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Control, defensa y expresión de emociones: relaciones con salud y enfermedad

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Coautor(es): CANO VINDEL, A., SIRGO, A. y DÍAZ OVEJERO, M.B. Título: Control, defensa y expresión de emociones: Relaciones con salud y enfermedad. En: Emociones y Salud, pp. 69-90. Editor(es): E.G. Fernández-Abascal y F. Palmero (Coords.) Editorial: Madrid. Ariel. (1999). ISBN: 84-344-0881-3 CONTROL, DEFENSA Y EXPRESIÓN DE EMOCIONES: RELACIONES CON SALUD Y ENFERMEDAD Antonio Cano-Vindel, Agustina Sirgo y Mª Benigna Díaz-Ovejero Universidad Complutense de Madrid 1. INTRODUCCIÓN 2. ESTILO REPRESIVO DE AFRONTAMIENTO 3. REPRESIÓN EMOCIONAL Y ÁREAS ESPECÍFICAS DE SALUD 3.1. Represión de emociones y actividad autonómica 3.2. Represión de emociones y trastornos cardíacos 3.3. Represión de emociones y niveles de cortisol 3.4. Represión de emociones y sistema inmune 3.5. Represión de emociones y cáncer Dr. Antonio Cano Vindel Facultad de Psicología Universidad Complutense de Madrid 28223 Madrid [email protected]
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Coautor(es): CANO VINDEL, A., SIRGO, A. y DÍAZ OVEJERO, M.B.

Título: Control, defensa y expresión de emociones: Relaciones con salud y

enfermedad. En: Emociones y Salud, pp. 69-90.

Editor(es): E.G. Fernández-Abascal y F. Palmero (Coords.)

Editorial: Madrid. Ariel. (1999).

ISBN: 84-344-0881-3

CONTROL, DEFENSA Y EXPRESIÓN DE EMOCIONES:

RELACIONES CON SALUD Y ENFERMEDAD

Antonio Cano-Vindel, Agustina Sirgo y Mª Benigna Díaz-OvejeroUniversidad Complutense de Madrid

1. INTRODUCCIÓN2. ESTILO REPRESIVO DE AFRONTAMIENTO3. REPRESIÓN EMOCIONAL Y ÁREAS ESPECÍFICAS DE SALUD

3.1. Represión de emociones y actividad autonómica3.2. Represión de emociones y trastornos cardíacos3.3. Represión de emociones y niveles de cortisol3.4. Represión de emociones y sistema inmune3.5. Represión de emociones y cáncer

Dr. Antonio Cano VindelFacultad de PsicologíaUniversidad Complutense de Madrid28223 [email protected]

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1. INTRODUCCIÓN

Vamos a comenzar a desarrollar este capítulo recordando algunos fenómenos elementalessobre las emociones, que nos van a servir para introducirnos en uno de los campos hoy másestudiados sobre las relaciones entre “emociones y salud”: el control o represión de emocionesy enfermedad (Cano-Vindel, Sirgo y Pérez Manga, 1994; Miguel-Tobal, Casado, Cano-Vindely Spielberger, 1997; Cano-Vindel y Miguel-Tobal, 1997).

La alegría, el miedo, o la ira son emociones naturales que se dan en todos los individuosde las más diversas culturas. Poseen un sustrato biológico considerable. Son esencialmenteagradables o desagradables, nos activan y forman parte de la comunicación con los demás. A suvez, las emociones pueden actuar como poderosos motivos de la conducta.

Además de ser importantes para el bienestar/malestar de los individuos y cumplir unafunción social en la comunicación, las emociones están íntimamente relacionadas con diversossistemas fisiológicos que forman parte del proceso que podríamos denominar “salud-enfermedad”. Por otro lado, las emociones influyen sobre la salud y la enfermedad a través desus propiedades motivacionales, por su capacidad para modificar las conductas “saludables”(ejercicio físico moderado, dieta equilibrada, descanso, ocio, etc.) y “no saludables” (abuso dealcohol, tabaco, sedentarismo, etc.)

Pero veamos qué son las emociones. La emociones son reacciones que surgen antedeterminadas situaciones y que vivimos como una fuerte conmoción del estado de ánimo o delos afectos (Cano-Vindel, 1989). Esta vivencia suele tener un marcado acento placentero odisplacentero (desagradable) y va acompañada por la percepción de cambios orgánicos, a vecesintensos. Dichos cambios orgánicos se caracterizan, por lo general, por una elevada activaciónfisiológica, especialmente del Sistema Nervioso Autónomo y del Sistema Nervioso Somático;pero afectan también a otros sistemas, como el Endocrino o el Sistema Inmune. Al mismotiempo, esta reacción puede reflejarse en expresiones faciales características, por ejemplo dealegría, tristeza, o miedo, así como en otras conductas motoras observables, tales comomovimiento, posturas, voz, etc. (Cano-Vindel, 1995, 1997).

Hay por lo tanto tres tipos de manifestaciones en una reacción emocional, que es lomismo que decir que las emociones se muestran a través de un triple canal de respuesta (Lang,1968): (1) subjetivo o experiencial, (2) fisiológico o somático y (3) motor o expresivo.

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Las manifestaciones emocionales a través de estos tres sistemas de respuesta (cognitivo,fisiológico y motor) a veces no son concordantes, de manera que no siempre se encuentranrespuestas de intensidad similar en los tres, al mismo tiempo, de ahí que se piense que se tratade tres sistemas parcialmente independientes; sin embargo, por lo general se alcanza un altoíndice de covariación entre los tres sistemas. Veamos un ejemplo. Un individuo que se encuentraen una situación fóbica -para él- y responde con una intensa reacción de miedo, mostrará engeneral respuestas en los tres sistemas, con un alto nivel de intensidad; pero es posible que quierainhibir sus respuestas observables, si está en una situación social, por ejemplo, y quizás puedaconseguirlo, en cuyo caso se producirá una discordancia entre las manifestaciones en los tressistemas de respuesta, pues encontraremos miedo subjetivo, alta activación fisiológica, pero norespuestas observables.

Esta discordancia entre los tres sistemas de respuesta tiene importantes implicacionespara el estudio de la emoción, así como para la evaluación y modificación de reacciones odesórdenes emocionales.

La experiencia emocional, lo que pensamos y sentimos durante una reacción emocional,se suele clasificar según tres ejes o dimensiones fundamentales: placer-desagrado, intensidad ygrado de control (Schmidt-Atzert, 1985). En otras palabras, las emociones suelen provocarsensaciones muy agradables o muy desagradables, pueden ser más o menos intensas y el gradode control que tenemos sobre ellas es también variable (Cano-Vindel, 1989).

El término “emociones negativas” ha cobrado mucha fuerza en los últimos años y serefiere a las emociones que producen una experiencia emocional desagradable, como son laansiedad, la ira y la depresión, las tres emociones negativas más importantes. Las emocionespositivas son aquéllas que generan una experiencia agradable, como la alegría, la felicidad o elamor.

