REV.MO MONS. ROBERT J. BAKER, S.T.D.OBISPO DE BIRMINGHAM EN ALABAMA

“Tenemos la mente de Cristo.” (1 Corintios 2:16)

Una carta pastoral en preparación para el 50° Aniversariode la Diócesis de Birmingham en Alabama

©2018 The Birmingham Catholic Press, Inc.Birmingham, Alabama

La ilustración de la portada muestra “Road to Emmaus” por Robert Zund circa 1877.

I

TABLA DE CONTENIDO

Carte de Rev.mo Mons. Robert J. Baker, S.T.D. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1

Introducción: el contexto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3

Parte Ia: Vocación (somos llamados) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15

Parte IIa: Formación (somos formados) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 21

Parte IIIa: Misión (somos enviados) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 33

Parte VIa: Identificar las trampas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 47

Parte Va: Conclusión. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 50

II

Queridos amigos en Cristo de la Diócesis de Birmingham:

El 24 de noviembre de 2013, el Papa Francisco emitió una exhort-ación apostólica sobre la evangelización titulada Evangelii Gaudium. El tema de la carta era la del “discipulado misionero.” Según nuestro

Santo Padre, el discipulado misionero significa compartir a Cristo desde lo más profundo de nuestra relación íntima con él. Este intercambio puede implicar la proclamación directa del Evangelio, pero también significa acompañar a los enfermos, afligidos y pobres. Significa venir a ver el mun-do a través de los ojos de Cristo y responder en consecuencia.

¿Qué hay de nuevo sobre el discipulado misionero? En cierto sentido, no hay nada nuevo al respecto. El papa simplemente

nos está recordando del patrón antiguo de proclamar a Cristo como la fuente de todos los verdaderos apostolados. En otro sentido, sin embar-go, hay una novedad que proviene de centrarse en nuestras circunstancias específicas. El Papa Francisco nos pide que tomemos conciencia crítica de aquellos sistemas, procedimientos, horarios o infraestructuras puramente humanos en la Iglesia de hoy que podrían obstaculizar nuestro testimonio misionero. Sin negar la necesidad de sistemas y procedimientos, el Papa Francisco nos pide que no seamos esclavos de tales esfuerzos.

El discipulado misionero no se trata de un programa, sino que el papa dice que debe tener un “significado programático.”1 Deberíamos estar dis-

1 El Papa Francisco, Evangelii Gaudium, 25. Citado en lo sucesivo como EG.

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puestos a inventar, revisar, subordinar o incluso eliminar aquellos pro-gramas que no sirven a los designios del testimonio misionero.

Yo invito a todos en la Diócesis de Birmingham a encender el espíritu del discipulado misionero según se describe en estas páginas, en un es-fuerzo por ser mejores discípulos y misioneros de Jesucristo.

Los escándalos que vemos en nuestra Iglesia en la ac-tualidad resultan de una profunda crisis espiritual y pastoral. ¡Esa crisis puede abordarse directamente mediante una vigorosa renovación espiritual y pastoral, basada en el discipulado misionero!

Esta carta pastoral está dedicada a San José, el padre adoptivo de Jesús y el Santo Patrón de la Iglesia Universal, en este año diocesano de San José. Le pedimos a San José que ore e interceda por nues-tros esfuerzos para prepararnos como diócesis para un Congreso Eucarístico, del 28 al 29 de junio de 2019 con motivo de nuestro 50° aniversario. ¡Que San José bendiga todos nuestros esfuerzos para hacer que esa celebración sea especial, incluyendo el humilde mensaje de esta carta pas-toral!

Devotamente suyo en Cristo,

15 de agosto de 2018Solemnidad de la Asunción de María Año Diocesano de San José

Rev.mo Mons. Robert J. Baker, S.T.D.Obispo de Birmingham en Alabama

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2 Por ejemplo, toda la Diócesis de Detroit recientemente completó un período de discernimiento misionero, con ciclos de oración, sesiones de escucha, grupos focales y consultas profesionales, que culminó en la carta pastoral del Arzobispo Vigneron. Unleash the Gospel (Dé rienda suelta al Evangelio), disponible en www.unleashthegospel.org.

Desde la promulgación del Evangelii Gaudium, la exhortación apos-tólica del Papa Francisco, diversas

diócesis enteras alrededor del mundo han respondido al llamado al discipulado mi-sionero.2 En julio de 2017, la conferencia de los obispos católicos de los Estados Uni-dos convocó una “convocatoria de líderes católicos” de todo el país para discutir y planificar la implementación de la visión del papa. Este llamamiento resonó profun-damente dentro de mi corazón.

El enfoque de la visión del Papa es que la misión, no el mantenimiento, debe guiar, renovar y reformar el ministerio pastoral en nuestra Iglesia. Él advierte

Introducción: el contexto“El enfoque de

la visión del Papa es que la misión, no el

mantenimiento,debe guiar, renovar y

reformar el ministerio

pastoral en nuestra Iglesia.”

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contra una cultura de “grupos cerrados y elitistas” dentro de la Iglesia que buscan controlar o dominar el flujo de la gracia, para beneficiar al lid-erazgo o las instituciones en lugar del pueblo de Dios. Los programas y juegos de cartas, las reuniones y las cenas, los planes y las estadísticas pueden tener un propósito, pero su fin debe ser la misión: atraer a todas las personas para que experimenten un encuentro con Cristo radicado más profundamente en el evangelio, en los sacramentos, en la oración, así como uno en el otro.

La prioridad debe ser encontrar a Cristo y atraer a otros a ese encuen-tro. El discipulado misionero no se trata de un “programa.” No existe un “plan estratégico,” un edificio, una estructura, un programa de capacitación ni un plan de estudios que contenga en sí mismo el poder de transmitir un encuentro con Cristo que termine en la misión. San Francisco de Sales notó algo parecido en su texto clásico, Introducción a la Vida Devota. El explica que nuestras oraciones favoritas, obras de caridad e incluso la mis-ma liturgia no constituyen una verdadera devoción. Ellos ayudan a nues-tra devoción, guiándonos y dirigiéndonos hacia nuestro verdadero fin. La devoción auténtica, sin embargo, no es más que el mismo amor de Dios.3

El discipulado misionero abarca y profundiza nuestra opción prefer-encial para los pobres. El Papa Francisco enfatiza que la opción para los pobres “debe traducirse principalmente en una atención religiosa privile-giada y preferencial.” El Papa Francisco explica: “La peor discriminación que sufren los pobres es la falta de cuidado espiritual.”4 El discipulado mis-ionero, mirando a través de los ojos de Cristo, debe engendrar una atención cariñosa hacia los pobres.

El Papa Francisco sueña con una “opción misionera,” es decir, “un im-pulso misionero capaz de transformarlo todo, para que las costumbres, ac-ciones, tiempos y horarios de la Iglesia, el lenguaje y las estructuras puedan ser canalizados adecuadamente para la evangelización del mundo de hoy y no para su autopreservación.”5 Yo también sueño con una opción mis-ionera para la Diócesis de Birmingham. Muchas parroquias ya comparten esa visión, al ver que su enfoque es el de estar permanentemente en un estado de misión.

3 “Pero, de hecho, toda devoción verdadera y viviente presupone el amor de Dios; -y de hecho no es ni más ni menos que un amor muy real de Dios.” Fort Collins, CO: Ignatius Press, 2015.4 EG, 199-200. 5 EG, 27.

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La necesidad de una renovación misionera en la Diócesis de BirminghamHa sido un gran privilegio servir a la Diócesis de Birmingham como

obispo durante estos diez años. Durante este tiempo, he visto muchas señales de renovación eclesial y un auténtico discipulado misionero: han florecido nuevos apostolados y comunidades religiosas, y las parroquias han emprendido programas de renovación pastoral. Me atrevo a mencio-nar sólo algunas de las muchas contribuciones positivas a la evangelización que están teniendo lugar en nuestra diócesis.

Las hermanas Misioneras Guadalupanas del Espíritu Santo llegaron a nuestra diócesis en 2002 para ministrar a la creciente población hispana. Su trabajo social y espiritual en “La Casita” refleja una expresión auténti-ca del discipulado misionero, identificando y satisfaciendo las necesidades sociales y espirituales. En los últimos años, varias de nuestras parroquias han encontrado nuevas formas de participar en la misión social de la Igle-sia al cooperar con estas hermanas en su apostolado en Birmingham y en el condado de Greene. Su ministerio en el condado de Greene fue hábilmente precedido por las obras de las hermanas Misioneras de Consolata, actual-mente dedicadas a los apostolados en los núcleos urbanos.

Además, gracias en gran parte a la afluencia de hispanos católicos, nuestra diócesis ha evitado el declive demográfico que ha afectado a la Iglesia Católica en otras partes del país. Como diócesis, hemos intentado

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ayudar a nuestro gobierno a adoptar una legislación integral de reforma migratoria para abordar la confusión en nuestro sistema actual y ayudar a las parroquias a dar la bienvenida a los católicos hispanos en nuestras comunidades de fe.

En 2007, Holy Family Cristo Rey Catholic High School (HFCR) trans-formó a Holy Family High School en la primera escuela de la red “Cristo Rey” en el sur. Al combinar un programa corporativo de trabajo y estudio con un currículo académico riguroso, los estudiantes que normalmente no podrían adinerarse una educación preparatoria para la universidad ahora tienen la oportunidad de alcanzar la educación universitaria a través del trabajo. Además de combatir los ciclos generacionales de pobreza y vio-lencia, los educadores también atestiguan el amor de Jesucristo a aquéllos que de otra manera no encontrarían la presencia de Cristo en la Iglesia Católica.

Los misioneros de FOCUS (Fellowship of Catholic University Stu-dents) están actualmente ministrando a los estudiantes universitarios de Tuscaloosa y Birmingham, ofreciendo amistad, estudio bíblico y formación en la fe tanto a los católicos como a los no católicos. En la recién renovada parroquia de San Francisco de Asís en Tuscaloosa, los estudiantes univer-sitarios encuentran al Señor en ciclos regulares de adoración eucarística y compañerismo entre sí.

Desde el comienzo de mi ministerio episcopal, he admirado profunda-mente a los discípulos misioneros que salen de lo más profundo de su ex-periencia con Cristo buscando nuevas formas de salvar a los perdidos, los abatidos, los pobres, los marginados o los adictos. Yo valoro de forma es-pecial el testimonio misionero de mi querida amiga, aún entusiasta a pesar de encontrarse obstaculizada por la enfermedad, la Madre Elvira Petrozzi. Ella era una de los pobres entre los pobres, cuya propia familia había sido destruida por la adicción y el abuso. Ella respondió rechazando “la forma en que las cosas siempre se habían hecho.” Fundó un nuevo apostolado que superó todas las expectativas humanas, la Comunidad Cenácolo, la cual yo he promovido fervientemente en Estados Unidos. Los miembros de la comunidad siguen caminando diariamente en fe, esperanza y amor, sin dejarse disuadir por las ataduras de la adicción que los paralizaban en el pasado. Cenácolo en Hanceville ha proporcionado nuevas esperanzas y curación para aquellos que sufren de la adicción.

Los apostolados familiares tales como “Catholic Family Fest” han

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aprovechado el recién renovado campamento Camp Tekakwitha de la diócesis para disfrutar del tiempo juntos y adorar al Señor en la belleza de la naturaleza. Camp Tekakwitha, de hecho, ha sido designado como un centro para la nueva evangelización.

El apostolado “Courage” actualmente ofrece apoyo, aliento, orient-ación espiritual, oración comunitaria y compañerismo a aquellas personas de nuestra diócesis que se sienten atraídas por el mismo sexo.

En septiembre de 2017, jóvenes de toda la diócesis viajaron al San-tuario del Santísimo Sacramento en Hanceville para adorar a Cristo en el Santísimo Sacramento en un congreso eucarístico de jóvenes. Muchos cientos vinieron para tomar parte en lo que se ha descrito como un en-cuentro nuevo y transformador con Cristo en el Santísimo Sacramento.

En mayo de 2018, una nueva comunidad franciscana, los “Pobres de Jesucristo,” se instaló en el barrio West End de Birmingham, en la parro-quia de Blessed Sacrament. Los hermanos llevan a cabo un “ministerio de presencia” gozoso en las calles, dando testimonio de la fe a través de su caridad, su amistad y sus hábitos marrones franciscanos y llevando espe-ranza a aquéllos que viven en ciclos de indigencia y desesperación. En los próximos meses, esperamos que las hermanas les sigan. La parroquia de Our Lady of Fatima ha ofrecido sus instalaciones para promover el aposto-lado de las hermanas.

