poblado. Los 23 vasos ca-renados agrupan a toda la muestra disponible (3).

Tab. 1. Sepulturas de la necrópolis del Cerro de la Encina. M=masculino, F=femenino, N=Niño/a, J=Joven, A=adulto,S=senil, Y=año, O=Oro, P=Plata, C=cobre, br=brazalete, cn=cuentas de collar, dag=daga, cu=cuchillo, cl=coletero,pe=pendiente, an=anillo pu=punzón, or=ornamento, ofr=ofrenda re=remache, pi=piedra, hu=hueso, va=vasija cerámica,bov=bóvido, ovi=ovicáprido.

(3) La información de carácter contextual de las vasijas cerá-micas funerarias puede consultarse en el trabajo (Aranda y Moli-na 2006) en donde se analizan las sepulturas de la necrópolis, sudistribución espacial y se realiza una valoración de carácter so-

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Los análisis se han realizado utilizando dosmetodologías estadísticas: a) considerando cadavariable de forma independiente, para conseguirdetectar la existencia o no de patrones univariantesen los datos además de permitir la aplicación de losmétodos de la inferencia estadística, y b) relacionarlos valores de ambas variables, fundamentalmen-te mediante la relación lineal, puesto que la varia-ción conjunta de ambas posibilita el estudio deaquellos aspectos en los que es muy importanteconsiderar la interacción de dos o más variables(Doran y Hodson 1977; Esquivel y Contreras 1982;Orton 1988, 1997).

El análisis del diámetro de la boca indica la exis-tencia de dos grupos de vasijas determinados por elhistograma (Fig. 1), que están caracterizados porcerámicas cuyo diámetro de la boca es pequeño,con valores comprendidos entre 80mm. y 115mm.(30.4%), y vasijas de boca más grande (56.5%) convalores comprendidos entre 135mm. y 185mm.Estos grupos no son independientes entre sí, sinoque muestran un solapamiento representado portres vasijas de mediano tamaño (13%), intermediasentre ambos grupos. La forma del histograma no seajusta a la gráfica correspondiente a una distribu-ción normal basada en los datos, de lo que se deduceque los valores de los diámetros de la boca no sonaleatorios, es decir, que existen patrones métricosde fabricación que están determinados por una in-tencionalidad clara en cuanto a fabricar preferente-mente vasos con diámetros de la boca previamen-te determinados.

Al incorporar a los análisis la variable de contex-to aparecen diferencias importantes por gruposcontextuales pues los vasos funerarios, en media,son mayores que los no funerarios (Tab. 2). No obs-tante es necesaria la aplicación del test de diferen-cias en medias t-Student para determinar si las di-ferencias existentes entre ambos grupos sonsignificativas o no, planteando como hipótesis nulala no existencia de diferencias en media del diáme-tro de la boca entre los contextos funerarios y no fu-

nerario, mientras que la hipótesis alternativa seríala existencia de diferencias en media entre amboscontextos:

nffH µµ =:0

nffH µµ ≠:1

siendo µf la media del diámetro de la boca de lapoblación de vasos funerarios, y µnf la media deldiámetro de la boca de la población de vasos nofunerarios.

La aplicación del test utiliza una metodologíadiferente si se conoce que las varianzas en cada unode los grupos (los contextos funerario y no funera-rio) son iguales o no; por tanto, es preciso analizareste aspecto como paso previo a la aplicación deltest t-Student. La forma más usual de llevarlo acabo es mediante la aplicación del test de Leveneque, en este caso, determina que debe asumirse laigualdad de varianzas de la población (homocedas-ticidad) como paso previo a la utilización del test t-Student, puesto que las varianzas en cada grupo soniguales (F=0.008, p=0.931). Entonces, la aplicacióndel test t-Student para muestras independientes in-dica que se acepta la hipótesis nula y, por tanto, noexisten diferencias estadísticamente significativasentre las medias de los grupos (t=1.527, gl=21 yp=0.142) (Sokal y Rohlf 1982; Shenan 1998; Ve-nables y Ripley 2002).

