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Venezuela Visión o Caos: De la Trampa de la Frustración a la Era de la Calidad

Date post: 24-Sep-2015
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¿POR QUÉ ESTE LIBRO?Este libro nace de constatar que la crisis actual de Venezuela se debe a que el país perdió el rumbo orientador que lo había guiado hasta los años setenta. Venezuela anda hoy sin un camino claro, y por lo tanto es necesario, vital, encontrar uno nuevo. Llegó irremediablemente a su fin la visión de país que llevó durante el último medio siglo a gentes como Betancourt, Caldera, Gallegos, Pérez Alfonzo, Picón-Salas, Villalba y muchos otros a liderizar la implantación, en Venezuela y por Venezuela, de las aspiraciones modernizadoras de varias generaciones. Mientras Venezuela se perdía en sus fallidos intentos por definir su futuro, el mundo entero cambió radicalmente. Durante más de dos décadas, el país no ha encontrado aún su nueva verdad: hoy no hay visión.Un país sin visión es conducido por el azar, por fantasmas del pasado o por ideologías alienantes que distorsionan la realidad. Un país sin visión no percibe la naturaleza de su presente ni la verdadera magnitud de sus desafíos, y en consecuencia admite cualquier insinuación al colapso como sociedad, a la apatía o a un fatalismo paralizante. Sin visión, una sociedad no encuentra las maneras de llegar a su máximo potencial de bienestar y desarrollo. Un país sin visión cae rápidamente en la mediocridad de la desesperanza. Venezuela por lo tanto tiene dos alternativas frente al siglo XXI: o crea una nueva visión y se decide a llevarla a la práctica o estará condenada al caos.Otra constatación que me impulsó a escribir estas reflexiones fue la de reconocer que la situación actual de Venezuela se caracteriza como una profunda crisis moral: un arraigado sentimiento popular de que se pasa por una grave, inexplicable y desagradable dislocación histórica de la sociedad como un todo, según lo propone para otros países el profesor Charles Meier de Harvard. Venezuela sabe en su fuero interno que no puede seguir así, sin rumbo, pero no sabe cómo encontrar el nuevo camino para salir de la crisis. La profunda desilusión que existe por los partidos políticos de todas las tendencias refleja más bien una carencia más profunda de liderazgo y de orientación que una crisis pasajera del sistema político. Venezuela hoy en día no parece creer en nada ni en nadie, y se ha impuesto en la ciudadanía un escepticismo general sobre las doctrinas políticas, económicas y sociales, cualquiera sea su signo. Sin orientación, el país no parece vivir positivamente su presente, sino sufrirlo. Muchas veces de manera justificada, culpa a los partidos y a sus representantes, a la élite económica y al gobierno en todos sus niveles, de los males. sin embargo, olvida a veces que una buena parte de los problemas son debidos a las conductas de los dirigidos, no de los dirigentes. Las nociones egoístas y cínicas de "sálvese quién pueda" y "que otros arreen" se han colado en los intersticios de la conciencia colectiva del país. En esta situación, es previsible que la crisis continuará y, peor aun, que podrá agravarse en el futuro mientras no se generen los esenciales acuerdos básicos sobre qué quiere Venezuela y sobre cómo construirlo. Para salir de la crisis todos saben que algo profundo y nuevo debe ocurrir en el país, no se sabe exactamente qué. Todos saben que algo no identificado, y que probablemente tomará largo tiempo y un inmenso esfuerzo de la sociedad, deberá detener el proceso de descomposición del pasado y abrir paso a la emergencia de un nuevo porvenir. Pero pocos pueden dar luces sobre cómo, cuándo y en qué circunstancias ocurrirá ese algo.Poder identificar las soluciones requiere entonces de un diagnóstico claro. El país ha sufrido un deterioro marcado de su calidad. La calidad de la vida de los venezolanos ha caído indiscutiblemente, pero más grave aún ha sido el deterioro de la calidad de su porvenir. Por eso sugiero en este libro construir una visión de país orientada a la mejora de la calidad en todos los terrenos de la vida pública y privada de Venezuela.Sobre estas base
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Venezuela Venezuela Visión o Caos De la trampa de la frustración a la era de la calidad Roberto Smith Perera 1995 file:///C|/Documents%20and%20Settings/Roberto%20S...era/My%20Documents/Obras/VISION/VC%20completo.htm (1 of 252)24/01/2006 03:32:39 a.m.
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  • Venezuela

    VenezuelaVisin o Caos

    De la trampa de la frustracin a la era de la calidad

    Roberto Smith Perera1995

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  • Venezuela

    Copyright 1995 Roberto Smith Perera

    Derechos Reservados

    Editorial Planeta de Venezuela, S.A

    ISBN: __________________

    Primera edicin. Noviembre de 1995

    A Marina, con mi amor infinito

    A Mara Elisa y Mara Corina

    A mis padres Ada y Roberto

    "El pueblo lucha por la libertad o por el pan y puede obrar prodigios siempre y cuando crea en la victoria.

    Es ms fcil perseverar en algo ya dado que tomar para s la fatiga y el esfuerzo de la transformacin...

    Pero en ocasiones triunfa el mundo de las posibilidades.Reflexiona, por lo tanto, en esto:

    Quieres t mostrarnos los mundos posibles o los mundos honorables?

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    Prefieres las perspectivas de la victoria o slo las perspectivas de lo que se ha vencido con honor?

    Leszek Kolakowski

    Pueblo lleno de excelentes cualidades primarias para la siembra de las ms claras virtudes cvicas, el de Venezuela slo ha reclamado una

    generosa direccin.

    Mario Briceo-Iragorry

    Yo dara toda la riqueza del mundo, y dara toda la gloria de los hroes por una visin verdadera.

    Henry David Thoreau

    CONTENIDO

    POR QU ESTE LIBRO?...................................................................................... 9

    I. LA TRAMPA DE LA FRUSTRACIN.............................................................. 19A. Slo el gobierno salva?............................................................................ 22B. El fin de la era de las ilusiones................................................................. 25C. Todos contra el gobierno............................................................................ 29D. La paradjica herencia de la bonanza..................................................... 31E. La ilusin de la vuelta atrs....................................................................... 34

    II. SIN VISIN NO HAY FUTURO......................................................................... 43

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    A. Desarrollo = dominio del cambio.............................................................. 47B. La tcnica, la estrategia y la gerencia del cambio.................................. 50C. Falsos arranques......................................................................................... 53D. Falta de visin y crisis venezolana........................................................... 58E. Opciones verdaderas y sueos populistas............................................. 61

    III. UNA ENTRE LAS 185 NACIONES DEL MUNDO....................................... 65A. Cmo ser el siglo XXI?........................................................................... 68B. El mundo del futuro..................................................................................... 72C. Venezuela ante las tendencias................................................................. 76D. Qu puede llevar a Venezuela al fracaso?.......................................... 81E. Conclusin: Somos o no somos especiales?...................................... 90

    IV. ALIGERANDO EL PESADO APARATO PARA GOBERNAR.................. 95A. En bsqueda de la simplicidad: estructura hipercompleja.................. 96B. Del Estado "todero" al Estado eficaz........................................................ 99C. Los procedimientos improcedentes....................................................... 102D. De la gerencia por crisis a la gerencia de la calidad........................... 105E. La cantidad mata la calidad..................................................................... 106F. Un gobierno que atienda a la gente....................................................... 107G. Fines de la organizacin: Qu es eso?............................................... 109H. La calidad como base para crear un gobierno til............................... 110

    V. EL ATROPELLADO CAMINO A LA ECONOMA DE MERCADO.......... 117A. El paquete iconoclasta............................................................................. 119B. El legtimo origen del paquete: la debacle que no ocurri................. 122C. Los cambios estructurales: la privatizacin.......................................... 128D. Mitos y realidades de la nueva economa............................................. 136E. Moralejas edificantes de la reforma econmica.................................. 143

    VI. LO QUE FALTA HOY ES LA VISIN.......................................................... 147A. Ms all de la macroeconoma............................................................... 148B. Vestigios del "mejor pas de Amrica Latina"....................................... 152C. Ideologa, visin y estrategia.................................................................... 155D. El experimento del Gran Viraje............................................................... 159

    VII. OPCIN " V ": EL PAS DE LA CALIDAD................................................ 165A. La calidad como visin............................................................................. 166B. La anttesis de la mediocridad................................................................. 169C. El reto de la calidad en Venezuela......................................................... 172D. Un nuevo proyecto venezolano.............................................................. 175E. Qu implica un porvenir de calidad para Venezuela?..................... 176

    VIII. PRODUCIR MS PARA VIVIR MEJOR.................................................... 181A. El pas debe andar al ritmo global.......................................................... 183B. Ganar la guerra a la inflacin.................................................................. 187C. Ms y mejor privatizacin para fortalecer al pas................................. 192D. El ahorro es la cuestin capital............................................................... 199

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    IX. UN PAS QUE COMPITE Y GANA............................................................... 205A. Oportunidades en nuevos y viejos espacios competitivos................ 207B. Lo mejor que puede ofrecer Venezuela al mundo.............................. 211C. Exportar y algo ms................................................................................... 213D. La apertura y las empresas venezolanas.............................................. 217F. Venezuela: centro estratgico regional de las Amricas................... 220

    X. HABITANTES O CIUDADANOS?.............................................................. 231A. Dos Venezuelas........................................................................................ 232B. El capital que todos tenemos.................................................................. 236C. Una nueva sntesis social venezolana?............................................. 237D. Guerra contra la pobreza, no contra los pobres................................... 239E. Venezolanos productivos y creativos..................................................... 244

    XI. AQU Y AHORA: LOS RETOS INDIVIDUALES........................................ 257A. Redes de voluntades para el cambio..................................................... 258B. La democracia del siglo XXI.................................................................... 260C. La visin, el valor y la voluntad............................................................... 261

    REFERENCIAS BIBLIOGRFICAS.................................................................. 265

    AGRADECIMIENTOS

    Muchos amigos y colaboradores han realizado contribuciones de fondo que en lo posible son reconocidas en el texto. Sin embargo varios hicieron aportes especiales. Carlos Leaez

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    Aristimuo, Luis Castro Leiva, Mara Gloria Domnguez, Moiss Ramrez Furiati y Enrique Tejera Pars me dieron apoyo moral y tiles sugerencias para poder terminar un trabajo que tuvo un carcter "preliminar" por un largo tiempo.