Hoy en día hay datos suficientes para afirmar que las emociones positivas potencian lasalud, mientras que las emociones negativas tienden a disminuirla (Martínez-Sánchez yFernández Castro, 1994). Por ejemplo, en periodos de estrés en los que tenemos que respondera una alta demanda de nuestro ambiente, desarrollamos muchas reacciones emocionalesnegativas y, cuando nos encontramos bajo estos estados emocionales negativos, es más probabledesarrollar ciertas enfermedades relacionadas con el Sistema Inmune (como la gripe, u otrasinfecciones ocasionadas por virus oportunistas), o adquirir determinados hábitos poco

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saludables, que a la larga pueden minar la salud (Cano-Vindel, Miguel-Tobal, González eIruarrizaga, 1994). En cambio, el buen humor, la risa, la felicidad, ayudan a mantener e inclusorecuperar la salud (Lefcourt y Martin, 1986; Nezu, Nezu y Blissett, 1988).

Se han estudiado mucho más las emociones negativas (y sus relaciones con trastornosde salud) que las positivas. Dentro de las primeras, una de las reacciones emocionales que másse ha estudiado es sin duda la ansiedad (Cano-Vindel y Miguel-Tobal, 1994), como estadoemocional asociado a múltiples trastornos, especialmente los trastornos de ansiedad (Miguel-Tobal y Cano-Vindel, 1995) y los trastornos psicofisiológicos (Miguel-Tobal y Casado, 1994).Una segunda emoción negativa que está siendo ahora más estudiada es la ira, por su relación conlos trastornos cardiovasculares (Miguel-Tobal y Cano-Vindel, 1992; Miguel-Tobal et al., 1997).Por último, la tristeza-depresión, como emoción natural, se considera que es precursora de ladepresión como patología, la cual cursa por lo general con niveles altos de ansiedad (Sanz,1991).

Para preservar a la conciencia del malestar producido por una emoción desagradable, laspersonas cuentan con diversos mecanismos de control emocional (Cano-Vindel, Díaz-Ovejeroy Miguel-Tobal, en prensa); así, por ejemplo, podemos usar estrategias de afrontamiento quecambien la situación que provoca la emoción, o bien podemos usar otras tácticas que reduzcanla intensidad de esa reacción emocional. Estas estrategias de afrontamiento son actividades quepodemos desarrollar, unas veces de tipo cognitivo y otras de tipo conductual, que pueden irencaminadas a modificar la situación que provoca la emoción o a reducir la intensidad de lareacción emocional (Lazarus y Folkman, 1986).

Existen muchas clasificaciones y tipos de afrontamiento (cognitivo vs. conductual,dirigido a cambiar la situación vs. dirigido a reducir la emoción, activo vs. pasivo, etc.-Lazarusy Folkman, 1986), pero no vamos a entrar en ellas, pues aquí sólo nos interesa el que se ha dadoen llamar “estilo represivo de afrontamiento” (Weinberger, Schwartz y Davidson, 1979; Cano-Vindel et al., 1994).

El control o represión de experiencias emocionales desagradables, para eliminar unmalestar importante, puede tener consecuencias peligrosas para el individuo. Por un lado, puedeestar relacionado con cambios en el Sistema Inmune y, por tanto, influir sobre el proceso salud-enfermedad. Existen algunos datos, que analizaremos después, que apuntan hacia una ciertainmunodepresión por parte de los sujetos represores, que intentan eliminar las experiencias

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emocionales desagradables. Por otro lado, si se eliminan algunas emociones negativas, se estáneliminando también poderosos motivos de la conducta de una persona, pues las emocionespueden actuar como motivos de la conducta (en general, tendemos a buscar emociones positivasy huimos de las emociones negativas). Así, por ejemplo, una persona puede no reconocer quetiene cáncer, con ello se evita el distrés, el malestar, que produce pensar en su salud, su futuro,las consecuencias de su enfermedad, etc.; pero, como contrapunto, esta persona no seguirá lasprescripciones médicas, porque no está preocupada por algo que no ha procesado: los datos queapuntan claramente hacia un diagnóstico de cáncer y que él no quiere ver. Existen algunos datosde investigaciones que señalan que los sujetos con estilo represivo de afrontamiento no aceptanel diagnóstico de cáncer (es “como si no se lo quisieran creer”), no siguen las prescripcionesmédicas, reciben dosis menores de quimioterapia, y esto puede afectar negativamente a suesperanza de vida (Bonadonna y Valagussa, 1981).

Pero veamos en qué consiste eso que se dado en llamar “estilo represivo de respuesta”o “estilo represivo de afrontamiento”.

2. ESTILO REPRESIVO DE AFRONTAMIENTO

La formulación inicial de Freud de 1915 sobre defensas inconscientes se centró en larepresión en la memoria de sucesos específicos. Sin embargo, en formulaciones posteriores elconcepto de represión se refiere a la inhibición de la capacidad para experimentar emociones(Weinberger, 1990).

El estudio científico de la represión comenzó hace ya más de sesenta años como recuerdodiferencial de sucesos agradables y desagradables (Jerslid, 1931), pero a lo largo de esos añosha sido estudiado también como defensa perceptual (Bruner y Postman, 1947a; 1947b), rasgode personalidad (Page y Markowitz, 1955; Gordon, 1959), estilo de afrontamiento (Weinbergeret al., 1979), etc.

Los principales intentos de medida y evaluación de este constructo como dimensión depersonalidad no comenzaron hasta los años cincuenta y sesenta (Eriksen, 1954; Carlson, 1954;Page y Markowitz, 1955; Gordon, 1959) con la combinación de ciertas escalas del MMPI(Minnesota Multiphasic Personality Inventory).

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La combinación de estas escalas dio lugar al solapamiento de ciertos items, con lo quelas puntuaciones aparecían infladas, por este motivo Byrne (1961) estableció un nuevo sistemade puntuación, con lo que quedó establecida la escala R-S, que evaluaba individuos situados enlos dos polos del continuo represión-sensibilización, describiéndose a los individuos represorescomo aquellos que bloquean cualquier información amenazante o estresante y lossensibilizadores como los que dirigen su atención hacia esa información.

El empleo de esta escala presentó algunos problemas, ya que aparecía una correlaciónmuy alta (.87) con el rasgo de ansiedad (Golin, Herron, Lakota, y Reineck, 1967), lo queproporcionó dudas sobre su capacidad para distinguir sujetos con un estilo represivo deafrontamiento y los verdaderamente bajos en ansiedad. Para resolver este problema Weinbergeret al. (1979) propusieron la combinación de dos escalas: la Escala de Ansiedad Manifiesta deTaylor (1953) y la Escala de Deseabilidad Social de Marlowe y Crowne (1961). Mediante ellasse forman cuatro grupos de sujetos, en función de las puntuaciones obtenidas en ambas:

a) altos en Ansiedad y altos en Deseabilidad Social (ansiosos y defensivos)b) altos en Ansiedad y bajos en Deseabilidad Social (verdaderamente ansiosos)c) bajos en Ansiedad y bajos en Deseabilidad Social (verdaderamente no ansiosos)d) bajos en Ansiedad y altos en Deseabilidad Social (represores)

Cuando se somete a los sujetos represores a registros de medida psicofisiológicos,aparecen con una mayor activación fisiológica, comparados con los otros tres grupos, a pesar deestar informando de una menor experiencia de ansiedad. Así pues, los sujetos represores quedandefinidos como sujetos con altas puntuaciones en deseabilidad social, así como bajaspuntuaciones en ansiedad auto-informada, pero altas puntuaciones en registros de medidapsicofisiológicos (Weinberger et al., 1979; Asendorpf y Scherer, 1983; Kreitler y Kreitler, 1990).