Los resultados aparentemente contradictoriosdel test (la diferencia en media entre los grupos es

cial. No obstante en la Tabla 1 se incluyen las 17 sepulturas ex-cavadas sistemáticamente de las 22 que posee la necrópolis, las 5restantes publicadas por Cabré (1922) y Tarradell (1947-48) per-tenecen en su mayoría a sepulturas expoliadas y no han sido in-cluidas. Para las cerámicas de contextos de poblado las adscrip-ción secuencial ha sido publicada en Aranda, 2001. Los vasoscarenados y las variables utilizadas en el estudio estadístico apa-recen igualmente en Aranda 2001 (apéndice 2). Tan sólo en lamuestra de vasijas funerarias se han añadido 2 ejemplares corres-pondientes a las nuevas sepulturas documentadas en las recientesintervenciones realizadas en el yacimiento (Aranda y Molina2005).

Fig. 1. Histograma para la variable diámetro de la boca.

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de 17cm.) se deben a que la desviación típica de losvasos encontrados en ambos contextos es muygrande respecto a la media (los coeficientes de va-riación CV son 17.6% y 21.3%, respectivamente),lo que provoca un solapamiento de los intervalos deconfianza entre ambos contextos: casi el 64% de losvasos funerarios tienen un diámetro de la bocamayor que el de su grupo, mientras que el 42.6% delos vasos no funerarios tienen un diámetro de laboca menor que la media (Fig. 2). Este hecho indicaque no es posible utilizar el diámetro de la bocacomo único elemento discriminante entre contex-tos, aunque existan diferencias en la media. Un grá-fico de secuencias con las vasijas de cada uno de loscontextos dibujados en el eje abcisas y los valoresdel diámetro de la boca en las ordenadas es muyaclaratorio: las tres vasijas funerarias con diámetrosmenores que la media (110, 112 y 125 cm.), y las

dos vasijas de contexto no funerario con diámetrosexcesivamente grandes respecto a su grupo (160 y170 cm.) destacan del resto (Fig. 3).

En segundo lugar se ha analizado la variable al-tura total de los vasos carenados, y los análisismuestran que respecto a la altura sí existen impor-tantes diferencias en función del contexto de pro-cedencia de las vasijas. Siguiendo el mismo proce-dimiento que para el diámetro de la boca a partir delhistograma (Fig. 4) se observa que el 80% de losvasos tienen una altura comprendida entre 61 y 137mm., un 15% tienen valores comprendidos entre163 y 186 mm., y solamente un 5% tienen una al-tura mayor de 210 mm. Por tanto, existe un claropatrón de fabricación en cuanto a la altura total serefiere: la mayor parte son vasos pequeños y media-nos (hasta 137 mm.), mientras que el resto son va-sos mediano-grandes.

De nuevo, la aplicación del test t-Student permi-te determinar si existen o no diferencias de altura enfunción del contexto. La aplicación previa del testde Levene afirma que debe asumirse la heteroce-dasticidad como paso previo, es decir, que las va-rianzas en cada grupo son distintas (F=4.412,p=0.048). Por tanto, el test t-Student para muestrasindependientes considerando la hipótesis nulacomo “la no existencia de diferencias en media” yla hipótesis alternativa como “la existencia de dife-rencias en media” indica que sí existen diferenciasestadísticamente significativas entre las medias delos grupos (t=3.47, gl=14.878 y p=0.003) y, en par-ticular, las vasijas pertenecientes a los ajuares fu-nerarios presentan una altura superior a las docu-mentadas en contextos de poblado. A partir de laTabla 3 se observa que las medias de los dos gruposson muy distintas entre sí, hasta el punto que noexiste solapamiento en los intervalos de confianzapara la media al 95% de confianza. Por tanto, laaltura total es un patrón que permite discriminarcada vasija individualmente según el contexto(Fig.5), es decir, que si la altura total de un vaso estácomprendida dentro del intervalo (113.85mm.,164.87mm.), existe un 95% de confianza de quedicha vasija pertenezca a un contexto funerario, y

contexto N Media Desviación Error tip. detípica la media

diámetro bocaF 11 143.36 25.268 7.618NF 12 126.67 26.996 7.793

Tab. 2. Parámetros descriptivos de el diámetro de la boca en base a los contextos de aparición de las vasijas (F=funerario,NF=no funerario).