    Agustn Urreiztieta merece una consideracin aparte. Como asistente de investigacin y edicin, este brillante joven venezolano hizo un gran esfuerzo para darle mayor fluidez y claridad a los borradores, as como ofreci varias sugerencias de fondo. Dedic, con la ayuda de Catherine De Coninck, un largo tiempo para mejorar la expresin del libro. Mi esposa Marina hizo el importantsimo "control de calidad" de un libro cuya misin misma es promover la calidad. Me ayud a a darle cuerpo a muchas de las ideas centrales de los captulos, y edit el borrador final. Adems ella y nuestras hijas Mara Elisa y Mara Corina (y despus Maria Sofa) me dieron el amor, la paciencia y la tranquilidad que necesit durante dos aos para terminar el trabajo, y me acompaaron en las largas noches y fines de semanas que rob de su tiempo. A las tres mi amor infinito.

    POR QU ESTE LIBRO?

    Este libro nace de constatar que la crisis actual de Venezuela se debe a que el pas perdi el rumbo orientador que lo haba guiado hasta los aos setenta. Venezuela anda hoy sin un camino claro, y por lo tanto es necesario, vital, encontrar uno nuevo. Lleg irremediablemente a su fin la visin de pas que llev durante el ltimo medio siglo a gentes como Betancourt, Caldera, Gallegos, Prez Alfonzo, Picn-Salas, Villalba y muchos otros a liderizar la implantacin, en Venezuela y por Venezuela, de las aspiraciones modernizadoras de varias generaciones. Mientras Venezuela se perda en sus fallidos intentos por definir su futuro, el mundo entero cambi radicalmente. Durante ms de dos dcadas, el pas no ha encontrado an su nueva verdad: hoy no hay visin.

    Un pas sin visin es conducido por el azar, por fantasmas del pasado o por ideologas alienantes que distorsionan la realidad. Un pas sin visin no percibe la naturaleza de su presente ni la verdadera magnitud de sus desafos, y en consecuencia admite cualquier insinuacin al colapso como sociedad, a la apata o a un fatalismo paralizante. Sin visin, una sociedad no encuentra las maneras de llegar a su mximo potencial de bienestar y desarrollo. Un pas sin visin cae

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    rpidamente en la mediocridad de la desesperanza. Venezuela por lo tanto tiene dos alternativas frente al siglo XXI: o crea una nueva visin y se decide a llevarla a la prctica o estar condenada al caos.

    Otra constatacin que me impuls a escribir estas reflexiones fue la de reconocer que la situacin actual de Venezuela se caracteriza como una profunda crisis moral: un arraigado sentimiento popular de que se pasa por una grave, inexplicable y desagradable dislocacin histrica de la sociedad como un todo, segn lo propone para otros pases el profesor Charles Meier de Harvard. Venezuela sabe en su fuero interno que no puede seguir as, sin rumbo, pero no sabe cmo encontrar el nuevo camino para salir de la crisis. La profunda desilusin que existe por los partidos polticos de todas las tendencias refleja ms bien una carencia ms profunda de liderazgo y de orientacin que una crisis pasajera del sistema poltico. Venezuela hoy en da no parece creer en nada ni en nadie, y se ha impuesto en la ciudadana un escepticismo general sobre las doctrinas polticas, econmicas y sociales, cualquiera sea su signo. Sin orientacin, el pas no parece vivir positivamente su presente, sino sufrirlo. Muchas veces de manera justificada, culpa a los partidos y a sus representantes, a la lite econmica y al gobierno en todos sus niveles, de los males. sin embargo, olvida a veces que una buena parte de los problemas son debidos a las conductas de los dirigidos, no de los dirigentes. Las nociones egostas y cnicas de "slvese quin pueda" y "que otros arreen" se han colado en los intersticios de la conciencia colectiva del pas.

    En esta situacin, es previsible que la crisis continuar y, peor aun, que podr agravarse en el futuro mientras no se generen los esenciales acuerdos bsicos sobre qu quiere Venezuela y sobre cmo construirlo. Para salir de la crisis todos saben que algo profundo y nuevo debe ocurrir en el pas, no se sabe exactamente qu. Todos saben que algo no identificado, y que probablemente tomar largo tiempo y un inmenso esfuerzo de la sociedad, deber detener el proceso de descomposicin del pasado y abrir paso a la emergencia de un nuevo porvenir. Pero pocos pueden dar luces sobre cmo, cundo y en qu circunstancias ocurrir ese algo.

    Poder identificar las soluciones requiere entonces de un diagnstico claro. El pas ha sufrido un deterioro marcado de su calidad. La calidad de la vida de los venezolanos ha cado indiscutiblemente, pero ms grave an ha sido el deterioro de la calidad de su porvenir. Por eso sugiero en este libro construir una visin de pas orientada a la mejora de la calidad en todos los terrenos de la vida pblica y privada de Venezuela.

    Sobre estas bases me propuse escribir estas exploraciones sobre los retos del pas al adentrarse en el prximo siglo. Construir una nueva visin de pas, edificante, audaz y ampliamente compartida por mis compatriotas, ha sido mi mayor anhelo. Esta tarea supera naturalmente las limitaciones de un autor, pero queda aqu mi modesta contribucin personal. Al lector dejo el veredicto de discernir si aqu se cristaliza con inteligencia y profundidad esa aspiracin.

    El 2 de Febrero de 1989 me encontraba en un avin hacia Caracas luego de dejar una posicin como consultor gerencial en el exterior, y aceptar una oferta de trabajo en el gobierno. A pesar de que comprenda bien los retos que enfrentara colaborando con la nueva administracin, que comenzaba ese mismo da, para corregir algunos de los problemas ms acuciantes de la economa nacional, no pensaba entonces sobre la magnitud de los cambios que habran de ocurrir durante los prximos aos hasta el da de hoy.

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    Transcurridos varios aos, en los que los venezolanos redescubrimos abruptamente la pobreza material y moral de nuestra sociedad, y en los que se desencadenaron la ira y el desencanto colectivo contra las nuevas realidades y amenazas que surgieron en el panorama nacional, me propuse presentar ideas edificantes, esperanzadoras, que contribuyeran a reflexionar positivamente sobre el futuro. Para otros dejo las diatribas y las acusaciones, parte del estril debate que ha imperado, quizs como excusa para ocultar tras un velo de agresividad y arrogancia las carencias intelectuales y morales de sus principales protagonistas.

    He querido escribir para el lector no especializado, aprovechando los bloques constructivos de mi experiencia en la sociedad civil y en el gobierno, en la academia y en el mundo corporativo, compartiendo con el pueblo llano y con la lite, en muchos lugares de mi pas y del mundo. Por lo tanto, este no es un libro para expertos. Trata de integrar lo econmico con lo social y lo poltico en una reflexin muy personal y por lo tanto deslastrada del rigor tcnico de un estudio especializado.

    La transicin a una sociedad ms compleja y avanzada implica que lo "micro" sustituye a lo "macro", lo especfico a lo general, y lo individual a lo colectivo. En este marco, buscar en los dogmas las soluciones "ltimas" a los problemas es un esfuerzo por lo menos incompleto. Es necesario reconocer que Venezuela ha entrado en una etapa ms complicada del juego del desarrollo. Existe en el dogma neoliberal la solucin a los graves problemas de la educacin, la pobreza, o la descentralizacin administrativa? Hay una manera especficamente socialdemcrata de resolver el problema de la salud o la construccin de infraestructura? Puede la doctrina socialcristiana dictar las pautas para un proceso de privatizacin beneficioso para el pas? Puede el pensamiento socialista decir algo especfico sobre los problemas de la estabilidad cambiaria o los subsidios a la gasolina? Los ya viejos y grandes retos del pas son de otro signo, ms complejos, que requieren soluciones comprehensivas, pero arraigadas en la especificidad de lo prctico.

    Eso no implica que la va sea el pragmatismo o la tecnocracia que ponen lo parcial por encima de lo global. Lo importante es buscar las soluciones que pondrn a Venezuela en marcha durante las prximas dcadas. Acostumbrados a resolver problemas (o creer resolverlos) en corto tiempo, son pocos los dirigentes que hoy piensan en las prximas dcadas. Ese es un grave error. Enfocar el problema de Venezuela con una visin de largo plazo permitira plantear las preguntas ms importantes de Venezuela: si en cincuenta aos se pudo desarrollar una industria en el pas, manejar con cierto xito el petrleo y el hierro, crear urbes de millones de habitantes, alfabetizar al pueblo y lograr aumentos impresionantes en el ingreso de los venezolanos, cunto debemos lograr en los prximos cincuenta aos? Esas son las preguntas fundamentales.

    El verdadero realismo que hace falta en Venezuela debe partir de una combinacin de disciplina e imaginacin. Adems, hoy el concepto de "largo plazo" es muy distinto al "largo plazo" de antes. Con la globalizacin del capital, la revolucin de la informacin y las comunicaciones, que hacen que los cambios ocurran en meses y no en dcadas, y el surgimiento de pases extremadamente exitosos en todos los continentes no tendra sentido proponerse desde hoy que en cincuenta aos Venezuela consiga incorporarse al grupo de los pases que ms rpido avanzan en el camino del desarrollo? Soar no cuesta nada, y los beneficios de soar pueden ser inmensos. No soar, por otro lado, es una apuesta segura al fracaso.

    Mi reflexin no ha surgido exclusivamente de un ejercicio intelectual, sino de mi firme

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  • Venezuela

    compromiso con el pas, que me ha servido de gua durante mis experiencias como "tecncrata" (en CORDIPLAN, entre 1989 y 1990), gerente pblico (en el Ministerio de Transporte y Comunicaciones, entre 1990 y 1992) y diplomtico (en Bruselas, de 1992 a 1995). Busco inspirar, ms que convencer o imponer. Que el lector haga una revisin crtica de los ltimos aos de Venezuela y encuentre que en vez de quedarse paralizado ante la frustracin, es necesario esforzarse por presentar contribuciones verdaderas y creativas para sembrar el germen de una nueva visin de pas, con el objetivo central de construir un pas de calidad. Que una reflexin sobre las prximas dcadas lo lleve a proponer ideas edificantes que empujen un cambio positivo hacia el porvenir. Que construir un modelo de desarrollo para la Venezuela del siglo XXI debe hacerse sobre la base de pensar en el bienestar de nuestros hijos y nietos, no en el inmediatismo de las prximas semanas. Que una nueva forma de comunicarse entre los venezolanos sea la de pensar juntos, asertivamente, sin complejos, con los pies en la tierra, sobre el futuro que se debe construir. Si esos elementos simples son comprendidos y compartidos por el lector, y lo llevan a hacer algo, habr bastado el esfuerzo.