Cabe preguntarse si estos sujetos represores intentan engañar al evaluador en losautoinformes y se les “detecta” con una escala de mentiras (medidas éstas como deseabilidadsocial) y mediante registro fisiológico, o si por el contrario resulta que no tienen conciencia desu ansiedad, pero para eliminar de su experiencia emocional los sentimientos, sensaciones ypensamientos desagradables tienen que hacer un esfuerzo que se traduce en una alta activaciónfisiológica. Hoy en día los datos acumulados apuntan sin ninguna duda hacia la segundahipótesis, más que hacia la primera (Weinberger, 1990). Estos datos podríamos resumirlos enlos siguientes puntos:

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1. El sujeto represor procesa la información de manera diferente a los sujetosverdaderamente bajos y a los verdaderamente altos en ansiedad, manteniendo unpatrón atencional automático evitativo respecto de estímulos ansiógenos; por elcontrario, los sujetos verdaderamente ansiosos mantienen un patrón de aproximaciónal estímulo ansiógeno; mientras que los sujetos verdaderamente bajos en ansiedad nomantienen un patrón atentivo fijo (Fox, 1993)

2. El sujeto represor presenta tiempos de reacción más largos para estímulosemocionales y sexuales en tareas de asociación de palabras (Weinberger et al., 1979).

3. De manera consistente el sujeto represor ha demostrado tener una peor memoria parasucesos estresantes o desagradables, que el resto de los grupos (Davis y Schwartz,1987); además, su primeros recuerdos suelen ser más tardíos; sin embargo, a veces,recuerda sucesos más tempranos, que ha vivido como altamente traumáticos.

4. Cuando algún sujeto represor llega a la consulta del psicólogo clínico, no lo hace paraser atendido por un problema personal, sino para ayudar a otra persona (generalmentesu pareja). A lo largo de las sesiones se manifiestan claramente tres cosas: una es laescasez de experiencias emocionales negativas, aun en situaciones estresantes oemotivas; dos, el esfuerzo por no experimentar emociones negativas, como la ira ensituaciones de ofensa, o la ansiedad en situaciones de amenaza, o la tristeza ensituaciones de pérdida; y tres, que el sujeto, cuando se le describe el estilo represivode afrontamiento, manifiesta cierta sorpresa, aunque pronto reconoce este estilo comocaracterístico de su personalidad desde su infancia, y encuentra una explicación parasu origen, explicación que suele coincidir con alguna experiencia emocional intensay prolongada, para la que el citado estilo cabe suponer era un estilo de afrontamientobastante adaptativo.

En 1989 formulamos una hipótesis explicativa sobre el comportamiento emocional delsujeto represor en los tres sistemas de respuesta (Cano-Vindel, 1989). Esta hipótesis se basa enel concepto de control de respuesta, así como en el concepto jamesiano de voluntariedad, y vienea afirmar que el sujeto represor intenta controlar todas y cada una de las respuestas quecomponen una emoción negativa, si bien el grado de control voluntario que posee sobre cadarespuesta es muy diferente, consiguiendo así reducir unas pero no otras, lo que originará una altadiscordancia entre los tres sistemas de respuesta. Se predice así, que el sujeto mostrará una altaactivación fisiológica (que será mayor en las respuestas más involuntarias: primero las respuestaselectrodermales, después la tasa cardíaca, respiración y tensión muscular), pero en cambio podrá

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controlar bien la experiencia emocional y la expresión abierta, observable, de su reacciónemocional.

En todos los estudios realizados desde entonces (Cano-Vindel y Miguel-Tobal, 1992;Cano-Vindel et al., 1994; Cano-Vindel, Díaz-Ovejero y Miguel-Tobal, en preparación) se hacomprobado la hipótesis propuesta, encontrando que los sujetos represores presentan niveles másaltos que los otros tres grupos en control emocional percibido, medido por el Inventario deControl, I.C. (Cano-Vindel y Miguel-Tobal, 1992), así como en rasgo de control, como variablede personalidad vs. neuroticismo, medido por el Cuestionario de Personalidad, C.E.P., dePinillos (1964).

Según Lazarus y Folkman (1986), en los individuos con estilo represivo deafrontamiento se viene observando una tendencia a la evitación defensiva de la experienciade ansiedad, así como de otras experiencias relacionadas con emociones negativas. Nosotrospensamos que lógicamente esta evitación de la experiencia de ansiedad debería estarproducida, siguiendo el modelo de Lazarus y Folkman (1986), por una tendencia en lossujetos represores a valorar las situaciones estresantes o ansiógenas de una manera pocoamenazante, a la vez que deberían mostrar buenas estrategias de afrontamiento ante talessituaciones.

Pusimos a prueba esta hipótesis con una muestra de 585 estudiantes de psicología(Cano-Vindel y Miguel-Tobal, 1995), seleccionando los cuatro grupos altos-bajos enansiedad por altos-bajos en deseabilidad social, habituales en este tipo de estudios(Weinberger el al., 1979). Llevamos a cabo una selección de sujetos extremos o purosquedándonos con los más altos o los más bajos, tanto en ansiedad como en deseabilidadsocial, usando el criterio de corte de la media más 0.5 desviaciones típicas para los altos, yla media menos 0.5 desviaciones típicas para los bajos, por lo que finalmente se redujo lamuestra a 285 sujetos, de los que 68 eran sujetos verdaderamente bajos en ansiedad, 91 eransujetos con potencial estilo represivo de afrontamiento, 82 eran sujetos verdaderamente altosen ansiedad, y 44 eran sujetos altos en ansiedad y en deseabilidad social.

Los resultados confirman las hipótesis, pues encontramos que los sujetos represorespresentaban una valoración menos amenazante de la situación de hablar en público, a la vezque indicaban un mayor uso de estrategias de afrontamiento activas y un menor uso deestrategias de afrontamiento evitativo. Estos resultados estaban en consonancia con el mayor

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grado de control percibido de la ansiedad en dicha situación, por parte de los sujetosrepresores, que así mismo se autoevaluaban mostrando un rasgo de personalidadsobresaliente frente a los otros grupos en lo que se refiere a control o estabilidad emocional,

De otro lado, algunos autores se han interesado por el tema de la inhibición o represiónde emociones y pensamientos, y sus repercusiones en la salud en general, pero evaluando a lossujetos de un modo diferente. Pennebaker (1989, 1990, 1993) y Pennebaker et al. (Pennebaker& Susman, 1988; Pennebaker, Kietcolt-Glaser & Glaser, 1988; Pennebaker, Barger, & Tiebout,1989; Pennebaker, Colder, & Sharp, 1990; Pennebaker & Harber, 1993) definen a los sujetosrepresores como aquellos que fracasan al intentar expresar sus emociones y pensamientos o sefuerzan a contener una emoción fuerte, un pensamiento o una conducta. Por tanto, el modo enque evalúan a los sujetos se deriva de la expresión o no expresión de tales contenidos y así latarea consiste en analizar el contenido emocional de las divulgaciones o revelaciones de lossujetos. Para ello Pennebaker et al. emplean dos métodos diferentes: uno consiste en hablarbrevemente delante de un micrófono sobre eventos amenazantes o traumas, así como de un temasuperficial, y el otro método consiste en escribir acerca de experiencias traumáticas o temassuperficiales durante 15-20 minutos diarios durante 3 o 4 días consecutivos.