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Durante más de un siglo, la Diócesis de Birmingham ha sido bend-ecida con comunidades benedictinas de hombres y mujeres en Cullman y en otras partes de Alabama, que han llevado el carisma de San Benito de la oración comunitaria y la hospitalidad de manera efectiva a nuestra diócesis. Tanto la espiritualidad dominicana como la franciscana han sido fomentadas por las hermanas Siervas de la Palabra Eterna, los Misioneros Franciscanos de la Palabra Eterna y las hermanas Dominicas de Santa Ce-cilia de Nashville, Tennessee. Además, se formó una comunidad de sacer-dotes y hermanos de las Filipinas en el monasterio Christ the King, cerca de Cullman, y las hermanas de Filipinas participan en los ministerios de la parroquia en la zona de Cullman.

Las parroquias y las escuelas han experimentado con nuevas formas de catequesis, educación, alcance y organización. Algunos ejemplos incluyen la participación en el programa de renovación de “Amazing Parish”; los seminarios de la organización “Dynamic Catholic”; la evangelización de los jóvenes por los misioneros de Totus Tuus, traídos a nuestra diócesis por el padre Josh Altonji; y el Catequesis del Buen Pastor para los muy jóvenes.

Varias parroquias ahora hacen uso de Ábreme: Escuela de Evangeli-zación. Este curso en español tiene como objetivo presentar a los católicos una relación personal con Jesús, profundizar su fe e inspirarlos a compar-tir a Cristo con los demás, difundiendo el evangelio por todo el mundo. Muchos también han usado Formed, del “Augustine Institute,” para pro-fundizar el conocimiento de la fe de los parroquianos. Para otros Christlife ha resultado ser una herramienta útil. Este programa en inglés ofrece “una forma relacional de hacer discípulos misioneros, ayudando a las personas a descubrir, seguir y compartir a Jesucristo.”

Notamos las grandes contribuciones del canal católico, “Eternal Word Television Network” (EWTN), fundado por la Madre Angélica en nues-tra diócesis en 1981, con sus subsidiarias de radio y materiales impresos. EWTN se dirige a un público global, llevando el mensaje del evangelio en varios idiomas a muchas naciones del mundo.

También estamos conscientes de los grandes esfuerzos de evangeli-zación y caridad por parte de tales apostolados como los Caballeros de Colón, la Sociedad de San Vicente de Paúl, la “St. John Vianney Society” que promueve las vocaciones al sacerdocio y la vida religiosa, la Legión de María y la Renovación Carismática. Los apostolados pro-vida, como “Her Choice” (la opción de ella), han tenido un gran impacto en aquellos

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que viven en nuestra diócesis promoviendo la santidad de la vida. También encomiamos y agradecemos a todos los que participan en los sigui-entes apostolados especiales: “Nazareth House”, el movimiento Encuentro entre los católicos hispanos, los fines de semana “Search” para los jóvenes, “Alabama Awakening”, los retiros “Alpha”, “LifeTeen”, Cursillo, “Camp Joseph”, “Engaged Encounter”, “Marriage Encounter”, Retrouvaille y el Instituto Ávila, ayudando a jóvenes y adultos a desarrollar una mejor vida de oración. Alentamos sobre todo a los retiros de fin de semana que se centran en los temas de esta carta pasto-ral: “llamados, formados, enviados.”

En vista del 50° aniversario de Humanae Vitae, también reconocemos el apostolado de “Natural Family Planning” (NFP – Planificación Familiar Natural), que ha crecido mucho en los Estados Unidos.

También hemos trabajado duro para forjar mejores relaciones raciales en nuestra diócesis, como resultado de nuestra conferencia de marzo de 2016 sobre el tema de Blanco y Negro en América: ¿Qué tan profunda es la brecha?, la cual también destacó a individuos y grupos que trabajan para construir puentes entre las razas. Por supuesto, ¡sabemos que todavía ten-emos mucho trabajo por delante!

Además de las grandes contribuciones hechas por nuestras comuni-dades afroamericanas e hispanas a la vida de la Iglesia Católica en el norte de Alabama, celebramos la bendición que nos brindan nuestros católicos asiáticos y de las islas del Pacífico. Las liturgias se celebran en el idioma coreano en Birmingham y Huntsville. Una próspera parroquia vietnamita en Birmingham, Our Lady of La Vang, celebró recientemente quince años de alcance a los católicos vietnamitas. Todos los años, antes de Navidad, la comunidad filipina de nuestra diócesis trae su celebración “Simbang Gabi” a las parroquias, la cual incluye misas vespertinas (Misa de Gallo), seguida de una recepción comunitaria, en anticipación a la solemnidad del nacimiento de Cristo el día de Navidad. Cuán agradecidos estamos con nuestras comunidades étnicas por sus celebraciones culturales que abarcan la fe de todos.

Ésta no pretende ser una descripción exhaustiva de las nuevas y antiguas iniciativas pastorales o del discipulado misionero en nuestra diócesis. De ser

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tantas, no podríamos mencionar todas las contribuciones individuales de los fieles católicos. Los ministerios de larga data en nuestra diócesis también siguen prosperando. Podemos ver claramente que el Espíritu del Señor no está ocioso. Él inspira a los discípulos misioneros en todas las épocas.

A pesar de estos signos palpables de avivamiento y esperanza, aún debemos considerar la necesidad de una renovación misionera en nuestra diócesis. Una cambiante cultura y demografía han creado nuevos desafíos pastorales para los cuales no estamos adecuadamente preparados. El rápi-do crecimiento de nuestra población hispana es el ejemplo más obvio. La disminución de las órdenes religiosas tradicionalmente comprometidas con el cuidado de la población afroamericana es otra.

Existen otros desafíos sociales y culturales para el ministerio pasto-ral. El matrimonio, así como una estima cultural para el matrimonio, por ejemplo, están en declive a nivel nacional, con efectos devastadores sobre la estabilidad de la vida familiar y el bienestar de los niños.6 Un cambio en las actitudes culturales sobre la religión en general y sobre la Iglesia Católica específicamente también han impactado negativamente la fe y la práctica religiosas. El grupo demográfico religioso de más rápido crecimiento en el país es el que se identifica por no tener ninguna religión. El aumento de la irreligión se ha visto acompañado por una creciente aspereza, negatividad y nihilismo entre los jóvenes. La nación está tan ideológicamente dividida como siempre, sin ninguna norma trascendente común aparente a la que todos pueden apelar.

La cultura ha cambiado de maneras que presentan problemas espe-ciales para la espiritualidad católica. Desde los finales de los años 80 hasta la actualidad, los expertos y sociólogos católicos han realizado numerosas encuestas generacionales que revelan una tendencia común. Los católicos se han movido consistentemente hacia una filosofía religiosa más individ-ualista, enfatizando la elección personal, la autonomía y la experiencia re-ligiosa subjetiva sobre las normas morales objetivas, la vida litúrgica o la autoridad de la tradición.7

Otros, al abandonar la Iglesia, comúnmente citan un conflicto perci-

6 Mark Regnerus, Cheap Sex: The Transformation of Men, Marriage, and Monogamy (NY: Oxford University Press, 2017).7 Véase sobretodo la serie de estudios de William V. D’Antonio, James Davidson, Dean Hoge y Ruth Wallace.

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bido entre la fe católica y la ciencia moderna.8 El pluralismo religioso y el relativismo cultural dificultan la formación o el compromiso de por vida con una sola tradición religiosa. El aumento explosivo de las redes sociales y el uso de Internet ha afectado desproporcionadamente a los jóvenes, a menudo de manera peligrosa. Los estudios muestran una fuerte correl-ación negativa entre el uso de estos nuevos medios y la práctica religiosa.9

Estos desafíos requieren enfoques pastorales creativos, “una apologética creativa,” según el Papa Francisco, “que alentaría una mayor apertura al evangelio por parte de todos.”10

Finalmente, el Internet está cambiando nuestros cerebros. Hay moti-vos para creer que el uso de las redes sociales inhibe nuestra capacidad de concentrar la atención en tareas o ideas complejas.11 En un mundo de fragmentos de audio anti-católicos, se vuelve cada vez más difícil dirigir la atención al mundo tranquilo de la oración contemplativa, al sacrificio del matrimonio fiel o a una visión no política y no ideológica de la justicia social. La necesidad de una recolección, meditación y contemplación más profundas no podría ser más crítica que en estos tiempos.

A medida que la práctica religiosa se disminuye a nivel nacional, la Ig-lesia Católica ha sufrido una gran pérdida de miembros, tanto en términos porcentuales como en cantidades absolutas. Esta disminución ha afectado a la generación más joven de la manera más grave. Según Dynamic Catholic, el 85% de los jóvenes ahora dejan de practicar su fe dentro de los diez años posteriores a la Confirmación.12 La mayoría de los jóvenes católicos ahora dicen que estarían igual de felices en cualquier otra iglesia.13 En la Diócesis de Birmingham, muchas familias católicas se han apartado de nuestra co-munidad eucarística y han dejado de practicar su fe por completo o se han

8 Matt Hadro, “Catholics are Leaving the Faith by the Age of Ten-So What Can Parents Do About It?” http://www.ncregister.com/daily-news/catholics-are-leaving-the-faith-by-age-10-so-what-can-parents-do-about-it9 Wilfred Emeh, New Media and the Christian Family: Experiences from the USA and Africa (Bir-mingham, AL: Wilfred Emeh, 2016).10 EG, 132.11 Nicholas Carr, The Shallows: What the Internet is Doing to Our Brains (NY: Norton, 2011).12 Ella Hadecek, “Confirmation Programs Teens Will Love:Ascension Press y Dynamic Catholic Pro-duce New Resources,” http://www.ncregister.com/site/article/confirmation-programs-teens-will-love; Véase también la gran obra del Padre Robert Spitzer, S.J., y el Magis Center.13 D’Antonio, et al. American Catholics Today: New Realities of their Faith and Church (Lanham, MD: Rowman and Littlefield, 2007). 32.

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hecho miembros de varios grupos religiosos no católicos, sobre todo de las “mega-iglesias.” Según el obispo Robert Barron, “el desafío más importante que enfrenta la Iglesia hoy en día es el desgaste de nuestra propia gente.”14

14 Jim McDermott, “Three New Bishops for the Archdiocese of Los Angeles,” Dispatches (blog), America, July 21, 2015.

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Por cierto, la desazón en la Iglesia causado por los escándalos de abu-so por parte del clero y los atroces fracasos entre algunos líderes pasto-rales que han salido a la luz han resultado devastadores para todos y han desafiado a la Iglesia a entablar una reforma inmediata. Nosotros, como diócesis, debemos evaluar continuamente cuán eficaces son las medidas que estamos tomando para proteger a los niños confiados a nuestro cuida-do y debemos estar constantemente atentos a esta responsabilidad. Con la Oficina de Protección de Niños y Jóvenes y nuestra Junta de Revisión Diocesana, estamos firmemente comprometidos con estos esfuerzos.

El abuso sexual por parte del clero de hecho ha sido un factor para aquéllos que eligen abandonar nuestra Iglesia. Sin embargo, cuando se les pregunta, “¿Por qué dejó la Iglesia?”, la respuesta más común es mucho más ordinaria. El setenta por ciento de los encuestados responde: “No se estaban cumpliendo mis necesidades espirituales.”15 Claramente, podemos intentar hacer más para enfrentar los desafíos pastorales de nuestra situación actual.