Fig. 2. Gráfico de barras de error para el diámetro de la boca,mostrando el solapamiento entre los contextos.

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si dicho valor pertenece al intervalo (78.77mm.,104.56mm.), la vasija es de un contexto no funera-rio con un 95% de confianza.

Aunque la altura total es un discriminador paradeterminar el contexto de aparición de los vasoscarenados, en cada uno de los grupos contextua-les existe una variabilidad grande: en los vasos decontexto funerario el coeficiente de variación esCV=29.2 %, similar a los vasos de los de contextono funerario (coeficiente de variación CV=23.4 %).Este hecho indica que el patrón de manufacturaimplica el mantenerse dentro de los límites quemarcan los intervalos de confianza, pero que noaparecen más restricciones.

Una vez establecidas las tendencias de las varia-bles diámetro de la boca y altura total se ha proce-dido ha analizar la correlación entre ambas varia-bles y determinar si existe variación conjunta entreellas, lo que indicaría la existencia de un patrónbivariante. El valor del coeficiente de correlaciónlineal de Pearson indica que no existe una relaciónlineal entre ambas variables, es decir, son lineal-

contexto N Media Desviación Error tip. detípica la media

alturaF 11 139.36 40.690 12.268NF 12 91.67 21.479 6.200

Fig. 3. Gráfico mostrando la separación de vasos por contextos.

Tab. 3. Parámetros descriptivos de la altura total en base a los contextos de aparición de las vasijas (F=funerario, NF=nofunerario).

Fig. 4. Histograma para la variable altura total.

mente independientes entre sí (Tab. 4). Ademássegún se aprecia en la figura 6, aunque los datos sonmuy escasos, no parece existir otro tipo de relación.

Según los resultados de los análisis estadísticosrealizados se pueden extraer varias conclusiones.En primer lugar no existen diferencias en la mues-tra analizada en el diámetro de la boca que es inde-pendiente del contexto de procedencia de las vasi-jas y tampoco existe una correlación con la otravariable analizada la altura total. En segundo lugarexiste un claro patrón en lo que a la altura se refie-re ya que las vasijas carenadas de los contextos fu-nerarios poseen una altura mayor que las apareci-das en el poblado, hasta el extremo que la altura esun valor discriminador entre ambos contextos conuna confianza del 95%. Ambos elementos, lainexistencia de una correlación altura-diámetro dela boca y la mayor altura de las vasijas funerarias,demostraría que, para el caso del Cerro de la Enci-na, se han elegido para el ritual aquellas formascarenadas más estilizadas y por tanto se han poten-ciando las propiedades visuales y de exhibición en

diá

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detrimento de otras características más funcionalescomo la estabilidad.

La elección de determinadas formas más estili-zadas se correlaciona además con otras variables,que acentúan igualmente los atributos visuales,como sería el bruñido. En el estudio tecnológico delas cerámicas funerarias del Cerro de la Encina(Aranda 2001) sobre una muestra de 32 vasijas eltratamiento muy bruñido afecta al 18.75% de lamuestra, el tratamiento bruñido al 68.75% y lassuperficies alisadas o pulidas al 12.5 %. En térmi-nos generales la tendencia es clara hacia tratamien-tos de las superficies bruñidos o muy bruñidos enlas vasijas funerarias. Esta correlación queda ade-más matizada si se analizan los tratamientos de lassuperficies en función de la riqueza de los ajuaresfunerarios (4). Los tratamientos muy bruñidos quesuponen superficies con brillos muy intensos degran espectacularidad se asocian, por una parte, aformas cerámicas relacionadas con el consumo,muy especialmente a las copas, y por otra a las se-

pulturas con ajuares de mayor riqueza (por ejemplosepulturas 9, 10 ó 12). En el lado opuesto los trata-mientos alisado o pulido se relacionan con los ajua-res de menor riqueza, caso de las sepulturas 6 ó 14(Aranda 2001:279).