    Organizacin del libro

    Mi argumento central puede resumirse as:

    Venezuela espera, inmersa en una profunda crisis econmica, poltica y moral, la llegada del siglo XXI. Pero el verdadero problema es la falta de una visin de futuro, sin la cual el pas se arriesga al caos. El nuevo escenario nacional y mundial hace impostergable que Venezuela defina su nueva visin para enfrentar los retos del siglo XXI.En consecuencia propongo para Venezuela una nueva visin, centrada en la mejora sostenida de la calidad como gua bsica de accin individual y colectiva. La aspiracin de mejorar la calidad de la vida de los ciudadanos ser un resultado natural de que los venezolanos asuman el reto de hacer las cosas con mejor calidad: aprender, producir, servir, consumir, concertar y decidir. Venezuela por lo tanto necesita llevar la visin de la calidad a la economa, a su insercin en el mundo, al desarrollo social, al gobierno y al individuo.

    El libro comienza con la descripcin de lo que considero es la peor situacin en la que hemos cado los venezolanos; la trampa de la frustracin, que expresa una profunda crisis moral de la sociedad venezolana actual.

    Sin visin no hay futuro, o al menos no hay un futuro constructivo y creador. El captulo II busca adentrarse en esta idea fundamental para mostrar que el reto prioritario del pas, especialmente para quienes aspiran a liderizarlo en el siglo XXI, est en construir una nueva visin de Venezuela: una descripcin de lo que queremos lograr y ser como pas, no en dos o cinco aos,

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    sino en treinta o cincuenta aos. Sin esa nueva visin, acompaada de los elementos necesarios para reunificar al pas alrededor de ella y de las medidas concretas para ponerla en prctica, mi hiptesis es que Venezuela continuar por mucho tiempo gastando sus energas en resolver los problemas insolubles de ayer y perder, en un momento crucial, el carril hacia su modernizacin acelerada.

    Sin embargo, preparar una visin hacia el futuro de Venezuela requiere incorporar el elemento externo y entender claramente al pas en el escenario mundial. Comprender las cambiantes circunstancias internacionales que le crean restricciones y oportunidades a Venezuela para su propio desarrollo, es el tema del captulo III. Un sano ejercicio de "mirarnos desde afuera", sirve de contexto para identificar las ventajas y desventajas, las oportunidades y los riesgos de Venezuela en el mundo del futuro. Presento reflexiones basadas en un anlisis comparativo del pas en el escenario mundial, tema del proyecto La Ventaja Venezolana, el cual tuve la oportunidad de coordinar para el Consejo Nacional de Promocin de Inversiones durante 1992.Otro elemento importante a considerar es el tema del Estado y el gobierno venezolanos. El captulo IV recoge mis reflexiones sobre la pesada maquinaria del gobierno venezolano actual. Resalta las verdaderas limitaciones del aparato administrativo para estar a tono con los cambios necesarios en el pas, que van ms all de luchar contra la corrupcin y reducir la excesiva burocracia, y apuntan a una reestructuracin radical del sector pblico venezolano.

    El captulo V se concentra en la poltica econmica venezolana de los ltimos aos. Es importante entender que la poltica econmica que se inici desde 1989 no ha sido sino el prlogo de un cambio ms profundo que debe ocurrir en Venezuela hacia la creacin de una verdadera economa de mercado. Un camino que ha sido muy atropellado, pero que no tiene verdaderas alternativas.

    Con esos elementos en la mano: un diagnstico de la crisis, una perspectiva de Venezuela vista desde el exterior, y desde el interior, el captulo VI ofrece una propuesta de visin para Venezuela. El centro de la visin est en el aumento de la calidad en el esfuerzo de todos, como base para aumentar la calidad de la vida. El captulo VII desarrolla la visin para presentar los rasgos bsicos de la Venezuela que propongo.

    Este es un libro sobre el tema del futuro de Venezuela pero no quiere ser "futurista". Ms bien invita a la accin aqu y ahora. Los tres captulos siguientes desarrollan aspectos que en mi opinin son cruciales para poder llevar la visin a la prctica y crear desde ya una Venezuela exitosa. Estos son la orientacin de la economa hacia el crecimiento (captulo VIII), la insercin competitiva de Venezuela en el mundo (captulo IX) y la formacin del capital humano de los venezolanos (captulo X).Prepararse hoy para el prximo siglo requiere muchas cosas, todas importantes: una visin de pas, un plan de accin, recursos econmicos, habilidades polticas, organizaciones eficaces. Pero sobre todo requiere algo esencial: rehacer el liderazgo de Venezuela. La generacin que dominar el pas en la primera mitad del siglo XXI, no slo en la poltica, sino tambin en la gerencia privada, en la ciencia y la cultura, est hoy en edad escolar o apenas comenzado su experiencia profesional. Por eso creo que el principal desafo en esta preparacin para el prximo siglo venezolano est en hacer que esos nuevos lderes posean la habilidad para resolver problemas mucho ms difciles y la conciencia para manejar con criterio tico y prctico

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  • Venezuela

    situaciones mucho ms complejas que las que se han conocido hasta hoy, basadas en una visin compartida de nuestras ms ambiciosas y realistas aspiraciones para Venezuela.

    El verdadero reto para un pas como el nuestro no est en llegar a salvo al siglo XXI, sino en iniciar el cambio de manera exitosa y mantener el ritmo de la mejora comparativa durante los prximos cincuenta aos. Esta es una motivacin fundamental que quiero transmitir en este libro con la mirada puesta en el porvenir de Venezuela.

    Lo primero que necesita Venezuela para enfrentar el futuro es una visin compartida, que conduzca a la accin de todos. Adems de la visin, se necesita la voluntad colectiva y el valor agregado por los ciudadanos para llevarla adelante. El fundamento del cambio social que propongo est en el rescate de los elementos de virtud que han hecho grande a las gentes de este pas, cuando lo han sido: el coraje, el desinters, la solidaridad, la creatividad y la alegra. Adems, percibo que una gramtica de la frustracin ha penetrado en la conciencia del venezolano, manifestndose a diario con palabras como crisis, fracaso, desintegracin, ineficacia, derrota, o desorden. An palabras como compaero, partido o empresa, que tuvieron hace tres dcadas un significado positivo que invitaba al compromiso con la sociedad y a la accin creadora, hoy en da reflejan lo peor. En la cnica psicologa popular actual, compaero significa un aliado para las corruptelas partidistas; partido es un grupo de gente alrededor del nico objetivo de ganar el poder, posiblemente para robar; y empresa no es sino una organizacin encargada de especular y explotar al consumidor.

    Frente a la gramtica de la desesperanza es necesario imponer una renovada nocin de esfuerzo, xito y compromiso, la certeza de que los venezolanos estamos llamados a ms y tenemos con qu.

    Por lo tanto creo que deberamos rescatar aquellos lenguajes liberadores de principios del siglo XIX, o de los aos del renacer democrtico de 1958-1963, que hoy suenan elevados pero inasibles, y donde la palabra victoria fue la clave para conducir al pas por una senda fantstica de logros, que debemos emular en los nuevos y difciles contextos. Esta es mi verdad, la cual aspiro que se convierta en una verdad compartida por mis compatriotas.

    La nica opcin que veo para el pas comienza entonces por "V": la visin, la voluntad, el valor, la virtud, la victoria, y la verdad para mi amada Venezuela.

    Roberto Smith PereraRhde-Saint-Gense, Blgica

    Agosto de 1995

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  • Venezuela

    I. LA TRAMPA DE LA FRUSTRACIN

    "En general los hombres, a menos que sean empleados del Estado, o sea, que roben junto con el Gobierno, son grandes enemigos del mismo. Pobre

    pas! Nuevamente est por sufrir una revolucin"

    Pal Rosti, Memorias de un viaje por Amrica, seccin correspondiente a Venezuela, 1861.

    Venezuela est presa en la trampa de la frustracin. Confundida, se pregunta cmo lleg a la crisis poltica, econmica y social actual. Radicalmente desencantada con su presente, no ve el camino para escapar de una situacin que afecta gravemente el bienestar y la estabilidad de la sociedad venezolana entera.

    Da a da surgen en la reflexin de los venezolanos las preguntas sin respuesta sobre el pas, su pasado y su porvenir: Cmo lleg Venezuela -- aquel que fue sin duda el mejor pas de Amrica Latina hace dos o tres dcadas -- al final del siglo XX enfrentando una crisis de tal magnitud y profundidad? Quinen han sido los responsables de haber conducido al pas de las inmensas oportunidades, a los callejones sin salida que hoy le cierran el porvenir a los ciudadanos y a las instituciones? Cmo se perdieron y se pierden tantas oportunidades para progresar, tantos recursos naturales a la disposicin del desarrollo econmico, tanto entusiasmo de una poblacin dispuesta a trabajar por su bienestar? Qu es necesario hacer para resolver los graves problemas de pobreza, inflacin, inseguridad personal, malos servicios pblicos, falta de educacin, desempleo y atraso econmico, que se han acumulado gravemente en el panorama nacional y le impiden ver el futuro con optimismo? Quin tomar la responsabilidad de conducir a los venezolanos fuera de la crisis, de llevarlos a una escapatoria de la peligrosa trampa de la

    frustracin?[1]

    Sorprendido por la rapidez atropellada con la que han ocurrido los eventos econmicos y polticos de los ltimos aos, principalmente a partir de 1989, el venezolano busca sin mucha suerte, y quizs sin mucha esperanza, respuestas alentadoras y visiones convincentes que lo alejen de la frustracin. La reaccin lgica ante la crisis es una ira enfocada principalmente hacia la clase poltica y la lite econmica, que se ha ido desatando como un fuego incipiente pero potencialmente destructivo en muchos sectores del pas. Otra reaccin, igualmente daina, es la nostalgia por un pasado irrepetible, que puede llevar a la parlisis moral de la sociedad. Esta

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    inaccin es pareja a la apata, que slo deja el espacio abierto para el xito de los oportunistas del momento.

    En un escenario de rpido empobrecimiento, desempleo y creciente encarecimiento de la vida, la nostalgia de muchos comienza justificadamente por lo material. Conocedor de lo que signific el continuo avance que caracteriz a Venezuela por varias dcadas hasta los aos ochenta, el venezolano de hoy suea con la vuelta a una sensacin de progreso a la que tuvo acceso en un pasado no muy lejano, que podra circunscribirse al perodo desde los aos cuarenta hasta los setenta. Desde 1945 a 1980, el ingreso promedio del venezolano se triplic, pasando de 1.000 a

    3.100 dlares por ao, y lleg a ser el ms alto de Amrica Latina.[2]

    Para 1995, el ingreso por habitante ha cado a 2.500 dlares por ao, menos que a mediados de los aos sesenta.