Los sujetos que son evaluados como altos divulgadores presentan marcadorespsicofisiológicos más bajos cuando están hablando de sucesos traumáticos en comparación conlos temas superficiales, y a largo plazo presentan menos visitas a consultas médicas porenfermedad en los 2-6 meses siguientes.

Como puede verse, se están usando distintos términos y distintas concepciones parareferirse a un mismo fenómeno: la falta de expresión y de experiencia emocionales que sufrenalgunos individuos, especialmente con las emociones negativas ansiedad e ira. Pero se observarátambién el alto interés mostrado en el estudio de este fenómeno, debido a sus implicaciones tantoteóricas, relacionadas con el estudio de la emoción, como prácticas, por sus repercusiones sobrela salud (Singer, 1990; Páez-Rovira, 1993).

3. REPRESIÓN DE EMOCIONES Y ÁREAS ESPECÍFICAS DE SALUD

Una extensa literatura sugiere que los individuos se diferencian ampliamente en el gradode expresividad emocional. Si seleccionamos dos grupos extremos, unos serán emocionalmente

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expresivos y otros emocionalmente inexpresivos. Cincuenta años de investigación siguiendoeste marco teórico han demostrado que los sujetos emocionalmente inexpresivos sonfisiológicamente más reactivos a un variado número de estímulos que los sujetos expresivos. Asu vez, algunos autores proponen que el vínculo de unión entre la inhibición emocional y elestado final de enfermedad podría ser esta intensificada reactividad fisiológica (Gross yLevenson, 1993). Esta correlación negativa entre las respuestas conductuales-observables yfisiológicas se ha venido explicando, en algunos casos, a través de un modelo hidráulico quesugiere que cuando una emoción no es expresada externamente y es inhibida por el sujeto, seráliberada por otra vía o canal no externo, teniendo, así, repercusiones físicas para el sujeto.

La inhibición y el control de emociones está asociado a gran número de problemas desalud (Ibáñez, 1991; Sandín, Chorot, Santed y Jiménez, 1995), que van desde mayor incidenciade determinados tipos de enfermedades en sujetos represores hasta mayor número de ausenciasal trabajo propiciadas por motivos de salud, o mayor número de asistencias a Servicios de Saludcon quejas por problemas reales. Aquí revisaremos algunos estudios que evidencian lasrepercusiones fisiológicas del estilo represivo de afrontamiento en algunas áreas de saludconcretas.

3.1. Represión de emociones y actividad autonómica

Ya hemos mencionado como los sujetos represores muestran altos niveles de activaciónpsicofisiológica aun cuando informan de bajos niveles de ansiedad, medida a través decuestionarios (Newton y Contrada, 1992). Cuando los sujetos represores son confrontados a unestímulo emocional muestran mayores niveles de conductancia de la piel y aumento en la tasacardíaca. Según algunos autores, sucede todo lo contrario a los expresivos, que algunos llamantambién sensibilizadores (Berry y Pennebaker, 1993). Muchos estudios sugieren que estaactivación puede reflejar el trabajo de la inhibición conductual, es decir, los sujetos represorestrabajan activamente para suprimir la expresión emocional. Así, Fowles (1980) hace una revisiónde estudios en los que consistentemente se demuestra que cuando los individuos son forzadosa suprimir o inhibir su conducta emocional aparecen aumentos específicos en la actividadelectrodermal; tanto es así, que Fowles concluye diciendo que la actividad electrodermal puedeser un marcador de la inhibición conductual.

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La inhibición activa, tanto verbal como no-verbal, de emociones requiere un esfuerzo yéste ocasiona altos niveles en la línea base de activación fisiológica y estrés físico. Así,Levenson, Carstensen, Friesen y Ekman (1991) y Gross y Levenson (1993) vuelven a encontrarel mismo patrón de aumento en la conductancia de la piel y cambios cardiovasculares entresujetos que suprimen sus emociones. Del mismo modo, la inducción experimental de supresiónde pensamientos específicos se asocia con aumento en la conductancia de la piel (Wegner,Shortt, Blake, y Page, 1990; Wegner, 1992). Véase un resumen sobre este tipo de estudios enla Tabla 1.

[INSERTAR TABLA 1]

Otro tipo de estudios trata de relacionar el fraccionamiento direccional de la respuestacardíaca (Lacey, 1967) con la represión. Lacey (1967) manifestó que la deceleración de la tasacardíaca está asociada con atención o "absorción ambiental" y la aceleración con "rechazoambiental". Hill y Gardner (1976) interpretan esta diferenciación en las transacciones que unindividuo hace con su ambiente en relación con los dos polos de la escala R-S de Byrne (1961).Los sujetos que se sitúan en el polo represor se caracterizan, no sólo por represión de laexperiencia emocional, sino también, como ya hemos mencionado, por mecanismos de evitación,negación y racionalización de las experiencias amenazantes; mientras que los sujetossensibilizadores se caracterizan por mecanismos de aproximación, intelectualización yrumiación. Así, los sujetos represores estarían asociados con una aceleración de la tasa cardíaca,mientras que los sensibilizadores lo estarían con un decremento de la misma. Hill y Gardner(1976) trataron de comprobar esta hipótesis, sometiendo a un grupo de sujetos sanos a lavisualización de un video con contenido amenazante. La hipótesis dice que los sujetossensibilizadores mostrarán un patrón de aproximación a la información que el ambiente lesofrece, mientras que los represores mostrarán un patrón de evitación de esa información ynegación de su existencia. El criterio empleado para dividir los grupos de sujetos fue un corteen la mediana de las puntuaciones obtenidas en la escala R-S de Byrne (1961). Los resultadosconfirman la hipótesis de que el estilo defensivo evaluado por esta escala está asociado con ladirección del cambio cardíaco en respuesta a un estímulo amenazante. La importancia e interésde este estudio radica en el hecho de que los resultados relacionan una dimensión depersonalidad evaluada a través de autoinforme con la respuesta autonómica a una situaciónamenazante.

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3.2. Represión de emociones y trastornos cardíacos.

Desde hace más de dos décadas un buen número de estudios sobre la influencia de losfactores psicológicos, y en especial las emociones, sobre los trastornos cardiovasculares hanintentado demostrar que los sujetos con este tipo de problemas tienden a ser individuoscompetitivos, impacientes y hostiles, a lo que se ha denominado patrón de Conducta Tipo A(Sánchez Elvira y Bermúdez, 1990). De todas estas variables la que hoy en día mantiene másinterés es la ira-hostilidad. Se ha observado que los sujetos con trastornos cardiovascularesreaccionan con ira ante las situaciones que valoran como una amenaza externa, sin embargo, enmuchas ocasiones esta ira no llega a manifestarse sino que su expresión externa es controladapor el individuo. Existen muchos estudios que demuestran que en estos sujetos se encuentra uncierto estilo represivo de control de emociones (Miguel-Tobal et al., 1997).

Una de las teorías que se barajan para aclarar cómo los factores psicológicos afectan aldesarrollo y progresión de trastornos cardiovasculares es a través de la activación del EjeNeuroendocrino, Eje II (Valdés y De Flores, 1985; Labrador, 1992). Según esto, la respuestafisiológica de un sujeto ante una situación de estrés sería una alta activación simpáticaprolongada, que produciría una alta liberación de catecolaminas, la consecuencia más importanteen la activación prolongada provocada por este Eje y relacionada con los trastornoscardiovasculares.