La investigación muestra que los cristianos que se nutren de su fe, que están inmersos en redes sociales de apoyo y que practican una vida de oración regular tienen muchas más probabilidades de sentirse cerca de Dios y seguir practicando su religión. Desafortunadamente, las encuestas internas de creencias y prácticas católicas revelan que muchos católicos

15 Pew Religious Landscape Study (2014).

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no logran experimentar estas bendiciones. Muchos católicos no entienden su fe ni cómo practicarla. No cuentan con un apoyo social adecuado. De no tener esta experiencia en la Iglesia Católica, según los datos, ellos la bus-carán en otros lugares.16

En 2005, los investigadores católicos co-labraron con la organización Gallup y el Cen-tro de Investigación Aplicada en el Apostola-do (CARA) de Georgetown a fin de averiguar qué sabían los católicos, qué valoraban y qué se les había enseñado sobre su fe católica. Sorprendentemente, la mayoría informó que les habían enseñado sobre la importancia de una relación personal con Dios. Sin embargo, sólo el veinte por ciento aprendió que la mis-ma Iglesia era importante para el discipulado cristiano o para su relación con Cristo. En semejante entorno, no es sorprendente que los católicos “busquen” una comunidad eclesial que satisfaga las necesidades que ellos sienten.17

La tesis de esta carta pastoral es que la mejor solución para estos de-safíos es el llamado del Papa Francisco al discipulado misionero. En cada estrato de la identidad católica, desde la oración personal, la homilía, las escuelas católicas, el servicio social o la universidad, debemos enfatizar un encuentro sólido, profundo y completamente católico con Cristo que abor-de los aspectos morales, intelectuales, sociales y las necesidades físicas de nuestra comunidad. Ahora nos enfocamos en cómo implementar el llama-do del Papa Francisco al discipulado misionero a medida que abordamos los temas de Vocación, Formación y Misión en la Diócesis de Birmingham.

“La tesis de esta carta pastoral es

que la mejor solución para

estos desafíos es el llamado del Papa Francisco al discipulado misionero. ”

16 Un estudio de 1990 de las congregaciones protestantes identificó dos factores que tenían la mayor influencia positiva en la madurez de la fe y la lealtad de los adultos:la participación de toda la vida en la educación cristiana (durante la infancia, la adolescencia y la edad adulta) yla participación de toda la vida en la vida de la Iglesia. Peter L. Benson and Carolyn H. Eklin, Effective Christian Education: A National Study of Protestant Congregations (Minneapolis, Minn.: Search Institute, 1990). Véase también la investigación de James Davidson, Catholicism in Motion: The Church in American Society (Liguori, MO: Liguori Publications, 2005).17 D’Antonio, et al, 21.

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Después de su vida oculta y su tent-ación en el desierto, Jesús comenzó su ministerio proclamando el Reino de

Dios. A medida que los discípulos potenciales comenzaron a reunirse, él identificó a algunos por nombre para llevarlos a una intimidad más profunda con él. Pedro y Andrés eran pescado-res. ¡Cuando Cristo los conoció, sólo les pidió usar su bote! Luego los invitó a seguirlo más de cerca. Hizo lo mismo con Santiago y Juan, Ma-teo el recaudador de impuestos, y el resto.

El mensaje del discipulado misionero es un llamado al discernimiento de la vocación, no un plan definido y pre-formulado que se im-pondrá en cada parroquia. El Papa Francisco alienta a cada iglesia en particular “a empren-

Parte Ia: Vocación (somos llamados) “Mientras cam-

inaba por el mar de Galilea, Jesús vio a San-

tiago, el hijo de Zebedeo y a Juan, su herma-no, remendan-do sus redes, y les llamó.”

Mateo 4:18,21(Véase también Mateo 9:9 y Lucas 6:12-16)

Cristo llamando a los apóstoles Santiago y Juan, hacia 1869 por Edward Armitage

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der un proceso resuelto de discernimiento, purificación y reforma.”18 De la misma manera, yo, como obispo de Birmingham, no busco imponer un solo programa de evangelización en cada parroquia, asociación ni insti-tuto. En lugar de ello, siguiendo el ejemplo del Papa Francisco, yo quiero “permitir que el rebaño se dirija a nuevos caminos.” Mi objetivo es sim-plemente el de fomentar una “comunión dinámica, abierta y misionera.”19

En lugar de prescribir el camino preciso, yo deseo invitar a la par-ticipación, recordar de las prioridades, identificar algunas dificultades y sugerir recursos para el desarrollo de una vocación en la Iglesia. También quisiera destacar algunos ejemplos de testigos misioneros creativos en nuestra diócesis. Mi objetivo no es una evaluación exhaustiva del ministe-rio pastoral, sino una invitación a “compartir todas las cosas buenas” que están sucediendo en el ministerio (Gálatas 6:6).

El concepto de la vocación es más profundo que el del carisma. El Catecismo define la vocación como “el llamado o destino que tenemos en esta vida, así como en el más allá.” La vocación proporciona el contexto y el propósito para los cuales usamos nuestros carismas especiales. La vo-cación de cada cristiano es el de unirse con Dios a través de la santidad. Sin embargo, en ese camino, cada uno de nosotros debe discernir su propio estado de vida.

La tradición identifica la vocación más perfecta, la más expresiva de la propia vida de Cristo, como la vida consagrada. “Esto significa que la vida consagrada, presente en la Iglesia desde el principio, nunca puede dejar de ser uno de sus elementos esenciales y característicos, ya que expresa su propia naturaleza.”20 Retomando los consejos evangélicos de pobreza, castidad y obediencia, los religiosos consagrados se dedican a Dios con un abandono especial.

Ninguna carta sobre la vocación y misión puede descuidar el papel de la vida consagrada porque “el sentido de la misión está en el corazón de cada forma de vida consagrada... [los religiosos consagrados] cooperan eficazmente en la misión del Señor Jesús y contribuyen de manera par-ticularmente profunda a la renovación del mundo.”21 Nosotros podemos

18 EG, 30.19 EG, 31.20 Juan Pablo II, Vita Consecrata, 29.21 Vita Consecrata, 25.

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promover el discipulado misionero en nuestra diócesis de la forma más eficaz mediante la participación del ministerio de los religiosos activos y haciendo ref-erencia constantemente a los contempla-tivos de la Iglesia, incluso a aquéllos que viven una vida del claustro.

El sacerdocio santo es la vocación más sublime a la que Dios llama al hom-bre. “La inefable grandeza del sacerdote humano se destaca” en esto, que “él tiene poder sobre el mismo Cuerpo de Jesu-cristo, y lo hace presente en nuestros altares.” En el nombre de Cristo mismo, él lo ofrece como una víctima infinita-mente agradable a la Divina Majestad. “Maravillosas cosas son éstas,” exclama justamente San Juan Crisóstomo, “tan maravillosas que superan el asombro.”22 El sacerdote es el dispensador de los misterios de Dios. Lo más sublime y más necesario es el ministerio del sacerdote.

Cuán agradecidos estamos con to-dos en nuestra diócesis por ayudar a nuestros sacerdotes y religiosos retirados y enfermos a través de sus visitas, ora-ciones y generosas donaciones para ayu-dar a nuestra residencia de sacerdotes de San Juan Vianney, así como el fondo de jubilación para religiosos. El ayudar a nuestros sacerdotes y religiosos jubila-dos y enfermos es una forma importante de promover las vocaciones al sacerdo-cio y la vida religiosa.

22 Papa Pío XI Ad Catholici Sacerdotii, 16.

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Algo tan profundo como el discernimiento vocacional no puede re-ducirse a un programa o seminario. Sin embargo, debe ser una parte in-tegral de nuestra presentación del discipulado misionero. Además, hay programas que se han mostrado eficaces para ayudar al discernimiento vocacional. Muchos jóvenes han descubierto las vocaciones al sacerdocio sirviendo como misioneros de Totus Tuus.

Un apostolado que promueve el discernimiento de los carismas es el Instituto “Catherine of Siena”. Su programa Called and Gifted (Llamado y Dotado) enseña a los católicos a identificar sus dones, a discernir qué es lo que puede estar obstaculizando su uso y a aprender cómo utilizarlos para el bien de la Iglesia.

Fraternus es otro apostolado que ha sido fructífero en las vocaciones. Por ejemplo, en la Diócesis de Nashville, doce hombres de su división Fraternus, la cual es relativamente joven, han ingresado al seminario. Cuan-do se toma en cuenta que Nashville tenía diecinueve seminaristas en 2017, el impacto de este ministerio es obvio. Fraternus proporciona hermandad y tutoría en la virtud masculina, un contacto cercano con los sacramentos y una formación práctica en la espiritualidad litúrgica. Afortunadamente, nuestra división de Birmingham sigue creciendo y planean comenzar una nueva división en Huntsville.

Los fieles deben saber que el matrimonio sacramental es también un estado eclesial. Los cónyuges no sólo producen hijos en matrimonio para reponer a la sociedad, sino que mediante su amor están dando testimonio al mundo del amor de Cristo. “En virtud de este sacramento, a medida que los cónyuges cumplen con su obligación conyugal y familiar, son llenados del espíritu de Cristo, el cual colma sus vidas de fe, esperanza y caridad. Por tanto, éstos aumentan cada vez más la perfección de sus propias person-alidades, así como su mutua santificación, y por consiguiente contribuyen conjuntamente a la gloria de Dios.”23 La preparación y el enriquecimiento matrimonial deben enfatizar la calidad misionera de la vida conyugal y el papel del hogar en el fomento de la vocación. Agradecemos el maravilloso apostolado de “Marriage Encounter” en nuestra diócesis, que ayuda a me-jorar aún más los matrimonios ya buenos.

Los esfuerzos para fomentar buenos matrimonios deben ser alentados

23 Vatican II, Gaudium et Spes, 48.

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en todas nuestras parroquias, y, donde sea posible, se debe proporcionar un sólido asesoramiento matrimonial y familiar católico, tal como existe actualmente a nivel diocesano. El libro del Dr. David Anders, The Catholic Church Saved My Marriage: Discovering Hidden Grace in the Sacrament of Matrimony (EWTN Publishing, 2018), es una buena guía sobre cómo una visión católica del matrimonio puede brindar curación y felicidad a la vida matrimonial.

El Dr. Anders presenta en su libro una discusión clara de las enseñan-zas de la Iglesia sobre la validez y la falta de validez de los matrimonios. Nuestro Tribunal Diocesano de Asuntos Matrimoniales ayuda al obispo a

juzgar si una unión entre un hombre y una mujer cumple con los requisitos para con-siderarse un matrimonio sacramental válido. A este respecto, la Iglesia actúa para mantener la dignidad y la permanencia de un matrimonio sacramental, mientras brinda sanidad a las parejas para las cuales no existe tal matrimonio.

Luego están aquéllos que están comprometidos con seguir a Cristo en la vida soltera. Por la gracia que reciben en los sacra-mentos del Bautismo y la Confirmación, los católicos solteros reciben un llamado y una misión para servir a Cristo en su Iglesia con los dones y talentos especiales que poseen, y comparten el llamado universal a la santi-dad de la vida.

La invitación general

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de Jesús al discipulado –a seguirlo–, se describe vívidamente en sus pa-labras del evangelio de Mateo (11: 28-30): “Vengan a mí, todos ustedes que trabajan y están agobiados, y yo les daré descanso. Tomen mi yugo so-bre ustedes y aprendan de mí, porque soy manso y humilde de corazón; y encontrarán descanso para ustedes mismos. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera.”

Erasmo Leiva-Merikakis, pop-ularmente conocido como el Padre Simeón, un monje cisterciense que sirve en Roma, ha reflexionado mara-villosamente sobre el significado de “venir a Jesús”: “Venir a Jesús”, según él, “es la condición para encontrar alivio.” Lo único que tenemos que hacer es optar por entrar en la esfera de su presencia, y las presiones antinatu-rales que el mundo y nosotros mismos ejercemos sobre nosotros mismos comienzan a disiparse. En la medida en que estamos lejos de Jesús, somos la fuente de nuestras propias cargas más pesadas; sin él como Señor, somos esclavos de la tiranía de nuestras pasiones y, por lo tanto, susceptibles a la manipulación del mundo y la influencia del Maligno. Sin el ardiente amor de Jesús ardiendo en nuestro corazón como puro fuego transformador, las pasiones vagan por el paisaje del alma como voraces huérfanos...

“Jesús, cuyo nombre significa ‘Salvador’ es, por definición, la fuente de alivio de toda opresión ya sea autogenerada o impuesta desde fuera. La fatiga de la vida, abstraída del poder compasivo de Dios, sólo da frutos de abatimiento y desesperación.”24

En este sentido, Dom Blosius el Venerable dice: “El siervo de Dios, entonces debe creer sin la menor duda que el Dios invisible está cerca de él, sí, dentro de él.... Él encuentra a Dios en sí mismo cada vez que llena su memoria con el pensamiento de su presencia, pero de una manera mucho más excelente experimentará su presencia una vez que haya descubierto cómo penetrar en el santuario interior de su propia alma.”25

24 Erasmo Leiva-Merikakis; Magnificat, Vol. 20, No. 5, pp. 276-277. 25 Dom Blosius el Venerable, pág. 316-317, Magnificat, misma edición.