Además, las decoraciones que acompañan a es-tas cerámicas se concentran precisamente en estasformas relacionadas con el consumo y con super-ficies de intensos bruñidos. De la muestra de 32vasijas tres de ellas presentan una decoración carac-terizada por líneas de suaves mamelones. Dos deestas cerámicas se corresponden a formas de cuen-cos pertenecientes a las sepulturas 10 y 12 y la ter-cera a una copa relacionada con el expolio de unasepultura. En los tres casos las superficies poseenintensos bruñidos (Aranda 2001). El análisis deestas variables, esbeltez, tratamiento de las super-

Fig. 5. Gráfico de barras de error para la altura máxima.

(4) El análisis de los ajuares funerarios y su organización entres categorías de riqueza ha sido realizado en Aranda y Molina2006.

R R cuadrado R cuadrado Error típico decorregida la estimación

.227 .052 .007 26.881

Tab. 4. Coeficientes de correlación lineal de Pearson entrealtura y diámetro de la boca de los vasos carenados.

Fig. 6. Gráfico mostrando que solamente dos vasos encon-trados en contexto no funerario tienen unos valores de al-tura total similares a los más bajos de contexto funerario.

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ficies y decoración, demostraría una clara tenden-cia en la elección de las cerámicas funerarias endonde se resaltan las propiedades de visibilidad yexhibición, tendencia que adquiere mayor protago-nismo en los ajuares de mayor riqueza.

Finalmente, y dentro del análisis de los conjun-tos cerámicos, vamos a introducir otro aspecto degran relevancia que igualmente apuntaría al desa-rrollo de rituales de comensalidad. En relación conlas cerámicas funerarias recientemente se ha reali-zado un análisis de contenidos de 6 vasijas proce-dentes de dos sepulturas, 68 y 111, de la necrópo-lis de Fuente Álamo asociadas a ajuares de granriqueza (Juan-Treserras 2004). Aunque es necesa-rio el desarrollo de un programa amplio de análisisde contenidos de las cerámicas funerarias de formaque sea posible establecer los posibles patrones ri-tuales, no obstante los resultados obtenidos para lasvasijas de Fuente Álamo son de lo más sugerente.Asociado a una copa se han documentado los res-tos de tartratos, compuestos característicos tantodel vino de uva como del jugo de granada. Igual-mente y en relación con dos formas carenadas, enconcreto dos vasitos, se han identificado residuosde adormidera (Juan-Treserras 2004). También enuna vasija de la necrópolis de la Cuesta del Negrose documentaron restos de mosto de uva (Molina etal. 1975) (5). El empleo de sustancias alcohólicasy narcóticas en el ritual funerario reforzaría la hipó-tesis de su asociación a ritos de comensalidad, yaque el consumo de ambos elementos es una de lascaracterísticas que habitualmente acompaña a es-tas prácticas sociales debido a su importancia enfacilitar la interacción social y en acentuar las ex-periencias sensoriales (Dietler 1990; Sherrat 1996).

Las evidencias que apoyarían la relación de losajuares cerámicos argáricos con prácticas de co-mensalidad son, por tanto, variadas: la documenta-ción de formas cerámicas, patrones morfométricosy tecnológicos específicos de los contextos funera-rios, o la producción de vasijas para ser mostradasy, por tanto, usadas como un elemento de exhibi-ción resultado del desarrollo de determinados pa-trones decorativos, intensos bruñidos y un claroénfasis en las formas esbeltas y estilizadas. Ademáslas cerámicas funerarias, tanto por sus característi-

cas morfológicas como por sus contenidos, se rela-cionarían con la presentación y consumo de alimen-tos, bebidas e incluso sustancias narcóticas como laadormidera. La documentación de restos de bebi-das, incluso de alimentos sólidos, en el interior delas vasijas apuntaría en esta misma dirección. To-das estas propiedades nos permiten sugerir la pro-ducción de vasijas cerámicas, al menos para lasélites sociales, realizadas para su uso en rituales decomensalidad asociados a la muerte.