Los sujetos represores muestran una presión sistólica, en estado de reposo, más elevadaque los sujetos no represores (Warrenburg, Levine y Schwartz, 1989). También se ha encontradomayor presión sistólica y mayor aumento de la reactancia de la tasa cardíaca como respuesta auna tarea de laboratorio que suponga reto o desafío mental (King, Taylor, Albright y Haskell,1990). De esto puede deducirse el hecho de que la represión puede estar relacionada con elriesgo de trastornos cardiovasculares y coronarios debido a los efectos que tiene sobre el SistemaNervioso, a través de un aumento en la actividad del Sistema Nervioso Simpático en respuestaa las situaciones de estrés. Véase la Tabla 2.

[INSERTAR TABLA 2]

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Otros autores están interesados en estudiar la relación entre estilo represivo y lípidos ensangre, consideran que esta asociación puede representar un mecanismo más que explique larelación de la represión con los trastornos cardiovasculares. En concreto, hipotetizan que lossujetos represores, comparados con los no represores, presentarán un patrón lipoproteínicoanormal (Niaura, Herbert, McMahon y Sommerville, 1992). Estos autores argumentan que suhipótesis se ve mantenida por la observación de que el aumento en las lipoproteínas totales,lipoproteínas de baja densidad y triglicéridos está asociada con un aumento de la responsividadal estrés del Sistema Nervioso Simpático, que es característico de los represores. Así, realizaronun estudio en el que controlaron las variables que pudieran tener efectos sobre el nivel de lípidos(lípidos totales, de baja densidad, de alta densidad y triglicéridos) en sangre de un grupo desujetos sanos en los que se estudiaban las siguientes variables: edad, sexo, estilo deafrontamiento represivo, educación, ingresos, índice de masa corporal, tabaco, dieta y, en el casode las mujeres, ingesta de anticonceptivos orales. Los sujetos fueron agrupados según las cuatrocategorías propuestas por Weinberger et al. (1979), después de aplicadas las pruebas clásicas quedefinen el estilo represivo (cuestionarioS de deseabilidad social y ansiedad). Los resultadosindican que los sujetos masculinos represores muestran unos niveles más elevados de colesteroltotal en comparación con los otros tres subgrupos (sujetos verdaderamente no ansiosos, sujetosrealmente ansiosos y sujetos ansiosos y defensivos a la vez), mientras que en las mujeresrepresoras aparecía el patrón opuesto, es decir las mujeres represoras mostraron niveles másbajos de colesterol que las de los otros tres subgrupos. Por lo tanto, si se toman los niveles decolesterol como medida de riesgo de enfermedades cardiovasculares parece que los hombresrepresores presentan mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares que los otros tressubgrupos. Otra cuestión a tener en cuenta aquí sería saber si el estilo represivo estaríaejerciendo alguna función protectora en las mujeres, ya que hemos visto que muestran el patrónopuesto a los hombres. Algunos autores sugieren (Frankenhaeuser, 1991) que el coste fisiológicode la adaptación a demandas para las mujeres debe ser menor que para los hombres, y de hecholas mujeres muestran una respuesta diminuida de catecolaminas en comparación a los hombresen este tipo de tareas. El estilo represivo de afrontamiento parece estar asociado, por tanto, conel nivel total de lípidos en sangre, pero este efecto parece estar mediado por la variable sexo.

3.3. Represión de emociones y nivel de cortisol

Las hormonas glucocorticoides median o modulan un importante número de procesos.Por ejemplo, los glucocorticoides facilitan el afrontamiento óptimo ante la amenaza (Takahashi

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y Rubin, 1993); así mismo, tienen efectos moduladores sobre la percepción, el aprendizaje y lamemoria (McEwen, Angulo, Cameron, Chao, Daniels, Gannon, Gould, Mendelson, Sakai,Spencer, y Woolley, 1992) y sobre las funciones inmunológicas, cardiovasculares y metabólicas(McEwen, et al., 1992). Altos niveles de glucocorticoides debidos a anormalidades en la funcióndel eje hipotálamo-pituitario-adrenal también se han visto implicados en la depresión y en otrosdesajustes emocionales (Murphy, 1991). Así, numerosas investigaciones se han centrado enestudiar la relación entre cortisol (el glucocorticoide primario en humanos), ansiedad, distrés yotros indicadores de emociones negativas.

Teniendo en cuenta las diferencias que ya venimos apuntando entre sujetos represoresy no represores en la actividad autonómica, algunos autores sugieren que los sujetos represoresdeberían mostrar diferencias paralelas en la activación del eje hipotálamo-pituitario-adrenal, ypredicen que los sujetos represores deberían presentar niveles de cortisol basales más altos quelos sujetos no ansiosos y los verdaderamente ansiosos (Brown , Tomarken, Orth, Loosen, Kalin,y Davidson, 1996). Basan sus hipótesis en estudios anteriores que demuestran como los sujetosque usan estrategias de afrontamiento flexibles tienen niveles de cortisol más bajos que los queusan un estilo más rígido y menos adaptable (Brändtstädter , Baltes-Götz, Kirshbaum yHellhammer, 1991; Ursin y Olff, 1993 ), características estas últimas de sujetos represores(Weinberger, 1990). Otros estudios han indicado una asociación entre la tendencia a usarestrategias de afrontamiento evitativas y altos niveles de cortisol (Ursin, 1987). Aunque estosefectos no han sido encontrados en todos los estudios, son sin embargo relevantes porque losrepresores muestran un estilo de afrontamiento represivo que puede inhibir la experiencia deemociones negativas (Weinberger, 1990).

Pues bien, en un reciente estudio, Brown et al. (1996) investigaron esa hipótesisevaluando los niveles de cortisol basal en un grupo de sujetos represores, verdaderamente bajosansiedad y altos en ansiedad. Los resultados obtenidos vienen a corroborar la hipótesis: lossujetos represores y los sujetos altos en ansiedad tienen niveles de cortisol basal más altos quelos sujetos bajos en ansiedad, siendo los niveles más altos para el grupo represor.

La importancia de estos resultados radica en la relación del cortisol con el sistemainmune, pues se considera inmunosupresivo, también en el hecho de que el cortisol puede mediaren los altos niveles de glucosa (Jamner, Schwartz y Leigh, 1988), colesterol (Weinberger, 1990)y presión sanguínea (King et al., 1990) de los represores.

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Del mismo modo, algunos autores argumentan (Dimsdale, Herd y Hartley, 1983) que larepresión, debido a su asociación con un desorden en la activación simpática, puede aumentarel nivel de catecolaminas y cortisol circulantes que podrían, a su vez, contribuir a la movilizaciónde ácidos grasos libres, disminuir la evacuación de triglicéridos y aumentar la síntesis decolesterol que realiza el hígado. Todo ello aumentaría el riesgo cardiovascular.