20

Jesús dijo: “Vengan y síganme.” No fue hasta más tarde que reveló la vocación especial de los Doce. Él vivía con ellos y les hacía

preguntas. Por ejemplo, le preguntó a Pedro: “¿Tú qué piensas? ¿Le debemos a César el im-puesto, o no?” Jesús también los desafiaba. “Pe-dro,” dijo, “Satanás te quiere tamizar como el trigo.” Él reprendió a Santiago y a Juan por su imprudencia. Cuando otros lo abandonaron por declararse el pan del cielo, él les preguntó: “¿Ustedes también se van?” Él les enseñó que su fe era de origen sobrenatural. “La carne y la sangre no les revelaron esto”, dijo, “sino mi Pa-dre Celestial.” Finalmente, les abrió su propia vida en amistad. “Ya no los llamo siervos,” dijo, “sino amigos” (Juan 15:15). Cristo hizo más

Mateo 13:54

“Llegó a su lu-gar natal y en-señó a la gente en su sinagoga.

Se quedaron asombrados y dijeron: ‘¿De dónde sacó este hombre

tanta sabiduría y hechos tan poderosos?’”

Parte IIa: Formación(somos formados)

La enseñanza de Cristo en la sinagoga de Nazaret, hacia 1658 por Gerbrand van den Eeckhout

21

que transmitir información. Se hizo amigo de sus discípulos y luego los desafió a abandonar su antiguo estilo de vida.

Llegar a ver como Cristo veEl corazón del discipulado misionero es

una relación con Cristo. En pocas palabras, una persona se enamora de Jesús y luego qui-ere compartirlo. Pero, ¿a qué nos referimos cuando hablamos de una relación con Cristo? No es suficiente tener un apego sentimental a Jesús. La relación con Cristo no es simple-mente una respuesta emocional a un mensaje. Es más que adoptar una postura ética o seguir una agenda social o política. La relación con Cristo no puede reducirse ni a una profesión del credo ni a la participación en la liturgia.

La relación auténtica con Cristo, dice el Papa Francisco, “está en experimentar, en unión con Cristo, los misterios de su vida. Consiste en unirnos a la muerte y resurrección del Señor de una manera única y personal, muriendo y resucitando constantemente con él.”26 La relación auténtica con Cristo significa compartir su mente, su forma de ver. “La fe,” escribe el Papa Francisco, “no se limita a mirar a Jesús, sino a ver las cosas como Jesús mismo las ve, con sus propios ojos: se trata de una par-ticipación en su forma de ver.”27

La relación auténtica con Cristo es interiormente transformadora. “Transfórmense,” escribe San Pablo, “por la renovación de sus mentes.”28 La relación con Cristo recrea en nosotros el poder de su vida divina. “A partir de ahora,” dice Pablo, “no consideramos a nadie desde un punto de vista humano. Aunque una vez consideramos a Cristo desde un punto de vista humano, ya no lo consideramos así. Por lo tanto, si alguien está en Cristo, él es una nueva creación; lo viejo ha pasado; he aquí, ha llegado lo nuevo.”29

26 Papa Francisco, Gaudete et Exsultate, 20.27 Papa Francisco, Lumen Fidei, 18.28 Romanos 12:2.29 2 Corinthians 5:16-17.

“El corazón del discipulado mi-sionero es una relación con

Cristo. En pocas palabras, una persona se en-amora de Jesús y luego quiere compartirlo.”

22

El comienzo de esta transformación interna es la conversión. La con-versión comienza en un punto definido, pero no se trata simplemente de un evento de una sola vez. La verdadera conversión nos inicia en una vida caracterizada por la contrición por el pecado, el arrepentimiento y la reno-vación continua. Nuestra oración constante se convierte en: “Señor, no soy digno, pero una palabra tuya bastará para sanar mi alma.”

La relación con Cristo es una realidad eclesial. No es un asunto pura-mente individualista, sino que presupone la adoración pública de la Iglesia, la liturgia, los sacramentos, el compañerismo y el servicio. No podemos experimentar estas cosas por completo más allá de abordar cómo subsisten en la Iglesia única, católica y apostólica.30 Como dice San Gregorio de Nisa: “El que mira a la Iglesia, ve a Cristo.”31

San Juan Eudes (1601-1680) fue un sacerdote francés que vivió duran-te uno de los períodos más violentos de la historia europea. Su respuesta al conflicto social fue el de formar discípulos misioneros y evangelistas, predicando la paz de Cristo. Para San Juan Eudes, el éxito en el ministerio fluye de una relación profunda, permanente y mística con Jesús. También explica cómo nuestra relación interna con Cristo fluye junto con nuestra conexión exterior con su cuerpo, la Iglesia:

Les pido que consideren que nuestro Señor Jesucristo es su ver-dadera cabeza y que son miembros de su cuerpo. Él les pertenece como la cabeza pertenece al cuerpo. Todo lo que es suyo es de ustedes: el aliento, el corazón, el cuerpo, el alma y todas sus cual-idades. Ustedes deben usar todos estos como si les pertenecieran a ustedes, para que al servirle puedan darle alabanza, amor y glo-ria. Ustedes le pertenecen a él como un miembro le pertenece a la cabeza. Ésta es la razón por la que él desea fervientemente que sirvan y glorifiquen al Padre utilizando todas nuestras facultades como si fueran las suyas.

Él les pertenece, pero más que eso, él anhela estar en ustedes, viviendo y gobernando en ustedes, como la cabeza vive y gobier-na en el cuerpo. Él desea que todo lo que está en él pueda vivir y gobernar en ustedes: su aliento en su aliento de ustedes, su cora-

30 Efesios 3:10.31 Citado en Henri De Lubac, Catholicism: Christ and the Common Destiny of Man, trad. Lancelot C. Sheppard y la hermana Elizabeth Englund, OCD (San Francisco: Ignatius, 1988), 73.

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zón en su corazón de ustedes, todas las facultades de su alma en las facultades de su alma de ustedes, para que estas palabras se cumplan en ustedes: Glorifica a Dios y llevalo en su cuerpo, para que la vida de Jesús se manifieste en ustedes...

Finalmente, ustedes son uno con Jesús ya que el cuerpo es uno con la cabeza. Por tanto, ustedes deben tener un aliento con él, un alma, una vida, una voluntad, una mente, un corazón, y él debe ser su aliento, su corazón, su amor, su vida, su todo. Estos grandes dones en el seguidor de Cristo se originan del Bautismo. Se au-mentan y fortalecen a través de la Confirmación y haciendo un buen uso de otras gracias dadas por Dios. A través de la Sagrada Eucaristía son traídos a la perfección.32

La formación en el ministerio pastoral: cómo sucede

El ministerio pastoral que conduce a la misión debe comenzar con llevar a los católicos a un encuentro con Cristo en la Iglesia. No podemos ser discípu-los misioneros si no conocemos a Cristo nosotros mismos. No podemos dar por sentada la relación con Cristo. El simple hecho de que una persona asista a la Misa o asista a una escuela católica no garanti-za que esa persona conozca a Cristo en su otra vida interior.

En su influyente libro, Forming Inten-tional Disciples (Formación de Discípulos Intencionales), Sherry Weddell sugiere que este problema puede ser aún más ex-tenso de lo que podríamos imaginarnos. Ella cuenta la historia de una ocasión en la que habló con líderes católicos cate-quéticos en Canadá sobre su obra. Ella

“El ministerio pastoral que

conduce a la misióndebe comenzar con llevar a los católicos a unencuentro con

Cristo en laIglesia. No

podemos ser discípulos

misioneros si no conocemos a Cristo nosotros mismos.”

32 Citado del Oficio de Lecturas para el Memorial de San Juan Eudes (Lib 1, 5: Opera Omnia 6, 107, 113-115).

24

describió a una mujer en el liderazgo que estaba involucrada en muchas actividades en nombre de la Iglesia, pero cuyo ministerio parecía carecer de coherencia o significado. Sospechando un problema espiritual, Weddell le preguntó: “¿Podría usted describirme brevemente su relación vivida con Dios?” Esta líder la dejó atónita al responder: “Yo no tengo una relación con Dios.”33

Aquí en el “cinturón bíblico” de Estados Unidos es menos probable que nos encontremos con personas que dicen que no tienen ninguna relación con Dios. Por otro lado, es muy probable que nos encontremos con muchas personas cuyas ideas de Dios o Cristo no incluyen una apreciación sólida de la Iglesia Católica, su liturgia, Magisterio ni tradiciones. Esto plantea el desafío pastoral preciso para los católicos en el sureste de los Estados Uni-dos. ¿Cómo guiamos a las personas a encontrar a Cristo específicamente dentro de la riqueza, belleza y bondad de la Iglesia Católica?

Un enfoque sería el de disminuir los elementos exclusivamente católi-cos de nuestra tradición y enfatizar sólo aquellas cosas que compartimos con otras comunidades cristianas. Ésta es una solución ilegítima que la Iglesia rechaza. Los padres del Concilio Vaticano II enseñaban: “Nada es

33 Sherry A. Weddell, Forming Intentional Disciples: The Path to Knowing and Following Jesus (Hun-tington, IN: Our Sunday Visitor, 2012), p. 10.

25

tan ajeno al espíritu del ecumenismo como un falso irenismo, en el que la pureza de la doctrina católica sufre pérdida y su significado genuino y cierto se nubla.”34

El Papa Francisco sugiere una mejor manera. Según el papa y el Con-cilio, la verdad doctrinal y moral se ordena en una jerarquía de la cual fluyen todos los demás elementos de la vida católica. El Papa Francisco dice que el ministerio pastoral debe hacer referencia continuamente a las verdades y realidades más centrales de esa jerarquía.35 Eso significa enfatizar sobre todo la vida, la muerte y la resurrección de Cristo (kerig-ma), nuestra comunión con él en los sacramentos, la oración y la amistad cristiana (koinonía), y nuestro servicio a él en misericordia, justicia y amor (diaconía).

KerigmaEl Papa Francisco ha puesto el concepto del kerigma en el centro de su

llamado a la evangelización.36 La palabra kerigma significa “predicación,” “mensaje” o “anuncio.” En el lenguaje de la teología, significa el mensaje de la vida, la muerte y la resurrección de Jesús para bien nuestro. Según el papa, este mensaje no puede dar paso a algo más sólido. “Nada,” escribe, “es más sólido, profundo, seguro, significativo y lleno de sabiduría que esa proclamación inicial.”37

El catequista James Pauley sugiere una aplicación de esta idea. Según Pauley, nosotros debemos concebir nuestro ministerio de educación y evangelismo como oportunidades de planificación para que los feligreses conscientemente tengan un encuentro con Jesús en su vida, muerte y res-urrección. “Cuando una parroquia pone el kerigma como central para su visión,” escribe Pauley, “los feligreses, tarde o temprano, tendrán más con-fianza en ver el catolicismo como una vida de conocer y seguir al Señor Jesús, quien en el Espíritu Santo nos lleva a la comunión con el Padre.”38

34 Concilio Vaticano II, Unitatis Redintegratio, 11. 35 EG 36-37.36 EG, 164: “En la catequesis también, hemos vuelto a descubrir el papel fundamental del primer anuncio o kerigma, que debe ser el centro de toda actividad evangelizadora y de todos los esfuer-zos de renovación de la Iglesia.”37 EG, 165.38 James Pauley, Liturgical Catechesis in the 21st Century: A School of Discipleship (Chicago: Litur-gy Training Publications, 2017), p. 78.

26

Hace años, el famoso liturgista jesuita Joseph Jungmann explicó la im-portancia de este enfoque. Según Jungmann, muchos católicos crecen con-ociendo enseñanzas discretas sobre los sacramentos, Pedro y Pablo, Adán y Eva o la Santísima Virgen María. Lo que a menudo les falta es un sentido unificado de cómo encaja todo, una comprensión del “maravilloso mensaje de la gracia divina.”39

“¿Quién es Jesús? ¿Por qué murió? ¿Por qué resucitó? ¿Qué significa esto para mí? ¿Cómo puedo yo recibir la gracia que él me promete?” Éstas preguntas nunca pueden quedar al margen. En cambio, deben seguir sien-do la piedra de toque para evaluar la calidad del ministerio pastoral, la evangelización y la catequesis.