Aunque las propias características del ritualfunerario consistente en enterramientos bajo lasunidades domésticas dificultan enormemente la do-cumentación de otras evidencias de carácter con-textual sobre los rituales de comensalidad, no obs-tante existen algunos elementos que apoyarían estapropuesta. Por ejemplo, en las necrópolis del áreanuclear argárica es relativamente habitual la docu-mentación de ajuares al exterior de las sepulturas(véase Fuente Álamo (Pingel et al. 2001, 2004) olas necrópolis argáricas de los Cipreses, o Lorca(Martínez et al. 1996) lo que podría relacionarsecon el desarrollo de estos rituales. Incluso se hadescrito algún caso como en la sepultura 102 deFuente Álamo de una copa rota intencionadamen-te en el entorno de la sepultura (Schubart 1991,2000). También en el entorno de varias sepulturasde la necrópolis de Los Cipreses se han documen-tado varios hogares que han sido relacionados conel ritual funerario (Martínez et al. 1996).

2.2. Las ofrendas cárnicas

Otro de los aspectos presentes en los ajuaresfunerarios argáricos y que tradicionalmente juegaun importante papel en los rituales de comensalidades el ganado. Tanto en el análisis de sociedadespasadas (Junker 2001; Kelly 2001; Parker 2003b;Ray y Thomas 2003; Nelson 2003; Kim 1994)como etnográficas (Hodder 1982; Parker 2000;Kim 1994) el sacrificio y consumo de especies,fundamentalmente domésticas aunque también decaza, es una de las características más recurrentesde estas prácticas sociales y, por tanto, ha sido usa-da como un indicador arqueológico de comensali-dad (Hayden 2001).

En los ajuares funerarios argáricos se documentaun elemento posiblemente no suficientemente va-lorado, nos referimos precisamente a la presenciade restos de fauna como parte del ritual de enterra-miento (Lám. I). La aparición de restos óseos de

(5) En la Edad del Bronce del Norte de Europa se han docu-mentado, igualmente, vasijas funerarias con residuos de bebidasalcohólicas realizadas a base de agua y miel. En la mayoría de lassepulturas estas bebidas aparecen asociadas a ajuares de gran ri-queza pertenecientes a individuos de un elevado estatus social. Elconsumo de estas bebidas ha sido relacionado con rituales de co-mensalidad (Koch 2003).

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animal en el interior de las sepulturas es una carac-terística ritual de gran relevancia ya que posee unalto grado de normalización. Además es un patróntransversal documentándose en los diferentes terri-torios que componen la geografía argárica. Ya des-de los inicios de las investigaciones a finales delsiglo XIX los hermanos Siret documentaron restosde bóvidos y ovicápridos en necrópolis como Ifre,Gatas, Fuente Álamo o el propio Argar (Siret ySiret 1890). Las investigaciones que se han desarro-llado con posterioridad especialmente a partir de losaños 70 han completado y sistematizado la docu-mentación. Para el área nuclear han aportado unaimportante documentación necrópolis como la deFuente Álamo, (Liseau y Schubart 2004) La Basti-da de Totana (Cereijo 1992) o Lorca (Martínez etal. 1996); para el área granadina contamos con ca-sos como los de Terrera del Reloj, Castellón Alto,Cuesta del Negro (Molina et al. 1975, 1986; Dries-ch 1976), Fuente Amarga (Fresneda et al. 1999) oCerro de la Encina (Aranda y Molina 2005; 2006)y en la zona alicantina destaca la necrópolis de laIlleta dels Banyets (Miguel-Ibañez 2001, 2004).