    Por eso algunos suean con el bienestar econmico de los pomposos y aparentemente felices aos setenta, que recuerdan con nostalgia como la poca dorada de la "Gran Venezuela", cuando el ingreso por habitante lleg a ms de 5.300 dlares anuales, el ms alto nivel de riqueza que jams tuvieron los venezolanos.

    El venezolano acaso anhela la seguridad y la tranquilidad personal de la apacible Venezuela rural que existi hace ya varias dcadas, como alternativa a la violencia y la inseguridad incontrolables de las grandes ciudades de hoy, donde se alberga precariamente ms del noventa por ciento de la poblacin, y donde reinan la inseguridad, los malos servicios, la zozobra moral y el desgobierno.

    El venezolano quisiera sentir de nuevo esa sensacin gratificante de vivir en aquella Venezuela - "pas de esperanza" - que ofreca oportunidades variadas de ascenso social y econmico, y permitan darle vitalidad al igualitarismo que ha estado arraigado por ms de siglo y medio en la cultura del pas. Quisiera volver a vivir en un pas que tuvo el vigor para reducir la mortalidad infantil de 71 por 1.000 en 1951 a 36 por 1.000 en 1988, que pudo aumentar la tasa de alfabetizacin de 51% en 1950 a 86% en 1981 y que aument la esperanza de vida de slo 42

    aos en 1941 a 66 aos en 1981.[3]

    Quisiera participar de la construccin de una nacin que le permiti al trabajador llevar su salario mensual real, medido en bolvares de 1984, de 2.700 bolvares en 1950 a casi 5.000 bolvares en 1980.

    [4] Ms all de las innumerables frustraciones de

    hoy, el venezolano quiere rescatar la percepcin ntima y el sentimiento generalmente compartido de ser ciudadano de un pas de condiciones sociales, culturales y econmicas notablemente superiores a las de los "pobres pases" vecinos.

    Las aspiraciones del venezolano de hoy van mucho ms all de la expectativa de progreso material, que ha desaparecido sbitamente desde hace varios aos. Reflejan una prdida de esperanza y de los valores morales de la sociedad. La honestidad personal, la sencillez an de los ciudadanos ms ricos, la decencia compartida por todos y la humildad ante el esplendor del mundo externo, han dado paso a la corrupcin de muchos compatriotas, a la grotesca chocancia del nuevoriquismo de los pocos privilegiados, y a la imposicin de un estilo renegado y clasista en el debate poltico.

    Las expectativas de muchos conciudadanos expresan asmismo un anhelo por revivir una cierta tica republicana y venezolanista que formaba parte de la vida social antes de los aos setenta,

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    an bajo las oprobiosas dictaduras. Esa sensacin surge con mayor firmeza en los venezolanos de ms edad, aquellos que hoy pasan de los cincuenta, quienes vivieron los aos intensos y edificantes de la consolidacin de la moderna democracia venezolana y experimentaron la sensacin vital de participar en la construccin de un nuevo pas, sobre las bases del progreso, la libertad y el respeto a los ciudadanos.

    Ante la pobreza intelectual y la fragilidad moral de la actividad poltica de hoy, el venezolano deseara volver a sentir la estabilidad que ofreca un sistema poltico basado firmemente en el arraigo popular de partidos y de lderes. Anhela volver a tener como dirigentes a un Betancourt, un Villalba, un Gallegos, un Medina. Quisiera poder dar su confianza a las instituciones bsicas de la democracia, como los partidos polticos, los sindicatos, los tribunales de justicia, el congreso y el gobierno. Pero percibe una clara diferencia entre la baja calidad y el deterioro de esas instituciones hoy, en comparacin con lo que fueron hace ms de dos dcadas: instituciones crecientemente capaces de responder a los problemas que aparecan en el seno de la sociedad.

    El venezolano quisiera recuperar la confianza que tuvo en los dirigentes, no slo polticos sino tambin empresariales, intelectuales y obreros en los aos sesenta, claramente superiores a muchos de los actuales burcratas o expertos en manipulacin poltica de hoy. Por encima de todo eso, el venezolano quisiera reconquistar uno de los valores fundamentales de la moral nacional en el inicio de la democracia: la honradez de quien maneja las cosas pblicas.Enfrentado a la profunda y obstinada crisis del presente, despojado de la estabilidad econmica, de la expectativa de ascenso social, de la normalidad poltica y de la sana moral de la Venezuela que las anteriores generaciones experimentaron -- de manera aparente o real --, el venezolano de hoy se pregunta cmo hacer para retornar al bienestar compartido, a la paz social, a la sensacin reconfortante de progreso y alcance de modernidad a la cual tuvo acceso, aunque fuera de manera distante y limitada, en un pasado histrico no muy lejano.Por eso suenan evocadoras y lejanas las palabras de Mariano Picn-Salas al evaluar la obra del gobierno de Betancourt treinta aos atrs. Ellas recogan el sentimiento edificante de pertenecer a una sociedad en avance:

    "...no se ha frustrado la esperanza democrtica. Haber cambiado una poltica de caudillos por una poltica de partidos, de grandes masas y de sindicatos representados en la vida nacional. Haber llevado al pueblo toda la proteccin del Estado ha sido su mayor desvelo de gobernante. La reforma agraria, los doce mil kilmetros de carreteras asfaltadas que conducen de Paria hasta el Tchira, la Siderrgica de Guayana, la imponente industrializacin del pas y la poltica educativa en los ms variados niveles, indican que se ha administrado bien. "Venezuela despega ya como un avin veloz hacia el desarrollo", deca hace pocos das al terminar un ciclo de conferencias, el eminente profesor Rostov."

    [5]

    Para muchos venezolanos, sobre todo para los ms jvenes, que no vivieron los aos de las dictaduras ni fueron partcipes en la lucha por la implantacin democrtica de los aos cuarenta a

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    los sesenta, el origen de la crisis actual no est relacionada con ellos mismos, ni con sus familias, ni con su trabajo. Tampoco se percibe que la crisis se origin en el "sistema" - aquella metfora de hace veinte aos segn la cual todo lo malo de la sociedad se deba a las contradicciones de un sistema social condenado a la decadencia y destinado a ser derrocado por una quimera llamada "la revolucin", que jams lleg.Observando los signos externos de la crisis, en la prensa, las conversaciones familiares, los discursos polticos y las campaas electorales, pareciera que el origen y el fin de la crisis estn en un solo lugar: "el gobierno". Segn muchos venezolanos estamos desde hace varios aos pasando por una crisis de gobierno.

    Esta parece una respuesta apropiada para caracterizar algunos de los problemas ms importantes de la sociedad venezolana y para identificar errores e imperfecciones que tuvieron su origen en malas administraciones del gobierno. Pero lo esencial de esta explicacin de la crisis es que est fundamentalmente desligada de cualquier compromiso individual; es una perspectiva impersonal comparable a la de un observador externo que no tiene parte ni responsabilidad en el problema y, por lo tanto, tampoco en su solucin. Parece adecuada para explicar de manera emprica las causas de muchos problemas, pero a la hora de enfrentar los retos del presente y de edificar un futuro mejor, esta respuesta es bsicamente errnea. Como veremos a lo largo del libro, querer encontrar hoy en el gobierno todas las soluciones a los problemas esenciales de Venezuela sera

    una muestra de ingenuidad o de cinismo.[6]

    A. Slo el gobierno salva?

    Frente a la profundidad, gravedad y diversidad de los problemas actuales de la sociedad venezolana, los aos que sucedieron a la dictadura de Gmez hasta los aos setenta emergen, al menos parcialmente, como una poca de aspiraciones cumplidas. Durante esos aos, el gobierno ofreca y efectivamente reparta porciones ms o menos equitativas del bienestar colectivo a casi todos los grupos de la sociedad.

    Gracias a polticas de asistencia social definidas por el gobierno, el trabajador reciba salarios y condiciones laborales progresivamente mejores, bien en organizaciones pblicas o en empresas apoyadas por el gobierno. Gracias a intervenciones directas o indirectas del gobierno en la industria y el comercio, el empresario nacional reciba proteccin contra la competencia externa e interna, subsidios a la produccin, exoneraciones de impuestos y financiamiento pblico a bajo costo. Gracias a la nmina crecientemente abultada de la administracin pblica, que pas de 65.000 empleados en 1945 a ms de 1.200.000 en los aos noventa cualquiera poda

    legtimamente aspirar a recibir un "puestico" en una institucin del gobierno.[7]

    Igual ocurri con los subsidios a la vivienda y todos sus servicios bsicos, hasta viajes a Miami o a las islas caribeas pagados con dlares subsidiados por el gobierno. Gracias a una poltica agropecuaria diseada y financiada desde las oficinas del gobierno, el agricultor reciba crditos fciles de instituciones financieras pblicas, proteccin de precio, garanta de compra y, para cerrar el ciclo, condonacin de las ingentes deudas.

    El gobierno fue el sector que ms creci en Venezuela desde los aos cuarenta. La actividad

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  • Venezuela

    econmica del estado venezolano creci ms de veinte veces desde 1940 hasta 1989. En definitiva, muchos reciban del gobierno la esperanza de formar parte de una creciente y estable clase media, que progresivamente engord en el pas.

    Pero esta reparto material no slo tocaba a los agentes econmicos. Gracias a los planes educativos pblicos, el joven venezolano reciba escuela, liceo y universidad de forma gratuita, pagados por el gobierno, sin contraparte alguna. El intelectual y el artista reciban becas y financiamiento del gobierno para proyectos cientficos, culturales o de otra ndole. Por ltimo y a pesar de siempre haber sido el menos privilegiado de la larga cadena de beneficiarios del gobierno venezolano, el pobre tambin reciba peridicas y diversas "ayuditas" para montar el humilde rancho "con servicios" en la gran ciudad, o para acceder a las escuelas y a la mnima asistencia sanitaria de los modestos hospitales y ambulatorios gratuitos, tambin mantenidos por el gobierno.

    El riesgo pblico y privado de vivir, crecer, alimentarse, educarse y progresar en la sociedad venezolana lo asuma progresivamente una sola institucin social: el gobierno.

    En ese contexto, la distribucin de bienestar fue ms all de lo simplemente material y lleg a lo poltico y moral. El gobierno econmicamente dadivoso fue tambin un gobierno polticamente influyente y poderoso ante la sociedad nacional y ante el mundo. Los venezolanos se acostumbraron por dcadas a percibir del gobierno claros mensajes de liderazgo a travs de soluciones pragmticas y consensuales de los conflictos polticos o sociales que eventualmente aparecan en el panorama local. Si los trabajadores exigan un poco ms de salarios, all estaba el gobierno para sellar los acuerdos y pagar la cuenta. Si los empresarios queran proteccin para sus empresas, all estaba el gobierno para garantizarla. Si un pueblo quera su carretera asfaltada o su estadio municipal o su ambulatorio, el gobierno acuda pronto a cumplir su cometido de dar, dar, dar.