Es al contestar estas preguntas que la singularidad de la visión católi-ca brilla con la mayor claridad. La respuesta católica a estas preguntas no es la misma que se escucha comúnmente en las iglesias no católicas. La respuesta católica debe enfatizar continuamente los medios sacramentales para encontrar a Cristo, la necesidad de una fe formada en la caridad, la primacía de la vida contemplativa y el llamado universal a la santidad.Koinonía

Nada caracteriza la enseñanza del Papa Francisco más que la palabra acompañamiento. Uno de los mensajes importantes de su pontificado es la idea de que la doctrina, los sacramentos y los ministerios de la Iglesia deben ser vividos en el contexto de las relaciones humanas abiertas y receptivas. “El kerigma,” él escribe, “tiene un contenido social claro: en el corazón del evangelio está la vida en comunidad y el compromiso con los demás.” Nada es más estéril, infructuoso e incluso supersticioso que una preocupación puntillosa por el orden, la estructura y la programación si estas cosas no nos llevan a un compromiso amoroso con Dios y con los demás.40

39 Jungmann, “Theology and Kerygmatic Teaching,” Lumen Vitae 5 (1950): 258; citado en Pauley, 56-57.40 EG, 169: “En una cultura que, paradójicamente, sufre del anonimato y al mismo tiempo está obsesionada con los detalles de las vidas de los demás, desvergonzadamente dedicada a la curiosidad mórbida, la Iglesia debe mirar más de cerca y con simpatía a los demás siempre que sea necesario. En nuestro mundo, los ministros ordenados y otros agentes pastorales pueden hacer presente la fragancia de la cercanía de Cristo y su mirada personal. La Iglesia tendrá que iniciar a todos, sacerdotes, religiosos y laicos, en este ‘arte de acompañamiento’ que nos enseña a quitarnos nuestras sandalias ante el suelo sagrado de su prójimo (cf. Ex 3:5). El ritmo de este acompañamiento debe ser constante y tranquilizador, reflejando nuestra cercanía y nuestra mira-da compasiva que también sana, libera y alienta el crecimiento en la vida cristiana.”

27

El Papa San Juan Pablo II a menudo se expresaba de una manera parecida, haciendo referencia a la idea bíblica de la comunión (koi-nonía). “La conversión,” escribió, “conduce a la comunión fraterna, porque nos permite com-prender que Cristo es la cabeza de la Iglesia, su Cuerpo Místico; insta a la solidaridad, porque nos hace conscientes de que todo lo que haga-mos por los demás, especialmente por los más pobres, lo hacemos por el mismísimo Jesucris-to.”41

El sagrado Magisterio enseña que no puede haber un discipulado misionero sin un testimonio vivido, personal, concebido en la amistad. Esto es algo que uno no puede dar por hecho. Por el simple hecho de que la gente

asista a la Misa junta, no se puede suponer que experimenten consciente-mente su comunión en Cristo. Nuestra comunión se basa en los sacramen-tos, pero aún debe ser cultivada intencionalmente.42 En términos prácticos, esto significa que “la Iglesia tendrá que iniciar a todos – tanto a los sacer-dotes y religiosos como a los laicos – en este ‘arte del acompañamiento’.”43

El Papa Francisco ha enfatizado la importancia del acompañamiento sacerdotal en el confesionario. San Juan Pablo II señaló especialmente al papel del acompañamiento de los laicos. “El pueblo de Dios,” escribe San Juan Pablo II, “a través de una espiritualidad de comunión, conduce a sus hermanos y hermanas a un encuentro con el Jesucristo viviente. La reno-vación de la Iglesia en América no será posible sin la presencia activa de los laicos. Por lo tanto, son en gran parte responsables del futuro de la Iglesia.”44

El Magisterio ha dado instrucciones específicas en cuanto a esta for-mación en el acompañamiento. Primero, el arte del acompañamiento comienza con la presencia silenciosa y contemplativa del Señor para que

“El sagradoMagisterio

enseña que no puede haber

un discipulado misionero sin un testimonio

vivido, personal, concebido en la amistad. ”

41 El Papa San Juan Pablo II, Ecclesia in America, 26.42 “Y se dedicaron a la enseñanza y comunión de los apóstoles, a la partición del pan y a las oraciones” (Hechos 2:42).43 EG, 169.44 El Papa San Juan Pablo II, Ecclesia in America, 44.

28

podamos aprender a estar atentos los unos a los otros. En segundo lugar, la Iglesia debe fomentar las relaciones en una escala que permita una interac-ción humana genuina.

El Papa Francisco ofrece varias sugerencias específicas para cultivar una relación contemplativa con Cris-to. Él identifica la lectio divina como una forma privilegiada de este en-cuentro.45 También recomienda la oración mental, ya que está asociada con la espiritualidad ignaciana.46 En última instancia, sin embargo, él nos anima a emprender cualquier prácti-ca contemplativa que nos lleve a la presencia de Dios.

¡Qué bueno es pararse delante de un crucifijo, o de rodillas ante el Santísimo Sacramento, y simplemente estar en su presencia! ¡Cuánto nos sirve cuando una vez más, él toca nuestras vidas y nos impulsa a compartir su nueva vida! Lo que sucede entonces es que “hablamos de lo que hemos visto y oído” (1 Juan 1:3). El mejor incentivo para compartir el evangelio proviene del contemplarlo con amor, deteniéndose en sus páginas y leyéndolo con el corazón. Si lo abordamos de esta manera, su belleza nos asombrará y nos excitará constantemente. Pero para lograrlo, debemos recuperar un espíritu contemplativo que pueda ayudarnos a darnos cuenta una vez más de que se nos ha confiado un tesoro que nos hace más humanos y nos ayuda a llevar una nueva vida. No hay nada más precioso que podamos dar a los demás.47

No podemos suponer que las personas sentadas en nuestros bancos disfrutan de las relaciones del acompañamiento. Además del tiempo con el Señor, el ministerio pastoral debe esforzarse para permitir y fomen-tar un encuentro entre los individuos. Esto es algo que el Papa San Juan Pablo II y los obispos estadounidenses han enfatizado durante bastante tiempo. El ministerio dentro de la parroquia debe dejar espacio para una relación humana auténtica y recíproca.

45 EG, 152.46 Gaudete et Exsultate, 20.47 EG, 264.

29

Por lo tanto, parece oportuno formar comunidades eclesiales y grupos de un tamaño que permita verdaderas relaciones humanas. Esto permitirá vivir la comunión más intensamente, asegurando que se fomente no sólo “ad intra,” sino también con las comuni-dades parroquiales a las que pertenecen dichos grupos y con toda la Iglesia diocesana y universal.48

DiaconíaLa comunión genuina (koinonía) despierta una preocupación genui-

na por el bienestar de mi prójimo. Con los primeros discípulos, esta real-ización se convirtió en un ministerio eclesial formal, el diaconado. De esta manera, la “‘diaconía’ – el ministerio de la caridad ejercido de manera co-munitaria y ordenada – se convirtió en parte de la estructura fundamental de la Iglesia.”49

El ministerio diaconal no se trata de “una obra de distribución pura-mente mecánica.” Es una obra espiritual de asistencia material. No podem-os bajar la obra de caridad de la Iglesia al nivel de una ONG secular o, peor aún, asimilarlo a la ideología política.50 Tampoco se limita el ministerio de la caridad sólo a los diáconos ordenados, cuyo ministerio es muy apreciado por los sacerdotes, religiosos y laicos de la diócesis. Sin negar se necesitan respuestas institucionales o incluso políticas a los problemas sociales, la Iglesia nos recuerda que el ministerio de la caridad es esencial para la na-turaleza de la Iglesia en todos los niveles: el individuo, la familia, la parro-quia, la diócesis y universalmente.51

El Papa Francisco se ha hecho famoso por su admonición de asistir a las “periferias.” Las periferias pueden referirse a cualquiera persona fuera de la actividad pastoral actual de la Iglesia. El discipulado misionero no se contenta con el ministerio institucional existente, sino que busca activa-mente a los perdidos, heridos, solitarios y pobres en lugares en los que nadie

48 Ecclesia in America, 41.49 El Papa Benedicto XVI, Deus Caritas Est, 21.50 Deus Caritas Est, 25: “La naturaleza más profunda de la Iglesia se expresa en su triple respons-abilidad: de proclamar la palabra de Dios (kerigma-martiria), celebrar los sacramentos (leiturgia), y ejercer el ministerio de la caridad (diaconía). Estos deberes se presuponen mutuamente y son inseparables. Para la Iglesia, la caridad no es un tipo de actividad de bienestar que igual podría dejarse a los demás, sino que es parte de su naturaleza, una expresión indispensable de su propio ser.” 51 El Papa Benedicto XVI, Deus Caritas Est, 20.

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ya haya buscado. Como la mujer de la parábola, el discípulo misionero enci-ende una lámpara, barre la casa y busca cuidadosamente la moneda perdida.

Al evaluar el estado del ministerio pastoral en nuestra diócesis, exam-inémonos a nosotros mismos, a nuestras familias y a nuestras parroquias. ¿Dónde están los pobres entre nosotros? ¿Nuestras familias, parroquias y escuelas? El discipulado misionero auténtico debe cultivar un contacto in-mediato, personal y cariñoso con los pobres.

Finalmente, el llamado al servicio no se puede separar de la realidad de la vocación. Todo cristiano está llamado al amor, a la santidad y a par-ticipar en la misión evangelizadora de la Iglesia. Sin embargo, no todos somos llamados de la misma manera. “Hay diferentes tipos de dones, pero el mismo Espíritu. Hay diferentes tipos de servicio, pero el mismo Señor.” Nuestro alcance a los pobres y nuestra participación en el ministerio de la caridad estarán condicionados por nuestros dones y nuestro estado de vida. El discipulado misionero debe estar atento a cómo Dios llama al in-dividuo para servir. Comenzar nuestro día, todos los días, con la oración del ofrecimiento de la mañana nos posibilita permitir que la oración diaria eleve nuestra conciencia del llamado al servicio cristiano.

Relación con Cristo: evaluación del ministerio pastoral¿Cómo podríamos cerciorarnos de que estamos teniendo éxito en

nuestro ministerio pastoral? ¿Cómo podemos comprobar si estamos llevando a las personas a una relación con Cristo que conduce a la misión? No podemos medir la presencia de la gracia en otra alma, pero la Iglesia sí nos da algunos puntos de referencia específicos para una buena práctica pastoral. Si hacemos bien nuestro trabajo, alimentaremos a los católicos con una fe viva, explícita y fructífera.52

La fe vivaLa fe que buscamos cultivar es una fe viva, nacida de la vida de gracia en

nuestras almas que entra en nuestra vida en el bautismo y continúa crecien-do a medida que recibimos los demás sacramentos, especialmente la Sagra-da Eucaristía. Crece, se desarrolla y pasa por estaciones. Se caracteriza por leer o escuchar con frecuencia la Palabra de Dios, la oración personal y la recepción de los sacramentos. Está activamente involucrada en la comuni-

52 General Directory of Catechesis, 82. USCCB, Our Hearts were burning within us, 45-63.

31

dad y los ministerios de la Iglesia, participa en obras de justicia y misericordia, y cumple con las obligaciones de la familia y la socie-dad. La fe viva busca comprensión, sonda, pregunta y reflexiona críticamente sobre los motivos de la creencia. Es muy consciente del poder del pecado y recurre con frecuen-cia a los sacramentos en un patrón de con-trición, arrepentimiento y renovación.

La fe explícitaLa fe viva no es un sentimiento vago,

sino una aceptación definida de las en-señanzas de Cristo y la Iglesia. Es explícita-mente trinitaria, eclesial y está fundada en la palabra de Dios. Una fe viva está enraiza-da en una relación personal con Jesús como se nos presenta en la Iglesia Católica.

La fe fructíferaFinalmente, una fe viva es fructífera. Vemos en ella los frutos del Es-

píritu, especialmente los frutos de la compasión y la justicia. La fe fructífera es evangelista. Al igual que los apóstoles, decimos: “no podemos dejar de hablar de lo que hemos visto y oído.” (Hechos 4:20) El Papa Francisco ha llegado incluso a decir que “un bautizado que no sienta la necesidad de proclamar el evangelio, de anunciar a Jesús, no es un buen cristiano.” 53

La formación cristiana es un proceso de por vida. No es necesario al-canzar la santidad de los Doce para poder ser útiles al Reino de Dios. Por otro lado, no podemos conformarnos con el status quo. Las escrituras es-tán llenas de exhortaciones para que profundicemos nuestra relación con Dios, para “revestirnos de la mente de Cristo” y alcanzar “toda la medida de la plenitud de Cristo” (Efesios 4:13). El estudio, la oración privada, la liturgia, el compañerismo y el servicio son los medios privilegiados de formación personal.