Del análisis de la documentación que aportanestas necrópolis emergen toda una serie de patro-nes del máximo interés. En primer lugar las espe-cies elegidas para el ritual son fundamentalmentebóvidos y ovicápridos siendo más excepcionaleslos restos de otros animales (6). En segundo lugar,las partes anatómicas incluidas en las sepulturasson básicamente los extremos distales de las patascuyos restos óseos aparecen en conexión. En ter-

cer lugar, del análisis de los restos faunísticos denecrópolis como la Bastida de Totana (Cereijo1992), Cuesta del Negro (Molina et al. 1975, 1986;Driesch 1976) y Fuente Álamo (Liseau y Schubart2004) emerge otro importante patrón consistenteen un predominio claro en el sacrificio de anima-les jóvenes. En el caso de la Bastida de Totana nin-guno de los restos analizados ha sido clasificadoclaramente como adulto, el 52.6 % corresponde aindividuos neonatos, infantiles y juveniles, el 36.8% ha sido clasificado como subadultos/adultos yel resto pertenece a cohortes de edad que van des-de juvenil a adulto (Cereijo 1992). En la necró-polis de la Cuesta del Negro los restos óseos debóvidos y ovicápridos documentados han sido cla-sificados como sigue: el 64% pertenece a indivi-duos infantiles y juveniles frente al 26% de indivi-duos adultos y el 6% restante correspondiente aindividuos subadultos (Driesch 1976). Estos datosdemostrarían una clara selección para su uso ritualde individuos en edades jóvenes, por tanto en unmomento en donde las carnes presentan las mejo-res propiedades para ser consumidas.

Por último, en aquellas necrópolis como Fuen-te Álamo (Liseau y Schubart 2004), Cuesta delNegro (Molina 1983; Contreras et al. 1987-88) oCerro de la Encina (Aranda y Molina 2006) en don-de se han relacionado los restos faunísticos con losdemás elementos de ajuar se documenta otra impor-tante tendencia en este caso con un fuerte caráctersocial. Los restos de bóvidos aparecen asociados alos más ricos ajuares, y por tanto, a las sepulturaspertenecientes a las clases sociales dirigentes decada asentamiento. Los ovicápridos, por el contra-rio, aparecen en tumbas cuyos ajuares poseen unasdiferencias de riqueza mucho más acentuadas.

Este sería el caso de la Necrópolis del Cerro dela Encina (Tab. 1). Los ajuares cárnicos de bóvidosaparecen asociados a sepulturas con ricos ajuares.Este sería el caso de las sepulturas 9, 13, 18 y, muyespecialmente, de la 21, en donde la importanciacuantitativa y cualitativa del ajuar viene refrenda-da por la documentación de hasta tres ofrendas cár-nicas (Lám. I). En el extremo contrario la sepultu-ras de un nivel social inferior o bien no presentanajuares cárnicos de ningún tipo o son de ovicápri-dos, este sería el caso de la sepultura 14. Además,las sepulturas con ofrendas de bóvido aparecenconcentradas espacialmente. Aunque los enterra-mientos aparecen distribuidos por todo el asenta-miento, se ha documentado un área del poblado, encontraposición con otras zonas, en donde todas las

Lám. I. Sepultura 21 del Cerro de la Encina con indicacióndel ajuar faunístico.

(6) Tan sólo en las sepulturas de las necrópolis de la Cuestadel Negro (Driesch 1976) y Bastida de Totana (Cereijo 1992) ladocumentación de suidos adquiere cierta relevancia.

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sepulturas se caracterizan por ajuares de conside-rable riqueza (Aranda y Molina 2006, Fig. 7). Esprecisamente en estas tumbas en donde se concen-tran las ofrendas de bóvidos.

En el caso de la necrópolis de Fuente Álamo delas 22 sepulturas con restos de ofrendas cárnicas 12pertenecen a bóvidos y 10 a ovicápridos. Los depó-sitos de vacuno aparecen sólo en tumbas de adultosconstruidas con una importante inversión de trabajojunto a un rico ajuar. Por su parte los restos de ovi-cápridos se documentan mayoritariamente en se-pulturas tipo covacha o pithoi, apareciendo indis-tintamente en inhumaciones de adulto y de niños(Liseau y Schubart 2004). En la necrópolis de laCuesta del Negro la tendencia es similar, los bóvi-dos se concentran en las sepulturas de mayor rique-za frente a los ovicápridos que aparecen en tum-bas con mayor variabilidad en el grado de riquezade sus ajuares (Molina et al. 1975; Driesch 1976;Molina 1983; Contreras et al. 1987-88).