    A partir de la revolucin democrtica de los aos cuarenta, desde el gobierno, o alrededor de instituciones asociadas a l, tales como los partidos polticos, nacieron los mecanismos modernos de participacin social y econmica en Venezuela. As tuvieron su origen y se desarrollaron, principalmente como intermediarios de la sociedad ante el omnipresente gobierno, los sindicatos de trabajadores, las asociaciones de profesionales, las organizaciones de vecinos y otros entes "no gubernamentales" de participacin social y poltica. Posteriormente las organizaciones laborales, empresariales, culturales y vecinales del pas giraran en torno al gobierno, buscando raciones mayores de los privilegios y beneficios que se repartan, o tratando de recibir menores porciones

    de los costos que emanaban de las decisiones pblicas.[8]

    En lo que concierne a la imagen proyectada en el exterior, el gobierno venezolano fue puntal que daba relevancia y protagonismo internacional al pas. El gobierno y los gobernantes hacan aparecer de vez en cuando a Venezuela como entusiasta lder de distantes naciones, como agresiva defensora de los derechos de los pueblos menos privilegiados por la historia, como honroso contendiente en el debate con los pases o las corporaciones ms poderosas del planeta, o tal vez como ambiciosa potencia regional. Fuimos lderes en el debate Norte-Sur, defendimos el Nuevo Orden Econmico Internacional, atacamos al Fondo Monetario Internacional y al "imperialismo yanqui", fijamos posicin y dimos rumbo a Amrica Latina, participamos activamente en la pacificacin de los pueblos centroamericanos y jams perdimos un orgulloso

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  • Venezuela

    sitial como dirigentes internacionales del mundo del petrleo. Se habl en un momento durante los aos setenta del temor subregional al "imperialismo" venezolano.

    Para los extranjeros que vivieron o que pasaron por el pas, la Venezuela de la posguerra fue un paraso tropical de inmensas oportunidades, con un sano y vigoroso porvenir, en el cual se respiraba un afirmativo entusiasmo nacional por el progreso, la produccin, el comercio y la cultura. Un pas donde se respiraba una aceptacin optimista de las ventajas y los retos de la modernidad y un rechazo generalizado a las principales taras del Viejo Mundo y de este siglo: el racismo, el fascismo o el comunismo. La cada de la dictadura de Gmez y la aparicin de los modernos conceptos de democracia, participacin y civismo vinieron aparejados con una optimista nocin de modernidad y progreso en todos los sectores, quizs como una impaciente respuesta de la sociedad al retraso histrico de 35 aos con que Venezuela ingres al siglo XX.

    Pocos en Venezuela pueden decir no haberse beneficiado, aunque fuera de forma mnima, de las medidas y polticas muchas veces unilaterales del gobierno. El gobierno en Venezuela se convirti durante las ltimas tres o cuatro dcadas en una fuente casi mgica de riqueza, en un orculo que encontraba todas las soluciones, en un santuario donde pudieron convivir casi todos los credos, en una continua y ruidosa feria de distribucin de visiones, promesas y privilegios.

    Esa Venezuela sin riesgo es la que nostlgicamente anhelan rescatar algunos. Es una Venezuela caracterizada por ddivas y privilegios generalizados, por un empleo seguro y una vida barata, basada principalmente en la reparticin de la renta petrolera por parte del gobierno. Pero lamentablemente qued en el pasado esa Venezuela que poco a poco haba alcanzado un alto nivel de calidad en mucho de los parmetros que conforman una sociedad. Por causas materiales muy sencillas pero muy poderosas y por otras razones ms profundas del devenir histrico del pas que analizaremos luego, qued en el pasado la Venezuela que exhibi una progresiva alta calidad en muchos de los elementos conformadores de la sociedad.

    Contrario a las expectativas ms preciadas de muchos venezolanos, durante los ltimos aos se acab la creciente y relativamente fcil renta petrolera que le dio sustento al gobierno venezolano y, con ella, termin la era de las ilusiones en la historia de Venezuela.

    B. El fin de la era de las ilusiones

    Desde hace algunos aos el destino de la nacin ha sido infalible y en cierta forma, predecible. Venezuela ya no es el rico paraso saudita enclavado al norte de la desolada Amrica del sur. La carencia material y moral ha resurgido de las entraas de la sociedad, mientras que alrededor surge la esperanza. De hecho lleg abruptamente a su fin la extraordinaria riqueza que representaba el petrleo, basada casi exclusivamente en la liquidacin de un recurso no renovable de precio altamente cclico. Al mermar la substanciosa pero efmera riqueza petrolera venezolana, se han manifestado con aguda crudeza las miserias verdaderas y profundas de la sociedad venezolana contempornea.

    La simple realidad matemtica del fin de la riqueza petrolera debera obligar a cambiar la visin del pas. Con ello, se trata de cambiar la visin sobre el rol del gobierno en la sociedad pero, ms importante an, obliga a cambiar la visin sobre el rol particular de cada venezolano en la sociedad.

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    Los deseos de retornar a una poca supuestamente mejor utilizando los instrumentos del pasado, suenan ingenuos y fatalmente alejados de la realidad de la Venezuela actual y futura. En algunos casos, esos deseos de volver a un pasado quimrico no son sino cnicas aspiraciones de algunos que esperaran sacar provecho de lo que an haya quedado, a pesar de la escasez y de las limitaciones del pesado, ineficaz y, sobre todo, empobrecido aparato del gobierno.

    La ingenuidad que refleja el deseo de volver a la Venezuela de los aos del bienestar y de la grandeza se cae por su propio peso. En 1980 el ingreso promedio que provena exclusivamente del petrleo era de 1.700 dlares por persona anual, hoy da equivale a 300 dlares. Si a esa cifra le restamos los pagos obligantes de la deuda internacional, la renta petrolera neta que recibe cada

    venezolano es actualmente de menos de 120 dlares por ao.[9]

    Desde hace casi una dcada, aunque algunos venezolanos todava no quieran asumirlo, el petrleo cay estrepitosamente de precio, el dlar baj de valor adquisitivo y hoy somos siete millones ms de venezolanos para distribuir una disminuida renta petrolera.

    La llamada "Venezuela postpetrolera" no es un escenario futurista: es una realidad que gravita pesadamente sobre las espaldas del venezolano de hoy. Hemos llegado al fin de la era de las ilusiones.

    Sin recursos provenientes de la renta petrolera, el gobierno es -- y continuar siendo -- incapaz de satisfacer todas las aspiraciones de la sociedad, principalmente porque la suma de todas ellas es muchas veces ms abultada que los recursos disponibles. Cmo ser un pas con servicios pblicos de calidad superior disponiendo solamente del 8% de los ingresos excedentarios que se tenan antes? Cmo negociar jugosos convenios con los empleados pblicos y ofrecer amplios subsidios a los empresarios con 1.600 dlares por habitante menos en el bolsillo? En este escenario, la seleccin entre alternativas opuestas es el ms difcil ejercicio de planificacin econmica. Cmo pretender ser una potencia econmica internacional siendo un pas agobiado por el empobrecimiento?

    Tomemos el caso de la seguridad personal como ejemplo de las consecuencias del empobrecimiento material de Venezuela sobre la calidad de vida.

    [10] Lograr la tranquilidad en la

    calle y en la casa de ms de veinte millones de venezolanos implica un costo evidente. Este se refleja en los salarios de funcionarios de los servicios de seguridad, en los vehculos, equipos y armamento de esos trabajadores y en la organizacin de campaas contra la delincuencia. Hace treinta aos, el gobierno venezolano dedicaba cinco veces ms recursos por habitante a los gastos asociados a la seguridad personal. Contar con un quinto de los recursos de entonces implica, en trminos generales, y sin tomar en cuenta otros importantes factores, menos policas en las calles, menos entrenamiento para esos funcionarios, menos equipos y armamentos en sus manos, menos esfuerzos de prevencin, y menos asesoramiento para los cuerpos de seguridad. En general, una buena parte del logro de la calidad del servicio pblico de seguridad depende de los recursos econmicos que se dispongan.

    A pesar de que se pueden incluir en este simple anlisis otros factores, como el crecimiento de la delincuencia por razones de desequilibrios sociales, o la evolucin de los mecanismos organizacionales que afectan la efectividad de los cuerpos de seguridad de un pas, se mantiene la conclusin principal: con recursos substancialmente menores, y utilizando los mismos mtodos

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  • Venezuela

    tradicionales, es imposible resolver problemas sociales o de cualquier ndole cada vez ms crecientes y complejos.Siguiendo con este ejemplo, rescatar los niveles de efectividad de los sistemas de seguridad pblica requiere, al menos, multiplicar por tres los recursos pblicos o privados que la sociedad dedica a ese fin. No existe un gerente capaz de producir mgicamente resultados exitosos sin los recursos necesarios. Esto lo entienden las familias de las urbanizaciones caraqueas, quienes al reconocer la incapacidad del gobierno para garantizar la seguridad de las calles, han instalado garitas de vigilantes, puertas de seguridad, incontables y costosos aparatos de alarmas y otros medios para asegurar lo que el gobierno no puede hacer materialmente.

    Si el problema de la seguridad personal proviene principalmente de la falta de recursos materiales, entonces la solucin parece clara: es necesario aumentar los gastos de seguridad del gobierno. Lamentablemente esta no parece ser una solucin viable en la Venezuela de hoy. El mismo anlisis de los problemas de la educacin, la salud, la infraestructura, la vivienda, la pobreza, la cultura y muchos otros aspectos de la poltica pblica, llevara a concluir que la solucin a todos esos problemas sera que el gobierno fuera varias veces ms rico de lo que es hoy. Esta es una suposicin o aspiracin ingenua.

    El deterioro en la calidad del pas que poco a poco ha ido hacindose ms evidente a los ojos del venezolano, proviene en buena medida de la reduccin de los recursos disponibles para la ejecucin de programas de servicios pblicos. En la educacin por ejemplo, el hecho de que en 1960 se destinaban aproximadamente 40.000 bolvares por cada alumno en la educacin primaria pblica, medidos en bolvares de hoy, mientras que hoy se dedican 32.000 bolvares por alumno, tiene una influencia marcada sobre la reduccin de la calidad y la cantidad de la enseanza. Un maestro ganaba el equivalente actual de 50.000 bolvares mensuales en 1960, lo que le permita una vida decente, hoy gana 30.000 bolvares, un salario que no paga los gastos bsicos de una

    vida honorable. Esto ha alejado a muchos venezolanos con vocacin de la profesin docente[11]

    .