3.4. Represión de emociones y sistema inmune

El estilo represivo ha sido asociado con un mal funcionamiento del Sistema Inmune(Sandín et al., 1995), lo que a largo plazo podría favorecer un aumento del riesgo de padeceralgunas enfermedades como el cáncer, y a medio plazo un empeoramiento del diagnóstico de lostrastornos por cáncer ya establecidos. Generalmente esta inhabilidad para expresar emocionesha sido un predictor muy fuerte del empeoramiento del curso del cáncer. Pero de estos resultadosno se puede generalizar, sin más, que la represión de emociones está de algún modo implicadaen el mal funcionamiento crónico del Sistema Inmune. Además, como bien es sabido, no entodos los tipos de cáncer el Sistema Inmune actúa del mismo modo, ni tiene la misma funciónen su control y desarrollo; en algunos tipos de cáncer es el Sistema Hormonal el que juega unpapel más importante, o en cualquier caso, la interrelación ente el Sistema Inmune y el SistemaHormonal (léase aquí, por ejemplo, cáncer de mama).

Existe un problema metodológico importante a la hora de determinar si existe algún tipode relación causal entre represión de emociones y cáncer, pues el estilo represivo deafrontamiento podría muy bien ser una consecuencia del diagnóstico de cáncer, más que unfactor potencialmente cancerígeno. Se ha llevado a cabo ya algún estudio prospectivo que vienea señalar la ausencia de un perfil psicológico previo en mujeres que posteriormente desarrollaránun cáncer de mama, si bien se apunta ya una cierta tendencia a la racionalización de emocionesy una clara antiemocionalidad (Bleiker, van der Ploeg, Hendriks y Ader, 1996).

No obstante, al margen de estas aclaraciones y estos datos, de los que hablaremos en másdetalle en el correspondiente apartado, también se han hecho hallazgos que relacionan el estilorepresivo de respuesta con algunas variables del Sistema Inmune.

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Así, Esterling et al. (Esterling, Antoni, Kumar, y Schneiderman 1990) llevaron a caboun estudio para comprobar la relación entre diferentes estilos emocionales y control del virus deEpstein-Barr. Hipotetizaron que los sujetos represores tendrían peor control sobre el virus y portanto, mostrarían el mayor número de antígenos. Para ello, y siguiendo el modo de trabajo dePennebaker et al. (1988, 1989, 1993), se pidió a sujetos sanos que escribieran, durante un períodode 30 minutos, una carta a un amigo cercano sobre un suceso altamente estresante que leshubiera acontecido y que no hubieran relatado a mucha gente. En función del contenidoemocional de estas cartas, medido teniendo en cuenta el número de palabras con carga emocionalque contenían los escritos, catalogaron a los sujetos como: altos reveladores de contenidoemocional (sensibilizadores), reveladores medios de contenido emocional y bajos reveladoresde contenido emocional (represores). Al mismo tiempo los sujetos debieron completar uncuestionario de personalidad (Millon Behavioral Health Inventory -Millon, Green y Meagher,1982) que evalúa diferencias individuales en estilos de afrontamiento interpersonal; según estecuestionario los sujetos con puntuaciones elevadas en el estilo represivo muestran una necesidadinterna de negar sentimientos negativos a sí mismos y a los demás, tienden a aparecer contentosde cara a los problemas, y pueden intentar complacer a los otros con conductas de auto-sacrificio, estas son las características que, como hemos venido viendo, definen a los sujetosrepresores. Mientras que, los sujetos con altas puntuaciones en el estilo sensibilizador aparecencomo agresivos, dominantes, competitivos, seguros, tienden a tener un bajo nivel de toleranciaa la frustración y son rápidos en la expresión de sus sentimientos negativos.

Los resultados mostraron que los sujetos altamente reveladores de contenido emocionalnegativo (sensibilizadores) tienen niveles más bajos de antígeno del virus de Epstein-Barr quelos bajo reveladores de contenido emocional negativo (represores), siendo esta diferenciasignificativa. Los resultados nos señalan también que los sujetos represores, pero definidos asíahora a través del cuestionario de personalidad, muestran un nivel de antígenos del virus deEpstein-Barr significativamente más alto que el grupo de sensibilizadores.

Del mismo modo, investigando la relación entre los sujetos represores-sensibilizadores(según el cuestionario de personalidad) y los “bajos reveladores” - “altos reveladores” deemociones negativas, se encontró, como era esperable, un mayor número de sujetos bajosreveladores de emociones negativas en el grupo de sujetos represores, y a su vez, un mayornúmero de sujetos altos reveladores de emociones negativas en el grupo de sujetossensibilizadores, ambas diferencias son significativas, con lo que se corrobora aún más la

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definición previamente dada de estilo de afrontamiento interpersonal evaluada a través delcuestionario de personalidad.

Estudiando la interacción entre la medida de personalidad y la medida conductual(revelación de contenido emocional), se observó que dentro del grupo de sujetos represores nohubo diferencias en el número de antígenos en función de si eran altos o bajos reveladores deemociones negativas, (hemos de tener en cuenta, como ya ha sido mencionado, que aunquedentro de este grupo la gran mayoría eran bajos reveladores de emociones negativas, tambiénhabía algunos que pertenecían al grupo de altos reveladores de emociones negativas); pero sinembargo, en el grupo de sujetos sensibilizadores los que aparecían como bajos reveladores deemociones negativas mostraban mayor número de antígenos, y los altos reveladores deemociones negativas menor número, y esta diferencia sí era significativa; se ve, por tanto, aquíuna interacción "revelación de emociones negativas X estilo de afrontamiento interpersonal",pero que parece estar afectando sólo al grupo de sujetos sensibilizadores.

Otros estudios de la misma índole demuestran que la revelación de contenidosemocionales negativos tiene efectos positivos en la respuesta blastogénica de los linfocitos-T alos mitógenos (Pennebaker et al., 1988). La blastogénesis es la medida de proliferación de loslinfocitos (células blancas) en respuesta a la estimulación provocada por sustancias ajenas alcuerpo (mitógenos). En este estudio se examinaron los efectos que el revelar emocionesnegativas tenía sobre la proliferación de los linfocitos T (tanto cooperadores como supresores)ante la presencia de Fitohemaglutinina (PHA) y Concavalina A (ConA), dos tipos de mitógenosdiferentes: mientras que la PHA estimula la proliferación de linfocitos T-cooperadores, la ConAestimula tanto la proliferación de linfocitos T-supresores como linfocitos T-cooperadores. Losresultados demuestran que los sujetos bajo reveladores de emociones negativas (represores)tienen una respuesta linfocitaria menor ante la estimulación producida por la PHA y la ConA.

Otros autores (Jamner y Schwartz, 1986) han propuesto una hipótesis que postula quela represión de emociones está asociada a una mayor actividad del sistema central de opioidesendógenos. Así mismo, se sabe que los opioides endógenos y los corticoesteroides modulan lafunción inmune, de esto se sigue que niveles altos de corticoesteroides en presencia de nivelesaltos de opioides endógenos podrían tener un efecto aditivo o sinérgico para reducir lainmunocompetencia, indicado esto por una gran reducción en el nivel de monocitos (Janmer etal., 1988). Ver resumen en la Tabla 3.