“El Papa Fran-cisco ha llegado incluso a decir

que ‘un bautizado que no sienta la

necesidad de proclamar el evangelio, de

anunciar a Jesús, no es un buen

cristiano.’”

53 Hannah Brockhaus, “A good Catholic proclaims the Gospel, Pope Francis says,” http://www.ewtnnews.com/catholic-neFrancws/Vatican.php?id=17844

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C risto envió a sus apóstoles por etapas. En Mateo 10, Lucas

9 y Marcos 6, vemos algo así como un ensayo. Él les dijo que proclamaran el Reino de Dios, para sanar a los enfer-mos, resucitar a los muer-tos y expulsar a demonios. Después de la resurrección, Cristo transmitió su comis-ión completa. Sus palabras en el evangelio de San Juan to-davía me asombran: “Como el Padre me envía a mí, así yo los envío a ustedes. Re-

Mateo 28:19-20(véase también Marcos 16:15-16)

“Entonces Jesús les dijo: ‘Vayan, pues, y hagan dis-

cípulos de todas las na-ciones, bautizándolos en

el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo, enseñándoles a cumplir

todo cuanto yo les he man-dado. Y sepan que yo estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo’.”

Parte IIIa: Misión (somos enviados)

Aparición en la montaña en Galilea, hacia 1308 por Duccio di Buoninsegna

33

ciban al Espíritu Santo: a los que perdonen sus pecados, éstos quedarán perdonados” (Juan 20: 21, 23).

¿Cómo podemos vivir este patrón personalmente? ¿Cómo somos llamados, formados y enviados? Lo que Cristo hizo en sus apóstoles, lo rehace a través de la liturgia y los sacramentos, y los hábitos de la vida católica. Lo que sigue son algunas reflexiones sobre cómo aplicar esta verdad a nosotros mismos.

Yo animo a las parroquias a entrar en un tiempo de discernimiento para consid-erar en qué medida adoptan las prioridades del discipulado misionero. Los pastores tal vez deseen considerar la formación de equipos de liderazgo encargados del análisis y la implementación continua de un proceso de reforma misionera.

La Oficina de Escuelas Católicas recientemente comenzó un programa de planificación estratégica, que busca reunir a todos los interesados para evaluar el estado de la educación católica en la diócesis. Insto a los líderes escolares a participar plenamente en este proceso y comprometerse con la voluntad de cambiar. Consideren esto como una oportunidad no sólo para fortalecer los componentes académicos, atléticos y financieros de las escuelas, sino especialmente su testimonio misionero católico. Por favor recuerden: “La escuela católica forma parte de la misión de salvación de la Iglesia,” y esa misión es la de evangelizar.54 Los padres que educan a sus hijos en el hogar generalmente les inculcan un sentido de misión y discernimiento de vocación en sus programas de catequesis. Sus esfuerzos merecen nuestro apoyo y encomio.

Yo les pido a todas las agencias católicas, sin importar que su com-petencia específica sea explícitamente evangelista, que consideren el llamado al testimonio misionero. Incluso si su tarea está alejada de las “misiones de primera línea,” considere cómo pueden ustedes llevar el en-cuentro con Cristo más profundamente para influir en su apostolado ac-tual.

“Lo que Cristo hizo en sus apóstoles, lo rehace a través de la liturgia y los

sacramentos, y los hábitos de la vida católica.”

54 Sacred Congregation for Catholic Education, The Catholic School (1977), 7,9.

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Finalmente, insto a todos los católicos a la conversión personal, la confesión, la oración, el compañerismo y el testimonio. Decidan seguir a Cristo más profundamente. Comprométanse a aprender su fe y a com-partirla. Disciernan su vocación y su carisma. Y, si ven una necesidad, vayan a satisfacerla. ¡Sean audaces! Vayan y hagan discípulos de todas las naciones.

Recordar las prioridadesDesde el Concilio Vaticano II, el Magisterio de la Iglesia ha sido

fructífero al articular planes y prioridades para la renovación evangeliza-dora y misionera de la Iglesia. Además de lo que dijo el Concilio, se debe prestar una atención particular a la exhortación apostólica de 1975 Evan-gelii nuntiandi del Beato (pronto será Santo) Papa Pablo VI. En ella, el Bea-to Pablo VI reenfocó a la Iglesia en su vocación principal:

Evangelizar es, de hecho, la gracia y la vocación propia de la Ig-lesia, su identidad más profunda. Ella existe para evangelizar, es decir, para predicar y enseñar, para ser el canal del don de la gra-cia, para reconciliar a los pecadores con Dios y para perpetuar el sacrificio de Cristo en la Misa, la cual es la conmemoración de su muerte y gloriosa resurrección.55

Otros hitos importantes son la publicación del Directorio Catequético General en 1971; su revisión en 1997, El Directorio General de Catequesis; y la “nueva evangelización” promovida por el Papa San Juan Pablo II y elaborada en documentos tales como Catechesi tradendae (1979), y Re-demptoris missio (1990), y también en su presentación del Catecismo de la Iglesia Católica al mundo (1992, segunda edición, 1997). En la reunión de obispos latinoamericanos de 1983, el Papa San Juan Pablo II señaló que la “nueva evangelización” no era nueva en cuanto a su mensaje de salvación a través de Jesucristo, sino que era nueva en su ardor, métodos y expresiones.

El desarrollo principal desde 1997 ha sido la redefinición de la cate-quesis como un momento clave en el proceso de la evangelización. La evangelización no termina con la proclamación del amor de Dios, sino que debe extenderse a una explicación de la vida de gracia, la moralidad y la coherencia de la fe con la razón.

Ya la evangelización está en marcha a gran escala en nuestra diócesis.

55 El Papa Pablo VI, Evangelii Nuntianidi, 14.

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Agradecemos a nuestra Oficina Diocesana de la Propagación de la Fe por ayudar a los esfuer-zos de evangelización fuera de nuestra dióce-sis, incluidas unas diócesis en los países más pobres del mundo. La colecta anual del “Rice Bowl” por parte del Catholic Relief Services que se lleva a cabo durante la Cuaresma conecta a los católicos de Alabama con las personas necesitadas que luchan por la supervivencia en todas partes del mundo. Los “Catholic Cen-ters of Concern” de nuestra diócesis y otros esfuerzos caritativos realizados diariamente por nuestros coordinadores y voluntarios de Catholic Charities traducen la mente y el cora-zón de Jesucristo a nuestra parte del Reino de Cristo. Las parroquias en nuestra diócesis real-izan obras de compromiso regulares con países como Haití, a los que se aportan experiencia médica anualmente con equipos de médicos y enfermeras que viajan a Latinoamérica. ¡Ya ex-iste un profundo sentido de misión en los cora-zones de muchas personas!

Kerigma y MisiónEl carcelero en los Hechos de los Apóstoles

plantea la pregunta a la que todo el ministerio católico debe responder: “¿Qué debo hacer para ser salvo?”56 Nuestra presentación del kerigma no puede limitarse a los hechos de la vida de Cristo, sino que debe terminar con el llamado a la conversión. La Iglesia “desea servir a este único fin: que cada persona pueda encontrar a Cristo, para que Cristo pueda caminar con cada persona por el sendero de la vida.”57 Esa

56 Acts 16:29.57 Veritatis Splendor, 7.

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llamada a la conversión es un componente de la misión del kerigma.El kerigma tiene lo que podríamos llamar un aspecto objetivo y un

aspecto subjetivo. Objetivamente, incluye el significado de la Encarnación, el Misterio Pascual y la oferta de gracia. Subjetivamente, se trata de cómo podemos recibir y cooperar con esa gracia.

El Papa Pío XI escribió que la gracia de los sacramentos a menudo per-manece como un talento enterrado en un campo. Es infructuoso porque las personas no saben cómo cooperar con la gracia.58 La presentación del kerigma debe incluir instrucciones sobre cómo cooperar con la gracia. (La gracia es la vida y la actividad de Dios – Padre, Hijo, y Espíritu Santo – en el alma, que produce nuestra relación con él.) Esa cooperación requiere fe, contrición, arrepentimiento, participación sacramental y litúrgica, comu-nión eclesial, una vida moral y caritativa y la oración personal.

Aunque la fe es un don de gracia, también es un acto completamente humano que involucra a todo el hombre, el intelecto y la voluntad.59 Nues-tra presentación de la fe debe incluir tanto las razones de la esperanza que está en nosotros como la relevancia de la fe para la vida humana. Esto requiere una presentación que sea sistemática, que enfatice la jer-arquía de las verdades, el carácter histórico de la fe y la coherencia del dogma, la moral, la liturgia y la oración.

La liturgia es “el medio más eficaz para alcanzar la santidad” y un lugar privilegiado para encontrar a Cristo.60 Por esta razón, la liturgia debe recibir un énfasis particular en nuestra presentación del kerigma. Con demasiada frecuencia, escuchamos la queja: “Yo no estaba recibiendo nada de la Misa.” Sin una catequesis litúrgica adecuada, no puede haber una respuesta adec-uada a este desafío.

Si bien la mayoría de los católicos del rito latino se sienten cómodos en el Novus Ordo de la liturgia del Post-Vaticano II, muchos católicos encuen-tran un hogar litúrgico en la forma extraordinaria de la Misa, celebrada en varios lugares de nuestra diócesis. Esas comunidades se han dedicado a un estudio serio de esa forma de liturgia y encuentran en la forma extraordi-naria un mayor sentido de reverencia hacia el Señor eucarístico. También reconocemos la existencia de las Iglesias de rito bizantino de nuestra zona,

58 Casti Connubii, 41. 59 Catecismo de la Iglesia Católica, 154.60 Mediator Dei, 26.

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que celebran liturgias anti-guas, las cuales son catequéti-cas en su propia forma.

La Sagrada Eucaristía y la devoción al Señor de la Eucaristía siguen siendo el centro y la fuente de todo lo que hacemos como discípulos misioneros. La promoción de las celebraciones reverencia-les de la Santa Misa los domingos y los días de semana, y la promoción de la adoración del Santísimo Sacramento de manera regular, e incluso diaria, conducirán inevitablemente a un mayor celo por la evangelización en nues-tras parroquias y diócesis, una experiencia más profunda de entrega sacrifi-cial y corresponsabilidad en el llevar la vida cristiana, y la realización de los objetivos misioneros del kerigma, koinonía y diaconía a los que se les hace referencia en estas páginas. Las parroquias que promueven la adoración del Santísimo Sacramento han visto un crecimiento espiritual entre sus feligre-ses y una mayor generosidad y ardor al compartir la fe católica.

Nuestra presentación de la fe también tiene en cuenta a aquél a quien nos dirigimos.Varía según la edad, el contexto y la receptividad del oyente. El Directorio General identifica varias normas relacionadas con esta varie-dad que debemos considerar.

Sobre todo, una forma importante de catequesis debe ser la catequesis de los adultos.61 En definitiva, los padres son los primeros y mejores cateq-uistas de sus hijos. No podemos servir adecuadamente a los jóvenes si de-scuidamos a los adultos. Por esta razón, debemos considerar la catequesis de adultos como una opción preferencial.62 En 1999, la conferencia de obis-pos católicos de Estados Unidos aprobó un plan para la catequesis de adul-tos que explicaba lo que esa opción preferencial requiere. De acuerdo con el plan de los obispos, la formación de la fe adulta debe recibir prioridad en el espacio físico, la programación, el presupuesto, el personal, la misión y el liderazgo pastoral.63

61 GDC, 59.62 Adult Catechesis in the Cristian Community: Some Principles and Guidelines, 29.63 Our Hearts were Burning within Us, 132.