    A pesar de los cuantiosos recursos que se han dedicado a la educacin y a la salud, el gasto se ha dirigido ms a la burocracia que al mantenimiento, ms a pagar el aumento de la cantidad que de la calidad, ms a satisfacer los privilegios de los sindicatos que a mejorar la provisin de ese servicio pblico fundamental. No es casualidad entonces que las modestas pero decentes instalaciones educativas u hospitalarias de hace veinte aos parezcan hoy antros grotescos. No debe extraar que la calidad de la educacin y salud haya mermado tan considerablemente en comparacin con la de hace dos generaciones.

    Es incomprensible para los venezolanos que, teniendo un ingreso promedio por habitante superior a muchos otros pases de Amrica Latina, la calidad de vida sea sensiblemente inferior. No se explica que la mortalidad infantil, de 36 por 1.000 en Venezuela sea superior a la de Argentina, Uruguay, Panam, Costa Rica, Chile y Jamaica, todos pases que hasta hace poco tenan un ingreso promedio por habitante inferior al venezolano. No se explica que lo mismo ocurra con la asistencia de los jvenes a la escuela secundaria, que tiene una tasa de 46% en Venezuela, muy inferior a la de esos pases, y que slo el 23% de los jvenes entre 15 y 17 aos estn inscritos en el sistema educativo.

    [12]

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  • Venezuela

    Por esta razn, el continuo deterioro en la calidad de los servicios pblicos del pas contrasta radicalmente con la calidad que el venezolano espera de ellos. Acostumbrado a niveles de calidad superiores o al menos en constante mejoramiento durante varias dcadas, el venezolano de hoy naturalmente exige una calidad de vida cada vez ms alta. Este contraste entre la realidad y las expectativas gravita en la conciencia del venezolano como una fuerza que propicia el persistente sentido de frustracin de la Venezuela de hoy. Por eso no sorprende que las diversas crisis de los servicios pblicos hayan sido la causa ms importante de malestar social, generando centenares de manifestaciones, tomas, huelgas, marchas y contramarchas, que han pasado a formar parte de la vida cotidiana del venezolano en los ltimos aos.

    En Lima por ejemplo, el servicio de agua y electricidad para un msero rancho de un "pueblo joven" cuesta cerca de cuarenta dlares mensuales, o sea 8.000 bolvares. A pesar del alto costo y de los normales y prolongados racionamientos del servicio por causa de graves fallas en el suministro, la manifestacin pblica de protesta es casi imperceptible. En Venezuela, por el contrario, reflejando la clara reaccin de una sociedad acostumbrada a vivir con niveles de calidad superior, hubo ms de 200 manifestaciones durante 1991, slo por fallas del servicio de agua.

    Volver al bienestar artificial que provena de la existencia de un gobierno extraordinariamente rico, basado en el sencillo hecho de que Venezuela reciba 35 dlares por cada barril de petrleo vendido, es a todas luces imposible cuando el mismo barril, hoy en da, cuesta mucho ms producirlo y se vende aproximadamente a 12 dlares. A pesar de esto, muchos venezolanos quisieran retornar a aquellos niveles de riqueza y bienestar, tranquilidad y sensacin de estabilidad que tuvieron la oportunidad de vivir en el pasado. Pero, lamentablemente, no saben cmo.

    Lo que s han comenzado a comprender los venezolanos que ansan el progreso y la modernidad es que no funcionan ms las vas tradicionalmente aceptadas para resolver los asuntos de la sociedad. Las soluciones a los problemas del pas de hoy son mucho ms difciles de encontrar que antes. Adems la sociedad se ha hecho cada vez ms exigente y ha aumentado la complejidad de sus problemas; por lo tanto la limitacin de los recursos disponibles implica necesariamente escoger una entre varias soluciones, aunque sea imperfecta. Esa necesidad de elegir soluciones alternativas que compiten entre s no fue un problema en el pasado para el gobierno. Satisfacer plenamente a todos los sectores en todos los momentos es una opcin que no existe. Y seguramente no existir en el futuro.

    El pas ha visto como el lenguaje y la tcnica del anlisis econmico han penetrado abruptamente en el debate nacional, sustituyendo la grandilocuencia de un lenguaje poltico de carcter populista, que muy pocas veces tuvo que hacer referencia a la necesidad de escoger - lo cual a su vez implica la necesidad de desechar alternativas ms costosas para la sociedad. De una u otra manera, el populismo en Venezuela est condenado a muerte, pero ha dado fuertes batallas para sobrevivir.

    C. Todos contra el gobierno

    Adems de ver disminuidos los recursos disponibles para ejercer su principal funcin de servidor pblico, el gobierno se convirti a lo largo de las tres ltimas dcadas en una pesada e inoperante

    file:///C|/Documents%20and%20Settings/Roberto%20...ra/My%20Documents/Obras/VISION/VC%20completo.htm (20 of 252)24/01/2006 03:32:39 a.m.

  • Venezuela

    superestructura, ms ocupada en resolver sus propios problemas internos que en servir a la sociedad.

    Al observar los notables fracasos del gobierno en todos sus niveles para resolver los problemas que agobian al pas, no importando el signo poltico de los dirigentes, muchos venezolanos han reaccionado con cierta vehemencia contra el concepto mismo de gobierno, tal como ellos lo conocen y lo perciben. Para ellos el centro de todos los males, todos los fracasos, todas las

    frustraciones es precisamente el gobierno.[13]

    Un autobs tiene un grave accidente al desplazarse a 130 kilmetros por hora en la carretera Morn - Coro; se derrumbaron algunos ranchos construidos en las inmediaciones de un barranco a un costado de la carretera Caracas - La Guaira; cae el precio del azcar o la carne en los mercados internacionales y as mismo el precio que reciben los productores nacionales o despiden a un empleado de una empresa. De quin es la culpa? Del gobierno. Alguien tiene alguna duda? El pas puso todos sus huevos en la cesta del gobierno y corri el riesgo de que al caer la cesta al piso, se rompieran.

    No importa que el conductor del autobs condujera a una velocidad extrema, fuera de los lmites legales y razonables; que los ranchos cados se construyeran en un parque nacional, violando las normas de proteccin y seguridad establecidas; que el precio internacional del azcar o la carne est fuera del control de Venezuela; o que el empleado no cumpliera con su trabajo. En todos los casos la respuesta popular es inequvoca.

    Aunque seguramente existen buenas razones para achacarle la culpa al gobierno en muchas situaciones, esa asignacin automatizada de la culpabilidad de los males en la sociedad ha conducido al venezolano a cierta inmovilidad acrtica frente a los problemas, por ms "privados" que ellos sean. En otros casos, esto ha provocado en algunos un sentimiento de ira que los lleva a proponer soluciones quimricas o mesinicas, acariciando golpes de estado o situaciones de autoritarismo fantstico. Si el gobierno es quien debe resolver todos los problemas y si slo l es responsable, entonces por qu el ciudadano debe involucrarse en las soluciones y comprometerse con los errores inherentes y omisiones que aparecern? Esta lgica paternalista muy propia de la sicologa contempornea del venezolano ha sido un camino seguro al deterioro general de la sociedad.

    La lgica paternalista adems ha generado quizs la castracin de la individualidad del venezolano. El gobierno se conden a s mismo a ser una presencia todopoderosa, ocupada en resolver todos los problemas, individuales y colectivos. En cierta forma, la crisis hizo despertar al venezolano de este sueo de una manera abrupta, no porque haya conscientemente decidido rebelarse contra la dependencia del gobierno, sino porque la propia incapacidad de ste lo ha forzado a encontrar las soluciones en s mismo o en la colectividad inmediata (la sociedad civil). La reaccin ante la crisis poltica y econmica comienza entonces a convertirse en el despertar de lo mejor del venezolano: la iniciativa individual, la solidaridad colectiva y la firme oposicin ante la opresin y la injusticia.Pero mientras este proceso ocurre, la confusin lleva al ciudadano a canalizar toda su rabia, personal y pblica, y toda su frustracin hacia el ente impersonal del gobierno. La ingenuidad con la que muchos venezolanos le dirigen sus bateras a veces es producto de una evasin directa de

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    responsabilidades y de la falsa conviccin segn la cual el gobierno es el nico ente social responsable de solucionar los males que los rodean.

    El venezolano de hoy vive inmerso en esta confusin. Creyendo que el gobierno lo resolvera todo, a la vez debe reconocer que el gobierno no es capaz de resolver nada. El poder omnipresente del gobierno irrumpi en la conciencia colectiva, dejando al venezolano hurfano de iniciativa, indefenso frente a la avalancha de problemas, paralizado ante el reconocimiento de que el destino no se llama "gobierno".

    En contraposicin a esta perspectiva fatalista y a veces superficial, es importante comprender que el gobierno generoso y derrochador de Venezuela no fue sino la materializacin de una sbita riqueza econmica. Esta exista en el pasado, pero por causas coyunturales proporcion una capacidad artificial y temporal de financiar la accin pblica que termin ofreciendo crecimiento econmico sin progreso social, altos ingresos sin mayor productividad y satisfacciones efmeras que se desmoronaron al disminuir la principal fuente de financiamiento.

    En consecuencia, para darle sentido a las dudas del venezolano de hoy, es necesario reconocer el profundo impacto que tuvo en la moral de la sociedad el descenso del ingreso que sufri el pas desde principios de los aos ochenta, producto del derrumbe de los precios del petrleo. Tambin es preciso comprender que la crisis econmica actual, evidenciada en el empobrecimiento real del venezolano comn, tiene manifestaciones en muy profundos aspectos de la vida social y cultural del pas.

    Esta es la leccin necesaria pero an no ha sido impartida. Sin ella es de temer que el venezolano vuelva una vez ms a creer que la solucin est exclusivamente en distribuir la riqueza, olvidando que la nica forma de lograr bienestar para todos est, en primer lugar, en generar ms riqueza.

    Tambin hace falta entender que el gobierno venezolano, tal como lo conocemos y lo pensamos, no es sino un pesado aparato, con muy limitada capacidad organizacional y estratgica para cumplir su cometido bsico de servir a la sociedad.

    D. La paradjica herencia de la bonanza

    Al parecer el venezolano no se ha percatado del carcter persistente de la nueva realidad de Venezuela. Esta se caracteriza por una menor disponibilidad de recursos, una mermada capacidad de accin del gobierno, menos estabilidad en la economa, el agotamiento de los mecanismos de concertacin poltica, una pobreza que abruma a la mayora de los venezolanos y, en consecuencia, la generacin de niveles ms agudos de conflicto social. Incapaz de reconocer esta situacin, el venezolano todava se pregunta cmo volver al pasado glamoroso de la Venezuela saudita.