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3.5. Represión de emociones y cáncer

Desde hace ya más de una veintena de años éste parece ser el campo más estudiado y enel que se están encontrando conclusiones más estables en lo que respecta a la influencia de laexpresión de emociones y problemas de salud. Revisando estudios sobre el impacto de losfactores psicosociales en el cáncer se llega a la conclusión de que es la inhabilidad para expresaremociones (especialmente ansiedad e ira), o el control emocional, el dato más característico entrelos sujetos que padecen cáncer, intentando relacionar este hecho tanto con comienzo comoprogresión del mismo (Stavraky, Buck, Lott, y Wanklin, 1968; Cox y MacKay, 1982; Greer yWatson, 1985; Temoshok, 1987); mientras que otros autores lo cuestionan apelando a laheterogeneidad de los diferentes tipos de cánceres estudiados y la evidencia de predisposicióngenética de ciertos tipos de cáncer (Kiecolt-Glaser y Glaser, 1986).

Se ha intentado acuñar el nombre de patrón de conducta Tipo C (por oposición al TipoA y Tipo B) para definir características que les serían propias a los sujetos que padecen cáncer.Temoshok (1987) avanzó un modelo explicativo para integrar todos los factores psicosocialesque venían encontrándose en sujetos padeciendo cáncer, según esta autora; éste sería un estilode personalidad que se desarrolla a lo largo del tiempo como forma de afrontamiento y secaracteriza como: cooperativo y apaciguado, no asertivo, paciente, sumiso a la autoridad externay no expresivo de emociones negativas.

En multitud de estudios se está encontrado que los sujetos con cáncer presentan un patrónde estilo represivo de afrontamiento. Veamos algunas conclusiones de los estudios llevados acabo por nuestro grupo de investigación, que dibujan el perfil psicológico del paciente concáncer.

Cano-Vindel et al. (1994) encontraron que los sujetos con diversos tipos de cáncer, al sercomparados con un grupo control de sujetos sanos, equiparados en edad, sexo y nivel cultural,presentaban como grupo un patrón típico de potencial estilo represivo de afrontamiento, con bajaansiedad y alta deseabilidad social, resultando ser más altos en rasgo de control emocional (comovariable de personalidad), así como en la variable control de la ansiedad ante las revisiones

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médicas, más bajos en la expresión de ira, y más altos en racionalización y anti-emocionalidad.Aproximadamente la mitad de los sujetos con cáncer presentaban un marcado potencial estilorepresivo de afrontamiento (baja ansiedad autoinformada y alta deseabilidad social) y una cuartaparte presentaba un estilo defensivo con alta ansiedad (alta ansiedad y alta deseabilidad social).

Más recientemente (Sirgo, Díaz-Ovejero, Cano-Vindel y Miguel-Tobal, 1996) se haencontrado que existe una mayor incidencia de un potencial estilo represivo de respuesta en ungrupo de mujeres con cáncer de mama al ser comparadas con un grupo control de mujeres sanasemparejadas en edad y otra serie de variables socio-demográficas. En este estudio el grupo demujeres con cáncer presenta, así mismo, mayores puntuaciones en expresión y control de ira, yen expresión de ira "hacia adentro", así como en racionalización de emociones y armonía(búsqueda de relaciones armónicas). Todos estos resultados son acordes con resultados previos(Cano-Vindel et al., 1994) y manifiestan una preocupación constante por evitar quejas para nopreocupar a familiares y personas allegadas.

En otro estudio, Cano-Vindel, Sirgo, Díaz-Ovejero y Pérez-Manga (1997) compararona un grupo de mujeres con cáncer de mama (N=34) con un grupo control (N=32), equiparandoa ambos en edad y nivel cultural. Los resultados indican que las pacientes con cáncer presentanniveles de ansiedad más bajos en las ocho variables medidas por el I.S.R.A. (Miguel-Tobal yCano-Vindel, 1986, 1988, 1994): ansiedad en los tres sistemas de respuesta -cognitivo,fisiológico y motor-, nivel general de ansiedad, y ansiedad ante cuatro tipos de situaciones orasgos específicos -situaciones de evaluación, interpersonales, fóbicas y situaciones cotidianas.A su vez, las mujeres con cáncer de mama racionalizan más sus emociones, buscan más lasrelaciones armónicas (siendo más altruistas y auto-sacrificadas) y presentan un nivel igual deoptimismo que el grupo control. Este perfil psicológico del grupo de mujeres con cáncer demama supone una especie de estilo represivo de afrontamiento, si tenemos en cuenta que muestraun nivel menor de ansiedad en las ocho variables estudiadas, aunque no se evaluó deseabilidadsocial.

En una investigación reciente llevada a cabo con población española por Fernández-Ballesteros, Zamarrón, Ruiz, Sebastián y Spielberger (1997) también aparecen diferencias en eluso de la racionalidad y defensividad emocional. Las mujeres con cáncer de mama son másracionales y presentan una mayor defensividad emocional que un grupo control o que otro grupode mujeres con lesiones benignas.

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Además de encontrar un patrón de respuesta emocional específico en los pacientes concáncer, se ha encontrado en varios estudios que los pacientes menos expresivos, más defensivos,más racionales, presentan un peor pronóstico, con una menor esperanza de vida.

Jensen (1987) en un estudio prospectivo con 52 mujeres con historia de carcinoma demama trató de estudiar la incidencia y progresión del cáncer y comparar estos datos con los deun grupo de 34 mujeres sanas, dividió a los sujetos en tres grupos diferentes: mujeres que habíansido mastectomizadas y tratadas con quimioterapia y radioterapia y que habían sufrido unarecurrencia o metástasis del cáncer; mujeres con cáncer pero sin recurrencia, que habían estadoen período de remisión más largo que el grupo anteriormente mencionado; y finalmente, ungrupo de mujeres sanas sin historia de cáncer de mama. A estos grupos de mujeres se les aplicóuna batería de pruebas, incluyendo unas para evaluar el estilo represivo de afrontamiento:deseabilidad social y ansiedad. Los resultados muestran que la combinación de altaspuntuaciones en deseabilidad social y bajas en ansiedad aparecía de modo significativamentemás alto entre el grupo de mujeres con cáncer que en el grupo de mujeres sanas y, así mismo,de forma más consistente entre el grupo de mujeres con cáncer más avanzado, con recurrenciasy metástasis. Este grupo de sujetos represores presentó períodos más cortos de remisión, es decir,libres de tumor, después del diagnóstico y tratamiento inicial, y en el período de seguimiento fuemás probable encontrar que habían desarrollado una metástasis, sufrido deterioro médico oincluso la muerte.

El estudio anterior no es el único en el que la represión de emociones aparece relacionadacon el tiempo de supervivencia al cáncer de mama (Derogatis, Abelhoff y Melisaratos, 1979;Grossarth-Maticek, Bastiaans y Kanaziv, 1985; Temoshok, Heller, Sagebiel, Blois, Sweet, DiClemente y Gold, 1985). Ver resumen en Tabla 4.

[INSERTAR TABLA 4]

Todas estas características se están encontrando en estudios comparativos. Es decir, hayuna mayor incidencia de sujetos represores de emociones en el grupo de sujetos con cáncer queen grupos control, y dentro del grupo de sujetos con cáncer los represores son los que tienen peorpronóstico en su enfermedad.