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Implementar tal objetivo no es fácil. Requiere un verdadero cambio en la planificación y las prioridades y, a menudo, un cambio significativo en la cultura parroquial. A pesar de la dificultad, yo instaría a los pastores a considerar cómo implementar el plan pastoral. Le pido a la Oficina de Ed-ucación Diocesana que ayude a las parroquias interesadas en implementar el plan, conocido como Our Hearts Were Burning Within Us (“nuestros corazones ardían dentro de nosotros”).64

La formación de la fe adulta también debe incluir una capacitación en la evange-lización y el llamado a compartir la fe. Los adultos deben estar equipados con las her-ramientas para compartir el kerigma y para responder a las objeciones comunes con-tra la fe católica. La parroquia del Espíritu Santo en Tuscaloosa ofrece un enfoque que aborda esta necesidad. Se anima a los católi-cos practicantes a tomar un “curso de actu-alización” asistiendo a RICA. En su turno, los asistentes invitan a amigos y vecinos no católicos a unirse a ellos. Más de unos pocos curiosos e interesados han entrado en plena

“La formación de la fe adulta también debe incluir una ca-

pacitación en la evangelización y el llamado a

compartir la fe.”

64 http://www.usccb.org/beliefs-and-teachings/how-we-teach/catechesis/adult-faith-formation/our -hearts.cfm

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comunión con la Iglesia Católica por este medio. En la Catedral de San Pablo, los feligreses han aprendido a compartir su fe utilizando Christlife. St. Theresa’s en Leeds ha tenido la misma experiencia usando Alpha for Catholics.

Otra prioridad es la catequesis de las familias y dentro de las famili-as. Los estudios muestran que la religiosidad familiar es el indicador más fuerte de la participación continuada en la fe en los jóvenes. Se alienta a las parroquias y las oficinas diocesanas a considerar formas de apoyar a los padres en el “sublime oficio de ser padre o madre.”65 Alentamos a las parro-quias a considerar el programa de catequesis Family of Faith (Sophia Press) actualmente en uso en la parroquia Anunciación del Señor en Decatur, que provee catequesis centradas en la familia.

El Directorio General también nos exige considerar las diversas etapas de la evangelización, desde la primera proclamación hasta la iniciación y la formación permanente. Una programación pastoral apropiada para una etapa puede no ser apropiada para otra etapa. Por ejemplo, muchas perso-nas que preguntan acerca de la fe pueden no estar inmediatamente listas para la catequesis de adultos ni para RICA. Todavía están en la etapa de la “primera proclamación.” La programación parroquial debería crear “pun-tos de entrada poco profundos” donde las personas puedan aprender sobre la fe católica en un entorno no amenazante y sin el prolongado comprom-iso de RICA.66

Una de las parroquias de nuestra diócesis ha descubierto una mane-ra de enfrentar varios de estos desafíos simultáneamente. En la parroquia Holy Spirit en Huntsville, los miembros del equipo del ministerio hispano ofrecen catequesis familiar al mismo tiempo que la catequesis para niños. De una manera no amenazante, se invita a los padres a tomar café, comer

65 Gaudium et Spes, 48.66 En su carta pastoral Unleash the Gospel (Dé rienda suelta al Evangelio), el Arzobispo Vigneron de Detroit hace varias sugerencias específicas para esta situación. Él escribe: “Muchos de los que evangelizamos no estarán listos inmediatamente para la catequesis de adultos ni para el programa RICA. Llevar a una persona que no está accediendo directamente a esos programas es como empujar a una persona que no sabe nadar en el lado profundo de una piscina. Una parte importante de darles la bienvenida a los recién evangelizados es, por lo tanto, asegurar que cada parroquia, en la medida de lo posible, tenga un ‘un lado no profundo’: un medio de entrada para mojarse los pies en el camino de la fe. Esto puede incluir programas de proclamación inicial del evangelio, tales como Alpha; también puede incluir eventos sociales donde las personas puedan conocer a otras personas en un entorno relajado y sin amenazas antes de comprometerse con la fe.”

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donuts en un entorno amistoso mientras sus hijos aprenden. Los miem-bros del equipo se enfocan primero en el testimonio cristiano, en encontrar a Cristo en el kerigma, y en una catequesis más extensa una vez los partic-ipantes sean más receptivos. Para esta formación, los líderes catequéticos han utilizado Ábreme: Escuela de Evangelización.

El ministerio para los jóvenes y los muy jóvenes se puede realizar de una manera que respete la libertad interior del joven y su capacidad genu-ina para relacionarse con Dios. Dos innovadores programas de catequesis que adoptan este enfoque son Catechesis of the Good Shepherd (“catequesis del buen pastor”) y Come Follow Me (“ven y sígueme”). Catechesis of the Good Shepherd, el cual se usa actualmente en la parroquia Our Lady of Sorrows, la Catedral de San Pablo y en otras parroquias de nuestra dióce-sis, crea un espacio llamado “atrium” en el que las escrituras se comparten e ilustran de maneras hermosas y tranquilas, sino apropiadas para la edad. Inspira la contemplación y la oración en los más jóvenes.

Come Follow Me, inicialmente desarrollado por miembros del instituto Notre Dame de Vie, se centra en inculcar el deseo de la oración y los sacra-mentos. El contenido doctrinal de la fe se integra con la oración, la quietud y el diálogo sobre la Palabra de Dios. La escritura es fundamental para este método. La iglesia de San Marcos en el condado Shelby usa un enfoque parecido para la preparación sacramental. Los líderes catequéticos están muy atentos a los ritos de la liturgia en sí, en lugar de la simple instrucción

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en el aula. Se anima a los estudiantes a ver la liturgia como un lugar de en-cuentro con el Cristo viviente.

Los líderes en el ministerio juvenil reconocen la importancia central del acompañamiento, el aprendizaje y la tutoría. El programa Y-Disciple, desarrollado por el Augustine Institute, ayuda a los jóvenes a identificar mentores adultos en la fe. El personal del ministerio juvenil puede trabajar más como facilitadores, conectando a los jóvenes con aquéllos dispuestos a orientarlos en la fe. La parroquia Our Lady of the Shoals en Tuscumbia es una de las varias parroquias que hacen un buen uso de este programa.

La edad joven adulta es un momento críti-co para desarrollar y mantener una fe de por vida. Los jóvenes no sólo necesitan amistad y acompañamiento, sino que deben poseer su fe y descubrir maneras de vivirla en el mundo moderno. La parroquia Our Lady of Sorrows es una iglesia que satisface las necesidades de los adultos jóvenes. El estudio bíblico de jóvenes profesionales invita a aquéllos en sus años veinte y treinta a participar en sesiones de es-tudio, compañerismo y servicio. Los participantes leen y discuten autores católicos y consideran cómo aplicar su fe generosamente día a día. El Young Adult Book Club de St. John’s en Madison adopta un enfoque parecido. El ministerio de Theology on Tap en Birmingham llega a todas las parroquias para servir a los jóvenes adultos en el norte de Alabama, en fe y amistad.

Las escuelas católicas son una consideración especial. De acuerdo con las enseñanzas de la Iglesia, las escuelas católicas ejercen un ministerio de catequesis único. Hacen más que enseñar materias básicas con un poco de religión añadida. En cambio, las escuelas católicas deben buscar una integración sistemática de la fe católica en todo el plan de estudios. Su tar-ea es la de ayudar a los estudiantes a cerrar la brecha entre su fe y su cul-tura. Nuestras numerosas escuelas católicas realizan esta tarea de varias formas, cada una de manera apropiada para su público. Sin embargo, todas las escuelas pueden beneficiarse de la colaboración, el diálogo y una visión misionera compartida. La Oficina de Escuelas Católicas ha alentado a to-dos los líderes educativos a considerar los Estándares del plan de estudios católico, de la Newman Society, los cuales promueven la aplicación de las enseñanzas de la Iglesia sobre la pedagogía católica.

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Koinonía y MisiónNuestro ministerio busca fomentar una comunión vivida con Dios y

con los demás. Podemos identificar varias normas que deben considerarse en este proceso.

La oración, sostenida por la gracia, es la base de nuestra confraterni-dad. La Iglesia es más que un club social o una ONG. Ella es una familia en comunión con su Padre celestial. El lenguaje de esta confraternidad es la oración. El Papa Francisco dice:

Sin momentos prolongados de adoración, de encuentro con la Palabra en oración, de conversación sincera con el Señor, nuestra obra fácilmente pierde su sentido; perdemos energía como resul-tado del cansancio y las dificultades, y nuestro fervor se desvanece. La Iglesia necesita urgentemente el aliento profundo de la oración, y para mi gran alegría, los grupos dedicados a la oración y la in-tercesión, la lectura orante de la Palabra de Dios y la adoración perpetua de la Eucaristía están creciendo en todos los niveles de la vida eclesial.67

Hay muchas maneras en que podemos cultivar una cultura de oración en la Iglesia. Primero, debemos promover la práctica de la lectio divina. De hecho, el Directorio General dice que “la catequesis debe ser una auténti-ca introducción a la lectio divina, la lectura de la Sagrada Escritura hecha de acuerdo con el Espíri-tu que mora en la Iglesia.”68 Se-gundo, todos los papas nos han alentado a hacer de la adoración eucarística una devoción privile-giada en la Iglesia.69 Tercero, “Los

67 EG, 262.68 General Directory of Catechesis, 127.69 Véase especialmente la carta encíclica del Papa San Juan Pablo II, Ecclesia de Eucharistia. Véase también la página 25 - comentarios sobre la adoración eucarística.

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pastores de almas deben procurar que las horas principales, especialmente las Vísperas, se celebren en común en la Iglesia los domingos y en las fies-tas más solemnes. Y los laicos, también, son animados a recitar el Oficio Divino, ya sea con los sacerdotes, o entre sí, o incluso individualmente.”70 Finalmente, debemos instruir a los fieles en el camino de la oración. La vida contemplativa no puede ser una opción entre muchas. Es la vocación de cada alma cristiana.

Una koinonía auténtica requiere una atención crítica a la cultura par-roquial. Requiere una programación específicamente diseñada alrededor del encuentro entre sí, una cultura de saludo y amistad. La parroquia St. Francis of Assisi en Tuscaloosa tiene un ministerio ordenado según esta cultura. Hay saludadores designados quienes ayudan a las personas a sen-tirse bienvenidas cuando entran a la iglesia los domingos para la Misa. Sonríen y les ofrecen la mano y palabras cariñosas a los que llegan. Este ministerio se lleva a cabo con reverencia por Dios y respeto hacia las otras personas que asisten a la liturgia.

La creación de una auténtica koinonía debe permitir las relaciones hu-manas en una escala que haga posible la intimidad real. Esto podría impli-car el cultivo de un ministerio de grupos pequeños como una prioridad es-encial. Muy a menudo, aquéllos que dejan la Iglesia lo hacen porque fueron atraídos a las relaciones de grupos pequeños en otra comunidad cristiana. Las parroquias podrían considerar mantener un registro de nuevos miem-bros y visitantes para que estos reciban un alcance pastoral especial por parte de los equipos de visitadores. La oficina diocesana de Discipulado y Misión ha ofrecido ayuda para implementar varios programas para el ministerio católico de grupos pequeños.

Una auténtica koinonía también requiere la colaboración en el minis-terio y la voluntad de desafiar el “modelo de negocios” actual del ministe-rio católico. Una organización que está en la vanguardia de este esfuerzo es Amazing Parish. Ellos creen que el compromiso con una organización sa-ludable puede servir para el discipulado y la evangelización si dependemos de Dios en la oración y en los sacramentos. En nuestra propia diócesis, los líderes pastorales de la parroquia Our Lady of the Valley en Fort Payne y de las parroquias Prince of Peace y St. Peter en Hoover, además de un equipo de la cancillería diocesana, han participado en los talleres de Amazing Parish.

70 Sacrosanctum Concilium, 100.

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La koinonía también implica construir relaciones comunitarias fuera de la Iglesia Católica. Jesús oró en su discurso final a sus apóstoles que “to-dos sean uno como tú, Padre, estás en mí y yo en ti...” (Juan 17:21). Los pa-dres del Concilio Vaticano II presentaron dos documentos promoviendo el diálogo ecuménico e interreligioso (Unitatis redintegratio y Nostra aetate). Mientras que afirma que la plenitud de la koinonía subsiste en la Iglesia Católica, la Iglesia reconoce elementos importantes que existen fuera de la Iglesia. Un sacerdote de la Diócesis de Birmingham actualmente está completando estudios doctrinales en Roma, Italia para ayudar a nuestros esfuerzos diocesanos en las relaciones comunitarias ecuménicas e interre-ligiosas (koinonía).