    Cmo un pas que ha disfrutado de tanta riqueza y tantos recursos termin en una crisis

    econmica de la magnitud vivida en Venezuela desde finales de los aos ochenta?[14]

    Esta es la pregunta que ha ocupado a las mejores mentes del pas por varios aos. En una conferencia sobre Venezuela, realizada en octubre de 1992 en el Wilson Center en Washington, un acadmico haca

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    la pregunta de esta manera: Cmo un pas que, luego de aos de errores bien conocidos en su estrategia econmica, se propone realizar los ajustes necesarios y consigue en un tiempo rcord los resultados macroeconmicos ms espectaculares del mundo en desarrollo, puede ms tarde desembocar en una crisis social y poltica tan profunda como la que provoc el intento de golpe militar de febrero de 1992, destinado a acabar precisamente con el nuevo programa econmico? Pocos, quizs ninguno de los participantes, tuvieron una respuesta concisa y contundente a semejante enigma.Son generalmente de dos vertientes las razones que se han esgrimido en Venezuela para explicar la dolorosa paradoja de un pas que sembr durante los aos de la riqueza las semillas de sus problemas econmicos ms severos. Una vertiente achaca los males al exterior. Basada en el pensamiento econmico de la izquierda y en las teoras de la dependencia, la explicacin de la crisis econmica de Venezuela condena a las relaciones econmicas injustas entre el sur y el norte, que generaron el continuo desmejoramiento de los trminos de intercambio y exacerbaron las influencias negativas del endeudamiento externo. En sus versiones ms recalcitrantes, estas explicaciones enfatizaban supuestas campaas orquestadas desde los "centros de poder del capitalismo transnacional e imperialista" contra los objetivos del desarrollo y de la emancipacin econmica de Venezuela.

    [15]

    La otra vertiente, ms realista, encuentra la explicacin de la crisis en las reacciones incorrectas de la poltica econmica ante las vicisitudes del mercado petrolero internacional durante los aos

    ochenta.[16]

    Como respuesta a los crecientes ingresos petroleros desde 1974, el pas se propuso llevar a cabo planes de inversin para el desarrollo basados en la implantacin del Estado-empresario en los sectores bsicos de la produccin.

    La "Gran Venezuela", como se denomin el programa de inversiones pblicas iniciado en 1975, represent la culminacin de planes que se haban gestado en el pas desde los aos cuarenta. Estos incluan el dominio del Estado sobre el petrleo y los sectores del hierro, el acero, el aluminio y la electricidad. Asimismo se prevea el apoyo a la empresa privada nacional a travs de polticas de proteccionismo comercial, de financiamiento pblico y de impulso sostenido a la demanda interna mediante polticas redistributivas.

    Esta estrategia se basaba primordialmente en los inmensos recursos generados por los altos precios petroleros que se produjeron por la guerra del Yom Kipur en 1974-1977 y luego, en 1979-1981, por la guerra Irn-Irak.

    El gobierno del presidente Luis Herrera introdujo el primer cambio importante en la estrategia econmica del pas. Con el objeto de frenar las presiones inflacionarias generadas por los altos niveles de actividad econmica en una economa cerrada, se mantuvo una poltica cambiaria y monetaria que propenda a la adquisicin de activos en moneda extranjera, dando lugar a la ms grave fuga de capitales privados de la historia venezolana. En paralelo se produjo un importante endeudamiento externo de muchas empresas pblicas, debido a la supuesta paralizacin de los planes de inversin y a la permisividad del gobierno en relacin con el endeudamiento a corto plazo.

    De 1984 a 1988, el esfuerzo de la poltica econmica del gobierno del presidente Jaime Lusinchi

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    se concentr en asegurar la paz social: mantener los niveles de gasto pblico para aplacar las presiones de los sectores econmicos. Este objetivo aparentemente loable le cost al pas ms de 50.000 millones de dlares en fuga de capitales, inversiones ahuyentadas, endeudamiento y, lo peor de todo, provoc la prdida de las reservas internacionales del pas.

    De esta manera, el gobierno que se inici en 1989 recibi una economa en crisis, sometida a las fuertes presiones de los acreedores internacionales, alejada de una esperanza de renovacin del crecimiento y que exhiba los peores desequilibrios en los mercados de bienes y de servicios as

    como en las cuentas fiscales de este siglo.[17]

    Por primera vez en la historia econmica de Venezuela se presentaron amenazantes los fantasmas de la hiperinflacin, la recesin y la crisis financiera.

    Esta situacin extremadamente crtica, que dej al pas sin opciones para el corto plazo a partir de 1989, fue lo que oblig a acudir al Fondo Monetario Internacional, como la nica manera de poder reinsertar a Venezuela en los flujos de financiamiento internacional. Vistas las restricciones que se enfrentaron, esta decisin no fue, como se ha dicho frecuentemente, un deseo irrefrenable y quizs sdico de los "tecncratas neoliberales" de ir a ceremoniar al centro del capitalismo financiero mundial, sino la nica salida viable despus de una dcada de errores de poltica econmica.

    Esta explicacin de la crisis econmica de principios de aos noventa es esencialmente correcta. De hecho resalta la magnitud de los graves errores que se cometieron en la conduccin de la poltica econmica durante los aos ochenta y que ya suelen ser reconocidos. Sin embargo, el anlisis de la crisis venezolana debe dirigirse mucho ms al fondo de su dinmica histrica y evitar descuidar el complemento social y poltico de la explicacin exclusivamente macroeconmica. Una tesis esencial de este libro afirma que la causa fundamental de la crisis venezolana desde finales de los aos setenta fue el agotamiento y la obsolescencia de la visin de pas. Estos factores la condujeron a repetir esquemas inadecuados frente a problemas radicalmente distintos.

    Paradjicamente, la principal herencia de los aos de la bonanza fue un pas cercado por la crisis econmica, la deuda externa, el dficit fiscal y el desequilibrio financiero. La poblacin, que nunca fue informada de los graves problemas que se haban ido acumulando, se estrell contra la realidad lejana de las expectativas de crecimiento y bienestar que haban sido sembradas en la conciencia colectiva del pas.

    Las mismas recetas que funcionaron de los aos cincuenta a los setenta colapsaron ante los cambios que ocurrieron en Venezuela y en el escenario econmico mundial. Adems de revelarse ineficaces frente a los cambios internos y externos, las polticas erradas de los aos ochenta

    colocaron a la economa del pas en el desequilibrio y la crisis.[18]

    El importante xito econmico y poltico que alcanzaron los lderes fundadores de la democracia sembr las semillas de los ms graves errores que se cometieron posteriormente.

    Qu ocurri a partir de 1989? Ese ao comenz el proceso de transformacin econmica y poltica ms importante de la historia reciente de Venezuela. Buscando soluciones a los errores y omisiones del pasado, un grupo de profesionales llevados al gobierno desde el sector privado y

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    acadmico inici un profundo cambio en las reglas econmicas. Dieron origen a una transformacin de la economa del pas a travs de la liberalizacin de los mercados de bienes, dinero, divisas y servicios, la apertura a la competencia internacional, la privatizacin de empresas y la reestructuracin de muchos entes pblicos. Como complemento, tambin se propici una transformacin en la forma como el pas se organiza, delibera, toma decisiones y ejecuta las polticas pblicas.Este cambio fue sin duda accidentado y costoso. Todava no da los frutos que satisfagan la impaciencia de un pas joven que vivi pocas de boyante riqueza. Pero el cambio lleg al pas para quedarse.

    La frustracin de Venezuela con su presente, la aoranza del pasado y cierta indisposicin a comprender los cambios que han ocurrido en el pas y en el mundo contribuyen a que muchos venezolanos rechacen esta nueva visin, o cualquier otra, y puedan sucumbir a la tentacin de dar vuelta atrs. Ven el futuro como una oportunidad para reeditar la ilusin de la Venezuela del pasado, no como el reto necesario de construir un pas.

    E. La ilusin de la vuelta atrs

    Otras ilusiones surgen frente a las interrogantes de muchos venezolanos que descubren la crudeza de la ruptura total con la ilusin de armona que prevaleci en Venezuela durante tres o cuatro

    dcadas.[19]

    La ms comn de ellas es la ilusin de reconstruir lo bueno del pasado, la vuelta atrs.

    Retomar los esquemas econmicos e institucionales que le fueron tiles a Venezuela en el pasado no es hoy una opcin viable ni deseable. Simplemente, la recuperacin del pas sobre la base de las recetas del pasado es una alternativa que no se puede plantear hoy.

    En consecuencia, la bsqueda de un camino edificante al porvenir de Venezuela slo es posible aceptando que debemos cambiar profundamente la visin del futuro del pas. Este es un proceso difcil y exigente, riesgoso y severo, pero es el nico camino.

    En efecto, como ya se reconoce progresivamente en el debate pblico, la reforma iniciada en 1989 intent ser profunda y trat de marcar la pauta del futuro de Venezuela hasta el siglo XXI. El llamado "paquete de 1989" le evit a Venezuela una crisis econmica de magnitudes impredecibles, tal como las que vivieron Chile en 1982, Mxico en 1983, Argentina en 1988 y Brasil en 1990. Esto lo aceptan ya an los ms severos enemigos y detractores de la apertura econmica. Algunos reconocen que no haba otra salida tras cinco aos de aplicacin de las reformas macroeconmicas y previendo la gravedad de la crisis que se evit. Como crticos se

    contentan con sugerir algunos cambios en aspectos secundarios de su aplicacin.[20]

    En un periodo relativamente breve, el programa econmico emprendido en 1989 ayud a retomar el impulso de desarrollo que Venezuela haba perdido durante los aos ochenta. Con ello se demostr la validez de una de las hiptesis bsicas de la nueva estrategia: si existe el ambiente poltico y legal adecuado, Venezuela tiene un acervo de recursos humanos, naturales y econmicos que le dan un inmenso potencial de crecimiento.

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    Aunque esos logros tempranos del ajuste econmico sean temporales, lo ms importante, sin embargo, es que esta reforma sent las bases para una profunda y duradera transformacin de la economa, la poltica y la sociedad venezolana.

    Sin embargo la transformacin est incompleta. Esto se debe principalmente a que muchos venezolanos todava no comparten los principales rasgos de la nueva visin del pas que de manera ciertamente agresiva se esboz en 1989. Resienten tambin de algunos de los medios que

    se utilizaron para llevarla a la prctica.[21]

    Por esta razn, a pesar de que muchos de los cambios que se introdujeron a partir de 1989 en la poltica pblica venezolana son difciles de revertir, existe en el seno de la sociedad la tentacin, y en cierta forma el peligro, de la vuelta atrs.