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Este estilo de afrontamiento tendría ciertas implicaciones de cara al desarrollo de laenfermedad, no sólo a nivel fisiológico, sino que podría ocurrir que los represores actuasen demodo tal que hiciesen inefectivo o rechazasen los beneficios de la ayuda profesional. De hechoestos sujetos son descritos como más pasivos, presentan menos quejas y parecen tener un umbralmás alto para la percepción de la experiencia dolorosa que los sujetos no represores, con lo queno van a demandar ayuda profesional en la misma medida que lo hace el resto de sujetos, aunnecesitándola. Del mismo modo, acudirán más tarde a las revisiones médicas y, por lo tanto, elestadío en el que se encuentre el cáncer cuando sea diagnosticado será más avanzado que el delgrupo de sujetos no represores.

Es indudable que la quimioterapia y el resto de los tratamientos médicos han conseguidoimportantes avances contra el cáncer, aumentando la supervivencia. Bonadonna y Valagussa(1981) encontraron tasas de supervivencia diferenciales para mujeres recibiendo más del 85%,84%-65%, o menos del 65% de las dosis recomendadas de ciclofosfamida y metotrexate en sutratamiento para el cáncer de mama. Los sujetos represores corren el riesgo de no recibir eltratamiento médico en las dosis recomendadas.

Para finalizar, nos queda referirnos de nuevo al valor causal que se le ha dado a larepresión de emociones y cómo se ha entendido ésta. De un lado, y en función del tipo deestudios que tomemos en consideración, algunas variables relacionadas con la represiónemocional aparecen como causa o factor causal del desarrollo del cáncer (en los pocos estudiosprospectivos llevados a cabo), al encontrarse en mayor grado en sujetos que vemos cómoposteriormente desarrollan cáncer; de otro lado, este estilo represivo aparece como forma deafrontamiento ante un diagnóstico de una enfermedad que es altamente estresante, una amenazaa la que se ven sometidos los sujetos que desarrollan tal enfermedad (estudios retrospectivos),ya que no se puede deducir que estos sujetos presenten este tipo de estilo de personalidad antesde haber desarrollado el cáncer, y más bien, puede entenderse como consecuencia deldiagnóstico. De algún modo, la lucha entre los estudiosos del tema se centra en este punto, entanto que, en función de qué postura se adopte, las implicaciones a nivel aplicado serándiferentes.

Parece inapropiado aseverar que el estilo represivo sea causante del desarrollo del cáncer,pues las relaciones que existen entre el Sistema Inmune, el Sistema Hormonal y el SistemaNervioso están aún por descubrir, pero sí se sabe que estos sistemas están incidiendo de algunamanera en el desarrollo del cáncer.

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En cualquier caso debemos adoptar una aproximación multicausal al desarrollo delcáncer, y de modo general a todos los problemas de salud en los que hemos visto que larepresión y supresión de emociones está implicada. Dentro de esas causas que propiciarían sudesarrollo se encontrarían, entre otros, factores genéticos, medioambientales y también factorespsicológicos. Una forma de afrontamiento represiva sería factor de riesgo que, de modo aditivo,estaría aumentando el poder acumulativo del resto de factores. Ya hemos dado algunaspinceladas sobre los efectos que parece producir un estilo de afrontamiento represivo en elSistema Inmune o a nivel de actividad autonómica, por ejemplo. Es decir, que sí se puede hablarde un estilo de personalidad que propicie el desarrollo del cáncer y otros trastornos de salud, perosumado a más factores de riesgo.

En cualquier caso, y refiriéndonos ahora específicamente al cáncer, la importancia de losfactores psicológicos será diferente para los distintos tipos de cáncer, así cánceres de tipohormonal, como el de mama, se verán más influidos por variables de tipo psicológico que otrosde otra índole.

De otro lado, el hecho de que aparezcan consistentemente más sujetos represores entrelos sujetos con cáncer en estudios retrospectivos bien pudiera ser debido, como hemosmencionado, a una respuesta de afrontamiento lógica ante el diagnóstico; en ese caso el estilorepresivo es una consecuencia del diagnóstico, consecuencia entendida en el sentido de que esel resorte de afrontamiento que le salta al sujeto al encontrarse en esa situación de amenazaextrema; otro sujeto bien pudiera responder ante ella de otro modo, pero al mismo tiempo esaforma de afrontamiento es parte de un círculo vicioso, en tanto que las repercusiones fisiológicasserían todas las que ya hemos comentado, y ya vimos como dichas repercusiones propiciaríanun agravamiento y progresión del cáncer.

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Control, defensa y expresión de emociones. Relaciones con salud y enfermedad A. Cano-Vindel, A. Sirgo y M.B.Díaz-Ovejero - p. 29 -

Tabla 1: Represión emocional y actividad autonómica

ESTUDIOS AUMENTO EN SUJETOSREPRESORES

* Berry y Pennebaker (1993)sujetos confrontados a estímulo emocional

conductancia de la pieltasa cardiaca

* Fowles (1980) sujetos forzados a suprimir su conducta

actividad electrodermal

* Levenson et al. (1991) conductancia de la pieltasa cardiaca

* Gross y Levenson (1993)sujetos que suprimen emociones

conductancia de la pieltasa cardiaca

* Wegner et al. (1990) conductancia de la piel

* Wegner (1992)inducción experimental de supresión de pensamientosespecíficos

conductancia de la piel

Control, defensa y expresión de emociones. Relaciones con salud y enfermedad A. Cano-Vindel, A. Sirgo y M.B.Díaz-Ovejero - p. 30 -

Tabla 2: Represión emocional y trastornos cardiacos

ESTUDIOS AUMENTO EN SUJETOS REPRESORES

* Warrenburg et al. (1989) presión sistólica en reposo

* King et al. (1990)tarea de laboratorio que suponga reto

reactancia cardíacapresión sistólica

* Niaura et al. (1992) nivel de colesterol (decremento en mujeres)

* Dimsdale et al. (1983) niveles de cortisolniveles de catecolaminas (ácidos grasos, triglicéridos, síntesis de colesterol enel hígado)

* Hill y Gardner (1976) tasa cardíaca

Control, defensa y expresión de emociones. Relaciones con salud y enfermedad A. Cano-Vindel, A. Sirgo y M.B.Díaz-Ovejero - p. 31 -

Tabla 3: Represión de emociones y sistema inmune

ESTUDIOS CARACTERÍSTICAS EN SUJETOS REPRESORES

* Esterling et al. (1990) mayores niveles de antígeno del virus de Epstein-Barr

* Pennebaker et al. (1988) disminución de linfocitos T ante ConA y PHA (mitógenos)

* Jamner y Schwartz (1986) hipótesis de opioides endógenos

* Jamner et al. (1988) decremento del nivel de monocitos

Control, defensa y expresión de emociones. Relaciones con salud y enfermedad A. Cano-Vindel, A. Sirgo y M.B.Díaz-Ovejero - p. 32 -

Tabla 4: Represión emocional y cáncer

ESTUDIOS SUJETOS REPRESORES

* Stavraky et al. (1968)* Cox y McKay (1982)* Greer y Watson (1988)

inhibición en la expresión de emociones, especialmente ira (yansiedad, por definición)

* Temoshok (1987) acuña patrón Tipo-C

* Jensen (1987) más represores entre grupo con cáncer de mama másavanzado

* Derogatis et al. (1979)* Grossarth-Maticek (1985)* Temoshok (1985)

menor supervivencia de los sujetos con estilo represivo

* Cano-Vindel et al. (1994) grupo cáncer: más represores, más control, racionalización,anti-emocionalidad, menos expresión de ira (y ansiedad)


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