El Papa Benedicto XVI, al hablar sobre la relación del catolicismo con el islam, dijo una vez: “Debemos tratar de vivir la grandeza de nuestra fe y encarnarla de una manera vital, mientras, por otro lado, tratamos de com-prender la herencia de los demás. Lo importante es descubrir qué tenemos en común y, siempre que sea posible, realizar un servicio común en este mundo.”71

Diaconía y MisiónEl desarrollar una diaconía auténtica re-

quiere un compromiso regular con la misión social de la Iglesia. Varias de nuestras parro-quias lo han hecho al participar con las Her-manas Guadalupanas en su misión en Eutaw, Alabama. Me gustaría que cada parroquia incluya alguna forma de misión de servicio en la formación de sus jóvenes. Para alentar esto, he encargado a la Oficina de Educación Religiosa a que ayude a promover el servicio como parte integral de la preparación para la confirmación.

La diaconía también requiere el dis-cernimiento de carismas y vocaciónes. No-sotros podemos ayudar a crear una cultura

71 El Papa Benedicto XVI, Light of the World: A Conversation with Peter Seewald, (San Francisco: Ignatius Press, 2010), p. 100.

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de servicio en la Iglesia alentando a los católicos a discernir sus carismas y ponerlos en práctica para el bien común. Un carisma es un don espir-itual que Dios da para la edificación del Cuerpo de Cristo. Algunos son maestros; algunos son sanadores; algunos edifican, otros lideran. “Hay dif-erentes tipos de dones, pero el mismo Espíritu. Hay diferentes tipos de servicio, pero el mismo Señor.”72

No todos somos llamados a la misión de los Apóstoles, pero estamos llamados a dar testimonio de lo que Cristo ha hecho y a “dejar que nuestra luz brille ante los hombres.” Cuando Cristo sanó al geraseno demoníaco, el hombre suplicó por acompañar a Cristo como uno de sus discípulos íntimos. Sin embargo, ésta no era su vocación. En cambio, Jesús dijo: “Vete a casa con tu pueblo y cuéntales cuánto ha hecho el Señor por ti, y cómo ha tenido misericordia de ti” (Marcos 5:19). No todos están llama-dos a ser apóstoles, pero todos están llamados a algún servicio. Cuando recibimos el sacramento de la confirmación, se nos otorga el poder, de manera especial, de dar testimonio de Cristo. ¡Cada uno de nosotros es enviado! ¡Disciernan sus dones y vocación, luego pónganlos a trabajar para el bien común! “Hay variedades de servicio,” dice Pablo, pero “a cada uno se le da la manifestación del Espíritu para el bien común” (1 Corintios 12:5,7).

La comunidad católica necesita proporcionar más oportunidades para la misión, especialmente para nuestros jóvenes, para que puedan extend-erse a la comunidad con valentía en apoyo de la evangelización y las mis-iones sociales y evangélicas de la Iglesia.

Los mormones requieren que todos los hombres dediquen dos años completos de servicio a sus misiones y que las mujeres dediquen uno.

Los Testigos de Jehová envían a su pueblo de puerta en puerta para dar testimonio de su fe.

En la Iglesia Católica, la Legión de María fomenta la divulgación en su misión de servicio, incluida la evangelización puerta a puerta.

Todas las parroquias, apostolados y ministerios de la Iglesia en la Diócesis de Birmingham están invitados a reflexionar sobre el compo-nente de la misión de sus organizaciones. Como católicos, ¿estamos cum-pliendo la invitación del Papa Francisco al discipulado misionero en todo lo que somos y hacemos como Iglesia?

72 1 Corinthians 12:5.

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Hay algunos escollos o barreras al discipulado misionero que son características particulares del ministerio católico.

Quizás la mayor barrera para el discipulado misionero es la fuerza del hábito arraigado. Los católicos que han crecido en una cul-tura católica no pueden concebir la revisión del ministerio en diferentes

Parte IVa: Identificar las trampas

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líneas. Tal vez nunca nos detenemos para contemplar cómo nuestras prácticas pastorales les parecen a los recién llegados. Por ejemplo, yo sé de una pareja convertida que fue a inscribir a un niño para la educación religiosa en la parroquia. Fueron rechazados por falta de espacio, ya que se habían registrado tarde. El esposo dijo incrédulo: “¡Si ésta hubiera sido nuestra iglesia anterior, habrían engrasado al niño para lograr embutir-lo!”

En su libro, Divine Renovation, el P. James Mallon da un ejemplo de este tipo de enfoque pastoral. Cuando comenzó su ministerio sacer-dotal en Halifax, Nueva Escocia, el Padre Mallon quería implementar un programa parroquial que enseñara a la gente sobre la relación con Cristo. Para hacerlo, tuvo que pedirles a unos parroquianos, que tenían un juego de cartas, que movieran su reunión a otra noche. Sorprendidos, le dijeron: “Nosotros no necesitamos saber acerca de Jesús. ¡Necesita-mos cartas!” Felizmente, el Padre Mallon no tenía miedo de hacer olas.73 Eventualmente, fue capaz de provocar una transformación misionera de su parroquia.

Hay tantos ejemplos del buen ministerio en nuestra diócesis, pero ¿cómo hacemos correr la voz? Muchas personas en la periferia de la vida parroquial nunca se enteran de las oportunidades para involucrarse más. Puede que no sea suficiente simplemente enumerar las oportunidades en el boletín. Tenemos que pensar intencionalmente sobre el desarrollo de una cultura de compromiso, de liderazgo emprendedor, creativo y de iniciativa laica.

Los “silos ministeriales” pueden crear una forma de embotellamien-to. En una granja, los diferentes granos se almacenan en silos aislados y auto-contenidos. Nosotros podemos hacer lo mismo en la Iglesia cuan-do diferentes departamentos y programas operan dentro de su propio dominio y nunca se extienden a, ni se interesan por, ni invitan a otros ministerios. Corremos el riesgo de parar el flujo de oportunidades para el ministerio aislándonos de otros obreros pastorales.74

Otra barrera para la evangelización y el testimonio misionero se pro-duce cuando un pequeño grupo de personas controla toda la actividad

73 Fr. James Mallon, Divine Renovation: Bringing your parish from maintenance to mission. (New London, CT: Twenty-third Publications, 2014), 9-12.74 EG, 102.

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pastoral en la Iglesia y se niega a permitir que otros participen. Los em-botellamientos del ministerio pueden asumir muchas formas. En un lu-gar, un párroco puede delegar las decisiones o actividades del ministerio a unos pocos elegidos que se convierten en “guardianes de la entrada.” Yo he visto situaciones en las que almas evangelizadoras altamente cal-ificadas son rechazadas sin más motivo que la celosa “protección de lo propio” por parte de una “élite pastoral.”

Cuando los pastores se comportan de esta forma, esto puede indicar una forma de clericalismo. El Papa Francisco advierte que el clericalismo puede ahogar la iniciativa de los laicos y dejarlos sin estar completamente conscientes de su responsabilidad evangelista. Importante aquí es una cuidadosa definición de los distintos roles del clero y los laicos a fin de lograr una armonía mutua en el ministerio.

El Papa Francisco también advierte que no debemos guerrear entre nosotros. Los católicos son particularmente propensos a este peligro ya que la eclesiología católica puede acomodar una variedad de opiniones e ideologías teológicas. No nos dividimos en nuevas denominaciones cada vez que tenemos un desacuerdo. En cambio, debemos aprender a vivir el uno con el otro. La clave es dejar a un lado nuestras ideologías y nuestras opiniones teológicas privadas cuando nos involucramos en el ministerio público.

El obispo Robert Barron es famoso por haber articulado la crítica del “catolicismo beige.” Éste se trata de un catolicismo demasiado cultural-mente receptivo, que acepta la camisa de fuerza ideológica o filosófica que la cultura dominante colocaría sobre el ejercicio del ministerio pas-toral. El catolicismo beige nunca es un catolicismo misionero. El evan-gelio es contracultural porque siempre nos llama a trascender la cultura. En lugar del catolicismo beige, debemos proponer lo verdadero, lo bueno y lo hermoso en la tradición católica y mostrar cómo la Iglesia puede transformar la cultura.

En cierto sentido, cada una de estas trampas potenciales nos pone en riesgo de la superstición. Cuando lo principal no es lo principal, cada vez que exaltamos el periférico sobre lo esencial, corremos el riesgo de entrar en la superstición. Podemos ser inducidos por el orgullo, la pereza o la ig-norancia que nacen de la posesión ideológica. Debemos arrepentirnos de nuestras supersticiones y de nuestros pecados. Para ello, sólo se necesita una cosa: escuchar la Palabra de Dios y vivir de acuerdo con ella.

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Llamados, Formados y Enviados: El patrón del discipulado misionero

El corazón del discipulado misionero es una experiencia vivida de Cristo. Es Jesús quien nos forma para ser testigos vivos. Cuando pensamos en la renovación misionera de nuestra diócesis, primero

debemos recurrir al ejemplo del Maestro. Jesús no indujo a sus discípulos a una burocracia. Primero, los llamó a la amistad. Él convivió con ellos, los amaba, los desafiaba y los cuestionaba. Su objetivo era el de recrear en ellos su patrón de vida. Poco a poco, los formó en una comunidad, les

Parte Va: Conclusión

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enseñó a orar y les proporcionó nuevos ritos y un nuevo sacrificio. Final-mente, los envió a los cuatro rincones del mundo, para hacer discípulos de todas las naciones, enseñándoles todo lo que él mandó, y bautizando en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.

Invito a todas las parroquias, familias, institutos y centros de apos-tolado católico a que acepten el llamado a la conversión misionera. Con-vencido de que el corazón del discipulado misionero es la devoción a nuestro Señor Eucarístico, he convocado un Congreso Eucarístico que se celebrará del 28 al 29 de junio de 2019 en la ocasión del 50° aniversario de la diócesis.

Mi oración es que el próximo año pueda ser un tiempo de prepa-ración, discernimiento y reforma que culmine en una celebración pública de nuestra fe común y nuestra diócesis. Insto a las parroquias, agencias, institutos, familias, congregaciones e individuos a considerar este mo-mento como una oportunidad de gracia y para participar plenamente.

Pido a los sacerdotes, religiosos, diáconos y miembros de mi propia curia a un nuevo encuentro con Jesús. Comprométanse con las disciplinas espirituales, con el Señor, con la Santa Misa y la adoración eucarística, y con la Palabra de Dios. Consideren cómo pueden encarnar, vivir y expre-sar más profundamente el kerigma, la koinonía y diaconía en sus propias vidas y ministerios.

El Papa Francisco nos ha desafiado a examinar críticamente nuestras maneras de llevar a cabo el ministerio, a resaltar lo que es útil y a recor-tar lo que no lo es. Sobre todo, debemos unirnos a Cristo en la profun-dización de nuestra propia conversión personal. Por favor, únanse a mí en este discernimiento, renovación y conversión que se desarrolla en nuestra diócesis en este Año de San José. Oremos por una renovación misionera de la Diócesis de Birmingham, poniendo nuestros esfuerzos de discipula-do misionero en nuestra diócesis en torno a algunas de las observaciones y sugerencias ofrecidas anteriormente.

Ayuden a su párroco y a su obispo a promover un mayor sentido de vocación, formación y misión en nuestra diócesis en preparación para nuestro Congreso Eucarístico del 28 al 29 de junio de 2019. ¡Que nuestra Santísima Madre y San José sean nuestros modelos y nuestros guías a medida que nos veamos como Llamados, Formados y Enviados en una misión especial como discípulos de Jesucristo!

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Oración en preparación para el 50° Aniversario

de la Diócesis de Birmingham

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Dios Padre, que nos has llamado por medio

de los sacramentos del bautismo y la confirmación

a ser fieles discípulos tuyos, y nos continúas llamando para

estar unidos a Ti y a nuestros hermanos por medio

de tu Hijo Jesucristo, que nos encuentra

en la Sagrada Eucaristía, síguenos guiando por medio

de tu Espíritu Santo, para que nuestras palabras

y nuestras acciones testimonien tu presencia y construya

nuestra unidad. En comunión con San José

y con nuestra madre la Virgen María,

bajo la advocación de Fátima,

elevamos esta oración por la intercesión de tu Hijo

Jesucristo, nuestro Señor y Salvador,

por los siglos de los siglos.

Amén.

1969 2019