En otras necrópolis en donde se conocen escasassepulturas o no han sido publicadas sistemática-mente también los restos de bóvidos aparecen aso-ciados a ricos ajuares. Este es el caso de varias se-pulturas publicadas por Siret pertenecientes a Ifre,Gatas, Fuente Álamo o el Argar (Siret y Siret 1890)o de investigaciones recientes como la realizada enla necrópolis de Los Cipreses (Martínez et al.1996). Los restos de bóvidos aparecen asociados aelementos de marcan un muy alto estatus socialcomo la espada y diadema de la sepultura 9 deFuente Álamo o la alabarda del enterramiento 3 delos Cipreses.

La aparición de restos faunísticos en las sepul-turas argáricas supone que, como parte de ritualfunerario, se procedió al sacrificio de bóvidos uovicápridos, fundamentalmente en edades jóvenesde los que una parte, habitualmente los extremosdistales, fueron introducidos en las tumbas. El restode la especie o especies sacrificadas serían consu-midas como parte de los rituales de comensalidadasociados a la muerte. Este hecho vendría apoyadopor la selección de la edad de las especies sacrifi-cadas en un momento óptimo para su consumo.Además la documentación de un consumo diferen-cial de bóvidos u ovicápridos en función de la ads-cripción social de los individuos posee importantesimplicaciones sobre todo en lo que se refiere alpapel social desempeñado por estas especies. Espe-cialmente los bóvidos debieron poseer una impor-tante consideración simbólica que transciende sufuncionalidad como recurso estrictamente econó-

mico (6). La asociación de los bóvidos a las clasessociales más elevadas y su utilización como mediode exhibición de riqueza y naturalización del poderconfiere a esta especie una nueva dimensión en lasrelaciones sociales y económicas de estas poblacio-nes. Su consumo en el ritual funerario implica ade-más un acceso claramente diferenciado a un impor-tante bien de producción a favor de las élitessociales. Precisamente la distribución diferencial deeste recurso quedaría simbólicamente reforzada porsu consumo ritual.

3. DISCUSIÓN

Sin duda el ritual es un elemento central en lacreación, definición y transformación de las estruc-turas de poder. Su importancia radica en que es elmedio mediante el cual una determinada visión delorden social es naturalizada protegiéndola de otrosposibles modos de pensamiento. El ritual es, portanto, un poderoso medio de dominación pero tam-bién de contestación y transformación del poder.Habitualmente el ritual, como práctica social, po-see como marco inmejorable de desarrollo determi-nados eventos sociales que suelen relacionarse conintensas experiencias personales o comunitarias.En este contexto la comensalidad, entendida comomedio de expresión y lenguaje simbólico, ha sidoconsiderada como una práctica muy extendida tan-to en sociedades arqueológicas como etnográficas,incluso ha sido definida como una categoría trans-cultural (Hayden 2001).

En las sociedades argáricas un evento especialcomo la muerte con una importante carga emo-cional sería el momento idóneo para el desarrollode rituales de comensalidad que escenifican ynaturalizan unas relaciones sociales claramentedesiguales. En este sentido la formalización de con-tenedores exclusivos para el consumo de bebidas,posiblemente alcohólicas, como son las copas y surelación con el ritual demostraría la importanciaque adquiere el consumo ritual en las sociedadesargáricas. La producción de un conjunto normali-

(6) En momentos tardíos de la secuencia argárica el papelsimbólico desempeñado por los bóvidos sería sustituido por loscaballos al menos en determinados contextos como el representa-do por el Cerro de la Encina. El análisis de las muestras faunísti-cas de este asentamiento (Driesch 1974; Lauk 1976; Friesch1987) demuestra un importante proceso de especialización en laganadería caballar lo que junto a la avanzada edad de muerte deesta especie ha sido interpretado en clave social resaltando lasconnotaciones simbólicas de los caballos (Arribas et al. 1974;Molina 1983).