    Para entender este peligro, es necesario hacer algunas constataciones:

    Amenazas de implantar gobiernos por la violencia. La tentacin de la vuelta atrs se hizo evidente durante los episodios del 4 de febrero y del 27 de noviembre de 1992 y se manifiesta desde entonces en los frecuentes rumores de "ruido de sables". En los levantamientos de 1992, ms all de las banderas de la lucha contra la corrupcin, se manifest una profunda resistencia a los cambios estructurales que era necesario hacer en el pas. Se despleg con rabia el terrible mensaje de que la salvacin de Venezuela era reconstruir el pasado. "Por ahora..." se convirti en el lema de grupos bien identificados que siguen promoviendo el atraso. El "golpismo" renaci en Venezuela con la consigna de acabar con avances modernizadores que se haban logrado, como la democracia, la libertad de empresa y la apertura econmica. Al aparecer en Cuba con Fidel Castro a finales de 1994, el lder golpista abrazaba todo lo que representa el comandante caribeo: la dictadura en nombre de la virtud, la violencia del Estado en nombre de la democracia, el atraso econmico en nombre de la igualdad y la marginalizacin histrica en nombre de la independencia y la soberana nacional.

    Nuevas ideologas del atraso. Nuevos grupos polticos han surgido bajo el ideal de la vuelta atrs, incluyendo a los seudorevolucionarios "bolivarianos", que intentan conquistar a un sector social que an cree en las principales virtudes del viejo modelo populista: el intervencionismo estatal, el temor a lo forneo, un nacionalismo mal entendido y la vuelta a los subsidios, envueltas en un mensaje mesinico y vaco de propuestas concretas. Ese mensaje que quiere aparentar ser nuevo se funda ms sobre la reparticin de la riqueza que en la generacin de la misma. En lo poltico, se trata de un modelo basado en un oportunismo populista, ms que en una visin estratgica del pas. Vlido en otros contextos y otras pocas, el mensaje aparentemente moralizante que propugnan estos grupos, junto a sus concepciones estatistas de la vida econmica, los hacen parecerse a los nacientes grupos radicales socialistas de los aos cuarenta.

    Resistencia general al cambio. La gente todava no apoya el cambio con entusiasmo. A duras penas muchos lo han soportado. De hecho, agobiado por sus problemas econmicos ms directos, el venezolano de la calle no cree todava en la

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    economa de mercado. En una encuesta de opinin a finales de 1994, tres cuartas partes de los entrevistados manifest creer que todos los banqueros son corruptos, ms de 60% opin que todos los comerciantes son especuladores y corruptos. El venezolano tiene un desencanto y un escepticismo fundamental con el concepto de la economa del mercado. Cree ms bien en la economa de la supervivencia y del rebusque, de la especulacin ilegal y del control monoplico y no ha comprendido an en su totalidad el significado profundo de la iniciativa individual y de la competencia como base para el progreso colectivo. Por otra parte, los lderes tradicionales del pas, an cuando crean en los postulados bsicos de la economa de mercado, no han asumido an los retos de implantar a profundidad la nuevas reglas econmicas.

    Una gran dificultad para continuar los cambios se deriva de la falta de un nuevo liderazgo con impacto nacional que motorice positivamente una nueva visin de pas sobre la base de convencer al pueblo de asumir los valores morales necesarios para que los mercados funcionen en beneficio de todos.

    El peligro de la vuelta atrs consiste no slo en la posibilidad de que las nuevas reglas del juego econmico sean radicalmente desmontadas. Ms an, la sola paralizacin del proceso de reforma econmica puede llevar a Venezuela a alejarse de las tendencias latinoamericanas y mundiales. Con ello perder oportunidades de crecimiento y progreso econmico y social que aprovecharn otros pases.

    En este sentido, el programa econmico de 1989 fue apenas el prlogo del cambio. No slo se introdujeron en la economa modificaciones radicales que perfilaron una nueva orientacin del desarrollo econmico. Esta se basa en la competencia nacional, la competitividad internacional, la iniciativa individual y la transparencia de los mercados, verdaderas innovaciones en la arquitectura econmica del pas, sin cambiar desde los aos sesenta.

    El programa de modernizacin econmica fue parte de un esfuerzo conceptual mayor, que buscaba la modernizacin poltica y social del pas, a travs de cambios fundamentales en la organizacin poltica del pas como la descentralizacin, la eleccin de gobernantes regionales y locales y la uninominalidad parcial en las elecciones legislativas.

    Estos procesos dibujan un nuevo pas, ms abierto y participativo, a pesar del ruido y el desorden que ha generado el desmantelamiento del partidismo exacerbado y el centralismo poltico de tres dcadas. Estos cambios a su vez han suscitado nuevas exigencias de la sociedad, como la transferencia de ms competencias a los gobiernos regionales y locales y la uninominalidad total.

    El cambio est aqu. Se presenta a veces de manera aleatoria y confusa, forma poco elegante de hacer historia. Pero a pesar de ello, sigue presente el peligro de creer que volviendo a los esquemas del pasado se resolvern los nuevos problemas. Mientras cada venezolano no reconozca que la nica manera de volver a la riqueza de antes es a travs del trabajo creador y del compromiso individual, el pas seguir nostlgicamente envuelto en su frustracin y su crisis moral.

    Reconocida la necesidad del cambio pero vista la fragilidad de las reformas realizadas hasta ahora, la bsqueda de un nuevo contrato social y poltico para Venezuela debe basarse en la

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    concepcin de una nueva visin de pas. Ello implica hacer una necesaria reflexin sobre el agotamiento de la visin que domin a Venezuela hasta hace algunos aos.

    Una nueva voluntad para el cambio debera partir del reconocimiento de un error conceptual en la cultura de Venezuela. Mientras el venezolano siga creyendo que la renta petrolera es todava suficientemente abultada como para pagar todo, entonces es lgico que piense que alguien se rob la parte de la renta que le debera tocar, pero que no le ha llegado. En efecto, el error de fondo es pensar que esa renta existe en las cantidades que normalmente se cree, sin aceptar que la renta petrolera real por habitante es hoy en da menos de un dcimo de lo que fue hace quince

    aos.[22]

    Un problema se genera al seguir creyendo errneamente que somos un pas rico. As como no se acepta el empobrecimiento material y moral del pas, muchos venezolanos opinan, no sin falta de razn, que la nica gran culpable de los problemas del pas ha sido la corrupcin. "Los corruptos han acabado con el pas", se dice frecuentemente en la prensa, en las campaas electorales, y en el cafetn universitario.

    Ahora bien, quines son los corruptos? Cunto del empobrecimiento del pas se les puede achacar? Slo son corruptos los personajes que ocupan el centimetraje mayor de la prensa del escndalo, o es que hay ms venezolanos corruptos de lo que normalmente aceptamos creer? No es corrupto el maestro de escuela pblica que deja de asistir a sus clases sin razn? No es corrupto el mdico del hospital pblico que cobra grandes sumas de dinero "por debajo de la mesa" para atender a un paciente de emergencia en el hospital pblico? No es corrupto aquel funcionario que se encuentra en las peculiares categoras de pre-jubilado o reposero, que simplemente cobra sin trabajar? No es corrupto el funcionario pblico que llega tarde al trabajo y que no cumple sus responsabilidades bsicas?

    La experiencia cotidiana indica que la corrupcin en Venezuela ha dejado de ser un problema exclusivo de las altas esferas gubernamentales. Ha pasado a ser una conducta sistmica, profundamente arraigada en la moral de una parte importante de la poblacin, que piensa que a travs de la corrupcin est apropindose de la parte de la renta petrolera que alguien le rob. La

    corrupcin es en este esquema la redencin del ladrn que roba al ladrn.[23]

    Ese pensamiento lleva a una degradacin progresiva de Venezuela, a un crculo vicioso que acelera la consolidacin del caos. Si partimos, por el contrario, de la premisa correcta de que hoy en da Venezuela es un pas agobiado por graves problemas morales, econmicos y polticos, y evaluamos de manera consciente y serena las causas detrs de esa situacin, entonces la actitud frente al futuro cambia radicalmente. Pasa de la pasividad a ser afirmativa. Del fatalismo paralizante a la accin positiva.

    Este libro es de esperanza y busca edificar, no destruir. Est basado en la intuicin de que la principal falla de Venezuela desde hace varios aos, por encima de los errores de la conduccin de la poltica, la ineficacia del gobierno o la corrupcin, ha sido la falta de una visin de pas, lo cual es el componente esencial de la profunda crisis moral actual. Faltando la visin, el pas contina encerrado en la trampa de la frustracin, sin encontrar escapatoria, y tal vez sin buscarla.

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    Sin una visin estratgica de lo que quiere lograr Venezuela en las prximas dcadas, no hay posibilidad de rescatar los ideales de progreso y crecimiento que mueven a una sociedad hacia el sacrificio necesario. Sin visin no hay futuro: ese es el tema central del prximo captulo.

    II. SIN VISIN NO HAY FUTURO

    "Venezuela presenta, posiblemente, el cuadro ms brillante de la Amrica del Sur. Hay visin, vigor y voluntad de ir hacia adelante y de acometer

    reformas".

    John Gunther, periodista norteamericano, citado por Simn Alberto Consalvi en "La ms veraz expresin de este momento venezolano", 1966.

    La democracia poltica y el progreso econmico y social que pudo alcanzar Venezuela desde los aos cuarenta hasta los aos setenta, se edific a partir de una gran visin. Agotada sta, lleg la crisis.

    No se hubiera podido avanzar en el esfuerzo gigantesco que signific modernizar a Venezuela durante esos aos, sin una visin de cmo debera ser y parecer el pas en sus principales aspectos: la economa, la poltica, la organizacin del Estado, el desarrollo regional y la infraestructura de apoyo.

    Como una ilustracin de este esfuerzo, veamos cmo se dise la infraestructura de vialidad y transporte del pas.

    En diciembre de 1945, el entonces Presidente de la Junta de Gobierno Rmulo Betancourt llam a travs del Ministerio de Obras Pblicas a un grupo de los ms destacados ingenieros civiles

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    venezolanos para desarrollar un "Plan de Vialidad" para Venezuela.[24]

    La "Comisin Nacional de Vialidad" fue entonces creada con el objeto de disear un plan coherente que comprendiera:

    "carreteras, ferrocarriles, vas fluviales, martimas y areas, de carcter nacional, estadal y municipal, teniendo en cuenta los aspectos tcnicos, econmicos y financieros, y estrechamente coordinado con los planes de fomento y desarrollo de la produccin y con los puntos de vista sociales y militares."

    Adems de ese imp


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