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zado de vasijas rituales y su correlación fundamen-talmente con la presentación y consumo de alimen-tos y bebidas supone la expresión material de lasdiferencias de clases. Desde esta perspectiva losconjuntos cerámicos rituales asociados a los secto-res sociales más elevados pueden ser entendidoscomo auténticos símbolos del poder establecido. Laproducción y distribución de conjuntos cerámicosdistintivos del poder argárico sugiere una estrategiaconsciente en la creación de símbolos materiales dela jerarquía social y de las diferencias de clase. Dehecho en las fases tardías de la cultura argárica,asociadas a momentos de crisis y cambio, elemen-tos clásicos de la ideología argárica como las copasdesaparecen del registro arqueológico (Molina1978; Aranda 2001).

Las diferencias sociales en el ritual de comensa-lidad no sólo afectan a la producción de contenedo-res cerámicos específicos para los sectores socialesmás elevados sino también al contenido del propioritual. Como hemos analizado anteriormente existeuna clara diferenciación en el tipo de carne consu-mida. Los bóvidos se asocian a las clases socialesmás elevadas frente a los ovicápridos que se rela-cionan con sectores sociales con diferente gradoriqueza. El ritual de comensalidad poseería por tan-to unas características diferentes en función de laposición social de los individuos. Los sectores máselevados gozarían de un banquete funerario carac-terizado por el consumo de carne de bóvido, debebidas y sustancias estimulantes todo ello acom-pañado de unos contenedores cerámicos específi-cos del ritual. Frente a esta situación el ritual decomensalidad de aquellos individuos con un nivelsocial inferior no dispondría de vasijas específicasdel ritual y las especies sacrificadas para su con-sumo serían fundamentalmente ovicápridos yen menor medida suidos pero en ningún caso bóvi-dos. Por último aquellos individuos enterrados sinningún elemento de ajuar pertenecerían a clases so-ciales que no tendrían acceso al ritual de comensa-lidad, o bien, el rito desarrollado no ha dejado evi-dencia arqueológica.

La elección de la muerte en las sociedades argá-ricas como episodio para el desarrollo de rituales decomensalidad se debería a la necesidad de justificarideológicamente, de naturalizar el acceso diferen-ciado a los bienes de producción. La comensalidaden el contexto del ritual funerario argárico serviríaprimeramente para distinguir socialmente a los di-ferentes individuos a partir de la cantidad y calidadde los elementos asociados; todo ello a pesar de que

el consumo de bebida y comida en el ritual sea unvínculo que atraviesa las líneas sociales y, por tan-to, cree y potencie relaciones de solidaridad e inter-dependencia. El consumo comunal de alimentoscontribuiría a la creación de un sentido de comuni-dad y de conexión con los ancestros al tiempo quelegitima y naturaliza una situación social claramen-te beneficiosa para ciertos sectores sociales.

Las características del ritual descrito para lassociedades argáricas entrarían dentro de la categoríadefinida por Dietler (1996, 2001) como patron-rolefeast consistente en rituales de comensalidad quereproducen y legitiman relaciones institucionaliza-das de asimetría social. A diferencia de otros tiposde comensalidad las relaciones de reciprocidad en-tre los invitados y el anfitrión o anfitriones no defi-nen a este tipo de comensalidad; muy al contrario seacepta un patrón desigual de hospitalidad simbóli-camente expresado en la formalización de relacio-nes de poder desiguales e ideológicamente natura-lizado a través de la repetición de un evento queinduce sentimientos de débito social. Aquellos gru-pos sociales que ocupan el lugar de invitados acep-tarían una posición de subordinación frente a losanfitriones para los que la organización de fiestassería una obligación que incumbe a cualquier indi-viduo que posea un elevado status. La instituciona-lización de la autoridad descansaría precisamenteen relaciones de este tipo en donde la aceptación deuna posición desigual ente anfitrión-invitado justi-fica claras asimetrías sociales.

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